Explícito El Legado de los Héroes: El Libro de los Arcnaik

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Aldo MV Gallardo, 9 Enero 2018.

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  1. Threadmarks: [ Parte 2 ] Capítulo 20 - GrayLagoon
     
    Aldo MV Gallardo

    Aldo MV Gallardo Sonríe, amigo mio.

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    El Legado de los Héroes: El Libro de los Arcnaik
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    Acción/Épica
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    43
     
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    Capítulo 20 – GrayLagoon

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    -21 de Marzo de 2893 D.C.-

    El escuadrón comandado por el General Marcus llego a los territorios de GrayLagoon a unas pocas horas de haber salido de Hericent. El cambio de clima era notable, mientras más te acercabas a los territorios del pueblo veías como los arboles empezaban a teñirse de blanco, y como el frió golpeaba tu cuerpo. Para ese pueblo la primavera no llegaría hasta dentro de unas semanas, si bien les iba.

    La imponente montaña demostraba su poder ante los bosques y la tierra. “Manto Blanco”, así era nombrada la alta montaña. Su nombre nació después de que el fundador de GrayLagoon, Saúl F. Lope, un extraordinario mago de nieve, tuviese un enfrentamiento contra una entidad demoníaca proveniente de un ritual llevado por los primeros seguidores de la secta de “Los Brujos”. El hombre lucho hasta la muerte causada en su último ataque contra la bestia. Se narra que la montaña no era helada hasta el momento del último hechizo lanzado por Saúl F. Lope. La bestia cayó derrotada en la cima de la montaña junto con el honorable mago.Las anécdotas cuentan que la montaña aún tiene los restos del demonio y del hombre en su cima.
    La razón de llamar a la montaña “Manto Blanco” es porque el mago era una persona normalmente limpia, gustaba de usar color blanco para demostrar sus finos modales e impecable facha. Junto con la inexplicable razón de que después de la batalla en GrayLagoon empezó a nevar, y solo en tiempo de verano era posible ver la región sin cúmulos de nieve en todas partes.

    Los grandes vehículos se hacían notar. Los rugidos de los motores se desprendían por montones y llenaban los bosques como una advertencia de una enorme bestia. Finalmente llegaron al cruce de madera que señalaba la bienvenida al pueblo de GrayLagoon. Los automóviles cruzaron esa entrada vieja e indudablemente bien conservada, una puerta de madera roja.

    Las chozas empezaron a aparecer con más frecuencia y los caminos parecían empezar a ser mejor decorados. El brillo de las luces se intensifico hasta el momento en el que fue posible ver un pueblo grande hecho en su mayoría de madera, a excepción de los grandes edificios, los cuales eran construidos de ladrillos rojos, brindando un enorme destello de vida al verles combinado con la nieve que se acumulaba en los techos y calles. Era como estar en un pueblo donde posiblemente podría estar Santa Claus junto con sus enanos.

    – ¿Hacia dónde nos dirigimos?– Preguntó Kian tras ver el hermoso pueblo nevado a través de las cortinas corredizas de la camioneta blindada.

    –Nos dirigimos hacia la casa de la familia Lope– Contestó el General Thompson con tranquilidad y sin despegar la mirada del camino –Ellos son los alcaldes de este pueblo. Si la mafia Lebore se ha estado movilizando por aquí, ellos deben de saberlo.

    –De hecho ahí alcanzo a ver la mansión Lope…– Comentó Martin.

    Gus y Kian se movieron hacia la parte de enfrente y echaron un vistazo por el parabrisas, el camino se alargaba hasta donde se encontraba una mansión enorme con un terreno donde podrían caber seis de esas mismas mansiones y aun quedaría espacio. Casi parecía una burla ante todo el pueblo, el terreno era inmenso. Los jardines de aquella mansión envolvían casi todo el terreno, al igual que dos fuentes que bien podrían tener el tamaño de unas piscinas públicas. Unos muros de concreto se levantaban a lo alto para impedir el paso a bandidos, al igual que unas rejas con puntas como flecha.

    Gus gritó sorprendido – ¡Esa es la mansión Lope!

    –Así es, hijo.

    – ¿Qué clase de familia ocupa un terreno tan enorme?

    Martin observaba con seriedad a la mansión –Una familia codiciosa… Una familia que disfruta de hacerse notar su riqueza ante los demás.

    –Me enferman…– Murmuró Gus con disgusto.

    –Comparto el sentimiento, muchacho…– Gruñó el Coronel.


    (…)​


    Los vehículos llegaron hasta la entrada. Ahí pararon para después tocar el timbre de voz, donde el General hablo por la bocina preguntando por la familia Lope, pero nadie contesto.

    – ¿Qué curioso? Las luces estaban encendidas cuando vimos la mansión desde lejos– Comentó Martin, quien se encontraba relajado en la camioneta.

    Claudio se encontraba a un lado del General en la puerta de la mansión–Yo también las vi encendidas– El joven Teniente General hecho un vistazo hacia la acera que recorría toda la mansión, desde la lejanía se observan las figuras de Gus y Kian –Ahí vienen los chicos. Ellos nos confirmaran si solo era nuestra imaginación.

    La madrugada era especialmente fría ese día, los soldados iban bien abrigados y a pesar de eso, Gus iba temblando de frió y gruñendo sobre el clima.

    – ¿Vieron algo a través de las rejas?– Preguntó el General, el cual tenía el entrecejo bien marcado por no recibir respuesta alguna.

    Kian se acercó al General, mientras que Gus iba hacia adentro de la camioneta para refugiarse de la helada noche –Las luces están prendidas, no logramos ver a nadie. Ni una sombra o silueta a través de las cortinas de la mansión.

    –Esto es muy extraño…– Murmuró el General.

    Martin se despegó de la camioneta y comentó con tranquilidad – ¿No será que la familia Lope se encuentre en el ayuntamiento de GrayLagoon? Después de todo, la parte trasera sirve como casa para el alcalde.

    – ¿Por qué una familia como la familia Lope dejaría esta espaciosa mansión para irse al ayuntamiento?– Preguntó Claudio.

    –Esa es una de las cosas que tenemos que descubrir… No podemos quedarnos esperando a que nos abran. Si la mafia Lebore no se encuentra en GrayLagoon entonces solo estamos perdiendo tiempo para encontrar a todos los secuestrados en el festival– Martin se dio la vuelta y se subió a la camioneta.

    El General hecho un vistazo a la puerta de la mansión Lope. Su mirada se volvió dura por unos segundos. Cerró los ojos y se dio la vuelta. Claudio y Kian le siguieron para subirse en la camioneta. Los vehículos arrancaron en dirección al centro del pueblo, hacia el ayuntamiento.


    (…)​


    Los vehículos cruzaron las calles de GrayLagoon sin ningún tipo de cuidado. Avanzando rápidamente hasta llegar a la parte céntrica de la ciudad. Ahí donde los edificios departamentales se levantaban, dando un aspecto a una ciudad pequeña.

    Kian y Gus observaban por las ventanillas de la camioneta como algunos niños, adultos y ancianos abrieron sus ventanas sin ningún miedo a contraer un catarro para poder ver los pesados vehículos del ejército del Gobierno Mundial. Los ancianos auguraron males presentimientos. Los niños gritaban emocionados, olvidándose por completo del sueño, y los rostros de los adultos eran difíciles de explicar, una mezcla entre satisfacción y miedo. El pueblo normalmente era tranquilo, así que era considerado raro tener al personal del Gobierno Mundial pasearse por la zona. Lo que sí, muchas personas visitaban el pueblo por la montaña y el lago, en especial por este último, ya que nunca se congelaba y la pesca siempre estaba activa.
    Los vehículos pararon en el ayuntamiento. Rodearon en forma de semicírculo el edificio. Marcus junto con Martin y Claudio salieron de los vehículos. Sabían que era casi imposible encontrar a personal de la alcaldía en ese lugar, pero por eso se habían encargado de hacer ruido. Predecían que los guardias que cuidaban el edificio llamarían al alcalde pronto, y así fue, en unos escasos quince minutos el alcalde salió del ayuntamiento. El hombre era viejo, canoso y con un bigote tupido. Tenía puesta una bufanda con un saco abrigador de color negro. Era rechoncho y bajito con una voz chillona.

    –Buenas noches, señores. A qué se debe su inesperada, madrugadora y nada informada visita– Comentó el hombre con una sonrisa fingida. Alargó la palabra madrugadora con un cierto tono de burla.

    Marcus le saludo de mano. Martin hizo lo mismo –Soy el Gral. Marcus Thompson. Mi compañero es el Comandante Martin Price. Este es un escuadrón perteneciente al Cuartel del Gobierno Mundial de Hericent. Estamos llevando una misión importante, ¿le gustaría dejarnos pasar a su edificio de la alcaldía para hablar un poco?

    El hombre volteo hacia los lados, apretó los labios y tomo un respiro profundo después. Tartamudeó al aceptar. Los cuatro hombres subieron por las escaleras que llevaban a la puerta del ayuntamiento.

    La mayoría de los soldados decidieron quedarse dentro de los vehículos, el clima era helado y los vehículos calientes. Kian y Gus salieron de su vehículo y echaron un vistazo al pueblo. Las luces eran brillantes. Quizás porque estaban en el centro del pueblo. Gus ofreció un cigarrillo a Kian y este acepto sin decir nada. El joven había adquirido ese hábito de su buen amigo. Al igual que de uno de sus mentores, Fabriccio, que a diferencia de Martin o el sheriff, no tenía la más mínima decencia de no fumar frente a los niños.

    –GrayLagoon… una vez la visite de niño– Comentó Gus, al soltar el primer cumulo de humo. Odiaba el silencio. No era su estilo.

    –Esta es mi primera vez…– Continuo Kian al encender el cigarrillo – ¿Por qué le llaman GrayLagoon?– Preguntó el soldado, como divagando, como si en realidad no le interesara lo más mínimo saber ese dato, solo intentando distraerse.

    El joven señalo hacia la dirección del enorme lago –La montaña se refleja en el lago casi por completo, la montaña tiene un color gris que hace ver el agua del lago con esa misma tonalidad. Una verdadera maravilla. A demás, el lago nunca se congela y tiene una gran cantidad de peces. Una vez me contaron que el lago es muy profundo. Investigue y se cree que es posible que sea la salida de una cuenca subterránea.

    –Eso es genial…– Comentó Kian sin muchas ganas– ¿No sabes si alguien ha encontrado esa cuenca?– Preguntó nuevamente divagando.

    –Lo que sé es que es demasiado profunda, por lo que no, no han llegado todavía. Si intentas bajar utilizando magia de agua la presión te empieza aplastar, si bajas en una burbuja, la burbuja se rompe. Hay historias que dicen que algunos hombres bajaron en submarinos, pero que no regresaron.

    –Es un lago demasiado profundo entonces… Increíble…– El chico observo hacia el cielo, estaba nublado, no había estrellas–Sabes, hay tantos lugares interesantes en todo el mundo. "El volcán de Gyrion", cerca de Flacara. “Los Arboles Jacobh Majab” en las islas cercanas a Calani. Todo el reino de Songar, las ruinas de Etheros, los reinos perdidos, “la valentía de los soldados” en Iglakesh. “La sombra del rey Bagar”, en el reino de Harbenten. “El bosque profundo”, entre Olimpia y Rabihit, entre otras tantas...

    –Seria magnifico poder verlas todas, ¿no?– Continuó su querido compañero.

    –Absolutamente…– Contestó Kian al quitarse el cigarrillo. Lanzo el humo con desgana y miro la nieve de todo el pueblo. Perdiéndose en la imagen de aquellos niños que corrían hacia los bosques, aquel día en que atraparon a los distribuidores de drogas de la familia Lebore. Gus observo a su compañero con disgusto.

    –No queda para el momento hablar sobre este tipo de cosas, ¿no?…

    Kian no contestó.

    Gus tenía sus manos en las bolsas de su pantalón. Se recargo en el frió metal de la camioneta y golpeo una piedra que se encontraba en el asfalto de la calle – ¿Cómo te sientes por lo sucedido?

    Kian volteo hacia Gus, sus miradas se conectaron por unos segundos, después el capitán volvió nuevamente a ver la nieve –No fue nuestra culpa… Hicimos nuestro trabajo… Sin embargo, me siento horrible. Mairis debe de estar muriendo del miedo…– Kian se detuvo por un momento y se corrigió a sí mismo –Todos deben estar muriendo del miedo…

    Gus observo a su compañero. Negó con la cabeza –No tienes por qué fingir que te importan todas las personas que fueron secuestradas… Quieras o no, las personas tienen prioridades… Este preocupado por Mairis, solo por ella, acéptalo… Yo también… ¡Oye, será mi esposa algún día, claro que me preocupo por ella!

    Kian soltó una risa fugas y negó con la cabeza. Gus sonrió.

    Ambos chicos tomaron una bocanada de humo a la vez.

    El recién capitán fue el que volvió a hablar –Ella no se merece nada de lo que le ha pasado… Es una chica demasiado buena… Ninguno se lo merecía… Bruno, Bastian, Mike… Ellos no tienen por qué sufrir tanto… son solo unos niños…– La voz de Kian parecía romperse tras cada pausa. Gus agacho la mirada al escuchar cada palabra de su amigo.

    –La vamos a rescatar… estúpido llorón…– Murmuró Gus al soltar el humo del cigarrillo. Levanto la vista por un momento. Desde un callejón pudo ver una sombra que parecía estar moviendo los brazos–Kian… ¿Lo ves? ¿O acaso estaba soñando?

    El joven tomo un respiro y levanto el rostro hacia todos lados – ¿Qué cosa?– Preguntó con una voz silenciosa.

    –Ahí donde está el callejón a cuatro casas. Una sombra…– Señalo hacia el frente, hacia donde la luz del segundo faro acababa. Una sombra parecía querer llamar su atención. Gus desenfunda su arma. Kian dio unos pasos hacia atrás e informa a tres soldados que apunten hacia el hombre que estaba señalándoles. Los dos soldados irían a revisar.

    –Si ven algo extraño tienen permiso de atacar–Ordeno Kian a los soldados.

    Los dos jóvenes caminaron con calma hasta el hombre.

    –Sal de tu escondite– Ordeno Gus al encontrarse cerca. Apuntaba a la sombra del callejón con un brazo firme un rostro obscurecido. No hubo respuesta alguna de aquella sombra – ¿Tienes miedo de mostrar tu identidad, extraño…?– Un bola de papel salió disparada de entre la nada, Kian la atrapo. Ambos chicos voltearon por la impresión hacia la misteriosa bola arrugada de papel común. Echaron un vistazo hacia el callejón, la persona había desaparecido.

    – ¿Qué dice la nota, Kian?– Pregunto Gus mientras baja lentamente el arma y daba vistazos ágiles a todo su alrededor esperando que no fuera una trampa.

    “Vayan a la comisaria. El enemigo tiene oídos y ojos en todos lados. Ahora mismo ya los tienen bien vigilados. No pueden saber que estoy aquí. Vayan a la comisaria, les está esperando el sheriff Chase Parker. Traten de llamar la atención.”– Recitó Kian.

    –Algo está pasando… Sospecho que seamos nosotros a los que haya querido contactar… Debe ser una trampa, ahora mismo la mafia debe estar pagando por nuestra cabeza.

    Kian mantuvo la mirada clavada en el papel arrugado. Su mirada se perdió en ese mensaje, después de todo era sospechoso, eso era más que claro. Sin embargo, pensaba que los rumores del pueblo fueran ciertos, esos rumores sobre que GrayLagoon había sido comprado por la mafia Lebore. La cabeza de Kian dio varias vueltas al tema hasta que se decidido a contestar al comentario de su compañero–Tendremos que arriesgarnos. Avisemos a los soldados, Gus, iremos a la comisaria de GrayLagoon…


    (…)​


    Dentro del ayuntamiento, Marcus, Martin y Claudio fueron llevados hasta la oficina del alcalde en la cima de todo el edificio. Una habitación grande de color blanco. Con una gran ventana oblicua que daba vista hacia todo el paisaje de GrayLagoon.

    –Ahí esta una cafetera, gusten de hacerse un café si quieren– Comentó el alcalde con desgane.

    Los tres soldados se vieron entre si y rechazaron la oferta.

    El alcalde camino hasta su escritorio y se sentó en su silla, una silla que le doblaba la estatura y la anchura –Ahora que estamos nosotros tres cómodos y relajados, creo que llego el momento de saber el motivo de su visita.

    –Parece que estamos seguros…– Dijo Martin dirigiéndose al General.

    – ¿Seguros?– Preguntó alcalde.

    –Temíamos que alguien estuviese vigilando el lugar desde dentro con algún tipo de magia. He tenido fortuna de conocer al Comandante Martin Price y al igual que su, Arlong Price, es también un excelente mago. Acaba de rastrear magia en los alrededores sin que usted se diera cuenta. Para ser sincero, apenas pude percibir que lo estaba haciendo.

    El alcalde observo a Martin con recelo. Le sonrió al reconocerlo –Sabía que su rostro me sonaba de algo. Es el hermano menor del General Arlong Price de Milloria…el otro bastardo del Ex General Charles Price, ¿no?

    –Exactamente– Contestó Martin con un rostro amargo.

    –Si… Te recuerdo. Ya nos habíamos visto en otras reuniones con distintas familias que hacían negocios con la Sra. Faith Price… Tú y tu hermano siempre estaban del otro lado del salón, alejados de la familia… Como debe ser, ¿Qué esposa aceptaría a los bastardos de su esposo?

    –Yo también lo recuerdo… Usted es como todos esos empresarios que siempre odio mi padre… Hombres sin honor, hinchados en poder, dinero y ego, rufianes que no se satisfacen con ninguna suma de dinero y gustan de humillar a sus subordinados… ¿Como un descendiente del famoso Saúl F. Lope de la leyenda de la nieve de GrayLagoon termino volviéndose un fofo gruñón, ambicioso y sin coraje alguno?

    El hombre pequeño refunfuño molesto – ¡General Thompson! ¡¿Cómo permite que sus soldados hablen así a uno de los alcaldes de sus terrenos a custodiar?!

    – ¿Usted quien se cree para decirme que puedo o no, permitir a mis soldados?– Contestó Marcus con un rostro helado. El alcalde empezó a respirar fuerte con una mueca de disgustó tras la respuesta de Marcus.

    Claudio, al ser el único que había mantenido su postura, fue el que inicio la conversación sobre el tema al que habían ido a discutir –Sr. Lope– El alcalde volteo hacia Claudio con el ceño fruncido. El Teniente General continuó –Tenemos antiguos reportes de avistamientos de movimientos mafiosos en la zona. Se hicieron unas cuantas investigaciones, pero no logramos interceptar a ningún mafioso, por eso decidimos tomar esos avistamientos como falsos y ya no proseguir con el tema de la investigación. Después de nuestra investigación continuaron llegando reportes, hasta que de pronto esos reportes diarios cesaron y nunca más volvieron a aparecer... Ya no solo reportes sobre avistamientos de movimientos por parte de la mafia… Sino de ningún tipo… Esto ha generado ciertas dudas… Vera, se tiene la sospecha que GrayLagoon tiene un trato con la mafia Lebore de no revelar absolutamente nada sobre lo que pase en este pueblo y los alrededores… Eso, o tiene un excelente gobierno en este pueblo…

    El hombre volteo hacia los tres soldados uno por uno, al mismo tiempo que apretaba las manos y respiraba agitadamente – ¡Eso es absurdo!– Gruñó el hombre como el reniego de un niño pequeño –Nuestro pueblo no puede darse lujos de tener pactos con mafias. Menos siendo un pueblo tan concurrido como es el nuestro. Sería una mala estrategia para mantener a nuestros turistas cercas.

    Marcus se inclinó hacia adelante viendo con tranquilidad al alcalde –Quizás sea por eso que los mafiosos estén interesados en este lugar… Al ser un lugar tan recorrido por publico de distintos lugares pueden llegar a conseguir distintas mercancías que en otros lugares les sería imposible. A diferencia del continente de Nil, en nuestros territorios son más impotentes en cuanto el tráfico de sustancias ilegales. Manipular a un pueblo para abastecer al público interesado, dando cierto porcentaje al lugar que lo permite me suena bastante rentable. A demás, quizás así el pueblo podría crecer hasta volverse una gran ciudad.

    El alcalde Lope señalo repetidamente al General con el rostro fruncido– ¡Una ciudad que no sería diferente de Fastia, Ilu, Maf y Vega!– Marcus y el alcalde se miraron entre sí, pero el hombrecillo tuvo miedo al rostro tan feroz del General. Se apretó su bufanda, como si fuera una corbata y trato de hablar un poco más tranquilo–Entonces el ejército de Hericent ha venido a verificar la veracidad de la palabra de GrayLagoon… que descaro en desconfiar de nuestra palabra, General Marcus…

    –No, no venimos por eso…–Interrumpió Martin –Durante el festival de primavera de Hericent y LaneCloud fuimos víctimas de un ataque formado por la mafia Lebore. Una gran cantidad de personas fueron secuestradas. Los mafiosos escaparon rápidamente. Nuestro grupo de investigación nos dio a conocer sobre las llamadas sobre los reportes de avistamientos de movimientos ilegales por la zona, por lo que dedujimos que los secuestradores pudieron haber venido a este pueblo a esconder a las víctimas.

    – ¡Inaudito, Price! ¡Mi pueblo no tiene ninguna conexión con la mafia Lebore! ¡No les mentiré! ¡Durante un tiempo tuvimos problemas con la mafia, en más de una ocasión tuvimos visitantes pertenecientes a dicha organización. Sin embargo así como llegaron, se fueron!

    – ¿Alguna forma de saber a qué vinieron?– Preguntó Claudio.

    –A visitar el lago… quizás… Nunca investigamos… La mafia es peligrosa… Ese joven que ahora lidera la Familia Lebore se paseó por aquí con su grupo de guardaespaldas…

    El General se hecho hacia atrás en su asiento y respiro con fuerza, apretó el mago de la silla y su mirada se volvió mucho más obscura – ¿Gero Lebore se paseó por mis territorios y apenas estoy siendo informado?

    El alcalde Lope tamborileo con los dedos en la mesa. El hombre estaba sudando, a pesar de estar el clima tan frió –Dígame, ¿de qué hubiese servido, General Thompson?– Contestó Lope –Vaya a donde vaya Gero Lebore siempre es evadido por el Gobierno Mundial, se le relaciona con la Mafia únicamente por su apellido, mas sin embargo tiene la defensa perfecta para escapar de todas las acusaciones al ser uno de los mejores empresarios en la venta de vino... Cuando alguien piensa en criminales de la mafia Lebore siempre terminan apuntando hacia distintos mafiosos reconocidos, no hacia Gero… Conteste… ¿Qué hubiese podido hacer de haberlo capturado?

    El General Marcus observo desafiante al gordo, miedoso y pequeño alcalde – ¿Esta justificando su falta de compromiso para informar la aparición de uno de los principales sospechosos detrás de la mafia Lebore?

    –Esa no es una respuesta…

    –Tampoco la suya…– Gruñó Marcus.

    Claudio interrumpió aquella pequeña discusión –General… Tiene que aceptar que de haber sabido sobre la presencia de Gero Lebore no hubiésemos podido hacer nada. Gero siempre ha sido de esas personas imposibles de tocar… De hecho ya se ha dicho en más de una vez que él no tiene ninguna relación con la Mafia Lebore…

    El General Thompson se quedó callado.

    –Sea lo que sea que hayan hecho ya no nos incumbe– Gruñó el alcalde.

    Martin levanto las cejas. El pequeño alcalde tomo el gesto como una burla. Entonces el coronel hablo –Lo veo tenso, alcalde, ¿Está nervioso?

    –Como no estarlo… Estoy siendo inculpado por haber hecho un trato con un grupo de mafiosos.

    –Nunca hemos dicho que usted tenga una conexión. Pudo haber sido un trato de los pesqueros. De los hoteles, de los bares. Lugares comunes para visitantes. Es curioso que se haya inculpado de manera falsa, ¿no cree?

    Los rezongos del alcalde se volvieron intensos – ¡No comprendo de lo que habla!¡Sera mejor que se vayan!¡Han molestado al pueblo con su presencia!¡Después de todo se atreven a molestar a estar horas de la noche! ... Lamento su perdida, pero en este lugar no encontraran ninguna pista sobre lo que quieren encontrar.


    (…)​


    Mairis despertó encandilada por la luz blanco opaco de una lámpara que colgaba del techo. La chica sentía un dolor en el cuello, al igual que en el abdomen. Empezó a mover tratando de levantarse, entonces escucho los gritos de unas chicas. Los gritos le ensordecieron e hizo una mueca de disgusto. Al acostumbrarse el ruido hecho un vistazo a lo que le rodeaba. Ahí estaba Melissa y sus amigas, todas juntas abrazándola y preguntando si estaba bien.

    Tras poder deducir el rostro de cada una de sus amigas, desvió su mirada hacia su alrededor. Muchas otras personas se encontraban adentro de aquella habitación de hierro. En su gran mayoría eran del sexo femenino, solo uno que otro niño. La mayoría de las jóvenes tenían el rímel corrido por las lágrimas. Ahí fue cuando Mairis volvió a echar un vistazo a sus amigas para poder descubrir que ellas también estaban manchadas de maquillaje y sus ojos estaban hinchados, al igual que enrojecidos. El pecho de Mairis empezó a latir fuertemente, y se exaspero – ¡¿Dónde estamos?! ¡¿Están bien?!– Preguntó de manera intensa, casi como si no hubiese estado noqueada durante varias horas.

    –No lo sabemos, nos trajeron aquí con los ojos vendados…– Dijo una de las chicas.

    Mairis le apretó el brazo – ¡¿Pero están bien?!

    Melissa le tomo del hombro y la sacudió un poco – ¡Tranquila! ¡Estamos bien! ¡No nos han hecho nada…!

    –Por el momento– Murmuró una voz pesimista desde algún lugar de la habitación. Todas las chicas bajaron la mirada al escuchar aquella corta, pero impactante frase.

    Mairis empezó a ponerse de pie –Entonces… Nos trajeron hasta aquí… Parece el refrigerador de una carnicería…

    Una mujer desde la esquina de aquel cuarto gritó afirmando aquella suposición –Mi esposo es el carnicero de Hericent, este es el mismo tipo de refrigerador… sin embargo este se encuentra muy limpio… quizás se deba a que hace mucho que no está en uso…– La mujer tenía razón, las paredes y el piso de aquel refrigerador gigante en el que se encontraban estaban completamente pulidas. Rechinantes de limpio.

    – ¿Existe alguna forma de salir de un refrigerador como este?– Preguntó Mairis al observar atentamente cada pared de aquel lugar.

    –Solo por fuera…– Dijo la mujer con un rostro amargo y serio. El niño que se encontraba en sus brazos le abrazo con fuerza. La mujer le susurro algo silencioso al oído para que se relajara.

    Melissa se levantó junto con Mairis –Nadie ha venido desde que nos dejaron a todos aquí. La única ventanilla que existe es la que se encuentra en la puerta, pero esta polarizada, no podemos ver quien se encuentra del otro lado…

    – ¿Cuánto tiempo creen que nos quieran tener aquí?

    –No mucho– Dijo una mujer de edad madura que se encontraba custodiando un grupo de niños dormidos –Nos mantendrán en este lugar hasta que las cosas se calmen con el ejército… A demás, no pueden dejar que su mercancía se eche a perder…

    Mairis dio un paso al frente observando fríamente a la mujer – ¿Mercancía?

    –Nosotras, querida…– Contestó la mujer con un tono seco y sin emoción –Sabrá la diosa que pasa por las mentes de esos mafiosos, pero nos capturaron por algo, lo seguro es que no será para pedir un rescate, no, ellos pueden ganar mucho más dinero con todos nosotros…

    – ¿Cómo sabe eso?– Preguntó una de las amigas de Mairis.

    –A diferencia de ustedes, jovencitas, yo viví una época más cruda, la cuarta guerra fue larga y difícil… Los Brujos eran los demonios de mi época, sedujeron a más de un bandido, a más de un pirata o mercenario para poder llevar a cabo la incontable cantidad de atrocidades que ellos desearon… Durante mi juventud fui secuestrada… Y forzada a muchas cosas que no deseo comentarles… Solo sé que durante la guerra los ricos siguen siendo ricos, y esas personas tienen gustos refinados, gustos que en el mercado negro pueden ser satisfechos con suma confianza… Ustedes, jovencitas… ustedes valen mucho dinero…

    El grupo de Mairis empezó a desprender un aura pesada, una presión asfixiante se sentía en la punta de la garganta. Y una mirada perdida en los pensamientos negativos de aquel grupo de chicas fue fácilmente deducible a la vista… Mairis por un momento pensó las cosas horribles que le puso haber pasado a aquella mujer en sus tiempos de juventud… El sentimiento de angustia le lleno el pecho, apretó su blusa con fuerza, se dio cuenta que la mano le temblaba sin control.

    La mujer de edad madura bajo la mirada y siguió vigilando atentamente a los niños.
    Mairis despertó de sus alucinaciones que le causaban asco. Volteo hacia la pared, camino rápidamente hasta la pared, se detuvo a medio metro de ella y posó sus manos en el frío metal. Cerró los ojos y se concentró. Sintió una presencia recorrer toda la estructura. El refrigerador entero estaba envuelto en una barrera mágica.

    –No puedo utilizar un hechizo de metal… o uno de fuego… Tengo que deshacer la barrera primero…– Murmuro la chica para sí misma. Su mirada se volvió seria. Unos aros le recorrieron los brazos. Las runas empezaron a escribirse lentamente.

    – ¿Qué haces Mairis?– Preguntó Melissa con curiosidad al acercarse a la pared.

    –Intentare deshacer esta barrera…

    – ¿Puedes hacer eso?– Preguntó la chica con un rayo de esperanza en el rostro.

    –No lo sé…– Contestó Mairis apenada –Sin embargo, si lo logro, tratare de hacer un hechizo de metal para moldear la pared, quizás con un poco de esfuerzo y mucha concentración pueda lograrlo… Si no puedo hacer eso, entonces tratare de usar un hechizo de calor, aunque no se cuanto pueda llegar a tardar para derretir la pared…

    Melissa observaba con asombro la determinación de su amiga. Una luz viva se prendió en sus ojos y se apartó de Mairis. Uno por uno Melissa preguntó si eran capaces de utilizar magia. Si alguien era capaz de ayudar a Mairis, entonces quizás, solo quizás, podrían tener una oportunidad de salir de aquel refrigerador. La llama de sus ojos desapareció exponencialmente, pues la respuesta de aquella pregunta fue una serie de “No” que le partía la poca esperanza que había logrado recoger.

    Melissa se acercó decepcionada a Mairis. Pero la jovencita de cabello rubio solamente le sonrió –Hiciste lo que pudiste… Déjamelo a mí, yo podré hacerlo…

    – ¿Segura?

    –Por supuesto… Solo manden a la gente lejos de aquí, necesito concentrarme para poder resolver esto…– Melissa asintió. Se puso unos metros a distancia de Mairis y sirvió como guardaespaldas, nadie estaba cercas de la chica mientras continuases trabajando en aquella barrera. Mairis agradeció el gesto, sin embargo ahora sentía una presión muy grande sobre sus hombros, ya que había dicho que podría hacerlo, pero en realidad no lo sabía. Un hechizo era como un código de programación, para poder deshacer el código, primero debes entenderlo cada una de las instrucciones que se redactan en él, después debías de saber que borrar y agregar exactamente para poder lograr destruir el hechizo. En teoría sonaba sencillo, pero aquella barrera tenía el código más complicado que Mairis había tenido el infortunio de conocer hasta la fecha. Sería un trabajo difícil, e incluso la misma chica pensó que era imposible, pero no tenían una idea mejor…


    (…)​


    Kian y Gus caminaron hasta la comisaria con el miedo de toparse con una emboscada. El pueblo era obscuro y tenebroso en la inmensa sombra de un día lindo. El helado clima daba escalofríos, al igual que cada ruido que un gato callejero podría hacer en el momento en que tumbase algo en medio de un callejón a las horas de la noche.

    Los chicos habían pasado ya por muchas misiones anteriormente, pero el miedo es algo que rara vez desaparece. Hasta el más veterano tiene miedo de caer en una misión.

    El oficio de soldados, policía, guardia, guardaespaldas, sheriff, tendía en su mayoría a no dar pensiones porque no cualquiera logra llegar a esa edad. Era un trabajo difícil, no para cualquiera, pero estos dos jóvenes eran valientes e inteligentes. Podrían hacer cualquier cosa con tal de no morir en una misión.

    Gus creyó ver a alguien misterioso desde uno de los departamentos de la calle principal. Era curioso ver edificios a lo alto, en LaneCloud y Hericent eran escasos los edificios que hacían de departamentos.

    Finalmente llegaron a la comisaria. Observaron que estaba cerrada y con la luz apagada. Tocaron a la puerta y se abrió lentamente.

    – ¿Nadie los siguió?– Preguntó la obscuridad.

    Kian respondió–Nadie, hasta donde sabemos.

    Adentro de la comisaria se encendió una cerilla que prendió una vela. La luz de la vela apenas dejaba ver la silueta de aquel hombre –Síganme…

    Kian y Gus dieron un último vistazo a los alrededores. No parecía haber nadie sospechoso. Entraron a la comisaria con cuidado, pues la obscuridad era profunda y ahí no había luz.

    – ¿Dónde está el interruptor?

    –No hay luz…– Comentó la voz del hombre desde las habitaciones de adentro de la comisaria –Cierren la puerta con seguro, por favor…– Gus chasqueo con la lengua, puso los cerrojos, después se juntó de nuevo con Kian, quien ya iba en camino hacia donde estaba la vela. Se introdujeron en la obscuridad de aquella desolada comisaria, pasaron las celdas y después llegaron a unos cuartos vacíos, se introdujeron en aquel donde la luz de la vela destellaba débilmente. Al entrar a aquella habitación el cañón de un revolver les apuntaba.

    Kian y Gus acercaron sus manos a sus armas.

    El hombre jalo el gatillo. Lo único que se escucho fue el golpeteo del martillo del revolver a la nada. Kian y Gus detuvieron el desenfunde de sus armas. El joven que se encontraba enfrente de ellos era quizás unos años más grande que ellos dos. Se encontraba sentado sobre unas cajas. En su mano derecha se había un revolver sin balas, en su mano izquierda colgaba una espada con múltiples rupturas, y en todo su cuerpo un montón de heridas. Su aspecto era como el de un vagabundo, o un soldado después de ir a la guerra. Tenía una barba de varios días, unos ojos azules vacíos detrás de unos lentes rotos. Una piel pálida como si el sol apenas le hubiese pegado en el rostro. Era un joven delgado y alto. No parecía muy fuerte, pero ese aspecto lastimado les dejaba claro a los soldados que era un peleador.

    –Ya no me quedan balas…– Dijo el hombre con una voz suave –Ya las he usado todas… pero siguen llegando… Mi espada está rota, no le queda más filo, de hecho en estas condiciones en las que se encuentra dudo que pueda ser restaurada… Mi cuerpo esta golpeado, roto y cortado… Pero sigo peleando… – La vista de aquel hombre no parecía tener vida. Estaba perdida en la nada. Una mirada obscura que se ensombrecía entre el resplandor de la vela.

    Kian observaba aquella imagen con recelo. Por un momento se recordó a si mismo cuando el ataque de los bandidos contratados por “La nueva cabeza” había atacado LaneCloud – ¿Usted es Chase Parker?

    –El mismo…– Sonrió el hombre –Descendiente por parte de la amante de Saúl F. Lope, intento de médico, huérfano y el sheriff de este pueblo… Mi pueblo…

    Los dos chicos se vio entre sí. Gus los presento a ambos –Mi nombre es Gus Thompson, el hijo del General de Hericent, Marcus Thompson. Ahora Mayor del ejército de Hericent. Mi compañero es Kian… El capitán del escuadrón doce, y el sheriff de LaneCloud… ¿Tú fuiste quien nos dio esa bola de papel con invitación a este basurero?

    El hombre mantuvo la mirada a ambos chicos durante unos segundos a cada uno. Después se enfocó solamente en la vela –No– Contestó secamente –Eso se lo encargue a uno de los pueblerinos. Fue inevitable no escuchar el ruido que provocan esos vehículos suyos… Estaba recogiendo víveres de parte de unos vecinos cuando vi sus autos moverse por GrayLagoon…– El hombre levanto el rostro – ¿Cuál es la razón por la que han decidido traer un pequeño ejército?

    Kian estaba por responder, pero Gus se interpuso – ¡No! ¡Primero explícanos como demonios es que estas en tan mal estado! Dices que sigues peleando, ¿pero contra que…?

    Chase asintió lentamente –La mafia Lebore ha tenido el pueblo bajo su control desde hace unos meses… Yo mande los reportes sobre los movimientos de personas importantes de la mafia en estos alrededores. Más sin embargo, en cuanto venían los investigadores dichas personas desaparecían… En el momento en que se investigaba la veracidad de estas acusaciones nadie dio ninguna información… El pueblo fue aterrorizado y comprado… Con el tiempo los movimientos por parte de las mafias fue más constante, pero ya nadie venia, me tomaron por el niño mentiroso que llamaba por el lobo… Solo que en mi caso los lobos estaban aquí, pero cazadores no sabían buscar… – Esa última parte sonó dura, casi molesta. Aquellos ojos se posaron con fuerza sobre los dos soldados. Kian logro sentir un poco de vergüenza.

    –He estado peleando contra la mafia Lebóre desde que me dejaron solo… Me he estado ocultando entre todo el pueblo eliminando poco a poco a sus lacayos… Sin embargo, son demasiados… Si no han destruido esta comisaria es únicamente porque sería demasiado sospechoso para los turistas… El pueblo me ha ayudado con comida, agua, medicamentos y reposo, pero tienen miedo… no parece que sean lo suficientemente valientes para pelear…

    Gus dio un paso hacia adelante – ¡Entonces la mafia se encuentra aquí!

    El sheriff de GrayLagoon se mantuvo en silencio por unos segundos –Así es… Ahora mismo por lo que pude ver se han estado moviendo hacia las fábricas abandonadas al sur del pueblo, creo que ahí guardan sus vehículos… vehículos menos toscos que los suyos, al igual que más viejos, pero son parecidos…

    – ¿Vehículos?– Murmuró Kian con sorpresa – ¡Entonces los rehenes se encuentran en las fábricas!– Dijo Kian con alegría tras dar un empujón a Gus.

    – ¿Rehenes?– Preguntó Chase en silencio.

    Kian volteo hacia el sheriff –Exactamente… Durante el festival de primavera de Hericent y LaneCloud fuimos atacados por la mafia, se llevaron a muchos rehenes durante el ataque, ¡Si dices que se han estado moviendo hacia allá eso significa que deben tener a los rehenes ahí!
    –No he visto a ningún rehén de los que me hablas– El joven se levantó lo que le quedaba de lentes –Sin embargo esa predicción no puede ser tan certera, sheriff Kian…

    – ¿De qué hablas?– Cuestiono Kian con duda.

    –Ahora mismo el pueblo entero le pertenece a la mafia Lebore… El mapa que se les otorgo es un sendero que comúnmente no está vigilado, pero en si casi es imposible moverse por estos territorios sin ser vigilados… Llamaron mucho la atención, no me extrañaría que ahora mismo los mafiosos tuvieran las miras de sus rifles hacia cada uno de sus soldados… Aunque hace unas horas me di cuenta que la vigilancia estaba pobremente activa, debe estar relacionado con el ataque del festival…

    – ¡Deja de balbucear tanto!– Gruñó Gus.

    Chase lo miro con sorpresa. Quizás la primera emoción que había visto en esa mirada –Lo siento…– Contestó el sheriff.

    – ¡Gracias! ... Nos estas diciendo que todo el pueblo le pertenece a Lebore, creo que lo intentas decir es que los rehenes pueden estar en cualquier lado…

    –Exactamente… Los líderes de la mafia Lebore se han estado hospedando en la mansión Lope… Es una mansión grande, tiene el suficiente espacio para ocultar a un grupo de personas secuestradas…

    Kian interrumpió al sheriff –Espera… ¿La mansión Lope?

    –Sí, la mansión Lope… La mafia Lebore incluso desterró a la familia del alcalde de su propia mansión… No me molesta se lo merecen… Ese hombre fue el que vendió el pueblo a los mafiosos… Trató de convencerme para que no dijera nada, por ahí tengo los contratos con los que intentaron negociar mi honor…– El joven se levantó de aquella caja y se acercó hasta unos casilleros desolados que se encontraban en la esquina.

    Kian desvió su atención hacia Gus –Si ellos se encontraban en la mansión Lope, esa es la razón por la que no contestaban a la entrada del General…

    Su compañero asentía con interés –Tenemos que ir a avisar sobre esto al mi padre, dudo que le moleste que le interrumpan su conversación con el alcalde…

    – ¿El General Marcus está intentando conseguir información del alcalde Lope?– Comentó Chase al momento que caminaba hacia los soldados con unos folders en la mano –Nunca conseguirán nada de ese hombre, haría cualquier cosa por mantener sus negocios a flote… aunque no es muy inteligente, quizás con un poco de persistencia diga algo que no deba… Me sigo preguntando como es que alguien como él pueda gobernar a GrayLagoon…– El hombre tendió los folders hacia Kian y Gus. Los muchachos tomaron los folders.

    – ¿Estos son los tratos que quería hacer contigo el alcalde?– Pregunto Kian.

    Chase asintió –He estado siendo asechado por la mafia desde que no firme esos papeles. Pedí ayuda a una de las trabajadoras del ayuntamiento para que consiguiera copias de estos documentos… He intentado salir de GrayLagoon para denunciar al alcalde por corrupción y traición, pero la vez que lo quise hacer casi muero… Me tendieron una emboscada…

    Gus observo al hombre, ahora comprendía la razón detrás de todas esas heridas. En verdad había intentado hacer algo por ese pueblo. Kian lo sabía también. El joven lograba identificarse con Chase de cierta manera. Sabía que de estar en su posición, probablemente hubiese peleado hasta el final… La mirada entre los dos sheriff se conectó por un momento, en ese instante Kian observo que aquella mirada del Chase había cambiado, ahora estaba llena de valentía. Ese hombre pelearía con ellos, no para salvar a los rehenes, no, sino para liberar a su pueblo. Como sheriff, Kian también comprendía el sentimiento de querer proteger a su pueblo. Ahora que sabían que GrayLagoon estaba bajo el poder de Lebore, no se quedarían con los brazos cruzados, Kian al menos no lo haría.

    –Iré a comunicarle al General sobre todo esto…– Comentó Kian con valor. Le arrebato la carpeta a Gus y se dirigió al marco de la puerta.

    – ¡Espera!– Aulló el sheriff – ¡Tienes que tomar otra vía! ¡Estoy seguro que ahora mismo los tienen vigilados! ¡Si alguien ve que te acercas al ayuntamiento, después de haberte separado de su escuadrón entonces los mafiosos sospecharan y probablemente intenten asesinarte! ¡Yo iré contigo!– Chase empujo a Gus y se adelantó a Kian, pero este último le tomo del hombro.

    –No es necesario, sheriff Parker…– Dijo el joven Capitán con calma –Yo puedo llegar sin ser descubierto…– En un momento a otro Kian ya no se encontraba frente a Chase. Gus se acercó al sheriff y le dio un golpe en el brazo, mas por enojo que por otra cosa.

    –No me empujes de nuevo…– Le amenazo el joven al sheriff, mientras le apuntaba con el dedo con un rostro rabioso.

    Chase no se percató de nada de esto, estaba feliz, había visto una luz de esperanza en la sonrisa de aquel soldado que había desaparecido frente a sus ojos. Una mirada que decía: “Salvaremos a GrayLagoon”.


    (…)​


    Marcus se levantó de su asiento para postrarse frente al alcalde, el cual le miraba desafiante, mostrando un poco de valor en ese pequeño y regordete cuerpo tembloroso.

    –No me venga molestar, Gral. Thompson… Este pueblo está perfectamente, no hemos tenido ningún problema con los mafiosos, mucho menos una relación de negocios… Sus acusaciones son tan falsas como la seguridad que brinda a todos los pueblos a su mando.

    A Claudio enserio le molesto ese último comentario. El joven se levantó con prisa, tenía los puños apretados y su entrecejo estaba marcado. Aunque de manera milagrosa lograba mantener su imagen de joven que no rompe ni un plato.

    Martin detuvo al furioso Teniente General con una señal preventiva –Tranquilo, Marcus puede hacerse cargo…– Le susurro al joven. Claudio se mantuvo en su lugar.

    El General se encontraba justo enfrente del alcalde. Parecía una montaña casi tan inmensa como la que se encontraba a las espaldas de GrayLagoon. Su rostro estaba envuelto en una seriedad que no era ni medio normal. Sus ojos estaban centrados en el miedoso alcalde Lope. Era un hombre intimidante como ningún otro.

    –Me iré en cuanto me conteste una última pregunta…– Dijo Marcus con una voz gruesa y un tono directo.

    – ¡No contestare ninguna de sus…!– Gruñó Lope, solamente para ser interrumpido por la fuerte voz del General.

    – ¿Por qué un hombre como usted abandona la comodidad de su inmensa mansión para venir a vivir a la habitación de la alcaldía detrás del ayuntamiento?– La pregunta fue clara y concisa. El ambiente se volvió pesado tras la última silaba de aquella pregunta. El alcalde sonreía nerviosamente al mismo tiempo que mantenía su mirada en aquel hombre alto, robusto e imponente.

    – ¿Qué…? ¿Que por qué…? ¿Que por qué no estamos en la mansión Lope…?– El hombre empezó a tartamudear y repetir largas pausa de pensamiento. Sus manos se movieron nerviosas y su vista se desvió hacia los ojos de aquel bastardo que había insultado, al igual que hacia aquel jovencito que parecía ser el único que mantenía un compostura cortes. El hombre se lamió los labios y lanzo una sonrisa claramente falsa –Eso es porque unos familiares vinieron de visita. No podía mandarlos a vivir al ayuntamiento, que descortés seria de mi parte, ¿No lo cree? A demás, me sentía mal de quitarles los lujos de los que están tan acostumbrados, pensé que no sería cómodo para ellos… Es por eso que me encuentro en este lugar… General Thompson…– Aquel hombrecillo le sonrió de manera burlona. Marcus lo notó.

    Lope inflo el pecho y mantuvo su mirada mientras recitaba –Muy bien, si ya dejaron de hacer sus ridículas acusaciones– Su rostro perdió la sonrisa y ahora solo se le marcaba un gesto de rabia. Marcus siguió manteniendo una vista paciente. El alcalde se enrojeció y gritó a todo pulmón – ¡Quiero que se larguen de GrayLagoon ahora mismo! ¡Aquí no hay nadie que pertenezca a la mafia Lebore!

    En ese momento apareció Kian detrás del alcalde, le tomó del brazo y lo estrello en la mesa, para hacer peso puso su pierna sobre la espalda del regordete hombre, el cual chillo como un cerdo tras el susto. El golpe contra la mesa sonó fuerte entre toda la sala de la alcaldía – ¡Alcalde Oscar Lope, queda retenido por corrupción con el crimen organizado!– Gritó Kian con energía, mientras que con su mano izquierda agitaba los documentos que Chase Parker le había otorgado.

    – ¡¿De qué está hablando?!– Aulló el alcalde.

    Kian lanzo los documentos al General Marcus, el cual observaba la escena del arresto con una sonrisa pequeña y satisfactoria. Kian termino por ponerle las esposas al hombre regordete y lo sentó en la silla de la alcaldía. Ahora mismo Oscar Lope sudaba y lagrimeaba como si estuviese en pleno verano en una jungla paradisíaca.

    –General Marcus Thompson, he descubierto que los mafiosos tienen bajo su control a todo GrayLagoon. Ahora mismo su base de operaciones se encuentra en la mansión Lope, sin embargo es muy probable que ahora mismo tengan completamente vigilados a nuestros escuadrones que esperan afuera. Además, en esos documentos que se le fueron otorgado aparece claramente la firma del alcalde Oscar Lope, en los documentos se aclara un intento de negociación con el sheriff Chase Parker para poder mantener un perfil ciego ante cualquier movimiento de la mafia a cambio de una suma del dinero otorgado por la mafia a la alcaldía de GrayLagoon por el permiso de poder mover mercancía ilegal con libre permiso.

    El General, el Teniente General y el comandante voltearon lentamente hacia al el pequeño hombrecillo llorón que se encontraba en aquella silla enorme. Marcus camino hasta la silla rodeando le mesa y se plantó frente al alcalde Lope con una sonrisa tranquila – ¿Así, que unos familiares?– Cuestiono burlón el General.

    Oscar Lope tartamudeo intentado responder a la pregunta. Sin éxito.

    Los cuatro soldados empezaron a planear su estrategia después de eso.


    (...)

    Mairis continuaba usando su magia para intentar deshacer aquella barrera mágica que protegía ese refrigerador en el que se encontraban. Ya había pasado tanto tiempo, que a todos los que se encontraban dentro, incluso las amigas de la chica, habían perdido la esperanza de que se pudiese llegar a algún lugar con esa estrategia.

    – ¡Hey niña! ¡Deja de jugar a la bruja! ¡Es claro que eres incapaz de hacer algo!– Gritó una mujer de manera desesperada y molesta.

    – ¡Cállese, señora, por favor! ¡Está haciendo su mejor esfuerzo!– Contesto Melissa con un rostro molesto.

    Una joven levanto la mano –Creo que debería detenerse… En algún momento esos hombre vendrán, si todas nos unimos y nos mantenemos fuertes, quizás, solo quizás, podríamos intentar escapar…

    –No sabemos ni donde estamos, ¿cómo planeas huir?– Cuestiono otra joven desde el otro lado del refrigerador.

    La chica que había hecho el comentario bajo la mano y el rostro, sin poder contestar… Una chica de la edad de Mairis empezó a discutir con la joven que había cuestionado el plan. Después otras mujeres empezaron a pelear. La mayoría de los niños estaban dormidos, pero los que estaban despiertos se fueron apartando de las mujeres y se acercaron cada vez más al grupo de Mairis. Dentro de aquel refrigerador el ambiente se había vuelto frió y depresivo.

    – ¿Cómo va todo, Mairis?– Preguntó una de las amigas.

    –Horrible… Esto es muy difícil…– Los ojos de Mairis volaban de un lado a otro, nadie lograba ver nada de lo que estaba sucediendo. Simplemente les quedaba confiar en que Mairis enserio estaba intentando algo. Mairis apretaba los dientes. Unas gotas de sudor le recorrían su perfecta piel blanca. En ese momento nadie era capaz de comprender lo que estaba sucediendo frente a aquella novata en la magia. Varias de docenas de círculos mágicos se encontraban frente a ella moviéndose como engranes que cambiaban cada vez que Mairis intentaba corregir algo de aquel código… Quizás en ese momento Mairis era la más asustada de entre todas las personas ahí adentro.

    Unos minutos después, unos ruidos empezaron a escucharse.

    – ¿Alguien va a entrar?– Murmuro una de las mujeres.

    – ¿Podremos escapar?– Preguntó un niño, uno de los más grandes, pero no tanto como las amigas de Mairis.

    –Somos su mercancía– Dijo una de las mujeres mayores –Si intentamos escapar estoy segura que no nos dañaran, sería dar una mala presentación a su mercancía…

    Pronto los murmureos llenaron la habitación. Mairis se detuvo en el momento en que reacciono ante el ruido que se asomaba. Alguien estaba moviendo los seguros de aquella puerta de acero.

    Melissa se acercó a Mairis y le susurró al oído –Se están acercando… Todas las personas dentro parecen estar listas para intentar escapar, tu sabes usar magia, puedes servirnos mucho de ayuda. Escapemos ahora que podemos, Mairis…

    –Sabes lo improbable que puede ser que todas escapemos…– Susurro la chica con unos ojos serios y sombríos.

    –Pero, aunque sea una de nosotros podrá continuar…– Dijo la chica tras sonreír. Sus ojos estaban húmedos y su sonrisa se quebraba constantemente. Mairis dejó de luchar contra la barrera. Tomo un respiro y se puso en posición de defensa.

    –Saldremos de aquí, de una u otra forma todas saldremos de aquí…– Todas las chicas asintieron y se pusieron a su alrededor. Los ruidos eran cada vez más rápidos. Estaban por abrir la puerta. Cada segundo de espera fue un martirio. Cada sonido un dolor en los oídos. Se escuchó un tronar. La puerta se abrió. Todas las personas dentro de aquel lugar gritaron, abalanzándose ante los mafiosos. Los hombres entraron igual de rápido. La batalla fue corta, aplastante por parte del enemigo, el cual rápidamente empezaron a demoler las esperanzas de todas esas mujeres y niños. Mairis trato de combatir contra unos cuantos hombres, utilizo los hechizos más sencillos que conocía para el combate, pero poco hicieron efecto contra aquellos mafiosos. Ahora se encontraba con la espalda pegada en la pared y el antebrazo de un hombre aplastándole el pecho.

    –Son muy valientes y estúpidas– Comentó el hombre que mantenía a Mairis aprisionada – ¿Enserio creyeron que podrían escapar de nosotros? Esa es una falacia muy infantil, incluso para las mujeres más grandes…

    Unos hombres se encontraban reteniendo a las amigas de Mairis, ella pudo ver como uno de los hombres manoseaba y murmuraban vulgaridades a las jovencitas, las cuales no podía hacer más que chillar de miedo.

    El hombre que retenía a Mairis acerco su rostro a ella, le olio el cuello y después le hablo con su fétido aliento –Usted es la señorita que uno de mis jefes desea… Me comentaron que no la venderemos… No la desean para ese tipo de negocios– Le comentó con una voz gruesa e intimidante. Lentamente acerco sus labios hacia su oído. Su mano se acercó a la cintura de la chica y le toco bruscamente el abdomen –Así que creo que no les importara si me divierto un poco con usted antes de darla a entregar…– Mairis soltó un chillido ahogado al sentir la mano dura del hombre deslizarse lentamente hacia su pelvis.Escucho aquella risa burlona tan de cerca que le daño los oídos. Fue algo tan cercano que ella sabía que su voz, se le quedaría grabada para siempre.

    El hombre se detuvo. El enganche que retenía a Mairis se deshizo. El hombre empezó a toser y burbujear sangre. Mairis todo el suelo y pudo observar claramente lo que había pasado. Aquel hombre tenía varias púas atravesándole el cuerpo… Esas púas eran rojas… estaban hechas de sangre…

    –Odio a la gente como tu…– Gruñó un hombre de cabello alborotado y rubio. En su mano se encontraba un guante con púas, algo que desentonaba bastante en relación con el bello traje blanco que llevaba puesto. De las yemas de los dedos de aquel hombre se desprendían esas púas que atravesaban al mafioso que intentaba abusar de Mairis, hombre que ahora mismo yacía en el suelo desangrándose. Todos los demás mafiosos dejaron lo que estaban haciendo, o intentando de hacer, y observaron paralizados la muerte de su compañero –Disculpe esa actitud, Srta. Hellwell. No todos nuestros dependientes llegan a ser educados de una manera cortes, de ahí este tipo de comportamientos tan bruscos y fuera de lugar– La sangre que conformaba las púas que habían atravesado al mafioso volvió hacia aquel hombre alto y esbelto. La sangre entro de nuevo al cuerpo del hombre arremolinándose en las puntas de sus dedos. Pocos segundos después no había sangre alguna, ya que incluso la sangre que había sido derramado en la ropa de Mairis voló hacia ese hombre.

    –Mis disculpas, no me he presentado. Soy Mathias Altmayer, uno de los líderes de la mafia Lebore. Un gusto conocerla– El hombre dio una reverencia a Mairis. La chica se encontraba pegada a la pared, no lograba comprender la razón por la cual aquel hombre le había salvado, al igual que no comprendía por qué ahora mismo se le estaba presentando de manera tan cortes. Sin embargo detrás de ese rostro gentil se encontraba la sombra de un hombre que había matado a uno de sus subordinados sin ni siquiera pestañear… Esa presencia que le recorría como un aura era enfermiza, poderosa, intimidante, calculadora… Ese hombre era peligroso… Ella lo sabía…

    –Señorita Hellwell, podría hacerme el favor de acompañarme, hay alguien que está ansioso por conocerla y no creo que sea amable hacerle esperar demasiado– Mathias volteo hacia sus subordinados. Esa mirada fría y aquella ligera sonrisa hicieron temblar los cuerpos de aquellos hombres que se habían presentado tan rudos. En seguida cada uno de los hombres tomo una postura firme y generaron un pasillo por el que podría pasar Mairis sin ningún problema. Ahí fue cuando la jovencita comprendió que no solo ella sentía un miedo a aquel hombre, cada una de las personas de ese lugar estaba ahogada en un miedo horrible. Mathias le tendió la mano a Mairis. Su sonrisa esta vez era encantadora, casi hipnotizante –Acompáñeme, por favor, Mairis Hellwell.

