Explícito de Pokémon - El que no sufre no aprende

Tema en 'Fanfics de Pokémon' iniciado por Siletek, 24 Julio 2017.

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    J.Nathan Spears

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    Vaya, el episodio estuvo bastante interesante. No me esperé que Rita espantara a James así de fácil y sin intención con un simple "me gustas" -w-U. Hasta qué extremo llega la cobardía de James, ¿No es así? -w-U. Aunque no es culpa de él, sino de su familia culera xD.

    También encuentro bastante buena la exploración sobre la psiquis de Jessie y Meowth que hiciste a lo largo del capítulo, mientras buscaban a James. Ay, pobre Meowth, odia estar solito uwu... al menos no es tan abrasivo como la peinado de dentífrico y hasta es gracioso :V.

    Tardaste, Sherlock ;P

    Llevo haciéndolo sin querer queriendo desde el inicio, puesto que como no soy un erudito en cuanto a música "popular", no entiendo las líricas que pones... y con mayor razón, ahora me interesan todavía menos. Pero la historia en sí sigue con mi atención sin dividir ni flaquear ;). Faltan comentarios de la jefa Plushy Berry nada más xD

    A ver, qué más puedo añadir...

    Pero igual podrían tener relaciones :V
     
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    Buenas...me gusto el primer capítulo y por eso comento. Además aclaro que es el único que he leído.

    Pues bien, cuando yo aún seguía(hace largo tiempo ya) pensaba que el trío era bastante cómico, pero a la vez, un poco sosos en lo que respecta un poco a su participación a la trama; pese a que como todos en algún minuto tenían sus buenos momentos. Lo que me llamó más la atención fue que en tu escrito la personalidad de los personajes se asemeja bastante a la original, salvo por la "nueva" situación que hay entre Jessie y James. Otra cosa que me queda dando vueltas fueron las experiencias poco afortunadas de James con el sexo opuesto o su nula interacción con este.

    Por cierto, que se usará a Weezing como un basurero fue un lol.

    En cuanto vaya avanzando, comentaré más.

    Saludos y suerte.
     
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    El que no sufre no aprende
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    Voy a mentir

    Cuando les diga que ya superé

    Que nunca hubo dolor en mi piel

    Que nada tuyo existe, nena.


    Vine hasta aquí


    Los Piojos

    Capítulo nueve

    Operación Fracaso


    Después de muchas horas en la oscuridad, muertos de hambre, de miedo y de frío, el Equipo Rocket volvió a sentir la caricia del viento de las montañas enredándose en sus cabellos, gracias a que Arbok pudo hacer un túnel para salir al exterior.

    Jessie había creído que volando el Monte Abuelo con explosivos, iba a desenterrar montones de fósiles para venderlos en el mercado negro. Lo único que consiguieron fue quedar enterrados en una cueva subterránea, rodeado de unos furiosos Pokemón que se creían extintos desde hacia miles de años atrás. De no ser porque Arbok sabía el movimiento Excavar, habrían terminado con sus huesos masticados por un Aerodactyl.

    Ahora estaban en la superficie, hambrientos y sucios, pero vivos. Habían perdido el rastro de los bobos en el Monte Abuelo y ahora no sabían por dónde ir. Para colmo, no faltaba mucho para que anocheciera.

    Fueron en búsqueda de su globo, intentando encontrar un tramo de terreno conocido en medio de las montañas. Cuando la noche cayó completamente sobre ellos, aún no lo habían hallado y tuvieron que dormir sobre las piedras, sin luz, sin agua y sin comida, con sus sueños plagados de pesadillas sobre Aerodactyl hambrientos desgarrándoles la carne de sus huesos como si fueran un simple pedazo de carne.

    Recién pudieron encontrar el globo a la mañana siguiente, escondido detrás de una de las numerosas rocas que moraban en las montañas. Comieron y bebieron lo poco que tenían y se dispusieron a alejarse lo más rápido posible de allí. Próximo destino: Ciudad Ocre.

    —¿Alguna señal de los bobos? —Jessie miraba por sus prismáticos, recorriendo la carretera.

    —No —respondió James, enfrascado en la misma tarea.

    —Lo único que veo es un camión —comentó Meowth.

    —¿Camión de qué?

    —No lo sé, pero dice: “Peligro: contiene pokemón”

    Jessie sonrió.

    —Fracasamos en el Monte Abuelo, pero no vamos a fracasar en esto. Vayamos más rápido: vamos a robar ese camión.

    ...​

    Kyle dio una última calada a su cigarrillo y lo apagó en el cenicero. Viajaba por la carretera, llevando en la parte trasera una carga valiosa: unos treinta pokemón de todo tipo y tamaño. Estos habían sufrido mucho maltrato de parte de sus entrenadores, pero ahora tendrían una vida larga y tranquila en una reserva pokemón.

    Siguió manejando sin ningún inconveniente, cuando de pronto vio un bulto al costado del camino.

    —¡Dios mío!

    El conductor desaceleró (si frenaba de golpe, podría dañar a los pokemón que tenía atrás) hasta detenerse por completo. Hizo marcha atrás, apagó el motor, dejó la llave dentro y bajó del vehículo. Se acercó al bulto con cuidado.

    Era un Arbok imponente, de más de tres metros de largo, tendido al costado del camino. Había sangre sobre él y chorreaba por el costado de su cuerpo hasta el pavimento. Probablemente algún otro camión lo habría atropellado y abandonado a su suerte o un entrenador bastante hijo de puta que había decidido abandonarlo porque ya no le servía.

    —Pobrecito —murmuró. Debía tener cuidado. Los Arbok eran conocidos por su agresividad y podían aplastar un barril de acero con la misma facilidad que una persona estrujando una lata vacía de refresco. Se arrodilló al lado de pokemón—. Tranquilo, todo va a estar bien, amigo.

    El Arbok abrió un ojo y lo miró. No parecía ser una amenaza, dado a su estado. De hecho, se lo veía bastante dócil.

    —Todo va a estar bien —repitió.

    —¡Ahora, Arbok!

    El pokemón se movió tan rápido que Kyle no pudo reaccionar a tiempo. Cuando pudo procesar lo que pasaba, el Arbok estaba usando Constricción contra él.

    —¡Suel… suéltame! —intentó gritar Kyle, pero el Arbok no le estaba dando mucho lugar para moverse o respirar. Escuchó unas risas cerca de él y se dio cuenta de lo que pasaba: unos ladrones le habían tendido una trampa —¿Quiénes son ustedes?

    —Prepárense para los problemas —dijo una mujer pelirroja saliendo de los arbustos. Al ver la letra R en su ropa, supo que eran del nefasto Equipo Rocket.

    —Y más vale que teman —un hombre de pelo color lavanda apareció a su lado.

    —Para proteger el mundo de la devastación.

    —Y unir a los pueblos de nuestra nación.

    —Para denunciar los males de la verdad y el amor.

    —Y extender nuestro reino hasta las estrellas.

    —Jessie…

    —James…

    —El Equipo Rocket viajando a la velocidad de la luz.

    —Ríndanse ahora o prepárense para luchar.

    —¡Meowth, así es! —dijo un Meowth, posicionándose en medio de los dos.

    Jessie se acercó a Kyle, con una sonrisa bastante malvada.

    —¿Vieron? Diluir pintura roja con agua para que parezca sangre funciona. Arbok, afloja un poco, pero no lo sueltes. Si hace un movimiento brusco, ya sabes que hacer.

    El Arbok obedeció a su entrenadora y sintió como la presión disminuía un poco. Sentía que cada centímetro de su cuerpo le dolía. Sin ningún reparo, Jessie le revisó los bolsillos y sacó su pokebola.

    —¡Mi Pidgeotto! —Kyle intentó agarrarla, pero el Arbok lo apretó tan fuerte que sintió que crujían sus huesos.

    —Una vez más que hagas eso y mi Arbok usará picotazo venenoso contra tu cara —amenazó Jessie —. Vámonos.

    —Saqué a Weezing para nada —se quejó James.

    —Déjalo afuera, nos servirá por si viene la policía —dijo el Meowth parlante.

    —Arbok, ya puedes soltarlo

    El pokemón se desenrolló y Kyle cayó al piso. Le dolían tanto los músculos que no podía moverse aunque quisiera. Solo pudo ver, impotente, como se subían al camión y se perdían de vista en el horizonte.

    ...​

    Estaban algo apretados en la cabina, pero con un montón de pokemón en la parte trasera. Al fin, después de meses, algo les había salido bien.

    —¡Ganamos, ganamos! —festejaban los tres. Incluso Arbok parecía feliz, apoyando su cabeza en el hombro de Jessie y refregándose en su cara.

    —Eres adorable, Arbok —Jessie le acarició la cabeza, algo sorprendida. Hacía diez años que tenía a su pokemón y le era muy fiel, pero rara vez era cariñoso.

    —Chabok —le lamió el cuello, provocándole cosquillas.

    —Estás muy raro —le dijo, riéndose.

    —Vamos a celebrar —dijo James, quien conducía. Sacó la vista del camino y, con una sola mano, intentó manipular el estéreo .

    Meowth se inclinó hacia adelante.

    —Deja que yo elija la radio —dijo, mientras intentaba cambiar el dial.

    —El que maneja elije la música.

    —Eso lo acabas de inventar.

    —No voy a dejar que pongas tu música deprimente. Estamos de fiesta.

    —¡Cuidado! —gritó Jessie.

    Un Tauros estaba en medio del camino. James quiso frenar y esquivarlo a la vez, pero solo logro que el camión terminara volcando y girando sobre sí mismo. Jessie y James tenían puestos los cinturones de seguridad, pero sus pokemón y Meowth no y salieron despedidos por el parabrisas, quebrándolo en mil pedazos. Dieron varias vueltas hasta que, finalmente, se detuvo en medio de la carretera, quedando de costado. Jessie estaba casi encima de James, sujetada por el cinturón de seguridad.

    Se quedaron unos momentos en el camión, en estado de shock, pero milagrosamente ilesos. Solo el llanto de dolor de los pokemón, tanto de los que iban en la parte de atrás del camión como el de los suyos propios, los hicieron reaccionar.

    —¿Estás bien, Jessie? —le preguntó James.

    Ella asintió.

    —Sí, estoy bien. Salgamos de aquí.

    Jessie se sacó el cinturón y abrió la puerta del camión para poder salir. Miró hacia la parte de atrás de la camioneta.

    Era una escena horrible. Un número indeterminado de pokemón estaban desparramados por el pavimento, apenas pudiendo moverse. Había sangre derramada por todos lados, bajo un irónico cielo azul y despejado.

    Jessie se desentendió de ellos por el momento. Necesitaba saber cómo estaba Arbok y Meowth y eso era su prioridad ahora.

    Ambos estaban a un costado del camino, a unos cincuenta metros. Meowth lloraba y se agarraba la frente, justo donde debía estar el amuleto, y se le escurría la sangre de entre los dedos. Arbok estaba hecho un nudo y solo soltaba lamentables gemidos. Weezing parecía el más ileso, aunque botaba humo de sus orificios y mostraba algún que otro raspón.

    —Meowth, déjame ver tu cabeza —le dijo, intentando mantener la calma. Ponerse histérica ella no iba a servir de nada.

    Meowth no dio muestras de oírla, solo seguía llorando y agarrándose la frente. Jessie intentó sacarle la pata para ver que tan grave era la herida.

    El amuleto no estaba. En su lugar, tan solo había un agujero donde manaba sangre a borbotones. Era peor de lo que esperaba.

    —Sigue sosteniendo la herida —dijo ella, de la manera más profesional posible. En su adolescencia, había estudiado enfermería pokemón, pero nunca se había graduado y mucho menos ejercido. Y, aunque fuera una enfermera, no tenía ni siquiera un algodón a mano. A veces curaba ella misma a Arbok, Weezing y Meowth si no era algo grave pero esto ameritaba ayuda médica. No le importaba ir presa después.

    Se dio vuelta para volver al camión y casi se chocó con James. Parecía no haberse recuperado del shock y miraba la carnicería que se había formado. Se dio vuelta hacia Jessie, temblando.

    —¿Cómo están? —preguntó.

    Jessie lo abofeteó con todas sus fuerzas.

    James casi se cayó de costado por el impacto. La miró estupefacto, agarrándose la mejilla golpeada.

    —¡Estarían bien de no ser porque fuiste un maldito irresponsable al volante! ¡Pudiste habernos matado a todos! ¡Vaya a saber si hay algunos pokemón muertos ahí atrás! —lo agarró con fuerza de los hombros, clavándole las uñas y comenzó a zarandearlo como si fuera un muñeco de trapo.

    Mientras discutían, un auto que venía de la mano contraria frenó al ver la escena catastrófica. Jessie dejó de sacudir a James y fue corriendo hacia el vehículo para pedir ayuda.

    ...​

    Las ambulancias llegaron enseguida. Arbok, Weezing y Meowth viajaron en la misma ambulancia, junto con Jessie, James y una Chansey. Jessie acariciaba la cabeza de su pokemón, diciéndole que todo estaría bien y que saldrían en pocas horas. James, en cambio, estaba en silencio, probablemente pensando en las cosas que Jessie le había dicho, con la mirada fija en su Weezing. Meowth estaba siendo atendido por una Chansey y estaba tan débil por la pérdida de sangre que ya no tenía fuerzas para llorar.

    Para sorpresa de todos, no fueron a un centro pokemón, sino a un hospital de personas. Había tantos pokemón heridos que no había lugar para atenderlos. Cuando entraron al hospital, Jessie se dejó caer en un sillón de la recepción, agotada. James no se animó a sentarse a su lado, como si fuera indigno de ella. En su lugar, se recostó contra la pared, mirando como las camillas entraban una tras otra. En un momento, pasaron al frente suyo dos camillas cuyos pokemón estaban completamente tapados con sábanas blancas y cerró los ojos con fuerza. Era su culpa, su maldita culpa por haberse peleado con Meowth por la estúpida radio.

    Estuvieron menos de cinco minutos sin dirigirse la palabra, rodeados de caos y dolor por cada rincón que miraran hasta que Jessie se levantó de golpe.

    —No lo soporto más. Voy a buscar a mi Arbok —dijo y se adentró en los pasillos a zancadas, esquivando las camillas. James la siguió, casi corriendo.

    No tardaron mucho en encontrar a Arbok, ya que era el único que había en todo el hospital. Estaba compartiendo la camilla con un Raticate que tenía los dientes rotos. Él y Arbok se miraban con odio y parecían listos para pelear en cualquier momento:

    —¿Alguien puede llevarse a ese Raticate? —gritaba Jessie, al borde de la histeria. James estaba detrás de ella y cada tanto tenía que esquivar su cabello cada vez que sacudía violentamente su cabeza —¡Insiste en tratar de morder a mi lindo Arbok!

    —Espera… tranquilo —James intentaba calmar a Raticate, pero no con mucha convicción.

    —Los dientes de Raticate están rotos, no podría morder nada aunque quisiera —un médico de unos treinta años, alto y moreno apareció detrás de Jessie. Por un extraño motivo, a James no le gustó el tipo —. Solo péguenle los dientes con supergoma, gracias —agregó, dirigiéndose a una Chansey. El pokemón enfermera levantó a Raticate por encima de su cabeza y se lo llevó a una de las habitaciones.

    —¿Quién es usted? —le preguntó Jessie, de manera hosca.

    —Soy el doctor Procto —se presentó el médico—. ¿Qué tal una pizza conmigo después de curar a estos pokemón?

    —Apuesto a que es un gran doctor —lo halagó Jessie, dejando su tono agresivo de lado. Incluso sonaba seductor. James lanzó un gruñido.

    —Pues sí, si lo soy.

    —Después hablamos de la pizza, pero ahora tiene que ayudar a mi Arbok —continuó Jessie, sin perder su sensualidad.

    —Está bien —dijo Procto, mientras se puso a examinar a Arbok. Por un momento, James deseó que la serpiente le pegara un buen mordisco en la mano.

    Después de un rato, el doctor Procto dio su diagnóstico:

    —Su propio veneno está circulando por su cuerpo, tendré que extraerlo rápidamente —acto seguido, se llevó a Arbok a otra sala, acompañado de una Chansey. Jessie y James los siguieron, casi corriendo, donde otros dos doctores los esperaban.

    Solo que esos dos no eran doctores.

    Eran los bobos.

    —¿Ustedes? —gritó el bobo .

    —¡El bobo! —gritó Jessie.

    —¿El bobo es un doctor? —preguntó James, aterrado. O había una gran escasez en profesionales de la salud para seres humanos en Kanto o se habían tropezado con una máquina expendedora de diplomas universitarios. De algo estaba seguro: esos dos no iban a tocar a su Weezing ni con un palo de tres metros.

    —¿Qué plan tonto tienen esta vez? —dijo el bobo, acercándose a ellos de manera amenazante.

    —Luego —dijo Jessie, dejándole de prestar atención y volviéndose al médico—. Doctor, estaría muy agradecida si ayuda a mi Arbok —le dijo, usando otra vez su tono seductor. Dios, como odiaba que usara ese tono con otros hombres. Sentía que se revolvía el estómago.

    —No confíe en ellos, doctor. Ellos dos son del equipo Rocket —recriminó el bobo.

    —¿Y qué? Arbok está herido —le dijo Jessie, de manera tan amenázate que el bobo retrocedió.

    —¡Somos malos, pero no insensibles! —agregó James, a los gritos.

    El médico, ignorando la pelea, llamó a una Chansey.

    —Chansey, trae una hipodérmica con anestesia —le dijo.

    El pokemón no tardó en regresar con una jeringa. El médico la tomó y se acercó a Arbok.

    —¡Doctor! —intentó decirle Ash, pero Procto no lo escuchó y le inyectó la anestesia a Arbok, justo en la parte anudada de su cuerpo.

    Arbok se levantó de golpe y soltó un grito, cosa que asustó a todos excepto al médico. Después de un par de segundos de agonía, Arbok se dejó caer en la camilla, como si lo hubieran noqueado de un solo golpe.

    —¡Quería que lo curara, no que lo matara! —exclamó Jessie, al borde de querer golpear al médico.

    —Solo está durmiendo, para que yo pueda curarlo —le dijo, mientras intentaba desenredar a Arbok. Los músculos del pokemón estaban relajados y ya se podía trabajar con él.

    —Doctor, ¿por qué los ayuda? Ellos son del equipo Rocket —insistía el bobo.

    —Para un doctor, un paciente es un paciente. Aquí no hay gente buena ni mala, Ash —le explicó el médico, sin dejar de atender a Arbok. Miró al bobo—. El trabajo de un doctor es curar, no juzgar.

    Aunque James sintiera antipatía por el doctor Procto, no pudo evitar sentir cierta admiración por lo que le había dicho al bobo. Pero no lo iba a demostrar.

    —Lo siento —se disculpó el bobo.

    Dos Chansey entraron a la sala, empujando una camilla cada una. En la primera, estaba sentado un Poliwhart con una herida en su estomago y en la segunda un Weepinbel con un Voltorb dentro de su boca. James sintió un ramalazo de culpabilidad en medio del pecho. Weepinbel era su pokemón favorito.

    —Vienen más en camino —murmuró el bobo.

    —Aún tengo que trabajar con Arbok. Tal vez le pueda pedir a esta joven y bella dama que nos ayude —dijo el médico, refiriéndose a Jessie. Ella lo miró, ligeramente sonrojada, lo cual encendió la furia de James.

    —Supongo que se refiere a mi —sonrió Jessie. El médico le devolvió la sonrisa y James sintió unas fuertes ganas de borrársela de un puñetazo.

    —Así es.

    —Haré lo que pueda.

    James se adelantó un paso hacia él.

    —Yo también —dijo, con sinceridad —. Díganos que debemos hacer y lo haremos.

    ...​

    Ni en sus sueños más delirantes, James había imaginado ser un doctor pokemón y mucho menos trabajar junto con “el bobo mayor”, como había decidido llamar al adolescente moreno que viajaba con los otros dos. Pero ahí estaba, intentando curar a un Pinsir que estaba sentado en una camilla con una de sus pinzas rotas. El bobo mayor estaba pegando la pinza con pegamento, mientras que James lo sostenía para que no se moviera.

    —No dejes que se mueva —le dijo el bobo mayor, mientras pegaba la pinza.

    —Eso intento —James estaba asustado. Su rostro estaba a unos escasos centímetros de la poderosa mandíbula del Pinsir y sabía muy bien que ese tipo de pokemón era agresivo.

    El bobo mayor terminó de colocar la pinza .

    —Perfecto, esto quedará muy bien —dijo, muy satisfecho de sí mismo—. Trata de no moverte mucho hasta que el pegamento seque —agregó, dirigiéndose al Pinsir.

    El Pinsir comenzó a mover sus mandíbulas y a hacer ruido, cosa que asustó a James.

    —Quédate tranquilo —le dijo, temblando de miedo.

    El bobo mayor se rió.

    —Solo te está dando las gracias, James.

    —Ah —respondió, no del todo seguro—. ¿Ya lo puedo soltar?

    —Sí, creo que sí.

    James lo soltó con cuidado y se acomodó un mechón de pelo. En eso, sintió un llanto de un pokemón.

    Era un pequeño Odidsh, al que le faltaban algunas hojas de su cabeza y mostraba moretones en su cara. Su preferencia a los pokemón planta lo hizo dirigirse hacia él, a pesar de que había otros más graves que él.

    —¡Oddish! —lloraba, empapado en lágrimas y no era para menos: el pokemón usaba sus hojas como si fueran manos y ahora estaba lisiado.

    —Espera un momento —le dijo. Buscó a una Chansey y la mandó a buscar un poco de poción. No tardó en regresar con una pequeña botella de plástico verde con un pulverizador.

    —Cierra los ojos —le dijo al Oddish, con suavidad. El pokemón lo miró y dejó de llorar, aunque todavía su cuerpito se convulsionaba. Tardó un poco en hacerle caso.

    James le aplicó la poción en los lugares donde veía magullado. Después de un rato, los moretones sanaron.

    —Todo va a estar bien —le dijo, mientras lo alzaba en brazos y lo acunaba. El Oddish se acomodó en su pecho, agradecido por los cuidados. Al cabo de unos pocos minutos, estaba profundamente dormido.

    James lo puso de vuelta en la camilla, lo tapó con una sábana y se inclinó para darle un beso, como si lo hiciera con un niño pequeño. Al darse vuelta, su mirada se cruzó con la del bobo mayor.

    —Tienes mano para esto —le dijo, algo sorprendido.

    James sintió como sus mejillas se teñían de rojo.

    —Lo traté como se le trata a un niño. Al fin y al cabo, tener pokemón es casi como tener hijos —comentó, como si no le diera importancia al asunto.

    —Hay muchos que no tienen ese concepto en claro.

    James comenzó a buscar de manera frenética un pokemón del cual ocuparse. No estaba acostumbrado a ser sociable y se sentía muy incómodo sin Jessie y Meowth cerca suyo.

    Y hablando de Meowth…

    —Mi amuleto…

    James reconoció de inmediato la voz de su amigo. Se dio vuelta y lo vio caminando entre las camillas, como si fuera un zombi. Ya no sangraba, pero seguía sin tener un amuleto. En su lugar, tenía puesta una gasa sujetada con cinta.

    —¡Meowth! —James corrió hacia él y lo sujetó justo antes de que se cayera—. ¡Vuelve a la camilla!

    —Mi amuleto —seguía llorando.

    James lo alzó en brazos y se lo llevó casi corriendo, buscando la camilla de donde se había bajado. Casi chocó con el doctor Procto cuando doblaba una esquina.

    —Con que aquí estaba —comentó, con calma.

    —Sí, se escapó —murmuró James, con rabia contenida.

    Procto le echó un vistazo al historial médico que tenía en la mano.

    —Este Meowth perdió mucha sangre. Necesita una transfusión —dijo —. Ya me encargué de pedirla al centro pokemón hace unos cinco minutos —una Chansey pasó por el costado y Procto la detuvo —. ¿Serías tan amable de llevar a Meowth a su camilla? Y cuida que no se escape otra vez.

    James no tuvo otra opción que entregarle a Meowth y ver como la Chansey lo alzaba en brazos para llevárselo de allí. Una transfusión sonaba a algo serio y James sintió un poco de preocupación por el felino.

    Procto se fue a atender a otros pokemón. James decidió imitarlo y hacer lo mismo con ayuda del bobo mayor, ya que parecía que sabía lo que estaba haciendo. No fue tan malo como creía. De hecho, ayudar a pokemón heridos le hizo sentir muy bien consigo mismo, por primera vez en mucho tiempo, a pesar de que había sido su culpa. No quería ir a la cárcel, pero ayudarlos le alivianaba la carga un poco.

    —Brock —el bobo apareció en el lugar donde trabajaban—. Te necesitamos por aquí.

    El bobo mayor miró a James.

    —¿Puedes quedarte aquí solo?

    —Sí, creo que si —dijo James, mientras aplicaba unos vendajes a la pata de un Tauros.

    —Perfecto.

    Los dos se marcharon y James quedó solo con los pokemón. Terminó de vendarle la pata al Tauros y se sentó en un banco, agotado. No sabía cuántas horas había estado allí. Todavía era de día, al juzgar por el cielo claro y limpio del exterior. Tal vez unas cuatro horas.

    Se levantó después de cinco minutos, tomó un vaso de agua y siguió atendiendo, a pesar de que sus conocimientos médicos eran casi nulos. Pero era bueno tranquilizando a los pokemón. Con ayuda de un par de Chansey, pudo atender con más eficiencia.

    Pasaron como dos horas más. Para ese entonces, la mayoría de los que estaban con él ya habían sido atendidos. Decidido a tomarse un descanso más largo, fue a ver a Meowth. Se sorprendió al ver que Jessie estaba con él. Y no estaban solos: habían otros pokemón, en igual o peores condiciones que él.

    —¿Cómo está? —le preguntó a Jessie. Meowth estaba dormido.

    —Ya le hicieron la transfusión —respondió —. Está mucho mejor ahora.

    —¿Pudiste ver a mi Weezing?

    —Lo atendieron hace rato y ya está mejor .

    —Me alegro.

    — Ya me estoy hartando de hacer caridad —gruñó Jessie, cruzándose de brazos—. Aprovechemos para robar los pokemón. Y esta vez manejo yo.

    James dudó. Ni se le había cruzado por la cabeza volver a robarlos. Lo único que quería hacer era marcharse y hacer otro plan.

