El noble del misterio

Hola, muchas gracias por todas las correcciones y también por todos los comentarios. ¿Qué les aguardara en extrañeza de su destino?...

Capitulo 5:

Rafael, mi amigo preparaba a la gente que provenía del pueblo de Taurun, enseñándoles a blandir las espadas de manera correcta, aunque de vez en cuando pedía mi asistencia y otras veces como ahora sólo me dedicaba a mirarles.


Una muchacha se acercó a mí presentándose como Leticia Lacremura, contacto directo al reino de Gafinia, que estaba interesado en aliarse a nuestra causa, debido a que eran enemigos de mi padrastro y a quienes no les convenía la expansión de esos invasores. Ese reino se ubicaba al norte de Taurun y al este de donde nos encontramos. Le tendí la mano al presentarme, sonriéndome la muchacha de piel clara y ojos grises, al extenderme su mano también.


<<Esto me parece perfecto, si logramos una unión con su ejército podremos hacerles frente a esos invasores y acabar con todo el tormento por el que atraviesan los campesinos de Taurun>>. Pensaba alegrándome, pero aún eso se veía un tanto lejano.
Decidí regresar a la biblioteca y pedirle a Rous su ayuda pero al llegar, hacia mí corrían las niñas a las que tanto quería.


—¡Nyan, Nyan! —gritaban tanto Helen como Holy con lágrimas en sus ojos.
—¿Qué sucede niñas? —preocupado y alarmado ante la desesperación de ellas.


—¡Es Rous, la están atacando! —muy nerviosa me jalaba Holy de la mano. Sin esperar ni un minuto más las seguí corriendo hacia donde ella se encontraba.


Rous estaba siendo amenazada por la figura encapuchada que siempre vigilaba, quien portaba un filoso cuchillo con el cual le amenazaba.
—¡De esta forma sufrirás menos muchacha! —mirándole y aterrorizándole con el filoso objeto.
—¿Por qué quieres matarme? —. Deseaba saber ella, hizo una pausa y continúo —¿quién eres tú? —muy asustada le respondía.


—¡Porque me estorbas!, esa es la razón…dile a Nyan que fue el hechicero —descubriéndose su capucha, dejando ver su tono verdoso.


—Pero…ese brillo —susurraba admirando los ojos de Rous —yo ya lo he visto —. Extrañado no lograba reaccionar, lo que retrasó su actuar.


<<Si Rous corría peligro no me era indiferente>>. Corrí hasta donde me señalaban las niñas, muy preocupado y con la culpa que me aprisionaba.


Aquel, la tenía sujeta fuertemente y se veía el cuchillo con el cual se disponía a herirla. No podía creer que se hubiera atrevido a llegar hasta aquí y amenazarla.


—¡No!, ¡suéltala! —grité al mismo instante cuando la joya liberaba su brillo disparándolo contra sus manos, el cual le hirió con éxito, logrando que se desviara el cuchillo, aunque no evitando que la hiriera.


—¡Maldita joya!, ya te has olvidado que soy tu dueño, ¡me las pagaras! —gritó huyendo con sus manos heridas. Al parecer ese disparo brilloso le quemó las manos en un punto profundo.


—¡Rous! —. Ella estaba herida dado que el cuchillo logró hacerle un corte del cual sangraba y debilitándose no logró mantenerse en pie cayendo, aunque logré sujetarla, ayudándola a sentarse y apoyarse en mí.


<< Esto era mi culpa, sino la hubiera dejado sola, nada hubiera pasado>> Les grité a las niñas que trajeran al anciano rápidamente, las cuales ejecutaron mi llamado nerviosas por esta situación.


—Nyan…—susurraba Rous tomando mi mano firmemente, mientras yacía en el suelo —no te rindas ante el hechicero —me pedía sonriendo a pesar del dolor.


—Nunca me rendiré, te lo prometo —dije apretando su herida para retener su sangre con un paño que encontré.


Cuando de un momento a otro cambiábamos de espacio, nos trasladábamos, aunque en la misma posición en la que estábamos sin embargo la sangre de ella no brotaba. Mientras contemplábamos a una mujer que lloraba, sentada en una cama y con sus manos secando sus lágrimas.


…Te ayudaré porque se lo debo a tu madre… Fue la voz que escuchamos, lo cual sorprendió a Rous quien también había escuchado, ya que ella no la recordaba.


