El poder de una sonrisa

Bueno, de nuevo aquí dando lata :3 Espero disfruten el capítulo, y muchisisisisismas gracias por los comentarios que me dejaron xD, trataré de seguir cada uno de sus consejos. Gracias :33

Tercer capítulo: Cambios

Era de día pero, ¿importaba?
Mis hermanos se iban de mi lado para que pudieran ser felices, ahora no me quedaba nada. Les había dicho a mis consanguíneos que era por su bien. Gabriela, que ya comprendía a la perfección nuestra situación, me ayudó con la farsa hacia Angélica y David, de que volveríamos a estar juntos en poco tiempo.
Los hombres llegaron a las nueve de la mañana, sólo que está vez venía una mujer acompañándolos, era como ellos, alta y muy bonita, de facciones extranjeras. Ella subió a los niños a una lujosa camioneta negra.

—¿No te vas a despedir?—me preguntó uno de los hombres

—Anoche lo hice, no se preocupe—le contesté secamente. Toda esa energía y alegría que emanaba mi ser, se había esfumado, y temía que fuera para siempre

—Bien, entonces…Nos retiramos—me dijo el otro hombre, pero después de unos cuantos pasos, uno se detuvo—Lo sentimos.

Después de observar de cómo la camioneta se alejaba de la calle, entré a la casa, y ahí me derrumbé. Estaba hecha añicos, el dolor se desbordaba, y corría sin cesar por mis mejillas. No sabía que hacer, hasta ahora mis hermanos habían sido mi razón de seguir luchando, de seguir con vida, pero ahora que ya no estaban no le veía sentido.

No sé cuantos minutos o incluso horas pasaron mientras me quedé tirada al pie de la puerta, hasta que alguien repentinamente tocó la puerta. Me levanté rápidamente y sequé mis lágrimas con la esperanza de que fueran mis hermanos, pero al abrir la puerta, me encontré con mi mejor amiga, Victoria.

—Vi-Victoria…—tartamudeé

Entramos en un raro silencio, en el que ella me miraba preocupada. Cuando estaba a punto de preguntarle que es lo que pasaba, sólo sentí como sus brazos me rodeaban, como si fuera una madre abrazando a su pequeño. Ahí fue cuando me di cuenta de lo mucho que necesitaba de un abrazo, de alguien que me consolara y me dejara llorar a su lado.

—Te tengo una buena noticia—me dijo Victoria, una vez que yo ya me encontraba más estable, y ahora nos encontrábamos en la pequeña sala, sentadas en el sucio piso.

—¿Qué?—le pregunté fingiendo el mayor entusiasmo posible

—Mi familia te adoptó—esas palabras hacían eco en mi mente. ¿Cómo su familia se había enterado que yo estaba en “adopción”, si apenas y se lo conté a ella?

—¿C-cómo fue que…?—pregunté perpleja, no sabía ni que decir ni que hacer

—Mi padre te lo explicará, mi misión ayudarte a empacar tus cosas, mis padres llegarán en media hora por nosotras—me dijo con una centelleante sonrisa
—P-pero no puedo, Vicky, no puedo dejar que la familia de mi mejor amiga me adopte, sólo sería una carga—le dije en un intento de que me comprendiera

—¿Carga? Toda tu vida has hecho cosas útiles, sabes valerte por ti misma, no sé porque razón serías una carga. Así que ve a hacer tu maleta—me volvió a decir con la misma sonrisa, al tiempo en que me empujaba a mi habitación y me hacía empacar todas mis cosas.

Minutos después, los padres de Victoria llegaron, y hasta ese entonces me di cuenta de que toda su familia iba muy bien vestida. Su papá era muy bien parecido, tenía un cabello lacio peinado hacia tras café, y unos ojos grisáceos, su mamá tenía un cabello ondulado rubio peinado en un delicado peinado y poseía unas orbes azules como el cielo. Toda la familia era hermosa, lo que me dio un poco de nostalgia.

—Buenos días, querida—me saludó la madre de Victoria, era un señora de porte elegante, al igual que su ropa.