    —No podemos hacer eso.

    Jessie lo miró, con los ojos chispeantes.

    —¿Qué?

    —Lo que oíste: no podemos hacerlo.

    —¿Y por qué no?

    James se apretó el puente de la nariz y comenzó a enumerar con los dedos.

    —Uno: no tenemos el camión. Dos: No tenemos ningún medio de transporte lo suficientemente grande para llevarlos. Tres: nuestros pokemón siguen heridos y los de los bobos no. Cuatro: llevarlos en ese estado es muy peligroso. Y cinco: el jefe no va a querer pokemón heridos.

    Jessie parpadeó.

    —¿Y qué pretendes que hagamos?

    James se encogió de hombros.

    —Seguir curando a los pokemón que faltan.

    Jessie enarcó una ceja.

    —¿Y si no quiero?

    —Nadie te retiene. Aunque sería una lástima que pierdas la “pizza” con el doctor —agregó, de manera mordaz.

    —¿Sabes? Tienes razón. No me voy a perder la pizza con Procto.

    —Sí, ahora se le llama “pizza”.

    —Estás siendo un idiota, James —le dijo Jessie y se marchó, casi empujándolo al pasar por su lado.

    Así que así están las cosas, pensó James, sentándose en la camilla. Sabía que no tenía derecho a tener celos, pero no podía evitarlo. Era como un fuego que se extendía desde su garganta hasta la boca del estómago. No quería que Jessie estuviera con otro hombre, simplemente su corazón se negaba a dejarla ir.

    —¿James? —Meowth se había despertado.

    —Acá estoy, Meowth —le dijo, sentándose en la camilla—. ¿Cómo te sientes?

    —Mejor —se tocó la frente y profirió un quejido al notar que su amuleto no estaba.

    —Cuando salgamos de aquí lo buscamos, ¿sí?

    Meowth asintió.

    —¿Cuándo nos vamos?

    —No lo sé, supongo que hoy.

    —¿Dónde está Jessie?

    —Se enojó porque le dije que no era conveniente robar los pokemón otra vez.

    Meowth permaneció en silencio durante casi un minuto antes de responder.

    —Supongo que tienes razón. Tenemos mucho a nuestra contra. Supongo que no lo entendió.

    —No. Pero ya volverá —James se levantó.

    —¿Adonde vas?

    —Voy a buscar al doctor y preguntarle si ya nos podemos ir

    —No me dejes —dijo Meowth, de manera atropellada.

    James respiró hondo.

    —No lo haré.

    Alzó a Meowth en brazos, como si de un bebé se tratara.

    —¿Puedes quedarte así?

    —Sí, pero es muy humillante.

    James salió de la sala, caminando un poco más lento de lo habitual, para no sacudir demasiado a Meowth. Pasó por la recepción y se cruzó a los tres bobos que iban en dirección contraria.

    —¿Meowth está bien? —le preguntó el bobo mayor, deteniéndose.

    —¿Eh? Ah, sí, mejor —respondió, deteniéndose también. Meowth, quien normalmente le gustaba participar en todo, giró su cabeza hacia el pecho de James, evitando las miradas. Tal vez no quería que se burlaran por no tener su amuleto.

    —¿Dónde está Jessie?

    James se encogió de hombros.

    —No lo sé.

    —¿Qué están planeando? —preguntó el bobo, de manera hosca.

    —¿Yo? Preguntarle al doctor el estado de Weezing y de Meowth, para ver si ya podemos irnos.

    —Me temo que no podrá ser ahora —dijo el bobo mayor—. Procto se clavó una jeringa con un sedante hace un rato y ahora está dormido.

    Meowth giró la cabeza hacia el adolescente, más dormido que despierto.

    —No puede ser —dijo, somnoliento.

    —¿Por qué no? —preguntó el bobo.

    —No basta con clavarse una aguja. Hay que inyectar el líquido que lleva adentro. Si me lo preguntan, les vio la cara de bobos y ahora se está tomando una siesta mientras ustedes trabajan.

    —¡No creo que el doctor Procto haga algo como eso! —saltó el bobo.

    —Aunque, desde que llegamos, se estuvo quejando de que quería descansar —agregó la boba, pensativa.

    Los tres se quedaron inmóviles, como si analizaran la situación. Luego el bobo mayor murmuró en voz baja algo que sonaba parecido a “grandísimo hijo de puta” y regresó por sobre sus pasos, casi a las corridas y apretando los puños. Los otros dos dudaron un momento antes de ir tras él.

    ...​

    Varias horas después, James caminaba por el bosque junto a Meowth y Arbok, buscando el globo y, de paso, a Jessie. Weezing estaba dentro de su pokebola y totalmente recuperado de las lesiones. No podía decir lo mismo de Arbok, quien se deslizaba como si estuviera borracho, producto de la anestesia. Procto le había dicho que era por usar un anestésico humano y que tardaría un rato largo en que el efecto se fuera. Insistió en que se quedaran, pero James, temiendo que una oficial Jenny descubriera la verdad sobre el accidente, prefirió marcharse a pesar del estado de Arbok. Como Jessie tenía la pokebola, no podía contenerlo. En cuanto a Meowth, le había crecido un amuleto nuevo y ahora no podría estar más feliz.

    James tenía a Meowth cargado en su hombro y a un atontado Arbok a su derecha, el cual tenía la manía de estrellarse contra algún árbol de manera aleatoria. James intentaba evitar que se golpeara, pero no con mucho éxito.

    Después de lo que le pareció una eternidad, encontró el globo. Jessie estaba sentada en el suelo, con las rodillas recogidas hasta el mentón. Al verlos, se paró de un salto.

    —¡Arbok! —exclamó, ignorando a los otros dos. Lo abrazó con fuerza, mientras que su pokemón refregaba su cabeza contra ella de manera torpe—. ¿Estás bien?

    —Aún bajo los efectos de la anestesia, pero bien —gruñó James, mientras Jessie lo metía de vuelta a su pokebola—. ¿Por qué demonios te fuiste? ¿Sabes lo difícil que fue arrastrar a Arbok hasta aquí?

    Jessie apretó los puños.

    —Estabas actuando como un imbécil.

    —¿Yo? ¡Nos dejaste tirados a los tres! Si no querías hacer nada, te hubieses tirado a dormir por ahí, pero no irte del hospital.

    —Ya cállense —dijo Meowth, desde el hombro de James. Parecía sentirse mejor —. Vámonos antes de que anochezca.

    Dispuestos a no hablarse, Jessie y James armaron el globo y viajaron durante casi tres horas en el más hermético silencio. Meowth fue el que decidió donde bajar, al ver que lo de no hablarse iba en serio. Por suerte, encontraron una pequeña cabaña a menos de doscientos metros y decidieron dormir allí, al ver que estaba deshabitada.

    Era como una de las muchas cabañas que habían visto y habitado a lo largo de su vida: solo una habitación grande con baño tradicional y cocina a leña, con algunos pocos muebles y objetos como mesas, sillas, futones y utensilios de cocina. Era lo justo y necesario para ellos.

    Una vez que se instalaron, se tomaron un baño y comieron pan tostado con arroz y té verde. La tensión dentro de la cabaña era tan fuerte que Meowth apenas comió la mitad del plato.

    —Voy a ver la luna —dijo, rompiendo el silencio. Se bajó de la silla y se marchó por la puerta. Que recordara, no había luna llena esa noche.

    Apenas se cerró, James miró a Jessie, furioso.

    —¿Tanto te cuesta admitir que yo tenía razón?

    —¿En qué?

    —En que los pokemón ya no se podían robar.

    —¿Y acaso la culpa fue mía? Yo no estaba manejando.

    La verdad lo sacudió como un baldazo de agua fría, pero no pensaba perder.

    —¿Y por eso tuviste que dejarme solo con Meowth y Arbok, solo porque resalté que querías revolcarte con Procto?

    Las pupilas de Jessie se dilataron.

    —¿Y qué te importa a ti con quien me acuesto? Tú no eres mi dueño.

    James se mordió los labios. No quería ser su dueño, quería ser algo más que su maldito compañero de cama.

    —Es cierto, no me importa —dijo. Luego, sin poder evitarlo, porque sabía que la haría hervir de rabia, agregó por lo bajo —. Vieja bruja.

    La reacción fue tan inmediata que casi no la vio venir. Jessie se abalanzó sobre James y lo tiró al polvoriento piso. A duras penas la pudo sujetar por las muñecas para evitar ser golpeado.

    —¡Maldito desgraciado! —chillaba, mientras intentaba zafarse del agarre de James. Como pudo, James logró voltearla a un costado y ponerse encima de ella para reducirla.

    No supo exactamente que pasó, pero de repente comenzaron a besarse con furia, casi como si quisieran devorarse el uno al otro. La rabia que sentían se había transformado de alguna manera en una pasión incontenible.

    James prácticamente le arrancó la parte superior del uniforme, dejando su hermosa piel blanca al descubierto. Comenzó a chupar y a morderla en ocasiones, mientras Jessie le arañaba la espalda, dejando surcos ardientes en su piel.

    Metió una mano bajo la falda y le sacó la ropa interior, tirándola a un costado. Metiósu mano allí y la acarició, provocando gemidos incoherentes de parte de Jessie, mientras le mordía el hombro en una manera primitiva de marcarla como suya.

    Retiró la mano. Apenas lo hizo, ella logró incorporarse y tirarse encima de James, tirándolo al suelo. Le bajó el pantalón y el bóxer hasta las rodillas, dejando ver su hombría completamente exitada

    James volvió a arrojarse sobre Jessie, para tenerla bajo control. Le separó las piernas y se unió a ella. Sin esperar un segundo, comenzó a moverse con fuerza, arrancando gemidos cada vez más fuertes. Jessie envolvió las piernas alrededor de la cintura de James, para poder sentirlo aún más hasta que, finalmente, llegaron al éxtasis los dos al mismo tiempo por primera vez.

    James se separó con cuidado de Jessie y se acostó a su lado, agitado y agotado. No tenía ni idea por qué habían tenido sexo cuando antes estaban peleando.

    —¿Estás bien? —le dijo James, después de que sus palpitaciones regresaron a la normalidad.

    —Sí, sí, estoy bien —respondió ella, mirándolo a los ojos. James esquivó su mirada.

    —Lo siento, no sé qué pasó.

    —Tuvimos sexo enojados, eso es todo. A veces pasa.

    James la volvió a mirar a los ojos.

    —Lo siento por lo del accidente. Fue mi culpa que hayamos chocado.

    —Y la de Meowth.

    —También.

    —Y yo lo siento también por dejarte solo. Arbok me debe odiar.

    —No digas eso, Arbok te ama.

    —Ya hablaré con él mañana y le pediré disculpas… ¿Y Meowth?

    —En el techo —James se levantó y comenzó a vestirse—. Mejor lo voy a buscar.

    —Yo voy a sacar los futones del armario en un rato.

    James se terminó de vestir y salió a la intemperie, sintiendo la brisa nocturna. Había sido una noche muy loca. Ojalá todas las reconciliaciones fueran así, pensó. Pero aún seguía sintiéndose vacío.

    Disculpen por subir tan tarde. Estuve invitada en la radio hoy.

    Me olvidé de contarlo, pero, en una versión vieja del fic, no iba a estar la chica de la poketienda, sino que iba a ser una enfermera Joy. Incluso iban a tener sexo y todo, pero decidí que esta versión quedaba mejor.

    Nathan: No le podemos echar la culpa al pobre James de asustarse como un conejito. Y no es que haya tardado en darte cuenta, solo que me he olvidado de mencionarlo.
    Oh, no importa lo de las canciones. Están ahí para quien guste leerlas, es todo.

    Bahamut: Te doy la bienvenida a mi historia y espero no haberte incordiado con la alerta (por eso llegaste aquí, supongo). He hecho esfuerzos sobrehumanos para que así fuera y me infla un poco el orgullo que digas eso.

    Hasta la próxima semana.
     
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    J.Nathan Spears

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    Wow, mi estimada owo... te superaste a tí misma con este episodio. La cantidad de palabras es casi la misma que la que yo empleo para mis episodios más extensos en ciertos long-fics xD. Y vaya que envidio la inspiración que tienes, puesto que yo actualizo a paso de tortuga :'V.

    Dejándonos de hablar de mí mismo, debo decir que el episodio estuvo muy bien escrito y redactado, teniendo un par de errores que si bien no son groseros, dan un poco de cringe. Primero que nada, es "Poliwrath" en lugar de "Poliwhart". También es "Weepinbell" en lugar de "Weepinbel". Y las palabras "metió" y "su" van separadas y no juntas -w-U. Pero bueh... solo son tres que yo capté.

    Me pareció interesante el cómo precediste el episodio con un "fallout" (por si no sabes, esa expresión significa "lo que pasó después de...". Se usa en ciertos programas populares de TV como un añadido que no se transmite pero sí se sube a Youtube) del episodio en donde vemos por vez primera al Pokémon más sobrevalorado de todos los tiempos (púdrete Chorizord ¬¬) y que alteraras un poquitín el episodio "Emergencia Pokémon" dándole una causa plausible a la enorme cantidad de Pokémon heridos de gravedad; poniéndole un nombre al doctor que atendió (aunque ese nombre se prestase para un poco de albur xD); hacer a éste bastante coqueto hacia Jessie, para que James se muriera de los celos; que éste mismo se preocupase muchísimo tanto por Weezing como por Meowth, y además que el doc se inyectara sedante para escaquearse un rato del trabajo, así mostrando que los malos no son tan malos y que los buenos no son tan buenos (además del bonus de poner a Brock susurrando una palabrota :V). Claro, sin olvidar el hecho de que los amuletos de los Meowth crecen con el tiempo si se llegan a caer... puesto que si no fuera por eso, ¿Cómo rayos usarían Día de Pago? (y es más, el hecho de que este Meowth parlante no pueda aprender dicho ataque debe ser un defecto genético que hace que el amuleto se regenere mucho más lento de lo normal)

    Lo mejor, sin lugar a dudas, fue la furibunda reconciliación que James y Jessie tuvieron ¬u¬ ejaleeeee... has aprendido muchísimo. Definitivamente Plushy Berry DEBE leer esto a la brevedad >w<.

    Y pensar que todo esto fue ocasionado por las ganas de Meowth de escuchar mierdas cortavenas ¬¬... Diabolus Ex Machina at its finest indeed -w-. Es Meowth quien merece un buen zamarreo, no James, carajo >:V

    Nos vemos en el siguiente episodio ;)

    Ah, y antes que me olvide...

    Pinche potencial desperdiciado >:V
     
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    Wow, no leía un fic de estos desde hace muchos.
    Sinceramente me sorprendí al ver que esta historia tenia tantos capítulos.
    Tocaste un tema como el sexo aquí, (wow eso no es muy común).
    No me esperaba que pudiera ser tan interesante.
    En un inicio ambos se pueden tener una relación algo mejor que la del anime, lo que hace que sea mas mejor que sus contrapartes, (Con esto me refiero a que se nota que aquí son personajes menos unidimensionales).
    En cuento a lo demás, no es que tenga mucho que decir, pues tu mismo aclaras cosas de la historia.
    Respecto a James, cof cof 7w7, ¿Qué es lo que busca realmente, lo siento como que le falta algo a él?
    En el aspecto ortográfico, y de cohesión.
    Puedo decir que estas casi excelente ortográficamente.
    En cohesión la mayoría de tus errores se ubican en el episodio 1, lo cual es bueno, pues denota que has mejorado bastante.
    Continua el fanfic, no puedo esperar para ver que sigue.
     
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    Siletek

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    El que no sufre no aprende
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    Todos están conspirando para destruirme

    Grito mi verdad, aunque nadie quiera oírme


    “Nadie me quiere”

    El Cuarteto de Nos

    Capítulo diez

    Los titiriteros

    James, junto a Jessie y Meowth, observaban a los bobos subiendo a una limusina en medio del camino de tierra y desapareciendo de su vista. Él era el único que no tenía ánimos para seguirlos. Preferiría sacudir una maraca frente a un nido de Beedrill antes que seguir la limusina. Casi podía imaginar al vehículo transitando un camino oscuro iluminado por grandes lenguas de fuego a los costados, como si estuvieran yendo al mismísimo Infierno para encontrarse con los dueños.

    Jessie y Meowth salieron de su escondite apenas el vehículo se perdió de vista y observaron el cartel de madera que los bobos habían estado examinando momentos antes. James, con resignación, salió de entre los arbustos y se unió a ellos.

    —Ese chico se parece a ti —le dijo Jessie.

    El cartel, en forma de casa, mostraba una vieja fotografía suya, tomada del torso para arriba. Debía tener unos ocho años de edad. Llevaba un saco azul, una camisa blanca y un pañuelo verde lima. De fondo solo había una sólida pared de ladrillos color gris. James pudo advertir la tristeza que reflejaba en sus ojos, una que recordaba muy bien.

    —¿Tú lo crees? —mintió James—. No se parece a mí. Se ve patético.

    —Yo creo que se parecen mucho —opinó Meowth.

    —Es cierto. Debemos investigar —aprobó Jessie y salió corriendo junto con Meowth a través del camino de tierra.

    James se quedó clavado en el suelo. Ir con ellos significaría su perdición. Pikachu no podría estar más ausente en su cabeza. Es más: renunciaría a seguir a los bobos si eso significaba no ir a…

    —¡James! —gritó Jessie.

    —¿Qué estás esperando? —bramó Meowth.

    —Yo me quedo aquí —musitó James.

    —¡No puedes! —le gritaron los dos a la vez y lo llevaron a rastras por el camino. Después de un rato, decidieron salirse de él e ir por la zona arbolada

    Caminaron por casi una hora entre los árboles, casi sin parar para descansar. Las suplicas de James fueron ignoradas olímpicamente por los otros dos. Él no quería que ellos supieran la verdad. Había estado ocultándola de ellos durante años y ahora todo se desplomaría. Desde Pueblo Carmesí estaba temiendo ese día, pero había tenido las esperanzas de que jamás llegaría..

    Su caminata fue interrumpida cuando vieron un paredón amarillo con un portón negro en el medio del camino, flanqueado por dos columnas. James sugirió marcharse, pero Jessie no quería echarse atrás. Con ayuda de Arbok, lograron escalar la pared y siguieron de largo.

    James miró a su alrededor. Los recuerdos invadían su mente y la mayoría de ellos no eran agradables. Intentó concentrarse en los pocos momentos felices que había pasado allí, pero en vano. Con cada paso sentía una sensación de angustia que le atravesaba el pecho.

    Jessie y Meowth se maravillaban con las cosas que veían a su paso, como el lago artificial, las fuentes y las glorietas preparadas para tener una bella tarde de té, pero a James no le interesaban nada de esas cosas. Solo quería correr, de la misma manera que había huido de Rita.

    Al fin, se encontraron con dos mansiones imponentes. La que estaba al frente de ellos era la más grande, de cuatro pisos de altura, blanca con tejados verdes e incluso tenía algunas torres. La que estaba de costado, mirando al camino era de la mitad del tamaño que la otra. Era blanca y amarilla, de tejado color azul. A pesar del tamaño, no dejaba de ser imponente.

    Por primera vez en diecisiete años, estaba en su casa.

    —Esto es a lo que yo llamo lujo—dijo Jessie, admirando ambas mansiones junto a Meowth —¡Ya somos ricos!

    James suspiró. Si supieran el precio que tendría que pagar por toda esa vida de lujos, ya estarían dando la media vuelta. Pero no quería decir nada.

    —Entremos por el balcón que está por encima de la entrada principal—dijo Meowth, ya acercándose a la mansión más grande. Jessie tomó a James de la muñeca y lo arrastró hasta la entrada principal. Tuvieron que usar a Arbok una vez más para lograr su objetivo, haciendo que se trepe por una de las columnas y agarrarse con fuerza de la baranda, sirviendo así de soga. James no quería subir, así que, bajo las órdenes de Jessie, Arbok lo agarró de la cintura y lo subió a la fuerza.

    Meowth levantó el pestillo usando las uñas en la pequeña abertura situada entre las dos hojas de las ventanas. Así lograron entrar a la mansión.

    Se encontraron con un vestíbulo casi desierto. Pero lo que vieron los perturbó.

    Había dos ataúdes de madera, separados por un metro y con una corona de flores encima de cada féretro. Estaban semi enterrados en un montón de pétalos blancos contenidos en una especie de caja a rayas blancas y negras, para evitar que se desparramaran al suelo. Contra la pared, fuera de la caja, había una mesada con dos jarrones de flores, también blancas. Encima de la mesada, colgado de la pared, yacía un cuadro de la familia de James.

    Había sido pintado en los jardines de la mansión, si mal no recordaba. La madre de James era una mujer de cabello morado y lacio hasta la cintura y ojos marrones, sentada en un asiento de mimbre. Llevaba un simple vestido rojo hasta los tobillos, de mangas largas y zapatos del mismo color. Llevaba en sus manos una sombrilla amarilla.

    El padre era un hombre de cabello violeta muy oscuro y un poblado bigote. Sus ojos eran idénticos a los de James, de un color verde brillante. Vestía una camisa blanca, chaleco rojo, saco azul oscuro al igual que su corbata, pantalones celestes y zapatos negros. Estaba de pie, apoyado en un bastón que sostenía en su mano izquierda.

    James estaba en el medio. Su ropa casi no se veía, puesto a que sostenía un Growlithe que lo tapaba casi todo, pero recordaba estar usando la misma ropa que en el cartel que habían visto fuera. En ese cuadro también reflejaba la misma tristeza, buscando a alguien que realmente lo comprendiera y lo sacara del infierno.

    —Mi amo y mi ama solo tenían un hijo —la voz del mayordomo podía oírse desde la ventana abierta—, un muchacho llamado James. Esta mañana sus padres fallecieron y ahora toda esta mansión es suya.

    —¿Entonces todo esto le va a pertenecer a James? —preguntó el bobo, asombrado.

    James no sintió absolutamente nada al escuchar la noticia sobre el fallecimiento de sus padres. Sabía que eran unos tramposos y el funeral bien podría ser un sucio truco para atraerlo hacia la mansión. Si realmente estaban muertos, no podría importarle menos. Ojalá fuera cierto.

    —¡James! —exclamó Jessie, para inmediatamente taparse la boca con ambas manos para evitar que la oyeran abajo.

    —¿Esto es realmente tuyo? —preguntó Meowth, en voz baja.

    —Pues sí, supongo —murmuró James. Se sentía muy incómodo.

    —Esto es terriblemente trágico —siguió hablando el mayordomo, con una profunda pena—. Luego de que el amo James huyera, sus padres ya no tuvieron fuerzas para continuar. Su corazón estaba roto.

    James casi dejó escapar una carcajada vacía, carente de humor. ¿Sus padres con el corazón roto? Por Dios, él les importaba un carajo a sus padres. Él era solo un títere y nada más para ellos.

    —Es muy triste —se oyó decir a la boba.

    —Y ahora ellos están… espero que encuentren pronto a James.

    —¡Pronto no es suficiente! —gritó el mayordomo—. El testamento de sus padres dice claramente que el amo James debe casarse con su prometida antes de las veinticuatro horas de su fallecimiento. Si no, todos los bienes serán donados a la caridad. Debo encontrarlo cuanto antes.

    James dejó de escuchar y les dio la espalda a sus compañeros. Sus padres podrían enterrarse con el dinero si lo deseaban; él no quería ni un yen partido a la mitad de parte de ellos.

    Jessie le tocó la espalda.

    —¿James, estás bien? —le preguntó.

    —¿Ah? Si, perfectamente.

    —¿Seguro? —preguntó Meowth—. Porque tus padres acaban de morir.

    —No me interesa si están muertos o no —dijo James, con odio—. Solo vayámonos de aquí y olvidemos que vimos esta mansión.

    —¿Estás loco? —le dijo Jessie—. Todo esto es tuyo. Solo debes casarte…

    James se levantó y comenzó a retroceder de espaldas al balcón.

    —No pienso casarme con esa maldita psicópata —balbuceó James, preso del pánico—. Jamás voy a volver con ella. Jamás, jamás, jamás…

    —¡Cuidado!

    James no se dio cuenta que retrocedía hacia el balcón hasta que tropezó con la baranda en la parte baja de la espalda. Jessie y Meowth intentaron agarrarlo, pero también terminaron siendo arrojados por encima de la baranda. Los tres cayeron frente a la entrada de la mansión, a un par de metros de las escaleras.

    James se levantó, dolorido, e intentó huir, pero Jessie lo agarró por los tobillos y lo arrojó al piso.

    —¡James, si te casas vas a ser rico! —le dijo.

    —¡No podemos dejar pasar esta oportunidad, solo porque odias a tus padres! —agregó Meowth, subiéndose a su espalda.

    —¡Basta! —la voz del bobo mayor se hizo oír desde las escaleras—. Los padres de James acaban de fallecer.

    —Él tiene que ir a su funeral —agregó el bobo.

    —¡Jamás! —gritó James. No quería ver a sus padres ni nada que tuviera que ver con ellos, vivos o muertos.

    Jessie lo miró, enojada.

    —Mira, James, nos estamos enojando mucho contigo.

    —¿No quieres ser el chico más rico del mundo?

    —Me duele la cabeza —mintió James, mientras hacia una pose muy parecida a la de Psyduck—. ¡No puedo recordar nada!

    —¿Qué pasa? —preguntó la boba.

    —Tal vez James sufra de amnesia —razonó el bobo mayor.

    James tuvo que hacer uso de sus mejores tácticas para que lo dejaran ir. Recordó que era muy bueno inventando historias y hacer que los demás la sintieran reales.

    —Todo está muy borroso de la época en la que viví aquí —siguió mintiendo—. Mi recuerdo más antiguo es cuando tenía unos ocho años y caminaba con mi Growlithe en una noche fría en medio de la nieve, muerto de hambre. Me derrumbé frente a un templo y sentí que mi vida estaba a punto de extinguirse. Le dije a Growlithe que continuara sin mí y que me recordara por siempre. Lloró toda la noche y me encontraron muerto a la mañana siguiente, completamente congelado.

    Funcionó. Por muy inverosímil que fuera la historia, todos estaban llorando y lamentando su muerte, a pesar de que estaba ahí parado, delante de sus propias narices. Ya estaba retirándose cuando la boba gritó:

    —¡James está todavía aquí!