Luego regresamos de ese lugar volviendo a sentir como la sangre se abría paso entre las vestiduras de ella, pero cuando llegó el anciano la situación cambió. Al cortar la tela de su vestidura en la zona afectada la herida estaba cerrándose internamente por lo que él tuvo que cocer sólo superficialmente y la sangre no se hizo presente. Recuperándose rápidamente en su cuarto sin comprender por qué aquel intentó matarla.
Este había sido un día de muchas emociones por lo que decidí descansar, tenderme en mi cama aunque alerta, dado que últimamente no he podido profundizar mis sueños, ¿o es que yo he estado resistiéndome?...


En lo obscuro de un lugar desconocido me encuentro, en donde el soplido del viento era casi imperceptible a mis sentidos. Ese lugar estaba adornado con flores que yacían secas, sin vida en el suelo y una lápida gris en la cual sus letras estaban desgastadas, como borradas, dejando olvidado su paso por la vida.


Gritos ahogados nunca fueron escuchados, suplicando estuvo mucho tiempo hasta que asumió tener que vivir de esa manera, olvidado por todos los que amaba. Recordando su tristeza ya casi olvidada al igual que su trascendencia en el mundo y los que lograban verle, usualmente huían porque veían unos ojos brillosos entre la obscuridad…


…Su nombre es Dorian, una víctima más que quedó dentro del pasado… Susurraba la voz de la joya, sin duda este objeto había conocido a aquel muchacho, pero por qué me llevaba a su tumba, ya no existía razón por la cual buscarle. No logro comprender del todo esta situación, pero la sensación tan angustiante que sentí, creo que no la olvidare.


Despertando como siempre muy exaltado, fue un sueño muy profundo el que me dejó pensativo sentado sobre la cama, tomando la joya con mi mano derecha, sin encontrar alguna explicación a ese sueño inquietante y al dirigir la vista hacia la ventana me percaté que ya era de día, por lo que me levanté topándome con las niñas que al parecer estaban esperando mi despertar, recibiéndome con sus grandes sonrisas infantiles.


Rous ya estaba mejor, el peligro había pasado, pero no podía olvidar lo que sucedió anoche.
—¿Estás bien Nyan?, ¿te ocurre algo? —preocupada me consultó, pero yo lo negué.


<< La joya susurró que era una víctima más, debo averiguar si tiene relación con el hechicero>> pensaba abstraído del mundo a mi alrededor.


—No me mientas Nyan, sé que te ocurre algo —. Tocando mi hombro con su mano y una evidente congoja.
—Es por un sueño que tuve anoche Rous —. Comencé a relatarle lo que sentí, lo que vi y aquellas palabras que me tenían tan pensativo, obteniendo su asombro como resultado, pero también su apoyo.


—Después de lo que he vivido, creo que todo es posible. Debemos encontrar a ese muchacho si es preciso —determinada, incluso más que yo. Lo que en cierta parte me tomaba por sorpresa, después de lo que ha vivido, aún desea hacer frente a esta confrontación.


No tenía ni la más remota idea de qué dirección tomar, sin embargo creo que la joya me instaba a elegir y estaba decidido. Tanto el anciano como las niñas se quedarían en la casa del señor Drublinck, quien también era dueño de la biblioteca, para su seguridad.


Rous montó un caballo y yo a Rupert, con todo listo nos disponíamos a marcharnos, no sin antes darle aviso a Rafael quien entendió la situación, asegurándome que a mi regreso no se le escaparía ningún detalle de lo que se había llevado a cabo. Por su parte las niñas nos dieron comida envuelta en algunas telas. Así despidiéndonos de ellos, marchándonos con rumbo desconocido y a la merced de nuestro enemigo.


La joya me dirigía a un bosque extenso, el cual era bastante tétrico, para asustar a cualquiera, hasta nuestros caballos estaban inquietos en ese lugar. Recorrimos los alrededores, sin internarnos en él, pero no había nada extraño, lo que me sorprendió. Aún no podía dar con su lápida ni con ese extraño lugar.
Rous creía que ya no lo encontraríamos cuando creyó ver algo entre la maleza, acudiendo allí a galope con las riendas firmes, por esos caminos que nos parecían eternos, como si estuviéramos envueltos en un laberinto.


Aquello que había visto Rous desapareció, dejándonos perdidos y sin poder ubicarnos en esa área, cuando nuestros caballos parecían más descontrolados a punto de derribarnos, por lo que nos bajamos y los amarramos a un tronco de un viejo árbol, ya que su relinchar podría traernos de vuelta. Caminamos por un sendero y nos internamos hasta que los rayos del sol no podían tocarnos, ni el viento nos alcanzaba….pero allí más allá y escondido en toda la hiedra y la maleza estaba lo que buscábamos.


