El Pianista (sesshXkago)

El pianista (sesshXkago)

BCZO: menos mal que no te dejé adivinando, lamento la tardanza pero espero que lo sigas, a ver qué conjeturas armás

Atropos: una novela mexicana ¿?!! xD dios... jaja a ver cómo voy

sessholove: si estaba confusa, a ver cómo sigue =3

Pan-Chan: ya empesamos con negaciones y caita mala xD pero bueno, ya sabés cómo soy =) disculpame la vida por la tardanza, y al menos hasta ahora no me quisiste adivinar lo que sigue =o

MAYURALOVE: por supuesto que coincido, sigue leyendo por favor ^^

SARITZ: jaja graxias por ese animo, ya el color de las letras me anima xD debo irme antes de dejar el cap pero gracias por estar!!

Juro que los otros agradecimientos los dejo más tarde hoy mismo, y espero que les guste la continuación. Lamento haberlo dejado, pero el colegio y mis depresiones me impedían continuarlo con la calidad que se merecía. Ahora sí, tengo tiempo y ánimos, y ya no más excusas =o a los hechos:

Muchas veces es difícil diferir entre la realidad de una palabra y la de una imagen. Ahora Kagome se tambaleaba sobre su cuerpo expresando lo que su mente no podía entender. ¿Quién poseía la verdad? O sería que cada quien… ¿cada quien podría tener una verdad propia?

No podía desconfiar de su amado Sesshomaru, a quien ahora sentía haberle fallado, pues le daba la impresión de desconocer muchos datos esenciales. Tampoco lograba desconfiar completamente de Inuyasha, quien ahora la observaba con la más tierna de sus miradas, otorgándole una paciencia y tranquilidad que en él no eran naturales.

“no soy capaz de creer que él me miente” afirmó mientras se repasaba sus cabellos delante del espejo del baño. Debía mantener una imagen distante pero arreglada mientras decidía qué pensar “sin embargo, aunque Inuyasha crea en lo que me dijo, nada me asegura que él me halla contado lo que realmente sucede. Puede que él también ignore o crea una mentira” repetía insistente, convencida de tener que parecer fuerte antes de tomar alguna acción precipitada. Si parecía destruida ante sus potencialmente peligrosos captores, ¿qué otras opciones tendría luego?

-oye… ¿tienes hambre? Kouga me acaba de decir que irá por comida –informó el oji-dorado mientras se asomaba por la puerta.

-no, pero puede traer algo para más tarde – “lo mejor ahora es estar bien alimentada, creo que debo permanecer fuerte para lo que sea que siga”

-bien Kagome, no tardo…

Escuchó los pasos y los susurros de Inuyasha, mientras recorría con sus frías yemas las hermosas facciones en su rostro. No podía comprender, aunque sentía que tal vez la complejidad era menor a lo que ella creía. Había sombras y luces entre medio de lo que ella quería deslumbrar, había objetos a los cuales quería correr de su paso para poder ir derecho a la solución de todo esto. ¿Qué es lo que quería? Si Sesshomaru estaba muerto, ya ella no veía sentido a nada más.

Miró al piso.

-sin embargo –susurró, hablando expresamente a su reflejo en el espejo – yo siento que él esta allí afuera.

Cuando se volvió a recostar, evitando las molestas voces chinas provenientes de la televisión que Inuyasha miraba, decidió que aunque esa parte de ella estaba negando una realidad horrible para su supervivencia, lo mejor sería afirmarse a esa idea. Para Kagome, consciente o no de las probabilidades, Sesshomaru estaba vivo. Debía estarlo.

-Hey –llamó Kouga mientras ella se desperezaba –toma, para dentro de dos horas debe estar listo.

Inuyasha observó la caja con un gesto extraño en su rostro, pero no comentó nada. Tomó por su parte la comida, y comenzó a ordenarla en la heladera de la habitación.

-ten cuidado con el peinado, que sea algo disimulado –remarcó el chico, que vestido de marrón y negro, salió rápidamente de la habitación.

-¿qué es esto?

