Re: El príncipe de la muerte Espero que alguien estuviese esperando la continuación¬¬ Bueno, ya queda menos para el final-.- Capítulo 8 Eran las siete y cuarto de la mañana, y como cada mañana desde hacía dos días atrás, Melinda esperaba impaciente que Nero llegase para ir juntos al instituto. Aún no se creía que estuviese saliendo con él. Tenía la sensación de que en cualquier momento despertaría y la magia desaparecería. Dejó escapar un suspiro lleno de ensoñación cuando recordó lo acameladitos que habían estado los dos en aquél mismo sofá la noche anterior. El teléfono sonó, sacándola por completo de su ensoñación. -¿Sí?- -Hola cielo, ¿Cómo estás?- -Papá, ¿Sabes que hora es?- -Claro que lo sé cielo, pero es que tenía que hablar contigo- -¿Qué quieres? Tengo que marcharme al instituto- Hubo un momento de silencio al otro lado del auricular. -¿Podrías venir esta tarde a casa?- -¿Ésta tarde? ¿No puede ser otro día?- -Después tengo que hacer un viaje de negocios- Melinda se mordió el labio inferior. Aquello era un contratiempo. Aquella tarde habían acordado que Nero y ella irían juntos a comprar los regalos de las navidades, ya que estas cada vez estaban más cerca. -He quedado con un amigo para ir a comprar los regalos de navidad- Otro intervalo de silencio. -¿Tu chico?- Melinda sintió como un gran sofoco se apoderaba de ella. ¿Su padre siempre había sido tan directo? No lo recordaba con claridad. Durante los últimos años a duras penas habían tenido trato. -Tal vez-respondió con sequedad. -Tráetelo entonces. Me gustaría conocerle- -Pero…- -A las cinco pasaré a buscarte por el instituto-Le cortó su padre-Hasta luego cielo- Aún después de que la línea se hubiese cortado, Melinda se quedó con el teléfono en la mano, completamente atónita. ¿Qué era lo que acababa de pasar? Colgó, y de nuevo sonó el teléfono. -¿Sí?-preguntó con voz malhumorada. -¿Meli?- - Nero…- -Pensaba que no iba a poder hablar contigo. Hacía rato que te llamaba y comunicaba- Melinda comenzó a juguetear con el cable del teléfono. La voz de Nero a través del teléfono se escuchaba tan sumamente dulce. Le encantaba. -Es que me ha llamado mi padre- -¿A estas horas?- -Sí- -Vaya, ¿Ha pasado algo?- -Que va. Sólo quería que esta tarde fuese a su casa- -Entonces no podremos ir de compras- -Ya- -Tranquila, ya iremos otro día- -Lo cierto es que me ha dicho que quería que tú también vinieses- -¿Cómo?- -Ya sé que es un poco repentino, ¿Pero vendrías?- Hubo un momento de silencio. -Claro, no hay problema- -Que bien- -Por cierto, te llamaba para decirte que hoy no podré ir a buscarte. Me he quedado dormido, lo siento- Melinda se sintió como si le hubiesen tirado un cubo de agua fría encima. Controló su voz, para que no filtrase sus sentimientos. -No hay problema- -Nos vemos en el instituto- -Claro…Nero…- -Dime- -Ah…nada, hasta luego- -Hasta luego- Melinda tardó un rato en colgar. Había estado apunto de decirle `` te quiero ´´ pero por suerte había podido controlarse a tiempo. Tenía la sensación de que si decía en voz alta esos sentimientos, Nero se alejaría de ella. Nero miró fijamente el teléfono. Era obvio que Melinda se había molestado porque no iba a ir a buscarla. Mierda, se está enchochando demasiado conmigo, pensó. Cogió la bolsa del instituto y salió a toda prisa de su casa. Aquél era el gran día. Espero no haber perdido demasiada puntería, pensó mientras cruzaba el portal del bloque de apartamentos. Rusty miró fijamente al niño que estaba al lado de su jefe. Y pensar que todo el futuro dependía de ese crio. El plan de hoy tiene que salir bien, si no será el final para todos nosotros, pensó. Vincent y Terry llegaron en ese momento. -Jefe, ya está todo listo-Dijo Terry. -Bien, entonces no hay tiempo que perder, acabemos con esto cuanto antes- Sus ojos y los del niño se cruzaron. Era un crio de ocho años, y sus ojos ya no reflejaban nada. Rusty sintió una oleada de compasión por el niño. Nero tenía esa misma mirada cuando tenía esa edad, y en la actualidad era incapaz de amar a nadie. Espero que Nero llegue a tiempo sin que lo descubran, pensó mientras le daba una última ojeada al reloj de la pared. Las ocho de la mañana. El plan ya se había puesto en marcha. Nero contuvo una mueca cuando vio a Melinda en la entrada del instituto, esperándole. ¿Por qué no le esperaba en clase? El timbre estaba casi a punto de sonar. Tan sólo faltaban dos minutos para las ocho. Mierda, si entro con ella todo se irá al garete, pensó. Con disimulo miró el coche que le había seguido desde su casa. Si evitaba entrar por la entrada principal, entonces seguro que aquellos cabezas de alcornoque que le estaban siguiendo se darían cuenta de que tramaba algo. Volvió a mirar hacía la puerta principal, que cada vez estaba más cerca, y con gran alivio, vio como una de las amigas de Melinda la arrastraba al interior del instituto. Nero aceleró el pasó. Ahora ya tenía el camino libre para poder ir a los lavabos que había en el sótano. Unos lavabos que siempre estaban vacios, y en los que había una pequeña ventana que comunicaba con el exterior. Entró en el instituto, y se movió sigiloso por los pasillos, como si se tratase de un felino. No le llevó más de tres minutos llegar a los lavabos. Miró su reloj. Tenía diez minutos para prepararse. -Aoe- Aoe miró a quién le llamaba. Allí estaba su jefe, acompañado por Rusty, Guy (El cuarto hombre de confianza de su jefe), Terry y Vincent. -Vaya jefe, va bien acompañado-Dijo Aoe mientras se acercaba a él. Fue entonces cuando vio al niño, que estaba prácticamente oculto tras el corpulento cuerpo de su jefe. -Sí. Hoy tengo unos asuntos importantes que tratar con Rosso- -Vaya, me pregunto que habrá hecho el pobre hombre-Dijo Aoe mientras se reía. Su jefe también rió. -Nada fuera de lo normal, pero últimamente paso demasiado tiempo aquí encerrado y creo que como siga este ritmo voy a ir perdiendo facultades- Aoe sonrió mientras miraba a todo el regimiento que iba con él. Para ser algo ``normal ´´ como había dicho su jefe, iba acompañado de todos sus matones. -Por cierto Aoe, creía que hoy tenías que hacer un trabajo por la mañana- -Y así era. Ya lo he acabado. Venía a traerle el informe- Su jefe se llevó un puro a los labios. -Puedes dejárselo a Rosalind. Está en el despacho- -Claro- Aoe inclinó ligeramente la cabeza, y después vio como su jefe se alejaba. Cogió el ascensor y subió al piso en le que se encontraba el despacho de Rosalind. -Hola cielo-Le saludó. La chica alzó la mirada y se colocó bien las gafas. -Aoe, ¿Qué haces aquí tan temprano?- -Vengo a traer esto-Y le enseñó el sobre marrón en donde estaba todo el informe sobre el último trabajo. Rosalind cogió el sobre que le extendía Aoe. Sacó su contenido y comenzó a pasarlo todo a su ordenador. Aoe se apoyó en el escritorio. -Dime, que es ese asunto que tiene que tratar el jefe con Rosso- -Rosso no le ha estado pagando las últimas mensualidades-Le contestó la chica sin apartar la vista del monitor. -¿Te refieres a las de estar traficando en el territorio del jefe?- -Las mismas. Ya sabes que si algún ejecutivo quiere traficar con algo por toda esta zona, tiene que pagarle una parte proporcional al jefe- Aoe enarcó una ceja. Parecemos yakuzas, pensó con cierta ironía. -A mí el que me da lástima es el crío. Se lo ha llevado para enseñarle como se trabaja aquí- -No hay mucho que enseñar-Contestó Aoe, apartando la mirada y fijándola en un cuadro que había colgado en la pared. -Aoe….- -Dime- -….nada…- Aoe miró a Rosalind, que de nuevo tenía la mirada fija en el monitor. Hacía días que estaba bastante rara. Tal vez ella también había comenzado a percatarse de lo que estaba pasando allí. Miró la hora en su reloj. Las ocho y cuarto. Nero ya tendría que estar de camino al hotel. Espero que todo salga bien, pensó. A Nero no le costó mucho poder salir del instituto sin ser visto. Ninguno de los dos matones que estaban en el coche reparó en su presencia cuando pasó por al lado del coche. Dios, esta noche voy a tener un dolor de pies horrible, pensó el chico, dedicándole una mirada fugaz a los zapatos que Aoe había puesto en la bolsa. Tenían un tacón de más de quince centímetros. Caminó con paso rápido pero seductor por las calles, ignorando las miradas llenas de deseo con la que le miraban los hombres. Una sonrisa llena de malicia se posó en sus labios. Si supiesen que soy en realidad, seguro que se quedaban de piedra. Miró la hora en su reloj. Iba un poco justo de tiempo. Aceleró más el paso, el hotel estaba al girar la siguiente esquina. Se detuvo, sorprendido, al comprobar cual era el edificio que estaba delante del hotel. Eran las oficinas de Rosso, un importante ejecutivo, dueño de una empresa de última generación, que hacía desde ordenadores portátiles hasta mp3. Decidió ignorar que era lo que había llevado a su jefe a aquellas oficinas y entró en el hotel. Fue directo a recepción, en donde habló con su voz más seductora. Al fin y al cabo, para él aquello no suponía ningún problema. No había nada que se le diese mejor que cambiar su voz, aunque poca gente conocía aquél detalle. -Discúlpeme-Le dijo al hombre que estaba en recepción, y que le miró embobado-El otro día llamé para hacer una reserva-Sonrió de manera provocadora, consiguiendo el resultado deseado. -A… ¿a que nombre hizo la reserva?