    La chica tartamudeo. No sabía cómo conjugar las palabras adecuadas.

    – ¡¿A dónde la vas a llevar?!– Gruñó valientemente Melissa. La sonrisa encantadora de Altmayer se borró. Giro su cabeza hacia la jovencita y le dejó clavada la mirada –Tienes carácter… Ese un gusto bastante atractivo para los clientes a los que frecuentamos. Puedes ser una buena pieza para el mercado.

    Melissa borro esa mirada amenazadora y poco a poco su cuerpo fue cediendo al terror. Apenas había sufrido un intento de abuso por parte de aquellos mafiosos. No se imaginaba las cosas horribles que podrían llegar a pasarle de darse el caso de no salir de esa habitación. Su pecho brincaba de la angustia y su mirada se nublaba en sus atroces pensamientos. Ahora había presenciado que el peligro era real. Tan real que enfermaba.

    Mathias llevo una de sus manos al bolsillo de su pantalón blanco –Quizás si Mairis Hellwell se encuentra con la persona que le está esperando sea capaz de convencerlo de no llevarlas al mercado negro…– Mairis levanto su cabeza hacia los ojos de Altmayer. Esos ojos le observan juguetones, envueltos en una sonrisa burlona que estaba llena de sentimiento de superioridad –Después de todo eres alguien muy especial para uno de mis compañeros…– Mairis no comprendía porque podría serlo…

    –Ella… Ella… Si… Ya te reconozco…– Comentó una de las mujeres mayores – ¡Sabia que te conocía! ¡Eres la hermana de aquel General de LaneCloud! ¡Es por ti! ¡¿No es así?! ¡Todo esto está pasando por ti! ¡Tú, tu hermano, los niños Arcnaik, aquel sheriff…! ¡Esos estúpidos Generales! ¡Ustedes solo traen desgracias a nuestras vidas! ¡Mi esposo y mi hijo murieron porque venían por ustedes! – Vocifero rabiosa la mujer. Mathias le observa con un rostro serio. La revuelta se pasó a las demás personas. Pronto todo se volvió un mar de gritos y acusaciones.

    Mairis escuchaba atentamente cada queja. Ese era el odio que su pueblo le tenía… Le odiaban… Los odiaban a cada uno de la casa de Claarn A Bohm y Martin Price… Ellos eran la razón de la vida tan maldita de aquel pueblo… Tres desgracias enormes en cinco años… Los malos augurios de cada una de aquellas personas rencorosas. Todo sobre la espalda de Mairis… ¿Es verdad? ¿Acaso todo estaría mejor si no estuviéramos? ¿Es justo? ¿Acaso es mínimamente justo tener que sufrir por todo esto? ¿Tenemos la culpa? ¿No nos basta con haber perdido a nuestros familiares? ... Esos eran unas de las preguntas que volaban hacia Mairis. Una Mairis ahogada en la tristeza.

    Las revueltas de varias de las mujeres y jóvenes mayores empezaron a volar hacia Mairis. Denigrándola y tachándola de la peor desgracia, de la peor cosa existente, de alguien que quizás debió haber muerto aquel mismo día en que su hermano también lo hizo. Los insultos, las maldiciones eran tan violentas que incluso llegaban a generar lastima a los mafiosos. Las amigas de Mairis se quejaban con las personas que gritaban, siendo incapaces de contrarrestar el dolor de aquellas frases tan hirientes.

    Mathias llevo su mano derecha hasta las púas de su guante izquierdo. Su mirada era fría, casi tan helada como el frío del acero de aquel refrigerador. Estaba apretando los dientes con rabia. Las púas empezaron a presionar la piel de sus yemas… Mairis poso su mano sobre la Mathias con suavidad justo antes de que la primera gota de sangre brotase de una de las heridas.

    –Haré lo que sea… Pero déjenlos libres a todos…– Susurro Mairis. Melissa logro entender las palabras de su amiga al estar lo suficientemente cerca. Su sorpresa lleno su rostro.

    Altmayer mantuvo una mirada intrigada en la jovencita. Hizo una mueca con la boca y le tomo la mano a la jovencita. Le guió amablemente por el camino que habían hecho los mafiosos para su salida. Los dos caminaron rápidamente por aquel sendero.

    – ¡Ojala seas violada por toda la mafia! ¡Es el castigo que mereces por todas las vidas que cargas a tus espaldas, estúpida, perr…!– Un golpe cayo la boca de aquella mujer aullaba su odio a una jovencita inocente. Era Melissa, golpeando con todas las fuerzas que tenía. La jovencita se montó en la mujer y continúo estrellando sus puños en el rostro de aquella mujer.

    – ¡QUE NO LO VES! ¡QUE NO LO VEN TODOS AQUÍ! ¡SE ESTA SACRIFICANDO POR NOSOTRAS!– Todas las personas dentro de aquella sala observaron la silueta de Mairis y Altmayer salir por la enorme puerta de acero. Lo único que se escuchaba eran los golpes secos de unos puños rotos contra el rostro mullido de una mujer rencorosa.


    (…)​


    Al salir de aquel refrigerador en el que había estado encerrada, Mairis fue cegada con un trapo negro que le cubría todos los ojos. Lo último que vio fue el final de un largo pasillo de metal por el que se llegaba al refrigerador. Sonó un pitido y el chiflido del aire de unos pistones. Los murmullos de los mafiosos que se encontraban fuera de aquel pasillo retumbaban entre las paredes por el eco, con esa información Mairis descubrió que se encontraban en un lugar vacío. A demás de que hacia frío, en la altura de LaneCloud el calor era agradable, así que debían de estar en algún lugar alto. Quizás en BrigthHole, GreenPeak o GrayLagoon… No conocía ninguno de esos lugares, solo recordaba mapas, escapar de ese lugar sería difícil…

    La caminata duro un par de minutos, subieron unas escaleras, le hicieron esperar unos minutos más y finalmente la llevaron a una habitación, le pusieron una especie de diadema antes de entrar. Altmayer la guió a entrar a la habitación. La puerta se cerró con un ruido casi silencioso. Mairis estaba muy nerviosa. Le sudaban las manos. Su corazón bombeaba rápidamente y respiraba agitada, al mismo tiempo que tragaba saliva entre suspiros. La voz de un hombre la exalto, pero no era una voz ruda, áspera ni vulgar como la de aquel hombre que había intentado sobrepasarse con ella. Era una voz suave, melódica y con un cierto tono amable. Parecida a la de Altmayer.

    –Buenos días, Mairis Hellwell. Puedes quitarte la venda, no hay ningún problema. Solamente ten cuidado con la diadema, el quitártelo puede ser peligroso– Le decía aquella voz. Mairis apretó los labios y asintió con calma. Se quitó la venda, aprecio el lugar con detalle, se encontraba en un comedor, una mesa pequeña para el lugar, hecha de madera roja con un mantel dorado se encontraba en el centro de toda la habitación. Solo había dos sillas, una de ellas estaba ocupada por un joven de cabello ondulado, rubio casi blanco, con ojos grises, labios rojos como si estuviesen pintados, pestañas tupidas. Vestía un traje blanco con una camisa negra. Tenía un plato en la mesa, la comida que se encontraba ahí parecía deliciosa. Frente a él se encontraba una botella de vino. Del otro lado de la mesa se encontraba otro plato con una copa. El joven extendió su mano hacia la silla.

    –Pedí que hicieran el mejor plato posible. Te gustara, lo sé. Siéntate, te estaba esperando– El joven le sonrió. Había una calidez en su sonrisa. No parecía ser un hombre que buscase algo malo.

    Mairis giro su cabeza hacia las enormes ventanas que se encontraban a un lado, a su izquierda se encontraba un viñedo, a su derecha un pueblo nevado.

    ¿Un viñedo? Creo que en GrayLagoon siembran uvas… ¿Sin embargo no recuerdo que los mapas se mostrara un viñedo? Esto parece ser una mansión bastante lujosa… Si me encuentro en GrayLagoon esta puede ser la mansión Lope… Cierto, la mansión Lope es lo suficientemente grande como para tener un viñedo… Hericent se encuentra al Sureste. Ahora solo necesito encontrar la forma de huir…– Mairis dirigió sus ojos azules hacia los ojos grises de aquel joven. Le devolvió una sonrisa forzada y tomo asiento en la mesa.

    –Es un hermoso viñedo, ¿no lo crees?

    La jovencita observaba cada movimiento de aquel joven –Lo es… Nunca había visto uno– Contesto seriamente.

    –Amo el vino. Mas el vino de Jenna. Las uvas de Jenna tienen la característica de florecer en época de invierno. Cuando las cosechamos y son procesadas para hacer el vino, siempre se genera una textura parecida a la de una malteada, que sinceramente, me encanta. Sin embargo la razón por la cual el vino de Jenna es tan bueno se debe a que el hielo que recubre a las uvas suele formarse a través de la sábila de la vid. Ya que durante el invierno la planta suelta esta sábila para cubrirse del frío. Es ese hielo proveniente de la sábila, junto con el sabor de sus exquisitas uvas que me hace un adicto a su sabor– El joven abrió la botella de vino, la etiqueta marcaba “Lebore. Vino de Jenna”. Llevo el vino hasta el punto adecuado de la copa, como todo un experto en el arte de servir bebidas. Tomó la copa de Mairis y le sirvió de igual manera.

    –No gracias, no tomo, soy menor de edad…– Le dijo Mairis amablemente.

    – ¿Los menores de edad no beben en estas tierras? Curioso, en Jenna se les permite beber vino a los niños, una copa, tampoco demasiado. Deberías intentarlo, estoy seguro que no quieres quedarte con la duda de que tan exquisito sabor es del que te estaba hablando– El joven volvió a poner la copa a un lado del plato de comida. Mairis apretó los labios, inspecciono esa petición. Era sospechoso.

    –Tome usted primero, y no un trago, toda la copa– Ordeno la jovencita con una voz dura y un rostro decidido.

    El joven empezó a reír delicadamente –Vaya, me lastimas, nunca envenenaría a una invitada. Nunca mancharía el sabor de un vino con semejante atrocidad como veneno o un placebo… Pero soy débil ante las peticiones de una dama, así que…– El joven levanto la copa y observo con esos profundos ojos grises al bello rostro de Mairis –A su honor Mairis Hellwell– Y tomo un trago completo. Puso la copa a la altura de sus ojos y pudo ver que no quedaba ni una sola gota, después la volvió a rellenar – ¿Es suficiente para usted?

    Mairis hizo una mueca y bajo la mirada, asintió repetidamente. Intentaba hacer tiempo, quizás el efecto tardaría en llegar.

    –Una disculpa, jovencita, la he estado invitando a una cena y a beber conmigo, pero no me he presentado…– El muchacho levanto su copa a la altura de sus ojos grises–Soy Gero Lebore, para servirle mi damisela.
     
    Última edición: 22 Noviembre 2019
  2. Threadmarks: [ Parte 2] Capítulo 21 - Lideres
     
    Aldo MV Gallardo

    Aldo MV Gallardo Sonríe, amigo mio.

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    El Legado de los Héroes: El Libro de los Arcnaik
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    Capítulo 21— Lideres

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    -21 de Marzo de 2893 D.C.-

    Fuera de aquella habitación donde se encontraba Mairis, Mathias reflexionaba sobre aquella jovencita. Estaba sorprendido por su manera de actuar. Era valiente a pesar de encontrarse en una situación tan dura como en la que se encontraba ahora. Secuestrada, abucheada, señalada, casi abusada… Sin embargo ella, aun sin saber hacia dónde la llevaban, sin saber cuál era su destino, se sacrificó por las demás. Por personas que la querían, y por otras que no la querían tanto.

    Una chica diferente. Pensó Mathias en silencio.

    Aunque lo que más le sorprendía, fuera de ese valor, fue que Mairis había podido deshacer el quince por ciento de su barrera. Una barrera complicada. Una de las mejores barreras que podía hacer. Una jovencita de no más de trece años había sido capaz de deshacer el quince por ciento de aquella barrera.

    Eres alguien realmente peculiar. Me agradas.

    Mathias sonrió –Guardia, tengo que ir con Trisha y Calvar– Informo el joven a uno de los guardias que estaban a su lado –Cuando golpee tres veces la mesa pasan por la jovencita.

    –Entendido, jefe–Asintió el hombre.

    –Muy bien. Confió en ustedes – Mathias hizo un baile con sus brazos. Recorrió su cuerpo hasta donde alcanzaba a estirar sus brazos, con sus palmas. Cerró los ojos. Toco su pecho y unió sus palmas. El hombre desapareció de un segundo a otro. Dejando a los guardias solos ante la puerta de metal.


    (…)​


    –Entonces tu padre y tu hermano murieron durante un viaje en barco…– Murmuro Gus, al tiempo que echaba un vistazo a las ventas desde el pasillo de la comisaria.

    Chase se encontraba recargando la espalda sobre la pared del pasillo. Su mirada estaba perdida en los recuerdos de aquella trágica noche –Así es…– Contestó silenciosamente.

    – ¿Cuánto tiempo ha pasado de eso?– Gus no vio nada por la ventana. Ya habían pasado unos minutos desde que Kian se había retirado de la comisaria.

    –Ocho años…– Contestó el joven a secas –En aquellos tiempos acababa de cumplir la mayoría de edad. Pensaba entrar en el ejército para poder especializarme en medicina, con suficiente práctica, talento y contractos quizás hubiese podido entrar a una universidad…

    Gus le mantuvo la mirada, a pesar de que aquel joven seguía viendo atentamente el piso. Su aspecto era como el de un veterano de guerra, sin emociones, sin luz alguna, perdido en un pasado turbio e ignorando un posible futuro.

    – ¿Por qué decidiste quedarte en este pueblo? Bien pudiste haber entrado en el ejército…

    –Fue por un legado que mi padre dejó.

    – ¿Legado?

    Chase sonrió y asintió dos veces –Mi familia es descendiente del héroe Saúl F. Lope. Somos descendientes de una sangre no legitimada por un matrimonio, somos descendientes bastardos de Saúl. Mi familia al formar parte de un linaje ilegitimo fue condenado a ser los guardianes de GrayLagoon, mientras que el linaje verdadero serían los líderes del pueblo… Debido a este trato de hace mucho tiempo mis familiares han ido escapando de este pueblo, ahora mismo yo soy el ultimo descendiente de ese linaje que queda en estas tierras. La familia Lope me ha pisoteado toda la vida, esa familia la cual no podría defenderse ni de un perro pequeño… Yo seguiré siendo el protector de este pueblo, y como su defensor, yo sacare a esa familia que solo ha traído el mal... Ser el guardia de GrayLagoon, ese es el legado que me dejó mi padre– La mirada de Chase se conectó con la de Gus. Aquellos ojos vacíos de color azul ahora parecían estar más vivos que antes, en ellos se encontraba ira, una pasión, una razón por la cual vivir y por la cual morir.

    –Mi compañero tiene esa misma mirada que tu– Gus volteo hacia la ventana, una ventana sucia con poca visibilidad –Para él, cuidar LaneCloud es el legado que le dejó su maestro… Supongo que todos queremos dejar un legado a alguien, y creo que la mayoría deja algo, queramos o no. La diferencia es lo duradero que puede ser ese legado. Algunos dejamos un recuerdo, otros dejan huellas en la historia…

    Chase escucho un ligero pitido acercarse a la comisaria. Pronto el ejército llegaría. Tenía nervios, ¿le dejarían luchar por su pueblo? ¿Lograrían sacar a la mafia Lebóre de GrayLagoon? ¿Viviría para ver el momento en que la familia Lope fuera despojada de su título?

    –Yo quiero dejar una huella en la historia, Sr. Thompson– Comentó Chase al voltear también hacia la ventana – ¿Y usted?

    El ruido de los vehículos blindados del ejército se volvió estruendoso, pasaron por enfrente de la comisaria con las luces encendidas. Por pequeños instantes las luces iluminaron la comisaria –Quiero dejar la huella más grande de toda la historia– Gus sonrió.

    Todos los vehículos pasaron de largo. Chase no podía creerlo.

    – ¡Se están yendo! ¡Lo han abandonado! ¡Nos han abandonado!

    Gus marco el entrecejo e hizo un chasqueo con la lengua –No, esto no tiene sentido… Este debe ser un plan de Kian… No tiene sentido que quieran huir, ¿Por qué otra razón decidirían pasar por aquí? Solo alargan el camino para salir del pueblo…– Gus se giró hacia Chase. Ese rostro pálido estaba hundido en la decepción. Sin embargo los ojos del soldado voltearon hacia algo un poco más interesante.

    –Te lo dije…– Gus levanto el brazo, apuntando hacia el fondo del pasillo. Chase volteo hacia la dirección apuntada. Ahí se encontraba un uniforme, un chaleco antibalas, unas pistolas y balas. Al igual que un radio.

    –Nunca desconfíes de Kian, es quizás la persona más leal que llegaras a conocer– Comentó Gus con una gran sonrisa.

    Chase se acercó a todos los artículos, debajo de una de las armas había una nota que solo decía: Vayan a la mansión Lope. Chase, necesito que me informes de todos las posiciones de los vigilantes de la magia Lebóre.


    (…)​


    Bastian y Bruno caminaban por los bosques que llevaba a GrayLagoon. La nieve empezaba a llenar los altos pinos. El frío era fuerte y los chicos no iban tan abrigados. Sin embargo, esa adrenalina que les venía llenando desde que salieron de su casa les había hecho ignorar por completo el factor del clima.

    –Debimos haber traído los caballos…– Se quejó Bastian al momento de estar subiendo por la empinada cuesta, caminando entre raíces, musgos, piedras y mantos nevados.

    – ¿Quieres que nos descubran?– Gruñó Bruno.

    –Sí, sí, lo se… No escucho nada… ¿Enserio crees que hayan llegado aquí? Pronto amanecerá, llevan sus buenas horas dentro de este pueblo, deberían estar salvando a los rehenes ya.

    –Quizás están planeando un ataque… No desesperes, ellos sabrán que hacer…– Bruno se detuvo al escuchar unas risas. Levanto el brazo para Bastian se mantuviese callado. El joven de cabello negro desabrocho la funda de su pistola. El chico pelirrojo tomo el mango de su espada. Las voces se acercaron, no parecían venir con intención de hacerles daño, pero eran desconocidos en una madrugada, lo mejor era no estar en su camino.

    –Debemos escondernos– Ordenó Bruno.

    Bastian hecho un vistazo a su alrededor –Por aquí–Dijo al señalar una sección de la montaña que se partía en una grieta. Los dos chicos bajaron hasta esa grieta. Se ocultaron entre las enormes piedras que rodeaban la fisura de roca gris. Las voces se acercaban.

    – ¿Cazadores?– Susurró Bastian.

    –No podemos arriesgarnos. Lo mejor será esperar a que estén lejos– Las voces se volvieron más fuertes. Bruno llevo dos de sus dedos a su boca y los apretó con sus labios. Bastian asintió. Se quedó callado.

    Las voces casi estaban encima de ellos. Entonces Bastian pudo observar que en los lugares donde había más nieve se podían ver sus pisadas. Le señalo a Bruno, el cual abrió los ojos con gran impresión movió los brazos, un aro pequeño le rodeo el brazo. EL chico hizo unos movimientos con las manos y las pisadas desaparecieron. Ahora solo deseaban que no hubiesen visto nada.

    Las voces de aquel grupo estaban justo arriba de ellos ahora. El sonido de un radio se escuchó de pronto.

    –No se encuentran rastros de más unidades del ejército fuera de los territorios de GrayLagoon– Dijo la voz detrás del radio.

    –Excelente. Vuelvan a la base, me acaban de informar que los vehículos del ejército se están retirando– Contesto el hombre que estaba en las piedras sobre la grieta.

    –Mire, señor, parece que ya vienen por el ganado– Dijo la voz de un joven.

    Una camioneta panel de gran tamaño de color negro iba cruzando el bosque a través de un camino de terracería. La camioneta panel, a pesar de que era vieja, no parecía demostrar ningún tipo de ruido. Bastian y Bruno observaron la panel a la lejanía, justo antes de que se ocultara entre un mar de árboles nevados.

    –Se llevaran a todos, menos a una jovencita rubia– Comentó el hombre que había hablado por radio.

    Bastian y Bruno voltearon a verse.

    – ¡La vi! ¡Es una jovencita hermosa! ¿Creen que por eso la quieran retener? Es la mejor de entre todas las mujeres que trajeron. El mejor plato para nuestros jefes.

    Bruno apretó los puños y su mirada se volvió dura.

    –De hecho, me dijeron que esa chica tendría una conversación con el jefe. Ahora mismo debe de estar hablando con él– Contesto aquel hombre que parecía ser el líder del grupo.

    – ¿Con cuál jefe?– Pregunto una voz gruesa.

    –Con el más alto.

    – ¡Con Lebóre!– Grito alto una de las voces con asombro. Bastian y Bruno abrieron los ojos.

    – ¿Cómo es eso posible?– Pregunto nuevamente la voz gruesa.

    –No lo sé– Contestó el líder –Pero el jefe se las arreglará para hacerlo.

    – ¿Qué tiene esa chica de especial para hablar con alguien como Lebóre?

    –Esa chica es la hermana menor de un ExGeneral Mundial Edward Hellwell, fuera de eso, no veo nada más, nada aparte de su belleza. Es curioso, porque según Mathias, el que pidió que vinieran por ella fue el Dr. Naum, no Lebóre.

    Los dos chicos no comprendían que estaba pasando.

    –Naum pidió de hecho que trajeran a cuatro personas. Aquella chica, su hermano, y los dos hijos del otro ExGeneral Adam Arcnaik.

    –Qué extraño– Comentó una voz grave. Justo las palabras que querían decir Bruno y Bastian.

    Fue justo en ese momento cuando empezó a escucharse el rugir de unos motores. La tierra temblaba a su pasar. El grupo de mafiosos se movió para esconderse detrás de los gruesos pinos. En poco tiempo los vehículos les pasaron de largo y se perdieron en la carretera. Los chicos quedaron boquiabiertos al ver como todas las unidades que habían visto partir de LaneCloud, ahora salían de GrayLagoon, igual de vacíos.

    – ¡Genial!–Aulló uno de los mafiosos – ¡Hasta que esos soldados se van! ¡No hacen más que meter sus narices donde nadie les llama!

    –Ay que ir a la base. Ya no hay necesidad de estar vigilando el perímetro– El líder levanto su radio –A todas las unidades, hemos visualizado la retirada del ejército. Pueden regresar a la base por el momento.

    Aquel grupo se retiró. No fue hasta que ya no escucharon voces cuando los chicos se levantaron de sus escondites.

    – ¿Qué rayos, Bruno? ¡El ejército se ha ido!– Vociferó Bastian desesperado mientras miraba la carrera por la que habían partido – ¡Tenemos que informarles que todas las personas si se encuentran aquí!

    – ¡¿No oíste?!– Gruñó Bruno molesto – ¡Se están por llevar a todos! ¡Viste esa camioneta! ¡No hay tiempo para ir con el ejército!

    Bastian respiraba agitado y daba caminatas cortas de un lado a otro – ¿Qué era eso de que venían a buscarnos? ¿Por qué la mafia quiere algo con nosotros? ¡¿Quién diablos es ese tal Dr. Naum?! ¡¿Y qué quiere con nosotros?!

    –Ese nombre me suena…– Murmuro Bruno. Llevó su pulgar a su boca y empezó a morderse la uña mientras murmuraba cosas.

    – ¡No es momento para que te pongas a recordar de doctores!

    –Doctores… Doctor… Dr. Akira… Dr. Naum… ¡Ya lo recuerdo!– El chico chasqueo los dedos. Bastean le miraba con desespero –Ese hombre, ese tal Dr. Naum es un científico que trabajaba como ayudante del Dr. Akira, era ayudante junto con la Dra. Sócalo. Eso no los enseño Martin cuando tuvimos clases de historia sobre la cuarta guerra mundial… Si mal no recuerdo ese hombre estaba en prisión.

    –Si era ayudante del Dr. Akira entonces debe ser un viejo… ¿Qué puede querer un anciano con Mairis y nosotros?

    –Quizás nosotros no tenemos nada que ver… Quizás mi hermano o tu padre tuvieron algo que ver con ellos. No lo sé. Puede que le hayan incrementado su estadía en la prisión, por ejemplo.

    Bastian escucho claramente las suposiciones de su amigo, pero no respondió ni dio ideas. Solo observó la nieve y su espada. La aprecio con temor. Volteo con su compañero y observo las armas que llevaba.

    –Ahora mismo no importa cuál es la razón por la que le interesamos a ese tal Naum… Ahora mismo nosotros somos los únicos que podemos salvar a Mairis y todas esas personas– El chico desvaino un poco la espada que llevaba en la cintura –Podemos morir, Bruno…

    En ese momento Bruno bajo su mano y volteo hacia el suelo. Su mano derecha roso la funda de su pistola. Bastian tenía razón. No era momento para hilar los hilos en busca de respuestas. Era momento de actuar. El chico desenfundo el arma y revisó que estuviese cargada.

    –Nadie va a morir hoy. Regresaremos todos juntos– Dijo heroicamente a pesar de que le temblaba la mano.

    Bastian sonrió tímidamente, pues el miedo le apoderaba –Cierto– Contestó entre tartamudeos.

    Los dos chicos bajaron hacia la ruta que había tomado la camioneta y siguieron las huellas que dejaban los neumáticos. Siguieron las marcas de las llantas. Las siguieron con miedo y adrenalina. Sabían que eran débiles. Sabían que tras cada paso estaban más cerca de la muerte, y a pesar de eso, continuaron.


    (…)​


    Cuando los vehículos terminaban de bajar la cuesta que llevaba a GrayLagoon fue cuando empezaron a desacelerar. Uno a uno los soldados saltaban de los carros hacia el bosque. Las unidas empezaron a subir la cuesta silenciosamente. Los vehículos se alejaron en dirección a Hericent.

    – ¿No crees que nos traicione el alcalde Lope?– Preguntó Martin a Marcus mientras subían la cuesta.

    –Lo dudo, ese tipo de hombres lo que menos quieren son problemas, además de que no son muy listos. Sabe que de una u otra forma está perdido y creo que confía más en nosotros. A demás, le dije que yo no lo llevaría a prisión si colaboraba. Tiene mucho que ganar ahora que sabemos que el inicio todo esto.

    –Esperemos que el su plan funcione adecuadamente– Comentó un General de Brigada que caminaba junto con el Coronel Price y el General Thompson.

    –Este no es mi plan, General de Brigada– Aclaró Marcus –Toda esta idea la pensó él– Dijo al señalar al soldado que lideraba todo el pequeño ejército, Kian.


    (…)


    Mairis comía sin ningún apetito junto a Lebóre. No llegaba a comprender cuál era la razón por la cual estaba ahí. Sabía que ese hombre era sospechoso de dirigir la mafia Lebóre. Lo había escuchado alguna vez entre las pláticas que habían tenido Fabriccio y Claarn, aunque saber esa información solo generaba más dudas, ¿Por qué alguien como Gero Lebóre se interesaba por ella? ¿Y por qué dicho hombre estaba llevando una plática tan amena? En los minutos en los que había estado sentado aquel hombre había llevado el hilo de la conversación, mayormente porque Mairis no deseaba hablar mucho por el miedo y el escepticismo que la situación le generaba.

    Gero llevo un pedazo de filete a su boca con tranquilidad. Disfrutaba de cada bocado de su comida y bebía alegremente. Sus modales eran finos, dignos de un rey. Y su forma de hablar era hipnótica, sus ojos grises eran seductores, al igual que su sonrisa. Era un caballero en toda la regla. Un joven encantador que no desprendía ni un aire de malicia. Con una presencia agradable. Y a pesar de ser la imagen de un príncipe soñado, Mairis estaba tan atenta a todo lo que hacía dicho hombre. Tenía un miedo horrible. Casi deseaba seguir trabajando en destruir la barrera mágica de aquella caja de hierro en la que se encontraba anteriormente.

    –Estoy orgulloso de haber contratado a ese Chef de Vega, cada comida es un verdadero éxtasis. Tiene el mejor sazón que he tenido la suerte de probar en los dos continentes y en todas las islas medías.

    Mairis apenas había puesto atención al sabor de la comida, pero era verdad, la comida estaba deliciosa –Esta rico– Comentó ella con una sonrisa forzada.

    –Un comentario sencillo– Dijo Lebóre –A pesar de tu incomparable belleza, sigues manteniendo una humildad y una sencillez bastante adorable. Son gestos a apreciar en una jovencita.

    Mairis únicamente respondió con otra sonrisa forzada.

    Lebóre mantenía un rostro feliz, a pesar de la indiferencia de la chica. Partió otro pedazo de carne y justo antes de comerlo comentó –Tienes un parecido con tu hermano Edward, ¿Nadie más te lo ha dicho?

    Mairis se quedó pensativa con sus cubiertos en la mano –Me lo comentaban de niña– Respondió finalmente después de unos segundos –Últimamente no es tan común. Supongo que eso era porque antes mi hermano estaba a un lado mio y era más fácil de verlo.

    Lebóre termino de masticar y trago su filete –Tu hermano tenía un esposa, ¿No es así? Si mal no recuerdo la joven se llamaba Eva. No existen muchas fotos donde salieran los dos juntos, solo Edward sabe la razón de ese detalle, pero es curioso, porque creo que tienes un parecido a ella. Al menos tienes su mismo color y tipo de cabello. Al igual que su mismo tono de piel. Una complexión semejante también. Al igual que la misma nariz pequeña, ¿Eso también te lo habían dicho?

    Mairis apretó los labios y observo con curiosidad a Gero –Me lo decían cuando era niña… Algunos de los vecinos que teníamos cuando vivíamos en Milloria la confundían con mi madre… o mi hermana mayor…

    –Yo también hubiese llegado a una de esas conclusiones– Contesto con una risa rápida – ¿Deseas ser como tu hermano? ¿Una General Mundial? ¿Uno de los pilares de este mundo?

    Mairis sonrió de manera débil –Si– Contestó ella con curiosidad por el interés del hombre –Mi hermano ha sido el hombre más joven en llegar al puesto de General Mundial. Yo seré la mujer más joven en estar en ese puesto.

    –Tan humilde, tan serena, tan sencilla y tan llena de pasión y ambición. Eres una jovencita de lo más interesante, Mairis Hellwell– Lebóre tomo un sorbo a su vino –Su hermano mayor, Bruno, ¿es igual de interesante?

    Mairis enarco las cejas y entrecerró los ojos, ¿Por qué ahora se interesa por su hermano? –Mi hermano es una persona… Diría que una persona bastante común… No es un genio, pero tampoco es un retrasado. No es un atleta, pero tampoco es un holgazán, no es un gran hechicero, pero tampoco es mago barato que hace ilusiones para niños… Aunque es bastante bueno para manejar armas…– Dijo esto último con una sonrisa.

    Lebóre asintió lentamente con una sonrisa delicada y un gesto atento – ¿Y qué me puedes decir de los dos chicos Arcnaik?

    Mairis tomo aire y tamborileo silenciosamente con los dedos. No sabía si era buena idea hablar sobre todo ellos. Existía la posibilidad de que intentasen ir por todos. Si es que no era su objetivo desde un principio. Recordaba que los tipos que la habían raptado había dicho algo sobre eso. Eran importantes.

    –Bastian también es alguien común, tiene unas capacidades bastante parecidas a la de mi hermano– Ese fue el mejor plan que se le ocurrió a Mairis en ese momento. Si sus compañeros no tenían nada especial, no tendrían interés por ellos y los dejarían en paz –Mike es solo un niño.

    Lebóre hizo un gesto de decepción–Que lastima. Quizás si los tuviésemos aquí con el Dr. Naum pudiésemos hacerlos brillar.

    – ¿De qué habla?

    Lebóre sonrió de manera alegre al notar el interés de la chica –El Dr. Naum tiene interés sobre ustedes cuatro. Cree que el talento de los dos Generales Mundiales, Edward Hellwell y Adam Arcnaik quizás pueda ser heredado hacia ustedes.El hombre piensa que de llegar a cierto ápice de su subconsciente quizás sea posible hacerles brotar habilidades increíbles. Dignas de un General Mundial– El hombre tomó la última rebana de su bistec, justo antes de llevárselo a la boca terminó de hablar –Es una oferta interesante, no lo cree, Mairis Hellwell, no planeamos hacerle nada malo, simplemente queremos llevarla a superar todos sus límites– Gero le mantuvo la mirada, sonrió con una sonrisa seductora y dio el ultimo bocado.

    Mairis estaba tratando de analizar todo lo que le acababan de mencionar. Sabía que había un truco, por alguna razón sabía que no podía confiar en ese joven llamado Gero Lebóre, ni en aquel mencionado Dr. Naum.

    –Si lo único que desean es ayudarnos pudieron haber pedido permiso a mis tutores, Claarn y Martin, ¿No lo cree?

    –Me temo que es imposible, no conozco a Claarn, pero Naum si, y me ha comentado que no es una persona muy abierta a ese tipo de ideas.

    Mairis reía por dentro.

    Claro, porque Claarn no es el tipo de persona que se involucra con líderes de la Mafia que raptan mujeres y niños en medio de un festival.

    Un joven de traje blanco con negro entró de pronto al comedor. El joven no le prestó atención a Mairis. Se acercó con Gero Lebóre y le comentó rápidamente:

    –Señor, han llegado a la mansión las visitas que estaba esperando.

    – ¿Enserio?– Se lamentó Gero con un tono burlón.

    – ¿Los hago pasar, señor?– Preguntó el joven.

    Lebóre se levantó de su silla –Diles que voy en un minuto– El joven asintió y salió del comedor rápidamente. Gero mantuvo la mirada en Mairis. La chica le mirada seriamente.

    –Es una pena– Dijo Gero de pronto –Lamentablemente tengo que atender a unos visitantes muy importantes a la entrada. Espero y no termine muy mal… Fue un gusto haber hablado con usted, señorita Hellwell. Dentro de poco hablaremos otra vez. Ojala para esa platica se encuentre el Dr. Naum con nosotros. Le encantaría verte. Estoy seguro de que podría llegar a aclarar muchas cosas e incluso podría llegar a convencerte de lo que queremos lograr con ustedes… Mira, ni siquiera te comiste todo tu filete. Bueno, tendrá que ser para la próxima, lamentablemente tu también ya te tienes que ir.

    Lebóre levanto su mano con delicadeza, señalo a Mairis con dos dedos y los levanto y bajo rápidamente. Mairis golpeo la mesa involuntariamente. Se escuchó una puerta abrirse. Ella quiso voltear pero su cuerpo no se lo permitía. Observo la sonrisa burlona de Gero negándole con el dedo.

    –Se una buena niña y te prometo que no haremos nada malo con todas las personas del pueblo, okey– Mairis quiso decir algo, pero tampoco podía, estaba inmovilizada. Había una presión que le impedía mover cualquier parte de su cuerpo. Alguien le tapo los ojos con una venda negra. Sintió una descarga eléctrica. Le removieron la corona que le habían puesto al principio y de pronto sintió un mareo. Su cuerpo volvió a la normalidad. Sintió como la sacaron de aquella habitación. La llevaban de regreso a aquella habitación de hierro.


    (…)​


    El sol empezaba a salir cuando el alcalde Lope se encontraba enfrente de la que era su enorme mansión. Se apretó la corbata y después se tallo su frente con una servilleta de seda para limpiarse el sudor. Estaba nervioso. Si los mafiosos no le mataban, sería su corazón por no aguantar toda esa presión. Tomo un respiro y toco al timbre.

    –Habla el alcalde Lope. He venido para informar sobre lo sucedido con los perros del ejército que vinieron al pueblo en la madrugada– Su voz sonaba chillona, como siempre, aunque en su tartamudeo se volvía fácil descubrir que tenía miedo.

    La respuesta tardo, pero al final un joven respondió.

    –Nos has ahorrado ir por ti. Excelente, Lope. Enseguida voy.

    El alcalde sentía que temblaba tras cada palabra. Trago saliva. Ahora quedaba esperar. Sería una tortura… Fueron dos minutos.

    Tras la puerta enorme que daba inicio al terreno Lope, salió un joven de traje negro con blanco. Un joven rubio, alto y apuesto. Salió fuera del terreno y estrecho la mano del alcalde con una sonrisa fingida.

    –Nos enteremos que el ejército de Hericent huyo de GrayLagoon. Me impresiona Sr. Lope, no creí que tuviera las fuerzas para hacerlos desistir de investigar en el pueblo. Parece ser que si tiene un poco de sangre de la leyenda de Saúl F. Lope– El apretón de manos fue duro.

    –Así parece ser, Calvar– El alcalde fingió una risa. Les temía, era algo obvio, pues sudaba como un pollo en el asador –El General Thompson fue muy persistente con lo de la investigación, incluso intentó amenazarme con revocarme de mi puesto, pero todo fue inútil de su parte, al final no tuvieron más que rendirse he irse a buscar a otro lado… A todo esto, ¿Cuánto es cierto sobre lo del secuestro de los pueblerinos de Hericent y LaneCloud?

    –Completamente ciertos. Nosotros los secuestramos.

    – ¿Y dónde los tienen?

    – ¡Creedme que estaría encantado de decírselo!– El rostro del joven de pronto se volvió más sombrío–Pero no es asunto suyo…

    El alcalde reía nervioso –Cierto, perdone mi insolencia…– Se llevó la mano al poco cabello que le quedaba y empezó a frotárselo. El joven le observaba con una sonrisa nada agradable. Lope aclaro la garganta y continuo –Ellos creen que tienen a esos rehenes aquí…

    –Si quieren buscarlos pueden venir con todo gusto, no encontraran nada.

    –Enterado, no haré ninguna resistencia si es que llegan a volver…

    –Seria lo mas justos… Intente debatir un poco para que no parezca sospechoso, pero al final déjelos buscar. Nosotros nos iremos por unos días, pero volveremos, el negocio ha ido muy bien desde nuestra llegada. Por cierto, Lope, dígame, ¿qué tanto fue lo que hablaron mientras estuvieron en el ayuntamiento…?

    El alcalde empezó a acariciar su corbata con timidez –Pues bueno, me contaron que durante el festival fueron atacados. Las pistas les llevaron a creer que la mafia Lebóre debía de estar escondida aquí, ya sabe, los reportes de ese entrometido sheriff… Según lo que entendí, no volverían por estos rumbos, aunque no lo sé, el General Thompson parece ser muy terco… Me dijeron que me quitarían de mi puesto si es que llegaban a enterarse de algún acto de corrupción, o algún negocio ilícito con la Mafia Lebóre… No tienen pruebas, pero hay que hacernos cargos de todo lo que podrían usar en nuestra contra…

    –Entendido, Lope, nos encargaremos de silenciar al pueblo. Quizás el arma mas peligrosa con la que pueden contar es ese sheriff… Tendremos que eliminarlo de una vez por todas. Hizo un gran trabajo alejando a los perros del ejército. Nos encargaremos de pagarle bien. Por ahora, si no le molesta, tenemos que empezar la mudanza– Calvar, el joven mafioso, estaba a punto de darse la vuelta cuando sintió en su frente el cañón de un revolver.

    –La mudanza será hacia la prisión, Calvar– Dijo Kian apuntándole al centro de su cráneo. El mafioso abrió los ojos, casi saliéndosele de sus órbitas, después escucho a varias armas quitando el seguro y apuntando hacia él –Ahora dime, donde están todas las personas de mi pueblo...


    (…)​


    Desde uno de los techos de las casas vecinas Chase y Gus miraban con unos binoculares el arresto de Calvar. Gus reía al ver como el pequeño alcalde corría de la escena del arresto.

    –Ese es el primer líder de la mafia Lebóre que llego a GrayLagoon. Fue el hombre con el cual Lope pacto para los permisos de venta de mercancías ilícitas– Dijo Chase con una sonrisa en el rostro –Sin embargo en estos meses he visto desfilar a más de uno de los lideres por estar calles. Hace poco vi la llegada de otro joven, pero no supe identificar quien era. Así que debe haber aunque sea uno más de ellos dentro de la mansión Lope.

    Gus escuchaba atentamente las palabras de Chase. A pesar de que sentía un poco de celos de que Kian estuviese llevándose todo el heroísmo de atrapar a aquel hombre –Entonces lo mejor sería capturarle, ahora que todavía no nos han descubierto.

    Chase dejó los binoculares–Si lo capturamos podríamos utilizarlo como rehén ante los otros líderes de la mafia que pueden estar adentro de la mansión.

    –Entendido– Gus levanto el radio y se comunicó con su padre –Viejo, dile a Kian que lo capture. El sheriff del pueblo me ha dicho que es probable que hayan más jefes de la mafia adentro. Pensamos que podríamos utilizarlo como rehén...

    –General Thompson–Corrigió Marcus con enojo.

    –General de Hericent Marcus Thompson, recomiendo que arreste a Calvar en este momento porque puede servir para operaciones futuras– Se burló Gus. No hubo respuesta por parte del General.


    (…)​


    Kian tenía de frente a Calvar, el joven jefe de la mafia. Se distrajo un momento para ver las señas de Marcus. Le estaba ordenando arrestarlo. Kian asintió. Bajo su mano izquierda hasta su cintura mientras que con la derecha mantenía el cañón apuntando hacia la cabeza de Calvar.

    –Deben aprender a saber dónde deben y donde no deben meter sus narices, perros del ejercito…– Murmuró Calvar con un rostro sereno.

    –Nosotros somos perros entrenados, hemos encontrado un buen motín de mercancía ilícita–Respondió Kian con confianza.

    –Pero la encontraron en el lugar equivocado…– Calvar golpeo el brazo de Kian. Le dio un codazo en el rostro y después le empujo. Dio unos pasos hacia la puerta. Sin embargo tan pronto como se dio cuenta ya tenía los brazos esposados y la pistola de Kian en su cien.
    ¿Eso fue muy rápido? ¿Cómo es que lo hizo?...Pensó Calvar. Desvió sus ojos hacia Kian y lo analizo. Estaba sorprendido, pero no tanto. Sabía que había un truco… Sera acaso que este chico también es un mago del tiempo.

    –Eso fue estúpido– Gruñó Kian molesto –Todos pudieron haberte disparado.

    –Solo quería tener el tiempo suficiente para alertar a los demás.

    –No tienes tiempo suficiente cuando se trata de mí.

    –Eso no lo sabía. Mis disculpas…– Calvar estaba sonriendo de manera nerviosa. Una gota de sudor le recorría la frente, a pesar de que hacia un duro frío aquella mañana. Calvar se sentía diferente, sentía que algo no estaba bien. Rápidamente capto que era su magia. Estaba siendo bloqueada por las esposas. Eran esposas anti mágicas. Su otra vía de escape había fallado. Aunque aún le quedaba una más.

    Kian tomo al jefe mafioso y le dio la vuelta, haciéndole ver la gran entrada de la mansión Lope. Kian aleteo con su mano y varios de los soldados salieron de sus escondites para acompañarle. El General Thompson, junto con Martin se acercó hacia su pupilo.

    – ¿Cómo es que haremos esto, Marcus?– Preguntó Martin.

    –Tenemos que llamarles. Si este joven es importante para su organización cumplirá nuestras peticiones– Los dos hombres llegaron a donde estaba Kian –Bien hecho, Capitán– Le alagó el General Marcus dándole dos golpes en la espalda. El joven sonrió apenado.

    ¿Cómo ves el perímetro, Teniente General Claudio? ¿Mayor Gus? ¿Se han percatado de nuestra aparición?–Preguntó Martin por radio.


    (...)​


    En los techos más altos de los departamentos que rodeaban la zona cercana a la mansión se encontraba repartido un escuadrón conformado completamente por francotiradores. Dirigidos por el Teniente Gral. Claudio.

    –Los mafiosos que están vigilando el patio parece que no cuentan con tanta visibilidad por los jardines. Por el momento parece que contamos con el factor sorpresa.

    (…)​

    Gus y Chase que se encontraban más cercanos a la mansión Lope, pero con un ángulo mucho más abierto para poder ver adecuadamente a todos los soldados vigilaban con cuidado a cada uno de los guardias del jardín.

    –Confirmó lo mismo que Claudio, parece que los mafiosos no se han percatado de nosotros en lo absoluto. Sus posiciones todavía no cambian y nadie parece que este vigilando la entrada.

    (…)​

    El General Marcus sonreía con aire de victoria. El plan de Kian había funcionado correctamente hasta el momento. Ahora solo quedaba pensar en la mejor decisión, ¿Atacar o intentar negociar?

    –General…– Dijo Martin de pronto –Si tenemos la posibilidad de eliminar a todo el cáncer que está siendo Lebóre en sus tierras deberíamos intentarlo. Tarde o temprano tendremos que hacerlo. Los francotiradores pueden eliminar a todos los que revisar el patio. Si nos introducimos dentro del jardín y rodeamos la mansión justo antes de que los eliminen tendremos ventaja para eliminar a todos los que se encuentren dentro.

    – ¡Martin!–Aulló Kian al escuchar semejante idea – ¡Debemos priorizar el menor número de bajas! ¿Si atacamos comprendes la cantidad de soldados que pueden llegar a perder la vida?

    Calvar empezó a jugar con los botones de las muñequeras de su saco, aprovechando la repentina discusión. Presiono el segundo botón y empezó a desprender un ligero color verde.
    –Kian, no podemos arriesgar esta oportunidad para negociar con ellos. No se negocia con la mafia. Es una regla muy importante.

    El General Marcus observaba hacia cada lado de la discusión.

    Calvar empezó a reír– ¡Enserio creen que pueden eliminarnos!

    –Cállate…– Dijo una voz gruesa proveniente del hombre que estaba a su derecha. El General Marcus le observe con un rostro sombrío. Un rostro duro, intimidante, casi tan tenebroso como un demonio de las historias de terror que cuentan a los niños –Si eliminamos a todos los mafiosos tu ceras el primero…– Esas palabras hicieron temblar al joven líder de la mafia.

    –Esperamos órdenes, General– Dijo Martin con tranquilidad.

    Marcus Thompson observo la entrada abierta del terreno Lope. Sabía que tenía la oportunidad, tenía a los hombres y el armamento suficiente. Lo que le habían hecho a su gente era inaudito. Sin embargo tenía que pensar con la mente fría. Los mafiosos podían matar a los rehenes de tenerlos adentro… ¿Lo harían? ¿Matarían a todo el botín que tanto les costó reunir? El General analizo adecuadamente la situación. Cada punto a favor. Cada fallo por diminuto que podría ser.

    Tardo demasiado.

    De la puerta de la mansión que daba directo a la entrada del terreno Lope salió una mujer. Llevaba dos armas grandes parecidas a una escopeta recortada, pero de un solo cañón. Parecía un arma pesada.Fumaba un cigarrillo. Su cabello era corto y llevaba puesto un pantalón blanco con una camisa negra. Sobre la camisa un chaleco antibalas del que colgaban dos pistolas pequeñas. Su rostro era como el de una gacela, pequeño, delgado, fino, pero feroz.
    – ¡Agáchate, Trisha! ¡Tienen francotiradores!– Gritó Calvar a todo pulmón.

    Kian le dio un golpe en la nuca, dejándolo mareado.

    Trisha logro escuchar el mensaje de su compañero.

    Marcus levanto su radio – ¡Disparen!– Ordenó.

    Claudio acato la orden.

    – ¡Todos agáchense!– Ordeno a sus hombres, la mujer. Seguido se ocultó entre las enormes macetas en que habían unos finas plantas que volaron por los aires al recibir la bala fallida de Claudio.

    Eliminaron a muchos de los mafiosos que estaban en el patio, pero no a todos.

    – ¡Entren al terreno Lope!–Aulló Marcus. No perderían la oportunidad.

    Kian cargó a Calvar para que no se cayera de boca. Ahí fue cuando pudo ver la tintineante luz verde proveniente de los botones de la manga del traje blanco del mafioso.

    –Fuiste tú…

    Calvar levanto el rostro entre risas maliciosas –Están acabados… ¡Aquí!– Gritó de pronto. Levantó los brazos en una posición un poco humillante. Un par de balas destrozaron las esposas anti mágicas de pronto. Kian giro su cabeza hacia el lugar donde estaba aquella mujer en la entrada. Ella había disparado desde una distancia absurda y justo había dado en el blanco. Seguía apuntado hacia ahí. El joven capitán reacción a tiempo. Se escondido tras el muro que recubría la entrada del terreno Lope.

    –Que habilidad con las armas…– Murmuro Kian sorprendido.

    El tronar de las balas empezó de todas direcciones.

    Calvar se levantaba. Estaba molesto. Deseaba con toda su alma darle una paliza a aquel capitán que tenía enfrente.

    Kian le sonrió de manera nerviosa. Utilizó su magia del tiempo. Levanto los dos revolver y se dirigió rápidamente hasta una distancia que sabía que no podría fallar. Acabaría rápido con esto. El tiempo corrió con normalidad. El capitán disparo dos balas hacia la cabeza de Calvar. Las balas revotaron. El cuerpo de Calvar tenía un color plateado. El mafioso reía con maldad ante el rostro sorprendido de Kian.

    –Con este cuerpo de hierro no podrán hacerme daño tus sucios trucos. Mago del tiempo…– Kian se paralizo al escuchar esas últimas palabras – ¡Yo conozco trucos para poder pelear contra gente de tu linaje!– Calvar se abalanzó con una velocidad abrumadora hacia Kian, no importaba lo pesado que su cuerpo podría parecer, estaba a punto de atacarlo con un duro puñetazo.

    Kian ralentizo el tiempo. No debía ser tan rápido como para poder alcanzar a golpearlo. No debía… Kian estaba escapando de aquel golpe, sin embargo logro captar que los ojos de Calvar le estaban siguiendo. Seguido de los ojos, aquel cuerpo de hierro se movió a al mismo ritmo que Kian, logrando un golpe que molió el antebrazo. El capitán voló desde la entrada del terreno hasta la casa más cercana de enfrente.

    Está utilizando magia para mejorar el rendimiento de todo su cuerpo. Magia de estadística total…Pensó Kian al tomarse el antebrazo por el dolor que sentía. Fue un duro golpe. Un poco más de fuerza y se lo hubiese roto.

    –Tu magia, perro del ejercito– Gruñó Calvar –No es más que una manera sencilla de llevar tu cuerpo a un estado de rendimiento superior al de la medía en cuanto velocidad y reflejos. Realmente no es la gran cosa una vez descubres como funciona– El cuerpo de Calvar volvió a su normalidad dejando atrás aquel aspecto metálico. Levanto su brazo rápidamente y sus dedos se volvieron cañones de ametralladora.

    Kian logro percatarse de ello rápidamente. Utilizo el máximo de su magia de tiempo y logro introducirse dentro de la casa que estaba a punto de ser destruida por un centenar de balas. El estruendo fue escandaloso. Las balas perforaron la pared. Kian se mantuvo agachado detrás de una segunda pared para no recibir ninguna bala. Los disparos duraron unos segundos. Después de que el pitido que quedo en los oídos de Kian logro escuchar las risas cercanas de Calvar.

    – ¿Tienes miedo, capitán?– La pared se destruyó en un momento a otro. Calvar estaba justo a un lado suyo. Envuelto en metal y a punto de darle un puñetazo certero.

    El cuerpo de Kian atravesó el muro. Parte de la casa empezó a caer. Ahora mismo el capitán se encontraba en el suelo, escupiendo sangre y respirando con dificultad. Le habían roto mínimo una costilla. De entre los escombros de la casa que se derrumbó apareció Calvar mostrándose como un monstruo, levantando los restos de concreto con facilidad y con un rostro confiado.

    –Tranquilo… No te matare, perro… Puedes servirnos para muchas cosas.


    (…)​


    – ¡Tengo que ir a ayudar a Kian!– Gritó Gus desesperado, pero el brazo de Chase le detenía – ¡Suéltame maldita sea!

    –Tenemos que ir en el momento adecuado…

    – ¡Que balbuceas!

    Chase ni siquiera se dignó a voltear con Gus, estaba concentrado viendo el campo de batalla que era el patio del terreno Lope –Los soldados de tu padre ahora mismo están peleando contra los mafiosos y contra una de las líderes de la mafia Lebóre, Trisha… Esa mujer es peligrosa, ahora mismo está haciendo pedazos a los soldados que se le interponen… Kian está peleando contra Calvar, uno de los líderes de la mafia, el solo contra él. Y por último están los francotiradores, los cuales han estado disparando a donde pueden, pero ya fueron descubiertos. Es solo cuestión de tiempo para que los mafiosos de la zona empiecen amoverse en su dirección… Gus, tu y yo somos la carta secreta que tiene este pequeño ejército para dar la vuelta a este enfrentamiento. Confiemos en los talentos de todos y esperemos el mejor momento para poder servir de ayuda… Agáchate y observa con la mente fría– Chase le dio un pequeño jalón. Gus no le dio muchas vueltas. Se agacho a la altura en que estaba su temporal compañero y confió en que Kian y su padre podrían hacerles frente a sus enemigos.

    – ¿Crees que los rehenes estén aquí?– Preguntó Gus con tranquilidad.

    –Casi estoy seguro de una cosa– Contesto Chase tras observar a sus alrededores –Si sus rehenes se encuentran aquí, pronto llegaran más mafiosos, no solo para derrotar a los soldados. Sino para asegurar su motín.


    (…)​


    –Hasta aquí llega el camino– Dijo Bruno.

    –Son una fabricas grandes...– Comentó Bastian –El nombre me suena…

    –Tiene el nombre de una farmacéutica. Seguro hacen medicinas… O alguna vez hicieron medicinas…

    Un camión salió de un hangar del enorme terreno y se estaciono cerca de una puerta grande de metal. Dos hombres salieron de ella. Vestían de negro, como aquellos hombres que habían atacado el festival. Los chicos observaban desde los arboles a través de la reja de metal que cubría todo el terreno de las fábricas. La puerta por la que había entrado alguna de esas camionetas era vieja y oxidada con letreros de peligro, objetos peligrosos y de seguridad.

    –Si esos vehículos tan viejos se encuentran aquí solo puede significar que también están las personas del festival, ¿no?– Preguntó Bastian.

    –No nos asegura nada… Pero tenemos que averiguarlo sin meternos en problemas. Al igual que si se encuentran aquí, tener que rescatarlos sin morir en el intento.

    De pronto un ruido hueco empezó a sonar en el aire.

    –Bastian… Esas son balas…– Murmuró Bruno atónito.

    –Apenas puedo orillas, pero eso parecen…

    –Los disparos son lejanos… ¿Acaso el ejército volvió y empezó una ataque?

    –No tengo idea, pero suenan bastantes balas…

    Ruidos diferentes empezaron a escucharse, pero esta vez más cercanos. Esta vez era un ruido bastante fácil de reconocer. Eran los motores de vehículos viejos. Seis camionetas viejas se acercaron ahí donde el camión había estacionado. Un hombre alto, robusto salió de una de las puertas de la fábrica. Hablo con las personas arriba de las camionetas. Parecían histéricos y excitados. De pronto las camionetas se dirigieron a toda la velocidad hacia la salida. Una persona bajo a abrir la puerta. Estaban muy cerca de los dos chicos infiltrados. Cuando las puertas estaban abiertas los mafiosos huyeron a toda velocidad.

    –Se fueron… Si ellos se fueron entonces significa que son los refuerzos de los mafiosos…

    –El ejército debió haber vuelto después de todo… Viste cuantas personas iban arriba de esas camionetas… Probablemente dejaron solo este lugar.

    Bastian sonrió –Es nuestro momento, Bruno– Desvaino su espada .

    Bruno alisto sus pistolas –Iniciemos el rescate– Estaban tan emocionados que ninguno de los dos se dio cuenta que al otro le temblaban las piernas como nunca antes.


