Historia larga El señor de las lunas

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Ladron de Musas, 5 Noviembre 2017.

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    Ladron de Musas

    Ladron de Musas Usuario común

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    Título:
    El señor de las lunas
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2058
    Resumen


    —La zona del Ascenso, ciudad en continua evolución, plagada de ambición, crimen y traiciones, con grandes conocimientos que paso a paso se asemejan más a los nuestros, podría ser el lugar donde una calamidad que amenace a otros mundos vuelva a nacer—Edson, Coster y Ndus, los tres ayes del Umbral.

    —También entre sus habitantes quizá exista alguien que puede tener el potencial para aprender de nosotros y convertirse en un valioso aliado, si lo instruimos en nuestras ciencias y artes podría ser también una esperanza viviente para su raza—Sabia Eigenne

    Dos diferentes puntos de vista, una decisión que decidirá la destrucción o supervivencia de cientos de vidas.

    Los significados de Orden y Caos dependerán de quien los use, de quien sea su víctima y de quien los conozca de verdad.













    Prologo



    —Mi mentora, Sabia Eigeene, considero darles una oportunidad de sobrevivencia, yo también creo que pueden mejorar y no cometer los mismos errores que sus antepasados, como su fiel aprendiz debo asegurarme de cumplir su voluntad.

    —Haber si entendí, dices que ese viejo barbón y malacariento .. ¿Puede convertir en mierda toda la ciudad con solo chasquear los dedos?

    Crista palideció, con un tic deformándole la cara volteo con gran temor a ver hacia el techo, sonriendo de manera boba.

    — ¿Están observándonos ahora?—Pregunto de nuevo Félix con un gesto burlón para luego aspirar su pipa.


    —No…no hasta que la nueva audiencia se lleve a cabo—Murmuro casi gruñendo el chico de cabellos avellana, de verdad que lo sacaba de quicio lo impertinente de ese joven humano, obviamente la palabra autoridad no tenía un significado para esa cabezota dura y ya pudriéndose de tanto humo de plantas alucinógenas.


    —Con respecto a tu primer pregunta, la respuesta es si, Su eminencia Ambrosius Sanderson tiene el poder suficiente para acabar con toda forma de vida que ….¡¡oye deja de apuntarme con eso!!

    El pelinegro expelió una bocanada de humo en el rostro del pequeño, el cual tosió varias veces sin despejar sus orbes verdes del cañón del enorme revolver, al mayor le pareció divertida la situación tanto que materializo la segunda arma después de guardar su pipa.

    — ¿Y se supone que esa vieja decrepita te envió a ti para enseñar a humanos ejemplares, así demostrarías al otro vejete que estos chismes son seguros en manos correctas?

    Crista trago en seco, sabía lo que vendría a continuación, pero igual decidió responder

    — Si, así convenceremos a su eminencia que las acusaciones de los tres ayes del Umbral son falsas y sin fundamento.

    Félix hecho a reír, el otro chico no supo si fue por su burla o por el efecto de la droga, tanto que sus armas desaparecieron a causa que tuvo que sujetar su estómago por la punzada que sus carcajadas le ocasionaron, como en anteriores veces su ente guerrero apareció en la pared tras de él imitando sus movimientos y emociones.

    — ¿Y te pareció que las manos correctas para usar esos poderes son las mías? ¡Cucaracha si tú eres así de imbécil no quiero ni imaginar cómo será tu dichosa mentora, creo que esta puta ciudad ya está más que jodida ja ja ja!

    El menor de ropas estrafalarias contuvo un puchero, sus mejillas se tornaron más rojas que un jitomate, si la había cagado bastante, pero su calvario no había hecho más que empezar.

    Recordó con pesar cada detalle de su error, era una manía demasiado arraigada en el para controlarla, aunque no le ayudaba nunca el hacerlo, lo sintió como una necesidad, la necesidad de convencerse a sí mismo que no había sido su culpa aquel espantoso embrollo.

    Aunque si lo fue

    Un par de semanas antes…


    La orden de mi señora fue clara, su plan era perfecto.

