de Dragon Ball - El Universo está en juego... literalmente hablando.

Tema en 'Dragon Ball' iniciado por InunoTaisho, 26 Agosto 2011.

  1.  
    InunoTaisho

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    Escritora
    Título:
    El Universo está en juego... literalmente hablando.
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    36
     
    Palabras:
    9929
    Capítulo 16. Más visitas inesperadas y un gran final para la noche.





    Nota: No es el final del fic, no se confunda ni se entristezcan, es sólo el final del juego inaugural… XD. Ya verán cómo termina esto, lo que dará pie a nuevas situaciones.



    Previamente…

    … ¡Recibamos con un fuerte aplauso al mismísimo Akira Toriyama!

    La puerta se abrió para dar paso a un hombre de mediana estatura y complexión media que traía sobre el rostro una curiosa máscara antigás, y vestía un elegante traje de color oscuro.





    Sea usted bienvenido, señor Toriyama —el comentarista le saludó con cortesía y después le preguntó con curiosidad—. ¿Podría decirnos cuál es el motivo de traer esa máscara tan peculiar frente a su rostro?



    Bien, es únicamente para ocultar mi identidad en este mundo animado —respondió el señor Toriyama con simpleza, a modo de explicación—. No pude dibujar todo mi real atractivo así que preferí encubrirlo de esta manera, y así pasar desapercibido.



    Eee… sí, es verdaderamente comprensible —observó el rubio cronista tratando de aparentar su estupefacción.



    Oye, monstruo, ¿quién dijeron que es ese sujeto? —le preguntó 17 a Cell en voz casi imperceptible.



    Es el señor Akira Toriyama, y, al parecer, es nuestro verdadero creador —le contestó el bioandroide con cautela.





    Los “Z” volvieron a parpadear con extrañeza… ¿qué ese señor es… quién es?





    Bueno, mi estimado Son Gokú, gracias a todas las aventuras que escribí para ti es que mi fama ha cruzado las fronteras —Akira Toriyama se dirigió al Saiyajin de peinado punk en tono complaciente, teniendo los brazos cruzados tras la espalda—. Aunque vieras todo el trabajo que me costó desarrollar cada trama… pero no les diré nada más, así que les recomiendo el disfrute de sus vacaciones porque muy pronto enfrentaran una de sus batallas más difíciles —les indicó con algo de gravedad—. Sobre todo lo digo por ti, Príncipe Vegeta —añadió dirigiéndose esta vez al noble Saiyajin de peinado en flama. Obviamente que todos no hicieron más que poner gestos de escepticismo.



    ¡Escuchen esto, público espectador, el señor Toriyama será el encargado de guiar todas las acciones del torneo de póquer! ¡Esto es verdaderamente un gran honor! —el comentarista continuó con su intervención hablando en tono emocionado a través del micrófono, y la multitud proseguía con sus porras.





    Babidi, Dabura y Majin Boo se encontraban en unos asientos apartados de la muchedumbre, tratando de no perder detalle de nada.





    Espero estés apuntando todo lo que está ocurriendo allá, Dabura —le indicó Babidi a su subalterno.



    Descuide usted, gran Babidi, estoy siguiendo sus instrucciones al pie de la letra —respondió éste con libreta en mano.





    Y es que el pequeño extraterrestre no encontraba aún una razón lo suficientemente lógica por la que los hicieron visitar la Tierra antes del tiempo indicado. Mientras que el simpático gordo rosita de Majin Boo se dedicaba, muy quitado de la pena, a comer unos quince kilos de las más variadas golosinas, sus favoritas, y con eso se mantenía tranquilo, ya que disfrutaba también de un divertido show en su opinión.





    Ese hombre de la máscara es muy gracioso, y tiene una cara de lo más extraña —observó con su vocecita infantil al tiempo que se echaba en la boca una buena porción de gomitas, señalando a Akira Toriyama.





    Babidi y Dabura se abstuvieron de comentar, mirándolo con disimulados gestos de asco.





    Unas filas más adelante…





    ¿Pero quién dijo el comentarista que es ese señor? —Bulma pareció incrédula ante lo que había oído.



    Bueno, si escuché bien lo presentaron como Akira Toriyama, el que imaginó nuestro mundo… —respondió Kame Sen´nin con algo de seriedad, como si quisiera encontrar por donde se había perdido en la explicación.



    Pero es un tipo bastante extraño, ¿no les parece? —observó Milk con algo de desconfianza—. ¿No será también de los malos? —añadió con duda.



    Mmm… no parece que fuera una mala persona —dijo la científica mirando con detenimiento al señor Toriyama. Ya se sentía capaz de distinguir a alguien bueno de alguien malo.



    Vamos, Bulma, ahora crees que todos son buenos sólo porque ese odioso de Vegeta… —la morena no pudo aguantar su desagrado—… ¿Por qué ese hombre tendría que ocultarse tras una máscara si fuera una buena persona, eh?... eso no está nada bien —agregó.



    Tal vez sea un súper héroe que quiere ocultar su identidad… —Chaozu se animó a opinar sin que en realidad creyera que lo escucharían.



    A mí parecer, esa máscara lo hace ver interesante —dijo Lunch con una sonrisita de complacencia—. Oiga, maestro Rōshi, ¿no le gustaría usar una máscara también? —le preguntó amablemente al anciano maestro.





    Por un segundo, Kame Sen’nin no supo si lo estaba halagando o era una educada forma de decirle que mejor ocultara su “bello y varonil” rostro, por lo que tardó en contestarle.





    Linda Lunch, si tú me la compras me la pondré con gusto —le respondió en tono soñador, poniéndole una carita de hombre que no rompe un plato… ya ni Gokú pues.



    Y sí que le hace falta… —masculló Oolong riéndose por lo bajo, y casi todos le imitaron.



    Disculpen pero, ¿pueden guardar silencio por favor?... ya va a empezar el juego —les dijo Videl tratando de salir de su asombro al escucharlos conversar de esa forma tan desfachatada, puntualizando con la suficiente educación para que no se lo tomaran a mal.



    Es cierto, tal parece que ya todo está listo —observó Bulma concentrando la vista una vez más en el centro del área.





    Y efectivamente, el señor Toriyama ya barajeaba un mazo de cartas con mucha maestría, como lo haría todo un tahúr profesional.





    Muy bien —les dijo a los contendientes sonriéndoles grandemente al tiempo que barajeaba—, ahora les explicaré las reglas del juego y otras cosas más.





    “El póquer, es un juego de cartas de los llamados de "apuestas", en los que los jugadores, con todas o parte de sus cartas ocultas, hacen apuestas sobre una puja inicial (la cantidad que se apuesta al principio), recayendo la suma total de las apuestas en el jugador o jugadores con la mejor combinación de cartas.



    “Para jugar, se deben aprender, al menos, las reglas básicas y procedimientos de este juego, los valores de las distintas combinaciones de cartas o manos de póquer, y las reglas acerca de los límites de apuesta, así como familiarizarse con los diferentes objetos que se utilizan en el juego, como botones de repartidor o dealer y ciegas, fichas, etc.



    “Hay muchas variantes de póquer, entre las que caben señalar el póquer abierto, póquer cerrado, póquer de cartas compartidas y póquer surtido. Los más jugados de las primeras tres categorías son, comúnmente, el póquer tapado, cinco cerrado o draw póker, siete abierto o “seven-card stud”, “Omaha hold 'em” y “Texas hold 'em”; siendo cada una de las cuales un buen punto de partida para aprender los juegos de este tipo. Se usan todas las cartas, incluidos los joker, en algunas modalidades.



    “Las siguientes reglas generales se aplican al evaluar una mano de póquer, sin importar el conjunto de valores usados:



    •Cartas individuales se evalúan A (alta), K, Q, J, 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2 (baja).

    Los valores de las cartas individuales generalmente se usan para evaluar manos que no contienen pares ni ninguna otra combinación, o para evaluar el kicker de juegos de otra manera empatados.



    •Los palos no tienen valor.

    Los palos de las cartas se usan principalmente para determinar si una mano calza en una categoría (específicamente, las manos Color y Escalera). En la mayoría de las variantes, si dos jugadores tienen manos que son idénticas excepto por el palo, entonces se considera un empate y se dividen el pozo. A veces, se usa una evaluación llamada carta alta por palo para seleccionar al azar el jugador que reparte.



    •Una mano siempre se compone de cinco cartas.

    En juegos donde el jugador dispone de más de cinco cartas, las manos se califican escogiendo algún subconjunto de cinco cartas, de acuerdo a las reglas del juego, y comparando esa mano de cinco cartas contra las otras manos de cinco cartas del resto de los jugadores. Cualesquiera sean las cartas que sobren después de elegir cinco cartas para jugar no tiene implicación al determinar el ganador.



    •Las manos primero se evalúan por categoría, y luego individualmente.

    Esto significa, que la mano mínima en cierta categoría vence todas las manos de todas las categorías inferiores. Por ejemplo, la mano de Doble Pareja más pequeña vence todas las manos que sólo tienen una Pareja o una Carta Más Alta. La evaluación se hace carta a carta sólo entre dos manos de la misma categoría.”





    Después de la breve explicación, Akira Toriyama se dispuso a mostrarles a los participantes y a toda la concurrencia algunas de las combinaciones tradicionales de cartas, ordenándolas conforme les explicaba:





    “Hay muchas variantes de póquer, pero, a menos que se especifique en las reglas de la variación que se juegue, las manos se evalúan usando el conjunto tradicional de manos de cinco cartas. Estas son, en orden ascendente:



    •Carta más alta (por ejemplo, A-Q-10-5-2)

    •Par (por ejemplo, 10-10-K-7-4)

    •Doble Par o Dos pares (por ejemplo, K-K-9-9-J)

    •Trío, Tercia o Pierna (por ejemplo, 4-4-4-K-9)

    •Escalera o Corrida (por ejemplo, 9-8-7-6-5 de palos distintos)

    •Color (por ejemplo, K-J-8-7-4 del mismo palo)

    •Full (por ejemplo, 2-2-2-7-7)

    •Póquer (por ejemplo, J-J-J-J-6)

    •Re póquer (por ejemplo, J-J-J-J-Comodín)

    •Escalera de color (por ejemplo, Q-J-10-9-8 del mismo palo)

    •Escalera real o Flor imperial (solo A-K-Q-J-10 del mismo palo)”





    … Y existen muchas combinaciones probables en un juego de cartas — continuó hablando con rapidez, en lo que volvía a barajear—. Exactamente se han contabilizado 2, 589,960 combinaciones posibles de 5 cartas en un mazo de 52.





    Los jugadores tenían la boca abierta con asombro, y parpadearon con escepticismo ante esa explicación tan… ¿precisa? Ni siquiera la supercomputadora diseñada por Maki Gero tenía esa cantidad de información.





    Perdone usted, señor, pero… —el comentarista quiso aclarar el dato dirigiéndose a Toriyama con una sonrisa boba—… ¿acaso esa información la obtuvo de la “Wiki”?



    Bueno, también tengo conocimientos matemáticos de combinaciones numéricas, no sólo soy un mangaka famoso —respondió el aludido sonriendo grandemente… aunque no podemos estar seguros de ello ya que la máscara no nos permite ver su semblante.





    Todos los contendientes al juego, los guerreros “Z” y los Jinzō Ningen, con la excepción del androide 16, mantenían el gesto de sorpresa mal disimulada ante los rápidos movimientos que realizaba el señor Toriyama con las manos. En cuanto el ingenioso mangaka consideró que ya había sido suficiente de la demostración, se dispuso a repartir.





    Bien, ahora que ya lo han visto me parece sensato empezar con un juego… —decía el buen hombre cuando alguien entró intempestivamente en el área, causando un murmullo de asombro entre la muchedumbre.



    ¡Señor Toriyama, señor Toriyama, ya llegué! —era una niña como de unos doce años de edad, la cual vestía una playera grande, short de mezclilla y tenis, una gorra adornaba su cabeza y usaba gafas. En cuanto se plantó cerca saludó a todos los presentes levantando una mano, con una gran sonrisa en el rostro—. ¡Holis a todos, amigos! —dijo gesticulando exageradamente.



    Oye… yo te conozco —Gokú la quedó mirando por un momento, y luego le sonrió grandemente—. ¿Qué acaso tú no vives en esa pequeña villa llamada “Aldea Pingüino”? —le preguntó educadamente.



    Arale… este no es el mejor momento para… —Akira Toriyama pareció contrariado y le habló a la chiquilla empleando una entonación de gravedad.



    Sipi… —más la pequeñuela se acercó confianzudamente al Saiyajin de peinado alborotado, ignorando por un momento al señor que le hablaba y a quien había ido a buscar—. Mi historia fue escrita antes que la tuya, y yo te conocí cerca de mi casa cuando estabas buscando no sé qué cosa… hasta te peleaste con un tipo muy malo aunque era guapo, y por eso tuvimos que ayudarte —añadió dándole una palmada cariñosa en la espalda —. Ahora veo que ya creciste y eres un hombre bastante atractivo… por cierto, no me dijiste tu nombre en esa ocasión —agregó abriendo un poco más los ojos, sin dejar de sonreír.



    Vaya… ya veo —el moreno pareció un poco sorprendido por la observación—. Bueno, mi nombre es Son Gokú, mucho gusto… —dijo estrechándole fuertemente la mano a la niña, y después, mirándola más detenidamente, le preguntó en tono dudoso—… Oye, pero, ¿por qué tú no creciste como yo?





    Los ahí cercanos les miraban de uno a otro como si se tratara de una partida de tenis, preguntándose de qué asunto estaban hablando, y Gohan estaba más que sorprendido… su papá sí que había conocido a personalidades de lo más peculiar a lo largo de sus aventuras. Asimismo, la concurrencia se había silenciado y parpadearon de la sorpresa por ver a otra de las famosas creaciones de Akira Toriyama en escena. Eso era algo que nadie se esperaba.





    Es que el señor Toriyama escribió que el científico Sembei Torimaki me construyera como una niña pequeña y no me permitió crecer —explicó Arale un tanto resentida, cosa rara en ella ya que generalmente tiene muy buen humor y ve las cosas del lado positivo. Se volvió hacia el mangaka para reclamarle en tono de señorita ofendida—. Oiga, señor Toriyama, ¿por qué no dejó que el científico me hiciera una muchacha tan linda como ella?... Yo también quiero tener formas femeninas, no es justo —dijo señalando a la rubia 18, la cual pareció tan desconcertada como todos al escuchar esas palabras… o sea, ¿qué tenía que ver ella en todo ese argüende?



    ¿Qué te… construyera como niña? —Gokú se rascó la cabeza para representar su desconcierto ya que no comprendió nada de nada.



    Yo soy una androide, de lo mejor que ha hecho el científico Torimaki —expuso la chiquilla para darse a entender.



    ¿Es en serio eso?... Ahora entiendo porque eras tan fuerte —el Saiyajin pareció de verdad admirado, y la jovencita asintió moviendo enérgicamente su cabeza.



    Al señor Toriyama le gustan mucho los androides —puntualizó más que convencida.



    Oye, Arale… —Akira Toriyama decidió intervenir y, empleando está vez un tono paternal, trató de razonar con la pequeña Jinzō Ningen—… en serio que no es el momento ni el lugar adecuado para que te dé la explicación que quieres.



    Pero yo quiero que usted me ponga unos bustos grandes ya que también a mi amiga Akane le han crecido y yo sigo siendo teniendo el aspecto de niña —rezongó la chiquilla más que enfurruñada.



    Este… perdone usted, señor Toriyama pero… ¿hay algún problema con esta encantadora señorita? —el comentarista se dirigió educadamente al hombre de la máscara, cuestionándole en tono dudoso.



    Oiga, usted sí que es un señor muy lindo —observó Arale sintiéndose halagada, sonriéndole grandemente al narrador, y casi se abalanza sobre él para darle un abrazo de oso.



    Descuiden, muchachos, Arale y yo tenemos un asuntito que arreglar, no hay problema por eso —dijo el buen Toriyama con voz afable, tomando por un hombro a la chiquilla y hablándole con amabilidad—. Mira, Arale, pequeña mía, en cuanto terminé con mis asuntos aquí veré que puedo hacer por ti, ¿te parece?





    Y justo entonces, antes de que la muchachita respondiera afirmativamente, otro extraño sujeto se apareció en el salón, a lo que Vegeta y Pikoro parecían estar contando mentalmente hasta cien ya que una pequeña e imperceptible vena les palpitaba en la sien… ¿qué significaba toda esa mierda? Y era seguro que 17 pensaba lo mismo que ellos, pues el mohín de su rostro no daba lugar a dudas.





    ¡Un momento, este trabajo es sólo para alguien tan fuerte y guapo como yo! —dijo el hombrecillo al entrar, arrastrándose sobre una patineta como si volara por los cielos, ya que venía con la “panza” en la tabla.



    Oh, no… —masculló el mangaka disimulando un suspiro de desazón al ver ahí a otro de sus personajes no invitados.



    ¡Es Supaman! —exclamó Arale muy contenta por ver a su súper héroe favorito—. ¡Hola, hola, Supaman! —le saludó amablemente acercándosele.



    No hay nada de qué preocuparse, jovencita, el gran Supaman, el mejor súper héroe de la Tierra, ya está aquí —respondió el regordete personaje enderezándose con toda la parsimonia del mundo, acomodándose la capa para verse más alto—. Dime una cosa, ¿qué tal me veo hoy? ¿Verdad que soy fabuloso? —le preguntó vanidosamente.



    Claro que sí, Supaman, hoy te ves muy bien —le dijo la niña sin dejar de sonreírle abiertamente.



    Eso es obvio… un gran súper héroe como yo siempre debe verse bien y lucir un buen peinado para deleitar a sus admiradores —admitió el bajo hombre sonriendo presuntuoso, acomodándose el cairel que le adornaba la frente al tiempo que también se veía en un espejo redondo salido de quien sabe dónde… tal vez lo traía en la minúscula mochila que lo acompañaba sobre su patineta.



    Por favor, Supaman, no me digas que tú también vienes a quejarte por algo —Akira Toriyama pareció algo desesperado al hablar.





    Y los demás, los “Z” y compañía, no salían de su asombro e incredulidad, sin explicarse nada de lo que pasaba… ¿a qué hora comenzarían el juego?





    Ah, señor Toriyama, pero por supuesto que tengo una queja —el hombrecillo con disfraz encaró al mangaka, mirándolo de forma reprobatoria—. Sépase usted que un súper héroe de mi categoría necesita tener su propia historia de acción, y no vivir a la sombra de una niña tan simple y sin nada de gracia como ésta —y señaló a Arale con algo de desprecio. La chiquilla siguió sonriendo como si nada, ignorante por completo del descrédito hacia su persona—. ¿Y cómo es que a este sujeto tan feo le creó todo un Universo para él solo y a mí no? —y al siguiente segundo señaló a Gokú, quien únicamente se rascó la nuca porque no entendía de que estaba hablando ese señor tan raro.



    Mira, Supaman… es cierto que eres un gran súper héroe pero… —Akira Toriyama lo miró escrutadoramente, como sopesando una respuesta satisfactoria para el ego de su personaje—… alguien podría acusarnos de plagio si hacemos eso que tú quieres, y te aseguro que podrías tener problemas… — y se le arrimó discretamente para hablarle en voz muy baja cerca del oído—… ya que, en otro lejano país, hay un individuo que quiere imitarte en todo porque eres bien parecido… y, si escribo de tus aventuras, va a copiarlas y a decir que él lo hizo primero que tú —añadió conservando la seriedad.



    ¿De verdad hay un tipo que me imita?... Debo de ser muy bueno —Supaman pareció intrigado por esa revelación.



    Claro, por ello es preciso que mantengas oculta tu identidad en la “Aldea Pingüino”… así no podrá copiarte en nada —el mangaka afirmó con la cabeza para que no cupiera duda de su aseveración. “Espero que no insista con lo mismo o los de DC Cómics me exigirán una comisión por derechos de autor” pensó disimulando un suspiro al momento de palmearle un hombro al pequeño personaje—. Tú labor ahí es muy importante ya que todos en el pueblo te admiran y necesitan… ¿verdad que sí, Arale? —y se dirigió a la niña Jinzō Ningen en tono de complacencia absoluta.



    Sí que si —respondió la jovencita moviendo vigorosamente la cabeza por enésima ocasión, sonriendo grandemente—. Cuando yo sea más grande también quiero ser una súper heroína como tú, Supaman, y luchar así por la justicia —añadió en tono de absoluta admiración, gesticulando excesivamente.



    Bueno… ese trabajo no es algo tan fácil para una niña como tú —dijo el hombrecillo recuperando la sonrisa presuntuosa.



    ¿Entonces qué dices, mi estimado Supaman? —Akira Toriyama volvió la vista hacia él, esperando que esos argumentos lo hayan convencido y desistiera así de su absurda petición.



    Mmm… señor Toriyama, tal vez usted tiene razón… —el aludido todavía pareció indeciso—… continuaré en la “Aldea Pingüino” por otra temporada; pero espero enfrentar en esta ocasión a malandrines de mi categoría o le aseguro que me mudaré de ahí —adicionó como si estuviera poniendo a prueba a su creador.



    Vamos, vamos, te aseguro que así será… —le afirmó el mangaka en entonación amable, abrazándolo un momento por los hombros—… ya estoy planeando algo sorprendente para tus súper aventuras en cuanto termine mi labor aquí —le especificó cambiando el tono de voz por uno más teatral—. Afrontaras peligrosas batallas para defender a toda la “Aldea Pingüino” y a sus tranquilos habitantes de las terribles amenazas que se avecinarán sobre ellos, como el secuestro de la siempre bella profesora Yamabuki… —añadió con un toque de dramatismo, haciendo exagerados ademanes con las manos como si estuviera presenciando la escena—… y sólo tú, el gran Supaman, el súper héroe respetado por todos, será capaz de desafiar esos peligros.





    Todos los personajes de “Dragon Ball” situados en el área de juego se habían silenciado con resignación, esperando el momento en el que al fin pudieran iniciar el juego. Sólo Pikoro y Vegeta, cuyos brazos estaban cruzados de la misma manera y que tenían el rostro ceñudo, tamborileaban sus dedos y uno de sus pies a modo de expresar su descontento e inconformidad, ya que habían perdido como diez minutos de su valioso tiempo… diez minutos que jamás recuperarían.





    ¿Y… esos peligros serán muy peligrosos? —Supaman preguntó disimulando su nerviosismo.



    Ya afinaremos detalles después —Akira Toriyama le palmeó un hombro con complacencia… lo cobarde no se le quitaría a ese sujeto.



    Eso suena suuuuuper… —Arale pareció más emocionada que el súper héroe—… ¿yo voy a poder ayudarle a Supaman?



    Luego hablamos de eso, Arale… ahora les pido que se retiren ya que el juego de póquer debe continuar, y no está nada bien que Gokú, sus amigos y sus enemigos sigan esperando más tiempo — le dijo el mangaka con toda la amabilidad del mundo.



    Oki doki… Te deseo muy buena suerte, Gokú… —la pequeña androide se despidió efusivamente del Saiyajin de alborotada cabellera, dándole un rápido abrazo y un beso tronado en la mejilla al tomarlo desprevenido.



    Oye, no… no hagas eso —murmuró Gokú un tanto desconcertado por esa acción… ya ni su esposa pues.





    Por cierto que la mencionada rechinó los dientes a lo lejos y estuvo a punto de abalanzarse sobre la pequeña Jinzō Ningen, a lo que Bulma y Lunch tuvieron que detenerla para evitarle semejante desfiguro.





    … y también a tus simpáticos amigos, especialmente al hombre verde de turbante y ese chaparrito de cabellera levantada —añadió Arale señalando a Pikoro y a Vegeta, quienes por supuesto le lanzaron miradas asesinas por atrevida, irrespetuosa y confianzuda.



    Ejem… Arale, por favor, tienes que irte ya… y no olvides llevarte también a Supaman —el señor Toriyama pareció más apremiante con la chiquilla, pues el “original” súper héroe creación suya había vuelto a mirarse al espejo, acomodándose el ricito de la frente por enésima ocasión.



    Muy bien… ¡Adiosín a todos, amigos! —respondió la niña tomándole está vez la palabra, así que, sin previo aviso, alzó a Supaman por encima de su cabeza montando con velocidad en la patineta de éste, saliendo a toda prisa por la entrada principal del recinto, sin darse por enterada de que ocasionó un vendaval que levantó las cartas y hasta un poco de polvo, señal de que no limpiaron adecuadamente.



    Tendré que barajear de nuevo… —suspiró el buen Akira Toriyama mientras el resto de sus personajes ahí reunidos parpadeaban sorprendidos e incrédulos por lo que habían visto y oído. Sólo 16 se mantuvo inconmovible… él en lo suyo y nada más merecía su atención.





    Con la corriente de aire surgiría otro problemita no previsto…





    Cuando en las gradas vieron llegar a la pequeña Jinzō Ningen, Bulma, Milk y los demás que les acompañaban también pestañearon de la extrañeza y la sorpresa.





    ¿Y esa niña… de dónde salió esa niña? —se preguntó la científica tratando de escuchar atentamente cuando Arale se presentó ante Gokú saludándolo con toda la confianza del mundo… ella no recordaba haberla visto en ninguno de los momento pasados al lado de su amigo de alborotada cabellera.



    Al parecer sí conoce a Gokú de algún lado —conjeturó Kame Sen’nin con gravedad mirando atentamente a la pequeñuela, ya que no aparentaba tener mucha edad.



    Ese Gokú… siempre he pensado que tiene gustos raros —Oolong opinó sin mucho recato, mostrando una sonrisita mordaz en el rostro—. A lo mejor es una antigua novia que tenía oculta por ahí —añadió.



    ¡Eso no puede ser!... Gokú no pudo haber tenido otra novia más que yo —dijo Milk ofendidísima ante la observación.



    Pero por supuesto que no, Oolong —Bulma apoyó la moción de su amiga morena, regañando al metamorfo—. Si con trabajo Gokú recordó a Milk y la promesa de matrimonio que le había hecho.



    Bueno, yo sólo digo que bien pudo serlo… no sabemos que mañas oculte Gokú tras esa apariencia tan sencilla —dijo el cochinillo haciéndose un poco para atrás, esperando la peor reacción de parte de las “amistosas” damas.



    ¿¡Es que acaso está ciego, pedazo de idiota!?... ¡Esa niña no es más que una simple niña! —la de cabellera azul le gritó sin mucha discreción. Para su fortuna, los espectadores estaban más concentrados en el área de juego que en ellos.



    Oigan ustedes dos, guarden silencio que no me dejan oír lo que pasa allá abajo —Rōshi les recriminó severamente, y los dos se silenciaron mostrándose apenados por su comportamiento impropio.





    Así fue que se enteraron que la muchachita también era una androide como 17 y 18, y otras cosas más que en realidad no tenían nada que ver con el juego. Y cuando Supaman hizo su aparición no salían de su asombro. Bueno, ya vimos que, al momento en que Arale se despidió de Gokú dándole un beso, Milk estuvo a punto de perder la cordura, sopesando que tal vez fuera cierto lo que decía Oolong y la jovencita esa haya tenido que ver con su marido unos años atrás.





    ¿Pero quién se ha creído esa descocada?... ¡Ahora conocerá a la esposa de Son Gokú! —dijo la morena bufando como toro de lidia, dispuesta a lanzarse al centro de la sala mientras la pequeña Videl la miraba con la boca abierta del asombro.



    Milk… tienes que calmarte, por favor —Bulma la sostuvo por un hombro, aunque casi es arrastrada por el arrebato de su amiga… ya sabemos que Milk, cuando se enoja o se desespera, es bastante fuerte y de armas tomar, y ni Gokú puede con ella.



    Vamos, Bulma tiene razón… es mejor que guardes la compostura —Lunch imitó a la científica y las tres damas forcejearon un poco.





    En tanto, ante este espectáculo, Rōshi, Oolong, Puar y Chaozu optaron por ocultarse discretamente en la parte trasera de sus asientos, temerosos a que la señora Son fuera a desquitarse con alguno de ellos en lo que esperaban a que el juego de la noche terminara.





    ¡Aaaahhhh, pero esto no se va a quedar así, ya me va a escuchar ese Gokú! —la morena resopló su indignación soltándose con algo de brusquedad del agarre de sus dos compañeras, sacudiéndose el vestido—. ¡Esta noche se irá a dormir sin cenar!



    Eso me parece bien, querida, al fin que es tu marido —dijo Bulma sonriendo tontamente, sintiendo pena por la suerte de su ingenuo y buen amigo de alborotada cabellera.





    Y fue entonces que Arale produjo el vendaval que se llevó las cartas y levantó el polvo acumulado, ocasionándole a Lunch cosquillas en la nariz. Sobra decir lo que ocurrió como consecuencia.





    ¡Aaa… aaa… aaa…! —el rostro de la dulce joven se torció en una mueca… el estornudo que lo arruinaría todo.



    ¡Oh, no! —todos los que con ella se encontraban, excepto Videl, sabían lo que eso significaba.



    ¡…achúuuuu! —y lo que tenía que pasar pasó, dándole entrada a la rubia Lunch, la peligrosa y bravucona criminal.





    Bulma y Milk decidieron imitar a sus acompañantes, y, tomando a una estupefacta Videl con ellas, quien se preguntaba qué le había pasado a esa dama, se pusieron a resguardo tras las bancas, mirando a la forajida con aprensión.





    ¿En dónde demonios estoy?... ¿y qué es esto que traigo puesto? —se preguntó Lunch con desagrado al mirar para todos lados y notar que estaba usando un vestido—. ¿Cómo diablos pude ponerme esta cosa? —exclamó entre asqueada y molesta.



    Maestro… haga algo —Oolong le suplicó a Kame Sen’nin por lo bajo.



    ¿Y yo por qué? —dijo éste con voz temblorosa.



    Pues porque yo lo digo… —Bulma no dudó en darle un “empujoncito” haciendo mucho ruido con las sillas, llamando así la atención de la bandolera.



    Viejo pérfido… tú has de tener mucho que ver en esto —Lunch lo agarró por la camisa y lo amenazó con su pistola (la cual no tenemos ni idea de dónde haya salido… jejeje) —. Así que, dime qué estamos haciendo en este lugar o te vuelo la tapa de los sesos —añadió sin ningún remordimiento, mirándolo con gesto endurecido.



    Bueno… es que yo… lo que pasa es que… —el pobre y anciano maestro casi se hace pipí del miedo al tener esa pistola muy cerca de su rostro.



    ¡Habla ya y déjate de estupideces que no tengo toda la noche, viejo payaso! —la rubia le gritó con enfado.





    A ese punto ya la concurrencia en las gradas, y los que se encontraban en el área de juego, repararon en que algo había sucedido con los demás personajes de la serie.





    No puede ser… —Akira Toriyama habló en un susurro de voz, ya que no auguraba nada bueno.



    ¿Pero qué es lo que ocurre, señor Toriyama? ¿Hay algún otro problema? —el comentarista del Budokai Tenkaichi, quien amablemente se tomó la molestia de conseguir otro juego de naipes, le preguntó con extrañeza al mangaka.



    ¿Y a esa tía que le ocurrió? —18 parpadeó con verdadera extrañeza, totalmente anonadada por el cambio de Lunch.



    No tengo la menor idea, hermanita, pero no se ve muy amistosa que digamos —opinó 17 con el mismo gesto dibujado en su varonil rostro.



    Vaya, amigos, Lunch estornudó… —Krilin fue el primero de los “Z” en notar el cambio de la muchacha, así que no dudó en hacer el comentario con bastante abatimiento y en voz muy baja.



    Bueno… eso sólo puede significar una cosa, Ten Shin Han… —dijo Yamcha lanzándole a su camarada de tres ojos una mirada de pena, conservando la entonación de voz—… y lo mejor que puedes hacer es ocultarte ahora antes de que Lunch te vea.



    ¿Y por qué Ten Shin Han tiene que ocultarse de Lunch?... no entiendo —preguntó Gokú con extrañeza sin tomarse la delicadeza de modular el volumen de su propia voz, mirándolos a los tres como si hablaran otro idioma. Por obvias que ni Pikoro, ni Vegeta, y mucho menos Trunks y Gohan, sabían a lo que ellos se referían, y, de igual forma, los quedaron viendo como si fueran retrasados mentales, aunque el namek pareció reconocer a la joven rubia de algún lado.



    Este… jejeje, Gokú, no les hagas caso a estos bromistas —le respondió tontamente Ten Shin Han… ese no era un buen momento para explicaciones.





    Como si el nombre de su dulce tormento hubiera llegado a sus oídos, la rubia bandolera soltó a Rōshi al volver la vista hacia el área central del recinto, descubriendo al objeto de su adoración.





    ¡Con qué estabas ahí, Ten Shin Han! —le gritó entre emocionada y enfadada, y el pobre tragó saliva al verse descubierto—. ¡Esta vez no te saldrás con la tuya como en la última ocasión que me abandonaste! —añadió apuntándole con la pistola, la cual en ese momento tenía el aspecto de una “Machine-gun” como las que salen en “Metal Slug” (¿cómo pudo ser?... yo, al igual que ustedes, también me lo pregunto… jejeje).





    La forajida dio un salto y empezó a disparar hacia todos lados, ocasionando con ello un gran alboroto, miedo y confusión, y todos los personajes anime que se encontraban en las gradas se resguardaron bajo las sillas, mirando con verdadero espanto la magnitud de los destrozos que su compañera estaba ocasionando con esa arma de grueso calibre.





    ¿Y ahora… quién podrá ayudar a Ten? —el pequeño Chaozu se vio más que preocupado por su amigo y maestro.



    ¡Vamos, Ten Shin Han, hazle caso a la güerita y déjate de cosas! —Rōshi creyó que esas palabras podrían servir de inspiración al guerrero de tres ojos, pero Bulma lo consideró un impertinente y le dio un cachetadón que le hizo sangrar de la nariz.



    ¡Ya cállese que nadie le pidió su opinión! —le dijo más que enfadada al instante de “masacrarlo” con el golpe.





    El grupo de personas que formaban el Club Oficial de admiradores de Gokú y Vegeta en México decidieron poner pies en polvorosa aunque las balas no fueran de verdad… más vale que dijeran “aquí corrió que aquí quedó”, así que, guiados por Mario Castañeda y escoltados por René García, abandonaron el recinto lo más rápido que pudieron, siendo a su vez secundados por los empleados del hotel que se encontraban en el área, los cuales no se detuvieron a meditar qué harían después de todo ese lío. Y ni qué decir del gran Akira Toriyama, quien muy disimuladamente escapó hasta perderse de vista.





    ¡Ven aquí, Ten Shin Han! —Lunch gritó fuera de control, sin dejar de disparar a diestra y siniestra.



    ¡No, Lunch, espera por favor! —el aludido corrió presuroso, esquivando la ráfaga de balas que llovían a su alrededor—. ¡Podemos arreglarnos como personas civilizadas, no es necesario todo esto!



    ¡Eres un ingrato, Ten Shin Han, después de todo lo que he hecho por ti y así es como me pagas! ¡No me tienes nada contenta, pero ya verás cuando te ponga una mano encima, cobarde! —respondió la rubia maleante más que airada, manejando con mucha precisión la metralleta, aunque en realidad no tenía verdaderas intenciones de matar al hombre de tres ojos que le había robado el corazón.



    ¡Por favor, escúchame, todo fue un malentendido, puedo explicártelo! —pero el pobre guerrero no parecía tan seguro de vivir si es que ella lo alcanzaba de verdad.





    En medio de todo el caos, alguien más aparte de las personas huyó despavorido…





    ¡Pronto, Dabura, empaca nuestras pertenencias porque abandonaremos este lugar hasta que sea seguro regresar! —Babidi corría tan rápido como le permitían sus diminutas piernas, casi sacaba la lengua—. ¡Vamos, Majin Boo, no te retrases! —y llamó a voces a su sonrosado sirviente.



    ¡Tiene usted toda la razón, Gran Babidi, es mejor irnos de aquí! —su subalterno le imitó levantándolo en brazos con toda la delicadeza del mundo.





    Por cierto que al regordete personaje le quedaron varios proyectiles incrustados en su anatomía, y todo el asunto no le pareció relevante ni peligroso, más, por el momento, lo más prudente era hacerle caso al amo e irse con él.





    Y por su parte, tanto los guerreros “Z” restantes como Maki Gero y sus androides, incluido el rubio comentarista del Budokai Tenkaichi, se ocultaron como pudieron bajo la mesa donde se llevaría a cabo el torneo de póquer… eso era vergonzoso para luchadores de su categoría. Pero no porque no pudieran hacerle frente a Lunch y sus pistolas, lo cual sería relativamente fácil para cualquiera de ellos, sino porque se encontraban en una especie de shock escénico, dado que la mayoría no entendían los motivos de todo ese “show”. Esconderse bajo una mesa como avestruces asustados no era de lo mejor para su reputación.





    ¡Ven acá, Ten Shin Han, te digo que te detengas! —gritaba la enfurecida bandolera sin haberse detenido en sus disparos.



    ¡Lunch, tienes que calmarte o no llegaremos a nada! —le respondía el mencionado haciendo verdaderas contorsiones en el aire para evitar una nueva lluvia de plomo.



    ¡Yamcha, Krilin!... ¿¡pueden decirme que diablos le pasa a esa loca!? —Pikoro le reclamó a sus compañeros en voz bastante alta a pesar de tenerlos muy cerca, mirándolos con verdadera irritación. A Gokú no le preguntó porque se dio cuenta de que no obtendría nada de él, ya que el ingenuo Saiyajin se veía tan confundido como Trunks y Gohan.



    Ya decía yo que todas las mujeres terrestres son un verdadero problema porque están mal de la cabeza —masculló Vegeta igual de enojado, con ganas de apretarle el cuello al primero que se le pusiera enfrente.



    Este… bueno, verán… lo que pasa es que Lunch siempre ha… ha estado enamorada de Ten Shin Han y… —Krilin trató de explicarse y controlar el temblor en su voz mientras se ponía rojo como tomate, ya que también 18 lo miraba con el mismo desagrado.



    Pero a Lunch en esa personalidad de peligrosa bandolera, Krilin, sé más específico… —explicó Yamcha ya que todos sus oyentes no parecieron entender a su amigo pelón.



    Eee… jejeje, tienes razón, Yamcha, a Lunch sólo le gusta Ten Shin Han cuando se transforma en bandolera… —respondió el aludido sonriendo como tonto.



    ¿En serio? ¿Entonces a Lunch le gusta Ten Shin Han? ¿Y eso desde cuándo? —Gokú pareció comprender al fin de que se trataba todo, y sus amigos pusieron los ojos en blanco.



    Vaya… eso sí que es algo fuera de lo normal —opinó el joven de cabellera lavanda con los ojos abiertos como platos… ya le preguntaría a su madre si conocía el destino de Lunch en su tiempo.





    Por su parte, en su huida, Akira Toriyama tuvo la suerte de toparse con alguien en las afueras del hotel, alguien capaz de enfrentarse a la rubia cuáquera. Se trataba de un hombre grande de cabellera afro, y a él se dirigió con presteza.





    ¡Ah, pero si es Mr. Satán, el mejor peleador de artes marciales de todos los tiempos, y ganador indiscutible del último Budokai Tenkaichi! —le saludó al llegar a su lado, dedicándole una reverencia respetuosa—. ¡Qué bueno que lo veo, es usted la salvación!



    Bueno, no es que me guste presumir pero eso es verdad, mi buen amigo —dijo el nombrado sin disimular su orgullo, poniéndose en su mejor pose de luchador. Inmediatamente recordó algo importante—. Oiga, usted, ¿qué ocurre allá adentro? —cuestionó con amabilidad señalando hacia el salón de eventos del hotel—. Mi hija Videl me dijo que ahí se celebraría un torneo de póquer y estaba muy entusiasmada por verlo, pero he visto a mucha gente correr y…



    Ha llegado usted justo a tiempo para detener a una peligrosa bandolera y asaltante de trenes y bancos llamada Lunch —Akira Toriyama le interrumpió hablándole con seriedad, para palmearle un hombro—. Por algo es usted todo un campeón, un hombre extremadamente fuerte y no le costara ningún trabajo someter a una mujer aunque sea bastante agresiva y violenta —puntualizó empleando está vez un tono de convencimiento, empujándolo hacia el área donde se escuchaban los disparos.



    Pero… espere un momento… yo… —Mr. Satán pareció asustado al oír todo el ruido producido allá adentro.



    Adelante, el público lo aclama y usted no puede defraudarlos —le dijo el mangaka metiéndolo al recinto y cerrando la puerta, para después continuar su fuga con velocidad.



    Este… —pues ni hablar, tenía que presentarse como el héroe que aspiraba ser, y tal vez esa era su gran oportunidad—. ¡Ya no hay nada que temer, nobles ciudadanos, Mr. Satán ya está aquí! —exclamó a voz en cuello tratando de intimidar a alguien, y se interpuso en el camino de la bandolera en cuanto el guerrero de tres ojos pasó corriendo a su lado.



    Ese tipo ha de estar bastante tocado de la cabeza —dijo Oolong al distinguir la figura de Mr. Satán, soltando una risita por lo bajo. Todos los de las gradas se asomaron discretamente para ver lo que sucedería.



    ¡Más vale que te detengas, linda, o tendré que darte tu merecido! —el hombre de peinado afro le habló retadoramente a la muchacha mostrándole la musculatura de su pecho para verse más ancho de lo que es—. ¡Yo soy el campeón mundial de las artes marciales y soy invencible! —y se carcajeó sonoramente con toda la confianza del mundo.





    Por un segundo la salteadora pareció confundida al ver a ese sujeto tan raro y desconocido hablarle de esa forma, lo que fue aprovechado por Ten Shin Han para camuflarse lo mejor que pudo tras una columna. Más, en un parpadeo, la rubia le metió al individuo una salvaje patada voladora que literalmente lo mandó a volar.





    ¡Fuera de mi camino, pedazo de imbécil! —le gritó con irritación al instante de golpearlo y, no conforme con eso, le lanzó también una buena descarga de balas—. ¡Y trágate esto! —le puntualizó antes de fijarse que su objetivo había desaparecido de su vista—. ¡Ten Shin Han, será mejor que no te escondas de mí! —exclamó arrojando a un lado la “Machine gun” al percatarse que se le habían terminado las municiones.



    ¡Echen pajaaaaaa! —dijo Mr. Satán en un hilo de voz mientras surcaba el espacio aéreo hasta estrellarse en las gradas de la parte trasera.





    ¡Papá!... ¡Óigame!, ¿qué le pasa? —Videl pareció horrorizada y se levantó del suelo muy dispuesta a enfrentar a la mujer que había tratado tan mal a su progenitor, por lo que Bulma y Milk tuvieron que sostenerla con fuerza.



    ¡No vayas allá o Lunch podría lastimarte! —le dijo la morena con sincera angustia.



    Descuida, pequeña, es seguro que tu papá está bien ya que él es un campeón… lo que pasa es que no esperaba ser atacado de esa forma por Lunch —le dijo la científica en realidad no muy convencida de sus palabras. Por lo menos el estrafalario hombre no había muerto con ese golpe.





    Pero… —la niña se retorció un momento queriendo soltarse, más al final pareció resignarse.



    ¡Oye, Ten Shin Han, deja ya de ocultarte tras esa columna y da la cara!... ¿o es qué acaso quieres que Lunch nos mate a todos? —y Oolong, como buen cerdito miedoso, le increpó al de tres ojos para que saliera de su escondite. Puar y Chaozu no dudaron en silenciarlo tapándole la boca con nerviosismo.



    ¡Oolong tiene razón, Ten Shin Han, no te deshonres a ti mismo por no comer de tu propio plato! —Kame Sen’nin se mostró más que de acuerdo con el metamorfo y le imitó al asomarse disimuladamente tras las bancas donde ellos estaban escondidos.



    Demonios… —masculló el aludido en cuanto la rubia bandolera se fijó bien en donde se ocultaba.



    Oh, mi querido Ten Shin Han… ¿vas a seguir haciéndote el difícil conmigo? —Lunch se dirigió con visible coquetería al sitio en el cual el muchacho tricíclope había tratado de ocultarse, y cambió en ese instante la metralleta por un rifle láser, apuntándole con precisión en el tercer ojo situado al centro de su frente.



    Este… Lunch, es que yo… —él tartamudeó asustado con las manos en alto—… no creo que eso… eso que tú quieres… sea una buena idea —finalizó atragantándose con su propio fluido bucal.



    ¡Pues yo decidiré si es o no una buena idea! —y ella le gritó una vez más sintiéndose ofendida, accionando el gatillo de su rifle… con bastante suerte el guerrero esquivo nuevamente la descarga, y se echó a correr como alma que lleva el diablo.



    ¡Lunch, contrólate por favor! —Ten Shin Han trató de hacerla entrar en razón, pero era seguro que ella no le escucharía… ¿cómo fue a meterse en ese lío? Y todo por nada.



    ¡Regresa inmediatamente, Ten Shin Han! —y Lunch fue de nuevo tras él sin dejar de disparar.





    Considerando la gravedad de la situación, Pikoro y Vegeta se miraron por un segundo con el mismo gesto de desagrado en sus rostros… se pusieron de acuerdo en solucionar el problema a su manera, así a los demás no les pareciera. Ambos se movieron con velocidad interceptando al tricíclope, lanzándole una mirada de creciente enfado.





    ¡Aquí se acabó el juego, Ten Shin Han! —le dijo Pikoro en voz alta sosteniéndolo por la espalda.



    ¿Pero qué…? —el guerrero se quedó de a seis al ser detenido con esa facilidad.



    ¡¡Ya me traen hasta la m#$% tú y la demente esa buscapleitos!! —le gritó Vegeta amarrándolo con una gruesa soga salida de quien sabe dónde.





    Yamcha y Krilin parecieron asustados ante el hecho de lo que esos dos antes malvados podrían hacerle a su camarada, y Lunch parpadeó con verdadera estupefacción e incredulidad, ya que recordaba perfectamente a Pikoro Daimaiō pero no al otro individuo que lo acompañaba. En menos de un segundo Vegeta y Pikoro terminaron de atar a Ten Shin Han envolviéndolo como capullo de mariposa, y apretándolo fuertemente para que no escapara. De hecho, el guerrero de tres ojos se retorcía con impotencia, sintiéndose traicionado de un modo ruin.





    Vaya, quien diría que Pikoro y Vegeta fueran tan buenos en juntar parejas… —observó Gokú en entonación de admiración, asomado bajo la mesa de póquer. El comentarista se encontraba muy junto a él y mantenía la boca abierta de la estupefacción, al igual que Yamcha, Krilin, y ni qué decir de Gohan y Trunks, lo mismo que Maki Gero y sus androides.



    ¡¡Llévatelo de una buena vez y haz con él lo que se te venga en gana!! —el Príncipe Saiyajin arrojó al guerrero de los tres ojos con brusquedad contra la bandolera, y ésta lo atrapó sin salir de su asombro, aunque la rudeza del movimiento la hizo caer de sentón. Su rostro cambió del sorpresa a la felicidad en un santiamén… al fin tenía a su presa.



    ¡Oh, Ten Shin Han, sabía que pronto vendrías a mí! —expresó jubilosa estrechando a su hombre entre sus brazos.



    ¡Lunch, suéltame por favor! —le suplicó Ten Shin Han con visible susto sin dejar de moverse.



    ¡¡Y todos ustedes se pueden ir a la m#$%... insectos!! —terminada su “labor”, Vegeta se despidió con su característica “amabilidad” de los presentes, dedicándoles una de sus señas obscenas favoritas antes de abandonar la estancia azotando violentamente las puertas de vidrio del acceso… de milagro no las rompió.



    No sé ustedes pero yo también me voy… ya tuve suficiente por esta noche —Pikoro lanzó un bufido de molestia y secundó al agresivo Saiyajin, teniendo la precaución de cerrar las puertas con cuidado.





    Los que quedaron parpadearon de incredulidad al tiempo que abandonaban sus escondites, ya que Lunch, después de darle a Ten Shin Han como diez besos tronados en las mejillas y en su redondo cráneo descabellado, se lo llevó a rastras con ella siguiendo de igual manera a los dos que se le adelantaron.













    Nota: Buen capítulo… o eso digo yo… XD. ¿Qué creen que sucederá con Lunch y Ten Shin Han?... no se pierdan lo siguiente que lo estoy cocinando a fuego lento…J.

    Las reglas del juego fueron tomadas de Wikipedia, un lapsus cultural, gracias. La verdad la verdad es que yo no sé jugar al póquer como se debe, y únicamente me entretengo con las cartas jugando otros juegos… XD. Recuerden que en sí el torneo es sólo un pretexto para sacar a los personajes de la rutina y tratar de llevar la relación de Bulma y Vegeta a otro plano, ya que Akira Toriyama no presentó su desarrollo y los tres años de entrenamiento pasaron en un suspiro… cuando todos se volvieron a reunir para enfrentar a los androides, Trunks ya estaba presente. Un saludo.

    P.D. Aunque llegué a ver el anime de Arale, no en su totalidad aclaro, como que no le entendí mucho la trama, y sólo sé que Gokú llegó a aparecer por ahí y tuvo con ella una batalla de lo más inusual… jajaja. Y ese “Supaman” sí que me caía de variedad. Espero no haberlos sacado mucho de su personalidad, si fue así una disculpa a todos los que admiran esta trama. Ahhh!, y eso del hombre que se deshonra a su mismo si no come de su propio plato lo saqué de Inuyasha, del capítulo llamado “Las indiscreciones pasadas del monje Miroku”… ese Miroku y sus “mañitas”… XD. Sean felices.



