de Dragon Ball - El Universo está en juego... literalmente hablando.

Tema en 'Dragon Ball' iniciado por InunoTaisho, 26 Agosto 2011.

  1.  
    Lamu yatsura

    Lamu yatsura Iniciado

    Sagitario
    Miembro desde:
    19 Febrero 2012
    Mensajes:
    32
    Pluma de
    Escritora
    Linda aproximación de Krilin a 18.
    Me ha gustado la breve historia que das sobre el pasado de 17 y 18,
    siempre me dio la impresión de que ese era uno de los temas menos
    tratados del fandom y de los que mas curiosidad deberían despertar
    ya que no se sabe nada de ellos, solo que odiaban profundamente a
    su creador y que lo habrían matado una y mil veces. Prueba de ello es
    la bomba que les insertó como mecanismo de seguridad.
    Pd. raro el jueguecito que se trae Cell con 18 ¿no?
    Saludos :)
     
    • Me gusta Me gusta x 3
  2.  
    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

    Leo
    Miembro desde:
    6 Agosto 2010
    Mensajes:
    3,827
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    El Universo está en juego... literalmente hablando.
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    36
     
    Palabras:
    8636
    Pocos comentarios pero sé que si me leen... xD y eso me da mucho más gusto. sin tanto rollo con ustedes lo siguiente, tan largo, divertido y loquísimo como siempre.


    Capítulo 11.- Antes de un entrenamiento… cosas pueden suceder.



    Seguimos en el mar… bien lo dice el refrán que en el mar la vida es más sabrosa.



    Mucho más adelante del punto donde Krilin y los demás se habían quedado…





    Pikoro y Vegeta nadaban tan rápido como podían. A pesar de que el namek era por mucho más largo que el Saiyajin no podía adelantarlo demasiado.






    Pensé que… — dijo Pikoro entrecortadamente al bracear — no querías venir.





    Cierra la boca, que no estoy aquí por gusto — espetó el Príncipe de mal humor —. Nadie va a ganarme y eso voy a demostrarlo.





    No creí que… te importara — el verde alienígena se guardó una sonrisa burlona y trató de conservarse impávido.






    Por un instante Vegeta le lanzó una de sus típicas miradas de desagrado. Decidió ignorarlo y avanzar más rápido.





    ¡Oye… — Pikoro también aceleró — ningún chaparro enojón va a ganarme!





    Unos kilómetros más al sur…





    ¡Verdaderamente que nadar en estas condiciones es un buen ejercicio! — un sonriente Gokú se dirigió a Trunks con una expresión de felicidad en el rostro —. No cabe duda de que Bulma es bastante lista.





    Sí — afirmó el joven con mucho orgullo —, por algo es mi mamá.





    Y a todo esto… — el de peinado punk se puso un tanto serio, como si en ese momento se diera cuenta de que… estaban solos — ¿dónde están los demás?





    Ya no han de tardar — el muchacho sonrió con un gesto un tanto bobo ante esa pregunta tan fuera de lugar —, recuerde que los adelantamos.





    Tienes razón, pero… sólo venían Krilin, Yamcha y Ten Shin Han — mencionó luego de meditarlo un segundo —. No vi a Pikoro ni a Vegeta.





    Es que ellos todavía se quedaron en el crucero en cuanto yo los seguí a ustedes… — observó el del futuro ensombreciendo un poco el gesto — pero no dudo que vengan en camino, así que es mejor no detenerse porque presiento que pronto nos alcanzaran — se le escapó un suspiro de resignación —. Supongo que mi padre ha de estar furioso.





    ¿Tú crees? — preguntó el ingenuo Saiyajin, con esa tonta expresión de duda tan característica en su rostro —. ¿Y eso por qué?





    Usted ya sabe como es él… nunca le agradó trabajar junto a sus amigos — contestó el chico con seriedad —. Después de que usted murió… jamás volvieron a reunirse. Mi madre me lo dijo.





    Tranquilízate, Trunks, eso no pasara ahora — Gokú volvió a sonreír para brindarle confianza —. Ya veras que todos juntos pelearemos contra esos androides… incluso Vegeta estará con nosotros.





    Eso esperamos mi madre y yo — afirmó el aludido sin cambiar el gesto serio —. Por esa razón es que…





    ¡¡Kakarotto, detente en este mismo instante!! — oyeron una potente voz en son de mando.





    ¡Ah, hola, Vegeta! — el ingenuo Saiyajin volvió la vista atrás y hasta frenó un poco su nado —. ¡Sabía que vendrías!





    Pikoro se veía algo cansado… casi saca la lengua.





    ¡¡No me hables de esa manera tan irrespetuosa, Kakarotto!! — el Príncipe gritó bastante alto al que podría ser su subordinado, sin considerar que ya estaba a su lado y podía escucharle sin necesidad de hablar tan fuerte —. ¡Eres un miserable igualado y aprovechado!





    Oye, Vegeta… ¿por qué estás enojado? — Gokú parpadeó un poco incrédulo después de recibir de lleno el gritote.





    ¡¡Tarado retrasado mental!! — el arrogante Saiyajin estaba verdaderamente alterado —. ¡Este entrenamiento no era de tu incumbencia… ni de los otros idiotas que se quedaron atrás!





    ¿Qué quieres decir con eso? — el de peinado punk parecía más asombrado —. Si Bulma nos dijo…





    ¡¡Una mierda!! — el de cabellera en punta casi sale del agua impulsado por su rabia —. ¡El desierto me lo ofreció ella a mí para mi uso personal!





    Ya estuvo bueno, Vegeta, bájale a tus humos — esta vez fue Pikoro el que le rezongó al Príncipe antes de que Gokú pudiera decir algo —. Nada en la Tierra es tuyo aunque te lo haya ofrecido esa mujer.





    ¡¡Tú no te metas en lo que no te importa!! — fue la fiera contestación al dirigir la vista hacia el verde alienígena —. En cuanto acabemos con esta tontería de luchar contra los androides, el destino de “su” Tierra estará en la palma de mi mano — como que se le bajó el coraje y hasta aparentó sonreír divertido de pensar en el espectáculo que brindaría la explosión del planeta —. Eso será un gran juego de luces…





    ¿Acaso crees que vamos a permitirte semejante atrocidad? — el namek le cuestionó sin cambiar el tono de voz.





    ¿Y quién te dijo que voy a pedirles permiso? — esta vez se burló abiertamente.





    No es cuestión de permisos — le espetó en voz más alta, enfadado por esa actitud —, es cuestión de que te lo impediremos.





    ¿Ah, sí? — agregó con ironía después de carcajearse por un instante —. ¿Tú y cuantos más?




    Trunks puso momentáneamente los ojos en blanco… si su papá y el señor Pikoro se peleaban tendría que intervenir, esta vez en contra de su progenitor. Gokú parpadeó con sorpresa al ser ignorado.





    Oigan… — el de peinado punk levantó la voz para hacerse escuchar — ¿me pueden explicar cuál es el motivo de su discusión?




    Ambos extraterrestres voltearon a verlo como si apenas notaran su presencia. Al instante…





    ¡¡Kakarotto!! — Vegeta recordó el motivo de su enfado principal, y nuevamente empezó con sus amenazadores gritos —. ¡Te advierto que no permitiré tu presencia en el desierto! ¡Y lo digo en serio! — la vena en la frente palpitaba de forma constante.





    Pero, Vegeta… — Gokú pareció sumergirse hasta que sólo se le veía de la nariz para arriba —... el desierto es muy grande… hay lugar para todos.





    ¡¡Eso no me importa!! — gruñó sin bajar el volumen de su voz —. ¡Ya te dije que no pienso entrenar con gusanos… y tú eres uno de ellos!





    Ya déjalo, Gokú — Pikoro se interpuso entre ambos para intervenir —. Lo que pasa es que Vegeta nos tiene miedo… por eso no quiere entrenar con nosotros — agregó lanzándole al altanero Saiyajin una mirada burlona —. Como ahora eres más fuerte que él…





    ¡¿Qué yo tengo miedo?! — esa afrenta no se quedaría así. Por un breve instante pareció que el Príncipe se haría SS pues se le vio un aura dorada momentánea —. ¡¡Estúpido miserable!! — casi lo engancha por el cuello —. ¡Haré que te tragues tus sandeces!





    Por favor, señor Vegeta… — Trunks decidió no quedarse quieto y trató de jalar a su padre — en el desierto podrán tener una batalla de calentamiento.





    Oye Tr… muchacho — Gokú se corrigió a tiempo y volvió a sonreír sacando la cabeza fuera del agua —, ¡esa es una idea maravillosa!





    Suena razonable — opinó Pikoro después de haberse alejado un poco de su agresivo atacante —. Joven — le dirigió al de cabellera lavanda una mirada complaciente —, eres bastante listo para ser… un Saiyajin.





    Cretino… Para tu información... — Vegeta no quitó la cara dura y se dirigió al namek en tono de molestia —... los Saiyajins somos muy inteligentes cuando se trata de pelear.





    Es bueno que aclares el punto — dijo el verde alienígena con ironía —, ya me habías preocupado.





    Ambos dirigieron esta vez una significativa mirada al más ingenuo e inocente de los Saiyajins.




    ¿Por qué me miran así? — se rascó la cabeza sin entender la razón de esas caras.




    Trunks sonrió como bobo.





    Bueno… — dijo Pikoro una vez más — entonces haremos parejas para pelear. Bien, así detectaremos nuestros errores…





    Momentito, namek… — también Vegeta habló una vez más —... no he dicho que acepto ese trato tan ridículo e inconveniente para mí. Así que no cuenten conmigo si saben contar.





    Vegeta… ¿entonces de verdad tienes miedo? — lanzó el de peinado punk sin meditar el efecto de sus palabras —. No creí que hubieras cambiado tanto — y su expresión se hizo apenada.





    Esta vez fue sacudido por el cuello.





    ¡¡Nunca admití que tuviera miedo, Kakarotto!! — el aludido le espetó visiblemente enfurecido… el enfado lo hizo crecer y tenía ganas de tragarse a su némesis —. ¡Y no necesito mis poderes para ganarles a todos ustedes!





    Vegeta… — el pobre e ingenuo Saiyajin empezó a ponerse morado —... me estas ahorcando.





    Señor Vegeta… — Trunks tuvo que ponerse brusco y lo jaló por el brazo —, por favor guarde sus energías. Recuerde que no hemos comido y nos debilitaremos más rápidamente si las desperdiciamos sin sentido.





    Es cierto… — a Gokú le gruñó el estómago en cuanto escuchó la palabra mágica —, ¿cómo es que no trajimos algo del barco para comer? Me estoy muriendo de hambre — sonrió tontamente.




    El estómago de los otros dos también retumbó… al parecer sus vísceras tenían mejor comunicación que ellos.




    ¡Carajo! — renegó el Príncipe —. A buena hora se te ocurre hablar de comer frente a este imbécil — le espetó a su futuro hijo —. Y me imagino que no traes nada en las “capsulitas”.





    Pues… — el joven se mostró apenado por el regaño de su progenitor — sólo unas bebidas energéticas en el refrigerador. Pero no puedo abrir la cápsula sobre el agua.





    Trío de hambrientos — Pikoro se burló un poco —, deberían aprender a controlar su apetito feroz.





    Para ti es fácil decirlo, Pikoro — se quejó Gokú sin dejar de sobar su vientre —, has tomado mucha agua de mar.





    ¡¡Es agua salada, animal!! — ahora fue el namek quien le gritó —. ¡No es para mi consumo!





    ¿Ah no? — dijo con inocencia —. Pensé que cualquier agua te servía de alimento.





    Ahora fue el verde alienígena quien no contuvo las ganas de apretarle el gañote.






    ¡¡Gokú, eres un verdadero inepto!! — le dijo hasta casi romperle los tímpanos —. ¡Necesito agua purificada para sobrevivir o podría morir envenenado!





    Cálmate, Pikoro… — una vez más se le puso morado el rostro —... no puedo respirar.






    Vegeta y Trunks tenían una gota anime en lo alto de sus cabezas… el ingenuo Saiyajin parecía navegar por la vida con bandera de baboso.





    ¡Papá! — oyeron una vocecita que se acercaba —. ¡Papá, espérame!





    ¡¿Gohan?! — fue una suerte porque así Pikoro recobró la seriedad… delante de su discípulo quería comportarse como una persona honorable mientras fuera debido —. ¿Cómo es que está aquí?





    ¡Uf, ya era hora! — Gokú aspiró una buena bocanada de aire en tanto recobraba el color.





    ¡Papá — dijo Gohan en cuanto estuvo cerca de ellos —, qué bueno que los alcance! Hola, señor Pikoro — saludó respetuosamente a su maestro —, fue muy pesado pero ya llegué.





    Gohan… — el ser verde lo miró seriamente para permitirle al padre del niño recuperar otro poco de aliento —, ¿viste a los demás?





    Sí — afirmó con la cabeza y una gran sonrisa —, los dejé muy lejos.





    ¡Me da gusto que Milk te haya dejado venir, Gohan! — exclamó el de peinado punk con entusiasmo, acariciando la negra y alborotada cabellera de su hijo —. Ahora sí podremos entrenarte mejor.





    Eee… en realidad — el gesto del pequeño se hizo preocupado y bajó un poco la voz —… me escapé de mamá.





    Pero, Gohan… — su papá parpadeó y su gesto se hizo serio —, ¿por qué deso…?





    ¿¡Qué hiciste qué?! — Pikoro se puso histérico —. ¡Gohan!, ¿cómo te atreviste a cometer semejante estupidez? — le interrumpió visiblemente molesto —. Sabes que tu madre es una peligrosa loca perturbada… es seguro que vendrá a buscarte — y se cruzó de brazos mientras miraba a su discípulo con reproche.





    Lo siento, señor Pikoro — el jovencito se avergonzó demasiado —, lo siento papá… no quería darte problemas.





    Además, ella no va a venir sola — bufó el verde extraterrestre y volvió la vista a los otros dos Saiyajins —. Es probable que la otra mujer la acompañe… Vegeta — recalcó al final disimulando una sonrisita mordaz.





    ¿Y eso a mí qué? — espetó el aludido poniendo su desdeñoso gesto por enésima ocasión, entendió perfectamente hacia donde se dirigía la burla de Pikoro —. No me importa nada esa insoportable mujer.





    Oye, Pikoro… — Gokú intervino sin comprender nada del asunto — no es Vegeta el que puede morir, ese soy yo.





    ¿Ves lo que te pasa por juntarte con una vieja trastornada, Kakarotto? — el Príncipe fue quien le contestó —. Sólo a ti se te ocurre.





    Vegeta… — el aludido se quejó un poco y hasta se puso serio una vez más — no le digas tan feo a Milk.





    ¿Y cómo quieres que le diga, eh? — preguntó en tono irónico su interlocutor —. Dejas que te trate como basura y todavía la defiendes… — y levantó la voz para regañarlo —. Eso es imperdonable para un Saiyajin.





    Bueno… — el de peinado punk hizo gesto de meditación —... a veces Milk es un poco enojona.





    ¿¿Un poco?? — el de erizada cabellera en punta chasqueó la lengua con fastidio —. ¿¿Has dicho un poco??





    Vamos, Vegeta, no te alteres — Gokú trató de serenarlo pidiendo calma con las manos y sonriendo tontamente —, ya te tocará disfrutar las delicias matrimoniales a su debido tiempo (se refiere a la comida… no piensen mal de Gokú).





    ¡¡Kakarotto!!, ¿¡cómo se te ocurre decirme semejante idiotez!? — el efecto fue contrario a lo que suponía… Vegeta sí pensó mal —. ¡¡No soy tan imbécil como tú!! ¡¡Yo no caeré en algo tan bajo!! — volvió a crecer con la rabia desbordándose por la vena palpitante de la sien, en tanto el pobre de peinado punk volvió a hundir la cabeza en el agua, mientras sus acompañantes no hacían más que parpadear anonadados —. ¡¡Soy un Príncipe con clase!!





    Disculpe, señor Vegeta… — Trunks, después de recuperarse de la impresión momentánea por los gritos de su futuro progenitor, tuvo que intervenir otra vez, aunque ahora fue cauteloso y tocó a su padre por el hombro —… creo que la señora Milk y la señorita Bulma vienen acercándose — y señaló un punto a la lejanía.





    Todos enfocaron la vista al lugar señalado y les pareció divisar a lo lejos un pequeño vehículo, en el cual venían las dos dulces mujeres que les hacían la vida más placentera. Aun estaban lejos pero se aproximaban con rapidez. Gokú y Gohan temblaron un poco.





    Bien, Gohan… — el ingenuo Saiyajin se dirigió a su hijo después de pasarse un buen trago de saliva por la nuez de Adán —, creo que ya sabes que hacer en casos desesperados.





    ¿Te… refieres a…? — tartamudeó el niño.





    Exactamente — afirmó sin dejarle terminar —. Así que… sígueme.






    Se impulsaron por medio de su ki y se alejaron volando a buena velocidad, levantando una gran ola que dejó más mojados a sus compañeros.





    ¡Cof, cof! — tosió Pikoro… el sorpresivo movimiento le hizo ingerir agua — ¿Pero qué diablos…?





    ¡¡Kakarotto, regresa aquí inmediatamente!! — Vegeta les imitó después de pasada la impresión… nadie le iba a ganar el desierto —. ¡Cobarde pedazo de mierda!





    ¡Señor Vegeta! — casi al mismo tiempo el joven del futuro se lanzó tras su progenitor —. ¡Por favor, cálmese!






    El agua que levantaron por poco pone de cabeza al namek.





    ¡Cof, cof, cof! — sacando la cabeza del agua aspiró una buena bocanada de aire —. ¡Cof, cof! ¡Agh, agua salada! — escupió lo más que pudo y volvió a acomodarse el turbante. Esta vez su expresión se hizo más fúrica —. ¡¡Monos idiotas!! — les gritó airado y también se impulsó fuera del agua —, ¡esto no se va a quedar así!





    Al poco tiempo llegaron a tierra firme.





    Papá… — dijo Gohan antes de que tocaran la playa —... estoy cansado y tengo hambre.





    Yo también… — le contestó casi con la lengua de fuera —... ya no puedo volar más.





    ¿Por qué no… descansamos un poco? — sugirió el niño en cuanto descendieron.





    Es buena idea, Gohan, pero… ¿dónde? — preguntó el padre buscando con la vista un lugar adecuado para realizar la acción.





    Por lo pronto alejémonos de la playa… — Gohan volvió la mirada hacia el mar —. Allá viene Vegeta y de seguro llega enojado porque está volando muy rápido — señaló la pequeña figura que se acercaba.





    ¡Corre! — dijo Gokú, y se apartaron lo más rápido que pudieron, adentrándose como cinco kilómetros.





    ¡¡Kakarotto!! — el Príncipe se presentó levantando polvo y provocando que el mar entrara un poco más allá de su límite. Aterrizó salvajemente barriéndose sobre la arena —. ¡Miserable, no te escondas porque bien sabes que puedo detectar tu presencia! — y se encaminó con velocidad hacia el lugar donde sus dos más molestos “enemigos” actuales estaban ocultos.





    ¡Señor Vegeta! — en menos de diez segundos Trunks estaba ahí también. Él no descendió y fue directo donde los demás, llegando justo a tiempo para evitar que su padre descargara su ira sobre los Son —. ¡Deténgase por favor! — dijo tomándole fuertemente un brazo.





    ¿¡Acaso también vas a ponerte en mi contra!? — el aludido le gritó con ferocidad, esta vez lo encaró —. ¡¡Este cretino es el culpable de que yo este aquí — señaló groseramente a su némesis —, no pienso perdonarlo nunca!!





    Gokú y Gohan estaban sentados sobre la arena y tenían gestos de dolor… ni siquiera los miraban.





    Papá… — el chiquillo sobaba su estomaguito, parecía a punto de llorar —... tengo mucha hambre, quiero comer ahora.





    Si, Gohan, te entiendo… — le palmeó la espaldita y las tripas de ambos gruñeron con mucha fuerza, especialmente las del adulto —... yo también muero de hambre, y así no puedo pelear bien. Oye, Vegeta — se dirigió al Príncipe en tono cordial, como ignorante de que éste había estado a punto de golpearlo —, ¿qué no tienes hambre? Desde el crucero no he comido nada… y creo que tú tampoco.





    ¡¡Cierra la bocota que no…!! — el de cabellera en punta levantó la voz para callarlo, más su real víscera también reclamó por alimento.





    Ante semejante sonido como que se le bajó el coraje y hasta se sonrojó, levemente avergonzado de un comportamiento tan corriente para alguien de su alcurnia. Él había estado acostumbrado a pasarse días sin comer cuando estaba cumpliendo misiones para Freeza. Y también podía devorar cualquier cosa que pudiera comerse cuando se presentaba la oportunidad de saciar su hambre… la carne cruda y sangrante era un suculento platillo en aquellos tiempos. Pero ahora… no es que no le siguiera gustando cazar, y no perdía la oportunidad de hacerlo en cuanto podía salir de vez en cuando de Capsule, pues algunos animales terrestres eran verdaderamente deliciosos; únicamente que esa hermosa mujer endemoniada, junto con la chiflada que tiene por madre, le había cambiado la jugada, y le presentaba grandes tazones y platos rebosantes de finos manjares exquisitamente sazonados para satisfacer su apetito, mientras le dedicaba una bella mirada de complacencia al verlo devorar las viandas con “finura real”. Ya no aguantaba más de seis horas sin tragar a menos que estuviera demasiado concentrado en entrenar intensivamente, sólo así podía pasar hasta ocho horas, más ya era casi imposible. ¿Cómo diablos le había permitido a la hembra metiche controlar su vida?





    ¿Ya ves que tengo razón? — la voz de Gokú interrumpió sus pensamientos —. Mientras no comamos no vamos a poder entrenar como es debido.





    ¿Qué mierda dijiste traer en ese aparato? — Vegeta lo ignoró y se dirigió con dureza a su futuro vástago —. Sácalo de una buena vez.





    Son bebidas energéticas — Trunks suspiró por lo bajo en cuanto percibió que su padre se había tranquilizado —. Nos servirán de mucho para un entrenamiento ligero — sacó la cápsula y la lanzó con precisión. Después abrió el refrigerador y sustrajo varias latas de adentro —, y alcanzarán para todos.





    Trae acá — su papá le arrebató dos latas y, con sólo apretarlas un poco, las abrió. Se bebió ruidosamente el contenido de una —. No saben tan mal, escuincle — dijo en tono complaciente antes de tomar el líquido de la segunda —, pensé que serían una basca.





    Mi madre las elaboró… — el muchacho sonrió tímidamente en tanto les entregaba a Gokú y a Gohan sus respectivas bebidas —. Como en mi tiempo es bastante difícil conseguir comida, tuvo que ingeniarla de esta forma sintética… para mí — se sonrojó levemente, su esforzada progenitora había hecho tantos dispositivos para salvaguardar su integridad, depositando en él su confianza para solucionar las cosas después de la muerte de Gohan en su línea temporal —. Sabe que un Saiyajin gasta mucha energía y necesita consumir muchos carbohidratos y proteínas para mantenerse activo.





    Oye — a Gokú se le iluminó el rostro al probar el contenido de su lata —, ¡está deliciosa! ¿Verdad, Gohan? — le preguntó a su hijo, quien imitó al arrogante Saiyajin y tomó como desesperado su ración.





    Si papá — respondió al momento de terminar —. Gracias joven — se dirigió amablemente al del futuro —, ya me siento mejor.





    Por nada — le contestó igual de amable, dedicándole a su "maestro", en su tiempo futuro, una sonrisa sincera —. Y me parece que puedes tomar una más — le dio otro envase sin cambiar la sonrisa —, necesitas recuperar tus fuerzas. Usted también, señor Gokú — le alcanzó una lata más —, los demás sólo deben tomar una o les caerá muy pesado — dijo a modo de explicación cuando notó el dudoso gesto del de peinado punk… Gokú siempre preocupándose por sus amigos —. Señor Gokú… ¿sucede algo? — le preguntó extrañado.





    ¿De pura casualidad traes agua para Pikoro? — el aludido preguntó con algo de intranquilidad… todos habían percibido el ki del namek que se acercaba, pero se sentía algo débil —. No sería justo para él que no se nutriera adecuadamente.





    Por aquí debo tener una botella con agua purificada… espero sea suficiente con un litro — afirmó el joven, asomándose una vez más al interior del aparato.





    Ninguno notó que Vegeta se empinó el contenido de otra lata, entre más energía tuviera era mejor. Por primera vez sintió un poco de curiosidad en saber quien era la madre del petimetre pedazo de Saiyajin. Así que la odiosa científica no era la única mujer genio en ese lugar… sería bueno conocerla a su tiempo pues, siendo empleada de Capsule, podría serle también de gran ayuda. Que buen negocio para el Príncipe, tendría dos prisioneras a su servicio. Únicamente habría de considerar que no fuera tan fastidiosa como la hermosa de cabellera azul. Sacudió la cabeza con un poco de violencia ante su último pensamiento… la joven mujer era una belleza para sus más bajos instintos, pero él no podía perder su tiempo en esas patéticas cosas. Afortunadamente nadie se percató de su movimiento, pues veían la figura que se aproximaba.






    ¡¡Son ustedes una bola de desconsiderados!! — les gritó Pikoro al llegar, se frenó un tanto brusco en cuanto estuvo frente a ellos —. ¡Casi me matan!





    Señor Pikoro, no se enoje — dijo Gohan amistosamente, enseñándole el bote de agua —. También hay alimento para usted.





    Y esta bastante fría — agregó Gokú sonriendo abiertamente —. Ya verás que te caerá muy bien.





    ¡Mph! — rezongó mirando de fea manera al ingenuo Saiyajin —. Gracias, Gohan — tomó el bote y le dirigió al niño una mirada más amable.





    Agradézcaselo a él, señor Pikoro — el aludido señaló al del futuro —. Ese refrigerador de su época es una verdadera maravilla… si que su mamá es muy lista — opinó en éxtasis.





    Así que… ¿fue tu madre la que desarrollo este dispositivo? — preguntó el verde alienígena después de tomarse un buen sorbo del refrescante e insípido líquido.





    Sí — confirmó el muchacho —. Muchas de las cosas que traigo las desarrolló hace tiempo… fue difícil porque hemos tenido que ocultarnos de los androides — suspiró otra vez al evocar a la que le dio la vida, y pensar en lo que hacía en esos momentos —. Incluso el agua es complicada de conseguir.




    Los demás guardaron un respetuoso y momentáneo silencio, esa pobre dama la debía estar pasando bastante mal… considerando que Pikoro y Gokú sabían como se las gastaba Bulma en estos buenos tiempos. Únicamente Vegeta se mostró inexorable ante el sentimiento de su futuro y aun desconocido hijo.






    Si en diez minutos no llegan los insectos juró que… — empezó con su vocabulario injurioso después de terminar de beber su última lata, la cual arrojó al suelo inmediatamente de aplastarla con la mano.





    Oye, Vegeta, no contamines — le recriminó Gokú señalando las tres latas vacías que tenía tiradas a sus pies —. Hay que cuidar el ambiente — y lo dijo tan seriamente que por un breve instante el arrogante Saiyajin no supo que contestar y parpadeó incrédulo. Más tardó en hacerlo que en retornar a la dureza acostumbrada.





    Guárdate tus estupideces, Kakarotto, yo hago lo que me venga en gana — espetó de mala manera y se cruzó de brazos dándoles la espalda… su más cómoda y habitual pose.





    Descuide, señor Gokú — Trunks habló con seriedad antes de permitirle decir alguna incoherencia que hiciera enfadar de nueva cuenta a su progenitor —, son latas ecológicas, no son de metal. Se degradan en una hora.





    ¿De verdad? — se sorprendió el interpelado —. Y… ¿qué es degradar? — preguntó con gesto de duda después de meditar un segundo.





    Eee… — el joven hizo un gesto bobo abriendo los azules ojos de más, posteriormente retomó a hablar con serenidad y mucha paciencia —. Quiere decir que los componentes de la lata se integraran al ambiente sin dañarlo.





    ¡¡Ahh!!… — el ingenuo Saiyajin no cambió la expresión —. ¿Y eso que es?





    ¡Ay, papá! — dijo Gohan interviniendo antes que el chico del futuro, al cual le había brotado una diminuta gota anime en la frente —, eso lo sabe hasta un niño de primaria como yo.





    ¡Qué bueno que tú si lo sabes, Gohan! — Gokú le acarició la cabeza a su hijo, volviendo a despeinarlo —. Milk estará muy orgullosa de ti — afirmó sonriente.





    Pronto podrás preguntarle — esta vez intervino Pikoro con un poco de fastidio, señalando hacia la playa —. Y les dije que no vendría sola — remarcó volviendo la vista hacia los dos Saiyajins adultos.






    Milk y Bulma llegaron a la costa aun trepadas en la moto acuática, e irrumpieron tierra adentro hasta donde el vehículo pudo hacerlo… menos de un kilometro. Bajaron de un salto y corrieron en dirección a ellos. Gokú y Gohan volvieron a temblar levemente.





    Papá… ¿qué hacemos? — preguntó el niño con un hilo de voz, jalándole el pantalón a su progenitor.





    No podemos huir toda la vida — contestó el aludido después de una fracción de segundo —. Hablaremos con tu mamá… seguro va a entendernos — y esto último lo dijo en un tono no muy convencido.





    ¿Tú crees? — dudó el peque.





    ¡Mph! — Pikoro y Vegeta torcieron el gesto con ironía… el ingenuo Saiyajin era más sonso de lo que aparentaba.





    Eee… — Trunks intervino antes de que alguien más dijera algo —. No parece que la señora Milk viniera enojada… — y enfocó mejor para ver a las mujeres — más bien parece que algo las asustó.





    ¿En serio? — Gokú lo imitó y pudo apreciar mejor la cara de pavor de su amada esposa.





    A ver… — dijo Gohan al mismo tiempo.





    ¡Es cierto! — el de peinado punk suspiró visiblemente aliviado… así ya no sería regañado y mandado a la cama sin cenar como le gustaba —. Vegeta… hasta Bulma está gritando como loca — y miró fugazmente a su “paisano”, por encima del hombro.





    ¡¡Esa boba hembra me tiene sin cuidado!! — le gritó el Príncipe volviendo a enderezarse sobre la punta de sus botas —. ¡No me interesa para nada saber que la puso en ese estado de demencia! — se cruzó de brazos una vez más, volviendo a su tamaño normal, con la vena palpitando en la sien.





    Pues tú te lo pierdes… — sonrió Pikoro mirando también a la lejanía —. Esta visión es divertida.






    El arrogante Saiyajin trató de mantener la compostura y la mala cara ante las burlonas insinuaciones del namek. Fueron las últimas palabras de Gohan las que le picaron la curiosidad.





    Oye, papá… ¿qué ese no es el maestro Rōshi el que viene ahí? — señaló el chiquillo dirigiéndose a su padre con cara de asombro —. ¿Por qué está persiguiendo a mi mamá y a Bulma?





    Tienes razón… — le contestó Gokú al distinguir la silueta de su antiguo maestro —. ¿Por qué estará también aquí? — se preguntó con curiosidad.





    Al escuchar el nombre del vejete insolente, el de cabellera en punta volvió las oscuras pupilas en dirección a las enloquecidas y desquiciantes mujeres, enfocando su atención en la joven científica… y de verdad que le agradó en gran medida la imagen que se presentó ante sus ojos, tanto así que, si no fuera un hombre de entereza, se le hubiera caído la quijada hasta el piso. La de cabellera azul se movía tan rápido como le permitían sus bien torneadas piernas, tratando de mantener una distancia prudente del veloz Kame Sen’nin, a quien le sangraba la nariz y traía en el rostro una extraña expresión de maniaco. Y como no, con ese traje de baño tan sugerente se apreciaban las oscilaciones de… bueno, de lo que le gustaba verle a la chica, lo que ella nunca dudaba en hacer ostensible cuando tenía oportunidad. Pero no fue únicamente Vegeta el que se quedó estático, pues Gokú parpadeó extrañado al notar la poca ropa que traía puesta su señora; Milk no es de las que le gusta lucirse en público, así que le pareció más que raro que se hubiera vestido de esa forma tan… descubierta. Ambos Saiyajins adultos se quedaron idos mirándolas acercarse, sin preocuparse demasiado por los chillidos de pánico y los gestos sobrecogidos de ambas amigas.






    ¡¡Aaaayyyy!! — las aludidas gritaban aterradas, aproximándose a la posición de los guerreros de su corazón —. ¡¡Maestro Rōshi, aléjese de nosotras!! — le decían al anciano maestro pero sin voltear a verlo.





    ¡No se vayan, ricuras! — sonreía Kame Sen’nin como idiota depravado —. ¡Sólo quiero darles “cariñitos”!






    Pikoro, Trunks y Gohan hicieron gestos de incredulidad a sus dos acompañantes, al notar que estaban perdidos en otro mundo… un mundo que no es el de Enma – Daio sama.





    Papá… ¿qué tienes? — preguntó el más pequeño de los Saiyajins, un poco asustado por el gesto más atontado de su padre.





    Esto es vergonzoso — dijo al mismo tiempo el de cabellera lavanda, enrojeciendo ante la mueca de su progenitor… cambió la expresión de desagrado por una de perverso placer ante el panorama con el que recreaba la vista.





    Esto no se ve todos los días — ironizó Pikoro sonriendo otra vez.





    Independientemente del carácter habitual de esos dos, en ese preciso instante estaban demostrando ser unos machos con hormonas alborotadas, así que esa actitud era para carcajearse en sus narices. Sin embargo, el verde alíen decidió aguantarse las ganas de revolcarse para no asustar más a su discípulo.





    Señor Pikoro… ¿qué le sucede a mi papá? — el niño se dirigió a su maestro, visiblemente consternado.





    Nada… fuera de lo que sería cierta normalidad — le contestó retornando a la seriedad, lanzándole una mirada fugaz —. Es un hombre adulto y… debe de comportarse como tal de vez en cuando.





    Pero… — el chiquillo no pareció muy convencido con el argumento, así que volvió la vista a su padre y trató de seguir la trayectoria de su mirada.





    No te lo recomiendo, Gohan — le indicó amablemente el joven del futuro al percatarse de su acción —, a tu edad sería… un poco traumatizante tratar de entender a los mayores.





    ¡Jah! Por favor, muchacho — le espetó el namek con un deje de reproche —, es menester que Gohan aprenda de la vida, de mejor manera que el tonto de su padre.





    Pero, señor Pikoro… — Trunks tartamudeó abochornado, y decidió agachar la cabeza. Aun así, no perdió de vista los movimientos de su arrogante antecesor.






    Gokú y Vegeta permanecieron en su posición… por un segundo más. Conforme sus compañeras de viaje acortaban la distancia, parecían más perdidos en sus observaciones. Lentamente cambiaban la postura para no perder de vista… nada. El ingenuo Saiyajin se hacía de lado, como decidido a ver a su esposa de lejos en ese ángulo; el arrogante Saiyajin, en cambio, se hacía más adelante, como si quisiera hundirse en la hermosa anatomía de la joven científica. Por supuesto que las amigas estaban tan metidas en su pavor que ni atención pusieron a la cara de sus varones.





    ¡¡Bulma, haz algo!! — dijo Milk a la desesperada.





    ¡¡No se me ocurre nada!! — contestó la aludida sin frenar su carrera.





    Unos metros más y llegarían junto a ellos… y sin intenciones de detenerse. Gohan se arriesgó a seguir la mirada de su papá, y enrojeció como tomate al darse cuenta que es lo que tenía a su progenitor tan distraído.





    Papá… — murmuró bajando la cabeza.





    Y eso no es nada — masculló Pikoro en tono burlón ante la vergüenza de su discípulo —. Éste está peor — señaló discretamente al Príncipe.





    Ahórrate la pena, Gohan — le indicó Trunks con ganas de taparle los ojos para evitarle una conmoción cerebral a tan corta edad.





    Mejor muévanse un poco — sugirió el namek al percatarse de que las damas no tardarían en arrollarlos.





    Los jóvenes Saiyajins decidieron hacerle caso y se alejaron unos dos metros a la derecha. Los Saiyajins adultos seguían en Babia. Unos segundos más y tragarían polvo por andar de idiotas.





    Sin embargo… antes de que ellas los derribaran ambos ya habían caído sobre la arena, uno boca arriba y el otro boca abajo. Eso no les inmutó, aunque Vegeta apoyó su rostro entre las manos, y siguieron tirados cuando las mujeres empezaron a correr en círculos a su alrededor, al momento de llegar a su altura. Rōshi las imitó y prosiguió detrás de ellas. Oolong no había podido aguantarles el paso, así que se quedó a la mitad del camino, desvanecido de cansancio. Los de negras pupilas continuaron recreándose la vista y haciendo movimientos oculares para fortalecer los músculos… la perspectiva les había cambiado pero no estaba nada mal.






    ¡¡Aayy!! — gritaba Milk bastante alto y con cara de miedo —. ¡¡Deténgase, maestro, por favor!!





    ¡Muchachas lindas! — fue la respuesta del viejecito depravado —. ¡No me tengan miedo… no voy a lastimarlas!





    ¡Tengo una idea! — dijo Bulma al instante en que un foquito iluminó su cerebro.





    ¡Ya era hora! — le reprochó la morena.





    ¡Sólo distráelo un poco más! — dijo deteniéndose y parándose casi encima del Príncipe, cuyos oscuros ojos no dejaban de apreciar el panorama desde el suelo.





    ¡Apúrate! — le urgió su amiga. Los ojos de Gokú daban vueltas sin perderla de vista.





    A ver… ¿dónde lo puse? — la de cabellera azul pareció buscar algo entre su traje de baño —. ¡Lo encontré! — exclamó emocionada… sacó un enorme sartén del sugerente escote y… —. ¡¡Tome esto!! — le dio de lleno a Kame Sen’nin, quien cayó de bruces junto a los dos Saiyajins.






    Los otros presentes hicieron gestos de asombro e incredulidad… ¿por qué no habían hecho eso desde el principio? Y lo más absurdo… ¿en donde se había guardado la científica semejante aditamento?






    ¡Uf, qué susto! — las dos amigas se abrazaron en lo que Bulma se deshizo del sartén arrojándolo tan lejos como pudo. Respiraron hondamente para recuperarse.





    Mamá… ¿estás bien? — murmuró Gohan acercándose cautelosamente a su progenitora, esperando una reacción terrible. Pikoro estuvo tentado a detenerlo y enfrentarse a la morena, más se lo pensó mejor… no es su papel y no tiene porque aguantar sus arranques… para eso está Gokú, ese es su trabajo.





    ¡¡Gohan!! — Milk reaccionó y se abalanzó sobre su hijo, debatiéndose entre regañarlo por haber huido o sentirse contenta porque está vivo… al final le ganó el amor maternal por sobre la ira —. ¡Qué bueno que no te pasó nada malo! — y le plantó varios besos en la cara.





    Mamá… — el chiquillo enrojeció completamente abochornado, y trató de soltarse.





    Hola guapo… — Bulma por su parte le dedicó una sonrisa a Trunks, el cual también se había acercado para tratar de tranquilizar a su futura mamá, al momento en que su amiga besuqueaba a su retoño —, parece que aun no empiezan a entrenar. Y… ¿en dónde está Vegeta? — preguntó con curiosidad cambiando la carita por una de duda, y acomodándose los despeinados cabellos con una mano —. Pensé que ya estaría aquí.





    ¿Y Gokú? — Milk también se percató de la “ausencia” de su marido, preguntando casi al mismo tiempo que la científica.





    Eee… — el joven volvió a enrojecer y no se atrevió a señalar a su futuro progenitor, quien pareció reaccionar al escuchar su nombre, recuperando el gesto hosco al notar que estaba en el suelo, y en una posición bastante comprometedora para su hombría.





    Mujer… ¿se puede saber a que carajo estabas jugando con el estúpido vejestorio? — soltó el mal encarado Saiyajin bastante fúrico sin enderezarse del todo, y eso para disimular la confusión que sentía… ¿por qué había caído tan bajo?





    ¡Hola! — saludó el ingenuo Saiyajin desde la arena, casi se tuerce el cuello por dirigir la vista a su esposa —. ¿Qué te trajo por aquí, Milk?





    Vegeta… — parpadeó la de cabellera azul —, ¿qué haces ahí? — preguntó en tono de sorpresa.





    Gokú… ¿por qué estás en la arena? — la morena le cuestionó a su amado con el asomo de un gesto de duda.





    Nada que te importe — respondió el de erizados cabellos al incorporarse, con ese tono de rudeza tan característico de él, dedicándole a la joven científica una de esas miradas salvajes que acostumbra cuando le incomoda bastante una situación que no puede controlar.





    No sé… — el de alborotados cabellos se puso de pie con presteza y se sacudió la arena, respondiendo con su amabilidad y sencillez habitual —. ¿Y qué le paso al maestro Rōshi? — señaló a su pobre y maltratado maestro, quien aun hacía bizcos, mientras la duda se reflejaba en su rostro con aire infantil.






    Cada loco con su tema… Gohan y Trunks sintieron que la cabeza les daba vueltas.






    No fue nada para preocuparse — sonrió tontamente Bulma como restándole relevancia al asunto —. ¿Por qué no han entrenado? — preguntó prefiriendo desviar las azules pupilas de los chispeantes y enfurecidos orbes oscuros del Príncipe. Vegeta decidió apartarse a una distancia prudente, tratando de digerir lo ocurrido y evitar que alguien más le hiciera cuestionamientos tontos otra vez.





    Estamos esperando a los demás — respondió Gokú con simpleza —. Si entrenamos todos juntos será mucho mejor.





    Bueno… entonces llegamos a tiempo — esta vez la de cabellera azul sonrió más abiertamente —. Vamos, Milk — se dirigió a su amiga —, busquemos un lugar alejado para no perdernos las peleas.





    Señorita Bulma… — el joven del futuro abrió un poco la boca… a veces su mamá era muy arriesgada —… ¿se van a quedar?





    ¡Claro! — respondió ella con aire de suficiencia —. No vine de tan lejos para permanecer encerrada — y se encaminó hacia unos riscos que distaban como veinte metros de donde estaban parados —. Y, como no pueden usar del todo sus poderes, no causaran grandes destrozos — le guiñó un ojito con coquetería y continuó andando, lanzándole un beso al aire a Vegeta cuando se percató que la estaba mirando con poco disimulo. Éste torció más el gesto y le volteó la cara. La joven no se achicopaló por la grosería y se fue, contoneándose como acostumbra.





    Ya que — Milk soltó un suspiro de resignación y se dispuso a seguir los pasos de su amiga después de darle un último beso a su hijo —. Gohan, no vayas a lastimarte.





    ¿Entonces me vas a dejar entrenar? — preguntó el pequeño guardándose una sonrisa —. ¿En serio?





    Sólo porque estamos aquí — resopló un poco en el breve lapso de poner los ojos en blanco —. Gokú, cuida a nuestro hijo — se dirigió ásperamente a su amado —, no quiero que se rompa su vestimenta.





    Oye, Milk… — él le preguntó antes de que diera dos pasos — ¿y esa ropa? — y se rascó la frente, mirándola intrigado.





    Es… un traje de baño — contestó la aludida sonrojándose excesivamente —. Bulma me lo presto — y prefirió apurar su andar.





    Gokú la vio alejarse mientras un signo de interrogación brotaba en lo alto de su cabeza.





    ¿Qué es un traje de baño? — le preguntó a Trunks como quien no quiere la cosa… Bulma inventaba cada rareza.





    Es una ropa especial para nadar — contestó el muchacho con seriedad —. Se utiliza en lugares públicos — agregó, esperando que el señor Gokú entendiera con esa sencilla explicación.





    ¡Aaahhh! — al parecer si comprendió la función de dicha prenda.





    Basta de perder el tiempo — interrumpió Pikoro con su gesto habitual y su tono duro —. Ya vienen los demás — señaló a la lejanía.





    Efectivamente, se acercaban volando Krilin, Yamcha y Ten Shin Han. Cada uno de ellos traía cargando a Oolong, Puar y Chaozu respectivamente. Sus tres pequeños compañeros se veían tan agotados como ellos. Apenas si alcanzaron a aterrizar con estilo.





    ¿Alguien… perdió… esto? — preguntó Krilin entrecortadamente acomodando suavemente su carga en el suelo, mostrando el sartén que Bulma se había empeñado en ocultar —. Este artefacto golpeó a Oolong.





    ¡Ah, sí! — contestó Gokú dedicándole a sus camaradas una de sus más grandes sonrisas —. Me parece que es de Bulma — y se encogió brevemente de hombros —. Ya los esperábamos amigos.







    Antes de iniciar con el entrenamiento exprés le permitieron a los recién llegados recuperar fuerzas para que estuvieran en su mejor nivel… no sería justo abusar de la ventaja de haber descansado un buen momento.















    Nota: Si alguien no se rió con todo esto es porque no tiene sentido del humor... XD. El fic tiende a retratar algunas peripecias chuscas que se darían si los “Z” disfrutaran de unas vacaciones en esos tres años perdidos del manga y anime, antes de la llegada de los androides y Cell, y el inicio de la relación sentimental de Bulma y Vegeta que daría nacimiento a Trunks. Recalco nuevamente, el inicio de su relación, el descubrir esos sentimientos ocultos de ambos, pero nada más. La comedia es lo que me gusta, y hacer situaciones de este tipo me encanta, tratando de respetar la personalidad de los personajes, pues recuerden que “Dragon Ball”, al principio, tendía al humor más que al combate.

    P.D. A veces sale cada puntada fuera de lugar, como el hecho de que Bulma y Milk podían haber noqueado a Rōshi sin necesidad de llegar hasta donde llegaron... XD, pero había que picarle la cresta a esos dos insensibles Saiyajins, pues Gokú también adora a su esposa, a su manera, porque deben conservar su reputación de hombres de entereza que no caen tan fácilmente ante los encantos de sus amadas mujeres... XD. Sean felices y sigan divirtiéndose con este chusco fic que no pretende grandezas más que compartir ratos de relax.
     
    • Me gusta Me gusta x 7
  3.  
    Lamu yatsura

    Lamu yatsura Iniciado

    Sagitario
    Miembro desde:
    19 Febrero 2012
    Mensajes:
    32
    Pluma de
    Escritora
    Gracias por el capítulo!

    Muy divertidos los piques entre los saiyajines junto con las reaacciones del Namek (pobre casi muere envenenado :)
    ahora la llegada de las damas perseguidas por Roshi y Oolong, en fin ellos siempre las persiguen pero ellas son guerreras
    (las chicas son guerreras como reza una canción), bien que tenían que picarles a los saiyajines ... pero no podrían haberles atizado
    más al par de pervertidos? Habría sido divertido ver a la peli azul disparándoles como en los viejos tiempos y a la morena noqueándoles
    pero bueno igualmente fue divertido. Lo reconozco ;P

    Me parto de risa con el principe tumbado boca a bajo en la arena XD
    y con sus ideas de secuestrar a la desconocida mamá de Trunks y esclavizarla con Bulma XD
    Ojalá que no sea tan peleona como la peliazul XD XD

    Nos leemos.
    PD: ya queda un poco menos para que el príncipe se desmorone con respecto a Bulma ; )

    Saludos!
     
  4. Por dios me tienes riendo con cada capítulo xD
    Espero el próximo capítulo *o*
     
  5.  
    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

    Leo
    Miembro desde:
    6 Agosto 2010
    Mensajes:
    3,827
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    El Universo está en juego... literalmente hablando.
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    36
     
    Palabras:
    7090
    Pocos comentarios me pondre triste :(... es cuento xD, aunque los comentarios me hacen muy feliz :), les dejo la siguiente parte de mi comedia tirando a paranoia... xD. Diviertanse y disfruten del descanso, sea verano o invierno... xD.


    Capítulo 12.- Iniciemos con la práctica.




    En tanto Krilin y los demás reponían fuerzas con la bebida energética que amablemente les proporcionó Trunks, charlaron animadamente con Gokú y Gohan sobre lo bien que les había sentado el “calentamiento”, sintiéndose ya preparados para entrenar como manda Kami. Oolong, el maestro Rōshi, Puar y Chaozu, decidieron dirigirse a donde Bulma y Milk ya se habían establecido, en cuanto los dos libidinosos volvieron en sí de su desmayo. Claro, la joven científica no escatimó en llevar algunas de sus comodidades, como asientos reclinables y una gran sombrilla para protegerse del sol.




    Bien, muchachos — Kame Sen’nin se dirigió a sus antiguos discípulos antes de retirarse —, no olviden mis enseñanzas, levanten muy en alto el nombre de la escuela de la “Gran Tortuga”.


    No se apure, maestro — Krilin le palmeó un hombro para indicarle que no había por qué angustiarse —, sabe que Gokú nunca falla.


    Por favor, Gokú, no vayan a destruir el desierto — suplicó Oolong, mirando al aludido con gesto asustado —. Aun soy muy joven para morir.


    Oolong, no exageres — respondió el Saiyajin de alborotada cabellera, muy sonriente y quitado de la pena —. Nadie piensa destruir nada.


    Pues yo no estaría tan seguro — murmuró el metamorfo, lanzándoles a Vegeta y a Pikoro una escrutadora mirada de soslayo —, no confío nadita en esos dos.


    Vamos, Oolong, no dejes que te espanten por sus caras feas — intervino Yamcha, igual de sonriente que su amigo, palmeándole también un hombro al cerdito para darle ánimo —, los tendremos vigilados. Descuida, Puar — y se dirigió al gatito volador, su compañero fiel —, disfruten de las peleas sin preocupaciones.


    Oye, Ten… — asimismo, Chaozu volvió la vista a su protector y camarada.


    Tranquilízate, Chaozu — el de los tres ojos le dedicó una sonrisa sincera, dándole unos suaves golpes en la redonda cabeza —, es sólo un entrenamiento más.




    En lo que los amigos platicaban, con esa animosidad que los caracteriza cuando están sosegados, Pikoro había seguido el ejemplo de Vegeta y se alejó discretamente hasta colocarse muy cerca de donde el Príncipe Saiyajin estaba parado. Éste último miraba de reojo hacia los demás, esperando, con un poco de irritación, que terminaran con sus “ñoñerías terrestres”. Se fijó con más detenimiento en que todos los parásitos veían al “looser” de Kakarotto con admiración, como si fuera el líder y guardián de ellos. En realidad, si no fuera por ese idiota, esos pobres diablos ya no la contaban desde mucho tiempo atrás. Muy en su interior, desde que murió asesinado por Freeza en Namekusejin, reconocía que el imbécil de su némesis tenía algo especial y diferente al resto de los pocos soldados Saiyajins con los que tuvo trato en su niñez, antes de su cruel destino… ¿qué sería?




    Dime una cosa, namek… — se dirigió a Pikoro sin voltear a verlo; su tono era áspero, pero no sonaba demasiado grosero —, ¿qué mierda le ven a ese inepto de Kakarotto para que lo traten como si fuera… el jefe de la manada?




    El verde alienígena no le contestó inmediatamente, como pensando cuales serían las palabras adecuadas para responderle.




    Mmm… — murmuró después de cinco segundos —, ¿a qué se debe la pregunta?


    Pura… curiosidad — agregó el Príncipe, encogiéndose levemente de hombros… no se iba a descubrir y no quería malos entendidos, porque en realidad sí era curiosidad.


    Te diré una cosa, Vegeta — le dijo Pikoro mirándolo con seriedad —. Todos los allí reunidos llegaron en algún momento a aborrecer a Gokú… yo todavía lo detesto, y más que nadie — puntualizó para que no hubiera duda de su posición.




    Esta vez el de cabellera en punta sí le dirigió la vista, haciendo una mueca medio burlona e incrédula.




    No me digas… — le ironizó.


    Aunque lo dudes, lo sostengo — expresó el namek con gravedad.


    No te creo… ¿tú? — está vez la sonrisa de Vegeta se hizo más grande.




    Pikoro pareció molestarse y lanzó un leve sonido de contrariedad… no le cabía duda, los Saiyajins era desagradables, sin excepción… bueno, Gohan era la excepción, pues no es totalmente Saiyajin.




    ¡Mph! Tras ese gesto bondadoso y amable se esconde el más despreciable y molesto individuo que he conocido — masculló el extraterrestre verde —. Se atrevió a matar a mi padre y me ha impedido conquistar la Tierra… — por un segundo pareció resoplar su coraje — y, encima de todo, me considera su “cuate” por haber entrenado a su hijo en su ausencia. Bueno… — volvió a serenarse —… disfrute el haberlo matado junto con ese bastardo de Raditz.


    Raditz siempre fue un imbécil debilucho — dijo Vegeta con mucha simpleza y parquedad —. Pero, aun así, no me explico por qué continuamente le haces segunda a Kakarotto en muchas cosas — y su mirada se hizo más escrutadora, esperando una respuesta que satisficiera su inquietud.




    Pikoro pareció avergonzarse por un instante… era tan difícil, hasta para él, encontrarle una razón lógica a la cuestión.




    Bien… verás — carraspeó y tartamudeó algo indeciso —… Gokú tiene algo… pegajoso… chicloso… — y volvió a aclararse la garganta —… que nos mantiene… unidos…




    El Príncipe arqueó una ceja… ¿de qué tonterías hablaba ese loco?




    … y, eso es… algo muy fuerte — concluyó el namek —. Incluso tú ya estás cubierto de esa plasta… no podrás escapar ni aunque quieras.


    ¿Pero que sandeces estás diciendo? — el Saiyajin parpadeó anonadado y, en ese momento, se percató que estaba cubierto por… una sustancia viscosa —. ¿Qué carajo es esto? — preguntó con gesto de asco y repugnancia.


    Te lo dije, su… “dulzura”… te ha alcanzado — el verde alienígeno se contrajo de hombros, y hasta le brotó una diminuta gota anime en la sien.


    ¿”Dul… zura”? — Vegeta se miró horrorizado… algo así no podía estar pasándole a él, el Príncipe de los Saiyajins.


    Y es bastante persistente — recalcó el de turbante desviando la vista, sin saber si reír o llorar —, hasta para alguien como tú, que en eso de “dulzura” eres… una nulidad. Todos los que lo hemos conocido de cerca y a fondo hemos caído ante su… “encanto” — sentenció con un poco de vergüenza.




    Ante esas palabras, el agrio Saiyajin hizo de todo lo que estaba a su alcance para liberarse de la “masa gelatinosa” que lo apresaba: estiro brazos y piernas, se sacudió vigorosamente, incluso trató de volar con rapidez, dirigiéndose intempestivamente hacia donde Bulma y los que no entrenarían se encontraban, lanzándole a la joven una mirada que podría interpretarse como “¡Ayúdame!”, por un segundo antes de regresar a su posición original como jalado por un resorte. La chica y los demás parpadearon asombrados al verlo llegar e irse en un santiamén.




    ¿Acaso le dolerá el estómago a Vegeta? — murmuró la científica con algo de preocupación —. Se veía desesperado.


    Tal vez quería ir al baño… — opinó Oolong, riéndose entre dientes ante sus ideas —, y esperaba que tú trajeras papel “paka”.


    ¡¡No seas vulgar!! — ella lo golpeó con dureza en el cráneo, con el puño cerrado, mostrándose bastante molesta con el cerdito.


    ¡Oh, pues yo sólo decía! — dijo el metamorfo sobándose el chichón que le salió —. No tienes porque ponerte así, Bulma.


    ¡Mejor cállate ya! — le espetó la muchacha, lanzándole una mirada fiera.




    Sus acompañantes se abstuvieron de opinar, y únicamente sonrieron tontamente por un breve instante. En tanto el referido Príncipe, en un arranque de cólera, elevó su ki para tratar de disolver esa sustancia.




    ¡¡Mierda!! — exclamó con rabia, rechinando los dientes.


    Ya bájale, no es para tanto — le dijo Pikoro con parquedad y algo de irritación… ese petulante sí que le sacaba de quicio, casi tanto como Gokú. Y, hablando de Gokú…


    Oye, Vegeta — el ingenuo Saiyajin se acercó con todos los demás, incluido Trunks, y le lanzaban al arrogante Saiyajin una mirada seria; todos, menos su némesis, el cual parecía tan tranquilo como siempre, aunque un poco asombrado del actuar de su “paisano” —, no debes comer ansias, ya estamos listos para empezar con el entrenamiento.


    ¡¡No me hables, despreciable sabandija!! — le espetó el aludido sin bajar el ki, con ese arranque hasta lo incrementó un poco más —. ¡¡Por tu culpa estoy así!!


    ¿Cómo así? — Gokú le preguntó dudoso, después de recuperarse ante tremendo alarido y energía.


    ¿Qué estás ciego, Kakarotto? — está vez sí se detuvo y lo encaró fieramente, acomodándose de puntas y casi metiéndole un dedo en la nariz —. ¿Sabes lo que es esta porquería?


    … — el de alborotada cabellera pestañeó alejándose un poco de su “compatriota”, mirándolo de arriba para abajo, inmediatamente puso la mano en su nuca para rascársela con perplejidad —. Vegeta, yo no veo nada, ¿de qué hablas?




    El Príncipe se fijó en que… verdaderamente ya no tenía nada encima, ni rastro de ese compuesto adherente. Parpadeó por un segundo sin saber que decir, sin entender lo que había sucedido.




    Vegeta… — Krilin se atrevió a preguntar sin apartarse de Gokú, como para evitar un golpe directo —… ¿te sientes bien?




    ¿Acaso lo había soñado? Lo único que pudo hacer fue volver la vista rápidamente hacia Pikoro, quien prefirió no devolverle la mirada… posiblemente fue una ilusión creada por la magia de ese desgraciado namek. Así que no le quedó más que darles bruscamente la espalda y cruzarse de brazos, mientras decía en voz alta para disimular su bochorno.




    ¡Mph! Ya era hora de que terminaran con sus idioteces, bola de insectos… he malgastado mi valioso tiempo por estar aquí con ustedes.


    ¿Pero quién te has…? — Yamcha dio un paso para reclamarle… como si al beisbolista le hiciera gracia soportar su presencia desde hace mucho tiempo, más Gokú le hizo callar al tomarle por un hombro y hacerlo un poco para atrás.


    Disculpa la tardanza, Vegeta — le sonrió tímidamente su “paisano”, hablando en tono de justificación —, pero era necesario que todos estuviéramos en nuestro mejor nivel para que, en realidad, el entrenamiento nos sea de utilidad.


    ¡Mph! — el aludido lo miró de soslayo, disimulando un poco la sonrisa ladina, pues no le pasó desapercibido el movimiento del joven de cicatrices —. Aun así, ninguno de ustedes podrá ganarme… basuras.


    Eso me parece perfecto — respondió Gokú sin dejar de sonreír —. Bien, entonces vamos a decidir la mejor forma de…


    ¡¡Gokú, Vegeta!!, ¿¿qué no piensan empezar?? — la voz de Bulma, amplificada por un megáfono, les hizo pegar un brinco a todos —. ¡No tenemos toda la tarde para estar aquí, así que dense prisa!




    A los “Z” les brotó una gota anime colectiva, incluso Vegeta y Pikoro le lanzaron a la joven científica una mirada enojada con ojitos escrutadores.




    Bueno, bueno, no hagamos esto más largo y comencemos de una vez — exclamó Gokú después de recuperarse de la impresión y reírse tontamente un rato… esa Bulma siempre tan comprensiva y tolerante.




