Fantasía El Portal de las Estrellas.

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por SilRock, 26 Abril 2021.

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    El Portal de las Estrellas.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    16
     
    Palabras:
    2412
    Esta historia fue la última que acabé, no hace mucho. Consta de 15 capítulos, más su prólogo y epílogo, y la verdad que me entretuvo muchísimo durante la cuarentena :) Espero que os guste!
    ——————————————

    Prólogo:


    La Fuerza de los Elementos.


    Agua

    El frío la abrazaba con fuerza, haciéndola sentir viva, sonrojando sus mejillas y su nariz. Nunca había sentido un frío como aquel, acostumbrada a climas más cálidos, conseguía meterse dentro del cuerpo y te entumecía poco a poco, aferrándose a ti. La nieve caía a su alrededor, cubriéndolo todo por completo, como un manto blanco y mullido. El viento agitaba sus cabellos y se dejaba mecer liso y morado. Caminaba apoyada en su cayado y dejando tras de sí pequeñas huellas que no tardaban en ser cubiertas de nuevo por la nieve, no estaba muy lejos de su destino, ya podía oler el agua.

    Había venido desde muy lejos por aquella agua y nada iba a impedir que se sumergiera en ella. Su peregrinación la había llevado por caminos peligrosos que había superado con creces, luchando por hacerse paso, por cumplir con su destino. Un destino que estaba escrito desde hacía siglos, que solo podían cumplir unos pocos. Un destino que cambiaría el mundo como se conocía.

    Había nacido hacía ya veinte otoños, y desde la primera vez que había tocado el agua, se había obrado magia entre los dos. Podía manipular el agua a su antojo y respirar bajo ella, era algo increíble que a muchos había aterrorizado, pero ella, dócil e inocente, se había ganado sus corazones y habían aprendido a amarla a ella y a su don.

    Por fin llegó a su destino.

    Frente a ella, imponente y congelado, se encontraba el Lago Myr. Un lago, contaba la leyenda, donde se habían obrado milagros durante la Gran Epidemia. Sus aguas eran capaces de curar cualquier enfermedad y tenían propiedades mágicas, como saciarte el hambre además de la sed. Pero ella no estaba allí por aquello. Necesitaba la pureza de aquellas aguas oscuras y heladas.

    Se deshizo de su abrigo, de las botas, de los guantes, las calzas y el cómodo vestido de algodón que la protegía del frío. Descalza caminó, no sin soltar alguna maldición por el frío de la nieve que pisaba, hacia el lago, donde con su cayado atizó con fuerza el hielo hasta romperlo y hacer un agujero para sumergirse. Dejó el cayado sobre la nieve, que fue enterrándose poco a poco cubierto por la nieve que seguía cayendo, ahora más despacio, como si supiera lo que instantes después estaba a punto de empezar.

    Niko sumergió un pie en el agua y la impresión le arrebató la respiración como si la hubieran golpeado en el pecho. Bufó, pero no se amedrentó y se sumergió hasta las pantorrillas, abrazándose los pechos inconscientemente con el frío viento que se había levantado. Con el tiempo acabó por sumergirse hasta el cuello, entumecida, sin apenas moverse por el frío y el hielo que la rodeaba. Tomó aire, más para infundirse valentía que para sumergirse por necesidad, y sumergió su cabeza y nadó hacia el fondo, notando como la oscuridad iba abrazándola en las heladas aguas.

    Cuando hubo entrado en calor, cerró sus ojos castaños y esperó a que ocurriera el milagro…

    No tardó en que un aura de luz la envolviera y la calentara por dentro, haciéndola olvidar que estaba en agua profundas y heladas. La envolvió un poder acuático, el poder acuático que estaba buscando, y sintió el poder recorriéndole las venas, como la sangre…


    Despertó por los rayos del sol del nuevo amanecer, estaba tendida en la nieve, desnuda, y se apresuró a coger su ropa. Ya sabía a donde tenía que dirigirse y en el dorso de su nívea mano había aparecido un triángulo invertido de color azul. Lo tocó, estaba frío y brilló con su contacto.


    Tierra

    Erial solo tenía que dar dos pasos más para adentrarse en el Bosque Eterno, de donde muy pocos habían conseguido volver con vida, y si volvían, regresaban infestados por una locura peligrosa, que jugaba con sus mentes y les hacía atacar indiscriminadamente a sus familias y amigos, para luego acabar con sus pobres vidas por desesperación. Todo un lugar turístico…

    Tomó aire, se pasó una de sus sudorosas manos por su cabello anaranjado y se envalentó a dar dos pasos, tras los cuales se encogió esperando el primer golpe. Pero como su parte racional le decía, no ocurrió nada así que siguió caminando, adentrándose en el espeso, profundo y oscuro bosque.

    Los árboles que iba dejando atrás parecían hacerle una reverencia, como si el viento los meciera, pero no hacía viento, apenas unas pequeñas brisas lograban colarse por entre las copas de las ramas. No, los árboles reverenciaban el poder que llevaba dentro, un poder que le permitía manejar a su antojo lo que crecía en la tierra, la naturaleza. Por aquella razón estaba allí, siguiendo una vieja profecía que había hablado de él siglos atrás y le había dirigido a uno de los lugares más remotos y peligroso del continente.

    Desde que era pequeño y sus padres le habían dejado jugando al sol en el jardín, atraía a las platas hacia él, cuando cantaba, crecían y maduraban los frutos, cuando estaba triste o enfadado, se marchitaban. Era un don que su pueblo no dudó en utilizar en su beneficio para no pasar hambre durante los fríos inviernos que padecían.

    No todo era bonito, muchos habían luchado buscando la guerra para arrebatarle sus poderes o simplemente a él para utilizarlo en su beneficio y él, desconfiado gracias a ellos, había luchado y protegido a su pueblo ayudado por su don. Había perdido familiares y amigos, y aquello le había hecho ser melancólico a ratos, y meditaba más que disfrutaba del tiempo con sus seres queridos, siempre atento por si alguien les atacaba.

    Pero ahora se había acabado aquello, ahora tenía que cumplir una profecía, y para ello debía encontrar un poder que solo podía localizarlo allí.

    Cuando hubo caminado por un serpenteante camino hasta el mismísimo centro del Bosque Eterno, se sentó sobre una gran roca y cerró los ojos, esperando absorber la energía del lugar. Pero no sucedió nada, arrugando el ceño suspiró y a regañadientes, se desnudó, algo que había leído en el pergamino que le habían entregado apenas dos lunas atrás. No pensaba seguirlo al pie de la letra, pero en fin… donde vayas, haz lo que vieras.

    Una vez desnudo, se sentó de nuevo en la fría y dura piedra y no tardó en que un aura le envolviera por completo, soltó un gemido por la intensidad del poder que le recorría desde las puntas de los dedos de los pies hasta su cabeza…


    Cuando abrió los ojos era ya de noche cerrada, y sabía, mientras se vestía con parsimonia, que a la mañana siguiente emprendería un camino que le había sido revelado. Cuando se vestía se dio cuenta de que en el dorso de su mano había un símbolo extraño, un triángulo invertido con una raya en medio de color verde.


    Viento

    Niall solo conocía el exterior de su torre por los barrotes de la ventana de su habitación. Había visto ese mismo paisaje durante todos los días de su vida desde que estaba allí encerrado. Una vista oscura y triste, nada de tierras y prados, u océanos o ríos. Solo nubes hermosas por compañía. Enormes nubes grises amenazando con la tormenta más grande de todos los tiempos, pero que nunca rompía a llover, que nunca dejaba caer una sola gota.

    Oh, no.

    Solo había llovido en tres ocasiones, las tenía contadas y sentía los latigazos en su espalda recordándole el dolor áspero y su sangre goteándole por la espalda. Cerró los ojos con un escalofrío. A golpes había aprendido lo que las palabras no habían podido, a no intentar escapar, a no desobedecer a sus carceleros. No habría cambio para su situación, solo esperar a que todo por fin acabase con su dulce muerte.

    Se recostó en el catre, suspirando y mirándose las uñas negras de las manos. Negras y heridas de intentar, en vano, salir de aquella cárcel de ladrillo, paja y hedor. Los harapos que llevaba puestos a modo de ropa hacían que su piel sucia le picara. Nunca pensó que desearía con tanto ardor un baño.

    El aburrimiento hostigaba su vida desde que era muy pequeño, añoraba el tiempo que estuvo libre, pues no había sabido disfrutarlo como debía y, ahora falto de él, lo ansiaba con cada poro de su ser. Su estómago vacío gruñó, pues sabía que pronto le traería un escueto almuerzo, ¿o sería el desayuno? Apenas podía presentir la hora, no digamos ya el día o el mes. Pero seguro que hacía años que estaba allí encerrado, pues las ropas que le habían dado impolutas y de una talla ligeramente más grande de la que necesitaba, le habían quedado cortas de brazos y piernas. Lo rellenaba porque para no perder la cabeza o algo peor se había esforzado en ejercitarse el cuerpo.

    Volvió a fijar su oscura mirada por la ventana, en el memorizado paisaje, hastiado, aburrido de vivir. Sin darse cuenta, sus manos se movieron y un trozo de tela hizo un movimiento leve en el suelo lleno de paja. Apenas un salto y aterrizaje. El atisbo de un poder inigualable. Quizá, en otra vida, hubiera podido hacer más, pero encerrado allí con la única compañía de las grises y tristes nubes, su soledad y el silencio, poco había podido aprender, a descubrir. Lo único que había aprendido era el miedo, el miedo a usar sus habilidades.

    Oyó la llave en el cerrojo de la puerta y a los segundos se abrió para dejar ver a uno de sus carceleros, este apenas le miró, como siempre, vestido con su hábito de monje y la capucha puesta, dejó la bandeja con la comida en el suelo y recogió la de la comida anterior y el cubo con sus deposiciones. Cuando se hubo cerrado la puerta una vez más, Niall se levantó, muerto de hambre, y recogió la bandeja.

    Unas gachas frías, pan duro y un vaso de zumo aguado para él eran un manjar. Cogió un pedazo de pan para untar y se percató de que bajo todo lo de la bandeja, había un pergamino sucio y roído. Sin entender qué estaba pasando se apresuró a cogerlo y leerlo.

    Lo que el andrajoso pergamino le revelaba no era fácil de digerir, aparte de una antigua y extraña profecía, su nombre estaba garabateado por todos lados, junto a un símbolo extraño: un triángulo con un raya horizontal.


    Fuego

    Aquello a Freya no le gustaba nada, pero debía hacerlo pese a que se lo ordenase un pergamino apolillado y viejo. Así que bien entrada la mañana, comenzó el ascenso al Monte Drakus, el volcán más antiguo y activo de todo el continente.

    El camino era pedregoso y muy peligroso, y pocos eran los valientes que se atrevían a aventurarse su ascenso a pie y sin ayuda de una mula de carga. Pero ella debía hacer esa subida a pie y calzada con unas buenas botas de cuero se disponía a cumplir con su destino. Un destino poco halagüeño, puestos a comentar, porque… ¿quién demonios iba a sobrevivir tirándose a un volcán? Era de locos…

    Pero ahí estaba ella, con su cabello rubio desigual, largo por delante y corto por detrás, subiendo a la cima de un volcán activo donde debía arrojarse a la lava, donde se suponía que conseguiría que su poder de fuego, el que tantos problemas le había dado, aumentara para cumplir una profecía de cuatro locos que se aburrían.

    -Yupi…

    Pero ya no podía dar marcha atrás, debía hacerlo, más por orgullo que por lógica, no quería volver a su pueblo y que se rieran de ella porque había sido incapaz de tirarse a un volcán, por muy tonto que pareciera.

    Al rato se cansó de la empinada subida y sus piedras que más de una vez la habían hecho tropezar o caer. Pero no se paró a descansar, bebió de su cantimplora agua fresca que le alivio la sed y continuó tarareando una canción de taberna. El calor era insoportable y sudaba a mares, solía aguantarlo bien gracias a su don, pero parecía que cuanto más se acercaba al volcán más calor hacía y su cuerpo no tenía tiempo de reaccionar.

    Con el cabello empapado ya por el calor se quitó la túnica, quedándose en una fina camisa de lino, y se la ató a la cintura para proseguir con su camino. Las manos le sudaban dentro de los guantes de cuero que llevaba por protección, pues no contralaba bien el calor que salía de ella.

    Por fin tras dos horas de ascenso llegó al ardiente cráter.

    Tragó saliva, nerviosa, no estaba preparada para aquello. Negó con la cabeza y echó a correr hacia abajo, pero tropezó por la pendiente y rodó, golpeándose en la cabeza con fuerza. Tras unos momentos de seminconsciencia se levantó, se llevó una mano a la cabeza y al volver a mirarla encontró sangre en los guantes. Bufó, arisca, se desprendió de la ropa y las botas arrojándolas con furia al suelo, y se arrancó los guantes con la boca. Estaba decidida, caminó hacia atrás para coger carrerilla y emprendió a la carrera de nuevo hacia arriba pero antes de llegar al cráter paró de súbito muerta de miedo. ¿Y si ella no era la elegida?

    No se lo pensó más y saltó a la lava ardiente…

    El calor la abrasó, la quemó y gritó con todas sus fuerzas. Chapoteó intentando salir de allí, aterrorizada, pero antes de caer en la inconsciencia por el dolor de las quemaduras, un aura de luz le rodeó, envolviéndola y aliviándole las quemaduras…


    La despertó el hambre y la sed, se palpó el cuerpo desnudo y aliviada porque no estaba chamuscada sonrió. Pero algo sí había cambiado en ella, su pelo rubio, ahora era rojo como el fuego. No la desagradó. Cogió su ropa y comió un poco antes de partir, ya sabía a donde se tenía que dirigir…

    No tardó en percatarse de la extraña marca que le había salido en el dorso de la mano cuando se estaba enfundando los guantes, era un triángulo de color rojo, sorprendida lo tocó y notó el calor creciente dentro de ella.
     
    Última edición: 26 Abril 2021
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    El Portal de las Estrellas.
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    16
     
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    Capítulo I: Encuentro en Ciudad Titania.

    La ciudad capital Titania, del país de Arengo, era una de las más prósperas y ricas del país, y hermosa. Todo aquel que la visitaba quedaba prendado por los altos edificios de cristal, por donde se colaba la luz y hacía brillar en contrastes bellos y armoniosos. Era rica en comercio por sus grandes puertos, que recorrían de punta a punta del continente con sus navíos, y sobre todo en ganadería por sus grandes prados donde pastaban centenares de vacas-ovejas y grandes bisontes-cabras. Además, tenía las sedes de las dos iglesias más importantes, la Iglesia de Santa Claudia Mártir, la más conservadora y beata y la Iglesia San Louis Pacificador, más liberal y humanizada. Estas dos iglesias eran enemigas desde tiempos oscuros y pasados y las dos luchaban por el poder de tan maravillosa ciudad…

    Erial bajó de su caballo negro castrado y tiró de las riendas entre la multitud que se congregaba alrededor de los comercios. Los mercaderes gritaban para hacerse oír entre el tumulto de cuchicheos de los paseantes, que paraban a mirar las mercancías y a regatear con ahínco. Un par de ladronzuelos pasaran corriendo al lado del joven con una naranja en las manos, relamiéndose por su botín.

    Erial había llegado a su destino, y ahora no sabía qué tenía que hacer allí. Estaba cansado por el largo viaje a caballo y quería comer y descansar bien por una noche en una cama mullida y quitarse los kilos de polvo que le pesaban. Vio a lo lejos el cartel con un tigre blanco de una posada y no se lo pensó dos veces, ató el caballo al abrevadero y se aseguró de que uno de los mozos le cepillara y le diera de comer dándole unas monedas y entró en la oscura posada. El olor a caldo y pan caliente le abrieron más aún el apetito así que se sentó en una de las mesas desocupadas observando a los clientes con ojo crítico. Solo había dos mesas ocupadas, una un grupo bastante grande jugando a las cartas y riendo estrepitosamente y otro con una sola chica que comía el caldo con parsimonia mientras leía un libro.


    Niko terminó su sopa y rebanó lo que le quedaba con el pan, a la vez que pasaba una página del libro con la mano libre. Había llegado aquella misma mañana a Ciudad Titania, y tras merodear por ella, había sentido la necesidad de parar a descansar en aquella ruinosa posada. El caldo estaba muy bueno, tenía que admitirlo, y había dado buena cuenta de dos platos hasta hartarse. Pero ahora debía hacer lo que había venido a hacer a aquella ciudad… aunque no supiera qué demonios era…

    -¿Quiere algo más, señorita?-Preguntó la humilde posadera, retirando su plato y sirviéndole más zumo de naranja.

    Niko la sonrió negando con la cabeza y pagó su consumición más una propina por la exquisitez del plato. Se levantó, pero antes de que hubiese recogido sus cosas, alguien entró con brusquedad en la posada, haciendo que la puerta pegara contra la pared haciendo mucho ruido, todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo para observar al individuo que entraba pero al percatarse de que se trataba de un monje siguieron a lo suyo.

    El monje observó a la clientela, quitándose la capucha y revelando unos bucles dorados y unos grandes ojos de color violeta. Observó a Niko con curiosidad y luego al joven de pelo anaranjado que comía en otra mesa y sonrió.

    -¡Por fin os he encontrado!-Exclamó, acercándose a Niko, agarrándola de la manga de su túnica y arrastrándola hacia el chico.- ¡Por fin! Llevo todo el día dando vueltas por la ciudad, y no es precisamente pequeña, ¿sabéis?

    Erial tragó el bocado antes de hablar, soltándose del monje igual que Niko, que se arregló la túnica.

    -¿Un monje? ¿Esto es en serio?-Preguntó, sorprendido y curioso.-Pensaba que… bueno, tampoco sabía qué tenía que pensar…

    Niko asintió.

    -Yo tampoco lo esperaba. Ni sabía que tenía que encontrarme con más personas.

    -Y aún faltan dos de vosotros.-Comentó el monje, feliz de que su tarea hubiera casi acabado.

    -¿Ah, sí?-Preguntaron los jóvenes al unísono.

    El monje asintió y recorrió la posada con sus ojos color violeta hasta fijarla en la mesa donde estaba jugando a las cartas.

    -¡Oh, ahí está!-Y señaló la mesa.

    Niko y Erial se miraron, sin comprender. Era la típica mesa de posada donde se sentaban los matones de la ciudad a beber y jugar a las cartas. ¿Uno de aquellos tiparracos iba a ser compañero suyo? Se percataron de una cabellera roja que dormía de cualquier manera con la cabeza encima de la mesa y varios cuernos de hidromiel vacíos alrededor de su improvisado lecho.

    El monje con descaro se hizo paso entre los hombretones, que le miraban sorprendidos por su valentía y le dejaban paso apresuradamente sin saber qué hacer, pidiendo permiso hasta llegar a la chica, porque era una chica, que dormitaba, la zarandeó hasta despertarla y esta se limpió la saliva que le recorría la barbilla.

    La chica sacudió la cabeza, revelando unos grandes ojos de color verdes y bostezó groseramente, llevando sus manos a su corpiño y apretando sus grandes pechos.

    -¿Marcus ha vuelto a ganar?-Preguntó, apurando los restos de uno de los cuernos.-Buah, está caliente…-Y por fin se percató de la presencia del monje.- ¿Quién eres tú?-Preguntó, mirándole con suspicacia.

    El monje le sonrió y la agarró del brazo la arrastró hasta Erial y Niko que observaban anonadados. La chica de cabello rojo sorprendida se dejó guiar hasta los chicos, y cuando llegó les observó con curiosidad.

    -¿Os debo dinero?

    -No.

    -Genial, ¡Soy Freya!-Se presentó.

    El monje asintió complacido.

    -Ahora agua, tierra y fuego ya está reunidos.


    -¿Qué?-Preguntaron el trío al unísono apresurándose a tocarse el dorso de sus manos marcadas, incómodos.- ¿Acaso vosotros también…?-Siguió Erial, pero no tuvo que decir nada más pues Niko había cogido el caldo que él mismo había estado comiendo y estaba haciendo bolas que flotaban sobre el cuenco hasta su boca, donde entraban para ser engullidas por la chica de pelo morado.-Oh…

    Freya aplaudió.

    -Bonito truco, guapa, ahora me toca a mí.- Se arremangó, chocó las palmas y…

    -Sabes que no puedes hacer eso, Freya.-Le dijo uno de los matones, carraspeando y evitando su mirada, más asustado que preocupado.

    -Nos volverás a chamuscar el culo como la última vez.-Comentó otro de los hombretones, apoyando a su amigo.

    Freya les fulminó con sus ojos verdes, pero suspiró, tenían razón, últimamente no controlaba muy bien sus poderes. Y no diría que era culpa del hidromiel.

    -Está bien… haré algo pequeñito, tampoco quiero impresionar el primer día, ¿verdad?.-Les guiñó un ojos con picardía y chasqueó los dedos y salió una llamita vacilante que apagó de un soplido.- ¿Y tú? ¿Qué sabes hacer?

    -¿Es necesario hacer este alarde de poder?-Comentó Erial, que solo quería comer y dormir de una vez por todas. Niko y Freya se miraron y asintieron.-En fin…

    El muchacho buscó por la posada y vio un pequeño macetero donde se habían cultivado tomates, pero no lo habían regado como tocaba y la pobre planta se estaba muriendo. Se acercó a ella y le habló en voz muy baja para que nadie pudiera oírlo y la tocó con dulzura, como una madre que toca por primera vez a su bebé recién nacido. La planta vibró y comenzó a sanar y crecer, dando cuatro pequeños tomates rojos y radiantes.

    Erial arrancó uno y se lo metió en la boca, estaba sabroso y muy fresco.

    -Creo que con este chico no pasaremos hambre.-Comentó Freya, Niko sonrió.

    Y el monje por fin se presentó:

    -Me llamo Mathew, hermano Mathew, y sirvo en la Orden de San Louis, y debéis acompañarme a la Iglesia donde el Páter Milius os enseñará el pergamino donde está escrito vuestro destino….


    El Páter Milius tenía veinticinco años la primera vez que leyó el pergamino de los elegidos, y quedó asombrado y maravillado ante tan magna e importante profecía que había dedicado toda su vida de monje a estudiar cada hoja, párrafo y frase hasta aprendérselo de memoria. Ahora tenía cincuenta y cuatro años y era el líder de la una de las iglesias más importantes de Ciudad Titania. Solo el Conde Makarov tenía más autoridad que él, aunque él no ostentaba con alarde su poder, todos les respetaban y acudían a él en busca de ayuda y consuelo ante algún problema, ya fuera local o privado.

    Y aquel día en que conoció a los chicos de la profecía que tanto había estudiado con esmero y emoción, se había levantado pronto para asistir a la misa y se había retirado a su despacho donde había esperado al hermano Mathew con intranquilidad y sin poder evitar pensar que sus enemigos los encontraran antes.

    Expliquemos porque un Páter tan querido y humilde tiene enemigos…

    Hace siglos, cuando el sol era una pequeña bola que apenas había crecido y los días eran fríos y cortos, apenas había hombres por la tierra y vivían con el miedo a los espíritus malignos. Estos espíritus malignos servían a los demonios del infierno, aterradores y letales, y se ocupaban de corromper al hombre para hacerle cometer vilezas y ganar almas para el infierno. Sin embargo un día apareció un hombre noble y puro al cual los demonios no pudieron corromper y que luchaba contra ellos con la ayuda de los espíritus benignos, estos espíritus eran los espíritus de los elementos: tierra, fuego, agua y aire. Los otros hombres al percatarse de su valentía y coraje comenzaron un gran cambio y empezaron a luchar contra los corruptos espíritus para ayudarle y forjar los cimientos de la sociedad futura. La guerra fue encarnizada, pues en ambos bandos hubo importantes bajas. El hombre puro y noble se entristeció por eso y con la ayuda de los espíritus de los elementos creó un arma singular, un tótem que tenía el poder de abrir y cerrar cerraduras extrañas y cualquier puerta. Con este tótem, que para él era la espada con la que había luchado durante todo aquel tiempo, abrió una puerta, a la que años más tarde llamaron El Portal de la Estrellas, y dejando atrás el mundo terrenal se dirigió al mundo de los espíritus malignos y los demonios, prometiendo volver algún día a su amado mundo.

    Una vez cerrada esa puerta esperaron durante años y años que se abriera de nuevo para que apareciera el Hombre Noble, pero esa puerta nunca se abrió y con los años todo lo sucedido pasó al olvido, solo recordado por los pergaminos que se habían escrito. Esos pergaminos viajaron a lo ancho y largo del mundo, hasta llegar al Páter Philips regente de la Iglesia de San Máster Lestat en Ciudad Titania quien hizo estudiar a dos de sus mejores alumnos las palabras en antigua lengua. Esos alumnos eran el benévolo hermano Louis y la joven hermana Claudia.

    Cada uno de ellos entendió a su manera el pergamino y empezaron las disputas…

    La hermana Claudia joven, conservadora y unionista, argumentaba que debían encontrar el Portal de las Estrellas y ayudar a abrirlo para que el Hombre Noble volviera a su mundo y les enseñara a combatir las fuerzas del mal como él mismo lo había hecho. Pero sin embargo el benévolo hermano Louis tenía su propio argumento y era que no debían abrir ese portal, pues no sabían qué podrían encontrar al otro lado y qué oscuro ser podían liberar y debían sellarlo para siempre.

    Años después llegó a manos del Páter Philips un nuevo pergamino encontrado en las ruinas de un antiguo templo. En este pergamino ajado y quebradizo se hablaba de cuatro jóvenes con cuatro dones de luz que sellarían el Portal de las Estrellas para que nada ni nadie pudiera entrar o salir. Aquello desató la guerra entre los seguidores del hermano Louis y la hermana Claudia. Las dos teorías tenían raíces profundas y ninguna quería ni podía ya echarse atrás. Y es cuando comenzó la sangre…

    La primera en morir fue la hermana Claudia. Un grupo de seguidores del hermano Louis, sin su consentimiento ni permiso, la capturaron y la quemaron viva como a una bruja en una hoguera por sus tesis. Fue una tragedia que sus seguidores no dejaron impune. El hermano Louis se sintió traicionado por sus seguidores y destrozado pues amaba en secreto a la joven puramente. No sobrevivió a la tristeza y acabó muriendo de pena.

    Desde aquel año, la Iglesia de San Master Lestat se dividió en dos Iglesias, cada una con un camino y unas creencias distintas y diferentes, la Santa Claudia Mártir y la San Louis Pacificador. Enemigas en esta historia.

    La Iglesia del Páter Milius quería encontrar a los cuatro jóvenes elegidos para ayudarles en su empresa de cerrar y sellar el Portal, mientras que la Iglesia de San Claudia Mártir, quería eliminarlos y abrir ellos mismo esa puerta.

    Alguien tocó a la puerta, sacando al páter de su ensimismamiento.

    -Adelante.-Les invitó a entrar, echándose agua fresca de una jarra en un pequeño vaso de cerámica y refrescándose el gaznate. Era su secretario y le entregó una nota. La leyó rápidamente y asintió.-Hazles pasar, Eugene, y que nadie nos moleste. Aposta dos vigilantes en las puertas para que no entre nadie ajeno a la iglesia. Ah, y envíale una nota al Conde, ha de saber que están aquí…

    También en la nobleza había bandos en Ciudad Titania, y por suerte, el más alto cargo de la hermosa ciudad era leal a la Iglesia de San Louis Pacificador.

    El hermano Mathew no tardó en entrar sin llamar, con la osadía que le caracterizaba, seguido de tres jóvenes, ¡pero qué jóvenes que eran!, parecían asombrados y curiosos de todo. Eran dos muchachas y un muchacho que no aparentaban más de veinte años; el muchacho tenía el cabello anaranjado y grandes ojos azules, llevaba colgado al cuello un pequeño candado que parecía ser bronce y una pequeña llave, vestía de verde y marrón y parecía seguro de sí mismo; las muchachas eran igual de altas, pero era en lo único que se parecían, una de ellas tenía el cabello rojo oscuro y hermosos ojos verdes, iba vestida de negro y llevaba guantes de cuero basto y duro y observaba todo con osadía y picardía, la otra chica irradiaba inocencia y pureza, su cabello liso y morado estaba recogido en una coleta alta y tenía los ojos del color del café recién molido.

    -Bienvenidos, jóvenes.-Les saludó, sonriendo y acentuando sus arrugas.-Espero que no haya habido ningún contratiempo mientras llegabais. ¿No? Estupendo. Por favor, sentaos-les señaló tres sillas frente a su mesa y los elegidos se acomodaron.-Tenemos mucho de lo que hablar… y tan poco tiempo para ello.-Suspiró, y se sintió más viejo que nunca.

    -¿Poco tiempo?-Preguntó Erial, meditabundo.

    -Páter, les hice un breve resumen mientras nos dirigíamos hacia aquí.-Explicó el hermano Mathew.-Saben todo lo que tenían que saber, incluso les dije que les dejaríais leer el pergamino que habla de ellos.

    -Oh, brillante idea, hermano Mathew, y por supuesto. Aquí mismo lo tengo…-Y les tendió tres copias del mismo pergamino.-Está escrito en la lengua común, para que lo entendáis. Habla de vosotros y vuestros dones, del viaje que debéis emprender en busca de vuestro destino y de cómo debéis cerrar el Portal.

    -¿Tótem?-Preguntó Freya tras leer uno de los párrafos importantes.- ¿Qué demonios es una tótem?

    -Es el arma que debéis invocar todos a la vez para cerrar la puerta.-Explicó el páter Milius.- ¿Podéis invocarlo?

    -¿Cómo debemos hacerlo?-Preguntó Niko.

    -Eso responde a vuestra pregunta, Páter.-Respondió Erial.-Supongo que deberemos aprender a hacerlo.

    -Es un inconveniente que no sepáis hacerlo, pero mañana empezaréis un exhaustivo entrenamiento…

    -Eh, nadie hablo de nada exhaustivo.-Se quejó Freya.

    -…y aprenderéis a concentraros para la invocación.-Prosiguió el Páter ignorando el comentario de la pelirroja.-Tenemos un buen maestro de esgrima, y tres hechiceros blancos dedicados a tierra, agua y fuego y os mostraran conjuros para controlar mejor vuestros poderes.

    Antes de que terminara de hablar, alguien tocó a la puerta y el secretario, menudo y encorvado, entró y tras él, venía un hombre alto, de espesa cabellera castaña y rizada, pose altiva y apoyándose un bastón de marfil. No se podía dudar que no fuera de la alta nobleza.

    -Queridísimo Conde,-se apresuró a levantarse y saludar el Páter Milius.-es un honor tenerlo en mi iglesia…

    El Conde reparó en los tres muchachos, les observó con unos fríos ojos negros y sonrió.

    -Quería venir a verlos antes de la Cena de Gala que daré en su honor dentro de un par de días. Espero que no sea un impedimento que no asistan por ser quienes son.-Se apresuró a añadir, quitándole hierro al asunto con un ademán de la mano que no llevaba el bastón.-Ya está todo preparado.

    -Eh…-El Páter Milius miró al hermano Mathew que se encogió de hombros sin saber qué contestar.-Creo que sería conveniente que decidieran ellos si asistir o no… ¿qué os parece, chicos?

    -Iremos.-Se apresuró a contestar Freya.-No podemos deshonrar al Conde de esa manera…

    -Yo creo,-la interrumpió Erial.-que no deberíamos ir, pero-se apresuró a añadir ante la mirada de Freya-que no podemos decirle que no a un conde.

    Luego los dos miraron a Niko, que se apresuró a sonreír nerviosamente.

    -A mí me da igual…

    -Está decidido, no os preocupéis por la ropa, chiquillos, yo correré con los gastos. Y Páter, he dejado mi donativo habitual a la iglesia como siempre. Espero que acudáis también a mi Cena de Gala.

    El Páter sonrió, asintiendo, y el Conde, dándoles las gracias por el trabajo que aún no había hecho, se despidió de ellos saliendo con el hermano Mathew hacia la biblioteca, donde quería ver esos nuevos tomos que habían conseguido gracias a su donativo de la semana anterior.

    Cuando la puerta se hubo cerrado, el Páter Milius suspiró, con un acentuado ardor de estómago. No tenía pensado revelar tan pronto que tenía a los Elegidos en su Iglesia, aquello complicaba un poco las cosas. Se sentó, mirando a los chicos que tenía ante él de nuevo.

    -Una cosa…-dijo la tímida voz de Niko, sorprendiendo a todos, era la única que aún estaba leyendo el pergamino.

    El Pater Milius la miró.

    -Adelante, si tienes alguna pregunta…

    -La tengo, señor. Aquí pone que hay cuatro y somos tres… Tenemos el agua, que soy yo, la tierra que es Erial, y el fuego que es Freya, pero… ¿dónde está el viento?

    El Páter Milius frunció los labios.

    -No lo sabemos.-Contestó, con sinceridad.-Tendría que haberse reunido con vosotros, porque estabais destinados a estar los cuatro juntos.

    -Pues aquí pone que sin él, no cerraremos esa puerta mística.-Comentó Erial, frunciendo el ceño.

    -Tiene que haber una forma de poder llegar hasta él… o ella… ¿no? Es nuestro destino.-Dijo Erial.

    El Páter Milius les miró y suspiró.

    -Me imagino que, si la profecía es cierta, que lo es-recalcó-, en alguna parte tiene que haber más información de vosotros y a la vez dónde encontraros. Pero no es seguro. Puede que trabaje mucho tiempo en vano y que ese elemento esté perdido.

    -Persona.-Lo corrigió Freya, frunciendo el ceño.-Es una persona, no un elemento. Y sin ella no hay nada que hacer, está escrito. Igual deberíamos olvidarnos de todo esto… ¿no creéis?

    -Tampoco hay que ser tan negativos.-Se apresuró a decir el Páter intentando calmar los ánimos.-Solo hay que hacer algunas averiguaciones, dadme algo de tiempo y veremos.

    Los tres chicos se miraron y asintieron. Tiempo tenían, ¿o no?


    Niall había guardado el pergamino con ansia cuando vinieron a recoger la bandeja vacía y a devolver el cubo. Estaba muy nervioso desde que había recibido aquello y apenas había disfrutado de la comida con ganas como solía hacer. ¿Todo aquello significaba que su vida iba a cambiar? Se sentía desconcertado, todos allí le odiaban y maltrataban, y de golpe y porrazo, encontraba aquel pergamino escondido entre su comida e indicando que, como ponía su nombre cerca de aquel símbolo de un triángulo con una raya, el símbolo del viento, tenía que ver con la Profecía sagrada del Hombre Noble. ¿Habría cambiado su destino?

    Recordaba vagamente cuando era pequeño y oía a los Oradores hablar de esa leyenda y muchas otras. En todos los pueblos, ciudades y villas por los que había pasado había alguno contando historias por unas monedas, y le encantaba oírlas, se sentaba en primera fila y daba rienda suelta a su imaginación. Cada uno contaba una versión de la misma historia, y era refrescante oír una historia contada de mil maneras diferentes, con nuevos personajes importantes y diferentes paisajes, pero que todas tenían un final parecido. La única que no cambiada era la leyenda del Hombre Noble, parecía que todos los Oradores se habían puesto de acuerdo en que aquella historia debía contarse de una única manera.

    Suspiró, daría todo por volver atrás en el tiempo y disfrutar de nuevo de aquellas leyendas, de aquella libertad que no sabía que tenía y que ahora anhelaba con tantas ganas. Se tumbó en el catre, agarrando el pergamino contra su pecho, como si fuera el tesoro más importante de toda su vida. Lo único que le pertenecía desde hacía tanto tiempo.

    ¿Sería él uno de esos elegidos de la profecía? ¿Habría por ahí otras tres personas con dones tan increíbles como el fuego, la tierra o el agua? ¿Qué serían capaces de hacer con ellos? Todas aquellas preguntas, el reunirse con ellos, conocerlos y trabajar amistad, insuflaba vida a su monotonía, haciéndole pensar en un mañana en el que hacía años que no pensaba. ¿Y por qué no? Quizá era cierto que algún día saldría de allí y conseguiría grandes cosas.

    Tenía que ser así, él podía hacer cosas con sus manos y moverlas a su antojo, como el viento.

    Se levantó apresuradamente y dejó el pergamino debajo de la ajada almohada. Se miró las manos dispuesto a tratar de hacer algo de aquella magia que le habían prohibido usar, asustado por lo que podía llegar a hacer si no lo controlaba. Intentó serenarse, no podía ser tan malo… ¿verdad?

    Miró la paja sucia del suelo, el cubo, su catre y se decidió por hacer volar el cubo.

    Señaló con las palmas abiertas hacia el cubo, y las movió, intentando animarlo y que éste saltara, pero el cubo tenía otros planes. Toda la emoción que sentía se escapó en aquel momento.

    Frustrado se dejó caer en el catre, molesto, ¿qué se esperaba? ¿Que haría así con la mano y el cubo se movería?

    Hizo un ademán y el cubo se movió.

    Sorprendido perdió la respiración viendo como el cubo rodaba hacia un lado, por suerte vacío.

    -L-lo he conseguido.-Susurró.

    Batió la mano de nuevo y el cubo rodó en la otra dirección.

    Se levantó animado, repleto de nuevo de aquella emoción, moviendo la mano en una dirección u otra y observando el cubo rodar por doquier. Sin poder evitar, rompió en carcajadas, una tras otra, y dos grandes lagrimones felices bajaron por su mugrienta cara.

    -¡Lo he hecho!

    Niall le daba la espalda a la ventana, con lo cual no vio el cambio en el ambiente, las nubes grises se aclararon y dejaron que los claros rayos de sol se colaran por ella, dándole una luz diferente al lugar.

    Por primera vez en mucho tiempo, aquel muchacho estaba feliz.


    Tras dos horas de conversación con el Páter, los tres nuevos compañeros salieron de la Iglesia confundidos y agotados. Apenas hablaron entre ellos y fueron conducidos por el hermano Mathew hacia una de las villas del Conde Makarov, donde se iban a hospedar durante su estancia en Ciudad Titania en un extraño silencio que pesaba en sus corazones. Toda la información que habían absorbido como esponjas les hacía sentir miedo por lo que pudiera depararles el destino. Un destino indescifrable, desconocido y del que nadie había escrito aún. ¿Saldrían sanos y salvos de aquella aventura? ¿Conseguirían cumplir aquella milenaria profecía? ¿Aprenderían a usar sus poderes? ¿Encontrarían a su compañero perdido? ¿dónde estaría el misterioso viento?

    Eran muchas preguntas sin respuestas. Y así llegaron a la lujosa villa de dos plantas en la que los sirvientes no dudaron en mostrarles sus habitaciones, que eran grandes y espaciosas con un pulcro baño con bañera, y dejarles solos. Era casi un castillo con todo lujo que iban a disfrutar con ganas.

    Así, Erial, Freya y Niko tomaron un relajante baño de agua caliente, relajándose tras tanta información, dejando sus mentes vagar a aquellos buenos tiempos en los que eran felices con sus seres queridos y donde no tenían que preocuparse de nada más importante que vivir su vida.

    Niko recordó la primera vez que vio el inmenso mar, la primera vez que nadó en él tras un largo viaje con su familia y hermanos. Fue una experiencia que solo el Lago Myr podía igualar.

    Erial recordó la primera vez que, de pequeño, había hecho crecer verduras en el seco huerto de su abuela alegrando a la anciana tanto que había llorado de alegría. Fue una experiencia única que no podría olvidar nunca.

    Freya recordó la primera vez que, en un invierno frío y duro, encendió una hoguera con maderos mojados que su padre había olvidado dejar a cubierto, y ayudó a mejorar a su hermano, que estaba gravemente enfermo. Fue una experiencia reparadora, y se sintió por primera vez orgullosa de sus poderes.

    Un rato antes de la cena, en cada puerta de los tres chicos, tocó un sirviente con una nota que decía que conocerían esa misma noche a sus maestros, así que se vistieron con elegantes ropas que encontraron en los armarios y bajaron a cenar encontrándose por el pasillo.

    -¿Qué creéis de todo lo que pone en ese pergamino andrajoso?-Freya habló titubeante, rompiendo el silencio impuesto entre los tres.

    Niko se encogió de hombros, sin saber qué decir. Y es que ninguno de ellos sabía qué pensar al respecto, simplemente se dejaban llevar, a una muerte segura o a una victoria orgullosa.

    -Puede que… puede que no sea tan difícil después de todo.-Terció Erial, que parecía un poco más tranquilo que las muchachas.-Tenemos nuestros poderes, y vale que aún no sabemos utilizarlos al cien por cien, pero nos acompañan, son parte de nosotros y los podemos utilizar para protegernos.

    -En eso tienes razón.-Comentó Freya.-Ya que no podemos librarnos de ellos, usémoslos.-Pero seguía llevando guantes por miedo a quemar a alguien sin poder evitarlo.

    Caminaron juntos hacia las escaleras, sin darse cuenta de que un vínculo se creaba entre ellos, y poco a poco aprenderían a confiar en los otros, a amarse, a ayudarse y, sobre todo, a protegerse. Los tres eran muy diferentes entre sí, pero podrían compenetrarse perfectamente, como un puzle que hubiera estado esperando las piezas perfectas para terminarse. Porque agua, tierra y fuego llevaban años conviviendo juntos bajo un mismo cielo.

    ¿Qué decir del viento?

    El cielo era el mismo, pero diferente para él.
     
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    Capítulo II: La Prueba.


    El comedor principal donde se celebraba la cena de presentación con los maestros era enorme y cómodo, el olor del manjar que habían preparado los sirvientes se había apoderado de la estancia y de parte de la planta baja. Tenía grandes ventanales con cortinas de gasa fina que dejaba entrar la fría brisa, enfriando un poco el ambiente en aquella noche veraniega. El suelo de madera fina y oscura estaba decorado con hermosas alfombras de dibujos exóticos, la chimenea, apagada, le daba un toque aristocrático al comedor con un gran cuadro del Conde Makarov en pose altiva. En medio, estaba dispuesta la larga mesa de madera de roble y para veinte comensales con las sillas tapizadas de forma elegante y dispuestas para sus siete convidados. Grandes bandejas de plata con comida humeante y deliciosa les esperaban junto a aquellas tres personas desconocidas. Y qué decir de los vinos y licores de todo el continente.

    Los tres elegidos entraron titubeantes, algo nerviosos ante la expectativa de conocer a gente nueva que se dedicaría a enseñarles tantas cosas que desconocían y que pensaban que nunca necesitarían.

    Se habían vestido con las ropas que habían encontrado en sus armarios, que curiosamente estaban hechas para ellos, quizá demasiada ostentosas, pero cómodas y de su talla. Los sirvientes les habían prometido que un modista vendría temprano a la mañana siguiente para tomarles medida y prepararles sus ropas de gala y sus trajes de entrenamiento, ya que allí no había ropa holgada o con ese uso afianzado. Estaban desconcertados por pasar de no tener más que un petate con el que habían llegado de su viaje a aquellos armarios llenos de ropa. Cada uno había elegido un atuendo diferente, intentando amoldarse a sus gustos.

    Nico había elegido un vestido veraniego de color rosa palo, que realzaba sus curvas y le hacía parecer dulce e inocente y había optado por hacerse un recogido en su larga melena morada. Erial llevaba una casaca marrón, con los tres primeros botones abiertos, mostrando su collar del candado y la llave, y unos pantalones holgados de un color más oscuro. Freya, acalorada, había optado por una fina camisola blanca de seda y unos pantalones ajustados y sus grandes botas negras, que los sirvientes habían intentado por todos los medios que tirase a la basura durante el baño y no habían conseguido. Se había permitido quitarse los guantes, que los llevaba en el bolsillo por si eran necesarios.

    Raudo, un sirviente de mirada ausente se acercó a ellos, les hizo una reverencia, sorprendiéndoles, y con la cabeza gacha les habló con voz solemne.

    -Su Gracia el Conde Makarov envía sus disculpas por no poder acudir a distintiva cena y promete una compensación futura para sus tres invitados. Espera que disfruten de la cena y la buena compañía de sus tres Maestros, los mejores en su campo, de todo el continente.

    Les hizo una reverencia de nuevo y sin darles la espalda se acercó a la fila de los otros cinco sirvientes que se ocupaban de ellos en aquella gran mansión. Todos iban impecables, con sus uniformes bien planchados y guantes suaves y blancos.

    Erial carraspeó, dando los primeros pasos hacia la mesa, donde sus tres invitados estaban sentados hablando entre ellos distraídamente. Eran más jóvenes de lo que se hubieran imaginado en realidad, dos hombres y una mujer.

    -Buenas noches.-Saludó, cortésmente.

    Las chicas a su espalda saludaron a su vez y siguieron a Erial.

    -Ah, nuestros aprendices.-Y uno de los hombres alzó la copa de vino en un brindis dedicado a ellos, sonriendo socarronamente.-A vuestra salud.-Y bebió.

    Era de constitución delgada, con el cabello pelirrojo rizado corto y bien peinado sin barba. Su rostro aún tenía pecas, revelando que era más joven de lo que parecía, llevaba una casaca verde poco decorada pero bien vista y sus ojos violetas los miraban con una mueca entre divertida y curiosa. Despertó la curiosidad de los jóvenes, que le observaron intrigados.

    -Soy sir Archibald von Dykinson.-Se presentó, levantándose de la mesa, sus compañeros les imitaron.-Y creo que hablo en nombre de mis compañeros cuando digo que es un honor conoceros.-Comentó, sin borrar aquella sonrisa socarrona.

    -Ningún arengués habla en mi nombre.-Habló malhumorado el otro hombre, que parecía querer acompañar ese afirmación con un escupitajo, pero la educación le ganó. Era de constitución gruesa, cabello muy corto y barba oscura como ala de cuervo, llevaba una camisa de lino, holgada y un chaleco de piel oscura. Sus grandes ojos de cejas pobladas eran dos zafiros azules, llenos de inteligencia, y su marcado acento le delataba, era cartiano, de la frontera del Desierto Olvidado, muy lejos de allí.-Me llamo Jacal Sproud.-Se presentó, bajando el tono hacia los muchachos.-Me sorprende lo jóvenes que sois.

    La mujer, que había estado en silencio todo aquel tiempo, los miró con unos grandes ojos ambarinos. Sus orejas eran puntiagudas, revelando su sangre de elfa silvana. Llevaba el cabello rubio trenzado y recogido en un alto moño y llevaba la ropa holgada y de colores exóticos de los elfos. Era muy hermosa, y el ligero maquillaje que llevaba resaltaba aún más su belleza.

    -Bienvenidos, jóvenes elegidos, mi nombre es Alwyn Silken.-Se presentó con una sonrisa inocente en los labios.-Os estábamos esperando, por favor, tomad asiento.

    Los tres elegidos se miraron y se sentaron, cada uno delante de un maestro. Erial en medio de las dos hermosas chicas, quedando frente a Alwyn, que era flaqueado por los otros dos caballeros.

    Los sirvientes se apresuraron a servirles bebida y comida y comenzó la cena.

    -Así que Erial, Freya y Nico.-Dijo sir Archibald, señalando a cada uno cuando decía su nombre con su copa de plata llena de vino.- ¿De dónde sois? Tenemos curiosidad por conoceros un poco antes de que vosotros conozcáis nuestras técnicas y enseñanzas.

    A Freya aquel tipo no le cayó bien, le parecía muy prepotente, así que se mantuvo en silencio, comiendo aquellas delicias culinarias como si aquello no fuera con ella. Su cara de éxtasis hizo sonreír a Alwyn, que alzó su copa disimuladamente hacia ella.

    Erial tragó su zumo de manzana y le miró, dejando el vaso en su sitio. Parecía que volvía a llevar las riendas de la presentación, y abrió la boca cuando Nico habló antes de que pudiera decir nada, sorprendiéndole.

    -Yo nací en Nazar, un pueblo al sur de Amaranto. Y viví prácticamente toda mi vida allí hasta que me dijeron que mi don podía ayudar a la gente y partí al Lago Myr, donde…-Frunció el ceño, no supo cómo explicar lo que allí pasó.

    -¿Ascendiste?-Le ayudó Alwyn, con una sonrisa sincera.-Allí tus poderes de agua se desencadenaron e intensificaron.

    Nico asintió con brío, haciendo que varios mechones de cabello violeta se salieran del recogido.

    -Cuando me desperté algo me decía que tenía que estar aquí, como si parte de mi esencia me estuviera esperando.-Miró a sus dos compañeros, que parecían estar compartiendo sus mismos sentimientos.- Así que me despedí de mi familia y… lo encontré. Lo que estaba buscando.-Y les dedicó a todos una tierna sonrisa.

    Erial sonrió de medio lado, no podía evitar sentir ternura hacia esa chica, representaba lo más puro que había, el agua, de una manera tan afectuoso que desde aquel momento supo que la iba a atesorar y a mantener en su vida. Miró a Freya por encima del hombro, había dejado de comer como un mendigo hambriento y estaba mirando a Nico con sus ojos verdes muy abiertos, pero en unos segundos, sus cejas rubias se fruncieron y sacudió la cabeza, apretando los cubiertos con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos.

    Erial se sorprendió. ¿Qué le ocurría a Freya en aquel momento? Si hacía apenas unos segundos había estado feliz, medio atragantándose con la comida y disfrutándola. Ahora simplemente dejó los cubiertos, se puso los guantes con manos nerviosas y miró su plato a rebosar fijamente. Justo cuando había decidido preguntarle a la joven si todo iba bien o se encontraba mal, unos dedos se chasquearon delante suya, muy cerca de su cara, sacándole del ensimismamiento en el que se encontraba observando a sus compañeras.

    Había sido sir Archibald, que le sonreía con aquella socarronería que le destacaba. Erial le fulminó con la mirada.

    -¿Todo bien, Erial?-Le preguntó Nico, tocándole el brazo, preocupada.

    Erial carraspeó, algo sonrojado, asintiendo con la cabeza y mirando a los invitados.

    -Sí, sí, estaba algo distraído, mis disculpas.-Se apresuró a añadir.-Yo vengo desde Yera, capital de Amora, pero no nací allí. Lo hice en Tucso, donde viví con mi familia hasta que atacaron la ciudad porque sabían que yo vivía allí.

    Todos dejaron de comer, Freya se apresuró a mirarle muy sorprendida, en silencio, apremiándole con la mirada a que siguiera. Atacaron una ciudad porque la Tierra estaba en ella.

    El silencio se prolongó un largo minuto, hasta que Erial decidió que debía contar toda la historia, porque aquel poder, sí, podía ser una bendición, pero no le había puesto las cosas fáciles desde el principio. Además de alegría, también había causado dolor.

    -Hace unos años, durante una larga sequía, saqué adelante a mi familia con mi poder. Cuando toco una planta, la ayudo a seguir creciendo, a que dé su fruto. Gracias a ello, toda la ciudad pudo sobrevivir sin que nadie se muriera de hambre.

    -Un acto noble por tu parte, muchacho.-Le apoyó Jacal.

    Nico le sonrió y Freya le siguió observando, con sus ojos verdes quemándole.

    -Los pueblos vecinos supieron lo que hice con las plantas durante la sequía y lo querían para ellos. Este… poder, no trae tantas bendiciones como cabía esperar.-Cerró los ojos unos instantes, sintiendo aún el dolor de aquellos meses.-Nos atacaron durante días para raptarme… perdí dos primos y a un tío hasta que decidimos que era mejor mudarnos y llevar en secreto mi talento.

    El silencio se volvió a apoderar de la estancia, Jacal y Alwyn se miraron entre ellos, y luego miraron a Erial, comprendiendo. Sus países también habían sido atacados por sus recursos durante siglos.

    -Oh, vaya, imagino que mucha gente pobre quería darle de comer a su familia con tu talento, como hiciste tú.-Comentó sir Archibald, mordazmente.-No puedo culparles.

    Erial le miró sorprendido, levantándose de la mesa, agobiado. Nico le tocó en el brazo de nuevo, pero le apartó con más fuerza de la que pretendía.

    -¡Ellos atacaron a mi gente!-Explotó, enfadado y dolido ante aquella acusación.-Si hubieran pedido ayuda, ¡yo se la habría brindado! Pero decidieron atacar en vez de pedir ayuda… Mataron gente inocente… Mataron, joder, por mi… Yo se la hubiera dado…

    Ante aquello, sir Archibald no tuvo otra opción que callarse y desviar la mirada de Erial, que le fulminaba con sus ojos azules. Sacudió la cabeza, tratando de calmarse, haciendo que varios mechones de cabello anaranjado le taparan los ojos.

    -La gente no puede entender nuestros poderes.-Comentó Freya, muy seria, sorprendiendo a todos.

    Erial la miró, sin entender.

    -No comprenden que pueden destruir, herir, hacer que nos odien. No son una bendición, soy una maldición.-Separó la silla de la mesa y se levantó.-No tengo más hambre, que paséis buena noche.

    Y se alejó del gran salón en silencio.

    -Creo que esta cena se está yendo de madre.-Comentó en un susurró Nico.

    Erial se volvió a sentar, sin dejar de mirar la puerta por donde Freya había salido hacía unos minutos.

    Alwyn carraspeó pasados unos minutos, en los que todos habían vuelto la vista a sus platos y removían la comida sin mucho interés.

    -Bueno, estamos aquí para instruiros, aparte de conoceros. Tengo preparado los horarios de los próximos días, como me pidió el conde Makarov, para que llevéis un control. Nosotros tres somos los mejores en nuestro campo, yo, evidentemente, soy una de las mejores magas silvanas de Amera, y de todo el continente. Sir Archibald es uno de los mejores cazadores con arco y rastreador, explorador, ha escrito varios libros de supervivencia, y Jacal es el mejor espadachín de todo el continente. Tiene una academia de guerra en su país, donde acuden muchísimos guerreros a aprender lo mejor de él, de todas las armas conocidas, y otras aún por descubrir.

    -Tenéis a la crème de la crème para vosotros, muchachos.-Sonrió sir Archibald, de nuevo socarronamente.-No lo desperdiciéis.

    Alwyn les tendió tres hojas, y les pidió que le dieran la suya a Freya.

    -Mañana después del desayuno quiero veros a los tres en el campo de entrenamiento.-Les dijo Jacal, señalándoles con su tenedor.-Os probaremos para ver vuestro nivel, ya sea en fuerza física, magia y supervivencia.

    -¿Supervivencia?-Preguntó Nico.

    -¿Vais a soltarnos en un bosque sin comida y agua para que nos busquemos la vida?

    Sir Archibald sonrió.

    -Algo así.

    -Pues te aviso que he sobrevivido al Bosque Eterno, una prueba de supervivencia en un bosque normal no me hará caer.

    -Allí ascendiste. -Terció Alwyn, sorprendida.

    -No podía ser un bosque normal, hubiera sido muy fácil, ¿no?-Se burló Erial, jactándose de su proeza.-Tampoco el Lago Myr congelado fue fácil.-Nico sonrió, asintiendo.

    -Mi enhorabuena, nadie que ha pisado nuestro bosque vuelve cuerdo a casa. Me hace preguntarme cómo de especiales sois. Los tres.

    -Mañana lo averiguarás.

    -Dalo por hecho.


    Niall estaba concentrado en la manta, no había nada más en su mente que aquella rasposa y raída manta oscura. Había hecho moverse el cubo por toda la celda, de un lado a otro, durante dos emocionantes días. Ahora, quería ponerse a prueba con otra cosa, y pocas opciones tenía en su celda, pero atesoraba cada oportunidad de seguir adelante. Siempre tenía cuidado de que no le pillaran sus carceleros, y tratando de pasar lo más desapercibido posible, intentando ser aquel pusilánime sin ganas de vivir. Así que cuando sus carceleros le venían a traer la comida o llevarse su cubo, algo que le fastidiaba durante unas horas, trataba de parecer normal. Por suerte, no se habían percatado de las dos nuevas abolladuras que tenía en el cubo, y menos mal.

    Ah, pero ahora tenía ganas de vivir. Tenía ganas de ejercitar aquel poder, y quién sabía, igual algún día saliera de esa celda por sus propios medios y consiguiera hacer grandes cosas. Aquella idea le daba fuerza, le daba ganas de continuar, de seguir adelante, de aprender todo lo que pudiera de su poder y él mismo. ¿Así se había sentido el Hombre Noble cuando aprendió a combatir a los demonios? Aquella idea le inundaba de más fuerzas para conseguir su objetivo. Y su objetivo no era otro que el poder salir de allí mediante su talento de viento.

    La manta se alzó con una pirueta y se elevó hasta el techo, donde permaneció allí hasta que Niall comenzó a cansarse de usar el poder. No tenía tantas fuerzas por la alimentación, pero conseguía hacer mucho con el pan duro y las gachas aguadas. Pronto, esperaba, podría hartarse de grandes manjares de uno a otro punto del continente. Solo tenía que esperar y ser precavido. La manta osciló un momento y bajó haciendo círculos hasta que se posó en el viejo catre con gracia. Aquello había sido aún más fácil que mover el cubo.

    Estaba extasiado, pero también agotado, así que se decidió a echarse un rato, para recobrar la energía, mirando entre los barrotes aquel cielo parcialmente nublado y nubes muy blancas. Últimamente el tiempo parecía más cálido y dejaba ver el cielo azul después de muchos meses, incluso años, de cielos nublados.

    Una sombra surcó las nubes y Niall se levantó y se acercó a la ventana enrejada, allí, volando entre los cielos, un bello halcón de plumaje plateado y hermoso porte sobrevolaba las nubes, seguido de dos halcones más pequeños. El joven se embelesó ante el batir de sus alas. Una orgullosa madre que emprendía el vuelo con sus jóvenes crías. Aprovechaban las rachas de aire, planeando y batiendo las alas para volver a coger velocidad. Las crías experimentaban entres graznidos, siempre bajo la atenta mirada de su madre, que las apremiaba a ir más rápido.

    Era tan hermoso que Niall notó las lágrimas por sus sucias mejillas sin darse apenas cuenta de que estaba llorando de la emoción de aquella vista. Y soñó con estar fuera de allí y volar junto al halcón de plumaje plateado. La rapaz voló en círculos, igual enseñando a sus hijos una presa, o la forma de acechar. Aquella información a Niall se le iba de las manos, simplemente veía el vuelo de aquellos animales embelesado. Se miró las manos, curioso, ¿podría él llegar a volar como los halcones? Aquella idea le emocionó y le asustó por partes iguales. Él no tendría una orgullosa madre que le enseñare a usar las rachas de aire, pero lo podía intentar solo.

    Se levantó con renovadas fuerzas, dispuesto a intentar elevarse. Se concentró todo lo que pudo. “Vuela, vuela” pensaba, si podía hacer levitar las cosas, él también podía levitar. Pero su mente estaba en efervescencia, necesitaba relajarse y meditar bien, así que se sentó en medio de la habitación, con las piernas cruzadas y cerró los ojos. Tenía que convocar mejor su energía para poder volar, así que se decidió a concentrarse el tiempo que hiciera falta.




    Freya caminaba de un lado a otro de la habitación, nerviosa. Su cabeza era un hervidero, una olla en ebullición. Tenía el gran ventanal abierto de par en par para que entrara la brisa fresca, pero se ahogaba, apenas respiraba. Se desprendió de los guantes, las botas y la camisa de Nilo, quedándose en top y pantalones, esparciéndolo por la desordenada habitación. Sus manos ardían, la marca roja palpitaba.

    Se acercó al tocador donde reposaba una tinaja con agua y se la lanzó por encima, mojándose los cabellos, intentando enfriarse.

    -Otra vez no, por favor…

    Sus manos, su cuerpo, todo estaba a punto de arder, lo sentía. Lo había vivido en dos ocasiones y no quería una tercera. Pensaba que había aprendido a controlarlo, pero se daba cuenta de que había sido una ingenua y que nada iba a salvarle de aquel poder.

    El sudor le recorría todo el cuerpo, empapándole rápidamente. Tenía que hacerlo parar o aquello iba a acabar muy mal. No quería volver a hacer daño a nadie más, “por favor, que no pase lo mismo”. Aquel pensamiento le agobió todavía más, agotando su mente febril. No quería pensar más, no quería recordar más. ¿Dónde había alcohol cuando se necesitaba?

    Salió al pequeño balcón, para intentar respirar aire fresco, y pareció que aquello entibió un poco su cuerpo. Su respiración, que había empezado a hiperventilar, comenzó a serenarse, pero el ardor del cuerpo no bajó, seguía allí palpitando, como unas brasas mal apagadas que amenazaban con un incendio. Suspirando miró en dirección a los jardines y vio una fuente decorada con ángeles que hacían salir el agua de sus arcos preparados para disparar y una idea le cruzó por la cabeza. Necesitaba zambullirse en agua, el agua apagaba el fuego. El agua vencía al fuego.

    Se apresuró hacia la puerta y la abrió, topándose con Nico, que se asustó al abrirse la puerta justo cuando iba a tocar.

    -¡Oh!-Exclamó la joven de pelo morado.

    -Tengo que irme…-Balbuceó Freya, intentando rodearla para salir corriendo hacia los jardines.

    -¡Freya espera!-Nico le agarró del ardiente brazo. Pero para sorpresa de Freya, no se quemó.-Estas muy caliente… ¿te encuentras bien?

    Allí donde Nico le había tocado, la piel de Freya se enfrió, calmándola. Nico notó aquel cambió de temperatura, sorprendida.

    La chica del fuego miró a la chica del agua. Ambas se miraron, sin comprender demasiado qué ocurría entre ellas.

    -Necesito que me toques más.-Le suplicó Freya.-Por favor… estoy a punto de explotar, y el fuego arrasará la casa. No… no puedo controlarlo. No quiero que vuelva a pasar, por favor.

    Nico tragó saliva, notaba el calor en el pasillo desde que Freya había salido, asintió, temblando de angustia y posó su otra mano en la mejilla de Freya, que cerró los ojos, notando un poco de mejoría.

    -No puedes controlar tu poder.-Comentó Nico, acercándose aún más a la chica, abrazándole.-Él es más fuerte que tu…

    -Lo es.-Freya estaba muy tensa, se dejó abrazar por Nico, notando como el agua apagaba el fuego de sus venas.-Desde que me tiré a aquel volcán lo único que me ha calmado es beber hidromiel, si me atonto yo, se atonta él.

    Nico le pasó una mano por la sudorosa espalda, calmando esa zona también, estaba notando como su propio cuerpo empezaba a arder.

    -Sepárate de ella, Nico.

    Ambas se sorprendieron y se voltearon para encontrarse con Alwyn en el pasillo, junto con Jacal. Aún llevaban la ropa de la cena, pero sus rostros, lejos de ser amables y simpáticos, en aquel momento eran distantes y fríos.

    -Necesito que me toque…

    -Si te sigue tocando la vas a consumir.-Le interrumpió Alwyn.-Nico, aléjate.

    Nico miró a la elfa y después a Freya.

    -Hazlo.-Le pidió Freya.

    Nico tragó saliva, negando con la cabeza, agarrándole con más fuerza. Se sentía muy cansada, tenía la boca seca y los párpados le pesaban.

    -No quiero hacer daño a nadie más…-Susurró la pelirroja.

    Nico asintió, se soltó, y tambaleante se apoyó en la pared.

    -Por favor, ayúdale.-Le suplicó a Alwyn.-Nunca ha querido hacer daño a nadie.

    Alwyn asintió, movió las manos y una luz recorrió el cuerpo de Freya, que sintió como se le iban las fuerzas y luego, oscuridad.

    La chica fue a desplomarse, pero Jacal le sujetó antes de caer al suelo, le cogió en brazos y entraron en el cuarto de ésta, donde la tendió en la cama.

    Alwyn le seguía en todo momento, bajo la mirada de Nico que había entrado tras ella.

    -¿Por qué le pasa esto?-Preguntó, viendo a Freya dormir.

    -El fuego es salvaje, tiene que aprender a dominarlo y controlarlo, por suerte yo estoy aquí para enseñarle. Yo puedo evitar que explote, pero solo ella puede domarlo, no puedo estar cerca de ella eternamente.

    -¿Por qué yo le calmo?-Preguntó, intrigada.- ¿Porque el agua apaga el fuego?

    -El agua puede curar, tú puedes hacerlo, pero a costa de tu propia vitalidad. Debes tener cuidado con eso, pero yo te enseñaré igual que a ella y a Erial.

    Nico asintió, volviendo su mirada del color del café a Freya, que dormía plácidamente.

    -Gracias.

    -No me las des, si no hubiera intervenido todos hubiéramos saltado por los aires.

    -Lo que todo el mundo quiere hacer antes de irse a dormir.-Intentó bromear Jacal.

    Nico se quedó en silencio, frunciendo los labios molesta. Asintió y les dio las buenas noches a sus maestros cuando salieron de la habitación y ella se quedó un rato más, observado a la chica inconsciente de la cama. Querría haberle ayudado ella, pero aún era muy débil para hacerlo, así que se prometió que ninguno de sus nuevos amigos volvería a sufrir si ella estaba allí para evitarlo. Aquella promesa le hizo más fuerte, ya que el vínculo que, despacio, lentamente, se había forjado entre los tres elegidos se estaba fortaleciendo. Salió en silencio de la habitación y en el pasillo se encontró a Erial, apoyado en la pared justo enfrente de ella. Nico cerró la puerta despacio y le miró con sus grandes ojos castaños.

    -Alwyn me ha contado… lo que ha pasado.-Le dijo el muchacho, evitando su mirada.-Supongo que nos queda mucho por aprender.

    -Sí… y más si queremos encontrar a la persona del elemento del viento.

    -Ya… supongo que el entrenamiento que estas personas nos van a impartir servirá para muchas más cosas.

    Nico asintió, y de repente, se mareó tambaleándose a los brazos de Erial, que le cogió para que no cayera. De repente le dolía mucho la cabeza y se sentía agotada.

    -Eh… ¿te encuentras bien?-Le preguntó Erial, preocupado.

    Nico alzó la mirada hacia el muchacho, que le miraba preocupado, y se percató por primera vez de lo atractivo que era. Olía muy bien, a limpio y fresco. Su corazón empezó a latir muy deprisa, y sin poder evitarlo se sonrojó ante el contacto de las cálidas manos del chico.

    Asintió, separándose poco a poco de él.

    -Necesito descansar, y tú también. Mañana va a ser un día muy largo.



    A la mañana siguiente amaneció un día caluroso y despejado, Nico bajó totalmente recuperada y con una muda de entrenamiento hasta que el modista que le había tomado las medidas les enviara el definitivo. Aquellas ropas eran muy cómodas, holgadas, y la chaqueta llevaba capucha. Entró en el comedor y se encontró la misma mesa repleta de alimentos para el desayuno, desde olorosas gachas de avenas, humeantes huevos y bacon, a fruta recién cortada y pasteles de sabores como chocolate, fresa o vainilla. No era la primera en llegar, pues Erial ya estaba allí, cortando bacon despreocupadamente mientras miraba por uno de los grandes ventanales abiertos de par en par revelando un paisaje verde y lleno de flores.

    Nico entró y se sentó, dando los buenos días tímidamente, y se sirvió fruta y zumo de naranja. Erial le saludó con la cabeza, con la boca llena, y la sonrió.

    -Buenos días…-Freya entró en el comedor y se sentó lo más lejos posible de ellos, y empezó a comer, sin levantar la mirada de su plato. Sus compañeros la miraron un largo rato en silencio, pero no dijeron nada.

    El desayunó pasó entre una escueta conversación entre Nico y Erial. Una vez hubieron acabado salieron al campo de entrenamiento, donde les esperaban para comenzar. La conversación fluyó entre Nico y Erial, que estaban emocionados ante la expectativa del día que se les avecinaba. Iban en cabeza, unos pasos por delante de Freya, que pateaba una piedra del camino sin mirar hacia delante, apenas disfrutando de la brisa de la mañana ni del paisaje de aquellos asombrosos y bien cuidados jardines.

    Al llegaron se encontraron con Jacal y sir Archibald en el centro del campo de entrenamiento, y Alwyn sentada bajo una cómoda carpa tomando té.

    -¡Buenos días, mis jóvenes aprendices!-Les saludó sir Archibald.- ¿Estáis preparados para saber lo que es bueno?

    Aquella pregunta intrigó a los muchachos un poco.

    -Lo primero que vamos a hacer es probar vuestros poderes, saber en qué punto estáis cada uno para saber cómo enfocar el entrenamiento. -Explicó Jacal.-La prueba de iniciación será conjunta, y luego os entrenaremos por separado para que deis lo mejor de cada uno. Seguro que alguno de vosotros ya ha usado una espada, un arco o un hacha, o ha preparado alguna poción sanadora, se ha aventurado a explorar un bosque y acampado allí. Por eso es muy importante que deis todo vuestro potencial en esta prueba, porque allá donde habéis sido débiles, nosotros os fortaleceremos, y allí donde habéis destacado será vuestro punto estrella.

    Alwyn se había acercado hacia ellos, vestida con el traje de combate mago y un báculo negro con una gema azul brillante en la alta punta. Los miró atentamente, centrándose más en Freya, que apartó la mirada nerviosa y molesta.

    -La prueba consistirá en aguantar todo lo que podáis, juntos, en un entorno hostil. Os llevaré a través de un portal a un lugar y os dejaré allí. Esta esfera,-abrió la palma de la mano-os seguirá y vigilará y os podremos observar a través de ella. Si en algún momento la iniciación se pone demasiado peligrosa, os sacaremos de allí sin pensarlo, pero si no lo creemos conveniente, tendréis que buscaros la vida vosotros, por muy peligroso que os parezca. Si tenéis hambre o sed, tendréis que buscar la forma de saciaros. Contamos con vosotros.

    -¿Dónde vamos a ir?-Preguntó Erial.

    -No necesitáis esa información.-Contestó sir Archibald.

    -De maravilla…-Dijo por lo bajo Freya.- ¿Cuándo empezamos?

    Alwyn se separó del grupo y con el báculo escribió unas runas en el suelo, se oyó una explosión y apareció el portal, redondo, multicolor y brillante.

    -Imagino que nunca habéis viajado por uno de estos.-Comentó Alwyn, con una sonrisa.-Suerte y nos vemos esta noche.

    Los tres muchachos se miraron entre ellos, sin dar ningún paso todavía.

    -Oh, venga ya…-Freya fue la primera en atravesar el portal, seguida de Erial y Nico.

    Cuando los jóvenes elegidos desaparecieron por el portal, Jacal y sir Archibald se prepararon, quitándose la ropa y doblándola a un lado.

    -No os paséis mucho con ellos.-Dijo Alwyn, moviendo las manos y hechizándoles a los dos para darles una apariencia diferente.-Apareceréis cerca de ellos.

    Los dos hombres asintieron y atravesaron el portal.



    Cuando Freya atravesó el portal fue una sensación extraña, como si su cuerpo se rompiera en mil pedacitos y se recompusiera al otro lado. No había dolido, pero sí que le había dejado sin respiración, y sosteniéndose las costillas cogía grandes bocanadas de aire. Erial y Nico aparecieron instantes después, y ambos respiraron de nuevo con ansía. El lugar era una especie de selva, había mucha humedad y el sol se colaba por entre los grandes árboles y palmeras que envolvían todo a su alrededor. Estaban en un pequeño claro, el suelo estaba formado por hojas viejas y piedras, no formaban un camino, como si por allí solo pasearan los animales del lugar.

    Freya dio una vuelta de reconocimiento, parecía seguro, de momento y no había ni rastro de la esfera que les vigilaba.

    -¿Estáis bien?

    Nico asintió, observando el lugar a su alrededor.

    -¿Os suena algo el sitio?-Preguntó Erial, que también miraba el lugar, intentando que algo de allí le diera algún información para ayudarles a continuar.

    -No, pero si algo sé de un lugar extraño es que hay que moverse, así que decidid una dirección y allá vamos.

    -Igual deberíamos pensar un poco antes de empezar a movernos, ¿no os parece?-Terció Erial.

    Freya se encogió de hombros.

    -Como quieras.

    Erial bufó, algo molesto por la actitud de la chica.

    -Somos un equipo, las decisiones las tomamos entre los tres, no solo nosotros dos.-Y señaló a Nico y a él.-Tu también eres de este equipo quieras o no.

    -Perfecto.-Freya se encogió de hombres despreocupadamente.

    -¿Perfecto? ¿Es que no sabes lo que es trabajo en equipo?

    Nico, que había estado observando el paisaje que se había abierto entre ellos, se percató de que algo a su alrededor se movía. Al principio le pareció una pequeña sombra, pero luego saltó y pareció mucho más grande.

    -Chicos…

    -Mira, quiero acabar esto rápido, así que ¿quieres ser el líder? Pues adelante, yo te sigo sin problemas…

    -Esto no funciona así.-Interrumpió Erial a Freya.

    -Chicos…

    -¿Qué?-Ambos se giraron molestos a mirar a la chica de pelo morado.

    Ella simplemente les señaló un lugar y ambos se giraron a la vez para observar.

    -¿Qué demonios es eso?-Preguntó Erial, fascinado ante la bestia que había salido de entre la maleza. Era enorme, tan grande como un caballo adulto, de pelaje oscuro y grandes colmillos puntiagudos y que sobresalía de su boca. Tenía una larga cola de felino que movía de un lado a otro.

    -¡Y yo que sé!-Exclamó Freya, agarrando a sus compañeros de los brazos y tirando de ellos.- ¡Mueve el culo y echa a correr o nos va a comer!

    Los tres comenzaron a correr, lo más rápido que podían. El paisaje a su alrededor se deformaba ante la carrera, pero la bestia no desistió de tan suculento bocado.

    Llegaron a otro claro, un poco más grande que el anterior y pararon para recobrar el aliento. Sin dejar de mirar atrás, observaron un riachuelo y se dirigieron hacia allí. Bebieron un poco de agua, por turnos, vigilantes, a la espera de que, en cualquier momento, la bestia apareciera.

    Nico aprovechó para meter las manos en el agua, y Erial miraba los árboles en busca de frutos comestibles. Freya se sentó en una roca, cansada y acalorada, se estaba secando el sudor de la frente cuando Nico notó las vibraciones del agua.

    -¡Freya cuidado!

    Freya se giró, asustándose, justo a tiempo de que una enorme ola barriera a la bestia, que había saltado desde el otro lado del riachuelo. Sorprendida, miró a Nico, que tenía preparada tras de sí otra nueva ola.

    -Me parece que hay más de un problema…

    Las chicas se giraron a mirar a Erial, que les daba la espalda y observaba un enorme oso-escorpión que les retaba a dos patas, con la punta de su aguijón listo del ponzoñoso veneno. Era enorme, con las garras afiladas y los ojos sedientos de sangre.

    Una bola de fuego hizo que saltara hacia atrás, Erial se giró para mirar a Freya sorprendido.

    -Es hora de pasar a la ofensiva.-Preparó otra bola y la lanzó, fallando por muy poco.-Para eso estamos aquí, ¿no?

    Nico creó un muro de agua entre ellos y la bestia de colmillos largos, mientras Erial pateaba el suelo y creaba un alto muro de roca. Tendrían unos valiosos minutos para trazar una estrategia para salir de allí.

    Freya se sentó en el suelo, notaba el fuego recorrer sus venas, otra vez iba a perder el control, sacudió la cabeza, tratando de serenarse. Nico la miró, preocupada.

    -Estas bestias no son normales… creo… creo que son demoníacas.-Dijo Erial, rompiendo el silencio.

    -¿Tan lejos del Portal?-Preguntó Nico, poniéndose blanca.

    -No creo que estemos muy lejos de allí… Y eso explicaría a esos bichos.

    -Espera, espera, ¿el Portal?-La mente de Freya no funcionaba con claridad, enfocó la mirada en Erial, esperando una respuesta mientras metía sus manos en el muro de agua que había creado Nico, enfriándose un poco.

    -El Portal de las Estrellas, por donde el Hombre Noble entró al reino de los demonios. Esa zona está contaminada, y los demonios más poderosos consiguen abrir pequeñas brechas para que estas bestias extrañas puedan entrar y atacar este mundo.

    -Joder… ¿tenía que traernos esa elfa aquí?

    -Tenemos que demostrar que podemos sobrevivir en cualquier lugar, a cualquier costa.

    -Está bien.-Freya se levantó, dispuesta a probar una cosa.-A parte de crear muros, ¿sabéis lanzar ataques potentes?

    Los muchachos se miraron y asintieron.

    El muro de tierra de Erial, vibró ante los golpes del oso-escorpión demoníaco y la bestia de colmillos largos caminaba de un lado a otro, a la expectativa, observándoles a través del agua.

    -Estamos atrapados, tenemos que salir de aquí y alejarnos de ellos…

    -O podemos luchar.-Lo interrumpió Freya.-Podemos probar una cosa…

    Una vez explicado el plan, Freya dio la orden y los muros que los separaban de sus enemigos desaparecieron.

    -¡Ahora!-Gritó la pelirroja, lanzando grandes llamaradas por sus manos desnudas.- ¡corred!

    Erial y Nico corrieron en direcciones diferentes mientras sus enemigos trataban de huir de las llamas de Freya.

    -¿Os gusta?-Freya dio rienda suelta a su poder, y las llamaradas se intensificaron. Creó un muro de fuego entre ella y el oso-escorpión demoníaco, que había logrado acercarse por detrás hacia ella.- ¿Vienes a jugar?

    Las llamas cesaron y cuando su enemigo fue a atacar, unas enredaderas le envolvieron el cuerpo y apretaron con fuerza.

    -¡Ahora Nico!-Gritó Erial, tirando con más fuerza hacia él.

    Nico dio una pirueta guiada por el agua del riachuelo, y creó un tornado que engulló a la bestia, alejándola varios metros riachuelo abajo. Entonces, la bestia de colmillos largo la atacó, dándole un zarpazo en la espalda y haciéndola caer de rodillas con un grito.

    -¡Nico!-Exclamó Freya, creando un círculo de fuego entorno a la bestia, que erizó el lomo, buscando una grieta por donde escapar.

    Erial corrió hacia Nico, observando su maltrecha espalda. La chica temblaba de dolor, y la herida sangraba profusamente

    -¡Mantenlo a raya!-Ordenó Erial a Freya, que asintió, atacando a la bestia sin cuartel, que se defendía saltando con agilidad de un lado a otro. El muchacho cogió hojas e hizo con astucia un cataplasma con savia y barro, vendándole con grandes hojas de palmera.-Esto te va a escocer mucho, pero hará que dejes de sangrar.

    Nico asintió, apretando los dientes.

    -Yo… necesito agua, el agua me ayudará a curar.

    Erial se apresuró a crear una flor en forma de campana y la lleno de agua, corrió de nuevo al lado de Nico y le dio de beber llevándole los pétalos a la boca. Nico tragó con avidez, mirando a los ojos de Erial, que le sonrió.

    -¡Condenado demonio!

    Freya estaba teniendo problemas, pues el felino le había separado de Nico y Erial, y ahora estaba entre ellos. Si no jugaba bien sus cartas, el felino podía atacar a sus compañeros desprevenidos y nunca se perdonaría el haber vuelto a hacer daño a alguien que le importaba. Sus manos echaron chispas, estaba muy enfadada por la situación, con aquel demonio, pero sobre todo con ella misma, por no ser más fuerte para ayudar a aquellos que le necesitaban. Cegada, se lanzó hacia delante con sus manos chispeando y atacó al demonio de frente.

    El demonio no se esperaba un ataque directo, saltó hacia atrás y le rugió amenazadoramente, pero aquello no amedrentó a la chica, que preparó dos bolas de fuego en sendas manos y con un rugido se las lanzó, impactando una en el lomo y haciendo rugir al monstruo.

    Las enredaderas de Erial le agarraron una de las patas, y el felino bufó, dolorido, mordió la enredadera y una bola de agua impactó justo donde la llama le había quemado, haciéndole sisear. Miró a los tres muchachos, preparados para luchar y enseñando los colmillos huyó.

    Freya cayó de rodillas, agotada. Su cuerpo se había vaciado del todo, ya no lo sentía a punto de explotar.

    -¿Estáis bien?-Preguntó, desviando la vista hacia ellos.

    Nico asintió, levantándose con ayuda de Erial, que observaba a su alrededor. La selva seguía pareciendo amenazante, con sus rincones oscuros y su silencio inquietante.

    -Tenemos que movernos, aquí somos un blanco fijo.-Comentó Erial.

    -Nico, ¿puedes moverte?-Preguntó Freya, que se sacudía el polvo de la ropa. Le dolía la cabeza y la poca luz del lugar le molestaba mucho.

    -Sí, la cura de Erial me está ayudando mucho.-Contestó sonrojada.

    Así, los muchachos siguieren un camino desconocido, en busca un lugar donde poder descansar y quizá comer algo. Tenían que aguantar hasta que la noche cayera, y podrían volver para ser evaluados.

    -Espero que os lo estéis pasando bien.-Le gritó Freya al cielo, alzando un puño, pues no había ni rastro de la maldita esfera mágica.-Y que a Nico no le quede cicatriz.

    Siguieron en silencio, Nico apoyada en Erial y Freya delante, buscando un camino seguro que seguir. Habían optado por seguir el riachuelo, ya que así tendrían agua durante todo el camino. Erial observó los árboles, algunos eran desconocidos, y la influencia demoníaca hacía que sus frutos no fueran comestibles, pero vio alguno que sí. Incluso había setas y flores comestibles cerca del agua. Al menos tendrían comida.

    -Necesito parar un poco.-Pidió Nico, que la herida le dolía horrores.-Por favor…

    Decidieron parar y Nico se sentó en una roca. Erial se marchó a recolectar algo para comer, pues la caminata les había abierto el apetito a todos. Nico miró a Freya, que estaba de pie, observando el nuevo claro a su alrededor.

    -¿Estás bien?-Le preguntó.

    Freya no la miró.

    -Si te refieres a si voy a perder el control y explotar, no lo haré, estoy bien. He agotado mi poder y… no perderé el control por el momento.

    -Alwyn podrá ayudarte con eso…

    -No lo sabemos.-Le interrumpió la chica pelirroja.-No sé si podrá hacerlo.

    -Confío en ello igual que confío en que puedes hacerlo. Sabes que yo puedo ayudarte a calmarte…

    -No, no, es peligroso para ti.-Terció.-No quiero hacerte daño…

    -Me haré más fuerte también, te lo prometo.-Le interrumpió esta vez Nico, levantándose de la roca donde había estado sentada hasta entonces.-Pienso ayudarte a… que no hagas daño a nadie y te hagas más fuerte.

    Freya le miró en aquel momento, Nico le miraba con decisión. Sonrió, contagiada del buen humor y la decisión de su compañera.

    -Entonces… yo puedo prometerte que aprenderé a controlarlo.

    Erial apareció minutos después con los brazos repletos de frutas deliciosas que mejoraron el ánimo de todos. Comieron hasta que se saciaron, siempre preparados para volver a luchar ante un nuevo ataque. Decidieron seguir moviéndose, pues no sabían si alguna otra bestia encontraría su rastro. Así que caminaron hasta pasado el mediodía y llegaron al final del riachuelo. Éste desembocaba en un frondoso torrente que bajaba en una sola dirección. El sonido de las gaviotas, el olor a salitre y algas en descomposición les saludó con sorpresa. Estaban llegando a la costa después de tanto caminar.

    -El mar no está muy lejos de aquí.-Comentó Nico, pues notaba la inmensa masa de agua muy cerca de ellos.-Si nos dirigimos allí, solo tendremos un flanco que defender, ¿qué os parece?

    La idea sonó a agua fresca en un ardiente desierto. Los chicos la aprobaron entusiasmados.

    -Nunca he visto el mar.-Dijo Erial, con una radiante sonrisa.

    -Me parece una idea brillante, quién sabe, igual podemos darnos un baño… lo necesitamos.-Comentó Freya.

    Y así se dirigieron hacia el sonido de las olas con ganas. Una vez llegaron, se apresuraron a llegar la blanca y suave arena. Erial se acercó a la orilla y metió los pies con botas incluidas, sin pensárselo. Siempre había querido viajar y explorar el inmenso mar, explorar todas aquellas pequeñas islas que rodeaban el contienen y conocer los secretos de los antepasados que vivieron en ellas.

    Nico se dejó caer en la arena, necesitaba descansar y Freya se sentó a su lado para hacerle compañía mientras observaban a Erial seguir las olas de un lado a otro, como un niño pequeño que veía el mar por primera vez. Aquello les hizo sonreír. Después de todo un día huyendo de depredadores y luchando por sobrevivir sentaba bien poder descansar, aunque solo fuera un poco.

    Pasaron varias horas tirados en la arena, conociéndose un poco mejor. Supieron que Nico tenía 3 hermanos, dos chicas y un chico, esperándole en casa. Erial tenía un hermano mayor que trabaja en el Gran Archivo de Ciudad Titania y Freya sabía hablar cartiano con fluidez. Aquel tiempo les vino muy bien a los tres, pero, evidentemente, lo malo nunca se hacer esperar y apareció en forma de fría brisa.

    El tiempo cambió cuando el crepúsculo se acercaba, las olas empezaron a ser más fuertes y a los lejos, unas nubes negras y con relámpagos se acercaban a la playa donde estaban los tres elegidos.

    -Algo le pasa al mar.-Dijo Nico, levantándose de la arena. Erial le había retirado el cataplasma y ella se había lavado en el mar para sanarse un poco con su poder.-Esta corriente no es… normal.

    Erial y Freya la miraron sin entender.

    -Tiene algo maligno.

    Un relámpago cayó en el agua con gran estridencia, asustándolos, y empezó a oscurecer. Freya se apresuró a encender una fogata y dos antorchas con dos pequeños troncos. Se quedaron cerca del fuego, observando el mar.

    Y así, de repente, una brecha entre los dos mundos se abrió y un demonio se coló sin que lo hubieran invitado.

    -¿Qué puñetas es eso?-Preguntó Freya, señalando el enorme demonio que se acercaba a la costa.

    Era reptiliano, de color rojo, dos grandes cuernos en la frente y una lengua bífida, tenía grandes colmillos y garras como cuchillas. Sus ojos eran dos rubíes inyectados en sangre y tenía dos largas colas que se movían. Soltó un rugido cuando su mirada se posó en los tres muchachos y sin pensárselo, cargó hacia ellos.

    -¡Nico, muro de agua!-Ordenó Erial, intentando crear un foso entre ellos y el agua.- ¡Rápido!

    Nico no se lo pensó dos veces y creó un muro de agua entre el demonio y ellos.

    -¡Freya, fuego! ¡Por todas partes!

    -¡El muro no lo ha parado!-Nico movió los brazos, tratando de pararlo con toda la fuerza del mar.

    Freya se apresuró a crear un muro de fuego siguiendo el foso de Erial. El demonio no cejaba en avanzar, pese a los esfuerzos de Nico, que movía las manos con rapidez y el agua seguía sus movimientos.

    -Aquí estamos muy expuestos, tenemos que volver a la selva.

    Se alejaron hacia la selva, sin darle la espalda al demonio, que ya atravesaba el muro de Erial pese a que Nico intentaba arrástralo de nuevo al agua.

    -¡Es muy fuerte! No puedo hacer nada.

    Erial cavó tres fosos más entre el demonio y ellos, intentando dificultarle el terreno hacia ellos. Pero el demonio era ágil y saltaba con sus fuertes patas traseras sin problemas, esquivando los muros de fuego y agua.

    -¡Hay que atacar!-Freya le lazó dos bolas de fuego, impactando en el pecho y cuello del demonio y enfureciéndole.-Uy…

    El demonio dobló la velocidad, acercándose a los muchachos sin que nada ni nadie pudiera pararle.

    Freya lanzó bola tras bola para no dejarle avanzar, Erial jugaba con la tierra para entorpecerle el paso, atacándole con grandes rocas que el demonio partía con sus garras fácilmente.

    Cuando apenas estaba a unos metros, Alwyn se materializó delante de ellos y dando con su báculo en la tierra fuertemente, creó una gran bola de pura luz mágica y se la lanzó al demonio.

    -¡Ahora!-Gritó, y de la selva, con sendos saltos, aparecieron la bestia de colmillos largos y el oso-escorpión directos a atacar al demonio. Alwyn giró con su báculo y le lazó otra bola de luz mágica.- ¡Replegaos!-Le ordenó a los muchachos.