—Esa es la lápida que vi en mi sueño, y este es el mismo lugar que observé —. Maravillándome y sorprendiéndome —te presentó a Dorian —sacudiendo el polvo y la tierra de su nombre, el cual a pesar de eso no podía verse.


—¿Qué hare…—antes de que pudiera preguntarme fuimos trasladados al pasado nuevamente como ya se estaba siendo costumbre.


Un hombre merodeaba por estos rincones, acechando a un muchacho de tez clara, ojos azul oscuro y cabello café que paseaba por estos alrededores montando a caballo, sin embargo el animal le temió a algo, lo derribó y huyó dejándole perdido. Aquel hombre con capucha se le acercó, al cual el muchacho llamó: padre y se alegró. Hasta aquí nada parecía extraño, pero al descubrirse el rostro nos percatamos de quien era en realidad, era aquel hechicero que había atentado contra nosotros, dejándonos estupefactos.


<<¿Cómo aquel verdoso sujeto podía ser el padre de ese muchacho perfectamente humano y normal? >>. Cuando intentábamos comprender todo esto volvimos a nuestra realidad.


—Pues… no pude comprender mucho —me aclaraba Rous atónita y confundida, al igual que yo.
— ¡Mira Rous!, ¿qué es eso? —. Pasmado dado que se veían unos ojos brillosos entre la oscuridad de este bosque.


…No nos temas Dorian, queremos ayudarte, no volveré a dejar que te hagan daño… La voz de la joya se hacía audible para todo quien le escuchara, acercándose aquella figura a nuestro lado.


—Les pido que no me teman, no soy capaz de hacerles el más mínimo daño, menos en esta condición en la que me encuentro —tímidamente se expresaba.


—¿Quién te hizo esto Dorian? —preguntaba Rous con profunda tristeza al ver que era humano pero algo extraño le ataba a este bosque.


—Me han sellado. Mi padre que se convirtió en hechicero lo hizo, debido a que me opuse a sus deseos. Él quería que yo estuviera de acuerdo en todas sus decisiones, pero yo me opuse, no quería que dañara a gente inocente —con la tristeza desbordándole.


—Si ese es el caso, puedes contar con nuestra ayuda, pero si estas hechizado no sé por dónde podríamos comenzar —dudando pensativo le respondía.
—¿Tú no sabes cómo puedes librarte, o si existe algo que podamos usar? —preguntaba Rous aceleradamente, pero él respondió en negación.


Sin embargo separé de mí la joya y se la coloqué en el cuello a Dorian, tal vez la joya podría hacer más por él, después de todo ella nos había conducido hasta aquí, y creo que acerté cuando observé que el brillo verdoso que imperaba en él no se desvaneció sino que fue absorbido por la joya, escuchándose como una cerradura vieja y apretada se abría rechinando. Estaba libre, volviendo a ser el muchacho que había sido, aunque aún muchas interrogantes estaban pendientes, como la razón de esa lápida y el por qué dejaron a ese muchacho en el olvido.



Continuara....¿qué importancia tendrá este muchacho en sus destinos?

 

Muchas gracias, lamento la espera larga, he estado un poco ocupada espero les guste:).

Capitulo 6

Dorian no podía creer ni comprender todo esto, miraba sus manos y tocaba su rostro, estaba muy emocionado y agradecido, sin embargo lo más importante era salir pronto de ese lugar, ya que los secuaces de mi padrastro no tardarían en llegar, para eso no temería en blandir mi espada.


*En lo lejano el rey ilegitimo de Taurun estaba enfurecido, debido a que el pueblo no respondía ni con los azotes que les propinaban, no producían más como él deseaba. Por su parte el hechicero en el consejo estaba muy nervioso paseándose de un lugar a otro, hasta que sintió su hechizo roto.


—¡No puede ser! —. Sorprendido —¿Quién pudo tener la fuerza necesaria para liberarlo? —. Enfurecía, llamando inmediatamente a su ejército para que se encargara de esta situación que no estaba planeada.


—¡Maten a mi hijo! —. Era la nueva orden que este les daba, pero aquellos soldados se cuestionaban y no deseaban corresponder a sus órdenes —¿Son muestras de rebeldía las que veo? —añadió infundiéndoles miedo, ya que era sabido que cualquier rebelde sería exterminado. Los que marcharon al lugar indicado.
Aún no comprendía las razones de nuestro enemigo para encerrar a su propio hijo en ese lugar, qué padre sería capaz de tal atrocidad, sin embargo no comprendíamos la maldad de aquel ser.