    James se quedó congelado en su lugar. Con lo bien que estaba saliendo la mentira…

    —¡Estoy confundido! —gritó, pero era obvio que no iba a funcionar dos veces.

    —¿Qué importa? ¡No me interesa lo que recuerdes, solo toma el dinero! —le dijo Jessie, irritada.

    —Pero James no puede recibir el dinero si no se casa con una chica dentro de veinticuatro horas —le recordó el bobo.

    —Fingiremos una boda y nos quedamos con todo —le replicó Jessie, con indiferencia.

    — Eso es ridículo —la contradijo James, aunque le hubiese gustado heredar de esa manera.

    —¿Ridículo? ¡Ja! Toda esta mansión será tuya.

    James se echó a correr por el camino principal, alejándose de la mansión y de sus compañeros Que se fueran todos al diablo, nada ni nadie iba a obligarlo a casarse…

    O eso creía.

    —¡Arbok, Constricción!

    James no tuvo tiempo de nada. La serpiente se enroscó en su cuerpo velozmente y lo aprisionó, tirándolo al suelo.

    —No lo mates, Arbok, lo necesitamos vivo —dijo Jessie, mientras se acercaba a él.

    —¡Oigan, no pueden obligarlo a casarse! —le gritó el bobo. Para variar, estaba de su lado, ¿Quién lo diría?.

    —Cierra la boca —le dijo Jessie, cortante.

    —Guárdense sus tontas opiniones —agregó Meowth. Se dirigió a Jessie—. Tengo un plan. Yo iré a traer el globo. Tú quédate aquí con James.

    —De acuerdo.

    James vio a Meowth correr por el camino principal, con los ojos llenos de lágrimas. Estaban firmando su sentencia de muerte.

    ...
    James no tuvo idea cuanto tiempo pasó, pero no creía que fueran más de tres horas. Jessie le sacó el uniforme, lo vistió con un traje azul marino y lo amordazó con un pañuelo. Ellos dos se vistieron de negro, como si fueran a un funeral (y de hecho, estaban yendo a uno). El caso era que Meowth le había dicho a Jessie que los trajes negros se usaban para ser invisibles en los teatros y que seguramente funcionaban en el aspecto de la vida diaria. Ella aceptó la idea, entusiasmada.

    —James, entiendo que estés asustado, pero no tienes por que vivir con ella—intentó tranquilizarlo Jessie—. Apenas te cases, meteremos mano en tu fortuna y nos iremos como alma que lleva el diablo.

    James intentó hablar, pero la mordaza lo impidió. Quería decirles que, una vez que pisara la mansión, jamás volvería a salir. No con vida.

    Ahora los dos estaban detrás de James. Ella le sujetaba los brazos y Meowth las piernas, como si fuera un títere. Ella lo obligó a tocar el timbre y a esperar.

    —Sí, ya voy —dijo el mayordomo desde el otro lado.

    El anciano abrió la puerta y lo miró a James, sorprendido.

    —¿Puedo ayudarle?

    —Soy yo, James, he vuelto —dijo Jessie, haciendo una mala imitación de la voz de su compañero. No había manera de que funcionara…

    El mayordomo abrió los ojos como platos.

    —¡Bienvenido a casa! —dijo, asombrado—. Sus padres estarán muy agradecidos de que haya regresado. Por favor, pase —agregó, abriendo la puerta del todo para permitir su ingreso.

    —Gracias.

    Los tres pasaron al vestíbulo y el mayordomo los guió hasta los ataúdes que se hallaban al fondo. Carajo, ¿Cómo pudo haberlo creido? O estaba mal de la vista o se estaba haciendo el idiota. Mucho temía que fuera lo segundo.

    —Todo está bien ahora, amos, su pequeño James ha regresado a casa como ustedes lo deseaban —dijo el mayordomo, dirigiéndose a los difuntos.

    —Mami, papi, es cierto, al fin he vuelto a casa para recibir mi dinero —dijo Jessie, de modo muy sobreactuado. Dios, que vergüenza sentía.

    —¿Qué? —preguntó el mayordomo.

    Error típico de Jessie, pensó James. Jessie le sacudió la cabeza de un lado a otro, negando las palabras que había dicho.

    —¡Ya se te olvidó el guión! —la retó Meowth, mientras obligaba a James a arrodillarse.

    —Me voy a casar, como dicen en su testamento—continuó Jessie—. Y quiero el efectivo en un cheque.

    —¿Qué dijo?

    —Yo… solo estoy bromeando, desde luego. Mamá, papá, ojalá hubiera venido antes.

    La actuación de Jessie le daba vergüenza ajena y cerró los ojos, como si así pudiera callarla. No tenía ni idea a lo que se enfrentaban.

    Unas risas comenzaron a escucharse. Parecían venir desde los ataúdes.

    —¿Quiénes son? —se preguntó Meowth.

    Las tapas de los ataúdes se abrieron con fuerza y dos personas, idénticas a las del cuadro colgado detrás de ellos, emergieron de allí. James sacudió la cabeza. Que sus padres estuvieran muertos era algo demasiado bueno para que fuera real…

    —¡Son fantasmas! —chillaron Jessie y Meowth, cayendo hacia atrás de la sorpresa y tirando a James con ellos.

    —Oh, James querido, estamos tan contentos de que volvieras a casa —dijo su madre, con ese tono de dulzura fingida que no engañaba a nadie. Parecía que había estado años ensayando esas líneas.

    —Y vistiendo de traje —agregó su padre, con orgullo.

    —O están vivos… —dijo Jessie.

    —O son unos fantasmas muy vivos —agregó Meowth.

    James se sacó la mordaza de la boca y miró a Meowth con odio.

    —¡No son fantasmas, maldito gato pulguiento! —se dirigió a Jessie—. Solo me estaban poniendo una trampa para que yo regresara a casa.

    Meowth entrecerró los ojos.

    —Eso significa…

    —¿Qué no tenías amnesia?

    Mierda…

    —¿Dónde estoy? ¿Yo quien soy? —gimió, pero era demasiado tarde para arreglarlo.

    —Pero si tú eres James y estás a punto de casarte —dijo su padre alegremente.

    —Hopkins, que empiecen los preparativos —ordenó su madre

    —Si —asintió el mayordomo. Con una fuerza que no concordaba con su edad, levantó a James del suelo y lo arrastró escaleras arriba. Meowth se trepó a la cabeza de su amigo para no perderlo. Jessie se levantó de un salto y corrió tras ellos.

    El mayordomo llevó a James por un corredor lleno de cuadros y candelabros. Intentaba hacer memoria de por dónde iban, pero habían pasado diecisiete años de la última vez que había estado en esa mansión y no recordaba mucho.

    Entraron en una habitación y el mayordomo lo obligó a sentarse a una silla que miraba hacia la puerta. Jessie entró un par de segundos después y se apresuró a taparle la boca a James. Sus padres entraron casi de inmediato detrás de ellos.

    —Estoy orgulloso de ti —dijo su padre, cruzándose de brazos—-. Entendiste que hay que seguir con la tradición familiar

    Oh, sí, la tradición. Casarme con una muchacha de buena familia y tener hijos para mantener vivo el apellido, pensó, de manera amarga.

    Su madre dio un paso hacia adelante.

    —Como nuestro hijo y heredero, tienes ciertas responsabilidades, la más importante de ellas es casarte y continuar con la línea familiar.

    —Si —respondió Jessie, intentando emular la voz de James. Él logró sacarse la mano de la boca.

    —¿Tengo el deber de ser manipulado? —les gritó James, pero no pudo decir mucho más, ya que Meowth y Jessie le volvieron a tapar la boca.

    —No sé de qué estás hablando —replicó su padre.

    —Tu padre y yo queremos lo mejor para nosotros… quiero decir, para ti —se corrigió su madre.

    —Un hombre que no puede asentarse es como un avión sin alas que no puede volar en la vida.

    —Aprenderás a ser un caballero cuando conozcas a la chica correcta — su madre se acercó y giró violentamente la silla para el lado de la pared—. Y aquí está ella.

    James vio a una chica que estaba sentada en una silla de mimbre, a tres metros de distancia, con un vestido color rosa oscuro hasta las rodillas, con mangas blancas y un collar púrpura. Su rostro estaba cubierto por un abanico bordó con detalles dorados que sostenía en su mano. James sintió que toda la sangre se iba de su rostro. Era la imagen de su peor pesadilla. Deseó estar muerto en ese mismo instante. ¿Por qué Pikachu no lo había matado de un infarto con tantos Impactruenos?

    —Como esposa de James, será tu deber en convertir a un inútil bueno para nada en un caballero respetable, mi querida Jessebelle.

    —Como tú quieras, madre —la voz suave de Jessebelle le puso la carne de gallina. No era la misma voz de niña que recordaba, pero le seguía dando miedo.

    —Nya, su voz es música para mis oídos —dijo Meowth, admirado—. Eso es a lo que yo llamo una dama y no una chica grosera y salvaje como tú, Jessie.

    Jessie lo golpeó en la cabeza.

    —Yo te enseñaré lo es ser grosera y salvaje —gruñó.

    Jessebelle comenzó a bajar suavemente su abanico.

    —Mi único deseo es ser tu devota, amorosa esposa y compañera —cerró de golpe su abanico y lo colocó en su regazo —, y también enseñarte los deberes propios de un caballero.

    Era muy parecida a Jessie, aunque con algunas diferencias. Su cabello caía en bucles hasta sus hombros y era de un tono rojizo más oscuro que el de Jessie. Sus ojos eran de color verde agua y no azules. La voz de ella era suave y melodiosa, comparada con la de Jessie, más gruesa.

    —¡Se parece a Jessie! —exclamó Meowth, pero James casi no lo oía, estaba demasiado ocupado observando el rostro de sus pesadillas.

    —¿Cómo te atreves a compararme con esa boba? —escupió Jessie.

    —¿No lo ves? Las dos tienen la misma cara.

    —No es cierto.

    —Dejen de discutir y sáquenme de aquí, por favor —rogó James, más cercano a la ira que a la súplica.

    Jessie volvió a taparle la boca.

    —No seas ridículo. ¿Cómo vamos a tener tu herencia si no te casas? Tienes que terminar con esto.

    —Si no quieres casarte por ti, hazlo por el equipo Rocket. Contamos contigo para que seamos millonarios, no seas así.

    —¡Al diablo con el equipo! ¡No lo haré! —pataleó James, en un intento por zafarse.

    —¿Qué te sucede? ¿Por qué no dejas ya de hablar solo, James? —le dijo Jessebelle, con total calma. Luego, se levantó y golpeó sus palmas—. ¡Ya sé! Bajemos a la bóveda para contar todo lo que vas a heredar.

    Era una trampa a todas luces. Incluso fingían que Jessie y James no estaban ahí. Intentó huir otra vez, pero fue impedido una vez más. Estaba condenado.

    ...​

    Jessebelle, Jessie, James y Meowth bajaban por las tenebrosas y húmedas escaleras de piedra del sótano. Más que sótano de mansión, parecía la de un castillo. A James nunca le había gustado ese lugar cuando era niño. Ahora mucho menos.

    Jessebelle iba al frente, iluminando con una farola el camino hacia el sótano. Jessie, James y Meowth iban unos cuatro escalones detrás de ella. Sus padres se habían excusado de ir, alegando tener cosas que hacer. Todo lo que se oían eran sus propias pisadas y el goteo perpetuo del agua que caía de alguna cañería.

    —Cuando desapareciste, tu madre y tu padre estaban tan preocupados como yo, pero yo sabía que algún día volverías.

    James estaba en pánico. Casi prefería tirar a Jessie por las escaleras, pero no podía. Los dos idiotas no daban en sí de felicidad.

    —Perdón por haber huido —dijo Jessie, imitando la voz de James—. Pero todo va a estar bien ahora que he vuelto aquí por mi dinero.

    —¿Qué?

    —Quiero decir, aquí contigo.

    Terminaron de bajar las escaleras. A unos tres metros de distancia, había una enorme puerta de metal, con un dispositivo electrónico al lado.

    —Ya llegamos a la bóveda. Vamos a entrar. Tu herencia está adentro —anunció Jessebelle, dando un paso al costado y apretando un botón del circuito.

    Ni siquiera se había abierto la mitad, cuando Jessie y Meowth salieron disparando hacia adentro, arrastrando a James, antes de ver su contenido.

    No, no era dinero. Tampoco joyas, lingotes de oro o títulos de propiedad. El lugar donde se encontraban parecía más un lugar de torturas que habían convertido en un lugar de gimnasia. Había artículos como banco de pecho, tabla para abdominales, cinta para correr y demás cosas, mezclado con cosas como mazos con pinchos, cuchillas y un inquietante tiro al blanco con un muñeco atado de las muñecas, tobillos y cintura.

    Meowth fue el primero en pegar un grito.

    —¿Qué es toda esta basura?

    —¿Qué clase de herencia es esta? —agregó Jessie, furiosa.

    —¡Es solo equipo de gimnasio!

    James al fin pudo soltarse del agarre de ambos. Los enfrentó, mientras el odio parecía brotar por cada poro de su piel.

    —¿No lo ven, tontos? ¡Jessebelle los engañó para que bajaran aquí!

    —¿Qué? —Jessie tenía varias expresiones mezcladas en su cara: sorpresa, decepción y miedo.

    —¿Pero cómo nos vio? —preguntó Meowth, trepado a la cabeza de Jessie.

    —¡Par de tontos…! —comenzó a gritar James, pero su rostro palideció al ver a sus padres entrando a la habitación, seguida de Jessebelle.

    —Tu madre y yo estamos cansados de esperar que tú madures —dijo su padre.

    —James, es hora de que enfrentes la realidad.

    Jessebelle se dirigió a una mesa y tomó un largo látigo que estaba allí. Se giró hacia James, con una sonrisa psicópata. Hizo chasquear el látigo a sus pies.

    —Ya no harás lo que te dé la gana —volvió a chasquear el látigo. Parecía saber muy bien cómo utilizarlo—. Ahora obedecerás a Jessebelle. ¡Que empiece la doma!

    Meowth miró a Jessie.

    —Aunque no lo creas, empiezas a gustarme más que ella.

    —Gracias por el cumplido.

    Los padres fijaron su vista directamente a Meowth y a Jessie, cosa que los puso nerviosos.

    —Creo que ya nos vieron —dijo el felino.

    —¿Creen que somos unos estúpidos? —dijo su padre.

    —Solo los ignoramos hasta que trajeran a James aquí abajo en este calabozo.

    —Nos ven —murmuró Meowth.

    —Y ahora no nos ven —Jessie sacó una bomba de humo de su bolsillo y la arrojó a sus pies, llenando todo el lugar de un humo blanco.

    James, con los ojos llorosos a causa del humo, comenzó a tantear a ciegas, buscando a sus amigos.

    —¡Jessie, Meowth! ¡No me dejen aquí! —comenzó a gritar. Un golpe seco en la mandíbula fue toda la respuesta que recibió. James casi cayó hacia atrás, pero logró mantener el equilibrio. Jessebelle apareció justo delante de él. Al parecer, ella lo había golpeado con el mango del látigo.

    —Por fin estamos juntos y estoy muy feliz —dijo, mientras el humo comenzaba a disiparse.

    James entró en pánico. Aunque todo estaba más claro, no lo era lo suficiente. Chocó contra un par de artefactos de gimnasia, mientras ella intentaba alcanzarlo con su látigo.

    —No escaparás de mi esta vez, James —le canturreó ella, mientras lo perseguía. Sus padres solo lo miraban, divertidos.

    —¡Si ustedes no fueran tan malos padres, detendrían a esta loca! —les decía. En ese momento. Jessebelle enganchó con su látigo el tobillo de James y cayó de cara contra el suelo. Se irguió a medias, saboreando el sabor de la sangre mezclada con el polvo. Recién ahí pudo ver a Jessie y a Meowth, tirados al lado de la puerta. Parecía que estaban inconscientes.

    —James, yo sabía que vendrías por mi —le dijo Jessebelle, mientras sacaba una pokebola—. ¡Yo te elijo, Vileplume!

    James pegó la espalda contra una caja, aterrado. Jessebelle tenía un Oddish cuando era niña. Obviamente esa era la evolución final de ese pokemón.

    —Vileplume, usa Paralizador para detener a James y evitar que escape.

    —Vileplume —dijo el pokemón. Apuntó su flor hacia James y arrojó un chorro de un gas brillante de color marrón. James intentó huir, pero ya era tarde: sus músculos se endurecieron y no tardó mucho en caer al suelo.

    Jessebelle se acercó a él, sonriendo.

    —James, querido, yo haré de ti un caballero aunque tenga que destruirnos a ambos. ¡Hopkins!

    —¿Si? —dijo el mayordomo, detrás de él.

    —¿Quieres por favor traer una escoba grande para sacar toda esta basura?

    —Si —respondió el mayordomo. James sintió el ruido como de objetos pesados que eran arrastrados y alejándose de él.

    Jessebelle se dirigió a sus padres.

    —Déjenme con James a solas. Me encargaré de él.

    —Como digas, querida —respondió su madre y salieron ambos de la habitación.

    Solo quedaron los dos solos.

    —Vileplume, regresa —le dijo a su pokemón, regresándolo a su pokebola. Se agachó para poder ver a James de cerca. Su sonrisa de satisfacción le heló la sangre—. Vas a ser mío.

    Agarró a James por debajo de los brazos y lo arrastró hasta el sillón rojo para hacer abdominales. A pesar de que él era peso muerto por culpa de parálisis, Jessebelle logró levantarlo sin mucho esfuerzo. Una vez había escuchado decir que los locos tenían el doble de fuerza que una persona normal y vaya que era cierto.

    —Lamento que tenga que ser en estas circunstancias, mi querido James… Pero ya esperé demasiado.

    Jessebelle se subió encima de él, sobre sus caderas. ¿Qué pretendía hacer? Solo se le ocurrió una cosa…

    —No —dijo, de manera casi inaudible. Sus brazos y piernas se negaban a obedecerlo.

    —Si —sonrió ella, acercando su rostro al suyo—. Eres un hombre, James, no le puedes decir que no a una flor delicada como yo.

    Lo besó en los labios, importándole poco la sangre que había en ellos. Metió su lengua dentro de la boca, sin que él pudiera impedirlo. Ella se acercó a su oreja.

    —Eres tan hermoso —le susurró al oído y le mordisqueó el lóbulo de la oreja. James soltó un gemido, mientras las lágrimas comenzaron deslizarse hasta su sien. Ella lo estaba violando y a nadie le importaba. Nadie vendría en su ayuda, nadie.

    Jessebelle dejó de jugar con su oreja y comenzó a morder y a chupar su cuello. Cuando se cansó del juego, se apartó un poco de él.

    —Deberías estar agradecido que una mujer como yo se fijara en ti —le espetó, mientras abría su saco y le desabrochaba uno a uno los botones de la camisa—. Te gustará y luego me lo vas a agradecer, lo sé —acarició su pecho y luego lo arañó. Le ardió la piel, pero apenas sí podía reaccionar—. Vamos a ser muy felices juntos.

    Sus dedos bajaron hacia los botones de su pantalón. James cerró los ojos con fuerza. No quería ver como esa psicópata lo violaba.

    De pronto, sintió como alguien corría en dirección a donde se encontraban, seguido de un grito de terror de parte de Jessebelle. El peso sobre sus caderas había desaparecido.

    James abrió los ojos. No veía lo que pasaba, ya que estaba acostado boca arriba y solo podía mirar el techo. Pero escuchaba los gritos de Jessebelle en el suelo, mezclado con unos gruñidos que le eran muy familiares.

    —Growlie —apenas pudo pronunciar las palabras. Los gruñidos se detuvieron y sintió algo como unos dientes que le tiraban del saco hasta que cayó del sillón pero, en lugar de caer al suelo, cayó encima de alguien.

    Recién ahí pudo ver a Jessebelle. Estaba sentada en el suelo, gritando y aferrándose el brazo derecho por encima del codo, el cual estaba bañado en sangre. Pero solo pudo verla durante un momento, ya que lo que tenía bajo su vientre comenzó a alejarse del lugar.

    Subieron las escaleras a paso normal, para que James no se cayera. Al terminar de subirlas, Growlie comenzó a correr por el pasillo. En una parte, pegó un salto hacia una ventana, rompiendo los cristales. Sin detenerse, siguió corriendo hasta entrar a lo que identificó como la segunda mansión: la perrera de Growlie.

    El pokemón lo depositó como pudo encima de un sillón de dos cuerpos de color verde .De inmediato, comenzó a escuchar unas voces a su alrededor.

    —Debe haber sufrido los efectos de la parálisis también—dijo la voz que identificó como la del bobo mayor—. ¿Dónde está el antídoto?

    —Yo lo tengo —respondió una voz inconfundible: la de Jessie.

    Ella se inclinó sobre su rostro, con los ojos llenos de angustia y vergüenza. Meowth estaba equivocado: no se parecía en nada a Jessebelle.

    Le hizo tomar algo de una pequeña botella y no tardó en hacer que sus músculos volvieran a aflojarse. Se sentó en el sillón, con un quejido.

    —No te esfuerces —le dijo Jessie, tomándolo del brazo con ambas manos.

    James echó un vistazo a su alrededor. Estaban en una pequeña sala de estar con una chimenea. En un sillón a su izquierda, estaban sentados los tres bobos, mientras que Meowth estaba sentado solo del otro lado.

    Growlie se sentó al lado de James, agitando la cola. Tenía un poco de sangre en el hocico, que le pertenecía a Jessebelle. James se la limpió con la manga del traje.

    Era el mismo Growlithe del retrato, el que había tenido de niño, solo que ahora era mucho más grande. No pudo evitar emocionarse. A pesar de los años, lo recordaba y seguía siendo fiel a él.

    —Me salvaste, Growlie. Gracias —le dijo. Growlie ladró y le lamió toda la cara, feliz. Una vez que terminó, se dirigió a los otros — ¿Qué hacen aquí?

    —Bueno —el bobo mayor sonaba incómodo—, los seguimos hasta el sótano y el paralizador de Vileplume nos afectó a nosotros. Tu mayordomo nos echó a la puerta de la mansión junto con Jessie y Meowth.

    —Nosotros íbamos a recatarte, James, pero nos desorientamos con el humo y terminamos chocando de frente contra una pared y perdimos el conocimiento, además de la parálisis —agregó Jessie.

    —Yo me recuperé primero —explicó Meowth—. Estábamos en la puerta de la mansión y el bobo mayor me dijo que había una poción anti paralizante en la mochila y así todos se recuperaron. Luego escuché a tu pokemón, que estaba encerrado aquí y lo ayudamos a salir.

    Jessie le ayudó a abrocharse los botones de la camisa, con una expresión rara en su rostro, como si quisiera adivinar el motivo por el que estaba así. Despegó los labios, como si quisiera preguntarle, pero miró de reojo a los bobos y en su lugar le dijo:

    —Te digo algo, James: esa prometida tuya es despreciable.

    — Les dije que era como Jessie —opinó Meowth

    Jessie apretó los puños.

    —Sigue así y vas a perder el amuleto de vuelta —lo amenazó.

    James suspiró.

    —Ella es la razón por la que huí de esta mansión. En cuanto fue anunciado nuestro compromiso, ella comenzó a seguirme a todos lados, tratando de cambiarme. Nada le gustaba. Cuando me metieron en el tecnológico y desaprobé, aproveché para huir y ser libre por primera vez en mi vida.

    “Desde que era niño siempre odié como las clases altas tenían reglas para todo. Jessebelle era muy estricta y casarme con ella hubiera sido el peor error de mi vida. Growlie fue mi único amigo en esta mansión”

    James acarició a su pokemón de fuego, el cual cerró los ojos, disfrutando las caricias. Pensó en llevárselo, pero sabía que no podía. Se había criado toda la vida como un Growlithe mimado y llevarlo a una vida de delincuencia y hambre no era justo para él.

    —Tener mucho dinero no siempre te hace feliz, supongo —comentó la boba.

    —¿Quién dijo que ser tan rico era tan malo? —cuestionó Meowth.

    La puerta de la sala se abrió de par en par y apareció Jessebelle y su Vileplume. Parecía una imagen sacada de una pesadilla. Por si su rostro psicópata no era suficiente, su brazo ensangrentado, tiñendo de rojo la manga blanca de su vestido, la hacía mucho más temible.

    —Mi dulce James, no puedes escapar de mi —sonrió, como si no le doliera la herida.

    —¡Déjame en paz! —le gritó James, parándose de golpe. Growlie se puso al frente, gruñendo.

    —¡Arbok, yo te elijo! —gritó Jessie, lanzando su pokebola.

    —¡Chabok!

    En lugar de enfrentarse al Vileplume, se dirigió a Jessie y comenzó a lamerle la mejilla.

    —¡Arbok, no es tiempo para jugar, tenemos una batalla en frente! —lo retó Jessie. Arbok entendió y se puso delante de ella, a la defensiva.

    —¡Vileplume, paralizador!

    —¡Picotazos venenosos!

    —¡Pikachu, Impactruenos! —gritó el bobo.

    —¡Growlie, lanzallamas!

    Los tres ataques se fusionaron en uno solo y le pegaron de lleno al Vileplume, el cual se incendió. Jessebelle pegó un grito de horror y salió corriendo, mientras su Vileplume lo perseguía.

    —Eres el mejor —le dijo James a su Growlie, quien comenzó a ladrar, satisfecho con el resultado. Se dirigió a los otros—. Mejor salgamos de aquí, antes de que regrese. Síganme.

    James los guió hasta el exterior, por la puerta de servicio. No había nadie, solo los árboles y algunos Pidgey revoloteando alrededor de las copas. James deseó por un instante que esos pokemón jamás en la vida fueran capturados por nadie.

    —Si siguen en esa dirección, encontraran un muro, lo habrán visto cuando entraron. No es difícil de escalar, con el pokemón adecuado.

    —¿Y ustedes? —preguntó el bobo.

    —El globo no está lejos de aquí y aprovecharemos que Jessebelle está asustada para escapar. Ahora váyanse, antes de que alguien los vea.

    Los bobos no se hicieron de rogar y salieron corriendo por el jardín, perdiéndose entre los árboles raquíticos que el invierno había secado.

    James se agachó y acarició a su Growlithe. Probablemente fuera la última vez que lo hiciera, pero era mejor que condenarlo a tener su vida de miserias y hambre.

    —Nos volveremos a ver algún día, Growlie. Debo irme.