-es una tintura –respondió a la reflexión de Kagome, concentrado en los alimentos –la idea es que no te reconozcan… no te preocupes, en china las tinturas son algo mejores a las japonesas –quiso bromear sin lograr la antigua espontaneidad que lo simbolizaba.

La mujer sintió que la mirada oculta de Inuyasha se posaba en ella más de una vez ante la fría explicación, pero no pudo ocultar su desinterés. ¿Ahora querían que cambiara su look? Era de esperarse… suspiró ante el nuevo trabajo que tendría que ejecutar en poco tiempo.




-¿acaso es muy temprano?

-para nada señor, mis disculpas. No quise molestarle…

-tan solo evita bostezar de esa manera en la oficina July, es algo desagradable para cualquiera que entra y no puede evitar mirar toda tu dentadura.

La joven se ruborizó ante el descarado reproche de su jefe.

-lo evitaré señor –bajó la mirada.

-Hoy tengo un par de citas interesantes ¿cierto?

-solo un par de hombres, tengo aquí sus datos –levantó una carpeta amarilla –y también llamó Mioga, dijo que pronto estará en el país y quería tomar algo con usted. Pidió cita para el almuerzo.

El viejo esbozó una leve sonrisa antes de perderse detrás de la puerta.

-por supuesto –dijo mientras desapareció del todo.

Para July, las horas eran pasos veloces sobre el reloj. Intinerarios, caprichos, llamadas telefónicas, y quejas de sus jefes. La vida no era fácil, ciertamente, y la ropa de diseñador no era cómoda. Pero ella no se quejaba, porque adoraba su imagen delante de las vidrieras mientras buscaba el café descafeinado de Robert, el abogado. Y también amaba el gesto de respeto de aquellos que atendían sus pedidos detrás de los mostradores, pues ella era la única asistente personal de uno de los más renombrados estudios jurídicos de alemania.

-disculpe la demora, señor –dijo ella cuando vio a un anciano avanzar quejumbroso por el vestíbulo. Había tardado en dar la orden de acceso, y podía notarse en la expresión del señor que el viaje en el ascensor no había sido amistoso. Sin embargo, su gesto serio y pensativo se tornó en una sonrisa lujuriosa y juvenil cuando posó sus ojos en los de ella.

-no me molesta demasiado, nada que un buen trato no arregle – se carcajeó por lo bajo y volvió su mirada a la oficina distante de la izquierda mientras la chica recorría sus rasgos asiáticos y marcaba unas teclas.

-jefe, el señor Mioga ah llegado. –Colgó el auricular –pase por favor, en un instante iré a saber qué comerán.

Se sintió aturdida por un instante, algo en la presencia de ese hombre y en el tono diferente de su jefe de recién no le gustaba. Pero bueno, para ella esto era lo que más podía esperar. Simplemente, ignorar los detalles de sus jefes y sus clientes, pues ella no era más que una intermediaria neutral.

-disculpe –la interrumpió uno de los guardias vestido de gris oscuro y cabellos abundantes, negros y largos. Ella lo miró sorprendida por el extraño acento al hablar alemán, pero comprendió que sus rasgos provenían de una cultura completamente diferente. Le sonrió – ¿podría pedirle… si tiene la amabilidad...?

Obviamente, su manejo del idioma no era bueno. Ella se planteó cómo se manejaría ésta mujer de estar en china o algún lado de Asia y se compadeció. Miró atentamente los gestos del hombre hasta comprender que quería algo con la televisión del vestíbulo. Al instante, elevó el control del aparato.

-Por favor, úselo a su gusto –se lo alcanzó sonriente, algo apenada por sus reacciones torpes.