—Dorian, ¿cómo es que tu padre es ese viejo mohoso? —pregunté sin ninguna consideración cuando ya montábamos tanto Rous y yo en su caballo, y Dorian en Rupert.


—Él cambió con el poder que poseyó, se encegueció y ambicionó mucho más de los límites. Él era un hombre normal, pero debido a las sustancias con las que trabajaba y gracias a su mente manipuladora estas son las consecuencias de todo eso —nos explicaba recordando con tristeza.


—Tú padre a tomado Taurun, mi tierra, dirigiendo un grupo de invasores apoyando a mi padrastro como ilegitimo rey, controlando al consejo con sus hechizos y explotando al pueblo con su poder —. Le ponía al tanto de nuestra situación.


—Mi padre me encerró cuando yo tenía dieciséis años y fingió mi muerte, les dijo a todos que mi caballo me había derribado golpeando mi cabeza al caer, siendo esa la causa de mi deceso —relataba dolorosamente aquel muchacho.


A lo lejos acercándose a gran velocidad divisamos a unos jinetes con sus armas sobre caballos, estaba seguro que provenían de Taurun por su insignia, sin duda nos habían descubierto, ¿qué podíamos hacer?, estábamos en un espacio abierto. El ataque comenzó con una lluvia de flechas, las que esquivamos huyendo, pero no podíamos regresar a Velid, por lo que escapando en dirección contraria decidimos aventurarnos.
—¡Regresemos al bosque, allí los perderemos! —propuso Dorian quien conocía ese laberinto como la palma de su mano, dirigiéndonos allí cubriéndonos de las flechas.


Seguíamos a Dorian a través de la espesura del bosque, que con gran habilidad nos internaba en el. Muchas vueltas bruscas en nuestro recorrido, para poder despistarles y a toda velocidad. Impactando la mayoría de las flechas en los árboles gruesos y derribados por las lianas y ramas que estorbaban su paso a nuestro favor.
Luego de muchos peligros logrando salir por el oeste de ese bosque, huyendo al norte para dar más vueltas y hacerles pensar que decidimos irnos a otro lugar, pero dirigiéndonos luego de escondernos entre las montañas hacia Velid.


—Al fin los perdimos —agitadamente les dije al estar fuera de la casa que nos dio acogida.
—Aquí nos quedaremos Dorian, espero que no nos descubran —nerviosa le respondía Rous.


Toqué la puerta, recibiéndonos tanto Helen como Holy quienes me abrazaron felices, al igual que a Rous, sin embargo vieron de manera extraña a Dorian, por lo que les explicamos que estaría con nosotros desde ahora, y también pidiéndole su aprobación al dueño de casa que se hizo presente.


—No veo problema alguno, aún quedan habitaciones desocupadas —con una sonrisa amable nos respondió el hombre quien limpiaba sus lentes con una tela.


—Agradezco su hospitalidad señor —modestamente le respondió Dorian, a quienes las niñas abrazaron también, invitándole a la sala en donde podría contarnos más detalles.


—Antes de que te sucediera eso, ¿tuviste la oportunidad de enamorarte de alguien? —. Luego de enterarse por lo que había vivido preguntó Helen, lo que hizo sonreír melancólicamente a Dorian.


—Sí, ella era una linda muchacha, seguramente ya me olvidó… han pasado seis años. Ella se enteró de mi supuesta muerte y lloró en mi tumba amargamente —recordando con tristeza, siendo escuchado por todos nosotros. Sin embargo las niñas le abrazaron para que no estuviera triste dándole su apoyo y cariño.


—¿Sabes como el hechicero logró llegar a la tierra de Madeguer? —. Se dirigió a él Holy, pregunta que podríamos aportarnos más información.


—Mi padre siempre habló de encontrar la joya en una tierra inhóspita y tenía planes de encontrar Madeguer mucho antes de encerrarme…Recuerdo que un día mi madre y yo recibimos una carta en la que él nos narraba que llegado a esa tierra le hicieron prisionero y sólo podría ser libre cuando les dirigiera a una tierra fértil y productiva —. Seguramente por eso vino a Taurun.


<< Siendo ese el caso, ¿por qué el anterior rey había declinado en su derecho, argumentando que esa tierra estaba seca y sin prosperidad? >>. Pensativo nuevamente mientras miraba a Dorian, algo no encajaba y quería descubrirlo.