    A lo lejos, otros ojos no perdían detalle de lo que sucedía. 18 tenía dibujado en su bonito rostro una expresión de incredulidad y repugnancia. La androide se encontraba oculta entre los arbustos que había en las colinas por donde la joven de cabellera azul y los demás se habían sentado para disfrutar las batallas de entrenamiento. Al no tener Ki no podían detectar su presencia, así que llevaba el mismo tiempo que ellos en ese lugar. Había adelantado a Rōshi cuando el anciano maestro estaba entretenido en sus indecentes ensoñaciones persiguiendo a Milk y a Bulma, teniendo que ocultar sus ganas de golpearlo por vulgar… no era conveniente que la descubrieran. Dejó muy atrás a Yamcha y a los otros y se enfocó en alcanzar al tal Gokú, al cual vio huir despavorido junto con su hijo, perseguidos por ese otro Saiyajin antipático de cabellera en punta, Vegeta, quien aun se hace llamar “Príncipe de los Saiyajins” cuando sólo él y el tonto son los únicos especímenes vivos de su raza… el escuincle no cuenta, pues es un híbrido junto con el mozalbete de cabellera lavanda venido del futuro. Por lo que, desde su escondite, vio todo el “show”.




    ¡Iugh!... — exclamó para sí misma —… machos primitivos no dejarían de ser… — y desvió la vista para ya no ver más, hasta que escuchó las voces de los demás —. Si el vejete del doctor Maki cree que son un peligro, es porque ya está chocheando — sonrió y decidió quedarse otro rato al ver que sí entrenarían… esperando que haya valido la pena lo que tuvo que aguantar.




    Pero no era la rubia la única fuera del grupo que había visto casi todo. Aproximadamente una hora antes…



    ********************




    Aun me preocupa lo que sea que puedan hacer esos granujas — murmuraba Babidi en su habitación, dando vueltas de un extremo a otro, parado sobre la cama.




    Majin Boo tarareaba tontamente una cancioncita mientras admiraba los conejitos de chocolate que se iba comiendo, arrojando la basura de los envoltorios junto a las bolsas donde antes había gomitas, paletas de bombón cubiertas de chocolate, y dulces confitados que ya había devorado. Eran ya más de veinte embalajes diferentes regados por el piso del cuarto.




    Estos lindos conejitos irán a parar a mi estomaguito — dijo, dispuesto a tragarse el décimo dulce relleno de rompope.


    Calma, Gran Babidi — dijo Dabura a su vez, dirigiéndose a su “jefecito”, y desviando la vista del sonrosado engendro para disimular una mueca de repugnancia por la forma en la que Boo terminó engullendo una enorme paleta de caramelo macizo —, le aseguro que no hay nada de que angustiarse.


    Dabura… lo que deberías haber hecho es seguirlos como te lo había ordenado — el diminuto extraterrestre regañó a su segundo de fea manera, si es que puede considerarse así el hecho de tratar de levantar la voz para oírse amenazante… parecería que de un momento a otro le daría un ataque de tos —, así, por lo menos, sabríamos que es lo que ocultan, que es lo que puede dañar a Majin Boo.


    Descuide, Gran Babidi — el de capa se inclinó respetuosamente para tratar de calmar a su “pequeño dictador” —, nada se ha perdido. Podemos ver a través de la bola de cristal todo lo que hagan en este instante.


    ¡Es cierto! — Babidi pareció repentinamente feliz —. ¡Podremos verlos a través de la bola de cristal! ¡Qué gran idea he tenido! ¡Pronto, Dabura, ve por ella!


    Es una excelente decisión, Gran Babidi — afirmó Dabura sonriendo grandemente para expresar su satisfacción y, sin más, sacó la esfera de debajo de su capa —. Sabía que pensaría en ella, así que me tomé la molestia de tenerla lista para cuando la necesitara.


    Dabura, recuérdame aumentarte el sueldo — dijo el pequeño alíen, tomando cuidadosamente la esfera mágica, para mirar extasiado en su interior después de colocarla en su pedestal —. Ahora… — agregó, moviendo la manos para hacer sus pases mágicos —… esferita, esferita, muéstrame a los granujas… ¡papararám!




    Algo se desdibujó en el fondo, pero la calidad de la imagen no era muy buena… parecía un programa de televisión chafa.




    ¿Qué pasa? — se dijo con cara de fastidio y voz más irritada —. Acabo de comprarla antes de venir, es nueva.


    Tal vez haya interferencias en la señal — opinó Dabura en tono sereno, para apaciguar a su líder.


    Gran Babidi — intervino Boo muy quitado de la pena… a él no le interesaba nada en apariencia —, se acabó el chocolate y ahora quiero helado.


    En este momento no, Majin Boo — Babidi no volteó a verlo y le habló de malos modos, frotando el cristal de la esfera con un limpiador líquido —. Ya has consumido más de 20 Kg. de dulce… no debes comer tanto entre comidas.


    ¡¡Quiero helado!! — el alegre gordito rosado gritó muy fuerte en tanto le salía vapor por los poros; si disparara por los ojillos malvados, que en este instante estaban abiertos fulminando a su "amito", era seguro que acabaría con él en menos de una fracción de segundo —. ¡¡Ahora!!


    Gran Babidi… — tartamudeó Dabura temblorosamente, porque él y su minúsculo jefe retrocedieron asustados por tremendo alarido —… será mejor darle lo que pide.


    Me parece que tienes razón… — afirmó el aludido en voz baja, y se dirigió calmadamente a su "obediente subordinado" —. Majin Boo… — le dijo suavizando el tono de voz hasta que sonara "dulce" —… te pediremos el helado por teléfono, así que sé un chico bueno y siéntate en tu silla.


    ¿Pedirás helado de chocolate? — ante esas palabras, Boo se serenó y retornó a la tonta expresión habitual que le da un aire simpático —. Lo quiero con galletas — puntualizó, dejándose caer en la silla donde había estado sentado, palmeando alegremente como si ya tuviera el postre frente a él.


    Lo que digas — afirmó el pequeño alíen —. ¿Qué estás esperando para llamar, Dabura? — le dirigió a su subalterno una mirada de enfado, levantando la voz para dejar en claro quien es el que manda —. Y no olvides también pedir un técnico en bolas de cristal, recuerda que en este hotel nos prometieron servicio de primerísima calidad y satisfacción en lo que necesitemos — y regresó a limpiar su preciada esfera mágica.


    Como usted ordene, Gran Babidi — respondió el de capa y se dispuso a marcar un número por el aparato telefónico —. ¿Bueno, habló a la recepción? — dijo en tono serio y formal —. Deseo ordenar cinco litros de helado de chocolate con galletas para la habitación 502 — agregó en cuanto recibió la confirmación —. Sí, claro, pueden cargarlo a la cuenta de la producción del anime… no hay problema — afirmó y, después, preguntó en un tono que pretendía sonar educado —. ¿Conocen a algún buen técnico en bolas de cristal mágicas?... Entiendo… Gracias por su ayuda — colgó y se dirigió a su "patroncito", inclinándose un poco antes de hablar —. Gran Babidi, traerán el helado en diez minutos, y la producción nos mandará a alguien de confianza, así que esperemos con paciencia.


    Ya que — el mencionado resopló un poco irritado, para volver la vista hacia Boo —. Majin Boo, ya no tardarán en traer tu helado, no vayas a desesperarte.




    El helado llegó en el tiempo establecido, así que Boo se concentró en comer volviendo a tararear su tonta cancioncita. Veinte minutos después llamaron nuevamente a la puerta, y Dabura fue a abrir.




    ¿Aquí solicitaron los servicios de un técnico especializado en esferas de cristal mágicas? — dijo una diminuta viejecita montada sobre… una bola de cristal, la cual flotaba en el aire.


    Sí, ¿acaso es usted? — preguntó el de traje azul, observándola con curiosidad.


    A un lado — habló la mujer entrando sin más a la habitación —. Soy experta en el negocio, tengo más de un siglo dedicándome a esto.


    ¿Quién es, Dabura? — preguntó Babidi desde el interior, en tanto que el sonrosado gordito había decidido hacer la "meme", roncando sonoramente después de haberse tragado todo el helado.


    ¡Ay, pero que cosa tan horrenda! — exclamó Uranai Baba al ver al pequeño alíen.


    Ya sé que es algo feo, pero es susceptible de mejorar — contestó el extraterrestre pensando que la anciana se refería a Majin Boo —. Bien, Dabura — se dirigió a su ayudante en cuanto éste se presentó a su lado —, tapa a Majin Boo con una sábana y vamos a trabajar con esta señora.


    Soy señorita, más respeto — la aludida los miró con enfado, después pareció revisar la habitación —. ¿Dónde está la preciosa esfera de cristal que debo reparar? — preguntó con curiosidad.


    ¿De verdad… puedo confiar en usted? — Babidi la miró con desagrado, cubriendo la canica de cristal con su cuerpo —. No sé… pareces una ordinaria terrícola.


    ¡Ja! — masculló la bruja, riéndose un poco —. Si hubieran conocido a la otra que quería mi papel… — agregó en tono burlón —, no dejaba de decir estupideces mientras hacía una actuación poco convincente, hablando de una dizque profecía sobre alguien que vencería a un tal señor Oscuro… habrase visto semejante desfachatez.


    ¿En serio? — Babidi pareció interesado por esa información —. ¿Se pueden hacer profecías con una bola de cristal?


    No es tan simple… — opinó Uranai Baba agitando una mano como para restarle importancia —, pero sólo voy a hacer lo que has pedido; si quieres saber más, te costará el doble.




    Babidi y Dabura parpadearon un poco, mejor lo dejaron por la paz para concentrarse en lo verdaderamente importante.




    Bien, bien, terrícola, confiaré en ti — dijo el diminuto alíen entregándole la bola de cristal —. Únicamente te pido que seas cuidadosa, es cristal de importación.


    ¡Ja! — la bruja se sonrió otra vez, observando la esfera con más detenimiento —. Es vidrio cortado en China… haya las hacen en serie, por eso tiene mala resonancia a las energías.


    Vieja farsante, ¿cómo puedes decir eso? — Babidi le reclamó visiblemente molesto —. Es auténtico cristal de las galaxias del Sur.


    Eso te pasa por no saber leer chino — la mujer ni se inmutó, y le enseñó una diminuta etiqueta que estaba debajo de la esfera, tan pequeña que les había pasado inadvertida —. Aquí lo dice claramente hasta en inglés.


    Dabura… explícame que fue lo que pasó — el extraterrestre fijó sus ojotes de canica en su lugarteniente —. Manifiestamente te pedí una esfera de cristal de las galaxias del Sur.


    Eee… disculpe usted, Gran Babidi — el aludido se justificó haciendo una reverencia —, esa fue la más barata que encontré en el tianguis interespacial. Tal vez los vendedores las adquirieron aquí en la Tierra, y las venden haciéndolas pasar por cristal de las galaxias del Sur… aunque no podrá negar que verdaderamente es cristal de importación — después le brotó una diminuta gota anime en la frente, indicando su bochorno por lo que diría a continuación —. Además, recuerde que nuestro presupuesto es limitado por el momento, y… su reputación no es muy buena por allá en esa zona.


    ¿Y eso qué significa? — parecía que a Babidi le brotaría vapor como a Majin Boo.


    Oigan, mi trabajo es por minuto — intervino Uranai Baba, disimulando una sonrisita de diversión —. ¿Quiere que la repare o piensa conseguir otra? — y los miró fijamente —. Pero, aunque decida comprarse una nueva, les cobraré por haberme hecho malgastar mi precioso tiempo.


    Esta bien, pero hágalo correctamente — dijo Babidi, reaccionando antes de azotar estilo anime por semejante descaro.




    La anciana mujer miró fijamente, una vez más, la esfera de cristal y le dio vueltas, revisándola con cuidado para que no se le fuera ningún detalle, la agitó vigorosamente para escuchar algún ruido en su interior. Babidi y Dabura parecieron asustarse ante la brusquedad de la bruja.




    ¡Tenga cuidado! — exclamó el diminuto alíen, queriendo acercársele.


    Atrás de la línea que estoy trabajando — dijo la anciana sin inmutarse —. Hasta ahora nadie se ha quejado de mi trabajo, nunca he roto ninguna bola de cristal, y ésta no será la primera.




    Decidieron que era mejor dejarla hacer su labor. Uranai Baba volvió a limpiar el cristal y hasta sacó un estetoscopio para escuchar mejor el interior de la esfera. Al cabo de dos o tres minutos…




    Pues sí, tiene una mala resonancia — dijo la bruja con aire profesional —. Debería comprar esferas de cristal líquido — se dirigió a Babidi —, son más ligeras y modernas, y su capacidad de captar el espectro radioeléctrico es mejor.




    Los extraterrestres hicieron un gesto de “¿What?”, mientras un signo de interrogación brotaba en lo alto de sus cabezas.




    Señora terrícola… — habló Dabura después del lapsus.


    ¡Señorita! — le interrumpió la viejecita levantando la voz.


    Perdón… señorita — se corrigió algo airado.


    Así está mejor — dijo más serena.


    ¿Podría explicarnos lo que significa semejante palabrería? — preguntó con cautela el de traje azul.


    ¿Qué clase de seres venidos del espacio exterior son ustedes? — les cuestionó Uranai Baba, visiblemente enfadada —. Incultos, todos los alienígenas deben saberlo.


    No vine aquí para que una bruja me sermoneara — Babidi volvió a levantar la voz —. Dígame si la va a arreglar o no.


    Qué genio… — la viejecita lo miró con cara de pocos amigos —. Está bien — volvió a sacudir la esfera y la colocó cuidadosamente en su pedestal, aclarándose la garganta —. “Por todas las fuerzas del mal, y la energía vital, queremos que nos muestres a…” — y volteó para ver una vez más a Babidi —. ¿A quién quieres ver? — le preguntó.


    A un granuja presumido llamado Gokú — Dabura fue quien contestó —, y a todos sus seguidores.


    ¿A Gokú? — Uranai Baba abrió los ojos de más, sin poder disimular su asombro —. ¿Por qué quieres ver especialmente a Gokú?


    ¿Acaso lo conoces? — el pequeño alíen pareció darse cuenta de algo importante para su causa.


    La información confidencial se cobra aparte — indicó la mujer con seriedad.


    Pues deje de preguntar lo que no le incumbe y haga su trabajo — interrumpió Dabura, mirando a la anciana bruja con dureza —, es lo único que le concierne.


    Ya voy, que carácter — masculló la viejecita, volviendo a concentrar su vista en la esfera mágica —. “Por todas las fuerzas del mal… — agitó las manos sobre la canica —, y la energía vital, muéstranos a Gokú”.




    Al instante se dibujó claramente la silueta de Gokú, y después lo vieron nadando al lado de Mirai Trunks. No perdieron detalle de todas las acciones sucedidas a partir de ese momento. Los tres fueron cambiando el gesto conforme veían las peripecias ocurridas con los “Z”. En el preciso minuto en que Gokú y Vegeta parecieron perdidos ante el lindo “espectáculo” que Milk y Bulma les brindaron, “sin querer queriendo”, la vieja mujer lanzó una exclamación que por poco infarta a los dos seres intergalácticos.




    ¡Oi, yo también quiero un guapo extraterrestre que se fije en mí! — dijo emocionadísima —. ¡Ojalá tuviera cien años menos, así me ligaría a alguno de ellos!


    Oiga, bruja, no se pase porque soy un sujeto atractivo — dijo Babidi en tono ofendido, pensando que se refería a su persona —. Déjeme decirle que tengo mejores “pulgas” para brincar mi petate — agregó en tono de orgullo.


    ¡No te sientas tan importante, atrevido! — Uranai Baba lo golpeó en la cabeza con su propia bola de cristal —. Y guarden silencio para que podamos oír.


    Gran Babidi, ¿se encuentra bien? — Dabura le sobó solícitamente el chichón, en tanto le levantó la voz a la ancianita buscapleitos —. Mire, señora…


    ¿Quieren seguir viendo o no? — contestó la mujer algo retadora, sin retroceder ni un centímetro —. Mire que si no, me voy. Pero le advierto que su esfera necesita de mi presencia para entrar en contacto con el espectro radioeléctrico de la Tierra, debido a que aun no se adapta del todo al campo magnético del área.


    Déjalo ya, Dabura — dijo Babidi apartándose de su segundo, aguantando las lágrimas —. Es mejor que no perdamos detalles de los granujas para encontrar algún punto débil que pueda sernos de utilidad, si es que Majin Boo llegara a enfrentarse con cualquiera de ellos.




    Así que volvieron a ver la imagen por la bola de cristal.



    ********************



    Y, mientras tanto, ajenos a los curiosos, los guerreros “Z” estaban listos para su entrenamiento.




    Entonces… — dijo Gokú al recobrar la seriedad, hablando en tono profesional —, debemos escoger la pareja con quien queremos entrenar.


    ¡Yo voy a entrenar contigo, Gokú! — dijeron Krilin, Yamcha y Ten Shin Han al mismo tiempo, y se quedaron viendo entre ellos de forma retadora.


    Eee… yo quiero practicar con el señor Pikoro — dijo Gohan en voz bajita, un poco apenado por la situación.




    Trunks miró a su padre por un segundo, realmente no muy esperanzado de que él accediera… y no se equivocó, pues Vegeta únicamente le volteó la cara al sentir su profunda mirada azul sobre su persona.




    Oigan, amigos, no puedo practicar con todos a la vez… — Gokú volvió a sonreír tontamente, pidiéndole paz a sus camaradas con las manos —. A mí me gustaría ejercitarme con Vegeta o con el joven aquí presente.


    ¡Mph! — gruñó el Príncipe sin dignarse a verlos —. Prefiero largarme de este lugar a entrenar contigo, Kakarotto… ya tuve suficiente de ustedes.


    Vegeta… ya lo decía yo — Pikoro disimulo una sonrisita, lanzándole al aludido una mirada medio burlona —, no quieres entrenar con el grupo porque tienes miedo de perder… pues desaparécete, ya te estás tardando — le puntualizó con sarcasmo.


    ¡¿Qué dijiste?! — el agresivo guerrero volteó a verlo, sus negras pupilas fulguraron de rabia —. ¡¡Yo no le tengo miedo a ninguno de ustedes, escorias!! Y nada más no vayan a arrepentirse de haberme desafiado cuando los haga morder el polvo, especialmente tú — agregó en tono burlón encarando al namek, retornando a su “calma” habitual, imaginando como trapearía el suelo con el verde alienígena —. Aunque recuérdame no matarte todavía… o puede que se me olvide — y le dedicó una de sus mejores sonrisas socarronas.


    No creas que me intimidas, imbécil hablador — le respondió Pikoro poniéndose serio… de verdad que los Saiyajins era de lo peor, especialmente ese “Principito” pedante —. Ya verás como hago que te tragues tus palabras…


    Pikoro, Vegeta — Gokú se metió entre ellos para apaciguarlos, apartándolos con las manos —, no deben discutir por algo así… ¿por qué no mejor decidimos los entrenamientos con un “piedra, tijeras, papel”? — sonrió con vergüenza.




    A sus otros acompañantes les brotó una gota anime colectiva en lo alto de la cabeza, para representar su bochorno. Gohan se dirigió a su padre.




    Papá, es “piedra, papel o tijeras” — le corrigió.


    ¿En serio? — preguntó dudoso, mirando a su hijo con su expresión de ingenuidad —. ¡Entonces mi abuelito me engañó todo este tiempo! — exclamó.




    Sus amigos, incluido Trunks y Gohan, azotaron estilo anime. Pikoro y Vegeta sólo atinaron a parpadear de incredulidad por un instante, antes de retornar a sus acostumbradas expresiones de seriedad y molestia respectivamente.




    Oye, Gokú… — dijo Krilin con circunspección al levantarse —, no creo que un “piedra, papel o tijeras” nos ayude mucho — pareció reprocharle su falta de buen juicio.


    Disculpen — intervino Trunks en tono respetuoso y serio —, me gustaría saber como es que deciden los combates dentro del Budokai Tenkachi… tal vez así podamos darnos una idea de lo que debemos hacer.


    Eso es cierto… — dijo Gohan con asombro —. Papá — se dirigió a su progenitor —, ¿te acuerdas como hacen el sorteo en el torneo de las artes marciales?




    Hasta los dos “carilarga” prestaron atención a la plática.




    Escogemos un número para determinar quien será nuestro contrincante y el orden de la batalla — recordó Yamcha hablando antes que Gokú —. Pero eso se hace porque son demasiados participantes, y el torneo sería excesivamente largo si todos pasaran a la tarima principal para pelear — agregó fijando la vista en el muchacho del futuro —. ¿Cuál es tu sugerencia? — le preguntó.


    Bueno… — respondió Trunks — para no andar discutiendo sobre con quien entrenar, se me ocurre que podemos hacer ese sorteo. Somos ocho, así que escribiré los números en un papel y los rifaremos.


    Y… ¿tienes en que escribir? — le cuestionó Ten Shin Han en tono un poco amable.


    Descuiden, por aquí debo tener algo que funcione — el joven tomó nuevamente el estuche de sus cápsulas y seleccionó una, la cual arrojó con precisión al suelo. Del interior de la misma surgió… un archivero. El muchacho empezó a hurgar en uno de los cajones.


    ¿Y eso qué es? — preguntó Gokú con curiosidad.


    Es uno de mis archiveros personales — contestó el Saiyajin del futuro con una sonrisa amable —. Aquí guardo algunas de mis investigaciones… también me gusta la ciencia — se sonrojó por un momento ante su sinceridad, y, después, extrajo una hoja de papel con el membrete de Capsule, la cual dividió en ocho fracciones, y una pluma atómica para escribir. Anotó en silencio los números y, acto seguido, colocó los papelitos dentro de una pequeña caja que también había encontrado en el interior del archivero —. Bueno — dijo en seguida de sacudirla con presteza y rapidez —, tome cada quien un pedazo, por favor.




    Todos habían seguido con la vista sus acciones, y se acercaron para escoger un papelito… todos excepto Vegeta.




    Señor Vegeta… — Trunks se dirigió a su padre con algo de timidez —… ¿va a participar en el entrenamiento?


    Queda un solo papel… — resopló de mala manera sin dignarse a voltear —, ese será el bicho con quien voy a divertirme — y se guardó una mueca burlona.


    ¡Qué pena — dijo Gokú mirando su pedacito —, soy el último!


    Me tocó el número cuatro — dijo Krilin no muy seguro —, ¿a quién le tocó el número tres? — preguntó.


    A mí — le dijo Gohan mostrándole su papel, lo que le arrancó al peloncito un suspiro bajo bien disimulado —, aunque me hubiera gustado entrenar con el señor Pikoro.


    Podría cambiártelo — le dijo Ten Shin Han al niño —, pero quiero adiestrarme a fondo con Pikoro… seremos los primeros en pelear.


    ¡Ja! — le habló el namek un tanto burlón —, eso me parece interesante, tú no eres como cualquiera.


    Soy el número cinco… — Yamcha también miró su hojita con detenimiento —, ¿quién tiene el número seis?


    Yo tengo el número siete… — dijo Trunks enseñándole su fragmento de papel —, así que sólo queda…




    Todos volvieron la vista hacia el altanero y egocéntrico Saiyajin, haciendo por un instante una expresión que no podría interpretarse de buena manera, excepto Gokú, quien sonrió un poco.




    Bueno, entonces yo pelearé contigo, ¿verdad joven? — dijo algo emocionado —. Pero Yamcha tiene mucha suerte, puesto que entrenará con Vegeta.


    ¿De verdad lo crees así? — le ironizó su amigo en cuanto el aludido de erizados cabellos volteó a verlos, dándose cuenta quien sería la alimaña que recibiría sus golpes. Hasta se sonrió de lado al notar el gesto de desagrado del beisbolista.


    Vaya, vaya… — dijo el Príncipe con sarcasmo —, no pensé que tendrías la oportunidad de enfrentarte conmigo, sanguijuela. Y considérate afortunado porque no vas a fallecer en el intento… ya que ahora estoy de “buenas” — y se le escapó una de sus más típicas risotadas.


    Eres un verdadero… — al de las cicatrices no le hizo nada de gracia, y ya pensaba abalanzarse sobre el odioso Saiyajin ahora que se encontraba distraído burlándose de su persona, más, una vez más, fue detenido por Gokú.


    Yamcha… — le dijo con seriedad, mirándolo un tanto severo por una fracción de segundo — serán los terceros en pelear, así que conserva tus energías — después volvió a la expresión amable —. Veamos como lo hacen Pikoro y Ten Shin Han.


    Está bien, Gokú — el beisbolista decidió hacerle caso, y se acomodaron junto a Krilin, Gohan y Trunks sobre un alto risco un tanto alejado para poder observar la pelea con detenimiento.




    Vegeta prefirió plantarse por otro lado, volviendo a la cara de molestia… el ponerse a prueba con ese arrastrado no le sería de gran utilidad para mejorar.




    Nota: No piensen mal de Pikoro, ¿eh?, se refería al “encanto” de Gokú en términos de su personalidad apacible, amable y sincera. ¿A poco no cae bien? En cuanto a las peleas… no sufran, Yamcha no va a ser asesinado por Vegeta, esperen el desenlace en posteriores capítulos. Saludos.

    P.D. Uranai Baba suspirando por un extraterrestre para ella… xD, y el Babidi todo crecido por considerarse guapo… xD, y quien quería el papel de la adivina es… adivínenlo ustedes, pues les di varias pistas, o consulten una bola de cristal… xD. Saludos.
     
    • Me gusta Me gusta x 4
  6.  
    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

    Leo
    Miembro desde:
    6 Agosto 2010
    Mensajes:
    3,827
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    El Universo está en juego... literalmente hablando.
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    36
     
    Palabras:
    5740
    Capítulo 13.- El entrenamiento ligero.


    Nota antes de empezar: Aun sin comentarios de su parte sigo aquí con vida... xD. No soy muy buena narrando batallas, sólo me gusta disfrutarlas... xD, y la finalidad de mi fic no es contar una guerra sino una comedia… Así que continuemos con los sucesos.




    Listos para iniciar, los guerreros “Z” tomaron sus posiciones. Ya habían decidido el orden de los combates y el tiempo de duración de los mismos… quince minutos de adiestramiento eran suficientes para identificar sus fortalezas y debilidades. Como Pikoro y Ten Shin Han serían los primeros, se quedaron ubicados en el centro del desértico paraje.




    Bueno — dijo Pikoro sonriendo socarronamente al estilo de cierto Saiyajin arrogante, mirando a Ten Shin Han —, creo que no debemos olvidar que no podemos utilizar nuestros poderes al máximo, así que libraremos esta batalla cuerpo a cuerpo.


    Por mí no hay ningún problema en no emplear mis técnicas especiales — respondió el de tres ojos con seriedad, adoptando la postura de combate inicial —. Eso me facilitara las cosas, pues estoy en el entendido que nuestro nivel de combate es muy similar.


    ¡Jah! Eso ya lo veremos — respondió el namek con fingido asombro, y se lanzó sobre el peleador.




    Prontamente se enfrascaron en una veloz lucha, entre aérea y terrestre, tirándose puñetazos, patadas, golpes, esquivándose mutuamente a una velocidad casi de vértigo. Para los que no estaban acostumbrados a este tipo de pelea… no alcanzaban a distinguir lo que sucedía.




    Así que chiste — se quejó Oolong tratando de afinar la vista para ubicar donde se encontraban los contendientes en esos momentos —, no veo absolutamente nada de lo que hacen.


    Es una pena — suspiró Puar imitándolo. Después bajó la mirada —. ¿Contra quien irá a pelear Yamcha? — se preguntó muy bajito —. Espero que no sea contra… — se pasó un trago de saliva y prefirió guardárselo en su interior.


    ¡Dale duro, Ten! — Chaozu, por su parte, trataba de seguir la lucha, aunque se le iban muchos movimientos; hasta se había elevado de su asiento y se agitaba frenético en el aire —. ¡Tú puedes evitar eso!




    Kame Sen’nin mejor se dispuso a… leer una de sus acostumbradas revistas de chicas en poca ropa.




    ¡Qué bueno que no me perdí la edición especial de colección! — dijo muy contento al abrirla y empezar a hojearla.


    Oiga, maestro Rōshi — Bulma lo miró con fastidio —, lo tengo aquí a mi lado porque pensé que usted nos explicaría lo que están realizando los muchachos.


    ¿Para qué? — contestó el ancianito sin pizca de vergüenza, sin apartar los ojos de las coloreadas páginas de la publicación —. No tiene caso que te mienta, pues en realidad… — se encogió por un instante de hombros, en tono un tanto resignado, levantando la vista hacia ella por un segundo —… ni yo sé lo que está pasando… son muy rápidos.




    Bulma, Milk, Oolong y Puar azotaron estilo anime.




    La pelea llevaba un buen ritmo. Ten Shin Han es muy persistente y había alcanzado a Pikoro en varias ocasiones, tanto en el aire como en tierra, aunque también había recibido sus buenos golpes.




    ¡Muy bien hecho, Ten Shin Han! — Yamcha y Krilin lo animaban a coro —. ¡Tú puedes vencerlo! — le dijeron después de una buena y certera patada aplicada por el de tres ojos al namek.


    ¡Eso fue excelente, señor Pikoro! — Gohan, por su parte, apoyaba a su maestro, y se emocionó en cuanto el verde alienígeno no se quedó atrás y, en menos de una centésima de segundo, respondió la agresión, asentándole a su contrincante un contundente puñetazo en la boca del estómago.


    Ese Pikoro… no está esforzándose demasiado — Gokú observaba la pelea con gesto impávido —. ¡Oye, Pikoro, ya deja de jugar! — le gritó en tono alegre.




    Trunks y Vegeta, quien se encontraba en un extremo opuesto a los demás, también se habían percatado de que la lucha no estaba en su máximo. El rostro del adolescente era tan serio, como si estuviera tallado en piedra. La mueca del Príncipe no se quedaba atrás, aunque tenía una muy disimulada sonrisita burlona, como si le causara gracia lo que hacían los otros. Ambos tenían los brazos cruzados y estaban parados en una pose similar… el aire de familia no se pierde, aunque nadie que no supiera se había percatado del sutil parecido entre ellos.




    ¿Sólo has estado jugando? — Ten Shin Han se repuso del último golpe y le lanzó a su rival una mirada de reproche —. ¡Vamos, Pikoro, no me hagas quedar mal ni me tengas en tan bajo concepto! — le reclamó, elevando un poco la voz.


    Bueno, ya que me lo pides de esa forma… — respondió el aludido bajando a tierra —. Te daré una probadita de lo que puedo hacer…




    Con un potente alarido, Pikoro se dividió en dos.




    ¿Y bien? — se dirigieron al de los tres ojos —. Tú puedes contrarrestar esta técnica — y sonrieron burlonamente.


    ¡Jah, eso es muy fácil para mí! — dijo el luchador, y también dividió su cuerpo —. ¡Ahora recibe esto! — y dos hombres se arrojaron decididamente sobre los dos seres verdes.




    Los cuatro guerreros se enfrascaron una vez más en su pelea, la cual aumentó de velocidad.




    Shishin no KenBunrigata… sencillo, pero no está mal — opinó Gokú sin dejar de sonreír.


    Ya había oído de esa técnica — dijo Trunks con indiferencia —. Puede parecer apantallante pero tiene una gran desventaja.


    Ciertamente, pues en una batalla con enemigos poderosos no serviría de mucho dividir tu cuerpo y tu Ki — razonó el de peinado punk sin quitar la vista de la pelea —. Pero, en este caso, nos permite apreciar nuestras debilidades y fortalezas… y nos da un buen espectáculo — puntualizó muy contento.




    Los movimientos de los contendientes eran frenéticos, el sonido de sus golpes creaba un eco a pesar de que en el desierto del Sahara no hay elevadas montañas de roca sólida. Al cabo de diez minutos…




    ¡Auch, eso debió haber dolido! — Yamcha y Krilin cerraron los ojos ante el azotón de uno de los Ten Shin Han, muy cerca de donde ellos se encontraban.


    ¡Mucho por usted, señor Pikoro! — gritó Gohan más que contento ante esa acción de su maestro. Fue en ese preciso instante cuando uno de los Pikoro pasó volando unos centímetros arriba de sus cabezas, después de haber recibido una precisa patada del Ten Shin Han que estaba en pie. Al pequeño Saiyajin le brotó una minúscula gota anime en la sien y su expresión se hizo perpleja —. Creo que me adelanté… — murmuró apenado, sin dirigirse a nadie en particular.


    No te preocupes, Gohan — le dijo Gokú volteando a verlo, dedicándole una de sus típicas y despreocupadas sonrisas, en tanto los dos guerreros caídos volvían como de rayo al aire, para continuar peleando con los otros que esperaban por ellos —, este juego de Pikoro no durara mucho, pues Ten Shin Han todavía no alcanza su nivel… pero lo está haciendo bastante bien.




    Yamcha y Krilin viraron la vista hacia su amigo para escuchar con atención sus palabras.




    Oye, Gokú — le habló Krilin un tanto intranquilo —, ¿cómo has entrenado con Pikoro?


    Bueno… por el momento nos hemos concentrado en incrementar nuestros reflejos y velocidad — contestó el aludido con simpleza sin dejar de sonreír —, y de ayudar a Gohan a mejorar su ritmo, ¿verdad, hijo? — le acarició la alborotada y larga cabellera a su retoño, el cual confirmó sus palabras con un afirmativo movimiento de cabeza —. Y el próximo mes tal vez hagamos batallas mentales para ir elevando más nuestro Ki… — está vez murmuró un poco más bajo, mostrándose algo preocupado y apenado —, sólo espero que Milk no se enoje otra vez conmigo por llevarme a Gohan todo el día.


    ¿Sólo eso? — Krilin no pareció muy convencido —. ¿En serio?


    Vamos, Krilin — Gokú se carcajeó un poco por la cara de asombro de su camarada —, no me digas que tú has entrenado de una forma más especial con el maestro Rōshi.


    Pues… — el aludido bajo la vista, visiblemente abochornado al recordar su fracasado intento de entrenamiento —… es que el maestro Rōshi… tú sabes.




    Yamcha no pudo evitar carcajearse sonoramente.




    ¡Oh, Krilin, por Kami! — dijo entrecortadamente por la risa —. ¿De verdad pensaste que el maestro Rōshi querría entrenarte otra vez, y mejor que la primera ocasión? — y trató de serenarse —. Ya sabes que al maestro le gusta más ver a las chicas en poca ropa… y tú no llenas sus expectativas — puntualizó burlonamente al final —. Créeme, Krilin, ni aunque te pusieras un leotardo sexy te entrenaría de nuevo.


    Mejor cierra la boca, Yamcha — respondió el peloncito un poco irritado —. Me gustaría saber que tipo de entrenamiento has hecho tú, pues sé que dejaste Capsule unos días antes de que nos viéramos de nuevo… Bulma me lo dijo. ¿Acaso Vegeta no te prestó la cámara de gravedad? — esta vez el burloncito fue otro, mirando a su amigo de las cicatrices con unos ojitos escrutadores.


    No me fui de Capsule por Vegeta… — adujo el beisbolista con fastidio… sin querer, Krilin había dado en el clavo —, únicamente que necesitaba mi propio espacio para entrenar, y ese arrogante no es de mucha ayuda.


    Oigan, chicos — Gokú interrumpió la charla amigable —, no discutan entre ustedes, eso no es bueno. Recuerden que estamos aquí para ver en dónde debemos mejorar, y seguir entrenando a nuestro ritmo hasta alcanzar un nivel de batalla que nos permita enfrentar a los androides — y a los dos les palmeó “suavemente” un hombro… tirándolos en la arena —. Oh, lo siento… — se rió turbadamente — no quería sacudirlos así.


    No ‘e a’ gures G‘kú” — le dijeron al mismo tiempo, sacando la cara de la tierra y escupiendo una buena cantidad por la boca.




    Trunks y Gohan no hicieron más que sonreír tímidamente, abochornados por lo sucedido.




    Unos minutos más y Ten Shin Han ya no pudo sostener la lucha… al dividirse se debilitó un poco más rápido, aunque Pikoro también parecía cansado. Cayó con fuerza en el suelo.




    Bueno, muchacho, lo hiciste bastante bien — le dijo el namek aterrizando a su lado. Él ya se levantaba trabajosamente —. Utilizamos los quince minutos, y creí que te debilitarías antes de diez.


    Aun debo entrenar más — respondió el de tres ojos terminando de enderezarse, resoplando un poco para recuperar el aliento —, o no seré de gran ayuda cuando enfrentemos a esos androides… no quiero ser un estorbo por ser débil.


    Deja de preocuparte tanto por eso, Ten Shin Han — Gokú se había aproximado a ellos y le dedicó una sonrisa amplia —. Ahora ya te has dado cuenta en donde debes concentrar tu entrenamiento.


    ¡Felicidades, Ten Shin Han! — Gohan también se reunió con ellos, seguido de Yamcha y Krilin —. ¡Señor Pikoro — y se dirigió a su maestro con tono emocionado, mirándolo con ojitos luminosos —, es usted fenomenal!


    Sólo fue una lección, Gohan — le puntualizó disimulando una sonrisa.


    Bueno, Gohan — le dijo su padre muy contento —, ahora es tu turno junto con Krilin… hazlo lo mejor que puedas.


    Esta bien, papá — respondió el niño sin borrar la sonrisa.


    No te sientas intimidado, Krilin — por su parte, Yamcha le susurró a su calvo compañero —, Gohan no va a matarte.


    No, si eso ya lo sé — le contestó el chaparrito en un murmullo —. Únicamente voy a esforzarme más.




    Bueno, los nuevos contendientes se quedaron al centro y los demás se retiraron nuevamente hacia donde el joven del futuro estaba esperando de pie. Trunks quería ver con sus propios ojos que tanto había desarrollado su potencial de pelea Gohan, su guía y amigo en su época, ya que en esa terrible línea temporal que vivía no había quedado nadie que pudiera darle un entrenamiento como tal al hijo del hombre más fuerte del Universo… el anciano Rōshi no tenía ya la suficiente energía para soportar el ritmo de un Saiyajin en desarrollo, como lo tuvo en los años mozos de Gokú. En tanto Vegeta, desde el otro lado, tenía un mal disimulado gesto de aburrimiento, sintiéndose un poco fastidiado por haberse quedado ahí junto a los insectos. En fin… al menos se entretendría con los intentos de ese pobre enano pelón por llevarle el ritmo al hijo de Kakarotto.




    Bien, Gohan, empecemos — le sonrió Krilin, más por darse ánimo que por otra cosa —. Sólo te pido de favor que no seas tan brusco.


    Pero Krilin… — observó el pequeño un poco extrañado por esa petición tan rara —… ¿de qué hablas?


    Olvídalo, era broma — el guerrero se carcajeó tratando de minimizar el asunto.




    A lo lejos Milk se levantó de su asiento, tomando el megáfono de Bulma.




    ¡Vamos, Gohan, tú puedes hacerlo, no vayas a confiarte por nada! — exclamó en tono de madre temerosa de que su retoño pudiera ser lastimado gravemente —. ¡Y recuerda que tu amorosa mamá esta aquí para ayudarte si lo necesitas!




    Y se puso a ondear unos pompones, brincando a buen ritmo sin dejar de echar porras a su niñito. A Krilin le brotó una diminuta gota anime para expresar su contrariedad mientras que Gohan enrojecía de vergüenza. Y Gokú no hizo más que parpadear un poco, rascándose la nuca sin entender el porqué del actuar de su esposa.




    ¿Pero que le pasa a Milk? — se preguntó dudoso.


    Señor Gokú… me parece que… — en vista de que nadie de los amigos parecía querer aclarar esa duda al de peinado punk, Trunks se animó a dar su opinión, sin poder ocultar también el rubor que tiñó sus mejillas —… la señora Milk está animando a Gohan a pelear.


    Ah, ya veo — respondió el aludido, algo convencido por esa respuesta.


    Bien, Gohan — le dijo Krilin recuperando la compostura, adoptando un gesto formal acorde con la seriedad del asunto —, olvidémonos de todos y vamos a practicar ya.


    Sí — contestó el jovencito poniéndose serio también.




    Y se lanzaron a luchar una batalla no tan veloz, por lo menos para el pequeño Saiyajin, al cual las pocas horas de duro entrenamiento con su padre y su maestro namek le habían servido bastante, pues ya era mucho más certero y preciso en sus ataques. Hasta Vegeta se dio cuenta de ello, ya que había tenido la no muy buena experiencia para él de enfrentarse a Gohan un buen tiempo atrás, y el niño le sostuvo el combate en un nivel razonable; de ahí a que Kakarotto tuviera el imprudente atrevimiento de decir que su hijo tenía muchas posibilidades para vencer a los androides y a Cell. ¿Acaso el entrenamiento de ese par era mejor que el suyo propio? Tal vez tendría que aumentar más la gravedad del aparato que usaba para tal fin… no se permitiría ser avergonzado por un mocosuelo que no era completamente de su raza.




    ¡Gohan, sigue así! — por su parte Milk seguía brincando agitada, apoyando a su retoño como toda buena madre, aunque no podía seguir el ritmo de la pelea con la vista —. ¡No te rindas!




    Oolong mejor prefirió ver la revista del maestro Rōshi, y ya babeaba sobre su camisa mirando las fotos de las jovencitas en provocativa lencería, en tanto el anciano había caído en un sueño erótico… le brotaba por la nariz una burbujita de moco, y sonreía con gesto de pervertido. Por su parte Chaozu también trataba de seguir la disputa, explicándole a Bulma y a Puar lo que ocurría.




    Krilin esquiva un golpe… y Gohan está arriba… — decía entrecortadamente — no, atrás de él… ¡ouch, eso debió dolerle!




    Y es que, efectivamente, Krilin empleó la técnica de Zanzōken, Zanzōgata o “multiplicación de imagen”, moviéndose con velocidad para engañar al niño, y por unos segundos parecía haberlo conseguido porque Gohan se quedó estático sin saber que hacer al ver tantos Krilins juntos… nunca había enfrentado algo así; más detecto rápidamente el Ki del verdadero Krilin y le metió un contundente puñetazo en la espalda, mandándolo unos metros adelante. El pequeño guerrero de calva cabeza no imaginó ser descubierto tan pronto.




    ¡Muy bien, Gohan! — claro que Gokú animaba a su hijo, sólo que de forma más discreta que su esposa —. ¡No pierdas el ritmo!


    ¡Krilin, muévete a la izquierda! — y Yamcha hacia lo suyo, dándole ánimo a su compañero.




    Así que Krilin cambió de táctica y se abalanzó directamente sobre Gohan, lanzándole golpes y patadas con buena velocidad. El chiquillo se sintió abrumado por un momento, pues no esperaba una reacción como esa, por lo que por unos quince segundos retrocedió defendiéndose de los ataques, más cogió el paso en un parpadeo y ahora al peleador le tocó replegarse.




    ¡Ese es mi Gohan! — gritaba Milk… hasta había olvidado que lo que menos quería es que su hijo peleara contra cualquiera.




    No vamos a negar que, aunque Gohan es bastante fuerte y habilidoso aun le faltaba cierta práctica, que es en lo que Krilin le aventajaba, así que la contienda se emparejaba por minutos, pues tanto el niño como el guerrero ya se habían adaptado a la forma de pelear del otro, esforzándose casi al mismo nivel. Los demás miraban la pelea y comentaban entre sí.




    Me parece que Gohan lo hace bastante bien — opinó Yamcha —. Debes estar orgulloso de él, ¿verdad, Gokú? — y se dirigió a su compañero, quien había dejado de sonreír, prestando toda su atención a los combatientes en el cielo.


    Gohan puede dar más que eso — intervino Pikoro con seriedad, sin perder también de vista a su discípulo —, pero su madre es tan… — masculló y prefirió no decir ya nada más, aunque sabía que el Saiyajin de alborotada cabellera no le reclamaría porque en realidad no le entendería.


    Vaya — por su parte Ten Shin Han parecía asombrado —, ya veo que un Saiyajin puede duplicar su potencial de pelea aunque sea muy joven.


    Oye, Ten Shin Han — le dijo Yamcha un tanto avergonzado —, eso ya lo sabíamos… no olvides que peleamos contra Gokú cuando también era un niño.


    Mejor guarden silencio — Pikoro decidió hacerlos callar —, y pongan atención a lo que sucede.




    Trunks y Vegeta también se percataron de que el pequeño no mostraba todo su poder y se estaba portando bastante considerado. El joven futuro sonrió muy brevemente, como recordando algún escaso momento de paz para entrenar al lado de su maestro Gohan, el cual siempre le especificaba no perdiera de vista los movimientos de su rival, pero, por sobre todas las cosas, que nunca olvidara la principal razón por la cual luchaba, y era proteger a las personas inocentes. El Príncipe resopló un poco… al mocoso impertinente también le faltaban agallas e instinto Saiyajin como al idiota desvergonzado de su padre. Pero bueno, no se podía esperar mucho de un soldado de tercera clase y de un híbrido de nacimiento. Ya le tocaría ver como el mozalbete del futuro, ese atrevido que se decía también Saiyajin, enfrentaba a Kakarotto, para comprobar que tan poderosa podía ser la combinación de genes. Él tendría que conformarse con cerrarle la boca al gusano arrastrado sin matarlo.




    Y a lo lejos Milk no dejaba de dar saltos agitando los pompones con frecuencia, aunque a veces parecía angustiarse por lo que alcanzaba a escuchar que decía Chaozu a Bulma y Puar. Kame Sen’nin y Oolong mejor empezaron a roncar sonoramente.




    Están arriba… no, están abajo… se movieron a la derecha… — el pequeño niño de rojas mejillas hacía grandes esfuerzos para no perder la pelea, tratando de describir los movimientos —. ¡Pero que buen golpe le metió Krilin a Gohan! — exclamó sorprendido.


    ¿¡Qué!? — dijo la morena con incredulidad… ella no había visto bien las acciones —. ¡¿Krilin golpeó a mi Gohan?!


    Eee… acaba de estrellarse contra la arena — confirmó Chaozu. Ese cambio de Milk los había tomado por sorpresa, y les hizo dar un respingo a los tres.


    ¡¿Dónde, dónde?! — la joven madre buscaba señales de su retoño —. ¿Dónde está mi Gohan? — volvió a preguntar levantando la voz, dirigiéndoles una mirada asesina.


    … ya… está arriba otra vez — indicó el asustado muchachito… él y los demás casi se ocultan entre la arenisca, debajo de las sillas donde permanecían sentados —… y mandó a Krilin al suelo.


    Menos mal — suspiró Milk más tranquila —. ¡Gohan, tú puedes! — y retomó a sus exclamaciones de apoyo.




    Unos cuantos minutos más y Krilin volvió a colisionar estrepitosamente en la arenosa superficie, y ya no pudo levantarse para continuar.




    ¡Ese sí me dolió! — lloriqueó sobándose la calva cabeza —. ¡Uf, uf! ¡No puedo más! — resopló queriendo incorporase.


    Krilin… ¿te encuentras bien? — Gohan se acercó a él, hablándole en un tono servicial —. Lo… siento mucho — dijo apenado.


    Descuida — respondió el pelón sentándose con trabajo —. La verdad no he podido entrenar lo suficiente en estos días — agregó con seriedad.




    Esta vez sólo Gokú y Yamcha se acercaron.




    Mírate nada más, Krilin — le dijo el beisbolista con consideración —. Entonces es cierto… el maestro Rōshi no te ha entrenado.


    Papá… — Gohan por su parte miró a su padre, esperando por sus palabras de aliento.




    El Saiyajin de alborotada cabellera seguía muy serio y hasta adoptó por un minuto una postura de brazos cruzados, mirando a su retoño como si le reprendiera por algo indebido.




    Oye, Gokú… — Krilin se animó a opinar con extrañeza, levantándose ya del piso. Él y Yamcha también aguardaban algún gesto de ánimo para el jovencito que inclusive se abstuvieron de hablar, más, al notar la expresión tan poco usual en su amigo… —… ¿no vas a decirle algo a Gohan?


    Gohan… me parece que debes mejorar más tu fuerza, tus reflejos, movimientos y coordinación — el aludido respondió sin quitarle la vista a su hijo, y después sus facciones volvieron a ser las de siempre —. Y espero que tu mamá no vaya a reprocharnos por el estado de tu ropa — agregó en tono de avergonzado, sonriéndole abiertamente.




    Y es que tanto Krilin como Gohan habían desgarrado levemente sus vestiduras. El chiquillo se rió un poco por su apariencia.




    De verdad lo siento mucho, papá — dijo con timidez después de inspeccionarse.


    Bueno, Krilin — Gokú se dirigió con amabilidad a su amigo pelón —, ¿por qué no mejor vienes a entrenar con Pikoro y conmigo ahora que regresemos a casa? — ya descruzado de brazos y tomando a su hijo por el hombro —. A Milk no le incomodaría tenerte de invitado.


    Eee… gracias, Gokú, pero me parece mejor entrenar como hasta ahora he entrenado — respondió el nombrado un tanto abochornado. Él no creía que la pareja de su camarada soportara su presencia por más de tres días… ya le era suficiente con tener a Pikoro muy cerca —. Más bien dicho mejoraré también en mis movimientos… tal vez vaya a ver al maestro Karin y a Yajirobe para que me ayuden — especificó carcajeándose brevemente.




    Y, hablando de Milk…




    ¡Gohan, hijo! — la morena se acercó presurosa para comprobar que su retoño no tuviera lesiones de gravedad que pusieran en peligro su vida —. ¡Mi pequeño! ¡Mira nada más como has quedado! ¿Cómo pudiste destrozar tu ropa? — y se abalanzó sobre él, observándolo detalladamente, y dándole vueltas hasta dejarlo mareado —. ¿No tienes fluidos, no tienes lesiones?


    Mamá… espera… — el pobre niño no pudo ni reaccionar.


    ¡Dime cuantos dedos tengo! — le remarcó ella en voz alta, extendiendo la palma de su mano frente al rostro infantil.




    Yamcha y Krilin pusieron una expresión turbada en tanto una gota anime les brotó en lo alto de su cabeza para representar su bochorno… la linda esposa de su amigo había llegado a ser una madre sobreprotectora y excesivamente preocupona.




    Oye, Milk… — por su parte, Gokú trató de serenarla, aunque sin saber exactamente como lograrlo —… Gohan se encuentra bien…


    ¡Gokú!, ¿cómo pudiste hacerme esto? — aunque no obtuvo una respuesta favorable, pues ella lo encaró gritándole muy fuerte, mostrándole los colmillos —. ¡Te dije cuidaras que Gohan no rompiera su traje! ¡Eres un olvidadizo de primera! ¡Un auténtico descuidado!


    Pero… — el ingenuo hombre se hizo unos pasos atrás, un tanto asustado por la salvaje expresión en el rostro de su cónyuge —… pero Milk…


    ¡Nada de peros, no quiero oírte! — le puntualizó la dama y tomó firmemente la mano de su vástago —. ¡Vámonos, Gohan, no te juntes con estos vagos!


    Pero mamá… — el chiquillo no sabía que hacer, y hasta se había puesto rojo de la pena.


    ¡He dicho vámonos! — le recalcó y lo jaló con más fuerza, retirándose con él hasta donde estaban los demás.


    ¿Alguno de ustedes entendió lo que pasó? — preguntó Gokú, rascándose la nuca con expresión de incredulidad.




    Sus compañeros y amigos se abstuvieron de opinar y sólo rieron tontamente. Al cabo de treinta segundos recuperaron la ecuanimidad, pues había que continuar con los ejercicios.




    Por cierto, Yamcha, me parece que ya es tu turno, ¿verdad? — recordó Gokú volviendo la vista hacia su amigo beisbolista, quien afirmó sin mucho entusiasmo —. ¡Oye, Vegeta, ya te toca! — y se dirigió muy contento al Príncipe llamándolo con voz fuerte —. ¡Ahora Yamcha y tú nos van a enseñar lo que han mejorado!




    El susodicho resopló un poco y escupió de lado sin mucho disimulo, expresando con ese acto que no estaba conforme con la decisión de antemano tomada. Más sin embargo estaba ahí… nadie lo llamaría gallina. Así que, con toda la parsimonia del mundo, descendió hasta colocarse cerca de ellos, dedicándole al guerrero de las cicatrices su mejor mueca burlona antes de hablar.




    ¿En cuanto tiempo quieres que acabe contigo, gusano? — le dijo en tono irónico —. Mira que estoy siendo muy generoso…


    Repugnante simio… no creas que la tendrás fácil conmigo — claro que Yamcha no se iba a quedar de brazos cruzados recibiendo frases hirientes, así que le contestó en con una entonación de infinito desagrado, lanzándole también una mirada de profundo desprecio.




    El Príncipe se carcajeó más abiertamente por ese intento de hacerlo enojar.




    ¿Esas son todas tus agallas? — le preguntó con sarcasmo.


    Vegeta, Yamcha, no hay porque discutir tonterías — intervino Gokú con paciencia y su sonrisa característica —. Recuerden que esta práctica es únicamente para mejorar en nuestros puntos débiles.




    Ambos lo miraron fijamente por un segundo, hasta el gesto de Yamcha era de molestia… su amigo Gokú no podía entender que pelearía por su honor más que por otra cosa, pues ese arrogante Saiyajin, Vegeta, le había producido piedritas en el hígado desde que vivía en Capsule, y había logrado que Bulma, de una u otra manera, le dedicara una atención que no se merece y se olvidara que su novio es él. Krilin decidió inmiscuirse también, sonriendo como tonto y con una imperceptible gota anime en la sien, gotita que representaba su bochorno.




    Muy bien, Yamcha — le dijo palmeándole el hombro con conmiseración —, sé que vas a darnos una gran demostración, nada más no te lo tomes tan a pecho — le puntualizó casi susurrándole cerca del oído —. Y entiendo perfectamente tus sentimientos.


    Oye, Krilin, ¿a qué te refieres con eso? — el ingenuo Saiyajin de cabellera alborotada miró a sus camaradas con la duda reflejada en su rostro… ¿qué significaban esas palabras?


    Eee… mira, Gokú, vamos a dejar que Yamcha y Vegeta entrenen — le respondió el aludido tratando de jalarlo de un brazo para llevárselo… eso le costaría mucho trabajo, y esperando que el Príncipe no se hubiera dado por enterado —. No debemos estorbarles.


    Bueno, entonces… Vegeta, Yamcha, den su mejor esfuerzo — observó Gokú dejándose llevar por su amigo pelón, despidiéndose de los otros dos con un gesto de la mano.




    Y a lo lejos, en lo que se desarrolló está conversación…




    Gohan, te vas a sentar ahí y no vayas a escaparte otra vez — le dijo Milk en tono autoritario, señalándole un asiento reclinable… el asiento donde ella estuvo sentada.


    Milk, ¿qué pasó? — preguntó Bulma con duda, mirando al pequeño y parpadeando asombrada —. Gohan, ¿te encuentras bien? — y le habló al chiquillo con amabilidad, mostrándose preocupada por su salud.


    Pues… sí — afirmó el chicuelo con vergüenza, dejándose caer en la silla y sin levantar la cara.


    ¡Por supuesto que no! — observó Milk sentándose a su lado, empezando a cepillar los despeinados cabellos de su retoño —. ¡Pero mira nada más, Gohan, hasta maltrataste tu hermosa cabellera! — exclamó un tanto preocupada, dándole unos cuantos jalones con el cepillo para tratar de desenmarañarlos.


    ¡Ouch! — lagrimeó el niño en tono de dolor —. Mamá, no hagas eso… — se quejó.




    Bulma y sus otros compañeros mejor se abstuvieron de decir algo más, así que prefirieron volver la vista a la lejanía, hacia donde se desarrollaría el nuevo combate.









    Nota final: lo bueno es que no me gusta narrar ni describir batallas… xD. Esto se alargó más de la cuenta (costumbre en mi), así que no se pierdan la otra parte… la tortura de Yamcha… ¿o será de Vegeta?... xD. Saluditos.
    P.D. Los nombres de los ataques en japonés los encontré en la Wikipedia. Una aportación cultural, gracias.
     
    • Me gusta Me gusta x 3
  7.  
    Lamu yatsura

    Lamu yatsura Iniciado

    Sagitario
    Miembro desde:
    19 Febrero 2012
    Mensajes:
    32
    Pluma de
    Escritora
    Gracias por tu celeridad!

    Me he reido de lo lindo con este capíutlo, especialmente con la dulzura pegajosa de Goku, Piccolo tiene mucha razón,
    todos en algún momento han intentado matar a Son Goku pero este chico tiene ese `algo´ que te hacer cambiar de opinión
    de forma irremediable. Te atrapa.
    La reacción de Vegeta de lo más cómica XD
    Las interactuaciones entre Baba y Babidi muy buenas, ¿nos encontraremos frente a un nuevo crak pairing?
    Me voy a por el siguiente, ya tengo ganas de saber como acaban.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  8.  
    Lamu yatsura

    Lamu yatsura Iniciado

    Sagitario
    Miembro desde:
    19 Febrero 2012
    Mensajes:
    32
    Pluma de
    Escritora
    Gracias y hasta la próxima!

    Excelentes las reacciones de los protagonistas, como Milk anima a Gohan me ha recordado irremediablemente a la saga Boo y al torneo de las artes marciales, animando al pequeño Goten.

    Roshi y Oolong en fin ellos a los suyo, por que no todo en esta vida va a ser pelear no?

    El combate entre Piccolo y Tien, me gustó, pero ojalá hubiera sido más extenso. Es curioso pero estos personajes tienen más en común de lo que a primera vista se ve. Obviamente ganó y por goleada el namek pero me hubiera gustado que durara más.
    Krilin y Son Gohan porbrecillo, menuda paliza que le ha pegado, eso conteniendose como decía Piccolo, ¿quien le curará los raspones a nuestro calvo favorito....? Juuhachigou a escena XD

    Pero lo que más me apetece ver es a nuestro sarcástico e irreverente principito `entrenando´ con Yamcha.

    Quedo a la espera de tu siguiente entrega.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  9.  
    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

    Leo
    Miembro desde:
    6 Agosto 2010
    Mensajes:
    3,827
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    El Universo está en juego... literalmente hablando.
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    36
     
    Palabras:
    8754
    Aquí estoy de nuevo, con la continuación de esta divertida historia para que tengan un buen mes. Gracias a los que postean, a los que me dan un "Me gusta" y a los que leen silenciosamente porque han encontrado en mi historia una forma agradable de "perder" el tiempo... :D. Sin más rollo les dejo disfrutar su lectura.


    Capítulo 13. El entrenamiento ligero (parte dos).



    Nota antes de empezar: Tengan en cuenta, a modo de recordatorio, que la finalidad de mi fic no es contar una guerra sino una comedia… más creo que las primeras batallas no me quedaron tan mal… xD. Así que continuemos con los sucesos.



    Previamente… Bulma y sus otros compañeros mejor se abstuvieron de decir algo más, así que prefirieron volver la vista a la lejanía, hacia donde se desarrollaría el nuevo combate.




    Vaya — dijo Chaozu afinando la vista —, parece ser que Yamcha va a enfrentarse a Vegeta.


    ¿En serio? — preguntaron Bulma y Puar al mismo tiempo.


    Que pena — susurró el gatito metamorfo agachando la carita, exhalando un suspiro de aflicción —, veo que no le fue muy bien a Yamcha.


    ¡Oh, es cierto! — la joven científica tomó unos binoculares para enfocar bien, levantándose sobre su silla —. ¡Este encuentro será fabuloso!




    Kame Sen’nin y Oolong habían abierto los ojos al escuchar el tono emocionado de la señorita Briefs y, ante el espectáculo que les brindó la muchacha, empezaron a sangrar por la nariz, haciendo un gesto de morboso placer; y es que ella empezó a brincar sobre el asiento, imitando los movimientos que hacen las porristas profesionales como “Las Vaqueritas de Dallas”… hasta cambió momentáneamente de vestuario, luciendo espectacular con esas diminutas prendas.




    ¡A la bio, a la bao, a la bim – bom - bá — cantó en voz alta, girando y haciendo piruetas con mucho estilo —, Vegeta, Vegeta, ra – ra – rá!




    Sus demás acompañantes la miraron con cara de desconcierto, asombro e incredulidad, y una gota anime colectiva adornó sus cabezas.




    ¡Vamos, Vegeta, acaba con él! — le gritó en voz alta usando el megáfono —. ¡Yo te apoyo!