    No tuvo que decirlo dos veces, los tres chicos se escondieron en la linde de la selva, observando a la maestra con estupefacción. La elfa se movía con una agilidad felina, igual que las dos bestias, que atacaban una detrás de la otra al demonio, que, indefenso, se replegaba hacia el agua con varias heridas en su cuerpo lleno de escamas. La lucha fue encarnizada, el demonio apenas pudo contra sus enemigos. Alwyn era despiada, no dejándole oportunidad de atacar a las bestias que la ayudaban, apoyada en su báculo y su magia, desterró al demonio de nuevo a su plano con un gran relámpago.

    Agotada, se dejó caer al suelo.

    -¡Alwyn!

    Los tres muchachos corrieron hacia su maestra y antes de que pudieran acercarse siquiera, las dos bestias que no les habían dado cuartelillo a principio del día se transformaron en unos desgastados y magullados sir Archibal y Jacal.

    Jacal cogió entre sus brazos a Alwyn que abría los ojos, sonriéndole.

    -Estoy bien… solo necesito descansar. Desterrar a un demonio mayor agota mucha energía.

    -Pero…. ¿qué puñetas acaba de pasar?-Preguntó Freya.-Y vosotros dos… ¿en serio?

    -Todo era parte de la prueba. Claro… por eso nos atacaron nada más llegar.

    -Creo que alguien tiene que darnos un par de explicaciones. -Dijo Nico, riéndose nerviosamente.

    Los maestros se miraron entre ellos con sonrisas cómplices.

    -Buenas noticias, chicos, ¡habéis aprobado con nota!-Y sir Archibald explotó en carcajadas, pero hizo un mohín, su espalda estaba magullada por la bola de fuego de Freya.

    -Lo estabais haciendo muy bien hasta que Alwyn ha tenido que detener la prueba.-Dijo Jacal.-Hay muchas cosas que mejorar, evidentemente, pero nos esperábamos algo peor.

    -Supongo que… ¿gracias?
     
  4. Threadmarks: Capítulo 3: Aprendizaje.
     
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    El Portal de las Estrellas.
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    Aventura
    Total de capítulos:
    16
     
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    Capítulo III: Aprendizaje.


    Agotados, nuestros héroes cruzaron de nuevo el portal que creó Alwyn una vez recobró algo de energía para crearlo. La mansión se recortaba hermosa y grande desde el campo de entrenamiento, un caserón rodeado de cuidados y hermosos jardines y largos terrenos.

    Los ánimos eran buenos, los elegidos habían pasado con muy buenas calificaciones la prueba, además, habían visto cómo Alwyn había desterrado a un demonio muy fuerte y habían podido observar la fuerza y el empeño de sus tres maestros en acción. Pese a los buenos ánimos, la caminata desde el campo de entrenamiento hasta el gran caserón fue silenciosa, ya que todos estaban deseosos de llegar, darse un baño y comer algo, pues estaban famélicos. La tarde había dejado paso a una noche despejada llena de brillantes estrellas, y la brisa, pese a ser escasa y algo caluroso, les acompañaba en su silencioso camino.

    Uno de los sirvientes les abrió las grandes puertas y les dejó pasar.

    -La cena será servida en media hora, señores.-Les dijo, dejándoles pasar.-Todos tienen el baño listo para poder lavarse y prepararse.

    Aquello sonó tan bien que alguno tuvo un escalofrío de placer. Agua caliente limpiando heridas y suciedad después de un largo día era todo lo que podían pedir antes de llenar sus estómagos con deliciosa y caliente comida.

    Cada uno se dirigió a sus habitaciones, donde una baño perfumado y caliente les esperaba, y agradecidos se dejaron zambullir en las bañeras, donde pudieron relajar sus músculos y limpiarse la suciedad de todo aquel increíble día. Media hora después, todos se encontraron de nuevo en el gran comedor donde se habían conocido la noche anterior y se dispusieron a cenar con ganas mientras escuchaban lo que sus maestros tenían que decirles sobre lo que habían podido apreciar del día.

    Aquella noche el banquete no eran tan increíble y repleto de delicias como la noche anterior, pero sí que podían elegir entre venado asado y puré de patata y zanahorias o pescado al horno con salsa verde y verduras cocidas al vapor, más el menú vegetariano para Alwyn, ya que los elfos no comían carne.

    El saludo fue escueto, pues todos estaban hambrientos, y pasaron unos minutos en los que se dedicaron a comer y ganar energía antes de que los maestros empezaran con las deliberaciones.

    Pronto surgieron conversaciones sobre lo rica que estaba la comida, o que noche más tranquila habían tenido, pequeñas anécdotas de lugares donde hacían buena comida. La que más tenía era Freya, que era una sibarita de la comida gourmet. Les recomendó decenas de sitios en diferentes partes desde un lado a otro del continente.

    -Bueno,-rompió el hielo sir Archibald, limpiándose la boca con una servilleta-el día ha ido estupendamente bien, espero que seáis de mi opinión.

    Los jóvenes elegidos sonrieron entre ellos y asintieron con ganas, ellos mismos se sentían muy orgullosos de cómo habían actuado.

    -Empezaremos con lo cosas malas…

    -A mejorar.-Le corrigió Jacal.

    -No os vamos a mentir, lo habéis hecho honestamente bien, pero, evidentemente, hay ciertos aspectos que deben mejorar en cuanto al equipo que tenéis que formar.-Les dijo Alwyn, con una sonrisa.

    Los sirvientes sirvieron el postre, tarta de chocolate con nueces y mousse de vainilla con canela.

    -¿Puedo decir algo antes de que continuéis?-Preguntó Freya, levantándose de la mesa y sorprendiendo a todos. Alwyn asintió. Nico y Erial no entendían qué ocurría.-En cuanto a mi comportamiento, quiero pedirle perdón a Nico y a Erial, no he estado muy fina y… bueno, igual no he hecho que el equipo fluyera al principio del día. Yo… no controlo demasiado bien mi elemento cuando las emociones me desbordan… ¡pero prometo aprender a controlarlo y a hacerme más fuerte! Y lucharé con vosotros y por vosotros.

    -Tranquila, Freya, hemos sabido superarlo juntos.-Le dijo Nico con una radiante sonrisa.

    -Exacto, y creo que hacemos muy buen equipo, aprenderemos a compenetrarnos juntos.-Le dijo Erial, guiñándole un ojo.

    Freya les miró con infinita alegría, agradecida de tener unos compañeros como ellos dos. Se volvió a sentar, después de decirles lo maravillosos que eran y darles las gracias y empezó a engullir un trozo de cada postre y beber zumo.

    -Bien, ahora que veo que entre vosotros las cosas empiezan a ir mejor, me saltaré la parte en la que os he visto desconfiar de vuestros compañeros. Es muy importante confiar a ciegas en ellos, pues debéis apoyaros entre vosotros. Cada uno de vosotros cuida la espalda del otro, no lo olvidéis. Trabajo en equipo.-Dijo Jacal.

    -En cuanto a vuestras habilidades… no tuvisteis problemas en encontrar agua y comida, y usasteis una buena estrategia teniendo el mar a vuestras espaldas hasta que el demonio apareció en escena y chafó la prueba.-Dijo sir Archibald.-Pero no deberíais depender tanto de vuestros poderes, tenéis que fundiros en uno con el medio. Y eso será lo primero que yo os enseñe.

    Los chicos escuchaban a sus maestros con las orejas bien abiertas, apuntando mentalmente todo en lo que debían aprender.

    -La única que luchó cuerpo a cuerpo, si eso podemos llamar a la furia con la que nos atacó Freya con sus manos desnudas…

    -Estaban ardiendo…-Apuntó Freya, con una sonrisa nerviosa.

    -…el resto simplemente usó su elemento.-Continuó Jacal, pasando por alto la interrupción de Freya.-Entendemos que no tenéis ningún tipo de entrenamiento cuerpo a cuerpo y eso se tiene que acabar. Cuando empecéis vuestra misión deberéis pasar desapercibidos, y tres jóvenes que tienen el poder de los elementos son objetivos muy fáciles para vuestros enemigos. ¿O no recordáis que la Iglesia de Santa Claudia quiere abrir el Portal que vosotros debéis destruir?

    Los muchachos se quedaron en silencio, puesto que Jacal tenía razón, debían aprender mucho más de lo que esperaban. Para eso estaban allí, así que no se desanimaron, al contrario, tenían todavía más ánimos y energía para superar aquello.

    Era el turno de Alwyn, que les observó durante unos segundos antes de comenzar con su veredicto.

    -Lo hicisteis muy bien cuando atacasteis juntos, uniendo vuestras fuerzas. El poder de los elementos fluye con ímpetu entre vosotros, veo mucho potencial en vosotros. Vuestros ataques hicieron su trabajo, Archie aún tiene la quemadura de Freya…

    -Sí…-Se quejó sir Archibald, haciendo una mueca y tocándose el hombro.

    -…pero solo vi ataques defensivos, muy poca acción ofensiva. Entiendo que no tenéis mucho manejo de él, y que dependiendo del elemento puede ser más ofensivo o defensivo. Entrenaré con cada uno de vosotros, pero una cosa debéis tener clara: el fuego es lo más ofensivo que hay, como comprobamos, y el agua es defensivo. Tanto la tierra como el viento pueden jugar a dos bandas. Enseñaré a Nico a atacar, pero dependerá siempre de vosotros para hacer más daño, y vosotros tendréis que protegerle para que ella pueda protegeros a todos, ¿queda claro? Hoy le han herido porque dejó su espalda al descubierto por ayudaros… eso no puede volver a pasar, sois un equipo, siempre os debéis guardar las espaldas.

    -No volverán a herir a Nico.-Dijo Erial con decisión.-Le protegeré con mi vida si hace falta.

    -Y yo también.-Lo apoyó Freya.

    Nico los miró con admiración, sonrojándose por ser la protagonista de aquella promesa. Estaba segura de que los tres mejorarían y se harían muy poderosos estando juntos, y que aprenderían entre ellos lo que era el valor de una amistad que podía romper barreras.

    Acabaron el postre y se levantaron de la mesa, la cual se llenó de sirvientes prestos a recoger los platos sucios y la comida que había sobrado. Sir Archibald se despidió, pues aún sentía molestias en sus heridas y quería descansar para estar recuperado la mañana siguiente. Jacal se acercó a Freya, y le pasó un brazo por los hombros.

    -Ah, muchacha, ese fuego tuyo vale oro… si vieras lo que lloraba Archi cuando le diste… la próxima vez apunta al culo.

    -¡Eso está hecho!-Y ambos saltaron en carcajadas, bajo la reprobadora mirada de Alwyn, que no pudo evitar sonreír contagiada de su humor.

    Nico esperaba a Freya cuando Erial se acercó a ella.

    -Nico, esto… ¿te apetece dar un paseo por los jardines?-Preguntó, carraspeando y mirando un punto fijo en el techo.

    Nico se sorprendió.

    -Yo… claro… hace una noche muy bonita. ¿Avisamos a Freya?

    -Yo… bueno… si te apetece…

    Freya estaba bromeando con Jacal, que parecía que había hecho buenas migas con él, y creía que tenían pensado beber y jugar a las cartas en la habitación de Alwyn.

    -Te aviso… esta hechicera hace trampas.-Le susurraba Jacal a Freya al oído.

    Freya miró a Alwyn, que miraba hacia a otro lado haciéndose la disimulada, y se giró justo a tiempo de ver a Nico.

    -Ey, Nico.-Le saludó con una radiante sonrisa.

    -¿Vienes a dar un paseo por los jardines con Erial y conmigo?

    Freya le miró sorprendida y luego pasó su mirada verde a Erial que parecía refunfuñar y patear algo en la moqueta. No pudo evitar sonreír, acarició la mejilla de Nico, y le apremió a ir con Erial.

    -Otro día, voy a beber con Jacal y Alwyn.

    -Oh, ¡pasadlo bien!

    -Igualmente, pillines.-Y le guiñó un ojo, haciendo que Nico se sonrojara.


    Era una noche preciosa, las estrellas brillaban con intensidad, y los olores de todas aquellas flores se mezclaban dándole al ambiente un toque dulzón y agradable. Erial caminaba en silencio junto a Nico, que observaba la belleza del jardín con una sonrisa en sus rosados labios. Estaba muy nervioso, y no sabía exactamente por qué, pero cuando estaba a solas con Nico le ocurría. Le parecía una joven muy hermosa, y era tan tierna que daban ganas de guardarla bajo llave para que nadie le corrompiera jamás. En aquella ocasión llevaba la cabellera morada suelta, y un vestido de manga francesa de color granate. Erial tragó saliva, pues aquel vestido se amoldaba a sus curvas sensualmente.

    -Me encanta esta fuente, es preciosa.-Dijo Nico, rompiendo el silencio entre ellos.

    Erial asintió, sin saber muy bien que decir. Se sentaron en un banco, bajo un gran manzano en flor y observaron las estrellas.

    -Que pena que Freya se esté perdiendo esta belleza.

    -Sí…- ¿Por qué le molestaba que la chica hablara de Freya? Eran amigas, ¿no? ¿Acaso no eran todos amigos? Suspiró.-Esta noche estás muy guapa… espero que la herida de la espalda no te duela demasiado.-Se apresuró a añadir, para quitarle hierro al asunto. Lo había soltado sin pensar, y sonrojado y nervioso como estaba, clavó su mirada azul en la fuente, tragando saliva.

    Nico le miró sorprendido, y se sonrojó.

    -Yo… sí, estoy mucho mejor, gracias. Alwyn vino antes de la cena y me curó, no me va a quedar cicatriz.

    -Me alegro mucho.

    Nico le miró, parecía estar un poco nervioso, algo inusual en él.

    -Lo que has dicho durante la cena… lo de que me vas a proteger con tu vida… No quiero que nadie salga herido por protegerme.

    Erial se giró a mirarle.

    -Me haré fuerte para que no tengáis que estar pendientes de mí.

    -Queremos hacerlo, Nico.-Erial le cogió de la mano, sorprendiendo a la chica.-Tanto Freya como yo no pensamos que seas débil, al contrario, estoy segura de que ella cree como yo que eres más fuerte que nosotros.

    -¿Tu crees?

    -Lo sé… tu nos protegerás a todos. Yo… he hablado con Alwyn también, cuando curas a alguien pierdes energía y… la tierra puede darte esa energía. Si me dejas, yo puedo llenarte de energía…

    Después de decir aquellas palabras enrojeció y soltó la mano de la sorprendida chica, levantándose del banco. ¿Pero qué le pasaba aquella noche? Cogió aire, pues le costaba respirar de lo nervioso que estaba.

    -Erial…

    Se giró hacia Nico y ésta le abrazó con fuerza, dejándole sin respiración ni palabras.

    Aquello dejó a Erial desencajado, pero no dudó en estrecharle con fuerza entre sus brazos, empapándose de su aroma y acariciándole el pelo, atesorando aquel momento como si fuera el último de su vida. Su corazón latía con tanta fuerza, desbocado, que parecía que iba a salírsele del pecho. ¿Nico podría oírlo?

    -Gracias…

    Erial sonrió con ternura, aquella chica le gustaba realmente, como ninguna otra chica de su pueblo le había gustado. Y no se arrepentiría nunca de estar allí para ella.


    Freya les observaba desde detrás de un gran seto repleto de deliciosas bayas.

    -¿Esos dos están liados?-Preguntó Jacal, que se comía algunas bayas que había cogido y las compartía con Alwyn, que miraba a la pareja abrazada con infinita ternura.

    Freya alzó una ceja,

    -¿Lo estáis vosotros dos?-Preguntó mordaz, a la pareja, que siempre estaba muy junta.

    Los dos se miraron y Alwyn se encogió de hombros.

    -¿No íbamos a jugar a las cartas?

    -Ayer desplumaste a Archi y hoy quieres desplumarme a mí, mujer, y yo no quiero perder mi dinero… me gusta mi monedero pesado y lleno.

    Freya volvió la vista hacia Erial y Nico, que volvían de nuevo al gran caserón.

    -¿Y si lo dejamos para mañana? Ha sido un día muy largo… y deberíamos descansar.-Se apresuró a decir Freya.

    -Dijo alguien que no quiere perder su dinero.-Comentó Jacal, mirando a Alwyn.

    -¿Creías que tenía dinero?-Preguntó Freya, divertida.-Iba a pedirte un préstamo…

    Jacal le fulminó con la mirada.

    -Entre amigos es mejor no dejarse dinero…

    -Pues como maestro y aprendiz.-Señaló Freya, haciendo reír a Alwyn.

    Jacal las miró negando con la cabeza y volvieron al caserón.


    Nico llegó a la puerta de su habitación seguida de su acompañante y le miró. Había estado callado durante el final del paseo, inquietando un poco a la chica, que no entendía su comportamiento.

    -Gracias por el paseo, tenemos mucha suerte de que el Conde Makarov nos haya dejado quedarnos en esta casa con unos jardines tan preciosos, ¿verdad?

    Erial asintió, Nico abrió la puerta de su habitación y le sonrió.

    -Buenas noches.

    -Que descanses.

    Nico cerró la puerta tras de sí y Erial se quedó plantado en el pasillo frente a su puerta. Con un suspiro se giró y comenzó el camino hacia su propia habitación. Pensativo, esperó llegar cuanto antes y acostarse. ¿Qué pensaba que pasaría invitándole a dar un paseo? ¿Que caería rendida a sus brazos? No iba a tener tanta suerte. Estaba seguro de que ella solo le veía como un amigo.

    Giró por el pasillo que le llevaría hacia su habitación, cada uno de ellos estaba en un lado de la casa para tener intimidad, y se encontró a Freya apoyada en la pared, con los brazos cruzados y una sonrisa pícara, mirándole. Parecía que le había estado esperando.

    -Buenas noches.-Le saludó, haciéndole una seña con la mano.

    Erial frunció el ceñó.

    -Buenas noches.-Contestó, y siguió caminando.

    -¿Qué tal el paseíto?-Preguntó Freya.

    Erial paró de caminar, pero no se giró a mirarle, algo sonrojado. ¿Sospecharía algo la pelirroja? No podía ser… siempre había sido muy reservado en cuanto a sus sentimientos.

    -Bien…

    -Hoy Nico estaba realmente hermosa con ese vestido, ¿no te parece?

    El tono de Freya le molestó y se giró hacia ella y le miró. Freya le sonreía de una manera diferente.

    -¿Te gusta mucho Nico?-Le preguntó, con una sonrisa socarrona en el rostro.

    -¿Y a ti que te importa?-Preguntó, con un tono más alto del debido.

    -Somos compañeros, estas cosas se notan. Aunque tranquilo, ella no se ha enterado de que estás pretendiéndole. Es así de inocente.

    Erial se sonrojó.

    -Yo no estoy haciendo nada de eso…

    -¿Ah, no? ¿Entonces podría invitarle a salir y a ti te daría igual?

    -¿Te gustan las chicas?

    Freya se encogió de hombros.

    -¿Te importa realmente eso?

    -Haz lo que tengas que hacer.-Contestó Erial, apretando la mandíbula.-A mí me da igual…

    -Oh, vaya, que poca determinación en cuanto a luchar por amor.

    Freya pasó junto a él y le pegó con el hombro al pasar.

    -Buenas noches, rival.-Le dijo, y soltó una carcajada.

    Erial esperó a que Freya desapareciera para comenzar de nuevo a caminar y se dirigió a su habitación más deprisa, muy inquieto ante las palabras de su compañera.


    La mañana estaba bien entrada cuando Freya bajó a desayunar, encontrándose a Erial terminando de desayunar, que ni le miró al entrar en el gran comedor. Por suerte, ya habían entregado la ropa de entrenamiento, que era muy parecido al traje de combate mago. Pantalones holgados, botas militares y chaleco sin mangas y capucha. Sus ropas de gala aún no estaban listas, pero no tardarían en llegar para la fiesta que daba el Conde en su honor.

    -¡Buenos días!-Le saludó Freya, sentándose junto a Erial.- ¿Qué planes de cortejo tienes para hoy?

    Erial bebió de su café y gruñó, sin contestar.

    -Vamos… yo había pensado que podrías invitarle a dar un paseo por el pueblo, igual puedes comprarle unas flores… ¡No, espera! ¿Y si creas unas flores muy bonitas?

    Erial iba a contestarle de un modo grosero cuando Nico y Alwyn entraron en el salón. Las dos estaban sudadas de su entrenamiento, que había empezado bien temprano, y hambrientas.

    -¿Qué tal el entrenamiento?-Preguntó.

    -¡Muy bien!-Respondió Nico, muy contenta del entreno junto a la elfa.-Freya, Jacal te está esperando en el campo de entrenamiento, y a ti sir Archibald en el bosque, Erial.

    -Sin comer no voy a ningún lado.-Y Freya empezó a devorar el desayuno con ganas.

    Erial se levantó y se despidió de las mujeres para ir hacia su entrenamiento.

    Los entrenamientos, para que fueran el doble de fructíferos y rápidos, se hacían en tres salas donde el tiempo se detenía, Las Salas del Tiempo. Alwyn tenía preparadas pociones mágicas para que no hubiera desgaste mágico ni energía dentro de aquella sala y lo que era una hora de entrenamiento, en realidad consistía en doce horas de duro entrenamiento con sus maestros.

    Así, en dos días de largos y duros entrenamientos, los jóvenes elegidos habían aprendido el manejo de las tres armas: espada, arco y lanza. Cada uno se decantaba más por una que por otra. Erial era muy bueno con la alabarda y el arco, sin embargo, el manejo de la espada le parecía rudo y demasiado cercano al enemigo. Freya tenía problemas de puntería, pero adoraba la espada y el hacha, que le acercaba a sus enemigos y podía usar su fuerza cuerpo a cuerpo. Nico había probado todas las armas y se había decantado por un báculo como Alwyn, ya que le permitía saltar y apoyarse en él a la hora de atacar, dándole la fuerza que le faltaba.

    En cuanto a sus talentos mágicos, Erial había aprendido formas tanto ofensivas y defensivas con Alwyn, y era capaz de sublevar a los árboles para que se retorcieran y se moviera a su antojo. Nico había aprendido a llamar al agua desde una cantimplora que le había regalado Alwyn, así, aunque no hubiera agua, siempre la llevaría con ella. Ahora, sus muros aguantaban el doble de fuerza y su energía había crecido. Sin embargo, Freya seguía teniendo problemas para controlarse, Alwyn no cejaba en presionarle para que no se dejase llevar, y en dos ocasiones había tenido que mitigar las llamas de la explosión de la chica. Por suerte, Jacal había conseguido que la lucha cuerpo a cuerpo le ayudase a no dejarse llevar por su ira.

    Sir Archibald se lo pasaba en grande con ellos, aunque no era recíproco, ya que los muchachos no sabían exactamente qué les pedía su maestro. Freya había aprendido a hacer fuego sin usar sus llamas, aunque no era algo que fuera muy difícil si se tenía pedernal. Erial era muy bueno encontrando rastros entre el suelo del camino, y se le daba muy bien rastrear animales en el bosque. Nico había montado el mejor campamento de los tres, asombrando a su maestro.

    Así, los elegidos habían mejorado muy rápido en muy poco tiempo y se sentían muy bien con ellos mismos. Sus maestros estaban sorprendidos de su avance, y los animaban a continuar mejorando. Los talentos de Erial y Nico progresaban muy deprisa, no tanto el de Freya, que pese a los esfuerzos de Alwyn, seguía frustrada, aunque ya empezaba a controlarse un poco gracias a Nico, que le ayudaba en sus ratos libres por las tardes. Erial se había percatado de esto y las observaba desde la sombra de un árbol leyendo un libro.

    Habían pasado cuatro días desde su prueba y al día siguiente tenían la cena de gala que el Conde Makarov daba en su honor. Tenían muchas ganas de ir, incluso el Hermano Mathew se había pasado a saludarles y a beber. El joven monje de rizos rubios había sido una gran compañía para todos, que parecían agradecidos de tener a alguien nuevo por allí.

    -¡Ya veréis la que tiene montada el señor Conde!-Les estaba contando.-Sus fiestas son comentadas durante meses, ¡y viene gente noble de cada rincón del continente!

    -¿Y la comida?-Preguntó Freya, emocionada.- ¿Cómo es la comida?

    -¿Que cómo es la comida? Ah, mi joven amiga Freya, mis palabras no pueden describir tremendos manjares y delicias, ¡ya estoy salivando solo de pensarlo!

    Aquella tarde, Jacal les había pedido a los tres que acudieran a la Sala del Tiempo, donde les esperaba afilando una de sus espadas.

    -Buenas tardes, muchachos.-Les saludó, moviendo la brillante hoja por la rueda de afilar hasta que estuvo lo suficientemente afilada.-Hoy vais a entrenar los tres juntos. Quiero mediros. Cada uno usara el arma que más le gusta, y lucharemos por parejas. Nico vendrá conmigo y nos enfrentaremos a Erial y Nico. Esta vez no usaremos espadas de madera.-Y le lanzó la espada recién afilada a Freya.

    Freya la cogió por la empuñadura y la estudió. Era un poco pesada, y la empuñadura estaba equilibrada y era algo grande para su mano.

    -Alwyn estará pendiente por si alguno hiere sin querer al otro, pero por eso no os preocupéis, quiero que os pongáis en serio con esto.

    Freya se acercó a Erial y le sonrió.

    -Compañeros en la guerra, enemigos en el amor… Qué poético.

    -Oh, cállate… me das dolor de cabeza.

    Freya soltó una carcajada.

    -Déjame a mí al viejo, tu cuida de que Nico no se haga mucho daño contra ti o te pateo el trasero.

    Erial asintió y cogió una de las alabardas, al igual que Nico agarraba el báculo con las dos manos.

    -¡Buena suerte, chicos!-Les dijo, con una radiante sonrisa.

    Y así comenzó el enfrentamiento.

    Freya era muy rápida, pero Jacal lo era todavía más. Es lo que tenían los años de entrenamiento y perfeccionamiento de su propia técnica. El hombretón paró cada ataque de la muchacha del fuego, con fáciles fintas y sonriéndole en cada momento, divertido por las muecas de Freya. Aquello molestaba a la chica, pues sabía que no lo estaba dando todo.

    Erial y Nico daban vueltas a su alrededor, estudiándose. Nico agarraba el báculo con una mano, dejando la otra libre, al igual que Erial. El muchacho se sorprendió cuando Nico atacó primero, y lo paró de refilón, impresionado por la rapidez de la muchacha. Esta le fintó a la izquierda y cambió el báculo a la otra mano para atacarle por la derecha. Erial saltó justo a tiempo de que el báculo impactara en su hombro.

    Nico le sonreía, y supo que aquel era el momento de impresionar a la chica con sus lecciones, le devolvió la sonrisa y atacó con todas sus fuerzas.

    Aquel enfrentamiento estaba muy reñido, pero ya tenía ganador desde el principio. Freya no pudo vencer a su maestro, o al menos, no sin la ayuda del fuego que Alwyn no le dejaba utilizar en aquella ocasión, ya que era una prueba física y Jacal le derrotó al desarmarle y apuntarle con su hoja en el corazón.

    En cuanto a Nico y Erial…

    -¡Te vencí!-Exclamó Nico, que había hecho trastabillar a Erial y le apuntaba con el báculo a la garganta.

    Freya se giró sorprendida.

    -¿En serio?-Preguntó, fulminando con la mirada a Erial.- ¿En serio, Casanova?

    Erial se sonrojó, y aceptó la mano que Nico le daba para levantarse. Nunca admitiría que se había quedado embelesado del rostro de concentración de Nico, de aquellos mechones que se le escapaban del moño y le caían por el rostro. Y que su propia estupidez le había hecho caer.

    -Ha sido una pelea justa.-Mintió.

    -Viejo, la próxima vez yo voy contigo.-Dijo Freya a Jacal.-No es justo…

    Jacal le sonrió.

    -Todos lo habéis hecho muy bien, se nota que habéis mejorado mucho en este tiempo que llevamos juntos, y esto me alegra, al igual que a mis compañeros.


    Una vez pudieron bañarse para quitarse el sudor y el polvo, decidieron quedar los tres en la biblioteca para pasar un rato juntos. Freya y Nico llegaron juntas y encontraron a Erial sentado en uno de los sofás leyendo un libro, lo cerró cuando se acercaron a él.

    -¿Qué estabas leyendo?-Le preguntó Nico, curiosa, se sentó junto a él y ojeó el montón de libros que había apilado Erial en la mesa.

    -Un libro sobre los Elementos. Creía que igual podría encontrar algo sobre el viento, pero… la verdad es que es muy difícil encontrar algo que hable de los cuatro juntos.

    -Estos libros parecen muy viejos.-Dijo Freya, haciendo una mueca y ojeando un tomo de color verde.

    -Ten cuidado con ellos, son muy valiosos-Le riñó, arrebatándole el tomo.-El hermano Mathew me ha estado comentando que tienen algunas sospechas de donde podría estar escondido…

    -¿Se sabe si es una chica o un chico?-Preguntó Nico.

    -Igual es un rubiazo musculoso o una morenaza pechugona, cualquiera de las dos me vale.-Y Freya le guiñó un ojo a Nico..

    La chica soltó una risita y Erial alzó una ceja, nada impresionado por sus comentarios. Observó a Freya como miraba los libros con muy poco interés. Sentía curiosidad por ella, pues no sabían demasiado de su historia como Nico o él si habían contado. ¿Cuál sería?

    -Sea como sea, tenemos que encontrarlo, si no, la misión a la que estábamos destinados durante tantos años se irá a la porra… Y no me apetece estropearlo en la primera misión, ¿verdad?

    -Tienes razón… aunque es la primera y única misión.-Dijo Nico, con una sonrisa forzada.-No se sabe lo que hay después de ella.

    -Pues lo averiguaremos, eso dadlo por hecho.-Les prometió Freya.

    Los tres se sentaron a la mesa donde Erial había apilado los libros y se dijeron que encontrarían algo para encontrar a su compañero perdido.

    Y su compañero perdido, más que perdido, estaba encarcelado en una alta torre a la espera de una promesa de liberación y practicando con sus poderes para mejorar, ya que sabía que debería usarlos.

    Ninguno de ellos sabía que, muy lejos de allí, en una pequeña iglesia oscura y fría, bajo el altar de Santa Claudia, varios monjes rezaban a su Mártir con devoción y preparaban un plan para liquidarles, pues no quería que El Portal de las Estrellas fuera destruido. La puerta de la pequeña capilla se abrió, iluminando la estancia, y todos se giraron hacia allá.

    Un joven caballero se hizo paso hasta el altar y se arrodilló ante éste, devoto.

    -Llegas tarde.-Dijo uno de los monjes encapuchados, arrodillado también ante el altar, sin dejar de mirar la estatua de su santa.

    El joven caballero juntó las palmas y le miró. Era alto, de cabello castaño y rizado, y sus ojos eran del color de la miel. Iba bien vestido, como un alto noble, y engalanado con joyas y diamantes.

    -He venido cuando he podido.-Dijo, mirando de nuevo el altar de la bella mártir.-Mañana es la cena de gala de Makarov, será cuando ataquemos y nos libremos de esos niños.

    -Como debe ser, nadie debe destruir el Portal, debemos abrirlo por Santa Claudia, y así podremos entrar en el mundo de los demonios.

    El joven caballero asintió. Por fin podría entrar en aquel mundo, después de tanto tiempo intentándolo.

    -¿Esta todo preparado para mañana?-Preguntó otro de los monjes.- ¿Llegaron los mercenarios a Titania?

    -Esta misma mañana, esperan mis órdenes.

    -Perfecto, entonces no hay nada más que hablar. Que Santa Claudia te guíe y te cuide en esta misión.

    -Amén.
     
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    Capítulo 4: La Cena de Gala.


    -Concéntrate, Freya.-Le repetía Alwyn a la muchacha una y otra vez durante el entrenamiento de aquella mañana.

    La chica sacudió la cabeza, algo distraída. Estaba sentada en una mesa de picnic de madera, en medio de un tranquilo y hermoso bosque que Alwyn había hechizado dentro de la Sala del Tiempo. Delante de ella tenía tres velas con la mecha apagada y las miraba fijamente.

    -Si no eres capaz de encender las de los lados, volveremos a la meditación.

    -¡No, más meditación no, por favor! Dame un segundo… solo necesito concentrarme.-Le suplicó, quitándose el sudor de la frente. Estaba acalorada y agotada de pensar en esas velas.

    -Piensa que algo tan pequeño podría salvarles la vida a tus compañeros. ¿No quieres hacerte fuerte para ayudarles?-La chica asintió, apretando los dientes.-Entonces ya sabes lo que tienes que hacer.

    Alwyn se sentó enfrente de ella y le miró, aburrida.

    Llevaban dos horas con aquel ejercicio, y no era la primera tanda de velas. En el suelo había varias derretidas por la potencia del fuego de Freya. La chica se mordió el labio hasta hacerse sangre, mirando las velas que quería encender. Si la vida de sus compañeros dependiera de aquel ejercicio, estaban jodidos.

    ¿Por qué tenía que ser tan inútil?

    Era la única rezagada en las lecciones con Alwyn, y aunque había querido sacar ventaja con Jacal o sir Archibal, lo más importante era el trabajo que desempeñaba con la elfa. Gracias a ella debía aprender a controlar y usar su poder sin hacer daño a sus seres queridos, podría controlarse y tener una vida medianamente normal, teniendo en cuenta que era uno de los elegidos de los elementos. Sus compañeros controlaban perfectamente su poder y mejoraban día a día haciéndose más fuerte. Alwyn era la única que podía ayudarle a controlar la potencia del fuego que vivía en ella. Ese fuego maldito que le había destrozado la vida tantas veces…

    -Te estás descontrolando.

    Freya pegó un brinco, no se había dado cuenta de que su temperatura había subido y estaba alterada. Respiró profundamente e hizo los ejercicios mentales que Alwyn le había enseñado para relajarse.

    -No, estoy bien…

    -No es lo que me dice tu energía, ¿en qué estás pensando?-Aquella pregunta que nunca había tenido respuesta en sus conversaciones.

    Freya desvió la mirada, lamiéndose la herida que se había hecho en el labio. En aquellos días Alwyn había intentado conectar con ella en lo personal, pero se había cerrado en banda, sin dejarle entrar como sí habían hecho Nico y Erial. No podía dejar entrar a nadie, si no, los perdería a todos. El secreto que tenía a sus espaldas era terrible y asustaría a aquellos a los que había empezado a querer.

    Alwyn suspiró.

    -Freya, necesito saber qué hace que te pongas así, sin ello no puedo ayudarte a…

    -¡Es mi vida! ¿vale? Es la que hace que me ponga así y… ¡Joder, putas velas!

    Y las tres velas explotaron a arder hasta que solo eran cera caliente.

    -¡Mierda!

    Alwyn bufó, algo molesta.

    -Freya, no desperdicies mis esfuerzos así, si no quieres mejorar no sé qué estás haciendo aquí.-Freya desvió la mirada y puso tres nuevas velas de las bolsa que le había dado Alwyn, sin darse por vencida.-Empecemos de nuevo, enciende la de en medio.

    Freya tragó saliva, encender solo una vela había sido muchísimo más fácil que encender dos, pero consistía un esfuerzo enorme igualmente. Al cabo de unos minutos la vela se prendió. La chica sonrió, contenta.

    Alwyn sopló la vela y le miró.

    -Ya sabes que tienes que hacer ahora.-Le dijo, sin mucho interés, mirándose las uñas despreocupadamente.

    Freya asintió.

    Podía hacerlo, solo tenía que concentrar las llamas y usarlas. Miró fijamente las velas, primero la del lado izquierdo y luego la del lado derecho. Eran idénticas, blancas, del mismo tamaño y con la mecha del mismo color oscuro. Pensó en que podría hacerlo, nada la detenía, solo la de los lados y nada más. Y así ocurrió, las velas se encendieron con un chisporroteo dejando la del centro apagada.

    Con una sonrisa en los labios miró a Alwyn que le devolvió la sonrisa.

    -Fantástico, podemos pasar al siguiente ejercicio.-Y puso otras dos velas en la mesa.-Ahora enciende las tres velas centrales.-Y pagó las velas con un soplido.

    -¿Qué?

    -Continúa vas muy bien.

    Freya suspiró, pero se concentró de nuevo en las velas.



    Aquella mañana hacía mucho calor, y después de un entrenamiento físico cualquiera no quería un buen baño de agua fría. Y a eso se dirigía Erial hasta que se topó con Nico saliendo de la Sala del Tiempo contigua a la suya.

    -¡Hola!-Lo saludó la chica, con una radiante sonrisa.- ¿Qué tal el entrenamiento?

    Erial se fijo en que Nico estaba herida, tenía dos marcas en la mano y rastros de sangre.

    -¿Estás herida?

    Nico se encogió de hombros avergonzada, escondiendo la mano detrás de su espalda.

    -No es nada…

    Sir Archibald salió detrás de ella con un frasquito con un líquido de color morado en su interior.

    -No tardes mucho en beber el antídoto.-Le dijo, poniéndole la mano en la cabeza de modo amistoso.-Los has hecho muy bien.

    -Pero aun así me ha mordido…-Destapó el frasquito y se tomó el contenido haciendo una mueca por su amargo sabor.-Uh, que malo está.

    -¿Qué ha ocurrido?-Preguntó Erial, muy preocupado por el estado de su amiga.

    Sir Archibald reparó entonces en el muchacho pelinaranja y le sonrió.

    -Ah, Erial, una serpiente de cascabel mordió a Nico durante el entrenamiento. Por suerte siempre tengo antídotos de los animales venenosos del lugar. Creía que Alwyn no podía transportar animales con sus hechizos y bajamos la guardia.

    Erial le cogió la mano a Nico y observó los dos aguijonazos enrojecidos de sus manos. La muchacha hizo una mueca de dolor, y justo cuando fue a retirar la mano, una luz verde salió de las manos de Erial y le sanó las heridas. Nico se sorprendió y miró a Erial, que permanecía con los ojos cerrados durante el transcurso. Tras unos instantes, Erial abrió los ojos, algo adormecido y miró a Nico.

    -Interesante.-Dijo sir Archibald, examinando la herida de Nico con ambas manos.

    Nico no dejaba de mirar a Erial, preocupada.

    -¿Qué?-Erial se sentía muy mareado. ¿De qué estaban hablando? No podía recordarlo y tenía muchas ganas de tumbarse a descansar. Dio un paso atrás y trastrabilló.

    Sir Archibald se apresuró a cogerlo antes de que acabara por desplomarse, alterando a Nico y lo tumbó en el césped.

    -¡Erial!-Exclamó Nico muy preocupada, acariciándole la fría mejilla.- ¡Está helado!

    Sir Archibald le tomó el pulso y tras hacer una mueca buscó entre su bandolera llena de frascos hasta que encontró uno de color amarillo, lo destapó y se lo dio a beber a Erial, que por suerte lo aceptó.

    -¿Se va a poner bien?-Le preguntó Nico con nerviosismo, sin dejar de mirar a Erial.

    Sir Archibald volvió a tomar el pulso al muchacho y asintió.

    -No tardará en despertar…

    Y así fue, Erial abrió los ojos muy despacio, se relamió los labios secos y trató de incorporarse, pero no le dejaron. Sentía un sabor dulzón en la boca, y unas ganas enormes de comer algo dulce y rico. La cabeza le daba vueltas, pero reconoció la melena morada de Nico y se concentró en ella.

    -¿Qué… ha pasado?-El muchacho se llevó una mano a la cabeza, desconcertado. Se dio cuenta de que estaba tumbado en el césped, que le acariciaba la piel de los brazos cosquilleándole y devolviéndole la energía perdida. Sir Archibald observó el proceso, estudiándole con la mirada, muy interesado. Aquello le encantaría a la elfa.

    Nico le sonrió, acariciándole la mejilla y apartándole unos mechones de la frente.

    -Te has desmayado, Erial,-le dijo-me has curado la herida de la serpiente y creo que has usado demasiado energía.

    Erial se frustró, se suponía que podría aguantar eso y mucho más para cuidar de Nico y Freya. Y al final, parecía que serían ellas las que lo harían. Nico le cogió la mano para animarle, y él le medio sonrió, dejando de estar molesto por aquello.

    -Descansa el resto del día, muchacho, esta noche tienes que estar descansado para la Cena de Gala.

    Erial asintió, aceptó la mano de sir Archibald para levantarse y Nico le acompañó a su habitación.

    -Siento… haberme desmayado.

    -No lo sientas, Erial, me has curado la herida… ¡muchas gracias!-Y Nico le besó en la mejilla, sorprendiendo al chico.-Esta noche lo pasaremos en grande, ya lo verás.-Erial sonrió, sonrojado aún por el beso.

    A mitad de camino se toparon con Freya, que ya a la legua parecía malhumorada, y pateaba un arbusto del camino con sarna y lanzaba improperios al viento, creyéndose sola.

    -Mierda, mierda, mierda.

    -¡Hey, Freya!-Le saludó Nico con ganas.

    Freya se giró hacia ellos y les fulminó con su gélida mirada.

    -Oh, la pareja feliz paseando por el campo, qué romántico.-Dijo con sarcasmo.

    -¿Qué te ha hecho ese arbusto para que quieras aniquilarlo?-Preguntó Erial.

    Freya se encogió de hombros y se marchó.

    -¡Freya, espera!-Nico arrastró a Erial, pues iban de la mano.- ¿Qué ocurre?

    -Nada que os importe.-La pelirroja siguió caminando.

    -Esta chica es bipolar…-Susurró Erial.

    -Vamos, Freya… somos tus amigos.-Dijo Nico, sin darse por vencida.- ¿Verdad?

    Freya se detuvo, aun dándoles la espalda. Apretó los dientes y se giró.

    -Lo siento, es un mal día… Alwyn acaba de reñirme por no concentrarme lo suficiente en el entrenamiento.-Les explicó.-Y me he frustrado.

    -¿Necesitas ayuda para calmarte?-Se ofreció Nico, ofreciéndole la mano.

    Erial le apretó la mano por la que estaban unidos, pero la chica ni se inmutó. Freya negó con la cabeza, despreocupadamente, y les sonrió a ambos intentando calmarse y no pagar su frustración con ellos, ya que no tenían la culpa.

    -Esta noche nos vamos a divertir, ¿verdad?-Preguntó, acercándose a ellos y cogiendo la mano que Nico le tendía.

    -Esa es la idea.-Respondió Erial, pensando que aquella chica cambia de humor rápidamente.-Es una fiesta en nuestro honor.

    -¡Claro que sí!-Aprobó Nico con ganas.- ¿Por qué no nos lavamos y pasamos la tarde juntos antes de ir a la fiesta? ¡Me muero de hambre!

    A los tres les pareció una muy buena idea, así que se apresuraron a ir a sus despectivas habitaciones donde tomaron un baño y bajaron a almorzar juntos. Durante el almuerzo, Freya volvió a hacer sus bromas de siempre, e incluso Erial bromeó y se lo pasó en grande. En el momento en el que estaban sirviendo el segundo plato, un mensajero les trajo la ropa de gala, justo a tiempo, para poder vestirse en unas horas. Las subieron a sus respectivas habitaciones y los sirvientes se ofrecieron a ayudarles a vestirse. Los chicos agradecieron la ayuda y aceptaron. Una vez tenían el estómago lleno, se despidieron de los Maestros y los tres juntos salieron del comedor.

    La emoción de la fiesta era palpable en ellos, que contaban las horas que quedaban juntos antes de ésta, pasearon por los jardines comiendo bayas frescas, leyendo algunos libros sobre pasajes del viento en la biblioteca, intentando buscar una pista de su compañero perdido, y quedaron cuando estuvieron vestidos para ver la puesta del sol juntos. Fue una tarde muy buena para los elegidos, que la necesitaban después de aquellos días de entrenamiento que habían tenido.

    La ropa que el Conde Makarov les había hecho hacer era increíble. La calidad era de las mejores, y seguramente más caras, nunca hubieran llevado telas de oriente como aquellas si no hubiera sido por el Conde. Algunos estaban más contentos que otros, puesto que a Freya lo de llevar vestidos no era algo que le agradara demasiado, y Erial sentía que su casaca le apretaba en los hombros.

    Como no, el modista había jugado con el color de los elementos para que los muchachos fueran reconocidos por sus ropas. El vestido de Nico era azul celeste, pomposo y con escote en palabra de honor. Una de las sirvientas le había peinado la cabellera morada en un alto y estirado moño y maquillado sus ojos con reflejos azules a juego con su vestido y llevaba unos pendientes en forma de gota de agua preciosos. Los zapatos eran hermosos, de tacón alto, y aunque no se veían por la largura del vestido estilizaban la figura de la joven. El traje de Erial jugaba con los colores verde y marrón, y llevaba como adorno un árbol en la espalda hecho con fino hilo de oro. Los zapatos, lejos de ser muy formales, eran cómodos y oscuros.

    Fueron los primeros en llegar al campo de entrenamiento donde habían quedado. Erial se quedó prendado de la hermosura que destilaba Nico, que aquella noche estaba tan hermosa como un ángel. La muchacha le sonrió, con sus labios pintados de un tono rosa oscuro.

    -Wow, Erial, estás muy bien…

    Él chico sonrió con modestia.

    -Gracias… tú estás preciosa.

    La muchacha se sonrojó.

    -En cuanto llegue Freya, hay un carruaje esperando por nosotros para llevarnos.

    -¿Y los maestros?

    -Sir Archibal ya está allí, y Alwyn y Jacal irán por su cuenta.

    Erial asintió y se acercó a Nico, con las manos en los bolsillos, sin saber muy bien qué tema sacar durante aquellos minutos que iban a estar solos. La chica miraba el atardecer con una sonrisa, y las luces anaranjadas jugaban con el reflejo de sus ojos.

    Se escucharon pasos a su espalda, y ambos se giraron para saludar a Freya.

    Evidentemente, la muchacha llevaba un vestido que jugaba con el rojo y naranja del fuego, de finos tirantes y generoso escote. Llevaba el cabello suelto, le caía hasta por encima de los hombros, y sus ojos estaban maquillados con reflejos dorados, dándole intensidad a sus ojos verdes. Caminaba titubeante, pues no estaba acostumbrada a usar tacón y sus pendientes eran unas pequeñas llamas de color rojizo claro.

    -Parece que somos de la alta nobleza con estas ropas.-Les saludó con una sonrisa socarrona.-Podría vivir dos años con lo que cuesta este vestido.-Bromeó, guiñándoles un ojo.

    -¡Estás genial, Freya!

    Freya le sonrió y Nico se tiró a sus brazos para abrazarla. Erial tuvo que admitir que la muchacha estaba muy hermosa así vestida. Y así, juntos se apresuraron a coger el carruaje que los llevaría a una nueva aventura. El sol dejó pasó a la luna y ésta les saludó cuando se bajaron del ostentoso carruaje frente al palacete del Conde Makarov. Porque no vivía en un caserón como el que les había prestado, no, vivía en un palacete con su propia muralla y enormes terrenos a su alrededor.

    El Conde de Titania era el heredero del País de Arengo, hijo del rey Primus V, era soltero y no escatimaba en sus fiestas, como comentó el hermano Mathew. Todo el palacete estaba decorado con guirnaldas de color azul, verde y rojo y adornos de los elementos. Había mucha gente que llegaba a la vez que ellos, y en cuanto bajaron del carruaje todos se fijaron en ellos. Evidentemente, no podía pasar desapercibidos vestidos de aquella manera y bajando de uno de los carruajes del Conde.

    Uno de los sirvientes del Conde Makarov se acercó a ellos para escoltarlos hacia la Sala del Gran Banquete. Mientras subían la escalinata, los presentes cuchichearon y los miraban sin ningún pudor. Aquello no les molestó, pero sí que les sorprendió que todos dejaran de hablar entre ellos solo para mirarlos. El pasillo que los llevaba hasta la sala era enorme, de moqueta azul, decorado con cuadros de grandes reyes y condes, armaduras de oro y plata y grandes tapices de grandes victorias arenguesas.

    Al final del pasillo había dos grandes portones abiertos de par en par y dos guardias de armadura azul y con largas y elegantes alabardas se inclinaron ante ellos. El sirviente los dejó ante la entrada y con una inclinación de cabeza se marchó. La música llegó hasta sus oídos, al igual que las voces de los presentes que ya se habían reunido para bailar, comer y beber en honor a aquellos tres jóvenes.

    Un sirviente que anunciaba a los invitados cuando iban llegando les hizo una seña para que se acercaran. Los muchachos se miraron entre ellos, dubitativos, pero al final optaron por acercarse al sirviente con la larga lista en una mano y un báculo en la otra. Dio dos fuertes golpes en el suelo y los anunció con voz fuerte y clara:

    -Lady Nico de Amaranto, Elegia del Agua, Lord Erial de Amora, Elegido de la Tierra y Lady Freya de Arébalo, Elegida del Fuego.

    Los muchachos entraron en la sala, que se había quedado en silencio, incluso la música había dejado de sonar tras su anuncio. Estaban juntos, y juntos iban a pasar por aquello.

    La gente iba tan elegantemente vestida como ellos, con ostentosas y caras joyas, los sirvientes paseaban con bandejas repletas de copas de vino y champán, o canapés de todos los sabores y, a ambos lados de la sala, grandes mesas repletas de aperitivos de todos los lugares conocidos esperaban para ofrecer sus manjares. Al fondo de la gran sala, una cristalera dejaba ver una balconera tan grande como una habitación, y allí dispuesta estaba la orquestra de la ciudad. El ambiente estaba algo caldeado, con olor a comida y caros perfumes, por suerte en los decorados techos había grandes ventiladores que movían el aire y refrescaban un poco.

    En medio de la sala, los chicos buscaron una cara conocida, pero aquellas que los miraban no eran para nada conocidos. Intentaron sonreír a los invitados, pero la gente solo los miraba con curiosidad o sorpresa.

    -¡Mis invitados de honor!

    Aquella voz les sonaba de algo.

    De entre la enjoyada muchedumbre apareció el Conde Makarov, con su melena ondulada suelta y bien peinada. Llevaba el sello real del heredero en el pecho, una gran cruz atravesando un corazón.

    -¡Bienvenidos, amigos míos!

    Los muchachos le sonrieron y le hicieron una pequeña inclinación.

    -Es un honor para nosotros estar aquí, su Gracia.-Le saludó como portavoz Erial.

    El Conde le sonrió con simpatía.

    -El honor es nuestro por tener a los Elegidos aquí con nosotros, y celebraremos la victoria en vuestra misión por adelantado.-Alzó su copa y todos le imitaron.

    Un sirviente se acercó a los muchachos y les sirvieron tres copas de espumoso y dorado champán.

    -Ahora, un brindis por estos intrépidos jóvenes que salvarán al mundo de los demonios que acosan la paz del Hombre Noble.-Y alzó la copa otra vez, al igual que toda la sala y los muchachos con sus bebidas.- ¡Por los Elegidos!-Y todos bebieron.

    Era el primer trago de Nico y las burbujas del champán le hicieron cosquillas en la nariz. Freya apuró la copa con ganas y Erial felicitó porque estaba muy bueno. A un lado vieron a Jacal y Alwyn, vestidos de forma diferente a lo que estaban acostumbrados y apreciaron la belleza de la elfa. Sus maestros alzaron sus copas de nuevo por ellos, y como no, los muchachos se la devolvieron.

    -Voy a ir a por otra, ¿queréis?-Preguntó la pelirroja, lamiéndose los labios.

    La pareja negó con la cabeza y Freya se perdió entre la muchedumbre en busca de un sirviente con la bandeja llena de bebidas al que poder asaltar. La gente seguía mirándolos, pero con un poco de disimulo y conversaba animadamente, otros bailaban y reían y algunos se acercaban a las grandes mesas en busca de algo para comer.

    -Parece que somos monos de feria.-Comentó Erial, algo molesto.

    -Piensa que para ellos somos algo exótico, tenemos poderes que ni un mago podría desear y vamos a ser sus héroes.

    Erial observó como muchos caballeros jóvenes se centraban en Nico y sus curvas y aquello le molestó muchísimo.

    -Lady Nico… ¿le gustaría bailar conmigo?

    Uno de aquellos jóvenes se había envalentonado y se había acercado a ellos. Iba muy bien vestido y le hacía una reverencia a Nico. Portaba en el pecho un escudo noble, que Erial no reconoció.

    La muchacha se sorprendió y miró a Erial.

    -Yo…

    -Hay que ver la de gente que me ha parado para bailar conmigo, son unos pesados.

    Freya apareció empujando al muchacho sin ninguna consideración y con dos copas, una en cada mano. Miró a sus compañeros que intentaban no reírse, y luego miró al muchacho, que le miraba horrorizado por sus formas.

    -¿Os lo podéis creer? ¿Yo? ¿Bailando?-Y soltó una carcajada.-Quizá con tres o cuatro copas más…-Miró al muchacho, que se empeñaba en obtener una respuesta de Nico.-Tú, ¿quieres algo o estás esperando alguna cosa?

    El muchacho abrió la boca para decir algo, pero al final prefirió ahorrárselo y se dio la vuelta con la cabeza bien alta.

    -¿Qué mosca le ha picado?-Preguntó Freya, apurando una de sus copas.

    -Creo que tú.-Dijo Erial.

    -Un plan perfecto.-Y le guiñó el ojo al muchacho, que se sorprendió, sin saber por dónde quería ir la chica. Freya aprovechó que Nico estaba mirando la orquestra para acercarse a Erial y susurrarle:-Si no vas a bailar con ella, lo haré yo… o cualquiera de los tiparracos con ojos que hay aquí.

    -Ella es libre de bailar con quien quiera.

    Freya puso los ojos en blanco.

    -Oye Nico, ¿y si bailas con Erial?-Preguntó, el muchacho pegó un brinco y se sonrojó.-Yo he visto un chico muy guapo al lado de la mesa de canapés que me ha interesado.

    Nico sonrió, asintiendo.

    -¡Mucha suerte con él!-Le dijo a Freya, se acercó a Erial y le ofreció la mano.- ¿Bailamos?

    Freya empujó a Erial hacia Nico.

    -Me debes una, Casanova.-Le susurró.- ¡Luego baila conmigo Nico!

    -¡Claro!

    La pareja se alejó hacia la pista de baile, bajo la atenta mirada de muchos jóvenes que envidiaban a Erial. Freya les retó con la mirada, y todos se giraron a mirar hacia otro lado, la muchacha, satisfecha, sonrió y se dirigió a la mesa de canapés, no sin antes dejar las copas vacías y coger nuevas. Nunca había bebido un champán tan puro y sabroso como aquel e iba a aprovechar esa noche.

    Buscó con la mirada a sus amigos, que bailaban mientras hablaban de algo y se reían y sintió celos, pero no celos porque Erial estuviera con Nico, al contrario, celos de la proximidad que habían conseguido aquellos dos, de lo que podría crecer entre ellos si lo cuidaban y lo fortalecían. El vínculo entre los tres era fuerte, sí, pero ella quería sentir amor, pues apenas había podido disfrutarlo cuando pudo. Llegó a la mesa de canapés y decidió comer para llenar el vacío que sentía ahora mismo en ella, apuró otras dos copas de un tragó y buscó un sirviente al que asaltar. Al girarse, se topó con alguien sin darse cuenta.

    -Mpf… Lo siento mucho.-Se disculpó, frotándose el hombro que había impactado con la espalda del hombre que tenía enfrente, se le había caído un canapé al suelo y estaba intentando meterlo bajo la mesa sin que nadie se diera cuenta.

    El joven se giró hacia ella y Freya se fijó en sus ojos lo primero de todo, porque le recordaron al color de la más pura y deliciosa miel, y lo segundo porque pareció que ese hombre la reconocía y ella juraría que no lo había visto en su vida.

    -Oh, disculpadme bella dama, iba distraído.-Dijo el joven, apartándose el rizado cabello de la cara. Era muy apuesto y alto, y su sonrisa tenía los dientes más blancos que jamás hubiera visto.

    Freya se fijó que aquel caballero estaba hablando con un sirviente, a una seña, el sirviente salió corriendo nerviosamente. Aquello inquietó a la muchacha, pero el joven le cogió de la mano y se la besó.

    -Espero no haberle importunado.-Le dijo, Freya negó con la cabeza, y se fijó en el jubón, llevaba un sello bordado en él, una estrella de cuatro puntas rodeada por un círculo. Aquel sello era de la casa real de Arébalo, lo sabía porque lo había visto ya en otra ocasión, pero aún no sabía quién era aquel joven.

    -No, no, fue mi culpa porque iba sin mirar.-Se apresuró a decir Freya, intentando zafarse educadamente.-Mis disculpas.

    El caballero no le soltó la mano, sino que le acarició el triángulo rojo lentamente, importunándole.

    -Lady Freya, ¿verdad?

    La muchacha asintió.

    -Me alegra saber que una de los Elegidos representa a mi país. Suerte y fuerza en vuestra campaña.

    -Muchas gracias…

    -Alaric, Marqués de Bathory.

    Freya se sorprendió, tenían ante él al hermano del rey de Arébalo, el joven príncipe Alaric.

    -Ilustrísima.-Le saludó, haciendo una reverencia y tragando saliva.

    El Marqués le sonrió, acercándose un poco más a ella. Aún no le había soltado de la mano, y sus ojos le decían cosas que no le gustaban de aquel hombre. Freya se incomodó ante la cercanía de un príncipe y dio dos pasos hacia atrás, pero chocó con el filo de la mesa, no tenía escapatoria.

    -Espero que estéis pasando una buena noche. ¿Os apetecería beber una copa conmigo?

    La muchacha asintió rápidamente, pues no quería desmerecer a un príncipe, y cogió la copa que el marqués le ofrecía, por fin la había soltado, pero no bebió, simplemente le sonrió esperando poder largarse de allí cuanto antes.

    -Sois muy hermosa, Lady Freya, me encantaría que me guardaseis un baile…

    -Oh, Alaric, estabais por aquí.

    Freya se sintió salvada, pero al reconocer la voz pegó un brinco al encontrarse frente al Conde Makarov. Nunca había estado tan cerca de tanta sangre azul como en aquel momento y eso le ponía nerviosa. Intentó relajarse, no dejarse llevar por los nervios… que podían llegar al miedo si se lo permitía.

    Alaric sonrió con pocas ganas, girándose hacia el anfitrión de la fiesta. Parecía que el príncipe heredero de Arengo no le gustase especialmente, y no lo disimulaba. Aquello desconcertó a Freya, ya que eran países aliados.

    -Su Gracia… ¿me buscabais?-Preguntó, sin muchas ganas, se puso al lado de Freya, y ésta intento dar unos pasos hacia un lado para alejarse de tanta nobleza.

    -Por supuesto, sabéis que me encanta beber con mi buen amigo de Arébalo.

    -Me encantaría, príncipe Jean, no obstante, en este momento Lady Freya y yo íbamos a bailar, ¿verdad?

    Freya se encogió, y bebió para no contestar en seguida lo primero que le viniera a la mente. El amargo sabor bajó por su garganta y miró la copa, aquel vino estaba asqueroso, pero acabó por sonreír. Decirle que no a un príncipe no era buena idea.

    -Estoy seguro de que Lady Freya me perdonara por robarte un poco de tiempo, ¿verdad?-Preguntó el Conde.

    -No hay problema, su Gracia… me iré a… por ahí a… buscar a mis compañeros.

    Les hizo una reverencia y huyó de allí a toda prisa sin mirar atrás. Por el camino se deshizo de la copa vacía y cogió otra más. Aquel vino era dulce y le sentó de maravilla. Se sintió un poco mareada, y su sangre empezó a calentarse.

    -Estoy bebiendo demasiado deprisa… tengo que relajarme, esto va a ser muy largo…



    Erial lo estaba pasando de maravilla aquella noche, había bailado tres largas canciones con Nico y había entablado conversación con gente muy interesante. Ahora estaba junto a Nico, sir Archibald y el hermano Mathew, que había venido en representación del Páter Milius, quien no había podido acudir porque estaba inmerso en la búsqueda del elemento del viento. Ya llevaba dos copas y tenía la tercera en su mano, notaba su estómago caliente por el alcohol. La conversación era interesante, el hermano Mathew tenía el don del habla, pero solo tenía ojos para Nico, que no paraba de reírse, tapándose la boca inocentemente, y tocándole el brazo a la vez que le sonreía.

    -Nico, ¿te he dicho que estás muy guapa esta noche?-Le dijo, interrumpiendo sin querer la perorata del hermano Mathew, sorprendiendo a todos.

    Sir Archibald le arrebató la copa con una sonrisa socarrona y le entregó su copa con zumo de naranja a la vez que le palmeaba la espalda.

    -Créeme chico, me lo agradecerás por la mañana.-Le dijo guiñándole el ojo.-Querido Mathew, ¿has probado el helado de vainilla con praliné? Está delicioso…-Y Sir Archibald se llevó al hermano Mathew lejos de la pareja.

    Nico le miró algo preocupada, ella había dejado de beber champán porque le molestaba lo burbujeante que era la bebida, y había comido aquellos placenteros canapés porque el hermano Mathew le había recomendado que no se perdiera aquel delicioso sabor, cosa que Erial había optado por no hacer.

    -Deberías comer algo, Erial, ¿qué te parece? Yo quiero volver a probar los canapés de queso de cabra con mermelada de arándanos.-Le dijo Nico, agarrándose a su brazo y llevándole hacia una de las mesas de comida.- ¿Qué te parece?

    -Claro, me apetece comer algo.

    Unos metros antes de llegar a la mesa escucharon un grito que les cogió desprevenidos.

    -¡Que dejéis todos de mirarme, panda de estirados!

    Sintieron el calor justo después, abrasador por toda la estancia, ni los ventiladores podían combatirlo.

    -¿Esa no es Freya?-Preguntó Erial, Nico se soltó de su brazo y corrió hacia allí.

    Escucharon otro grito de frustración y a gente chillando, huyendo despavorida de al lado de la mesa de comida, incluso algunos huyeron de la sala sin mirar atrás. Erial miró a su alrededor, había guardias corriendo hacia todos lados, algunos vestidos con la armadura de color azul y otros de color verde y otros rojos, cosa que le extrañó.

    -Erial… ¿dónde están Nico y Freya?

    Alwyn y Jacal aparecieron a su lado muy preocupados.

    -Pues… Nico estaba aquí hace un momento…

    Un nuevo grito y una llamarada interrumpieron la conversación, prendiéndose las cortinas y asustando a los invitados que se habían acercado a la escena curiosos y al final salían rápidamente por los grandes portones. Cada vez llegaban más guardias, Jacal se puso delante de Erial.

    -Alwyn… hay armaduras de Arébalo y Arco en el castillo, y no creo que el Conde haya invitado a los dos ejércitos.-Dijo Jacal, desenfundado una espada.

    -¿Nos están atacando?-Preguntó Erial, temiendo por sus amigas.

    -Freya se está descontrolando, y creo que haya sido premeditado.-Dijo Alwyn.-Tengo que pararla antes de que nos haga saltar por los aire.

    -Ve, yo me encargo de Erial… ten cuidado.

    Alwyn asintió y se alejó hacia las cortinas ardiendo.

    Erial no podía quedarse de brazos cruzados, veía a la gente correr de un lado a otra gritando, al ejército azul luchando contra los ejércitos rojo y verde. Cuando Jacal no miraba corrió hacia sus amigas sin que el hombretón se diera cuenta.

    -¡Erial!

    Cuando llegó se presentó ante él una escena grotesca.

    Freya estaba acorralada contra la orquestra, vacía y solo con los instrumentos en el suelo, algunos ardían, con las manos en llamas, parecía muy alterada. El hermano Mathew estaba en el suelo, con medio cuerpo calcinado por la furia de Freya y Sir Archibald practicándole los primeros auxilios, pues parecía que no respiraba. Nico trataba de apagar las llamar con cualquier líquido no inflamable mientras hablaba a Freya para tratar de calmarla.

    A la par que Erial, Alwyn apareció.

    -Freya, relájate, intenta calmarte con los ejercicios que te enseñé…

    -¡No te acerques!-Freya le lanzó una bola de fuego que impactó en la moqueta y ardió cuando la elfa trató de acercarse.

    -Freya, por favor… déjanos ayudarte… déjame llegar a ti…-Le decía Nico, que había dejado de intentar apagar las llamas cuando llegaron sirvientes con cubos de agua.-Podemos ayudarte…

    -¡Nadie puede ayudarme! ¡He hecho cosas horribles! No lo entendéis…

    -No es ella misma.-Dijo sir Archibald, que había dejado que los sanadores se llevaran al malherido hermano Mathew en una camilla rápidamente.-Hay algo que le está haciendo alucinar… confundió a Mathew con otra persona y le atacó, no está en sus cabales.

    -¿Cómo?-Preguntó Alwyn.

    -¡Mientes!-Freya le lanzó una bola de fuego a sir Archibald, pero Alwyn lo protegió con un escudo de luz, repeliendo la bola y haciéndola desaparecer. Aquello hizo enfadar aún más a Freya, que estaba a punto de dejarse llevar por el fuego salvaje que habitaba en su interior.-Tenemos que sacar a todos de aquí…

    Sin embargo, los ejércitos de Arco y Arébalo que estaban atacando el castillo tenían otros planes, sin que los allí presentes se hubieran dado cuenta les habían rodeado y les apuntaban con sus lanzas y espadas.

    -Entregadnos a los Elegidos y nos iremos sin causar más daño.-Dijo uno de los capitanes de Arébalo.

    -Han podido sacar al Conde antes de que todo esto se pusiera peligroso.-dijo Jacal, que había llegado a sir Archibal sudoroso de haber estado luchando.-Y han puesto a salvo a los invitados, ahora solo estamos nosotros y la guardia personal del conde.

    Era cierto, la sala, que instantes antes había estado a rebosar de gente feliz pasándolo bien, se había convertido en un campo de batalla, y el suelo, algunos sirvientes y soldados estaban cubrían el suelo de sangre y aullidos de dolor.

    -Solo queremos a los Elegidos.-Repitió el capitán de armadura verde, hastiado.-Entregadlos junto a las armas y rendíos.

    -Esto se está poniendo feo…-Comentó Erial.- ¿Para qué nos quieren?

    -Jamás los entregaremos.-Respondió duramente Alwyn.- ¿Qué le habéis dado a la chica para conseguir esta distracción?

    -La chica se pondrá bien si nos dais a los Elegidos, estáis mermando mi paciencia, sucia elfa, podemos mataros fácilmente, os ganamos en número. Rendíos.

    Jacal gruñó ante el insulto de Alwyn. Era verdad que les superaban en número, pero aquello no iba a acabar bien para los traidores. No dejarían que se llevaran a los elegidos, así tuvieran que morir protegiéndolos.

    -Prefiero morir.-Dijo, apretando la empuñadura de su espada.-Antes que arrodillarme ante vosotros.

    -Por una vez estoy de acuerdo con el cartiano.-Lo apoyó sir Archibal, sacando dos dagas de entre sus ropas.-Uno tiene que venir preparado a estos sitios.

    Nico, aprovechando todo aquel alboroto, se había acercado a Freya por la espalda sin que nadie se percatara, dispuesta a todo por ayudar a su amiga a salir de aquello. Cuando Erial se dio cuenta de aquello, ya era tarde, había abrazado a la muchacha pelirroja por la espalda, sorprendiéndola, que soltó un rugido de furia, y trató de que el agua calmara el fuego que llevaba dentro. Al contacto de sus cuerpos salió vaho de ellos.

    -Soy yo, Freya… Nico… y Erial está justo allí, estamos contigo.-Le decía, intentando que la chica no se soltara de su abrazo, apretando con fuerza y notando el ardiente calor de la piel de Freya.

    No era tan fácil calmarla como la otra vez, pues Freya estaba fuera de sí completamente.

    -¡Quítate de encima!-Rugió Freya, revolviéndose como una bestia salvaje.

    -¡Somos tus amigos! No vamos a dejar que hagas daño a nadie… estoy aquí contigo… siente como te calmo…

    -¡Espera, Nico!-Erial le avisó tarde y las manos ardiendo de Freya agarraron el brazo desnudo de Nico y le quemaron.- ¡Freya, no!

    Fue el momento que Jacal y sir Archibald estaban esperando para lanzarse a por los guardias desprevenidos con sus armas por delante. Los pocos soldados de Arengo que quedaron se lanzaron al ataque en respuesta a los gritos de Jacal. Los hierros chocaron, las lanzas se rompieron ante el ímpetu de los combatientes. Se oían maldiciones por doquier, y más de uno deseaba no haber cambiado el turno aquella noche.

    Erial se dispuso a luchar para proteger a sus amigas, creó una brecha entre el pequeño batallón enemigo y ellos, dejando espacio para que pasaron un par de hombres a la vez que sus maestros pudieran combatir. El capitán de armadura verde soltó un improperio y animó a sus soldados a saltar la brecha, pero éstos no estaban muy seguros de aquel plan. Aun así, varios hombres se lanzaron hacia Jacal y Archie.

    -Mierda…-Alwyn hizo aparecer su báculo y cambió su elegante y hermoso vestido por su ropa de combate. Convocó a la luz y creó una escudo protector alrededor de los Elegidos.-Erial, protege a Nico con tu energía antes de que se agote. Cuando los guardias estén bajo control me centraré en Freya. ¡Ayuda a tus amigas!

    Erial asintió y sin esperar más tiempo corrió hacia Freya, que intentaba sacarse de encima a Nico tocando sus brazos desnudos y quemándola por todos ellos. Nico hacía muecas de sufrimiento y soltaba quejidos de dolor, pero no le soltaba y le seguía hablando. Empezaba a agotar su energía y sus fuerzas mermaban, pero tenía que aguantar.

    -Por favor, Freya…

    Erial pensó rápido cómo podía ayudarle, debía entregarle su energía para que ella siguiera conteniendo a la chica del fuego. Esquivando a Freya, que no dejaba de forcejear, quedó a la espalda de Nico y, a la desesperada, le abrazó.

    -Deja que te de mi energía…-Y la misma luz verde que había surgido aquella mañana, apareció y envolvió a Nico.

    La chica del agua, con fuerzas renovadas, siguió calmando a Freya, que había estado a punto de estallar, pero ahora estaba mejor. La energía fluyó entre los tres jóvenes, envolviéndoles, aliviando a unos y calmando a otros.

    -No lo entendéis…-Decía Freya, que empezaba a agotarse-Me hizo daño… ¡Yo no quería hacerlo!

    -¡Nadie más volverá a hacerte daño, Freya, te lo prometo!-Dijo Erial.

    Aquella afirmación sorprendió tanto a Nico como a Freya, que por un momento parecía haber recobrado el juicio.

    -¡Somos tus amigos, para lo bueno y para lo malo!-Seguía diciendo el chico.-Si alguien te ha hecho daño en el pasado… ¡le patearemos el culo!

    -Eso es, Freya… estamos contigo, ahora y siempre.

    -Amigos…-Dijo Freya.

    La muchacha pelirroja dejó de forcejear por un momento, con los ojos empañados de lágrimas, recordando por última vez las cosas horribles de su pasado. Pese a las palabras de sus amigos, no podía borrar lo que había hecho en el pasado… y peor, no podía borrar todo el dañó que le habían causado a ella misma. Cerró los ojos y dejó que las lágrimas recorrieran sus mejillas. Estas le quemaron y con todo su ser lanzó un grito de dolor y estalló en llamas que rodearon a Nico y a Erial, que gritaron ante la sorpresa.

    Alwyn se giró y vio la gran bola de fuego que eran los tres elegidos.

    -¡Por los Dioses, Freya, no!

    La encarnizada lucha acabó de repente ante la visión de las llamas que consumían a los tres elegidos.

    -¡Retirada!-Gritó el capitán de Arébalo, herido y maltrecho, pues se había enfrentado a Jacal.- ¡Retirada!

    El ejército rojo y verde huyó rápidamente del saló, dejando a los pocos guardias azules y a los maestros.

    -¡Alwyn, tienes que hacer algo!-Exclamó sir Archibal.- ¡Sanadores!

    Alwyn bajó el escudo de luz que rodeaba a los muchachos y se acercó a las llamas de Freya. Con un giro de báculo y todas las fuerzas que le quedaron separó a los tres amigos y encerró a Freya en un escudo de luz, la muchacha quedó inconsciente y sus brazos y piernas quedaron laxos en el aire.

    -Los chicos están bien…-Dijo Jacal, tocando a Nico y a Erial, que estaban inconscientes en el suelo, abrazados, pero sin ni un rasguño ni marca de las llamas.-Las llamas no les han quemado… ¿cómo es posible?

    Alwyn respiró profundamente, agotada, sin pizca de poder mágico en su cuerpo.

    -Porque Freya nunca quiso hacerles daño… son sus amigos, un bien preciado.

    Jacal llegó hacia ella y le abrazó con fuerza, estrechándola entre sus musculosos brazos, agradecido de que estuviera bien. Alwyn se apoyó en su pecho, sin quitarle la vista de encima a Freya, preocupada por todo lo que había logrado sacar de la mente dañada de la muchacha. Se mordió el labio y cerró los ojos, ahora entendía muchas cosas.

    -¡Paso al Conde Makarov!-Anunció un sirviente.

    Sir Archibald, que estaba junto a Freya, se giró hacia el Conde. Se había vestido con su armadura de combate azul cian y venía dispuesto a luchar, con su elegante y letal espada desenvainada.

    -Que alguien me explique qué demonios ha pasado aquí y por qué mis Elegidos están inconscientes.-Exigió, malhumorado.

    -Alteza…-Empezó sir Archibald, con una sonrisa socarrona.-Todas vuestras fiestas son un desfase, pero esta se lleva la palma.

    -No estoy para bromas, Archie.-Dijo el príncipe Jean.- ¿Alguien ha podido encontrar a ese traidor de Alaric? Cuando mi padre se entere de esto le declararemos la guerra a Arébalo y Arco…

    -¡Conde Makarov!

    La voz del Páter Milius sorprendió a todos, que no le esperaban en la fiesta. Agitaba un pergamino y estaba sorprendido y confundido por los destrozos y los cadáveres en el suelo. Esquivando las mesas y los cadáveres llegó hasta el grupo, le hizo una reverencia al Conde y le mostró el pergamino, iba seguido de dos jóvenes sacerdotes que miraban todo con miedo y confusión.

    -¿Eso son armaduras de Arébalo y Arco?

    -¿Páter Milius?

    -Su Gracia, traigo muy buenas noticias… o al menos espero que sean mejores noticias que todo lo que ha pasado aquí.-Comentó, mirando el desastre a sus alrededor.- ¿Dónde está el hermano Mathew? ¿Se ha escaqueado?

    -Me temo que el hermano Mathew no está en disposición de defenderse en este momento.-Dijo sir Archibal.-Estaba herido de gravedad…

    -¿Cómo?

    -Las llamas de Freya le han consumido medio cuerpo, supongo que se recuperará y espero que no pierda esos hermosos rizos rubios.-Contestó el joven pelirrojo, estaba vez sin sonrisa socarrona.

    -Yo puedo ocuparme de él cuando recupere energía.-Dijo Alwyn.-Pero necesito descansar… y llevarme a Freya de aquí.

    -Nadie va a hacer nada hasta que se me dé una explicación de todo esto.

    -Su Gracia… Arébalo y Arco nos han atacado para llevarse a los Elegidos a la fuerza.-Explicó escuetamente Jacal, agotado.-Le dieron algo a Freya que la hizo perder el control y así conseguir una perfecta distracción para sembrar el caos y que aparecieran los soldados. Hemos evitado por muy poco que se llevaran a los muchachos… pero, como ve, su guardia real ha menguado.

    El Conde hizo una mueca desagradable.

    -¿Los Elegidos están bien? ¿Por qué se ha descontrolado la chica del fuego?

    -Si le parece bien, alteza, podré explicarle todo en cuanto esto se haya calmado un poco.-Respondió sir Archibal.-Como ve, los chicos están bien, solo inconscientes por la energía que han usado.

    -Oh, pobrecitos…-Susurró el Páter Milius, mirándoles con ternura.-Espero que se repongan cuanto antes, porque les necesitamos ya.

    -¿Qué quieres decir con eso, Páter Milius?-Preguntó el Conde.

    -He encontrado al Viento.


    El chico del viento estaba disfrutando del sol que entraba por su ventana con barrotes. Ahí fuera hacía un día precioso, podía imaginarse perfectamente allí fuerza, paseando descalzo por hierba verde y fresca, que le haría cosquillas en sus pies descalzos, comiendo frutas recién cogidas de los árboles más exóticos que pudiera encontrar. Su imaginación era un mundo enorme al que escapar cuando su vida era demasiado difícil.

    Tener aquel poder era algo magnífico, un sueño que se había hecho real, pero estar allí encerrado era cortarles las alas al pájaro para que no pudiera volar nunca más. Se había cansado rápido de hacer levitar las cosas, también por el temor a ser sorprendido por sus carceleros. Se bajó de la ventana y se tumbó en la cama, aburrido.

    Su mera existencia era un aburrimiento, se sentía hastiado con la vida que llevaba de nuevo, toda aquella esperanza que había sentido días atrás se había marchado con viento fresco. El día soleado comenzó a nublarse como sus pensamientos, y cerró los ojos para intentar descansar un poco.

    Le despertó el sonido del cerrojo de la puerta de su celda. Abrió los ojos de sopetón y se incorporó con un salto, no sabía el tiempo que había estado durmiendo. La puerta se abrió y su guardián entró con una bandeja con comida que dejó en el suelo, se llevó la de la comida anterior y se marchó sin decir nada más.

    Niall respiró de nuevo, siempre le ponía nervioso interactuar con sus carceleros, pero ahora que podía usar su poder sentía miedo de ser descubierto y que le volvieran a hacer daño. Sacudió la cabeza y se pasó las manos por el cabello negro azabache. Se levantó y se estiró con ganas para desperezarse.

    El estómago le avisó con un rugido de que era hora de que aquella bandeja le saciara, así que la cogió y se volvió a sentar con ella en su regazo. Para variar, había un guiso acuoso, el pan duro de siempre y el zumo. Cogió el guiso para bebérselo y se fijó en que había unas letras en el lugar que había estado el cuenco.

    Quitó el vaso con el zumo y el pan duro, que lo metió en el guiso para que se ablandara un poco y cogió el papel. Con letra pequeña y clara había un mensaje para él.

    “Ya saben que estás aquí y vendrán

    No sabía muy bien qué significaba aquel mensaje, aquello le inquietó y dejó el papel a un lado. Intentó olvidarse y comió como cualquier otro día, en el silencio de su celda.

    ¿Quién sabía que estaba allí? ¿Quién vendría?

    Esas dos preguntas le acosaban. Y la esperanza que pensaba muerta, resucitó con fuerza, cual ave fénix resurgiendo de sus cenizas. Las nubes que habían acosado al brillante sol se fueron esfumando hasta que el día volvió a ser precioso. Por una vez en muchos años, Niall no se sintió solo.


    Freya abrió los ojos lentamente, los párpados le pesaban, pero quería despertar. Se encontró en una habitación ajena, y supo, cuando notó el ambiente, que estaba en una Sala del Tiempo. Se incorporó un poco y vio a Nico dormida en un sofá junto a su cama, apoyada en el hombro de Erial, que le miraba fijamente sin decir nada. Los ojos azules de Erial le acribillaron y todo lo ocurrido horas antes le golpeó con fuerza.

    Desvió la mirada y Alwyn se sentó a los pies de su cama.

    -Freya…

    -Lo siento, lo siento mucho.-No pudo aplacar las lágrimas, que se escapaban de sus ojos sin que ella lo pudiera evitar, intentó limpiárselas pero siguieron cayendo.-Yo no quería… de verdad… yo… lo siento muchísimo.-Y el llanto apretó su garganta.

    Nico le oyó y se despertó.

    -¡Freya!-Exclamó, sentándose a su lado y abrazándola.-Menos mal que estás bien…

    -Lo siento.-Solo podía decir Freya, entre lágrimas.

    Alwyn le cogió de la mano y se la apretó. La chica la miró agradecida y cerró los ojos para intentar dejar de llorar. Nico le acariciaba la espalda para reconfortarla. Erial se había levantado y se había sentado junto a ella, mirándole sin saber si juzgarla o no.

    -Freya, no tuviste la culpa.-Le dijo Alwyn para intentar tranquilizar a la chica.-Alguien te drogó. ¿Recuerdas que alguien te diera algo raro?

    Freya se sorbió los mocos y se separó de Nico, que le agarró la mano para darle apoyo. Negó con la cabeza.

    -Bebí mucho… se supone que tengo mucho aguante porque el alcohol se quema en mi sangre.-Dijo y de repente recordó algo.-Ahora me acuerdo de algo… el príncipe me dio algo para beber que sabía muy amargo, se puso muy pesado… y luego me mareé… pensé que era porque no había comido nada, quizá… ¿quizá fue él?

    -¿El príncipe Makarov?-Preguntó Erial.

    -No, no, el príncipe Alaric, se puso muy pesado y… luego vino el conde Makarov y… ya no recuerdo más.

    -Así que el príncipe de Arébalo te ofreció una bebida que sabía amarga… cuando todos las bebidas que le gustan al Conde son dulces y no sirve ni cerveza ni vino amargo.-Divagaba Alwyn.-Y se puso pesado…

    -Entonces… ¿no hice daño a nadie?

    Todos se quedaron callados.

    -Freya… heriste sin querer al hermano Mathew.-Respondió Nico, con mucho cuidado.

    -¿Que hice qué?-Freya se horrorizó ante la noticia.

    -En realidad, ya está bien, me ocupé de él y no le quedará cicatriz, lo único… su pelo tardará en estar como estaba. Y creo que lo cuidaba mucho porque le encantaban sus rizos rubios.

    -Dioses… lo siento tanto… no quería hacerle daño.

    -Lo sabemos, cariño, lo hiciste sin querer.

    -¿El resto está bien de verdad?

    -Estamos todos bien… preocupados por ti, pero bien.-Erial sorprendió a las chicas.-Dijiste que alguien te había hecho daño.

    -No quiero hablar de ello.-Freya se cerró como había hecho todas las veces que alguien había preguntado algo sobre su pasado.

    -Freya, cuando luché contra ti… vi muchas cosas en tu mente y… tienes que explicarlas.

    Freya suspiró, bajando la mirada.

    -¿Es necesario?

    -Si quieres pasar página y poder utilizar tu poder correctamente, sí, tienes que contarnos qué hace que el fuego se apodere de ti. Una vez tenga esa información, sabré como continuar con tu entrenamiento.

    -Sobre todo queremos saber quién te ha hecho daño.-Replicó Nico.

    Freya suspiró y asintió.

    -Yo… no puedo controlar mi poder porque…-Frunció los labios en una mueca molesta.- por culpa de mi familia.

    -¿Fueron ellos los que te hicieron daño?

    Freya no contestó, apretó la mandíbula y habló:

    -Yo… siendo muy pequeña desaté mi poder en nuestra casa y no supe controlarlo. Estaba jugando cerca de la chimenea y… no pude controlar las llamas.-Contó, apretando los puños y sin mirar a nadie en particular, evitando, tal vez, el tipo de miradas que no quería ver en ellos.-Mis padres no sabían que yo tenía ese don porque no lo había manifestado todavía, pensaba que era curiosidad lo que sentía por el fuego, como todos los niños y que se me acabaría pasando cuando me quemase o algo así. Estaban muy equivocados… Evidentemente, no fue así. Las llamas se desataron por toda la casa, vivíamos en una cabaña de madera, son comunes de mi pueblo y… Mi madre murió intentando sacarme del fuego, sin saber que no me dañaría.

    -Oh, lo siento tanto, Freya.-Nico le cogió de la mano y se la apretó.-No fue tu culpa… ninguno de nosotros podía controlar nuestros poderes siendo tan pequeños.

    -Mi padre estuvo muy triste durante años.-Continuó Freya.-Cuidó de mí y de mi hermano como pudo… hasta que se volvió a enamorar y se casó. Yo tenía ocho años y había manifestado mi poder un par de veces delante de mi padre y mi hermano. Siempre creí que mi padre me dejaría de querer cuando supiera que fue mi culpa que mi madre muriera… pero nunca dijo nada si lo sospechó. Nos mudamos de Arébalo a Carto, porque la familia de la mujer de mi padre era de allí… Creo… creo que si ataqué al hermano Mathew fue porque…-suspiró, no queriendo admitirlo-porque mi madrastra tenía una hermosa melea rubia y rizada que pasaba horas cuidando…

    -¿Fue ella la que te hizo daño?-Preguntó Alwyn.

    -Tuvo que hacerlo…-Contestó Freya y en aquel momento parecía que defendía a aquella mujer, porque muy en el fondo le hubiera gustado que ella le cuidara como una madre cuidaba a una hija.-Ni a mi hermano ni a mí nos gustaba ella… y cuando se quedó embarazada fue lo peor. Mi padre era soldado por aquel entonces, y pasaba mucho tiempo fuera de casa para traer dinero y nosotros nos quedábamos con ella. Lora aprovechaba esos momentos para decirnos que nuestro padre iba a querer más a su nuevo bebé que a nosotros… era horrible la sensación de incertidumbre.-Bufó, estaba un poco alterada para seguir hablando.

    -Continúa, Freya, estoy aquí para parar cualquier cosa, necesitas sacar todo ese fuego malo que tienes dentro de ti.

    La chica suspiró, necesitaba levantarse y estirar las piernas, así que lo hizo y caminó por la habitación. Nico y Erial le miraban. Freya se ahogaba, notaba todo su cuerpo sintiendo de nuevo todo aquello.

    -Mi hermano Jensen siempre me llevaba con él a todas partes para no dejarme con aquella mujer, él era mucho mayor que yo, pero le daba igual cargar con una mocosa que le agarraba de la manga y le perseguía por todas partes. A sus amigos no les gustaba, porque para ellos era una niña tonta… y un día que Jensen aprovechó para ir a comprarme algo para comer, me empujaron y me tiraron de las trenzas… el fuego se desató en mi defensa y le quemé la mano a uno de los niños sin querer. Cuando mi madrastra se enteró me llamó monstruo y me encerró en el sótano, mi padre no volvió hasta dos días después y yo estuve todo ese tiempo allí encerrada, sin comida ni agua.

    -Que horrible…

    -Jensen intentó sacarme y lo único que consiguió es que uno de los hermanos de Lora le pegara una buena paliza.

    -Dime que tu padre hizo algo cuando regresó…-Dijo Erial.

    -Lo intentó… pero los Dioses quisieron que Lora se pusiera de parto durante su disputa y tuvo un precioso niño. Jensen me sacó del sótano y me llevó con él. Desde aquel momento, Lora aprovechó cualquier momento para torturarme física y psicológicamente cuando mi padre no estaba en casa… Cuando Jensen cumplió los dieciocho se alistó en el ejército de Arébalo y se marchó lejos porque no aguantaba más las injusticias de aquella mujer y sus favoritismos. Intentó llevarme con él, pero mi padre se negó y tuvieron una discusión muy fuerte.

    Freya se volvió a callar.

    -No volví a ver a mi hermano… y mi padre siguió marchándose para ganar dinero y yo… yo volví al sótano. Una noche, mi hermanastro Olaf se coló en el sótano y yo me asuste. No pude controlar mi poder y… y… y le hice daño.-Bajó la cabeza.-Lora se volvió loca, había herido a su niño bonito y aquello no podía quedar impune. Me golpeó hasta que se quedó sin fuerzas… y los días siguiente volvió… hasta que no aguanté más y… desaté el fuego por toda mi casa y se quemó hasta los cimientos.

    -Yo no hubiera aguantado tanto tiempo.-Comentó por lo bajo Erial, y Nico le golpeó el hombro.

    -Cuando mi padre volvió y se enteró…-Freya volvió a quedarse en silencio unos instantes.-Lora se había ido a vivir con unos familiares, se habían salvado por los pelos ella y el niño del fuego, y yo estaba en una celda por monstruo. Decían que era peligrosa, que quería matar a mi madrastra y a mi hermanastro, que debía vivir toda mi vida encerrada. Yo tenía doce años y era muy inestable, lo reconozco, pero nadie me había tendido una mano para ayudarme… mi hermano se había ido y mi padre… mi padre solo quería que todos estuviéramos bien y trabajaba mucho. O eso me decía yo… nunca he sabido qué piensa mi padre.