—Buenos días, señora—le respondí el saludo, a ella no la conocía, sólo conocía al padre, y pensándolo bien, casi no sabía nada respecto a la familia de Vicky.

—No seas tan formal cariño, llámame Karina—me dijo la señora con una amable sonrisa. Cerca de mí pude escuchar como se le salía una pequeña risita a Victoria

—¿Estás lista, Ale?—me preguntó su padre, que tenía el nombre de Antonio

—S-si, pero yo…

—No digas nada y sube—me dijo mi amiga entusiasmada, al tiempo en que me jalaba en
dirección a su lujoso auto, con todo y mi pequeña maleta.

Mientras íbamos de camino a su pequeña casa yo no hable, sólo me limité a observar el paisaje, casi no había personas en las calles puesto que la mayoría de los niños se encontraban en las escuelas y los adultos en sus respectivos trabajos.

—Oye Vicky—susurré—¿Por qué no asististe a la escuela?

—Porque estaba preocupada por ti y quería verte

Sus palabras provocaron que una sonrisa se apoderara de mis labios, yo ya lo sabía, pero nuevamente rectifique la suerte que tenía por contar con una amiga como Victoria.

El paisaje cambió un poco haciendo que yo misma interrumpiera mis cavilaciones. Ahora no encontrábamos en una colonia llamada “D̍ Rose”. Había oído que en esta colonia vivía pura gente adinerada, de grandes casas, lujosos autos y la mayoría de las familias eran extranjeras, o por lo menos tenían raíces de otro país.
Más tarde me di cuenta de que mi amiga no tenía problemas económicos, ya que su casa parecía más bien una mansión. Era grande, tenía un gran jardín enfrente, que este a su vez, poseía una hermosa fuente de mármol en el centro, y en las orillas estaba decorado con rosas.
El señor Antonio estacionó el auto junto a uno de color rojo, al principio pensé que también era de su familia, pero vi que había una persona dentro, esperando.
Victoria y su familia que también se dio cuenta de la presencia de aquella persona, se bajaron rápidamente del carro y fueron a saludarlo, yo los seguí con timidez y a un paso más lento.

—¡Ale, Ale!—me gritó mi amiga para que me acercara, cosa que hice enseguida—Te presento a mi hermano, Samuel.

Me quedé impactada, una razón era por la noticia de que Victoria tenía un hermano, nunca en mi vida había escuchado hablar de él, hasta hace poco segundos antes, yo creía que sólo eran tres en la familia. Y la otra razón era por lo extremadamente guapo que era el chico, su cabello era café como el de su padre y ondulado como el de su madre, que lo traía alborotado de una manera muy peculiar, pero sin dejar de verse bien, otra cosa que poseía de su madre eran esos ojos como el cielo que me habían encantado de la señora.
Lo único que me perturbó fue esa mirada fría dirigía hacia mí, proveniente del chico.

—Samy, ¿qué crees? Ale es tu nueva hermana—le dijo Victoria con una sonrisa. Yo estaba a punto de presentarme, pero Samuel me interrumpió.

—¿Discúlpenme? ¿Saben lo mucho que nos afectará adoptar a una pordiosera?—dijo en un tono frío y arrogante

—¡Samuel! ¿Y tú cómo puedes decir tal cosa? No seas arrogante y discúlpate—lo reprendió su madre

—N-no, el joven Samuel tiene razón y-yo….—empecé a decir tartamudeando, ya que me habían afectado las palabras de aquel muchacho

—Por supuesto que tengo razón, es mejor que la dejen antes de que se les pegue—volvió a decir, al tiempo en que salía del igual caro auto rojo y me dirigía una mirada casi de odio

—Samuel, ve al despacho, tengo un plática contigo—le dijo seriamente su padre, a lo que él sólo se marchó enfurecido, seguido del señor Antonio.

—Discúlpalo querida, es sólo que…Está de mal humor—me explicó la señora Karina apenada, al tiempo en que se iba por el mismo camino por donde habían desaparecido su esposo y su hijo.

