Explícito de Pokémon - El que no sufre no aprende

Tema en 'Fanfics de Pokémon' iniciado por Siletek, 24 Julio 2017.

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    J.Nathan Spears

    J.Nathan Spears Adicto Comentarista Top

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    >Leo el título del presente episodio

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    Meowth va a morir... ¡COÑO!

    >Llego a la parte donde encuentran a la bebé Meowth

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    Bien, bien, Meowth se salva... menos mal... todo en orden.

    >Y luego llego a la "pelea" contra ese Zubat hambriento

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    ¡A LA VERGA! ¡Meowth sí se va a morir! Dx

    Y así hasta que Joy logra salvarle la vida. Pero obviamente está desnutrido el pobre. ¡Meowth no está hecho de hierro, carajo! e_é. ¡Tiene que comer bien!

    A todo esto, ¿Meowth tiene ocho años? Vaya o_o. Me pregunto de dónde sacaste ese cálculo... es interesante, la verdad.

    Bueno, en general es un episodio increíblemente dramático que deja con ganas de más... bah, como todos, realmente xD. Pero esta vez siento curiosidad por cómo manejarás la recuperación de Meowth y el drama de Jessie con su bebé... y claro, James vigilando la alimentación de la pequeña gatita recién nacida, seguro lo hará bien a pesar de que de repente se sienta un inútil. Y seh, todavía se acuerda del accidente del camión... (¡Sigo pensando que Meowth tiene más culpa de ese accidente! >:V )

    Y cómo olvidarnos, de que Meowth instó a los tórtolos de dejar el Team Rocket. ¿Se atreverán? Creo que sí... después de todo, Jessie solo se enroló porque buscaba el amor y un buen trabajo (?)... y ya tiene lo primero, mientras que lo segundo, eeeem... es debatible si alguna vez lo consiguió o no.

    También me reí un poco por la forma bien BADASS en la que Arbok rompió la ventana del Centro Pokémon, y también el vidrio grueso. ¡Vamos la cobra, conchadelalora! xD

    Sea como fuere, sigo con ganas de leer más y más. ¡Mucho ánimo, Sile!
     
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    Dr Kaos

    Dr Kaos Guest

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    ok realmente en este capítulo fue emocionante... a niveles de angustia alternando con momentos bien tiernos...


    la carta te deja pa dentro... por toda esa descarga emocional... lo más sorprendente fue la incitación que les da a sus compañeros para que dejen el TR...

    y claro... como ya es sabido, estos tres siempre han aparentado ser algo aparte de la organización... la cual solo es una escusa para estar juntos...

    también nota el nivel de madures de Meowth por todas las cosas que a pasado... suficiente para poder ver el potencial de sus compañeros en otras labores (que no sean robar...)

    T_T en cierta forma me enoja... porque a pesar de declarar que los ama como su familia... igual quiere tirarlo todo a la mierda... digo se entiende, igual que tu pienso que él tiene un carácter bien depresivo... y es normal que ya este arto después de lo de Togepi... su búsqueda de la felicidad siempre a sido frustrada por elementos ajenos que se lo impiden de forma cruel... su hartazgo es normal... pero... en cierta forma se me hace injusto por no decir idiota de su parte el abandonar a los dos únicos que a llegado a considerar su familia... peor sin medir las consecuencias de como esto podría afectarles...

    es un escenario muy bien planteado... y realista.


    m
    me gusto como jugaste con el tema del disparo... estuve igual que los rockets temiendo lo peor... (afortunadamente musa-chan es de las de no rendirse... * - * gracias a Arceus tiene esa personalidad fuerte)

    pero!

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    T_T ok, este momento si me enterneció, me gusta cuando juegan de esa forma con el corazón de la gente... (XD hay que sufrir para obtener buenos feels?)

    que la amenaza del "disparo" siguiera latente... aun con ese momento épico de meowth contra Zubat.... fue o dios! realmente lo dicho, una escena para que se vea bien puede ser simple... pero si está bien contada.... supera cualquier pelea... competición... campo de guerra....

    T_T afortunadamente el chimuelo se salvo y, sus compas llegaron a tiempo para hacer lo necesario para salvarlo (XD inclusive para entrar por la fuerza al centro Pokémon.... desde verde que no hacían eso XD)


    la inclusión de la gatita me pareció perfecta... (T_T... mas por recordar a Meowth recién nacido y abandonado)

    me gusto como gancho para que el chimuelo olvidara sus intenciones, recobrando esa parte mas luchadora...

    por otro lado... una muestra de ese lado tierno (por no decir paternal) que produce los bebes en los seres humanos... un espejo del sentimiento que expresaba Meowth por el huevo de togepi... pero aplicado a James... y jessie.... T_T fue lindo... mas como contraparte de los puntos negativos mostrados en el capitulo anterior...


    como tema aparte: fue interesante el contraste entre esta Joy y el del anterior centro Pokémon... (siendo esta algo no tan sebera... ) ni que decir la labor de las chansey de ayudar a quienes se hospedan en el centro de la formas más simples y compresivas...


    T_T pobre musa-chan.... a pesar de que tuvo que mantenerse firme durante el capitulo... es innegable ese sentimiento de culpabilidad por no hacer algo cuando se percato que el chimuelo no se encontraba bien....



    en fin, ese sentimiento de angustia ante el futuro no desaparece... peor, subió.... >_> a pesar del momento tierno... esa nube negativa no quiere irse.... >_> solo queda esperar el siguiente....



    -una cosa y, esto es más un tema personal que critica... pero tuve un sentimiento encontrado con la "carta"... veras, siento que fue súper necesario el que Meowth soltara todo esos sentimientos acumulados... pero por un lado, me hubiera gustado que los detalles de su pasado siguieran oculto para sus compañeros... que era un elemento que se descubriese en el capitulo enfocado en el pasado de Meowth.... (tal vez una side story en que Jessie y james se van enterando siguiendo la pista del chimuelo?)

    pero como dije, eso es más una percepción mía... y para ser sincero... estos cambios igual le dan un toque a la historia por saber qué tipo reacción podría tener en el trió (mas a la hora de que meowth deba hacerle frente a su pasado...)


    un saludo y nos vemos en el siguiente comentario!
     
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    LizzaRade

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    Ah, esta la cagada aquí señores! Si es que no me pude despegar del pc de la agonía aunque esperé que se juntasen capítulos. Ah... ya se como se siente que te arranquen el corazón sin piedad, pobre gato!! Y tampoco tengo mucho que decir ya que nath y kaos ya avarcaron todo, al menos puedo decir que... CSM te gusta ver a la gente sufrir?! XD Casi me morí de verdad pensé que Meowth se iba a matar, que bueno que justo estaba esa coshita bonita a darle un motivo para seguir vivo.

    Me estoy preparando mentalmente para lo peor D:
     
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  4. Threadmarks: 15. Cambio de roles
     
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    El que no sufre no aprende
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Romance/Amor
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    Vos sabés señalar

    Pero esperá a que te vean


    NTVG

    Al vacío

    Capítulo quince

    Cambio de roles
    James había dormido muy poco. Se había quedado acostado en el sillón de la recepción, con la Meowth durmiendo en su pecho porque las habitaciones ya estaban cerradas y no se podrían abrir hasta las ocho de la mañana.

    Durante la noche, se había olvidado de algo crucial: que los pokemón también tenían necesidades. A mitad de la noche, el llanto de la bebé lo había despertado y tardó unos segundos en darse cuenta que se había orinado encima de su pecho. Tuvo que calmarla, limpiarla bajo una canilla en el baño de hombres, lavar su playera negra con jabón líquido para manos del dispensador (al igual que el trapo donde la nena estaba envuelta) y colgarla de la puerta de uno de los cubículos. Ahora estaba solo vestido con sus pantalones blancos y las botas. Los guantes se los había sacado y estaban en el suelo, al lado del sillón.

    —Buenos días —le dijo Joy, acercándose a él. Frunció el ceño, confundida—. ¿Y su playera?

    James se sentó, sosteniendo al bebé con cuidado para no despertarla.

    —Tuve un pequeño accidente anoche. Me olvidé que para los pokemón, cuando la naturaleza llama, hay que atender donde sea que estén.

    Joy le dedicó una sonrisa.

    —Tengo algunas playeras guardadas. Algunos entrenadores se las olvidan sobre la cama y yo me las quedo. Espera un momento.

    Joy giró sobre sus talones y se fue por la puerta detrás del mostrador.

    —Nya… —la pequeña ya estaba comenzando a despertarse. Abrió sus ojitos y miró a James. Su mirada se iluminó al instante —. ¡Nya! —maulló, con alegría.

    —Buenos días, princesita —acarició su cabeza con un dedo, con ternura —. ¿Dormiste bien?

    —Nya, nya —la nena cerró los ojitos, disfrutando de la caricia y luego atrapó su dedo con sus pequeñas patas, acercándolo a su boquita para lamerlo. Era como si alguien le pasara una pequeña esponja húmeda y algo rasposa por su dedo.

    —¿Te agrado, eh? —dijo, dejando que la nena lo siguiera lamiendo. Casi se sentía una basura al tener algo tan puro e inocente entre sus brazos. La puso boca arriba y le acarició el vientre con un dedo. El bebé comenzó a chillar de alegría al recibir los mimos.

    Joy regresó al poco rato, esta vez con ropa entre sus manos.

    —Aquí hay algunas que creo son de su talle —le dijo, extendiéndosela. James las desdobló con cuidado. Eran tres: una blanca con el logo de la Liga Pokemón; una celeste con un Squartle surfeando una ola sobre su caparazón y otra gris con un Snorlax acostado boca abajo con la leyenda "Snorlax es mi espíritu pokemón".

    James no tuvo que pensarlo mucho. La del Snorlax parecía de un pijama y la del Squartle le era tan ridícula que sospechaba que la habían olvidado a propósito. La de la Liga Pokemón era la más decente. Ya la iba a elegir, cuando…

    —¡Nya! —maulló la pequeña, con tono de protesta.

    —¿Qué pasa? —le pregunto James.

    La gatita miró la playera de la Liga Pokemón y negó con la cabeza, entre maullidos.

    —Creo que no le gusta —opinó Joy, sonriendo.

    —¿Cuál es la que quieres?

    La pequeña señaló con su patita la playera del Squartle, haciendo ruidos de aprobación.

    —No, no, no. James se va a poner la playera de la Liga Pokemón —dijo James, sacudiendo la prenda con una mano.

    —¡Nya, nya, nya! —protestó, volviendo a señalar la que ella quería.

    —No me importa cuánto protestes, no me voy a poner eso.

    La nena pareció entender y se quedó en silencio un segundo… antes de ponerse a llorar.

    —¡Hey, hey, no llores! —le dijo, mientras la sostenía en su mano y la levantaba a la altura de sus ojos. Se sentía una basura por hacerla llorar—. Está bien, está bien, me pondré la playera del Squartle.

    —¡Nya! —sonrió ella, alzando su patita y tocando la punta de la nariz de James.

    James dejó a la pequeña a un costado, sobre el sillón, y se puso la playera del Squartle. Se sentía muy ridículo, pero no pudo evitar sonreír ante los saltitos de alegría de la pequeña Meowth. Dios, más que pequeña, era minúscula. Era incluso más chiquita que un Caterpie.

    El estómago de James gruñó con fuerza. No se había dado cuenta que tenía hambre.

    —La cafetería está en el fondo del pasillo —dijo, señalando la puerta donde había visto a los dos entrenadores la noche anterior.

    —Espero que tengan un menú económico…

    —Es gratis.

    James abrió los ojos como platos. ¿Gratis? ¿Era en serio? Joy pareció leerle la mente, porque agregó:

    —Todos los que tengan un pokemón internado tienen derecho a las tres comidas diarias de forma gratuita. Para los demás, solo tienen gratis el desayuno.

    —Oh —comentó James—. En ese caso, voy para la cafetería.

    —Que tenga buen provecho.

    James tomó a la pequeña y se fue por el pasillo. Era bastante corto, pero ancho, como de unos cinco metros de largo. Había cuatro puertas, dos a cada costado. Las de la derecha eran la de los cuartos y las de la izquierda eran la de los baños. El pasillo terminaba en una sala amplia donde estaba la cafetería.

    Era un lugar sencillo. Las mesas eran las típicas de las cafeterías, con bancos largos y de capacidad para cuatro personas contra un gran ventanal. Del lado opuesto, había una barra donde se pedía la comida y en un costado había un pizarrón donde se escribía el menú del día.

    Mientras iba hacia la barra, las pocas personas que estaban allí comenzaron a reírse y a cuchichear, probablemente por culpa de su playera. Los hubiera mandado al diablo en cualquier otra situación, pero tenía a la pequeña acurrucada en su mano y no quería alterarla.

    Apenas había caminado unos pasos dentro de la cafetería, cuando una Chansey se interpuso en su camino.

    —¡Chansey, Chansey! —canturreó alegremente, mientras le señalaba la mesa.

    —¿Tengo que esperar aquí? —preguntó. Hacía años que no pisaba un Centro Pokemón como un simple visitante y no tenía mucha idea de cómo se manejaba la parte de la cafetería. Aunque, por lo que sabía, cada Centro era un mundo y cada uno de ellos se administraba de manera distinta.

    James se sentó, lo más alejado posible de los entrenadores. La pequeña estaba distraída tocando la imagen del Squartle en su playera, fascinada.

    —¿Te gusta mucho, eh? —le dijo, acariciando su cabecita. La pequeña lanzó un maullido y refregó su cabeza en el dedo de James—. ¿Y yo también te gusto?

    —¡Nya! —respondió la gatita, feliz, mientras le agarraba el dedo para lamerlo y mordisquearlo. Era tan tierna que James pensó que debería ser ilegal.

    —¡Chansey! —sintió como ella depositaba una bandeja sobre la mesa.

    —Oh, gracias —dijo, levantando la vista hacia la mesa.

    Había dos cuencos sobre la bandeja con sopa de miso y arroz respectivamente. También había un plato con pescado a la parrilla y una taza de té. Había un tercer cuenco que contenía distintos tipos de bayas. Y, para terminar, la mamadera de la pequeña, ya preparada.

    —¿Todo esto es para mí? —preguntó, sin dar crédito a lo que veía. Seguía sin creer que eso fuera gratis.

    La Chansey asintió, con su eterna sonrisa y amabilidad en su rostro. Inclinó la cabeza como si le dijera buen provecho y se marchó.

    James dejó a la pequeña sobre la mesa.

    —Quédate quieta, ¿si?

    —Nya.

    La pequeña se dirigió a la ventana y se quedó allí, fascinada con el paisaje del bosque, apoyando sus dos patitas contra el vidrio. James tomó los palillos y empezó a comer con ganas el arroz. Tal vez no fuera la gran cosa, pero para él era un manjar. Se preguntó a sí mismo si Jessie estaría comiendo lo mismo.
    …​

    Mami, tengo frío

    Jessie miró a su hijo… ¿O era hija? Tenía el cabello color rojo oscuro y ojos azules como ella, pero su rostro se parecía mucho a James. Su voz era bastante ambigua, así que no podía discernir su sexo. No tendría más de cinco años. Lo estrechó con fuerza contra su pecho.

    Todo va a estar bien —le susurró.

    Estaban acurrucados en el suelo de una cueva. James estaba tendido a lo largo, alejado de ellos. Parecía afiebrado.

    Mami, tengo hambre.

    No tenían comida, estaba segura de ello

    ¿Por qué no vas a jugar con Meowth?

    La criatura alejó su cabecita de su pecho y lo miró, confusa.

    Pero mami, nosotros nos comimos a Meowth, ¿no lo recuerdas?

    Una mezcla de horror y nauseas se apoderó de Jessie. Su hijo le extendió la mano y le mostró el amuleto de Meowth ensangrentado. La sangre manaba a borbotones, manchando la palma de la criatura y goteando hacia el suelo…

    Jessie despertó de golpe, con el estómago revuelto. Las arcadas le convulsionaban el cuerpo. Por suerte, el baño estaba en la misma habitación y pudo vaciar todo el contenido de su estómago en el inodoro. Una vez que todo paró, se levantó, tiró de la cadena y bebió agua de la canilla. Por Dios, que pesadilla más horrenda.

    Volvió a la habitación y se sentó en la silla, tan agotada como si no hubiese dormido nada.

    —Je-Jessie…

    Jessie miró hacia donde estaba Meowth. Estaba despierto e intentaba sacarse el respirador de la cara.

    —Tranquilo, Meowth, estás en el Centro Pokemón.

    —Nena… —balbuceó. Apenas podía hablar y su voz casi sonaba como un débil graznido.

    —Está con James —lo tranquilizó—. Intenta no moverte mucho.

    Meowth obedeció y se quedó quieto, pero aún quería seguir hablando.

    —Lo… siento —musitó.

    Eso terminó de desquiciar a Jessie. Se levantó de la silla, echando chispas.

    —¿Qué lo sientes? ¿Sabes lo que nos hiciste pasar? ¡James estaba muerto de preocupación por ti! ¡Yo casi no pude dormir de la angustia! ¿De dónde sacaste esa idea de matarte, por Dios? ¿Sabes lo que esto le hace a mi embarazo, gato malcriado?

    —¿Em… barazo? —preguntó Meowth, con toda la ingenuidad del mundo.

    Claro, se habían olvidado el pequeño detalle de contarle lo del bebé. Volvió a sentarse, intentando tranquilizarse.

    —Meowth, estoy esperando un hijo de James —le dijo, sin muchos rodeos.

    Los ojos del felino se abrieron desmesuradamente, como si no pudiera dar crédito a lo que oía.

    —¿Bebé? —murmuró. Sus ojos comenzaron a brillar de la emoción—. ¿Bebé? —repitió, mientras comenzaban a asomar las lágrimas.

    Tal vez fuera por el desajuste hormonal por el que estaba pasando, pero las lágrimas de Meowth hicieron un nudo en la garganta de Jessie.

    —Si, un bebé. Nos enteramos apenas ayer —se acercó al rostro de Meowth—. Vas a ser tío, así que más vale que te recuperes, porque yo no pienso cambiar pañales.

    El felino apoyó su cara contra la mejilla de Jessie y los dos se pusieron a llorar, sin poder evitarlo. Habían pasado muchas cosas en los últimos dos días. Recordaban haber llorado cuando las cosas parecían no tener solución, pero siempre tenían la esperanza de salir. Ahora el futuro era demasiado incierto y tenían miedo. Miedo por el bebé que llevaba en su vientre y por la pequeña gatita que estaba siendo cuidada por James.

    —¡Chansey! —una enfermera pokemón entró en la habitación, empujando un carrito con comida. Había arroz, pescado, miso y bayas en unos cuencos, listos para comer.

    —¿Para mí? No sé si podremos pagarlos —le dijo Jessie, secándose las lágrimas.

    —Chansey, Chansey —le palmeó el brazo.

    —Gratis. Dice… que es gratis —respondió Meowth.

    Chansey se acercó a la cama de Meowth, probablemente para examinarlo. Jessie se desentendió de ellos por el momento. Se secó las lagrimas y empezó a comer.

    …​

    James terminó de comer, satisfecho por primera vez en mucho tiempo. Había sido un buen desayuno, sí señor. La nenita se paseaba por la mesa bajo su atenta mirada, cuidando de que no se cayera por el borde.

    La alarma del reloj de James empezó a sonar con un bip bastante molesto.

    —¡Nya! —maulló la nena, feliz. Ella ya reconocía el sonido y significaba la hora de la comida. Corrió hacia James, el cual la tuvo que sostener en su brazo mientras agarraba la mamadera con la otra mano.

    —Eso es —murmuró, mientras le daba el suplemento nutritivo. La pequeña Meowth se metió la tetilla a la boca y la sostuvo con las dos patitas, como si tuviera miedo de que alguien se la quitara. Ya había hecho la operación un par de veces, pero todavía la veía adorable cuando comía.

    Una mano se cerró sobre su hombro.

    —Buenos días, James —la voz inconfundible de Jessie llegó a sus oídos.

    —Hola —respondió, besándola en los labios.

    —¡Nya! —protestó la nena, sacándose la mamadera de la boca y haciendo un gesto de amenaza con una pata hacia Jessie.

    —¿Qué pasa, cariño? —le preguntó James.

    —Creo que está celosa —respondió Jessie.

    La nena empezó a protestar, señalando a James y luego señalando su boca. El hombre entendió enseguida y soltó una risotada.

    —No, cariño, no me puedes besar en la boca. Solo mi novia puede hacerlo.

    Ella se volvió a señalar a sí misma.

    —No, tampoco puedes ser mi novia —le respondió, adivinando lo que la Meowth intentaba decir.

    La pequeña lo miró, con los ojos vidriosos, amenazando con llorar en cualquier instante y James le acarició la cabeza, entre las orejas.

    —Cariño, tú no puedes ser mi novia, porque ya eres mi sobrina, ¿entiendes?

    —¿Nya? —preguntó, torciendo un poco la cabeza.

    —Una sobrina es alguien que recibe muchos mimos, muchos más que una novia —le explicó, mientras le acariciaba el lomo—. Y no quieres recibir menos mimos, ¿verdad?

    —¡Nya! —la pequeña negó con la cabeza con rapidez.

    —Entonces, deja que ella sea mi novia y tú seguirás siendo mi sobrina, ¿de acuerdo?

    —¡Nya, nya! —la pequeña asintió con la cabeza y comenzó a lamerle los dedos.

    Jessie soltó una risa burlona.

    —James, ¿de dónde sacaste esa ridícula playera?

    —Creo que a esta pequeña loca se le ocurrió que esto es el último grito de la moda.

    —¡Nya! —gritó la pequeña, satisfecha de su decisión.

    —Aún así, ¿por qué la llevas puesta?

    —Hubo un… pequeño accidente anoche.

    Jessie miró a James, luego a la avergonzada cara de la pequeña y lo comprendió.

    —Oh, ya veo… Ah, por cierto, Meowth ya se despertó.

    —¿Nya? ¡Nya! —dijo la nena, mientras se señalaba a sí misma como si creyera que hablaban de ella,

    —¿Y… cómo está? —preguntó James, ignorando a la pequeña.

    —Apenas puede hablar y está muy débil, pero se recuperará en pocos días, según me dijo Joy. Tal vez salga esta semana.

    James soltó un suspiro de alivio.

    —Eso espero. ¿Puedo ir a verlo?

    Jessie hizo una mueca de desaprobación.

    —Espera un par de días. Está demasiado conectado con cables y no les hará bien a ninguno de los dos verse ahora.

    —¿Qué? ¿Acaso crees que me pondré a llorar?

    —No lo creo. TE pondrás a llorar. Sé muy bien lo sensible que puedes llegar a ser.

    James soltó un suspiro.

    —Está bien. Me dedicaré a cuidar de la nena por ahora. Avísame cuando pueda verlo.

    Jessie se levantó de la mesa.

    —Tengo que seguir cuidándolo o se aburrirá. Te veré más tarde.

    …​

    James estuvo el resto del día ocupándose de alimentar, cuidar y jugar con la pequeña Meowth en una de las habitaciones. Durante el resto del día, no llegaron nuevos entrenadores, por lo que tuvo un poco de privacidad.

    La enfermera Joy y las Chansey eran atentos con él. Le habían devuelto su playera negra junto con las otras dos que había visto, pero fue imposible ponérsela de vuelta por las protestas de la pequeña. La comida que le dieron podía no ser la mejor, pero era abundante y suficiente para alguien que solo comía cuando podía y que había llegado a comer latas de comida pokemón.

    Cerca de la hora de cierre, aprovechando que la nena dormía, James se cambió la playera del Squartle por la del Snorlax. Ya se había sentado sobre la cama, cuando Joy entró a la habitación.

    —Espero no haberte interrumpido.

    —No, está bien. ¿Qué pasa?

    Joy le entregó una canasta pequeña de mimbre, ya con una almohada a modo de colchón y una manta.

    —Por la tarde me comentaste que tenías miedo de aplastar a la pequeña mientras dormías, así que te traje esta canasta.

    —Oh, gracias —levantó a la nena con mucho cuidado para no despertarla y la colocó dentro de la canasta. La Meowth solo se movió para meter su patita dentro de su boca y seguir durmiendo, mientras hacía ruidos de succión.

    —Bien, yo tengo que irme…

    —Espera.

    Joy parpadeó y se acercó un poco más.

    —¿Sucede algo?

    —Es sobre Meowth.

    —Dime.

    —Creo que debí decírselo antes, pero… Meowth intentó suicidarse anoche, antes de que el Zubat lo atacara.

    Joy abrió los ojos de par en par por la sorpresa y se llevó las manos al pecho.

    —Ahora entiendo por qué su pareja no quería dejarlo solo, pobrecito. ¿Sabe por qué?

    —Estaba muy desesperado por ser padre.

    —No digas más. Eso les pasa a algunos Meowth adultos.

    —¿Qué me recomiendas para que no vuelva a pasar por eso?

    —No lo dejes solo y evita en lo posible las situaciones estresantes. Necesita mucha contención. Puedo llamar a una prima mía. Es una psicóloga pokemón y tal vez me ayude.

    James inclinó la cabeza hacia abajo.

    —Te lo agradezco. Por cierto, no te dije mi nombre. Soy James y mi novia se llama Jessie.

    —Mucho gusto. Bueno, que descansen.

    —Buenas noches, enfermera Joy.

    Ella se dio media vuelta y cerró la puerta. James se acostó, con la canasta a su lado. Metió la mano dentro para poder sentir el cuerpo de la pequeña y cayó profundamente dormido

    …​

    Ash, Misty y Brock llegaron cinco minutos antes de que Joy bajara la persiana. Dormir en el bosque no era malo para Ash ni mucho menos, pero las comodidades del Centro Pokemón eran mejores que cualquier hábitat.

    Estaba tan cansado que los pies le dolían. Ni siquiera quería comer, solo quería entrar a la habitación y dormir junto a su Pikachu en una de las mullidas camas de las habitaciones. Ya mañana podrían desayunar y viajar hasta Isla Canela. Esperaba que no estuviera muy lejos.

    —Hablen en voz baja, que puede haber gente durmiendo —les dijo Brock, tomando su propio consejo, mientras giraba la perilla de acero de la puerta de la habitación.

    Era una habitación bastante simple, con dos camas marineras a los costados y un escritorio contra la ventana frente a la puerta. El escritorio tenía una silla, un florero con un ramillete de flores silvestres, una mamadera, un pequeño paquete con contenido desconocido y un velador encendido.

    En la cama de abajo del lado izquierdo, había alguien durmiendo, abrazado a una canasta de mimbre. Era un hombre adulto, de cabello color lavanda. Cuando más lo miraba Ash, más familiar le resultaba. Los otros dos, al ver que Ash se había quedado quieto, se detuvieron también.

    —Ash, ¿qué pasa? —le preguntó Brock.

    —¿No les parece familiar? —preguntó Ash.

    Misty también se acercó.

    —Si, a mí también.

    Ash dio un paso más hacia la cama. Pikachu incluso se paró sobre su hombro y comenzó a olfatear el aire, como si intentara reconocerlo por el olor.

    El hombre se removió un poco, como si tuviera un mal sueño, pero solo duró un par de segundos antes de que volviera a sumirse en un sueño más tranquilo. A Ash le comenzó a venir un nombre a la cabeza, uno que había escuchado muchas veces en los últimos meses, desde que había empezado su viaja pokemón.

    —Es James —musitó. Luego alzó la voz— ¡Es el Equipo Ro…!

    Brock le tapó la boca desde atrás con fuerza.

    —¿Acaso quieres despertarlo? — le dijo Brock al oído.

    Ash lo meditó un momento. Realmente, más que una batalla, necesitaba dormir. ¿Pero cómo podría conciliar el sueño estando con James en la misma habitación? Y también tenía más preguntas: ¿Por qué estaba solo? ¿Dónde estaban Jessie y Meowth? ¿Y que tenía en esa canasta de mimbre?

    Brock lo soltó. Misty dejó la mochila sobre la cama y se dirigió a Brock.

    —¿Qué haremos?