    El pokemón lanzó un aullido de dolor. James cerró los ojos. No quería ver esos ojillos marrones llenos de lágrimas y reproche.

    —Entiende, Growlie, no puedo llevarte conmigo. La vida que llevo… no es para alguien como tú. No te preocupes, sé cuidarme solo —se levantó del suelo—. Chicos, al globo.

    —¡Espera! —lo detuvo Meowth—. ¡Que venga con nosotros!

    —¿Y que se muera de hambre ? No, Meowth, no se lo deseo ni a los bobos.

    —Escucha, James: Growlie le dio un buen mordisco a la loca en el brazo. ¿No crees que ella quiera vengarse?

    James tragó saliva. No había pensado en eso.

    —¿Sabes la peor manera de matar a un pokemón? —siguió Meowth—. Poner vidrio molido mezclado en la comida. Eso te desgarra todo el sistema digestivo y es una muerte lenta y dolorosa. Créeme, ya lo vi.

    James miró a su Growlie, temblando ante la posibilidad de que eso pasara.

    —Ahora que lo pienso —se metió Jessie—. Cuando yo era niña, una Nidorina de un vecino atacó a un niño y los padres del chico lo obligaron a que se deshiciera de ella. No sé si se refirieron a abandonarla o a matarla, pero ningún escenario es bueno.

    —Dejarlo aquí sería una sentencia de muerte, James, piénsalo. Trabajaremos duro para poder llegar con la comida, ¿sí?

    James miró a Growlie, quien no despegaba la vista de él, a la expectativa.

    —¿Quieres venir conmigo?

    Growlie ladró, moviendo la cola.

    —No creo que tenga que traducirte eso, ¿no? —sonrió Meowth.

    —Claro que no —dijo James, acariciando la cabeza de Growlie y sacando una pokebola vacía de su bolsillo—. Bienvenido al equipo, compañero.

    ...​

    Viajaron casi todo el día en el globo, solo parando una vez para recargar el combustible y recoger agua y bayas para comer. No se detuvieron hasta el crepúsculo, donde decidieron acampar en el bosque.

    James había estado muy callado desde que salieron de la mansión y Jessie no se atrevía a hablarle. Se había cegado tanto ante la posibilidad de ser millonaria que no había pensado en James y su fobia a las mujeres. Claro, Jessebelle había sido quien le había provocado el trauma y probablemente lo que había pasado en la mansión lo había acentuado aún más. No había ignorado las marcas en el cuello y la camisa desabrochada. ¿Qué tanto habría pasado en el tiempo que estuvieron solos en el sótano?

    Growlie y Meowth dormían juntos alrededor de la fogata. Era increíble como los dos se habían hecho amigos en tan poco tiempo. Bueno, era el más sociable del equipo, a diferencia de ellos dos, que apenas podían hablar con otras personas sin sentirse incómodas. En cuanto a James, estaba cosiendo una rasgadura en la manga de su uniforme. Al costado tenía una pila más de ropa, lo cual quería decir que no tenía intenciones de dormir.

    —¿James? Puedes coser la ropa mañana. Te va a hacer mal a la vista.

    James no respondió. Siguió cosiendo como si no la hubiese escuchado. Jessie soltó un suspiro.

    —Lamento lo que pasó, James. No creí que la situación fuera tan grave. Creí que estabas exagerando.

    James resopló por la nariz.

    —Supongo que el dinero era demasiado tentador —murmuró James, sin levantar la vista.

    Jessie torció la cabeza para no mirarlo.

    —Cuando la vi con el látigo, me preocupé en serio. Quise sacarte de allí, pero me desorienté y me golpeé la cabeza. Y luego me sacaron de la mansión.

    —Debí haberles contado la verdad, aunque tal vez no hubiera servido de nada —respondió James, con la voz apagada.

    Jessie se acercó a él a pasos lentos y se arrodilló.

    —James… ¿Qué pasó en el sótano?

    Los hombros de James se crisparon.

    —No tienes que contarlo si no quieres, pero guardarte cosas no le hace bien al alma.

    James terminó de coser su uniforme y se quedó quieto.

    —Ella me arrastró a un sillón de abdominales, se me subió encima y… —James cortó la frase en el aire. De todos modos, no era necesario continuar.

    Jessie tragó saliva y sintió como el odio le quemaba por dentro, tanto hacia Jessebelle como hacia ella misma.

    —Voy a buscar a esa desquiciada y la voy a desmembrar viva para que Arbok se la trague.

    —Olvídalo, Jessie. Con estar lejos de ella es suficiente.

    —¡Pero no puede quedar así! Ella…

    —No llegó a hacerlo, Growlie me salvó. Todo está bien. Lo único que me interesa es alejarnos de mi casa y olvidarnos que esto alguna vez pasó.

    Jessie se puso a su lado y lo abrazó, enterrando su cabeza en el cuello. Nunca se había autodespreciado tanto en su vida.

    —Lo siento, James —murmuró ella. James le correspondió el abrazo—. No volveré a obligarte a nada nunca más, lo prometo.

    — Está bien, Jessie, ya pasó.

    Jessie levantó la cabeza, confundida y algo enojada.

    —Se supone que yo tengo que consolarte a ti, no al revés.

    James se rió. El sonido de su risa fue música para los oídos de Jessie. A pesar de toda la situación, tenía fuerzas para sonreír. La dejó que se acurrucara contra él y que llorara tranquila durante un rato. Una vez que se calmó, James la apartó un poco y la miró a los ojos.

    —Jessie, necesito decirte algo.

    —¿Si?

    James se retorció los dedos. Parecía que le costaba mucho hablar.

    —Jessie, desde que conocí a Jessebelle le tengo pánico a las relaciones y a las mujeres. Estuve escapando toda mi vida de ellas… Pero…

    —¿Pero?

    James se remojó los labios.

    —Tú eres la única a la que puedo abrazar y no sentir miedo en absoluto, a pesar del carácter que tienes —Jessie frunció el ceño y James soltó una risita—. Siento que eres la única mujer en mi vida, Jessie. A pesar de lo que pasó hoy yo… no puedo dejar de pensar en ti.

    El corazón de ella latía a toda prisa. No se atrevía ni a respirar, por miedo de que James se callara y no volviera a hablar.

    —Creo que no puedo ocultarlo más. Estoy… Estoy enamorado de ti, Jessie. Desde hace mucho tiempo.

    Jessie se quedó congelada en donde estaba. Ni siquiera podía pestañar. Si era un sueño, no quería despertar.

    —Sé que no soy el hombre soñado. Solo soy un delincuente que renunció a su fortuna a cambio de la libertad. Sé que soy poca cosa para ti. Si quieres, podemos hacer que nunca dije esto y podemos seguir siendo amigos con derechos y no volveré a …

    Jessie se tiró encima de él y lo calló besándolo en los labios. James tardó un par de segundos en corresponderle y acariciar su espalda.

    —Siempre te amé, James —le respondió ella cuando se separaron—. Eres un hombre único, diferente de todos los idiotas que pasaron por mi vida. No me importa si eres rico o no, pero no quiero perderte nunca. Eres todo lo que necesito. A partir de hoy, no dejaré que nadie ponga un dedo encima de ti.

    James sonrió y le besó la punta de la nariz.

    —¿Somos novios, entonces?

    —Me parece que sí.

    —Sí, sí, los felicito, ¿pero me pueden dejar dormir de una maldita vez? —gruñó Meowth, desde su posición.

    —Cállate, Meowth —dijeron ambos al mismo tiempo y se acurrucaron en la fogata, pasando así su primera noche como pareja.

    ¡Hola! Estaba muy ansiosa por publicar este capítulo. Espero que les guste y cumpla con sus expectativas. Le puse el título a último segundo
    Bueno, ya está, son pareja. ¿Felices? Espero que sí.
    Pero esto apenas empieza gente. Apenas empieza (imagínenme frotándome las manos como Randall, de Recreo).

    Nathan: Oh, basta, no me hagas sonrojar XD.
    Rayos, ¿que me habrá pasado ese día? Ajj, lo corregiré en cuanto pueda, gracias.
    Hey, el título original es "Operación Chansey" "Emergencia pokemón" es el segundo capítulo del animé XD. No creo que lo de Meowth sea defecto genético, más adelante tocaré ese tema en la historia.
    Para eso está el blog, cariño XDD

    Kedo: ¡Bienvenido! Me alegra que te haya gustado y espero verte más seguido por aquí. Gracias por darle una oportunidad a esta pobre escritora.

    ¡Hasta la próxima semana!
     
    Última edición: 23 Septiembre 2017
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    Bueno, sí... me equivoqué al referenciar el episodio ese -3-U. Pero bueno, ahora le hiciste un remake al episodio "¡Santo Matrimonio!" y te quedó extremadamente bueno. Solo te di el sellito de "Adorable" por los feels... si pudiera dejarte dos, pos te pondría un "Ganador" 030.

    Aunque hay yerros que siguen siendo difíciles de ignorar...

    Ejem... habrás querido decir "Jessie y Meowth" -3-U. A la próxima, revisa mejor, eh...

    Pero bueno, aún así, esto fue un UPGRADE tremendo con respecto al episodio original. lncluyó a unos padres más perversos, un gracioso y ABISMAL intento de ventriloquismo por parte de Jessie, una VIOLACIÓN INVERSA (¡¡ARCEUS MÍO!!), un poco de sangre y, lo mejor, James con un nuevo Pokémon bajo su mando. "Una boca más que alimentar" :'V. Pero claro, sabiendo lo que puede hacer esa maniática de Jessiebelle... mejor así.

    Si en el capítulo anterior vimos una reconciliación ardiente y fúrica, ahora nos toca lo diametralmente opuesto: Comprensión, cariño y sinceridad en sus estados más puros... y claro, una dosis de humor que nunca está de más ;).

    Que no se me pase por alto... lo increíblemente tierno que se vio Meowth al usar a Growlie como almohadita nwn... pa que vean, (casi) ningún Pokémon es inherentemente malo uwu.

    Por último, debo felicitarte por darle pantalla a Arbok en estos últimos dos episodios n__n. Al menos la cobra de Jessie es capaz de hacer cosas que dejan bien parada a la especie.

    Sayonara~ ;3
     
    Última edición: 25 Septiembre 2017
  8.  
    Dr Kaos

    Dr Kaos Guest

    Retomando la historia... aqui van algunos comentarios de lo que llevo...

    Comentario general:

    - Me gusta que la construcción de los capítulos en gire en torno a los dilemas del Trio en general... pese a que la trama del fic se centre en la relación entre Jessie y James. pudiéndose visualizar mas de un sub plot... pero sin olvidar cual es el tema principal.

    - me encanta la ambientación... y con ello no me refiero a los paisajes, sino a todo el universo que rodea los personajes (los problemas con el globo... tener que buscar suministros para sus largos viajes... )

    ----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

    Capitulo 4 y 5

    - Ok me gusto como narraste todas las peripecias de los rockets para encontrar a los bobos... sobre todo las dificultades de sobrevivencia... pero a pesar de todo saben como arreglárselas o bien como actuar en más de un caso.... encontré demarcado genial él como James uso la alimentación y liberación de gases de Weezing para obtener combustible...

    - Me gusta que la tención sexual se mantenga aunque sea a niveles mas tanto de forma mas explicita o muy sutil... Pobre Meowth... que ahora tiene que soportar a sus dos compañeros haciendo cochinadas al lado... XD....

    y pobre (suertudo) de james.... jessie es toda una tentación de mujer... * - *
    - lo admito... estalle en carcajadas con la explicación sobre el Pokemon Planet! y mas que inocencia, te deja esa sensación que para Meowth el porno humano es algo insignificante (un documental como él dice) ....lo que me hace más gracia es que.... prácticamente el tiene porno gratis y legal XD... solo con ver un "documental" le basta....

    - Siempre es agradable ver ese feel rocket soñando con el día en que logren regresar (no será llegar?) a la gloria....

    - oh! bobos a la vista! veamos que pasa... momento ahora no debería entrar en escena cierta bola rosa?

    --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

    Capitulo 6

    Y el equipo rocket fue derrotado tora vez...


    - Es interesante pensar que a pesar de que pueden robar mochilas con facilidad, no lo intenten con los pokemon (mas si eran entrenadores muy estúpidos...) aunque claro están obsesionados con solo obtener pokemon raros...

    "no son criminales comunes, son el equipo rocket!"

    y claro esta... ese pensamiento de que todo a ido peor desde que se obsesionaron a Pikachu... (cosa que aparentemente es sienta), uno muy realista si uno se pone a pensar que si esa apuesta de esperanza termina siendo de un valor muy inferior al esfuerzo que depositan en su obtención.

    pero por otro lado las palabras de ánimo de jessie te dejan esa sensación de que ellos solo buscan la gran oportunidad para saltar a la verdadera fama de su organización, lejos de los agentes promedio... uno en que ellos dos son la dupla (trio) más grande del equipo rocket que les espera un futuro blanco y prometedor...

    - se nota que le han estado sacando provecho a la relación de "amigos con ventajas" (como dije antes... jessie es toda una mujer *-* ) ; lamentablemente como los seres empáticos que son... el placer carnal tarde o temprano será insuficiente al estar los dos buscando el verdadero afecto del uno por el otro...

    eso si antes de llegar a este punto si me hubiera gustado hondar mas en la euforia que seguramente sintieron al inicio post primera noche y otras rondas...

    - Posiblemente lo comente antes.... pero realmente pienso que James pudo haberse convertido en un muy buen criador Pokémon... no solo por como cuida a sus Pokémon, sino también por el conocimiento que tuene sobre ellos..

    -ahora me toca leer como le irá en su cita... y como afectara su relación con jessie...

    Supongo que james si está superando una parte de su trauma... pero no se a dado cuenta que su verdadero temor se encuentra en las mujeres de las que realmente espera algo (o ama....) T_T....

    en fin, en la semana dejo otra ronda de comentarios :D

    saludos!

    p.d: >_> y james ya noto que están muy cerca de su casa...
     
    Última edición por un moderador: 27 Septiembre 2017
  9.  
    Dr Kaos

    Dr Kaos Guest

    Capitulo 7 y 8


    - Excelente recurso el usar a Rita (una chica común, alegre.... ) como foco central para hacer aparecer algunos de los demonios internos del Trió (general e individual...)

    Me agrada que ella fuera una chica sencilla... que tal vez solo quisiera un amor sincero de james (a pesar de ser a primera vista?) dejando una sensación de la fobia de james se aplica a cualquier chica... inclusive si esta no tiene malas intenciones...

    - Creo que si un temor comparte el trió... es la posibilidad de que uno de ellos encuentre la felicidad en otro lugar... alejándose del resto, rompiendo esa camarería familiar que comparten... esto se vio muy bien reflejado en los caps...


    - me agrado como anticipaste el "drama" de Meowth al presentar en el capítulo 6 la tendencia de los Meowth por meterse a las tienda atraídos por las pelotas... mas la "forma" que el tiene de ver aquello, como una trampa humana (la cual sufrió en carne...)

    sin mencionar cuando trata de traidor a james por andar con el "enemigo"; encontré genial que lo usaras para hacernos sentir todo lo que Jessie seguramente tenía ganas de decir... pero su orgullo no se lo permite...

    finalmente me pareció correcto que él fuera quien representara el "temor a la soledad" que los tres comparten...


    - Jessie si ya se dio cuenta la gran falla que tiene su plan... pero lamentablemente su orgullo se la puede mas como para sacar esa ira, tristeza... sus varaderos sentimientos... y mas allá de su temor a ser lastimada por el fracaso...

    lo cierto es... que ella es muy terca, ella no se rinde... su problema es que su orgullo no le permite tener su momento de duelo para volver a ponerse de pie.... (ok esta ultima línea fue muy en materia personal... mejor no hagas caso...)

    por razones como esta... es uno de mis personajes favoritos... de los mas humanos...

    - James... >_> ya decía yo que el problema del estaba en el compromiso, mas como interpreto las intenciones de Rita como una forma de manipularlo (que en un grado mas inocente... así fue) presentándose enfrente su temor de ser privado su libertad... buscando desesperadamente consuelo en quienes lo tratan como un igual....

    T_T si fue bien tristona esa escena... mas porque el chico perdió parte de la confianza que había ganado... y pa rematar tiro para bajo a jessie... que ahora puede ver la gran magnitud de ese temor de la infancia de su compañero... al punto de creer que es algo que no podrá superar nunca...

    ..............T_T.......... espero que tarde o temprano puedan abrirse mas y vencer esos inconvenientes.... mientras tanto... :D siempre pueden divertirse cazando a los bobos? (y hablando de ellos...

    en general un muy buen arco que mostro las debilidades mentales de nuestro querido trió...

    saludos!
     
    Última edición por un moderador: 28 Septiembre 2017
  10. Threadmarks: 11. Nunca robes un Arbok
     
    Siletek

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    “Eres”

    Café Tacvba

    Capítulo once

    Nunca robes un Arbok


    La siguiente semana tuvo sus momentos altos y bajos. En esa semana se festejó el festival de la Princesa y Jessie la pasó en grande comprando comida y ropa a precios bajísimos. Además, logró capturar un Lickitung en medio del festival. Incluso logró ganar el concurso y conseguir como premio las muñecas que siempre quiso y una foto con un actor famoso. Las muñecas las enviaron a la central de Equipo Rocket y conservó la fotografía, no sin aclararle a James que no se pusiera celoso.

    Sacando el hecho de que eran unos criminales, Jessie y James actuaban como cualquier pareja normal. Se tomaban de las manos, dormían abrazados y se decían alguna que otra cursilería al oído. Si todavía no habían tenido sexo, era porque Jessie había decidido darle un tiempo para que se recuperara del intento de violación por parte de Jessebelle.

    Pero en lo último en lo que estaban pensando ahora era en su relación. Había otras cosas en las que pensar.

    Habían oído el rumor de que había Farfetch’d en un bosque y se mostraron ansiosos por conseguirlo. Encontraron uno con su entrenador, quien les dijo que harían un trato para que tuvieran a su Farfetch’d, un Starmie y un Staryu. En un descuido, Jessie y James robaron esos tres pokemón y huyeron en una lancha, la cual se hundió al poco tiempo de zarpar. Arbok, Weezing, Growlie y Lickitung salieron flotando por el río dentro de sus pokebolas, mientras el Farfetch’d las recogía con un canasto y se marchaba riéndose.

    Ahora estaban en el globo, empapados y llenos de ira, buscando a ese ladrón por el aire. Meowth intentaba calmarlos, a pesar de que también estaba furioso.

    —Apenas acabo de recuperar a Growlie —James estaba con las dos manos aferradas al canasto, como si su vida dependiera de ello—. Y dudo que sepa cuidar a Weezing No voy a permitir que ese mocoso de porquería se salga con la suya.

    —Apenas acabo de atrapar a Lickitung —Jessie estaba que echaba humo por la nariz. Hasta un Charizard retrocedería al ver su rostro—. Mi pobre Arbok… —y rompió en llanto.

    —Ya los encontraremos, ¿de acuerdo? —intentó tranquilizarlos Meowth—. Ya atraparemos a ese mocoso y le daremos una lección que no olvidará jamás.

    Jessie y James asintieron. No importaba si tenían que ir al centro de la Tierra, no pararían hasta tener a sus pokemón de vuelta.

    ...​

    Kaito no podría estar más alegre. En solo dos robos, había logrado obtener nueve pokemón. Cinco eran de una chica pelirroja y cuatro eran de dos adultos ingenuos, un hombre y una mujer. En el fondo, no le gustaba robar, pero su Farfetch’d era demasiado débil para tener una batalla.

    Ya había visto los pokemón de la chica pelirroja: Staryu, Starmie, Psyduck, Horsea y Goldeen. Todos ellos acuáticos. Supuso que la chica era fanática de pokemón de ese tipo. Ahora le tocaba el turno de las pokebolas de los tipos con el Meowth parlante.

    Siempre solía inspeccionar los pokemón que robaba fuera de la carpa donde vivía, mientras Farfetch’d (el único pokemón conseguido de manera limpia) merodeaba por los alrededores en busca de víctimas o cuidando de que no apareciera una oficial Jenny. Era fácil: sacaba al pokemón de su pokebola para saber qué tipo era. El pokemón estaba aturdido por no ver a su entrenador y Kaito aprovechaba para regresarlo a su pokebola.

    —A ver que tenemos aquí… —dijo, mientras agarraba una pokebola al azar de la canasta —. ¡Yo te elijo!

    Un Arbok imponente se materializó frente a él. Nunca había robado uno antes.

    —¡Vaya, un Arbok! —se asombró Kaito, mientras el Arbok lo miraba fijo. De no estar asombrado, se habría dado cuenta de que algo iba mal—. Ahora, regre…

    Se movió tan rápido que Kaito no pudo reaccionar a tiempo. Se movió para un costado a toda velocidad para evitar el rayo.

    —¡Pero qué…!

    El Arbok se acercó a él, veloz como un relámpago y le dio un coletazo con todas sus fuerzas en la mano que sostenía la pokebola. Sintió como sus huesos se rompían al contacto y lanzó un grito de dolor mientras caía al suelo. La pokebola salió volando de su mano y rodó unos pocos metros hasta estrellarse contra un árbol.

    —¡Far, Farfetch’d! —su pokemón pájaro corrió hacia él al escuchar los gritos, intentando auxiliarlo.

    —¡Corre! —gritó Kaito, pero fue demasiado tarde. El Arbok abrió la boca y decenas de agujas salieron de su garganta. La mayoría se clavaron en el pecho de Kaito y en casi todo el cuerpo de Farfetch’d. No pudieron evitar lanzar otro alarido de dolor, mientras las agujas se disolvían en su carne y entraban a su torrente sanguíneo, envenenándolos a ambos. Farfetch’d se tambaleó y cayó al suelo, temblando.

    El Arbok se acercó a ambos, deslizándose lentamente sobre la tierra, sacando y metiendo la lengua. Se quedó unos instantes mirándolo a los ojos y Kaito pensó que lo mataría. Pero, en lugar de eso, se fue hacia donde había salido rodando su pokebola. La tomó con los dientes y regresó para colocarla en la canasta con las otras tres. Les dedicó una última mirada amenazante, tomó el canasto con la boca y se internó en el follaje.

    Kaito intentó incorporarse con el brazo sano y miró a su Farfetch’d. Este estaba tendido a su lado y respiraba con dificultad. Las heridas eran minúsculas y pequeños ríos de sangre brotaban con ellas, mientras las agujas se disolvían.

    —Oh, no —murmuró Kaito. Tenía que ir a un centro pokemón urgente, pero estaba a kilómetros de la civilización. En la carpa tal vez tuviera antídotos.

    Se levantó, aguantando el dolor en su brazo y el pecho y dio unos pasos, pero no pudo llegar a la carpa. Su visión se volvió borrosa y cayó al suelo, mientras su vida comenzaba a escurrirse de su cuerpo.

    —Si salgo vivo, no volveré a robar, lo juro —dijo, con los ojos llenos de lágrimas. Ni sabía a quién le estaba jurando, pero no importaba. No sabía que tan venenoso era un Arbok, pero supuso que morirían en unos pocos minutos. Cerró los ojos, esperando lo inevitable.

    ...​

    A Arbok le importaba poco y nada haber matado al mocoso y a su Farfetch’d. Lo único que le importaba era volver a ver a su ama. El hecho de no estar con ella lo ponía muy nervioso. Necesitaba protegerla, aún a costa de su propia vida. Ahora más que nunca.

    Cuando se sintió un poco más seguro, apoyó la canasta en el suelo y la volcó, desparramando las pokebolas por el pasto. Una a una, las apretó con el hocico para activarlas y sacar a sus compañeros.

    Weezing fue el primero en salir flotando, a un metro y medio de distancia del suelo. Era su compañero más antiguo (a pesar de no pertenecer a su ama, lo consideraba como tal) y un buen amigo. Cuando era un Koffing, hablaba muy poco, respondiendo la mayoría de las veces con una sola palabra. Al evolucionar, se había vuelto un poco más conversador, diciendo frases cortas.

    Growlie fue el siguiente en salir. Lo único que sabía de él era que había sido el pokemón de su amo cuando era pequeño y hacía poco tiempo que se había reencontrado con él. Era muy entusiasta, casi como un cachorro y prefería estar cerca de su amo. No le podía criticar eso.

    Lickitung fue el último. La adquisición más reciente de su ama. Hacía menos de una semana que era su compañero y no sabía muy bien que pensar de él. Era glotón (lo que no venía muy bien a la economía de su ama), pero parecía un peleador muy fuerte y eso era lo importante.

    —¿Eh? —dijeron los tres a la vez, buscando a sus entrenadores.

    —¿Dónde está James?

    —¿Y mi amo?

    —¿Ya es hora de comer?


    De haber sido humano, se habría apretado el puente de la nariz, pero como no lo era, Arbok se limitó a hacer un gesto con la cola para tranquilizarlos.

    —Escuchen —les dijo—. Por lo que parece, fuimos robados.

    —¿Robados?
    —preguntó Weezing, mientras giraba sobre sí mismo, como buscando al responsable.

    —Sí, eso parece.

    —¿Y dónde está el ladrón?
    —preguntó Lickitung.

    —Lo ataqué y me los llevé dentro de esta canasta —señaló con la cabeza el objeto—. Ahora lo que importa es buscar a nuestros amos

    —¿Cuál es el plan? —preguntó Lickitung.

    Arbok se tomó un momento para responder.

    Bien, Growlie es el que tiene mejor oído y olfato que nosotros, así que irá adelante para rastrear.

    —De acuerdo.

    —Lickitung, lleva las pokebolas de nuestros amos en el canasto.

    —Está bien
    —dijo, mientras se colocaba la canasta en sus espaldas.

    —Weezing nos ayudará con su Pantalla de Humo en caso de que nos ataquen y no podamos pelear.

    —¿Y tú? —
    preguntó Lickitung.

    —Los amos viajan mucho por el aire. Soy el único que se puede trepar a los árboles, así que buscaré un árbol alto y me treparé para ver si puedo encontrarlos. ¿Alguna pregunta?

    Growlie levantó una pata. Parecía al borde del llanto.

    —¿Qué pasa si no los encontramos? —gimoteó.

    —Eso no va a pasar —le respondió Arbok, con firmeza—. No perdamos el tiempo y comencemos a buscarlos.

    Growlie asintió, con los ojos llorosos y se puso en marcha, casi pegando su nariz contra el suelo. Los demás los siguieron, a unos pocos pasos detrás de él.