     
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    Lamu yatsura

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    Gracias por la actualización!

    ¡Arare! ¡Suppaman!
    Arriba Villa Pingüino, delicioso cameo, realmente si hubo unos capítulos de crossover en dragon ball con Dr. Slump.
    Si no has visto la serie te la recomiendo. Arare, Obocaman, las Gatxan, Senbei, Midori Yamabuki....
    Es todo un mundo a parte, 100% utilizable y lleno de frescura.

    Esa Lunch tomando la iniciativa por fin se han decidido ambas y se han puesto manos a la obra.
    No es ningún secreto el personaje de Lunch me encanta y me alegra enormemente que le dediques esas líneas a ella y a su tríclope...
    Ojalá pueda leer más sobre ellos.

    Saludos
     
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    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

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    El Universo está en juego... literalmente hablando.
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    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    36
     
    Palabras:
    11858
    Capítulo 17. Cómo terminar una buena noche.







    Previamente, capítulo anterior… Los que quedaron parpadearon de incredulidad al tiempo que abandonaban sus escondites, ya que Lunch, después de darle a Ten Shin Han como diez besos tronados en las mejillas y en su redondo cráneo descabellado, se lo llevó a rastras con ella siguiendo de igual manera a los dos que se le adelantaron.





    ¡Uf!, menos mal que todo ha terminado ya —Bulma suspiró con alivio en cuanto la rubia terrorista abandonó el recinto. Rōshi y Oolong le imitaron suspirando también.



    ¡Papá, papacito! —y Videl corrió precipitadamente a donde su padre yacía seminconsciente—, ¿estás bien? —le preguntó con vocecita angustiada, sacudiéndolo un poco.



    ¿Cómo se encuentra tu papá, Videl? —Gohan se le acercó solícito, dispuesto a brindarle su apoyo. Fue una suerte para él que su mamá se dirigiera apurada adonde su progenitor se encontraba, seguida de Bulma y los demás.



    Creo que se repondrá pronto —observó la chiquilla con mayor tranquilidad, porque Mr. Satán sólo tenía un enorme chichón en la frente.



    Bien, entonces dame un minuto y te ayudaremos a cargar a tu papá hasta la habitación —el jovencito le sonrió y fue hacia donde estaban sus padres y sus amigos.





    Ya en ese momento Milk zarandeaba a Gokú con algo de violencia al tiempo que lo regañaba, como si él tuviera toda la culpa de lo sucedido. Y es que por obvias, como todas las paredes del recinto habían recibido impactos de bala, se había desprendido una buena dosis de polvo que los cubrió a todos.





    ¡Pero mírate nada más cómo has quedado, Gokú!... ¡estás hecho un asco! —le dijo enfadada—. ¡Esa no es la clase de ejemplo que debes darle a nuestro Gohan! —espetó sin más.



    Lo siento mucho, Milk, en serio… no pensé que me hubiera ensuciado de esta manera —el Saiyajin se disculpó con su esposa, bastante avergonzado de su aspecto.



    ¿Todos se encuentran bien? —Bulma se dirigió especialmente a Trunks, sacudiéndole un poco el cabello—. Tu color natural es tan bonito, y ahora se ve apagado con todo ese polvo que trae encima —le dijo sonriéndole con cariño.



    Muchas gracias, señorita Bulma, mi madre opina lo mismo que usted —el joven le respondió agradecido meneando la cabeza, y después le quitó cuidadosamente una capa de polvillo de su hombro—. Pero no le preste tanta atención a mi aspecto ya que su lindo vestido se ha ensuciado también.



    Eso es cierto, Bulma —Gokú intervino en la charla sacudiendo asimismo los hombros de su esposa con su mejor delicadeza—, todos nos encontramos cubiertos de mugre.



    ¡Oh, mi vestido!... tendré que mandarlo a la tintorería de urgencia o conseguir uno nuevo —reparó la joven científica con algo de pesadumbre.



    Este… papá… —Gohan aprovechó para tratar de llamar la atención de su progenitor, y al instante se arrepintió pues fue su madre la que lo acosó al notar el estado de su ropa.



    ¡Oh, Gohan, pero mira nada más que sucio estás! —efectivamente, al ver a su hijo con la ropa cubierta de polvo, Milk empezó a sacudirlo desde la cabeza, despeinándolo más—. Ahora tendré que comprarte ropa nueva —observó algo compungida.



    Oye, papá, ¿podemos ayudar a Videl?... por favor, su papá se desmayó cuando Lunch lo golpeó —el muchachito trató de ignorar eso y se dirigió con premura a su padre, quien lo miraba con un poco de pena ante el maltrato de su esposa, explicándole la situación.



    Esa pobre niña… mira que tener un padre tan descuidado como ese —opinó la morena sin dejar de sacudir a su pequeño.



    Bueno, Gohan, siendo así creo que debemos ayudarla —le dijo Gokú a su hijo en tono complaciente, ya que es lo menos que podía hacer por la amiguita de su hijo—. Nos vemos luego, amigos —y se despidió de sus camaradas encaminándose a las gradas. Gohan alcanzó a soltarse de su madre para ir tras él.



    Está bien… los veo en la habitación, y no vayan a tardarse —resignada, Milk les habló con seriedad antes de que ellos se fueran.



    Nos vemos, Gokú —Bulma se despidió amablemente.





    A todo esto los demás también se habían levantado y sacudieron sus ropajes, y el Dr. Gero, junto con sus Jinzō Ningen, decidió retirarse en vista de que, dadas las circunstancias, el juego tendría que ser suspendido; así que, sin despedirse de nadie y sin volver la vista atrás, salieron del recinto. Por un momento Krilin se perdió en sus pensamientos admirando a la rubia 18 y su caminar, por lo que su expresión se hizo soñadora… ¿dónde encontraría una novia como ella, tan linda y elegante?





    Oye, Krilin, te estoy hablando —Kame Sen’nin le habló fuerte, trayéndolo de vuelta a la realidad.



    ¿Qué?... oh, lo siento, maestro, me distraje —le respondió en voz avergonzada—. Puedo darme cuenta que tardaran varios días en reparar las averías que hizo Lunch —dijo tratando de sonar como un conocedor en albañilería.



    Eso es obvio, Krilin —opinó Oolong mirándolo inquisitivamente—, pero creo que a ti te ocupaba más echarle un vistazo a la androide 18, ¿verdad? —le preguntó un tanto sarcástico.



    Este… ¿qué?... —el pobre peló enrojeció como rábano, y agitó las manos con desesperación—. ¡Oye, Oolong, no digas tonterías! —especificó enojado, ya que no quería que sus demás compañeros lo tomaran como un traidor.



    Oigan, amigos, tenemos que rescatar a Ten… Lunch puede ser muy peligrosa —Chaozu los miró a todos de forma suplicante, hablando en voz trémula.



    Si Ten Shin Han hubiera puesto las cosas en claro con Lunch nada de esto tendría que estar pasando, Chaozu —opinó Bulma a modo de observación, empleando su tono fastidioso de sabihonda—. No está nada bien que juegue con sus sentimientos —especificó mirándolo fijamente, casi como si lo estuviera regañando cual niño travieso.



    Pero es que… —el pobre no supo ni qué contestarle.



    He de suponer que Ten Shin Han no se ha sincerado con ella… ¿o me equivoco? —preguntó Rōshi con seriedad profesional de hombre experto en el amor.



    Buenooo… —el pequeño afirmó no muy convencido de que eso fuera lo correcto, ya que los asuntos privados de su amigo y compañero de aventuras eran eso, privados.



    ¿¡Y entonces que ha hecho Ten Shin Han en todo este tiempo, eh!? —Bulma exclamó en entonación entre incrédula y molesta, a lo que todos dieron un respingo—. ¿Qué no Lunch ha estado viviendo con ustedes dos por varias temporadas? —le cuestionó agriamente.



    Este… si pero… —el pobre Chaozu enrojeció más intensamente de las mejillas de por si coloradas.



    Vamos, Bulma, un hombre como Ten Shin Han ha dedicado su vida al entrenamiento constante, y no creo que quiera perder su tiempo en ese tipo de cosas —Yamcha trató de razonar con su ex hablándole con seriedad, intentando a su vez no incomodarla.



    ¡¡De todos modos no deja de ser un ingrato!! —pero ella le respondió visiblemente exaltada, para después encaminarse con paso firme hacia la salida sin dejar de murmurar en voz alta—. Hombres… todos son igual de brutos sean terrestres o extraterrestres —alejándose sin despedirse de nadie.



    Bueno, yo también me voy —ante eso, Milk también los miró a todos con aire de ofendida, mostrándose más que de acuerdo con su BFF—, tengo que arreglarle la cama a Gohan y ver que se lave los dientes —y se retiró dejándolos con la boca abierta.



    Yamcha… Krilin… —en cuanto la morena desapareció de su vista, Oolong se dirigió a ellos dos en voz muy baja, pero en entonación segura—… yo no sé ustedes pero lo mejor sería no casarse, o puede llegar a tocarles una mujer así de mandona como cualquiera de esas dos.



    Eee… —ambos sólo respondieron en un monosílabo, e inmediatamente se carcajearon como tontos, enrojeciendo abochornados.



    Este… ¿entonces sí vamos a ayudar a Ten? —Chaozu volvió a preguntarles con timidez.





    Trunks decidió que lo mejor era quedarse con ellos y darles la mano, así que se dividieron en dos equipos, uno de tres y uno de cuatro, rifándose solamente al joven del futuro… un SS los defendería de cualquier riesgo que pudieran enfrentar, por lo que el muchacho tuvo que acompañar a Kame Sen’nin y a Oolong, los cuales se lo ganaron a Yamcha y a Krilin en un “piedra, papel o tijeras”.





    Muy bien, joven, vayamos con cuidado en esa dirección… —señaló el anciano maestro hacia su izquierda en cuanto salieron de la estancia—… mi intuición me dice que no han de estar muy lejos de aquí —puntualizó convencido, encaminándose con paso ligero por ese pasillo.



    Como usted diga, maestro Rōshi —respondió Trunks con deferencia, siguiéndole respetuosamente. Como aún no se acostumbraba al Ki de todos, no podía ubicar a Ten Shin Han entre toda la multitud que ocupaba el hotel.



    Oiga, maestro, ¿y qué vamos a hacer cuando los encontremos? —preguntó el metamorfo con voz temblorosa al meditar en el asunto—. ¿No cree que Lunch va a dispararnos al vernos?



    Tú deja todo en mis manos, Oolong, yo sé bien lo que hago y nada de eso va a pasarnos —el viejecillo contestó en entonación profesional de experto conocedor en artes marciales y defensa personal—. Además, no en vano soy un gran maestro de artes marciales —agregó.



    Pues eso fue en el siglo anterior, maestro, ahora usted no hace gran cosa… —opinó el cerdito riéndose un poco por lo bajo, a lo que recibió un buen golpe de bastón en la cabeza.



    ¡No seas irrespetuoso, tonto! —le reclamó Rōshi más que enojado—. ¡Eres un mal ejemplo para el joven aquí presente! —recalcó señalando a Trunks, quien lucía abochornado ante el espectáculo.





    Anduvieron varios metros más y se detuvieron cuando llegaron a…





    ¿El bar? —Trunks parpadeó extrañado e inmediatamente abrió los ojos de par en par en cuanto Rōshi indicó que ese era el lugar adecuado… ¿qué significaba eso?



    ¡Ah, pero lo mejor de aquí es el show! Me tomé la molestia de investigar en cuanto llegamos al hotel, y no debemos desaprovechar esta gran oportunidad ahora que nadie nos vigila —explicó emocionado señalando el cartel publicitario en tanto le sangraba la nariz del puritito gusto… “Hoy, con cada cubetazo que consuma, puede recibir gratis un baile en su mesa por una de nuestras bellas edecanes”.



    ¡Maestro, está es la mejor idea que se le ha ocurrido! —Oolong no pudo dejar de mostrarse igual de excitado, abriendo de más los porcinos ojos, frotándose las manos y salivando intensamente—. ¡Lindas muchachonas bailando en diminutas y sugerentes prendas íntimas!



    Pero es que… ¿qué no se supone que estamos buscando a Ten Shin Han? —el joven del futuro no pudo disimular su confusión ante tan insensata idea, preguntando desconcertado.



    Vamos, muchacho, puede que en tu tiempo no disfrutes de un relajante show de chicas mostrando sus formados cuerpos, así que no desperdicies este momento y vívelo con intensidad… —el viejo maestro le palmeó amistosamente un hombro para reconfortarlo—… Ya eres mayor de edad y tu madre no tiene por qué enterarse de esto… —adicionó en tono cómplice.



    Este… —Trunks no se mostró muy de acuerdo con ese argumento. En realidad sí, ya era mayor de edad, pero eso no significaba que le pareciera entretenido el ver mujeres semidesnudas.



    Además Lunch no va a matar a Ten Shin Han si eso es lo que te preocupa… —añadió Kame Sen’nin con bastante seguridad—… ya lo hubiera hecho desde hace mucho tiempo si de verdad hubiera querido hacerlo.



    Ese Ten Shin Han es un tonto sin sentido común… —el metamorfo no dudo en dar su punto de vista, hablando en tonito de ironía—… si yo fuera él no me haría tanto del rogar con Lunch ya que no está nada mal, y máxime si ella se le ha ofrecido abiertamente.



    Pues… si ustedes lo dicen… —el joven no hizo ya más que encogerse de hombros con conformidad, ya que no sería él quien interrumpiría el idilio entre la rubia bandolera y el guerrero de tres ojos. Aun así, la sola idea de que Lunch le hiciera a Ten Shin Han “cositas” propias de matrimonios le hizo enrojecer un poco más de los pómulos.



    Olvídate ya de eso, muchacho, y vamos a relajarnos ya que estamos de vacaciones —el anciano maestro la habló con amabilidad una vez más antes de encaminar sus pasos al interior del bar—. Beberemos a su salud y nos deleitaremos con el show, ¿te parece?



    Está bien, maestro, los acompañaré con gusto —Trunks recompuso un gesto serio y ecuánime al responder, ya que consideró mejor no discutir más sobre el tema. En su momento le preguntaría a su madre sobre lo que le sucedió a Lunch y su amor no correspondido, esperando que siguiera viva en su época y que la muerte de Ten Shin Han no le haya afectado demasiado.





    Los tres entraron y Oolong escogió una mesa ubicada cerca de la pista para bailar, en donde las edecanes bailaban para todos los clientes… pero sólo bailar, es un bar de categoría en un hotel de prestigio.





    Así que Kame Sen’nin y Oolong se bebieron más de un cubetazo de cerveza entre ellos dos, ya que Trunks prefirió un vaso con sangría para pasar el rato, y terminaron bailando con las chicas antes de perder totalmente el sentido de la realidad por estar alcoholizados. Ante eso el joven Saiyajin se escabulló al primer baile, ya que sus acompañantes dejaron de prestarle atención al concentrarse en las damas y sus minúsculos atuendos.





    Vaya, es difícil creer que el maestro Rōshi haya sido un gran maestro de artes marciales… —se dijo encaminándose con prontitud hacia su habitación—. ¿Cómo les habrá ido a Krilin y los demás?, ¿y cómo estará mi padre ahora?... —se preguntó con algo de preocupación—… de seguro muy disgustado por lo sucedido —para admitir al momento suspirando con resignación.





    Pero mejor enterémonos del desenlace entre la pareja de “enamorados”…





    Lunch iba con rumbo hacia el campo de golf, el mejor lugar que se le ocurrió para estar con Ten Shin Han sin que nadie fuera a molestarlos. Ella continuaba llevándolo a rastras, teniendo algo de cuidado para no lastimarlo excesivamente, y él continuaba esforzándose por liberarse de sus ataduras, aunque sus esfuerzos eran en vano, pues había sido bien sujeto por Pikoro y Vegeta para que no escapara fácilmente.





    ¡Lunch… por favor, Lunch, escúchame!, ¡esto no va a funcionar así! —el joven le habló a la rubia con voz desesperada.



    Guarda silencio, mi querido Ten Shin Han, ya que pronto llegaremos a nuestro destino —y la muchacha le respondió con amabilidad y una sonrisa de gusto dibujada en sus labios—. Ya verás que cambiarás de opinión en cuanto te muestre lo que tengo preparado especialmente para ti —puntualizó ampliando la sonrisa.



    ¡Lunch!... ¿qué tienes pensado hacer? —el pobre abrió los tres ojos con visible espanto, imaginando cosas horribles sobre su persona.



    No debes ser desesperado, Ten Shin Han, o arruinarás la sorpresa… todo a su debido tiempo —respondió ella sin detener su andar, no prestándole atención a su tono angustiado.





    Cruzaron toda la extensión de terreno pasando por entre algunas colinas y la trampa de arena, y llegaron cerca de un lago artificial donde podía apreciarse la luna en creciente, cuyo brillo iluminaba las aguas creando un ambiente propicio para el romance. Y fue una fortuna el que la bandolera estuviera tan concentrada en encontrar el perfecto nidito de amor, que no se dio por enterada que la vigilaban discretamente.





    ¿Pues qué tanto pensará alejarse Lunch del hotel? —se escuchó el murmullo de una voz masculina entre los matorrales que bordeaban el sendero seguido por la malhechora.



    ¡Shst, no hables tan fuerte que va a escucharte! —le dijo otra voz en entonación de reproche—. Si llega a descubrirnos estaremos en verdaderos problemas.



    Mira quién es el que habla fuerte… —la primera voz respondió con algo de molestia—… Esos gritos bien pudieron ser escuchados por todo mundo.



    Oigan, amigos, creo que este no es momento de discutir —una vocecita infantil intervino en la charla—. Recuerden que Ten necesita de nuestra ayuda.



    Y si no nos damos prisa vamos a perderlos, Yamcha —dijo una cuarta voz también aguda.



    Tienen razón, Chaozu, Puar… sigamos adelante —la primera voz respondió en tono más calmado, mostrándose preocupado a su vez—. Vamos, Krilin, no debemos retrasarnos más.



    Bien, yo los sigo —el calvito recobró asimismo la serenidad, y juntos los cuatro continuaron su camino.





    Ellos habían localizado con mayor facilidad el Ki de Ten Shin Han gracias a la profunda conexión entre éste y el pequeño Chaozu, aunque, por cómo se encontraba el guerrero de tres ojos, sumido en un estado de pánico, les había costado más trabajo que en condiciones normales. Arrastrándose para no hacer ruido les seguían los pasos… Tal vez hubiera sido mejor volar y sorprender a la bandolera, la cual se veía más que embelesada de su buena suerte, pero prefirieron actuar con cautela para evitar ser atacados por ella de frente.





    ¡Oh, Ten Shin Han!... ya verás que bien la vamos a pasar tú y yo solos —le decía la rubia al guerrero empleando una entonación de lo más sensual. Él se había silenciado del puro susto, y tenía el rostro desencajado—. Vamos a disfrutar al máximo de este momento.





    Ya que ella creía que no había nadie cerca no tuvo el cuidado de bajar la voz, y por tanto, los que le perseguían se enteraban de todos sus comentarios, ya que la muchacha canturreaba una melodía de amor en tanto caminaba.





    Me da algo de curiosidad el ver qué es lo que Lunch va a hacer con Ten Shin Han… —susurró Yamcha en un murmullo de interés, asomados discretamente tras unos matorrales cercanos al lago artificial.



    Oye, Yamcha, eso no estaría nada bien, no estamos aquí con el afán de espiar a nadie —le reprochó Krilin manteniendo la voz baja, y tanto Puar como Chaozu miraron al beisbolista con incredulidad.



    Vamos, Krilin, era broma… no lo tomen tan en serio —el joven respondió con una sonrisita tonta, haciendo un ademán con la mano a modo de minimizar su comentario.



    Bien… ahora únicamente tenemos que esperar el momento preciso para actuar —observó el peloncito con un gesto de conformidad, fijando la vista en la pareja.





    Un minuto después…





    Este… ¿no podemos rescatar a Ten ahora? —la tímida voz de Chaozu hizo que tanto Krilin como Yamcha volvieran su atención en él.



    Hay que tener calma, Chaozu, yo sé bien lo que te digo —dijo Krilin retornando a mirar por entre los arbustos. Y es que, interiormente, también quería enterarse de lo que la rubia bandolera era capaz de hacer por amor. Y por un segundo su expresión se hizo picaresca, enrojeciendo levemente de las mejillas ya que su imaginación lo llevó a límites insospechados… ojalá la androide 18 lo secuestrará de la misma forma para demostrarle lo mucho que le atraía—. Si eso me sucediera a mí no me negaría… —dijo en voz muy baja riéndose brevemente.



    Krilin, ¿dijiste algo? —Yamcha lo miró con suspicacia sacudiéndolo un poco. Y ni qué decir de las caras de Chaozu y Puar al contemplarlo.



    ¿Eh?... ¿qué?... —el aludido volvió a la realidad parpadeando, mirándolos con gesto desconcertado—. ¿Por qué me ven así? —les preguntó dudoso.



    Por un momento te veías como el maestro Rōshi cuando está entretenido con sus revistas de colección, Krilin… —le dijo Puar con su aguda vocecita.



    ¿En serio?... bueno, es que… —por obvias que el pequeño guerrero no iba a revelar sus pensamientos más íntimos, así que se hizo el tonto.



    ¡Shst!... allá viene Lunch —Chaozu les lanzó una mirada de reproche haciéndolos callar, dado que, al parecer, la rubia había alcanzado a escuchar los murmullos, ya que dirigió la verde mirada hacia el seto donde ellos se ocultaban.



    ¿Quién diablos anda ahí? —dijo agresiva encaminándose hacia ese lugar, llevando preparada en su mano una metralleta AK – 47, apuntando sin titubear—. ¡Sal de una maldita vez o vas a tragar plomo! —especificó.



    ¡Pronto, Puar, debes transformarte en algo que la distraiga! —Yamcha le urgió a su amiguito metamorfo en voz muy baja, no teniendo otra idea mejor que los sacara del apuro.



    A la orden, Yamcha —respondió el minino transformándose rápidamente en… un pequeño gato que salió huyendo despavorido, maullando intensamente.



    ¡Bah!, sólo era un p$%& gato —la bandida resopló con gesto de aburrimiento lanzando un escupitajo de lado, y regresó sobre sus pasos.



    ¡Fiuf, eso estuvo muy cerca! —Krilin suspiró por lo bajo. Todos convinieron en guardar silencio, sólo debían actuar con cautela.





    Lunch volvió a concentrarse en su prisionero mirándolo con gesto apasionado, imaginando tantas cosas a su lado, y el pobre de Ten Shin Han se veía tan pálido como estatua de cera, sopesando sus posibilidades de supervivencia. Una fresca brisa soplaba levemente perturbando las aguas del lago en el que se reflejaba la luna, y agitaba con suavidad el lindo vestido de la bandolera haciéndola ver muy coquetona. Ella se acercó nuevamente al guerrero agachándose a su altura para darle un pequeño beso en la punta de la nariz.





    Bien, mi querido Ten Shin Han, ahora vas a conocer mi lado oculto —le dijo sonriente al tiempo que le acariciaba una mejilla, y en sus verdes pupilas podía adivinarse todo ese amor que le tenía al hombre.



    … —más el pobre tricíclope continuaba en un estado de inconciencia con los ojos desencajados, ya que jamás en la vida había imaginado siquiera pasar por semejante y comprometedora situación.





    Lo que sucedió a continuación es algo que nadie hubiera creído de Lunch, ni siquiera estando en su personalidad dulce y encantadora, ya que se despojó del vestido con facilidad dejando al descubierto el lindo corsé francés de encaje que acentuaba sus bonitas curvas. Yamcha y Krilin, a lo lejos, tuvieron que taparse la nariz y la boca para no soltar una exclamación, y Chaozu prefirió desviar la vista, claramente abochornado por la exhibición de la muchacha.





    ¡Bésame, Ten Shin Han, y déjame probar la miel de tus labios en los míos! —la rubia enderezó un poco al guerrero aprisionándolo con fuerza entre sus brazos, plantándole un frenético beso en la boca como si quisiera asfixiarlo junto a ella.





    Todo podría ser maravilloso para esta pareja si no fuera por unos detallitos: Ten Shin Han no estaba nada dispuesto a corresponder ese beso, antes hubiera preferido huir si pudiera dado que la rubia salteadora no le es atractiva por ese carácter tan enérgico e impulsivo… tal vez si fuera la otra no lo pensaría tanto, aunque quien sabe, dado que, en su deber como luchador, se ha privado de ciertos placeres carnales; y justo entonces la brisa pareció cobrar fuerza dado que agitó en está ocasión los largos y blondos cabellos de la joven, haciéndole cosquillas en la nariz.





    ¡Maldición, ahora no!... ¡achúuu! —masculló la muchacha al momento de estornudar, dando paso nuevamente a la dulce señorita de cabellera azul marino, la cual limpió cuidadosa y disimuladamente su naricita antes de percatarse de su entorno, de dónde estaba, cómo estaba y con quién estaba—… ¿Qué fue lo que paso?... —preguntó con ingenuidad mirando hacia todos lados, y reaccionó al notar algo raro en su persona—… ¡Ay!, ¿dónde está mi vestido?... ¡Ten Shin Han!, ¡pero qué barbaridad! —exclamó poniéndose excesivamente roja de las mejillas, tratando de cubrir su cuerpecito semidesnudo con sus brazos—. ¿Quién te hizo eso?... ¡de verdad lo siento mucho! —le preguntó con timidez bajándose de él y haciéndose a un lado, desviando la vista más que avergonzada, olvidándose momentáneamente de su vestuario. En realidad recordaba vagamente los pormenores, ya que estaba al tanto de la transformación y todo lo que podía hacer en ese estado.



    Este… —al aludido se le bajó el miedo al verla así de apenada y tímida, la forma en que le gustaba, y se animó a hablarle con serenidad y calma para no preocuparla, enrojeciendo ahora sí al apreciarla mejor, ya que lucía tan linda en ropa interior… pero primero se muere antes que faltarle al respeto—… todo fue un malentendido, Lunch, no fue tu culpa, en serio, no te sientas mal por nada —le dijo sonriendo levemente por un segundo.



    Menos mal que no pasó a mayores —entre los arbustos, a Krilin se le fue un suspiro bajo, ya repuestos a su vez de la impresión.



    Oh, Ten Shin Han, permíteme ayudarte con esto —Lunch trató de desatar la soga que aprisionaba al joven a manera de reparar su falta, pero le fue imposible ya que estaba muy bien ceñida—. Está… muy apretada —resopló en un esfuerzo sobrehumano, pues ni con la navaja que extrajo del fondo de su bolso pudo cortarla.



    No te preocupes… lo mejor que podemos hacer es buscar a Krilin o a Yamcha —dijo él intentando a su vez de liberarse por enésima ocasión, tensando los músculos al máximo sin ningún resultado favorable.



    Vamos, tenemos que ayudarles —dijo Yamcha asomándose tras los matorrales como si nada—. Hola, Lunch, Ten Shin Han… los hemos buscado por todos lados —y saludó a la pareja en entonación cortés para disimular.



    Hola, Yamcha, me da tanto gusto verte —la chica correspondió el saludo con gentileza y entonación aliviada—, ¿podrías ayudar a Ten Shin Han con eso? —señalándole al aprisionado guerrero de tres ojos.



    Descuida, Lunch, lo haremos en seguida —Krilin se les unió y entre los tres pudieron al fin romper las cuerdas.



    Toma tu vestido, Lunch —Chaozu se acercó también llevando la vestimenta femenina en sus manos, entregándoselo con amabilidad a la señorita—, creo que se te cayó accidentalmente —añadió con educación.



    Muchas gracias, pequeño Chaozu, tú siempre eres un amor —la aludida le dio un cariñoso beso en la frente al muchachito, y se vistió con cuidado acomodándose la prenda en su lugar.



    Malditos sean Vegeta y Pikoro… algún día me las pagaran —masculló Ten Shin Han sobándose las coyunturas para desentumirlas, mirando de reojo a la dulce joven y a su muy querido amigo.



    Entiendo perfectamente cómo te sientes, Ten Shin Han… esos dos no dejan de ser un peligro para la sociedad —observó Yamcha ayudándole a levantarse.



    Vamos, amigos, Gokú les tiene confianza a ambos y no veo motivos para que nosotros dudemos de su palabra —les dijo Krilin en entonación relajada—. Además, Ten Shin Han… ¿de verdad crees que podrías enfrentar a alguno de ellos sin morir en el intento? —agregó tratando de no sonar descortés ni pesimista.



    Bien, muchachos, creo que ya podemos regresar al hotel —Lunch se les acercó interrumpiendo su charla, sonriéndoles a todos con bastante naturalidad, aunque aún un leve rubor teñía sus mejillas en cuanto su vista se dirigió de manera especial al guerrero de tres ojos—. Siento mucho haberte incomodado, Ten Shin Han —dijo dedicándole una respetuosa reverencia.



    Este… no, Lunch, de verdad nada fue tu culpa, no tienes por qué sentirte mal—le dijo éste sintiéndose abochornado.





    La verdad es que la dulce personalidad de Lunch tiene para él un atractivo especial pero, el simple hecho de que en el momento menos pensado puede cambiar a la rubia y agresiva bandolera, es lo que lo detiene a admitir ese sentimiento.





    Todos regresaron al hotel evitando hablar más del asunto, y Puar los esperaba a las afueras del campo de golf. Ya era la hora de descansar, mañana sería un nuevo día de emociones.





    Y bien, el siguiente día empezó como de costumbre, con un Son Gokú devorando con verdadera “educación” todo el bufete de desayuno, sin nada de consideración para el resto de los comensales, y Vegeta no se tomó la molestia de presentarse al restaurante, ya que sabía que, tarde o temprano, la fastidiosa mujer de cabellos azul cielo le llevaría el desayuno a la pequeña Cámara de Gravedad donde ya entrenaba con el mozalbete del futuro. La noche anterior había sido una verdadera pérdida de tiempo, como todo el que ya llevaban ahí, y aún no se explicaba porque razón se quedaba con todos esos patéticos. Efectivamente, al poco tiempo Bulma se presentó con el desayuno, llamando con amabilidad a la puerta.





    ¡Hola, Vegeta, guapote, les traigo el desayuno! —les saludó en tono cortés, y el ruido de una gran explosión en el interior la hizo retroceder un poco asustada—. Lo bueno es que sólo entrenan ligeramente para no perder condición… Saiyajins —se dijo a sí misma recuperando el aplomo, poniendo momentáneamente los ojos en blanco.



    Muy buen día, señorita Bulma, le agradecemos tanto todas sus atenciones —Trunks asomó al minuto hablándole con cortesía.



    Quítate de mi camino, estorbo —más Vegeta lo empujó con brusquedad saliendo a tomar sus sagrados alimentos, sin siquiera decirle a la dama una palabra de agradecimiento, echándose a la boca todo el contenido de una bandeja.



    Bueno, por lo menos es agradable saber que alguien aprecie mi preocupación —dijo la joven lanzándole una momentánea mirada de desagrado al Príncipe, para posteriormente dirigirse al muchacho con visible alegría—. Me gustaría tanto que fuéramos de compras… la moda europea es lo más “in” en las pasarelas mundiales —observó con una sonrisa linda—. ¿Qué dices, vienes conmigo? Gokú y los demás también nos acompañaran —recalcó.



    ¡Jah!, sólo a Kakarotto se le ocurre perder el tiempo en estupideces terrestres —Vegeta les interrumpió después de masticar el último bocado de tres bandejas rebosantes de antojitos mexicanos—. Sí pensabas convencerme a mí también para que fuera con ustedes déjame decirte que ni lo intentes, mujer… no me interesa rodearme de gentuza —le espetó a la científica lanzándole una mirada de desagrado.



    No te sientas tan importante, pelado atrevido, ya que en realidad no vine a invitarte a ti porque no me hace falta tu compañía, y él puede acompañarme sin problemas dado que no es un amargado como tú… —Bulma le habló con altivez colgándose del brazo de Trunks, a quien le dirigió la palabra en tono dulce—… ¿verdad que sí? —cuestionándole sin esperar una respuesta negativa.



    Este… sí, señorita Bulma, por mí no hay problema y la acompañaré con gusto —aunque el mancebo hubiera preferido quedarse a entrenar con su padre, consideró que lo mejor era no desairar a su madre en esos momentos.



    Entonces nos vemos en unas dos horas, voy a ponerme bella —le dijo efusivamente la dama dándole un abrazo, retirándose con su paso elegante y femenino, sin ver a Vegeta ni una vez más.





    Ambos Saiyajins la miraron alejarse y el adulto escupió un poco de lado para disimular su descontento… como le irritaba el que ella fuera tan fresca.





    ¡Bah!, es mucho mejor que se largue y me deje en paz —masculló tomando una nueva bandeja de estofado de cerdo, el cual devoró sin miramientos.





    Trunks se abstuvo de opinar y únicamente tomó algunas bandejas para él, pensando en muchas cosas… ¿Cómo se habrán comportado entre ellos su padre y su madre en su tiempo?, ¿cómo se habrán conquistado mutuamente? Sobre ese tipo de cosas su progenitora no había sido nada específica, y tal vez nunca lo supiera a ciencia cierta, así que sólo le quedaba especular en base a lo que veía.





    A la hora acordada todos se reunieron en el hall, con la excepción de Pikoro y Vegeta, los dos antisociales como ellos solos. Los demás iban vestidos de acuerdo a la ocasión, dispuestos a disfrutar el paseo. Milk y Bulma se pusieron coquetos y prácticos vestidos, luciendo a su vez grandes sonrisas, ya que el hecho de salir de compras es una de sus actividades favoritas. Gokú no se veía muy a gusto con su camisa al estilo Pedro Picapiedra, pero le era mejor no quejarse para no incomodar a su esposa. Trunks vestía ropa juvenil y moderna y Gohan lucía encantador en unos pantalones cortos de mezclilla. Por su parte, Yamcha y Krilin usaban ropa casual para causar una muy buena impresión a las féminas europeas, y Kame Sen’nin y Oolong, los cuales en el desayuno tomaron algo para contrarrestar la resaca por la borrachera de la noche anterior, se veían tan lúcidos y listos para continuar admirando a todas las muchachonas que se les pusieran enfrente. Ten Shin Han no podía quedarse atrás, aunque se veía levemente colorado de las mejillas ya que no había querido dar detalles del desenlace de su aventura con Lunch, la cual parecía tan despreocupada como de costumbre, y se veía emocionada ante la perspectiva de comprar algo antes de regresar a la Capital del Norte y continuar así con su interrumpido tratamiento para las alergias.





    El autobús ya no ha de tardar en llegar —comentó Bulma muy sonriente al salir a la explanada del hotel.



    ¿Es cierto que hay buenas ofertas en el almacén dónde vamos? —le consultó Milk con curiosidad y duda revisando su cartera, para comprobar si llevaba el dinero suficiente—. Tengo que comprarle ropa nueva a Gohan.



    Por supuesto que sí, Milk, lo chequé anoche vía Internet y están fabulosas —le respondió la científica con seguridad—. Si no te alcanza puedo hacerte un préstamo —afirmó.



    Oh, Bulma, gracias, es muy amable de tu parte —la morena la miró con agradecimiento.



    ¿Me podrían ayudar a escogerle una camisa a Ten Shin Han? —les preguntó Lunch con algo de timidez—. Creo que también necesita algo de ropa.



    Por supuesto que sí, Lunch, por algo somos amigas —le dijo Bulma en tono amistoso.



    ¿Cuál color creen que le vaya mejor? —volvió a preguntar la dulce señorita mirando por un momento al guerrero de tres ojos.



    Me parece que el verde es su favorito —opinó la científica sin dudarlo—. Ya le escogerás una, y no dudo en que le va a gustar —puntualizó.





    Por cierto que los caballeros estaban un poco apartados de las damas, platicando entre sí.





    Linda camisa, Gokú —observó Krilin con algo de burla, entendiendo la incomodidad que se reflejaba en el rostro de su mejor amigo.



    ¿De verdad te parece, Krilin? —dijo éste a modo de pregunta, queriendo acomodarse el cuello—. Yo siento que me aprieta un poco de aquí —se quejó en tono compungido antes de dirigirse educadamente a Trunks—. Oye, jovenazo, ¿por qué Vegeta y Pikoro no vinieron con nosotros? —le preguntó con curiosidad y duda.



    Bueno, señor Gokú, usted ya conoce como son el señor Pikoro y el señor Vegeta… —respondió el muchacho encubriendo su consternación.



    Vamos, Gokú, nosotros no necesitamos a esos malacara de Vegeta y Pikoro para pasarlo bien —opinó Yamcha mirando discretamente hacia donde unas señoritas estaban paradas—. Aquí en Montecarlo hay muchas cosas que ver… —añadió.



    ¡Pero qué lindas! —para Rōshi y Oolong no pasó desapercibido el movimiento, así que se dirigieron hacia donde las doncellas—. ¡Mamacitas! —les dijeron al chiflarles.



    ¡¡Vulgares!! —las damas no dudaron en golpearlos con sus sombrillas ya que los muy descarados no se contuvieron y las toquetearon donde no está permitido. Los demás, al ver el espectáculo, decidieron silbar un poco y desviar la vista para ocultar que los conocían.



    Ese maestro Rōshi y sus cosas… —masculló Krilin con abatimiento.



    Se lo tenían bien merecido —Bulma no dudó en externar su sentir bufando con indignación, siendo secundada por Milk.





    El autobús arribó cerca de ellos y todos abordaron acomodándose en los asientos. Más, antes de partir, se dieron cuenta de que otros personajes los acompañarían al paseo.





    A ver si para la próxima no tardas tanto en arreglarte —dijo un joven de negros cabellos subiendo tras una guapa rubia—. Sabes que odio esperar.



    ¿Qué hacen ellos dos aquí? —murmuró Yamcha por lo bajo en cuanto los reconocieron.



    Ya no me fastidies con lo mismo y busquemos un buen lugar para sentarnos —la dama le respondió a su acompañante mirando con sus azules pupilas hacia el interior del vehículo, sonriendo levemente al ver quienes estaban ahí —. Hola, no sabía que los perdedores también van de compras —les saludó burloncita antes de encaminarse por el pasillo hacia los asientos de atrás, dejándose caer en uno de ellos y cruzándose de brazos mirando esta vez por la ventana.





    Efectivamente, eran los androides 17 y 18 los que estaban ahí. El moreno se sonrió de igual manera que su hermana al ver los gestos de incredulidad y duda en el rostro de todos los “Z” y compañía.





    Vaya, así que iremos bien acompañados —dijo guardándose una carcajada, siguiendo a la rubia—. Bien, 18, creo que tendrás que dejar algo en las boutiques para que ellos puedan llevarles recuerditos a su familia —añadió sentándose junto a ella y pasando un brazo por sus hombros al tiempo que jugueteaba con una de sus arracadas.



    Ya cállate y no empieces con tonterías, 17 —le dijo la aludida en tono duro y amenazador, sin tomarse la molestia de mirarlo otra vez.



    Ok., pero no te enojes o te vas a arrugar antes de tiempo —17 pareció divertido, más decidió hacerle caso y ya no hablar.





    Los del grupo les miraron por unos segundos y después decidieron ignorarlos, aunque Krilin los miró de reojo en dos ocasiones más mientras recorrían las calles, ya que 18 lucía tan encantadora en vestido. Para su mala suerte, la rubia pertenece al bando enemigo y no estaba nada bien que se enamorara de ella, y, además, él no podía competir contra 17 en cuanto a atractivo masculino se refiere. Suspiró por lo bajo al volver la vista al frente… tal vez era hora de dejarse crecer el cabello, así a lo mejor tuviera una oportunidad.





    Después de una media hora de recorrido llegaron a una importante y concurrida plaza comercial, así que, listas para el ataque, Bulma y Milk se dirigieron presurosas hacia la tienda más grande de ropa, arrastrando con ellas a Gokú, a Gohan y a Trunks.





    Vamos, Gokú, tienes que medirte un traje —le dijo Milk en voz de mando jalándolo del brazo, haciendo lo mismo con Gohan.



    Pero… pero Milk… no necesito más ropa que no me gusta —dijo éste a modo de resistirse un poco, pero sin llegar a hacerlo de verdad.



    Por supuesto que sí lo necesitas, Gokú, ya que este año tenemos que inscribir a Gohan a un curso de verano en el Instituto de la Ciudad Orange Star, y tú tienes que lucir presentable porque vas a acompañarme a la entrevista —ella le ordenó con autoridad sin ceder en su agarre—. Vamos, Gohan, no te retrases ni te apartes de mí —le dijo al chiquillo sin soltarlo.



    Eee… sí, mamá, lo que tú digas —el jovencito ya sabía que no podía oponerse a su madre en esas cuestiones.



    Anda ya, mi querido muchacho, voy a comprarle un regalo a tu mamá y necesito que me des tu opinión… esa buena mujer se pondrá muy contenta al ver el súper vestido que le vas a dar de mi parte —esas fueron las palabras de Bulma al tiempo que llevaba a Trunks—. Imagino que no han de ir mucho de compras en tu época, ¿o me equivoco?... creo que yo no podría vivir de esa manera —le preguntó entre cariñosa y preocupada a su vez, tratando de conservar el tono amable.



    Este… si, es decir no… bueno, le agradezco tanto el que recuerde a mi madre —respondió el joven un tanto aturullado… si ella supiera cual había sido su destino en ese su tiempo, posiblemente se moriría de la impresión.





    Asimismo Lunch llevó a Ten Shin Han y a Chaozu con ella, claro que sin ser tan evidente, y les mostró varias de las camisas colgadas en uno de los exhibidores.





    Dime una cosa, Ten Shin Han, ¿cuál es tu color favorito? —le preguntó, más, sin esperar respuesta, tomó una camisa beige entre sus manos—. Creo que este color te favorece mucho —le dijo sonriente.



    Este… sí, Lunch, se ve muy bien —respondió el tricíclope más que abochornado por la atención.





    Krilin, Yamcha, Puar, Oolong y Kame Sen’nin decidieron no quedarse mirando cómo chinos y se animaron a echarle un vistazo a toda la zona de caballeros, probándose camisas, zapatos, pantalones, gorras, hasta que, al final, el beisbolista se llevó un par de tenis y una gorra para su amiguito metamorfo; el pequeño pelón se compró una loción para después de afeitar, con aroma a maderas orientales; y el anciano maestro adquirió una nuevas gafas oscuras y una revista de colección, la cual pagó en conjunto con el cerdito metamorfo, disponiéndose a leerla en ese instante. Por cierto que Krilin miraba de reojo en dirección a 18, la cual no dudaba en probarse todas las joyas y la bisutería que tenían en el aparador, en tanto 17 la escoltaba muy de cerca y, a pesar de que las señoritas vendedoras le ofrecieron bastantes atenciones, no se compró nada para él.





    Parece que casarse tiene sus desventajas… —observó Yamcha llamando la atención de Krilin.



    Pobre de Gokú… —comentó el pequeño guerrero mirando cómo su mejor amigo hacía equilibrios para no tirar todas las compras de su esposa. Todo indicaba que Milk pensaba vaciar la tienda.



    Oye, Milk, ¿es necesario que compres todo esto? —le dijo el Saiyajin a su mujer sin poder disimular su consternación—. Llevamos horas aquí metidos y me estoy muriendo de hambre —adicionó y justo en ese momento su estómago le hizo segunda, soltando un sonoro gruñido. Gran parte de la concurrencia ahí presente lo quedó mirando con incredulidad y asombro—. ¿Ves? —observó apenado, sonriendo muy tontamente.



    No exageres, Gokú, sólo hemos estado tres horas aquí —dijo ella mirándolo con enfado—. Tienes que esperar un momento más ya que aún tengo que comprarle algo a mi papá… después iremos a comer al restaurante con vista panorámica —le puntualizó volviendo a concentrar su atención en otro de los escaparates, sopesando en el mejor regalo para su progenitor.



    Pero por favor no tardes demasiado, o mis tripitas se comerán unas a otras —dijo Gokú en tono suplicante.





    Gohan le ayudó a su padre y se llevó unas cuantas cajas hacia donde estaban sus amigos, sentándose a su lado.





    El señor Pikoro se hubiera molestado mucho si tuviera que venir aquí con nosotros —dijo el niño a modo de observación después de acomodar los paquetes de una mejor manera.



    ¿Pues qué tanto compra tu mamá? —le preguntó Krilin en tono escéptico… eran casi veinte cajas de gran tamaño.



    Bueno… dice que me hacen falta pantalones y zapatos porque ya crecí un poco… —respondió el chiquillo visiblemente avergonzado—… además de… ropa interior y… calcetines… y también a mi papá le compró muchas cosas… —agregó.



    Ni sigas, Gohan —le dijo Yamcha interrumpiéndolo en tono de comprensión—, todas las mujeres son compradoras compulsivas —adicionó señalando hacia donde Bulma estaba con Trunks, quien llevaba más de cincuenta paquetes en ambas manos.



    De la que te libraste, Yamcha —observó Oolong con algo de picardía. Ya había terminado de leer la revista y ahora se entretenía imaginando a todas las damas de los alrededores en ropa íntima de encaje—. Aunque creo que esta vez ese joven le ayudara a Bulma a escoger su nueva colección de tangas para presumírselas al pesado de Vegeta —enfatizó soltando una risita ahogada.





    Gohan no pudo evitar enrojecer ante el comentario subido de tono, y Puar, transformándose rápidamente en un mazo bien grande, le soltó un buen trancazo a su compañero metamorfo.





    ¡Oolong, eres un verdadero idiota! —le dijo en tono ofendido al tiempo que lo golpeaba sin miramientos.



    Muchas gracias, Puar… —Yamcha le agradeció a su compañerito de aventuras el resguardar su honor, y no dudó en tomar al cochinillo por el cuello de la camisa, lanzándole una mirada terrible y amenazadora—. Será mejor que dejes de hacer ese tipo de comentarios de mal gusto, Oolong, no está nada bien que Gohan escuche de estas cosas.



    Oh, sí yo sólo digo la verdad —respondió el aludido moqueando de dolor, sobándose el cráneo.



    Vamos, Oolong, a veces es mejor no decir la verdad porque incomoda, especialmente si nadie te la ha pedido —observó Kame Sen’nin sabiamente, pidiéndoles paz con las manos.





    Al término de las compras fueron a comer, y Milk gastó más en víveres que en ropa ya que Gokú no se mide a la hora de llevarse los alimentos a la boca. Pero, antes de regresar al hotel, las damas tuvieron un ligero altercado.





    En una solitaria boutique, de la cual no habían reparado en un principio, se exhibía un primoroso vestido de seda azul, con un letrero que anunciaba que era el último en stock. A Milk y a Bulma se les fueron los ojos al verlo.





    ¡Pero qué vestido tan espectacular!... tiene que ser para mí —dijo Bulma en tono emocionado.



    Pues yo lo vi primero —dijo Milk al tiempo. Ambas se miraron retadoramente y echaron a correr por el pasillo, dejando a todos sus acompañantes con cara de “¿What?”.



    ¿Por qué querrá Milk otro vestido? —se preguntó Gokú rascándose la nuca para representar su asombro. Afortunadamente habían encontrado carritos para llevar sus compras en ellos, por lo que ya llevaban las manos desocupadas—. Ya lleva como diez de esos —agregó un tanto pensativo.



    Así son todas las mujeres, Gokú, no debería de extrañarte de Milk después de todos estos años juntos —le dijo Kame Sen’nin palmeándole amistosamente un hombro… ese su discípulo tan ignorante en cuestiones simples—. Generalmente las damas quieren tener lo mejor para presumirle a otras damas —explicó en entonación de conocedor.



    ¿Usted cree eso, maestro? —dijo el Saiyajin visiblemente admirado. Si el maestro Rōshi lo dice, es porque es verdad, pero eso no le aclaraba el asunto de comprar otro vestido teniendo más de diez del mismo modelo.



    El vestido es lindo… —opinó Lunch con algo de incredulidad—… pero, yo también soy mujer y no considero necesario comprarlo ya que sólo es un vestido como los demás —adicionó para demostrarle a los caballeros que no todas las mujeres se vuelven locas cuando salen de compras.





    Muy bien, no tenían más que esperar a ver quién de las dos ganaba la contienda. Pero, para la buena suerte de las amigas, la androide 18 hizo su entrada triunfal antes de que ellas hubieran llegado cerca, dejándolas con un palmo de narices.





    Voy a llevarme el vestido que tienen en exhibición —le dijo a la dependiente al momento de cruzar el umbral de la boutique, señalando el vestido azul.



    Con gusto —le dijo la señorita haciéndola pasar con amabilidad.



    ¡El vestido era mío! —dijeron ambas amigas suspirando en tono derrotado, deteniendo su loca carrera.



    Mejor suerte para la próxima, señoras —17 alcanzó a escucharlas ya que iba siguiendo muy de cerca a su hermana, así que miró con algo de burla a las dos damas.





    Semejante comentario no podía quedarse sin réplica. Una y otra se miraron y lo miraron con visible enfado y, sin darle tiempo a reaccionar, le propinaron un cachetadón doble golpeándolo con sus bolsos de mano.





    ¡¡Eres un igualado!! —le gritó Milk ofendidísima.



    ¡¡Robot idiota, yo no soy una señora!! —fue el reclamo de Bulma al azotarle la cara.





    Las amigas se sacudieron las manos como quien se quita el polvo, y regresaron sobre sus pasos, dejando al joven Jinzō Ningen con ambas mejillas enrojecidas y gesto de estupefacción absoluta.