    Los guerreros “Z” también se habían percatado de todo ese argüende armado por la muchacha de cabellera azul, y a todos, incluidos los Saiyajins, les brotó una gota anime colectiva.




    ¡Tú eres el Príncipe Saiyajin! — Bulma siguió con su “show”, muy quitada de la pena —. ¡El rey de las batallas! ¡El más hábil de todos!


    ¿Pero qué mierda le pasa a esa mujer? — el mencionado enrojeció levemente por un segundo, sin saber si tomarse la molestia de ir a reclamarle a la joven por lo que estaba haciendo… poniéndolo en ridículo, u ocultarse en lo más profundo del desierto para que nadie lo viera así de avergonzado.


    ¡Esa Bulma tan ocurrente! — Gokú se carcajeó por unos segundos con vergüenza —. Bueno, Vegeta, ella a veces es muy detallista y expresiva… ¿verdad, Yamcha? — y posteriormente se dirigió a su amigo beisbolista empleando una entonación bastante desenfadada.


    Eee… — el aludido estaba con la boca abierta del asombro, así que no pudo contestar más que un monosílabo… eso ya era el colmo del castigo, pues su ex-chica se estaba pasando al azuzar a ese infame que les había causado tantos problemas, y que no dejaba de ser un ofensivo con ella.


    Gokú… mejor vámonos ya — Krilin reaccionó sacudiendo la cabeza, pues también se había perdido por un momento contemplando a su amiga con ojitos soñadores —. Recuerda que todavía vas a practicar con el joven del futuro, para después regresar a comer — le recalcó con seriedad.


    ¡Oh, es cierto, Krilin! ¡Tienes toda la razón! — al ingenuo Saiyajin le refrescó la memoria ese pequeñísimo detalle —. OK., ahora si los dejamos divertirse — les especificó a los otros dos, y se elevó con su amigo pelón hasta colocarse junto a Pikoro, Ten Shin Han y Trunks.


    Pero que mujer tan… — externó el namek en cuanto llegaron a su lado, sin disimular una mueca de irritación.


    Sabía que Bulma estaba molesta con Yamcha — dijo Ten Shin Han dando su opinión, visiblemente confundido por el actuar de la científica… definitivamente las mujeres eran bastante complicadas de entender para él —, pero no pensé que su enfado fuera tan grande, al grado de llegar a alentar a Vegeta de esa forma…


    Ustedes no se fijen en eso — expresó Gokú disponiéndose a ver la pelea —, y vamos a ver como lo hacen Yamcha y Vegeta.




    Trunks decidió guardarse su comentario y, dejando de prestarle atención a su futura mamá, retornó al rostro serio. Por más que sus padres quisieran ocultar sus más profundos sentimientos tras una máscara de indolencia, algunas de sus acciones indicaban lo contrario. Sonrió disimuladamente por un segundo.




    Muy bien, insecto, me parece que si hay una cosa que tengo que reconocerte después de todo… — Vegeta se dirigió a Yamcha ignorando también a Bulma, recuperando el gesto habitual —… o, pensándolo mejor, tal vez no — agregó en tono molesto.


    ¿Qué cosa? — Yamcha se extrañó por esas palabras.


    El que hayas aguantado a una mujer de pesadilla como esa idiota enajenada — le contestó con arrogancia señalando groseramente a la joven genio, la cual seguía dando brincos agitando sus pompones —. Yo en tu lugar la hubiera asesinado en cuanto me hastiara la vida.


    ¡¿Pero cómo te atreves a expresarte así de Bulma?! — le reclamó su interlocutor bastante ofendido —. Después de todo lo que ella ha hecho por ti…


    ¿Y acaso yo se lo pedí? — observó el Saiyajin con aire de simpleza, agrandando la sonrisa irónica.


    Eres un insoportable malagradecido — Yamcha rechinó los dientes de rabia, provocándole otra risotada a Vegeta —. Voy a cerrarte la bocota de una buena vez por todas.


    ¡Jah!, eso quiero verlo, gusano arrastrado — le dijo adoptando ya una pose de batalla —. Pero no quiero pensar que todo lo haces por ella… — recalcó más serio —… porque a mí no me importa en absoluto.


    ¡¡Pero a mí sí!! — contestó el beisbolista lanzándose a atacar primero.




    El Príncipe no dejó de sonreír. Había leído el movimiento y sabría por donde le llegaría el trancazo, así que lo único que tenía que hacer era esquivarlo con velocidad y asentarle un codazo en la espalda a su adversario… pero no lo hizo, permitiendo que el puñetazo del guerrero se le estrellara en el rostro y lo hiciera retroceder unos dos pasos. El beisbolista pareció sorprenderse porque no le hubiera detenido el golpe.




    Vaya, gusano, conseguiste moverme un poco — dijo Vegeta volviendo la vista al frente y limpiándose la mejilla, sin dejar la ironía de lado —. No está nada mal para un perdedor como tú.


    Oye, Vegeta, no estés jugando conmigo — le reclamó Yamcha sin atreverse a atacar otra vez.


    Yo no acostumbro jugar — observó el Saiyajin poniéndose hosco nuevamente —. Bueno, tal vez de vez en cuando — agregó retornando a la sonrisita mordaz.


    Bien, entonces… — Yamcha resopló y volvió a embestirlo.




    Los dos guerreros se enfrascaron en una batalla a la altura de las posibilidades de Yamcha, quien en ese momento llevaba el ritmo de la lucha, lanzando sus mejores y más contundentes golpes cuerpo a cuerpo, moviéndose con bastante agilidad para ser un humano. Vegeta aparentaba esforzarse por esquivarlo, sin contestarle las agresiones, conformándose con no permitirle más de tres lances seguidos antes de bloquearlo con brazos y piernas. Su expresión reflejaba un éxtasis burlón, y la del beisbolista era de esfuerzo y coraje.




    ¡Anda, pusilánime debilucho — le decía con una amplia mueca burlona en el rostro —, golpéame más fuerte!


    ¡Maldito engreído! — le contestaba su rival al tiempo que latigueaba el aire con sus puños —. ¡Pelea de verdad como hombre!


    ¡Eso es, sigue así! — recalcó el Príncipe permitiéndole dos golpes más, esquivando un tercero —. ¡Sí te esfuerzas como es debido tal vez puedas vencerme! — y se dio el lujo de carcajearse otra vez a pesar de haber recibido una poderosa patada en la boca del estómago —. ¡Vamos, basura, descarga tu ira! — enderezándose casi al segundo.


    ¡Eres un descarado oportunista! — le gritó Yamcha con más ferocidad sin darle un respiro, incrementando su ritmo y su fuerza —. ¡Un gorila aprovechado, un maldito asesino!


    ¡Muy bien, sabandija, saca todo lo que tienes guardado! — le espetó Vegeta sin parar de mofarse, recibiendo una lluvia de golpazos en el pecho y el abdomen, los que le hicieron doblarse un poco y replegarse… aun así seguía muy campante.


    ¡Toma esto! — la mueca en el rostro de Yamcha era de odio absoluto —. ¡“Rōgafūfūken”! — así que la contundente patada fue dada en pleno rostro de su rival, mandándolo algunos metros atrás. La potencia del golpe hasta lo arrastró sobre la arena —. ¡Y aun no termino contigo! — y se lanzó sobre él de un salto, asentándole un pisotón en pleno vientre. El gesto de Vegeta se contrajo de dolor momentáneo.




    Los otros no perdían detalle de la contienda, y sus rostros se mantenían impávidos.




    Si mi impresión es correcta… — Krilin se dirigió a Ten Shin Han, murmurándole lo más cerca que pudo del oído, procurando que nadie lo escuchara —… cualquiera podría pensar que Yamcha está celoso de Vegeta.


    Pero que tonto… — opinó el de los tres ojos de igual manera —, ¿acaso no se da cuenta que lo único que pretende es cansarlo?


    Ese Vegeta tan petulante… — por su parte Pikoro no pudo guardarse su disgusto, sin preocuparse por expresarse en voz alta —… sólo está utilizando a Yamcha como un pelele.




    Gokú y Trunks no dijeron nada, pero estaban de acuerdo con el verde alienígena… el Príncipe únicamente estaba provocando al beisbolista.




    Y a lo lejos Bulma se había quedado "helada"… ¿qué estaba haciendo Vegeta?, ¿por qué dejaba que Yamcha lo tratara así?




    ¿Pero que está sucediendo allá? — parpadeó asombrada sin dar crédito a lo poco que veían sus ojos —. Oiga, maestro Rōshi — se volvió al ancianito un tanto desesperada, agarrándolo por los hombros y sacudiéndolo con presteza, sin preocuparle que el viejo haya estado babeando por verla vestida de ese modo tan sugerente —, ¿puede usted decirme que ocurre? ¡Conteste, tengo qué saberlo!


    Bulma… me estás asfixiando… — farfulló Kame Sen'nin tratando de soltarse de su enganche… hasta se le bajó el "acaloramiento".


    Eee… Bulma… — Gohan se animó a hablar con cuidado, sin atreverse a separarse de su mamá, la cual le había cepillado tanto el pelo hasta dejárselo completamente liso… por ahora —, no tienes porque angustiarte… Yamcha no va a…


    ¡Oh, Gohan!, ¿tú sabes lo que pasa? — la joven científica dejó caer al anciano como fardo en la arena, y casi arranca al niño de los brazos de su madre —. ¡Dímelo, por favor! — le dijo suplicante.


    ¡¡Bulma, vas a despeinar a mi Gohan!! — le reclamó Milk, apretando más fuerte a su descendiente para impedir que lo apartaran de su lado —. ¡No sabes el trabajo que me costó acicalarle el cabello!


    Perdón, Milk, en verdad lo siento — respondió apenada.


    Maestro Rōshi, ¿se encuentra bien? — Puar, por su parte, imaginando que Vegeta no tardaría en tratar a Yamcha como lienzo usado, se volvió solícitamente al viejecito desfallecido.


    Bueno… Vegeta aun no esta dando su mejor esfuerzo — especificó Gohan en voz muy baja —. Yo sé que ese no es todo su poder.


    ¿Lo dices en serio, de verdad? — Bulma abrió los ojos como platos y después relajó su expresión, soltando un suspiro en cuanto el pequeño le dedicó un gesto afirmativo con la cabeza —. Menos mal — agregó. Y, como todos los que se encontraban con ella la quedaron viendo extrañados, inclusive Kame Sen'nin que ya se había despabilado, especificó un tanto apenada —. Oigan, no pongan esas caras largas, sólo me preocupa que todos ellos se encuentren en las mejores condiciones para cuando tengan que enfrentarse a los androides — y se sonrió como tonta para disimular —. Van a necesitar todos los refuerzos que sean posibles, ¿no creen?


    Sí, claro, Bulma — dijo Oolong un tanto socarrón —, lo que tú digas.


    Ya sabía que verían mi razonable punto de vista — expresó la joven científica carcajeándose brevemente con una risita cantarina —. Bulma Briefs no tiene la costumbre de equivocarse en nada.




    Pero volvamos al campo de batalla…




    Yamcha ya respiraba entrecortadamente mientras le metía a Vegeta unas dos o tres patadas más, lanzándolo hacia atrás a una distancia considerable de su posición. Se sonrió por unos segundos, disfrutando de sus acciones, aunque estaba plenamente consiente que la lucha aun no terminaba pues, si no se equivocaba, el altanero y odioso Príncipe Saiyajin no estaba vencido.




    Es un ruin, un mezquino… — murmuró para sí adoptando una pose defensiva de batalla, ya sin ánimo de ir tras el aparentemente maltrecho cuerpo de su contrincante —… voy a esperarlo aquí.




    Sus demás compañeros permanecían serios en sus posturas, aguardando por la reacción del esbirro espacial. Trunks soltó un leve e imperceptible suspiro de abatimiento en cuanto vieron que Vegeta se incorporaba lentamente.




    Pero que cínico es Vegeta… — masculló Pikoro de nuevo torciendo el gesto —… se las da de importante.


    Oh, vamos, Pikoro — le dijo Gokú sonriendo un poco, dirigiendo la vista a él por un segundo —, tú ya sabes como se las gasta Vegeta.


    ¡Mph! — ante la observación, el namek únicamente soltó un bufido de indignación.


    ¡Oye, chimpancé estúpido!, ¿acaso quieres más? — y, por su parte, Yamcha se dio valor gritándole furiosamente a Vegeta —. Mira que todavía no me canso de golpearte.




    A modo de respuesta, el altivo Saiyajin se sacudió la ropa, estiró los brazos y hasta se dio el lujo de “acomodar” su erizada cabellera.




    Bueno… el calentamiento no estuvo nada mal — dijo en cuanto volvió a encarar al guerrero de las cicatrices, sonriendo de la forma en que acostumbra sonreír cuando disfruta algo —. Y me da mucho gusto saber que todavía tienes la suficiente osadía para hacerme frente.



    Ahora fue su turno de atacar, y mucho más veloz de lo que el joven beisbolista pudiera reaccionar para batear una bola rápida, lo golpeó furiosamente con el puño en pleno mentón, lanzándolo más de diez metros hacia atrás.




    ¡¿Qué te parece esto, gusano?! — dijo sonriendo abiertamente como maniaco, teniendo el descaro de sobrepasar al muchacho para recibirlo antes de que llegara aún más lejos, mandándolo a volar de una certera y brutal patada en la espalda.




    Yamcha no pudo ni defenderse, y menos frenar su marcha, así que sus facciones se contrajeron en una mueca de espasmo agónico mientras surcaba el cielo, a una altura bastante considerable de la tierra, siendo perseguido muy de cerca por Vegeta. Ten Shin Han y Krilin no hicieron más que apretar los párpados, imaginando lo que seguiría a continuación.




    ¡¿No me digas qué eso te dolió?! — Vegeta detuvo el vuelo de Yamcha en el aire, agarrándolo súbitamente por una pierna… casi se la arranca —. Y créeme… no era mi intención denigrarte — agregó más socarrón después de que el beisbolista soltó un alarido de dolor ante el repentino movimiento.


    No eres… más que un… canalla — le contestó el beisbolista tosiendo un poco de sangre, colgando casi inanimado —… un enfermo de poder.


    Pero mira nada más… que palabras tan conmovedoras — el Príncipe soltó otra de sus risotadas y sin más lanzó a su “presa” con bastante fuerza para estrellarlo en la arena. Al azotarse levantó una nube de polvo de considerable tamaño.




    Y Bulma, al ver el cambio en la contienda, ya se había levantado otra vez a cantar sus porras de apoyo hacia Vegeta.




    ¡Muy bien, Vegeta, muy bien! — gritó emocionada agitando los pompones —. ¡Así es como se hace! ¡Enséñale a ese tonto quien es el mejor luchador de todos! ¡¡El rey de la peleas eres tú!!




    Y saltó haciendo unos muy complicados movimientos a modo de coreografía, dejando al maestro Rōshi y a Oolong babeando y sangrando por enésima ocasión, en tanto que Milk, Gohan, Chaozu y, por supuesto, Puar, la miraron como si tuviera alguna contusión mental.




    Oye, Gokú — mientras Krilin se dirigió a su amigo de peinado punk en tono de preocupación —, ¿no te parece que Vegeta se está pasando?


    Para nada — fue Pikoro el que contestó antes que el aludido, sin disimular su indignación —. Yamcha no significa nada para Vegeta, pues es tan… inferior a su lado — puntualizó para soltar un nuevo bufido.


    No te preocupes, Krilin — intervino Gokú con su amabilidad acostumbrada —, creo que Vegeta sabe hasta donde puede llegar de verdad.


    Vegeta no es como tú, Gokú — opinó Ten Shin Han seriamente —, él es un asesino despiadado y sanguinario.


    Pero en esta saga está con nosotros — le dijo Gokú a su vez, sonriéndoles como siempre, con su gesto afable y bonachón —, y va a seguir hasta el final, así que no tienen que desesperarse.


    ¿Acaso sabes de lo que estás hablando? — preguntó el de tres ojos con visible curiosidad y escepticismo.


    Vamos, amigos, confíen en mí — les respondió el de peinado punk encogiéndose levemente de hombros y carcajeándose un poco —. Yo sé que Vegeta no es sólo un asesino.


    Bueno, si tú lo dices… — dijo Krilin no muy convencido.




    Y Trunks prefirió no opinar sobre algo que no entendía en su totalidad. Al final, de acuerdo a lo que él sabía, únicamente su madre y el señor Gokú llegaron a conocer a su padre más de lo que el mismo Vegeta hubiera querido.




    Yamcha se enderezó trabajosamente y Vegeta descendió con toda la parsimonia del mundo, aterrizando unos cinco metros frente al beisbolista.




    ¡¿Qué te pasa, sabandija?! — le dijo en tono burlón con los brazos cruzados sobre el pecho —. Sólo tienes que decirme que te rindes y yo sabré perdonarte.


    Eso… ni de broma — el joven se limpió la sangre de la comisura y escupió un poco de fluido —. Si de verdad fueras tan fuerte como dices sentirte no dudarías en matarme… capón — le espetó con mucha rabia.


    ¡Jah! — el Saiyajin sonrió más abiertamente ante ese intento de ofenderlo —. Créeme, gusano arrastrado, es sólo por lástima que no te elimino — le respondió un tanto irritado —. Aunque… tú en realidad no vales la pena para que yo gaste mi energía en ti — le dijo retomando el tono y el gesto burlón —. Tal vez alguien más te hará el favor.


    ¡¡Hijo de tu…%$&#/#*!! — Yamcha se sintió enfurecido de verdad, y volvió a la carga con ímpetu, renovado por la rabia y el rencor… ese tipejo se atrevía a minimizarlo de esa forma. No dudó en lanzar nuevamente sus mejores golpes, pero fueron bloqueados con gran facilidad por el de erizada cabellera, quien volvió a burlarse para después recobrar el gesto hosco.


    Ya me está cansando este jueguito tonto — masculló antes de meterle a su rival cuatro puñetazos en pleno abdomen… fueron tan rápidos y certeros que lo mandó unos dos metros atrás, doblado de dolor sobre sí mismo.


    Méndigo… — el beisbolista farfulló, expeliendo sangre una vez más.


    ¡Ese es Vegeta, el Príncipe Saiyajin! — y, a lo lejos, Bulma continuaba con su porra, tomando esta vez el megáfono —. ¡Denme una “V”! ¡Denme una “E”! ¡Denme una “G”!...




    Oolong y Rōshi le siguieron el juego a la bella científica… con tal de verla así, mostrando sus bien torneados atractivos, hasta se vistieron igual que ella, intentando también imitar sus movimientos.




    ¡”V”!, ¡”E”!, ¡”G”!... — respondieron al unísono, siguiendo las instrucciones al dedillo, levantando unas pancartas con la letra correspondiente.




    Los demás azotaron estilo anime clásico, de la impresión y la vergüenza.




    ¿Qué dice? — exclamó la joven de cabellera azul al terminar de deletrear el nombre del Saiyajin de enhiesta cabellera, sin dejar de saltar emocionada.


    ¡Vegeta! — dijeron el anciano maestro y el cerdito metamorfo, queriendo darle a su tono de voz un matiz femenino.


    ¡Más fuerte! — Bulma volvió a levantar la voz, sin preocuparse por lo que los otros pensaban en ese momento de su persona.


    ¡¡Vegeta!! — gritaron a una voz.


    ¡¡Tres veces!! — la muchacha casi se desgañita del éxtasis.


    ¡Vegeta, Vegeta, Vegeta! — y sus acompañantes repitieron el nombre, esforzándose por bailar como si fueran verdaderas porristas… viéndose completamente ridículos.




    Los guerreros “Z” les prestaron atención también, y todos se sonrojaron ante tan bochornoso espectáculo… todos menos Gokú, el cual únicamente puso una expresión de duda, y el aludido Vegeta, quien se puso morado de la rabia.




    Oye, Krilin — Gokú se dirigió al más pequeño de sus amigos, preguntando con curiosidad —, ¿por qué Bulma, el maestro Rōshi y Oolong están vestidos así?


    Gokú, te lo digo en serio — respondió el chaparrito mientras una diminuta gota anime surcaba su frente —, no tengo la menor idea.


    Pero que mujer tan… insoportable — el Príncipe Saiyajin gruñó entre dientes, y le palpitó furiosamente la vena en la sien. Así que jaló a Yamcha por el traje y lo levantó lo más alto que pudo —. ¡Óyeme bien, insecto miserable, vas a ir a taparle la boca a esa mujerzuela insolente y vulgar porque yo lo digo! — y, sin darle tiempo de decir una palabra, lo arrojó con todas sus fuerzas en contra de los espectadores.




    Con tan buena suerte que el joven beisbolista derribó la pequeña pirámide que los de la “porra” hicieron, consiguiendo que la joven genio se diera un doloroso sentón.




    ¡Yamcha!, ¿se puede saber qué diablos te pasa? — la muchacha se enderezó visiblemente indignada, sobándose sus lindas posaderas —. ¡Mira nada más lo que hiciste! ¡Arruinaste todo!




    Y sin importarle que tanto su ex – novio como sus compañeros estuvieran ya desmayados por la caída, empezó a golpearlo con la sombrilla para el sol.




    ¡Esto no voy a perdonártelo! — le gritó dándole como cinco fuertes golpes en la cabeza —. ¡Envidioso, egoísta, cínico!


    ¡Yamcha! — el pobre Puar pareció desesperado por querer salvar a su amigo del alma de la furia de la científica.




    Chaozu prefirió retroceder, con una mueca de susto dibujada en su pálido rostro de muñeco. Sólo Gohan se atrevió a hablar, soltándose delicadamente de su madre y acercándose con cautela a la joven de cabellera azul.




    Eee… Bulma, Yamcha está inconsciente — le dijo con algo de timidez, tomando presto el parasol para evitar que ella siguiera maltratando al beisbolista.


    ¿¿En serio?? — dijo la aludida para después fijarse bien en el rostro de su ex —. Oh, veo que tienes razón… Pobre Yamcha — expresó un tanto apenada por verlo así, mirándolo más de cerca —, pero se lo merecía por torpe — agregó al final en tono mordaz y, como si no hubiera sucedido nada fuera de lo normal, acomodó la sombrilla tumbándose una vez más en su asiento de playa al tiempo que comentaba —. Me parece que sólo faltan Gokú y ese guapo muchacho por entrenar… ¿verdad? — preguntó como quien no quiere la cosa.


    … — Gohan no supo ni que decir por una fracción de segundo. En seguida afirmó con la cabeza —. Sí, sólo faltan mi papá y ese joven del futuro.




    Puar se dio a la tarea de levantar el desfallecido cuerpo de su camarada, ayudado por Chaozu, y lo acomodaron cuidadosamente en una silla.




    Yamcha… dime algo — habló el gatito en un susurro angustiado.




    Mientras que a lo lejos, el directamente responsable de la confrontación se elevó nuevamente hasta tomar el risco apartado de los demás, desde donde exclamó a voz en cuello:




    ¡¡Ya empieza de una buena vez a pelear, Kakarotto!! — espetó con hastío cruzándose de brazos en su postura usual —. Sabes que me quedo aquí sólo para ver si es verdad que has rebasado mi poder… — para después hablar entre dientes, escupiendo una vez más de lado —… bien podría marcharme en este instante.




    Pikoro consultó el reloj que tenía oculto en su traje… la batalla había durado menos de diez minutos.




    Ese… cretino — farfulló con irritación —, no utilizó todo el tiempo.


    Bueno — dijo Gokú encogiéndose un poco de hombros —, ya no hay nada que hacer por eso — y se dirigió en tono amable y despreocupado hacia Trunks —. Bien, jovenazo, creo que ya es nuestro turno.




    El muchacho afirmó con la cabeza, manteniendo la formalidad, y dejó que fuera el Saiyajin adulto el primero en elevarse para tomar sus posiciones en el área.




    ¿Me darás tu mejor esfuerzo, Trunks? — le cuestionó Gokú en voz baja, algo emocionado.


    No creo que lo más conveniente sea utilizar la transformación de SS, señor Gokú — especificó el adolescente un tanto apenado —. A mi padre no le haría gracia.


    Mmm… si, creo que tienes razón, Trunks — meditó el de peinado punk, apoyando el mentón en el dedo pulgar por un instante, y su cabello se puso mustio de la desilusión —. Bueno, pero eso no importa — agregó más alegre en menos de un segundo —, de todos modos quiero ver que tan fuerte eres. Así que… — y adoptó una mirada más seria, la mirada que adquiere cuando va a pelear —… te cedo el honor de atacarme primero — colocándose en pose de batalla y haciéndole al joven una seña con la mano.


    Eee… — Trunks parpadeó un momento, pues no pretendía ser descortés ni mucho menos.


    Anda, te aseguro que no vas a lastimarme — le puntualizó el de cabellera alborotada sin cambiar el gesto habitual que se le dibuja en el rostro cuando va a pelear.


    … — el mancebo también retornó al gesto adusto. El señor Gokú quería probarle una vez más —. Está bien — dijo —, si usted lo quiere así… — y se abalanzó sobre su adversario con un movimiento velocísimo.




    Gokú afinó la vista, pues en una milésima de segundo el muchacho desapareció de su campo visual. Sintió su Ki atrás de él y bloqueó muy a tiempo el codazo que Trunks había estado a punto de asentarle en el cuello, desplazándose con rapidez hacia un lado.




    ¡Uf, por poco! — suspiró sorteando asimismo una patada salvaje que el adolescente había lanzado casi al mismo tiempo.




    Así que se dedicó por uno o dos minutos a bloquear y evadir los ataques del púber, aunque no pudo esquivarlos todos, siendo alcanzado por varios de ellos. Trunks se replegó en el último movimiento, mirándolo con ese ceño fruncido heredado de su padre, el Príncipe Saiyajin.




    Oiga, señor Gokú… — le habló con bastante formalidad —… usted no está peleando en serio.


    Vamos, Trunks, deja que me adapte a tu ritmo — le dijo muy quitado de la pena —, no es lo mismo entrenarse con alguien como tú que con Pikoro… y eso que él es muy bueno.


    Gokú es un imbécil — el namek había escuchado el diálogo y se sintió indignado por ese comentario tan fuera de lugar. Como Ten Shin Han y Krilin no escuchaban ni una palabra no supieron a que se refería, así que no dijeron nada.


    ¡¡Kakarotto, hijo de tu… #”%&$, ya deja de hacer payasadas!! — por su parte Vegeta le levantó la voz, irritado por el poco empeño que le ponía su “subordinado” a la lucha —. ¡¡Combate de verdad, carajo, no seas…”$%&/!!


    ¡Uy, creo que Vegeta ya se enojó! — Gokú se encogió un poco, entendiendo el malestar del Príncipe —. ¡Hey, Vegeta, lo siento mucho! — y levantó la voz para excusarse.




    Nuevamente encaró al joven, aunque está vez él atacó primero, lanzándole un contundente puñetazo en pleno rostro. El muchacho bloqueó el poderoso golpe cruzando los brazos al frente, y su semblante se mantuvo igual. El sonido que se generó con el choque se escuchó en la lejanía.




    Me extraña que nadie haya notado lo mucho que te pareces a Vegeta, Trunks — le dijo Gokú por lo bajo, sonriéndole un poco —. Tienes los mismos gestos que él.


    Y Gohan en mi tiempo también se parecía a usted, señor — le respondió Trunks correspondiendo brevemente a la sonrisa —. Aunque siento mucho hacer lo que voy a hacer…




    El mancebo volvió a tirar una patada contundente, y está vez alcanzó al hombre en el estómago, haciéndolo retroceder unos pasos.




    Eso sí me dolió… — resopló el de alborotada cabellera doblándose sobre si mismo, con un mohín de sufrimiento dibujado en sus facciones —. Fue un buen golpe, Trunks…


    No debería confiarse mucho, señor Gokú — observó el del futuro dándole tiempo a su contendiente de enderezarse.


    Sí, nuevamente tienes razón — le respondió el aludido recobrándose —. Entonces creo que ya es el momento de pelear con más ahínco.




    Así que se enfrascaron con velocidad en una lucha bastante pareja, y los que tenían la suficiente capacidad para verlos moverse no perdían detalle. Vegeta sentía como le rechinaban los dientes de rabia e impotencia… esos dos si tenían un nivel mucho más que aceptable para la categoría Saiyajin que ostentaban, uno, soldado de clase baja, y el otro, un despreciable e innegable híbrido cuyo verdadero origen e identidad le eran desconocidos, aunque se notaba la experiencia del mayor por sobre el mozalbete. Pero, a pesar de todo, no lo hacía nada mal para su calaña: un impuro como el crío que ese detestable lacayo impertinente de Kakarotto se atrevió a engendrar con la desquiciada que tiene por mujer.




    ¿Quiénes serían con seguridad el padre y la madre de ese jovenzuelo? Esa duda le carcomía las entrañas, pues estaba más que confiado que únicamente él y el idiota de Kakarotto eran los únicos Saiyajins puros que quedaban en el Universo; y en su cabeza nunca había cruzado el cometer semejante acto que denigrara su linaje y su raza, aunque Nappa lo hubiera sugerido al escuchar como Raditz había sido vencido con ayuda del rapazuelo molesto y llorón llamado Gohan. Además, pensándolo detenidamente una vez más, era algo ciertamente inconcebible que el tarado al que correspondería ser su subordinado cometiera un nuevo desacierto con otra monigota que no fuera su propia vieja. Y, por supuesto, el maldito mocoso de su hijo todavía está muy “verde”… ni para reproducirse aun.




    Y, hablando de las mujeres terrestres…




    ¡Vamos, Gokú, date prisa! — le gritaba Milk, aunque no sabía en realidad donde se encontraba su marido —. ¡Gana pronto está batalla para que nos vayamos de aquí, pues ya es muy tarde!


    ¡Muy bien hecho, guapote! — y Bulma levantó también la voz para apoyar al joven del futuro —. ¡Muéstranos como se hace, da tu mejor esfuerzo!


    ¿Muéstranos? — murmuró Oolong con fastidio —. Bulma, que cínica eres… ni siquiera sabes donde está.


    ¡¡A ti nadie te pidió tu opinión!! — ella le metió un zape para dejarlo levemente noqueado bajo el asiento, y continuó echando porras —. ¡Vamos, lindo, yo te apoyo! — utilizando el megáfono.




    Los guerreros continuaron con lo suyo, concentrados en la lucha. La batalla proseguía a muy buen ritmo, y se veía que Gokú se divertía de lo lindo porque Trunks le sostuviera el combate sin amilanarse. Y el joven, aunque conservaba el rostro serio también sonreía levemente de vez en cuando, disfrutando por contender con el hombre más fuerte del Universo en esa línea temporal. Los demás se mantenían expectantes sin perder la compostura, apreciando la buena batalla que se desarrollaba ante sus ojos.




    Ese muchacho si que es bueno — opinó Krilin en tono de circunspecto —, se nota que es un Saiyajin.


    Mmm… — Ten Shin Han parecía meditar algo relevante sin perder los detalles de la contienda —… Yo aun me pregunto cuál es la verdadera finalidad de su llegada a nuestro presente…


    Eso es bastante claro — dijo Pikoro tan serio y formal como acostumbra —, si no fuera por su advertencia es seguro que en estos momentos tal vez estaríamos perdiendo el tiempo… — para después mascullar en tono burlón —… Bueno, algunos todavía lo hacen — y recobrar la formalidad en un santiamén.




    Sus acompañantes se abstuvieron de opinar cuando volvieron a escuchar una “delicada y cantarina” voz femenina amplificada.




    ¡Tú puedes hacerlo, guapo! — gritó Bulma sin estar realmente consiente de lo que sucedía en el terreno —. ¡No te dejes vencer!


    ¡Anda ya, Gokú! — y por su parte Milk no dudó en levantar la voz al mismo tiempo —. ¡No estés jugando!




    Y es que Gohan les trataba de narrar lo que veía, mostrándose igualmente entusiasmado por presenciar una muy buena pelea aérea protagonizada por el autor de sus días.




    Y ahora se tiran un derechazo… mi papá lo esquiva… el joven le da una patada… mi papá le da un puñetazo… están arriba… — decía entrecortadamente, con la emoción reflejada en su rostro infantil.




    Por su parte Yamcha ya se había restablecido y estuvo tentado en hablarle a Bulma, sin saber con franqueza que decirle, más decidió hacerle caso a la sutil mueca negativa de Puar y regresó volando donde los demás, parándose junto a Krilin y sobándose muy disimuladamente uno de los chichones que tenía en la cabeza.




    Yamcha… ¿cómo te encuentras? — le preguntó su amigo al percatarse de su presencia.


    Pudo haber sido peor — dijo el beisbolista, y le dirigió al Príncipe Saiyajin, quien se encontraba alejado de ellos, una breve mirada de desprecio antes de fijar la vista en la pelea —. De verdad que ese muchacho es un peleador nato — murmuró a modo de apreciación.




    Trunks es bastante diestro y hábil usando brazos y piernas para atacar, aunado a la herencia salvaje propia de su padre… le estaba dando a Gokú una batalla muy acorde al nivel inicial de pelea del Príncipe. El Saiyajin de peinado punk estaba más que contento, porque verificaba que las enseñanzas de Gohan en esa terrible línea temporal habían sido bastante buenas para el desarrollo combativo del joven. Otro entrenamiento intensivo y Trunks estaría mejor preparado para vencer a los androides de su época… Vegeta tendría muchos motivos para sentirse orgulloso de su hijo.




    Eres verdaderamente un gran peleador, Trunks — le dijo al tiempo que bloqueaba un nuevo ataque del adolescente, y sus negros ojos brillaron de felicidad —. Sólo es cuestión de que te esfuerces un poco más y vencerás a esos androides.


    ¿Usted lo cree así, señor Gokú? — preguntó el del futuro sin detener sus golpes, recibiendo un gesto afirmativo de su interlocutor —. Me halaga viniendo de usted, señor.


    Créeme, es en serio — agregó Gokú con convicción sin perder el ritmo —, y estoy seguro que Vegeta no dudara en entrenarte cuando sepa quien eres en verdad — lanzando también golpes potentes y certeros que eran contenidos por el muchacho.


    De verdad me gustaría creer en esas palabras también, señor Gokú — el gesto de Trunks se vio contrariado por una fracción de segundo, y hasta se paralizó por un instante, como reconociendo la imposibilidad de eso.


    Vamos, no hay porque desanimarse… — dijo Gokú sonriendo —… sólo dale tiempo y ya verás que no te miento — y le metió al mancebo un tremendo puñetazo en pleno rostro que lo mandó unos dos o tres metros hacia atrás —. Oh, perdón… — agregó carcajeándose tímidamente al ver lo que había hecho —… no quise distraerte ni que te sintieras mal.


    No… descuide, señor — dijo el muchacho recuperándose, sacudiendo la cabeza con algo de brusquedad —. En una batalla no hay que perder la concentración.


    ¿De qué tanto hablarán? — se preguntó Krilin en voz baja, mirando hacia donde Gokú y el joven del futuro se encontraban.


    Eso me gustaría saberlo — dijo Yamcha de la misma manera.




    Pikoro hizo como que no había escuchado nada, conservándose impávido como acostumbra, aunque en realidad no había perdido detalle de la conversación, y se sonrió muy levemente dirigiendo la vista por una fracción de segundo hacia donde se encontraba Vegeta… faltaba menos de un año para la concepción de ese jovenzuelo, así que, tal vez después de esas “placenteras” vacaciones, el Príncipe Saiyajin ya no tendría escapatoria, convirtiéndose en otro espécimen del sexo masculino de esa tribu espacial tan conflictiva en ser atraído y atrapado por una mujer de la Tierra.




    Y hablando una vez más de las mujeres…




    ¡¡Gokú!!, ¿¿qué estás esperando para terminar la pelea, eh?? — Milk le había arrebatado el megáfono a Bulma y se dirigió a su marido con molestia al notar que se habían detenido —. ¡Tenemos que irnos ya porque Gohan tiene que estudiar!




    Al hombre se le erizaron de más los cabellos al escuchar el reclamo de su señora, así que se encogió sobre si mismo en un segundo, disimulando un leve temblor de susto. Trunks únicamente parpadeó de incredulidad y a los otros guerreros “Z” les brotó una gota anime colectiva.




    Oye, Milk, creo que es conveniente dejarlos terminar la lucha como debe ser, y ya después te preocupas por los estudios de Gohan — le dijo su amiga con amabilidad, tratando de suavizar la situación —. Me imagino que no les ha de faltar mucho.


    ¡Bulma, los asuntos sobre la educación de mi Gohan son asuntos entre mi Gokú y yo!, ¿te quedó claro? — la morena le respondió airada, hablando aun por el megáfono —. ¡Tú no sabes nada de matrimonios ni de hijos!




    Todos los que se encontraban allí con ella, Puar, Oolong, Chaozu y Rōshi, sin olvidar al pequeño y aludido Gohan, cayeron de sus asientos por la potencia del grito. Más la dama de cabellera azul se levantó en el acto, ofendidísima por esa comparación tan cruel en su opinión… nadie podía decir que la gran Bulma Briefs era una ignorante sobre esas cuestiones tan importantes en la vida de una mujer.




    ¿¿Pero cómo te atreves a decirme que no se nada?? — le reprochó de forma grosera a su amiga del alma, levantándole también la voz y poniendo las manos en sus caderas, indicándole con mucho coraje —. Tal vez yo no estoy casada, pero al menos no soy una amargada como tú.


    ¿Acaso estas insinuando que soy una mala esposa? — Milk cuestionó con indignación… hasta los oscuros ojos le fulguraron de rabia.


    ¡¡Sólo digo que eres una verdadera gruñona!! — remarcó la joven genio en un tono levemente burlón —. Lo siento por Gokú… y también por Gohan — recalcó y se cruzó de brazos, dirigiéndole a la morena una mirada desafiante, como si ella, Bulma, lo pudiera hacer mejor que Milk.


    ¿Me estás queriendo decir que no trato bien a mi Gokú? — la de negra cabellera pareció ahogarse del coraje… ahora resultaba que la de cabellera azul sabría como tratar a un hombre, cuando en años no había conseguido nada más allá de un enamorado poco formal.


    Eso lo afirmo — puntualizó Bulma en tono de sabihonda.




    Gokú y Trunks se habían quedado estáticos en el aire, contemplando como discutían las damas. El Saiyajin de alborotada cabellera no entendía el motivo de la disputa, y hasta se rascó la nuca mientras su gesto se tornaba dudoso… ¿por qué Milk le gritaba a Bulma de esa forma? A todos los demás les brotó una nueva gota anime de incredulidad y desconcierto, luciendo abochornados y sorprendidos. Bulma y Milk no acostumbraban “andar a la greña” pero, si el tema en cuestión tenía que ver con una crítica a sus virtudes femeninas o algo que verdaderamente les molestara por no ser de la incumbencia de la otra, no dudaban en reclamarse mutuamente.




    ¡Jah!, ¿eso es lo que crees? ¡Ya me gustaría verte haciendo lo mismo que yo! — demandó Milk en tono retador —. ¡¡Te aseguro que no aguantarías vivir al lado de un hombre como Vegeta en un mes!! ¡Ni con Yamcha pudiste hacerlo! — y le restregó en la cara la falta de compromiso serio entre ella, Bulma, y el beisbolista, quienes eran novios desde antes que ella y Gokú se casaran… de eso hacia casi una década.


    ¡¡Pues claro que podría hacerlo mejor que tú!! — contestó la joven científica en el mismo tono retador… nadie diría que Bulma Briefs era una cobarde que no enfrentaba un desafío —. ¡Soy indudablemente más lista y mucho más hermosa, y bien que puedo soportar a un tipo como Vegeta por más de un mes… y hasta con un hijo de su mismo carácter!




    La discusión estaba llegando a un punto peligroso. Bulma y Milk ya se comían con los ojos, liberando un Ki lo suficientemente grande para ser unas frágiles y delicadas mujeres terrestres… cualquiera diría que, si ellas fueran parte del equipo, su entrenamiento sería hasta más destructivo en ese estado de furia. Los que se encontraban al lado de las damiselas prefirieron continuar en el arenoso suelo, incluso Gohan no quiso ni importunar a su mamá… un movimiento en falso y ambas explotarían. A lo lejos, el joven del futuro sintió que le ardía el rostro de la pena, aunque no alcanzó a entender todos los gritos se dio una idea por la manera en que su futura madre y la esposa del señor Gokú se miraban. Lanzó un vistazo disimulado hacia donde se encontraba su padre, quien continuaba erguido en su postura habitual, aparentemente no preocupado por el actuar de las damas. Pikoro se les acercó para hablarles muy bajo, evitando que los otros se enteraran… había que cerrarles la boca a las desquiciantes hembras.




    Deben detenerlas, o pueden descubrir todo y echarlo a perder… — les dijo el namek con parquedad y un poco de irritación… como le dolían los tímpanos —… y no nos conviene que Vegeta deje Capsule antes de tiempo.


    ¿A qué te refieres con eso, Pikoro? — preguntó Gokú con la duda reflejada en su rostro —. ¿Por qué Vegeta se iría de Capsule?... el Trunks de este tiempo no nace todavía — y volvió la vista hacia el joven de cabellera lavanda —. ¿Verdad que tengo razón, Trunks? ¿Verdad que todavía no vas a nacer?


    Tú sólo has lo que te digo — le soltó Pikoro más molesto, dándole un leve empujón —. Es mejor que le concedas a tu mujer su deseo de irse para que ya se calle de una buena vez.


    Pero… pero Pikoro, aun nos faltan como cinco minutos de entrenamiento — observó con confusión… en su opinión, su esposa bien podía esperar un poco más.


    Señor Gokú — intervino Trunks con calma y seriedad, pues él sí comprendía lo delicado de la situación, y no era conveniente que su padre, Vegeta, se las “oliera” todavía, aunque en ese momento pareciera un tema sin relevancia para el Príncipe —, creo que tuvimos un buen entrenamiento. Y me parece que ahora lo importante es que vayamos a comer — y le sonrió tímidamente a manera de disculpa, pues si trataban de explicarle el porqué de esa resolución se llevarían más tiempo.


    Mmm… sí, creo que tienes razón otra vez, Trunks — ante la mención de la comida, el estómago de Gokú gruñó fuertemente, para recordarle que necesitaba algo sólido y sustancioso con que llenarse. El Saiyajin sobó su vientre, recobrando la sonrisa —. Le diré a Milk que ya nos vamos.



    Y ni tardo ni perezoso descendió al lado de su amada esposa, la cual veía a su amiga de cabellera azul como si quisiera asesinarla de la forma más espantosa que pudiera ocurrírsele, y la científica le correspondía de la misma manera. Pikoro y Trunks soltaron un leve suspiro de alivio, y mejor regresaron con los demás.




    Oye, Pikoro, ¿qué fue lo que le dijiste a Gokú? — preguntó Krilin con curiosidad, acercándose a ellos en cuanto tocaron tierra —. Todavía les faltaba tiempo y lo estaban haciendo bastante bien.


    Es cierto — Yamcha también se acercó —, y este joven es un buen Saiyajin… — y le palmeó el hombro a Trunks en señal de felicitación —… un excelente y honrado peleador… nada que ver con otros que yo conozco — masculló en voz baja al finalizar, mirando disimuladamente hacia donde Vegeta se encontraba.


    Gracias, señor Yamcha… — contestó el muchacho un tanto apenado… si el beisbolista supiera cual es la relación entre él, Trunks, y el Príncipe Saiyajin.


    Bueno, pues no sé ustedes pero yo no toleraré ni un escándalo más de esas dos perturbadas mujeres… — les interrumpió Pikoro sobándose un poco sus enormes paneles auditivos, hablando en tono de molestia —… con esos alaridos van a dejarme sordo — y después pareció encontrar algo gracioso al recomponer una breve sonrisita burlona por un instante —. Por eso le dije al idiota de Gokú que cumpliera el “caprichito” de su esposa.



    Gracias a Kami que los Namekusejin no necesitan hembras a su lado, pues no le gustaría estar en los zapatos de ese ingenuo Saiyajin… ni del otro arrogante, quien se sentía un Príncipe muy “salsa” sin saber lo que le esperaba en cuanto cayera preso.







    Nota de la autora: ¿Acaso alguien va a negarme que este entrenamiento fue de lo mejor? ¡Y lo que sigue más adelante está tan súper como siempre! Un saludo a todos los lectores y gracias por tenerme paciencia, pues la escuela, las tareas, los quehaceres en el hogar y otras ocupaciones me limitan, y mi imaginación está más que cautiva con otras ideas tan locas como estas. Sayo.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  10.  
    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

    Leo
    Miembro desde:
    6 Agosto 2010
    Mensajes:
    3,827
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    El Universo está en juego... literalmente hablando.
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    36
     
    Palabras:
    11171
    Capítulo 14.- Y la vida continúa.





    Pude recuperar algo de mis avances, así que les presento la siguiente parte en lo que arreglo lo demás, esperando ya no perder continuidad y contando con su apoyo y comprensión… la vida de un estudiante es complicada entre tareas escolares, del hogar, mis ocupaciones cristianas, los amigos, y un muy largo etc. No les entretengo más y continúen disfrutando esta comedia que no tiene más pretensiones que divertir.





    Previamente, en el capítulo anterior… Gracias a Kami que los Namekusejin no necesitan hembras a su lado, pues a Pikoro no le gustaría estar en los zapatos del ingenuo Saiyajin… ni del otro arrogante, quien se sentía un Príncipe muy "salsa", sin saber lo que le esperaba en cuanto cayera preso.







    Vegeta se aproximó en ese momento, aterrizando cerca de ellos con algo de brusquedad.



    ¿Y bien? — rezongó en tono áspero —. ¿A dónde mierda fue el imbécil de Kakarotto?



    A controlar a su mujer — respondió Pikoro igual de seco —, para que ya nos alejemos de este maldito lugar.





    Menos mal — opinó el Príncipe sin cambiar el gesto de descontento —. Su vieja y la otra loca ya me traían hasta la… &#$%& con sus chillidos.



    Y que lo digas… — puntualizó el namek cruzándose también de brazos.







    Y se quedaron ahí, esperando a ver que ocurría; ni Yamcha, ni Krilin ni Ten Shin Han agregaron algo. Incluso Trunks no se atrevió a decir nada a favor de las damas… esta vez estaba en total acuerdo con su padre, pues la señora Milk y su querida mamá ya se habían pasado de la raya. Bien, así que ahora todo dependía de Gokú.







    Oye, Milk, ya podemos irnos — dijo el hombre de peinado punk al descender al lado de su esposa, como si nada hubiera sucedido y sólo se tratara de un simple paseo, dedicándole una de sus cándidas sonrisas al agregar —. Me estoy muriendo de hambre — especificó sobándose el vientre para reafirmar sus palabras.



    ¡¡Gokú, dile a Bulma que soy la más perfecta, maravillosa, excelente y bella esposa!! — y por respuesta, la morena lo jaló bruscamente por un brazo, acercándolo más a ella. Como lo tomó por sorpresa lo movió sin ninguna dificultad, casi lo inclina a su altura —. ¡¡Díselo!!





    Pero… pero Milk — el pobre no comprendió lo que estaba ocurriendo, cuando también fue importunado por su amiga.



    ¡¡Vamos, Gokú, dile a Milk que yo soy la más perfecta, maravillosa, inteligente y hermosa mujer de la Tierra!! — Bulma le reclamó toscamente… casi le mete el dedo índice en la nariz —. ¡¡Díselo!!





    Oye, Bulma… — Gokú trató de enderezarse y alejarse un poco de su señora para preguntar a que se debía todo ese asedio, cuando fue nuevamente jaloneado por Milk.



    ¡Pues yo soy mucho mejor que tú! — la de negra cabellera le interpeló a su amiga y apretó a su esposo fuertemente por el cuello a modo de abrazo… cualquiera podría decir que era una buena llave de lucha libre —. ¿Verdad que tengo razón, Gokú querido? — y le preguntó al dueño de su corazón utilizando su acento más encantador —. ¿Verdad que yo soy la mejor esposa del mundo?





    Milk… — el aludido y maltratado de cabellera revuelta trató de aspirar una bocanada de aire… tan súbitamente había sido inmovilizado que no pudo hacer nada por defenderse.







    En realidad todos sabemos que Gokú nunca se defiende de su amada Milk, que es sobradamente considerado y procura no hacerla enojar de más. Además sabe que ella es lo suficientemente fuerte aunque aparente lo contrario, y bien que le puede dar un golpazo doloroso cuando consigue enfadarla. Rōshi, Oolong, Puar y Chaozu prefirieron hacerse varios pasos atrás, no fuera a tocarles un mal golpe.







    ¡Jah! ¡Pues ya vas a ver que cuando yo me case seré superior a ti! — puntualizó Bulma empleando un dejo de voz entre molesto y modesto (ajá)… eso no iba a quedarse así, ella no iba a rendirse tan fácilmente —. ¿Verdad Gokú que digo la verdad? ¡Bulma Briefs nunca miente! — afirmó ya en tono de orgullo, lanzándole a su amigo de la infancia una mirada significativa.







    Gohan no sabía como actuar para ayudar a su papá y librarlo del acoso de su mamá… eran tan pocas las ocasiones en las que se veía que Milk amaba a Gokú con mucha pasión, y que éste le correspondiera sería más raro, que incluso a todos les extrañaba aun el hecho de que hayan llegado a ser padres muy pronto. Desde que su pequeño hijo nació la morena se había preocupado tanto por él, que por momentos parecía desentenderse de su marido. El niño se armó de valor para hacer lo que considero adecuado…







    Mamá… yo también tengo hambre — enunció tímidamente para llamar la atención de su progenitora —. ¿Podemos irnos ya? — y le dedicó su mejor gesto de niño bueno e indefenso cuando ella volteó a verlo, arrepintiéndose en el último segundo, en cuanto la reacción que tanto había temido fue la que ocurrió… ¿por qué no se lo pensó mejor?, así se hubiera evitado la pena.



    ¡Oh, Gohan, hijo mío! — la madre abnegada recordó a su retoño y, dejando en paz a su cónyuge, se abalanzó sobre el infante, asfixiándolo entre sus brazos.







    Hasta Bulma se enterneció y recuperó la serenidad al mirar la conmovedora escena… algún día ella también tendría un hijo, pero mucho más galán y adorable que el descendiente de Gokú y Milk. Todo un bebé "Gerber" digno de comercial.







    ¿Ya tienes hambre, mi pequeño tragón? — Milk le habló cariñosamente a su "nene" sin soltarlo, para después consultar su reloj de pulsera —. ¡Por Kami, es tardísimo! — y se dirigió una vez más a su marido, el cual trataba de enderezarse el cuello —. Gokú, ya deja de perder el tiempo en tonterías… Gohan debería estar comiendo desde hace diez minutos — le reprochó ofendidísima, pero ya sin levantar la voz más de lo necesario —. Eres un desconsiderado, ¿qué no te preocupa el bienestar de nuestro hijo? — le regañó.



    Lo siento mucho Milk, de verdad — respondió el aludido con vergüenza después de recuperar la movilidad —, es que el entrenamiento…





    La salud y el crecimiento adecuado de Gohan son mucho más importantes que tus entrenamientos — recalcó la morena, para posteriormente besarle un cachete al niño —. Oh, Gohan, cariño, siento tanto que tu papá sea tan distraído — le dijo en tono de conmiseración y le acarició el cabello —. Pero mira nada más, has vuelto a despeinarte — observó y volvió a sacar el cepillo de su bolso… (bueno, en un anime como éste las cosas a veces aparecen de la nada… jejeje).







    Gokú únicamente agachó la cabeza en señal de sumisión mientras su señora quería acomodar por enésima ocasión la abundante cabellera de su hijo.







    No cabe duda, Gohan, heredaste el alborotado y rebelde cabello de tu padre — le observó con ternura y resignación en tanto trataba de aplastarle un mechón para colocarlo detrás de la oreja.



    Ay, mamá… — el chiquillo se veía tan rojo como un tomate.





    Pero que bueno que ya terminaron de entrenar, Gokú — intervino Bulma con amabilidad, recuperando asimismo la expresión risueña —. Me parece que todavía podemos alcanzar el bufete de la comida — observó alegremente y se dedicó a guardar sus cosas en las correspondientes cápsulas.







    Los demás se les acercaron con cautela.







    ¿Está todo bien? — preguntó Kame Sen'nin dirigiéndose a Gokú.



    ¡Ah, maestro Rōshi! — le saludó el aludido como si apenas notara su presencia, sonriéndole grandemente —. ¡Es un gusto verlo tan saludable como siempre!





    Fue un buen entrenamiento — le dijo el viejecito palmeándole un hombro, correspondiendo a la sonrisa —. Puedo ver que mis enseñanzas te sirvieron de mucho.



    Si ni vimos nada — masculló Oolong entre dientes por lo bajo —. Sólo la revista y el show de Bulma… — puntualizó en entonación pervertida.







    La joven genio lo escuchó y le dio un nuevo golpe en el cráneo con el estuche de las cápsulas.







    ¡Tú cierra la boca! — le gritó con mucha molestia.



    Este entrenamiento me abrió más el apetito — por su parte Gokú le contestó a Kame Sen'nin, después de ver como el cerdito metamorfo caía al suelo con un gran chichón en la cabeza —. Espero que aún quede comida en el restaurante del hotel — agregó en tono de preocupación.







    Sus otros compañeros también se acercaron. Incluso Trunks y Vegeta, aunque el Príncipe ya no disimulaba su desagrado.







    ¿Todo listo? — preguntó Pikoro con parquedad. Él también tenía ganas de alejarse del desierto y de toda la bola de impertinentes.



    Me parece que sí — respondió Gokú volviendo a sonreír.





    ¿Y cómo nos iremos? — preguntó Krilin con duda… no tenía ganas de volver a nadar.



    Pues en la lancha en la que llegaron el maestro Rōshi y los demás, Krilin… todos cabemos ahí — dijo Bulma empleando un tono de sabihonda, como si eso fuera lo más lógico del mundo. Después volvió la vista hacia Vegeta, el cual se mantenía unos cuantos pasos atrás, y se dirigió a él en tono más amable y considerado —. Vegeta, no podrás quejarte… incluso en el bote hay una cabina especial para ti, "Majestad" — agregó con complacencia, dedicándole una sonrisita y un guiño travieso.





    ¡Mph! — y por toda contestación un gruñido de irritación… si la tonta mujer creía que eso era algo que iba a aceptar así como si nada, estaba muy equivocada —. Ni creas que me juntaré una vez más con todos ustedes… basuras repugnantes — y dicho esto despegó lo más rápido que pudo, tomando rumbo hacia el norte.







    Y en menos de un parpadeo…







    ¡Vegeta, espérame! — Gokú salió disparado tras el Príncipe, olvidándose una vez más de su familia —. ¡Yo también quiero comer, no seas injusto!



    ¡Gokú, regresa aquí inmediatamente! — le gritó Milk con mucha molestia tratando de detenerlo. Fue inútil.





    Qué remedio… — murmuró Bulma al ver como los Saiyajins adultos se perdían en la lejanía.







    Sus demás acompañantes sólo disimularon su bochorno con una sonrisita tonta, aunque Pikoro torció el gesto con fastidio, pero no porque le importara la comida.







    Ese par va a acabar con todo el bufete — dijo Oolong recuperándose del golpazo que le dio la científica, empleando un tono de molestia, para posteriormente suspirar con resignación —, no nos van a dejar nada para comer.



    ¡Bulma!, ¿qué estamos esperando para ir tras ellos? — pero Milk no iba a quedarse tranquila, no señor… su marido la escucharía de una vez por todas —. ¡Hay que detenerlos o se pelearan por la comida!





    Eee… claro, tienes razón — respondió la aludida un tanto asustada por esa reacción —. Entonces déjame ver… — y se dispuso a sacar algo del estuche de sus cápsulas.



    ¡Apresúrate! — la morena ni la dejó terminar de hablar, y dicho esto se lanzó a correr tan velozmente como le permitían sus largas y ejercitadas piernas, levantando una tolvanera.





    ¡Milk, detente por favor!... — Bulma quería decirle que podrían irse en una de sus mini naves, más se quedó con la palabra en la boca —… Pero que desesperación… — susurró soltando un suspiro de condescendencia.







    Una gota anime colectiva brotó cerca de las cabezas de todos los presentes, para representar su bochorno.







    Disculpe usted, señorita Bulma… — Trunks recuperó la compostura y se le acercó a su futura mamá, hablándole con amabilidad —, si gusta puedo llevarla volando para alcanzar al señor Vegeta y al señor Gokú… y si nos damos prisa podremos llegar a tiempo — observó con un poco de presunción sonriendo tímidamente, pues era lo menos que podía hacer por sus padres aunque ahora no se llevaran muy bien.



    Muchas gracias, guapo, tú si eres todo un caballero — ella le sonrió más grandemente, respondiéndole con cariño —, pero son muchos kilómetros hasta Montecarlo y, la verdad, me daría náuseas volar al aire libre a gran velocidad — especificó y volvió a concentrar su atención en las cápsulas una vez más —. Creo que mejor nos iremos en… déjame ver… — revisándolo con cuidado hasta encontrar la que sería de mucha utilidad en esos momentos —. Bien, esta es perfecta — la lanzó con presteza, sonriendo otra vez al contemplar el vehículo que emergió del aditamento… un avión turbo jet —. Amigos, aquí viajaremos rápidos y con comodidad, así que suban con confianza — y se dirigió a sus acompañantes en tono gentil y considerado.





    Oye, Bulma, que mala eres — le reclamó Krilin antes de subir, admirando la nave. Rōshi y Oolong no esperaron a que se los repitieran —, nos habrías evitado la pena si hubiéramos venido antes en tu avión.



    Vamos, Krilin, no te quejes — le reprochó la joven con molestia, encarándolo de brazos cruzados —. No me negarás que el nadar te sirvió de calentamiento.





    Eto… — Gohan les interrumpió un tanto apenado —… Bulma, creo que iré por mi mamá.



    Tienes razón, Gohan — la científica recuperó la expresión alegre —. Alcánzala y hazme también el favor de recoger mi lancha de motor y mi moto acuática que se quedaron en la playa… no quiero perderlas — puntualizó y le dedicó al niño un guiño de simpatía.







    El chicuelo despegó con velocidad y en menos de un minuto llegó al lado de su madre, la cual se disponía a tomar la moto y lanzarse al mar en persecución de su atolondrado e irreflexivo cónyuge.







    ¡Mamá, espera! — la llamó a voces y descendió a su lado justo a tiempo.



    ¡Gohan, hijo! — exclamó Milk al verlo, recordando que su retoño estaba ahí —. ¿Qué sucede? — le preguntó recuperando la compostura.





    Bulma y los demás vienen en un avión — le dijo el chiquillo, y se dispuso a guardar los vehículos en sus respectivas cápsulas —. Así que no tienes de que preocuparte ya que alcanzaremos pronto a papá… de seguro ya no puede volar muy rápido por el hambre — observó dedicándole una expresión alegre —. Y me imagino que Vegeta tampoco.







    En cuanto terminó de decir estas palabras apareció el turbo jet sobre sus cabezas, con Trunks asomado en la compuerta de acceso.







    Vamos, Gohan, señora Milk… — les indicó el muchacho con un tono amable de voz, sonriéndoles de forma abierta y sincera —, para que la señorita Bulma pueda acelerar ya.







    El niño tomó a su madre con un poco de cuidado, y se elevó con ella hasta entrar en el vehículo.







    Listo, señorita Bulma, ya podemos irnos — dijo el joven accionando el mecanismo de cierre de la puerta, comunicándose a la cabina principal a través de un micrófono.



    Bien — fue la respuesta, y el avión adquirió velocidad.







    Ya todos los demás reposaban en unos cómodos asientos reclinables.







    ¡Ah, esto es vida! — dijo Oolong con voz relajada, subiendo los pies en un asiento.