    -¿Te sacaron de la celda cuando él volvió?

    -No… removí el pasado de mi padre cuando éste vio su casa de nuevo calcinada. No he vuelto a saber nunca nada más de él, y creo que es lo mejor.

    -¿Cómo saliste de la celda?-Preguntó Alwyn.

    -Me mantenían constantemente mojada para que no pudiera usar el fuego para escapar… Era inhumano, tenía que ver como Lora se paseaba por delante y se mofaba de mí. Nunca me perdonó que deformase a su hijo… La hermana del alguacil estudiaba magia en el Archivo de Ciudad Titania y tuve suerte de que estuviera pasando una temporada en Carto. No podía consentir que una niña viviera toda su vida en una celda por tener unos poderes que no controlaba y me llevó con ella.-Sonrió.-Por suerte, Argi me trató muy bien y viajamos durante años hasta que encontró el pergamino con la profecía y supo que era yo. Y… esa es mi desdichada historia.

    Notó una mano en el brazo y al girarse vio a Alwyn, Nico y Erial mirándole.

    -Espero que no me odiéis, pero si lo hacéis, lo entenderé.

    -Nunca podría hacerlo, Freya… eres mi amiga y siempre lo serás.-Nico la abrazó con fuerza.

    -Yo tampoco podría odiarte, aunque piense que eres bipolar.-Dijo Erial, abrazando a su vez a las dos chicas.-Eres mi amiga y te aprecio por ello. Yo también perdí gente por mi poder… y no es agradable vivir con ello. Pero aprendes a hacerlo.

    -El vínculo que tenéis es muy fuerte, chicos, y os ayudará a salir de cualquier pozo negro que os quiera engullir.-Les dijo Alwyn.-Ahora ya sé por dónde tengo que empezar a trabajar contigo, Freya, si sigues queriendo.

    -Sí, quiero mejorar para proteger a los que me importan.

    La puerta de la habitación se abrió en ese justo momento y Jacal, vestido con el traje de combate cartiano y armado hasta los dientes entró en la estancia.

    -¿Han descansado ya los muchachos?-Preguntó.-Tienen que prepararse.

    -¿Prepararnos?-Preguntó Erial.

    -¿Prepararnos para qué, viejo?-Preguntó a su vez Freya.

    -Para vuestra primera misión.-Respondió el cartiano.-Hemos encontrado al elemento del viento y vamos a ir a rescatarlo.
     
  6. Threadmarks: Capítulo 5: Misión de Rescate Especial.
     
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    Capítulo V: Misión de Rescate Especial.


    La noticia que Jacal soltó sorprendió tanto a los muchachos que olvidaron por completo por qué estaban allí y la tristeza que les había envuelto tras las palabras de Freya. Los ánimos habían estado bajos, pues lo que la chica había compartido con ellos era su más oscuro secreto, aquel que le había acompañado durante años y le había coaccionado a actuar de una manera diferente delante de desconocidos. Para Freya ya no eran nunca más desconocidos, desde aquel momento, y tras aquella triste historia, aquellas personas eran mucho más que simples amigos y atesoraría sus nuevos recuerdos junto a ellos con ilusión.

    Era una buenísima noticia, sí, pero no dejaba de ser impactante, pues por fin tenían el paradero de sus misterioso y perdido compañero. La Sala del Tiempo se quedó en silencio, y todos los ojos estaban fijos en Jacal, que mantenía una sonrisa, como si él mismo estuviera listo para aquella misión. Los chicos se dieron cuenta de que conocían muy poco a sus maestros, y que aquella misión les daba la oportunidad de verlos en acción y aprender en campo abierto.

    Alwyn se levantó de la cama, donde había permanecido sentada durante todo el relato de Freya y se acercó a los muchachos.

    -Ha llegado la hora, jóvenes elegidos, de que desempeñéis parte de vuestro papel.-Les dijo.-Tomaos esto como algo más que una misión, pues recuperar al viento es algo muy importante para poder desarrollar vuestra misión.

    Sir Archibald apareció detrás del Jacal y les miró.

    -¿Aún estáis así?-Preguntó, con aquella sonrisa socarrona en los labios.-Esta misión no se va a llevar a cabo sola, ¿sabéis?

    Los chicos se apresuraron a moverse, pero… ¿exactamente qué tenían que hacer? Todos a excepción de Alwyn y Jacal aún estaban vestidos con las ropas de gala de la cena, y aunque aquella ropa había visto momentos mejores, no era la adecuada para luchar en caso de que la misión fuera conflictiva y entrasen en batalla.

    -Así vestidos no podemos ir.-Comentó Nico.

    -Por eso no tenéis que preocuparos.-Dijo Alwyn, hizo aparecer su báculo y con un giro convirtió aquella habitación en una sala de armas repleta de todo lo que iban a necesitar.

    -Que conveniente.-Comentó sir Archibald.-Es la hora de probarse cosas y ponerse guapos para la misión.

    Sin perder tiempo, los elegidos buscaron en todo aquel arsenal lo que necesitaban para prepararse. Estaba repleta de armaduras, cascos, cotas de malla, espadas, arcos, flechas, hachas, capas, pociones… todo lo que necesitaban para llevar a cabo su misión. Se despojaron de las carísimas ropas y se vistieron con ropa cómoda y todo aquello que pudiera protegerles. La armadura ligera de cuero triunfó entre todos, pues les protegía de atacantes cercanos y les permitía moverse con rapidez. Alwyn las había hechizado para protegerles, y les había dado su toque personal. En cada una de sus espaldas llevaban la figura que tenían en el dorso de la mano. Ahora que sabían que los perseguían era una tontería llevarlo en secreto, al contrario, que todo el mundo supiera que los Elegidos iban tras su compañero perdido.

    -¿Y cuál es la misión?-Preguntó Erial, decidiendo cuál de todas aquellas armas iba a ser la elegida para acompañarle.- ¿Atacamos hasta que llegamos a donde quiera que esté el viento? ¿Y luego qué?

    -Será una misión de rescate y extracción. En este mismo momento el rey de Arengo está preparando una ofensiva de ataque hacia Arco y Arébalo por la traición de esta noche. El Rey Primus no va a dejar impune esta osadía.-Explicó Jacal.

    -El conde no iba a permitirlo de todas formas, su palacete ha quedado destrozado y le gustaba mucho. Y no hablemos del dineral que se ha dejado en la dichosa fiesta.-Comentó sir Archibald, que también se iba cambiando de ropa y estaba guardando bombas de humo y dagas en compartimentos de su ropa que nadie podría imaginar.-Va a reunir a todos sus aliados para encargarse de Arébalo, y ya de paso dejar clara la rivalidad entre él y el príncipe Alaric.

    El silencio se impuso en aquel momento de preparación, cada uno de ellos buscaba la mejor forma de ayudar al equipo con aquello que habían aprendido en aquellos días de entrenamiento. Sir Archibal repartió pociones de energía y cantimploras de agua, debían estar preparados por si les herían, algunas bombas de humo y un frasquito con somnífero en caso de que tuvieran que usarlo lanzándolo al suelo si luchaban contra más de dos personas a la vez.

    -¿Cómo te sientes?-Le preguntó Nico a Freya, que estaban decidiendo también qué arma iban a llevar. La chica del agua cogió una pesada maza y estuvo a punto de caérsele en el pie hasta que Freya la cogió y la dejó en su sitio.-Arébalo es donde naciste…

    -Por mí se pueden ir todos al diablo, ahora mismo lo único que quiero es vengarme de Alaric.-Le respondió Freya, apretando un puño con fuerza, como si pudiera darle un puñetazo a aquel traidor.-Ese cabrón me utilizó para intentar raptarnos, y no pienso perdonárselo. ¿Sabes? Por un momento llegué a pensar que estaba intentando ligar conmigo o algo así… me siento muy estúpida. Es un príncipe, ¿qué puñetas va a ver en mi?

    -¡Eres preciosa, Freya!-Exclamó Nico, que había cogido una larga vara con la punta afilada y llevaba su cantimplora a modo de bandolera.- ¿A que sí, Erial?

    Erial pegó un brinco, había encontrado un arco y un carcaj repleto de flechas y se había acercado a ellas disimuladamente para tratar de oír lo que estaban hablando.

    -Tienes una belleza especial, pero no eres de mi tipo, que quede claro.-Dijo, sin demasiada emoción.- Me van… otras cosas.-Añadió, mirando a Nico.

    Freya sonrió, envainó la espada a su espalda y cogió un par de dagas.

    -¿Cómo sir Archibald?-Terció.-He visto vuestras miraditas…

    -¿Qué? ¡No, nada de eso!-Se defendió el muchacho.-A mí me gustan las chicas…

    -¿Solo el sexo femenino? Qué aburrido, ¿verdad Nico preciosa?

    Nico se rio.

    Unos minutos más tardes todos estaban preparados para partir.

    -El Conde Makarov nos está esperando en sus dependencias para hablar sobre el plan que vamos a seguir.-Dijo sir Archibald.

    Todos salieron de la Sala del Tiempo y los muchachos se sorprendieron, pues aún no había amanecido y las estrellas brillaban con fulgor. Siguieron a Jacal y Sir Archibald, que iban discutiendo de cómo iban a conseguir todo aquello y haciendo apuestas de cuántos enemigos iban a abatir.

    -Qué frialdad… yo no quiero matar a nadie…-Susurró Erial, incómodo. Nunca había hecho daño a nadie, y no sabía si estaba preparado para ello. Y hablaban de matar como si fuera algo rutinario para ellos…

    Nico le miró preocupada y se agarró a su brazo para infundirle valor.

    -Seguro que no hará falta hacer daño a nadie, Erial… no te preocupes por eso.-Le dijo y le sonrió.

    -Yo iría asumiendo que le vamos a hacer daño a alguien… así cuando pase no será tan duro.-Les aconsejó Freya, muy seria.-Nosotros no hemos empezado una guerra ni hemos engañado a nadie… Arébalo y Arco se han buscado que Arengo rompa en filas contra ellos. Solo vamos a apoyar lo que nosotros creemos correcto.

    -¿Y los que piensan que ellos están haciendo lo correcto?-Le interrumpió Erial.-Muchos de esos soldados seguro que no sabían a qué venían aquí…

    -Erial, venían con el uniforme de combate y armados… nos atacaron.

    -Querían algo que nosotros teníamos… esta historia se repite. Sé lo que es vivir sabiendo que alguien desea algo que yo puedo darle…

    -Erial, tú no puedes darles nada bueno a ellos. Os quieren para que abráis la puerta y luego os matarán para que nadie pueda cerrarla.-Alwyn, que había ido en silencio detrás de ellos les habló con franqueza.-Tener esa puerta abierta significa que todos los que vivimos aquí estaremos en peligro para que lo que salga nos mate y nos devore.

    Erial se sorprendió.

    -Tenéis que sellar esa puerta para que nunca, nadie, pueda volver a abrirla y que los demonios campen libres por este plano. ¿Lo entiendes?-Preguntó.-Sé que puede ser difícil de asimilar que gente tenga que morir para que vuestra misión se lleve a cabo… Si no ocurre eso, este mundo está condenado.

    Las duras palabras de la elfa calaron en lo más profundo de Erial.

    -Los demonios consiguen entrar igualmente en nuestro mundo.-Replicó Nico, algo molesta por el ataque hacia el muchacho.-Como aquel que vimos en la playa.

    -Consiguen entrar porque el velo que separa los dos mundos está muy débil y aprovechan para colarse entre las fracturas que hay. También hay gente que piensa que un demonio puede darle todo lo que desee a cambio de su alma… y cuando están corrompidos se arrepienten porque dañan a aquellos que aman. Si conseguís sellarla, eso no volverá a pasar. ¿Por qué pensáis que la zona donde está el portal está abandonada? Nadie quiere vivir en un lugar donde pueden aparecer demonios que los devoren o los corrompan.

    -Eso es horrible…-Nico se horrorizó ante aquellas palabras.

    -Por suerte, existen los Matademonios que se encargan de que ninguno sobreviva demasiado tiempo en este plano para poder llamar a más.

    -¿Eres tú una de ellas?-Preguntó Freya, que tenía sus sospechas desde que la había visto enfrentarse al demonio.

    -Hubo un tiempo en el que lo fui…-La mirada de la elfa se dirigió hacia Jacal que caminaba delante bromeando con sir Archibal. Los dos parecían de muy buen humos ante la perspectiva de la misión.-Al igual que Jacal y sir Archibal lo fueron… Aquellos años quedaron atrás. Ahora estoy aquí para vosotros…-Y su mirada se tornó diferente, como si se alejara de allí hacia otro lugar.

    El resto del camino continuaron en silencio, cada uno de ellos debían pensar muy bien en lo que había dicho Alwyn, y decidir si merecía la pena llenarse las manos de sangre inocente para salvar a miles de otros inocentes. Parecía que, aparte de las dos Iglesias más importantes del continente, los países estaban decidiendo su lado en aquella fase del camino de los elegidos. Se sabía que Arengo era partidario de la Iglesia de San Louis el Pacificador, y Arco de Santa Claudia, Arébalo se había mantenido neutral hasta aquel momento y aquello había impactado a sus aliados.

    Las dependencias del conde estaban vacías a excepción del conde y el Páter Milius, que estaban esperando su llegada. Algunos sirvientes pululaban de un lado a otro y les servían un refrigerio. Se sentaron en la mesa redonda, repleta de mapas y papeles con glifos que no entendían. Erial reconoció el sello del Archivo y sonrió recordando a su hermano.

    -Alteza.-Lo saludó sir Archibald y se sentó junto al Páter Milius, que releía un pergamino sin demasiado intereses, sus marcadas ojeras de cansancio rodeando sus ojos y su barba de un par de días le daban más años de los que tenía.- ¿Cómo se encuentra el hermano Milius? ¿Ha despertado?

    Freya se tensó al nombrar al joven monje y sintió culpabilidad, debía pedirle perdón en seguida, porque de verdad sentía haberle hecho daño a alguien que la había tratado tan bien. Se sentó cabizbaja en una silla junto a sus compañeros intentando callar a su conciencia.

    El Páter Milius bebió un gran sorbo de su tibio café y asintió, en ningún momento centró su mirada en Freya ni hubo ningún reproche por su parte en sus palabras o gestos.

    -Ha despertado y se recupera satisfactoriamente, está guardando cama para recuperar fuerzas y volver a sus labores diarias.-Explicó.-Ha sido un infortunado susto.

    -Freya nunca quiso hacerle daño.-Dijo Alwyn, que había comenzado a revisar los papeles de la mesa.-Eso debe quedar claro.

    -Páter, ya le dije que la chica estaba drogada… no se la puede culpar.-Dijo sir Archibald.

    -No lo hago. Solo espero que no vuelva a suceder y pueda controlarse la próxima vez.

    -Lo hará.-Dijeron al unísono Alwyn y sir Archibald.

    El Conde Makarov carraspeó dejando su taza de café en la mesa y mirando a sus acompañantes. Seguía vestido con su armadura de color oscuro y la mueca de enfado que había tenido antes se había suavizado, pero se notaba que seguía enfadado con todo aquel asunto. Todo el mundo le prestaba atención así que no esperó más para hablar.

    -Al alba, mis tropas llegarán a Arco por el noreste y acamparán allí a vuestra espera. Mi capitán mago me llevará una vez finalice esta reunión para que se me vea en el campamento por los exploradores. Cuento con vosotros para que llevéis a cabo la misión y la cumpláis, dependemos de ello para conseguir al cuarto elemento y poder sellar la puerta. No me gusta usar a mis soldados de señuelo, así que si Arco ataca o un portal trae al ejército de Arébalo pensando que queremos invadir os quedáis solos, no podré hacer nada hasta que Amaranto o Amouso vengan en mi ayuda. Mi padre no ha querido entregarme por entero el ejército por el bien del país y lo entiendo.-Explicó, muy serio.-Os doy mis bendiciones, y que vuestra misión se lleve a cabo lo más fácil posible y sin derramamiento de sangre. Proteged a los elegidos con vuestra vida si es preciso.-Les dijo a los maestros.-Que los Dioses os guíen y protejan.

    Y se marchó.

    Los tres elegidos se quedaron sorprendidos, ¿eso era todo?

    -Bien, ahora hablaremos del plan de ataque.-Dijo Jacal, desplegando un mapa de Arco entre los papeles y mapas de la mesa redonda.

    -¿Sin el príncipe Jean?-Preguntó Erial.

    -Es más seguro si él no lo sabe en caso de que lo capturen. El Conde ya ha hecho todo lo que podía por nosotros.-Dijo Sir Archibald comiéndose unos uvas.-Estamos solos en esta misión.

    Estar solo en un territorio desconocido asustaba a los elegidos, pues no sabían qué se iban a encontrar. Era la primera vez que se enfrentarían a algo peligroso… obviando su prueba de ascensión en su momento, pero aquello no contaba porque sabían que iban a salir ilesos. Sobre aquella misión no tenían más que lo que estaban viviendo en el mismo momento, ¿sobrevivirían? Debían hacerlo por la profecía, igual que rescatar a su compañero. Con aquellas ideas positivas en la cabeza, los muchachos se concentraron en el mapa desplegado en la mesa a la espera de la explicación del plan. Usarían todo lo que sus maestros les habían enseñado para volver de nuevo a Arengo y seguir con su entrenamiento. Pasarían aquella prueba para llegar al final.

    -Sabemos muy poco de Arco como país, apenas unas villas y la gran Torre de Nebus en su interior.-Explicaba Alwyn.-Una vez estuve allí, y realmente es muy alta, desde la ventana más alta se pueden ver las nubes desde arriba. Puede parecer absurdo, pero es un buen lugar para esconder al elemento del viento… ya que, si tuviera que ascender, lo haría allí.

    Los chicos se sorprendieron ante aquella información. ¿Entonces su compañero había ascendido?

    -Matamos dos pájaros de una flecha.-Comentó sir Archibald.

    -No tenemos mucha información de su encarcelamiento, ni sabemos en qué condiciones nos lo encontraremos. Solo sabemos que no ha ascendido de momento.-Alwyn miró al Páter Milius, que asintió dándole la razón.-No sabemos si controla bien su elemento o si sabe algo sobre él.

    -Hablo en nombre de todos cuando digo que sí que lo sabe… no es algo que se pueda ocultar.-Dijo Nico, tímidamente.-Cuando somos inestables da muchos problemas.

    Los maestros se miraron entre ellos, Nico podía tener razón, hasta que no vieron con sus propios ojos al elemento del viento no sabrían hasta qué punto estaba entrenado o si desconocía sus poderes.

    -El plan es este.-Dijo Jacal, levantándose de su silla para explicar. Todo el mundo le escuchaba con atención.-Uno de los magos del conde abrirá un portal que nos llevará directamente al centro de Arco, detrás de la defensa del enemigo y nos dejará allí. Es terreno desconocido, así que exploraremos antes de decidir el siguiente paso. Una vez encontremos la forma de llegar a la Torre atacaremos.

    -¿Cómo sabemos con exactitud que el elemento del viento está allí?-Preguntó Freya.

    -Eso puedo contestarlo yo.-Dijo el Páter Milius, enseñando el pergamino que llevaba en la mano.-Hace veinte años, una familia noble de Amouso fue bendecida con un niño. No era su primer hijo, pero sí que el niño era especial. Ya en su más tierna infancia demostró ante conocidos y desconocidos un gran manejo del poder del viento. El muchacho había sido elegido para portar el poder del elemento del viento. Aquello incitó a los más conservadores del reino a que aquel chiquillo no viviera, pues sabían de la profecía y no querían que el Portal de las Estrellas se cerrase. Cuando la familia se enteró, con ayuda del joven rey Bruce, que por suerte había aprendido de su madre la doctrina de San Louis, hicieron desaparecer al niño. Lo sacaron del reino y lo encerraron en lo más alto de una torre.

    -Entonces el elemento del viento está a salvo…-Dijo Freya, con una pizca de esperanza.

    -¿No sabes mucho de historia verdad?-Le cuestionó Erial.

    -¿Cómo?

    -Arco fue conquistada por Arébalo en la Guerra de los Diez Días. Al ser un país muy pequeño, no pudo hacer nada contra el ejército de Arébalo y se convirtió en un estado títere.-Le respondió Jacal.-El rey abdicó en un alto noble de Arébalo antes de que alguno de sus aliados pudiera hacer algo por ayudarles. Ese noble acata las órdenes del rey Bernard de Arébalo, el hermano mayor del Príncipe Alaric.

    -Oh, volvemos a estar jodidos…

    -Así que cuando se supo que el elemento del viento estaba allí, lo dejaron encerrado a la espera de que el resto de los elementos aparecieran y así capturarlos para que abriesen el Portal.-Continuó el Páter Milius.-Por una parte tuvimos suerte de que no lo asesinase.

    -¿Exactamente para qué quieren abrir el Portal?-Preguntó Erial, dubitativo.- ¿En serio creen que el Hombre Noble aún sigue vivo en el mundo de los demonios? Eso no es posible.

    -Todo es posible, joven Erial, si se cree con la suficiente fuerza.-Dijo el Páter Milius.

    -Muchos de los seguidores de la Iglesia de Santa Claudia Mártir pasaron demasiado tiempo en la zona del Portal, con lo cual, sus almas fueron corrompidas por los demonios que conseguían salir. Es una de las razones por las que quieren abrir el Portal, son demonios menores que quieren traer a demonios mayores.-Explicó Alwyn.

    -Quieren hacer una fiesta de demonios en este mundo…-Comentó sin gracia sir Archibal.-Y no lo podemos permitir.

    -Solo vosotros podéis abrir y sellar el Portal de las Estrellas y librar al mundo del mal.-Les dijo el Páter Milius.

    Los muchachos asintieron.

    -Si ha quedado todo claro, podemos partir. Una vez estemos allí, exploraremos el terreno para continuar con el plan y barajar las mejores posibilidades.-Dijo Jacal.

    Todos asintieron y se levantaban. Los jóvenes elegidos estaban nerviosos, estaban a minutos de arriesgar sus vidas en pos de una profecía que hablaba de ellos mucho antes de que sus tatarabuelos hubieran nacido. Sin más que decir, salieron de las dependencias del Conde hacia los jardines donde un joven mago les esperaba, con los glifos dibujados en la tierra.

    -¿Están preparados?-Preguntó.

    Jacal asintió.

    -Primero lo atravesaremos Alwyn y yo, luego sir Archibald y vosotros lo haréis a la vez pasados algunos minutos.-Los muchachos asintieron con brío.-Adelante.

    El mago dibujó el último glifo y con un crujido, una brecha se creó con un rugido de viento y luz, Jacal desenvainó su espada y cogió de la mano a la elfa, que llevaba el báculo en la otra mano. De la mano, los dos maestros atravesaron el portal a lo desconocido.

    Sir Archibal se adelantó, movió el cuello y los hombros, estirándose para lo que se le venía encima. Con dos dagas en las manos, se volvió hacia los muchachos y les guiñó un ojo antes de entrar por el portal.

    El mago se apoyó en su báculo, ya que la energía que estaba utilizando para mantener el portal era demasiada y le estaba agotando. Los muchachos permanecieron en silencio aquellos minutos, llenos de nerviosismo e intriga, esperando que sus maestros estuvieran bien y que no hubiera peligro cuando atravesaran el portal. Era el momento de demostrar que eran los verdaderos elegidos de la profecía.

    -¿Vamos?-Preguntó Freya dubitativamente, no podía esperar más.-Creo que ya ha pasado suficiente.

    -Sí.-Le apoyó Nico.

    -Adelante.-Dijo Erial.

    Freya desenvainó su espada, esperando no tener que usarla nada más salir.

    -Coged aire, recordad los últimos viajes…-Les recordó Erial.

    Los tres cogieron aire y atravesaron el portal llenó de luz y ruido.

    Cuando aparecieron al otro lado, algo desconcertados y cogiendo aire de nuevo, se encontraron con sus maestros. Estos no se habían aburrido, a sus pies había tres hombres atados y cabizbajos. Freya envainó su espada y se acercó.

    -¿Qué ha pasado?

    -Nada que no hayamos podido solucionar.-Respondió Jacal.-Ahora sabemos que esta zona es segura. Archi, ya sabes lo que tienes que hacer.

    Sir Archibald sonrió socarronamente.

    -Me encanta que te pongas serio y me des órdenes.-Y se internó en el bosque donde desapareció de la vista de todos.

    Una hora después el pelirrojo volvió con buenas noticias. Habían aprovechado para sacarle información a los tres soldados que yacían inconsciente atados a un árbol. La torre tenía un batallón de veinte hombres para protegerla, y el resto de los hombres se habían ido a la parte noreste para enfrentarse a los arengueses. El preso más importante de la torre estaba encerrado en lo más alto de la torre y solo había dos carceleros que podían subir hasta allí y tenían las llaves de la puerta. Sospechaban que allí mantenían cautivo al elemento del viento. Sir Archibald había dispuesto trampas por el bosque para evitar sorpresas y había trazado un camino seguro hacia la torre.

    -Esta todo despejado hasta la torre, he oído a una patrulla que hoy no habrá soldados de refresco porque están todos protegiendo la frontera donde el príncipe está apostado. Así que los soldados que vamos a encontrar estarán desmotivados, justo lo que necesitamos.

    -No nos vamos a confiar, iremos sobre seguro.-Dijo Jacal.

    Sir Archibald iba delante del grupo, seguido muy de cerca de Jacal que estaba ojo avizor por si eran atacados. Alwyn se mantenía cerca de los elegidos, que mantenían la calma, sin dejarse llevar por el nerviosismo todavía. El paisaje del bosque era muy hermoso, las hojas de los árboles eran de un verde claro, y los frutos que colgaban de sus ramas eran apetitosos. Poco a poco, el amanecer llegó para acompañarlos en su camino hacia la torre.

    -Eh, mirad, se ve la torre desde aquí.-Señaló Erial.

    Frente a ellos, a varios metros, se veía la alta torre de color blanco.

    -¡Escondeos!-Exclamó sir Archibald, empujándoles hacia los arbustos.-Se acerca un carro…

    A tiempo estuvieron de esconderse entre los arbustos y el follaje les ocultó con facilidad. Estaban de rodillas para poder observar entre las hojas quien se acercaba por el camino.

    Dos caballos precedían al carro, las armaduras eran de color verde, Arébalo, y el carruaje estaba finamente ornamentado con el sello de la familia real, el círculo con la estrella de cuatro puntas. Entre las cortinas del carro reconocieron al príncipe Alaric.

    -Ese cabrón…-Masculló Freya, haciendo amago de levantarse.

    -Silencio.-Le riñó sir Archibald, agarrándole de la manga y tirando de ella hacia el suelo.

    Una vez el carro desapareció en dirección a la torre pudieron salir de su escondrijo. Freya se había alterado ante la vista de aquel traidor, pero respiró profundamente prometiéndose que se encargaría de él cuando pudiese.

    -Esto cambia un poco las cosas… no contábamos con la presencia del Marqués de Bathory.-Comentó Archibald.-Y normalmente un marqués siempre lleva escolta.

    -Al menos no ha venido con un ejército, solo llevaba unos pocos soldados.-Dijo Jacal.-Serán fáciles de neutralizar.

    Siguieron el camino en silencio. Nico observaba a Freya, que apretaba el puño en silencio y mascullaba cosas para sí misma y aquello la preocupó. Esperaba que no perdiera el control en aquel momento, aunque estuviera Alwyn cerca seguía preocupándose por ella. Se acercó a Erial, que iba observando el paisaje.

    -Erial…-Le susurró, para que nadie más les escuchara.-Me preocupa Freya… creo que quiere vengarse del príncipe de Arébalo…

    -Entiendo que quiera hacerlo, pero no creo que eche por tierra la misión por eso. Es mucho más importante rescatar al viento y volver a casa.-Le dijo, para tranquilizarla.-Ya tendrá tiempo para vengarse.

    Nico suspiró, esperando que Erial tuviera razón, pero por si acaso, pensaba vigilar a la chica y la protegería de ideas descabelladas.

    Archibald se detuvo en el linde del bosque y les hizo cobijarse entre la oscuridad del bosque. Tendrían que preparar el ataque antes del amanecer definitivo y que los rayos del sol les descubrieron ante los enemigos. El carruaje del príncipe Alaric estaba apostado a los pies de la torre, y varios soldados vigilaban las puertas de entrada a la torre. El marqués estaba hablando con uno de los soldados de armadura de color rojo.

    -Pero que tenemos aquí…

    Todos pegaron un salto al oír una voz detrás de ellos y al girarse se toparon con cinco soldados de armadura roja que los miraban con una sonrisa en el rostro. Uno de ellos era pelirrojo y se parecía mucho a sir Archibald, pero sus ojos eran marrones.

    -Así que es aquí donde estabas, hermano.-Le dijo con la misma socarronería del maestro.-Te pensaba más listo, he olido tus trampas desde muy lejos.

    Archibald hizo una mueca, pero acabó por sonreír.

    -Quizá quería que las encontraras, hermano querido, y has sido tú el que ha caído en mi trampa.

    Archibald miró a Alwyn y esta chasqueó los dedos y los cincos soldados quedaron paralizados, solo pudiendo mover los ojos.

    Justo en el momento en el que Alwyn chasqueó los dedos, el husmeador del Marqués de Bathory dio la voz de alarma de que un mago andaba cerca.

    -No contaba con el husmeador… no lo he visto.-Se disculpó Archibald.-Ya no hace falta que permanezcamos ocultos.

    -Es hora de pasar al ataque. Vosotros os quedaréis en la retaguardia, luchad juntos, protegeos, la unión hace la fuerza.-Les dijo Jacal a los muchachos, confiando en ellos.-Nosotros nos encargaremos de lo más peligroso. Cuando todo esto haya pasado, entraremos en la torre… no antes, ¿de acuerdo?

    Los chicos asintieron y justo en aquel momento las flechas cayeron sobre ellos. Alwyn creó un escudo de luz que las repelió y salieron del bosque. Los soldados les estaban esperando, y el husmeador también, era un mago al igual que Alwyn.

    -Yo me encargo de él.-Dijo la elfa, alejándose hacia el mago, que salía de la formación de los soldados.-Va a arrepentirse de sus artes oscuras.

    Un husmeador era un mago que había sido corrompido por los demonios y había dedicado sus conocimientos a corromper y aprender artes oscuras. Por suerte, Alwyn era una elfa de luz y, además, una afamada Matademonios, no era algo muy difícil ocuparse de un ser así.

    Y así comenzó la batalla, los soldados se lanzaron hacia Archibald y Jacal, e incluso hacia los elegidos. Como Alwyn estaba concentrada en la lucha con el mago, los soldados que les habían descubierto salieron de su parálisis rápidamente y atacaron por la espalda.

    Erial creó una brecha entre ellos y los cinco soldados, que se sorprendieron y lanzó a los árboles hacia ellos, que los enredaros entre sus raíces. Así no podrían ayudar al resto de combatientes.

    -¡Los elegidos están aquí!-Exclamó el hermano de Archibald, intentando soltarse de sus ataduras.

    -¡A dormir!-Nico lanzó el frasco con el somnífero a los cinco soldados.

    Erial se lo agradeció con la mirada, puso las manos en la tierra y creó un terremoto que impidió el paso del príncipe Alaric, que corría hacia su carro para tratar de escapar. Aquello quemaba mucha energía, así que cerró los ojos y suspiró, necesitaba recobrarse unos minutos.

    -¡Matad a los Matademonios y dejad con vida a los elegidos!-Gritó Alaric apretando los dientes.-Los necesitamos vivos.

    Una bola de fuego cayó a su lado y el príncipe cayó al suelo de la sorpresa.

    -¡Maldito traidor!-Exclamó Freya, que había desenvainado la espada y se dirigía hacia él.

    -¡No, Freya!-Exclamó Nico, que la intentó seguir, pero un soldado le salió al paso.

    Una gran roca impactó con la cabeza del soldado, que lo dejó inconsciente tras el golpe y cayó desmadejado al suelo. Nico se volvió y vio a Erial en el suelo, aún con las manos en el suelo, sonriéndole. Nico le devolvió la sonrisa, pero vio que el hermano de Archibald había logrado soltarse de sus ataduras y caminaba en silencio hacia Erial con un puñal en la mano.

    -¡Erial, detrás de ti!

    Erial se giró a tiempo de poder saltar a un lado y el puñal se clavó en el suelo. Con una mano en la tierra hizo salir un pilar que golpeó en el pecho a su enemigo y lo lazó lejos. Varios soldados se acercaban a él.

    Erial gruñó, buscó entre su petate la poción de energía para poder recuperar algo y seguir luchando. Una ola barrió a los dos soldados que iban a por él y Nico apareció con su vara delante de él y su cantimplora abierta. Hizo girar la vara y dio con la parte roma en la cara a uno e hizo caer a otro. El agua volvió a su cantimplora una vez llevó a cabo su misión.

    Erial pudo tomarse la poción y volvió a la pelea. A su alrededor todos estaban en una encarnizada lucha. Archibald se movía rápidamente, con saltos ágiles, cortando con sus dagas a uno y otro enemigo que le dejaba acercarse demasiado. Jacal era una bestia, los soldados que osaban enfrentarse a él caían a los tres golpes y Alwyn mantenía a raya al mago oscuro con su melea rubia ondeando tras sus movimientos. Nico entendía perfectamente por qué aquellas tres personas eran Matademonios.


    Freya sacó la espada del cuerpo del soldado que tenía delante y este gritó de agonía. La muchacha respiraba entrecortadamente por el esfuerzo, levantó la cabeza y se centró en el príncipe Alaric, que la miraba con aquellos ojos del color de la miel y la sonreían. Le había costado llegar hasta él, pues tres soldados le habían defendido con ahínco.

    -Lady Freya… eres toda una guerrera.

    -Corta el royo, alteza…-Aquella última palabra la dijo con rin tintín.-Vengo a vengarme por lo que me hiciste…

    -¿Y qué hice?-Le preguntó, dando unos pasos hacia atrás, con una mueca impenetrable.

    -¡Herí a personas que me importan por tu culpa! ¡Me drogaste!

    El príncipe Alaric sonrió de medio lado.

    -Lo único que les mostré a tus amigos es tu verdadero ser, el fuego destruye a su paso, y tú eres el fuego.

    -¡Eso es mentira!

    -¿De verdad crees eso?-La chica dudó y Alaric sonrió.-A mí no me importa que seas salvaje y cruel como el fuego…

    -Yo no soy nada de eso.-Susurró la chica con tristeza.

    -… es tu naturaleza, parte de tu alma. Cuando ascendiste le abriste la puerta al poder del fuego y él, poco a poco, te llevará a destruir, como hace a su paso. Cada uno de vosotros puede destruir de una forma… y tú eres la más letal. Consumirías el mundo si quisieras, todo lo que siempre has deseado podría ser tuyo.

    -No…

    La mente de Freya era un hervidero. Sentía que todo lo que el príncipe le decía era verdad, que el fuego la consumiría y tomaría su cuerpo para hacer el mal, que por mucho que quisiera proteger a las personas que le importaban acabaría haciéndoles dañó tarde o temprano.

    -Cuando lo comprendas ya será tarde… únete a mí y deja salir todo ese fuego que hay en tu interior.-Y le ofreció la mano.- ¡Consume el mundo para mí! ¡Conviértete en mi emperatriz y juntos dominaremos este mundo y el de los demonios!

    Freya soltó la espada, se fijó en la mano del príncipe, de repente, lo que le decía el príncipe cobraba sentido en su mente, como si fuera una huella que llevara mucho tiempo en su cuerpo. Sabía que si se dejaba llevar por el fuego causaría estragos, dañaría a gente inocente que no se merecía sufrir y perdería la confianza de quienes la apoyaban.

    Sacudió la cabeza. No, no podía ceder al fuego aquella vez ni ninguna si quería defender al inocente y proteger a aquellos que la importaban. Quería recuperar a su hermano, a su padre, demostrarles que no era un monstruo y que podía vivir una vida normal sin que nadie la odiase por su pasado.

    -¡Jamás!-Exclamó, y golpeó la mano del príncipe con su mano ardiente, quemándole la mano y haciéndole gritar de agonía.

    El príncipe corrió hacia la torre y entró a trompicones por las grandes puertas, llevándose su mano herida al pecho.

    -Esto no quedará así… ¡tu poder y tu seréis míos, y con ayuda de los demonios conquistaré este podrido mundo!-Juró.

    Freya se apremió a seguirle, pero no encontraba su espada.

    -¡Freya, espera!-Le gritó Jacal que intuía sus intenciones.

    El campo de batalla se había vuelto a llenar de soldados, que habían aparecido de la nada y sumaban a la lucha para proteger la torre y al Marqués de Bathory.

    -Joder…-Jacal se defendió con un tajo y se giró para rematar a otro soldado.-Freya…-Pero la chica ya no estaba allí, había entrado en la torre siguiendo al príncipe.-Mierda.

    Buscó a Nico y Erial, que se enfrentaban a más soldados. Los dos usaban sus poderes para ayudar al otro y mantenían a raya a los enemigos. Alwyn había dejado inconsciente al mago y se unía a la pelea sudorosa.

    -¿Dónde está Freya?-Preguntó, pasando por su lado para ayudar a Archibald que tenía tres soldados acosándolos.- ¡Abajo, Archikins!-El caballero se agachó y un rayo golpeó a los tres soldados lanzándoles por los aires.

    -¡Gracias, Allie!-Y lanzó sendos shurikens hacia dos soldados que querían atacar a Nico y Erial por la espalda.

    -Ha entrado en la torre…-Jacal fintó y atacó al soldado, golpeándole con la empuñadora en la cabeza y dejándolo inconsciente en el suelo.-Necesitamos acabar aquí y seguirla.

    -Pues vamos a ello.



    Freya entró en la torre y se encontró con una semioscuridad al atravesar los grandes portones. Había unas largas escaleras que subían y dos puertas que llevaban a una cocina y a la habitación del carcelero. En el suelo entre las dos puertas, uno de los carceleros encapuchados estaba tendido en el suelo con la garganta cortada y sangrando profusamente. Intentó hablar y levantó una mano a la muchacha, que se horrorizó ante la vista de la sangre saliendo de su herida y la boca.

    -¿Qué demonios?

    Escuchó un ruido a sus espaldas y se giró al tiempo de que el otro carcelero la agarrase. Pegó un salto hacia las escaleras y vio al príncipe Alaric subiendo las escaleras. Tenía que seguirlo, pero antes tendría que librarse del carcelero.

    -¿Eres una elegida?-Preguntó con voz dubitativa.

    Freya se apartó, sacó la daga escondida en su muslo y la blandió entre ellos.

    -¿Y qué si lo soy?-Preguntó.

    -Tienes que sacarlo…-El carcelero buscó en su bolsillo un manojo de llaves y se las tendió.-Tienes que ayudarle a salir de aquí… os está esperando…

    Freya frunció el cejo sin entender.

    -¿Quién eres?

    El carcelero se bajó la capucha.

    -Solo soy un humilde siervo de San Louis… llevo cinco años cuidando de él. Si sois los elegidos, mi misión ha acabado y tenéis que sacarle de aquí antes de que le hagan más daño.

    -¿Cómo sé que lo que dices es verdad?

    El carcelero se bajó la pechera y le mostró la Marca de San Louis, sobresaltando a Freya. Cogió las llaves dubitativamente y se preparó para subir las escaleras.

    -¿Qué más puedo hacer para ayudar?-Preguntó el hombre, tenía las manos llenas de sangre de asesinar a su compañero.

    -Ahí fuera hay una batalla y nos vendría bien ayuda…-El carcelero asintió y cogió una gran maza.-Yo… tengo que irme.

    Freya se apresuró a subir las escaleras, había perdido de vista al príncipe Alaric y estaba enfadada por ello. Se había dejado llevar y podría haber salido muy mal, pero había tenido suerte encontrándose un carcelero que estaba de su lado. Agarró con fuerza las llaves y subió. Todas las celdas que se encontró estaban cerradas y sus presos parecía dormir ajenos a todo aquel alboroto. No tuvo ninguna pista del príncipe Alaric durante su ascenso.

    Llevaba ya varios minutos subiendo escaleras, los músculos de sus piernas empezaban a quejarse por el esfuerzo de la subida, y le quemaban. Se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano y se detuvo para recuperar el aliento. Esperaba llegar a tiempo y encontrarse a su futuro compañero con vida. Tenía mil preguntas de cómo sería, pero sabía que debía dejarlas de lado, igual que la venganza contra el príncipe Alaric y debía centrarse en la misión. Sabía que cuando todo aquello acabase iba a tener una gran reprimenda por parte de sus maestros por desobedecer las órdenes. Suspiró, seguro que Erial y Nico estarían bien, notaba en el vínculo entre ellos que seguían luchando para defender la torre. Y así era, podía asomarse por la ventana y ver la batalla a sus pies.

    Siguió subiendo, tanto, que por las ventanas podía ver las nubes blancas que se paseaban por el cielo. Agotada, se apoyó en la pared de roca de la torre. ¿Cuántos pisos más faltaría? Se asomó y con alegría vio que quedaban apenas dos pisos más para llegar a lo alto de la torre. Con fuerzas renovadas se dispuso a subir y se encontró con la puerta de madera, buscó la llave más grande de todas y la encajó en la cerradura. Sin más dilación, abrió la puerta.


    La batalla a los pies de la torre estaba llegando a su fin, pues los renovados soldados estaban cayendo junto a sus compañeros con pasmosa facilidad. En varios minutos, Jacal y el resto tenía controlada la situación y empezaron a amontonar los cadáveres unos encima de otros y a tratar a los heridos que se habían rendido arrojándoles las armas a los pies. Entre ellos se encontraba el hermano de Archibal.

    -Por mucho que consigáis los cuatro elementos no conseguiréis sellar el Portal.-Mascullaba, intentando liberarse de la atadura de su hermano, maldiciendo a los ineptos soldados que le habían entregado.-El Marqués siempre consigue lo que se propone, esto no es diferente.

    Archie sonreía a su hermano con diversión.

    -Has elegido el bando incorrecto en esta lucha, Alfie, además, el rojo no nos sienta bien… deberías saberlo, hermanito.-Se mofó, limpiando una de sus dagas en la pechera de su hermano.-Por suerte, pasarás un tiempo en la sombra y así podrás recapacitar ciertas decisiones.

    Alfred le fulminó con sus ojos marrones.

    Nico y Erial se acercaron a Alwyn preocupados por el paradero de Freya y la desaparición del príncipe Alaric. A parte de Jacal, que había sufrido algunos tajos leves en su cuerpo que Alwyn se había apresurado a sanar, ninguno de ellos había sufrido herida alguna. La misión, hasta el momento, estaba siendo un éxito.

    -Hay que entrar en la torre y ayudar a Freya.-Exigió Nico, que estaba muy nerviosa por el paradero de su amiga.

    -Va a necesitar apoyo si hay guardias esperando dentro.-Le apoyó Erial, que muy en el fondo, también sentía preocupación por la chica.-Y liberar al elemento del viento… es la misión principal.

    -No sabemos qué peligros podemos encontrar en la torre…-Estaba diciendo Jacal negando la cabeza hasta que Alwyn le interrumpió.

    -Iré yo sola, el resto esperaréis aquí.

    -¿Qué?

    -Ni pensarlo, no vas a entrar ahí sola.-Dictó Jacal, cruzándose de brazos.

    -Soy la única que sabe cómo es la torre. No he subido nunca tan alto, pero sé dónde se encuentra la celda donde encierran al elemento del viento, y soy la única que puede controlar a Freya si es necesario.-Terció Alwyn, haciéndose una coleta en su hermosa melena rubia.

    -No pienso dejarte subir allí sola.-Dijo Jacal, con un tono más alto del que se esperaba en aquel momento. Apretó la mandíbula y se encaró a Alwyn.-Soy el jefe de esta misión y te lo prohíbo tajantemente.

    Alwyn frunció el ceño, molesta ante las palabras de Jacal.

    -Chicos, vamos a darles un poco de espacio, ¿de acuerdo?-Archi se llevó a los muchacho de allí, que estaban inmersos en la conversación de sus maestros.- Podemos ir a reconocer el terreno para que no vuelvan a pillarnos desprevenidos si acuden más soldados.

    -Pero Freya…

    -Yo me encargo, Nico.-Le dijo Alwyn, con una sonrisa, ignorando lo que le estaba diciendo Jacal y molestándole.

    El hombretón gruñó y la retuvo por un brazo.

    -Escúchame mujer…

    -No, escúchame tú a mi…

    -¡Hoy es un gran día para explorar!-Exclamó Archi, empujando a Nico hacia Erial y llevándoselos de allí para que no prestaran atención a la discusión entre sus maestros.

    -¿Qué mosca les ha picado?-Preguntó Erial, girándose hacia atrás y viendo como Alwyn y Jacal gesticulando y parecían gritarse.

    -Problemas de pareja, todo el mundo las tiene, no os caséis nunca.-Archi entendió tarde que se había ido de la lengua.-Al diablo… es obvio que no lo pueden ocultar.

    -¿Qué?

    -¿Cómo? ¿Están casados?

    Aquella noticia sorprendió a los jóvenes aprendices que pararon de golpe.

    -Era un secreto a voces, jóvenes aprendices, y tarde o temprano se iba a saber. Pero si preguntan, yo no he dicho nada… Lo habéis adivinado vosotros solos.-Y les guiñó un ojo sonriéndoles socarronamente.

    Nico volvió la vista hacia la pareja, que había dejado de discutir y Jacal se alejaba hacia un lado del bosque y la elfa se dirigía a la torre con paso rápido.

    -Pero… ella es una elfa y él…-No dijo nada más, pues comentarlo le hacía sentir mal.

    -Por eso no es algo que vayan contando por ahí.-Dijo Archie, que se había puesto a su lado.-Por eso dejamos de ser Matademonios y nos convertimos en maestros, para que nadie juzgara su relación y pudieran amarse sin barreras.

    Erial observó como la elfa entraba en la torre y se giró hacia Nico, que parecía estar triste por la situación de sus maestros. A veces era tan tierna que incluso hacía que le doliese el pecho. Quizá, cuando todo aquello pasara, podría hablarle de sus sentimientos hacia ella… o quizá se separarían para siempre y no volverían a verse nunca más. Aquello no le gustaba, pero si era una decisión que tomaban, la respetaría. Mientras, atesoraría los momentos con ella y los disfrutaría.

    -Oye Nico… ¿eso es una planta venenosa?

    Nico se limpió una lágrima silenciosa disimuladamente y se giró hacia Erial con su mejor sonrisa.

    -¿Dónde?-Preguntó y caminó en su dirección.

    Los dos jóvenes marcharon bajo la atenta mirada de Archie, que sabía qué estaba pasando entre ellos dos perfectamente, ya que lo había vivido hacía unos años con dos buenos amigos suyos. Le dedicó una última mirada a Jacal, que se había apoyado en un árbol a la sombra del brillante sol, y se alejó con sus jóvenes aprendices.


    Niall, ajeno a toda la batalla que ocurría a los pies de la torre, se despertó encontrándose el desayuno en el lugar de siempre. No sabía que los tres elementos que le esperaban habían venido a rescatarle de su encarcelamiento y que estaban luchando por llegar a él y llevárselo lejos de su prisión. La torre estaba tan alta que apenas le llegaban susurros de una batalla campal.

    Se levantó del sucio catre, desperezándose con un gran bostezo y observó la bandeja en busca de algún mensaje, pero no encontró nada. Solo las gachas frías y el zumo de naranja. No se había enterado de cuándo habían venido a dejarle la bandeja, y le dio un poco igual, a veces dormía tan profundamente que sus carceleros entraban y salían sin que él se diera cuenta. Desayunó en silencio, con una sensación de impaciencia, un hervidero de nerviosismo recorría su cuerpo, como si supiera que algo extraordinario iba a ocurrir. ¿Pero qué podría ocurría en su monótona vida? Ah, no tenía ni idea, pero igualmente se sentía intranquilo.

    La esperanza seguía creciendo, inquieta, en su ser, como una semilla abriéndose paso por la basta tierra para llegar al sol y la lluvia. Y quería dejarse llevas por la ilusión, sonreír de felicidad, pero debía ser cauto, pues no quería volver a caer en el agujero de desesperanza y desilusión en el que había vivido tantos años. Las yemas de los dedos le hormigueaban y le picaban, como si su poder quisiera salir. Hacía días que lo tenía olvidado, como un niño que se cansa de un juguete nuevo, sin ganas de usarlo. Pero seguía en él, pues era parte de él.

    Dio vueltas por la celda, impaciente, con el estómago del revés. Sentía algo en el pecho que no podía comprender, como si algo preciado se estuviera acercando, y era una sensación tan extraña que le molestó. Se pasó las manos por el sucio cabello azabache para calmar el hormigueo, pateó el cubo vacío y pisoteó la manta que descansaba en el suelo.

    Escuchó pasos apresurados en el pasillo, y por un momento se asustó, se alejó todo lo que pudo de la puerta hasta tocar la pared, que en parte le reconfortó, y los pasos pasaron de largo. Con un suspiro de alivio, se permitió cerrar los ojos unos minutos. Por un momento pensaba que sus carceleros se habían enterado de todo y venían a castigarle.

    Se sentó en el catre y se masajeó una mano y luego la otra, ya que permanecían nerviosas y el hormigueó había vuelto. Estuvo unos minutos así hasta que oyó la cerradura de su puerta, esperando encontrarse al carcelero que vendría a por la bandeja vacía del desayuno.

    Pero no era el carcelero.

    Lo que Niall vio en el marco de la puerta era la criatura más hermosa que había visto en su vida. Un ángel caído del cielo. Su corazón dio un salto al verla, y comenzó a bombear con rapidez, arrebatándole todos los sentidos para centrarse en ella por entero. La chica que tenía ante él posó sus hermosos ojos, dos brillantes esmeraldas, en él con sorpresa. Iba vestida con un peto de cuero de color rojo y unos pantalones holgados de color oscuro, botas de combate y llevaba en una mano un manojo de llaves y en otra una daga de afilada hoja. Su cabello era fuego puro, y estaba trenzado para que no le molestara, chafado por el sudor. Jadeaba, imaginaba que había subido las escaleras a pie y rápidamente.

    Las dos esmeraldas dejaron de acribillarle y exploraron la celda con incertidumbre. Niall se molestó por no ser lo único que aquellos ojos vieran y se levantó del catre rápidamente, asustando a la muchacha, que hecho chispas por la mano donde tenía las llaves y estas cayeron al suelo.

    -¡Ay!

    La muchacha se echó a un lado asustada y Niall levantó las manos para que viera que no era peligroso, como muchas otras veces había hecho ante sus carceleros, pero en aquella ocasión de verdad sentía que quería que aquella chica confiara en él y le dejase acercarse y tocarla.

    Niall le sacaba una cabeza a la muchacha, ésta entró en la celda hasta acercarse a la ventana, donde solo vio nubes blancas. Tragó saliva, estaban muy alto.

    -¡Por aquí!-Les sorprendió una voz, que para la chica era conocida.-¡La chica del fuego está por aquí! ¡Apresadla!

    -Maldito cabrón… ¡estaba escondido en una celda!-Rumió la chica.

    Para sorpresa de Niall, la chica preparó una gran bola de fuego y la lanzó contra los barrotes de la ventana, que explotaron y dejaron un buen agujero en la venta, y se asomó para maldecir de nuevo.

    -Estamos muy altos…

    -¿Confías en mí, criatura?

    La muchacha se giró hacia él frunciendo el ceño.

    -¿Cómo?

    El muchacho le estaba ofreciendo la mano sucia y ella la observó. No sabía qué pretendía, pero oía a los soldados subir apresuradamente por las escaleras y aquello era muy malo.

    -Qué demonios…

    Y le agarró de la mano. Niall la atrajo hacia él y la abrazó, cargando con ella.

    -Cierra los ojos.

    La muchacha confió en él y los cerró no muy segura de estar tomando la decisión correcta, pero sintiéndose reconfortada en los brazos de aquel extraño.

    Niall se apresuró a llegar hacia el agujero que antes había sido su ventana y se preparó para saltar. Apretó contra su cuerpo a la muchacha y observó las nubes, que se abrían para él mostrándole un mundo por descubrir.

    -¡No!-El grito le pilló desprevenido, y se giró hacia la puerta.

    Un hombre bien vestido, de cabello largo y castaño y grandes ojos ambarinos se asomó por la puerta, tenía una mano herida. Niall le miró durante unos segundos.

    -¡Suéltala!-Le ordenó.

    Él negó con la cabeza, no pensaba soltarla jamás, y se preparó para saltar.

    -¡Freya!

    La chica abrió los ojos al oír su nombre y vio al príncipe Alaric con cara de espanto, el fuego hablaba en su interior, queriendo salir, apurándola a dejarse llevar. Detestaba que su poder se manifestara ante él de aquella manera, la hacía sentir frágil ante él y no podía permitírselo. La temperatura de su cuerpo comenzó a subir, incluso Niall notó el calor al tocarla y supo que aquel hombre la hacía reaccionar de alguna manera. Aquello no le gustó, y por primera vez sintió una pizca de celos.

    -¡Salta!-Apremió la chica a Niall, sabiendo que no podría controlarlo mucho más, y que era mejor caer que no explotar y destrozar toda la torre y hacer daño a sus amigos allá abajo.

    Para Niall los deseos de aquel ángel de cabellera rojiza eran órdenes, se dejó caer hacia atrás, y cerró los ojos.


    Freya se apretó al muchacho, aterrada ante la larga caída que les esperaba y no pudo evitar soltar un chillido, cerró los ojos fuertemente, como si aquello fuera a evitar el dolor de la caída. No estaba preparada para morir todavía, tenía muchas cosas pendientes por hacer. Aquella misión había ido de mal en peor y era por su culpa… y como no, de nuevo, su compañera la culpabilidad llenó su mente recordándole las malas decisiones y malos actos que había cometido a lo largo de su vida, como un recordatorio de que no iba a dejar nada bueno en aquel mundo.

    El muchacho le tocó la mejilla, sorprendiéndola, y abrió los ojos, con lágrimas en las comisuras de los ojos. Tenía los ojos más negros que había visto en su vida, negro como el carbón, y aquello le fascinó, porque aquella oscuridad no representaba nada malo para ello, la miraban como con adoración. El muchacho estaba muy sucio, pero bajo toda aquella mugre reconoció una gran belleza y se sonrojó sin poder evitarlo.

    El chico hizo una mueca de dolor y cerró aquellos carbones que tenía por ojos, preocupando a Freya, que se aferró a él para darle consuelo. Sin apenas percatarse, el chico había empezado a emitir una tenue luz que había ido creciendo hasta que lo había absorbido por completo. Freya le habló, pero su voz no emitió ningún sonido, como si aquella luz repeliera todo lo que pasaba a su alrededor. Desesperada, Freya trató de soltarse y usar las llamas para elevarse cuando estuvieran a punto de estrellarse, como Jacal le había sugerido cuando luchaban cuerpo a cuerpo. Las llamas la impulsaban para saltar, ¿quizá podrían ayudarla en aquel momento?

    La luz era tan brillante que acabó por cegarla, y sintió que era absorbida por ella, intentó huir, usando sus llamas, pero no pudo ni moverse, y lo último que logró ver fueron las nubes blancas a su alrededor.



    Alwyn había subido a lo alto de la torre para encontrarse la celda del elemento del viento vacía, se había topado con algunos soldados en su ascensión, que habían sido fáciles de eludir con un par de hechizos. Entró en la celda, a parte de la sutil decoración de la celda, había un manojo de llaves a sus pies y una de las dagas que Archi les había dado a los elegidos. Cogió la daga y reconoció la esencia de Freya en ella, había estado allí. Se sitúo frente a un enorme boquete y lo tocó, aquello lo había hecho la chica del fuego usando sus habilidades y se asomó, temiendo lo peor.

    Se echó hacia atrás, pues una gran bola de luz la cegó y pasó a toda velocidad hacia arriba, sorprendiéndola. Cuando la luz hubo menguado corrió a asomarse de nuevo y para su sorpresa, vio dos cuerpos, a lo lejos, que levitaban en el aire. Suspiró más tranquila, pues reconoció la esencia roja que acompañaba a Freya y la envolvía para protegerla de la esencia blanca que la retenía.

    Habían encontrado al viento.


    Nico le daba trozos de manzana a la planta carnívora, que ignoraba la fruta y estaba centrada en Erial, que había decidido recoger algunas semillas del lugar para plantarlas en su futuro jardín, pues siempre había deseado tener un enorme jardín con todas las plantas que pudiera encontrar en sus viajes.

    Nico se llevó un trozo de manzana a la boca sin muchas ganas, pues aún estaba preocupada por Freya, y aunque Archi le hubiera repetido una docena de veces que todo estaba controlado, ella no podía evitar estar intranquila.

    El maestro les había dejado allí mientras iba a reconocer el terreno para asegurarse que no hubiera más soldados y preparar algunas trampas. Jacal se había encargado de los soldados heridos y estaban esperando a saber algo de Alwyn y Freya.

    Erial le ofreció unas moras que había recogido y se sentó a su lado, tenía una bolsa repleta de semillas diferentes que catalogaría antes de centrarse en plantar y crear su gran jardín.

    Nico bebió de su cantimplora y al tragar el agua notó en su cuerpo una reacción extraña. Algo le decía que tenía que mirar al cielo, y observó que lo mismo parecía pasar con Erial, que había clavado su mirada clara en lo alto de la torre y sus ojos se abrieron con sorpresa. Nico se asustó y se apresuró a mirar aquello que Erial estaba mirando, vieron caer un gran trozo de la torre ardiendo.

    -¿Eso ha sido una bola de fuego de Freya?-Preguntó Nico.

    Se levantó sin pensárselo dos veces y se dirigió hacia la torre.

    -¡Espera!-Erial le siguió.-No podemos entrar sin permiso.

    -A la mierda el permiso… Freya nos necesita…

    Y una gran bola de luz apareció en el cielo, haciendo callar a Nico que la miró a través de sus dedos para que no la cegara.

    -¿Qué es eso?-Preguntó Erial, agarrándola del brazo para que no continuara caminando.

    -¿Qué demonios está pasando?-Era la voz de Jacal, que se había acercado hacia ellos.

    -Parece que alguien está usando magia…-Archi salió de entre los arbustos tras ellos.

    Jacal hizo una mueca y desenvainó su espada.

    -¡Vamos!

    -Jacal… no te precipites, no sabemos si es Alwyn o no…

    -No soy yo.-La voz de la elfa les sorprendió a todos, que había creado un portal para bajar rápidamente de lo alto de la torre y estaba bebiendo una de sus pociones de energía. Tenía severas marcas negras alrededor de sus ojos.-El viento ha ascendido.

    -¡Eh, mirad! Está bajando…-Y Erial señaló la gran bola de luz que bajaba lentamente.



    Freya sintió que alguien le tocaba la frente e intentó zafarse. Sus párpados pesaban tanto que apenas tenía fuerzas para abrir los ojos y tenía tanta sed que parecía que había estado caminando por el desierto durante días. La jaqueca le arrebató un jadeo.

    -Parece que está despertado.-Otra vez le tocaron en la cara, molestándola.- ¿Freya?

    La chica decidió que era el momento de abrir los ojos y se encontró con el borroso rostro de Nico, parpadeó un par de veces y centró su mirada en su amiga.

    -Nico… dime que no he vuelto a desmayarme otra vez…-Agarró su cantimplora con dedos nerviosos y dio un gran trago de agua.

    Nico le sonrió con dulzura y se rio.

    -Me gustaría decírtelo, pero te mentiría.-Le respondió su amiga con una sonrisa divertida.

    Freya se incorporó con desgana.

    -Te desmayas mucho, fuego.-Le dijo Erial, que estaba sentado detrás de Nico y le miraba con reprobación.- ¿Siempre tenemos que salvarte? Al final vas a parecer una damisela en apuros esperando a un príncipe para que le salve.

    Freya le fulminó con su mirada pues aquel comentario decía demasiado.

    -Por qué no me comes…

    Trato de levantarse, pero Nico le detuvo.

    -Ya, Freya…-Le dijo, intentando poner orden entre ellos.-Te has pasado Erial… pídele perdón.-Erial se giró dignamente y rumió algo por lo bajo.

    -¡Es un capullo!-Exclamó Freya, enfadada.-Cuando te pille…

    -Diga lo que diga estaba muy preocupado por ti, de verdad.-Explicó Nico, cogiéndole de los hombros para que no se levantara.-Te cogió la mano y te la apretó para ver si despertabas…

    -¡Eso es mentira!-Salió en su defensa Erial, sonrojado hasta las orejas.-Solo estaba mirando si respiraba…

    -¡Oh, estabas preocupado por mí, plantitas! ¡Que tierno!

    Erial volvió a enfurruñarse, pero en el fondo le gustaba aquel tira y afloja con Freya, y sí, había estado preocupado por la chica, pero no solo porque se hubiera desmayado. Miró al otro lado de Freya, donde a unos metros estaba sentado el viento. No se había separado de Freya, y no había dicho nada cuando aterrizaron en la tierra a la vista de todos, que se habían quedado sorprendidos. Aquel tipo podía volar… y llevaba en brazos a Freya, que se había desmayado.

    -¿Te encuentras mejor, criatura?

    Freya se sorprendió al oír aquella voz y se giró hacia el elemento del viento, que estaba sentado de rodillas y le miraba. Erial y Nico también estaban sorprendidos, pues eran las primeras palabras que le oían decir.

    -Tus ojos…

    Aquellos ojos que le habían parecido tan oscuros y hermosos habían cambiado completamente de color. Antes eran negros como el carbón, como si la oscuridad se hubiera personificado en forma de ojos, ahora eran del color del hielo, fríos y claros. No podía dejar de mirarlos, intrigada, pues si antes habían sido atractivos y hermosos, ahora eran deseables.

    El muchacho se apresuró a llevarse las manos a la cara, como si aquello hubiera sido una falta por su parte y bajó la mirada. Había notado cambios en su cuerpo tras la ascensión, como la hermosa elfa le había explicado que era aquello que le había ocurrido, el más notorio era el color de sus ojos y otro que había encontrado era el símbolo del viento en su mano de color blanco.

    Niall notó que cubrían sus manos con otras más cálidas y se las apartó un poco para observar que la hermosa criatura que le había sacado de su celda estaba frente a él. La muchacha le sonreía y se le derritió el corazón.

    -No te he dado las gracias por salvarme.

    Niall se sorprendió, había sido ella la que le había salvado a él.

    -No, tú me has salvado de mi presión… llevo tantos años encerrado que he perdido la cuenta.

    -Oh, eso es terrible…

    El resto de los elementos se habían acercado a él. La tierna chica de cabellera morada y el chico reservado de ojos azules.

    -Entonces era verdad… Habéis venido para rescatarme. Lo de la profecía es cierto y… tenemos una misión que cumplir para este mundo.-Habló, con calma, no recordaba cuando había sido la última vez que había hablado tanto con alguien.

    -Sí, tenéis una misión que cumplir y tú eres parte de esto. Siento que no hayamos podido venir antes.-La voz de Alwyn sonaba cansada.-Ahora ya estamos aquí y te llevaremos lejos de esta maldita torre.

    -Muchas gracias.-Dijo Niall.-Muchas gracias a todos.

    -¿Cómo te llamas?-Le preguntó la chica de la cabellera morada.-Yo soy Nico, él es Erial y a Freya ya la conoces.

    -Mi nombre es Niall.-Se presentó. Sí, a Freya ya la conocía, no podía evitar dejar de mirarla. La chica apenas se había dado cuenta de su fascinación.-Es una placer conoceros al fin, mis compañeros elementos.

    Todos les sonrieron, estaban muy felices de estar los cuatro reunidos de nuevo, incluso los maestros estaban de buen humor pese a las consecuencias del desarrollo de la misión.

    Freya se levantó y miró la torre, seguía inquieta por el encuentro con el Marques de Bathory. Aquel hombre había dicho unas cosas tan extrañas…

    -El príncipe Alaric…

    -Se ha vuelto a escapar.-Contestó Archie.-Uno de los soldados que iban con él era mago y abrió un portal. El resto fueron noqueados por Jack.

    -Ese demonio…

    -Freya, tú y yo hablaremos seriamente de tu comportamiento durante esta misión.-Le reprendió Jacal y lanzó una mirada a Alwyn con mucho significado.-Podría haber salido mucho peor de lo que ha salido… y todo porque no acataste las órdenes.

    -Lo entiendo… pero no puedo evitarlo, ese hombre hace que el fuego reaccione en mí y tome el control.-Se excusó la muchacha.-No sé qué me ha hecho para conseguirlo…

    -Entonces tienes prohibido acercarte a él. Al menos hasta que sepas qué te ha hecho.-Sentenció Jacal.-No podemos permitir que cada vez que aparezca pierdas el control… no es conveniente.

    -No lo hago por gusto… si por mi fuera le estrangularía con mis propias manos.-E hizo el amago de estrangular con sus manos.-Está influyendo en mi vida y no me gusta.

    -Freya… nosotros estamos contigo, te apoyamos.-Nico le cogió de las manos y se las apretó.-Siempre te cubriremos las espaldas… pero avisa para que podamos ayudarte.

    La muchacha le sonrió y asintió.

    -Es hora de que volvamos, no sabemos si más soldados de Arco y Arébalo vendrán a socorrer la Torre.-Dijo Archie.- ¿Cómo te encuentras para abrir un portal?-Le preguntó a Alwyn.

    -Es demasiado pronto.-Contestó Jacal, que veía que la elfa estaba al límite.

    -Estoy bien…-Terció Alwyn, apresurándose a hablar.-Puedo abrir un portal.

    Jacal bufó, pero no dijo nada más.

    Así, la elfa creó el portal y todos se apresuraron a pasar por él, dejando la Torre y a los soldados enemigos atrás. Habían logrado rescatar al elemento del viento, Niall, y ahora, más que nunca, tenían que prepararse para lo que se les avecinaba, pues esto aún no había terminado, aún les quedaba un largo camino por delante.
     
  7. Threadmarks: Capítulo 6: La Excursión.
     
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    Capítulo VI: La Excursión.​


    La vuelta a Arengo no suponía una vuelta al día a día que Freya, Nico y Erial habían tenido hasta ese momento. Todo iba a cambiar para ellos, pues ahora tenían un nuevo compañero que desconocía tantas cosas y tenía que aprenderlas y descubrirlas, por sí mismo y con su ayuda. Por ello, los maestros decidieron darle un entrenamiento exhaustivo utilizando las Salas del Tiempo.

    Tuvieron un día para relajarse, pues después de aquella misión tanto Jacal como Archie debían entregarle un informe detallado al Conde Makarov y al Páter Milius, que esperaban preparando la defensa de Ciudad Titania y esperando cartas de sus aliados. No sabían cuál era el siguiente paso del enemigo y se tenían que preparar para cualquier movimiento.

    Alwyn se quedó con los elegidos, a los que llevó a la mansión para que descansaran. Ella misma estaba agotada de usar tanto poder mágico, y necesitaba descansar. Se despidió de ellos en los jardines y se marchó a su habitación dejándoles preocupados.

    Todo aquello era nuevo para Niall, que no había visto mucho más que su ventana en la celda de la Torre, y ahora, por fin, después de tanto esperar se le abría un mundo nuevo que explorar y estaba muy contento. Los colores y aromas que se le descubrían eran desconocidos, al igual que las sensaciones y el viento que acariciaba su sucio rostro. Con una radiante sonrisa señalaba a un lado y a otro, preguntando qué era esto o aquello. Al principio, los tres primeros elegidos se preocuparon por su nuevo compañero, pero al final, se dejaron llevar por la excitación de Niall y no dudaron en contestar cada una de sus preguntas con simpatía y paciencia.

    Para Niall todo parecía mucho más grande fuera de su celda, incluso la mansión donde le habían preparado una habitación, la cual miró maravillado al encontrar un enorme y limpio colchón, y pudo tomar, al fin, un baño caliente y espumoso. Toda la mugre que había coleccionado durante su cautiverio tardó en salir, por suerte los sirvientes fueron muy educados y le ayudaron a frotar y a rellenar la bañera varias veces para poder limpiarse bien, pues el agua de esta se tornaba negra rápidamente. Una vez limpio y perfumado, vestido con la ropa que el Conde Makarov le había proporcionado se dispuso a explorar todo lo que pudiera. En aquel momento era como un niño pequeño en un parque nuevo, dispuesto a buscar los secretos y averiguar todo lo que pudiera de aquello que le rodeaba. Debía aprender a llevar aquella selecta ropa, al igual que los zapatos, pues apenas recordaba haber usado algunos de pequeño y le incomodaban un poco.

    Sus compañeros no tenían ese afán de explorar, pues para ellos no era nuevo el vivir en aquella mansión, así que optaron por darse un baño y descansar, no sin antes quedar en la biblioteca para comentar su primera misión y las primeras impresiones de su nuevo compañero. Y así, después de dormir prácticamente toda la tarde, Freya salió de la cama arrastrada por Nico, que se había colado en su habitación para que aquella siesta no cambiara el horario de la muchacha. Erial les esperaba impaciente en el pasillo y así emprendieron rumbo a la biblioteca.

    -Necesito dormir…-Se quejaba Freya, frotándose los ojos y bostezando. Todos habían consumido mucha energía aquella noche y parecía que tardaba en volver.

    -No, necesitas espabilarte o no dormirás en toda la noche.-La riñó Erial, que iba comiéndose una manzana verde y bien jugosa.

    -¿Sabes que se pueden hacer muchas cosas divertidas por la noche?-Preguntó Freya, mirándole divertida y guiñándole un ojo.

    Erial enrojeció.

    -¿Como qué?-Preguntó Nico, sin entender.

    -Oh, pues si queréis esta noche, en mi habitación, podemos probar un…

    -¿Y qué tal si le enseñamos al nuevo el jardín?-Se apresuró a decir Erial, poniéndose en medio de Nico y Freya.

    Freya le sonrió.

    -¡Me parece estupendo! Así podemos conocerle mejor… seguro que querrá ser amigo nuestro.-Nico estaba entusiasmada.

    -Claro, por qué no. Oye, quiero manzana.-Le dijo Freya a Erial.

    Erial la miró por encima del hombro.

    -Pues búscate la tuya propia.

    -Venga, dame un mordisquito, plantitas.

    -No.

    -¡Vamos, solo un poquito!

    -¡Que no!

    Nico estaba muy contenta de estar tan bien con aquellos dos. Se dirigieron a la biblioteca y encontraron las grandes puertas abiertas y estaba bien iluminada. En una de las mesas estaba sentado Niall, leyendo un libro mientras una sirvienta le servía zumo y fruta cortada.

    El muchacho se giró por el ruido que hicieron los chicos al entrar y fijó su mirada en Freya.

    -¡Hola!-Lo saludó Nico.-Espero que no te hayamos molestado…

    Niall se levantó.

    -En absoluto, sentaos conmigo, por favor. Quiero ponerme un poco al día con todo…-Dijo tímidamente, señalando la mesa repleta de platos de comida y libros.-Si queréis comer algo… no paran de ofrecerme rica comida.

    El trío entendió perfectamente que los sirvientes acosaran a Niall con la comida, pues pese a estar en buena forma, se le veía más delgado de lo que su cuerpo necesitaba. Por suerte, podría coger quilos deleitándose de aquellos nuevos y deliciosos sabores.

    -¡Oh, me encanta!-Freya se apresuró a lanzarse a las bandejas de comida y picotear de todos los platos sin ningún miramiento, relamiéndose los labios con afán.

    Niall observó con adoración como la chica se relamía y le robaba el vaso de zumo. Freya le ofreció un pedazo de melón y Niall lo aceptó embelesado, llevándoselo a la boca.

    -Perdónala, cuando hay comida por en medio le da igual todo.-Le dijo Nico a Niall, que apenas la prestaba atención mirando a Freya.

    -Y cuando no hay comida…

    Freya le lanzó la peladura del plátano y le dio a Erial en plena cara.

    -¡Uy, pensaba que estaba ahí la basura! Mi culpa…-Y sonrió con los mofletes repletos de comida.

    -Parece un hámster…

    -Es una hermosa criatura.-Susurró Niall dándole un mordisco al melón, a lo que solo Erial pudo escucharlo, ya que Nico había ido a pelarle una naranja a Freya, que no sabía y ya había destrozado dos con sus manazas.

    -Eres divina, Nico.-Y Freya la abrazó con ganas.

    Erial se sentó y pidió un vaso de zumo a la vez que cogía uno de los libros que Niall había estado leyendo. Muchos eran sobre los elementos y las profecías, sí, como era de esperar, pero la gran mayoría era de historia contemporánea sobre el continente y más allá. El pobre muchacho quería enterarse de todo lo que su cautiverio le había arrebatado. Al menos, en eso Erial le podría ayudar.

    -Que interesante.-Le dijo a Niall.-Te gusta mucho la historia.

    -¿Mmm?

    Niall se centró en Erial, dejando a Freya y Nico comiendo fruta.

    -Quiero ponerme al día con todo lo que está pasando. En la celda no sabía qué pasaba a mi alrededor, solo podía ver nubes por mi ventana y algún que otro pájaro.

    -Debió ser una experiencia terrible.

    -Hasta que me acostumbré y solo obtuve aburrida monotonía en mi vida… y luego… abrieron la puerta de mi celda para liberarme.-De nuevo la mirada de Niall se clavó en Freya, que miraba los dibujos de un libro y se lo enseñaba a Nico. Cada vez que sonreía el corazón de Niall daba un vuelco y se saltaba algunos latidos.-Mi liberadora…

    -En realidad todos fuimos allí por ti.-Dijo Erial.

    Niall se volvió a mirarle con aquellos inquietantes ojos como el hielo.

    -Lo sé, y os lo agradezco mucho. Espero que el tiempo que pasemos juntos sea inolvidable.

    Erial asintió y observó a Nico y Freya, que jugaban a ver quién dibujaba mejor las frutas y Freya iba perdiendo de calle. Nico estallaba en carcajadas cada vez que veía los dibujos de su amiga.

    -¿Son muy amigas?-Preguntó Niall, sentándose junto a Erial.

    -Demasiado.

    -Oh, vaya… ¿hay algo más que amistad entre ellas?

    -¿Qué? ¡No!-Exclamó Erial, atragantándose con el zumo que le habían servido.- Desde luego que no… Nico y yo… Ella es… Rotundamente no.

    Niall le miró sin entender, pero se encogió de hombros, feliz por saber que Freya no pretendía a Nico.



    Jacal y Archi estaban sentados en las dependencias del Conde Makarov donde el príncipe leía el informe que habían redacto juntos y le contaban todo lo sucedido en la Torre Nebus. Habían llegado hacía unas horas del sitio a Arco, donde nadie había aparecido para evitarles el paso, como ya suponían que iba a pasar. Ahora que Arébalo había movido ficha, el resto de los países aliados estaban preparándose. Nadie sabía qué iba a ocurrir a continuación, lo que inquietaba a los países, que no dudaban en cerrarse en banda para evitar conflictos. De momento, el comercio no se había visto afectado, pero si la situación continuaba así, muchos comerciantes empezarían a notar que los tratos entre países estaban tensos.

    El príncipe heredero de Arengo dejó la copia de su informe en la mesa y observó a Archi y Jacal.

    -Así que Alaric quiere capturar a Freya por algo en especial…

    -Por lo que ella nos ha dicho,-habló Archie-Alaric pretende ser el emperador de todo y convertirla a ella en su emperatriz. Creemos que tiene a su mando a varios husmeadores y magos oscuros corrompidos por los demonios. Quizá haya más secretos que esté ocultando.

    El conde Makarov frunció los labios.

    -Veo que se ha olvidado fácilmente de su prometida…

    -¿Prometida?

    El Páter Milius dejó su informe en la mesa también y miró a los tres.

    -¿Vais a contarles esa historia, su Gracia?-Preguntó, preocupado.

    -Quizá todo esto tengo algo que ver con ella, al fin y al cabo, Páter.

    Archie y Jacal se miraron entre ellos, sin entender muy bien qué se habían perdido en aquella historia. Sabían que el Marqués de Bathory no era el heredero del trono de Arébalo, ya que su hermano fue el primogénito y reinaba junto a su joven reina. Era el tercer hijo varón de un rey que ya había pasado a la historia en su país, y él había heredado un Marquesado y no el título de rey.

    -Sí, esto no pasó hace muchos años. Cuando cumplí la mayoría de edad, el príncipe y yo pretendimos un tiempo a la princesa Marisa de Amora. Era muy hermosa, y muchos nobles esperaban que sus bonitos ojos se posaran en ellos con una sonrisa. Pero, evidentemente, la princesa solo se codeaba con príncipes herederos y el príncipe Alaric, que por aquel entonces era el favorito de su padre y había rumores de que era muy posible que su padre le regalara el trono e ignorase la primogenitura.

    Archi conocía aquellos rumores porque los vivió de primera mano en la corte de Arengo, pero no sabía que su príncipe estaba metido en aquellos rumores. Por aquel entonces era un joven escudero que tenía como meta en convertirse en un gran paladín, y casi lo consigue, si no hubiera conocido a la elfa y el cartiano a los que había acompañado desde hacía años y se convirtió en un Caballero Matademonios.

    -Por aquel entonces, se estilaba que las princesas casaderas pasaran unas semanas en países donde hubiera príncipes a los que pudieran cortejar y así asegurar el seguir perteneciendo a la alta nobleza.-Explicaba el conde, sobre todo a Jacal, ya que sus costumbres eran otras en su país y podía no entender algo de su relato.-La princesa Marisa pasó aquí unas magnificas semanas hasta que partió hacia Arébalo para conocer al príncipe heredero de allí. Aunque intentó pasar tiempo con el príncipe Bernard, el actual rey, él ya estaba perdidamente enamorado de la hija del entonces Marqués de Bathory, Camile Leduc y no tardarían en casarse. Así que Alaric intentó que la princesa no se aburriera… y sin darse cuenta, se enamoró de ella. En una carta me relató varias descripciones de su cabellera roja…

    -¿Cabellera roja?-Preguntó Jacal, interrumpiendo al conde.

    -Sí, la princesa era pelirroja.-Contestó el Páter Milius.-Era una doncella menuda y muy hermosa, con aquel peculiar cabello rojizo.

    -¿Como el de Freya?-Preguntó Archie.

    El conde se quedó pensativo.

    -Puede que le recuerde a la difunta princesa…-Rumió el Páter.

    -¿La princesa Marisa no vive?

    -No… Cuando pensábamos que iban a fugarse para casarse, ya que el rey de Amora quería que su hija se convirtiera en una gran reina, la princesa contrajo una terrible enfermedad.-Dijo Páter Milus, con tristeza.-Tan joven y tan frágil…

    -Todos los sanadores de la región no pudieron encontrar la forma de curarla, era horrible verla postrada en una cama, entre la vida y la muerte, más pálida que las sabanas y sin su preciosa sonrisa. El príncipe Alaric le rogó incluso a los elfos ayuda, pero éstos no pudieron hacer nada por la joven princesa.-El conde Makarov se detuvo unos segundos.-Fui a visitarles a Amora durante su último verano… Un día, la princesa se encontraba un poco mejor y pensé que tomar el solo le sentaría bien así que decidí que podíamos salir a cabalgar. Fue una idea terrible que lamentaré toda mi vida… La princesa se cayó del caballo y se sumió en un profundo sueño del que no logró despertar.

    Archi y Jacal permanecieron en silencio, dándole el espacio al príncipe para que hablara.

    -El príncipe Alaric nunca me perdonó haberla sacado de la cama… aunque la muchacha no se hubiera recuperado nunca, tenerla en una cama postrada era mejor que tenerla bajo tierra.

    -Su Gracia… solo pensabais en que aquello le sentaría bien a la muchacha, no sabíais que estaba demasiado débil para cabalgar…

    -Viviré siempre con aquello, y con el odio de Alaric, que fue un gran amigo para mí y lo perdí como perdí a la princesa Marisa.

    El silencio se impuso en la sala hasta que el conde se levantó y se dirigió hacia la ventana, para observar el final del atardecer con nostalgia.

    -Quizá… quizá Freya le recuerde a Alaric su amor por Marisa por su cabello, o… puede que tenga planes que nosotros desconocemos y ni nos esperamos. No obstante, una cosa sí puedo deciros, el odio de Alaric puede haberle hecho caer en las manos equivocadas…-Se giró hacia los que le acompañaban en la estancia.-Cuando Marisa murió, empezó a dejarse ver por ciertos lugares oscuros, donde trabajaban husmeadores y mago corrompidos… Lugares prohibidos, y a frecuentar ciertas amistades que a su padre no le gustaron. Cuando el príncipe Bernard se casó, el rey le regaló el trono como presente de bodas, destrozando a Alaric, que nunca volvió a ser el mismo. Cierto es que se convirtió en Marqués de Bathory… pero perdió el trono y a su amor en muy poco tiempo y eso puede hacer enloquecer al hombre más noble…

    Jacal asintió, entendía las razones por las que un hombre podía dejarse corromper.

    -Sigo sin entender porque Freya reacciona ante él.-Terció Archi.- ¿El Archivo no ha encontrado nada más de los elegidos?

    -Mis monjes trabajan día y noche en ello, incluso el Gran Archivero nos ha presentado la ayuda de sus dos pupilos favoritos, están en ello, y si encuentran algo, seremos los primeros en saberlo.-Contestó el Páter.

    -Yo me encargaré de cuidar de Freya, si el Marqués de Bathory la quiere, no la tendrá de ningún modo.-Dictó Jacal, con decisión bajo la atenta mirada del Conde, que confiaba en él plenamente después de aquellos años de servicio.


    Muy lejos de Arengo, atravesando el espeso bosque de la Arboleda del Venado, dejando muy atrás el Volcán Drakkus, en la pequeña ciudad de Bathory, había un pequeño palacete de piedra gris. En lo más alto de su torre, con las antorchas encendidas iluminando la estancia, el Marqués descansaba en su despacho privado, sentado en una decorada silla frente a un enorme escritorio de roble oscuro. La habitación tenía una enorme chimenea apagada, y sobre ella, un gran retrato de una joven de largo cabello pelirrojo, ojos claros y tímida sonrisa, vestida con un hermoso vestido de color claro. Alaric la miraba, empapándose de ella, recordando los buenos tiempos a su lado, el tacto de su tibia mano.

    Aún podía recordar el sabor de sus labios, el roce de sus pieles, el aroma de su ser. Los dos veranos que vivió con ella fueron los mejores de su existencia, no había habido otra mujer como ella, y no la habría hasta que ella misma volviera junto a él como esperaba que ocurriera.

    Se levantó de la silla y se dirigió al mueble que tenía a su espalda, donde descansaba la botella de vino y su copa y se sirvió una buena dosis de néctar rojo. Bebió un gran sorbo y volvió a fijar su vista en el retrato.

    -Marisa…-Habló, como si ella estuviera allí con él.

    Y era cierto que en aquella habitación las sombras se movían nerviosas donde las antorchas no iluminaban, a la espera, impacientes de poder saltar sobre su próxima víctima. El ambiente era frío, aun sabiendo que estaban en verano y espeso, pese a las velas aromáticas puestas estratégicamente en la habitación, el olor de azufre se palpaba en el ambiente.

    -No falta mucho para que pueda volver a tenerte entre mis brazos y esta vez no perderé el tiempo y me casaré contigo. Nadie nos volverá a separar… Espero que el cuerpo que he elegido para ti sea de tu agrado. Es una joven hermosa y tiene tú mismo cabello… te agradará, ya lo verás.

    La luz de las antorchas se movió, y la tímida sonrisa de la joven del retrato cambió a una radiante sonrisa.

    -Pronto la podrás sentir…

    Alguien tocó a la puerta interrumpiendo su conversación. Molesto se giró hacia la gran puerta de color verde.

    -¿Quién es?-Dijo con desdén, todos sus sirvientes sabían que cuando se hallaba en aquella habitación nadie debía importunarle o sería severamente castigado.

    -Milord, le traigo el correo.-Habló un trémulo sirviente desde el otro lado de la puerta.- Directamente desde el Archivo de Ciudad Titania y… una carta de su majestad el rey.

    -Entra.

    El sirviente entró con la cabeza gacha y le dejó las cartas en la mesa de roble oscuro, le hizo una reverencia y salió pitando de nuevo por la puerta. Muchos sirvientes habían pasado por aquel palacete y no se había vuelto a saber de ellos cuando habían molestado al marqués, era mejor pasar desapercibido, y más en aquella habitación que decían estaba endemoniada.

    El marqués esperó a que el sirviente cerrara la puerta para acercarse a la mesa de roble, dejó la copa a un lado y cogió la carta de su hermano. Rompió el sello real sin miramientos y leyó la carta tranquilamente, apoyándose en el escritorio.

    -Vaya… mi hermano Bernard está muy enfadado conmigo, querida… -la luz se movió y el rostro de la joven se oscureció.-No le ha gustado que llevara a mis mercenarios vestidos con los colores de Arco y Arébalo ni que no le avisase de lo que ocurrió en Arco.-Alaric frunció los labios.-Y parece que Camile está en estado de la buena esperanza… nosotros podíamos haber tenido unos hijos preciosos… Los tendremos, te lo prometo. El cuerpo de Freya está sano y aguantará los partos. Y por fin tendrán que entregarme lo que me prometió el necio de mi padre… Con los poderes de Freya no podrán detenernos, dulce mía, y conquistaremos el mundo entero si quieres, solos tú y yo.

    Arrugó la carta de su hermano y la dejó caer al suelo, donde la piso sin cambiar su rostro. Agarró la otra carta y rompió el sello del Archivo. La leyó, y una sonrisa bailó en sus labios.

    -Oh, que buenas noticias… Parece que han encontrado algo sobre los elegidos en el Archivo, y es muy interesante, otra oportunidad para nosotros.-Alaric se rio con ganas.

    Un par de antorchas se apagaron y el ambiente se espesó, Alaric miró de nuevo el retrato, que se había tornado oscuro, y lo que antes habían sido unos hermosos y claros ojos ahora eran dos rayas de color rojo eléctrico.

    Alaric hizo una reverencia al cuadro oscurecido.

    -Príncipe Alaric.-Saludó una voz de ultratumba, antigua y poderosa.

    -Mi señor Aamon…-Lo saludó a su vez con respeto Alaric. El demonio de la ira le hablaba a través de aquel cuadro hechizado de su amada.

    -La dulce Marisa me ha contado que tus planes van evolucionando muy lentamente…

    -Pero con resultado positivo, mi señor.

    -…y me preocupa que no te centres en tu misión principal, la parte importante de tu trato.

    Alaric frunció los labios, pero trató de sonreír al demonio.

    -No lo olvido, lo tengo muy presente. Cuando el Portal de las Estrellas se abra será para ti y tus demonios y entonces usaremos el cuerpo de la elegida del fuego para traer de vuelta a mi Marisa. El mundo será tuyo menos Arébalo, donde yo gobernaré junto a mi joven prometida.

    -Si el Portal no se abre, Marisa sufrirá por el pecado que cometió contigo… Asmodeo está deseando echar el guante a su pérfida alma y solo yo le retengo, no lo olvides.

    -No lo hago, mi señor Aamon. Lo tengo bien presente.

    -Que así sea, queda poco tiempo para que el Portal se abra y tenemos que estar preparados.

    -Lo estaremos.



    Era noche cerrada, y la brisa veraniega mecía los cabellos pelirrojos de Freya y ésta disfrutaba del descanso del calor que había atacado durante el día. Cerró los ojos, dejándose arrullar por el ruido del agua caer de la fuente del jardín del palacete del Conde Makarov.

    Había cenado con todos en el gran comedor una cena fría para combatir el calor, como si fueran una gran familia, contándole mil cosas a Niall, que bebía de cada anécdota o historia como un niño pequeño. Le fascinaba aprender cualquier cosa, escuchaba con avidez y hacía preguntas, interesado en cada uno de los temas de los que habían hablado. Jacal y Archi tenían de sobra, ya que habían vivido mil aventuras cazando demonios, junto con Alwyn y más cazadores. La elfa sonreía, pero no decía gran cosa, escuchaba a sus compañeros y explicaba alguna que otra cosa a Niall, que le miraba embelesado.

