El sueño de los mugiwaras

Era una noche tranquila y despejada. El cielo era negro pero en el brillaban millones de estrellas que iluminaban el mar. Como cada noche tenía que asegurarme que las condiciones atmosféricas fuera favorables. Para mi suerte, aquella noche podría dormir sin ninguna preocupación.

Acabábamos de cenar hace poco, pero casi todo el mundo se había ido a dormir ya. Había luz saliendo por la ventana de la cocina. Sanji seguía allí, limpiando y seguramente preparando algo para el día siguiente. No tenía sueño así que decidí hacerle compañía un rato.

Antes de llegar a la puerta ésta se abrió de repente dejando salir a Luffy muy agitado mientras sostenía un plato haciendo malabares con él para que la tarta de encima no se cayera. Me miro sorprendido echándose a la boca el trozo que tenía en la mano.
- Oi Nami, ¿quieres un poco?- sonrió aún con la boca llena. Observe la comida sobresaliendo entre sus dientes. Luffy era demasiado... Me eché a reír yo sola. Él se encogió de hombros y adoptó una expresión más seria.
- ¿Qué te pasa Luffy?- pregunté curiosa, pues no muchas veces ves a Luffy de esa forma.
- Estoy enfadado con Sanji.- hinchó los mofletes. Y antes de que pudiera preguntar siguió hablando.- Oye, Nami... ¿por qué sigues en este tripulación?- lo miré sorprendida y su mirada oscura estaba calvada en la mía. Parecía que realmente quería una respuesta seria.
- Bueno Luffy, eso es bastante simple. Veras...
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Una vez Luffy se despidió y se fue entré en la cocina con una media sonrisa en la cara.
- Nami-san!- Exclamó Sanji nada más verme entrar.- ¿Has visto al bastardo de Luffy? El muy desgraciado ha entrado a hurtadillas y se ha llevado el pastel que estaba enfriándose.- empezó a hacer aspavientos con las manos, molesto.

- Si, acabo de encontrármelo. Parece que lo disfrutaba.- solté una sonrisilla.

-Mierda... Si no hubiera tenido que estar pendiente de la sartén...- se apretó los puños en modo de amenaza. Pero cuando recordó que estaba allí, se relajó.

- Bueno, Nami-san, ¿que te trae por aquí? ¿Ya me echas de menos?- empezó a bailotear a mi alrededor.

- En realidad no.- me senté en una de las sillas y el me siguió sentándose al lado, algo deprimido por mi último comentario. Me quedé en silencio.

- Nami-san, ¿ocurre algo? No has dejado de sonreír desde que has entrado.- Sacó de su bolsillo calmadamente su paquete de tabaco y sacó un cigarrillo. Lo encendió mientras esperaba mi respuesta.

- Nada especial. Cuando me encontré a Luffy antes de entrar me dijo algo muy interesante.

- ¿El qué?- levantó la vista curioso, frunciendo el sueño y levantándose de la silla plantando una mano en la mesa.- ¿Qué te ha dicho ese...

- Cálmate Sanji, no me ha dicho nada malo.- le sonreí. Entonces se sentó de nuevo más tranquilo.- En realidad, puede que sea malo para ti. Me comentó que estaba enfadado contigo.- Sanji se echó a reír.

- Como si me importara ese idiota.- yo también me reí, sabiendo que era broma.- Y bueno, ¿te ha dicho las razones?- tomó una gran calada algo tenso.

- Creo que ya sabes el por qué. Pero te cuento toda la historia si quieres.- No dijo anda así que proseguí.- Al parecer Ussop esta mañana le regañó por haberle estropeado uno de los inventos que estaba haciendo y le soltó que no sabía por qué seguía con un idiota como él. Se ve que estaba bastante enfadado así que Luffy le tomó la palabra al pie de la letra y ha estado preguntándole a todo el mundo por qué siguen en la tripulación.- Sanji seguía pasivo mirando a la nada y fumándose el cigarro.- Y aquí es donde entras tú. Parece ser que tu respuesta ha sido la única que no le ha convencido. ¿Puedo saber cual es?.- Y entonces me miró y soltó un gran suspiro sonriendo por primera vez desde hace un largo rato. Dejó el cigarro sobre el cenicero y se levantó. De un momento a otro lo tuve al lado, sosteniéndome la mano entre las suyas.

- Por supuesto Nami-san que el 90% de mis razones para entrar en la tripulación fuiste tú.- empezó a canturrear mi nombre.- Eso es lo que le he dicho a ese canalla.- Yo solo pude reirme.

- Pero ya ha pasado mucho tiempo desde entonces. Creo intuir que tu razón para seguir aquí ha cambiado bastante.- lo miré seriamente pero con una sonrisa apretándole la mano. El me miro expectante. Soltó una gran carcajada.- Deberías decirle la verdad. Parecía bastante molesto.

- Vaya, Nami-san, realmente ves a través de mi.- Soltó mi mano y se levantó. Se recolocó los mechones de pelo dejando ver sus dos ojosa la vez por unos segundos.

- Lo sé porque es la misma razón que la mía. Y que la de todos.- nos miramos a la vez y nos reímos ante la situación.

- Ese idiota... realmente ha conseguido convencernos.- se sentó de nuevo como si estuviera exhausto.

- Luffy no ha echo nada. Nosotros hemos decidido por nuestra cuenta.- lo miré fijamente hasta que me devolvió la mirada. Encendió otro cigarrillo.- ¿Crees que lo conseguiremos, siendo ocho?- sabía que sí, pero si lo pensaba, algo me preocupaba. El me miró extrañado, pero su expresión se relajó al ver la mía.

- Nami-san... No necesitas preocuparte. Aunque seamos ocho contra todo el mundo. Estoy completamente seguro. Haremos a Luffy el rey de los piratas.- Y entonces al sonreír sus dientes centellearon como las estrellas, convenciéndome completamente. Yo también sonreí y de alguna forma me sentí ansiosa al pensar en el día en el que Luffy se alzara con el trono del rey de los piratas. El día en el que se cumpliría mi sueño. El sueño de todos.