One-shot El ruido es fuerte y ella no puede dormir [BTOOOM!]

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La canción utilizada es Dorian, de Agnes Obel. Hay mención de otros personajes: Andrea Dalcorvo y Aisha Nakamura.

La canción favorita de Ronnie era la que Morgan le cantaba todas las noches. No siempre era después de cenar, porque Morgan salía mucho de casa. Sus padres no lo sabían, y Morgan le había pedido que guardara el secreto; a cambio, ella iría a su habitación y le cantaría cada vez que llegara y Ronnie estuviera despierta. Sin importar la hora que fuera, se sentaría sobre su cama, la abrazaría y la ayudaría a dormir.

Eran muchas las noches que Morgan llegaba y Ronnie seguía despierta.

—Es difícil dormir —decía la niña—, con todo este ruido.

Morgan asentía, pues comprendía a la perfección, y le acariciaba el brazo mientras comenzaba a cantar en voz baja.

They won't know who we are,
so we both can pretend.

Morgan no tomaba mucho, así siempre volvía sobria a casa; aunque bebiera, le resultaba difícil divertirse cuando la cerveza corría, calentando sus emociones, y perdía la compostura que la ayudaba a mantenerse en pie. Su cabeza fría a veces pesaba, pero la prefería por sobre todo lo demás. Incluso si eso significaba vivir a base de despedidas. No eran personas que realmente le importaran, nunca nadie lo había hecho. Sólo le interesaba volver a casa sobria, para abrir la puerta con cuidado, subir las escaleras, y ver si Ronnie ya dormía. La mayoría de las noches no lo hacía.

Sabía que los fines de semana eran los peores, por lo que siempre se disculpaba.

—Perdona, Ronnie —murmuraba, acariciando su cabecita—. Volveré temprano a casa, ¿vale?

La sonrisa de Ronnie en medio del ruido era brillante y sabía a paz. Le agradaba cumplir sus promesas, pues traían un obsequio invaluable. Le agradaba cantar para ella, aunque odiara cantar para los demás. Le agradaba sentirse un soplo de brisa fresca en medio de un angustiante verano.

As the sad-eyed woman spoke, we missed our chance,
the final dying joke caught in our hands.
And the rugged wheel is turning another round.

—No entiendo bien lo que dices —susurraba Ronnie a su oído, luego de oírla cantar—, es complicado para mí. Pero me gusta mucho cómo suena.

Morgan le sonreía y besaba su frente, para arroparla y desearle buenas noches.

—No necesitas entender ahora —respondía ella, ignorando el nudo en su pecho—. Ya lo harás cuando tengas mi edad.

Will you come along to the end?
Will you ever let us carry on?

—¿Por qué elegiste esa canción, Mor? —le preguntó Ronnie, luego de oírla unas cuantas veces.

Morgan alzó la voz, para tapar el ruido propagándose por la puerta semi abierta.

—Porque es bonita y tranquila, ¿no te parece? Además, me ayuda a mantener presentes un par de cosas.

No tenía mucha imaginación; jamás la había tenido. O quizás la perdió de muy pequeña. Pero por Ronnie, un día, descubrió que era capaz de escalar montañas, cazar lobos, rescatar princesas y aventurarse en reinos lejanos. Lo más lejano de allí, lo que fuera, estaba bien. ¿Era infantil? Probablemente.

—Mor, ¿por qué siempre sales después de cenar? Papá dice que está mal hacer eso, que hay escuela al otro día.

Morgan aprendió a mentirle a los demás gracias a Ronnie; quizá, también, aprendió a mentirse a ella misma. Había muchas cosas que el alcohol, o la imaginación, o las canciones no podían ocultar. Morgan lo sabía, no tenía forma de escapar. Pero con Ronnie era diferente, y si estaba en sus manos colorear su mundo triste y ruidoso, recurriría a lo que fuera necesario. Mentir, fingir, manipular, lastimar. Porque la sonrisa de Ronnie en medio del ruido era brillante y sabía a paz.

¿Eso era egoísmo o benevolencia?

Había estado tantos años sola, sin un aliado, que le era difícil discernir la maldad de la bondad cuando la máscara de las personas sonreía. Y cuando se convirtió en la aliada de Ronnie, la línea divisoria entre la existencia de ambas se difuminó.

—Esto es un reproductor de música, Ronnie. Papá y mamá no deben saber que lo tienes, ¿sí? Le cargué muchas canciones que te gustan, y esa que te canto todas las noches. Cuando el ruido sea muy fuerte, ponte estos auriculares en las orejas y el ruido desaparecerá.

Morgan lo sabía. Días difíciles se acercaban, y su egoísmo empeoraría. Debía proteger a Ronnie de algún modo.

—Pero a mí me gusta cuando tú me cantas, Mor.

—Lo siento, Ronnie. No podré hacerlo por un tiempo.

La canción favorita de Morgan era la que le cantaba a Ronnie todas las noches. Mientras la lluvia caía y sus pies se balanceaban sobre un abismo imaginario, sus labios empezaron a moverse casi por inercia.

As the devil spoke we spilled out on the floor,
and the pieces broke and the people wanted more.
And the rugged wheel is turning another round.

Andrea a sus espaldas dormía, Aisha vigilaba, y ella pensaba. ¿Qué sería de Ronnie? ¿La extrañaría? ¿Lloraría por ella? ¿Su desaparición, acaso, habría servido para silenciar el ruido? Aunque sólo fuera temporal, si Ronnie podía dormir en paz todo ese infierno valía un poco más la pena. Aunque la extrañara como a nada en su vida, aunque necesitara tanto abrazarla al punto de romperse, si Ronnie podía sonreír y descansar eso era todo.

Todo lo que necesitaba.

Todo lo que era.