Siguió con la mirada las acciones hasta que la lumbre del aparato la desconcentró y volvió su vista a la computadora. Instantes después, unas exclamaciones volvieron a llamar su atención… ¿porqué se sorprendían? ¿Entendían lo que el noticiero alemán informaba? Miró la pantalla y se sorprendió al ver la imagen de un asiático con cabellos largos negros y una hermosa mujer a su lado en el fondo del reportaje. ¿Acaso estos guardias los conocían? ¿Eran famosos de su país? Leyó el encabezado:

‘Encuentran a dos famosos músicos muertos, asesinados brutalmente a golpes, en el costado de la ruta 8 de la ciudad de Pekín’

Lúgubre, todo el ambiente se torno denso. Instantes después, la luz se cortó y la oscuridad se apoderó de las oficinas. Entre medio de quejas sonoras de sus jefes, ella sintió en ruido de ambos disparos y entonces, cerró sus ojos, ya no pudiendo pensar.



-tranquilo Ashverdart… todo va a salir bien –respondió Mioga.

-demonios, ¿cómo lo sabes con tus guardias disparando allí afuera? –preguntó estático en su silla, aferrando sus manos a los cajones de su escritorio.

-lo sé, porque sé a quién disparan. Nos seguían, pero es mi servicio quien cortó la electricidad… es cuestión de tiempo, amigo… -una pequeña luz se encendió en la oficina, y el jefe vio cómo aumentaba de pronto cuando el anciano daba una pitada a su cigarro- y entonces mis hombres entrarán y te matarán, confundidos por el revuelo.

Se escuchó una exhalación, y pronto la puerta cayó y las armas apuntaron certeras a la cabeza del jefe.

-Mioga, maldito anciano –dijo velozmente el alemán –no te saldrás con la tuya –apretó un botón oculto, y pronto las balas lo tiraron al piso.

El viejo rió entre dientes, y salió con un pañuelo limpiando los restos de la sangre.

-vámonos rápido, antes de que otros lleguen – disimuló una voz aterrada mientras corría agitado al ascensor. Cuando estaba por bajar, hizo una seña en dirección al escritorio del vestíbulo, con malicia –recuérdenle los buenos modales.





-Rin –llamaron a la puerta

-¿sí? –respondió mientras se levantaba de su cama

-una carta –le respondió Shuna. Rin abrió la puerta y la tomó, sorprendida por el aroma del papel. “este aroma… ¿será?”








Espero les haya gustado ^^ ya volveré y pondré las demás firmas, y tambien tal vez otra conti, así vamos haciendo rítmica la cosa xD recuperar el tiempo perdidoo (8)

La Pomy

 

Re: El pianista (sesshXkago)


Shandy: muchas gracias por la paciencia y pasar ^^

Inu_*kagome*: jajaja bueno ché… yo sé que es el prota :P ya veremos cómo sigue esto =)

Victoria 7: me alegra que hayas empesado a entender algo :P sos una de las pocas almas creo jeje

Sirenita: jajaja que amenazante chee xD

Labb: cualquier duda no dudes (válgame la redundancia de mis expresiones eh? xD) en preguntar lo que sea. Y me alegra que leas mi trabajito ^^

Shailon: jejeje que imaginación… bueno podria ser alguna de esas cosas, espero que sigas leyendo =)

Cinyoh: ehh ola xD jajaja estas perdida?

Aerthis_Yuna: me alegra que te hayas inspirado a escribirme jejeje



Agradecimientos del último cap:

Christine: jaja últimamente creo esa impresión de confusión sobre mis lectores :P pero quiero que sepas que mi devoción a Sesshomaru es infinita, si lo maté es para que esté conmigo acá jejejeje… ;)

Pan-Chan: mi fiel fiel amiga, ¿cómo que no me crees? ToT pobre de mí eh?... bueno :P espero que sigas sufriendo con más de mis caps jejeje..






La filosofía solía ser una de sus materias más interesantes. Al menos, así lo veía en su perspectiva, cuando cada mañana recibía un tomo nuevo que le narraba las miles y una teorías de tantos magníficos hombres y mujeres desconocidos por el resto de la humanidad.

Solía plantearse la ironía que encontraba en su interés por tanta gente muerta y olvidada, cuando tanto le costaba mirar a su lado y concernirse por lo que sucediera. Sin embargo, ésta tarde ella no podía darse el lujo de perderse en sus divagues e ignorar el brillante, avasallante y vacío ambiente en que vivía si, a la vez, tenía que afrontar el único compromiso que la ataba a la vida: su hermano.