    ¿Cómo pude fallar en mi elección? No, no fue un error, solo no conté con la presencia de ese detestable rufián, repase decenas de veces los pasos a seguir, incluso destruí el pergamino donde los apunte, lo había memorizado todo, cada sección, desde el principio: buscar el rincón más problemático de la ciudad Zona Ascenso hasta el penúltimo: dejar las esencias de Orden y Caos en el punto donde puedan conectarse con el humano más inocente de los habitantes, en el momento que durmiera, al final ambas quedarían bajo su dominio.

    El prospecto ideal para recibirlas era el humano conocido como Gerard Grey, de trece años terrestres, su visión del mundo que lo rodea y la manera tan inteligente que sortea sus problemas eran razones más que suficientes para elegirlo, yo estaba e lo cierto, Orden y Caos estarían en buenas manos, después de todo, eso que los suyos llaman autismo en eras pasadas también fue la razón de que otro humano recibiera la Virtud del Temple.

    Avenida Castañeda, séptimo piso, con tantas veces que lo visualice durmiendo en el mismo sitio , a la misma hora, cerca de la ventana cuya vista daba al resto de la ciudad, perfecta para ver un atardecer o los primeros rayos del alba, no podía contener mi admiración por tan fascinante ser, lo observaba por medio de la pupila especial que mi mentora me dio como obsequio de graduación, sí, creo que allí en esos momentos fue donde se originó mi error, nunca pensé en verlo toda la noche, debí hacerlo, cuanto me arrepiento de haber dejado pasar algo tan simple y tan esencial.

    Ese lugar donde vivía era un departamento bastante amplio, la cocina, comedor y sala no estaban separadas por ningún muro, sino que escaleras y puentes de armazón metálico le recorrían de un extremo a otro, algo como una zona de archivos industriales o un almacén, contaba con un tobogán que iniciaba desde un segundo piso donde se encontraba una litera rodeada de juguetes y libros, tal vez los aposentos de ese chico, al ser el último piso y con ventanas tan amplias no necesitaba de mucha iluminación , en las paredes sobre las mesas y repisas había fotografías de niños jugando juntos, esculturas hechas de arcilla con nombres escritos con macarrones, sus padres en las imágenes lucían bastante jóvenes, el lugar estaba algo desordenado pero creo que eso es típico de los humanos en vísperas de alcanzar su edad fértil.

    Esa tarde paso como todas las anteriores, pero luego de despertar ya no sería igual, tendría las armas y dones necesarios para defender a su especie, conmigo como su guía por supuesto, llego con esa tiara cantora en sus oídos, quiero decir eso a lo que le llamaban reproductor de música, dejo su bolsa con pertenencias en el suelo junto a la puerta principal, otra de las señales que yo pase por alto y no le di importancia era por qué siempre tenía un alimento sencillo en la mesa esperándole, por las mañanas ropa limpia y ordenada, un baño preparado y algo de dinero, deseche todo eso con la idea vaga de que sus padres eran unos adictos al trabajo y no le prestaban atención suficiente a pesar de que su condición es difícil de llevar para un humano de su edad.

    Mi rutina de observarlo solo se limitó a unas horas antes de que fuese a la cama, ¿fue allí donde falle? Quizá porque disfrutaba ver como representaba en papel, ya fuese con dibujos o con elocuentes versos cada idea que yo le sugería al oído, no, tampoco fue eso, nada de lo que paso, nada de lo que salió mal fue mi culpa.

    Todo fue culpa de él.

    Espere que se durmiera como siempre lo hacía, aferrando su cabeza de mechones negros y ondulados a esa almohada con dibujos de nubes, en la cama junto a la ventana, una ventaja para escabullirme por allí y salir sin ser descubierto antes de que despertara.

    Hice la marca de Caos, la cara burlona del ente enloquecido en la tela de su cama, casi al mismo tiempo deje el tótem padre de Orden junto a su cabecera.

    Sonreí satisfecho al ver que la primera parte de mi plan funcionaria, de verdad que ansiaba que llegase el amanecer para que el jovencito probara por primera vez esas grandiosas esencias, allí aparecería yo, por fin sabría lo que sintió mi mentora al enseñarme por primera vez, si, saboreaba ese momento de convertirme en su guía, sería algo histórico en el reino de mi raza, un humano aprendería nuestras artes instruido por un oráculo novato...Yo.