    Al finalizar la cena, cada uno se había retirado a su habitación a dormir, pero ella, evidentemente, no tenía sueño y sonrió al recordar cómo Nico le había dicho que no durmiera una larga siesta. Aquella chica le removía los sentimientos, era dulce y tierna, una piedra preciosa que había que cuidar. Incluso sentía cosas por Erial, al que le encantaba molestar y reírse de él, aquel chico estaba perdidamente enamorado de Nico, y no podría ocultarlo mucho más tiempo. Sonrió, pensando que llegarían a ser grandes amigos y quería atesorar su cariño el máximo tiempo posible.

    Abrió los ojos, creyendo oír pasos que se acercaban. Pensaba que todo el mundo en el palacete estaba dormido, pero se equivocaba. Las pisadas eran ligeras, como si no llevaran zapatos, y una ligera brisa meció de nuevo sus cabellos. Aquello le gustó mucho, una suave caricia en su rostro y cerró de nuevo los ojos, disfrutando.

    -Buenas noches.

    La voz de Niall la hizo abrir los ojos de nuevo y le buscó en la semioscuridad del jardín. Estaba sentada en uno de los bancos de madera y piedra, bajo todos aquellos árboles frutales y flores que regalaba su aroma a la noche.

    -Buenas noches.-Le devolvió el saludo.

    -¿Puedo sentarme?

    -Claro.

    Niall se sentó junto a ella, admirando la vista del jardín en la noche, disfrutando de la claridad de las estrellas y la luna, ni una sola nube para empañar aquel hermoso paisaje lleno de fragancias florales. Niall observaba por el rabillo del ojo como Freya admiraba la fuente de cupido y medio sonreía.

    Cualquier amago de sonrisa era deleitoso para él, que disfrutaba solo con estar cerca de la muchacha, se removió nervioso y rozo el tibio brazo de Freye. Nervioso, tragó saliva, girando la cabeza hacia otro lado para que la chica no sospechara de su nerviosismo. Freya, lejos de sospechar nada, le sonrió. Iba vestida con unos pantalones bombachos oscuros y un top sin tirantes del mismo color. Simplemente deliciosa, pensó Niall.

    -¿Qué tal llevas el cambio?-Preguntó la muchacha, girando su cuerpo hacia él y haciéndole sonrojar.- ¿Te acostumbras?

    Niall asintió, tragando saliva, intentando no fijarse en lo poco que tapaba aquel fino top.

    -Sois todos muy amables brindándome ayuda. Estoy muy agradecido.

    -Somos compañeros, para eso estamos.-Le dijo Freya.-Cualquier cosa que necesites, puedes decírnoslo sin problemas. Seguro que seremos grandes amigos.

    -Claro, amigos… nunca he tenido.

    -Pues ya los tienes.

    -Sí…

    Freya volvió a apoyarse en el respaldo del banco y subió sus piernas hasta que se abrazó a las rodillas y apoyo la barbilla en ellas.

    -Ellos… a mí me han ayudado mucho y también se lo agradezco.-Decía, mirando la fuente de nuevo.-Yo también he vivido un poco recluida en mí, no de la misma forma que tú lo hacías en esa asquerosa celda, pero no dejaba entrar a nadie y…-suspiró-…ahora no puedo evitar abrirles mi corazón y me da un poco de miedo…

    -¿Miedo?-Preguntó Niall, sorprendido. Aquella chica era todo lo contrario a una miedosa, para él, era la más valiente del mundo. Su bella salvadora.

    -No quiero que nadie más me haga daño.-Freya se removió incómoda, no sabiendo como la conversación había degenerado tanto pero notaba que con aquel atractivo moreno podía hablar de todo lo que quisiera.-No controlo muy bien el poder del fuego y… a veces me dejo llevar y no es bueno.

    -Te entiendo, yo nunca te haré daño, confía en mí.-Prometió Niall.-Y estaré allí para encauzarte si te sales del camino… si me lo permites, criatura.

    Freya le miró interesada. Quizá el confiar en las personas no la iba a hacer daño después de todo, asintió y le dedicó una radiante sonrisa.

    -Cuando sonríes estás muy hermosa…-Le dijo Niall, con las mejillas sonrojadas.

    Freya le miró durante unos instantes a aquellos ojos del color del hielo. El hielo era frío y seco, pero aquellos ojos eran todo lo contrario, irradiaban calor, le calentaban el alma y eran deseables.

    -Gracias…-Dijo sonrojada.-Yo… extraño tus ojos oscuros.

    Niall se llevó una mano a uno de sus ojos, apenado. Él no había querido cambiar, si a Freya le gustaban más sus ojos negros los quería de vuelta. Se maldijo por eso.

    -Pero estos me fascinan.-Freya le retiró la mano de la cara y la sostuvo junto a su mejilla.-Nunca he visto unos ojos así…

    -¿No?-Preguntó Niall. Tragó saliva, Freya estaba tan cerca de él que podía oler su aroma a frutos rojos y notar la tibieza de su cuerpo. La chica negó con la cabeza y le miró los labios. El corazón de Niall latía tan rápido que pensó que se le iba a salir del pecho.-Yo nunca había visto un cabello de este color…-Y se atrevió a coger un mechón de pelo de la muchacha, que no se retiró.-Parece que está lleno de vida, brillante y salvaje, como el fuego.

    Freya le miró con atención y se fijó en que tenía unos labios apetecibles, regordetes y perfectos, que la llamaban a gritos y que no podía apartar la mirada de ellos, ni apartarse de Niall. La esencia del muchacho la atraía y la relajaba y parecía que él estaba a gusto con ella de igual forma. Se mordió el labio inferior, queriéndose lanzar a aquel vacío con él, pero sintió miedo. ¿Y si el chico se apartaba?

    Niall se envalentonó y acercó su cara a la de Freya, dispuesto a besarla.

    -¡Eh, chicos!

    Freya se levantó rápidamente y se alejó todo lo que pudo de Niall, que la miraba sorprendido. Erial y Nico aparecieron ante la fuente, la chica con una radiante sonrisa, y Erial con cara de pocos amigos.

    Nico se acercó a ellos.

    -¿Dando un paseo para conciliar el sueño?-Preguntó Nico.

    -Sí…-Contestó Freya.-Después de la siesa que me he echado, cualquiera iba a poder dormir.

    Niall se levantó del banco y carraspeó, un poco incómodo. Por un momento pensó que él y Freya se iban a besar y estaba perturbado por el final de aquello.

    -Empiezo a estar cansado, creo que me retiraré a mi habitación.-Les dijo, haciéndoles una reverencia, pero antes de poder desaparecer de allí Nico se puso delante de él.

    -Oh, claro… nosotros deberíamos hacer lo mismo. Mañana tenemos libre… ¿os apetece ir a la ciudad a pasar el día?-Les preguntó a todos.-Erial y yo hemos pensado que estaría bien hacer algo diferente para variar.

    -Sí… va a ser estupendo.-Dijo el muchacho sin mucha convicción.

    -¡Venga! Será genial.-Aceptó Freya, con interés.-Así nos despejamos un poco.

    -¡Claro!-Se animó Nico.- ¿Niall?

    El muchacho asintió.

    -Me encantaría conocer la ciudad.

    -Freya es la que más tiempo lleva por aquí, nos puedes hacer de guía.

    La chica del fuego asintió.

    -Os enseñaré los mejores sitios. Contad con ello.-Y les guiñó un ojo.



    Era de madrugada, comenzaba a clarear por el horizonte cuando Erial salió de su habitación, cansado de dar vueltas en su cama persiguiendo el sueño que nunca venía. Se había vestido para correr esperando que hacer ejercicio le cansara lo suficiente para dormir un poco antes del desayuno. Aquella noche había decidido hablar con Nico sobre sus sentimientos, la había invitado a solas a dar un paseo por los jardines, pero, evidentemente, el destino tenía guardado una sorpresa, ya que se habían encontrado a Niall y Freya allí.

    Empezó con unos estiramientos en el silencio de la noche, la oscuridad no era tan espesa como para esconder piedras o agujeros en su camino, así que comenzó a correr dando vueltas a los terrenos de la mansión. Iba a aprovechar aquella excursión a la ciudad para hablar con Nico, lo tenía decidido, le iba a decir que era perfecta y que le hacía soñar cosas a las que no estaba costumbrado. Buscaría un momento en el que estuvieran a solas y se sinceraría.

    Media hora de trote después, Erial paró a recobrar el aliento, empezaba a notar de nuevo el cansancio, y sabía que un baño de agua caliente le ayudaría a conciliar el sueño ahora. Caminando se dirigió de nuevo a la mansión, pasando por las Salas del Tiempo. Justo cuando estaba a punto de pasar de largo, una de las puertas se abrió, revelando a Niall y Jacal que salían de ella sudorosos y sucios. Erial se detuvo y los observó, Niall le decía algo al maestro y este se encogía de hombros para luego marcharse. El elegido del viento volvió a meterse en la Sala del Tiempo, esta vez solo.

    Erial extrañado, se apresuró a llegar hasta Jacal, que se sorprendió al verlo.

    -Erial… ¿no deberías estar en la cama?-Le preguntó éste, con una media sonrisa.

    -No podía dormir y he salido a correr.

    -Muy bien, nunca hay que descuidar la forma física, dependemos mucho de ella y es muy importante.

    -¿Qué hace Niall en la Sala del Tiempo solo?

    -Quiere ponerse al día con el entrenamiento, y no está solo, todos estamos con él allí. Incluso Archie, que le gusta dormir más que explorar. El pobre chico lo ha pasado muy mal y queremos que esté lo mejor que pueda. Si quiere usar las Salas del Tiempo para ponerse al día, no nos importa siempre que lo haga con cabeza. Alwyn está con él, así que yo me puedo ir a dormir.

    Erial asintió, consciente de que él había tenido su vida para aprender muchas cosas que para aquel chico habían sido ignoradas. Junto a su maestro, se dirigió a la mansión, pensando en cómo podría ayudar a su nuevo compañero. Se dio un baño caliente y sus pensamientos se detuvieron, pues cayó profundamente dormido como había esperado.

    Mientras, Niall no cesaba su entrenamiento, junto con Alwyn y Archie. Tenía que aprender a usar su poder rápido, tenía a alguien a quien debía proteger con él, y mientras tuviera aquella musa en la cabeza, no descansaría hasta tener su poder bajo dominio. Caería agotado al suelo antes que parar y exactamente eso fue lo que pasó. Agotado y sin energía mágica, Alwyn y Archie le acostaron para que descansara en una de las Salas del Tiempo. Cuando se despertó, unas horas después, con energía renovada volvió al ataque.


    Nico se levantó la primera, o eso creía, y se vistió con una vestido cómodo y veraniego para ir a la ciudad. No abusó del maquillaje y bajó al comedor a desayunar, donde Jacal y Archie ya estaban allí charlando animadamente sobre algo y, para su sorpresa, Freya dormitaba apoyada en su brazo.

    -¡Buenos días!

    Los maestros la saludaron y Nico se sentó al lado de Freya, se sirvió zumo y pan de aceituna y lo untó de mantequilla. Erial entró varios minutos después y se sentó junto a ella.

    -¿Cómo has dormido?-Le preguntó el muchacho, llevándose unas moras a la boca.

    -Muy bien, gracias, ¿y tú?

    -Me costó conciliar el sueño, pero cuando llegó me sentó de maravillo.

    -¡Me alegro!

    Erial miró a Freya durmiendo sobre su brazo, sin tocar el desayuno y con un pensamiento pícaro le untó nata de su boyo en la nariz y le puso una guinda.

    Nico soltó una tímida carcajada y le apartó el cabello rojo de la frente a Freya para que no se manchara.

    -Eres terrible…-Le dijo a Erial, sonriéndolo. Erial la sonrió triunfante, estaba deseando que la muchacha se despertara, le dio un buen bocado a su bollo y masticó contento.

    Alwyn y Niall entraron juntos en el comedor saludaron a todos y se sentaron. Niall se sentó al otro lado de Freya y la miró desconcertado.

    -¿Freya?-Y la tocó en el hombro.

    La chica pegó un brinco y se incorporó.

    -¡Estoy despierta!-Se llevó una mano a la cara y se esparció toda la nata por ella.-Qué puñetas…

    Erial estalló en carcajadas sin ningún miramiento.

    -Alguien no se ha lavado la cara al despertarse…-Pudo decir.

    Freya le fulminó con la mirada, el resto de los comensales intentaban no reírse, pero con la cara de Freya llena de nata era difícil no hacerlo. Nico le tendió una servilleta y Freya se limpió la cara y se comió la guinda.

    -Estúpido plantitas…-Rumió, y empezó a desayunar en silencio, aún adormilada, sirviéndose zumo.

    -¿Estáis preparados para nuestra excursión?-Preguntó Nico, con entusiasmo.-Podemos almorzar en la posada donde nos conocimos.

    -¿Qué tenéis pensado hacer hoy?-Preguntó Jacal.

    -Vamos a la ciudad, así se la enseñamos a Niall y desconectamos un poco de todo. ¿Os parece bien?

    -Claro, sin problemas.-Contestó Archie.-Yo también tengo que ir a la ciudad, voy a ver a un amigo que ha venido unos días. Si me decís qué posada es, puedo pasarme a almorzar con vosotros.

    -No iremos a esa, conozco otra mucho mejor cerca de la plaza del mercado que hacen un faisán frito riquísimo.-Terció Freya.-Se llama El Gato Azul, ¿nos vemos allí a medio día?

    -Cuenta con ello.

    -¿Vosotros os venís?-Preguntó Erial a Alwyn y Jacal.

    -Yo tengo una reunión importante con el vicario de mi orden, otra vez será.-Se disculpó Alwyn, con una sonrisa.

    -A mí me encantaría, pero no quiero cortaros el royo teniendo a un maestro con vosotros. Disfrutad de vuestro día.

    -Vamos viejo, me debes un barril de hidromiel de la última apuesta.-Señaló Freya.

    -Ya te la cobrarás otro día.

    -Me lo apunto.

    Así, una vez acabado el desayuno, se despidieron de sus maestros y subieron al carruaje que les llevaría en una nueva aventura por la ciudad. Los maestros les observaron partir, entre contentos y preocupados.

    -¿Creéis que la liarán?-Preguntó Jacal.

    -Seguramente…-Contestó Archie.

    -Dadles un poco de confianza…-Se quejó Alwyn.-Son jóvenes y puede que no por mucho tiempo, en sus manos tienen el poder de salvar este mundo o destruirlo, hoy serán cuatros jóvenes normales en esa ciudad, ojala que lo disfruten todo lo que puedan.



    El paseo en carruaje hasta las puertas de la ciudad fue muy tranquilo, Niall miraba con avidez por la ventana, maravillándose de todo a su alrededor. Era un bonito y caluroso día de verano, las ovejas estaban esquiladas y pastaban por los campos junto a las vacas. La ciudad se abría para mostrarles su interior por las grandes puertas, así que los cuatro elegidos no tardaron en atravesarlas y sumarse al gentío que paseaba por las calles de adoquines marrones. Los niños correteaban de un lado a otro, seguidos de sus perros, había gallinas sueltas cerca de los puestos de carne, picoteando el suelo en busca de algo para comer, los mercaderes gritaban para llamar la atención de los viandantes y se afanaban en regatear para ganar la mejor oferta. Ciudad Titania brillaba por sí sola con sus edificios de cristal, por aquí y por allá se veían monjes de la Iglesia de San Louis, y las campanas en la alta torre repiqueteaban para dar la hora.

    -Hoy es día de mercado, por eso hay tanta gente que viene de las aldeas y pueblos cercanos.-Explicó Freya.-No os alejéis mucho y si alguien os quiere vender algo no dejéis que os insistan o lo harán.-Y les guiñó un ojo.-Vamos a salir de las calles principales y así podremos andar mejor.

    Niall se sentía incómodo, nunca había visto tanta gente junta en un mismo lugar y aquello no le gustaba. Se sentía atrapado, como si le faltara el aire. Estar encerrado entre cuatro paredes era muy diferente a estar entre tanta gente. La gente gritaba, todos hablaban a la vez, los niños correteaban cerca de sus piernas, y una mujer anciana le intentó vender un ramillete de hierbas para la buena fortuna. Se alejó hasta llegar a la pared de una de las casas y se apoyó allí, llevándose una mano al pecho, angustiado.

    -¿Estás bien?

    Niall alzó la cabeza y se encontró con los verdes ojos de Freya, que le miraban preocupados.

    -Yo… no estoy acostumbrado a estar entre tanta gente, estoy un poco agobiado…

    Freya le ofreció la mano.

    -Ven, saldremos de aquí. Nico está mirando un colgante en aquel puesto junto con Erial, les he dicho por donde tienen que seguir luego para alcanzarnos.-Le explicó. Niall no lo dudó y cogió su mano.-Iremos a un lugar más tranquilo.

    De la mano de Freya toda la angustia que se había depositado en el pecho de Niall se esfumó. Parecía que flotaba a su lado, la chica le guiaba por una ciudad abarrotada, hasta que salieron de la plaza del mercado y se adentraron por calles menos concurridas. Ni entonces le soltó de la mano, le señaló el gran campanario y le sonrió.

    -Una vez subí allí, la campana es de cristal, y es enorme.-Le dijo.-Era una apuesta… y cuando los monjes nos pillaron allí nos echaron a patadas, pero me lo pasé muy bien.

    -¿Tienes muchos amigos aquí?

    Freya se quedó pensativa.

    -Antes sí, una gran amiga, pero ahora está en el país de los elfos estudiando. Es una gran erudita, así que yo me quedé aquí a la espera de la profecía y conocí a algunas personas interesantes.-Le sonrió.-Tengo sed,-miró a su alrededor y vio el puesto de dos jóvenes que vendían limonada casera.-podemos tomar un vaso de limonada mientras esperamos.

    -¿Limonada?

    -¿Nunca la has probado?-Le preguntó la chica, anonadada. Niall negó con la cabeza tímidamente, y de la mano, Freya le arrastró hacia el puestecito.- ¡Te va a encantar!

    Niall se contagió del entusiasmo de Freya y esperó pacientemente a que la muchacha pagara los dos vasos y le tendiera uno. Olió el contenido amarillo y le pareció fresco y dulce, justo lo que necesitaba en aquel momento. Freya alzó el vaso y pegó contra el de él a modo de brindis.

    -Espero que te guste.-Y bebió, Niall la imitó y le encantó. Era refrescante y algo amargo, pero lo justo para disfrutarlo. Se terminó con ganas el vaso mientras Freya le miraba.- ¿Te gusta?

    -Me encanta.

    -¡Bien!

    Freya pegó un brinco, victoriosa, y cogió su vaso para rellenarlo de nuevo. Niall disfrutó de su tiempo a solas con ella, degustado aquella nueva bebida que bajo el sol del verano entraba muy bien. Esta vez Freya trajo bolitas de pulpo y bacalao rebozadas, que pese a tener un gusto salado que contrastaba con la dulce limonada, se dejaban comer muy bien.

    Se sentaron a la sombra, degustando las bolitas en silencio. Por aquella calle había menos gente, pese a que había algunos puestos y tiendas donde la gente compraba verduras o pescado. Niall disfrutó de la compañía de Freya, que masticaba mirando a la gente pasar sin darse cuenta del escrutinio de Niall. Iba vestida con un top blanco y un chaleco negro encima, y unos pantalones bombachos. En vez de llevar su botazas características, llevaba unas cómodas sandalias de tiras de cuero oscuro. Se había recogido el corto cabello en un moño bajo y el flequillo le caía desigual por la cara. Para Niall era la criatura más perfecta y hermosa del lugar, no tenía ojos más que para ella. Y eso que muchas jovencitas se paseaban por delante de ellos con descaro.

    Freya tragó, sin comprender por qué de repente había tantas chiquillas a su alrededor. Se desperezó estirándose como un gato y miró a Niall. Éste apartó la mirada a las bolitas.

    -Están muy buenas…-Comentó en un susurro.

    -Son mis favoritas.-Le sonrió la joven.

    -Entonces también serán las mías.

    Freya le miró a los ojos. No podía quitarse de la cabeza lo cerca que habían estado la noche anterior de besarse, se mordió el labio y sacudió la cabeza, intentando sacarse aquella idea de la cabeza. Le hubiera gustado hacerlo, y aquello le pareció peligroso. ¿Qué pasaría si se dejaba llevar y el fuego actuaba por ella? No quería hacer daño a Niall, no se lo perdonaría. Y luego estaba el príncipe Alaric… no es que pensara en él más de lo que pensaba en Niall, pero sí la perturbaba que su cuerpo estuviera tan dispuesto al príncipe.

    -Me gusta pasar tiempo contigo.-Habló Niall, sacándola de su ensimismamiento. Aquella afirmación sorprendió a Freya, que le miró a sus profundos ojos del color del hielo.-Estoy aprendiendo muchas cosas, gracias, de verdad que muchas gracias.

    Aquello le pareció muy tierno a la muchacha, que le sonrió con cariño y le volvió a ofrecer la mano. Notó como su corazón se derretía ante el muchacho, que parecía disfrutar de verdad de su compañía, como si no la tuviera miedo ni a ella ni al fuego de su interior. Comenzó a mirar de otra manera, quería enseñarle todo lo que ella sabía. Así que se levantó y le ofreció la mano de nuevo.

    -Entonces sigamos aprendiendo cosas.

    Niall la miró sorprendido, pero no rechazo la mano, al contrario, la tomó y se levantó con ayuda de la muchacha. Extrañado miró a su alrededor.

    -¿Y qué pasa con Erial y Nico?

    -Créeme, Erial nos lo agradecerá. ¿Vamos?



    Nico no había decidido aún cuál de todos aquellos bonitos colgantes le gustaba más para su hermana menor. Así que inspeccionaba los colores y el tipo de colgante mientras Erial esperaba a su lado a que acabara la compra. Al final se decantó por uno bastante sencillo con una piedra de color amarillo brillante. Pagó con gusto al artesano y se dirigió a donde Erial estaba ojeando unos libros en el puesto de al lado.

    -Ya he acabado,-le dijo- ¿ves algo que te guste?

    -¿Ah? No, ya he leído este libro… y me parece absurdo comprar libros cuando tengo la librería del Conde a mi entera disposición.

    -Bueno, pero no la tendrás eternamente. Llegará un momento en el que ya no estaremos allí y podrás comenzar tu propia colección.-Le dijo Nico, cogiéndole el libro de las manos al muchacho.-Parece interesante. Me he dado cuenta de que te encanta leer.

    -Sí, me gusta mucho. Mi hermano siempre me leía cuando era pequeño hasta que aprendí a leer y al final leía yo solo cuando se marchó a estudiar al Archivo.

    -Oh, es verdad, tu hermano estudia en el Archivo, ¿os habéis visto desde que estás aquí?

    Erial negó con la cabeza.

    -No, han pasado tantas cosas que apenas he podido ponerme en contacto con él o mis padres.

    -Te entiendo… pronto es el cumpleaños de Naya, mi hermana pequeña, el colgante es para ella. Espero poder enviárselo pronto y que llegue para ese día.

    -Seguro que sí.

    Caminaron por la calle por la que les había indicado Freya para encontrarse con ellos.

    -Me encantaría presentarte a mis hermanos. Les encantarías.-Iba diciendo Nico, cogiéndose del brazo de Erial.

    Erial se sonrojó.

    -¿Tu crees?-Preguntó, tragando saliva y disfrutando del contacto de la chica.

    -Claro, eres fantástico, Erial. Seguro que les parecerías muy majo.

    -¿Es lo que piensas de mí?

    Nico le miró sin entender.

    -Claro, me cuidas mucho y aunque digas que no, a Freya también. Esta mañana me he reído mucho con la broma que le has hecho… pero creo que la suya será peor.-Le sonrió.-Eres una gran persona, Erial.

    -Tú también lo eres, Nico. Me importas mucho… Freya también, desgraciadamente me ha sabido ganar a su manera,-no pudo evitar sonreír por la broma de la mañana- pero tú… contigo es diferente.

    -¿Diferente?-Preguntó Nico, mirándole con sus grandes ojos del color del café tostado.

    -Me importas de una manera especial… Yo… me siento muy bien a tu lado, me gusta estar contigo. Eres lo primero que pienso cuando me levanto y mi último pensamiento siempre es para ti.-El chico estaba sonrojado.-Y creo… creo que…

    Nico esperaba a que Erial continuara, pero el muchacho se había parado de repente en medio del callejón y miraba hacia delante desconcertado. La gente pasaba a su alrededor y los miraba, pues estaban en medio del camino. Nico siguió su mirada y encontró a dos jóvenes, un chico y una chica, atolondrados mirando un puesto de dulces apetitosos. Parecía una pareja normal y corriente, y extrañada Nico volvió su mirada a Erial.

    -¿Erial…?

    -Es mi hermano.

    Erial caminó hacia la pareja, llevando con él a Nico del brazo.

    -¿Evan?

    El muchacho se giró al oír su nombre, al igual que la chica que le acompañaba. Era idéntico a Erial, pero un poco más alto y evidentemente más mayor que él. En vez de tener los ojos azules, tenía los ojos más oscuros, grises, y llevaba gafas. No podían decir que no eran de la misma familia.

    -¿Erial?-Preguntó extrañado.

    La chica observó a Erial interesada, era muy guapa, de cabello castaño y liso que llevaba recogido en una coleta alta y grandes ojos castaños que tenían una luz especial.

    -¿Este es tu hermanito?-Preguntó, estaban agarrados de la mano, y Evan la soltó algo incómodo.-Cuando hablabas de él pensaba que sería más pequeño.

    -Sí… bueno, más pequeño que yo es.-Y sonrió a su hermano.

    -Por cinco años.-Erial le devolvió la sonrisa y se abrazaron.-Pensaba que no podíais salir del Archivo… por eso no he ido antes a verte.

    -Nosotros podemos salir porque estamos ayudando a los monjes de la Iglesia de San Louis… Hoy es nuestro día libre y hemos venido a ver la ciudad, Ada no había estado aquí nunca…-Evan se percató entonces de que no había habido presentaciones.-Caramba, se me ha ido de la cabeza… Erial, ella es mi… amiga Ada.

    -Encantada.-Lo saludó la joven, tendiéndole la mano.

    -Un placer… ella es Nico.-Dijo, aceptando su mano y presentando a Nico que les sonrió tímidamente.-Qué casualidad habernos encontrado hoy aquí.

    -Mucha.

    -Así que vosotros sois dos de los Elegidos.-Comentó Ada.-Que interesante.

    -Sí.-Respondió Nico.-Yo domino el agua y me imagino que ya debes saber que Erial la tierra.

    -¿Y dónde está el fuego?-Preguntó Ada.- ¿O el viento?

    -Deben estar por aquí…-Erial miró entre el gentío en busca de la cabellera roja de Freya.-También es nuestro día libre y hemos venido a pasarlo aquí.

    -Oh, que bien.

    -¿Por qué no vamos a tomar algo y nos sentamos a hablar?-Preguntó Evan entusiasmado.-Seguro que tenemos muchas cosas que contarnos.

    -Claro.-Aceptó Erial.

    -¿Pero y Freya y Niall?-Preguntó Nico, preocupada.

    -No pasa nada, sabemos dónde está la posada El Gato Azul y hemos quedado allí con Archie para comer. Seguro que encuentran algo que hacer mientras.

    -Está bien.

    Siguieron a Evan y Ada hacia una taberna a algunas calles de donde se habían encontrado. El lugar estaba muy bien, había grandes estanterías en las paredes repletas de libros y parecía ser un lugar de encuentro de eruditos, pues todos iban bien vestidos y las camareras iban muy arregladas. En las paredes había escudos de diferentes órdenes de caballería y banderas de diferentes ciudades. Se sentaron en una mesa y pidieron algo de beber. Las sillas estaban tapizadas y eran muy cómodas, y las mesas tenían glifos de buenaventura y sabiduría.

    -¿Qué tal todo, hermanito?-Preguntó Evan, sentado en frente de su hermano.

    -Muy bien… todo está siendo un poco locura, pero no puedo decir que me aburra ser un elegido, aunque no es fácil tener que enfrentarse a los malos. Es lo que menos me gusta.

    -¿Enfrentarse a los malos?-Evan estaba sorprendido por aquello.

    -Sí… fuimos a rescatar a Niall, nuestro compañero del elemento del viento, lo tenían encerrado en una torre y fuimos a salvarlo. Tuvimos que luchar contra soldados armados y preparados para el combate.

    -Vaya, no esperaba que mi hermano se convirtiera en un camorrista.-Bromeó Evan.

    Erial sonrió.

    -No es algo que le guste mucho.-Dijo Nico, a la defensiva.-Siempre intenta evitar el conflicto, es muy bueno con todos, pero si tiene que hacerlo para protegernos, lo hace.-Nico le tocó el brazo a Erial y éste le sonrió.-Nos cuidamos entre nosotros.

    -Después de leer todos esos libros de aventuras, tienes tu propia aventura de fantasía… Siempre supe que ibas a hacer algo grande con tus poderes. Estoy orgulloso de ti, hermanito.

    -Eh, yo también lo estoy.-Se apremió a decir Erial.-Mi hermano es uno de los ayudantes del Gran Archivero, es todo un honor. Todo lo que has estudiado y ese gran esfuerzo que has hecho tiene su recompensa.

    La camarera les trajo las bebidas y algunos frutos secos para picar.

    -Bueno… hay algo más que tienes que saber.-Dijo Evan, cogiéndole la mano a Ada, que sonrió tímidamente.-Ada y yo somos más que compañeros… nos vamos a casar el próximo verano. Se lo dije a papá y mamá hace unos días.

    -¡Oh, enhorabuena!-Los felicitó Nico.

    Erial se había quedado callado, sin saber muy bien qué decir. Miraba a Ada, y no podía evitar sentir que algo no iba bien con aquella chica. Al principio no se había percatado, ya que la ilusión del reencuentro con su hermano podía más que cualquier cosa, incluso que confesarles sus sentimientos a Nico. Ahora que ya estaba más sosegado, le veía un aura un tanto oscura a Ada que no le gustaba mucho. ¿Y eso que olía era azufre? Miró a Nico, esperando que la chica se hubiera percatado, pero simplemente los miraba emocionada por la noticia.

    -Yo… no sé qué decir… supongo que felicidades. Me alegro por vosotros.-Pero su sonrisa fue un tanto forzada.

    Evan le sonrió.

    -Gracias... espero veros el próximo verano en Amora para la boda. ¿Vendréis, verdad?-Preguntó, mirándoles a ambos.-Mamá estará encantada contigo, Nico, eres un pastelito.

    Nico se sonrojó y miró a Erial, no entendía aquel cambio por parte del muchacho.

    -Gracias… Iré encantada si Erial quiere.

    -Sí, claro…

    Erial estaba un poco incómodo, bebió de su vaso de zumo de arándonos y la campana anunciando el medio día se oyó incluso dentro de la taberna.

    -Oh, casi es la hora en la que hemos quedado con Archie.-Dijo.-Lo siento, pero tenemos un compromiso. ¿Nos vemos pronto?

    Ada y Evan se miraron.

    -Claro, no pasa nada, imagino que debéis estar ocupados…

    -Sí… Estamos en una de las mansiones del Conde Makarov, veniros cuando queráis.

    Erial se levantó y Nico le imitó, no entendía nada. Se despidieron rápidamente y salieron de la taberna.

    -¿Todo bien Erial? ¿Ha pasado algo y no me he enterado?

    -No… bueno, sí. Ada no me ha dado buenas vibraciones, sentía como un aura oscura a su alrededor. Además, ¿mi hermano se casa? ¿Es real? Siempre ha estado enfrascado en sus libros y sus tesis… no entiendo nada.

    -¿Hace mucho que no os veíais?

    -Pues… sí, un par de años.

    -Puede ser que haya madurado en esos dos años, o haya encontrado a la persona adecuada, aunque a ti no te guste eso.

    -No es que no me guste ella, Nico, no me da buenas vibraciones. ¿No has notado nada? Incluso… no sé si sería la taberna o ella, pero me ha parecido oler a azufre.

    Nico le miró sorprendida.

    -¿De verdad? No sé… me ha parecido que tu hermano y ella estaban muy felices de estar juntos, pero nada más.

    Erial se giró hacia la puerta de la taberna.

    -Ojalá solo sean imaginaciones mías…



    Archie ya estaba en la taberna cuando Nico y Erial llegaron, había escogido una mesa junto a la ventana y por ella entraba la luz del sol, que iluminaba la posada muy bien. No había mucha gente, y eso se agradecía, ya que en los días de mercado todo parecía estar lleno de aglomeraciones y abarrotado. Nada más entrar, el olor de la comida les llamó la atención, algo muy rico se estaba cocinando en el fuego y hacía la boca agua.

    -¡Hola!-Los saludó Archie, muy animado.- ¿Qué tal el día?

    La pareja se sentó junto a Archie, Erial seguía preocupado por su hermano y Nico, evidentemente, por Erial.

    -Bien… aunque nos hemos separado de Niall y Freya.-Contestó Nico.- ¿Qué tal con tu amigo?

    -Es casi al hora de comer, Freya no tardará en aparecer, estoy seguro de que no querrá perderse una comida.-Bromeó Archi.-Con mi amigo muy bien, me ha alegrado mucho volver a verle.

    Y dicho aquello, la puerta de la posada se abrió y entraron Niall y Freya, que venían riéndose de algo. Se percataron de que estaban ya sentados en una de las mesas y fueron hasta allí.

    -¿Qué tal?-Preguntó Niall, sentándose.- ¿Has podido comprar lo que querías, Nico?

    Nico asintió.

    -Sí, espero que a mi hermana le guste, es para ella.

    -Seguro que sí.

    -¡Qué hambre tengo!-Comentó Freya, llamando a señas a la camarera.-Espero que tengan faisán frito… por favor que lo tengan.

    Archie sonrió.

    -Si es lo que se está cocinando yo quiero.-Dijo.

    La camarera se acercó a la mesa y reconoció a Freya, todos pidieron de beber y, evidentemente, faisán frito. La camarera fue muy cariñosa con todos y les invitó a una ronda de bebidas.

    -Gracias, Daisy, eres la mejor.-La despidió Freya.

    -Después de comer voy a ir a ver a Mathew.-Dijo Archie, picando pan que había dejado la camarera en la mesa al traer las bebidas.-Ya está trabajado de nuevo, y por lo visto han encontrado algo muy interesante sobre vosotros y la profecía.

    -¿Ah, sí? ¿Qué han encontrado?-Preguntó Erial, interesado.

    El resto esperaba en silencio las nuevas que Archie podía contarles.

    -Pues para cerrar el Portal de las Estrellas no vale con que estéis solo los cuatro juntos, necesitáis un Tótem, como usó el Hombre Noble para abrirlo y cerrarlo.

    -¿Un tótem?-Preguntó Freya.

    -¿Qué es un tótem?-Preguntó tímidamente Niall.

    -Un tótem es un símbolo o una representación de uno de los elementos, como vosotros. También es un emblema al que una tribu o un individuo venera y al cual otorga un valor protector.-Empezó a explicar Archie.-Hace siglos, cuando las dos Iglesias se separaron, el Páter Lestat forjó cuatro seudo iglesias, una para cada elemento. Todo esto lo escribió en un libro que guardo con mucho mimo, pues hasta ahora no se ha encontrado.

    -Por suerte lo han encontrado.

    -Sí, hay mucha gente trabajando en ello.

    -¿Y qué pasó con esas cuatro iglesias?-Preguntó Niall, intrigado.

    -Erigieron templos en diferentes lugares y el Páter Lestat y los magos de luz utilizaron cuatro armas para convertirlas en los recipientes de cada elemento y así, los espíritus que antiguamente dominaban los elementos repartieron parte de su ser en esos tótems para ayudarles.

    -¿Por qué los espíritus les ayudaron?-Preguntó Freya.-Pensaba que solo el Hombre Noble había conseguido su ayuda por su bondad.

    -Los espíritus sabían que el Páter Lestat quería ayudar para librar esta tierra de los espíritus malignos que aún quedaban y los demonios. Además, creían que podían traer de vuelta al Hombre Noble si conseguían abrir la puerta, y con él, al resto de espíritus que habían partido para ayudarle al mundo de los demonios.

    -¿Y dónde están esos templos?-Preguntó Niall.

    -Escondidos, solo unas pocas personas lo saben ahora, y de momento seguirá así. Esa será vuestra siguiente misión. Encontrar los Templos del agua, del viento, del fuego y la tierra, donde están escondidos vuestros tótems.

    -¿No se sabe qué son exactamente?-Preguntó Erial.

    -El Páter Lestat escribió que solo ante el verdadero elegido se mostrará y bajo la forma en la que se necesite.-Respondió Archi.-Es un poco ambiguo, hasta que no halléis los templos no sabremos qué son.

    La camarera trajo platos repletos de faisán frito, verduras hervidas y patatas asadas y comenzaron a comer, asimilando lo que Archie les había contado. Parecía que las sorpresas no se acaban en aquella aventura, y que, tras un día tranquilo como aquel, se avecinaban más de un problema que los elegidos tendrían que solucionar.

    Excitados por el buen sabor y la información recibida, la comida derivó en muchas otras conversaciones, y el postre, la guinda final, tarta de manzana y coca de zanahoria, les acabó de saciar, tanto física como mentalmente. Freya les prometió una guía por la ciudad, Archie había quedado con el hermano Mathew, así que se separaron una vez hubieran pagado la deliciosa comida y dejaron la posada atrás.

    Ciudad Titania tenía un enorme parque cerca de la muralla que delimitaba el castillo real, así que Freya los llevó hacia allí y se tumbaron bajo la sombra de un gran roble. Con la barriga llena y la cabeza a punto de explotar con tantas ideas, se quedaron en silencio durante largos minutos, asimilando todo lo mejor que podían.

    -Me parece que no tardaremos en volver a salir de esta ciudad.-Comentó Freya, mirando el cielo entre las frondosas ramas con hojas que daban sombra.

    Un pequeño río artificial rodeaba el lugar en el que habían decidido tumbarse y Nico jugaba con el agua, dibujando sus símbolos.

    -¿Estamos preparados?-Preguntó Erial, que estaba bocabajo y miraba a Nico.-O sea, en la última misión casi la liamos… y no miro a nadie, ¿eh Freya?

    Freya le lanzó un puñado de hierba a la cara.

    -No lo hice a posta, plantitas.-Se quejó ella, bufando.-Además… el imbécil de Alaric no estará esta vez en esta misión, solo tenemos que encontrar los Templos y recuperar los tótems. Eso está chupado.

    -¿Seguro? No sé si será fácil… aún nos falta información.-Dijo Nico.-Igual tenemos que ponernos en serio con el entrenamiento para sacar todo lo que podamos de nuestros poderes.

    -Me parece bien.-Comentó Niall.-A mí me falta un poco para llegar a vuestro nivel, pero no pienso detenerme hasta que consiga superarme.

    -Olvidáis lo importante.-Comentó Freya, todos la miraron expectantes.-Estamos juntos y juntos podremos con todo lo que se ponga delante. Somos los Elegidos, y ese Portal se va a cerrar o será lo último que hagamos. Hagamos un pacto.-La chica se puso de rodillas y puso la mano en medio de todos.-El Portal tiene que cerrarse pase lo que pase, caiga quien caiga, pero cuidaremos de nosotros siempre, nunca dejaremos a nadie atrás.

    -Tus palabras se contradicen un poco, Freya.-Dijo Erial.-Pero me gustan.-Erial puso la mano encima de la de Freya.-Siempre.

    Nico puso su mano mojada encima de la de ellos.

    -Y para siempre.

    Niall fue el último en poner la mano, evidentemente no le unía el vínculo emocional todavía a sus compañeros, pero no tardaría en forjarse.

    -Siempre juntos.
     
  8. Threadmarks: Capítulo 7: El Viaje.
     
    SilRock

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    El Portal de las Estrellas.
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    Capítulo VII: El viaje.


    Una vez de vuelta de nuevo en la mansión del Conde Makarov, nuestros héroes se habían propuesto entrenar todo lo que pudieran. Así que, con la ayuda de Alwyn, que les inspiró a que continuaran mejorando, entraron en una Sala del Tiempo y no salieron hasta que ya había anochecido, y la noche cerrada les saludó. Estaban agotados, apenas cenaron para recuperar fuerzas y se fueron a dormir con la promesa de seguir entrenando el día siguiente.

    Aquel día habían pasado muchas cosas, tenían más pistas sobre cómo llevar a cabo su misión y los vínculos entre ellos crecían y se hacían fuertes. Erial estaba un poco desanimado, pues después de haber intentado decirle lo que sentía a Nico, ella no había mencionado nada y aquello le asustaba. ¿De verdad la chica no sentiría nada por él? Luego estaba lo de su hermano y la extraña Ada que le daba malas vibraciones. Niall estaba feliz por el día que había pasado junto a Freya, conociéndola y prendándose todavía más de ella, sentía que su corazón gozaba cuando estaba con ella y le hacía sentir muy bien después de aquellos años encerrado, llenos de soledad. A Freya le había encantado volver a pasear por Ciudad Titania, donde tenían grandes recuerdos con sus amigos borrachuzos y sobre todo con Argi, de la que hacía mucho tiempo que no sabía nada. Nico se había enamorado de la ciudad y sus edificios de cristal, sabía que para ella esa historia siempre tendría un recuerdo feliz y lleno de amigos, pues se sentía muy cómoda con sus compañeros.

    Los días que siguieron a ese, no fueron muy diferentes, la rutina volvió a marcar a los elegidos con entrenamientos duros y exhaustivos. Todos estaban dispuestos a sacrificarse por mejorar, y las mejoras no tardaron en hacerse llegar. Niall era capaz de convocar al viento y crear grandes corrientes de viento que arrasaban con todo lo que había por delante, cada vez aguantaba más levitando en el aire, y su forma física había mejorado mucho con comida en abundancia y ejercicio físico. Nico era capaz de crear grandes olas que asolaban las playas vacías de ciudad Titania y junto con Erial, habían conseguido curar heridas sin apenas gastar poder mágico. Erial era capaz de abrir grandes abismos en el suelo, o convertir una tierra muerta y devastada por el fuego en un gran jardín lleno de vida. Freya había superado su entrenamiento con las velas, y ya podía llegar a concentrarse para convocar al fuego sin que éste se adueñara de ella, su batalla interna parecía que acabaría en victoria para la chica, incluso se había permitido aprender a explotar cosas, algo que le había encantado y que no dudaba en hacer para molestar a Erial, que no había vuelto a comer fruta cerca de ella.

    Sus maestros estaban muy orgullosos de ellos, y los incitaban a seguir mejorando. En el entrenamiento físico, Jacal no les dejaba usar sus poderes, pero cuando les ponía a luchar entre ellos, no podían evitar usarlos, alargando aún más la pelea y, como no, divirtiéndose.

    El vínculo entre aquellos cuatro jóvenes héroes estaba forjándose muy deprisa, incluso sentimientos encontrados hacían que las noches en las que debían dormir, se buscaran unos a otros para pasar más tiempo juntos. Encontrarse en los jardines era algo que a todos les gustaba, aunque no en demasiada compañía, ya que Niall invitaba a Freya, y Erial invitaba a Nico, y trataban de evitarse sabiéndose que los dos buscaban otra cosa que mera compañía. Erial se había dado cuenta de la forma en la que Niall miraba a Freya o como la trataba, incluso Nico, que solía ser la más atolondrada del grupo se había dado cuenta de las intenciones del chico.

    Poco a poco, los eruditos del Archivo y los monjes de la Iglesia de San Louis iban descubriendo información secreta en los libros que escribió el Páter Lestat. Días después de su excursión a la ciudad, Archie trajo buenas noticias gracias al hermano Mathew. Ya sabían dónde se encontraban dos de los cuatro templos y querían partir hacia ellos en cuanto estuviera todo arreglado. Estos templos eran los de la Tierra y el Fuego, en la Sierra Boreal y la Llanura Wycon respectivamente.

    La mansión estaba llena de entusiasmo por la próxima aventura que se avecinaba.

    Era medio día cuando Nico y Freya entraron en el comedor después de una larga mañana de entrenamiento y se encontraron con el hermano Mathew sentado a la mesa, charlando animadamente con Archie. Estaba totalmente recuperado, ni una cicatriz marcaba su bello rostro, pero aquel cabello abundantemente rizado y rubio que cuidaba con mucho mimo estaba muy corto.

    -¡Hola, chicas!-Las saludó con una gran sonrisa.

    Freya se quedó quieta en su sitio y miró al monje con sorpresa.

    -¡Hermano Mathew! Qué bien te veo, me alegro mucho de que ya estés recuperado.-Dijo Nico, acercándose a él y dándole un fuerte abrazo.

    El hermano Mathew la sonrió y se llevó la mano al cabello corto.

    -Siempre había querido hacerme un cambio de look, supongo que debo darle las gracias a Freya por lo forzoso del asunto.-Bromeó.

    Freya se acercó a él y le cogió de las manos.

    -Lo siento muchísimo, hermano Mathew, de verdad que fue terrible lo que te hice… no era yo… yo… lo siento mucho.

    -Eh, eh, tranquila. Ya me contó Archikins que no estabas en tus cabales por culpa de ese tonto de principucho Alaric.-La apretó las manos para animar a la muchacha.-Pasaste por un momento oscuro y yo no soy nadie para juzgarte ni culparte por ello. No hay que pedir perdón, todo entre nosotros está bien, muchacha.

    A Freya le brillaban los ojos de las lágrimas contenidas, pero no dejó que estas cayeran, abrazó con fuerza al monje y éste le devolvió el mismo abrazo para tranquilizarla.

    Archie sentado en su silla sonrió y bebió de su copa de vino.

    -Ahora que ya está todo como antes, sentaos, por favor, cuando estemos todos Mattie os contará las buenas nuevas.-Dijo.

    Freya y Nico se apresuraron a sentarse y se sirvieron bebida bien fría, pues el calor era agobiante y necesitaban refrescarse después de aquella mañana de entrenamiento. Alwyn y Jacal bajaron juntos, más contentos de lo que habían estado entre ellos aquellos días. Se había notado que habían tenido un rifirrafe de pareja por el malhumor de Jacal y la tristeza de la elfa, y era agradable que ya estuvieran bien de nuevo. Se sentaron uno al lado del otro, haciéndose carantoñas y susurrándose al oído.

    Erial y Niall entraron uno detrás del otro al comedor, hambrientos.

    -¡Oh, el elemento perdido!-comentó el hermano Mathew, con alegría.-Que feliz me hace ver que está sano y salvo.

    Niall sonrió con nerviosismo, pues no conocía a aquel joven monje al contrario que sus compañeros y quería ser educado con él.

    Después de las presentaciones y de que los sirvientes sirvieran la comida a los hambrientos comensales, la conversación fluyó tranquila y sosegada, hasta que Freya, impaciente, interrumpió al hermano Mathew cuando contaba cómo eran los veranos en Amaranto, donde había nacido.

    -Entonces, ¿hay novedades sobre los Templos?

    Archie sonrió.

    -Claro… ¡mil perdones!-Se disculpó el monje.-Cuando alguien me da coba no me doy cuenta y me desvío, por eso el Páter Milius no me deja ser profesor en la academia de monjes.-Y soltó una risa, guiñándole un ojo a Niall, que había escuchado con muchas ganas sus historias.-Bueno, pues a lo que había venido.-Y se puso muy serio, algo anormal en él.-Ya sabemos dónde se encuentran tres de los cuatro templos, y no creemos que el cuarto tarde mucho en aparecer. Han enviado arqueólogos a los lugares y han encontrado las ruinas intactas, pero con las puertas selladas. Solo el elegido de ese elemento tiene la capacidad para abrir la puerta y entrar en su interior. A quien lo ha intentado por la fuerza… digamos que no ha acabado bien.

    -¿Alguien ha sufrido algún daño intentando entrar?-Preguntó Nico, preocupada.

    -No, no, pero después del paso de los siglos muchos han intentado saquearlos y lo único que encontraron fue una muerte lenta y dolorosa con las trampas que pusieron para proteger el templo.-Respondió el hermano Mathew.-Solo vosotros podéis poner vuestros pies allí y conseguir el secreto que guardan.

    Los cuatro elegidos se miraron entre ellos con nerviosismo y excitación. Entrar en un lugar que hacía siglos que nadie pisaba era el sueño de todo joven arqueólogo y ellos iban a cumplirlo sin apenas haber sido conscientes de ello.

    -¿Cuándo partimos?-Preguntó Freya, con motivación.

    -Pronto.-Contestó Jacal.-Estamos preparando todo y la ruta más fácil hacia los Templos que pueda estar conectada con el Portal. Pues una vez consigáis los Tótems no hay nada que nos impida cerrar el Portal de las Estrellas de una vez por todas.

    Aquella información pesó sobre los muchachos, que veían que la misión que había empezado hacía pocos días tenía un pronto final. Por fin aquella tierra se libraría de los demonios y los espíritus malignos que corrompían cualquier alma débil de una vez por todas.

    -¿Nos acompañaréis?-Preguntó Erial.-Sé que esta es nuestra misión pero… ¿podremos llevarla a cabo solo los cuatro?

    Sus maestros se miraron entre ellos.

    -Si no hubiera un conflicto entre países ni supiéramos las malas intenciones del Marqués de Bathory, confiaríamos en vosotros para llevar a cabo esta misión en solitario.-Dijo orgulloso Jacal.- Sabemos lo mucho que habéis entrenado estos días y consideramos que estáis capacitados para esto y mucho más. Incluso tú, Niall, tu progreso es admirable.

    El muchacho se sonrojó y sonrió, había entrenado el doble que sus compañeros para alcanzarles, y parecía que había hecho mucho más.

    -Sin embargo,-Jacal miró a Archi y Alwyn que asintieron.-no sabemos qué puede estar esperando ahí fuera ni qué países están aliados con Alaric y no queremos que está misión se vea afectada, por ello, partiremos con vosotros una vez más.

    Los elegidos asintieron entendiendo la situación. Era una misión muy importante que no podía verse afectada con aquel conflicto entre los países. Había demasiado en juego para no utilizar todos los ases que tuvieran bajo la manga. ¿Y qué mejor que utilizar a tres Matademonios de gran renombre como lo eran sus maestros? Más valía estar preparado para cualquier cosa y que la misión no fallase, solo había una oportunidad para acabar con aquel gran problema.

    La cena continuó entre preparaciones y consejos. Si todo iba bien, en unos días partirían hacia su destino con la esperanza de que durante el camino el último templo fuera descubierto. La noche fue larga y solitaria para los elegidos, que apenas podían conciliar el sueño con la excitación y la ansiedad que el viaje les hacía sentir. No tenían miedo, pues gracias a las palabras de Jacal, sentían que podían conseguir aquello y más, pero el temor por sus compañeros sí que podía palparse en sus corazones. Y es que hasta el corazón más fuerte puede ceder y necesitar ayuda para continuar. Para eso se tenían los unos a los otros.

    Los días que siguieron a la partida estuvieron llenos de entrenamiento y planificación. Jacal y Archie se ausentaban para verse con el Conde Makarov y así preparar la partida y conseguir todas las provisiones que necesitasen, pues el Conde estaba a su entera disposición para ayudar a finalizar con aquella profecía. Alwyn se encargó de entrenarles cuando sus compañeros Matademonios no estaban, haciéndoles entrar en una de las Salas del Tiempo donde entrenaban juntos y por separado de formas diversas, para que cada músculo de su cuerpo y resquicio de poder se utilizara y mejorara. Sabían que no tenían mucho tiempo para conseguir mejorar lo máximo posible, por eso se esforzaban al máximo, incluso dormían allí metidos para poder atesorar cada hora que pudieran.

    Llegó la noche antes de la partida y habían decidido realizar una gran cena e invitar a todos, incluyendo al Conde Makarov, al Páter Milius y al hermano Mathew. Era su última noche, y podía ser que no se volvieran a ver o que volvieran victoriosos.

    La cena estaba repleta de grandes manjares, pues los cocineros se habían superado, y había tanta comida en la mesa que no cabía. Fue una noche tranquila, llena de anécdotas y consejos sabios. Ya tenían una ruta que seguir, a la mañana siguiente saldrían de Ciudad Titania para recorrer el Camino Central a través del continente, dirección sur, primero hacía la Sierra Boreal, donde tenían situado el primer Templo, el Templo de la Tierra y luego marchando hacia el este, hacia la Llanura de Wycon, donde se encontraba el Templo del Fuego.

    -No puedo abrir un portal que nos lleve directamente hacia la montaña,-decía Alwyn, cuando ya habían llegado al postre.-sabemos que Alaric tiene husmeadores y magos corruptos que pueden localizar mi magia y no es conveniente. Así que haremos el camino a pie, lo que lo hará más largo.

    -No importa que vayáis a pie.-La interrumpió el conde Makarov, limpiándose la boca elegantemente con la servilleta.- He manado fabricar un carro-diligencia para que podáis llevar vuestras cosas y cuatro de mis mejores caballos están preparados para vosotros.

    -Oh, muchas gracias, Conde.-Le agradeció Archie.-Nuestros pies os lo agradecerán eternamente.

    -Cuanto más cómodo sea el viaje, mejores los ánimos para desempeñar vuestra misión.-Comentó el conde.-En ella estarán todos los suministros que me habéis pedido y una gran cantidad de dinero para que compréis lo que necesitéis por el camino. No sé cuánto tardaréis en encontrar los templos y conseguir los tótems, pero podéis serviros de mis aliados durante el viaje para conseguir lo que necesitéis si les mostráis esta carta con mi sello personal.-Y le tendió a Jacal un sobre con el sello del Conde Makarov, la cruz atravesando un corazón.

    -Muchas gracias.-Le agradeció Erial.-No os defraudaremos.

    -Lo único que quiero es que cerréis el maldito Portal, no pido más.

    -Lo haremos.-Dijo Erial.

    El conde asintió.

    La cena no se alargó mucho más, pues al día siguiente, al amanecer, partirían hacia un viaje largo y arduo con un final incierto.

    Puede que no volvieran a aquella mansión, que no encontrasen el final que todos esperaban, sin embargo, lo que allí habían vivido, las oportunidades que habían tenido eran un regalo que cada uno de los cuatro elegidos iba a atesorar toda su vida, ya fuera larga o corta.


    La noche era oscura y el brillo de las estrellas se veía apagado a través de los ojos de Niall, que desde el balcón de su habitación observaba la noche en silencio. La excitación de su inminente partida le mantenía en vilo, sin lograr conciliar el sueño a sabiendas que debía descansar. El balcón daba justo a los jardines, esos jardines que tanto le habían maravillado y le habían dado más de un momento a solas con Freya. Los echaría de menos, su aroma y su tacto bajo sus pies desnudos.

    Miró la fuente de Cupido, aquel pequeño dios había disparado su flecha hacia él y no había podido defenderse de aquel sentimiento que profesaba hacia Freya. Cada día el sentimiento crecía, con una sonrisa de ella, con una caricia inocente. No la había podido tocar como él quería, pero la deseaba con tanas ansias que incluso dolía. Había estado tan cerca de besarla una vez que se maldecía por haber malgastado aquella oportunidad, delante de esa misma fuente, en su banco favorito.

    Desvió la mirada hacia el banco y como si el destino le hubiera dado otra ocasión, la chica que deseaba estaba allí sentada, observando la misma fuente como muchas otras noches.

    Decidido a no dejar perder aquella oportunidad, saltó desde el balcón con ayuda de su poder, cayendo sobre la fresca hierba y caminando hacia la chica.

    Sus pasos alertaron a Freya, que lo buscó en la oscuridad y se sorprendió al verle sin camisa, solo con unos pantalones. Aunque ella misma iba en un fino camisón de dormir azul.

    -Niall…

    El muchacho le puso un dedo en los labios, preparando a la chica, y se arrodilló frente a ella en el banco, cogiéndola de las manos con la mano libre. Freya no entendía la actitud de Niall, y estaba tan sorprendida que apenas balbuceo unas palabras.

    -No digas nada, al menos no todavía.-Le dijo mirándole con aquellos enigmáticos ojos suyos, Freya se prendió de ellos.-Desde la primera vez que te vi, me robaste el sentido, no soy capaz de respirar si no estás cerca. Mi corazón late a mil por hora cuando estamos juntos y tengo la sensación de que contigo a mi lado, puedo comerme el mundo.

    Le acarició la mejilla y la muchacha se estremeció. Freya estaba tan impactada por sus palabras que apenas dijo nada, solo era capaz de mirarle con sus grandes ojos verdes.

    -No tengo mucho que ofrecerte, pues mi vida comenzó cuando me sacaste de aquella maldita celda, pero todo lo que consiga será por y para ti. Yo no quiero nada que tú no quieras… Sé que sientes algo por Alaric…

    Freya se apartó de la caricia de Niall, molesta.

    -Eso no es verdad…

    -Me da igual lo que ese hombre te haga sentir, porque yo puedo hacer que te olvides de él con mi amor, porque mi corazón es tuyo, Freya.-Y no esperó más y se lanzó a aquella piscina que no sabía si encontraría llena o vacía. La besó después de tanto tiempo deseándola en secreto, después de apenas soñar algo con ella. Los labios de la chica eran suaves y sabían a gloria, la besó con avidez, como si ella fuera agua para su larga sequía.

    Freya le aceptó, no se apartó, recibió el beso y se lo devolvió durante unos segundos, hasta que los puso duros y se apartó. Se levantó del banco, dejando aún a Niall en el suelo, sorprendido.

    Freya apretó los puños, enfadada.

    -No me conoces, Niall, no puedes amar a alguien que no conoces.-Le espetó.-Yo… yo no quiero nada de Alaric, le odio con toda mi alma, quiero matarlo, ¿entiendes? Si no puedes comprender eso, no puedes amarme… Me gusta mucho estar contigo, pero…-No continuó, se dio la vuelta y se marchó.

    Niall la retuvo con rapidez del brazo.

    -Te comprendo perfectamente, Freya.

    El joven la retenía por los hombres, Freya alzó la mirada, pues le sacaba altura y frunció el cejo.

    -No…

    Antes de que la muchacha pudiera seguir diciendo algo más la abrazó con fuerza. Apoyó la cabeza de la chica en su pecho y le acarició el rebelde cabello.

    -Quiero estar contigo. Si matar a Alaric es lo que quieres, lo haremos, haré cualquier cosa por ti.

    Freya le abrazó, titubeante acarició su pálida espalda, notando las viejas cicatrices en la espalda del joven. Niall había tenido una vida muy difícil, encerrado en una celda durante largos años, maltratado, y le abría su corazón sin miedo a nada, arriesgándose a vivir tal y como él quería. Freya cerró los ojos con fuerza, pues ella nunca había vivido como había querido.

    -Yo no sé amar, Niall… nunca nadie antes me había dicho cosas así.

    Niall le alzó la cabeza por el mentón para mirarla de nuevo a los ojos. Freya se empapo de aquella mirada llena de amor.

    -Tampoco yo sabía muchas cosas que ahora he aprendido.-La muchacha se mordió el labio indecisa, ¿se arriesgaría como lo hacía él?-Y ahora mismo solo sé que quiero estar contigo.-Y la volvió a besar.

    Al principio Freya se resistió, pues no quería hacerle daño al muchacho, pero al final se dejó arrullar por los sentimientos de Naill y sus caricias que la incitaban a querer más, y bebió de él, aferrándose a su espalda desnuda, arriesgándose a que aquello saliera bien o mal. Niall sintió su avidez, su fuerza en cada beso que marcaba sus labios, la besó las mejillas y el cuello.

    -Te deseo…-Le susurró al oído.

    Freya le miró con los ojos brillantes de ese mismo deseo y volvió a besarle, acariciándole la cabellera morena, que en apenas unas semanas había crecido mucho. Niall la cargó en brazos, como el día que se conocieron y se impulsó de un salto hacia su habitación. Freya soltó un gritito de sorpresa, pero al llegar al balcón se rio.

    -Me encantas.

    -Te adoro.-Niall la acarició con su nariz en el cuello.

    Freya se mordió el labio de nuevo, ardiendo de deseo por el muchacho. El chico del viento la tumbó en la cama bajo él.

    -No sé si esto es buena idea…-Niall la calló con un beso.

    -Confía en mí.

    -Lo hago… pero no confío en mí misma, el fuego puede…

    -Yo me encargaré de eso.

    Y Freya notó como las manos de Niall calmaban su ardor allá donde las ponía como por arte de magia. Más tranquila, le volvió a besar, entrelazando su lengua a la del chico, acariciándole el suave pecho. Niall le subió el camisón y ella le desabrochó los pantalones, toda aquella tela estorbaba, querían que sus pieles se tocasen en cada rincón de sus cuerpos.

    -Freya…-Jadeó él al notar las manos de Freya sobre él tan íntimamente. -Te quiero…

    Ella le miró con sus grandes ojos verdes.

    -No tienes que decir nada si no estás preparada, me basta con estar contigo.

    Ella lo volvió a besar con ímpetu, sintiendo escalofríos al oír las importantes palabras del muchacho. La ropa no tardó en desaparecer, pues no era necesaria, y sus pieles se tocaron como nunca antes lo habían hecho. Su cuerpo se fundió en uno entre besos y caricias, regalándose placer durante toda la noche.


    La luz del amanecer entraba a raudales por los grandes ventanales que habían permanecido abiertos durante toda la noche, dejando a las estrellas como espectadoras de lo que había ocurrido en aquella habitación. Freya abrió los ojos, molesta por la luz. Al principio se sintió desorientada, estaba tumbada desnuda entre los brazos de Niall, que dormía profundamente. El muchacho no la había soltado en toda la noche, le había dado el calor que necesitaba, entre otras cosas. Se mordió el labio inferior, ¿estaba bien lo que habían hecho? ¿Qué sentía ella por Niall? ¿Lo amaba? Aquellas preguntas le rondaban la mente mientras se separaba de él sin despertarle y se vestía para salir huyendo de la habitación silenciosamente.

    Una vez la puerta se cerró a sus espaldas pudo respirar tranquila.

    -Oh, ¿ha sido la noche del amor y yo no me he enterado?

    Freya pegó un brinco y se giró hacia Archie y el hermano Mathew, que estaban en el pasillo. Así de grande era la mansión que tenían que tener todas las habitaciones en el mismo ala…

    -Buenos días.

    -¡Buenos días!-La saludó Mathew, que llevaba ropa de Archie y el otro iba en bata.- ¿Has dormido bien?

    -Claro que habrá dormido bien, el sexo concilia el sueño mejor que la valeriana. ¿No crees?

    El monje soltó una carcajada y justo cuando Freya iba a contestar mordazmente la puerta a sus espaladas se abrió.

    -¿Freya?

    La imagen de Niall con una sábana alrededor de su cintura y frotándose los ojos era algo que no ayudaba en aquella situación, pensó Freya, pero no podía evitar pensar en lo guapo que estaba Niall.

    -No tienes para nada mal gusto, muchacha. Si en algún momento lo vuestro no funciona, por favor házmelo saber.-Bromeó Mathew, haciendo reír a Archie.

    -Necesito una ducha.-Fue lo único que dijo Freya, miró una última vez a Niall y se marchó sin decir nada más.

    Niall hizo amago de seguirla, pero evidentemente, no podía pasearse por ahí en paños menores y se quedó en medio del pasillo.

    -Muchacho, has elegido una fierecilla.-Comentó el hermano Mathew.

    -Nada que no se pueda domar.-Bromeó Archie, guiñándole un ojo, agarró al monje del brazo y lo arrastró hacia la salida.-Deberías estar en tu estudio, el Páter Milius acabará por tenerme mucha tirria si no la tiene ya.

    -Sabes que no puedo negarme a una buena despedida, Archikins.

    Niall miró la dirección en la que todos se habían ido y volvió a su habitación.


    -Hace un hermoso día para viajar, ¿verdad?

    Jacal estaba eufórico ante lo que se proponía durante aquel largo viaje. Habían partido después de un corto y silencioso desayuno, y una vez habían preparado el carro que el Conde Makarov les había regalado y comprobado los caballos, habían salido hacía aquella nueva aventura. Y allí estaban, en el Camino Real dirección la Sierra Boreal, que estaba a dos días de Ciudad Titania. Dos fuertes y grandes caballos tiraban de la diligencia y Jacal y Archi montaban los otros dos. Alwyn guiaba las riendas y junto a ella iba sentado Erial, que iba leyendo un libro. En la parte trasera, Freya y Nico jugaban a las cartas mientras Niall descansaba junto a ellas.

    Freya lanzaba miradas hacia el muchacho una y otra vez, apenas habían hablado de nada en todo el día, y lejos de estar preocupada, no dejaba de pensar en él y ella juntos.

    -Te toca, Freya.-La sacó de su ensimismamiento Nico.

    Freya asintió y cogió carta.

    El día estaba siendo tranquilo, sin apenas gente por el camino, algo que se agradecía, pues cuanta menos gente los viera, mejor. Jacal recordaba un buen lugar para acampar aquella noche, iban a dormir al ras, bajo las estrellas. Ya veían los picos de la Sierra a lo lejos, al sur del camino y era excitante encontrarse tan cerca de un templo que hacía siglos que nadie podía visitar. Freya había evitado a Archi y a Niall, desconcertando al resto, que no se habían enterado de nada, y esperaba que siguieran así. Archie no paraba de sonreírla con socarronería y Niall intentaba acercarse a ella para entender algo. Se había pegado a Nico y no se alejaba de ella ni para hacer sus necesidades, algo que había molestado a Erial.

    La tarde estaba cayendo, y llegaron justo a tiempo a la zona en la que iban a preparar el campamento. Gracias a la ayuda de Archie, que era un ser superior en acampar, montaron tres tiendas rápidamente y encendieron un fuego donde Alwyn se propuso para preparar algo ligero, un caldo de verduras, para cenar y así descansar bien.

    Todos tenían algo que hacer, ya fuera buscar leña o recoger algunos frutos y bayas que había cerca.

    Freya se las había ingeniado para que le tocara con Nico, y estaba recogiendo leña alejadas del campamento.

    -Oye Nico, tengo que contarte una cosa.

    Nico estaba recogiendo ramas secas que iba encontrando y ya tenía un buen montón. Llevaba la melena morada recogida en una larga trenza y algunos mechones se les escapaban, le molestaban en la cara y se los apartaba bufando.

    -Claro, ¿de qué se trata?

    -Anoche pasó algo…

    -¿Pasó qué?-Preguntó sin entender, intentando arrancar una raíz, pero ésta tenía otros planes y lo dejó estar.

    -O sea… Entre Niall y yo… pasó algo.

    Nico, que le estaba dando la espalda, se giró hacia ella, tenía un amago de sonrisa en los labios. Se acercó para tenderle la mitad de las ramas.

    -¿Juntos?

    -Sí… no sé qué me pasó por la cabeza.

    -Freya, él lleva desde que le conocimos loco por ti. Se le nota a la legua.

    -¿En serio?

    -¡Claro! ¿No te habías dado cuenta?-Preguntó.

    -No… o sea… no… ¿por qué no paró de decir “o sea”? Es frustrante.

    -¿Él no te gusta a ti?-Preguntó entonces Nico, sorprendida.

    -Sí… bueno… no…bueno… no lo sé.-Contestó sinceramente Freya.-Es guapísimo… y esos ojos… me encantan esos ojos. Y es taaaan dulce conmigo, si supieras lo mucho que me mimó anoche… y, joder, ¡qué noche! Nunca había estado con alguien tan… poco egoísta. En todo momento me preguntaba y…

    Nico la miraba con una sonrisa.

    -Me gusta.

    -Y parece que mucho.

    Freya se mordió una uña.

    -¿Y si lo he estropeado evitándole todo el día?

    -No lo hagas más, seguro que comprende tus dudas. Todos estamos en una situación que nos hace estar nerviosos, es una buena excusa.

    Freya asintió.


    La cena fue tranquila, el caldo de verdura de Alwyn estaba riquísimo y lo habían acompañado con la fruta que Niall y Erial habían recolectado. Recogieron todo y lavaron los platos.

    -Vamos a repartir las tiendas.-Dijo Jacal.-En la de en medio dormiremos Alwyn y yo. La de la izquierda para los chicos y la de la derecha para las chicas.

    -¿En serio vamos a separarnos por sexos?-Preguntó Erial.-¿Cómo si fuéramos críos?

    -Ah, joven Erial, la noche es oscura y los ánimos pueden jugarnos una mala pasada.-Dijo Archie, mirando a Freya con una sonrisa pícara.-Muchos de aquí querríamos dormir con otra persona, pero no os preocupéis que no ronco, el que ronca como un oso es Jacal y por suerte se lo queda Alwyn.

    -Tengo tapones para eso, Archikins.-Dijo la elfa, mostrando los tapones y riendo.

    Jacal y Alwyn fueron los primeros en irse a dormir, Freya les siguió, estaba agotada de no haber dormido nada la noche anterior.

    -Buenas noches.-Dijo.

    Niall la miró con sus ojos claros como el hielo, pero no dijo nada, solo la siguió con la mirada hacia su tienda.

    -Yo también me voy a dormir, estoy cansado.

    -Ah, las noches en vela llenas de pasión.-Dijo Archie, observando como el muchacho se metía en la tienda.-Quién tuviera la energía de antaño para pasar todas las noches así.

    -¿Lo sabes?-Le preguntó Nico.

    Archie le sonrió socarronamente.

    -Fui el primero en enterarme, preciosa.

    -¿Qué ha pasado?-Preguntó Erial, sin entender, estaba comiendo pipas, y tiraba las peladuras al fuego que crepitaba.- ¿Me he perdido algo?

    Archie se encogió de hombros y Nico sonrió.

    -Nada, no te preocupes.-Contestó la muchacha.-A todos nos cansan los viajes largos, ¿verdad?-dijo intentando quitar hierro al asunto.

    -Freya y Niall anoche estuvieron juntos, se dieron amor con pasión.-Dijo Archie.-Y con esto, me voy a dormir, buenas noches.

    Erial miró a Archie sorprendido por la información y luego miró a Nico, que miraba a Archie con el cejo fruncido.

    -¿Es verdad?

    -Sí… ya sabíamos que Niall estaba por Freya, y ella… bueno, es Freya.-Contestó Nico.

    Erial asintió, y siguió comiendo pipas que compartió con Nico. La miró, al menos alguien se había sincerado sobre sus sentimientos. ¿Qué más podía hacer él? Nico no había mencionado la conversación que estaban teniendo antes de encontrarse con su hermano, sabía que la muchacha era despistada, ¿pero tanto? Aunque ella no había cambiado su forma de ser con él y eso lo agradecía.

    -¿Te gusta Niall para Freya?

    -Sí, hacen buena pareja. Me alegro de que Freya encuentre a alguien que la cuide, y él lo hará muy bien, estoy segura.

    -¿Eso es lo que querrías tú?-Le preguntó, intentando no sonar demasiado serio.- ¿Alguien que te cuide?

    -Todos lo buscamos, ¿no? En plan que queremos sentirnos queridos y alguien que nos cuide, que nos de lo que necesitamos. Alguien en quien confiar nuestros más oscuros secretos y a quien coger de la mano cuando el miedo se apodere de nosotros. Somos diferentes-ella le sonrió con ternura, y Erial desvió la mirada hacia el paquete de pipas-, pero seguro que tú buscas alguien así.

    -Sí… alguien cariñoso y tierno.

    Nico le sonrió.

    -Exacto.-La chica bostezó.-¿Nos vamos a dormir?

    Erial asintió, se dieron las buenas noches y cada uno se fue a una tienda.

    La mañana llegó temprano, Jacal preparó unas gachas usando los residuos del fuego de la noche anterior y recogieron las tiendas para continuar su camino. Freya dejó de evitar a Niall, pero no supo comportarse de la misma manera que antes. Al menos había dado un paso.

    El paisaje iba cambiando cuanto más cerca estaban de la Sierra Boreal, y la temperatura empezó a descender y sacaron mantas para taparse en el carro. Habían traído ropa de abrigo sabiendo que haría frío, y poco a poco las nubes encapotaron el cielo. Normalmente la Sierra Boreal tenía nieve, pero era verano y la gran mayoría se había derretido en cotas bajas, con lo cual, el ascenso hacia donde estaba el templo escondido iba a ser fácil.

    Erial estaba nervioso, se acercaba al Templo de su elemento y notaba como algo tiraba de él hacia ese lugar. Algo poderoso que estaba dormido y esperaba que él lo despertara. Se frustró cuando a media tarde Jacal decidió acampar, pues las nubes eran más oscuras cuanto más subían y no le daban buena espina, pero no dijo nada y comenzó a montar el campamento.

    -Mañana a medio día llegaremos a nuestro destino.-Dijo Jacal, mientras cenaban caliente para combatir el frío. Todos se habían vestido con las prendas contra el frío que el Conde Makarov les había conseguido.-Y entonces Erial entrará al Templo.

    Erial asintió, ansioso.

    -De momento no hemos encontrado peligro en el camino, espero que siga así.-Comentó Alwyn.

    -Igualmente no hay que fiarse, puede aparecer el peligro cuando menos nos lo esperemos.-Espetó Jacal.-Los ojos bien abierto siempre, equipo.

    Y era cierto, de momento nadie se había interpuesto en su camino y estaba siendo un viaje ideal, tranquilo. Así que la advertencia de Jacal cayó entre ellos, y las sombras tuvieron un color diferente. Aquella noche decidieron hacer guardias para prevenir.

    Al lado de la fogata, Erial le enseñaba a Nico un libro y lo leían juntos. Eran una pareja entrañable a los ojos de los demás, que estaban deseando que aquel amor se financiara. Alwyn y Jacal estaban inspeccionando las provisiones y Archie había salido a explorar y preparar una defensa alrededor de su perímetro con algunas trampas. Niall aprovechó que Freya estaba sola comiendo bayas para acercarse a ella.

    -Hola.

    La muchacha le miró y le sonrió con nerviosismo.

    -¿Quieres?-Preguntó, ofreciéndole bayas.-Por mucho que coma, no puedo parar de lo buenas que están.

    -Claro…-Niall rozó la mano de la muchacha al coger las bayas.-Quería hablar contigo… pero…

    -Sí, lo siento, he estado muy esquiva desde…-Se calló y le sonrió con nerviosismo.-pero ya no lo volveré a hacer.

    -No pasa nada, entiendo que no sepas qué sentir y… lo comprendo. No quiero forzarte a nada. Sigo pensando lo mismo, si tengo que esperarte lo haré.

    Ella le miró con dulzura.

    -Eres muy bueno conmigo, y no lo merezco, ¿lo sabes?

    Niall se acercó más a ella.

    -Créeme, te mereces esto y mucho más.

    Niall quiso besarla, pero sabía que delante de tanta gente igual podía incomodar a la muchacha, y no quería hacerlo. Sería paciente, sabía que ella sentía algo por él, que le importaba, e iba a luchar contra todo lo que se opusiera eso hasta que pudieran estar juntos de una vez por todas.

    Freya se apoyó en Niall, pues no estaba acostumbrada a pasar tanto frío y no le sentaba bien, y el muchacho la tapó con una manta para reconfortarla. Bajo aquella manta, se permitió cogerle la mano y él la acarició con ternura. En aquella caricia se dijeron muchas cosas.



    Nadie esperaba que la entrada al Templo de la Tierra fuera tan fría. Uno esperaría una puerta rodeada de verde y vida, con animales por doquier y quizá un lago lleno de peces. No como aquel agujero en la gruta custodiado por dos enormes golems amenazantes. Incluso Erial se había sentido defraudado. Los arqueólogos que custodiaban la entrada a la gruta les dejaron espacio cuando llegaron y Erial se preparó para entrar.

    El guía que les había llevado hasta allí les había explicado que nadie se había cercado al lugar, y que habían tenido días tranquilos. Nadie se había atrevido a acercarse a la puerta, simplemente intentaban descifrar los geoglifos tallados en la roca por si la información que daban era importante.

    -Da la bienvenida al Elegido de la Tierra.-Dijo Erial, tranquilamente, mientras se preparaba para aquella prueba.

    Los arqueólogos le miraron sorprendidos. Parecía que Erial podía leer aquella lengua desconocida con facilidad.

    -¿Tienes que hacerlo solo?-Preguntó Nico, preocupada. No sabían qué pasaría si otro elegido intentaba entrar. El suelo estaba repleto de esqueletos de los que habían osado entrar, incluso pequeños y desafortunados animales, y no querían añadir más a la colección.

    -Creo que sí.-Dijo Erial.-Algo tira de mí hacia allí, ¿os pasa lo mismo a vosotros?

    El resto de los elementos negaron con la cabeza, pues aquella sensación se la tenían vetada hasta estar en sus propios Templos. Jacal le tendió una espada envainada y un arco por si lo necesitaba ahí dentro.

    -Erial…-Nico apoyó su cabeza en la espalda del muchacho.-Ten mucho cuidado, por favor.

    Erial se giró y le acarició la cabeza con ternura. Lo que aquella chica conseguía removerle en su interior le daba alas para conseguir cualquier cosa.

    -Volveré en un minuto, ya lo verás.-Le dijo, sonriéndole y escondiendo la misma preocupación que sentía la muchacha.

    -No nos hagas entrar a por ti, plantitas.-Le dijo Freya, pegándole en el hombro.-Soy capaz de hacer explotar esta montaña para sacarte de ella, no me hagas destrozar el paisaje rural.

    Erial le sonrió, sí, sabía que Freya era capaz de cualquier cosa por ellos.

    -No hará falta.-Le dijo caminando hacia la entrada de la gruta.-Esto será pan comido.-Y entró.

    El resto observó la inactividad de los golems y respiraron tranquilos. Nadie ponía en duda que Erial fuera el verdadero elegido de la tierra, pero siempre había un atisbo de miedo en un corazón fuerte.

    Nico se sentó frente a la gruta a esperar, preocupada por su amigo. Freya la hizo compañía y Niall también, los tres esperarían allí hasta que Erial saliera. Y si no era así, moverían toda aquella Montaña para ir a buscarlo.


    Erial no sabía qué esperarse de aquella gruta. Llevaba caminando mucho rato y el camino seguía y seguía, en semioscuridad, hacia lo desconocido. La preocupación había sido vencida por el miedo, que se había instalado en su interior y le hacía desconfiar de cada oscuro rincón de la cueva. Bebió agua de la cantimplora y se limpió el sudor de la frente. Pese a que fuera de la gruta había nieve, allí hacía calor.

    Toda su vida había estado llena de sonidos. Recordaba perfectamente la risa de su padre y la voz de su madre cantándole, las voces de aquellos que le importaban estaban en sus recuerdos. Incluso recordaba el sonido de la naturaleza abriéndose paso, las raícen crecer, las flores polinizando el ambiente. En su mente siempre estaba su voz, ya sea con pensamientos o su conciencia. En aquella gruta no era así, el silencio era pesado y espeso, y Erial estaba seguro de que podría cortarlo con un cuchillo. Era incómodo que ni tus propios pasos hicieran ruido, aunque tu estuvieras haciéndolo para oír algo en aquella oscuridad. El vacío lo rodeaba como una tenaza, y tenía miedo de que le ahogara. La ansiedad empezó hormigueando los dedos de sus manos, los que no tardó en abrir y cerrar para serenarse, intentando respirar despacio y no hiperventilar.

    El camino continuaba hacia el interior de la cueva y no sabía si era lo correcto continuar. Aquello no parecía un templo, no había altares ni estatuas, solo era una cueva más, oscura, fría y silenciosa. La frustración estaba atacando su mente cuando tropezó con una piedra y perdió el equilibrio. Cayo de boca, haciéndose daño en la barbilla, que se agarró con fuerza para mitigar el dolor.

    -Maldita sea…-Se miró la mano y encontró sangre.-Joder…

    Nunca había sido mal hablado, ni le gustaba blasfemar, le dejaba todo eso a Freya, pero en aquel momento solo podía maldecir y patear el suelo con sus puños por la frustración y el dolor. Se sentó en el suelo, dándole igual mancharse de barro la ropa.

    -¡Mierda!-Gruñó.

    Se apretó la barbilla con una mano y con la otra trató de buscar la cantimplora para limpiarse la herida. Cuando el agua le cayó en la herida abierta le escoció y siseó, dejó correr el agua hasta tener el pecho empapado. No tenía nada para poder limpiarse y no podía quedarse allí. Suspiró y bajó la mirada al suelo, fue entonces cuando lo vio.

    El agua que había dejado caer para limpiarse la herida brillaba con intensidad, iluminando la gruta oscura con luces verdes. Desconcertado la tocó y el brillo se intensificó hasta el punto de cegarlo. Aterrado, soltó un grito y se tapó los ojos. Al cabo de unos instantes la luz ceso y pudo abrir de nuevo los ojos.

    Todo a su alrededor había cambiado. Lo que antes había sido una oscura y fría gruta era un enorme jardín lleno de vida. El césped bajo él era fresco y verde, los árboles estaban en flor y una ligera brisa mecía sus copas. Era tan hermoso que le llenaba el alma de vida y gozo. Un cervatillo se acercó a un riachuelo a beber y un conejo saltó alrededor de Erial para perderse entre la vegetación rápidamente.

    El elegido de la tierra se levantó despacio, pensando que todo aquello era fruto de su imaginación. Observó el lugar con ojo crítico, maravillándose del color de las flores del lugar y los aromas que desprendían. Aquel olor no podía ser su imaginación, se agachó y puso una mano en la verde hierba, estaba fresca y vivía, y acarició las yemas de sus dedos juguetona. Sonrió con ganas, ebrio de vida y color, los aromas le embelesaban, y ojalá Nico estuviera allí para ver aquellas coloridas y hermosas flores.

    No muy lejos de él había unos pilares recubiertos de enredaderas verdes y flores rojas. Guiado por unas escaleras recubiertas de maleza, como si hiciera años que nadie subiera o bajara por ellas, había un altar donde el sello de la tierra brillaba de color verde. Parecía que le daba un toque mágico a aquel hermoso jardín con su brillo.

    Erial no se lo pensó más y se dirigió hacia allí. La herida que se había causado con su caída había sanado como por arte de magia, y ni una marca quedaba ya. Subió las escaleras precavido, sin dejar de echar miradas alrededor, no fiándose de que todo aquello se volviera en su contra, lo hermoso podía ser peligroso.

    Cuando llegó a lo alto de las escaleras, observó la marca que le había acompañado desde que había Ascendido en el Bosque Eterno en su propia mano. Aquello parecía tan lejano ya…

    Tragó saliva nervioso, con la misma mano de la marca se atrevió a tocar el sello de la Tierra. Cuando su mano entró en contacto con el sello, la tierra se movió bajos sus pies.

    -¿Quién osa perturbar el descanso del Espíritu de la Tierra?-Preguntó una voz que sonaba en todos lados.

    Erial retiró la mano del sello con miedo y miro a su alrededor, todo parecía igual que antes, pero a la vez diferente, con un color y energía diferentes.

    -¿Quién eres tú, humano?-Volvió a preguntar aquella potente voz.-Habla hora o calla para siempre.

    Las enredaderas que protegían los pilares del altar empezaron a moverse en dirección a Erial, que pegó un brinco hacia atrás para huir de ellas.

    -¡Soy Erial!-Exclamó desenvainando la espada que Jacal le había entregado.- ¡Soy el Elegido de la Tierra! He venido a buscar el Tótem para cerrar el Portal de las Estrellas.

    La voz no le contestó, y las enredaderas continuaron su camino hacia Erial, que saltó las escaleras para caer en la hierba, preparado para usar la espada si hacía falta para defenderse.

    -¡Detente! No quiero hacer daño a este jardín, solo quiero el Tótem. Me pertenece como Elegido de la Tierra y lo necesito para cumplir la profecía.

    -Demuéstralo.-Le amenazó la voz.-Si es tuyo, cógelo.

    La tierra se movió de nuevo bajo los pies de Erial, y estuvo a punto de perder el equilibrio. Miró la espada, poco iba a ayudarle contra un espíritu, así que la arrojó al suelo, como el arco y la cantimplora, se quitó la chaqueta que le molestaba para los movimientos y se preparó. Alwyn les había enseñado que los movimientos mejoraban la energía para convertirla en magia, y que podía ayudarles con sus dones.

    Alzó las manos y la tierra se abrió entre él y el altar, creando un gran abismo en el cual no se veía el fin y deteniendo el avance de las dichosas enredaderas. Jadeando, llamó a una liana y esta acudió a él y se agarró a su muñeca y saltó para atravesar el abismo y caer al pie de las escaleras. Las enredaderas le siguieron rápidamente, corrigiendo su dirección y pisándole los talones. Erial subió todo la rápido que podía las escaleras hasta llegar al altar y saltar sobre el sello, el cual agarró.

    Cayó en el suelo haciéndose daño en el hombro y en vez del sello, en la mano tenía una larga alabarda con un árbol de largas raíces en su hoja.

    -El Elegido de la Tierra ha conseguido la Albarda de Yggdrasil, el árbol de la vida está con él.-Dijo la voz.-Utilízalo contra tus enemigos y cuida de la Tierra.

    De nuevo la tierra tembló y frente a él se abrió una puerta hacia el exterior. Erial se levantó del suelo y midió la alabarda, era una gran arma, justo la que más le gustaba a él. Pudo respirar de nuevo una vez vio el portal y la luz del exterior, sin pensarlo más, lo atravesó.

    La luz del exterior le cegó unos instantes, y tuvo el tiempo justo de saltar hacia un lado y defenderse de aquel que le atacaba. La alabarda vibró y una onda expansiva alejó a su enemigo haciéndole chocar con un árbol. Otro hombre vestido con una oscura cota de malla le acosaba con su espada hasta que Erial lazó una roca que le impactó en la frente y lo noqueó haciéndole caer al suelo.

    A su alrededor había cuerpos sin vida de los arqueólogos que le habían enseñado la entrada a la gruta y sus compañeros luchaban contra aquellos enemigos sin blasón ni bandera. ¿Quiénes eran?

    -¡Erial!

    No había tiempo para pensar en eso, la voz de Nico le trajo de nuevo a la batalla, la muchacha usaba el agua para defenderse, entre Archie y Jacal, que no dejaban que nadie se acercara a ellos. Había muchos enemigos, demasiados para ellos.

    -¿Qué está ocurriendo?

    Alwyn pasó a su lado dando una voltereta, un mago oscuro la perseguía lanzando rayos oscuros hacia la elfa.

    Una ráfaga de viento barrió a varios enemigos que se acercaban por su espalda.

    -¡Espabila, plantitas!-Le gritó Freya, que ensartaba con su espada a uno de sus enemigos y le lanzaba una bola de fuego a otro que esquivó de un salto.- ¡Mueve el culo!

    Erial asintió, con la alabarda como un apéndice más de su cuerpo, giró y clavó la punta en el suelo, creando un terremoto que hizo trastabillar a todos los que no eran sus compañeros. Niall aprovechó aquel momento para crear un tornado que barrió a varios enemigos y los lanzó hacia el interior de la gruta. Los golems despertaron y lanzaron rayos verdes por los ojos hasta acabar con sus vidas.

    -Oh, ahora sabemos que hacen esos golems…-Pudo bromear Archie, lanzando una de sus dagas al mago que acosaba a Alwyn y dañándole en la pierna.

    Alwyn aprovechó la debilidad del mago y le acosó con su báculo hasta que se deshizo de él y el mago cayó rendido en el suelo.

    -¡Acercaos a mí!-Les gritó a todos.-Abriré un Portal para salir de aquí.

    -Eso no hará que estemos a salvo por mucho tiempo.-Dijo Jacal, dejando caer su enorme hacha sobre sus enemigos.

    -Pero nos sacará de aquí, donde nuestro número está en desventaja.

    Jacal gruñó, pero asintió.

    -¡Replegaos!

    Todos se dirigieron como pudieron hacia Alwyn, que creaba un Portal. Erial los rodeó de montículos de rocas y Freya aprovechó para crear lava.

    -¡El suelo es lava, capullos!-Exclamó a aquellos que se habían atrevido a subir por los montículos de Erial.

    -¿Y qué pasa con nuestras cosas?-Preguntó Nico.

    -Mierda…-Jacal miró a Alwyn y ésta asintió.-Todos al carro, atad los caballos, ¡no perdáis el tiempo!