    Y que lo digas — dijo Rōshi imitándolo. Sacó del bolsillo de sus bermudas otra de sus acostumbradas revistas, y se dispuso a leer —. Está edición tamaño pocket es muy práctica para los viajes — mencionó adquiriendo un gesto de éxtasis pervertido —, son unas chicas muy lindas y lucen preciosas con esas ropitas.







    Krilin, Yamcha, Ten Shin Han, y por supuesto Pikoro, pusieron los ojos en blanco por un segundo en cuanto el metamorfo se abalanzó sobre el anciano maestro para echarle también un vistazo a la revista. Puar y Chaozu sólo parpadearon de incredulidad.







    Oiga, maestro, ¿por qué no me la prestó antes? — le reclamó muy molesto… no calculó bien y cayó estrepitosamente al suelo.



    Porque si no ya no tuviéramos con que entretenernos — especificó el viejo verde sin inmutarse por lo sucedido… ya la nariz le sangraba.







    El viaje fue relativamente tranquilo, pues Milk no permitió que Gohan se acercara a los demás, y se la pasó tomándole las tablas de multiplicar desde el 3 hasta el 20. Trunks prefirió ir a la cabina para acompañar a Bulma. Y unos tres kilómetros antes de divisar la costa de Montecarlo, alcanzaron a los Saiyajins adultos. Vegeta iba unos metros delante de Gokú, ni siquiera se dignó a voltear cuando escucharon el motor del avión. El de alborotada cabellera saludó alegremente a los ocupantes de la nave y continuó volando también.







    Pero que descortés es Vegeta… — murmuró Bulma con algo de fastidio, chasqueando la lengua… tenía que ser ese "Principito" malcriado e irrespetuoso.







    Trunks únicamente sonrió con timidez, abochornado por esa observación, y después recobró la seriedad para dirigirse a su futura madre con tranquilidad.







    Señorita Bulma… tenemos que aterrizar — dijo calmadamente para llamar su atención.



    No te apures, guapo — le dijo ella retornando la sonrisa alegre —, ya le he avisado a la torre de control y tengo el permiso en orden — indicó —. Ahora hazme el favor de indicarle a esos dos… monos hambrientos… — y señaló a los Saiyajins adultos —… que se dirijan al hotel, ¿si? Confió plenamente en ti.





    Si, señorita Bulma, como usted guste — el joven se levantó educadamente de su asiento y se dirigió a la parte de atrás del avión.



    Entonces nos vemos en el restaurante — fue la última observación de Bulma, dedicándole a su futuro y desconocido hijo un coqueto guiño, haciéndolo enrojecer por una fracción de segundo.







    Así que Trunks se dispuso a abrir la compuerta para salir.







    ¿Sucede algo? — le preguntó Krilin bostezando grandemente, estirándose sobre su asiento.



    En pocos minutos llegaremos a Montecarlo, así que iré por el señor Gokú y el señor Vegeta, quienes se encuentran delante de nosotros — respondió el joven con amabilidad.





    Cierto… — observó Pikoro sin abrir los ojos —… ya percibí sus Ki.



    Oye, joven, ¿puedo acompañarte? — Gohan se animó a preguntar, empleando un tono esperanzado.





    Por supuesto que no — Milk habló con autoridad —, aun no terminas de resolver las ecuaciones… tus estudios son primero que otra cosa.



    Pero mamá… — el chiquillo agachó la cabeza… tenía tantas ganas de salir y estar con su padre.

    Por favor, señora Milk, me parece que Gohan podría ayudarme… así el señor Gokú recordaría que su hijo también debe comer — el muchacho le dedicó a la dama una sonrisa entre tímida y encantadora, lo que hizo que por un momento se le subiera un leve tono de rubor en las mejillas… ¿qué tantos atractivos ocultos tienen los Saiyajins? A simple vista no parecieran la gran cosa, aunque nosotros los lectores sabemos que Trunks es cautivador en todas las facetas de su vida.



    Bueno, me parece que tienes razón — respondió la aludida recuperándose, y posteriormente se dirigió a su hijo con dulzura —. Está bien, Gohan, dile a tu padre que nos espere.





    Sí — dijo el niño muy contento… al fin.







    Ambos salieron volando por la compuerta y el turbo jet tomó rumbo hacia el aeropuerto.







    ¡Papá! ¡Oye, papá! — gritó Gohan saludando a su progenitor, alcanzándolo rápidamente —. ¡Hola, Vegeta! — y también saludó cortésmente al Príncipe Saiyajin.



    ¡Ah, Gohan, hola! — le respondió Gokú muy quitado de la pena —. ¡Hola joven! — saludando de igual manera a Trunks —. ¿Qué los trae por aquí? — preguntó.





    Papá, mamá me dijo que te dijera que nos esperaras para comer — contestó el jovencito poniéndose algo serio —. Y ya sabes como se pone mamá cuando no le haces caso.



    Gohan, nunca acabaré de entender a tu mamá — dijo el Saiyajin de alborotada cabellera, soltando un leve suspiro de resignación y sobándose el estómago.







    Por su parte, el de erizada cabellera no respondió el saludo y se mantuvo en su posición. Su joven hijo del futuro se colocó a su lado.







    Señor Vegeta… — dijo respetuosamente el adolescente —, ¿vamos hacia el hotel? — preguntó educadamente.



    ¡Mph! — fue el gruñido de irritación a modo de respuesta —. Yo no voy a esperar a nadie — espetó de mal genio —, ni pienso ir a ese mugroso sitio llamado comedor. Si quieres hacer algo útil, mozalbete, serás tú quien se encargue de MI comida… — dedicándole esta vez a su descendiente una breve mirada enojada —… Tengo cosas más importantes por hacer como para perder más de mi tiempo en ese maldito lugar, soportando otra vez a esta bola de insectos… — para finalizar mascullando entre dientes en su idioma nativo, antes de volver a levantar la voz —. Y dame la… $%&# "camarita" — puntualizó agriamente.





    Eee… si, claro, le entiendo perfectamente — dijo el joven, y sin más le dio la capsula correspondiente —, descuide.



    Oye, Vegeta… ¿entonces no vas a comer? — Gokú intervino en la charla —. ¿En serio?





    A ti te vale…$*%&#* lo que yo haga, Kakarotto — le respondió el aludido lanzándole una mirada asesina —. Mis asuntos son mis asuntos y no tengo porque contártelos… pero ni te creas que vas a comerte toda la comida, eso tenlo por seguro — dijo muy seriamente y volvió la vista nuevamente hacia el de cabellera lavanda —. Por tu bien selecciona lo mejor y me lo llevas ya sabes a donde… necesito continuar con mi entrenamiento — habló en tono de mando y se dirigió al campo de golf sin despedirse.



    Que ganas las de Vegeta de seguir entrenando — observó Gokú rascándose un poco la nuca mientras descendían en el acceso principal del hotel —. Es bueno ejercitarse, pero también es bueno darle un reposo al cuerpo — le recalcó a su hijo y al joven del futuro, hablándoles con su amabilidad característica en lo que se encaminaban con rumbo al comedor —. Ser así de obsesivo no lo va a volver un peleador más fuerte de lo que ya es, pero podría incrementar su poder de otra manera — agregó. Gohan le tomó de la mano, mirándolo con atención.





    ¿Usted lo cree, señor Gokú? — le preguntó Trunks con interés… ¿cuál era el secreto del señor Gokú, el que lo hacía el más fuerte del Universo?



    Claro — dijo el aludido con seguridad —, nosotros también nos tomamos descansos de vez en cuando — indicó muy sonriente —. Incluso tuve que hacer un examen de manejo porque Milk quiere que yo conduzca nuestro propio auto, aunque no entiendo por qué… — señaló recordando ese simpático incidente —… bien puede ir de compras en la Kinton cuando ella quiera — se cuestionó poniéndose algo serio, como sopesando esa posibilidad.





    Ay, papá… — el chiquillo enrojeció brevemente, recordando ese día con mucha nitidez, y todo lo que habían tenido que pasar después.



    Vaya, que interesante — el joven por su parte abrió un poco la boca con sorpresa… ¿acaso era relevante que el señor Gokú supiera conducir un auto? No le cabía duda, si su madre era especial, la señora Milk no se quedaba atrás.







    El olor de la comida le recordó a Gokú cuál era su prioridad en ese momento, así que se dirigió hacia allá con más entusiasmo.







    ¡Qué bien, todavía hay de comer! — se dijo visiblemente contento —. Vamos, Gohan, no hagamos esperar a la comida — y apuró el paso llevando a su descendiente con él. El joven del futuro les siguió, casi pisándoles los talones.



    Adelante, Monsieur, nuestro bufete especial incluye… — dijo el camarero que estaba en la puerta de entrada para recibir a los clientes, vestido con gran elegancia como corresponde a un hotel de esta categoría, más fue ignorado por el Saiyajin de alborotada cabellera.





    ¡Comida! — se relamió los labios de gusto —. ¡Jugosa y apetitosa comida!



    Papá… tenemos que lavarnos las manos o mamá va a enojarse — Gohan lo jaloneó con algo de trabajo… estaba siendo arrastrado como un muñeco —. No tardaremos mucho.





    Oh, tienes razón, Gohan — Gokú recordó que no estaba solo, así que obedientemente fue con su hijo al baño.



    Disculpe, señor, ¿qué decía que incluye el bufete? — Trunks, visiblemente apenado, se dirigió al camarero con educación, tratando de compensarle el mal rato.





    Una gran variedad de platillos, Monsieur, los más sobresalientes — dijo el hombre, parándose muy erguido para lucirse —. Tenemos ensaladas de entrada, las excelentes pastas italianas, sopas y finísimas cremas de entremés, cocteles de frutas tropicales, guisados con los mejores cortes de carne…



    ¿Alcanza como para cincuenta personas más? — preguntó el muchacho un tanto abochornado, interrumpiendo educadamente la letanía.





    Faltaba más, tenemos un amplio repertorio para todos los gustos — respondió el mesero con aire de suficiencia —. Nuestra misión es la satisfacción de nuestros clientes.



    Bien, entonces le pediré un servicio especial para llevar — dijo el del futuro ya con serenidad… con eso tranquilizaría el estómago de su progenitor —, a cargo de la producción del anime… Y le daré por descontado una buena propina — añadió sacando del bolsillo de su chaqueta una cartera llena de billetes, mostrándolos con disimulo —, en agradecimiento por sus finas atenciones.





    Descuide usted, Monsieur, ese es mi trabajo y lo hago con mucho gusto. Estamos aquí para agasajarles — dijo el camarero dedicándole al joven una exagerada reverencia mientras estiraba la mano para recibir su sustanciosa propina.



    Gracias, es usted muy amable. Le diré a sus supervisores que le aumenten el sueldo por ser tan servicial — Trunks sonrió y se encaminó a la barra, donde Gokú ya hacia de las suyas —. ¿Encontró algo de su agrado, señor Gokú? — preguntó con amabilidad, tratando de no reírse por la escena.







    Y es que el Saiyajin adulto ya llevaba tres bandejas rebosantes de comida… su pequeño descendiente hacía equilibrios con dos de ellas.







    Todo se ve muy sabroso — indicó el aludido con emoción, llenando otro plato —, aunque no veo Tepanyaki como el que cocina Milk… — agregó un tanto consternado… no puede negar que la comida que le prepara su esposa es una verdadera delicia para él —… pero estos espaguetis son un suculento manjar — puntualizó muy feliz, terminando de llenar un tercer plato con el contenido de la fuente.







    En ese instante…







    ¡Gokú!, ¿se puede saber que estás haciendo? — Milk llegó en ese momento, y su gesto se hizo horrorizado al ver a su marido "asaltando" el restaurante, y a su retoño con las manos ocupadas en "el cuerpo del delito" —. ¡No puedes comerte todo eso!



    Vamos, Milk — esta vez el Saiyajin de alborotada cabellera se quejó levemente por el regaño, aunque los cabellos se le habían erizado un poco más al escuchar la "dulce" observación de su señora —, es la primera vez que me sirvo… además Gohan tampoco ha comido — indicó con cautela.





    Oh, faltaba más — ante esas palabras, a la morena se le bajó el enfado y presurosamente "auxilió" a su hijo con uno de los recipientes, cargándolo con trabajo —. ¿Por qué todavía no has comido, Gohan, tesoro? — le preguntó amorosamente, tratando de disimular el temblor de sus piernas por el peso de la charola.



    Es que te estábamos esperando, y escogimos la comida para ti — respondió el chiquillo algo avergonzado… a veces su madre exageraba, él no se iba a lastimar por cargar una bandeja.





    Bueno, pues no esperes más — dijo la dama, y se dirigió a su marido con más afecto —. Gokú, después te sirves otra vez, ahora carga con esto por favor y vamos a sentarnos… no quiero que a Gohan le dé gastritis — y le pasó la bandeja, encaminándose con el pequeño hacia una mesa cercana —. Gohan, ¿se lavaron las manos antes de comer? — volvió a preguntar con amor.



    Está bien — Gokú sostuvo la tercer bandeja y fue detrás de su familia, con un gesto de resignación… no se llenaría con eso.







    Los demás también habían llegado y vieron toda la escena, sonriendo tontamente y suspirando por lo bajo… por lo menos Milk no había despotricado su coraje como acostumbraba. Los otros clientes se habían quedado anonadados ante el suceso… del bufete no quedaba casi nada. Y ni bien los guerreros "Z" habían elegido unas mesas para sentarse cuando Gokú regresó por lo que le faltó al principio.







    Oigan, amigos, ¿qué no van a comer? — les preguntó con amabilidad, llevándose los restos del bufete —. Esta comida está exquisita… deberían probarla.



    Eee… si, claro — dijo Krilin en respuesta. Cuando su amigo se alejó agregó en voz baja —. Tendré que pedir comida a la carta.



    ¡Agh, qué asco! Que bueno que no tengo ninguna necesidad de hacer eso… — farfulló Pikoro sin disimular una expresión de repugnancia, observando al Saiyajin comer como suele hacerlo… tan falto de educación.





    ¡Había pastel de chocolate en el bufete! — Oolong y Rōshi sollozaron desconsoladamente al percatarse que ni postres quedaron.







    Y Bulma se había dirigido a Trunks, apartándolo un poco de los demás para que no los escucharan, mostrándose algo preocupada cuando le habló.







    Dime una cosa, guapo, ¿Vegeta ya comió? — preguntó en voz baja.



    Descuide usted, señorita Bulma, le pedí un servicio especial al señor Vegeta… — le respondió sonriente —… Él no quiso comer aquí.





    Menos mal — la joven suspiró aliviada.







    Así que todos se sentaron a comer, y Gokú complementó sus necesidades básicas alimenticias con la comida especial del día.







    Más tarde se dedicaron a practicar otro poco con las cartas, sin la presencia de Vegeta, quien por ningún motivo cambiaría su importante entrenamiento por un estúpido jueguito. En la noche sería, al fin, el gran juego inaugural por el futuro del Universo. En tanto el doctor Maki, Cell y 17 se entretuvieron revisando el material que 18 había conseguido en su expedición… el joven androide de negra cabellera se divirtió tanto con la escena de Gokú y Vegeta ensimismados, que la repitió tres veces más, carcajeándose sonoramente. Para primates tontos, esos dos se pintaban solos en su opinión. Sólo 16 admiraba el atardecer mientras les arrojaba migajas de pan a las palomas, sin importarle nada más que el bienestar de los animalitos.







    Las aves son criaturas admirables y hermosas — dijo como para sí mismo, con una de ellas posada confiadamente en una de sus grandes manos —, merecen nuestro respeto.



    Sí, 16, lo que tú digas — le respondió 18 por lo bajo, con gesto de molesta resignación. Ella no se encontraba de humor para ver una vez más lo que ya había visto, y pensaba, con justa razón, que su hermano seguía siendo un inmaduro.







    Cerca de la hora del juego, alguien llamó a la puerta de la habitación de Bulma.







    ¿Quién será? — se cuestionó dejando de hacer lo que estaba haciendo… su rutina de ejercicios ligeros para mantenerse en buena forma. En ese momento vestía un ceñido conjunto deportivo, el ideal para ejercitarse —. ¡En seguida le atiendo, un momento por favor! — se levantó del suelo y recogió apuradamente toda la basura que tenía regada en el cuarto… ella nunca ha sido muy hacendosa que digamos.







    Abrió la puerta y se llevó una gran sorpresa.







    ¿Lunch? — preguntó con asombro —. ¿Cómo es que llegaste aquí? — preguntó con duda, y después sonrió —. Ay, pero que grosera soy, discúlpame — observó inmediatamente, apenada por su falta de cortesía.



    Hola, Bulma, no tienes por qué disculparte — respondió la joven de rizada cabellera azul marino, haciendo una reverencia a modo de saludo. Ella vestía un sencillo pero lindo vestido amarillo canario, un poco más largo de lo habitual, luciendo tan bonita como siempre —. Gracias a tu mamá me enteré de que estarían aquí, y vine para saludarlos… sabes que me preocupa la salud del maestro Rōshi porque ya es muy anciano, y últimamente no había tenido tiempo para pasar a verlo en la Kame – House — agregó en tono de preocupación —. ¿En dónde está su habitación? — inquirió mirando para todos lados —, se me olvidó preguntar en la recepción.





    Oh, Lunch, no deberías preocuparte tanto por el maestro; él ha vivido varios siglos y aun sigue aquí, lo que significa que rebosa de salud — dijo la científica restándole importancia —. Pero que bueno que viniste… a Ten Shin Han le dará mucho gusto verte también — agregó con picardía, guiñándole un ojito —. Así que… ¿por qué no vas primero a saludarlo? — le indicó llevándola con ella, dejando la maleta de la bandolera en el suelo —, y después vienes conmigo para que nos arreglemos… hoy es el juego inaugural y quiero presentarte a unos nuevos amigos, sé que te van a caer bien.



    Claro que me va a dar mucho gusto saludar al joven Ten Shin Han — la muchacha sonrió grandemente, dejándose conducir.





    Todos se llevaran una sorpresa cuando te vean de nuevo — dijo la señorita Briefs y llamó al cuarto donde se encontraba el guerrero de tres ojos —. ¡Ten Shin Han, tienes visitas! — levantó la voz emocionadísima.



    ¿Qué Ten Shin Han tiene visitas? — para su buena suerte, Kame Sen'nin se asomó a la puerta de su propia habitación… parecía que el viejecillo tenía un radar para detectar mujeres —. ¡Ah, es Lunch! — proclamó y salió presuroso para saludarla como era debido, lo más respetuoso que pudiera aunque tuviera ganas de manosearla según su costumbre, atragantándose también por ver a la joven genio en esos atuendos tan provocativos —. Linda, ¿cómo has estado? Me has tenido muy abandonado — le dijo haciéndose el débil y enfermizo.





    Maestro Rōshi, cuanto lo siento — se excusó la muchacha dedicándole una reverencia —, estuve muy ocupada tomando un tratamiento médico para mis alergias.



    ¿Alergias? — preguntó la de cabellera azul celeste con curiosidad, y teniendo un sartén en la mano por si el viejo verde quería pasarse de listo —. ¿Cuáles alergias?





    Tengo alergia al polvo y al polen durante la primavera — respondió la de rizada cabellera volviendo a sonreír —, por eso a veces estornudo tanto — y en ese momento se volvió hacia la puerta a la que habían llamado, inclinándose respetuosamente una vez más ante el joven que se asomó —. Muy buenas noches, Ten Shin Han, me da tanto gusto verlo.



    ¿Lunch? — éste parpadeó extrañado y, abriendo más la puerta, correspondió al saludo, enrojeciendo imperceptiblemente de las mejillas por ver a la muchacha —. Muy… buenas noches para ti también.







    Asimismo, los otros ocupantes de la habitación hicieron lo propio, presentándose ante a recién llegada.







    ¡Lunch, qué gusto! — exclamó Chaozu muy sonriente —. ¿Viniste a ver a Ten? — preguntó como quien no quiere la cosa, pues el conocía ese secreto que el de tres ojos no pensaba revelar.



    ¡Hola, Lunch! — dijo Puar con una sonrisa.





    Pero que agradable sorpresa, Lunch — expresó Yamcha por su parte, saludando caballerosamente —, sigues tan linda como la última vez, ¿verdad que sí, Ten Shin Han? — miró disimuladamente y de forma picarona a su camarada.



    Eee… si, claro — respondió el aludido con un nudo en la garganta… lo cortés no quita lo valiente ni te hace menos hombre.





    Muchas gracias, ustedes son muy amables conmigo — respondió la chica sonriéndoles a todos —. En realidad estoy aquí porque he descuidado mucho al maestro Rōshi — especificó y dedicó nuevamente su atención al anciano, quien se debatía por no ceder a sus perversiones ante la velada amenaza de la joven científica —. Maestro, ¿cómo se ha sentido? — le preguntó en tono considerado y dulce.



    Muy bien, linda, gracias por preocuparte por mí — respondió el aludido tratando de sonar normal; en ese momento le caería como anillo al dedo la presencia de Vegeta, así Bulma se olvidaría de su persona y tal vez él podría… bueno, tal vez era mejor que no lo hiciera, no le era conveniente perder su credibilidad ante la faceta pacífica y encantadora de la forajida.





    Me da tanto gusto oírlo, maestro — le dijo Lunch —, pero aun así me tomé la libertad de comprarle algunos suplementos vitamínicos para mantener su salud… Oh, los dejé en la maleta — expuso al abrir su bolso y sólo encontrar unos cuantos fajos de billetes, cerrándolo presurosamente y volviendo a sonreír con timidez —. Bulma, ¿podemos ir por ellos? — preguntó un poco angustiada para disimular.



    Claro, pero vamos a arreglarnos para el juego, y en la cena puedes dárselos al maestro — respondió la aludida y, tomando nuevamente la mano de la malandrina, la llevó con ella —. Pónganse guapos, chicos — les dijo despidiéndose de ellos, guiñándoles un ojito picaresco.







    Como Krilin se estaba bañando y Oolong veía una película porno en la tele, no se dieron por enterados de la llegada de Lunch.







    ¡Pero qué vida la que me voy a dar! — dijo Rōshi soltando un suspiro de placer… ya le sangraba la nariz —. Con la linda Lunch aquí voy a ser muy feliz.



    ¿Y a qué se refiere exactamente con eso, maestro Rōshi? — Ten Shin Han se puso muy serio y le cuestionó con gravedad.





    Oh, vamos, muchacho — dijo el anciano —, no me negarás que una mujer tan agraciada como ella es digna de admirarse, y que te den ganas de… otras cosas más — agregó haciendo una significativa mímica con las manos —. Está casi igual de buenota que Bulma…



    ¡Ya cállese, maestro, más respeto! — el guerrero de tres ojos no pudo contenerse y le soltó un buen zape en el cráneo —. Esos comentarios no me interesan… y ahora veo el porqué Vegeta lo ha golpeado — agregó y se metió al cuarto. Chaozu le siguió, dirigiéndole al viejo "verde" una mirada de incredulidad.







    Yamcha y Puar se quedaron momentáneamente de a seis… Ten Shin Han solía ser muy atento con Kame Sen'nin después de que se dio cuenta que su antiguo maestro, Tsuru Sen'nin, únicamente lo había entrenado para convertirlo en un asesino serial como su hermano Tao Pai Pai, y consumar así su venganza contra Rōshi.







    Maestro… ¿se encuentra bien? — le preguntó el beisbolista con preocupación.



    ¡Jovencito irrespetuoso, esa no es la forma de tratar a un hombre mayor como yo! — fue la respuesta del ancianito libidinoso, enderezándose para sobarse el chichón que apareció en lo alto de su cabeza, lagrimeando un poco —. Descuida, Yamcha — recobró la ecuanimidad como si nada hubiera pasado, y se dirigió con circunspección a su discípulo, consiguiendo que Puar entrara presuroso a la habitación, espantado por ese cambio tan intempestivo en Rōshi —, esto sólo demuestra mi hipótesis.





    ¿Su… hipótesis? — el joven de las cicatrices parpadeó anonadado… ¿a qué se refería el veterano?



    Sí, no me cabe duda de que a nuestro buen amigo Ten Shin Han le atrae Lunch en esa dulce personalidad — dijo calmadamente Kame Sen'nin —. Lástima que a ella sólo parece gustarle cuando se transforma en la rubia agresiva que da miedo — agregó soltando un suspiro —, aunque así ha de tener un temperamento más ardiente… que desperdicio — y se sonrió pervertidamente mientras le sangraba nuevamente la nariz, imaginando escenas no propias para este fic.





    Eee… — Yamcha no supo que decir. Hace algún tiempo que sospechaba algo de eso, pero en realidad no estaba muy seguro, pues Ten Shin Han trataba de mantenerse apartado de Lunch cuando la forajida adoptaba su naturaleza bravucona, acosándolo constantemente para que se fueran a vivir juntos —… podría ser.



    Claro que así es — dijo afirmativamente el centenario hombre —. No en balde tengo la edad que tengo… recuerda que más sabe el diablo por viejo que por diablo, y yo sé mucho de la vida. Bueno, ahora iré a terminar de ver mi película — se despidió y entró apuradamente en su habitación.







    Ya un poco más tarde alguien llamó a la puerta de la habitación ocupada por Pikoro, Vegeta y Trunks.







    Iré a ver quien llama — dijo el joven acomodándose presurosamente los largos cabellos lavanda en una coleta baja.







    Se podía decir que los tres ya estaban listos, aunque Vegeta no dejaba de gruñir por lo bajo… todavía no le entraba en la cabeza cómo un tonto juego de naipes decidiría quién ganaría y quién no a los androides de hojalata.







    ¡Hola, guapo! — era Bulma, quien venía ataviada en un ajustado vestido azul claro que hacía juego con su cabello, largo y con tremendo escote… algo demasiado usual para lucir su bien formada anatomía. Ella entró muy sonriente seguida por otra muchacha extraña, la cual vestía un bonito y formal vestido verde, sencillo pero acorde con la ocasión; parecía muy apenada por estar ahí —. Te presento a una amiga de hace años, su nombre es Lunch… Lunch, este guapo muchacho viene del futuro, ¿verdad que es adorable? — dijo dirigiéndose a su acompañante, la cual sonrió con timidez y le dedicó una reverencia al joven.



    Mucho gusto — habló por lo bajo.





    El gusto es mío — respondió Trunks correspondiendo el gesto cortés.







    A esta amiga de su madre tampoco había tenido el honor de conocerla en su línea temporal, aunque recordó haber oído su nombre en algunas ocasiones.







    Pero ven aquí, Lunch — dijo la científica tomando a la bandolera por la mano, adentrándose un poco más en el cuarto hasta llegar donde Pikoro y Vegeta "reposaban" —. ¿Recuerdas al terrible Pikoro Daimaiō? — indicó señalando al namek, quien meditaba algo elevado del suelo; la de rizada cabellera afirmó con la cabeza, abriendo más los ojos por ver a ese monstruo allí —, ahora es un buen amigo de Gokú.



    No te engañes con eso, mujer — rezongó el aludido deteniendo su meditación, abriendo los ojos y lanzándole a la joven intelectual una mirada de molestia —. Yo no soy amigo de nadie.





    Vaya, veo que el terrible Pikoro sigue teniendo muy mal genio — observó Lunch un poco confundida.



    Y él es Vegeta, el Príncipe de la raza a la cual pertenece Gokú — Bulma ni se inmutó y se acercó a la cama donde el Saiyajin se encontraba recostado. El arrogante hombre se quedó viendo a las damiselas con una mezcla de duda, desconfianza e irritación… ¿otra zafada más? ¿Cuántas tipas extrañas tendría que soportar? —. Y así como lo ves de mal encarado… tiene lo suyo — puntualizó con complacencia, regalándole al altanero extraterrestre un disimulado guiño de picardía, haciéndolo enrojecer levemente por una milésima de segundo.





    ¿Entonces Gokú es un descendiente de guerreros interplanetarios? — preguntó la forajida con asombro, mirando con un poco más de atención a Vegeta —. Ahora me lo explico todo… con razón es muy fuerte.



    Pero vamos para que lo saludes — indicó la de cabellera celeste, tomando nuevamente a la otra chica de la mano y dirigiéndose a la salida —, así conocerás a su hijo… En seguida regreso por ustedes — se despidió amablemente de los presentes antes de abandonar la habitación, dedicándoles una sonrisita.





    ¿En serio Gokú ya tiene un hijo? — fue lo último que alcanzaron a escuchar antes de que Trunks cerrara educadamente la puerta.



    ¡Mph!, lo que faltaba… — bufó Pikoro poniéndose de pie —. Con razón me pareció escuchar un alboroto hace como una hora…





    ¿De dónde carajo salió esa otra mujer? — masculló Vegeta con fastidio, como si el verde alienígena tuviera la culpa de la presencia de Lunch —. Ya tenía suficiente con la vieja gritona de Kakarotto y la corriente fémina esa de la habitación de a lado — espetó con irritación.



    Al parecer es una de sus conocidas de hace tiempo… — dijo el namek tratando de recordar en donde la había visto… su cara se le hacía familiar —. Pero no debemos preocuparnos por ella, sólo es una mujer más.





    ¡Mierda! — rezongó el Príncipe —. A las hembras terrestres les gusta causar problemas, así que es casi seguro que esa no va a quedarse atrás — razonó con coraje.



    Bueno, cualquier problema que cause será problema de los tontos — opinó Pikoro cruzándose de brazos —, así que no hay razón para que nos involucremos en ellos.





    Mmm… me parece que tienes razón, namek — respondió Vegeta sonriendo un poco, pues era verdad… los asuntos de los terrestres eran asuntos que le tenían sin cuidado —. Puedo darme cuenta que en realidad no eres tan tonto como aparentas — agregó un tanto burloncito.







    El aludido prefirió no responderle en esos momentos lo que realmente pensaba de él… ya le tocaría reírse cuando ese arrogante cediera ante los caprichos de la joven científica, y ni Kami lo ayudaría.







    A la hora acordada para empezar el juego, tomaron rumbo hacia la sala donde se había realizado la entrevista de dos noches atrás. Todos vestían elegantes… bueno, en realidad los guerreros "Z" traían sus trajes habituales, los cuales habían sido llevados a la tintorería del hotel para que estuvieran presentables. Únicamente los que no participarían en el juego se habían cambiado de ropa. Kame Sen'nin lucía un traje en horrible color camote, el de Oolong era color beige, Chaozu nuevamente de verde botella y Milk con un lindo trajecito oriental color malva. Lunch y ella se habían estrechado la mano con toda la amabilidad del mundo cuando la bandolera se presentó en sus aposentos, y la morena le contó varias de las peripecias vividas al lado de su marido, Gokú, quien le dedicó a la de rizada cabellera unas palabras a modo de saludo, y de su hijo, al cual alabó en sobremanera, diciendo lo lindo e inteligente que es, todo un erudito en potencia. Gohan se comportó educadamente, y había contestado varias preguntas con un poco de timidez… tanta atención a veces le abochornaba. Fue entonces que Lunch se animó a preguntar algo que la tenía intrigada:







    Dime una cosa, Bulma, ¿cuándo te casas con Yamcha? El tiempo corre y ustedes ya tienen varios años de noviazgo si mal no recuerdo.







    La científica y la morena se quedaron un segundo sin saber que decir, y después sus gestos se hicieron serios.







    Ese Yamcha… ¡es un verdadero tonto y un descarado! — bufó la de melena azul.



    ¡Un abusivo y un cínico de primera! — reiteró su amiga.







    La ladrona parpadeó un poco, asombrada con esas palabras, así que preguntó con curiosidad







    Pues… ¿qué fue lo que paso entre ustedes?



    Verás, Lunch… — Bulma habló en tono de suficiencia —… lo que sucedió fue…







    Y le contaron los detalles del rompimiento en lo que se acomodaban en sus respectivos lugares. Tan ocupadas estaban en su plática que no se dieron por enteradas de ciertos detallitos que posiblemente molestarían la sensibilidad de Milk. Lo bueno es que Gohan pudo librarse a tiempo del acoso, lo malo es que a Yamcha le dio un ataque de estornudos.







    Yamcha… ¿acaso estás enfermo? — le preguntó Krilin con preocupación.



    No… ¡achú!... descuida… ¡achú!... es sólo que… ¡achú!... tengo alergia… ¡achú!... — respondió entrecortadamente, cubriéndose la boca con un pañuelo para disimular.







    Los demás lo quedaron viendo con expresión de extrañeza, pero Vegeta disimuló una sonrisita cínica de satisfacción.







    Las luces de las cámaras de televisión y de los afortunados fans que consiguieron lugares preferenciales para estar allí les iluminaron en repetidas ocasiones. Varios de esos fans traían pancartas y letreros para apoyar a su favorito, algunos hasta con palabras muy subidas de tono. Nuestros personajes se encaminaron al sitio indicado para el juego, en espera de los rivales, y fueron saludados por un conocido en común… el rubio comentarista de las batallas en el Budokai Tenkaichi.







    ¡Muy buenas noches a todos, damas y caballeros! — dijo el caballero cuando los vio cruzar la puerta de entrada —. ¡Estamos transmitiendo en vivo y a todo color desde aquí, la bella ciudad de Montecarlo, enclavada a la orilla del Mediterráneo! — y levantó la voz mientras hablaba por el micrófono —. ¡Y recibamos con un aplauso a nuestros grandes héroes… Son Gokú y compañía! — exclamó en tono eufórico. Sus palabras fueron secundadas por la algarabía de los presentes.



    ¡Hola! — le saludó el aludido de alborotada cabellera antes de sentarse.





    Me da muchísimo gusto verlos nuevamente — se congratuló el buen hombre al palmearle un hombro, mirándolos con gesto de complacencia, hasta que su vista se detuvo en el Príncipe Saiyajin —. Perdón, ¿acaso él es un nuevo integrante del equipo? — preguntó con curiosidad, sin dirigirse a nadie en especial.



    Es mejor que cierres la boca y no supongas estupideces… — le espetó el de erizada cabellera, tomándolo bruscamente por la solapa del saco y levantándolo un poco del suelo —… terrícola idiota.





    Tranquilo, Vegeta, por favor — indicó Gokú con amabilidad, pidiendo calma con las manos, consiguiendo que su coterráneo soltara al pobre rubio. Después de esto, el altivo Saiyajin prefirió dejarse caer pesadamente en su sillón y optó por darles la espalda a todos.



    ¿Se encuentra bien, señor? — preguntaron Krilin y Yamcha con cortesía, ayudando al hombre a enderezarse.





    Usted perdone a Vegeta, es que todavía no se acostumbra a tratar con las personas — señaló el Saiyajin de agradable carácter, disculpándose con el caballero por ese maltrato.



    Si, claro, son ustedes muy amables — respondió el señor acomodándose la corbata y las gafas, agradeciéndoles por su ayuda.







    En cuanto los guerreros estuvieron acomodados, se presentó el doctor Maki Gero acompañado por sus androides.







    Y aquí tenemos a los retadores del momento… — el comentarista habló como si nada le hubiera sucedido, empleando su tono profesional —… el doctor Maki Gero, un científico que trabajaba en la desaparecida "Red Ribbon", y sus mejores creaciones tecnológicas… los androides 16, 17, 18 y Cell — y se acercó a los aludidos mientras consultaba las notas que le habían facilitado para la presentación —. Muy buenas noches, doctor Maki… ¿así que su objetivo es eliminar a Son Gokú? — preguntó para hacer plática.



    Es correcto — respondió seriamente el científico —, y creo que lo mejor es tomar nuestras posiciones para empezar inmediatamente con el juego… ya habrá tiempo de respuestas — indicó para zanjar el asunto… no estaba dispuesto a perder más tiempo en esa clase de comentarios.

    Tiene usted toda la razón — el narrador entendió la indirecta y los antecedió hasta llegar al área donde se desarrollaría el juego —. Pueden ocupar sus lugares que ya pronto comenzaremos.







    Krilin se había perdido por unos segundos observando a 18 con la misma expresión de borrego a medio morir que le había dedicado el primer día… casi se le va un suspiro de adoración. La androide pareció darse cuenta y le ofreció una mirada amenazadora antes de ignorarlo por completo, después de susurrarle algo en el oído a su gemelo, el cual volteó a ver al guerrero pelón, dedicándole también una mirada entre asesina y burlona, dándole a entender con mímica… "Vas a morir". Así que el chaparrito se achicopaló ante esas miradas tan duras y tuvo que pasarse un buen trago de fluido bucal por la nuez de Adán, haciéndose el occiso, aunque muy disimuladamente volvió a mirar a la rubia.







    ¡Muy buenas noches una vez más, damas y caballeros que nos acompañan con su presencia, y fans que siguen esta transmisión vía satélite o Internet a todos los rincones de la…! — el comentarista empezó saludando por reiterada ocasión a la concurrencia, cuando fue interrumpido de un modo más que absurdo.



    ¡Nadie se mueva, está es una operación clasificada! — dos hombres vestidos elegantemente con traje sastre oscuro irrumpieron en la sala, mientras por todos los rincones de la estancia, e inclusive por el techo, aparecían más sujetos cargando armas muy extrañas.





    ¿Pero qué está ocurriendo? — preguntó el rubio en tanto los jugadores y todos los asistentes se quedaron de a seis. Nadie entendía lo que acontecía.



    Las preguntas las hacemos nosotros — le contestó uno de los hombres. Era un individuo de aspecto maduro y expresión bastante seria —. Nuestros registros indican presencia alienígena en este lugar.





    ¿Alie…? — tartamudeó el cronista… ¿de que hablaban esos caballeros?



    La computadora nunca falla — respondió el otro tipo, un varón de aspecto más amable y de piel oscura, aunque empleaba un tono de circunspecto —, y nuestra misión es registrar a todos aquellos seres del espacio exterior que de alguna u otra forma han penetrado en nuestro planeta.





    J, K, ya los tenemos — un sujeto que los acompañaba, de los que se habían dedicado a someter a los asistentes y demás, se acercó a los dos hombres, hablándoles en tono respetuoso de militar. Señaló a nuestros conocidos —. Ellos emanan altas concentraciones de radiación extraterrestre.



    Bien, ya saben lo que sigue — respondió el hombre maduro sonriendo un poco —. Es deber de los "Men in Black" proteger la Tierra de la escoria interplanetaria.







    Todos los personajes del anime, principalmente los "Z" y los villanos, incluidos Babidi y compañía, quienes se encontraban entre el público espectador, no supieron que hacer en ese instante, al ser rodeados por varios de esos tipos y apuntados con esas dichosas armas.















    Nota: ¡Me pasé de gandalla… XD!, pero ya verán las peripecias por librarse de la "evacuación" al estilo "Men in Black". Saludos y sean felices. Y promete no tardar demasiado en la siguiente parte, la cual recuperé junto con esta.
     
    • Me gusta Me gusta x 2
  11.  
    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

    Leo
    Miembro desde:
    6 Agosto 2010
    Mensajes:
    3,827
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    El Universo está en juego... literalmente hablando.
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    36
     
    Palabras:
    11100
    Tengo la impresión que el fic es tan explicativo que ya ni les queda tiempo de comentar... XD. Bueno, sé que esta historia tiene sus seguidores aun sin comentarios, así que para ellos va la continuación... ;)



    Capítulo 14 parte 2.- Y la vida sigue…





    Nota: Otro capítulo largo y entretenido que pude recuperar… XD, bueno, eso digo yo.





    Previamente, en el capítulo anterior… Todos los personajes del anime, principalmente los "Z" y los villanos, incluidos Babidi y compañía, quienes se encontraban entre el público espectador, no supieron que hacer en ese instante, al ser rodeados por varios de esos tipos y apuntados con esas dichosas armas.







    Bien, tendrán que acompañarnos… por aquí, por favor —el joven moreno les habló con amabilidad a los guerreros "Z" y comitiva, los cuales parpadeaban de incredulidad… ¿qué significaba todo eso?





    J, no tienes por qué ser tan considerado con unas alimañas como estas —le reprendió el otro hombre en tono autoritario —. Todo ser extraño venido del espacio exterior y que permanezca en nuestro planeta sin registrarse… es porque tiene muy malas intenciones.





    Vamos, K, sabes que es cuestión de rutina… Recuerda que también los extraterrestres tienen derechos, lo dice el Código Cósmico Universal en su artículo… —respondió el muchacho empleando un tono de deferencia hacia su compañero, como queriéndolo hacer entrar en razón.





    Ya conozco el Código, J, no tienes que repetírmelo —bufó el tal K interrumpiendo a su compañero con un poco de molestia. Posteriormente se dirigió a algunos de los hombres que los acompañaban—. Llévense a estas cosas fuera de mi vista —les indicó.





    Óiganme, esos no son los modales adecuados para tratar a una dama tan encantadora como yo —Bulma fue la primera en reaccionar y, muy molesta, se plantó bastante erguida frente a los sujetos uniformados, poniendo las manos en sus caderas y mirándolos muy enojada—. No todos los que estamos aquí somos ese tipo de criaturas que ustedes están buscando —especificó.





    Usted disculpe, señorita —le dijo J tratando de suavizar las cosas. Reconocía que era una doncella muy linda aunque fuera de caricatura—, es sólo un procedimiento acostumbrado para tener nuestros registros al día… no podemos correr el riesgo de que haya alienígenas sueltos paseando por las calles —puntualizó avergonzado.





    ¿Acaso estás insinuando que una mujer tan despampanante y seductora como "mua" puede tener algo de repulsiva? —la científica no quedo muy conforme con esa explicación, y casi se abalanza sobre el moreno para surtirle unos buenos cachetes—. Se ve que ustedes no saben con quien están tratando… —agregó retadoramente.





    Eso ya lo sabremos a su tiempo —intervino un cortante K—. Y por si no está enterada, señorita, la mayoría de las modelos de pasarela y otros tópicos de ese estilo son hembras de razas interplanetarias en extinción, las cuales han venido aquí para reproducirse con algunos incautos… y otras delicadezas más —agregó mordazmente, lanzándole a la de melena azul una mirada significativa—, haciéndose pasar por bellas y cautivadoras damiselas como usted… y viera que nos han dado problemas.





    Ante esas palabras, Rōshi, Oolong y Yamcha hicieron una mueca que podría interpretarse de muchas maneras. Pensar que les gustaban ese tipo de publicaciones donde se exhibían lindas muchachonas en ropa interior… jamás hubieran imaginado que alguna de ellas podría ser un alíen tipo Pikoro, sólo que disfrazada. Bulma casi hecha chispas por los ojos pues, en su opinión, ese era un comentario ofensivo hacia su persona.





    ¡¿Pero cómo se atreve a compararme de esa forma?! —la joven inventora estuvo a punto de desgañitarse del grito que pegó—. ¡Yo soy cien por ciento terrestre y se lo puedo asegurar!





    Bien, vamos a comprobarlo como debe ser —contestó K sin inmutarse. Y después, como si nada hubiera sucedido, se dirigió a sus hombres—. Cumplan con su deber y condúzcanlos a la representación que tenemos en Montecarlo… y tú, J, ya sabes lo que sigue —concluyó.





    Todos los uniformados junto con K abandonaron el recinto, llevándose con ellos a los personajes anime. Y J se dirigió amablemente al resto de la concurrencia, quienes habían seguido atentamente todo el procedimiento y en esos momentos murmuraban en voz alta.





    Muy bien, señoras, señores, señoritas y niños que nos acompañan, les pediré de favor miren hacia este pequeño dispositivo que tengo en la mano —dijo elevando un poco la voz para hacerse escuchar, sacando del bolsillo interior de su saco un pequeño aparato en forma cilíndrica, junto con unas gafas bastante oscuras, las cuales se colocó con prontitud—. Ahora procederé a tomarles una fotografía para el periódico matutino de mañana… y no tienen porqué agradecérmelo, es nuestro trabajo —agregó, dedicándoles a sus oyentes una sonrisa grande y sincera—. Digan "Whiskey".





    ¡"Whiskey"! —pronunciaron los incautos espectadores, y al momento fueron flasheados por una brillante luz azulina. Sus miradas parecieron perderse en la lejanía.





    Lo único que recordaran de esta noche es que querían ver un juego de cartas, el cual fue suspendido debido a que los jugadores sufrieron una infección estomacal producida por mariscos al abusar de su consumo… De extraterrestres no saben nada —dijo J con toda la seriedad que le era posible, guardando nuevamente las gafas y el cilindro—. Con permiso, me retiro —y se dirigió hacia la salida del área, dejando a todos con una expresión de relajada.





    Al cabo de uno o dos minutos, los fans asistentes al programa, junto con el personal que laboraba en el salón de eventos, parecieron reanimarse.





    ¿Qué pasó? —se preguntaron unos a otros. Varios hasta se frotaban los ojos.





    Oh… Damas y caballeros… —el rubio comentarista también volvió a su papel y, tomando las notas que le habían proporcionado para presentar a los personajes, las revisó cuidadosamente hasta encontrar algo de interés—… me acaban de comunicar que, por desgracia, varios de nuestros participantes al juego fueron trasladados de urgencia al mejor hospital local por… por comer mariscos en exceso —puntualizó un poco dudoso, observando más de cerca la última nota que tenía en su mano, para corroborar lo que había dicho—. Es una verdadera lástima… pero no tiene de que preocuparse ya que reanudaremos mañana, así que conserven sus boletos para que puedan asistir —finalizó con su voz más alegre.





    ¡Qué pena! —dijeron algunos levantándose de sus asientos.





    ¡Yo quería ver a Gokú! —una niñita lloró un poco, protestando porque la dejaran sin show.





    ¡Y yo quería ver a Vegeta! —dijo un niño algo mayor que ella… posiblemente es su hermano.





    Niños, no se pongan así, volveremos mañana a la hora exacta para verlos —les dijo su papá en tono comprensivo.





    La gente ya estaba dispuesta a salir cuando la puerta se abrió súbitamente, dándole paso a un individuo de peinado afro y pantaloncillos blancos. Una sonora melodía se escuchó a su llegada.





    ¡Tranquilos, nobles ciudadanos! —dijo el hombre al entrar, haciendo mucho escándalo—. ¡Yo, el gran Míster Satán, el campeón mundial de las artes marciales, estoy aquí para protegerlos!





    Y realizó una ridícula pirueta en el aire, pero con tan mala suerte que, al descender, uno de sus pies se enredó con unos cables, haciéndolo caer de bruces. Todos parpadearon anonadados al verlo revolcándose en el suelo, llorando y moqueando de dolor.





    Míster Satán… ¿se encuentra usted bien? —el comentarista se acercó cautelosamente a donde se encontraba el sujeto, hablándole en voz baja.





    El tipo se levantó de un salto y, soltando una sonora carcajada, hizo una señal con la mano… la "V" de la victoria.





    ¡Eso únicamente fue un truco para despistar al enemigo! —exclamó en tono de júbilo—. ¡Todos mis movimientos están fríamente calculados!





    Si… lo que usted diga —el pobre rubio casi se lleva un susto de muerte ante ese desplazamiento contradictorio, más se recuperó de la impresión al instante.





    ¿Y en dónde están los peligrosos extraterrestres? —cuestionó el luchador mirando para todos lados, esperando tal vez que alguien le pidiera un autógrafo o le aplaudiera por su actuación—. Escuché que varios de ellos nos habían invadido.





    ¿Extraterrestres? —el amable locutor puso una expresión de desconcierto ante una pregunta fuera de lugar—. Se equivoca usted, Míster Satán, aquí no hay ningún extraterrestre…





    Pero si yo vi claramente como unos tipos raros se llevaban a varios seres extraños de aquí… —el hombre de rizado afro pareció sorprenderse por esa afirmación.





    Él estaba completamente seguro de haber visto salir del salón a unos sujetos uniformados, bastante mal encarados, los cuales llevaban casi a rastras a la atractiva señorita Briefs y compañía, en conjunto con los más estrafalarios adefesios que no recordaba haber visto. Fue en ese momento que una chiquilla de negros cabellos penetró en el salón.





    ¡Papi!... ¿en dónde están los aliens? —preguntó acercándose a Míster Satán, llevando una cámara fotográfica en la mano. Se veía emocionada—. ¡Quiero una fotografía con ellos!





    Videl, hija mía, tienes muy mala suerte —el hombre contempló a su pequeña con algo de pena—. En cuanto esos malvados seres supieron que tendrían que enfrentarse a mí, huyeron despavoridos… Y eso es algo de lo más lógico, puesto que yo soy el campeón mundial —agregó en tono altanero, carcajeándose un poco por su buena suerte porque, en realidad, no sabría que hacer si de verdad hubiera tenido que enfrentarse a ejemplares de otro planeta—, así que no podrían vencerme nunca.





    ¿En serio? —la niña miró a su padre con gesto enfurruñado, al parecer un poco harta de tanta presunción—. Entonces me voy a dormir —dijo al final y volvió sobre sus pasos sin esperarlo.





    La concurrencia se había retirado ordenadamente, y algunos observaron a Satán como si estuviera loco de remate… sólo a un demente se le ocurriría creer semejante mentira acerca de la existencia de hombres espaciales.





    En tanto nuestros personajes consentidos fueron sacados discretamente del hotel y serían conducidos en elegantes Cadillac oscuros hasta un edificio austero, casi escondido entre los encantos de Montecarlo. Y ya vimos que Bulma no es de las que se quedan calladitas, aunque sus compañeros y demás ya habían tomado conciencia de la situación, y se dieron cuenta que era mejor no alterarse para no meterse en problemas que ni al caso. Bueno, Vegeta asimismo es la excepción, pues gruñó de coraje y elevó un poco su Ki.





    ¿¡Pero que mierda creen que están haciendo, bastardos y repulsivos terrestres!? —espetó con coraje antes de permitir que lo metieran al automóvil… tenía ganas de golpear a alguien—. ¡Quiétenme sus sucias manos de encima, gusanos miserables! — le dijo a los hombres que lo escoltaban y que le apuntaban con esas "pistolas" tan especiales.





    Vamos, Vegeta, tienes que tranquilizarte —Gokú fue el que lo detuvo por un hombro adelantándose a Trunks, y le sonrió tan abiertamente como acostumbra—. Si hacemos lo que estas amables personas nos piden podremos terminar temprano y regresar a cenar… ¿no te parece una buena idea? —terminó hablando sosegadamente, como si nada malo fuera a pasar. Pero ocurrió lo que todo mundo se temía… menos el ingenuo y cándido Gokú.





    ¡Kakarotto, eres un idiota! ¿¡Acaso lo único que piensa tu reducido cerebro es en la comida!? —al Príncipe le palpitó la vena de la sien y gritó lo más alto que pudo… con alguien tenía que desquitar su incomodidad, y nadie mejor que ese tonto—. ¡Pedazo de animal, cretino miserable, p… %&$"# hijo de tu…#$%&*…!





    Ese es el peor vocabulario que he escuchado en mis años de servicio —masculló K sonriendo levemente dirigiéndose a J, el cual aseveró esas palabras con un imperceptible movimiento de cabeza—. Y sabes que han sido muchos más de los que tú tienes de vida…





    Pero… Vegeta… no tienes porque exaltarte de esa forma —mientras el Saiyajin de peinado alborotado recibió toda esa furia en pleno rostro, y tuvo que cerrar los ojos.





    Oiga, Ten Shin Han, se ve que ese hombre tiene muy mal carácter —y por su parte Lunch se había juntado mucho al guerrero de tres ojos, mirando al Saiyajin enojón con una carita de susto—. ¿Por qué un sujeto como él es amigo de Gokú? — preguntó con curiosidad.





    Eee… créeme, Lunch, yo aun no me explicó por qué —contestó el luchador con un poco de incomodidad por la cercanía de la dulce muchacha, más trató de sonar normal.





    ¿Cree usted que tenga algo que ver el que sean de la misma raza extraterrestre? —la chica bajó un poco más la voz para que nadie mas la escuchará, acercándose al oído del hombre.





    Podría ser… supongo que tienes razón —y el pobre enrojeció levemente de las mejillas antes de responder.





    A todo esto Milk ya se había puesto también de muy mal humor… soportar nuevamente toda esa maraña burocrática era el colmo. Y, lo peor de todo, es que SU Gokú, tan educado y buena gente, permitiera que ese Vegeta, tan soez aunque se dijera "Príncipe", le hablara de esa manera, con un lenguaje tan impropio para los castos oídos de SU Gohan.





    ¡¡Gokú!!, ¿cómo puedes permitir que ese te hablé así, eh? —le reprochó a su pobre esposo, quien apenas se recuperaba del maltrato—. ¡¡Vamos, defiéndete y di algo!!





    Pero… pero Milk… —el aludido quedó un poco más despeinado que de costumbre ante ese chillido. En realidad, los arrebatos de Vegeta ya no le preocupaban demasiado, le agradaban hasta cierto punto… pero los de su esposa sí eran para tomarse en serio—… Vegeta y yo sólo estamos…





    ¡¡Esto es el colmo contigo!! —más ella no lo dejó terminar de dar sus razones—. ¡¡Tú eres el hombre más fuerte del Universo y ningún tipo como éste tiene porque tratarte así, aunque se sienta el Príncipe de todo el mundo!! —le recalcó enfurecida, mostrándole unos colmillos bien grandes.





    Al aludido Saiyajin de cabellera en forma de flama no le hizo ninguna gracia que una mujerzuela tan desequilibrada e histérica como la vieja de Kakarotto hiciera ese tipo de comparación, así que la vena de la sien le palpitó con ímpetu. Se había quedado callado en cuanto la morena levantó la voz, pero no por educación, sino porque lo tomó desprevenido, más no toleraría una falta de respeto hacia su persona.





    ¡¡Kakarotto, eres un verdadero estúpido por dejar que una loca como ésta te mangoneé!! —espetó con toda la potencia de sus pulmones, imponiéndose por sobre la dama en cuestión—. ¡¡Un Saiyajin que se respete de verdad no puede permitir semejante atrocidad!!





    El desventurado Gokú no sabía ni como objetar. Así Milk se ponga del humor que se ponga, él la quiere mucho y la aprecia… es la mujer con la que aceptó vivir, y no se arrepiente de haberlo hecho. Pero, por otro lado, a veces le gustaría comportarse como un Saiyajin de acuerdo a lo que dice y hace Vegeta.





    Oye, Vegeta… —tenía pensado dar un respuesta con algo de timidez, cuando otra "delicada" voz femenina los hizo enmudecer a ambos.





    ¿¡Quieren los dos cerrar la boca de una buena vez!? —en esta ocasión fue Bulma la que habló con voz de mandona, fulminando a ambos hombres con una mirada de rabia—. ¡Y suban al auto, ya!





    Pero… pero… —Gokú parpadeó más que anonadado, y Vegeta abrió y cerró la boca por un segundo, con gesto de estupefacción… ahora resulta que las mujeres iban a mandar por sobre los hombres.





    ¡¡Vámonos ya!! —Milk tomó a su marido por la oreja y lo condujo a uno de los Cadillac—. Gohan, no te quedes atrás —le dijo a su hijo con firmeza.





    ¡Auch, Milk, eso duele! —lloriqueó el Saiyajin de peinado punk, dejándose llevar por ella.





    Ya voy, mamá —y el chiquillo, todo enrojecido de la pena, siguió a sus progenitores.





    ¡¡Ninguna miserable mujer terrestre le habla de esa manera al Gran Príncipe de los Saiyajins!! —en tanto el Saiyajin de peinado en punta recuperó una vez más el brío de sus alaridos, y se dirigió a la chica de cabellera azul celeste, la cual le sostuvo la mirada sin achicopalarse en lo más mínimo.





    ¡¡Me encantaría ver que es lo que vas a hacer para prohibírmelo!! —respondió ella igual de altanera y retadora, frunciendo el entrecejo en una imitación casi perfecta de él.





    Señor Vegeta… —Trunks resolvió que ya era hora de intervenir para evitar alargar la discusión y, de forma amable pero firme, tomó a su padre por el hombro, mirándolo con seriedad y hablándole en tono respetuoso—… me parece que lo mejor es terminar con este asunto de una buena vez.





    El Príncipe hizo un movimiento brusco para soltarse del agarre de su hijo en cierne, aunque todavía no lo supiera, más decidió que en realidad eso era lo más lógico; así que se encaramó al auto después de mirar una vez más a todos con desagrado.





    Creo que lo mejor es que vaya yo con él, señorita Bulma —el adolescente se dirigió a su madre en tono cortés—. No sería prudente dejarlo solo.





    Me parece que tienes razón, guapo, yo voy con ustedes —reconoció la científica afirmando con la cabeza, después de soltar un imperceptible suspiro. Inmediatamente volvió a mirar a los "Men in Black" sin cambiar el gesto de enfado. Los hombres continuaban igual de reservados, como si nada hubiera sucedido frente a sus ojos—. ¿Y se puede saber a dónde piensan llevarnos? —preguntó con desconfianza.





    Información clasificada y confidencial, señorita —respondió un adusto y cortante K—. Vamos, caballeros, es hora de partir —le dijo a su personal sin cambiar el tono de monotonía—. Espero que no se presenten más inconvenientes absurdos, o si no… ya saben como actuar —agregó antes de subir a su propio vehículo, el cual era conducido por J.





    ¡Sí, señor! —respondieron los hombres.





    Los demás no habían esperado a que les asignaran transporte y, muy dispuestos a cooperar, ya se encontraban acomodados en alguno de ellos. Y así fueron trasladados a las instalaciones secretas. Una vez ahí fueron conducidos a una amplia sala especial, en donde habían dispuesto varios asientos para que los ocuparan.





    Ahora… no hagamos esto más difícil y muéstrenme la documentación que los acredita como residentes legales en la Tierra —dijo K con parquedad, sentándose frente a los personajes anime en un gran escritorio que se ubicaba frente a un amplio ventanal falso.





    Todos los que entendían a lo que se refería ese señor hurgaron en sus bolsillos… menos Pikoro, Gokú, y, por supuesto, Vegeta.





    Diablos… —masculló el namek en voz apagada—… no pensé llegar a necesitarla.





    ¿A qué te refieres con eso, Pikoro? —preguntó el ingenuo Saiyajin con duda, mirando a su colega con curiosidad.





    Al dichoso carnet que tuvimos que conseguir en ese maldito curso de manejo al que nos mandó la irritante de tu mujer —respondió el aludido con un bufido bajo de fastidio.





    Vegeta los miró intrigado… ¿Un curso de… manejo?





    ¿Un carnet? —el Príncipe intervino en el pequeño diálogo conservando la voz baja—. ¿Qué carajo es eso? —preguntó con desconfianza.





    Muy pronto lo sabrás —le respondió Pikoro disimulando una miradita burlona, en tanto Gokú se rascaba la nuca tratando de hacer memoria… ¿de cuál carnet estaba hablando Pikoro?





    Bien, aquí tiene… —la voz de Bulma les hizo recordar donde se encontraban. Ella fue la primera en sacar de su diminuto bolso de mano, el cual hacia juego con sus sandalias de fiesta, un porta tarjetas con muchas credenciales—… Mis tarjetas de presentación; mi credencial para votar con fotografía incluida; mi CURP; mi RFC… Capsule también contribuye con el Estado; mi licencia de manejo… soy muy buena conductora; mi cédula profesional que me acredita como una brillante científica… —y fue pasándole a J todas y cada una de las mencionadas, hablando en tono de suficiencia absoluta—… mis tarjetas de crédito de los más prestigiados bancos de la Capital Oeste; mi carnet de socia distinguida Premium del mejor club de científicos especializados… ¿alguna duda de que soy cien por ciento terrestre? —preguntó con ironía mientras el moreno revisaba los documentos—. Además traigo una reducción enmicada de mi acta de nacimiento y de la constancia de alumbramiento que le dieron a mi mamá en el hospital, por si todavía no me creen —puntualizó.





    Descuide, señorita Briefs, todo está en regla —le respondió el joven de piel oscura después de devolverle las tarjetas—. Disculpe por las molestias ocasionadas.