    (…)​


    Martin y Marcus peleaban con ventaja contra Trisha, la experta en armas. Había sido complicado hacerle frente, pues primero tuvieron que derribarle sus armas de fuego. No esperaban que tuviese tanto talento también para las armas blancas, pues nunca vieron venir que tuviese guardado cuchillos entre su ropa. Sin embargo, aun a pesar de aquel talento que les daba problemas ellos pudieron darle frente sin llegar a temer.

    Los mafiosos peleaban contra los soldados. Las balas volaban de un lado a otro. La sangre llenaba los jardines de Lope. Los disparos destruían las plantas y las macetas. Más de una de las paredes que conformaba la mansión había quedado arruinada. Al igual que la mayoría de las ventanas que ahora no eran más que pedazos de cristales en el suelo del patio.

    Fue en medio de la batalla cuando las puertas por las que había salido Trisha se abrieron nuevamente. Los pasos de aquella persona fueron ligeros, pero su presencia heló a tanto mafioso como los soldados. Dicha persona bajaba las escaleras. Cada escalón era un peso extra sobre el miedo que dicha persona causaba. Marcus la observo y no podía creer lo que estaba viendo. Martin y Trisha dejaron su riña cuando sintieron ese poder bajar lentamente escalón por escalón. De pronto todos pudieron sentir que ese hombre, si lo decidía, podía hacer correr una brisa de sangre horrenda. Era la muerte misma.


    (…)​


    Gero Lebóre bajaba las escaleras con calma y una sonrisa en su rostro de príncipe. Bajaba con estilo. Con las manos en la bolsas de su pantalón, pero sin perder la elegancia. Sus subordinados le reverenciaban al momento de verle bajar. Su sola figura mostraba respeto. Él era el legítimo heredero de los vinos Lebóre. Era un empresario como ningún otro, un joven inteligente que sabía cómo moverse a través del mundo que le rodeaba, incluso empezaba a denominársele como figura política dentro del reino de Jenna. Por cosas como esta se le respetaba, pero sobre todo eso, sus subordinados le mostraban su lealtad por ser el legítimo heredero de la mafia Lebóre, una de las mafias más grandes, poderosas y antiguas del mundo. No era común en él, pero de serlo podía llegar a ser peligroso. Más de uno de sus sirvientes, subordinados, maestros, aliados y enemigos conocían lo peligroso y lo sanguinario que podía ser. Era un monstruo cuando lo deseaba, una de esas personas a las que les temías si la veías. De esas personas con las que no te quieres encontrar si te encontrabas con él cuando estaba molesto. Termino de bajar las escaleras y levanto el brazo.


    (…)​


    Termino de bajar las escaleras y levanto el brazo. Nadie era capaz de levantar su arma contra él. Era su presencia. Una presencia tan absurdamente enfermiza que daba ganas de vomitar. Olía a sangre. Iba a correr sangre.


    (…)​


    – ¿Quién es ese?– Preguntó Gus en shock. Era incapaz de comprender como era que esa persona tuviese una presencia tan obscura. Tan maldita. Tan grotesca.

    – ¿Cuándo es que llego?– Se cuestionó Chase con miedo. Volteo hacia Gus. Sus ojos estaban vueltos locos. Aquellos ojos inexpresivos mostraron un sentimiento de terror tan sincero que Gus temió de solo verlos.

    –Ese es el supuesto jefe de la mafia Lebóre…– Contestó Chase.

    – ¡¿Qué?!¡¿Ese hombre…?!


    (…)​


    Los ojos de aquel hombre se posaron sobre Marcus. El General sabía que tenía que defenderse. El impacto del golpe que le dio aquella presencia oscura le manto a volar por lo lejos del patio, destruyendo bastante terreno del jardín a su paso. Nadie podía creer lo que estaba viendo. Caminando por el sendero de destrucción unas alas rojas se levantaron. Al igual que unas garras chorreantes de color rojo intenso.


    (…)​


    –Denominado como una de las personas más peligrosas del mundo. Encabeza la lista negra de los más buscados… Ese hombre es… Mathias Altmayer, “El Ángel Carmesí”…– Dijo Chase con una voz que desaparecía por el temor.


    (…)​


    En Jenna, al otro lado del mundo. Gero Lebóre abría la puerta a sus queridas visitas. Afuera, debajo de un techo de lona de seda que servía para cubrir a los visitantes de la nieve, esperaban dos escuadrones de hombres.

    –Se pusieron de acuerdo para llegar juntos– Comentó Gero sorprendido –Supongo que quizás en el camino o durante la espera pudieron hablar sobre nuestra pequeña reunión.

    El primer escuadrón estaba conformado por quince hombres, todos cubiertos por una capucha blanca con un símbolo en el pecho. Una cruz con un hombre decapitado al cual le brotaba una segunda cabeza.

    –Ambos acabamos de llegar. No hemos tenido tiempo de hablar– Comentó el que estaba al frente de aquel grupo de túnicas blancas.

    Gero Lebóre bajaba las pocas escaleras que llevaban al piso donde estaban aquellos dos grupos. Observaba a todos los hombres con tranquilidad –Es una lástima, aunque así tenemos más tiempo para conocernos entre todos… No es así…– El líder de las túnicas blancas se quitó la capucha –Apolo Darnef.

    –Se viene una tormenta de nieve. Así que yo creo que tendremos mucho tiempo para hablar– Contestó el hombre con un tono amable.

    El segundo escuadrón era una docena de hombres encapuchados bajo una sotana cubiertos el rostro por una tela negra que caía de una corona alta postrada sobre sus cabezas. Su vestimenta era parecida a lo de los pontífices de la iglesia católica de nuestro mundo. La persona que estaba frente a ellos se quitó la corona, dejando ver el rostro.

    Gero trato de ocultar su sorpresa ante aquel rostro. Apolo le observo detenidamente con un profundo interés.

    Aquel hombre de aproximadamente unos cincuenta años de edad Tenía cicatrices por todo el rostro, pero de igual manera este hombre sonrió con unos dientes grandes como los de un carnívoro. Su cabello era largo de color negro azulado. La pupila de sus ojos era tanto como los de un felino como los de una cabra, al igual que de colores distintos, uno dorado, el otro anaranjado.

    –Disculpe mi presencia, Sr. Lebóre– Dijo el hombre con una voz demoníaca, hueca, como la de una psicofonía. Era un hombre tenebroso. Al menos para personas que no fueran Gero o Apolo, ya que ellos solo sentían interés hacia dicho hombre, el cual continúo con la disculpa –Mi líder se encuentra bastante ocupado en estos momentos. Así que yo fui enviado para no faltar a su agradable reunión.

    Gero le sonrió –No se preocupe Sr…– Dirigió su mano hacia el hombre esperando una respuesta. Aunque el hombre negó con la cabeza.

    –No tiene nombre– Comentó Apolo –Este hombre se encuentra en la misma lista que uno de los tuyos, joven Lebóre, este hombre es unos de los experimentos más importantes de “Los Brujos” durante la guerra pasada... Escapó hace unos años. El Gobierno Mundial le busca arduamente… Quien imaginaria que te encontrabas con “La Secta del Nuevo Rey”. Aunque queda bien para tu apodo, no es así, “Hijo de Bagar”…

    –Me conoces bien… Hombre no muerto…– Respondió el hombre con una sonrisa burlona.

    Gero asentía al verlos hablar entre si –Bueno, lo importante es que todos estamos aquí. Pasen, esta es como su casa. Iniciemos esta reunión de negocios– Ambos grupos siguieron a Lebóre hasta la sala de estar. Donde dio inicio la reunión.
     
    Última edición: 22 Noviembre 2019
  3. Threadmarks: [ Parte 2] Capítulo 22 - Sangre
     
    Aldo MV Gallardo

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    Capitulo 22 – Sangre

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    -21 de Marzo de 2893 D.C.-

    Marcus Thompson, “El Escarabajo de Agua”, tenía un fiero enfrentamiento contra el hombre más buscado del mundo, Mathias Altmayer, “El Ángel Carmesí”, en un combate épico fuera de las capacidades normales de un mago cualquiera.

    El combate entre ellos dos se repartió a lo largo del terreno de la mansión Lope, destruyendo consigo toda la belleza de aquella enorme casa. Los arboles caían ante el poder revelado de los dos líderes. Nadie era capaz de siquiera intentar interferir entre el combate. Sabían que solo eran una molestia. Tanto como mafiosos como los soldados de más alto rango mantuvieron su compostura ante aquella pelea de titanes.

    Martin por otro lado se enfrentaba en un duelo a la par contra Trisha.

    La mujer tenía un entrenamiento envidiable en el uso de las armas y en el combate cuerpo a cuerpo. Por el momento no había mostrado habilidades mágicas, pero Martin lograba captar que aquella mujer utilizaba su magia para aumentar su rendimiento. El Comandante era incapaz de llevarle el ritmo, así que Martin también se veía forzado a utilizar su magia para alterar las capacidades de su cuerpo. Su batalla, aunque no al nivel de la pelea entre Marcus y Mathias, también estaba llevándose consigo varios destrozos. Demostraba un nivel superior al común. Ahí fue cuando los soldados que acompañaban al bastardo de Milloria reconocieron todo el potencial que aquel hombre tenía por demostrar. Movimientos pulidos en base a entrenamientos de los mejores maestros, no solo de su reino natal, sino del continente. Un control de la magia espectacular para no llegar a su límite y perder el combate por mera resistencia. Ahora todos los soldados que se encontraban viviendo la pelea de aquel joven, cerca suyo, habían descubierto que aquel hombre de no haber aceptado a los huérfanos Arcnaik y Hellwell, probablemente formaría parte de la élite más letal de todo Dorinda. Un Teniente General o un General mismo, sin llegar a pensar que quizás el servicio secreto también podría haberse interesado por él.

    Kian por otro lado, fuera del terreno Lope, llevaba un duro combate contra Calvar. Ahora mismo había logrado escapar de él y se encontraba en el patio de una de las casas de los vecinos… Ahora mismo agradecía el haber pensado en que Chase desalojara a los vecinos antes de la llegada del ejército. Hubiese sido un martirio pelear contra Calvar e intentar defender a los pueblerinos.

    Kian se sentía cansado, había estado utilizando demasiado su magia al máximo de su potencia. Huir no era la mejor opción. Terminaría cansándose y con ello muriendo. Necesitaba un plan. La prioridad era derrotar a Calvar, pero ahora el limitante era que debía hacerlo sin utilizar tanta magia. Era eso, o llevar la pelea hasta un punto en el que Calvar ya no pudiese utilizar su magia para ser un hombre de hierro.

    –Deja de esconderte, perro, solo quiero enseñarte unos trucos– La voz era cercana. Estaban en el mismo patio, a unos metros de distancia. Sin embargo Calvar desconocía en donde estaba Kian, el cual estaba detrás de unas macetas grandes que contenían rosales.

    El mafioso hizo un golpeteo en el piso. Kian identificó que sonaba diferente a sus pisadas. Era un arma, aunque no sabía identificar que arma exactamente.

    No le basta golpearme con sus puños de hierro…Pensó el capitán al tomarse las costillas con dolor… Las balas no le afectan por su cuerpo cubierto de magia, ¿Qué tal las granadas?

    Kian levanto un trío de granadas. Las activo quitándole el seguro y presionando el gatillo. Escuchó las pesadas pisadas de Calvar. Estaba recubierto de hierro. Era su manera de defensa contra la magia del tiempo de Kian… Sin embargo eres incapaz de seguirme el ritmo alterando tus capacidades si eres incapaz de verme… – Pensó el capitán con confianza.

    La primera granada fue lanzada del escondite. Calvar reaccionó de inmediato hacia el lugar donde cayó, identificando el escondite de Kian. La granada se activó y soltó una nube de humo. Calvar levanto su bastón enteramente hecho de hierro y corrió en dirección a los rosales. Una vez introducido en la nube de humo no logro ver que dos granadas más habían sido lanzadas a sus costados.

    La explosión se dio.

    Kian observaba a espaldas de Calvar.

    La nube de escombros desapareció. Ahí se encontraba en medio del hueco un Calvar firme, pero descubierto de los brazos y la cintura sin su magia de hierro. Parecía estar aturdido.

    Era la oportunidad de Kian y la tomaría. Sacó dos cuchillos de entre su uniforme. Corrió a toda velocidad. Una vez estando en contacto con Calvar desgarró los brazos del mafioso con los cortes de sus cuchillos.

    Calvar soltó el bastón de hierro por el dolor de las heridas.

    Kian lo tomó instintivamente después de clavarle los cuchillos en los costados de la cintura.

    Calvar soltó un aullido.

    Si tu cuerpo es de hierro entonces si es golpeado por algo de hierro debería hacerte daño…

    Kian utilizó el bastón como un profesional, le dio un par de giros y arremetió un golpe en la mejilla de hierro de Calvar. El golpe le reventó la piel que era una lámina de acero, dejando brotar sangre. Kian continúo con los golpes. Le golpeó en los hombros y los brazos para rematar.

    Los gruñidos de Calvar eran salvajes.

    El último ataque de Kian iba directo a la frente, pero el mafioso lo atrapó justo antes del contacto. Sus brazos volvieron a recobrar la armadura de hierro. Moldeó el bastón de hierro como si fuera arcilla. El bastón perdió parte de la masa original.

    Kian dio un salto en retroceso. Huir era imposible, aquella masa de hierro que había sido retirada fue lanzada hacia él con como dos bolas de hierro que le molieron la carne de sus hombros.

    El llanto de Kian fue desgarrador.

    Calvar se acercó como un monstruo en dirección de su presa. Calvar le dio dos golpes en el abdomen a Kian. Tomó lo que restaba del bastón de hierro y le arremetió un poderoso golpe en el pecho al capitán, mandándolo por los aires hasta destruir parte de la casa del terreno en que estaban peleando.

    El mafioso empezó a caminar lentamente por el patio de la casa en dirección a la pared que había destrozado –Eso fue muy inteligente, capitán… Mis brazos están sufriendo unos cortes bastante grandes...– El hombre tomó ambos cuchillos que le habían sido incrustados en los costados de su cintura. Los removió aguantándose el grito de dolor –No creí que fueras capaz de llegar a tanto… Creí que serias una presa más fácil de conseguir– Calvar entró por la hueco de la pared. Ahí se encontraba el capitán en el suelo, completamente derrotado, de cara contra el piso y retorciéndose por el dolor de los golpes recibidos en el abdomen.

    – ¿Por qué peleas, Kian? ¿Tienes un motivo?– Kian escuchó atentamente aquella pregunta. No tenía tiempo para pensar en una respuesta, aunque la pregunta quedo ahí. Calvar se acercaba a Kian al momento en que pateaba concreto que se encontraba en medio de su andar –La mafia Lebóre apoya a familias pobres y les da un hogar a los niños desamparados. Les da educación y les da un trabajo. Un motivo por el cual vivir… Yo era uno de esos niños huérfanos… Altmayer me encontró en medio de un campo de guerra abandonado en el reino de Ilu… Desde entonces fui entrenado para y por la familia Lebóre… Probablemente sea más joven que tú, pero mírame, hasta donde he llegado. Soy uno de los líderes de la mafia Lebóre… ¿Y tú? Solo un perro sucio del ejercito…

    Calvar se encontraba justo detrás de Kian. Abalanzó el bastón de hierro sobre el cabello alborotado del deprimente Capitán. Le dio un golpecito en el cráneo –Te mandare a dormir, cuando despiertes estarás con nosotros… Si te portas bien llegaras a ser grande… Créeme cuando te digo que la Mafia Lebóre no tiene malas intenciones, de hecho sus objetivos son tan grandes que te darían miedo… Pero créeme, el mundo que desea nuestro jefe traerá muchos más beneficios de los que ha traído el mundo que nos ofreció el Gobierno Mundial actual…– Levantó el bastón cortando el aire. Los ojos de calvar estaban vacíos, completamente decididos –Tú decides de qué lado estas…

    Justo cuando Calvar estaba por bajar el bastón una nube de humo salió por debajo de Kian. Cubriéndolo rápidamente. Calvar perdió la visibilidad en toda la casa. Kian ya no se encontraba en el suelo. El mafioso sintió una energía mágica, pero no en el suelo, aquel soldado se encontraba en el techo.

    Kian terminó el hechizo. Unas llamaradas salieron disparadas de sus manos contra Calvar, el cual las resintió a pesar de su cuerpo de hierro. Era como si le estuvieran roseando con agua hirviendo lanzada a presión.

    El fuego cesó.

    Calvar levanto la mirada hacia el techo. Kian ya no se encontraba ahí. Sin embargo escucho el corte del viento de unos cuchillos detrás suyo. En ese momento Kian olvidó toda norma de honor. Apuñaló a Calvar con los cuchillos que había tirado al suelo. Su espalda había sido debilitada, el hierro estaba ardiente, el filo de aquellos cuchillos atravesaba el hierro fundido como un pedazo de carne. Los gritos de ambos jóvenes lleno la casa.

    Kian gritaba rabioso y temeroso.

    Calvar chillaba de dolor.

    Tras la tercera apuñalada Calvar arremetió un puñetazo a Kian mandándolo hasta el otro lado de la casa, destruyendo la cocina en el proceso. Aun había humo, así que Kian pudo desaparecer con facilidad. Aprovechó la poca visibilidad para hacerle otros cortes profundos a la espalda del mafioso.Volvió a ocultarse entre el humo.

    El ruido del vidrio se escuchó de pronto. Kian había saltado por la ventana cayendo en el asfalto de la carretera. Movió su mano rápidamente formando un circulo enfrente suyo, dio una palmada y poso sus palmas en el suelo. Escuchó los pasos de su oponente acercándose. El olor de la granada de humo apestaba el alrededor, al igual que un pequeño retaso de olor a quemado. La casa donde habían llevado ese pequeño duelo probablemente terminaría hecha cenizas.

    Los pasos de aquel duro acero cesaron.

    El silencio fue estresante.

    El crujir de las paredes de concreto rompiéndose fue terrorífico. Un gran agujero se formó rápidamente en aquella pared. De ella el humo escapaba. Calvar salía de la casa. Su figura se mostraba espectral entre el humo y el polvo. Los pasos volvieron a iniciar. El cuerpo metálico de Calvar daba pasos firmes. Su mirada obscura no se desprendía del cuerpo de Kian, el cual ya no podía más. Estaba lastimado, cansado y casi sin magia, casi.

    ¿Cómo es que logra utilizar tanta magia sin agotarse? Se preguntó Kian entre alaridos de cansancio. El cuerpo de Calvar se desprendía de la nube de humo. Ahí el Capitán recibió su respuesta.

    Calvar salía de la nube sin su camisa. Con el pecho al aire, dejando ver cinco esferas azules de cristal tintinantes incrustadas en su pecho. Las venas le saltaban en dirección a esas esferas.

    Su rostro estaba molesto. En su mano llevaba un tubo de hierro de nuevo, con el que golpeo el suelo.

    Kian no lograba entender que eran esas esferas. Ni siquiera llegaba a asimilar que era realmente ese hombre. Ese mafioso que tras recibir las explosiones de granadas, una llamarada en la cara y varias apuñaladas, lograba seguir de piel, casi tan fuerte como al inicio del combate.

    –Eres un afortunado– Menciono el hombre mientras caminaba hacia Kian con tranquilidad –Estas viendo a uno de los primeros súper soldados del Dr. Naum…

    Los pasos eran pesados.

    La tierra temblaba. Kian temblaba.

    – ¿Súper soldados…?– Murmuró el capitán.

    –Así es…– El hombre se golpeó el pecho creando un sonido hueco metálico –Estas esferas contienen una energía mágica extra, magia que se recarga con la energía del ambiente y magia de oponentes que intentan atacarme– Calvar golpeó con cuidado las esfera del centro de su pecho. Miraba con soberbia al joven en el suelo. Su sonrisa era burlona. Las pisadas seguían firmes. Se estaba acercando a su presa.

    – ¿Comprendes? No tenías ni una oportunidad para ganarme… Tu magia puede ser muy impresionante, pero para alguien experimentado en tu tipo de combate, no lo es…

    – ¿Cómo es que conoces la magia de tiempo?– Por un momento Kian no tuvo miedo, la curiosidad le mataba. Ese hombre sabía algo de su raza. Debía saber de dónde había conseguido aquella experiencia de la que fanfarroneaba.

    Calvar se detuvo. Su mirada se obscureció. Su rostro se tensó. Los ojos se volvieron sangrientos. La presencia que desprendía era atemorizante –Tuve el placer de conocer a un hombre como tu… Lo odio… Siempre estuvo enfrente de mí por su poder… Siempre fue él… Todos lo preferían a él… pero ya no es así… ¡Porque yo soy uno de los pilares que lideraran a los súper soldados de Lebóre!– Dio vueltas a su bastón y se abalanzó con velocidad hacia Kian. Este deslizó su mano hacia enfrente y golpeó el piso con su palma. Una barrera cristalina detuvo el paso de Calvar, después se escuchó una chispa. El hombre estaba sobre un aro mágico. El calor le consumió de un instante a otro. Una llamarada intensa le envolvió.

    Los gritos del hombre fueron desgarradores. El baño de fuego duro pocos segundos.

    La barrera desapareció. Kian se levantó y saco el último cuchillo que le quedaba. Lo lanzo con seguridad. El cuchillo voló rompiendo el aire a su camino. Chocando contra el metal caliente. Clavándose en el pecho de Calvar, hundiéndose en el metal ardiente. El filo se quedó atascado a medio filo.

    La mano metálica de Calvar lo desprendió de su musculo metálico.

    Kian observaba atónito.

    – ¿Qué sucede?– Preguntó al sacar el cuchillo, dejando un hilo de sangre. Líquido que hacia rugir al metal caliente con su contacto –Esas llamas no fueron tan intensas…– Lanzo el cuchillo hacia su dueño. El cuchillo le roso la oreja cortándole un ligero pedazo – ¿Acaso te has quedado sin magia?

    –Esas llamas debilitaron el hierro lo suficiente– Dijo una voz seria, detrás de Calvar.

    El líder mafioso giro su cabeza ligeramente. Justo a su espalda se encontraba un joven alto de cabello castaño y lentes delgados rotos. Era aquel joven que tanto había querido eliminar. El sheriff del pueblo. Chase Parker, levantando una espada. No fue rápido para captar el tajo. Simplemente de un momento a otro la espada casi le había rebanado desde su oblicuo hasta su pelvis.

    El chillar del acero con la sangre fue ensordecedor. El tronar del suelo con las rodillas metálicas de Calvar fue aturdidor. El viento soplaba con fuerza, llevando la brisa de sangre a su pasar.

    Kian desvió la mirada.

    Calvar cayó al suelo envuelto en sangre y lentamente perdiendo su cuerpo metálico.

    Chase le observó hasta que dejó de moverse –Tú fuiste quien trajo a los mafiosos a este pueblo… A mi pueblo… Por eso yo debía matarte…– Esas últimas palabras fueron intensas y llenas de odio. Sonaba cínico al decirlo sin ningún pesar mientras el hombre se desangraba en el suelo.

    La escena fue interrumpida por los aullidos de los mafiosos y el rugir de los motores que se acercaban.

    Más pronto que tarde aquellas camionetas viejas se acercaban desesperadas hacia la mansión Lope, teniendo como obstáculo la escena de un Chase triunfante frente un Calvar cada vez más frío.

    Los mafiosos levantaron sus armas. Las llantas de aquellas maquinas se quemaban por la velocidad a la que iban. No iban a parar tan fácil. Si era necesario atropellarían a Chase.

    Kian estuvo en primera fila para ver lo que sucedió. Era algo bellísimo y a su vez impresionante. Chase no se movió de su lugar. Observaba las camionetas acercarse con un rostro serio, pero que si analizabas bien podía sentir la rabia que le hervía el alma.

    Chase levantó la espada con la que casi había partido en dos a Calvar. De pronto el viento se volvió intenso. Cada vez más helado. Era como el viento que soplaba tras una ventisca. Hubo ventanas de las casas cercanas que no resistieron la presión, tronando al sentir el viento frío moverse con fuerza.

    Los huesos de Kian empezaron a doler, su cuerpo temblaba. De pronto sentía que ese lugar podía llegar a ser tan frío como mencionaba que llegaban a ser los polos. Pudo sentir como la sangre del corte de su oreja empezaba a congelarse. Sus oídos le dolían y se le hacía pesado respirar.

    Todo esto está sucediendo gracias a él… Pensó Kian al apreciar la figura de Chase.

    Todo el viento y consigo la nieve que volaba con el mismo, llegaba para rodear al sheriff de GrayLagoon. El hielo empezaba a pegarse a la piel de Chase, pero ni el intenso frío le hacía quitar esa mirada intensa y vengativa.

    Deslizó su espada hacia abajo, a la altura de su cintura. Tomó la espada con las dos manos. El frío se volvió enloquecedor. El viento cada vez más fuerte. La nieve volaba de un lado a otro.

    Las camionetas se acercaban feroces. Los mafiosos dispararon a la amenaza que podía llegar a ser el sheriff del pueblo. Ninguna bala intercepto a Chase. Cada bala disparada se perdía en el remolino de aquella tormenta de nieve.

    Chase lanzó un tajo al aire con todas las fuerzas que tenía.

    La tormenta voló hacia las camionetas, congelando todo a su pasa. Una vez el viento helado golpeó a las camionetas las levanto, un instante después las congelo. Al igual que la calle entera. La nieve empezó a caer sobre las cabezas de Kian y Chase, así como de los alrededores.

    Chase se tambaleó. Posando una rodilla sobre el pavimento congelado. Exhalo un largo segundo y empezó a respirar con dificultad. Kian pudo apreciar de primera mano todo el poder con el que contaba aquel joven. Una magia hermosa que traía el color blanco a la tierra en forma de un fenómeno meteorológico tan bello como la nieve. Ese poder había acabado con un pequeño ejército de mafiosos. Ese era el poder de un mago que de haber estado en el ejército, tendría un cargo importante dentro de un reino. Chase Parker era atemorizante por lo frío que era y lo grande que podría llegar a ser.

    Por un pequeño segundo, quizás por estar rodeados de nieve, el tiempo se congelo.

    Hasta que se escucharon los quejidos y gruñidos de una bestia. De pronto el aire cortante. Las balas volaron repentinamente hasta Chase, el cual se envolvió en un iglú donde chocaron los proyectiles, reventado ante el duro hielo.

    Kian se quedó boquiabierto al ver como Calvar se levanta del suelo como si la herida de su brazo no fuese nada. La sangre le había dejado de brotar. En su gran parte estaba congelada. Sin embargo de pronto había empezado a hervir. Los rugidos continuaban mientras hacia un gran esfuerzo al levantarse. De pronto los músculos, al igual que las venas de su cuerpo se remarcaron por todo su cuerpo. Su brazo casi desmembrado empezó a unirse de nuevo a su cuerpo. La carne se hilaba como si todo aquel cuerpo no fuera más que un tipo de goma. Las esferas del pecho de Calvar brillaban intensamente. Las venas que antes se le resaltan en dirección a dichos cristales se volvieron cada vez más gruesas y bombeaban enloquecidas. Toda la piel de aquel hombre se empezó a tensar, haciéndole parecer que no estaba más que cubierto por una ligera capa de látex.

    Las esferas de su pecho empezaron a tronar desbordando una secreción parecida a la sangre pero mucho más brillante. Dicha secreción se volvía cada vez más negra con el pasar de los segundos.

    Calvar se puso de pie. Su brazo, el cual casi había perdido se había unido de nuevo a su cuerpo dejando únicamente una cicatriz gruesa de color marrón. Las venas y músculos de su cuerpo volvieron a la normalidad lentamente. Dos esferas seguían relucientes sobre su pecho. Tres habían estallado.

    Una vez había conseguido una postura recta dio un exhalo dejando ver un frío aliento. Sus ojos ya no eran humanos. Estaban brillantes de color gris. Su rostro parecía serio, pero su presencia era como el de una bestia, algo parecido a la vez que peleo con Marcela. Se dio la vuelta rápidamente y golpeó el iglú destruyéndolo en pedazos. Sacando a Chase en el proceso.

    El sheriff de GrayLagoon se deslizó en el hielo con facilidad. Sin duda alguna ver a aquel hombre de pie era algo imposible.

    Si es que a aquella bestia humana se le podía llamar hombre.


    (…)


    Dentro del terreno Lope la guerra se mantenía. Más de un cuerpo había caído en el campo de batalla en que se había trasformado aquel bello jardín, jardín que ahora no era más que un pedazo de tierra que se deformaba a cada segundo.

    Los soldados se habían paralizado con la aparición de Mathias Altmayer en el terreno. La impresión aumento cuando cada persona dentro de aquel lugar observo el combate de Marcus Thompson y el líder de la mafia Lebóre. Un combate impresionante a pesar del poco tiempo que pudieron observar, pues estaban en un campo de batalla y era necesario seguir viendo más por tu vida, que por una pelea sin igual.

    Martin y Trisha continuaban un combate a puño limpio. Sus golpes y patadas eran tan brutales que rompían macetas de arcilla gruesa como si fuera simples bultos de nieve.

    Era un baile extenuante, una secuencia de puñetazos, derribos, intentos de llaves y patadas. No era para nada un combate callejero, sino el correcto combate entre dos personas perfectamente entrenadas en más de un arte marcial.

    Ambos se separaron unos metros del otro. Respiraban agitados. La mujer con su rostro hermoso, pero inexpresivo. Martin con su sonrisa blanca y rostro atractivo.

    El hombre se limpió la sangre su mejilla rota –Me gusta más cuando yo soy el que dirige el baile– Comentó el hombre tras una ligera risa.

    La única respuesta de aquella joven fue un profundo silencio.

    –Una joven callada– Comentó Martin mientras la observaba con cautela. Pensando en el fondo como podría atacarla y como ella podría atacarle–Me encantan las chicas silenciosas. Suelen guardar muchas sorpresas.

    La joven le sonrió –Te fascinare– Dijo con un meneo de su cabeza. Acto seguido en su mano derecha apareció un gancho que lanzó con curva hacia el Coronel.

    Martin hizo aparecer un cuchillo grueso en su mano izquierda con el cual aparto el gancho afilado, pero se llevó una sorpresa, pues del mango de la cuchilla salió disparado una cadena delgada de acero. Trisha corría hacia Martin, tomo la cadena que terminaba en un pedazo de madera. Jalo la cadena hacia su izquierda y la cuchilla voló de nuevo en dirección al Coronel. El cual no pudo impedir recibir un corte por toda la espalda.

    Trisha hizo aparecer otro gancho idéntico al primero. Juntó la tapa de madera de la cadena del primer gancho con el mango del segundo gancho. Lanzó el segundo gancho hacia Martin.

    El hombre lo golpeo desviándolo. Estaba atento a lo que podría hacer con el arma. No le pillaría con otro truco como ese… pero debería concentrarse, porque ahora eran dos ganchos… Eso lo aprendió después de recibir un corte profundo en su hombro izquierdo.

    La cuchilla había sido jalada por Trisha. La mujer tenía un profundo potencial para el manejo de las armas. Era peligrosa como ninguna otra.

    Martin observó atentamente a su oponente. Ahora mismo la joven jugaba con las cadenas y los ganchos dándoles vueltas. A pesar del dolor de sus heridas, el hombre levanto la mirada y le sonrió.

    Trisha odiaba esa sonrisa.

    Martin lo notó por ese chasqueo de lengua que hizo.

    La joven lanzó su gancho en sentido curvo de nuevo, esta vez del lado izquierdo. Martin corría hacia ella, pero parecía que no se defendería. Sería una presa fácil. Pensó ella. Más sin embargo en el último momento el hombre levantó su brazo derecho y dejó que el gancho le desgarra una parte de su carne. Tomó la cadena del arma y la enrolló rápidamente en todo su brazo. Trisha se sorprendió e inmediatamente lanzo el gancho derecho de arriba hacia abajo.

    La cuchilla del arma iba directo hacia el cráneo de Martin. El hombre levanto su cuchillo y desvió el gancho.

    Trisha le sonrió. Ahora podría jalar la cadena y le haría otro corte. Jaló. Sin embargo sintió como la cadena no le obedecía a ella. Sino a un fuerte jalón que había hecho Martin con la cadena que tenía envuelta en su brazo. Ahora mismo la cuchilla ya no era suya, todo debido a que había unido las cadenas de ambas armas.

    El gancho se acercaba rápidamente a ella. Le esquivo, evitando un peligroso tajo en el cuello. Pero Martin estaba más cerca, e igualmente era peligroso. El cuchillo se abalanzaba directamente al corazón. El viento se cortaba a la velocidad de su estocada. Ella lo único que pudo hacer fue esquivar un poco, recibiendo su estocada en el brazo izquierdo.

    El cuchillo quedo clavado. Martin no tuvo tiempo para sacarlo. Ahora le pertenecía a ella. Dio un salto hacia atrás jalando el gancho.

    Ella predijo la acción, no solo esquivando el tajo inesperado, sino parando la cuchilla con el filo del cuchillo que tenía clavado en su brazo apenas hace un segundo.

    Ella tenía más práctica con esos ganchos. Sabía cómo podía ser utilizada. Al igual que sabía cómo podían ser detenidos.
    Martin lanzó el gancho que tenía enredado en el brazo de manera circular. Inmediatamente Trisha se puso de cuclillas para esquivarlo. Martin soltó completamente las cadenas y se acercó a la asesina con rapidez. En sus manos aparecieron dos machetes. Trisha dejó ir los ganchos y luchó contra los machetes con el pequeño cuchillo del Coronel. Fueron un par de tajos, hasta que el impacto poderoso de aquellas armas le hizo perder el control de su diminuta arma. Entonces ella hizo aparecer dos machetes finos de hoja ovalada en sus manos.

    La batalla continuo entre impactos de machetes.

    Durante aquel baile tan peligroso. Martin hizo unos hechizos en el piso con sus pies. Enterrando tanto el cuchillo que había volado por los aires, así como los peligrosos ganchos con cadenas. Los introdujo dentro de la tierra, para perderlos de la vista de su feroz oponente.

    Las cuchillas seguían chocando haciendo un tintinar doloroso para los oídos.

    Los cortes que recibían ambos eran pequeños, pero había y eso significa que cada uno estaba a la altura del otro.

    Ella lanzó un tajo al abdomen.

    Él golpeó ese machete y lo dirigió hacia el piso. Detuvo el segundo tajo del otro machete.

    Ella se sorprendió por su habilidad. Pero ni siquiera fue tan sorprendente como esa patada tan instintiva que sintió en el machete que señalaba al suelo. Fue tan fuerte que ella no pudo sostener el machete y lo perdió de su mano. El giro del brazo de Martin fue rápido. Ella salto por sobrevivencia. Apartándose lo suficiente como para que aquel tajo mortal solo le cortara la parte superior de su pecho.

    Martin no se quedó ahí. Ahora él era una bestia que aprovecharía cada oportunidad. Se abalanzó hacia ella con el machete de su mano izquierda. Trisha desvió el tajo con un desliz sutil, pero Martin en una velocidad casi inhumana juntó su segundo machete. En un jalón inesperado mando a volar el ultimo machete de Trisha.

    Ella volvió a retroceder. De un momento sintió un tremendo instinto asesino proveniente de aquel joven tan apuesto. El machete volaba hacia ella, pero ella no caería ahí, ante un hombre al que ni siquiera guardara respeto. En sus manos aparecieron unos guantes con tres sables cada uno. Detuvo el tajo, empujo el filo del machete junto con el brazo bueno de Martin y se abalanzó rápidamente hacia él, dándole un cabezazo en el mentón. Martin hizo un baile con sus pies. Este último golpe le dio suficiente tiempo a Trisha como para tener la oportunidad de dar un tajo que dañaría gravemente al coronel. Estaba a punto de dar la pisada que le daría el empuje y entonces sintió como se desbalanceaba. Su pierna izquierda había entrado en un hueco de tierra movediza.

    Martin dio un salto bastante largo hacia atrás.Al momento de parar volvió a hacer un baile con sus piernas. Eran movimientos circulares en toda la tierra del terreno. Justo después de parar con los movimientos de su pierna derecha pisoteo la tierra. Los dos ganchos se levantaron de un salto de la tierra. La cadena rodeaba a Trisha. Martin lanzo sus dos machetes para golpear justo a tiempo a los dos ganchos.

    Los machetes chocaron con los ganchos. Las cuchillas de los ganchos iban directo a Trisha en dirección a rebanarle los brazos. Ella sonreía excitada por tan entretenido combate. Levantó las cuchillas de sus guantes y atrapo los ganchos enredando las armas.

    Martin hizo un movimiento rápido con su pie. Dio otra patada y se levantó el primer cuchillo que utilizó. Lo pateó. El cuchillo voló directamente hacia la cabeza de Trisha.

    Ella esquivo el cuchillo moviendo el cuello, recibiendo no más que un ligero corte en la oreja y su mejilla. Sin embargo ella no entendía que era justo lo que Martin esperaba. La cadena de los ganchos estaba en el aire a sus espaldas. El cuchillo jalo la cadena, la cadena jalo los ganchos y los ganchos jalaron a las cuchillas de los guantes de Trisha, abriéndole los brazos y dejándola con el pecho descubierto ante cualquier ataque.

    Martin estaba lejos, pero eso no importaba, tenía la oportunidad para meterle un tiro en el corazón. Puso sus manos como si tuviese un rifle. Él pensó en teletrasportar el francotirador que tenía guardado en su casa. Era algo complicado hacer una teletransportación tan lejana, pero eso no importaba pues eso le daría la victoria. Lo pensó con intensidad. Deseaba tener ese rifle. Sabía exactamente la posición de ese francotirador. Estaba en una caja en el sótano, una caja con una ligera capa de heno que le cubría y estaba cargada. Conocía su peso, conocía color, conocía cada centímetro de aquella arma… Y sin embargo, a pesar de saber cada detalle de aquel rifle, no apareció. Quedando con la postura de un rifle como si fuera un tonto y perdiendo completamente la oportunidad de asesinar a una de las mejores asesinas y líderes de la Mafia Lebóre.

    Trisha no comprendía que pasaba, pero jalo las cuchillas, las enterró en la tierra y saco su pierna enterrada. Empezó a correr feroz hacia su presa, la cual estaba desarmada y desorientada.

    Las cuchillas se posaron para dar la estocada de la noche.

    El filo de aquellas armas se acercaba directamente al pecho de Martin. El hombre no tenía tiempo para escapar. Era el final.

    Una patada en el rostro envió al otro lado del jardín a Trisha.

    Martin levanto la mirada hacia aquella maceta que estaba a un lado suyo. Sobre ella estaba Gus con una pierna levantada. El joven conecto miradas con el Coronel. Su rostro era serio.

    –Siempre he dicho que me infravaloran. Yo un Mayor, he hecho lo que no ha podido un Coronel. Patearle el rostro a una de las líderes de la mafia Lebóre .

    Martin creyó que Gus era un idiota por decir semejantes sandeces en un momento así.

    –Gus, te agradezco la ayuda, pero creo que tu intervención puede funcionar en otra cosa– Comentó al voltear hacia Trisha, que se levantaba con un rostro furioso. El Coronel sudaba y mantenía una sonrisa nerviosa –Yo puedo pelear contra ella. Y si sigo como hasta ahora incluso puedo vencerla… Pero el objetivo no es eliminar a la mafia Lebóre en esta batalla… Tenemos que encontrar a los raptados. Así que búscalos, entra a esa mansión y sácalos de este lugar. Los refuerzos llegaran pronto. Sera ahí cuando ganaremos la batalla.

    Gus escuchó atentamente las palabras de su Coronel. Desvió la mirada hacia Trisha y después agacho la cabeza con un suspiro.

    –Martin…– Comentó de pronto el Mayor Thompson.

    – ¿Qué sucede?– Preguntó Price volteando ligeramente.

    –No sé si te has dado cuenta, pero estamos siendo apaleados…– Comentó con una voz fúnebre. Levantó el brazo y con el pulgar señalo hacia su espalda. Martin giró la cabeza por completo y observó lo que quedaba del terreno Lope. Era un campo de guerra. Al igual que un cementerio.

    –Nuestras tropas están siendo derrotadas por nuestros enemigos... Si eliminamos a sus líderes quizás ellos piensen en rendirse– Reclamó entre dientes.

    Martin posaba una sonrisa aún más nerviosa. Su impresión ante el resto de sus tropas le daba miedo. Era impresionante ver como no se había dado cuenta que la batalla no parecía estar a su favor de ninguna manera.

    –Si Chase no hubiese eliminado a los refuerzos de Lebóre quizás ahora mismo estuviésemos todos muertos– Dijo Gus con rabia. Observaba atentamente a Trisha, ya que Martin todavía no reaccionaba.

    – ¿Estas ciego, Gus?– Comentó de pronto Martin.

    Gus desvió la mirada por un momento hacia el hombre – ¿Por qué me acusas tan vilmente de una discapacidad así?

    Martin se irguió. Se tronó el cuello. En su mano apareció una espada corta. Había intentado aparecer su espada larga, pero no había podido traerla. Algo estaba mal, pero no era momento de distraerse.
    –Ahora mismo tu padre está peleando contra el jefe de la Mafia Lebóre. Yo estoy peleando contra una de las líderes y supongo que Kian quizás está haciendo lo mismo… Ahora mismo parece que estas en toda tu oportunidad para que retomemos esta batalla– Martin volteo hacia Gus con una mirada feroz –No necesito tu ayuda aquí para ganar este encuentro. Tu puedes traernos la victoria…

    Una luz apareció en los ojos de Gus, sonrió y luego agacho la mirada. Soltó un suspiro largo –No me culpes si mueres. No quiero reclamos de un fantasma– Gus se irguió en la maceta quedando al descubierto. Un mafioso lo vio como un objetivo fácil. Apunto hacia él y seguido disparó. Gus levanto un muro de roca –Yo seré el héroe de esta generación… Cuando cuenten mi historia quiero que empiecen conque hice añicos a la mafia Lebóre– Martin escucho cuidadosamente cada palabra del muchacho. Parecía que más que contárselo a él, parecía que lo narraba para sí mismo.

    Gus gruñó con un rostro atemorizante. Asomó un ojo hacia el mafioso que le había disparado. Un hombre moreno de bigote delgado que se sintió intimidado ante la presencia de Gus.

    El joven dio una patada a la maceta y una gran roca se levantó hasta la altura de Gus. Sin pensarlo mucho le dio una patada al enorme bulto de piedra, dirigiéndolo hacia la mansión Lope y destruyendo gran parte de la entrada de la mansión.

    Gus saltó hacia la entrada. Tomó la piedra y su cuerpo se rodeó de una armadura de piedra. Los mafiosos que no fueron afectados por el impacto empezaron a dispararle, pero a Gus poco le hacían esas balan cuando estaba cubierto por su pesada armadura.Sería complicado acabar con todos los mafiosos que quedaban. Matabas a uno y aparecían dos, pero había que intentarlo. Caminaba con fuertes pisadas hacia aquellos hombres que le disparaban sin detenerse. Lograba ver la ansiedad de sus enemigos ante su presencia. Algunos se abalanzaron hacia él. El joven mantuvo el combate contra los más feroces, eran buenos, casi a su nivel y eran más de uno, pero ahora mismo era el foco de atención de todo el mundo. Ganaría esa batalla, no importaba que requiriera para hacerlo. Su figura, la de un caballero de roca que estaba luchando contra poderosos oponentes dio aliento a los cansados y casi derrotados soldados. La batalla continuó con intensidad rumbo a alguna victoria. Fuese el que fuese el ganador.

    Trisha observaba a aquel joven, estaba impresionada. No solo estaba luchando contra algunos de sus subordinados más fuertes, sino que también estaba intentando apoyar a sus soldados derribando a mafiosos que disparaban contra el ejército.

    –Son unos huesos difíciles de roer– Comentó la joven, admirando la dirección de la batalla.

    Martin meneo la espada y le dio una vuelta en el aire –Cuando luchas por algo tus fuerzas se vuelven infinitas. Cada traba del camino se vuelve difícil, pero no imposible– El hombre dirigió su pierna hacia adelante y empezó a poner posición. Tomó la pequeña espada con las dos manos. Parecía más que listo para continuar.

    – ¿Tu luchas por algo?– Preguntó ella.

    –Quiero a mi hija de nuevo conmigo.

    –Esa es la razón por la cual has venido hasta aquí hoy…– Ella volteo a verle fijamente. Los ojos de esa mujer era intensos, capaces de provocar miedo, como los de un depredador –Yo me refiero a algo más profundo… ¿En tu vida luchas por algo?

    Martin tardo un poco para contestar –Siempre he pensado que quiero ser la razón por la cual las personas que amo, puedan vivir felices. Deseo darles el mundo que se merecen… Quiero que esos niños que de pronto entraron en mi vida no vuelvan a sufrir.

    La joven asintió. Tomo postura. Su mirada seguía igual de intensa.

    –Tú no puedes controlar eso. Tarde o temprano ellos se irán de ti y no podrás ayudarlos más.

    –Luchare por ellos hasta que pueda… No dejare que sufran.– Gruñó Martin –Suficiente han sufrido ya…
    –Eso es algo muy complicado– Comentó Trisha.

    – ¿Entonces que me recomiendas?– Preguntó con una ligera sonrisa.

    –Trata de hacer lo posible por hacer del mundo de las personas un lugar mejor. Solamente eso… Porque si intentas hacer que no sufran, no lo lograras y eso simplemente te lastimará a ti.

    Martin soltó una risa fugas –Tratare de hacerlo– Estaba a punto de lanzarse cuando a él también se le ocurrió preguntar – ¿Y usted por qué lucha?

    Trisha le sonrió ligeramente –Lucho para saldar la deuda de aquel que me ha traído hasta este momento. Le estoy eternamente agradecida y la mejor manera de pagar es apoyándole a cumplir su sueño.

    –Entonces luchas por el sueño de otro…– Dijo repentinamente Martin. La frase sorprendió a la chica –Eso es triste.

    Trisha mantuvo su ligera sonrisa –Tu luchas para que otros sean felices. Es igual de triste.

    Martin soltó una risa –Cierto, alguien enamorado vela más por las otras personas que por sí mismo… ¿entonces podríamos llamar a este duelo, un combate a muerte de dos locos enamorados?

    –No sé tú, pero yo no moriré aquí, contra usted…

    –Piénsalo bien, porque yo no planeo morir en batalla– Y con esta última frase el duelo volvió a empezar entre ambos. Empezando con derramamiento de sangre.


    (…)​


    La sangre se derramaba por toda la nieve y el pasto que había en el suelo. Marcus huía de la figura intimidante de Mathias.

    El bosque que se conectaba con la mansión parecía pequeño, a pesar de ser inmenso, pues no había lugar para esconderse, ahí a donde él llegaba a tomar un pequeño respiro aparecía aquel joven, únicamente para llenarle de temor.

    El General se detuvo por un momento dentro de una masa de árboles. Los pasos tranquilos de su oponente se escuchaban cada vez más cercanos. Cada pisada era un dolor de cabeza para Marcus. El hombre llevó su mano hasta su pecho, un sello apareció en la herida abierta que tenía. En unos segundos la herida se fue cerrando poco a poco.

    – ¿Curando tus heridas?– Pregunto una voz serena. Mathias estaba afuera de aquel bulto de árboles donde se encontraba Marcus. La herida había sido cerrada y podría luchar unos minutos más. En su mano apareció un aro de agua que giraba como una cierra. Tenía que ver la manera de vencer a aquel hombre.

    – ¿De qué sirve que cures tus heridas si después de un tiempo se vuelven a abrir? La magia de curación es tan esperanzadora que me enferma. Cuesta dolor y magia curar una herida, para un placebo de unos minutos– Mathias abrió aquellas alas carmesí. Pronto toda aquella sangre se fue a sus brazos, transformándolas en un par de garras largas –Acepte su destino, Marcus Thompson.

    De un momento a otro Mathias se encontraba frente al general con una garra levantada, listo para volarle la cabeza.

    Por poco Marcus no lo esquiva. Aprovechó la oportunidad, lanzó aquella cierra de agua hacia aquel demonio sediento de sangre. La cierra voló rápidamente hacia el pecho de Mathias, pero impacto contra una barrera de sangre que le protegió. Aquella capa de sangre consumió la cierra en un instante.

    –Necesita trucos más elaborados– Se quejó Mathias con un rostro serio. De pronto se sorprendió, ya que tenía el rostro del General justo enfrente suyo. De un momento a otro Marcus le había tomado del brazo, y cuando menos lo había imaginado, este hombre ya lo había levantado por los aires para tumbarlo con una maniobra de judo.

    Marcus estaba a punto de hacerle una llave de sumisión, pero Mathias logró moverse rápido y escapo del área de agarre. El joven se puso de pie con una sonrisa. Aquella caída le había dolido demasiado.
    –Muy bien. Hagamos esto algo más rudo, General Thompson– Las garras de sangre de Mathias desaparecieron, volviéndose coágulos voladores que rodearon el área. El joven se quitó la corbata y desabrochó algunos de los botones de su camisa. Seguido puso una posición parecida a la de la gruya en el Kung Fu.

    Marcus abrió las piernas, una frente, la otra atrás, levantó un brazo con la mano abierta haciendo un ángulo de noventa grados y el otro lo dejó al área de la cintura.

    Mathias se lanzó primero, dando inicio a un enfrentamiento a puño limpio. El combate era rápido y duro. El líder de la mafia se movía con gracia y ligereza, con una velocidad sorprendente, al igual que una fuerza sobre humana. Marcus lograba defenderse, pero era complicado, aquel monstruo con forma de hombre era muy fuerte.

    El combate fue épico. Una lucha de dos líderes. Ni siquiera el terreno soportaba la potencia de aquellos dos hombres. La tierra temblaba y se destruía al pasar de las pisadas de cada uno. Los golpes retumbaban entre los árboles, creando ecos de estruendos. Cada uno rompiendo el aire en su defensa o en sus certeros ataques.

    El combate se volvió pesado. Marcus había golpeado tan fuerte a Mathias que lo había mandado a chocar contra los árboles, destruyendo tierra en el camino. Lo había hecho caer al suelo con fuertes caídas, demoliendo raíces del suelo. Al igual que lo lanzó por los aires haciéndole sufrir daños.

    Mathias por otro lado había sido certero en cada uno de sus golpes. Sus manos volaban como lanzas hacia el cuerpo del General, si el hombre no fuera un gran escudo, quizás ahora mismo estuviese lleno de huesos rotos. Mathias había lanzado una patada al General, haciéndole probar el frio suelo. Y al final de aquel combate de poderes increíbles, humillo a Marcus utilizando un derribe de judo.

    –Hasta el más poderoso escarabajo puede ser derrotado, Marcus– Mathias dio unos cuantos pasos hacia atrás, los brazos le colgaban, estaba un poco cansado. El General Thompson se retorcía en el suelo intentando ponerse de pie –La derrota del escarabajo es más que clara cuando es proporcionada por un halcón– Mathias giro su pierna, hizo presión en la tierra y salto en dirección a Marcus. Demoliendo la tierra en la que había estado parado.

    Marcus de un momento a otro creó una barrera para protegerse.

    La barrera no sirvió de nada, se rompió en pedazos tras el golpe de la poderosa patada, la cual no perdió fuerza por el choque con la barrera, impactando de lleno en el pecho del General, mandándolo a volar por los aires destruyendo todo lo que se le ponía enfrente.

    –Así que ahora utilizaremos magia de nuevo– Dijo una voz melodiosa. Marcus no lo podía creer. Mathias estaba frente a él con sus alas de sangre abiertas en toda su inmensidad y con una pierna levanta lista para enterrarlo en el suelo. Todo mientras el General seguía volando por los aires.

    La patada de Mathias se dio. Y justo como se describió. El General Marcus Thompson quedo enterrado en el suelo.Habían vuelto al terreno de la mansión Lope y habían hecho rugir todo el escenario. Ahora Marcus estaba enterrado en el suelo, con el cuerpo destrozado, pero viendo intimidante a Mathias Altmayer.

    –Cuide su mirada, General Thompson…– Dijo Mathias mientras bajaban lentamente desde el aire con un aleto tranquilo.

    –Se mira intimidante a la gente a la que sabe que puede vencer…– Mathias estaba justo por arriba del cuerpo cansado de Marcus. Volaba con gracia, así como uno de esos ángeles de las viejas historias.

    –Y usted no me puede vencer– Concluyó el líder de la mafia Lebóre. Levantó su brazo, la sangre que brotaba de su mano se volvió un pincho. Bajó su pincho de color carmesí hacia el General, era el momento de acabar.

    Marcus apretó la tierra que ocultaba sus manos. Sus ojos empezaron a brillar de un color azul claro, como si fueran los focos de un vehículo – ¡Altmayer!– Rugió el General. Levantó sus brazos como si cargase un rifle imaginario, apuntó rápidamente y disparó. Un chorro de agua salió disparado del suelo, dejando el pasto seco. El chorro de agua corto el viento y atravesó el pecho de Altmayer.

    A Marcus le rodeaba un aura azul transparente, de pronto Tenía fuerzas para moverse. Un cúmulo de agua lo mando disparado hacia el líder enemigo, tacleándo al joven en el aire. Lo elevó por los cielos, lo tomó del cuello y lo lanzo con una fuerza bruta hacia abajo. Mathias apenas lograba reaccionar. Marcus junto sus brazos, lanzó un grito y un conjunto de chorros de agua a presión salieron disparados como misiles contra Altmayer.

    Mathias puso sus alas de sangre para protegerse de los proyectiles. Cada chorro de agua golpeaba con fuerza. Estaba descendiendo, la caída era inevitable. El joven termino en el suelo, cubriéndose de todo el tiroteo. El bombardeo de chorros de agua destruyo gran parte del patio trasero de la mansión Lope. Mathias se levantó y esquivó tantos disparos como pudo.

    Durante la lluvia de disparo cayo una gota enorme de agua, de la que salió Marcus, dio un salto en el aire, su rostro era furioso, el brillo de sus ojos intensos, su piel tensa al igual que sus músculos. Aquel golpe fiero atravesó el pecho superior derecho de Mathias. La lluvia de disparos seso, ahora era una brisa fría.

    –Usar tu energía vital para remontar en un combate es patético para un mago…

    Marcus se encontraba perplejo al ver que el joven seguía tan sereno como siempre. Con esa mirada profunda e intimidante. Esa persona era terriblemente horripilante.

    –A mi clan lo mataron en la cuarta guerra Mundial…– Dijo Mathias con la mirada vacía en sus recuerdos. Marcus intento sacar su mano del pecho, pero no podía hacerlo, de hecho se percató de que la sangre de Altmayer empezaba a subir lentamente por su brazo –El Gobierno Mundial sabía que éramos uno de los clanes más peligrosos, por esa razón dedico a miles de soldados y cientos de magos en eliminarnos. Incluso después del exterminio de clanes mi familia tuvo que huir, porque no solo eran perseguidos por el Gobierno, ahora también éramos monedas de oro para los traficantes del mercado negro, al igual que una gran oportunidad para la secta de “Los Brujos”. Así fue mi niñez, una constante huida. Finalizando con la muerte de todos mis hermanos, mi padre y mi madre, huí todo el tiempo que pude, hasta que termine en el mercado negro, comprado por una mafia que ya no existe… Porque entre la mafia Lebóre y yo los exterminamos… Cambiare el mundo, General Marcus Thompson, demoleré el sistema actual en honor a mis ancestros y el de todos los clanes… Y usted está en mi camino…– Altmayer conectó su mirada con la de Marcus, haciéndole temer por su vida.

    Mathias toco el brazo de Marcus. El General dio un salto por el miedo, temblaba de pies a cabeza –Eres el escarabajo azul, ¿no es así?, este brazo seria tu cuerno…– Nuevamente le lanzó esa mirada atemorizante – ¿No es así, Thompson? Responda.

    Marcus no podía moverse. No comprendía a aquel joven. Era demasiado poderoso y carecía de miedo o dolor. Un monstruo en toda su presencia. Uno de los hombres más peligrosos del mundo.

    – ¿Qué pasa cuando un escarabajo se queda sin cuerno?– Le susurró.

    El silencio inundo la escena por un segundo.

    Y al siguiente segundo se escucharon los huesos del brazo triturándose.

    Al tercer segundo los gritos de Marcus retorciéndose de dolor.

    El hombre jaló el brazo con tal de no seguir sintiendo todo aquel dolor que le ocasionaba. De pronto no sabía si la sangre que cubría su brazo era la de Altmayer o la suya. Continuó jalando a pesar del dolor. En uno de los tiros logró sacar el brazo, únicamente para ver que estaba hecho pedazos, envuelto en sangre. En su propia sangre.