    Archie se encargó de preparar a los caballos y Niall se subió al carro para guiarlo hacia el Portal de Alwyn mientras Nico y Freya defendían la posición. Erial se sumó a Jacal para defender la huida. Había muchísimos soldados intentando llegar hasta ellos, y el muro de Nico no aguantaría demasiado las embestidas de sus enemigos. Archie fue el primero en entrar con los caballos, seguido de Niall y el carro.

    -Rápido… me quedo sin energía.-Dijo Alwyn, sujetándose en su báculo.

    Nico se acercó a ella y la tomó de la mano.

    -Si necesitas energía, tómala por favor.-Le dijo, apretando su mano. Alwyn la miró agradecida, y no dudó, absorbió la energía que le prestaban.

    Jacal y Erial defendieron a los pocos arqueólogos que habían sobrevivido hasta que traspasaron el portal. Los enemigos seguían llegando, y la lucha era encarnizada.

    -Nico, ve, puedo acabar esto.

    Nico asintió y traspasó el portal, Jacal le hizo una seña a Erial para que la siguiera y el muchacho no lo dudó y entró. El maestro se replegó hacia el portal gracias a una onda expansiva de Alwyn con los últimos resquicios de poder, llegó hasta ella antes de que se desplomara y se dispuso a atravesar el portal que estaba desapareciendo de un salto.

    Al otro lado les esperaban sus compañeros, que respiraron de nuevo al verlos sanos y salvos.

    Jacal dejó en el suelo a Alwyn y Nico se apresuró a darle una poción de energía a Alwyn para que esta se sintiera mejor.

    -¿Todos estáis bien?-Preguntó Jacal, pasando lista de que todo estaba correcto.- ¿Qué ocurre Niall?

    Niall y Freya se habían apartado del conjunto, y la muchacha estaba apoyada en un árbol muy pálida, haciendo contraste a su moreno natural, dando la espalda al resto, que habían puesto su interés en ellos preocupados.

    -No lo sé…-Contestó Niall, muy preocupado.-Se ha mareado de repente y creo que quiere vomitar.

    -No pienso hacerlo.-Freya luchaba contra las náuseas, pero no estaba dispuesta a vomitar delante de todo el mundo.-Estoy bien…-Una nueva arcada la recorrió. Niall la sujetó para que no cayera.

    Nico se apresuró a acercarse a ella, inquieta.

    -Déjame curarte, Freya…-Le dijo, tocándole el frío hombro.-Te sentirás mejor…

    -No gastes energía en una indigestión, por favor, cuando hay heridos que necesitan tus cuidados.-Le dijo Freya, apartándose el sudado cabello de la cara y mostrándole una sonrisa tierna.-De verdad, estoy bien… no debí comerme toda esa fruta, si llego a saber que luego iba a haber una batalla.

    Nico asintió y junto con Erial, se dirigió a curar a los arqueólogos que habían sobrevivido.

    Freya se apoyó en el árbol y se dejó caer hasta que se sentó. Respiró para tratar de serenar su estómago y Niall se sentó junto a ella, sin decir nada, no necesitaba nada más que saber que estaba allí. Archie le acercó un frasco.

    -Tómate esto, hará que te sientas mejor.-Le dijo, Freya asintió y tomó el frasco, lo desenroscó y se bebió su contenido.- ¿Dónde estamos exactamente?

    Alwyn, un poco más recuperada miró a su alrededor.

    -Seguimos en el Camino Central.-Dijo Jacal, reconociendo el terreno.

    -Estamos cerca de la Arboleda del Venado.-Contestó Alwyn.-No se me ocurría otro sitio y nunca he estado en la Llanura del Wycon, lo siento por alejarnos del camino.

    -Tranquila, nos has evitado un trecho, solo hay que ir en dirección suroeste para llegar. Eso será en apenas un día.-Dijo Jacal, para tranquilizarla.-Nos moveremos un par de kilómetros y acamparemos.

    Todos estuvieron de acuerdo, y tras quitarse las ropas de nieve y ponerse algo más fresco, continuaron su camino. Tuvieron suerte de encontrar un pequeño río cerca donde pudieron limpiarse el polvo y la sangre de la batalla. Freya se sintió mucho mejor después de tomarse aquel frasco, y volvió a comer como siempre, tranquilizando a todos, que se habían preocupado por su salud.

    Una vez Alwyn estuvo recuperada, abrió un portal para los arqueólogos, que volvieron a Ciudad Titania y se prepararon para ayudar en lo que pudieran al Conde Makarov. El viaje continuó hacia su siguiente objetivo, esperando que el siguiente paso resultara tan fácil como el primero que, pese a las muertes de inocentes, habían conseguido uno de los tótems. La Alabarda de Yggdrasil les ayudaría a conseguirlo, había buenos ánimos que les ayudan a continuar y la compañía no podía ser mejor. Aquella aventura les llenaba de gozo.
     
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    SilRock

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    El Portal de las Estrellas.
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    Capítulo 8: Reencuentro.

    El calor era tan sofocante que ahogaba, no te dejaba respirar durante las largas horas del día, y las noches se deseaban por la paz que traía a los cuerpos que trabajaban al sol, con la brisa fresca y el descanso del sol abrasador. El ejército se había movilizado lentamente, los soldados tenían la moral baja, las provisiones de agua empezaban a menguar rápidamente y no sabían cuándo volverían a llenar las cantimploras si seguían acampados en aquella sartén.

    La Llanura del Wycon era famosa por dos cosas: el abrasador calor en una ancha llanura entre la vida de la Arboleda del Venado, el frío de la Sierra Boreal, la frescura del Lago Castus y por el animalejo que le había dado el nombre, el wycon. En el desierto pocos animales podían sobrevivir, y menos reproducirse en unas condiciones tan poco propicias como las que se daban en la llanura, o la sartén, como era también conocida. Sin embargo, este pequeño animal más grande que una liebre y reptiloide había proliferado donde muchos otros habían fracasado. Su cuerpo estaba perfectamente adaptado al clima, a las noches frías y los abrasadores días sin apenas sombra. Por suerte, era muy rico en proteínas y el ejército tenía siempre alimento cerca.

    El campamento estaba organizado cerca un pequeño risco, donde a lo largo del día creaba una sombra que se agradecía a todos los dioses. En el centro, estaba situada la carpa central del alto mando del ejército. En su interior se planeaban los siguientes pasos para atacar al enemigo, que apenas sospechaba que podían ser atacados en cuanto supieran donde se organizaban. Aquellos bandidos eran fantasmas que aparecían y desaparecían sin dejar rastro, algo que frustraba a los soldados.

    Aquel pequeño ejército de armadura verde estaba formado por un batallón de 150 hombres entrenados y armados para la guerra. El capitán era un hombre de renombre, versado en mil batallas y fiel a la corona. Su carpa era la más grande, en el centro del mar de tiendas que esperaban nuevas órdenes de su superior. Tenían la misión de reconocer el terreno, ya que una banda de bandidos salteadores se había acomodado en la frontera de su país y debían capturar a su líder y desmantelar la organización.

    -Capitán Maverick…-La voz de su teniente le sacó del ensimismamiento. Aquel calor le abotargaba la mente y le consumía la energía.

    El capitán era un hombre de mediana edad, casado hacía ya años atrás y con hijos que tenían a su vez hijos. Estaba pensando seriamente en retirarse pronto y volver a los brazos de su amada esposa. Su cabello entrecano dejaba entrever el color moreno que lució en su juventud, y tenía unos ojos oscuros e inteligentes. Su mente era un prodigio que la corona de Arébalo atesoraba con gusto.

    -Este dichoso calor acabará conmigo.-Dijo, bebiendo agua que para nada estaba fría como necesitaba.

    El teniente asintió, era muy joven para su cargo, y había luchado por cada puesto que había conseguido desde que se había alistado a su mayoría de edad. Le tendió el correo que habían recibido hacía unos instantes y el capitán le miró con orgullo. Todo lo que aquel joven sabía, era obra suya, y se jactaba de ello.

    -Oye, Jensen, ¿ha vuelto a haber altercados durante la noche entre Corby y Mick?-Preguntó, sabía la respuesta, pero quería oírsela decir a él.

    El joven teniente le medio sonrió, era condenadamente atractivo, y tenía unos ojos verdes brillantes de inteligencia y astucia. Se pasó una mano por su cabello rubio platino, que llevaba trenzado en un lado y suelto en el otro, y se encogió de hombros.

    -No han tenido tiempo de nada, uno está cavando trincheras y el otro limpiando los platos sucios de todo el campamento. Te dije que me encargaría de todo.-Contestó.

    El capitán le sonrió y Jensen salió de la carpa contento con su respuesta. El calor le saludó y gruñó, aquella misión estaba siendo más difícil de lo que habían pensado en un primer momento. El lugar era inhóspito y no sabían cuánto tardarían los hombres en querer rebelarse contra el poder por mantenerlos allí al sol trabajando a destajo. Se paseó por el campamento para cerciorarse de que todo estaba correcto cuando el ruido atronador de un portal llamó su atención.

    El portal se materializó en el centro del campamento y los hombres se prepararon llevándose las manos a sus armas. Incluso el teniente deslizó una daga en su mano mientras se dirigía hacia allí. No habían sido avisados de que alguien se teletransportaría hacia allí y no podían fiarse de nadie allí solos.

    El portal acabó de formarse y una figura lo traspasó.

    Los hombres bajaron las armas al reconocer el blasón y al hombre que iba vestido con elegantes y finas ropas.

    -Oh, qué calor más molesto.-Dijo el Marqués de Bathory.

    Jensen se acercó para darle la bienvenida y ordenó que alguien le trajera una bebida e hiciera venir al capitán.

    -Ilustrísima, no esperábamos vuestra visita. Si hubiéramos sabido que vendríais, habríamos preparado un manjar digno de su cargo.

    Alaric le miró e hizo un gesto con la mano para quitarle importancia.

    -No será necesario, además, estoy aquí porque los enemigos, una vez más, han frustrado mis planes y necesito la ayuda de este batallón.

    Jensen asintió.

    -Si son órdenes del rey.-Terció el capitán, que había aparecido allí rápidamente.

    El Marqués de Bathory le fulminó con la mirada.

    -Mi hermano está muy ocupado decorando la habitación de nuestro futuro príncipe y aguantando las hormonas de nuestra preciosa reina. Ha dejado esto en mis manos, seguramente habrás recibido alguna carta con las nuevas.

    -No he sido debidamente informado, Ilustrísima, y me gustaría estarlo.-Decretó el capitán.-La vida de todos estos hombres están en mis manos, y no me gustaría que por una tontería el rey les retirase su paga vitalicia.

    Aquel hombre había escuchado los rumores que recorrían el país sobre el príncipe Alaric, al igual que Jensen, y no se fiaba de sus intenciones.

    -Obviamente no pasará eso, estos hombres sirven a la corona de Arébalo y hay una amenaza hacia ella que se acerca hacia aquí.-Dictó Alaric, parecía afligido por aquella información.-Hay que impedirles el paso y acabar con ellos antes de que entren en el Templo del Fuego y se hagan con un arma que puede devastar toda esta tierra.

    El capitán y el teniente se miraron.

    -¿El Templo del Fuego?-Preguntó el teniente.

    -¿Un arma desbastadora?-Preguntó a su vez el capitán.

    Alaric asintió.

    -Es un grupo pequeño, pero hay magos entre ellos que utilizan la magia para saquear templos y recuperar viejas armas perdidas por milenios. El líder quiere conquistar todo el continente y convertirse en un tirano emperador. Debemos pararle los pies… además, quieren abrir el Portal de las Estrellas para traer demonios a los que dominar… tenemos que impedirlo.

    -¡Sí!-Exclamó Jensen, al igual que el grupillo de soldados ociosos que se había acercado a recibir al marqués. Todos conocían las leyendas que circulaban sobre el Portal de las Estrellas, y todos conocían a alguien que había sufrido algún mal por esos demonios que se colaban en esta dimensión, sin duda lucharían contra ellos con honor.-No podemos permitir que los demonios anden a sus anchas.

    -Y nosotros detrás de estúpidos bandidos…-Dijo uno de los soldados.

    -¡Esto es más importante!-Gritó otro.

    -Si todo eso es cierto,-se hizo oír el capitán entre la habladuría de los soldados, que callaron por el gran respeto que le tenían- ¿por qué no nos han informado de nada?

    Alaric le miró.

    -El Rey creyó que podía acabar con ellos junto a sus aliados y fueron derrotados…-Dijo, acercándose al capitán.-Una derrota no es algo para hacer propaganda. Por eso acudo ante el gran capitán Maverick, para que zanje de una vez por todas este conflicto. Confía plenamente en ti, como hizo nuestro padre en otras ocasiones… ¿El Rey y yo podemos contar con tu batallón?

    El capitán estaba indeciso, todo aquello le parecía muy extraño. Llevaban allí apostados semanas y nadie había oído nada sobre aquel grupo que intentaba conquistar el continente. El capitán notó el nerviosismo por primera vez en muchísimo tiempo, sin saber qué hacer con toda aquella información ni qué decisión tomar que no fuera perjudicial para todos si aquello era una treta del hermano del rey. Su oscura mirada buscó la clara del teniente, que le miraba como todos los soldados a su alrededor, esperando la decisión de su capitán.

    Alaric se secó el sudor con el pañuelo de seda que llevaba con él, esperando que aquel botarate hiciera lo que tenía que hacer. Sabía que iba a ser un hueso duro de roer, pero no sabía hasta qué punto, el capitán era un gran rival que debía domar para que sus planes se llevaran a cabo.

    -Capitán… no quiero ser pesimista, pero ese grupo se acerca, y tenemos que movilizarnos.-Habló de nuevo, con aquella voz apenada.-Arébalo y todo el continente os necesitan.

    Jensen se acercó al capitán, el joven teniente entendía las dudas de su maestro, no podían obviar que todo aquello parecía muy sospechoso, y que hoy mismo habían recibido correo y nadie había hecho notar nada de lo que el príncipe estaba contando.

    -Capitán…-Fue hablar, pero Maverick le hizo una seña tajante con la mano.

    -Está bien, preparad las armas. Atacaremos al enemigo por sorpresa.-Dictó apretando los dientes, nada de aquello le gustaba. Los soldados soltaron un ovación, preparados para luchar y contentos de salir de aquella monotonía de días que se había convertido aquella misión.-Jensen, prepara a tus exploradores, saldrás en la vanguardia.

    El teniente asintió y se marchó.

    Alaric intentaba disimular su entusiasmo.

    -La corona no olvidara esta ayuda, capitán Maverick…

    -Ni yo olvidaré que en este día viniste y llevaste a 150 hombres a la guerra contra un grupo desconocido para saber qué.

    Alaric arrugó la nariz, pero le daba igual, porque había conseguido lo que quería.



    La noche en la Llanura Wycon era fresca, y Freya agradeció refrescarse después de aquel largo día por aquel maldito desierto. Tumbada bajo una manta al lado de Niall, que dormía desnudo a su lado, no pudo evitar pensar en cómo las estrellas se reflejaban en el hermoso cabello azabache de su compañero. Ya era la cuarta vez desde que habían empezado su viaje que se había dejado llevar y había acabado en los brazos del elegido del viento, y alejados de los demás, se habían regalado caricias y el deseo los había poseído como a dos adolescentes calenturientos. Se había dicho en más de una ocasión que aquello tenía que terminar y que tenían una misión importante. Pero aquel secreto juego se había convertido en una realidad, y ahora era ella la que le buscaba por las noches y se lanzaba a sus labios como una perra en celo. Se tapó la cabeza con la manta, avergonzada por haber caído a los encantos de aquel apuesto joven.

    Niall se había quedado dormido, boca abajo, con sus brazos como almohada, y siempre mirando en su dirección. Parecía que al muchacho le daba igual que Freya fuera una brasa viviente, pues se pegaba a ella y el tiempo que pasaban juntos no estaba cómodo si no la tocaba. Un sentimiento había ido creciendo en el pecho de la chica, y cada vez que le miraba, su corazón daba un vuelco o se olvidaba algunos latidos. Niall tenía la sonrisa más bonita del mundo, y estaba tan orgullosa de que hubiera podido olvidar su pasado y empezara una nueva vida con ellos, con ella. No era algo que hubiera buscado, pero que sí anhelaba en secreto, que por fin alguien la quisiera sin pensar que era un monstruo. Toda su vida alejándose de los demás… por fin todo aquello había acabado. Para Niall, Freya había sido la cura de todo, no necesitaba nada más que a la muchacha para ser feliz.

    Freya le acarició la tibia mejilla y el muchacho abrió los ojos, aquellos asombrosos ojos blancos que la derretían por completo, encendiendo fuego en su vientre.

    -Te has quedado dormido.-Le dijo, en un susurro.-Deberíamos volver…

    Niall, aún adormilado, asintió y se desperezó. Se vistieron en silencio, bajo el cielo estrellado de aquel desierto, y volvieron de la mano hacia el campamento. El fuego era tenue entre las tres tiendas de campaña, y junto a él, Jacal les esperaba tostando pan. El hombretón se giró y les miró, sorprendido. Hasta aquel momento habían tenido cuidado de que nadie se enterase de que salían.

    Freya frunció los labios, nerviosa.

    Los dos muchachos aparecieron a la luz del fuego y miraron a Jacal, que alzó una ceja.

    -¿Desde cuándo?-Fue lo único que preguntó, levantándose del cojín en el que había estado sentado, dejando el pan a un lado.

    -¿Importa mucho?-Comentó Freya, incómoda. Sabía que aquel secreto no duraría mucho más tiempo, pero le gustaba que fuera así, no tener que dar explicaciones a nadie.

    Jacal suspiró, cansado, aquellos días había dormido muy poco y tenía poca paciencia.

    -Sé que no os va a gustar oír esto, pero no es momento para esto, ¿y si os llega a pasar algo mientras estabais por ahí retozando?-Les miró a los dos a los ojos, preocupado.-No nos hubiéramos enterado, y la misión se hubiera ido al traste… No solo estáis vosotros dos en este campamento, somo un equipo, y el equipo se guarda las espaldas.

    -Tienes razón, Jacal, lo sentimos, no volverá a ocurrir…-Dijo Niall, sintiéndose culpable.

    Sabía que aquello estaba mal, sobre todo lo de internarse en la oscuridad los dos solos porque no podían dejar de lado la pasión que se adueñaba de sus cuerpos cuando se veían o estaban un rato a solas. Niall bajó la cabeza pesaroso, tenían que centrarse un poco.

    Freya le miró, se cruzó los brazos y bufó.

    -No es justo…

    -Pensaba que ya sabías que esta vida no es justa, Freya.-La recriminó Jacal.-Solo pienso en vuestra seguridad… Entiendo lo que sentís el uno por el otro, yo también me enamoré de mi compañera, y sé de lo que hablo. No quiero correr riesgos. Necesito que estéis concentrados en la misión, cuando acabe… ya veremos qué pasa.

    -Lo entendemos… ¿verdad, Freya?-Preguntó Niall.

    Freya le miró con el cejo fruncido. Jacal tenía razón, ella misma lo había pensado la primera vez que pasó, pero ahora que había probado las caricias de Niall, sus abrazos… Tendría que aguantarse por el bien de la misión.

    -Sí, tendremos más cuidado.

    -Gracias, ahora a dormir, mañana nos espera otro largo día.

    -¿Y si hago yo la guardia?-Preguntó Niall.-Pareces cansado… y yo estoy demasiado espabilado para dormir ahora mismo.

    -Eso, aprovecha, viejo, no quiero tener que arrastrarte hasta la cama.

    -Muchas gracias, Niall, espero poder dormir algo.-Jacal pasó un brazo por los hombros de Freya y la estrechó contra él, a la vez que le revolvía el cabello y hacían bromas. Aquellos dos se llevaban muy bien.

    Y tanto Freya como Jacal se internaron en sus respectivas tiendas y dejaron a Niall haciendo guardia junto al fuego. La noche continuó tranquila y el amanecer de un nuevo día sorprendió a Niall, que se había quedado ensimismado en sus pensamientos. Alwyn se levantó y preparó el desayuno, Nico la ayudó y Archie desapareció para ir a revisar las trampas que había puesto a su alrededor y quitarlas.

    -Niall, acuéstate un rato si quieres, Jacal aún está dormido y tardaremos en levantar el campamento. Gracias por quedarte haciendo la guardia de Jacal.-Y Alwyn le sonrió agradecida.

    Nico se acercó a él.

    -Puedes entrar en mi tienda…-Le susurró, como quien no quiere la cosa.

    Niall se sorprendió ante sus palabras, y Nico sonrojada le devolvió una sonrisa.

    Niall entró y se acostó al lado de Freya, que dormía plácidamente, se acurró a su lado y la abrazo. No tardó en dejarse llevar de nuevo por el sueño.



    -Dichoso calor, ¿no podía llover?-Se quejaba Erial, que se abanicaba con una hoja de palmera sentado en el carro al lado de Archie, que lo guiaba.

    Jacal montaba justo detrás del carro y vigilaba a Niall, que había aprendido a montar hacia relativamente poco y aún le costaba llevar las riendas del caballo.

    -Agárrala fuerte, muchacho, que sepa quien manda de los dos.-Le instruía.

    Niall asentía y agarraba la rienda con fuerza, hincando los talones en el flanco de la yegua, que bufó con parsimonia.

    -¿No está guapo encima del caballo?-Decía Freya, que le observaba desde detrás del carro. Se suponía que estaba jugando a las cartas con Alwyn y Nico, pero hacía tiempo que no prestaba atención a las cartas.

    Alwyn sonrió a la muchacha con ternura.

    -Bueno… es mono…-Comentó Nico, echándole un vistazo a Erial.-Tiene unos ojos exóticos, pero… me gustan azules.-Y se puso las cartas delante de su sonrojado rostro.-O verdes….

    -Yo los tengo verdes, querida mía.-Le dijo Freya, que la miró coqueta.-Si el tonto ese de ahí no se casa contigo, yo misma lo haré.-Y aquella última frase la dijo en un tono más alto para que lo oyera Erial.

    Nico soltó una carcajada.

    -Eres terrible, Freya… ¿y qué pasa con Niall?

    -Tengo amor para los dos.-Respondió.- ¿Tú también quieres, plantitas?

    Erial, que había empezado a escuchar la conversación en aquel momento, la miró sin entender.

    -¿De qué estás hablando ya, brasas?

    Nico rió tímidamente y volvió a las cartas, al igual que Freya.

    -Oye Nico, ¿quieres llevar las riendas un rato? Quiero acostarme un rato y no me fío de Erial. Ya sabes lo que pasó la última vez…

    -¡Oye!

    -Claro…

    Erial sabía perfectamente lo que había pasado, Nico era una gran amazona y no había podido evitar quedarse embelesado mirándola y que los caballos se salieran del camino y el carro casi volcara. Si no hubiera sido por el poder del viento de Niall, el carro habría caído entre los matorrales del camino. Archie se cambió por Nico y se tumbó cuan largo era a dormitar.

    Siguieron el camino hasta un poco más de medio día, donde pararon para abrevar los caballos en un riachuelo que se defendía del calor del verano y el desierto, y comer algo rápido y ligero.

    El sol les atosigaba desde que salía hasta que se ponía, haciéndoles añorar el frío de Sierra Boreal. En aquella sartén la misión se hacía pesada y agotadora. Todos dormían todo lo que podían, intentando huir del calor. Por suerte, Alwyn hechizaba de vez en cuando el carro para que se refrescara, al igual que a los caballos para que no murieron de agotamiento y calor.

    Freya se había tumbado a la sombra del carro, se sentía rara desde hacía un rato, como si algo tirara de ella. Erial le había contado que así se había sentido cuando se acercaban al Templo de la Tierra, pero en su caso había dos zonas que tiraban de ella, y eso la tenía inquieta. El templo no podía estar en dos sitios a la vez, ¿verdad?

    Los grillos, que sobrevivían a aquel calor, les regalaban su pesada canción en aquel inmenso desierto.

    -Eh, chicos, ¿queréis jugar a las cartas?-Preguntó Niall, con las cartas en la mano y una sonrisa. Era el primer juego de cartas que le habían enseñado y le encantaba jugar.

    -¡Vale!-Exclamó Nico, arrastrando a Erial con ella.-Me pido repartir.

    Erial sonrió, dejándose llevar por el entusiasmo de Nico y siguiéndole algunos pasos por detrás.

    -Por supuesto.-Y Niall le tendió la cartas. Justo en aquel momento, pareció que el tiempo se detuviera y el viento le hablara, los pelillos de sus brazos se le erizaron y lo oyó. El sonido que acompañaba a los grillos.- ¡Cuidado, Nico!

    Nico se había adelantado hacia Niall para cogerle las cartas, y se sobresaltó al oír a Niall gritar. Una pared de roca la protegió de varias flechas que iban a impactar de lleno en ella. La muchacha de cabello morado se giró hacia Erial para darle las gracias, y le miró a los ojos. Erial escupió sangre y se llevó una mano al pecho, asombrado.

    -¡Erial!

    Tres flechas habían impactado de lleno en su torso.

    -¡Cubriros!-Apremió Niall, que empujó a Nico con el viento para evitar otra tanda de flechas que iban hacia ella.

    -¡Erial!-Nico cayó de espaldas con los brazos extendidos hacia Erial, queriendo llegar a él.- ¡Erial está herido!

    Erial trató de incorporarse, pero las flechas se clavaban más en él cuanto más se movía. Estaban hechizadas.

    -¡Qué está pasando! ¿De dónde viene el ataque?-Freya chamuscó otra tanda de flechas y tuvo suerte de repeler las que iban hacia ella.-Erial…

    El muchacho de la tierra se desplomó en el suelo, y la tierra se abrió para él, creando una cueva que le protegía de las siguientes flechas que acosaban al grupo.

    -¡A cubierto!-Gritó Jacal, que tenía una flecha clavada en el hombro, se la arrancó con un gruñido y se cubrió con un pesado escudo.- ¡A las armas!

    Alwyn se sobresaltó al ver a Erial sangrando en la arena y se apresuró a agarrar dos pociones de energía y correr hacia él.

    -Niall, sabes lo que tienes que hacer.

    Durante sus entrenamientos, la elfa les había enseñado a usar su poder defensiva y ofensivamente para que, en un momento crítico de la batalla, pudieran defenderse usando sus habilidades. El elegido del viento asintió y creó a su alrededor una ráfaga de fuerte viento que les rodeó por completo y subió hasta lo más alto, donde las flechas no podrían llegar.

    -Freya, llamas.-La muchacha no dejaba de mirar la sangre que salía del torso de Erial, tan roja y abundante.- ¡Freya!

    La muchacha sacudió la cabeza y salió del círculo de ráfaga de viento, cubierta por Archie, que lanzaba flechas a las flechas que querían dañar a la elegida del fuego para cambiar su trayectoria, aunque había tantas que le era difícil. No me falléis ahora, les dijo Freya a sus llamas, sintiendo la rabia en su interior. Tocó el viento de Niall, que podría haberla cortado perfectamente de ser otra persona, pero no, el viento también amaba a Freya, y la muchacha dejó ir las llamas con un chisporroteo fugaz y rodearon el carro, a los asustados caballos y a sus compañeros. Jacal la protegía con el escudo y Archie les agarró a los dos para meterlos dentro antes de que el fuego lo cerrara todo. Los caballos relinchaban asustados y Archie se apresuró a darles algo para relajarlos, no quería que salieran asustados disparados hacia las llamas donde encontrarían una muerte agónica.

    Nico y Alwyn estaban con Erial, tratando de sacar las flechas mientras el muchacho convulsionaba.

    La angustia se adueñó del ambiente.



    -¡No, no, no!-Gritaba Alaric, en lo alto de la cima desde donde el capitán Maverick y él observaba el ataque.- ¡No tenéis que hacerles daño!

    El capitán le ignoró, y con una seña lanzó el ataque hacia aquel tornado en llamas. Los hombres se apresuraron a hacer caso, menos uno, que se había quedado anonadado al ver el fuego. Maverick se acercó a su teniente, que estaba pálido como una sábana y con los ojos como platos y se preocupó por él, pues nunca le había visto de aquella manera.

    -Jensen… muchacho, cualquiera diría que has visto un fantasma.-Le dijo, palmeándole la espalda.

    -Casi.-Fue su escueta respuesta.

    El capitán le miró extrañado.

    -¿Quiénes son esta gente?-Preguntó Jensen, girándose hacia el Marqués de Bathory.-La chica del fuego…

    -Ella no es peligrosa…

    -Cualquiera lo diría con ese tornado de llamas.-Le interrumpió el capitán.- ¿Qué más nos ha ocultado?

    Alaric les dio la espalda, observando el enorme tornado de llamas que rodeaba a los Elegidos. No había vuelto a saber de ellos desde su encuentro en la Torre de Nebus, y veían perfectamente cómo habían mejorado y lo poderosos que se estaban volviendo. Si tan solo los hubieran encontrado antes que ese maldito Makarov… Todo ese poder habría sido perfecto para sus planes de conquista y expansión.

    -Los cuatro jóvenes son importantes, no deben sufrir daños.-Dictó Alaric-Los otros tres terroristas hay que matarlos…

    Los hombres de Maverick ya habían llegado a diez metros del tornado y los arqueros se estaban preparando.

    -¿Por qué?-Preguntó Jensen.

    Alaric le miró, aquel muchacho estaba haciendo cosas raras desde que había visto los poderes de los elegidos en acción. Y cuanto más le miraba, más pensaba que le conocía, pues le resultaba vanamente familiar. Aquellos ojos verdes le estaban retando, y los había visto ya en otro lugar, retándole también. ¿Dónde? No supo cómo contestar a su pregunta, se quedó en silencio mirándole con sus ojos color miel. Y cuando fue a contestar el capitán Maverick les interrumpió.

    -El tornado está menguando.

    Jensen se apresuró a acercarse a mirar y cuando una cabellera roja salió de entre las llamas, echó a correr hacia allí.



    -¡No pienso quedarme aquí sentada! ¡Van a pagar por lo que le han hecho a Erial!

    Freya había agarrado su espada, un par de puñales y un escudo y estaba dispuesta a salir para enfrentarse a los que se habían atrevido a atacarlos por sorpresa. La furia se estaba apoderando de ella, y le daba igual, porque le daba fuerzas para combatir y superar aquella situación. Necesitaba toda la fuerza que el fuego pudiera darle, y no quería ni mirar el rincón en él que Erial se desangraba.

    -¡No sabemos con cuantos enemigos vamos a enfrentarnos! No es seguro salir…-Jacal alzó la voz para que la chica le escuchara, pero Freya se enfrentó a él.

    -¡Me da igual! Voy a hacerles explotar en mil pedazos a todos…-Y de una de sus manos saltaron chispas.-Esta afrenta no quedará indemne… Pagarán, Jacal, quieras o no… No pienso perder a nadie más…

    Jacal se sorprendió del odio visceral que estaba rodeando a Freya en aquel momento, y dio dos pasos hacia atrás al notar la oleada de calor que abrasaba el ambiente cerca de la joven. Miró a Archie, que estaba a su lado y le sostenía la mirada a Freya.

    -Freya, te estás descontrolando y no es momento para eso.-Dijo Archie, con todo el talante que pudo.-No podemos perder a nadie, tienes razón, pero tampoco podemos permitir que te descontroles.

    Mientras, a un lado, Nico y Alwyn se afanaban en retirar las flechas encantadas del torso de Erial con dificultad. El elegido de la Tierra estaba perdiendo mucha sangre y su tez empezaba a empalidecer, se había sumado en una seminconsciencia y salía de vez en cuando pasar soltar un jadeo o un quejido.

    Nico tuvo que limpiarse las lágrimas de los ojos para poder ver bien y coser la herida que Alwyn había dejado al retirar la primera flecha. Tenía las manos llenas de sangre de Erial, y no podía evitar soltar algún que otro sollozo, a la vez que sus manos, brillantes del poder el agua, curaban la herida de Erial.

    -¡Maldita sea!-Bramó Alwyn, notando como las flechas se clavaban más cuanto más las tocaba.-Nico necesito energía… convoca el agua.

    Nico, con lágrimas cayéndole como regueros por sus mejillas, abrió su cantimplora con manos tambaleantes. El agua salió en su ayuda y cubrió el torso del muchacho, al cual habían abierto la pechera del traje de combate dejando su torso desnudo con las dos flechas que aún mantenía clavadas. La herida que Nico había cosido sanó por completo, pero las otras lucharon contra la magia ajena.

    Erial abrió los ojos febriles y en su mano apareció la Alabarda de Yggdrasil.

    -La… energía… tomadla d-de mi…

    Alwyn tocó la alabarda y la energía recorrió sus venas de nuevo.

    -Esto te va a doler mucho… lo siento…-Le dijo a Erial.

    Erial tragó saliva, tenía la boca seca, miró a Nico, que le acarició la mejilla y le manchó la mejilla de su sangre.

    -Ha-hazlo…

    Alwyn arrancó de cuajo las dos flechas con ambas manos, haciendo gritar de dolor a Erial que comenzó a convulsionarse de nuevo.

    -¡Ahora Nico!

    Nico, que se había bebido la segunda poción de energía, hizo correr el agua sobre las heridas abiertas de Erial, que se mezcló con su sangre y brilló con una intensidad violeta. Con gran esfuerzo luchó contra la magia que había herido a su amigo y venció, desplomándose hacia atrás inconsciente.

    -Nico…

    Alwyn no estaba mucho mejor.

    -Jacal…

    La disputa que estaban manteniendo el resto del grupo acabó cuando todos se giraron a observarlos. La visión era espantosa, Nico inconsciente, pálida y con las manos llenas de sangre, al igual que Alwyn. Y Erial… ¿acaso respiraba? Sí, su pecho subía y bajaba muy lentamente, estaba pálido como un fantasma y sus heridas se habían cerrado, pero habían dejado tres surcos oscuros como para no olvidarlo.

    Algo dentro de Freya explotó, desenvainó la espada. Y se giró hacia el tornado.

    -¡Freya!

    Archie la siguió y esta le empujó con una ola de abrasador calor.

    -No.

    Archie cayó de culo al suelo y la miró sorprendido, Jacal el ayudaba a levantarse, no había herido, pero sí notaba el odio que la recorría como llamaradas.

    Freya se paró frente al tornado y miró a Niall por encima del hombro. El muchacho no había podido hacer ni decir nada ante la tensión palpable de la situación, aquello le venía muy grande, pese a todo el entrenamiento que había practicado, pese a todas sus nuevas experiencias, no estaba preparado para aquello, y se maldijo por no ser más fuerte para soportarlo todo. Ella le miró con sus penetrantes ojos verdes y él abrió un agujero para ella, por donde salió sin mirar atrás. Aquella mirada había dicho muchísimo, no debía fallarla, y él no iba a fallarle nunca, siempre la iba a apoyar, asumiendo las consecuencias que hicieran falta.

    -¡Niall!-Le recriminó Jacal, sorprendido.



    Los hombres de Maverick se sorprendieron al ver a la muchacha salir de entre las llamas, protegida solo por un escudo y una espada. Los murmullos atravesaban el batallón de punta a punta, preguntándose quién era esa gente y qué más poderes podrían tener. Alrededor de la muchacha se creó un aura de fuego que quemaba el aire y les traía ráfagas de aire caliente.

    Walter, el jefe los arqueros sonrió, iba a ser muy fácil abatirla. Dio la orden para que los arqueros preparasen las flechas, que habían sido previamente encantadas antes de salir del campamento.

    -¡Arqueros!-Gritó.

    -¡Detente!

    Varios hombres se giraron a mirar a Jensen, que recobraba el aliento apoyándose en uno de los esqueléticos árboles. Sudaba copiosamente y daba bocanadas de aire para poder hablar.

    -Detente… no ataquéis…-Dijo entre jadeos.

    -La tenemos a tiro, señor.-Dijo uno de los nerviosos arqueros.

    Walter le hizo una seña para que callara.

    -Teniente…

    -No ataquéis.

    Walter frunció el ceño, sin comprender.

    -Voy a dar esa orden, Jensen, y acabaré con esos terroristas.

    Jensen, ya recuperado se acercó a Walter y le cogió de la pechera de la casaca.

    -Si das esa orden te mataré.-Le dijo, con un brillo en sus ojos verdes que nunca habían visto.

    Walter le retó con su mirada oscura.

    -¡Disparad!

    Jensen le lanzó un puñetazo al mentón y el jefe de arqueros calló al suelo con el labio partido.

    Los arqueros, nerviosos por entrar en batalla, dispararon a la orden de su líder.

    -¡No!

    Las flechas surcaron el cielo con un sonido silbante.



    Freya estaba esperando aquel ataque. Se cubrió con el escudo, pero las flechas no llegaron.

    El tornado se abrió de nuevo, para sorpresa de Freya, que se giró a mirar sin entender. Niall salió volando de las llamas cargando a Archie armado con un arco, barrió las flechas mucho antes de llegaran a Freya con la fuerza del viento y lanzó un ataque hacia el batallón que no se lo esperaba, rompiendo sus filas. Jacal agarró a Freya y la cubrió de otra tanda de flechas. La muchacha, sorprendida, miró a su robusto maestro, que aguantaba el ímpetu de las flechas contra su escudo.

    -Jacal…

    -Si quieres hacerlo, no lo harás sola.-Gruñó, descolgando su pesada hacha del cinturón que llevaba a la espalda.-Lucharemos juntos, como hasta ahora. Esta gente no tiene la culpa… no dañaremos a nadie, los noquearemos y escaparemos cuando Erial esté estable por un portal.

    La muchacha asintió, con renovadas fuerzas, agarrando el pomo de su espada con fuerza. Se separó de su maestro, soltando su propio escudo que la molestaba y observó a Archie lanzar flechas desde lo alto de un risco cercano, donde Niall le había dejado.

    El muchacho aterrizó a su lado.

    -Gracias.-Le dijo, con el corazón latiéndole a mil por hora.

    Niall le sonrió y la abrazó con fuerza. Si por él hubiera sido, no la hubiera soltado nunca.

    -¿Estás preparada?-Le preguntó.

    -Siempre.-Contestó ella, le dio un rápido beso en los labios y se lanzó en pos de Jacal, que ya luchaba contra sus enemigos.

    Muchos de ellos se habían recobrado demasiado rápido de la sorpresa. La ayuda de Archie en el lo alto les ayudó bastante para frenar a tantos enemigos, al igual que Niall, que volaba de un lado a otro lanzando ráfagas de viento para hacer trastabillar a sus enemigos.



    Jensen se levantó, tenía un molesto pitido en los oídos, a su lado, Walter yacía inconsciente en el suelo. A su alrededor todo era caos, los hombres atacaban, pero el viento les frenaba y caían al suelo, donde no tardaban en volver a lanzarse a la refriega. No había sangre por el suelo, y sus enemigos solo eran cuatro personas. Las flechas no caían sobre los soldados, si no delante de ellos para frenar su empeño, y el hombretón que luchaba con los suertudos que habían llegado hasta él los noqueaba con el romo de su hacha. Jensen no entendía nada.

    Una cabellera roja llegó hacia el hombretón y enfundó su espada, preparó sus puños y se lanzó a la refriega con las manos desnudas, dando puñetazos a diestro y siniestro. Pese a ser menuda, era ágil y rápida como una culebra. No se parecía en nada a la niña mojada que había dejado tantos años atrás.

    -Freya…

    -La conoces.

    La voz de Alaric le sacó de su letargo. El Marqués de Bathory había llegado montado a caballo hacia la zona de batalla. Sudaba copiosamente y estaba despeinado.

    -Es mi hermana pequeña.

    Alaric se sorprendió. De ahí eso ojos.

    -No quiero hacerla daño… solo quiero protegerla.

    -Ella se puede proteger sola, por lo que veo…-Estaba orgulloso de que su hermana hubiera escapado de las garras de su madrastra y hubiera prosperado en la vida, domando el fuego que habitaba en ella.

    -Trámela y te haré el hombre más poderoso de Arébalo.

    Las palabras pesaron en Jensen, que no entendía qué quería el hermano del rey de su hermana. Seguro que nada bueno, pensó, y no se fió.

    -Mírame a los ojos, teniente.

    Jensen le miró a los ojos, y su mente quedó blanco.



    A Freya le dolían los nudillos de los golpes, las piernas de las patadas y la cabeza por dos cabezazos que había propinado a un enorme soldado. Daba las gracias al exhaustivo entrenamiento al que Jacal les había sometido, porque no hubiera aguantado en aquella batalla. El calor no se lo estaba poniendo fácil, el sol estaba en lo más alto, brillando sobre sus cabezas desnudas con gran intensidad. Sudaba copiosamente, tenía la boca seca y su estómago rugía pidiendo algo para alimentarlo.

    La sombra de Niall sobrevolaba el campo de batalla de un lado a otro, los soldados no parecían acabarse, sin embargo, las fuerzas sí.

    Freya se quitó el sudor de la frente y esperó a su siguiente rival.

    Una cabellera rubia se presentó ante ella. Tan rubia que parecía casi blanco. Habían pasado ocho años desde la última vez que lo había visto, y estaba mucho más mayor, llevaba el cabello de otra manera y el uniforme del ejército de Arébalo.

    Se miraron durante largos minutos, ninguno daba el primer paso, solo se miraban con aquellos ojos iguales. ¿Qué decirse después de tanto tiempo sin verse? ¿Culparse? ¿Odiarse? ¿Dejarlo todo atrás?

    Niall aterrizó a su lado, levantando polvo su alrededor, preocupado por la muchacha, la muchacha le miró, mordiéndose el labio inferior.

    -Freya…

    -Es mi hermano.-Dijo ella para tranquilizarlo.-No pensé encontrarte aquí, Jensen.

    Jensen continuó con su silencio.

    -Te veo bien…-Freya le sonrió, orgullosa de encontrar aquellos galones que le representaban como teniente.- ¿Cómo te ha tratado la vida?

    -Tienes que venir conmigo.-Fue lo único que Dijo Jensen, ofreciéndole la mano.-Por favor.

    Niall frunció el ceño.

    -¿Qué?

    -Ven conmigo.

    Freya miró a Niall y luego a su hermano, sin entender qué estaba pasando allí.

    -Necesito que vengas conmigo, es muy importante.

    -¿Por qué?-Preguntó Niall, poniéndose entre ellos, protector.

    Jensen se quedó callado, sin saber exactamente por qué tenía esa necesidad de que Freya se fuera de allí con él.

    -Por favor.

    Freya dudó, pero asintió.

    -Está bien…

    -Freya, no…

    -Es mi hermano, Niall, no me hará daño.-Freya le tocó el hombro con ternura.-Quédate aquí y ayuda al viejo, ¿vale?

    -¿Seguro?-Niall estaba incómodo.

    -Cuidó de mi hasta que no pudo hacerlo más…

    Freya se marchó con Jensen bajo la atenta mirada de Niall, que sentía que aquello no estaba bien.



    Alaric esperaba a la sombra y se abanicaba cuando oyó pasos sobre la arena del desierto acercándose a su posición. Se giró justo a tiempo de ver aparecer a Jensen, y tras él a Freya, que borró toda sonrisa al verle.

    -¿Qué significa esto?-Preguntó la muchacha, poniéndose a la defensiva.

    Alaric sonrió y chasqueó los dedos frente a Jensen, que salió de su trance.

    -¿Qué está pasando?-Preguntó, sin entender. Algo mareado se giró topándose a Freya.- ¿Freya?

    -Lo siento mucho, teniente, has hecho un gran trabajo por tu país y el rey agradece tu lealtad…-Dijo Alaric, sacando un puñal discretamente de su manga.-Una pena que no llegues a capitán…-Y le clavó el puñal por la espalda.

    -¡No!

    Jensen se desplomó sobre Freya, que evitó el golpe contra el suelo.

    -No, por favor… Jensen…

    La sangre salía por la herida de la espalda y la boca de Jensen.

    -Huye, Freya…-Jensen aguantaba el dolor estoicamente.-N-no dejes que te coja…-Y cerró los ojos.

    Las lágrimas nublaron la vista de Freya, que apretó los dientes y se las limpió con fuerza. Se levantó y preparó dos bolas en sendas manos.

    -Maldito hijo de puta.

    -Ahora serás mía.



    Una explosión a varios kilómetros del campo de batalla alertó a todos y las llamas del tornado se apagaron de golpe. Los soldados se replegaron llevándose a sus heridos y dejando a los tres fieros guerreros que no les habían dado tregua. Niall aterrizó, agotado, dejando caer dos frascos consumidos de poción de energía. Le dolía la cabeza a rabiar, y se dejó caer en la arena, al lado de Jacal, que le sonrió.

    -Bien hecho, muchacho.-Le alabó.

    Archie llegó a su lado, dejando el arco y el carcaj vacío de flechas. Tenía la cara enrojecida del esfuerzo y el sol, y las manos llenas de rasguños de la cuerda del arco.

    -¿Dónde está Freya?-Preguntó, haciendo estiramientos en su mano de lanzar.

    Jacal miró a Niall, y éste se encogió de hombros.

    -Está con su hermano…

    -¿Cómo?-Jacal le miró sin entender.

    -¿Hermano?-Archie no entendía nada.

    -¿Has dejado que se fuera sola?-Preguntó Jacal, mirándole directamente a aquellos ojos claros como el hielo.

    -Yo…

    Jacal gruñó.

    -Muchacho, no te pensaba tan estúpido.-Jacal se levantó, cogió el hacha y empezó a caminar hacia el humo negro que subía hasta el cielo.

    Archie miró a Niall.

    -Más te vale que te queden pociones de esas, porque vas a arreglar lo que has pifiado.-Archie le levantó del hombro y le empujó detrás de Jacal.-Demuestra ese amor que sientes por Freya, ahora, Niall, y reza porque no le haya pasado nada.

    Niall asintió, apretando los dientes.



    El caballo galopaba lo más rápido que las dunas del desierto le dejaban y el peso que llevaba, pero demasiado lento para Alaric, que le espoleaba una y otra vez. Llevaba bien agarrada a Freya delante de él, con la mano buena, la que se había salvado del ataque de la muchacha. La otra la había vendado como había podido con parte de su camisa y trataba de olvidar el dolor lacerante de la quemadura que le llegaba hasta el codo y le había destrozado su cara ropa.

    Por fin había conseguido algo de aquel ambicioso plan que llevaba años maquinando. Ya podía saborear la victoria, con Freya a su lado el portal no podría ser cerrado, y la misma muchacha dentro de su hipnosis podría convencer al resto de elegidos para que abriesen el Portal de las Estrellas y dejasen salir a los demonios como había prometido, y al espíritu de su amada Marisa.

    Absorto en sus pensamientos y pensando que nada podría detenerle en aquel momento, no se dio cuenta de que Freya había luchado con todo el fuego que llevaba dentro y había quemado la oscuridad que se había cernido sobre ella durante la explosión, quedando libre. Tenía las manos atadas burdamente con una cuerda y trataba, sin que el príncipe se diera cuenta, de liberarse sin usar sus poderes, como Archie les había enseñado en sus entrenamientos. La muchacha estaba furiosa, y no podía evitar toda la rabia que hervía en su interior, pero era inteligente, y sabía que un enfrenamiento directo acabaría muy mal para ella. Debía aprovechar la sorpresa.

    El caballo jadeaba por el esfuerzo de llevar los dos cuerpos entre las arenas del desierto, no tardaría en caer agotado y moribundo del espoleo de Alaric, y el fuerte calor no ayudaba.

    Una sombra tapó el sol sobre ellos y Alaric miró hacia el cielo frunciendo el cejo, sin entender qué ocurría.

    Delante de ellos salió de la nada un pilar de dura arenisca que hizo al caballo encabritarse, levantar las patas delanteras y lanzar al suelo a los dos jinetes, que rodaron por las dunas del desierto.

    Freya se frotó la arena que se le había metido en los ojos con furia y alzó la sucia cabellera hacia el pilar. Trastabillando y apoyado en Nico, Erial apareció detrás del pilar de arenisca, pálido y ojeroso, con una sonrisa de medio lado.

    -¿Erial?

    Alaric agarró a Freya del cabello y la arrastró tras él.

    -¡Suéltame, hijo de mala madre!-Le gritó la muchacha.

    -Has conseguido salir de mi hipnosis, pero no lograrás huir de mí…

    Una ráfaga de fuerte viento lanzó al marqués lejos de Freya, que cayó en la dura arena de espaldas y comenzó a toser quejumbroso.

    Niall aterrizó al lado de Freya, trastabillando, agotado de tanto usar energía.

    -Freya… ¿estás bien?

    Freya se lanzó a sus brazos y le abrazó con fuerza.

    -Jensen… él…-Apretó la mandíbula con fuerza a la vez que se agarraba a Nial.

    Niall miraba fijamente a Alaric, que se había puesto de rodillas y se sujetaba las costillas, sin dejar de fulminar con la mirada llena de odio a la pareja.

    -No te atrevas a tocarla, sucio mendigo.

    La arena del desierto se partió en dos entre la pareja de elegidos y su enemigo, creando un abismo oscuro que no auguraba nada bueno.

    Freya se levantó, soltándose bruscamente de Niall, que intentó aferrarse a ella y cayó de bruces al suelo agotado, y sacó uno de los dos puñales que aún llevaba encima. Esa vez el marqués no se iba a escapar, iba a acabar con su vida como el había matado a su hermano.

    -Prepárate a morir, maldito bastardo.-Le dijo, con sus ojos verdes llameando de furia.

    -Aquí te espero, preciosa.

    Freya agarró el cuchillo y lo lanzo hacia Alaric, que falló por centímetros y cayó en la arena. El príncipe sonrió socarronamente, enfureciendo a la muchacha que sacó el otro rápidamente con tan mala suerte que se cortó en un dedo y la abundante sangre brotó manchando el puñal y cayendo a la arena.

    La arena donde cayó la sangre de Freya se iluminó con una luz rojiza que empezó a rodear a la muchacha. Ésta se giró hacia sus compañeros sin entender.

    -¡Freya!-Gritó Nico, dejando a Erial en el suelo y corriendo hacia su amiga.- ¡Freya!

    Niall solo podía ver, aterrado y agotado, como aquella luz envolvía a Freya.

    Erial había enterrado las manos en la arena y notó la fuerza bajo los kilos y kilos de arena del desierto de Wycon.

    -Es el Templo de Fuego… estamos sobre él…

    Y la muchacha desapareció.



    Cuando Freya abrió de nuevo los ojos ya no estaba en el desierto, sino en una inmensa cueva rodeada de lava ardiendo. Un camino de piedra la llevaba hasta un altar decorado con flores rojas y naranjas, donde descansaba flotando el símbolo del fuego. Tragó saliva, observando a su alrededor la lava y el silencio del lugar. Unas extrañas runas envolvían las paredes, y Freya leyó que allí descansaba el Espíritu del Fuego, esperando y protegiendo el lugar.

    Erial les había contado a todos su experiencia y sabía que allí estaba el espíritu del fuego. Sin preámbulos, convocó el fuego en su mano y jugo con él mientras recorría el camino de piedra hacia el altar, esperando. El espíritu acabaría por hablarle cuando estuviera frente al altar.

    Cuando hubo llegado, una luz roja la cegó unos instantes, y cuando mermó, un joven de cabello rojo y ojos oscuros se materializó ante ella.

    Sorprendida, se preparó para luchar.

    El joven la miró sorprendido, pero negó con la cabeza y carraspeó.

    -Soy el Espíritu del Fuego.-Le habló a la muchacha.-Y tú me has despertado. ¿Quién eres?

    Freya observó al muchacho durante largo rato y apagó la bola de fuego de su mano, ya que no parecía peligroso.

    -Soy Freya, la Elegida del Fuego.-Se presentó, enseñando la marca en su mano.- Necesito el Tótem de Fuego para poder cerrar el Portal de las Estrellas de una maldita vez, así que no me lo pongas difícil y dámelo.

    El joven sonrió socarronamente y se encogió de hombros.

    -Cógelo si puedes.

    Freya caminó hacia el altar, apartando la mirada del joven pelirrojo, y cuando puso un pie en el primer escalón una fuerte llamarada la lanzó hacia la lava hirviendo que envolvía la cueva donde cayó salpicando.

    La muchacha, lejos de quemarse, nadó como si la lava fuera agua y se aupó en el camino de piedra, donde el joven la miraba con aquella maldita sonrisa que la enfadó. Su ropa se había quemado, evidentemente no aguantaba las altas temperaturas de la lava líquida.

    -Demuéstrame que eres digna de portar el Tótem de Fuego.

    Freya suspiró, desnuda como los Dioses la habían traído al mundo, y asesinó con la mirada al muchacho. Y así empezó la primera lucha en igual de condiciones de Freya. El Espíritu del Fuego era rápido como ella, y sus llamas, lejos de quemarla, la hacían cosquillas. Freya trazó una estrategia, recordando como Jacal le había enseñado que una buena estrategia era una victoria asegurada. Lejos de estar incómoda allí desnuda, disfrutó de aquel combate, dejándose llevar por el fuego que habitaba en ella. No tuvo que contenerse, el fuego y ella era uno.

    El Espíritu del Fuego parecía estar pasándoselo de lo lindo, con cada bola de fuego que impactaba en él, soltaba una carcajada. Y aquella carcajada tocaba en el interior de Freya y le hacía sentir algo parecido a la ternura. En un momento que el joven reía a carcajadas, Freya aprovechó que su plan había surtido efecto, había conseguido alejar al espíritu y ella tenía el altar detrás. Lazó una llamarada que hizo saltar al camino de piedra al joven y ella echó a correr los más rápido que pudo hacia el altar, subiendo los escalones de dos en dos y lanzándose hacia el símbolo que flotaba en luz roja. Lo agarró llevándoselo al pecho y la estancia se iluminó con una luz dorada. Cuando aterrizó en la dura piedra de culo, ya no tenía el símbolo en las manos, sino una preciosa espada con una empuñadura de cabeza de dragón, roja y con los ojos de pequeñas esmeraldas verdes. La vaina estaba hecha de escamas de dragón.

    -La Elegida del Fuego ha conseguido la Espada de Fulgor, el poder del fuego está con ella.-Dijo el joven, que comenzó a desaparecer.-Destruye a tus enemigos y cuida a tus amigos y al fruto de la Tierra.-Y le guiñó un ojo antes de desaparecer.



    Erial sondeaba la tierra del desierto en busca de su amiga. Sabían que la entrada hacia el Templo del Fuego estaba custodiada por soldados del Conde Makarov y que Freya podría salir por allí en cualquier momento.

    -Se ha vuelto a escapar.-Dijo Nico, que había vuelto de su vuelta de reconocimiento.-Esa serpiente… como le haya hecho daño a Freya…

    -¿Notas algo, Erial?-Preguntó Niall, que parecía estar un poco mejor gracias a Nico.

    -No… la tierra se cierra a mí, solo el elegido del fuego puede entrar allí.-Contestó, limpiándose las manos de arena y tierra.-Deberíamos movernos de aquí, somo un blanco fijo para nuestros enemigos. El Marqués de Bathory no estaba solo, sus soldados podrían estar buscándonos.

    Nico asintió, les ofreció las manos a sus amigos y se levantaron. Debían reunirse con sus maestros cuanto antes, así que deshicieron el camino que habían tomado en su persecución para rescatar a Freya. Tardaron más de lo que pensaban en volver y encontraron a sus maestros hablando con los hombres que Alaric había usado para sus planes.

    -¿Dónde está Freya?-Preguntó Jacal, preocupado.

    -Consiguió entrar en el Templo del Fuego.-Contestó Nico.-Y el Marqués de Bathory volvió a escaparse.

    -Ese malnacido…-Rumió uno de los hombres que estaban con sus maestros en aquel momento.-Me engañó como a un niño pequeño, pero esto no quedará así. El Rey Bernard sabrá todo esto por mi boca.

    -El Marqués es un gran mentiroso y manipulador, Capitán Maverick, no os lo toméis a mal. Por suerte hemos podido frustrar sus planes.-Comentó Archie.-Y nadie ha sufrido más que alguna que otra conmoción y algún rasguño.

    -Espero que podáis perdonar a mis hombres, cualquier cosa que necesitéis estará en nuestra mano para ayudaros. Mis magos médicos pueden examinar al muchacho herido si aún lo necesita… cualquier cosa.

    Alwyn asintió.

    -Eso sería genial, muchas gracias.

    -Debemos ir al Templo del Fuego a por Freya.-Dijo Jacal.

    -¿Dónde está mi hermana?

    Todos se giraron y observaron a un pálido y ojeroso teniente, que se acercaba con el torso vendado y sangrante.

    -Deberías estar tumbado, Jensen.-Le riñó el capitán.-Casi te perdemos…

    -Y yo casi pierdo a mi hermana una vez, no habrá una segunda vez…-Y trastabilló y casi cayó al suelo, pero Archie y sus reflejos le sujetaron en el momento justo.

    -La belleza es cosa de familia, ¿verdad?-Y le guiñó un ojo.

    Jensen sacudió la cabeza y miró a los ojos, sorprendido y sonrojado.

    -Freya está bien.-Dijo Nico con una sonrisa tierna.-Seguro que se alegra mucho de saber que estás bien.

    Jensen asintió, dejándose llevar a su tienda por Archie.

    -Deberíamos ir a por Freya al Templo del Fuego, no queda muy lejos de aquí.-Dijo Jacal.-Muchas gracias por la ayuda, capitán, me ocuparé yo mismo de hacerle saber al Conde Makarov que fuiste de gran ayuda en esta misión.-Y se estrecharon las manos.

    -Debería daros yo las gracias por haber actuado de esta manera, otros no hubieran dudado en acabar con mis hombres por su cometido. Dice mucho sobre vosotros y la pureza de vuestra misión. Además, ayudasteis a mi teniente, al que considero casi un hijo para mí. Gracias.

    Jacal asintió y se apresuraron a prepararse para partir hacia el Templo del Fuego. El camino se les hizo eterno, esperando que la muchacha estuviera bien y que nadie hubiera atacado a los arqueólogos como pasó la última vez. Por suerte, al llegar se encontraron con soldados de Arengo y Jacal se dirigió al líder para que le llegaran las nuevas al Conde Makarov. Freya aún no había salido del Templo, así que descansaron mientras esperaban y aprovecharon para darse un baño y comer.

    La entrada al Templo del Fuego era muy similar a la del Templo de la Tierra, custodiada por dos golems que parecían dragones dormidos y alrededor de la piedra jeroglifos que nadie había podido descifrar aún.

    Caía la noche cuando se oyeron pasos que se dirigían a la entrada desde dentro.

    Niall se apresuró a acercarse junto a Nico y vieron aparecer la cabellera rojiza de Freya, que iba vestida con un vestido rojo y el cabello suelto y limpio. Parecía un ángel, pensó Niall. Cuando la muchacha salió, se apresuraron a abrazarla con cariño, hasta Erial se acercó y se unió al abrazo grupal, contento de saber que su amiga estaba bien.

    -Erial… que mal me lo has hecho pasar, la próxima vez que alguien quiera matarte tendrá que pasar por encima de mi cadáver, ¿te enteras?-Le preguntó Freya, abrazándole tan fuerte que incluso le dejaba sin respiración.

    -Lo entiendo, lo entiendo…

    -Mi hermano…-Empezó Freya, recordando a Jensen con el puñal clavado en su espalda por culpa de aquel malnacido de Alaric.

    -Él está bien, Freya,-se apresuró a explicar Nico.-Archie y Jacal llegaron justo a tiempo y consiguieron sanarle gracias a los médico de su batallón. Vivirá.-Y le sonrió con dulzura.

    -¿De verdad?

    -Sí, tu hermano es fuerte… se preocupó mucho por ti, Freya.-Le dijo Archie.

    Freya notó un alivio inmenso en su corazón, su hermano estaba bien, y aquello era genial.

    Un rato después del recuentro y de que la chica se cambiara de ropa y comiera algo, se dispusieron a montar el campamento para descansar. Freya les había explicado su experiencia en el Templo de fuego y todos estaba muy sorprendido de que el Espíritu del Fuego se hubiera personificado delante de ella.

    -Fue muy raro… porque era como si ya le conociese de antes, ¿sabéis? Una sensación como si le reconociera de algo, y no lo había visto en mi vida.

    -El fuego te ha acompañado toda tu vida, igual lo reconocías porque es fuego también.-Respondió Erial, interesado en todo aquello.

    -Quizás…

    Erial fue a hablar, pero una voz de alarma les puso a todos alerta.

    -¡Nos atacan!-Dijo uno de los exploradores.

    Todos se apresuraron a ir hacia sus armas y de nuevo, el príncipe Alaric apareció en escena rodeado de soldados de armadura negra.

    -¡Son mercenarios!-Gritó Jacal.-Alwyn tenemos que salir de aquí, son demasiados.

    La elfa asintió y se preparó a crear un portal mientras Archie preparaba los caballos y el carro con ayuda de Nico. El resto, defendieron la posición el tiempo que necesitaba la elfa para que el carro y los arqueólogos pasaran a un lugar seguro.

    Con esfuerzo consiguieron mantener a raya a los mercenarios que, gracias a Erial, Niall y Freya, habían podido protegerlos a todos esta vez.

    -¡Todos adentro ya!-Rugió Jacal, cediendo terreno para acercarse al portal.

    Casi todos habían pasado ya, así que los que quedaban no se demoraron muchos más en atravesar el portal, que empezaba a menguar como las fuerzas de Alwyn. Jacal alejó a sus enemigos todo lo que pudo y le hizo una seña a su mujer para que se preparase para atravesarlo. Alwyn asintió y barrió con su báculo de luz a aquellos que habían intentado acercarse por detrás.

    Un grito alarmó a la elfa que vio como una daga se clavaba en la espalda de su marido al tiempo que atravesaban el portal en el último momento antes de que este desapareciera.

    Todos estaban esperando ansiosos al otro lado cuando la pareja atravesó el portal y este desapareció. Jacal cayó de rodillas, gruñendo.

    -Jacal…-Alwyn le cogió la cara, agotada.-Jacal…

    El hombretón hacía muecas de dolor y se desplomó.
     
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    Capítulo 9: Lago Castus

    Jacal estaba inconsciente boca abajo en los brazos de Alwyn y la elfa le llamaba una y otra vez para que reaccionara, cosa que el hombretón no hacía. El puñal clavado en su carne se clavaba con cada respiración sibilante que daba el cartiano, parecía que le había perforado un pulmón y la sangre le empapa la espalda de un color rojo carmesí que no auguraba nada bueno. Alwyn miraba el color de la sangre de su marido sin poder apartar la mirada de allí.

    Archie había corrido hacia la elfa y el hombretón y presionaba la herida del puñal para que no perdiera más sangre, con frenéticos movimientos, sus manos no tardaron en teñirse de aquel rojo carmesí que embelesaba a la elfa.

    -¡Ayuda!-Gritó el explorador.- ¡Se está desangrando y creo que ha perforado el pulmón izquierdo, se ahogará!

    Alwyn estaba en estado de shock y no podía hacer nada por sí misma, solo parpadeaba una y otra vez con las molestas lágrimas en sus vidriosos ojos y boqueaba, como si quisiera decir algo que nunca llegaba, así que Nico se acercó a ellos y ayudó a Archie con todo lo que pudo, al igual que Erial. La sangre de Jacal empezaba a empapar la tierra, colándose entre la verde hierba y el hombretón parecía ponerse más pálido por momentos.

    Niall agarró las manos temblorosas de Alwyn con firmeza y se la llevó a parte para que pudieran trabajar mejor y no interfiriera mientras que Freya reagrupo a los exploradores y a los soldados para que prepararan un perímetro de defensa.

    -No toquéis el puñal… está envenenado…-Las manos de Archie, que habían estado ocupándose de presionar la herida para que no saliera más sangre se estaban entumeciendo debido al veneno que recubría la hoja que había herido a Jacal.-Rápido, que alguien me traiga un frasco azul y otro amarillo de la caja de mis antídotos y dos huevos y un poco de azúcar, por favor.

    Erial se apresuró a correr hacia el carro y los asustados caballos y agarró los frascos que Archie le había pedido, rebuscó entre las provisiones y cogió dos hueves y el azúcar. Corrió hacia su maestro y se los tendió.

    -No siento las manos, Erial, tendrás que hacer tú la mezcla… y rápido, porque noto como el veneno sube por mis brazos… debemos evitar que llegue al corazón de Jacal o morirá.

    Erial tragó saliva y asintió.

    -¿Qué tengo que hacer?

    -Tres gotas del amarillo y dos gotas del azul, tienes que agitar el contenido de los dos frascos antes de la mezcla, añadir un huevo y dos cucharas de azúcar y nos la das de beber, primero a Jacal y luego a mí. Nico, ¿llevas agua encima?

    -Siempre.

    -Por favor, danos un poco.

    Erial, con las manos nerviosas, mezcló en dos vasos lo que le había pedido Archie y le añadió un poco de agua para que bebieran mejor. Primero se la vertió en la boca al inconsciente Jacal y le echó la cabeza hacía atrás para que lo tragara y luego ayudó a beber a Archie que no sentía de los codos para abajo.

    -Gracias… Ahora hay que retirar el cuchillo con mucho cuidado, lentamente, y hay que limpiar de la herida todo el veneno que podamos. Tendrá que tomar otra dosis dentro de un rato, así que Erial, necesito que prepares otra vez el antídoto. No podemos cerrar la herida con magia mientras su sangre no esté limpia del veneno, ¿de acuerdo?

    Archie sudaba copiosamente pese a que la noche caía y empezaba a refrescar. Las estrellas pronto serían el público de aquel terrible suceso, al igual que la luna,

    Nico se apresuró a retirar el cuchillo lentamente y convocó el agua para que retirara todo el veneno posible de la herida. El veneno salió muy lentamente, y lo fue dejando en un tazón junto al cuchillo de hoja negruzca.

    -Creo que lo he retirado todo.

    -No podemos dejar ni una gota, vuelve a limpiar la herida, por favor.-Le pidió Archie, que empezaba a notar hormigueo en sus dedos y era buena señal.

    Nico asintió y continuó, mientras Erial dejaba preparado el antídoto junto a Archie y ayudaba a Nico con su energía, agarrándola fuertemente de la mano. Cuando creyeron que habían retirado todo el veneno, Nico se apresuró a cerrar la herida despacio, uniendo la carne con el agua de sus manos, y esperando de todo corazón haber retirado toda la ponzoña del interior de su maestro.

    Archie se dejó caer al suelo y suspiró sonoramente.

    -Por favor, que haya salido bien, por favor…

    Nico se había apoyado en el pecho de Erial, exhausta, llevaba todo el día usando su poder para curar a todos y no le quedaba ni una gota. Se dejó arrullar por la respiración de Erial y cerró pesadamente los ojos, a los segundos, se había quedado profundamente dormida. Erial la acunó contra él en silencio, observando el pecho de Jacal bajar y subir lentamente.

    -¿Cómo está el viejo?-Preguntó Freya, que se dejó caer al lado de la pareja y se apoyó en ellos.

    -No lo sé… creo… creo que hay que esperar.-Repuso Erial.

    Archie se incorporó y se aceró a Jacal, haría lo que estuviera en su mano para que su amigo saliera de aquello. No iba a olvidar los golpes que Jacal se había llevado por él, ni las veces que le protegió cuando él no pudo hacerlo. Si estaba en su mano salvarle, haría lo que fuera para hacerlo. Le tomó la temperatura con una pálida mano que aún no había despertado, y encontró su frente muy caliente, aquello no auguraba nada bueno. Pegó un golpe en la fina hierba del suelo.

    -No, no, no… tiene fiebre. ¡Alwyn!

    La elfa apareció con los ojos enrojecidos de llorar junto a Niall. La imagen que vio ante ella no la ayudó y soltó un sollozó, tapándose la boca.

    -Archie… dime que saldrá de está, por favor…-Le suplicó, con un hilillo de voz.

    Archie frunció los labios, sin mirarle a los ojos, no podía decirle aquello mirándola a los ojos. Se levantó pausadamente y suspiró cansadamente.

    -Tenéis que iros… Yo no puedo hacer nada más por él.-Y bajó la cabeza.

    Alwyn abrió mucho los ojos.

    -¿Cómo?

    -El veneno le ha dejado muy débil, su sangre ha estado demasiado tiempo en contacto con él y… y no sé qué le pasará.-Archie apretó la mandíbula.-No sé si vivirá…

    -Y-yo puedo curarlo… yo l-lo haré… quítate de en medio.-Alwyn le empujó a un lado para llegar hacia el hombretón.

    -¡No!-Archie la retuvo por los brazos con fuerza, incluso haciéndola daño.-Mira el color del puñal… ¡Elfa estúpida, míralo!

    Alwyn, que seguía en estado de shock, sacudió la cabeza y miró el oscuro puñal que le señalaba su compañero matademonios. Era negro como la noche misma, y la oscuridad le rodeaba con un olor a azufre en el ambiente.

    -Solo hay un sitio al que podáis ir que pueda salvar su vida…-Le dijo, agarrándola de las pálidas mejillas con fuerza, para despertarla de aquel estado, asustado también por ella.- Tiene que beber del agua más pura y sanadora que existe.

    -El Lago Myr.-Nico había despertado al oír a Archie.-El agua del lago le salvará la vida si la bebe.

    Alwyn tragó saliva y asintió.

    -Entonces me voy, no voy a perder más tiempo…-Hizo aparecer su báculo de luz y trazó las runas para abrir un portal que la llevara a su destino, donde podría salvar al amor de su vida. Aún no estaba preparada para perderlo, y lucharía con todo lo que pudiera para retenerlo a su lado los años que le quedasen. El portal se abrió con luz y viento y con un movimiento de mano, el cuerpo de Jacal levitó hacia Alwyn y el portal.-Archie… tenéis que cerrar el Portal… no permitas que la oscuridad les haga caer.

    -Nunca.

    La elfa miró a los cuatro jóvenes y les sonrió con ternura.

    -Espero volver a veros pronto, mis niños. Suerte y valor para lo que os queda por delante.

    -Alwyn…

    Y la elfa traspasó el portal con el cuerpo levitando de Jacal tras de ella.

    Un espeso silencio fue lo que dejó atrás, y cuatros chicos y un maestro preocupados por lo que pudiera pasarles al llegar allí, rezando a todos los Dioses porque lo consiguieran. Los ánimos decayeron como los grados al anochecer. Una noche despejada y llena de estrellas les saludó como si no hubiera pasado nada en aquel fatídico día. Juntos, se dispusieron a preparar una hoguera y montar las tiendas cabizbajos y silenciosos, con poco que decir. Nadie se atrevía a hablar, ni cortar aquel silencio con palabras vanas. Archie se dejó caer frente al fuego y no dijo ni una palabra mientras Erial se encargaba de la cena y sus compañeros de las tiendas de campaña. Los soldados de arengo se marcharon una vez Freya les contó las nuevas noticias y se quedaron otra vez solos, con el carro y los caballos, que pastaban cerca de la hoguera y disfrutaban de aquel momento de tranquilidad en aquel día de locos. Muchos de ellos querían que el día acabase, allí bajo la estrellas y la luna menguante, y poder descansar un poco de tanto ajetreo, luchas y sangre. Habían pasado tantas cosas que tenían que asimilar, que se sentían agotados física y mentalmente. Alaric había ganas esta vez, quitándole a dos pilares de aquella campaña y ahora, Archie, destrozado por la marcha de sus dos grandes amigos, debía guiar a aquellos cuatro muchachos para salvar aquel mundo que estaba condenado si no lo lograban. El peso de la todo aquello era demasiado para sus hombros, y lo sabía, y aquello se había instalado en su corazón, como muchos años atrás se había acomodado otra cosa que casi no le había dejado vivir. Levantó la cabeza y miró a los cuatro Elegidos de los elementos, esperando que pudiera lograr vencer sus miedos y sus dudas, no como él.

    Cerca corría un pequeño riachuelo donde habían podido lavarse la sangre, el polvo y el sudor de todo el día. Nico recogió agua y ayudó a Erial con la cena, en silencio, sintiendo que podía haber hecho más por su maestro herido, sintiendo que todavía era demasiado débil para proteger a aquellos a los que quería. Cabizbaja, preparó la olla con el gua sobre el fuego, ayudado de unas piedras para que el contenido no cayera.

    Erial la había observado en silencio, preocupado por ella, pensando en qué podía hacer para que su amiga se sintiera mejor. Se puso delante de ella y la cogió del mentón para que se miraran directo a los ojos. Nico se sorprendió y alzó la vista a aquellos ojos azules tan claros y brillantes, sin entender a qué venía aquello. Sin embargo, Erial le sonrió con toda la dulzura que su corazón sentía por ella y la iluminó por completo, sonrojándola, y una tímida sonrisa se formó en sus labios. Erial se contentó con aquello y volvió a sus quehaceres.

    La cena fue un escueto caldo de setas, zanahorias, patatas y media col, pero les supo a gloria después de todo un día sin comer. Archie se retiró temprano, prometiendo levantarse para su guardia cuando le tocara.

    -Estamos cerca del Lago Castus, donde encontraron las ruinas de un antiguo Templo del Agua,-explicó antes de entrar en su tienda.-mañana partiremos al amanecer y espero llegar al medio día, descansad todo lo que podáis, os lo habéis ganado.

    Los muchachos asintieron y se quedaron allí, frente al fuego.

    -Noto… noto como el Templo me llama.-Dijo débilmente Nico, agotada, llevándose las manos al pecho.-Y quiere llenar un vacío que tengo aquí.-Erial y Freya asintieron, comprendiendo aquella sensación.-Y a la vez no dejo de pensar en Jacal… en si habrán logrado llegar al Lago Myr y ya estará mejor. ¿Lo lograremos sin ellos?-Preguntó con voz ahogada.

    Sus compañeros la miraron, ni ellos mismos podían saber la respuesta a aquella pregunta. Y la duda era peor que cualquier otra cosa, porque se instalaba en sus corazones y los atenaza con miedo. Querían ser positivos y pensar que lo lograrían, aunque estuvieran ellos solos, sus maestros habían hecho todo lo posible por instruirles aquel breve tiempo para aquella misión. Habían puesto todas sus esperanzas en ellos, y ellos no podían rendirse tan fácil.

    -Lo conseguiremos.-Dijo Freya, sacando a sus compañeros del ensimismamiento, centrando su atención en ella.-Somos los elegidos, estamos predestinados a cerrar ese portal. Llevan cientos de años esperando a que nazcamos para llevar a cabo esta misión, no vamos a dejar que todas esas generaciones que nos estuvieron esperando, guardando secretos y luchando contra los demonios, mueran en vano. No pienso dejar que Alaric venza, de ninguna de las maneras.

    Las palabras de Freya se instalaron en las mentes de sus tres compañeros.

    -No podemos permitirnos perder, demasiada gente depende de que cerremos ese portal, demasiada gente a sufrido por culpa de todo esto.-La apoyó Erial.-Aunque acabemos solos, aunque solo uno de nosotros lo consiga, tenemos que cerrar ese maldito portal y lograr nuestro destino.

    Nico y Niall asintieron en silencio, poco más había que decir de aquellos. Se repartieron la guardia, dejando una de las tres tiendas a Archie para que pudiera estar solo como quería. Freya se quedó frente al fuego, jugando con un par de llamas entre sus manos mientras el resto se preparaba para dormir.

    A la mañana siguiente no partieron temprano como Jacal les tenía acostumbrados ni como Archie había predicho, aprovecharon para descansar del día de locos que habían tenido el día anterior. El Lago Castus estaría allí a la hora que llegasen.

    La mañana amaneció tranquila, y cuando creyeron conveniente, más bien cuando Archie ya estuvo preparado para seguir el camino, levantaron el campamento y empezaron la marcha por el Camino Central hacia el este. No pararon más que para abrevar a los caballos y comer algo ligero. El camino fue tranquilo durante todo el viaje, pero no se dejaron llevar por aquella tranquilidad, pues sabían que sus enemigos podían llegar hasta ellos en cualquier momento, y permanecieron cerca de sus armas en todo momento. Archie llevaba el carcaj con sus letales flechas a la espalda mientras llevaba las riendas de los caballos y Freya se había adelantado a caballo para explorar el camino delante del carro.

    El paisaje había cambiado drásticamente en aquellos kilómetros que habían recorrido. Habían dejado atrás el árido Desiero de Wyccon, aquella sartén donde habían tenido malas experiencias, y se dirigían por un bosquecillo de robles de hojas frondosas y árboles frutales que seguían el camino. Evitaron en todo momento el camino con las direcciones al país de Arco, que seguía al sur, y continuaron todo el camino hacia el Oeste. Cuando comenzaba a atardecer, dejándoles una vista preciosa del sol cayendo, otearon las columnas antiguas que daban la bienvenida al Lago Castus.

    Archie detuvo el carro y se bajó.

    -No me voy a fiar como otras veces hicimos y no entraremos en el Lago,-dijo mirando a los cuatro jóvenes-Nico y yo iremos hacia la ruinas del Templo del Agua y el resto permaneceréis aquí, escondidos.

    -No pienso esconderme de nadie.-Le replicó Freya.

    -Ni yo pienso dejar ir a Nico sola.-Objetó Erial, miró a todos y luego añadió:- ¿Verdad, Freya?

    -En absoluto, somo un equipo.-Le apoyó la pelirroja.-No pienso quedarme aquí esperando que volváis… ¿y si no lo hacéis?

    -Freya… Erial…-Nico les agarró a cada uno de una mano. Sentía infinito cariño por sus dos amigos más preciados.-Voy a estar bien, Archie estará conmigo. Al Templo solo puedo entrar yo, ya lo sabéis. Y el enemigo puede estar esperándonos con un gran ejército…

    -O no.

    -…si somos dos podemos aprovechar la oscuridad de la noche y entrar sin ser vistos. Archie es el mejor en infiltrarse en lugares así… y yo… yo he mejorado mucho, como vosotros, durante nuestro entrenamiento.-Les hablaba con dulzura, con un sonrisa en su hermoso rostro.-Recordad que Alwyn me enseñó a protegeros con el agua… y a luchar. Confiad en mí, puedo lograrlo si sé que confiáis en mí y que estaréis esperándome cuando vuelva.

    -Siempre te vamos a esperar…-Dijo Erial, apretando la mano de Nico con las dos manos.-Pero… no podemos evitar preocuparnos por ti. Tú lo haces constantemente.

    Nico le sonrió con dulzura y miró a Freya.

    -Está bien…-Acabó por aceptar-pero como al amanecer no hayas vuelto, reduciré a cenizas cualquier cosa para llegar a ti.

    Nico la abrazó con fuerza sin poder evitarlo y se giró hacia Niall y le abrazó también.

    -Cuida de ellos por mí, por favor, no dejes que hagan ninguna estupidez.-Le susurró al oído.

    Niall asintió sin decir nada más, estrechándola entre sus brazos con fuerza, pues él mismo se preocupaba por aquella tierna y hermosa joven.

    Se habían apartado del camino, internándose entre el bosquecillo, donde no pudieran ser vistos y habían preparado el campamento. Archie había decidido no encender fuego para no atraer a nadie del camino, así que comieron restos de provisiones que les quedaban, pronto, tendrían que usar el dinero que les había entregado el Conde Makarov para rellenar su despensa.

    Cuando oscureció por completo, Archie y Nico partieron sin mirar atrás, bajo la atenta mirada de tres jóvenes que no podían hervir de preocupación.

    -Lo lograrán.-Dijo Niall, para intentar animar a Erial y Freya, que le miraron.-No dudéis de ellos y animadles desde aquí, lo necesitarán… y cuando regresen podréis abrazarla de nuevo.

    Freya asintió, sonriéndole.

    -Has aprendido tanto en tan poco tiempo…-Le dijo.

    Niall se sonrojó y le ofreció un libro a Erial, que seguía mirando la oscuridad que se había tragado a sus valientes compañeros.

    -¿Quieres… quieres leer un poco?-Preguntó con timidez.

    Desde que habían empezado el viaje, Erial se había ofrecido a enseñarle a leer y escribir correctamente a Niall, al igual que a sumar y restar, para intentar estrechar lazos entre ellos. Lo había conseguido, nadie podía resistirse a alguien que había vivido encerrado casi toda su vida y que tenía avidez de aprender y daba las gracias por todo. El pobre Niall sabía leer un poco, pero había perdido práctica al estar encerrado en la Torre Nebus durante tantos años.

    -Claro… así pensaré en otra cosa.-Le dijo cogiéndole el libro que le tendía.- ¿Por qué capítulo nos quedamos?

    Freya sonrió a Niall y le guiñó un ojo. Bien hecho, pensó.

    Entraron en el carro y Freya les encendió dos lámparas para que tuvieran suficiente luz, y como el carro tenía una gruesa tela que les ocultaba a miradas indiscretas, pudieron leer y escribir tranquilamente mientras Freya hacía guardia y practicaba movimientos con la Espada del Fulgor, y así se acostumbraba a ella.


    La oscuridad era total, y los sonidos de la noche les acompañaron durante todo el camino. Oían un búho en lo alto de los árboles, despertado para salir de caza, o una pequeña comadreja que buscaba un lugar donde descansar durante la noche. Se habían alejado del camino principal que llevaba directamente al Lago Castus, Archie había decidido acceder al Lago por la parte más al norte, donde nadie esperase que buscasen el Templo del Agua. Caminaban lentamente, Archie a la cabeza y Nico siguiendo los pasos de su maestro para evitar pisar alguna rama o la hojarasca.

    Nico estaba asombrada de lo sigiloso que era su maestro, si no hubiera ido con él, estaba segura de que no se habría percatado de que caminaba por allí. Se había echado la capucha por encima para tapar el color rojo de su cabello rizado, y sus ropas, que estaban preparadas para aquello, le hacían casi invisible. Nico le había imitado, se había hecho un moño y echado la capucha para adherirse más al ambiente, daba gracias de que el traje de combate mago que le habían hecho a medida era de color oscuro, como la noche.

    Sentía un palpitar en las sienes que la llamaban hacia el Templo del Agua, y oía desde bien lejos el agua del Lago Castus, ya sentía el olor dulzón del agua y a los animales que allí vivían. Estaba deseando sumergirse en aquellas oscuras aguas, como cuando era pequeña y habían viajado al Lago para disfrutar de su agua en un caluroso verano.

    Aún recordaba su alocado viaje al Lago Myr, donde estarían ahora mismo Jacal y Alwyn, y lo mucho que le había costado llegar hasta allí a ella sola. Aquellas heladas y oscuras aguas que podrían haberla matado si no hubiera sido la Elegida del Agua. Había notado el poder recorrer su cuerpo, igual que había notado una presencia dormir en el fondo, afable y antigua. No había sabido explicar qué era, pero sabía que no era nada maligno.

    Archie levantó la mano en un puño, para que parara, sacándola de su ensimismamiento.

    Nico se apresuró a quedarse muy quieta, sin perder de vista a su maestro, que se colaba entre los arbustos sin hacer ruido y oteaba la oscuridad. ¿Habría escuchado algo? Nico apenas había oído otra cosa que la noche. Archie se esfumó de su vista, y ella se quedó allí, en el más absoluto silencio, casi hasta olvidando respirar para oír mejor.

    Esperó paciente durante largos minutos, reteniendo la respiración para oír algo en aquella oscura noche. Archie apareció a su vista y le hizo una seña para que la siguiera, mientras limpiaba un puñal contra su muslo con tranquilidad. Nico tragó saliva y le hizo una seña para preguntar, Archie negó con la cabeza y siguió guiando su camino. Nico tuvo un escalofrío.

    La luna estaba ya muy alta cuando llegaron a la orilla norte del Lago Castus. Estaba totalmente despejado.

    -¿Sientes la presencia del Templo del Agua?-Le preguntó Archie.

    Nico asintió.

    -Puedo entrar en él desde aquí,-dijo la muchacha, despojándose del báculo y luego de la chaqueta y doblándola a un lado.

    -La entrada al Templo está en la orilla sur, donde hay soldados que han apresado a los exploradores, así que son enemigos.-Explicó, señalándole las luces al sur del lago.-No nos han visto llegar…

    -El templo está en el fondo del lago.-Lo interrumpió la muchacha, que se quitaba las botas y los calcetines y los colocaba al lado de su chaqueta. La arena de la orilla estaba fría al contacto.

    Archie la miró sin entender.

    -Pero las ruinas…

    -Creo que esas ruinas son una de las muchas entradas que tiene el Templo.-Explicó Nico, cogiendo de nuevo su báculo.-El Templo está en el fondo, así que nadaré hasta él.

    Archie asintió.

    -Te esperaré aquí.

    -Archie…

    El maestro la miró, hacía tan poco que sus aprendices le llamaban así que a veces se le hacía un poco raro. Miró a la hermosa muchacha de cabello morado que tenía ante él, con una fina camiseta oscura de tirantes, los pantalones arremangados hasta las rodillas y los pies descalzos en la arena de la orilla. ¿Cuándo había crecido tanto? ¿Cuándo todos ellos habían madurado para enfrentarse a cualquier cosa? Cuando los había visto por primera vez, le parecieron apenas unos niños. Sonrió, ¿qué era él la primera vez que había matado a un demonio junto a Jacal y Alwyn sino un crío recién salido de la Academia?

    -Ten cuidado.-Le dijo Nico, con un nerviosa sonrisa.-Intentaré no tardar mucho.

    Y se internó en las frías y oscuras aguas del lago, dejando a su maestro sentado en la orilla, observándola.



    Hacía mucho que no nadaba tanto, y sus movimientos, que habían empezado rápidos y gráciles, empezaban a ir más lentos. La oscuridad la rodeaba por completo, igual que el frío, que la envolvía y entumecía sus músculos. Sin embargo, ella sabía el camino exacto hacía su destino.

    Hacía años, antes de aprender a nadar, había salido con su padre de pesca por el río que cruzaba Amaranto, pues le encantaba el agua y no podía evitar sentirse atraída por ella. La barca no era muy grande, ya que el cauce del río era de apenas un par de kilómetros, y su padre lanzaba la red y la recogía con movimientos bruscos que hacían bambolearse la barca que, si no hubiera sido por su ancla, se movería de un lado a otro. Nico disfrutaba de aquel tiempo, sola con su padre, sin tener que compartirlo con sus hermanos. El agua era clara y fresca, y metía una mano para jugar con ella. Sentía cosquillas en la punta de sus dedos cuando jugaba con agua, y los peces que vivían en el río se acercaban a ella con adoración. Grandes carpas, hermosas truchas y blancas percas se acercaban a ella para lamerle la mano. Nico saltaba en carcajadas. En uno de aquellos bamboleos en los que su padre recogía la red, ella se levantó y se precipitó hacia el agua, donde comenzó a chapotear y tragar agua.

    Cogía bocanadas de aire una y otra vez, a la vez que tragaba más y más agua. Su cabeza se sumergía en el agua y ella no podía respirar. Su padre, trabajando con la red no se había percatado de su caída, maravillado de todos los peces que se habían acercado a la barca, regocijándose en aquella pesca que duraría para todo el invierno.

    Los pulmones de Nico habían empezado a arder, no respiraba para que no entrara más agua en ella. Y entonces la oscuridad empezó a llegar a sus ojos. Nico era pequeña, pero sabía que si alguien no respiraba se moría así que, llevada por la desesperación, trató de respirar agua. El agua le llenó las fosas nasales y la boca, y la tragó sin poder evitarlo. Durante unos segundos pensó que iba a morir ahogada, que no llegaría a ver el mar ni a viajar a otros países como se había prometido con su hermana mayor. Esperó la muerte, sin poder esperar otra cosa, pero ésta no llegó. Nico, bajo el agua, abrió sus grandes ojos castaños y respiró de nuevo. Y así una y otra vez hasta que se percató de que no se ahogaba. No entendía nada…

    Un zambullido a su lado y dos grandes brazos la agarraron con fuerza y la sacaron del agua para subirla a la barca, donde tosió y vomitó toda el agua que había tragado.

    -¡Papi, papi!

    Su padre la abrazó con fuerza, y ella se abrazó a él, sin entender cómo había podido respirar agua sin ahogarse.

    Evidentemente, era parte de su poder del agua, así como Niall podía volar, ella podía respirar bajo el agua sin problemas una vez sus pulmones se llenaba de agua.