    Gokú, vámonos ya porque tengo que arreglar la ropa de Gohan —dijo Milk con altivez al llegar junto a su marido, tomándole del brazo y llevándolo con ella, adelantándose al grupo.



    Está bien, Milk —respondió él sonriendo con algo de pena por el actuar de su esposa, dejándose llevar y empujando el carrito con las compras.





    Su hijo les siguió encogiéndose levemente de hombros, y el gesto en su rostro infantil era igualito al de su progenitor.





    ¿Se encuentra usted bien, señorita Bulma? —Trunks le preguntó a su futura madre con educación y cortesía, esperando no fuera a hacer una escena más penosa que la anterior, sobre todo al ver su mohín de enfado.



    No hay ningún problema, guapín, viéndolo de cerca el vestido ese ni estaba tan bonito —respondió la aludida después de soltar un resoplido muy bajito de descontento, para retornar a sonreír en un santiamén como si nada malo hubiera ocurrido—. Mejor démonos prisa o el autobús podría dejarnos —añadió tomándose de su brazo para caminar con él.



    Sí, claro, como usted diga —dijo el joven sonriéndole también y guardándose un suspiro bajo de alivio, recordando a su propia madre, la cual se ponía muy mal cuando no conseguía comprar lo que quería. Aunque era lógico, en ese futuro era casi imposible salir de compras ya que todo mundo vivía con miedo de ser asesinado por los androides.





    Todos los demás fueron tras ellos, más Krilin se retrasó un poco, ya que quería ver a 18 luciendo ese primoroso vestido… de seguro se vería tan bella y angelical.





    Ejem… Krilin, por favor no te retrases —Kame Sen’nin le llamó mirándolo con algo de suspicacia—. Si quieres decirle algo a esa androide tan guapa mejor se lo dices en el autobús… —le puntualizó con la circunspección profesional de conocedor en relaciones amorosas en cuanto el pelón apuró el paso para darle alcance—… aunque personalmente no creo que una mujer tan peligrosa como ella te convenga de novia por más bella que sea —adicionó negando levemente con la cabeza.



    Eee… no, maestro… yo… ¿cómo cree usted eso?... —el pobre se quedó de a seis por una fracción de segundo, y al instante enrojeció hasta la coronilla, soltando una risita nerviosa—… yo no estoy interesado en… en tener una novia ahora… hay otras cosas por las que preocuparse en estos momentos —añadió poniéndose serio para que no hubiera duda de sus convicciones.



    Mmm… tienes razón, tu deber y el de todos los muchachos es vencer y destruir a esos androides para proteger a la Tierra —observó el anciano sin cambiar el gesto de seriedad.





    Así fue como regresaron al hotel, muy justo a tiempo para que Bulma preguntara si le habían dado a Vegeta la atención solicitada a la hora de la comida, porque si no lo encontrarían de nefasto humor y eso no sería nada bueno, ya que en la noche estarían libres y tenía tantas ganas de pasarla bien sin que el Príncipe la importunara con sus quejas. Y las risotadas de 18 se escuchaban de continuo, ya que no pudo contenerse al burlarse de 17 por lo que le había sucedido, aunque, al final, no dudó en acariciarle una mejilla en cuanto el moreno puso un gesto de resentimiento como niño regañado. Ante esa última escena entre esos dos Krilin no hizo más que suspirar hondamente por lo bajo, desesperanzado de conseguir siquiera que la androide lo mirara de igual manera.





    En cuanto hicieron su entrada en el hall alguien les saludó efusivamente.





    ¡Gohan, hola! —era la pequeña Videl luciendo un traje especial para las prácticas de artes marciales, peinada con sus acostumbradas coletas—. Me dijeron en la recepción que habías salido a pasear con todos tus compañeros, por lo que decidí esperarte aquí —le dijo muy sonriente al llegar frente a él, tomándole las manos entre las suyas, lo que hizo que el pobre chiquillo enrojeciera levemente ya que no estaba acostumbrado a recibir excesivas atenciones por parte de otra dama que no fuera su mamá, así fuera una niña—. Muy buenas tardes a todos —la niña mostró su cultura saludando a los todos los recién llegados.



    Hola, ¿cómo se encuentra hoy Mr. Satán? —le preguntó Gokú con amabilidad y curiosidad, dedicándole una sonrisa alegre.





    Los Jinzō Ningen decidieron que el asunto no era con ellos, y, de todos modos, no pensaban quedarse a escuchar tonterías, así que siguieron su camino sin más, y los demás escucharon atentamente la charla, a manera de mostrarse educados con la pequeña niña.





    Precisamente mi papá terminó de entrenar hace como media hora, ya que está noche habrá varios combates de exhibición de artes marciales —manifestó la chiquilla en tono emocionado—. Mi papá y todos los luchadores que le acompañan les van a enseñar a los europeos como son las verdaderas artes marciales… será fabuloso —agregó con las pupilas azules brillando de contento.



    Vaya, que bien, ¿entonces tu papá entrena en las artes marciales? —el Saiyajin pareció más interesado al escuchar sobre peleas de artes marciales, casi como si fuera el Budokai Tenkaichi—. Debe ser muy bueno para eso —opinó con sinceridad absoluta.



    Claro, él es el ganador del último Budokai Tenkaichi… Nadie es más fuerte que él y eso va a demostrarlo —externó la niña sin cambiar el tono de emoción y seguridad ante los logros de su progenitor.



    ¿Y tú también entrenas con él? —Gokú puso un gesto de felicidad… así que ese Mr. Satán era todo un campeón. Ya quería verlo en acción porque, cuando enfrentó a Lunch, tal vez no estaba en buena forma.



    Vamos, Gokú, se ve que esta pequeña es una niña bastante estudiosa y no pierde el tiempo en tonterías… —Milk intervino un tanto harta de todo eso… como si todos los hijos de luchadores tuvieran que serlo también—… Imagino que has de querer ser una gran licenciada, ¿verdad que sí? —le dijo a la chiquilla en modo afirmativo, mirándola con gesto amable.



    Pues… si me gusta estudiar, pero también entreno con mi papá porque quiero llegar a ser tan fuerte como él para enfrentar a los malhechores —respondió Videl con convicción tras dudarlo un segundo, y posteriormente volvió la vista hacia Gohan, ignorando el mohín de consternación en el rostro de Milk—. Yo quería invitarte a entrenar hoy conmigo, Gohan, pero mejor te invito a ver la función de esta noche… ya le pedí permiso a mi papá y me dijo que sí —le dijo sonriéndole grandemente, y con ese gesto no esperaba una respuesta negativa.



    Bueno… —más Gohan pareció dudar un poco, seguro de que su mamá se lo negaría.



    Eso se oye divertido, Gohan, así que no podemos perdernos la función —pero Gokú habló antes que Milk, ensanchando la sonrisa—. ¿Qué dicen, amigos, vamos a ver las luchas? —y se dirigió a sus compañeros de batallas sin disimular su gozo.



    ¿Qué? —más su esposa se repuso del desconcierto, y le cuestionó con molestia—. Oye, Gokú, Gohan tiene que estudiar mucho para los exámenes… no puede perder el tiempo en esas barbaridades.



    Vamos, Milk, está vez nada más, en serio… te prometo que ya mañana no interrumpiré sus estudios —el Saiyajin puso un gesto de miedo en cuanto su señora le levantó la voz, y luego le habló en tono suplicante, rogándole con las manos—. Anda, di que sí… además son vacaciones… y Gohan es muy listo que puede ponerse al corriente en menos de tres días… tú los has educado muy bien y en eso se parece mucho a ti… anda, no seas mala, es sólo por hoy…



    Mamá, por favor, quiero ir a la pelea —Gohan trató de abogar a su favor, así que le dirigió a su madre unos ojitos de borrego tierno.



    Ya dije que no, y punto —respondió la dama con verdadera altivez, cruzándose de brazos y mirándolos a ambos con desagrado.





    Sus compañeros pusieron los ojos en blanco por una fracción de segundo, y nadie se atrevió a meterse para que la morena no fuera a desquitarse con alguno de ellos. Bueno, nuevamente Trunks sintió un poco de pena por su joven maestro así que trató de razonar con Milk, ya que no sería justo que todos fueran a la función menos el chiquillo.





    Señora Milk, ¿si me comprometo a estudiar un poco más con Gohan lo dejará ir? —le dijo amablemente regalándole una sonrisa caballerosa—. Aquí entre mis documentos traigo unos cuantos problemas de física que pueden ayudarle mucho para los exámenes, ya que son los mismos que yo hice en mi época —puntualizó con convicción y seguridad.



    Este… —por un momento la señora de Son pareció dudar un poco, pero le constaba que el joven, a aparte de apuesto, era educado e inteligente, o sea que era digno de confianza. Convencida de que esa ayuda incondicional sería importante para su retoño, no dudó en sonreír complacida—. Bueno, te lo agradezco tanto… nada más no vayan a estudiar menos de dos horas, ¿te quedó claro, Gohan? —añadió en entonación amable, pero mirando a su hijo con algo de severidad.



    Sí, mamá, no te preocupes —respondió el chicuelo con voz entusiasta.



    ¿Puedo estudiar con ustedes también? —Videl les preguntó con algo de timidez—. La verdad me he atrasado un poco con los estudios —añadió con timidez.



    No hay problema, ¿verdad, Gohan? —dijo Trunks con la misma amabilidad, y el niño afirmó con la cabeza, sonriendo de igual manera—. Ahora les recomiendo que vayan por sus apuntes y los veré en la sala de huéspedes en media hora —especificó para darles tiempo a prepararse antes de la función, por lo que la niña se fue por su lado despidiéndose amablemente de todos.



    Bien, entonces ya todo está solucionado —dijo Gokú retornando a sonreír también, guardándose un suspiro de alivio—. Nos vemos más tarde amigos —y se despidió asimismo de sus camaradas encaminándose con su familia hacia el elevador.



    Bueno, creo que no es mala idea el divertirnos esta noche con las luchas —opinó Yamcha en entonación alegre.



    Entonces tenemos que arreglarnos para la ocasión —agregó Kame Sen’nin en tono formal.





    Esa noche les tenía preparada una sorpresa…











    Nota: ¿Cómo ven, eh? El maestro Rōshi y Oolong no pierden el tiempo aunque luego los golpeen, Lunch sí que hizo sufrir a Ten Shin Han, y las peripecias que pueden pasar en un centro comercial… Cortó aquí, pues ya verán lo que les espera esta vez a los “Z”, y no duden en que se van a divertir como yo… o al menos eso creo… XXXDDD. Un saludo.

    P.D. Un “Me gusta” sólo te cuesta un “click”… jejeje.
     
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    Lamu yatsura

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    ¡Gracias por la actualización!

    Para mi desde luego Tien y Lunch/Launch han sido las estrellas del capítulo.
    ¡Caray con la rubia atrevida! A Tien le ha ido de un pelo el tener que darle su amor a la chica
    lo tenía todo atado y bien atado y casi, casi se sale con la suya. Lastima de estornudo...
    eso si los guerreros Z no intervinieron hasta el final ¡menuda panda de mirones!
    ; P

    Pero en el fondo buenos chicos disculparon (como pudieron) la situación.
    Veo una dulce y nunca admitida atracción por Lunch. Tien tienes un problema,
    un serio problema te gusta una de las chicas pero es imposible separarlas.
    Una delicia leer este capítulo de una de mis parejas favoritas y sus guiños a otra de mis
    parejas favoritas...

    Un saludo y cuídate mucho.

    Nos leemos.
     
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    InunoTaisho

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    Palabras:
    9974
    Capítulo 18. Noche de luchas y algo más.


    Previamente, en el capítulo anterior:
    Bueno, creo que no es mala idea el divertirnos esta noche con las luchas —opinó Yamcha en entonación alegre.


    Bien, recordemos que esa noche en Montecarlo habría una exhibición de artes marciales japonesas, presentando a los más destacados representantes de dicho arte encabezados por el gran Mr. Satán, el campeón de la última edición del Budokai Tenkaichi. A invitación de la pequeña Videl todos los guerreros “Z” y compañía disfrutarían de la función, e inclusive Lunch estaría presente en el combate estelar antes de tomar el vuelo que la llevaría de regreso a la Capital del Norte, y continuar así con su suspendido tratamiento para las alergias.


    Claro que, para poder ir, Gohan fue obligado por su madre a estudiar, pero gracias a Kami contó con la ayuda y el apoyo de Trunks y la compañía de Videl, por lo que la sesión de repaso de física cuántica, química orgánica y matemáticas aplicada no fue del todo tormentosa. Y todos los demás pasaron el resto de la tarde matando el tiempo en ver la televisión, echarse una siestecita o escoger el vestuario que presumirían en la noche para ir a cenar unas dos horas previas al inicio de la gala nocturna. En una de las alcobas se desarrollaba una curiosa escena que podría volverse costumbre en unos años…


    — Anda, Vegeta, no seas así, te aseguro vas a divertirte mucho con las luchas… —Bulma se hallaba en el cuarto que Vegeta compartía con Trunks y Pikoro, y le hablaba empleando una entonación amable con tintes de súplica. El Príncipe se encontraba alejado de ella, parado en el balcón y sin dignarse a mirarla—… son como las que viste en la película junto con los muchachos cuando veníamos para acá, y sé que te gustaron —detalló haciéndole memoria.

    — ¡Mph!, pues estás equivocada en eso ya que no me importan en absoluto… son tan absurdas —éste resopló sin disimular su desagrado—. Y no sé porque insistes en que haga todo lo que tú dices, yo no soy como cualquiera de esos patéticos a los que llamas amigos —puntualizó.

    — Vegeta, por favor, es sólo un momento… —la joven no se daría por vencida tan fácilmente, no señor.

    — Que no voy a ir, no me ch”#$% más con esa cantaleta —y el Saiyajin no pensaba dejarse convencer por las buenas.


    Pikoro había abandonado el cuarto en cuanto la científica se presentó en él, decidiendo no hacer mal tercio ya que tampoco le interesaba lo que la dama tuviera que decirles.


    — Ese par me trae hasta la… —bufó exasperado en un murmullo de voz, apoyado en una pared exterior. Después sonrió de forma imperceptible, ya que faltaban muy pocos meses para el gran acontecimiento del cual no podrían escapar, y eso sería algo de verdad hilarante.

    — Señor Pikoro, ¿se encuentra usted bien? —la vocecita de Gohan lo hizo volver a la realidad, y le dedicó una sonrisa más amplia en cuanto el chiquillo se le acercó.

    — Vaya, Gohan, así que al fin terminaste de estudiar —le dijo muy amablemente a modo de saludo, y el niño afirmó con la cabeza.

    — ¿Sucede algo ahí dentro, señor Pikoro? —le preguntó Trunks un tanto dudoso, ya que se escucharon unos sonidos raros provenientes del interior de la habitación.

    — Pues… es mejor que lo veas por ti mismo porque ya sabes quién está adentro —le respondió el namek sin ocultar un gesto de asco, más, ante la cara de asombro que se dibujó en el rostro del adolescente, puntualizó convencido—. Sin embargo no es todavía eso que tú crees, estoy seguro.

    — Menos mal… —el mozo soltó un bajo suspiro de alivio… ser preconcebido en Montecarlo, y a esas horas, no sonaba atrayente—. Nos vemos más tarde, Gohan, voy a darme una ducha —añadió despidiéndose cortésmente del pequeño Son antes de entrar en la habitación.

    — Muchas gracias por tu ayuda, joven —el chicuelo correspondió el gesto cortés, y posteriormente le preguntó a su mentor con curiosidad—. Oiga, señor Pikoro, ¿va a ir a las luchas con nosotros?

    — Mmm… tal vez lo haga —respondió éste meditándolo unos segundos—. Pero lo más seguro es que todos esos dizque luchadores no sean más que un montón de zopencos como ese idiota de Mr. Satán —agregó con algo de molestia.

    — Este… jejeje… bueno, Videl dice que su papá es el último campeón del Budokai Tenkaichi —confesó el chico en tono apenado, enrojeciendo por un segundo—. Reanudaron los torneos unos pocos años después de que usted y mi papá pelearon en él —complementó.

    — Aun así… sólo tu padre, sus amigos y Vegeta tienen un nivel aceptable para las batallas, un nivel al que puedo enfrentarme de verdad —confesó el namek con parquedad—. Cualquier otro sujeto no los iguala para nada.


    Hablando de Gokú, éste se apareció frente a ellos por medio de la tele transportación, haciéndoles dar un pequeño brinco de sorpresa.


    — ¡Gohan, que bueno que ya estás aquí! Tu mamá ya se había preocupado porque no llegabas… —le dijo el distraído Saiyajin a su hijo en cuanto lo vio—… ¡Hola, Pikoro!, ¿también vas a ir a la función de esta noche? —y se dirigió a su colega en su acostumbrado tono desfachatado, sin mostrar consideración por el susto que les había dado.

    — ¡¡Gokú, maldita sea, esa no es la manera correcta de presentarse ante alguien!! —le gritó el aludido con bastante enfado, resoplando entrecortadamente.

    — Lo siento mucho, Pikoro, pero no te enojes así —el despistado hombre se rascó la nuca y sonrió tontamente a modo de pedir una disculpa por su desacato.


    Se silenciaron cuando escucharon la puerta de la habitación abrirse nuevamente para darle paso a uno de los ocupantes. Pero, ¿qué sucedió adentro?...


    Trunks había entrado en la habitación y encontró a sus futuros padres en el balcón, separados por una distancia relativamente considerable. “Ni hablar… todavía no es el momento”, pensó en sus adentros antes de animarse a decir algo, pero Bulma se le adelantó a hablar, ya que el ruido de la puerta la hizo volver la vista.


    — Hola, guapín, me da mucho gusto que ya hayas terminado de estudiar con Gohan —le dijo guiñándole un ojo.

    — Este… disculpe usted, señorita Bulma, no sabía que vino a visitarnos… señor Vegeta, lamento importunarles en su conversación —dijo el muchacho en entonación apenada y cortés, inclinándose levemente delante de sus progenitores en ciernes.

    — Descuida, guapo, yo vine aquí para invitar amablemente a Vegeta a las luchas de esta noche pero… —la científica cambió en ese momento el dulce tono de su voz por uno más ofendido—… pensándolo bien es mejor que no venga, así no tendré que ver su espantosa cara y me la pasaré bomba admirando a los verdaderos luchadores de gran musculatura —agregó frunciendo el ceño y cruzándose de brazos—. Ya no te molestes en acompañarnos, Vegeta, y quédate encerrando ahogándote en tu bilis —puntualizó dirigiéndose desdeñosamente al Saiyajin adulto.

    — Bueno, creo que eso cambia las cosas… no te alegres tanto porque voy a ir a esa función de p#$% payasos —la irónica voz de Vegeta se dejó escuchar en cuanto Bulma terminó su crítica, aunque continuaba de espaldas a ellos.

    — ¿Y a qué viene ahora ese cambio, eh? —la dama le preguntó con irritación, lanzándole una mirada que demostraba sus ganas de matarlo.

    — Voy a disfrutar mucho mirando lo fea que te pones cuando te enojas —respondió éste soltando una leve carcajada socarrona, observándola de reojo.

    — ¡Ush, pero que tipo tan… odioso eres! —el rostro de la joven se descompuso más de la cuenta, y, echando chispas, pasó junto al adolescente para salir de la pieza.


    Afortunadamente Trunks se hizo a un lado muy a tiempo, lo justo para no ser atropellado por su progenitora, a la cual miró con algo de pena, ya que deseaba disculparse con ella por el mal rato. Resignadamente volvió la vista hacia su padre mirándolo por un momento con molestia antes de meterse al baño, ya que el Príncipe continuó en su posición apoyado en el balcón.


    — Bulma, ¿invitaste a Vegeta a las luchas? —sin medir su imprudencia, y al verla salir así de apurada, Gokú no pudo dejar de preguntarle a su amiga por lo sucedido.

    — ¡¡Cierra la boca y no me molestes, tonto!! —la científica le gritó a su amigo con toda la potencia de sus pulmones… encontró con quien desquitar el coraje que le hizo pasar el altanero Saiyajin. El ingenuo Saiyajin y sus acompañantes se pegaron a la pared del susto, recibiendo esa exclamación en plena cara—. ¡¡Todos los hombres son unos malnacidos idiotas!! —reiteró antes de meterse en su propia habitación.

    — Uy, que genio… si yo sólo quería saber —observó el de alborotada cabellera rascándose la frente con gesto de incomprensión, mientras Gohan y Pikoro retomaban su respiración normal—. Vamos, Gohan, tu mamá puede enojarse también con nosotros si no nos apuramos ya que tenemos que bañarnos para ir a cenar —le dijo relajadamente a su hijo tomándolo por un hombro, encaminándose con él por el pasillo—. Nos vemos luego, Pikoro —añadió despidiéndose de su camarada con la otra mano.

    — Sí, papá… Adiós, señor Pikoro —el chiquillo imitó a su progenitor y se dejó llevar, sonriéndole a su maestro a modo de despedida.

    — Hasta luego, Gohan —el namek correspondió el gesto y considero que ya era el tiempo de regresar a su dormitorio, dado que el peligro había pasado ya.


    Bien, la hora de la cena fue todo un show como siempre que Gokú come, ya que devoraba y devoraba platillos como sólo él sabe hacerlo, y claro, Vegeta no pensaba quedarse atrás ni dejarle los mejores manjares, faltaba más; por lo tanto Bulma y Milk, suspirando entre resignadas y molestas, tuvieron que ponerles orden restringiéndoles la ración, lo que ocasionó una que otra queja por parte de esos dos. Los demás sonrieron tontamente fingiendo indiferencia en tanto una imperceptible gota anime colectiva representaba su bochorno. Más tarde se encontraban en el salón de eventos en donde se llevarían a cabo las luchas, acomodándose en buenos lugares de la primera fila, y sólo Pikoro y Vegeta se sentaron en las gradas de hasta atrás, sin ganas de hablar con nadie. Mucha gente asistió al evento, pero con todo y todo ninguno se sentó cerca de ese par de antipáticos, tal vez reparando en sus “malas vibras”, así que por lo menos dos filas delante de ellos quedaron vacías. Eso sí, por “azares” del destino el mal encarado Príncipe se situó detrás de Bulma mirándola con algo de burla, ocasionándole a la científica cierta incomodidad y consiguiendo que volteara discretamente en repetidas ocasiones para lanzarle un recíproco mohín que no ocultaba su aversión.


    — ¿Hay algo que le moleste, señorita Bulma?... —le preguntó discretamente Trunks sentado a su lado, y tan sólo por educación, ya que estaba más que consiente de lo que le originaba agitación a su futura madre—… si gusta podemos cambiarnos de lugar —sugirió como quien no quiere la cosa.

    — No es nada, lindo, de verdad estoy bien aquí —respondió ella volviendo a sonreír con un gesto un tanto bobo. Antes prefería morir que aceptar cualquier sentimiento que le provocara el Príncipe Saiyajin.

    — Espero que estas peleas sean tan divertidas como las del verdadero Budokai Tenkaichi —dijo Gokú en tono emocionado, sentado al otro costado de Trunks—. Ya quiero ver que tan buenos son los peleadores actuales.

    — Y yo lo que espero es que no haya mucha violencia ni tipos malos como el villano de Pikoro —opinó Milk al lado de su marido, tratando de encubrir el temor de su voz—, no me gustaría que Gohan llenara su mente de ese tipo de cosas o podría volverse un rebelde sin causa —agregó dirigiéndole a su hijo una mirada un tanto aprensiva.

    — No cabe duda, la mujer de Gokú es una verdadera insufrible —masculló el mencionado namek a lo lejos, ya que no perdía detalle de ciertas charlas confidenciales.

    — Ay, mamá, yo no creo que haya problemas, es sólo una función de beneficencia —dijo el pequeño enrojeciendo levemente de la vergüenza… lo bueno es que Videl aún no llegaba, ya que sería demasiado bochornoso que ella escuchara esos argumentos.

    — Vamos, Milk, creo que debes relajarte y disfrutar de la función como todas las personas —le dijo Krilin sonriéndole con amabilidad, esperando hacerla entrar en razón—. ¿Acaso ya se te olvidó que fue en el Budokai donde Gokú te pidió matrimonio? —le recordó en tono jocoso.

    — Eso fue algo tan romántico —la morena puso un momentáneo gesto amoroso, apoyándose en el hombro de su esposo—. Gokú, ¿te acuerdas de nuestro primer beso? —le dijo dulcemente haciéndole ojitos.

    — Este… sí, claro —respondió éste algo confundido, más entendió que lo mejor era no enfadar a su mujercita o podría sucederle una desgracia.

    — De verdad fue insólito el cómo Gokú y Milk se comprometieron después de su breve batalla… deberías haberlos visto, Gohan —Yamcha intervino sentado al lado izquierdo de Bulma, comprendiendo el apuro de su compañero de luchas y dirigiéndose amablemente al pequeño Saiyajin hijo de la pareja a modo de explicación—. Y desde ese momento Krilin busca novia con desesperación —adicionó más que sonriente.

    — ¡Oye, Yamcha, no digas esas cosas! —el pobre pelón enrojeció como rábano e hizo exagerados ademanes con las manos pidiendo silencio.

    — Vamos, Krilin, eso es muy cierto, me consta que has buscado a la novia ideal para casarte también —afirmó Kame Sen’nin con su característica entonación de conocedor en temas amorosos—, pero lo malo es que tu suerte con las chicas no ha sido muy buena que digamos… así que lo mejor es que desistas de conquistar a una especialmente rubia —añadió.

    — ¡Maestro!, ¿usted también? —Krilin se sintió más avergonzado, ya que estaba tratando de ocultar ante todas sus amistades la atracción que sentía hacia la androide 18.

    — Mejor pon atención la próxima vez que lo intentes, Krilin, y no te fijes en una descerebrada como esa loca de Marón —le dijo Bulma empleando su acento de sabihonda sin disimular su animadversión hacia la mencionada ex de su amigo—. Tú no mereces una zorra que te engañe con los que dicen ser tus amigos —puntualizó mirando fijamente a Yamcha por un segundo, con gesto de ofendida, a lo que el beisbolista agachó la cabeza avergonzado, sin ánimo de rebatirle nada.

    — Por cierto, Krilin, ¿a dónde crees que haya ido Marón está vez?... —Oolong le preguntó al guerrero con visible curiosidad y un tanto de picardía dibujada en sus ojos porcinos—… Me hubiera gustado tanto invitarla a salir conmigo y tal vez regalarle un sostén de encaje para… bueno, para… —e hizo una mímica reveladora relamiéndose los labios del puro gusto. Ante eso Gohan enrojeció levemente y Gokú hizo un gesto de incomprensión absoluta, ya que él no ve lo interesante en el hecho de admirar el busto femenino porque, en su ingenua opinión, todos los senos son iguales.

    — Tienes toda la razón, Oolong, fuera de que Marón es una tontita no está nada mal… —Rōshi no dudó en seguirle el juego al metamorfo sonriendo de igual manera en lo que le sangraba la nariz.

    — ¡Pelados! —Bulma y Milk no dudaron en darle a ese par de pervertidos un buen coscorrón con sus bolsos de mano, enfurecidas en extremo, consiguiendo que les brotara un chichón bastante grande y doloroso en lo alto de sus cabezas.


    Fue entonces que las luces se prendieron y apagaron a manera de indicar que la función iba a comenzar, y todos los presentes guardaron un respetuoso silencio para escuchar a la persona que se dirigía presurosa al centro del cuadrilátero.


    — ¡Muy buenas noches, damas, caballeros y niños que nos acompañan en esta gran función de beneficencia para los niños sin hogar! —un gran conocido de todos, el rubio comentarista de los torneos del Budokai Tenkaichi, hizo su aparición hablando con un tono que no ocultaba su emoción habitual, y la entusiasta multitud vitoreó sus palabras—. ¡Está noche será inolvidable ya que veremos luchas por todo lo alto!

    — ¡Oigan, amigos, es el comentarista del Budokai Tenkaichi! —Gokú reconoció al narrador y no pudo ocultar su alegría de verlo nuevamente, así que hasta se levantó de su asiento para ir personalmente a saludarlo—. ¡Hola, es un gusto verlo tan saludable después de lo sucedido anoche! —le dijo al tiempo que le daba un apretón de manos.

    — ¡Oh, pero si es Gokú! —el buen hombre también le saludó con amabilidad, sonriendo grandemente—. ¡Espectadores que nos acompañan esta noche, es un gran honor para mí presentarles a un grande entre los grandes campeones de Budokai Tenkaichi, me refiero a Son Gokú! —exclamó dirigiéndose a la muchedumbre que continuaba aplaudiendo, y muchos de ellos, reconociendo a sus ídolos, no dudaron en mostrar pancartas de apoyo a sus personajes favoritos.


    A petición del público asistente, los guerreros “Z” y compañía fueron enfocados por la intensa iluminación que hay en este tipo de eventos.


    — Esto está un poco fuera de control… —dijo Bulma en voz baja y mortificada, ya que no vestía de forma espectacular como se requiere en una ocasión especial.

    — ¡Podemos ver que sus fieles compañeros de batalla han venido a acompañarle, siempre listos para defender a la Tierra de las fuerzas del mal! —agregó el cronista al instante de señalarles, y las ovaciones continuaron—. ¡Estos sí que son guerreros valientes!

    — Y allá en las gradas de atrás se encuentran Pikoro y Vegeta, que también son amigos míos… —Gokú se dirigió al rubio en voz baja, indicándole que no omitiera a sus apartados camaradas.

    — Faltaba más… —observó el buen hombre antes de elevar nuevamente la voz para presentarlos—… ¡Y por supuesto que no podían dejar de estar presentes Pikoro Daimaiō y Vegeta, otros de sus grandes amigos! —señaló con voz entusiasta, y las luces se dirigieron a los mencionados deslumbrándolos un segundo.

    — Ese condenado de Kakarotto… —dijo Vegeta con irritación desviando momentáneamente la vista y tapándose un poco los ojos con el antebrazo derecho.

    — Te ayudaré a matarlo cuando hayamos terminado con esta tontería… —Pikoro no dudó en imitar el gesto de desagrado del Príncipe Saiyajin, y ambos le lanzaron al ingenuo y atolondrado Saiyajin una mirada asesina deseándole lo peor—. ¡Maldito seas, Gokú, vas a pagar muy caro por esto! —le gritó al final sin ocultar su furia.

    — ¡Descuiden, Pikoro, Vegeta, yo siempre me acuerdo de ustedes! —el aludido les saludó muy sonriente y quitado de la pena, como si no hubiera hecho nada que pusiera su vida en peligro.

    — El señor Pikoro y el señor Vegeta no parecen nada contentos… —dijo Trunks soltando un suspiro muy bajo de abatimiento, y Gohan únicamente sonrió como bobo.

    — ¡Óyeme, Gokú, ven aquí inmediatamente y ya no me hagas pasar vergüenzas! —y Milk, enrojecida de la rabia y la pena, decidió que ya era suficiente de toda esa alharaca, así que se levantó de su propia silla y le habló a su marido en son de mando—. ¡No quiero que Gohan se vuelva un rebelde por tu falta de conciencia!

    — Vamos, Milk, si yo sólo estoy… —por un segundo el moreno pareció contrariado del actuar de su mujercita, y ya pensaba soltarle una explicación convincente más no pudo decir ni media palabra más.

    — ¡¡Qué te sientes de una buena vez!! —ya que ella no lo dejó terminar y, dejando ver unos peligrosos colmillos en uno de sus más terroríficos gestos, casi se lo come de un bocado.

    — Este… sí, Milk, ya voy pero no te enojes —el pobre dio un brinco del puritito susto, y mejor decidió cumplir el reclamo de su esposa—. Nos vemos luego, señor comentarista —le dijo apuradamente al hombre rubio para dirigirse presuroso a su asiento.

    — Claro, claro, Gokú, no hay problema ya que la función está a punto de comenzar —el narrador le habló en voz baja entendiendo que se metería en problemas si no le hacía caso a la dama, la encantadora “Luchadora anónima” que tenía un carácter explosivo, y ya sabía de lo que era capaz de hacer. Aclarándose la garganta continuó con su labor de presentación—. ¡Muy bien, señoras y señores, demos la bienvenida a nuestro selecto grupo de luchadores encabezados por Mr. Satán, el último campeón del Budokai Tenkaichi! —pronunció para darle entrada a los que se presentarían ahí.


    Los gritos de júbilo y los aplausos no se hicieron esperar mientras que por el pasillo desfilaba como una docena de hombres de estupenda y gran musculatura y afiladas quijadas, saludando petulantemente al público espectador, y Mr. Satán iba adelante llevando de la mano a la pequeña Videl, la cual no parecía muy contenta al ser casi arrastrada por su progenitor.


    Por cierto que entre los espectadores se encontraban también los Jinzō Ningen 17 y 18 acompañados por 16. Los dos jóvenes decidieron pasar el tiempo divirtiéndose en la función, y, como la programación del canal de animales de ese día era repetitiva, el alto androide se convenció de ir con ellos. Era preferible reírse de los patéticos guerreros “Z” a soportar a Cell y al Dr. Maki Gero hablando sobre sus expectativas de conquistar al mundo, aunque para 16 no le era muy atrayente el ver a unos sujetos pelear sin una aparente razón. Ahora estaban ahí, y la rubia 18 bostezaba disimuladamente del puro aburrimiento.


    — ¡Gracias, muchas gracias a todos ustedes, gracias por venir a apoyar a su campeón en esta noble causa! —dijo el hombre de peinado afro acercándose al narrador, arrebatándole el micrófono—. Para ustedes es un privilegio el conocerme en persona pues un gran campeón como yo siempre está ocupado resolviendo los problemas de la humanidad— externó en tono de presunción.

    — ¿Qué tanta sarta de estupideces dice el idiota ese? —le preguntó 17 a 18 en voz muy baja y con gesto de asco, a lo que ella sólo se encogió de hombros haciendo al tiempo una mímica representativa indicando que el hombre estaba loco de remate.

    — Vamos, Mr. Satán, para un gran campeón como usted no ha de representar alguna dificultad el encontrarse aquí en estos momentos y satisfacer a sus admiradores, ¿verdad? —el comentarista recuperó su micrófono para poder entrevistar al “ídolo de las multitudes”, hablándole con admiración.

    — Pero por supuesto que no, mi querido amigo, y es por ello que accedí a participar por esta noble causa y apoyar a los pobrecitos niños desamparados —respondió Satán dándose aires, levantando a Videl entre sus brazos y adoptando al momento una inflexión de voz paternal y protector—. Quiero que mi pequeña hija Videl vea que el ser un campeón no solamente es pelear contra los malos, sino hacer buenas obras en beneficio de los demás —restregando varias veces su mejilla en el rostro infantil, por lo que la niña no dudó en protestar un poco.

    — Basta, papá, no te rasuraste hoy y tu barba me pica —dijo la chiquilla haciendo pucheros.

    — Hija mía, debes saber que tu padre es un hombre tan ocupado que a veces no hay tiempo para tonterías como esa —el varón la colocó cuidadosamente sobre el piso y le acarició la cabellera hasta casi despeinarla. “Creo que con esta muestra de cariño me he ganado el corazón de alguna linda señorita” pensó en sus adentros sonriendo nuevamente con pedantería, hinchando de más sus anchos pectorales.

    — Mr. Satán, es usted un gran ejemplo a seguir… —observó el rubio narrador como si estuviera en éxtasis.

    — Oye, papá, ¿ya me puedo ir con Gohan? —Videl no permitió que su padre continuara jactándose de sus logros y le habló en tono enfurruñado tratando de acomodarse el peinado.

    — ¿Con… Gohan?… ¿y quién es Gohan? —Satán pareció algo confundido por la petición, ya que no recordaba entre sus amistades a alguien que se llamara así.

    — Sí, papá, Gohan es mi amigo y está sentado allá —la chiquilla no dudó en señalar el sitio donde su joven conocido y los que le acompañaban se encontraban.

    — ¡Hola, Satán!, ¿qué hay? —Gokú no dudó en dedicarles un saludo en cuanto Mr. Satán y el rubio narrador voltearon a verlos. Los demás le imitaron tímidamente.

    — ¿Ese sujeto es Gohan?... —por obvias que el hombre de peinado afro miró con desconfianza al individuo que lo saludaba de esa forma tan fresca, pensando que ese tipo tal vez quisiera abusar de su pequeña—… ¿no es demasiado mayor para ser tu amigo? —le dijo a la niña en tono preocupado.

    — Ay, papá, ese señor es el papá de Gohan… ¿qué ya no te acuerdas que ayer nos ayudaron? —la jovencita le lanzó a su progenitor una mirada de enfado… sólo a él se le ocurría pensar en ese tipo de cosas—. Mejor me voy —añadió y salió del cuadrilátero para sentarse tranquilamente al lado de Gohan, saludando educadamente a todos los ahí reunidos—. Muy buenas tardes a todos… hola, Gohan, me alegra que estés aquí porque nos vamos a divertir mucho —puntualizó al final, regalándole al chico Saiyajin una de sus mejores sonrisas.

    — Ya lo creo que sí —el aludido correspondió el gesto, mostrándose emocionado ya que siempre había querido ver un torneo como el Budokai.

    — Tu papá es un hombre muy simpático, pequeña Videl… ya quiero verlo pelear —le dijo Gokú a la niña sin ocultar un aire de diversión.


    Todos los luchadores tomaron un turno para definir el orden de los combates, tal y como se realiza en el Budokai, a su vez el rubio animador iba anotando los nombres en una lista, y al final la hizo llegar a la cabina de transmisión televisiva para que los presentaran en pantallas de alta resolución y así todos los espectadores y seguidores del evento pudieran verlos. Mr. Satán pelearía en el segundo combate.


    Los que pelearían primero permanecieron en el centro del cuadrilátero, junto con el narrador y el réferi del evento y, antes de comenzar la contienda, el comentarista hizo la presentación de ambos individuos describiendo sus virtudes, deseándoles suerte en la batalla.


    El combate en sí no era de lo más espectacular ya que los dos rivales se enfrascaron en una lluvia de golpes, patadas, alguna que otra llave y lances muy al estilo americano de la “WWE”, patrocinadora principal del evento, más la gran mayoría del público espectador no dejaba de vitorear y aplaudir cada una de las maniobras mostradas por los luchadores, e inclusive los animaban empleando alguna que otra palabra altisonante. Bueno, hasta nuestros conocidos, los guerreros “Z”, consideraron que, para ser una función de beneficencia no lo hacían nada mal; pero Gokú, que no pudo disimular un tic de perplejidad, y Pikoro y Vegeta, con los rostros torcidos en una mueca despectiva, sabían que no era una pelea verdadera a como ellos estaban acostumbrados… bueno, ¿qué podía esperarse de tan grotescos bufones en ridículos trajes?


    — ¡Mph!, tanto p#$%& escándalo por esta payasada —masculló el Príncipe entre dientes sintiéndose tentado de abandonar el lugar. Más, en su interior, algo le dijo que no se fuera, que no le diera a la fastidiosa mujer de cabellos azules la oportunidad de salirse con la suya y jactarse de ello, así que mejor esperaría.

    — Te entiendo perfectamente, esto no es más que basura —Pikoro se mostró de acuerdo con él pero decidió permanecer también en su lugar, ya que le había prometido a Gohan estar presente y no deseaba quedar mal con el chico.

    — ¿A qué hora empezaran a pelear esos señores? —por su parte, Gokú se hizo esa pregunta en tono dudoso sin dirigirse a nadie en particular, parpadeando un tanto extrañado. Como había mucho ruido en el ambiente casi no se escuchaba lo que se decía en entonación normal.

    — Ay, Gokú, ya llevan como cinco minutos peleando —Milk, al estar cerca de él, sí le escuchó y respondió a su pregunta con algo de irritación, tratando de hacerse oír por sobre el ruido de la multitud.

    — ¿En serio?... —el atolondrado Saiyajin miró a su esposa con un gesto de incredulidad absoluta—… pues las batallas en el Budokai Tenkaichi se ven mejor que esta pelea —agregó rascándose la nuca, volviendo la vista nuevamente al cuadrilátero.

    — Es que esos luchadores no son de nuestro país, Gokú —la morena contó mentalmente hasta diez de la manera más rápida, para hablarle a su querido esposo con toda la calma del mundo—, por eso es que su manera de pelear es muy diferente a lo que nosotros hemos visto.

    — Aahh, ya veo —a lo que el hombre pareció apantallado por esa información desconocida para él—. ¿Y cómo es que sabes eso, Milk? —y después cuestionó a su mujercita con creciente admiración.

    — Lo decía el folleto de publicidad del evento —contestó ella haciéndole entrega de uno de los dichosos impresos que les dieron cuando llegaron al hotel, y al momento lo quedó mirando con algo de severidad—. Creo que deberías leer un poco más, Gokú, así que lo mejor es que también tomes clases con Gohan en cuanto regresemos a casa —puntualizó empleando un ligero tono de mando.

    — Pero, Milk, no puedo hacer eso, recuerda que Pikoro y yo estamos entrenando a Gohan para… —Gokú ya empezaba a rezongar levemente en tono de niño regañado… ¿acaso su señora no comprendía la importancia de defender la Tierra por sobre los estudios?

    — ¡No me lo recuerdes! —le espetó Milk haciéndolo callar al momento. Lo bueno es que, con todo el escándalo, no se alcanzaba a escuchar su “leve” discusión marital—. En cuanto pase toda esa locura de los androides Gohan y tú tendrán que ir a la escuela… ¿te quedó claro? —y lo miró amenazadoramente para que no cupiera duda de que era una orden.

    — Este… sí, Milk, lo que tú digas… —al Saiyajin no le quedó de otra más que sonreír como tonto encogiéndose un instante de tamaño. Lo mejor que podía hacer era darle un gusto a su esposa y obedecerla.


    Ante ese último grito algunos de sus acompañantes los miraron un momento y pusieron los ojos en blanco por una fracción de segundo… no escucharon todo pero, por la expresión en el rostro de la morena, a leguas se veía que algo de su cónyuge le había disgustado. Decidieron no decir nada del asunto y continuar disfrutando del show.


    La primera batalla terminó en poco más de diez minutos cuando el réferi levantó el brazo del vencedor, y el narrador hizo lo que tenía que hacer.


    — ¡Pero que pelea la que acabamos de ver, señoras y señores, que derroche de talento nos han demostrado estos grandes gladiadores sobre el ring!... ¡Y en unos minutos más veremos al último gran campeón del Budokai Tenkaichi en acción! —dijo a voz en cuello empleando su habitual entonación de júbilo.


    La muchedumbre continuaba aplaudiendo con entusiasmo, y muchos se encontraban saboreando hot dogs y otras fruslerías de las acostumbradas en eventos de este tipo, las cuales eran vendidas por parte del personal del hotel para la recaudación de fondos. El aroma del bocadillo no pasó desapercibido para el glotón de Gokú, y su apetito voraz volvió a despertar.


    — ¡Mmmh, pero qué bien huele! —dijo relamiéndose los labios de gusto—. Oye, Milk, quiero comerme uno de esos sabrosos perros calientes que tiene ese señor de allá… por favor, es que tantas emociones me dieron hambre —y se dirigió a su mujercita un tanto suplicante.

    — Ay, Gokú, deberías aprender a controlar tu apetito como el joven que está a tu lado —le puntualizó la morena mirándolo con algo de reproche y señalando a Trunks, quien muy inocentemente aplaudía como todos los demás disfrutando el espectáculo —. Él no come tanto como tú aunque también es un Saiyajin —añadió con contundencia.

    — Anda, Milk, di que sí, sólo uno, de verdad… —el moreno pasó por alto la observación y miró a su esposa con sus ojitos más tiernos de borrego, agregando con algo de adulación tomándola suavemente de las manos—… tu comida es la más deliciosa que he probado pero, como ahorita no puedes cocinar ya que también te merecías unas vacaciones, tengo que comer lo que preparan aquí… por favor, por favor, por favor…

    — Está bien, Gokú, pero sólo uno… ah, y también le compras uno a Gohan —la aludida enrojeció levemente ante el cumplido de su marido, así que terminó accediendo no sin antes recordar también a su retoño.

    — Vamos, Gohan, iremos a comprar un hot dog —ni bien terminó su esposa de hablar cuando Gokú ya estaba encaminándose hacia el vendedor más cercano.

    — Bien… ¿gustas que te traiga algo, Videl? —el chico Saiyajin le ofreció amablemente a su amiguita antes de seguir a su padre.

    — Muchas gracias, Gohan, pero no se me apetece nada —respondió la chiquilla con una sonrisa amable, ya que en ese instante hizo su aparición Mr. Satán por el pasillo, saludando con petulancia al público que le aplaudía.

    — ¡Y ahora, damas y caballeros, tenemos con nosotros al campeón de la última edición del Budokai Tenkaichi, el maravilloso y grande Mr. Satán! —dijo el narrador colocándose nuevamente al centro del cuadrilátero, animando a la concurrencia a aplaudir con más fuerza.

    — Gracias, de verdad les agradezco su apoyo y más tarde les daré mi autógrafo… son ustedes unos verdaderos afortunados al contar con mi presencia para pelear por esta noble causa —dijo el hombre de peinado afro en entonación presuntuosa.

    — ¡Y aquí llega el retador, el campeón mundial de la WWE! —anunció el rubio comentarista empleando ese tono de éxtasis cuando hace su trabajo, dándole la bienvenida al contrincante de Mr. Satán, un hombre mucho más fornido y con cara de pocos amigos—. ¡Él es el único y original, el inigualable Brock Lestnar! —recalcó en cuanto el nombrado subió al ring, dirigiéndole al de peinado afro una mirada bastante desagradable.


    Por unos segundos Mr. Satán tuvo ganas de salir corriendo y pretextar un repentino dolor de estómago, ya que el recién llegado individuo le pareció alguien bastante grande y peligroso. Pero ante todo estaba su dignidad de campeón, y Videl, su pequeña hija, lo estaba viendo, así que por nada del mundo quedaría mal con ella. Por cierto que junto al tal Brock Lestnar se presentó otro individuo, el cual tenía apariencia de licenciado, aunque era algo rollizo y con cabellera en retirada.


    — ¡Ah, pero qué bien, un retador a la altura de un gran campeón como yo! —dijo presuntuosamente Mr. Satán, disimulando lo mejor que pudo el temblor de su voz.

    — Perdone usted, señor… ¿quién es y qué hace aquí? —el presentador miró con extrañeza al otro sujeto, quien se colocó al lado del retador.

    — Oh, usted no se fije en ese detalle, mi nombre es Paul Heyman y Brock Lestnar es mi cliente… soy su abogado —puntualizó el personaje con algo de orgullo—. De hecho soy representante de varios luchadores de la WWE, y, si usted necesita mis servicios, puedo hacerle un descuento en su primera mensualidad —añadió dirigiéndose a Mr. Satán, entregándole una propaganda—. Hasta ahora nadie se ha desilusionado de mi trabajo —afirmó.

    — Eee… muchas gracias por su ofrecimiento, tengo que consultarlo con mi almohada —le respondió el de peinado afro un tanto anonadado.

    — Créame, no se lamentará al contar con un abogado de cabecera que le resuelva sus problemas —continuó el tal Paul Heyman echándole “crema a sus tacos”, hinchándose como pavo.

    — Pues… no suena mal la idea… —observó Satán pensativo.


    A todo esto Gokú regresó a su asiento llevando toda una bandeja repleta de hot dogs, echándose más de tres a la vez… uno solo no llenaría su rugiente víscera estomacal. Milk lo quedó mirando con gesto horrorizado, y ni que decir de sus demás compañeros, a quienes la resignación y el bochorno se les dibujó en sus rostros.


    — Gokú, te dije que comprarás sólo uno —le reclamó la morena en voz irritada, abochornada por el “show” que hacía éste al masticar sin recato.

    “O” “s’ento” “mu’ho”, “‘ilk”, “e’” que uno no “e’” “‘u’i’ie’te” —respondió el aludido con la boca llena de pan.

    — No es posible, Gokú… ¿por lo menos le diste alguno a Gohan? —bien, ya no había nada que hacer por eso, únicamente recalcar si su hijo estaba comiendo también.

    — No te preocupes por eso, mamá, yo ya comí uno —el chicuelo le respondió a su progenitora en entonación levemente avergonzada, compartiendo con su amiguita una bolsa grande de chocolates confitados.

    — Ay, Gokú, no cabe duda de que comes peor que Vegeta… por lo menos él es más educado que tú, usa los cubiertos y sabe masticar con la boca cerrada —Bulma no pudo guardarse un comentario de reproche, empleando un tono sutilmente burlón al hacer la comparación entre su amigo de alborotado peinado y el Príncipe Saiyajin.

    — Bulma, no compares a MI Gokú con ese pelafustán, que de príncipe no tiene más que el nombre —era lógico que Milk no iba a permitir una comparación en ese sentido… faltaba más.


    Pero al cándido Saiyajin eso no le molestaba en lo más mínimo, así que continuó comiendo como si la discusión no fuera por él.


    — Bueno, Milk, tú dirás lo que quieras pero yo puedo asegurarte que Vegeta sí tiene modales. Ahí como la vez me he encargado de sacar lo mejor de él —la científica recalcó sus palabras con engreída seguridad. Sus acompañantes miraban alternativamente de una a otra, y algunos sonrieron muy discretamente con condescendencia.

    — Pues Gokú no necesitaba ser educado ya que él siempre ha sido muy amable y servicial —la morena contraatacó empleando un argumento irrefutable.

    — Esas perturbadas féminas me enferman —masculló Pikoro a lo lejos, sintiendo como se le revolvía el estómago, ya que podía escuchar el debate de las amigas.