Luego las niñas condujeron a Dorian hacia su habitación, quien no podría creer que volvía a ver una cama y descansar en ella. Cuando las niñas se disponían a marcharse le dijo a Helen que su pregunta había sido muy astuta, sin embargo él no tenía interés en Rous de esa manera.
—Es más inteligente de lo que pensé —se dijo Helen avergonzada marchándose junto a Holy a descansar.

Mientras que en la lejanía de la noche el hechicero recibía las noticias de la escapada victoriosa de sus enemigos, lo que le enfureció en sobre manera derramando todas las copas que estaban en una mesa de un sólo golpe.


—Veo que mi hijastro te ha jugado una mala pasada hechicero —burlándose en cierta manera, aunque esto tampoco le convenía a él.
—¡Ese muchacho ha resultado ser más que un simple problema. Si no comprende y viene a mí por las buenas, comprenderá y lo traeré por las malas! —. Determinado por las fuerzas obscuras que gobernaban su corazón podrido.

Al la mañana siguiente nuestro nuevo integrante no estaba, las niñas un poco asustadas le buscaron por toda la casa y en la biblioteca también, pero ningún rastro de él, hasta que recordaron el patio trasero en el cual aquel a quien buscaba estaba comiendo manzanas que sacaba de los árboles frutales y descansaba en su fresca sombra deleitándose con los aromas y sabores, descubriéndole las niñas que le sonrieron.


—Creo que tantos años de privaciones me abrieron el apetito —inocentemente les respondió, ante la mirada y sonrisa infantil de ellas.


—Queremos que tengas esto contigo Dorian —dulcemente hablaba Holy mientras Helen le mostraba una piedra blanca, ante la confusión de él quien sólo pensó que se trataba de un regalo y lo aceptó.


Apareciendo Rous al verles reunidos le pidió a Dorian que le acompañara a la biblioteca mientras las niñas se quedaron jugando y distrayéndose. Ella lo guió a través por el pasillo que conectaba la casa con esa biblioteca, abriéndose camino viendo muchos estantes, hasta donde le alcanzaba la vista, maravillándose de todos los libros que allí había.


—No sé si recuerde cómo leer —un tanto preocupado de no ser de gran ayuda para ella.
—No te preocupes, quiero que me cuentes si sabes algo sobre una pareja que tenía un bebe, si es que les conociste —desconcertando a Dorian quien no sabía cómo explicarse.


—Yo no conocí a esas personas, pero si escuché algo acerca de un bebé una vez… Mi padre se casó con mi madre por conveniencia, nunca le amo y eso era sabido por nuestro núcleo cercano. Por su parte él cuando yo era niño tuvo amoríos con otra mujer y creo que fruto de esa relación nació un bebe…—. Recordando tratando de darse a entender.


—¿Es todo lo que sabes? —impaciente le preguntaba Rous ante la extrañeza de Dorian.


—Un tiempo después mi padre se enteró que esa mujer ahora tenía otro hombre con el cual se casaría y trataría de formar una familia, yendo a su casa descubriéndola con aquel, la sangre le hirvió y le pidió que le entregara al bebe, ante lo que ella se negó y escapó con su criatura…—relató Dorian ante la sorpresa de Rous, ya que esto completaba la escena que habían visto tiempo atrás.


Nyan pensativo entró en la habitación donde estaban ellos porque buscaba la ayuda de Rous, sin embargo al verles hablando se retiro por donde vino ya que sintió que estorbaría, pero fue alcanzado por Rous quien al verle le sujeto del brazo para que Dorian le relatara lo mismo que a ella, descubriendo el motivo de tanta privacidad.


—¡Tu padre es un desquiciado! —grité ante el relato de Dorian, aunque luego me disculpé, después de todo es su familia.
—Seguramente mi padre debe estarme buscando para matarme, eso es propio de su naturaleza pero…—se interrumpió él mismo.


—Pero qué, ¿no me dirás que te piensas rendir luego que por fin lograste salir de ese bosque? —dijo Rous tratando de predecir sus palabras.


—…Mi fuerza no alcanzara para derrotar a mi padre, aunque me cueste aceptarlo siempre ha sido un fuerte hechicero —con firmeza en sus palabras nos aseguraba.


—Descuida Dorian tu ayuda nos servirá de mucho y ya sé en qué podrías darme una mano —. Mirando a aquel de triste pasado y pidiéndole que me siguiera.