    —Oye, ¿no te preocupa que el ladrón regrese por nosotros? —preguntó Lickitung

    —No lo creo —respondió, con indiferencia. Weezing lo miró de reojo, pero se mantuvo callado—. Le di un buen susto a ese idiota.

    Siguieron caminando, atentos a cualquier sonido u olor a su alrededor. Más de una vez, Arbok se trepó a las copas de los árboles para ver si los encontraba. Bajaba algunas bayas que encontraba en su expedición y las dejaba en la canasta que llevaba Lickitung, no sin antes advertirle que no se las comiera.

    —¿Y para quienes son?

    —Para mi ama
    —respondió, cortante—. Las necesita más que nosotros.

    —Oh —
    y se quedó en silencio.

    Arbok estaba muy preocupado por su ama. Hacía dos semanas o más, sentía que su ama estaba muy rara. Se la notaba algo cansada pero era lo de menos. Percibía algo en ella, algo que no era normal. Ignoraba lo que era, pero cada escama de su cuerpo le decía que su ama necesitaba ser cuidada y protegida más allá de sus deberes como pokemón de su ama. No solo venía de la fidelidad y el cariño que sentía por ella, sino que provenía de lo más profundo de sus instintos.

    Growlie se detuvo en seco y Arbok casi chocó contra él.

    ¿Pasa algo, Gowlie?

    Growlie no respondió de inmediato. Movía sus orejas y Arbok supo que había percibido algo.

    —Escucho a Meowth… pero de muy lejos. Creo que viene de arriba.

    —El globo —murmuró Arbok, antes de ir a toda velocidad hacia el árbol más alto que vio. Se trepó velozmente, arañando su cuerpo con las ramas. Llegó a la copa y se estiró hacia arriba todo lo que pudo.

    Ahí estaba el globo, en el que había pasado la mitad de su vida viajando, recortado en el cielo como si fuera una postal, dirigiéndose a ellos. Estaban a menos de un kilometro de distancia.

    ¡Meowth! —gritó con toda la fuerza de sus pulmones—. ¡Aquí, en el árbol!

    El pokemón se asomó al borde del globo y lo miró a través de los prismáticos. En menos de un segundo, su ama y su compañero estaban también allí.

    —¡Arbok! —gritó su ama.

    —¡Quedate abajo y no te muevas de ahí! —le gritó Meowth—. ¡Estamos bajando!

    Arbok bajó del árbol para encontrarse con sus compañeros.

    Vienen por nosotros —anunció, mientras lanzaban gritos de júbilo.

    Esperaron en el camino durante unos minutos que les parecieron eternos. Intentó mantenerse calmado, pero apenas notó el cabello rojo de su ama, no lo soportó más y se lanzó a toda velocidad hacia ella, tirándola al suelo.

    —¡Arbok! —gritó ella, bañada en lágrimas, mientras él refregaba la cabeza contra su cuello. Escuchó a los otros detrás de él, pero ya no importaba nada. Su ama estaba de vuelta .

    ...​

    La oficial Jenny tenía su comisaría al borde de la ruta que pasaba por el medio del bosque y nunca había tenido que lidiar con algo más grave que un cazador de pokemón muy de vez en cuando.

    Tres chicos (llamados Ash, Misty y Brock) habían sido engañados por un ladronzuelo que ya le había dado bastantes dolores de cabeza en el último tiempo. Era el tercer robo de la semana y la víctima había sido Misty, quien no solo le había robado la mochila, sino que también los cinco pokemón que llevaba dentro. Estaba harta, harta de ese ladrón y no iba a dejar que se le escapara de vuelta.

    Mientras lo buscaba junto a los chicos, encontraron al Psyduck de la chica, perdido y desorientado. Costó un poco, pero el pokemón logró indicarles el lugar donde se encontraba el ladrón. A medida que se acercaban, Jenny sintió un olor a quemado que se intensificaba a cada paso que daban.

    Lo encontraron tirado boca abajo en frente de una carpa grande a rayas naranjas y violetas, completamente rígido. El Farfetch’d estaba a pocos pasos de él, tan muerto como su entrenador. Había una olla sobre el fuego que lanzaba un fuerte olor a comida quemada, probablemente verduras.

    Estaba confundida y asustada por el hecho, pero tenía que ser fuerte, por los tres chicos que estaban con ella, quienes no parecían entender del todo lo que pasaba, al menos no el más pequeño.

    —Brock, vete con ellos a la comisaría y no se muevan hasta que regrese —dijo, intentando sonar firme. El adolescente obedeció y los apartó del lugar.

    —¿Se pondrá bien? —preguntó Ash, de manera inocente.

    Jenny esperó a que se alejaran de su vista y sacó una radio de su bolsillo. Necesitaba refuerzos.


    Creo que debo hacer un par de aclaraciones importantes:

    1) En Japón, el capítulo del Festival de la Princesa ocurre antes que el de Farfetch’d y en EEUU cambiaron el orden ya que querían censurarlo por introducir cultura japonesa. ¡Dios no permita que los chicos aprendan otra cultura! (?)

    2) La victoria de Misty en el festival no tuvo el más puto sentido. ¿Por qué Psyduck fue inmune al Lengüetazo de Lickitung? Por culpa de los malditos escritores cabezas de termo que creen que el Equipo Rocket siempre tiene que perder sin importar que tengan ventaja. Si el Equipo Rocket tuviera un Graveler, Pikachu le ganaría. No me digan que no es verdad.

    Nathan: Casi, casi lo viola. Menos mal que no lo logró, estuvo muy cerca. No sé que hubiese pasado si lo lograba. Al menos ahora tiene a Growlie con él.

    Kaos: Muchas gracias por tomarte el trabajo de comentar los caps que te faltaban. Me alegro mucho que te haya gustado y no dudes en remarcarme los errores.

    Hasta la próxima semana
     
    Última edición: 30 Septiembre 2017
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    J.Nathan Spears

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    ¡Puntual como reloj suizo! :D. Me has alegrado la tarde del sábado como no tienes idea... aquí llueve a cántaros xD. Y si bien me gustan los días de lluvia, es el cumple de mi sobrino y me siento un poquito mal por él uwu. Al menos llegaron ciertos invitados infaltables, que son mi tío y dos primos :3... en fin, primero quotearé tus "aclaraciones" para aquel que le de paja el abrir el botón de spoiler

    1- Putos censores de la 4Kids... menos mal que quebraron xD. Además de todo el daño que le hicieron al animé de Yu-Gi-Oh! (como usar "pistolas invisibles" y dejar a Yugi "huérfano", entre otras boludeces).
    2- Ahora que lo dices, es cierto. En primer lugar, me pareció raro que Misty tuviera que recurrir a pedir prestados Pokémon a sus compañeros. Es culpa de ella al capturar Pokémon de un solo tipo. Siempre hay que estar preparados por si acaso, sin importar qué meta tengas. Incluso Brock capturó Pokémon de otros tipos... comenzando con Zubat xD.

    Además, es extraño, puesto que ese episodio del festival de la princesa fue uno de los POQUÍSIMOS en donde se pudo ver qué tan competente era Jessie como entrenadora, aunque haya pedido "prestado" a Weezing... solo fue un Pokémon (y del mismo tipo que Arbok, más encima) contra tres que Misty tomó. Y es cierto, en esa época la dirección del animé daba MUY poca importancia a la lógica y a la verdadera habilidad de un entrenador, para poder sacarse excusas de donde fuera para determinar un resultado (por ejemplo: Cómo fue que Ash obtuvo su medalla Pantano), y todos vimos como "normal" que Misty pudiera ganar ese concurso.

    Si a eso le añadimos el slapstick groserísimo de un solo lado que tenía Misty contra Ash, y la personalidad abrasiva de ésta, se darán cuenta del por qué Misty es una de mis Poké-chicas menos favoritas... al menos eso lo arreglaron un poco (muy poco, a decir verdad) con cierto desarrollo a medida que seguía viajando con Ash por las Islas Naranja y Johto, y terminaron con los episodios especiales que emitieron hace poco. Bueno, Misty, lograste desplazar al mapita de vuelta al fondo de la tabla xD. Pero sigues de penúltima a menos que Lillie me termine hartando, lo cual te pondria en sexto lugar. Sigo prefiriendo a Mallow y Lana por sobre tí xD

    Y sobre Jessie, ahora la has hecho mil veces más competente y agradable. Por ello debo felicitarte y agradecerte mucho... incluso me hace desear que los dos sigan siendo felices, de una forma u otra (y los Pokémon también, claro). Así que me evitaré comentarios soeces hacia ella de ahora en adelante ;)

    Pero volviendo a la historia, me doy cuenta de que jamás me canso de la fórmula de los Pokémon comunicándose entre sí... y que Arbok se haya vuelto un millón de veces más BADASS luego de haber matado a Kaito y su pato. "Nunca más volveré a robar", dice él ¡Pos lo cumplirás, puesto que en el infierno no hallarás nada, cabroncete! >:D

    Creo saber de dónde viene la preocupación de Arbok. No emitiré comentarios al respecto solamente para no dar spoilers. Pero por lo demás, supongo que es EXCELENTE que en este episodio pongas los reflectores sobre los Pokémon y no sobre la parejita del momento xD. Seguro los siguientes episodios estarán cargados de azúcar en algunos instantes claves, pero si los balanceas bien, no tendré problema ;). De momento, queda ver qué hará Jessie con los Pokémon de la boba que ahora están bajo su poder gracias a Arbok.

    Por último, decir que la narración tiene el ritmo preciso y que no encontré dedazo alguno que jodiera la experiencia. Jeje... y claro, dejarte un bonus.

    Badass Arbok 2.jpg

    ¡Hasta la próxima!
     
    Última edición: 1 Octubre 2017
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    LizzaRade

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    Ohhhh, al fin me puse al día! Este fic me esta gustando mucho, y confieso que es la unica vez que puedo sentir simpatía por el TRio (en el anime por mí los quito xD), bueh, no estoy aquí para hablar de mí, sino del fic.

    Capítulo 6: ok... este capítulo tuvo dos momentos en los que me llegó el Feels punch.
    Why? Por qué James tiene que pasarla mal si por sí solo me cae bien T_T debe ser jodido tener a alguien tan cerca pero a la vez tan lejos.

    Y...
    OMG, sé que suena algo tonto, pero cuando se colecciona algo uno pone una parte de sí y cuando se le tiene un cariño es dificil separarse de ellas, pero las prioridades son primero.

    Capítulo 7: aquí la tengo bien jodida porque... tengo mucho que citar xD
    Ok... admito que me la imagine, y no se veía tan mal >_>
    Pobrecita... admito que en este fic a veces Jessie me ha hecho tener canas verdes, pero aquí de verdad sentí pena por la mina, o sea, sí, a veces es muy zorra con los demás, pero... no sé, fueron sentimientos algo encontrados en esta parte.
    WHYYYYYYYYYYYY? no tengo un gif a la mano para describir el combo de feels al hocico que me dio!!

    ... *ce mata*

    Capítulo 8:
    No te atrevas a ponerle un dedo encima que te mato >_>
    La vida es un asco amigo mio...
    Alejarte fue lo mejor que pudiste hacer, compañero :)

    Capítulo 9: esto me pasa por leerme todo de golpe, pero uff, ese capítulo estuvo bien chido, aunque me intriga saber porque Arbok esta más apegado a Jessie, más de lo normal, al menos.
    Más feels!!!
    Y pobre gato, al menos le creció otra monedita(?).

    Capítulo 10: OMG juro que ese final no me lo esperé para nada, aunque me sigue sorprendiendo el del capítulo anterior.
    ... AHHHHHHHHH!!!! Ya, morí.

    Capítulo 11: al fin! llegó a este... Kaito se merecía morir, no digo más, y me gustó como aquí quienes se llevaron el reflector fueron los Pokémon, incluso con sus dialogos xD
    Arbok se ve muy preocupado por Jessie, me pregunto porque será... en serio, un pokémon no presenta cambios bruscos de personalidad porque sí, algo debe tener la chica para que actue así...

    Bueno, ya como va el fic espero cualquier cosa que me impacte, ya fueron muchos combos de feels por hoy T_T...

    Eso, ¡nos leemos!
     
    Última edición: 5 Octubre 2017
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    Siletek

    Siletek Entusiasta

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    Y sin palabras bonitas,
    Porque te miro a los ojos
    Y no me sale la voz

    “Dias de verano”

    Amaral



    Capitulo doce

    Instinto


    El Equipo Rocket siguió de largo, ignorando que Arbok había asesinado a un pequeño ladrón y a su pokemón. Sin tener noticias de los bobos desde el Festival de la Princesa y con poco efectivo en los bolsillos, llegaron a una ciudad y consiguieron trabajo como camareros. Para variar, Meowth no había conseguido nada, pero merodeaba por el restaurante.

    Estuvieron durante tres días trabajando sin parar. Jessie siempre paraba para ir al baño y James sospechaba que era una excusa para trabajar menos. Aunque también sospechaba que podría estar enferma. El día anterior había vomitado apenas levantada de la cama, pero luego parecía estar mejor. No entendía nada.

    Y las plegarias al fin habían sido escuchadas. Los bobos fueron a comer al restaurante donde trabajaban. Si bien ellos no los atendieron, se quedaron cerca para poder escucharlos. Al parecer, el bobo había encontrado un huevo en el Monte Abuelo y ahora estaban discutiendo sobre que clase se pokemón sería al eclosionar. Se apresuraron a ir a la sala de descanso apenas pudieron para discutir el plan.

    —¿Oyeron eso? ¡Están empollando un nuevo pokemón! —les dijo Meowth, sentados alrededor de una pequeña mesa junto a los casilleros.

    —Creo que dijeron que era un Dratini —dijo James

    —No, dijo que era un Aerodactyl —lo corrigió Jessie.

    —Sea lo que sea, debemos robar ese huevo. Podría ser la oportunidad que esperamos.

    —Imaginen al jefe cuando vea que capturamos un pokemón —dijo Jessie, entusiasmada,

    —Quedará encantado.

    James se levantó de la mesa, haciendo un gesto como rechazando la idea.

    —Olvídenlo. Ni siquiera podemos robarles a ese pequeño Pikachu.

    —Cálmate, James. Es un huevo, no nos hará daño. Esta vez vamos a ganar.

    ...​

    Salieron de la cafetería apenas les pagaron el sueldo y fueron a una tienda de bromas. Compraron tres docenas de huevos pokemón falsos y Meowth fue al globo para conseguirles disfraces. Ahora los dos estaban vestidos como campesinas de los Alpes, con vestidos marrones largos hasta los tobillos con delantales blancos y cofias. Pusieron los huevos falsos dentro de dos canastas y fueron al encuentro de los bobos

    Los encontraron en el camino, bastante cerca de la cafetería. Jessie y James se pusieron en medio y comenzaron a montar su actuación.

    —¡Vendemos huevos! —exclamaron—¡Compren nuestros huevos! —se pusieron a escasos centímetros de ellos y les mostraron la canasta llena de la mercancía falsa. Meowth ya estaba detrás de los bobos, preparándose para robarles el verdadero huevo.

    La boba tomó uno de los huevos y lo levantó, dudando.

    —¿Qué clase de huevos pokemón son estos? —preguntó.

    —Espera y descúbrelo cuando los empolles —respondió Jessie.

    James se acercó a la boba y casi la golpeó en el rostro con la canasta.

    —¿Vas a comprarlos? ¿Por favor, por favor, por favor?

    —No necesitamos huevos pokemón porque nosotros ya tenemos uno —les dijo el bobo.

    —Si —lo apoyó el bobo mayor.

    James se acercó al adolescente.

    —Déjame verlo. Enséñamelo —le pidió James.

    —Bueno, está bien —el bobo mayor metió la mano bajo su playera naranja y sacó el huevo que tanto ansiaban—. Miren, ¿les gusta?

    —Pero que hermoso —Jessie y James se acercaron al huevo, casi pegando su rostro a él—. Ahora.

    Los dos volcaron los huevos falsos encima de los bobos. El huevo verdadero se resbaló de las manos del bobo mayor, pero Meowth lo tomó con rapidez y se escondió sin que nadie lo notara.

    —Ya no sé cuál es el nuestro —exclamó el bobo mayor. No era para menos: se habían gastado en conseguir los más parecidos posibles al original.

    —¡No son vendedores de huevos! —exclamó el bobo.

    Jessie y James lanzaron una risotada y se sacaron las cofias, revelando su identidad.

    —¡Prepárense para los problemas!

    —Y más vale que teman.

    —Para proteger al mundo de la devastación.

    —Y unir a los pueblos dentro de nuestra nación.

    —Para denunciar los males de la verdad y el amor.

    —Para extender nuestro reino hasta las estrellas.

    —¡Jessie!

    —¡James!

    Ambos dejaron de recitar el lema cuando notaron que los bobos no estaban prestando atención, buscando entre los huevos falsos el verdadero.

    —Aún no hemos terminado —gruñó Jessie, ofendida.

    —Y aún no hemos dicho lo más bonito.

    La boba tomó un huevo blanco estampado con círculos de colores del suelo.

    —¿Será este? — preguntó. El huevo tembló y se abrió, pero en lugar de mostrar un pokemón, mostró un papelito con una carita triste, similar a los sellos para niños.

    —¿Será este? —murmuró el bobo, pero del interior solo salió una lengua de plástico.

    —¿Esto es lo que están buscando?

    Meowth se posicionó entre Jessie y James, con el verdadero huevo entre sus patas delanteras.

    —¡Ese es! ¡Meowth tiene nuestro huevo! —exclamó el bobo mayor.

    —Era su huevo —rió James.

    —¡Vámonos! —gritó Meowth.

    Los tres se echaron a correr por el camino, siendo perseguido por los bobos.

    —¡Vuelvan aquí, ladrones!

    —No nos van a ganar esta vez. ¡Weezing, Pantalla de Humo!

    Su pokemón salió de la pokebola e hizo el ataque al instante. Pronto, el camino detrás de ellos estaba cubierto de un humo denso. Aprovecharon ese momento para desviarse y meterse entre los árboles antes de que lograran disiparla.

    No era una huida a las apuradas, como de costumbre, sino que tenían una meta fija. Durante los últimos días, habían estado habitando una cabaña en medio del bosque. Estaban hartos de dormir en la tierra fría del bosque o en las plazas, donde normalmente los despertaban una oficial Jenny para retarlos.

    La cabaña era vieja, de más de cincuenta años, con una única ventana al frente y una más grande al costado. Un caminito de piedra los llevaba a la entrada y en el techo había varias rocas, para evitar que los fuertes vientos la volaran. También contaba con electricidad, para sorpresa de ellos, ya que normalmente las cabañas no poseían.

    El interior era poco amoblado, como cabía de esperar. No había sillas; solo unos almohadones y una mesa ratona bastante grande. La cocina era a leña y había que sacar el agua a través de una bomba de manera manual. Un solitario ropero contenía tres futones adentro al fondo de la cabaña. También tenían un baño con dos bañeras (una chica y una grande) con sus respectivas tapas de madera y dos banquitos. Por una extraña razón, las bañeras eran de cerámica blanca y azul, bastante moderno, desentonando con el resto de la casa. Para ir al baño a hacer sus necesidades, tenían que ir a una pequeña estructura que estaba fuera de la cabaña. Era más de lo esperaban.

    Apoyaron el huevo sobre la mesa, encima de un almohadón violeta. Jessie y James se sacaron las botas y los guantes antes de sentarse.

    —Lo conseguimos. No lo puedo creer, pero lo conseguimos —dijo Meowth.

    —Fue todo un éxito —dijo Jessie, estirando los brazos—. Y todo porque actué como una excelente vendedora de huevos.

    —Sí, claro —dijo Meowth, con desgano.

    —Bueno, mejor voy a cocinar algo porque ya estoy viendo a ese huevo con otros ojos —dijo James, ya levantándose.

    Meowth saltó sobre la mesa y lo golpeó con su pata.

    —¡No lo cocinarás porque yo voy a empollarlo! —le gritó Meowth, alzando al huevo como si la amenaza de James fuera real.

    —¿Pero como harás eso? —preguntó Jessie.

    —Muy fácil —Meowth se acostó encima del huevo—. Lo calentaré con mi cuerpo.

    Jessie y James se miraron entre ellos. Meowth estaba actuando como una madre. Él había sido el más entusiasta con el plan de robar el huevo. ¿Y si en realidad quería criarlo como su hijo desde el principio?

    Casi no tenían comida dentro de la cabaña. Si bien tenían dinero, tenían miedo de salir y enfrentarse con los bobos. Comieron unas pocas galletas de jengibre para no tener el estómago vacío y recién a la noche, James hizo un poco de arroz blanco para comer.

    —¿Aún tienes ese huevo? —le preguntó James a Meowth, sin molestarse en tragar el arroz para hablar. El felino había estado con el huevo todo el día y ahora comía abrazado a él.

    —Desde luego que si—le respondió Meowth—. Si dejo que mi hermoso huevo se enfríe, no empollará.

    Jessie y James volvieron a mirarse, preocupados. Decidieron seguir comiendo y dejarlo tranquilo. Por eso, Jessie tardó hasta el final de la comida en percatarse de que Meowth la estaba mirando.

    —¿Qué pasa?

    —¿Eh? No, nada, solo que… ¿te sientes bien?

    —Sí, ahora me siento bien. ¿Por qué lo dices?

    Meowth sacudió su cabeza.

    —Nada, nada —y volvió a centrar su atención en el huevo.

    La actitud sobreprotectora de Meowth sobre el huevo no hizo sino empeorar a medida que la noche avanzaba. Cuando Jessie y James estaban por entrar a bañarse, vieron a Meowth sentado en el banquito bañando al huevo.

    —Y ahora, mi pequeño huevo, tu y yo nos vamos a dar un baño caliente —se metió junto al huevo en la bañera más grande (para odio de Jessie y James)—. Y ahora te voy a contar una historia. Había una vez…

    —Meowth, estás hirviendo al huevo —lo interrumpió James.

    Meowth le respondió con un baldazo de agua caliente, empapándolo de pies a cabeza.

    —¡Cállate! ¡Ya te dije que no lo cocinarás porque voy a empollarlo!

    Los dos esperaron a que Meowth saliera de bañarse para que al fin pudieran entrar ellos.

    —Meowth me preocupa mucho —dijo Jessie, mientras se bañaba en el banquito. James hacía lo mismo justo frente a ella.

    —Parece la madre del huevo —rió James, no tan preocupado como su novia.

    —Nunca lo había visto así. Y ni siquiera sabemos qué demonios va a salir de ahí adentro.

    —Además, planeábamos llevarle el huevo al jefe.

    Jessie se levantó y se hizo un rodete, cosa que encendió James. Solo cuando se disfrazaba o entraba en la bañera se hacía ese peinado y le encantaba.

    —Lo sé, pero, ¿Qué crees que hará si le decimos eso? —le preguntó Jessie, metiéndose al agua.

    —Nos matará mientras dormimos —le respondió James, metiéndose también en la bañera. Le dedicó una mirada lasciva—. Pero, mientras seguimos con vida y Meowth esté cuidando a ese huevo…—sus dedos acariciaron el hombro desnudo de Jessie.

    —¿Estás seguro que quieres hacerlo? —le preguntó Jessie, preocupada, pero con los ojos llenos de anhelo.

    —Claro que quiero —la atrajo hacia él y le dio un beso en los labios, mientras una de sus manos acariciaba sus pechos—. Solo contigo, Jessie.

    ...
    Jessie se despertó a la mañana siguiente. Meowth seguía durmiendo, separado de ellos y abrazando al huevo. Se giró para ver a James, pero solo encontró una nota diciendo que se había ido a comprar las provisiones para el viaje.

    Apenas se levantó, unas nauseas se apoderaron de su cuerpo. Sintiendo lo inevitable, corrió hacia el baño y vomitó sobre uno de los baldes que usaban para bañarse. Todos los músculos que iban del estómago a la boca se contrajeron de manera dolorosa, vaciando todo el contenido dentro del balde.

    —¿Jessie? —Meowth estaba en la puerta de baño, aún sosteniendo al huevo—. ¿Estás bien?

    Ella se incorporó, con las rodillas temblorosas. Por suerte no había manchado su pijama con vómito, aunque había salpicado un poco el piso.

    —Ahora me siento un poco mejor. Tal vez el arroz me haya caído mal.

    —Entonces ve a lavarte la cara y toma un poco de agua —le dijo, visiblemente preocupado—. Tal vez necesites acostarte de vuelta. ¿Has visto a James?

    —Fue a comprar provisiones.

    Jessie salió de la cabaña, con el balde de vómito y los cantos de los Pidgey la recibieron de todas direcciones. A pesar de cómo había empezado la mañana, Jessie sonrió. Tal vez no le llevaran el huevo al jefe, pero al menos le habían logrado quitar algo a los bobos. Rodeó la cabaña y se dirigió a la pequeña estructura construida en el fondo para hacer sus necesidades y deshacerse del contenido del balde.

    Cuando regresó, James ya había llegado y estaba preparando el desayuno.

    —Buenos días, cariño —la saludó James, acercándose a ella—. ¿Te encuentras bien? Meowth dijo que vomitaste…

    —Ya me siento mejor, pero tengo hambre—respondió, mientras lo besaba en la mejilla—. Voy a limpiar el baño y a cambiarme.

    —Creo que será mejor llevarte al hospital —sugirió Meowth.

    —No, estoy bien, no te preocupes. Solo necesito descansar un poco más tarde.

    Jessie sacó los productos de limpieza que había en el baño y se puso a limpiar el piso y el balde. Luego se puso el uniforme, excepto por las botas y los guantes.

    —Toma tu desayuno —le dijo James, poniendo sobre la mesa una taza de té y unas tostadas

    —Esto se ve bueno —dijo Jessie, arrodillándose frente a la mesa—. ¿Qué más compraste?

    —Huevos, café, mantequilla y ramen —respondió James, desde la cocina.

    Meowth se sentó en frente de Jessie y comenzó a pulir el huevo con un trapo.

    —Buenos días, mi lindo y hermoso huevito. Meowth te va a dejar muy brillante porque aún nos falta mucha incubación —le canturreaba al huevo. Se estaba tomando la paternidad en serio pero, a pesar de ser un Meowth adulto, parecía un niño pequeño con su muñeca favorita.

    James se acercó a Meowth, con un plato de comida en la mano.