El sobre, de color magenta y textura rugosa, la esperaba sobre su cama mientras ella terminaba de reorganizar su escritorio. Trataba de concentrarse aunque fuera un instante en algún objeto que no fuera el contenido del sobre, pero no pudo lograrlo por completo.

“Me pregunto…” trastabilló camino a su colchón, variando entre la luz del velador o la del techo. Suspiró en cuanto su mente le reprochó el planteo innecesario, y se sentó con su mirada fija en el papel. Su aliento estableció un compás rítmico, mientras ella parecía memorizar cada movimiento de sus manos sobre el papel. En cuanto escuchó al sello romper, retuvo inconscientemente su respiración y retiró la hoja suave, fina y delicada desde adentro. Se mantuvo pendiente de toda la situación, como si la pudiera observar desde un eje ajeno a ella. Instantes después, volvió a respirar y la leyó:

‘Mi Querida:
Si muchos años pasaron desde que escribo esto hasta que tu lo lees, no sabes el placer que mi alma sentirá en el más allá. Pero me temo que esto que escribo no tiene otra razón de existir que la misma posibilidad de que necesites esta carta y pronto.
Por mucho tiempo permanecí enamorado y a un lado de ella, y la amé como ningún otro hombre podría. Puedo asegurarte que mis anhelos apuntaban todos a su felicidad, y que ella no necesitaba pedirme nada, pues el placer de verla sonreír me hacía actuar y hacer todo lo mejor por ella.

Pero espero que comprendas, luz de mis ojos, que esto trajo cuantiosas consecuencias en mi vida a las cuales tuve que afrontar. Al principio ella no lo notó, pero mi devoción a su felicidad hizo que mi rendimiento en el empleo bajara, y que me desconectara con muchos negocios de los cuales mucha gente dependía. Yo tenía amigos que me advirtieron el peligro al que estaba exponiéndonos pero quise ocultárselo. Imaginarás en este contexto el porqué entonces de la nacionalidad de tu hermano… cuando él nació, yo estaba ocultándonos en otro país. No te preocupes hija, a nosotros no nos pasó nada. Pero sí cometí la estupidez de que aunque también quise protegerlos a ustedes, y sentirme seguro de que nadie sabría quienes eran, aquellos hombres que se vieron afectados con anterioridad buscaron venganza y los descubrieron.

Le pedí a un gran hombre, de confianza, que los llevara de nuevo a su país. Y yo me quedé con tu madre, pues ella había caído enferma y como sabrás, no duró mucho tiempo más. Ahora escribo esto para ti, no para que sientas la obligación de disculpar mis errores, sino que aprecies una realidad, pequeña, que seguramente la burbuja en donde te metí no ah dejado ver y a tu hermano tampoco. Observa atenta, investiga con disimulo, pero ten en cuenta que afuera de donde estás, mucha gente te conoce y te quiere hacer daño. Busca, y entonces encontrarás más pistas. No puedo decir mucho más en una simple carta, por seguridad…, solo una cosa más.

Nunca dejamos de amarlos, e hicimos todo con tal de asegurarnos su felicidad. Lamento muchísimo haberles fallado.’



Aunque la carta no poseía firma alguna, ella estaba segura de que esta carta poseía la esencia de su padre por doquier. A penas lo había conocido, pero la prolija letra, la formalidad de su habla, y la melancolía en cada oración se le hacían extrañamente familiares. Dejó la hoja y el sobre a un lado, mientras se arrastraba al piso. Necesitaba creer que seguía existiendo, pues solamente si existía podría pensar.

“¿Qué debo hacer?” se preguntó mientras masajeaba sus sienes, aún con un gesto tranquilo. “¿A dónde debo dirigirme ahora? ¿Y porqué esa carta llegó ahora? Será que mi padre había predicho la muerte de mi hermano… pero entonces ¿mi hermano fue asesinado? ¿Quiere que descubra por quienes?” La muchacha se sentó de golpe y miró al techo como si en él se dibujaran de repente imágenes lívidas de una película. “Ahora recuerdo a esa gente en el cementerio, su extraña conversación, la manera en que me seguían con la mirada… ¿será que ahora yo también corro peligro?”