    Brock comenzó a responderle, pero Ash lo ignoró. El entrenador era de naturaleza curiosa y se moría de ganas de ver que había dentro de la canasta. En puntas de pie, se acercó a la cama y dio un vistazo adentro.

    Jamás en su vida había visto un Meowth tan pequeño como el que estaba allí. Dormía profundamente, abrazando la mano de James con sus cuatro patas. Como si eso no fuera suficiente, la pequeña le estaba chupando el dedo índice en sueños.

    Brock miró a la pequeña sobre el hombro de Ash.

    —Es una cría de Meowth —murmuró el adolescente—. Debe haber nacido hace muy poco, a juzgar por el tamaño y el pelaje tan fino.

    —Apuesto a que se lo robaron a algún entrenador —sentenció Misty—. La Joy de la ciudad anterior nos dijo que estaba desesperado por tener un hijo.

    —Pero, ¿dónde está Meowth entonces? Y Jessie tampoco está —Ash se rascó la cabeza, confundido.

    —Y esos tres siempre están juntos. Algo raro está pasando —Brock se quedó pensativo durante unos instantes—. Ya sé: iré a hablar con Joy. Ella lo dejó entrar, así que debe saber algo —se dirigió hacia la puerta—. Cuiden de no despertarlo o podría intentar escapar —les advirtió, antes de salir de la habitación.

    Ash se sentó en la cama y Pikachu se bajó de su hombro. Misty se quedó de pie, abrazando a su Togepi dormido. No pasaron ni diez segundos cuando ella se giró hacia Ash.

    —Ash, tenme a Togepi —le dijo, mientras depositaba al susodicho sobre sus rodillas.

    —¿Qué sucede, Misty? —le preguntó Ash.

    —Voy a rescatar a ese Meowth.

    —Pero Brock dijo…

    —Brock va a ir a coquetearle a Joy, no a preguntar nada —lo interrumpió ella, decidida—. Y no me voy a quedar aquí de brazos cruzados sin hacer nada.

    Misty se acercó a la cama donde James dormía. Metió ambas manos dentro de la canasta y sacó a la pequeña, de manera un poco brusca.

    —Listo, ya la tengo. Ahora…

    La pequeña se removió en las manos de Misty y se despertó.

    —¿Nya? —se la veía muy confundida.

    —No te preocupes, pequeño Meowth, todo estará bien.

    —¿Nya? —la voz de la pequeña temblaba. Había pasado de la confusión al miedo en menos de dos segundos.

    —No te pongas mal, yo…

    La pequeña se retorció en sus manos, intentando zafarse del agarre de Misty.

    —Creo que la estás asustando, Misty…

    —¡No es verdad!

    En ese momento, la Meowth lanzó un alarido de desesperación que casi les destrozó los tímpanos. De milagro, Misty no la soltó.

    James se despertó como si hubiera recibido un choque eléctrico y chocó su cabeza contra la cama de arriba. Pero no se preocupó mucho por el golpe, ya que sus ojos fueron de inmediato hacia la canasta y luego hacia Misty.

    —¡Ustedes! —gritó —. ¡Dénmela!

    —¡Ya lo creo que lo haremos, ladrón! ¡Te la robaste!

    —¡Eso no es cierto! ¡Dámela, es mía!

    —¡No te creo nada! ¡Tú y tus amigos son unos mentirosos!

    La nena seguía llorando, desesperada, y se le estaba dificultando respirar.

    —¡Está muy asustada! —gritó James ya acercándose de manera amenazadora. Ash se levantó de la cama y Pikachu se puso delante de él, pero no parecía dispuesto a atacar a James.

    La pequeña Meowth seguía llorando. En un momento, abrió la boca y clavó sus pequeños dientes con toda la fuerza en la mano de Misty. La pelirroja gritó y soltó a la pequeña, quien cayó al suelo, de costado.

    James se tiró al piso para examinarla. Ahora lloraba más fuerte que antes.

    —¡Nena, no te preocupes, ya estás conmigo!

    —¡NYAAAA! —lloraba la pequeña, con una de sus patitas pegadas a su pecho, como si se lo hubiera quebrado. Ash intentó acercarse a James, provocando que este la apretara contra su cuerpo.

    —¡Ni se te ocurra tocarla! —lo amenazó.

    La puerta se abrió de golpe y Joy entró a la habitación, seguida de dos Chansey y Brock.

    —¿Qué pasa aquí? —preguntó Joy, asustada.

    —¡Quisieron robármela! ¡Y creo que está lastimada! —le respondió James, mientras intentaba calmar a la pequeña, quien poco a poco dejaba de llorar.

    —Ven conmigo para que la pueda atender —se dirigió a una Chansey—. Vigílalos —le dijo, con una voz tan cargada de ira que Ash tragó saliva.

    James se levantó del suelo y siguió a Joy. Cuando la puerta se cerró, se enfrentaron al rostro ceñudo de Brock, uno que no habían visto desde aquel día que le había gritado a un entrenador por abandonar a su Charmander.

    —¿Qué… demonios… hicieron?

    …​

    Joy y James, junto a la pequeña, entraron a la sala donde se hacían las radiografías. Aún lloraba, pero al estar en contacto con el pecho de James la estaba calmando de manera progresiva.

    Joy le hizo una radiografía a la pequeña y costó mucho que se quedara quieta. Solo James pudo calmarla y convencerla de que permanezca inmóvil.

    —No tiene ningún hueso roto ni astillado, gracias a Dios —le dio Joy, mientras examinaba la radiografía—. Un poco de poción bastará.

    Joy se acercó a la pequeña con una botellita verde con un atomizador en la punta para aplicarle en la patita.

    —¡Nya! —comenzó a sollozar la gatita, haciendo un esfuerzo para proteger la parte lastimada.

    Joy se dio vuelta y colocó la poción en la mano de James.

    —Será mejor que usted lo haga.

    —¿Yo?

    —Cualquiera puede usar una poción, no tengas miedo. Si lo tienes, ella lo percibirá y tendrá miedo también.

    —De acuerdo.

    James se acercó a la pequeña, quien estaba tendida en una camilla. Su carita tenía surcos por culpa de las lágrimas.

    —Nena, voy a ponerte esta poción para que te deje de doler la patita, ¿sí? Confía en James.

    La nenita lo miró a los ojos un momento antes de extender la patita. Estaba asustada, pero confiaba en él y eso le hacía sentir algo extraño en su pecho. Ella no sabía que era un delincuente. No sabía que había robado cientos de pokemón del lado de sus entrenadores. No sabía que había estafado a un montón de personas. No lo sabía, no lo entendía y probablemente ni le importara. James era una especie de Dios para ella, era alguien en quien confiar ciegamente y el que siempre estaría con ella para mimarla y protegerla.

    —¿James?

    —¿Eh? Si, ya lo hago.

    James roció con mucho cuidado la poción sobre la patita mientras la nena observaba con cuidado todo el proceso. Dio un leve respingo al sentir las gotitas salpicando su pelaje, pero nada más. En unos pocos segundos, ya había sanado.

    —¿Ves, cariño? Te dije que confiaras en mí.

    —¡Nya! —sonrió la nena.

    Joy le apoyó una mano en el hombro.

    —Tienes buena mano para esto —le dijo, sonriente.

    James la miró, parpadeando de manera confusa. El bobo mayor le había dicho algo similar hacía no mucho.

    —¿No has pensando en ser criador pokemón? —siguió ella—. Parece que se te da muy bien esto de cuidarlos.

    James miró hacia otro lado.

    —Yo solo sé robarlos, no cuidarlos —se le escapó.

    —He estado cuidando de tu Growlithe y de tu Weezing y están muy bien a pesar de todo. Sé que tienes un buen corazón —le dijo Joy, sin inmutarse en lo más mínimo.

    —Espere, ¿usted sabía que Jessie y yo…?

    —¿…eran del Equipo Rocket? Vi su uniforme, no me tome por tonta.

    —¿Y aun así nos atendió?

    Joy lo miró a los ojos y dibujó una leve sonrisa.

    —Para una enfermera no hay gente buena ni mala, solo personas que necesitan ser atendidas. Jamás les hubiera negado la atención médica.

    James miró hacia abajo. Todo lo que podía sentir era vergüenza y auto aborrecimiento. Tenía tantas ganas de colgar el uniforme e irse para cualquier lado a ganarse la vida de cualquier manera…

    —¿Nya? —la nena estaba de pie y lo miraba, preocupada, mientras movía sus bigotitos. Tal vez no entendiera ni una sílaba de lo que estaban hablando, pero percibía que James se sentía mal.

    —Oh, ven aquí —le dijo, mientras la levantaba a la altura de su cara. La pequeña lamió su mejilla, como si lo quisiera consolar. Se giró hacia la Joy—. No pretenderá que regrese al cuarto, ¿verdad?

    —Puedes ir al cuarto de al lado, está vacío. Yo te acompañaré.

    —Muchas gracias, enfermera Joy.

    —Llámame solo Joy.

    —Solo si me deja de tratar de usted. Debemos tener la misma edad.

    —Trato hecho, James.

    …​

    —¿Estás loca, Misty?

    Brock estaba furioso, cosa no muy habitual en la persona más tranquila y razonable. Misty estaba de pie, sujetando a Togepi entre sus brazos y mirando hacia un costado. La Chansey estaba a un costado de la puerta, vigilando sus movimientos.

    —Loca estaría si no hubiese intentado sacarla de las garras del Equipo Rocket —intentó defenderse Misty, de manera hosca.

    —Bueno, a juzgar por lo que me contaron, ella no quería irse del lado de James.

    —Pudo haber sido la primera persona que vio al salir del huevo.

    —Hasta ahora no hubo reportes de una Meowth bebé o un huevo de Meowth robado. Hay que pensar las cosas antes de actuar.

    Ash se metió en la conversación antes de que las cosas pasaran a mayores.

    —¿Qué te dijo Joy? —le preguntó a Brock con rapidez.

    —No mucho. Dijeron que llegaron ayer a la noche, con Meowth muy malherido y con el bebé recién salido del huevo.

    La puerta de la habitación se abrió y entró la enfermera Joy. Parecía estar conteniendo las ganas de gritarles hasta quedarse sin voz.

    — Chansey, toma las cosas de James y llévalas a la habitación de al lado —le ordenó al pokemón. La Chansey obedeció y fue hacia la cama para sacar la canasta donde había estado la pequeña. Se giró hacia los tres—. ¿Me pueden explicar que estaban haciendo?

    —¡Yo no hice nada! —saltó Ash.

    —¡Enfermera Joy, no se deje engañar! ¡Es del Equipo Rocket! —agregó Misty

    —Ya sé que son del Equipo Rocket —le respondió Joy con frialdad—. No tenías ningún derecho a sacarle al bebé si ni siquiera sabías como la obtuvo. Nadie te nombró juez ni jurado de nada.

    Misty bajó la vista, avergonzada. Brock decidió intervenir.

    —¿Y cómo está?

    —Se lesionó una de las patitas, pero se recuperará. Tardará más en recuperarse del susto que le dieron a la pobrecita.

    Joy se cruzó de brazos y paseó la mirada sobre los tres.

    —Pero esto no va a quedar así. Tú —señaló a Misty—, estarás limpiando los baños y haciendo las tareas que a mí se me ocurran durante tres días. En cuanto a ti —señaló a Ash—, solo limpiarás los baños durante tres días.

    —¡Pero si yo no hice nada! —saltó Ash.

    —Exactamente: no has hecho nada.

    —Pero…

    —Sin peros. Mañana a primera hora los quiero a los dos levantados y listos para trabajar —dijo, sin dejar lugar a discusión. Se dio media vuelta y salió de la habitación, cerrando la puerta tal vez con un poco más de fuerza de la necesaria.

    Tres días. Eso le retrasaría muchísimo el viaje, gracias a Misty. Tenía ganas de gritarle, pero estaba cansado. Se sacó las zapatillas, la chaqueta y la gorra y se echó a dormir en una de las camas de abajo, con Pikachu acurrucado en su pecho.

    ¿Sabían que la pequeña Meowth la puse a último momento? Insistencia de mi pareja, quien ama a Meowth con toda su alma

    Nathan: No sé lo de los ocho años. Sólo sé que no creo que tenga tantos y los pokemón llegan a la adultez mucho más rápido que los humanos. Supuse que pasó su primer año de vida en el campamento, dos años con la banda del Persian y cinco en el Equipo Rocket.
    Como dije antes, Arbok es mi pokemón favorito y no pienso que esté en este fic como si fuera de adorno. Quiero que sea un badass...

    Kaos: Aún ahora pienso que la carta me quedó algo sosa. Pero veo que funcionó de todos modos. Llore, llore, Doc. Lo de dejar el pasado en el misterio era buena idea, pero Meowth pensó que iba a matarse y tocarle la guitarra a Arceus, así que prefirió contarles su vida, ya que personalmente no lo podría hacer.
    Me alegro que la pequeña te haya gustado. Como dije, tenía mucho miedo de como iban a reaccionar.

    Lizza: Si, me gusta ver a la gente sufrir. Es mi pan de cada día XD. A veces lo logro y a veces no. Me alegra que te haya dejado con el corazón en la boca.

    Bueno, este es el último capítulo de este mes. Les deseo un muy feliz Halloween.

    ¡Hasta el próximo sábado!
     
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    J.Nathan Spears

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    ¡Otro sábado ha llegado y otro lindo episodio! :D. Comenzaré quoteando un poco...

    Interesante :P. Ahora mismo pienso yo en... ¿Qué hubieras hecho si no tuvieras una pareja que adorase a Meowth? ¿Se hubiese concretado el suicidio? ¿Zubat se lo hubiese comido? (aún recuerdo cuando hice en cierta historia que Meowth fuese devorado por Carvanhas... x'D). Pero supongo que esto es mucho mejor n__n

    Y eso también me gusta ;). Ahora, por favor, considera esto que te diré... tú amas a todos los Arbok y tu cónyuge adora a todos los Meowth. Pero por favor no dejes que solo esos dos (bueno, en realidad tres :3) se lleven buen protagonismo. Todos los Pokémon merecen su tiempo bajo la palestra ;P (menos algunos... ya sabes de qué hablo)

    Eso sí, no debes tener miedo a las críticas ni al "qué dirán". Si puedes tomar elementos de los cuáles aprender, hazlo. No hay problema... pero debes tener mucha firmeza en el mensaje que quieres enviar y en la trama central. Busca el equilibrio entre lo que puedes cambiar para contentar al público un poquito... y lo que TÚ quieres. No te derritas en fanservice... si lo haces, nadie gana u_u.

    ¿Eh? :'V. Si es por eso, ¿Por qué carajos sientes miedo de las reacciones de los lectores? Oh, bueno...

    Ya, me regreso a la historia en general. No tengo demasiado qué añadir... me gustó la forma en que Jessie soltó la sopa sobre su embarazo a Meowth. Al menos éste está en buen camino a recuperarse y tiene más razones para vivir :P. Aunque igual espero no esté celoso de cómo la bebé se ha encariñado mucho más con James que con él n_nU. Ah, bueno... y hablando de James, la parte en donde es forzado a vestir una playera estúpida (ni tanto, la verdad... ¿Qué tiene de malo usar una de un Squirtle Surfista?... y ojo, es Squirtle, no Squartle) me pareció muy chistosa y adorable. Aaaawww TwT... me derrites, Sile >w<. Esa gatita no es para nada tonta ;). Aunque igual es inocente, como para caer en que "una sobrina recibe muchos más mimos que una novia" xD. Bien jugado, Jamememes :V

    Y claro, por cada buena jugada de James, hay una mala jugada... de Misty xD. Pensé que no te tomarías en serio lo que dije de "Que siga la pachanga del bashing (o en realidad no-bashing :V) a Misty", y por culpa de ella el viaje se retrasa n_nU. Aaaaaunque igual parece que Joy simpatizó demasiado bien con los Rocket y demasiado poco con los "bobos" n_nU. Eso es un poquitín sospechoso, la verdad -w-U... ¿Por qué será? ¿La carita de niño bueno de James influyó? ¿O solo estaba impresionada por ver lo bien cuidados que estaban Weezing y Growlie?

    Ah, y claro, cómo olvidar la pesadilla de Jessie n_nU. Debe ser horrible tener que soñar con ese nivel de necesidad y hambruna. Y creo que... si Meowth hubiese concretado el suicidio, Jessie hubiese optado por transformarlo en estofado y comerlo con ramen. No, no estoy diciendo que sea un ser maligno ni mucho menos... ella hubiese dicho "Es lo que Meowth hubiese querido... tenemos que vivir por él"

    Como sea, en resumen el episodio fue muy calmado y con un final sorpresa xD. Tanto Brock como la enfermera Joy tratando así a Misty fue una ironía deliciosa... y pobre Ash, le tocó el "daño colateral" :V. Bueno, que se lo tome como entrenamiento xD

    Hasta luego ;)
     
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    pero no le alcanza con patear


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    Capítulo dieciséis


    La venganza de Jessie
    James no podría estar peor.

    La pequeña Meowth casi no había dormido durante el resto de la noche por el miedo que la boba volviera por ella. James había intentado calmarla, pero no había tenido mucho éxito. Después de semejante susto, no podía culparla.

    Los dos estaban en la cafetería, tomando el desayuno. La pequeña estaba fastidiosa e inquieta y parecía que todo le molestaba.

    —¡Nya! —chillaba cada vez que James intentaba acariciarla, con enojo. Incluso lo amenazaba con su minúscula patita, sacando las garras.

    —Intenta dormir al menos —dijo James, deseando seguir su propio consejo. Casi no pegaba un ojo desde que Meowth estaba internado, pero alguien tenía que cuidar de ella.

    Jessie apareció y se sentó con suavidad frente a James. Parecía más descansada que él y no pudo evitar pensar en cambiar de lugar con ella por un día.

    —Buenos días.

    —Ojalá fueran buenos —respondió James, bostezando.

    —¿Qué pasó?

    James titubeó. Jessie era alguien de armas tomar y lo sabía muy bien.

    —Prométeme que no te vas a alterar.

    Jessie se inclinó hacia adelante.

    —Escúpelo.

    James respiró hondo y le contó todo lo que había sucedido durante la noche. A medida que le contaba, la expresión de ella cambiaba a una más y más enojada. Cuando terminó, Jessie pegó un golpe seco contra la mesa con su puño.

    —¡Voy a matarla! —gritó.

    La pequeña, en los brazos de James, se sobresaltó y comenzó a llorar.

    —¡No, no, no, cariño, no llores! —James la levantó a la altura de su cuello y la apoyó allí para calmarla.

    —Lo siento —se disculpó Jessie, bajando la voz, pero no su ira—. Pero esto no se va a quedar así.

    —Joy me contó que la castigaron con limpiar los baños durante tres días junto al otro bobo.

    —Eso no es suficiente —gruñó Jessie—. Deberían meterla presa.

    —Lo sé, lo sé, pero los bobos siempre se salen con la suya.

    Jessie puso el codo sobre la mesa y usó la mano para sostener su cabeza. Sus ojos apuntaban a la ventana, pero su mirada estaba perdida dentro de sus propios pensamientos, probablemente sumergida en sus fantasías de venganza.

    —Jessie…

    —¿Mhh?

    —Por mucho que queramos, no vamos a vengarnos.

    Jessie lo miró y chasqueó la lengua.

    —Oh, vamos, ¿por qué no?

    —No quiero enojar a Joy y que nos terminen echando a patadas de aquí. Así que cancela cualquier plan sobre afeitarle la cabeza mientras duerme o llenarle la cama de chinches.

    Jessie hizo un gesto de fastidio y levantó la mano derecha, como si prestara un juramento.

    —Juro que no haré nada para lastimar a la boba, ¿está bien? Confía en mí.

    Confiar en ella era como meter la mano dentro de un Charizard y esperar que no la mordiera, pero tendría que conformarse con su dudosa palabra.

    —Confío en ti, cariño.

    Joy se acercó a la mesa, con una mamadera llena hasta la mitad.

    —Buenos días. ¿la pequeña no pudo dormir, verdad?

    La Meowth lanzó un maullido de irritación y escondió su carita en el cuello de James.

    —No y está muy irritada —respondió James, apesadumbrado.

    Joy le tendió la mamadera.

    —Es leche tibia con miel. Esto la ayudará a dormir.

    James tomó la mamadera e intentó alimentar a la pequeña. Al principio se resistió a comer pero, al ver que insistía, abrió la boca y la tomó de mala gana.

    —¿Funcionará? —preguntó Jessie.

    —Funciona muy bien en bebés, tanto pokemón como humanos. Si necesitan algo, me avisan —se dio media vuelta y se marchó por el pasillo.

    La pequeña terminó de tomar su mamadera, bostezó y se acomodó en el pecho de James. Tardó un rato, pero finalmente cayó dormida.

    —Bueno, aprovecho que está durmiendo y voy a descansar un rato.

    —Si, yo volveré con Meowth. No puedo dejarlo mucho rato.

    —¿Cómo está?

    —Un poco mejor. Extraña a su nena y te extraña a ti.

    —Avisame cuando lo podamos ver.

    Jessie asintió con la cabeza.

    —Lo haré.

    Se levantó y depositó un suave beso en los labios de James.

    —Pórtate bien.

    Jessie le guiñó un ojo.

    —Lo intentaré —dijo y se marchó por el pasillo.

    James dio un vistazo a su alrededor. Los bobos no estaban. Tampoco tenía ganas de verlos, así que decidió meterse en su cuarto y dormir al menos un par de horas.

    ...​

    James no se despertó por el sonido de la alarma de su reloj, la cual ya había aprendido a odiar, sino por algo húmedo y rasposo que se frotaba por la punta de su nariz de manera rítmica y constante. Abrió los ojos.

    —¿Nena? —preguntó, adormilado.

    La pequeña, con la gran parte del cuerpo sobre su cara, paró de lamerlo y frotó una pata contra su mejilla.

    —¡Nya! —sonrió.

    —Veo que estás de mejor humor —dijo, mientras la tomaba con su mano y se incorporaba.

    La pequeña lanzó un maullido y señaló la puerta de la habitación.

    —¿Quieres salir?

    La pequeña siguió maullando y señalando la puerta. James quería seguir acostado, pero no podía decirle que no a esa carita.

    —De acuerdo, tú ganas —dijo, llevándola en brazos hacia la puerta.

    Salió al pasillo desierto, cosa que no le sorprendió. Era un Centro Pokemón en medio de la nada y probablemente la calma era cosa habitual. La pequeña siguió maullando, con un tono triste.

    —¿Qué sucede? ¿Quieres salir afuera?

    Ella negó con la cabeza.

    —¿Entonces qué quieres? —le preguntó, levantándola a la altura de sus ojos.

    La pequeña tocó su amuleto por toda respuesta. James sabía que intentaba decirle algo, pero no atinaba a saber que era.

    —Tu amuleto es muy bonito —comentó, recordando como Meowth se esmeraba en mantener el suyo bien pulido. ¿Lo tendría igual ahora? Y entonces creyó comprender. Que lista, pensó.

    —¿Extrañas a tu papi? —preguntó.

    La pequeña asintió.

    —Yo también lo extraño, pequeña, pero tendremos que esperar a que se recupere, ¿sí?

    —Nya —le respondió, no muy convencida.

    De la puerta de enfrente, se escuchó un espantoso alarido de mujer, sobresaltando a ambos. James se quedó congelado en su lugar. Él no era precisamente un hombre muy valiente, pero sentía que le debía mucho a Joy y que lo mejor que podía hacer era ver qué era lo que ocurría, así que decidió entrar, a pesar de que era el baño de mujeres.

    Encontró a la boba acurrucada bajo los lavabos, entre sollozos. Frente a ella había un trapeador y un balde en el suelo. Pero ella no era la única que lloraba. En el suelo, contra la pared de azulejos, yacía un pequeño Caterpie de costado, quien se sacudía y chillaba.

    —Pobrecito —murmuró, ignorando a la boba y dirigiéndose al pokemón. El pequeño tenía un atisbo de chichón, el cual amenazaba con volverse más y más grande.

    —¿Nya? ¿Nya? — la Meowth miraba al Caterpie con mezcla de preocupación y miedo. Lo que faltaba, dos bebés llorando.

    —Estará bien —la tranquilizó James —. ¿Puedes sostenerte en mi hombro?

    La pequeña asintió. James la levantó y la puso con cuidado en su hombro antes de dirigirse al Caterpie.

    —Ven conmigo —le dijo, mientras lo alzaba. El Caterpie pareció asustarse y se sacudió aún más—. Hey, tranquilo, no te haré daño. Te llevaré con Joy y ella te curará.

    Como si la hubiera invocado con tan solo nombrarla, Joy entró corriendo al baño, junto con una Chansey y los dos bobos.

    —¿Qué pasa aquí? —le preguntó Joy.

    —Pregúntale a la boba —respondió, señalándola.

    —¡Ese bicho asqueroso se subió a mi pie! —exclamó la boba, saliendo de debajo de los lavabos. No había que ser un genio para adivinar que ella había pateado al pobre Caterpie.

    —James, acompáñame para poder atender al pequeño —le dijo Joy. Se dio vuelta para enfrentarse a los dos bobos—. Tú sigue limpiando y tú quédate con ella —se giró hacia Chansey—. Chansey, quédate en el baño y vigílalos.

    James siguió a Joy por el pasillo y se dirigieron al mismo lugar donde habían atendido a la pequeña Meowth durante la noche.

    —Ponlo en la camilla —ordenó. James obedeció y acostó al Caterpie, el cual seguía llorando y derramando lágrimas. La pequeña Meowth le maullaba desde su hombro, como si intentara tranquilizarlo o algo parecido.

    Joy fue a buscar algo a un armario y regresó ya con la conocida botella de poción.

    —Quiero que se la rocíes sobre el chichón mientras llamo a una Chansey para que me traiga algo de hielo.

    —D-de acuerdo.

    Con mucho cuidado, James roció la poción sobre la cabeza del Caterpie. Al principio, lloró más fuerte y James tuvo que soplarle para que no le ardiera.

    —Esto te curará, no te preocupes. Pronto te pondrás bien.

    El Caterpie lo miró con sus grandes ojos negros y brillantes por las lágrimas, como buscando consuelo.

    Joy se acercó a la camilla, con una pequeña bolsa de gel líquido congelado.

    —Ponla en la cabeza del Caterpie para bajarle la hinchazón.

    A James le pareció extraño que Joy no lo hiciera y le indicara como curarlo, pero no se animó a contradecirla y prefirió hacerle caso. Puso con mucho cuidado el gel sobre el chichón.

    —Ya está, ya pasó. La chica mala no va a volver a lastimarte. Mañana estarás en el bosque, comiendo hojas y haciéndote más fuerte, lo prometo.

    El Caterpie dejó de llorar y lo siguió mirando, como si lo admirara. James no pudo evitar acariciarle un poco la espalda para reconfortarlo.

    —Muy bien. Ahora descansa y hazle caso a la enfermera Joy, ¿sí?

    El pequeño asintió con la cabeza. James se dio media vuelta y casi se chocó con Joy, la cual lo miraba con una amplia sonrisa.

    —Sabía que tenías mano para esto.

    —¿Para qué? —preguntó James, confundido.

    —¡Para cuidar pokemón, por supuesto! De verdad, te recomiendo que estudies para ser criador o médico pokemón.

    James negó con la cabeza.

    —Aunque digas que tenga un don o lo que sea, no basta. Tendría mucho que estudiar y, además, necesito ganar dinero para que Jessie, Meowth y ahora esta pequeña vivan bien.

    —James, dime la verdad, ¿te ha gustado curar a ese Caterpie?

    Ahora que Joy lo decía, se había sentido muy bien cuidándolo. Le hacía recordar a las épocas más felices de su infancia, cuando pasaba los veranos en la casa de sus abuelos paternos, ambos criadores. Los jardines de su casa estaban siempre habitados por pokemón que ellos mismos cuidaban y alimentaban. ¿Ellos seguirían vivos? Habían pasado diecisiete años de la última vez que los había visto.