    –Todavía no acabamos, Thompson– Dijo Altmayer con una mirada fría. Tomó al General del cuello, para justo después destruir los muros de la mansión Lope con su cuerpo.

    Ahí estaba Marcus sometido ante Mathias.

    En el pasillo que conectaba con el muro caído se encontraba Gus. Se le veía fatigado, herido y sudando. Y el joven Thompson conectó miradas con su padre. El miedo recorrió al joven que de pronto se volvió tan solo un niño temiendo por la vida de su padre.

    Marcus levantó el brazo izquierdo en dirección a Gus. Altmayer lo jalo de nuevo hacia afuera para continuar con la tortura.

    – ¡Padre!– Gritó Gus corriendo desesperado tras la figura de su padre que volaba por los aires como si fuese un trapo. Corrió y corrió sin pensar en nada. Llegó al agujero de la pared y vio la escena. Altmayer sosteniendo a su padre de su brazo molido, mientras que con el otro brazo le atravesaba el torso.

    – ¡Tu!– Gritó el joven Thompson – ¡¿Cómo te atreves?!– La ira de Gus le estaba consumiendo. Altmayer movió ligeramente el cuello para aprecia al chico. Era idéntico a su padre. Tenía un aspecto deplorable. Y ese grito le parecía más bien infantil.

    Un azote en el cuello detuvo la ira de Gus.

    –Continúe la misión, soldado– Claudio estaba frente a Gus con un látigo en las manos –Si alguien puede enfrentar a ese hombre soy yo, la mano derecha del General. Un soldado de tu cargo simplemente estaría caminando a su muerte. Déjemelo, Mayor Thompson. Yo me haré cargo de este hombre– El joven tomo el látigo y lo hizo chocar, haciendo sonar al cuero entre sí.

    Gus estaba lleno de furia, pero no era necesario recibir otro latigazo, este ahora era un conflicto de Claudio.

    –No mueras– Le ordenó Gus.

    –No me dé ordenes, Mayor Thompson, recuerde quien es su superior…– El Teniente General caminó tranquilamente en dirección de Altmayer. Listo para llevar a cabo el objetivo. Rescatar y defender al General Thompson –Pero no se preocupe, no moriré.

    Mathias lanzo el cuerpo del General Thompson a lo que quedaba del patio trasero de la mansión Lope, manchando la nieve blanca con la sangre del hombre.

    –Admiro a un hombre que caminaría hacia la muerte con tal de luchar por su amo– Exclamó Mathias Altmayer con una mirada fría y retadora. Con el mentón levantado y los ojos fijos en su oponente.
    Claudio continuaba caminando. Su entrecejo estaba marcado por la rabia. Sus pisadas eran pesadas. Su mandíbula estaba apretada y tenía esa ligera mirada asesina que podía atemorizar a cualquiera. Apretó el mango de su látigo. De un instante a otro el viento se rompió, Mathias sintió un pequeño empujón en su brazo, para justo después sentir una fuerza sorprendente que le jalaba hacia Claudio. La fuerza le desprendió del suelo, estaba volando hacia el joven que estaba frente de sí. Claudio levantó su brazo derecho, cuando Mathias se encontraba lo suficientemente cerca enredo su brazo por el cuello del mafiosos y el brazo del mafioso por su nuca. Acto seguido lo levantó y lo hundió en el suelo con un derribe de lucha libre.

    Claudio se irguió sin ningún problema. Observó a Mathias, el cual continuaba sorprendido por aquella inesperada fuerza que le había atraído. Mientras trataba de comprender lo que había pasado Claudio dio un tiro de su látigo, dándole un roce en el cuello y la mejilla. Nuevamente aquella extraña fuerza le levanto repentinamente, sin que su cuerpo lograra captarlo. Ahora Mathias estaba siendo tomado del cuello. El enganche con el que lo tomaba era exageradamente fuerte.

    Claudio posicionó su puño derecho en la mejilla de Mathias, aquella que había sentido el roce del látigo. De repente una presión inmensa empujó su cabeza y al parecer el puño de Claudio también. En un instante Mathias sufrió un poderoso puñetazo que lo hizo volar hasta los arboles del bosque. Derribando algunos de los pinos con los que su cuerpo impacto.

    Altmayer se ponía de pie. Aquella fuerza que tenía ese muchacho era increíble.

    El Teniente General sacó de su bolsillo unas delgadas agujas. Las aventó una por una, chocando en lugares específicos sin sentido alguno.

    Mathias era lo suficientemente listo como para darse cuenta que cualquier cosa como esa podía fuera de parecer una tontería podía ser una estrategia muy peligrosa, debía estar atento, ingeniarse alguna forma de defenderse de lo que fuese a venir. Y lo hubiese hecho, de no ser porque todo fue muy rápido.

    Claudio se movilizó de punto en punto donde habían impactado las agujas con una velocidad inhumana. En un instante se encontraba lo suficientemente cerca de Mathias. Aquel joven llevaba su látigo en la mano. El mafioso no pudo hacer nada. Recibiendo las docenas de golpes del látigo de Claudio. Los latigazos fueron rápidos, certeros y duros, generando múltiples heridas en el líder.

    Mathias levantó las alas y escapó de aquella lluvia de latigazos.

    Claudio rodeó su cuello con el látigo y empezó a mover sus brazos generando una multitud de círculos mágicos alrededor de suyo. Un centenar de flechas de energía salieron disparadas en dirección a Mathias. El hombre intentó huir volando por los aires con sus alas carmesí, pero aquellas flechas le seguían a una velocidad irreal.

    Se dio cuenta que no podía huir, así que su última carta fue cubrirse con sus propias alas. Todas las flechas impactaron con las alas, clavándose y estallando. En poco menos de unos segundos aquellas alas rojas desaparecieron. Mathias se mantenía a flote, pero sin aquella figura imponente de un ángel de la muerte.

    El humo se esfumaba. Entonces vio el brillo. Estaba completamente rodeado de esferas de energía. Bajó la mirada, ahí estaba Claudio, observándolo con una mirada tan fría como la de él.

    Mathias le sonrió.

    Las esferas impactaron contra el líder de la mafia, creando una segunda etapa de explosiones.

    Claudio observó como el cuerpo de Mathias caía en picada hacia el suelo. Cayendo en lo que quedaba de suelo. El Teniente General camino lentamente hacia el lugar de la caída.

    –Tienes talento…– Dijo una voz apagada.

    El joven soldado seguía caminando sin mucho cuidado.

    –Usted, jovencito, controla la magia prohibida de “la unión”, ¿no es así?– Preguntó Mathias, que yacía en el suelo, lleno de heridas y quemaduras, con pedazos de carne desprendida, como su rostro, ya que en su mejilla izquierda no había más que un pedazo de carne colgante, dejando ver todos los dientes blancos.
    – ¿Cómo te diste cuenta?– Preguntó el soldado con la mirada desafiante y aires de superioridad, viéndolo desde un cúmulo de tierra que lo elevaba un poco de altura. El aspecto del líder de la mafia parecía importarle más bien poco.

    –Sufrí heridas únicamente en los lugares donde sufrí los impactos de tu látigo. He estudiado a todas los clanes asesinados, y conozco lo suficiente como para darme cuenta que cada uno de tus movimientos estaba basados en las “ligas” de tu magia de unión… ¿Me equivoco?

    Claudio se mantuvo callado.

    – ¡¿No comprendes lo épico que es esto?! ¿Sabes lo improbable que es que dos sangre pura de nuestras familias desaparecidas se encuentren?– Mathias Altmayer se levantó como si estuviera levitando. Las venas le empezaron a resaltar por todo el cuerpo. Se podía ver como las venas de pronto hacían fluir la sangre con mayor ritmo.

    El joven soldado lanzo un latigazo rápidamente, pero Mathias tomó el látigo en el aire. Esto distrajo a Claudio. El mafioso tiro del látigo, subiendo a la altura de Claudio. En su brazo derecho se encontraba un coágulo de sangre en forma de esfera pequeña. Mathias disparo el coágulo de sangre como si fuera una bala de cañón, impactando en el abdomen de Claudio y enviándolo varios metros hacia atrás.

    – ¿No le interesaría unirse a mi causa?– El hombre le tendió la mano. Todo su cuerpo herido, tuviese heridas graves o no, empezó a curarse. Las venas, la piel, la carne, todo se unía de nuevo. El rostro de Mathias volvía a tener ese bello aspecto que siempre tenía.

    Un cuchillo voló por los aires. El cuerpo de Claudio le seguía a toda velocidad. Tenía su puño dispuesto a impactar en el rostro de Mathias, quizás de esa manera podría volarle la cabeza y de una vez por todas terminaría con él.

    El puño chocó inevitablemente, pero contra la palma del mafioso.

    La cara de impresión de Claudio nunca había sido tan clara.

    –Mi magia me permite controlar la sangre de mi cuerpo, esto causa que pueda obtener habilidades físicas inhumanas con facilidad. La fuerza que puedes obtener de tus “ligas” queda muy debajo de la fuerza que puedo obtener de la sangre de mi cuerpo– Dijo Mathias con una mirada asesina. Las venas de su rostro se movían como gusanos debajo de una manta delgada. La mano con la que había detenido su puñetazo tenía cada vena resaltada y también se movían.

    Claudio tuvo miedo.

    El hombre dobló la mano del soldado. Lo puso en una posición indefensa, seguido le metió un puñetazo en las costillas, se escucharon los huesos romperse. Después el cuerpo voló varios metros.

    Mathias giró la cabeza ligeramente para ver a su oponente. Soltó una risa silenciosa cuando vio que aquel joven se estaba levantando a pesar del dolor en su pecho.

    Claudio movía sus dedos y picaba sus costillas rápidamente, como si estuviera tocando un acordeón. Unas ligas de color fosforescente brillaban sobre el área de las costillas. Cada vez que una de esas ligas se tensaba, Claudio gemía de dolor.

    –Usar tu magia de unión para poder mantener tus costillas rotas en su lugar… Eres listo y bastante talentoso… Me sorprende que seas un Teniente General…– Murmuró el jefe de la magia mientras se sobaba la mano con la que había parado el puñetazo.

    El soldado gimió por una última vez. Gritó de dolor como nunca antes. Se sostuvo de su rodilla por un par de segundos. Después se irguió ignorando cualquier dolor. Observo a su oponente. Aquel hombre estaba haciendo un juego con los pies como si fuese un boxeador que esta por empezar una pelea.

    –Fui buscado por el servicio secreto hace unos años…Creían que mis capacidades rivalizaban con las del General Thompson…– Claudio terminó de erguirse, mantuvo la mirada en su enemigo.

    – ¿Servicio secreto? Entrar en el servicio secreto es un gran logro, ¿Por qué no entraste?

    –Por mi General… Le debo mi vida. A donde vaya él, yo iré. Y si el muere, será solo porque yo morí primero– Claudio tomó posición para luchar.

    Mathias se detuvo de manera seca. Conecto la mirada con aquel joven. Le sonrió y subió la mirada al cielo, seguido de un suspiro –Si no estuviésemos en organizaciones diferentes, podríamos haber sido buenos amigos…– El hombre se puso en posición de ataque también.

    Sin decir una palabra más, su combate continuo, más impresionante que nunca.


    (…)​


    Un cuerpo chocaba contra una pared. El mafioso termino desmayado, mientras que Gus respiraba agitado y caía al suelo apoyándose con la rodilla. Estaba agotado. Y sus ojos estaban perdidos. Su cuerpo sudaba, a pesar de que la temperatura de GrayLagoon era bastante baja.

    – ¿Cuántos he matado ya?– Dijo para sí mismo.

    Se levantó con esfuerzo y se sostuvo en la pared –He revisado cada maldita habitación y no los encuentro por ningún lugar… Los disparos cada vez son menos frecuentes… Eso solo puede significar que uno de los dos grupos está perdiendo…– De pronto se escuchó un estruendo que hizo temblar las paredes.

    – ¡Maldita sea!– Gruñó Gus al golpear la pared –Ese debe de ser Claudio… Es igual de fuerte que mi padre, pero, aquel hombre tiene una presencia asquerosamente irreal. Es como si fuese la muerte misma…

    Gus continuo caminando por aquel pasillo subterráneo. Las paredes estaban hechas de piedra y cemento, había una temperatura bastante más helada que arriba. Debía ser porque estaba un piso por debajo de la mansión. Por lo que había visto, aquellos pisos servían como almacenes.

    Un chico saltó de pronto por una puerta emboscando al Mayor Thompson. Aquel joven que probablemente acaba de cumplir la mayoría de edad disparó su ametralladora sin ningún sentido.

    Gus estaba cansado y herido, pero logro crear un pequeño muro con el que se pudo defender del descontrolado ataque del chico. Las balas se acabaron pronto. Ahí fue cuando Gus saltó su destrozado muro para llevar un rápido combate a puño limpio. Gracias a dios aquel joven mafioso era novato, por lo que el encuentro acabó pronto. Una vez teniendo a su oponente en el suelo, el soldado le acerco un cuchillo ensangrentado al cuello, lo suficientemente cerca como para tensar la suave piel del chico.

    –No quiero matarte, mocoso, así que me dirás donde están todos los rehenes que secuestraron esta noche y te arrestare para que pienses en un rincón todo lo que has hecho mal, como por ejemplo meterte a una mafia…

    El joven estaba asustado y empezó a hablar rápidamente –Me, me, me rindo, me estoy rindiendo señor, deje su cuchillo– Balbuceó el mafioso.

    – ¿Me lo dirás? De no ser así este cuchillo terminara rebanando ese cuello hasta desprender la cabeza de su cuerpo, ¡Estoy loco, niño! ¡Así que habla rápido!

    Sin pensarlo el chico gritó – ¡En el refrigerador! ¡Todas se encuentran en el refrigerador de carnes de la mansión dando la vuelta al pasillo! ¡Es el derecho, el izquierdo es para verduras, pero ahí metimos todas las carnes y verduras para seguir utilizándolas!

    –Buen niño– Giró su cuchillo y le golpeó la cabeza con el mango. El joven quedo tendido en el suelo, mientras que un hilo de sangre se desprendía de su ceja.

    Gus se levantó con una sonrisa. Enfundo su cuchillo y se estiro los brazos. En ese momento escucho otro estruendo que hizo temblar a la mansión entera. El mayor no lo resistió mas, levanto su radio y hablo por él.

    – ¿Alguien me copia?

    – ¡¿Identifíquese?!– Contestó una voz desesperada.

    –Mayor Thompson, ¿Quién es usted?

    Teniente Ramírez, Mayor, ¿qué sucede? ¡Estamos algo ocupados!

    – ¡Esa no es manera de hablarle a tus superiores, Teniente! ¡Quiero saber la situación allá afuera! ¡Estoy debajo de la mansión y estoy escuchando muchos estruendos!

    – ¡Hemos conseguido controlar el terreno de la mansión Lope!¡Aún existen unos mafiosos que están disparando desde la mansión, pero ahora mismo estamos luchando contra algunos refuerzo que han llegado del pueblo!¡Dimos la vuelta a la batalla cuando llegó el escuadrón del Teniente General Claudio!

    –Excelente– Dijo para sí mismo – ¿Cómo se ve la situación con el Teniente General Claudio?

    – ¡Es impresionante, Mayor! ¡La razón de que la mansión Lope tiemble es debido al épico combate del Teniente contra el líder de los mafiosos! ¡En la vida había visto algo así!... ¡Espere! ¡Vamos a ganar, Mayor! ¡En este momento parece ser que se ha unido el General Thompson a la batalla!– De pronto la conexión se canceló terminando en un pitido. Gus imagino que quizás el radio había sido destruido. Rezaba a la diosa que el Teniente Ramírez, quien sea que fuese, porque no lograba recordar muchos nombres, solo rostros y no todos; estuviese vivo.

    Gus continúo caminando por el pasillo. La luz era débil y nítida. Casi obscura en su totalidad. El retumbe de la mansión no lo hacía menos escalofriante. Pero sonreía, porque estaba cerca de lograrlo. Cerca de Mairis y toda la gente que había sido raptada.Dio la vuelta al pasillo. Ahí se encontraban dos puertas enormes de acero rodeadas de cajas y sacos de maíz y otras verduras. Caminó lentamente hasta la puerta derecha, había suficiente espacio y vista como para poder estar seguro que ahí no había ningún otro mafioso. Aquel jovencito probablemente se había escondido ahí porque tenía miedo de pelear.

    Estaba enfrente de la puerta. Cumpliría la misión. Puso sus dos manos mayugadas por los enfrentamientos de aquella noche sobre los barrotes de acero que servían como seguro. Giró el timón cromado hasta escuchar un clic grave que le daba permiso de abrir la puerta. Jaló de los barrotes de acero. La puerta se abría sola, pero ahí, en aquel refrigerador, solo había un montón de carnes colgando de ganchos, al igual que cajas llenas de más carne.

    –Parece que me equivoque– Dijo una voz aguda. Gus ni siquiera pudo voltear. Recibió una serie de disparos en la espalda a quemarropa. El chico siguió disparando hasta acabar con toda su munición. Cargaba un revolver pequeño, casi como un juguete. Abrió la casilla para los cartuchos y metió las balas una por una lentamente mientras caminaba hacia el cuerpo de Gus, que se retorcía en el suelo.

    –Eres duro. Sobreviviste a todos esos disparos. Mira cuanta sangre, tu uniforme quedara manchado… Bueno, no importa, no te preocuparas mucho por eso, en seguida te daré un disparo en la cabeza. No tendrás que preocuparte más por un uniforme sucio.

    Gus se retorcía de dolor. Gritaba y gemía de manera ahogada en el suelo. Estiró su brazo en dirección al refrigerador y apretó el puño al ver nuevamente que el cuarto estaba lleno de carne.

    – ¿Decepcionado? Es bonita la ilusión de que has ganado, pero también muy triste. Amargo, en ciertos sentidos. Debió ser muy doloroso ver que el refrigerador es solo eso. Un refrigerador– El jovencito termino de llenar los huecos para las balas. Una gota de sangre le cayó en su mano y el seguido se limpió la sangre de la herida con la misma mano –Te diré la verdad, los rehenes se encuentran en un refrigerador, sí, pero no este, sino uno mucho más lejano, por el área de las fábricas. En una fábrica de medicamentos abandonada. Pero créeme, aunque te lo hubiese dicho, no tienes manera de hacer algo. Lo más seguro es que ya se hayan llevado a todos los rehenes de ahí. La mafia no pierde, amigo mio– El jovencito estaba a unos pies de distancia de Gus, lo suficientemente cerca como para acertar su tiro. Le apunto y acerco su dedo al gatillo. Temblaba, tenía miedo, pero estaba listo, lo mataría.

    Se dieron dos disparos.

    Uno del chico, otro de Gus.

    La bala del chico choco en el suelo a un lado del rostro de Gus y la del soldado acertó en el cuello a pesar de que había apuntado disparado tan rápido como había desenfundado su pistola.

    El chico cayó al suelo entre chorros de sangre. Muriendo en segundos.

    Gus se dio la vuelta y se recargo en la caja más cercana dentro del refrigerador de carnes. Había sobrevivido gracias a su chaleco antibalas, pero estaba adolorido de la espalda y no podía respirar bien. Una bala si le había acertado, una en el hombro, y estaba sangrando mucho. Observó el cuerpo del chico y después desvió la mirada hacia las carnes que colgaban de ganchos dentro del refrigerador. Por un segundo la luz tintineo por el temblor de la mansión. Durante ese pequeño instante en que la obscuridad lleno al refrigerador, Gus imaginó los cuerpos de todas sus víctimas, todas colgando de los ganchos, mirándole con un rostro cansado.

    Gus gritó y golpeó la caja de madera a un lado suyo. Los cadáveres desaparecieron, volviéndose carne nuevamente.

    Nuevamente gritó, pero más fuerte. Porque había matado a alguien más y porque ahora sabía que no había manera de traer de vuelta a todas esas personas. La misión había sido un fracaso.
     
    Última edición: 22 Noviembre 2019
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    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 23 – Héroe

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    -21 de Marzo de 2893 D.C.-

    Mairis había sido introducida a algún lugar, pero ella no sabía dónde, se escuchaba un eco metálico, pero no era parecido al del lugar en que estaban todas las demás personas secuestradas. Ese eco era metálico, pero más como el de una simple lamina, no como el de unas paredes de acero. La habían estado dan vueltas de un lado a otro, hace unos minutos había escuchado los gritos de unos hombres, al igual que el rugir de unos motores junto con el chillar de las llantas de un vehículo. No sabía que estaba pasando, pero tenía un mal presentimiento.

    Se quedó quieta en el lugar en la que la habían dejado, pudo escuchar un poco de la conversación de tres hombres.

    – ¿Cuántos somos y cuantos vehículos quedan?

    –Somos doce, contándonos a nosotros. Nos dejaron unas armas, pero nada impresionante, solo por si teníamos un poco de problemas al momento de estar huyendo. Tenemos una camioneta y este camión. Fácilmente podemos meter a todos los rehenes dentro de esta caja.

    –Dudo que tengamos problemas para huir, ahora mismo el enfrentamiento se está dando en la mansión Lope al otro lado del pueblo. Todas las tropas de Hericent deben estar ahí.

    –Pero no podemos tener idea de si están esperando alrededor de la zona. El ejército de Hericent es grande. Trae las armas y dáselas a los mejores tiradores que tengas. Tú, reúne a los demás y traigan a todos los rehenes, asústenlas con sus pistolas, no importa si matan a alguna de las mujeres, quizás la más vieja, así las demás aprenderán quien manda aquí… Tráiganlas rápido. Tenemos que irnos lo más rápido posible. Yo traeré la otra camioneta.

    ¿El ejército está aquí? Vinieron por nosotros… Pero están lejos… Tengo que hacer algo… Si logro escapar quizás pueda contactar al ejército para que venga hacia aquí… No puedo usar magia, me han bloqueado la magia con las esposas. Son listos…

    Mairis se mantuvo en aquella lamina de metal que servía como asiento. El frío era horrible. El silencio lo era más. Pero lo más horrible eran los gritos de la gente a lo lejos al momento de que aquellos hombres empezaron a sacarlos. Los disparos fueron el punto en el que le llevaron a explotar en horror.


    (…)​


    Dos hombres caminaban por un callejón lleno de tubos hacia la bodega de las armas. El lugar apestaba a químicos por los desechos de aquella fábrica que antes había estado en funcionamiento. Los hombres hablaban sobre lo entretenido que sería disparar a aquellos soldados entrometidos. Al igual que posiblemente les hubiesen dado un bono por meterle un par de tiros a algún soldado de alto rango. La charla se desvió hacia lo impresionante que debía de ser ver pelear al jefe Altmayer. Las historias le narraban como una bestia. Como un demonio sin serlo.

    La charla se acabó cuando Bastian cayó desde arriba del callejón, derribando a uno de ellos de un fuerte golpe. El chico se recuperó rápidamente, debía noquear al otro antes de pudiera avisar a sus camaradas. El combate fue rápido y certero, al igual de complicado.

    Una serie de puñetazos y patadas de un lado a otro. Todo paso rápido. Bastian comprendió que luchar de verdad no era como los entrenamientos con el sheriff, no todo era tan controlado ni tan parecido a una danza de puñetazos, al menos no entre un luchador entrenado y otro callejero.

    En menos tiempo de lo que había esperado ya tenía moretones por todo el cuerpo. Su oponente saco una pistola. El chico se quitó la correa de su espada. Uso su arma con inteligencia y sin necesidad de desvainarla derribo la pistola del mafioso.

    El combate continuo por un poco más, Bastian recibió un fuerte golpe en el rostro, al igual que las costillas, pero aquel jovencito Tenía pasión y no perdería contra aquel mafiosos que no parecía más que un drogadicto escuálido, pero bastante rudo.

    Todo finalizo cuando el mafioso se descuidó un poco, Bastian, ya un poco cansado, se dio cuenta que su oponente era duro. No sería fácil noquearlo a golpes. Rodeo el cuello del hombre con la funda de su espada y le corto la respiración apretándole la garganta.

    Bastian no sabía si temblaba por el miedo o por la fuerza que estaba utilizando. Sufrió los rasguños del hombre al perder el aliento. Al igual que sintió como el hombre perdía las fuerzas hasta que su manos cayeron al suelo desplomadas completamente. Bastian lo soltó justo en ese momento. Cayó hacia atrás, observo los dos cuerpos de los mafiosos. Sus ojos estaban abiertos y su respiración estaba agitada. Temblaba demasiado. Se tomó las muñecas y trató de calmarse. Su agitado aliento empezó a calmarse. Después enseguida corrió hacia el cuerpo de su oponente y le revisó el pulso. Estaba vivo.

    –No lo mate...– Dijo el chico para sí mismo con sorpresa y lanzo unas risas nerviosas –No lo mate, no lo mate, no lo mate…– Su corazón volvió a la normalidad tras ver que no había matado a un hombre.

    Uso su espada como apoyo para levantarse. El plan continuaba. Esto era solo el inicio.


    (…)​


    Un niño lloraba al lado de Mairis. La chica había tratado de calmarlo, pero era imposible, el niño estaba ensordecido por su propio llanto. Al parecer están metiendo pocas personas a la vez, quizás se debía a que las personas adentro de aquel cuarto de acero no eran fáciles de controlar.

    Mairis escuchó que pusieron a otra persona enfrente suyo, desconocía quien era. El mafioso que la había traído daba fuertes pisadas, por lo que dedujo que se estaba yendo. La chica chasqueo la lengua, pues ella sabía que de intentarlo quizás podría obtener la manera de huir, pero para eso ocupaba su vista, no estaba lo suficientemente entrenada como para pelear con las vendas en sus ojos. Además, no podía usar sus puños, ya que la tenían esposada con los brazos en su espalda.

    Después de un minuto llego un mafioso con otra persona.

    – ¡Recórranse! ¡Necesitamos que todos entren en este remolque!– Aulló el hombre con rabia para imponerse ante los rehenes. La mujer que estaba sentada a un lado de Mairis le empujo, por lo la chica se pegó al niño que estaba llorando. El niño le toco la pierna a Mairis con su pequeña mano y se disculpó.

    La chica se tensó en el momento que capto lo que había sucedido.

    El hombre estaba saliendo nuevamente. Podía escuchar sus pisadas en el metal de la caja del camión. Mairis se acercó al oído del niño. Cuando escucho que el hombre se encontraba lo suficientemente lejos como para poder escucharlos.

    – ¿Tus manos están atadas por enfrente?– Le susurro la chica.

    El niño balbuceo unas cosas incapaces de ser traducidas. Era parte del llanto.

    –Si– Contesto finalmente el niño.

    Mairis se sorprendió. Quizás lo habían hecho porque los mafiosos no contaban con que los niños fueran peligrosos. Tenía un punto a su favor. Se concentró lo suficiente en su oído. Las pisadas no se escuchaban, al igual que parecía que no había nadie alrededor del camión.

    –Necesito tu ayuda, amiguito– Le volvió a susurrar al chico.

    El niño estaba moqueando y tenía la voz tartamuda. Se notaba su miedo.

    Mairis fue clara –Si me ayudas estoy segura que podremos salir todos de este lugar. Quítame la venda de los ojos. Es todo lo que te pido.


    (…)​


    Dos personas después, el mafioso había aventado bruscamente a una jovencita en la misma fila que estaba Mairis. La mujer que estaba a un lado de Mairis mascullo unos insultos en silencio. El niño al lado de Mairis temblaba nervioso.

    – ¡Que dijiste, puta!– Grito el mafioso al escuchar los murmureos de la mujer. Le dio una cachetada para que se callara.

    Mairis se mantuvo quieta, con la cabeza pegada a la lámina del camión. Inmóvil. Serena.

    – ¡Son solo un fastidio…!– Gruñó el hombre al retirarse del camión. Los pasos eran más pesados ahora, podía ser por lo enojado que estaba. La lamina tronaba fuertemente, creando un eco en toda la caja de metal – ¿Dónde se metieron Bill y Carl? ¡No han traído las armas!– Concluyó el hombre gritando a un compañero lejano.

    Mairis inhalo y exhalo una larga bocanada de aire. Se mantuvo quiera por tres segundos y apretó los dientes pidiendo a la diosa que le diera toda la fuerza que necesitaba. Se aventó hacia enfrente y la venda cayó al suelo. Se movió rápidamente, como una gacela, fue inevitable no hacer ruido por aquella caja de hierro.

    El hombre se dio la vuelta sorprendido. Justo al girar hacia la caja se encontró con una poderosa patada de la chica que lo mando al suelo. Los lentes del hombre se rompieron y volaron hasta el otro lado de aquella zona de carga. Mairis cayó al filo de la rampa por la que subían a los rehenes. Vio el cuerpo inmóvil del mafioso gruñón y rápidamente hecho un vistazo a hacia su alrededor, se asustó al ver otro cuerpo cayendo por la puerta de su derecha.

    Era Bastian, rezongando de cansancio, lleno de heridas y moretones, con la ropa desgarrada y con la espada en su mano cubierta con sangre.

    La chica sonrió y corrió hacia los brazos del joven, que ni siquiera se había percatado de su amiga. Bastian levanto la mirada y sonrió, abrió sus brazos, atrapando a Mairis en un gran abrazo. La chica lloraba soltando todo el miedo que había tenido a lo largo de aquella larga noche. Bastian tenía un ojo morado y apenas tenía fuerzas para poder sostenerse en pie, pero la abrazó con fuerzas, derramando una par de lágrimas, mientras le decía todo lo preocupado que estaba por ella.

    – ¿Te hicieron algo?– Le preguntó el chico con un nudo en la garganta.

    –Nada– Contestó la chica en un llanto profundo. Mintiendo para no preocupar a su amigo.

    –Me alegro– Contestó el joven con alivio. Uso su espada para romper las cadenas. Con un fuerte tirón logro hacerlas tronar. Ahora ella también podía abrazarlo sin ninguna dificultad –Estábamos preocupados. Demasiado. Temíamos no volverte a ver. No podíamos dejar que eso pasara. Nunca permitiremos que nos arrebaten a alguien más… Te amamos… ¿Lo sabes?

    –Lo sé– Contestó la chica en medio de una risa nerviosa.

    No dejaremos que te pase algo… Yo te lo prome…– Bastian levantó un poco la mirada y observo a aquel mafioso que había derribado Mairis levantarse con la mirada inyectada en rabia.

    – ¡Mairis, corre!– El chico le dio la vuelta y la empujó hacia la puerta por la que había entrado. La chica sintió que el mundo se le venía encima, cuando escucho los disparos y vio la sangre chorrear.

    El mafioso que ahora estaba de rodillas había sacado un pequeño revolver y había disparado tres tiros contra Bastian. En el momento en que estaba por dar el cuarto, Bruno apareció disparando contra el hombre con sangre fría, volándole la cabeza.

    Los mafiosos empezaron a gritar preocupados tras el tronar de las tres balas del revólver y tras la bala del francotirador. Se escucharon las pisadas de todo el escuadrón de mafiosos que quedaba en la fábrica.

    Bruno bajo el francotirador al ritmo en que su corazón aceleraba sus latidos. Sintió una presión en el pecho y de pronto le faltaba el aire. Puso su mano en su pecho y respiro agitado. Las pisadas se escuchaban cada vez más cercanas, pero su cuerpo no reaccionaba. Estaba envuelto en un dolor profundo. Había matado a un hombre.

    Mairis gritaba el nombre de Bastian repetidas veces mientras lo revisaba. El chico seguía consiente, tenía una bala en el hombro y brazo derecho. La primera bala le había rozado la oreja derecha, quitándole un pedazo pequeño de la misma.

    –Se acercan…– Balbuceo Bastian envuelto en el ardor de sus heridas –Ya no podremos huir… Quedan seis mafiosos todavía. Bruno noqueo a dos y yo a cuatro…

    Mairis observo el cuerpo del mafioso con horror. Después vio a su hermano que apenas podía respirar. Ahora quedan cinco enemigos que se acercaban rápidamente a su posición. Bastian estaba herido y Bruno parecía fuera de combate. Ella era la única que podía continuar.

    –Discúlpame, Bastian…– Le dijo casi como un susurro. El chico estaba en sus brazos y no comprendió exactamente a qué se refería. La chica le jalo con todas su fuerzas y lo devolvió a la puerta por la que había entrado, estrellándolo contra la pared de aquella habitación. Bastian soltó un gemido de dolor tras el choque. La puerta se cerró, dejando ver a Mairis completamente decidida a terminar con todo.

    – ¡¿Qué demonios pasa aquí?!– Gritó un hombre gordo que salió del frente del camión con una escopeta. Apuntó sin remordimientos hacia Mairis, la chica se lanzó hacia la caja de carga, el disparo sonó como un rugido, pero no le dio a nada. Mairis se dirigió hacia el cuerpo inerte del hombre a que Bruno le había reventado la cabeza y tomo el revólver.

    La chica volteo con su hermano – ¡Bruno! ¡Sé que debe de ser duro! ¡Pero tenemos que continuar!

    El hombre gordo salió por el otro lado del camión – ¡Así que tu disparaste hace unos segundos!– Gritó el hombre con su voz gruesa. Recargo su escopeta en dirección a Bruno. El chico se captó de ellos. Estaba lo suficientemente cerca como para ser letal. El dedo del hombre se dirigió sin temor al gatillo. Al igual que Mairis, que disparó entre un grito.

    Las balas tronaron una después de la otra, todas impactando contra el pecho peludo del camionero, que llevaba únicamente una camisa de resaque blanca, que pronto se tinto de roja.

    Bruno escucho el ensordecedor gritó de Mairis al mismo tiempo que apreciaba con toda claridad como el hombre caía al suelo muerto con cuatro tiros aleatorios en el cuerpo. El chico escuchó claramente como el cuerpo de aquel hombre caía en el suelo. Haciendo tronar su grasa con el pavimento. Sus ojos perdieron su luz rápidamente y sus movimientos cesaron a los pocos segundos.

    El joven volteo hacia su hermana, que yacía con su mirada baja y el cuerpo tembloso, las rodillas juntas y los brazos descendiendo con el revolver en ambas manos. Bruno se paralizo al ver a su hermana de tal forma. Se sintió inútil. Humillado. Una basura por haber dejado que su hermana menor se viera forzada a mancharse sus manos.

    Las pisadas se estaban acercando, tres hombres cruzaban los pasillos desde la bóveda de acero hasta la zona de carga. Ahora estaban alerta, ya que habían escuchado más disparos.

    – ¡Quien es esa chica!– Gritó uno de los tres hombres al levantar su metralleta recortada.

    –No lo sé pero trae un arma, probablemente ella sea la de los disparos– El hombre levanto dos pistolas.

    Mairis escucho a los hombres atentamente. Dio un chillido al momento que escucho que estaban sacando sus armas. Sus ojos se abrieron y su cuerpo se tensó. En un movimiento casi instintivo olvido su miedo, girando sobre su cuerpo levantando el revólver. Su puntería era casi perfecta, pues al disparar las últimas dos balas había rosado a sus enemigos.

    Los mafiosos se cubrieron con lo que pudieron tras los dos disparos.

    El clic del tambor alerto a Mairis, que lanzo el volver a la nada pues no tenía balas con la cual recargarla.

    – ¡Elimínenla! ¡Es peligrosa!– Grito uno de los mafiosos. Los tres levantaron sus armas.

    Mairis quiso crear una barrera, pero todavía tenía las esposas en sus muñecas. Estaba acabada.

    Bruno se entrometió, creando una barrera mágica que los defendió del tiroteo. Su hermana pudo ver en él una mirada brava como la de su hermano Edward cuando entrenaba.

    Una camioneta se acercaba rápidamente. Freno de pronto, derrapando por enfrente del camión. De su puerta salió un hombre alto y musculoso. Mairis giro la cabeza por la sorpresa, lo recordó de inmediato. Era el hombre de los puños de hierro.

    – ¡Ustedes, imbéciles! ¡No asesinen a esa chica! ¡Es la chica del jefe!– Aulló a todo pulmón. Los disparos terminaron de pronto. Al igual que la barrera de Bruno.

    –Podemos dejar a todos los rehenes de ser necesario…– Dijo el hombre de puños de hierro mientras caminaba en dirección a los hermanos –Pero a ella no… Captúrenla a toda costa.

    Los hombres asintieron. Corrieron en dirección a los dos hermanos listos para derribarlos. Sin embargo no contaban que estos dos chicos eran talentosos y habían sido entrenados por un hombre del servicio secreto.

    El combate fue complicado. Los dos chicos lucharon con todo lo que tenían contra los tres mafiosos. El trabajo de los hermanos era impresionante. Era casi como si estuvieran unidos, cada uno podía terminar el siguiente paso del otro. Una combinación de golpes y patadas impresionantes completamente coordinadas.

    Su enfrentamiento fue relativamente sencillo contra los tres esbirros. No fue hasta que el hombre de los puños de hierro cuando se la vieron duras. Pues aquel hombre era mucho más habilidoso y fuerte que sus subordinados.

    Bruno estaba siendo derrotado de manera aplastante en conjunto por los mafiosos. El hombre más delgado lo lanzo hacia la pared del pasillo en que se estaba llevando el combate. Bruno cayó al suelo, ya lastimado y cansado. Tenía su escopeta cargando en la espalda, en el suelo la desabrocho y la uso como un bate. Golpeando en la frente al mafioso, dejándolo inconsciente.

    Mairis estaba llevando un combate contra el hombre de los puños de hierro y uno de sus subordinados. La chica realmente era talentosa, sus movimientos eran fluidos y duros, una genio de las artes marciales. Hacia honores al hecho de que había sido entrenada por un hombre del servicio secreto y un Coronel del Gobierno Mundial.

    El tercer mafioso había caído al suelo de momento, ya que entre Mairis y Bruno lo habían derribado. El hombre se levantó furioso e iba en camino hacia el chico. El rostro del mafioso era obscurecido, enardecido por la rabia. Saco de su saco una pistola. Mataría a aquel jovencito. No había nada que pudiese pararle.

    Excepto un chico con rifle cargado.

    Bruno levanto su francotirador a la misma velocidad que aquel hombre sacaba su pistola. El chico puso la culata en la parte superior del pecho, cercana al hombro. El arma era pesada, pero la adrenalina le impedía notarlo. Cerró su ojo izquierdo. Cada uno apuntaba al otro. Todo había pasado tan rápido. Ninguno de los dos dudó. La bala más rápida fue la de Bruno, atravesando el pecho del mafioso. Sentía remordimiento, pero no era el momento para pensar en ello.

    El hombre de los puños de hierro golpeo a Mairis en el estómago, mandándola a volar dentro del pasillo. La chica cayó detrás de Bruno.

    – ¡Mairis!– Gritó Bruno preocupado. Cuando menos se había dado cuenta aquel hombre con los puños de hierro se encontraba a su lado y ya le había dado un terrible puñetazo en el rostro reventándole la mejilla. Su poderoso enemigo le quito el arma mientras el joven caía al suelo. Le dio una vuelta en el aire y la lanzo con todas su fuerza hacia la pared. Rompiéndola en pedazos.

    Bruno yacía en el suelo escupiendo sangre a borbotones. Observo con toda lucidez como el mafioso hacia pedazos su arma. En su cadera yacían dos revolver. Los utilizaría. Levanto las armas, pero justo en el momento en que las desenfundo aquel hombre de puños de hierro le pateo los brazos, disparando por accidente, pero sin dar a nada. Las pistolas las tomó el hombre y le vació los cartuchos.

    –Tendrás que hacer algo mejor que tus estúpidas armas– Gruñó con un rostro quedaba miedo y unos ojos asesinos. Bruno le miraba con valentía, a pesar de estar muerto del miedo. Fue cuando conectaron las miradas cuando aquel hombre captó quien estaba frente a él–Tu eres el otro chico de la lista… Bruno Hellwell .

    Bruno cayó en impresión, sabían quién era…

    –Mira que botín tenemos aquí, Zeldric. No lo mates, captúralo. El jefe nos adorara por esto– El hombre paso de Bruno y se dirigió hacia Mairis con un paso tranquilo. – ¡Tu! ¡No has acabado conmigo!– Aulló Bruno, pero el hombre no le hizo caso.

    –Así que capturarlo…– Dijo una voz aguda proveniente del último esbirro de los mafiosos. Un joven que aparentaba unos veintidós años de edad, pero que tenía rostro de tener pocos amigos. Se acercó lo suficiente a Bruno y le metió una patada directamente al rostro. Rompiéndole la nariz al chico.

    Bruno estaba en el suelo, mareado por el golpe. Pudo ver como el hombre de los puños de hierro levantaba a su hermana del cuello. Ella pataleaba con las fuerzas que le quedaban para que le soltara de su agarre, pero aquellas patadas ahogadas poco le hacían al hombre. De pronto sintió un pie en su estómago que hacia presión y le sacaba todo el aire, aquel joven mafioso le estaba apretando con todas sus fuerzas el abdomen.

    –Eres rudo, niño. Tienes talento para las armas. Podrías haber sido un gran tirador, pero decidiste venir hasta aquí…– El joven le metió una patada a Bruno en la boca del estómago, haciéndole vomitar.

    El mafioso sonreía al ver a Bruno tan indefenso. Se puso frente a suyo, listo para darle otra patada que lo mandaría dormir. Levantó el pie. Bruno le dirigió una mirada triste, patética. Había perdido.

    Por el pasillo de pronto se escucharon unas pisadas rápidas. El joven mafioso volteo hacia la entrada. De frente corría un chico pelirrojo a toda velocidad con una espada en la mano. El mafioso saco un revolver miniatura de su saco. Bastian salto hacia la caja que estaba a su izquierda. Dio un segundo salto desde la caja y le corto la mano al mafioso con su espada. Todo el pasillo se llenó de un grito ensordecedor. El chico pelirrojo se deslizo en el piso, terminando a espaldas del joven. Uso su espada para hacerle un corte por toda la espalda.

    Nuevamente otro grito.

    El joven mafioso se giró con el rostro enfurecido, en el momento en que el joven se dio la vuelta Bastian lo recibió con una potente patada en el cuello, la cabeza del mafioso chocó contra el pavimento. Pero Bastian no termino ahí, corrió hacia el hombre puños de hierro con su espada en mano. El hombre lanzo a Mairis hacia atrás y detuvo el tajo del chico pelirrojo con sus puños.

    – ¡Miren quien llego, la tercera parte del tesoro!– El hombre desvió la espada de Bastian, una vez desprotegido le metió un puñetazo en el hombro que había recibido el disparo. El chico chillo de dolor dando unos pasos hacia atrás.

    – ¡¿Dónde demonios estabas?!– Se quejó Bruno mientras se levantaba.

    –Tu hermana me dejó encerrado en un pasillo de la fábrica, tuve que rodear para llegar…

    El hombre de los puños de hierro caminaba confiado en dirección a los chicos. Bastian se mostraba valeroso con su espada de frente. Bruno estaba cansado, pero estaba de pie y listo para luchar.

    –Debo admitir que me impresionan. Un par de niños logro infiltrarse en una fábrica custodiada por mafiosos. Mataron a tiros a algunos de ellos y noquearon a otros. Creo que ahora ya logro entender porque mi jefe los desean tanto…

    – ¡¿Qué demonios quieren con nosotros?! ¡Nunca les hemos hecho nada!– Gritó Bastian molesto.

    –Desconozco los motivos, pero las ordenes fueron claras: “Nos vengaremos de los soldados Kian y Gus Thompson responsables de la captura de nuestro mercado de droga. Secuestren a tantas personas como sean posibles… Ya que se encontraran en el festival de primavera de LaneCloud y Hericent traten de capturar a los huérfanos Hellwell y Arcnaik. Son de vital importancia para el jefe. Quien los capture será recompensado.” Nos mostraron fotos de ustedes, la mayoría de mafiosos quizás con un poco de memoria los hubiese reconocido. En cierta forma les agradezco por haber aniquilado a mi gente, ahora todo ese botín será solo para mí. Huiré sin ningún rehén del pueblo, pero llegare con la cabeza del Arcnaik mayor, Bastian Arcnaik y los dos hermanos Hellwell, Mairis y Bruno– El hombre abrió los brazos. Se le veía emocionado y decidido. Ahora tenía una apariencia más temible a la que tenía cuando se encontraban en Hericent durante los secuestros.

    –Bruno, este es el plan…– Murmuró Bastian, sin poder concretar la estrategia, ya que el hombre se abalanzó con toda sus fuerzas hacia el pelirrojo. Bastian trato de detener sus golpes con su espada, pero era algo inútil, era muy fuerte, cada puñetazo le hacía retroceder un paso más.

    Bruno se lanzó tras el hombre por la espalda.

    El hombre lucho solo contra los dos chicos sin inmutarse. Los dos chicos estaban heridos, cansados y carecían de tanta experiencia como él. El combate fue brutal, mas por el hecho de que aquel hombre usaba aquellos guantes con puños de metal que simplemente era una trampa bastante efectiva.

    La pelea fue rápida. Una distribución de golpes que término moliendo la carne de Bruno y Bastian hasta hacerlos caer. Durante la pelea el hombre logro tomar la espada del pelirrojo y romperla, dejándolo indefenso y con un brazo herido contra un monstruo como aquel mafioso.

    Bastian fue llevado a su límite. Terminando en el suelo después de un puñetazo en el abdomen que lo envió hasta la rampa donde lo rehenes lloraban de miedo por no saber lo que estaba pasando .

    Bruno yacía el suelo del pasillo sin poder moverse, posiblemente noqueado. Había sido derrotado por una poderosa patada que lo había doblegado. Para finalizar con él, aquel hombre de puños de hierro le metió un golpe en la mejilla. Después de eso no se movió.

    Mairis corrió a enfrentarse a aquel hombre tras la ciada de Bastian. Se enfrentó al hombre con todas las energías que le quedaban, usando unas combinaciones de patadas increíbles. Era poderosa, hermosa y tenía el alma de una guerrera. Una leona en busca de su presa. Lucho con todo lo que tenía contra aquel hombre. Su duelo fue mucho más rápido. Finalizando en derrota de la chica, cuando por un descuido aquel hombre le pudo arremeter un gancho en la mandíbula que la dejó inconsciente. El mafioso trato lo mayor posible de no lastimar a la chica, ya que pensaba que de mayugarla demasiado podía darse la casualidad de que su jefe no la quisiese.

    Todos estaban derrotados. Bastian era el único consciente, pero sin fuerzas para continuar. Se le veía más pálido de lo normal. Gastado, sin energía, como un moribundo. Sudaba bastante, mostrando un cabello pelirrojo completamente húmedo. Y a pesar de esta tan pobre descripción, el chico seguía manteniendo una mirada valiente.

    –Fue un buen intento, jovencito. Tú y tus amigos lo hicieron bien, pero llego el tiempo de terminar con esto. Me los llevare. Ya que mi jefe es quien los quiere no duden que vivirán llenos de lujos y que seguramente no les faltara nada, así que piénsalo bien. Puedes recibir un último golpe que te mande a dormir o te entregas directamente.

    El chico estaba apoyado únicamente con uno de sus codos, el izquierdo, el brazo que si podía utilizar. Bastian le sonrió mostrando los dientes, unos dientes manchados de color rojo por la sangre. Lanzo un escupitajo al suelo, un coagulo de color rojo ennegrecido.

    – ¿Un héroe se entregaría?

    El hombre de puños de hierro le miro con una expresión seria –No lo creo– Y le sonrío.

    – ¡Exactamente!– El chico uso todas las fuerzas que le quedaban para tomar el mango de su espada, el cual aún tenía un pedazo de filo que usaría como un cuchillo. Lo tomo con su brazo izquierdo se dio la vuelta. Ahí estaba el hombre de los puños de hierro, dándole un golpe en el cuello.

    El jovencito dejó caer la espada. Cayo de rodillas y el hombre lo tomó del cabello. Manteniéndolo medianamente erguido –Fuiste capturado como un héroe… Felicidades. Perdiste con honor– Le dijo. Lo soltó y en ese instante le dio un golpe en la nuca. Bastian había caído.

    El lugar se mantuvo en un silencio sepulcral. El hombre caminó hasta el puente en el que estaba el camión. Observo adentro. Toda la gente secuestrada estaba temblando de miedo por el perpetuo silencio. El hombre sonrío de manera cansada. Lanzo un suspiro con el cual los rehenes empezaron a temblar. Se dio la vuelta con la cabeza en alto. Tenía un aire victorioso que enfermaba. Estaba frente al pasillo. Justo ahí en el inicio del pasillo estaba Bruno, recargándose en la pared con uno de los revolver en la mano.

    Mafioso y chico unieron sus miradas.

    La bala se disparó, dando entre las cejas. El cuerpo del hombre cayó al suelo. Y Bruno quedo de rodillas. Los llantos de los rehenes dentro del camión eran molestos. Pero para el jovencito eran los gritos de victoria perfectos para lo que había hecho… Matar a otro hombre.


    (…)​


    Chase y Calvar habían llevado su pelea hacia la laguna. El combate había sido impresionante. Una lucha de un humano con una fuerza de voluntad sin igual contra un humano con habilidades físicas sin comparación. Kian se había mantenido a la raya, había descansado un poco y quizás podría servir un poco de ayuda, pero no sabía cómo podría servir en semejante combate de nivel épico.

    La gente del pueblo huía enardecido tras el pasar de Chase y Calvar hacia la laguna. El sheriff del pueblo había evitado en la mayoría de lo posible los lugares más congestionados de pueblerinos, pero la batalla se volvió tan grande que fue imposible que nadie se enterara de aquel épico combate.

    Chase se había mostrado como un gran mago, pero el desgaste era algo inevitable y ahora se mostraba utilizando su magia vital. La energía que desprendía era sublime, pero su cuerpo parecía resentir todo el combate. Kian se encontraba en las costas de la laguna cuando el combate se volvió demasiado intenso y Chase se vio obligado a usar tal poder como último recurso.

    – ¡Debes detenerte Chase! ¡Si sigues peleando de esa manera morirás!– Gritó Kian con todas sus fuerzas, esperando que sus palabras llegaran hasta el medio de la laguna, donde tras el pasar de Chase y Calvar el agua se congelo.

    El combate estaba ahora libre de riesgo de cualquier persona alterna. El sheriff del pueblo lucharía libremente. Y así fue.

    En medio de la laguna la batalla se volvió leyenda, pues todo el pueblo pudo verla con libertad. Ahí se encontraba Chase, dispuesto a dar su vida por derrotar a aquel monstruo que alguna vez había sido llamado Calvar.

    La nieve, el agua y el hielo fueron tomando fuerza en los puños del guerrero, luchando en una batalla sin igual. Su pasión se transformaba en espadas de hielo que luchaban contra las afiladas armas de hierro que Calvar creaba.

    Un cazador contra una bestia. Así podría ser definido el combate. Una bestia que luchaba por instinto, dando todo lo que tenía de sus armas para poder destruir a su atacante. Chase era un guerrero valeroso, de esos que se narraban en las leyendas de la primera guerra Mundial contra los demonios. Un hombre que se alzaba con espada en mano contra un enemigo muy poderoso.

    Los picos de hielo volaban en dirección a Calvar, el hombre, en lo que quedaba de su conciencia salvaje destruía los picos de hielo con facilidad. Chase lanzaba todo lo que tenía, tormentas, estacas, espadas, flechas, látigos y picos, era casi imposible dañar a esa bestia. Se acercó rápidamente escabulléndose entre la lluvia de picos de hielo, se acercó lo suficiente como para atascar de lleno una estaca en todo el abdomen del monstruo.

    El pueblo estallo expectante al creer que daría fin la batalla. Sin embargo el cuerpo de Calvar era diferente, mas resiste, más poderoso que cualquiera que alguna persona hubiese tenido oportunidad de conocer.

    Calvar destruyo el pico de hielo, se arrancó la estaca con facilidad. Sus heridas se recomponían con rapidez, sus ojos brillaban intensamente sin dejar verle el iris y las pupilas. Simplemente era un destello de luz intensa proveniente del interior del hombre. Tan centelleante como las esferas que brillaban en su pecho. Una esfera más trono, creando un destello que mando a volar a Chase varios metros hacia atrás.

    Los gritos de Calvar retumbaron en las montañas grises del lago. Se abalanzo en un fiero combate contra Chase, llevando a este a luchar al cuerpo, donde lógicamente perdió terreno.

    Kian estaba impresionado e intrigado. La batalla no era normal. Nunca había pensado en ver algo tan rebosante de emoción épica. Las vibras del pueblo llenaban el corazón de Chase. Fue ahí cuando Kian entendió que no debía de ayudar en este combate. Era una lucha de honor por su pueblo. El joven Capitán alzó la voz estallando un grito de apoyo para aquel joven valeroso.

    Calvar desprendía bolas de hierro de su cuerpo que se disparaban contra Chase, destruyendo el hielo por el que luchaban. Algunas de aquellas esferas de hielo el sheriff del pueblo logro desviarlas con su increíble destreza con la armas.

    Chase sentía como la energía de su cuerpo se desgastaba, pero a la vez, sentía que tenía un poder tan grande como el que nunca sería capaz de conseguir. Su energía vibraba a través del hielo. Su cuerpo gritaba a gritos parar, pero por más golpes, rasguños y cortes que sufriera contra aquella bestia, Chase se veía con toda la intención de seguir con su batalla. Moriría de ser necesario con tal de ganar.

    Una tormenta azoto de pronto el lago, la nieve se fue acumulando alrededor del combate. Un torbellino de vientos helados congelo toda el agua del lago. Los pueblerinos apenas podían observar lo que ocurría dentro del tornado de nieve.

    Dentro del ojo del huracán se encontraban Calvar y Chase llevando la última parte de su encuentro, donde el hombre estaba viéndoselas duras contra la bestia, había sido rasgado de su torso, dejando unas heridas profundas, seguido de un poderoso golpe que le había roto la pierna.

    Chase yacía en el suelo, mientras gritaba de dolor, sin que nadie le escuchara por el ruido de la tormenta. Sin embargo si lograba sentir el temblar de hielo ante el caminar tranquilo de Calvar. Giro la mirada con miedo y vio la figura enorme de un hombre extremadamente musculoso erguirse ante el con una sed de sangre horripilante. Aquellos ojos brillantes eran tan siniestros a pesar de ser tan iluminados.

    El hierro del cuerpo de Calvar se desprendió de su piel y bolo por los aires formando decenas de balas. El jefe de la mafia se miraba inexpresivo, era imposible ver sus ojos, pero Chase sentía que le miraba directamente.

    El sheriff del pueblo golpeo el suelo y un centenar de placas de hielo finas se levantaron. Las balas se dispararon al instante destruyendo todas las placas. La tormenta se congelo. Cuando cayó el último pedazo de hielo al suelo, creado el ruido de vidrio roto, Calvar pudo ver a su adversario de pie, con la pierna rota congelada y su mano apretando su pecho. Abrió los ojos y estos brillaban intensamente de un color blanco. Su cabello hilo por hilo empezó a teñirse de blanco. Desprendió su mano de su pecho y la dirigió hacia Calvar con los dedos bien extendidos hacia el cielo. La tormenta entera empezó moverse dirigiéndose hacia la mano de Chase en un estruendo de viento frío que helaba la sangre.

    Calvar sentía todo ese poder fluyendo por todos los alrededores. Junto el hierro de las balas que había desperdiciado. Intento hacer un escudo de hierro, pero justo antes de lograrlo Chase apareció frente a él. Todo el poder de Chase se encontraba rodeándole, sostenido mayormente en su puño.

    Ni siquiera lo toco. Chase dirigió su puño hacia Calvar y un pico de hielo creció de pronto levantándose en los aires. El mafioso rugía de rabia como una bestia atrapada. El pico le atravesaba por todo el tronco de su cuerpo. Sin contar que hilos de hielo volaban en pleno subida del hielo, atascándose en la carne desprotegida del hombre. La penúltima esfera trono, creando una explosión luminosa que partió el pico de hielo en el aire. El cuerpo de Calvar volaba en los aires. Su piel estaba calcinada. Sus músculos y venas se hincharon de sobre medida, la sangre que fluía a través de todo el cuerpo del hombre empezó a tornar un color obscuro. Su cuerpo de pronto empezó a curarse. Cayó en los restos del pico de hielo. La magia de Calvar era tan intensa que derretía el hielo. Su cuerpo se empezó a cubrir de una ligera capa de hierro. La bestia estaba desatada. Soltó un rugido en la cima del pico.