-Preguntó el hombre, mientras se aflojaba el nudo de la corbata. -Jakeline Madison- El hombre tardó poco rato en encontrar su nombre. Se levantó para coger las llaves de la habitación y se la tendió con manos sudorosas. -T- Tenga… habitación 909- -Gracias-Nero sonrió de nuevo, provocando que el hombre se pusiese excesivamente colorado. El chico se encaminó al ascensor y subió a la última planta. No le costó mucho encontrar la habitación .Una vez que entró en ella, se quitó aquellos monstruosos zapatos, se masajeó un poco los pies y fue al cuarto de baño. Buscó la baldosa de la que le había hablado Aoe. Tal y como le había dicho, allí había un rifle de francotirador, más una peluca de color caoba para cuando saliese del hotel al cabo de diez minutos. Ahora entiendo porque la chaqueta es reversible, pensó. Se acercó con rapidez a la ventana, en donde esperó tranquilamente a que saliese su jefe. Melinda miró por enésima vez el reloj. Eran casi las nueve de la mañana. ¿Dónde estaba Nero? Era incapaz de concentrarse en lo que estaba explicando el profesor. ¿Y si le ha pasado algo?, se preguntó alarmada. Fijó la mirada en el libro de texto que tenía delante. Basta, en cuanto acabe la clase le llamaré, pensó con decisión. Nero miró la hora en el reloj de la habitación. Faltaban cinco minutos para la hora acordada. Se colocó en posición de disparar, y esperó pacientemente a que su jefe saliese del edificio. Cuatro minutos antes de lo previsto, su jefe salió por la puerta del enorme edificio, acompañado por Rusty, Terry y Vincent. Suponía que Guy era al que había visto salir minutos antes y que ahora les esperaba en el coche que estaba delante de la puerta. El niño iba entre Vincent y su jefe. Esperó el momento oportuno, cuando todos estaban a punto de entrar en el coche, y entonces disparó con gran precisión, incrustándose la bala increíblemente cerca de donde se encontraba su jefe. Rusty fingió sorprenderse cuando vio la bala pasando a gran velocidad e incrustándose en el suelo. Después debería felicitar a Nero por su gran puntería. Tal y como esperaba, Terry, Vincent, Guy e incluso él mismo, se pusieron alrededor de su jefe, dejando al niño completamente desprotegido. Pero con lo que Rusty no contaba era que su jefe intentase mofarse de ellos para incluir al crío dentro de aquel círculo de protección. Mierda, que vengan ya, pensó desesperado. Cuando pensaba que todo el plan se había ido al garete, un coche apareció chirriando, llevándose al niño en cuestión de segundos, para después marcharse de allí a toda prisa. El revuelo que se creo después fue increíble, mucho peor que cuando la bala había pasado rozando el cráneo de su jefe. En menos de un minuto, su jefe ya le había mandado a él y a Terry que fuesen tras el coche que había secuestrado a Matt. Rusty se puso al volante. Se sintió terriblemente tranquilo cuando se dio cuenta de que no le haría falta fingir que no podían dar caza al supuesto coche secuestrador, ya que aquél coche no estaba hecho para correr, aún así, pisó el acelerador a fondo, quemando las ruedas, para darle un poco de vida a aquella fingida persecución, al fin y al cabo, no podía tolerar que Terry se enterase de lo que planeaba, porque no sabía si él era el traidor. Nero se relajó cuando vio alejarse a Rusty tras el coche secuestrador. Se alejó de la ventana, guardó el rifle dentro de la funda y volvió a esconderlo. Podía escuchar el revuelo que se había formado en la calle. Se acercó a la ventana y le dedicó una mirada fugaz a la calle. Estaba llena de curiosos. Probablemente la policía no tardaría en llegar. Sonrió antes de alejarse de la ventana. Seguro que Rusty se ha quedado sin ruedas, pensó mientras comenzaba a cambiarse la peluca. Aún quedaban rastros de la humareda que había creado Rusty al salir a toda prisa. Pero da igual cuanto corra. Jamás pillará al otro coche, pensó, saliendo de la habitación y dirigiéndose al ascensor. Me pregunto que motor tendría ese Lancia, se preguntó, apoyándose en la pared del ascensor. Era obvio que el coche de los Morati estaba trucado, y que el motor que llevaba era lo suficientemente potente como para ridiculizar el potente BMV que conducía Rusty en compañía de Terry. Melinda se levantó de un brinco, y comenzó a rebuscar como una posesa su móbil en la mochila. Caroline y Juliet la interrumpieron cuando estaba a punto de ir a los lavabos para llamar a Nero, pero al final consiguió librarse de ellas y llegar a los lavabos, en donde se apresuró a llamar a su chico. El móbil sonó durante un largo rato, Melinda llegó a pensar que ya no se lo iba a coger, cuando por fin, al séptimo tono, descolgaron. Nero sacó el móbil del bolsillo de la chaqueta. Era Melinda. Ahogó un suspiro. Se había alejado lo suficiente de la zona como para poder hablar, pero iba vestido de mujer, no podía hablar como un hombre. -¿Oui?-Preguntó con un logrado acento francés. Notó como Melinda dudaba al otro lado del teléfono. -¿Nero?-Preguntó confundida. -Creo que se equivoca-Respondió, de nuevo con acento francés. -Claro… disculpe- Nero colgó y caminó con paso rápido hacía el instituto. En el peor de los casos, Melinda podía pensar que le estaba engañando con otra mujer, pero prefería eso antes de que la chica se enterase de todo lo que pasaba realmente a su alrededor. Melinda miró con consternación y confusión el móbil. Estaba segura de que el teléfono al que había llamado era el de Nero. Alguien aporreó la puerta del lavabo. -Meli, ¿Hasta cuando piensas estar ahí? Si no te espabilas te vas a quedar fuera de la clase-Dijo Caroline al otro lado de la puerta. Melinda salió del lavabo cabizbaja. Prefería no pensar en ello. Cuando le viese luego ya hablaría con él. continuará...
Re: El príncipe de la muerte Tienes que continuar!!! Dios mío, me estoy emocionando con Nero, la historia me engancha por completo, cómo va a terminar?
Re: El príncipe de la muerte Bueno, aquí va otro capítulo, espero que lo disfruteis y que os parezca interesante. Capítulo 9 A Nero no le costó demasiado colarse de nuevo en el instituto. Se cambió con rapidez y se desmaquilló a conciencia. Se olió las manos. Olían ligeramente a pólvora. Se las lavó con grandes cantidades de jabón hasta que no quedó ni rastro del delatador olor. Se miró en el espejo, comprobando con gran alivio, que no quedaba ni rastro de la mujer que había sido minutos antes. Salió de los lavabos y caminó con paso rápido hacía el piso superior. Sólo se había perdido dos clases. Esperó a que la clase acabase para poder entrar, pero antes tenía que hacer algo. En el registro de llamadas de su móbil buscó la última llamada de Melinda, y la borró. Sabía que aquello no serviría de nada, pero necesitaba hacerlo para que la mentira que tenía pensada sonase convincente. El timbre que anunciaba el fin de la clase sonó. Esperó oculto entre las sombras a que el profesor saliese de la clase y después se coló como un felino en ella. Melinda estaba sentada en su mesa, con las manos entrelazadas y con el rostro pálido. -Buenos días-Dijo, dejando su mochila sobre la mesa. Melinda le miró y al instante sus ojos se llenaron de lágrimas. El corazón de Nero se contrajo en una punzada de dolor. No te pongas a llorar, pensó desesperado. Para su alivio, el profesor llegó en ese instante. Nero se sentó, y miró de reojo a la chica. Por sus mejillas caían silenciosas lágrimas. Genial, pensó, ahora si que me siento como un vulgar traidor. Aoe estaba justo en frente del bloque de pisos de Nero, esperando a que Matt apareciese. Mierda, seguro que el plan ha fallado, pensó consternado. Y en ese momento, Matt apareció (iba disfrazado) doblando la esquina. Aoe suspiró aliviado. Mientras el niño estuviese con Nero, estaría seguro, y probablemente tendrían algo más de tiempo para descubrir quien era el traidor. Estando el niño en paradero desconocido, seguía siendo una amenaza, porque en cualquier momento podría reclamar lo que le pertenecía, que en este caso era lo que el traidor quería. La empresa. Tanto Aoe como Rusty estaban seguros de que mientras el niño estuviese a salvo, el traidor no se atrevería a mover ficha, porque asesinar al jefe sería un acto delatador. El timbre que anunciaba el fin de la clase y el comienzo del descanso, sonó. Nero se levantó para poder hablar con Melinda, pero para su sorpresa, la chica se levantó como alma que lleva al diablo y salió a toda prisa de la clase. Fantástico, ahora me evita, pensó, poniendo los ojos en blanco y preparándose para seguir a la chica. -Meli-La llamó en el pasillo, pero la chica siguió caminando con paso firme, ignorándolo. Nero frunció el ceño. Por eso no le gustaba tener relaciones con mujeres. Constantemente se enfadaban y lo malinterpretaban todo. Aceleró el paso. No podía dejar que toda la misión se fuese al garete por una tontería. Si su jefe se enteraba, no iba a salir precisamente bien parado. Cuando Nero consiguió alcanzarla, habían llegado a un punto en el que el pasillo se bifurcaba. Un pasillo llevaba a la cafetería y el otro estaba lleno de aulas. Con un movimiento rápido, Nero cogió a Melinda y la arrastró hasta el pasillo llenó de aulas, y una vez allí, la obligó a entrar en un aula vacía. -¿Qué pasa?