—Lo siento—me dijo de repente Victoria—él es bueno, es sólo que es un poco malhumorado, grosero y arrogante, pero…Buena persona, créeme—me confió Vicky, y yo no tenía otra alternativa más que creerle

 

Primero que nada, gracias por sus comentarios, me agrada que les agrade x3
Segundo que nada xD, espero no tener muchas fallas D:
Tercero que nada, espero les agrade y mil perdones por la tardanza y por estarlos molestando nuevamente.

Cuarto capítulo: Un buen presentimiento

Otro día había comenzado.
Pensé que todo había sido un sueño, pero no. No tenía a mis hermanos y ahora yo estaba viviendo en la gran y lujosa casa de mi mejor amiga, ya que había sido adoptada por sus padres. Una parte de mi aún se negaba a creerlo.

Cuando desperté volví a observar mi habitación, contaba con una cama grande y suave, un sillón de piel morado a lado, un escritorio blanco con algunos libros a un lado de la puerta y las paredes eran de un color rosa pastel, sencillamente me encantaba. Otra cosa que advertí en mi habitación, fue un uniforme limpio y planchado pero…Era un uniforme diferente al de mi escuela, definitivamente no entendía nada.

—Buenos días Ale—oí que me saludaban Victoria y su madre Karina. Giré mi cuerpo y me encontré con la señora muy bien arreglada, y a Victoria con el mismo uniforme que se encontraba en mi habitación.

—Buenos días—le contesté a ambas—¿Qué… está pasando?

—Oh querida, siento avisarte hasta ahora, pero te cambiamos de colegio—me explicó la señora con vergüenza—Pero tranquila, es un colegio realmente bueno, es uno de los más prestigiosos.

—¿E-en serio? No, no puedo aceptar eso, yo…—empecé a negarme. La verdad no me interesaba estar en un instituto así, yo sólo quería tener un alto promedio, sin importar el colegio. Además de que tenía el presentimiento de que sería también uno de los más caros, y mi deseo no era darle más problemas a la familia de Victoria.

—Vamos Ale, yo quiero ir. Nunca me había gustado ir a ese tipo de escuelas porque estaba lleno de jóvenes fríos, materialistas y arrogantes, pero si vas conmigo, será emocionante. Por favor, hazlo por mí…—me dijo con ojos suplicantes. Odiaba cuando hacía eso, ya que no podía negarme.

—Tal vez no sea tan mala idea…—declaré con una sonrisa un tanto falsa

—¡Genial! Bien, coge tu uniforme y sígueme, te guiaré al baño para que puedas ducharte—se ofreció Victoria, al tiempo en que salía de la habitación

—Con permiso—dije al tiempo en que tomaba mi uniforme, hacía una pequeña reverencia a la madre de Victoria y salía

Caminamos por un ancho pasillo, a la izquierda había varias puertas de madera blanca y a la derecha un barandal dorado que dejaba ver la sala que se encontraba en el primer piso.

—Es aquí—señaló una puerta de donde se escuchaba el ruido que hacía el agua al azotar contra el piso—Mi hermano está adentro, espera a que salga, hay una toalla adentro para ti, yo tengo que seguir arreglándome—agregó, y sin más regresó a su habitación.

Esperé durante varios minutos, dejando que mi mente vagara. La casa era realmente enorme, no tenía idea de todo esto, de su gran fortuna, de su hermano y quien sabe cuantas cosas más ¡qué mala amiga era yo!

— ¡Kyaaa!—grité de pronto a todo pulmón. La figura semi-desnuda de Samuel interrumpió mis cavilaciones. El acababa de salir del baño, sólo con una toalla blanca y larga amarrada a la cintura.

—¿Eh?—murmuró sin preocupación alguna, al parecer no le importaba que yo lo estuviera viendo—Que tonta…—agregó en un tono frío.