    — ¡Mph!, mujeres tenían que ser… —Vegeta resopló su descontento por lo bajo, ya que aun sin escucharlas pudo darse una idea de lo que motivo el argüende… Kakarotto y su escandalosa forma de comer, que hasta a él le causaba repugnancia.


    Las voces de las damas llegaron a los oídos de alguien más.


    — ¡Ah, pero si es la bella y encantadora señorita Bulma Briefs! —Mr. Satán reconoció al fin a Bulma, ya que la primera vez no había reparado en su presencia, así que interrumpió al referí cuando les daba las instrucciones para la pelea y bajó del ring para ir a saludarla personalmente—. Es un verdadero honor para mí el que haya venido a verme especialmente esta noche… sé que soy irresistible, ¿verdad? —le dijo coquetamente al tiempo que le besaba una mano de forma caballerosa.

    — Este… bueno, en realidad… fue la pequeña Videl la que nos invitó —la pobre enrojeció intensamente de la vergüenza, y disimuló un gesto de asco al sentir los labios del hombre sobre la piel de su mano, retirándola rápidamente en cuanto pudo hacerlo y limpiándola discretamente con un pañuelo salido del fondo de su bolso.

    — Era de esperarse… —Kame Sen’nin le habló a Oolong en voz muy baja, y los dos miraron cautelosamente a Bulma con algo de picardía. Y como no, si a ella siempre le ha gustado lucir su cuerpazo.

    — Videl, hija mía, ¿por qué no me dijiste que también invitaste a la señorita Briefs? —el hombre miró a su niña con algo de seriedad paternal antes de volver la vista nuevamente hacia la dama de cabellera azul, quien quería ocultarse tras de Trunks. Bueno, ante el desparpajo del hombre de peinado afro, el adolescente frunció levemente el entrecejo muy al estilo de su real progenitor… o sea, ¿quién diablos se creía el tipo ese para hablarle así a su futura madre, y en sus narices?—. Mi estimada señorita Briefs, le dedico está lucha y después la invito a cenar si no hay inconveniente —le dijo guiñándole un ojo, pretendiendo verse como galán conquistador que a todas trae muertas.


    La pobre Videl se sentía tan avergonzada de la conducta de su progenitor, y por un momento deseó que se la tragara la tierra. No quería ni ver a Gohan de frente.


    — ¿Y a ese c$%&# qué le pasa? —para Vegeta no pasó desapercibido lo que sucedía en las gradas de adelante, así que bufó por lo bajo con indignación. Ya le traía hasta la m… el hecho de que Mr. Satán alardeará de ser campeón de un torneíto.

    — Pues parece que pretende algo con la mujer… —dijo Pikoro evitando reírse de su reacción, imaginando lo que vendría a continuación. Si eso no era interés…

    — Este… muchas gracias pero… acabo de cenar y… no debo comer demasiado o podría dañar mi figura —por cierto que Bulma no dudó en excusarse con Mr. Satán ante sus pretensiones, ya que lo que menos quería era salir con un tipo así de altanero y poco agraciado.

    — Anda, Bulma, di que sí, no seas así de egoísta y vamos a cenar con Mr. Satán otra vez —Gokú no dudó en intervenir en cuanto terminó sus bocadillos, ante la promesa de cenar nuevamente y gratis.

    — Gokú… nadie te está invitando a ti —Milk no vaciló en llamarle la atención por su inconciencia, o de un momento a otro podría explotar del coraje.

    — Pero Milk, no está bien que se desperdicie una buena comida —y él le respondió empleando ese tono de niño bueno que suele emplear para evitar que ella lo regañe de fea manera.

    — Disculpe usted, Mr. Satán, pero si no vuelve al ring no podremos empezar la pelea —el rubio narrador consideró que ya era el momento de continuar con el entretenimiento, así que instó a Mr. Satán para subir al área de batalla, en donde Brock Lestnar esperaba impaciente.

    — Iré en seguida —respondió el de peinado afro enderezándose cuan largo es y haciéndose más ancho para verse imponente—. Voy a obtener la victoria para usted, señorita Briefs —agregó lanzándole a la científica un beso al aire. La dama se ocultó mejor detrás de su hijo en ciernes para evitar ese beso, quien no dudó en protegerla.


    Claro que, ni bien el campeón del Budokai puso un pie en el cuadrilátero, alguien le increpó con una obscenidad desde las gradas de atrás.


    — ¡Jah!, es seguro que un estúpido m”#$%& como tú no puede ganar una pelea —dijo la irritada voz en tono agresivo y retador, y tanto los “Z” que habían reconocido ese tono, como Mr. Satán, volvieron la vista.

    — Tenía que ser Vegeta… —dijeron al unísono y en voz muy baja Krilin, Oolong y Kame Sen’nin. Ten Shin Han y Chaozu se miraron entre ellos tratando de encontrar una explicación a eso.

    — Señor Gokú, lo mejor es estar preparados por si es necesario… —murmuró Trunks mirando significativamente a Gokú, quien, aunque no entendió por qué el Príncipe tomó esa actitud, comprendió a lo que se refería el adolescente.

    — Ay, no, ¿qué pretende Vegeta? —se dijo Bulma con algo de aturdimiento… encima de aguantar a un chiflado egocentrista como Mr. Satán, habría de sobrellevar a un desdeñoso y belicoso Saiyajin. Lunch y Milk se mostraron también extrañadas, aunque no tanto como la científica.

    — Vaya, ¿me estás diciendo que dudas de mi capacidad de campeón? —dijo con arrogancia el hombre de peinado afro, mirando a su nuevo retador—. ¿Entonces por qué no vienes tú también a pelear, eh?... tengo para todos —agregó.

    — Disculpe usted, Mr. Satán, tiene que pelar primero con mi cliente o voy a demandarlo por incumplimiento de contrato —Paul Heyman trató de llamar su atención, y Brock Lestnar rechinó los dientes.


    El Príncipe Saiyajin voló desde su lugar hasta colocarse en medio de los dos luchadores, mirándolos a ambos con desdén.


    — ¿Estás seguro de querer pelear?... no respondo por lesiones graves —le dijo Mr. Satán con algo de duda, y evitó reírse de su baja estatura. Vamos, apenas le llegaba a la altura del pecho, y no se diga al luchador americano, quien mide como uno noventa.

    — ¡Este enano es una basura! —exclamó Brock Lestnar lanzándole al Saiyajin un golpe directo a la cabeza. Por lógicas razones Vegeta esquivó el puñetazo con suma facilidad, y, con asombrosa rapidez, le metió al enorme peleador una certera patada en la boca del estómago, sacándolo del cuadrilátero por sobre las cuerdas.

    — ¡La basura eres tú, pedazo de imbécil! —le dijo muy bravucón al momento de asentarle el golpe.

    — ¿Pero qué…?... —Paul Heyman y todos los espectadores vieron como salía volando el luchador más grande, y no pudieron disimular un gesto de incredulidad—. Oiga, usted no puede hacer eso… —le reclamó el abogado al Saiyajin, y éste no dudó en mandarlo también a volar.

    — ¡Cállate! —le espetó dándole un manotazo en pleno rostro que casi le revienta los dientes, y lo expulsó del ring en forma tan violenta que el hombre terminó estrellándose en las gradas de la segunda fila.

    — Ya era hora que alguien pusiera en su lugar a esos payasos… —musitó 17 con un gesto de felicidad en su rostro.


    Mr. Satán, el réferi y el comentarista se quedaron estáticos sin saber qué hacer, y el Príncipe le lanzó al de peinado afro una mirada fulminante. El pobre hombre quería que la tierra se lo tragara, y por poquito se orina del miedo.


    — Insecto miserable… vas a morir —bufó Vegeta cargando un poco de Ki en su mano derecha.

    — ¿Pero yo qué te hice?... ni te conozco —le preguntó Satán con aguda voz, ocultándose temerosamente tras el narrador.

    — ¡Qué alguien ayude a mi papá! —Videl estaba asustada por lo que veía. No sabía de donde había salido el poder que ese hombre agresivo llevaba en la mano.

    — ¡Por favor, señor Vegeta, no haga eso! —Trunks consideró que ya era suficiente y se abalanzó rápidamente sobre su padre para inmovilizarlo. Aunque el cobarde de Mr. Satán se mereciera eso por atrevido, no estaba nada bien que se cometiera un asesinato.

    — ¡Tú no te atrevas a decirme que es lo que puedo hacer o no! —el enfurecido Saiyajin miró al muchacho con odio infinito cuando éste trató de sujetarle el brazo, y ambos forcejearon.

    — ¿Y ustedes que esperan para subir con él?, ¡hagan algo y detengan a Vegeta! —en menos de un segundo, en cuanto el joven se levantó de su asiento, Bulma miró a los demás como si tuviera ganas de patearlos y mandarlos derechito al ring.

    — ¡Vamos, amigos, tenemos que apoyarle! —no era necesario que se los dijera, ya que Krilin urgió a sus camaradas para ir en auxilio de Trunks, y todos los “Z”, incluyendo Pikoro, entraron al cuadrilátero intentando controlar al ofuscado Príncipe Saiyajin. Todos menos Gohan.

    — ¡Tú no te mueves de ahí, Gohan! —le dijo Milk autoritaria en cuanto el chiquillo hizo el movimiento de levantarse, deteniéndolo por el hombro.

    — Pero mamá… —dijo el niño rezongando.

    — Descuida, Videl, Gokú y los demás no dejarán que le pase algo malo a tu papá —la científica le habló a la niña con amabilidad y confianza procurando tranquilizarla, si bien ella aún se mostraba conmocionada del actuar de Vegeta.

    — Bulma, ¿tú crees que terminen pronto con esto?... Ten Shin Han prometió llevarme al aeropuerto y mi vuelo sale en dos horas —le preguntó Lunch muy quitada de la pena, sonriendo como si nada relevante ocurriera en sus narices.

    — En menos de cinco minutos todo volverá a la normalidad, Lunch, así que tómalo con calma —le respondió ésta intentando creer en sus propias palabras, sonriéndole de forma algo tonta.


    Bien, la rencilla cambió radicalmente y ahora tenemos a los guerreros “Z” en contra del Príncipe Saiyajin, quien lanzaba golpes, puñetazos y patadas a diestra y siniestra pretendiendo quitarse a todos de encima. Por obvias que Mr. Satán no se iba a quedar viendo el desenlace de la riña, así que, en cuanto pudo, salió huyendo como alma que lleva el diablo. Videl no dudó en seguirle los pasos a su padre con algo de confusión, sin darse tiempo esta vez para despedirse, no entendiendo cuales serían los motivos de ese hombre para retar al autor de sus días y ni siquiera conocerlo, en tanto el narrador, junto con el réferi, decidieron que lo mejor era bajar del ring y asegurarse entre la multitud de espectadores, algunos de los cuales no dudaron en continuar con sus porras y sus silbidos de apoyo a los nuevos contendientes… total, habían ido a ver una función de luchas y tenían que disfrutar cada pelea.


    — ¡¡Suéltenme, inmundas sabandijas, no se metan en lo que no les importa!! —gruñó Vegeta propinándole un buen golpe a Yamcha y otro a Ten Shin Han, esquivando también a Krilin.

    — Está si es una pelea… y no lo hacen nada mal, ¿verdad, 16? —el androide 17 disfrutaba del momento como nunca, y no titubeó en hacer una puntual observación mirando brevemente a su camarada de facciones impávidas, esperando por su opinión. El alto androide no dijo nada, manteniéndose de brazos cruzados.

    — Son unos papanatas… eso es lo que son —18 no era de la misma opinión, así que soltó un resoplido de exasperación.

    — ¡Vegeta, debes de controlar tu ira! —pero el Príncipe no tuvo la misma suerte con Gokú que con los demás, ya que él sí alcanzó a darle un derechazo en pleno rostro, y por muy poco lo deja noqueado, hecho que fue aprovechado por Pikoro para sujetarlo con firmeza por la espalda.

    — ¡Ya para de una buena vez con esto, Vegeta! —le dijo con dureza aprisionándolo con fuerza. Pero no es tarea fácil el someter a alguien que sabe muy bien lo que es pelear con todo en contra.

    — ¡Argh, miserable bellaco, quítame las manos de encima! —el Príncipe alcanzó a dar un giro rápido e intempestivo, lanzando al namek contra el piso.

    — De verdad siento mucho hacer esto —más Trunks no se lo pensó tanto y en cuanto vio la oportunidad de acercarse nuevamente a su progenitor para incrustarle un contundente golpe en la nuca lo hizo. Al final la mayoría tiende a imponerse sobre un solo individuo.

    — Mozalbete idio… —Vegeta sintió que las ideas se le nublaban con tremendo golpe, y no pudo ni terminar una frase cuando Gokú terminó de mandarlo hacia una esquina del ring con un derechazo metido en pleno estómago. Y es que todo había sido tan vertiginoso y desconcertante que el Saiyajin de peinado punk no se había percatado de la maniobra del adolescente.

    — Este… señor Gokú, ya no era necesario golpearlo más —le dijo el muchacho algo abochornado, ya que nunca había tenido la intención de lastimar de más a su padre.

    — Lo siento, jovenazo, es que me emocioné al recordar cuando Vegeta y yo nos enfrentamos por primera vez… y aun me debe una pelea —el de alborotada cabellera se sonrió a modo de disculpa, rascándose la nuca con algo de bochorno—. Amigos, ¿se encuentran bien? —posteriormente se dirigió a sus camaradas con amabilidad, los cuales se levantaban con algo de trabajo.

    — Uf, menos mal que todo ha terminado bien —dijo Krilin sacudiéndose la ropa, soltando un suspiro de conformidad. Qué equivocado estaba.

    — ¿¡Pero cómo se atrevieron a lastimarlo!? —una estridente exclamación les hizo dar un respingo a todos los “Z”, y la demás concurrencia ahí presente pareció más sobrecogida al ver a Bulma levantarse de su asiento.

    — Bulma, ¿qué piensas hacer? —le dijo Milk en tono de preocupación tratando de detenerla, pero fue inútil ya que la joven científica había saltado por sobre los asientos para dirigirse al cuadrilátero. Iba tan ofuscada que hasta mandó a volar nuevamente al pobre Paul Heyman, quien trabajosamente había bajado de las gradas.

    — ¡¡Oigan, bola de montoneros abusivos, Vegeta no le hizo nada a nadie y no tenían por qué tratarlo así!! —la dama les gritó a sus amigos de años plantándose muy firme frente a ellos, lanzándoles una mirada acusadora y terrible que los hizo retroceder un poco acobardados.

    — Esa tipa es linda pero está reloca —murmuró 17 para sí regocijándose con el show. 18 no hizo más que encogerse de hombros por enésima ocasión… su hermano no maduraría jamás, y 16 no dijo nada ya que no está programado para opinar sobre temas diversos.

    — Esto es ridículo, sólo es una mujer débil… —masculló Pikoro pasándose un buen trago de fluido bucal, y ninguno se atrevió a decirle algo a la joven genio.

    — Este… señorita Bulma —fue Trunks quien intentó hablar con ella tras un segundo que pareció eterno.

    — ¡¡Quítense!! —Bulma no se mostró dispuesta a oír a nadie, así que pasó entre ellos para agacharse al lado del desfallecido Príncipe, quien permanecía en la esquina y en una muy incómoda posición, casi atorado entre las cuerdas—. ¡Oh, Vegeta, dime algo, lo que sea! —y lo desatoró con mucho cuidado tomándolo entre sus brazos para no dejarlo caer. Casi parecía a punto de llorar.

    — Este… oye, Bulma, ¿qué no fuiste tú quién…? —por un sutil empujón de Ten Shin Han Yamcha tuvo que acercarse un poco para razonar con su ex—… además Vegeta se lo buscó por… —añadió en tono de justificación, sonriendo tímidamente como bobo.

    — ¡¡Cállate que no quiero ninguna explicación de tu parte, tonto!! —obvio que la joven le lanzó un gruñido terrible como si estuviera dispuesta a comérselo y escupirlo, por lo que el beisbolista retrocedió más que espantado.

    — Creo que lo mejor es que tú hables con ella… —Pikoro se dirigió a Trunks en voz muy baja, indicándole lo que debía hacer.

    — Sí, tiene usted razón señor Pikoro… —reconoció el adolescente encaminándose silenciosamente hacia su futura madre, agachándose junto a ella y tocándole un hombro con suavidad—. Lamento mucho el haber noqueado al señor Vegeta, señorita Bulma, pero era necesario evitar que cometiera una barbaridad —añadió mirando por una fracción de segundo el rostro del autor de sus días, para después sonreírle a ella con amabilidad y timidez.

    — Descuida, guapo, sólo dime en cuanto tiempo se recuperará de su desmayo —le respondió Bulma dedicándole una sonrisa amable y cariñosa sin dejar de abrazar protectoramente al Saiyajin adulto.


    Bueno, era el colmo para todos los “Z” que desconocían la relación entre esos tres, así que se quedaron pasmados por unos segundos. O sea, la científica se sentía con el derecho de gritarles a todos pero al adolescente del futuro le hablaba con mucho afecto. Y, encima de todo, le tenía una gran consideración al muy desalmado Príncipe Saiyajin aun a sabiendas que lo único que ese quería era matar a Gokú, su gran compañero y aliado de la infancia, en la primera oportunidad que se le presentara.


    — Definitivamente no entiendo a las mujeres… —dijo Ten Shin Han en voz muy baja mientras Krilin y Yamcha continuaban con la boca abierta.

    — Esos tres casi parecen una familia, ¿verdad que sí, Yamcha? —a Gokú no le pareció nada extraño el suceso, e incluso le pidió a su amigo beisbolista una opinión de la “tierna” escena.

    — Este… sí, claro, Gokú, claro —le respondió el de las cicatrices mirándolo con una mezcla de confusión e incredulidad.


    Pikoro evitó reírse ante la cara desconcertada de Yamcha… “Y dicen que Gokú es un ingenuo…” pensó en sus adentros. Inmediatamente obligó al despistado Saiyajin a callarse dándole un disimulado puntapié.


    — Oye, Gokú, creo que a nadie le importa el cómo se vea Vegeta ahora… ese fue un buen golpe —le puntualizó para distraerlo.

    — ¿De verdad te pareció un buen golpe? —el de alborotados cabellos se mostró más que complacido ante la observación de su camarada.

    — Muchachos, tengo que irme ya —les dijo Ten Shin Han con su habitual serenidad dándole a su amigo Saiyajin una palmada en la espalda. Posteriormente se dirigió a Chaozu tomándolo por un hombro, llevándolo con él—. Vamos, Chaozu, llevaremos a Lunch al aeropuerto.

    — Como digas, Ten —respondió el aludido dejándose conducir.


    La concurrencia se recuperó de la impresión y empezaron a hacer ruido de cuchicheos, silbidos y porras, pidiendo porque reanudaran la función.


    — Este… disculpa, joven Gokú, ¿ya podemos continuar con las luchas? —el narrador le habló cautelosamente al de alborotado cabello, con quien tenía más confianza.

    — Pues yo creo que sí, ya ha pasado el peligro —contestó el aludido con educación, ya que Bulma y Trunks también se retiraron, llevando éste último al desvanecido Vegeta en brazos. El adolescente no dudaba en que, en cuanto su padre despertara, querría molerlo a golpes en el próximo entrenamiento, así que sonrió imperceptiblemente con resignación de sólo pensar en esa posibilidad.

    — Qué bien… —dijo el réferi suspirando de alivio.

    — Bueno, Lunch, es hora de irnos —le dijo por su parte Ten Shin Han a la joven de abundante cabellera azul marino, acercándose a ella y evitando enrojecer de la pena ante el hecho de que lo mirara con agradecimiento.

    — Eres muy amable, Ten Shin Han, de verdad te lo agradezco —observó la dulce muchacha con una gran sonrisa, y se levantó de su asiento para despedirse amablemente de los demás—. Amigos, espero verlos pronto en cuanto regresen a casa —les dijo con cortesía a cada uno, dándoles la mano.

    — Lunch, linda, no olvides que mi casa es tu casa y puedes ir cuando quieras —Rōshi le sostuvo la mano por más de un segundo—. Tengo un pequeño regalo para ti y quiero ver qué tal se te… que te parece —añadió corrigiéndose presuroso. Conociendo como es de pervertido y fresco, lo más seguro es que el dichoso regalito fuera alguna prenda íntima femenina muy provocativa.

    — Con mucho gusto lo acepto, maestro, y no debió molestarse por nada —la sonriente chica, en ese estado de inocencia y dulzura, no parece sospechar de las intenciones del viejo verde, así que cualquier cosa venida de él sería bien recibida.

    — Ya después iremos por el regalo, maestro… Vamos, Lunch, se hace tarde y no quiero que pierdas tu vuelo —Ten Shin Han apartó a Lunch de Kame Sen’nin con algo de cuidado tomándola por los hombros, lanzándole al viejecillo una dura mirada al momento de irse con la joven.

    — Con permiso —Chaozu se despidió también mostrándose más que avergonzado, y fue detrás de ellos.

    — Gokú, ya es hora de que Gohan se vaya a dormir, así que vámonos… anda ya, Gohan —Milk consideró que ya era suficiente desvelo para su hijo, por lo que no dudó en levantarse también de su lugar hablándole a su marido con algo de premura, tomando al niño de la mano—. Muy buenas noches, nos vemos mañana —añadió despidiéndose de los presentes con la suficiente cortesía.

    — Hasta… mañana —de la misma manera Gohan se despidió, aunque no pudo ocultar un leve rubor en las mejillas, ya que a veces se apenaba de que aun su madre lo tratara como si fuera demasiado pequeño para hacer las cosas por sí mismo.

    — Está bien, Milk… bueno, amigos, nos vemos pronto —Gokú no dudó en irse con su esposa, ya que esas luchas le habían resultado de lo más aburridas.


    En fin, la noche para los guerreros “Z” concluyó sin más novedades, porque la función debe de continuar.






    Nota: un final esperado para la noche, con un Vegeta celoso ante las insinuaciones de Mr. Satán hacia la científica, pero sin confesarlo abiertamente, y una Bulma toda desesperada al verlo en estado de inconsciencia, sin que tampoco admita que le atrae y le preocupa… jajaja, pobre Trunks, es el que tiene que terminar con todo. Es un poco contradictorio y algo complicado el manejar a Gokú con su ingenuidad característica y un tanto desesperante, y la interacción de todos casi al mismo tiempo sin que alguno de ellos pierda algo de su esencia o se me vaya a un OoC, es por ello que tardo un poco más de lo debido, más considero que el esfuerzo bien vale el episodio. No es justificación, es explicación… XD.
    Espero el capítulo haya sido de su agrado y les dé un rato de diversión en tanto continuó escribiendo sobre esta historia y sobre “Una decisión de más allá”, la cual también tiene que continuar. Un saludo y les agradeceré más si comentan… please.
    P.D. Brock Lestnar, Paul Heyman y todo lo relacionado con la “WWE” tampoco me pertenecen, sólo los tomé prestados un ratito para diversión de todos… XD. Tengo a varios luchadores que admiro de esa gran marca, como Alberto del Río, The Rock, CM Punk, John Cena, Kane, Dolph Ziggler, entre otros, y cuando puedo me chuto alguna pelea estelar.
     
    Última edición: 3 Septiembre 2013
  6.  
    InunoTaisho

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    El Universo está en juego... literalmente hablando.
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    Capítulo 19: Más noches de locura.


    Nota de inicio: bien, bien, la diversión sigue aunque no ha habido juego, lo cual, como mencioné en un principio, sólo fue un inusual pretexto para sacar a nuestros personajes consentidos de la rutina en la espera por los androides, y llevar la relación de Bulma y Vegeta por buen camino. Un saludo y a divertirse.


    La mañana del día siguiente fue muy agitada para Trunks, ya que Vegeta despertó con dolor de cabeza y muy mal humor al recordar quién lo había golpeado la noche anterior. Aunado a eso su estómago real rugió sonoramente, señal de su voraz apetito mañanero, por lo que el joven tuvo que pedir muy puntualmente un surtido servicio a cuarto a esa hora de la mañana. Ante el escándalo Pikoro decidió terminar su interrumpida meditación en otro lado y, haciéndose el indiferente con los dos Saiyajins, se retiró a la azotea del hotel para disfrutar de soledad, ya que no pensaba tolerar los arranques de cólera del altanero Príncipe.



    — Vegeta es un mequetrefe… —bufó el namek al salir de la habitación por el balcón volando hasta el techo, colocándose una vez más en pose de meditación, cerrando los ojos con renovada tranquilidad.



    Ni bien disfrutaba de sus cinco minutos cuando fue interrumpido una vez más.



    — ¡Qué hay, Pikoro!, ¿por qué Vegeta está tan enojado esta mañana? —era Gokú quien se presentó de improviso, apareciendo a su lado por medio de la teletransportación, y le saludó amablemente al tiempo que le cuestionaba con curiosidad.

    — Y yo que voy a saber… —respondió el aludido resoplando con algo de indignación, sin tomarse la molestia de mirar al recién llegado, para inmediatamente murmurar entre dientes en voz muy baja—…todos los #$%& Saiyajins son unos desconsiderados impertinentes.

    — Mmm… me pregunto si no tendrá hambre, con eso de que ya no pudo cenar más anoche… —Gokú no se dio por enterado de la insinuación y meditó un segundo, tratando de comprender lo que le pasaba a su camarada el Príncipe. En ese momento su víscera abdominal soltó un gruñido reclamando por alimento—. Vaya, creo que yo también tengo hambre —añadió sonriendo tontamente con vergüenza, sobándose el vientre con una mano y rascándose la punta de la nariz con la otra—. Mejor iré a pedir algo de comer… nos vemos más tarde, Pikoro —y se desvaneció tan rápido como había llegado.

    — Ese Gokú… —ahora sí, Pikoro miró por un segundo el sitio donde había estado su compañero antes de concentrarse una vez más en su meditación.



    La hora habitual del desayuno se desarrolló con relativa calma, ya que Gokú, como siempre, hizo de las suyas y casi termina el bufete él solo, sin tomar en cuenta a nadie más que a su familia. Milk se vio en la necesidad de tomar drásticas medidas y obligarlo a no comer ya más de lo que se había servido, sintiéndose avergonzada por su falta de modales en la mesa.



    — Gokú, por favor, basta ya de comer como cerdo —le dijo enfadada y levemente enrojecida del coraje—. Esa no es la educación que debes darle a nuestro Gohan.

    “Pe’o”“pe’o “‘il’, e’to e’tá ‘u’ ‘ab’oso”… —respondió el mencionado terminando de tragar lo que tenía en la boca, su doceavo platón de guisado—. En serio que debes pedir la receta de esta comida para que la cocines en casa —agregó sonriente para después beber un galón de jugo sin detenerse a respirar.

    — Tal vez lo haga… —observó la dama con algo de seriedad, recobrando un poco la compostura—… pero por ahora debes dejar de comer o terminaras con todos los alimentos del hotel, y mira que no tenemos dinero de más para pagarlos —insistió con irritación.

    — ¿Qué no eran gratis? —preguntó extrañado el atolondrado y despistado hombre, dándose unos cuantos golpes en el pecho ya que se le había atorado una barra de pan que se llevó a la boca.

    — Lo descontarán de tus regalías en cuanto regresemos a casa y, al paso que vas, no nos quedará mucho de ese dinero —Milk recalcó con un movimiento de cabeza, mirándolo con dureza—. Deberías ser más considerado y pensar en que a Gohan le faltan muchos años de escuela, Gokú, y todavía tenemos que comprarle sus libros para estudiar —puntualizó.

    — Está bien, Milk… ya te entendí —Gokú pareció algo triste y su cabello se puso mustio al dejar su último platillo a medio comer, soltando un suspiro muy bajo de resignación, mirando a su mujercita con carita de niño regañado.



    Gohan, quien se encontraba con ellos, había escuchado la conversación en silencio dedicándose a comer, mientras sus pómulos enrojecían levemente, apenado por su padre. Al final, en cuanto terminó con su cuarto tazón de cereal con fruta, no se atrevió a servirse más, solidarizándose de esa forma con su progenitor. Sus demás compañeros, sentados en otra mesa, lo habían mirado varios minutos con atención, todavía asombrados por esa forma de comer, más, inmediatamente, se dedicaron a saborear sus pequeñas y razonables porciones al tiempo que charlaban animadamente. Únicamente Bulma no se encontraba presente, ya que, muy amable, fue a llevarles su respectivo desayuno a Vegeta y a Trunks, los cuales ya entrenaban en la mini Cámara como se les había hecho costumbre. Y Pikoro tampoco se tomó la molestia de presentarse en el comedor, ya que no tenía ninguna necesidad de comer alimentos sólidos.



    — Oigan, amigos, ¿alguna idea de lo que podemos hacer hoy? —les preguntó Oolong con curiosidad—. Parece que el área del juego aún no está arreglada, y se ve que tardaran varios días para acondicionarla después de lo que le hizo Lunch —añadió tomando un sorbo de té.



    Hay que recordar que la joven bandolera estuvo unos días con ellos en Montecarlo, y, por perseguir a Ten Shin Han, destruyó el salón de eventos del hotel a punta de balazos.



    — Supongo que tendremos otro día libre —dijo Yamcha bebiendo de su respectiva taza, mirando disimuladamente a unas muchachas que estaban sentadas en otra mesa—. Creo que podemos divertirnos por nuestra cuenta y conocer más a fondo esta ciudad —añadió.

    — ¿Y a dónde te gustaría ir, Yamcha? —le preguntó el pequeño Puar adivinando sus intenciones.

    — Para empezar sería bueno ir a nadar a la alberca —respondió éste bastante contento, sonriéndole a sus compañeros de aventuras—. ¿Qué dicen, muchachos, se animan? —les preguntó especialmente a Ten Shin Han y Krilin.

    — A mí me gustaría ejercitar un poco los músculos y los reflejos, y estoy en el entendido de que este hotel cuenta con un área de gimnasio —dijo Ten Shin Han limpiándose los labios con una servilleta, hablando educadamente.

    — Oye, eso suena fabuloso —opinó Krilin en tono convencido.

    — Además, no pienso dejar que Pikoro y Vegeta sean los únicos en entrenar… —recalcó el tricíclope poniendo un gesto serio—. Esos malditos no van a ser más que yo.

    — Bien dicho, Ten Shin Han, tienes toda la razón, no debemos permitirle a esos dos arrogantes que se sientan superiores a nosotros —Yamcha mostró su conformidad apoyando ese argumento.

    — Bien… ¿y usted tiene pensado algo en especial, maestro Rōshi? —ante eso Oolong suspiró muy disimuladamente y se dirigió al anciano Kame Sen’nin para ver cuáles eran sus opciones de entretenimiento.

    — En un gimnasio también hay bellas damas luciendo una estupenda y escultural anatomía bajo sus leotardos… —dijo el viejecillo sin ocultar su picardía—, pero en la alberca las podré ver en sugerentes y diminutos trajes de baño —agregó al tiempo que la nariz le sangraba copiosamente, imaginándose rodeado de lindas chamaconas en poca ropa.

    — Es cierto, maestro, nada como las chicas y sus prendas… finas y divinas prendas de moda —al metamorfo le escurrió la baba de imaginar lo mismo.



    Los demás enrojecieron levemente al oírles expresarse de esa forma… habrá que ver semejante espectáculo. Y Yamcha sonrió tontamente antes de volver a hablar, ya que, por una fracción de segundo, también tuvo cochambrosos pensamientos como los de su antiguo maestro.



    — Bueno, amigos, no se diga más y vayamos al gimnasio para entrenar.

    — ¿No vamos a invitar a Gokú? —preguntó Krilin un tanto inseguro, mirando una vez más hacia la mesa donde se encontraba su amigo Saiyajin.

    — No creo que su esposa lo deje venir —observó Ten Shin Han sin cambiar el gesto serio.



    Después de desayunar los guerreros fueron al gimnasio como ya lo habían decidido, en tanto Kame Sen’nin y Oolong hicieron lo propio yendo hacia la alberca para admirar a las doncellas con mayor libertad, sin que nadie pueda acusarlos de pervertidos. Y Gokú tuvo que quedarse en el cuarto con Gohan para que éste último estudiara y resolviera unos cien problemas de matemáticas aplicadas, ya que Milk salió con Bulma de compras, para comprar lo que no compraron la primera vez. De Vegeta no se diga más, pues no dejó de entrenar con Trunks todo lo que pudo para desquitarse por lo ocurrido en la lucha de anoche, a lo que el adolescente, resignado, le dejó hacer un momento antes de defenderse de la mejor manera, tratando de no humillarlo más de lo necesario.



    Bueno, Gokú se dio un momento para ir donde Pikoro aprovechando la ausencia de su esposa.



    — ¡Hola, Pikoro!, ¿dónde anda Vegeta? —le preguntó alegremente apareciéndose por segunda ocasión a su lado con ayuda de la teletransportación—. Vaya, puedo ver que sigues meditando —añadió un poco más serio a modo de observación.

    — Hay que estar en constante entrenamiento y no confiarse de esos androides, Gokú —le respondió el namek con parquedad mirándolo un segundo—. Eso bien debes saberlo.

    — Pues de verdad me gustaría entrenar como antes, Pikoro, pero por ahora no puedo… son vacaciones y Milk quiere que Gohan aproveche el tiempo en estudiar —comentó el Saiyajin en tono formal, comprendiendo la importancia de entrenar correctamente y mantenerse en un buen nivel de batalla.

    — … —Pikoro decidió guardarse el comentario insidioso que pensaba decir ya que, tratándose de la mujer de Gokú, no le era fácil entender cómo es que el Saiyajin se dejaba manejar de esa manera; aunque es un ser bastante fuerte, capaz de enfrentar y derrotar a los más crueles villanos, no deja de ser un blandengue con ella—. Vegeta está entrenando con Trunks en la cámara portátil —y respondió a la pregunta antes planteada, manteniendo el gesto grave.

    — Ya veo… —Gokú pareció pensativo mirando en dirección al campo de golf—. Es bueno que se lleven bien —añadió sonriendo nuevamente.

    — Para nada… —especificó el namek en tono de negación—… al parecer, Vegeta no soporta al muchacho, y es lo más lógico ya que no concibe que otro Saiyajin sea más fuerte que él, especialmente tratándose de un híbrido de orígenes desconocidos —puntualizó.

    — ¿En serio?... —el despistado Saiyajin parpadeó con desconcierto—… pero si Trunks es su hijo, así que no tiene nada de malo que sea también un SS.

    — Ya… recuerda que Vegeta ni nadie aparte de nosotros dos sabe nada del asunto —a este punto Pikoro miró a Gokú como si tuviera ganas de golpearlo por tonto—, que no se te olvide.

    — … oye, es cierto, se me olvidó por un segundo, gracias por recordármelo —Gokú rio por lo bajo rascándose la nuca con vergüenza—. Por cierto, ¿cómo va todo entre él y Bulma? —preguntó nuevamente en entonación desenfadada, creyendo que el namek estaba más que enterado del avance de la relación.

    — ¿¡Pues quién diablos crees que soy yo, Gokú, eh!? ¡No soy asesor matrimonial ni mucho menos! —por obvias Pikoro levantó la voz indignadísimo, despeinándolo de más—. ¡Y no me importa si se arrejuntan o no! —externó firmemente.

    — Bueno, bueno, Pikoro, no te enojes… yo sólo quería saber cómo andaban las cosas con ellos porque tú estás cerca… —y Gokú recibió de lleno ese alarido en pleno rostro, cerrando fuertemente los párpados y pidiendo paz con las manos.

    — ¡Mph!, ni Vegeta ni la loca esa han dado muestras de querer hacer “eso”… —observó el namek enrojeciendo un poco de los pómulos, poniendo un gesto de absoluto asco—… y espero no estar presente para cuando se decidan a hacerlo —añadió.

    — ¿Cuándo dices “eso” te refieres a… cuál eso? —el distraído Saiyajin se mostró más que confundido, ya que, en apariencia y conociéndolo, no tenía ni la más remota idea de lo que era “eso”.

    — A… ejem, ejem… a… a eso que tú y tu esposa ya… ejem, ejem… oh, vamos, Gokú, no te hagas el tonto conmigo que no te queda, bien sabes a lo que me refiero con “eso” —Pikoro tartamudeó y carraspeó unos segundos tratando de explicarse, pero recuperó el mal humor reclamándole a su compañero por esa falta de sentido común.

    — … pues no, en verdad no sé qué es “eso” de lo que hablas —a lo que el moreno parpadeó varias veces, demostrando que su ignorancia era genuina.

    — … —ante la evidencia el namek se dio cuenta que su camarada es un verdadero retrasado en muchas cuestiones, a pesar de los varios años de matrimonio, eso le constaba—… “Eso” es lo que hiciste con tu esposa para concebir y tener a Gohan —especificó empleando un tono duro y de reproche, esperando que así las cosas hayan quedado claras.

    — ¡Ah, ya entiendo, “eso” es lo que sirve para tener bebés!... ¿entonces únicamente hace falta que Vegeta y Bulma hagan “eso” y así tendrán a Trunks en nuestro tiempo?... —Gokú pareció reaccionar con la convincente explicación, mostrándose fascinado en el tema—… suena bien —agregó en tono complaciente—. ¿Y tú crees que falte mucho para que hagan “eso”? —preguntó con renovado interés.

    — Por lo menos puedo asegurar que no será aquí —respondió Pikoro convencido, mostrando aun su desagrado en el tema.



    En ese momento una fuerte explosión les hizo dirigir nuevamente la mirada hacia el campo de golf, donde salía una espesa columna de humo negro.



    — ¿Y eso qué fue? —se preguntó Gokú intrigado.

    — Ya sucedió —dijo Pikoro parcamente.

    — ¿Qué cosa? —el moreno lo miró con la duda reflejada en el rostro.

    — El moderno aparato que trae Trunks no iba a resistir por mucho tiempo todo ese entrenamiento bestial —detalló el namek soltando un bufido bajo—. Ese desconsiderado de Vegeta no se mide en nada.

    — Bueno, pues entonces vamos a ayudarles —dicho esto Gokú se movilizó rápidamente volando hacia la zona siniestrada, y Pikoro le siguió con resignación.



    De entre los escombros de la mini Cámara salieron Vegeta y Trunks cubiertos de hollín y pedazos de metal, y el muchacho estornudaba ligeramente.



    — ¿Lo ve usted, señor Vegeta?, le dije que la mini Cámara no estaba diseñada para soportar tantos días seguidos de entrenamiento constante —expuso disimulando su contrariedad al tiempo que se sacudía la cabellera, mirando como su trabajo de años se había hecho añicos—. Me va a tomar un buen tiempo repararla —agregó con algo de tristeza.

    — ¡Bah!, ¿qué tú no sabes hacer otra cosa más que quejarte? —replicó el Príncipe sacudiéndose el traje de entrenamiento, mirando al mozo con ceño—. Vuelve a juntar las malditas piezas y es asunto arreglado —dijo empleando una arrogante entonación como si fuera muy conocedor en tecnología.

    — No es tan fácil como usted cree, señor Vegeta, porque tendría que hacer las reparaciones en mi época pero… —explicó Trunks en tono de ecuanimidad, evitando poner los ojos en blanco.

    — Pues regresa a tu época y no me jorobes más, idiota —escupió Vegeta minimizando el argumento.

    — Todavía no puedo hacerlo, señor Vegeta, ya que la máquina del tiempo se quedó en Capsule recargando su energía —respondió el muchacho mordiéndose levemente el labio inferior… ese su padre tan comprensivo con el prójimo.

    — ¡Oigan, Vegeta, muchacho!, ¿se encuentran bien? —Gokú descendió en ese instante junto a ellos, mirando el desastre ocasionado. Pikoro llegó de igual manera, pero prefirió mantener su distancia de los Saiyajins—. Creo que no podemos decir lo mismo de la mini Cámara… lástima —opinó en tono condescendiente.



    También ya se había acercado un pequeño contingente del hotel, formado por rescatistas y bomberos que llevaban extintores para apagar el fuego. Uno de los bomberos, el que parecía el jefe de la cuadrilla, se dirigió a los presentes mirándolos con algo de suspicacia.



    — ¿Alguien podría decirme qué fue lo que ocurrió aquí? —preguntó visiblemente extrañado.

    — Nada de qué preocuparse, señor —le dijo Trunks educadamente acercándosele, quitándole con delicadeza el extintor que llevaba en las manos y apagando el fuego por él. Gokú y Vegeta no dijeron ni media palabra, permitiéndole actuar a su modo—. Somos miembros de una empresa que se dedica a producir tecnología de punta para podadoras de césped usadas en grandes áreas como un campo de golf, y nos encontrábamos realizando una pruebas a nuestro nuevo modelo… pero tuvimos un contratiempo, algo sin importancia que la compañía está dispuesta a pagar, así que no hay problema —añadió empleando una formal entonación de hombre de negocios conocedor del área—. De hecho el gerente del hotel estaba enterado de las pruebas, y si usted gusta puede llamarle por mi celular —agregó, sacando de uno de los bolsillos de sus bermudas un teléfono móvil.

    — No, joven, no es necesario, en serio —el hombre titubeó y parpadeó entre incrédulo e indeciso ante la seguridad con la que se expresó el adolescente, y consideró que lo más adecuado para él era tomarle la palabra y no tener problemas, total, si una empresa “X” cubriría los desperfectos era algo en lo cual no tenía que opinar ni mucho menos.

    — Gracias por su cooperación, señor, no dudaré en hablar bien de usted ante el gerente, e incluso puedo comentarle que le aumente el sueldo por ser tan servicial —le reiteró el joven con una de sus mejores sonrisas, entregándole el extintor vacío.

    — Favor que me hace usted, joven, mi nombre es Pierre Casigari y estoy a sus órdenes —el hombre se mostró muy feliz por ser honrado de esa manera, y se retiró de ahí después de inclinarse cortésmente ante el mancebo.

    — Bien hecho, muchacho, ahora ya podemos irnos —dijo Pikoro escuetamente en cuanto el equipo de seguridad se alejó, felicitándolo de esa forma por su manejo de la situación.

    — Sólo levantaré algunas piezas que todavía puedan ser de utilidad —dijo Trunks observando con detenimiento entre los escombros, separando varios componentes que se salvaron de la explosión—. Bien, con esto será suficiente… lo demás tendré que sustituirlo —agregó al final, sacudiéndolas con cuidado y guardándolas en el fondo de sus bolsillos.

    — ¿Y ahora que van a hacer, Vegeta? —le preguntó Gokú a su “coterráneo” entre apenado y divertido, imaginando lo difícil que sería para el Príncipe el estar el resto de las vacaciones sin entrenar.

    — Eso no te importa, Kakarotto —le respondió éste de muy mala manera, mirándolo como si fuera el responsable de sus infortunios —. Métete en tus asuntos y déjame en paz.

    — Oh, qué mal genio, Vegeta, ya cásate, en serio… yo pensaba invitarte a ti y al joven aquí presente a entrenar en el gimnasio del hotel con los demás muchachos —observó el Saiyajin de peinado punk en un tono levemente ofendido, pasando por alto el hecho de que la mirada de su interlocutor se hiciera más encolerizada ante la mención de que tenía que casarse—. No es como la Cámara de Gravedad que tienes en Capsule, pero creo que no ha de ser tan malo —añadió convencido.

    — Pues yo no pienso entrenar con escorias como tú y los demás insectos, Kakarotto; nunca haré algo semejante otra vez —pero Vegeta le refutó sin ocultar su desagrado.

    — Vamos, Gokú, ya te dije que Vegeta tiene miedo de entrenar con nosotros porque ahora eres más fuerte que él, y Gohan también, así que deja de rogarle que no lo necesitamos para nada —Pikoro intervino dando su opinión, hablando levemente irritado por la actitud del altanero Saiyajin de peinado en flama, al cual le arrojó una mirada de molestia.

    — ¡Mph!, no te confundas, maldito namek, yo no les tengo miedo a ninguno de ustedes, y mucho menos a Kakarotto y al mocoso de su hijo, un p&#$ híbrido sin clase —claro que, por ese juicio tan vejatorio hacia su persona, Vegeta encaró a Pikoro de forma amenazante, apretando uno de sus puños.

    — Entonces demuéstralo y deja de comportarte como un pusilánime —le respondió el aludido sin dejarse amedrentar por la amenaza.

    — Oigan, Pikoro, Vegeta, recuerden que no debemos pelear entre nosotros —Gokú tuvo que interponerse una vez más entre ellos para evitarles una discusión mayor, sonriendo un tanto apenado—, o el joven aquí presente va a llevarse la mala impresión de que no tendremos oportunidad de derrotar a esos androides.



    Efectivamente Trunks miraba a su padre con una mezcla de desaliento y desconcierto en sus azules pupilas, ya que le parecía entender algunas cosas de su pasado, cosas de las que su madre no le había querido contar del todo, como el hecho de que, por no permanecer unidos después de la muerte de Gokú, los guerreros “Z” hubieran sido vencidos fácilmente. Pero algo que sí tenía claro es que, aunque Vegeta nunca se llevó muy bien con los demás, aprendió a tolerarlos lo suficiente por consideración a ella; sólo que aún no veía el modo en que se había dado el “milagro”.



    — ¡Bah!, yo solo puedo vencer a esos oxidados robots, no los necesito a ustedes para nada —gruñó Vegeta cruzándose de brazos, para inmediatamente desviar la vista hacia la lejanía—. Y después de que eso suceda arreglaremos nuestra cuenta pendiente, Kakarotto, que no se te olvide —añadió.

    — Como digas, Vegeta, pero antes tenemos que mantenernos juntos para no permitir que la historia se repita ahora… gracias al aviso de este muchacho estaremos preparados como no lo estuvimos en su tiempo —dijo Gokú sonriendo más abiertamente, aliviado de que el Príncipe se hubiera tranquilizado un poco.

    — ¡Papá, papá!... mi mamá te está buscando, y si no regresamos pronto se enfadará contigo —la infantil voz de Gohan les hizo volver el rostro al cielo, ya que el chiquillo llegaba volando y se le veía desesperado.

    — ¡Uy, entonces es hora de irnos!... gracias, Gohan —ante la posibilidad de recibir un regaño de su mujercita, el Saiyajin de alborotada cabellera pareció levemente asustado así que, tomando a su hijo de la mano sin dejarle apenas descender, se dispuso a teletransportarse—. Nos vemos más tarde, amigos —despidiéndose presuroso antes de esfumarse.

    — ¡Jah!, pero que idiota es Kakarotto… —masculló Vegeta en voz baja y tono un tanto sarcástico.

    — Pues a ti también te van a buscar, y lo mejor es regresar al hotel —comentó Pikoro a modo de sugerencia y en tono parco, ocultando una sonrisita de burla—. No dudo en que Gokú le cuente a su amiga lo que les pasó con la Camarita de Gravedad —adicionó.

    — ¡Bah!, a mí no me afecta lo que diga la loca esa —respondió el Príncipe soltando un bufido bajo de desagrado.

    — Bueno, yo sólo decía… —a lo que el namek, encogiéndose brevemente de hombros, decidió elevarse hacia el techo del hotel para continuar así con su entrenamiento mental, dejando solos a padre e hijo.

    — Lo mejor es hacerle caso al señor Pikoro y regresar cuanto antes al cuarto, señor Vegeta, ya yo le explicaré a la señorita Bulma lo sucedido —expresó Trunks sin aguardar en realidad una respuesta positiva por parte de su futuro progenitor.



    Y claro, Vegeta no le contestó y, sin esperarlo, remontó el vuelo también para seguir el camino de Pikoro, por lo que el adolescente soltó un suspiro bajo yendo tras él en silencio. Más tardaron a llegar a su dormitorio en que Bulma se presentara frente a ellos con un gesto levemente preocupado, por lo que el Príncipe, después de lanzarle una leve mirada de absoluto desagrado al verla, prefirió ignorarla por completo ocultándose en el balcón en cuanto entraron, dándoles la espalda al apoyarse en el barandal del mismo.



    — Hola, guapo, ¿puedes decirme qué fue lo que les pasó? —le preguntó a Trunks haciéndose también la desentendida con Vegeta, mirando al joven con una mezcla de conmiseración y curiosidad—. Gokú me dijo algo de que la mini Cámara explotó, pero no pude entenderle muy bien —agregó.

    — Efectivamente, señorita Bulma, creo que sobrecargamos la mini Cámara más allá de sus límites, así que… pues pasó lo que tenía que pasar —explicó el muchacho bastante apenado, juzgándose algo tonto por no haber hecho un equipo lo suficientemente resistente como el que había hecho ella, tal y como su madre le había dicho—. Únicamente quedaron pocas piezas útiles —adicionó sacando uno de los circuitos de su bolsillo, mostrándoselo.

    — Mmm… ya veo —Bulma lo miró comprensiva, ocultando las ganas que tenía de darle un abrazo consolador, y se concentró un momento en observar la pieza—. ¿No hay nada que podamos hacer ahora? —interrogó dudosa, ofreciendo su ayuda incondicional.

    — No creo que aquí en Montecarlo haya un lugar donde vendan aceleradores dobles de partículas tamaño bolsillo ni acumuladores magnéticos de aleación de mercurio, señorita Bulma —respondió el adolescente con una sonrisita boba.

    — Tienes razón, guapo, no sé qué estaba pensando —dijo la dama riendo levemente, sintiéndose como tonta. Más casi al instante volvió a mostrarse preocupada, y en está ocasión miró hacia el balcón por un segundo—. Por cierto, ¿cómo se encuentran Vegeta y tú?... ¿ya comieron? —cuestionó con amabilidad.