-Preguntó, intentando parecer preocupado, y no crispado como se sentía en aquellos momentos. Melinda apartó la mirada, intentando en vano contener las lágrimas que caían sin control por su cara. -Estaba preocupada por ti-susurró al final. -Lo siento, me ha surgido un imprevisto. No era mi intención preocuparte-Nero apartó con suavidad una de las lágrimas que resbalaban por el rostro de la chica, y después la abrazó. Tras un momento de silencio, Melinda volvió a hablar, en un susurro casi imperceptible, y Nero tuvo que esforzarse mucho para escuchar lo que decía. -Nunca me engañaras, ¿Verdad?- De nuevo el corazón de Nero se contrajo. -Por supuesto que no-Contestó con un hilo de voz. Melinda se abrazó con más fuerza a él, pero Nero no sentía el calor de aquél abrazo. Se sentía como si estuviese a kilómetros de distancia de allí. Nunca la engañaría de la manera a la que ella se refería, pero no pudo evitar preguntarse si algún día lo perdonaría por haber construido un mundo de mentiras a su alrededor. Melinda no mencionó la llamada telefónica en lo que restaba de día. No quería presionar a Nero, porque parecía realmente afectado y atormentado por haberla visto llorar de aquella manera. Supongo que he hecho una montaña de un grano de arena. A las cinco en punto de la tarde un coche negro los esperaba a ella y a Nero en la entrada del instituto. Melinda esperó encontrarse a su padre, pero en lugar de eso, se encontró con el chofer de su padre y Jacob, uno de sus guardaespaldas más recientes. Ninguno de ellos habló durante el trayecto, pero Melinda tuvo la sensación de que el cuerpo de Nero se tensaba por momentos, como si su cuerpo se estuviese preparando para un ataque repentino. Nero apartó la vista del orangután que estaba sentado en frente de ellos y la desvió hacía la ventana. Recordaba a ese matón. Durante mucho tiempo había entrado y salido bastante de la empresa de su jefe, porque de vez en cuando le daba algún trabajo. Pero probablemente aquél cabeza de chorlito no le recordase, porque por aquella época el no era más que un criajo de diez años. No le gustaba nada estar a solas con ese tipo. Conocía sus métodos a la hora de trabajar, y no eran precisamente ``normales ´´. Disfrutaba torturando y escuchando lamentarse a su víctima. Era un verdadero sádico. Pero lo que realmente no le gustaba es que siempre se había llevado demasiado bien con Terry y Vincent. -¿Sucede algo?-Le preguntó Melinda en cuanto bajaron del coche. -No. Sólo estoy un poco nervioso por conocer a tu padre-Mintió. Melinda le escrutó con la mirada durante unos segundos, como si tratase de descubrir si le decía la verdad o le engañaba. Nero no pudo evitar preguntarse si habría visto a través de su mentira y se habría dado cuenta de que le ocultaba algo. -Lo cierto es que esto es un poco precipitado. Lo siento- -No pasa nada, tranquila- Después cogió la mano de Melinda, y juntos, entraron en la casa. Las cosas no podrían ir mejor, se dijo a si mismo Nero. Había llegado al lugar deseado mucho antes de lo que esperaba. Seguro que desde allí encontraba lo que necesitaba. A la hora del descanso había llamado a su jefe, quien parecía bastante alterado, y le había comunicado que aquella tarde iba a conocer al padre de Melinda. -Estupendo-Le había dicho-Lo que tienes que buscar son unos planos- -¿Unos planos? ¿De qué?- -Limítate a buscar unos planos en los que aparezca un nombre en la parte superior que ponga reising- -De acuerdo- Nero se acarició el mentón. No iba a ser tan fácil. Para empezar, ¿dónde demonios tendría el padre de Melinda los planos? Por lo que le había dicho ella, supuestamente su padre era un famoso constructor de apartamentos lujosos. Seguramente en la casa habría cientos de miles de planos, pero el que él necesitaba no podía estar allí, a simple vista. ¿Estará en el ordenador? pensó, cuando pasaron por una gran sala, en donde había un ordenador en una mesa. Mucha gente tenía el mal hábito de guardarlo todo en los ordenadores. Melinda le apretó la mano con fuerza, y fue entonces cuando se dio cuenta de que habían llegado a una amplia habitación, que probablemente sería la sala de estar. En una butaca, sentado, estaba el que Nero se imaginaba que era el padre de Melinda. -Hola, cielo, siento no haberte ido a buscar. Me ha surgido un pequeño imprevisto- Melinda enarcó una ceja. Que coincidencia, hoy todo el mundo sufre imprevistos, pensó malhumorada. -No pasa nada-Espetó. Nero miró ligeramente sorprendido a la chica. Era la primera vez que la escuchaba utilizar ese tono de voz. El padre de la chica apretó los labios con fuerza, dejándolos en una completa línea recta, y después miró a Nero. -Vaya, de modo que este es tu chico. Muy apuesto, si señor-dijo, levantándose. Se acercó a la pareja y alargó la mano para estrecharla con la de Nero. -Mi nombre es Joe. Espero que cuides bien de mi hija- Nero apretó los dientes con fuerza. Había algo en la mirada de aquél hombre que no le gustaba. -Descuide. Yo soy Nero- Ambos estrecharon las manos. -Y bien, ¿De que querías hablar?-Preguntó Melinda, notablemente irritada. Nero volvió a mirar con cierta sorpresa a la chica. Era más que obvio que no se llevaba bien con su padre. -No seas así cielo-Dijo su padre, pasándole un brazo alrededor de los brazos. Melinda se removió incomoda, y miró a su padre con su peor cara. -Tengo prisa- Joe la miró con una sonrisa irónica. -Supongo que para estar a solas con tu chico. Está bien, ven conmigo. Tengo que hablar contigo en privado- Melinda se puso completamente rígida, y apretó con tarta fuerza su mano con la de Nero, que le clavó las uñas. -Ve con él, yo estaré bien-Dijo Nero, en tono tranquilizador. No le gustaba como estaba reaccionando Melinda, pero lo primero era el trabajo, y sabía mejor que nadie que no podía desperdiciar una oportunidad como aquella. Probablemente tardaría semanas, tal vez meses en poder volver a aquella casa, y no sabía si podría ser capaz de seguir mintiendo a la chica durante tanto tiempo. Melinda le miró suplicante durante unos segundos, como si esperase a que Nero cambiase de idea y dijese que no quería dejarla sola. -Está bien-Respondió al fin la chica, con voz quejumbrosa. -Néstor, porque no le enseñas al chico la casa-Dijo Joe, dirigiéndose al mayordomo que estaba allí. -Por supuesto- Nero frunció ligeramente el entrecejo. Si ese tío iba con él, no podría hacer nada. Tendré que quitármelo de en medio durante un rato, pensó, con intención de dejarlo inconsciente. Nero y el mayordomo se fueron por un lado, y Melinda, su padre y Jacob, por otro. El chico reprimió un suspiro de alivio al ver como desparecía aquel matón de su vista. Dejar inconsciente a ese orangután sin llamar la atención habría sido bastante difícil. Néstor y él se encaminaron a la sala en donde había visto el ordenador. Nero se preparó para dejar inconsciente a su víctima durante un rato, cuando el teléfono de la habitación contigua sonó. -Disculpadme un momento-dijo el mayordomo-en esta habitación el señor guarda los recuerdos de sus viajes-Dicho aquello, el mayordomo se marchó a toda prisa. Nero observó con incredulidad como el mayordomo se marchaba. Todo está yendo demasiado bien, se dijo a si mismo. Sin pensárselo dos veces, se encaminó al ordenador, que para su sorpresa estaba encendido, y se dispuso a buscar el plano. -Espera aquí fuera-Le dijo Joe a Jacob. Melinda respiró con cierto alivio cuando perdió de vista al guardaespaldas de su padre. Nunca le había gustado. Más que un guardaespaldas, parecía un matón. -Y bien, ¿Qué es lo que quieres?-Preguntó la chica. Quería marcharse de aquella casa cuanto antes. -No seas tan arisca cielo, ¿Quieres tomar algo?- -No- Joe ignoró la voz llena de impaciencia de su hija, y con una tranquilidad que desquicio a Melinda, fue a servirse una copa de Whisky. -Bueno, ya que parece que tienes tanta prisa, iré directo al grano- -Perfecto-Masculló la chica. -Verás he perdido unos planos muy importantes, y tal vez tu sepas algo- Melinda frunció el ceño. -Ni idea- Su padre dejó el vaso de Whisky sobre la mesa. -Melinda, se que estás muy enfadada conmigo por no pasar contigo el tiempo suficiente, y si no recuerdo mal, en nuestra última discusión antes de que te marchases de casa, amenazaste con llevarte algunos de mis planos. Planos que te llevaste- -Y que te devolví-Espetó la chica-Si me quieres acusar de haberme quedado con alguno de tus planos, ya te puedes ir quitando la idea de la cabeza, porque te los devolví todos, y si no me crees, puedes venir a mi apartamento y comprobarlo por ti mismo ahora mismo, eso si no estás demasiado ocupado, claro- Joe observó la mirada desafiante de su hija. Probablemente le estaba diciendo la verdad. Suspiró y se acercó a ella para rodearla con sus brazos, pero en cuanto lo hizo, la chica se removió nerviosa. -No me toques-Dijo mientras se apartaba de él con frialdad. Joe apretó con fuerza los dientes. En ese momento alguien llamó a la puerta. -Adelante- Era Néstor. -Señor, ha llamado el señor Shering- -Pásame la llamada aquí- -Por supuesto- Melinda no esperó a que su padre le dijese que se marchase, simplemente dio media vuelta y se marchó de allí a toda prisa. Estar allí le ponía enferma. Encontró a Nero en la sala en donde su padre guardaba todos los recuerdos de sus viajes, contemplando con total indiferencia una máscara africana. -Nero- -¿Ya estás?