Yo sólo me limité a entrar rápida y silenciosamente, mis nervios aún estaban un tanto alborotados por aquella imagen que trataba de olvidar. Sabía que me iba a resultar casi imposible caerle bien al hermano de Victoria, Samuel, pero debía intentarlo, después de todo ahora vivíamos bajo el mismo techo.
Me quité la pijama y la dejé doblada en la tapa de la taza del baño junto con mi nuevo uniforme y mi ropa anterior, enseguida de eso abrí la llave dorada para que empezara a correr el agua y…¡Dios mío! Ahora sabía lo que era disfrutar de un verdadero baño, y cada vez comprendía mejor, la mala vida que siempre les di a mis hermanos…
Me apuré en terminar, ya que no quería gastar tanta agua, y en cuanto cerré la llave, me puse mi nuevo uniforme. La falda entablada azul marino era muy corta para mi gusto, la blusa blanca con el escudo de la escuela me quedaba algo justa, pero en cambio el suéter beige me quedaba algo grande. Me embroqué mis calcetas blancas hasta la rodilla, mis zapatos azules y salí del cuarto de baño.

—¡Alejandra!—gritaron

—¡Kyaaa!—era Victoria ahora, ya llevaba dos sustos en cuestión de minutos

—Vámonos, vámonos—me dijo excitada mientras tiraba de mi brazo obligándome a avanzar—Es mejor llegar temprano

—Pero no me he arreglado, me falta peinarme…—no era mentira, puesto que aún traía mi cabello mojado y todo enmarañado

—Yo te arreglo en la camioneta, pero vámonos ya

Nunca la había visto tan emocionada por algo, era obvio que desde hace tiempo quería ir a esa escuela, pero lo más seguro es que no lo había hecho por no dejarme a mí. Todos los días descubría que tan buena amiga tenía.

En cuanto nos subimos a la camioneta, empezó a cepillar mi cabello, que acabó siendo una delicada coleta de lado. Me arregló y todo, incluso me maquillo un poco, con el pretexto de que en esa escuela irían todos así, pero a mí no me interesaba ser como todos, pero preferí no decirle nada, ella parecía disfrutaba demasiado el arreglarme.

Al cabo de unos quince minutos aproximadamente, llegamos al famoso colegio. Era enserio grande, se podía confundir con un hotel, una gran, gran hotel. En el patio de enfrente había muchos alumnos hablando parado o sentados en el verde pasto, y varios autos lujosos estacionados, fue ahí donde reconocí el de Samuel.

—Vicky, ¿es ese al auto de tu hermano?—le pregunté un tanto nerviosa, sólo para confirmar que no lo estaba imaginando

—Oh, sí, lo olvidé. Él también estudia aquí, sólo que le gusta llegar más temprano—por alguna razón, en cuanto Victoria me contó eso, mis manos empezaron a sudar, cosa que la aludida notó.
—Tranquila, aunque quedaran en el mismo salón, no te molestará—me aseguró

—¿Son de la misma edad, cierto?

—Sí que sí, de hecho somos mellizos, jaja

—¿Enserio? Se nota un poco el parecido en sus facciones, pero el parece mayor…

—Sí, lo sé, es muy alto…—me dijo haciendo muecas—Como sea, hay que irnos ya, las clases comenzarán pronto

—Sip—me limité a contestar, para después despedirme de los padres de Victoria y dirigirme a la entrada de mi nuevo instituto

Mientras caminaba por el césped, vi a muchos alumnos, todos bien peinados y arreglados y muy guapos…Definitivamente, no encajaba.

—Tranquila, eres más hermosa que ellos—me dijo con una sonrisa y unos ojos, que decían que me entendía—En lo único que no encajas es, que por dentro eres la persona más maravillosa, amable, bondadosa y trabajadora del mundo.

No sabía cómo le hacía, pero Victoria siempre sabía lo que pensaba y lo que me preocupaba. Ella me conocía mejor que yo a mí misma.

—Gracias…—le dije al tiempo en que tallaba mis ojos humedecidos

Entramos sin más, algunos chicos se quedaron mirando y a otros les dio igual. Fuimos directamente hacia el cuadro que contenía el nombre del alumno y el salón que se le había asignado.