Montando en los caballos y dirigiéndonos hacia el refugio de mi amigo Rafael en donde vigilaban los alrededores, y sólo al vernos nos abrieron el paso. Allí también estaba la señorita Leticia quien llegaba con un hombre quien era su hermano. Aquel era comandante del ejército del reino que se aliaria con nosotros y venía a poner a disposición sus soldados, pero yo quería ir a investigar más cerca por lo que le pedí a ambos junto a Rafael que me acompañaran a pesar del miedo de Dorian a los alrededores de Taurun. A pesar de mi osada proposición nos dirigimos a mi tierra.


—Ha cambiado mucho, no la recordaba así —mirando los alrededores, las cuatro torres con dos centinelas cada una escondidos entre las malezas.


—Tengo que encontrar a Alfredo—decidido me levanté a buscarle, pidiéndoles que se quedaran allí buscando más pistas. Comenzando a buscarle, porque Alfredo era un noble como solía serlo, a diferencia que él aún continuaba adentro de Taurun y en la corte del rey, encapuchado me adentraba mezclándome entre la gente, y no dejando ver mi rostro, mientras observaba al pueblo sometido totalmente, y a los verdugos presionándoles mientras que los demás herreros forjaban armas para ellos. Los invasores eran los nuevos nobles y soberanos, esto es algo desastroso.

Continuara... ¿qué nuevas pistas encontraran?

 

Nuevamente les agradezco sus comentarios, sugerencias, correcciones y apreciaciones :D

Capítulo 7:

Inmiscuyéndome en las penosas calles de mi antigua tierra, divisaba los tristes rostros que antes tenían una sonrisa, aquel tiempo que yo recordaba ahora había caído en un letargo. Caminaba por aquellos lugares ahora tan diferentes, ni siquiera el bullicio del mercado era igual, pero debía cuidarme y estar alerta, no podía permitirme ser descubierto y que mi padrastro me matase.

Cubriéndome en rostro frente a la gente que pasaba trataba de encontrar a Alfredo, por lo que al no encontrarle a simple vista, me adentré en la taberna que solía frecuentar en donde el ambiente era de ebrios contando sus experiencias, mujeres atendiendo generosamente a los caballeros, entré los que divisé precisamente a quien estaba buscando. Decidido me acerqué a él quien no me reconoció y me pidió que lo dejara continuar disfrutando, sin embargo al decirle que era una viejo amigo que había huido, quito a la mujer que estaba sentada en sus piernas y me miró como si viera un fantasma muy sorprendido nos sentamos al lado de unos ebrios, sin descubrirme la cabeza, sólo mostrándole mi rostro levemente.

—¿De verdad eres tú amigo? —. Aún sin comprender, atónito.

—Alfredo necesito que me digas que ha hecho mi padrastro y que sucede en el consejo. Esa información es muy valiosa para que podamos actuar —tratando de hacerle reaccionar.

—Nyan, no puedo creer que estés vivo amigo...pero no comprendo a que te refieres —. Con el pensamiento en las nubes estaba mi atolondrado amigo.

—Rafael junto con mucha gente de esta tierra están esperando por información para que podamos tratar de derrocar esta tiranía y devolver la tranquilidad y la paz a Taurun, y debido a tu participación en el consejo es que me veo en la necesidad de solicitar tu ayuda —le explicaba en voz baja.

—Claro, si de mi depende, con gusto colaboraré —declaraba entusiasmado, pero mirando a ambos lados, en alerta —amigo tu padrastro vendió cierta parte de los recursos a otro reino con el propósito de lograr una unión comercial y de protección. En el consejo la situación continua extraña, pareciera que la reunión fuera automatizada, siempre votan en aprobación sin debatir ni reclamar…los invasores son los señores que ahora viven en la casa de los anteriores nobles que se revelaron y los pocos campesinos son obligados a pagar un impuesto tan alto que es imposible, amenazándoles con venderlos como esclavos, lo que ya se ha implementado. — Acercándose en voz baja me confirmaba lo que una vez ya había escuchado.

—Muy bien Alfredo, cada detalle que consideres importante quiero que me lo digas, dirigiéndote a las a fueras de Taurun o sino yo tratare de encontrarte amigo. Muchas gracias por tu ayuda —le dirigí una sonrisa y me despedí fingiéndome borracho hacia las afueras del reino.

Luego pude respirar un tanto aliviado, sin embargo no encontré a Dorian ni a los demás, por lo que por la espesura rodee las murallas esperando encontrarles, pero no les divisé, así que decidí buscarles por el camino cercano cuando alguien sujetó mi brazo y me jaló, obligándome a desenvainar mi espada y al girarme logré detener mi ataque al ver el rostro de quien buscaba frente a mí.