    J y K revisaron las credenciales de los demás personajes, siguiendo un orden establecido. La base de datos en su computadora, y el detector manual que cada uno traía, les indicaban quienes eran los personajes que desprendían una mayor cantidad de radiación extraterrestre. Yamcha, Rōshi, Krilin y Lunch no tuvieron ningún problema. Oolong, Puar, Chaozu y Ten Shin Han fueron examinados con mayor detenimiento, hasta que K admitió con algo de derrota:





    Bueno, creo que en ese mundo tan insólito del cual provienen hasta un zorro humanoide puede ser el rey… así que no es de extrañar que un hombre tenga tres ojos e inclusive los cerdos cambien de forma.





    Tocó el turno del Dr. Maki Gero y sus Jinzō ‘Ningen. El investigador sacó de un portafolio varios documentos y algunos planos.





    Como pueden ver, caballeros, tengo todo en orden —dijo con seriedad, mirando alternativamente a J y a K—. Un científico de gran reputación como yo no puede permitirse fallas que pongan en riesgo sus avances.





    Bien —respondió el hombre maduro en el mismo tono—, pero ese bioandroide —y señaló a Cell— tiene ADN de extraterrestres no registrados.





    Su patente está en trámite, de acuerdo con la Oficina de Inspección Sanitaria y de Control de Plagas, y tiene todas sus vacunas —argumentó el doctor mostrándoles otro documento más—. Ya sólo nos falta el último sello y todo estará listo.





    Pues que no pase de este mes o nos veremos obligados a evacuarlo —dijo K conservando el gesto adusto—. J, anótalo en la bitácora —y se dirigió a su auxiliar con bastante calma.





    Entendido, K —respondió el joven, escribiéndolo rápidamente en una libreta para agendarlo.





    Nosotros también tenemos todo en regla —Babidi habló con su aguda vocecita de pito para llamar su atención. Ellos habían esperado pacientemente su turno y Majin Boo se dedicó a tararear una vez más esa cancioncita tonta que tanto le gustaba, saboreando una gran paleta de caramelo macizo que había escondido bajo su capa—. Antes de llegar aquí pasamos por la aduana ubicada en la frontera de su sistema. Muéstrales, Dabura… —y le habló a su subordinado con algo de amabilidad.





    Como usted ordene, gran Babidi —dijo el aludido dedicándole a su líder una respetuosa reverencia—. Terrícolas, aquí están la visa y el pasaporte que lo garantizan, sellada y requisitada como ustedes acostumbran —y presentó la documentación que probaba sus palabras.





    Vaya, por lo que se ve ustedes son viajeros frecuentes —externó J mientras le echaba un vistazo a los legajos—, tienen sellos y cortesías de la galaxia de Andrómeda… y esa no está a la vuelta de la esquina.





    J, no te distraigas que aun tenemos trabajo por hacer —le dijo K con algo de molestia por su desatención.





    Oh, sí, K, lo siento —respondió el joven y le devolvió los documentos a Dabura, tratando de disimular su vergüenza—. Ahora, caballeros, les recomiendo que sean unos buenos turistas y visiten la ciudad de París en cuanto puedan.





    Gracias por tus recomendaciones, terrícola, lo tomaremos en cuenta —contestó Babidi con una sonrisita burlona.





    A un lado —Milk se metió entre ellos, todavía enfurruñada por la pérdida de tiempo, y mostró las tres tarjetas que había sacado de su bolsa, colocándolas sobre el escritorio—. Yo soy terrestre como puede verificar —señaló su propia credencial—, y estas son las identificaciones de mi marido y de mi hijo… realizamos el tramite el año pasado —puntualizó con fastidio.





    Las identificaciones de Gokú y de Gohan eran bastante diferentes a una CURP o a una credencial del IFE.





    Bien, señora, todo está en orden —respondió K después de mirar fijamente las cédulas por un segundo.





    ¡Qué bueno que tú si te acordaste de nuestros carnets, Milk! —manifestó Gokú soltando un suspiro de alivio, mirando a su esposa con admiración—. La verdad no sé que haría yo si ti… en serio —le dijo en tono un tanto tierno, acercándose a ella y tomándola suavemente por los hombros en señal de respeto mientras reposaba su barbilla en la negra y abundante cabellera femenina.





    Pues morirte —respondió la morena un poco cortante, guardando los registros con algo de parsimonia y disimulando una sonrisita de complacencia porque su marido reconociera lo mucho que la necesita.





    Trunks también había sacado su carnet de identificación y se acercó a K aprovechando que todos sus compañeros anime miraban con curiosidad y extrañeza la actitud un poco romántica entre Gokú y Milk.





    Esta credencial se expidió en el futuro, por eso no voy a aparecer en sus registros —le dijo en voz baja a modo de explicación, observándolo con seriedad.





    El hombre le devolvió la mirada conservando la ecuanimidad, y después revisó el carnet.





    Bien, el papel parece auténtico, así que no hay problema… por lo demás ya estoy enterado de los motivos de tu estancia en este tiempo —respondió como si nada, sin mostrar ni una emoción el timbre de su voz.





    Gracias, sabía que lo entendería —el joven del futuro guardó la credencial en el fondo de su chaqueta.





    Por favor, señor, necesitamos ver su pasaporte de identidad —y por su parte J se dirigió a Pikoro, quien parecía molesto y contrariado.





    Maldición —bufó lanzándole al joven moreno una mirada de desconcierto y desagrado, como si el pobre sujeto fuera el único responsable de todo ese argüende—, en este momento no cargo con ella.





    Pues entonces tendrá que renovarla —argumentó K con la seriedad que lo caracteriza—, sólo así podremos comprobar que verdaderamente está usted registrado.





    Ese mugre Kami del demonio… —resopló el namek indignadísimo después de sacudirse la capa como último recurso—… seguramente la tomó de mi equipaje.





    Se escucharon en ese instante unos insistentes golpes en la puerta y por la misma se asomó un hombre.





    Disculpa, K, aquí afuera hay un extraño caballero que dice traer una de nuestras identificaciones para un tal señor Pikoro Daimaiō —dijo respetuosamente.





    Háganlo pasar —respondió el aludido.





    Ni bien terminó de decir estas palabras cuando en el recinto penetró un simpático y regordete personaje de piel oscura como el carbón y gruesos labios rojos… Mr. Popo.





    Pikoro, Kami – sama me envió para "entregartes" esto —y se encaminó con prontitud hacia el verde alienígena, llevando en la mano la dichosa credencial.





    Ya sabía que ese desgraciado de Kami me la había escondido —el nombrado ni le dio las gracias y se la arrebató de un manotazo, para observarla detenidamente como buscando algún desperfecto. Inmediatamente se la entregó a J—. Espero que con esto ya no haya problemas —le dijo un tanto burlón.





    ¡Hola, Mr. Popo, qué gusto verlo! —Gokú, por su parte, le dedicó al recién llegado una sonrisa sincera en señal de saludo, sin necesidad de apartarse de su esposa—. ¿Cómo está Kami – sama? —preguntó cortésmente.





    Él se "encuentras" bien —expresó el gordito correspondiendo a la sonrisa—, y les desea muy buena suerte en el "torneos". Ahora tengo que irme, con permiso —agregó y volvió sobre sus pasos.





    Bueno, entonces dale nuestros saludos a Kami – sama —le dijo Gokú a modo de despedida, antes de que Mr. Popo abandonará la estancia y desapareciera tan rápidamente como había llegado.





    J le devolvió a Pikoro su tarjeta y K se había quedado viendo a Mr. Popo con un poco de desconfianza.





    ¿Sucede algo, K? —le preguntó su colega con discreción antes de dirigirse a quien faltaba por entregar su identidad, y que se mantenía tan mal encarado como desde que salieron del hotel—. ¿Crees que ese hombre haya sido un alienígeno?





    No, ese hombre es tan terrestre como nosotros dos aunque no lo parezca —manifestó el aludido—. Pero bueno, ahora viene lo más difícil, así que es mejor que todos los que ya se identificaron abandonen el salón y te comuniques con algunos refuerzos… los vamos a necesitar.





    Lo que digas —dijo el moreno. Amablemente se dirigió a los personajes anime—. Señores, señoras, señoritas y jóvenes, les agradecemos por su cooperación al permitirnos revisar sus cartas credenciales, y les sugerimos que pasen a la sala de espera por unos bocadillos mientras los trasladamos de regreso a su hotel.





    ¡Bocadillos, que bien! —a Gokú se le escapó una exclamación de júbilo.





    ¡Vamos por ellos! —Rōshi y Oolong salieron disparados para no permitir que el cándido Saiyajin los dejara sin nada.





    Gokú, más vale que te comportes y no me hagas pasar vergüenzas —Milk le reprendió antes de que el pobre diera un paso. Krilin, Yamcha, Puar, Chaozu, Ten Shin Han y Lunch pusieron los ojos en blanco por un momento antes de abandonar la sala—, ya cenaremos en el hotel.





    Pero Milk, me estoy muriendo de hambre —le rezongó un poco en tanto su estómago rugía—. ¿Lo vez? —y se sobó el vientre mientras le dedicaba a su mujercita una mirada inocente—. Sólo uno, por favor.





    Está bien, pero sólo uno —dijo ella en tono más comprensivo—. Anda, Gohan, no te quedes —y se dirigió dulcemente a su retoño, tomándole la mano.





    Ya voy mamá —respondió el niño, más él sí se había percatado de la falta de alguien en el conteo.





    Trunks se quedó adentro, pues también reparó en lo mismo.





    Señorita Bulma… falta el señor Vegeta —el joven le habló por lo bajo a su futura mamá, la cual de igual manera había notado ese detallito.





    Descuida, lindo, yo me quedó con él —le dijo al tiempo que le dedicaba un guiño coqueto.





    ¿Está usted segura? —el mancebo le cuestionó dudosamente, mirándola intrigado.





    No te apures, ya he aprendido a tratarlo —le aseguró con confianza.





    Fue en ese momento que K le habló a Vegeta, quien permanecía en su asiento.





    Bien, caballero, sólo hace falta usted —le dijo mirándolo muy fijamente—, y también podrá retirarse.





    Anda, Vegeta, no seas descortés que te están hablando —Bulma le llamó la atención con algo de suavidad al ver que el Príncipe se hacía el desentendido.





    ¡Yo no tengo ningún maldito carnet terrestre, mujer fastidiosa! —el nombrado se levantó de un salto y se le plantó enfrente a la muchacha, espetándole con mucha rabia. Ya todo lo traía hasta… la punta de su elevada cabellera—. ¡Y no necesito algo como eso porque soy el Príncipe de los Saiyajins, la raza más poderosa de todo el Universo!





    Oh, eso es cierto… no tienes ni CURP ni acta de nacimiento —la científica estuvo a punto de responderle, más cayó en la cuenta de que el hombre no mentía. No tenía ningún registro en la Tierra desde que vivía con ella, así que, aquí en el planeta, el Saiyajin no es alguien reconocido.





    ¡Y a quién mierda le importa eso, gansa estúpida! —más Vegeta continuaba airado… como si a él le preocupara esa bagatela—. ¡Bien sabes que la única razón por la que estoy en este pusilánime planeta es por vencer al idiota de Kakarotto! ¡Y así tenga que despacharme a unos monigotes de lata, yo le demostraré a ese miserable quien es el Saiyajin más fuerte!





    Ya todos (excepto Trunks y Bulma… obviamente) habían abandonado la habitación, más alcanzaron a escuchar los alaridos por el pasillo que los conduciría a la sala de espera… si para vociferar, Vegeta se pinta solo. El Dr. Maki, 17 y 18 no pudieron disimular una mueca de desagrado por un segundo, ese engreído les estaba llenando el contador de piedritas, más Cell se carcajeó por lo bajo, pues le causaba gracia todo de lo que alardeaba ese arrogante. Únicamente 16 permanecía tan serio e indiferente como si nada le afectara. Gokú estornudó varias veces.





    Se ve que Vegeta esta exaltado… seguramente tiene tanta hambre como yo —murmuró con algo de resignación, un poco contrariado porque su coterráneo no olvidara todavía aquella batalla que le debía.





    Volviendo a la estancia… Trunks había resuelto no entrometerse, a menos que lo considerara apropiado, y prefirió constatar por sí mismo cómo se desarrollaba la relación de sus padres en ese tiempo, y así darse una idea de lo que ocurrió en el suyo.





    Vegeta, por favor, no tienes porqué gritarme de ese modo —Bulma pareció a punto de explotar también, más se contuvo y contó mentalmente hasta diez para no subir de más el volumen de su propia voz—. Puedo escucharte perfectamente sin que me levantes la voz.





    Lamento mucho interrumpir su amable conversación de esta forma —K intervino con bastante tranquilidad en tanto el belicoso Saiyajin apretaba los puños con furia, como si se contuviera para no hacerle nada malo a la científica, mientras ésta no dejaba de retarlo con la mirada, teniendo sus manos apoyadas en la cintura —pero, independientemente del tiempo en que piense quedarse en la Tierra, caballero, tiene usted que registrarse… ¿Quién es su responsable? — inquirió como si nada.





    ¿Su… responsable? —la dama volvió la vista y parpadeó con extrañeza, recordando que no estaba a solas con el agresivo varón que la hacía rabiar muchas veces al día—. ¿A qué se refiere usted con eso? —le preguntó con duda al serio hombre vestido de negro.





    Es la persona con la cual un extraterrestre vive en la Tierra —fue J quien respondió con amabilidad—, y esa persona es la que se tiene que hacer responsable por lo que él haga mientras está aquí.





    Ahh… ya veo —dijo la muchacha, no muy segura de haber comprendido el alcance de esa definición.





    Bien… ¿entonces quién es responsable de este caballero? —volvió a preguntar K mirando fijamente y con atención a Vegeta, el cual parecía haberse calmado un poco.





    Esta mujer de pesadilla es la que me tiene viviendo en su casa —respondió el Príncipe con un poco de rudeza y, con un movimiento rápido, tomó a la joven de cabellera azul por la cintura y la acercó al escritorio, teniendo el cuidado de no lastimarla. Bulma se quedó anonadada ante esa gentileza inesperada—. Cualquier cosa arréglense con ella… yo me largo de aquí —bufó nuevamente, dispuesto a abandonar el salón.





    Me temo que aun no puede irse, caballero… Necesitamos hacerle unas cuantas pruebas para su registro —dijo K manteniéndose impávido.





    ¿Que… qué? —el de cabellera erizada espetó con molestia, y pestañeó algo confuso y ofuscado… ¿a qué clase de pruebas querían someterlo, y para qué?





    Oye, Vegeta, no pensarás abandonarme en este horrible lugar —la científica volvió a la realidad después de haber "surcado los cielos" en la Kinton de Gokú por un instante (en su imaginación, no piensen mal)… y le reclamó al Saiyajin visiblemente ofendida—. Mira que una cosa es que te haya brindado mi hospitalidad porque soy una atractiva y hermosa mujer de buenos sentimientos, pero otra cosa muy distinta es que quieras abusar de mi gran corazón y dejarme sola a mi suerte.





    Mejor cállate, mujer, yo no te pedí absolutamente nada —le soltó el mencionado con brusquedad—. Todo me lo diste porque tú así lo quisiste.





    Pero creo que no es la forma en que debes reconocer mi generosidad, malagradecido —más la señorita Briefs no iba a darse por vencida… si ella tendría que quedarse, él también se quedaría—. ¿Qué harías tú sin mí, eh? No tendrías un lugar para dormir, ni donde comer, ni ropa limpia, ni robots para entrenar, ni una cámara de gravedad…





    Trunks no sabía si reír o llorar ante el espectáculo que le daban sus futuros progenitores, y enrojeció imperceptiblemente de las mejillas.





    ¡¡Carajo, mujer necia, cierra la maldita boca de una buena vez!! —el Saiyajin volvió a levantar la voz para tratar de amedrentarla—. ¡A la mierda tú y tus fanfarronadas!





    ¡¡Ush, pues no voy a callarme hasta que admitas que necesitas de mis talentos para sobrevivir en la Tierra, idiota neandertal!! —esta vez la joven genio no pudo controlarse, y su temperamento salió también a flote—. ¡¡Y a ver si te grabas de una buena vez que mi nombre es Bulma, "Principito" de arrabal!!





    De igual manera, J y K habían permanecido estáticos sin ningún cambio en su expresión. Después el hombre mayor le murmuró al más joven.





    Tendremos que emplear nuestra arma secreta ahora que está distraído, J.





    Muy bien dicho, K, los hombres esperan la señal —respondió el moreno con una leve inclinación de cabeza.





    Fue en ese momento cuando unos seis individuos, incluido J, le cayeron encima a Vegeta para inmovilizarlo, y todo fue tan repentinamente que por unos segundos pareció ser sometido. La científica parpadeó sorprendida al ver a los "Men in Black" sobreponiéndose sobre el poderoso guerrero.





    ¿Pero qué es lo que se proponen? —dijo un poco desesperada, sin saber cómo actuar.





    ¡Terrestres miserables!, ¿¡qué es lo que se han creído!? —protestó el agresivo hombre, pugnando por liberarse.





    Es mejor que no oponga resistencia o podría ser peor para usted, caballero —respondió J resoplando por el esfuerzo. Él y sus compañeros ponían todo de su parte para mantener quieto al Saiyajin—. No nos obligue a lastimarlo.





    Mas con sólo incrementar un poco su Ki, el aguerrido Príncipe expulsó a sus captores, mandándolos a estrellarse contra una de las paredes del cuarto. A pesar de eso, K no pareció inquietarse por sus compañeros.





    ¿Lastimarme, ustedes? —dijo Vegeta en tanto su expresión se tornaba sádica, elevando su Ki una vez más—. Sabandijas estúpidas, ya verán quien es el gran Vegeta, Príncipe de los Saiyajins.





    Vegeta, por favor, recuerda que no puedes usar… —Bulma se mostró preocupada y trató de hacerlo entrar en razón, acercándosele con cautela.





    ¡¡Tú no te metas en esto, estúpida mujer del demonio!! —por toda respuesta, el violento Saiyajin le espetó con furia, mirándola también con mucho coraje y haciéndola retroceder esta vez, dejándola muda de la impresión y del susto—. ¡¡Es por tu culpa que estoy en este lugar de mierda!! ¡¡Pero esta vez me las pagarás!! —y por una leve fracción de segundo pareció dispuesto a descargar su cólera contra ella, más se detuvo muy a tiempo… ya no disfrutaba por verla atemorizada ante él, ni que lo mirara de esa manera.





    Entonces Trunks consideró que era la hora de actuar, o su padre podría cometer una locura, así que rápidamente sostuvo a Vegeta por atrás.





    ¡Deténgase ahora, señor Vegeta, no puedo permitir que haga algo de lo que después tenga que arrepentirse! —le dijo el muchacho con firmeza.





    ¡Eres un mozalbete idiota y entrometido! —el adulto forcejeó con brusquedad, tratando de soltarse del agarre del joven—. ¡Pero esto no se va a quedar así!





    Más tarde podrá desquitarse si usted quiere —le contestó su futuro hijo sin amedrentarse por esa amenaza, ciñéndolo un poco más.





    Los "Men in Black" volvieron a la carga en cuanto se recuperaron, y se lanzaron sobre los dos Saiyajins. Y entre tanto forcejeo y uno que otro golpe, lograron desmayar a Vegeta al aplicarle una potente descarga eléctrica en el cuello… unos 20000 volts.





    Ya no nos dejó opción —dijo J al levantarse, resoplando y sacudiéndose el traje—. Es uno de los extraterrestres más fuertes que he visto.





    ¿¡Pero qué fue lo que le hicieron!? ¡Salvajes! —más Bulma, lejos de parecer agradecida porque hubieran detenido al impetuoso hombre, pareció molesta. Así que, sin pensarlo dos veces, terminó de apartar a los caballeros de negro y se agachó a la altura del Saiyajin—. ¡Oh, Vegeta, por favor, dime algo! —dijo un poco llorosa sacudiéndolo con suavidad.





    Descuide, señorita, su protegido no está muerto —dijo K restándole importancia, manteniéndose ecuánime ante todo lo ocurrido—. Fue sólo una precaución necesaria lo que tuvimos que aplicarle.





    ¿¡Precaución!? —la dama se volvió enojada, levantándose para encarar al hombre maduro—. ¡Vegeta no le había hecho daño a nadie, abusivos!





    Señorita Bulma —Trunks se acercó a su progenitora hablándole con serenidad y cortesía—, creo que el señor Vegeta se encontraba alterado y posiblemente hubiera hecho algo fuera de lo normal —y le sonrió para transmitirle confianza—. Ahora le recomiendo calmarse para que se pueda avanzar con el registro.





    Una cosa ya le quedaba clara al adolescente al ver la escena: su mamá ya le tenía un profundo cariño y aprecio a su papá, a pesar de que éste seguía comportándose como un patán con todo el mundo, inclusive con ella.





    Si, guapo, nuevamente tienes razón —admitió más sosegada, soltando un leve suspiro de alivio. Posteriormente se dirigió a K en tono de aprensión—. Díganme a qué tipo de pruebas van a someterlo.





    Las pruebas de rutina: análisis de sangre, pruebas para medir su fuerza y su coeficiente intelectual, pruebas cardiacas y de presión, veremos si no tiene alguna enfermedad extraña que pueda contagiarnos… nada que ponga en peligro su vida —respondió el adusto hombre sin cambiar el gesto de indiferencia—. Es lo normal en este tipo de casos.





    Bueno, entonces tenemos que continuar —dijo la dama en tono más formal.





    En ese punto de la conversación, alguien entró en la sala.





    Oye, Bulma, ¿sucede algo con Vegeta? —era Gokú, quien venía masticando ruidosamente—. A los muchachos y a mí nos pareció sentir su Ki elevándose como cuando se enoja y… —y en ese momento reparó en el cuerpo inconsciente de su "paisano", el Príncipe—. Vaya, veo que el hambre lo debilitó demasiado… no debería hacer esfuerzos extremos si no ha comido bien —observó al tragarse el bocado que traía en la boca—. Creo que debí haberle traído uno de esos canapés para calmar su estómago —agregó un tanto preocupado.





    No te apures, Gokú —respondió la aludida después de poner los ojos en blanco por un segundo, siendo secundada por su futuro hijo—. Lo que pasa es que Vegeta no quería realizarse las pruebas de rutina para su registro.





    Ya veo… —dijo el Saiyajin de peinado punk—. Yo tampoco quería hacerlas cuando me registré —comentó más alegre—, es horrible que te pinchen el brazo con una aguja muy grande para sacarte sangre… ¿puedes creer que te hacen eso? —y se carcajeó un poco, rascándose brevemente la nariz.





    Si, claro, te entiendo perfectamente… a nadie le gusta que lo piquen —la joven genio sonrió levemente como tonta, recordando que su amigo le tiene un pavor irracional a las inyecciones.





    Gohan llegó detrás de su progenitor.





    Papá, dice mamá que te apures porque ya nos… —y también se fijó en el cuerpo desvanecido—. ¿Qué le pasó a Vegeta? —preguntó dudoso, abriendo los ojos de más.





    Se desmayó de hambre —Gokú le respondió a su hijo encogiéndose de hombros—. Lástima que ya no quedaron canapés… estaban deliciosos. ¿Así que ya nos vamos? —y preguntó con gentileza, como si nada raro hubiera ocurrido.





    Sí —afirmó el chiquillo moviendo la cabeza.





    Bien, Bulma, entonces nos vemos en el hotel… Adiós jovenazo, cuiden bien a Vegeta y denle algo de comer en cuanto se despierte, o si no puede terminar bebiéndose las muestras de sangre para calmar su apetito. Y muchas gracias por todo, señores —observó el amable hombre con algo de seriedad, para después despedirse con cortesía de todos los presentes en la sala.





    Adiós Bulma, adiós joven —Gohan también se despidió, y se retiraron.





    Si, Gokú, nos vemos más tarde —Bulma correspondió el gesto.





    Bueno, señorita Briefs, usted tendrá que acompañarnos —K habló en cuanto quedaron nuevamente a solas—. Se harán las pruebas correspondientes y llenaran los formularios.





    Que remedio —dijo ella con resignación.





    Yo puedo acompañarlos —dijo Trunks solícitamente.





    Eso me parece perfecto, joven —dijo J sin disimular su satisfacción. K lo miró con algo de severidad—… Es por si acaso vuelve a salirse de control, K —agregó con timidez ante esa mirada dura.





    No podemos poner en riesgo a los civiles, J —le dijo K sin perder el aplomo—. El trabajo de nosotros, los "Men in Black", es proteger a la población de la Tierra de las amenazas intergalácticas.





    Por mi no hay problema, señor K —intervino el adolescente sin perder la compostura, mostrándose serio y formal—. Usted ya vio mi carnet de identidad… yo también soy un Saiyajin y bien puedo someter al señor Vegeta en caso necesario.





    El hombre maduro pareció meditar en esas palabras.





    De acuerdo —dijo al fin—, vendrás con nosotros. Pero no harás nada a menos que lo consideremos forzoso.





    Como usted diga —respondió el mancebo.





    Bien —K volvió a dirigirse a sus hombres—, llevemos a este caballero a la sala de pruebas, y tú, J, acompañaras a la señorita Briefs —indicó.





    Los individuos de negro cargaron cuidadosamente el desfallecido cuerpo del Príncipe en una camilla en tanto Bulma y el joven moreno se retiraron a una sala contigua.





    Bien, señorita Briefs, le haré unas cuantas preguntas relacionadas con su invitado —le dijo J acercándole una silla mientras él se acomodaba tras un escritorio—. Tome asiento, por favor.





    Gracias —dijo ella y se sentó coquetamente, mirando al moreno con algo de interés—. ¿Le han dicho que es usted un hombre muy simpático? —preguntó con amabilidad.





    Eee… si, gracias, es parte de mi trabajo —respondió el joven al tiempo que sacaba unas hojas del cajón de escritorio.





    Y también es atractivo… ¿cuántos años tiene? —preguntó una vez más, inclinándose un poco frente al moreno.





    Eee… la edad suficiente para estar aquí —le respondió un tanto abochornado—. Aunque K dice que aun soy como un niño.





    Ese hombre es un amargado —observó Bulma enderezándose otra vez, tomando una actitud digna de una diva—. No sabe tratar a las personas.





    Nuestro oficio es un poco difícil —mencionó J acomodando los papeles—. Él lleva toda una vida dentro de la Organización, por eso ha adquirido ese carácter.





    Pues debería tomar unas vacaciones —dijo la científica en tono de circunspecta.





    Tal vez algún día lo haga —afirmó el joven moreno—. Ahora, señorita Briefs, ¿podría decirme el nombre completo de su invitado?





    Su nombre es Vegeta —respondió ella con seguridad.





    ¿Tiene algún apellido? —volvió a preguntar el muchacho mientras escribía en el folio.





    No que yo sepa —indicó la chica—, aunque siempre culmina su presentación afirmando que es el Príncipe de los Saiyajins… —recordó con algo de diversión.





    ¿Y de qué raza o especie se dice que es? —el hombre continuó con sus cuestionamientos, sin dejar de anotar las respuestas.





    Es un Saiyajin, lo dice hasta el cansancio —dijo la científica un poco fastidiada, soltando un leve bufido—. Nunca ha dejado de alardear de ello, que son la raza de guerreros más poderosa del Universo y que va a conquistarlo todo.





    Mmm… que interesante —J consultó su computador—. En nuestra base de datos tenemos a otro Saiyajin registrado… y un pequeño de características similares.





    Esos han de ser Gokú y Gohan —Bulma no pareció asombrarse por esa información ya conocida, lo que si le extrañó un poco fue el hecho de que su distraído amigo ya se hubiera inscrito y que ella no estuviera enterada de algo como eso—. ¿Cuándo se habrá registrado? —se preguntó en voz baja.





    Hace un año según indica la base de datos —dijo J respondiendo a su pregunta—. Pero dígame, ¿hace cuánto tiempo que conoce al señor Vegeta? —y retomó las preguntas del cuestionario.





    Mmm… —la joven volvió a meditar para hacer memoria—… tendrá alrededor de tres años —respondió al fin—. Sí, hace aproximadamente tres años que él y uno de sus hombres planearon destruir la Tierra.





    ¿De verdad? —J pareció interesado por la información.





    Sí, y el muy canalla peleó contra Gokú y contra Gohan hasta casi matarlos —ella continuó con su relato, mostrándose un poco furiosa la recordar esos hechos pasados—. Pero lo bueno es que no lo consiguió y tuvo que huir como un cobarde… le dieron su merecido, si señor —más sonrió con algo de regodeo por imaginarse la cara de Vegeta ante esa vergüenza.





    Vaya, así que el señor Vegeta ya había venido a la Tierra en una invasión —opinó el joven "Men in Black" sin dejar de tomar notas.





    ¿Es que acaso no vieron las noticias? —la joven le cuestionó con rudeza—. Fue una transmisión vía satélite porque el muy cretino arrasó con gran parte de la Capital del Este.





    No… creo que ese día estuvimos muy ocupados con otros registros —respondió el moreno con cortesía—, y su país no está en mi jurisdicción.





    Ya veo… Bueno, el caso es que Vegeta dejó a varios de mis amigos muy mal heridos y a otros muertos, entre ellos a Pikoro —la dama de cabellera azul continuó con su relato, porque de que se soltaba a hablar no había poder humano que la detuviera—. Y yo tuve que ir a arriesgar mi físico de ensueño y mi hermosa piel para buscar las "Dragon Balls" de Namekusejin, y así poder revivir a todas las personas que fueron asesinadas por ese canalla desalmado.





    ¿Namekusejin? —intervino J con educación—. ¿Es un planeta extrasolar ubicado en una galaxia cercana?





    Bueno, técnicamente no es muy cercano —respondió la joven con orgullo—. Estaba ubicado a unos 40000 años luz de distancia en el cuadrante 89… Pero como yo soy la genio con más talento en esta Tierra, aparte de ser una mujer de lo más bella, pudimos llegar allá en menos de 40 días —agregó con bastante presunción.





    Eso es interesante… —observó J con admiración.





    Así que Bulma hizo una detallada narración de sus sufrimientos en Namekusejin en la búsqueda de las esferas del Dragón de ese planeta, mientras en la sala de pruebas ya le habían extraído a Vegeta un poco de sangre del brazo para tomarle muestras de ADN y otras relacionadas.











    Nota: Y me vuelvo a ir de largo para que tengan mucho tiempo de entrenimiento… XD. Un saludo y sigan divirtiéndose con las peripecias de nuestros personajes consentidos. Como dato les digo que la CURP, la credencial del IFE, el RFC son documentos de carácter oficial en mi país, México, y sirven de identificación.

    P.D. Tal vez algunos datos son erróneos o algo exagerados, como la descarga eléctrica que le aplicaron al Príncipe Saiyajin, más esto es sólo un fic que no pretende cambiar o mejorar nada, ni en los "Men in Black" ni en "Dragon Ball", únicamente darle un toque de humor a mi punto de vista. Gracias.
     
    • Me gusta Me gusta x 2
  12.  
    Lamu yatsura

    Lamu yatsura Iniciado

    Sagitario
    Miembro desde:
    19 Febrero 2012
    Mensajes:
    32
    Pluma de
    Escritora
    Te debo un montón de reviews, lo sé, pero estoy en ello:p
    Gracias mil gracias, por incluir a Lunch en tu fic, ese cameo me ha sabido a gloria,
    eso y el ver celoso a Tien.
    Este chico...
    ¿Alguna vez se caera del guindo (aunque sea por accidente)
    y se decidirá a hacer algo con Lunch (bueno con cualquiera de las dos)?
    Oolong y Roshi matarían por estar en su lugar.
    Tu imaginación no tiene límites ¿¡Men in Black!?

    Nos leemos en el siguiente capítulo.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  13.  
    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

    Leo
    Miembro desde:
    6 Agosto 2010
    Mensajes:
    3,827
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    El Universo está en juego... literalmente hablando.
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    36
     
    Palabras:
    12282
    Capítulo 14 parte 3.- Y la vida sigue…





    Nota recordatoria: este avance lo perdí junto con mi computadora vieja y por ello tuve que reescribirlo, y eso hizo que me demorara. Pero ya esta aquí y se los presento.





    Previamente, capítulo anterior… Así que Bulma hizo una detallada narración de los sufrimientos que tuvo que pasar en Namekusejin, en la búsqueda de las esferas del Dragón de ese planeta, mientras en la sala de pruebas ya le habían extraído a Vegeta un poco de sangre del brazo para tomarle muestras de ADN y otras relacionadas.







    El Príncipe Saiyajin estaba recobrando la conciencia, encontrándose atado con fuertes y gruesas cadenas en una mesa especial, de esas que se utilizan en los quirófanos. Cerca de él se encontraba Trunks y K.







    K, aquí están los resultados de las pruebas sanguíneas de laboratorio —le dijo uno de sus hombres entregándole un sobre, del cual el nombrado extrajo unos papeles para mirarlos detenidamente.



    Bien, los resultados entran en el parámetro normal del registro Saiyajin que tenemos en nuestra base de datos… tal vez con ciertas variantes —observó con cautela.





    Su ritmo cardíaco y su respiración también se encuentran en el parámetro de normalidad de su raza —comentó otro de los hombres, el cual checaba un monitor de control.



    ¿Qué otra prueba más le harán? —preguntó Trunks con interés.





    Tal vez una prueba de fuerza —respondió K sin cambiar el tono monocorde —, y de su potencial destructivo para ver que tan peligroso puede llegar a ser.



    ¿Eso es… necesario? —el joven pareció dudoso ante ese argumento—. Déjeme decirle que por el momento no pode…





    Sí, tengo conocimiento del caso —le interrumpió K tratando de parecer amable—. Esto es únicamente para corroborar lo que sabemos de los Saiyajins… Una raza casi extinta 99.99% compatible con nosotros los terrícolas, y, por lo que sé, tú eres una prueba viviente de ello.





    Eee… sí, eso es claro —el muchacho tartamudeó un poco cohibido, esperando no ser sometido a un interrogatorio frente a su futuro padre que pusiera en peligro su identidad.





    ¡¡Carajo!! —Vegeta despertó y trató de enderezarse, sintiéndose más que contrariado al darse cuenta de la postura en la que lo tenían—. ¿¡Qué mierda creen que están haciendo, terrestres idiotas!? ¡¡Suéltenme en este preciso instante!! —bufó de rabia levantando la voz sin ninguna necesidad de hacerlo.





    Descuide, caballero —le dijo K con parquedad sin inmutarse en lo más mínimo por esos alaridos—, sólo nos hace falta medir su fuerza y su potencial para terminar con las pruebas físicas y pasar al cuestionario.





    Gusano rastrero… —masculló el hosco Saiyajin sonriéndose un poco de lado, hablando ahora en tono burlón—. ¿De verdad crees que estas cosas van a detenerme?



    No —respondió el hombre sin mostrar ninguna expresión en su rostro—, nada más sirven para medir la fuerza.





    ¡Jah!, pues vamos a ver que te parece esto —el Príncipe tensó los músculos por unos dos segundos hasta hacer pedacitos los eslabones de las cadenas —. Puedo asegurarte, sabandija estúpida, que esa no es toda mi fuerza —puntualizó altanero sin levantarse.



    Ya lo creo que no —comentó K sin mostrarse intranquilo para nada. En un monitor aparecieron algunas cifras sobre la fuerza empleada por el guerrero—. De todas formas no dejan de ser buenas lecturas.





    ¿Y qué esperabas, insecto? —Vegeta se levantó y se enderezó para desentumirse, mostrándose ofendido por un segundo ante la actitud tan indiferente de ese tipejo—. Agradecido deberías estar que no estoy en mi máximo, o ya no vivirías en este mundo por tu atrevimiento —recalcó tronando un poco los dedos de su mano derecha, como si estuviera acomodándolos mejor—. En cuanto a ti, mozalbete entrometido… —volvió la vista hacia su futuro y aun desconocido hijo, mirándolo con furia—… espero estés preparado para morir —le espetó escupiendo un poco de fluido bucal de lado, para representar su desagrado ante la presencia del adolescente.





    Lo estoy desde hace mucho tiempo, señor Vegeta… —respondió Trunks sin perder la serenidad, lanzándole una mirada igual de desafiante—… No me da miedo morir.







    El Príncipe se quedó quieto un instante, sin quitarle la vista de encima al joven, con la sensación de que ese bastardo muchacho tenía un aire muy familiar a pesar de ser un mestizo comprobado… ciertamente se comportaba mucho más como un Saiyajin que ese cretino idiota de Kakarotto.







    Basura… —masculló en voz baja volviendo a escupir, disimulando una mueca que bien podría interpretarse como una sonrisa, considerando que, por esa muestra de orgullo de su raza, bien valía perdonar la vida al puberto ese… por lo menos mientras tuviera ganas de perdonarlo. Después volvió la vista hacia K, al que miró con hosquedad y recelo—. Y bien, reptil rastrero, ¿cuál es tu última prueba? —le preguntó con brusquedad cruzándose de brazos—. Mira que ya no soporto ni un minuto más en este cuchitril de quinta…





    En realidad aun no terminamos —le dijo el caballero de negro sin perder la ecuanimidad—, pero si usted coopera con nosotros podemos hacerlo más dinámico.





    ¡Mph!, ya veo que no me queda de otra más que hacer lo que me pides, asquerosa alimaña —resopló el hosco Saiyajin en tono de fastidio—, pero sólo porque no vale la pena malgastar mi valiosa energía en exterminarlos a todos… Y de verdad espero sea rápido o tal vez podría cambiar de idea —puntualizó con firmeza, empleando una entonación más irónica.



    Descuide, eso haremos —indicó K dándole la razón, pero sin mostrarse preocupado por lo que pudiera pasar—. Ahora, como última prueba física, le pido que por favor dispare un poco de su energía hacia ese punto en el muro, y después pasaremos a la sala contigua para que responda usted en varios formularios.







    Ni bien terminó el hombre de dar las indicaciones cuando ya el Saiyajin había disparado un brevísimo rayo de Ki por la punta del dedo índice de su mano derecha, con tan buena puntería que destruyó el blanco con todo y pared. Afortunadamente sólo se trataba de una pared superpuesta.







    Vamos de una buena vez a lo que sigue para que pueda largarme de aquí —rezongó cruzándose nuevamente de brazos.



    Por favor, síganme —K no pareció sorprendido por lo ocurrido, y caminó delante de ellos para conducirlos a la siguiente habitación.







    Vegeta y Trunks le imitaron y abandonaron el laboratorio, en tanto otros hombres hicieron la toma de las lecturas registradas y otros más fueron a limpiar los escombros.







    De acuerdo a las lecturas… tiene un alto nivel de poder —dijo uno—. Esto es sorprendente, bien podría destruir una cuidad entera si incrementara un poco más esa descarga.





    Ya lo creo que puede ser peligroso… —observó otro—. Pero afortunadamente no es nuestra jurisdicción el lugar donde ellos habitan.







    K abrió la puerta de la sala de entrevista sin antes llamar, encontrando a Bulma casi acostada sobre el escritorio, al parecer haciendo una dramática representación de algo, mientras J la miraba con gesto de atontado… hasta había dejado los folios de lado.







    J, ¿se puede saber que estás haciendo? —fue el cuestionamiento de K en tono autoritario, mostrándose entre molesto y contrariado por lo que hacía su subordinado.







    La repentina aparición hizo que el joven moreno diera un respingo y volviera a tomar sus notas, en tanto la científica se levantó de un salto de la posición tan comprometedora en que la “cacharon”, acomodándose el vestido para guardar las formas. Vegeta y Trunks se quedaron estáticos y extrañados por el actuar de la dama, y después ambos recuperaron el gesto familiar de seriedad, lanzándole al muchacho de piel oscura una furtiva mirada de enfado.







    ¡Oh, qué bueno que ya llegaron! —dijo Bulma tratando de ocultar su rubor y riendo un poco como tonta, no queriendo mirar fijamente a ninguno de “sus” dos hombres—. Por un momento pensé que me habían abandonado a mi suerte.



    Cuanto lo siento, K —se excusó J con su compañero, ignorando a propósito el desdén de los Saiyajins hacía su persona—. Es que la señorita Briefs me ha contado una interesante historia sobre sus aventuras en Namekusejin, un lejano planeta fuera de nuestra galaxia, y el lugar donde conoció cara a cara su hoy invitado —explicó acomodando los folios en el orden correspondiente.





    Y usted debería escucharla también, así conocería todo lo que me ha ocurrido en mi joven vida y los peligros que he sorteado para sobrevivir… porque, aparte de ser la mujer más hermosa de la Tierra, soy una brillante científica y un alma excesivamente caritativa con todos mis hermanos necesitados de ayuda. En una palabra, soy un dichado de virtudes, ¿no le parece? —Bulma se acercó coquetamente a K y le soltó un breve e inspirador discurso, como para que olvidaran la escena anterior. Después, como si apenas recordara que alguien más estaba con ellos, volvió la vista hacia los otros dos recién llegados, dedicándole un muy disimulado guiño de galanteo al Príncipe—. Por lo que veo ya terminaron con las pruebas, Vegeta, eso me da gusto… me sentía un poco aburrida de esperarlos aquí sola —y regalándole una sonrisa amplia al adolescente —. Creo que más tarde puedo platicarte la historia de Namekusejin, guapote, por si gustas escucharla —le dijo muy complaciente.



    Eso sería un honor… —respondió el del futuro correspondiendo el gesto… su madre no dejaría la coquetería hasta que su padre se animara con ella.





    Ya déjate de cuentos tontos, mujer —el Saiyajin adulto interrumpió rezongando, sin dejar de mirarla con enojo—. Ya hasta perdí la cuenta de las veces que te he dicho que no necesito que hagas algo por mí, y ni siquiera entiendo por qué estás aquí todavía.





    Oh, vamos, Vegeta, no tienes que ser tan enojón conmigo —la muchacha trató de no alterarse, y hasta le hizo un leve mohín de niña regañada y resentida—. Éste joven tan amable sólo quería saber como es que nos conocimos.







    Como parte de la rutina de registros nosotros… —y J confirmó con cortesía, tratando de explicar la importancia de la entrevista a ambas partes.







    Eso es algo que a mi me vale #”$%& —le interrumpió toscamente el Príncipe después de lanzarle una mirada fría y retadora por una fracción de segundo—. Si cualquier insecto idiota encuentra tus patrañas interesantes, ese es su problema.



    Mira que no estoy contando patrañas ni ninguna mentira sobre ti —la paciencia de Bulma se alteraría de un momento a otro, así que soltó una exhalación para controlarse un poco más—. He dado muy buenas referencias tuyas, como el hecho de que seas un príncipe de…





    ¡Bah!, cualquier cosa que digas de mí me tiene sin cuidado —ni la dejó terminar de hablar cuando resopló su desagrado—. Yo no necesito que una estúpida como tú hable de mi nobleza —y, al notar que la reacción de la joven genio sería la que él estaba esperando, pareció sonreírse un poco.





    Pero… eres un desconsiderado de primera… —la voz de la dama empezó a hacerse más aguda. Ese soez no se mostraba agradecido con ella para nada—… encima de que te he mantenido todo este tiempo…







    Trunks hizo un esfuerzo por no poner los ojos en blanco… sus padres tenía un actuar tan infantil, tratando de ocultar la atracción de el uno por la otra y viceversa.







    Todo eso es muy interesante, señorita Briefs, caballero… —K se impuso sobre los debatistas sin perder la calma—, pero si no reanudamos el llenado de los cuestionarios no podremos continuar. Así que, por favor, les pido su cooperación.



    Oh, en verdad lo siento, discúlpenos —Bulma recuperó la entereza en un santiamén.





    Muy bien, señor Vegeta, aquí tiene —y J se dirigió amablemente a Vegeta extendiéndole uno de los folios que tenía guardado, teniendo la precaución de no aproximarse demasiado al Saiyajin—. Esta es una prueba que nos sirve para medir su coeficiente intelectual y su capacidad de razonamiento. Puede tomar asiento para que la responda con calma, dispone de todo el tiempo que necesite —especificó señalándole una de las sillas que se encontraban cerca del escritorio.







    El hosco Príncipe miró la hoja con algo de desconfianza, arrugó el entrecejo y se la arrebató de las manos sin mucha delicadeza, acomodándose toscamente para empezar a escribir.







    Disculpe usted, señor… K, ¿puedo pedirle un gran favor? —Bulma se dirigió en tono respetuoso al hombre mayor, quien únicamente la miró sin cambiar su semblante adusto y serio.



    Dígame qué se le ofrece, señorita Briefs —fue J quien respondió solícitamente—, estamos para servirle.





    Qué bueno que usted si es amable… —observó la joven en voz baja, un tanto resentida porque K no se dignara en prestarle atención—. Espero no sea mucha molestia solicitar algo de comer para mis amigos aquí presentes, pues los Saiyajins tienen un apetito voraz… —explicó un poco apenada—, ya sabes, algunos canapés o algo por el estilo —agregó más que agradecida.



    Descuide —esta vez K abrió la boca para responder—, en seguida llegara el servicio, lo solicite hace diez minutos.





    Oh, muchas gracias —la dama se ruborizó momentáneamente por haber juzgado mal al hombre.







    Y ni bien terminó de expresarse cuando la puerta se abrió una vez más para darle paso a todo un servicio digno de bufete de restaurante. Trunks parpadeó asombrado por la amable cortesía para con ellos, y su estómago gruñó por el olor de la comida, consiguiendo que se abochornara en exceso. Y ni se diga las reales vísceras de Vegeta, quien trató de hacerse el disimulado y ni levantó la vista, fingiendo interés en lo que estaba leyendo para no delatarse.







    Ya sabía yo que tendrían hambre —Bulma río por lo bajo al escuchar los delatores rugidos.





    Puedes comer lo que apetezcas, muchacho —dijo J con su característica amabilidad —, y usted también, señor Vegeta.





    Este… — el mancebo no se animó a moverse antes que su futuro progenitor para no pasar por descortés, más éste no quiso ser el primero en servirse, pues no quería admitirle a la fastidiosa mujer con quien vivía que ya lo estaba conociendo demasiado bien para su gusto.





    Vamos, vamos, no se hagan del rogar —así que Bulma se tomó la libertad de servirles, acercándole a Trunks una de las bandejas, y mirándolo cariñosamente como sólo una madre miraría a su hijo—. Tú no me vas a hacer un desprecio, ¿verdad, guapo? —le dijo en voz melosa.





    No, señorita Bulma, por supuesto que no… no tiene que hacer eso, en serio… —el pobre tartamudeó de la vergüenza y tomó el platón que le ofrecían, enrojeciendo más intensamente. Su mamá de este tiempo lo metía en cada predicamento.







    Y mientras todo esto ocurría en las instalaciones secretas de la Organización “Men in Black”, vamos de vuelta al hotel para seguirle los pasos a los demás personajes. Como el juego había sido suspendido, los guerreros “Z” y compañía, y el equipo de villanos, se encontraban en el restaurante para tomar sus sagrados alimentos antes de retirarse a dormir.







    ¡Qué comida tan deliciosa! ¡Es exquisita! ¡Muy sabrosa! —Gokú devoraba sin miramientos la gran porción que se había servido de cena, hablando con la bocota llena como de costumbre.







    Al grupo de Gokú le habían asignado una mesa grande para que todos se sentaran juntos, así que Pikoro sufría por tan desagradable espectáculo, aguantando las ganas de soltarle un buen golpe a ese ordinario. Obviamente que a Maki Gero y sus Jinzō ‘Ningen, así como a Babidi y sus acompañantes, los acomodaron en unas mesas alejadas, y sólo Majin Boo comía los postres de la casa en una forma tan escandalosa como la haría un Saiyajin.







    Gokú, ¿podrías comportarte como se debe? —Milk parecía visiblemente desesperada y molesta por la conducta de su marido—. Hazme el favor de enseñarle buenos modales a Gohan.



    Déjalo, mamá, en serio, no tienes que preocuparte —y el pobre chiquillo lucía más que abochornado, mirando disimuladamente a su padre.





    Vamos, Milk, todavía tengo hambre —el amable Saiyajin rezongó un poco, atragantándose por un momento con el último pedazo de carne que se había llevado a la boca.







    Sus demás acompañantes también se mostraban avergonzados… su amigo apenas les había permitido probar un canapé, y ahora devoraba los alimentos como si no hubiera comido nada en absoluto, peor que pelón de hospicio (con el perdón de algunos… jejeje).







    ¡Pero si te comiste todos los bocadillos que nos ofrecieron esos hombres! —le recordó su esposa en tono de reproche —. ¿Cómo puedes tener hambre?



    No todos me los comí yo… —el ingenuo hombre se defendió en lo que se llevaba un pedazo de pan a la boca—, Yamcha, Krilin, el maestro Rōshi y Oolong también comieron.





    Sólo lo que te alcanzamos a quitar, Gokú… —le protestó un molesto Oolong—… Eres una máquina devoradora de comida.



    Y a todo esto, Gokú —Krilin decidió intervenir empleando una entonación de circunspecto, pues tenía una duda muy grande con respecto a lo que había ocurrido—, ¿cómo es que Pikoro y tú ya tenían ese dichoso carnet? —preguntó con curiosidad e interés.





    Qué vergonzoso… —masculló Pikoro terminando de beber su tercer vaso con agua. De sólo recordarlo le dieron náuseas.





    ¡Ah, eso! —el de peinado alborotado había parecido vacilante un instante, y se echó un vaso de leche de un solo trago antes de responder, dedicándole a su amigo una gran sonrisa de complacencia—. Lo obtuvimos cuando fuimos a presentar el examen del curso de manejo para obtener nuestra licencia de conductor… lo recuerdo como si hubiera sido ayer, ¿verdad, Pikoro? —y volviéndose enseguida a su camarada de verde piel, sonriéndole de igual manera.





    El día de ayer de hace un año… —bufó el aludido entre dientes. Él preferiría olvidarlo.





    ¿Examen de… manejo? —Yamcha se mostró igual de extrañado que todos—. ¿Hicieron un examen de manejo, los dos?





    Es que Milk quiere que yo conduzca nuestro propio auto —dijo Gokú muy quitado de la pena, mirando brevemente a su señora—. Dice que todo hombre adulto debe saber conducir el auto para llevar a su esposa de compras.





    Eso es lo que debe hacer el hombre de la casa —observó ella en tono de suficiencia y orgullo absolutos. Posteriormente se dirigió cariñosamente a su hijo—. Gohan, es hora de dormir, así que ya nos vamos. No quiero que tengas trastornos de sueño por no dormir tus ocho horas diarias… Muy buenas noches a todos, y no vayas a tardar demasiado, Gokú, o te dejaré afuera de la habitación —agregó muy seria mirando a su cónyuge antes de retirarse con su hijo de la mano.





    Buenas noches, amigos —el pequeño Saiyajin se despidió con amabilidad, siguiendo a su madre.



    ¡Qué descansen! —respondieron los demás a coro.







    ¿Entonces fue en el examen de manejo que los registraron? —Krilin quiso ahondar más en el tema—. Caramba, no sabía que hacían ese tipo de registros en las escuelas de manejo —observó asombrado—, y, si no es porqué sé que ustedes dos son extraterrestres, nunca lo imaginaría —agregó sonriendo como tonto… era una observación bastante simple.







    Nada de eso, Krilin, no te confundas… —Pikoro lo miró con una mezcla de desagrado y aguante antes de animarse a contestar, sin cambiar la entonación de enfado—… Nos detectaron de la misma forma en que lo hicieron hoy.







    Y así mismo nos sorprendieron —añadió Gokú sin dejar de sonreír, llevándose a la boca los últimos trozos de pan que se encontraban en la bandeja.







    ********** Un año atrás… **********







    Bien, ya casi estás listo, hoy tiene que ser un gran día —Milk tomó un cepillo de encima de la cómoda y trató de amoldar el alborotado cabello de Gokú tirándole con fuerza—… Estate quieto por favor.





    ¡Auch!, no, Milk, eso duele… —el pobre lloriqueó un momento de dolor y se apartó rápidamente de ella, haciéndola caer sobre la butaca—. ¿Por qué lo hiciste? —le dijo al levantarla, para después sobarse la cabeza aguantando las lágrimas.





    Vamos, Gokú, debes salir decente en la fotografía de tu nueva licencia —le contestó la morena intentando alcanzarlo nuevamente, a lo que él se movió para esquivarla, y estuvo jugando con ella un buen rato sin dejarse atrapar de verdad—. ¡Regresa aquí, Gokú, no es hora de perder el tiempo! —le regañó en cuanto el cepillo se rompió al enredarse en su enmarañada cabellera negra.







    Había insistido tanto en que se bañara con shampoo y acondicionador, y hasta le embadurnó crema para peinar con tal de acostar esa mata de pelo, pensando en ponerle también spray con extra fijación.







    Yo no sé porque quieres en que me peine con eso, Milk —le dijo Gokú tomándola por sorpresa entre sus brazos, haciéndola enrojecer por un momento… SU Gokú no acostumbraba hacer eso—, sabes que a mí me gusta traer el pelo así, creo que es el peinado que mejor me queda —observó con una sonrisa sincera.



    Bueno, si, pero… está bien, ponte tu camisa —Milk se sintió acalorada por la actitud tan inusual de su marido, y, al final, desenredó cariñosamente el pedazo de cepillo que le quedó atorado en el cabello, aguantando las ganas de otra cosa porque ya estaban sobre tiempo. Con tanto entrenamiento y con la presencia de un invitado no muy grato para ella, apenas si les quedaban momentos de pareja.









    E hizo muy bien en no ceder a sus impulsos, pues habían dejado la puerta entreabierta y tanto Pikoro como Gohan los habían visto forcejear… no porque ese par fueran unos chismositos, sino porque el chiquillo quería decirles a sus padres que ya estaban listos, y pedir permiso para comer un poco antes de irse. El niño se ruborizó ante esa muestra de cariño y el namek tenía una mueca de asco dibujada en el rostro.







    Oye, Gokú, ya deja de estar haciendo tonterías con tu mujer que se nos va a hacer tarde —rezongó en voz alta expresando su desagrado, consiguiendo que la morena diera un respingo y se apartara presurosa de su esposo, el cual se quedó un poco intrigado por el precipitado actuar de su señora.





    ¿¡Quién le dio derecho a ese de opinar!? —Milk bufó de coraje porque le interrumpieron una buena situación.







    Y Pikoro prefirió darles la espalda y alejarse, sin detenerse a escuchar las protestas de esa mujer tan irritante para él, saliendo de la casa e instalándose en el frondoso árbol que crecía enfrente, apoyando la espalda en el tronco y cruzando los brazos.







    Mamá… el señor Pikoro tiene razón —le dijo Gohan con cautela para serenarla—, mi abuelito no tarda en llegar… habló hace como una hora que ya venía en camino.



    Oh, Gohan, es verdad —comentó al checar su reloj —. Bueno, Gokú, ve con Gohan y espérenme allá afuera que no tardaré en arreglarme —y volvió a hablarle a su marido con dulzura.





    Oye, Milk… —antes de retirarse, Gokú tenía una petición que hacerle a su cónyuge. Gohan prefirió salir disimuladamente… las cosas de adultos tenían que arreglarlas entre ellos—… sobre lo de…





    Lo siento mucho, Gokú, no quise perturbarte de esa forma, y menos antes de tu examen —la dama pareció visiblemente apenada, y cepilló su larga cabellera dándole la espalda.





    ¿Perturbarme? —parpadeó extrañado—. ¿De qué hablas, Milk? —le preguntó dudosamente.





    Pues de… ¿de qué hablas tú? —ella volvió la vista otra vez, y lo quedó mirando con asombro.





    Bueno, sobre lo de conducir el coche de tu papá… ¿De verdad tengo que hacerlo? —interrogó con timidez.







    Milk sintió que un balde de agua fría le caía en ese instante, para que después le hirviera la sangre. Así que, después de todo, Gokú no había sentido ni cosquillitas recorrer su cuerpo cuando la tuvo así de cerca. No le cabía duda, lo atolondrado y poco romántico no se le quitaría nunca.







    ¡Por supuesto que sí, Gokú! —le levantó la voz con irritación—. ¡Ya te lo había dicho y no voy a cambiar de idea! —y, con el diminuto Ki desbordado del disgusto, lo empujó fuera de la habitación, cerrándole la puerta en las narices.





    Pero… —el Saiyajin no tuvo más remedio que salir cabizbajo, con la cabellera un poco mustia de la desilusión… no tenía ganas de manejar antes del examen, y tampoco quería que su esposa se enojara con él.







    Gohan lo esperaba en la cocina, comiéndose unos cuantos caramelos, y le dio solícitamente uno antes de que ambos fueran al patio para reunirse con el namek.







    Señor Pikoro… ¿se encuentra bien? —el chiquillo se dirigió a él respetuosamente, y recibió una leve inclinación a modo de respuesta, pues Pikoro no quiso ni voltear a verlos. Había escuchado muchas veces como Milk gritaba y reprendía a Gokú, casi como si estuviera enfrente de ellos… le dolían tanto los tímpanos en esos días.





    Lo siento mucho, Pikoro, a veces Milk es muy sensible —Gokú se excusó con algo de pena por el comportamiento de su esposa, sobándose todavía la cabeza.





    Que remedio… pero eres tú quien vive con ella —el verde alienígeno resopló con resignación. Aun no alcanzaba a entender, y mucho menos a vislumbrar, que tenía esa mujer tan simple que dominaba con tanta facilidad al Saiyajin más fuerte del Universo. Y no creía encontrar mejor respuesta en otro lado.







    En ese momento escucharon una potente voz que hablaba en tono jocoso.







    ¡Gokú, Gohan! ¡Ya estoy aquí! —era Ox Satán, quien venía conduciendo un pequeño vehículo motorizado.





    Yo me largo de aquí… nos vemos más tarde —Pikoro decidió que era hora de irse y salió disparado hasta perderse de vista. Por ningún motivo viajaría amontonado con todos ellos, y menos si Gokú era quien iba a conducir.





    ¿Acaso ese no era Pikoro Daimaiō? — Gyūmaō pareció sorprenderse al ver la silueta que se alejaba, descendiendo de su auto.





    Si, abuelito, no olvides que el señor Pikoro es nuestro huésped —Gohan se acercó para darle un abrazo en las rodillas, apretándolo con delicadeza para no lastimarlo.







    ¡Hola, Ox Satán! ¡Es un gusto verte tan saludable! —Gokú también se acercó, saludando a su suegro con amabilidad.



    ¿Y dónde está Milk? —preguntó el gran hombre—. Pensé que ya estaría lista.





    Ya estoy lista —respondió la aludida saliendo de la vivienda, cerrando la puerta con llave. Vestía un bonito traje azul y hasta se había maquillado un poco, delineándose los labios con un fino tono rojo—. Gracias por llevarnos, papá —le sonrió a su padre al acercarse y darle un sonoro beso en la mejilla, dejándole la huella de sus labios.



    Es para mí un placer salir de paseo con la familia —dijo Gyūmaō en tono de gozo, observando al final —, y que bueno que Gokú haya decidido tomar un descanso de su entrenamiento para aprender a manejar.





    Si, claro —el mencionado se carcajeó brevemente rascándose la nuca con vergüenza, mientras su suegro le daba algunos golpes cariñosos en la ancha espalda.







    El camino hacia la ciudad fue tranquilo. Gokú iba de copiloto poniendo toda su atención a las explicaciones de Ox Satán, quien le daba uno por uno los detalles sobre la correcta forma de conducir un auto; y lo dejó manejar antes de que llegaran a los límites de la ciudad, para evitar un posible accidente y una multa porque su yerno no tenía licencia. El Saiyajin hizo su mejor esfuerzo por aprender, así Milk se sentiría contenta con él y lo dejaría continuar el entrenamiento con Pikoro y con Gohan. El tiempo apremiaba y la llegada de los androides estaba cada día más cerca, así que era importante estar preparados al cien.