    — De hecho estaba a punto de llamar a recepción para pedir un servicio —respondió Trunks en el mismo tono amable para transmitirle seguridad.

    — Y todo se echó a perder cuando una p$%&# persona no grata se presentó aquí sólo para molestar… —Vegeta intervino hablando desde el balcón, sin disimular un gruñido de enfado.

    — Bueno, eso se puede arreglar —Bulma no se mostró ofendida en está ocasión comprendiendo el malestar de Vegeta, ya que ahora se quedaría sin su entretenimiento por el resto de las vacaciones. Con prontitud marcó el número a recepción y habló cortésmente con la persona que le contestó, empleando una entonación de mujer de negocios que sabe lo que quiere—… así es, señorita, estoy solicitando un servicio completo de comida a la habitación 406, si no es mucha molestia traigan lo mejor del bufete dos veces… por supuesto que sí, señorita, si quiero un servicio completo es porque tiene que ser completo… claro que tengo para pagar, faltaba más… —a este punto pareció molestarse un poco—… por supuesto que sé que es cargo adicional, no es la primera vez que lo pido… usted cumpla con su trabajo que yo pagaré… habitación 406, cuanto antes… gracias —y colgó con algo de brusquedad, dejando algo asombrados a los dos Saiyajins—. Personal en entrenamiento —aclaró recomponiendo el gesto amable, dirigiéndose a Trunks—. Listo, guapín, cualquier problema que surja no dudes en llamarme, estaré en mi habitación checando algunas interesantes actividades que podríamos hacer en la tarde —y posteriormente, antes de abandonar la habitación, le habló a Vegeta en tono dulce despidiéndose de él—. Que tengas buen provecho, Principito enojón —saliendo con ligereza para resistir una carcajada, imaginando que esa frase no le haría mucha gracia al hombre.

    — ¡Mph!, ya lárgate de una buena vez —le respondió éste de muy mala gana, y alcanzó a verla de reojo al momento en que el muchacho cerraba la puerta—. Por lo menos esa mujer hizo algo útil —comentó en voz más sosegada como quien no quiere la cosa, relajándose un poco.



    Trunks consideró que lo adecuado sería no contestar, así que, encogiéndose de hombros, entró al baño para darse una ducha fría y despejar su mente. Después de tan arduo entrenamiento, más estando cubierto de hollín, lo mejor que podía hacer era asearse.



    La verdadera hora de la comida fue todo un show ya que, en esta ocasión por la falta de un sitio donde entrenar, Vegeta se presentó en el comedor y peleó con Gokú por la última cacerola de guisado con carne que habían servido como parte del bufete.



    — ¡Dame, eso, Kakarotto, yo la vi primero y es mía! —reclamaba tirando de un lado de la olla, mostrando los dientes al hacer esfuerzo.

    — Anda, Vegeta, no seas envidioso, alcanza para los dos —por su parte Gokú tiraba de igual manera, sufriendo un poco por mantener el equilibrio sin ceder un ápice de su postura—. Además creo que deberías probar ese sabroso pollo asado que acabo de comerme… estaba muy sabroso —añadió.

    — ¿¡Y cómo diablos quieres que lo pruebe si ya te lo despachaste todo, eh!?... ¡menudo pedazo de idiota! —le contestó el Príncipe haciendo la puntual observación, con la vena palpitando en su sien… habría que ver semejante desfachatez.

    — Pues tú te comiste toda la paella y no me dejaste ni un grano de arroz, así que estamos a mano —el de peinado punk no podía dejar de señalarle sus faltas a su “camarada”—. Yo también quería comer camarones y pulpo —agregó haciendo una especie de puchero infantil.



    Bulma y Milk se debatían en su interior, ya que no estaban seguras de querer ponerles un correctivo o si era mucho mejor ignorarlos haciendo de cuenta que no los conocían… pero el espectáculo era completamente vergonzoso. Sus demás compañeros parecían abochornados por el hecho de que el resto de los comensales presentes hubieran optado por comida a la carta y los miraran con algo de reproche y desconcierto.



    — Pero no gana uno más que vergüenzas con ese par de brutos —soltó Bulma indignadísima al cabo de un minuto.

    — Creo que tendremos que hacer algo… esto no se puede quedar así ya que son un mal ejemplo para Gohan —le secundó Milk con el gesto más torcido del coraje.

    — Bien dicho, muchachas, nadie más que ustedes está capacitado para enfrentar a ese par sin salir herido en el intento, así que hagan lo que tienen que hacer que nosotros les apoyamos —Rōshi no dudó en darles ánimo palmeándoles suavemente de un hombro, conteniéndose en sus ganas de dar “cariñitos” más intensos.



    Por eso ambas lo miraron un segundo con suspicacia, pero consideraron que ahora lo importante era hacerle caso y se dispusieron a detener a los dos Saiyajins devoradores de comida. Mientras eso sucedía Gohan y Trunks evitaron comer más, observando a sus padres pelear y sintiendo un intenso rubor en las mejillas… ser medio Saiyajin tiene sus inconvenientes.



    — Dime una cosa, Gohan, ¿tu padre y el señor Vegeta siempre se han llevado así de bien? —le preguntó el adolescente al niño con algo de curiosidad. Recordó en ese momento las palabras de su maestro Gohan cuando le contó como conocieron al Príncipe Saiyajin, su padre.

    — Bueeeno… —el chiquillo se mostró un poco dudoso y tardó en responder, tal vez meditando su respuesta—… Vegeta es algo pesado ya que, desde que conoció a mi papá y peleó contra él, siempre le ha dicho que lo va a matar… aunque creo que ahora ya no lo ha de decir tan en serio —y se sonrió tímidamente con un gesto medio bobo—. Supongo que por algo se quedó en la Tierra y va a luchar con nosotros contra esos androides —agregó ya más seguro.

    — Comprendo… —el joven pareció pensativo mirando a los dos adultos forcejear por la cacerola.

    — Oye, joven, ¿tú no conociste a tu papá?... —le preguntó el pequeño con curiosidad y en voz baja, tratando de no oírse grosero ante un cuestionamiento tan personal—… Me imagino que él era el Saiyajin porque… bueno, porque… hablas mucho de que tu mamá hace muchas cosas y… —adicionó tartamudeante y apenado.

    — No, no lo conocí ya que él murió cuando yo era un bebé… —le respondió Trunks sonriéndole amablemente. Sí que Gohan era un chico listo y perceptivo—… y sí, mi padre era un Saiyajin, mi madre me lo dijo —añadió.

    — Qué extraño… ¿pues cuantos Saiyajins más habrán sobrevivido a la explosión del planeta Vegita a parte de mi papá y Vegeta?... ah, y de Nappa, de Raditz y del hermano de Vegeta… —Gohan pareció meditar sobre ese hecho relevante, intentando deducir y sacar conclusiones—… porque en realidad no te ves tan grande aunque vienes del futuro, lo que significa que tal vez no has nacido aún aquí.

    — Oye, Gohan, lo importante ahora es disfrutar de estas vacaciones, ¿no te parece? —por lo que el mancebo decidió distraer su atención hacia otro tema, haciendo como que le restaba importancia al asunto—. Ya habrá tiempo de saber sobre mis orígenes en cuanto derrotemos a esos androides —agregó sonriendo un poco como tonto.

    — Sí, tienes razón —el niño retomó a sonreír reconociendo el punto, y, en ese momento, los penetrantes gritos de unas voces femeninas les hicieron volver la vista nuevamente hacia donde se encontraban sus padres. Lo que vieron les avergonzó en extremo.

    — ¡Oigan ustedes dos, ya dejen de disputarse la comida y compórtense! —Bulma les habló fuertemente a Vegeta y a Gokú mirándolos con un mohín de pocos amigos, teniendo los brazos cruzados bajo el pecho.

    — Es el colmo contigo, Gokú, mira que actuar como un hambriento animal sin mesura… es desagradable de ver —puntualizó Milk uniéndose al regaño, mirando a su marido con las manos apoyadas en su cintura.

    — … —los dos aludidos las quedaron viendo con un gesto de incomprensión reflejado en sus rostros porque les hablaran de esa manera, y ni siquiera soltaron la olla manzana de la discordia.

    — Pero Milk, este guisado huele delicioso y quiero probarlo —al fin Gokú se recuperó primero y le habló a su esposa con su mejor tono de chico bien portado—. Anda, Bulma, dile a Vegeta que no sea tacaño y que me dé un poco… tú puedes convencerlo —añadió volviéndose a su amiga de años, haciéndole ojitos.

    — ¡Argh, Kakarotto, como friegas! —a Vegeta no le hizo nada de gracia el que ese atarantado le hablara a la mujer de cabellera celeste con tanta confiancita, por lo que se exasperó más—. Lo que esta p#$% mujer diga me vale #$%& —resopló a modo de puntualizar que no cambiaría de opinión por nada.

    — Oye, Vegeta, deberías lavarte la boca con jabón por ser tan grosero con Bulma —a este punto el de peinado alborotado se puso algo serio y le llamó la atención al Príncipe por su falta de cortesía—. Después de todo ella sólo se ha preocupado por ti —añadió.

    — … ¿pero qué…? —obvio que esas palabras hicieron que el de peinado en flama enrojeciera de las orejas imperceptiblemente por un segundo, dando un disimulado trago de fluido bucal por la garganta… ¿a qué venía todo eso?



    Por cierto que también la científica se ruborizó levemente ante el comentario… ¿tan evidente era? Afortunadamente Milk salió al quite tomando las riendas de la situación, reprendiendo a su marido una vez más.



    — ¡Y tú también deberías de ser considerado conmigo, Gokú, no olvides que soy tu esposa! —le reclamó al tiempo que le daba un tirón en la oreja, haciéndolo tambalear un poco de su postura.

    — ¡Ay, ay, ay, ay!... Milk, eso duele mucho —se quejó el aludido sin soltar el asa de la cacerola que estaba sosteniendo, lagrimeando un poco—. ¿Por qué lo hiciste? —le preguntó dudoso con el gesto torcido de dolor.

    — Tienes que enseñarle una buena educación a Gohan, Gokú, siempre te lo he dicho —indicó la morena sin disculparse, aparentando nuevamente ser la ofendida—. No quiero que nuestro hijo se vuelva un rebelde por tu falta de modales —agregó.



    Bulma y Vegeta los miraron alternativamente, como si estuvieran viendo un partido de tenis.



    — Vamos, Milk, Gohan no va a volverse un rebelde si yo como otro poco de carne —opinó Gokú intentando hacer razonar a su esposa, ya que no estaba dispuesto a renunciar a tan suculento manjar.

    — Admítelo ya, Kakarotto, este guisado es mío —Vegeta aprovechó para tirar de la cazuela, consiguiendo que Gokú casi se fuera de boca a la alfombra.

    — Pues no, señor, tú también has comido bastante, ya estuvo bueno de dejar a la gente sin comida sólo porque ustedes dos no pueden medirse —claro que Bulma se plantó muy firme junto a él, mirándolo muy fijamente con el entrecejo fruncido.

    — Oye, oye, yo no tengo porque hacer lo que tú dices… soy un Príncipe —el hombre se sintió algo nervioso de que ella lo mirara de esa manera y se le acercara tanto, por lo que estuvo a punto de soltar el perol. Para su fortuna el titubeo duró una fracción de segundo, así que le habló groseramente con energía. Ahora fue el turno de Gokú y Milk mirarlos sin atreverse a interrumpirlos.

    — Pues aquí en la Tierra sólo eres mi invitado, así que ya deja de presumir con eso de ser Príncipe… —le puntualizó la dama sin amedrentarse ni un paso, hablando en tono de suficiencia absoluta con sus aires de diva—. Lo que deberías hacer es agradecerme que estoy al pendiente de tu bienestar… y si sigues comiendo así vas a engordar como cerdo y te vas a ver más feo de lo que eres —agregó desvergonzadamente disimulando una mueca burlona.

    — … —por uno o dos segundos Vegeta se quedó mudo de la rabia, como si tuviera ganas de soltar el guisado y asesinarla con uno de sus mejores ataques… nadie le decía feo.

    — ¿A quién se habrá referido cuando dijo cerdo? —sus compañeros trataban de no perder detalle del debate, y Oolong se preguntó en voz baja sintiéndose insultado en su persona.

    — Que comparación tan tonta… si algo tienen los Saiyajins es que gastan mucha energía y por eso no engordan —opinó Krilin con una sonrisita boba.

    — ¡Bah!, ¿y de qué tendría yo que agradecerte, mujer estúpida?, ¡no seas idiota! —el alarido del agresivo Saiyajin no se hizo esperar demasiado, lanzándole a la científica una de sus más crueles miradas.

    — Óyeme, pelado, no me grites que no estoy sorda —a lo que ella no dudó en responder de la misma manera.

    — Bien, Vegeta, creo que está decidido el que tenemos que compartir la comida —Gokú decidió intervenir en la “civilizada” charla, tirando hacia su lado y sacando al Príncipe de balance—. A Bulma no le gustaría nadita nadita el que te pusieras tan gordo como Yajirobe —añadió sonriendo con desfachatez.

    — Ah, no, Kakarotto, este guisado es mío porque yo lo vi primero, y no pienso compartirlo contigo ni con nadie —el mencionado recobró el equilibrio y volvió a tirar también, puntualizando una vez más con tono enérgico.

    — Anda, Vegeta, que te cuesta… es mucho para ti solo —Gokú también se mantuvo en sus trece sin soltar el puchero.



    Por ello Bulma y Milk decidieron que lo mejor era tomar drásticas medidas, así que elevaron su rabia a límites insospechados para el común de los mortales… la ira se les desbordó por todos los poros.



    — Gokúuuuu… —dijo la morena empleando su entonación más tétrica, apretando los puños y lanzándole una mirada asesina a su esposo—… si no te comportas te dejaré un mes sin comer, y tampoco podrás entrenar cuando regresemos a casa —puntualizó.

    — Vegetaaaa, olvídate de la Cámara de Gravedad y de que te repare los robots averiados si sigues así… —dijo Bulma a su vez frunciendo el entrecejo mucho mejor a como lo hace el Príncipe, viéndose terrible plantada muy erguida en pose intimidante.

    — Pero… pero Milk… —y la reacción del de peinado punk no se hizo esperar, haciéndose más que “chibi” del puro susto por el ultimátum de su mujercita.

    — … —y claro, el de peinado en punta no se atrevió a contestar está vez, tal vez alarmado ante la impactante sensación del inmenso Ki, o meditando en las amenazantes palabras de la mujer.

    — A cualquiera le da miedo si le hablan así… esas dos asustan de verdad cuando se enojan —susurró Oolong escondido bajo la mesa, asomándose un poco a través del mantel.

    — Mejor cállate, no sea que te oigan —Roshi le hizo guardar silencio con una seña de la mano.

    — ¿Ustedes creen que eso funcione? —preguntó a su vez Ten Shin Han un tanto escéptico, aunque pareció encogerse un poco en su silla por el Ki que emanaba de las damas.

    — Bueno… Bulma puede ser una verdadera pesadilla cuando se enoja, me consta —dijo Yamcha entre dientes, evitando así ser escuchado por su casi ex.

    — Y sabemos cómo se las gasta Milk… pobre de Gokú —añadió Krilin apenadísimo por la suerte de su colega.



    Al final los dos Saiyajins terminaron cediendo a la presión de las mujeres muy a su pesar, y dejaron caer pesadamente la olla sobre una mesa. Gokú fue sumisamente tras su esposa soltando un imperceptible suspiro de resignación, y Vegeta prefirió abandonar el comedor a tener que soportar las miradas de todos, eso sí, no sin antes maldecir a su manera.



    Una hora más tarde…



    — Señor Gokú, ¿a qué debemos el honor? —le preguntó Trunks al Saiyajin de peinado alborotado al abrir la puerta de la habitación.

    — Bien, veras, lo que pasa es que Milk no quiso que me tele transportara y por eso tuve que venir así y tocar la puerta —se explicó el aludido sonriendo tontamente, rascándose levemente la nuca a modo de representar su bochorno.

    — Ajá… pero aún no me dice en que puedo ayudarle —observó el adolescente con una gota anime en lo alto de su cabeza… o sea, esa explicación no le era necesaria.

    — Bueno, para que Milk deje a Gohan venir con nosotros al gimnasio debe comprobar si los problemas de matemáticas están bien… —dijo Gokú bastante apenado por su petición—… así que yo pensé que tú podrías ayudarnos porque eres un chico muy listo, todo un genio de Capsule… ya sabes a lo que me refiero… —añadió en tono más despreocupado.

    — Entiendo, señor Gokú, le pido me dé un minuto para buscar mis cosas —Trunks le sonrió amablemente y entró a la alcoba para buscar lo necesario, dejando la puerta entreabierta.



    Gokú consideró que no estaría mal asomarse al interior, y se sonrió al ver a Vegeta recostado en la cama mirando la televisión sin prestar demasiada atención a lo que veía, y Pikoro se encontraba en el balcón, levitando y meditando como siempre.



    — ¡Oigan, Pikoro, Vegeta, en serio deberían venir con todos los muchachos y conmigo al gimnasio, ya verán como nos vamos a divertir! —les dijo alegremente en voz bastante alta, metiéndose de lleno en la habitación.



    Los dos voltearon a verlo deseándole con la mirada una muerte lenta y dolorosa.



    — No molestes, Kakarotto, ya te dije que no planeo estar cerca de ti ni de esa bola de esperpentos a los que llamas amigos —le puntualizó Vegeta torciendo el gesto, retornando a ver el aparato televisivo.

    — Entonces… ¿sí piensas quedarte el resto de las vacaciones mirando televisión?... —Gokú parpadeó asombrado por la revelación de su coterráneo—… Caray, Vegeta, no creí que te gustaran ese tipo de cosas raras que pasan ahí… ¿qué ya ves novelas junto a Bulma y su mamá? —especificó rascándose la frente con escepticismo, sin disimular su incredulidad.

    — … —por una fracción de segundo el Príncipe se sintió tentado a levantarse y darle a ese tonto de pacotilla un buen puñetazo en su carota. Chasqueó la lengua con molestia y le espetó en voz bastante elevada—… ¡Argh, Kakarotto, no andes pensando estupideces que ni al caso!

    — Este… señor Gokú, ya tengo todo listo, así que podemos irnos —Trunks interrumpió la discusión dirigiéndose al de peinado punk con cierta timidez, llevando unos cuantos apuntes bajo el brazo—. Espero que esto le sea de utilidad a Gohan —añadió sonriente.

    — Yo creo que sí, ya que tú eres muy inteligente —le respondió Gokú sonriendo. Ambos se encaminaron a la salida—. Bien, Pikoro, Vegeta, nos vemos luego —dijo despidiéndose alegremente de sus camaradas, cerrando la puerta con cuidado.

    — ¡Mph!... idiota —resopló Vegeta cambiando el canal de la televisión. Y así se pasó un buen rato ya que en realidad la programación no le llamaba la atención para nada, pero no quería darle el gusto a nadie.



    Sin embargo, unos minutos más tarde, volvieron a llamar a su puerta.



    — ¿Y ahora qué m”#$? —masculló el Saiyajin con desagrado, sin ganas de levantarse de la cama y cambiando de canal por enésima ocasión.

    — ¡Yujú, Vegeta, soy yo, la linda Bulma, y te traigo una sorpresa! —la alegre voz de Bulma se oyó amortiguada tras la puerta, hablándole como si lo tuviera frente a ella.

    — … —pero el Príncipe ya no se dignó a decir nada más y retornó la vista hacia el televisor subiendo el volumen un poco más, aunque no tenía ni idea de lo que veía.

    — ¿Qué, no piensas abrirle? —le cuestionó Pikoro con molestia desde el balcón. A veces la voz de las mujeres le parecía más estridente que nada, pero tampoco estaba para soportar el ruido del televisor.

    — No tengo porque hacerlo —resopló el aludido acomodándose bien la almohada bajo la cabeza.

    — ¡Vegeta, abre por favor… sé que te va a gustar mucho lo que tengo aquí para ti! —Bulma volvió a la carga aporreando la puerta con fuerza, ya que nadie la dejaba con la palabra en la boca. Al segundo torció el gesto con disgusto—. Ese bruto… en serio que no vuelvo a preocuparme por él —farfulló resentida.

    — ¿Acaso me buscabas a mí, Bulma linda? —Kame Sen’nin se asomó por la puerta de su propia habitación ubicada enfrente, mirando a la joven científica con aire encantado, intensamente enrojecido como si se hubiera asoleado demasiado. Y es que Bulma destacaba su anatomía, como siempre, enfundada en un sugerente vestido en tela vaporosa color rojo encendido.

    — Eso quisiera usted, maestro —le respondió ella dedicándole un mohín de desagrado.

    — Vamos, Bulma, si tú me lo pidieras yo podría suplir muy bien a Vegeta… sólo tengo que modernizar mi peinado y es asunto arreglado, ya que casi somos de la misma edad —le dijo el anciano en tono complaciente y despreocupado, saliendo de su alcoba y plantándose muy cerca de la chica.

    — No sueñe, maestro, en lo único que supera usted a Vegeta es en los años… ya ha vivido varios milenios y todavía no aprende nada de nada —la dama hizo la observación en entonación sarcástica, mirándolo con burla—. Además, ¿con qué cabello pensaba modernizar su peinado, eh?... por si lo ha olvidado es calvo —adicionó puntualmente.

    — Eso puede arreglarse… —el viejecillo no pareció amilanarse y hasta se sonrió astutamente. Llamó a voces hacia el interior de su cuarto—. ¡Oye, Oolong, ven aquí inmediatamente!



    Mientras tanto, en la habitación, Pikoro decidió tomar sus previsiones y se asomó discretamente por el mirador de la puerta al escuchar otras voces aparte de la de Bulma. Estuvo dispuesto a abrirle con tal de que dejara de hacer ruido. Y lo que vio se le antojó divertido, por lo que se sonrió brevemente y se dirigió a Vegeta tratando de simular su regodeo.



    — Deberías ver esto, Vegeta… o alguien podría ganarte la partida por la mujer —dijo aguantando las ganas de reírse.

    — ¡Bah!, cómo si ella me importara —éste refunfuñó sin apartar la vista de la tele, a la cual cambiaba de canal indiscriminadamente.

    — Bueno, pues allá tú —externó el namek en tono burlón, retornando a espiar.



    Por cierto que Oolong se presentó en ropa interior restregándose los ojos de sueño, señal de que se estaba despertando de la siesta, lo que le provocó a Bulma unas ganas locas de gritarle por indecente, pero prefirió aguantárselas…ya se las cobraría más adelante.



    — ¿Me llamó usted, maestro? —dijo el metamorfo bostezando grandemente sin ningún recato.

    — Oolong, ¿puedes transformarte en Vegeta por un momento? —le dijo Rōshi en tono alegre—, así tal vez Bulma nos convide de es rico guisado que trae y a lo mejor hasta te da un beso —agregó un tanto picaresco.

    — ¡Oh, comida, qué bien! —el cerdito se despabiló ante el aroma del guisado, relamiéndose de gusto ante la perspectiva de comer otro poco. Por la comida y un beso bien valdría el sacrificio de transformarse en alguien que no le agradaba mucho.



    Y es que, efectivamente, Bulma decidió llevarle a Vegeta una gran cacerola de guisado a modo de compensar el que no le hubiera dejado comer más a la hora de la comida. Sólo que no contaba con la aparición de ese par de metiches inoportunos.



    — Maestro, no sea ridículo… aunque Oolong se transforme en Vegeta no pienso darles el guisado y mucho menos un beso —recalcó visiblemente molesta e indignada, mirándolos a ambos con desdén.

    — Anda, Bulma, ese altanero ni siquiera se ha tomado la molestia de abrirte la puerta —observó el metamorfo agudamente, salivando intensamente y frotándose las manos—. Yo puedo conformarme con el puro guisado, no te preocupes por el beso —agregó.

    — ¿De verdad no te interesa saber lo que pasa afuera?... —le dijo Pikoro a Vegeta dentro de su dormitorio, empleando en está ocasión un tono de circunspecto y continuando con su labor de espía.

    — No me interesa en absoluto —gruñó el aludido por respuesta, mirando al namek con desagrado.

    — Bien… aunque deberías saber que el viejo y el cerdo quieren quitarle a la mujer la comida que trajo para ti, lo cual es una verdadera lástima —aun así Pikoro dio la explicación que no le pidieron, esperando por la reacción más lógica.

    — ¿Qué? —y claro, el Saiyajin bajó el volumen de la televisión y preguntó con desconfianza—. ¿Estás diciendo que ella me trajo de comer?, ¿es en serio?

    — Eso dije —respondió Pikoro sin mudar el gesto formal.



    Bien, así cambiaban las cosas. De un salto Vegeta se encaminó a la puerta dispuesto a abrirla, por lo que Pikoro consideró que lo más sensato que podía hacer en ese momento era permanecer oculto en el cuarto de baño para contener sus ganas de carcajearse.



    — ¡… ya les dije que no me hagan enojar… no les voy a dar nada de este guisado porque es para Vegeta! —afuera Bulma forcejeaba con Rōshi y con Oolong evitando de cualquier forma que se acercaran al guisado, soportando algunos manoseos de su parte ya que querían distraerla.

    — ¡Anda, Bulma linda, es sólo una probadita, no seas así! —dijo el sangrante Kame Sen’nin intentando tomar la cazuela, aunque más bien parecía disfrutar de tener a la joven tan al alcance de su mano como pocas veces.



    El sonido de una puerta abriéndose intempestivamente los paralizó por completo, sobre todo al ver las negras pupilas que los miraban con enfado.



    — Ve… Vegeta —dijo Bulma un tanto asombrada, pero inmediatamente sonrió al verse libre del acoso de esos dos—. Vegeta, que bueno que me abriste, te traje esto —agregó acerándose a él con el carrito de servicio… en serio no pensarían que iba a llevar una gran olla cargando. Por cierto que los impertinentes se quedaron calladitos, y el metamorfo decidió ocultarse tras el anciano por su propia seguridad.

    — Adentro —fueron las palabras del Príncipe a la científica, dejándole un poco de espacio para que pasara con el carrito.

    — Claro, en seguida —la joven no se hizo del rogar y, muy obediente, entró a la habitación, pero antes les dedicó al par de pervertidos una mueca burlona mostrándoles la lengua.

    — Óiganme muy bien, insectos miserables, ella es mía y no pienso compartirla con ustedes ni con nadie —Vegeta les dio este ultimátum a Rōshi y a Oolong antes de seguir a la dama, cerrando la puerta con brusquedad.

    — Maestro, cuando Vegeta dijo ella ¿se refería a la comida o a Bulma? —recuperándose del susto, el cerdito le preguntó al viejo maestro entre escéptico y asustado.

    — Obviamente que a la comida, Oolong, ¿qué otra cosa ha de ser? —le respondió Kame Sen’nin tras meditarlo un segundo, ya que no le parecía posible que el agresivo hombre pensara de otra manera sobre la bella muchacha… ese no era el estilo Saiyajin.

    — Pero él dijo ella como si se tratara de alguien… de una mujer en específico —opinó el cochinillo meditándolo también.

    — Bueno, no debemos olvidar que los Saiyajins aman la comida como si se tratara de una mujer hermosa —admitió el anciano volviéndose al interior—. Mejor vamos a ver la película de hoy en el canal para adultos —dijo ya relajado.

    — Como usted diga, maestro —Oolong consintió en la petición y ambos entraron a su habitación.



    Ya en el interior del otro cuarto…



    — Siento mucho no haberte dicho antes sobre esto, Vegeta, pero quería darte la sorpresa sin que Gokú se enterara de mis planes… de verdad lamento haberte incomodado —decía Bulma alegremente acomodando el carrito de las viandas en un buen lugar cerca de la cama, justo al alcance del Príncipe Saiyajin. Posteriormente inspeccionó la habitación con la vista, percatándose de la ausencia de alguien—. ¿Y dónde están Pikoro y ese guapísimo muchacho del futuro? —le preguntó con amabilidad.



    Por obvias que Vegeta no iba a responder ningún cuestionamiento, y únicamente fue a devorar el contenido del traste sin interesarse por nada más, como si la obligación de la científica fuera la de consentir sus caprichos. Lo bueno es que se tomó la molestia de utilizar el cucharón para comer “educadamente” y con “elegancia”.



    — Ese joven fue donde Gokú para revisar la tarea de Gohan —Pikoro fue el que contestó con formalidad emergiendo del baño, evitando ver el espectáculo del Príncipe Saiyajin al comer con poco decoro.

    — Oh, ya veo… —dijo Bulma algo resignada, más al momento recobró el buen humor y le habló al namek con toda la confianza del mundo, sintiéndose muy segura por la presencia del Príncipe—. Me parece que a ustedes dos les caería muy bien ir al gimnasio para hacer ejercicio y no perder condición. De hecho reserve la alberca para nadar en la noche… será un gran beneficio a su salud —dicho esto se le acercó para pincharle levemente en el estómago, comprobando su masa muscular—. Vaya, Pikoro, tienes un buen abdomen… tal vez alguna chica se fije en ti ya que también el tono de tu piel es tan fuera de serie —añadió con picardía.

    — Oye… —el aludido enrojeció brevemente de las orejas dando un paso atrás para alejarse de su alcance. “¡Pero qué mujer tan igualada!” pensó un tanto irritado sin poder hacer nada más que torcer el gesto.

    — ¡Jah!... ¿y tú qué sabes lo que es un entrenamiento de verdad, eh? —interrumpió Vegeta un tanto irónico después de tragarse el último trozo de guisado… comer no le llevó mucho tiempo—. No tienes idea ya que sólo eres una debilucha buena para nada.

    — Pero tengo ojos para apreciar una buena musculatura —la joven genio no se molestó por la agresión verbal hacia su persona e incluso se le acercó más al grosero hombre, sentándose a su lado y tocándole uno de los bíceps con firmeza—. Sé que estos brazos necesitan algo más que comer sin control para mantenerse en forma —le dijo mirándolo fijamente con ojitos coquetos y traviesos, y un sonrisa encantadora dibujada en sus labios.

    — … —por unos segundos Vegeta se ruborizó y no supo ni que decir, así que, desvió la vista del rostro femenino para ocultar su bochorno, apartándose de su lado con un poco de brusquedad, pero sin ser demasiado rudo—. ¡Bah!, puras pamplinas —resopló intentando parecer indiferente.

    — Bueno, pues allá ustedes si quieren quedarse aquí encerrados oxidándose… pero la invitación sigue en pie por si gustan —puntualizó la científica levantándose para retirarse con el carrito de servicio—. Nos vemos —dijo despidiéndose con amabilidad guiñándoles un ojo, cerrando la puerta tras ella.



    Pikoro y Vegeta evitaron mirarse y decir algo del asunto, así que cada quien reanudó lo suyo. Una media hora más tarde que Trunks volvió, acompañado en esta ocasión por Gohan y por Gokú, los cuales les reiteraron la invitación al gimnasio. Sólo el namek aceptó ir con ellos, dejando al Príncipe Saiyajin en la habitación con su cara de pocos amigos.



    — ¡Pikoro, hola! —Krilin les saludó en el vestíbulo, ya que habían quedado de acuerdo en encontrarse allí—. Es bueno verte interesado en acompañarnos al gimnasio.

    — ¡Mph!, sólo vine a ver qué tantas tonterías hacen ahí —respondió el aludido con su seriedad habitual, mirándolos a todos por encima del hombro—, aunque en realidad creó que perderé mi tiempo —agregó resoplando.

    — Ah… que simpático eres, Pikoro… —el chaparrito se carcajeó brevemente con timidez, mientras Yamcha y Ten Shin Han torcieron el gesto con algo de molestia. Chaozu y Puar consideraron que era más prudente no decir nada—… te aseguro que la vamos a pasar bien ya que hay muchos aparatos modernos para ejercitarse —adicionó, levemente apenado.

    — Oigan, ¿dónde están el maestro Roshi y Oolong? —preguntó Gokú por su parte, extrañado de no ver al anciano cerca de ellos.

    — Ellos ya se adelantaron —le respondió Yamcha retornando a sonreír—. Creo que querían darle el visto bueno a las chicas que hacen aerobics —y completó la explicación.

    — ¿Su visto bueno?... ¿y qué cosa les iban a ver, eh? —el ingenuo Saiyajin pareció más dudoso, ya que él no le encontraba la lógica a ver chicas con detenimiento… o sea, las mujeres abundan y las puedes ver en todos lados.

    — Déjalo así, Gokú, y vayámonos para tener la oportunidad de encontrar buenos aparatos o alguien puede ganárnoslos —Ten Shin Han tomó a su colega por el hombro para llevárselo junto a él.

    — Está bien —respondió el aludido recuperando la sonrisa.



    Así llegaron al gimnasio y encontraron el área semivacía, con sólo algunos cuantos hombres como Mr. Satán practicando sus ejercicios de rutina.



    — ¡Miren, amigos, es Mr. Satán! —Gokú no pudo resistir las ganas de saludar a un campeón de Budokai, y esperaba tener alguna oportunidad de pelear contra él en una contienda justa—. ¡Hola, Satán!, ¿cómo te va? —le dijo al acercársele, sacudiéndolo con algo de fuerza al saludarlo mediante un apretón de manos, sin preocuparse en absoluto por lo que el hombre estaba haciendo—. Tengo tantas ganas de enfrentarme a ti en un combate como en los del Budokai, ya que yo también participé en ese torneo hace mucho tiempo, y gané una vez —añadió amablemente con una gran sonrisa confianzuda.

    — ¿Es… en serio lo que dices? —el hombre de peinado afro se recuperó de la zarandeada y lo quedó mirando con algo de suspicacia, pensando que tal vez le estaba tomando el pelo o sólo era un pretexto tonto para tener su autógrafo. A simple vista ese sujeto no parecía nada del otro mundo.

    — Sí, y también participaron Krilin, Yamcha, Ten Shin Han, Chaozu y por supuesto Pikoro —afirmó señalando a sus compañeros que ya se encontraban a su lado. Krilin y Yamcha no dudaron en saludar con una seña de la mano, sonriendo de forma algo tonta.

    — ¿Todos ellos? —Mr. Satán pareció asombrado después de la explicación… así que todo el grupo estaba compuesto por luchadores profesionales. Era mejor andarse con cuidado ante ellos.

    — ¿Hay algún problema con estás personas, Mr. Satán? —unos individuos bastante anchos y musculosos se aproximaron mirándolos a todos con seriedad, dispuestos a defender a su ídolo.

    — Descuiden, mis muchachos, no tienen de que preocuparse ya que sólo son… —Mr. Satán pensaba sacarse el problema aludiendo que eran algunos fans que querían autógrafos fuera del horario habitual, cuando la exclamación de uno de los hombres le interrumpió.

    — ¡Oh, pero sí son los Guerreros “Z”, los más grandiosos y mejores luchadores de todos los tiempos! —dijo el que había hablado, señalándolos con un dedo.

    — ¡Es cierto, son los Guerreros “Z”! —dijo otro de ellos en tono emocionado—. ¿Cómo no me di cuenta antes?

    — ¿Quiénes son quién? —preguntó Gokú desconcertado, mirando hacia todos lados.

    — Creo que se refieren a nosotros —le explicó Krilin aunque también se veía desconcertado.

    — ¡Somos sus más grandes admiradores! —los individuos se les acercaron mirándolos ahora con expresiones jubilosas, sacando de sus maletas deportivas unas libretas y bolígrafos para que les dieran autógrafos. De Mr. Satán se olvidaron por completo, dejándolo con gesto de incredulidad—. ¡Queremos sus autógrafos, por favor!

    — Esto es… algo inesperado —dijo Ten Shin Han avergonzado, ya que dos individuos se le acercaron con libreta en mano.

    — Pequeño Gohan, tienes un peinado fabuloso y muchas agallas para haberte enfrentado a todos esos malos a tu edad —otro de los hombres le acarició la cabellera a Gohan al tiempo que le pasaba su propia libreta, sonriéndole grandemente—. Sería todo un honor tener tu autógrafo.

    — Bueno… —el chiquillo decidió no hacerse del rogar… si su mamá los viera lo haría regresar inmediatamente a la habitación.

    — Esa cicatriz te hace ver interesante, Yamcha… ¿cómo fue que te la hiciste? —uno más abrazó a Yamcha por los hombros, haciéndole la observación con voz algo melosa en tanto admiraba detenidamente su rostro.

    — Eee… es una larga historia… —respondió éste avergonzado, sonriendo tontamente. Tal vez si se tratara de alguna chica linda su reacción sería diferente.

    — Tienes una cabellera fascinante, muchacho, ¿qué tratamiento usas para que me lo recomiendes? —un quinto sujeto se abalanzó sobre Trunks, tomando delicadamente un mechón de cabello lavanda entre sus dedos.

    — Pues… —obvio que el pobre adolescente estaba ruborizado en extremo.

    — A mí me agradan los calvitos como tú, Krilin —otro de ellos le palmeó a Krilin su redonda cabeza con complacencia.

    — ¿Y dónde dejaste al chaparrito de Vegeta, Gokú?... su peinado tiene más estilo que el tuyo —le dijo a nuestro buen Gokú el primero de los individuos, dándole al Saiyajin un apretón por los hombros al tiempo que le inspeccionaba el alborotado cabello tocando cada uno de los picos con cuidado—… pero no por eso dejas de agradarme —recalcó.



    Ni Pikoro se salvó del acoso aunque quiso evitarlo, ya que eran más de veinte sujetos los que estaba rodeándolos. Aparentemente esos hombres sólo lo eran por fuera y nada más.



    — Pero vengan con nosotros, por favor, el Club de los Hombres Musculosos tiene para ustedes, los poderosos Guerreros “Z”, un gran reto que no dudamos puedan vencer —remarcó el individuo que parecía ser el presidente de dicho club después de que todos ellos guardaron sus libretas, dándole nuevamente a Gokú un abrazo por los hombros en señal de amistad.

    — ¿Vamos a tener alguna batalla?, ustedes parecen muy fuertes —el Saiyajin preguntó esperanzado, volviendo a sonreír grandemente ante la perspectiva de pelear con tipos rudos.

    — Ya verás de que se trata, amigo mío, ya verás —el hombre también sonrió presumiendo su blanca y alineada dentadura—. Si gustan acompañarnos… —y así llevó a Gokú a su lado.



    Los demás consideraron seguirles también el juego y fueron con ellos, esperando que el tal reto no fuera hacer algo raro.






    Nota: Diversión, cómicas situaciones familiares, anécdotas al por mayor… todo menos el juego de naipes!!!! Reitero una vez más que todo este show es para sacar a los “Z” de su rutina y darle a un tiempo en el transcurso de esos tres años perdidos un toque de humor diferente en lo que se desarrolla la relación Bulma/Vegeta. Un saludo…:D.

    P.D. Pensaba manejar todo lo sucedido en el gimnasio en un solo capítulo, pero quedaría muy largo ya que no quise dejar fuera situaciones por más hilarantes, así que no pierdan lo que sigue para ver el desenlace del gimnasio y como termina este día.
    P.D. 2: El Club de los Hombres Musculosos si existe!!!... referencias en "31 minutos".
    P.D. 3: ¿El nombre de Pierre Casigari les es familiar?... conozcan la nobleza europea del ducado de Mónaco.
     
    Última edición: 4 Noviembre 2013
  7.  
    InunoTaisho

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    El Universo está en juego... literalmente hablando.
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    36
     
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    5722
    Capítulo 20: Más noches de locura: otro divertido final.

    Nota de inicio: ante todo una disculpa, sin red doméstica en casa por casi dos meses fue más difícil concentrarme en la redacción de este y el otro fic, aunado a los problemas propios de mi existencia y de los cuáles no quiero hablar, pero no es nada grave, no se asusten. Bueno, basta de pretextos y explicaciones y les invito a disfrutar de más diversión en el mundo de “Dragon Ball”, en donde nuestros personajes “sufren” todo tipo de situaciones. Un saludo y a divertirse.


    Previamente… — Pero vengan con nosotros, por favor, el Club de los Hombres Musculosos tiene para ustedes, los poderosos Guerreros “Z”, un gran reto que no dudamos puedan vencer —remarcó el individuo que parecía ser el presidente de dicho club después de que todos ellos guardaron sus libretas, dándole nuevamente a Gokú un abrazo por los hombros en señal de amistad.




    — ¿Y dónde vamos a pelear? —preguntó Gokú en cuanto llegaron al gimnasio, ya que le pareció un espacio demasiado estrecho para la realización de una buena batalla.

    — No te equivoques, mi buen amigo —le respondió el líder del grupo de los Musculosos sin dejar de abrazarlo por los hombros, sonriendo grandemente de forma un tanto presuntuosa—, el reto que les tenemos es algo más que una pelea.

    — … ¿a qué te refieres exactamente con eso? —le cuestionó Krilin al individuo mirándolo con algo de curiosidad y desconfianza. Esas palabras no sonaban exactamente alentadoras.

    — Bueno, primero nos gustaría tanto verlos ejercitarse en todos los aparatos… será una gran experiencia —observó el hombre sin poder ocultar su emoción, dispuesto a disfrutar de un buen espectáculo de musculatura bien trabajada.

    — Ya me lo imaginaba… que de esto no saldría nada bueno —masculló Pikoro de forma imperceptible, pero mostrando su disgusto.

    — Y después haremos un pequeño torneo —dijo otro de ellos levantando un brazo en pose de presumir el enorme bíceps, sonriendo al igual que su colega—, ya que queremos comprobar si nuestro entrenamiento con Mr. Satán ha sido el correcto.

    — Pero, como no estaría nada bien de nuestra parte el tomar ventaja sobre ustedes, ya que recién terminamos nuestra rutina de ejercicios, es que les sugerimos el calentamiento —opinó un tercer hombre con amabilidad.

    — De verdad es un gran detalle de su parte, muchas gracias por su consideración —respondió Yamcha adelantándose a su compañeros, ocultando una sonrisita burlona… no les sería nada difícil vencer a esos individuos sin la necesidad de calentar.

    — ¡Gokú, muchachos, al fin llegan!... se tardaron demasiado —la voz de Kame Sen’nin llegó a sus oídos. El anciano se acercó a ellos acompañado por Oolong—. Si hubieran llegado a tiempo podrían haber disfrutado la clase de spinning con nosotros —explicó con algo de seriedad y leve picardía—. Incluso Bulma y Milk vinieron a tomar la clase, pero traían puesto un grueso pants y no pudimos admirarlas bien —agregó soltando un suspiro de resignación.

    — Eso sí que es una verdadera lástima —respondió Ten Shin Han aparentando contrariedad… ese maestro no respetaba a ninguna mujer aunque fuera casada.

    — Me da pena por usted, maestro —le dijo Krilin en tono de verdadera comprensión.

    — Oh, venerable maestro Rōshi, para nosotros es un honor conocer a tan grande maestro de las artes marciales —los Hombres Musculosos se inclinaron frente al anciano en una reverencia, hablándole en tono de profundo respeto.

    — ¿Y ustedes quiénes son? —preguntó el viejecillo con visible curiosidad observando fijamente a los desconocidos, aunque se sentía halagado al ser tratado con esa deferencia—. No me digan que son un tipo de androides o algo por el estilo… —añadió con tono de preocupación, recordando perfectamente el enorme tamaño del androide 16 y su terrible presencia.

    — Por supuesto que no, maestro, nosotros somos miembros del Club de los Hombres Musculosos y somos grandes admiradores del anime… no nos hemos perdido ni un solo capítulo desde que comenzaron a transmitirlo por cable —le respondió con amabilidad y cortesía el que se distinguía como líder del Club, y sus demás acompañantes afirmaron con la cabeza.


    Bueno, el asunto de que ellos, los guerreros “Z” y compañía, eran únicamente personajes de un anime, todavía les tenía desconcertados, más consideraron adecuado seguirles la corriente a esos sujetos y disfrutar de un buen momento en el gimnasio. Claro, Pikoro no dejaba de gruñir por lo bajo expresando su inconformidad, pero era mucho mejor quedarse con los idiotas y hacer algo productivo que aguantar en la habitación el mal genio de Vegeta… la falta de entrenamiento ya estaba haciendo mella en el Príncipe Saiyajin, y apenas era el primer día.


    — Oiga, maestro, estos amables señores nos ofrecen entrenar con ellos —dijo Gokú sin más, hablándole a Kame Sen’nin con toda la confianza del mundo, mostrándose algo educado con su antiguo maestro—. ¿Por qué no viene con nosotros?, será divertido —añadió a modo de invitación, sonriéndole grandemente como acostumbra, con esa desfachatez y amabilidad característica.

    — Pues… es que no sé… ya soy bastante mayor para agitarme de esa manera… —le respondió el anciano algo dubitativo, soltando una tosecita.

    — Ándele, maestro, no se haga el enfermo… bien que le hubiera gustado agitarse en la clase de spinning con Bulma, Milk y todas esas señoritas —le dijo Oolong al pícaro viejecillo soltándole un leve codazo en las costillas—. Le hará bien recordar sus viejos tiempos de vez en cuando para recuperar la cordura —agregó suspicaz.

    — Vamos, Oolong, no critiques los gustos de un pobre anciano que como yo ha trabajado tanto en su vida —le respondió el centenario hombre haciéndose el ofendido. En verdad, ya todos sabemos cómo se las gasta el buen Kame Sen’nin, así que no es de extrañarse.

    — Para nosotros será todo un privilegio ser como sus discípulos, venerable maestro Rōshi —varios de los Musculosos volvieron a inclinarse en una respetuosa reverencia—. Por favor, acompáñenos —añadieron en tono de súplica.

    — Está bien, no sería educado de mi parte negarme dos veces —Kame Sen’nin se hinchó como pavo, adulado y complacido por la insistencia de los señores desconocidos.


    Gokú se mostró sorprendido y escéptico ante los equipos, y los revisó uno por uno antes de iniciar cualquier otra cosa, intentando comprender cómo es que máquinas tan sencillas y a la vez tan complejas, estrafalarias y visiblemente estorbosas, podían serles de utilidad para un entrenamiento… se le hacía difícil de creer. El líder de los Musculosos le explicó calmadamente como se usaban y para qué parte del cuerpo servían, y Pikoro tuvo que contar mentalmente hasta cien para no desesperarse ante la actitud de Gokú.


    — Los movimientos deben ser lentos para que los músculos trabajen adecuadamente, mi estimado Son Gokú —le dijo el hombre al terminar su explicación, palmeándole amistosamente la espalda—. Espero que tus dudas hayan quedado aclaradas.

    — Pues… caray, pensé que un gimnasio era más grande e interesante —observó el aludido Saiyajin con algo de contrariedad al tiempo que se rascaba la parte alta de su cabeza, mirando una vez más los aparatos con algo de pena.

    — Señor Gokú, recuerde que éste es el gimnasio de un hotel, y por ello no puede ser muy grande… si fuera el gimnasio de un deportivo sería de mayor tamaño —Trunks le habló en tono respetuoso, esperando convencerlo con su explicación.

    — Mmm… sí, tal vez tienes razón… no cabe duda, jovenazo, eres muy inteligente —respondió Gokú recuperando la sonrisa y el buen humor, más, al momento, una duda le hizo poner un nuevo gesto de incredulidad—. Por cierto, ¿dijiste que Vegeta se quedó mirando los programas de televisión? —preguntó con desconcierto. Le parecía impropio del Príncipe el permanecer acostado y perderse una buena sesión de ejercicio saludable en su compañía.

    — Este… así es, señor Gokú, el señor Vegeta no… no quiso venir —explicó el adolescente tartamudeando apenado.

    — ¡Jah!, ese idiota de Vegeta se quedó mirando una estúpida película de guerra —Pikoro no dudó en intervenir y dar su opinión, torciendo el gesto con mayor desagrado y guardándose una carcajada burlona—. Como si no hubiera tenido suficiente de eso en su miserable vida.

    — Ya veo… —Gokú disimuló un suspiro de contrariedad y resignación.

    —Olvídate de Vegeta, Gokú, y vamos a entrenar de una buena vez —le dijo Ten Shin Han en tono grave y formal, dando a entender que era mejor no tener cerca al arrogante Príncipe Saiyajin.

    — Ten Shin Han tiene razón, Gokú, no necesitamos de ese Vegeta cara de cólico para entrenar como es debido —reafirmó Yamcha apoyando a su amigo de tres ojos, sin preocuparse por ocultar su malestar ante la mención de su “rival en el amor”.

    — Está bien, amigos, entonces entrenemos —pues ni hablar, no convencerían a Vegeta tan fácilmente, así que Gokú recobró la sonrisa y decidió complacer a sus camaradas.


    Ya puestos de acuerdo, los guerreros “Z” calentarían levemente en los aparatos del gimnasio, esperando no romperlos con su energía, mientras Rōshi, Oolong, Puar y Chaozu les animaban de cerca, y únicamente Krilin y Gohan no pudieron ejercitarse en todos los equipos, ya que la mayoría están diseñados para adultos con estatura promedio. Los Hombres Musculosos gozaron de un buen espectáculo viéndolos concentrados en hacer cuidadosos movimientos y, sólo a petición del pequeño Saiyajin, Pikoro accedió a realizar uno que otro ejercicio, debido a que ninguno de los artefactos llamaba su atención.



    — Creo que ya fue suficiente calentamiento, de verdad les estamos agradecidos —observó el líder de los Musculosos al cabo de una rutina de cuarenta minutos aproximadamente, complacido y sonriente mostrando su blanca dentadura de comercial—. Y, ahora sí, podremos poner a prueba nuestras fuerzas —añadió.