—¡Me asustaste, pensé que eras un soldado de Taurun! —grité sobresaltado.
—Lamento asustarte Nyan, es que estábamos trazando una ruta en el mapa que nos facilitó el soldado hermano de Leticia, para lo que nos retiramos de las murallas —explicaba Dorian apaciblemente.

—Esta bien, me alegro que no les atraparan. Lo bueno es que encontré a Alfredo quien insistía en decirme que el consejo era unánime, sin discusiones, lo que me hace pensar que son controlados por alguien —le relataba a mi amigo.

—Debe ser algún hechizo de mi padre, él nunca dejaría que se opusieran a sus mandatos. Qué bueno que encontraste a Alfredo sin duda será de gran ayuda —. Con la esperanza marcada en sus ojos, sin embargo con la amargura de saber que a quien había querido tanto era el responsable de todo este caos.

—Veo que eres muy diestro con tu espada Nyan —decía Dorian tomando de la empuñadura aquel objeto, observándole detenidamente y ejerciendo algunos ataques al aire.
—Veo que tú también eres hábil —comenté al darme cuenta de sus reflejos y de la determinación en sus manos.

—Sí, pero mis armas se quedaron en mi tumba y no las he vuelto a usar, con ellas rellenaron ese vacío —recordando me explicaba sin dejar de manejar mi espada.

—Por cierto, ¿de dónde provienes Dorian? —. Era una duda que se venía a mi mente y cobraba cierto peso.
—Yo provengo de un reino al norte llamado Gerutrian, muy lejos de aquí. Debes preguntármelo debido a que me encontraron en ese bosque, ¿cierto? —. Se anticipaba a mi pensamiento, y tenía razón, sin duda a pesar del tiempo su inteligencia no ha disminuido.

<< Yo pensaba que provenía de un reino cercano, entonces por qué estaba en ese lugar, aún tenía muchas dudas>>
—Ese bosque era tan tranquilo que calmaba mi mente, con mi caballo siempre solíamos ir allí, escuchar el trinar de las aves y disfrutar de la sombra de los árboles para luego correr por las planicies libre como el viento. Sin embargo aquel fatal día mi padre me siguió, pensé que venía a acompañarme pero al ver sus ojos y su expresión cambiante sabía que algo iba a sucederme, tomé la empuñadura de mi espada, pero no fui capaz de herirlo, era mi sangre, era a quien admiraba, no obstante él titubeo también obstando por hechizarme —. Tratando de sobreponerse a su dolor.

<< Ahora podía comprenderle aunque me parecía raro que me respondiera así, él había notado mis dudas, tal vez estaban muy marcadas en mi rostro, pero pese a eso aún era extraño>>

—No te preocupes ya volverás a hacerle frente con nuestra ayuda Dorian, aunque antes debemos entrenarnos mucho con la espada y desempolvar toda tu habilidad —. Le dirigí una sonrisa a quien consideraba un gran amigo.

Luego llegaron Leticia y su hermano quienes habían ido a constatar cuántos soldados tenía este reino, además de los que tenían los invasores. Nos sobrepasaban en número, sin embargo no nos daríamos por vencidos. También tenían atalayas armados y alertas, dos campanas que darían aviso de irregularidades, que a su sonido acudiría el ejército. Mi padrastro estaba bien armado, se protege de nosotros, pero creo que también se prepara para expandirse. Mientras el reino vecino de Luciel aún trata de contener el caos que aquí se genera, seguramente a ellos les convendría aliarse con nosotros.

Después nos dirigimos al bosque de los olvidados conversando con Rafael quien me contó que él también se había adentrado en el pueblo, ante mi sorpresa al decirme que había visto a mi madre caminando junto a unas sirvientas en el mercado. Lucía triste, sus ojos estaban opacos y su sonrisa la había olvidado, lo que aumentó mi rabia y frustración.

El general, hermano de Leticia trajo el edicto de unión con nosotros, que les permitía ingresar y habitar en ese reino, lo que me alegró.
—Muchas gracias por hacer todas estas gestiones señorita Leticia y también por tomarse tantas molestias —. Con una sonrisa la que ella también correspondió y me abrazó despidiéndose y prometiéndome que pronto tendría noticias de ella y del ejército.

—Cuidado amigo —susurró a mi oído mi amigo Rafael, mientras ella se marchaba —ella es muy encantadora, te podría enlazar —a lo que le miré, levantando la vista hacia atrás en donde también vi a Rous junto a Holy que bajaban de un caballo y me miraban, corriendo hacia mí aquella niña tierna.

