El Poder Original

Tema en 'Fairy Tail' iniciado por Adamas, 24 Agosto 2015.

  1.  
    Adamas

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    Mensajes:
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    Escritor
    Título:
    El Poder Original
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1676
    Advertencias:
    -La historia de Fairy Tail original y todos sus personajes pertenecen a Hiro Mashima. Yo incluiré algunos personajes propios.
    -La historia se desarrolla tras la batalla contra Tártaros (si no se ha alcanzado esa parte del manga/anime, no lean este fic), partiendo del supuesto de que Fairy Tail nunca se disolvió y de que Natsu y Happy nunca se marcharon a entrenar en solitario.

    Capítulo 1

    El Mundo de la Gran Magia... Rustyrose todavía recordaba sus tiempos como miembro del ya desaparecido gremio Grimoire Heart, uno de los tres principales pilares de la antigua Alianza Baram, cuando buscaban a Zeref para completar el plan del Maestro Hades y así alcanzar el oscuro mundo en el que la magia vio la luz, donde las Magias Perdidas de cada uno de ellos alcanzarían su máximo potencial y quedarían libres de sus restricciones.

    Un mundo en el que solo los magos más poderosos podrían vivir: ese había sido el sueño de Rustyrose antes de que Fairy Tail y el propio Zeref lo hicieran pedazos, antes de que los demonios de Tártaros le hicieran prisionero del más profundo miedo.

    Cerca de ocho años habían pasado desde el fracaso en la isla Tenrou, ocho años durante los cuales el mago oscuro había estado vagando de un lugar a otro como un vagabundo sin hogar al que regresar, acompañado por los compañeros que había creado utilizando el Arca de la Encarnación. Así lo había hecho hasta su encuentro con Meredy, ahora miembro del gremio de Jellal Fernández, Crime Sorcière, al que se habían unido los antiguos miembros de Oración Seis. Rustyrose había sido derrotado fácilmente y rechazado por Meredy, quien no deseaba volver a convertirse en una maga oscura, recibiendo una invitación por parte de Jellal para que, cuando dejara de vivir en el pasado, se uniera a su gremio.

    Finalmente, Rustyrose había llegado a un pequeño pueblo perdido en las montañas y allí había permanecido los últimos meses. No en el pueblo, no, pues deseaba estar solo con su miseria, sino en una cueva cercana, alimentándose de bayas y saciando su sed con el agua de los riachuelos que descendían de las altas cumbres para nutrir los ríos de las llanuras. En ocasiones, una niña se acercaba para dejarle algo de comida en la entrada de la cueva, pero el mago únicamente se quedaba mirándola hasta que se marchaba y era entonces cuando tomaba la comida casera y la engullía con avidez.

    No era la existencia de ensueño que había esperado (él debería haber sido uno de los seres más poderosos en el Mundo de la Gran Magia), pero no estaba atrapado en el conflicto con Tártaros y eso ya era algo.

    Pero la paz estaba a punto de acabar, tanto para el exiliado mago como para todos los habitantes de Earthland.

    Era mediodía cuando el cielo se oscureció y la tierra se estremeció al quedar expuestos a una inmensa cantidad de poder mágico. En el interior de la cueva, Rustyrose se despertó al sentir una magia mucho más poderosa que la del fallecido Maestro Hades, incluso que la del mismísimo Zeref, y salió afuera para comprobar qué estaba ocurriendo. Todos los animales de la zona estaban huyendo de un gigantesco vórtice que rotaba sobre el pueblo, de cuyo centro surgió una luz dorada que cayó a tierra y generó una violenta explosión, un estallido de energía tan poderoso que Rustyrose, a pesar de la distancia, fue derribado por la onda expansiva.

    Temiendo que se trataran de los demonios de Tártaros (no le habían llegado las noticias de que Fairy Tail los había destruido), el mago se acercó a la aldea y vio que la mayor parte de los edificios habían quedado reducidos a escombros y que muchos de los habitantes se retorcían de dolor en el suelo. En el centro del suelo, que se había hundido formando un humeante cráter, había un extravagante personaje vestido con una larga túnica multicolor. Sostenía en sus manos un libro de cuero cuya cubierta cambiaba continuamente de color, como un arcoiris, y presentaba runas que Rustyrose no reconocía.

    El desconocido extendió los brazos y permitió que su cuerpo liberara un extraño polvo dorado que se arremolinó en torno a los habitantes del pueblo.

    —No hay magos en este pueblo—susurró el desconocido, cuya atención se centró en Rustyrose—, salvo tú... Arca de la Encarnación, ¿eh?

    El mago retrocedió, sorprendido. ¿Cómo sabía aquel hombre que su magia era el Arca de la Encarnación?

    — ¡¿Quién eres tú y qué quieres?!

    —A ti—fue la sencilla respuesta del desconocido—, aunque sería más apropiado decir que deseo todo tu poder.

    Chasqueó los dedos e hizo que el polvo dorado emitido por su cuerpo empezara a invadir el organismo de los habitantes del pueblo e iniciara una asombrosa transformación ante el perplejo Rustyrose, que contempló cómo todos, incluso la niña que le llevaba comida, se incorporaban convertidos en unas bestias muy parecidas a los lobos, solo que se mantenían erguidos sobre las patas traseras. ¿Qué clase de poder era ese?