-Kouga –saludó con una mano el señor, mientras se mantenía sentado en su silla de ruedas.

-Mioga, hola. ¿Qué deseas?

-Podrías mostrarte un poco más educado ante éste anciano, ¿no?

-no molestes –dijo sentándose enfrente, mientras observaba sus uñas con gesto de superioridad.

-bah… tu soberbia te llevará lejos… -el chico lo observó- digamos que a unos 15 metros bajo tierra

-silencio –repuso molesto, cerrando sus ojos –ahora dime ¿qué demonios quieres?

-hum… quiero muchas cosas. ¿Cómo está la muchacha?

-ella está bien con Inuyasha como guardián.

-¿porqué no la hiciste dormir contigo? –preguntó algo sorprendido.

-ella no quiso –corrió su mirada por un instante, y luego la volvió hacia él amenazadoramente.

-claro –dijo luego el anciano, cuando notó que su silencio se prolongaba demasiado -¿crees que Inuyasha no nos fallará?

-ese perro tonto no se atrevería… además hace años que trabaja con ella, no creo que le sea difícil manipularla un poco más –se encogió de hombros.

-bien, pero ten cuidado.

-no me digas cómo hacer mi trabajo, ahora dime ¿qué quieres? Si no hablas de ello, volveré…

-baja los pies a la tierra hijo –reprendió con paciencia innovadora el anciano, mientras se mecía en la silla. Kouga lo observó con atención, pero se mantuvo en silencio. El anciano no era nada tonto, alguna trampa habría detrás de esa expresión. – y dime, ¿Cuánto tiempo falta para que me la traigas?

-solo dos días, ya hice un plan.

-ten cuidado, puedo esperar unas semanas más. Además, asegúrate de que Inuyasha no se entere, no quiero que haya imprevistos.

-bien, no hay problemas. ¿Quieres que lo elimine?

El anciano no respondió y el gesto del chico se volvió más apesumbrado que de costumbre.

-que nadie lo note –dijo finalmente, dando con su mano la orden de que lo retirasen del lugar.

Kouga terminó prácticamente escapando de allí. La idea de tener que aniquilarlo él mismo no había parecido mala en sus sueños, pero ahora… sentía un nudo en su garganta.



-¿Kagome? –Llamó Inuyasha –pronto llegará Kouga, no querrás hacerlo esperar…

-si, ya casi estoy. Espera un instante más –dijo desde el baño, concentrada en sus cabellos. Al ser tan sedosos, se le escurrían de los dedos. –bien, listo.

-vaya… no te ves nada mal. Aunque extrañaré que tu cabello sea tan largo.

-crecerá rápido –dijo ella dulcemente, más como un deseo que como una afirmación. Su mirada triste y profunda se conectó con la de Inuyasha. El también se mostraba abatido. -¿sucede algo más que yo ignore?

-no, no-se apresuró Inuyasha, moviendo ambas manos –no es nada… -se volteó y caminó hasta la ventana, moviendo las varillas de la cortina nerviosamente.

-dime –pidió la hermosa mujer, ahora con su cabello en media cola, muchos mechones sueltos alrededor de su rostro y con un corte por debajo de sus hombros. Estaba detrás de él, y cuando apoyó su temblorosa mano en el hombro del chico, éste se volteó asustado, mirándola con ojos grandes y atentos.

-es solo que… -suspiró –es injusto que te lo diga, Kagome.

Ella solo afirmó con su cabeza, sonriente. Sus ojos estaban llenándose de lágrimas, pero trató de tomar aire para que él siguiera.

-Kagome, es solo que me mata verte así.

-ahh ya veo.. –su sonrisa se esfumó y se volteó. –No tengo idea de cómo llegué aquí, Inuyasha. Por más que me vuelvas a decir lo que sabes, no me queda claro el porqué de nada de esto. ¿Qué es lo que quieren conmigo? Pero… -acarició las sábanas de seda blanca –yo solo quisiera…

-¿qué cosa? Dime… por ahí podría ayudarte.