    —Sí, si, me ha gustado. Ahora, si me disculpas, tengo que darle la mamadera a la nena en cualquier momento y quiero dormir dos horas al menos —dijo James, de manera un poco hostil. No quería contestarle de esa manera, pero había dormido muy poco en los últimos dos días.

    —Entiendo, ve a descansar.

    James volvió a acomodar a la pequeña Meowth en sus brazos y se marchó a su habitación. Puso a la nena en la canasta, se abrazó a ella y se durmió apenas apoyó la cabeza en la almohada.

    ...​

    Entre dormir dos o tres horas, despertarse a alimentar a la pequeña, jugar con ella y volver a dormir, despertó con alguien abrazándolo por la espalda y respirando suavemente en su nuca. Ni siquiera tuvo que darse vuelta para saber quién era.

    —¿Hace cuanto que estás aquí, Jessie? —le preguntó.

    —Media hora, tal vez —respondió Jessie, un poco adormilada.

    —¿Y Meowth?

    —Duerme.

    —¿Y la nena?

    —La puse sobre el escritorio y está durmiendo como un ladrillo.

    James miró el reloj en su muñeca. Faltaba poco para darle la mamadera.

    —¿Cómo estuvo Meowth hoy? —le preguntó, mientras se daba vuelta para poder verla.

    —Mejor, ya puede hablar un poco más. Le conté como cinco veces su cuento de El Meowth con Botas. No se cansa de oírlo.

    —Yo lo cuento mejor —se burló James.

    —Lo sé. Deberías contarle a la nena ese cuento.

    —Que se lo cuente Meowth primero cuando salga de aquí.

    Unos ruiditos comenzaron a escucharse desde el escritorio.

    —¿Nya? —la pequeña se estaba comenzando a despertar.

    —Jessie, pásame a la nena antes de que se ponga a llorar.

    Jessie se levantó con un quejido y fue a buscar a la pequeña.

    —James está aquí, no te asustes —le dijo, mientras la levantaba en brazos y se la llevaba a James.

    —Ven aquí, princesa —le dijo James, mientras se inclinaba y la acunaba en sus brazos. Ella se reía e intentaba atraparle los dedos para lamerlos. En un momento, se giró hacia Jessie y comenzó a hacer gestos y poses mientras maullaba. Se hacía una bolita temblorosa y luego sacaba las garras de manera amenazante. Se tocaba la cabecita y señalaba a James por momentos.

    —Siento que me está contando algo, pero no entiendo nada —dijo Jessie, intentando descifrar lo que ella le decía.

    —Ah, creo que sé lo que está diciendo. Hoy la boba le dio una patada a un Caterpie —le comentó.

    —Se suponía que tenía que asustarse, no golpearlo —gruñó Jessie.

    James torció la cabeza hacia su novia. Sabía que no debía confiar en ella.

    —"¿Se suponía?"Jessie, dime que no tuviste algo que ver con esto…

    Jessie levantó las manos,

    —Oh, vamos, James, ni que me hubiese gastado en ir al bosque a buscar a un Caterpie y a colarlo por la ventanilla del baño sabiendo a la hora que tendría que limpiar —intentó burlarse, pero todo sonaba a algo que realmente haría.

    —Sabía que no podía confiar en ti.

    —¿Y como iba a saber que la boba lo iba a patear como pelota?

    El reloj comenzó a sonar. La pequeña comenzó a maullar de alegría mientras se señalaba la boca. Dios, cuantas ganas tenía de agarrar el aparato maldito y romperlo de un martillazo.

    —Ya hablaremos de eso. Mejor ve con Meowth, que no me gusta que esté solo.

    —¡Nya! —se quejó la nena, mientras se señalaba.

    —¿Qué le pasa? —preguntó Jessie.

    —Cree que nos referimos a ella —contestó James, pensativo—. En fin, voy a la cocina a buscar agua tibia, ¿si?

    —Está bien —Jessie le plantó un beso suave en sus labios—. Nos vemos en el desayuno.

    Jessie fue la primera en irse del cuarto. James agarró la mamadera de la pequeña y salió hasta la cafetería. Cuando estaba cerca del mostrador, alguien le tocó el hombro.

    —James —era la enfermera Joy, con el rostro preocupado.

    —Ah, hola, Joy. ¿Pasa algo?

    —Si, es sobre Caterpie. Está muy triste desde que te fuiste y mira la puerta todo el tiempo. Creo que te extraña.

    James hizo un gesto con la mano.

    —Solo debe extrañar el bosque, es todo.

    —Entonces… ¿Por qué no vas y lo animas un poco?

    —Tengo que preparar la mamadera…

    —Una Chansey lo hará —se apresuró a decir Joy, mientras tomaba la mamadera de los brazos de James—. Te la alcanzaré en la sala. ¿Recuerdas donde está?

    —Si, creo que si.

    Joy le palmeó el hombro.

    —Ve.

    James emprendió el camino por el pasillo, a pesar de las protestas de la pequeña por su mamadera. No creía que el Caterpie lo extrañara. Lo más probable era que extrañara el bosque, con sus hermosos árboles y las suculentas bayas colgando de ellas, meciéndose con el viento. El Caterpie no había estado más que unos minutos con él.

    Encontró al Caterpie solo en la camilla, de cara a la pared. Tenía todo el aspecto de un deprimido, a pesar de no verle la cara.

    —¿Estás durmiendo? —le preguntó.

    El Caterpie se giró y sus enormes ojos negros brillaron de felicidad.

    —¡Curí! —gritó, mientras intentaba pararse y estirarse lo más posible.

    —¡Nya! —la nena levantaba su patita, como si lo saludara.

    —¿Me extrañabas? —le preguntó James, mientras lo tomaba con el brazo libre y lo estrechaba en su pecho. El Caterpie se refregó contra su cuerpo, feliz. La pequeña no tardó en imitarlo, como si compitiera con él.

    La puerta se abrió y Joy ingresó en la habitación con la mamadera ya preparada. Sonrió al ver la escena.

    —¿Con que solo extrañaba el bosque, eh? —se burló.

    James acomodó al Caterpie en su hombro y se acercó a la enfermera.

    —Como te encanta contradecirne —le respondió, mientras ella le extendía la mamadera. La pequeña se aferró a ella con las cuatro patas y empezó a tomar.

    —Un poco, tal vez. ¿Por qué no le preguntas si quiere ir contigo?

    —¿Curí? ¡Curí, curí, curí! — Caterpie se refregó contra su mejilla.

    James dudaba. No le haría daño tener un pokemón más, claro que no, pero a veces conseguir comida no era sencillo y ahí sentiría que lo estaba condenando. Growlie era otra historia y Weezing se alimentaba de basura, además de servir como combustible.

    Joy lo miró a los ojos, como si le leyera la mente.

    —Caterpie solo come hojas es esta etapa —explicó—. Cuando evoluciona a Metapod, no se alimenta y cuando finalmente sea un Butterfree, se alimentará de miel y néctar de las flores.

    La pequeña terminó de tomar su comida y él dejó´la mamadera sobre una mesa. James acarició la cabeza de Caterpie con un dedo, lo que provocó unos chillidos de felicidad. Joy insistió:

    —¿Realmente quieres romperle el corazón a este bebé? Además, no es dependiente y tu pequeña Meowth tendrá un compañero con quien jugar.

    James sacó el Caterpie de su hombro y lo sostuvo en la mano. Lo miraba con los ojos llenos de expectativa, esperando su respuesta con ansiedad.

    —Bueno —suspiró James—. No me quedan muchas opciones, ¿verdad, Caterpie? De acuerdo, puedes venir conmigo.

    El Caterpie comenzó a chillar de alegría, junto con los maullidos de la pequeña. Ahora se había convertido en el tercer miembro del equipo sin siquiera planearlo.

    ¿Saben? En mi imaginación, creía que Caterpie decía "curí". Me llevé una decepción al ver el capítulo y enterarme que solo hacía chillidos. Como quería que tuviera una onomatopeya que pudiera transcribir, decidí dejar el "curí" por comodidad.

    Nathan: No, no creo que haya matado a Meowth, aunque mi pareja/beta a ratos perdidos no lo adorase tanto.
    No te preocupes, intentaré darle protagonismo a los otros pokemón. Y también intentaré no ponerme nerviosa con cada cap.
    Al parecer sigo mandándome macanas con los nombres de los pokemón. ¿Te gustó la playera de Squirtle? Es esta:
    [​IMG]


    Misty es muy insoportable y yo la veo capaz de hacer eso, no es bashing precisamente. Es una chica muy impulsiva a veces.
    Joy ve algo en James, algo en lo que es bueno y podría usar para beneficio de muchos.
    Dios, lo de la pesadilla XD. La primera escena que escribí del fic en realidad... lo que dijiste sobre ella me hizo acordar a Homero comiendose a Tenazas.... "Tenazas lo hubiera deseado así"


    Bueno, eso es todo. ¡Hasta el próximo sábado!
     
    Última edición: 4 Noviembre 2017
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    J.Nathan Spears

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    Bueno, este episodio fue muy pero muy tranquilo. Si bien no hay "onomatopeya" real en los pequeños Caterpie, creo que el "Curi" está mucho mejor... quizás lo adapten así en el animé a futuro, si es que ponen otro Caterpie en un papel que no sea cameo (lo cual lo veo un poco improbable). Pero igual :V

    La narración está bien hecha, no hay taras ortográficas y... ¡Vaya que basheaste bien a Misty! xD. Jejeje... Jessie se mamó como nunca :V. Me pregunto si Misty viajara a otras regiones (aparte de Johto), ¿Con qué bicharracos la asustarían? xP. Yo quiero verla "enfrentar" un Scolipede :V... pero bueno, habrá que conformarse con el pequeño Caterpie.

    ¿Y ahora James lo capturó? Vaya owo. Primero Growlie y ahora ese chiquitín... sip, parece que James va encaminado a ser criador o algo por el estilo.

    Y la polera que mostraste no es TAN ridícula, la verdad xP.

    El único "nitpick" que le tengo a este capítulo es que... de no ser por la "captura" de Caterpie, este sí podríamos catalogarlo de relleno. No parece que se avance mucho en la trama.

    Pero bueh, tampoco tengo derecho a quejarme :V.

    Nos vemos en otro episodio :)
     
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    Siletek

    Siletek Entusiasta

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    Construye un mundo nuevo
    Alicia en el espejo
    Hay otra realidad
    Al fondo de este infierno

    Amaral
    Antártida

    Capítulo diecisiete

    Ayuda

    James no estaba en condiciones ni de moverse. La falta de sueño lo estaba consumiendo, pero alguien tenía que ir al pueblo a comprar provisiones para el viaje. Jessie tenía que acompañar a Meowth en casi todo momento, así que a él le tocaba buscar el globo, volar hacia el pueblo más cercano y rogar no quedarse dormido en el trayecto. Quiso dejar a la pequeña Meowth con Joy, pero su llanto lo hizo cambiar de opinión.

    Salió hacia el bosque al amanecer, después de tomar un suculento desayuno (por algún motivo le habían servido casi el doble de cada cosa y le habían agregado un omelette). La pequeña Meowth dormía dentro de su canasta y Caterpie estaba atento sobre su hombro.

    Gracias a Dios, el globo estaba bien y tenía el aspecto de que nadie lo había tocado. James se metió dentro del globo y sacó los dos mil yenes que tenían. Con movimientos de autómata, comprobó que la garrafa estuviera llena y despegaron.

    No tardaron mucho en llegar al poblado, llamado Pueblo Bermellón. Apenas bajó del globo, la pequeña se despertó y se la pasó mirando a su alrededor, lanzando maullidos de asombro y señalando cualquier cosa con su patita, ya fuera un árbol, una persona o un poste de luz, todo desde la seguridad de su canasta.

    James recorrió el pueblo en busca de un supermercado. La gente lo miraba con cara rara, como si fuera un drogadicto o un borracho y no podía importarle menos. Lo único que quería era una almohada y tirarse a dormir en medio de la calle, pero necesitaba seguir. Ya había sido bastante milagroso que hubiera llegado al pueblo sin estrellarse.

    —¿Joven?

    James se giró. Era una anciana de unos setenta años, de cabellos grises sujetos con un rodete. Llevaba un sobrio vestido marrón y una cartera color beige.

    —¿Necesita ayuda? —continuó la anciana.

    —¿Nya? —la pequeña asomó su cabecita de la canasta y apoyó las dos patitas en el borde, curiosa.

    No tiene idea, señora, pensó James.

    —Busco el… supermercado —respondió James, reprimiendo un bostezo.

    La mujer sonrió.

    —En la siguiente cuadra —respondió—. ¿Se siente bien?

    —No se preocupe —respondió. James se había visto en el espejo del baño del Centro Pokemón. Despeinado, con ojeras y sin bañarse desde hacía días. Parecía un sobreviviente de una guerra—. Estoy bien.

    —Buena suerte —lo saludó la señora, mientras daba la media vuelta y se alejaba por las callecitas de tierra.

    James siguió caminando y tardó muy poco en reconocer la fachada del supermercado. Abrió la puerta corrediza de vidrio del lugar e ingresó.

    Había muy poca gente dentro. Algunos jóvenes entrenadores de paso y un par de mujeres que hacían las compras para el desayuno. James tomó un canasto con ruedas y caminó por uno de los pasillos, mientras la pequeña señalaba todo lo que tuviera muchos colores.

    —¡Nya, nya, nya! —señalaba.

    —Eso es detergente, no se come —le explicó James, al ver que quería una botella llena de espeso líquido amarillo.

    —¡Nya, nya!

    —Limpiador de pisos con olor a lavanda, tampoco se come —James se detuvo en seco—. ¿Qué hago en el sector de limpieza? Debería estar yendo a buscar el ramen.

    James se apresuró y comenzó a buscar la sección donde estaba el ramen. El lugar era pequeño, por lo que pudo encontrarlo con facilidad, junto a los paquetes de fideos. James tomó los de pollo, cerdo y camarones (unos doce en total) y los puso dentro del canasto.

    El hombre que atendía la caja lo miró fijo cuando James fue a pagar, como si sospechara que había robado algo. Tenía su lógica, pero estaba harto y cansado. Pagó con un puñado de monedas y salió del mercado.

    James pensó en ir directamente al globo y volver al hospital pero, al pasar por una plaza, decidió que sería buena idea descansar unos minutos. Se sentó bajo un árbol y apoyó la canasta y la bolsa de ramen a un lado. A unos cuantos metros, unos chicos planeaban un partido de fútbol improvisado.

    —Caterpie, ve a comer algunas hojas —le ordenó al pokemón que estaba en su hombro. Caterpie dio un chillido, saltó del hombro de James y se trepó al tronco del árbol—. Y en cuanto a ti —tomó a la pequeña Meowth en sus brazos —puedes disfrutar del pasto.

    Depositó a la pequeña sobre el césped. Al principio, ella caminaba despacio, como si le tuviera miedo a la sensación debajo de sus patas. Luego comenzó a dar maullidos de alegría y a revolcarse en el pasto.

    James la observó durante un rato, mientras el sueño se iba apoderando de él. Intentó no dormirse, pero no tardó mucho en ceder y se sumergió en el sueño…

    ...​

    —¡NYAAAA!

    El grito de la pequeña catapultó a James de su estado de sueño y comenzó a buscar desesperado a la pequeña Meowth. El bobo mayor la sostenía por atrás, de la piel del cuello, y luchaba de manera frenética por escapar.

    —¡Ah, no! —se levantó de un salto del suelo y caminó a zancadas hacia él—. ¡No tendré a mis pokemón encima, pero puedo molerte a golpes y…!

    El bobo mayor levantó una mano para tranquilizarlo.

    —¡Oye, oye, tranquilo! No quiero robarla ni hacerle daño. Solo mira para allá —le dijo, señalando a un costado.

    James miró de reojo hacia donde apuntaba. Eran los mismos chicos de hacía un rato, jugando un partido de fútbol improvisado, usando mochilas a modo de arco.

    —Ella estaba corriendo hacia la pelota —explicó el bobo mayor —. Volvía del supermercado cuando la vi y la agarré para evitar que se lastimara.

    James parpadeó y miró a lla pequeña, quien no paraba de gritar y llorar, más por el hecho de no poder ir hacia la pelota que otra cosa.

    —Sabía que iba a tener que usar esto —James metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó una pequeña pelota de goma, perteneciente a Meowth. La puso delante de la cara de la bebé —. Cariño, aquí tienes una pelota con la que puedes jugar —canturreó. La pequeña paró de llorar y miró a su nuevo objeto de atención, como si estuviera hipnotizada—. Déjala en el suelo —le dijo al bobo.

    El adolescente obedeció y la dejó sobre el pasto. James se agachó e hizo rodar la pelota hacia el árbol donde había estado descansando. Ella salió disparando hacia la pelota y comenzó a jugar con ella.

    Caterpie ya había bajado del árbol y se acercaba a James, preocupado por los gritos. Por lo lento que era, había tardado en llegar hasta él.

    —Todo está bien, Caterpie —lo alzó y se lo puso en el hombro. Caminó hacia el árbol y se volvió a sentar. Esperaría a que la pequeña se cansara para poder llevarla en la canasta. Si algo había aprendido en sus años de convivir con Meowth era que la pelota era algo casi tan sagrado como la luna.

    El bobo mayor se acercó a James. Parecía preocupado.

    —¿Te sientes bien?

    James se tomó la cabeza con una mano.

    —No, bobo, no me siento bien. Siento como si una manada de Tauros me hubiera pasado por encima. No he dormido ni me he bañado en tres días. ¿Tú crees que estoy bien? —le respondió, casi gritando.

    El bobo mayor se quedó en silencio. Vaciló un momento antes de sentarse a su lado.

    —¿Meowth está bien? —le preguntó.

    —Mejor, aunque Jessie no me deja verlo.

    —¿Qué le pasó?

    James titubeó. No tenía ganas de contarle la verdad al bobo mayor, pero al mismo tiempo necesitaba desahogarse con alguien. El adolescente parecía alguien maduro y de confianza. Y, de todos modos, ya no podía caer más bajo.

    —Una pelea con un Zubat —respondió James, sin animarse a decir la historia completa.

    —Es raro que un pokemón esté internado tanto tiempo —comentó Brock.

    —Es que… hubo otros inconvenientes con su salud.

    Brock se recostó un poco más en el árbol, como si tuviera todo el tiempo del mundo.

    —No me molestaría si me lo cuentas.

    James respiró hondo.

    —Meowth tiene problemas de malnutrición. Vivir a galletas y ramen no le está haciendo bien.

    —A ninguno de ustedes le hace bien —resaltó Brock—. Y mucho menos para Jessie y el bebé.

    James dio un respingo y lo miró, asombrado.

    —¿Cómo lo sabes?

    Brock sonrió.

    —Tengo nueve hermanos, James. Yo sé como un pokemón se comporta ante una mujer embarazada. Desde que vi a Arbok negociar con nosotros me di cuenta de que algo pasaba.

    James se quedó en silencio. Aún le costaba creer que tendría un hijo con Jessie. Dios, ¿que le esperaba a esa criatura en el futuro junto a unos muertos de hambre como padres?

    —Eres consciente que ya no pueden seguir así, ¿verdad?

    —Ya lo sé, ya lo sé. Estoy lleno de problemas. Meowth está muy débil, esta pequeña depende de mi, casi no tenemos dinero y Jessie está embarazada —dijo, con los puños apretados—. ¿Qué haremos con un bebé? Se merece una mejor vida que la nuestra —sus lágrimas comenzaron a bajar—. Tengo mucho miedo…

    El bobo mayor se inclinó hacia él y lo abrazó con fuerza. Eso fue demasiado para James y comenzó a sollozar en su hombro. Dios, como necesitaba descargarse. Caterpie se refregó en su cuello en un intento de consolarlo

    —Te hará bien llorar —le susurró el bobo mayor, palmeándole la espalda. James siguió llorando un poco más, hasta sentir que se calmaba.

    —¿Curí? —preguntó Caterpie, como si quisiera averiguar si estaba bien.

    —Estoy bien, Caterpie. No te preocupes — le dijo. Buscó con la vista a la pequeña Meowth y la encontró profundamente dormida abrazada a la pelota, a un par de metros.

    El bobo mayor lo miró en silencio, como si estuviera meditando.

    —¿Pasa algo?

    —¿Eh? No, nada, solo que viajaré con ustedes —dijo, como si planeara tomarse un helado.

    James lo miró como si hubiera oído mal. Seguro que había sido eso.

    —¿Disculpa?

    —Que viajaré con ustedes —insistió.

    —Pero… los bobos….

    —Ellos no me necesitan, pero ustedes sí.

    —¿Te das cuenta que somos del Equipo Rocket?

    —¿Y tú te das cuenta de que tienes un bebé en camino y que no pueden seguir así? —replicó el bobo mayor, con dureza—. Se los digo de corazón: viajaré con ustedes y les ayudaré en lo que pueda, ¿si?

    James sabía que no estaban en condiciones de rechazar la ayuda de nadie. Ser del Equipo Rocket ya se había vuelto inconcebible, pero no sabía qué hacer. Había adoptado a esa organización como su nueva familia, pero ahora tenía la suya propia.

    —Debemos dejar el Equipo Rocket —dijo, en un hilo de voz—. Pero tengo que hablar con Jessie y con Meowth sobre esto.

    El bobo mayor asintió.

    —Tienes razón. No puedes tomar esta clase de decisiones solo. Necesito tu respuesta antes de pasado mañana.

    James se levantó con dificultad del suelo y el bobo mayor lo imitó.

    —¿Quieres que te lleve al Centro Pokemón en mi globo?

    —Seguro —James bostezó de forma audible—. Pero deja que yo maneje

    ¿A que no se lo esperaban, eh? Bueno, tal vez sí, no quiero creerme demasiado.

    Nathan: Olvidate, si Misty llega a ver a ese tipo de bichos, creo que se encerraría en su gimnasio y no volvería a salir nunca más.
    Puede ser considerado relleno, pero supongo que más de uno quería ver sufrir a Misty. Casi parece un capítulo-bashing. ahora que lo pienso. No era mi intención, lo juro. Este capítulo era muy distinto en la versión Beta y ni siquiera era un Caterpie lo que capturaba. Un día lo contaré.

    ¡Hasta la próxima semana!
     
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    Mira nada más, un episodio increíblemente corto... y yo comentando cerca de las 3 AM porque me he alejado de FFL un rato xD.

    Pero más vale tarde que nunca, como dice el refrán n__n. Y vaya que el giro de tuerca que diste no me lo esperé... ¡Brock ofreciendo dejar a Ash y Misty para apoyar a los Rocket! Y si bien es cierto que a ellos les vendría excelente una ayudita extra... ¿Qué opinarán Jessie y Meowth de la idea? ¿Y cómo se lo tomará Ash? Recuerda que Misty no sabe cocinar :V... y Ash menos.

    Me pregunto si en la versión Beta planeabas darle un Pinsir o Venonat a James... podría sonar como mejor idea, pero alimentarlos debe ser muy pero muy jodido. Igual no suena nada mal ver a James usar a un Mega-Pinsir en algún futuro lejano xD.

    Se vale soñar, ¿No te parece? :V. De momento solo sigo con curiosidad de cómo se la arreglarán todos después. Y espero pronto vuelvan ciertos lectores tuyos por acá -w-

    Nos leemos en otra, Sile xP
     
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    Capítulo dieciocho
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    James estuvo hasta el día siguiente sopesando lo que el bobo mayor le había dicho. Casi no había podido dormir y estaba pareciéndose más a un muerto viviente que él mismo. Después de desayunar (le habían servido té verde, su favorito, y varios panes rellenos junto a la ración habitual) decidió que debía contarle a Jessie y a Meowth. La pequeña Meowth aún seguía durmiendo como un ángel en su regazo y Caterpie estaba en su pokebola.

    Se levantó con cuidado de la mesa, intentando no tropezarse. No muy alejados de ellos, los tres bobos desayunaban, ignorándolo, aunque le daba la impresión que lo observaban cuando él no miraba. Pasó por al lado de ellos y captó unas pocas palabras.

    —¡Esta vez me voy a quejar! ¡Apenas me dieron un poco de salmón! —bramó la boba.

    —Será mejor que no te quejes, Misty —respondió el bobo mayor.

    —¡Lo dices porque estás idiota por Joy!

    James pasó de largo ante ellos y se fue hacia el mostrador donde Joy se encontraba atendiendo a una entrenadora de unos quince años. Esperó a que se fuera para poder hablar con la enfermera.

    —Buenos días.

    —Oh, buenos… días, James. Disculpa que te lo diga, pero te ves fatal. Deberías descansar y darte un baño.

    —Después. Necesito ver a Meowth. ¿En que habitación está?

    —Habitación cinco, pasillo derecho —respondió, señalando una puerta de dos hojas.

    —Gracias.

    James ingresó por donde Joy le había señalado. Dobló por el pasillo de la derecha y vio las puertas de las habitaciones, con un letrero con su número correspondiente dibujado. James avanzó como si estuviera dentro de un barco azotado por una tormenta y se detuvo en la puerta número cinco. Golpeó la madera blanca con los nudillos.

    Jessie lo recibió y parpadeó, asombrada.

    —¿James?

    —Jessie, sé que me dijiste que no lo podíamos ver hasta que se recuperara, pero necesito verlo, por favor..

    Ella asintió.

    —Justo iba a decirte que vinieras.

    Jessie se apartó a un lado y James ingresó a la habitación. Era una común y corriente, como el del Centro Pokemón anterior, todo pintado de colores claros y con una ventana enorme que daba al exterior. Meowth estaba acostado en una cama que le era demasiado grande para él y con una gasa en el cuello donde el Zubat lo había mordido. Se lo veía mucho más saludable que la última vez que lo había visto.

    —¡James! —gritó, seguido de un acceso de tos.

    —Meowth, no grites, apenas recuperaste la voz.

    James se acercó al felino y se sentó al borde de la cama. Extendió la mano y acarició su cabeza.

    —Hola, gatito. Te traje una sorpresa.

    James extendió el otro brazo y le mostró a la pequeña Meowth, durmiendo hecha un ovillo en la palma de su mano.

    La reacción de Meowth era difícil de describir en palabras. Era el equivalente a una parturienta a la que el médico le mostraba su bebé por primera vez. Los ojos de Meowth, brillantes como estrellas azules, estaban clavados en el cuerpo durmiente de su pequeña hija. James depositó a la pequeña con suavidad al lado de su padre.

    —Hace un rato tomó la mamadera y se quedó dormida. No me animé a despertarla —le dijo James.

    Meowth no lo oía. Se inclinó sobre su hija, temblando, y le lamió la cabeza, mientras las lágrimas le corrían por la cara.

    —No hubo ni un solo día en que no haya pensado en ti —le susurró Meowth, refregando su cabeza contra la de ella—. No tienes idea cuanto te amo.

    Jessie se acercó a James y lo tomó de la mano, sobre la cama. Él también estaba emocionado y sentía ganas de llorar. Se imaginó a Jessie en la sala de partos, con su hijo en los brazos e igual de emocionados. Si antes lo dudaba, ahora estaba decidido: dejarían el Equipo Rocket y se dedicarían a otra cosa.

    La pequeña se movió y comenzó a despertarse. Se desperezó, estirando sus patitas y miró a Meowth, medio dormida.

    —¿Nya? —dijo, torciendo su cabecita, confusa.

    —Soy yo. Soy tu papi.

    —¿Nya? —la pequeña dio un par de pasos hacia él hasta que sus rostros casi chocaron —¡NYA! —chilló y se arrojó hacia Meowth, lamiendo toda su cara de manera frenética.

    —Soy tu papi, cariño, soy tu papi —le dijo Meowth, entre sollozos.

    —¿Nya, nya? —preguntó la pequeña en tono de preocupación.

    Meowth se secó las lágrimas con la pata.

    —Lloro de felicidad, cariño, no te preocupes —la estrechó entre sus brazos, Miró a James a los ojos—. Gracias.

    —No lo tienes que agra…decer — dijo James, reprimiendo un bostezo con muy poco éxito. Jessie lo enfrentó.