    Una hora después…







    Por poco no llegas —Pikoro se le acercó discretamente en cuanto Gokú ingresó en la sala de los aspirantes que presentarían el examen.



    Lo siento mucho, Pikoro —éste le respondió un tanto apenado, tratando de aflojar el apretado cuello de su horrenda camisa de cuadros—, es que hubo algo de tráfico en el camino y Milk no quiso que viniera volando.





    No me des detalles que no te pido ni necesito —le dijo el namek en tono cortante—. Así que ahórrate los lamentos.





    ¿Pero si pudiste pasar a Capsule como quedamos? —preguntó el de alborotada cabellera en voz más baja, para evitar que alguien no deseado los escuchara. La noche anterior habían planeado averiguar como iban las cosas entre el Príncipe Saiyajin y la joven genio, pues no debía faltar mucho tiempo para que Trunks fuera concebido en esta su línea temporal, así que aprovecharon la salida para enterarse del avance de los acontecimientos.





    Sí, y aun no pasa nada de nada… —respondió el verde bufando un poco asqueado—. El maldito Vegeta es más testarudo que una cabra… y esa loca mujer llamada Bulma no se queda atrás… son igualitos —rezongó, aguantando las ganas de reírse por lo bajo.





    Mmm… ya veo —observó Gokú un poco desanimado por la falta de noticias buenas, agregando a modo de pregunta—. Bueno, aun faltan como dos años para que Trunks nazca, ¿verdad?





    Sí, así parece —respondió Pikoro soltando un leve sonido gutural de desagrado.







    Todos fueron guiados a los salones donde harían el examen escrito, sin imaginar lo que sucedería en menos de media hora.







    Mientras tanto, en un área de espera ubicada en el patio de la escuela, el área de la cafetería, Gohan, su mamá y su abuelo se encontraban disfrutando unos bocadillos. El niño se encontraba leyendo un libro sobre Física Aplicada pues, en opinión de Milk, su hijo debía dedicar esos momentos de tranquilidad para ponerse a la par con sus estudios. Y no es que a Gohan no le gustara estudiar, pero su madre no entendía que era más importante defender la Tierra de los androides que preocuparse por los problemas de caída libre… total, si el mundo era destruido no serviría de nada saber cual era la aceleración de la gravedad. Fue entonces cuando se percató de la llegada de unos individuos bastante pintorescos, que usaban gafas oscuras y vestían traje negro. Los sujetos se dirigieron directamente al lugar donde se aplicaba el examen para conducir, y eso no le dio buena espina al más joven de los Saiyajins.







    ¿Quiénes serán esos señores? —se dijo en voz baja con cautela, procurando que su mamá no lo escuchara. Pero ella se dio cuenta que había dejado de leer.





    Gohan, ocúpate de tus estudios y no te fijes en lo que hagan los demás —le dijo con severidad, lanzándole a los recién llegados una furtiva mirada de antipatía—. Debes aprovechar el tiempo ahora que tu padre y ese Pikoro no están aquí para interrumpirte.





    Sí, mamá —el chicuelo soltó un suspiro bajo de derrota, retornando a la lección.





    Seguramente han de ser parte del equipo de seguridad de una persona rica e importante —comentó Gyūmaō con curiosidad, mirando también con interés a los caballeros de negro.







    Al cabo de dos minutos…







    ¡Esto es un atraco, una burla, un abuso de autoridad! ¡Son ustedes unos malditos, unos arbitrarios! —se oyó una voz grave vociferar por el pasillo.



    Pero si es… —Gohan detuvo su lectura una vez más, pues reconoció la voz, y abrió los ojos con asombro al percatarse de lo que sucedía.





    Cálmate, Pikoro, no tienes porqué molestarte, seguro se trata de alguna confusión —se escuchó también la voz de Gokú, quien trataba de apaciguar la molestia de su camarada.



    La computadora no se equivoca, caballero… —dijo una voz desconocida—. Usted y su amigo son unos extraterrestres no registrados.





    ¡El idiota éste no es mi amigo! —Pikoro no pudo evitar renegar, queriendo dejar en claro que entre ellos no había ni un lazo de simpatía para que no siguieran confundiéndolos de esa forma.







    Varios de esos individuos portaban unas armas muy extrañas y tenían encañonados por la espalda a Pikoro y Gokú, conduciéndolos hacia la salida con algo de prepotencia.







    ¿Pero qué es lo que sucede? —Milk parpadeó sorprendida y se acercó presurosamente al grupo, preguntando en tono de preocupación e histeria—. Oigan, ¿a dónde creen que llevan a mi esposo?





    ¡Hola, Milk! —Gokú le saludó despreocupadamente—. Estos amables caballeros dicen que nos van a hacer a Pikoro y a mí otra clase de pruebas.





    Señora, ¿este hombre es su esposo? —interrumpió uno de los hombres sacudiendo un poco a Gokú por el hombro.



    Sí, él es mi marido, y no tiene porqué tratarlo así —afirmó la morena en tono retador, aferrándose del brazo de su cónyuge para no permitir que siguieran “lastimándolo”.





    Bien, entonces usted también tendrá que acompañarnos —respondió el sujeto intentando sonar cortés.



    ¿De qué se trata todo esto? —cuestionó la dama con desconfianza sin soltarse del brazo de su esposo, quien no parecía preocupado por nada.





    Ya lo sabrá a su tiempo —contestó el individuo.







    Gohan y Ox Satán también se acercaron al notar que las cosas no iban bien.







    ¿Qué ocurre?, ¿ustedes son policías, acaso mi yerno hizo algo malo? —preguntó Gyūmaō con duda.





    Nada de eso, señor, nosotros pertenecemos a otra institución —dijo un individuo más, respondiendo igual de parco que su compañero.





    ¡Papá, señor Pikoro!... ¿están bien? —Gohan por su parte se acercó a su padre, sin dejar de mostrar preocupación por su maestro.





    No hay porqué angustiarse, Gohan, me parece que es parte del examen —le dijo Gokú con tranquilidad para transmitirle confianza.





    Pero que torpe… —y Pikoro masculló por lo bajo en tono de derrota. Ese tarado no se había dado cuenta aun de que todo eso no tenía nada que ver con el desagradable examen de manejo.





    El niño también viene con nosotros —un tercer hombre tomó a Gohan por sorpresa, sosteniéndolo de un brazo con un poco de brusquedad.





    ¡Óigame, no maltrate a mi hijo de esa manera! —Milk se mostró ofendida y molesta por ese ultraje hacia su “indefenso” retoño, y soltó a Gokú queriendo abalanzarse sobre ese tipo tan corriente en su opinión.





    Vamos, Milk, a mí no me parece mala idea que tú y Gohan vengan con nosotros… —más Gokú la detuvo a tiempo sosteniéndola cariñosamente por una mano, dedicándole una de sus sonrisas amables para hacerla sentir bien—. Así podrás ver que de verdad aprendí a conducir un auto.







    Por favor, señora, es menester realizar el registro con oportunidad para que después no tengan problemas —intervino el hombre que iba a la cabeza, al parecer el jefe de la cuadrilla.





    Eee… bueno, Gokú, si tú quieres que te vea iremos contigo —ante esa actitud lo suficientemente romántica para ser él, ella no podía decirle que no, sonrojándose levemente de las mejillas por un segundo ante el hecho de que no la había soltado todavía. Aun así no podía dejar de sentir cierta reserva hacia esos hombres—. Creo que es mejor que nos esperes aquí, papá —al final se dirigió a su padre en tono de comprensión.







    Así fue como toda la familia Son, junto a Pikoro, fueron llevados a otro edificio. Primeramente los condujeron hacia una sala amplia donde se encontraba un escritorio de buen tamaño y algunos modernos equipos de cómputo. En el lugar se encontraban otras personas, y como tres de ellas llevaban varias hojas entre las manos para hacer anotaciones.







    Bueno —el individuo que parecía ser el jefe se acomodó enfrente de ellos y les habló en un tono muy parecido a como hablaría un secretario de estado en la ONU—, nosotros pertenecemos a una organización secreta cuyo nombre clave es “Men in Black”, y cuya misión es llevar el control y registro de todos los extraterrestres que llegan a la Tierra, ya sea de paso o con intenciones de quedarse a vivir en nuestro planeta.



    Vaya, con que de eso se trataba, ya decía yo que eran algo raros — opinó Gokú con su tono despreocupado de siempre—. Así que ustedes llevan el control y el registro de los extraterrestres que llegan a la Tierra… suena interesante.





    Eso dije —corroboró el hombre. Pikoro contó mentalmente del uno al diez para no perder la paciencia con Gokú—. Y, de acuerdo a nuestra base de datos en las computadoras, ustedes dos no son reconocidos… y el niño tampoco —puntualizó.



    ¿Y cómo saben sus computadoras que Pikoro y yo somos extraterrestres? —preguntó el de peinado punk con extrañeza, viendo con atención uno de los equipos que tenía cerca, como si quisiera encontrarle ojos—. Bulma nunca lo supo aunque ella es una científica de lo más inteligente, y tiene muchos aparatos como estos en su casa —observó, rascándose la nuca a modo de representar su duda—. Y de hecho nosotros tampoco lo sabíamos… desde que tenemos uso de razón siempre hemos vivido en la Tierra —agregó al final.





    La forma en la que obtenemos la información que necesitamos es secreta y confidencial —respondió el hombre sin perder el aplomo—. Lo importante aquí es que lo averiguamos, y que ustedes lo han aceptado.



    Bueno, no tengo porqué decirles mentiras —Gokú sonrió una vez más.





    Bien, entonces haremos algunos cuestionamientos y varias pruebas para ya tener sus datos registrados, y expedirles sus identificaciones como debe ser —advirtió el individuo con la misma entonación.







    La sesión de preguntas y respuestas fue un poco tortuosa para casi todos. El dar su nombre, edad, raza alienígena a la que pertenecían y hábitos alimenticios fue lo menos; pero Milk lo pasó bastante incómoda cuando le interrogaron sobre su vida íntima con Gokú, como cuanto tiempo llevaban de casados y cada cuando tenían relaciones sexuales… todo delante de Gohan, quien enrojeció excesivamente en tanto su mamá casi quiere moler a golpes al tipo que le hacía las preguntas. Pikoro no pudo evitar ir al baño para vomitar, y Gokú se mostró extrañado por la exagerada reacción de su esposa ante algo que seguramente todos los matrimonios hacían. En cuanto hubo de hablar del embarazo, la morena no dudo en dar algunos de los pormenores sufridos, como el hecho de que, durante ese periodo y buena parte de la lactancia, comió de una forma tan descontrolada, casi como un Saiyajin. Los midieron, los pesaron, les hicieron algunas pruebas para evaluar su fuerza, y les tomaron muestras de sangre, a lo que Gokú gritó como desquiciado y tenía ganas de salir corriendo de la habitación en cuanto vio la aguja, por lo que Gohan, Milk y algunos de los “Men in Black” tuvieron que detenerlo y sostenerlo. Esta vez Pikoro estuvo a punto de carcajearse ante esa actitud tan infantil y ridícula.







    Aproximadamente en una hora salieron de ese edificio llevando ya las cédulas de identidad que los acreditaban como residentes y ciudadanos legales de la Tierra.







    ********** Regresemos al tiempo real **********





    Y eso fue lo que pasó, Krilin —Gokú terminó de explicarle a sus amigos como había obtenido su carnet—. A mí me parece fantástico que haya una organización como esa, que vigila la seguridad de la Tierra.



    Sí, como no —murmuró Oolong de forma imperceptible, no mostrándose muy de acuerdo con su camarada—. A mí me gustaría saber por qué esos tipos no se presentaron cuando Vegeta y los Saiyajins llegaron a invadirnos.





    Esa fue una interesante historia, Gokú, pero creo que ya es hora de descansar o Milk podría enojarse contigo —observó Kame Sen’nin dando un gran bostezo, sintiéndose complacido porque Lunch lo haya atendido tan diligentemente al darle los complementos vitamínicos que le compró con tanto cariño.



    Tiene mucha razón, maestro Rōshi… —dijo el aludido al ponerse de pie, sobándose el estomago con satisfacción—. ¡Ah, qué bien comí, estoy satisfecho! —y se estiró dando un bostezo aun más grande que el de su mentor—. Bueno, les deseo a todos muy buenas noches —despidiéndose cortésmente antes de retirarse, dejando la mesa abarrotada de trastes sucios.







    ¿Y, mientras tanto, que sucedía aun en la Organización “Men in Black”?...







    Ante las rebosantes fuentes con comida, y por la insistencia de Bulma en darles de comer, Vegeta no estaba dispuesto a permitir que ella lo avergonzara de ninguna manera… no era para nada un inútil, así que prefirió levantarse de su lugar y tomar lo que le apetecía, empezando a comer con su educación de “primera” después de lanzarle a la muchacha una brevísima mirada de disgusto. Bulma prefirió hacer de cuenta que no pasó nada y únicamente sonrió con disimulo, alcanzándole a Trunks otra bandeja a rebosar de manjares que él acepto gustosamente, recobrando el color natural de sus mejillas. J y K decidieron no interrumpir, pero no dejaron de tomar notas para corroborar la información en sus registros. En menos de diez minutos, las cuarenta bandejas con bocadillos habían sido vaciadas por los dos Saiyajins.







    Muchas gracias, son ustedes muy amables —dijo Trunks con cortesía, limpiándose cuidadosamente la comisura de los labios con una servilleta, para retirar los restos de comida que pudieran quedarse ahí.



    Y yo les doy las gracias a nombre de Vegeta —agregó Bulma con una leve reverencia, empleando un tonito jocoso—, él todavía no está bien educado.







    El hosco Príncipe hizo un gutural sonido con la garganta a modo de decir algo, y mejor terminó de escribir mientras los hombres que habían llevado el servicio se retiraban después de limpiar el área.







    Aquí está el p#$%&* cuestionario ese… —dijo toscamente arrojando sin ninguna delicadeza el papel y el lápiz a un lado, cruzándose otra vez de brazos para bufar bastante irritado —. ¿Alguna otra estupidez que se les haya ocurrido para detenerme?



    Unas últimas preguntas y terminaremos con el registro —dijo K sin inmutarse en tanto J guardó el folio en una carpeta y sacó de ella uno más.





    Las preguntas son también para usted, señorita Briefs —el moreno se dirigió con educación a la científica, tomando asiento frente a ellos.



    ¿Para “mua”? —ella parpadeó intrigada y el Saiyajin torció el gesto de más, sin entender por qué esa mujer tenía que decir algo sobre él.





    Sí, es necesario saber cómo es la relación entre ustedes dos —le explicó J con cortesía, sonriéndole amablemente.





    ¿La… relación entre…? —Bulma enrojeció intensamente de las mejillas y tartamudeó confundida y nerviosa, sintiéndose sofocada por algo. Vegeta la miró de reojo por un instante, extrañado por esa actitud—. ¿A qué te refieres exactamente con…eso? —preguntó con timidez—. Vegeta y yo no…





    Es sobre su relación de huéspedes, señorita —respondió K con toda la tranquilidad del mundo, sin mostrar empatía con la doncella—. Porque me imagino que usted y el caballero aquí presente deben tener una muy buena relación de huéspedes como para que lo tenga viviendo en su casa.





    ¡Ah, sí, claro, es eso! —le científica se carcajeó como tonta, visiblemente aliviada de saber que no le preguntarían nada comprometedor.



    Bien, señor Vegeta, dígame por qué aceptó el ofrecimiento de la señorita Briefs para quedarse a vivir con su casa —J consideró mejor ignorar el leve malestar de la joven y se dirigió al Saiyajin con gentileza, esperando que realmente se dignara a responder con la verdad.







    El Príncipe resopló un poco antes de contestar… A esas alturas no entendía bien a bien la razón por la que cedió a la petición de esa mujer, y, menos aun, que no la hubiera eliminado a pesar de que la muy impertinente lo sacaba de sus casillas en todo momento.







    ¡Mph! —rezongó al fin para dar su respuesta—, ese era el único lugar digno de mí que encontré en este planetita de mierda para aguardar por el regreso del idiota de Kakarotto… y el muy insolente se atrevió a hacerme esperar un año —bufó escupiendo un poco de lado para expresar su desagrado—. Pero en cuanto termine con ese estúpido malnacido me iré de aquí —afirmó empleando un tonito más soberbio.



    Bien, que interesante —dijo J escribiendo rápidamente en la hoja—. Y dígame otra cosa, ¿qué le ha parecido la hospitalidad de la señorita Briefs? ¿Le ha dado una buena atención, le ha hecho sentir como en casa?





    ¡Jah!, si a eso le llama hospitalidad… —respondió sin disimular su repulsión—. Esta mujer y toda su ralea son un verdadero tormento en mi vida —añadió con descortesía.





    ¡Ush, pero no dejarías de ser tú, idiota! —obviamente que Bulma se sintió más que ofendida por ese comentario, e interrumpió la entrevista dirigiéndose muy molesta a Vegeta—. ¡Bien sabes que necesitas mi ayuda o la de mi padre para tener la Cámara de Gravedad siempre lista, y ni se diga de los robots que destruyes todo el tiempo! —le espetó teniendo ganas de exterminarlo, o por lo menos meterle unas buenas trompadas para que se le quitara lo cínico—. Sin ellos no podrías realizar los “jueguitos tontos” a los que llamas entrenamientos… —puntualizó con ironía al final.







    Mira, maldita mujer del demonio, no hables de mis entrenamientos que tú para eso eres una mostrenca incompetente —y, como era de suponerse, el Príncipe no se quedó atrás para objetarle con brusquedad—. Además es tu deber atenderme, por algo me tienes en tu casa.



    ¡¡Pero no soy tu sirvienta!! —la dama levantó más la voz hasta casi desgarrarse la garganta, y el despectivo Saiyajin se carcajeó suavemente al verla tan enojada—. ¡¡Y mi nombre es Bulma, mono tonto!! ¡¡Apréndetelo de una buena vez, majadero!!





    Eso parece fascinante —J intervino en la charla después de anotar lo último, dirigiéndose una vez más a la joven genio para continuar con las preguntas—. Bien, señorita Briefs, ¿el señor Vegeta es un buen huésped? ¿Le agradece por su hospitalidad?



    ¿Un buen huésped? —la aludida abrió los ojos con incredulidad… como si no fuera suficiente todo lo que se habían dicho—. ¡Qué va a ser un buen huésped este vulgar desconsiderado! —bufó lanzándole al hombre de cabellera en punta una mirada asesina—. ¡Debería echarlo hoy mismo de mi casa!





    Eso me encantaría verlo… —masculló el nombrado en voz muy baja, con esa sonrisa ladina que le da un aire de maniático peligroso.







    Trunks trataba de no poner los ojos en blanco ante los arrebatos de sus futuros padres, cavilando sobre cuáles habían sido en realidad los motivos que los acabaron uniendo en su tiempo, y no creía que sólo hubiera sido por su inminente nacimiento.







    ¿Y por qué motivo no lo ha hecho, señorita? —intervino K mirándola muy fijamente por unos segundos—. ¿Qué se lo impide?





    Eee… bueno… es que yo… —a esto Bulma no supo ni que contestar, tartamudeando nerviosamente tratando de disimular—… yo no puedo dejarlo a su suerte… ¿qué sería de él? Recuerde usted que soy un alma caritativa con mi prójimo, y no sería lo correcto dado que yo le sugerí que se quedara allí —agregó con timidez.







    Ahora fue Vegeta quien se quedó pasmado por una fracción de segundo… ¿así que la tonta hembra esa pensaba que le estaba haciendo un favor por hospedarlo en su casa? Eso era algo verdaderamente intolerable.







    Vamos a poner las cosas en claro de una buena vez, insulsa mujerzuela —le espetó rabiosamente mirándola con desagrado—. No necesito nada de ti y, si yo quiero, puedo marcharme a donde se me pegue la gana.





    ¡Ah, sí, claro!, tú te largas de Capsule y te olvidas de la Cámara de Gravedad y de “mua” —en menos de lo que se esperaba ya le estaba contestando, hablándole en tono retador—. Y, aunque te la llevaras otra vez, no podrías hacerla funcionar si llegara a descomponerse; necesitarías de mi imprescindible presencia dado de que fui yo quien la reconstruyó por segunda vez —puntualizó con seguridad, empleando su tonito de sabihonda.





    ¡Bah!, si esta tecnología de ustedes los terrestres es de lo más arcaica del Universo —el hombre no pudo evitar reír burlonamente por la observación, señalando una de las computadoras de mesa—. Bien podría yo hacer algo mucho mejor que la basura que tú haces.





    Bueno, pues de ahora en adelante vas reparar los robots que has descompuesto, así no me molestaras todo el día con tu exasperante cantaleta —respondió Bulma sin amedrentarse—. Tengo asuntos más importantes que arreglar como para perder mi tiempo en tus cosas.







    ¡Carajo, no seas absurda! —Vegeta pareció molestarse otra vez, contestándole en tono exasperado—. Esas chatarras son tu responsabilidad dado que tú las hiciste.







    ¿Verdad qué no es tan fácil como crees, “Majestad”? —le dijo la joven con ironía, mirándolo con aire burlón—. Te aseguro que no podrías construir un robot sencillo tú solo… —puntualizó riéndose por lo bajo ante el gesto contrariado del Saiyajin.





    Eres una verdadera… —escupió el Príncipe con saña, y se debatió internamente buscando las adecuadas palabras para contradecirla. Claro que bien podía construir algo, pero si le era necesaria cierta ayuda y reconocía, muy en el fondo de su ser, que la científica era toda una experta en el tema, inclusive más que su propio padre.







    Todo suena magnífico, puedo darme cuenta de que tiene una gran relación de huéspedes —J aprovechó la oportunidad para intervenir y continuar con sus preguntas—. Así que tal vez quieran llevarla al siguiente nivel —recalcó en tono serio y formal.





    ¿Al… al siguiente nivel? —Bulma no pudo evitar parpadear con incredulidad… ¿acaso esos tipos no veían bien o se hacían tontos? Vegeta masculló algo incomprensible, tal vez hablando en su idioma nativo—. ¿A qué te refieres exactamente con eso? —le cuestionó con amabilidad al joven de piel oscura.







    Díganme una cosa, señorita Briefs, señor Vegeta… —el hombre no cambió el tono de deferencia y les soltó la siguiente pregunta—… ¿han pensado alguna vez en hacerse “cuchi – cuchi” entre ustedes?







    ¿¡Qué dice!? —la joven genio abrió los ojos con sorpresa por la pregunta tan fuera de lugar y sin sentido, y la quijada casi se le desencaja. El Príncipe volvió la vista hacia ella con extrañeza, no entendiendo del todo a que se refería ese parásito asqueroso que les hablaba. Y Trunks enrojeció por enésima ocasión… la reacción de sus progenitores ante ese cuestionamiento no sería la mejor, sobre todo porque aun no les pasaba por la cabeza el hacerlo de verdad.





    J, hay que hablar con propiedad y llamar a las cosas por su nombre correcto —K reprendió un poco a su compañero, aunque no mudó el gesto impávido—. Se dice coito o cópula, o, si quieres usar un lenguaje más coloquial, puedes decir “hacer el amor”.





    ¿¡¡Qué!!? —el asombro de Bulma fue mayúsculo y, esta vez, hasta Vegeta intuyó de que se trataba el asuntito.



    Lo que K quiere decir es si han pensado alguna vez tener relaciones sexuales entre ustedes —confirmó J un poco abochornado, queriendo excusarse por eso.







    ¡¡Ya sé lo que quiere decir, vulgar!! —Bulma le metió al moreno una cachetada tan violenta como las que le ha plantado alguna vez al maestro Rōshi, levantándose ofendidísima del asiento.







    Señorita Briefs… —el pobre vapuleado trató de no hacer mueca de sufrimiento… no era la primera vez que una dama lo golpeaba con fuerza.







    ¿¡Cómo se te ocurre decir semejante estupidez, insecto imbécil!? —más Vegeta no se quedó atrás e imitó a la científica, dándole a J un buen puñetazo en la nariz a ver si así se le quitaba lo menso… afortunadamente no lo golpeó con todas sus fuerza o le hubiera deformado todo el rostro.





    Señor Vegeta… —el muchacho cayó estrepitosamente al suelo mientras se sobaba la nariz, lagrimeando de dolor. K permaneció tan quieto como estatua de cera, sin mostrarse alterado en lo más mínimo ni preocupado por la mala fortuna de su compañero.







    ¿Se encuentra bien? —y Trunks se agachó solícitamente para auxiliar al lesionado, arriesgándose a recibir de lleno la furia de sus padres.





    ¡¡A mí nunca se me ocurriría hacer algo tan especial con un tipo tan maleducado como éste idiota!! —Bulma fue la primera en gritar su rabia e indignación, creciendo con el enfado y mostrándole a J unos colmillos bien grandes—. ¡¡Soy toda una dama de sociedad y bien puedo conseguirme mucho mejores partidos que él!!







    ¡¡No tengo por qué rebajarme a tanto con una loca como ésta!! —Vegeta bien le hacía la competencia si de vociferar se trata, sintiendo que la sangre le hervía de cólera mientras la vena en la sien le palpitaba continuamente—. ¡¡Un Príncipe de mi categoría no tiene ninguna necesidad de aparearse con cualquier inmundo bicho que se le ponga enfrente!!



    ¿¡Así que estás insinuando que soy una cosa inmunda!? —la dama se volvió hacia el hombre de cabellera en punta y lo encaró sin más. Ese último comentario suyo le pareció el peor que le había dicho en todo el tiempo que llevaban de conocerse.





    Eres tan ridícula y soez, una mujerzuela al fin —le dijo Vegeta muy quitado de la pena, sin mostrarse arrepentido por sus palabras, aunque tuvo la delicadeza de bajar el volumen de su voz—, y no voy a degradar mi estirpe y mi raza contigo… ni que tuvieras tanta suerte —y, escupiendo de lado para representar su animadversión, se encaminó a la salida de la habitación—. Es hora de largarme de aquí, ya he tenido suficiente de ustedes —agregó abriendo bruscamente la puerta hasta casi arrancarla de sus goznes.



    ¡¡Oye, pedazo de simio espacial, nadie te dio permiso de irte!! —Bulma se quedó anonadada por unos segundos… ahora resulta que ese tonto “Homo Erectus” de las cavernas interplanetarias asumía que ella quería algo con él, y después le siguió sin amedrentarse, para aclararle de una vez por todas lo equivocado que estaba, gritándole por el pasillo y tratando de detenerlo—. ¡¡Yo tampoco te necesito para satisfacerme, soy muy feliz sin ti!! ¡¡Así que no te sientas la gran cosa en mi vida!! ¡¡Y ven aquí que te estoy hablando!!









    Trunks decidió seguirlos también para evitar que continuaran con su pleitecito y su padre hiciera algo indebido, faltándole más el respeto a su madre. Se levantó y se mostró visiblemente abochornado ante lo sucedido, despidiéndose cortésmente antes de abandonar la estancia.







    Disculpen por el desorden, caballeros… ustedes sabrán perdonarnos… lo siento de verdad… con permiso, me retiro — les dijo inclinándose varias veces antes de salir, sin atreverse a darles la espalda hasta que llegó a la puerta.







    En cuanto el adolescente se alejó, J se enderezó sin dejar de sobarse la nariz, acomodándosela con mucho trabajo en su lugar, para inmediatamente sacudirse el traje.







    Oye, K, ¿en realidad era necesario hacerles esa última pregunta? —interrogó a su compañero en tanto anotaba las respuestas en el folio correspondiente.





    Teníamos que hacerla, J. Esto es lo que debe hacerse cuando se presentan este tipo de casos, en donde la convivencia entre el hospedero y el huésped ha sido por largo tiempo —respondió el aludido con tranquilidad, ayudándole a guardar los demás folios—, máxime si se trata de una mujer verdaderamente atractiva y temperamental con un brioso y exigente espécimen alienígena guerrero del sexo masculino, cuyas necesidades reproductivas están más elevadas dado que su raza está al borde de la extinción… nada mejor que esa peligrosa combinación para que se dé un encuentro cercano del tercer tipo.





    ¿Y de verdad crees que puedan formalizar una relación como tal?... No sé ve que se lleven muy bien como para llegar a intimar —el moreno no pareció convencido con ese argumento.





    Volverán aquí en aproximadamente un año o menos —aseguró K con calma, sonriendo brevemente y encaminándose a la puerta—, y traerán a un niño en brazos… el cual es ese joven que los acompañaba.





    ¿En serio? —J pareció asombrado por la información—. ¿Y tú cómo lo sabes? —le preguntó en tono de duda.







    Lo leí en el manga —confesó el hombre mayor al abandonar la habitación, sin darle tiempo a su compañero de interrogarlo otra vez.





    ¿En el manga? ¿Cómo que en el manga? ¿Desde cuando tú lees mangas? —el joven moreno abrió la boca con incredulidad, por unos segundos no supo que decir y ni se percató que se había quedado solo. Al reaccionar salió presurosamente para alcanzar a su camarada, llevando los folios sin mucho cuidado— ¡K, espérame, K!... ¡Préstame tu colección de mangas, K, no seas envidioso!... ¡K, por favor!











    Nota: ¿Qué tal, eh? Un final de película para este capítulo, al más puro estilo “MIB”… XD. Creo que no podrán negar el predicamento en el que hemos puesto al pobre de Trunks, en medio de los pleitos de sus padres, y todo por no aceptar la realidad que tarde o temprano les alcanzarían, que era el interés de uno por el otro. Al principio tal vez no era algo romántico, más todos estamos consientes de que el amor se fue dando entre ellos, aunque Vegeta nunca demostrara la más mínima consideración por su familia, especialmente por su mujer. Un saludo y nos vemos en la siguiente entrega.
     
  14.  
    Lamu yatsura

    Lamu yatsura Iniciado

    Sagitario
    Miembro desde:
    19 Febrero 2012
    Mensajes:
    32
    Pluma de
    Escritora
    Caray con los MIB les han puesto las pilas a todos los alienígenas de la seriexD

    Hasta a las mujeres Z han examinado, aunque... tenía dudas sobre la humanidad de Tien y de los zoomorfos, veo que no soy la única. Pero como el própio agente ha confirmado el mundo del que vienen es de lo más variado.
    Suerte que Goku tiene a Milk si ella no se ocupara de él... en fin razón no le falta a la morena su marido es un despiste total y absoluto, siempre pensando en sus cosas Son vive en su mundo.
    Goku tiene a Milk, Piccolo tiene a Popo, pero el pobre Vegeta esta de ilegal :D ay Vegeta, si no fuera por Bulma ¿Quien te sacaría de ese embrollo?

    Y gracias por los deliciosos secundarios invitados.
    Nos leemos!
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  15.  
    Lamu yatsura

    Lamu yatsura Iniciado

    Sagitario
    Miembro desde:
    19 Febrero 2012
    Mensajes:
    32
    Pluma de
    Escritora
    ¡Caray con Bulma y el MIB!
    Como Vegeta no espabile Trunks va salir con el pelo rizado O_O. Muy bueno el como Goku, regularizó los papeles en la Tierra, la de cosas curiosas que pasan y los embrollos y sofocos que ha de sufrir la pobre Milk.

    Da gusto ver al saiyajin celoso y molesto, decidete príncipe o te van a quitar a la chica.

    "¡Un Príncipe de mi categoría no tiene ninguna necesidad de aparearse con cualquier inmundo bicho que se le ponga enfrente!
    "
    xD
    Vegeta no digas nunca jamás que luego las cosas pasan... y encima hay pruebas.Muy bueno el interrogatorio, ambos todavía no tienen muy claro si quieren matarse o... hacerse cuchi-cuchi.:p

    A los MIB no se les puede ocultar nada.:cool:
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  16.  
    Lamu yatsura

    Lamu yatsura Iniciado

    Sagitario
    Miembro desde:
    19 Febrero 2012
    Mensajes:
    32
    Pluma de
    Escritora
    Pobre Trunks, entre las miradas coquetas, los comentarios picanes y tanta aproximación a la verdad le va a dar algo!

    No se yo si la peli-azul se imaginará algo o no... por que ya van demasiadas similitudes, pero bueno ya se vera...
    Lunch y Tien una pareja tan bonita como dificil es que el tríclope se decida y haga algo, cuidado Grulla que la tortuga te va a tomar la delantera si no te espabilas.
    Roshi lo tiene clarisimo, podría ser su hombre ideal si a ella le gustan los artistas marciales de frente despejada... por que no él?
    Si tiene siglos más que ella pero también el optimismo (y otras cosas) de un adolescente, además la edad esta en la mente y Roshi es un chaval.

    Bonitas las secuencias de Gohan y Videl, me los imagino con ojitos de cachorro ablandando a Milk para que les de permiso.

    Nos leemos!
    PD:Llevaba días deseando dejarte los comentarios, leo los capítulos en la otra historia y los comento aquí, no se porque pero con aquel formato sigo la historia con más claridad.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  17.  
    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

    Leo
    Miembro desde:
    6 Agosto 2010
    Mensajes:
    3,827
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    El Universo está en juego... literalmente hablando.
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    36
     
    Palabras:
    11009
    Capítulo 15









    Vegeta no espero ni un minuto más y salió intempestivamente por una de las ventanas de las instalaciones secretas de los “Men in Black” en Montecarlo, dirigiéndose como de rayo con rumbo al hotel. Bulma estaba más que colérica porque la hubiera dejado con la palabra en la boca e iba detrás de él, dispuesta a lanzarse por el ventanal para amenazarlo.







    ¡¡Regresa aquí de inmediato, tonto “Príncipe de Pacotilla”!! —le gritó tan agudo como si fuera a quedarse afónica. Afortunadamente Trunks la alcanzó y así evitó que cometiera una locura, tomándola del brazo y poniéndola en un lugar seguro.





    Señorita Bulma… ¿se encuentra usted bien? —le dijo solícitamente mientras trataba de evitar que se le notara el bochorno por la situación ocurrida en el área de entrevistas.





    ¡¡Enséñame a volar en este mismo instante porque quiero darle una lección a ese odioso!! —por toda respuesta la joven científica se dirigió a su futuro y desconocido hijo en voz muy alta… casi lo deja sordo—. ¡¡A Bulma Briefs nadie la ignora!!





    Eee… no creo que esa sea la mejor idea —opinó el muchacho tapándose los oídos. Decidió que era más sensato hacerla entrar en razón sin contradecirla, así que le habló en tono cortés—. Prometo enseñarle a volar en un futuro, lo más importante por ahora es recoger el carnet de identidad del señor Vegeta.





    ¡¡Pues por mí pueden evacuarlo hoy mismo, me importa un rábano a donde vaya a parar ese idiota sin cerebro!! —más Bulma rugió furiosa… era verdaderamente increíble que una mujer tan fina y delicada adquiriera el aspecto de una fiera en un santiamén.







    Trunks retrocedió unos pasos, espantado al sentir desbordado el pequeño y casi siempre tranquilo Ki de su madre. Pero era necesario recuperar el temple y conseguir que ella razonara.







    Señorita Bulma, no se enoje por favor o va a dañar su lindo rostro… ¿qué dirán sus fans si la ven así? —le explicó con paciencia para no sonar grosero.





    ¡Oh, lo había olvidado por completo! –la estratagema funcionó, pues la joven genio se serenó al instante, para posteriormente sacar un espejito de su bolso y mirarse en él—. Menos mal que no se me han marcado líneas de expresión… —murmuró para sí suspirando con alivio, acomodándose también algunos mechones de cabello—. ¿Cómo me veo, guapo? —le preguntó al adolescente empleando una entonación más normal, dedicándole una sonrisa.





    Luce usted tan bella como siempre —Trunks también sonrió de alivio y le respondió en tono caballeroso… menos mal que volvió la paz. En eso un hombre de traje oscuro los alcanzó.





    Señorita Briefs, le hago entrega del pasaporte del señor Vegeta, Príncipe Saiyajin —dijo el recién llegado extendiéndole el carnet de identidad.





    Muchas gracias, es usted muy amable —dijo la científica y tomó el documento, examinándolo detenidamente—. Vaya… ¿quién diría que Vegeta es fotogénico?… —susurró muy sonriente y lo guardó en el fondo de su pequeña bolsa.





    Le recomendamos que no pase más de cinco años sin renovarlo, o menos si es que decide cambiar de status social o de domicilio —sugirió el hombre y les dedicó una reverencia a modo de despedida, señalándoles el camino hacia la salida—. Ya pueden irse, y les deseamos una agradable estancia aquí en Montecarlo.





    Bueno, salgamos de este lugar como la gente decente y después me llevas volando al hotel… tengo mucha flojera como para caminar buscando un taxi a estas horas —Bulma se dirigió a Trunks sonriéndole abiertamente mientras se encaminaban al acceso.





    Por mí no hay inconveniente, señorita Bulma —respondió el muchacho correspondiendo el gesto amable—. Y no se preocupe por nada, que en cuanto terminemos con esos androides iniciaremos las lecciones de vuelo —agregó con amabilidad.





    Tú sí que eres un chico muy bueno… —le dijo ella con admiración—… pero aun no sé como te llamas —observó mirándolo está vez con mayor atención, como si quisiera encontrar algo oculto en el fondo de esos ojos azul eléctrico.





    Eto… eso no puedo revelarlo aún, señorita Bulma —manifestó él un tanto nervioso porque su futura madre lo observara tan fijamente—. Esa información pondría en peligro la vida de muchos, incluyendo la mía —le explicó conservando la serenidad.





    Bien, entiendo… mi intención no es poner a nadie en peligro —dijo la dama un poco resignada. Por nada del mundo expondría la existencia de tan simpático y amable mozo.





    Gracias por comprenderlo, señorita Bulma —dijo el adolescente con más tranquilidad.





    Gracias a ti por ser como eres… —opinó la científica acariciándole una mejilla con suavidad—… tan guapo, varonil y caballeroso… ¿no tienes novia en tu época? —agregó guiñándole un ojo con coquetería—. Te aseguro que a muchas mujeres les gustaría tenerte como amante —puntualizó con picardía riendo muy bajito.







    El pobre Trunks sintió como le subía el rubor al rostro… su madre en ese período era una coqueta empedernida y bastante directa en algunas cosas, y así seguiría hasta que se juntara con su padre y formalizaran una relación. Bulma sonrió más abiertamente al notar su bochorno.







    Oh, vamos, lindo, no hay nada de que avergonzarse —le dijo palmeándole un hombro para hacerlo sentir mejor—. Eres todo un mangazo… pero no soy yo la que va a comerte debido a que en este tiempo aun no has nacido… —y se carcajeó cantarinamente al verlo enrojecer más por esas palabras—… De verdad prefiero tener un hombre de mi edad para pasármelo bien y divertirme.





    Señorita Bulma… yo… —el muchacho tartamudeó desconcertado. Si que era un suplicio para él soportar las indirectas de su madre y los velados celos de su padre, así que se pasó un buen trago de fluido bucal por la garganta sin querer imaginar como se encontraría Vegeta en esos instantes… tal vez maquinando la forma de asesinarlo.





    Descuida, prometo no decir más cosas que te hagan sentir mal —añadió educadamente Bulma mirándolo está vez con ternura—. Es lógico que no tengas una enamorada porque te haz dedicado a pelear contra esos autómatas para proteger a las personas… no puedes distraerte pensando en chicas —y volvió a guiñarle un ojo para transmitirle confianza—. Y mejor vámonos porque es necesario descansar para mañana —miró su reloj y exclamó con asombro—. ¡Pero qué barbaridad, ya casi es medianoche!





    Llegaremos al hotel en menos de diez minutos, así que sosténgase bien —Trunks la levantó en brazos y se elevó con ella suavemente.







    Recorrieron un buen trecho en silencio, y al joven del futuro le vinieron a la memoria algunos de los difíciles momentos que había vivido desde que su maestro Gohan murió: escapando de los Jinzō Ningen con su madre en brazos, sin poder auxiliar a alguien más. Pero Bulma no es de las personas que permanezcan en silencio mucho tiempo al menos que su mente esté ocupada en algo de suma importancia.







    ¡Ya lo tengo! —exclamó llamando la atención del mancebo—. He ideado un sobrenombre perfecto con el que puedo llamarte sin que nadie sospeche algo de tu verdadera identidad, guapo… —le dijo emocionada, para después agregar con preocupación—… Me imagino que ha de ser algo incómodo para ti el que no te digan por tu nombre.





    No hay problema por ello, señorita Bulma, y será un honor conocer el nombre que ha improvisado para mí —respondió él con amabilidad, sin sospechar lo que seguiría a continuación.





    Bueno, no es un nombre Saiyajin porque no se me ocurrió ninguno de esos y además están muy feos… —habló un poco apenada—… Te llamaré Trunks… suena muy lindo en mi opinión.







    El mancebo casi se precipita al suelo al escuchar ese apelativo, más consiguió permanecer en equilibrio cuidando de no soltar a su progenitora. Para la dama no pasó desapercibido el movimiento.







    ¿No te gustó? —dijo apesadumbrada—. Discúlpame, no quise ofenderte.





    No, señorita Bulma, no me ofende —dijo él en tanto una diminuta gota anime brotaba en su frente para representar su bochorno—, es sólo que me pareció un patronímico extraño… ¿Cómo es que ideó un nombre tan original? —le preguntó con curiosidad.





    Verás… siempre he querido ponerle ese nombre al primer hijo que tenga… combina con mi apellido… —respondió la científica con algo de pena, agregando al momento—… aunque no tengo la menor idea si sonara armonioso con el apellido de su padre.





    Eee… si a usted le agrada como suena no veo el mayor problema —observó el adolescente sonriendo como tonto.







    Claro que en el hotel había alguien que los esperaba disimuladamente aunque aparentara lo contrario. Y es que Vegeta entró muy violentamente por el balcón de su habitación, sorprendiendo a Pikoro por un instante, pues el namek se encontraba levitando para meditar.







    ¡¡P#$% m%$&*#!! ¡¡Juro que acabaré con este planeta de mierda en cuanto mande a Kakarotto al averno!! —soltó con rabia dejándose caer bruscamente en el colchón de su cama, cruzándose también de brazos.





    Puedo ver que algo te molestó, Vegeta —dijo Pikoro recuperando la compostura—. Mira que entrar así e interrumpir mi valioso entre…





    ¡¡A mí tu #$%&*… entrenamiento me vale un carajo!! —rezongó el aludido gruñendo y mostrando los dientes para después voltearle la cara.





    Lo sabía, algo te molestó de verdad —afirmó el namek mirándolo esta vez con suspicacia. Inmediatamente preguntó haciéndose el disimulado—. ¿Y en dónde dejaste a la mujer y al muchacho que te acompañaban?







    El Príncipe volvió a gruñir por lo bajo, mirando nuevamente a su interlocutor como si tuviera ganas de romperle el cuello… ese era un asunto que al namek no tenía porqué importarle.







    OK., ya entendí —Pikoro percibió la amenaza oculta y trató de concentrarse una vez más en su meditación.







    Al cabo de unos minutos el Saiyajin aparentó relajarse un poco. Se levantó silenciosamente y se dirigió al mirador para acomodarse en el borde del mismo, apoyando la espalda en la pared mientras miraba al cielo nocturno… era una hermosa noche estrellada de verano, y la luna brillaba en creciente. Vegeta soltó un suspiro muy bajo de pesadumbre al pensar en el imperio cósmico que se encontraba ante sus ojos, y tan lejos de su alcance. Pikoro le había visto de reojo y decidió que lo mejor era no importunarlo más, pues, si su impresión era correcta, el arrogante ese acechaba por la llegada de la mujer y el mozalbete. Se sonrió disimuladamente… si eso no era una muestra de interés por ella se comería su turbante. Antes de la medianoche se pudo percibir la cercanía del poderoso Ki del muchacho, el cual opacaba el débil Ki de la científica.







    Puedo ver que el señor Vegeta está en el balcón como si estuviera esperándonos —observó Trunks con cautela al distinguir la silueta en el palco, esperando por la reacción de su madre.





    ¡Pues por mí puede quedarse ahí! —dijo Bulma en tono contundente y ni se dignó a ver al Príncipe—. Mejor entremos por la puerta principal como harían todas las personas, no quiero asustar a Lunch entrando por la ventana o podría dispararnos —agregó con serenidad.





    ¿Dispararnos? —al joven le extraño que una señorita tan gentil pudiera tener un comportamiento agresivo.





    Esa es una larga historia que te contaré más tarde —le respondió la dama como restándole importancia—. Por ahora es menester descansar… ¡ajum!... —y bostezó grandemente para después completar con algo de preocupación—… si no duermo mis ocho horas mi piel puede marchitarse más rápido.





    Haremos lo que a usted le parezca mejor, señorita Bulma —fue la respuesta del adolescente y descendió en la entrada del hotel.







    Ambos se encaminaron a sus habitaciones, y en el trayecto Bulma le describió a grandes rasgos sobre la bipolaridad de Lunch. Trunks pareció un tanto escéptico por esa información… algo más que preguntarle a su verdadera madre cuando regresara a su tiempo.







    Bueno, que descanses querido Trunks… ¿de verdad puedo llamarte así?... —se despidió la científica preguntando con algo de timidez, a lo que el aludido asintió levemente con la cabeza—… Entonces duerme bien y nos vemos mañana para desayunar —agregó antes de meterse silenciosamente en sus aposentos.





    Igualmente, señorita Bulma —respondió él imitándola. Ni bien cerró la puerta para encaminarse al baño cuando fue duramente cuestionado.





    ¿Y bien, mozalbete? —se oyó la áspera voz de Vegeta, quien permanecía sin moverse en el lugar donde lo habían visto—, ¿en dónde diablos está el #$%&* carnet ese por el que se armó todo este argüende?





    La señorita Bulma tuvo la delicadeza de guardarlo muy bien —fue la contestación del joven guardándose un suspiro bajo y dirigiéndose a su progenitor con seriedad, pues en realidad no esperaba que fuera a buscarlo y así pedirle una disculpa a su madre.





    Bien… entonces puede metérselo por donde mejor le quepa —y efectivamente, el hosco Saiyajin no pensaba tomarse la molestia de tener la identificación a su resguardo, pues le tenía sin cuidado esa credencial… que la mujer idiota se encargara de ese tipo de cosas propias de terrestres, total, era tan debilucha y problemática como todos ellos.





    De acuerdo… con su permiso voy a asearme para dormir —dijo Trunks sin ningún cambio en su expresión, disimulando un bostezo y entrando al baño.







    Pikoro no intervino para nada en la conversación y fingió dormitar, aunque se sorprendió un momento pues había alcanzado a escuchar cómo Bulma llamaba a Trunks por su nombre… ¿acaso ella ya sospechaba algo?... Podría ser, porque en realidad era bastante lista y sagaz en varios aspectos, aunque en otros no dejaba de comportarse tontamente. Bueno, ya lo confirmaría más tarde.







    En tanto la joven y bella científica se aseó cuidadosamente para no despertar a su durmiente compañera, la cual dormía tan plácidamente y con una dulce y relajada expresión en el rostro, como si tuviera un sueño muy lindo. Bulma decidió asomarse un momento más al balcón para refrescarse con la brisa nocturna, imaginando lo perfecto que sería para Lunch si Ten Shin Han no fuera tan tímido y le declarara su amor. Entonces pudo percatarse que en el mirador de a lado todavía se encontraba el dueño de una cabellera negra en flama, el cual parecía dormitar tranquilo. Por unos segundos admiró su perfil con ojitos de ternura, olvidando el mal momento pasado y pensando que el Príncipe Saiyajin no era tan feo cuando estaba sosegado, hasta que él le habló en tono grosero y cortante.







    Mujer… ¿se puede saber por qué te quedas ahí parada como mensa? —dijo Vegeta sin abrir lo ojos para no tomarse la molestia de verla de frente—. Y déjame decirte que con esos harapos que traes puestos no te ves nada bien… no cabe duda que eres tan patética.







    La dama abrió y cerró la boca con asombro, e inmediatamente frunció el ceño sintiéndose completamente ofendida… después de todo, no valía la pena pensar cosas agradables de ese prosaico.







    Pues no vayas a creer que estoy aquí por verte a ti, ni a quien le intereses… ¡vulgar! —le dijo con irritación y se dispuso a retirarse, dedicándole una seña obscena antes de cerrar bruscamente la puerta del ventanal.





    ¡Mph!, con eso me confirma que es una blandengue —la acción le provocó al Saiyajin unas ganas locas de carcajearse, más resopló complacido por haberla incomodado. Había estado pensando por unos minutos en las estúpidas preguntas de la entrevista, hasta que por su mente perversa cruzó la idea de que en realidad no sería tan malo usar a la hembra para regodearse y darle un gusto al cuerpo en ese plano… al final de cuentas era todo un varón bien macho, y se merecía una satisfacción sin fines de lucro.





    ¿Pero quién se ha creído ese infame? —en tanto la muchacha se dejó caer en su cama maldiciendo por lo bajo. Prefirió dormirse y se acostó, dándose la vuelta para acomodarse. Se fijó que en el pequeño buró había dejado la bendita identificación… le dieron ganas de romperla en pedacitos—. ¡Uy, como no te mueres en este mismo instante y me dejas en paz! —resopló tomando el carnet como si quisiera doblarlo, más nuevamente la quedó mirando con detenimiento—. En realidad, Vegeta, aunque eres el hombre más irritante y odioso que he conocido en mi vida, también eres el Saiyajin más interesante… únicamente que el peinado que te cargas y el gesto que acostumbras mostrar no te favorecen mucho que digamos —le dijo a la fotografía como si estuviera hablando con el mismo Príncipe en persona, y después le sonrió grandemente—. Pero mientras vivas conmigo te ayudaré en lo que pueda… estás tan solo en la vida y es bueno que tengas a alguien en quien confiar —agregó con ternura e inmediatamente suspiró muy despacio, dándole un beso a la tarjeta sin pensarlo demasiado. Posteriormente la guardó en el cajón del buró y se acomodó una vez más en la cama para soltar un suave ronquido.







    El siguiente día les tenía reservadas muchas emociones.







    Vegeta se levantó bastante temprano según su costumbre y despertó a Trunks para que le pidiera el desayuno y así pudiera entrenar sin perder tiempo en el comedor, metiéndose inmediatamente al baño para asearse escrupulosamente… se pasó buena parte de la noche ideando las mejores cachonderías con Bulma, por lo que tenía que limpiar las huellas del delito (lo bueno es que nadie de ellos sabe legeremancia, o esas escenas los harían vomitar… jejeje). El muchacho hizo lo que le pedían y marcó al número de la recepción para solicitar un “ligero” “room service”, y a Pikoro no le quedó más remedio que abrir también los ojos.







    Pero que pesado es Vegeta… —bufó un tanto molesto colocándose el turbante en su lugar después de acomodarse la capa. Al momento miró al adolescente con algo de recelo—. Dime una cosa, Trunks, ¿acaso tú madre ya sabe quien eres?







    El chico pareció un poco desconcertado porque el namek lo llamara por su nombre, más recordó que una de las cualidades de Pikoro es que tenía un oído bastante fino para oír las conversaciones aunque los demás no se hallaran cerca de él, así que no era de asombrarse que el verde alienígeno estuviera enterado de su secreto.







    Esto… señor Pikoro, ¿qué tanto sabe usted? —aun así le preguntó con cautela para no delatarse.





    Lo suficiente para entender tus razones —respondió parcamente el aludido—. Ahora cuéntame porqué tu madre te llamó Trunks… anoche la escuché despedirse así de ti.





    Bueno… en realidad no lo sabe, dice que se le ocurrió ese nombre porque es con el que le gustaría llamar a su primer hijo… —refirió el joven con serenidad, para después agregar con un poco de vergüenza—… para ella suena lindo… y no pude negarme a su petición.





    Ya veo… —Pikoro disimuló un gesto de pena lo mejor que pudo, y evitó poner los ojos en blanco—… Las mujeres terrestres son tan impredecibles —opinó con reserva, y el joven sonrió como bobo.







    Una hora más tarde, mientras Vegeta y Trunks ya entrenaban en el campo de golf, alguien llamó a la habitación donde Bulma y Lunch se encontraban. La joven bandolera ya se había levantado y tendía su cama con esmero y dedicación al tiempo que tarareaba una cancioncita.







    ¿Quién será a estás horas? —se preguntó al escuchar los golpes… la científica ni por enterada, pues roncaba despatarrada en su colchón. Al ver dormir a su amiga de esa forma, la salteadora no se animó a despertarla y fue a abrir la puerta—. ¡Un momento por favor! —dijo antes de hacerlo.





    ¡Lunch, preciosa, qué linda amaneciste el día de hoy! —era Kame Sen’nin, quien vestía una camisa más ridícula que la del día anterior, y llevaba un gran ramo de flores en los brazos.





    Muy buen día, maestro Rōshi —ella le saludó dedicándole una reverencia—. ¿Qué hace despierto tan temprano?... un hombre maduro como usted debe descansar mucho para que no se enferme —observó con educación.





    No te fijes en pequeñeces, dulzura… he venido a obsequiarte esto y a invitarte a dar un paseo por esta hermosa ciudad, ¿qué dices? Te aseguro que te va a gustar mucho —el viejo verde se carcajeó por lo bajo por un momento y después habló en tono de galán telenovelero, entregándole el ramo… sólo porque Lunch en esa personalidad es una mujer linda, dulce, delicada y servicial, le perdonaba que lo hubiera llamado indirectamente senil.





    Es usted muy amable, maestro, son tan bonitas… —respondió la joven sin animarse a tomar las flores—… pero mi alergólogo me dijo que… ¡ah… ah… ah…! —y, entonces, amenazó con estornudar.







    Kame Sen’nin brincó del susto y rápidamente le puso un dedo en la naricita, lanzando el ramo lo más lejos que pudo… estaba tan emocionado por salir con ella los dos solitos y tal vez “divertirse” sanamente, que pasó por alto el insignificante detalle de los estornudos.







    ¡Oh, linda Lunch, cuanto lo siento! —exclamó acongojado, esperando no fuera tarde para detener la transformación. Afortunadamente la muchacha no estornudó—. Discúlpame, por favor, había olvidado lo de tus alergias —dijo haciendo una reverencia profunda.





    Descuide, maestro, no es necesario que haga eso —observó la dama sonándose discretamente con un pañuelo que traía en su delantal—. Creo que mejor nos vemos en el comedor para desayunar todos juntos —y le dedicó una sonrisa de lo más amable antes de cerrar la puerta.





    ¡Uf, por poquito! —Rōshi suspiró de alivio y decidió también entrar en su habitación, en donde Oolong lo esperaba con el ramo en la cabeza… el precio de ser chismoso.





    ¿Acaso se volvió loco, maestro? —le cuestionó el metamorfo en tono de reclamo—. Si ella llega a transformarse no dudara en vaciarle una metralleta completa por molestarla —observó como si fuera un experto en todos los temas.





    ¡Ya cállate, eso ya lo sé! —el anciano alzó la voz con disgusto, dejando muy en claro que no era ignorante de las consecuencias de sus actos—. Lo único malo es que me gasté una buena parte de mi dinero en ese ramo —agregó apesadumbrado antes de cruzar el umbral.





    Sólo a usted se le ocurre hacer algo así —puntualizó el cerdito cerrando la puerta tras él.







    Muy a tiempo para desayunar estaban todos en el comedor, y Gokú tragaba como sólo él sabe hacerlo… como desesperado, siendo imitado por Gohan casi a la perfección. Milk suspiró con resignación al verlos, porque de nada serviría pedirles educación. Bulma y Lunch compartían mesa muy cerca de Krilin, Oolong y el maestro Rōshi, quien aun no perdía la esperanza de salir él solito con la forajida, y la bandolera no salía de su asombro al presenciar como comían el simpático Saiyajin y su pequeño hijo.







    Todavía me cuesta creer que Gokú coma así por ser un extraterrestre —dijo sin dirigirse a nadie en especial.





    Y se acabó todos los hot cakes del bufete —bufó Oolong con fastidio y tristeza, lloriqueando un poco—, apenas si pude probar tres.







    Los demás “Z” se encontraban en otra mesa, y tampoco podían quitarle la vista de encima a su amigo de alborotada cabellera. Una gran gota anime colectiva representaba su bochorno.







    ¿No se supone que Gokú desayunó algo hace más o menos una hora? —preguntó Chaozu sin poder cerrar la boca.





    A pesar de que lo hemos visto comer muchas veces, todavía no alcanzo a comprender donde le cabe tanto —fue la opinión de Yamcha en tanto Ten Shin Han sólo movió la cabeza para demostrar que estaba de acuerdo con eso.





    ¿Acaso seguirá en etapa de crecimiento? —se aventuró a comentar Puar.





    ¡Agh, pero que asco! —dijo Pikoro y decidió que ya había tenido bastante de ese espectáculo, así que se levantó en cuanto terminó de beber su tercer vaso con agua—. Yo me voy de aquí…





    Bien… nos vemos luego —Yamcha fue el que se despidió sin esperar una contestación por parte del namek.







    Gokú y Gohan terminaron con las tres cuartas partes del bufete en menos de media hora, y comerían más si los hubieran dejado.







    “Oye, ‘ilk, de ‘erías p’e’arar e’to” —le dijo Gokú a su esposa al tiempo que masticaba unas enchiladas suizas sin consideración—. De seguro te quedan exquisitas porque cocinas fenomenal, y yo no me cansaría de comerlas todos los días —agregó amablemente al pasarse sonoramente el bocado, antes de continuar su labor con unos chilaquiles.





    Ay, Gokú, que cosas tan lindas dices… —fue la respuesta de Milk al tiempo que enrojecía un poco de la felicidad… lo bueno es que SU Gokú consideraba lo que ella cocinaba la mejor comida del mundo, así probara todos los manjares de un restaurante de lujo.





    Ajá, papá tiene razón, mamá… —Gohan también puso de su parte y confirmó las palabras de su padre después de terminar con su décimo litro de leche, mirando a su madre con admiración—… eres una muy buena cocinera.





    Oh, Gohan, que buen hijo eres —ella le dedicó una dulce sonrisa a su retoño y le acarició la cabeza con suavidad. Fue en ese momento que una personita encantadora se presentó a su mesa.





    ¡Gohan, hola! —era Videl, y llevaba una revista en las manos—, y muy buenos días para ustedes, señores papás de Gohan —les saludó educadamente y volvió la vista a su amiguito en tanto le sonreía grandemente—. ¿Pudiste comer del desayuno bufete? —le preguntó con curiosidad—. Mi papá y yo ya no alcanzamos… y me dijeron que sirvieron hot cakes —agregó con algo de pesadumbre por no haber tenido la oportunidad de probarlos.





    Eee… —el pobre niño enrojeció y trató de disimularlo, avergonzado por haber dejado a su amiga sin los deliciosos hot cakes, y porque ella lo mirara con simpatía.





    ¡Hola, qué bueno es verte por aquí! —justo Gokú correspondió el saludo de la niña, sonriéndole grandemente al terminar con su última porción de comida.





    Muy buen día para ti también, pequeña —Milk igualmente la saludó y después la miró con algo de suspicacia al tiempo que le preguntaba—. ¿Y dónde está tu papá?





    Él se encuentra con los otros luchadores… van a tener una rueda de prensa —respondió la niña con fastidio e inmediatamente recobró el buen humor—. Por eso le pedí permiso para ir a pasear hoy también con ustedes… ¿no te parece maravilloso, Gohan? —dirigiéndose una vez más al más joven de los Saiyajins y mirándolo con ojitos de entusiasmo, como si fuera el niño más atractivo del mundo.





    Sí, claro, Videl, lo que tu digas —el aludido se carcajeó un poco nervioso enrojeciendo otra vez de las mejillas. Aunque todavía están muy chicos, Videl empezaba a encontrar algo atrayente en Gohan.





    Oye, Milk, ¿tú sabes qué vamos a hacer hoy antes del juego? —Gokú miró a su esposa con duda… no estaba enterado de cuales serían las actividades de ese día.