—¡Holy, Rous! —. Volteándome a abrazar a la primera, ante la mirada extrañada de mi amigo —¿qué hacen aquí? —extrañado.
—¡Nyan!, yo quería verte y el abuelo nos mandó traerte comida al igual que a Dorian —alegremente me sonreía.

—¿Quiénes son ellas amigo? —preguntaba mirando a Rous.
—Ellas son quienes me acompañan en esta travesía y me han ayudado mucho, además de ser quienes lograron que te librara de ser esclavo, amigo—. Sonriéndoles alegre de su visita le explicaba a Rafael.

Nos adentramos a sentarnos en unos troncos cuando vimos a Dorian practicando con una espada, lo que llamó la atención de Holy quien también le abrazó.
—¿Quién era esa muchacha de la que te despedías Nyan? —preguntó Rous. Quedando sin aliento ante la pregunta inesperada.

—Ella es quien consiguió que un reino se uniera a nosotros —tranquilamente respondí, luego me despedí de Rafael quien se marchaba para que el grupo no le dejara y se nos unió Dorian.
—¡Esta comida está muy rica! —exclamó Dorian alegremente, quien cada vez que comía se deleitaba de los que consideraba nuevos sabores.

Más tarde nos marchamos a Velid y la noche nos acompañó rápidamente, recordando a aquel hechicero, ¿qué nuevas tretas nos tendrá?, pero decidí tranquilizar mi mente y descansar.

*Rous estaba inquieta, sin poder dormir, por lo que caminó por el pasillo que conectaba a la biblioteca para al igual que Dorian despejar sus inquietudes.

—Mi mente no puede dejar de pensar en ese recuerdo —divagando se decía Dorian en voz baja sentado en el suelo, al lado de un estante enredando sus cabellos con sus dedos.
—Dorian ¿eres tú? —. Un tanto alarmada al ver un bulto en el suelo, alumbraba la noche con una leve luz de una vela.

—Sí, soy yo. Es que no puedo dormir —melancólico le respondía este muchacho.
—Yo tampoco puedo dormir, estoy muy inquieta con toda esta situación —resignada apoyándose en uno de los estantes.

—Cuando era niño lo único que quería era estar con mi padre, pero él me alejaba, por eso un día que dejo su bolso olvidado, espié buscando algo con que entretenerme, en donde encontré unas llaves un tanto diferentes a las de aquellas cerraduras de las puertas. Éstas tenían una serie de espirales y su punta era redonda, lo que hasta ahora me parece muy extraño…—mirando la oscuridad preguntándose si en esos estantes encontraría su respuesta.

—Entonces comencemos a buscar Dorian, aunque yo nunca he escuchado de un objeto como ese—respondía con una sonrisa y con extrañeza.

Ellos se dedicaron a buscar y buscar, sin encontrar esa respuesta anhelada, sin embargo hubo un libro que le llamó la atención y que al tocarlo y moverlo de su lugar abrió un espacio en el suelo por el que cayeron ambos, sorprendidos por este suceso se preguntaban a que habitación les había conducido. Aquella estaba adornada con cuadros lujosos y tenía buena iluminación, pero había más estantes con pergaminos en donde descansaba el polvo, además de varios cofres de madera cerrados, los que miramos con atención, pero cuando íbamos a abrirlos nos interrumpieron unos pasos, ante los cuales se escondieron y aguardaron en silencio.

—Este lugar no es visitado hace muchos años, no obstante debido a tu insistencia creo que podría ayudarte —era una voz un tanto somnolienta y profunda.
—Claro señor, gracias por ceder ante mi petición —respondió la voz la que reconocieron como la de Nyan, por lo que tanto Dorian como Rous salieron de sus escondites, sorprendiendo al dueño de casa, quien creía su lugar oculto.

—¡Muchachos!, ¿cómo llegaron aquí? —les preguntó a los intrusos, ante mi sorpresa también. Ellos nos explicaron cómo llegaron a este cuarto y como ya todos sabíamos de su existencia, el anciano de mente amplia y empañados lentes nos condujo a través de los pasillos subterráneos.

—Este lugar fue creado para esconder tanto los objetos más preciados de la gente como los escritos más importantes que cayeron en mis manos —nos relataba el señor, quien nos condujo a una gran escalera con forma de caracol, antigua y en desuso.

Continuara...¿qué nuevas circunstancias encontraran?