    Chase apareció frente al monstruo. Con sus ojos brillantes. Con una espada de hierro fina. Con su magia tan pesada y fuerte que era capaz de congelar el agua del aire a su paso en instantes.

    Compartieron un par de golpes.

    Calvar no tenía ninguna oportunidad.

    La bestia ataco con su hierro convertido en cuchillas.

    Chase golpeo las cuchillas de hierro con su espada, cortando el duro hierro con su fino hielo. Dio rápidamente un giro y le hizo un corte en el abdomen que casi separa al hombre en dos.

    Calvar intento dar un grito. Sin embargo quedo congelado ante la mirada brillante, fría y poderosa de Chase. De pronto sintió la entrada de la espada en su pecho. El pico de hielo volvió a jalarlo hacia el cielo. Mientras el pico de hielo lo elevaba dio su último rugido en la cima de las nubes.

    El pueblo de GrayLagoon, Kian, Bruno, todos los soldados de Hericent, los mafiosos de Lebóre, Martin, Gus, Mathias… Cada persona pudo como el pico de hielo se alzaba en la inmensidad como una montaña que partía el cielo.

    El pico de hielo crecía rápidamente. Calvar aullaba en un intento por demostrar su dolor. La esfera de su pecho, la última de ellas, brillaba intensamente, pero no tronaba. Era como si dentro de ella se aferrara toda la existencia del individuo.

    Calvar se elevó con ayuda de su magia, posicionándose al mismo nivel de la bestia. Forjo en su mano una lanza de hielo. Lanzo la estaca, pero el hielo se deshacía al contacto de la energía desprendida de la esfera.

    Chase y Calvar se vieron entre sí. Cada uno asumiendo su destino.

    El sheriff se impulsó hacia Calvar y con todo el poder que poseía en ese momento impacto la esfera. La energía de Chase viajo a través de todo su brazo golpeando aquel escudo mágico que recubría la última esfera. El choques de magia fue intenso, un contrarrestar de dos fuerzas opuestas. Dos polos opuestos intentado unirse a la fuerza.

    El cabello de Chase termino de teñirse de blanco. De pronto sintió más frío que nunca, y sintió como su cuerpo de pronto ya no respondía como lo deseaba. Era casi como si no existiese fuerza dentro de su cuerpo para mover sus músculos. La magia que le rodeaba era la más pura del mundo. Una energía tan única y especial que sintió incluso como su alma empezaba a volverse uno con el mundo.

    Toda la energía que le recorría por el brazo se movió nuevamente a su puño. Chase destruyo todos los músculos de su brazo al mover su cuerpo. Lanzo un grito heroico y lanzo su puño contra la esfera del pecho de Calvar. Ambas energías volvieron a chocar, la esfera se agrieto y por un instante todo se congelo.

    La energía de la esfera empezó a liberarse, cruzándose y mezclándose con la de Chase. El sheriff pudo ver claramente los recuerdos de la vida de Calvar a través de sus ojos. Vio su duro crecimiento, como sus padres le enseñaron a robar para sobrevivir durante la guerra. Como fusilaron a sus dos padres por intentar robar mercancía de los soldados de Ilu, en Nil. Observo claramente los estragos de la guerra de Ilu, un reino hermoso vuelto arena de desierto. Logro sentir su miedo y desespero, sintió el dolor de morir de hambre y de sed, la dificultad de tener un cuerpo casi a los huesos. Al igual que sintió la felicidad que aquel niño pudo vivir al ser rescatado por un adolescente. Era Mathias Altmayer. Sintió el bello sueño de poder comer, de poder dormir en un lugar tranquilo, de beber toda el agua que el cuerpo le pidiese. Observo las imágenes de un entrenamiento de mayordomo, justo para después observar como progresivamente aquellas manos infantiles se mancharon de sangre al tomar un arma y ser entrenado en pos del servicio a la mafia. Observo una infinidad de imágenes de como él, en su crecimiento, desarrollo una admiración por Mathias en millones de experiencias. Desarrollo su lealtad por los años y se aferró a ella. Fue cuando apareció otro chico, un joven de gafas y cabello lacio de cabello castaño claro. Todo el tiempo y el apoyo de Mathias cambio hacia aquella persona, dejando en el olvido a Calvar. Sintió el rechazo y la envidia en toda su plenitud. Sintió el dolor de no ser lo suficientemente bueno para recibir el apoyo de aquella persona que admiraba. Perdiendo en centenar de ocasiones contra aquel joven en más de una ocasión. Cayendo en declive y dejando de ser la mano derecha de Mathias… Cambiado por otra persona mejor en todos los sentidos… Los celos le hicieron intentar cosas horribles contra sus compañeros. Siendo exiliado de la mafia, perdiendo todo lo que le quedaba y lo que se aferraba a tener. Observando como aquel joven se volvía un héroe ante todos, mientras que él solo era una persona más… Embosco a los mafiosos, se encontró con un hombre apuesto de edad madura. Invadió su laboratorio y le obligo a volverlo algo que hiciera sentir orgulloso a Mathias Altmayer, algo con el suficiente poder para opacar a su rival. Chase sintió el horror en carne ajena. Un dolor tan intenso que parecía irreal que un humano lograse soportar todo eso. Sintió la ambición del poder. Sintió el orgullo y la victoria al volver imponente ante su rival y su figura de admiración. Venciendo por primera vez a su rival. Volviendo a formar parte del grupo de Mathias. Sin embargo así como probo el dulce regocijo de volver a tener todo lo que alguna vez fue suyo, también sintió como todo ese poder que no se ganó con esfuerzo le consumía su cordura. Sufrió secuelas. Sufrió las caídas en enfermedades y experimentos, pero todo valía la pena, porque Mathias, su héroe, le aceptaba y se sentía orgulloso de él… Pudo ver muchas más cosas… Muchas más… Finalizando el instante de la unión con Calvar sintiendo el nulo pensamiento que el hombre sentía en ese momento. Había dentro una voz que gritaba de pena, pero el poder de toda esa magia que se encontraba dentro de aquellas esferas hacía imposible escucharle. Sintió claramente como la muerte vino por él. Sintió como su mismo poder le calcino hasta desaparecer.

    –Amar tanto a algo o alguien y morir por ello, aunque triste, es el mayor orgullo de un guerrero…– Susurro Chase al sentir toda la energía impactándole en el cuerpo. Cerro los ojos y de su ojo salió una lagrima que se congelo en el instante. De pronto sintió dolor, sintió como su cuerpo se quemaba, al igual que sintió paz, algo que no sentía en mucho tiempo.

    De un momento a otro el último estallido se dio. Creando una explosión masiva. Que voló en pedazos gran parte del pico. Dejando iluminar todo el cielo que estaba parcialmente obscurecido.

    Dando la imagen final para una batalla que se haría leyenda.


    (…)​


    El pico de hielo y el estallido en la cima de este fue visible por todos los alrededores. Aquel brillo duro lo suficiente como para hipnotizar a todo el pueblo. El impacto fue tal que en medio de la guerra en la mansión Lope todo se detuvo por un momento. Los hombres y mujeres vieron el destello impresionados con el rostro frío. Estaban ante un hecho épico, una demostración de amor, heroísmo y orgullo. Aquel destello era el detonante que indicaba el final de la lucha de GrayLagoon, la perdida de alguien que haría cualquier cosa por su gente. Un final épico que conmovió a más de uno.

    Kian observo el final de aquel brillo en primera fila. Un cuerpo caía del cielo. Era Chase. El soldado uso su magia de tiempo para acertar en el lugar exacto en el que caería. Aunque algo era extraño. El cuerpo de aquel hombre caía lentamente, al mismo ritmo que la nieve que bajaba en ese preciso momento tras el final del estallido. Kian observó maravillado la caída lenta, tranquila, mágica y hermosa de aquel guerrero que había dado todo por su pueblo. Entonces la calma se volvió en ruido, pero un ruido melodioso, el mayor aclamo de un héroe, las pisadas de toda la gente saltando al hielo del lago con tal de socorrer al joven. Algunos gritaban su nombre, otros simplemente lloraban. Toda la gente cercana al lago estaba llegando al centro del lago, ahí donde Kian esperaba la llegada de Chase.

    El hombre cayó en brazos del soldado. Su cuerpo estaba frío y ligero. Su cabello tan blanco como la nieve que descendió con él. Chase no tenía un brazo y parte de su cuerpo estaba quemado. Las quemaduras subían por la mitad de su cuello y el inicio de su mejilla derecha. Pero en su rostro se mostraba un gesto de calma, era como si supiese que su sacrificio no había sido en vano. Había luchado contra el hombre que había traído la peste a su hogar y había ganado. En su rostro se miraba la esperanza de que el sol saliera un día más en GrayLagoon.
    Poco tiempo duro Chase en los brazos de Kian. Pues los pueblerinos llegaron hasta él y tomaron a su héroe. Le levantaron y aquellos hombres que llegaron primero lo llevaron de regreso al pueblo mientras gritaban por un doctor. Los pueblerinos que habían corrido hacia el lugar de la caída hicieron un camino largo sin obstáculos para que los hombres que cargaban a Chase pudiesen pasar sin problemas. El estruendo de las palmas chocando aplaudiendo el sacrificio del joven, resonaron en los oídos de todos, creando una sinfonía entre llanos, aplauso y aclamos, que quizás incluso llegó hasta la inconsciente mente del hombre.

    Kian observo maravillado el despliegue de admiración por el héroe. Sonriendo al pensar que Chase era el héroe que GrayLagoon necesitaba y que toda esa gente demostraba que era justo el pueblo que merecía alguien como Chase.


    (…)​


    Gus estaba saliendo de las ruinas de la mansión justo en el momento del destello, por culpa del fenómeno ni siquiera se puso a pensar en el estado del terreno Lope. Un campo de batalla que estaba llegando a su fin. Observo hipnotizado la luz. Perdido en lo grandioso que se alzaba en el cielo del inicio del día.

    –Hermoso, ¿no es así?– Dijo una voz que conocía. Los ojos de Gus evadieron la maravilla de aquella luz. Detrás suyo se encontraba Mathias Altmayer erguido con las manos dentro de los bolsillos de aquello que le quedaba de su elegante pantalón, mirando hacia la luz, dándole la espalda a Gus. Sus alas carmesí se alzaban en gran tamaño. Eran enormes. Inmensas y hermosas, a la vez que tétricas y vomitivas. Apestosas a muerte.

    Gus sintió que el alma se le iba al ver lo demás de aquella horrible escena iluminada con el brillo de la explosión. Debajo de los pies de Mathias se encontraba lo el cuerpo de Claudio atravesado por una aguja larga de color carmesí. El Teniente General no se movía. Estaba tieso en el suelo.

    –Esta aguja estaba a punto de terminar con el General Marcus– Comentó Mathias al tomar el pico de sangre y desprenderla del cuerpo inerte de Claudio. La aguja se volvió un coágulo de sangre que se elevó uniéndose a las alas del jefe de la mafia. Seguido levantó su dedo índice señalando hacia la derecha. Gus siguió el dedo, tomándose con el cuerpo del General Marcus clavado como un crucifijo de los brazos destrozados.

    –Marcus luchó valientemente contra mí a pesar de no tener brazos, aunque era obvio que no podría hacer gran cosa lo hizo y eso se merece mi respeto. Acabaría su vida atravesando su cráneo. Una muerte rápida. Su soldado, aun encontrándose lejos de aquí logró desplazarse para evitar la muerte de su líder. La aguja le destrozó parte de la espina dorsal… ¿Entiende lo que eso significa?– Mathias giro su cabeza para interceptar sus ojos muertos con los de Gus –Este hombre sacrificó la movilidad de su cuerpo con tal de salvar la vida de su jefe… Un destino quizás peor que la muerte misma… Y eso para mí infunde más respeto que cualquier acción. Una lealtad digna de todo subordinado. Un destino más que cruel para un héroe que salvo una vida.

    Gus salió del shock y se sobresaltó, gruñendo en rabia como una bestia salvaje y lanzándose al ataque como un vil novato. Mathias paro su golpe con la palma sin problema alguno, negó con la cabeza y dio una serie de golpes al Mayor Thompson. Fueron tan rápidos y duros que Gus no pudo hacer nada.

    Justo antes de darle el último golpe el brazo de Mathias se recubrió de sangre generando un puño grueso –No hagas que tu sacrificio sea en vano, joven Thompson– Le dijo a Gus mirándole de frente –Esa es la peor muerte para un héroe– Justo después le dio su ultimo puñetazo mandándolo a volar hasta las afueras de la entrada del terreno Lope.

    El ruido de las hélices de unos helicópteros se acercaba desde el suroeste.

    Mathias agito sus alas carmesí levantándose en vuelo.


    (…)​


    Martin se encontraba detrás de una maceta enorme que alguna vez tuvo plantas hermosas. Se encontraba herido y exhalaba exhausto. Había puesto en jaque a su oponente. Apuntando con el filo de su espada a la tráquea de la bella joven.

    – ¿Dónde están los rehenes?

    La joven soltó una risa burlona –Lejos de aquí…– Contestó sonriendo.

    – ¿Qué?– Cuestiono el hombre con una miedo.

    Martin escucho el romper del aire y un golpe seco. Giró la cabeza y pudo ver como el cuerpo de Gus volaba por los aires. Su rostro palideció –Se encontraban en una fábrica de medicinas en las afueras de GrayLagoon. Estoy segura de que en estos momentos nuestros subordinados ya deberían estar llevándoselos lejos de aquí. Han desperdiciado su oportunidad en una guerra sin sentido– Terminó la joven mostrando una sonrisa. A Martin le temblaba la espada al tratar de comprender que todo había sido en vano. De pronto una presencia asquerosamente obscura se acercó a él. Giró la cabeza y se topó con una patada de Mathias que le hizo atravesar la maceta y estrellarse con las ruinas de la mansión Lope. Martin empezó a sangran de la cabeza. Se encontraba adolorido, el choque le había destrozado el hombro izquierdo.

    Martin abrió los ojos lo más que pudo entre la sangre que le chorreaba. Pudo ver los instantes finales del destello y la silueta de Mathias Altmayer abriendo las alas de manera imponente, como la peor bestia alada.

    El líder de la mafia levantó a su compañera y la atrapo entre sus brazos.

    –Quizás otro día podríamos definir este combate– Mencionó Trisha. Justo antes de alzarse en vuelo junto con Mathias. Martin chasqueo con la lengua y golpeo el suelo al verles desaparecer. Maldiciéndose a si mismo de ser incapaz de haber rescatado a su hija.


    (…)​


    Mathias se posó en las ruinas más altas de la mansión Lope y dio sus palabras de despedida – ¡Lucharon con honor, soldados de Lebóre! ¡Su líder les esta agradecidos! ¡Ahora muestren su lealtad!– Aulló el hombre con una voz firme. La luz de la explosión daba su último destello. Haciendo brillar a Mathias Altmayer como uno de aquellos ángeles blancos de las leyendas. Todos sus subordinados observaron a su líder, admirándolo en todo su esplendor. Los soldados de Hericent estaban consternados al ver a aquel hombre de pie, con sus alas abiertas y la mirada alta. Ahí frente a ellos se encontraba un hombre que se había enfrentado a los dos escalones más fuertes de Hericent y seguía con vida. El líder de la mafia Lebóre. Uno de los hombres más buscados del mundo. El miedo hecho humano.

    Los súbditos de Altmayer hicieron tronar sus dientes. De pronto el terreno de aquella guerra se llenó de ruidos asfixiantes de hombres que había tragado el peor del todo los venenos. Muriendo lentamente por petición de su jefe.

    Los soldados de Hericent vivieron en primera fila el final de todos sus enemigos.

    La luz del destello se apagó y todos los soldados voltearon hacia Altmayer. Los soldados lo presenciaron. El cambio de aquel brillante ser de luz, el retrato exacto de lo que quizás alguna vez fue un ángel, transformándose y cayendo en la obscuridad lentamente, dejando ver ante la luz del sol en la mañana. El cuerpo de un hombre ensangrentado, lleno de golpes y cortes, al igual que unas alas tan rojas que causaba asco. Un ser demoníaco. Un ángel de la muerte.

    Las alas dieron vuelo y se alejaron. Los soldados dispararon intentando derribarlo, pero fue imposible. Aquel hombre desapareció entre el filo de los árboles, desapareciendo en los bosques lejanos de GrayLagoon.

    La guerra en la mansión Lope dio fin con el fin del destello.


    (…)​


    Mairis abrió los ojos durante el destello. No sabía exactamente a que se debía aquella luz, pero pudo ver a su hermano parado enfrente de ella a unos metros de distancia. Muchas de las personas que estuvieron con ella dentro de aquella caja de hierro admiraban la luz entre llantos, mientras agradecían a Bruno entre coreos por haberlos liberado, pero el chico apenas si les hacía caso. Estaba inmerso en el brillo. Mairis no prestó gran importancia al destello, decidió admirar a su hermano. Observando cada detalle de él.

    Había crecido, era alto, nunca lo había notado, pero había tenido un estirón, no eran tan alto como alguna vez fue su hermano mayor Edward, pero quizás algún día podría llegar a serlo. Su espalda era más ancha, ya no era tan delgado como antes. Se había cortado el cabello para el festival y ahora parecía más un joven que un niño. Mairis sonrió al verle de pie y con la cabeza en alto, era un héroe… ¿O era así? Pues luego se perdió en los demás detalles, notando lo manchado en sangre que se encontraba. Lo tenso de su postura y en su mano una pistola la cual apretaba con tanta fuerza que el brazo le temblaba. Aquella cabeza levantada no significaba del todo que estuviese orgulloso, en realidad el chico estaba perdido en la luz. Apreciando un poco pureza en lo sucio que se sentía.

    Mairis empezó a moverse. Ignorando por completo que Bastian se encontraba a un lado de ella completamente inconsciente. Se estaba levantando cuando sintió con su mano el filo de la espada de Bastian, entonces giró la cabeza hacia el pasillo, pasando de sus amigas y observando que todas las balas que habían sido tiradas en el suelo por el hombre de los puños de hierro no se encontraban. Cerca de ahí se encontraba el cuerpo de un hombre con un disparo en la cabeza.

    Melissa y las chicas saltaron hacia Mairis, pero la jovencita no les prestó atención. Se puso de pie rápidamente. Las manos de sus amigas le rozaron los brazos y a ella no le importó. Corrió hacia su hermano, le enredo entre sus brazos y lo apretó fuerte por la espalda.

    – ¡Todo estará bien, Bruno!– Gritó Mairis llorando.

    Y Bruno se quedó quieto sin poder llorar, porque no podía.

    –Ya casi nos vamos… Solo quiero verlo un poco más…

    – ¡Todo el tiempo que quieras! ¡Nos quedaremos hasta que estés listo!– Aulló la chica ahogando su frente en la espalda de su hermana.

    Todas las personas observaron la escena con el rostro serio. Un sonido perpetuo llenó todo el lugar.

    –Oye, Mairis– Dijo el chico con una voz seria y ronca – ¿Hice bien?

    Su hermana no supo contestar. Solo seguía llorando en su espalda por él.

    Bruno soltó la pistola al final del último destello.
     
    Última edición: 22 Noviembre 2019
  5. Threadmarks: [ Parte 2 ] Capítulo 24 - Perdonar
     
    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 24 — Perdonar

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    -21 de Marzo de 2893 D.C.-

    La batalla había finalizado. Los soldados miraban con ojos negros y cansados los cuerpos de sus compañeros y enemigos regados por todo el terreno Lope. Algunos soldados estaban dándoles los primeros auxilios al General Thompson y el Teniente General Claudio como prioridad, los demás soldados aceptaron orgullosos ser tratados después, a pesar de que algunos tenían heridas graves.

    Los helicópteros se acercaban, cada vez era más notorio el zumbido de sus hélices y en la lejanía se podía ver tres manchas negras acercándose rápidamente.

    Martin trotaba por el campo de batalla, ignorando todo su alrededor. El hombre estaba cansado, herido, con huesos rotos y músculos desgarrados, ni siquiera él se explicaba cómo es que podía trotar en esa situación, ya no solo era supervivencia, quizás era su deseo de ver a Mairis sana y salva. Haría lo que fuera para tenerla nuevamente en sus brazos.

    Cruzó los escombros de lo que alguna vez fue la puerta de la mansión Lope. Siguió corriendo, ignorando por completo la increíble escena de la ventisca de Chase que había congelado a los refuerzos de Lebóre.

    Continúo corriendo cinco calles más hasta llegar a un parque, donde yacían los vehículos del ejército cubiertos por mantas a escondidas de grandes árboles y arbustos. Ahí fue cuando escucho el rugir de uno de los motores justo al momento de llegar. El carro patinó de pronto y acelero de manera brusca. El auto se detuvo de seco al momento en el que las luces iluminaron el rostro del Coronel Price. Detrás del vidrio templado se observa el rostro de un joven, era Gus.

    – ¡Sube viejo, tenemos que ir por los rehenes…!– Aulló el muchacho, ordenando a su superior.

    Martin poco caso hizo a los gritos, corrió rápidamente hasta el vehículo y se subió. En el instante en el que la puerta se cerró Gus arranco a toda velocidad en dirección a las fábricas.

    –Perdimos, Martin– Dijo el chico de pronto.

    El Coronel observaba hacia adelante admirando la nada –Fuimos engañados y de no haberse retirado Altmayer todos hubiésemos fallecido… Ese hombre enserio da miedo… Ni siquiera fui capaz de pelear contra él…

    El chico golpeó el vidrio del piloto con su mano – ¡Maldita sea! ¡Tuve la oportunidad de pelear contra él y ni siquiera pude hacerle algo, me detuvo como si fuera un simple novato!– Gus apretó los dientes, llevo su mano a su frente y abrió los ojos –La mayor parte de toda nuestras tropas fallecieron a manos de la mafia… Mi padre y Claudio fueron derrotados, ¡No tengo ni idea de donde esta Kian! ¡Chase probablemente allá muerto tras crear aquel pico de hielo! ¡Y para variar los rehenes no se encontraban aquí!... todo fue un fracaso…

    El vehículo giró en una esquina, derrapando por completo por el pavimento. Gus gritó fuerte tras el derrape. Martin se sostuvo de su asiento sin hacer gesto alguno. Sus ojos seguían igual de fríos que cuando entro al vehículo. Siguieron su curso acelerando lo más que se podía en aquel estrecho pueblo.

    –Cálmate, Gus o me veré forzado en quitarte el volante.

    El chico aceleró aún más después de escuchar esas palabras. El vehículo corría a toda velocidad rompiendo el viento y haciendo una cantidad ingente de ruido. Empezó a gritar de nuevo, gritando más fuerte esta vez al ritmo en que aumentaba la velocidad.

    – ¡Gus!– Aulló Martin.

    Giraron en la siguiente calle a toda velocidad, el auto derrapo de nuevo, esta vez el vehículo se levantó en dos llantas, estuvieron a poco de que se volteara. El chico frenó en seco tras el derrape al ver que había una multitud fuera de un hospital cercano a la curva. Si hubiese continuado corriendo los habría arrollado.

    Martin seguía gritando histérico reproches sobre la actitud de Gus. Sin embargo el chico no le escucho para nada. Él sabía que había hecho mal. En ese momento solo se está desquitando, ni siquiera pensaba en una ruta para salir de GrayLagoon, solo corría por correr. Apretó el volante y soltó un largo suspiro mientras soportaba los regaños del Coronel.

    Una vez terminada la tanda de gritos de Martin, el hombre observo a la masa de personas que se encontraba en la calle de aquel hospital. Estaban prendiendo velas y mucha gente oraba peticiones a la diosa – ¿Qué es esto?

    –No tengo idea…– El chico puso la marcha en reversa –No tenemos tiempo para descubrirlo. Tenemos un objetivo...– Gus giro la cabeza hacia el retrovisor. El carro empezó a avanzar lentamente hacia atrás.

    – ¿La mafia abra lastimado a algunas familias durante el combate en la mansión Lope? No, ¿Por qué haría eso?– Murmuraba Martin, hasta que el carro volvió a frenar en seco – ¡¿Qué te pasa, Gus?!

    El chico se quedó quieto observando lo que pasaba por detrás de ellos. Era un caballo blanco como la nieve que estaba cayendo por todo el pueblo, estaba galopando a toda velocidad y sobre de él se encontraba Kian. Gus apretó el acelerador, le dio la vuelta al carro en una vuelta rápida, sus ojos se iluminaron y empezó a correr tras del caballo.

    Martin no comprendía que pasaba, no había visto a Kian. Creía que Gus había entrado en transe nuevamente. Fue cuando vio al caballo blanco el momento en el que entendió que aquel jovencito iba por su amigo. El vehículo se posiciono a un lado del joven, este cambio su rostro al ver el vehículo, y se alegró al ver quienes estaban dentro. El caballo bajo la velocidad lentamente. Kian se bajó del vehículo y entro rápidamente al carro tras ver el rostro serio de Gus.

    – ¿Qué es lo que sucede?– Preguntó Kian al entrar.

    – ¡Para empezar deberías decirnos donde diablos estabas! ¡Lo último que supe es que te estaban dando una paliza y Chase te salvo el trasero!

    – ¡¿Ehhh?! ¡¿Oye no crees que no es el momento para empezar con tus dramas?!

    – ¡Discúlpame por preocuparme por el estado de mi camarada!

    – ¡Pero si tú mismo ya sabes que me dieron una paliza! ¡Está bien, ¿Quieres saber que hice?, nada, trate de llevarle el ritmo a Chase, pero no pude! ¡Estoy herido después de todo!

    – ¡Eso solo aclara mi teoría de que eres un inútil! ¡Cuando volvamos al cuartel pediré que te quiten el rango de Capitán, porque veo que no das la talla, cabeza de nido de pájaros!

    – ¡¿Qué no doy la talla?! ¡Yo estaba peleando contra un líder de la mafia Lebóre mientras tú esperabas sentado mientras tomabas cervezas con Chase en un tejado! ¡Y gracias, camarada! ¡Al final fue Chase quien fue a salvarme y no tú!

    Los chicos continuaron lanzándose insultos uno al otro durante unos segundos más. Kian y Gus se observaban con miradas molestas, el ceño fruncido y una mueca amarga, pero a la vez sus palabras no expresaban odio, sino un respiro de bienestar al ver que el otro estaba vivo.

    – ¡Haber par de idiotas, tenemos una misión!– Aulló Martin irritado.

    – ¡Solo nos retrasas, Kian!– Gus piso el acelerador de pronto. Kian se golpeó con el hierro de la armadura del carro. Sus costillas empezaron a chillar.

    – ¡¿A dónde vamos?!– Gruñó el chico.

    Martin se giró hacia Kian, el soldado apenas y podía moverse debido al dolor y la velocidad del carro. Se propulso hacia uno de los asientos y se puso el cinturón rápidamente –Vamos tras los rehenes…– Contesto el Coronel.

    Kian abrocho su cinturón y sus ojos se nublaron. Levanto la cabeza y le observo detenidamente – ¿Qué dices? ¿La mafia huyo con los rehenes?

    –Nunca estuvieron ahí– Dijo Gus sin voltear.

    – ¡¿Es una broma?!

    –No es una broma– Aclaró Martin con rostro serio –Se encuentran al otro lado de GrayLagoon, por las fábricas. Durante la batalla en la mansión Lope, la mafia Lebóre movilizo a los rehenes… Tenemos que ver si están todavía en las fábricas, y si no, tenemos que investigar a donde se fueron… No deberían estar lejos… Todavía existe esperanza…

    Fue en ese momento cuando Gus observo algo extraño.

    – ¿Qué pasa? ¿Por qué uno de los helicópteros se está desviando?– Grito Gus desesperado.

    Martin se acercó a la venta y pudo ver como uno de los helicópteros empezaba a girarse. Kian abrió parte de las ventanas y logro ver el suceso. Entonces esculco los cajones debajo de su asiento, saco rápidamente un radio –Capitán Kian de Hericent a Helicóptero #3, informe el motivo de su desviación.

    –Hemos visualizado un camión de carga sospechoso saliendo de GrayLagoon, Capitán Kian. Esta tomando la carretera principal justo en este momento.

    Gus doblo bruscamente al momento de escuchar esas palabras. Era momento de ir rescatar a todos.


    (…)


    El sonido de un motor viejo y grande sonaba por todo el camino. Las aves volaban al pasar del vehículo a un lado de sus árboles. El sol estaba brillando fuertemente en un cielo azul sin ninguna nube a la vista. La primavera había llegado, el primer día de sol de una primavera que prometía la calidez que el mundo necesitaba.

    Bastian estaba despertando, se encontraba recostado al lado del pecho de Mairis, ella le tenía rodeado con su delgado brazo derecho. Ella miraba por el parabrisas. La luz del día hacia que su cabello Rubio brillara, su piel blanca era como el destello de una estrellas, sus ojos azules, inconfundibles, tan bellos como el mar mismo. Pero en su rostro yacía un gesto serio a la vez que preocupado.

    La mirada de Bastian se giró hacia el conductor del camión. Bruno conducía sin ningún problema, a pesar de ser su primera vez manejando un camión real, no una ilusión realizada por Claarn. El chico observaba el camino, parecía relajado, quizás distraído por el enfoque de tener que estar viendo la calle, pero en sus ojos se encontraban unas ojeras grandes y obscuras, al igual que un rostro pálido con un gesto triste, lo más triste que lo había visto hace muchos años.

    –Oh, ya te levantaste, cuidado, estas muy herido…– Dijo Mairis con un tono alegre y una ligera preocupación. Su voz, aquella voz feliz con la tonada de un ángel le hizo ignorar completamente el dolor que sentía. Bastian giro los ojos hacia Mairis, viéndole el rostro nuevamente, esta vez esbozaba una sonrisa rota, aliviada, sus ojos se volvieron cristalinos, movió su brazo con cuidado y con más cuidado le abrazo con fuerza. Bastian logro escuchar un sollozo silencioso. El chico, aun con el dolor, sonrió y le abrazo con todas las fuerzas que tenía.
    Mientras Bastian abrazaba a Mairis y la reconfortaba por todo lo que había tenido que pasar, el chico abrió los ojos y vio como Bruno volteaba por un segundo. Sus miradas se cruzaron, Bruno le sonrió con una ligera sonrisa cansada.

    Lo logramos, hermano”, decía su mirada.


    (…)


    Unos minutos después, el camión continuaba corriendo por la vía rápida a toda velocidad. LaneCloud y Hericent estaban cada vez más cerca. Al igual que aquel helicóptero que se escuchaba lejos.

    –Es el helicóptero de Hericent– Dijo Mairis al fijarse por la ventana.

    –Deben creer que somos los mafiosos y que estamos huyendo…– Comentó Bastian mientras miraba por la ventana los enormes bosques que acompañaban a la autopista, después miro la carretera, era larga, muy larga. Sería un viaje largo, pero estaba con Bruno y Mairis, no importaba el dolor, porque el sentimiento de bienestar que le causaba estar con ellos era mayor al dolor, y tenía sus motivos para sufrir, pero en momentos como estos, apenas si lo recordaba.
    A la lejanía se veía uno de los carros blindados del ejército siguiéndoles.

    –Me detendré, no debemos hacerlos trabajar sin necesidad– Preguntó Bruno.

    Bastian lo pensó un poco –No… No te detengas, de hecho… Conduce lo más rápido que puedas… Quiero llegar más rápido que ellos– El chico dejó de ver la ventana y aprecio a Bruno con detalle, quizás su rostro y manos habían sido limpiados, pero su ropa estaba manchada de sangre. Y ese rostro triste, quizás, esperaba que sí, no desapareciera. Bastian sabía lo que había hecho su amigo, no era necesario preguntar.

    – ¿Por qué quieres llegar primero? Tenemos a los rehenes y están bien, deberíamos entregarlos– Cuestionó Bruno.

    Bastian volvió a ver el paisaje por la ventana –Por el momento solo hazme caso. Pisa el acelerador a todo lo que puedas.

    Bruno hizo una mueca e hizo lo que le pidieron. El camión empezó a acelerar por toda la calle recta. Mairis miro a Bastian. No comprendía lo que tramaba, pero tenía confianza en que sería algo bueno.


    (…)


    En poco más de una hora de persecución, el camión se encontraba llegando a LaneCloud. Martin, Kian y Gus estaban intrigados por lo que estaba pasando.

    – ¿Por qué demonios han decidido venir hasta la escena del crimen?– Refunfuño Gus.
    – ¿Planean rendirse?– Se cuestionó Martin.

    El vehículo de los soldados se encontraba a unos minutos de distancia del camión, pero aquel viejo y enorme camión era bastante rápido.

    Esto es muy extraño… ¿No será que este camión solo fue una distracción?– Preguntó Kian al aire.

    Gus empezó a reír –Oh, amigo, que cosas dices, si ese es el caso le meteré una bala a esos bastardos aunque se rindan…


    (…)


    Los chicos se habían tomado la persecución a juego y estaban haciendo bromas metidos en su papel de mafiosos. Mairis, Bastian y Bruno reían fuertemente al tiempo que inventaban supuestas historias por las cuales les estarían persiguiendo.

    – ¡Maldición, vienen muy cercas…! ¡Les dije que debíamos usar un túnel secreto para robar el dinero! ¡¿Pero quién me escucha?! ¡Nadie! ¡A mí, Bastian el de los planes increíbles! ¡El estratega de estrategas!

    Mairis empezó a reír mucho, se puso colorada de tanto reír. Bruno reía a la vez que golpeaba el volante.

    El viaje estaba llegando a su fin. La carretera se estaba terminando, estaban por pasar el letrero de bienvenida a LaneCloud.

    – ¡Sujétense, voy a entrar a LaneCloud! ¡Ahí esta nuestra base secreta!

    – ¡No! ¡Toma la desviación hacia Hericent!– Grito de pronto Bastian tomando el volante.

    – ¡¿Qué?!– Preguntó Bruno desconcertado.

    – ¡Hablo enserio!

    El conducto refunfuño entre murmureos, tomo la desviación por una calle vieja que casi nadie tomaba porque tenías que rodear un poco más.


    (…)


    El vehículo continuo andando hasta la entrada de Hericent, ya se podía ver el letrero de madera de color verde que daba la bienvenida. Al tocar tierra de Hericent, Bastian pidió a Bruno que tomara la calle principal del pueblo. El pelirrojo reviso el camión, encontró unas camisas sucias y unas gorras viejas.

    – ¡Tomen! ¡Póngaselo! ¡Que no se les vea el rostro!– El chico se puso la gorra, la camisa la rodeo por su cuello cubriendo su nariz y boca como si fuera una bufanda.

    Mairis le siguió, a pesar de que no entendía nada.

    – ¡¿Qué te pasa, loco?!– Gritó Bruno, mientras que Mairis le ponía la gorra y la camisa.
    –Lo veras pronto…– Los chicos ya estaban dentro de Hericent en la calle principal. El pueblo estaba hecho pedazos y muchas personas limpiaban los desastres, tanto pueblerinos como soldados.

    –Esto será difícil, pero confió en ti Bruno… Detenerte si no lo logramos… Toma todo el camino del desfile hasta llegar a la calle del ayuntamiento de LaneCloud.

    – ¡Vamos a matar a alguien!

    –No… o eso espero…– Bruno chasqueo la lengua tras escuchar esa respuesta.

    –Bruno, confiemos en Bastian, no creo que este haciendo todo esto para divertirse…– Le dijo Mairis a su hermano. El chico no pudo negarse a los ojos de Mairis.

    –De acuerdo…– Gruñó.

    Bastian observa por todos los vidrios del camión. Observa como la gente cambiaba su rostro al escucharlos llegar a la zona más poblada.

    –Mairis, ¿Sabes hacer barreras de magia?

    –Si… Te enseñe como hacerlas, recuérdalo– La chica le miro con ojos enojados y puso su mano en la cadera.

    –Quiero que intentes recubrir el camión el mayor tiempo posible hasta llegar a la calle del ayuntamiento…– Bastian tomo un cable que estaba por encima del tablero y empezó a jalar de él, haciendo sonar el claxon, llamando la atención de todo mundo.

    El ruido del camión ahora era demencial al igual que la velocidad a la que iba Bruno. Todo mundo observaba al camión avanzar por la calle y evadía completamente la dirección del camión, dejando vía libre para que este pasara.

    Los soldados que se encontraban limpiando el desastre, miraba atónitos el camión.

    (…)


    Dentro de un vehículo se encontraba Fabriccio hablando a través de la ventana con una pareja de ancianos. El ruido le llamo la atención desde hace varios minutos, pero recientemente era escandaloso. Volteo inmediatamente hacia la calle del desfile, observando como un camión viejo aparecía echando humo, arrollando los desechos del festival.

    Justo tras verlo alzó la voz lo más que pudo – ¡Quiero que detengan a ese camión como sea!– Aulló Fabriccio a través del radio. Inmediatamente los soldados empezaron a atacar. Las balas y los hechizos rebotaban en la barrera mágica de Mairis. Fabriccio arranco el auto a toda velocidad, ignorando a los ancianos y cualquier otro soldado.


    (…)


    Dentro del camión Mairis se encontraba concentrada en sus aros y el código de su barrera – ¡Atacan demasiado! ¡No sé si pueda resistir…!– Comentó Mairis entre dientes.

    –Lo haremos bien… Funcionará…– Bastian empezó a apoyar a Mairis con su barrera.

    – ¡Nos mataran!– Aulló Bruno al ver que la barrera empezaba a agrietarse.

    Bastian hecho un vistazo por el espejo retrovisor y pudo ver el vehículo militar que los estaba siguiendo desde hace horas, se encontraba a unos segundos de distancia y eso no era todo, detrás de aquel vehículo militar venia una docena más. Fácilmente ahí estaban todos los vehículos del cuartel de Hericent.

    –Esto es una locura…– Murmuro Bastian con una sonrisa nerviosa.


    (…)


    En LaneCloud, cerca del ayuntamiento se encontraba Alicia caminando con su padre. El mercado se había levantado, en su mayoría por mercaderes externos que no habían participado en los sucesos del festival. Sin embargo era uno de esos días extraños, uno de esos días en los que a pesar de ser un mercado enorme, había poca gente, y la que había visitado el mercado tenía un rostro amargo.

    –Padre… ¿Qué hacemos aquí?– Preguntó Alicia sin ganas.

    –El pueblo esta triste tras lo sucedido anoche, mi misión es poder hacer un poco para hacer felices a estas personas con un poco de pan gratis… No quita la pena, pero la gente con preocupaciones no come, y eso hace mal al cuerpo. Tenemos suficientes desgracias ya como para dejar que todo el pueblo se ante a tristeza…

    Alicia asintió con una sonrisa pequeña.

    La chica se acercó a una anciana que estaba en un puesto de jarrones, conocía a la mujer, su hijo estaba bailando con su recién prometida durante la noche, los vio cuando bailo con Bruno. El muchacho había recibido unos golpes al defender a su amada, sin embargo todo había sido en vano, fue una de las secuestradas.

    Alicia tomo la iniciativa y ofreció el pan de su padre a las personas, los dos se negaron, pero Alicia, a pesar de ser muy tímida, logro insistir lo suficiente como para que aceptaran. Tras el primer mordisco las dos personas alagaron el sabor del pan, el cual aquella mañana parecía ser más delicioso que nunca.

    Alicia volvió con su padre, el cual ofrecía su pan a unos niños a los cuales les habían secuestrado varios amigos. Los niños tomaron el pan y sonrieron al momento de probar aquel exquisito sabor. El padre de Alicia continuo su camión, y su hija le seguida.

    –Nuestro pan hace olvidar por un momento. Y eso es bueno, Alicia. Todos somos héroes a nuestra manera. Sabes, durante los sucesos del día en que mataron a los General Mundiales, tras la muerte de tu madre y tú hermana, yo caí en depresión gravemente, incluso caí enfermo. No sé si lo recuerdes, pero tu abuela te cuido a ti y a mi durante aquellos días, en paz descanse. Realmente yo me quería morir, pero tu abuela me hizo entrar en razón y recuerdo que la primera comida que probé fue su deliciosa sopa. Mi madre se fue a la tumba con la receta de su sopa, pero recuerdo lo bien que me hizo sentir, era la misma sopa de siempre, pero parecía como si lo hubiese hecho con los mejores ingredientes del mundo. Yo no sé hacer su sopa, pero se hacer pan y sabes, creo que estas personas logran sentirse como cuando yo probé aquella sopa, un poco de cariño en un mal día…

    Alicia sonrió. Seguía molesta con él por haber golpeado a Bruno, pero ciertamente le agradaba escucharlo hablar así. Siempre era muy frío, terco y gruñón. Era bueno saber que dentro de aquella capa helada se encontraba un hombre que había sufrido y había seguido adelante. No quiso contestar, pero ella recordaba perfectamente todo, si también la sopa de la abuela y ciertamente ese pan que ella cargaba en la canasta le recordaba por alguna razón a aquella sopa. La chica siguió acompañando a su padre por un rato más.

    Minutos más tarde mientras entregaban un pan a un padre artista al que le había robado a sus dos hijos, empezaron a escuchar un escándalo acercándose rápidamente.

    – ¿Qué es eso que se escucha?– Preguntó el padre de Alicia mientras miraba hacia todos lados.

    Alicia reconoció el ruido. Sus ojos se abrieron y su respiración empezó a agitarse.

    – ¡Alicia! ¡¿Qué te está pasando, pequeña?!

    La chica empezó a temblar un poco. Se recargo en la mesa del artista y hablo en un tono más bajo de lo normal –Se escucha igual que los vehículos de los secuestradores, no, de hecho este es mucho más ruidoso…

    El rostro del padre de Alicia palideció al escuchar las palabras de su hija – ¿Qué dices…?– Cuestiono el hombre esperando que bromeara, pero el ruido se acercaba rápidamente, y aquel sonido solo le generaba una presión en el pecho. Cuando menos lo pensaron los gritos empezaron y el camión pasó por un lado de ellos, seguidos de los vehículos del ejército.

    El padre abrazo a su hija y observo como los pueblerinos se levantaban de sus escondites con un rostro obscuro, enardecidos por la venganza.

    –Alicia, regresa a casa… No dejare que esas personas salgan impunes, hay que darles una lección…– Gruñó el hombre con coraje. El padre de Alicia le entrego los panes rápidamente y corrió junto con todos los pueblerinos de LaneCloud, iban armados con lo que sea, pero ellos traerían “verdadera justicia” a este asunto.

    – ¡No! ¡¿Padre que estás haciendo?!– El padre de Alicia se mezcló rápidamente en la urbe. Un ejército de pueblerinos provenientes de Hericent trotaba detrás de la estela de lo que alguna vez fue el desfile del festival. La cantidad de gente que venía con sed de sangre era increíble.

    Alicia corrió junto con la urbe, pero solo para detener la ira desquiciada de su padre.


    (…)


    – ¡Aquí está la calle del ayuntamiento! ¡Gira!– El camión patino bruscamente. La caja casi se salía de control. El ruido de las llantas rozando el pavimento era ensordecedor – ¡Mete el freno ahora que estamos estables y detente de frente justo en la entrada del ayuntamiento!

    El camión empezó a detenerse haciendo un ruido mucho más irritante, Los chicos comprendieron que ese camión posiblemente no volvería funcionar nunca más. El camión termino frente el ayuntamiento, con la caja recta y la cabina ligeramente desviada a la izquierda.

    La bulla de los vehículos del ejército, el helicóptero sobre su cabeza y los gritos enardecidos del pueblo se acercaban feroces.

    – ¡Hemos llegado, Bastian, has hecho un desastre, pronto nos mataran a todos! ¡¿Estas feliz?! ¡¿Por qué hiciste todo esto?!– Vocifero Bruno completamente irritado.

    Bastian se quitó la gorra y la camisa sucia, abrió la ventana trasera del camión y tomo a Mairis de la mano –Acompáñame, Mairis, por favor.

    – ¿Qué te pasa, Bastian?– Pregunto la chica, al tomar la mano de su amigo. El chico la levanto hasta el marco de la ventana trasera, fue una acción muy dolorosa.

    – ¡¿Ahora qué haces?!– Grito Bruno desesperado por respuestas.

    Los dos chicos se encontraban sobre el margen del camión y la caja. Bastian puso sus manos sobre la caja. En cuestión de segundos se hizo un agujero sobre la lámina. Las personas dentro de la caja empezaron a hacer muchas preguntas. Bastian llevo su dedo índice a los labios y pidió que todos se callaran. Las personas del camión lo hicieron.

    –Bruno…– Dijo de pronto el pelirrojo sin voltear a ver a su amigo –Aunque no lo digas, deduzco lo que tuviste que hacer para traernos a todos hasta aquí… Tan solo mira tu rostro, es triste, hermano. Tú fuiste el primero en pensar venir a por Mairis, tu ideaste el plan y aunque tenías más miedo que nadie, luchaste con valentía. Eres un héroe, Bruno, así que no seas tan modesto y lúcete un poco, por favor. Quítate esa gorra y esa camisa, te vez ridículo, enserio…
    –Bastian…– Murmuro Mairis. Volteo hacia su hermano y le miro desconcertado –Eres todo un loco, Bastian…– Gruñó la chica, tomo a Bastian y lo lanzo por el agujero de la caja de hierro. El chico empezó a quejarse por el dolor de sus heridas. Mairis sonrió y salto también por el agujero. La caja volvió a la normalidad tan rápido habían entrado. Bruno observaba la caja perdido en sus pensamientos.

    – ¡Salgan del vehículo con las manos arriba, ahora mismo!– Gritó la voz de Martin, el primero en llegar. Rápidamente se escucharon los frenos de todos los demás vehículos. El helicóptero les sobrevolaba. La urbe de los dos pueblos trotaba por la calle de LaneCloud, tardaría un poco en llegar.

    Bruno apretó el volante y empezó a reír solo –Eres un demente, Bastian…– Soltó un suspiro y puso su mano sobre la puerta. Salió del camión con la gorra y la camisa todavía puestas, cubriéndole gran parte del rostro. Levanto las manos como se lo pidieron y se mantuvo quiero.

    Frente a la puerta de la caja de hierro se encontraba una decena de vehículos del ejército. Todos los soldados apuntaban con sus armas al chico. Entre ellos estaban Martin, Gus, Kian y Fabriccio.

    Bruno reía por dentro.

    – ¡Quiero que camines hacia nosotros y que quites la gorra y esa camisa!– Ordeno con tono serio, Martin.

    Bruno empezó a caminar, cojeaba por sus heridas, se le veía golpeado, lleno de sangre, lleno de rasguños y agotado. Lentamente se fue acercando hacia los soldados. Puso su mano sobre la gorra y la aventó al piso, dejando ver su cabello negro recién cortado.

    Fabriccio levanto su radio –Martin, los soldados me informan que ellos vieron a tres personas dentro del camión…

    Martin escucho el mensaje – ¿Y tus compañeros?– Pregunto con una voz dura.

    Bruno ya se encontraba a un lado de la puerta. Todo el pueblo estaba llegando a la calle del ayuntamiento. Los soldados se pusieron nerviosos.

    –No sé de qué compañeros me están hablando… Vengo solo– El pueblo se acercaba feroz. Bruno puso su mano sobre la camisa engrasada. Lentamente la quito y la hizo caer al suelo, mostrando su rostro.

    Martin abrió los ojos boquiabierto. Tirando el arma al suelo.

    Kian y Gus quedaron fríos con los ojos bien abiertos y sin palabras.

    Fabriccio bajo la pistola –Bruno… Por la diosa…– Murmuro el detective.

    Los demás soldados pronto reconocieron el rostro y empezaron a murmurar. El pueblo enardecido llego a la escena, pero se congelaron al reconocer aquel rostro.

    Bruno sonrió débilmente y camino hacia las puertas del camión. Quito los seguros con lentitud mientras saboreaba los murmureos que hablaban de él.

    Todo el mundo admiro el cuerpo del chico, molido a golpes, rasguños, cortes, sangre suya y de otras personas, su ropa destrozada y sucia, un rostro marcado de recuerdo obscuros, un cojear doloroso y unos ojos nublosos.

    Bruno tomo las dos chapas de la caja y tomo un ligero respiro. El mundo entero estaba expectante. Abrió la caja con fuerza. Las armas de los pueblerinos y de los soldados cayeron al suelo, así como sus mandíbulas, al igual que sus lágrimas. Eran todos los rehenes.

    Las personas resentían los rayos de luz tan repentina, pero ignorando todo el lugar y la situación en sí, cada persona saltó de la caja gritando de felicidad, llorando como nunca habían llorado en su vida. Chocando en un golpe seco con sus seres queridos, envolviéndolos en un fuerte abrazo, en medio de sollozos descontrolados por ambas partes del abrazo.

    La gente golpeaba, empujaba e ignoraba al ejército, abriéndose paso con tal de encontrarse con sus amigos o familia. Muchos otros soldados decidieron ignorar por completo la formación que se había creado y fueron a dar un abrazo fuerte a sus amados.

    Bruno escuchaba atentamente como las personas saltaban de la caja y caían al duro pavimento, como las pisadas rápidas se resbalaban e incluso algunas personas tropezaban y caían, pero aun así seguían corriendo con tal de llegar con las personas que les estaban esperando. Sobre todos los ruidos que se escuchaban en aquella estampida de gente, Bruno pudo escuchar más claramente los agradecimientos a la diosa, los llantos de felicidad de las personas, los gritos de miedo de los niños ahogando sus lágrimas en la ropa de las madres. Quizás para muchas personas esos llantos y gritos hubiesen sido molestos, pero para Bruno eran los coros de victoria más épicos que alguna vez había tenido la oportunidad de escuchar. El chico había intentado de mantener la cabeza arriba, pero rápidamente se quebró, llevó su mano a su pecho, apretó su desgarrada camisa y empezó a llorar mientras los rehenes continuaban saliendo del camión. Toda esa alegría que sentía la gente al ver a sus seres queridos, toda esa alegría la sintió Bruno incrementada por diez.

    Bastian y Mairis observaban como rápidamente toda la caja del camión se vaciaba. Caminaban lentamente mientras admiraban aquella bella escena que habían creado.

    –No tienes idea cuanto te agradezco, Bastian– La giro la cabeza y vio a Bastian a los ojos, le sonreía con una sonrisa temblorosa y con ojos brillosos –Bruno realmente necesitaba esto.

    Bastian la admiraba, estaba feliz de tenerla a su lado, nunca la había visto tan hermosa, ni nunca se había percatado de lo importante que era ella para él. El chico le sonrió –Esto es lo que se merece tu hermano– Todas las personas ya habían saltado, ahora solo quedaban ellos saliendo de la caja. Frente a ellos estaba Bruno, ahogado en un llanto inconsolable. Bastian volvió a mirar a Mairis, dio un salto hacia el pavimento, le tendió la mano y la chica la tomo, bajando lentamente por la caja. Una vez en el piso Mairis y Bastian apoyaron a Bruno.

    – ¡¿Esos son Bastian y Mairis?!– Preguntó Gus completamente sorprendido –Rayos, tu familia está llena de dementes…– Comentó de pronto, pero Kian no contesto, de hecho ni parecía haberle escuchado.

    –Espero que estén bien…– Dijo Kian silenciosamente. Gus no lo había dicho, pero realmente el también esperaba que también lo estuvieran.

    Martin por otro lado parecía furioso. Dejó su arma dentro del vehículo y azoto la puerta. Dirigiéndose rápidamente hacia sus hijos, pero de pronto escucho los gritos de Fabriccio.

    – ¡Soldados! ¡Todos muestren sus respetos hacia estos héroes!– Martin observo a Fabriccio con la mirada enarcada. Sin embargo de pronto observo como aquellos soldados que se habían encontrado con sus seres queridos volvieron a sus filas. Una vez acomodados, todo el ejército pateo el piso, se pusieron en posición de firmes, levantaron la mirada en dirección a los chicos y llevaron su mano izquierda a la espalda y con la derecha golpearon su pecho con la palma abierta. Creando un eco que hizo callar a todo el pueblo.

    Martin estaba anudado, observaba con los ojos bien abiertos el increíble acto del ejercito – ¡Coronel Price! ¡No le veo dando sus honores!– Escucho el soldado de pronto y dirigió su mirada hacia el detective Fabriccio, pero el hombre no dejó de voltear en ningún momento, mantenía su mirada en los chicos – ¡¿Es acaso que no está orgulloso de estos tres muchachos?!

    Martin volteo hacia los chicos, los chicos pudieron verle por un instante, Martin bajo la mirada, el hombre soltó un suspiro y lanzo una risa silenciosa. Se dio la vuelta y volvió a las filas, ahí donde se encontraban Kian y Gus saludando firmemente. Hizo el mismo mecanismo y saludo.

    – ¡Claro que estos orgulloso, Detective Lecter! ¡De cada uno de ellos!

    Los chicos empezaron a reír apenados.

    Fue en ese momento en el que todo el pueblo empezó a corear felicitaciones y agradecimientos hacia los tres chicos. Al igual que gritar sus nombres uno por uno.

    Los chicos estaban en el foco de atención y no sabían que hacer.

    Bruno empezó a reír mientras se secaba sus lágrimas –Creí que todo era para mí…

    –Oye, yo no controlo lo que haga el pueblo…– Bastian sonreía con los labios apretados y soltaba risas nerviosas. Mairis se pegó a su hermano, escondiéndose un poco. Bruno mantenía la mirada abajo. Los coros continuaban al igual que el saludo militar.

    Bastian volteo hacia Bruno y le pego en la espalda –Por la diosa, levanta el rostro, hombre, nunca había escuchado de un héroe tan llorón…– Susurro el chico. Bruno empezó a reír.

    – ¡Auch!– Grito de pronto Bastian.

    Mairis tiro del cabello a Bastian –No seas tan exigente…– La chica sonreía, pero la mirada que le lanzaba al pelirrojo era molesta. Y daba miedo. Bastian empezó a reírmás nervioso aun.

    Las voces de victoria continuaban inmensos retumbando en todo el pueblo.

    Fabriccio de pronto hablo –Martin…– El soldado volteo y miro al detective que observa la escena con satisfacción y alegría –Ve con ellos, muchacho…

    No era necesario que lo repitiera. Martin corrió en dirección a sus hijos esquivando a todos los pueblerinos. Salió desde la urbe, quedando a la mirada de todo el mundo. Ignorando por completo la escena se lanzó hacia sus niños. Los tres chicos hicieron los mismos chocando en un fuerte abrazo.

    – ¡Son unos idiotas!– Aulló el hombre – ¡Gracias a dios están a salvo! ¡Por la diosa, gracias por estar otra vez conmigo!– Grito el hombre empezando a llorar. Los tres chicos no vieron el rostro de Martin, pues los tres se inundaron en su roto uniforme llorando de felicidad por estar a ahí, por estar vivos. Los cánticos de victoria continuaron durante unos minutos más.

    Fue cuando de pronto un hombre salió desde la urbe que generaba los cánticos.

    Alicia había llegado al lugar del encuentro, se encontraba lejos, pero podía ver a Bruno y los demás. Sonreía al ver a su amiga bien y como todas las demás chicas estaban con sus familias. Sin embargo fue en ese momento de plenitud cuando observo a un hombre caminar lentamente hacia el medio de la calle entre la familia y el pueblo. Era su padre.

    Martin reconoció al hombre de inmediato. Dio un paso enfrente y puso a sus hijos detrás de él. Le observo desafiante. El hombre iba con la misma mirada que cuando había golpeado a Bruno. Se puso frente al Coronel Price y sus hijos. Miro a Martin a los ojos. La tensión empezó a volverse fuerte. Los cantos cesaron. Fabriccio enarco la mirada. El silencio fue brutal.

    Todo el pueblo quedo expectante.

    –Perdón– Dijo el hombre mirando a los ojos azules de Martin. Se arrodillo doblando la rodilla y bajo la cabeza –Pido perdón por mi comportamiento, por culparlos a ustedes, chicos, de las penas de este pueblo. Bruno, fuiste golpeado por mí, ustedes chicos fueron abucheados por el pueblo y foco de insultos de todos nosotros. Más de una vez fueron víctimas de nuestros malos rostros al verles. Y aun así…

    El hombre levanto la cabeza con el rostro cambiado, a cambio de un gesto apenado y triste miro a los tres chicos y a Martin a los ojos, uno a uno mientras citaba sus palabras – ¡Y aun así arriesgaron su vida para traer a todos los secuestrados por la mafia! ¡No existe manera de agradecerles ni de pedirles perdón! ¡Pero perdón! ¡Desde el más profundo hueco de mi corazón, perdón! ¡Y muchas gracias! ¡No los merecemos!– El hombre bajo de nuevo la cabeza implorando el perdón de la familia.