    — ¿Entonces ahora sí pelearemos? —preguntó esperanzado el buen Gokú soltando una pesa sin mucha precaución, la cual hizo un ruido atroz al caer… lo bueno es que no pasó a mayores—… oh, lo siento —se excusó, sonriendo tontamente con algo de pena.

    — No, no, no, mi apreciado Son Gokú… Como bien pudiste observar, en este reducido espacio no se puede pelear como en el Budokai Tenkaichi —recalcó el individuo sin borrar la sonrisa.

    — ¿Y entonces? —preguntó el despistado Saiyajin en tono de extrañeza.

    — Bueno, lo platicamos al principio, que haríamos un torneo de “fuercitas”… —se explicó el sujeto, resaltando con presunción el bíceps de su brazo derecho.

    — … porque queremos comprobar nuestros avances… —recalcó otro de ellos, adoptando una famosa pose de campeonato.

    — … y nada mejor que probarnos con ustedes, los más fuertes defensores de la Tierra, los casi invencibles guerreros “Z” —complementó un tercero, un sujeto bastante alto, quien tuvo la osadía de palmearle amistosamente la calva a Krilin, y él únicamente atinó a mostrar una mueca de contrariedad al sentirse un tanto disminuido por esos individuos.

    — Maestro Rōshi, nos complacería bastante el que sea el réferi de la contienda, ya que usted es un hombre de reconocida y amplia experiencia en estos lares —dijo el líder de los Musculosos dirigiéndose respetuosamente a Kame Sen’nin y regalándole una reverencia más que profunda.

    — Ya que me lo piden de esa forma lo haré con gusto —respondió el aludido, sin poder ocultar su vanidad al sentirse halagado por la manera en que se dirigían a su persona. Ya ni sus discípulos le hablaban así.

    — Entonces no se diga más y empecemos de una buena vez con nuestro torneo —a lo que, animado por la respuesta, el líder de los Musculosos se dispuso a organizar las “contiendas” personales.


    Para el primer “combate” Krilin se batiría con el sujeto relativamente más bajo de los Musculosos, el cual sin embargo era más alto que nuestro pelón amigo ya que le sacaba como una cabeza. La diferencia de tamaño y masa muscular era evidente, por lo que, durante una fracción de segundo, el guerrero se sintió abatido.


    — Bien, mi estimado, demos nuestro mejor esfuerzo y comprobemos cual de nosotros dos es más fuerte —le dijo el hombre a Krilin palmeándole amistosamente un hombro.

    — Vamos, Krilin, tú puedes hacerlo bien —le dijo a su vez Gokú levantando el pulgar de su mano derecha para transmitirle confianza, deseándole la mejor de las suertes.

    — Sí, eso es seguro —respondió éste con una leve sonrisa forzada… sí, Gokú y los demás confiaban en él, así que no podía defraudarlos.


    Ambos contrincantes se acomodaron en una mesa dispuesta para el “torneo”, y adoptaron la postura acostumbrada entrelazando sus manos.



    — A la cuenta de tres pueden empezar… —y Kame Sen’nin se colocó en su posición de réferi, haciendo las indicaciones correspondientes con el profesionalismo requerido para tan importante empresa—… uno… dos… tres.



    Los músculos de los dos contendientes se tensaron por la presión, intentando vencer la resistencia de su rival, y todos sus compañeros les echaron porras, cada quien a su respectivo representante.



    — ¡Tú puedes, Krilin, duro con él! —decían al unísono Chaozu, Puar y Gohan, sufriendo junto con su amigo.

    — ¡Anda, John, no te rindas y acabalo! —era la porra de los Musculosos.



    Krilin enrojeció hasta el extremo, sudando levemente para evitar su derrota a la primera, ya que el hombre hacía un tremendo esfuerzo con tal de mover su brazo, como si pretendiera romperlo. Al cabo de unos tres minutos el pequeño pelón consiguió ganar.



    — ¡Uf, uf, lo conseguí! —dijo algo sofocado, sonriendo grandemente.

    — ¡Mucho, Krilin, bien hecho! —expresó Yamcha emocionadísimo, dándole un apretón por los hombros.

    — ¡Oh, John, fue fenomenal… aguantaste tres minutos! —por su parte, varios de los Musculosos se acercaron a su compañero, felicitándolo animadamente.

    — Y si hubieras aguantado un minuto más es probable que ganaras —le dijo otro de ellos en un tono algo petulante, a lo que todos se carcajearon sonoramente, regodeándose del chiste.



    Y bien, la segunda contienda sería entre Yamcha y otro de los individuos, alguien más alto que el primero y con gesto de pocos amigos, quien le dedicó al joven beisbolista una sonrisita levemente altanera.



    — Vaya, este sujeto se ve más fuerte que el otro… esto va a ser más interesante —dijo Gokú en voz baja y excitada, esperando ver un buen choque.


    Y mientras esto ocurre hagamos un recuento de lo sucedido con otros de los protagonistas, en este caso con las damas de la historia.



    Como bien recordaran, Milk y Bulma habían ido de compras al centro comercial después de desayunar, para admirar con más calma algunas cositas que no pudieron adquirir el día anterior, ya sin los caballeros que las incomodaran. Y así se detuvieron en varias boutiques, donde adquirieron las más variadas mercancías para complementar su vestuario de vacaciones, y Bulma no dudó en agenciarse un modelito de lo más excéntrico… todo un modelo exclusivo.



    — … sigo pensando que eso que te compraste es lo más descarado que he visto… no entiendo cómo es que puedes ponerte algo así, tan de mal gusto —ya de regreso, Milk no pudo quedarse callada y le dio a su amiga su opinión sobre el dichoso ropaje, frunciendo el gesto con desagrado.

    — Oh, Milk, vamos, no digas eso, es justo de mi talla y no podía dejar pasar la oportunidad de tenerlo… voy a lucir más que espectacular —a eso Bulma no hizo más que sonreír con algo de timidez y darle por su lado, considerando que lo de su amiga era envidia por no poder presumir una buena figura como la suya (ya sabemos que Bulma es un dichado de modestia).

    — En serio que no te entiendo, Bulma… ¿cómo puedes ponerte algo así con el maestro Rōshi presente? Tú ya sabes cómo es de pervertido —obvio que la morena no iba a ceder en sus puntales observaciones, sintiéndose bastante mal ante el hecho de que la científica parecía no tener recato en algunas ocasiones… tal vez ese era el motivo por el que no hubiera formalizado nada con Yamcha.

    — Pues más le vale al maestro mantener su distancia, ya que le pediré al guapo muchacho del futuro que me defienda de su acoso —respondió la joven genio sin cambiar el tono de confianza absoluta, minimizando el hecho con un gesto de la mano. Claro, nada mejor que un hijo para defender a su madre, aunque Bulma no lo imaginara aún. Del padre de la criatura ni hablamos, ya que también conocemos su carácter.

    — … pues… bueno, de todas maneras no me parece correcto, ya que eso puede crearle un trauma a mi Gohan, quien todavía es un chico inocente — subrayó Milk no muy convencida.

    — Mira, Milk, mejor hablemos de otra cosa… ¿te gustaría ir al gimnasio del hotel a tomar una clase de aerobics?; y me he enterado de que, aparte de los aerobics, también dan clases de spinning y zumba en varios horarios —la de cabellera azul optó por darle la vuelta al tema, haciéndole a su amiga la cortés invitación —. ¿Qué dices, te animas? —añadió, mirándola con interés y amabilidad.

    — De verdad me gustaría acompañarte, Bulma, pero yo, a diferencia tuya, tengo muchas cosas que hacer como toda una buena esposa… no puedo permitir que Gohan se distraiga tanto y tengo que vigilar a Gokú para que no meta la pata —la morena se dio su aires de importancia, haciéndose la muy digna.

    — ¿Y esas cosas incluyen prepara la comida, lavar la vajillas, trapear los pisos, asear la casa, sacudir los muebles, tender la ropa y todo lo demás?... Milk, por favor, son vacaciones también para ti, así que tómatelo con calma —Bulma habló tratando de evitar una carcajada… al parecer, su amiga sufría un caso de obsesión compulsiva—. No vayas a decirme que te has tomado la molestia de plancharle las camisas a Gokú aunque hay tintorería en el hotel —agregó con algo de picardía y suspicacia.

    — Pues no, la verdad es que… —la aludida enrojeció levemente de la vergüenza, sintiéndose descubierta en algo indebido. De verdad se la había pasado en relax ante el hecho de dejar a un lado los quehaceres hogareños, pero eso no significaba que lo estuviera disfrutando del todo, ya que, por momentos, se sentía fuera de lugar sin realizar las labores que le daban sentido a su vida familiar—… pero nunca he dejado la ropa sucia en el cuarto, no señor —agregó enérgicamente, dando a entender que de ninguna manera podían decirle fodonga.

    — Entonces no se diga más… tomaremos la primera clase de spinning de la tarde, y también la de aerobics para complementar —dijo Bulma sonriendo grandemente—. Además, creo que es una muy buena forma de conservar la figura, ¿no te parece? Por algo los muchachos siempre se mantiene activos —adicionó, obsequiándole a su amiga un guiño de complicidad.

    — Es cierto… no quiero engordar —esas palabras terminaron de convencer a Milk. Era muy probable que perdiera la línea sin andar de arriba para abajo como solía hacer en casa.


    Al llegar al hotel se enteraron de lo sucedido con la mini Cámara de Gravedad, más Milk no le dio mucha importancia al asunto ya que, al parecer, fue ese Vegeta el que causó la explosión por ser tan bárbaro y descuidado, y eso no era de extrañarse. Decidió poner un poco de orden en la habitación y acomodar las nuevas compras clasificándolas por contenido, para inmediatamente cambiarse el vestido por un grueso pants de ejercicios poco llamativo… no quería perderse la primera clase.



    — Mamá, ¿vas a salir otra vez? —Gohan pareció extrañado al verla arreglada de esa manera. Ya él y su progenitor estaban dispuestos a dirigirse rumbo al gimnasio.

    — Es bueno que te diviertas en estás vacaciones, Milk, ya que siempre trabajas mucho en la casa —le dijo Gokú por su parte animándola a desestresarse, aunque la ropa que usaba su señora en ese momento se le hacía de lo más simpática.

    — Pues, sí, también voy a ir al gimnasio del hotel a tomar una clase de spinning con Bulma —dijo ella respondiéndoles con amabilidad, ajustándose su calzado deportivo.

    — ¿Spi… qué? —Gokú la miró extrañado, sin comprender a que se refería.

    — Es un ejercicio que se hace con bicicleta —respondió la morena desarrugándose el pants, admirándose en el espejo.

    — ¿Qué las bicicletas no son esas cosas que tienen dos ruedas para caminar? —preguntó el confundido Saiyajin con verdadera curiosidad—. ¿Y cómo es que están en un gimnasio? —añadió incrédulo.

    — Luego te explico —dijo ella evitando molestarse—. Por cierto, Gokú, ¿revisaste si los ejercicios que hizo Gohan están bien resueltos? —agregó en un cuestionamiento.

    — ¿Qué si… qué si están bien?... ¿a… a qué te refieres con eso, Milk? —interrogó el aludido más que extrañado, en tanto su pequeño hijo enrojecía levemente de las mejillas. O sea, ¿por qué su mamá le hacía una petición tan absurda a su papá? Con trabajo se había quedado con él para resolverlos.

    — Gokú… no van a ir a ningún lado hasta que compruebes que los cien resultados sean correctos. Y mucho cuidadito con desobedecerme, o te quedarás sin cenar —a este punto Milk exteriorizó su irritación… ¿acaso su marido no podía ocuparse una vez de la educación de su retoño?


    Ni hablar, una amenaza es una amenaza, así que Gokú tomó presuroso el cuaderno de Gohan, más, obviamente, no comprendía nada de lo que estaba escrito.



    — Pero… pero Milk, yo no entiendo tanto número —dijo en tono de niño regañado, rascándose la frente mostrando su incomprensión.

    — Bueno, Gokú, pues tienes que hacer algo, recuerda que Gohan también es tu hijo —la dama abrió la puerta mostrándose todavía molesta y, lanzándole una mirada dura a su marido, salió de la habitación.

    — Papá, ¿por qué no le pedimos al muchacho del futuro que nos ayude? —observó Gohan en cuanto su madre se retiró, hablándole a su padre en voz baja y apenada.


    Las dos amigas, Bulma y Milk, se encontraron en el elevador, y la morena se extrañó de ver a la científica tan… cubierta de pies a cabeza.


    — ¿Y eso? —le preguntó al acercársele, mirándola de hito en hito—. ¿Por qué te vestiste así?

    — Este es un traje deportivo especial… es un traje térmico que me ayudará a eliminar las toxinas y el exceso de grasa de mi cuerpo de la manera más rápida y efectiva. Será la revolución de Capsule Corp. en el área de deportes —respondió Bulma dándose su aires de sabihonda, muy sonriente.

    — Ah… ya veo. Suena interesante —dijo Milk un tanto escéptica.


    En cuanto llegaron al gimnasio se percataron de que no eran las únicas ya que, aparte de las quince o veinte mujeres más que también hacían tiempo por la clase, Kame Sen’nin y Oolong ya se encontraba presentes. Era de esperarse del viejo maestro, al cual siempre le ha gustado recrear la pupila con cuanta damisela de bien formada anatomía le pase enfrente, y claro, varias de las señoritas iban ataviadas con sugerentes leotardos, los adecuados para hacer ejercicio, así que tenía mucho de donde escoger.


    — ¡Ah, pero si son nuestras muchachas!... ¡Muchachas, muchachas! —exclamó el anciano al verlas llegar, y se les acercó con la boca abierta de la emoción, llevándose un chasco al ver cómo iban vestidas ambas—. Oigan, muchachas, ¿qué pasó con sus leotardos ajustados? —preguntó sin poder contener la desilusión.

    — Maestro Rōshi, ¿se puede saber qué está usted haciendo aquí? —le cuestionó Bulma con verdadera dureza, cruzándose de brazos y mirándolo con reproche.

    — El maestro preguntó en la recepción sobre los horarios del gimnasio, y aquí hemos estado todos los días, cuando tenemos tiempo y no hay otra cosa mejor que hacer —fue Oolong el que le respondió haciéndose el inocente, manteniendo la prudente distancia.

    — Ya decía yo que era seguro encontrar aquí al maestro… —masculló Milk con irritación… ¿qué otra cosa se podía pensar de un viejito raboverde como Kame Sen’nin?


    En ese instante se abrió la puerta del área de spinning y por ella asomó una mujer de mediana edad, quien al parecer era la instructora de la clase.


    — Adelante por favor, damas, todas las que estén inscritas a la clase pueden pasar —dijo amablemente dirigiéndose a las presentes.


    A lo que todas las mujeres se abrieron paso al interior, y Rōshi se dispuso a ir tras ellas.



    — ¿Otra vez usted? —la instructora lo reconoció y le impidió pasar—. Lo siento, abuelo, pero ya le dije que esta clase sólo es para las señoras que están inscritas —recalcó en tono autoritario, mirándolo con enfado.

    — Únicamente quiero ver como es la clase, eso es todo —dijo el anciano empleando una entonación enfermiza para despertar conmiseración, pasando por alto el hecho de que le llamaron “abuelo”—. Usted no puede decirle que no a un viejecito como yo —añadió soltando una leve tosecita.

    — De verdad lo lamento, pero no puede quedarse —repitió la dama con gesto severo.

    — Maestro, ya no insista —Oolong se le acercó para llevárselo con él—. Usted disculpe, señora, a veces el maestro es algo extraño —dijo, dirigiéndose a la instructora en un tono de lo más respetuoso.

    — Espera un momento, Oolong, ¿ya te diste cuenta lo que tenemos aquí? —Kame Sen’nin no perdió el tiempo y, aprovechando la momentánea distracción de la mujer, le manoseó generosamente los senos—. No son muy grandes pero están firmes y en su lugar —comentó, sonrojándose al mismo tiempo que sangraba por el apéndice nasal.

    — ¡¡Atrevido!! —y por obvias que la instructora, al sentirse agraviada, le metió un violento cachetadón al muy fresco, cerrándoles la puerta en las narices.

    — Ese maestro… —mascullaron Bulma y Milk desde sus respectivas bicicletas. Esperaban que no las fueran a relacionar con él… eso sería vergonzoso.

    — Maestro… es el colmo con usted, debería aprender a controlarse —Oolong miró al viejo maestro con el gesto torcido de contrariedad—. Ahora, por su culpa, ya no podremos ver a las chicas de la siguiente clase.

    — Oolong… tú podrías transformarte en una chica, y así les tomarías fotos a todas sin ningún problema —sin hacer mucho caso a la incomodidad del metamorfo, Rōshi se limpió la nariz y se enderezó el rostro, haciendo la puntual observación en tono serio.

    — Sí, claro… sólo recuerde que no puedo mantener la transformación por más de cinco minutos, por lo que no tendría mucho tiempo para tomarles fotos a todas ellas —recalcó el cerdito en tono levemente fastidiado, cruzándose de brazos en actitud solemne.

    — Si serás… sólo a un mañoso como tú se le pudo expulsar del parvulario y dejar su educación a medias —Kame Sen’nin no dudó en reprocharle severamente por su falta de años atrás.

    — Pues usted no canta tan mal las rancheras —le dijo el cochinillo en su defensa.


    Y fue así como se percataron de la llegada de Gokú y los demás, uniéndoseles y dejando la clase de spinning de lado.


    Más o menos en una hora…


    — ¡Pero qué clase tan entretenida! —dijo Milk muy sonriente al salir, limpiándose el sudor de la frente con una pequeña toalla—. Menos mal que te hice caso —agregó dirigiéndose a Bulma.



    Todas las damas que habían entrado con ellas a la clase se despedían amablemente unas de otras, mientras otro grupo de mujeres hacía lo propio para entrar al siguiente turno, por lo que el pasillo estaba relativamente lleno de gente.



    — ¿Lo ves?, te dije que no había nada de malo en disfrutar plenamente del descanso, y nada mejor que ejercitarse con constancia —respondió la científica después de beber un trago de su bebida isotónica.

    — Me siento más ligera —añadió la morena sin dejar de sonreír.

    — Por cierto, ¿cómo le quedaron los zapatos a Gohan? —como parte de una buena conversación, y por el hecho de ser intimas amigas, Bulma consideró educado preguntarle a Milk por las compras de esa mañana. Demasiado tarde para darse cuenta de que no fue lo mejor.

    — ¡Oh, los zapatos de Gohan!... ¡tal vez no le queden, y no podré cambiarlos si no se los mide hoy! —ya que Milk reaccionó alterada, recordando que, en las ofertas del almacén comercial al que habían ido, no habría cambios después de 24 horas—. ¿En dónde se habrá metido ese niño? —se preguntó, volviendo presta sobre sus pasos al gimnasio.

    — Este… oye, Milk, no te pongas así… —la científica fue tras ella manteniendo una distancia prudente, pues su amiga podía ponerse violenta en ese estado—… los zapatos no van a irse de la habitación… además, el almacén cierra a la nueve, así que todavía hay tiempo… Milk, ¿me estás oyendo? —le preguntó en un susurro.

    — Claro, bien que lo decía yo, Gokú tiene la culpa de que Gohan sea un rebelde… y todo por los estúpidos entrenamientos —era bastante difícil el que Milk reconsiderara las cosas cuando algo la molestaba y, por supuesto, su pobre esposo es quien al final paga los platos rotos soportando su mal humor. Su instinto maternal le indicó hacia dónde dirigirse, y hacia allá se encaminó.


    Ambas amigas encontraron a los guerreros “Z” en el área de aparatos, y ellos parecían estar pasándola bien acompañados por otros sujetos bastante musculosos. Justo en ese instante parecía que Gokú iba a pelear con uno de esos individuos, ya que todos sus camaradas le decían palabras de aliento.



    — ¡Gokú, Gohan!... ¿qué diablos están haciendo? —Milk no dudó en interrumpir, presentándose frente a su esposo con gesto de pocos amigos.

    — Mamá… —para Gohan, el gesto de su madre no indicaba nada bueno, por lo que no pudo reprimir un murmullo angustiado. Y todos los presentes parpadearon un poco al verla llegar.

    — ¡Ah, Milk, hola! Aquí los muchachos y yo estamos entrenando con estos amables señores —más Gokú no pareció nada preocupado e incluso la saludó tan desfachatadamente como es su costumbre, disponiéndose a tomar su lugar y continuar con lo suyo.

    — Tenemos que irnos ahora, Gokú, ya es muy tarde y necesito que Gohan y tú se midan la ropa que les compré o no podré hacer cambios de última hora si algo no les queda —Milk se puso más que seria y no se movió de su lugar, mirándolo fijamente con dureza e ignorando a los demás—. Así que muévete ya —le recalcó en tono de mando.

    — Oye, Milk, no… no puedo irme ahora… —obviamente que el Saiyajin no pensaba dejar una pelea en segundo plano, también tenía derecho a divertirse—… además, ya te dije que no necesito tanta ropa —recalcó un tanto incómodo.

    — Gokú… —pero era inútil oponerse a los deseos de su esposa, quien consideraba que ya había cedido bastante al permitir que su hijo abandonara momentáneamente los estudios por tres años para irse a pelear contra unos androides asesinos—… te juro que no cenarás esta noche si me desobedeces —remarcó en forma amenazadora, elevando su Ki a niveles muy altos para ser ella. Ante este brote de energía todos los demás, incluyendo los Hombres Musculosos, se hicieron para atrás. Nadie se metería en una discusión matrimonial.

    —Pero… pero, Milk, no… por favor, no seas así… sólo… sólo una pelea… ¿qué te cuesta? —entre quedarse sin cenar y abandonar una pelea no hay mucho de donde escoger, por lo que Gokú intentó convencer a su señora regalándole su mejor gesto tierno y suplicándole con las manos.

    — ¡Dije que nos vamos!... anda ya, Gohan, no te quedes —mala suerte… la morena le tomó por una oreja y lo llevó a rastras con ella, haciéndole a su hijo la indicación de que los siguiera. Únicamente en ese estado de rabia es que puede moverlo como si fuera un muñeco.

    — ¡Ay, ay, ay, ay, ay!... Milk, me duele… —ni hablar, de verdad no podía discutir con su esposa, así que, lloriqueando levemente, Gokú se dejó llevar.

    — Sí, mamá… nos vemos —y a Gohan no le quedó más remedio que obedecer, despidiéndose de sus amigos con algo de pena.

    — ¿Alguien puede decirnos que clase de entrenamiento hace la esposa de Gokú?... es muy fuerte —preguntó uno de los Musculosos lanzando la pregunta al aire. Todos ellos tenían gestos de asombro, incredulidad y sorpresa mirando hacia el sitio por donde la familia Son se había retirado.

    — Se llama matrimonio —le respondió Rōshi calmadamente, en actitud seria y conocedora de la vida—. Todo matrimonio tiene sus altas y bajas, y no todos los hombres tienen la suerte de contar con una buena esposa que los entienda —remarcó.

    — ¿Ya habían terminado de entrenar? —Bulma se había acercado lentamente a Trunks, sonriendo con timidez ante lo sucedido y hablándole casi en un susurro.

    — En eso estábamos… —le respondió el adolescente igual de apenado, aunque le sonrió amablemente con sinceridad—. ¿Ustedes también hicieron ejercicio? —le preguntó cortésmente, señalando el traje de ejercicios que ella traía puesto.

    — Hay que mantener la línea… —afirmó la científica con una sonrisa más amplia. Posteriormente se dirigió al líder de los Hombres Musculosos, recomponiendo el gesto apenado—. Espero sabrán disculparnos, señor, no pensé que mi amiga actuara de esa forma —le dijo en tono sincero.

    — ¿En serio?... cómo si no conocieras bien a Milk —Oolong no dudó en mascullar entre dientes, en tono algo sarcástico.

    — Descuide usted, señorita Briefs, no pasa nada, hemos aprendido bastante y seguiremos practicando para mejorar —el Hombre Musculoso le contestó a la joven genio sin ocultar una sonrisa—. Muchas gracias, guerreros “Z”, fue un gusto entrenar con ustedes —añadió dirigiéndose a los “Z” en entonación educada.

    — Y también continuaremos viendo el anime con todas sus aventuras… —observó otro de ellos con ojos soñadores.

    — Ya que la historia es de lo más interesante, con momentos divertidos y trágicos… —añadió uno más con una sonrisa de felicidad.

    — Sólo esperamos que pongan a la venta en todos los países las películas de la serie, ya que “Dragon Ball” es un gran manga clásico —dijo uno más sin ocultar su emoción.

    — Muchas… muchas gracias… eso suena fabuloso —fue Krilin el que les contestó, tratando de disimular su desconcierto.



    Ya sin nada que hacer en el gimnasio, todos se despidieron retirándose a sus habitaciones, esperando por la velada nocturna en la alberca.






    Nota: Sorry, gomenasai, lo siento de verdad… sin red en casa me es difícil salir adelante, pero, ya con el problema solucionado, espero no retrasarme más. Para el próximo capítulo veremos una escena divertidísima en la alberca, y la reacción de los Saiyajins ante la luna llena… ¿qué puede pasar ahora que no tienen cola? Tal vez se lo imaginan si ya leyeron mi primer fic de Dragon Ball, “Noches de luna llena con consecuencias”. Un saludo y gracias por leerme.

    P.D. Algo ha de estar mal con la página o mi red que no me presenta el texto como yo lo escribí... una disculpa más por eso si no se ve bien, lo arreglaré en cuanto me lo permita la red.
     
    Última edición: 19 Febrero 2014
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    InunoTaisho

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    Capítulo 20 segunda parte: Más noches de locura y otro divertido final.


    Previamente, en el capítulo anterior… Ya sin nada que hacer en el gimnasio, todos se despidieron retirándose a sus habitaciones, esperando por la velada nocturna en la alberca.


    El atardecer pasó en un suspiro y, apenas el sol se ocultó tras el horizonte, ya encontramos a nuestros personajes saboreando una ligera merienda para posteriormente poder tomar posesión de la alberca del hotel, apartada por Bulma mediante una generosa propina al gerente. Y vemos a Gokú comiendo como siempre, platillo tras platillo, hasta que Milk consideró que ya era suficiente y le llamó la atención poniéndole mala cara. La buena noticia es que Vegeta no se encontraba presente, también como siempre de antisocial, así que Bulma, auxiliada por Trunks, solicitó un servicio para llevarle al cuarto… ella tan amable y desinteresada.


    • —Bueno, amigos, los veo más tarde en la alberca —les dijo a todos despidiéndose con cortesía, encabezando a un nutrido grupo de meseros para llevar las ollas correspondientes al servicio.
    • —Bulma se ha portado la mar de afectuosa con ese Vegeta… muy afectuosa —comentó Rōshi en tono serio y profundo viéndola irse—. Lo trata demasiado bien y se preocupa por atender sus necesidades alimenticias.
    • —Si ya hasta parece que fuera su marido, caramba —adicionó Oolong zampándose otro bocadillo, hablando con la boca llena.
    • —No exageres, Oolong… lo que pasa es que Bulma es tan considerada con cualquiera, al igual que su madre, y no les importa el que Vegeta sea un patán —dijo Yamcha tras toser un poco, ya que se había atragantado con un sorbo de té.
    • —¿Considerada?... vamos, Yamcha, creo que no has terminado de conocer a Bulma —enjuició el cochinillo sin dejar de comer.


    Trunks, que se encontraba sentado junto a ellos, trató de no mostrar su molestia al escuchar hablar así de sus progenitores, aunque también se le hacía vergonzoso el comportamiento que ambos mostraban. Y por un segundo se sintió tentado a retirarse, pero la curiosidad por saber exactamente la forma en la que sus padres se habían relacionado fue más fuerte.


    • —Yo creo que la señorita Bulma es una mujer bastante práctica, y se ha dado cuenta que lo mejor es tener contento al señor Vegeta para que no haga nada indebido —sin embargo no pudo contenerse para dar su opinión en un tono muy formal y educado, mirándolos a todos con el gesto heredado de su padre.


    Por un segundo sus acompañantes se sintieron intimidados… esa mirada tan Saiyajin ya la habían visto en algún lado.


    • —Bueno, joven, no estamos diciendo que Bulma sea una mala persona, ya que, cuando se trata de ser dadivosa, no hay nadie como ella —se explicó Kame Sen’nin con total amabilidad, indicando que sus impresiones no eran malas.
    • —Pero también es una convenenciera y bastante abusiva —complementó Oolong sorbiendo un trago de té—, una mandona como no tienes idea, presumida, enojona y siempre quiere tener la razón…
    • —Oolong, estás hablando mal de Bulma —le reprochó Puar a su compañero con su aguda vocecita.
    • —Oh, si yo solo digo la verdad… Bulma es muy buena por las buenas, pero cuidadito y algo le molesta porque se pone de un humor insoportable —dijo el cerdito en su defensa.
    • —Mmm… bueno, amigos, si hacemos un análisis de la personalidad de Bulma creo que tienen razón —Krilin no quiso quedarse al margen de la charla y se animó a dar su punto de vista—, ya que se ha portado con Vegeta mucho mejor de lo que se ha portado con alguno de nosotros a pesar de lo que él ha hecho en su pasado, y eso que nos conocemos de años.
    • —Y por eso digo que lo trata como si ya fuera su marido —agregó Oolong en tono puntual, echándose un nuevo bocadillo al hocico.
    • —Vamos, muchachos, ¿de verdad están pensando que a Bulma… le interese un tipo como ese? —Yamcha soltó una carcajada forzada, burlándose un momento de sus camaradas—. ¡No me hagan reír!


    Ten Shin Han y Chaozu, que también se encontraban ahí, continuaron comiendo sin preocuparse por decir algo, ya que no les resultaba atrayente el hablar de mujeres y sus enredos.


    • —En serio te lo digo, Yamcha, yo que tú me pongo las pilas y reconquistó a Bulma —el anciano maestro le habló al joven del desierto en entonación seria y profesional de hombre conquistador—. Puedes llevarle una serenata o regalarle flores y chocolates, y déjame decirte que los dulces europeos son deliciosos —agregó explicativamente—. Y, como a ella le gustan esas cursilerías, es seguro que vuelve contigo antes de que terminen las vacaciones, ya que Vegeta no es nada detallista.
    • —Sí… no suena nada mal, maestro. Voy a seguir su consejo y a comprarle algo con mis ahorros —el beisbolista se mostró de acuerdo con ello, empleando un tono de total suficiencia.
    • —Eso lo veo difícil —masculló Oolong en voz muy baja, sentenciando el fracaso de su amigo.


    Las buenas intenciones le duraron poco a Yamcha, ya que, antes de salir del comedor con rumbo a la alberca, se entretuvo con unas jóvenes que lo habían mirado con bastante curiosidad, presentándose ante ellas como el sucesor de Joe DiMaggio, la gran leyenda del béisbol. Trunks disimuló lo mejor que pudo un gesto de resignación… no es que el joven del desierto y su madre no se hubieran amado en su tiempo pero, entre las inseguridades de ambos con respecto a su relación, y los galanteos de él con otras mujeres, fueron motivos más que suficientes para que ella lo mandara a volar y se fijara en el hombre más cercano y disponible, alguien que jamás la engañaría con ninguna otra: el Príncipe Saiyajin.



    Ajeno a esto Gokú se mostraba muy contento de poder disponer de la alberca a sus anchas para ejercitarse nuevamente, aunque el área de la piscina en sí sea demasiado pequeña en comparación con mar abierto. Pero claro, también estaba consiente que sería peligroso nadar en el mar a esas horas de la noche, y no quería disgustar a su mujercita… lo mejor era disfrutar el momento. Ya listos para entrar en acción se encontraron a Pikoro justo en el acceso a la alberca.


    • —Oye, Pikoro, ¿vas a nadar así? —le preguntó un desconcertado Saiyajin al verlo lucir su traje habitual, incluidos capa y turbante.
    • —Por supuesto que no voy a nadar, Gokú, yo ya tuve suficiente por hoy —se explicó el namek con sequedad al tiempo que se dirigía hacia un grupo de poltronas acomodadas bajo unas sombrillas, tumbándose en una de ellas cuan largo es, cerrando los ojos y cruzando los brazos.


    Milk pareció un tanto incómoda por la presencia del verde alienígena, pero no dijo nada y únicamente se acomodó en otra poltrona apartándola a una distancia prudente, tal vez temerosa de que Pikoro la atacara estando cerca. Y se dirigió a su hijo antes de permitirle irse a la alberca.


    • —Gohan, ten cuidado al nadar.
    • —Descuida, mamá, no te preocupes —respondió el chiquillo en tono de niño bueno. Al momento volvió la vista hacia su maestro, hablándole en entonación respetuosa—. Señor Pikoro, ¿de verdad no va a nadar con nosotros? —le preguntó.
    • —Tal vez más tarde lo haga, Gohan —le contestó éste con gentileza, regalándole una sonrisita breve y cómplice.
    • —Oye, Milk, tú también deberías de nadar un poco —fue el amable comentario de Gokú hacia su esposa, mirándola con algo de curiosidad y diversión, ya que la dama se quitó la bata que traía puesta para lucir un discreto pero bonito traje de baño en color azul cielo.
    • —Esperaré a que salga la luna para tomar los saludables baños de luz lunar que Bulma me recomendó —dijo ésta plácidamente acomodándose lo mejor que pudo en la poltrona, sin poder estirarse a sus anchas—. Ahora, por favor, cuida a Gohan —recalcó con autoridad.
    • —Bueno, está bien… —el Saiyajin se encogió de hombros en señal de rendición, y sin más se encaminó hacia la alberca—. Vamos, Gohan, los muchachos ya nos están esperando en el agua —dijo tan despreocupado y sonriente como suele ser, poniendo los brazos tras su nuca.
    • —Sí, papá —el jovencito, muy obediente, fue tras su progenitor.
    • —¡No des ni un paso más, Kakarotto!, ¡te lo prohíbo terminantemente! —y ni bien habían avanzado un par de metros cuando lo potente y ofuscada voz del Príncipe Saiyajin les llegó a los oídos. Vegeta se presentó en la zona con su cara de pocos amigos.
    • —¿A qué vino ese buscapleitos? —masculló Milk visiblemente contrariada y ofendida, más se contuvo y guardó la compostura.


    Al escucharlo, los demás tuvieron que disimular gestos de descontento, excepto Trunks, quien aguantó poner los ojos en blanco. Y a Pikoro le causó gracia al sonreír discretamente, ya que se encontraba en un lugar privilegiado para no perder detalles de la conversación.


    • —¡Ah, Vegeta, hola! —fue la cordial respuesta de Gokú al ver a su coterráneo de cerca, mostrándole su gran sonrisa desfachatada—. ¡Me da gusto ver que Bulma pudo convencerte de entrenar aquí con nosotros!... ya te extrañábamos —añadió más que complacido.
    • —¡Mph!, no te confundas, pedazo de idiota, yo sólo estoy aquí porque esa mujer apartó este lugar para mí —indicó el de cabellera en punta escupiendo un poco de lado para mostrar su desagrado, cruzándose de brazos.
    • —¿Esa…?... oye, Vegeta, ¿cuándo dices esa mujer te… te refieres a Bulma? —el de peinado punk se mostró confundido por un segundo, intentando descifrar el misterio.
    • —¡Pues quien más!... a esa misma —afirmó Vegeta más que irritado.
    • —¡Óyeme bien, Vegeta, no creas que a Bulma le importas mucho! —al oír la forma despectiva en la que el agresivo Saiyajin se expresaba de la mujer amada, Yamcha no dudó en increparle, dispuesto a salir de la piscina para encararlo.
    • —¡Tú mejor cierra la boca, insecto! —el movimiento del Príncipe fue más rápido, ya que lanzó una pequeña bola de Ki por la punta de los dedos dándole al borde, justo antes de que el beisbolista pusiera un pie fuera, haciéndolo caer nuevamente al agua—. ¡La próxima vez no tendrás tanta suerte! —espetó en una entonación levemente burlona, soltando una carcajada socarrona.
    • —Yamcha… ¿estás bien? —Puar se acercó a su amigo en cuanto éste salió a flote tosiendo levemente, hablándole con vocecita angustiada.
    • —Mejor ni te metas en problemas —le recomendó Krilin en voz muy baja, yendo también a su auxilio.
    • —Vegeta… —y por su parte, Gokú miró a Vegeta con semblante serio, dirigiéndole unas palabras en tono grave y formal a modo de reproche—… no está bien pelearnos entre nosotros, no lo olvides.
    • —¡Bah!... por mí guárdate tus… —resopló el aludido con desdén volviendo a cruzar los brazos. Al segundo pareció tranquilizarse un poco, aunque conservó un tono irónico al agregar—. Está bien, les dejaré jugar un poco si quieren.


    Trunks tomó la iniciativa al salir de la alberca, acercándose al grupo de Saiyajins.


    • —Señor Gokú, señor Vegeta… ¿todo está bien? —les preguntó educadamente, esperando no tener que emplear nuevamente la fuerza contra su padre.
    • —Todo bien, jovenazo —le respondió Gokú recuperando el tono desfachatado y amable, apoyando involuntariamente uno de sus brazos en el hombro de su coterráneo—. Ahora Vegeta sí va a entrenar con nosotros —añadió con total confianza.
    • —¡Yo nunca dije nada de eso, pedazo de imbécil! —obviamente que al Príncipe no le cayó en gracia el que el clase baja lo tratara así, por lo que le apartó el brazo de un manotazo mostrándose ofendido—. No te confundas —agregó, resoplando encolerizado.
    • —Vamos, Vegeta, no tienes que enojarte —dijo el de alborotada cabellera con timidez, sonriendo tontamente a modo de disculpa—. Por cierto, ¿en dónde está Bulma?... —observó algo confundido y dudoso, buscando a su amiga con la vista… tal vez su compatriota la trajera escondida en algún lado—… creí que vendría contigo —agregó.
    • —¡Argh, ni sé y no me importa lo que esa mujer haga o deje de hacer! —respondió Vegeta entre dientes, guardándose algunos de sus mejores improperios para mejor ocasión.
    ********************


    Pero veamos, antes de continuar, cómo es que Vegeta se apareció por ahí y que fue lo que Bulma hizo para convencerlo.


    Primeramente, como ya sabemos, le llevó la “ligera” merienda al hosco Príncipe Saiyajin, quien como, también ya sabemos, parecía pretender quedarse encerrado en la habitación.


    • —¡Yujú, Vegeta, abre la puerta!, ¡te traje la cena! —llamó amablemente tocando en la puerta de la alcoba, sonriendo grandemente.


    Al principio, el hombre se hizo el desentendido y no quiso abrir, ya que no tenía ganas de verla.


    • —¿Qué, acaso piensas morir de hambre por tu necedad? —le espetó Pikoro desde el balcón donde meditaba según su costumbre, mirándolo de reojo.
    • —Que te importa —le respondió el aludido de mala manera, aunque sus intestinos no tardaron ni un segundo en rugir por el alimento.


    Ante esa señal se levantó de la cama y fue a abrir, mirando a la dama de cabellera celeste con verdadero fastidio.


    • —Ya era hora de que llegaras con MI comida —le espetó de brazos cruzados, mostrándose ofendido por haberlo hecho esperar más de la cuenta.
    • —De verdad siento la demora, Vegeta, es que estaban muy ocupados en las cocinas —se explicó la científica sin borrar la sonrisa. Sin cambiar la amabilidad le habló a los camareros que la acompañaban—. Por favor, señores, dejen las bandejas aquí y yo les llamaré en cuanto los necesite.


    Los pobres meseros hicieron lo que le pedían con bastante rapidez evitando tirar algo, más que nada al sentirse intimidados ante la dura mirada del hombre de peinado en flama. Terminado con su quehacer se retiraron presurosos, pero teniendo la precaución de mantenerse cerca para cuando fuera necesario. Una vez que Vegeta y Bulma se quedaron solos (sin contar la compañía de Pikoro, que igual los ignoraba como ellos a él), el Saiyajin, muy decidido, comenzó hincándole el diente a la bandeja que tenía más al alcance de la mano, terminado con su contenido en menos de cinco minutos para continuar con la siguiente, y la joven genio lo miraba en silencio y con bastante curiosidad, sonriendo levemente.


    • —¿Qué? —le soltó el mal encarado al sentirse observado, ya que le incomodaba en sobremanera. Eso sí, no dejó de comer.
    • —Nada… —contestó ella con bastante gentileza, sonriendo con algo de ternura—… sólo que me recuerdas a Gokú por la forma en la que comes —agregó más alegre—. Claro, él es un maleducado ya que habla con la boca llena —adicionó un poco despectiva.
    • —¡Mph, no me compares con ese gatete clase baja! —resopló Vegeta volcando toda su atención en otro guiso, empezando a comer otra vez—. Yo soy un Príncipe y un gran guerrero, así que nada que ver —puntualizó dándose sus aires.
    • —Bueno, no es que tu educación sea de lo mejor del Universo… —opinó la dama sin medirse, tan despreocupada y fresca—, y eso ha de ser porque ustedes los Saiyajins son unos bárbaros inmoderados.
    • —Oye… ¿qué no tienes algo mejor que hacer? —obvio que al intransigente hombre no le cayó en gracia el comentario, por lo que no dudó en responderle en tono áspero y grosero. Si no fuera porque ella le brindaba toda su atención, era seguro de que ya la hubiera ultimado desde hace mucho tiempo, y ganas no le faltaban ante su desfachatez.
    • —Pues en realidad sí —y por supuesto que a la señorita tampoco le agradó el que el Saiyajin le hablara así, tan déspota, por lo que le contestó en tono de diva dándose sus aires—. Reservé la alberca para que todos podamos divertirnos esta noche, y voy a estrenar algo verdaderamente lindo —puntualizó firmemente.
    • —Entonces lárgate de una buena vez con la bola de insectos y déjame en paz… y ni creas que voy a juntarme con esas escorias —le espetó el Saiyajin para continuar comiendo, zampándose el tercer guisado.
    • —Claro que no vine a invitarte a ti, idiota, no estoy loca —a este punto Bulma pareció algo alterada, y se levantó de la cama en donde se había sentado. Dando tres inspiraciones profundas para relajarse se volvió a Pikoro con una de sus mejores sonrisas—. Oh, Pikoro, a Gohan le daría tanto gusto que nos acompañaras en la alberca… y de hecho, a mí también —añadió, guiñándole un ojo travieso y coqueto, acercándosele con total confianza.
    • —¿Ah, sí? —respondió el aludido un tanto a la defensiva, manteniéndose alerta… esa mujer era capaz de todo por conseguir lo que quería, y lo que quería era que el Príncipe Saiyajin le hiciera caso.
    • —Por supuesto, tú sabes que Gohan te estima muchísimo, y yo ya me di cuenta de que no eres tan malo como antes —observó la científica en entonación de profunda admiración, poniendo un gesto soñador que hizo al namek retroceder unos pasos—. De seguro luces fantástico en traje de baño, con esos músculos tan bien formados —añadió en un suspiro.
    • —Oye… —el pobre Pikoro enrojeció de las orejas, sintiéndose acosado por la conducta de la joven genio. Por Kami que también la mataría si tuviera oportunidad, pero ya sabía que no podría hacerlo nunca, y por dos poderosas razones. El relacionarse con Saiyajins había resultado dañino para su salud.


    Y, ante todo ese “show” montado por Bulma, Vegeta sintió que le hervía la sangre por unos segundos, y que destruiría al planeta con todo y sus habitantes… ¿quién se creía la muy cínica para hacer eso en sus narices? Por supuesto que la dama estaba más que consiente de que, ante el hecho de ignorarlo, el Príncipe Saiyajin se presentaría en la alberca con tal de fastidiarles la diversión a todos. Y ese era su plan.


    • —Bueno, Pikoro, entonces te esperamos en la alberca, no vayas a tardar —dijo despidiéndose sólo del namek, encaminándose parsimoniosamente a la puerta. Al final, antes de salir, pareció recordar al Saiyajin, porque se dirigió a él con algo de seriedad—. Vegeta, en cuanto termines de comer vendrá el servicio, así que apúrate por favor —puntualizó, cerrando la puerta tras de sí con un poco de brusquedad.
    • —Esa… maldita zorra —espetó Vegeta tragándose su rabia, mascullando otros insultos en su idioma.


    Pikoro aprovechó la distracción y, sin despedirse, se retiró sigilosamente por la ventana dirigiéndose hacia la alberca.


    • —¡Uf!, esa mujer es un verdadero peligro… mira que usarme de cebo para obligar a Vegeta a venir —resopló con alivio limpiándose unas gotas de sudor de la frente, colocándose junto al acceso a la alberca.



    Al final se sonrió un poco, ya que esto no era más que otra prueba del interés que había despertado la joven científica en el Príncipe Saiyajin, así que se divertiría un poco con lo que fuera a ocurrir en ese lugar. Sobre todo porque esa noche era noche de luna llena… ¿cuál sería la reacción de un Saiyajin sin cola ante los rayos de luna llena?


    ********************



    Volvamos entonces a centrar nuestra atención en la mencionada área de la alberca. Ante la amenazante presencia del Príncipe Saiyajin los demás “Z” se retiraron un poco hacia un extremo de la piscina, considerando que lo más prudente que podían hacer por el momento era mantener la distancia después de lo sucedido con Yamcha, aunque el beisbolista no se sentía tan a gusto. En eso la luna asomó a plenitud en el horizonte, una gran y hermosa luna llena subiendo al firmamento.



    • —Vaya, ya era hora de que apareciera la luna —dijo una despreocupada Milk acomodándose mejor en la poltrona donde estaba acostada, para recibir sobre su piel los benéficos y poco peligrosos rayos lunares. Incluso cerró los ojos como para reflexionar.
    • —Mira, papá, la luna se ve muy grande hoy —observó el pequeño Gohan con aire de fascinación, señalando el astro en el cielo.
    • —Tienes razón, Gohan, nunca la había visto tan grande —le respondió el buen Gokú dándole su aprobación, palmeándole un poco la cabeza—. Bueno, en realidad, no me acuerdo haberla visto tan bien como ahora… —añadió algo apenado, rascándose la nuca en señal de bochorno—… con eso de que los Saiyajins nos transformamos en gorilas gigantescos con la luz de la luna y todas esas cosas… —agregó, sonriendo muy tontamente.
    • —¿Entonces es cierto que yo también me transforme en un mono gigante cuando peleamos contra Vegeta en aquella ocasión que…? —preguntó el niño un tanto asombrado, ya que no recordaba muy bien cómo había terminado esa batalla.
    • —Fue por puritita suerte y nada más, mocoso idiota —le interrumpió el mencionado de muy mala manera… de sólo recordar esa humillación sintió que la sangre le subía a la cabeza—. Si yo no hubiera perdido la cola y a ti no te hubiera salido, tengan por seguro que los hubiera eliminado a todos —puntualizó con aspereza.
    • —Debió haber sido un gran experiencia el elevar su Ki hasta esos niveles —dijo Trunks interviniendo con un tono de voz algo embelesado, ya que de verdad le hubiera gustado transformarse alguna vez para poder acabar con los malvados androides de su tiempo… ¿cómo sería un SS Ozaru? Pero, desde que tenía memoria, había crecido sin cola.
    • —Oye, Vegeta, ¿cómo es qué tú podías hablar aun siendo un mono gigante?...Bulma me dijo que yo no parecía capaz de pensar cuando estaba transformado —le preguntó Gokú a Vegeta con verdadera curiosidad—. De hecho no tengo ningún recuerdo de esos momentos —adicionó con confusión.
    • —Eso es porque eres un patético clase baja, Kakarotto —le respondió el Príncipe sin nada de amabilidad—. Únicamente los privilegiados de clase alta podemos dominar nuestra verdadera fuerza sin perder la conciencia —puntualizó desdeñoso.
    • —Pues yo tampoco recuerdo haberme transformado en un simio gigante —dijo Gohan con algo de timidez, intentando hacer sentir mejor a su padre—. El señor Pikoro me dijo que le causé muchos problemas la primera vez que me transformé cuando estábamos entrenando, y por ello tuvo que destruir la luna —añadió, mirando nuevamente hacia la luminaria nocturna.
    • —Bueno, pero lo importante es que ahora podemos disfrutar el lindo espectáculo de la luna llena sin causarle daño a nadie —a esto Gokú tomó una vez más por el hombro a su hijo, mirando también hacia la luna. Percibió un leve cosquilleo en su interior admirando al astro, algo que lo hacía sentir contento.


    Por unos minutos los cuatro Saiyajins miraron absortos hacia el astro que ascendía lentamente sobre el horizonte, y Vegeta ocultó muy bien un suspiro de frustración y contrariedad, recordando que tenía que buscar y matar al desconocido gusano que se atrevió a cortarle la cola.


    • —La luna se ve muy grande esta noche —murmuró Rōshi por su parte.
    • —Y da una buena luz —mencionó Chaozu sin disimular su felicidad.
    • —A mí me da un poco de miedo el pensar en que… —susurró Oolong en voz muy baja, mirando con aprehensión hacia donde se encontraban los Saiyajins.


    **********


    En ese momento aparecieron cuatro simios de proporciones gigantescas, que destrozaron el hotel y sus alrededores lanzando alaridos y una especie de energía por la boca. Sólo uno de ellos hablaba con voz de trueno, y dirigía a sus compañeros.


    • —¡Adelante, soldados clase baja, vamos a destruir esta insignificante ciudad y después conquistaremos este pequeño planeta para hacer más grande mi imperio intergaláctico! —exclamó a voz en cuello, carcajeándose como un maniático.