-no, no podrías –comenzó a romper en llanto

-dime Kagome, lo haré. Lo se sea, aunque no pueda darte libertad, podré hacer algo. Dime…

-hay Inuyasha… -bajó la cabeza y las lágrimas comenzaron a gotear sobre la cama. Inuyasha se desesperó –no puedes hacer nada… pues yo solo quiero…

-¡¿qué?!

-…a Sesshomaru.

Inuyasha volvió a sorprenderse cuando volvió a ver de golpe el aspecto de la chica. Parecía como si su rostro se hubiera sacado una máscara y ahora realmente dibujara el dolor y la pena.

-realmente lo quieres, ¿cierto?

-lo amo… -lloró.

-..Pero… ¿y Kouga?

-hay Inuyasha, si supieras… -se lamentó casi gritando, entre gemidos.

-¿qué? –preguntó alarmado. –cuéntame…

-yo entendí que él no me amaba, y luego llegó Kouga, y luego me vi envuelta en todo… y cuando lo vi, esa noche… yo me di cuenta de algo. Inuyasha, tengo que preguntárselo. Mi vida, mi existencia depende de ello.

-pero Kagome –la interrumpió –él está muerto.

-¡no digas eso! Él no lo está, está vivo en algún lado. Yo lo sé, lo sé Inuyasha –repuso ahora amenazante. Sus lágrimas daban un toque histérico a su gesto, pero el chico se sintió por demás afligido.

-Kagome… Dios, ¿realmente crees que Sesshomaru salió vivo de aquel lugar?

-estoy segura.

-pues… yo no lo creo –se cruzó suavemente de brazos y la miró con renovada tranquilidad. –pero… cumpliré mi palabra. Averiguaré sobre la supuesta muerte del pianista.

A la chica se le secó la garganta de repente y todo comenzó a desvanecerse ante esa última oración. ¿Pianista?... todo se volvió negro.


La Pomy


pd: odienme

 

Re: El Pianista (sesshXkago)

Mis Amores :D Otro capítulo, no tardando mucho. Es algo corto, pero tiene valor ^^

Saludos:

Pan Chan: hay... esas esperanzas locas =o

"Joha.Suki" Kagome no murio xD aun al menos :P gracias por pasarte :D


Christine: no, no te mueras... y ojo con los detalles ;)

Aerthis_Yuna: jaj pobre Kouga... es lindo P aqui eh la conti pa ti:







La fama la había dotado de dones que jamás hubiera expresado en su imaginación más atrevida. Sus pasos no se tambaleaban ahora, como su mente lo hacía en su fuero interno. Ni sus manos temblaban ni sus modales eran omitidos, mientras sus ojos viajaban veloces de un extremo a otro dentro del sucio restauran. Cualquiera que viera ese porte señorial podría adivinar que no se trataba de cualquier persona, más ahora su reflejo sí era diferente.

Su mirada, peculiarmente brillosa, le devolvió una sonrisa triste, mientras ella volvía a reposar su espalda contra la pared que tenía detrás. Inuyasha, a su derecha, no podía aún quitarle los ojos de encima al grosero cantinero sentado dos mesas delante. Aunque su mente divagaba entre insultos hacia el hombre y posibles estrategias para ayudar a Kagome, en realidad su corazón se aceleraba cada vez que la sombra que hace días lo seguía se acercaba. Sí, él podía sentirlo cerca suyo.

-¿estás bien? –la voz oprimida y casi sin aliento de la chica lo removió un poco en su banqueta.

-es solo que Kouga está tardando demasiado.

-Tal vez alguien lo reconoció… -Inuyasha sonrió ante el tono esperanzado de la chica.

-sí, tal vez, y entonces nosotros tendríamos que correr debajo de varias lluvias de balas –reprochó con tono melancólico, casi tratando de oprimir una exhalación de desaliento. La chica suspiró y cerró sus ojos, antes de volver a comer, arrepentida por el comentario.

Luego de unos instantes, el tiempo pareció detenerse cuando siquiera el rumor de las otras voces se escuchaba. Las tensas miradas se encontraron inconscientemente, e Inuyasha se acercó a ella.