    Ya casi había llegado al fondo, donde la presión del agua podría ser mortal para alguien que no fuera ella. Cuando sus pies desnudos tocaron la arena del fondo miró ante ella, las grandes gárgolas marinas que defendían la oscura entrada al Templo del Agua. Los extraños glifos que podía leer sin problemas le dieron la bienvenida a la que podría haber sido su casa en otro tiempo. Tragó saliva, apretando con fuerza el báculo en una de sus manos. Entró decidida bajo la atenta mirada de piedra de aquellas grises gárgolas y se adentró en la oscuridad.

    Freya y Nico le habían contado lo que tenía que hacer, tenía la suerte de no ser la primera y no ir a ciegas en aquello. Se llevó el pulgar a la boca y lo mordió con fuerza, hasta hacerse sangre. Su sangre roja tiñó el agua volviéndola un humo rojo que flotaba a su alrededor, y la luz que esperaba no tardó en devorarla por completo.


    Cuando Nico despertó, estaba tumbada en la orilla de una inmensa cueva submarina. Frente a ella tenía unas desgastadas escaleras que subían hacia un altar donde descasaba el símbolo del agua brillando con una tenue luz azulada. Se incorporó y miró a su alrededor, todo a su alrededor estaba tranquilo y era hermoso. El agua a su espalda era cristalina y fresca, se veían a hermosas criaturas marinas nadar por ella, viviendo su vida en paz. El altar estaba decorado con hermosas flores azules y amarillas, y las algas a sus pies eran de eléctricos colores y olían de maravilla. Nico se levantó y se sacudió la arena de los pantalones y dio dos pasos hacia la escalera, observando a su alrededor cualquier sonido o movimiento. Parecía estar sola allí, pero no lo estaba, evidentemente.

    Las baldosas de las escaleras estaban frías y llenas de polvo, las subió rápidamente y en el momento en el que las puntas de sus dedos rozaban el símbolo, una inmensa ola de agua la lanzó a un lado, haciéndola caer sobre la mullida arena.

    -¿Quién osa despertar el sueño del Espíritu del Agua?-Preguntó una voz en la inmensidad de la cueva.

    Nico apretó los dientes.

    -Soy Nico, la Elegida del Agua.-Dijo, decidida.-Y he venido a por el Tótem del agua, lo necesito para proteger a mis seres queridos y luchar por la paz.

    La voz permaneció en silencio unos segundos.

    -Demuestra quién eres.

    El agua dirigió un potente ataque hacia Nico con rapidez, la muchacha saltó apoyándose en su báculo y corrió hacia el altar mientras lanzaba su poder hacia la ola que la perseguía. La gran ola que la perseguía se detuvo unos instantes para volver a lanzarse contra ella. Nico trastrabillo y perdió el báculo, se levantó haciendo una pirueta, volviendo a lanzar la ola hacía atrás con fuerza, con un rugido, usando toda la fuerza que tenía en aquel ataque. Un fino hilillo de sangre comenzó a caer de una de sus fosas nasales. La ola se rompió durante unos segundos para volver a formarse más grande y poderosa. La muchacha ya había logrado llegar a lo alto del altar y estaba cogiendo el símbolo del agua cuando la ola la lanzó por los aires con gran fuerza.

    Nico apretó con fuerza el símbolo del agua contra su pecho y cayó sobre la arena con un rebote dañino para su cuerpo. Medio atontada por el golpe se llevó una mano a la cabeza, de la cual brotaba sangre. Suspiró en la otra mano tenía un hermoso báculo de color azul oscuro y una gema marina que brillaba con intensidad.

    -La Elegido del Agua ha conseguido la Vara de las Profundidades.-Habló la potente voz del espíritu del agua, complacido ignorando las heridas de Nico y su dolor.-Los mares y océanos están con ella. Utilízalo contra tus enemigos y siembra la paz en la tierra.

    Nico tragó saliva, dolorida se puso en pie trastabillando, ayudada de aquella magnífica vara, sabiendo que en cualquier momento iba a desmayarse y de nuevo la luz la rodeó.


    -¡La cena está lista!-Exclamó Freya, dando vuelta a la cazuela con orgullo.-Os vais a chupar los dedos con este manjar que os he preparado.

    Erial alzó una ceja y miró a Niall, que miraba a la muchacha con adoración y apartaba los papeles, tinteros y plumas del tocón donde habían estado practicando la escritura para hacer sitio a la cazuela y los cuencos que Erial había preparado.

    -Huele muy bien.-Dijo, con una gran sonrisa.

    -Me parece sospechoso que hayas aprendido a cocinar de la noche a la mañana…-Comentó Erial, oliendo el contenido de aquel caldo amarillo.- ¿Qué es?

    -Yo ya sabía cocinar, idiota, lo que me daba pereza y prefería escaquearme.-Se sinceró la muchacha, sirviendo el caldo con trozos de verduras en los cuencos.-Me gusta cocinar cuando me apetece, ¿tan malo es? He picado cecina para que le echéis por encima.-Y esparció los taquitos de carne por el caldo.

    -Nos has engañado a todos… Eres mala, muy mala.

    -Venga plantitas, pruébalo y verás.

    Erial la miró alzando una ceja y probó el caldo, estaba buenísimo. Niall a su lado disfrutaba a grandes cucharadas de la cena lamiéndose los labios, por suerte la muchacha no había escatimado y podrían tomar más de un cuenco.

    -A partir de ahora, serás la cocinera del grupo.

    -¡Ja! No tienes fe, amigo.-Y Freya le guiñó un ojo mientras bebía de la petaca.

    Erial rumió algo para sí mismo y siguió comiendo, disfrutando de la tranquilidad que estaba viviendo. No se mentían, aquello no iba a durar mucho más y lo sabían. Una vez acabaron, recogieron y limpiaron, había dejado un poco para cuando volviera Archie y Nico, cada uno volvió a sus actividades.

    Erial y Niall volvieran a las letras.

    -¿Sabes? Enseñas muy bien… ¿has pensado alguna vez en hacerte profesor?

    Erial se sorprendió por la sinceridad del muchacho que, aunque no hablaba mucho, se había hecho del grupo rápidamente. Niall siempre le había resultado intrigante, y le gustaba pasar tiempo con él, era algo fresco para su mente y la frescura mental siempre era bueno.

    -Cuando era pequeño quería ir al Archivo a estudiar como mi hermano,-contestó, se miró una mano y la colocó sobre la hierba pisada, revitalizándola y dándole frescura y vida.- y quizá sí, hacerme profesor… pero todo esto queda tan lejano.

    Niall lo entendía, pero no dijo nada más. Aquella profecía les había cambiado la vida a todos, para bien o para mal, y su destino podía truncarse en cualquier momento. Buscó con su mirada clara a Freya, que estaba afilando su espada de fuego y pensó en cómo hubiera sido su vida sin ella, y no le gustó aquel pensamiento. No concebía una vida sin la irascible muchacha en ella.

    Al cabo de un rato, Freya se apoyó en una de las ruedas a descansar, una vez había cuidado y mimado su espada. Aquella espada era una joya, podía hacerla desaparecer y aparecer a voluntad, al igual que Erial su alabarda, y parecía estar hecha para su mano. El peso esa ligero y la hoja era mortal. Había escuchado la conversación entre sus compañeros, y ella misma no sabía dónde estaría en aquel momento si no tuviera aquella misión por delante. Su vida había dado tantos giros a lo largo de los años, qué no esperaba nada, no quería preocuparse de cómo seguiría en unos años. Desvió la vista hacia Niall, que estaba tan concentrado en las hojas que Erial le iba pasando, que varios mechones del cabello oscuro le caían sobre el rostro de cejo fruncido.

    Freya se mordió el labio inferior, ¿a dónde iba aquella relación con el joven? Después de que acabase todo eso, en el caso de que cerraran el Portal sin bajas, ¿se ataría a él para vivir su vida? Hacía años que no tenía ataduras y que vivía su vida sin complicaciones, mientras que él acaba de salir al mundo exterior y tenía todo un mundo por descubrir ahí fuera. ¿Estaba hecha para la vida en pareja? Porque… a fin de cuentas acostarse con una persona durante un tiempo prolongado los convertía en eso, ¿verdad? Se sintió agobiada con aquel pensamiento, no estaba preparada para algo tan serio a largo plazo.

    El muchacho, que se sintió observado, alzó aquellos impresionantes ojos del color del hielo, casi blancos, y la sonrió con dulzura. Ella se estremeció, él siempre la miraba con buenos ojos, unos ojos llenos de sentimiento que ella no estaba dispuesta a aceptar en aquel momento y apartó la mirada rápidamente, desconcertando al muchacho moreno.

    Freya se levantó.

    -Voy a dar un paseo por los alrededores para explorar el perímetro.-Les dijo a los dos muchachos sentados al tocón.-No tardaré.

    -Luego podemos decidir la primera guardia para dormir.-Dijo Erial, sin levantar la vista de los papeles, corrigiéndole a Niall un par de palabras.- ¿Ves? Aquí has escrito mal esta palabra, repítela en dos frases.-Niall asintió.-Ten cuidado.-le dijo a Freya.

    Freya asintió y se alejó del carro, meditabunda, bajo la atenta mirada de un preocupado Niall.


    Archie tenía la vista puesta en el otro lado del Lago Castus, donde las fogatas se habían ido encendiendo poco a poco delatando a los soldados que allí estaban apostados. Había sido una buena idea el entrar por el lado contrario a donde estaban acampados sus enemigos. La noche era oscura, con el cielo perlado de estrellas y una luna pequeña y brillante. Las aguas del lago eran tan oscuras como la noche, Archie no podía apreciar nada en él, ningún movimiento ni ningún sonido. Nico se había ido hacía ya mucho rato, y empezaba a sentir la preocupación en el estómago que lo hacía ponerse nervioso. Se había sentado en la orilla, dando la espalda al espeso bosque que rodeaba el lago, tranquilo gracias a las trampas que había puesto. Había borrado su rastro y el de Nico para no levantar sospechas.

    Escuchó un ruido a su espalda y se giró con la flecha preparada en su arco, tensando la cuerda hasta su oreja. Un joven ciervo había salido del bosque y se acercaba al agua con paso inseguro, sus orejas se movían de un lado a otro buscando peligro. Archie soltó el aire por la nariz con tranquilidad y bajó el arco, observando como el ciervo se acercaba al agua y bebía. Se secó el sudo de la frente y observó al ciervo volver al bosque en silencio. Cuando se volvió hacia el lago, la encontró allí tendida.

    -Nico.

    La muchacha de cabello morado estaba tumbada sobre la arena, magullada, con el moño desecho desparramando su cabello por la arena. Respiraba, fue en lo primero que Archie se aseguró, la tomó entre sus brazos y le tocó el frío rostro. La muchacha se removió ante el contacto y abrió sus ojos castaños muy despacio.

    -Archie…

    Archie se fijó en la herida en la cabeza, no era grave, pero debía limpiarla para que no se infectase.

    -¿Puedes caminar?-Preguntó, la muchacha asintió, apoyándose en él para levantarse.-Debemos volver para curarte esas heridas…

    -Todavía soy muy débil…-Dijo la muchacha con una voz quebrada.-Erial y Freya se van a enfadar…

    Archie la sonrió, se pasó un brazo de la muchacha por los hombros y la cargó.

    -Seguro que estarán muy orgullosos de ti.

    Nico se dejó hacer, apoyando su cabeza en el hombro de su maestro, estaba agotada.


    Niall hacía la segunda guardia mientras Freya y Erial descansaban dentro del carro. Les había oído discutir sobre quién tenía más espacio que le otro durante un rato, hasta que Freya se había lanzado sobre Erial y éste se había alejado todo lo que había podido de la muchacha, nervioso. Niall estaba muy contento de estar viviendo aquello con aquellas personas tan maravillosas. Freya había estado un poco extraña desde que se había ido, pero Niall lo achacó a que estaba preocupada por Nico. El muchacho estaba copiando lo que había escrito Erial varias veces para mejorar su letra y su comprensión. Estaba tan agradecido por aquello que no se dio cuenta de que el viento le hablaba hasta que aquellas personas aparecieron en el claro ante él.

    Niall se levantó rápidamente y lanzó una ráfaga hacia el carro que lo hizo moverse repentinamente y despertó a sus compañeros.

    Erial sacó la cabeza del carro y observó a las tres personas que había ante ellos mientras que Freya le empujaba para salir con la Espada del Fulgor llameando en su mano derecha.

    Aquellas personas no eran humanas, eran altos y hermosos elfos. Había dos hombres y una mujer. Los hombres eran gemelos idénticos, solo diferenciados por las largas capas de diferentes colores. Tenían largas cabellera cobrizas y grandes y rasgados ojos color aceituna. La mujer tenía una bonita cabellera rubia recogida en una dificultosa trenza y unos grandes ojos azules, llevaba un traje de combate mago y un báculo similar al que solía llevar Alwyn atado a la espalda.

    Los tres muchachos se habían quedado estupefactos ante los tres elfos, que los estudiaban con ojo crítico.

    Un ruido de hojas se oyó al otro lado del claro y apareció Archie cargando a Nico.

    -¡Nico!

    Erial se acercó a Archie rápidamente y la ayudó con la muchacha, que se había despertado y le sonreía a Erial.

    -¿Qué ha pasado?-Preguntó el muchacho, muy preocupado al ver las magulladuras de Nico.- ¿Estás bien?

    -¿Qué tal si dejamos eso para luego y nos cargamos primero a estos elfos?-Preguntó Freya, que no le quitaba los ojos de encima a aquellas tres personas.

    Archie se acercó hacia ellos.

    -No vamos a luchar contra ellos.-Dijo.

    -Pero han aparecido aquí amenazadoramente…-Se quejó Freya.

    -Bueno… la verdad es que han aparecido sin más, no llevan armas a la vista y…-Comentó Niall, encogiéndose de hombros.-No sabía qué querían.

    -Aiya, sir Archibal Von Dyckensen.-Habló la mujer.-Anda luumello!

    -Aiya, Dirfin Silken, alassie len.-La saludó Archie.-Creo que no te veo desde la boda.

    Los gemelos hicieron una hosca mueca al oír aquello.

    -¿Los conoces?-Preguntó Erial, sin entender.

    Archie le miró.

    -Es la hermana de Alwyn, una maga de magia elemental.

    El asombro se adueñó de los cuatro jóvenes, que empezaron a ver el parecido entre aquella elfa y su maestra. Alwyn parecía más joven y atlética que Dirfin, pero las dos eran igual de hermosas.

    Dirfin se acercó al grupo.

    -He abierto un portal y vuestros enemigos no tardarán en rastrearlo,-habló pausadamente y con tranquilidad, como si aquello no fuera algo grave, su acento era mucho más marcado que el de Alwyn, como si la lengua común no fuera algo prioritario en su vida-tuve noticias de mi hermana en el Lago Myr y me pidió que os ayudara. No pude negarme, y aquí estoy.

    -Oh, ¿cómo se encuentran Alwyn y Jacal?-Preguntó Archie, nervioso.- ¿Están bien?

    -Lau… No, Jacal ha estado crítico, y necesita bañarse en las aguas del lago durante unas semanas para sanar por completo. El veneno era muy potente y La Parca le ha reclamado más de una vez.

    -Eso es horrible…-Dijo Freya.

    Aquella noticia les había trastornado a todos.

    -Abriré un portal y viajaremos a Ópalo donde estaréis a salvo hasta que continuéis vuestro camino. Preparaos rápido, vuestros enemigos no tardarán en llegar.

    -Ya habéis oído, al trabajo, muchachos, tenemos que salir de aquí. Ya tendremos tiempo luego para hablar tranquilamente.-Les dijo Archie.

    Los muchachos asintieron y recogieron todas sus cosas en tiempo récord, prepararon los caballos y traspasaron el portal que Dirfin había creado extasiados por adelantar camino tan fácilmente.



    Alaric llegó al claro que le habían indicado mucho tiempo después que sus hombres y se lo encontró vacío. Con el cejo fruncido, bajó de su caballo y repasó todos los lugares bajo las antorchas de sus mercenarios. Iba vestido con toscas ropas y llevaba el cabello sedoso atado en un moño bajo. Se acercó a varios hombres esperando respuestas.

    -El husmeador ha dicho que el portal se abrió aquí.-Dijo el sargento, un hombre de mediana edad y cara llena de cicatrices, señalando una zona chamuscada.-Hay huellas de caballos y de un carro.

    -¿Habéis encontrado algo más?-Preguntó, irritado, le habían despertado para avisarle de lo que había ocurrido y no estaba de buen humor.

    -Sí, unos papeles sin sentido.

    Alaric se giró hacia su sargento y le arrebató los papeles. Era un pergamino con dos letras diferentes.

    El árbol de la izcierda izquierda da frutos durante la primavera y el árbol de la derecha da frutos durante el berano verano.

    Jim tenía una casa azul con el techo rojo, dos vacas y un caballo.

    Jim tenía una kasa casa azul con el texo techo rojo, dos vasas vacas y un caballo.

    Estaba el señor Don Gato sentadito en su tejado. Ha recibido una carta por si quiere ser casado con una gatita blanca, sobrina de un gato pardo. El gato por ir a verla se ha caído del tejado, se ha roto seis costillas, el espinazo y el rabo. Ya lo llevan a enterrar por la calle del pescado, al olor de las sardinas el gato ha resucitado. Por eso dice la gente que siete vidas tiene un gato.

    Alaric no entendía nada de aquellos papeles, que seguían y seguía con frases inconexas y canciones.

    -¿Qué demonios es esto?-Preguntó a la noche, frustrado hizo una bola con los papeles y lo lanzó al suelo.-Levantad el campamento, partimos de inmediato.

    -¿Adónde, mi señor?-Preguntó el sargento.

    -Al Monte Naikan, el siguiente y último Templo está allí… Debemos llegar antes que ellos.



    Erial nunca creyó que vería el País de los Elfos, Amera, ni su hermosa capital Ópalo. Sin embargo, aquella noche estaba allí, al igual que sus compañeros, y pudo observar de donde habían sacado la idea de los edificios altos y de cristal de Ciudad Titania, pues si aquella ciudad era hermosa, Ópalo era grandiosa. Se había sentado al lado de Archie, que guiaba el carro por la anchas y desiertas calles de la ciudad siguiendo a Dirfin y los gemelos montados en bellos y formidables corceles, y observada todo con avidez.

    Los elfos les guiaron hacia una mansión de tres pisos que estaba en el centro de la ciudad. Todas las casas de allí era grandes mansiones de tres pisos. La verja de pulido hierro se abrió para ellos y siguieron el camino hasta la puerta principal. Todas las ventanas estaban a oscuras, pues ya era noche entrada, y todos dormían.

    Bajaron del carro y siguieron a Dirfin al interior por los grandes portones de roble pintado de verde. El interior era espacioso y estaba decorado con grandes cuadros de frutas y bosques. Un somnoliento criado había llegado y les hacía una reverencia.

    -Os han preparado a cada uno una habitación para que descanséis, mañana será un largo día y debéis bañaros y prepararos para la fiesta de por la noche…

    -¿Cómo?-Preguntó Freya, rompiendo el silencio que los elegidos se habían impuesto.

    -Mañana es La Noche de Isha, y estáis invitados a participar en nuestra ceremonia y festividad.

    -Es una de las fiestas más importantes para los elfos.-Explicó Archie.-Nos sentimos muy agradecidos por la invitación y asistiremos con…

    -¡Tío Archie!

    Todos dirigieron su atención hacia la gran escalera que bajaba hacia el pasillo, donde una pequeña elfa bajaba descalza los peldaños con una gran sonrisa en su rostro. Llevaba el cabello oscuro enmarañado de haber estado durmiendo, y sus ojos eran dos grandes zafiros enormes en aquella pequeña cara. Saltó a los brazos de Archie, que la estrechó con ganas entre sus brazos, haciéndole caer de culo.

    -Oh, mi ratón.-La saludó Archie, besándole la morena cabellera.- ¡Cuánto has crecido! ¡Estás enorme!

    La niña le sonrió y observó a los elegidos por encima de su hombro, sorprendida.

    Dirfin la reprendió en élfico y la niña se encogió, pidiendo disculpas en la misma lengua.

    -¡Hola!-Saludó a los elegidos.-Me llamo Níniel.

    Archie les miró desde el suelo, con la niña aún en sus brazos, con una sonrisa en los labios que no habían visto desde que Jacal y Alwyn se habían ido.

    -Es… la hija de Jacal y Alwyn.

    -¿Cómo?

    -¿Qué?
     
  11. Threadmarks: Capítulo 10: Besos en la noche.
     
    SilRock

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    Capítulo 10: Besos en la noche.


    La noticia de que aquella pequeña niña fuera la hija de sus maestros impactó de lleno en los cansados elegidos, que se miraron entre ellos y empezaron a sacar parecido entre sus padres y la niña. La pequeña, que no soltaba a Archie y éste tampoco se alejaba de ella, los había sonreído con dulzura, con los mismos ojos que Jacal, y aquella naricilla menuda era la de Alwyn, pero repleta de hermosas y pequeñas pecas. Archie le arregló el largo cabello, recogiéndolo detrás de las orejas, mostrando sin querer las largas orejillas un poco más redondeadas que las de los elfos.

    Enternecidos por la infantil apariencia de la niña, vestida con aquel camisón azul, y los abrazos que se daba con Archie, ignoraron por completo a su anfitriona, que esperaba de pie a su lado, observando la escena. Dirfin carraspeó y todos la miraron, poniendo su atención en ella. El agotamiento volvió a ellos, como recordatorio de que la noche estaba muy entrada, y el cansancio les apremiaba a acostarse para descansar.

    -Se hace tarde y vuestras habitaciones os esperan.-Le ofreció su mano a Níniel y ésta, a regañadientes, la aceptó y se despidió con la mano de Archie y su grupo.-Que paséis buena noche. Los criados os han dejado el baño preparado para que podáis limpiaros el polvo y la mugre del camino.-Y se retiró.

    Archie se levantó del suelo con la ayuda de Niall y observó el pasillo por donde se habían encaminado la elfa y la niña, aún con la sonrisa en la boca. Su humor había cambiado por completo, la preocupación que se había acomodado en su rostro y le había acompañado hasta aquel momento había desaparecido por casi completo.

    -Bueno, pues ya estamos en Ópalo, y se hace tarde, ¿qué tal si nos vamos a dormir?-Preguntó, tapándose la boca un gran bostezo.-Nico, te curaré esa herida cuando hayas tomado el baño y te daré algo para que duermas mejor.

    La muchacha asintió y guiados por el somnoliento criado, se dirigieron a sus respectivas habitaciones. El segundo piso eran todo habitaciones, Niall y Erial compartirían una, y lo mismo harían Nico y Freya. Los muebles de confección élfica le encantaron a Nico, que no paraba de observar y tocar todo bajo la atenta mirada de Freya, que se había adueñado del frutero y devoraba las piezas de frutas con una radiante sonrisa. En el pequeño baño que tenía la habitación había una bañera de mármol oscuro y todas tenían puertas de cristal que daban a una pequeña terraza con orientación al jardín interior. Se dieron un rápido baño de agua caliente y durmieron en cómodos colchones de plumas, bien abrigados y sin pensar en el peligro que podría estar acechando ahí fuera. Estaban en un país donde les protegerían mientras estuvieran en él y en el que Alaric y sus planes no tenían cabida.

    A la mañana siguiente, muy pasado el amanecer, Nico se dejó caer en el comedor, donde aún estaba servido el desayuno por cortesía a los invitados. Se encontraba mucho mejor gracias a los cuidados de Archie, y la Vara de las Profundidades la acompañaba siempre como hacían los otros tótems a sus compañeros. Se había vestido con uno de los dos vestidos que había empacado por si acaso y se había dejado la larga y rizada melena morada suelta después de haberla cepillado bien.

    El comedor era muy grande y estaba muy bien iluminado, la luz del sol entrada a raudales por sus cristaleras, con su larga mesa llena de frutas y pastales, zumos e infusiones, e incluso olió café. Erial y Archie estaban allí.

    -¡Buenos días!-La saludó Erial, levantándose de su silla para ayudarla a sentarse a su lado.- ¿cómo te encuentras?

    -Rejuvenecida, una noche de sueño confortable es lo que necesitaba. ¿Y vosotros?

    Archie asintió, dándole la razón, mientras disfrutaba de su café de aroma tostado y sus esponjosas tortitas con mantequilla y arándanos. Nico no tardó en lanzarse a aquel apetitoso manjar, probó todo lo que pudo y más, deleitándose de los dulces y frescos zumos. Niall había aparecido detrás de ella y se había sentado a su lado, dándoles los buenos días a todos y sirviéndose zumo.

    -¿Y Freya?

    Nico tragó el gran sorbo de zumo con pulpa y se limpió con la servilleta.

    -No se encuentra bien.-Contestó y tras la cara de espanto de Niall se apresuró a añadir:-Anoche se comió todas las frutas del frutero que habían dejado para nosotras y… digamos que no ha pasado muy buena noche. Ha preferido quedarse durmiendo para estar descansada esta noche.

    Erial soltó una carcajada.

    -Típico de Freya.-Comentó, untando mermelada en su pan caliente.

    Nico le recriminó con la mirada.

    -¿Es posible que le suba alguna infusión para calmarle el estómago y algo de pan caliente?-Preguntó Nico, mirando a Archie.

    -Claro, le pediré a los sirvientes que lo hagan.-Archie llamó a un sirviente y habló en élfico con él.

    -Siempre he querido aprender a hablar élfico,-comentó Nico-pero pensé que nunca lo utilizaría y al final, aquí estoy… sin saberlo igual.

    Archie la sonrió.

    -Muchos hablan la lengua común, así que podrás entenderte con ellos perfectamente, por eso no te preocupes.-Le respondió Archie.

    -Parece que hoy es un día atareado.-Erial se había fijado en que los sirvientes iban de un lado a otro, llevando telas, mesas, sillas y comida.- ¿Es por lo de esta noche?

    Archie asintió.

    -La familia Silken siempre organiza las mejores fiestas para la Diosa Isha, muchas de las familiares de Alwyn son sacerdotisas en su Templo, su madre lo es, y precisamente esta noche es muy especial porque está ligada a la fertilidad y a las cosechas. Los elfos, como ya sabéis, no comen carne, así que dependen de que sus cosechas sean favorables para poder alimentarse.

    -¿Y tenemos que participar?-Preguntó Niall, no muy convencido.

    Archie asintió.

    -No sería correcto que después de que nos hayan invitado, no apareciésemos. Y más cuando no suelen invitar a extraños a estas ceremonias. Es un gran honor para nosotros poder asistir a este tipo de festejos élficos.-Explicó Archie.-Iremos, y con la excusa de que mañana debemos volver a nuestro viaje, nos retiraremos pronto a nuestras habitaciones.

    -¿La fiesta no es aquí?-Preguntó Erial.

    -Normalmente se celebra al aire libre, bajo las estrellas, así que será en los jardines.-Explicó Archie.-Afortunadamente para nosotros, podremos descansar y mañana, bien provistos volveremos al camino. Un Templo más,-miró a Niall que asintió motivado-y nos quedará lo más difícil de esta misión.-Y les miró a los tres con determinación.


    Niall estaba sentado frente a la puerta de la habitación de Freya y Nico, donde los sirvientes habían dejado una bandeja con una infusión ya fría y pan, nervioso y cabizbajo. Había tocado a la puerta y la muchacha le había pedido que la dejara descansar tranquila, que no quería ver a nadie y que no se encontraba bien. Aquellas palabras habían sido un mazazo para su corazón, notaba la distancia de la chica y le hacía sentir solo sin ella. El muchacho quería estar con ella y poder reconfortarla, abrazarla con fuerza y susurrarle al oído que todo iba a ir bien, que se recuperaría y volvería a la acción una vez su estómago se asentase. Freya le evitaba desde la tarde anterior y no sabía exactamente por qué, no quería estar en aquella situación. No quería admitirlo, pero le enfadaba volver de nuevo a aquello con la muchacha, y más cuando quedaba claro que él la amaba y que quería vivir su vida con ella. Aquel tira y afloja iba a consumirlo poco a poco, sabía perfectamente que, si le insistía a la muchacha, ella se alejaría y no volvería a estar con él. ¿Cuáles eran los sentimientos de Freya por él? ¿Le amaba tanto como él lo hacía o simplemente era diversión para ella?

    No le gustaba pensar en aquellas preguntas, un nudo se instalaba en su corazón y lo atenazaba con dudas y temor. Sacudió la cabeza, tenía que hablar con Freya de todo aquello, no podía vivir sin saber qué pasaba entre ellos, se negaba. Había escapado a la condena de estar encerrado durante más de media vida para vivir con aquellas dudas, no quería ni podía vivir así. Se levantó del suelo con decisión y arrojo, con el corazón latiéndole a mil por hora, y se dispuso a tocar a la puerta.

    -¿Niall?

    Niall pegó un brinco, asustado al oír su nombre, se volvió y se sorprendió al ver a Archie delante de él con una sonrisa calmada, llevaba túnicas élficas de colores claros, y si no fuera por sus orejas, hubiera pasado por uno de ellos con aquel cabello rojo limpio y peinad. Bajó la cabeza, sonrojado.

    -Voy a comprar al mercado víveres para el camino, ¿me acompañas? Necesitaré ayuda para cargar todo y no quiero importunar a los sirvientes, tienen mucho trabajo ya. Nico y Erial están visitando la ciudad y Freya…-Echó una mirada a la bandeja sin tocar.-Será mejor que la dejemos descansar, ¿verdad? No me gustaría despertar al dragón.

    Niall miró la puerta cerrada y apretó los dientes, asintiendo, era mejor tratar el tema cuando la muchacha estuviera en mejores condiciones, no quería acorralarla cuando no estaba bien y soltarle aquella bomba sin miramientos. Se apartó de la puerta arrastrando los pies y Archie le palmeó la espalda para animarle.

    -Si cuando regresemos sigue encontrándose mal, le haré una de mis infusiones sanadoras, ¿de acuerdo?-El muchacho asintió en silencio y siguió a su maestro por el corredor del pasillo.

    La puerta se abrió silenciosamente y una cabeza pelirroja se asomó para ver a los dos hombres marcharse pasillo abajo. Freya se mordió el labio inferior y se tocó el dolorido estómago.


    Cuando Nico y Erial regresaron pasado el mediodía, se sorprendieron al observar lo rápido que habían transcurrido los preparativos de la noche y la de gente que estaba trabajando en ellos con ahínco.

    -Va a ser una fiesta preciosa.-Comentó Nico, observando las guirnaldas de hermosas y brillantes flores, los manteles de delicadas telas y exóticos colores y el olor que ya empezaba a llegar de las cocinas con especias que ni siquiera conocía que le hacían salivar hambrienta.-Estoy deseando estrenar mi vestido nuevo, ¿crees que a Freya le gustará lo que le he comprado?

    Erial, que iba cargado como una mula de paquetes y bolsas, se encogió de hombros. Había aguantado estoicamente que Nico se probara cinco vestidos diferentes, los cuales le quedaban perfectamente y se ceñían a su figura, casi le había dado un colapso mental al verla con ellos, tres pares de zapatos y que hubiera encontrado la ropa perfecta para su amiga indispuesta. Archie les había entregado una bolsa con dinero del Conde Makarov para que dispusieran de él como quisieran. Y habían acertado en comprarse ropa para aquella noche, ya que todas las tiendas de costura, ropa y telas estaban a rebosar de compras de última hora.

    La ciudad les había parecido exquisita arquitectónicamente hablando. Habían paseado por sus calles fijándose en los altos edificios de cristal que tanto les recordaban a Ciudad Titania, sus caminos de adoquines de colores, alcantarillas con finos decorativos élficos y las hermosas mansiones bellamente edificadas. Habían pasado por delante del Templo de Isha y se habían parado a observar las maravillosas torres de color azul y la majestuosa cúpula de cristal que dejaba entrar el sol a raudales. Les hubiera encantado entrar a visitarla, pero estaba cerrada para limpiarla y prepararla para aquella noche. Todo parecía en sintonía con sus habitantes, que paseaban a su lado y les saludaban educadamente con la cabeza pese a que eran forasteros. Incluso se habían sorprendido durante su paseo por el mercado, de que nadie les acosara pidiendo que miraran sus mercancías o gritaran a todo pulmón las ofertas. Era tan diferente de lo que estaban acostumbrados. Inevitablemente, los humanos y los elfos eran muy diferentes, y era tan asombroso que Alwyn y Jacal se hubieran enamorado y formado una familia aún a sabiendas de todos los problemas que tendrían que superar, que habían superado para lograrlo, que les hacía respetarlo todavía más si cabía.

    -¡Eh, chicos!

    Nico y Erial se volvieron y se toparon con Niall y Archie, que venían igual de cargados que Erial.

    -¿Qué tal la visita a la ciudad?-Preguntó Archie, Nico se apresuró a ayudarles con los paquetes con las provisiones.- ¿Os ha gustado?

    -¡Sí!-Exclamó Nico, emocionada.-Me encantaría poder visitarla con más tiempo y pararme en cada rincón de la ciudad para conocerla mejor.

    -Cuando cabemos con todo esto, volveremos.-Le prometió Erial.

    Nico le devolvió una tímida sonrisa y todos juntos se adentraron en la ajetreada mansión. Dejaron todos los paquetes en el carro y subieron a sus habitaciones para prepararse para el almuerzo.

    Archie salió de su habitación una vez se hubo aseado y se encontró a Dirfin esperándole fuera. La alta elfa iba vestida con una túnica blanca y su larga melena rubia suelta hasta la cintura.

    -Hola.-La saludó.- ¿Necesitas algo?

    -Alwyn quiere verte.

    Archie se sorprendió.

    -¿Cómo?

    Ella se giró y le hizo una seña para que la siguiera.

    -Se ha presentado de forma incorpórea y ha pedido expresamente hablar contigo. Ha sido un breve lapso de tiempo, está muy debilitada del viaje y necesita mi ayuda para poder comunicarse.-Explicaba pausadamente, una de sus características.-Iremos al templo y las sacerdotisas me ayudarán a dar con ella y nos prestarán sus energías para que podamos comunicarnos con ella.

    Níniel les esperaba al pie de las escaleras, también vestida con una túnica blanca y una gran sonrisa. Le echó los brazos encima a Archie y éste la cargó en brazos y la besó en la abundante melena azabache. Se había puesto muy nervioso tras la explicación de Dirfin, y la niña le había consolado un poco porque… ella no vendría si su amiga elfa tuviera que dar malas noticias, ¿verdad?

    El camino se la pasó rezando por ver a Alwyn en buenas condiciones, que Jacal se estuviera recuperando. No podía… ni quería superar ninguna mala noticia que viniera de aquellos dos, eran los pilares más importantes de su vida, lo único que de verdad apreciaba en ella…

    -¡Archie!

    Los tres elegidos les saludaron desde la mesa que les habían preparado los sirvientes.

    -Ahora vuelvo, chicos, dejadme algo de comida, ¿eh?

    -¡Claro!

    Se corregía, aquellos cuatro elegidos se habían ganado también su corazón sin poder evitarlo.

    El Templo no quedaba muy lejos de la casa principal. Allí también había ajetreo de preparativos para lo que se iba a celebrar en unas horas. Dos sacerdotisas vestidas con túnicas azules les esperaban en la puerta y les guiaron hacia una sala con la puerta adornada por un cristal mágico. Dentro, había una mesa circular donde descansada aquel preciado cristal que les ayudaría a entablar contacto con Alwyn. Le pidieron que se sentara en el banco frente al cristal y Níniel se sentó en su regazo, observando el preciado cristal transparente.

    Las sacerdotisas hablaron en élfico con Dirfin, hicieron un círculo alrededor de la mesa y Archie y cerraron los ojos.

    -Ahora usaremos nuestra energía para contactar con ella.-Explico Dirfin.-Sé paciente durante el tiempo que necesitemos en la búsqueda.

    Archie asintió y esperó pacientemente en silencio, con la pequeña elfa entre sus brazos, que se mecía contra su pecho y ambos observaban el brillo que cada vez iba aumentando en el cristal que tenían en frente. El cuerpo de Alwyn empezó a dibujarse sentada frene a ellos. Níniel pegó un brinco.

    -¡Mami!

    Archie observó la silueta de su amiga. Parecía agotada, con grandes y oscuras bolsas bajos sus ojos avellanados, llevaba el cabello rubio y largo recogido en una alta coleta y vestía pesadas y abrigadas pieles. Al ver a su hija se llevó la mano a la boca, con los ojos vidriosos.

    -Mi pequeña…-Se aguantó el sollozo.-Mi sol.

    La niña la sonrió y miró a Archie, acunándose contra su pecho.

    -Alwyn…

    La elfa miró a Archie y pareció respirar tranquila.

    -Estás bien… ¿y los elegidos? ¿Se encuentran ellos bien?-Preguntó, agotada.-Dime que sí, por favor.

    -Estamos todos bien.-Se apresuró a responder Archie.-Nico consiguió entrar en el Templo del Agua sin complicaciones y mañana partiremos hacia el Templo del Viento.-Ella asentía, quitándose un peso de encima.- ¿Cómo estás tú? ¿Y Jacal?

    Alwyn volvió a suspirar.

    -Mejor… hemos conseguido recuperarle, pero pasará un tiempo hasta que sea él mismo… Ha sido horrible estar sola en esto.

    -Ojala hubiera podido estar contigo, Allie, de verdad que sí… si las circunstancias no fueran las que son yo…-Se quebró, sin poder evitarlo, apretó los dientes, no podía perder la compostura, ella necesitaba que fuera fuerte.-Os echo tanto de menos.

    -Y nosotros a ti, Archie, hacía tanto tiempo que no nos separábamos…

    -Pronto volveremos a estar juntos.-Le prometió Archie, decidido.-Y con Níniel también.

    La elfa miró de nuevo a su preciosa hija con adoración en sus ojos.

    -Sí… He preparado una sorpresa en Amaranto para que no te sientas solo, fue idea de Jacal.

    -¿Ah, sí? Ahora me muero de intriga, preciosa.-Y le guiñó un ojo. Qué bueno era volver a hablar así con ella.

    -Espero que acabes pronto esta aventura.

    -¿Vosotros os quedaréis allí o viajaréis?-Preguntó, necesitando saber más de ellos.

    -De momento, Jacal necesita descansar y no puede viajar. No quiero hacerle pasar por un Portal… quizá en unas semanas, cuando pueda caminar sin esfuerzo, viajemos por el Camino Central. Mientras, me quedaré en este asentamiento que hay a los pies de la Sierra Boreal, cerca del Lago Myr por si se tuercen las cosas.

    Archie asintió.

    -Me parece bien.

    -Cuida y protege de los Elegidos, te necesitan ahora más que nunca. Estáis en la recta final del viaje.

    -Con mi vida, destruirán ese maldito portal, aunque sea lo último que haga.

    -Adiós mi fiel amigo.

    -Adiós mi fiel amiga.


    La tarde había caído y las preparaciones estaban a punto de acabar para recibir a los invitados en los jardines de la Familia Silken. El ajetreo que había reinado en la mansión había ido menguando poco a poco, y ahora todos estaban absortos en prepararse para la festividad. Nico había pasado la tarde con Freya, que ya se sentía mucho mejor y había comido un poco de caldo y la infusión que Archie le había dado le había sentado genial.

    -Gracias por acordarte de mí con la ropa… toda mi ropa son los trajes de combate.-Le dijo Freya, sentada frente al tocador mirando su reflejo y el de Nico, que se afanaba por peinarle el húmedo cabello. Nico le sonrió a través del espejo.-Me has salvado la vida.

    -Lo vi y pensé en ti, y sabía que lo ibas a necesitar.-Colocó una horquilla en el fino cabello de Freya.-Ya está… ¿te gusta?

    Freya asintió, Nico le había cepillado la corta melena y se la había recogido de la cara con unas finas horquillas. Ya estaban listas para la fiesta. Nico vestida con un largo vestido de terciopelo azul que se ceñía a sus curvas y tenía un escote modesto abierto en un lado, mostrando su morena pierna. Freya se levantó, llevaba un fino y elegante traje de chaqueta y pantalón oscuro, resaltando el color de su cabello. Se cogieron de la mano y salieron por la puerta, hacia las escaleras, donde habían quedado con el resto.

    Erial ya estaba allí, llevaba un traje muy parecido al que había llevado en la cena de gala que el Conde Makarov les había preparado hacía no tanto tiempo, de color verde y dorado. Aquello les parecía tan lejano, como si fuera otra vida… El muchacho estaba apoyado en la barandilla de las escaleras, observando a la gente entrar por la puerta principal y girar hacia las grandes cristaleras adornadas con guirnaldas de preciosas y frescas flores que eran el camino principal hacia la fiesta. Se giró al oírlas llegar y las sonrió.

    -No vamos a ser los primeros en llegar, ya hay media ciudad en los jardines.-Comentó.

    -Se me hace tan extraño una noche tranquila de fiesta cuando estamos… ya sabéis, a punto de cerrar un portal por donde se escapan los demonios.-Medio susurró Nico, nerviosa.

    Freya les señaló a ambos.

    -Esta noche nada de demonios, ni portales ni nada de eso. Es nuestra noche libre, nos la merecemos, ¿no creéis?

    -Apoyo la idea de Freya.-Archie había aparecido con Niall a su lado detrás de las chicas.-Vamos a disfrutar lo que podamos, mañana todas esas preocupaciones que nos persiguen volverán y tendremos que afrontarlas.-Les sonrió a los cuatro y empezó a bajar las escaleras.-Tengo que ir a buscar a la pequeña señorita que me acompañará esta noche, pasadlo bien, elegidos.

    Y siguió bajando.

    -¡Vaya, Niall, que guapo estás!-Exclamó Nico, mirando al elegido del viento, que se sonrojó sin poder evitarlo.-Creo que nunca te habíamos visto vestido así, ¿verdad?

    Niall negó con la cabeza.

    -Archie me ha dicho que pegaba con mis… ojos.

    Y era verdad, el muchacho llevaba un traje de color blanco con adornos oscuros que resaltaba, a la vez, su oscuro cabello y sus claros ojos. Nico y Erial comenzaron a bajar las escaleras cogidos del brazo, mientras bromeaban sobre algo y Niall se apresuró a caminar al lado de Freya, que iba observando los detalles de la decoración de la mansión.

    -¿Qué tal te encuentras?

    -Mejor… es pensar en fruta y uh…-La muchacha sacudió la cabeza.-Pero eso no evitará que beba el vino dulce de los elfos, te lo puedo asegurar.

    Niall medio sonrió.

    -Me alegro de que estés mejor.

    -Gracias…

    Siguieron la música hacia los extensos jardines, donde los sirvientes habían montado una verdadera joya de fiesta. Había mesas con todo tipo de comida y bebida, dispuestas alrededor de un pequeño altar a rebosar de flores, frutas y verduras. Los invitados iban de una mesa a otra, e incluso bailaban, los más jóvenes, en una pequeña pista improvisada frente al escenario del grupo de música que tocaba una melodía pegadiza y bailonga. Las sacerdotisas iban de un lado para otro con grandes cestas repletas de collares hechos de flores que iban ofreciendo a todos los invitados, que no dudaban en ponérselas, como hicieron los elegidos.

    -¡Que ambiente más bueno!-Dijo Nico, bebiendo de una copa de cristal un vino afrutado de color blanco.- ¡Y qué rico está este vino!-No podía evitar dejarse llevar por el ritmo de la música y mover sus caderas.

    Erial la observaba con una sonrisa en el rostro, sin evitar sentir infinita ternura por aquella hermosa chica. Niall a su lado había perdido a Freya de vista, y la buscaba de un lado a otro.

    -¿Me permites un consejo?-Le dijo Erial, al descubrir como su compañero, por qué no decirlo, amigo, buscaba a la pelirroja de un lado a otro.-Créeme que te hará falta.

    Niall asintió, sirviéndose una copa de vino hasta arriba y apurándola con una mueca.

    -Sé que sientes algo por Freya, es evidente para todos, ni si quiera has tratado de esconderlo nunca y eso te hace un hombre muy valiente, o al menos a mis ojos.-Le decía, observando, molesto, como un par de elfos jóvenes se habían acercado a bailar con Nico, que parecía disfrutar del baile y del vino.-No la agobies… no le gusta que le acorralen, tiende a morder… o más bien a quemar cuando se siente insegura.

    -Pero…

    -Sí, lo sé… habéis estado… acostándoos, lo sé, me lo ha dicho Nico.-Se apresuró a añadir Erial.-Si ha permitido que te acerques tanto a ella, es porque le importas, no lo estropees agobiándola.

    -No la estoy agobiando, solo me preocupo…

    -Niall,-Erial le puso una mano en el hombro-todos queremos que esto salga bien, cuando ella esté preparada para dar el siguiente paso, vendrá a ti.

    Niall le miró a los ojos azules que querían trasmitir fuerza a su compañero. Aquellas palabras significaban mucho para el muchacho, y se sintió agradecido de tener amigos que se preocuparan por él y le ayudasen con sus problemas, con su día a día. Pensaba, mientras vivía encerrado, que viviría una vida de tedio y aburrimiento, sin aventuras ni convivencias con otras personas, y aquel viaje estaba borrando la huella que el encierro había sido en su vida. Se sentía tan agradecido a sus amigos, sí, porque eran sus amigos. Los amigos estaban para eso y mucho más y Niall estaba contento con tenerlos. Cada consejo, ayuda y vivencia con ellos iba a atesorarlos.

    -Está bien, tienes razón.-Niall suspiró.-Cuando esté preparada…-Había encontrado a Freya con Archie y Níniel, junto a una mesa y le pelaba un plátano a la niña.-Pero tú también deberías hacer algo. Nico es un pastelito, Freya no para de repetírmelo, y también se nota que sientes algo por ella. Yo no tardaría en hacerle saber tus sentimientos, nunca sabes qué te deparará el mañana y puede que no te deje hacerlo.

    Le hizo una seña con la cabeza y se dirigió a otra mesa a comer algo bajo la atenta mirada de Erial que no podía evitar pensar que las palabras del elegido del viento eran muy ciertas. Volvió hacia Nico, que le hacía señas para que se uniera a aquel baile y pensó que sí, tendría que hacerlo algún día, pero no aquella noche.

    La noche siguió, una hermosa luna iluminaba la fiesta acompañada de las brillantes estrellas. Los jardines estaban mucho más hermosos durante la noche que de día, el olor del jazmín era intenso y fresco, se colaba por todos lados, donde era bienvenido. La fiesta estaba en su apogeo. La madre de Alwyn, una hermosa elfa de cabellera rubia y grandes ojos azules había bendecido la noche vestida con una túnica blanca y hermosa, y le había pedido a la Diosa Isha que cuidara de todos, entregándole a sus cosechas las fuerzas para crecer fuertes y sanas y fertilidad. Tras eso, la gente empezó a bailar con más fuerza, y a beber. La gente bebía y comía, cantaba al ritmo de la música y las sacerdotisas repartían pequeños frascos de un líquido color borgoña que la gente recibía con una sonrisa. Erial fue a aceptar uno, pero el brazo de Archie lo evitó.

    -Por aquí no, muchas gracias.-Le dijo a la sacerdotisa, que siguió haciendo su ronda.

    -¿Qué ocurre?-Preguntó Erial, sin entender.

    -Ninguno necesitáis beber ese tónico.-Le contestó.

    -¿Qué es?-Preguntó también Niall.

    -Digamos que es algo que ayuda a desinhibirse un poco… Es la noche de la fertilidad y muchos aquí quieren… fertilizar algo. No sé si me entendéis.

    Niall y Erial abrieron mucho los ojos y se miraron, espantados.

    -¿Dónde están Freya y Nico?-Preguntó Niall, girándose hacia el resto de invitados, que empezaban a bailar muy, pero que muy pegados. Notaba como las copas de vino que se había tomado le adormecían y le hacían pensar más lento.

    -Oh, madre mía… esto se va a convertir en una orgía…-Erial se llevó una mano al pecho y tragó saliva.

    -Estoy aquí, imbéciles.-Dijo Freya, que sujetaba de la mano a una somnolienta Níniel.-No voy a beber nada que no sea este rico y afrutado vino, muchas gracias. Ni pienso dejar que nadie me fertilice… aunque Nico hace un momento se me ha frotado y debo admitir que esos pechos provocarían a un muerto.

    -¡Hay que encontrarla!-Exclamó Erial, pálido.

    Freya soltó una carcajada.

    -Aprovecha, plantitas, ésta puede ser tu gran noche.-Y le guiñó un ojo, bromeando.

    -Freya, no seas mala con él.-La riñó Archie, que cogía en brazos a la pequeña elfa, que se apoyaba en su hombro y cerraba los ojos adormilada.-Yo me retiro por hoy, muchachos, vosotros no deberíais tardar mucho más.

    -Pero, ¿y Nico?

    -Ve a buscarla y la llevas a su habitación, y date prisa antes de que… bueno, vete ya.

    Erial asintió y se apresuró a internarse entre el gentío, que aprovechaba para echarle las manos encima y ofrecerle de aquel tónico que él repudiaba con agitando la cabeza.

    -¿No le ayudamos?-Preguntó Niall, preocupado.-Igual Nico no querría hacer nada esta noche y será por culpa del vino y el tónico.

    Freya puso los ojos en blanco.

    -Está bien… Pero tú lejos de ese tónico también.-Le dijo, señalándole.-Que he visto como te miran todos.-Y se dio la vuelta y se metió entre el gentío.

    Niall se había quedado sorprendido, pero acabó por sonreír. Cuando ella estuviera preparada, le había dicho Erial.


    Erial encontró a Nico apoyada en una de las fuentes que decoraban el jardín abanicándose con una mano. Por suerte, estaba sola y aquello le alivió el nudo que se había instalado en su estómago al saber que alguien podría haberle hecho algo. Estaba terriblemente hermosa con aquel vestido azul, había una copa derramada en el suelo y uno de aquellos frasquitos borgoña abierto a medio beber. Se acercó a ella, que miraba las estrellas embelesada y le miró al oírlo llegar.

    -Oh, Erial… que estrellas más bonitas tienen los elfos, ¿verdad?

    -Son las mismas que las nuestras, Nico.-Le respondió, cogió el frasco y lo miró, oliéndolo. Olía apetitoso, fresco y dulce.- ¿Has bebido esto?

    La muchacha se separó de la fuente, ignorándole, y se pasó las manos sensualmente por el cuerpo, que notaba arder por momentos.

    -Hace una noche tan bonita, y tengo tantas ganas de bailar, baila conmigo, Erial.-Le cogió de la mano y le empujó hacia ella.

    Erial tragó saliva al notar los pechos de Nico contra el suyo. La muchacha había apoyado su cabeza en el hombro del chico y tarareaba una canción a la vez que sus caderas se movían lentamente.

    -¿Estás bien, Nico?-Preguntó el muchacho, que la había bajado sus manos hasta las caderas de la joven con el corazón latiéndole a mil por hora. ¿Podría ella oírlo martillear contra su pecho?

    La muchacha le besó en el cuello, pillando a Erial desprevenido, agarrándose a su espalda, y el muchacho pegó un brinco sin poder evitarlo al notar los suaves labios de la chica en su cuello. El vello se le había erizado y un escalofrío le había recorrido todo el cuerpo. Notaba la suave respiración de Nico contra su piel.

    -Nico…

    -Erial, tengo mucho calor.-Ella frotó su nariz en el cuello del muchacho.-Quiero quitarme este vestido que me está abrasando.

    -No, no, no…

    -Vamos a bañarnos en la fuente, seguro que nos refrescamos.

    La muchacha se separó de él y empezó a subirse el vestido.

    -No, Nico, para.-El muchacho la cogió de los brazos para que parase y ella se revolvió.-Nico, no eres tú… no hagas ninguna tontería…

    Nico le empujó y ambos cayeron sobre la mullida hierba, la chica encima de Erial. El muchacho estaba tan sorprendido que la miró a los ojos, aquellos ojos de color café que le removían el corazón. Estaban tan cerca que podía oler el vino dulzón que la elegida del agua había bebido durante la noche. La melena le caía a los lados de la cara y su mirada tenía una chispa de atrevimiento que no había visto antes.

    La muchacha le tocó la cara con una mano decidida, primero la mejilla y luego los labios y Erial se la cogió, deteniéndola. Nico se mordió el labio inferior, con las pupilas dilatadas.

    -Nico…

    -Esa soy yo.-Y la muchacha acercó su rostro hasta él y le besó.

    Erial, sorprendido, no pudo evitar dejarse llevar y la abrazó contra su cuerpo, acomodándola mejor encima suya y bebiendo de aquel húmedo beso. Había fantaseado tantas veces con aquello, que le daba igual que no hubiera salido como él habría querido y no podía evitar que su corazón saltase en su pecho desbocado. Los labios de Nico eran tan suaves y dulces que se olvidó de todo lo demás, los elfos, los elegidos, la profecía, el portal, todo. Nico se colgó de su cuello, acomodándose sobre él y pegando su cuerpo a cada curva de él. El calor que la había abrasado pareció aplacarse un poco con los besos de Erial, pero seguía ardiendo. No pudo evitar soltar un gemido de placer cuando notó las manos de Erial recorrer su espalda y tocándole el cabello con dulzura.


    -¿No deberíamos separarlos?-Preguntó Niall, tras unos arbustos, al lado de Freya, observando la escena y escuchando los gemidos.

    La muchacha sonreía.

    -Pero se está poniendo tan interesante…

    -No sé si a Nico le gustaría saber que el tónico élfico hizo que se acostara con Erial…

    -Vaaaaale, está bien. Tienes razón.-Freya se levantó, quitándose las hojas que se habían enganchado a su traje.- ¡Nico, Erial! ¿Dónde estáis?

    Niall se levantó a su vez y los dos miraron como un Erial sorprendido se separaba de la muchacha y la empujaba a un lado con cuidado, llevándose las manos a los labios. Freya esperó unos segundos antes de salir y caminar hacia ellos.

    -¡Oh, ahí estáis!-Exclamó, intentando que no se le notara la sonrisa.- ¡Os llevo buscando un buen rato! Nico, querida, ¿dónde andabas?

    La muchacha, que aún seguía sentada en la hierba sin zapatos, parpadeaba mirando a Freya como si fuera la primera vez que la viera en su vida.

    -Yo… yo…-La muchacha parecía estar saliendo del hechizo del tónico élfico y se llevaba una mano a la cabeza.

    -Vamos, debes estar agotada, nos iremos a dormir, ¿de acuerdo?-La ayudó a levantarse y miró a Erial, que mantenía la cabeza baja y las mejillas sonrojadas, su pecho aún subía y bajaba demasiado rápido.-Buenas noches, caballeros.-Al pasar junto a Niall le susurró:-Encárgate de él.

    Niall asintió y caminó hasta la fuente, donde Erial se había apoyado a recobrar el aliento.

    -¿Estás bien?-Se apoyó a su lado, pero dándole su espacio, no quería agobiarle ni molestarle con su presencia.

    -¿Cuánto habéis visto?

    -Nada…

    Erial le miró con aquellos ojos claros entornados. Sus cejas eran tan rubias que parecían blancas. La ropa se le había arrugado, y parecía no importarle, seguía con las mejillas arreboladas.

    -Freya no podía evitar tener esa maldita sonrisa suya en la cara, no soy estúpido.

    -No queríamos interrumpir, perdónanos, solo que… no creo que Nico fuera feliz haciendo todo eso bajo los efectos de un tónico desinhibidor.

    -Y tienes razón, yo tampoco habría querido.-Comentó Erial, y pensó que no había podido detener los besos de la chica que le volvía loco y aquello le hizo sentir fatal.-Habéis hecho bien.

    -Para eso están los amigos, para darse consejos y ayudarse.

    Erial miró a Niall, que le brindó una tímida sonrisa. No podía evitar cuánto había cambiado aquel muchacho que había vivido toda su vida encerrado en una celda, que estaba explorando el mundo exterior con ellos, aprendiendo algo nuevo en cada paso que daban. Y se sentía orgulloso de ver los progresos que había hecho, con él mismo y con todos.

    -Sí, es cierto, para eso están los amigos.-Y le devolvió la sonrisa.

    Así, juntos, se dirigieron de nuevo a la casa principal, dejando atrás la extraña fiesta que los elfos habían empezado con su tónico de color borgoña. Como Archie les había dicho, dentro de la casa no entraban ni el ruido ni la música, y podrían descansar para el día que les esperaba, que no iba a ser fácil. Volvería al exterior, donde el peligro podría estar escondido y al acecho detrás de cada roca, árbol o en el camino. Aquel tiempo que habían pasado en el país de los elfos les había hecho descansar del estrés que les perseguía, habían cogido fuerzas y habían comido alimentos frescos y cocinas. Pero no olvidaban que de nuevo, todo aquello de lo que habían huido volvería a perseguirles hasta que llegaran a su destino, el Portal de las Estrellas.
     
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    Título:
    El Portal de las Estrellas.
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    Aventura
    Total de capítulos:
    16
     
    Palabras:
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    Capítulo 12: Amaranto.

    Alaric vio impotente como el portal se cerró llevándose lo que más deseaba con él y una furia como ninguna otra le recorrió el cuerpo y le hizo gritar de frustración. Había estado tan cerca de conseguir lo que quería que lo había rozado con las puntas de los dedos. Los soldados a su alrededor ayudaban a los heridos y apagaban los fuegos que se habían desatado entre las tiendas. Todo era caos tras el paso de los elegidos, que habían aumentado su poder y los lazos entre ellos. Tuvo que apartarse al ver a dos médicos cargando con una camilla a un moribundo soldado directos a la carpa que habían improvisado para tratar de salvar al máximo posible de hombres. Alaric bufó, a su lado el demonio no se movía, observando el cadáver de su hermano gemelo. ¿Quizá sentiría pena por su pérdida? ¿Podía una abominación como él tener sentimientos o una pizca de corazón? Le habían prometido soldados indestructibles, y la espada totémica de Freya había acabado con uno de ellos. No sin esfuerzo, habían hecho falta los cuatro elegidos para acabar con él. Quizá sí había servido a su cometido.

    El Marqués de Bathory recordó la escena… Lo que había sentido Alaric al ver como Freya tomaba la mano del elegido del viento había sido horrible, como si una gélida garra se cerrase sobre su corazón y apretase sin consideración. ¿Qué era aquel sentimiento? Su pecho subía y bajaba, pero una presión se había instalado allí oprimiéndole el pecho. Debía serenarse, pensar en su Marisa y… Ah, pero no podía parar de pensar en la fiereza de los ojos de Freya, que al mirar al muchacho del viento habían cambiado, se habían aclarado y su rostro se había suavizado.

    -¡No puedo pensar en esto ahora!-Se riñó en voz alta.

    Sin embargo, aquello le aterraba, ¿podía la muchacha estar enamorada? ¿Y lo que habían vivido hacía unas semanas, en la Llanura del Wyccon? ¿No había sido nada para ella? Aunque ella estaba bajo su hipnosis.

    Recordaba perfectamente el calor de aquel día, a la muchacha en el suelo abrazando el cuerpo de su hermano herido…

    Alaric le había ofrecido la mano a Freya como lo hizo el Viento una vez la explosión de Freya y su herida fueron controladas. La chica había caído bajo su embrujo.

    -Ven conmigo.-Le dijo. Y la muchacha le había mirado con aquellos grandes y claros ojos verdes que tanto le gustaban. Se había levantado dejando a su hermano en el suelo, inconsciente y desangrándose, y con la ropa empapada de sudor y algunos rastros de sangre que no eran suya no podía evitar pensar que era hermosa.

    La muchacha tomó su mano, con el rostro impasible, y se acercó a él. Alaric la estrechó entre sus brazos, tocándola por primera vez. Su cuerpo bien formado y atlético, la calidez de éste debido a su elemento. Su mano recorrió su sucia mejilla, peinó su despeinada melena y centró sus claros ojos en aquellos labios carnosos que pedían a gritos un beso.

    No pudo evitarlo, la chica era lo que más deseaba en aquel momento. Y la besó, un beso corto que ella no devolvió. Pero aquello a Alaric le dio igual, la apretó contra él, besando de nuevo aquellos labios, perdiéndose en ella y su deseo.

    Y su no hubiera estado herido, la hubiera hecho suya en aquel maldito y sucio desierto. Sin embargo, su brazo palpitaba por la quemadura que ella misma le había propinado y había huido a lomos de su caballo, agarrándola con fuerza para que no escapara. Sin embargo, el destino tenía otros planes y la elegida del fuego había luchado contra su poder de hipnosis y había escapado, de nuevo. Otra frustración más para Alaric que empezaba a temerse que sus aliados se impacientaran.

    Temía tanto por su Marisa, que le esperaba al otro lado del Portal para volver a estar juntos una vez más, con su sonrisa y sus ojos azules… pero la imagen que tenía de la joven y hermosa princesa se difuminaba y se convertía en Freya, con sus fieros ojos verdes… que se dulcificaban cuando miraba al maldito Viento. El odio le acompañaba agarrado de su mano, un odio visceral hacia aquella persona que se le había escapado.

    Los Elegidos habían logrado hacerse con los Tótems y solo había un lugar al que podían ir ahora, El Portal de las Estrellas. Se enfrentarían a su destino final allí, y Alaric estaría esperándolos deseosos de echarles el guante. Ese Portal se abriría, aunque fuera lo último que hiciera en esta cruel vida. Y si el destino recorría otra senda, entonces se iría haciendo todo el daño posible a aquellos que habían frustrado sus planes.

    -¡Detened esas llamas de una vez!-La determinación de un príncipe sin herencia, de un enamorado que había perdido a su primer y único amor, de un hombre que buscaría venganza era muy peligrosa. Organizó a gritos a sus hombres para partir hacía su próximo y último destino.


    Niall salió del Portal y dejó a Freya en el suelo, que se alejó para apoyarse en un árbol y vomitar lo poco que había cenado y bilis, y sacudió sus alas para replegarlas a su espalda, que desaparecieron al igual que el carcaj. Las volvió a convocar, como el Arco de la Brisa, y las alas volvieron a aparecer junto al arco en su mano. Todos le miraron interesados.

    -Bonitas alas, Niall.-Le guiñó un ojo Archie y Niall se sonrojó ligeramente. Dirfin convocó luz en la punta de su báculo y lo clavo en la tierra para iluminar el lugar, pues la noche era oscura y el bosque frondoso.

    Tanto Nico como Erial se habían sorprendido al ver llegar al elegido del viento con aquellas alas al campamento que habían dejado atrás, al igual que el carro y los caballos. Todas sus cosas se habían perdido… y evidentemente era muy peligroso volver atrás a buscarlas.

    Archie se sentó en una roca y suspiró, agotado, con los músculos agarrotados pese a la curación de Nico. Habían conseguido salir de esa y aun les quedaba lo más difícil. Se sintió tan cansado y notó como los años le pesaban pese aún ser joven, echando de menos la fortaleza de Jacal, el cariño de Alwyn... Le había hecho una promesa a la elfa y la iba a cumplir, y como le había dicho a Níniel, volverían a encontrarse todos juntos. A su lado, los elegidos demostraban lo mucho que habían aprendido de su maestro y revisaban el perímetro. Nico sanó a Cirdán, Erial se perdió entre los árboles y Niall levantó el vuelo. Les había enseñado todo lo que había podido en el poco tiempo que habían estado juntos y cada día le sorprendían con su fortaleza, sus habilidades y el máximo poder de sus dones. Aquellos cuatro muchachos eran increíbles.

    Un golpe le sacó de su ensimismamiento.

    Su mirada se centró en Freya, que golpeaba el troncó del árbol una y otra vez mientras Jensen intentaba calmarla. Algo iba mal.

    -Mierda, mierda, mierda. Estaba tan cerca…-Su cuerpo se arqueó con otra arcada.- ¡Joder!

    Archie se levantó con esfuerzo y se dirigió a Freya, Jensen se volteó y se volvieron a mirar a los ojos. Era curioso, pensó Archie, lo parecidos que eran los ojos de los hermanos y lo diferentes. La mirada de Freya podía ser dura y oscura, sin embargo, la de Jensen le pareció clara y amigable.

    -¿Me permites?

    Jensen se apartó de su hermana sin muchas ganas, dejándole espacio a Archie para acariciar la espalda de Freya y tocarle la frente con una mano sucia de hollín.

    -Tienes que dejar de descontrolarte. Creo que tu poder está… haciéndote esto, Freya.-Le dijo, mirándole a los ojos. El miedo los surcó por un momento, pero volvieron a demostrar aquella fortaleza de nuevo.-Si no te controlas, no sé qué pasará cuando debas desatar todo tu poder y tu cuerpo esté débil.

    -Es una indigestión, nada más.

    -Llevas días así… no creo que sea una indigestión.

    -Me pondré mejor, controlaré mi poder con los ejercicios de Alwyn y… de verdad, estoy bien.

    Archie la miró largo rato, pero asintió.

    -¡Reconozco este lugar!

    La voz de Nico les sorprendió y se volvieron hacia ella. Se había recogido el cabello de nuevo y se lavaba las manos de sangre con el agua de la cantimplora que siempre la acompañaba. Por primera vez, el grupo se centró en el paisaje que les envolvía. Habían dejado el verde y marrón de las montañas atrás para llegar a un valle de árboles y arbustos de hojas de color azul. El sonido de los pájaros era una sensación fresca y tranquilizadora.

    -Estamos en Amaranto.-Dijo Dirfin.

    -No muy lejos de mi ciudad, por suerte.-Comentó Nico.-Por ese camino se llega a Nazar, y un poco más al oeste hay un pequeño lago donde nadaba con mis hermanos mientras mi padre pescaba. Estoy en casa…

    La sensación que recorrió a Nico en aquel momento fue de añoranza y alegría. Volvía a ver el azul de los árboles, a oír el cantar de los petirrojos que poblaban las tierras y sentía cerca a los suyos. El gozo pareció contagiar al resto, aquella hermosa sonrisa de la muchacha era contagiosa y se alegraban de respirar un poco más tranquilos. No todo estaba perdido. Sí, estaban cerca del territorio inhóspito en el que se encontraba el Portal de las Estrellas, pero también podrían estar en un lugar seguro.

    -Hemos dejado atrás el carro con los caballos, todas nuestras cosas y dinero…-Archie habló para todos, que escucharon atentos. Miro a Nico y ésta se sorprendió.- ¿Podemos pedir ayuda a tu familia, Nico?

    -No hará falta.-La voz de Niall les sorprendió.

    Archie se volvió, pero no a tiempo de que alguien se lanzara sobre él y lo hiciera caer de espaldas al suelo con un fuerte golpe.

    -¡Maestro!

    Archie, sorprendido, observó a la hermosa chica que le abrazaba con lágrimas en los ojos sin querer soltarlo.

    -¿Serena?

    Serena le sonrió, con aquellos ojos oscuros empañados por las lágrimas. Los Elegidos observaban la escena sin entender.

    -¡Maestro!

    Archie alzó la cabeza y vio a tres jóvenes vestidos con las mismas ropas que había llevado con él durante su viaje con los elegidos. Erial había aparecido detrás de los exploradores y observaba todo en silencio, sin entender quiénes eran aquellas personas.

    -Patrick, Ronnie, Geran…-Archie les sonrió desde el suelo.- ¡Mis niños!

    La muchacha de cabello castaño y ojos oscuros se sentó y le hizo una reverencia. Al igual que los tres muchachos que le miraban con sonrisas en sus jóvenes rostros. El más alto, Patrick, era rubio y tenía unos grandes ojos azules, Ronnie, era de anchas espaldas e idéntico a Serena, pues eran mellizos. Por último, estaba el pequeño Geran, que era castaño y sus ojos eran violetas.

    -Me alegro tanto de veros…

    -La Maestra Alwyn nos hizo saber que nos ibas a necesitar y… aquí estamos.-Explicó Patrick, ofreciéndole la mano para ayudarle a levantarse.

    Archie la aceptó con ganas y lo abrazó, como al resto.

    -Deberíais estar en la Academia y…

    -Allí donde nuestro maestro nos necesite estaremos nosotros.-Le dijo Ronnie.

    -La Academia no puede enseñarnos nada que no hayas hecho tu ya.-Comentó Geran, sonrojado.

    Archie suspiró.

    -Tengo que darle las gracias a Allie por esto…-Se giró hacia sus compañeros de viaje y les presentó.-Ellos son los Elegidos de la Profecía y los Elementos.

    Los cuatro exploradores abrieron mucho los ojos, sorprendidos. Alwyn les había contado más bien poco de su misión y, aun así, habían acudido raudos a ayudar a sir Archibal Mata demonios sin pensarlo. Todos aspiraban a convertirse en un gran y afamado Mata demonios como él, el mejor explorador del mundo. Y ahora, ante ellos, aquellos cuatro jóvenes eran los que iban a cerrar el Portal de las Estrellas de una vez por todas y a acabar con el sufrimiento que los demonios estaban llevando a cabo en su mundo.

    -¿Son tus aprendices?-Preguntó Jensen, curioso.

    -Sí, los he instruido desde que sus padres me dejaron su enseñanza en mis manos.-Contestó Archie.-O al menos, eso hice hasta que os encontraron a vosotros y tuve que modificar un poco mis planes.

    -¡Hola!-los saludó Nico, con una adorable sonrisa y acercándose a ellos. Presentó a sus amigos con mucho gusto e hizo una introducción sobre sus poderes.-Espero que nos hagamos grandes compañeros en esta recta final de nuestro viaje.

    -¡Estoy seguro de ello!-Comentó Patrick, con una sonrisa amigable.-Tenemos nuestro campamento cerca de aquí, deberíamos marcharnos, un husmeador podría delatarnos por el uso del portal de la señora Silken. Geran se encargará de él.-Y el pequeño muchacho asintió con ganas, movió los labios y comenzó a crear un hechizo hasta que Dirfin le detuvo.

    -No os preocupéis por eso, crearé otro Portal para despistarlos. Nosotros no seguiremos con el viaje, nos separamos aquí, elegidos.-Habló, acercándose a su báculo.-Debemos volver a Amera y contarle a Su Majestad todo lo que hemos vivido.

    Archie asintió, acercándose a la hermana de su mejor amiga y ofreciéndole la mano a ella y los gemelos elfos, que la aceptaron con gusto. Archie no tenía que demostrar nada ante los elfos, pues su reputación en tierras élficas era aclamada, aun así, los gemelos le hicieron una reverencia de respeto, no olvidando nunca lo que habían vivido.

    -Muchas gracias por todo.-Les dijo Erial.-Habéis sido de gran ayuda en nuestro viaje, y creo que hablo en nombre de mis compañeros para haceros saber lo agradecidos que estamos por la ayuda y la compañía. Hemos aprendido muchísimo de vuestro pueblo y costumbres, y cuando todo esto acabe esperamos que nuestros caminos se vuelvan a cruzar.-A su lado, Freya, Nico y Niall les hicieron una larga reverencia.

    -Ha sido un orgullo combatir con guerreros tan fieros como vosotros.-Dijo Jensen, haciendo una inclinación de la cabeza.

    Los elfos les devolvieron la reverencia a los Elegidos y Dirfin comenzó a dibujar las siglas del portal en la tierra para volver a Amera donde tenían mucho trabajo aún.

    -Sir Archibald, me gustaría comentarte una cosa a solas.

    -Por supuesto.

    Archie se acercó a la elfa y hablaron durante unos minutos en susurros mientras los gemelos elfos traspasaban el portal. Archie pareció sorprendido de lo que le dijo la elfa y miró a los elegidos.



    -Espero poder ver a mi familia aunque solo sea un rato… les echo tanto de menos.-Comentó Nico, ignorando la conversación de su maestro y la elfa.- ¿Creéis que será posible?

    -Seguro que sí, Nico, iremos a verlos.-Le dijo Freya.-Y nos encantará conocerlos.

    Nico la abrazó con fuerza y Freya se sorprendió, pero la correspondió.

    Erial sonrió y Freya le agarró para que los tres se fundieran en un abrazo.

    -Tú no te escaqueas, platitas.

    -¡Niall, ven aquí!-le llamó Nico.

    Niall se sonrojó, pero abrazó a sus compañeros. Los cuatro abrazados daban una imagen de amor y amistad que no pasó desapercibido para los jóvenes aprendices de Archie. Incluso Jensen sonrió, sabiendo que su hermana había estado bien acompañada gracias a sus nuevos amigos.

    -Estamos muy cerca del final, chicos.-Habló Freya.-Un poco más y lo habremos conseguido.

    -No podemos fallar cuando hemos llegado tan lejos.-la apoyó Erial.-Tenemos que conseguirlo… mucha gente depende de que lo hagamos.

    -Lo conseguiremos si permanecemos juntos, como hasta ahora.-Habló Nico.

    -Lo lograremos.



    El campamento de los exploradores no estaba muy lejos, y cuando llegaron montaron otras dos tiendas más y encendieron un fuego. Todos sentían como el agotamiento se instalaba en ellos, comieron un poco de caldo que había hecho Geran y que les ofreció con una tímida sonrisa y no tardaron en notar como el sueño les vencía. Archie había estado callado durante todo el camino y parte de la cena, ensimismado, mirando a los elegidos de vez en cuando. Fue el primero en retirarse a una de las pequeñas tiendas seguido de Jensen, que necesitaba recuperar fuerzas.

    -No tardéis en iros a dormir, y las guardias…

    -Descansad.-Apremió a decir Serena.-Lleváis un largo camino y aún queda mucho por venir, dormid esta noche y nosotros nos ocuparemos de la guardia.

    Archie asintió, orgulloso de lo que había inculcado en aquellos cuatro jóvenes.

    -Buenas noches a todos, descansad.

    Serena había repartido mantas a los elegidos y estaban frente al fuego. Iban a compartir los cuatro una tienda y en la otra dormirían dos de los exploradores que no harían la guardia. Freya y Nico siguieron a Archie y se fueron a dormir, mientras que Erial y Niall se quedaron junto a los gemelos exploradores un rato más.

    Erial se sentó junto a su amigo y le sonrió.

    -Las alas… son geniales.

    -No sé por qué las tengo… aparecieron sin más cuando salí del Templo y quise volar. Agradezco el tenerlas, antes solo podía llevar a duras penas a dos personas conmigo, pero con ellas…-Las convocó y las abrió, haciendo sombras con el fuego y sorprendiendo a los exploradores que las miraban con adoración.-Ahora puedo llevar más peso encima…y nos ayudó a vencer a Alaric.

    -Me hubiera gustado verle la cara a esa rata de Alaric cuando llegamos…

    -Nos odia, ¿lo sabías?-Erial abrió mucho los ojos.-No nos conoce… pero nos odia. Y quiere a Freya por encima de todo… Está obsesionado con ella. No sé si la ama o no, pero siente un enfermizo deseo por ella.

    -No lo conseguirá… no mientras estemos nosotros.-Erial le puso una mano en el hombro a Niall.-Nos cuidamos unos a otros, es parte de la amistad, de nuestro vínculo.-Erial miró a los exploradores, que desviaron la mirada y carraspearon como si no estuvieran oyendo la conversación.-Tenemos una promesa.

    Niall asintió.



    Serena no podía evitar el dejar de mirar al chico de las alas, había crecido una fascinación dentro de ella, una curiosidad que hacía que sus ojos oscuros no perdieran de vista a aquel muchacho y lo siguieran todo el rato. Durante toda la noche estuvo pensando en las hermosas y espectaculares alas y aquellos ojos blancos como el hielo. El muchacho era muy apuesto y le gustaba, muchísimo. Se le veía gentil y agradable cuando hablaba con el resto, respetuoso y considerado. Y al amanecer, cuando estaban desayunando, él le había ofrecido fruta que había recolectado de los altos árboles para agradecer a los explorados su ayuda. La había aceptado con gusto, y sus manos se habían rozado. Su piel era igual de tibia que la suya, suave y no podía evitar sentirse atraída por él. Volaba, volaba como las aves en el cielo, y ella quería volar también.

    -¡Serena!

    La voz de su hermano la sacó del ensimismamiento. Caminaban por el Camino Central hacia Nazar, donde comprarían víveres, visitarían a la familia de Nico y se prepararían para el viaje hacia territorio demoníaco. Niall iba a la cabeza con Nico, le había estado observando durante todo el camino. Archie seguía silencioso, nadie quería importunarle preguntándole qué le ocurría, los hermanos de ojos verdes iban hablando animadamente sobre sus vidas, parecía que hacía años que no se veían, y el elegido de la tierra, el del cabello naranja, había hecho buenas migas con Patrick y Geran.

    -Perdona, estaba pensando en mis cosas y no te oía…

    -¿Quieres agua?-Su hermano le ofrecía su cantimplora.

    -No, estoy bien.

    -Te gusta el de las alas.

    Aquella afirmación la hizo volverse a hacia su hermano, que la conocía demasiado bien, no por algo habían compartido placenta nueve meses.

    -Puede… es un chico muy guapo.

    -Se te va a notar, no paras de observarlo, disimula mejor.-Y le sonrió con picardía.-Esas alas son geniales… ojala yo las tuviera.

    -Sí, no están mal… pero no voy a dejarlo estar, ¿y si no vuelvo a encontrarme con alguien que me guste tanto como él?

    -Pues tienes un problema, porque él ni te mira, creo que ni sabe cómo te llamas, ¿y quieres seducirle? Me parece que has dado con la horma de tu zapato.

    Serena le fulminó con la mirada y se adelantó para caminar junto a sus compañeros, evidentemente se puso detrás de Niall y éste al verla la sonrió. Ella se sonrojó y le devolvió la sonrisa. Iba a conquistarlo, estaba decidida, y ni su hermano ni nadie le haría cambiar de parecer.


    La granja de la familia de Nico era modesta, una pequeña casa de dos plantas, un granero y dos cercas para gallinas y ovejas. Un alto muchacho de cabello violeta y rizado labraba la tierra con esfuerzo mientras un gran perro ovejero le observaba. El perro ladró y el muchacho levantó la cabeza, apartándose el sudor de la frente, para observar al variopinto grupo que se acercaba por el camino hacia su casa.

    -¿Nico?

    La muchacha echó a correr por el camino, saltó la vaya y se abrazó con fuerza a su hermano, alegre por volver a verlo.

    -¡Nathaniel!

    El perro ladraba a su alrededor con alegría y Nico lo acarició con ganas.

    -¿Qué haces aquí?-Le preguntó su hermano, sorprendido.

    -He venido a veros antes de seguir con mi viaje.

    -¿Nico?

    Los ladridos del perro habían alertado a la familia, que se había asomado y habían visto la llegada de su hija. Ésta se giró y les mostró la sonrisa más bonita que Erial había visto en mucho tiempo. Le encantaba ver a su amiga así, hacía que su corazón latiese más deprisa y quisiera ser lo que la hacía tan feliz… Sin poder vitarlo, su mente volvió a los besos que se habían dado y se sonrojó sin poder evitarlo.

    -¡Hola a todos!

    El reencuentro después de tanto tiempo fue largo, Nico se abrazó a todos, desde la pequeña Naya que apenas era una chiquilla de diez años, su hermana mayor Noa, que tenía un abultado vientre, su marido Stefan y sus padres, Linda y Peter. Todos tenían tonalidades de cabello parecidas a Nico, desde el morado de la elegida al violeta de su padre y hermano mayor. Los ojos de todos eran castaños, y vestían ropas características del país.

    -Como me alegro de verte, cariño.-Su madre no la soltaba.-Te he echado tanto de menos, mi niña.

    Nico se dejó abrazar por su madre, no mostrándose impaciente, ella misma la había echado de menos, al igual que al resto de su familia.

    -¿Esos son tus compañeros?-Su padre había reparado en el grupo que esperaba paciente a que Nico saludara a su familia.

    Nico se separó de su madre y les hizo una seña para que se acercaran.

    -Sí, ellos son el resto de elegidos y exploradores que nos guían en nuestra misión.

    Tras una larga presentación, la familia de Nico los hizo pasar dentro de la casa invitándoles a comer y a que les contaran sus aventuras. Nadie se hizo de rogar, una comida caliente y dormir bajo techo era lo que necesitaban en aquel momento. La tarde había empezado a caer cuando entraron por la puerta de la modesta casa. La primera planta era un comedor y la gran cocina, donde el aroma de lo que estaba cocinando la madre de Nico les hizo salivar. Como no cabían todos en la casa, Peter, Nathaniel y Stefan se dirigieron al granero para prepararlo para sus invitados.

    -Ven, Freya, te enseñaré mi habitación.-Nico había agarrado de la mano a Freya y la arrastraba escaleras arriba mientras Noa retenía a Archie y Jensen con ella y les hacía tocarle el abultado vientre, cosa que hacía sonrojar a los jóvenes.

    Niall y Erial le contaban a Naya como era la tierra de los elfos, o más bien Erial se explayaba mientras Niall asentía con una sonrisa hasta que notó una mano en su hombro y al voltearse se encontró con la chica exploradora.

    -¿Vamos a por leña? Así agradecemos a la familia de tu amiga la hospitalidad.

    Niall asintió, le hizo una seña a Erial, que relataba la fiesta a la que habían asistido como invitados del conde Makarov, y siguió al resto de exploradores. No habían olvidado que seguían siendo la presa de Alaric y los demonios, así que Geran y Patrick se alejaron para inspeccionar el terreno y poner un par de trampas que les avisaran si eran atacados. No podía decirse que no eran aprendices de Archie.

    Niall siguió a los gemelos exploradores fuera de la verja que limitaba las tierras de la familia de Nico hacia el bosque y entraron. Fue cogiendo ramas secas como sus compañeros y cuando creyeron que era suficiente, volvieron, había oscurecido y no querían arriesgarse ni perderse la cena. Le dieron a Ronnie toda la leña y se la llevó al lugar donde el padre de Nico guardaba la leña, que le hacía señas para ir hacia allí. Niall caminó hacia la entrada de la casa, pero Serena le retuvo del brazo.

    El muchacho, sorprendido, la miró a los ojos. La muchacha le devolvía la mirada sonrojada. Había poca luz debido a la noche, y el ajetreo que había en la casa se oía a través de las ventanas.

    -Niall…

    -¿Ocurre algo?

    -Quería decirte que eres muy valiente por todo lo que estás haciendo para cerrar el portal.-Le dijo ella, acercándose al muchacho.-Todo lo que has debido sufrir y luchar hasta llegar aquí…

    -Sí, somos un gran equipo los cuatro juntos, yo no hubiera podido hacer nada sin ellos.

    La chica pestañeó varias veces, acercándose peligrosamente a Niall, que dio unos pasos hacia atrás, pero si continuaba, pisaría las coles del huerto y tropezaría hasta caer, así que tuvo que detenerse. No quería molestar a la familia de Nico siendo descortés y pisándoles las verduras. Tenía a Serena demasiado cerca, podía oler el aroma del bosque en ella, sus ojos eran tan oscuros que no se distinguía donde empezaba la pupila. Tragó saliva y ella le pasó los brazos por el cuello, con aquella mirada seductora, colgándose de él y pegando su cuervo bien formado al suyo. Podía notar el calor que atravesaba el cuerpo de la muchacha perfectamente, sin embargo, el suyo propio iba perdiendo calor sin entenderlo.

    -¿Sabes? Eres tan apuesto… y te he visto hablar con todos, y eres tan considerado. Muy pocos hombres son como tú, Niall.

    La cara de Serena estaba demasiado cerca de Niall, y no sabía cómo apartarla sin hacer sentir mal a la muchacha. Llevaba tan poco tiempo en el mundo abierto que no entendía muy bien el mecanismo del resto de los humanos. Se había acostumbrado al resto de sus compañeros por el tiempo que había pasado con ellos, pero no sabía cómo funcionaba aquella chica, ni si era normal estar tan cerca de alguien que podía oler su aliento. Solo había hecho aquello con Freya, quien le había regalado una intimidad que solo quería compartir con ella. Sus brazos colgaban laxos al costado de su cuerpo, no queriendo tocar a la muchacha y permanecía tan quieto que casi no respiraba.

    -Yo…

    -Y esos ojos son increíbles, como tus alas. ¿Me llevarás a volar algún día?-La voz de la muchacho sonó ronca, como si estuviera llena de deseo, y sus ojos parecían oscurecerse más por momentos al dejarse llevar por él.

    -Cla-claro…

    Serena sonrió y fijó su oscura mirada en los labios de Niall, acercándose amenazadoramente hacia ellos. Niall no podía escapar, sentía como una gota de sudor frío recorría su espalda mientras los labios de Serena estaban a punto de rozar los suyos.

    -¡Niall!

    Serena pegó un brinco por segunda vez en aquel día, sorprendida, y Niall aprovechó para alejarse de ella en dirección de la voz de Erial, que lo llamaba, con las piernas temblando por la tensión que había acumulado en un momento y notando como si respirase por primera vez en muchos minutos.

    -¡Aquí!-Dijo casi desesperadamente con voz trémula.

    Erial se volvió y le vio no entendiendo el estado de su compañero, al cual había echado en falta mientras el resto de la familia y compañeros preparaban la cena.

    -¿Me ayudas a poner la mesa?-Le preguntó.

    -¡Claro!

    Niall corrió dejando a Serena sola junto a las coles, sin entender qué había ocurrido y por qué el muchacho no había caído bajos sus encantos.



    Freya tragó saliva, mirando desde la ventana como Niall entraba dentro de la casa y aquella chica se reunía con su hermano gemelo. Se apoyó en el alféizar de la ventana y éste hecho humo ante su contacto.

    -Oh, Freya…

    Nico, que se había llevado una mano a la boca, sorprendida por la escena que habían contemplado desde la ventana la miraba preocupada. Desde aquella perspectiva, habían visto cómo Serena besaba a Niall y éste no se apartaba. Freya carraspeó, alejando las manos de la madera y cerrando los puños, controlando la rabia que había sentido al ver aquello.

    -No pasa nada… no estamos juntos, Niall puede hacer lo que quiera con quien quiera.-Argumentó, intentando mostrarse tranquila. Sonrió a Nico, que seguía mirándola con aquella cara de preocupación.-De verdad, estoy bien. ¿Bajamos?

    Le dio la espalda a Nico y cogió aire para serenarse. Nico, sorprendida porque su amiga no hubiera perdido el control corrió tras ella… sin entender por qué no aceptaba los sentimientos que tenía hacia Niall y dejaban aquella historia. No tenían tiempo para perder, no sabían si volverían del Portal de las Estrellas, y aquel pensamiento hizo que a ella misma se le removiera algo en el pecho.

    Una vez abajo, Nico y Freya ayudaron en lo poco que quedaba. Linda no había preparado un manjar para reyes, pero lo que hizo, estaba riquísimo y fue alabado y agradecido por todos. Noa y Stefan se marcharon después del postre a su casa, con pena al despedirse de Nico, ya que al día siguiente partirían y no sabían cuándo volverían a verse.

    -Hermanita querida, cuídate, y vuelve pronto… y si es acompañada por Erial, no nos importará, me gusta la forma en que te mira.-Y soltó una risilla que hizo enrojecer a Nico.

    El peli naranja se había sonrojado y hacía como si no hubiera escuchado nada, fingiendo escuchar a Geran y Patrick.

    -Muchísimas gracias por todo.-No paraba de repetir Archie, ya que Nathaniel y Peter les habían preparado una bolsa con víveres para el resto de su viaje.-De verdad que esto será agradecido cuando acabe, el Conde Makarov se enterará porque pienso decírselo.

    Linda sonrió.

    -Solo espero que todos volváis de vuestra misión y que pronto acabe todo.

    Archie asintió.

    Peter subió a una dormida Naya escaleras arriba, que se había quedado dormida en el regazo de Freya.

    -Será mejor que todos nos vayamos a dormir.-Comentó Jensen.-Y así dejamos dormir tranquila a la familia.

    -¡Por supuesto!-lo apoyó Archie.

    Así, dieron las buenas noches a Linda y Peter y se dirigieron al granero. La oscuridad era casi total, pero Nathaniel había prendido algunas antorchas para guiar el camino hacia el lugar y el perro les seguía moviendo el rabo. Una vez dentro del granero, se fijaron en las improvisadas camas con mantas hechas de paja y sonrieron, la familia de Nico se estaba portando genial, aquello era más de lo que se merecían.