    —James, ya no puedes estar así. Tienes ojeras, apenas te puedes mantener en pie y apestas. Te diría que fueras a bañarte de no ser porque te ahogarías.

    —Pero… la nena…

    —Yo la cuidaré. No creo que sea tan difícil.

    —Jessie…

    —O te vas por las buenas o te vas por las malas.

    James dudaba, pero estaba tan agotado que lo único que quería era dormir ocho horas seguidas, sin una alarma que lo interrumpiera y sin una pequeña que lo despertara lamiendo o mordiendo su nariz.

    —Está bien, me voy a dormir, pero volveré —se inclinó para besar a Meowth y a la pequeña en la cabeza y luego un pequeño beso en los labios a Jessie.

    —¿Nya? —la nena no quería que se fuera y amenazaba con ponerse a llorar.

    —Cariño, no estés triste. James se va a dormir, pero volverá, lo prometo. Además, estarás conmigo y con Jessie.

    La pequeña dudó un momento antes de asentir con tristeza, y refregar su cabecita contra el cuerpo de Meowth. James les dedicó una cansada sonrisa y se marchó arrastrando los pies.

    ...
    Brock estaba acostado en la cama de arriba de la habitación, pensativo. Ash y Misty estaban limpiando los baños, por lo que tenía su cuarto para él solo durante un rato (aunque estaba cuidando a Togepi, este dormía plácidamente). Si el Equipo Rocket aceptaba su propuesta, ¿cómo les diría a sus compañeros? Sea cual fuera la manera, reaccionarían confusos y hasta violentos. Pero estaba seguro de que estaba tomando la mejor decisión. Jessie, James y Meowth necesitaban a alguien que los guiara y ayudara. Lo había hecho con Ash y Misty durante un tiempo. Ahora les tocaba a ellos.

    La puerta de la habitación se abrió y James apareció en la puerta, como si fuera un muerto viviente. No llevaba a la pequeña encima, cosa rara.

    —¿James?

    —¿Bobo mayor? ¿Qué haces… en mi habitación? —preguntó, arrastrando las palabras. Apenas se podía tener en pie.

    Brock se bajó de la cama.

    —Esta es la nuestra. La tuya está al lado.

    James se apretó el puente de la nariz.

    —Mierda. Las dos se ven iguales —quiso dar un paso hacia adelante, trastabilló y Brock tuvo que sostenerlo para que no se partiera la cara contra el suelo.

    —Mejor acuéstate —le dijo, guiándolo a la cama que le pertenecía a Ash. Sabía que le molestaría, pero a estas alturas, ya no le importaba.

    La puerta se abrió otra vez y entraron los bobos.

    —¡El Equipo Rocket! —saltó Ash.

    James se dio vuelta.

    —Prepárense para la siesta… y más vale que duerman —dijo, como si estuviera borracho.

    —Ignóralo, James. A la cama.

    James se metió la mano en el bolsillo. Al sacarla, dos pokebolas cayeron del bolsillo y rodaron por el suelo.

    —Yo te elijo, Weezing —dijo, tirando la pokebola que tenía en la mano. Se abrió, pero ningún pokemón salió de ahí.

    Brock lo empujó a la cama y comenzó a sacarle las botas. El tipo apestaba a los mil diablos y comenzó a considerar si lo mejor era ayudarlo a bañarse.

    —Cambio de planes, James. Vas a bañarte y yo te voy a ayudar.

    —Tengo novia…

    —Si, muy bonito —Brock lo levantó e hizo que le pasara un brazo alrededor de su cuello para levantarlo—. Ash, ayúdame.

    Ash titubeó un segundo, pero obedeció. Agarró a James del otro brazo y lo ayudó a sostenerlo.

    —No entiendo por qué lo ayudan —comentó Misty.

    Ash y Brock ni se molestaron en responderle. Atravesaron la puerta de la habitación y lo llevaron a los baños.

    Era un lugar amplio. El centro estaba dividido por una pared de cerámica blanca de un metro de alto. A lo largo, había cuatro canillas incrustadas de cada lado un pequeño banco de madera frente a cada una. Al fondo del baño, había una bañera enorme, con capacidad para diez personas.

    —Ash, pídele a Joy todo lo necesario para que pueda bañarse y fíjate si puedes conseguir ropa —le ordenó Brock.

    Ash abrió la boca, como si fuera a discutir, pero cambió de opinión y dijo:

    —De acuerdo —y salió de la habitación.

    Brock sentó a James en uno de los banquitos. No pensaba desvestirlo hasta que Ash volviera con los productos de baño que le había pedido.

    —¿Dónde está la pequeña? —le preguntó.

    —¿Mhh? Con Jessie y Meowth —respondió—. Debiste verle la cara a Meowth cuando la vio. Nunca lo había visto tan… feliz.

    —Entiendo. ¿Has hablado con ellos sobre mi propuesta?

    —Lo… lo intenté, pero Jessie no me dejó hablar y me mandó a la cama.

    Brock entendió la decisión de Jessie. James estaba pálido y con semicírculos oscuros debajo de sus ojos. ¿Cuánto podría durar así? No mucho. Caería desmayado en cualquier lado, solo era cuestión de esperar unas pocas horas. Necesitaba dormir algo más que dos o tres horas de tanto en tanto.

    Ash volvió al poco rato con un canasto, acompañado de una Chansey.

    —Joy dijo que ella iba a ayudar —le dijo a Brock, mientras le pasaba la canasta.

    Brock la dejó en el suelo y comenzó a desvestir a James con cuidado. Era casi como manejar un muñeco de trapo. Ahora que lo pensaba, lo notaba un poco liviano para alguien de su altura y su edad (alrededor de los veinte años). Pensó en Jessie y un escalofrío le recorrió la columna. Al menos en el Centro Pokemón estaban bien alimentados.

    Fue una ardua tarea, sobre todo meterlo a la bañera y evitar que se quedara dormido, pero lo lograron. James ahora estaba limpio, seco y vestido con una playera negra y unos pantalones grises. Lo llevaron a su cuarto y lo acostaron en su cama. Apenas apoyó la cabeza en la almohada, cayó en un profundo sueño.

    —Bueno, ya está —dijo Brock, mirando a James como si fuera un padre orgulloso de su hijo—. Creo que si duerme lo suficiente, no tardará mucho en recuperarse.

    La Chansey asintió y se acercó tímidamente a James para darle un beso en la frente. Se alejó con rapidez hasta ponerse detrás de Brock, sonrojada y jugando con sus manos.

    —Si… Brock, ¿crees que es buena idea ayudarlos después de todo lo que nos hizo?

    Brock iba a responder, pero fue interrumpido por el sonido de la puerta al abrirse.

    —Aquí estaban —dijo, sosteniendo a Togepi en sus brazos—. ¿Por qué se tardaron tanto?

    —Shh —la calló Brock—. Está durmiendo.

    Misty bajó la voz.

    —Por si no se acuerdan, él y sus amigos siempre quieren robarse a Pikachu.

    James soltó un gruñido.

    —Pikachu —murmuró, entre sueños.

    —Lo sé —dijo Ash, mirando a su pokemón eléctrico, eternamente posado en su hombro.

    —Vamos, Misty, no podría robarse ni la lámpara que está en el escritorio.

    —Además, Pikachu lo detendrá con un Impactrueno —razonó Ash.

    James se agitó un poco en su cama.

    —Mis calzones… son anti eléctricos… y mi pito es un pararrayos —gruñó.

    —¡Que asqueroso! —se indignó Misty, antes de darse media vuelta y marcharse. Ash miró a James con cara de no entender nada y Brock se rió en voz baja.

    —Dejémoslo dormir —dijo el adolescente—. Lo necesita.

    Ash, Brock y Chansey salieron por la puerta que Misty había dejado abierta. Antes de cerrarla, Brock escuchó a James decir entre sueños:

    —¿Jessie, te gusta mi pararrayos?

    ...​

    —¿Chansey? ¿Chansey? ¡Chansey!

    Algo o alguien estaba sacudiendo a James desde la base del cuello, zarandeando su cabeza. Al mismo tiempo, un delicioso olor a comida invadió su nariz. Esa razón fue suficiente para que abriera los ojos.

    Una Chansey era la responsable de haber interrumpido su sueño. Lo miraba con sus pequeños ojos negros y su eterna sonrisa en los labios. James le devolvió la sonrisa, un poco adormilado y se sentó, cuidando de no chocar su cabeza contra la cama de arriba. Se sentía mejor descansado. En la ventana, el cielo estaba negro ¿Cuántas horas habían pasado?

    La Chansey se dirigió al escritorio y volvió con una bandeja de comida: dos hamburguesas en un sándwich completo, unas papas fritas, un vaso largo de jugo de bayas y un pequeño tazón con pudin de chocolate.

    —Voy a salir rodando —dijo, mientras agarraba la bandeja—. Pero no hacía falta. Podría haberme levantado a comer en la cafetería.

    La Chansey negó con la cabeza e hizo un gesto con sus manos sin dedos para que comiera. James estiró la mano y acarició la mejilla del pokemón, la cual se sonrojó violentamente.

    —¿Eres tú la que pone cosas extras en mi comida? —preguntó. La Chansey asintió con rapidez, ya esquivando su mirada —. Gracias, es más de lo que merezco.

    La Chansey inclinó levemente la cabeza y salió de la habitación. Ahora que estaba a solas, podía disfrutar de una poco saludable comida. La extrañaría cuando se fuera mañana. Las comió despacio, sintiendo la textura suave del pan, la jugosa carne y los frescos vegetales en su paladar. No era algo que comiera muy seguido y sentía que tenía que disfrutarlo al máximo. Una vez que terminó la comida, puso la bandeja sobre el escritorio, se puso unas pantuflas y se dirigió a ver a Jessie y a Meowth.

    —¡NYA! —gritó la nena apenas lo vio, como si no se hubieran visto en meses. Intentaba pararse en dos patas incluso para poder abrazarlo.

    —¿Me extrañaste? —le dijo, mientras la alzaba en brazos. Ella se dedicó a lamerle cada centímetro de la cara que pudiera, mientras maullaba y lo golpeaba con sus patitas.

    —Te extrañó mucho —dijo Meowth. No se lo veía muy alegre y a Jessie tampoco, cosa que lo desconcertó.

    —¿Qué sucede, Meowth?

    —Mi hija me contó todo.

    Se había olvidado por completo que la pequeña podía hablar con Meowth sin problemas. Se preguntó cuánto le habría contado.

    —¿A qué te refieres? —preguntó, fingiendo inocencia.

    —A que la boba quiso secuestrarla.

    James se rascó la cabeza.

    —Es que… no queríamos alterarte, Meowth.

    —No, si no estoy alterado, solo quiero sacarle los ojos con mis propias garras.

    —¡Nya! —asintió la pequeña, mostrando su aprobación.

    —Yo ya me hice cargo —se metió Jessie—. La boba se llevó el susto de su vida y las Chansey la odian.

    James volvió a dejar a la pequeña en la cama y se dirigió a su novia.

    —Jessie, ¿podemos hablar afuera?

    Jessie parpadeó sorprendida, pero asintió.

    —De acuerdo, vamos.

    Jessie y James salieron de la habitación de Meowth y se dirigieron a la que James había estado habitando los últimos días.

    —¿De que querías hablarme? —preguntó, con una sonrisa lasciva. James tragó saliva. Hacía varios días que no tenían nada de sexo. Sacudió mentalmente cualquier pensamiento erótico de su cabeza. Necesitaba hablar con ella, pero con cuidado. Podría tomarse a mal dejar el Equipo Rocket.

    —Verás, Jessie… Yo… estuve pensando mucho… Todo esto fue divertido y pasamos muchas cosas juntos, pero… pero creo que es… es hora de terminar con esto de una vez.

    Jessie lo miró, con una mezcla de ira y horror plasmada en su rostro. Se acercó a James, respirando de manera pesada.

    —No, James. Tú no vas a cortar conmigo, yo voy a cortar contigo —sus ojos amenazaban con derramar lágrimas en cualquier segundo. Su voz comenzó a sonar estrangulada—. ¿Por qué… haces que corte contigo, idiota! ¡Estoy embarazada!

    —¡Jessie! Yo no…

    —¡Después de todo lo que pasamos! ¡Creía que eras diferente de los otros!

    —¡Jessie, cálmate! ¡No estoy cortando contigo!

    Ella paró de gritar y se enjuagó las lágrimas.

    —¿Entonces que estabas diciendo, imbécil?

    —Hablaba de dejar el Equipo Rocket.

    Jessie lo miró, parpadeando rápidamente varias veces, como si le hubiesen dicho que llovía de abajo hacia arriba. Se acercó a James y lo abofeteó con todas sus fuerzas, como lo había hecho el día del accidente.

    James tuvo que agarrarse de la columna de la cama para no caer al piso. Jessie lo miraba con odio y con las lágrimas escurriéndose por sus mejillas. Ahora que lo notaba, Jessie ni siquiera se había maquillado desde que había entrado al Centro Pokemón y su cara estaba limpia de cualquier producto de belleza. Aún así seguía estando hermosa.

    —¡Solo tenías que decir cinco palabras, James! ¡Jessie-dejemos-el-Equipo-Rocket! ¡No tenías que dar tantas vueltas!

    James se enderezó.

    —No me diste tu respuesta, Jessie.

    Ella bajó la vista. Su ira parecía disminuir de a poco. Se llevó una mano a su estómago.

    —Yo ya no puedo pensar solo en mí. Tengo que pensar en mi bebé. Nuestro bebé. También en Meowth y en la pequeña que adoptó.

    James se acercó y puso su mano sobre la de ella.

    —No eres la única que piensa en los demás, Jessie. Esto ya no es un equipo, sino una familia. Tenemos que pensar como tal.

    Jessie asintió y se secó las lágrimas.

    —No permitiré que nuestro hijo pase hambre, frío y muchos menos ataques eléctricos, James. Si es por el bien de todos, lo haré. Esto es más importante que cualquier pokemón que nos pueda conseguir un ascenso.

    James la abrazó con todas sus fuerzas, enterrando su rostro en su hombro. Ahora solo faltaba decirle a Meowth.

    Cuando llegaron los dos al cuarto, vieron a Meowth acariciando la cabeza de su pequeña hija, dormida boca arriba. Su boquita se movía como si estuviera comiendo.

    —Está soñando que toma la mamadera —les dijo Meowth, emocionado—. Es tan perfecta…

    James forzó una sonrisa y se acercó a la cama.

    —Es preciosa —murmuró James, mientras la alzaba en brazos.

    —¡James! No quiero que la despiertes.

    Jessie se sentó en la silla y se cruzó de piernas.

    —Meowth, necesitamos hablar contigo.

    Meowth se incorporó hasta quedar sentado en la cama.

    —¿Qué sucede?

    James abrió la boca para responderle, pero Jessie habló primero y prefirió callarse. No quería otra cachetada y menos unos Golpes Furia.

    —Meowth, James y yo estuvimos hablando sobre el Equipo Rocket y hemos decidido que ya no podemos seguir con esto. Tenemos un hijo en camino y no podemos darnos el lujo de andar correteando detrás de los bobos, arriesgando nuestras vidas.

    Meowth la miró, con los ojos desorbitados. Se llevó una mano al pecho, temblando. Casi parecía que no podría respirar. James depositó a la pequeña en las rodillas de Jessie y se dirigió a su amigo, intentando reconfortarlo.

    —Meowth, sé que no es fácil. Jessie y yo hemos estado sirviendo al Equipo Rocket desde hace varios años y tú has estado más de la mitad de tu vida con nosotros, pero entiende que ya no podemos seguir.

    Meowth asintió con la cabeza, lentamente, como si el movimiento le costara.

    —Entiendo —dijo, en voz baja—. Me las ingeniaré para sobrevivir con mi nena. Podría ir a una banda de Meowth en alguna gran ciudad y…

    —Espera —lo interrumpió Jessie—. ¿De qué diablos hablas?

    —Solo estoy aquí porque el jefe me asignó a ustedes. Ahora que no estaremos más en el Equipo Rocket, no están obligados a estar conmigo.

    James sacudió la cabeza y obligó a Meowth a mirarlo a la cara.

    —¿Después de todo lo que compartimos crees que vamos a dejarte a tu suerte y con una bebé?

    —Ya te dije que serías el tío de mi hijo, bola de pelos. Digas lo que digas, no vas a huir de tu responsabilidad de ayudarme a cambiar los pañales —agregó Jessie.

    Meowth intentó ahogar un sollozo y se abrazó a James.

    —Creí que iban a abandonarme.

    James le acarició la cabeza.

    —Entonces, ¿Qué dices?

    —¡Claro que dejo el Equipo Rocket! —se separó de James—. ¿Pero qué haremos?

    James se aclaró la garganta. Era hora de decirlo.

    —Ehh… No se vayan a tomar esto a la tremenda… Pero el bobo mayor habló conmigo y quiere viajar con nosotros.

    —¿Qué quiere QUÉ? —gritó. La pequeña se despertó de golpe y se puso a llorar.

    —Shhh —intentó tranquilizarla Jessie, levantándola a la altura de su rostro—. Todo está bien, la tía Jessie está aquí—se dirigió a Meowth—. ¿Por qué tiene interés en nosotros?

    James se pasó una mano a la cabeza.

    —Estuve hablando con él ayer…

    Jessie se llevó una mano a la frente y se cubrió los ojos con una mano.

    —No me digas… le cantaste todas nuestras penas.

    —Si lo pones así…

    Jessie se contuvo, solo porque la pequeña seguía llorando un poco. Ahora estaba aferrada a uno de los pechos de Jessie y parecía bastante cómoda.

    —Sabes muy bien que odio dar lástima…

    —No di lastima, solo dije la verdad —se defendió James—. Creo que ya no estamos en posición de hacernos los orgullosos y negar la ayuda. El bobo mayor es el más pasable de los tres y voto para que venga con nosotros.

    Jessie negó con la cabeza.

    —Me niego a aceptar la ayuda de un bobo.

    James miró a Meowth.

    —¿Tu qué dices?

    Meowth le devolvió la mirada, indeciso.

    —No lo sé…

    —El bobo mayor sabe cocinar y sabe mucho sobre cuidar pokemón. Además, es el menos bobo del grupo.

    Meowth hizo un gesto con sus patas, como si pusiera los pros y los contras en una balanza.

    —Creo que me ganaste con la palabra "cocinar". Se queda.

    —Bueno, Jessie, dos contra uno.

    Ella los fulminó con la mirada.

    —Está bien, que venga si quiere. Pero apuesto lo que quieras a que va a juzgar todo lo que hagamos.

    James sacudió la cabeza.

    —Te juro que eso no pasara —acarició la cabeza de Meowth—. Entonces está hecho: el bobo mayor viene con nosotros.

    Dos días sin luz, sin gas y sin agua. Sigo viva, por suerte.

    Nathan: Lo siento por el capítulo corto. Eso me gano por malcriarte con caps más largos XD.
    En la versión Beta, iba a ser un Growlithe cachorro, ya que no planeaba que James se llevara al que tenía en su casa. Pero al final si se llevó a Growlie y decidí cambiar de pokemón. Un Caterpie fue lo único que se me ocurrio.

    Bueno, hasta el próximo sábado.
     
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    J.Nathan Spears

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    Misma situación de la semana pasasa. Recién dignándome a comentar cerca de las 3 AM. XD

    Pero bueno, al menos este eposodio tiene un largo ideal y me doy por satisfecho con el avance de la trama xP. Pobre James xD... primero lo vemos en modo zombi y ahora recibe sus cachetadas guajoloteras por parte de Jessie n__nU. Vaya si sufre el pobre...

    Otra que sigue sufriendo es Misty, quien sigue malhumorada y completamente reacia a sentir una pizca de simpatía por James. Cuando menos Ash no anda de gruñón, gracias al convencimiento del Brockas... ah, pero aún nos falta ver qué pasará cuando Brock comunique que se separa de ellos... auch ewe

    Ah, y la parte de "mi pito es un pararrayos" me hizo carcajear de lo lindo x'D. Muy bien hecho, Sile :V

    Hasta la próxima xP
     
  12. Threadmarks: 19. El comienzo de algo nuevo
     
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    Capítulo diecinueve

    El comienzo de algo nuevo.

    James se despertó a las cinco de la mañana, más descansado que nunca y con tanta ansiedad que no pudo volver a dormirse. Hoy era el gran día. El día que a Meowth le darían el alta y podrían volver a viajar.

    El Centro Pokemón no abría hasta las siete de la mañana, así que James pasó ese lapso de tiempo leyendo un libro viejo y gastado que había traído del globo. Era básicamente un manual que tenía la información básica de los pokemón. Lo tenía desde su época de la escuela y una de las pocas cosas que había conservado de su niñez.

    Estuvo leyendo bajo la luz del velador, hasta que los rayos del sol que entraron por la ventana la eclipsó por completo. Se levantó y decidió ir a ver a Meowth pero, al pasar por el cuarto de los bobos, se detuvo y dudó. Tenía que decirle al bobo mayor que habían aceptado que se les uniera, pero no se atrevía a entrar a la habitación. Todavía era temprano y seguramente los tres estaban durmiendo, pero saldrían dentro de unas pocas horas y…

    —Buenos días, James —la voz, seguido de una palmada en el hombro, hizo que pegara un salto. Se giró violentamente y se encontró cara a cara con el bobo mayor, quien le sonreía.

    —Casi me matas del susto —le espetó James, con el corazón latiéndole a mil por hora.

    El bobo mayor lanzó una pequeña risotada.

    —No era mi intención.

    —¿Qué haces aquí?

    —Fui a darme un baño. ¿Y tú? ¿Qué hacías parado frente a la puerta?.

    —Iba a decirte que decidimos que puedes venir con nosotros.

    La expresión del bobo mayor ni se alteró. Era como si ya supiera la respuesta.

    —¿Cuándo se van?

    —Después del desayuno. ¿Ya les dijiste a los otros dos?

    La sonrisa del bobo mayor fluctuó un poco.

    —Se los diré hoy mismo.

    —Bueno… iré a ver a Meowth.

    —Está bien. Suerte.

    James siguió su camino, dejando al bobo mayor atrás… ¿Brock era su nombre? Si, tal vez fuera ese. Tendría que comenzar a llamarlo por su nombre, en lugar de llamarlo "bobo mayor"

    Cuando entró, vio que Jessie estaba dormida en la silla, con medio cuerpo apoyado en la cama de Meowth. El felino estaba despierto y le estaba dando la mamadera a la pequeña. Sus ojos estaban tan llenos de amor que parecían que iban a rebalsar en cualquier momento.

    —Hola —saludó James es voz baja, para no despertar a Jessie.

    Meowth levantó apenas la vista hacia él, pero la pequeña apartó la mamadera de sí misma y comenzó a dar maullidos de felicidad, mientras se acercaba a James. Él se acercó a la pequeña y la alzó para evitar que se cayera por el borde de la cama.

    —Hola, mi princesa —le dijo, sosteniéndola a la altura de su rostro. La pequeña le lamió la nariz, mientras golpeaba sus mejillas con sus patitas

    —Ella dice que te extrañó y que no te vayas otra vez —le tradujo Meowth.

    James besó a la pequeña en la cabeza y la volvió a dejar en la cama, al lado de su padre. Bastante la había monopolizado durante varios días.

    —¿Cómo estás, Meowth?

    —Bastante b…

    —¡Nya! —protestó la pequeña, señalándose a sí misma y luego a Meowth. Jessie comenzó a moverse, con el sueño alterado por los maullidos.

    —¿Qué dice, Meowth?

    El felino se rió.

    —Dice que yo me llamo papi, que la que se llama Meowth es ella.

    Jessie se levantó y profirió un quejido. Se estiró, haciendo crujir las vértebras de su espalda.

    —Buenos días —gruñó—. ¿Qué pasa?

    —Me parece que esta pequeña necesita un nombre —respondió James.

    Meowth lo miró, confundido.

    —¿Un nombre?

    —Los dos no pueden llamarse Meowth, ¿verdad?

    La pequeña lanzó un maullido de enojo.

    —Solo tú puedes llamarme papi, ¿entiendes? —le dijo Meowth, acariciando la cabeza de su hija. Se volteó hacia James—. No sé… ponerle un nombre… no sabría ni por dónde empezar.

    —Ponle Jessie Junior —sugirió Jessie—. Mi nombre es el más hermoso de todos.

    La nenita maulló, dando su aprobación.

    —Mejor no —respondió Meowth.

    —¿Qué te parece Princesa? —se aventuró James.

    La nena volvió a asentir, feliz.

    —Demasiado engreído. ¿Qué les parece Meowzie?

    James negó con la cabeza.

    —Se merece un nombre menos genérico.

    Estuvieron casi media hora tirando nombres de manera aleatoria, siempre rechazados por un motivo u otro y las ideas comenzaron a agotarse.

    —Si hubiera luna llena, estaría lleno de inspiración —suspiró Meowth, dándole un vistazo a la ventana.

    Jessie lo miró, con un brillo de inspiración en los ojos.

    —Luna… —musitó.

    —Si, es lo que no hay.

    —¡No, idiota! Quiero decir que podríamos llamarla Luna, ¿no te parece?

    Meowth miró a Jessie y luego a su pequeña hija, quien estaba demasiado ocupada acostada y chupándose una de sus patas traseras como para oír la conversación.

    —Luna… —repitió—. ¿No sería un nombre un poco pretencioso para una Meowth?

    —Es mejor que los últimos quince que dijimos —le replicó James—. Podríamos decirle Lunita, ¿no?

    Meowth se quedó en silencio mirando a su hija por casi un minuto entero antes de decir:

    —Cariño, ¿te gustaría llamarte Luna?

    La pequeña dejó de chuparse la patita y lanzó un fuerte maullido de aprobación. Había hecho lo mismo con todos los otros nombres, pero ese había soñado con más entusiasmo.

    —Bueno, si a ella le gusta, así se llamará.

    —Uff, por fin —bufó Jessie—. Espero que elegir el nombre de nuestro hijo sea más fácil.

    ...​

    Brock estaba sentado en la cafetería, junto a sus dos amigos, desayunando. No muy lejos de ellos, estaban Jessie, James y Meowth haciendo lo mismo. A juzgar porque James lo llevó en brazos hacia la mesa y no lo dejó caminar, parecía que, a pesar de los cuidados, aún seguía muy débil.

    —Que bien que hoy nos vamos —comentó Ash, antes de llevarse una cucharada de arroz a la boca.

    —Ya estaba cansada de andar destapando inodoros —agregó Misty, antes de sorber un poco de té.

    Brock no tocó su comida. Tenía que decirles a sus amigos que ya no viajaría más con ellos. Y si agregaba a ello los motivos, harían un escándalo mayúsculo.

    Bueno, al demonio con todo.

    —Chicos, voy a viajar con Jessie y James —soltó Brock de golpe—. Así que aquí se separan nuestros caminos.

    Misty se puso tan blanca como el Togepi que sostenía en sus brazos. Ash parpadeó unos momentos, sorprendido, y luego se rió junto con su Pikachu.

    —Que chiste más gracioso, Brock.

    —No es un chiste.

    Ambos pararon de reír. Lo miraban como si hubiese enloquecido de repente. En ese instante, Brock se arrepintió de haberles dicho la noticia de esa manera. Iban a reaccionar mal.

    —¿Vas a unirte al Equipo Rocket? —preguntó Ash, conteniendo la furia. Misty abrazó con fuerza a Togepi, como si tuviera miedo que se lo quitara.

    —No, no voy a unirme al Equipo Rocket…

    —¿Y por qué quieres ir con ellos? —preguntó Misty, alterada. Esto se estaba poniendo feo. Si ella se estaba alterando, el otro no tardaría en explotar.

    —Me necesitan —respondió Brock, con toda la calma del mundo.

    Ash pegó un puñetazo sobre la mesa, sobresaltando a Pikachu.

    —¡Debe ser una broma! —gritó. En la distancia, Jessie, James y Meowth se dieron vuelta para mirar lo que sucedía.