- Le preguntó, acercándose a ella. -Sí. Nos marchamos- -Claro- Nero no le preguntó que era lo que quería su padre. Se limitó a seguir a la chica a la entrada de la enorme casa. Mientras Nero esperaba a que Melinda le preparase un té, el chico se preguntó que era lo que había sucedido aquella tarde. Primero el comportamiento extraño de la chica. Melinda no solía mostrarse tan desagradable con la gente, ni aún cuando estaba muy molesta le hablaba así a la gente. Después el ordenador. Había encontrado muchísimos archivos importantes, todos ellos sin ningún tipo de protección, y aunque había encontrado archivos que hablaban del plano que buscaba, no había hallado rastro alguno del plano. Y por último la marcha. Nadie se había preocupado de que se marchasen de allí sin decir nada. ¿Qué tipo de padre se despreocupaba así de su hija? -Ten- -Gracias- Melinda se sentó a su lado en el enorme sofá, y como siempre solía hacer, se acurrucó entre sus brazos. -No te llevas demasiado bien con tu padre, ¿Verdad?-Preguntó, dejando el vaso en el suelo. Vio como Melinda se mordía el labio inferior con fuerza. -Antes no era así-respondió con un hilo de voz-tengo la sensación de que es otra persona diferente- Nero acarició con dulzura el pelo de la chica, y después le besó. -No pienses en ello-le susurró. Después se volvieron a fundir en un beso. -¿Sí?-Dijo Aoe. -¿El chico ha llegado bien?-Le preguntó Rusty al otro lado de la línea. -Sí- -Perfecto. Sin embargo acaba de surgir otro problema, y creo que ahora lo empiezo a ver todo con más claridad- -¿Qué ha pasado?- -¿Estás en casa?- -Sí- -Pon la televisión- Aoe hizo lo que le decían, y cuando vio lo que había pasado, sintió como el corazón se le detenía. Tenía que avisar a Nero cuanto antes. Nero había perdido la cuenta del rato que llevaban tumbados en el sofá, besándose y acariciándose mutuamente. Notaba como Melinda le pedía a gritos que le hiciese el amor, de modo que subió una de sus manos por debajo de la camisa de la chica y la fue subiendo poco a poco, hasta llegar a su pecho, que acarició con suavidad por encima del sujetador, pero cuando introdujo la mano por debajo de éste, un ligero temblor recorrió el cuerpo de la chica. Nero dejó de besarla y se incorporó levemente. Melinda había cerrado los ojos con fuerza, y sus labios temblaban ligeramente. Nero sacó la mano de debajo de la camisa, y le acarició el rostro con infinita dulzura. Melinda abrió los ojos al sentir el contacto de la mano de Nero en su cara. -¿Es tu primera vez?-Le preguntó. Melinda sintió como su cara enrojecía por momentos. -Sí-Respondió en un susurro. Nero le besó los parpados, y la chica se estremeció. Tenía la vaga impresión de que aunque para ella era la primera vez, para Nero no lo era. Daba la impresión de que tenía muchísima experiencia en aquel campo, y aunque en un principio se moría de ganas porque le hiciese el amor, en aquellos momentos se sentía aterrada ante la idea de tener que hacerlo. Le daba un miedo atroz no estar a la altura. -No haré nada que tu no quieras-Y volvió a besarla. Melinda le devolvió el beso con ansiedad, y en ese momento, sonó el móvil de Nero. El chico se incorporó. -Será un momento- Los ojos de la chica estaban llenos de anhelo, pero aún así, no dijo nada. Quien le llamaba era Aoe. -Dime- -¿Has visto las noticias?- -No- -¿Estás en casa?- -Estoy con Melinda-respondió Nero, cada vez más confundido. Aoe se calló durante unos segundos. -El padre de Melinda está muerto- Nero sintió como el corazón se le detenía, a duras penas hacía dos horas que le habían visto. -¿Cómo…? esta tarde le he visto-respondió instintivamente, olvidando por completo que Melinda estaba allí. -Eso es imposible. Lleva muerto más de un mes- Nero notó como la sangre le huía del rostro. ¿Qué era lo que estaba pasando? -Tenemos que hablar, ¿puedes venir a buscarme?- -Claro, estoy cerca, en cinco minutos estoy allí- Melinda miró desesperada a Nero. No quería que se marchase, de repente un mal presentimiento se había apoderado de ella. -Lo siento Meli, tengo que marcharme- -No te vayas, por favor- Nero le miró desconcertado. -Solo será un momento, te lo prometo- La chica se mordió el labio inferior con nerviosismo. -Está bien- Nero la besó una última vez y después se marchó a toda prisa. Aoe tardó menos de cinco minutos en llegar. -¿A dónde vamos?-Pregunto Nero en cuanto subió. -A las oficinas- Nero cogió un cigarrillo y lo encendió con nerviosismo. -¿A que te refieres con eso de que lleva más de un mes muerto?- Aoe le miró de reojo. -¿Recuerdas la misión de Sam?- -Sí- -Pues para entonces ya estaba muerto. Se lo habían cargado. Lo han encontrado hoy en la bahía de Tokio- Nero miró con nerviosismo a través de la ventana. No entendía nada. -Entonces, ¿quien es el tipo que he visto esta tarde?- -Vete tú a saber. Probablemente será alguien contratado por el traidor. Ya sabes que hoy en día la cirugía hace milagros- Nero recordó lo poco que le había gustado la mirada de aquel hombre, y lo nerviosa que se había puesta Melinda, al igual que la petición que le había hecho de que no se marchase. ``-Tengo la sensación de que es otra persona diferente- ´´ Las palabras acudieron con fuerza a la mente del chico, quien notó como el corazón se le contraía. -Da media vuelta- -¿Qué?-Aoe le miró sin entender. -Que des media vuelta- Algo en la mirada de Nero, hizo que Aoe hiciese lo que le estaba pidiendo. En cuanto llegaron de nuevo a los apartamentos de Melinda, Nero se bajó a toda prisa, y subió corriendo hasta el apartamento de la chica. Con terror comprobó que la puerta estaba abierta, entró a toda prisa, sin pensar en las consecuencias que podía tener aquel acto de irresponsabilidad, y lo que vio lo dejó helado. En el suelo, en medio de un charco se sangre, estaba Melinda. continuará...
Re: El príncipe de la muerte Hala, aquí va otro capítulo más, y si todo bien, el siguiente será el último-.- Capítulo 10 Nero tardó apenas unos segundos en reaccionar. Lo primero que hizo fue llamar a una ambulancia y después corrió a mirar cual era el estado de la chica. Respiró aliviado al comprobar que Melinda todavía respiraba, aunque de manera débil y entrecortada, y que su pulso se mantenía, aunque de forma irregular. Buscó cual era la causa de la hemorragia, y no tardó demasiado en encontrarla. Le habían herido cerca del estómago, con un cuchillo o un arma similar. Sin perder tiempo, se quitó la camisa, para poder hacerle un tabique que le detuviese la hemorragia, y después llamó a Aoe para explicarle lo que había sucedido. -¿Está bien?-Le preguntó alarmado. -De momento todavía respira, pero quiero asegurarme de que está totalmente fuera de peligro, de modo que iré con ella al hospital. Márchate, ya te llamaré yo más tarde para decirte como está, pero si sucede algo importante, llámame- -De acuerdo- La ambulancia tardó unos diez minutos en llegar, tiempo en el que Nero aprovechó para comprobar si se habían llevado algo de valor. Era obvio que alguien había estado buscando algo, porque la casa estaba patas arriba, pero el problema era saber si lo había encontrado o no. Con la ambulancia llegó un coche patrulla, y unos de los agentes no perdió un segundo en interrogarlo. -¿Eres familiar de la chica?- -No. Soy su novio. Me acababa de marchar, cuando he recordado que había olvidado algo y he vuelto- -¿Qué era lo que ha olvidado?- -Un libro- El agente enarcó una ceja. -¿Sólo has vuelto por un libro?-Preguntó con incredulidad. -Así es. Para literatura tenemos que presentar el trabajo de un libro, y como resulta que ella tiene el libro que necesito, se ofreció a dejármelo. El caso es que lo he ido dejando y la fecha de entrega se me echa encima, por eso no me ha quedado más remedio que volver- Nero desafió al agente con la mirada. Era una suerte que lo del trabajo fuese verdad, porque de ese modo, tenía las espaldas cubiertas. El agente parecía debatirse entre creerle o no, de modo que Nero volvió ha hablar. No le interesaba que sospechasen de él. -Si no me cree, puede llamar al instituto y preguntarlo usted mismo. No tengo ningún problema en darle el teléfono-Dijo con voz tranquila. El rostro del agente comenzó a adquirir una tonalidad rojiza, y por un momento, Nero temió que fuese a explotarle. -Señor- El agente que había estado hablando con Nero, de nombre Morrison, se giró hacía su compañero. -¿De verdad cree que es el culpable?