El otro samurai

El otro samurai

Este one-shot salió de la nada, Ryoga ha de tener un Ooc, simplemente quise escribir sobre él.

El otro samurai​

Escapé de casa cuando sólo era un niño, sin importarme lo preocupados que pudieron estar mis padres y sin importarme el llamado del chibisuke. Hace poco me encontré cara a cara con mi hermano menor —Ryoma— debo admitir que me dio mucha emoción verlo. Ha crecido mucho desde la última vez que estuve en casa. ¿Me pregunto cómo estarán mis padres? ¿Aún se acordarán de mí? Me gustaría regresar a casa, pero temo que me rechacen. A pesar de no llevar su sangre, ellos se portaron muy bien conmigo, y yo les pagué de esta manera, no merezco llevar el apellido Echizen; soy una deshonra.

En estos momentos me dirijo hacia Tokio, llevo muchas horas montado en este vagón. El viaje ha sido muy largo, y a pesar de ello, no he podido pegar un ojo en todo el viaje pensando en cómo será la reacción de mi familia; si es que aún me consideran parte de ella.

Hace tanto que había olvidado lo que se siente estar en casa. El olor que desprenden los árboles de cerezo cuando están en flor, el olor a Sushi y ramen que se apodera de mis fosas nasales al caminar por el centro de Tokio. Pero lo que más extraño de todo esto, es la sonrisa de Rinko oka-san, las palabras extrañas y a la vez sabias, del viejo nanjiro, y la sonrisa de él, de mi pequeño hermano.

Me encuentro muy cerca de la que un día también fue mi casa. Siento que mi corazón aumenta sus latidos por cada paso que doy, de seguro se debe a las emociones mezcladas. Ya puedo ver la casa, pero también veo que hay alguien barriendo afuera, de seguro es mi prima Nanako ¿Me pregunto si me recordará?

—Buenas tardes —Dice con voz firme.

La muchacha al levantar la cabeza quedó impresionada, tenía los ojos abiertos a más no poder, su boca también está abierta, no podía creer que yo estuviera frente a ella, estaba tan impresionada que la escoba que se encontraban en sus manos cayó al piso. La siguiente reacción fue correr hacia adentro para avisarles a mis padres que yo estaba estaba de vuelta.

Tanto mi padre como mi madre corrieron hasta afuera para ver si era verdad lo que su sobrina les había dicho, mayor fue su sorpresa cuando abrieron la puerta y se encontraron de frete conmigo. Los ojos de Rinko oka-san se llenaron de lágrima, lágrimas que esta vez salía debido a la felicidad que sentía. Me abrazó como si de ello dependiera su vida, pero sintió que alguien la desapartaba de de mí lado; Nanjiro oto-san tenía una expresión muy seria en su rostro. Se acercó a mí y me dio una bofetada, yo sólo bajé la cabeza y me arrodillé ante mi padre para pedirle perdón.

—¡Nanjiro! ¡¿Por qué le pegas?! —gritó mi madre en mi defens.

—¿Eso es poco para lo que se merece este hijo ingrato, ¡¿acaso crees que puedes irte por tantos años y volver como si nada hubiera pasado?!, estás equivocado —me reprochó.

—Estoy arrepentido por haberlo hecho, les pido perdón, sé que no merezco ni que me dirijan la palabra, pero en verdad me arrepiento por dejar mi hogar, ese hogar que me regalaron cuando apenas era un niño —mi mirada estaba cabizbaja, sentía vergüenza, no podía mirarlos a los ojos.

—Hijo, levántate, ven vamos adentro —me pidió Rinko oka-san mientras me tomaba por el brazo.

Nanjiro oto-san hizo una mueca de disgusto y se apartó de la puerta ya que Rinko oka-san lo estaba mirando muy mal. Ella me guió hasta la sala donde nos sentamos a platicar, teníamos tanto de que hablar. Le conté sobre mis aventuras y sobre los lugares donde me había quedado, más de una vez se le salieron las lagrimas, pero yo se las compensaba con abrazos, hace tanto que no sentía el calor de una madre. Mi padre estuvo todo el día apartado de nosotros, lo único que hacía era leer ese periódico y jugar con el gatito, según me dijo mi madre, es del chibisuke, que por cierto no he visto en todo el día; de seguro debe estar en la escuela.

Caída la noche mi madre ya estaba con la prima Nanako preparando la cena, yo me puse a ayudarlas hasta que sentí la voz de Ryoma, dejé lo que estaba haciendo y caminé hasta la sala. Al llegar ahí lo saludé, pero al parecer no le sorprendió mi presencia, ya que no hizo muecas ni nada.

—Hola —me contestó de manera seca.

Oka-san nos llamó a cenar. La familia si estaba completa ahora, claro, los únicos que hablábamos éramos mi prima, mi madre y yo, Ryoma y Nanjiro no mencionaron palabra alguna. Después de cenar fui a mi habitación a desempacar lo que me faltaba y a tomar un baño, ya que me sentía un poco tengo. Estuve un largo rato en el baño, esa ducha me dejó como nuevo. Me vestí, mi mirada se dirigió hasta las raquetas de tenis que estaban en la cama, tomé una de ella y salí hacia la cancha que está cerca del templo.

—¿Así que también juegas tenis? —se escuchó la voz Nanjiro, la cual provenía cerca de donde estaba la campana.

—Nanjiro oto-san, yo también soy un samurái —le contestó señalándolo con la raqueta

Fin​