    —Ash, cálmate…

    —¿Cómo quieres que me calme cuando me dices que vas a viajar con las personas que han intentado robarme a Pikachu? —le replicó, furioso.

    —Ellos ya cambiaron…

    —¿Y tú les creíste? ¡Podría ser una trampa! —le advirtió Misty.

    Brock negó con la cabeza.

    —Yo sé que no es así. Y nada de lo que ustedes digan me hará cambiar de opinión. Lo siento.

    Ash apretó los puños. Casi parecía que iba a darle un puñetazo.

    —¡Eres un idiota! —sentenció Misty—. ¡Vas a terminar preso en el primer pueblo que pisen!

    Brock se levantó de la mesa y tomó su bandeja de comida. Le dolía perder a los dos así, especialmente a Ash, pero estaba convencido de que hacía lo correcto.

    —Ese es mi problema, no el suyo. Que tengan buena suerte.

    Brock abandonó la mesa y se dirigió hacia donde estaban Jessie, James y Meowth. Parecían muy sorprendidos de verlos. Jessie fue la primera en recobrarse y mostrar una sonrisa.

    —¿Vienes a sentarte en la mesa de los populares? —preguntó.

    Brock, que ya había visto películas escolares, le devolvió la sonrisa.

    —Mientras no tenga que hacer una coreografía en medio del Centro Pokemón agitando unos pompones…

    Meowth, sentado al lado de James, hizo un gesto con su pata.

    —No hace falta. James tiene el monopolio en esto.

    Dudando un poco y sin querer mirar a Ash, se sentó en el único asiento disponible, al lado de Jessie. Al menos podía darles la espalda a sus amigos y no ver sus rostros de ira y traición.

    —No has comido nada —señaló James, mirando su plato.

    —Es que me sentía algo tenso.

    —No salgas con el estómago vacío o te hará mal. Aprovecha, que el desayuno es gratis.

    Brock tomó los palillos y comenzó a comer el pescado con arroz, a pesar de que tenía el estómago casi cerrado.

    —¿Nya? —dijo una vocecilla que venía de debajo de la mesa.

    —Quiere ver al bo… a Brock —tradujo Meowth, de manera distraída. Brock supuso que era un gesto de aceptación que lo llamara por su nombre.

    James levantó a la pequeña con una sola mano y la puso sobre la mesa. La pequeñita lo miró con ojos grandes y llenos de curiosidad.

    —¿Nya? —preguntó, torciendo un poco la cabecita.

    —Se llama Brock, cariño. Viajará con nosotros.

    —¡Nya! —dijo ella, como aprobándolo. Luego, se señaló a sí misma.

    —Dice que se llama Lunita —tradujo Meowth.

    —Oh, ya veo que le pusieron nombre. Es muy hermoso —dijo, acariciando la cabeza de la pequeña, quien aceptó sus mimos sin oponerse— ¿Tienen idea donde van a ir?

    Los ex integrantes del Equipo Rocket se miraron entre ellos, como consultándose.

    —No —dijo James—. Por primera vez, no tenemos idea a donde ir.

    —Entiendo —dijo Brock—. Y supongo que deben elegir con cuidado. Dentro de unos meses, Jessie ya no estará en condiciones de viajar y necesitaran asentarse hasta que nazca el bebé por lo menos.

    Jessie se mordió el labio.

    —¿Y tú adonde piensas guiarnos? —preguntó ella, intentando sonar segura

    —La verdad yo tampoco tengo mucha idea de que hacer —confesó Brock—. Pero tampoco podemos quedarnos aquí. Iremos un par de pueblos más adelante con su globo y ya tendremos tiempo de pensar en algo, ¿si?

    Una vez más, se consultaron con la mirada. Era fascinante ver como no necesitaban hablar para comunicarse entre ellos. Era como si hablaran telepáticamente con solo verse a los ojos. ¿Hacía cuantos años se conocían esos tres? ¿Y qué tan profunda era su relación? Casi sentía envidia.

    —Tienes razón —dijeron Jessie y James a la vez. Meowth solo asintió en silencio.

    Brock terminó de comer y se frotó las manos.

    —Bueno, manos a la obra.

    ...​

    Antes de irse, Jessie y James se dieron un baño largo en el Centro Pokemón. Brock, Meowth y Lunita se quedaron afuera del edificio, sentados en el césped., bajo la sombra de uno de los innumerables árboles que conformaban el bosque. No muy lejos de allí, el globo esperaba pacientemente a ser inflado y surcar lentamente los cielos otra vez.

    Mientras la pequeña jugaba con un guijarro en el suelo, Meowth arrancaba hermosos acordes de una guitarra que había sacado del globo. Brock no pudo menos que sorprenderse al ver que sabía manipular un instrumento musical y tuvo el presentimiento de que había muchas más sorpresas por delante.

    Nadie sabe lo que se siente

    Ser el malvado

    Estar agonizando

    Lo escondo detrás de mi mente


    Y nadie sabe lo que se siente

    Ser lo que todos odian

    Ser el que disuelve en las sombras

    Condenado a mentir siempre.


    Pero aun estoy lleno de sueños

    Mi conciencia está cansada de todo esto

    Paso tantas horas solo

    Me encantaría vengarme

    Y es por eso que nunca me libero


    Meowth terminó de cantar y apoyó suavemente su guitarra al costado, como si haber tocado una canción lo hubiese agotado en todos los sentidos.

    —Es increíble que puedas tocar la guitarra —comentó Brock.

    Meowth no lo miró. Solo seguía con la vista a su pequeña, quien poco a poco se estaba cansando de pelear contra los guijarros.

    —James me enseñó —respondió de manera distraída—. Sabe mucho de música.

    Brock tomó la guitarra y la examinó. Se notaba que era una guitarra rústica, hecha a mano. Los trastes estaban más separados, al igual que el espacio entre las cuerdas.

    —¿James hizo esta guitarra?

    —Si, hace unos años. No podía tocar con la guitarra convencional por mis dedos, pero él se aseguro que pudiera tocar como sea.

    Brock sonrió.

    —Es un buen amigo —comentó.

    Meowth asintió.

    —No solo es mi amigo, sino que es el tío de Lunita. Y yo seré el tío del bebé que ellos esperan.

    Brock se sorprendió una vez más. A pesar de todo, tenían un sentido de unidad y familia que tal vez Ash y Misty no conocieran jamás. ¿Por qué eran villanos, si se notaba que tenían sentimientos?

    Levantó la vista y vio a Jessie caminar hacia ellos. Vestía unos jeans, zapatillas blancas y una playera color violeta con el dibujo del estómago de Arbok estampado en él.

    —¿James todavía no salió? —preguntó Brock.

    Jessie negó con la cabeza, sonriéndole de manera burlona.

    —Oh, tu no conoces a James…

    —Debe estar poniéndose la mascarilla —se metió Meowth

    —Haciéndose la manicura…

    —Depilándose todo el cuerpo…

    Lunita paró de jugar con el guijarro y miró hacia un punto detrás de Jessie.

    —¡NYA! —chilló y salió corriendo. No tardaron mucho en ver que se dirigía hacia James, quien iba caminando hacia ellos.

    —Hola, princesa —le dijo, mientras se agachaba y la levantaba en brazos. Siguió caminando hasta situarse a un par de pasos de ellos. Llevaba una playera azul con un bolsillo al frente, unos pantalones beige con muchos bolsillos y unas zapatillas blancas. Llevaba el cabello atado en una cola de caballo, con dos mechones sueltos a los costados de la cara.

    —Lindo peinado —comentó Meowth, ya poniéndose de pie.

    —Si, decidí hacerme un pequeño cambio, después de tantos años. ¿Cómo me queda?

    —¡Nya! —chilló Lunita, acariciando su mejilla.

    —Bastante bien —comentó Brock

    Jessie lo miró, con las mejillas rojas como manzanas.

    —Muy… muy bonito —musitó.

    James sonrió y la besó en la mejilla. Jessie se inclinó para decirle algo en el oído. Al juzgar porque James se sonrojó violentamente, supuso que no le había dicho nada santo.

    Meowth se puso al frente, caminando alegremente hacia el globo y llevando su guitarra.

    —Saldremos en aproximadamente quince minutos —explicó, mientras guardaba la guitarra dentro de uno de los sacos del globo.

    James se encargó de sacar el ventilador, conectarlo al generador y encenderlo para inflar el globo.

    —¿Crees que alcanzará? —preguntó Brock.

    —Si, pero ahora que Pikachu ya no recargará la batería con sus ataques eléctricos, nos resultará difícil conseguir energía —razonó James.

    Brock suspiró. Sabía que tomaba la decisión correcta, pero le dolía la manera en la que se había separado de Ash y Misty. Esperaba algún día poder hablar con ellos y explicarle bien las cosas…

    —¡Brock!

    A través del sonido del ventilador escuchó los gritos de Ash. Se giró y lo vio, corriendo hacia él junto a Pikachu. Se paró a un metro de Brock, apoyando sus manos en las rodillas para recuperar el aliento.

    —¿Qué pasa, Ash? —preguntó Brock, preocupado.

    Ash levantó la cabeza.

    —No… te… vayas —le dijo, agitado—. Por favor.

    El adolescente negó con la cabeza y apoyó una mano en el hombro.

    —Ya he tomado una decisión y no voy a cambiarla.

    —¡Pero no sé qué haría sin ti! No soporto a Misty gritándome todo el tiempo ni tengo comida para el viaje…

    Detrás de Brock, Jessie soltó una risita.

    —Inútil… —murmuró, pero no lo suficientemente bajo para que Brock no la oyera.

    —Nada peor que delegar todo en una sola persona —agregó Meowth.

    El adolescente los ignoró y siguió hablando con el entrenador.

    —Entiendo lo que sucede, Ash, pero ellos me necesitan.

    Ash bajó la cabeza y cerró el puño. En el suelo, Pikachu lo miraba con preocupación.

    —¿Realmente confías en ellos? —preguntó, con voz temblorosa.

    Brock giró la cabeza. Los ex integrantes habían apagado el ventilador y miraban la escena, con expectativa. Incluso Lunita los miraba desde los brazos de James.

    —Si —respondió, sin vacilar.

    Ash asintió apenas con la cabeza.

    —Entonces… —Ash levantó la mirada—, si tanto confías en ellos… pueden viajar todos conmigo a Isla Canela.

    Brock creyó haber oído mal por un momento. ¿Tanto lo quería Ash como para viajar con los otros tres? No pudo evitar sentirse conmovido por su pequeño amigo.

    —¿Estás seguro?

    Ash miró a su Pikachu y asintió con la cabeza.

    —Ellos son los que tienen que decidir.

    Brock se dio vuelta, pero ellos ya estaban agachados formando un círculo y tomando la decisión. Por momentos lograba escuchar frases sueltas:

    —No era parte del trato…

    —Mientras más seamos será mejor…

    —¿Isla Canela…?

    Después de unos interminables cinco minutos, los tres se separaron. Jessie caminó un par de pasos y se dirigió a Brock.

    —Estaremos un poco apretados en el globo, pero supongo que podremos viajar juntos—dijo de mala gana, como si lo hiciera por James—. Además, tendremos un destino y será más seguro viajar con un grupo más grande.

    Brock sonrió.

    —Bien, pues ahora.

    —¡ASH!

    Misty corría hacia ellos, abrazando a su Togepi con fuerza y con su mochila roja a cuestas golpeándole la espalda a cada paso. Tenía que haber supuesto que ella no se rendiría tan fácil.

    —¿Qué sucede, Misty? —preguntó Ash, con inocencia.

    —¿Qué estás haciendo aquí con estos? —preguntó, señalando con la cabeza al ex Equipo Rocket.

    —¿Perdón? —Jessie casi parecía echar humo por las narices y James tuvo que tranquilizarla sujetándola de los hombros y susurrando algunas palabras inteligibles.

    —Voy a viajar con ellos —respondió, como si no le viera nada de malo.

    Misty soltó un gruñido, como Growlithe con rabia.

    —¿Vas a viajar con el Equipo Rocket después de todo lo que pasó?

    Brock estaba harto. De verdad estaba harto de todo.

    —Misty, nadie te obliga a venir —le dijo, intentando sonar lo más calmo posible.

    Esas palabras fueron como tirar un fósforo encendido sobre un derrame de petróleo.

    —¡Él tiene que pagarme mi bicicleta que me robó y luego destrozó! —gritó, con la cara roja como un tomate—. ¡Voy a seguirlo hasta el fin del mundo con tal de que me la pague!

    —¡Ya te dije que iba a pagártela! —respondió Ash, también gritando.

    —¿Y cuándo vas a hacer eso?

    —¡Cuando tenga dinero!

    —¿Y cuándo vas a tener dinero?

    —¡No lo sé! ¡Vete a Ciudad Celeste y espera a que te page!

    —¡No voy a caer en esa trampa!

    Un pequeño y agudo llanto se escuchó a pocos pasos de ellos, interrumpiendo la discusión y miraron hacia donde estaban los ex miembros de Equipo Rocket. James acunaba en sus brazos a Lunita, quien era la que lloraba. Meowth se había trepado al hombro de su amigo e intentaba calmarla.

    —¿Qué le pasa? —preguntó Ash, preocupado.

    Meowth lo miró con furia.

    —Se asustó de tanto griterío —dijo, apretando los dientes—. Así que más les vale que discutan en voz baja o afilaré mis garras en sus caras de bobos —amenazó.

    Brock se pasó una mano por sus cabellos oscuros.

    —Si Ash viene con nosotros, no cabe duda que Misty también nos seguirá.

    Jessie se cruzó de brazos.

    —Hubiésemos seguido robando y esto no nos estaría pasando —resopló.

    —¡Jessie! —la retó James, intentando no alterar a Lunita, que ya estaba parando de llorar.

    —Pero… no entraremos todos en el globo —titubeó Meowth.

    Jessie dio un vistazo a lo que había sido su hogar por años.

    —Creo que tal vez deberíamos dejar el globo —dijo Jessie. Los otros dos la miraron como si estuviera loca.

    —¿Dejar el globo? —preguntó Meowth, como si le acabaran de decir que se había muerto un amigo.

    A James tampoco le gustaba la idea.

    —¡Pero tenemos muchas cosas allí! —exclamó.

    —Bueno, tenemos cosas que ya no nos servirán más.

    James miró a Jessie, con los ojos llorosos. Con Lunita alterada, las cosas no serían fáciles.

    —Tú nombre es Brock, ¿verdad? —le dijo de manera brusca al adolescente, quien asintió con la cabeza—. Dile a la enfermera Joy que venga, que necesitamos hablar con ella.

    ...​

    La enfermera Joy, Jessie, James y Meowth estuvieron casi dos horas seleccionando cada cosa que se iban a llevar. Las que no podrían llevar consigo, la enfermera Joy los guardaría hasta que quisieran volver a buscarlas.

    Brock miró hacia donde estaban las cosas para guardar en el depósito del Centro Pokemón: un montón de disfraces de todo tipo (solo conservaron el de bailarina y el de porrista); varias cañas de pescar plegables; un montón de jaulas y trampas para pokemón; una pequeña garrafa; libros viejos del Tecnológico Pokemón y revistas de moda. Era todo lo que dejarían atrás.

    Las cosas que ellos iban a llevarse estaban dentro de una mochila grande, un bolso de mano y una mochila más pequeña con la forma de un rostro de Meowth. Jessie solo llevaría la de menos peso, mientras que las otras dos las llevaría James.

    Joy fue a despedirlos a todos en la puerta del Centro Pokemón, junto con algunas Chansey. Una de ellas miraba a James y se sonrojaba cuando él la notaba. La enfermera le dio un abrazo al ex miembro del Equipo Rocket y le dio una tarjeta con su número, por si necesitaban algo. Las Chansey hicieron fila para que él las despidiera y, al llegar el turno de la que se sonrojaba, le dio un beso en la mejilla y salió corriendo hacia adentro.

    —¡Buena suerte! —les grito Joy, agitando la mano mientras se iban caminando, rodeando el Centro Pokemón. Todos le devolvieron el saludo hasta que la perdieron de vista al doblar el edificio.

    Ash, Misty y Brock estaban al frente del grupo, mientras que Jessie, James y Meowth iban atrás, a dos metros de distancia, sin atreverse a acercarse demasiado a sus nuevos compañeros de viaje. Lunita viajaba cómodamente dentro del bolsillo de la playera de James y parecía muy feliz.

    Jessie estiró la mano y tomó la mano libre de James.

    —¿Tienes miedo? —le preguntó Jessie.

    James apretó la mano de su novia, miró a Meowth, que caminaba a su lado, y negó con la cabeza.

    —No con ustedes a mi lado.

    La canción está basada en "Behind Blue Eyes" del grupo Limp Bizkit.

    Estoy en casa de mi prima y ella no tiene teclado. Estoy usando teclado virtual y es horrible, así que les debo la contestación, lo siento. Solo dire esto:

    Nathan, gracias por notar lo del pararrayos. A mi novia le gustó mucho y decidí agregarlo.

    Hasta la semana que viene
     
    Última edición: 27 Noviembre 2017
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    J.Nathan Spears

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    Bueno, bueno -w-. Buen plot-twist te mandaste :P. Pensé que solo Brock iría con el TRío... (les seguiré diciendo así aunque ya no sean parte del Team Rocket xD. Más que nada por comodidad). Todos me parecieron muy In Character ahí -w-. Al menos por esta vez Misty no anda limpiando inmundicias... ya era hora de que le dieras un descanso (?)

    Me pregunto qué habrá motivado a Ash en sopesar que necesita más a Brock de lo que le molestan los otros tres (no pongo "odia" porque Ash al parecer es INCAPAZ de sentir odio owoU). Seguro que Pikachu se lo dijo xP...

    Misty, en cambio, sigue motivada por su bicicleta xD. A ver si luego se le termina olvidando también acá -w-U. Y bueno, ya quisiera ver cómo terminarán todos ellos en Isla Canela.

    La historia en general avanza súper tranquila... y me huele a que Caterpie y Misty se encontrarán de nuevo n__nU

    Una última cosa: Revisa tu título xD.
     
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    Siletek

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    Capítulo veinte

    Silencio

    Llevaban casi tres horas sin hablarse.

    Desde que que salieron del Centro Pokemón, ninguno despegó los labios para decir nada. Incluso Misty, la cual le encantaba quejarse, permanecía en silencio. Lo único que se escuchaban eran los típicos ruidos del bosque, como el viento entre los árboles y los gritos de los pokemón salvajes, y el sonido de sus propias pisadas sobre el camino de tierra. Hasta Lunita estaba en silencio, dormida dentro del bolsillo de James. Meowth estaba igual, solo que dormía profundamente en el hombro de Jessie.

    La tensión se sentía en el aire. Todos estaban incómodos y nadie sabía como romper esa horrible sensación. Pero estaban seguros que era solo cuestión de tiempo para que la tensión se fuera.

    La alarma del reloj de James empezó a sonar (Joy se la había dejado como regalo) y se detuvo en seco. Lunita comenzó a despertarse, removiéndose dentro del bolsillo.

    —¿Nya? —maulló, adormilada. Paró las orejitas y su carita se iluminó al reconocer el sonido—. ¡Nya!

    —Hay que darle la mamadera a Lunita —dijo James.

    Los otros tres se detuvieron y se acercaron a ver que sucedía.

    —¿Pasa algo? —preguntó Brock.

    —Oh, nada, solo que Lunita tiene que comer —dijo, ya apartándose a un costado del camino y buscando la mamadera en el bolso y el termo con agua que había llenado antes de salir.

    —Bien, podremos aprovechar a descansar un rato.

    James llenó la mamadera con agua tibia y le puso el polvo nutricional dentro. Lo revolvió con una cuchara y la cerró, todo ante la mirada impaciente de Lunita. Apenas estuvo lista, la pequeña se acostó en el piso, con la panza hacia arriba y estirando las patitas al cielo, ya preparada para recibir la comida.

    —Oh, ven con el tío James —dijo, mientras la alzaba y le daba la mamadera. Lunita la tomó con las cuatro patitas y empezó a tomar casi con desesperación.

    —¿Cuánto tiempo tiene que tomar el suplemento nutritivo? —preguntó Brock.

    —Sólo dos días más —respondió James—. Luego ya podrá comer comida normal… o al menos fue eso lo que Joy me dijo.

    Detrás de Brock, Ash los miraba, de brazos cruzados y dándose palmadas rítmicas en el antebrazo como gesto de impaciencia. Ni que al gimnasio le crecieran alas y saliera volando, por favor.

    —¿Y que planean hacer cuando lleguemos al próximo pueblo? —preguntó Brock, como si ignorara los gestos de su amigo.

    —Montaremos un puesto o algo de eso —respondió James, sin dejar de mirar a Luna—. O conseguiremos trabajo como camareros. No sería la primera vez.

    —Entiendo…

    James dejó de darle la mamadera, puso a la pequeña en su bolsillo y comenzó a revolver en su bolso.

    —¿Ya nos vamos? —los apuró Ash, sin disimular su impaciencia.

    James clavó la vista en él.

    —Espera a que limpie la mamadera —no fue James el que le contestó, sino Jessie, con tono gélido. Brock tragó saliva. Tenía que hacer algo.

    —No le tomará más que un minuto, Ash. Además, el gimnasio seguirá allí, no se irá a ningún lado.

    Ash lanzó un gruñido.

    —Así nunca voy a alcanzar a Gary —murmuró.

    —Los dos van a llegar a la liga a la vez, no sé por qué tanto problema —lo retó Misty.

    Ash resopló por la nariz y se quedó en silencio.

    Siguieron caminando durante dos horas más, solo usando sus bocas para exhalar aire y nada más. Brock jamás había estado rodeado de tanto silencio y se sentía incómodo. Era una persona sociable, al fin y al cabo.

    No. No podía soportar más.

    A un costado del camino, vio una mesa larga y dos bancos hechos de troncos. El lugar perfecto para almorzar.

    —Vamos a parar a comer—dijo, de manera tan brusca que Ash, Pikachu, Misty y Togepi se asustaron. Los otros iban más atrás y no llegaron a asustarse. Sin esperar una respuesta, fue hacia la mesa, se sacó la mochila de los hombros, la colocó sobre la mesa y empezó a sacar ollas y lo necesario para hacer el almuerzo.

    Detrás de él, escuchó como Meowth gruñía y se despertaba.

    —¿Dónde estamos? —preguntó, bostezando.

    —En el bosque, vamos a parar a comer —la voz de Jessie sonaba algo entusiasta.

    Apenas había pasado unos segundos, cuando Meowth se trepó a la mesa.

    —¿Necesitas ayuda? —preguntó.

    Brock casi iba a declinar su ayuda, dado que siempre había cocinado solo, pero tal vez eso ayudara a romper la tensión.

    —De acuerdo —se giró hacia Misty—. Misty, ¿podrías ir al río y llenar un cubo con agua? Ash podría ir a buscar leña —le dijo, mientras señalaba un cubo de plástico rojo.

    Misty forzó una sonrisa.

    —Mejor me quedo a cuidar las cosas —respondió, ya sentándose.

    Ash se acercó al cubo, ya resignado, y lo agarró con una sola mano.

    —Haré las dos cosas —dijo, con tono de hastío y desapareció entre los árboles.

    Jessie se sentó en uno de los bancos, con aspecto aburrido y se quedó allí, apoyando su mejilla en la palma de su mano. Misty se sentó lo más lejos posible de ella y se puso a ojear una revista. James se sacó la mochila y dejó el bolso a un costado. En lugar de sentarse junto a su pareja, eligió sentarse bajo un árbol y depositar a la pequeña en el piso.

    —¿Quieres jugar, Lunita? —le preguntó, recibiendo como respuesta maullidos de alegría. Se tiró panza arriba y James le acarició la pancita con un dedo, haciendo que lanzara chillidos de felicidad. Levantó la vista hacia Brock—. Tengo una garrafa chica con una hornalla. Puedes usarla si quieres.

    —Gracias, pero mejor la usaremos para emergencias —respondió Brock.

    Al rato, Ash volvió con el agua y se marchó a buscar leña. La usarían tanto para cocinar como para lavar las verduras. Mientras Brock calentaba el agua, Meowth lavaba las verduras. Luego, usando sus propias uñas, comenzó a pelarlas.

    —¿Cómo quieres que te corte las verduras? —preguntó, mientras tomaba un recipiente para cortarlas.

    —En cubos.

    —Está bien.

    Como si fuera un samurái, tiró una de las verduras (una zanahoria) al aire por un metro y, cuando estaba cayendo, usó sus uñas para cortarlas en el aire y que cayeran cortadas al recipiente. En menos de un minuto, todas las verduras estaban cortadas y listas.

    —Vaya, que rápido —lo felicitó Brock, asombrado.

    —Es lo que me ha servido para que me contrataran como cocinero en varios restaurantes —sonrió Meowth. Luego, su sonrisa se borró—. Pero algunos no querían pagarme porque "solo era un pokemón y a los pokemón no se les paga" —dijo, con tono de enojo.

    —Y cuando eso pasaba, Pantalla de Humo y nos robábamos la mercadería —acotó Jessie, con una sonrisita.

    —¿Y cuando no roban ustedes? —comentó Misty, mordaz.

    —Cuando nos pagan, ¿no escuchaste lo que dije o tienes agua en los oídos?

    Brock le dedicó una mirada de advertencia.

    —Misty, no empecemos.

    Ash volvió con las ramas e hicieron una fogata para poder cocinar las verduras. Llevaría su tiempo, pero la espera valdría la pena.

    Jessie se levantó de la mesa y fue a sentarse en el suelo junto a James, quien acariciaba a la pequeña en su cabecita. Ambos se pusieron a conversar en voz baja, de manera que Brock no podía oírlos. Pero estaba más que claro que no se sentían cómodos. El único que parecía estar tranquilo era Meowth, quien se mostraba indiferente. Decidió no forzar las cosas y solo participar si las cosas comenzaban a ir mal.

    Minutos después, el olor de la comida invadió el lugar, haciéndoles agua la boca a todos los presentes. Todos miraban de reojo a la comida, esperando que la sirvieran en cualquier momento, como si fueran una manada de pokemón hambrientos. Apenas Brock tomó la olla con unos repasadores y la sacó del fuego, se sentaron en la mesa, impacientes.

    Brock les sirvió a todos en platos hondos (Jessie, James y Meowth tenían sus propios utensillos para comer) y se sentaron en la mesa: Brock, Ash y Misty por un lado y el ex Equipo Rocket por el otro. Lunita estaba situada justo al lado de su padre y estaba muy ocupada mordiéndole las orejas.

    —¡Gracias por la comida! —dijeron todos antes de comenzar a comer.

    Ash y Misty estaban acostumbrados a la comida de Brock, pero los otros no. Al probar las primeras cucharadas de la sopa, les brillaron los ojos y Brock no pudo evitar sentirse halagado.

    —¿Les gusta? —le preguntó el adolescente a los ex miembros del Equipo Rocket.

    —Ríquisimo —dijo James, intentando no quemarse con una papa que estaba masticando

    Jessie se encogió de hombros.

    —No está mal. Yo podría hacer algo así si quisiera o incluso mejor —dijo, con indiferencia.

    Meowth negó con la cabeza.

    —Jessie, eres capaz de arruinar el miso…

    —¿No querrás decir "mejorar"? —replicó Jessie,

    Meowth quería responderle, pero apenas podía comer, con Lunita tirándosele encima a cada momento.

    —Cariño, papi está comiendo, no es hora de jugar —intentó decirle, pero la pequeña se quejaba y seguía intentando morderlo de manera juguetona.

    —Está aburrida e inquieta, como todo bebé —explicó Brock—. Necesita a alguien con quien entretenerse a la hora de la comida.

    James se metió la mano al bolsillo y sacó una pokebola

    —Tengo una idea… ¡Caterpie, yo te elijo!

    Arrojó la pokebola al aire y Caterpie apareció en el suelo, a pocos pasos de James. Al verlo, Lunita comenzó a dar chillidos de alegría y se bajó del banco para ir a jugar con él. En menos de cinco segundos, estaban correteando por el pasto, persiguiéndose y empujándose, entre risas.