    —Ten.

    —¿Qué es eso?

    —Tus huevos revueltos.

    Al igual que ayer, Meowth lo golpeó en la cabeza, esta vez con una patada.

    —¡Como puedes ser tan insensible, eres un inhumano! —le gritó Meowth, volviendo a abrazar su huevo.

    James se frotó la mejilla, donde lo había golpeado. Por suerte, no había caído al suelo ni había tirado el plato.

    —Los voy a comer yo —gruñó, mientras se sentaba en la mesa—. Tú hazte tu propia comida, señor delicado.

    —Cuando termine de pulir a mi huevo.

    La ventana del frente se rompió en mil pedazos. Antes de que pudieran reaccionar, un Geoudude, un Staryu y un Pidgeotto entraron a la cabaña, volcando la mesa y tirando las cosas. Los huevos revueltos terminaron en la cara de James, mientras que Jessie terminó con todo el té en su regazo. En cuanto a Meowth, estaba ileso, pero sin el huevo.

    El bobo estaba dentro de la cabaña, junto con Staryu y Pidgeotto. Tenía al huevo entre sus brazos. Los otros dos bobos estaban entrando por la ventana rota.

    —Buen trabajo, Pidgeotto —le decía a su pokemón.

    —Devuélvanme mi huevo —lo retó Meowth, enfrentándose a él

    —Que gracioso, yo siempre creí que era nuestro huevo —se burló el bobo.

    —¡Atrápenlo, es mi huevo! —les gritó a Jessie y a James.

    No dudaron. Ambos sacaron sus pokebolas.

    —¡Ve, Arbok!

    —¡Ve, Weezing! ¡Pantalla de humo!

    Ambos salieron de sus pokebolas y se posicionaron al frente de sus entrenadores. Por un extraño motivo, Arbok parecía inquieto y le lanzó una mirada nerviosa a Jessie y luego una a Weezing antes de volver a mirar al frente.

    Weezing tiró una densa bocanada de humo de sus dos bocas. Puede que los bobos no vieran nada, pero ellos ya estaban acostumbrados.

    —¡Ten cuidado con el huevo, Ash! —gritó el bobo mayor.

    —¡Arbok, Cabezazo al bobo!

    Arbok obedeció y se tiró de cabeza hacia él, pero el bobo logró tirarse al suelo justo a tiempo. Meowth aprovechó para usar Arañazo en la cara del bobo y poder agarrar el huevo.

    —¡Geodude, usa Placaje!

    Geodude se abalanzó sobre Meowth y lo golpeó en la espalda, tirando al huevo por los aires. La boba extendió los brazos para atraparlo.

    —¡Lo tengo! —gritó.

    Jessie se puso en frente y logró tomar el huevo antes de que la boba pudiera hacerlo.

    —Yo lo tengo —sonrió Jessie, alejándose a las corridas.

    —¡Staryu, usa giro rápido!

    Staryu salió volando de la bruma de humo, directo al estómago de Jessie, pero Arbok salió de la nada y le dio un fuerte cabezazo, haciéndolo volar por los aires. Para desgracia de Jessie, Arbok le golpeó las manos accidentalmente, haciendo que el huevo saltara de sus manos.

    El caos era mortal. El huevo pasaba de una mano a otra y todos los que estaban adentro recibían golpes de todos lados. Arbok se ocupó más de defender a Jessie de los golpes que de recuperar el huevo, cosa rara. Algo estaba pasando…

    —¡Pidgeotto, aleja este gas! —gritó el bobo.

    Un vendaval se desató en la cabaña. El humo se disipó y pudieron ver como Meowth corría hacia sus compañeros con el huevo en sus garras. Pero Meowth era demasiado liviano y el ataque lo terminó tirando al suelo, soltando así al huevo, arrojándolo casi hasta el techo.

    Había que actuar rápido, ¿pero cómo?

    Ash salió corriendo e intentó atraparlo, pero falló y terminó tirado en el suelo. Pikachu tuvo más suerte y logró atraparlo justo a tiempo.

    —¡Pikachu! —gritó el bobo, feliz, mientras gateaba hacia él. Todos lanzaron un suspiro de alivio al ver que el huevo parecía estar sano y salvo.

    —¡Lo hiciste, Pikachu! —le dijo la boba.

    —Buena atrapada —agregó el bobo mayor, acariciando la cabeza del pokemón.

    Ash tomó al huevo entre sus manos, pero luego lo alejó un poco de él, con una expresión de sorpresa y preocupación.

    —¿Qué pasa, Ash? —preguntó el bobo mayor.

    —Siento que algo se está moviendo adentro.

    El huevo empezó a resquebrajarse desde arriba.

    —Se está empezando a romper —dijo el bobo.

    —Sí, ya está rompiéndose —agregó el bobo mayor.

    La boba se acercó a ellos, se arrodilló y tomó el huevo, apartando a los otros dos.

    —Oigan, déjenme ver —les dijo.

    La parte superior del huevo se rompió y se logró ver una masa de color crema. Unas cosas semejantes a púas emergieron de arriba, seguido de un par de ojitos cerrados y una boca diminuta. Cuatro agujeros se abrieron, dejando salir sus minúsculas patas, dos debajo de su cara y otros dos por la base. El huevo dejó de romperse, como si sirviera como caparazón. El pokemón bebé estiró sus patas delanteras y bostezó. Abrió sus ojitos, de un profundo color negro, y miró a la boba, desconcertado.

    —¿Toke? —preguntó, confundido.

    La boba lo alzó por el aire.

    —¡Por fin nació, por fin nació, por fin nació! ¡Qué lindo! —le decía.

    —¿Toke? —volvió a preguntar.

    —Hola a ti también —le respondió la boba.

    —¡Prri! ¡Toke, toke, toke! —se sacudió, feliz.

    La boba se dio vuelta para mirar a sus dos amigos.

    —Que suerte tenemos —les dijo la boba.

    —Es cierto —le respondieron a dúo.

    Olvidando los viejos rencores, Jessie, James y Meowth se acercaron a Ash, poniéndose de espaldas a él.

    —Si Pikachu no lo hubiera atrapado… —empezó Jessie.

    —… ese precioso pokemón hubiera sido… —continuó James.

    Todos se miraron entre ellos, recordando lo mucho que se detestaban. Jessie, James y Meowth corrieron a la otra punta de la cabaña.

    —¡Hay una batalla por terminar! —gritó Jessie.

    —Casi lo olvido —gruñó James.

    Arbok y Weezing se pusieron en posición de ataque. Arbok aún parecía agitado y tenía la mirada vagando entre Pikachu y el bobo. El entrenador de Pikachu no dudó un segundo en dar la orden que más conocían:

    —¡Vamos, Pikachu, Atack…!

    Arbok se movió tan rápido que apenas pudieron procesar lo que pasó. El pokemón de Jessie salió disparando como un proyectil hacia el grupo de bobos. Pasó por encima de Pikachu y le dio al bobo un cabezazo en la boca del estómago, tirándolo contra la pared de la cabaña y sacándole todo el aire, impidiéndole hablar.

    —¡Ash! —gritaron los dos bobos.

    Arbok no perdió tiempo. Con la misma velocidad con la que lo golpeó, tomó a Ash de la mochila con sus dientes y saltó por la ventana rota, escapándose.

    Jessie se quedó de piedra, observando la ventana por donde Arbok se había marchado. Su pokemón jamás había tenido un comportamiento así de extraño. Siempre la había obedecido y no se movía si ella no se lo ordenaba. Pero esto superaba cualquier cosa. ¿Por qué querría secuestrar al bobo?

    —¿Qué le hiciste a Ash? —los gritos de la boba la sacaron de su ensimismamiento.

    —Yo… yo no le dije a Arbok que se lo llevara —balbuceó Jessie—. No sé por qué lo hizo.

    —¡Mentirosa!

    —Vamos a buscar a Ash —le dijo el bobo mayor, intentando tranquilizarla.

    —Tienes razón —le respondió la boba y salieron ambos por la puerta de la cabaña.

    Meowth se giró hacia sus compañeros.

    —Vamos tras ellos. Todavía tienen a mi hijo.

    Jessie asintió, aún muy confundida. Tomó la mano de James y salieron corriendo tras ellos, más preocupada por Arbok que por el pokemón recién nacido.

    ...​

    Gracias a las marcas dejadas por Arbok en el suelo y a los gritos del bobo, ambos pudieron ser ubicados con facilidad. Estaban en un lago cercado por una valla de poca altura. Unos bancos de plaza pintados de blanco estaban situados alrededor sobre un camino de tierra. El pokemón estaba levemente enroscado sobre si mismo sobre uno de los bancos y sosteniendo al bobo desde la mochila con sus dientes. Por su pose, parecía como si estuviera esperándolos para una charla.

    —¡Suelta a Ash! —le gritó la boba.

    Arbok la miró fijamente durante dos segundos y pareció obedecer. Soltó al bobo, pero inmediatamente después se enroscó en su cuerpo, haciendo el ataque Constricción.

    —¡Jessie, tienes que decirle que lo suelte!

    Jessie lo pensó por un momento. Si Arbok tenía al bobo de rehén, podría aprovecharlo en su beneficio.

    —No hasta que nos den al bebé —respondió, señalando al pokemón que Misty tenía en sus brazos.

    —No lo haremos —respondió la boba.

    —Entonces Arbok no lo soltará.

    Los dos sacaron sus pokebolas.

    —¡Chabok! —gritó el pokemón de Jessie, sobresaltando a todos. Una vez que todos lo miraron, comenzó a hablar, dirigiéndose a Meowth.

    —Arbok dice que va a soltar al bobo solo si prometen que no atacarán a Jessie de ninguna forma física —tradujo Meowth a todos los demás.

    —No tenemos por qué hacerle caso —gruñó la boba.

    Por toda respuesta, Arbok apretó a Ash, haciéndole lanzar un grito ahogado.

    —Esa fue una mala elección de palabras —comentó James.

    —Misty, no empeores las cosas —le dijo el bobo mayor, un poco alterado. Se dirigió a Arbok, un poco más calmado—. ¿Es solo esa condición?

    Arbok asintió.

    —De acuerdo, de acuerdo, no le haremos daño a Jessie, lo prometo.

    Arbok volvió a hablar.

    —Dice que quiere escucharlo de todos ustedes —tradujo Meowth.

    —De acuerdo, pero si sigues apretando a Ash, no lo escucharás decir nada… nunca.

    Arbok aflojó la presión, pero sin soltarlo. El bobo comenzó a respirar de vuelta, entre toses y jadeos.

    —Es-está b-bien. Lo… lo pro..meto —tosió Ash.

    —¡Arbok, estás estropeando mi plan! —lo retó Jessie, furiosa. Arbok le lanzó una mirada lastimera que disolvió su furia en un instante. Era difícil enfadarse cuando ponía esa cara —. Sé que intentas protegerme, pero necesitamos ese huevo.

    Arbok volvió a hablar. Meowth abrió los ojos como platos:

    —¿Cómo que no te importa el huevo? ¡Es mi hijo! —le gritó.

    —Cálmate —le dijo el bobo mayor. Se dirigió a la boba—. Misty, tienes que prometerlo también.

    —Pero…. Está bien, lo prometo.

    Arbok habló otra vez. Meowth tradujo de mala gana:

    —Dice que si llegan a lastimar a Jessie, no dudará un instante en matarlos a los tres y que ni siquiera ella va a pararlo.

    —Eh… si, si, entendemos.

    Arbok se desenroscó del cuerpo del bobo y se acercó a Jessie, refregando su cabeza contra la mejilla de ella con cuidado, como si fuera frágil.

    —Arbok, todo está bien —le dijo, acariciándole la parte superior de su cabeza.

    Brock dio un paso hacia Jessie y Arbok torció la cabeza hacia él, en estado de alerta.

    —Jessie…

    —¿Qué?

    —Quiero hacerte una pregunta…

    —¿Cuál?

    —¿Acaso tú …?

    —¡Devuélvanme a mi hijo! —chilló Meowth, interrumpiendo la frase —¡Yo lo cuidé mucho mejor que ustedes tres juntos!

    —¡Yo lo empollé! —gritó el bobo mayor, olvidándose de Jessie.

    El bobo se acercó a ellos, ya recuperado de la Constricción de Arbok.

    —¡Yo lo encontré! —gritó.

    —¡Yo soy la que más le agrado, por lo que se queda conmigo! —gritó la boba.

    —¡La única manera de arreglar esto es con una batalla pokemón! —les dijo el bobo.

    —¿Una batalla pokemón? —le preguntó Meowth, confuso.

    —Sí, haremos una batalla pokemón y el que gane se queda con él, ¿están de acuerdo o no?

    Meowth se apartó de los bobos y se dirigió a Jessie y a James.

    —¿Qué dicen ustedes? —les preguntó.

    Jessie se encogió de hombros.

    —Podríamos intentarlo.

    —Lo ganaríamos de manera limpia —opinó James.

    Meowth se giró hacia los bobos.

    —De acuerdo —aceptó.

    ...​

    No muy lejos del lago, había un auditorio al aire libre, diseñado para hacer espectáculos de todo tipo. El bobo mayor improvisó sobre el escenario un campo de batalla dibujado con una tiza blanca. Colocaron al bebé (Togepi, según la pokedex del bobo) sobre una tarima, en el fondo del auditorio.

    —Será un torneo de seis —explicó el bobo mayor, parado en medio del campo que había dibujado.

    —¡Un momento! —lo interrumpió Meowth—. Ellos no tienen derecho a participar —agregó, señalando a Jessie y a James.

    —¿Qué?

    —¿De qué estás hablando?

    Los dos sonaban furiosos, como Growlithe con rabia. Meowth no se dejó amedrentar.

    —Yo declaro que ninguno de los dos hizo la menor acción para cuidar a Togepi.

    —¡No puedo creer que seas tan egoísta! —saltó Jessie.

    —¡Se supone que somos un equipo!

    —Entonces solo cuatro vamos a competir —dijo la boba.

    —Por mi está bien —dijo el bobo mayor.

    Jessie y James se retiraron ofendidos, sentándose en las gradas.

    —Haremos una batalla a muerte súbita usando un pokemón cada uno — dijo el bobo, recibiendo la aprobación de los otros.

    Los tres bobos comenzaron a hurgar en sus mochilas, pensando en el pokemón adecuado para la batalla. Pero había un pequeño problema: Meowth no tenía ningún pokemón.

    El gato entró en pánico. ¿Cómo pudo haber sido tan estúpido para aceptar algo como eso? Jessie y James podrían estar enojados con él, pero tal vez le podrían prestar a alguno de los cuatro pokemón que poseían.

    Meowth se acercó al borde del escenario para hablar con sus compañeros. La mirada que le dirigieron demostraba que ya sabía a qué venía.

    —Oigan, muchachos… ¿me prestan algunos de sus pokemón?

    —Ni lo sueñes —le dijeron ambos.

    ¿Qué iba a hacer ahora? No tenía nada, excepto…

    Se miró sus propias patas delanteras. Actuaba tanto como un humano que se olvidaba que era un pokemón. No necesitaba los de Jessie o James: podía pelear por sí mismo.

    Habían decidido que primero el bobo mayor pelearía contra Meowth. Él no le vio ningún inconveniente… hasta que vio al Onix parado al lado de su entrenador. Casi se orinó encima, pero hizo todo su esfuerzo para que no se notara.

    —Primero será Brock contra Meowth —dijo el bobo, quien hacía de réferi. Meowth intentó verse intimidante, mientras que el Onix lo miraba, un poco sorprendido.

    El bobo golpeó una lata con un palo.

    —¡Comiencen!

    —¡Ve, Onix! ¡Placaje!

    —¡Ve, Meowth! —gritó el pokemón, por decir algo y corrió hacia Onix.

    Una embestida de Onix le dio de lleno en su pequeño cuerpo. Cayó de cabeza, rebotó y terminó boca abajo. A pesar del dolor, se levantó de un salto.

    —¡Golpes Furia! —gritó, haciendo gala de su ataque más poderoso y arañó con fuerza el rostro de piedra de Onix. El pokemón se quedó quieto, como si le estuviera dando caricias.

    —¡Tus Golpes Furia no pueden hacer nada contra el cuerpo de roca de Onix! —le gritó el bobo mayor—¡Bien, Onix, usa Lanzarrocas!

    Onix no estaba en un terreno para hacer ese ataque, pero supo improvisar. Con su cola, intentó aplastar a Meowth. El pokemón la esquivo las primeras dos veces con mucha dificultad. La tercera vez lo rozó y la onda expansiva del golpe lo tiró al piso.

    Tengo que resistir. Pero ninguno de mis ataques sirve contra ese pokemón gigante.

    ¡Que divertido!

    Meowth torció la cabeza hacia Togepi. El bebé ignoraba la batalla, jugando con la cola de Pikachu como si no existiera otra cosa. Meowth sacó fuerzas de esa imagen para seguir adelante.

    Lo haré por ti, hijo. Meowth se rehúsa a perder.

    Si la fuerza no era útil, tendría que usar la astucia. Miró hacia todos lados, buscando algo que lo ayudara…

    Detrás de él, contra una pared, habían dos baldes llenos de agua. El bobo mayor los había puesto ahí para limpiar el escenario después del torneo.

    ¡Eso es! Onix es débil contra el agua.

    —¿Qué dices, Meowth? ¿Te rindes? —le dijo el bobo.

    Meowth corrió hacia los baldes. A pesar de que estaban llenos y eran casi de su tamaño, logró levantarlos con sus patas.

    —¡Meowth no se rinde! —corrió con la agilidad natural de su especie, casi como si no estuviera cargando nada —¡El definitivo ataque victorioso con agua!

    Meowth pegó un salto de más de dos metros de altura y vació el contenido de los baldes justo en el rostro de Onix. El pokemón de roca lanzó un grito y se tiró para atrás, arrancando gestos de sorpresa en todos los presentes. Cayendo en picada, Meowth tiró los baldes al suelo y sacó sus garras.

    —¡Golpes Furia! —gritó, arañando con fuerza el rostro de Onix, empapado con agua. El gigante no soportó el golpe y cayó derrotado al suelo, con las marcas blancas de las uñas cruzando su cara.

    Brock corrió hacia su pokemón, alarmado.

    —¡Onix! ¿Estás bien, amigo? —levantó la cabeza y miró a Meowth, enojado —. ¡Oye, arrojar agua es trampa!

    —No soy más que un padre que lucha por su hijo. Y voy a ganar este torneo.

    ...​

    Meowth no vio la batalla pokemón entre los dos bobos. Se la pasó todo ese lapso de tiempo parado sobre la mochila de la boba, observando a Togepi. El pequeño ignoró a Meowth por completo, ya que Pikachu lo distraía con su cola, pero no le importaba. La próxima batalla la ganaría y él podría dedicarse a cuidar, alimentar y mimar a su pequeño hijo.

    —¡La batalla terminó! ¡Ash y Bulbasaur ganan!

    Meowth miró hacia el campo de batalla. El bobo festejaba a los saltos con su pokemón, mientras que la boba estaba golpeando el piso con sus puños por la frustración de la derrota. Apenas se retiró, Meowth tomó su lugar.

    —¡El ganador de esta batalla se lleva a Togepi!—anunció el bobo mayor.

    —¡Muy bien, yo elijo a Pikachu! —dijo el bobo. El aludido dio unos pasos hacia adelante.

    —¡Yo, como no tengo otro, elijo a Meowth! —anunció Meowth, también caminando unos pasos hacia adelante.

    El gato miró a Pikachu, enseñando sus dientes. El ratón le devolvió la mirada con fiereza, con las orejas levantadas, alerta.

    La mirada de Meowth se desvió hacia la de Togepi y sintió que sus piernas se aflojaban. En su memoria estaban frescos los recuerdos cuando era tan solo un huevo y todos los cuidados que le había dado. Tal vez lo haya tenido un día, pero para él era más que suficiente. Lo amaba y sería suyo muy pronto.

    —¡Por tu bien, Togepi, yo ganaré esta batalla por ti! —gritó.

    El bobo mayor hizo sonar la lata.

    —¡Comiencen!

    Pikachu es un pokemón tipo eléctrico y yo soy un tipo normal. ¿Qué haré? Tendré que esquivar sus Impactrueno y valerme más de mi agilidad para cansarlo y así poder atacar con Golpes Furia…

    Meowth volvió a la realidad cuando la cola de Pikachu se posó suavemente sobre su amuleto. Vio el rostro divertido de su competidor y supo que estaba perdido.

    El Impactrueno le dio de lleno en el amuleto y recorrió todo su cuerpo. No fueron más que unos pocos segundos, pero fueron eternos para él. Sus músculos se tensaron dolorosamente y sintió como sus órganos se achicharraban por dentro. Lanzó un grito de dolor tan agudo que incluso se debió haber oído en la ciudad que estaba ubicada a dos kilómetros de allí.

    Cayó al suelo como una estatua, incapaz de moverse, excepto por unos pocos espasmos. El dolor que sentía era tan intenso que creyó que enloquecería. Su último pensamiento antes de desmayarse fue desear que Togepi fuera feliz sin él.

    ...​

    Jessie se levantó de golpe cuando Meowth tocó el piso.

    —Esto está muy mal —musitó. Quiso bajar las gradas pero no pudo dar más que un par de pasos. Se quedó quieta un segundo, de pie, antes de que las piernas se le aflojaran y cayera al suelo.

    —¡Jessie! —gritó James, intentando tomarla del brazo. No pudo sostenerla a tiempo y rodó por las gradas hasta llegar abajo (por suerte, no estaban demasiado alto). James bajó corriendo. Se había olvidado de Meowth, de Togepi, de la batalla, de todo. La levantó un poco en brazos—. Reacciona, Jessie, por favor, ¿Qué pasa?

    Jessie no respondió. James le chequeó el pulso y dio un suspiro de alivio al ver que su corazón aún latía.

    —¿Pasa algo? —el bobo mayor se había bajado del escenario y se estaba acercando a ellos.

    —¡No lo sé! ¡Se desmayó de golpe!

    El bobo mayor levantó una mano para tranquilizarlo.

    —Te ayudaré a llevarla al hospital. La ciudad no está muy lejos. Ash y Misty llevarán a Meowth al Centro Pokemón.

    James no tenía tiempo para ponerse a juzgar sobre quien lo estaba ayudando. Solo quería que su Jessie despertara.

    —Está bien —dijo y se pusieron manos a la obra.

    ...​

    Jessie despertó al poco tiempo de ingresar al hospital, agitada. James la tranquilizó, diciendo que estaban en la guardia del hospital y que le habían sacado sangre mientras estaba inconsciente.

    —¿ Como está Meowth? —preguntó.

    —Los bobos lo llevaron al Centro Pokemón.

    Jessie golpeó la camilla con el puño.

    —¡Pudieron haberlo matado! ¡Mira que pegarle un Impactrueno en el amuleto!

    —Shhh, tranquila, amor.

    La puerta se abrió y entró un médico, un hombre joven y simpático de cabello anaranjado con una tablilla en su mano.

    —Buenas tardes, soy el doctor Gin —se presentó.

    —Buenas tardes, doctor —le respondieron ambos.

    El médico sonrió y le echó un vistazo a su planilla.

    —Ya hemos hecho los análisis de sangre —dijo.

    —¿Es algo grave? —preguntó James.

    —No, para nada —sus ojos se fijaron en Jessie—. Felicitaciones: está embarazada.


    Con laringitis y todo, publico el capítulo doce...

    Creo que era algo obvio que Jessie iba a quedar embarazada, así que no quise poner demasiado misterio ni alargarlo demasiado. Y hablando de largo... creí que este capítulo lo sería más, no sé por qué.

    Nathan: Ese día también llovió por acá y mi sobrino cumplió años.... que raro XD
    Misty es más pasable en Jotho que en Kanto. Si alguien me acusa de hacerle bashing, les invito a que vean la primera temporada con detenimiento. Era una insoportable, vamos.
    Es mi visión de Jessie. Sé que ha sido una perra, pero hay capítulos (muy pocos), donde se puede ver su lado más dulce y amable.
    Arbok es mi pokemón favorito, no pude evitar darle un poco de pantalla. Es que para mí debió ser más badass en el animé.

    ¿Eh? No, fíjate, Arbok solo agarró los pokemón del TR, aunque debió haber agarrado los otros, les hubiera venido bien.

    Lizza: Aww, si, te toqué el corazón parece. No soy de hacer fics románticos, pero veo que este funciona. En cuanto a Arbok... bueno, ya lo sabes ahora.

    ¿Que va a pasar con estos dos ahora? Bueno, esperen hasta el próximo sábado, como de costumbre. ¡Nos vemos!
     
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    J.Nathan Spears

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    Llegué puntual a leer n__n. Lo malo es que me mantuvieron un bueeen rato ocupado. Tengo varias cosas qué añadir, así que... comenzaré con unos quoteos

    ¡¡Lo sabía!! Por eso me callé el seudo-spoiler xP. Era una posibilidad más que plausible. Además de que...

    El nivel de obviedad hasta entonces era bajo... y llegó capítulo actual xD, en donde se ultra-confirmó :V (no, no hice un chiste con los nuevos juegos que se vienen).

    Y alrededor de 5500 palabras es una marca asombrosa (sin contar fragmentos de canciones cortavenas), en todo caso -w-. No te desanimes eh :V

    Whoa... eso sí que fue cruel o_oU. A ver, para entonces el TRío llevaba alrededor de 60 episodios haciendo fechorías varias. Kaito y su Farfetch'd solo lo intentaron UNA vez en la serie y se reformaron luego de recibir su merecido de la forma más humillante posible: La jaqueca de Psyduck xD. Si se siguiera esa lógica, Kaito estaría en el primer nivel del infierno en estos momentos. Si le pasase eso al TRío (o cuando menos Jessie... o eso pensaba antes de leer los 11 episodios anteriores) deberían estar en el piso 30 cuando menos. Y sí, que ya sé que sin el TRío, el animé se iría en picado con una certeza de al menos un 95%. Pero el punto es que Kaito no era TAN hijueputa. Incluso me arrepiento un poco del comentario que le puse... aunque lo hice más por empatía hacia Arbok, porque su nivel de pateaculos lo ameritaba ;)

    ¡Y eso lo explica! Tienes excelentes gustos, mi estimada. Sigo pensando que Jessie era una entrenadora incompetente, pero bajo el mando de... no sé, quizás Koga o Bruno, Arbok sería un auténtico astro. Además, hubiera sido asombroso verlo asfixiar a cierta lagartija inflada con alas, enroscándose alrededor de su cuello de lápiz, y terminando con su cochina existencia...