    En realidad no lo sé… pero le preguntaré a Bulma —le respondió la morena y se levantó de su asiento para dirigirse hacia la mesa donde su amiga la científica estaba sentada, y aprovechó para meditar sobre el comportamiento inusual de una niña tan pequeña. Decidió no mortificarse pues SU Gohan aun es menor de edad, y por supuesto que no pensaría en casarlo sin que antes hiciera la carrera científica que lo llevara a ganar la gloria del Premio Nobel en cualquier área de la ciencia.







    Gokú, Gohan y Videl la vieron alejarse, y la chiquilla se acomodó junto al niño para mostrarle unas páginas de la revista que llevaba en sus manos.







    ¡Mira, Gohan, aquí en Mónaco hay una pista de carreras de autos a nivel internacional! —le dijo muy emocionada—. ¿Te gustaría que viéramos una?, ¡sería fenomenal!





    Eee… sí, no suena tan mal —respondió el pequeño Saiyajin tratando de oírse convencido. Videl le parecía una niña agradable pero le daba bastante pena el que ella se diera cuenta de algunas cosas y no las entendiera… con trabajo la había convencido de que todos los guerreros “Z” eran únicamente actores de circo que se dedicaban a hacer trucos sorprendentes.





    ¡Vaya, eso se ve muy divertido!... ¡Esos vehículos si que vuelan! —por su parte Gokú había mirado la revista por encima del hombro de su hijo, y las imágenes le parecieron increíbles… tanta velocidad se le hizo fascinante.





    Cada año se realiza el gran premio de Montecarlo de la Fórmula Uno… —le dijo la pequeña en tono amable y complaciente—… pero nunca he podido ver una carrera en vivo —agregó un tanto apesadumbrada.







    Justo entonces se aparecieron Bulma y Milk.







    Creo que no hay un itinerario formal de actividades hoy, Gokú —dijo la científica dirigiendose especialmente a su amigo de la infancia—, pero me parece que lo mejor que podemos hacer es decidirlo por nosotros mismos… yo necesito ir al salón de belleza porque me es indispensable retocar el manicure y el pedicure —agregó sin desfachatez mirándose las uñas por un segundo.





    Y Gohan debe de estudiar todo lo que pueda —dijo la morena en tono de circunspecta, lanzándole a su descendiente una significativa mirada—, es necesario que se prepare muy bien para su ingreso en la secundaria.





    Pero mamá… —el chiquillo rezongó en voz muy baja… aun le faltan unos tres años para eso.





    ¡Entonces vamos a las carreras de autos! —pero Gokú no prestó nada de atención a los argumentos de las damas, y únicamente escuchó que ellos podían decidir que hacer, así que se levantó presurosamente de su lugar para dirigirles a sus amigos estás palabras—. ¡Oigan, muchachos, iremos a ver los autos de carreras! ¡Son sorprendentemente rápidos!





    Pero… —Milk se quedó con la boca abierta y una expresión de desconcierto, y Bulma sólo atinó a poner los ojos en blanco evitando azotarse estilo anime.





    ¡Óyeme, Gokú, tú no puedes decidir que hacer por los demás! —en un santiamén la de cabellera azul se recuperó y le habló a su compañero de aventuras en tono bastante airado—. ¡Eso no está nada bien!





    … —por un segundo el aludido la miró con desconcierto, dado que la joven científica acostumbraba imponer su voluntad a todos—… Pero, Bulma, tú haces eso que dices todo el tiempo… además los muchachos también quieren ir a ver las carreras de autos, ¿verdad que sí, amigos? —y volvió a dirigirle a sus camaradas una gran sonrisa de sinceridad.







    Los demás afirmaron moviendo sincronizadamente las cabezas. Aunque su amiga la científica se ofendiera con ellos preferían ir a la pista de carreras que a cualquier otra parte con ella.







    Será tan emocionante ver una carrera de autos como la Nascar —opinó Lunch muy sonriente haciendo gesto de complacencia—. A mí me gustan mucho conducir vehículos a gran velocidad… ¿y a ti, Ten Shin Han, te gustan las carreras de autos? —y se dirigió al guerrero de tres ojos con mucha amabilidad, mirándolo con ojitos soñadores.





    Eee… por supuesto, es uno de mis pasatiempos favoritos —respondió éste un tanto apenado de que la joven cuatrera le hablara directamente en esa personalidad tan dulce. Chaozu se sonrió discretamente al ver a su amigo y protector tan nervioso.





    Y los vehículos de Fórmula Uno son los más aerodinámicos que conozco —Rōshi no pensaba dejar que Lunch lo ignorara, así que intervino prontamente para llamar su atención—. De hecho yo pude llegar a ser un gran competidor de ese tipo de autos, más decidí dedicar mi vida a las artes marciales en favor de mantener la paz mundial.





    ¿En serio? —la chica pareció asombrada por esa revelación, y ni que decir del luchador de verde.





    Sí, claro, maestro, es que en sus tiempos de juventud los autos aun eran de tracción pedal… Estamos hablando de la época de las cavernas —Oolong no pudo guardarse un comentario irónico ante lo dicho por Kame Sen’nin.





    ¡No seas tonto! —y el viejo no dudo en darle un buen zape con todas sus fuerzas, pues lo estaba haciendo quedar mal ante la linda muchacha. Eso provocó que la bandolera mejor se colocara más cerca del tricíclope, quien aun se veía bastante avergonzado.





    Bueno, Gokú, me parece que ver una carrera de autos es una gran idea —dijo Krilin inmediatamente después de ver a Oolong lloriquear de dolor.





    Entonces no se diga más y vamos a alistarnos para irnos —dijo Gokú sin dejar de sonreír, mas en ese momento se percibió una energía negativa que hizo que su cabellera de por si erizada se levantara más.





    Gokúuuu… —Milk se dirigió a él empleando una entonación lúgubre que no auguraba nada bueno—… ¿es qué acaso no te importan los estudios de Gohan? ¡Eres un mal padre!





    No… Milk, no es eso… recuerda que son vacaciones y… —el cándido Saiyajin se hizo de tamaño “chibi” por unos segundos, recordándole la razón por la que se encontraban allí.





    ¡Qué vacaciones ni qué nada! —más la aludida subió el volumen de su voz, mostrándole su enfado.





    Por favor, señora Milk, yo le prometo que ayudaré a Gohan a estudiar… pero déjelo venir con nosotros a ver los coches de carreras —Videl fue la que intervino a favor de su amiguito, dedicándole a la dama una mirada de inocencia.





    Anda, mamá, te prometo que estudiaré con Videl, en serio que sí lo hago —y el chiquillo repitió el ruego con la misma entonación de un niño desvalido, regalándole también a su progenitora unos ojitos de borrego tierno.







    Ante esas caritas no hay mujer que se niegue… los parvulitos son tan buenos para convencer y manipular cuando se lo proponen, especialmente a una madre tan susceptible como Milk.







    Está bien, Gohan, tesoro, pero no se te olvide estudiar más tarde —ella les correspondió con una sonrisa de ternura… SU niño es tan bueno y trabajador que bien se merecía un descanso por todo lo que ha hecho en su corta vida.





    Sí, mamá, no lo olvidaré, te doy mi palabra —respondió el aludido con firmeza para que no quedara duda de sus buenas y firmes intenciones, aunque en realidad no tenía demasiadas ganas de estudiar.







    Y Gokú disimuló detrás de su esposa un suspiro de alivio antes de animarse a hablar otra vez.







    Bien, Gohan, nos vamos a divertir mucho en las carreras de autos —dijo con prontitud recobrando la sonrisa.





    Sí —respondió el chiquillo sin ocultar su entusiasmo, para después dirigirse a su amiguita—. Videl, voy a arreglarme y más tarde nos vemos en el hall, ¿de acuerdo?





    Lo que tú digas, Gohan, yo te espero —dijo ella igual de sonriente.





    Qué remedio… —a Bulma no le quedó más que darse por vencida, y susurró muy bajito antes de encaminarse a la salida del comedor—. Los veo luego… —agregó para despedirse, tomando rumbo hacia el campo de golf.







    Unos diez minutos después…







    ¡Guapote, Vegeta, salgan pronto! —la joven científica llamó en repetidas ocasiones a la puerta de la mini Cámara de Gravedad.





    ¿Se le ofrece algo, señorita Bulma? —Trunks asomó la cabeza con discreción y se dirigió a ella en tono cortés—. El señor Vegeta y yo…





    ¡Carajo, mujer inicua, como molestas! ¿Se puede saber a qué mierda has venido? —más el altanero Príncipe no pudo quedarse callado y le gritó desde adentro con bastante descortesía.







    Bulma prefirió ignorar al Saiyajin adulto y le habló melosamente al joven.







    Lindo, todos vamos a ir de paseo para conocer la fabulosa pista de carreras de autos Fórmula 1 que está aquí en Montecarlo… ¿vienes conmigo? —y le tomó cariñosamente de un brazo, sonriéndole con coquetería y apoyándose en su hombro.





    Eee… sí, claro que sí señorita Bulma, yo… la acompañó —el adolescente sintió por enésima ocasión como el bochorno llenaba sus pómulos, más contestó en el mismo tono amable. Tenía que aguantar el ser utilizado por su madre como carne de cañón para provocar a su padre… valía la pena con tal de asegurar y reafirmar el nacimiento de su yo en ese tiempo.







    Y, hablando de su padre… Vegeta ya no pudo ignorar el hecho de que tramaban algo a sus costillas, así que se asomó con cautela.







    Imagino que tú has de saber conducir toda clase de vehículos… eres todo un genio en la tecnología —la dama aparentó indiferencia por unos segundos más, mirando al joven del futuro con expresión soñadora. Posteriormente se dirigió al altanero Príncipe con fingida amabilidad—. Bueno, Vegeta, me voy con este guapo muchacho a pasear… pórtate bien —recalcó en tono picaresco.





    ¿Y a dónde m#$%& se supone que vas a largarte, eh? —el nombrado habló con irritación sin dar del todo la cara… las ñoñerías terrestres le caían en la punta del hígado y, lo más desagradable de todo el asunto, era que a esa ordinaria hembra le gustaba perturbarlo.





    Aquí en Montecarlo hay una pista de carreras de autos, Vegeta, y Gokú y los muchachos van a mostrarnos sus dotes de conductor —está vez ella le respondió en tono sincero y cortés, eso sí, sin soltar el brazo de su futuro hijo, quien hacía esfuerzos para disimular su contrariedad—. Supongo que alguien como tú, tan diestro en el manejo de equipos especializados, ha de ser un as en las carreras —agregó empleando un tono de respetuosa fascinación.





    ¡Bah, yo no pienso perder mi valioso tiempo contigo y la bola de insectos rastreros! —farfulló el hosco Saiyajin y prefirió volver a sus ejercicios, cerrando la puerta con brusquedad.





    Bueno… tú te lo pierdes —Bulma resopló un poco con altivez y jaló a Trunks para marcharse. Como lo tomó desprevenido casi lo tira—. Vámonos de aquí, guapo —le dijo sin percatarse de su acción.





    Sí… si, señorita Bulma —el adolescente alcanzó a enderezarse y a responder al mismo tiempo, suspirando muy bajito para disimular.





    Bueno, Trunks querido, supongo que en tu tiempo no ha de haber actividades recreativas para divertirse en familia —observó la científica en lo que se dirigían al hall, mirando a su futuro hijo con una mezcla de ternura y comprensión—. Es una pena que alguien tan buena gente como tú tenga que vivir en ese mundo de pesadilla —adicionó con algo de pesadumbre.





    Tiene usted toda la razón, señorita Bulma… no conozco ninguna actividad de diversión ya que toda la gente tiene miedo y se hallan afligidos —dijo el muchacho con bastante circunspección, recordando ciertos sucesos que vivió algunos años atrás—, y yo aun no estoy al nivel de esos androides malditos… —añadió disimulando una entonación de rabia y desaliento.





    Oh, Trunks, ya no te angusties más que mientras estés aquí conmigo me encargaré de que te diviertas —la dama le acarició una mejilla con cariño y le sonrió ampliamente—. Así podrás contarle a tu mamá lo bien que se vive en esta época, y le llevarás también muchas fotografías de mi parte.





    Muchas gracias, señorita Bulma, es usted muy amable conmigo —el joven correspondió el gesto bondadoso y trató de disimular su pena… si la científica supiera la verdad completa, tal vez sería tan encimosa como la esposa del señor Gokú.







    En fin, los acontecimientos tenían que seguir su curso, y por el momento no era nada conveniente ponerla sobre aviso.







    Pero, por otro lado, no se crean ustedes que en esta ocasión el Príncipe Saiyajin se iba a quedar tan tranquilo mientras los demás se la pasaban bien sin su importante presencia… nadie pondría nunca en duda sus habilidades, nadie tenía que tomarse el atrevimiento de decir que él es un cobarde e ignorante.







    ¡¡Patrañas, imbecilidades y más que estupideces, eso es lo que son todas esas m$%&#!! —Vegeta resopló al interior de la mini Cámara, lanzando el mejor repertorio de golpes y patadas que formaban su entrenamiento. Había notado que el Ki del mozalbete y de la mujer se alejaban de ahí, y sintió una momentánea oleada de rabia e incomodidad que le nublaba las ideas—. ¡¡Esos despreciables insectos me las van a pagar algún día!! —exclamó apretando fuertemente los puños.







    Después de todo, él, el Gran Vegeta, Príncipe de los Saiyajins y próximo Emperador Supremo del Universo, no tenía porqué mezclarse con una vulgar muchedumbre de arrastrados… ese no era su estilo y no tenía ninguna necesidad de hacerlo. Bueno, si ni cuando estuvo con Freeza se rozó con el papanatas de Ginyu y los mamarrachos que le seguían, así dijeran que eran los mejores soldados de élite de las huestes. Retornó a su habitual rostro al meditar en eso y sonreírse por un segundo, y continuó ejercitándose esforzadamente. Pero, unos cuantos minutos después, una nueva inquietud ocupó sus pensamientos.







    ¿Acaso esa zorra mencionó algo sobre conducir vehículos…? —se preguntó en voz alta al recuperar la respiración cuando terminó una extenuante serie de malabares—… mmm… Dudo mucho que el idiota de Kakarotto sepa siquiera como se opera una carcacha terrestres… —afirmó bien convencido de su argumento y comenzó con una nueva serie de abdominales, lagartijas y sentadillas.







    A la mitad de esta última serie, volvió a cuestionarse con más alteración, recordando algunas palabras que Pikoro le había dicho a Gokú: “Al dichoso carnet que tuvimos que conseguir en ese maldito curso de manejo al que nos mandó la irritante de tu mujer”… Un curso de manejo sólo podía significar una cosa:







    ¿De verdad Kakarotto sabrá conducir?... ¡Mierda, ese imbécil no puede ser mejor que yo! —bufó enfadado y terminó con lo que estaba haciendo, saliendo precipitadamente en vuelo de la mini Cámara y sin preocuparse por guardarla en su cápsula—. ¡Ya verán esas sabandijas quien es el Gran Vegeta! —bramó por todo lo alto.









    Y, a todo esto, ya todos los demás se encontraban en la pista de autos dispuestos a pasar una buena mañana, alistándose para una súper carrera de “Go – karts”. Inclusive Maki Gero y sus Jinzō Ningen, así como Babidi y sus hombres, les habían seguido, pues no deseaban perder sus movimientos para así descubrir sus puntos débiles y poder contra atacarlos cuando fuera el momento.







    No es por presumirles, muchachos, pero les puedo asegurar que no hay mejor conductor que yo —dijo Yamcha con entonación presuntuosa mientras se acomodaba un ceñido traje, el ideal para conducir un vehículo automotor en eventos de esta categoría.





    ¡Jah!, eso me gustaría verlo —se escuchó la voz del androide 17, el cual se acercó a su posición mirándolos con fanfarronería. Él y Cell habían decidido hacerle la competencia a los “Z”—. Por si no lo saben, yo no soy sólo el androide más poderoso, sino también soy un experto conductor de autos —añadió mirándolos de arriba para abajo.





    ¿De verdad? ¡Eso es fantástico! —y Gokú lo miró con gesto de admiración hablándole amablemente—. ¡Así tendremos una gran carrera! —exclamó emocionado y le tomó de una mano sacudiéndolo en tanto lo saludaba—. ¡Es un verdadero gusto que tengas espíritu deportivo, 17!





    Oye, pedazo de torpe, ¿podrías soltarme? —el joven androide se quedó un segundo pasmado antes de responder de modo cortante y zafarse bruscamente del agarre del ingenuo Saiyajin—. ¿Alguien te ha dicho alguna vez que eres un idiota? —le espetó en tanto se alejaba.





    Pues… creo que Vegeta me lo dice todo el tiempo —le respondió en voz muy baja rascándose levemente en lo alto de la cabeza. Inmediatamente se volvió hacia Trunks—. Oye, joven, ¿y Vegeta no va a venir? —preguntó extrañado—. No pensé que quisiera perderse la diversión —agregó un tanto apenado.





    Bueno, señor Gokú, usted ya sabe lo que el señor Vegeta opina de todo esto —respondió el muchacho un tanto apenado, colocándose también su respectivo traje—, así que dudo mucho que se presente por acá.





    Qué lástima… —observó con la cabellera un tanto mustia de la desilusión—… pensé que podríamos pasarla súper todos juntos.





    Vamos, Gokú, también podemos pasarla de pelos sin Vegeta —le dijo Krilin a modo de reproche—. Nosotros no necesitamos a un amargado como ese —puntualizó.





    Krilin tiene razón, Gokú —opinó Yamcha en tono solemne—, entre menos estorbos…





    Pero es que… —el aludido tartamudeó con algo de inseguridad. Apreciaba a sus amigos y de verdad le gustaría que todos, en eso incluía al Príncipe Saiyajin, compartieran un buen momento de camaradería.





    Anda ya, Gokú, no vale la pena que te preocupes por el antipático de Vegeta —dijo Pikoro en tono de fastidio y, tomándolo bruscamente del traje, lo arrastró para llevarlo al área de “pits”—. Es mejor empezar de una maldita vez con la carrera o esos tontos androides de Cell y 17 seguirán burlándose de nosotros.





    E… está bien, Pikoro, pero no te enojes —al ingenuo Saiyajin no le quedó más que dejarse llevar de esa manera. Los demás se dispusieron a seguirlos después de hacer un disimulado gesto de abatimiento.





    ¡Oigan, espérennos, no se vayan! —Rōshi y Oolong los alcanzaron sacando la lengua. Venían de los sanitarios y lucían verdaderamente graciosos enfundados en los trajes de carreras.





    Maestro Rōshi… ¿usted también va a participar en la carrera? —le preguntó Ten Shin Han en tono respetuoso, aunque no pudo disimular una expresión de incredulidad.





    ¡Pero por supuesto que sí! —afirmó el anciano con orgullo, para inmediatamente explicar sus razones—. Así la linda Lunch verá que mis cualidades no son sólo habladurías sin sentido, y de seguro aceptara salir conmigo a cenar.





    Bueno… si usted lo dice… —el joven guerrero de tres ojos se encogió un poco de hombros para disimular su contrariedad. Si no fuera tan tímido y la damisela en cuestión no fuera tan cambiante, bien podría pedirle que anduviera con él.





    Pues eso está por verse, maestro —dijo retadoramente el metamorfo riendo por lo bajo—. Yo también soy un hábil piloto de primera y se lo voy a demostrar.





    Entonces vas a tener que comerte el polvo que mi vehículo y yo te echaremos en la cara… únicamente me dicen “Gran maestro tortuga” de sobrenombre —le respondió Kame Sen’nin de igual manera.





    Eee… ya nos sorprenderán en la pista con sus habilidades hasta ahora insospechadas —Krilin se interpuso entre ellos conciliadoramente, aguantando las ganas de reír ante la actitud de esos dos—. Pero primero tenemos que escoger buenos autos, así que démonos prisa que Gokú, Pikoro y ese muchacho ya se nos adelantaron.







    Y mientras tanto, en el área de las gradas…







    Bulma, Milk y Lunch, junto con Chaozu, Puar, Gohan y Videl, se habían colocado en muy buenos asientos a la sombra para no perder detalle de la competencia. Unos cuantos asientos más a la derecha estaban el Dr. Maki Gero, 16 y 18, y en la parte más alta vemos a Babidi, Dabura y Majin Boo, quien absortamente miraba los espectaculares en los que se anunciaban las carreras del día, a los nuevos campeones y, lo más importante, las golosinas del momento. La joven 18 parecía aburrirse al máximo y el científico llevaba en las manos una especie de Tablet para hacer anotaciones… 16 miraba distraídamente hacia el cielo, con la vista fija en una parvada de palomas que daban vueltas alrededor de la zona.







    Oye, viejo Maki, ¿en serio es necesario estar aquí? —bufó la rubia sin poder disimular su incomodidad.





    Guarda silencio, número 18 —respondió el referido con seriedad—, cualquier punto débil que encontremos de Son Gokú y sus amigos podrá sernos de utilidad para derrotarlo.





    Qué molesto es todo esto —rezongó la muchacha guardándose las ganas de asesinar a su “creador”.







    Volviendo al grupo principal…







    Milk… ¿te sucede algo? —le preguntó Bulma al percatarse de que algo preocupaba a su amiga morena.





    Tengo un mal presentimiento, Bulma… esto no va a acabar bien —respondió la aludida con voz de angustia.





    Oh, vamos, Milk, no tienes de que preocuparte —dijo la científica en tono amable y desenfadado—. Los muchachos saben como conducir y no va a pasarles nada.





    Pero es que esos androides también van a estar ahí… —mencionó la dama de negra cabellera mirando con disimulo hacia donde Maki Gero se encontraba—… y eso no es bueno.





    Así la carrera será más emocionante —puntualizó la joven genio restándole importancia—. Ya verás como Gokú los pone en su lugar ahora que ya sabe conducir decentemente.





    Es que… no sé… en el curso de manejo no le fue muy bien —Milk tartamudeó con algo de inseguridad, recordando todo lo que su amado esposo tuvo que pasar para obtener su licencia—. Con mucho trabajo aprobó el examen en el segundo intento, yo tuve que practicar con él en las noches.







    Bulma pareció un poco pasmada ante esa información, más, pensándolo detenidamente, no era de extrañarse dado que su amigo de peinado punk es un cabeza dura en muchos aspectos.







    Tú confía en Gokú, Milk, que ya sabrá que hacer en caso de ser necesario —pero había que darle ánimos a su compañera de “batallas”—. Además todos los muchachos y ese guapote del futuro no permitirán que nada malo suceda —añadió plenamente convencida.





    Sí… creo que tienes razón —admitió la morena tratando de sonar más tranquila y segura.







    Y por su parte Gohan, Videl y Lunch habían comprado rosetas de maíz y refresco… el pequeño Saiyajin tuvo que aguantar las ganas de comerse más de un kilo de palomitas para que su amiguita no fuera a cuestionarle por sus hábitos alimenticios, y se veían emocionados mirando hacia la parrilla de salida en espera de que los corredores tomaran sus posiciones para empezar la carrera.







    Ya quiero ver al maestro Rōshi conducir como todo un profesional —observó la joven bandolera sonriendo grandemente—, y también a Ten Shin Han… aunque no recuerdo haberlo visto conducir alguna vez —meditó con algo de seriedad al pensarlo detenidamente.





    ¿Entonces, Gohan, dices que tu papá sabe conducir muy bien? —le preguntó Videl a Gohan.





    Bueno… apenas el año pasado él y el señor Pikoro obtuvieron su licencia… —respondió el aludido un tanto dudoso. No podía decir que su progenitor fuera un conductor modelo.





    Eso es bueno… vamos a ver una carrera por demás emocionante —opinó la chiquilla sonriéndole grandemente con un poco de coquetería, haciéndolo enrojecer de las mejillas por un segundo.







    Y ya el grupo que iba a competir escogían en ese momento el automóvil que usarían durante la carrera. Casi todos vestían el ajustado traje de los conductores de Fórmula 1, claro, menos Gokú, al cual le gusta su propia vestimenta y no la cambia por nada del mundo a menos que Milk lo obligue, Pikoro, quien en definitiva no vestiría de forma ridícula, y, por supuesto, Cell, a quien de todos modos ningún traje le quedaría. Repentinamente alguien se presentó parándose enfrente de todos los autos para impedirles el avance.













    Nota: Ya han de saber quien es el recién llegado, y mejor lo dejamos en suspense porque la carrera va a empezar. De verdad espero se estén divirtiendo con la historia que no tiene grandes pretensiones más que arrancar una sonrisa en sus rostros, y les adelanto mis mejores deseos para este fin de año e inicio del siguiente, así que disfruten los días de asueto sin pasarse de copas, eh? Un saludo.
     
  18.  
    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

    Leo
    Miembro desde:
    6 Agosto 2010
    Mensajes:
    3,827
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    El Universo está en juego... literalmente hablando.
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    36
     
    Palabras:
    7448
    Capítulo 15, parte 2.





    Previamente… Y ya el grupo que iba a competir escogían en ese momento el automóvil que usarían durante la carrera… Repentinamente alguien se presentó parándose enfrente de todos los autos para impedirles el avance.





    ¡¡Miserables insectos rastreros!! —Vegeta les gritó escupiendo su rabia—. ¡Si acaso pensaron que el Gran Vegeta le tiene miedo a una bola de repugnantes gusanos como ustedes están equivocados!



    ¡Vegeta, qué bien! —exclamó Gokú y salió de su vehículo para casi abrazar al Príncipe del puro gusto—. ¡Ya sabía yo que no querrías perderte la diversión!



    ¡Oye, Kakarotto, hijo de p#&%*, ya quítate! —le gruñó el nombrado apartándolo con brusquedad de su lado—. ¡No vine por eso que tú piensas, no te equivoques! —le puntualizó mirándolo de muy fea manera, casi como si quisiera comérselo vivo.



    Bueno, eso no importa… —dijo el ingenuo Saiyajin muy quitado de la pena, y le palmeó el hombro a su noble compatriota con bastante amabilidad en tanto le sonreía grandemente—… lo que importa es que estás aquí con nosotros y vamos a pasarlo bien todos juntos.





    A todos los “Z” les brotó una imperceptible gota anime colectiva para representar lo bochornoso de la situación, y Trunks disimuló lo mejor que pudo una sonrisa boba de vergüenza ante las contraídas facciones del rostro de su progenitor, al cual se le notaban claramente las ganas de apretarle el cuello a ese su inconsciente “subordinado”. Un invitado no deseado rompió el peso en el ambiente…





    ¡Jah!, a mí no me preocupa cuantos monos cilindreros pretendan participar en esta carrera… nadie va a ganarme porque soy un conductor de categoría —dijo el androide 17 con su habitual arrogancia, mirándolos de arriba para abajo.





    Gokú y Vegeta volvieron la vista al joven Jinzō Ningen… el de peinado punk no entendió a lo que se refería, pero al de peinado en flama no le hizo nada de gracia la comparación.





    ¡El único monigote de circo aquí eres tú, y también ese armatoste que te acompaña! —le espetó rechinando los dientes y señalando muy groseramente a Cell, quien únicamente se sonrió con disimulo.



    Oye, simio, se ve que nadie te ha enseñado buenos modales —observó el moreno sonriéndose cínicamente.



    ¡Pedazo chatarra oxidada, eso a ti te vale m#$%&…! —Vegeta ya tenía pensado abalanzarse sobre el androide cuando Pikoro salió al quite.



    Oigan, no vale la pena seguir discutiendo por cosas que ni al caso —dijo interponiéndose entre los pleitistas al hacer a un lado a Gokú por la casaca—. Ya llegara el momento de arreglar nuestras diferencias —le puntualizó al Príncipe mirándolo con seriedad.



    Vaya, por lo menos en ese grupo hay alguien que sí piensa —musitó 17 retornando a su automóvil sin dejar sus aires de grandeza.



    Vegeta, es mejor que escojas un buen vehículo si vas a conducir ya que pronto empezaremos —le indicó el namek con gravedad.



    ¡Mph, tú no tienes qué decirme lo que tengo que hacer! —bufó el mencionado por respuesta y fue a escoger un automotor, mascullando por lo bajo y riéndose sádicamente en su interior cuando divisó uno de su agrado —. Ya verán estos estúpidos de lo que soy capaz…





    Ya todos listos enfilaron los coches a la parilla de salida, alineándose en sus posiciones.





    ¡Ay, pero que bien, vino Vegeta! —exclamó Bulma al notar la presencia del conductor recién llegado, levantándose de su asiento para agitar los pompones (salidos de quién sabe donde) y darle ánimos como sólo ella sabe hacerlo—. ¡Anda, Vegeta, demuéstrales lo que es un conductor de verdad!



    Juro que un día de estos la mato por… —el nombrado Príncipe masculló entre dientes, visiblemente molesto porque la joven genio le gritara de esa manera, aunque fuera para darle su apoyo.



    Oye, amigo simio, tienes que presentarme a la loquita esa… no está nada mal —le dijo 17 acercándose en su vehículo.





    Vegeta le lanzó al androide una mirada que representaba su asco… ¿ese cachivache de lata quería que él, el Príncipe Saiyajin, le presentara a… a esa loca? ¿Y desde cuándo consideraba ser su amigo? Ahora hasta los robots tenían los circuitos cruzados.





    Su nombre es Bulma —Gokú se les emparejó también, sonriendo grandemente como acostumbra—, ella es una científica de gran renombre y anteriormente era la novia de Yamcha… —y se dirigió a su amigo beisbolista en tono desfachatado—… ¿Verdad que sí, Yamcha?, ¿verdad que Bulma era tu novia y ahora ya no lo es?



    Ay, Gokú… —éste respondió muy bajito y con gesto resignado.



    Vaya, así que es una científica como el viejo Maki… qué interesante —observó el joven androide sonriendo maliciosamente.



    Ella es la hija del Dr. Briefs, el inventor de las útiles cápsulas “Hoi – Poi” —intervino Cell en tono de circunspecto—. Si ese hombre tuviera más visión bien podría haberle ganado a nuestro querido Dr. Maki Gero en el desarrollo de androides súper dotados como nosotros, número 17.



    Caramba, Cell, se ve que sabes muchas cosas —le dijo Gokú con un gesto de asombro, para retomar inmediatamente la sonrisa de oreja a oreja—. Va a ser muy divertido pelear contigo —puntualizó.



    Y eso sólo es algo de lo que sé de todos ustedes —se sonrió el bioandroide—. Es por eso que yo soy el androide más perfecto y capaz de todos los que hizo el Dr. Maki Gero.



    Oye, monstruo, no te sientas el mejor androide que para eso estoy yo —le reprochó 17 un tanto molesto.



    Bueno, número 17, eso lo puedes decir ahora… a su debido tiempo comprenderás tu error —le respondió Cell sin perder un ápice de su excesiva seguridad.



    ¡Argh, ya cállense, malditas escorias inservibles! —Vegeta consideró que ya les había aguantado bastante, así que espetó bastante irritado—. ¡De ustedes no van a quedar ni los pedazos en cuanto se enfrenten a mí, el Gran Vegeta!



    Pero miren nada más con el rey de los monos… —el Jinzō Ningen de negra cabellera se burló del Príncipe Saiyajin por lo bajo—. Mejor preséntame a la dama y tal vez te tenga alguna consideración antes de matarte —añadió en tono de superioridad.





    Pikoro estaba que echaba chispas ante toda esa escenita, y los demás mejor se hicieron los indiferentes para que no fueran a enredarlos en el pleito. Fue entonces que una voz familiar les hizo poner gesto de sorpresa.





    ¡Sean todos bienvenidos a esta gran carrera, damas, caballeros, alienígenas y niños que nos acompañan! ¡Transmitiendo en vivo y a todo color desde el gran circuito de Fórmula Uno de esta bella ciudad de Montecarlo! —era el rubio comentarista de los torneos del Budokai Tenkaichi, quien se encontraba ahí dispuesto a cumplir con su papel—. ¡En unos minutos más disfrutaremos de las acciones a gran velocidad, y todo gracias al patrocinio de nuestra televisora, ZTV de Japón!



    ¿Qué hace aquí el presentador de los torneos de artes marciales? —preguntó Yamcha con extrañeza, en tanto Ten Shin Han puso el mismo gesto de asombro e incredulidad.



    Bueno… recuerden que él es quien va a narrar el torneo de póquer y por eso también está aquí en Montecarlo —le respondió Krilin en tono de circunspecto, para después señalar con algo de inseguridad—, pero tienes toda la razón, Yamcha… tal vez fue Bulma la que lo invitó a venir al paseo.



    ¡Hola, señor comentarista! —Gokú le saludó alegremente al acercar su automóvil a la zona de salida, y también saludó a su familia agitando la mano—. ¡Hola, Gohan, hola, Milk, qué bueno que van a ver la carrera! ¡Ya todos estamos listos!



    ¡Tú puedes hacerlo, papá! —Gohan le correspondió el gesto sonriéndole grandemente—. ¡Señor Pikoro, no se deje vencer! —asimismo, no podía dejar de animar a su maestro.



    ¡Vamos, señor Gokú, queremos ver una buena carrera! —le dijo Videl con la misma emoción.



    ¡Vegeta… mi chico guapo del futuro… desde aquí les estaré echando porras! —Bulma no se quedó atrás y no dudó en externar su apoyo a los “hombres de su corazón”. Trunks le saludó con la mano, un tanto apenado, más Vegeta prefirió guardarse un gruñido de hastío. Todo eso le traía hasta la…, pero ya estaba ahí y no renunciaría, demostrándoles a todos esos insectos que nadie es mejor que él.



    ¡Lunch, linda, estoy aquí, mírame! —por su parte Kame Sen’nin se levantó un momento de su asiento para hacerse notar por la muchacha bipolar, saludándola efusivamente y lanzándole besos.



    ¡Yo también estoy aquí, Lunch, mejor mírame a mí! —Oolong no pensaba ceder terreno ante el viejo maestro, así que le imitó tratando de atraer la atención de la damisela. Ambos, el viejo y el metamorfo, se gruñeron como para intimidarse mutuamente.



    Esto es vergonzoso… —y Ten Shin Han no hizo más que suspirar por lo bajo, apenado en exceso y sin saber que esperar.



    ¡Adelante, Yamcha, tú puedes! —Puar no se quedó atrás y le echó porras a su camarada.



    ¡Vamos, Ten, gana la carrera! —y Chaozu hizo lo mismo, alentando a su amigo y mentor.



    ¡Hola, chicos, les deseo buena suerte! —la joven de rizada cabellera azul correspondió los saludos que le dirigieron, más tampoco dudó en demostrar a quien apoyaba realmente, levantando un poco más la voz—. ¡Ten Shin Han, esta carrera es tuya, mucho por ti!





    Oolong y Rōshi le lanzaron al guerrero de tres ojos una leve mirada escrutadora, y éste enrojeció brevemente ante esa muestra de atención a su persona por parte de la bandolera, disimulando también una sonrisita de complacencia.





    ¡En unos cuantos segundos daremos inicio a esta competencia de velocidad, en ella se necesitan nervios de acero para no perder el control del automóvil! —dijo el rubio comentarista en entonación profesional de euforia—. ¡Y seguiremos todas las acciones a través de las enormes pantallas panorámicas que tenemos ubicadas a lo largo del circuito! ¡Todo es tan emocionante!



    Vaya, esto se pondrá muy interesante, ya quiero disfrutar el vértigo de la velocidad… —externó Lunch con una sonrisita de suficiencia, y por un segundo pareció salir a flote su lado malicioso sin necesidad de estornudar, por lo que todos los que la acompañaban la quedaron mirando un tanto asombrados—… pero ojalá no ocurra nada malo o el maestro Roshi podría lesionarse gravemente —agregó al final con un poco de preocupación.



    Eee… sí, estoy de acuerdo contigo, Lunch —le dijo Milk en tono firme después de recuperarse de la impresión.





    Los motores ya rugían cuando el semáforo parpadeó del rojo al verde en menos de una décima de segundo para dar el inicio a la competencia, y todos pisaron el acelerador de sus respectivos automotores para salir velozmente y tomar una buena posición en la pista.





    ¡Y allá van… qué carrera tan emocionante estamos a punto de presenciar… y nuestro buen amigo Gokú… no, es su compañero Vegeta… no, es Gokú… otra vez Vegeta… están muy parejos en la delantera! —dijo el comentarista a voz en cuello, y casi se le va un gallo al describir lo que ocurría.





    En verdad el inicio de la carrera se había puesto interesante, pues Vegeta y Gokú, seguidos muy de cerca por Cell y 17, luchaban por colocarse al frente, y unos metros más atrás iban Pikoro y Trunks maniobrando para alcanzarlos.





    ¡Fuera de mi camino, Kakarotto, me estorbas! —le exigió el Príncipe a su némesis en tanto aferraba bien el volante para darle un llegue al vehículo donde éste último viajaba, y así sacarlo un poco de control.



    ¡Oye, Vegeta, no me empujes, no seas tramposo! —le reclamó el aludido un poco ofendido—. ¡Así no se conduce un auto! —y correspondió la agresión.



    ¡Yo conduzco como yo quiera, carajo, y ni tú ni nadie me va a decir cómo hacerlo! —el Saiyajin de cabellera en punta contestó como acostumbra y, cambiando de velocidad como todo un experto, no dejó que le ganara el carril y le sacó un poco de distancia.



    ¡Oigan, Saiyajins tontos, no pueden dejarme atrás, no voy a permitírselos! —Pikoro les gritó lo más alto que pudo desde su posición.



    ¿Quién le habrá enseñado a mi padre a conducir un automóvil?... —se preguntó el joven Trunks por lo bajo—… no lo hace tan mal.



    Ese par de simios… tengo que alcanzarlos, no puedo permitir que me ganen —se dijo a sí mismo el joven Jinzō Ningen, su gesto era de visible enfado y rechinaba un poco los dientes. Cell únicamente sonreía manteniendo una prudente distancia de sus rivales, pero sin ceder ni un centímetro.





    Krilin, Yamcha y Ten Shin Han también trataban de darles alcance, y estaban tan concentrados que no se fijaron en que casi ocasionaron que Rōshi y Oolong colisionaran entre ellos al arrancar.





    ¡Muchachos atolondrados, esa no es forma de tratar a su maestro! ¡Me las pagarán cuando los agarre! —les gritó Kame Sen’nin dedicándoles unas señas ofensivas en cuanto retomó el control de su vehículo.



    ¡Pero primero tiene que alcanzarme a mí, maestro! ¡Ahí se ve! —el metamorfo cerdito no esperó dos veces y aceleró, echándole el humo del motor del coche en plena cara al viejecillo.



    ¡Ven aquí, miserable bellaco, ya verás! —le gritó el decano después de toser.





    En tres vueltas la situación continuaba sin cambios aparentes: Gokú y Vegeta de punteros, sin darles a Cell ni a 17 una posibilidad de rebase; Pikoro en quinta posición con Trunks casi al parejo de él; unos metros más atrás Yamcha y Ten Shin Han tenían su propia competencia, y Krilin maniobraba para no quedarse muy rezagado; y, con una vuelta de desventaja, Oolong y Roshi, quienes ya habían sido rebasados por los primeros lugares.





    ¡Tenemos una carrera intensa… ningún corredor quiere ceder ventaja, todos dan su mejor esfuerzo y nos muestran su destreza al volante y su control en la velocidad! —el rubio comentarista narraba con el entusiasmo característico de su profesión, describiendo algunos detalles que se percibían a través de la pantalla—. ¡Y allá van, al inicio de la cuarta vuelta!, ¡y tenemos a Gokú y a Vegeta cruzando al mismo tiempo, un final de “Photofinish” si las cosas siguen así!… ¡y ahora cruza el androide número 17!… ¡qué velocidad, señores, qué velocidad… qué reflejos!… ¡Cell pasa por la línea en este momento!...



    ¡Bien hecho, Vegeta, así es como se hace… tú eres el mejor corredor! —Bulma no paraba de alentar a su Saiyajin favorito, sintiéndose muy feliz porque no cediera en la nueva batalla. Claro que su apoyo para su desconocido y futuro hijo no se quedaba atrás—. ¡Vamos, guapote, puedes alcanzarlos! —le gritó en cuanto el vehículo de Trunks cruzó por la línea de inicio para la nueva vuelta.



    No tenía ni idea que también Vegeta supiera manejar un coche… ¿cuándo habrá tomado las clases de manejo? —murmuró Gohan con asombro antes de continuar echando porras también.



    Esta carrera se está poniendo tan emocionante como las de Fórmula Uno… y eso que sólo son pequeños “Go - karts” —observó Videl con un gesto de satisfacción, señal de que se estaba divirtiendo a lo grande.



    ¡Anda, Gokú, no te dejes vencer! —obviamente que Milk no se iba a quedar atrás, metida ya en la carrera y apoyando fielmente a su cónyuge—. ¡Muéstrales lo que aprendiste conmigo, no olvides las lecciones!



    ¡Adelante, Ten Shin Han, no te rindas! —y Lunch hacía lo propio agitando una mano, siendo secundada por Chaozu.



    ¡Vamos Yamcha, tú puedes! ¡También estoy contigo, Krilin! —no podía faltar Puar, animando a su gran camarada y, de igual forma, mostrándole su apoyo al pequeño guerrero de calva cabeza.





    Fue a la sexta vuelta cuando al fin 17 pudo tomar momentáneamente la punta al hacer una maniobra suicida.





    ¡No voy a permitir que unos antropoides estúpidos como ustedes se atrevan a ganarme, yo soy un Jinzō Ningen y soy muy superior a cualquier tonto humano o mono cilindrero! —dijo con enfado al rebasar a Vegeta y a Gokú.





    Ese comentario no les cayó en gracia a ninguno de los Saiyajins… hasta el más apacible de ellos adquirió una inusual mueca de enfado por el insulto.





    ¿Ah, sí?... ¡¡Eso está por verse, pedazo de chatarra oxidada!! —fue Vegeta el primero en contestarle, resoplando de coraje—. ¡¡Cómete esto, imbécil!! —y con toda su habilidad por haber sido piloto espacial, pisó el acelerador y cambió la velocidad aferrando muy bien el volante, dándole al automotor del androide un encontronazo que lo sacó de control por un instante.



    ¡Mucho por eso, Vegeta! —le dijo Gokú alentándolo, tratando de imitar la maniobra—. ¡Hay que darle una buena lección a este sujeto!



    Esos malditos… —masculló Pikoro con mucha molestia, haciendo todo lo posible por alcanzar al grupo puntero, y recordando sin querer la carrerita que habían tenido él y Gokú cuando tomaron las lecciones de manejo, la cual terminó en un verdadero desastre.





    Estuvieron así por unas dos vueltas, con 17 al frente y los dos Saiyajins peligrosamente detrás de él, pisándole literalmente los talones. Pikoro y Trunks habían ya rebasado a Cell, el cual no se esmeraba demasiado en realidad, ya que las emociones humanas le eran inconcebibles e inentendibles. Fue a la siguiente vuelta que los Saiyajins pudieron al fin rebasar al androide, quien por poco se estrella contra Oolong, lo cual fue muy bien aprovechado.





    ¡Quítate de en medio, puerco estúpido, mira lo que has hecho! —le gritó el joven moreno dedicándole una seña obscena al retomar el carril.



    ¡Tú fíjate por donde vas, torpe! —le respondió el cerdito tras tremendo susto.



    Ese androide es todo un cafre al volante… —observó Rōshi al recuperar la concentración.



    Oye, Vegeta, esa maniobra fue estupenda, me tienes impresionado con tus habilidades —le dijo Gokú con admiración a su “coterráneo” cuando volvieron a tomar la punta.



    ¡Hmph!, andar en estas cafeteras no es la gran cosa para mí, Kakarotto —le respondió el aludido sin disimular un tonito de orgullo—. Lo que si me sorprende es que hasta alguien tan bruto como tú pueda controlar este tipo de vehículos —externó con sarcasmo al final.



    Es que yo tomé un curso de manejo el año pasado, recuerda que Pikoro te lo dijo ayer —observó el de peinado punk con una gran sonrisa, pasando por alto la indirecta.



    Pues no, no me acuerdo —dijo el de peinado levantado sin nada de amabilidad.



    Bueno, eso no importa… lo que me da gusto es que tú no te hayas quedado atrás y trates de ser todo un terrestre porque ya vives aquí —agregó Gokú muy quitado de la pena, y, por una fracción de segundo, Vegeta estuvo a punto de embestirlo ante el atrevimiento de compararlo con los habitantes de la Tierra—. Pero es un poco raro que esos “Men in Black” o como se llamen no te hayan registrado antes… ¿o acaso fue Bulma la que te enseñó a conducir y te dio lecciones nocturnas como me las dio Milk cuándo ya iba a presentar el examen? —preguntó con curiosidad.



    ¡¡Argh, Kakarotto idiota, todas las sandeces que dices me enferman!! —bueno, ante tanta palabrería sin sentido, era de esperarse que la reacción del Príncipe fuera de esta manera, levantándole la voz para dejar muy en claro su postura—. ¡El Gran Vegeta no necesita que ninguna mujer tan fastidiosa como esa loca le enseñe nada de nada! ¡Y tampoco requiero toda esa papelería de mierda porque soy el Príncipe de los Saiyajins, no un terrestre cualquiera! —resopló, indignado de que sus cualidades innatas fueran puestas en duda.



    ¿¡Entonces no tienes licencia de manejo!? —Gokú pareció asombrado ante la revelación.



    ¡Puras m#%&, eso es lo que son! —respondió Vegeta de forma irritada.



    Vegeta… no puedo permitirte que sigas en la carrera ya que estás cometiendo una falta muy grave ante la sociedad —el Saiyajin de peinado punk puso su gesto más serio y se dirigió al otro con una entonación formal, como si no estuvieran en medio de una carrera de autos y sólo fuera una charla de oficina—. Podrías provocar un accidente y tal vez hasta te infraccionen por ello.



    … ¿qué? —ese cambio de actitud tomó por sorpresa al noble Saiyajin de peinado de flama, que por un momento abrió desmesuradamente los ojos sin entender a qué se refería su némesis—. ¿Pero qué… que carajo dices? —le cuestionó duramente con duda en tanto le atacaba el usual tic en su ceja.



    Que sin una licencia de manejo no te está permitido conducir, Vegeta, eso va en contra de la ley —le aclaró Gokú sin perder la seriedad.



    ¡¡Tú y la p#%& ley esa me pelan los dientes!! —resopló el Príncipe visiblemente airado, y hasta aumentó al velocidad para ponerse nuevamente a la cabeza del grupo, dedicándole una seña de lo más ofensiva.



    ¡Oye, Vegeta, regresa! ¡Debes detenerte! —pero Gokú no pensaba quedarse atrás, así que le imitó hasta casi emparejársele nuevamente.





    A todo esto los espectadores seguían las acciones que ocurrían en la pista a través de las pantallas panorámicas, y Bulma y Milk se desgañitaban de tanto gritar su apoyo a sus respectivos favoritos, sin estar conscientes de la charla entre ellos. Y gradas más atrás la androide 18 tenía cara de fatal aburrimiento en tanto 16 no prestaba nadita de atención a la carrera, leyendo una interesante publicación mundial en la que presentaba un artículo sobre la vida animal en las selvas vírgenes; y, mientras tanto, Majin Boo disfrutaba de toda una dotación de dulces que le habían conseguido al “asaltar” las tiendas del estadio, y Dabura y Babidi veían la carrera tratando de encontrarle algún sentido.





    ¡Qué carrera, señores, qué carrera… iniciamos la décima vuelta y el grupo puntero va muy parejo, pues nuestro buen amigo Gokú y su compañero Vegeta no han cedido el primer lugar… y el androide 17 los sigue muy cerca… sin embargo Pikoro se acerca cada vez más… el joven del futuro viene muy rápido… Cell ha perdido terreno…! —el narrador continuaba describiendo los acontecimientos, con esa emoción que sólo saben imprimir los comentaristas profesionales del deporte.





    Al cabo de doce vueltas, algo en la pista llamó la atención del más alto de los Jinzō Ningen, el cual, sin pensarlo dos veces, se elevó rápidamente para descender a la orilla del circuito.





    ¿Acaso sucede algo, número 16? —le preguntó 18 al verlo elevarse, pero no obtuvo respuesta de su parte, lo cual la molestó de más—. Hombres… todos son iguales aun siendo androides —bufó irritada.



    ¿Pero qué es lo que le ocurre al número 16? —le interrogó Maki Gero con desconcierto.



    ¡Y yo qué voy a saber, tío! —le respondió la rubia mirándolo con molestia por una fracción de segundo, indicándole con esa mirada que no estaba para preguntas tontas—. ¡Usted fue quien lo hizo así de excéntrico, por lo tanto es su problema!



    Vaya… tendré que encerrarlo otra vez en cuanto regresemos al laboratorio. Ese androide es un verdadero fracaso —masculló el anciano científico volviendo la vista al producto de su creación.



    ¿Y a ese qué le pasa? —se preguntaron Bulma y Milk cuando vieron descender al robot sin nada de precaución dentro del área de carreras.





    Todos los demás presentes parpadearon con asombro al ver al androide sobre el perímetro. Y, de la misma forma sorpresiva en que se colocó en el circuito, así detuvo los “Go - karts” de Oolong y el maestro Rōshi, levantándolos a ambos como si fueran plumas.





    ¡Auxiliooooooo! —ambos habían abierto los ojos de más ante lo que se presentó delante de ellos, y gritaron espantados al sentir cómo los sacaban de balance; obviamente que todos los espectadores no contuvieron una exclamación de asombro ante semejante acción.



    ¡Oh, cielos!, ¿pero qué es lo que está ocurriendo allá? —el rubio comentarista no podía pasar por alto lo sucedido—. ¡Amables telespectadores, no van a creer lo que estamos viendo aquí en la pista… el androide 16 ha detenido a dos de nuestros corredores con suma facilidad… esto es increíble!



    Anciano, metamorfo, tengan mucho cuidado con las tortugas —16 se dirigió seriamente a Rōshi y Oolong, sosteniéndolos por arriba de su cabeza y mirando al suelo—. Ellas merecen ser respetadas.





    Efectivamente, a una ocurrente familia de tortugas le pareció una fabulosa idea dar su paseo mañanero por el borde de la pista de carreras, y habían estado a punto de ser arrolladas por esos dos.





    ¡Oh, pero que descuidados hemos sido! —Kame Sen’nin recuperó un poco la compostura, carcajeándose tímidamente a modo de representar su bochorno—. ¡Tienes toda la razón, androide 16, toda la razón! ¿Verdad que sí, Oolong?, ¿verdad que nuestro amigo androide tiene razón? —y se dirigió al pequeño cerdo en tono de regaño.



    Claro que sí, maestro Rōshi, claro que sí… el androide 16 tiene razón porque es muy sabio y conoce muchas cosas de la vida —respondió el aludido visiblemente apenado, imitando las carcajadas del anciano.





    Entonces sucedió algo más inesperado todavía… un resplandor cruzó el cielo a gran velocidad, y algo fue a estrellarse sobre la pista abriendo un boquete de considerable tamaño.





    ¡Ooohhh!, ¿ahora qué ocurre? —alguien tan conocedor como el presentador del Budokai Tenkaichi no perdía detalles del desarrollo de las acciones, así que para él no pasó desapercibido el resplandor y lo que vendría a continuación—. ¡Amigos seguidores de esta fabulosa carrera, algo acaba de estrellarse en la pista!… ¡Oh, no, y nuestros competidores van hacia el orificio que ha ocasionado el impacto!… ¡A esa velocidad no podrán frenar!… ¡Tendremos un choque múltiple!… ¡Qué alguien haga algo, pronto! —explicó sin disimular su asombro.





    Claro que los conductores alcanzaron a ver el aparato que se desplomaba sobre ellos, más, por la rapidez a la que iban, no pudieron frenar a tiempo aunque maniobraron con pericia… el único que pudo escapar por muy poco fue Trunks, saliendo del auto en el momento justo.





    ¡Vegeta, cuidado! —antes de la colisión, Gokú dio un “patinón” al ver la máquina que se precipitaría en la pista, perdiendo el control de su coche y dándole de lado a su “coterráneo”.



    ¡¡Méndigo Kakarotto, eres un estúpido idiota!! —Vegeta no dudó en reclamarle tratando de recuperar el control del “Go - kart”, más fue inútil porque derraparon sobre el pavimento, ya que los dos carros se habían enganchado por la defensa.



    ¡¡Echen paja… aaaayyyy!! —gritó Gokú cerrando los ojos.



    ¡Demonios! —el Jinzō Ningen 17 trató de frenar, pero no pudo evitar derrapar también.





    Pikoro quiso hacer hasta lo imposible por no chocar, más fue embestido por Cell y, asimismo, llevados por la inercia, se deslizaron sobre el pavimento. Ese momento fue el que Trunks aprovechó para escapar dejando abandonado su vehículo, el cual continuó con su camino. Y 16 lanzó lejos a Oolong y a Rōshi para proteger a la familia de tortugas entre sus brazos, así que todos los competidores quedaron fuera.





    ¿Pero de dónde salió semejante aparato? —se preguntó el adolescente tratando de enfocar por entre el humo que provocó la nave extraterrestre al estropear el suelo terrestre.



    ¡Frenennnnn! —Krilin, Yamcha y Ten Shin Han gritaron con desesperación antes de impactarse con los automóviles de enfrente.



    ¿Qué pasó, qué ocurrió? —Bulma y Milk se angustiaron infinitamente al ver la gran polvareda que se levantó sobre el lugar del accidente.



    Me parece que fue un choque múltiple —dijo Lunch sin mostrarse excesivamente preocupada.



    ¡Oh, Gokú! —exclamó Milk más que desesperada y se dispuso a rescatar a su esposo de entre los escombros—. Gohan, espérame aquí y no vayas a moverte —le dijo autoritariamente a su retoño antes de saltar sobre la valla de protección que rodea la pista.



    Eee… —es lo único que alcanzó a decir el niño al verla partir.





    Bulma le imitó al instante, dirigiéndose con algo de amabilidad a la pacífica bandolera antes de seguir a su amiga morena.





    Lunch, por favor cuida de los niños que no tardamos —y se fue corriendo tan rápido como podía, tratando de alcanzar a la señora Son.



    No se apuren —respondió la aludida en seguida de parpadear con asombro e incredulidad—. Muy bien, chicos, ya escucharon, y es mejor que no desobedezcan a la tía Lunch —les dijo a los pequeños volviendo a sonreír, sacando una pistola de su bolso y apuntándoles con firmeza.





    Gohan y Videl sólo afirmaron con la cabeza al sentirse “inmovilizados” de esa manera tan… considerada, quedándose quietecitos en su lugar. Puar y Chaozu consideraron más adecuado quedarse con ellos, no fuera Lunch a estornudar y meterles un susto mayor.





    Las dos damas toparon con los androides, los cuales salían con bastante trabajo de entre el humo; 17 llevaba a rastras a Cell, el cual parecía desvanecido.





    ¡Pero cuanto polvo hay en este lugar! —dijo el joven moreno tosiendo y limpiándose el rostro con la manga de su camisa—. Mejor vámonos de aquí, monstruo, y que los tontos se encarguen de todo el alboroto… —añadió hablándole a su compañero, como si esperara que éste le respondiera. A lo lejos divisó a su otro camarada, quien ya había colocado a las tortugas en un lugar seguro—… ¡Oye, 16, ayúdame a cargar al cacharro de Cell! —le gritó en voz de mando.



    ¡Gokú, Gokú!, ¿dónde estás Gokú? —volviendo a su búsqueda, Milk llamó a voces a su marido, sin ocultar su aflicción.





    En ese momento Yamcha, Krilin y Ten Shin Han asomaron entre la densa nube de polvo que se iba desvaneciendo lentamente, tosiendo entrecortadamente.





    No tienes que preocuparte por Gokú, Milk —le dijo Krilin en tono conciliador—, él y Pikoro se encuentran parados allá adelante… recuerda que tu marido es un Saiyajin, y es fuerte como un tanque —observó con algo de timidez.



    ¿Y Vegeta? ¿Qué le pasó a Vegeta?... ¿y dónde está el guapote del futuro? —Bulma no dudó en intervenir, sacudiendo con algo de violencia a su amigo pelón.



    Vegeta se encuentra también junto a Gokú, Bulma —le dijo Yamcha con algo de contrariedad, disimulando su abatimiento—. A su parecer, esa cosa que se estrelló en la pista es una nave como las que él usaba cuando trabajaba para Freeza —agregó un tanto enfadado.





    Trunks descendió a su lado en ese momento, mirándolos con alivio.





    ¿Se encuentran todos bien? —les preguntó en tono cortés y serio.



    Por supuesto que sí, muchacho —fue Ten Shin Han el que le respondió con amabilidad.



    Me da tanto gusto verte sano y salvo, guapo —le dijo la científica al mirarlo, soltando un suspiro de alivio—. Ahora vamos por Vegeta… y gracias por tu ayuda, Yamcha —agregó despidiéndose gentilmente de su ex novio, al cual le regaló una momentánea sonrisa antes de irse tras Milk, siendo acompañada por su futuro y desconocido hijo.



    ¡Nada ni nadie debe impedir el trabajo periodístico! —el rubio comentarista pasó corriendo velozmente entre los guerreros… casi los derriba.



    ¿Creen que sea prudente dejarlo ir allá? —preguntó Ten Shin Han al momento de parpadear asombrado.



    Lo mejor será quedarnos cerca por si es necesario intervenir en la batalla —opinó Yamcha tras meditarlo un segundo, adquiriendo un gesto de seriedad.



    Tienes toda la razón, Yamcha, es nuestro deber proteger a todas las personas —Krilin apoyo a su compañero afirmando con la cabeza.





    Kame Sen’nin y Oolong se presentaron trastabillando, recomponiéndose del susto que se habían llevado.





    Muchachos… ¿qué fue lo que pasó? —preguntó el anciano maestro sobándose la cabeza.



    Parece que una nave de Freeza se estrelló en la pista —le respondió Krilin con seriedad—. No sabemos qué o quién pueda estar dentro de esa cosa.



    ¿Una… una nave de Freeza? —Oolong no pudo disimular un escalofrío—. ¿Están… seguros?



    Eso es lo que dijo Vegeta —dijo Yamcha empleando un tonito de molestia—. Al parecer no acabó con todas las huestes de ese villano cuando estuvo buscando a Gokú por todo el espacio —añadió.



    Bueno… entonces lo mejor que puedo hacer es proteger a la linda Lunch y a los demás —a este punto, Rōshi considero más prudente poner pies en polvorosa—. Les encargamos todo —y salió corriendo en dirección a las gradas.



    ¡Buena suerte! —el metamorfo cerdito le imitó con prontitud, despidiéndose de ellos con una sonrisa avergonzada.



    Ni hablar… —dijo Ten Shin Han en un murmullo guardándose un suspiro, dado que también le encantaría estar con la bandolera, más su deber como guerrero es estar siempre listo para entrar en acción.





    Y mientras tanto, Gokú, Pikoro y Vegeta se mantenían expectantes, esperando a que algo saliera del redondo vehículo, el cual continuaba herméticamente cerrado aunque el humo ya se había despejado del todo.





    ¿Estará vivo? —se preguntó Gokú en tono de interés—. ¿No creen que debemos ayudarle a salir? —dirigiéndose a sus compañeros con preocupación.



    Gokú, por favor, no seas tonto… eso puede ser peligroso —Pikoro le respondió con aspereza, poniendo los ojos en blanco por un instante.



    ¿Tú qué opinas, Vegeta? —el ingenuo de peinado punk se dirigió a su noble camarada, mirándolo con algo de curiosidad.



    Esa nave… ¿acaso será…?... —el Príncipe no respondió al cuestionamiento y parecía muy intrigado, como si quisiera reconocer la procedencia del aparato—… No, no lo creo —masculló entre dientes.