- Morrison miró con aire desconfiado a Nero. -No sé. Tiene algo que no me gusta. Sus ojos parecen carecer totalmente de vida, y aunque es muy joven, está demasiado tranquilo- -Puede ser, pero no parece que esté mintiendo- -Hay gente que es capaz de hacerte creer lo que ellos quieran- -Aún así, ¿no encuentra un poco absurdo que haya llamado a la ambulancia y se haya quedado aquí?- Morrison se rascó la nariz. No sabía que creer. Aquello parecía un mero robo, pero tenía la impresión de que había algo más. -Si yo hubiese sido el ladrón, y quisiese que la chica siguiese con vida, me habría limitado a llevarla al hospital y a dejarla allí sin que nadie me viese. De cualquier manera, no tiene sentido alguno apuñalarla si lo que quieres es que no se muera- -Tal vez el ladrón haya perdido los nervios por algo y por eso la haya apuñalado-Morrison suspiró-Tal vez tengas razón y el chico no sea culpable. Lo cierto es que parece bastante preocupado por ella- -Y no es sólo eso, si el chico no le hubiese echo el tabique para detenerle la hemorragia, la chica estaría muerta-Dijo uno de los médicos de la ambulancia. Morrison suspiró de nuevo, mientras se acercaba a Nero. -Supongo que querrás acompañarla al hospital, pero agradecería que mañana vinieses a comisaria para que puedas ayudar con toda la información necesaria- -Claro, no hay problema alguno- -¡¿Qué acabas de decir?!-Rusty no podía dar crédito a lo que le acababa de decir Aoe. Aquello era una locura. Primero el padre y después la hija. -Nero va ir al hospital para asegurarse de que Melinda está fuera de peligro. Tal vez deberías informar al jefe, al fin y al cabo, acabará enterándose de todas maneras- -Eso haré- Nada más colgar, Rusty cogió su chaqueta y se marchó de casa. Probablemente su jefe aún estaría en las oficinas, de modo que puso rumbo a ellas. Rosalind miró la hora, completamente exhausta. Llevaba allí todo el día, poniendo al día un montón de papeleo atrasado, y haciendo todas las debidas llamadas que le había encargado su jefe para encontrar a Matt. La chica se levantó, y salió de su pequeño despacho. En la puerta del despacho del jefe estaba Terry, haciendo guardia, que levantó la mirada al verla salir. -¿Ya te marchas?-Le preguntó. -Sí. Si me quedo más rato aquí, siento que la cabeza me reventará-Le contestó la joven con voz lastimosa. -Ves con cuidado. Las calles no son seguras- Rosalind enarcó una ceja. -Vaya, no sé como tomarme ese comentario, viniendo de un asesino- Terry estalló en carcajadas. -Por cierto, ¿Guy no estaba contigo?- Terry se acarició el mentón, hábito que tenía desde que Rosalind le conocía y de eso hacía más de veinte años. -Ha ido al cuarto de baño, pero creo que se ha debido de perder por el camino, porque hace más de un cuarto de hora que se ha marchado- Rosalind le miró angustiada. Últimamente Guy no parecía encontrarse demasiado bien. -¿Estará bien?- -Claro que sí, no te preocupes por él. Probablemente se estará escaqueando un poco del trabajo. Ya se sabe, la juventud de hoy día no tiene aguante para nada- Rosalind enarcó una ceja, e ignoró el comentario de Terry. -No te canses mucho-Dijo a modo de despedida. Por toda respuesta, el viejo torció la boca en una media sonrisa. Cuando Rosalind llegó a la planta baja, Rusty entraba a toda prisa. -Rusty, ¿Qué haces aquí? Pensaba que hoy no te tocaba guardia- -Y así es, pero tengo que hablar urgentemente con el jefe. ¿Aún está aquí?- -Sí. ¿Ha pasado algo?-Le preguntó preocupada. -Es Melinda. Alguien ha entrado en su apartamento y la ha apuñalado- Rosalind se llevó las manos horrorizada a la boca. -¿Cómo está?-Preguntó con voz quebrada. Rusty negó con la cabeza. -No lo sé. Nero iba a ir con ella al hospital- -Tengo que ir con él-Dijo dándose media vuelta para marcharse a toda prisa. -Rosalind- La joven se giró hacía Rusty. -Tranquilo. No se lo diré a nadie- Rusty le sonrió de manera fugaz, y después se encaminó hacía el ascensor. Cuando el teléfono de Nero sonó, éste se encontraba en las urgencias del hospital. -¿Sí?- -¿Cómo está? ¿Dónde estás? ¿Quieres que vaya o prefieres estar solo?- Nero se relajó al escuchar la alarmada voz de Rosalind. Por lo menos ella era capaz de actuar como una persona normal, y escandalizarse ante aquella situación. -Relájate, de momento está fura de peligro, pero aún no me dejan entrar a visitarla. Me harías un favor si vinieses, y si tienes un papel, te digo la dirección del hospital- -Claro- Nero le dio la dirección a Rosalind, y después se limitó a esperar a que la joven llegase. Miró con furia el letrero que prohibía fumar. Necesitaba un cigarrillo con urgencia. Rusty caminó con decisión por el pasillo, y sólo se detuvo durante unos segundos cuando vio algo fuera de lo normal, después echo a correr. Cuando llegó hasta donde estaban sus compañeros, casi se le detuvo el corazón. Terry y Guy estaban en el suelo, ambos inconscientes. Guy parecía estar inconsciente por haber recibido algún tipo de golpe en la cabeza, ya que tenía sangre en la cabeza y estaba inconsciente, pero Terry, el viejo era otro tema, respiraba con dificultad, y se apretaba el pecho con fuerza. -Ey, Terry, aguanta- Rusty no perdió tiempo y llamó a una ambulancia. Después buscó las pastillas del corazón que Terry tenía que tomarse, y le obligó a tomársela, no sabía si aquello iba a hacer algo, pero por lo menos el viejo pareció relajarse. Cuando se aseguró de que Terry se encontraba más o menos estable, entró el despacho de su jefe, pistola en mano, y tal y como se imaginaba, se lo encontró muerto por un balazo en la cabeza. -Joder-Murmuró. El traidor había jugado con ellos como había querido. continuará...
Re: El príncipe de la muerte Bueno, hace tiempo que no recibo ningún comentario, sin embargo, espero que la historia os esté resultando interesante, porque me estoy devanando los sesos para que el último capítulo, que lo colgaré a semana que viene, resulte interesante y sobre todo emocionante.
Re: El príncipe de la muerte Amí me encanta la historia!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ya quiero saber quien fué el traidor!!!!!!!!!! y que va a pasar con Nero????????? ToT por favor no te desanimés yo quiero saber que pasa el final............... ToT
Re: El príncipe de la muerte Al final el final se va a retrasar un poquito más, lo siento, me he quedado atascada, pero sabiendo que quereis que la acabe, me esforzaré por acabarla lo antes posible. Gracias por seguir leyendo mi historia, de verdad.
Re: El príncipe de la muerte Bueno, aquí va el último capítulo, o mejor dicho, los últimos(no me gustan los impares, y eso que yo nací en impar¬¬, y repartí el último capítulo en dos, entre otras cosas también porque era muy largo) Pues nada, espero que os guste (no se sí el final será del agrado de todo el mundo, pero bueno) Ya me diréis si os gustado o no. Supongo que esta es la despedida. Espero que nos veamos en alguna otra historia que escriba. Muchas gracias por haberos leído mi historia. Nos leemos:adiós: Capítulo 11 Tan pronto como Rosalind llegó, Nero salió fuera del hospital para poder fumarse un cigarrillo. El chico se llevó un cigarrillo a los labios, y después estuvo un buen rato peleándose con el mechero, que no quería quedarse encendido. -Mierda…- En ese momento, una mano surgió de las sombras y se lo encendió. -Aoe…- -Deberías relajarte. Los nervios no llevan a ningún lado- -Yo no estoy nervioso-Nero dejó escapar una larga bocanada de humo, y después se apoyó en la pared-¿Qué haces aquí?- -Estaba preocupado- -Rosalind está dentro, ¿por qué no vas con ella? Seguro que se alegra de verte. Ha sido un día muy duro- Aoe pareció dudar durante unos segundos, mientras miraba en dirección a la entrada. -Te espero dentro- Nero vio como su amigo se alejaba, y entonces se puso a caminar arriba y abajo por el pequeño jardín, mientras su cabeza no dejaba de pensar. Cuando Aoe divisó a Rosalind, su teléfono sonó. Era Rusty. -¿Dime?- -¿Dónde estás?- -En el hospital, con Nero y Rosalind. ¿Ha pasado algo?- -Se han cargado al jefe- Aoe notó como la sangre le huía del rostro. Al ver que Aoe no decía nada, Rusty siguió hablando. -Cuando he llegado al despecho del jefe, me he encontrado a Guy inconsciente por un golpe en la cabeza, y a Terry en el suelo. Le estaba dando un ataque al corazón. Y cuando he entrado, el jefe ya estaba muerto. Le habían pegado un tiro en la cabeza- -¿Crees que ha sido Terry? Podría estar fingiendo que tenía un ataque para no levantar sospechas- -No lo sé… lo veo poco probable. No parecía estar fingiendo, pero lo cierto es que ya no sé que pensar. Tenemos que vernos e intentar buscar una solución, si es que todo esto tiene solución- -Vente para el hospital, tal vez entre todos podamos encontrar una solución- Nero se acababa de detener en medio del jardín, había tirado el cigarrillo al suelo, y se había llevado otro a los labios, cuando Aoe salió del hospital. -Tenemos problemas- ¿Más?, pensó el chico. -¿Qué ha pasado?