    De pronto el pueblo también empezó a doblar la rodilla. Y seguidos de ellos parte del ejército. En su mayoría fueron adultos, aquellos que vivieron con mayor intensidad los eventos de hace años. Muchas personas quedaron de pie, muchísimos niños y adolescentes. Y alguno que otro adulto que nunca guardo rencor a los chicos.

    La escena era increíble. Algo que nunca había pasado por la mente de ninguno de los tres muchachos. Observan con los ojos bien abiertos a todas las personas que agachaban la mirada pidiendo perdón.

    Los chicos se tomaron de la mano. Cada uno apretó la mano del otro. Dieron unos pasos al frente, dejando a Martin atrás. Los tres se vieron a los ojos y asintieron entre sí. Tomaron una profunda bocanada de aire. Exhalaron y se inclinaron hacia adelante con la mirada abajo.
    – ¡Aceptamos sus disculpas!– Gritaron los chicos coordinados.

    – ¡Gracias!– Contestado el pueblo en coro.

    Fabriccio desde su vehículo, junto con Kian y Gus, levantó sus manos. Fabriccio incido los aplausos. Los dos soldados le siguieron. Al igual que todas las personas que presenciaron la disculpa sin agachar la cabeza. Martin se llevó la mano a su frente y empezó a reír sorprendido de tan hermosa escena. Empezó a aplaudir también. Las gracias del pueblo continuaron unos segundos más. Mientras que los chicos se levantaba y observaban con gloria el bienestar que les ocasionaba todo.

    Una vez terminados los aplausos las familias de los secuestrados pasaron una por una a agradecer formalmente a los chicos por su heroico trabajo.

    Alicia llego con su padre y le abrazo con una sonrisa, estaba feliz de ver que su padre había en cierta forma olvidado su pasado. Después de abrazar a su padre, sin ningún permiso se fue con Bruno y estuvo con él un rato, preguntándole si estaba bien, a lo que el joven contestaba que sí y más si estaba ella ahí. Después de estar con Bruno un rato se juntó con sus amigas, todas las chicas se encontraban felices de poder estar juntas de nuevo, sanas y salvas, todas ellas agradecieron y alabaron a Mairis por ser una joven tan impresionante, un ejemplo a seguir. Las chicas después de tener su pequeña reunión fueron con Bruno y Bastian, para agradecerles por haber ido a salvarles, eran los jóvenes más heroicos que habían tenido el gusto de conocer.

    El ejército y los alcaldes condecoraron a los muchachos con una medalla en un evento improvisado. Los tres chicos aceptaron su medalla con la frente en alto.

    Martin, Kian, Gus y Fabriccio se encontraban orgullosos de los tres chicos. Conseguir una medalla a su corta edad era algo que no se veía en cualquier lado.

    Durante la ceremonia de condecoración llego la novia de Martin con Mike. Martin no hizo ningún escándalo por no haber podido vigilar a Bruno y Bastian, aunque se le miraba molesto. Nunca supieron si realmente tuvieron una discusión, pero se miraban felices.

    La condecoración finalizo y el pueblo festejo un poco después de ella.

    La desgracia había pasado. Y todo había sido gracias a ellos tres.
     
    Última edición: 29 Noviembre 2019
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    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 25 – Secretos

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    -21 de Marzo de 2893 D.C.-

    Los chicos fueron a descansar a la casa a eso del mediodía. Quedaron bajo la supervisión de la novia de Martin, mientras que el mismo Martin tenía que dar su reporte de lo sucedido en GrayLagoon. El hombre confiaba en que ahora que ella sabía lo escurridizos que era necesario, los chicos cayeron rendidos ante sus camas, una vez habían sido atendidas sus heridas.

    El Gobierno Mundial llego en la tarde, entre ellos se encontraba el General Continental, Sebastián Salomón, como encargado del área de investigación continental y el viejo General Mundial, junto a su pupilo. Venían de GrayLagoon, ellos estaban escoltando a los vehículos que cargaban con los heridos de la batalla de la mansión Lope. Entre ellos llevaban a un moribundo General Marcus, y un Teniente General Claudio, Martin Gus, Kian y los soldados sobrevivientes dieron su reporte ante sus superiores y el área de investigación.


    (…)​


    Al terminar el reporte de Kian sobre lo sucedido en GrayLagoon, tomo el valor para hablar sobre algo fuera del tema de la batalla.

    El Detective Salomón estaba repasando los hechos narrados por el joven. El General Continental se encontraba leyendo unas hojas y el General Mundial se dignaba a estar viendo de manera perdida el infinito.

    Kian estaba perdido es sus pensamientos mientras le recapitulaban lo sucedido. Fue entonces cuando hablo:

    – ¿Cuántas personas existen de mi clan?– Preguntó con coz clara y una posición firme, interrumpiendo al detective, el cual paro de hablar en seco.

    – ¿Disculpe?– Preguntó Salomón con un tono desconcertado. No creía haber escuchado bien.

    – ¿Existen más magos del tiempo?

    Salomón se acomodó en su asiento –No estamos en situación para hablar de ello en este momento…

    –Durante mi pelea contra Calvar él logró llevarme el ritmo porque conocía mi poder…– Kian se hizo hacia enfrente y le mantuvo la mirada al detective –Significa que tuvo que aprender a pelear en algún lugar… ¿Cuántos somos?

    El Detective se quedó quieto en su asiento. Volteo con el General Continental y el hombre asintió.

    –No podemos darle el lujo de contestar esa pregunta, Capitán Kian, se encuentra estrictamente prohibido bajo los reglamentos el dar información confidencial a personal de rangos inferiores…

    –Cuatro…– Respondió de pronto el General Mundial mientras le mantenía la mirada encima de Kian, una mirada pesada, dura, atemorizante, desafiante.

    El General Continental y Salomón quedaron boquiabiertos tras la repentina respuesta. El pupilo del viejo General Mundial, miro a su maestro con una sonrisa divertida.

    –Son cuatro magos de tiempo de los cuales tenemos conocimiento, puede que sean unos cuantos más perdidos en el mundo, pero solo podemos asegurarte que existen otros cuatro magos que se encuentran al servicio del Gobierno Mundial. Sin embargo, de momento no podrán conocerse, no hasta que tengamos que llevar a cabo una misión especial donde ocupásemos sus habilidades…– Kian sentía como la presión del lugar se volvía cada vez más pesada, era el viejo General demostrándole su poderío – ¿Es suficiente esa información, Kian?

    La mirada fría que le lanzaba e General eran atemorizantes, podría hacer retroceder a más de un soldado valiente. Kian asintió amablemente –Gracias por la información.

    –De nada, Capitán… Debo admirar sus grandes habilidades, está escalando en el ejército bastante rápido. Ninguno de los otros ha mostrado tanto talento, aunque bueno, dos de las chicas son bastante jóvenes, acaban de ingresar… Espero grandes cosas de usted, Kian– El General se levantó de su silla con los brazos temblorosos –Me tomare un té, paremos por el momento Salomón y Foreman…

    –Por supuesto, General– Salomón ayudo al General abriéndole la puerta –Lo esperamos para los informes del soldado Gus Thompson. Kian, salga de la oficina, le llamaremos por cualquier cosa.

    Kian se estaba levantando de la silla cuando el General Mundial volteo –Por cierto, Kian, el servicio secreto vendrá a hacerle unas preguntas, sobre su combate con el líder de la mafia Calvar. Sus palabras servirán como pruebas para los estudios de los restos del cuerpo del autoproclamado “Súper Soldado”, como usted lo llamo.

    Kian asintió. Y vio como el hombre se fue lentamente de la habitación utilizando un bastón de roble bastante viejo. Detrás de él iba su pupilo, manteniendo un caminar firme y la mirada en alto. Después de que salieran los dos individuos el también salió.


    (…)​


    Llegada la noche los tres chicos tuvieron que ir al cuartel de Hericent para dar su reporte sobre el rescate de los rehenes ante los tres hombres que atendieron a Kian. Martin iba llegando con los niños.

    – ¿Y tu novia por que no vino con nosotros, Martin?– Preguntó Mike.

    –Es que insistió en que ella haría una cena deliciosa para todos nosotros y debía quedarse para prepararla.

    –Me agrada mucho, Andrea. Es hermosa, linda, divertida y tú te la pasas sonriendo todo el tiempo– Comentó Mairis con una sonrisa.

    –A mí también me agrada mucho… Espero que se quede con nosotros mucho tiempo– El hombre sonrió mientras miraba el infinito. Soltó una risa penosa y continuaron caminando tranquilamente por las calles recién limpias de Hericent. Esa noche se respiraba un aire de calma.

    Una vez habían llegado al cuartel de Hericent los chicos empezaron a recordar los hechos de aquel día fatídico de hace ya más de cinco años. El cuartel estaba repleto de soldados moviéndose de un lado a otro. Era un lugar muy estresante.

    La familia cruzó por el medio de los pesados vehículos del Gobierno Mundial, vehículos nuevos pertenecientes a las altas defensas del Gobierno Mundial de Dorinda, esto debido a la presencia de dos personajes de alto rango como era el General Mundial y el General Continental. Sin embargo existían unos vehículos más elegantes, pero igual de robustos, completamente pintados de negro. Existían fuera de ellos un total de cinco soldados, todos perfectamente rectos, vestidos con suéteres de cuello de tortuga de color negro. Al igual que un pantalón negro lizo. Unas botas delgadas de color negro también. Sus apariencias eran como las de una sombra. Ocultos en la obscuridad y a pesar de que todos sabían que se encontraban ahí, nadie les prestaba atención. Aunque era extraño, más que no querer prestarles atención, en realidad era miedo a verlos. Pues su presencia era pesada, un sentimiento de miedo fluía a través de su aura.

    –Esos son soldados del Servicio Secreto. Claarn nos ha hablado de ellos, dice que son muy peligrosos– Susurro Mairis a Bruno y Bastian. Los chicos mantenían la mirada a ellos. Se encontraban impresionados de poder verlos. Recordaban haber escuchado de ellos durante el evento de hace 5 años, pero no habían tenido la posibilidad de verlos.

    De pronto se escucharon los motores de otros vehículos elegantes de color negro, seguidos de un camión pequeño blindado y bastante resguardado. Más de un soldado observo la llegada, pero desviaron la mirada. Los niños no, ellos quedaron impresionados ante el camión blindado y ante todos los soldados del servicio secreto que salieron de los vehículos elegantes.

    –Mi abuelo trabajó en el Servicio Secreto durante su juventud. Fue uno de los mejores soldados del Servicio, es por eso que fácilmente se posiciono entre los candidatos a General Mundial– Comentó Bastian llenando el pecho de orgullo.

    – ¡Genial! ¡Nuestro hermano también!– Comentó Mairis repentinamente con una sonrisa grande y blanca –Fue durante poco tiempo, según lo que nos llegó a contar. No le gustaba mucho estar ahí…

    Las puertas del camión se abrieron repentinamente dejando soltar una gran cantidad de vapor, por lo helado que estaba dentro de la caja. Una rampa salía disparada de la caja hasta tocar el suelo. De la puerta salió una mujer de piel morena clara, con el cabello rizado y enmarañado de color negro con bastantes franjas blancas de canas. Llevaba colgando unos lentes por un cordón que le cruzaba del cuello. Su voz se escuchaba angelical, pero madura, aunque hablaba bastante alto.

    – ¡Esto es hermoso! ¡No puedo esperar a llegar al laboratorio, me divertiré bastante durante mucho tiempo!– Se quitó unos guantes de látex y se los entregó a uno de los soldados de suéter negro con cuello de tortuga. Un grupo de jóvenes vestidos con batas blancas le seguían como patitos a su madre. La mujer llevaba una gabardina larga de color beige, una camisa ajustada de cuello de tortuga, pantalones negros ajustados y un bastón negro – ¡¿Qué hacen siguiéndome?! ¡Váyanse de aquí! Pero vienen por mí dentro de unas horas. No toquen el cuerpo, o los mandare a traer muestras de los polos… Tengo que arreglar unos asuntos aquí, manténganse al tanto del radio, quiero estar en GrayLagoon cuando el jovencito despierte del hospital. Y por favor, niños, si tienen tiempo vayan realizando hipótesis sobre lo sucedido con ese cadáver. Entendido, chao, los quiero– La mujer soltó una risa, los jóvenes que le seguían asentían rápidamente. Se subieron a uno de los vehículos elegantes, el vehículo se movió rápidamente y desapareció en la obscuridad de la noche.

    –Wow, que le pasa a esa mujer… ¿está loca?– Comentó Bastian con rostro extrañado.

    Martin le dio un golpe en la frente con el dedo índice –Se respetuoso con tus mayores, mocoso… Síganme, tenemos que subir al tercer piso con el Detective Salomón y los Generales superiores…– Martin se estaba dando la vuelta cuando se topó con la mirada de la anciana justo enfrente suyo.

    –Usted es Martin Price, el segundo bastardo de los Price ¿no es así? Es muy parecido a su hermano mayor Arlong, a pesar de tener madres diferentes…– La mujer se puso los lentes y le tomo del rostro con una velocidad impresionante y la movió de un lado a otro observando cada detalle del cara. La mujer le sonrió con una bella sonrisa blanca, llevo su dedo índice a sus labios carnosos de color rojo y soltó un suspiro –Sin duda ustedes los dos bastardos son mucho más apuestos que los hijos gemelos legítimos de su padre… Tendremos que esperar un poco más para ver cómo crecen su hermano menor y su pequeña hermana.

    Martin no sabía exactamente qué hacer, estaba un poco incómodo con la mujer, era extraño, no cualquier mujer lograba hacerle sentir así. Esa mujer madura era bastante intimidante y energética para su edad.

    –Ammm… Supongo que sí, supongo que somos un poco más apuestos… Mis hermanos se parecen más a Faith, puede que sea eso…

    – ¡Ohhhh! ¡¿No he llamas madrastra?! ¡Interesante! Había escuchado que tenían una mala relación, no pensaba que fuera para tanto, ¿Qué te hizo? ¡Cuéntamelo todo, querido, de mi boca no saldrá nada!– La mujer hizo una seña como si su boca fuera un cierre y tirase la llave. Después empezó a reír de manera encantadora. Le toco el hombro a Martin y el joven reía con ella pero de manera nerviosa.

    –Te dije que estaba loca…– Le susurró Bastian a Bruno, riendo entre ambos. La mujer dirigió su mirada hacia ellos, los dos chicos tuvieron miedo, mucho miedo.

    La mujer se apartó de Martin y observo a los tres adolescentes y al niño. La mujer esbozo una sonrisa animada – ¡Ustedes son la familia Hellwell y Arcnaik!

    Los chicos observaron a la mujer con miedo y especulación.

    – ¡Hace mucho tiempo que no los veía! ¡Cómo han crecido!– La mujer les tocaba, e intentaba medir al tanteo, les observaba cada centímetro de pies a cabeza. Se movía demasiado, tenía más energía que los mismo tres adolescentes y el niño juntos –Por cierto ya escuche lo que hicieron, son increíbles, su padre, Bastian y Michael, era igualito, tu tío era mucho más serio, pero era bastante calculador, a diferencia de tu padre que era muy valiente. De hecho, Bastian, tú te pareces demasiado a él, eres casi como su copia, pero con el cabello rojizo de tu madre, ella era un encanto, recuerdo cuando nació ella, era una bebe hermosa… Y ustedes, Mairis y Bruno, su hermano no se queda atrás, de hecho su hermano podía darle una paliza al padre del pelirrojo con los ojos cerrados, pero ustedes no le digan eso... Sin duda uno de los mejores talentos que he tenido fortuna de conocer. Tú Bruno, tienes un ligero parentesco a él, aunque no tanto, eso es interesante… pero mucho más interesante eres tu Mairis, que curioso, eres idéntica a Eva… Siempre le dije a Edward que probablemente eran primos lejanos, porque este parentesco es impresionante.

    Los chicos fueron bombardeados con una cantidad ingente de información. La mujer hablaba demasiado rápido y se movía demasiado como para poder predecir qué era lo que intentaba hacer. De hecho, había tocado el pequeño busto de Mairis al igual que la cadera con intención de medirlo. La chica apenas si había puesto atención a lo que había pasado cuando se dio cuenta. Martin se interpuso entre la mujer y los niños una vez ya sentía que había cruzado la línea.

    – ¡¿Qué le pasa?! ¡¿Cómo es que toma tanta confianza como tocar a los niños!?

    –Disculpe, disculpe, me presento– Le dirigió rápidamente la mano –Soy la Dra. Sócalo Rótelo, la mejor investigadora científica del Gobierno Mundial. Un placer Martin Price, Bastian Arcnaik, Michael Arcnaik, Bruno Hellwell, Mairis Hellwell.

    – ¿Dra. Sócalo?– Murmuro Martin tratando de recordar el nombre.

    – ¿Usted es la doctora que trabajo junto con el Dr. Akira?–Preguntó Bruno de repente.

    –Vaya, soy popular entre los jovencitos, todavía– La mujer se acomodó los lentes y el cabello mientras mostraba una sonrisa coqueta –Exacto, soy ella.

    Martin abrió los ojos de pronto – ¡Perdone, perdone, no era mi intención molestarla con…! Lo que sea que estuviese haciendo con los niños… Pero es que no parecía correcto que los tocara de esa manera de manera tan repentina…– El carácter de Martin cambio completamente, era como el de un súbdito ante su poderoso rey.

    La mujer conecto miradas con Martin –No se preocupe, Coronel. También yo debí haberme presentado y no simplemente haberme emocionado. Levante su rostro, lo que menos me gusta es que los hombres bajen la cabeza ante mí, puedo pertenecer al Servicio Secreto, pero no es para que me esté reverenciando…

    Martin asintió y se mantuvo erguido toda la conversación. Mostrando una posición firme, que a Sócalo le encantaba.

    –Disculpe la pregunta…– Dijo de pronto de pronto Bastian. Sócalo se dio la vuelta hacia el chico con una sonrisa sencilla. Parecía disfrutar de estar frente a aquellos chicos – ¿Dijo que vio a mi madre cuando nació?

    – ¡Claro! Una bebe hermosa, pequeña y delgada, con una ligera melena anaranjada. Sus ojos azules eran encantadores. Muy parecida a tu abuelo Rubén. Creció de buena manera a pesar de tener unas dificultades por unas enfermedades, pero la trate, al final todo salió bien. Ciertamente lamento lo que le sucedió, lo de cada uno, pero lamentablemente estuve ocupada y no pude venir al funeral, realmente una lástima, me hubiese gustado despedirme de todos.

    – ¿Entonces conoce a nuestras familias desde hace tiempo…?

    – ¡Tengo décadas de conocerlos! ¡Recuerdo cuando tus abuelos Abraham y Ruben eran un dúo de jóvenes bastante divertidos! De hecho los otros tres también se llevaban muy bien… ¡Me encantaba pasar el rato con ellos, eran muy bueno amigos!

    –Wow, espere, ¿Cuándo eran jóvenes?– Cuestiono Bruno de pronto –Sé que es grosero, ¿pero cuántos años tiene Dra. Sócalo?

    –Setenta y ocho– Respondió la mujer sin problemas.

    Los chicos se quedaron congelados un momento…

    – ¡Setenta y ocho!– Exclamaron entre los cuatro.

    – ¡Eso es imposible, se ve demasiado joven!

    – ¡¿Qué es lo que come?!

    – ¡¿Qué clase de maquillaje utiliza?!

    – ¡¿Acaso es un fantasma?!

    – ¡USTEDES, MOCOSOS, MAS RESPETO!– Exclamo Martin molesto.

    Sócalo empezó a reír– ¡Que niños más divertidos!– Ella continuo riendo, mientras los chicos quedaron completamente impresionados con el físico de aquella mujer que resultaba ser una anciana. En su cabeza no había manera de que fuese verdad lo que acababan de escuchar, no existía lógica. Sin duda aquella mujer, a pesar de verse mayor, rondando los cincuenta, se veía despampanante, hermosa, con una piel tersa y completamente sana.

    La mujer dejó de reír y empezó a hablar de nuevo –La gente que suele preguntarme la edad suele sorprenderse mucho, aunque ustedes sí que fueron divertidos… Sí, tengo setenta y ochos años. Conocí a Abraham y Ruben desde el momento que entre al laboratorio del Dr. Akira con veinte años de edad. Yo vi nacer a tus padres, Bastian, al igual que me toco conocer a su hermano Edward bastante joven también, un prodigio en todo lo que hacía. De hecho, Edward fue entrenado por Abraham durante un tiempo cuando perteneció al Servicio Secreto… Quizás ustedes no lo recuerden, quizás habían nacido apenas.

    Los chicos sentían un interese increíble por la mujer ahora. Era alguien con mucho que contar, demasiado diría, ya que no paraba de hablar.

    – ¿Conoció a nuestros padres?– Pregunto Mairis rápidamente.

    Sócalo se quedó quieta pensándolo un momento –No lo hice. Solamente conocí a Edward cuando era un chico como tú, Bruno.Siempre leal, buen líder, con un talento nato en cualquier prueba. Sin duda el mejor de todos los muchachos con los que me tocó trabajar en mis años mozos. Bueno, también conocí a Eva desde que era una jovencita pequeña como tu Mairis. Ella era muy talentosa y tenía muchísima energía, no podía estar quieta. Recuerdo que ellos dos tuvieron una conexión muy fuerte desde que se conocieron, ellos formaron parte del mismo equipo especial del servicio secreto cuando entraron al ejército… Edward era muy tímido, tuve que convencerlo de que se le declarase a Eva– La mujer empezó a reír mientras se tomaba de la frente –Puede que Edward pudiese ser uno de los prospectos mas increíbles de la humanidad, pero era un idiota para todo lo relacionado con el amor…

    – ¿Eva estuvo en el Servicio Secreto?– Preguntó Mairis de pronto.

    –Por supuesto que si, ¿De donde creías que se conocían?

    –Nunca nos lo contó…

    –Ella se retiro del ejercito en cuanto se fue a vivir con Edward. De hecho si mal no recuerdo, Eva los cuida desde que ustedes dos estaban en pañales.

    Bruno y Mairis se vieron entre si – ¿Nunca le contó como fue que murieron nuestros padres?– Pregunto Mairis.

    La mujer lo pensó un poco –No, lo siento, era la posguerra, quizás fue algo que sucedió durante la época de reconstrucciones de la sociedad– Sócalo vio una cara de desilusión en el rostro de Mairis y Bruno. Era comprensible, estar solos en el mundo podría ser difícil.

    –Hemos tratado de buscar indicios sobre ellos, pero nunca llegamos a nadie, es casi como si nunca hubiesen existido…– Dijo Bruno haciendo una mueca y mirando el suelo.

    Martin observo al dúo de hermanos. Nunca se había percatado de lo serio que podría ser ese vacío dejado por sus padres en la vida de ellos – ¿Desde cuando han buscado? Los hermanos voltearon de reojo hacia Martin.

    –Desde que nos pediste hacer el árbol genealógico…– Contesto el hermano mayor – Algunas veces que íbamos a la biblioteca tratábamos de encontrar información en cualquier rincón que pudiésemos… pero no existe evidencia, ni siquiera un escrito en el cual se hable sobre la descendencia de nuestro hermano…

    – ¿Hablan enserio? ¿Han investigado en archivos de gobierno?

    –En todas las secciones a las que podamos acceder lo hemos hecho…– Contesto Bruno con un tono amargo.

    Esas palabras se quedaron en la cabeza de Martin.

    –Bueno, puede que se deba a muchas cosas, como digo, era la posguerra, mucha información se perdió en la batalla contra “Los Brujos”. También existe la posibilidad de que sus padres nunca se hayan registrado en el sistema del Gobierno Mundial, mucha gente de pueblos pequeños no lo hace porque están alejados de la civilización…

    Martin observo con paciencia a la mujer –Puede ser…– Contesto él.

    –Disculpe…– Hablo de pronto Bastian –La línea de la familia Arcnaik tiene un hueco entre una generación… ¿Usted no conoció a algún familiar de mi abuelo Abraham?

    La mujer le mantuvo la mirada a Bastian por unos segundos –Tu abuelo ya se encontraba en el Servicio Secreto cuando yo llegue… Nunca conocí a nadie de su familia…

    Ahora Bastian también bajo la mirada. Mike se encontraba a un lado de él, no comprendía muy bien lo que sucedía, pero le tomo fuerte de la mano al ver el rostro desconcertado de su hermano.

    La mujer sentía cierta pena por los chicos. Sin embargo rápidamente desvió el tema hacia otra dirección. Volteo con Martin y le pregunto rápidamente – ¿Y Claarn? ¿Dónde se encuentra? Me extraña no haber escuchado nada de alguna de sus hazañas, ¿se siente mal?
    Martin volteo hacia Sócalo. La mujer de pronto había adquirido un brillo al empezar a hablar de Claarn –Salió, dijo que Tenía que resolver unos asuntos del servicio secreto…

    – ¿Enserio? Nunca me entere… Que triste me hubiese encantado verle, me anima mucho hablar con él. Hubiésemos tenido mucho de que hablar.

    –Es verdad, usted pertenece al Servicio Secreto, ¿fue compañera de Claarn?– Preguntó Martin con curiosidad.

    –Por supuesto que fui su compañera, de hecho yo le enseñe muchas cosas cuando entro al Servicio Secreto... Sin embargo, lo quería ver, quizás después de tanto tiempo la llama de nuestro amor pueda volver a nacer para brillar eternamente.

    De pronto todo se quedo callado.

    – ¡¿Amor?!– Gritó la familia entera.

    –Así es, amor, ¿nunca les contó sobre mi? Demonios, eso duele… Fui su primera novia. Estuvimos juntos durante mucho tiempo.

    – ¿Ese hombre puede sentir algo como el amor?– Preguntó Bastian impresionado.

    –Lo que más me sorprende es que alguien pueda interesarse por alguien como Claarn…– Murmuro Bruno.

    – ¡¿Qué dicen?! ¡Claarn es un manojo de ternura, siempre fue muy lindo y muy sentimental. En nuestros viejos tiempos siempre sonreía y se la pasaba muy bien. Era muy detallista, siempre se escapaba de sus entrenamientos para ir a verme a los laboratorios. Salíamos a festivales y bailábamos toda la noche, aunque recuerdo que llegábamos al día siguiente al trabajo, no pregunten por que, hay niños presentes, jajaja, y como olvidar cuando me cantaba, y también cuando…

    – ¿Estamos hablando del mismo Claarn?– Pregunto Mairis entre susurros a los chicos mientras la mujer seguía hablando. Nadie podía creer lo que estaba diciendo Sócalo. – ¡Si, era un hombre maravilloso!– Exclamo la mujer meneando su cabeza y tomándose de las manos como una adolescente perdidamente enamorada de su galán. De pronto un grupo de hombres de negro se acercó hacia la Dra. Sócalo.

    –Dra. Rotelo, es importante que continuemos con el objetivo de la visita.

    La mujer soltó un suspiro –Entendido, querido, enseguida voy– La mujer extendió los brazos y se dirigió hacia los chicos uno por uno, les dio un fuerte abrazo sacudiéndolos en el proceso, seguido de una caricia de cabello, como si fueran perros.

    –Estoy muy orgullosa de cada uno de ustedes, lo han hecho bien, sigan así. Sigan creciendo, vuélvanse tan grandes como esas personas importantes para ustedes, ¡Quiero saber de que son capaces de hacer las descendencias Hellwell y Arcnaik!– La mujer levanto el dedo índice señalando a las estrellas de aquella noche.

    Los chicos no comprendían exactamente que estaba pasando.

    Sócalo hablo sin mirar a los chicos – ¡Como dijo alguna vez Abraham Arcnaik! ¡Luchemos para ser esas estrellas en la noche obscura de la historia!

    Y por un momento breve, aquella mujer rara, desbordante de energía, que no paraba de hablar y que era demasiado gesticuladora, pareció una heroína de las leyendas al ver al cielo, al momento de decir aquellas palabras que calentaron el corazón de los cuatro chicos. Era ella y eran las palabras del héroe de la cuarta guerra Mundial, lo que hacía tan épico ese momento.

    –Ahora si me disculpan, tengo cosas que hacer. Nos veremos algún otro día. Adiós, encantos– La mujer se dio una vuelta rápido, metió las manos dentro de su bata y empezó a caminar con prisa. Los chicos la observaron alejarse, sintiendo que habían conocido a alguien sumamente especial, pues pocas personas podrían ser tan desquiciadas como aquella mujer.

    La familia también continúo con su trayecto, subiendo a unas habitaciones grandes, donde los tres chicos testificaron los hechos de GrayLagoon.


    (…)​


    Esa misma noche Mairis tuvo que tener una reunión con los detectives a solas, debido a su reunión con Gero Lebóre. Pero había un problema…

    – ¡¿Cómo es posible que no pueda acceder a ese cuenco de memoria?!– Renegaba uno de los detectives. Dentro de la habitación se encontraba el General Continental de Dorinda. Observaba molesto a sus subordinados, los cuales intentaban entrar dentro de las memorias de Mairis para confirmar su historia. Un hechizo bastante peligroso, debido a que podría afectar a las facultades mentales de la persona si no se llegaba a concretar con éxito.

    –Hablo, enserio, General Foreman… Intento entrar a esa parte de la memoria, pero justo en el momento en el que me especifica la jovencita Hellwell la señal se corta, es un manto negro que termina cuando la chica esta escuchando como la llevan de regreso hacia la caja de carga del camión… No existe nada en ese tiempo, ninguno de sus sentidos reacciona…

    –Le juro que es verdad todo lo que le dije…– Comentó Mairis nerviosa.

    El General Tenía una mueca molesta y respiraba agitado –No se preocupe, Hellwell, le creemos, el solo hecho de que no existan recuerdos significa que algo le hicieron… Sin embargo no sabemos exactamente que fue… Sin embargo, tendrá que darnos mas detalles sobre lo sucedido en esa cena suya…

    –Tratare de recordar hasta el ultimo detalle, General Foreman. Se lo prometo.

    Del otro lado de la pared se encontraba el General Mundial Francisc Oster acompañado de la Dra. Sócalo Rotelo. Ambos observaban la escena detrás de un vidrio de obscuro.

    –Es una buena chica…– Dijo el viejo soldado.

    –Su carácter me recuerda mucho a Edward… Me impresiona el hecho de que haya dicho que intento destruir la barrera mágica tan solo siendo una novata en el arte de la magia… Es valiente. Eso puede llegar a sernos muy útil en algún momento, ¿no lo cree?

    El hombre asintió ante las palabras de la doctora –Desearía que tomaran su propio destino fuera del ejercito, pero parece ser que estos muchachos tienen el heroísmo en la sangre, es natural, vienen de familias muy importantes…

    –Te estas volviendo blando, Oster, antes hubiese hecho todo lo posible para tener a ese poder dentro de tus filas…

    –Puede ser, Rotelo. Sin embargo no puedo decir que no estoy emocionado por saber que cosas puede hacer esta nueva generación… Espero vivir lo suficiente para poder verlo…– El hombre le hecho una mirada a la doctora.

    La mujer se acomodó el cabello y sonrió –Yo pienso lo mismo, aunque no lo creas…

    El hombre soltó una mofa. Negó con la cabeza y observo a la chica. Ella estaba hablando inundándose en detalles sobre lo que había visto dentro de aquel recuerdo que nadie más podía ver.

    – ¿Entonces que crees que paso?

    –Fue obra de Naum. Ese aparato que me mostraron cuando estábamos en GrayLagoon me lo dice todo, es una obra del Dr. Akira… Estoy segura que esos planos pertenecen a los libros saqueados hace doce años... Gracias a dios, ahora tengo la posibilidad de analizar ese sistema, en cuanto lo descubra quizás pueda modificarlo para poder ver los recuerdos de Mairis Hellwell.

    –Así que Naum esta del lado de la mafia, ¿Quién lo creería?

    –Las personas se van del lado que les de una mejor vida. La mafia Lebóre debió darle todas las facilidades para experimentar, no hay mejor oferta para un científico que esa.

    El anciano se separo de la ventana y se dirigió hacia la puerta.

    – ¿Crees que estas del lado correcto, Sócalo?– Pregunto el anciano.

    La mujer soltó una risa delicia –Yo experimento con permiso y sin peligro de ser arrestada, con todas las facilidades y comodidad que el Gobierno Mundial me puede permitir, a demás de que me proporcionan toda la información de los Libros del Dr. Akira que puedo requerir… Por supuesto que estoy del lado correcto…

    –Me alegra oír eso– El hombre abrió la puerta y se fue. Dejando sola a Sócalo. La doctora observo un poco más a Mairis antes de irse. Sonreía con alegría al verla sana, fuerte, llena de talento, joven, desbordante de vida.Sonrió con ego antes de irse de la habitación.


    (…)​


    Durante una semana entera los soldados de más alto rango estuvieron rondando el pueblo de GrayLagoon. El alcalde Lope sufrió decenas de acusaciones, pero todas fueron desmentidas bajo una mascara de temor. Al final nadie pudo encontrar ningún papel que lo involucrara con la mafia Lebóre. Marcus había llegado a una solución con el hombre, ignoraría todo lo sucedido si el alcalde Lope se dignaba a ayudarles en su operación de rescate, realmente no había servido de gran cosa, pero parecía que Marcus cumpliría su promesa.

    Lope no se sentía a gusto, necesitaba destruir toda evidencia. En sus tiempos libres, cuando el Gobierno Mundial no estaba metiendo tanto sus narices en el pueblo, investigo hasta el último escondite donde podría estar la información. Sin embargo no encontró nada. Intento mas de una vez revisar la comisaria, pero siempre había más de dos pueblerinos dentro. El pueblo sabia lo que intentaba. Nunca le permitieron nada.

    Al final de una larga semana, el ejército había dejado GrayLagoon y Lope se dirigía a la cama en el filo de la madrugada. De nuevo había sido otro día sin ningún éxito en su búsqueda de las evidencias.

    Caminaba por el jardín que llevaba a la mansión del alcalde detrás del ayuntamiento. Durante toda la semana la nieve nunca había dejado de nevar, pero esa noche el observo que hacia mas frío que otros días. Los arbustos de la entrada estaban congelándose poco a poco. Su aliento empezó a ser más marcado. Pronto se dio cuenta que los vidrios de la mansión empezaron a congelarse. Rápidamente sintió un frío que hacia gritar a los huesos.

    –Quiero que se vayan.

    El hombre dio un brinco y giro la cabeza lentamente. En su cuerpo sintió el verdadero pavor y conecto miradas con los ojos mas helados que alguna vez había visto. Chase Parker estaba parado en las puertas traseras del ayuntamiento generando un potente poder de congelación. El hielo creía a montones ahí donde su presencia permanecía.

    –Deberías estar en el hospital…– Comentó el hombre con voz tartamuda.

    –No soporto seguir oliendo tu hedor por este pueblo…– Dijo el hombre con una voz seca.

    Estaba vestido de paciente de hospital. Su cabello estaba blanco completamente, al igual que sus ojos. Su piel era más pálida de lo común. Su cuerpo se miraba delgado, débil. Su rostro parecía el de un hombre a punto de morir, pero eso solo generaba más temor.

    Su bata también estaba plegándose de cristales de hielo. La presencia de aquel joven era siniestra. Levanto el brazo izquierdo, el único que le quedaba. En su mano apareció un pergamino.

    –En mi mano tengo los documentos que avalan tu traición…

    El alcalde Lope estaba temblando de frío y de furia – ¡El General Marcus Thompson me prometió…!

    –Yo no soy el General Thompson…– Interrumpió el hombre con una voz mucho mas amenazante y unos ojos blanco espectrales.

    Lope empezó a negar con la cabeza. Estaba apunto de reclamar cuando de nuevo la voz de Chase le detuvo.

    –Quiero que te vayas en este preciso instante…

    – ¡Soy el legitimo heredero de este pueblo!

    El joven empezó a bajar las escaleras. Su figura delgada y su apariencia enferma le hacían parecer un espectro. El hielo empezó a crearse a cada pisada de Chase. La nieve empezó a caer mas fuerte, acompañada de fuertes vientos. Pronto el alcalde Lope ya no vio a un hombre, sino a un ser horripilante.

    –No me hagas repetirlo… Afuera te esta esperando un carruaje. Te llevara a donde quieras… A donde sea que te vayas, no vuelvas.

    El joven se encontraba tan cerca. Su voz era mucho más siniestra ahora. Una mirada mas fue suficiente para hacerle cambiar de opinión.

    –Enseguida nos iremos…– Le dijo Lope a Parker al tenerlo de enfrente. Completamente derrotado.

    El alcalde se dio la vuelta y entro a la mansión rápido. Despertó a su familia y les informo de lo que estaba sucediendo. La familia, la esposa y sus dos hijos, rápidamente tomaron las cosas con mayor valor, crearon una maleta con la mejor ropa que poseían. Se abrigaron para la tormenta que parecía que se avecinaba. Chase desapareció poco a poco en forma de nieve. Lope lo vio desde la ventana mientras empacaba la maleta.

    La familia corría por el jardín de la pequeña mansión. El lugar entero estaba vuelto hielo y la nieve continuaba cayendo a montones. La familia pudo ver como el hielo que cubría las paredes del ayuntamiento parecía estar desvaneciéndose.

    – ¿A dónde iremos?– Pregunto la mujer de Lope.

    –Iremos a nuestra casa de playa en las costas de Maf. Quizás podamos contactarnos con mi hermano. Él es el legítimo heredero ahora que yo no estoy. Debe haber una manera de que evitar que ese sucio Parker logre apoderarse de este pueblo, ¡mi pueblo!– Refunfuñaba el pequeño hombre mientras corría por el interior del ayuntamiento.

    –Iremos a la playa en invierno. El agua estará fría, papá…– Dijo el hijo mayor de Lope. Un chico de diez años.

    –No seas tonto, en Maf nunca hace frío. Es un desierto– Contesto el hijo menor.

    – ¿A quien le dices tonto?– El hermano mayor golpeo en el hombro al menor. Comenzando una pelea de puños y quejidos.

    – ¡Niños! ¡No peleen en un momento como este! ¡Papá tiene suficientes problemas en este momento!

    –Si consigo hablar con alguien de Lebóre, quizás pueda lograr que asesinen a ese estúpido sheriff… Héroe del pueblo, mi trasero… Si mi hermano no me contacta, quizás pueda utilizar a mi hijo… Sin embargo yo debería desaparecer…– Murmuró Lope entre otras cosas. Una vez llegado a la puerta la abrió con una patada y vio la carroza. Sobre la carroza esperaba un hombre vestido de negro. Un sombrero y una bufanda. El rostro del hombre era el de un anciano con la mirada cansada.

    Lope subió las maletas con prisa – ¡Llévenos hasta Puerto Rojo! ¡Y que sea lo mas rápido posible!– Ordeno Lope al conductor, mientras seguía subiendo maletas y apoyaba a su mujer e hijos a subir hasta el interior de la carroza. Una vez adentro los caballos empezaron a jalar el carro.

    – ¿Seguro que fue Parker, querido?– Cuestiono la mujer de Lope. Una mujer de su mismo tamaño, poco regordeta y de gustos refinados – ¡Ese hombre estaba en muy mal estado en el hospital!

    –Sus ojos se veían raros, pero era el mismo… Parece que arriesgo si vida en combate, su cabello y ojos blancos solo me dicen que le quedan unos años de vida… Quizás no tengamos que esperar demasiado para volver.

    – ¿Qué hiciste padre?– Pregunto el hijo menor.

    –Están acusando a tu padre de delitos falso…

    – ¡Por lo de la mafia!

    – ¡Cállate, idiota! ¡¿Cómo sabes eso?!

    –Los escuche hablar una vez durante la noche…

    –Eres un metiche… No hice ningún crimen… Mi conciencia esta limpia… No dejare que mi familia se vea involucrada en esta red de patrañas. Tenemos suficiente dinero para vivir muchos años. Incluso puede ser que no tengamos que volver a este pueblo viejo…

    La carrucha estaba pasando el letrero de bienvenida justo en ese momento.

    El recorrido fue largo. En mediados de lo que quedaba de la noche. La carroza tomo por el bosque. Era un camino alterno, casi deshabitado por lo complicado que era transcurrir por el, pero mas corto para llegar a puerto rojo, yendo hacia el Oeste de GrayLagoon.

    Lope no durmió en toda el transcurso. Sintió durante toda la noche el golpe de aquella tormenta de nieve. La nieve solo le recordaba mas a Chase, el cual no pudo quitarse de la cabeza, seguía pensando en como vengarse de Chase por haberles hecho huir de su pueblo natal. Deseaba darle un final miserable a aquel muchacho. Se arrepentiría, pensaba.

    En medio del bosque la carroza tomo otro camino. Lope no se dio cuenta. Estaba demasiado distraído.

    La carroza se detuvo.

    – ¡Hey! ¡¿Que te pasa, anciano?!– Exclamo de rabia, mientras golpeaba la ventana.
    Los caballos se escucharon separarse de la carroza. Un golpe los hizo correr. Dejando la carroza atrás en la eterna obscuridad del bosque en medio de una tormenta helada.

    – ¿Qué? ¡Oye viejo! ¡¿Que esta pasando?!– Lope trato de abrir la puerta, pero no podía. Entonces observo como la ventanas de las carrozas empezó a congelarse. La puerta sobretodo, que estaba completamente helada.

    – ¿Qué es esto…?– La familia empezó a despertarse al escuchar los gritos desesperados de Lope al tratar de abrir la puerta. La familia lo único que hizo fue empeorar la situación.

    El hombre golpeo la puerta con su pesado cuerpo, pero no lograba hacer nada. Entonces empezó a escuchar como alguien tiraba líquido cerca de la carroza. Era el hombre anciano. Baño completamente el carro de ese liquido extraño.

    – ¡Abra, maldito!

    El anciano se puso de frente a la puerta. Completamente visible ante las ventanas cristalizadas por el hielo. Llevo su mano al rostro, en un desliz su rostro desapareció evaporándose en un vapor helado. Debajo de aquella mascara se encontraba Chase con su fría mirada.

    –Por la diosa…

    – Murmuro Lope.

    –Lo se todo, Lope.

    – ¡Eso es algo que ya sabíamos muchacho!– Aulló el hombre golpeando la puerta.

    –No pareces entenderme, lo se todo.

    Lope se quedo quieto. Levanto el rostro y conecto miradas con los ojos blancos de aquel hombre siniestro .

    –Su padre y usted planearon la muerte de toda mi familia. Uno a uno se fueron deshaciendo de todo el linaje externo a la familia Lope. Tenían miedo. Sabían que no eran dignos del pueblo. Tú planeaste el ataque al barco de mi padre cuando fue a pescar. No se hundió durante la tormenta… Lo ataco acompañado de su padre y un grupo de la mafia Lebóre, en esos tiempos apenas estaba empezando sus conexiones… Mi padre peleo contra ustedes y los bandidos. Sin embargo hicieron estallar el barco con mi hermano adentro. Mientras mi padre buscaba a mi hermano entre los restos, tu Lope, le metiste un tiro en la cabeza... Sin embargo no contaban con que yo no hubiese estado en el barco ese día…

    – ¿Cómo es que sabes todo eso…?– Pregunto el hombre.

    –Ahora entiendo porque me denigraste tanto, porque siempre me trataron como basura y como casi su esclavo. Siempre creí que mi familia estaba maldita, esos eran los rumores más comunes, pero no, eras tú, tratando de quebrantarme para que nunca pudiese quitarte tu lugar… Ahora veo que todos esos “accidentes” que me sucedieron durante mi crecimiento no fueron más que tu sucio instinto de supervivencia para eliminarme del juego… A la vez que también eliminabas a tus hermanos…

    – ¿Qué esta diciendo, amor?– Pregunto la mujer. Pero Lope no contesto.

    –Fue durante la época de la muerte de los Generales Mundiales en GrayLagoon, aprovechaste la situación para quitar del camino a dos de tus hermanas… Únicamente queda tu hermano menor. El cual ni siquiera sabes donde esta, ya que se desconecto completamente de la familia… No le interesaba tu sucia familia…

    – ¡¿Cómo demonios sabes todo eso?!

    Chase se quedo callado unos segundos –Durante el destello de la explosión hubo una interacción extraña. Pude ver toda la vida de Calvar frente a mis ojos… Tenían una relación estrecha desde hace unos años, verdad… Le confiaste el asesinato de tus hermanos. Él estaba durante el asalto al barco de mi padre, era solo un niño, pero se encontraba en el grupo… Gracias a eso, pude verlo todo… Cada firma de contrato. Cada negocio, cada persona que pediste que eliminara, por ser un peligroso potencial… Intentaron asesinarme en infinidad de veces, pero nunca tuvieron toda esa suerte.

    Lope estaba tartamudeando de rabia al ver a Chase tan seguro de todo lo que decía. Cada palabra era verdad. Un doloroso pasado que le perseguía siempre. En ese momento Parker parecía ser el fantasma de toda su codicia restregándole toda su mierda a la cara.

    –De algo estoy más que seguro, Lope…

    El alcalde le mantuvo la mirada expectante.

    –Yo, Chase Parker, tengo mas sangre de Saúl F. Lope, que cualquiera de tus hijos o tu… Un grupo de cerdos, burgueses, presumidos, codiciosos y caprichosos… GrayLagoon necesita a un Parker… Y el mundo ya no necesita a ningún Lope…

    Chase chasqueo los dedos. Una llama encendió el carro. El aceite chorreado hizo prender el fuego con mayor intensidad. La familia entera empezó a gritar, mientras que Lope observaba paralizado la escena. El fuego empezó a consumir el carro. El humo empezó a contaminar el interior. Las llamas se volvieron intensas, quemando sin necesidad de estar en contacto con la piel. La familia aullaba de dolor y agonía. Lope se encontraba en el suelo admirando su infierno. Negando con la cabeza lo que estaba sucediendo. Observando como su cuerpo empezaba a arder, al igual que observo claramente como la piel de sus hijos y amada empezaban a llenarse de apoyas que estallaban tan rápido como salían.

    – ¡Parker, mátame a mi, pero a ellos no!– Pidió Lope.

    Chase observa el fuego de la carroza sin expresión alguna. Bajo la cabeza y puso las manos en los bolsillos de su gabardina. Se dio la vuelta y empezó a caminar de regreso.

    –A ti no te importo matar a mi familia… A mi no me importa si muere la tuya.

    Lope observo claramente como el joven se iba.

    – ¡Parker!– Fue el ultimo aullido que se escucho de Lope.


    (…)


    Para la mañana Chase había vuelto a su sala del hospital como un paciente cualquiera. La noticia de la huida de Lope fue tema de conversación por todo el pueblo. Mas tarde encontraron los restos calcinados de la familia. Finalmente, tras la investigación y la evidencia de los tratos de la mafia, los detectives de Hericent concluyeron con que habían sido ejecutados por la mafia Lebóre, ya que eran poseedores de información importante. Chase salió del hospital a la segunda semana, aunque seguía siendo atendido diariamente por el mejor doctor del pueblo. Se convirtió en alcalde el mismo día en que salió del hospital.


    (…)​


    Dos semanas después de los eventos de GrayLagoon, Claudio despertó de un largo sueño. La luz le dolía en las retinas. Se quejó en silencio mientras recuperaba la vista. Tomo sus lentes. Ahora podía ver un poco más claro. Trato de levantarse, pero los brazos estaban débiles y su cuerpo parecía pesado. Se encontraba lleno de vendas por todo el cuerpo. Rápidamente se dio cuenta que se encontraba en una sala especial del hospital. La más lujosa de todas. Observo los distintos artefactos que le medían todos los signos vitales. A su derecha se encontraban bolsas de suero. Había algo extraño, trataba de mover las piernas para acomodarse en la cama, pero no podía, el creyó que se debía a su debilidad. Rápidamente recupero su sentido de la vista, al igual que el ruido ya no era tan escandaloso para sus tímpanos.

    Una mujer de bata abrió la puerta. Le sonrió al verle despierto.

    – ¿Se encuentra bien, Teniente Claudio?– Le pregunto la mujer, mientras se acercaba rápidamente al hombre con una linterna. Le pego la luz al soldado. Al hombre le calaba, pero lo ignoro, sabía que era un proceso de los doctores.

    –Me siento cansado…– Respondió Claudio.

    –Es normal. Ha estado dos semanas postrado aquí. Tuvo unas cirugías para poder mantenerlo vivo. Fue fuerte, todo salió bien.

    Claudio no lograba recordar bien lo que había pasado.

    – ¿Qué fue lo que paso? ¿Por qué estoy aquí?

    – ¿No recuerda nada?

    –No.

    –Debe ser parte del shock…

    En el pasillo se empezó a escuchar un escándalo. Las voces de unas jóvenes pedían a alguien que no pasara. Sin embargo aquella voz de un hombre que aullaba se escuchaba molesta. De pronto un hombre abrió la puerta de la habitación. Era Marcus Thompson, vestido con una bata azul que le quedaba corta. En el suelo cayo su perchero que cargaba su suero. El hombre tenía un rostro pálido y una barba de varios días. Al igual que unas profundas ojeras. Sus brazos se encontraban enyesados, tenían varios pedazos de hierro incrustados, al igual que el cuerpo del hombre estaba lleno de vendas al igual que el de Claudio.

    El Teniente le observo detalladamente y todos los recuerdos llegaron.

    – ¡General! ¡Es un alivio verlo vivo! ¡¿Cómo se encuentra?!– Ahí fue cuando Claudio se percató de algo doloroso. Sus brazos habían reaccionado rápidamente. Todo su cuerpo había intentado de levantarse. Todo, menos sus piernas.

    – ¡Teniente Claudio manténgase en la cama! ¡General! ¡Salga por favor! ¡Enseguida podrá verlo!

    Los gritos de la mujer pasaron por los oídos de Marcus. Quien noto que Claudio acaba de darse cuenta de lo que le había sucedido.

    – ¡General!– Aulló la doctora. El hombre apretó la quijada y asintió. Se dio la vuelta y salió por la puerta.

    –Eres un gran soldado, Claudio…– Murmuro el hombre al irse.

    Claudio estaba petrificado en la cama.

    –Tengo que hablarle de los sucesos de la cirugía…– Esas palabras solo justificaron lo que estaba sintiendo Claudio –Tuvo un combate en GrayLagoon, fue en la mansión Lope. La operación se llevó a cabo para poder rescatar a los rehenes del festival de LaneCloud y Hericent. Ellos están a salvo, todos y cada uno. No se preocupe por ellos… Usted tuvo un enfrentamiento, según los informes, con Mathias Altmayer, el líder de la mafia Lebóre. Durante el combate usted sufrió una herida mortal. Fue atravesado por uno de los ataques de Altmayer. Su ataque le destrozo parte de la columna lumbar. Perdió mucha sangre. El ataque daño partes de su intestino delgado y grueso. Sin contar la inmensa cantidad de golpes sufridos durante el enfrentamiento… La cirugía se llevó a cabo para poder mantenerlo con vida… reconstruir sus intestinos…

    –Dígalo doctora…

    La mujer apretó los labios –Sin embargo al sufrir una herida tan seria en la columna lumbar nos fue imposible poder hacer algo… Usted no va volver a caminar…

    Claudio apretó los dientes. Tanto que casi sentía que rompería sus propios dientes.

    –Teniente, pero también debo de informarle que por su estado físico ya no podrá formar parte del ejercito… Lo siento.

    El hombre se tiró en la cama. Llevo su brazo hasta su frente recordando todo los sucesos. Todo el combate que había tenido contra aquel monstruo llamado Mathias Altmayer. Recordó exactamente todo el dolor sintió en el momento en que fue atravesado. Sin embargo justo antes de desmayarse, también recordó que se sentía pleno, pues había salvado a Marcus…

    La doctora continua dándole informes sobre lo que procedería para poder mantenerlo con vida. Le informo el tiempo que estaría en el hospital, las medicinas que tendría que tomar y todos los programas de rehabilitación con los que contaba el Gobierno Mundial para estos casos. La doctora continuo hablando de cosas que realmente a Claudio no le interesaban. Después de un largo comunicado, la doctora se despidió del hombre. Abrió la puerta y afuera se encontraba el Marcus, esperando pacientemente.

    El General tuvo una charla afuera de la habitación. La doctora se quejó con él. El hombre insistió en ver a Claudio. La charla termino con los quejidos de la doctora yéndose del lugar.

    Marcus entro al cuarto de Claudio. Empujo una silla. Tomo asiento a un lado de su subordinado. Las dos miradas se unieron. Claudio tenía una mirada cansada y triste. El joven estaba delgado, había perdido mucha masa, casi estaba a los huesos. El General no podía mover demasiado los brazos, pero hizo el esfuerzo de levantarlos, tocar la cabeza de Claudio y frotarle el cabello. Justo después el General empezó a llorar.

    –Nunca tendré un soldado tan leal. No creo que nadie haya tenido a alguien como tú en la vida…– Murmuro entre los sollozos con la cabeza abajo.

    Claudio soltó una mofa y negó con la cabeza – ¿Qué es esa actitud tan deplorable General?

    Marcus dejó de llorar. Uso su hombro para limpiarse sus lágrimas y levanto la mirada. Su rostro parecía triste aun así –Tienes, razón Claudio. No me deben ver así…

    Claudio empezó a reír en silencio.

    Marcus simplemente sonrió ligeramente.

    –Como no sacrificaría mis piernas por el hombre que me salvo aquella noche de otoño en las ruinas de Rasew…

    Marcus soltó una risa apenada.

    –Recién había acabado la guerra entre Calani y Rasew, la comida y el agua escaseaba. Los bandidos tomaron el control de todas las ruinas y los puertos. Yo era un prófugo junto con mi hermana. Los bandidos nos buscaron para atraparnos y vendernos al mejor postor, conocían mi descendencia. Ya corría los rumores en Rasew de un trió de hermanos de un linaje de los clanes masacrados en la cuarta guerra… Ahí en el frío de la noche asesinaron a mi hermana por intentar defenderme, a mí, a su pequeño hermano menor… Los bandidos iban detrás de mí. Pero usted apareció junto con su pelotón. Derrocaron a los bandidos y trajeron control. Recuerdo bien la imagen, todo su escuadrón murió… Usted se encontraba en la cima de los escombros con los cadáveres de aliados y enemigos a sus pies. Soltó un grito al filo de la luna. Era joven, era un novato, pero ya era el veterano de una fiera pelea. Usted me salvo de aquellos bandidos. Me tomo de la mano hasta llevarme a la base. Yo vi como usted y todos los soldados de Hericent reconstruyeron la sociedad de Rasew desde sus cimientos.

    Claudio volteo con Marcus –Siempre le estaré agradecido por haberme salvado esa noche. Y por todo lo que hizo por mí. Apoyarme en el orfanato de Hericent, entrenarme a pesar de que le molestaba que le buscara. Por haberme recomendado para entrar al ejército.

    El solado empezó a reír –Por la diosa, le agradezco por cada plato de comida, por cada consejo, por permitirme ser su sombra… Maldita sea, hasta agradezco que me dejara dar un discurso en su boda a pesar de que era un niño…

    Marcus empezó a reír a carcajeadas – ¡Recuerdas eso!

    Claudio acompaño a Marcus en las risas – ¡Por supuesto que sí! ¡Muero de vergüenza de solo recordarlo...!

    Los dos hombres continuaron riendo un momento más.

    Una vez llegado el silencio Claudio levanto el brazo y le tomo el hombro a Marcus –Así que por favor, General, no se sienta culpable por esto que hice por usted… Esto tan solo es una parte del pago por todo lo que hizo por mí– Dijo el hombre mirando a su maestro a los ojos. Aquellos ojos irradiaban una lealtad eterna nunca jamás vista.

    Marcus apretó los dientes y trato de no llorar.

    –Claudio… Estuve hablando con la Dra. Sócalo…

    – ¿La jefa del área de investigaciones científicas del Gobierno Mundial?

    –La misma… Le pregunte por la operación de reconstrucción de columna… No sé si la
    conozcas, fue uno de los avances del Dr. Akira hace muchos años… No existe información concreta de como aquel hombre logro llevar a cabo esa cirugía, es información ultra secreta, pero es un hecho que existe. La cirugía puede ser llevada a cabo, ella misma dijo que la puede hacer, sin embargo dijo que corría sobre tu propio riesgo, la cirugía de no llevarse con los preparativos necesarios, puede llevar a la muerte. Casi ninguna de estas cirugías se ha concretado con éxito… A demás de que no es completamente efectiva, de llegar a darse equivocaciones en la cirugía puedes quedar completamente paralitico, o con disfunciones en el movimiento de tus piernas…

    –La haré.