    Carajo, me puse sádico también xD.

    Y claro, Arbok también mostró el lado sádico al "secuestrar" a Ash y asfixiarlo. Pero no es un idiota como para matarlo... todo era por un fin mayor. Incluso en el "diálogo" que tuvo con Meowth se notó o_o. Y si tenían que entregar el pinche Togepi, pues lo hacía y va que chuta.

    Si bien el episodio en sí fue más un "retelling" del episodio en donde Meowth se encariña con Togepi antes de que éste naciera, también las partes en donde lo pusiste distinto al original fueron oro puro ;). En especial la escena donde Jessie prácticamente "se saca la mierda". Y claro, antes me hubiese parecido un acto de "¡¡JAJAJAJAJAJAJA!! ¡PERRA TORPE! xD". Pero con el contexto que manejas es un completo opuesto. Ahí me dije: "¡CONCHASUMADRE Y SANTA CACHUCHA! D: Por favor que no se haya roto el cuello... T__T". Todo el ambiente cambió abruptamente y eso fue espectacular. Y luego de eso, ocurre el ya mencionado segundo cambio de ambiente, pero para mejor. Definitivamente.

    ¿Cómo lidiará James con ser padre y tener que proteger mucho más a Jessie ahora? Lo descubriremos... en cada sábado que le queda a este mes, como mínimo xD.

    ¡Mucho ánimo, Sile-chan! :D

    Ah, y antes de irme, por favor, ¡Que siga la pachanga con el bashing a Misty! xD

    Jessie pregnant.jpg
     
  15.  
    Dr Kaos

    Dr Kaos Guest

    Ok...

    al día otra vez...



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    SIIII!!! EN TU CARA PELOS DE ZANAORIA!!!

    Ok! lo admito!!!! cuando era niño pute mas que la chucha porque Musashi perdiera de esa forma en el episodio original... (aunque el final se me hizo bonito con los rocket y sus Pokémon haciéndola de muñecas * - * ) ella realmente se merecía la victoria en esa competencia... (y en Kalos también ¬¬*!)

    sin mencionar que por aquel entonces Misty me caía remal... más aun que no usara todo sus Pokémon de agua en aquel mini torneo me chokeo un buen... (no se supone que quería mostrar lo increíble que eran los Pokémon de agua en comparación al resto?) entre otras cosas que no vienen al cabo...

    (O_o sigo preguntándome que me paso dos años después... )

    en fin, siendo justos... la traducción y doblaje le jugaron muy encontrar al personaje.... (en el original es algo mas pasable...)

    ok... ya...! lo importante es que la waifu gano! (-_- aunque me hubiera gustado ver como barrio el piso con la pelo pincho...)

    centrándome ya en los ep...

    -la verdad, Kaito nunca me cayó bien, pa rematar que todo quedara arreglado al aprender su lección (para variar...) tampoco ayudo... se me hizo bien meh en su momento... que le dieras ese giro fatídico al personaje se me hizo bien interesante....

    por un lado... recordé aquel momento en que james planteo la posibilidad de alguno de sus fracasos terminara realmente mal, dejando en claro que la vida criminal tiene sus peligros y consecuencias (sin importar el grado del delito...)

    por otro... dejar esa sensación de que los Pokémon pueden llegar hacer criaturas peligrosas aun siendo entrenadas... dejando en claro que si el entrenador no esta cerca, el Pokémon puede perfectamente guiarse por sus instintos de sobrevivencia.... pero sabiendo que los Arbok son vengativos... ... Kaito pago cara su estupidez... peor... no pudo salvar a su fiel camarada, ese por el cual tomo la decisión de robar... en fin. :D así es la life....

    -
    -

    :D me gusto bastante que le dieras un capitulo de peripecias a los Pokémon de los rocketts... (y como es sabido... uno de los puntos positivos del anime es la forma en que tratan a las criaturas a la hora de estar separadas del entrenador) , como contra punto... me supo a poco, D: me quede con las ganas de ver mas interacción... ojala más adelante te ambientes otro cap similar.

    -

    Finalmente me gusto como desarrollaste el inicio del embarco de Musa-chan, partiendo por el instinto de Arbok en el capitulo anterior... para después entrelazar ya sus síntomas mas visibles con el capitulo en que nace Togepi...

    Viendo a Meowth tan paternal con el huevo... te preguntas si los otros dos se comportaran igual... más aun teniendo en cuenta que los tres comparten un mismo pedo... formar parte de una verdadera familia (aunque ya lo son?)

    Mención especial: me encanto como manejaste a Arbok en ambos capítulos, lo fiel que le es a Musashi (por no decir sobre protector) y como se percato de la situación... incluso al ponerse encontrar de todos por evitar que su ama pudiese salir lastimada.... ( * - * te deja con un "aaaawww") supongo que es alguien que sabe leer bien su instinto... (aunque Meowth también medio percibió que algo extraño le pasaba a ella?)


    en fin la bomba ya callo.... queda por ver como reaccionara Koji ante la noticia... mas que harán ahora? traer un niño a este mundo cambia todo... relaciones... ni que decir estilos de vida...

    y como afectara esto con los sucesos canónicos?

    en fin mejor tengo aun lado una caja de pañuelos.... >_>.... solo porsiacaso...


    en fin no mas que agregar...

    a esperar el siguiente...

    (T_T.... tengo mecho.....)

    saludos!
     
    Última edición por un moderador: 13 Octubre 2017
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    Siletek

    Siletek Entusiasta

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    Y estaba contentísimo
    y nunca te lo dije que gritaba adentro
    ¿Dios, aun más todavía?


    Tiziano Ferro
    "Estaba contentísimo"​
    Capítulo trece

    Luna nueva

    Jessie y James entraron al Centro Pokemón, tomados de las manos. Aún intentaban asimilar lo que el doctor les había contado.

    Claro, no tenían derecho a sorprenderse. Nunca habían usado preservativo ni ningún método anticonceptivo cuando tuvieron relaciones sexuales. Era obvio que en algún momento Jessie terminaría embarazada. Arbok ya lo sabía desde antes y explicaba su comportamiento protector hacia ella y agresivo hacia otras personas. Instinto, lo había llamado el médico.

    ¿Y ahora qué? ¿Qué harían con un bebé en camino? Apenas podían alimentarse y estaban expuestos a muchos riesgos que ahora ya no podían darse el lujo de correr. Normalmente, la llegada de un bebé al mundo traía felicidad, pero para ellos era todo lo contrario. No le podían dar una vida tan miserable a su propio hijo. No querían que fuera conocido como el hijo de unos mugrosos delincuentes como ellos, claro que no.

    Los tres bobos estaban sentados en uno de los sillones de la recepción y les sorprendió un poco que Togepi estuviera en los brazos de la boba. El mayor de ellos se puso de pie apenas los vio y fue a su encuentro.

    —¿Está todo bien?

    —Sí, si —respondió Jessie, con la voz apagada —. ¿Cómo está Meowth?

    El bobo mayor se mordió los labios.

    —Será mejor que hablen con la enfermera Joy —respondió—. Nosotros ya estamos por irnos. Buena suerte.

    Los bobos se pusieron de pie y salieron por la puerta principal. El adolescente los siguió pero, antes de atravesar la puerta, se dio vuelta y despegó los labios, como si quisiera decirles algo. Luego sacudió la cabeza y siguió su camino.

    Antes de que pudieran ir al mostrador a hablar con Joy, vieron que ésta ya se acercaba hacia ellos.

    —¿Cuál de ustedes es el entrenador de Meowth? —les preguntó. No parecía para nada feliz.

    Jessie y James se miraron. Tenían una respuesta estándar a la hora de responder a una Joy.

    —Los dos —respondieron al unísono.

    —Bueno, su Meowth ya está fuera de peligro y podrá irse dentro de un par de horas —dijo. Su tono estaba algo apagado y James presintió que había algo más —. Pero aún está muy débil. Tiene problemas de desnutrición. Él no está en condiciones de tener batallas —su tono se volvió agresivo—. ¿Cómo pudieron dejar que terminara así?

    —Él quiso pelear solo por ese condenado huevo con patas —le dijo Jessie—. Se obsesionó con él, haciendo de padre.

    Joy se quedó un par de segundos en silencio antes de responder.

    —Su Meowth ya es adulto y a veces pueden obsesionarse con ser padres al llegar a cierta edad —les explicó—. Pero eso no justifica su desnutrición.

    —El dinero no crece en los árboles, ¿sabe? —replicó Jessie—. No nos diga que Meowth está desnutrido como si nosotros fuéramos una pareja de obesos. Hacemos lo que podemos.

    James la tomó del hombro antes de que se pusiera más violenta.

    —Tranquila, Jessie, tranquila —se dirigió a Joy—. ¿Meowth dónde está?

    —Habitación dos. Está dormido todavía —le contestó con sequedad—. Si me disculpan, tengo otros pacientes que necesitan mi ayuda —giró sobre sus talones y desapareció por un pasillo.

    —¿Pero quién se cree que es esa puta?

    —¡Jessie!

    —Somos adultos, por favor, puedo insultar todo lo que yo quiera.

    James suspiró. Era un caso perdido.

    —Mejor vamos a ver a Meowth.

    El pokemón estaba en una sala clásica de hospital, grande y luminosa, con una enorme ventana hacia el exterior. Estaba tendido sobre una cama demasiado grande para él. Se estaba moviendo como si tuviera una pesadilla.

    —Meowth —le susurró James, mientras le acariciaba la cabeza—. Estamos aquí.

    El pokemón abrió los ojos lentamente.

    —¿Dónde estoy? —preguntó, con la voz pastosa.

    —En el Centro Pokemón.

    Meowth se frotó la cabeza.

    —Oh… ¿Qué tan feo perdí?

    —No quieres saber.

    Meowth bajó la vista. Parecía a punto de echarse a llorar. Pero luego levantó la cabeza.

    —Bueno, ¿Qué más da? Solo era un estúpido huevo —dijo, con aparente indiferencia, pero sus ojos brillaban por las lágrimas—. No necesito nada, yo… —su voz se quebró y no pudo seguir hablando.

    —Oh, ven aquí —le dijo James y lo acurrucó en sus brazos. Meowth escondió la cara en el pecho de su compañero, mientras su pequeño cuerpo se convulsionaba—. En un par de horas saldremos del Centro…

    —Debemos salir ahora.

    James se dio vuelta y vio a Jessie espiando por la puerta entreabierta.

    —¿Qué sucede, Jessie?

    —Hay una oficial Jenny afuera hablando con Joy. Deben venir por nosotros.

    —¿Qué hacemos?

    Jessie miró hacia su compañero y luego hacia la ventana.

    —¿Tú qué crees, James?

    ...​

    Tardaron un buen rato en llegar a la cabaña, juntar sus cosas a toda prisa y salir como alma que lleva el diablo hacia el globo. En ningún momento de ese proceso, James soltó a Meowth, haciendo las cosas con una sola mano. No se sintieron tranquilos hasta que se elevaron en el aire y estuvieron a unos buenos kilómetros de la ciudad.

    —Por poco —suspiró Jessie—. Estuvimos cerca de ir presos.

    Meowth levantó ligeramente la cabeza hacia James.

    —No sirvo para nada, ¿cierto?

    —Claro que sirves, no digas eso.

    —¿A qué viene esa pregunta?

    —Tal vez… aunque tuviera a Togepi… sería un mal padre.

    —¿Todavía lloras por ese huevo? ¡Hay millones de huevos cada día y cualquiera puede ser nuestro! —intentó animarlo Jessie.

    James acarició la cabeza de Meowth.

    —Cuando pasemos por una guardería, te robaremos un huevo, solo para ti.

    —Y haremos lo posible para que no sea un Magikarp.

    —Un precioso Ekans…

    —O un Bellsprout…

    —¿Para qué robar un huevo, si me lo van a sacar de todos modos? —contestó Meowth, con desgano—. Es hora de enfrentar la triste realidad y aceptar que nunca seré padre, limitándome a ver como los demás son felices con sus propias crías.

    Jessie y James se miraron a los ojos. Planeaban decirle esa misma noche sobre el embarazo pero, viendo el estado en el que se encontraba, decidieron que era mejor dejarlo para cuando Meowth se sintiera mejor.

    Después de varias horas no encontraron un pueblo o ciudad, pero si un Centro Pokemón en medio del bosque. Ya estaba oscureciendo y estaban muy cansados, así que decidieron bajar y acampar a un kilómetro del Centro Pokemón.

    —¿Crees que es seguro acampar tan cerca de ahí? —preguntó James.

    —Viajar de noche es peligroso, James, y no creo que nos estén buscando, ya estamos muy lejos. Vamos a recolectar leña

    —Deja, iré yo. Tú quédate… cuidando las cosas.

    Jessie frunció el ceño.

    —No me trates como una inútil. Levantar un par de ramas no me va a matar.

    —Necesito que te quedes con Meowth.

    Jessie soltó un gruñido, pero se resignó.

    —Está bien.

    James depositó a Meowth en el suelo, haciendo que apoye la espalda en el canasto del globo. A Jessie le recordó a los muñecos de trapo que tenía en su infancia. Como no quería estar sin hacer nada (a pesar de su naturaleza haragana) se puso a buscar piedras alrededor del globo para poner alrededor de la fogata. No tardó mucho rato antes de escuchar los acordes de la guitarra de Meowth y lanzó un suspiro de alivio. Si tenía fuerzas para tocar la guitarra, estaría bien.

    No recuerdo donde estaba

    Cuando me di cuenta que la vida es un juego

    Cuanto más seriamente tomé las cosas

    Más veces golpeaba el suelo.


    No supe cuánto me costaba

    Hasta que mi vida pasó ante mis ojos

    Cuando descubrí lo poco que logré

    Todos los planes que fracasé.


    Quiero que sepan bien

    Me gustaría quedarme, pero no serviría de nada

    Sonrían cuando piensen en mí

    Mientras mi cuerpo se consume en las llamas.

    Jessie se paró en seco, escuchando la letra. Por momentos parecía quebrarse y luego se recomponía, intentando mantenerse en pie. Había tocado muchas canciones desde que lo conocía, pero esa en especial le caló hasta los huesos. Quería acercarse a Meowth y decirle algo, una palabra de aliento, pero no encontraba ninguna que no fuera vacía y cliché.

    James regresó cargando una pila de ramas en sus brazos y sonrió al ver a Meowth tocando la guitarra. Era evidente que no había escuchado la canción. Armaron la fogata y acomodaron las piedras a su alrededor. James sacó a Growlie de su pokebola.

    —¿Puedes encender el fuego, Growlie?

    Growlie asintió e hizo Ascuas hacia la pila de ramas. En pocos segundos, la fogata ardía alegremente.

    —Gracias, Growlie —iba a meterlo en su pokebola, pero el pokemón de fuego tiró a James al suelo y comenzó a lamerle la cara, mientras él se reía.

    —¿Tenemos algo para comer? —preguntó Jessie.

    James se incorporó como pudo, mientras su pokemón se refregaba en su hombro

    —Ramen.

    Jessie acarició su vientre de manera casi automática. No podía vivir así. Su bebé necesitaba algo más que comer ramen y galletas. Necesitaba frutas y verduras. El médico le había dicho que estaba embarazada de dos meses. Habían pasado por tantos peligros, deambulando por los bosques muriéndose de hambre con sus compañeros en ese lapso. ¿Y si su hijo nacía mal? Se había enterado hacía menos de veinticuatro horas de su presencia, pero lo amaba con todas sus fuerzas. Era suyo y de James y se merecía algo mejor que esto.

    James preparó el ramen para los tres (una lata de comida pokemón y ramen para Growlie) y se lo comieron en silencio. Meowth apenas lo tocó, alegando que no tenía hambre y le dio su parte a Jessie. Estaba demasiado callado y eso no era bueno, siendo que a él le encantaba hablar y meter sus bigotes en todo.

    Llegó la hora de dormir. Después de un largo rato, James logró que Growlie se dejara meter en su pokebola y se acurrucó junto a Jessie. Meowth dudó unos minutos antes de acercarse y acurrucarse en el estómago de Jessie sin mediar palabra. Casi le iba a preguntar si sabía de su embarazo, pero el sueño la venció y cayó dormida.

    ...​

    Meowth no dormía. No podía hacerlo y tampoco quería. Se quedó atento a los movimientos y ruidos de sus amigos hasta asegurarse que estuvieran dormidos.

    Nunca había estado tan deprimido en su vida, ni siquiera cuando Meowzie lo rechazó por segunda vez y dejado atrás toda la vida que conocía para unirse al Equipo Rocket. Desde que le arrebataron a Togepi de sus brazos, se sentía muerto por dentro. Ni siquiera la luna estaba en el cielo para consolarlo con su hermoso brillo y su figura redonda y perfecta. El cielo solo estaba negro salpicado de estrellas. Eso no era el cielo, solo un vacío oscuro y nada más, como su alma.

    Ya había tenido suficiente.

    Se levantó, se acercó hacia el globo y miró a Jessie y a James. Dormían abrazados y con las manos entrelazadas. Esperaba que James pudiera cuidar bien de su novia. Había algo en ella que le decía que necesitaba ser protegida, aunque no sabía por qué. Sacudió la cabeza y se metió dentro del globo. Se movió despacio, intentando no hacer ruido, hasta encontrar una caja metálica de color verde. Con los dedos temblorosos, Meowth la abrió.

    Eran dos pistolas, una junto a la otra, sobre un paño color naranja. Jessie y James se las habían robado al loco que administraba la Zona Safari, hacía ya un tiempo. En realidad no las habían robado, simplemente se las habían llevado sin darse cuenta. Una vez que lo notaron, las guardaron y juraron no usarla jamás, excepto en casos donde sus vidas corrieran peligro.

    Meowth tomó una de ellas y la sacó de la caja. Corroboró que tuviera puesto el seguro y la dejó a un costado. Siguió buscando en el globo y encontró un cuaderno y una birome. Escribió durante casi una hora, descargando todo lo que sentía en el papel. Por momentos, las lágrimas se escapaban y formaban un círculo húmedo sobre las palabras. Pegó las hojas en la frente de James con cinta adhesiva, tomó el arma y se marchó en silencio, sin animarse a verlos una vez más, por temor de arrepentirse.

    Estuvo caminando por media hora en el bosque, alejándose cada vez más de la calidez de la fogata y adentrándose cada vez más en la oscuridad. El miedo a la soledad le calaba los huesos de vez en cuando, pero se calmaba a sí mismo, murmurando que todo se acabaría en cualquier momento.

    Paró en seco cuando sintió que se estaba cansando de caminar. Se sentó bajo un árbol, sobre una raíz que sobresalía de la tierra. Miró el arma entre sus patas. Los ocho años que había vivido en el mundo estaban plagados de dolor, decepción y amargura, apenas coloreado por los pocos momentos buenos que había tenido. Lo habían abandonado de bebé en un campamento de verano, lo habían golpeado hasta casi matarlo por robar algo de carne, había hecho sacrificios en vano y ahora la oportunidad de ser padre le había sido negada.

    Temblando, sostuvo el arma entre sus dedos y se colocó el cañón frío sobre la sien. El llanto amargo le convulsionaba el cuerpo. Pensó en Jessie y en James, los únicos amigos humanos que había tenido, pensó en el jefe que probablemente ni se acordara de él. Pensó en Meowzie con sus hermosos ojos y en los Meowth con los que compartía en el callejón. Recordó el hambre, los golpes y maltratos que sufría en el campamento. Meowth cerró los ojos y su dedo apretó apenas el gatillo…

    Con PC rota y todo (perdí las anotaciones de las canciones cortavenas *snif*), regreso puntual como cada sábado para traerles esta humilde historia. No traumé a nadie con el final, ¿no?

    Nathan: Yo lo veía obvio y no me gusta insultar la inteligencia de mis lectores.
    Que yo sepa, Kaito robaba desde hacía rato. Hasta me imagino que mucho de los pokemón que robó los habrá vendido en una especie de mercado negro o vaya a saber donde.
    ¿Que tienes contra la lagartija subdesarrollada? XD Quiero saber, por favor.
    Me alegra que te guste Jessie en mi versión. O sea, sí muchas veces es una perra, pero recordemos que ella antes era una buena persona.
    ¡Gracias por tu ánimo!
    PD: Soy una persona en contra del bashing. No se lo estoy haciendo a Misty, es solo que todos tenemos que admitir que en Kanto era medio hija de puta.

    Kaos: Te agradezco mucho los gifs. Amo coleccionarlos. Y veo que Nathan no es el único que detesta a Misty XD
    En realidad, no iba a matar a Kaito ni al pajarraco, solo dejarlos hecho pomada, pero después de hablar con mi beta a ratos perdidos, decidí que lo mejor era matarlos.
    ¿Quieres más interacción entre los pokes? No lo sé, si te digo la verdad, no tenía planeado otro capítulo así. Tal vez más adelante pueda meter algo de eso, pero no tengo idea si lo lograré.
    No sé si soy de esas escritoras que hacen llorar a sus lectores, pero por las dudas ten listo tu cajita de pañuelos, esto se viene fuerte, al menos para mí.

    Les juro que estoy muy ansiosa por publicar el próximo cap para ver como se lo van a tomar ustedes. Tal vez para bien o para mal, pero después de los siguientes caps, va a haber un cambio grande y no me refiero solo al embarazo de Jessie.

    Esta vez, no recuerdo de donde saqué la canción. Creo que es de Iron Maiden.

    ¡Hasta la próxima semana!
     
    Última edición: 14 Octubre 2017
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  17.  
    J.Nathan Spears

    J.Nathan Spears Adicto Comentarista Top

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    > Me levanto con ganas de leer fanfiction

    ¡Es sábado y mi cuerpo lo sabe! Sabe que debe leer otro HERMOSO episodio hecho por Sile-chan n_n

    > Entro a FFL
    > Me topo con la alerta "Siletek ha citado tu post en..."

    ¡Excelente! Vamos a ver qué ocurre...

    =Termino de leer=

    [​IMG]
    HOLY FUCK!!!!

    Ni leyendo la sección de Notas de Autora me río. Te contestaré el porqué de esta pregunta...

    ...por conversación privada n_n. En serio, da para LARGO xD. ¿Y habrás querido decir "superdesarrollada"? owoU

    Pero volviendo al episodio, irónicamente se me hizo lo diametralmente opuesto (en espeial comparado a los tres últimos). Está corto que te cagas xD. No, no lo digo como queja. Expresaste mucho con pocas palabras y eso se aplaude ;).

    Es comprensible que Jessie esté preocupada por su bebé a niveles cósmicos. Es tierno también que ella sienta que debe protegerlo contra todo y contra todos. Y encima, si Jenny y sus fuerzas policiales la atrapan, ¿Qué le garantiza que otras chicas en la cárcel no la maltraten y le hagan abortar? ¿Y qué le garantiza que, apenas nazca el bebé, no lo aparten de sus brazos, dejándola triste y sola... de nuevo? (ya que OBVIAMENTE a James lo pondrán en otra cárcel distante... y eso que no contabilizo lo que harán con Arbok y Lickitung...). THE FEAR IS REAL, GODAMMIT!! D:

    Y sí, el componente alimentario es otra variable que muchas veces pasamos por alto los fickers. Frutas, verduras, carne blanca, legumbres... ¡Nutrientes que el ramen aguado y las galletas NO CUBREN! Aunque igual se podría asaltar una farmacia que venda suplementos alimenticios, pero... seh, es complicado igual ._.

    Y el final... oh, el final >__<. Jamás pensé que harías que Meowth contemplase quitarse la vida. Es cierto que el animé hizo mal en no explorar más la tristeza que Meowth sintió luego de que Pikachu (y Misty) le ganaran el huevo. Y me había olvidado mencionar que al parecer Pikachu explotó adrede la debilidad de Meowth en su amuleto y usó fuerza excesiva. Eso hace de Pikachu un... (con perdón de la palabra) Conchasumadre ¬¬

    Pikachu is an asshole.jpg

    Pero de ahí... ¿A contemplar el suicidio? Viejo, antes hubiera tirado una broma en las líneas de "Salúdame a Kaito cuando llegues al infierno, pendejo". Pero ahora... ¡CARAJO! >__<. Too sad...

    La calidad del episodio sigue siendo fenomenal ;). A ver qué nos espera el sábado siguiente. En una de esas lo leo en voz alta en frente de mi novia :)

    Oh, y antes de que se me olvide...

    No se notaba para nada n_nU. Realmente el pobre chico sabía guardar las apariencias, cuando menos... pero si era un ladronzuelo reincidente, lo hacía por necesidad también, igual que el TRío -w-U (y claro, eso no lo excusa de no enseñarle a pelear a Farfetch'd desde un inicio. Mira que soy de los que piensa que CUALQUIER Pokémon tiene potencial de ser un completo BADASS). Y eso es solo una suposición, al fin y al cabo. Sobre todo la parte de los mercados negros... y seguro que de ser así, Giovanni se hubiera puesto en contacto con Kaito para que trabajara para él. Pero al fin y al cabo, Kaito solo hizo un episodio de aparición, mientras que el Team Rocket, pues... más de sesenta para ese entonces. Si bien mi compatriota Dr Kaos tiene razón en que la forma en que se reformó fue muy "meh", hay que recordar que es un animé para niños xD. Y esa medida me pareció bastante justa.

    Rayos, tanto debate para un personaje menor que al parecer nadie quiere... :V. Vaya si somos una tertulia que sabe abarcar ;)

    Respeto esa posición. Pero para mí, el hacer bashing no es malo... si se hace bien escrito y con cierta clase y humor negro.

    Como sea, veo que estás ansiosa de publicar otro episodio, así que... ¿Por qué no adelantarlo al miércoles? Y el siguiente sí lo pones el sábado que viene... así regresando al calendario normal ;). No sé, piénsalo xD

    Hasta la próxima ;P...
    ...
    ...
    TwT
     
    Última edición: 16 Octubre 2017
  18.  
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    Eh...
    Destacado - Fanfic - Sobre el Bashing

    Ya se podrán imaginar que con lo de la admin y otras cosas no me he podido pasar a ni a comentar drabbles. Pero cualquier cuestión relacionadas a las faltas de respeto, por favor repórtenlas ya sea para que yo o cualquiera de los líderes podamos tomar las medidas que sean necesarias.
     