- -El jefe está muerto. Le han matado- El cigarrillo que posaba tranquilamente en los labios del chico, cayó al suelo. -¿A quién le tocaba guardia?-Preguntó, cuando consiguió recobrase un poco. -Terry y Guy- Nero frunció el ceño. ¿Podría ser que…? -Rusty viene para aquí para ver que podemos hacer- -¿Dónde están ahora Guy y Terry?- -Los dos están en el hospital- -Venga, será mejor que entremos. Rosalind debe de estar preocupada- -Nero Blast-Llamó una enfermera. Rosalind se levantó y fue a su encuentro. -Ha salido un momento a fumar, yo le acompaño- -Está bien, dígale que ya puede entrar a ver a la señorita Melinda. Como sus constancias son normales, la hemos subido a planta. Su habitación es la 230- -Muchas gracias- Rosalind fue a buscar a Nero y se lo encontró justo cuando estaba a punto de salir. -Melinda está estable, y la han subido a planta. Habitación 230- -Gracias-Y no esperó un segundo. Se marchó de allí, sin mirar atrás. -¿Crees que se habrá enamorado?- -Lo veo poco probable-Aoe le cogió la mano a Rosalind-Venga, vamos a sentarnos- Nero entró sigilosamente en la habitación, y se quedó mirando a Melinda durante unos segundos. No había nadie más allí. Sólo estaban ellos dos. Se acercó a ella y alargó una mano para acariciarle el pálido rostro. Toda ella estaba llena de tubos, y el chico no pudo evitar sentirse responsable de ello. -Perdóname-Dijo en apenas un susurro-Seguramente tú ya sabías que iba a pasar esto, pero yo fui un ignorante y no hice caso de tus suplicas- Nero sonrió con amargura. Cualquiera que le viese, pensaría que era un completo idiota. Acarició levemente el cabello de la chica. -¿Podrás perdonarme algún día por haberte engañado de esta manera?-Preguntó con voz entrecortada-¿Por no haber sido capaz de amarte?- Una fina lágrima cayó silenciosa por la mejilla del chico. Necesitaba sincerarse con ella. Sabía que aunque ella estuviese inconsciente, su subconsciente estaba recibiendo todo lo que él le decía. -De verdad que lo he intentado. Tú eres especial. Eres muy especial para mí, pero no de la manera que tú deseas-Nero se humedeció los labios. Aquello le estaba resultando muy doloroso-En realidad todo sería mucho más fácil si no te soportase, porque entonces no me dolería tanto tener que engañarte- Nero acarició la frente de la chica, y en ese momento una lágrima resbaló por la mejilla de ella. ¿Era ella la que lloraba? ¿O eran sus propias lágrimas cayendo sobre el rostro de ella? Nero quitó aquella lágrima traidora del rostro de la chica, y después le besó en la frente. -Te juro que atraparé al que te ha hecho esto, y que le mataré-Dijo antes de marcharse de allí. Cuando Nero llegó a la sala de espera en donde estaban Aoe y Rosalind, Rusty acababa de llegar. -Tenemos que hablar en un sitio en donde tengamos más privacidad-Dijo Rusty. Aoe miró con inseguridad a Rosalind. -Ella también se viene. Ésta situación le afecta tanto como a nosotros- Rosalind los miró a todos con preocupación. Rusty, quien de por sí era bastante nervioso, parecía estar a punto de sufrir un ataque de histeria. Aoe, quien no solía demostrar nunca lo sentía por ella, evitaba a toda costa dejarla sola, y no dejaba de besarla y abrazarla. Y Nero. Él, que siempre se mostraba frío y distante, en aquellos momentos parecía estar a punto de romperse en mil pedazos. Todo su rostro estaba marcado por el dolor, y sus preciosos ojos de color turquesa, se veían ligeramente enrojecidos, como si hubiese estado llorando. -Vayamos a la cafetería-Dijo Nero- Allí estaremos más tranquilos- Los cuatro se sentaron en la esquina más alejada de la cafetería. Rusty le explicó a Rosalind apresuradamente cuál era la situación, y todo lo que había estado pasando a lo largo del día. -No es posible-Dijo la chica, incapaz de asimilar lo que le decían. -Todos estamos en peligro-Dijo Aoe-El problema es que seguimos sin saber quien es el traidor. Tengo la sensación de que hemos estado dando palos de ciego. Al final nada ha salido como esperábamos- Rusty se llevó un cigarrillo a los labios con nerviosismo, pero al instante recordó que allí no se podía fumar y se limitó a dejarlo descansar en sus labios. -Creo que yo tengo una ligera idea de quien es el traidor-Dijo Nero con voz tranquila. Por fin había sido capaz de recuperarse tras ver a Melinda en aquel estado tan deplorable. Aoe y Rusty le miraron sorprendidos. -¿Quién?-Preguntó Rusty. Todos le miraron, conteniendo la respiración, impacientes por escuchar la respuesta. -Es alguien que ha conseguido pasar completamente desapercibido, porque sabía que las sospechas jamás recaerían sobre él- -¿Quieres decir que el traidor no son ni Terry ni Vincent?- Nero afirmó con la cabeza. -Quien está tras todo este plan, sabía perfectamente que todas las sospechas recaerían sobre los dos viejos-Nero comenzó a jugar con el tapón de su botella de agua-Mi teoría es ésta. El traidor se puso en contacto con el intermediario que llevaba a cabo todos los tratos con el padre de Melinda al mismo tiempo que el jefe y le ofreció una contraoferta mejor. Probablemente el primer paso sería conseguir los planos que el padre de Melinda tenía en su poder, después lo asesinarían, y llevarían a cabo la entrega de los planos como si no hubiese pasado nada, me refiero a que harían como si el padre de Melinda siguiese vivo. En ese momento sería cuando llevarían a cabo la segunda parte del plan- -Que fue cuando le tendieron la trampa a Sam-Dijo Aoe. -Exacto. Tendiéndole una trampa a Sam, tenían la excusa perfecta para no entregar los planos, y de ese modo, dispondrían de más tiempo para conseguir un comprador mejor que el jefe. Por otro lado, el traidor tramaba traicionar al jefe, quitándoselo a él primero del medio y encolomándole las culpas a Terry y a Vincent. Sobra decir que de ese modo, el caos general se hubiese apoderado de la empresa, nadie confiaría en nadie, y probablemente todo el mundo comenzaría a ir por su lado. Entonces aparecería el traidor, que se haría con el control absoluto de la empresa, alegando que los dos viejos ya no eran aptos para controlar la empresa, porque si algo no le falta al traidor, es poder de convicción- -Bueno, lo que dices tiene su sentido. Es más, probablemente tengas razón, pero aún no nos has dicho de quien se trata-dijo Rusty, colocándose el cigarrillo en la oreja. -Es obvio, ¿No? ¿Quién tiene en la empresa el suficiente poder de convicción como para engañar a todo el mundo?, mejor dicho, su poder de convicción es su mejor arma- Rosalind se puso pálida. Sabía perfectamente a quien se refería Nero. -Guy…-Dijo en apenas un susurro. Rusty y Aoe le miraron sin dar crédito a lo que acababan de escuchar. -Imposible-Dijo Rusty. -¿Por qué?-Preguntó Nero. Rusty le miró confundido. De repente ya no le parecía tan imposible. Nero parecía estar muy seguro de si mismo. Rosalind se retorció las manos por debajo de la mesa. -Lo cierto es que Guy estaba muy raro estos días, pero yo pensaba que se debía a que no se encontraba bien- -¿Pero cómo…?-Aoe no pudo acabar la pregunta, no era capaz de encontrar las palabras adecuadas. -Precisamente porque Guy nunca llama la atención, pudo pasar totalmente desapercibido mientras movía los hilos desde las sombras. Por todos es sabidos que de los cuatro hombres que estaban bajo mandato directo del jefe, él era el que tenía menos cualidades, por lo tanto, era el menos óptimo para heredar la empresa, y eso lo sabía él mejor que nadie, por eso tramó todo este plan. Ahora que lo pienso, probablemente su intención no era vender los planos a otro comprador mejor, ya que si heredase la empresa, tendría dinero suficiente para comprarlos. No, seguramente su intención era chantajear al jefe con los planos-Nero se pasó un dedo por los labios, pensando. Guy había demostrado ser muy retorcido. Se le ocurrían veinte mil formas distintas en las que Guy podría utilizar esos planos. -Pero hay una cosa que no entiendo. ¿Por qué no ha utilizado los planos? Ha tenido tiempo de sobras-Rusty volvió a ponerse el cigarrillo en los labios. -Muy simple. Porque no los tiene en su poder- En esa ocasión, incluso Rosalind miró con estupefacción a Nero. -Me he perdido-Dijo Rusty, revolviéndose el pelo. -¿Recordáis que he dicho que lo primero que tuvo que hacer fue conseguir los planos?- Todos asintieron con la cabeza. -Sospecho que el padre de Melinda se olía algo y que les dio unos planos falsos, y que escondió los verdaderos- -Suena lógico- -Exacto, ¿si no que sentido tenía que fuésemos Melinda y yo hoy a ver a su supuesto padre?- -Claro, él ha debido de preguntarle por los planos- -Así es. Pero ella le ha debido de decir que no los tenía, pero no la ha creído y por eso han ido a su casa esta noche. Estaba toda patas arriba- -¿Crees que los tendrá ella?