    Nathaniel cerró la puerta del granero y se alejó a un rincón escondido, donde sacó una caja llena de bebidas que tintinearon con los pasos del alto muchacho.

    -¿Qué os parece una copita antes de dormir?-Preguntó, con una sonrisa.

    -Este chico me gusta.-Comentó Archie, ayudándole a servir en vasos de madera aquel licor afrutado y de color amarillo.-Huele genial.

    -Lo destilamos mi padre y yo para venderlo en el mercado y sacarnos algo de dinero.

    -Cuando le diga al Conde Makarov de tan buen licor, no dudará en hacer un gran pedido, amigo mío.-Le dijo.-Y créeme que lo haré.



    Freya se había sentado en el que iba a ser su lecho con su copa, sola, meditabunda. Hasta que Nico se sentó junto a ella.

    -Freya… tengo algo que decirte… he dicho una mentira.-La chica parecía alterada.

    Freya la miró sin entender.

    -¿Qué?

    -No sé si será el licor de mi hermano o… que este secreto me puede, pero tengo que contárselo a alguien… y solo puedo confiar en ti.

    -¿Qué ocurre, Nico? Me estás preocupando.

    -Besé a Erial.

    Los grandes y castaños ojos de Nico la miraban con preocupación y nerviosismo. Freya le devolvió la mirada, apretó los labios para que la sonrisa no se ensanchara y la cogió de las manos para mostrarle su apoyo.

    -¿Te acuerdas?-Le preguntó entonces.

    Nico cambió su mueca a una de sorpresa.

    -¿Lo sabes?

    -Bueno, creo que lo sabe hasta Archie…-Le dijo Freya.-Nadie quería decirte nada porque como habías bebido un poco de aquel brebaje élfico pensábamos que no estarías cómoda con ello.

    -Ay, Dioses.-Nico se sonrojó.-Sí, bebí un poco y… que vergüenza.

    -Nico… ¿a ti te gusta Erial?-Le preguntó la pelirroja, mirándola seriamente.-Porque es obvio que él bebe los mares por ti, está muy colado. Antes disfrutaba haciéndole rabiar con según qué comentarios… pero ahora…

    -Yo…-Nico le soltó las manos y se sentó mirando al grupo que bebía y reía frente a la fogata improvisada que les había encendido Freya. Erial hablaba y sonreía mientras Geran y Patrick le miraban con atención y asentían a cada palabra que el elegido de la tierra decía. El muchacho llevaba el cabello naranja despeinado y varios mechones le caían por la frente y le molestaba, ya que se lo apartaba cada cierto tiempo, quizá necesitaría cortarlos en un futuro.-Me gusta estar con él, pienso mucho en él…-Se mordió el labio inferior.-No sé qué siento, Freya… ahora mismo estoy muy confundida. Pienso en lo que nos espera mañana, entrando en territorio de demonios y no sé si quiero pensar en algo como esto ahora…

    -Lo entiendo, preciosa, lo entiendo.-Freya le pasó un brazo por los hombres y la llevó hacia su pecho.-Yo tampoco quiero…-Y sus ojos verdes buscaron la cabellera azabache del elegido del viento.- ¿Dónde está Niall?

    Nico se separó un poco de su amiga y observó el granero. Nathaniel y Jensen estaban en un rincón jugando a las cartas y riendo a carcajadas mientras Archie les observaba con una sonrisa en los labios y acariciaba la cabeza del perro, que descansaba en su regazo. Ronnie se había quedado dormido apoyado en una viga con varios vasos de madera a su alrededor vacíos y roncaba tenuemente. Erial continuaba con Geran y Patrick, pero éste vez, el pequeño de los tres estaba relatando algo mientras Erial escuchaba atentamente. Ni rastro de Niall ni la chica exploradora. Nico notó el aumento de la temperatura de Freya y se preocupó.

    -Freya…

    Su amiga apretaba un puño que echaba humo.


    Niall había salido del granero un poco agobiado después de tomarse dos vasos del licor del hermano de Nico. No estaba acostumbrado a tomar bebidas así, y necesitaba tomar aire, un nudo se había instalado en su garganta y sentía un vacío en el pecho. Freya le había ignorado durante toda la cena, e incluso cuando les había tocado fregar los platos a los dos solos en la cocina, ni le había mirado. Él había tenido la esperanza de hablar con ella como hacían antes, de oír su risa, que era música celestial para sus oídos. Sin embargo, la elegida del fuego no quería saber nada de él, le había mirado duramente y había dejado de intentarlo. Se sentía tan solo pese a haber estado rodeado de tanta gente, que allí, apoyado en la fría madera del granero sabía que quien quería que viniese a estar con él no lo haría. Sentía que estaba a punto de desmoronarse, allí, bajo las estrellas él solo, sus ojos se aguaron de lágrimas que no quería derramar. Y aquellas nubes que le habían acompañado durante todo su cautiverio, volvieron a su cielo, tapando el brillo de las estrellas. Y él no podía hacer nada. Necesitaba de verdad a Freya, su calor, de verdad que la necesitaba aquella noche.

    La puerta del granero se abrió, sacándole de su ensimismamiento. ¿Sería Freya?

    -Hola.

    Serena se acercó a él lentamente.

    -Hola.-La saludó él, sacudiendo la cabeza para dejar de pensar en Freya y limpiándose los ojos.

    Serena se sorprendió.

    -¿Estás bien?-Preguntó, apoyándose a su lado y dejándole un poco de espacio.

    -No, pero no importa.-Respondió él con sinceridad.

    -Niall…

    -Serena… ¿te llamas Serena, verdad?-La chica asintió, molesta porque Ronnie tenía razón.-Me siento muy solo esta noche… y de verdad necesito a alguien… pero ese alguien no quiere estar conmigo…

    -No digas nada. Es Freya, ¿verdad?

    Niall le miró con aquellos claros y extraños ojos y asintió, dejando que las lágrimas volvieran a llenarlos.

    -Yo…-Serena le abrazó con fuerza y el muchacho le correspondió. Le había visto intentando algo con la elegida del fuego en la cocina y se había sentido fatal al verle tan abatido.-Nadie debería tener el poder de hacernos sentir así… No merecemos sufrir por alguien, ni por algo, pero vivimos en un mundo cruel y debemos aprender a soportar el sufrimiento.-Se separó un poco de él y le miró directo a los ojos.-Déjame paliar un poco tu sufrimiento…-Y le besó.

    Niall se sorprendió tanto por aquel beso que se quedó muy quieto. Los labios de Serena le devoraban, pero él no pudo hacer otra cosa que echarse a llorar y abrazarla con fuerza.

    La puerta del granero se abrió con estrépito, sorprendiendo a la pareja que se separó, y desencajando la puerta lazándola varios metros lejos. Freya salió con Nico detrás de ella tratando de tranquilizarla.

    -Freya… por favor… Freya, detente.

    Serena observó a las dos muchachas sin entender, cogiendo de la mano a Niall que observaba la escena sorprendido. Freya se fijó en aquel gesto, igual que Nico.

    -¿Nico?

    -¡El fuego la está descontrolando!-Gritó, intentó agarrar a la muchacha del brazo pero el contacto la quemo.- ¡Freya!

    -¡Déjame en paz!-Freya empujó a Nico con una honda de calor que la lanzó contra la pared del granero y se volvió hacia Niall, con el ojos ardiendo de furia, había herido a Nico sin querer, sus sentimientos eran un hervidero y el culpable de todo aquello era Niall.-Tú… ¡Mira lo que has hecho!

    Nico resbaló hasta la hierba, con un feo corte en la cabeza, aturdida.

    -¡Freya! ¿qué demonios haces?-Erial había salido al oír el estruendo y empalideció al ver lo ocurrido.- ¡Dios míos, Nico!

    La muchacha sacudía la cabeza y se limpiaba la sangre.

    -Estoy bien, lo ha hecho sin querer. Erial… necesita ayuda.-Le decía Nico, tratando de levantarse, pero aún estaba atontada por el golpe.

    -¿Qué pasa?-Erial la ayudó a levantarse y acarició su frente pasando su mano por la herida, que se tornó verde y curó la herida de la muchacha.

    -Está muy enfadada…

    -¿Por qué?-Preguntó Niall, sin entender todo aquel embrollo.

    Nico alzó la vista y miró al muchacho, le miró con paciencia y se encogió de hombros.

    -Por ti, Niall…

    Niall se sorprendió y centró su vista en Freya que se acercaba dejando un reguero de llamas tras ella. ¿Acaso la muchacha estaba molesta con él porque estaba pasando tiempo con Serena?

    -Vete, Serena…-Le dijo a la muchacha a su lado.

    -Ah, no, tu amiguita se puede quedar… Quiero tener unas palabras con ella.-La voz de Freya era afilada como una espada.

    Serena miró a Niall.

    -¿Qué?

    Niall la agarró de los hombros y la miró a los ojos.

    -Esto no va contigo…-Le dijo.

    -Pero…

    -No quiero que te hagan daño.

    -¡Y un cuerno!-Serena empujó a Niall a un lado y se enfrentó a Freya.- ¿Qué es lo que quieres? No quieres estar con él, lo dejas claro… ¿y él no puede ser feliz con otra persona?

    Aquellas palabras chocaron en el interior de Freya, que se enfadó no solo por la situación si no con ella misma por ser una cobarde.

    -Tú no lo entiendes.-Le chilló a Serena, creando llamas a su alrededor.

    -Ni quiero.

    -Estúpida niñata…-Freya le lanzó una bola de fuego que fue apagada por un muro de agua y una enredadera se cerró en torno a su cintura y tiró de ella hacia atrás.

    Freya cayó al suelo, haciéndose daño. La enredadera de Erial ardió con ímpetu y se levantó.

    Archie salió del granero seguido de Jensen y el resto.

    -¿Qué demonio está pasando?

    -¿Me vais a atacar?-Preguntó Freya, que con una pirueta le lanzó una bola de fuego a Erial, que la esquivó, dio una pata al suelo y le lanzó una roca que Freya esquivó fácilmente.

    -¡Cuando te controles dejaremos de hacerlo!-Exclamó Erial, que había lanzado otra enredadera entorno a la cintura de Freya y la apretaba con fuerza.-Estás celosa, Freya, admítelo… ¡Admite que estás enamorada de Niall!

    -¡Lo haré cuando tu hagas lo mismo con Nico, platitas!-Freya se deshizo de la enredadera igual de fácil que la anterior vez.-No quiero haceros daño…

    Archie fue a intervenir, preocupado por cómo estaba yendo el enfrentamiento. No podían ponerse a pelear entre ellos cuando estaban tan cerca de su meta y necesitaban la fortaleza que el estar juntos les confiaba.

    El viento de Niall separó a Freya y Erial, que se habían enzarzado en una disputa a puñetazos y usaban sus poderes. El Fuego contra la Tierra. Las llamas consumían rápidamente las enredaderas de Erial, pero no podían deshacer los pilares de roca que creaba para protegerse de los puños de Freya.

    -Basta.-Le dijo Erial, que se limpiaba la nariz y la miraba con intensidad.

    Freya se levantó del suelo donde había caído tras un temblor de Erial, y sacudió la cabeza.

    -Podemos dejarlo cuando quieras, plantitas.

    Ambos saltaron con un nuevo ataque y el una ráfaga de viento los separó, lanzándolos por los aires. Ambos cayeron con estrépito, aturdidos por unos segundos. Archie corrió hacia ellos para detener la pelea, pero Niall se puso delante de Freya antes de que el maestro llegara y la miró duramente.

    -¿¡Qué es lo que quieres?!-Su voz los sorprendió a todos, que se detuvieron y dejaron de hacer lo que estaban haciendo.

    -Niall…-Freya dijo su nombre, pero no supo qué más decir, apagando las llamas de sus manos.

    -No sé qué más quieres de mí, Freya… Te he dicho que te quiero con todo mi corazón, que no puedo vivir sin ti… Eres el aire que respiro, la chispa de vida que recorre mi cuerpo.-El muchacho la cogió de las ardientes mejillas, mirándole directamente a aquellos dos pozos de color verde esmeralda.- ¿No entiendes que no puedo dejar de amarte? Necesito estar contigo cada segundo… lo eres todo para mí. Todo.

    Freya tragó saliva.

    -Te he pedido que me dejaras quererte, no me hagas tener que suplicarte, porque no quiero vivir si no es contigo. Sé que estás celosa… es lo único que ahora mismo me da esperanzas… Lo único que hace que no me sienta solo… Todo esto tiene que acabar.-Las llamas se apagaron.-Freya…

    La muchacha había roto a llorar, las lágrimas caían por sus mejillas y se perdían por su barbilla. Niall la abrazó con fuerza, conteniendo las suyas, tenía que ser fuerte en aquel momento por ella.

    -Lo siento… lo siento mucho…-Freya se agarraba con fuerza a su pecho, frotando su rostro lleno de lágrimas contra la camisa de Niall, aspirando aquel aroma que tanto lo gustaba.-Soy tan tonta… He estado tan ciega.

    Niall la abrazó con más fuerza, cerrando los ojos.

    -Niall… te quiero…

    -Y yo a ti, mi amor.-Y la besó con intensidad.


    Nico sonrió desde donde estaban al ver la escena y miró a Erial. El muchacho seguía alterado por el enfrentamiento.

    -Erial…

    -Tengo que salir de aquí…

    -Vamos, Erial, tranquilízate.-Archie hizo amago de acercarse a él, pero el muchacho se alejó hacia el huerto de coles, metiendo las manos en sus bolsillos.- ¿Qué mosca le ha picado?

    Jensen se encogió de hombros, al igual que el resto de los aprendices y volvieron al granero.

    -Nico…-La muchacha, que miraba la dirección en la que se había ido Erial, se giró para ver a Niall y Freya cogidos de la mano.-Perdóname… yo… te he hecho daño, me siento fatal… yo…

    Nico la abrazó con fuerza.

    -No importa, ha servido para algo.-Abrazó también a Niall.-Me alegro de que por fin esté todo claro entre vosotros… Eso que has dicho ha sido muy bonito, Niall.

    Niall se acarició la nuca, sonrojado.

    -Gracias… ¿dónde está Erial?-Preguntó, preocupado.-Le he visto un poco alterado.

    -Ah… se ha marchado.

    -Por mi culpa.-Comentó Freya, sintiéndose culpable.

    -No te preocupes, Freya, se le pasará.-Dijo con esperanza Nico.


    Erial se había metido dentro del huerto de los padres de Nico y había hecho crecer algunas verduras para relajarse. La canción de aquellas verduras le había gustado, y las veía realmente hermosas bajo las estrellas, que volvían a brillar con intensidad sin nubes que las eclipsaran. Ahora, sentado entre dos grandes calabazas estaba ensimismado, pensando en todo lo que había vivido desde que había salido de Amouso meses atrás. El tiempo había pasado tan deprisa, como si toda aquella aventura solo hubieran sido días y no semanas.

    Los pasos de alguien le hicieron alzar la cabeza y frunció el cejo al reconocer el aura y la figura de la persona.

    -Lárgate.

    Freya no se amedrentó y cruzó la verja, sentándose en una de las grandes calabazas y mirando a Erial.

    -Quiero estar solo.

    -Y yo quiero estar contigo.

    Erial suspiró.

    -Freya, no puedo contigo, eres irascible, cabezona, insufrible y frustrante.

    -¿Gracias?

    Erial la miró alzando una ceja.

    -Te has pasado… y mucho.-le dijo, cortante.- ¿Vienes a pedirme perdón?

    -Sí, con todo mi corazón…

    -¿Se lo has pedido ya a Nico?-Preguntó Erial, mirando hacia otro lado.

    -Ha sido lo primero que he hecho… me siento fatal… nunca he querido haceros daño a ninguno de los dos…

    -¿Y Niall?

    -¿Niall?-Preguntó la muchacha, sin entender.

    -¿Vais a ser felices de una vez por todas?-la pregunta de Erial la cogió desprevenida.

    Freya le miró, se bajó de la calabaza y se sentó al lado de Erial, que no se apartó y apoyó su cabeza en su hombro.

    -Sí… voy a trabajar en esa relación todo lo que pueda.-Le contestó.-He sido una idiota por no darme cuenta de que estaba enamorada de él.

    Erial asintió y apoyó su cabeza a su vez, en la cabeza de su amiga.

    -Te perdono… pero eres insufrible igualmente.

    -De verdad siento lo que te he dicho sobre Nico…

    -Bah, da igual… Hoy he comprendido que ella no siente nada por mí.

    -¡No digas tonterías!

    -Freya, no me voy a engañar… Cuando todo esto acabe, creo que me marcharé y…

    Freya le agarró de los hombros y le miró a los ojos.

    -¡No, no, no!-Le dijo.-No te vas a escapar… Sois lo más parecido a una familia que tengo, no voy dejar que me abandonéis.

    -No voy a abandonarte, pero no quiero acabar como Niall…

    -Ella está confundida, no puede pensar con claridad teniendo tan cerca a los demonios… ¿entiendes?

    Erial la miró con interés.

    -¿Te ha dicho algo?

    Freya frunció los labios.

    -No… sí… no puedo decirte nada… No me preguntes, solo no te des por vencido. Eres muy importante para ella… para mí y Niall. Permanezcamos juntos, y cuando acabe todo este embrollo, veremos qué pasa.

    Erial le miró.

    -Está bien.

    Volvieron al granero, donde Nico y Niall les esperaban en la puerta, que ya habían arreglado. Dentro se oían los susurros de las voces de los que aún estaban despiertos. Nico miró a Erial acercarse junto a Freya.

    -Hola…-Saludó Erial, desviando la mirada.

    -Hola.-Respondió Nico.

    -¿Entramos? Mañana nos espera un día muy largo.-Dijo Niall.

    -Claro…

    Erial siguió a la pareja y Nico se abrazó con fuerza a su brazo como solía hacer, sorprendiendo al muchacho, que la miro.

    -No te he dado las gracias por curarme antes.-Le dijo, con una gran sonrisa y le besó en la mejilla.-Muchas gracias.

    Erial se tocó allí donde la muchacha le había besado y sonrió.

    -No hay de qué… siempre voy a estar ahí.

    -Lo sé, yo también.

    Y entraron en el granero.


    A la mañana siguiente, desayunaron algo rápido, se despidieron de la familia de Nico, que lo hizo entre lágrimas y volvieron al camino. Freya se había disculpado con todos por lo de la noche anterior, y todos aceptaron sus disculpas sin pensárselo. Incluso Serena que, aunque no estaba muy amigable aquella mañana, aceptó las disculpas de su enemiga en el amor, prometiéndose no rendirse y perder al chico de ojos claros y cabellera azabache. Era esperanzador ver a Niall y Freya caminar juntos de nuevo, incluso Jensen se había acercado a conocer un poco más al elegido del viento. Nico no se despegó de Erial, que agradeció aquello, pues había estado apenado de que la muchacha cambiara su relación de alguna manera después de lo de la noche anterior.

    Y otra vez más volvieron al camino, pero esta vez el camino a recorrer iba a ser el último, pues su destino se acercaba a pasos agigantados y el Portal de las Estrellas les esperaba al final de éste. No sabían que encontrarían en el camino, si algún enemigo esperaba agazapado para saltar sobre ellos o si llegarían todos vivos. Sin embargo, una cosa la tenían clara, iban a destruir aquel maldito portal y acabar con aquella historia de una vez por todas.
     
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    El Portal de las Estrellas.
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    Aventura
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    16
     
    Palabras:
    6460
    Capítulo 13: Territorio Demoníaco.


    Dirección sureste siguieron nuestros elegidos y sus compañeros hasta dejar atrás el pueblo de Nazar y poco después el país de Amaranto. El paisaje empezó a ser muy diferente de las hojas azules y llenas de vida de Amaranto, de aquellos árboles repletos de deliciosas y abundantes frutas y los largos campos de agricultura donde la gente araba la tierra preparándose para el verano que llegaba a pasos agigantados o pastoreaba el ganado. La gente que trabajaba en sus granjas los veía pasar y los saludaba, ya que reconocían a Nico, e incluso por algunas granjas por las que pasaron les regalaron frutas. Había sido un año muy productivo y los graneros estaban atestados de frutas y verduras. Los viajeros agradecidos aceptaron todo lo que podían ofrecerles y disfrutaron del camino comiendo rica fruta que alentaba a sus estómagos y sus ánimos.

    Los aprendices de Archie habían sabido ganarse la confianza y amistad de los Elegidos, y pequeños vínculos estaban creciendo entre ellos, incluso entrenaban juntos cando tenían un rato. Habían descubierto que Patrick era un gran arquero capaz de atinar a varias metros de su objetivo, Ronnie era muy fuerte, y sus estocadas eran demoledoras, Serena era muy diestra en el manejo de las dagas, los venenos y sus antídotos y Geran era un pequeño aprendiz de magia de luz al que le encantaba la magia de trampas. Pese a los nervios por todo lo que tenía que acontecer, las conversaciones fluían, incluso las bromas. A Ronnie le encantaba molestar a su hermana gemela, Serena, y al pequeño Geran, y no podía evitar preparar alguna broma y contar chistes. Niall, paciente, no había vuelto a separarse de Freya que, después de lo ocurrido en la granja de Nico, estaba aprendiendo a vivir con lo que sentía por el muchacho y lo que ello significaba. Seguía queriendo su espacio, pero sabía que, si miraba hacia atrás, encontraría al muchacho y su hermosa sonrisa, que la hacía sonrojarse y removerle los sentimientos.

    Erial se sentía feliz por su amigo, y no podía evitar que una pícara sonrisa volase a sus labios cuando veía a Freya consintiéndole una caricia a Niall y diciéndole algo bonito. La chica dura y con aquella gruesa armadura había cambiado, y le gustaba. Nico caminaba a su lado, ofreciéndole cerezas y él las aceptaba gustoso, la muchacha tampoco se había separado de él en ningún momento, y aquello le hacía sentir bien. Había dado la patada a las dudas que se instalaban en su corazón, que no podía evitar saltarse algún latido con el roce de las suaves manos de Nico.

    Y luego estaba Archie.

    Era el único con más preocupaciones que el resto, y se le notaba en las ojeras que habían aparecido bajos sus ojos aquellos días. No podía dormir bien por las noches desde su charla con Dirfin, ni tampoco sabía si debía compartir la información con los elegidos o en particular con la persona de la que habían hablado. Se sentía tan confuso, y su corazón albergaba dudas. Ni Jensen, que solía acompañarle y entablaba conversación, era capaz de sacarle de aquel abismo en el que se había metido él solo.

    Y lo intentaba.

    Uno y otra vez intentaba hacer sonreír a aquel guerrero pelirrojo que tanta curiosidad había despertado en él y que había cuidado de su hermana y el resto de los elegidos desde que empezó su viaje. No podía evitar buscar su mirada, su atención, y había notado lo taciturno que estaba desde que los elfos se habían marchado y todo el peso de la responsabilidad había acabado en sus hombros. Él intentaba ayudarle con aquel peso, como teniente del batallón del Capitán Maverick, sabía toda la responsabilidad que sentía y quería darle su apoyo para que continuase. Pero no se lo ponía fácil y se frustraba.

    Antes de que cayera la noche decidieron acampar en la frontera de Amaranto para descansar tranquilos, pues algunos demonios menores campaban por aquel territorio inhóspito y querían estar descansados para enfrentarse a ellos si era necesario.

    Una vez hubo amanecido, el grupo se preparó para continuar, sabiendo que ya no encontrarían a más granjeros o personas trabajando aquellas tierras o llevando a pastar el ganado. Un páramo gris se abrió ante ellos cuando llegaron al final del Camino Central. Después de haber vagado por él durante semanas, llegaban al final con sentimientos encontrados. Un gran cartel avisaba de los peligros que se podía encontrar el que se atreviera a vagar por allí solo, demonios, bandidos, cualquiera podría atacar y nadie podría prestar ayuda. El olor de azufre era inconfundible, sin duda había demonios cerca. La tierra era yerma, nada crecía cerca de algo que podía corromperla y arrebatarle la vida, y los finos árboles que habían aprendido a crecer por allí no tenían casi hojas y sus frutos eran muy poco apetecibles. En aquella zona no había montañas, solo páramo y ciénaga. Y el Portal de las Estrellas.

    -Estamos cerca.-Dijo Archie, releyendo el cartel.-Y ahora empieza lo más peligroso de nuestro camino.

    -Lo conseguiremos.-Dijo Freya.-Acabaremos con todo lo que se ponga por delante.

    -¡Eso es!-La apoyó Nico.

    Archie las miró sin decir nada. De todos los jóvenes que le acompañaban, solo él estaba cualificado para enfrentarse a un demonio menor y, aun así, no sabía si podría protegerlos a todos y salir con vida. Todo dependía del tipo de demonio y las circunstancias. Iba a echar a Alwyn en falta con su magia de luz.

    -Una vez dejemos atrás ese trozo de madera,-dijo refiriéndose al cartel-entramos en el territorio del enemigo. Esto deja de ser un juego…

    -Nunca lo ha sido.-Dijo por lo bajo Erial.

    -… y empieza la verdadera prueba. Si conseguimos atravesar el territorio hasta llegar al Portal sin bajas, seremos los más afortunados del mundo. Los Elegidos tienen que llegar al Portal sí o sí, no hay nada más importante que eso. Si alguno cae…

    -Se levanta y seguimos.-Se apresuró a decir Freya, frunciendo el ceño.-Hemos llegado hasta aquí juntos, y juntos nos vamos a ir.

    Archie apretó los labios, no podía culparles por querer salvarlos a todos, su juventud hablaba por ellos. Ninguno había perdido compañeros enfrentándose a un Demonio Mayor, como le había pasado a él, ni quería que les pasase. Sin embargo, tenía que ser franco con ellos sobre el tema o a la hora de la verdad surgirían inconvenientes.

    -La misión es cerrar y destruir el portal.-Dijo, despacio, serenándose por todo el peso que tenía en sus hombros.-Y para cerrarlo se necesita a los cuatro elegidos, si yo caigo… o algún otro cae, debéis seguir y cumplir la misión que tenéis. Da igual el resto, somos peones que despeñan una función, pero no somos imprescindibles como los elegidos.

    Freya abrió la boca para replicarle, a lo que Jensen la interrumpió.

    -Archie tiene razón, debemos tener clara cual es la misión principal y no olvidarla. Todos queremos lo mejor… pero no siempre es la opción correcta.-Apoyó el rubio al pelirrojo.-Entiendo que vuestro viaje ha sido largo, y por suerte no habéis perdido a nadie por el camino. Sin embargo, eso puede cambiar en un parpadeo si no nos concentramos en la misión. Si estamos todos atentos, lo conseguiremos, tenemos que poner toda nuestra esencia en ello, pero sin perder de vista el objetivo principal. ¿Lo habéis entendido?

    El silencio contestó a su pregunta. Archie le miró agradecido, el hermano de Freya había sido una agradable sorpresa para el grupo. Jensen le hizo un gesto con la cabeza y le medio sonrió, desenvainando sus dos espadas.

    -Bien, pues vamos a meternos en la boca del lobo.-Dijo al resto, dándose la vuelta y empezando a caminar para dejar atrás aquel cartel de madera roído.



    La tienda de Alaric fue la primera en ser montada, y él, dentro, sentado en un improvisado escritorio con el mapa desplegado delante, estaba sumido en sus pensamientos. Hacía apenas unas horas que había traspasado el portal con su ejército, o más bien lo que quedaba de él, ya que muchos habían estado renuentes a entrar en territorio demoníaco y habían desertado cuando el resto no se había dado cuenta. Quizá las palabras de Freya y la presencia de su hermano, el joven teniente, habían tenido algo que ver. Aquello no había molestado al Marqués de Bathory, le había dado igual, no necesitaba estúpidos soldados humanos que no eran capaces de vencer a cuatro chiquillos con poderes, aunque estos fueran formidables y temibles. Si su siguiente plan salía bien, tendría soldados fuertes y leales para enfrentarse a sus enemigos. Su querido soldado demoníaco descansaba de pie frente a la puerta y gruñó cuando uno de sus hombres más cercano entró.

    El soldado se asustó ante la visión del convertido, pero no se dejó llevar por el miedo y se acercó a la mesa donde le príncipe le miraba aburrido, apoyando la cabeza en su mano vulgarmente.

    -Alteza, la brecha está dispuesta.-Le dijo, haciendo una reverencia. La sombras de la tienda se removieron nerviosa, alarmando al soldado que las miró aterrado.-Pre-preparados para el contacto en unos instantes.

    Alaric se levantó de la silla arrastrándola y se puso una chaqueta. Las sombras que descansaban en el techo y los rincones oscuros saltaron y se metieron bajo la prenda para seguir al príncipe allá donde fuera. Éste se colocó mejor la prenda y no dijo nada de ellas.

    -Bien. ¿Está todo preparado?-Preguntó, siguiendo al soldado hacia el exterior, al igual que su guardaespaldas silencioso, notando la bajada de temperatura.

    -Sí, señor, todo preparado.

    Caminaron seguido de otros dos soldados más, que miraron al hombre convertido con significado y siguieron al Marqués y a su superior fuera del campamento, donde las tiendas necesarias habían sido montadas y una gran fogata se había encendido en el centro para calentar a aquellos que eran presas del frío, que no eran pocos.

    La brecha no estaba mucho más lejos, rodeada por tres magos oscuros recitando en la lengua prohibida para atraer a los demonios. Alaric observó la escena, la sangre cayendo de la nariz de uno de los magos, otro con un ojo cerrado lloraba sangre y el tercero salivaba espuma sanguinolenta. Se sentía orgulloso de lo mucho que había calado en sus seguidores su misión, que no les importaba dar su vida por sus grandes señores los demonios. La brecha tintineó y una mano oscura salió de ella. Los magos empezaron a recitar más alto y más deprisa para mantener abierta la puerta para aquel ser y las sombras que habían estado descansando entre los ropajes del príncipe salieron en su ayuda y se arremolinaron entorno a la brecha, ayudando a liberar a la criatura que quería salir. Alaric observó, fascinado, como la criatura se iba haciendo paso de un mundo a otro no sin dificultad. Uno de los magos cayó al suelo, los soldados quisieron socorrerlo, pero Alaric se lo impidió con un gesto, y siguió recitando, hasta que la brecha se cerró habiendo dejado pasar algo perverso. Dos de los magos habían perecido en el intento, pero había merecido la pena.

    -Ah, es precioso…-Dijo Alaric.

    La criatura batió unas alas membranosas y movió una fina cola con las sombras agrupándose a su alrededor y dándole la bienvenida. Alzó la cabeza, y unos ojos rojizos y brillantes se centraron en Alaric. El rostro parecía casi angelical, y el cabello de un negro tan oscuro como la noche. Iba totalmente desnudo, cosa que pareció no importarle, se miró el cuerpo con interés y cerró las manos en puños.

    -Qué interesante…-Dijo una jovial voz a través de sus labios.-Este cuerpo…

    -Mi señor.-Lo saludó Alaric.

    El demonio se levantó dejando a la vista su perfecto y formado cuerpo, las sombras le cubrieron como una armadura, haciéndole sonreír.

    -Mis pequeños…-Pareció decir casi con cariño y una sonrisa risueña en sus labios carnosos.-Vuelvo a esta tierra después de milenios esperando…-Uno de los soldados se acercó para ofrecerle algo de abrigo y el demonio le cogió del cuello y lo alzó, haciéndole patalear, aterrorizado. El resto de soldados miraron a Alaric, que les hizo un gesto para que mantuvieran la posición.-Los humanos… siguen siendo tan frágiles.-Con un movimiento le rompió el cuello y el soldado quedó inerte en sus manos.-Y tan deliciosos…

    Alaric carraspeó, dándose la vuelta para evitar ver aquella carnicería, el resto de los soldados le imitaron, aterrados, escuchando los crujidos de los huesos y las vísceras desparramadas en el suelo.

    -Mi señor Agramon.-Le habló de nuevo el príncipe.-Bienvenido de nuevo a este mundo… En cuanto acabes… podemos trazar el plan a seguir.-El olor de la sangre se hizo notorio, uno de los soldados vomitó con grandes arcadas y otro se echó a temblar sin poder retirar la vista de la visceral escena. Las sombras chillaban y revoloteaban con un aleteo incesante y, el soldado convertido, esperaba las órdenes a seguir mirando maravillado al que había entregado parte de su esencia para crearlo.

    -¿Cómo han despertado mis criaturas?-Preguntó la voz de Agramon, una vez hubo acabado y se limpió con la chaqueta que el soldado muerto le había entregado. Se miró el cuerpo desnudo y chasqueó sus dedos, se vistió con las mejores galas que se le ocurrieron, de color rojo sangre y granate. Parecía salido de alguna corte humana. Una vez estuvo preparado, se acercó a Alaric y le miró con aquellos extraños ojos.

    -Llenas de energía.-Contestó Alaric.-Deseando ponerse en marcha.

    Agramon le miró y asintió.

    -¿Qué te parece mi atuendo? ¿Es demasiado vistoso? Quizá poco apropiado… pero me gusta vestir bien y este cuerpo es magnífico para hacerlo cuando no tienes cuernos saliendo por cada extremidad.-Y le guiñó el ojo al soldado que le miraba con vómito en la comisura de los labios.

    -Es… adecuado para ello, si es lo que crees.-Contestó el príncipe, le hizo una seña para que le siguiera y el demonio comenzó a caminar.-Te enseñaré a tus criaturas.

    El demonio iba observando con avidez el mundo que se abría ante él, los escasos árboles, la tierra gris, la ciénaga pantanosa, las brillantes estrellas en el oscuro cielo. Aquel paisaje no era nada acogedor, pero desprendía un familiar olor a azufre que le hizo sentir cómodo, como si su mundo no quedara tan lejos de allí. Y en cierta medida, quedaba poco para que se abriese el portal y los demonios compartieran toda su perversión y maldad con sus habitantes y criaturas. Los soldados se alejaron de ellos volviendo al campamento, sintiendo que podían respirar mejor alejados de aquella abominación, ya que el Marqués no necesitaba más compañía que la del soldado convertido y el demonio. Agramon fijó la vista en aquel gigante vestido de oscuro que seguía a la zaga a Alaric en mortal silencio.

    -Ah, este es el que sobrevivió de la primera tanda, ¿verdad?-Preguntó interesado, evaluando a la criatura y el potencial de ésta.-Podría ser el líder y mentor de sus hermanos pequeños.

    -Sí… me he encariñado con él y le mantengo a mi lado como mi guardaespaldas.-Dijo Alaric.-Su presencia no me molesta, es más, puedo llegar a decir que me agrada.-Agramon sonrió enseñando los dientes, que eran afilados colmillos.-Y aquí tienes a tus criaturas…

    Agramon dejó de mirar a Alaric y observó a las cinco criaturas que habían despertado hacía muy poco. Todas eran tan altas como las dos primeras que creó, entregándole la esencia a través de pequeñas brechas a Alaric que eligió el mismo a los hombres que la portarían. Todas llevaban la misma armadura, oscuras cotas de malla y yelmos que cubrían sus rostros evitando así que se vieran. Las habían armado con pesados escudos y largas y afiladas espadas que mantenían envainadas. Cuando las criaturas sintieron su presencia se volvieron hacia él y le hicieron una reverencia.

    -Ah, mis niños… Veo que están preparados para la batalla.

    -Así es, mi señor. Perdimos unos cuantos magos oscuros, pero ha merecido la pena por tenerlos a ellos.-Contestó Alaric.-Todos son funcionales y grandes luchadores, serán prefectos para detener a los elegidos.

    Agramon asintió mirando a los cinco soldados corrompidos.

    -¿Sabemos dónde se encuentran esos chiquillos?-Preguntó, interesado.-Me gustaría saber más de a quién me enfrento.

    -Nos han informado que han entrado en el territorio con otras seis personas más, uno es un mata demonios, y se han enfrentado a un par de diablillos que se impacientaron. Podría hablaros de ellos, si así lo deseáis…

    -No, iré yo mismo a verlos.-Le interrumpió el demonio con una gran sonrisa.

    -¿Cómo?-Alaric tragó saliva, sorprendido y también asustado, pues no quería que Freya sufriera daños… Necesitaba a esa chica.

    -Así puedo evaluar sus fuerzas.

    -Pero…

    -Tranquilo, a ellos no les haré nada, pero la muerte de un compañero puede minar la moral de los elegidos, y eso nos viene muy bien.-Y le guiñó un ojo.-Si su corazón es débil por las dudas y el miedo, el Portal será más difícil de destruir y nos dará más posibilidades de que permanezca abierto para que el resto de mis hermanos y hermanas salgan.

    Alaric sabía que era un buen plan, pero se agobiaba al pensar que algo le sucediera a Freya, a su cuerpo, y apretó los puños con fuerza. Sabía desde el principio que llegaría el momento en que los elegidos encontrarían un enemigo tan fuerte como ellos y que deberían luchar con todas sus fuerzas… Sin embargo, el miedo se atenazó en su corazón. El demonio, que no era otro que uno de los demonios del miedo, lo olió.

    -Yo…-Balbuceó Alaric, sin saber cómo hacerle comprender que no era buena idea.

    Agramon se acercó a él, le puso una mano en el hombro y se inclinó a susurrarle al oído:

    -No te preocupes, príncipe Alaric, a ella no le haré nada.

    Alaric tragó saliva, pillado en falta. El demonio soltó una risotada y desplegó las alas membranosas, las cuales habían estado replegadas a su espalda durante todo aquel tiempo, y con un salto se impulsó al oscuro cielo bajo la mirada del asustado príncipe.



    El fuego crepitaba y consumía la leña con lentitud, dándoles calor en aquella fría noche mientras cenaban verduras cocidas y el caldo de éstas. Pese a que el verano estaba cada vez más cerca, aquel territorio parecía no regirse por las mismas normas que el resto debido a su cercanía con el Portal y las noches eran frías. Se habían sentado todos junto al fuego, ataviados de mantas, para descansar de aquel largo día. No imaginaban que pocas horas después de atravesar la frontera se enfrentarían a aquellas criaturas deformes y rojizas. En realidad, no habían sido gran problema para los poderes de los elegidos, pero sí que habían conseguido pillarlos por sorpresa. Solo el sonido del aleteo de las criaturas les alertó cuando ya las tenían encima. Se habían desplegado bajo el mando de Archie, que había dirigido la defensa y previamente el ataque. Y estaban eufóricos porque nadie había resultado herido, ni un arañazo o mordisco de aquellos pequeños monstruos había dañado a los elegidos o a sus compañeros.

    El cansancio se iba apoderando de ellos poco a poco, después de todo un día de camino y con aquel encuentro en el que habían usado su energía. Archie les había dicho que deberían tener cuidado, pues no contaban con pociones de energía, sobre todo Freya, que no podía coger la energía de su elemento como el resto de sus compañeros. Erial tenía la tierra, Nico el agua y Niall el viento, siempre había algo cerca que podía ayudarles, como les había explicado tiempo atrás Alwyn. Podía contar con el fuego que creaba, sí, pero eso consumía también mucha energía y podía dañar a sus aliados. Por suerte, Freya era una gran guerra gracias a su entrenamiento y podía evitar usar grandes cantidades de fuego para derrotar a sus enemigos.

    El ambiente entre el grupo era muy bueno, las conversaciones fluían alrededor de la hoguera y se iban pasando el canasto con la fruta que les quedaba. El pequeño Geran se levantó y se desperezó.

    -Quiero revisar un par de trampas que he puesto.-Explicó con una tímida sonrisa.-Creo que he atrapado algo pequeño en una de ellas y no para de moverse… Me desconcentra.

    -Te acompaño,-se ofreció Ronnie cogiendo su hacha de doble filo-no es bueno andar solo por aquí.

    -¿Queréis que vaya con vosotros?-Preguntó Freya, haciendo amago de levantarse.

    -No hace falta, no te preocupes.-Se apresuró a contestar Geran, sonrojado.-Seguro que no es nada… es algo pequeño tirando del vínculo de unas de las trampas y es algo molesto.

    Freya asintió y observó como los dos exploradores se internaron en la oscuridad, que los devoró por completo en segundos.

    -¿Alguien quiere jugar a las cartas antes de irnos a dormir?-Preguntó Nico, que tenía en sus manos la baraja de cartas que Serena le había regalado.

    -¡Claro!-Dijo Niall con muchas ganas, que le encantaban esa clase de juegos, y se sonrojó bajo la mirada divertida del resto.

    -Yo no sé jugar…-Empezó a decir Patrick, levantándose.

    -Te ensañamos, no te preocupes.-Le dijo Erial.

    -Jugad vosotros, yo voy a dar una vuelta por el perímetro para ver que todo está bien… Geran estaba un poco alterado, le conozco muy bien, y quiero asegurarme de que todo vaya bien.-Explicó Patrick.

    -Está bien.-Dijo Archie.-Cualquier cosa… ya sabes lo que tienes que hacer.

    -Sí, maestro.



    -Juraría que la trampa estaba por aquí…

    Geran miraba el árbol donde había puesto la trampa desconcertado. Había contado los árboles y se había guardado en su memoria la imagen de dónde había puesto cada trampa, como hacía siempre, para poder desactivarla al día siguiente. Y de repente, una de ellas había desaparecido. La misma que había estado enviándole leves señales como si algo pequeño hubiera caído en ella. Aquello no tenía sentido, y allí, acuclillado donde había estado su trampa tocó la hierba gris intentando captar algo.

    -No lo entiendo…

    -¿Ocurre algo, Ger?-Le preguntó Ronnie, que se había apoyado en el tronco de uno de aquellos finos árboles con los brazos cruzados y le observaba.

    La luz mágica que le había entregado Geran brillaba en a sus pies, dándoles la suficiente luz para maniobrar. Estaban acostumbrados a trabajar con poca luz, ya que era necesario para las misiones de sigilo la oscuridad y el silencio.

    -Creo que alguien ha quitado mi trampa…-Le dijo Geran, sin mirarle, dándole la espalda y observando las otras dos trampas que había a su alrededor.- ¿Has sido tú?-Se giró molesto, ya que al chico de espaldas anchas le gustaba molestarle.-Esto no tiene gracia, Ronald…

    Ronnie negó con la cabeza, sorprendido por la acusación.

    -¿Qué? ¿En serio? Nunca haría eso en medio de una misión importante como esta, Geran… lo sabes.

    -Entonces no entiendo qué está pasando aquí.-Geran alzó la vista a las estrellas, sin entender qué ocurría. Había empezado a sentir una sensación extraña que no había sentido nunca, como de algo poderoso y antiguo, y le daba escalofríos.

    -Pues no me culpes a mi… Estoy cansado de que penséis que soy un inmaduro por querer quitarle un poco de tensión a las situaciones haciéndoos un par de bromas…

    -Ron…-Geran se incorporó y empezó a dar vueltas por la zona.

    -Me parece horrible que puedas pensar tan mal de mí. ¡Estamos en medio de una misión muy importante!-Seguía Ronnie, enfadado.

    -Ronnie…

    -¡¿Qué?!

    -Todas mis trampas han desaparecido. Creo… creo que algo muy poderoso nos está acechando…

    Ronnie empalideció, escrutando la oscuridad a su alrededor, agarró la luz a su lado y la alzó para que tuvieron más luz.

    -Mierda…-Ronnie agarró con fuerza la empuñadura de su hacha y se acercó a su compañero.- ¿Qué crees que es?

    -Algo peor que lo de esta tarde…

    Y fue cuando la escucharon, aquella risa siniestra que caló sus huesos de completo terror. El miedo los paralizó durante unos segundos, miraban alrededor aterrados, intentando localizar dónde se encontraba la cosa que emitía aquella maquiavélica voz. Sin embargo, la oscuridad fuera del círculo de luz era absoluta, y llegó el silencio. Éste último les destrozó los nervios, pues no sabían de donde vendría el primer ataque, mas llegaría.

    El sonido de sus respiraciones era notorio, debían serenarse o comenzarían a hiperventilar. Pero… ¿cómo relajarte cuando tienes ante ti a un enemigo poderoso e invisible? Los muchachos sabían que no podían hacer nada contra un demonio poderoso y el pequeño Geran sabía que lo era, y mucho. Aquella sensación no se iba, su magia le hablaba, pero él no entendía lo que le decía.

    -Geran… corre.

    Geran tragó saliva, tenía la boca seca por el miedo, miro a Ronnie que miraba hacia un punto fijo delante de ellos y allí dirigió sus ojos violetas. El terror le invadió por completo cuando avistó a la criatura, sus músculos se paralizaron y empezó a temblar con violencia.

    -Oh, Dioses…

    -No, está noche no hay Dioses en este lugar.-Y les enseñó sus afilados dientes que contrastaban con aquel hermoso y juvenil rostro.

    Ronnie se separó de Geran, que durante aquel momento de perdición le había agarrado con fuerza de la manga y le apartó de un manotazo, empujándole hacia atrás sin mirarlo, concentrando sus oscuros ojos en el enemigo que abría sus membranosas alas ante ellos.

    -Márchate… huye, eres pequeño y rápido, debes llegar a los elegidos y avisarles.

    -¡No! No pienso dejarte aquí…

    -¡Largo!-De una patada echó a Geran al suelo, que se llenó de fango las manos y la cara.-No eres rival para esto, no deberías estar aquí… eres pequeño y estúpido.

    Geran, con lágrimas en los ojos, apretó los dientes. Aquellas mismas palabras se las dijo cuando entró a formar parte del grupo que entrenaría sir Archibal hacia muchos años atrás. Geran siempre había sido el pequeño y estúpido Geran, el hijo de un noble que se quería convertir en gran Mata Demonios por haber leído tantos cuentos y leyendas.

    Ronnie se lanzó hacia su enemigo con el hacha por delante bajo la mirada de Geran, que lloraba en silencio, y comenzó su lucha. El demonio era muy ágil y rápido, y se divertía esquivando los ataques de Ronnie, que se esmeraban con todo lo que sabía y había aprendido del tiempo que pasó con Jacal. Tenía las de perder, lo sabía, no se engañaba con aquello, pero si le daba tiempo a su compañero de llegar a los elegidos, igual tendrían una oportunidad de vencerlo todos juntos. Echó una mirada a Geran, que seguía en el suelo y soltó una maldición.

    Fue el momento oportuno que esperaba el demonio para romper su defensa y atacarle con una garra que atravesó su hombro izquierdo y le hizo perder el hacha y lanzarlo por los aires.

    -¡¡Ronnie!!

    Cayó a plomo contra el suelo, notando el sabor a sangre en su boca y el dolor recorrerle todo el cuerpo.

    -Los humanos sois tan frágiles…-Dijo el demonio, lamiendo la sangre de sus garras.-Y tan sabrosos… devoraré tu alma gustosamente.

    Ronnie se levantó a regañadientes, notando como salía sangre a borbotones de su herida. Aún le funcionaban las piernas, aunque temblaban de sostener su peso.

    -Geran… ¡¡lárgate de aquí de una maldita vez!!-Le gritó a su amigo. Sacó de su bota una daga y la apretó con fuerza.-Esto no ha acabado, demonio.

    El demonio sonrió con autosuficiencia.

    -Adelante, después de comerte a ti, me comeré a aquel niño estúpido de allí.-Y soltó una carcajada.

    Ronnie gruñó y se lanzó torpemente hacia el demonio de cabello oscuro y ojos rojos. El demonio parecía divertirse con los lentos movimientos que su cuerpo hacía, y saltaba de un lado a otro entre risas. Su larga cola le seguía, e incluso parecía que la movía como un perro jugando con su comida. Pues esta comida iba a darle indigestión, pensó el muchacho.

    El demonio saltó y aterrizó a sus espaldas con rapidez, le empujó y cayó de bruces al suelo, perdiendo la daga.

    -Ya me has aburrido, humano. Os mataré a los dos y seréis mi cena.

    Preparó su garra y con una sonrisa mostrando sus afilados dientes lazó su ataque. Ronnie cerró los ojos con fuerza esperando la oscuridad permanente. Sin embargó no llegó. La garra del demonio rebotó en un capo invisible que envolvía al muchacho, gruñó y lanzó varios ataques, que rebotaron.

    -¿Qué…?-Se volvió hacia el pequeño humano y se lo encontró recitando y con los ojos cerrados, sus manos iban haciendo símbolos.-Ah, un mago de luz… que interesante y delicioso…

    Ronnie observó a Geran y se incorporó.

    -¡Geran!-Gritó, golpeando el campo de fuerza.- ¡¡Geran!!

    El muchacho abrió un ojo y se encontró con el demonio delante de él, sonriéndole.

    -¡Hola!-Y le dio una fuerte patada que lo lanzó con fuerza contra un árbol.

    Geran cerró los ojos con fuerza por el dolor y escupió sangre.

    -¡¡Levántate imbécil!!-Le gritaba Ronnie, aún dando golpes contra las invisibles paredes que le protegían.- ¡Te va a matar!

    Geran se incorporó con dificultad y se apoyó contra el árbol. El demonio caminaba hacia él con tranquilidad, mirándole con ansias. El muchacho juntó las manos de nuevo para recitar un conjunro ofensivo.

    -Ah, no, esas manitas quietas.-El demonio llegó hacia Geran con rapidez y le rompió las muñecas con un giro antinatural de ellas, haciéndole gritar de dolor y agonía.-Creo que te devoraré a ti primero.-Le alzó por el cuello y le evaluó.-Me has sorprendido, niño, y eso me gusta…

    Geran se retorció en su mano y le miró con aquellos ojos violetas llenos de determinación.

    -Aún… aún queda una sorpresa más.-Le dijo Geran.- ¡¡Ivae Dalsein!!

    A los pies del demonio se iluminaron varias líneas que trazaron un figura. Un trampa mágica. Un rayo de luz cayó sobre ellos ante aquellas palabras y el demonio soltó a Geran y se escondió de la luz en la oscuridad. Ronnie quedó libre al acabarse la energía de su compañero y se arrastró hacia él. El muchacho respiraba entrecortadamente por el esfuerzo. Una vez la luz dejó de iluminar el claro, la oscuridad volvió a ellos, junto al demonio.

    -Estúpido humano…-El demonio estaba enfadado.-Acabaré con vosotros de una vez por todas.

    -N-no me queda ene-energía…-Geran tosió sangre.

    Ronnie le estrechó entre sus brazos.

    -Debiste irte cuando te lo dije.-Le dijo, retirándole el cabello castaño y húmedo de la frente, tratando de ignorar sus propias heridas.

    -Pro-prometimos no abandonar nunca a un com-compañero…

    -Moriremos juntos…

    El demonio se cernía ante ellos, con sus dos garras preparadas para el ataque que acabaría con sus vidas. Ronnie estrechó el pequeño cuerpo de Geran contra él, y el pequeño mago cerró los ojos. Habían luchado juntos en incontables ocasiones, habían vivido juntos desde los ocho años y ahora iban a morir juntos. Ronnie pensó que no había otra forma mejor que morir con uno de tus compañeros después de una lucha despiadada y cruel. La Parca podía pasar a por ellos cuando quisiera…

    Un muro de llamas les envolvió, y una ráfaga de viento alejó al demonio, que abrió las alas para maniobrar y no caer. Un látigo de agua le atacó y saltó hacia atrás para esquivarlo, al igual que la gran roca que cayó del cielo y le hubiera aplastado. El demonio sonrió, sabía quién estaban cerca.

    Ronnie tragó saliva y observó como las llamas se abrían para dejar pasar a los muchachos. Sabía que la fantástica imagen de aquellos cuatro elegidos le seguiría el resto de sus días, y que se la describiría a sus hijos y luego a sus nietos. Geran en sus brazos se incorporó con dificultad y les observó con sus ojos violetas anegados en lágrimas.

    Freya le sonrió y acarició la sucia mejilla del más pequeño.

    -Lo habéis hecho bien, chicos,-le dijo-ahora nos toca a nosotros.

    Nico y Erial se arrodillaron a su lado y comenzaron a curarlos agarrados de las manos mientras Niall y Freya se enfrentaban al demonio. El elegido del viento convocó sus alas y el Arco de la Brisa y le lanzó varias flechas mientras Freya convocaba la Espada de Fulgor y corría hacia su enemigo.

    El demonio esquivó las flechas y detuvo la flamígera espada con las garras, no sin dificultad. El poder que recorría a aquellos dos elegidos era asombroso y le sorprendió. El contacto con la espada le quemaba y se separó de Freya dándole una patada que ella detuvo con su costado, como muchas otras veces lo había hecho con Jacal, sorprendiéndole. La pelirroja no le dio tregua, le lanzó una estocada con fuerza, giró la empuñadura y estuvo a punto de córtale una de las alas.

    -Eres fuerte…

    -Y solo estoy calentando.

    Freya agarró con fuerza la empuñadura de su espada y se lanzó a otro ataque mientras las flechas de Niall caían a su alrededor. Los ataques de Niall nunca la dañarían, así que pudo desatar su fuerza y atacar al demonio con todo. Sus brazos explotaron en llamas por la furia y trató de acabar con su enemigo de una vez por todas.

    El demonio, acosado, esquivó las flechas y los ataques de Freya con dificultad. Mientras el tirador le siguiera atacando a distancia no podía hacer más que defenderse, no podría atacar. Y aquella guerrera… la fiereza de sus ojos le había impresionado. Podía llegar a entender porque Alaric se había obsesionado tanto con ella, y sonrió, algo que enfadó todavía más a la espadachina, que pensaba que la estaba retando. Había llegado el momento de volver con lo aprendido y preparar su siguiente movimiento.

    Alzó el vuelo dispuesto a retirarse.

    -Esta vez lo dejamos aquí… pero pronto volveremos a encontrarnos.

    -¡Tú no te vas a ningún lado, demonio!

    Agramon se volvió y se encontró con Erial enarbolando la Alabarda de Yggdrasil. El muchacho se había impulsado con la fuerza de la tierra y le atacaba desde arriba, algo que el demonio no se esperaba. La punta de la alabarda se clavó en su costado y un chillido inhumano salió de los labios del demonio, que se alejó del contacto que le quemaba, con los ojos desorbitados y sangrando sucio líquido oscuro.

    -¡A tu espalda!-Gritó la voz de Freya. Niall había subido a Freya y ahora ayudaba a Erial a bajar.

    Agramon se volvió e interpuso sus garras para evitar que la espada de fuego le atravesara de lado a lado. Una garra lo consiguió, pero la otra fue cercenada por la afilada y flameante espada.

    -Desgraciada…-Con un movimiento de su cola, agarró a Freya de la pierna y la lanzó por los aires.- ¡Pagaréis por esto! ¡Juro que acabaré con todos vosotros, malditos chiquillos!

    Y levantó el vuelo con dificultad y se perdió en la oscuridad.

    -¡Freya!

    Niall voló hacia la elegida del fuego, que había perdido la concentración y su espada y caía desde el cielo. La agarró entre sus brazos y la estrechó con fuerza.

    -Mi héroe…

    Niall se sonrojó y la besó en los labios.

    Una vez en el suelo, se acercaron para ver cómo estaban Geran y Ronnie, Nico les había curado las heridas y dormían plácidamente cerca de Archie, que iba a perder los nervios de un momento a otro.

    -¿Qué hacemos con esto?-Preguntó Erial, que se había acercado al brazo en forma de garra cortado del demonio y la inspeccionaba.

    Archie se acercó allí y la tocó, poco a poco se iba desvaneciendo y el olor de azufre era mayor.

    -Como yo me temía… un gran demonio ha conseguido salir…

    Niall y Freya aterrizaron cerca y el maestro los miró.

    -Eso ha sido una temeridad.-Riñó a la muchacha.-Deberías haberte centrado en el plan sin improvisaciones, Freya.

    La muchacha pelirroja le miró frunciendo el ceño.

    -Le hemos cortado un brazo, ¿no? Ha merecido la pena…-Se defendió ella, cruzándose de brazos.

    -Yo creo que ha estado bien, el demonio no se esperaba un ataque doble en el cielo.-La apoyó Erial, sorprendiendo incluso a la chica.

    -Hacemos un buen equipo, ¿eh, plantitas?

    Archie enfadado explotó.

    -No, los planes están para seguirlos, queríamos ahuyentar al demonio y rescatar a los chicos. Freya, si el demonio se hubiera revuelto y te hubiera atacado…-Se calló, apretando los dientes.-No debes ponerte en peligro así.

    -Ni yo, ni nadie, pero tenemos una misión que llevar a cabo y conlleva peligro.

    -No lo entiendes, Freya… debes tener más cuidado.

    -¿Por qué solo me riñes a mí? Erial saltó cuando no tocaba y…

    -¡Pero Erial no está en tu estado!

    Freya se quedó callada sin entender, al igual que el resto que se había congregado a su alrededor para tratar de frenar la disputa. Nico se acercó a Archie, frunciendo el cejo.

    -¿Estado?-Preguntó, repitiendo aquella palabra.

    -¿Qué estás diciendo, Archie?-Le preguntó Erial, que incluso él estaba confundido y no entendía las palabras del maestro.

    -Si es por lo que hablamos el otro día sobre que mi cuerpo no lo soportaría…-Comentó Freya.

    Archie se pasó una mano por el cabello pelirrojo, negando con la cabeza.

    -No… Yo… Tengo que decíroslo, porque no podéis seguir en la ignorancia con algo tan importante.

    -¿Qué ocurre, Archie?-Preguntó Niall.

    Todos estaban de los nervios y observaban al maestro sorprendidos y confusos. No entendían a qué venía todo aquello, y no sabían si era malo o era bueno.

    -Dirfin me dijo algo antes de marcharse…

    -¿Por eso has estado tan raro desde entonces?-Preguntó Jensen, que se había acercado a ellos al cerciorarse de que los muchachos estaban bien.

    Archie le miró con significado, asintiendo.

    -Yo…-Debía decirlo, tenía que sacarse aquel peso de encima, sobre todo si conseguía que así la muchacha no se pusiera en peligro deliberadamente.-Dirfin me dijo que… Freya estaba embarazada.

    Aquella información cayó como una jarra de agua fría a todos que se giraron a mirar a la muchacha, que abrió mucho los ojos sorprendida. Aquello no era algo que se esperasen, ni mucho menos.

    -¿Que estoy qué? No… no puede ser…-La chica se quedó en silencio y miró a Niall que la miraba igual que el resto, confundido.-Esto no puede estar pasando… no…-Se alejó de ellos y corrió entre la sombras de la noche, desapareciendo de su vista.

    -¡Freya!
     
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    El Portal de las Estrellas.
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    Capítulo 14: Camino al Portal de las Estrellas.

    Freya había huido de todo lo que se le avecinaba porque no podía soportarlo, y mientras corría en la oscuridad por aquel territorio desconocido no paraba de pensar que aquello no podía estar pasándole a ella. ¿Embarazada? Parecía una cruel broma del destino. Las llamas explotaron a su alrededor, sin poder ponerlas bajo control debido a la ansiedad que la consumía por la noticia, y se apoyó en una fría roca, donde se hizo un ovillo intentando respirar adecuadamente. Todo a su alrededor ardía con llamas brillantes y ardientes, embelesándola, calmando el agobio que se había instalado en su interior y avivando la intensidad de descontrol a su alrededor.

    Desde que la habían encerrado de pequeña en aquella sucia, oscura y fría celda siempre empapada, siempre con frío, miedo y sola le habían enseñado que solo traía muerte, dolor y destrucción. El fuego no podía traer vida… y ahora una crecía en su interior.

    Era una pesadilla con tintes de la cruda realidad. Se acarició el vientre plano inconscientemente, ella sola no iba a traer esa vida al mundo.

    Las llamas empezaron a apagarse y alzó el rostro, observando como las robustas alas de Niall apagaban las llamas para que el fuego no se propagara por aquella muerta y seca tierra, dándole a sus enemigos su posición exacta.

    -Quiero estar sola.-Dijo, apretando la mandíbula.

    El muchacho no dijo nada, pareciendo ignorarla, y una vez el fuego se consumió, sus alas desaparecieron y se sentó junto a ella. Freya le miró por el rabillo del ojo, parecía cansado y preocupado. Llevaba el cabello azabache revuelto de haber usado su poder y sus ojos pálidos miraban un punto fijo en la nada.

    -Asumo… que voy a ser padre.-Una sonrisa tierna se había instalado en su rostro.

    Freya se giró bruscamente y le miró sorprendida.

    -¿Cómo?

    Niall seguía sonriendo cuando la miró.

    -No sabes lo feliz que me haces…

    -¿Qué?

    El joven le cogió de las manos, las besó y le sonrió con su preciosa sonrisa que la embobaba. Freya se sonrojó, la fuerte y dura Freya había sido domada por un chico que había pasado toda su vida encerrado en una torre y que sabía muy poco de la vida. El destino se había cebado con ellos.

    -Yo…

    Unos pasos les alertaron y el rubio y alto Jensen apareció frente a ellos, observando las marcas de fuego que habían dejado las llamas de Freya con confusión.

    -Quiero que sepas que te quiero, Freya, y que ese bebé que estamos esperando y tu sois lo mejor de mi vida. No lo olvides.-La besó en la frente y se levantó, le hizo una inclinación de cabeza a Jensen y se alejó hacia Erial y Nico, que no habían podido evitar seguir las llamas.

    Jensen se sentó donde había estado Niall y no miró a su hermana pequeña. Tras un largo minuto la chica le miró.

    -¿No vas a decir nada?

    -Archie siente mucho haberlo dicho delante de todo el mundo.

    Freya alzó una ceja.

    -¿Ahora hablas por Archie?

    Jensen se encogió de hombros, acomodándose contra la fría roca y llevando sus ojos verdes hacia las pálidas estrellas allá en el cielo.

    -No sé qué decirte Freya…-Comentó, nervioso.-No puedo ponerme paternalista después de casi diez años sin verte. Has vivido tu vida como has querido, lo entiendo, y si Niall es el padre…

    -Lo es.

    -… entonces solo puedo alegrarme de esta consecuencia. Te mereces ser feliz… y a mí me gustaría estar en tu vida para verte a ti y…-Señaló su tripa.-y a él o ella. Sé que ponerse al día durante un duro viaje no hará que los años separados desaparezcan y el vínculo que teníamos vuelva…

    -Jensen.-Lo detuvo ella, negando con la cabeza.-Te he dicho que no pasa nada… Huiste de Lora porque no podías soportar lo que allí vivimos. Lo entiendo… yo hubiera hecho lo mismo. Lo hice cuando pude.

    -¿Sabes? Intenté de todas las maneras que vinieras conmigo, me peleé con ese estúpido viejo y me echó…-La muchacha se sorprendió, pues aquella información se le había escapado en su momento.-Luché por hacerme un hueco en el ejército para poder traerte conmigo durante años y cuando lo conseguí… fui un egoísta y no te busqué.

    Freya le miró sin entender y Jensen la miró avergonzado.

    -Me contaron que Argi te sacó de allí cuando yo no pude. Escribía regularmente a uno de mis antiguos amigos para preguntarle por ti y… Me sentí tan estúpido y avergonzado que lo dejé estar… te dejé marchar pensando que encontrarías tu lugar y serías feliz lejos de tu familia.

    Freya miró hacia sus amigos, sí, había encontrado su lugar junto a nuevos seres queridos, aunque había costado. Toda su vida había sido una lucha constante por culpa de sus poderes, no podía olvidarlo.

    -Quiero ser parte de tu vida…

    -Lo eres, siempre lo has sido.

    Y se fundieron un fuerte abrazo.

    -Aún tenemos que cerrar un Portal para poder vivir la vida que queremos.-Dijo Freya cuando se separaron.-Y… ¿tú y Archie?

    -No sé de qué me estás hablando, solo soy un compañero más.

    -Claaaaaro que sí.

    Jensen sonrió de medio lado. Su hermana era demasiado inteligente para creerse aquello, pero no ahondó más. Se levantaron y volvieron con los demás, que esperaban nerviosos la vuelta de los hermanos. Nico abrazó con fuerza a Freya y la besó en la mejilla y Erial la miró con intensidad hasta que Freya le pegó un puñetazo en el hombro y el elegido de la tierra se quejó enérgicamente.

    Archie estaba un poco separado del resto, junto a Ronnie y Geran que dormían plácidamente ante la atenta mirada preocupada de Serena y Patrick, Nico y Erial habían usado su magia para curarles y ahora dependía de que descansaran bien.

    -Oye Archie…-dijo Freya acercándose al maestro.

    -Siento haberlo dicho así, de repente.-Dijo el pelirrojo con un largo suspiro cansado, sin querer mirarla a los ojos.-Pero tenía que hacerlo.

    Freya le sonrió.

    -No tiene importancia… tenía que saberlo, ¿no?

    -Quizá de otro modo… y no delante de tanta gente. Pero… me tenías tan preocupado, y no sabía si el fuego iba a hacerle daño.

    Freya le miró con interés.

    -¿Por qué iba a dañarlo? Sus padres son elegidos por los elementos. Este niño va a ser muy especial…

    Archie la miró sorprendido.

    -Es… es posible.

    -Pero antes de que nazca, su madre tiene que patear culos de demonios para dejarle un mundo sin ellos donde vivirá sin peligros.

    -¡Bien dicho!-Corroboró Nico, con una sonrisa.

    Archie sonrió, Freya nunca cambiaría y eso era genial.

    Se agruparon y volvieron al campamento cargando con los dos heridos más alerta que nunca, sabiendo que un Demonio Mayor había conseguido salir del mundo de los demonios que era una amenaza.



    Agramon había llegado a duras penas al campamento de Alaric y se lamía las heridas enfurecido. El Marqués de Bathory le miraba mientras el demonio despotricaba y lanzaba cosas con su mano sana, ya que la otra tardaría en regenerarse de nuevo. Le había contado con todo lujo de detalles la batalla que había tenido contra los elegidos y sus malditas armas, y como, sin poder evitarlo, había sido derrotado con facilidad por ellos.

    -Te dije que eran poderosos.-Comentó Alaric, bebiendo de su copa de vino.

    Agramon le fulminó con sus refulgentes ojos rojos.

    -¡Pagarán por esto!-Volvió a gritar, golpeando la mesa con fuerza y levantando el muñón donde ya comendaba a crecer una pequeña mano con afiladas garras.-He sido un necio, lo reconozco,-dijo un poco más tranquilo, sentándose a la mesa con Alaric-pero la próxima vez no pecaré de soberbia. Desplegaremos todo el ejército y acabaré con esos estúpidos niños.

    Alaric asintió, arrugando la nariz y limpiando un poco de vino que se había derramado sobre la mesa de madera.

    -¿Cómo está ella?-Preguntó, sin mirar al demonio y tratando de no mostrarse preocupado por la suerte de la mujer que le había robado la calma.

    Agramon le miró con interés y una sonrisa revoleteó en sus labios.

    -Ella me ha cortado la mano… es una preciosa y poderosa furia, enhorabuena.

    -¿Enhorabuena?-Preguntó Alaric, dejando el tenedor con el que estaba cenado la perdiz que habían cocinado un rato antes de que apareciera el demonio herido.

    -Ella está embarazada, estúpido.-Agramon se regocijó de la cara que le puso el príncipe.-El ser que crece en sus entrañas será muy poderoso.

    -¿Embarazada?

    Agramon sonrió y soltó una carcajada, desconcertando todavía más a Alaric, que parecía haber sufrido un cortocircuito.

    -Han mancillado a tu querida Freya, Alaric.

    -No puede ser… ella… ¡Maldito viento!

    -¿Ha sido el elegido del viento? Fuego y viento juntos en uno, me encantaría experimentar con esa criatura…

    -¡No! Nadie tocará a Freya y a su bebé.-Y esta vez el golpe lo dio el príncipe, que lanzo por los aires su copa de vino.

    Agramon soltó una carcajada, divertido por poder manipular a su antojo a aquel hombre.

    -¿Te vas a convertir en padre de un bastardo?

    -Ya pensaré que hacer con ello… Se me prometió que a ella no le pasaría nada…

    -¿Qué crees que pensará Marisa de que su nuevo cuerpo venga con regalito?-Alaric hizo una mueca.- ¿O ya no quieres traer de vuelta a Marisa? Freya es una guerra, sería divertido domarla para hacerla tuya, ¿no? Ah, sin embargo, hiciste tantas promesas a la pobre princesa muerta… ¿sigues siendo un hombre de palabra?

    -Lo soy.

    -Eso ya lo veremos.

    El silencio se hizo espeso entre ellos dos. Alaric estaba enfadado por la noticia, no podía evitar pensar que ese niño podría haber sido suyo si el estúpido Viento no se hubiera interpuesto entre él y Freya. Acalorado por la furia que le azotaba, le dio la espalda al demonio y salió de la tienda, haciendo sonreír más si cabía al demonio, que le robó la copa de vino y se la bebió de un sorbo.

    Alaric salió a la noche oscura, sorprendiendo a los guardias que custodiaban su tienda y se alejó sin rumbo con el cejo fruncido y con una mala sensación en el cuerpo. Su fiel guardaespaldas le siguió en silencio, solo se sabía que estaba allí por las pesadas pisadas al caminar detrás de él. En la gran fogata había un par de soldados que trasnochaban, calentándose del frío de la noche, no se sabía si por los nervios por lo que se avecinaba o de falta de tareas que hacer, ya que no habían hecho otra cosa que acampar y esperar y habían holgazaneado. El príncipe de Arébalo debía dejar sus preocupaciones atrás, lo sabía, mañana iba a ser un gran día, y al finalizar, Freya estaría entre sus brazos.



    Apenas había amanecido cuando empezaron a levantar el campamento tras un escueto y frío desayuno. Geran y Ronnie se habían recuperado después de toda una noche durmiendo y se sintieron muy agradecidos a Nico y Erial por haberlos curado. El día parecía empezar tranquilo, y el camino a que se les abría delante no parecía tan terrorífico después de haber sobrevivido a una noche como la que habían tenido. Aquella tierra estaba abandonada, la madre naturaleza había ganado la partida a las pocas construcciones que había por allí, derrumbándolas y cubriéndola de la maleza. Archie les contó que hacía cientos de años, cuando el Portal de las Estrellas apenas era un mito, había un reino en aquellas ruinas que tuvieron que abandonar cuando los demonios empezaron a campar a sus anchas por el territorio.

    Había llegado el mediodía cuando sufrieron el primer ataque.

    Las flechas cayeron sobre ellos sin verlas venir. Niall los defendió con el viento aullante, desviando su trayectoria y creando un muró a su alrededor.

    -¡Nos atacan!-Gritó Jensen, desenvainando la espada y señalando el enemigo delante de ellos.

    Un grupo de unos diez soldados seguidos de dos enormes bestias reptilianas de cuatro patas, largas fauces y cola espinosa corrían hacia ellos armados. Los elegidos se apresuraron a hacer su magia. Los enemigos llevaban armaduras de mercenarios y sabían cómo moverse.

    Freya convocó a la Espada del Fulgor y se lanzó al ataque seguido de Erial y la Alabarda de Yggdrasil. Habían realizado aquel ataque durante sus lecciones con Jacal y nunca lo habían llevado a cabo, así que decidieron que era el mejor momento para hacerlo. Corrieron en direcciones opuestas, manteniendo sus ojos fijos entre ellos, confundiendo a sus enemigos, hasta dejar varios metros entre ellos para atacar en pinza, encontrando a tres soldados en medio que no se esperaban el poder de aquellas armas y cayeron derrotados.

    Niall alzó el vuelo y lanzo sus flechas iridiscentes hacia las bestias, que las esquivaban con movimientos ágiles y felinos. Gruñó y se lanzó en picado a una de las bestias arrinconar a Ronnie contra una gigantesca roca. La golpeó con fuerza, haciéndola arrastrarse varios metros lejos del muchacho y desplegó de nuevo las alas. Uno de los soldados le hirió en un ala, incapacitándola y haciéndole gritar.

    Freya oyó su grito y lo buscó entre la refriega.

    -¡Niall!

    -¡Freya, concéntrate!-La avisó Erial, golpeando con su alabarda un enemigo que tenía la muchacha atrás.-Tienes que protegerte… o tendré que hacerlo yo.

    La elegida del fuego gruñó, asintiendo y las llamas salieron de ella a su alrededor. Una de las bestias llegó hasta Erial y Freya.

    -¿Estás preparada?

    -Nací preparada, plantitas.

    Y se lanzaron al ataque.

    Archie, armado con sus dagas, luchaba contra uno de los fieros soldados. Aún quedaban cinco y dos bestias, los otros habían caído. Pegó una patada baja haciendo trastabillar a su enemigo y cayó sobre una de las trampas de Geran, que le dejaron inmóvil sobre el círculo.

    -¡Bien hecho, Geran!

    El pequeño se sonrojó, asintiendo y moviendo las manos rápidamente. Serena a su lado, ayudaba a su hermano contra otro soldado, lanzándole dagas que herían y hacían perder sangre al mercenario. Archie supervisó la batalla y se sorprendió al ver a Jensen contra dos soldados. El joven movía la espada como si fuera un apéndice más de su brazo, esfintaba con tal agilidad que embelesaba. Los mercenarios no tardaron en caer bajo su espada. El rubio se giró y sus ojos se encontraron, una sonrisa se formó en su rostro, derritiendo un poco a Archie, que sacudió la cabeza y volvió a la reyerta.

    Mientras Niall, Freya y Erial se encaraban de no darles tregua a las bestias, Nico curó las pocas heridas que habían sufrido los aliados.

    -¡Detrás de ti, Erial!-Gritó Niall, agarrando a Erial del brazo y tirando de él con brusquedad para quitarle del camino de la embestida de uno de aquellos reptiles gigantes.- ¡Ahora Freya!

    La joven saltó agarrando la empuñadura de dragón con las dos manos y dándole un mandoble sobre el lomo a la criatura, que gritó de dolor y se revolvió. Freya cayó hacia atrás por la furia del animal, sacudió la cabeza y se encontró a la otra bestia mirándola con espuma en la boca y enseñándola los colmillos.

    Erial y Niall cayeron sobre ella antes de que moviera un solo músculo, Erial le clavó la alabarda por la espalda y Niall le clavó dos flechas en los ojos. La criatura emitió un chillido de dolor y cayó de bruces al suelo, frente a Freya.

    -Uff, eso ha estado cerca.-Comentó la pelirroja, quitándose el sudor de la frente. Patrick y Jensen habían rematado a la bestia herida y habían acabado con el resto de enemigos.

    -¿Estás bien?-Niall pegó un saltó a su lado y la estrechó entre sus brazos.

    Freya asintió.

    -Tú estás herido.-Observó la sangre en su ala.

    -Yo me encargo.-Dijo Nico, llegando hacia ellos.- ¿Erial?-Preguntó tímidamente, ofreciéndole la mano. El muchacho se la estrechó con fuerza y los dos curaron el ala de Niall.

    -Gracias.

    -¿Todos estamos bien?-Preguntó Jensen, que limpiaba su espada entre la ropa de los mercenarios.

    -Sí.

    -No cantéis victoria, podría haber más enemigos cerca.-Les recordó Archie, observando atentamente a su alrededor.-Continuemos.

    Una vez bebieron un poco de agua y confirmaron que todos estaban bien, siguieron el camino.

    -Esto se pone cada vez más difícil.-Comentó Serena.

    -Y más se pondrá cuando encontremos el ejército del Marqués de Bathory.-Dijo Archie, que iba a la cabeza, con los ojos bien abiertos. El ataque que habían sufrido lo había podido frenar gracias al oído de Niall, sin embargo, no debían confiarse.

    -Ah, casi había olvidado a ese malnacido…-Dijo Freya, arrugando la nariz.

    Un rato después pararon para comer y descansar. Antes del anochecer, si sus cálculos no se habían equivocado, llegaría al Portal de las Estrellas, el encuentro final. Pero en aquel momento parecían un grupo que viajaba hacia lo desconocido, sí, pero un grupo normal y corriente.

    -¿Quieres más?-Le preguntó Niall a Freya, ya que la comida había sido pobre, las reservas empezaban a escasear y poco había para cazar allí.

    Freya negó con la cabeza.

    -Estoy bien.

    -Piensa que tienes que comer por dos…

    -Lo sé, tranquilo, estoy bien… estamos bien.-Y le sonrió, acariciándole la mejilla.

    -Antes… temía por ti durante todo el combate.-Se sinceró Niall, que había estado preocupado durante todo el camino y callado.-Yo… quiero protegerte, sé que eres una excelente guerrera y que puedes protegerte sola, pero solo pensaba en protegerte a ti y… a nuestro bebé.

    -Lo has hecho… siempre estás ahí cuando te necesito. Y sé que vas a estarlo.

    -Siempre…-Se besaron en silencio y permanecieron unos segundos abrazados.-Me gustaría llamarlo Rowan… si lo permites.

    Freya le miró con curiosidad.

    -¿Rowan? Es… muy bonito.

    -Lo leí en uno de los libros de Erial y me gustó.

    -Entonces también me gusta a mí.-Y le sonrió.-Ya tenemos nombre para este bebé… solo falta acabar con todo esto de una vez por todas.

    Erial se acercó a ello y se sentó junto a ellos, ofreciéndoles un par de manzanas.

    -¿Queréis?

    -¡Claro!-Dijo Freya, empezando a engullir la manzana.-No vais a parar de ofrecerme comida, ¿verdad?

    -Tienes que comer por dos.-Contestó Erial, encogiéndose de hombros.

    -Otro…

    -Es importante que lleves una buena dieta y…

    -No te pongas pesado, Plantitas.

    Erial arrugó la nariz, ese mote le perseguiría el resto de sus días. Aunque si Freya seguía llamándole así acabaría por no importarle, no había podido evitar encariñarse con aquella guerrera peligrosa que tanto le incordiaba. Le pegó un mordisco a su manzana y miró a Nico, que hablaba animadamente con Serena, de la que se había hecho muy amiga. Cuando todo esto acabase buscaría una respuesta a sus sentimientos, la necesitaba. La elegida del agua se percató de que la miraba y le sonrió dulcemente haciendo que su corazón se olvidase un latido. Siempre reaccionaría así ante ella.

    -Escuchadme todos, por favor.-La voz de Archie les sacó de aquel tiempo muerto que estaban teniendo para poner toda su atención en el maestro. Patrick estaba a su lado con mueca preocupada, el muchacho, que era el mejor de los explorados del grupo de aprendices se había marchado al acabar la batalla para explorar el camino que se les abría hacia adelante. No parecía tener buenas noticias.-Patrick ha divisado el campamento enemigo a unos kilómetros de aquí en esta dirección. Debemos decidir se pasamos entre ellos o damos un rodeo que podría suponer unos días en los que seremos acosados por nuestros enemigos… Puede que consigan traer a otro Demonio Mayor si no cerramos el portal pronto y eso dificultaría todavía más nuestra misión.

    Aquella noticia cayó a peso entre los compañeros de viaje.

    -¿De cuántos enemigos estamos hablando?-Preguntó Jensen, dando unos pasos hacia delante.

    -Una centena, quizá, sin contar al dichoso demonio y lo que puedan tener escondido.-Respondió Patrick.

    -Eso es mucho menos que la otra vez.-Comentó Erial.

    -Parece que los soldados han ido abandonando al príncipe.-Murmuró Jensen.

    -Sea como fuera, nosotros somos solo diez contra cien. Si rodeamos el campamento y evitamos el conflicto perderemos algunos días pero…-Comenzó Archie.

    -Nada nos asegura que rodear el campamento sea más seguro que atacarles.-Le interrumpió Freya.-Puede acosarnos durante todo el camino hasta que lleguemos al Portal. Lo tenemos ahí delante… solo hay que deshacerse de algunos enemigos para llegar hasta el.

    -“Algunos enemigos” son más de cien, Freya.-Se quejó Archie.

    -Freya tiene razón.-La apoyó Erial.

    -Últimamente la das la razón a Freya… no es algo que me guste.-Se volvió a quejar Archie.-Pasáis demasiado tiempo juntos.

    Erial se encogió de hombros bajo la atenta mirada de Freya, que le sonreía.

    -Puede que se me esté pegando un poco la temeridad de Freya, pero… se me ha ocurrido un plan que podría hacer que nos deshiciéramos del ejército y nos hiciera más fácil el cerrar y destruir el portal.

    -¿Ah, sí? ¿Y de qué se trata?

    Erial sonrió y se giró hacia Patrick.

    -¿Puedes contaros un poco cómo es el territorio que hay hacía delante?

    Patrick miró a Archie y éste asintió.

    -Hay un bosquecillo de árboles grises y empiezan unas pequeñas montañas. El campamento está situado en el valle entre las montañas. He oteado vigilantes en torres construidas con árboles a los flancos y rodeando el campamento. Lo que hay después… no he podido llegar a ver nada.

    Erial asintió, agarró un palo esquelético del suelo y trazó un mapa con la información que Patrick le había dado. Lo estuvo mirando durante largos minutos, trazó un par de líneas, las borró y las trazó en otro lado. Una vez su cabeza tuvo el plan listo, se giró hacia sus compañeros.

    -¿Puedo contar con toda vuestra potencia?

    Nico, Niall y Freya se miraron.

    -Cuenta con ello.-Dijo Nico, con firmeza.

    -Lo que necesites, hemos llegado hasta aquí para darlo todo.-Dijo Niall.

    Freya asintió, sonriéndole, dejando que de su puño cerrado explotara una llamarada de fuego.

    -¡Estoy que ardo!



    El soldado vertió el contenido de la cuchara sobre un bol y se sentó a comerlo entre sus compañeros. La misma bazofia durante cinco días seguidos era demasiado para su estómago, que no acompañaba aquellos días. Sus compañeros hablaban animadamente entre ellos, como si la porquería parduzca no les incomodara como él mismo. Sabía que no era el único que tenía problemas con permanecer en el peligroso páramo en el que se encontraban, todos hablaban cuando los oídos de los oficiales andaban cerca. La paga era buena, sí, pero aquella compañía estaba cansada de seguir a un príncipe corrompido por la oscuridad que se congregaba de demonios y seres oscuros y que no parecía dar mucha información de lo que estaban esperando allí. Observó llegar a la guardia que había sido relegada de las torres en la cima de las colinas que rodeaban el campamento y cómo se servían. Uno de sus compañeros preguntó qué tal la guardia, a lo que le respondieron que aburrida y monótona. Todos se sentían así por la rutina. Vertió de nuevo el contenido de su bol en la oscura olla y se alejó de sus compañeros.

    Una explosión hizo saltar las alarmas, sorprendiéndoles a todos, que se dirigieron hacia el lugar con las espadas en riste.

    -¡Eh, capullos!-La voz de la guerrera les confundió, hasta que lanzó sendas bolas de fuego hacia ellos que creó de sus manos desnudas.- ¡Hola!

    -¡Nos atacan!-Gritó uno de los oficiales.

    Los elegidos estaban atacándoles, no cabía duda, frente a ellos, cuatro jóvenes les retaban desde una posición considerable. Los oficiales comenzaron a gritar órdenes y a despligar a los soldados para el ataque.

    La guerrera de cabellera roja se adelantó y lanzó bolas de fuego a las tiendas de campaña que, debido a la sequedad del ambiente, no tardaron en prender y propagar las llamas.

    -¡Atacad!-Gritó uno de los oficiales.

    Los soldados corrieron hacia el enemigo con un grito de furia.

    Freya, que no era otra que aquella guerrera, sonrió y comenzó a correr detrás de sus compañeros, que ya le sacaban unos metros. Los soldados les siguieron, confundidos, para caer en la trampa. El suelo a sus pies se iluminó, sorprendiéndoles, y un chiquillo castaño de ojos violetas salió de entre el bosquecillo recitando y moviendo las manos rápidamente.

    -¡Un mago de trampas!

    Nico apareció por el lado contrario al de Geran, con la cantimplora abierta y el agua siguiendo el recorrido de sus manos, y trazó arcos con sus brazos, el agua salió y envolvió las cabezas de los soldados que habían caído en la trampa. La muchacha apretó y estos quedaron inconscientes por la falta de aire y agua en sus pulmones. Los soldados que no habían caído en la trampa se quedaron inquietos mirando la suerte de sus compañeros hasta que uno de los oficiales les gritó para que persiguieran a los elegidos.

    -¡Las torres de vigilancia han caído!-Gritó una voz desde atrás, señalando el derrumbe de dichas torres.

    Los soldados miraron hacia lo alto de la montaña y vieron dos figuras.



    -¿Crees que puedes hacerlo? Vas a gastar mucha energía…

    Archie y Erial estaban en el pico más alto de la montaña y a sus pies tenían el campamento en caos que habían dejado Freya y los otros. Los soldados corrían hacia sus compañeros para caer de lleno en la trampa de Geran y ser noqueados por Nico.

    -Debo hacerlo para que le plan sea efectivo.-Respondió Erial, concentrando toda su energía en sus manos.

    Archie miró hacia abajo y luego al elegido de la tierra sentado con las manos sobre su elemento.

    -¿Alguna vez has hecho algo así?-Erial trató de ignorar la preocupación en la voz de su maestro.

    -No… esta es mi primera vez.

    Archie frunció los labios.

    -Eso no me deja más tranquilo.

    -No voy a hacerlo solo, Niall va a ayudarme una vez lo haya conseguido… Y ahora, por favor, necesito concentrarme.

    El elegido cerró los ojos y mantuvo una respiración tranquila para llenarse de su elemento, la tierra. Notaba las raíces de los esqueléticos árboles, la pobre hierba y la montaña entera bajo sus manos. Todo reaccionaba a él, seguía su espíritu y sería fácil acatar sus órdenes.

    Archie observaba a Erial con un deje de preocupación en su rostro, no quería romper la concentración del elegido por nada del mundo, notaba el poder que se iba agrupando en sus manos y como estas empezaban a brillar con una luz mortecina de color verde que fue subiendo en intensidad. El joven maestro no sabía hasta qué punto aquellos cuatro jóvenes eran poderosos. Sí, los había visto en acción y habían sorprendido a un Matademonios como él… parecían romper esquemas con cada nuevo enfrentamiento, crecían como guerreros y como personas. No pude evitar pensar en lo jóvenes que eran…

    Erial abrió los ojos, los cuales ardían de luz luminosa.

    -¡Rómpete!-Gritó a nadie en especial.- ¡Yo te lo ordeno!

    Archie sintió la sacudida bajo sus pies y como empezaba aquel terremoto en aquel lado de la montaña. Del punto donde Erial tenía las manos se creó una gran brecha que continuó su camino bajando por la ladera de la montaña, atravesó el campamento y siguió por la otra montaña, rompiendo todo a su paso, conectando las montañas. El joven pelirrojo se asustó del poder de aquel terremoto, casi perdió el equilibrio, se giró hacia Erial, que había caído a un lado inconsciente debido a la energía que había puesto en aquel ataque.

    -¡Erial!-Se apresuró a socorrerlo, con dificultad, pues la tierra seguía rompiéndose bajo sus pies.- ¡Maldita sea!

    Aquello no entraba en sus planes, llegó hasta el muchacho inconsciente y le cogió de los hombres para sacudirle, necesitaba que volviese en sí. Erial, pálido, ojeroso, abrió los ojos y los enfocó en Archie, que le miraba desesperada. El terremoto se le iba de las manos.

    -Erial…

    -Ahora le toca a Niall…-Y volvió a cerrar los ojos para caer en la inconsciencia de nuevo.

    -¡Erial!

    Archie ya se veía sepultado por las rocas que caían a su alrededor, la tierra se abría bajo sus pies y no podía hacer nada. Cuando la brecha estaba a punto de engullirles, se abrazó con fuerza a Erial y vio la figura de Niall recortada contra el cielo, bajar en picado hacia ellos. Solo había una posibilidad de que el muchacho llegase hasta ellos antes de que la tierra les engullera… Archie alzó el brazo rogándole a los Dioses que le escucharan y cuando creía que el vuelo del alado no iba a ser lo suficientemente rápido, Niall agarró su mano con fuerza y tiró de ellos para salvarles de las rocas.



    Los soldados cesaron en su ataque cuando la tierra bajo sus pies comenzó a moverse, inquiero y confusos por lo que estaba ocurriendo. La brecha que el Elegido de la Tierra había creado engulló el campamento con una facilidad digna de los Dioses. No quedaron mas que piedras y fuego.

    -¿Lo hemos conseguido?-Preguntó Serena, acercándose al montículo de rocas y destrucción que había quedado donde instantes antes estaba el campamento.- ¿Hemos ganado?