    Última edición: 14 Octubre 2017
  19.  
    Dr Kaos

    Dr Kaos Guest

    Un... mmmh buena capitulo... >_>... si te digo que me dejaste al borde de los nervios y el suspense?

    tal cual... buena línea para dejar en claro la situación de los rockets...

    y si la tienen jodido, como quedo claro en el capitulo resaltando que el modo de vida que tienen no es apta para la crianza de un niño... no limitándose a los problemas alimenticio, sino que se le agregan los problemas sociales que podría acarrear el niño a futuro durante sus crecimiento... por lo menos sera dificil tener un hijo mientras sean miembros del Equipo Rocket... (O_o dudo que tengan algun plan para futura mama y guarderia...) al igual, las mismas incertidumbres de Meowth de si el avise sido un buen padre o no para Togepi, pueden aplicarse a futuro para la pareja....

    aun así se nota la preocupación de Kojiro por el bienestar de musa-chan... (aunque a ella no le agrade sentirse como invalida...)

    Seré sincero... me conmovió ver a Musa-chan desbordar ese instinto maternal... eso mismo me trae cierta tristeza para lo que podría venir a futuro... (ok... si ando pesimista parece pero... la vida nunca es fácil...) dos meses ya es mucho... U_U... la decisión que tomen puede traer tristeza... o, tal vez una felicidad... que en el peor de los casos seria momentánea...

    T_T y en estos momentos me acorde de Miyamoto....

    T_T también me calo... y supongo que a Musashi le recordó así misma...

    -_-... estúpida Musashi, a veces las palabras no sirven... solo un abrazo... nada más.

    >_< PORFAVOR QUE ESA MALDITA ARMA ESTE DESCARGADA... QUE LA MALA SUERTE ROCKET SIRVA PARA ALGO....

    -__- ok.... realmente es fuerte ver al chimuelo de esa forma, y más que la perdida de Togepi.. o que le negaran ser padre... se siente que su vaso ya se rebalso (o exploto)... algo normal si guardas ciertas cosas por tantos años... diría mas pero... agggrhhhhhh mejor me espero a ver la resolución de mañana...

    >_> hoy no dormire?
     
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  20. Threadmarks: 14. Luna sangrienta
     
    Siletek

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    El que no sufre no aprende
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    Cuantas veces se habrá escapado
    Como laucha por tiraje
    Esta noche que no cuesta nada
    Ni siquiera fatigarme.


    La Renga
    La balada del diablo y la muerte
    Capitulo catorce​

    Luna sangrienta​

    James se despertó en medio de la noche por algo que le hacía cosquillas en la nariz. Abrió los ojos, pero no veía nada. Se llevó la mano a la cara y descubrió que tenía varias hojas de papel pegadas en el rostro. La sacó de allí, sintiendo que se despegaban de su frente. Eran tres hojas en total. ¿Qué demonios pasaba?

    Se acercó a la fogata, adormilado aún, para poder leerlas mejor. Reconoció de inmediato la letra desprolija de Meowth:

    Queridos Jessie y James.

    Renuncio. Renuncio al Equipo Rocket, renuncio a mi vida, renuncio a todo. He perdido mi identidad, quedando a medio camino entre un pokemón y un humano, todo por querer impresionar a una preciosa Meowth de clase alta que nunca me aceptaría. Antes robaba para sobrevivir, porque no tenía otra opción y ahora lo hago para que Giovanni me trate como un igual… ¿Qué estúpido, no? Sólo soy un fenómeno.

    Me ha ido mal desde siempre. Me abandonaron de pequeño en un campamento de verano. Los niños me tiraban piedras y los adultos me han llegado a atar a un árbol con la esperanza que me muriera de hambre. En uno de esos días, proyectaron una película de Hollywood llamada El Meowth Malvado. El Meowth la pasaba muy bien, siendo mimado y comiendo deliciosa comida. Decidí ir a Hollywood ese día, el lugar donde los sueños se hacían realidad. Creí que viviría como el Meowth de la película.

    Una banda de Meowth y su líder Persian me ayudaron y me integraron en su banda al poco tiempo de llegar. Ellos me enseñaron a robar y a sentirme parte de una familia. Pero me faltaba algo.

    James pasó a la segunda hoja. Ahora su mente estaba despejada y las manos le temblaban.

    Conocí a Meowzie afuera de una tienda de artículos de lujo para pokemón. Era lo más bello que he conocido en mi vida, lo juro. Intenté acercarme a ella y coquetearle, pero ella me rechazó, diciendo que yo era un sucio Meowth, que ella solo le interesaban los humanos y el dinero. Yo no podía competir con eso, pero no me iba a rendir.

    No tardé mucho en aprender a caminar, pero tardé más en ser ágil, lo que provocó una buena cantidad de golpes de parte de los cocineros a los cuales robaba. No dejé la banda, pero me fui a vivir al cobertizo de una academia de danza. También allí aprendí a hablar, pero me tomó mucho más tiempo, creo que un año. Pero cuando me presenté ante Meowzie así, como ustedes me conocieron, dijo que estaba peor que antes porque, además de ser un sucio Meowth, era un fenómeno. Esa misma noche dejé todo atrás para unirme al Equipo Rocket y ser un pokemón millonario, con la esperanza que ella me amara.

    James pasó a la última hoja. Ya estaba empezando a sudar frío por la espalda. Tenía miedo de seguir leyendo.

    No logré nada, amigos míos, nada. Tengo ya ocho años, según mis cálculos, y no he logrado nada que valiera la pena. Hasta la posibilidad de ser padre me ha sido negada. No tengo fuerzas para empezar de cero, prefiero desaparecer.

    Cometí el pecado de querer ser algo más que un ladrón.

    Estoy cansado de luchar contra la corriente, estoy cansado de perder, estoy cansado de tener hambre… La muerte me ha rozado la mano más de una vez. Ahora es tiempo de tomarla e irme de aquí.

    Quiero que me recuerden bien. Recuérdenme como ese Meowth decidido y alegre que nunca daba el brazo a torcer. No como esa cosa rota que vieron hoy.

    Una cosa más:

    Váyanse del Equipo Rocket. Ya. La vida es muy corta para desperdiciarla así. Tienen talento en muchas cosas y pueden seguir adelante. Háganlo por mí.

    Si llegan a encontrar mi cuerpo… déjenme ahí. No merezco que se tomen el tiempo ni para enterrarme. Perdón por robarme su arma, pero la necesito.

    Un saludo. Los amo como jamás he amado a un ser humano antes.

    Meowth

    James se quedó congelado por unos instantes en el lugar. No podía ni respirar. Era como si el mundo se hubiese detenido o como si estuviera en el ojo de un huracán.

    Meowth.

    Meowth se había ido vaya a saber cuando a matarse con el arma del Safari.

    No…

    No…

    James guardó la carta en el bolsillo y sacó su pokebola.

    —¡Growlie, yo te elijo! —gritó.

    Growlithe salió de su pokebola, agitando la cola, pero su semblante cambió al ver a su entrenador. Jessie se levantó a medias, muy adormilada.

    —¿James? —musitó.

    —¡Growlie, busca a Meowth, es urgente! ¡Rastréalo! —gritó, con la voz quebrada y apenas pudiendo ver por las lágrimas.

    —¿James, que pasa? —preguntó Jessie, sin entender nada.

    —¡Meowth! ¡Quiere matarse! ¡Hay que ir a buscarlo! —James corrió hacia el globo y comenzó a revolver desesperado entre sus cosas

    Eso terminó de espabilar a Jessie.

    —¿Qué?

    —¡No hay tiempo! ¡Voy a buscarlo!

    James salió del globo y se acercó a Growlie con una pequeña pelota de goma en la mano. Growlie la olió, ladró en señal que había captado el olor de Meowth y comenzó a andar a paso rápido. James lo siguió, con Jessie detrás de él.

    Cada minuto que pasaba, James se sumía más y más en la angustia. Lo que más temía era llegar demasiado tarde para salvarlo. Si llegaba a encontrarlo muerto… Dios, no quería ni pensar en ello. Rogaba que fuera una pesadilla o una broma pesada. Una parte de él se negaba al hecho de que esa carta fuera real.

    James pensaba decirle a Growlie que se apurara, pero las palabras murieron antes de que llegaran.

    Sonó un disparo.

    Los tres pararon en seco. James sintió que todo se derrumbaba a su alrededor como un castillo de cartas. Jessie lo tomó de los hombros antes de que cayera al suelo, pero él apenas sintió sus manos. No sentía más que una especie de frío en la boca del estómago y un vacío en su pecho.

    —M-Meowth —tartamudeó James. Jessie lo abrazó por la espalda con fuerza, como si tuviera miedo de que huyera o se lastimara.

    Growlie ladró y salió corriendo, probablemente hacia donde había salido el sonido.

    —¡Tal vez podamos salvarlo James! —gritó Jessie. Lo tomó del brazo y lo arrastró, siguiendo a Growlie.

    ...
    Un sonido se escuchó entre los árboles.

    Meowth paró las orejas. Estaba seguro que había oído algo. Después de quedarse un par de segundos inmóvil, sacudió la cabeza. Debió haberlo imaginado. Se concentró de vuelta en el arma que tenía en la mano y preparó el dedo para apretar el gatillo…

    Otra vez el ruido llegó a sus oídos. Era bajo, pero lo sentía, como si estuviera a unos pocos metros de distancia. Meowth se quedó inmóvil. Quería ignorarlo, pero su naturaleza curiosa era fuerte. Bajó el arma e intentó seguir el sonido.

    Lo primero que vio fue una caja de cartón junto a un árbol. Meowth recordaba vagamente haber vivido en una caja como esa cuando era muy pequeño. De ahí provenía. Con pasos lentos, Meowth se acercó a la caja y dio un vistazo al interior.

    Jamás había visto algo tan hermoso y frágil en su vida. Era un Meowth bebé, recién nacido a juzgar por las cascaras de huevo pegadas en su pelaje. Tenía los ojitos cerrados y maullaba con su diminuta boca. Ese era el sonido que había estado escuchando.

    Con un gesto salido de lo más profundo y dormido de sus instintos, Meowth acercó su cara y le lamió los ojos para sacarle los restos del huevo. Viendo más de cerca, notó que era una hembra.

    Toda su depresión se transformó en furia. ¿Quién había sido tan desalmado para abandonar a un bebé en medio del bosque, dejando que fuera presa fácil de cualquier pokemón? Era un destino horrible para cualquiera.

    —Tranquila —le susurró, mientras le acariciaba la cara—. Papi está acá, no tengas miedo.

    Sus ojitos brillantes se fijaron en él.

    —¿Papi?

    A Meowth se le aflojaron las piernas al oírla de ella.

    —Si, papi —repitió, con la voz temblorosa.

    Un pequeño gruñido salió del estómago de la nena. Debía estar muerta de hambre. Vaya a saber desde hacía cuanto que estaba allí sola. Meowth dejó el arma en el suelo y se inclinó para tomarla en brazos.

    —No te preocupes, mi nena, vamos a conseguir al…

    Una embestida salida de la nada lo tiró al suelo, seguido de un fuerte mordisco muy cerca de su cuello, en el lado izquierdo. Meowth lanzó un grito e intentó sacarse a la cosa de encima, desesperado. Escuchaba al bebé llorar con fuerza, aterrada.

    No dejaré sola a mi hija.

    Sacó las uñas de su pata izquierda y se las clavó con toda la fuerza en la cabeza de la criatura. La cosa lo soltó y se alejó un poco, volando hacia arriba. A través de la bruma de dolor, Meowth pudo identificarlo: era un Zubat. Probablemente alertado por el llanto de la nena, había ido hasta allí con la intención de devorarla.

    Meowth miró al rostro sin ojos del Zubat. Le sangraba el costado de la cabeza, allí donde le había clavado las uñas. Meowth también sangraba por la herida del cuello. Miró el arma que estaba tirada cerca de la caja. Si iba a morir, se llevaría al Zubat con él.

    ...​
    Jessie era positiva de la boca para afuera. Estaba casi segura que Meowth estaba muerto, ahora que había escuchado el disparo. Nunca había estado tan angustiada en su vida y lamentó no haberse dado cuenta de que Meowth estaba demasiado deprimido.

    A medida que se acercaban, podía escuchar un ruido, como si fuera un llanto agudo e histérico. Jessie perdió toda compostura y se puso a correr a toda velocidad. Una parte de ella quería correr en dirección opuesta, pero ella no era así. Tenía que verlo con sus propios ojos.

    Growlie estaba inclinado sobre un pequeño bulto, lamiéndolo. Cerca de él, había una caja de donde provenía el llanto. Se acercó hacia donde se encontraba Growlie, caminando a zancadas.

    —Déjame verlo —le dijo al pokemón. Growlie se apartó a un costado y Jessie tuvo que sofocar un grito con ambas manos.

    Era Meowth. Sí, aún estaba consciente, pero parte de su cuello estaba desgarrado, como si lo hubiesen mordido y la sangre brotaba por la herida. Respiraba, pero de manera débil y entrecortada.

    —¿Meowth? —le dijo, mientras rompía la parte de arriba de su uniforme para improvisar un vendaje.

    —L-la n-ne-nena —tartamudeó Meowth. Su voz casi sonó como un graznido.

    —¿Nena?

    —Ne-n-nena. Ca…caja.

    Jessie miró a James, que ya se había agachado al costado de Meowth. Tenía los ojos desorbitados y parecía al borde de un infarto. Jessie lo sacudió con una mano.

    —¡James! ¡De nada sirve que te quedes parado como un idiota! ¡Toma la maldita caja y vayamos al centro pokemón! ¡Ya! —levantó a Meowth en brazos y empezó a correr, sosteniendo el pedazo de tela contra su cuello—. Meowth, no te duermas, por lo que más quieras, no te duermas.

    Meowth lanzó un quejido. Detrás de ella, James la seguía con la caja en los brazos, como un autómata.

    —Meowth, cuéntame que te pasó —sabía que su garganta estaba dolorida, pero tenía que mantenerlo despierto y saber que había pasado.

    —Ne…na. Zu-zu-zubat. Lo a-asu-asusté.

    —Háblame de la nena, Meowth.

    —Her… mosa. Cuíden..la

    —Tú mismo vas a cuidarla cuando te recuperes, Meowth.

    Llegaron al Centro Pokemón… solo para encontrarla con las persianas de acero bajas.

    —No en mi turno—sacó su pokebola—. ¡Arbok, Ácido contra la persiana!

    Arbok hizo su aparición y escupió un chorro negro de su garganta. El metal no tardó en resentirse y un agujero se abrió en donde había caído el ácido. Arbok siguió escupiendo hasta que el agujero fue suficientemente grande para poder pasar.

    Detrás de la persiana, había una puerta de vidrio de dos hojas. Sin esperar a que Jessie diera una orden, Arbok usó Cabezazo contra el vidrio, quebrándolo en pedazos.

    Jessie entró en el Centro Pokemón, lastimándose un poco con los trozos de vidrio y comenzó a llamar a la enfermera Joy a los gritos.

    —¡Enfermera Joy! ¡Es una emergencia, por favor!

    Joy salió de una de las puertas, vestida con una bata rosa y flanqueada por dos Chansey. La enfermera vio a Jessie con la ropa manchada de sangre sosteniendo a Meowth, a James con la caja en las manos y a un Arbok y un Growlithe muy nerviosos.

    —¡Dios mío! —exclamó Joy, acercándose a Jessie— ¿Qué pasó?

    —Un Zubat salvaje lo atacó —respondió Jessie atropelladamente—. Se está desangrando, por favor, sálvelo.

    Joy tomó a Meowth en brazos y salió corriendo hacia una puerta al final del pasillo, junto a una de las Chansey.

    —¡Vuelvan a sus camas! —les gritó Joy a un par de entrenadores que se habían asomado, en pijama y soñolientos por una puerta situada por la derecha. Probablemente esa puerta daba a un pasillo donde estaban los cuartos de los entrenadores. Los chicos (no pasarían de los trece años) dudaron un momento antes de cerrar la puerta y marcharse a sus habitaciones.

    La Chansey que se quedó se acercó a James, señalando la caja.

    —Oh, cierto —James se la tendió—. Creo que acaba de nacer.

    La Chansey asintió y se fue corriendo hacia donde había entrado Joy, dejándolos solos.

    —Arbok, regresa.

    —También tú, Growlie.

    Los dos se dejaron caer en uno de los sillones de la recepción, agotados física, mental y emocionalmente. James se tomó la cabeza con las manos y empezó a sollozar.

    —Meowth… —murmuraba, como si aún no creyera en lo que estaba pasando. Jessie tampoco lo creía, pero ella siempre había sido la líder del equipo y debía mantener la cabeza fría.

    —Meowth va a salir de esta —le dijo, rodeándole los hombros con el brazo—. Dentro de poco va a salir y será el mismo gato molesto y malcriado de siempre —ella sentía un nudo en la garganta, pero se negaba a llorar—. Él va a estar bien, no te preocupes.

    James apoyó la cabeza en su cuello y se puso a llorar durante un rato hasta que comenzó a calmarse. Jessie lo dejó estar. Era lo mejor que podía hacer. Ponerse histérica no serviría de nada.

    La Chansey que se había llevado la caja regresó, pero con una pequeña Meowth bebé en sus brazos. También sostenía una mamadera

    —Chansey, Chansey —dijo mientras hacía que James la sostuviera. Era tan pequeña que entraba en la mano.

    —¿Quieres que yo le dé de comer? —preguntó James, sorprendido.

    La Chansey le puso la mamadera en la otra mano y la guió a la boca de la pequeña. Al principio se resistió, pero luego dejó de llorar y comenzó a tomar el contenido con avidez, agarrando la mamadera con sus pequeñas patitas.

    —Es una ternura —comentó Jessie, sorprendida. Había visto varios Meowth en su vida, pero jamás a una recién nacida. Era tan pequeña que su patita apenas cubría la uña del dedo pulgar de James.

    La pequeña consumió todo el contenido de la mamadera, sin despegar sus ojitos de los de James. Apenas lo terminó, bostezó y se quedó dormida.

    Por unos minutos, no pudieron más que admirarla. Todo en ella era diminuto, desde su amuleto (del tamaño de una moneda de cinco yenes), hasta su pequeña cola. No recordaron haber tenido nunca un pokemón tan hermoso y frágil con ellos.

    —Chansey —el pokemón enfermera se acercó a ellos con un reloj digital de pulsera y un folleto. James tomó ambas con la mano libre.

    —Jessie, ¿puedes leer lo que dice el folleto? —preguntó James, sin sacar los ojos de la Meowth.

    —Si —respondió, tomando el folleto. Tenía la imagen de un Meowth bebé sonriente y rezaba "Como cuidar a un Meowth recién nacido" Desplegó el folleto y comenzó a leer en voz alta las partes más importantes —. James, aquí dice que hay que darle de comer cada cuatro horas durante el primer mes de vida si no está dentro de una pokebola.

    James se giró hacia ella.

    —Meowth nos matará si hacemos eso —sonrió. Luego, como si recordara la situación en la que estaba, su semblante se ensombreció.

    —Por eso nos dieron este reloj. Hasta debe estar programado. —Jessie siguió leyendo—. También dicen que su pelaje es muy fino y tiene que estar abrigada.

    Casi en el mismo momento en que dijo eso, la nena empezó a temblar y a quejarse en sueños.

    —Shh, tranquila —le susurró James—. Jessie, tenla un momento.

    Jessie obedeció y la sostuvo en sus manos. Era extremadamente suave y frágil al tacto. La cubrió con una mano, mientras James se sacaba el buzo. Sin pensarlo mucho, tiró con fuerza de la manga hasta arrancarla.

    —¿Qué haces? —le preguntó en voz baja, para no despertarla.

    —Darle abrigo —respondió. Tomó a la gatita con cuidado y la deslizó dentro de la manga. No tardó mucho en hacer efecto y la bebé volvió a sumirse en un sueño plácido.

    —Necesita muchos cuidados —comentó Jessie—. Debe ser por eso que los abandonan tanto.

    —Pero nosotros no somos de esos —James acarició la cabecita de la gatita—, ¿verdad, cariño?

    La Chansey regresó una vez más, esta vez con una pequeña pila de ropa y se dirigió a Jessie.

    —Chansey, Chansey.

    —¿Para mi? —preguntó, sorprendida. Luego recordó que tenía su ropa manchada de sangre—. Gracias, ¿Dónde está el baño?

    Chansey le hizo un gesto con la mano para que la siguiera. No estaba muy segura de dejar a James solo, pero tenía que hacerlo. Se levantó y se dejó guiar.

    ...
    James no supo en que momento se quedó dormido. Sus sueños estuvieron plagados de sangre, gritos y bebés raquíticos como secas ramas de árboles en brazos de mendigas sucias y flacas. Recién pudo despertar cuando sintió que algo lo sacudía con suavidad por el hombro.

    —La plaza es un lugar público —gruñó, creyendo que estaba durmiendo allí.

    —Señor, está en el centro Pokemón.

    James abrió los ojos. La enfermera Joy lo miraba, con un gesto preocupado. Tardó un par de segundos en recordar donde demonios estaba y que hacía ahí.

    —¡Enfermera Joy! ¿Cómo está Meowth? ¿Se pondrá bien? —dijo, alzando cada vez más la voz.

    —Señor, tenga cuidado, va a despertar a la bebé.

    James miró hacia abajo. Sobre sus rodillas, podía ver la diminuta cabeza de la nena, con el resto de su cuerpo metido dentro de la manga. A su lado, Jessie soltó un gruñido. Vestía un camisón blanco hasta las rodillas, con el dibujo de una Chansey estampado en él.

    —Lo siento —se disculpó, en un tono más bajo—. ¿Cómo está?

    Joy lanzó un suspiro largo y se mordió un poco los labios

    Oh, no, Meowth está muerto, Meowth está muerto.

    —Meowth está estable. La operación fue un éxito.

    El cuerpo de James se aflojó. Sintió la mano de Jessie apretar la suya con fuerza.

    —Te dije que estaría bien —le dijo Jessie.

    —Sin embargo… La operación tuvo complicaciones.

    La alegría de James se esfumó con la misma rapidez con la que había llegado. Ni siquiera se atrevía a preguntar.

    —¿Qué sucedió? —preguntó Jessie, preocupada.

    —Su Meowth está con muy bajo peso, un kilo y medio debajo de su peso habitual, lo que es demasiado para un pokemón que debería pesar unos cuatro kilos. Por eso le hemos dado una dosis más alta de anestesia de lo que debía.

    —¿Pero estará bien, verdad?

    —Sí, lo estará, pero necesita quedarse algunos días aquí hasta que se recupere totalmente.

    James miró hacia abajo.

    —No siempre nos alcanza la comida —musitó.

    Joy le dio una palmada en el hombro.

    —Ya veremos la manera de solucionarlo. Mientras esté aquí, estará bien alimentado. Una vez que salga, les recomendaré una dieta… ajustada a su presupuesto.

    —Gracias —le dijo, levantando la vista. Estaba sinceramente agradecido porque lo trataran como un ser humano. No pudo evitar que se le revolviera el estómago al recordar los Centro Pokemón que había asaltado y destrozado en el pasado.

    Jessie carraspeó.

    —Enfermera Joy…

    —¿Si?

    —Meowth tiene pánico a estar solo. Será mejor que alguno de los dos se quede con él.

    Joy la miró, casi con lástima.

    —No es una imagen muy agradable de ver.

    —No importa. Yo iré.

    James se giró hacia Jessie.

    —Cariño, yo podría…

    —Tu trabajo es cuidar de la bebé —le respondió, cortante—. Yo me ocuparé de Meowth.

    James iba a discutir, pero se calló al ver la determinación en sus ojos. Tal vez aún se sentía culpable con lo que había pasado en el bosque, ya hacía… ¿Más de un mes? Parecía que habían pasado siglos. La vez que casi lo habían dejado morir.

    —De acuerdo.

    Joy asintió en señal de aprobación y se dirigió hacia la puerta donde estaban las habitaciones de los pacientes. Apenas desaparecieron, su vista se fijó en el pequeño pedazo de vida sobre sus rodillas y no pudo evitar angustiarse. No sabía qué hacer.

    ...
    En todo el tiempo que se conocían, Jessie jamás le había preguntado a Meowth sobre su edad. Solían tomar sake los tres juntos de vez en cuando y era bastante inteligente, lo que lo convertía en un adulto. Pero su pequeña colección de juguetes, como pelotas y trompos lo hacía ver como n niño pequeño. Ni siquiera lo veía como un pokemón, sino como una persona.

    Todo cambió al verlo en la cama del hospital. Tenía una aguja clavada en el brazo donde le pasaban en suero, un respirador en su rostro y unos electrodos controlando los latidos de su corazón. Ya no tenía dudas. Era un pequeño y frágil gatito que necesitaba que lo protegieran. Jessie se cubrió los ojos para contener las lágrimas. No podía más. Meowth no era indestructible y temía que sus expectativas de vida estuvieran bastante reducidas, ahora más que nunca

    Se arrodilló al lado de la cama y tomó su pata. Se veía demasiado pequeño. Sus labios temblorosos se despegaron y apenas pudo murmurar:

    —Lo siento…

    Y rompió en un llanto silencioso.


    Es sábado y tu cuerpo lo sabe.
    [​IMG]


    La escena final (en mi cuaderno) iba a ser con James, pero decidí darle un poco más de pantalla a Jessie.

    Nathan: Oh, si. El miedo es real en esta historia. Muy real. Ya no se pueden dar el lujo de arriesgar sus vidas con un bebé en camino. Y están comiendo muy para el culo. Necesitan una solución y rápido.
    Meowth tiene toda la pinta de ser una persona (pokemón, de hecho) depresiva. Lo veo perfectamente capaz de hacer algo así, más que los otros dos.

    Kaos: He armado un lindo lío aquí, ¿no? No seré como Jetto, pero le pego en los feels a veces.
    ¿Te acuerdas cuando me hablaste sobre los cliffhangers? Aquí lo hice bien, no hay quejas XD

    Admito que estoy muy nerviosa por la aparición de esta pequeña Meowth bebé. No sé como se lo van a tomar ustedes.
    Bueno, gente, espero que estén todo el fin de semana con un nudo en la garganta por los feels. Si, soy mala.



    Hasta el próxima sabado.
     
    Última edición: 21 Octubre 2017
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