    Muy pocas personas pudieron huir de la destrucción, y corrían tratando de ocultarse. Los dos gorilas que parecían más jóvenes tomaron de entre la multitud a dos mujeres, llevándoselas con ellos. Una de ellas, una joven morena de peinado alto, se desmayó del susto y la impresión; y la otra, una señorita de cabellera celeste, gritaba con toda la potencia de sus pulmones, mostrándose más que enfadada.


    • —¡Óyeme bien, Vegeta, esto no me hace gracia, así que te ordeno que te detengas!... ¿me estás oyendo, mono tonto?... ¡ush, ya verás, en cuanto Gokú recupere la conciencia te dará tu merecido! —chillaba, retorciéndose entre los dedos del joven chimpancé que la sujetaba.
    • —¡No me hagas reír, mujer tonta! —le respondió el aludido, el jefe de esa extraña manada, mofándose más que socarrón—. ¡Agradecida deberías estar ya que serás mi esclava por el resto de tu miserable vida, y no vas a morir aquí como los demás terrestres!
    • —¡Uy, pero cómo te odio! —fue la respuesta de ella si dejar de gritar insultos.


    **********

    • —Oolong, Oolong, ¿estás bien? —la vocecita de Puar trajo al cerdito de vuelta a la realidad, ya que su imaginación había volado bastante alto.
    • —Menos mal que Vegeta ya no tiene cola… —suspiró el aludido con total alivio.
    • —No te falta razón, Oolong, ya que sería verdaderamente terrible que cualquiera de ellos tuviera cola —Krilin unió su comentario al del metamorfo, sonriendo tontamente y con timidez. Enfrentar a cuatro gorilas enormes y poderosos sería todo un reto suicida.


    Los Saiyajins continuaban ensimismados en su observación lunar cuando un conocido tono de voz llegó a los oídos de todos.


    • —¡Gokú, Gokú, al fin te encuentro Gokú! —era una anciana bastante pequeña que venía volando sobre una esfera de cristal. Trunks y Vegeta la miraron con seriedad y Gohan pareció maravillado de que conociera a su papá. Bueno, su progenitor era tan popular y tenía amigos de todo tipo que no debería extrañarle.
    • —¡Ah, Uranai Baba, hola!, ¡cuánto tiempo sin verte! Es un gusto —le respondió el aludido con una sonrisa más que sincera—. No sabía que también habías venido de vacaciones —comentó en cuanto ella llegó a su lado.
    • —En realidad yo vine a trabajar, ya que un extraño extraterrestre pidió mis servicios de vidente hace unos días, y, como pago de mis honorarios, la producción me permitió quedarme para vacacionar al estilo europeo —respondió la madura mujer dándose su importancia—. Cuando me enteré de que estabas aquí con los demás muchachos te estuve buscando, pero hasta hoy me dieron razón de ustedes —añadió.
    • —Es que hemos estado muy ocupados con tantas cosas —le contestó el Saiyajin de peinado punk con algo de vergüenza, rascándose la nuca. Por cierto, recordando que debía mostrar su buena educación, le presentó a su hijo—. Oye, Uranai Baba, ¿ya conoces a Gohan?
    • —Mucho gusto —le saludó el pequeño con una reverencia cortés.
    • —Sí, lo vi pelear en mi bola de cristal contra ese malvado Saiyajin llamado Vegeta —explicó la viejecilla mirando al niño con algo de interés. Al segundo volvió la vista hacia los otros dos, observándolos de arriba hacia abajo con bastante curiosidad—. Ya veo que lo convenciste de quedarse aquí —agregó.
    • —¿Tienes algún problema con eso, vieja bruja? —le soltó el Príncipe con su habitual descortesía, fulminándola con la mirada. Trunks se mostró apenado por un segundo, pero prefirió no abrir la boca.
    • —No, para nada —fue la respuesta de la madura dama evitando enojarse. Había que ser cuidadosa al hablar, ya que el agresivo hombre aún no se encontraba ligado de verdad a la Tierra.
    • —Oye, hermana, ¿se puede saber qué haces aquí? —a todo esto Kame Sen’nin se aproximó al grupo saliendo de la alberca, extrañado de ver a su consanguínea por esos rumbos tan lejanos.
    • —Rōshi, soy tu hermana mayor y de vez en cuando merezco un descanso, ya que yo sí trabajo y no ando nada más acosando a las jovencitas —la aludida le respondió en tono solemne, para después mirarlo con suspicacia de forma acusadora.
    • —Si tú hicieras eso se vería muy raro —dijo el viejo maestro en entonación simple, no dándose por aludido—. Además también he trabajado por varios años, así que no le veo lo malo en divertirme un poco —agregó sabiamente.
    • —Entonces que cada quien se dedique a sus asuntos… —puntualizó la madura mujer retornando a su conversación con el Saiyajin de peinado punk—… Bien, Gokú, como te decía, veo que convenciste a Vegeta de quedarse en la Tierra, pero no creo que esa sea una buena idea ya que… —dijo en una entonación más que grave.
    • —Vamos, Uranai Baba, ahora más que nunca necesitamos a Vegeta de nuestro lado, ya que en poco menos de dos años enfrentaremos a unos peligrosos androides y… —le interrumpió el mencionado con suficiente educación, tratando de explicar los motivos de la decisión tomada.
    • —¡Ya cállate, Kakarotto, no es necesario que hables por mí! —y el Príncipe le increpó en tono enfurecido, mirando a la anciana con desprecio—. Te guste o no, vieja arpía, voy a quedarme en este planeta de mierda hasta que me dé la gana, y después lo destruiré junto con todos ustedes —dijo retadoramente.
    • —Mmm… —la madura mujer tenía unas ganas locas de contestarle como se merecía, pero se lo pensó mejor… más tarde consultaría su bola de cristal una vez más, para confirmar el verdadero futuro de ese arrogante Saiyajin en la Tierra. Volviéndose nuevamente hacia Gokú, le habló con más tranquilidad—. Bueno, Gokú, cualquier cosa que pueda pasar sabemos que podemos contar contigo… Pero, ahora, hay algo que quiero mostrarte —añadió, utilizando está vez un tono de voz levemente misterioso.


    Al bajar de su bola de cristal, Uranai Baba se despojó de la túnica que traía puesta, exhibiendo un traje de baño de lo más antiguo, estilo de los años sesenta, de rayas blancas y rojas adornado con moñitos. Al ser tan anciana y diminuta se veía bastante… grotesca.


    • —¿Qué tal me veo, eh?, ¿verdad que luzco sexy? —le preguntó con bastante coquetería, dedicándole una caída de pestañas.


    Kame Sen’nin por poco se desmaya de la impresión mientras Vegeta se mantuvo impávido; Trunks y Gohan sólo consiguieron poner gestos de incomprensión y algo de vergüenza, y ni qué decir de Gokú, quien únicamente parpadeó en repetidas ocasiones, confundido por la actitud de la bruja.


    • —¿A qué te refieres con eso, Uranai Baba? —fue la pregunta del de peinado punk, poniendo cara de tonto.
    • —¡Pues a mi traje de baño, tontonaco! —le respondió ésta algo sentida, para después recuperar el tono de coquetería—. ¿No te parece sexy y encantador?
    • —¿Sexy y…? —pero ya sabemos que el atolondrado Saiyajin no entiende nada de eso—. Oye, Uranai Baba, no sé a qué te refieres.
    • —Olvídalo ya, Gokú, déjalo así —resopló la bruja con fastidio. Al momento se dirigió a los jóvenes, recuperando el tono coqueto y esperanzado—. ¿Y ustedes que opinan, muchachos?, ¿me veo atractiva? —les interrogó al pestañar.
    • —Este… señora, yo… —Trunks enrojeció un poco más, ya que no quería ofender a tan venerable anciana, a la cual, por cierto, no recordaba, ya que su madre jamás la había mencionado… ¿o sí? Bueno, ya le preguntaría con calma cuando regresara a casa.
    • —Yo no sé nada de eso, sólo soy un niño —fue la prudente respuesta de Gohan, abochornado también por semejante cuestionamiento, tan impropio para su edad.
    • —Hermana, no seas ridícula, ya no tienes edad para hacer estas cosas… para mujeres sexys tenemos a Bulma —Rōshi dio su fallo sin que nadie se lo pidiera, hablándole a su parienta con algo de molestia y remarcando su apreciación.
    • —¡No te atrevas a criticarme, viejo raboverde! —era lógico que a la viejecilla no le agradó la observación de su hermano, por lo que le tiró la bola de cristal a la cabeza, con tan buena puntería que le acertó en medio de la frente, ocasionándole un gran y doloroso chichón—. Tu opinión es la que menos me importa.
    • —Gokú, ¿acaso pasa algo? —por cierto que para Milk no había pasado desapercibida la presencia de la octogenaria mujer, y su sexto sentido femenino le indicó que se acercara a su marido para comprobar que nada malo le sucediera… no se quedaría de brazos cruzados, no señor.
    • —Oye, Milk, ¿tú sabes lo que es sexy?... —le preguntó el aludido sin nada de pena, aliviado de ver a su esposa—… porque Uranai Baba quiere saber si se ve sexy con esa ropa tan rara —añadió con verdadero desconcierto.
    • —¡Pero qué se podía esperar de usted, bruja encimosa!, ¡aléjese de mi esposo! —y obvio que la morena no dudó en despotricar su descontento contra la adivina, gritándole en su cara y tomando con firmeza el brazo de su cónyuge, quien pareció más desconcertado por eso.
    • —Vamos, muchacha, no tienes por qué ponerte así, yo solamente necesitaba su apreciación ya que este traje de baño es un regalo de mi madre —respondió Uranai Baba intentando mantener la calma, acomodándose la despeinada cabellera.
    • —¡Mph, menuda idiotez! —Vegeta ya estaba harto de todo eso así que masculló su mal humor en voz alta. Claro, no quería irse sin verle la cara a Bulma, la que lo había metido en ese embrollo.
    • —Oh, lo había olvidado… —la anciana fijó su vista una vez más en el Príncipe Saiyajin, y le hizo la pregunta del millón, empleando una entonación que pretendía ser seductora—… Dime una cosa, Vegeta, ¿te parezco más sexy que Bulma Briefs?
    • —¡¡No tengo porque responder eso, vieja ridícula!! —exclamó el enfurecido hombre con ganas de matarla.
    • —Con ese carácter no llegarás muy lejos en la Tierra —le respondió la hechicera acomodándose nuevamente el cabello, mostrándose algo ofendida—. Sólo Bulma Briefs puede aguantar tu mal genio —puntualizó agudamente.
    • —¡Bah!, guárdate tus palabras necias —resopló el orgulloso Saiyajin dándole la espalda.
    • —Bien, creo que mejor me retiro —ante el pobre resultado obtenido la bruja considero adecuado volver al hotel, así que se acomodó su túnica y se montó sobre su bola de cristal, elevándose un poco. Inmediatamente se dirigió al de peinado punk, el cual por cierto miraba una vez más hacia la luna, perdido ya de la realidad, como intentando recordar algo—. Gokú, cuando Rōshi se despierte dile que necesito hablar con él… Gokú, ¿me escuchaste? —le preguntó al darse cuenta de que éste no le hacía ningún caso.
    • —Ya se estaba tardando —Milk fue la que le contestó con descortesía, colgándose un poco más del brazo de su esposo y dedicándole un gesto grotesco a la bruja al mostrarle la lengua.
    • —Claro que me voy, pero no porque tú me lo pidas —Uranai Baba correspondió el gesto de la morena y regresó por donde vino.
    • —Qué viejecita tan simpática —le comentó Gohan a Trunks sonriendo azorado, y el joven del futuro afirmó levemente con la cabeza, sin saber que decir.


    Y ni bien cruzaba Uranai Baba por el acceso a la alberca cuando se topó de frente con Bulma.


    • —¡¿Abuela, usted aquí?! —le preguntó la científica con asombro. Y ella que creía que la producción únicamente les había invitado a ellos.
    • —Más respeto conmigo, Bulma Briefs, ya que yo soy señorita a pesar de tener más experiencia de la vida que tú —le respondió la aludida sintiéndose difamada en su persona—. No creas que eres la única que puede darse lujos por ser millonaria —puntualizó.
    • —Bueno, sí, en eso tiene razón —admitió la joven con más amabilidad—. Oiga, ¿de pura casualidad no ha visto a los muchachos? —preguntándole al momento con educación.
    • —Precisamente vengo de verlos en la alberca y, por lo visto, te están esperando —fue la respuesta de la bruja en tono estoico, señalando hacia el área de la piscina.
    • —Muchas gracias, es usted tan amable —la dama de cabellera azul se sonrió y continuo su camino.
    • —Espera un momento, Bulma Briefs, tengo algo muy importante que decirte sobre tu futuro con… —Uranai Baba recordó que tenía que contarle algo a la científica, así que intentó detenerla empleando en este caso un tono más tétrico y formal.
    • —Ya le hablaré cuando quiera saber de mi futuro con Yamcha, gracias —pero la señorita Briefs minimizó el asunto sin detenerse, despidiéndose con un gesto de la mano.
    • —Bueno, al fin que no soy yo la que va a mantener a un Saiyajin tragón —murmuró la anciana en cuanto la joven cruzó la salida, encaminándose nuevamente hacia su habitación.


    Y así se presentó Bulma Briefs en la alberca, saludando a todos con su característica amabilidad y buen humor.


    • —¡Amigos, hola!, lamento la tardanza, es que tuve que pasar al comedor para encargar algo de botana —dijo con cantarina voz, aproximándose a donde Gokú y los demás que le hacían compañía.


    Yamcha y Puar devolvieron el saludo y el joven beisbolista salió de la alberca para alcanzarla; Oolong y Krilin intentaban reanimar a Kame Sen’nin, quien por el golpe de la bola de cristal había sido azotado en el suelo cercano; en tanto Ten Shin Han y Chaozu ya nadaban a sus anchas en la piscina, pues deseaban aprovechar el tiempo de entrenamiento al máximo. Gokú continuaba “perdido” en la luna y Vegeta no se tomó la molestia de ver a la dama, mucho menos de corresponder el saludo.


    • —Señorita Bulma, ya la esperábamos —le dijo un sonriente, amable y educado Trunks acercándose a ella, aliviado de verla—. Fue una gran idea la de apartar la alberca —comentó.
    • —Por cierto, Bulma, ¿vas a nadar así? —fue la educada pregunta de Yamcha con curiosidad, ya que la científica traía puesta una gruesa bata de baño.
    • —Claro que no, Yamcha, qué pregunta —le contestó la aludida en tono levemente exasperado, haciendo una puntual observación empleando su conocida entonación de sabihonda—. No pensarás que iba a andar por el hotel en traje de baño.
    • —Este… eso es cierto, discúlpame —el joven beisbolista sonrió tontamente con timidez, reconociendo su error.
    • —¿Y qué le pasa a Gokú? —cuestionó la joven al fijarse bien en que el atolondrado Saiyajin de peinado punk se encontraba en el “espacio”.
    • —Bueno, el señor Gokú se quedó así casi desde que salió la luna —se explicó Trunks con bastante calma.
    • —Tal vez sea una reacción normal ahora que ya no tiene cola —complementó el del desierto con algo de nerviosismo.
    • —Mmm… ya veo —Bulma pareció meditar un momento en eso. Después, muy quitada de la pena, llegó a su lado, y le habló con toda la tranquilidad del mundo al Príncipe Saiyajin—. Vegeta, me gustaría tanto que me des tu opinión sobre mi nuevo traje de baño —le dijo alegremente antes de quitarse la bata, sonriéndole con algo de coquetería.
    • —¡Argh, ya te dije que dejes de fastidiarme con tus estupideces, mujer tonta! —le respondió éste en voz bastante alta, mirándola con absoluto desagrado.
    • —Vamos, sólo quiero que me digas si se ve bien —ella continuó en lo suyo sin molestarse por la descortesía del hombre peinado en flama, haciéndole ojitos.
    • —Bulma, ¿en serio te pusiste esa… cosa horrorosa? —le cuestionó Milk críticamente observándola con mirada acusadora, interrumpiendo su intento de romance—. De verdad no puedo creerlo.
    • —Milk, ya te dije que este traje de baño no es ninguna cosa horrorosa. Es moda de pasarela europea para este verano —la científica se defendió sin ocultar su molestia, sintiéndose más que injuriada.
    • —Yo siempre he dicho que la moda de pasarela es para ricos descerebrados y retrasadas mentales —puntualizó la morena en tono despectivo, dándose sus aires de importancia.
    • —¿Me estás diciendo descerebrada? —la de cabellera azul se encendió de rabia… nadie la llamaba descerebrada, y mucho menos retrasada mental.
    • —Señora Milk, señorita Bulma, por favor calma —Trunks consideró adecuado intervenir para evitar una discusión mayor entre las damas—. Yo sí creo que su traje de baño es lindo —le dijo a su madre en ciernes con toda su educación sonriéndole un poco, aunque nunca imaginó lo que vendría a continuación.
    • —Gracias, guapote, de verdad eres encantador —a lo que la joven correspondió a la sonrisa, sintiéndose halagada. Al segundo volvió a dirigirse al Príncipe, echándole en cara su mala educación—. ¿Ya ves, Vegeta?, deberías aprender a ser amable con la persona que te da de comer, así como este guapo muchacho —puntualizó, a lo que el aludido sólo resopló enfurecido… cómo si le importara ser agradecido, y sobre todo con ella, así que no dudó en darle la espalda una vez más. En fin, Bulma volvió a ver nuevamente a su futuro y desconocido hijo sonriéndole de oreja a oreja—. Bien, mi querido muchacho, quiero tu sincera opinión sobre mi traje de baño.


    Al momento se despojó de la bata que traía puesta para mostrar un diminuto y provocativo bikini en color blanco perla que no dejaba casi nada a la imaginación, ya que cubría lo necesario y dejaba ver lo indispensable. Por ello Trunks enrojeció intensamente hasta las orejas… por Kami que su madre había sido una exhibicionista en su juventud, y eso le causaba bastante vergüenza.


    • —¿Qué te parece, verdad que me veo bien? —la científica no se dio por enterada de la pena del adolescente, e incluso hizo una pose de modelo.
    • —Este… señorita Bulma, ese traje de baño es… —el pobre muchacho desvió la mirada… no podía ver eso, no podía.
    • —¿Eso también es un traje de baño? —y Gohan abrió los ojos como platos, confundido de que hubiera trajes de baño de todos tamaños y colores. Desde su perspectiva infantil era muy poca ropa.
    • —¡No la mires, Gohan, no la mires! —Milk, escandalizada, le tapó los ojos a su retoño y no dudó en reclamarle a la joven genio por su falta de escrúpulos—. ¿Ya viste, Bulma?, ¡te dije que eso no es un traje de baño decente!
    • —¡Claro que no es un traje de baño, es un bikini, y los bikinis tienen dos piezas! —la aludida le puntualizó con verdadera irritación, cambiando el gesto por uno de molestia—. ¡Y un bikini no es indecente!


    La curiosidad de Vegeta lo hizo mirar la escena de reojo, y fue muy a tiempo pues, al sentir la presencia de una linda mujer en poca ropa, Kame Sen’nin volvió en sí de su desmayo y se abalanzó sobre Bulma.


    • —¡Pero qué lindos pechos! —dijo el anciano con voz jubilosa—. ¡Grandes pechos!
    • —¡Maestro, vuelva aquí! —Krilin y Oolong intentaron detenerlo, pero fue inútil ya que, cuando el maestro Rōshi se lo propone, es muy rápido.
    • —¡Deténgase, no se atreva! —claro que Trunks fue más rápido que el viejo y pudo sujetarlo por uno de los tirantes de la playera que traía puesta. Sin embargo…
    • —¡Maldito viejo, ya me tienes harto! —Vegeta no dudó en darle al decano un tremendo golpe en la nariz, con tal fuerza que lo mandó de regreso a la alberca. Y en seguida se dirigió a Bulma gritándole con rabia—. ¡Pero la culpa de todo esto es tuya por no ponerte nada encima, mujer idiota!
    • —Vegeta… ¿entonces tú crees que muestro mucha piel? —y ella sólo se le quedó mirando con asombro, sorprendida por el actuar de él, haciéndole la pregunta en tono inocente.
    • —¿Qué?... —esa respuesta hizo que el agresivo Saiyajin cambiara también el gesto por uno de turbación e incredulidad… o sea, ¿qué tipo de pregunta era esa?
    • —Que si te parece que estoy mostrando mucha piel con este bikini —Bulma reiteró la pregunta acercándosele un poco más, parpadeando con extrañeza—. ¿Qué no te gustó? —volvió a cuestionarle, lanzándole una mirada algo desilusionada.
    • —… —Vegeta dio varios pasos atrás para apartarse de su lado, sintiendo en el estómago un leve calorcito que no tenía nada que ver con el hambre… ¿qué le estaba pasando?—. ¡Aléjate de mí! —espetó levemente asustado y, antes de otra cosa, salió corriendo con rumbo al hotel como alma que lleva el diablo.
    • —… ¿y ahora, qué mosca le picó a Vegeta? —se preguntó Bulma parpadeando una vez más, está vez con desconcierto.



    A lo lejos Pikoro hacía un enorme esfuerzo por no soltar una carcajada. Si sus cálculos no le fallaban la reacción de Vegeta tenía relación con la luna llena y la falta de cola. Únicamente había que ver el actuar de Gokú con su esposa para determinar si sus observaciones fueron acertadas.






    Nota: ¿qué tal, eh?... la reacción de los Saiyajins sin cola ante los rayos lunares no podía ser más predecible… ¡pobre de Vegeta, tanta carne y él a dieta!... ☺.
    Ahora esperen el actuar de Gokú, que los va a dejar fascinados. Nos vemos y un saludo a todos los que han seguido está loca historia, que tiene pocos post pero varios lectores.
     
  9.  
    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

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    El Universo está en juego... literalmente hablando.
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    Para niños. 9 años y mayores
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    Comedia Romántica
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    36
     
    Palabras:
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    Capítulo 20 tercera parte: Más noches de locura y otro divertido final.


    Previamente, en el anterior:
    — … —Vegeta dio varios pasos atrás para apartarse de Bulma, sintiendo en el estómago un leve calorcito que no tenía nada que ver con el hambre… ¿qué le estaba pasando?—. ¡Aléjate de mí! —espetó levemente asustado y, antes de otra cosa, salió corriendo con rumbo al hotel como alma que lleva el diablo.



    Trunks se quedó estático por una fracción de segundo, considerando si sería adecuado seguir a su padre. Pero, pensándolo mejor, tal vez él quisiera estar solo, así que se acercó a Pikoro soltando un leve suspiro de pesadez. El namek ya no pudo ocultar la sonrisa que se le había dibujado en el rostro, animado por la presencia del adolescente.

    — Falta muy poco para que seas concebido en este tiempo, Trunks, máximo unos tres meses si mis cálculos son precisos —detalló en voz baja sin que el joven se lo pidiera.
    — ¿Usted lo cree así? —le cuestionó el muchacho con gesto de duda—. A mí me parece increíble el pensar que terminaron juntos, e incluso puedo afirmar que mi padre no tiene la menor intención de estar cerca de mi madre.
    — Eso nos quieren hacer creer a todos, pero es más que evidente que no tardan en dar el mal paso —respondió Pikoro con una sonrisita socarrona.

    El mozo no dijo nada más y miró hacia donde su progenitora, tratando de imaginar que nuevo proyecto se le ocurriría ahora; estaba casi seguro de que Bulma ya no se animaría a nadar sin Vegeta presente, y menos porque éste se atrevió a criticar negativamente su sugerente bikini.
    En tanto la mencionada dama se había quedado con un gesto de incomprensión en el rostro, sin saber qué hacer. Y ni qué decir de Yamcha, Milk y Gohan, los cuales también parecían sorprendidos por lo acontecido.

    — Menos mal que ya se fue —dijo Milk después de medio minuto de azoramiento, recuperando el gesto de enojo al mirar una vez más a su amiga—. Bulma, deberías hacerle caso al gorila ese y ponerte algo más decente encima —le indicó firmemente, tapándole los ojos a su hijo una vez más.
    — Mamá… —Gohan se sintió un poco abrumado por eso… caramba, no era un sinvergüenza como el maestro Rōshi ni mucho menos. Aun no alcanza la edad de la punzada.

    Pero ella no le hizo caso y se dirigió hacia su amigo de alborotada cabellera en picos, el cual continuaba con la mirada perdida en la redondez de la luna.

    — Dime una cosa, Gokú, ¿tú crees que…? —le preguntó, más, en vista de que el despistado Saiyajin no parecía querer volver a Tierra, desistió de saber su opinión. Además…
    — ¡Bulma, deja a MI Gokú en paz! —le espetó una enfurecida Milk y, olvidándose de Gohan, se colgó por enésima ocasión del brazo de su consorte sacudiéndolo intempestivamente, pero ni así consiguió hacerlo reaccionar.
    — Vamos, Milk, no tienes por qué enojarte —le dijo la científica con calma aguantando las ganas de poner los ojos en blanco. Al momento se volvió hacia donde Pikoro y Trunks se hallaban, preguntándole al namek con cortesía—. ¡Oye, Pikoro!, ¿tú podrías darme tu opinión sobre…?
    — ¡A mí no me metas en tus asuntos, no me interesa! —antes de dejarle terminar el verde alienígena le espetó su negativa… le desagradaba en sobremanera que lo tomaran por un vulgar asesor de moda.
    — Pero que genio tan feo… —obvio que a la dama tampoco le agradó que le contestaran de esa forma.
    — Oye, Bulma, ¿por qué no me preguntas a mí? —Yamcha se sintió ofendido de ser ignorado, así que le hizo el cuestionamiento a su ex sin disimular su desilusión. Más la joven genio prefirió encaminarse hacia la alberca, donde Krilin, Oolong, Puar, Ten Shin Han y Chaozu hacía todo lo posible por reanimar a Kame Sen’nin una vez más.
    — ¡Yujú!, oye, Ten Shin Han, me gustaría tanto escuchar tu opinión sobre mi bikini nuevo —le dijo al guerrero de los tres ojos sonriéndole abiertamente. Por lo menos deseaba escuchar una apreciación masculina más formal.
    — De verdad lo lamento, Bulma, pero… no me gusta hablar de las mujeres —le respondió él escuetamente después de enrojecer levemente por un segundo, desviando la vista al instante. Definitivamente no había nada como permanecer soltero para evitarse cuestionamientos de ese tipo.
    — ¿Y tú qué me dices, Chaozu?, ¿crees que mi bikini es lindo? —la testaruda científica no se sentiría conforme hasta conseguir una segunda opinión favorable a su causa.
    — Pues… —los colorados pómulos del pequeño guerrero adquirieron un tono más encendido ante la pregunta—… si, es lindo —respondió más que avergonzado, desviando también la vista.
    — ¿Y se me ve bien? —pero la dama no pareció conformarse con una respuesta tan simple y le volvió a interrogar después de hacerle ojitos, casi poniéndose a su altura.
    — Este… yo digo que… en verdad yo… —el pobre Chaozu no quería comprometerse ni pasar por depravado.
    — ¿Yo puedo darte mi opinión, Bulma? —dijo Oolong con un gesto de morboso placer reflejado en su rostro al mirar los senos de la chica, ya que ella había tenido que agacharse frente al guerrero de rojas mejillas para mirarlo fijamente a los ojos.
    — No, gracias, la opinión de un cerdo cochambroso como tú no le interesa a nadie —al darse cuenta de lo que el metamorfo pensaba, Bulma se enderezó y le respondió con irritación—. Tienes toda la escuela del maestro Rōshi, el hombre más pervertido que he conocido en mi vida —aclaró, cruzando sus brazos sobre el pecho.
    — Oye, espero que eso de cerdo sea porque soy un puerquito lindo y no por otra cosa — indudablemente que el cochinillo se mostró ofendido ante tan dura comparación, así que no titubeó al dar su sentir—. Yo no soy cualquier cerdo.
    — En eso estamos de acuerdo —la joven genio le contestó empleando ese despectivo tono de sabihonda que fastidiaba a todos—. Si fueras un cerdito como cualquier otro serías completamente adorable y encantador —detalló.
    — Bueno, pues tú no eres la dama dulce y delicada que quieres aparentar, así que no me critiques —el puerquito le reviró en tono levemente burlón.
    — ¿¡Cómo te atreves!? —pero a una mujer como Bulma no se le pueden señalar sus defectos sin que ella se moleste, así que le metió un buen zape al metamorfo en lo alto de su cráneo ocasionándole un chichón bastante grande y doloroso—. ¡Eres un verdadero idiota! —le espetó con ferocidad.
    — ¡Ay, ay, ay, ay!... —y claro, Oolong sollozó adolorido sobándose la cabeza—… ¿lo ves?, ¡tú misma me das la razón con ese comportamiento tan violento!
    — ¡Ush, ya cierra la boca! —la científica tenía ganas de estrangularlo por insolente.
    — Oigan, Bulma, Oolong, no hay razón para discutir —Krilin intentó suavizar la discusión entre sus amigos hablándoles con tranquilidad—. Bulma, déjame decirte que ese bikini es fabuloso —agregó al mirar a la señorita Briefs en tanto enrojecía momentáneamente de las orejas, ya que sus pensamientos le hicieron imaginar a la androide 18 luciendo un modelito similar… seguramente se vería maravillosa, y lo haría tan feliz.
    — ¿Y se puede saber porque pones esa cara de tonto, Krilin? —a la joven no le hizo mucha gracia ver el gesto de su pelón amigo, así que le hizo el cuestionamiento con irritación—. De seguro has de estar pensando en cosas indecentes como este puerco —puntualizó con disgusto.
    — ¿Quién, yo? —el joven guerrero reaccionó y se ruborizó un poco más al sentirse descubierto—. No, Bulma, ¿cómo crees que yo voy a estar pensado…? —dijo empleando un tono de voz levemente avergonzado, intentando explicarse.

    A todo esto Kame Sen’nin ya se había puesto en pie y consideró mejor ir a entretenerse a otro lado para no desperdiciar la oportunidad que se le presentaba, aprovechando que ya nadie le prestaba atención. Muy sigilosamente se acercó a donde la familia Son se encontraba, ya que Milk intentaba “traer de vuelta” a Gokú y no se daría cuenta de nada más.

    — Gokú, Gokú… ¿qué te pasa, qué tienes? —decía la morena con algo de preocupación, sacudiéndolo en repetidas ocasiones—. Oh, Gohan, ¿qué le pasa a tu padre? —le interrogó a su hijo con verdadera angustia.
    — Papá se quedó así desde que volvió a fijar la vista en la luna… creo que tiene algo que ver con la transformación de los Saiyajins en monos gigantes —explicó el chicuelo con algo de desazón, ya que no se podía hacer nada contra eso.
    — ¿La... transformación…? —por un par de minutos Milk se mostró desconcertada, observando fijamente a su esposo—. Bueno, creo que tendremos que llevarlo a la habitación —respondió al final soltando un suspiro de resignación. Adiós a sus baños de luna.
    — Está bien, mamá —Gohan también suspiró y se dispuso a cargar en hombros a su progenitor.
    — Milk, muchacha, tienes unas lindas y firmes caderas —sólo que no contaban con el maestro Rōshi y sus malos hábitos, quien muy quitado de la pena manoseó con descaro a la morena.
    — ¡¡Oiga, no me toque así!! —el gesto angustiado de la mencionada cambió en un santiamén a uno de horror, y ya se disponía a defender su integridad profanada de esa manera cuando sobre la cabeza del anciano cayó un puño bien grande.
    — Maestro, deje en paz a Milk —la voz de Gokú se escuchó grave y molesta al golpear a su querido maestro.

    Los otros se dieron cuenta de lo sucedido en cuanto escucharon el grito de la señora Son, y se admiraron más al ver a Gokú reaccionar como nunca antes, noqueando al hombre que lo había entrenado en su cercana juventud. Era la tercera vez en esa noche que lo agredían de esa forma.

    — ¿Vieron eso? —dijo Krilin con los ojos abiertos como platos, sin dar crédito a la escena.
    — … —y Milk también se quedó pasmada por el atípico actuar de su cónyuge, porque nunca la había defendido de esa manera. De Gohan ni se diga, ya que también se mostró estupefacto.
    — ¿Estás bien? —por su parte el Saiyajin miró a su mujer sin cambiar el gesto serio, a lo que ella afirmó con la cabeza para inmediatamente abalanzarse a sus brazos.
    — ¡Gokú, eres mi héroe! —le dijo más que feliz, dándole un beso tronado en los labios.
    — Qué bueno, porque me gustaría mucho hablar a solas contigo sobre la educación de Gohan —y éste la levantó con delicadeza, dedicándole una leve sonrisa—. Gohan, ¿podrías quedarte a dormir con Bulma? —posteriormente se dirigió a su hijo con amabilidad y su acostumbrada sonrisa desfachatada, como si no hubiera hecho nada fuera de lo normal.
    — Este… sí, papá, como tú digas —el chicuelo aún se mostraba anonadado por lo ocurrido, pero no quiso decir nada del asunto… ahora resulta que su padre quería hablar de su educación cuando casi nunca se había mostrado interesado en el tema. Bien, por lo menos su madre se veía muy contenta, así que eso era bueno.
    — ¡Oye, Bulma, necesito que cuides a Gohan por esta noche! —entonces Gokú se dirigió a su amiga la científica con esa sonrisa tan característica dibujada en su rostro, seguro de que recibiría una respuesta positiva.
    — ¡Descuida, no hay ningún problema! —le indicó la aludida saludándolo con la mano, sin ninguna intención de cuestionarle nada.
    — ¡Gracias, que gran amiga eres! —Milk fue la que agradeció sin disimular su felicidad. Hace días que esperaba por un momento a solas con su compañero, así que lo aprovecharía al máximo—. Bueno, Gohan, pórtate bien con Bulma —le dijo a su hijo en dulce tono maternal, para después abrazarse más a su marido.

    Ya con todo solucionado la pareja se retiró a su habitación como si fuera su noche de bodas, y su hijo permaneció allí parado, pensando en muchas cosas. A lo lejos, recostado aún en la poltrona, Pikoro reía muy bajito, ya que sus suposiciones habían resultado ciertas. Y Trunks, al igual que los demás, todavía tenía un gesto de sorpresa en su rostro.

    — Bueno, creo que mejor me voy de aquí —el entretenimiento para Bulma ya no tenía sentido en la alberca, por lo que decidió aproximarse a Gohan—. ¿Ustedes van a quedarse? —les preguntó a los otros con cortesía.
    — Nosotros aprovecharemos el tiempo que queda para entrenar —respondió Ten Shin Han escuetamente, siendo secundado por Chaozu.
    — Claro, no siempre tienes toda una alberca a tu disposición —Yamcha decidió quedarse también, motivado más que nada por el hecho de que su ex estaría ocupada cuidando al hijo de Gokú.
    — Además, tenemos que despertar al maestro Rōshi —señaló Krilin con algo de preocupación.
    — Bien, entonces nos vemos mañana —entonces la científica se despidió y caminó hasta donde estaba el jovencito, sin percatarse que el cerdito metamorfo la siguió a una prudente distancia.
    — Oye, Bulma, ¿tú sabes qué le pasa a mi papá? —cuando la científica llegó a su lado, Gohan le interrogó con un gesto de verdadera inquietud dibujado en su rostro infantil.
    — No tienes de qué preocuparte, Gohan, es bueno que tu padre y tu madre tengan sus momentos de matrimonio para hablar como personas civilizadas y responsables —le dijo la señorita Briefs con calma empleando un tono levemente maternal, recogiendo del suelo su bata de baño y colocándosela con cuidado—. Y no siempre es conveniente que los hijos se enteren de todas las cosas de los adultos —añadió guiñándole un ojo travieso, esperando que entendiera la indirecta.
    — Ah, ya veo… —bueno, aunque eso no le explicaba todo era reconfortante saber que, de vez en cuando, su progenitor tomara los asuntos familiares con la seriedad requerida de un hombre de su edad.
    — Mejor tengamos una pijamada en mi habitación, ¿te parece? —Bulma consideró que lo adecuado era retirarse y divertirse en otro lugar, así que le hizo la sugerencia al niño con toda su amabilidad sonriéndole más ampliamente.
    — ¿Yo también puedo ir? —le preguntó Oolong esperanzado, aunque sospechaba cual sería la respuesta.
    — ¡No! —y, como era de esperarse, la dama le gritó la negativa con irritación.
    — Al fin que ni quería —respondió el cerdito sin disimular su molestia, regresando a donde los demás.
    — ¿Qué es una pijamada? —preguntó Gohan mostrando su incomprensión. Claro, un chico de campo que no ha ido a una escuela formal desconoce sobre esos términos tan citadinos.
    — Nos desvelaremos viendo películas o contando historias interesantes, y también podrás comer algunos dulces —se explicó la joven genio volviendo a sonreír.
    — Entonces está bien —el muchachito también sonrió, complacido ante la perspectiva de ver la televisión hasta tarde y tomar alguna botanita nocturna—. ¿Y no invitarás a alguien más? —más al momento volvió a mostrarse dudoso, así que le cuestionó a su interlocutora con curiosidad. La idea de pasar la noche únicamente en compañía de la señorita Briefs no sonaba a mucha diversión, y ni pensar en invitar al señor Pikoro a no dormir con ellos… ya parece que el namek se mostraría encantado.
    — Por supuesto que sí —fue la amable respuesta de Bulma comprendiendo su inquietud. Por supuesto que ella tampoco pensaba en desvelarse sola con el niño—. ¡Yujú, mi querido muchacho!, ¿por qué no vienes con Gohan y conmigo a mi habitación? Vamos a pasarlo en grande teniendo una pijamada —así que, con dulce y melodiosa voz, llamó a su desconocido y futuro hijo haciéndole la amable invitación.
    — Este… sí, señorita Bulma, los acompañaré con todo gusto —respondió el adolescente enrojeciendo un instante, pensando en lo que su padre diría ante esa invitación. La breve charla que sostuvo con Pikoro había sido bastante reveladora, especialmente si consideramos el actuar de Gokú en el contexto.
    — Bien, entonces vámonos —dicho esto la científica tomó camino hacia el interior del hotel, seguida muy de cerca por los jóvenes.
    — Hasta luego, señor Pikoro —Trunks se despidió cortésmente del namek antes de retirarse.
    — Buenas noches, señor Pikoro, nos vemos mañana —y Gohan hizo lo propio, ya que no quería ser un maleducado con su maestro.
    — Adiós, Gohan —a lo que éste no dudó en corresponder el gesto dedicándole una sonrisa más grande, para después salir volando con rumbo al techo del hotel, imaginando que tal vez Vegeta ya habría puesto la habitación de cabeza.

    Mientras los otros “Z” sopesaron la situación y consideraron que, ya que no podían desatender al desvalido maestro Rōshi, lo mejor era retirarse de igual manera. ¿Y por qué Gokú había actuado de esa manera con su mentor?, esa duda les daba vueltas en la cabeza.

    • —Oiga, maestro, maestro Rōshi… ¿se encuentra bien, maestro Rōshi? —Krilin le hablaba muy suavemente sacudiéndolo con delicadeza.
    • —Todavía está vivo —dijo Chaozu con alivio a continuación de tomarle sus signos vitales, específicamente el pulso.
    • —Este maestro es un hueso duro de roer… mira que no morir después de tanto golpe —añadió Oolong con algo de respeto.
    • ¿Qué vamos a hacer, Yamcha? —le preguntó Puar a su amigo con su aguda voz.
    • —Pues ni hablar, tendremos que llevarlo así —opinó el joven del desierto soltando un suspiro de abatimiento. Ni pensar en abandonar a su ilustre guía.
    • —Si me permiten… —Ten Shin Han tomó la iniciativa y levantó el desmadejado cuerpo del anciano con sumo cuidado para no tirarlo. Pero…
    • —¡Ese Gokú es un bruto, mira que tratarme así a mí, que soy su maestro! —súbitamente el viejecillo se irguió soltando una exclamación, y fue tan inesperado que el de los tres ojos lo dejó caer cómo fardo—. ¡Ay, ay, ay, ay, eso duele! ¿Por qué me tiraron?, ¡soy un hombre mayor y merezco respeto! — chilló adolorido y molesto, mirando con enfado al osado que lo había zarandeado de esa forma.
    • —Maestro, por favor, cálmese… —Krilin, muy solícito, le ayudó a ponerse en pie.
    • —Todos ustedes son unos desconsiderados, deberían ayudarme cuando de verdad lo necesito y no permitir que se me de ese trato tan bajo —les reprochó al momento de enderezarse, mirándolos seriamente tras sus gafas oscuras.
    • —De verdad lo lamento mucho, maestro, no era mi intención lastimarlo —se excusó el guerrero dedicándole una respetuosa reverencia.
    • —¿Y Bulma? —fue la pregunta del pervertido maestro al percatarse de que la joven científica ya no estaba allí.
    • —Pues como el engreído de Vegeta la despreció de esa forma ella decidió hacer una pijamada con Gohan y el muchacho del futuro… lo malo es que no nos invitó —respondió Oolong antes que nadie, sin disimular una entonación de ofendido.
    • —¿Con Gohan?... ¿y… y Milk lo dejó ir? —volvió a cuestionar el decano con algo de asombro, fijándose también en que el matrimonio Son no se encontraba allí —. ¿Pues qué pasó con esos dos? —añadió un tanto incrédulo, ya que la señora Son se había mostrado como una madre sobreprotectora y muy difícilmente dejaría a su hijo dormir fuera de casa, en este caso de la habitación familiar.
    • —Bueno… es que eso es… es un asunto privado de Gokú con su esposa —ahora fue Krilin el que contestó, enrojeciendo un poco de la pena.
    • —Nosotros creemos que… bueno, usted sabe… jejeje… las cosas que se hacen dentro de… jejeje… dentro de un matrimonio son… jejeje… son personales… en fin… —Yamcha complementó la información tartamudeando algo cohibido, y ni qué decir de los demás presentes. Era tan embarazoso imaginar al Saiyajin en un plano romántico y apasionado con su compañera de vida, especialmente porque eso no es lo suyo.
    • —Mmm… ya veo, creo que entiendo… —murmuró Kame Sen’nin en forma dubitativa. Ya más sereno decidió encaminarse a su propia habitación—. Mejor iré a ver la barra nocturna en el canal de adultos… tal vez pasen una buena película —puntualizó como si nada hubiera sucedido, dejándolos anonadados por unos segundos.
    • —¡Oiga, maestro, espéreme, yo voy con usted! —el cerdito metamorfo fue el primero en reaccionar y seguirlo, sin despedirse de nadie.
    • —Eto… ¿y ahora, qué hacemos? —sin borrar el gesto de estupefacción Krilin les interrogó a los demás.
    • —Lo mejor que podemos hacer es aprovechar el tiempo para entrenar… si Bulma apartó la alberca para esta noche debemos utilizarla —externó Ten Shin Han, recuperando la seriedad en su rostro.
    • —Muy bien dicho, Ten Shin Han, hagámoslo —Yamcha no dudó en apoyar la moción.

    Y así los “Z” decidieron continuar con lo que ya habían planeado hacer esa noche, evitando mencionar una vez más a Gokú y su extraño comportamiento.


    Pero sigamos a Bulma y compañía para terminar esta noche de diversión.

    • —Dime una cosa, guapo, ¿alguna vez disfrutaste de una pijamada en tu época?... me refiero a cuando eras niño —le preguntó Bulma a Trunks antes de llegar al hall del hotel, mirándolo con curiosidad y afecto maternal.
    • —Nada de eso, señorita Bulma, en esos días era muy peligroso salir de noche ya que los androides podrían atacar en cualquier momento y en cualquier lugar… —le respondió el joven sonriendo con algo de pena, e inmediatamente se puso serio—… De hecho sigue siendo un peligro salir a toda hora porque esos malditos matan a cualquiera que se cruce en su camino, y sólo por diversión —agregó sin disimular su irritación—. Es tan frustrante no poder hacer nada para detenerlos… —culminó en un suspiro de pesar.
    • —Oh, lo siento de verdad, no era mi intención hacerte sentir mal —por lo que la científica no dudó en tomarle una mano deteniendo su andar, aguantando sus ganas de abrazarlo para reconfortarlo.
    • —Descuide, yo me dejé llevar por mi enojo —haciendo que el adolescente enrojeciera levemente de los pómulos.
    • —Aunque no deberías decir que no has hecho nada, y la prueba es que has venido a esta época para evitar una tragedia —ella volvió a sonreírle con cariño, intentando animarlo con sus palabras—. Así los muchachos estarán listos para todo, y gracias a tu ayuda podrán derrotarlos.
    • —Bulma tiene razón, joven, tú y tu mamá trabajaron mucho en la máquina del tiempo, y yo creo que al final sí vas a vencer a esos androides malos porque eres muy fuerte —Gohan se unió a la charla sonriéndole también a Trunks, el cual se sintió conmovido por las palabras de su joven maestro. Era una verdadera lástima que no hubiera tenido la oportunidad de vivir más tiempo en ese su tiempo futuro.

    Al pasar por el hall con rumbo a la habitación de la señorita Briefs les llegó una vocecita familiar que les hizo volver la vista.

    • —¡Gohan, Gohan! —la pequeña Videl se aproximó a ellos, agitada por la carrera. Se veía tan primorosa con su pijama de flores—. ¡Qué bueno que te veo! —dijo sonriente al llegar junto a ellos, parándose frente al pequeño Saiyajin y dedicándole una sonrisa.
    • —Ho… hola, Videl —éste correspondió al saludo un tanto avergonzado, ya que no se acostumbraba a ser tratado con tanta familiaridad por alguien que no pertenecía a su círculo cercano.
    • —Muy buenas noches, pequeña, dime una cosa, ¿te le escapaste a tu papá? —le preguntó la suspicaz Bulma mirándola con suma atención. Ese Mr. Satán era un padre muy descuidado e irresponsable, no cabía duda.
    • —Bueno… es que… —la niña se mostró afligida al verse descubierta, y agachó la cabeza para explicar su comportamiento—… es que mi papá está muy ocupado grabando unas entrevistas y unos comerciales para el torneo, así que me mandó a dormir… pero no me gusta dormir sola en esa habitación tan grande —dijo en voz muy baja.
    • —Mmm… ya veo —observó la científica con seriedad, y al instante le sonrió otra vez—. Bueno, entonces te vienes con nosotros a la pijamada que prepararemos en mi habitación, de esta forma no estarás sola —le dijo en tono amable y seguro. Los jóvenes no se atrevieron a contradecirla y sólo afirmaron con la cabeza sonriéndole a la niña de la misma manera. Pero claro que no podían decirle que no a una pequeña tan simpática como Videl.
    • —¿De verdad puedo ir con ustedes…? —la chiquilla se mostró emocionada, más al segundo se cuestionó con preocupación—. Pero… ¿cómo le aviso a mi papá?... seguramente me va a buscar por todo el hotel cuando se dé cuenta que me fugué del dormitorio.
    • —No te preocupes por eso, pequeña, le dejaré un recado en la recepción comunicándole que te invité a una pijamada y así no habrá problema —fue el tranquilizante argumento de Bulma sin mudar la sonrisa de confianza total, encaminándose prontamente hacia el mostrador de recepción.
    • —¡Muchas gracias, señorita Bulma, es usted muy buena! —y por ello la infanta tornó a sonreír. Enseguida volvió la vista hacia los jóvenes Saiyajins, mirándolos con alegría—. ¿Tú has ido a una pijamada, Gohan?... a mi papá no le gusta que esté fuera de casa cuando ya se hizo de noche —dirigiéndose específicamente al más niño.
    • —Está también será mi primera pijamada… —le respondió el aludido enrojeciendo nuevamente. Si le contará a Videl el motivo por el cuál iba a terminar en la habitación de Bulma seguramente le avergonzaría, y quien sabe si a su mamá le parecería adecuado que pasara la noche desvelándose con una niña desconocida.
    • —Bueno, bueno, creo que será una gran experiencia para todos ya que yo tampoco he ido a una pijamada… en mi época es más que peligroso andar fuera de casa a horas inadecuadas, y todo por culpa de unos androides asesinos —les dijo Trunks empleando una disimulada entonación de resignación, explicándole a la pequeña Videl sus motivos—. Pero supongo que ha de ser divertido —añadió con aparente convencimiento, tratando de no pensar en lo que hacía su padre en esos momentos.

    Y nosotros vamos a averiguarlo siguiéndole los pasos al Príncipe Saiyajin.


    Como ya vimos Vegeta huyó de Bulma elevándose hasta su habitación en cuanto pudo hacerlo, sin importarle que algunos huéspedes lo miraran con asombro y algo de miedo. Al llegar a ella se encerró en el cuarto de baño para desahogarse.

    • —¿Pero qué mierda me está pasando?... esto no es normal en mí, el Príncipe Saiyajin —monologó consigo mismo en entonación compungida, mirándose las temblorosas manos. El corazón le palpitaba aprisa y la sensación de vacío en el estómago era muy diferente a la que percibía cuando tenía hambre. Aparte de eso el calor le recorría el cuerpo y su respiración era entrecortada—. No puedo creer que la sola presencia de esa mujer desagradable me afecte de esta manera —agregó ya irritado, y sacudió la cabeza para borrar de sus mente ciertas imágenes subidas de tono como consecuencia del espectáculo que acababa de mostrarse ante sus ojos. Pero le fue inútil.


    Ya al borde de la desesperación se dio de cabeza unas diez o quince veces contra las paredes, cuarteando algunos cuantos azulejos, y terminó metiéndose bajo el chorro de agua fría con todo y ropa, sintiendo un escalofrío repentino que pareció calmarlo.