    ¡Gokú, Gokú! —justo entonces las damas llegaron cerca de ellos, y Milk se abalanzó sobre su marido—. ¡Oh, Gokú, estaba muy preocupada por ti! ¿Estás bien, no te pasó nada? —le preguntó angustiada, observándolo con detenimiento sin soltarlo—. Pero mira nada más que sucio has quedado… por eso te decía que las carreras de autos no son nada buenas —y le recalcó al final con algo de severidad, limpiándole cuidadosamente la cara con un pañuelo.



    Vamos, Milk, no debes de preocuparte tanto por eso… a ninguno de nosotros nos pasó nada malo —le respondió el aludido obsequiándole unas de sus características sonrisas al tiempo que la tomaba delicadamente de la cintura para ponerla de pie a su lado—. Ahora lo que importa es saber quién es el que viene en esa nave espacial —indicó señalando hacia el boquete.



    Oye, Vegeta… ¿qué esa nave no es una nave Saiyajin? —Bulma, junto con Trunks, se colocó cautelosamente detrás del Príncipe, haciendo la observación. El hombre no se dignó en responderle, aunque estaba de acuerdo con su razonamiento, ya que ellos, los Saiyajins, utilizaban generalmente ese medio de transporte compacto para trasladarse de un planeta a otro, y esa tecnología se la habían brindado al maldito de Freeza.



    Parece que algo va a salir de ahí —dijo el joven del futuro con seriedad, manteniendo la calma.





    Efectivamente, la compuerta del minúsculo vehículo monoplaza se abrió al fin, elevándose poco a poco sobre sus goznes. En ese momento, la excitada voz del comentarista les hizo dar un respingo a todos, y lo quedaron viendo por una fracción de segundo con gestos de incredulidad en sus rostros.





    ¡Señoras y señores, público que ha seguido esta transmisión, estamos a punto de presenciar en vivo y a todo color un acontecimiento que muy pocas veces se puede apreciar! ¡El aparato que cayó del cielo es un auténtico OVNI extraterrestre, y su ocupante saldrá en unos cuantos segundos! —exclamó con jubilosa voz.



    ¿Pero qué le pasa a ese loco? —Pikoro recompuso una mueca de enfado ante semejante falta de buen juicio.





    Justo entonces la puertecilla de la nave terminó de abrirse, dando paso al pasajero en su interior, y todos los presentes no cabían en su asombro al notar de quién se trataba. Una cola agitándose al aire era la mejor muestra de que efectivamente era un Saiyajin.









    Nota: ¿Pueden adivinar quién es el Saiyajin que llegó a visitarlos? Tal vez se sorprendan o tal vez no, así que lo sabrán en la siguiente entrega. Un saludo.

     
    • Me gusta Me gusta x 2
  19.  
    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

    Leo
    Miembro desde:
    6 Agosto 2010
    Mensajes:
    3,827
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    El Universo está en juego... literalmente hablando.
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    36
     
    Palabras:
    10986
    Capítulo 15, parte 3. Visitas inesperadas y algo más.





    Nota inicial: antes de que nuestro buen amigo Fénix escribiera sobre Tarble, yo ya había hecho este capítulo, sólo que entre tantas actividades, la escuela y mis obligaciones no lo había subido. Disfrútenlo, y por favor, un “Me gusta” no les cuesta nada… XD. Aun sin muchos comentarios sigo adelante porque me gusta escribir.





    Previamente… Justo entonces la puertecilla de la nave terminó de abrirse, dando paso al pasajero en su interior, y todos los presentes no cabían en su asombro al notar de quién se trataba. Una cola agitándose al aire era la mejor muestra de que efectivamente era un Saiyajin.





    Por cierto que el Saiyajin recién llegado era bastante parecido a Vegeta, sólo que de menor estatura. Su rastreador le indicó que tenía compañía, así que volvió la vista hacia ellos, y su mirada era de bastante seriedad, con esas facciones tan Saiyajin… después relajó el gesto, e incluso se le dibujó una sonrisa.





    ¡Hermano Vegeta, qué bueno que llegué a tiempo para verte! —exclamó gustoso con una entonación de voz bastante amable, y, de un gran salto, se aproximó a ellos volando, descendiendo junto al nombrado Príncipe—. Menos mal que no perdí el rumbo al dar la vuelta por las Pléyades —indicó.



    ¿Dijo… hermano? —Pikoro tartamudeó con asombro.



    Vaya, Vegeta no nos había dicho que tenía un hermano menor… que escondidito se lo tenía —Gokú susurró divertido—. Y según él, nosotros dos éramos los únicos Saiyajins que quedaban en el Universo sin contar a Gohan.





    Milk se había aferrado fuertemente a la cintura de su marido, ocultándose detrás de él y mirando al recién llegado Saiyajin con algo de aprensión. Bulma optó por agarrar a Trunks del brazo, algo recelosa también, y el joven del futuro estaba más que pasmado por la noticia… desconocía del todo que tenía un tío paterno, así que era algo más que contarle a su madre en su tiempo.





    ¿Table? —por su parte, al aludido casi se le va la quijada al suelo, pues no concebía que el débil de su hermano menor hubiera sobrevivido por años—. ¿Cómo es qué estás aquí?... pensé que habías muerto —le dijo recuperando la compostura y el carácter en un santiamén, no muy contento de verlo a pesar del tiempo de separación.



    Yo estaba más preocupado por ti, hermano Vegeta… pensé que Freeza llegaría a matarte cuando se cansará de mantenerte —le dijo el joven con sincera inquietud—. Todos los días le imploraba a nuestros dioses el que te mantuvieran vivo hasta que fueras lo suficientemente fuerte para acabarlo.



    ¡Mph!, no sea estúpido, Table, ese p”#$ bastardo de Freeza no tenía pelotas grandes como para hacerlo —masculló el Príncipe con verdadera furia, lanzándole a su hermano una mirada bastante desagradable—. No debes olvidar que yo soy el Príncipe de nuestra raza, el Saiyajin más fuerte de nacimiento, y ese infeliz jamás podría eliminarme por las buenas.



    Hermano Vegeta, no te enojes por eso, no era mi intención poner en duda tu poder ni faltarte al respeto —Table se inclinó respetuosamente ante Vegeta, hablándole en tono consternado y avergonzado.



    ¡Hola, soy Gokú! —Gokú se había acercado a ellos, y, aprovechando el lapsus, le estrechó fuertemente la mano al recién llegado, saludándolo efusivamente como acostumbra—. ¡Es un gusto conocerte, hermano de Vegeta!



    Kakarotto, con un demonio… ¿por qué diablos te metes en lo que no te importa? —el Príncipe le reclamó con algo de molestia, haciendo una mueca de mayor desagrado.



    ¿Kakarotto? —Table lo miró extrañado, parpadeando de incredulidad.



    Vegeta dice que ese es mi nombre Saiyajin, aunque yo le he dicho que está muy feo y que mejor me llame Gokú… es el nombre que me puso mi abuelito adoptivo cuando llegué aquí a la Tierra —respondió el ingenuo de peinado punk sin dejar de sonreír—. ¿Así que a ti también te exiliaron de Vegetasei cuando eras muy pequeño?, ¿y a qué planeta te mandaron? —posteriormente le cuestionó con verdadera curiosidad.



    ¡¡Argh, Kakarotto idiota, eso no importa ahora!! —Vegeta sintió que su paciencia había llegado al límite, así que no dudó en levantarle la voz y hacerse momentáneamente más grande para verse intimidante. Table pareció asustarse ante semejante transformación.



    OK., Vegeta, pero no te alteres así que se te deforma el rostro —observó un Gokú de tamaño “chibi”, cerrando los ojos ante tremendo alarido.



    ¡¡Eres un… un… un insectoooo!! —puntualizó el Príncipe antes de volver a su tamaño normal, y se dirigió a su hermano sin cambiar el tono de molestia—. Bien, Table, todavía no respondes por qué estás aquí.



    Bueno, hermano Vegeta, hace algunos meses atrás recibí un mensaje secreto en mi cuenta de correo electrónico, y en él se me comunicaba que ahora estabas viviendo en la Tierra y que muy pronto te casarías con una mujer de este lugar tan hermoso —respondió el joven recomponiendo el gesto e inclinándose nuevamente—. Como comprenderás, un acontecimiento de tal magnitud no puede pasarse por alto, así que vine a cerciorarme que fuera verdad —agregó enderezándose.



    ¿¡Qué!? —era obvio que al Príncipe Saiyajin no le cayó nada bien la explicación… ¿qué él iba a… a casarse?, ¿y con una terrícola? Debía tratarse de una broma de mal gusto.



    ¡Ah, Vegeta, qué buena noticia! —dijo Gokú por su parte, sonriendo grandemente y palmeándole amigablemente un hombro—. ¡Espero no olvides invitarnos a tu boda!





    La palpitante vena en la sien de Vegeta no se hizo esperar.





    ¡¡Kakarotto, hijo de p#$%&, deja de decir estupideces que me enfermas!! —gritó muy alto elevando su Ki, como si pensara transformarse en SS—. ¡¡Yo no voy a hacer nada de eso!! ¡¡Nunca!!



    Pues el mensaje era bastante claro… —Table volvió a retroceder espantado por esa reacción… el rastreador casi le explota en la cara.



    Ejem… ¿puedes decirme de dónde te enviaron el mensaje? —Bulma se armó de todo su valor para acercarse a su posición, carraspeando sonoramente para llamar su atención. Toda la cuestión de que Vegeta se casaría sin que ella estuviera enterada la había puesto en alerta—. Si me das la dirección correcta tal vez podamos descubrir al que trató de engañarte.



    La dirección es de aquí de la… —le respondió amablemente el joven Saiyajin al mirarla, y pareció reconocerla de algún lado—. ¡Pero si tú eres la futura desposada de mi hermano Vegeta! —le dijo acercándosele y tomándole cortésmente de las manos—. Vegeta no tiene mal gusto, es usted una doncella muy guapa, y en persona se ve mejor que en la fotografía —externó emocionado.



    Bueno, eso sí pero… —la joven genio se sonrojó al momento, y su vanidad se elevó hasta las nubes por ese comentario.



    ¿¿Pero qué dices?? —por supuesto que el mal encarado Príncipe no tomó eso de buena manera—. ¡¡Esas son patrañas sin sentido!! ¡¡Yo no estoy enfermo para involucrarme con esta mujerzuela de tan baja categoría!! —y no tardó ni un segundo en despotricar su rabia.



    Oye, pedazo de simio inculto, más te vale que me vayas respetando como la gran señorita que soy —la chica le miró retadoramente, no dejándose impresionar por esos aullidos—. Si yo tuviera que casarme con alguien de tu estirpe prefiero a este lindo Saiyajin —agregó abrazando fuertemente a Table, y casi lo ahoga al tomarlo del cuello—, ya que él sí es un Príncipe bien educado.



    Señorita… es un… gran honor… pero… —el pobre pareció sofocarse y avergonzarse al verse muy cerca de… mejor no damos detalles.





    Vegeta rechinó los dientes con verdadera indignación… ahora hasta su blandengue y desconocido hermano merecía toda la atención de la mujer, y él no.





    ¡¡Pues por mí puedes enredarte con cualquier insecto rastrero que se te ponga enfrente!! ¡No me interesas en absoluto! —le espetó groseramente a la científica cruzándose de brazos, mirándola como si quisiera asesinarla.



    ¡¡Y yo no necesito tu favor para nada, idiota!! ¡Tu apreciación es la que menos me afecta! —la dama no se quedó atrás, casi lanza chispas por las azules pupilas.



    ¡¡Carajo, mujer estúpida y marrullera, has de tu p$#% vida lo que quieras y déjame en paz!! ¡¡Ya me traes hasta la m”#$% con tus idioteces!! —le rezongó el Saiyajin con la vena más palpitante.



    ¡¡Aquí el único estúpido eres tú, cavernícola del demonio!! —la joven soltó a Table y lo encaró más de cerca. Ambos se gruñeron mostrándose los dientes, a ver quién cedía primero.



    Oigan, Bulma, Vegeta, ¿puedo opinar? —les preguntó Gokú un tanto inseguro.



    ¡¡Noooo!! —los dos le gritaron al unísono, y lo hicieron retroceder algo asustado.



    Bueno, pero no tienen por qué ponerse así… —les hizo la observación con nerviosismo en tanto decidió que lo mejor era ocultarse disimuladamente tras el hermano menor del Príncipe—. Ya hasta parecen marido y mujer… —le susurró por lo bajo al joven Saiyajin recién llegado.



    Vegeta… hermano mío… —Table trató de razonar con Vegeta, inclinándose frente a él por enésima ocasión—… por favor no discutan por mi causa; tú sabes que te respeto mucho y que mi intención nunca ha sido incomodarte con tu esposa en ciernes.



    ¡Mph!, no seas idiota, Table —el aludido le respondió con irritación, aparentando tranquilizarse, aunque aun así no dejó el mal talante contra la muchacha—, el que esta zorra se te ofrezca a ti o a cualquier otro no me perturba en lo más mínimo. Yo no voy a casarme… ni con ella ni con ninguna otra patética mujer terrícola.



    Pero, Vegeta, hermano, recuerda que… —esas palabras parecieron entristecer verdaderamente al buen mozo.



    ¡Ush, tenías que ser tú, bruto descerebrado! —más Bulma se exasperó totalmente ante la indirecta, así que jaló una vez más a Table, aprisionándolo entre sus brazos—. No le hagas caso a ese torpe que tienes por hermano, encanto… una doncella tan hermosa como yo no tiene ninguna necesidad de contraer nupcias con alguien tan prosaico e inculto como ese bobo, ¿no te parece? —le habló en tono coqueto dedicándole una caída de pestañas—. Por cierto, ¿cuántos años tienes?... te ves muy joven y apuesto para ser pariente de alguien tan feo y antipático como Vegeta —agregó dulcemente levantándole un poco más el cabello.



    Señorita… yo sólo soy dos años menor que mi hermano… además… yo no… —el pobre sentía que se ahogaba, había enrojecido excesivamente de las mejillas y trataba de apartarse educadamente de la doncella. El Príncipe trató de disimular su recelo dándoles la espalda, sintiendo que la sangre le hervía de ver como Table era tratado tan… afectuosamente.



    Y si gustas quedarte unos días en la Tierra puedes hacerlo, yo te invito —la señorita Briefs no dejó la coquetería ni la educación a pesar de que el rubor era notorio en las mejillas del joven Saiyajin venido del espacio.





    A todo esto los que se encontraban atrás de donde esta escena se desarrollaba, o sea Milk, Trunks, Pikoro y, por supuesto, el rubio comentarista de los torneos, no estaban seguros de interrumpir el “emotivo” reencuentro familiar entre el Príncipe Saiyajin y su único y excluido hermano. La morena parecía tan hastiada como el namek en tanto el adolescente no salía de su asombro.





    Oye, Gokú, ¿ya podemos irnos? —Milk decidió que ya era suficiente de tanto jaleo y fue a donde su cónyuge, mirándolo molesta—. Se ha hecho tarde y Gohan nos está esperando.



    Espera un momento, Milk, esto es interesante —le dijo Gokú empleando su típica entonación amable y desfachatada—, ¿no ves que Vegeta va a matrimoniarse pronto con Bulma?



    ¡¡Pues a mí no me importa lo que haga o deje de hacer ese par de inconscientes!! —la dama de negra cabellera no tardo ni un segundo en levantarle la voz a su maridito, acercándose amenazadoramente y mostrándole sus peligrosos colmillos—. ¡¡Gohan tiene mucho que estudiar y eso sí es prioritario!!



    Pero… pero Milk… —el Saiyajin de peinado punk retrocedió unos pasos ante los ensordecedores alaridos de su esposita, alarmado al sentir desbordado su pequeño Ki.



    ¡Nada de peros, vámonos ya! —ella lo obligó a irse tomándole de una oreja y dándole un tirón.



    ¡Adiós, hermano de Vegeta, mucho gusto en conocerte! —Gokú alcanzó a despedirse antes de ser nuevamente jaloneado—. ¡Ay, ay, ay, ay, Milk, eso duele! —y gritó un poco de dolor, ya que cuando su mujer se enfada es porque se enfada.





    A todo este diálogo, los demás presentes se quedaron en silencio y no hicieron nada por detenerlos, dejando así que se retiraran. Y el rubio cronista se mostró algo desilusionado, ya que, al parecer, no conseguiría la entrevista de sus sueños.





    Este… disculpa la pregunta, amigo Majunia, ¿podrías explicarme que es lo que está ocurriendo? —lo único que le quedó por hacer fue dirigirse a Pikoro, quien junto con Trunks consideraron permanecer ahí hasta que Table se fuera o decidiera aceptar la invitación y quedarse.



    Mejor observa cómo termina todo esto, te aseguro que será una buena historia para tu público televidente —fue la parca respuesta del namek, aunque ocultó muy bien una pequeña sonrisita, pues notaba que el Príncipe Saiyajin hacía un enorme esfuerzo para no admitir nada de nada.





    Bulma, Vegeta y Table se recuperaron de la impresión luego de ver a Gokú alejarse con Milk.





    ¿Quién es esa mujer tan especial? —preguntó Table con asombro—. ¿Acaso tiene algo que ver con Kakarotto?



    Ella es Milk, y es la esposa de Gokú —le respondió Bulma con cortesía.



    Sólo los idiotas como ese dejan que una mujer los trate como cualquier basura —admitió Vegeta enfurruñado, y miró una vez más a su hermano—. Yo, el Gran Vegeta, no voy a cometer una estupidez semejante, Table, eso tenlo por seguro.



    Pero, hermano Vegeta, si tú no… —el joven pareció nuevamente abatido.



    Vamos, lindo, deja de mortificarte por el soez de tu hermano —la científica le sonrió amablemente acariciándole un poco la cabeza hasta erizarle más la cabellera—. Lo mejor que puede hacer es no casarse, porque ninguna mujer es tan boba como para aguantar su feo carácter.



    ¡Mph!, lo que tú tengas que opinar de mí me importa poco —el Príncipe espetó en tono retador, mirando fijamente a la chica—. Ninguna estúpida mujer va a ningunearme.



    Claro, animal, sólo que sea una verdadera tarada podrá soportarte así de malhablado… Además eres el hombre más horroroso que he conocido en mi vida, por lo que no tendrás nada de suerte —obviamente que ella no se iba a quedar atrás, y le respondió airada.



    ¡Jah!, bien que te gustaría que yo te hiciera el favor, tonta —y era lógico que Vegeta le respondería para continuar el debate… no se iba a dejar vencer tan fácilmente.



    Eso es lo que tú quisieras, mono idiota —más la dama le reviró fulminándole con la mirada, ya que el Príncipe parecía encontrarle un lado divertido a la disputa porque sonreía muy disimuladamente de lado.





    Trunks no sabía ni que pensar ante eso… ¿qué tanto se habían amado sus padres en su tiempo? A simple vista le parecía que no se soportaban pero, de acuerdo a las pocas cosas que su madre le había contado, sí llegaron a quererse lo suficiente como para que su progenitor haya admitido su desliz y lo reconociera como hijo legítimo, dándole su escudo real antes de abandonarlos a él y a la autora de sus días.





    Creo que sería bueno que te acercaras y tranquilizaras a tu madre o nunca van a terminar de discutir —le dijo Pikoro con bastante seriedad y en voz baja, dándole un suave empujón en la espalda que lo obligó a caminar unos pasos.



    Sí… tiene usted razón —admitió el adolescente encaminándose a ellos.



    Hermano Vegeta… señorita… por favor no discutan más, se los suplico… —Table parecía desconcertado. Su hermano juraba y perjuraba que no había nada entre él y la linda doncella, pero… por sus actitudes, se podría decir que sí sentía algo por ella. Y, por cierto, la dama tampoco se quedaba atrás.



    Eto… señorita Bulma… —Trunks llegó cerca y cautelosamente le habló a su futura mamá—… el reportero quiere una entrevista con el Saiyajin —dijo educadamente.



    ¿En serio?, ¿y por qué no me lo dijiste antes, guapo? —la aludida recuperó la noción de donde se encontraba, así que, haciéndole señas, llamó con amabilidad al arriesgado y valiente cronista—. ¡Yujuh, señor periodista, acérquese usted!



    ¡Argh, pero que molestia! —resopló Vegeta con fastidio—. ¡Mejor me largo de aquí!



    No, hermano Vegeta, por favor, aún tengo algo importante que consultarte que no me tomará mucho tiempo —Table se inclinó una vez más frente a él hablándole en tono de súplica respetuosa, deteniendo su avance.



    Está bien, maldita sea, sólo hazlo rápido —le soltó el aludido de muy mal talante.





    En ese instante el rubio comentarista llegó a su lado.





    Perdone, mi buen amigo extraterrestre, ¿puedo hacerle algunas cuantas preguntas de su origen y el por qué está aquí en la Tierra? —dijo cortésmente el buen hombre dirigiéndose a Table.



    Este… bueno, aunque tendrá que permitirme un minuto —respondió el joven volviendo a hablar con su hermano mayor—. Vegeta, hermano mío, es menester que te cases para que yo también pueda hacerlo a su debido tiempo… recuerda que es lo que dictan nuestras leyes —añadió sumisamente.



    ¡Esas leyes ya no tiene valor! —espetó enfurruñado el Príncipe cruzándose una vez más de brazos—. No olvides que nuestro planeta desapareció hace mucho tiempo, Table, así que por mí puedes hacer lo que se te antoje dado que no vives conmigo… sólo evita molestarme más.



    Pero sigues siendo el Príncipe y además eres mayor que yo, hermano Vegeta, y necesito un consejo de tu parte —observó el menor de los nobles Saiyajins conservando el tono deferente hacia el mayor.



    ¿Y eso qué tiene que ver? —rezongó Vegeta fulminando a su consanguíneo con una mirada.



    Pues… como tienes una atractiva novia con la cual vas a desposarte, pensé que podrías darme algunas cuantas lecciones de cómo conquistar a una chica —observó el joven un tanto temeroso.



    ¿¡Qué dices!? —obviamente que eso provocó la cólera desbordada del Príncipe Saiyajin, al cual le palpitó furiosamente la vena en la sien mientras unas turbias ideas de cómo asesinar a su hermanito le cruzaron por la mente—. ¿¡Acaso no te quedó claro lo que te dije desde un principio, pedazo de idiota!? —y el resultado fue que el desdichado Table recibió toda la rabia en ese grito—. ¡¡Yo no tengo ninguna novia y no voy a casarme porque tú y las estúpidas leyes de Vegetasei lo digan!! ¡¡No tengo por qué hacer semejante tontería!!



    Pero… pero hermano Vegeta… es que… —al pobre no le quedó de otra más que hacerse “chibi” del miedo.





    Vegeta salió volando sin decir nada más, y Bulma, junto con Trunks y el rubio comentarista cerraron los ojos y se cubrieron el rostro por el polvo que levantó el Príncipe Saiyajin. Ante esto, Pikoro decidió irse también y velozmente se dirigió con rumbo a las gradas para alcanzar a los demás y evitar que Gokú soltara la sopa a destiempo, dado que tampoco le sería sensato incomodar más al agresivo de Vegeta.





    Disculpa, joven extraterrestre, ¿ya puedo entrevistarte? —sacudiéndose la ropa, el amigable cronista se dirigió una vez más a Table, quien parecía triste.



    La raza de los Saiyajins dejara de existir si mi hermano Vegeta no toma una mujer para formar familia —fueron las palabras del buen mozo suspirando con abatimiento, mirando hacia el sitio por donde su hermano mayor se había esfumado—. Y yo no puedo faltar a lo que dictan las leyes, sería un agravio en su contra…



    ¿Me permite, por favor? —le dijo Bulma al comentarista haciéndolo a un lado con cortesía—. Oye, Table, ¿en verdad es necesario que Vegeta se case para que tú puedas hacerlo también?... eso es injusto —y le habló con bastante consideración al hermano menor de Vegeta, mirándolo compadecida.



    Así lo marcan las leyes de nuestro reino, ya que generalmente se tenía un hijo por pareja, y, cuando eran dos, el hermano mayor debía desposarse antes que el menor… y eso es más especial entre nosotros dos por ser de la realeza —afirmó el aludido con gesto consternado—. Éramos tan pocos y ahora somos menos porque Freeza eliminó a todos los que estaban en el planeta —agregó con desaliento.



    Bueno, pero eso de que Vegeta tenga que unirse en matrimonio antes que tú sería sí todavía estuvieran en tu planeta, por lo tanto es historia y no veo porque seguir con esa tonta tradición… —la científica trató de minimizar el asunto palmeándole un hombro con bastante consideración—. Lo mejor que puedes hacer es casarte si ya tienes novia, y no esperar a que ese majadero que tienes por hermano lo haga —puntualizó empleando esta vez un tono de suficiencia absoluta… para ella era mejor que el Príncipe Saiyajin no se fuera a juntar con otra mujer que no fuera ella misma, aunque todavía no lo admitiera abiertamente.



    Pero, señorita, usted no entiende que mi raza peligra… —Table la miró con algo de incredulidad.



    Mira, tu raza no va a desaparecer del todo ya que Gokú se casó y tiene un hijo… y este muchachón tan guapo que está a mi lado también es un Saiyajin y viene de un futuro lejano —explicó con visible seguridad y señaló a Trunks sin disimular su orgullo—. Cabe la posibilidad de que tal vez sea hijo tuyo… —observó detenidamente mirándolos a ambos por una fracción de segundo… el aire familiar no se perdía del todo—… así que no lo pienses tanto y cásate lo más pronto posible para que él pueda nacer —añadió sonriendo grandemente.



    Este… ¿en serio eres un Saiyajin? —el noble Saiyajin pareció sorprendido, y se fijó con detenimiento en el adolescente, tal vez tratando de encontrar una muestra física de eso, algún rasgo que lo delatara.



    Eee… si lo soy, y usted sabrá comprenderme pero hay información que no puedo revelar aun para no alterar el curso de este tiempo, por lo que no se me está permitido revelar mis orígenes —Trunks enrojeció por una fracción de segundo ante la posibilidad de ser reconocido como un desconocido miembro de la realeza Saiyajin, más recuperó la serenidad casi al instante y habló con gravedad.



    Bueno… voy a creer en tu palabra —Table pareció conforme con eso moviendo la cabeza en señal de aprobación—. Creo que es la hora de regresar a mi planeta, y de verdad espero que mi hermano Vegeta cumpla con sus reales deberes como heredero al trono de Vegetasei y acepte tomarla como esposa ya que usted es agraciada e inteligente —agregó dirigiéndose respetuosamente a Bulma, inclinándose frente a ella.



    Favor que me haces, lindo, lo admito y me declaro culpable —la dama se hinchó de orgullo, como sólo ella sabe hacerlo—. Pero precisamente una señorita tan hermosa, gentil y buena persona como yo no puede aceptar a un barbaján como Vegeta de marido… eso no estaría nada bien y dañaría mi inmaculada reputación —añadió dándose sus aires de diva—. Por cierto, te recomiendo que, si quieres conquistar a una chica, debes comportarte con ella amable, caballeroso y gentil; ya verás que acepta salir contigo —completó guiñándole un ojo con coquetería.



    Gracias por su consejo, lo pondré en práctica —respondió el joven visiblemente agradecido.



    Perdonen ustedes pero… ¿ya puedo realizar mi trabajo? —el rubio informador pareció contrariado al ver cómo una exclusiva se le iba de las manos, así que irrumpió en la plática.



    Mi buen amigo terrícola, me da mucha pena con usted pero tengo algo de prisa —le respondió Table en tono educado—. Pero puedo decirle que mi nombre es Table y soy el segundo hijo del monarca Saiyajin Vegeta XXIX de Vegetasei, asesinado hace un tiempo por un malvado llamado Freeza, el cual mantuvo cautivo al Príncipe Vegeta, quien es mi hermano mayor, ya que nuestro planeta fue destruido hace mucho tiempo, y yo sobreviví porque fui enviado a un planeta alejado de este sistema planetario en el que ustedes viven; ahora vine de visita a la Tierra para comprobar que él, mi hermano, se encontraba bien aquí —explicó entrando a su cápsula espacial, acomodándose en el asiento para viajar—. Espero nos veamos en otra ocasión y lamentó todos los desperfectos ocasionados a mi llegada —añadió diciendo adiós con la mano.





    La compuerta del vehículo se cerró y despegó con velocidad hasta perderse en el firmamento.





    Bien, guapo Trunks, creo que mejor regresamos al hotel —dijo Bulma mirando a su joven hijo del futuro con bastante cariño—. He de suponer que ya todos se fueron y nos dejaron aquí —añadió si más.



    Como usted guste, señorita Bulma —el muchacho le sonrió con visible amabilidad.



    Damas y caballeros, público televidente que ha seguido esta transmisión… hemos sido testigos de la llegada de una raza pacífica de seres intergalácticos, y no son verdes como nos han hecho creer en los cómics —dijo el comentarista mirando aun al cielo.



    Oiga, señor mío, me parece que nada de lo que ha dicho en la última media hora fue escuchado por alguien —Trunks le hizo la observación señalándole algo que le llamó la atención—. Esta luz en su micrófono indica que la batería está descargada, aparte de que se alejó bastante del sintonizador de frecuencia —le indicó un tanto apenado… ese pobre caballero había esperado por nada.



    ¿Pero cómo…?... oh, veo que tienes razón, joven —el rubio le echó un vistazo al aparato para comprobar lo dicho por el adolescente—. Es una verdadera lástima, la emisión fue interrumpida con el impacto de la nave interplanetaria —añadió con pesadumbre, guardando en el bolsillo de su saco el artificio descompuesto.



    Me da pena por usted, mi buen señor, pero no hay nada más que hacer —le dijo Bulma en tono compasivo—. Vámonos ya, querido Trunks —y tomó a su aún desconocido heredero por el brazo, caminando con él.





    Y, en lo que estos sucesos descritos se desarrollaban, el Dr. Maki Gero consideró que sería adecuado retirarse de ese lugar al ver el estado en el que se encontraba Cell… como todavía no es perfecto, lucía bastante desmejorado; a lo que 17 y 18 se sintieron libres para irse sin siquiera esperar a que 16 cargara con el bioandroide de una manera lo más delicada posible para un invento de su categoría. Majin Boo, fastidiado también por la falta de acción, quiso salir a comprar más dulces ya que su dotación se había terminado, a lo que Babidi y Dabura no dudaron en complacerle, pues, en realidad, no le encontraron utilidad a una carrera suspendida por el abandono de los competidores, y fueron a “asaltar” otra dulcería cercana al estadio. En tanto, los guerreros “Z”…





    Oigan, ¿qué creen que haya pasado allá? —Krilin pareció ansioso al no ver que Pikoro o Gokú se acercaran—. ¿Acaso ese hombre de Freeza habrá asesinado a todos los que estaban cerca?



    No, Krilin, no parece que nada malo haya ocurrido — expuso Ten Shin Han con sabiduría—. No se ha percibido ningún cambio relevante en el Ki de Gokú o de Pikoro, y sólo el Ki de Vegeta se siente un poco elevado —añadió con gravedad.





    Tal vez ese sujeto vino a decirle a Vegeta algunas cuantas verdades para humillarlo… o tal vez lo retó a un duelo por el control de las conquistas de Freeza —dijo Yamcha con algo de entusiasmo, ya que si el Príncipe Saiyajin se largaba le sería favorable a su causa.





    En ese momento distinguieron dos siluetas que se acercaban. Eran Gokú y su esposa Milk y, al parecer, la dama venía furiosa.





    ¿Qué habrá hecho Gokú ahora para que Milk lo regañe? —se preguntó Yamcha con asombro.



    Bueno… tengo la impresión de que Milk se preocupa más porque Gohan no pierda el tiempo en lo que ella considera peligroso aunque Gokú no lo vea así —opinó Krilin en voz muy baja.





    Los tres decidieron hacerse discretamente a un lado, para evitar así que la morena quisiera desquitarse con ellos también.





    Milk, por favor…. me duele mucho —decía Gokú en tono lloroso al ser llevado bruscamente por una oreja.



    Esto es para que aprendas a no ser tan atolondrado, ya que es tu obligación ser un buen ejemplo para Gohan —ella lo soltó en cuanto se dio cuenta de que los demás seguían ahí, dado que tampoco era su intención avergonzar a su marido frente a sus amigos—. Me adelantaré para ir por nuestro hijo y esa niña que nos acompaña, ya es tarde y debemos comer porque Gohan tiene que estudiar bastante… sólo espero que no se enferme de una úlcera gástrica por almorzar a destiempo —añadió un tanto temerosa avanzando unos pasos más, mientras Gokú se sobó el apéndice auditivo.



    ¡La comida!, ¿cómo pude olvidarlo? —ante la mención de los alimentos, el Saiyajin recordó esa importantísima hora en su vida y hasta su estómago gruñó en respuesta—. ¡Hola, muchachos!, es tiempo de regresar al hotel porque me estoy muriendo de hambre… —les dijo a sus amigos en forma de saludo, sonriéndoles tan despreocupadamente como acostumbra—… ¿Qué creen que habrán preparado en el restaurante para comer? —les preguntó relamiéndose los labios, saboreando ya los platillos en su imaginación.



    Oye, Gokú… ¿qué fue lo que pasó allá? ¿Quién llegó en esa nave? —Krilin le preguntó antes de animarse a caminar junto a él.



    Es el hermano menor de Vegeta y, por lo que pude notar, a nuestro amigo no le hizo mucha gracia verlo con vida —contestó el aludido con simpleza. Ante esas palabras, sus acompañantes hicieron un breve gesto de terror.



    ¿El… el hermano de Vegeta? —Yamcha pareció más que contrariado.



    Sí, pero él es bastante simpático, en eso no se parece al gruñón de Vegeta —observó el Saiyajin de peinado punk sin darse por enterado de la incomodidad de sus camaradas—. Tal vez Bulma ya lo convenció de quedarse unos días con nosotros… les va a caer muy bien —añadió con seguridad.



    Sí, claro, Gokú, lo que tú digas —dijo Ten Shin Han por lo bajo, encubriendo la ironía.





    Los cuatro volvieron la vista al cielo al sentir el Ki del Príncipe Saiyajin en movimiento.





    Bueno, supongo que a Vegeta no le agradó la idea —Gokú se encogió de hombros con resignación sin dejar de sonreír.



    Oye, Gokú, ¿y ese… hermano de Vegeta sólo vino a saludarlo? —volvió a preguntarle Yamcha sin saber que esperar.



    Pues… me parece que dijo algo sobre qué Vegeta tenía que casarse, pero ustedes ya lo conocen —respondió el aludido con la simpleza y el desenfado que lo caracteriza—. Dice que un gran príncipe de su categoría nunca haría nada de eso, así sea Bulma la candidata a esposa… ¿no crees que podrías darle a Vegeta tu opinión sobre las virtudes de Bulma, Yamcha? —le preguntó cándidamente a su compañero sin medir el alcance de su petición.



    Ay, Gokú, el hambre ya te hace decir cosas raras —respondió el beisbolista enrojeciendo con algo de intensidad.





    Ten Shin Han y Krilin carraspearon varias veces para disimular su bochorno sintiendo algo de pena por Yamcha, el cual trató de ocultar su malestar. Algo en su interior le decía que eso que tanto temía podría ocurrir entre más convivieran su ex novia y ese altanero Saiyajin. Pikoro los alcanzó al momento.





    Oye, Gokú, si no te apuras tu mujer va a volver a gritarte, y créeme, ya me duelen los oídos —le dijo al ingenuo Saiyajin dándole un leve empujón para obligarlo a caminar más aprisa, y casi lo saca de equilibrio—. Y te recomiendo que guardes tus energías para tragar —añadió mirándolo significativamente… aun no es el tiempo que los demás se enteren de la próxima relación de Bulma y Vegeta dado que todavía no está consolidada, y mucho menos el beisbolista.



    Creo que tienes razón, Pikoro —observó el aludido entendiendo al fin la indirecta, carcajeándose un poco por lo bajo, y su estómago volvió a gruñir sonoramente.





    Los demás ya les esperaban y Gohan agitó la mano para saludarlos.





    El tiempo se fue volando entre la comida, los estudios, el entrenamiento interrumpido, y la última práctica para, al fin, el juego de la noche. Ya era la hora y todos volvieron a presentarse en el hall del hotel mostrando sus galas, esperando ansiosamente por el comienzo del torneo. Las damas lucían en todo su esplendor vistiendo unos modelitos exclusivos, aunque Milk y Lunch no se veían muy cómodas en ellos, ya que no estaban acostumbradas a vestirse de esa forma. Sólo Bulma sonreía grandemente de oreja a oreja presumiendo su bien formada anatomía a través de un pronunciado escote, lo que Rōshi agradeció internamente al recrear la vista con… bueno, ya conocemos las mañas del viejo maestro.





    Creo que ya estamos todos presentes —dijo Bulma después de comprobarlo—, así que lo recomendable es ir allá —y señaló la dirección del salón donde se llevaría a cabo el juego.



    ¡Ah, pero qué bien, todavía están aquí! —la conocida voz del comentarista de los torneos llamó su atención. Éste llegó acompañado por una numerosa multitud, los cuales venían cantando una especie de porra… y todos eran personas del mundo real—. Menos mal que los alcanzamos.



    ¡Hola, señor comentarista! —Gokú le saludó amablemente como acostumbra, en tanto sus demás compañeros parpadearon de asombro por ver a toda esa gente reunida—. ¿Quiénes son todas estas personas que te acompañan? —le preguntó con visible curiosidad.



    Bueno, aquí hay alguien que te lo puede explicar… —respondió el rubio y le cedió el paso a un hombre algo regordete, que tenía un rostro de buen tipo.



    Hola, soy Mario Castañeda —le saludó el recién llegado empleando un tono de voz similar al suyo, estrechándole fuertemente la mano—, y soy el presidente del club oficial de admiradores de Gokú y Vegeta en México —agregó.



    ¿Club de… admiradores? —el ingenuo Saiyajin pareció tan extrañado como sus compañeros, los cuales pusieron un gesto de “¿What?” en sus rostros.



    Así es, en mi país la serie tienen muchos fans —admitió el hombre con serenidad y una sonrisa—. Por cierto, Príncipe Vegeta, aquí mi amigo René García se moría por conocerlo personalmente —añadió dirigiéndose esta vez al noble Saiyajin.



    Mario, como siempre eres un exagerado —habló el caballero mencionado, un hombre con una tez levemente blanca, haciendo a un lado a su colega y saludando respetuosamente a Vegeta con una reverencia—. Es un verdadero honor para mí conocerlo al fin en persona, su majestad Vegeta —le dijo solemnemente.



    Eee… —el aludido no pudo articular más que un monosílabo, pasmado por lo que estaba escuchando.



    Oye… ¿por qué tú hablas como yo? —Gokú le preguntó a Mario Castañeda mirándolo con duda y sorpresa—. ¿Y por qué él habla como Vegeta? —y señaló a René García.



    Lo que sucede es que René y yo trabajamos en el doblaje de series televisivas extranjeras, caricaturas animadas y comerciales que se transmiten en nuestro país, y gracias a ustedes nuestro trabajo se ha consolidado… Yo hago tu voz y René la de Vegeta —explicó el buen Mario Castañeda sin dejar de sonreír.



    … ¿doblaje? —todos los guerreros “Z” y compañía no entendieron de que se trataba el asunto.



    Ya déjate de tonterías, Mario, mejor mostrémosles lo que hemos preparado en su honor —René García se dirigió a su colega empleando un leve tonito de sarcasmo… un tonito que Vegeta acostumbraba a utilizar algunas veces.



    Está bien, René, pero recuerda que el presidente del club soy yo —le respondió amablemente el antedicho palmeándole un hombro.





    Ambos volvieron la vista hacia la multitud que les hacía compañía, los cuales no habían dejado de cantar alegremente por ver a sus héroes de carne y hueso… sin olvidar a los personajes animados, los responsables de toda su fama.





    ¡Hola a todos, amigos!, ¿cómo están? —Mario Castañeda les saludó a manera en que lo haría Gokú, y la respuesta de la gente no se hizo esperar, incluso varios de ellos levantaron pancartas con mensajes de apoyo y algunos un poco subidos de tono—. Muchas gracias por sus muestras de cariño, Gokú y yo se los agradecemos mucho —observó el hombre más que sonriente.



    Oye, espera un momento, Mario, esa gente está aquí porque quiere oír a Vegeta y verme a mí —dijo René García empleando una entonación algo resentida.



    Por supuesto que no, René, el público está aquí porque quieren oír a Gokú y verme a mí… —objetó el señor Castañeda explicativamente sin mostrarse alterado—… ¿o acaso es al revés? —se preguntó al final.



    ¡Jah!, pues eso está por verse… —el señor García se dirigió a la muchedumbre con mucha seguridad, y les dijo estas palabras al modo típico de Vegeta—. ¿Cómo están?... ¡innnsectooos! —y, en respuesta, la concurrencia le vitoreó levantando también muchos carteles de admiración para el Príncipe Saiyajin.





    Los personajes anime no salían de su asombro por lo que estaban presenciando, aunque al verdadero Vegeta le pareció que el tipo ese no lo hacía nada mal, e incluso, por un momento, considero que él lo hubiera hecho de igual manera.





    Momento, momento, vamos a poner las cosas en claro entre Gokú y Vegeta —le dijo Mario Castañeda retadoramente a René García, como si lo estuviera desafiando a una batalla.



    Adelante —respondió René García cruzándose de brazos y sin dejar de sonreír un tanto burlón.



    ¡Todos los fans de Gokú qué levanten la mano para hacer una gran Genkidama! —el señor Castañeda animó a la gente para que demostraran todo su apoyo al ingenuo Saiyajin, y todos levantaron una vez más las manos y las pancartas—. ¿Lo ves?, las personas aman a Gokú —le dijo a su compañero sonriendo grandemente.



    ¡Bah!, eso no es nada —el señor García no se dejó intimidar—. ¡Vamos, fans de Vegeta, demuéstrenle a los insectos quien es el que manda y levanten la mano! —le gritó a la gente en tono de mando, alentándoles a mostrar su lealtad al que la merecía, y nuevamente todos levantaron las manos y sus respectivos letreros—. ¿Ya viste?, Vegeta tiene muchos fans.



    Oye, René, ¿te has dado cuenta que toda la gente hace trampa? —observó Mario Castañeda aparentando seriedad.



    ¿Por qué dices eso, Mario? —le preguntó René García en tono dudoso.



    Mira, cuando yo digo “¡Los que apoyan a Gokú que levanten la mano!”, la gente hace esto… —explicó el aludido levantando su mano derecha—… y cuando tú dices “¡Los que apoyan a Vegeta que levanten la mano!”, la gente hace esto —terminó su exposición levantando la otra mano, por lo que se quedó un momento con los brazos arriba—. Así que son las mismas personas las que apoyan a Gokú y a Vegeta… y eso que Vegeta es bastante grosero, deberían de prohibirle ese lenguaje en televisión — indicó al final.



    Bueno, bueno, esa no es mi culpa, lo dicen los libretos… y puedo ver que tienes razón, así que técnicamente es un empate —admitió el señor García después de ahogar una risotada, y ambos hombres se dieron la mano con amabilidad.



    ¿Qué tal, eh? —Mario Castañeda se volvió hacia Gokú, sonriéndole grandemente—. Tenemos varias presentaciones en muchos países de Latinoamérica donde han visto la serie y es todo un éxito… ustedes son fenomenales.



    Caramba, eso fue… raro —opinó Gokú rascándose la frente para representar su asombro.



    Bien, señores, el juego está por comenzar y es hora de que el público que estará presente tome sus lugares para que todo esté en orden —les interrumpió el rubio cronista recuperándose también del asombro, sonriendo de oreja a oreja.



    OK., no olviden que la porra estará apoyándoles desde las gradas —el señor Castañeda le dio la mano a Gokú y posteriormente se dirigió a la multitud que se continuaba vitoreándoles—. ¡Vamos, Club de fans, apoyemos a nuestros ídolos! —y encaminó sus pasos al área en donde se desarrollaría el torneo, siendo seguido por la gente.



    Mi muy linda y estimada señorita Briefs, usted me recuerda mucho a mi esposa —René García se despidió caballerosamente de la joven y bella científica guiñándole un ojo antes de irse tras los otros, lo que originó que Vegeta recuperara la mala cara… o sea, por mucho que sus voces sean semejantes, el sujeto no tenía ningún derecho de coquetear con la mujer.



    Gr… gracias —respondió la muchacha enrojeciendo levemente de los pómulos.





    Al final los personajes anime fueron conducidos a sus respectivos lugares, y las damas, junto con Kame Sen’nin, Puar, Oolong y Chaozu, se sentaron cerca de la porra. Por cierto que en dicha porra, como pudimos apreciar, había varias féminas que llevaban pancartas y letreros con dedicatorias muy subidas de tono hacia los Saiyajins adultos, cosa que a la señora de Son no le hizo mucha gracia al entender parte de los mensajes.





    ¿Pero quiénes se han creído esas mujeres para escribirle vulgaridades a MI Gokú? —señaló ofendidísima, casi como si tuviera ganas de abalanzarse sobre algunas de ellas—. Esto es colmo del descaro.



    Vamos, Milk, únicamente es publicidad para el evento — Bulma trató de tranquilizarla palmeándole un hombro en forma considerada, si bien también se sintió incómoda por las insinuaciones escritas hacia el Príncipe Saiyajin, SU Príncipe, sólo que no podía mostrarlo abiertamente para evitar que sus amistades pensaran mal de ella—. Aunque tienes toda la razón, esas mujeres son unas verdaderas majaderas y ofrecidas —puntualizó al final en tono de desagrado.



    La verdad no entiendo que le ven de especial a Gokú y a Vegeta… —opinó Oolong en tono irritado—… si aquí su servidor es el más guapo de todo el equipo —añadió burlonamente echándole una miradita sin mucho disimulo a la científica, casi como si supiera los más recónditos secretos de su corazón.



    En eso te equivocas, Oolong —le refutó Rōshi retadoramente al momento, sin permitirle a la joven de cabellera azul celeste que hiciera o dijera algo en contra del metamorfo—. Un hombre verdaderamente atractivo para las damas debe ser alguien con clase y ángel como yo… ¿o tú que piensas, linda Lunch? —y miró a la ladrona dedicándole su mejor gesto varonil.



    Bueno, maestro, usted es un ancianito de lo más simpático, pero yo prefiero a un hombre alto y fuerte como Ten Shin Han —dijo la aludida regalándole una de sus encantadoras sonrisas.





    Ante esa observación, el viejecillo no pudo ocultar su desilusión al parecer momentáneamente más delgado de lo usual, y Bulma y Milk disimularon una sonrisita burlona. Sólo Oolong no pudo evitar una carcajada.





    Mejor suerte para la próxima, maestro Rōshi —le dijo con ironía.



    ¿Entonces te gusta Ten, Lunch? —Chaozu le preguntó visiblemente esperanzado, pues él estaba al tanto de los sentimientos ocultos de su camarada hacia la primorosa bandolera… lo que le incomodaba de verdad a Ten Shin Han era ser acosado por la bravucona personalidad de Lunch.



    Ten Shin Han es un hombre muy perseverante y ordenado en lo que hace, y eso es algo digno de admirarse —le respondió la aludida sin borrar la sonrisa—. Creo que debería buscarse una buena esposa que lo atendiera como se merece y así tú también tendrías una familia, pequeño Chaozu, ya que no está bien que anden errando por todos lados —añadió muy quitada de la pena, acariciándole cuidadosamente la cabeza.



    Este… sí, es algo que le he dicho desde hace un tiempo —mencionó el chico con las mejillas aún más coloradas de lo que ya las tiene.





    Bueno, aunque esa no era la respuesta anhelada por lo menos representaba cierto avance. Si Ten Shin Han no fuera tan introvertido tal vez le confesaría a Lunch lo que sentía por ella, pero le tenía un poco de miedo a esa otra mitad de la muchacha, la rubia que salía a flote cuando estornudaba, y que no dudaba en amenazarlo metralleta en mano con tal de tenerlo a su lado. Fue entonces que alguien llegó a saludarlos… era la pequeña Videl, la cual lucía muy coqueta en un vestidito morado y llevaba la negra cabellera bien peinada.





    ¡Hola, muy buenas noches a todos! —les dijo con cortesía al presentarse junto a ellos.



    Hola, pequeña Videl… ¿qué te trae por aquí? —Bulma correspondió el saludo sonriéndole de oreja a oreja—. ¡Qué bonito vestido! — completó admirando su ropaje.



    Gracias, señorita Bulma. Me enteré de que habría un torneo de póquer y que Gohan jugaría, así que le pedí permiso a mi papá para venir a verlo porque yo nunca he visto un juego de póquer —respondió la niña con gesto verdaderamente emocionado—. También le conté sobre la espectacular carrera de autos que vimos en la mañana y lo mucho que nos divertimos, y por eso me dijo que no había problema —agregó.



    ¿Y te dejó venir sola otra vez? —Milk observó a la niña de un modo suspicaz, como si temiera que la jovencita fuera a realizar algo muy malo con su hijo—. Pero qué hombre tan irresponsable y mal padre, mira que tener a su hija tan abandonada —añadió en tono horrorizado, sin tener el cuidado de bajar el volumen de su voz.



    No tiene por qué ponerse así, señora mamá de Gohan, mi papá vendrá un poco más tarde para ver también el juego —le dijo la chiquilla con algo de seriedad. A su parecer, la señora morena era un poco exagerada.





    Y no es que Satán fuera completamente descuidado con Videl, es sólo que sus múltiples ocupaciones no le permitían comprender lo que realmente era lo prioritario en su vida. Pero la niña ya estaba algo habituada a que su padre se excusara con ella y la dejara ser un poco libre. Lo único que Satán le tenía prohibido era tener un novio más débil que él, como si Videl tuviera ya la madurez para pensar en ello. En realidad no había visto ningún peligro en que su hija y ese chiquillo fueran amiguitos, y tal vez pudiera sacar algún provecho de esa amistad al acercarse a la señorita Briefs… pero la historia de Gohan y Videl aquí no viene al caso, además de que aún son menores de edad.





    Anda, Videl, siéntate aquí conmigo porque el juego ya va a empezar —Bulma intervino en la conversación después de poner los ojos en blanco por un segundo… esa Milk y sus ideas, y le indicó a la niña dónde podía sentarse al escuchar al público más alborotado.





    Y mientras este dialogo se desarrollaba en las gradas, ya en el área de juego se encontraban frente a frente los guerreros “Z” y sus rivales en turno, los Jinzō Ningen del Dr. Maki Gero y su último invento, el temible bioandroide Cell. Gokú les estrechó la mano como siempre lo hacía, saludándolos de forma amigable antes de ocupar sus lugares en la mesa especial para el juego.





    Me da gusto verlos de nuevo —les dijo a uno por uno estrechándoles la mano, inclusive a 16. Por obvias que todos hicieron gesto de incredulidad ante ese acto, y sólo el más alto de ellos conservó la insoldable expresión que suele tener en el rostro—. Espero estén preparados para todo porque pueden perder.



    Ese es el espíritu deportivo de un buen peleador de artes marciales —observó el comentarista con una gran sonrisa—. Ahora les pido que tomen sus asientos porque haremos la entrada del show en aproximadamente dos minutos, y recibiremos también a otro gran invitado —añadió hablándoles a todos con cortesía.



    Oye, viejo, ¿en serio ese Son Gokú es tan peligroso como dices? —le preguntó 17 por lo bajo al Dr. Maki—. Sí se ve que es un completo estúpido.



    No te dejes engañar por su tonta expresión, número 17 —le respondió el científico con gravedad—. Los análisis que he realizado lo señalan como a alguien que se le debe eliminar cuanto antes… Lo que les he dicho me consta ya que fui testigo de lo que hizo, él solo arruinó todo mi trabajo de años en la “Red Ribbon” —añadió con amargura.



    ¿De verdad? —18 pareció divertida ante el gesto del maduro doctor—. Pues a mí me sigue pareciendo un idiota.



    Bueno, los registros recabados por la computadora lo señalan con un elevado poder de pelea, al igual que el de sus amigos —intervino Cell en un tonito de superioridad absoluta—. Así que será interesante ver hasta dónde llegan antes de que acabe con ellos.





    17 y 18 miraron al monstruoso bioandroide con algo de molestia, pero prefirieron abstenerse de decirle lo que pensaban de él en ese momento. 16 mantuvo la ecuanimidad, pues no había sido diseñado para discutir.





    La charla de los “Z” iba más o menos por el mismo sentido.





    ¡Carajo!, de verdad no entiendo la estupidez de tenernos aquí perdiendo el tiempo —soltó Vegeta sin disimular su molestia y cruzándose de brazos al dejarse caer en la silla, aunque tuvo el cuidado de no subir tanto el volumen de su voz para que los de enfrente no pudieran escucharle.



    En esta ocasión estoy de acuerdo contigo, Vegeta —Pikoro opinó de la misma forma, adoptando una pose similar—. Es una absoluta pérdida de tiempo.



    Vamos, muchachos, véanlo por el lado amable… —les dijo Gokú sonriéndoles abiertamente, pasando por alto las miradas asesinas que ese par la lanzó—… ya hemos conocido a esos androides y ahora podemos pelear mejor contra ellos porque no podrán sorprendernos esta vez —agregó con verdadera confianza.



    Bueno, en eso tienes razón, Gokú —admitió Krilin en voz baja.



    ¿Acaso no te parece fabuloso, jovenazo? —Gokú se dirigió a Trunks hablándole de forma animada—. Gracias a tu advertencia y a estas vacaciones, los androides no podrán asesinarnos tan fácilmente como lo hicieron en tu tiempo.



    Pues… bueno, sí, pero… a Cell y al número 16 yo no los conocía, y sólo puede significar que tal vez el tiempo se altere en esta época… eso no es muy bueno —afirmó el adolescente un tanto apesadumbrado, imaginando qué otras vicisitudes podrían pasar en esa línea temporal. Tal vez hubiera sido mejor no intervenir para modificar el trascurso de los acontecimientos, más su madre confiaba en que las cosas se resolverían para bien, y, así, su yo de ese presente viviría en las mejores condiciones creciendo al lado de su familia, como debió haber sido para él. Claro, salvar y proteger a la humanidad también era importante para la científica, eso nadie debe dudarlo.



    ¿Tú crees eso? —el Saiyajin de peinado punk pareció dudoso por un momento, más recuperó el buen humor de forma inmediata—. Entonces hará nuestra pelea más emocionante —opinó.



    Pero… señor Gokú… —Trunks lo miró con incredulidad. Eso iba mucho más allá de lo que su progenitora le había platicado sobre el buen Son Gokú.





    La voz amplificada del comentarista les hizo guardar silencio, más lo fans que se encontraban presentes no habían dejado de vitorearles.





    ¡Muy buenas noches a todos, damas, caballeros y niños, público que nos acompaña siguiendo la transmisión de este gran torneo inédito! —decía el buen hombre a voz en cuello, emocionado como siempre que describía las peleas del Budokai Tenkaichi—. ¡Nos encontramos transmitiendo desde Montecarlo, bella ciudad del Mediterráneo y sede de nuestro evento! ¡Y todo gracias a la cortesía y patrocinio de la productora de nuestro programa y su filial, ZTV de Japón!





    La multitud aplaudía y gritaba consignas de todo color. Yamcha y Krilin se animaron a echar un vistazo a las pancartas, enrojeciendo por un segundo al leer el contenido de algunas de ellas: “Gokú, quiero un hijo contigo”, “Vegeta, soy tuya”, “Gokú, hazme el amor como no se lo haces a tu esposa”, “Vegeta, quiero ser tu reina”… y muchos peores. Afortunadamente, ninguno de los Saiyajins adultos les prestaba la menor atención, ya que no las consideraron significativas para ellos.





    ¡Seremos testigos de un duelo sin precedentes entre un guerrero conocido nuestro, Son Gokú, campeón de la edición vigésimo tercera del Budokai Tenkaichi, acompañado de sus colegas de grandes batallas por proteger a la Tierra, en contra de los más terribles Jinzō Ningen creación del excéntrico Doctor Maki Gero, un miembro de la temible y desaparecida “Red Ribbon”! —exclamó el narrador en éxtasis absoluto, apuntando a todos los contendientes del juego.





    La multitud entusiasta continuaba aclamándolos con gritos y exclamaciones de júbilo renovado, agitando sus pancartas. Aunque abundaban los mensajes de apoyo hacia Gokú y Vegeta no faltaba uno que otro para Krilin, Yamcha, Ten Shin Han, varios más a favor de Gohan y una creciente cantidad en aliento al “apuesto y enigmático joven del futuro”… sin entrar en detalles. Claro que, dentro de los fans seguidores de una serie, no puede faltar el respaldo a los malos, en este caso y sobre todo al androide número 17.





    Pues de que hay ambiente, hay ambiente —dijo Krilin por lo bajo, agradecido de contar con adeptas… aunque también le hubiera gustado que la rubia 18 le echara alguna miradita de admiración.



    ¡Y ahora, público espectador, con ustedes, venido de lejanas tierras, el gran creador de todo nuestro Universo animado! —el comentarista continuó con su discurso y señaló hacia una gran puerta alejada de la entrada principal—. ¡Recibamos con un fuerte aplauso al mismísimo Akira Toriyama!





    La puerta se abrió para dar paso a un hombre de mediana estatura y complexión media que traía sobre el rostro una curiosa máscara antigás, y vestía un elegante traje de color negro. La gente no dejó de aplaudir mientras el caballero recién llegado se encaminaba hacia el centro del área, justo donde se desarrollaría el juego.















    Nota: Siempre quise hacer esto de involucrar, aunque sea con unos párrafos, a René García y a Mario Castañeda… fueron voces que nunca olvidaremos, pero he de confesar que, en realidad, el nuevo doblaje de Kai no me es del todo desagradable, por lo menos quienes le dan voz a Pikoro y a Vegeta no los hacen oírse mal, pero las voces de Gokú y de Gohan no acaban de gustarme. Un reconocimiento a ellos, René, Mario y todo el doblaje original al cual aprendimos a apreciar, y mención honorífica también al gran Akira Toriyama, el responsable de crear un mundo tan fabuloso como es “Dragon Ball”.







    P.D. Ya verán lo que pasa antes del juego, será muy divertido… bueno, eso digo yo… XD.
     
    • Me gusta Me gusta x 2
  20.  
    Lamu yatsura

    Lamu yatsura Iniciado

    Sagitario
    Miembro desde:
    19 Febrero 2012
    Mensajes:
    32
    Pluma de
    Escritora
    ¡Gracias por las actualizaciones!

    Mmm así que a 17 le ha "caido en gracia" la científica? Sería una "total crack pairing"
    aunque Vegeta todavía no se ha decidido, aparentemente esta muy reticente (en el fondo no tanto ;).
    Lunch y Tien, :) los chibis Gohan y Videl, deliciosos.

    Lo mejor las Tortugas cruzando por la pista y 16 parando el tráfico,
    un personaje muy querido y raramente tratado.

    Pero, lo mejor, para mi lo mejor sin duda. La visita de Tarble, le tengo mucho,
    mucho cariño al hermano del príncipe, para mi es el saiyajin más dulce.
    Tan opuesto a su hermano...
    Que también tiene encanto, curiosamente por lo contrario que él.

    Gracías por esa interacción, pidiendole que se case (a ser posible con Bulma)
    para poder casarse él antes... ¿Quién le habrá enviado el mail? ¿Toriyama?
    Ahora en persona...xD

    En breve lo sabremos.

    Ojalá hubieran más escenas de ambos hermanos juntos, son como al noche y el día.

    Vegeta como no espabiles, la Brief acabará siendo tu cuñada :p

    PD. Mario Castañeda y Rene, debió de resultarles curioso, muy curioso oirse a ellos mismos,
    algo así como el efecto de escuchar sus propias voces gravadas en una cinta.
    ¡Un saludo!

    Nos leemos
     
    • Me gusta Me gusta x 1

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso