El pequeño Ryu Echizen

El pequeño Ryu Echizen

Ryoma Echizen es padre.
Espero sólo robarles unos minutos de su tiempo.

Capítulo 1: El árbol de Navidad

-Ryu- Le llamó una voz

No hubo respuesta.

Insistió llamándole una vez más, pero tampoco escuchó nada.

Subió por las escaleras al cuarto del niño buscando en los posibles escondites que frecuentemente usaba. Pero su esfuerzo por ver debajo de la cama, en el clóset y en los baúles fue en vano.
Por una de las ventanas del piso superior buscó en el patio, le gustaban los juegos que papá le había instalado pero Ryu jamás saldría con un frío así.

-Que extraño-

Finalmente, y después de buscar donde se guardaban los alimentos, salió de la cocina en dirección a la sala de estar.

Fijó su vista en los sillones y suspiró aliviada.

-Ahí estás-

Un pequeño muchacho de ojos ámbar esperaba insistentemente en una de las ventanas del piso inferior de la casa.
Aburrido veía como los copos de nieve caían desde el cielo hasta el suelo, dándoles seguramente trabajo a los muchachos que limpiaban los antejardines.

-¿Qué sucede hijo?-

-Estoy aburrido-

Su madre se acercó para acariciar dulcemente su cabello.

-Ya falta poco Ryu-

-¿Cuánto?

-Una hora más o menos-

-¿QUÉ? Es demasiado tiempo mamá-dijo con los ojos notoriamente sobresalidos

-Pero, ¿te cuento algo?-

-¿Qué cosa?-

-Entre más esperes en la ventana, más largo se hará hijo-

-Y entonces, ¿Qué hago? No hay nada que hacer-

-¿Qué te parece si terminamos el árbol juntos?-

-Bueno, pero yo pongo el último adorno esta vez-

-Tendré que pensarlo-

-Por favor, me porté bien este año ¿si?-

El pequeño era muy listo, tenía excelentes calificaciones en el jardín y el maestro siempre decía que su intelecto no era el de un niño de cuatro años.
Aprovechando esto, Ryu sabía siempre que mirada dirigirle a su madre para convencerla de hacer cualquier cosa.

Y esta vez no era una excepción para usarla.

-Está bien, tú pondrás el adorno final-

-¡Que bien! ¡Gracias!-

Ryu sonrió de par en par por la proposición que le había echo su madre. Sakuno, ante el gesto de felicidad de su hijo, no pudo evitar una sonrisa maternal.

El pequeño Echizen bajó de un salto desde la silla que usaba para alcanzar las cosas. Acto seguido tomó la mano de su madre y tiró de ella hasta llegar a la caja que contenía los adornos.

-¿Qué adornos usaremos mamá?-

-Los que tú quieras-

-Va a ser difícil decidir-

-Depende, ¿Cómo quieres decorarlo hijo?-

Ryu desvió la mirada hacia otro lugar pensativo, luego posó una de sus manos en su barbilla como lo había visto en el programa de detectives.
Su femenina compañía no pudo evitar que una pequeña risa escapara de su boca.

-Lo tengo-

-¿Cómo lo haremos?-

-Lo decoraremos con los adornos de la bisabuela Sumire que están en el entretecho-

-Que buena idea-

-Soy un genio- afirmó con la heredada sonrisa de su padre

-Espera un momento, ¿Adornos de mi abuela? ¿Cómo lo sabes tú?-

-Un detective nunca revela su estrategia- dijo Ryu sabiendo que no debió haber revelado esa información

-Al parecer alguien estuvo jugando sin permiso y a mis espaldas-

-Oh Oh- baciló

-¡Vas a tener que pagar Ryu Echizen!-

Sakuno se abalanzó encima de su hijo y lo puso en el suelo de espaldas.

-¿Quién quiere cosquillas?- dijo sonriendo

-¡Noooo, okasan, nooo!-logró pronunciar entre carcajadas el pequeño

Ambos reían sin parar.

Ryusaki si que gozaba tener a Ryu a su lado.

Tanto era el parecido con su padre que Sakuno sentía que Ryoma siempre estaba con ella. Además, nunca negó que desde siempre quiso ser madre y no sólo de uno.

¡Es más! Hoy era la noche para decirles a los hombres de la casa que venía en camino otro integrante de la familia Echizen.

-¡Mamá!-entre carcajadas- ¡No es justo!-dijo el niño

-¿Por qué?-

-Por que lo estás haciendo con las dos manos-

-De acuerdo, lo haré sólo con una-

-No mamá, por favor-

-Prométeme que no estarás en lugares indebidos cuando yo esté ocupada, es peligroso hijo-

-Lo prometo-

-Está bien, confío en ti. ¿Qué te parece si terminamos el árbol antes de que llegue papá?-

-Debemos hacerlo, así mi papá se pondrá muy contento-

-Entonces ¡Manos a la obra Ryu!-

-¡Hai!-


Ryu lo llenó de luces, guirnaldas, soldados de juguete, cascabeles, colores y brillantinas.
Un buen tiempo pasó para terminar el árbol pero finalmente quedó perfecto.

El pequeño sonrió orgulloso al ver su “obra maestra” terminada, además no sólo papá estaría contento sino que a su tío Ryoga le encantaría el decorado y lo felicitaría con un rico dulce también.

-La navidad es mi época favorita mamá-

-Lo sé hijo, para mi también lo es-

Ryu dirigió la última mirada llena de esperanza hacia la ventana.

Ya era hora de que llegara.

Un ruido esperado y muy conocido provocó que las miradas del pequeño y de la mujer, se dirigieran rápidamente a la puerta de entrada.
Tal como Ryu creía, ese ruido sólo lo hacía esa persona tan especial para él.

-¡PAPÁ!- gritó con una gran sonrisa

-Ryu-respondió él

Todos los días sin falta, Ryoma al entrar por el marco de la puerta, ya estaba en cuclillas listo para abrazar a su pequeño.
Una de las mejores sensaciones hoy en día del tenista, era un abrazo de amor de su hijo. Nadie nunca, además de Sakuno, podría igualar la belleza de ese abrazo.

-Te extrañé-

-Y yo a ti Ryu-

-Hoy también me torturaron con cosquillas-

-¿Ah, si?-

-Y fue muy injusto porque lo hizo con ambas manos-habló acompañado de un puchero

-Me imagino que fue muy difícil defenderse-

-Si pero aunque me torture, igual adoro a mi mamá-

Ryoma sonrió tiernamente al escuchar el apodo que le brindaba su hijo a la mujer que amaba. Subió a Ryu en sus brazos y se dirigió a saludarla.

-Bienvenido amor-

-Hola Sakuno-

Echizen se dispuso a besar los labios de Ryusaki, pero antes de poder llegar, unas pequeñas manos les separaron.

-Mi mamá es mía, mía-

Ahora Sakuno con una risa discreta y burlona tomó en brazos a un Ryu que no dejaba de abrazarla y besarla en las mejillas.

-¿Y si me la compartes un poco?-

-No, no y NO- afirmó el niño

Los dos adultos rieron discretamente


-¿Cómo te fue hoy?- le preguntó Sakuno

-Agotador, no sabes cuánto-

-Pero si se acerca Navidad, la gente es más carismática en estás vísperas ¿no?-

-No, estaban todos histéricos comprando regalos-

Sakuno bajó de sus brazos a su hijo, él se lo había pedido para ir a jugar con sus pelotas y raquetas favoritas en su cuarto.

-Te extrañé Ryoma-

El aludido sonrió y junto con dirigirle una mirada de amor, se acercó lentamente hasta brindarle uno de sus besos.

-Yo también, no sabes cuánto-

Sakuno retiró delicadamente la chaqueta que llevaba puesta su esposo para colgarla en el ropero.

-¿Estamos solos?-

-Sí, aún no han llegado los invitados Ryoma-

-Por suerte-

-Deberían llegar pronto-dijo ella mirando el reloj del salón

-¿Y la cena está lista?-

-Sí, también-


Ryoma volvió a besarla, pero esta vez era un beso tras otro sin cesar.

-Mientras tanto puedes tomar un baño- sugirió la pelirroja entre besos

-Lo necesito-

-Iré a terminar la mesa, no te tardes mucho cariño-

-Me apresuraré- respondió el tenista


Ambos padres sonrieron y volvieron a besarse una vez más.

 

Re: El pequeño Ryu Echizen

Gracias por sus comentarios Sangolamejor, Rima, Erika Chica, Chikis lizi, Luciamopet, Azul Cristal, LadyKagura y RyoSakuLove.
Aiko=Niña del Amor
Emi=Bendecida con Belleza

El próximo capítulo estará aún mejor.
Saludos.

Capítulo 2: Aiko Echizen

Al salir del baño inspeccionó con la mirada a su alrededor.

La mesa estaba lista, estaban montados seis puestos con sus respectivas vajillas navideñas; además de los adornos que ya estaban en su lugar dándole a esa habitación un toque muy familiar.

Notó que Ryu ya no estaba en su habitación, sino que estaba jugando con sus figuras de acción cerca del sillón.

Ryoma se acercó hasta su lado para hacerle compañía. Últimamente aprovechaba cada instante libre con su pequeño.

-¿Quieres que te acompañe Ryu?-

-¡Si Papá! ¡Juguemos juntos!- respondió

El tenista se sentó junto a su hijo dispuesto a seguir su juego. Las figuras de acción de Ryu eran mucho mejor que las de su tiempo.
Además los rasgos que le atribuía el niño a sus personajes sin duda eran excepcionales.

Al final, se entretenía más de lo que creía.

-Mi mamá cocina bien-

-¿Por qué lo dices hijo?-

-Porque huele rico-

-¿Y hizo algún platillo que le haya quedado bueno?- respondió Ryoma

-No lo sé, pero lo podemos averiguar- respondió el pequeño con una mirada de pícara complicidad

-¿A que te refieres Ryu?-


Sakuno aún, un poco nerviosa, seguía arreglando detalles de la casa y de lo que fuese necesario.

Repasó una vez más en su mente las cosas que debía hacer, al parecer no se olvidaba de nada.
Después de todo, había realizado sus labores apresurada y de un lado a otro todo el día.


Frente a la escalera descansó un momento, y así poco a poco empezó a retomar la calma.

El adorno más alto del pino navideño, la estrella con una familia tallada en ella, le recordó a sus dos hombres favoritos.

Entonces miró la fotografía principal de la sala. En unos meses más serían cuatro integrantes.

-¿Cómo se lo tomará Ryu?- se preguntaba para sus adentros


Posó una mano encima de su creciente barriga, otra vez sentiría la dulzura de sus movimientos, patadas, incomodidades y gestos. Para que hablar de los antojos.


Sonrió.


Bajó las escaleras tranquilamente hasta dirigirse a la cocina.

Pero ese instante de felicidad y reposo se borró por completo al ver como un par de dedos se enterraban en el pastel para probarlo.

No dudó en expulsar a sus dueños sin antes reprenderlos.

-Les dije que esperaran hasta la cena-

-Lo sentimos- respondieron ambos

-Ryu y Ryoma, no quiero que vuelvan a entrar a la cocina-

-Pero la buena noticia es que ahora sabes que esta muy bueno- acotó el pequeño

-Supongo- respondió su madre

-¿Necesitas que te ayudemos en algo mi amor?-

-No Ryoma, ahora sólo necesito que se queden tranquilos-

-¡Yo sé cómo!- gritó Ryu- ¡Vamos a ver mi programa!-

-¿Te acompaño a verlo?- le preguntaron su padres simultáneamente

-¡Si!, vengan los dos-

Ryu tomó una mano de cada uno y los dirigió hasta la sala de estar. Sus padres para seguirlo, sin soltar su mano, tuvieron que inclinarse un poco.

Se sentaron en el sillón, por supuesto el pequeño en el medio.

Entonces la nevada volvió a caer por enfrente de la ventana, acumulándose aún más en el antejardín.


Desde la calle, carcajadas ruidosas provocadas por algún programa de televisión, se escuchaban desde la casa de los Echizen.

A unas pocas cuadras del vecindario se aproximaba un auto a esa misma dirección.
Dentro se escuchaban canciones infantiles seguidas por conversaciones y comentarios de adultos.

-¡Me estoy perdiendo mi programa favorito!- alegaba una pequeña niña de ojos azules

-Falta poco para llegar Aiko-

-Pero papá, estoy aburrida-

-Te entretendrás cuando lleguemos con Ryu- respondió Emi

La pequeña se dejó caer pesadamente sobre el respaldo de su asiento, cruzó los brazos y miró enojada por la ventana

-Te propongo algo Aiko-

-Dime abuelo-

-Si te portas bien yo te puedo enseñar un juego-

-¿De verdad?- preguntó ella con una sonrisa

-Claro que no- respondió Reiko

-¿Por qué?- preguntaron ambos al mismo tiempo

-Por que la última vez que tu abuelo te enseñó un juego, me dejaron lleno de barro la cocina-

-Pero Rinko, este juego no tiene barro- se defendió Nanjiroh

-Dije que no y punto final-

Entonces ahora Nanjiroh y Aiko se volvieron a cruzar de brazos emitiendo la misma expresión facial de enojo.

Rinko se dio media vuelta para que su esposo y su nieta no notaran la risa que había salido de su boca.

Apenas ella volteó Nanjiroh y Aiko se guiñaron el ojo.
La abuela de la pequeña era más ingenua de lo que ella creía; pese a lo que les había dicho, ellos jugarían de todas maneras.

-La entretención antes que la razón –murmuraron ambos


Sus padres que iban en la parte delantera del auto, miraban a su pequeña por el retrovisor.

-Que manera de salir idéntica a Nanjiroh- le susurró Ryoga

-Si, tienes razón amor- respondió la madre de Aiko

El mayor de los hermanos Echizen unió su mano junto con la de su esposa Emi.

Ambos sonrieron dulcemente y sellaron ese momento con un breve beso.