—¡Kyaaa! Quedamos en la misma clase—grito Victoria al tiempo en que me tomaba de las manos y saltábamos dando giros

—No sean tan escandalosas—murmuró Samuel sin siquiera mirarnos, al tiempo en que él también se acercaba al cuadro. Lo miró por unos momentos, soltó un pequeño suspiro de alivio y se alejó. Chequé la lista de nuevo, y comprendí que Samuel había quedado en otro salón, seguro ese era el porqué de su suspiro…

—Bien ¡Vamos!—me dijo Vitoria…
Llegamos juntas a nuestro nuevo salón, había varios alumnos ahí dentro, platicando tranquilamente, hasta que justo cuando entramos, sonó la campana. Escogimos los primeros lugares y justo enfrente del pizarrón. En cuestión de segundos llegó el profesor, que igual que todos en esa escuela era muy guapo, alto y enserio parecía saber lo que explicaba. Se veía que tenía un alto nivel académico mi nueva escuela.

Pasaron cuatro horas para que llegara el receso, y Victoria me llevó directamente a la cafetería.

—Pareciera que ya has estado en la escuela antes—le comenté al tiempo en que ella buscaba un lugar donde sentarnos, puesto que estaba algo lleno.

—Porque en realidad, ya he estado antes, mis padres, antes de irme contigo a nuestra anterior escuela me trajeron aquí por una semana…

—Ya veo…—le dije pensando un poco en ello y sentándome en la mesa que había conseguido

—Bueno, voy por la comida, espera aquí…

Estaba pensando en lo buenos que parecían ser los maestros y al parecer este año iba a poder aprender más, hasta que una voz cantarina me interrumpió.

—¡Hola amiga!—me saludó una voz femenina, y cuando volteé descubrí a dos chicas muy guapas, sonriéndome

—Hola…—saludé temerosa. En mi anterior escuela no era normal que te trataran con tanta confianza y amabilidad

—Emm…¿Es cierto que vives con Samuel?—me preguntó la otra chica con un brillo en los ojos—Perdona por la pregunta indecorosa…

—No te preocupes, no fue indecorosa…—a pesar de que dije eso, sentí como el calor subía a mis mejillas—S-sí, vivo en su casa…

—¿Y cómo es?—me preguntaron al mismo tiempo, para después echarse a reír por lo que ellas mismas hicieron—¿Podemos sentarnos aquí?—agregó una de las chicas, a lo que yo sólo asentí.

—¿Cómo es que?

—Ya sabes, ver todos los días a Samuel…

—Ahm…No lo sé. Apenas llevo un día viviendo con el…—les respondí avergonzada—¿Por qué lo preguntan?

—No sé, siempre me lo he preguntado…Es mi sueño poderlo ver a todas horas—me dijeron las dos al mismo tiempo, de nuevo

—¿Tu sueño? ¿Por qué?—pregunté curiosa

—¿Por qué? ¡Es obvio! Porque Samuel es el mejor chico que haya pisado la Tierra…—a pesar de que parecía estar diciéndolo con toda la sinceridad del mundo, se me hacía difícil creerle.

—No me digas que… ¡¿Te gusta Samuel?!—de nuevo, mi curiosidad me mataba

—¿A quién no? Creo que la mayoría de las chicas que estudian aquí se le han declarado—seguía sin creerlo. Tenía más que claro que Samuel era muy guapo, pero era algo…Grosero, al menos conmigo, o tal vez sólo conmigo…

—Ya veo…—contesté algo deprimida. No sabía que había hecho para que el me odiara.

—Jaja, bueno, debemos irnos...—dijo una de las chicas al tiempo en que se levantaba y se marchaba, pero después de dar unos cuantos pasos, se detuvo y agregó—Por cierto, mi nombre es Tamara y ella Kassandra

Tamara era alta, pelirroja y lacia, contaba con unos ojos cafés verdosos y su cara estaba llena de pecas. En cambio Kassandra tenía un cabello negro profundo y rizado, unos ojos chocolates preciosos, y era muy bajita. Ambas eran muy monas.

—¡Y-Yo soy Alejandra!—me presenté

—Bien, espero conversar de nuevo contigo, Ale—me dijo Tamara mientras se alejaba con su amiga

—¿Pasó algo?—me preguntó Victoria. Me sobresalté un poco, ya que no había sentido su presencia antes

—No, sólo que tengo un buen presentimiento sobre esta escuela…—le dije soltando una risita
Mi nueva escuela estaba llena de personas adineradas, pero parecían ser buenas. Al final, no todo iba a ser tan malo.

¡Gracias! :3