- Nero negó con la cabeza. -No tengo ni idea, y hasta que no se despierte no podremos saberlo, porque tampoco se si el ladrón ha encontrado lo que quería- -Y si Guy es el traidor, ¿cómo lo ha hecho para estar inconsciente cuando yo he llegado? Le habían pegado en la cabeza, de eso no hay duda- -Veamos. Rosalind, tú has dicho que cuando te has marchado, Guy estaba en el lavabo, ¿No es así?- -Sí- -Supongamos que estaba reunido en el lavabo con su compinche, alguien que se hubiese ocultado en los lavabos cuando aún entraba y salía gente de las oficinas a su antojo, que hubiese esperado a que Rosalind se marchase, y que entonces hubiese puesto en marcha la actuación. ¿Había algo sospechoso cuando has llegado, Rusty?- Rusty pensó durante unos segundos. -Cerca de donde estaba Terry tumbado, había un vaso de café derramado- -Hay tenéis la prueba. Guy ha debido de utilizar el mismo veneno que mató a Sam, y que por suerte no ha acabado con Terry. Todos sabemos que Terry no desprecia un café, da igual la hora que sea. Entonces, antes de que Terry se desmayase, ha surgido el cómplice por la espalda de Guy y le ha arreado un golpe en la cabeza, lo suficientemente fuerte como para dejarlo inconsciente, y después sólo ha tenido que disparar al jefe. Aunque nadie hubiese ido a las oficinas esta noche, Guy estaría libre de sospecha- -Porque Terry sería su coartada- -Exacto. El viejo testificaría por él. Probablemente la dosis de veneno que le ha puesto Guy ha sido mínima, lo suficiente como para dejar a Terry fuera de combate- -Maldita sea. Todo esto suena demasiado fantasioso como para ser real. Parece salido de la trama de una película de Hollywood-Dijo Rusty. Aún en la situación que se encontraban, Nero no pudo evitar sonreír. -¿Nero Blast?-Preguntó una enfermera, que caminaba hacía ellos. -Soy yo-Dijo el chico, levantándose. -Es sobre la señorita Melinda- -¿Ha pasado algo?- La enfermera negó con la cabeza. -Es increíble, en realidad tendrían que haber pasado varios días, pero Melinda se ha despertado, y pregunta por usted- Nero no escuchó nada, se marchó de allí a toda prisa. Rusty vio como su compañero se alejaba a toda prisa. Parecía que por fin su frío corazón estaba comenzando a calentarse. Se levantó. -Me voy al hospital a donde se han llevado a esos dos- -Te acompaño-Dijo Aoe, levantándose también. Rusty negó con la cabeza. -Quédate aquí, si pasa algo te avisaré- -De acuerdo- Cuando Nero entró en la habitación, Melinda tenía la cabeza ligeramente volteada. -Meli- La chica se giró, y le miró con una mirada vacía. Era como si de repente le hubiesen quitado toda la vida que la caracterizaba. Nero se sentó a su lado, sin saber demasiado bien que era lo que tenía que hacer o decir. -Necesito que me cuentes toda la verdad- El corazón del chico se detuvo. -¿Quién eres en realidad?- Nero se humedeció los labios, y después, de forma entrecortada, le explicó quien era, y porque se había acercado a ella. -De modo que mi padre está muerto- -Lo siento- Melinda le miró y en esa ocasión sus ojos reflejaban un profundo vacio, acompañada de una profunda tristeza. -¿Sabes? El día antes de conocerte tuve la impresión de que había alguien en mi habitación. Eras tú, ¿verdad?- -Sí- Melinda alargó una mano para tocar las manos del chico. Nero le miró, confundido. ¿Es que acaso no le odiaba? -¿Recuerdas el libro de despertar?- -Sí- Nero cogió la mano de Melinda, y la entrelazó entre las suyas. -¿Recuerdas que dije que te parecías a Larsa?- -Sí. Siempre me has dicho que nos parecíamos mucho físicamente- Melinda sonrió con tristeza. -Sí, os parecéis mucho físicamente, pero con el tiempo me he dado cuenta de que no es a él a quien te pareces- -¿No?- -Eres igual que Lisert, el vampiro protagonista. Siempre es imposible saber lo que piensas realmente- hubo un momento de silencio y fue en ese momento cuando las lágrimas comenzaron a caer sin control por las mejillas de la chica-Por favor, no me digas que te gustaría no poder soportarme, prefiero ser especial para ti antes de que me odies- Nero abrazó con fuerza a Melinda, mientras sentía que los temblores de la chica se unían a su propio cuerpo. Al final no supo cuál de los dos estaba temblado. -No llores, por favor. Jamás podría odiarte. Perdóname, Meli, por favor- Melinda tomó aire, y dijo lo que hacía tanto deseaba decir y que no se atrevía a decir. Voy a perderle, pensó, después de esta noche no volveré a verle nunca, estoy segura. -Te quiero, Nero-dijo entre sollozos. Nero atrajo con más fuerza a la chica. -Gracias-murmuró-gracias por quererme- Después, él también comenzó a llorar en silencio. Capítulo 12 Rusty esperó impaciente a que descolgasen al otro lado de la línea. -¿Sí?-Preguntó Aoe. -Nero tenía razón. Guy no estaba en el hospital cuando he ido- -¿Por qué se ha marchado? Tenía la coartada perfecta- -Sospecho que debe de intuir que todo se ha venido abajo- -Voy a movilizar a todos mis hombres, por lo menos los que se que me tienen una confianza ciega, para que lo busquen- -Yo haré lo mismo- -También voy a ir a buscar a Matt y a traerlo aquí, con Melinda y Rosalind- -Me parece bien. ¿Y Nero?- -No lo sé. Aún está con Melinda- -Esto tiene que ser muy doloroso para él. Parece que por fin está descubriendo que es lo que se siente al ser querido- -Sí. Realmente ha estado pasando unos días muy malos. Le dolía en el alma tener que engañar de esa forma a la chica, porque le ha cogido bastante cariño- -Entonces, ¿Se ha enamorado de ella?- -No. No creo. La quiere más bien como una especie de hermana, o tal vez si que se haya enamorado, pero puede que sea demasiado importante para él y no la quiera involucrar en nuestro mundo- -Nuestro mundo, ¿Eh? Creo que comienzo a estar cansado de el- -Tal vez no seas el único- -De modo que hay un traidor entre vosotros-dijo Melinda, mirando con intensidad a Nero. Quería recordar cualquier detalle de él. -Sí. Sospecho que uno de sus cómplices es el que ha entrado en tu apartamento y te ha dejado así-Nero acabó la frase, poniendo una mueca extraña, mientras apretaba con fuerza la mano de la chica. -Ha sido Jacob-Melinda desvió la mirada hacía el techo. -¿Qué?-Nero se revolvió el pelo, nervioso-Aunque tiene sentido. Ahora que lo pienso, también se llevaba bastante bien con Guy. Tal vez tramasen todo esto entre los dos. Creo que Jacob le guardaba bastante rencor al jefe- Ambos se miraron. -¿Pero por qué han ido a tu apartamento?- -Antes de irme de casa, de eso hará casi tres meses, me discutí con mi padre porque nunca pasaba suficiente tiempo conmigo y me sentía abandonada. Le amenacé con llevarme algunos de sus planos, y de echo lo hice, pero a las dos semanas, se los devolví- Nero enarcó una ceja. -Eres muy atrevida- Melinda le sonrió. -En realidad, el plano que necesitáis, no estaba entre los que me llevé- -Tu padre probablemente los quemaría- -No- Nero le miró, sin entender. -¿Recuerdas que tengo dos ediciones de despertar?- -Sí- -Verás, ese libro es el más famoso de la autora. Ella se encargó de dibujar la portada, todo. Con el tiempo, mucho de sus fans le pidieron que hiciese un libro de ilustraciones, pero en lugar de eso, volvió a reeditar el libro, con las ilustraciones dentro- -Y ese es el de edición de coleccionista que tú tienes- -Sí. Ese libro salió cuando yo tenía catorce años, por lo tanto, no tenía dinero para comprarlo, de modo que me quedé sin él, porque en cuestión de días, se agotaron todos los ejemplares. El caso es que mi padre lo encontró el año pasado para mi cumpleaños, y me lo regaló. Me sentí tentada a rechazarlo y a obligarle a que lo devolviese, porque le tuvo que costar una barbaridad, pero él me persuadió para que me lo quedase-Melinda cogió aire-Después de conocerte, me entraron ganas de volverme a leer todos mis libros de vampiros, en especial ese- -Lo recuerdo, al día siguiente estabas en la cafetería, leyéndolo- -No se si recordarás que tenía todos los libros en una caja- Nero afirmó con la cabeza. -En realidad toda tu habitación estaba llena de cajas- -En cuanto llegué ese día a casa, saqué todos los libros de la caja. La edición de coleccionista estaba perfectamente envuelta en un pañuelo de seda. Sentí la necesidad de mirar sus dibujos, de modo que me puse a ojearlo. Hacía meses que no lo hacía. Cuando acabé, me percaté de algo extraño- -¿Algo extraño?- -El lomo de la portada se veía descolocado. Me llevé un susto de muerte, y entonces vi que un papel sobresalía por debajo- De repente, Nero vio a donde quería llegar la chica. -Los planos- -Así es. Mi padre escondió los planos dentro del libro- -Increíble- Nero se preguntó cuanto tiempo haría que el padre de la chica planeaba deshacerse de aquellos planos. -Estoy segura de que Jacob no los ha encontrado. Ves a buscarlo y haz con ellos lo que creas conveniente. Siguen en el mismo sitio- -Gracias- Ambos se miraron. Sabían que aquella era la despedida. Nero pasó una mano con suavidad por el rostro de la chica, y después la besó, de aquella forma tan especial. Melinda retuvo la mano que descansaba en su cara. -No te voy a volver a ver nunca, ¿verdad?