    —¿Y ese Caterpie? —preguntó Ash, mientras que Misty daba un respingo y se tiraba un poco hacia atrás.

    —Es él mismo que tu noviecita pateó —respondió Jessie, señalando a Misty con la cabeza.

    —¿Qué? ¡Ella no es mi novia! —saltó Ash, ofendido.

    —¡Ja! ¡Como si quisiera salir contigo! —respondió Misty.

    —Niños, basta —los retó Brock—. Si siguen peleando, la cena la van a cocinar ustedes.

    Los dos se quedaron callados y siguieron comiendo de inmediato. Brock los miró un momento más, para corroborar que no se siguieran peleando.

    Al terminar de comer, James se ofreció a ayudar a Brock a lavar los platos, cosa que el adolescente agradeció. Jessie optó por no moverse y quedarse con Meowth a observar a los dos pokemón bebés corretear hasta que se cansaron y se quedaron dormidos juntos, abrazados como si fueran hermanos de diferentes especies.

    —Se ven tan tiernos —comentó Jessie, agachándose para acariciarlos.

    —Jessie, no los molestes, están durmiendo —la retó Meowth, pero sin dejar de mirar a su hijita con los ojos brillantes—. Mira a Lunita. Es el ser más hermoso del universo.

    —Deberíamos presentarles a nuestros pokemón —opino ella—. Caterpie y Lunita no los conocen todavía.

    —Es cierto. Pero podremos hacer eso más tarde, cuando estén despiertos.

    —Jessie, Meowth, tenemos que seguir —dijo James, mientras metía a Caterpie en la pokebola y levantaba a Lunita en brazos para acomodarla en el bolsillo. Brock los miró y soltó un suspiro. Esperaba que la noche fuera un poco más fructífera.

    A medida que la noche caía, Lunita se ponía más y más nerviosa, intentando hundirse en el bolsillo tanto como fuera posible, dándole miradas aterradas al cielo. Meowth no tardó en notarlo.

    —¿Pasa algo, cariño? —le preguntó.

    La pequeña comenzó a señalar el cielo, mientras maullaba asustada.

    —¿El Zubat malo? Cariño, no hay ningún Zubat malo.

    La pequeña negó con la cabeza y se ocultó dentro del bolsillo. James miró a su compañero felino.

    —Pobre, aún debe estar asustada por la experiencia —comentó, preocupado.

    —Y cuando anochezca del todo, no va a mejorar—agregó Jessie.

    Cuando el sol ya estaba bastante bajo, decidieron acampar. Una vez más, Ash fue a buscar agua y leña mientras Brock y Meowth hacían de cocineros. ¿Cuánto iban a tardar en acostumbrarse uno a la presencia de los otros?

    A la hora de la comida, la pequeña se negó a salir del bolsillo de James y sollozaba por lo bajo, a pesar de los intentos de Jessie, James y Meowth por calmarla. Ella creía firmemente que un Zubat malo aparecería en cualquier momento desde algún árbol y los mataría a todos.

    Cuando terminaron de comer, Jessie habló de golpe:

    —James, creo que es el momento para que le presentemos a nuestros pokemón.

    —Es una buena idea.

    Jessie y James sacaron sus pokebolas y las lanzaron. Arbok, Lickitung, Weezing, Growlie y Caterpie salieron de ellas, a apenas metro y medio de sus entrenadores.

    —¡Grow! —ladró el pokemón tipo fuego y se tiró encima de James, arrojándolo al suelo. Lo comenzó a lamer en toda la cara, mientras movía la cola como loco en señal de alegría.

    —Growlie… —le dijo James con ternura, acariciándole la cabeza. La pequeña, dentro del bolsillo, se echó a llorar del susto.

    —¡Lunita! —exclamó Meowth, subiéndose al pecho de James y lamiendo la cabeza de su hija para tranquilizarla—. No vuelvas a asustar a mi hija —le dijo, amenazante.

    Growlie retrocedió y bajó las orejas. Era muy gracioso ver como un pokemón de fuego que podría ganarle a Meowth en un abrir y cerrar de ojos se acobardara. Necesita entrenamiento, pensó James, mientras Meowth y Lunita se bajaban de su pecho.

    —James, deberías explicarle a Growlie que tú no te vas a ir a ningún lado —le espetó Meowth.

    James se arrodilló y acarició la cabeza de su pokemón, mientras este lo miraba con sus ojillos oscuros.

    —Growlie, no me voy a ir a ningún lado. Cada vez que salgas de tu pokebola, yo estaré ahí para ti, ¿entiendes?

    Growlie soltó un gemido lastimero y le lamió la cara otra vez, dudoso. James se levantó y le ordenó que fuera con los otros, mientras iba a tomar en brazos a Caterpie.

    —Escuchen —les dijo James a los cuatro pokemón que tenía al frente suyo—. Él es Caterpie, nuestro nuevo compañero desde hace muy pocos días. Espero que todos podamos llevarnos bien.

    Apoyó a Caterpie en el suelo y retrocedió un par de pasos. Arbok y Weezing fueron los primeros en acercarse, como dándole la bienvenida. Growlie y Lickitung le siguieron, acariciándolo y hablando con él.

    Meowth se acercó a ellos, con Lunita siguiéndolo detrás. James carraspeó para que los pokemón le prestaran atención.

    —También tengo otro anuncio que hacerles —se agachó e hizo que Lunita caminara hacia ellos empujándola con suavidad—. Ella es Luna o Lunita, como quieran llamarla. Ella es la hija de Meowth y espero que todos la protejan al igual que nos protegen a nosotros.

    Al sentir las curiosas miradas de los pokemón sobre ella. Lunita escondió su rostro con las patitas delanteras. Su padre le acarició la cabeza para tranquilizarla.

    —No les tengas miedo, cariño. Ellos son amigos míos y de Jessie y James.

    La pequeña asomó la cabecita por entre sus patas, dejando sus ojos al descubierto. Meowth siguió hablando.

    —Ellos te van a proteger. Mira, por ejemplo, Arbok se ha comido a mil Zubat malos.

    —¿Nya? —la pequeña miraba a la serpiente con admiración.

    —¿Chabok? —preguntó, confuso. Meowth lo miró como diciendo que siguiera con el juego —. ¡Chabok, chabok! —dijo, mientras se erguía para mostrarse intimidante. No hacía falta ser Meowth para saber que Arbok estaba haciendo gala de su fuerza y sus hazañas, mientras Lunita lo miraba hipnotizada. Al final, la pequeña se acercó a Arbok y refregó su cabecita contra su grueso cuerpo. Lo mismo hizo con los otros, tocándolos y lamiéndolos. Cuando terminaron, la pequeña soltó un bostezo. Estaba mucho más calmada que antes.

    —¿Tienes sueño, cariño? —Lunita asintió—. Ahora vas a dormir con papi.

    Además del reloj, la mamadera y el polvo nutricional, Joy también les había dejado la canastita para que Lunita tuviera donde dormir. Era lo suficientemente grande para ambos. Acostó a la pequeña, la tapó con una manta y le dejó a mano el trozo del uniforme de James que ella amaba. Por último, Meowth se acostó.

    —Buenas noches, cariño.

    —Nya nya —dijo, somnolienta y le lamió la mejilla. Se quedó dormida enseguida y Meowth no tardó en seguirla. Todo eso bajo la mirada de Jessie y James.

    —¿No se ven adorables? —dijo Jessie, abrazándose a James.

    —Demasiado —aprobó James—. Nosotros también seremos así algún día.

    Jessie le tomó la mano con fuerza. James sabía que ella se sentía insegura, pero no lo admitiría. En lugar de confesarle sus inseguridades, cambió de tema.

    —Tendremos que buscar un trabajo en el siguiente pueblo —dijo Jessie.

    —Pensaremos en eso cuando estemos allí. Mejor durmamos.

    Mientras los bobos ya estaban en sus sacos de dormir, Jessie y James se tendieron en el suelo alrededor de la fogata. Aún seguían siendo unos muertos de hambre, pero tenían altas expectativas para las próximas semanas. Sin gastarse el dinero en robots gigantes, las cosas tirarían a mejor.

    He tenido una semana complicada, pero las cosas están tirando a mejor. ¿Diciembre, el mes de los milagros? Tal vez.

    Nathan: A veces pienso que soy muy obvia, pero al parecer no lo soy XD.

    Ash, al igual que el Equipo Rocket, piensa con el estómago. No sabrá lo que es carnívoro, pero sabe que sin Brock se acaba la comida rica (por no decir que la comida directamente se acaba) ¿Va a querer perder eso? No.

    Misty... ya veré que haré con ella. Pero te aseguro que Isla Canela será interesante.

    Si, ya revisé el título. Estaba con un teclado virtual, paciencia.

    Hasta el próximo sábado.

    PD: Tengo un fic de Crash Bandicoot que pienso publicar en algún momento. ¿A alguien le podría interesar?
     
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    J.Nathan Spears

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    Primero que nada... ¿Un fanfic de Crash Bandicoot? Interesantísimo... seguro si lo publicitas, habrá gente interesada OwO. Al menos mi atención ya te la ganaste xD

    Y volviendo al episodio, todo sigue tranquilo, y los momentos de tensión estuvieron bien narrados... y me gustó que pusieras que Growlie tiene un miedo inherente a dejar de ver a James owo. Porque bueno, se re-encontraron hace tan poco... y sí, necesita entrenamiento, como buen perrito.

    También reí un poco con la escenita en donde Misty se asusta con Caterpie xD, para que luego Jessie la trate de "noviecita" :V... ah, bueno -w-

    Me pregunto por qué Brock no mandó a Jessie a buscar agua :V. Que esté embarazada no la hace inútil... y ella misma lo ha dicho como mil veces en capítulos anteriores -w-

    A ver qué sucede luego n__n
     
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    Siletek

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    Capítulo veintiuno

    Un mal paso
    Habían pasado tres días desde que estaban viajando juntos.

    La comida estaba empezando a escasear, pero eso no era un problema tan grave, pensó Brock mientras acampaban. Según sus cálculos, el pueblo estaba a dos horas caminando de donde estaban.

    Ash había cambiado de actitud con respecto al ex Equipo Rocket. No eran precisamente los mejores amigos, pero a veces hablaba un poco con alguno de ellos y no en plan de querer acusarlos de algo. Eso había pasado porque Lunita había querido jugar con Pikachu y el pokemón eléctrico había aceptado con ganas estar con ella un rato. Luego, se había quedado hablando con Meowth y haciendo las paces por las cosas del pasado. Y si Pikachu les perdonaba, Ash también lo haría.

    Misty era otra historia. Desconfiaba de ellos como si fueran Rattata traicioneros dispuestos a saquearle la mochila en cuanto les diera la espalda. Ni siquiera dejaba que su Togepi jugara con Lunita o Caterpie y el pequeño pokemón huevo se limitaba a verlos corretear delante de sus ojos en el regazo de su madre con tristeza.

    Jessie y James estuvieron muy callados durante la noche y casi no comieron. Brock podía entenderlos: no tenían un yen partido por la mitad y se sentían culpables de verse como parásitos. Lo poco que hablaban, lo hacían en susurros, pero le llegaban palabras sueltas de la conversación, como que necesitaban dinero, que necesitaban un trabajo y que estarían perdidos si no conseguían nada. Brock los animaba como podía, pero sabía que no era suficiente.

    A la mañana siguiente, los tres integrantes estaban con aspecto de no haber dormido en gran parte de la noche, pero con optimismo y energías renovadas. El desayuno, aunque poco abundante, solo aumentó más las ganas de seguir adelante.

    —Ya llegaremos muy pronto al pueblo —dijo Brock—. Tendremos tiempo de comprar provisiones para el viaje y estar bien provistos para el siguiente pueblo.

    —Sería más sencillo si no tuviéramos tres bocas más que alimentar —masculló Misty.

    —Al menos ayudan más que tú —los defendió Ash.

    Brock respiró hondo. Se merecía una estatua de oro en la plaza de Ciudad Plateada por su paciencia. Los aludidos, caminando al lado de ellos, bajaron la cabeza. Meowth incluso bajó las orejas. La pequeña ni se dio por aludida y solo miraba los árboles con su curiosidad infantil.

    —Misty, creo que ya te lo he dicho antes, pero nadie te obliga a venir con nosotros. Si tanto te preocupa la comida, viaja por tu cuenta y solo tendrás que preocuparte por llenar tu estómago.

    Misty enrojeció de ira.

    —¡Tú sabes bien por qué estoy aquí! ¡Estoy por…!

    —La condenada bicicleta, si, ya todos sabemos la historia —la interrumpió Jessie, ya harta—. Por Dios, sería capaz de pagarte yo la bicicleta, con tal de que te calles.

    —Cállense —dijo Brock—. Por el amor de lo que más quieran, cállense cinco minutos.

    El tono de hartazgo del adolescente sirvió para que se quedaran callados durante el resto del viaje, hasta que vislumbraron las primeras señales de civilización. En ese momento, Jessie se detuvo.

    —Tengo que ir al baño —dijo ella de manera súbita.

    —¿No puedes esperar a que entremos al pueblo? —preguntó ella.

    —No, no puedo.

    Brock la entendía. Con el embarazo, la naturaleza llamaba con más frecuencia de lo normal. Y, ahora que lo pensaba, no recordaba haberles contado a sus dos amigos sobre el estado de Jessie.

    —Yo me quedo con ella —se metió James—. Nos veremos en la plaza central si quieren. Ustedes vayan a hacer las compras y lo que tengan que hacer.

    —Está bien. Chicos, sigamos adelante.

    El pueblo era más grande que el que estaba cerca del Centro Pokemón, con más negocios. Mientras caminaban por la acera, Brock decidió tocar el tema sobre Jessie.

    —Muchachos, ¿recuerdan que les dije que me iba con Jessie, James y Meowth porque me necesitaban?

    —Si —respondió Ash.

    —Bueno, me había olvidado de decirles la razón principal: Jessie está embarazada.

    Los dos pararon en seco. Ash lo miró, parpadeando varias veces, como si intentara asimilar la información y Misty quedó boquiabierta.

    —¿Eso es cierto? —preguntó Misty.

    —¿Cómo que embarazada? —preguntó a su vez Ash, como si no tuviera idea de lo que Brock estaba hablando.

    —Si, están esperando un hijo. Yo me enteré incluso antes que ellos.

    Ash lo seguía mirando como si Brock hablara en otro idioma.

    —¿Esperando un hijo?

    Misty se puso las manos en las caderas.

    —¿Acaso no sabes de donde vienen los bebés?

    —Ehh… la verdad no, no lo sé.

    Brock sacudió la cabeza. ¿En que demonios estaba pensando la madre de Ash al dejarlo salir al mundo? Que sacara la pokedex hasta para lo más básico era una cosa. Otra muy distinta era que tuviera los conocimientos de un niño de cinco años.

    —Eso es algo que debería explicarte tu madre, no yo —dijo Brock.

    —¿Y de quien es? —preguntó Ash con inocencia.

    Brock lo miró atentamente, como buscando cualquier signo de burla en el rostro del menor. Al no encontrar nada, le dieron ganas de sacudirlo por los hombros, a ver si así se le iba lo bruto. Misty lanzó una risotada.

    —Ash, es obvio que James es el padre. ¿Acaso no notaste que son novios?

    —¡Claro que lo noté! —le gritó Ash, rojo de vergüenza. Luego se tranquilizó—. ¿Pero no tienen que estar casados para tener hijos?

    Eso era demasiado para Brock. A duras penas pudo reprimir un ataque de risa. Ash tenía mucha suerte de viajar con él, de otro modo no hubiese tardado mucho en regresar a su casa como Growlithe arrepentido.

    —Dejemos el tema, por favor —pidió Brock, intentando que no se le zafaran las costillas por aguantarse la risa—. Lo importante es que sepan que Jessie está embarazada y hay que cuidarla mientras esté así.

    Fueron a la Poketienda y compraron pociones, antídotos e ingredientes para hacer comida pokemón para el viaje (compró extra para los pokemón de Jessie y James). Una vez que terminaron sus compras, decidieron ir al único supermercado del pueblo para comprar comida y algún producto de limpieza.

    La primer cosa que notaron al llegar fueron una moto y una patrulla policial aparcados al frente. La oficial Jenny hablaba con una pareja adulta mientras tomaba notas en un block. Dios, que hermosa era esa mujer. Su mente se nubló en ese momento y no pudo ver nada más que a ella con su uniforme de policía y su hermoso cabello azul que pasaba un poco de los hombros.

    Ash fue el primero en acercarse, yendo casi a las corridas hacia ella.

    —¡Oficial Jenny! —dijo Ash—. ¿Qué ha sucedido?

    Jenny los miró con cautela.

    —¿Acaban de llegar al pueblo? —les preguntó.

    —Si. Yo soy Ash, ella es Misty y él es Brock.

    El aludido se acercó a zancadas hacia ella y la cogió de las manos.

    —¿Podrías anotar mi número en mi libreta? —dijo Brock, mirándola a sus ojos—. Así luego me llamas y podemos ir por un café…

    Misty lo agarró con fuerza de una de las orejas y lo tiró hacia atrás. Dios, como dolía.

    —Mejor que anote el número del manicomio donde vamos a dejarte —masculló.

    —¿Qué ha sucedido? — preguntó Ash una vez más.

    —Alguien entró a robar anoche y sustrajo dinero y mercadería —explicó Jenny—. Este es un pueblo tranquilo y rara vez suceden estas cosas

    Brock miró a Jenny, pero no ya con deseo o amor. Pensó en Jessie, James y Meowth… ¿Tendrían algo que ver? Sacudió la cabeza de forma negativa. No. No podía ser posible. Ellos ya habían dejado esas cosas, lo habían prometido.

    —¿Tienen sospechosos?

    —No, aún no. Pero se nota que han usado a un pokemón para abrir las cerraduras. Uno pequeño. Un Meowth, probablemente.

    Brock cerró los puños e intentó ignorar la mirada inquisidora de Misty, como si estuviera pensando lo mismo que él.

    —¿El supermercado está abierto al público? —preguntó Brock de manera súbita.

    —Si, sigue operando.

    Brock les hizo un gesto a ambos chicos.

    —No perdamos tiempo y vayamos a hacer las compras.

    Apenas entraron, Misty se acercó un poco a Brock.

    —¿Tú crees que el Equipo Rocket tuvo algo que ver?

    Esperaba que no. Por Dios, esperaba que no.

    —No tenemos por qué desconfiar de ellos —respondió, de manera seca.

    Ash se giró.

    —Pasaron la noche con nosotros, no creo que hayan hecho algo.

    —No vamos a acusar por acusar. Vamos a comprar lo que necesitamos y vayamos a verlos a la plaza No quiero dejarlos esperando.

    Mientras hacía las compras, su mente no paraba de pensar en el trío. Tal vez habían ido a mitad de la noche y habían robado las cosas. Tal vez habían escondido el botín en algún lado para llevárselo después. Tal vez se quedaron atrás y no quisieron entrar por miedo a que los descubrieran.

    Con esos pensamientos dando vueltas por su cabeza, fueron a la plaza central. Era un lugar chico, con una fuente en el centro, unos bancos de madera, algunos juegos para niños y no mucho más. No tardaron mucho en ver a los tres.

    Estaban en un puesto improvisado de madera, vestidos como vendedores ambulantes, con delantales y gorras incluidas. Estaban vendiendo comida, al parecer.

    —¡Onigiris! ¡Muffing de baya! —gritaba Jessie, ofreciendo lo que vendía—. ¡Seis onigiris por quinientos yenes! ¡Seis muffing por mil yenes!

    —¡Nya, nya! ¡Nya nya nya nya! —Lunita estaba en una punta del mostrador, imitando el tono de Jessie con su vocecilla. Ya había un pequeño grupo de personas (una cinco) haciendo cola para comprar.

    ¿De donde habían sacado los ingredientes para hacer la comida? Él sabía que ellos habían salido apenas con comida y sin dinero. De a poco comenzó a armar todo en su cabeza. Habían ido a robar el supermercado por la noche mientras todos dormían y ocultado el botín no muy lejos de allí. Eso explicaba por qué habían inventado una excusa para no entrar al pueblo, así podrían sacar el botín escondido sin ser vistos por ninguno del grupo.

    Brock apretó los puños. Podrían tomar como idiota a Ash o incluso a Misty. Pero no a él.

    —Tendremos que esperarlos a que terminen de vender —dijo Brock, intentando mantener su voz tan neutra como fuera posible.

    —Pero la medalla…

    —Seguirá allí para cuando terminen. Mientras más dinero tengamos, mejor.

    —¿Y que haremos mientras tanto? ¿Sentarnos aquí?

    —Podrías empezar a entrenar, para variar —se metió Misty.

    —Mis pokemón son bastante fuertes para que estén perdiendo el tiempo entrenando —se mofó Ash.

    —Misty tiene razón: ¿Por qué no pasan el tiempo entrenando? Será bueno para ambos.

    Ash normalmente respetaba las decisiones de Brock y esta vez no fue la excepción.

    —¿Lista para la batalla, Misty?

    —Vas a caer, ya lo verás.

    Ash y Misty se fueron a un lugar apartado y con poca gente para poder pelear tranquilos. Algunas personas se comenzaron a agolpar para ver la batalla, pero Brock no tenía ganas de estar en el público. Se sentó en un banco cerca del puesto de Jessie y James y esperó pacientemente a que ya no hubiera clientes para poder hablar con ellos.

    —¡Hola, Brock! —saludó James alegremente, mientras sacaba unos muffing de un pequeño horno eléctrico—. ¿Quieres un muffing de baya Aranja?

    —Por ser tú, te lo cobraremos a ciento cincuenta yenes —dijo Meowth, parado sobre un banquito para poder ser visto detrás del mostrador.

    —Te lo daríamos gratis, pero los negocios no prosperan regalando cosas —agregó Jessie, mientras acariciaba la cabecita de Luna.

    —Sé que fueron ustedes.

    James se puso blanco de la impresión, Jessie se mordió los labios y las orejas de Meowth bajaron un poco.

    —¿De que estás hablando? —preguntó Jessie, con inocencia, pero se la notaba algo turbada.

    —Del robo al supermercado.

    —Nosotros no hemos hecho nada.

    Lunita comenzó a dar maullidos de preocupación, mientras su mirada iba de Jessie a Brock.

    —Meowth, llévala a pasear o algo —dijo James, ya con resignación.

    El pokemón gato no parecía muy dispuesto a marcharse, pero aceptó. James bajó a la pequeña del mostrador y Meowth la alejó del puesto.

    —Estoy muy decepcionado de ustedes tres —les dijo Brock una vez que se aseguró que Lunita no podría oírlos—. Creí que iban a dejar de robar.

    —¿Y que querías que hiciéramos? —saltó Jessie—. Ustedes tres tienen familiares que les dan dinero. Nosotros no, tenemos que valernos por nosotros mismos.

    —¡Pero no necesitan robar!

    —¿Acaso piensan mantenernos o qué? No siempre podemos conseguir todo por derecha, ¿sabes?

    James se adelantó un paso.

    —¿Nos vas a entregar a Jenny?

    Brock resopló.

    —Debería, pero no, no lo haré. Pero si vuelven a hacer esto una vez más y tendrán que arreglárselas solos. Nadie puede decirme que no lo he intentado.

    Jessie y James se miraron a los ojos durante un segundo antes de voltear hacia Brock.

    —De acuerdo, no lo haremos más.

    Brock no tuvo más opción que creerles.

    —Está bien. Si necesitan ayuda o tienen dudas sobre algo, consúltenme a mí antes, ¿si?

    Ambos asintieron.

    —Bien. Ahora aprovecharé que Ash y Misty están peleando para decirle a Meowth lo mismo que a ustedes.


    Nathan: El fic de Crash Bandicoot será yaoi, ¿te interesa igual? Pero no va a ser sólo centrado en romance, aclaro.

    Growlie estuvo esperando a James por 17 años, es normal que esté así, pobrecito. Y a Jessie no le gusta que la traten como inútil, pero tiene una naturaleza bastante haragana, que querés que te diga.

    Hasta la próxima semana.
     
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    Un episodio que abarca poco tiempo, un número más o menos escueto de palabras... ¡Pero mucho sentimiento! :D

    Y también momentos que me hicieron reír un poquito, tales como...

    [​IMG]

    ¡Y RAZÓN NO LE FALTA! A pesar de...

    Y por esas razones es que me cae mal su versión "canónica" y prefiero mil veces esta -w-U. Al menos es mucho menos incompetente aquí xD. Y puede joderse verbalmente a Misty cuando quiere. Por cierto, Misty...

    [​IMG]

    Pero más que nada, me encantó como manejaste que Brock se sintiera TRAICIONADO luego de que los Rocket robaran ingredientes para un puesto de comida. Seguro ellos dirán que se sienten parásitos y eso (y no estarían mintiendo... en realidad así se sienten) pero no es justificativo -w-U. Supongo yo que Brock igual estaría dispuestos a echarles el cable como mejor le salga a él. Además de que al menos le diste un poco de agua (irónico) a Misty al poder darle la posibilidad de hacerle a Brock un "TE LO DIJE".

    Pero bueno, ahora que me lo replanteo, el episodio sí me dejó un poquiiiito de gusto a poco n_nU. Esperaré el siguiente :V

    Chau, mucha suerte
     
    Última edición: 9 Diciembre 2017
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    Capítulo veintidós

    Pasado

    Lo único relevante que pasó durante la siguiente semana fue que el Bulbasaur de Ash estuvo a punto de evolucionar. Hubiese sido genial de no ser porque el susodicho no quería hacerlo. Después de rescatarlo de un montón de Bulbasaur que lo habían secuestrado para obligarlo a evolucionar, siguieron su camino hasta Isla Canela con un James casi al borde de caerse redondo al suelo en cualquier momento debido a un fuerte ataque de alergia debido al polen.

    —Odio la primavera —gimoteó James, prácticamente recargado sobre el hombro de Brock—. Odio las flores y ahora odio el festival de evolución de los Bulbasaur. Lo único bueno de la primavera es el día del niño —se frotó la nariz enrojecida con el índice.

    —¿Pero no llevas una rosa siempre contigo? —preguntó Brock.

    —Es de plástico, ¿o crees que hay rosas en todos lados?

    James ya no estaba en condiciones de caminar y cada vez se recargaba más en Brock, así que tuvieron que buscar un lugar para acampar. James se quedó dormido apenas apoyó su espalda en un árbol y no se movió hasta que lo despertaron para cenar.

    Mientras comían, Brock comenzó a cavilar sobre el viaje. Hacía dos semanas que viajaban juntos, pero conocían muy poco el uno del otro. A duras penas sabía algunas cosas de James, Ash y Misty. De Jessie y Meowth no sabía absolutamente nada.

    Terminaron de comer y asaron unos malvaviscos en la fogata a modo de postre. Era la oportunidad perfecta.

    —Hace mucho que viajamos juntos —empezó Brock—. Pero casi no nos conocemos. Es raro, ¿no?

    Jessie, quien estaba masticando un malvavisco, tragó y respondió:

    —¿Qué quieres? ¿Qué abramos nuestros corazones y que nos comportemos como si esto fuera una pijamada?

    —A mi me parece buena idea —se metió Meowth alegremente.

    —A mi me parece una mala idea —continuó Jessie—. Hay cosas que tal vez sea mejor que queden enterradas.

    —No sé si quieren escuchar las cosas malas que hicimos.

    —Nadie dijo que tengan que contar toda su vida, tan solo saber un poco más de ustedes, eso es todo —los animó Brock.

    —Yo creo que Brock tiene razón —se metió Ash.

    —Seguramente deben estar avergonzados de contar su patética vida —se burló Misty.

    —Misty, no peleemos —dijo Brock—. Y por decir eso, vas a ser la primera en hablar.

    —¿Yo?

    —Si. Vamos, no tengas vergüenza.

    Misty se cruzó de brazos, con el rostro ceñudo, pero luego se relajó.