-creo que… -dijo en completa confidencialidad la mujer –creo que no sería tan mala idea.

-lo sé –aceptó el oji-dorado –sabía que te lo plantearías –volvió a acomodarse en su silla, lejos de ella nuevamente.

-¿no te molesta la idea?

-me parecerías estúpida… -y allí de nuevo esa extraña tranquilidad que no era usual en él. Ella lo miró con desaprobación unos segundos, pero luego sintió cómo el tenedor se resbalaba de sus dedos.

-¿puedo saber a qué te refieres? –cuestionó al cabo de los instantes que tardó en volver a comer.

-a que… -esperó a que ella lo mirara -¿de qué me serviría traértelo, si tu te haces matar?

La piel de la mujer, blanca y lisa, ahora había tomado un ligero tono sonrosado y áspero. También sentía que los bellos más cortos de su cabeza se habían erizado, como electrificados ante tan poderosa idea. “¿Acaso contempla la posibilidad de traérmelo?” Los ojos oscuros de la chica se posaron sobre las facciones del muchacho en una repentina y desesperada búsqueda de falsedad. Parecía realmente convincente.

Verdaderamente, ahora que el tiempo era algo que parecía aburrirle, no podía evitar plantearse cómo había llegado a estar con Kouga. Había llegado de una manera perfecta, tan perfecta que había sido estúpidamente confiada. ¿Realmente lo había olvidado? El vaso entre sus manos le hizo un gesto de obviedad. ¿De todos modos, quién le aseguraba que él la quería? Al volverlo a ver, no podría recriminarle, ni pretender que él siquiera la mirase a los ojos. Tenía todo el derecho.

-oye… -susurró su compañero –allí se va el idiota ese. ¿Qué te parece si le juego una pequeña broma?

-basta Inuyasha, solo fue un comentario.

-nadie me llama así y se sale con la suya –implementó su típico tono ofendido.

-claro –bufó algo divertida la chica –pero si siquiera eres nada mío, como para tomártelo a pecho.

-¿Cómo que no? –Gritó el oji-dorado –en la mente de él, tu sí eres mi novia… ¡así que sí piensa que soy un maldito cornudo!

-hay Inuyasha –suspiró con resignación -¿porqué te importa lo que ese hombre, que ni sabe tu nombre, piense de ti?

-pues… -se cruzó de brazos y bajó la mirada.

-ahh –suspiró la chica –al menos no fue todo una actuación.

Él la miró un instante, cuestionando el significado de esas palabras. En el momento en que iba a preguntar, Kouga ingresó en el establecimiento y con él, dos sombras más se alargaron sobre el pulido piso de madera.

“en aquel momento…” se planteó la chica, mientras miraba sus pies jugando con la servilleta “en aquel momento yo declaré lo que sentía a él. ¿Lo habrá escuchado? Estoy segura de que sí. Pero…”

-kagome –interrumpió Kouga, observando cómo ella se mordía el labio inferior, desconcentrada.

-si, dime.

-vamos a irnos, levántate.

-¿Inuyasha no nos acompaña? –preguntó mirando algo desconfiada al chico sentado estáticamente.

-comerá algo de postre –respondió maliciosamente el chico. Kagome no se movió hasta que quien le había hecho compañía le sonrió tiernamente.

-¿ahora ya se amigaron? –bufó el peli-negro, arrastrándola de un brazo.







-esperaba éste encuentro pronto –dijo Inuyasha al cado de unos diez minutos. El auto rojo y negro de Kouga se había alejado ya, y la delgada chica sentada delante de él lo miraba con dulzura.

-yo igual. El plan ah cambiado Inuyasha, el jefe te quiere muerto.

-Sí, y yo decidí que le otorgaré su deseo. Mátame –sonrió, abriendo sus brazos.





=o Maté en todo caso, tambien, a Inuyasha??? pero... en qué demonios... estoy pensando!????

jej


besos chikas, ya vendre con alguna conti cuando vea que la desean :L

Pomy