    – ¡Piénsalo un poco al menos!

    –Correré todo riesgo que necesite– El joven levanto su cuerpo con sus brazos –Haré lo que sea necesario para llevarlo a usted a la cima, General. Cumpliremos su sueño de traer paz a este continente y de ser posible al mundo. Y no puedo ayudarle desde esta cama o una silla de ruedas. Lo haré. Me haré la cirugía.

    Nuevamente esa mirada intimido a Marcus. Era un joven persistente, valiente y temible. El mismo General sabía que era más fuerte que él.

    –Entonces la contactare.

    Claudio le puso la mano de enfrente –Le juro que sobreviviré a esa cirugía.

    Marcus negó con la cabeza y le sonrió –Yo sé que puedes hacerlo– Estrecharon las manos. Cada uno se vio a los ojos y rieron un poco más.


    (…)


    Lejos de Hericent, en un laboratorio secreto en el continente de Nil, oculto entre la capital del mundo, Olimpia. En las profundidades de un edificio del Gobierno Mundial. Ahí se encontraba la Dra. Sócalo. Con un hombre misterioso de traje negro envuelto en las sombras.

    –Unos búhos me contaron que te vieron durante la noche en Hericent hablando con un los huérfanos Arcnaik y Hellwell, ¿algo que gustes contarme?– Dijo una voz ronca y seca.

    La doctora y aquel hombre se encontraban un laboratorio donde había decenas de equipos de alta tecnología. La luz era escasa. Solamente el tenue color de aquella luz ultravioleta que desprendían algunos de aquellos equipos. Existían muchas pantallas, al igual que muchos papeles por todos lados y algunos libros apilados.

    –Es sorprendente que esos chicos estén vivos… Va más lejos de todo lo que alguna vez creímos… Leí los informes, la chica dice que Naum estaba interesado en ellos. Realmente lo comprendo…

    – ¿Pueden servirnos?

    La mujer soltó un suspiro. Metió su mano dentro de su bata y saco cuatro hojas de papel dobladas. Se las otorgo a la fría mano del hombre.

    –En cuanto tuve oportunidad de robarles un poco de cabello, lo tome. En el momento en que llegue aquí los investigue. Todos parecen estar en perfectas condiciones. Sin embargo, ninguno parece haber nacido como “el gen evolutivo”. Esa puede ser la razón por la cual han logrado vivir hasta ahora.

    El hombre doblo las hojas después de echar un rápido vistazo. Las guardo en su saco con cuidado –Entonces no son mas que personas normales. Que triste, esperaba más.

    –Yo también– Se quejo la mujer – ¿Nunca supiste la razón de la muerte del primer hijo de Adán Arcnaik?

    –Fue asesinado por Adán.

    –Pero fue asesinado porque el niño desarrollo “el gen evolutivo”, fue incontrolable. De no haberlo parado posiblemente hubiese destruido la isla entera en la que vivían. El niño muto. Arrasó con un bosque y una montaña entera… y eso que aquel niño solo Tenía cuatro años…

    – ¿A dónde quieres llegar?

    –El primer hijo de Adam falleció por no poder controlar sus poderes. Desde su nacimiento tuvo ataques explosivos de energía por culpa de ser débil ante el gen... El poder del gen evolutivo es demasiado poderoso, es la misma razón por la cual todos los hijos de todo “sombra blanca” y “los cinco demonios”, todos fallecieron antes de nacer… Si esos chicos han sobrevivido solo existen dos razones: Nacieron sin el gen, o lograron adaptarse a él. Tendremos que seguir esperando para saberlo…

    –De ser posible que hayan nacido con el gen, quizás puedan servir como bases para continuar con los experimentos del Dr. Akira– El hombre señalo ligeramente hacia el fondo de la habitación. Ahí donde había un cuarto de vidrio transparente empañado por lo helado dentro de la sala de operación que se encontraba dentro de él. Adentro se encontraba una camilla ligeramente iluminada, sobre la camilla de cirugías se encontraba lo que quedaba del cadáver de Calvar –Naum esta avanzando en sus experimentos… Esta intentando crear súper soldados. Esta avanzando en ello, por lo que podemos ver, ¿usted cuanto ha avanzado?

    La mujer le giro los ojos, se tomo de la cadera y hablo en tono de protesta –A Naum no le están vigilando constantemente para saber si esta haciendo algo ético o no. Ya he estado experimentando con los restos de ese cadáver. Las cinco esferas de las que me contó el Capitán Kian, por lo que pude reconocer por los daños del cuerpo parecían estar hechas a base de energía concentrada con una gran pureza, no cualquier humano es capaz de soportar los experimentos que se llevaron a cabo para lograr controlarlos. Estoy segura que Naum consumió cientos de vidas humanas en el proceso... Yo no puedo hacer eso… –Es importante que descubras los secretos del Dr. Akira. Para eso se te ha otorgado la información de la biblioteca descubierta en Vega…

    –No bromees, para lo que pudieron traerme, mejor no me hubiese traído nada… Pero no se preocupe. Avanzaremos en la investigación. Tengo que hacerlo... Me queda poco tiempo… Nos queda poco tiempo.

    –Confió en usted– El hombre se dio la vuelta y camino hacia la entrada. La puerta se abrió sola. La luz de la entrada generaba que solo se pudiese ver una sombra salir.

    –Quiero a lo huérfanos vigilados– Ordeno Sócalo con lo brazos cruzados.

    –Están siendo vigilados por Claarn– Contesto el hombre rápidamente.

    – ¿Todavía confías en Claarn? Se ha estado apartado de la organización desde que adopto a los chicos… A demás, nunca le comentaría algo como eso. Es fiel a Abraham. El viejo, ni Adán, ni Edward nunca nos permitieron tocar a los niños. Claarn tampoco lo hará.

    –He estado informándome sobre los chicos– Comentó el hombre –Martin Price hizo una reservación para una sesión de adopción de magia en Kadamia. Si nos mantenemos informados por medio de personas externas a nosotros nadie sospechara…

    La mujer soltó una mofa. Metió sus manos a su bata y se dio la vuelta.

    –También vigila a los Generales Mundiales. Hasta hace poco empecé a prestar atención en los almacenes de desechos peligrosos. Alguien ha estado abasteciéndose de tabletas de Uranio… Nadie se percato de ello porque son desechos en su mayoría inservibles… Hasta donde se, aparte de nosotros dos, nadie ha estado sufriendo el desgaste, nadie hasta ahora, ¿Por qué un General Mundial ocuparía esos residuos peligrosos? Puede que alguno de ellos este apoyando a alguien en las sombras sin decirnos.

    El hombre se mantuvo de pie en la puerta un par de segundos en completo silencio –Me haré cargo– Dijo con su voz ronca. Aquellas palabras se sintieron frías y peligrosas. Dio unos pasos adelante y la puerta se cerró.Dejando la habitación nuevamente en obscuridad parcial del laboratorio.

    La doctora caminó hacia una maquina. Ahí había un vidrio reforzado en la que había cuatro muestras. La mujer hecho un vistazo al cuerpo que yacía en la mesa. Regresó su mirada hacia las muestras. Sócalo las miro con admiración.

    –Así que seguimos los pasos de nuestro maestro, Naum. Aun somos niños en comparación… Pero si tú lograste crear súper soldados… Quizás es mi turno de crear clones…
     
    Última edición: 23 Noviembre 2019
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    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 26 – La Biblioteca de Akira

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    -12 de Marzo de 2893 D.C.-

    Claarn iba montado en un camello a través del desolado e interminable desierto que se abría ante el. El camino por el que caminaban era la antigua carretera que unía el reino de Maf con Vega. La carretera ahora no era mas que asfalto desgastado por los años. Una carretera que nadie utilizaba tras la implementación de las estaciones Koch. Claarn odiaba utilizar métodos de transporte modernos, era un fan de los viajes a caballo y carreta, a pesar de que la lentitud de estos era notoria contra los trenes Koch o los vehículos del ejército. Su afición por los animales era más grande que el hecho de gastar su tiempo. En más de una ocasión intentó llevar una mascota a la casa, pero Bruno les tenía pavor a las aves y Martin era alérgico a los perros y gatos. Así que el gusto por los animales era un placer reprimido por su querido compañero y aquel chico que llamaba alumno, pero quería como un hijo.

    La cima de aquella empinada masa de arena por la que subía la carretera se volvía pesada para el camello. El hombre le daba palabras de aliento al animal, al igual que unas palmadas en el lomo. Llevaban horas caminando por el desierto desde el último lugar donde habían podido abastecerse de alimentos y agua. El sol era abrazador, sin embargo el calor era algo que poco afectaba al cuerpo de Claarn. No se preocupaba tanto por el camello, Tenía la intuición de que aquel animal había visto días peores.

    Una vez llegado al final de la colina se posaron en la meseta de aquel monte de arena. La arena del desierto volaba por los aires y causaba una enorme molestia. Claarn se puso sus lentes obscuros, se tapó con el sombrero y subió su mascada.

    El sol estaba en su mayor punto, casi el medio día. Sobre aquella infinita luz se podía observar el enorme reino de Vega. Los edificios de aquel reino se levantaban imponentes ante la nada del desierto. Los edificios descendían desde su centro, pasando de hermosos rascacielos a casas de barro mientras más se alejaba de la zona céntrica. Al Noroeste del reino se encontraba un enorme rió, de ahí empezaba a desaparecer el desierto transformándose en un gran campo de sabana.

    Las tierras de Vega estaban localizadas en un punto estratégico. Por Sur el enorme desierto donde era imposible manejar un ataque desde ahí. Las sabanas al Norte y al Este, y mientras mas te alejabas de la sabana esta se trasformaba poco a poco en verdes prados hasta llegar a un enorme lago, mas allá se encontraban las montañas donde no había civilización. Al Oeste un manto de desierto que finalizaba en el mar. Por donde sea que alguien desease atacar el reino, le seria imposible no ser detectados.

    El camello y el hombre tomaron un respiro. Claarn le dio al animal un poco de agua y unas zanahorias para merendar. Cuando el camello terminó de beber y comer el sheriff dio unos pasos hacia enfrente, desde esa colina podía apreciar el gran reino. Hermoso en su inmensidad central, pobre en la lejanía, como en la mayoría de todos los reinos.

    Un pequeño detalle le llenó la vista y atrajo toda su atención, unos vehículos recorrían el desierto hasta llegar a un lugar donde se encontraba una buena cantidad de vehículos, carpas, soldados y lo que parecía ser montones de luces que iluminarían la profunda noche del desierto.

    –Así que ahí esta… La biblioteca de Akira…– Dio un chasqueo con la lengua y se subió de nuevo al camello. Ahora mismo parecía estar más desesperado por llegar al reino. El camello trotó lo más rápido que pudo tras el tronar de las riendas. Ahora el camino parecía ser mas corto al ver su objetivo.


    (…)​


    Habían pasado poco menos de una hora para cuando Claarn ya se encontraba en su lugar de entrega del camello a las afueras de Vega, en un establo viejo de la zona más pobre del reino. El soldado dejó al camello con su rentero. Se despidió elogiándolo por su trabajo y que lo volvería a ver pronto. Pagó al dueño del establo y le dejó una propina para que tratara bien al animal durante la espera.

    Salió del establecimiento, encontrándose ahora en una colonia de casas pobres hechas con láminas pertenecientes a la basura, los mejores lugares estaban hechos con madera vieja, empobrecida por el poder del sol de aquel lugar. Por la calle que no era más que un camino de tierra aplanada por el tiempo y el uso había una gran cantidad de basura. El hedor que desprendía gran parte de la colonia pertenecía a la basura, desechos tóxicos y fosas clandestinas.

    Unos adolescentes observaron a Claarn desde el segundo piso de una de esas casas pobres. El hombre se percató de ello y les mantuvo la mirada. Al poco tiempo los jóvenes cerraron las cortinas de tela podrida. Entendieron el mensaje, no era alguien con quien debían meterse.

    Claarn acomodó su sombrero, pasó su mochila por el hombro derecho y emprendió camino hacia los enormes edificios del centro de Vega.

    La caminata de Claarn hacia la gran ciudad duró otro par de horas. En el recorrido podía darse cuenta de la verdadera situación del reino. Observó claramente el gran cambio de terrenos que existía mientras te acercabas al centro. Las colonias disminuían su pobreza. Las casas dejaban de ser de basura, lamina y madera vieja, para dar una forma mas civilizada. Hogares hechos de barro, cemento y madera de buena calidad. Las calles empezaban a ser pavimentadas y un poco mas estilizadas. Con forme se acercaban a los edificios, los hogares se volvieron elegantes, de un montón de formas excéntricas, de colores vivos, construcciones de cristales y mansiones de grandes patios. Las calles crecían a lo ancho, sin decir que la vegetación empezaba a dar vida al reino. Existían palmeras de todos lo tamaños y estilos. Había arboles de desierto y en los lugares mas elegantes crecía pasto, junto con grandes arbustos. Llegado al centro, los edificios crecían a niveles exponenciales, el calor se limitaba por la gran mancha de sombra que los mismos rascacielos creaban. Los comercios abundaban. Los lugares turísticos inundaban la vista. Claarn pasó por un lado de la estación Koch que finalizaba su viaje justo en el centro de la ciudad. Cerca de la famosa calle de Vega, “La calle de los mil rostros”, una calle inmensa llena de los mejores mercados de todo el mundo. Existía de todo. Restaurantes, licorerías, bares, antros, burdeles, iglesias, salones de belleza, mercados de frutas, mercados de carnes, museos, teatros, casinos, moteles y hoteles, por mencionar algunas cosas. Todos aquellos establecimientos unidos en una inmensa y larga calle que era visitada por todas las etnias de los dos continentes y las Islas Medías. La calle mas conocida de todo mundo.

    Claarn caminaba por aquella inmensa calle. Observaba todo con detenimiento, hace doce años que no caminaba por Vega, desde que había sido enviado en una misión para capturar unos importantes traficantes de drogas. Actualmente lo impresionaba el turismo de esa calle, que de por si ya era conocida por su excelente aprecio por todo tipo de personas y todo tipo de gustos, ahora que se encontraba caminando por esa calle, le parecía que debía de ser complicado mantener controlado los negocios ilegales en aquel cumulo de negocios, personas y edificios. Pues Vega era conocido por todos sus tratados comerciales, por su excelente potencial en la diversidad de todo tipo de comidas, medicinas, telas y tesoros. Volviéndolo uno de los reinos mas prósperos a nivel Mundial. Sin embargo también era conocido por ser el escenario de una gran cantidad de crímenes. Epicentro de negocios del mercado negro. Cede de multitud de eventos obscuros como la venta de esclavos, órganos y todo tipo de servicios que las mentes mas asquerosas pudiesen imaginar. Añadiendo que Vega era la matriz de donde nacieron algunos de los criminales mas buscados de la lista negra del Gobierno Mundial.

    La cantidad de personas era algo imposible de creer. Si se juntara a todas las personas de aquella calle era probable que pudiese llenar todo LaneCloud. Existían personas de todos lados, desde las más pálidas, provenientes de Jenna, hasta las personas más obscuras provenientes de Maf. Todas vestidas con estilos de todo el mundo. Con ropajes tan excéntricos como eran los artísticos ciudadanos de Frandall, al igual que ropas tan elegantes como los de Milloria, pasando por la ropa formal casi de oficina que gustaban de utilizar en Iglakesh, hasta llegar a los ropajes de simples telas de Ilu. La diversidad era algo que llenaba a “La calle de los mil rostros”.

    Finalmente, en la última parte de la larga calle pudo ver a su derecha un edificio alto e imponente. Un templo que se alzaba con una estructura única, hecha de distintos materiales tan resistentes al tiempo que a lo largo de los milenios seguía de piel, hermosa y poderosa como el día que terminó de ser construido. “El castillo eterno de Vega”. Uno de los pocos vestigios que perduran de épocas borrosas. La alcaldía del reino y el sarcófago del segundo Chasoul, Valentín Purill. Ese templo enorme situado justo en el centro de todo el reino era la base militar del Gobierno Mundial de Vega.

    En la cima del templo se encontraba una bandera que mostraba unas cadenas rotas y la figura de un cuervo negro, simbolizaban el orgullo al final de la esclavitud consensuada y el honor a la imagen del liberador, Valentín Purill, conocido en su tiempo como “El cuervo”. En la entrada al oeste existía una estatua del líder de los liberadores que inicio la revolución. Sagacar “El grande”, observando siempre al ocaso, pues el vivió una de las épocas mas obscuras de la humanidad, mientras que Valentín Purill “El cuervo”, pupilo de Sagacar, se encontraba viendo al Este, pues el vio el nacimiento de la libertad de todos los humanos y destruyó todo los sistemas anticuados del Gobierno Mundial, liberando al mundo de la obscuridad del imperialismo.

    Claarn admiró el enorme edificio unos minutos. Siempre seria algo increíble de ver. Iría ahí, pero primero tenía que comprar unos licores, los últimos se los acabo en su viaje. Se acercó a un centro de negocios, abrió las puertas de una vieja licorería que alguna vez había frecuentado. Se acercó a la barra. Había algunos ebrios de piel amarilla discutiendo al fondo. Una mujer tocaba el piano mientras cantaba una melodiosa canción que únicamente dos hombres medio borrachos escuchaban. Las otras camareras se encontraban fumando un cigarrillo en la otra esquina del bar mientras cotilleaban.

    Claarn tomó asiento en un banco alto.

    –Creí que era una licorería, no un bar– Le comentó Claarn, un poco molesto, al joven pelirrojo de abundante barba y cabello cortó que limpiaba la barra. En su gafete decía barman.

    –Somos ambos, señor. Son tiempos difíciles y tuvimos que cambiar nuestro tipo de negocio, pero los ebrios destruyen las botellas, por lo que nuestro almacén de productos lo tenemos atrás– Respondió el joven con una voz gruesa y amable –Las bebidas más populares son todas las que tenemos en el mostrador detrás de mí. Aunque si gusta puedo darle un libro con nuestros licores más exóticos– El joven se recargó en la barra y sacó un libro.

    Claarn mantuvo la mirada en los licores –Me dijeron que por aquí podía comprar una botella de lo que necesito…

    – ¿Enserio? ¿Y precisamente que es lo que necesita?

    –Un “AAA” del 73´.

    El joven dejó de limpiar la barra y observó a Claarn, pero este no le dirigía la mirada. El chico se agachó y recogió una pequeña libreta de una caja –Vino al lugar adecuado. Esa es una bebida bastante especial. No muchos la conocen. Proveniente del gran reino de Sabbatelli en las Islas Medías, justo ese año se hizo la primera botella. Lamentablemente la única botella que tengo de “AAA” del 73´ esta utilizada, así que solo puedo hacerle bebidas con ella. Aquí en esta libreta están las bebidas que hago con el– El chico extendió la libreta para que el hombre la viera, pero Claarn no parecía darle importancia, siguió viendo al joven.

    –Sorpréndeme– Dijo Claarn regresándole la libreta deslizándola por la barra.

    El joven le miró desafiante –El que parece que podría interesarle es el “Dos Torres”, es un poco complicado, se hace en un tarro largo y fino mezclando jugo de uva obscuro con el licor, con una ultima capa que se construye con aceite de frambuesa y coco con el queda delicioso. La frambuesa termina dándole un color rojo intenso muy bello. Los clientes suelen probarlo en la medía noche, dicen que es bueno para empezar una fiesta. Su costo son 4900 Chas.

    Claarn tamborileó en la mesa mientras asentía.

    El barman le sonreía con orgullo.

    –Entonces volveré en la medía noche. Si eso dicen ellos, será por algo.

    –Quizás en la noche nadie los puede ver después de ese trago. Dicen que es rudo.

    –Puede ser– Claarn se levantó de la barra pasando su mochila por el hombro –Bueno, me iré. Pero primero dame una botella de ese ron.

    –Claro– El joven atendió el pedido. Le dio la botella de ron. Claarn agradeció con una sonrisa. Pagó la botella y le dio una moneda de propina.

    –Buen servicio.

    –Muchas gracias– Dijo el chico asintiendo y guardando la moneda en su bolsillo.
    Claarn salió por la puerta haciendo una ceña con la mano a forma de despedida. Regresó a la calle principal y se mezcló entre la multitud.

    El barman le observaba desde la barra hasta que lo perdió de vista. Con la moneda que le Habían dado golpeó la madera del mostrador haciendo la tonada de una canción.

    Unos segundos después dos chicas salieron de la puerta del almacén. Con una sonrisa el barman hizo un ceña con la cabeza y las chicas salieron del bar a paso tranquilo, mientras se ponían unas capuchas de color crema.

    Claan había cruzado “La calle de los mil rostros” y se dirigió hacia los edificios del centro. Cruzó entre distintos bulevares y calles hasta llegar a un hotel cercano al cuartel de Vega, un hotel llamado “Las Dos Torres”.

    El hombre entró al edificio, pagó el hospedaje al recepcionista que atendía en la entrada. Era un hotel caro, pero Claarn podía darse ese tipo de lujos, claro, utilizando su placa del Gobierno Mundial, ya que la mayoría de negocios tenían promociones y descuentos a servidores del gobierno.

    Justo antes de subir por las escaleras Claarn sintió como su barriga rugía. Miró hacia la izquierda y ahí se encontraba el lobby, y un poco mas adentro, un comedor. Atraído por el olor a la comida, Claarn se dirigió hacia las mesas. Llegó a la barra, tomó el menú y sin echar mucho ojo pidió unas papas con rajas de ternera bañadas con crema, lo acompañaría de un buen vino de Vinaria. Quizás la comida más barata que había en todo el lugar. Se sentó en la barra y dejó su sombrero en la superficie de la misma.

    En unos minutos su plato se encontraba frente a él.

    Estaba por dar su primer mordisco, cuando un hombre se sentó a un lado de él, molestando su placentera soledad, pero no conforme con esto, aquel hombre tomó su sombrero y se lo probó. Claarn se irritó. Se dio la vuelta rápido listo para poner en su lugar a aquel hombre. Entonces le vio el rostro.

    –Hola, superior, Bohm. Un gusto verle– Dijo el hombre con una encantadora sonrisa que Claarn Tenía calcada de memoria. Con un tono y un porte refinado. Era Arlong Price, el General de Milloria y el hermano mayor de Martin.

    – ¡Arlong! Ha pasado tanto, no te veía desde lo de Abraham...– Claarn mostró una sonrisa y le tendió la mano para saludarse.

    Arlong atendió su saludo de inmediato con un fuerte apretón –Ha pasado tanto tiempo y usted sigue igual que siempre– Soltó una risa –Debes decirme tu secreto un día de estos.

    Claarn le acompañó en su risa –Es algo complicado de entender, pero si, algún día quizás te lo diré.

    – ¡Excelente!– Dijo entre risas. Volteó hacia el bartender y pidió mostrando una sincera sonrisa blanca –Camarero, si me puede servir uno igual al de mi compañero, gracias… Te acompañaré, espero no te moleste.

    –Para nada ¿Y dime qué te trae por aquí?

    El joven gesticulaba bastante con las manos, un ejercicio que hacen para los políticos y empresarios del cual Arlong dominaba tan bien que lo hacia por inercia –El General Erick Blake y yo decidimos llevar a cabo unos negocios internacionales. Es algo que se lleva planeando desde hace tiempo. Justo hoy en la mañana acabamos de terminar de firmar. En la noche quedaremos para arreglar unos detalles con algunas industrias. Odio estar en las habitaciones del cuartel de Vega, demasiada seguridad. Me gustan las cosas sencillas, por eso me hospedo en este hotel.

    –Comparto tu desagrado con las habitaciones de los cuarteles, son incomodas a morir– Claarn tomó un poco de su comida y lo saboreo. Era un delicia –Entonces unos negocios internacionales… Me sorprendes, Arlong, parece ser que sirves para algo– Claarn soltó unas risas.

    Arlong sonrió –Ya no soy el mismo jovencito de hace dieciséis años al que le tuvo que cuidar las espaldas. Debo admitir que gran parte de lo que soy es gracias a usted. Me enseñó muchas cosas durante la post guerra.

    –De los mejores soldados que he tenido a mí cargo. No suelo decir esto. Odio el ego en las personas…– Tomó un sorbo a bebida –Era de esperarse, después de todo fuiste un prodigio desde que entraste a los quince años al ejercito como alumno de tu padre.

    Arlong soltó unas risas silenciosas –Mi padre deseaba que fuese un gran soldado, sus entrenamientos si que fueron bruscos. Yo creí que era un amargado, pero demonios, ser un General es un trabajo cansado…

    –Por eso siempre he rechazado ese puesto. No es más que una carga. Me agrada mi estilo, ser un vagabundo al cual llaman cuando necesitan.

    –Hablando de que le llaman para cuando lo necesitan… ¿Qué hace por aquí?

    Claarn levanto las cejas y le lanzó una mirada fría –Cosas confidenciales, hijo.

    –Siempre un hombre misterioso…– El bartender trajo la comida del General y el hombre agradeció con una sonrisa. Empezó a picar las rajas con los tenedores cuando preguntó – ¿Vienes por la biblioteca?

    Claarn estaba masticando cuando escuchó la pregunta. Observó atentamente al mayor de los hijos Price. Tragó su comida y entonces preguntó – ¿Cómo lo sabes?

    –Erick Blake me habló sobre ello. Era imposible que no viese el movimiento militar al Este de la ciudad. Supongo que me lo contó porque quiere generar una confianza con su nuevo aliado. Es importante que mantenga sus alianzas en este momento, ya sabes que la situación en el continente de Nil no es la mejor.

    –Estoy al tanto de ello… Si, es por la biblioteca que he venido a Vega.

    –Es lógico, nada pasa por debajo del Servicio Secreto. Me sorprende. Llegaste muy rápido. Me dijo que había informado de la aparición de la biblioteca ayer en la tarde.

    Claarn terminó de masticar y luego habló –Lo que pasa es que me encontraba cerca de Vega en otra misión. Quizás por nuestra efectividad es que todo mundo nos tiene miedo…

    –Puede que sea por eso… o el mal rostro que se carga, Claarn– Dijo Arlong rápidamente soltándose a reír. Claarn se rió con el.

    La plática continuó durante un rato entre chistes, anécdotas y trabajo. El mayor de los Price y el agente secreto se llevaban bastante bien.

    La comida se había acabado y los dos hombres continuaban bebiendo de su vino.

    –Y sigues pareciéndote tanto a Abraham Arcnaik. Sabias que una investigación concluyo que en el planeta puede haber un total de cuatro personas parecidas a ti, lo escuche en uno de esos programas de radio... Me parece un dato interesante. Debió haber sido increíble ver una conversación entre el viejo General y usted.

    Claarn soltó una pequeña mofa –Deja de escuchar esos programas tan idiotas, solo quieren lavarte el cerebro– Mantuvo una ligera sonrisa y empezó a menear la copa de vino –Yo lo consideraba como un padre… Me enseñó muchas cosas en sus largos años de servicio. Sin embargo no soy ni la mitad de lo que él fue…– Detuvo la copa y le metió un largo trago.

    Arlong agachó la mirada hacia su copa a medio acabar –Eso lo entiendo bien. Tomé el puesto de mi padre cuando falleció. Mucha gente lo consideraba el mejor gobernante de los últimos años. Fue difícil, pero actualmente creo que he hecho el mejor trabajo que he podido hacer. La gente esta feliz con mi trabajo…– El General empezó a reír –Al menos eso dicen las encuestas de popularidad…

    –Lo has estado haciendo bien, muchacho, Charles estaría orgulloso– Claarn extendió su brazo tocando el hombro de Arlong. Dándole un pequeño apretón y una palmada de aliento.
    El General soltó una risa ligera –Gracias…– Tomó un sorbo a su vino con una sonrisa enternecida. Dejó la copa en la barra y le dio un pequeño empujón a Claarn –Pero alégrese, viejo. Has llevado cabo multiples misiones importantes durante y después de la guerra. Si mal no recuerdo usted defendió el pueblo de LaneCloud cuando fue atacado hace tres años por aquellos bandidos, y lo más importante, te diste a la tarea de cuidar al nieto del mismísimo héroe de la cuarta guerra Mundial. No cualquiera podría hacerlo mejor de lo que usted lo ha hecho… Sabes, no todos están hechos para dejar una huella, algunos solo estamos aquí para dejar un legado a los verdaderos héroes de la historia…

    Claarn soltó una risa y miraba a Arlong con curiosidad –Puede que sea verdad… Abraham confiaba mucho en sus nietos. Creía que ellos tendrían un destino más que brillante. En cierta forma el Gobierno Mundial también lo ha pensado. Alguna vez tuve la suerte de hablar con un General Mundial, me dijo que esperaba grandes cosas de mi tutela.

    –El apellido Arcnaik se ha vuelto legendario, al igual que el Hellwell. Muchos confían no solo en ti, sino en mi hermanito. Esos niños un día demostraran ser dignos de sus apellidos, y serán capaces de demostrarlo gracias a ustedes... Recuerda todas mis palabras, Claarn– Le dijo Arlong mientras tomaba su copa y la meneaba frente el rostro del hombre.

    –Eso es lo que espero. Es lo que mas me llenaría de orgullo… Son unos buenos muchachos.

    –Los recuerdo bien… Vi futuro en sus ojos…– El hombre tomó lo ultimo que le quedaba de su vino. Sus mejillas estaban sonrojadas.

    Claarn ya había pensado desde hace minutos que Arlong estaba subido de copas.

    –Quiero otra camarero, por favor– Dijo al aire tras dejar su copa en la mesa. Llevó su mano a la mejilla y se recargo en ella mientras esperaba su siguiente copa.

    –Apenas son las tres de la tarde, no deberías tomar tanto, Price– Dijo Claarn con una sonrisa nerviosa.

    – ¿Qué? ¿Y tú me dices eso? Mírate, has tomado mas vino que yo y ni siquiera se te ve mareado.

    –Es entrenamiento diario– Contestó entre risas.

    Arlong empezó a reír junto con Claarn. Se frotó el cabello y le miró a los ojos. La mirada del General se volvió sensible. Mostraba nostalgia –Cortando un poco la charla, ¿como esta Martin?

    Claarn no titubeo en hablar –Sigue siendo molesto, como siempre…

    Arlong muy animado empezó a reír –Seguro pasa mas tiempo buscando chicas que cuidando a los niños.

    –Ya ha estado mas tranquilo con eso, creo que ya se acabo a las chicas de los dos pueblos– Claarn empezó a menear su copa entre risas después de decir eso.

    –Es un mujeriego. Desde que era pequeño fue así, intentaba conseguirse pequeñas novias de su colegio. Fue un desastre cuando llegó el momento de trabajar como soldado. Utilizaba mucho la táctica de presumir que era soldado. En mas de una ocasión tuve que encubrirlo de nuestra madrastra diciéndole que había ido a una misión, cuando en realidad estaba por ahí con alguna chica… Que bien por él si ya ha parado con eso. Espero que algún día consiga una buena mujer y se enamore… Me haría muy feliz eso…– El General se encontraba viendo la barra con una mirada alegre. Sonreía al imaginarse una boda.

    Claarn le observaba. Le parecía tierno que su hermano mayor le tuviese tanto afecto. Entonces el frío hombre también habló –Aunque no lo creas, a mí también me haría feliz… A pesar de que es mi compañero de tutelaje, lo he considerado como uno más de mis alumnos. He tenido muchos problemas con él, muchos pleitos, discusiones, choque de ideas... ¡Sabes, no se parece para nada a ti, ahora que lo pienso!– Los dos hombres empezaron a reír.

    – ¡Verdad! ¡Es un desastre!– Contestó el hermano animado.

    –Si…– El hombre soltó un suspiró –Sin embargo, es un buen muchacho, ama a los chicos, al igual que yo. Es un gran maestro y un increíble soldado.

    Arlong observó la copa de vino que le trajo el bartender. No supo en que momento la habían traído. Esbozó una sonrisa al mirar el fondo rojo de la copa y ver su reflejo entre el vidrio. Un rostro casi idéntico a de Martin –Si, lo es… Cuando pasó el tiempo y vi que Martin aun continuaba en esa casa me di cuenta que quizás cuidar a esos niños le haría madurar… Los niños pueden ser un poderoso poder de cambio.

    Claarn asintió mientras daba un sorbo a su vino. Dejó la copa en la barra y le lanzó una mirada a Arlong – ¿Tu no has tenido hijos todavía?

    El General negó con la cabeza con un rostro serio.

    –Entiendo, no preguntare mas…

    –No te preocupes…– Contestó el hombre. Pensó en hablar durante unos segundos y después de un suspiro dijo –Supongo que aun no estoy listo. Hace poco, mi esposa estaba embarazada, pero perdió al bebe a los pocos meses. Esperaremos por un tiempo… Nunca le conté a Martin sobre ello. Conociéndole, quizás hubiese estado detrás de mi queriéndome hacer sentir mejor… Siempre fue muy unido a mí, sabes.

    –Lo reconozco. Cuando estamos todos juntos contando historias, muchas de ellas hablan sobre ti. Es el amor fraternal. Un hermano es un compañero de vida y experiencias. Un amor mas allá de lo que puede haber entre amigos. Después de todo, eso es la familia, un lazo más poderoso que cualquier otro… Estoy agradecido de tener a esos muchachos. Aunque han hecho que mi cabello empiece a tornase blanco, también son la razón de que pueda distraerme de todas mis demás responsabilidades…

    – ¿Tu no tienes hermanos?– Preguntó seriamente Arlong.

    –Tuve alguna vez– Respondió el hombre –Todos murieron durante la guerra.

    –Lamento recordartelo…

    –Descuida. Soy de los hijos menores, apenas si los conocí…

    –La familia es familia, se conozcan poco o no…

    Sonó la campanilla de la entrada, pero ninguno de los dos le hizo caso.

    –Brindo por la familia– Dijo el General con una sonrisa.

    Claarn le regresó la sonrisa –Salud.

    Mientras bebían Claarn observó como un par de mujeres entraban al hotel. Una joven pelirroja le miró a los ojos. El hombre se estremeció al verla. La chica levantó la ceja al inspeccionar al Gral. Price. La chica dio dos toques con los dedos al hueso de su muñeca. Y por ultimo dos toques en la frente. El hombre asintió de manera leve.

    – ¿Claarn…?– Dijo Arlong mas de una vez al ver el rostro del hombre.

    – ¿Qué sucede?– Preguntó de pronto el hombre.

    –No lo se, tu dímelo…– Arlong giró la cabeza hacia donde estaba viendo Claarn.

    La chica se dio la vuelta haciendo volar su cabellera roja mientras subía las escaleras junto con su compañera de abundante cabellera obscura.

    Arlong únicamente vio a las chicas subiendo. Entonces empezó a reír animado –No creí que estuvieses todavía en la jugada.

    La campanilla de la entrada nuevamente sonó.

    Claarn rió apenado –Algunas veces, solamente… Por ejemplo, mira a esa chica que acaba de entrar. Es muy atractiva, me gusta más el cabello largo, pero el corte le luce muy bien. Creo que es una de las pocas soldados a las que les queda tan bien un uniforme del ejercito…
    – ¿Quién?– Preguntó el General antes de voltear. Entonces escuchó las palabras “Me gusta mas el cabello largo” – ¿Qué dijiste?– Preguntó sin voltear a ver a la chica.

    – ¡Arlong!– Se escuchó en todo el comedor.

    Todos voltearon a verla.

    La mirada de Claarn cambio completamente, volteó a ver a Price rápidamente – ¿Te conoce?– El rostro del General se pinto pálido.

    – ¡¿Qué estas haciendo?! ¡El Gral. Blake te ha estado buscando! ¡¿Querías ir a ver la biblioteca o no?!– Aulló la chica con mucha fuerza. A pesar de ser pequeña de altura su presencia se hacia notar sobre todos los demás. Era una joven de cuerpo despampanante, de baja estatura, poco más del metro y medio. Su cabello era corto y de color Rubio. Su tes blanca como las nubes. Tenía los labios pintados de un rojo tenue, y unos aretes azules que hacían juego con sus preciosos ojos zafiro. La chica llegó con Arlong y al verle las mejillas coloradas su rostro se volvió obscuro.

    – ¡Estas ebrio! ¡Estamos en una ciudad donde acabas de hacer un negocio internacional! ¡¿Quieres que esta sea la imagen de Milloria en Nil?!– La chica tomó de la oreja al General – ¡Comportarte como un General a la altura! ¡Más vale que se te quite lo borracho para cuando hayamos llegado a la oficina de Erick Blake! ¡Ese negocio internacional es una de las mejores ideas que has tenido! ¡No hagas que se arrepienta!

    Claarn quedó boquiabierto al igual que todo mundo en el hotel.

    – ¿Ya la conocía, Sr. Bohm? Es Emma Allen, mi Teniente General… Emma, el es el Agente del Servicio Secreto, Claarn A. Bohm.

    – ¿Allen? ¿Eres la hija del ExGeneral Alan Allen de Iglakesh?

    –Exactamente– Contestó ella al soltar a Arlong –Soy la hija menor. Un gusto en conocerlo– Dijo con un tono de voz bellísimo. Una sonrisa que calentaba el alma. Y una mirada linda, pero con un sentido de alta confianza.

    –Fue mi compañero durante muchas batallas hace décadas, un gran hombre, como pocos. Lideró muy bien Iglakesh antes de su retiro. La General actual es el ejemplo de su enorme talento. Que la diosa lo tenga en su eterna gloria.

    –Muchas gracias, Sr. Bohm. Siempre me llena el corazón escuchar sobre mi padre– Contestó ella amablemente y un poco ruborizada. Una pequeña sonrisa nostálgica se tatuaba en su rostro.

    Arlong pagó la comida y la bebida mientras los dos soldados se presentaban. Se acomodo su uniforme, dobló perfectamente el cuello de su camisa y pasó su mano por su cabello, dejándolo medianamente acomodado.

    –Estoy listo– Dijo el General con una sonrisa confiada.

    –Ya estuvieses caminando al cuartel…– Gruñó la mujer.

    Arlong empezó a reír nervioso –Tranquila… Tenía que invitar a Claarn a ver la biblioteca. Al fin y al cabo vino por eso.

    – ¿No crees que haya algún problema? La invitación era exclusivamente para ti.

    –No debería haber problema. Después de todo Erick Blake ya le conoce, estuvo en el mismo escuadrón conmigo durante la posguerra.

    Claarn levantó la ceja –No lo recuerdo.

    – ¿Enserio?– Arlong soltó unas risas –Recuerdo que el día que llevamos a cabo nuestra primera misión con usted, nos dijo: “Si llegan a separarse del escuadrón no crean que haré un esfuerzo por encontrarles. Probablemente ni siquiera recuerde su rostro. Aquellos que son débiles no merecen tener espacio en mi memoria”.

    Emma abrió los ojos y volteó rápidamente a ver a Claarn – Que cruel– Dijo decepcionada.

    Claarn soltó una risa apena –Si, parece ser que es algo que yo diría…– Se perdió en sus pensamientos mientras miraba la barra del lugar. Golpeó la madera con su palma y levantó el rostro –Esta bien, iré con ustedes. Después de todo, tarde o temprano tendría que hablar con el General de Vega.

    –No se diga más– Dijo Arlong con una sonrisa. Tomó el sombrero de Claarn y se lo puso. Volteó hacia los camareros –Estuvo delicioso, mis felicitaciones al chef. Aquí tiene una propina por aguantarnos todo este tiempo, buenos hombres– Dejó un billete en la barra y camino hacia la salida con las manos en la puerta.

    – ¡Quítate ese sombrero! ¡Te ves ridículo! – Gritaba Emma mientras salían.

    Los dos soldados salieron primero del hotel.

    Claarn caminaba con lentitud. Echó un vistazo a las escaleras y ahí se encontraba aquella mujer pelirroja. Esperando recargada en la pared al final de las escaleras con un pie pegado a concreto sobre el que estaba recargada. Ambos se vieron. Claarn movió los dedos de su mano generando unas llamas que desaparecieron al instante en distintas yemas de los dedos. Ella asintió. El hombre salio por la puerta. Haciendo sonar la campana de la recepción.

    La mujer en las escaleras subió con prisa al siguiente piso al sonar de la campanilla.


    (…)​


    El sol iluminaba el cuartel, dejando ver la belleza de su maravilla arquitectónica. Decenas de personas subían y bajan las largas escaleras que llevaban a la entrada del cuartel. Claarn apreció con detenimiento aquellas estatuas del segundo Chasoul Valentin Purill y del líder revolucionario Sagacar. Pensando en lo inmenso de su legado, compatible con lo inmenso de sus representaciones.

    La bandera de Vega colgaba de la entrada del cuartel en cinco banderines que caían alternadas entre pilares de roca que sostenían el techo de piedra. Los tres soldados entraron al cuartel. Desde la entrada se podía ver un lobby enorme con una gran cantidad de plantas de sombra dentro. Al igual que una fuente de agua en el centro de todo el piso. Mirando hacia arriba se encontraban cuatro pisos más de oficinas y almacenes. Elevándose hasta el final una punta de vidrio que servia como tragaluz. En el suelo se encontraban formados en curiosas figuras vidrio blindados, desde el lobby del cuartel podías observar el interior interno del cuartel.

    Subieron hasta el último piso. Al fondo de extensos pasillos se encontraba un único pasillo decorado con multitud de cuadros, tesoros de oro y artesanías antiguas. El piso de piedra era cubierto por una larga alfombra roja. Las paredes aquí eran blancas adornadas con finos detalles dorados.

    En los cuadros se podían apreciar piezas de arte que mostraban hechos históricos en la línea del tiempo del reino. Al igual que se encontraban múltiples cuadros con gobernantes emblemáticos en la historia. Soldados uniformados y multicondecorados alzando el pecho y el mentón en honor a sus hazañas.

    Muchos rostros eran conocidos. Sin embargo al final, se encontraba un par de cuadros gigantescos. Del lado izquierdo en uno de los retratos se encontraba Valentin Purill, el héroe de la Segunda Guerra Mundial. Un hombre de piel negra, ojos pequeños, cara alargada, la sombra de una espesa barba recién rasurada, cabello rizado pegado al cráneo, nariz ancha y unos labios ligeramente gruesos. Tenía la bandera ondeada en su espalda, aquella bandera que movilizo millones de personas a pelear contra el antiguo Gobierno Mundial y el esclavismo. En sus ropajes se mostraba su humildad, pues de todos los guerreros dentro de aquellos cuadros, el era el único que vestía ropas tradicionalistas. Sentado en una silla de respaldo largo hecha enteramente de madera. Detrás de todo el retrato se encontraba una imagen de un reino mucho más pequeño del que era ahora. En su placa dorada decía: “Purill Valentin. Segundo Chasoul. Héroe de la Segunda Guerra Mundial. Líder del ejército revolucionario. Y fundador del Gobierno Mundial actual. 1330 D.C. – 1425 D.C.”

    Del lado derecho se encontraba otro retrato. En el se veía el interior de la oficina del General. Una gran cantidad de libros, ligeramente mostrando la ciudad, bloqueada por los enormes edificios. El retrato mostraba a un hombre moreno, de cabello ondulado y ligeramente despeinado, pero al fin y al cabo elegante. El hombre tenía unos ojos saltones color negro. Su mirada era seria y profunda, casi hipnótica. Era como si quisiera seducir al pintor que hizo el retrato. Una barba perfectamente negra y delineada. No tenía un uniforme militar como todos los otros retratos. Este hombre tenía un traje azul hecho a la medida. Todo un hombre de negocios, pero con una pose como si fuese un modelo de esas revistas de moda que actualmente estaban circulando. En una placa dorada abajo del cuadro decía: “Gral. Blake Erick”. Debajo del nombre existía un espacio ancho, como si se esperara que alguien escribiese una leyenda.

    –Cuanta autoestima…– Dijo Claarn entre dientes. Nadie le escuchó.

    Arlong toco la puerta.

    –Adelante– Respondió una voz suave.

    El General de Milloria asintió. Tomó el picaporte de las grandes puertas. Abrió dando un ligero empujón dejando ver el interior de la oficina. En el medio se encontraba un escritorio. Unas extensas cortinas guindan cubría una enorme ventana. Del lado derecho una fila completa de lockers tapizaba la pared, frente a ellos se encontraban unas plantas y unos sillones. Del lado izquierdo, se encontraba una mesa de reunión larga. Al igual que dos pizarras y un mapa Mundial junto con un mapa de Vega. Dentro de un marco de vidrio se encontraba el uniforme y medallas del General, alumbrado por tres lamparas. Detrás del escritorio se encontraba Erick Blake, el mismo hombre de aquel retrato, pero consumido por los años, cargando con ojeras y una que otra blanca cana tanto en su barba como su cabello. Llevaba puesto un traje color caqui y sostenía un libro el cual cerró rápidamente al ver a Arlong pasar.

    –General, su encantadora Teniente y yo lo estuvimos buscando…– El rostro de Blake paso de una larga sonrisa blanca a una completa sorpresa tras ver detrás de los soldados de Milloria, a un hombre alto que llevaba sombrero vaquero con un inmenso parentesco al fallecido héroe Abraham Arcnaik. Lo reconoció de inmediato –Claarn A. Bohm… Que esplendida coincidencia…– Pensó el General de Vega al momento en el que caminaba hacia los soldados.

    –Discúlpeme, Gral. Blake. Deje presentarle al motivo de mi retraso– Dijo Arlong con cierto tono alegre. Su rostro estaba ruborizado por el alcohol y Emma estaba nerviosa al verle de esa manera.

    –Usted tranquilo, Gral. Price. Yo también hubiese atrasado nuestro viaje.– Blake le dio un apretón rápido a Arlong, sin prestarle demasiada atención a su aliento o su aspecto. Enseguida se dirigió a Claarn, el cual se encontraba admirando la oficina.

    –Un gustó poder volver a verlo, maestro. Parece que su poder implacable también afecta a los años. Luce idéntico– El hombre tendió la mano en dirección a Claarn. Mostró su sonrisa mas aduladora y esperó un gesto alegre del hombre.

    El rostro de Claarn se moldeo en un gesto de duda – ¿“Volver a verlo”? ¿Nos conocemos?

    Las manos se apretaron. La sonrisa de Blake titubeó al escuchar esas palabras. Dentro de sí su orgullo ardía en llamas –Por supuesto que nos conocemos. Fui parte de su escuadrón en “La Batalla de los Lacayos”. De hecho Arlong y yo fuimos compañeros– Su postura se mantuvo y su cabeza permaneció como piedra ligeramente alzada mostrando poderío. Señaló a Arlong con la palma abierta y seguido llevó ambos brazos atrás inflando el pecho de orgullo.

    –Tendrá que disculparme, General Blake, pero no logro recordarle– Comentó Claarn algo desvariante del tema.

    La sonrisa de Blake dejó de ser una sonrisa perfecta para volverse una sonrisa que mostraba de manera notoria un gesto de cierta molestia. Tomó un respiro casi invisible y continuó.

    –No se preocupe. Lo importante es que estamos juntos. Dígame, ¿Cuál es la razón de su grata visita?

    –Mi misión es confidencial, pero creo que sabe por donde va relacionada. He venido a investigar la biblioteca de Akira.

    –El hombre asintió lentamente con la misma mirada de antes, soltó una ligera risa –El Servicio Secreto trabaja bastante rápido, el reporte apenas lo envié ayer y ya han enviado a alguien de su calibre. No se preocupe, de hecho estamos esperando a Arlong justo para ir hacia allá ¿Comprende lo horrible que es descubrir algo tan importante como una biblioteca de Akira y ni siquiera poder verla? Es un horror.

    –Debe serlo, le traerá cierta fama a Vega el tener algo tan importante como eso… Bueno, ¿que estamos esperando? Ya estamos juntos.

    –Se ve animado, Agente Bohm– Dijo el Gral. Blake al darse la vuelta hacia su escritorio – ¿Le trae recuerdos?– Preguntó el hombre mientras caminaba.

    El rostro de Claarn se volvió duro –Mas recuerdos de los que necesito…

    El General sacó unas llaves y cerró los cajones de su escritorio –Hoy veremos cosas increíbles– Dijo animado al levantar un poco la mirada. Se irguió. Observó hacia la ventana y desde ahí pudo apreciar toda la ciudad de la cual estaba a cargo. La luz entraba por la oficina alumbrando y alargando las sombras – ¿Qué clase de utopía seríamos si hubiésemos seguido la visión del Dr. Akira Dorian Wish…?

    –No seriamos ninguna utopía– Contestó Claarn con tono duro. En ese momento las cortinas guindas de la oficina se cerraron tras un ligero pitido. Llenando la oficina de obscuridad, dejando la luz ante ellos entre ligeras luces. Los tres soldados voltearon a ver al agente.

    – ¿Cómo dice?– Preguntó Blake con curiosidad.

    Claarn no pensaba sus respuestas ni un instante. Hablaba desde el corazón –Lo que escucharon. De no haberse descubierto la verdad sobre Akira Dorian Wish y de haberle dejado seguir con sus proyectos el mundo entero se hubiese sumido en la obscuridad. Ese hombre no era ningún tipo de héroe ni mesías. Un genio, eso no lo negare, pero un genio corrompido por la locura de la guerra, un demonio con una mascara de ángel.

    La mirada cautivadora de Blake se volvió seria y afilada. Estaba por contestar cuando Emma Allen respondió –Pero Sr. Claarn gracias al Dr. Akira ahora tenemos vacunas contra enfermedades que persiguieron a la humanidad durante miles de años. También tenemos muchos avances tecnológicos que utilizan en las industrias, medicina y el ejercito. La presencia del doctor en la historia es un punto y aparte desde que se iniciaron las ciencias. Creo injusto que lo acuse de manera tan cruel solamente porque decidió trabajar en experimentos fuera de la supervisión del Gobierno Mundial…

    Arlong le puso el brazo en el hombro a la joven mientras le negaba en la cabeza, con intención de que se detuviera. Ella enarcó las cejas y le gritó molesta – ¡¿Por qué tengo que callarme, estoy en todo mi derecho de debatir sobre el tema?!

    –Es que no es bueno debatir con Claarn sobre esto…- Dijo el hombre con un rostro serio.

    La chica le quitó la mano del hombro – ¿Qué cosas dices?

    –Escucha a tus superiores Teniente Allen...– Comentó el Gral. Blake lanzandole una mirada dura –Después de todo como puedes debatir sobre este tema con alguien que estuvo en los laboratorios del Dr. Akira…

    – ¿Cómo?– Pregunto ella confundida.

    – ¿Así que lo sabes?– Dijo Claarn con la frente en alto observando directamente a Erick Blake. Su rostro se volvía terroríficamente obscuro. Parecía molesto.

    –Recuerdo que nos lo comentó a un grupo del escuadrón durante la “Batalla de los Lacayos”…– Respondió Arlong.

    – ¿Enserio?– Preguntó el hombre confundido.

    Arlong se acercó a Emma y le susurró al oído –Claarn A. Bohm es uno de los pocos sobrevivientes de los laboratorios. Los laboratorios fueron atacados por “Los Brujos” después de la muerte del doctor. Se cree que buscaban información. Sin embargo, lo que no sabían era que para encontrar información debían encontrar “Las Bibliotecas de Akira”.

    –Sin embargo yo opino igual que usted jovencita…– Dijo Blake con una sonrisa –Creo que la mente de aquel hombre era brillante. Un cumulo de ideas que traerían una vida impensable en los próximos mil años. Un visionario con las manos atadas a las reglas de hombres con miedo. Después de todo, las ciudades donde vivimos, queramos o no, son lo que son por la visión de un único hombre– Blake y Claarn se vieron entre si con un choque de ideas tan intensas que hacían pesado el ambiente de la oficina. Al final el Gral. De Vega levantó los hombros los brazos –Pero no podemos hacer cambiar de opinión a alguien con las ideas tan fuertes. Sin embargo podemos tratar de hacerlo mostrando la grandeza del doctor. Vámonos. Tenemos una biblioteca que explorar– El hombre sonrió, acomodó su saco y caminó hacia la puerta abriéndola para sus visitas dejando ver el brillante pasillo con los retratos.

    Arlong caminó hacia la salida y le dio una palmada a Claarn –Llegó la hora– El hombre le sonrió con una sonrisa piadosa y salió de la habitación. Emma le siguió. Ambos agradecieron al General por abrirles la puerta.

    Claarn se quedó dentro de la oficina hundido en la obscuridad de sus pensamientos.
    Erick Blake le estaba observando mientras le esperaba. Los soldados de Milloria esperaban adentrados en el pasillo. El General sonrió y con una mirada tierna dijo –Bohm, el futuro esta cerca.

    Claarn sintió un terror que crispó cada bello de su cuerpo. Abrió los ojos observando la obscuridad de la oficina. De pronto observó dentro de su cabeza la imagen de Akira diciendo esas mismas palabras. El hombre volteó a verle, alegrándose de saber que solo era Blake. Un tanto desorientado caminó hacia la puerta y salio por ella. El General de Vega mantuvo aquella sonrisa perfecta hasta que el hombre había salido de la oficina. Con las mismas llaves que había cerrado los cajones cerró la oficina.

    –Veo que tiene una pasión por el arte histórico– Comentó Emma para romper el ambiente.

    Erick Blake caminó hacia ella. La joven estaba observando una pintura representativa de un escenario de la Cuarta Guerra Mundial. Cuando el gobierno de Vega fue seducido por las profecías que promulgaban “Los Brujos” transformándola en una de las bases mas importantes de la organización.

    Dentro de la pintura el escenario mostraba una ciudad destrozada por la guerra y las revueltas –Por supuesto que me gustan– Comentó el hombre con alegría –Es bueno saber los errores de nuestros antepasado para no caer en los huecos de sus fallos. Aquello que se vivió una vez no debe repetirse nunca mas.

    Todos continuaron caminando por el pasillo –Así como debemos de aprender a no caer en sus errores, también debemos saber apreciar los éxitos– Dijo la chica al pasar por una representación de la construcción de “La calle de las mil rostros”.

    –Sin embargo no hemos de repetir sus éxitos, si no de hacer los nuestros propios. Jamas sera recordado el hombre que recree un gran evento. Y eso es a lo que aspiro, como muchos, ser recordado, dejar el nombre de Erick Blake marcado en la historia– Comentó el General al pasar al lado de una pintura que mostraba a uno de los lideres de Vega, Arnoldo Ginza, liderando el ejercito del reino a finales de la Tercera Guerra Mundial apoyando a la tercera Chasoul Lissana Monarca en su noble causa de no permitir la conquista de “Los Reinos Perdidos”.

    Arlong volteó hacia los dos soldados que se detuvieron a ver una pintura representativa de la ciudad, una imagen donde el Valentin Purill, el segundo Chasoul volvía a Vega después de la guerra, todos los ciudadanos fueron a celebrar su regreso y su victoria, pero el decidió hacer levitar a todos por los aires mientras gritaba “Libertad”, volviéndola un gesto muy emotivo que quedó guardado en la mente de todos –Luchamos para las personas del futuro, siguiendo los consejos de nuestros ancianos. Los hombres del presente tenemos la misión de conseguir nuestros sueños y los niños tendrán el derecho de apreciarlos.

    –Es un buen pensamiento, Gral. Price– Alagó el hombre con una sonrisa muy parecida a la de Arlong. Los soldados caminaron hasta el General, pasando un cuadro de una de las batallas de Sagacar en el reino de Maf –“Tras la noche mas obscura se vera un día aun mas brillante” Dijo Sagacar “El grande” durante el inicio de su rebelión. Se vienen grandes días, ¿no es así, Arlong?

    –Eso es lo que espero– Contestó el hombre con una sonrisa alegre.

    Al final del pasillo se encontraba Claarn –“Tras la noche mas obscura se vera un día aun mas brillante”– Susurró el hombre para si mismo. Levanto la mirada al techo. Al final del pasillo donde se encontraba el primer cuadro se mostraba la época de la esclavitud durante los años antes de la Segunda Guerra Mundial – ¿Cuánta verdad habrá en esas palabras...?


    (…)​


    Un helicóptero sobrevolaba el reino de Vega. Desde las alturas los edificios se miraban pequeños, las personas diminutas y la franja de clases entre la alta ciudad y la zona mas pobre se volvía cada vez mas grande.