    —De acuerdo, lo haré:

    "Soy la menor de cuatro hermanas: Daisy, Violet y Lilly. Mi madre murió al darme a luz a mi y mi padre murió cuando tenía seis años en una investigación sobre pokemón acuaticos en alta mar. Mis hermanas mayores comenzaron a hacer espectáculos acuáticos para poder sobrevivir, mientras yo me entrenaba para ser entrenadora de pokemón de agua.

    "Hace poco más de un año, aceptaron mi gimnasio como válido. Mis hermanas se callaban cuando yo ganaba una batalla, pero se burlaban cuando yo perdía. Un día me harté y les dije que sería la mejor entrenadora de pokemón de agua. Prometí no regresar a casa hasta ser la mejor y voy a cumplirlo."

    Misty terminó de hablar y parecía desafiar a todos con la mirada, como si planearan burlarse de ella. Meowth fue el primero en hablarle.

    —¿Entonces tus hermanas administran el gimnasio ahora? —preguntó.

    —Ja, como si pudieran ganar una batalla. ¡Incluso regalan las medallas! Lo único que saben es hacer sus tontas coreografías para sus espectáculos, aunque admito que eso nos ha dado de comer por años.

    —Pero, si son tan malas, es cuestión de tiempo que les clausuren el gimnasio, ¿no te parece?

    —Es cierto—admitió Misty, preocupada—. Pero, si eso llega a pasar, haré hasta lo imposible para volverlo a abrir.

    Brock se mordió el labio. Sabía que las hermanas de Misty eran algo molestas, pero no todo lo demás. Había hecho bien en animarla a hablar, al fin y al cabo.

    —Ahora sigo yo —habló Brock.

    "Soy el mayor de diez hermanos: Forrester, Suzie, Salvadore, Timmy, Yolanda, Tommy, Billy, Cindy y Tilly. Mi padre era el líder de gimnasio y mamá era ama de casa. Un día nuestro padre decidió ser entrenador pokemón y se marchó para perseguir su sueño. No mucho después, mi madre se fue también para descubrir su propio camino. Ella no era capaz de criar diez hijos sola y prefirió desentenderse de nosotros."

    "Tenía catorce años en ese entonces y tuve que arreglármelas para hacer de madre, padre y hermano a la vez, aprendiendo cosas que yo jamás pensé que haría. Yo deseaba hacer lo mismo que mi padre pero, a diferencia de ellos, yo no podía ni quería dejar a mis hermanos a su suerte"

    "Cuando Ash me derrotó en la batalla del gimnasio, mi padre regresó y dijo que era hora de que yo saliera al mundo y cumpliera mi sueño de ser criador. Se quedó en casa encargándose de mis hermanos y el gimnasio. A veces me pregunto como estarán sin mi."

    —Oh, Brock, de seguro estarán bien —lo animó Misty, dándole una palmada en el hombro.

    —Tal vez tus hermanos estén cuidando de él —opinó Meowth, con un ligero toque burlón.

    —Espero que no. Quiero que sean niños mientras puedan.

    Misty se giró hacia Ash.

    —¿Vas a contar algo?

    Ash se rascó la cabeza.

    —No sé, mi vida no es muy interesante.

    —Lo importante es conocernos, no competir por quien tiene la historia más interesante —lo animó Brock.

    Ash se acomodó la gorra, algo nervioso. Su Pikachu, desde el suelo, lo miraba atento.

    "Bueno, yo soy hijo único. Mi mamá tiene una granja y papá es entrenador pokemón. Cuando yo tenía siete años, papá se fue a hacer un viaje y desde entonces no lo he visto y mamá no habla de él. Desde hace mucho que sueño con ser entrenador, pero me quedé dormido el día que repartieron los pokemón en el rancho de Oak y me dieron a Pikachu porque a los demás ya se los habían llevado"

    "No me llevaba bien con Pikachu hasta que unos Spearrow nos atacaron y ahí nos hicimos amigos. Ese mismo día también conocimos a Misty y al Equipo Rocket. En el Centro Pokemón de Ciudad Verde vi un anuncio de la Liga Pokemón y decidí ganar las ocho medallas para poder participar. Ya llevo seis y espero no tardar mucho en conseguir las dos que me faltan"

    —Quien lo diría, si no te hubieses despertado tarde, habrías tenido otro pokemón y probablemente jamás te hubiéramos seguido —razonó James, pensativo.

    —¿Qué pokemón ibas a elegir? —preguntó Meowth.

    —Quería un Squirtle. De todos modos no importa, ya que conseguí uno.

    —Ah, si. Ese pequeño bravucón —recordó Meowth.

    —Meowth, estás preguntando mucho, pero no estás contando nada —le dijo Misty.

    Meowth parpadeó sorprendido. Miró a Lunita, quien dormía hecha un ovillo en una canasta, custodiada de cerca por Arbok, con el fin de que la pequeña estuviera tranquila. Luego miró a los otros y se aclaró la garganta:

    "Mi primer recuerdo es dentro de una caja con diarios viejos, en las afueras de un campamento de verano. Estaba solo, no había nadie a mi alrededor, solo la luna en el cielo como única compañía. Nunca supe de mis padres, de mis hermanos si es que tuve o de la persona que me dejó allí."

    "No fue fácil vivir allí. Comía de los tachos de basura y a veces me robaba algo para llenar el estómago. La gente me ignoraba la mayoría del tiempo y la que no me sacaba a patadas de su vista, riéndose cada vez que gritaba de dolor."

    "Un día, en un partido de beisbol, tiré un canasto lleno de pelotas por accidente. El entrenador me ató a una rama muy alta y me dejó allí colgado. Lloré durante horas para que me soltaran, pero solo me ignoraban o me arrojaban piedras o pelotas. Supongo que tuve que dar gracias que no me sacaron un ojo"

    Brock sintió una sacudida de indignación cruzar su columna. Como criador pokemón, sentía que se le revolvía el estómago con escuchar a Meowth contar sobre los abusos que había sufrido en el campamento.

    "Ese mismo día, proyectaron una película de Hollywood al aire libre. Se llamaba el Meowth Malvado, lo recuerdo muy bien. Lo veía disfrutar de comida deliciosa y postres en la pantalla y yo no lo podía creer. Me solté de mis ataduras y decidir ir hacia Hollywood, donde los sueños se hacían realidad"

    "Cuando llegué, la recepción fue amarga. Robé un poco de carne en un restaurante, pero el cocinero me arrojó con una sartén en la cabeza y tuve que huir a un callejón. Allí conocí a un Persian y a su séquito de Meowth. Ellos me alimentaron y cuidaron de mi. Tenía una familia por primera vez en mi vida"

    "Un día, frente a una tienda, vi la Meowth más hermosa que había visto en mi vida: Meowzie. Le pertenecía a una vieja rica quien no dudó en atacarme con su bastón en cuanto me vio cerca de ella. Le declaré mi amor a Meowzie pero ella me dijo que yo era un callejero y que solo le interesaban los humanos. Y entonces me decidí: Haría lo imposible por hablar y caminar como un humano"

    —Entonces, ¿aprendiste a hablar y a caminar como humano para impresionar a una Meowth? —preguntó Misty. Extrañamente, no parecía burlarse de él, sino confundida. Tal vez esperaba otro tipo de historia.

    —Si, lo hice por ella.

    "Seguía en la banda, pero decidí buscarme otro lugar. Encontré refugio en el cobertizo de una academia de danza y decidí que era el lugar perfecto para aprender a actuar como humano. Como muchos Meowth saben caminar en dos patas, empecé por eso primero"

    "Fue más difícil de lo que pensaba. Si bien aprendí bastante rápido, mis movimientos se volvieron más lentos y fui presa fácil para las personas a las cuales les robaba. Recibía golpes de todos lados y en una ocasión me metieron en una bolsa e intentaron prenderla fuego conmigo adentro… De no ser por Persian y mis otros compañeros, habría gastado rápido mis nueve vidas"

    —¿Habría gente que mataría a un Meowth solo por comida? —preguntó Ash, indignado y asustado a la vez.

    Meowth le sonrió de manera amarga.

    —Cierto, eres de un pequeño pueblo , ¿no? Nunca has visto lo que pasa en los callejones oscuros de las ciudades y espero por tu bien que no las veas jamás.

    James acarició la cabeza de Meowth, como si intentara reconfortarlo. En cuanto a Jessie, se secaba los ojos con un pañuelo de la manera más disimulada posible, pero se notaba que cada palabra que Meowth decía le estaba afectando fuerte. El embarazo la estaba volviendo muy sensible.

    "Un año me costó aprender a hablar y a leer con ayuda de un libro e imitando a los alumnos del salón que estaban bajo mis patas. Una vez que dejé de tartamudear y logré hablar sin problemas, fui a buscarla y la encontré en el mismo lugar que la había visto hacía un año."

    "Me rechazó. Así como lo oyen, me rechazó. Dijo de que yo no tenía dinero y que estaba peor que antes. Yo era…era… solo un fenómeno para ella. Ese mismo día tomé lo poco que tenía y me fui de Hollywood para buscar fortuna. Había oído hablar de Equipo Rocket antes, así que fui hasta la base para unirme a ellos. El jefe me dio comida, techo y un trabajo. Y luego conocí a Jessie y a James. No nos hemos separado desde entonces."

    James tomó a Meowth y lo estrechó contra su pecho sin decir una palabra. El pokemón cerró los ojos y acepté el abrazo.

    —Ya pasó —le dijo Meowth—. Ya no me duele más. Con ustedes aprendí que no todos los humanos son malos.

    Brock comenzó a entender a Meowth. La "gente buena" era la que lo había ignorado y golpeado por años. Los criminales fueron los que lo cuidaron y lo hicieron sentirse dentro de una familia. ¿Jessie y James habrían pasado por lo mismo?

    —No sabía que la habías pasado tan mal —murmuró Ash.

    —Ni yo —agregó Misty.

    —Uno nunca termina de conocer a las personas —les dijo Brock.

    James miró hacia el frente.

    —Supongo que iré yo, aunque ustedes ya conocieron un poco de mi vida cuando fueron a la mansión.

    "Soy hijo único y me crié en una mansión solitaria, a muchos kilómetros de cualquier pueblo. De niño estudiaba en casa, donde llegué a cursar veinticinco materias por semana, desde clases de piano a modales en la mesa. Alguna que otra materia me gustaba y pasé unos pocos momentos felices, pero la mayor parte del tiempo me sentía solo y atrapado entre cuatro paredes, zarandeado de un lado al otro como si fuera un títere. Aprendí rápido que yo no tenía derecho a elegir ni a opinar nada, pero no me resignaba Solo cuando visitaba a mis abuelos paternos durante el verano me sentía libre, feliz y amado."

    "En una fiesta organizada por mis padres, conocí a una hermosa niña llamada Jessebelle y me enamoré. Al contrario de lo que esperaba, mis padres estaban encantados con que pasara tiempo con ella y arreglaron con sus padres el compromiso para que nos casáramos mas adelante."

    "Apenas anunciado el compromiso, Jessebelle se mostró como una manipuladora cruel y despiadada, peor que mis padres. Cuando me dijo que me deshiciera de mi Growlie, la odié con toda mi alma y jamás quise volver a verla, pero el compromiso ya estaba hecho y ella no paraba de seguirme como si fuera su sombra."

    "Con tal de escapar de ella, les dije a mis padres que quería ser maestro pokemón. Ellos se mostraron de acuerdo, pero no quisieron ni oir hablar de que yo viajara solo por el bosque. Me enviaron al Tecnológico Pokemón para que aprobara todas las materias y de allí fuera directamente a la Liga Pokemón"

    "Estudié todo lo que pude. Pasé noches enteras sin dormir con la nariz metida en los libros pero, cuando fui a dar el examen, mi mente se puso en blanco y no contesté ni una pregunta. Obviamente, me saqué un cero y no pude ingresar al tecnológico."

    "No lo soporté más. No quería regresar y que mis padres me castigaran. Era la gota que había rebalsado el vaso. Tomé mis cosas y escapé del instituto rumbo hacia lo desconocido."

    "No fue fácil, habiéndome criado entre mansiones y mayordomos. Pasé hambre y frío muchas veces, he sufrido robos y estafas. Trabajé duro para tener el pan de cada día, hubo gente que me ayudó y aprendí a hacer básicamente de todo, desde trapear el piso hasta construir una casa. Pero sobre todo, pude saborear lo que era la libertad. El poder hacer lo que quisiera sin que nadie me juzgara o me lo prohibiera. A mis ocho años, aprendí que la libertad es algo más valioso que cualquier cantidad de dinero que mis padres hayan tenido."

    "Un día, cuando ya era adulto, oí hablar del Equipo Rocket y que se ganaba buen dinero allí. Yo estaba trabajando de mesero por enésima vez y decidí probar suerte. Nunca supe bien por lo que lo hice. Tal vez me sentía solo o estaba muy resentido con la vida. Tal vez solo fue porque me imaginé que cara pondrían mis padres y los de Jessebelle si supieran que yo era un ladrón. El caso es que me aceptaron allí y conocí a Jessie y a Meowth no mucho tiempo después de entrar."

    Se quedaron en silencio unos buenos segundos antes de que alguien se animara a hablar.

    —Vaya, si debió ser muy duro —dijo Ash, como para decir algo. Brock podía ver que su pequeño amigo estaba muy incómodo. ¿Se sentía culpable? Tal vez fuera eso, a pesar de que realmente no tuviera la culpa.

    Jessie rodeó a James con un brazo y lo obligó a que apoyara la cabeza en su hombro. Bajo la luz de la fogata, se la veía pálida y tensa, con el rímel corrido a causa de las lágrimas que había intentado frenar en vano. Como no parecía que quisiera hablar, Brock quiso dar por terminado el asunto.

    —Está bien si no quieres hablar, Jessie. Aquí nadie te va a presionar para que lo hagas.

    —No, está bien. Supongo que debería hacerlo algún día. Jamás le había contado de mi vida a nadie, salvo alguna que otra cosa aislada. Ya soy una mujer con una pareja y un bebé en camino. James merece saberlo todo y supongo que ustedes se lo han ganado.

    Jessie respiró hondo. Parecía que le estaba costando mucho y apretaba con fuerza la mano de James. Meowth se escapó de los brazos de James y fue a acurrucarse en el regazo de Jessie.

    "Bueno, no recuerdo bien donde nací. Solo sé que pasé los primeros cuatro años de mi vida viviendo en una aldea en las montañas con mi madre en una choza. Ella trabajaba mucho y una vecina me cuidaba. No recuerdo casi nada de mi madre, ni siquiera su rostro o su voz. Solo recuerdo que un día se fue y no regresó jamás. ¿Mi padre? Nunca tuve que yo recuerde.

    "Mi vecina me adoptó como si fuera su hija y yo la tomé como mi única figura materna. Casi no teníamos para comer, pero yo no conocía otra vida, así que no me importaba. Un día, mi madre adoptiva dijo que había conseguido trabajo en un lugar lejano y nos mudamos a Hoenn"

    "Mi madre adoptiva trabajaba como sirvienta en una mansión. Como había muchas habitaciones vacías, yo dormía en un cuarto enorme para mi sola. Vivíamos un poco mejor que en las montañas y mi madre adoptiva ahorraba hasta el último centavo. Así que no tenía cosas de lujo, a pesar de que vivía rodeada de ellos. Yo quería que ella se sintiera orgullosa de mi y ponía todo mi esfuerzo en la escuela para que así fuera."

    "Un año y medio después, mi madre adoptiva enfermó gravemente y falleció al poco tiempo. Quedé destrozada por dentro y no tenía ganas de vivir. La pareja rica para la que mi madre adoptiva trabajaba me apoyó mucho y decidió enviarme a Tecnológico Pokemón, con la esperanza de que un nuevo ambiente y el estudio me ayudaran a superar el dolor. Me dijeron que cuando regresara, me ayudarían a capturar mi primer pokemón."

    "Antes de que mi madre adoptiva falleciera era una alumna regular, pero allí simplemente me costaba retener la información en mi cabeza. Me saqué una nota espantosa en el examen y no sabía que hacer. Tenía miedo de regresar a la mansión y contarles mi fracaso. No tenía la cara para regresar. Además, nunca me sentí como si ellos fueran mi familia. Así que, en lugar de llamarlos para decirles la verdad... tomé mis cosas y me marché hacia cualquier lugar donde no me pudieran encontrar."

    Las lagrimas de Jessie bajaban lentamente por sus mejillas. Parecía estar haciendo un esfuerzo por seguir hablando.

    "Viajé por Kanto y por Jotho también, haciendo amigos por el camino y trabajando constantemente para sobrevivir. El tiempo y el estar siempre en movimiento me ayudó mucho a superar el dolor y a dejar el pasado atrás. Hice una amiga llamada Cassidy, quien fue la que me convenció de entrar al Equipo Rocket. Me peleé con ella poco tiempo después."

    "Ahora que lo pienso… mi madre adoptiva jamás habría aceptado el camino que tomé. Ella era una mujer dulce y buena que era capaz de todo con tal de hacerme sonreir, a pesar de que no era su hija. Supongo… supongo que, de estar viva, estaría… estaría… muy decepcionada de mi… Debí haber muerto yo y no ella."

    Jessie rompió en llanto y James tuvo que estrecharla contra su pecho para consolarla. Meowth también la abrazó, colgándose de su cuello. Arbok se levantó del suelo y se enroscó alrededor de ellos, apoyando su cara en el estómago de su entrenadora.

    —Ella ahora debe estar orgullosa de ti, cariño —le dijo James, besándola en la frente—. Lo importante es que ahora cambiamos y estamos bien.

    —Nada puede justificar lo que hice —le respondió Jessie, con la voz ahogada en el hombro de James.

    Brock dudó un momento. Era algo demasiado íntimo para meterse, pero sentía que debía hacerlo:

    —Jessie, lo que importa es que estás intentando redimirte…

    Jessie apartó el rostro del pecho de James. Tenía surcos negros en las mejillas.

    —Redimirme ahora no va a cambiar lo que hice en el pasado. He robado muchos pokemón, arruinado varias vidas… No puedo volver el tiempo atrás. Ninguno de los tres puede.

    James bajó la vista, avergonzado. El también estaba pensando algo similar, estaba seguro. Ash tragó saliva y despegó los labios.

    —Tal vez no, pero… de nada sirve lamentarse ya. Pueden hacer cosas buenas ahora, ¿no? Mi madre siempre dice que cada día es una nueva oportunidad para ser mejores personas o algo así.

    Jessie lo miró, enjuagándose las lágrimas.

    —¿Tú crees?

    Ash le dedicó una sonrisa amplia.

    —Si, lo creo.

    Me ha costado mucho inventar los pasados de algunos de los personajes, siendo el de Jessie el más difícil de hacer (hice cinco versiones antes de publicar la definitiva). Me gustaría saber que opinan al respecto.

    Nathan: ¿Te gustan los burns a Misty, eh? XD. Espero que este capítulo sea suficiente. Eso me pasa por malcriarte con caps de 5000 palabras.

    Hasta la próxima semana.

    PD: El sábado que viene tendré que viajar y estaré fuera por varios días a causa de las fiestas, así que tal vez publique el viernes. Ojo, tal vez.
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    J.Nathan Spears

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    Luego de pasar todo el finde alejado de acá, puedo comentarte :)

    Primero, quotearé un poquito n_n

    Nah, ¿Cómo ibas a poder predecir que al menos tres de tus episodios tendrían una cantidad de palabras alrededor de las 5000? ¿O más todavía? Si bien me gustan los capis extensos, lo importante es lo que se transmite con todos esos párrafos y demás. Normalmente si me quejo es por el avance de trama o si se siente como relleno. Si llamo a un episodio "puente", es que está más o menos a la mitad.

    SEEEEH :D. Por pendeja y no pensar antes de actuar... Pero hey, que si bien me gusta verla sufrir un poco, siempre es bueno balancearlo con alguna cosa buena que le pase... o como ese momento de "TE LO DIJE" que le dedicó a Brock. Puntos extra porque lo hizo de manera no verbal.

    Y bueno, ahora este episodio es de instrospección. Realmente nos dice mucho... veamos.

    Con Ash, Brock y Meowth no tuviste problemas. El backstory de esos tres está bien definido (en materia de lo posible). Lo único que no está claro es la ocupación que tiene Delia. Unos dicen que hace vestidos, otros que es florista, otros que tiene un restaurante y tú (y una minoría por ahí) que tiene una granja. ¿Es realmente importante? A mi parecer no. Da un poco lo mismo con lo que Delia pueda paliar lo poco que está su hijo en casa :V. Pero de que cumpliste rellenando, pues claro que sí ;)

    En cuanto a Misty y James, cuyas tramas de fondo son incompletas, también estoy de acuerdo con lo que llenaste. Aunque en mi headcanon, James solo huyó y nunca fue al Tec Pokémon... y en realidad Jessibelle es una prima adoptiva y que James fue comprometido solo por razones financieras, aparte de que el pobrecillo siempre ha tenido CERO feeling romántico con esa psicópata. Pero allá esa cosa rara. Lo tuyo es muy válido.

    Y claro, con lo de Misty, la verdad nunca le di importancia suficiente como para formarme un headcanon, así que tomaré prestado el tuyo :V (Al menos las partes de que la madre murió en el parto y que el padre fue un biólogo marino que murió en la línea del deber... no sé por qué, pero lo de "la gran guerra" en Kanto no me atrae en lo más mínimo... xP).

    Pero la backstory de Jessie siempre ha sido la más enredada (por lo que me ha contado Plushy Berry al menos... ¡Oye, ven y comenta we! xD). Así que igual es mucho más trabajo mental decidir qué ruta tomar o si no tomar ninguna. Bueno, al menos a Jessie le diste una sustituta materna muy buena, pero que murió solo por un "Diabolus Ex Machina" (o sea, solo por mala suerte). Luego de eso ella sufría mucho y terminó escapando puesto que no tenía ningún vínculo sentimental con nadie en verdad. Seh... es mucho mejor eso que esa mierda de flashback sobre ella asistiendo a una escuela de kunoichis en aquel olvidable episodio en donde Brock atrapa a Bonsly :V.

    Y bueno, aún si no estuviese preñada, es muy creíble la reacción de Jessie al pensar que su segunda madre no hubiese aprobado jamás que ella se uniese al Team Rocket si estuviese viva. Pero también es verdad de que ahora estará muy orgullosa de ver que su nena está enderezando el camino.

    Por último, muy IC lo de Ash dedicando una amplia sonrisa para reafirmar a Jessie. Parece que, de los "bobos" que han perseguido siempre, Ash y Brock son los ÚNICOS que dedicarían una sonrisa de ese porte para consolar a aquella tipa insoportablñe que siempre quería robarse el Pikachu... bueno, quizás Cilan, Bonnie y Serena también (tienen corazón de Torchic xD). Pero quién sabe realmente.

    Y ya me alargué demasiado comentando :V pero sentía que te lo debía :)

    Nos vemos en otra, Sile-chan ;)
     
    Última edición: 18 Diciembre 2017
  20. Threadmarks: 23. Día del Niño
     
    Siletek

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    Capítulo veintitrés

    Día del niño

    El grupo siguió su camino hacia Isla Canela. El ex Equipo Rocket ya no caminaba detrás de ellos, sino que caminaban casi a la par. Misty ya ni siquiera les buscaba pelea, cosa que era mucho decir viniendo de ella. Haber contado sus historias personales los había unido más y ahora había un poco de aire de confianza y camaradería.

    La parte profunda del bosque quedó atrás y ahora caminaban por un camino de tierra, en una zona más despejada. Algunas casas se veían por los costados del camino, aunque bastante alejados. Eran casas sencillas, pero grandes, lo que daba a entender que era una zona residencial de clase media. Al frente de los hogares, yacían banderas con forma de pokemón acuaticos ondeando al viento y sujetadas al asta.

    —¡Miren allá! —Misty señaló hacia adelante.

    El camino terminaba en una construcción similar a un colegio. También tenía un asta al frente, con sus coloridas banderas en forma de pokemón acuáticos, como Magikarp, Goldeen y Gyarados.

    —Miren todas esas banderas —murmuró Ash, maravillado.

    —Saben lo que significa, ¿verdad? —preguntó Brock, sonriendo.

    —¡Que bien! Hoy es mi día favorito del año. ¡El día del niño! —saltó Ash, entusiasmado.

    James miró las banderas con los ojos brillantes de alegría, recordando lo bien que la había pasado en esa fecha, mientras que Jessie y Meowth solo mostraron indiferencia. Lunita, desde el bolsillo de James, también miraba las banderas con alegría y curiosidad.

    —Cuando era niño, esperaba con ansias ese día —dijo James, nostálgico—. Era uno de los pocos días donde no tenía clases. Me pasaba todo el día nadando en la piscina y comiendo kashiwa mochi hasta hartarme.

    Jessie parpadeó y lo miró, sorprendida.

    —¿De verdad tenías todo eso? —preguntó.

    —¡Claro! ¿Acaso no todos los niños lo festejan así?

    El rostro de Jessie se ensombreció.

    —No. Yo no tenía día libre, ni piscina ni kashiwa mochi. Me pasaba el día estudiando o trabajando.

    James le pasó un brazo por los hombros y le dio un beso en la mejilla. A veces se olvidaba que no todo el mundo había vivido lo mismo que él.

    —Compraremos koshiwa mochi en el pueblo y, si tenemos suerte, tal vez vayamos a nadar al lago, cariño —le dijo.

    —¡Nya! —apoyó Lunita desde su bolsillo.

    —Sería genial poder jugar todo el día como lo hacíamos el Día del Niño.

    —Yo también —la apoyó James.

    Ash se giró hacia ambos.

    —No podemos perder el tiempo jugando todo el día, si todavía tengo que ganarme esa Medalla Volcán.

    —Aparte, ya tuviste tu Festival de la Princesa —agregó Brock.

    —El cual yo gané —dijo Jessie, haciendo una pose ganadora.

    —Da igual, las muñecas se quedaron en el cuartel general del Equipo Rocket y nunca vas a poder recuperarlas otra vez, al igual que todo lo que dejamos allí —replicó Meowth.

    Los dos se quedaron quietos de golpe, rígidos como postes.

    —Algunas de mis chapitas están ahí —murmuró James. No se atrevió ni a hacer la cuenta de la cantidad de ellas que había dejado.

    —Y las muñecas que gané en el festival… Debimos haber retirado nuestras cosas antes de dejar el Equipo Rocket.

    —No lo teníamos planeado —dijo Meowth. Lanzó un suspiro de resignación—. Bueno, que más da. Tendremos que dar todas las cosas que teníamos en el cuartel como perdidas. Den gracias que no dejaron a ningún pokemón allí…

    —Que bueno que están aquí. Estábamos esperándolos, entrenadores.

    Todos miraron hacia el frente, donde provenía la voz. Era una joven de la misma edad de Jessie y James. Tenía cabello castaño oscuro y ondulado hasta los hombros adornado con una vincha y de ojos verde oscuro. Llevaba un simple vestido naranja hasta las rodillas y un delantal rosa. Tenía todo el aspecto de ser una maestra, cosa normal, ya que estaban parados casi en la reja del colegio.

    —Pasen por aquí —continuó, haciendo un gesto con el brazo para invitarlos a pasar—. Los niños están esperándolos en el patio de juegos.

    Brock se adelantó enseguida, hipnotizado por la belleza de la maestra, y la tomó de las manos.

    —Disculpe por hacerla esperar, bella dama, perdóneme. Mi nombre es Brock —se presentó, ante el rostro incómodo de la mujer. James se tapó los ojos con una mano. Sentía vergüenza ajena.

    —Brock…eh… hola —la chica estaba visiblemente incómoda y hasta un poco asustada.

    —Es un placer conocer a una educadora tan bella y tan encantadora como usted.

    El sonido de un teléfono celular comenzó a escucharse. Ella retiró las manos de Brock, sacó el aparato del bolsillo de su delantal y atendió la llamada:

    —Hola… Si, soy la maestra del jardín de niños… ¿Qué? ¿Cómo que no van a poder venir?... Pero aquí hay cinco… Entiendo… Si… Gracias.