    Niall aterrizó cerca de ella cuando Erial y Archie bien agarrado a él.

    -Eso parece…-Comentó Patrick.-Voy a comprobarlo…

    Y antes de que Archie pudiera detenerlo, el joven explorador se internó entre los escombros en busca de enemigos que pudieran darles problemas.

    Nico se apresuró a socorrer al inconsciente Erial, al igual que Freya, que le preocupó la inconsciencia del joven elegido de la tierra.

    -Esto es de locos…-Comentó Jensen, llevándose una mano a la cabeza por la asombrosa demostración de Erial.-Este poder… es magnífico.

    Recostaron a Erial a la sombra tras comprobar que solo estaba agotado por la tremenda acción que había llevado a cabo con su poder.

    -¿Alguien ha resultado herido?-Preguntó Archie, una vez más calmado.

    Todos negaron con la cabeza. El plan de Erial había resultado y ahora solo debían atravesar lo que quedaba de campamento para llegar al Portal de las Estrellas. Parecía que el destino se había apiadado de ellos y les brindaba el camino fácil y sin problemas.

    O no.

    Un grito les sacó de la nube de tranquilidad en la que habían entrado después del ataque sorpresa.

    -¿Patrick?-Preguntó Archie, volviéndose hacia los escombros, por donde el alto muchacho se había internado solo.

    -¡Es Patrick!-Gritó Ronnie, cogiendo su hacha y corriendo hacia los escombros.- ¡Patrick!

    Serena le detuvo con dificultad.

    -¿Pensabais que eso era todo lo que teníamos?

    Todos alzaron las cabezas para observar al demonio en el cielo, agarrando del cuello a un maltrecho Patrick, que se resistía a duras penas.

    -Oh, Dioses…

    El demonio soltó una carcajada, batiendo las alas en el aire.

    -Volvemos a encontrarnos, elegidos.

    Los cuatro elegidos reconocieron aquella voz. El hombre que les había perseguido por medio continente apareció entre los escombros con una sonrisa maliciosa en el rostro. El príncipe Alaric iba vestido con una armadura ligera de color oscuro, resaltando el color ambarino de sus ojos. Dio algunos pasos y cuatro oscuras figuras le siguieron. El azufre se hizo intenso en el lugar. Cinco altas figuras precedieron sus pasos, con pesados oscuros y afiladas espadas en las manos.

    Freya gruñó, convocando la Espada de Fulgor.

    Archie le hizo una seña para que se mantuviera quieta.

    -Toda una hazaña lo que el Elegido de la Tierra ha sido capaz de hacer,-comentó Alaric-todo ese poder tan desaprovechado. Podríais haceros con el mundo si quisierais… podríais ponerlo bajo vuestros pies.

    -¡Nunca usaríamos nuestros poderes para eso!-Replicó Nico, que tenía a Erial tumbado en su regazo.-¡Alguien que ostente un poder sin igual no se merece el respeto de nadie si quiere aplastarlos para gobernarlos!

    -Ah, sois demasiado jóvenes… Si hubierais caído en mis manos antes de que ese condenado Milius… ¿Por qué destruir un Portal que puede hacer a la raza humana más poderosa?-Preguntó Alaric.

    -Los demonios destruirían este mundo… no dejaría nada para los humanos.-Alegó Nico.

    -Os equivocáis… Si tienes una voluntad férrea, eres capaz de doblegarlos.

    -¿Y ser corrompido por la oscuridad?-Preguntó Freya.-Prefiero morir…

    -Eso tiene fácil solución.-Dijo Agramon desde el cielo. Toda la atención volvió de nuevo al demonio, que seguía teniendo a Patrick entre sus garras.-Esta vez no seré tan estúpido, acabaré con vosotros de uno en uno.-Y le partió el cuello al explorador que tenía entre las manos.

    -¡No!

    -¡Patrick!

    -¡Malnacido!

    Las llamas de Freya explotaron y fue a lanzarse a por el demonio hasta que Nico la agarró del brazo y la retuvo.

    -¡Detente!

    -¡Suéltame, Nico, pienso matar a ese maldito demonio!

    El demonio lanzó el cadáver del chico rubio y Niall saltó al aire desplegando sus alas y apresurándose para agarrarlo entre sus brazos. Aterrizó entre los aliados y depositó el cuerpo en el suelo.

    -Patrick… no, no, no… por favor…-Serena caminó hacia el alto chico con lágrimas en los ojos.-No puede ser…

    -Pat…-Geran dejaba que las lágrimas recorrieran sus mejillas sin poder evitarlo.-Pat…

    Ronnie se sentó al lado del cuerpo de su amigo y le cerró los preciosos ojos azules que Patrick tenía y sollozó en silencio.

    El silencio recorrió a todos tras aquella trágica acción por parte de sus enemigos.



    Erial abrió los ojos, sorprendido al estar tumbado lejos del corrillo que habían creado entorno al cuerpo de Patrick. Sentía los párpados muy pesados, cada célula de su cuerpo gritaba de dolor y cansancio, tenía un terrible dolor de cabeza y un ligero pitido en sus oídos.

    -¿Qué… qué ocurre?-Se incorporó a duras penas. Todo su cuerpo le pedía gritos que descansara, que recobrara energía para continuar trabajando. Su respiración se disparó, al igual que su corazón, que latía desbocado.-Chicos…

    Nico se volvió hacia él, con lágrimas en los ojos y Erial bajó sus ojos azules hacia suelo, donde se hallaba el cadáver de Patrick.

    -¿Patrick?

    -Él lo ha matado…-Habló Freya, apretando los puños.-Él lo ha hecho…

    Archie se había acuclillado al lado de su aprendiz y le retiraba el rubio cabello de la sucia cara.

    -No debí dejaros venir… no estabais preparados… Ha sido culpa mía.-Jensen le puso una mano en el hombro.-Erais demasiado jóvenes… tenía tanta vida por delante…-Y la voz se le quebró.

    Los guerreros de Alaric comenzaron a moverse, desenvainando las espadas y el demonio aterrizó cerca de ellos.

    -Chicos…

    -¡Maldita sea!-Gruñó Niall, desplegando las alas con furia y batiéndolas enérgicamente, creando un remolino de aire que los rodeo.-Freya…

    La muchacha dejó ir su furia en las llamas que los protegerían y estas subieron por el tornado creando una cárcel donde estarían seguros unos minutos.

    -Pagarán por esto… Os juro que los mataré a todos así tenga que morir en el intento.-Dijo la guerrera pelirroja, fulminando al demonio con sus refulgentes ojos verdes.-Aunque sea lo último que haga.
     
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    SilRock

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    El Portal de las Estrellas.
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    Capítulo 15: El Portal de las Estrellas.

    La pérdida de un compañero podía minar la confianza en el resto, el dolor podía ser tan devastador que podía nublar su juicio, la vida que se había perdido iba a ser una incógnita, pues nunca sabrían adónde habría llegado el joven muchacho. Los elegidos habían sufrido a lo largo de sus vidas, de su viaje hacia aquel día. Cada minuto había sido una lucha constante para salir a flote, para no dejarse llevar por la oscuridad que se anclaba en sus corazones y los hacía dudar. Los poderes que los habían acompañado a lo largo de su vida eran una lacra constante que les decía que eran diferentes, que podrían haber tenido otra vida si no hubieran sido los elegidos en aquel juego que era la vida. Todos sus actos los habían llevado hasta aquel día, cada una de sus decisiones había desembocado en aquella consecuencia.

    El cielo comenzó a llenarse de nubes grises, como sus pensamientos en aquel momento.

    Patrick no era un amigo de toda la vida, apenas le conocían, había sido un chico agradable y amistoso, les había ayudado en su viaje cuando más lo necesitaban. Les había demostrado con sus actos que era una persona especial, alguien a quien debían cuidar y proteger… y le habían fallado. Ya no volverían a ver aquella sonrisa, ni aquellos ojos azules que le caracterizaban. No oirían su risa…

    Las lágrimas eran lo único que podían dedicarle en aquel momento al muchacho que yacía en el suelo.

    -Él no hubiera querido esto…

    La débil voz de Geran pareció sacarles a todos del abismo en el que habían caído tras la muerte de un compañero. Los sollozos se detuvieron para observar al más joven y pequeño de todos los que se arremolinaban allí. Geran, aquel tímido chiquillo de ojos violetas había dejado de llorar y se había levantado del suelo. Se limpió las lágrimas y la nariz con la manga de su jersey y los miró a todos con determinación en sus ojos.

    -Él no hubiera querido esto,-repitió-Pat… Patrick era consciente de a lo que nos enfrentábamos, lo sabía…

    Solo el ruido de las llamas de Freya y el arremolinado viento de Niall le contestaron, el resto le miraron. El peligro había sido un compañero constante durante todo el viaje, incluso para los cuatro aprendices de Archie, que se habían unido al viaje en la recta final, la más difícil. Serena se levantó y se acercó a Geran, abrazándole con fuerza.

    -Oh, Geran…-Y sollozó, agarrándole contra ella.

    -Él querría que acabásemos esta misión, que le lloráramos después… No querría vernos así.

    Las palabras del muchacho tenían la fuerza que necesitaban en aquel momento. Archie asintió, mirando a su alrededor, a un grupo de jóvenes que se limpiaban las lágrimas y se preparaban para luchar.

    -Tienes razón…

    -Patrick era el mejor de nosotros.-Dijo Ronnie.-Se merece acabar su última misión con una vi-victoria…

    -Y la tendrá.-Dijo Erial.-Esta será su victoria.

    Se puso de rodillas con un gruñido de dolor, no podía seguir tumbado mucho más, debía luchar por el recuerdo de aquel joven que les había ayudado sin pedírselo. Sin embargo, su cuerpo no le respondía, sus músculos gritaban de dolor con cada movimiento.

    -Maldita sea…-Se quejó el elegido de la tierra, cayendo de bruces.

    Dos fuertes brazos le agarraron por las axilas y le auparon.

    -Vamos, plantitas, tenemos trabajo por delante.-Freya le ayudó a levantarse y le apoyó en su cuerpo para que pudiera incorporarse, pero sus piernas no podían sostenerle.-Coge mi energía.

    -¿Qué?-Erial estaba sorprendido.

    -La necesitas…

    -Pero estás… no puedo hacerlo…-Erial negaba con la cabeza y tuvo que reprimir las lágrimas que nacían en sus ojos.

    -Mis llamas cuidarán de mí, no te preocupes, te necesitamos… Necesitamos la fuerza de los elegidos para acabar con esto.

    -Yo…-Erial negaba con la cabeza, tratando de soltarse de Freya.

    -¡Toma mi energía, Erial!-La voz de Geran les sorprendió.

    -Y la mía…-Dijo Ronnie.

    -Lo que necesites…-Serena ayudó a Freya a mantener el cuerpo de Erial en pie.

    -Pero, chicos…-Erial los miraba con sus grandes ojos azules, sorprendido a la par que cautivado por la valentía y simpatía que demostraban entregándole lo más importante de ellos, su energía.

    -No podemos enfrentarnos a ellos.-Habló Geran.-No podemos hacer frente a alguien tan poderoso… pero tú si puedes, los cuatro juntos tenéis la fuerza de los elementos para combatir a los demonios. Solo vosotros podéis hacerlo.

    -No estarán solos.-Jensen habló con las espadas desenvainadas, dándoles la espalda y observando a través del viento a sus enemigos.-Yo lucharé con ellos… ¿y tú, Archie?

    Archie se sorprendió por la valentía del joven rubio y sonrió.

    -No he llegado hasta aquí para quedarme al margen, guapo. Estaré cubriéndote las espaldas.

    Jensen le sonrió.

    Freya dejó a Erial en manos de Ronnie y Serena y se apartó un poco, Nico la cogió de la mano y la sonrió para infundirle fuerzas, todos las necesitaban.

    -La recta final. Lo hemos conseguido… aunque aún nos queda lo más difícil… ¿Seremos capaces de vencerlos?

    Freya se encogió de hombros.

    -En seguida lo averiguaremos… Nacimos para llegar a este día, y no vamos a caer sin luchar.

    Erial aceptó a regañadientes absorber la energía de los tres aprendices, les estaría el resto de sus vidas agradecido por lo que estaban haciendo por él, por la misión, por todo. Sus manos se posaron en los hombros de Serena y Ronnie, que cerraron los ojos, y empezaron a emitir un aura verde. Sabía que si absorbía demasiado no se llevaría solo su energía, así que debía dejar lo justo para que sus cuerpos continuasen viviendo. Poco a poco sus músculos se llenaron de vida de nuevo, sus piernas le sostuvieron y fue él quien cogió a Ronnie y Serena antes de que cayeran.

    -¿Están bien?-Preguntó Geran, preocupado, ayudándole a tumbarlos. Erial asintió.-Ahora yo…

    -No.-Erial le detuvo y le miró directamente a los ojos.-Necesito que los protejas, tú serás el escudo que se interpondrá entre nuestros enemigos y ellos. Esa es tu misión.

    Geran se emocionó por aquello, con lágrimas en los ojos que no pudo esconder asintió enérgicamente. Protegería a sus amigos con su vida si era preciso, y animaría a los elegidos desde allí. Erial se separó del pequeño muchacho y caminó hacia sus compañeros. Geran aprovechó para dibujar un sello de protección y con el corazón latiéndole a mil por hora de la emoción, se encerró con sus amigos a la espera de que los elegidos triunfaran y dieran por acabada aquella misión.

    Los cuatro elegidos se miraron entre ellos con amistad y amor, el momento había llegado. El viento y las llamas que les defendía fueron absorbidos por sus respectivos elegidos y retaron a los enemigos que tenían frente a ellos. Porque detrás de aquel grupo de demonios se encontraba su destino, el Portal de las Estrellas, y para llegar a él debían superar otra prueba más, la última.

    -Yo me encargo del demonio…-Empezó a decir Freya, apretando un puño en llamas.

    -No,-la interrumpió Archie-tu sola no podrías hacerlo, necesitáis estar los cuatro juntos para poder vencerlo. Vuestras armas son la clave-los muchachos convocaron la Alabarda de Yggdrasil, la Vara de las Profundidades, la Espada de Fulgor y el Arco de la Brisa en sus manos marcadas-son las únicas capaces de acabar con su vida. Debéis usarlas bien…

    -¿Y qué pasa con los convertidos?-Preguntó Nico.-Ya comprobamos que son muy fuertes…

    -Nos encargaremos primero de ellos entre todos, y luego podréis ir a por el demonio.-Dijo Jensen.

    -Alaric no podrá hacer nada sin sus demonios y caerá.-Comentó Archie.

    -Llevo tiempo esperando por eso…-Freya dio algunos pasos alejándose de sus amigos.-Ha llegado la hora.

    Alaric la sonreía desde su lugar protegido por los cinco demonios, había llegado el momento de enfrentarse a ellos y acabar de una vez por todas con aquella persecución.

    -Aún estás a tiempo, Freya, si te unes a mi dejaré con vida a tus amigos… Abriremos el Portal de las Estrellas y seremos los reyes del mundo.-Alaric tuvo el tiempo justo para esquivar una bola de fuego y sonrió de nuevo.-No será por oportunidades de salvarte… te perdonaría cualquier cosa, incluso el fruto de tu vientre…

    -¡No me interesa nada de ti!-Freya, con la Espada del Fulgor en la mano, echó a correr en dirección hacia Alaric que envió a uno de sus guardaespaldas a por ella.- ¡Prefiero morir a estar contigo!

    El convertido alzó su espada y cortó el aire donde segundos antes había estado Freya, que fintó hacia la izquierda y de una estocada hizo volar el escudo del demonio, que se sorprendió. El escudo calló a los pies de Alaric, que hizo una seña para que el resto de soldado oscuros no se moviera. No quería hacer daño a la muchacha, aún tenía esperanza de hacerla entrar en razón y de que se uniera a él, donde podría protegerla. Agramon sonreía desde el cielo, observando la lucha con interés.

    Con las dos manos en la espada, la guerrera de cabello como el fuego corrió hacia atrás para prepararse para el siguiente ataque. Su enemigo la siguió, un pilar le hizo trastabillar y tuvo que esquivar varias flechas que venían del cielo. Freya, rápida como una serpiente, saltó impulsada por la rabia y le clavó la espada en el pecho con furia, estirando para liberarla y dejando caer al suelo el cuerpo del soldado, que trataba de taponar la herida para que aquella sangre espesa y negra no le abandonara. Miró a Alaric con furia, con aquellos ojos verdes chispeando de odio.

    -¿Lucharás tu o enviarás a tus muñecos?

    Alaric boqueó sin saber qué responder, pero se recompuso por el enfado.

    -¡Atacad, atacad y matadlos a todos!-Exclamó el príncipe, desenvainando su espada.-Herid a Freya si es preciso, pero no la matéis.

    Agramon en el cielo soltó una carcajada. Los cuatro convertidos se lanzaron al ataque sin demora y los elegidos y sus dos aliados se desplegaron hacia la batalla.

    Las nubes grises se habían tornado negras y habían explotado en una tormenta que empapó la tierra y a los guerreros en apenas unos instantes. Los relámpagos iluminaban el cielo y los rayos caían demasiado cerca, como si la cercanía al Portal de la Estrellas fuera un detonante para ello.

    Jensen saltó a un lado mientras Archie lanzaba una de sus dagas y era detenida por el escudo de su enemigo. El soldado convertido alzó la gran espada y tajó en el aire, llevándose algunos cabellos de Archie que se había librado por los pelos. Jensen cubrió al pelirrojo con sus espadas lanzando una tajo horizontal mientras este lanzaba cuchillos arrojadizos. Solo uno llegó a impactar en su oponente, justo en la rodilla, haciendo tambalear al gigantón y teniendo que apoyarse en el escudo para no caer.

    -¡Ahora!

    Jensen, con las dos espadas en las manos, se atrevió a acercarse a su enemigo para atacarle con dos tajos laterales en los brazos.

    -¡Cuidado!-La voz de Archie llenó el espacio entre ellos.

    El soldado convertido había golpeado a Jensen con el hombro, haciéndole trastabillar y caer al suelo enlodado. Se levantó, pero resbaló con dolor en una pierna, pues había caído con todo el peso sobre ella y escupió el lodo de su boca. El sabor desagradable le empapó las salivas gustativas e incluso llegó a tragar un poco. Archie se había apresurado a cubrirle y trataba de alejar el enorme soldado de Jensen, pero no tenía más dagas para protegerse. Archie miró a los ojos a Jensen y le sonrió antes de que una de las grotescas manos le agarra del cuello y lo apretara.

    -¡No!

    Jensen agarró una de sus espadas, ignoró el dolor que atenazaba a su rodilla apretando los dientes y saltó encima de la espalda del hombre que tenía preso a Archie, que se debatía entre los fuertes brazos de su enemigo, y le clavó la espada en la espalda. El soldado pegó un brinco, pero no soltó a Archie, que comenzaba a ponerse de rojo a morado y Jensen gritaba mientras sacaba la espalda y volvía a apuñalar al soldado a la par que gritaba por la rabia que sentía al ver como Archie se debatía para poder respirar. El pelirrojo había cerrado los ojos y trataba de evadirse con movimientos cada vez más flojos, pues sus pulmones pedían a gritos aire que no llegaba. Fueron precisas cinco puñaladas de su espada para que el soldado convertido soltara el cuerpo de Archie y cayera a un lado.

    -¡Por los Dioses, Archie…!-Jensen se arrastró por el fango hacia el maestro abatido y lo agarró entre sus brazos. El cabello pelirrojo de Archie se apelmazaba con lodo en su cabeza y tenía los ojos cerrados, su rostro volvía a tener la tonalidad de siempre, parecía que no respiraba.-Archie… dime algo…

    Jensen alzó la cabeza para pedir ayuda al resto, pero estaban todos absortos en su propia lucha a vida o muerte. Nadie parecía haberse dado cuenta de que el maestro había sido herido. La lluvia los masacraba a todos, impidiendo que sus movimientos fueran fluidos, les hacía resbalar y los ensuciaba. El campo de batalla era un lodazal quebradizo que impedía movimientos rápidos.

    -Jensen…-La entrecortada y bajita voz de Archie llamó la atención del rubio que se apresuró a buscar sus ojos y perderse en ellos.

    -Estás bien…

    Archie se llevó las manos a la garganta, donde tenía las marcas de estrangulamiento rojas y doloridas y asintió. Jensen sintió un alivio tan puro y agradable que agarró al maestro y le besó con fuerza en los labios, sorprendiendo al pelirrojo. Fue un beso tosco y corto, y Jensen se apartó primero, sorprendido por lo que acaba de hacer. Archie ladeó la cabeza y observó las mejillas sonrosadas del rubio, que le sonreía con timidez.

    -Oh, por favor…-Le agarró de los hombros y volvió a besarle con toda la pasión ardiente que tenía en el cuerpo.

    Tras unos eternos segundos donde se habían dejado llevar por aquel beso, se separaron y se situaron. Estaban en medio del fervor de la batalla y no podían quedar tan desprotegidos.

    -Creo que nosotros ya no podemos hacer nada más en esta batalla…-Habló Jensen con pesar y Archie asintió, incorporándose y sentándose a su lado.-Deberíamos salir de aquí para no importunarles…

    Archie le ayudó a levantarse y llegaron cojeando al lugar donde se encontraba el valiente Geran, que se apresuró a abrir una brecha para que pudieran entrar en aquel seco y tranquilo rincón y volvieron la vista a sus compañeros.

    -Freya… espero que salgas de esta.-Susurró Jensen, observando a su hermana.



    El agua fluía por las manos de Nico como si fuera parte de ella, la lluvia era su arma en aquel momento. Durante todo su viaje había pensado que no podría luchar junto a sus compañeros y que debería aprender a protegerlos de alguna manera diferente. Y ahora, allí bajo la lluvia, con el agua corriendo por sus manos, atacaba al soldado convertido que tenía delante con la furia de los océanos. La Vara de las Profundidades arremolinaba el agua en su punta y creaba virotes que volaban una y otra vez hacia el escudo que protegía a su enemigo. La muchacha bailaba bajo la lluvia de un lado a otro para herir a su enemigo, que iba bien protegido y detenía cada virote a fuerza de su escudo. Si quería herirle de verdad debía deshacerse del escudo y rápido, no sabía cómo estarían sus compañeros, si estarían heridos o necesitarían ayuda. Aquella incógnita la perseguía en cada movimiento, no quería ser negativa, había sido la más positiva durante aquel duro viaje, no podía dejarlo todo atrás y caer en el abismo de la negatividad. No cuando estaban tan cerca.

    Debo acabar con esto de una vez por todas” Con un movimiento del báculo, convocó el poder del agua en dos grandes figuras que moldeó hasta que dos feroces lobos fueron creados.

    -¡Atacad!-Rugió y las dos figuras de agua se lanzaron hacia su enemigo, que no esperaba ese arranque de poder.

    Nico corrió tras ella con el báculo preparado para lanzar el ataque.

    El soldado convertido perdió el escudo ante la embestida de los lobos, uno le mordió en el brazo y tuvo que soltarlo, ya que sus dientes acribillaron su piel como si de colmillos reales se trataran. Nico llegó hasta él y lo golpeó con fuerza en el pecho con el báculo. Su enemigo destrozó la forma de agua que tenía enganchada en su brazo y pateó la otra, recuperándose para atacar a Nico, que estaba muy cerca de él. La muchacha de cabellera morada le miró a los oscuros ojos y se asustó, pues había tanta ira y odio en ellos que la engulleron por completo. El brazo del soldado convertido alzó la espalda dispuesto a partirla por la mitad y Nico maldijo por haberse confiado y dio un paso atrás, resbalando por el lodo y cerró los ojos con fuerza.

    La espada cayó hacia ella e impactó en un muro de agua que la rodeó por completo. Nico abrió los ojos sorprendida y miró la gema marina que coronaba su báculo brillando con intensidad. El Espíritu del Agua estaba allí con ella, brindándole el apoyo que necesitaba en esos momentos. Aprovechando el asombro de su enemigo, que golpeaba una y otra vez el muro de agua que la rodeaba, Nico convocó un látigo de agua y lo envolvió en su cuello, apretando con toda la fuerza que tuvo, la sangre empezó a emanar de las heridas que le causaba y las manos del soldado convertido trataban en vano de deshacer el agua que le cortaba hasta que separó su cabeza de su cuello.

    El cuerpo cayó al suelo sin vida y Nico pudo respirar tranquila.



    Niall tensó el arco con fuerza y la flecha iridiscente se creó lista para ser lanzada. No impactó donde quería, pues el demonio, que no paraba de reír a carcajadas y esquivar sus ataques, se movía con rapidez.

    -Maldición.

    -¡Cuidado Erial!-La voz de Freya le llegó desde abajo y tuvo que detenerse para observar a sus compañeros.

    La muchacha había despachado sola a otro de esos gigantones acorazados casi sin ayuda, y corría hacia Erial, que había sido golpeado brutalmente por su enemigo. Notó que la muchacha se tocaba el hombro, había perdido la chaqueta del traje de combate y tenía los brazos desnudos y del derecho caía un reguero de sangre. Niall, que batía las alas para mantenerse en el aire, no vio llegar al demonio, que lo embistió.

    -¡Hay que estar atento a tu propio enemigo!-Se carcajeó Agramon.

    Niall estuvo a punto de caer hasta que enderezó sus alas y volvió al cielo en su persecución, arrojando varias flechas que persiguieron al demonio hasta que impactaron en los escudos que utilizaba el demonio, ya fueran una roca, un árbol o los restos del campamento. Iba a ser un enemigo difícil.



    Erial trataba de escapar rodando de la espada de su enemigo, de un lado a otro cuando la espada caía e impactaba en el lodo. Había sido herido por un golpe del escudo y había estado a punto de perder la conciencia si no hubiera sido por su fuerza de voluntad. Le dolía la cabeza y veía a través de su ojo izquierdo como caía un reguero de sangre desde su cabeza que le dolía a rabia, su cuerpo le pedía a gritos que se detuviera para descansar, pero si lo hacía, la espada que lo acosaba sesgaría su vida con facilidad. Sabía que desde esa posición no podía hacer más que defenderse, no podía convocar a la tierra lo suficientemente rápido para defenderse debido a que necesitaba segundos de concentración que no tenía. Tenía el traje de combate completamente bañado en lodo y lo notaba pesado, como sus movimientos, no sabía cuánto más podría continuar. ¿Se cansaría acaso su enemigo?

    En su camino de esquivas no vio una raíz que se enredó con su ropa dejándole a merced de su enemigo, ya que le impedía el paso y no podía continuar esquivando. Pensó que aquel era su final, pero por el rabillo del ojo vio aparecer la Alabarda de Yggdrasil que se interpuso levitando contra la espada de su enemigo y lo lanzó lejos, tiempo que Erial aprovechó sin dudar para desenredarse de la raíz y levantarse. El Espíritu de la Tierra le acompañaba en aquella lucha.

    A su lado apareció Freya corriendo y de un salto con giro incluido, hizo perder el escudo al soldado, que lanzó una estocada hacia Freya, que resbaló, pero la detuvo a tiempo. La muchacha, apretando los dientes con fuerza, se deshizo del enemigo y preparó otro ataque que el soldado convertido detuvo sin problemas. El cansancio empezaba a hacer mella en ella y se notaba en sus movimientos.

    Erial se había recuperado, sacudió la cabeza para quitarse las gotas de agua y sangre de la cara y agarrando la alabarda se lanzó en ayuda de Freya, aunque el lodo se interpusiera en la carrera.

    La muchacha fue lanzaba por un puñetazo feroz por los aires y cayó al suelo con sangre en el labio inferior, el cual se había partido, perdiendo la Espada del Fulgor y soltando un quejido al caer sobre el hombro herido.

    -¡Freya!-Erial se acuclilló a su lado, pero la muchacha apartó su mano.

    -Estoy bien…-La guerrera pelirroja se limpió con el dorso de la mano, la herida le escocía, pero no era nada.-Acabemos con este gigante de una vez.

    Erial asintió y observó la fortaleza con la que Freya se levantó y convocó de nuevo la espada de fuego, que explotó en llamas a la espera de volver al ataque.

    -Hagamos un ataque en pinza… hazle caer y yo me lo cargo.

    -¿Segura?

    La muchacha le fulminó con aquellos orbes de color verde y asintió, Erial no cuestionaría más sus decisiones. Cuando la muchacha le hizo una seña y su enemigo empezó a moverse hacia ellos, ambos jóvenes corrieron en direcciones opuestas con velocidad que su entrenamiento les permitía, confundiendo por unos segundos a su rival, que les observaba en silencio. Sus cuerpos se habían preparado para aquella batalla final, los habían fortalecido para llevarlos al límite si era necesario por conseguir la victoria.

    La lluvia entorpecía sus pasos por culpa del lodazal y la temperatura había bajado drásticamente, calándoles los huesos. El cielo estaba tan negro por las oscuras nubes, que era imposible ver las estrellas, solo el fuego de Freya iluminaba el lugar con grandes fogatas aquí y allá cuando la muchacha se había permitido descontrolarse. Erial miraba de soslayo a Freya esperando su señal, por un momento la vio resbalar por el fango y se asustó, pensando que caería y su enemigo se lanzaría a por ella. Sin embargo, Freya supo rectificar su movimiento de una forma rápida y le hizo la señal a Erial, que lanzó una estocada feroz con su arma por delante directo a las piernas del demonio convertido. Éste trastabilló y no vio la sombra que se cernía sobre él, cayendo la espada de Freya sobre su hombro en un corte vertical. El metal ardiente de la espada siseó y cortó como si de mantequilla se tratase y no se detuvo hasta que llevó al suelo enlodado donde salpicó chispas y barro. Erial observó la potencia de Freya, sorprendido por la fuerza que tenía su amiga.

    El cuerpo del demonio convertido se deshizo en dos grandes trozos, cayendo a la tierra donde su espesa sangre se unió con el fango.

    -Lo hemos conseguido…-Erial se limpió el sudor y la sangre que se habían mezclado en su frente.

    Freya sonrió desde el suelo, trató de levantarse, pero trastabilló debido al cansancio y resbaló por el lodo de su alrededor.

    -¡Freya!-Erial se apresuró a agarrarla por el brazo y la muchacha le apartó.

    -Estoy bien…

    Erial comenzaba a preocuparse por el estado de su amiga, sabía que su fortaleza no era ilimitada y que tarde o temprano ella misma se daría cuenta de las heridas que tenía y de que… ¡estaba embarazada! No podía dar rienda suelta o su cuerpo acabaría por sucumbir a todo. Quería hablar con ella para hacerla entrar en razón cuando oyeron varios golpes en el cielo y sus ojos se desviaron hacía allí.

    Agramon había impactado contra Niall, que había interpuesto su arco contra las garras del demonio y forcejeaban mientras batían las alas con furia.

    -¡Chicos!-La voz de Nico llegó desde atrás.- ¡Tenemos que ayudarle!

    Freya gruñó, asintiendo.

    -Necesito subir…-Un plan se iba fraguando en la mente de la Elegida del fuego.

    -Cuenta con ello, pero antes… estás sangrando.

    Freya se miró el hombro, una fea herida sucia de barro y sangre que resbalaba por su piel morena; le dolía, no iba a engañar a sus amigos ni a ella misma. Los movimientos que hacía eran desgarradores, solo por fuerza de voluntad había sido capaz de levantar la espada.

    -Déjame a mí,-Nico la tocó para examinar su herida-es muy profunda.-el agua se arremolinó en su mano y limpió la herida. Freya hacia muecas al notar los dedos de la pelimorada y el agua entrar en su cuerpo para retirar todo el lodo que se había colado.-Ahora la curaré…-La mano de Nico comenzó a brillar con un color azulado y la herida de Freya se cerró lentamente hasta que no quedó ni una marca.

    -Gracias, Nico…-Freya la besó la cabellera enredada y volvió sus ojos al cielo.

    Nico sonrió y se giró a Erial, que había estado pensando en un plan mientras recobraba algo de energía de su ambiente. Nico se acercó a él y le apartó el cabello naranja de la frente para observar la fea brecha que tenía, la sangre se había secado y picaba, pero por lo demás no parecía peligrosa.

    La mano de Nico comenzó a brillar y Erial se la tomó.

    -¿Estás segura de que necesitas gastar energía para curarlo? No me duele y…

    Nico movió las manos y las gotas de lluvia que caían a su alrededor, se detuvieron, para asombro de Erial.

    -Estoy bien… quiero hacer esto.

    Erial asintió y la muchacha puso sus cálidas manos en las frías mejillas de Erial, sonrojándolas al contacto, que se sorprendió. Los ojos color café de ella le miraban con intensidad, con un mensaje que Erial no supo descifrar o que no esperaba en aquel momento. Los labios de Nico se acercaron a él lentamente y Erial pensó que se moría allí mismo, las gotas detenidas a su alrededor brillaban por el reflejo de las llamas de Freya, su corazón estaba a punto de saltar de su pecho por lo rápido que latía… Tragó saliva y cerró los ojos, estremeciéndose al notar los tibios labios de Nico sobre los suyos. La chica había tenido que ponerse de puntillas para poder besarlo y se colgaba de sus mejillas hasta que Erial la abrazó por la cintura y la aupó. Cuando sus labios se fundieron, una luz comenzó a brillar en los de la muchacha. Las heridas de Erial se cerraron por completo, el muchacho la acercó más a él cogiéndola por la nuca, profundizando aquel beso que le devolvía a la vida. Las gotas de lluvia comenzaron a caer de nuevo sobre ellos, pero no fue hasta largos segundos después que Erial se dio cuenta y se separó de Nico a regañadientes, que había cerrado los ojos para deleite del beso.

    ¿Ese beso había sido de verdad o su mente le estaba haciendo perder la cordura? Aunque si de cordura tenía que hablar, él la había perdido completamente por aquella muchacha.

    -Nico yo…-La muchacha le silenció poniéndole un dedo en sus labios y le sonrió con ternura.

    -Lo que me tengas que decir, dímelo cuando cerremos el Portal… prométemelo.

    Él asintió enérgicamente y la abrazó con fuerza, como si no quisiera que ese momento se acabase nunca y durara mil años con ella en sus brazos. Sin embargo, tenían una misión y debían encargarse de ella para poder entregarle su corazón a la mujer que amaba.

    -¿Estáis listos? Niall no aguantará mucho más sin nosotros.-Una sonrisa bailaba en los labios de Freya al verles llegar cogidos de la mano. Estaba deseando que todo aquello acabara para poder alegrarse por ellos.

    -Sí,-habló Erial-vamos a acabar de una vez por todas con esto.



    Alaric corría por el lodazal seguido por el último de sus demonios convertido y el primero, aquel al que había hecho su guardaespaldas. Había visto caer a sus campeones uno por uno y la amarga derrota se acercaba a pasos agigantados hacía él. Lo había tenido todo en la punta de sus dedos y veía como se alejaba, algo que no le gustaba. Sin embargo, aún podía hacer algo antes de caer, si Agramon no conseguía herir a los elegidos, él los esperaría cuando menos se lo esperasen para dar su golpe de gracia. Se vengaría por todo lo que le habían hecho sufrir en aquel viaje y sobre todo por alejar a Freya de él.



    Erial alzaba la mano y allí donde quería se creaba un pilar que Freya no tardaba en pisar para continuar saltando hacia el otro. Niall volaba tras ella lanzando flechas iridiscentes hacia el demonio, que lo esquivaba todo, a la vez que observaba que Freya no sufriera una caída, pero la muchacha era muy ágil. La fuerza había vuelto a ella con aquel pequeño descanso y sus ojos echaban chispas al seguir el aleteo del demonio, que se reía en cada movimiento.

    Nico movió las manos con rápidos movimientos, creando un gran rostro en el cielo con la lluvia de su alrededor. El demonio se detuvo ante la cara y la miró sorprendido, no había logrado comprender el poder de aquellos jóvenes y estaba empezando a temer por su vida. Con una finta trató de girar, encontrándose con las flechas de Niall que no dejaban de acosarlo. Las esquivó por los pelos y volvió a toparse con el rostro, que abría la boca para engullirle.

    -¡No!

    Freya había llegado hasta él y con una pirueta saltó hacia él con las manos ardiendo con su fuego, preparó un puñetazo y lo lanzó con un rugido. Su puño se había convertido en un dragón e impactó de lleno en el rostro del demonio que dejó de batir las alas por un momento. La muchacha fue impulsada hacia atrás por el impacto, y Erial a sus pies alzó el suelo para tratar de amenizar el impacto sufrido por su amiga. Echó una mirada a Nico que hacía bailar sus brazos para mantener el rostro en el cielo y tratar de atrapar al demonio, con una mueca de concentración total y no pudo evitar pensar lo hermosa que estaba en aquel momento. Quiso hacer un comentario, pero una sombra se cernió sobre ella.

    El último de los demonios convertido alzaba el mandoble para dejarlo caer sobre la chica absorta en controlar el agua. Erial perdió la concentración, el pilar que había surgido para salvar el aterrizaje de Freya se desplomó y Niall la sujetó en el último momento cayendo hacia abajo, y Erial echó a correr todo lo que sus piernas y el lodo le permitieron mientras veía bajar el filo del mandoble hacia Nico.

    -¡Nico! ¡¡NICO!!

    Su voz se desgarró con aquel grito que llamó la atención de todos a su alrededor. Nico se asustó y pegó un brinco, perdiendo la concentración y el agua se desmoronó, soltando al demonio al que había apresado segundos antes. La muchacha volteó a mirar a Erial sin percatarse del horror que estaba a punto de sufrir.

    Erial saltó los últimos metros para empujar a Nico, que le miraba con sorpresa en el rostro. La muchacha cayó de lado y la espada impactó en el lodo, muy cerca de las piernas del elegido de la Tierra. Le había salvado.

    -¡Erial!

    Erial no tuvo tiempo de apartarse de nuevo debido al resbaladizo suelo y la espada cayó sobre una de sus piernas con furia. El grito que salió de su boca era el peor que todos habían escuchado en sus vidas.



    Freya se levantó del suelo al oír aquel grito, donde había caído entre las alas de Niall, que no había calculado bien el aterrizaje y estaba inconsciente en el suelo. El elegido del Viento había recibido todo el impacto por ella. Freya gruñó, se levantó buscando a Erial y Nico y empalideció al encontrar la escena.

    Erial estaba en el suelo y gritaba mientras trataba de levantarse en vano, pues una de sus piernas había sido cercenada por el filo de la hoja de su enemigo y no dejaba de brotar roja sangre de ella mientras Nico trataba de mantener un muro de agua que el demonio convertido golpeaba una y otra vez con la espada, haciendo saltar el agua a su alrededor. Niall a sus pies sacudió la cabeza, dolorido por el impacto. Una de sus alas había sufrido más que la otra y las replegó, movimiento que le hizo soltar un quejido.

    -¿Freya? ¿Estás bien?-Alzó un brazo para tocar a la guerrera pelirroja, pero su piel ardía y la tuvo que apartar con un siseo. Preocupado, se levantó a duras penas y se encontró el horror.-Por todos los Dioses…

    La temperatura a su alrededor comenzó a subir y a asfixiarlo y no tuvo tiempo de detener a Freya, que se lanzó convertida en una gran bola de fuego.



    Nico sabía que no iba a poder resistir mucho más tiempo, oía los gritos de Erial y se le partía el alma con cada alarido del pelinaranja. La sangre lo empapa todo a su alrededor, mezclándose con el lodo y la lluvia, y su escudo mengua un poco con cada golpe que le daba su rival, ya le había hecho caer de rodillas. Tenía que ayudar a Erial, pero si dejaba de concentrarse en el escudo, éste caería al igual que la espada y no podía permitir que nada más le sucediera a Erial… Tenía un nudo en el estómago, lágrimas recorriéndole las mejillas y sus fuerzas empezaban a ceder, lo sabía, lo notaba en cada golpe de la espada. Miró a Erial, que había dejado de gritar, cayendo inconsciente, tenía que protegerle, aunque fuera lo último que hiciera. Apretó los dientes y trató de levantarse con esfuerzo, debía aguantar, aunque fuera lo último que hiciera.

    <¡¡POOOOOOOOF!!>

    Una gran bola de fuego impactó contra el soldado haciéndole saltar por los aires. Nico abrió mucho los ojos con sorpresa y aprovechó el momento sin dudarlo. Deshizo el escudo y se apresuró a sentarse al lado de Erial y observó la herida, podía ver el hueso, los músculos desgarrados, la sangre a borbotones, había sido un tajo limpio por debajo de la rodilla. Nico se puso manos a la obra, pero estas comenzaron a temblar y supo que no podía hacerlo ella sola y que Erial moriría desangrado. Solo oía el sonido de su respiración, cada vez quería coger más aire, como si no le llegara suficiente, jadeaba y empezaba a marearse. No podría hacerlo… No podría hacerlo… Erial iba a morirse en sus manos…

    Justo cuando tenía ese pensamiento en su mente, Niall llegó a su lado y le apretó con fuerzas las temblorosas manos. Nico alzó sus ojos y miró a los extraños ojos de color blanco que tenía el elegido del viento, le parecieron muy bonitos y tranquilos en aquel momento.

    -Dime en que puedo ayudar…-Le dijo.-Nico… ¡mírame a los ojos! Estás entrado en shock… y te necesito lúcida.

    -Yo… yo…

    -¡Nico, Erial y Freya te necesitan!-Niall la zarandeó de los hombros.-Yo te necesito.

    Nico sacudió la cabeza y llevo sus ojos de nuevo al pálido rostro de Erial, tragó saliva y le soltó las manos a Niall, aún temblaba, pero sabía lo que debía hacer.

    -Voy a necesitar tu energía… no sé si voy a p-poder hacer algo por su pierna… yo…

    Niall le ofreció una mano con una sonrisa cansada.

    -Estoy aquí para ayudarte a salvarle, Nico, juntos vamos a hacer que se ponga bien.

    Nico miraba la mano de Niall, parecía firme y le brindaba la ayuda que necesitaba en ese momento. Se sintió tan estúpida por haberse dejado llevar por el pánico y el miedo, y ahora, más centrada que nunca, con su determinación por delante, aceptó la mano que le ofreció y cogió la energía que necesitaba para curar al muchacho. Sus manos comenzaron a emitir una luz azul tenue y la llevo a la rodilla destrozada del muchacho.

    Mientras, aún quedaba un combate librándose en aquel momento…

    Los puños de fuego de Freya no perdonaban a su enemigo, era una dragona que echaba fuego por los ojos y sus golpes eran certeros y demoledores. Su rival no podía hacer nada contra aquellos ataques de ira y rabia, había perdido el escudo y la espada con el golpe y usaba sus antebrazos para tratar de evitar los golpes en la cabeza.

    Allí donde el puño de Freya golpeaba, un reguero de fuego achicharraba su carne, la guerrera pelirroja estaba fuera de sí, todo su cuerpo era puro fuego y tenía que enfocarlo hacia su enemigo. Nunca pensó que perder el control serviría para algo.

    -¡Has hecho daño a Erial!-Gritaba, entre puñetazo y puñetazo, tenía los nudillos ensangrentados, había logrado romper la defensa de su enemigo, que caía al suelo sobre una rodilla sacudido por una brutal patada en las costillas.- ¡No te lo perdonaré! ¡No te lo perdonaré! ¡No te lo perdonaré!

    Con cada palabra que gritaba le lanzaba un golpe, hasta hacerlo caer de rodillas. Le agarró por la cabeza y le golpeó con una rodilla, haciéndole perder el casco, que salió rodando hacia atrás. Descubierta su cara, la chica se centró en machacarla con un rugido de ira. En cada golpe que daba dejaba un pedazo de su alma, y se repetía que Erial no podía morir, que su Plantitas iba a vivir, pero las lágrimas le nublaron los ojos y tuvo que pestañear para quitárselas. No podía perder a su familia, no quería hacerlo. Agarró con fuerza del cabello al soldado convertido y repitió un puñetazo tras otro con frustración y odio. Notaba el calo asfixiante a su alrededor y no le importó, solo quería dejarse llevar y acabar con quien había hecho daño a los suyos.

    -¡Ya basta!

    Freya soltó a su rival, que cayó al suelo con la cara ensangrentada e irreconocible. Freya se volvió y lo vio allí, a Erial, apoyado sobre Niall, que sostenía su peso. El Elegido de la Tierra estaba demacrado, pálido y con los ojos hundidos repleto de ojeras que oscurecían su rostro. La Elegida del Fuego bajó sus ojos a donde antes había estado la pierna izquierda de Erial y no encontró nada, la furia volvió a ella y se giró hacia su enemigo, pero ya no respiraba.

    -Freya, mírame…

    La muchacha tardó en volverse, fulminando con sus ojos verdes al despojo que había a sus pies, pero lo hizo, y se encontró con los tranquilos ojos azules de Erial. Una vez más, Erial lo había superado.

    -Estoy bien… Saldré de esta gracias a Nico y Niall.

    Nico estaba detrás de ellos y se abrazaba los brazos mientras lloraba en silencio y temblaba. No había podido salvar su pierna, y lo había intentado, sin embargo, había evitado la infección y el dolor de la herida y Erial seguía vivo, aunque había perdido mucha sangre.

    -Esto aún no ha acabado.-Dijo Freya, se paso una mano por el cabello rojo y buscó en el cielo.-Aún nos queda un demonio y un traidor…

    La risa de Agramon les erizo el vello, había aterrizado no muy lejos de ellos, junto a Alaric que se mantenía en silencio mientras miraba al que había sido su guardaespaldas con una mueca de pena.

    Freya se interpuso entre sus enemigos y sus amigos y les reto con la mirada.

    -No tendré ningún problema en acabar con vosotros como he hecho con ellos.-Dijo, tajante.

    Agramon soltó una carcajada.

    -Estáis en las últimas… os habéis agotado y apenas podéis teneros en pies.-Agramon mantenía aquella mueca pérfida y enseñaba sus afilados dientes.

    Freya cerró un puño en llamas y sonrió.

    -Oh, créeme, aún me queda mucha mecha.-Replicó, segura de sí misma.-Esto va a acabar aquí y ahora…

    Agramon la evaluó, entornando sus ojos rojos brillando, su cola se movía con diversión y preparó sus garras retadoramente.

    -Vamos, te estoy esperando, elegida del fuego.

    Freya convocó la Espada del Fulgor, que brilló en su mano, y dio dos pasos hacia delante.

    -Freya, espera…

    La guerrera pelirroja se volvió hacia sus compañeros, Nico se acercó a ella.

    -No vas a poder tu sola con él…-Nico estaba preocupada, sabía que aquello podía ser un suicidio, el demonio era poderoso, se necesitaba la fuerza de los cuatro elementos para eliminarlo.

    -Necesitáis descansar y yo estoy que ardo, necesito sacar todo este fuego…

    -No.-La voz de Erial era tajante.-Lo haremos juntos.

    Freya le miró sorprendida.

    -Erial yo…-Freya se mordió los labios.-No estáis en condiciones de…

    -¿Y tú sí?-Esta vez fue Niall, que la miraba con dureza, algo que la sorprendió.- ¿Te recuerdo que estás embarazada?

    -¡Estoy bien! Él está bien… yo… Joder, no podéis moveros… Necesito protegeros.

    -Y nosotros queremos protegerte a ti.-Replicó Nico con seguridad en la voz.

    Freya no entendía qué estaban pensando, había utilizado mucha energía solo para poder salvar a Erial, no sabía qué iban a hacer para poder luchar.

    -Déjame en el suelo, Niall…-El elegido del Viento asintió y acomodó a Erial en el suelo, que enterró sus manos en el lodazal.-No vas a luchas sola… la tierra y yo te apoyaremos. Quizá no pueda luchar con mi cuerpo… pero aún tengo mi elemento para hacerlo.

    La tierra bajos sus pies vibró ante sus palabras.

    Nico movió los brazos sobre su cabeza y arremolinó el agua entorno a Freya, que notó como la refrescaba y la imbuía de vida y fuerza. Las pequeñas heridas que había sufrido se fueron curando y cerrando, incluso se limpió la suciedad de su cuerpo. Freya sintió renovadas fuerzas en su interior y lo agradeció.

    -Yo lucharé a tu lado.-Niall desplegó sus hermosas alas oscuras y convocó el Arco de la Brisa.-Siempre he estado preparado para luchar a tu lado.-El agua también le había limpiado y sanado sus heridas.

    -Entonces no perdamos tiempo.-Freya estrechó con fuerza la mano de Niall.

    -Yo capitanearé el ataque, seguid mis movimientos…-Erial cerró los ojos y se concentró, la tierra bajo sus pies tembló y se rompió bajo los pies de Agramon y Alaric. El demonio despegó al cielo y Alaric saltó justo cuando se abría bajos su pies- ¡Ahora!

    Freya y Niall se lanzaron al ataque.

    -¡A tu izquierda, Niall!-La voz de Nico avisó al muchacho, que saltó en el aire al tiempo que el demonio destrozaba uno de los lobos de agua de Nico, que volvía a formarse y atacaba.- ¡Destroza!

    Los dientes afilados de agua se cerraron muy cerca de uno de los brazos del demonio, que lo esquivó justo en el último momento. Agramon se volvió para detener el filo de la espada de Freya, que había saltado desde su espada con las dos manos en la empuñadura de dragón. Al contacto con el filo de la espada y las garras saltaron chispas.

    -Has estado cerca.-El demonio utilizó su cola para hacer caer a Freya.-Pero este combate lo voy a ganar yo…

    Una de las flechas iridiscentes de Niall impactó en una de sus alas y la agujereó, haciéndole soltar un alarido de dolor. Se llevó una mano al hombro y fulminó con sus ojos rojos llenos de rabia a Niall.

    -¿Decías?-Freya se había incorporado y había enrollado en su puño la sinuosa cola del demonio.- ¿Te he dicho ya que estoy que ardo?-Su puño enrollado comenzó a arder y el fuego recorrió la cola hasta llegar al trasero del demonio, que saltó con un grito de dolor.-Oh, ¿te he quemado el culo? Pobrecito…

    Agramon rodó sobre el húmedo fango para apagar el fuego de su trasero, le hervía la sangre de ira, miró a Alaric que había estado observando la lucha y el príncipe de Arébalo asintió.

    -Pagarás por esta humillación. Todos lo haréis.-Y se lanzó hacia la muchacha, que estaba preparada con su espada y le recibió.

    El demonio se vio acosado por los cuatro elegidos, que usaban sus poderes para vencerle. Nunca el agua fue tan mortífera, ni el viento tan letal, la tierra destruía y el fuego consumía. Los elegidos iban a darlo todo, porque solo podía haber un vencedor y tenían que ser ellos. Tenían que pensar en la gente que habían ido dejando atrás, esperándoles llegar con victoria, que había luchado por y para ellos. No en vano estaban sacrificándose por ellos.

    Erial había levantado un muro a su alrededor que lo protegía, pues sabía que era vulnerable a ataques directos en su estado. Movía la tierra bajo los pies de sus compañeros para favorecerles, no iba a fallarles en eso.

    Nico se había lanzado con sus lobos de agua al ataque, que arremetían contra los flancos del demonio haciéndole perder territorio. Iba a proteger a aquellos que más le importaban, no iba a ceder a la oscuridad por nada, iba a utilizar todo lo que Alwyn le había enseñado para lograrlo.

    Freya usaba cada movimiento que Jacal le había enseñado con la espada para demostrarle que seguía importándole, iba a ganar el combate por su maestro, demostraría a todos que el fuego era capaz de proteger lo que más quería.

    Niall volaba agitando el viento con sus alas e impidiendo que el demonio saltara al cielo, donde sería más difícil el atacarle. Le querían en tierra, y allí lo iba a mantener. El viento se colaba entre sus alas y sus brazos y guiaba sus movimientos, revolviéndole el azabache cabello.

    Todos eran uno en aquella batalla.



    Alaric se había deslizado lejos de la vista de los elegidos y se había internado entre los restos del campamento de sus mercenarios. Entre cadáveres, piedras y tiendas rotas busco un arma que blandir contra sus enemigos. Sentía la rabia bullir por su cuerpo, recorriendo cada poro de su piel. Encontró un soldado con un carcaj y un arco intactos y los cogió. Estaba asumiendo poco a poco que iba a perder, que no tendría escapatoria, los elegidos cerrarían y destruirían el portal, perdería la oportunidad de volver a estrechar entre sus brazos a su querida y amada Marisa, perderían su poder político y no podía hacer nada para impedirlo… O quizá sí. Necesitaban a los cuatro elegidos para hacerlo, ¿verdad? Caminó entre los escombros con dificultad, la muerte era su compañera en aquel lugar. Escaló un montículo de piedras y se preparó para disparar. Iba a jugar todas sus cartas. Colocó la primera flecha en el arco y apuntó, cogió aire y soltó la cuerda, la flecha impactó y preparó otra para rematar rápidamente.



    El entrechocar de la espada de Freya contra las garras del demonio se oía por todos lados. El demonio había conseguido deshacerse de los lobos de Nico, que trataba de convocar otro con la poca energía que le quedaban. Erial seguía haciendo temblar la tierra bajo los pies del demonio, pero era difícil no hacer daño a su amiga cuando ésta estaba tan cerca del demonio, así que estaba a la espera.

    Freya lanzó un corte horizontal, rompiéndole la casaca de color sangre, y dañándole en el pecho. Sin embargo, no había sido mortal como ella había esperado. El demonio se revolvió y le arañó la piel de uno de sus desnudos brazos, haciéndola daño. Freya giró y arremetió con un tajo horizontal por la izquierda, el demonio lo esquivó y aprovechó para atacarla en el costado, pero Freya saltó hacia atrás en el último momento para salvarse.

    Agramon estaba furioso, nada de lo que ocurría estaba saliendo como él había esperado. Se suponía que iba a ser el heraldo del caos para sus hermanos, que aclamarían a gritos su nombre cuando salieran por el Portal de las Estrellas, le amarían y agradecerían lo que había hecho por ellos. Sin embargo, aquellos cuatro jóvenes habían resultado toda una sorpresa para él, su poder era inestimable, y sabía que no podría vencerlos a los cuatro juntos. Se arrepintió de no haber hecho mejores planes, de haber subestimado a los Cuatro Elegidos de los Elementos y su fuerza. Ahora era tarde, y sentía miedo, por primera vez en siglos, sentía miedo a morir. No quería hacerlo. La desesperación se hizo presa de él, sus movimientos comenzaron a ser más temerarios y repletos de una nueva fuerza en él. Freya pasó de atacar a defenderse de las garras del demonio, que comenzó a acosarla. Sin embargo, la muchacha no se amedrentó, era una fiera guerrera y se había prometido dejar el miedo atrás.

    El demonio batió sus alas y dio un salto para atacar desde arriba a la muchacha que sintió como el viento de Niall la alzaba y detuvo las garras del demonio sin problemas. Cuando repelió el ataque lo buscó en el cielo para agradecérselo, sin poder evitar pensar en lo hermoso que estaba Niall en el aire, con sus majestuosas alas oscuras batiendo el viento a su alrededor. Él la sonrió, formulando la palabra “Te quiero” con los labios, inundando de fuerzas a Freya que le devolvió la sonrisa hasta que Niall se estremeció e hizo una mueca de dolor y bajó los ojos a su pecho.

    Freya se detuvo y con terror observó la punta de la flecha que atravesaba el pecho de Niall e instante después, una segunda le atravesaba el costado de parte a parte. Aterrada, soltó la espada y corrió hacia Niall olvidando todo. El demonio aprovechó para escabullirse y lamerse las heridas.

    -¡Erial! ¡Nico!-Llamó a sus amigos, que vieron caer al elegido del Viento al lodazal, herido de gravedad.-No, no, no… Por favor, Dioses, no me hagáis esto.

    Freya llegó hasta Niall, que intentaba respirar y un hilillo de sangre caía por la comisura de sus labios. Freya sintió el terror en la boca de su estómago, trató de taponar las heridas mientras Nico llegaba corriendo hacia ella, pero estaba bastante lejos. Freya comenzó a temblar mientras agarraba con fuerza a Niall, que se debatía por vivir en sus brazos. Sus manos se llenaron rápidamente de la sangre de la persona a la que más quería, pero no le importó, solo quería sostenerle, mantenerle cerca de ella.

    -Por favor, no me dejes, Niall…-Le decía la muchacha, acariciándole la pálida mejilla y observando la sangre brotar de sus heridas.-No me dejes ahora… te necesito… te necesitamos…-Las lágrimas no tardaron en deslizarse por sus mejillas y caer por su barbilla. La fortaleza que había demostrado instantes antes se estaba rompiendo a pedazos, como un cristal caído al suelo.

    -Fre…ya…-Niall se ahogaba en su propia sangre y observaba el terror de los ojos de Freya, trataba de tragar saliva, y le dolía a horrores respirar.-Fre…ya…-Llevó una mano al vientre de la joven pelirroja y lo apretó con fuerza, mientras con la otra mano acariciaba su cálida y empapada mejilla.-Vi-ve…vi-ve p-por… los dos.-Y cerró los ojos, cayendo en el sueño eterno.

    -No, no, no… Niall… Niall… ¡¡¡NIALL!!!

    Nico se sentó al lado de su amiga que se apartó con horror, llorando a lágrima viva, y examinó las heridas de Niall con pánico, sus manos se iluminaron y tocó las heridas del muchacho, sacando las flechas con toda la consideración que pudo. Estaba tan cansada que apena podía mover sus músculos, pero debía hacerlo, debía salvar a su amigo. Nico lo intentó, sus manos se apagaban y ella volvía a intentarlo y se iluminaban, pero ya era tarde, la vida había abandonado ese cuerpo. El viento dejó de aullar y se detuvo por completo, asustándola.

    -No… no puede ser…-Desvío la mirada castaña hacia Freya, que temblaba mientras la miraba con esperanza, pero ella negó con la cabeza, desviando la mirada.-Lo siento mucho, Freya… he llegado tarde…

    -Por favor… sálvale… por favor…

    Nico volvió a mirarla y se echó a llorar sin poder evitarlo.

    -No… no…-Freya se levantó.- ¡Erial! ¡Erial te necesitamos! Tienes que despertar a Niall y…

    Alguien abrazó a Freya por detrás y ella sollozó, rota de dolor. Niall se había ido lejos para no volver, a un lugar al que ella no podría llegar. El dolor que sentía era indescriptible, como ningún otro que había sentido. Durante el recorrido de su vida había sufrido, mucho, dolor, decepciones, desengaños… El dolor que sufría ahora era el peor de todos, y la desesperanza se instaló en su corazón, atenazándole con alambre de espino hasta hacerle sangrar.

    -Lo siento mucho, Freya…-La voz de su hermano pareció llegar de lejos.-De verdad que lo siento…

    Freya se volteó y lloró en el pecho de su hermano como había llorado hacía años, siendo una niña pequeña. Jensen la abrazó con fuerza, tratando de reconfortarla, sabiendo que no iba a conseguirlo.

    Erial se había arrastrado hacia allí y ahora miraba el cuerpo de Niall, rápidamente buscó a Freya y la encontró llorando en los brazos de su hermano mayor.

    -Freya…-Susurró con voz queda y bajó la cabeza para llorar en silencio.



    -Buen disparo, le diste de pleno.-Agramon aterrizó a duras penas junto a Alaric y sonrió.-No esperaba algo tan grande de tu parte.

    -Tenía una deuda que saldar con ese maldito…-Alaric observaba la escena con rostro fantasmagórico.-Ahora jamás podrán cerrar el Portal, solo con la fuerza de los cuatro iba a ser posible.

    -Ha sido una buena idea… joder, esa chica pelea duro… estoy deseando acabar con ella…-Un cuchillo de hoja negra apareció pegado a su cuello, sorprendiéndole.- ¿Qué puñetas…?

    -No vas a tocarle un pelo de su cabellera a Freya, o te mataré.-La determinación de Alaric se palpaba en el ambiente.-No has servido para nada… Eres detestable, he perdido grandes guerreros por tu culpa… Si todos los demonios son como tú, no llegaréis a dominar este mundo. Sois simples payasos.

    Agramon gruñó, observando el fijo de la oscura hoja pegado aún a su cuello.

    -Modera tus palabras, Alaric… Te recuerdo que tu querida Marisa depende de nosotros.

    -¿Sabes? Me he dado cuenta de que no necesito que Marisa vuelva… Me gusta Freya tal y como es, la quiero a mi lado… Ahora que me he deshecho del Viento, estoy seguro de que podré hacerla mía. ¿Y sabes de qué más me he dado cuenta? De que no te necesito…

    Agramon le miró a los ojos.

    -Eres un idiota, esa chica te odia con todo su ser… y más ahora que has matado al amor de su vida, al padre de su hijo…

    -Yo seré un digno padre,-Alaric apretó con fuerza el cuchillo, y un fino hilo de sangre oscura comenzó a resbalar por el cuello del demonio, que tragó saliva, asustado-ella acabará por amarme… Lo hará.

    -Estás loco… no conseguirás nada.

    Alaric sonrió.

    -He conseguido más que tú, inepto.-Y clavó el cuchillo en la garganta del demonio, que lo embistió y le clavó una de sus afiladas garras en su estómago con fuerza y salió volando con el cuchillo clavado en la garganta.- ¡Morirás tu también, estúpido Agramon! ¡La hoja está envenenada!-Y soltó una carcajada.

    El demonio voló hasta que las fuerzas le fallaron y cayó al campo de batalla, levantando lodo a su alrededor. Se retorció unos metros hasta toparse con las botas de alguien.

    Agramon alzó la cabeza, encontrándose con Freya, que le pateó en la cara.


    -Un traidor siempre es un traidor…-Y le piso la cabeza con fuerza, hundiéndola en el lodo.

    Agramon se ahoga por la herida de su cuello, y la bota de Freya en su cabeza no le ayudaba. Fueron minutos agónicos hasta que respiró por última vez.

    -¿Se han matado entre ellos?-Preguntó Archie, que había llegado hacia Freya y observaba el cuchillo en la garganta del demonio y como éste se deshacía.

    -No, ese hijo de mala madre sigue vivo…-Dijo Jensen, que había visto la figura de Alaric correr en dirección al Portal.

    Freya pasó por su lado y se dirigió caminando hacia Alaric.

    -¡Freya, espera!-Nico la agarró del brazo.

    -Debemos cerrar el Portal… y quiero matar a ese malnacido con mis propias manos.

    -Tenemos que ser los cuatro para poder hacerlo… ¿no lo recuerdas?-La voz de Erial le llegó desde atrás.

    -¿Y qué hacemos?-Les preguntó Freya, temblando de rabia.- ¡Hemos llegado hasta aquí! No quiero que la muerte de Niall sea en vano… ¡voy a cerrar ese Portal de los cojones, o al menos voy a intentarlo!

    Freya les dio la vuelta de nuevo y comenzó a caminar, llorando en silencio. Había asimilado que no volvería a ver la sonrisa de Niall nunca más, que no volvería a besarlo, a tocarlo, a estar con él. Y dolía, dolía mucho, le habían arrancado el corazón, uno de los órganos más importantes para vivir, ahora solo tenía un agujero en el pecho que no dejaba de sangrar con la ausencia de Niall. Iba a ser un camino largo, y no sabía si iba a poder superarlo, pero intentaría cumplir la promesa que le había hecho. Viviría, viviría por él. Viviría por lo que habían creado juntos. Se llevó las manos a su vientre y lo apretó, tragándose las lágrimas, pues debía ser fuerte por la criatura que crecía en ella. El destino se había cebado con ellos, y lo maldeciría el resto de su vida, igual que a los Dioses que le habían dado la espalda. Era unos egoístas, se habían llevado a la persona más inocente y buena del mundo, para tenerlo a su lado y honrarlo.

    Oyó pasos a su lado derecho y encontró a Nico, que la sonrió, la agarró del brazo y la consoló en silencio. Siguió caminando en silencio, dejando que la pena no la ahogara, necesitaba su fortaleza de nuevo. Oyó pasos, esta vez a su izquierda y se volteó para ver a Jensen, que la sonrió, cargando a la espalda con Erial.

    -Te dije que siempre íbamos a estar juntos.-Dijo Erial, que estaba agotado y apenas podía moverse.-Cumpliremos nuestra misión… destruiremos ese maldito Portal.

    Freya asintió, de verdad que no quería llorar, pero no podía evitar pensar que tenían los mejores amigos del mundo.

    El trayecto al Portal de las Estrellas fue en silencio, ninguno sabía lo que se iba a encontrar, ni se esperaba aquello. Un arco de piedra antigua con glifos indescifrables les dio la bienvenida, estaba en mal estado después de generaciones allí plantado. La piedra, que parecía haber sido dorada en su día, ahora era de un color ocre sucio y parecía caerse a cachos con cada año que pasaba. Una mano escarlata decorada una de las piedras, revelando que su último enemigo estaba cerca. Un camino de baldosas de piedra les guiaba hacia el interior, faltaba alguna que otra baldosa, y parecían tan desgastadas por el paso del tiempo que les sorprendió que aún se mantuvieran en pie. Un reguero de sangre cruzaba las baldosas, ahora sabían que Alaric estaba herido y se desangraba. Después de varios minutos caminando, se detuvieron y observaron lo que tenían delante.

    Habían llegado por fin, ante ellos tenían el Portal de las Estrellas.

    No se habían preguntado en todo el viaje cómo sería el Portal, se lo imaginaban cada vez de una forma diferente; sabían que no iba a ser una puerta con cerrojo, ni una especie de verja… Sin embargo, lo que allí había era una especie de línea o brecha interdimensional que palpitaba.

    Y justo a sus pies, encontraron a Alaric de rodillas con la mano en su estómago con una fea herida por la cual no dejaba de brotar sangre escarlata. El Marqués de Bathory, el príncipe Arébalo, Alaric levantó el demacrado rostro y los miró.

    -Estaba tan cerca…

    Nadie dijo nada, pero todos estaban pendientes de la figura de Freya, que observaba a su peor enemigo. La muchacha les hizo una seña para que se quedaran dónde estaban y caminó hacia Alaric, que la miraba con sangre cayendo de su boca. La guerrera pelirroja, con los ojos hinchados de llorar por su amor perdido, se acuclilló frente a Alaric y examinó su herida. Quizá Nico y Erial podrían salvarle la vida… pero no lo merecía. Freya se levantó y le dio una patada en el estómago, haciéndole soltar un alarido de dolor.

    -No te mereces otra cosa que la muerte,-dijo con la más absoluta tranquilidad-tendrás una muerte lenta y dolorosa… Nadie se apiadará de ti, y te reunirás con tus queridos demonios en el Infierno del que no podrás escapar nunca.

    Alaric la miró con pánico, asustado por sus palabras.

    -Ellos te castigarán mejor de lo que haré yo… Y por fin seré libre… Me habré librado de ti y podré empezar a vivir en paz.

    -No podrás… he matado a Viento… estarás sola e infeliz… siempre lo estarás…

    Freya apretó la mandíbula.

    -Él era mejor que tú en todo… Y no estoy sola,-echó la vista atrás donde sus seres queridos la esperaban-estoy rodeada de gente que me quiere… y él me dejó un regalo.-Y se llevó las manos a su vientre.-Un regalo maravilloso que vivirá siempre conmigo.

    Alaric vomitó sangre y se dejó caer al suelo, observando con su último aliento como Freya le daba la espalda y volvía con los demás.

    -¿Cómo se supone que tenemos que cerrar el Portal?-Preguntó Erial, al cual había sentado en un pilar caído y observaba todo a su alrededor.

    Nico abrazaba a Freya con orgullo, y ella le devolvía el abrazo.

    -Debéis convocar vuestros Tótems y ellos se encargarán. ¿Estás preparados?

    -Nacimos preparados.-Contestó Freya.

    Nico y Freya ayudaron a Erial a levantarse y convocaron la Espada de Fulgor, la Alabarda de Yggdrasil y la Vara de las Profundidades.

    -¡Apuntad con los tótems hacia el Portal y ordenadle que se cierre!-Les gritó Archie.

    Los muchachos se miraron entre ellos y levantaron sus armas hacia el Portal de las Estrellas, esperando con todo su corazón que aquello funcionase. Las tres armas brillaron con una luz mortecina al principio que fue aumentando hasta cegarles a todos.

    -¡Mirad allí!-Exclamó Jensen, señalando al cielo.

    Todos levantaron el rostro al aire para observar una luz blanca y como el Arco de la Brisa se fue materializando poco a poco al igual que una imagen.

    -¿Qué es eso?-Preguntó Nico, tapándose los ojos para que el brillo no la cegase.

    Una escena de vivos colores se materializó frente a todos. Los sonidos llegaban hacia ellos como si estuvieran allí con ellos.

    -¿Somos nosotros?-Preguntó Erial, sin entender.

    -¿Eso es en Ciudad Titania?-Freya reconocía el lugar.

    -Olvidáis lo importante.-Era la voz de Freya, si dudar.-Estamos juntos y juntos podremos con todo lo que se ponga por delante. Somos los Elegidos, y ese Portal se va a cerrar o será lo último que hagamos. Hagamos un pacto.-La chica que era Freya se puso de rodillas y puso la mano en medio de todos mirando a sus compañeros con una gran sonrisa.-El Portal tiene que cerrarse pase lo que pase, caiga quien caiga, pero cuidaremos de nosotros siempre, nunca dejaremos a nadie atrás.

    -Tus palabras se contradicen un poco, Freya.-La voz de Erial era inconfundible.-Pero me gustan.-Erial puso la mano encima de la de Freya.-Siempre.

    Nico puso su mano encima de la de sus amigos.

    -Y para siempre.

    Niall fue el último en poner la mano, y les sonreía con timidez. Freya no pudo evitar las lágrimas al verle de nuevo, al igual que sus compañeros, que notaban la falta que hacía el muchacho.

    -Siempre juntos.-Dijo la voz de Niall.

    -Hicisteis una promesa…-Archie les observaba impresionado.-Y la cumpliréis aunque una ya no esté con vosotros…

    El Arco de la Brisa se acabó de materializar y se colocó apuntando hacia el portal como sus tótems hermanos. Los tres elegidos se volvieron a mirar, sabían que había llegado su momento y que debían hacer lo que habían nacido para hacer. Agarrando con fuerza las empuñaduras de sus armas los muchachos lanzaron un rayo de luz hacia la brecha que impactó de lleno, haciéndola templar con brusquedad.

    -¡Por las barbas de Merlín, está desapareciendo!

    La brecha fue mermando con el rayo de luz hasta que no quedó nada más que aire y se cerró por completo. Los tótems dejaron de emitir la luz y los elegidos bajaron los brazos.

    Todos tenían su vista fija en el Arco de la Brisa, que se mantenía a su lado, flotando en el aire.

    -¿Niall?-Freya se acercó y trató de tocar el hermoso arco, pero este titiló.- ¿Niall?

    -Vive por los dos.

    Freya cerró los ojos, reconociendo aquella voz, y se estremeció. Nico a su lado la abrazó con fuerza.

    -Lo haré.
     
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    Título:
    El Portal de las Estrellas.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    16
     
    Palabras:
    2837
    Epílogo.

    Los primeros indicios de que se estaba formando un portal fueron el fuerte viento que se arremolinó en torno al lugar y el sonido atronador que lo delataba. La luz abrió la brecha y aparecieron varias figuras por él, alguna que otra más desorientada de lo que aceptaría jamás.

    Jensen se llevó una mano a la boca para tratar de serenar las náuseas que se habían apoderado de su estómago en aquel momento, y respiró profundamente el aroma ajardinado que le envolvía. Un día soleado y caluroso le dio la bienvenida, pese a que aún no habían entrado en la primavera y el sonido de las aves cantando le relajo de nuevo.

    -Creo que nunca me acostumbraré a estos viajes.

    Archie, que estaba a su lado, le sonrió con picardía y le cogió de la mano para darle apoyo.

    -Acabarás por hacerlo, créeme.-Y le guiñó un ojo.

    Jensen sonrió, apretando la mano de Archie y miró a las tres personas que iban tras de él. La bellísima y rubia elfa Alwyn limpiaba la naricilla de su pequeña hija mientras esta se retorcía entre los largos ropajes de su madre para poder escapar. Su padre, el gigantón Jacal las observaba con una gran sonrisa en el rostro mientras descasaba usando una muleta. El guerrero de Arébalo había aprendido a querer a aquellas personas desde que su vida se había unido a la de Archie.

    Archie tiró de él y ambos comenzaron a andar hacia una cabaña de dos pisos de madera rodeada por un jardín repleto de flores y árboles frutares. A su izquierda había una pequeña caballeriza con tres hermosos caballos que descansaban tranquilamente y a su derecha un inmenso huerto colmado de verduras a punto de ser cosechadas, algunas ovejas pastaban en un corral cercano y una vaca de color oscuro les miraba rumiando algo de hierba. Un hermoso árbol de sangre de dragón coronaba una colina detrás de la cabaña y Jensen no pudo evitar sentir el corazón dolido al desviar la mirada hacía allí.

    -¿Estás bien?

    La voz de Archie le sacó de su ensimismamiento. Aún iba cogido de su mano, y por nada del mundo iba a soltarlo.

    -Sí, es solo…-Archie miró en lo alto de la colina y lo entendió, asintiendo.

    Alguien abrió la puerta de la cabaña y los saludó con la mano y una brillante sonrisa.

    -¡Bienvenidos!

    Nico estaba preciosa hasta con ese vestido gastado y su delantal. Llevaba la larga cabellera morada recogida en una coleta alta y se secaba las manos con el delantal. La comitiva llegó hasta la entrada y el olor del jardín y las flores quedó en segundo puesto cuando olieron el delicioso aroma que llegaba desde la cocina.

    -¡Qué bien huele, Nikki!-La saludó con un abrazo Archie.

    Nico abrazó a todos por turnos con muchas ganas. Se habían visto hacía relativamente poco tiempo, pero aun así siempre era un placer tenerlos allí y poder verlos. El vínculo que habían creado entre todos era fuerte y les llenaba de júbilo, no podían pasar demasiado tiempo separados.

    -Freya está cocinando…

    -¿Ya se ha levantado?-Preguntó Alwyn alarmada.-Debería reposar y…

    -Eso intenta explicárselo a ella.

    La voz de Erial llegó desde atrás y se giraron para verlo. El joven dejó la carga de leña junto a la casa y les sonrió, iba seguido por un perro ovejero de color blanco y negro que ladraba dándoles la bienvenida. Iba vestido para trabajar, con un peto vaquero roído en las rodillas y un sombrero de paja para el sol. Jensen no pudo evitar mirar su pierna izquierda, la cual estaba embutida en unas botas de campo, parecía tan real que cualquiera pensaría que no había perdido ese miembro hacía muchos meses atrás. Gracias a la magia de Alwyn y el elemento de Erial, habían conseguido crear la prótesis perfecta para el elegido de la Tierra mezclando piedra y madera, y tras mucho batallas con ella, había conseguido dominarla perfectamente.

    -¿Eso que te estás dejando es barba?-Lo saludó Jacal, dándole dos fuertes palmadas en la espalda.

    -¿Has visto? Voy a quitarte el título de barbudo del grupo.-Todos rompieron en carcajadas.-Me alegro de que hayáis venido, ¿entramos?

    Justo en aquel momento el llanto de un bebé rompió el ambiente de la bienvenida del grupo.

    Erial y Nico se miraron y sonrieron con ternura.

    -Parece que alguien se ha despertado.-Nico se apresuró a entrar dejándoles la puerta abierta para que todos pasaran al gran salón.

    El primer piso era un salón comedor con chimenea, que en aquel momento estaba apagada debido al soleado día que tenían aquel día, con dos sofás de color verde césped, varias estanterías repletas de libros y una enorme mesa con sillas en las que podían comer todos sin problemas. Una puerta a su derecha conectaba con la cocina, de la que llegaba el aroma de lo que se estaba cocinando, y a su izquierda estaban las escaleras para subir al piso superior.

    Jacal se apresuró a sentarse en uno de los sofás a descansar, su estado de salud aún era delicado por el veneno demoníaco y no podía hacer grandes esfuerzos. Níniel se sentó a sus pies y sacó los juguetes de madera que había en una caja guardados por ella y comenzó a jugar con tranquilidad mientras tarareaba una canción. Erial, Alwyn y Archie se sentaron en la mesa, donde no tardaron en comenzar a hablar sobre la cosecha que el elegido de la tierra estaba a punto de recolectar y se sirvieron bebidas afrutadas hechas por Nica, que se había especializado, como su hermano la enseñó, en destilar exquisitas bebidas.

    -¿Dónde está mi hermana?-Preguntó Jensen, al notar la ausencia de la guerrera pelirroja.

    -Ha subido a la colina,-dijo Nico, que bajaba por las escaleras con un bulto entre los brazos que acunaba con mimo-ya he visto por la ventana que regresaba.

    Jensen miró el bulto y los ojos se le llenaron de lágrimas de emoción. Archie sonrió a su lado, pensando que amaba más a ese hombre que a cualquiera cosa en su vida. El guerrero rubio se acercó a Nico y vio al pequeño bebé que miraba todo con dos enormes orbes de color negro. El cabello rubio decorado con pasadores de cobre captó la atención del bebé, que lo miró con interés durante unos segundos hasta que se echó a llorar.

    -Oh… vaya…-Jensen se apenó al ver al regordete bebé comenzar a ponerse rojo mientras dos gruesas lágrimas nacían de sus ojos. La cabeza del bebé estaba coronada por un oscuro cabello de color rojo y parecía que llevaba una cresta.

    Nico rió, acunando al bebé.

    -No te lo tomes mal, es muy gruñón, ¿verdad, Rowan? Cuando tiene hambre solo quiere una cosa…

    -Y esas cosas son mis tetas.

    Freya había entrado por la puerta trasera, conectada con la cocina y les sonreía a todos. Jensen la abrazó con fuerza durante largos segundos. La joven madre estaba como siempre, quizá un poco demacrada por haber dado a luz algunos meses antes, pero seguían vistiendo sus pantalones bombachos y sus camisas anchas.

    -Enhorabuena, hermanita, es un niño precioso.-Le dijo al oído y ella le apretó con fuerza.-Tiene tu nariz…

    -Y los ojos de su padre.-Dijo ella, con una sonrisa cansada. Nico le acercó al bebé, que en cuanto vio a su madre estiró los brazos para que le cogiera con una sonrisa y la joven lo acunó entre sus brazos.-Tiene los ojos oscuros de su padre… ¿sabes? Solo he visto unos ojos como estos en otro lado…

    -¿Ah, sí?

    -Sí, en el Templo del Fuego.-Contestó Freya, que se sentó junto a Jacal y comenzó a amamantar a Rowan, que miraba a todos mientras mamaba.

    -¿El Espíritu del Fuego?-Preguntó Archie, recordando lo que la joven les había contado.-Fue el único espíritu que se dejó ver…

    -Yo… creo que no era un espíritu cualquiera. Creo que era Rowan… pero en adulto.-Dijo Freya, mirándoles a todos.-Igual creéis que la maternidad me ha vuelto loca y que veo cosas que no son, pero cuando estuve allí y lo tuve ante mi… era Rowan, pero yo no lo sabía.

    Todos miraron a Alwyn, que había escuchado con interés y miraba al bebé de ojos oscuros.

    -No sé qué queréis que os diga… Los espíritus hacen ese tipo de cosas, están y a la vez no, puede ser que cuando el pequeño Rowan sea mayor se convierta en alguien tan importante y poderoso como un Espíritu Elemental…

    -De hecho,-la interrumpió Erial con una ligera sonrisa en el rostro-ya hace… cosas.

    -¿Cosas?-Preguntó Jacal.- ¿Qué clases de cosas?

    -Digamos que casi me da un infarto al ver al niño levitando en su cuna la otra mañana.-Dijo Nico, frunciendo el cejo.-Erial llegó y me vio colapsada en el suelo…

    -No sabéis lo que pude reírme ese día.-Bromeó el joven, jovialmente.

    -Plantitas, cuando quieres, eres un demonio.-Lo riñó Freya, divertida.

    -Le dijo la sartén al cazo.

    -Entonces… es un pequeño Elegido del Viento…-Comentó Jacal.

    -Más bien es un poco de todo.-Dijo Freya, cambiando al niño de pecho con naturalidad.-Yo no estaba, pero Nico y Erial le estaban cuidando cuando su manta ardió espontáneamente.

    -¿Espontáneamente?-Archie sonreía viendo al pequeño mamar como si no estuviera allí con él.

    -Digamos que no le gustaba y se quiso deshacer de ella…-Contestó Erial, como si nada.

    -¿Cómo?-Preguntó Jensen, sin entender.

    -Eso es lo que tu crees, cariño.-Dijo Nico, refiriéndose a Erial.-El Conde Makarov… perdón, su Majestad el Rey Jean nos hizo una visita hace un par de semanas y le regaló una manta preciosa a Rowan, siempre viene con regalos para nosotros.

    -Era horrible…-Comentó por lo bajo Freya, y Erial asintió.

    Nico les riñó con la mirada.

    -La manta era blanca con los bordes dorados y el símbolo de Arengo en color rojo. Muy bonita. Se la cambiamos a Rowan, la suya ya estaba muy usada, y pensamos que le iría bien para el invierno…-Dijo Nico y suspiró.-Cuando Freya le acostó para que echara la siesta, le arropo con ella y se marchó a la colina, no fue hasta mucho rato después que Erial olió el humo. Cuando llegamos a su habitación estaba sentado y miraba la manta arder a sus pies…

    Jensen sonrió.

    -Tiene el carácter de su madre…

    Freya se encogió de hombros, y preparó a Rowan para que eructase.

    -No le gustaba la manta.

    -¿Ha vuelto a hacer algo así?-Preguntó Alwyn. Negaron con la cabeza.-Deberéis vigilarlo mejor, podría hacerse daño.

    Freya miró a Rowan con dulzura y éste le miró con aquellos ojos oscuros.

    -Un Elegido del Viento y el Fuego… no puedo evitar querer que crezca para ver cómo es.

    -Ya no somos elegidos de nada, Archikins, simplemente será un niño muy especial toda su vida, ¿verdad, Rowan?

    El niño contestó con una fresca e infantil carcajada.

    -Oye, un momento…-Archie se levantó de la silla y se acercó a Nico, que se asustó, para cogerle la mano.- ¿Esto es un anillo de compromiso?

    Las mejillas de Nico ardieron y la muchacha quiso esconderse, Erial estaba ligeramente sonrojado también.

    -¡Nos vamos de bodorrio!-Exclamó el pelirrojo.

    -Ya era hora, Erial…

    -Vamos, hombre, ¡cuéntales cómo se lo pediste!-Le incitó Freya.

    La conversación fluyo con las anécdotas vividas aquellos meses de tranquilidad tras cerrar el Portal de las Estrellas. Recordaron como habían vuelto victoriosos a Arengo y el ahora rey Jean les había colmado de regalos y les había entregado las tierras donde los tres jóvenes habían creado su hogar. No estaba en sus planes separarse por el momento, y puestos a decir, el vínculo entre ellos era tan grande que no se veían viviendo lejos o separados. Desde que Rowan había nacido, los tres se dedicaban en cuerpo y alma a cuidarlo y amarlo como a ningún otro. Muchas veces, llegaba algún emisario de alguna corte real para que visitaran su país y honrarles por lo que habían hecho por ellos al destruir el portal, pero ellos no querían volver a pasar por eso y habían pedido que les dejaran vivir en paz. Alwyn y Jacal les habían visitado cuando el maestro de Carto había empezado a andar de nuevo, y Archie y Jensen, que estaban viajando con Serena, Ronnie y Geran, habían dejado a los aprendices en la escuela de nuevo al enterarse de que Rowan habían nacido para conocerlo. Los preparativos habían sido largos, y las pocas ganas de Jensen a usar un portal, habían retrasado el viaje para conocerlo hasta ese momento.



    Freya estaba fregando los platos después de la abundante comida, Jensen acunaba a Rowan a su lado mientras tarareaba una nana de su infancia y los dos tenían la vista fija en lo alto de la colina.

    -Quiero subir a presentar mis respetos.-Rompió el silencio el rubio.

    Freya dejó de frotar la bandeja y cogió aire, después de todos aquellos meses, seguía sintiendo aquella tenaza en el pecho cuando pensaba en él.

    -Muchas gracias… acabo con esto y podemos ir dando un paseo con Rowan, le encanta subir allí arriba, creo… creo que sabe adónde va.

    Jensen asintió y volvió la vista al bebé, que tenía los ojos semicerrados y disfrutaba con el contacto de su tío.

    Una vez Freya hubo acabado, salieron por la puerta trasera, dejando al resto en casa, pues sabían que querrían un poco de intimidad. El aire empezaba a ser un poco fresco, Freya se echó un chal por los hombros y le pidió a Jensen que arropara bien a Rowan. Apenas unos minutos después, habían subido la colina y estaban bajo el hermoso árbol de sangre de dragón. Entre las enormes raíces del árbol había una lápida de piedra gris con el nombre de Niall grabado, y bajo éste la frase “Siempre Juntos”. Jensen le tendió el bebé a Freya, que tenía los ojos brillantes por las lágrimas de emoción, y se arrodilló al lado de la lápida para tocarla con su mano derecha.

    El pequeño Rowan levantó la cabeza para ver a su tío al lado de la tumba de su padre y Freya le abrazó contra su pecho.


    Años después…



    -¡Rowan!

    El muchacho tumbado entre las raíces que había estado dormitando hasta ese momento con un libro sobre la cabeza alzó la cabeza con aquellos cabellos rojos, se frotó los oscuros ojos y bostezó. El sol brillaba con fuerza, sorprendiéndole, pues había estado durmiendo mucho más rato del que esperaba.

    -¡Rowan!

    Suspiró, iba vestido con un chaleco abierto dejando el torso a descubierto y unos pantalones holgados, y se desperezó observando la piedra gris que tenía al lado, sonriendo al pensar en ella. El sonido de la tierra le avisó de quien se estaba acercando a él.

    Antes de que la inmensa raíz le golpeara, saltó a un lado y flotó unos metros hasta que cayó al suelo de nuevo.

    -Has estado cerca, Fiona, a este paso no te ganarás nunca tu primera victoria.-Bromeó Rowan, mirando a la hermosa adolescente que había llegado frente a él sobre un pilar. Era una belleza despampanante de cabellera violeta oscura y ojos azules, iba vestida con un vestido de larga falda verde y le miraba con los brazos como jarras.

    La chica se bajó de un salto y cayó sobre los brazos de Rowan que la sonrió y la muchacha le besó con ganas. Rowan se dejó hacer hasta que Fiona se separó y le miró con el cejo fruncido. El chico pensó que, aunque esa mueca podía afear, su novia era la mujer más hermosa del mundo.

    -Te fuiste muy temprano esta mañana…

    -No quería que tu padre me colgara del establo, entiéndeme.

    -Mi padre ya sabe que tú y yo estamos juntos.-Replicó ella, poniendo los ojos en blanco.

    -Sí, Iria y Lennox se han encargado de ello… Me hubiera gustado decírselo por mí mismo, mi madre no crió a un cobarde.

    -Claro que no, Freya es la mujer más fuerte del mundo, le daría vergüenza tener un hijo que evade sus responsabilidades. Mis hermanos solo hicieron lo que ellos creían correcto.

    -Y por eso ahora Erial me mira raro…-Rowan sufrió un escalofrío.-Te dije que tú y yo nos casaríamos, pero primero tenía que hablar con mi padre sobre ello.

    Fiona miró por encima de su hombro la desgastada piedra gris y asintió.

    -¿Y qué te ha dicho?

    -Que mi novia es una pesada, pero que la he elegido bien.-Un chorro de agua impactó de lleno en su cara desde la cantimplora de Fiona.- ¡Vamos, era un broma!

    Rowan la envolvió entre sus brazos y la besó en la mejilla.

    -Cuando tu padre y mi madre vuelvan hablaré con él.

    -¿Prometido?-Preguntó la joven, con esperanza.

    -Te lo prometo.

    FIN.
     
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    Y el final llegó... recuerdo que me dio mucha pena, pero, en mi humilde opinión, toda historia merece un final. Ya sea un final épico, triste, alegre,... da igual mientras tenga uno. Muchas gracias a los que habéis llegado hasta aquí, ha sido un placer :)
     
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