    • —¡Maldita sea la miserable mujer esa por hacerme pensar cosas indebidas!... pero no voy a caer en su tonto juego, no va a conseguir nada de mí —bufó mientras el agua le resbalaba por todo el cuerpo, y resolvió en darse un baño completo botando su vestimenta de lado, esperando tranquilizar su espíritu de esa forma.


    Su pensamiento divagó por varios minutos al recordar muchos sucesos vividos al lado de Nappa y Raditz, y todas las enseñanzas aprendidas de ellos en cuanto llegó a la mayoría de edad, una edad en la que un Saiyajin ya podía sacar todos sus instintos primitivos a flote. De hecho Nappa quiso celebrarle por todo lo alto llevándolo a un lugar de mala muerte perdido en algún confín del Universo, uno de esos lugares en donde las mujeres de diversas razas alienígenas ofrecen diversión al mejor postor… afortunadamente él se hallaba a un nivel superior de sus subordinados y no necesitó hacer de eso una costumbre para sentirse realizado. Con eso en mente retornó su seguridad, convencido de que la incómoda sensación que vivió en la alberca no se repetiría nunca más.


    Sin embargo su subconsciente, ese simio interior que permanece oculto y en el que reside su otra naturaleza, tenía pensado otra cosa. Y de un momento a otro Vegeta vio una imagen de sí mismo deleitándose en su arrebato salvaje al lado de Bulma… que maravilloso frenesí el acariciar la blanca y suave piel femenina con sus manos, algo tan relajante para su cuerpo. Tan metido estaba en ese gozo hasta que se resbaló con el jabón dándose de espalda en el piso de la bañera, lo que le hizo volver a la realidad de golpe.

    • —¡Carajo, el gran Vegeta no tiene por qué terminar así, prefiero morir nuevamente antes de hacer algo semejante! —gritó ofuscado levantándose de prisa y desintegrando al pobre jabón con un poco de Ki, como si éste tuviera la culpa de sus impropios apetitos.


    Sacudiendo la cabeza con violencia para suprimir una vez más las indeseables ideas volvió a dar vueltas en el baño como león enjaulado, bufando de un lado a otro. Encontrándose tan ocupado en su problema no se había percatado de la presencia de alguien más en la habitación.

    • —Hay que ver hasta dónde pueden llegar sus instintos de mono… —se dijo Pikoro en voz muy baja escuchando todo lo que sucedía, procurando no pensar en nada parecido.


    Al cabo de lo que consideró un tiempo razonable para que el Saiyajin terminara de descargar su “frustración” llamó suavemente a la puerta del baño.

    • —Oye, Vegeta, ya estuvo bueno, tienes más de media hora ahí… apúrate que necesito usar el sanitario —le habló ocultando muy bien un tono irónico.


    El nombrado abrió asomando únicamente la cabeza, barriendo a su interlocutor con la mirada enfadada.

    • —¿Qué, acaso en serio haces…? —observó en voz exasperada.
    • —Eso a ti no te importa —le reviró el namek sin cambiar el gesto insoldable.
    • —… —el hosco hombre se mantuvo impávido unos segundos, como sopesando la forma en la que un habitante de Namekusejin utilizaría un inodoro. Después decidió dejarlo pasar, abriendo la puerta de par en par para salir envuelto en una toalla a la altura de la cintura.

    El panorama que se presentó ante los ojos de Pikoro le hizo torcer el rostro en una mueca de asco absoluto. Azulejos rotos, ropa empapada en el suelo, piso anegado, paredes escurriendo agua, y salpicaduras de algo viscoso no identificado adornaban la pequeña pieza.

    • —Pero que marrano eres… —externó con desagrado.
    • —Si no te gusta no entres y asunto arreglado —le respondió el Príncipe soltando una leve risotada burlona, tomando una muda de ropa limpia para vestirse.
    • —Tendré que pedirle al muchacho del futuro que solicite un urgente servicio de limpieza a la habitación —bufó el namek con pesadez, cerrando la puerta del baño para ya no ver más. Inmediatamente se encaminó al balcón para dedicarse a meditar según su costumbre.
    • —¿Y dónde está ese mozalbete perdedor, eh? —claro, era de esperarse que, ante la mención de su desconocido y futuro hijo, Vegeta preguntara por él, respondiéndose a sí mismo con voz socarrona—. Seguramente ha de seguir con esos patéticos intentando entrenar.
    • —Ejem… pues te diré… como tú no quisiste estar con la loca mujer que te acosa él tuvo que sacrificarse —lo que fue aprovechado por Pikoro para picarle la sensibilidad una vez más, carraspeando un poco al utilizar ahora una entonación levemente desfachatada encubriendo sus ganas de reírse, convencido de que el Príncipe reaccionaría con algo de brusquedad—. Así que ahora tendrá que pasar la noche en su habitación.
    • —… ¿qué?... ¿qué él está con…?... ¡exijo una explicación, ahora! —y todo pasó tal y como había pensado, pues el engreído Saiyajin no pudo disimular su cólera ante el hecho de que el joven estuviera a solas con la bella dama, tomándolo con violencia por la capa antes de permitirle alejarse.
    • —Sosiégate… Gohan está con ellos, así que no están solos —por lo que el verde alienígeno tuvo que esforzarse un poco para soltarse sin romper su preciada capa, mirando al hombre de negra cabellera con evidente malestar—. Aunque de verdad no entiendo tu incomodidad, ya que ella no te importa en absoluto, ¿o sí? —le cuestionó en tono mordaz, observándolo con suspicacia.
    • —Claro que no, basura, lo que haga esa tonta mujer no me interesa para nada —respondió Vegeta haciéndose el indiferente. Aun así volvió a preguntar en tono reservado, considerando que así ocultaba su desconcierto—. Pero, ¿por qué el hijo de Kakarotto está con ellos?... no entiendo.
    • —Es que en estos momentos Gokú está… Gokú está haciendo con su mujer aquello que tanto te gustaría hacer con la científica loca —respondió Pikoro algo apurado, ya que no le gustaba hablar de las intimidades de los demás.
    • —¡Bah!, deja de decir estupideces que ni al caso… —obvio que al Príncipe no le agradó nadita la indirecta muy directa.
    • —A mí no me engañas, Vegeta, la reacción de ustedes con la luz de la luna llena ha de sacar algo más que todo su poder Saiyajin… ahora no tiene cola para transformarse en monos gigantes, así que de alguna u otra manera tienen que liberar todos sus instintos naturales —el verde no hizo más que comentarle sus conjeturas.
    • —¡Pamplinas! —bufó su mal encarado interlocutor, y al segundo volvió a preguntarle por algo que le llamó la atención—. ¿Entonces dices que Kakarotto está…?... —y por poco vuelve al baño para vomitar ante la afirmación de Pikoro—… ¡Agh, ese Kakarotto es un verdadero impúdico! —acentuó asqueado.
    • —Por lo menos él tiene con quien entretenerse… no como otros que dejan sus marcas donde caigan —puntualizó el namek retirándose ya al balcón.
    • —¡Imbécil! —masculló Vegeta en voz irritada, tornando a vestirse. Algo tenía que hacer, no podía dejar las cosas así.

    Se deslizó sigilosamente por el balcón después de ponerse la ropa, ignorando a Pikoro una vez más, pasando hacia la barandilla del cuarto vecino para escuchar lo que sucedía allá adentro. Ni aguzando el oído lo mejor que podía distinguía los sonidos, por lo que se tomó el atrevimiento de entrar sin ser requerida su presencia, deslizando el cancel de par en par y hablándole a los ahí presentes con disgustada voz:

    • —¿¡A razón de qué hacen tanto escándalo, miserables basuras!? —fue su reclamo sin mirar a nadie en especial.


    Y tan repentina fue su aparición que Bulma no pudo evitar soltar un grito de miedo ocultándose prontamente tras su futuro hijo.

    • —¡Aaaayyyy, los androides asesinos nos atacan!... ¡por favor, soy muy joven y bella para morir ahora! —exclamó con el gesto desencajado.


    Trunks, Gohan y Videl miraron al recién llegado con algo de asombro e incredulidad, ya que su demanda les pareció bastante exagerada… la verdad no estaban hablando tan alto; aunque la chiquilla sí pareció asustada por un momento, acercándose un poco más a su pequeño compañero Saiyajin.

    • —Este… señorita Bulma, sólo se trata del señor Vegeta, así que no tiene de que asustarse —ante eso el joven del futuro intentó reconfortar a su madre, hablándole con timidez y algo de vergüenza… ella también era una dramática de primera.
    • —¡Uf, menos mal! —la aludida asomó por detrás del hombro del muchacho, suspirando con verdadero alivio.
    • —¡Jah!... mujer tonta, el día que yo quiera matarte no voy a avisarte… eres tan poca cosa para mí —el Príncipe Saiyajin no contuvo su escarnio mirándola con desdén, remarcando sus últimas palabras al cruzarse de brazos.
    • —¿Ah, sí, eso piensas de mí? —y claro que la Briefs no iba a dejar eso sin contestarle como se merecía, levantándose para encararle de frente con las manos en sus caderas, hinchando el pecho para dárselas de valiente—. ¡Anda, atrévete a matarme y vamos a ver quién hace las cosas para ti, ingrato!
    • —No es cuando tú quieras, idiota, es cuando a mí se me pegue la gana —le reviró el hombre desviando la vista al instante, sintiendo nuevamente el calorcito en el bajo vientre ya que la científica lucía una coqueta pijama para presumir sus atributos bien proporcionados.
    • —¿Lo ves?, tú bien sabes que no podrás hacer nada útil en la Tierra sin mi indispensable ayuda… admite que te soy necesaria y tal vez te perdone —por eso la joven genio no disimuló una sonrisita de complacencia, dándose sus aires de importancia.
    • —¡Mph!, sólo por la Cámara de Gravedad y los robots es que no he acabado contigo aún… —respondió Vegeta en un tono de voz más despectivo—… En cuanto terminemos con esos ridículos androides eliminaré a todos los terrícolas y me largaré de aquí —puntualizó.
    • —… ¡Ush, Vegeta, eres un…! —Bulma enrojeció del coraje, ofendida porque el Saiyajin no se dignará en admitir la verdad, sintiendo deseos de soltarle unos buenos zapes para disciplinarlo. Suspirando dos veces procuró serenarse, pero no pudo reservarse el burlón comentario—. Estás muy equivocado si crees que Gokú te va a permitir hacer eso, ya que él sí es un Súper Saiyajin y por mucho es más fuerte que tú —remarcó ofensiva y engreída.
    • —¡¡Ningún insecto clase baja como Kakarotto va a vencerme!! —y era por obvias que la reacción del Príncipe sería de enfado total, y volteó a verla con ganas de apretarle lentamente el cuello—. ¡Él será el primero en morir después de que acabe contigo!

    Los tres jóvenes se habían quedado en silencio sin atreverse a interrumpirlos, y Videl le dirigió a Gohan una mirada de duda ya que no entendía lo que sucedía entre esos dos. Pero Trunks consideró que era el momento adecuado de intervenir cuando su padre rechinó los dientes de rabia, evitándoles así que siguieran discutiendo.

    • —Señor Vegeta, le pido de la manera más atenta que se retire porque no le voy a permitir que trate así a la señorita Bulma —le dijo con seriedad interponiéndose entre ambos, cubriendo a su madre detrás de él.
    • —¿Y qué harás si no me voy, eh? ¿Acaso castigarme? —fue la respuesta del Saiyajin adulto con una despectiva mueca burlona, una característica sonrisa de lado.
    • —Oigan, esa es una buena idea… —algo en esas palabras hicieron que Bulma asomara nuevamente detrás de su futuro y desconocido hijo, sonriendo grandemente al mirar a Vegeta sin pizca de enfado ni temor. Claro, una genio como ella solía tener “brillantes” ideas—. Vegeta tiene que ser castigado por interrumpirnos en lo más interesante de tu historia… es una de las normas en una pijamada —añadió con énfasis.
    • —¿Eh? —por lógica que los dos la quedaron viendo con incredulidad… ¿es qué no estaba bien de la cabeza?
    • —¿A qué se refiere usted con eso, señorita Bulma? —le interrogó el muchacho con educación, sin poder disimular su desconcierto. No sabía exactamente qué es lo que pensaba su madre en esos momentos, y eso era para asustarse.
    • —¿De qué diablos estás hablando, mujer estúpida? —es el duro cuestionamiento que el hombre le hizo al mismo tiempo, mirándola está vez con recelo.
    • —Bueno, pues verán, la finalidad de una pijamada es una noche de sano esparcimiento ya sea con juegos divertidos, viendo películas o contando historias extraordinarias, todo ello sin dejar de lado las botanas nocturnas… claro está que para agregarle más entretenimiento a la noche pueden imponerse castigos para todos aquellos que osen interrumpir la pijamada —se explicó la científica sin perder el aplomo y el humor—… y, como Vegeta no fue invitado es lógico que sea él el que tenga que contar una historia interesante…

    A todo esto Gohan y Videl se habían alejado a una distancia prudente del centro de reunión, y la niña le preguntó al niño:

    • —Gohan… ¿cuál es exactamente la relación de la señorita Briefs con ese par?
    • —No tengo la menor idea… sólo puedo decirte que Vegeta vive en su casa y ese muchacho es el hijo futuro de alguno de los empleados de su compañía, quien todavía no ha nacido en nuestra época —fue la respuesta de éste con confusión. La verdad se estaba preguntando lo mismo.
    • —¿En serio? —Videl no pareció convencida con esa explicación tan disparatada—. ¿Me estás diciendo que ese joven tan guapo viene del futuro? —le inquirió con insistencia.
    • —Bueno… al menos nos ha contado algunas cosas que todavía no han pasado, pero que ocurrirán tarde o temprano —observó Gohan apenado.

    Y, regresando a la explicación de Bulma Briefs…

    • —… ¿qué te parece si nos cuentas algún pasaje de tu infancia? Será muy interesante el conocer algo de tu pasado —fue la sugerencia que la dama le dio al Príncipe Saiyajin, sonriendo más abiertamente.
    • —¿Qué crees que soy tu juguete para hacer lo que tú digas? —bufó el agresivo hombre mostrándose agraviado por la petición… o sea, su vida es su vida y a nadie le importa.
    • —Anda, Vegeta, no seas así… imagino que pasaste muchas cosas al lado de Freeza, y es bueno que las nuevas generaciones de Saiyajins conozcan cómo es que su Príncipe sobrevivió a la adversidad, mostrando su valentía y fortaleza frente al tirano —le insistió la Briefs mirándolo con leve coquetería al tiempo que en sus manos apareció una bandeja rebosante de sándwiches, los cuales le ofreció de muy buena gana regalándole una sonrisa más que seductora.
    • —Yo… yo no sé de qué hablas… —Vegeta tuvo que hacer un esfuerzo para no mostrar su turbación dándole la espalda con algo de brusquedad… ¡ah, maldita mujer por querer tentarlo con la comida y con la poca ropa que traía puesta!
    • —Señor Vegeta, para mí sería todo un honor el conocer más de su gran valor —Trunks no dudó en alabar a su padre mirándolo con respeto, inclinándose un segundo frente a él. Claro que le gustaría saber sobre el lado oscuro en la vida de su progenitor, y la manera en que había formado su carácter.
    • —Gohan, Videl, ¿les gustaría oír acerca de la vida de Vegeta al lado de Freeza? —por su parte la científica invitó a los chiquillos a acercarse, hablándoles con dulce y emocionada voz.
    • —Eso se oye bien… —respondió el niño llevando a su amiguita de la mano, acomodándose nuevamente en la alfombra y prestándole toda su atención al Príncipe Saiyajin—. Cielos, Vegeta, de seguro Freeza te puso muchos retos cuando eras muy niño… ¿cuántos planetas conquistaste tú solo? —le preguntó con voz maravillada.
    • —¡Mph!, he de asegurarte que ni en tus mejores sueños o en tus peores pesadillas has pasado lo que yo, mocoso idiota —pues ni hablar, eso se sacaba por meterse donde no lo llamaban. Con todo no estaba tan mal el comer bien (ya había tomado los sándwiches y los devoraba de uno en uno), y ser el centro de atención de los insectos, así que se quedaría ahí por el momento.

    Después de media hora de un impresionante y desgarrador relato, en el cual apreciamos al Príncipe Saiyajin de escasos diez años ser casi masacrado por los Ginyu como una forma de darle diversión a Freeza cuando celebraban su cumpleaños, ahora lo vemos tratando de librarse del sentido abrazo de Bulma, quien, sollozando como magdalena ante las injusticias padecidas por el pobre hombre, lo estrechó contra su pecho hasta casi asfixiarlo.

    • —¡Oh, Vegeta, ahora comprendo porque eres tan antipático y amargado!... ¡has sufrido tanto en tu vida porque nadie te ha querido! —le dijo con lágrimas en los ojos tomándolo por sorpresa—. ¡Pero ya me tienes a mí para consolarte!
    • —¡Oye… suéltame, déjame en paz! —lo que hizo que el nombrado se debatiera unos segundos intentando liberarse, ya que su yo interior quería sentir más cerca tan deseable anatomía femenina. Haciendo un esfuerzo sobrehumano venció su resistencia y se liberó con contenida brusquedad del sentido apretón, escapando por el sitio por donde había entrado—. ¡Yo no necesitó nada más de ti! —espetó antes de perderse de vista.

    Sus acompañantes se mostraron absortos por lo ocurrido, y Gohan murmuró con algo de conmiseración:

    • — Pobre de Vegeta… debió ser muy feo el que lo maltrataran siendo un niño.






    Nota: ¡Al fin pude avanzar con esto!... de hecho tengo todo pensado pero luego es tan complicado escribirlo y describirlo como me dicta mi imaginación, más aparte no puedo pasar por alto mi vida real y mis nuevas responsabilidades como estudiante universitaria. No prometo escribir tan seguido pero sí continuaré con mis historias ya que no pretendo dejarlas a medias como me ocurrió con las historias que escribí para el foro de Inuyasha. Sean pacientes y no dejen de leer lo que sigue, lo cual estoy puliendo para que se continúe con la diversión como hasta ahora. Un saludo y les agradezco de verdad.
    P.D. La dramática historia de Vegeta no pienso escribirla porque no soy nada buena para el drama, así que ustedes imaginen lo que le pudo haber sucedido cuando niño viviendo a las órdenes del tirano de Freeza. He leído tantos dramas de eso y algunos sí que son para cortarse las venas con galletas de animalitos… prefiero la comedia y el buen humor, pero no puedo negar que la vida del Príncipe Saiyajin es toda una tragedia
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    Última edición: 18 Noviembre 2015
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    Bright Moon

    Bright Moon Amm Hola? :D

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    Ufff llevo leyendo desde ayer y yo queria seguir leyendo xD bueno pero esta genual seguire al pendiente para el proximo y Awwww's Gohan y Videl x3 que kawaii arigator por escribir tan cosas geniales
     
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  11.  
    InunoTaisho

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    El Universo está en juego... literalmente hablando.
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    36
     
    Palabras:
    4934
    Capítulo 21: ¿Y dónde quedó el juego?




    Previamente, en el capítulo anterior:

    — ¡Oh, Vegeta, ahora comprendo porque eres tan antipático y amargado!... ¡has sufrido tanto en tu vida porque nadie te ha querido! —le dijo Bulma con lágrimas en los ojos al tomarlo por sorpresa—. ¡Pero ya me tienes a mí para consolarte!




    Nota antes de empezar: el nombre del capítulo es porque ahora no sé cuándo van a jugar… ☺. Diviértanse con lo que sigue, nada que ver con el dichoso juego de póquer.




    Al día siguiente de los últimos acontecimientos, un fuerte gruñido resonó en una de las habitaciones del hotel despertando a sus ocupantes.




    — ¡Ah, es hora de desayunar!... ¡y qué bien dormí anoche! —Gokú se estiró en la cama e inmediatamente sobó su vientre… ¿a quién más podía rugirle así el estómago?—. Milk, muy buenos días, al fin amaneció y tengo hambre —y posteriormente le habló a su esposa con toda su amabilidad haciéndole la petición en cuanto su hambrienta víscera volvió a emitir su protesta.



    — Ay, Gokú, déjame dormir otro poco —fue la respuesta de la aludida reacomodándose en la almohada, cerrando los ojos para no levantarse.



    — Por cierto, Milk, ¿qué pasó aquí?, ¿por qué estamos desnudos?... ¿y dónde está Gohan? —preguntó el muy despistado al poner más atención a su alrededor, ya que había visto algo raro en la habitación.




    Las patas de la cama estaban rotas, lo que significaba que ellos durmieron al ras del suelo, las sábanas desgarradas, varios muebles destrozados y las cortinas hechas girones. En un rincón se alcanzaba a apreciar los restos de lo que alguna vez fue ropa, la ropa con la que habían salido a la alberca la noche anterior. De su hijo, ni sus luces.




    — Gokú, ¿en serio no recuerdas nada? —a Milk no le quedó más remedio que enderezarse, procurando cubrir su desnudez con un pedazo de la sábana rota—. Anoche platicamos sobre la educación de Gohan y… —dijo después de soltar un imperceptible suspiro, mostrándose desencantada ante el hecho de que su cónyuge no perpetuara ese hermoso momento de intimidad en su mente.



    —… ¿de verdad… hablamos de la educación de Gohan? —el Saiyajin se rascó la nuca en señal de incomprensión, forzando su memoria al ponerse serio. Al no conseguir recordar se encogió de hombros, justificándose con su mujer al sonreír tontamente—. Discúlpame, Milk, pero no me acuerdo de nada de eso.



    — Ya, sólo déjalo así… —recalcó la morena resignadamente suspirando una vez más—. ¿Por qué no mejor te bañas para ir por Gohan a la habitación de Bulma? —le indicó.



    — Y… ¿y por qué Gohan está en la habitación de Bulma?... no entiendo —a Gokú le pareció bastante ilógico que su descendiente no estuviera con ellos en un momento tan crucial—. Si anoche íbamos a hablar de su educación lo mejor sería que estuviera con nosotros… ¿no? —señaló convencido.


    — ¡Gokú, por favor!, ¿cómo crees que Gohan iba a estar aquí si… si hicimos el amor? ¡Eso dañaría su inocencia! —y claro, la histeria de Milk salió a flote y no dudó en llamarle la atención a su marido con voz chillona, restregándole en la cara lo sucedido en la velada nocturna.



    —… ¿a… a qué te refieres con eso, Milk?, ¿qué quieres decir? —el hombre se mostró más confundido por esas palabras… o sea, ¿qué había pasado verdaderamente en la habitación?



    —… Gokúuu… —la dama se debatió unos segundos consigo misma con los sentimientos encontrados: no estaba segura si llorar desconsolada por la gran falta de tacto de su marido o darle unos buenos golpes en la cabezota por pasarse de idiota. La mueca de su rostro se hizo amenazadora si bien intentó recobrar la calma—… si no estás listo en cinco minutos no pediré el servicio a cuarto y te quedarás sin desayunar —recalcó en tono lúgubre y amenazador.



    — Sí, sí, ya lo hago —ni hablar, Gokú no esperó a que le repitieran la orden y se levantó rápidamente, atemorizado por el gesto de su esposa.




    Y, mientras tanto, en otra habitación…




    — ¡Ajum!... no sabía que la señorita Briefs hiciera mucho ruido para dormir… apenas si pude pegar el ojo —dijo una soñolienta Videl estirándose en la cama para desperezarse, soltando un bostezo mal disimulado y frotándose los ojos.



    — Para mí también es difícil creer que alguien como ella ronque de ese modo —observó Gohan recostado en la misma cama a su lado, disimulando su propio bostezo—. Pero no es la primera vez que la oigo roncar —añadió.



    — ¿Es que acaso ya habías dormido con la señorita Briefs? —fue la pregunta de la niña a su amiguito mirándolo con algo de recelo, tratando de imaginar los motivos de dicho acontecimiento.




    La pijamada había terminado muy temprano puesto que Bulma no resistió el desvelo más allá de la una de la mañana, y Trunks, muy servicial, la acostó en una cama para que descansara a gusto, sugiriéndoles a los niños que hicieran lo mismo. Ambos se vieron en la necesidad de compartir un lecho porque, en cuanto la científica sintió la comodidad de su almohada, ocupó todo el espacio del colchón soltando un ronquido bastante fuerte, señal de que dormía profundamente, y ninguno se animó a moverla de su posición. Afortunadamente la habitación de la Briefs contaba con dos camas matrimoniales, así que eso no representó un problema en sí.




    — Sí, ya que, hace tiempo, ella, Krilin y yo requerimos viajar al espacio y como la nave en la que viajamos no tenía muchas habitaciones tuvimos que dormir todos en un mismo cuarto por más de treinta días… ¿te imaginas oírla roncar todo ese tiempo? —se explicó Gohan calmadamente, empleando al final una entonación divertida de sólo recordar el suceso.



    — ¿En serio ya fuiste al espacio?... ¿pero cómo? —la chiquilla se mostró intrigada ante lo que acababa de oír y pidió una explicación más amplia… no podía creer que un niño hubiera viajado por el espacio siendo tan pequeño.



    — Es una larga historia que algún día te contaré, Videl… —le respondió el jovencito sonriéndole con amabilidad y un poco de pena, suponiendo que tal vez, más adelante en la vida, volvería a encontrarse con ella—… ¿No crees que tu papá ya ha de estar buscándote? Y de seguro también a mí me vendrán a buscar —agregó en un cortés tono de interrogación para desviar su atención hacia otro tema.



    — Es verdad, Gohan, mejor vamos a regresar con nuestros papás —así Videl comprendió que lo más razonable en ese momento era estar nuevamente con su progenitor en su habitación. Se levantó de la cama y se calzó sus acojinadas pantuflas, siendo imitada por su amiguito. Antes de decidirse a salir volvió la vista hacia donde Bulma roncaba a pierna suelta, cuestionándose con duda—. Oye, Gohan, ¿no crees que deberíamos despedirnos de la señorita Briefs?



    — No te recomiendo que lo hagas… Bulma se pone de muy mal humor cuando no ha dormido bien, y me temo que no le hará gracia el que la despertemos —manifestó el aludido con bastante timidez, esperando que su amiguita no insistiera con eso.




    Al abrir la puerta se encontraron con un alto hombre de peinado afro, el cual traía entre las manos un gran ramo de flores.




    — Mi estimada señorita Briefs, permítame entregarle este pequeño obsequio como muestra de mi admiración y agradecimiento —ya sabemos que Mr. Satán pretendía conseguir una cita con Bulma y no escatimaría esfuerzos por invitarla a desayunar. Se hallaba tan ensimismado tratando de mostrarse como todo un galán que no había prestado toda su atención a la personita que estaba frente a él, dándole las flores de sopetón.



    — ¿Papá? —le preguntó Videl más que extrañada recibiendo el ramo, mostrándose indignada al comprender las intenciones de su padre… en realidad no había ido por ella—. ¿Qué está haciendo aquí, papá?



    — ¡Videl, eres tú! —el pobre hombre dio un respingo al reconocer la vocecita de su hija, y rápidamente le quitó el ramo de flores para ocultarlo lo mejor que pudo tras su espalda, carraspeando para darle una explicación convincente—. Ejem, ejem… Hija mía, anoche en la recepción me dijeron que estarías aquí, así que vine a traerte y… ejem, ejem… a darle las gracias a la señorita Briefs… ejem, ejem… como comprenderás es mi deber el mostrarle mi agradecimiento de la mejor forma, ya que soy todo un caballero —dijo con voz levemente avergonzada.



    — Mmm… —la chiquilla no dejó de mirarlo con gesto suspicaz.



    — Muy buenos días, Mr. Satán, es bueno ver que se preocupa por el bienestar de Videl —y Gohan aprovechó el tenso momento para saludar al hombre con toda su amabilidad y educación, dedicándole una breve reverencia.



    — ¿Eh?... —por lo que, al verlo, el campeón pareció confundido… ¿qué estaba haciendo un niño ahí con su niñita?




    Observándolo con detenimiento se dio cuenta de que era un chiquillo no mucho mayor que Videl, pero representaba a un depravado en potencia que podría abusar de la inocencia de su pequeña a la menor distracción, especialmente porque iba vestido con lo que parecía ser un traje de baño de mal gusto.




    — Videl, ¿quién es este niño?, ¿por qué está aquí contigo? —le preguntó a su hija sin quitarle a Gohan la vista de encima, mirándolo ahora con desconfianza.



    — Su nombre es Gohan, papá, te lo presenté el otro día en la función estelar de luchas —explicó la jovencita un tanto desesperada, interpretando correctamente por donde habían divagado los pensamientos de su progenitor—. Él y su familia son amigos de la señorita Briefs y todos están aquí de vacaciones —precisó.



    — ¿Ah, sí? —Mr. Satán siguió mostrándose reservado, manteniendo el gesto serio y solemne para intimidar.



    — Mucho gusto nuevamente, Mr. Satán… también nos vimos hace poco en el gimnasio cuando usted terminó de entrenar con algunos de sus discípulos —dijo Gohan sin cambiar el tono educado, sonriendo despreocupado—. Ellos fueron a saludar a mi papá y a sus amigos —le mencionó.



    — ¿De… de verdad tú estabas con… con esos sujetos tan extraños que se presentaron ayer al gimnasio? —bueno, al recordar ese suceso el hombre se puso a la defensiva, pero intentó disimular su contrariedad lo mejor que pudo.



    — Oye, papá, ¿qué es lo que estás escondiendo? —por cierto que la chiquilla ya se sentía harta del comportamiento de su progenitor, así que no dudó en cuestionarle por el ramo de flores señalándole la espalda.



    — Nada, no es nada importante, Videl… sólo es un pequeño presente para la señorita Briefs, eso es todo —ante esto el campeón recobró un poco el aplomo aunque no pudo evitar sonreírle a su hija con algo de timidez. Después reacomodó su túnica con la intención de lucir impecable, dispuesto a cumplir su objetivo y conseguir que la científica saliera con él—. Por cierto, ¿en dónde está? —preguntó dudoso, extrañado de que la bella dama aún no hubiera asomado a la puerta.



    — Ella todavía está durmiendo y calculo que despertará en dos horas —explicó Gohan sintiendo algo de pena por el pobre hombre, y justo en ese momento, para corroborar su afirmación, se escuchó un potente resuello proveniente del interior de la habitación.



    — ¿Y ese ruido?... no me dirás que es… —Mr. Satán se quedó pasmado, le era inconcebible imaginar a una hermosa mujer roncando de esa forma.



    — Vámonos ya, papá, que quiero bañarme para ir a desayunar —Videl consideró que ya era suficiente y jaló a su padre tomándolo de la manga, arrastrándolo con ella—. Nos vemos más tarde, Gohan —dijo con más amabilidad al despedirse de su joven amigo con un movimiento de la mano.



    — Adiós, Videl, te veo luego —el aludido correspondió el gesto con una gran sonrisa sincera, e inmediatamente sintió un Ki familiar a sus espaldas, lo que le hizo volver la vista—. ¡Papá! —exclamó muy feliz.



    — ¡Hola, Gohan! —fue el saludo de Gokú presentándose por medio de la teletransportación—. ¿Dormiste bien? —le preguntó amablemente acariciándole la negra cabellera hasta despeinarlo más, sonriéndole con cariño paternal.



    — Veo que ya te bañaste —le respondió el chicuelo a modo de corresponder su saludo.



    — Oye, ¿qué no ese señor que va allá es Mr. Satán? —el despistado Saiyajin se fijó en las dos personas que se retiraban en ese momento por el pasillo con rumbo al ascensor, mostrándose extrañado al reconocer al hombre de peinado afro.



    — Sí, y la niña que le acompaña es su hija Videl —respondió el muchachito con tranquilidad.



    — ¿Y qué estaba haciendo aquí? — preguntó Gokú más que confundido, en tanto Mr. Satán subía al elevador de la mano de su hija.



    — Es que Videl se quedó anoche con nosotros porque Bulma organizó una pijamada —contestó Gohan con su despreocupada voz y una gran sonrisa en el rostro, no dándole mayor importancia al asunto.



    — ¿Pijamada…? ¿Y eso qué es? —volvió a interrogar su progenitor ya que no tenía ni idea de a qué se refería el niño con eso de la pijamada.




    Justo entonces se escuchó un nuevo ronquido desde el interior de la habitación, y Gokú sonrió con aire divertido olvidándose de la dichosa pijamada.




    — Vaya, así que Bulma sigue siendo tan escandalosa como siempre… pobrecito del que se case con ella —mencionó riendo por lo bajo. Dirigió la vista una vez más a su hijo hablándole con ese tono habitual suyo tan bonachón—. Bueno, Gohan, es mejor que nos vayamos ya que tu mamá nos ha de estar esperando para bajar a desayunar —le dijo tomándole por el hombro, dispuesto a teletransportarse junto con él.



    Y justo estuvo de llevar a cabo su técnica cuando por el pasillo aparecieron unos diez camareros del restaurante conduciendo varios carritos repletos de comida, y se detuvieron frente a la puerta de la habitación de al lado, el dormitorio que compartían Pikoro y Vegeta con el joven Trunks. El olor de los manjares despertó nuevamente el apetito del hambriento Saiyajin.




    — ¡Ah, pero qué bien!, ¡Vegeta no podrá negarme un plato de sopa! —exclamó Gokú muy contento, desatendiendo por completo las recomendaciones que le hiciera su esposa antes de ir por su hijo.



    — Papá, espera… —Gohan quiso detenerlo pero le fue inútil, pues su padre se abalanzó sobre las fuentes con bocadillos sin esperar a que el amo y señor de dicha comida se presentará a reclamarla.



    — ¡Señor!... —los meseros se mostraron sorprendidos al principio y después protestaron indignados, ya que su propina estaba en juego.



    — Oiga, señor, este banquete es para el distinguidísimo huésped que ocupa esa habitación —le dijo el jefe de los mismos recobrándose de la primera impresión, empleando un tono de circunspecto.



    No ‘ay pgob’ema pog’e Ve’eta ed mi am’go… —fue la respuesta del aludido masticando diez volovanes de una sola vez.




    Y hablando del Príncipe…



    — ¡¿Kakarotto, grandísimo granuja, qué m#$*” crees que estás haciendo?! —como era de suponerse el olor del desayuno también había atraído a Vegeta, y claro que su exasperación fue tal al ver a su némesis devorar SU comida que no dudó ni un segundo en arrojarse sobre él arrebatándole la bandeja casi vacía para devorar lo último de su contenido, apretándole a su vez la garganta con la intención de estrangularlo por atrevido—. ¡¡Este desayuno es mío!! —le recalcó fieramente.



    — Papá… —Gohan sólo soltó un quejido imperceptible sin atreverse a moverse… su progenitor se lo había buscado. Los meseros tampoco dijeron ni pío, asustados por esa repentina aparición y el extremo salvajismo de ese señor de peinado extraño.


    — Oye… Vegeta… no… no seas tan brusco —afortunadamente Gokú pudo librarse de la presión tras unos segundos, resoplando para tomar aire al tiempo que sobaba su cuello—. Anda, no te cuesta nada darme otro bocado… tú tienes muchos y yo sólo te pido uno ya que todavía no he desayunado —añadió con quejumbrosa voz poniendo gesto de niño regañado, e intentó acercarse una vez más a los carritos.


    — ¡Mph!, no es mi problema si esa molestia que tienes por mujer no te pide el desayuno, por lo tanto no me importa si comes o no… —resopló el agresivo Saiyajin impidiéndole cumplir su cometido al bloquearle el paso, e inmediatamente les gritó a los pobres camareros mirándolos con dureza—. ¿Y ustedes que m#%&* esperan, eh? ¡Lleven esos carritos a donde ya saben!


    — En seguida, señor, en seguida… —los cuales dieron un respingo del miedo y fueron apremiados por su jefe, entrando en la habitación lo más rápido que pudieron.


    — Muy buenos días, señor Gokú —Trunks asomó en ese momento tras dejarles paso libre a los camareros, y saludó a Gokú con algo de pena al haber presenciado lo sucedido desde el interior—, si usted gusta puedo solicitarle también un servicio a su cuarto —le dijo gentilmente.


    — No te preocupes por eso, jovenazo, imagino que Milk ya nos pidió el desayuno —el aludido recobró la sonrisa y el buen carácter al suponer que su adorada mujercita les estaría esperando con una muy buena cantidad de comida para pasar el rato—. Vamos, Gohan, es hora de irnos —le indicó una vez más a su hijo dándole en esta ocasión la mano.


    — Como digas, papá… nos vemos luego, joven —respondió el chicuelo tomando obedientemente la mano de su progenitor, despidiéndose de Trunks con la otra mano. Ambos se desvanecieron en un santiamén.


    — El señor Gokú es tan especial… —el adolescente sonrió levemente recordando todos los dichos de su madre acerca del carácter de su gran amigo.



    En un segundo Gokú y Gohan se presentaron frente a la puerta de su habitación y vieron a Milk dialogar con un hombre de peculiar aspecto. Por cierto que ella llevaba puesta una bata de baño y traía el cabello suelto.



    —… lo siento pero tiene que esperar a que él… —decía la morena y se silenció en cuanto lo vio ahí parado.


    — ¡Hola, Milk!, ya traje a Gohan —saludó éste sin alterarse en lo más mínimo, como si fuera de lo más normal aparecerse de la nada.


    — ¡Gokú, ya te he dicho que no hagas eso! —fue el regaño de su señora, pues no le causaba gracia el que su marido se tomara todo a la ligera.


    — Buenos días, ¿qué no es usted Akira Toriyama? —Gokú pasó por alto el llamado de atención y volvió su atención al individuo que estaba allí con ellos, haciéndole la pregunta con su habitual desfachatez.


    — Vaya, veo que a ti no puedo engañarte, Gokú —contestó el mangaka acomodándose la nueva máscara que traía puesta, la cual tenía forma de una cara de gato—. Normalmente intento estar de incógnito para evitar el acoso de los fans, por ello me cambió la máscara cada semana —y dio una explicación sin que se la hubieran pedido, dándose aires de suficiencia.


    — Vamos, Gohan, tienes que bañarte ya para que bajemos a desayunar —como a Milk no le importaba en absoluto lo que Toriyama tuviera que decirle a su esposo apremió a su hijo para que estuviera presentable.


    — Sí, mamá, en seguida —y el chiquillo decidió obedecer… ya se enteraría más tarde del asunto. Presto entró a la habitación.



    — Oye, Milk, ¿y el tentempié que ibas a pedirme? —ante el recordatorio del desayuno el estómago del Saiyajin protestó con un sonoro gruñido, y el hombre miró hacia todos lados del pasillo buscando el servicio a cuarto—. Vegeta ya está comiendo y no quiso invitarme ni un bocado —agregó en tono de puchero infantil al tiempo que se sobaba el vientre.


    — Ay, Gokú, en seguida viene el servicio, no te desesperes… precisamente están ocupados por atender a ese sujeto tan desagradable —la aludida hizo un leve gesto de resignación poniendo los ojos en blanco por una fracción de segundo—. Ahora, si me disculpan, tengo que vigilar a Gohan —añadió yendo detrás de su hijo.


    — Bueno, Gokú, yo venía a avisarte que ya mañana se reiniciará el juego de cartas contra los androides, así que lo mejor es que se preparen —a todo esto Akira Toriyama consideró dar a conocer el motivo de su visita, así que le habló al Saiyajin con amabilidad—. Te pido de favor les avises a tus compañeros ya que estaré muy ocupado atendiendo a los fans en una conferencia de prensa —aclaró.


    —… —nuestro atolondrado protagonista pareció confundido por unos segundos… ¿qué era una conferencia de prensa? Más enseguida retornó a sonreír despreocupado—. Muy bien, les avisaré a todos los muchachos.


    — Entonces ya me voy… nos vemos en el juego —ya cumplida su misión el mangaka se despidió presuroso.


    — Oiga, señor Toriyama, ya que usted dice que escribió la historia, ¿me puede contar si tendremos grandes batallas contra esos androides? —antes de que el buen Toriyama se perdiera por el pasillo Gokú le hizo la pregunta en voz alta con bastante curiosidad.


    — Oh, sí, claro que tendrán grandes batallas, faltaba más… y por ello les di un lapso de tres años en su tiempo, para poder preparar los mejores escenarios —le respondió el aludido al tiempo que entraba al elevador, despidiéndose amablemente agitando una mano.


    — ¡Qué bien! —el Saiyajin no hizo más que sonreír grandemente, sintiéndose complacido por la perspectiva de los emocionantes retos que enfrentaría junto a sus camaradas. Muy contento entró en la habitación.



    Por cierto que Gohan se abstuvo de preguntar por lo sucedido en ella al notar que había algo diferente… recordando lo que Bulma le había dicho sobre la importancia de que los padres disfrutaran de momentos a solas prefirió evitarse la pena de saber más de lo necesario.



    Ya en el restaurante Gokú les comunicó a sus amigos lo dicho por Toriyama en tanto devoraba platillo tras platillo, haciendo caso omiso a sus gestos de repulsión.



    — ¡Argh, es el colmo contigo, Gokú!, ¿podrías dejar de hablar con la bocota llena? —claro que Pikoro no iba a quedarse mirando el espectáculo como si nada, así que le echó en cara su vulgaridad al tiempo que le quitó de enfrente la última bandeja con comida que se había servido.


    — Lo siento mucho, Pikoro… pero es que toda la comida es deliciosa y tengo mucha hambre —el Saiyajin se disculpó pasándose ruidosamente el último bocado que traía en la boca, mostrando una sonrisita tímida. Casi al instante soltó un eructo mal disimulado—… perdón, perdón, no era mi intención… —añadió rascándose la nuca, carcajeándose por lo bajo con turbación ante la mirada endurecida que le lanzó el namek.



    Milk quiso evitarse el mal momento yendo con Gohan a sentarse en la mesa que Bulma ocupaba junto a Trunks (por Vegeta ni pregunten, él como siempre de antisocial). Aun así no podía dejar de ver a su marido de vez en cuando, sintiéndose más que molesta por esa muestra de incultura.



    — Ese Gokú… ¿cuándo aprenderá a tener buenos modales? —mencionó con fastidio en voz alta.


    — Gokú es un caso perdido… —opinó la científica comprensivamente, uniéndose por un segundo al sentimiento de su amiga—. Menos mal que Vegeta ya aprendió a usar los cubiertos y a comer con discreción —agregó en tono orgulloso dándose su importancia, casi como si fuera mérito suyo.


    —… Si tú lo dices… —la señora Son la miró con una mezcla de escepticismo e incomodidad… ¿a quién le importaba eso ahora? Volvió la vista hacia su hijo cambiando el semblante por uno más dulce y amable, y le habló con énfasis maternal—. Gohan, siempre debes mostrar tu educación a la hora de comer y así no espantarás a las chicas —puntualizó.


    — Sí, mamá, como tú digas —el chiquillo enrojeció levemente ante ese comentario en tanto tomaba sus alimentos en pequeñas porciones. “Caray, ¿en qué está pensando mi mamá?” se dijo interiormente, más consideró adecuado no contradecirla.


    — Un hombre bien educado causa una buena impresión entre las mujeres —dijo Bulma y miró a Trunks guiñándole un ojo con coquetería y regalándole una sonrisa abierta—. Este buen muchacho es un ejemplo de ello, además de que es bastante guapo también… —añadió.


    — Gracias, señorita Bulma, usted hace que me apene… —el adolescente respondió al tiempo que enrojecía intensamente de los pómulos, desviando presuroso la vista… “Mi mamá era demasiado lanzada cuando joven” pensó en sus adentros evitando poner los ojos en blanco.



    Los guerreros “Z” se pusieron de acuerdo para entrenar primero el cuerpo y después la mente, así que, terminado el desayuno, se retiraron con rumbo al gimnasio del hotel para encerrarse por varias horas a manera de aprovechar el tiempo. Vegeta, por su parte, prefirió cruzar una vez más el Mediterráneo y perderse en el desierto alejado del bullicio citadino. Y las damas se tomaron ese lapso de tiempo para ir al spa a tomar un relajante servicio completo de belleza.



    Así llegó la hora de la comida con el usual ajetreo en el comedor, pues el Príncipe Saiyajin se dignó a presentarse en el lugar y tuvo con Gokú una leve discusión sobre cuál de los dos debería comerse toda la bandeja de guisado de pollo adobado.



    Un poco más tarde, ya con los ánimos balanceados, encontramos a nuestros personajes favoritos disfrutando del clima mediterráneo en una gran terraza del hotel, dispuestos a diseñar su estrategia para la partida de póquer de la noche siguiente.



    —… si me permiten mi opinión considero recomendable jugar en un casino para ir dominando el juego —sugirió Trunks antes de permitirle a Bulma golpear a Röshi por su atrevimiento, pues el anciano maestro le hizo la indecorosa propuesta de rifar la ropa (entiéndase las prendas íntimas de ella) del que perdiera la ronda.


    — Esa es una gran idea, así tal vez hasta ganamos algo de dinero extra —Yamcha no dudó en aprobar la moción como la forma más idónea de practicar las jugadas.


    — Y podremos ver a las lindas edecanes que atienden a los clientes en esos lugares luciendo unas prendas divinas —y Oolong se apresuró a expresar su consentimiento poniendo su mejor gesto de pervertido, pues su imaginación voló muy lejos.



    Bulma ya no pudo contenerse y le metió al cerdito metamorfo el coscorrón que venía guardando para el descarado de Kame Sen’nin, provocándole un chichón muy grande y doloroso en lo alto de su redonda cabeza.



    — ¡Ush!, ¿por qué no cierras la boca? —le espetó al darle el golpe, y todos los presentes (y digo todos sin excepción) dieron un respingo mirándola con cautela, no fuera a ser que su enojo se saliera de control. Pero ella adquirió prontamente una actitud de “aquí no pasó nada” sonriendo grandemente—. Este guapo muchacho sí que sabe pensar… por algo trabaja en la compañía —dijo en tono amable dándole a Trunks una palmaditas cariñosas en el hombro, a lo que el joven enrojeció brevemente—. Bueno, creo que lo mejor que podemos hacer para practicar el póquer es ir al casino a jugar de verdad —añadió emocionada levantando el pulgar de la mano derecha.


    — Oye, Bulma, ¿en los casinos dan de comer? —Gokú no pasaría por alto algo tan importante y su víscera le delató en el momento justo soltando el gruñido característico.


    — Ay, Gokú, no tiene ni cuatro horas que comimos, ¿y ya tienes hambre? —le reprochó Milk lanzándole una mirada de desaprobación.


    — De verdad lo siento mucho, Milk, pero es que como Vegeta se comió la mitad del guisado de pollo pues… —se excusó éste sonriendo tontamente a la vez que sobaba su bajo vientre.


    — ¡Mph!, no seas idiota, Kakarotto, ¿acaso pensabas que te dejaría comer de MI comida? —rezongó el Príncipe con su habitual gesto de malos amigos, mirándolo como se mira a un insecto rastrero.


    — Por favor, ¿quieren tranquilizarse de una buena vez? —Bulma se interpuso entre ambos Saiyajins pidiendo paz con ambas manos, y después se volvió hacia su amigo evitando poner los ojos en blanco… cuando de comer se trata parecía insaciable—. Descuida, Gokú, en los casinos también te pueden dar de comer.


    —Eso suena bien… entonces, ¿qué estamos esperando? —y claro, ante la afirmación ya no tenía sentido entretenerse más.



    Y así los guerreros “Z” y compañía fueron al principal casino de la ciudad de Montecarlo, un recinto espectacular lleno de gente que había ido a divertirse apostando en los innumerables juegos de azar que suele haber en dichos lugares.



    — No sabía que en los casinos había tantas luces… —murmuró Gohan en voz baja con embelesamiento, mirando hacia todos lados.


    — Muy buenas noches, queremos reservar una mesa de póquer y un servicio personalizado si me hace usted el favor —Bulma no se detuvo y se acercó al área de administración del casino para hablar con el encargado, empleando un fluido francés. Trunks no quiso dejarla sola y decidió acompañarla para prevenir algún incidente.


    — El servicio de primera está reservado solamente para clientes distinguidos que pueden pagar por ello —respondió el caballero con seriedad e indiferencia, dando a entender con esa actitud que el mencionado servicio no estaba al alcance de todos los bolsillos.


    — ¿Pues con quién cree que está hablando, eh? —obvio que la Briefs no se intimidaría si de dinero se trata, y sacó de su bolso la chequera—. Sólo dígame a nombre de quien y el monto por el cual voy a extender el cheque y asunto arreglado —agregó con aire de suficiencia, mirando fijamente al hombre.


    — Oh, madame, usted disculpe mi descortesía… adelante, por favor, ya habrá tiempo después para los detalles —y con ese gesto el proceder del administrador cambió radicalmente, indicándoles que le siguieran.


    — Muchas gracias, es usted muy amable —Bulma sonrió y le acompañó prontamente, contoneándose con su habitual coquetería.



    Todos los demás fueron tras ellos.









    Nota: ¡Todo un año de retraso!... no estoy para explicaciones sin sentido que sólo suenan a pretexto.

    Espero les haya gustado y les haya proporcionado un momento de diversión que había sido pospuesta por tanto tiempo, y sepan disculparme por tanto retraso… en la próxima entrega les aseguro más diversión, y pido su paciencia para ultimar detalles de ambos fics.



    Un saludo.
     
  12.  
    TYNX

    TYNX Entusiasta

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    9 Septiembre 2016
    Mensajes:
    157
    Pluma de
    Escritor
    Mira chica, no tenía idea de que tenias un fic de Dragon ball.

    Está bueno y cuando tenga más tiempo de seguro me lo leo con calma y completo XD

    Nos leemos!
     
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