    La maestra colgó el teléfono. Se la veía muy desilusionada. Lanzó un suspiro profundo, como si no supiera que hacer.

    —¿Qué sucede, señorita? —preguntó Ash.

    Jessie puso los ojos en blanco.

    —Oh, no, otro acto altruista del bobo —murmuró Jessie por lo bajo—. Vamos a terminar limpiando ventanas.

    —Cuando cuente hasta tres, salimos corriendo y que se las arreglen ellos —sugirió Meowth.

    —Nos visitarían unos entrenadores y ellos dejarían que jugaran con sus pokemón —explicó la maestra, con tristeza—. Estaban muy emocionados con lo que iba a pasar. Ahora todos quedarán decepcionados.

    —Somos entrenadores pokemón —dijo Ash.

    Meowth se trepó al hombro de James.

    —Uno… dos… —comenzó a contar.

    —Meowth, cállate —lo retó James, en susurros— ¿No escuchaste lo que dijo? Los niños quedarán decepcionados.

    —No me importan los mocosos, quiero irme de aquí.

    —¿Lo son? ¿De verdad? Oh, supongo que no tienen tiempo para que los niños jueguen con sus pokemón…

    —La verdad… —comenzó a decir Jessie, pero Brock ya le había vuelto a tomar de las manos a la maestra.

    —¡Si, tenemos todo el tiempo del mundo, tenemos toneladas de tiempo! —gritó, como si fuera un superhéroe a punto de aceptar una misión—. Los niños pueden jugar con nuestros pokemón. ¡Esos entrenadores no tienen corazón! Puede contar con nosotros, señorita —miró hacia atrás—. ¿Verdad, Ash?

    —Claro, no hay problema.

    Jessie resopló.

    —De acuerdo, pero si me dan un trapeador, me voy —dijo.

    James no pudo más que sonreir. No era una mala idea, al fin y al cabo. Pasar un día con los niños le serviría para aprender sobre como ser padre, tal vez..

    —¡Oh, muchas gracias!—la maestra inclinó la cabeza—. Los niños se divertirán mucho.

    Ash se rió, aunque de manera un poco forzada.

    —Nosotros también.

    —Pasen —la mujer les señaló el portón y comenzó a caminar hacia adentro.

    —Gracias.

    Entraron a un patio de piso de cemento, con algunas partes de tierra donde yacían árboles cuidadosamente podados. En el centro había una fuente y, del otro lado, el edificio donde probablemente los niños estudiaban y hacían sus actividades.

    La maestra se detuvo a los pocos pasos y ahuecó las manos alrededor de su boca:

    —¡Niños! ¡Ya pueden salir y conocer a nuestros cinco entrenadores pokemón!

    Meowth retrocedió. Parecía muy asustado.

    —Yo paso. Llámenme cuando nos vayamos de aquí —les dijo. Antes de que James pudiera detenerlo, salió disparando hacia uno de los árboles y se trepó tan alto como pudo, escondiéndose entre las hojas. Lunita maulló, preocupada.

    —Gato cobarde—gruñó Jessie—. Ya verá cuando salgamos…

    Unos sonidos de pisadas rápidas y numerosas, acompañada de risas, la interrumpieron. De la puerta del colegio salió una estampida de niños pequeños que se agruparon alrededor de ellos. Eran como quince, de aproximadamente tres o cuatro años de edad. No tardaron un instante en ir hacia Pikachu, quien estaba en el suelo. Sus pequeñas manitos comenzaron a tironear al pokemón eléctrico de los cachetes, las patas y de cualquier otra parte que pudieran.

    —Esto se va a poner feo —murmuró James, tomando del brazo a Jessie y alejándose un par de pasos. Un Pikachu enojado podía ser un peligro.

    —¡Oigan, chicos, tengan cuidado! —gritó Ash, aterrado. Levantó a Pikachu y lo sostuvo arriba de su cabeza justo antes de que lanzara un Impactrueno, electrocutándolo al instante.

    Lejos de asustarse, los niños comenzaron a ponerse en puntas de pie y a sacudir a Ash. Lunita se escondió dentro del bolsillo, asustada. Ahora entendía por que Meowth se había ido. ¿Todos los niños eran así de insoportables? El no recordaba ser así cuando tenía esa edad.

    —¡Niños, deben tener cuidado! ¡No pueden tratar a los pokemón como juguetes! —les advirtió la maestra, preocupada.

    Era como hablarle a la pared. Los pequeños seguían sacudiendo a Ash en un intento de alcanzar a Pikachu a como diera lugar.

    —¡SILENCIO, MOCOSOS! —gritó la maestra, con una ferocidad tal que no tenía nada que envidiarle a Jessie. Lejos de asustarse, los niños se calmaron y sonrieron a su maestra—. Bien, así está mucho mejor —les dijo, con una voz mucho más suave y amable.

    —Oigan, ¡queremos ver mas pokemón! —dijo un niño de cabello castaño y ojos verde oscuro.

    —¡Enséñennos más! —exigió una pequeña de trenzas.

    A pesar de todo, a Ash se lo veía entusiasmado por mostrar a sus pokemón.

    —Muy bien, hoy les tengo una sorpresa para ustedes —dijo, mientras sacaba sus pokebolas del cinturón—. Esperen ver estos grandiosos pokemón.

    Pidgeotto, Bulbasaur y Squartle salieron de sus pokebolas, ante el asombro y alegría de los pequeños.

    Misty no quiso quedarse atrás.

    —Oigan, niños, miren a estos pokemon —dijo, lanzando sus pokebolas al aire. Staryu, Starmie, Horsea, Goldeen y Psyduck aparecieron al instante.

    —¡Y eso no es todo, amigos! —Brock metió la mano en el bolsillo para sacar a sus pokemón.

    James ya sabía todos los que tenían los bobos a causa de vigilarlos tanto y por las cientos de batallas que había tenido con ellos. Advirtió enseguida que Ash no había sacado a su Charizard y supuso que era un pokemón demasiado peligroso para los niños. Los pokemón de la boba eran inofensivos, siempre y cuando no golpearan a Psyduck en la cabeza. Brock tenía dos pokemón de tipo roca, Onix y Geodude, que resistirían cualquier golpe y que seguro tenían experiencia con los pequeños. Si mal no recordaba, no todos los que tenía Brock eran de roca. Tenía un Vulpix al que seguramente las niñas amarían acariciar y también un…

    ¡Mierda, mierda, mierda!

    —¡Espera! —gritó, sujetando a Brock del brazo con fuerza.

    —¿Eh? —Brock se veía muy confundido—. ¿Qué sucede?

    James bajó la voz hasta casi hacerla inaudible.

    —¿Tu tienes un Zubat, verdad?

    Brock asintió con la cabeza.

    —Si, ¿por qué? —preguntó. Luego, pareció mirar el bolsillo donde se encontraba Lunita—¡Ah! Lo siento, James, se me había olvidado.

    Brock sacó tres pokebolas en lugar de cuatro y sus pokemón salieron a jugar con los pequeños. Corrían, acariciaban y se trepaban a ellos, entre risas, mientras la mayoría de los pokemón acuaticos tiraban burbujas en el aire para que los niños la reventaran. En dos minutos, había transformado el patio vacío en una linda postal de primavera.

    Una pequeña se acercó a James y miró a Lunita, fascinada.

    —¡Que bonito! —exclamó. Lunita se escondió dentro del bolsillo, asustada.

    James se agachó hasta quedar casi a la altura de la nena.

    —Puedes tocarla si quieres, pero con cuidado. No es un juguete.

    La nenita estiró su mano y tocó con suavidad la cabeza de la pequeña. Lunita al principio maulló, asustada, pero luego comenzó a disfrutar las caricias.

    Otro chico se acercó a ellos.

    —¿Es el único pokemón que tienen? ¿No tienen más? —preguntó.

    Jessie y James se miraron, sorprendidos. No se habían contado a sí mismos como entrenadores, dejando que los bobos tuvieran todo el protagonismo.

    —Oh, si, tenemos más —Jessie sacó sus pokebolas y James la imitó—. ¡Salgan y muestren los maravillosos que son!

    Arbok, Lickitung, Weezing, Growlie y Caterpie salieron de sus pokebolas. El pokemón de fuego salió disparando hacia James, lo tiró al suelo y comenzó a lamerle la cara, mientras movía la cola como loco. Lunita chilló de alegría al verlo y pronto comenzó a recibir su dosis de lengüetazos.

    —Gowlie, ve a jugar con los pequeños —le dijo, intentando incorporarse. Growlie ladró en señal de aprobación y fue a jugar con los niños.

    Jessie se agachó a su lado.

    —Nuestros pokemón no están acostumbrados a los niños, ¿crees que estarán bien? —preguntó, dudosa.

    James se sentó en el suelo.

    —Oh, vamos, estarán bien. Son solo niños pequeños, ¿que crees que pueda pasar?

    La respuesta llegó menos de treinta segundos después.

    —¡HEY! ¡Mi Weezing no es una pelota!

    Un grupo de seis niños estaban pasándose a su pokemón venenoso de un lado para el otro a los golpes como si estuvieran en un partido de vóley. James corrió hacia ellos y logró sacárselos con facilidad, no sin antes dejar a Lunita con Jessie.

    —¿Estás bien, Weezing?

    Weezing estaba tan mareado que apenas pudo murmurar algo. Temiendo lo peor, lo giró para que le diera la espalda y lo llevó hasta el muro de cemento. Tuvo suerte. Apenas lo puso allí, Weezing vomitó un liquido negro y espeso, muy parecido al Chorro Lodo que usaba a veces, excepto que echaba humo y parecía corrosivo, a juzgar porque mató unas flores silvestres que tuvieron la mala suerte de recibir el vómito.

    —Uff, esto habrá que limpiar con lejía —murmuró, mientras se tapaba la nariz para evitar el vapor tóxico. Soltó a Weezing despacio y el pokemón descendió a la altura de sus rodillas. Dio un par de pasos para atrás y giró la cabeza para ver lo que sucedía a sus espaldas.

    Arbok estaba siendo casi aplastado por tres niños que parecían creer que tenía la misma fuerza que Onix; Lickitung corría espantado de dos o tres niños que querían tocar su lengua; Growlie estaba siendo montado por una niña y parecía feliz; Caterpie estaba siendo picado por un palo por otros dos, mientras algunas niñas miraban de lejos, espantadas.

    —¡NIÑOS, VAYAN A JUGAR A OTRO LADO! —gritó la maestra. Los niños obedecieron y se fueron a jugar con los pokemón de los otros tres, entre risas. Se acercó hacia Jessie y James, más tranquila—. Lo lamento, pero sus pokemón son demasiado peligrosos, lo digo por Arbok y Weezing. Los otros se pueden quedar, pero deberían llamar a los otros dos antes de que lastimen a alguien.

    James parpadeó. ¿Arbok y Weezing peligrosos para los niños? Esa mujer sabía muy poco de pokemón. Es más: no sabía nada.

    —¡No son peligrosos! —le gritó Jessie, roja de ira.

    —¿En que se basa para decir que son peligrosos? —preguntó James, mucho más calmado.

    —Son pokemón venenosos y con eso ya es suficiente. Todos saben que los Arbok son vengativos y los Weezing son sucios y portadores de enfermedades.

    Eso fue suficiente hasta para sus pokemón. Arbok y Weezing se dieron media vuelta y comenzaron a marcharse hacia la verja, ofendidos.

    —¡Oigan, esperen! —James corrió hacia ellos.

    —¡Si no quieren a nuestros pokemón, no nos quieren a nosotros! —le gritó Jessie a la maestra. Se dirigió hacia Lickitung, Growlie y Caterpie—. ¡Ustedes sígannos, nos vamos de aquí! ¡Y Meowth, ya baja del puto árbol! ¡Nos vamos al puto Centro Pokemón!

    Ignorando olímpicamente las caras de asombro de los pequeños por oír las malas palabras de su boca, Jessie salió corriendo detrás de James. Meowth, veloz como un rayo, corrió hacia Jessie y se le trepó en la espalda. Más atrás, Lickitung y Growlie los siguieron, con Caterpie montado en el lomo de este último.

    ...​

    Jessie y James alcanzaron a sus pokemón y pusieron a todos dentro de sus pokebolas. No pensaban volver a esa guardería ni aunque se lo pidieran de rodillas. Tanto a Arbok como Weezing los tenían desde la adolescencia, los habían adquirido el mismo año como regalo de parte de unos amigos y ambos eran prácticamente crías cuando los recibieron. Habían sido compañeros de aventura durante años y una maestra de quinta les decía como eran sus pokemón. Absurdo.

    —¡Nya! —la nena maulló feliz, de vuelta en el bolsillo de James. Meowth, desde el hombro de Jessie, sofocó un grito, escandalizado, y se bajó de un salto.

    —¿Qué pasa? —preguntó Jessie, deteniéndose junto con James.

    Meowth la ignoró y se puso delante de James, mirando fijo a su hija.

    —¡Esa palabra no se dice, Lunita! ¡Es una palabra muy mala!

    —¿Nya? ¡Nya nya! —protestó la pequeña. Meowth miró a Jessie con odio y luego a su hija otra vez.

    —Jessie estuvo muy mal al decir esa palabra, ¿verdad? —volvió a mirar a Jessie con enojo.

    —¿Qué palabra? —preguntó Jessie.

    —¡Tú sabes bien! La palabra que empieza con p.

    —Meowth, estaba enojada, ni me di cuenta que lo había dicho delante de ella y de los mocosos.

    —Vas a tener que moderar esa boca, Jessie. Y reconocer que estuviste mal al decirlo.

    Jessie puso los ojos en blanco.

    —Meowth, ya estoy grande para esto…

    James la tomó del hombro.

    —Hay que ser un ejemplo para Lunita. Además, vamos a ser padres y no puedes andar hablando como camionero borracho.

    —¡Yo no hablo así! —saltó Jessie—. Bueno, ocasionalmente digo alguna palabrota, por Dios, ni que ustedes nunca hubiesen dicho una en su vida.

    —Lo sé, Jessie, lo sé. Pero a nadie le gusta que un niño insulte. Puede que nosotros no la entendamos, pero Meowth sí lo hará.

    —¡Nya, nya, nya! —maulló Lunita, con determinación.

    Meowth parpadeó, sorprendido. Abrió la boca, pero tardó un poco en hablar:

    —Lo harás —le respondió, aunque con vacilación. La pequeña no pareció notar eso y maulló feliz.

    —¿Qué dijo? —preguntó James.

    —D-dijo que algún día hablará como yo y que todos la entenderemos —le tradujo Meowth.

    James estaba por preguntar si era posible que Lunita aprendiera el lenguaje humano, pero fue interrumpido por una voz:

    —¡Oigan!

    Los tres miraron hacia el camino y vieron a Brock corriendo hacia ellos. Estaba solo; los bobos probablemente estaban todavía en la guardería, haciendo que sus pokemón jueguen con los pequeños. Jessie se adelantó un paso, con los brazos cruzados.

    —Ni pienses que vamos a volver, tomarnos todos de las manos, cantar una canción y que al final todos aprendamos sobre la tolerancia y la discriminación, como si esto fuera una película animada para niños.

    —Nunca dije eso —respondió Brock, cuando recuperó el aliento—. Es más, tienen razón.

    —¿Tenemos razón? —preguntó Meowth.

    Brock asintió con la cabeza:

    —Si. Ningún pokemón es peligrosos si está entrenado, como los de ustedes. Ninguno de ellos le harían daño a un niño.

    —¿Y que haces aquí? —preguntó James—. ¿No deberías estar en la guardería?

    —Estaba preocupado, eso es todo. ¿Van al centro Pokemón?

    —Si.

    —Los acompaño.

    —¿Y los otros dos?

    —Les dije que nos encontraríamos allí. ¿Vamos?

    —Vamos.

    ...​

    Joy revisó a los pokemón de Jessie y James (especialmente a Arbok y Weezing) y les dijo que estaban bien, solo un poco estresados. Nada que un buen descanso no curara.

    Mientras los pokemón estaban con Joy, los cuatro fueron a almorzar en la cafetería. Lunita se había dormido y estaba durmiendo dentro de la canasta, arriba de la mesa. Aún conservaba la manga del uniforme y estaba abrazada a él como si fuera una manta de seguridad.

    —Malditos mocosos, nos arruinaron el día —murmuró Meowth, mientras comía un pedazo de salchicha—. Sabía que debimos haber pasado de largo.

    —Vamos, Meowth, los niños no son demonios —le dijo Brock.

    —Lo son. Tú no tienes idea.

    —Crié nueve hermanos, por si te habías olvidado.

    Meowth lanzó un gruñido.

    —Los que yo he conocido eran unas bestias. Los que me pateaban hasta casi romperme las costillas no eran mucho más grandes que esos. Por eso no me gustan mucho los niños.

    Brock respiró hondo.

    —No todos son así. ¿O acaso crees que el hijo de Jessie y James va a golpearte?

    Jessie y James clavaron la vista en Meowth. El felino bajó un poco las orejas.

    —Espero que no —murmuró.

    James le pasó una mano por la cabeza.

    —Nuestro hijo no te haría daño.

    —Nunca lo permitiríamos. Además, nuestro hijo va a ser bien educado, no como esos mocosos del demonio —agregó Jessie—. Y tampoco dejaría que una maestra como esa lo educara.

    Meowth fijó sus ojos en el vientre de Jessie. Lo notaba un poco más hinchado de lo normal, señal de que el bebé crecía cada vez más. No veía la hora de que naciera, ya que jamás había visto un recién nacido.

    —¿Falta mucho para que nazca? —preguntó

    —Seis o cinco meses —respondió Jessie, acariciando su vientre—. Y dentro de un par de meses, sabremos si es niño o niña.

    James torció la cabeza y miró hacia la entrada de la cafetería.

    —¿Esos no son Misty y Ash?

    Todos se fijaron donde James estaba mirando. Efectivamente, eran ellos y parecían muy preocupados.

    —¿Ya los mocosos acabaron con sus pokemón? —les dijo Meowth, una vez que los dos bobos se acercaron a la mesa.

    —No estamos para bromas, Meowth —le dijo Misty, algo irritada.

    —Uno de los niños de la guardería desapareció —explicó Ash.

    —¿QUÉ? —saltaron todos.

    —¿Cuándo pasó? —preguntó Brock.

    —Nos dimos cuenta hace un rato—dijo Misty, apesadumbrada—. Estaba solo, triste y no jugaba con los pokemón. Pensamos que les tenía miedo, pero luego nos contó que él solo quería conocer un Meowth.

    —¿Un Meowth? —preguntaron Jessie y James a dúo. Meowth parpadeó y no pudo evitar sonrojarse un poco, al mismo tiempo que sintió una punzada de culpabilidad por no haber participado.

    —Si. Nos contó una historia de cómo un Meowth lo salvó de un Beedril usando un movimiento tipo Lucha. Sus compañeros no le creyeron y se burlaron de él. Y luego, cuando ya habíamos terminado todo, la maestra se dio cuenta que no estaba.

    Brock se levantó de la mesa.

    —Hay que ir a buscarlo —dijo—. Tal vez se haya perdido en el bosque y puede ser muy peligroso.

    Jessie y James se miraron entre ellos durante un segundo antes de asentir y levantarse también. Meowth soltó un gruñido.

    —De acuerdo, haré mi buena acción del día. ¿Qué hacemos?

    ...​

    Brock tomó las riendas de la situación y decidió revisar por sectores: Ash iría solo con Pikachu; Brock iría con Misty; Jessie con Meowth y James acompañado de Lunita. Habían querido dejarla con Joy, pero había llorado tanto que decidieron que se quedara con James.

    Hacía diez minutos que estaban caminando por el bosque y todavía no lo habían encontrado. Jessie notó enseguida de que Meowth era más útil de lo que creía. Si bien no era un rastreador, podía hablar con los pokemón de la zona y preguntarles si no habían visto al niño, quien respondía al nombre de Timmy, según los bobos. Un par de Butterfree le dijeron a Meowth que le habían parecido ver a un niño pequeño de cabello castaño y de ojos verde oscuro que estaba deambulando cerca de un barranco.

    Al escuchar eso, Jessie apuró el paso. Un niño tan pequeño y solo en un lugar como ese era peligroso, no solo por las piedras enormse en las que se podía romper la cabeza como si fuera una nuez, sino por los pokemón peligrosos que podrían atacarlo allí.

    Por un instante, a Jessie se le cruzó por la cabeza lo que sentirían sus padres si no encontraban pronto al chico. Normalmente, ella tenía la empatía de una piedra, a diferencia de James y Meowth, pero ahora llevaba un hijo en su vientre y se imaginó como estaría ella si su bebé se perdiera. Sintió un nudo en la garganta al pensar en ello. Tenia que encontrar a Timmy

    Escuchó un grito que venía justo al frente de ellos. Comenzó a correr, pensando en las mil y una cosas horribles que le estarían pasando en ese momento.

    Llegaron al barranco. El pequeño estaba con la espalda pegada contra una de las rocas, aterrorizado, mientras un Beedril zumbaba a un par de metros por encima de él Sus aguijones estaban listos para atravesar a Timmy como si fuera una brocheta.

    Jessie metió la mano en su bolsillo para sacar su pokebola. El médico le había prohibido las batallas, pero le importaba un carajo, el chico moriría si no hacía algo rápido.

    Desde la copa de un árbol cercano, un Meowth pegó un salto hacia el Beedril. Con una de sus patas traseras, le pegó con fuerza en la espalda, justo entre las alas. El Beedril se estrelló contra unas rocas y se quedó inmóvil.

    Jessie se acercó a Timmy. Era obvio que era él, porque llevaba el uniforme de la guardería. Se agachó y lo tomó de la cara.

    —¿Estás bien? —le preguntó, secándole las lágrimas.

    —S-s-sí —tartamudeó el pequeño. Tenía el uniforme sucio de tierra y un par de raspones en las rodillas, pero nada serio. Sus ojitos brillaron de alegría al ver al Meowth que lo había salvado—. ¡Es Meowth! ¡Es el que me salvó! —gritó, mientras iba a abrazarlo. El Meowth no se negó y aceptó el abrazo.

    —Debemos regresar rápido antes de que el Beedrill se recupere —dijo Meowth—. Vayamos al Centro Pokemón y nos reuniremos con los demás.

    Jessie tomó al niño de la mano y comenzaron a caminar de regreso al bosque. El otro Meowth también los seguía, muy cerca de Timmy. Jessie temía de que el Beedrill se recuperara y saliera tras ellos, pero pasaron los minutos y nada. Una vez que se sintió segura, se detuvo y se volvió a agachar para ver a Timmy.

    —¿Te das cuenta de lo que hiciste? —le dijo, alzando la voz—. ¡Te fuiste al medio del pu… condenado bosque, con lo peligroso que es! ¡Pudiste haber muerto! ¿Acaso no has pensado en tu familia o lo que sentirían si algo te pasaba?

    El niño la miró, con los ojos llenos de lágrimas otra vez.

    —L-lo si-siento, señora—tartamudeó Timmy—. Pero ellos… ellos no me creían sobre el Meowth que me salvó…

    Jessie respiró hondo y apretó los puños, intentando ignorar el hecho de que la había llamado señora.

    —¡No importa! ¡No debes salir así sin avisar a nadie, mocoso! ¡Hay varias personas que están en el bosque, buscándote y preguntándose donde mier… donde te encuentras!

    El niño empezó a llorar con fuerza, asustado y arrepentido a la vez.

    —Jessie, tiene tres años—le dijo Meowth, intentando tranquilizarla—. Creo que estás siendo demasiado dura con él.

    Jessie se apretó el puente de la nariz con una mano. Si, tal vez se había pasado un poco de la raya. El niño ya estaba bastante asustado y probablemente ya había aprendido la lección.

    —Vámonos —dijo de manera brusca y siguió caminando.

    ...​

    Todo fue alegría cuando Timmy regresó a la guardería, acompañado del grupo. El pequeño les presentó al Meowth y sus compañeritos al fin le creyeron la historia.

    —Muchas gracias por encontrarlos —les dijo la maestra, agradecida.

    —Fueron Jessie y Meowth quienes lo encontraron —se metió Ash—. Debería darles las gracias a ellos.

    La maestra se inclinó noventa grados hacia ambos.

    —Muchas gracias por encontrar a Timmy. Sin ustedes, no sé lo que hubiese pasado. Debe haber algo con lo que pueda pagarles.

    Jessie pensó durante unos instantes.

    —Deje que nuestros pokemón jueguen con los niños y dígales de que ellos no son peligrosos, solo incomprendidos

    La sonrisa de la maestra fluctuó un poco, pero aceptó. Jessie y James sacaron a sus pokemón, no sin advertirles a los niños que tuvieran mucho cuidado. Así, comenzaron a jugar de manera mucho más calmada que unas horas atrás.

    —Creo que nuestro hijo estará muy bien con nuestros pokemón, ¿no? —preguntó Jessie.

    —Si. Además, esto les servirá para interactuar con varios niños.

    Jessie se rió.

    —Oye, ¿acaso planeas que tengamos más hijos?

    James se rió también.

    —Tal vez. Unos ocho o nueve más.

    Jessie le dio un leve empujón en el hombro.

    —Tonto.

    James la tomó de la cintura y la besó en los labios. Algunas niñas soltaron suspiros de ternura, mientras los niños hacían ruidos de desagrado ante la escena.

    —¡Que lindo! ¿Ustedes son novios? —preguntó una niña de trenzas, con los ojitos brillantes de emoción.

    James sintió como sus mejillas se teñían de rojo y se maldijo por eso. Era su novia, se había acostado con ella, conocía su cuerpo de memoria y reaccionaba como un chiquillo tímido y un poco idiota.

    —Si, somos novios —le respondió con dulzura.

    Las niñas se rieron como si fueran un montón de cascabeles sacudidos por el viento.

    —¿Y cuando se van a casar?

    Esa pregunta no se la esperó. Su rostro pasó de rojo a blanco y su cuerpo se paralizó. Su respiración se aceleró y sus manos comenzaron a temblar un poco. Miró a Jessie para ver que respondería y se encontró con que ella lo estaba mirando. Sus ojos azules estaban tan llenos de decepción y tristeza que casi pudo ver como su corazón se rompía.

    Eso fue suficiente para que James recuperara la compostura. Las niñas lo miraban, preocupadas. Intentó hablar, pero Jessie se le adelantó.

    —Aún falta mucho —les respondió. No parecía enojada, sino como si de repente se hubiese acumulado un gran cansancio dentro de ella. Se dirigió a Brock—. Vayamos al pueblo a buscar provisiones y sigamos. No queremos que Ash se quede fuera de la liga por perder el tiempo, ¿no?

    Brock asintió.

    —Tienes razón, aún no hemos comprado nada, por todo este lío —dijo—. Ya se está haciendo de tarde, es mejor que nos marchemos.

    Los seis se despidieron de los niños y de su maestra y partieron hacia el pueblo. James intentó decir algo sobre su reacción, disculparse o cualquier otra cosa pero supo que era inútil. La mirada de Jessie se le quedaría grabada en su mente para siempre.


    Hoy tengo que viajar y no vuelvo hasta dentro de algunos días. Odiaré esto, lo juro. Quiero quedarme en mi casa y pasar la navidad en pijama.

    Nathan: Tal vez este sea considerado un episodio "relleno" o "puente", pero sentí la necesidad de hacerlo

    Bueno, un laburo le tenía que poner a Delia. Del aire no vive, así que considero importante saber como se ganan la vida los personajes. No sé, no me gusta que el ingreso de dinero esté sin justificar.

    ¡Cuanto daño hizo el comentario de Surge en el juego donde hablaba de la guerra! Ahora dicen que por eso hay pocos adultos. Pero hablamos de un mundo donde los pibes viajan a los diez años y los padres a veces les agarra la locura de irse a la concha de la lora y no volver, así que lo de la guerra no lo veo válido. No digo que nunca hubo una guerra, pero le dan demasiada importancia en mi opinión.

    Hasta la próxima semana y una muy Feliz Navidad para todos.
     
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