    Entonces, justo unos segundos después que mis pies desnudos abandonaron el borde del ventanal escuche ese sonido de cristal rompiéndose.

    Di un respingo del susto, mi mente de inmediato visualizo a mi futuro pupilo en peligro, no, no permitiría que nada lo lastimara, esos miserables ayes no se saldrían con la suya jugando sucio, si no sabían seguir las reglas de una batalla justa, yo les enseñaría a hacerlo.

    Grande y decepcionante fue mi sorpresa al ver que no se trataba de ellos, mucho menos de algo que representara peligro para Gerard, más bien aquel tipo era un peligro para sí mismo, ni siquiera podía mantenerse en pie o centrar su mirada en un punto en específico.

    Se encontraba tan ebrio que no me preocupe en acercarme flotando a él, con lo que yo había estudiado acerca de ese estado tan patético en los humanos sabía que me asociaría con alguna alucinación de su borrachera, aproveche para verle mejor, era muy parecido a Gerard, en sus ojos y algunos gestos, pero más alto, ligeramente musculoso, cabello crespo y de patillas largas, seguro algún malviviente adicto miembro de una pandilla, claro, esa forma de vestir de pantalones rasgados y uniforme escolar adornado con remaches y símbolos de música ruidosa, en el nombre del anciano Nicodemus, que a veces aborrezco cuando la genética juega estas pesadas bromas sin respetar las razas o límites de espacio y tiempo.

    Intuí que se trataba de su hermano mayor, aun después del tiempo que llevo conviviendo con ellos me cuesta trabajo creer que compartan genes, son tan distintos, tan distintos como las esencias que ahora debo enseñarles a usar.

    Mi torpeza e inexperiencia volvió a interferir, me distraje tanto en ver todos los defectos de ese tipo que no logre evitar lo que siguió después de que rompió ese florero al entrar al departamento, el muy idiota tuvo suerte de no despertar al niño que dormía tranquilamente, luego de deshacerse de sus converse negros los cuales dejaban ese putrefacto y horrible hedor, jalo con pereza la corbata que rodeaba su cuello para aproximarse a la cama junto al ventanal.

    Orden y Caos estaban a punto de liberarse y buscar un portador, yo no podía acercarme porque de hacerlo estas volverían a sus contenedores y entonces tendría que buscar de nuevo un candidato acorde, algo para lo cual obviamente no tenía tiempo.

    —Piojo, ¿otra vez en mi cama? —Le escuche balbucear— No jodas creyendo que te llevare a tu cuarto como un bebe….hic…tuve una mala noche….hic…esa perra hoy se pasó de la raya y tuve que enseñarle quien manda y….hic….pendejo policía….hic…lo voy a hacer que se coma su mierda…y lo disfrutare y ¡huaaarg!

    ¡Por la coraza de los doce!, de verdad que yo también estuve a punto de volver el estómago de ver semejante piltrafa humana, mi preocupación aumento al ver que luego de levantarse del suelo, manchado con su propio vomito empujo a un lado a Gerard para acostarse junto a él.

    Las esencias se liberaron, paso algo que nunca estuvo en mis cálculos, algo que mi mentora seguramente me advirtió pero yo con mi tonto exceso de confianza seguro ignore.

    Eran dos entidades tan diferentes, buscando un cuerpo en el cual subsistir y seguir creciendo, tan diferentes como los dos hermanos que se encontraban en esa cama.

    El tótem padre de Orden se desmorono y sus restos se convirtieron en pequeños hombrecillos de graciosa apariencia que se acostaron junto a Gerard, parecían muñecos hechos de algún material luminoso de tonalidades azules y blancas.

    La marca del ente del Caos empezó a moverse hasta llegar al hermano mayor, abandono la sabana de la cama para adherirse a la piel de su torso, por debajo de su camisa escolar sin mangas, por unos segundos pude ver como su rostro siniestro y maniaco apareció en el de su nuevo portador dedicándome un gesto de burla, sacando su lengua para restregarme lo que había pasado.

    Falle.
     

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