-Preguntó, con los ojos nuevamente llenos de lágrimas. Nero le besó los párpados de ambos ojos. -Meli, tú te mereces a alguien mejor que yo. Te horrorizarías si supiese todo lo que he hecho. Yo no soy el príncipe que necesitas- Melinda se mordió el labio inferior. -Di lo que quieras, pero tú siempre serás mi príncipe. El único para mí- Nero sonrió con dulzura. -Gracias- Y después volvió a besarla. -No te mueras, por favor-Le suplico Melinda, antes de que se marchase. -¿Dónde está Aoe?-le preguntó Nero a Rosalind. -Ha ido a buscar a Matt-Rosalind le miró durante unos segundos, preguntándose si debía hablar o callar-¿Estás bien?- Nero sonrió con cierta amargura. -Podría estar mejor. Gracias por preocuparte por mí- Rosalind le devolvió la sonrisa. -¿Qué vas ha hacer?- -Voy a ir al apartamento de Melinda. Me ha dicho que los planos están allí- -Ves con cuidado- -Tranquila- Aoe cogió el teléfono sin mirar de quien se trataba. -¿sí?- -¿Dónde estás?- -Acabo de dejar a Matt en el hospital, ¿y tú?- -Estoy en el apartamento de Melinda, ya tengo los planos- -Te voy a buscar. Ya han encontrado a Guy. Está en los viejos embarcaderos de la zona norte- -De acuerdo- Nero echó una última ojeada al apartamento de la chica. A ese apartamento que le traía tantos recuerdos de ella. Intentó memorizarlos todos y guardarlos en lo más profundo de su corazón. Cuando su teléfono volvió a sonar, avisándole de que Aoe ya estaba abajo, el chico se marchó de allí, cerrando la puerta con llave y sin volver la vista atrás. Guy caminaba arriba y abajo por el embarcadero. Cuando había visto entrar a Rusty en el hospital, el corazón se le había detenido de golpe. Tenía que huir, estaba seguro, algo en su interior le decía que había sido descubierto. -¿Qué hacemos?-le preguntó Jacob. -De momento nos marcharemos de aquí y observaremos como se desarrollan las cosas- Jacob gruñó. No le gustaba aquello. -Además, aún no tenemos los planos-Dijo Guy. El falso padre de Melinda estaba a su lado, mirando a todos lados con nerviosismo. -Yo creo que deberíamos olvidarnos de todo esto- Jacob volvió a gruñir, después sacó su pistola, y le pegó un tiro. -Jacob-Gritó Guy. -No necesitamos cobardes. Además, ya no lo necesitamos para nada. Ya se ha descubierto que el padre de la chica está muerto- Guy desvió la vista, exasperado. -Deshazte del cadáver- -Sí- Guy desvió la mirada hacía unos viejos palés, allí estaba Nero, que le observaba con una sonrisa burlona. Maldita sea ¿Cuanto rato lleva aquí? Nunca le había gustado. Desde su punto de vista, Nero era un chico demasiado listo y perspicaz. El chico alzó algo por encima de su cabeza. -¿Buscas esto? – No podía ser. ¿Realmente tenía los planos? -Dámelos-rugió Guy. Nero enarco una ceja, se separó de los palés y comenzó a caminar hacía Guy. -Las cosas se piden por favor-dijo con sorna. Después, Nero escuchó el ruido de una pistola al disparar y segundos más tarde un profundo dolor en su brazo izquierdo. -Joder-Dijo, cayendo al suelo, y llevándose una mano al brazo herido. Guy le arrebató el plano de las manos. Lo abrió, y con verdadero horror comprobó que allí no había nada. -Mátalo- -Claro-Dijo Jacob, que era el que había disparado el arma. Jacob apuntó con el arma a Nero, pero aquello fue lo último que hizo, antes de que pudiese apretar el gatillo, cayó muerto al suelo. -Maldita sea-Guy sacó con nerviosismo su propia arma, pero tampoco pudo acabar la acción, él también cayó muerto, siendo la sonrisa de suficiencia de Nero, lo último que vio antes de morir. Nero se dejó caer en el suelo. El brazo le dolía horrores. Sacó los verdaderos planos de debajo de su camisa y después sacó su mechero, que se negaba a quedarse encendido. Una mano apareció, y prendió fuego a los planos. -Esto se tendría que haber echo mucho antes- Nero desvió la vista hacía la persona que acababa de hablar. -Anda que se puede confiar mucho en ti. Se supone que estabas para cubrirme las espaldas, y mira como he acabado- Aoe rió. -Ese orangután me ha dejado fuera de combate antes de que pudiese hacer nada. Y suerte que llevaba esto-Aoe se abrió la camisa, dejando a al vista su chaleco anti balas-Porque si no ahora no estaría aquí hablando contigo- -Ey, ¿estáis bien?-Preguntó Rusty, corriendo hacía ellos. Él era quien se había cargado a aquellos dos. -De aquella manera-respondió Nero. -Alguien tendría que mirarte esa herida- -Sí, pero antes un cigarrillo, por favor- Rusty y Aoe sonrieron y después los tres se quedaron allí un rato, mirando como amanecía y fumándose un cigarrillo. -¿Qué vais a hacer ahora?-Preguntó Rusty. -Yo voy a dejar el oficio. Le pediré a Rosalind que se case conmigo, y tal vez monte un orfanato- -Seguro que Rosalind se pondrá contenta-dijo Nero. -¿Y tú?- Nero le dio una larga calada a su cigarrillo. -Me marcharé lejos de aquí y comenzaré desde cero en otro lugar. ¿Y que me dices de ti Rusty?- -Tal vez entre en el cuerpo de policía- Nero y Aoe le miraron perplejos, y después estallaron en carcajadas, lo que provocó que Rusty se pusiese tremendamente colorado. -Va en serio. Mi sueño siempre ha sido ser policía- Aoe se enjuagó las lágrimas y después habló. -Perdona, pero es que no te veo con el uniforme- Rusty arrugó la nariz y tiró su cigarrillo al mar, los otros dos hicieron lo mismo. Era como si con ese cigarrillo toda su vida vivida hasta aquel momento se hundiese en el fondo del mar. Después se despidieron, aquél era el último día que se veían como asesinos. Melinda alzó la mirada al cielo. Ese día había soñado con Nero. Ya habían pasado tres años. Es increíble como pasa el tiempo, pensó, me parece que fue ayer cuando lo vi en los pasillos del instituto. Pero ya no estaba en el instituto, ahora estaba en al universidad y parecía que el amor llamaba de nuevo a su puerta. Habían sido necesarios tres años para borrar el recuerdo de la única semana como novia de Nero, del que nunca había vuelto a saber nada, o por lo menos, no porque él se pusiese en contacto con ella. Sabía algunas cosas por Aoe, al que había conocido tras la marcha de Nero y que le había ayudado con todos los papeleos de su padre. -Melinda, ¿te vienes a tomar algo con nosotras?-le pregunto Caroline-Alex también se viene-y le guiñó un ojo. Melinda sonrió. Alex era el chico que había sido capaz de hacerle olvidar a Nero, y con el que mantenía una extraña relación, ya que ninguno de los dos se atrevía a dar el paso definitivo para comenzar la relación. -Lo siento, he quedado con Matt para ir a ver a Rosalind y Aoe- Caroline puso los ojos en blanco. -Como quieras- Melinda volvió a sonreírle, después cogió sus cosas, se despidió de todo el mundo y se marchó. En la puerta de la universidad le esperaba Matt, quien se había ido a vivir con ella después de que la empresa en la que formaba parte Nero se disolviese. -¿Hace mucho que esperas?- El chico negó con la cabeza. -Acabo de llegar- -Bien, vayamos a ver a los dos tortolitos, seguro que Rosalind se pone la mar de contenta cuando te vea- Matt se ruborizó ligeramente y después bajó la mirada. Melinda disfrutaba de la compañía de Matt, en cierto modo porque le recordaba a Nero, y en cierto modo, porque con él se podía hablar de cualquier cosa. Había sido de gran ayuda cuando Nero había desaparecido de su vida. Estuvieron en el orfanato un buen rato, comiendo pastas horneadas por Rosalind y jugando con los niños. -¿Sabes algo de Nero?-le preguntó la chica antes de marcharse. -La última noticia que recibí de él fue hace dos semanas. Ahora está en Australia. Dice que lo único que hace durante todo el día es surfear- -Australia… a mí también me gustaría ir algún día- Aoe le sonrió y después le revolvió el pelo. -Será mejor que te marches. Seguro que estás muy ocupada- -Pues sí, tengo un montón de trabajos pendientes- -No hay nada más que hablar. Matt se quedará aquí esta noche, mañana ya lo llevaré yo al colegio- -Gracias- La chica se despidió de todo el mundo y se marchó. Melinda caminaba distraída por la gran manzana, cuando su brazo chocó con el de otra persona. Se giró, sintiendo como su corazón se aceleraba por momentos. ¿Realmente era él? ¿O había sido su imaginación? -Melinda- La chica hizo un gran esfuerzo por desviar la mirada de aquella ancha espalada que se alejaba. -Alex, ¿qué haces aquí?- -Vengo de comprar unas cosas. ¿Ha pasado algo? Pareces alterada- -No. Me había parecido ver a alguien conocido- Melinda bajó la mirada. No podía haberse equivocado. Estaba segura de que ese chico era Nero. Su Nero estaba allí, en la misma ciudad que ella. Sonrió. -¿Estás bien?- -Sí. Oye, tengo un hambre canina, ¿te apetece ir a comer algo?- -Por supuesto- Ambos sonrieron, y emprendieron juntos el camino hacía uno de los restaurantes que había por aquella zona. Ya era hora de dejar atrás el pasado y caminar hacía el futuro. Alex le cogió la mano. Melinda le miró con amor. Y ambos caminaron hacía su futuro juntos. Fin
Re: El príncipe de la muerte Hola de nuevo, olvidé deciros que he colgado los bocetos de Nero y Melinda en la sección de dibujos originales. El post se llama mis dibus, pues nada, esta si que es la despedida, chao-.-