    —Es tu mismo poder, solo que libre de las restricciones humanas—declaró el desconocido como si le hubiera leído la mente—. ¿No era eso lo que buscabais los miembros de Grimoire Heart? Observa.

    Más polvo dorado surgió a través de los poros de su piel e inundó el bosque, introduciéndose en los árboles y retorciéndolos hasta convertirlos en criaturas humanoides hechos de madera. Un gesto por parte del hombre de la túnica hizo que otra masa de polvo se fusionara con las piedras de las montañas, de las que empezaron a separarse para dar forma a inmensos guerreros de roca. ¿Cómo podía hacer todo eso sin mostrar ni un mínimo signo de cansancio?

    — ¡Atacad! —ordenó aquel ser.

    Todas sus creaciones se abalanzaron sobre el mago, que usó su propia magia para crear copias de sus antiguos compañeros de gremio dotadas con sus mismas habilidades, de modo que pudo destruir a todos sus enemigos con relativa facilidad. Decidido a derrotar al hombre de la túnica, hizo que sus compañeros imaginarios le atacaran directamente, pero el desconocido abrió su libro y lo extendió de modo que los ataques fueron absorbidos por las páginas en blanco, en las que empezaron a aparecer runas.

    — ¿Cómo? —susurró Rustyrose, asombrado y temeroso.

    —Soy el Heraldo de la Imaginación, siervo del Poder Original, el hacedor de todas las formas de magia y maldiciones que existen en el mundo—proclamó su enemigo, deleitándose con el miedo del mago—. Para que lo entiendas, soy uno de los siervos de la entidad que vosotros denomináis Gran Magia.

    Los ojos del mago se abrieron por completo al escuchar esas palabras. ¿La Gran Magia? ¿Se refería a la Gran Magia que Grimoire Heart había buscado con desesperación antes de su caída?

    El Heraldo de la Imaginación hizo que el polvo dorado se acumulara alrededor del cuerpo de Rustyrose y se solidificara formando una prisión de cristal violeta que solo le permitía mover la cabeza. El mago intentó usar su magia, pero el poder mágico dejó de obedecerle y abandonó su cuerpo para ser absorbido por el libro del Heraldo, ocasionando que Rustyrose experimentara el Síndrome de Déficit Mágico.

    —Ha llegado la hora de que todas las magias vuelvan a reunirse y desaten el poder de la Gran Magia—anunció el Heraldo cuando toda la magia del antiguo miembro de Grimoire Heart quedó sellada en su libro.


    Al mismo tiempo, en la ciudad de Crocus, Ultear Milkovich, que se había convertido en una anciana al haber usado un hechizo prohibido del Arca del Tiempo para salvar a los demás magos durante el ataque de los dragones y había dejado de ejercer como maga, estaba durmiendo cuando un pequeño vórtice apareció en el centro de la habitación de la posada que estaba ocupando. De la oscuridad surgió una niña que vestía una túnica de color negro adornada con cadenas de oro de las que colgaban pequeños relojes de arena.

    —Yo, Heraldo del Tiempo, ordenó a la magia de esta mujer que regrese al Libro del Tiempo—proclamó la chica en susurros.

    Un hilo de energía surgió del cuerpo de la anciana y empezó a ser absorbido por el libro que llevaba la chica, un libro cuya encuadernación presentaba runas desconocidas para los humanos y dibujos de relojes de arena. Cuando la magia desapareció del cuerpo de Altear, el Heraldo volvió a abrir el portal y regresó a su mundo, una dimensión compuesta por un manto de tinieblas eternas y por corrientes de polvo dorado que surgían de una gigantesca fortaleza flotante. En el interior de la edificación había una inmensa biblioteca llena de libros, entre los que destacaba un gigantesco volumen apoyado en el suelo.

    Además del Heraldo del Tiempo, otros cuatro Heraldos regresaron al cuartel general para transferir la magia recopilada desde sus libros individuales hasta el Libro de la Creación, el volumen de gran tamaño: el Heraldo del Fuego, el Heraldo de la Gravedad, el Heraldo del Viento y el Heraldo de la imaginación. A medida que la magia ingresaba en el libro, las hojas en blanco se iban llenando de anotaciones y dibujos muy antiguos.

    —Todavía queda mucho trabajo por delante—comentó el guardián del libro, que permanecía oculto entre las sombras.

    —No tardaremos mucho en recuperar toda la magia de este mundo—comentó el Heraldo del Fuego, que se había ocupado de buscar el cuerpo de Zancrow, el God Slayer de Fuego, para robar la magia que quedaba en su organismo.

    El Heraldo de la Gravedad, que se había encargado de robar la magia de Bluenote Stinger, afirmó que el hecho de que la mayor parte de los magos estuviesen reunidos en gremios facilitaría el trabajo. Esa afirmación recibió el apoyo del Heraldo del Viento, el ladrón de la magia de Erigor, un mago oscuro que se había fugado de la prisión del Consejo Mágico.

    —No bastará con la magia—comentó el guardián del libro mientras hacía aparecer una imagen holográfica de las dos personas claves en su plan: Lucy Heartfilia y Zeref Dragneel.
     

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