Fantasía El Tren

El Tren

Desperté sentado en una estación vacía el viento resoplaba levantando folletos olvidados en el suelo, me sentía cansado y soñoliento, no tenía ganas de levantarme del asiento, le di una mirada a mi reloj y parecía no avanzar. Culpe a la batería y volví a cerrar los ojos.

Espabilé al escuchar el sonido del silbato del tren que se acercaba, al verlo me percate que aquel tren tenia todos los vagones vacíos y pensé “¡qué bueno! No tendré a esos fastidiosos niños pateando mi asiento”.

El tren se detenía dejando frente a mí el último vagón que abría sus puertas para mi…me levante, acomode mi gabardina y mi sombrero y al verlo decidí entonces acercarme y abordarlo.

Al entrar curiosamente me olvide para donde se suponía que iría. Apenas entre las puertas del vagón se cerraron y el tren entonces se puso en marcha.

El vagón en que me encontraba estaba completamente vacío pero por alguna razón podía sentir las miradas y susurros de desconfianza sobre mí, un terrible escalofrió corrió subiendo por mi espalda y rápidamente me dirigí al siguiente vagón.

El tren seguía en marcha obviamente me di cuenta al pasar el vagón, al entrar al siguiente vagón sentía como si la luz de mi vida se apagara de repente, no es que estuviese muy animado al momento de abordar el tren pero esto era diferente la energía se me había ido. El vagón estaba totalmente a oscuras, arrastraba mis pasos por el suelo que era un inmenso charco de agua que brillaba, lograba distinguir los asientos pero no veía personas en ellos solo veía que de la oscuridad brotaban lagrimas brillantes que caían y se unían al charco del suelo, no entendía porque al ver las lágrimas caer me sentía alagado y a la vez perturbado, no podía quedarme ahí…sentía que yo también formaría parte de ese charco así que arrastre los pasos mientras arañaba las sombras hasta conseguir la puerta que daba al siguiente vagón.

Al entrar al vagón una brisa caliente me abrazaba, mi cuerpo se sentía como si se fuese a derretir, todos los pasajeros del vagón estaban armados, cargaban en mano un “38 smith & wesson del especial” y repartían balas a todo dar, las paredes del vagón estaban llenas de hoyos por los cuales salían las balas y entraba la luz, la bombilla del vagón era de color rojo lo que hacía parecer al vagón uno de esos cuartos donde revelan fotografías, los pasajeros gritaban obscenidades en llamas mientras se disparaban entre sí, asustado me movía cuidadosamente intentando huir de las balas…que iluso fui, las balas atravesaban mi cuerpo, “dolían como el diablo” pero no me causaban heridas, me moví rápidamente y fui hasta la puerta del siguiente vagón.

Entre al vagón y todos los pasajeros que allí se encontraba me miraban fijamente y tenían una sonrisa incomoda plasmada en el rostro era algo horrible ver tantas personas sonriendo de esa manera, todos vestían de blanco al igual que sus dentaduras y sus ojos penetraban mi alma al igual que los “38” del vagón anterior…aunque a decir verdad prefería los “38” a esto. Intentaba caminar pero era como si las miradas me aprisionaran en el sitio, lentamente y con mucho esfuerzo comencé a caminar pero con cada paso que daba más me costaba continuar, sus miradas me seguían por el pasillo hacia la puerta del siguiente vagón, les gritaba pidiendo que dejaran de mirarme así pero no me hacían caso así que paso tras paso y grito tras grito llegue a la puerta, al abrirla escuche un ruido extraño…voltee y todos los pasajeros estaban frente a mí con sus tétricas sonrisas mirándome, del susto me apresure al siguiente vagón.

Me abrí paso al siguiente vagón…el aire se tornaba pesado y el ambiente era tibio y húmedo, los pasajeros se encontraban divididos en parejas quienes entrelazaban sus lenguas muy apasionadamente mientras sus manos se perdía bajo las vestimentas de su acompañante…típica película para adultos, intentando no distraerme mientras los pasajeros de ese vagón hacían su espectáculo lascivo, yo me escabullí entre las bestias en celo, me mantuve estoico ante los deseos carnales y seguí, algunas de las pasajeras mostraban su cuerpo buscando convertirme en uno de ellos, por momentos me sentía tentado pero aun así conserve la compostura hasta llegar a la puerta del vagón.

Abrí la puerta y me encontré con nada más y nada menos que la locomotora, dentro de la cabina de esta vieja maquinaria se encontraba una persona supuse yo “el piloto”. Pregunte hacia donde nos dirigíamos, el hombre volteo y me sorprendió…no tenía rostro alguno es mas no sé si en verdad me miró, volvía a voltearse y tomaba una pala, abría la caldera de la locomotora, se agachaba abriendo una escotilla del suelo de la cabina y con la pala sacaba montones y montones de corazones latentes y los lanzaba al fuego de la caldera, la locomotora aceleraba con un estallido de velocidad mientras los corazones ardían intensamente luego una voz me anunciaba que “el viaje ya está por terminar” me acerque a la ventana, saque mi cabeza por ella y vi cómo nos acercábamos a toda velocidad a un acantilado. Comencé a desconcertarme mientras la desesperación me invadía en una pista del inminente fin pero el piloto volvió a voltearse y escuche de nuevo la voz diciéndome “no hay de que temer” se acercó a una palanca y lo último que escuche fue el silbato del tren.

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