    El desierto era inmenso. Desde las alturas se observaba la inmensidad de aquel largo cementerio de aventureros y soldados. La sabana salvaje se miraba desde la extensión del rió que se encontraba al norte de la ciudad. El agua brillaba con la intensidad con la que golpeaba el sol. Y muy a la lejanía las montañas parecían muy frías, como el frío que hacia en el helicóptero a la altura en la que se encontraba. Mas pronto que tarde se encontraban sobrevolando la base que rodeaba “La Biblioteca de Akira”.

    –Hemos llegado– Comentó Erick Blake con una sonrisa.

    Emma y Arlong estaban muy emocionados.

    Claarn observaba cada cosa de una manera analítica y en silencio.

    El vehículo aéreo descendió lentamente guiados por un soldado con unas farolas en cada mano. Al momento de estacionarse el helicóptero levanto una gran cantidad de arena como si fuese un tornado.

    La compuerta se abrió cuando las hélices habían parado y el polvo del desierto estaba cesando.

    El primero en salir fue Erick Blake, acomodando su traje y poniéndose unos lentes obscuros –Impresionante, no lo creen, en este lugar se encuentra la mayor élite de toda Vega, un fuerte equipado hasta cada centímetro, como debe de ser, no podemos dejar que toda esta información llegue a manos equivocadas– El hombre posó su mano para que Emma pudiese bajar. La joven aceptó encantada. Detrás le siguieron Claarn y Arlong admirando las carpas y los soldados que cubrían el lugar.

    –Actualmente me arriesgaría decir que tengo a la mitad del cuartel de Vega protegiendo estas instalaciones al igual que investigando el interior de la biblioteca. Este es un hecho histórico que no permitiremos ser arruinado.

    –Es impresionante ciertamente, Gral. Blake– Dijo Claarn al observar con detalle el lugar –Pero dígame una cosa, ¿le tiene miedo a alguien?

    Erick Blake se dio la vuelta –Estar prevenidos nunca hizo mal a nadie, Agente Bohm. Ademas, es necesario cuando la situación en el continente se ha puesto tan riesgosa. Actualmente cualquier nación del Oeste o alguna organización terrorista desearía tener toda esta información.

    –Ciertamente se lo pondrías difícil a cualquiera que intentase asaltar el lugar– Dijo Claarn al acomodarse el sombrero.

    –Gracias, Bohm– Respondió el hombre con una sonrisa blanca. Seguido se dio la vuelta y abrió los brazos al ver a una joven que salía de entre las carpas.

    –Gral. Blake. Los avances en la investigación del interior de la biblioteca son favorables, ya hemos investigado la primera planta y hemos abierto la segunda. La seguridad se encuentra perfecta, hemos instalado las torretas y asegurado con tres escuadrones la entrada al lugar. También contamos con la munición bien instalada. También hemos terminado de cubrir la zona con receptores de onda de radio para las transmisiones de nuestros centinelas alrededor de todo el desierto– La joven se encontraba uniformada con el pantalón del ejercito y una camisa blanca. Se le notaba agitada. Su cabello estaba mal recogido y sus ojeras estaban obscuras –Oh, por cierto, llegó …

    –Muchas gracias, Violet, lo estas haciendo perfecto– Interrumpió el General –Me encanta como ha quedado el lugar– El hombre le tomó de los hombros y le sacudió, haciendo que a la joven por poco se le cayeran sus lentes –Estoy muy orgulloso. Tome un descanso, Teniente. Se lo merece.

    – ¿Descansar? No quiero descansar en un momento como este General. No quiero perder ni un momento de todo esto. No siempre se encuentra una “Biblioteca de Akira”.

    –Como gustes, pero no dudes en cederme el trabajo. En estos momentos estoy libre– El hombre se puso a un lado de ella mientras levantaba el brazo dejando ver a sus acompañantes –Teniente Brown, le quiero presentar a algunas personas…

    – ¿Violet?– Preguntaron al unisono los soldados de Milloria.

    – ¿Emma? ¿Arlong?– Cuestiono ella con sorpresa – ¡Es verdad ayer llegaron para la firma del tratado!– La chica le dejó su tabla llena de papeles al General Blake y corrió hacia los soldados de Milloria, ahogándoles en un fuerte abrazo.

    – ¡¿En que momento te volviste Teniente General de Vega?! ¡Que sorpresa! ¡Enserio te odio! ¡Ya nunca respondiste mis cartas! ¡Demonios como te extrañaba!– Gritó Emma con euforia.

    –Perdona es que el Servicio Secreto es muy estricto…

    – ¡Pero si me dijo Erick Blake que su teniente llevaba medio año aquí!

    – ¡Perdón, perdón, perdón, perdón, las mañas del Servicio Secreto se me arraigaron demasiado!

    –Es un placer verte de nuevo Violet– Dijo Arlong animado. Le acariciaba el largo cabello lacio mientras en su rostro una sonrisa melancólica llegaba a su rostro.

    Violet dirigió su mirada hacia el General de Milloria mientras aun lo abrazaba –Gracias, Arlong…– Unió su mejilla con la de él y les dijo a ambos –Enserio les extrañe…

    Erick Blake estaba desconcertado viendo la empalagosa escena – ¿Se conocen?– Preguntó el hombre mientras con el dedo indice señalaba a las tres personas con un gesto de sorpresa total.

    –Oh, disculpe General…– La chica se quedó a un lado de Emma. Se acomodó su cabello de nuevo, sin dejarlo muy bien y aclaró su voz –Somos viejos amigos de Milloria. Como ya lo sabe, fui coronel… fui coronel en Milloria. Después de eso fui aceptada en el Servicio Secreto. Hace mucho tiempo que no los veía– La joven volteó hacia su amiga y le extendió una larga sonrisa.

    –Vaya, que curioso, nunca se me informó nada sobre su pasado…– Dijo el hombre mientras hojeaba rápidamente los papeles de la tabla de trabajo.

    –Cuando uno entra al Servicio Secreto es muy difícil de que salga de ahí. Es normal que muchos de nuestros anteriores trabajos se vuelvan confidenciales…– La chica le vio apenada –A demás usted nunca me preguntó…

    Erick empezó a reír –Tiene razón, fue un descuido mio. Pero no importa, es fantástico ver tanto animo en este lugar. Bueno, quizás conozcas a uno de tus ex compañeros del Servicio Secreto, el es Claarn…

    La joven se dio la vuelta y llevó su mano a su pecho en un saludo militar utilizado en todo el mundo –Superior Bohm. Es un gusto verle de nuevo.

    El hombre hizo el mismo gesto con una sonrisa. Gesto que Arlong no había visto desde que llegaron con Blake.

    –Es bueno verla de nuevo. Dime, ¿desertaste por algo mucho mejor?

    La chica le devolvió la sonrisa –Por supuesto que si.

    – ¿No te arrepientes?– Preguntó con mirada firme.

    –Jamas me arrepentiré– Respondió ella mirándole a los ojos sin doblegarse.

    –Tiene un muy buen elemento, Gral. Blake– Dijo el hombre.

    Erick Blake se encontraba quieto observando todo –Ha trabajado de manera esplendida– Dijo con una ligera sonrisa, tomándose ambas manos a altura de vientre –Es una gran casualidad que todos aquí nos conozcamos. No les parece de lo mas curioso.

    –No existen las casualidades, Gral. Blake, solamente hilos del destino entrelazados…– Dijo una voz desde las carpas. Una cortina se levantó y de ella apareció un hombre delgado de cabello canoso, ojos grisáceos, perfectamente rasurado. Unos lentes finos y una vestimenta formal, aunque no muy adecuada para la situación, una situación parecida al traje de Erick Blake, pero sin ser tan fino. El rostro de Claarn se obscureció en el desierto. Era el detective Sebastian Salomon. Caminaba lentamente hacia el grupo –Vinieron a ver la Biblioteca, ¿no es así?

    – ¿Qué haces por aquí? Si el Servicio Secreto fue informado ayer, el área de Inteligencia debería enterarse dentro de unos días mas…– Gruñó Claarn molesto. Volteó a ver a a Violeta y al Gral. Blake.

    –Desconocía la presencia del Detective Salomon en este asunto– Respondió Blake con las manos arriba.

    Violet le posó la mano sobre el hombro del alto hombre. Claarn giro su cabeza –Estaba por informarlo, pero el Gral. Blake me interrumpió…– El hombre empezó a respirar agitado de enojo.

    Salomon acomodó sus lentes y dio un suspiro. Continuó caminando hacia el grupo sin ningún problema –Me encontraba en unas vacaciones en Vega, pero entre las calles me entere del movimiento masivo del Gral. Blake hacia el Este del reino. Fue inevitable calmar mi curiosidad. Nunca espere que esto fuese lo que se estaban guardando.

    –Tu mismo lo has dicho, Salomon. Estas de vacaciones. Ahora retirate por favor…– Dijo Claarn con un mirada molesta, unos ojos inyectados en rabia. La presión sobre sus dientes era temible. Violet temia que se rompiera alguna muela.

    Arlong se interpuso entre ambos –Claarn, por favor. Cálmate. Salomon, es verdad, son tus vacaciones. No deberías estar aquí…

    Salomon se detuvo en su caminar y se dirigió formalmente hacia el Gral. de Milloria –Discúlpeme, Gral. Price, pero creo que me seria imposible el ignorar semejante joya de información– El hombre volteó la mirada hacia Claarn –Si no te molesta seguiré aquí, pero te aseguró que no informare al área de Inteligencia hasta que hayas terminado tu rutina del Servicio Secreto.

    Claarn le observaba con odio y gruñó entre dientes –Se que aunque te lo pidiese de rodillas no te irías. Eres un terco de lo peor bajo esa fachada de hombre de etiqueta, frío y calculador– El hombre le dio la vuelta a Arlong y se introdujo entre las carpas militares –Venimos aquí por algo, no se ustedes, pero quiero terminar con esto...

    Sebastian Salomon se quedó quieto observando el piso con el gesto helado. Se dio la vuelta. Observó al agente del Servicio Secreto con un rostro preocupado. Tomó de nuevo un respiro y caminó detrás de Claarn.

    Arlong volteó a ver a Erick Blake, hizo una mueca de preocupación. Erick Blake pareció comprenderse completamente con el Gral. de Milloria.

    –Emma, Violet, háganos el honor de acompañarnos hacia la entrada de la biblioteca– Dijo Blake con una sonrisa forzada.

    –Por supuesto– Respondió Violet con un rostro serio.

    Emma siguió a su amiga. Los Generales se quedaron detrás.

    – ¿Por qué parece que soy la única que no comprende que fue lo que paso?– Le susurró Emma a Violeta en el oído.

    La joven acomodó sus lentes –Esto es mas normal de lo que parece…– Respondió silenciosamente –Durante mis años en el Servicio Secreto me toco ver este tipo de momentos mas de una vez. Al principio no comprendía nada, pero luego me contaron la historia…

    – ¿Historia?– Preguntó Emma con curiosidad.

    Violet levantó la mirada hacia Claarn que se veía cada vez mas alejado. Siguiéndole la pista a una distancia casi predefinida se encontraba caminando Salomon con las manos en los bolsillos de su pantalón beige.

    –Durante la Cuarta Guerra Mundial el detective Salomon y el Agente Bohm eran los mejores amigos. Estuvieron juntos en la élite del Servicio Secreto, llevando multitud de misiones juntos. Ambos a su debido momento se enamoraron de dos jóvenes del Servicio Secreto. Ambos decidieron desposar a su mujer y de hecho los cuatro se volvieron tan amigos que decidieron llevar a cabo la boda el mismo día... Pero semanas antes de la boda se es encargó una misión a un grupo del Servicio Secreto, misión que dirigirían Salomon y Bohm. Sin embargo Claarn se negó a participar en la misión, pues podría ser que las fechas de la bodas se vieran interrumpidas si a misión se alargaba. Salomon se encargó de convencer a Claarn para llevar a cabo la misión… Era un grupo del Servicio Secreto, dos de los mejores soldados del Servicio Secreto y un ejercito del Gobierno Mundial. La misión era atacar una pequeña base de “Los Brujos” en Rabihit, sonaba sencillo. Entre el grupo del Servicio Secreto estaban incluidas sus esposas. Ambas murieron, como todos los soldados a su mandato. Ese día solo volvieron ellos dos. No conozco lo que paso, al parecer pocas personas lo saben… Pero ninguno de los dos volvió a ser el mismo después de eso… Salomon desertó del Servicio Secreto y se mantuvo inactivo por años, mientras que Claarn continuó hasta la misión en la que estuvieron Arlong y Erick… Tampoco conozco los detalles de aquella misión, pero por lo que supe fue algo brutal… Después de eso Claarn desapareció hasta hace unos años… Y tras los años Salomon volvió a trabajar, hasta tener el puesto que ahora tiene como Jefe del Área de Inteligencia de Dorinda… Al parecer Claarn nunca pudo perdonar a Salomon por lo sucedido aquella misión. Y siempre que se encuentran existe una barrera entre ellos que no se puede romper…

    Emma se mantuvo callada con los ojos bien abiertos observando las espaldas de ambos hombres de frente suyo. Negó con la cabeza y dijo en silencio –Es una historia horrible.

    –Lo es– Comentó de manera brece Violet agachando la mirada.

    La caminata les llevó hasta unas rejas de alambrón de tres pisos de alto. Ocho torretas armadas vigilaban el octágono que resguardaba la entrada a la biblioteca de Akira. Frente a la reja Claarn se encontraba quieto observando aquello que se encontraba en el centro del rejado. Sebastian Salomon mantenía su distancia, pero se encontraba atrás del agente. Apretaba los puños y agachaba la mirada al ver a su antiguo amigo temblar.

    –Esta es la famosa entrada a la biblioteca de Akira, Arlong– Dijo el Gral. Blake al alcanzar a sus Tenientes.

    –Debo admitir que me esperaba algo diferente…– Comentó Arlong con tono desanimado.

    –Nunca juzgue un libro por su portada– Dijo Blake al abrir los brazos ante la entrada.

    La entrada de la biblioteca se encontraba en medio de un montón de arena. Resguardada desde dentro del octágono por un escuadrón de soldados armado hasta los dientes. Una reja de acero electrificado se levantaba hacia los aires, una torreta se encontraba en cada esquina del octágono. Fácil se podrían contar mas de cincuenta personas resguardando el perímetro a veinte metros a la redonda. La entrada a la biblioteca no era mas que un cubo de concreto que se alargaba en diagonal al fondo de la arena, pero desprendía una presencia tétrica en todo su esplendor.

    Erick Blake caminó hacia la entrada. Tras su caminar las puertas de las rejas se abrían –Un ciudadano se topó con el durante un viaje. Gracias a la diosa uno de sus compañeros era un ex militar, así que al instante informó al Gobierno de Vega… ¿Quién pensaría que semejante obra de arte se encontraría perdida en el tiempo de manera tan humilde…– El hombre se detuvo en la entrada de la biblioteca y extendió la mano –Sean bienvenido a una parte de la mente del genio Dr. Akira Dorian Wish.

    El hombre abrió las dos puertas de acero de la entrada y con una sonrisa animó a todos a entrar al obscuro pasillo que descendía a lo que parecía ser un abismo infinito –No teman a la verdad– Dijo el hombre antes de darse la vuelta y entrar, perdiendo su figura en la profundidad de las sombras.

    Arlong tomó un respiro y caminó hacia la entrada. Volteó a ver a Claarn antes de entrar. Su rostro se mostraba apenado, pero a la vez curioso. Y su figura se introdujo en aquel agujero obscuro abrazado por las tinieblas.

    Fabriccio observó a su antiguo compañero. Bajó la mirada y entró por aquel hueco. Su caminata fue clara. Sin ningún temor, a pesar de que el también sentía una presencia siniestra, presencia que no pudo ignorar a pesar de ser la segunda vez que entraba.
    Emma jaló el brazo de Violet, no con ansias, sino con miedo a pasar sola. Aquel lugar le causaba un repelús que hace mucho no sentía. Caminaron juntas, sin embargo se detuvieron con Claarn.

    –Me dio miedo la primera vez que entre– Dijo Violet mientras le tomaba el hombro – Pero que seria de nosotros si nos detuviésemos por el miedo… Por los problemas del pasado, aquellos que ya superamos y podemos superar si se ponen de nuevo con nosotros…

    El hombre sintió como si sus pies estuviesen pegados al piso y como si sus articulaciones estuviesen unidas con el mas poderoso de los pegamentos. De aquella simple entrada, que bien podría ser las puertas para entrar a algún bunker sencillo de algún cuartel pequeño. El viento que cruzaba por las escaleras descendientes de la entrada hablaban, y su voz le recordaba a aquella voz galante del Dr. Akira… Claarn juntó todas las fuerzas que Tenía y pudo levantar su pie para dar la siguiente pisada. El llegar hasta la entrada había sido unas de las odiseas mas difíciles que había tenido que llevar a cabo. El bajar por aquellas escaleras fue el terror absoluto. Cada paso hacia la obscuridad era como sentir bajar al limbo de una presencia eterna marcada en la historia del hombre.

    Detrás de Claarn iban Emma y Violet, que bajaron respectivamente. La ultima cerro la puerta lentamente.

    Claarn volteó a ver hacia el exterior, apreciando mas que nunca la luz del exterior, ya que sabía que por mas iluminada que estuviese la biblioteca, la obscuridad de la mente de Akira Dorian Wish era impenetrable. El miedo se apoderó de sí. La puerta se cerró. Y por mas que no quisiera aceptarlo. Ahora estaba dentro de la aterradora mente de un genio loco.
     
    Última edición: 23 Noviembre 2019
  8. Threadmarks: [ Parte 2 ] Capítulo 27 - La Mente de Akira
     
    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 27 – La Mente de Akira

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    -12 de Marzo de 2893 D.C.-


    Las luces se encendieron dentro del túnel al momento de cerrarse la puerta por completo. Una luz blanca que iluminaba todo el lugar dejando ver el final de las escaleras a lo largo de cinco pisos de descenso. Ahí en el fondo se lograba ver dos puertas grandes de color rojo. Todos los soldados descendieron por el túnel. Las paredes estaban cubiertas por un recubrimiento de laminas blancas y los escalones estaban hecho de una loseta que simulaba el mármol. Una vez llegados al final de aquellas escaleras arriba de la puerta Había un letrero que decía:

    “De entre la profunda obscuridad nos levantaremos mostrando luz a nuestro universo”

    Erick Blake fue el primero en llegar y esperó a todos para poder abrir las puertas. Una vez todos enfrentes de aquellas puertas rojas. El hombre las empujo dejando ver la inmensa biblioteca frente a los ojos de todos aquellos soldados. Seguía siendo tan impresionante incluso para aquellos que ya Habían entrado al lugar.

    Los libreros se extendían por tres pisos de altura en siete pasillos divididos por tres libreros, con el largo de tres vehículos estacionados uno frente al otro. Por el medio de aquel enorme lugar corría una alfombra blanca con bordados finos de enorme elegancia. La alfombra llegaba hasta el final de la habitación, subiendo tres escalones y llegando a lo que era un escritorio sencillo de madera que rebozaba de detalles tallados a mano. Ahí la silla del antiguo doctor, mostrándose ante todo el mundo con la presencia del trono de un rey a pesar de no ser mas que una silla larga de madera. Detrás de la mesa se encontraba un retrato de Akira Dorian Wish acompañado de dos banderas blancas con el símbolo de los laboratorios del doctor, dos dragones enredados, uno azul y uno rojo enrollando a tres siluetas humanoides, la figura de un ángel y un demonio tomando de la mano a la sombra de un hombre. Un destello dorado como una coronal se pintaba arriba de la figura humana. En retrato se podía ver únicamente la parte alta del cuerpo del Dr. Akira Dorian Wish, por la apariencia del hombre parecía ser que era un retrato de sus últimos días antes de morir, ya que su aspecto demacrado remarcara su enfermedad. Era hombre con una sonrisa galante, una piel blanca como la nieve, unas ojeras obscuras y profundas. Ojos negros tan profundos que podías perderte en ellos como si de una noche sin luna se tratase. Su cabello era negro y largo sin interés por estar acomodado. Sus ojos eran rasgados, pero su mirada era seductora. Akira se miraba especialmente delgado, con la piel pegada al rostro, sin embargo a pesar de ello el hombre seguía manteniendo su belleza a pesar de su dura enfermedad. Se encontraba recargado en una mesa, con las manos estrechadas como si fuese a hacer un rezo, con una postura perfecta que te atraía y te hacia sentir escuchado, al igual que interesado en aquella misteriosa personalidad y todo lo que Tenía por contarte.

    – ¡No es maravilloso!– Aulló Blake con emoción abriendo los brazos ante la grandeza de la biblioteca – ¡En cada una de estas librerías se encuentra una idea de aquel genio sin precedentes! ¡Tan solo piénselo! ¡La inmensidad de esa mente! ¡Capaz de escribir y desarrollar miles de ideas con bases fundamentadas, ideas de practicas a llevar a cabo, todo documentado para la posible investigación de terceros, para que sus ideas no fueran solo suyas! ¡Estamos ante parte de la mente de la luz científica de la humanidad!

    La caminata por la enorme biblioteca les llevó en medio de los libreros. Claarn entre cada paso Tenía un golpe de recuerdos traumáticos en aquellos mismos pasillos. Entre sus problemas lanzó una mirada a los libreros, hacían falta varios libros.

    –Sabia que el Dr. Akira era un genio, pero no puedo creer posible que una sola persona haya creado todo esto…– Murmuró Emma al pasar su mano por uno de los libreros observando cada nombre de los libros que Había dentro de el. Nombres científicos largos y difíciles de entender hechos con sumo cuidado. Cada uno con el nombre de Akira Dorian Wish plasmado en el lomo.

    Arlong se acerco a su Teniente –Es porque cada uno de estos libros fue hecho de una manera especial– El hombre llevo su dedo a su cien y giró su rostro hacia la joven teniente –Cada libro fue escrito con ayuda de los poderosos clanes extintos: el clan de la telepatía, el clan de la tinta, el clan del papel. Ellos fueron los creadores de cada libro que encuentras en esta biblioteca.

    Blake se acercó lentamente hacia los soldados –Se dice que la mente del doctor era capaz de canalizar todas sus ideas para que aquellos clanes pudiesen extraer toda la visión de Akira.

    –Entonces me están tratando de decir que enserio cada libro de este lugar fue una idea de aquel hombre…– La joven volteó hacia el librero mas cercano y sintieron un gran vació, al igual que se sintió diminuta ante la imagen de un hombre capaz de imaginar tales cosas.

    Erick Blake admiraba cada detalle dentro de aquella habitación. La belleza en si misma del lugar desprendía una paz igualable a la que se encuentran en los lugares mas santos del mundo. Sin embargo aquel lugar Tenía una burbuja asfixiante de una presencia fuerte y obscura –El Dr. Akira en su juventud estudió en la universidad mas importante de todas las Islas Medías, la Universidad de Gran Sabbatelli. El conocimiento de Akira fue descubierto por multiples científicos reconocidos de su época. Fue capaz de titularse como medico en tiempo récord de un año. Después de eso consiguió multiples títulos en física, astronomía, matemáticas, ingenierías y otras carreras, en los próximos cuatro años. Nunca nadie ha sido titulado en tantas especialidades. A la edad de veinte años trabajaba codo a codo en los laboratorios mas importantes del mundo. Se forjo su nombre como el genio de la historia desde joven– Los soldados escuchaban con detalle cada palabra de Erick Blake. Parecía ser un gran devoto de la imagen del doctor. Y tal pasión se contagiaba.

    Claarn camino entre los libreros, hasta llegar al final de la habitación, ahí pudo ver unos carros con cúpula donde dentro Habían varios libros. Salomon observaba desde atrás.

    –Era un hombre apuesto– Le dijo Emma a Violeta al ver el retrato de Akira.

    Violeta revisó atentamente aquella agradable sonrisa que era tan cautivadora –Alguna vez escuche que el Dr. Akira era sumamente carismático. Gracias a eso el pudo convencer a todo el mundo de que la experimentación humana era un beneficio para la ciencia.

    Blake camino hacia detrás del escritorio recargándose en el mueble –Akira Tenía un gran carisma desde joven. El genio era pobre. En mas de una ocasión habló sobre su vida en el orfanato en un pueblo de Sabbatelli. Durante la guerra el orfanato fue destruido y el chico se dedico a vivir trabajando en trabajos deplorables. A los diecisiete años entró a la universidad, siendo becado, pero no todo fue tan fácil. Como es bien sabido conseguir una beca es demasiado complicado, por no decir imposible. Ya que la universidad no es gratis y ellos mismos tienen que ser los que den la beca y la beca llega a ser dinero en algunos casos sin lujo de prestigio, no se da a cualquiera. El rector de la Universidad De Gran Sabbatelli era un hombre temido por su mano dura para mantener el valor de su escuela. Nunca Había dado una beca a nadie, hasta el momento en que llegó Akira Dorian Wish a su puerta. El chico fue becado después de una semana de presentación de investigaciones. Cada día el chico presentó al mayor publico de maestros y alumnos posibles durante uno de los festejos científicos mas importantes. El chico convenció al rector de presentar sus trabajos durante la exposición en una sección lejana del evento. Sus presentaciones atrajeron a tantas personas que antes de que el rector se diera cuenta el chico estaba presentando sus investigaciones ante todo el evento, codo a codo con los mejores estudiantes. El hombre quedo maravillado con su trabajo, así como cada maestro y alumno de la universidad. Akira fue becado en su totalidad durante cada año que estuvo ahí.

    Arlong se acercó hacia el retrato del hombre. Admirando esa pose figurando un rezo –Con ese tipo de historias sobre su espalda no es dudarse el como es que consiguió sus devotos durante la Cuarta Guerra Mundial.

    –Cuarta Guerra Mundial y posteriores– Comentó Blake con una sonrisa observando a Arlong con una sonrisa –No es raro. Es como Abraham Arcnaik. El General Mundial consiguió millones de devotos tras todas sus acciones en aquellos años de guerra. Después de todo estamos hablando de uno de los cuatro nombres mas famosos de aquella guerra. Isaias Patel el fundador de “Los Brujos”, Sebastian Oparaka “El Cuarto Chasoul”, Abraham Arcnaik el General que puso fin a la guerra y Akira Dorian Wish el máximo exponente de la ciencia.

    –No compares a un hombre como Abraham con Akira, por favor– Dijo Claarn al salir de entre los libreros –Dejando la charla sobre ese hombre…– Dijo apuntando con mal rostro al retrato del doctor –Dime que son todos esos libros que tienes guardados en carros. Los libros no se deberían de tocar hasta el momento en que llegase el servicio secreto…

    Erick Blake tomo asiento en la silla del escritorio. Hecho un vistazo hacia el fondo de la biblioteca y dentro de si pensó que era mucho mas hermoso ver todo de esa manera –Los libros, Agente Bohm, están siendo resguardados con el mayor de los cuidados posible que puedo proporcionar. Ya fueron contabilizados y todos se encuentran aun dentro de esta biblioteca. Véalo como que quiero hacerles mas fácil el trabajo.

    – ¡Contabilizados! ¡El servicio secreto se encarga de contabilizar todos estos libros para que no haya fuga de información!– Claarn subió las escaleras de manera lenta mientras que en sus ojos se podían ver unas llamas que podías sentir que te quemaban – ¡Esto es un delito grabe, Gral. Blake!– Aulló Claarn al llegar a escritorio y golpearlo con las palmas. Emma saltó de susto. Violeta observaba nerviosa. Arlong estaba a punto de interferir y Erick observaba al agente a los ojos con serenidad.

    – ¡Claarn!– Gritó Salomon al salir de entre los libreros –Como jefe del área de Inteligencia de Dorinda te doy mi palabra de que ningún libro a salido de este lugar. Yo mismo observe el conteo y resguardo de estos libros desde la mañana cuando llegue.

    Claarn al solo escuchar la voz de Salomon gruñía por dentro – ¡Sin embargo no es motivo para que el Gral. Blake actué por su propia voluntad!

    – ¡Si te detuvieses a escuchar su motivo y dejaras de estar tan paranoico por estar en este lugar quizás pensarías diferente!– Renegó Salomon manteniendo el porte.

    Claarn dejó de ver a Salomon y volvió de nuevo a Blake. Le cuestionó con una mirada intensa – ¿Explícate el porque lo has hecho?

    El General Blake se recargo en la parte trasera de la silla y tomó un largo respiro –Puedes observar que soy un gran fanático del Dr. Akira, que mas quisiera poder tener todos estos libros solamente para mi. Descubrir cada secreto que aquella mente guardaba. Enserio, creo que no existe nadie con mayor interés en tener estos libros o en estar aquí…– Cada palabra que soltaba Erick Blake le ocasionaba a Claarn un asco vomitivo. Su entrecejo se marco y sus ojos denotaron furia. Ahí el General de Vega decidió ir al grano –Sin embargo, Claarn, el tener todo esta información en mi reino es un peligro. Tengo a mis espaldas no solo el flujo de personas mas grande de todo el mundo, sino también una sombra obscura esperando en las sombras de mis callejones. Mira a Salomon… El hombre llegó hasta aquí solamente por rumores. Si esto continua así pronto tendré cientos de periodistas ilegales, bandidos, incluso rebeldes sobre este lugar. La ciudad y mi gente podría salir dañada dado el caso de un saqueo… A demás de que no quiero al servicio secreto mucho tiempo por aquí… En otras palabras, quiero quitarme este peso de encima lo mas pronto posible…

    Claarn respiraba agitado con sus fosas nasales bien abiertas y una mueca rabiosa. Le quito la mirada de encima a Erick Blake y bajó las escaleras sin mirar a nadie mas –Si sale un error en todo esto tu cabeza sera la que rodara Salomon…– Dijo con seriedad.

    –Lo aceptare como todo un caballero.

    El agente se detuvo antes de abrir la puerta que se encontraba en la esquina de la biblioteca – ¿Por qué no hay ningún soldado aquí?– Preguntó curioso.

    Blake se levanto de la silla y bajo las escaleras en dirección a Claarn –Vamos chicos, el lugar es mas grande que solo esto, aun queda mucho que ver…– Dijo con emoción –Mis soldados se encuentran inspeccionando la segunda planta. Pronto los alcanzaremos, relajase, Agente Bohm– El hombre le dio una palmada en el hombro al agente del servicio secreto. Claarn se molestó por la actitud tan animada del General de Vega.

    Erick Blake abrió la puerta de vidrio que daba hacia un largo pasillo, parecido al de un hospital. Todos los demás le siguieron.

    La primera planta de la biblioteca se conformaba por la entrada, la cual era en lo que podía hacer llamar a aquel lugar “biblioteca”, ya que fuera de eso, el lugar se transformaba en un conjunto de laboratorios enormes, habitaciones para pacientes y habitaciones para huéspedes, almacenes de todo tipo de sustancias y centro de computo para los distintos tipos de maquinas que había adentro.

    En medio del recorrido Erick iba hablando sobre Akira cuando de pronto pasaron por unos pasillos con muchas puertas de madera clara. En medio del pasillo Claarn se quedo quieto mientras que los demás continuaron caminando. Aquel largo pasillo tenía algo atrayente para el soldado, el cual miraba el pasillo con melancolía.

    Violeta echó un mirada hacia atrás y pudo ver al hombre, yacía quieto viendo el infinito de aquel pasillo. La joven se dio la vuelta y caminó hacia él.

    Salomon se percató del regreso de Violeta y observo desde lejos.

    Claarn miraba al fondo del pasillo, ahí donde se encontraba una habitación que tenía el numero 508. Entonces entre la neblina de sus recuerdos empezó a ver las visiones de su pasado. Se imagino a si mismo de niño saliendo de aquella habitación, el lugar era un poco diferente. Su cuerpo vendado de pies a cabeza vistiendo una bata de color azul con el numero antes mencionado bordado en la espalda y el pecho. Otros niños salían de las demás habitaciones, las edades y razas variadas. Corrían por el pasillo y el iba detrás de ellos con una sonrisa. Siguió la neblina de su recuerdo, viendo como los niños corrían hacia una puerta que llevaba a un comedor. En la realidad aquí no Había ningún pasillo que llevase tan rápido a un comedor. Entonces para su sorpresa entre su imaginación apareció la figura de Abraham Arcnaik gritando a los niños.

    –Maestro Abraham…– Dijo Claarn con un gesto triste y sorprendido –Detrás del General caminaba una joven hermosa de cabello rizado y alborotado, era Sócalo de joven. La chica reía mientras decía:

    –Hoy tienen mucha energía.

    –Hace buen día, ¡pero no es razón por la cual estén corriendo por ahí!

    La figura de Claarn infantil volteó y saludo al joven Abraham Arcnaik y la joven Dra. Rotelo. Continuó corriendo detrás de sus amigos. Todos sonreían.

    –Claarn, ¿Estas bien?

    El hombre miraba una pared vacía mientras continuaba en su trance. De pronto sus ojos se empezaron a cristalizar al ritmo que baja su mirada al piso –Nadie volvió…– Susurró con una voz quebrada –Perdón… Perdónenme todos…– Fue lo ultimo que dijo.

    Violeta se quedo a su lado, a pesar de que el silencio te imbuía en depresión.

    Salomon observaba con rostro triste la escena. Se dio la vuelta al saber que no Había nada que pudiese hacer. Continuo caminando por unos pasillos a paso lento hasta que se topó con una fotografía en una pared. Era Abraham Arcnaik y Akira Dorian Wish abrazados como camaradas de juerga. Sonreían juntó con un grupo de pacientes. Todos sonreían de manera feliz. La foto estaba llena de color y vida.

    –Carismático… Como negar que Akira era carismático, si convenció al mismísimo héroe de la cuarta guerra de que sus experimento eran por el bien de la humanidad…– El hombre acomodo sus anteojos y continuo caminando por los pasillos con la mirada agachada.


    (…)​


    Mientras que los demás continuaban caminando por delante, Violeta y Claarn se quedaron atrás. El hombre ya se sentía mejor. Tomo una de sus pastillas sin que nadie la vera, Era la ultima pastilla que le quedaba. Guardo de manera discreta el envase con aquel signo de radiactividad.

    Ambos caminaban mientras que Claarn hablaba sobre su vida dentro de las bibliotecas de Akira y los laboratorios.

    –Durante la Cuarta Guerra Mundial el Dr. Akira Dorian Wish recibió el permiso de experimentación humana. Todo el Gobierno Mundial cayó ante su discurso…– El hombre se mantuvo callado. Ahora mismo estaban bajando por las escaleras encaminados a la segunda planta de la biblioteca – Eso te hace pensar en lo obscuro que es Gobierno Mundial en realidad. Cuando fue presentado aquel discurso el Gobierno Mundial decidió el avance ante los derechos humanos…

    Violeta caminaba con el rostro preocupado y serio al mismo ritmo de la caminata de Claarn –Si– Contestó ella desvariante –Pero solo fue con prisioneros de guerra. Seguidores a “Los Brujos”– Dijo ella como si esa razón fuese suficiente justificación.

    Claarn le volteo a ver a los ojos –Hablas como una novata– Su voz sonó con tono duro y sus ojos mostraban una mezcla entre el enojo y la decepción –Tu sabes muy como es que actúa el Servicio Secreto…– Comentó con asco.

    La joven agachó la mirada pensando de manera seria en lo que estaba por decir Claarn, aunque era claro que lo que decía era verdad Ella lo sabia.

    –Por el hecho de que Akira demostró grandes avances con la experimentación humana el Gobierno Mundial, en especial el Servicio Secreto, empezó a traer personas de todas partes del mundo, enfermos, ancianos, personas herida en la guerra, huérfanos… En especial niños.
    El gesto serio de Violeta endureció, al mismo tiempo que se llenó de asco – ¡¿Pero por que niños?!

    Claarn contestó sin inmutarse a pesar de la reacción Violeta de su compañera. Sin embargo en su rostro se veía la melancolía de la respuesta –La guerra era difícil. “Los Brujos” Tenían fuertes aliados y una gran cantidad de devotos. El Gobierno Mundial estaba luchando una dura pelea y la existencia de “Los Brujos” ya se Había extendido por demasiado tiempos. Buscaban la manera de ganar esta guerra. Así que el Gobierno Mundial deseaba que Akira desarrollase súper soldados. A palabras de Akira los efectos secundarios de la transformación de súper soldados eran menos devastadores en niños y adolescentes, debido a que se encontraban en pleno desarrollo. Sus cuerpos se estaban adaptando a su figura adulta, así que si eran modificados de manera genética, sus cuerpos adaptarías esos cambios también. La verdad es que casi nadie era capaz de soportar esos experimentos...

    Las escaleras terminaron llevándolos a otras puertas. Erick Blake las abrió empezó y empezó a vociferar emocionado al ver todo lo que se encontraba en la segunda planta. Ninguno de los otros soldados pudo negar sus impresiones, era algo sorprendente. Violeta y Claarn llegaron a la puerta. Para la sorpresa de la chica y el amargo recuerdo de Claarn, se encontraban abriendo la puerta frente a un paisaje enorme bello con arboles, pasto verde, de aluna manera se podía ver el cielo en atardecer y el sol a poco de ocultarse entre la planicie. El olor del lugar era como el de un parque recién regado y el viento soplaba puro, fresco como en las mañanas.

    – ¡Comprenden la inmensidad de Akira Dorian Wish! ¡Este era su sueño, un paisaje hermoso para too el mundo!– Gritaba Erick Blake alimentando su discurso sobre el doctor.

    Violeta observaba el lugar con admiración. Ella todavía no había entrado en la segunda planta y sin duda era algo que habría deseado ver antes.

    –Es bellisi…– Estaba por decir.

    –Aquí nos reuníamos todos, niños, adultos, ancianos…– Interrumpió Claarn sin pensarlo, pues de pronto se vio envuelto en sus recuerdos –Esta fue una de sus mentidas mas crueles… Nos mostraban el infierno para luego mostrarnos un falso paraíso… Muchos murieron pensando que este cielo era el verdadero…

    Violeta encontró en el rostro del agente no una rabia por la idea de un falso cielo para lo quienes alguna vez fueron sus compañeros. Sino que encontró en su gesto una poderosa melancolía. Como un dolor agudo al pensar en que aquellas personas. Y solo en ese momento Violeta comprendió que quizás en el cielo real aun seguían siendo esclavos.


    (…)​


    Después de maravillarse con la magnifica entrada a la segunda planta, Claarn los guió hacia la salida que llevaba a los demás lugares. A Arlong no le terminaba por agradar aquella habitación, la idea de perderse de la realidad le aterraba, Aun a pesar de que aquel prado hermoso era una ilusión creada de alguna manera que no lograba explicar, todo se miraba tan extenso, levantándose hasta al infinito que casi era imposible reconocer cual era el verdadero lugar al que pertenecían, ¿De volver a arriba, seria capaz de ver un páramo así? Arlong desconocía la respuesta, al igual que desconocía si alguien seria capas de contestarla. Sin embargo muy dentro de su corazon el hombre deseaba que todos al menos una vez fuesen capaces de ver un paisaje tan bello… Pero al momento le nacía otra pregunta: De no ser posible encontrar un escenario igual en todo los prados del planeta, ¿Volverías aquí?

    Así fue como al salir de aquel páramo, Arlong noto lo curios de la situación. Tras encontrar la salida de aquel falso paraíso se toparon con un extenso pasillo, mas gris que los demás y mientras mas caminaban mas podía ver como aquella ilusión de un cielo claro, un sol abrazador y un bello prado verde, todo era una mentida.

    Las siguientes habitación después del prado eran grandes instalaciones que Tenían aspectos de salas de entrenamiento, pero por lo que parecía eran algo mas duras que las convencionales. Antes por los pasillos Había visto fotografías de personas que pertenecieron a los experimentos, ahora lo comprendía y un dolor en el pecho empezó a punzar. Esas salas de entrenamiento brutal estaban diseñadas para personas de alta experiencia. Por no decir imposible, Arlong reconocía lo difícil que debía de ser terminar los entrenamientos.

    Ese solo fue el inicio.

    Con forme siguieron bajando, Erick Blake menos hablaba. A su ritmo lento el silencio lleno la caminata, pues empezaron a toparse con las salas de pruebas, los laboratorios y algunas habitaciones que desconocían para que podrían funcionar. Con forme entraban en aquellas habitación se encontraban con algunos montones de papeles, bitácoras de los experimentos. Claarn no permitió que leyeran todo, pero por lo poco que leyeron los soldados aquella imagen del beneficio de la humanidad ahora parecía mas una buena mentira con vestido de noche rojo. Seductora, pero peligrosa.

    Algunos de los papeles hablaban sobre pruebas de armas en condenados a muerte. Otras hablaba de experimentación en el tratado de ciertas enfermedades, de las cuales actualmente Tenían vacunas, pero con tan solo hacer una recapitulación a lo vivido por los conejillos de indias utilizados daba hasta pena haber sido vacunados anteriormente. Mucho mas al saber el rango de personas que sobrevivieron a los experimentos. Tras cada paso el rostro y el miedo de Claarn eran mas fundamentados.

    Dentro de una habitación se escucharon los quejidos de unos hombres.

    – ¿Esos no son sus soldados, Gral. Blake?– Preguntó Emma.

    Erick se paró un segundo a apreciar las voces de aquellas personas que estaban hablando en la lejanía –Eso parece– Comentó un tanto inseguro.

    –Parece que como si estuvieran tratando de abrir algo…– Comentó Salomon al tratar de analizar de donde provenía el sonido echando un vistazo por la puerta hacia el pasillo.

    – ¿Qué pueden estar tratando de abrir?– Cuestionó Arlong a Salomon. El detective levantó los hombros desconociendo la razón.

    –Claarn, ¿Existen terceras plantas en las Bibliotecas de Akira?– Preguntó Salomon.

    El agente se encontraba viendo unas radiografías escondidas en unos lockers. Dio medía vuelta, en su rostro se mostraba el desinterés de la pregunta del detective – ¿Tercera planta? ¿Qué ridiculez dices? Después de estos laboratorios no ay mucho…– El hombre se quedo quieto al empezar a recordar. Claarn susurró para si mismo –Aunque en algunas existian áreas restringidas– El hombre abrió los ojos en un susto sin precedentes. El terror se infundio en todos dentro de la habitación. De un segundo a otro Claarn se encontraba corriendo hacia el final del laberinto formado por los pasillos. Los demás soldados corrieron detrás de Claarn. Esa reacción no podía ser algo bueno.

    –En las anteriores bibliotecas existian áreas restringidas…– Decía Claarn para si mismo al tiempo en que corría –Esas áreas no existian en los laboratorios en que vivi… ¡Esto es peligroso!

    Mientras daba sus rápidos pasos pudo observar una puerta de cristal reforzado con las palabras “Únicamente Personal Autorizado”. Las puertas estaban abiertas. Al final del pasillo se lograba ver una luz entre las puertas que llevaban a esa luz las imágenes fugaces eran pesadillescas. Cuerpos deformados, antropomorfos, cuerpos a los que les salían protuberancias provenientes de animales, creando mezclas imposibles, cuerpos que Habían dejado toda humanidad.

    – ¡Akira!– Gritó Claarn con todas sus fuerzas al mirar con asco aquellas aberraciones. Finalmente la luz estaba a pocos metros. Unas letras doradas adornaban la entrada de vidrio templado.

    El hombre al ser hijo de la diosa esta destinado a ser dios.” ​

    Claarn empujó la puerta, se mantuvo de pie ante la enorme sala. Diez soldados estaban frente aquella puerta. La habitación se encontraba vacía por completo, pero justo del otro lado Había una gran puerta hecho con mármol. La cantidad de detalles y perfecto diseño era lo que ocasionaba miedo a al verla. El marco de la puerta dos figuras de dragones escalando el marco hasta toparse en final del arco. Cientos de cuerpos, de manos, de ojos escalaban y se hacían espacio entre los pilares que creaban el contorno de la puerta. Era como si te vieran directamente al alma y los gritos de auxilió de los rostros de las personas que formaban parte del arte de la puerta era casi audibles. En el centro de la puerta, abriendo los brazos, se encontraba un cuerpo intersexual con un rostro fino pero bellísimo incapaz de saber si es un hombre o una mujer.

    – ¡Deténganse en este precioso momento!– Aulló Claarn, rabioso.

    Los soldados voltearon de inmediato ante el alarido. Levantaron sus armas apuntando hacía el hombre – ¡Las manos arriba!– Pidió uno de los soldados con una voz nada agradable – ¡Se nos ordeno llegar hasta el final de estas instalaciones!

    Claarn apretó los dientes. Gritó con una voz de repudio y asco –No me levanten sus armas, ¡Yo, el agente Bohm de Servicio Secreto ordenó que de manera inmediata se detenga esta operación!

    Los soldados empezaron a susurrar al escuchar las palabras “Servicio Secreto”, algunos empezaron a bajar sus armas. Estaban por pedir su laca cuando de pronto escucharon lo gritos de terror de una mujer provenientes del pasillo del que Había llegado Claarn. Los hombres levantaron sus armas de nuevo en dirección del agente.

    – ¡¿Qué esta sucediendo?!– Gritaron varios soldados con un tono de voz nervioso.

    Detrás de Claarn se acercaron los Generales Price y Blake, junto con el detective Salomon. Respiraban agitados y en sus rostros se observaban absorbidos por el desconcierto y el terror.

    – ¡General!– Aullaron unos soldados.

    – ¿Qué es todo esto…?– Preguntó Arlong mirando al piso tratando de tomar aire tras el susto de lo que Había visto en el corredor – ¿Qué era todo eso que acabamos de ver?– Sus ojos temblaban dentro de sus cuencas. Entonces levantó el rostro y pudo apreciar en todo su esplendor el detalle de la ultima puerta.

    –Todas las mentes son profundas…– Susurró Erick Blake tratando de conseguir un poco de aire –Hemos cruzado el abismo de la mente de Akira…

    Salomon caminó en dirección a la puerta. Se le notaba menos alterado por lo visto que los demás. El hombre se vio hipnotizado por la presencia que aquella puerta, hermosa en detalles, emanaba –Algo me dice, Gral. Blake, que aun nos queda algo que ver…

    Erick Blake fue conmovido por la curiosidad. Apreció hasta el ultimo detalle de aquella bella obra de arte, un arte obscuro y retorcido –Es precioso…– Dijo en un susurro.

    – ¡Nadie vera nada!– Aulló Claarn – ¡Esa puerta se mantendrá cerrada hasta nuevas indicaciones!

    La fantasía de Erick Blake se rompió al escuchar aquellas palabras.

    – ¡Estamos a un paso de abrir la puerta!– Renegó uno de los soldados.

    –Eso no me importa…– Masculló Claarn con mala cara.

    – ¡Ábranla!– Ordeno Blake con pasión.

    Claarn giró la cabeza al instante. Sus ojos no decían nada bueno.

    – ¿Gral. Blake, acaso esta desobedeciendo las ordenes de un superior?– Masculló Claarn. Nada en el parecía agradable.

    Erick Blake se irguió levantando el pecho. Sus ojos se conectaron. El rostro de Blake no mostraba doblaje alguno –Así es– Dijo el General al llevar su ano al pecho y con una fluidez sobrehumana apuntar a la cabeza de Claarn con una pistola.

    Los ojos de Salomon se abrieron de pronto – ¿Qué trama, Gral Blake?– Cuestionó de manera tranquila al dar un paso hacia el hombre.

    Blake con la misma velocidad que la primera vez saco de su cadera otra pistola, esta vez apuntando a Salomon –No se mueca detective– Advirtió Blake con la mirada fría –Enserio no quiero hacerle nada a ninguno de ustedes.

    Arlong observaba desde atrás –Erick… Deberías…– Arlong que se encontraba tomando aire empezó a erguirse cuando escucho la voz del General de Vega.

    –La advertencia también va para ti, Arlong. De jóvenes te derrote, y esta vez no sera diferente.

    Arlong observó el rostro decidido de su compañero militar. La situación era tensa. Salomon y Claarn se mantenían con los brazos abajo, pero no movían ni un dedo, la amenaza parecía enserio.

    –Abran la puerta, por favor– Pidió Blake sin voltear a ver a sus soldados. Sin quitarle la mirada a Claarn. Era un hombre fuerte, determinado.

    Cada soldado se encontraba atónito por la situación. Apuntaban al jefe del área de inteligencia y a un agente del servicio secreto. No podía haber situación peor.

    –Hemos llegado muy lejos, Bohm. Demasiado como para que lo arruines. Nadie impedirá que vea lo que hay detrás de esa puerta.

    –Ahí no hay nada que necesites ver…

    –Lo dudo, después de todo lo que he visto ahora se que ahí dentro se encuentra la verdad…

    – ¡¿Qué no es suficiente para ti todo lo que acabas de ver mientras recorrías el pasillo?!


    (…)​


    El frío que hacia en el descenso por aquellas escaleras era especial. Como ninguno que podría sentirse en el desierto. Los soldados bajaban escoltando a los altos rangos. A Claarn se le miraba atento, como si tratase de estar lo mas alerta posible a cualquier cosa. El rostro de Arlong se mantenía estático, impaciente a lo que podría haber allá abajo. Una gota de sudor de miedo le recorría el rostro de frente a mejilla. Y de manera increíble, Salomon era capaz de mantener su serenidad, aunque se le observa como de manera profunda se introducía en sus pensamientos. Violet y Emma caminaban lentamente detrás del Gral. Blake. Emma Tenía el peor rostro de entre todos. Violeta se mostraba fuerte, quizás para poder ser un apoyo para su amiga.

    Cada escalón era una presión extra en sus pies. Cada escalón era un deseos de volver, pero también era un inmenso ímpetu de desear ver el final de a biblioteca.

    Por fin estaban al final del descenso, a unos escaleras de lo que Erick Blake Había llamado, la verdad. Los primeros soldados echaron un vistazo y bajaron las armas al darse cuenta que no Había peligro, eso ya Había pasado hace mucho tiempo. Adentro Había algo mucho peor.

    Los soldados pasaron a la ultima sala, blasfemando y pidiendo salvación a la diosa.
    Erick Blake al ver la reacción de sus subordinados no pudo esperarlo mas. Descendió mas rápido evadiendo a Salomon y Claarn hasta llegar al suelo del ultimo piso. Sus ojos se abrieron y apreciaron el escenario con desconcierto.

    – ¿Qué es esto?– Dijo para si mismo.

    Paso a paso Salomon y Claarn llegaron hasta el piso. Tan pronto observaron el lugar Salomon se hecho hacia atrás, subiendo las escaleras de reversa. Su rostro palideció y negaba a ritmo constante que no. Entre tartamudeo dijo –C–Cla–Cla–Claarn…– Llevó su mano derecha hasta su boca y sus ojos se pusieron brillosos –No… Es que es que no… es como cuando estuvimos en aquella misión...

    –No, no se acerca ni un poco– Comentó Claarn sin voltear a verle –Aquí faltan dos cosas muy importantes para ser como aquel día…– Los puños de Claarn se apretaron y el hombre agacho la cabeza. Se quedo inmóvil en la entrada. La tristeza de Claarn solo era comparable con la angustia que ocasionaba estar ahí adentro.

    Arlong se quedo en el mismo escalón que Salomon. Le acercó su mano hasta tocarle el brazo. El hombre temblaba y su cabeza se agitaba en un tic nervioso. Sus ojos estaban perdidos en una terrible pesadilla. Al momento en que Arlong le toco el brazo su rostro se levantó y empezó a respirar agitado. Era como si el tacto le hiciera saber que lo que estaba viviendo era realidad.

    – ¡Salomon, tranquilícese! ¡Respire!– Trataba de decirlo lo mas tranquilo posible. El detective se pegó a la pared y cerraba los ojos al negarse a ver aquel escenario. Claarn le puso las dos manos en sus hombros, y con un empujón suave poco a poco le sentó en los escalones –Quédese aquí, detective. En seguida volvemos, díganos si se siente mal. Lo subiremos de inmediato– El hombre asintió.

    Arlong sonrió, pero al poco de ver hacia esos últimos escalones su rostro cambio por completo. Una vez erguido bajo los escalones con determinación. Y una vez llegado al suelo su fuerza se doblegó, dando un paso hacia atrás –Por la diosa…– Dijo al ver el lugar en un susurro de terror.

    Violeta y Emma llegaron hasta con Arlong. Emma sintió como las piernas le fallaban y su amiga no tuvo fuerzas para poder sostenerle. La joven cayo al piso con los ojos envueltos en lagrimas de completo susto.

    –Sr. Claarn…– Dijo la ex agente – ¿Dónde estamos?– Preguntó con un chillido ahogado que Tenía en la garganta. Sus ojos se cristalizaron y sintió ganas de vomitar.

    –Ya lo sabes, ¿no?– Comentó el hombre con tono sarcástico.

    Erick Blake dejó caer las pistolas, haciendo revotar el sonido por todo el túnel. Se agachó, llevando sus manos hasta su rostro y tallándose el rostro. No era ninguna pesadilla.

    –En la mente de Akira– Respondió Claarn.

    La habitación era un túnel hecho de bloques de piedra gigante talladas cada una con símbolos que rezaban magia obscura. El túnel se extendía hasta el final de la vista y una bruma negra comía el fin del mismo. El piso de la sala se terminaba en medio circulo a unos pocos metros después de la entrada, sin dejar mucho espacio a la caminata libre, sin embargo aun así sobre el túnel se extendía una cantidad de almas en pena y un mar rojo. ¿El olor del lugar? Putrefacto, a sangre, hediondo ¿La vista del lugar? Tétrica, obscuro, perturbadora, nada bella, una sensación de perderse en la infinita obscuridad. El silencio del tune lograba hacer perder tu sentido, al mismo tiempo que era como si apuñalaran a tu oído. Sobre cruces de piedra, algunas caídas, unas mas altas que otras, algunas nadando sobre el mar rojo; se encontraban clavadas, amarradas, cosidas y unidas decenas de hombres, mujeres, acianos y niños. Sus cuerpos Habían perdido todo el realismo del humano. Algunos despellejados, con cortes aleatorios, profundos, capaces de ver el hueso. De las heridas salían pequeñas manos deformes que rasgaban la piel y carne con garras gruesas no humanas. Muchos cuerpos colgaban de hilos tan finos casi invisibles que jalaban las facciones del rostro forzándoles a hacer gestos de augurios dolorosos. Danzaban en el techo en poses atrevidas y sexualizadas, así como dulces vals con gestos de mala espina, en un retorcido arte romántico en oda a la locura. De entre esos cuerpos bailarines se encontraban cuerpos rebanados de cada una de sus articulaciones, haciendo poses en algunos casos imposibles de definir aquello a lo que se estaba representando. Algunos cadáveres que no eran mas que pilas de huesos se sostenían por delicados filamentos de carne y nervios. Otros cuerpos de manera inimaginable seguían en perfecto estado, si es que a eso se le podría llamar estar en perfecto estado, pues mas de uno se encontraban llenos de protuberancias y deformidades capaces de retorcer el cuerpo en lo pudo ser una muerte abundante de dolor. Las llagas de que cubrían los cuerpos putrefactos secretaban un pus sanguinolento de colores extraños. Uso cuerpos que colgaban de las cruces Tenían ojos que les recorrían todo el cuerpo, ojos de pupilas extras e iris de colores nunca vistos. Otros cuerpos Tenían bocas con colmillos tan largos como brazos recorriéndoles los torsos desnudos de los cadáveres. Lenguas vacunas congeladas lamían la putrefacta piel de los muertos. Algunos rostros no Tenían cuencas, otros que Tenían cuencas carecían de rostros, y existian cuerpos que Tenían un rostro como una piedra caliza. Cabezas de animales sustituían o acompañan los cuerpos crucificados. El cabello de muchos de aquellos humanos Había sido cambiado por gruesas escamas, así como cayos gigantescos creaban armaduras de piel en figuras extrañas. Mas de un cuerpo se encontraba tatuado con un símbolo obscuro en una parte de su cuerpo, otros se encontraban repletos de ellos. Era una marca profunda que descendía hasta la ultima capa de carne del individuo dejando un rastro negruzco como si hubiesen sido tatuados por la mayor temperatura que el humano hubiese conocido. Por ultimo se encontraban aquellos seres que habían dejado toda su humanidad en el pasado para no ser mas que retorcidas visiones pesadillescas de formas humanoides. Así como masas de carne gelatinosa que chorreaban lentamente en dirección al mar sangrientos. Seres reptilianos y bestiales deformaban la estructura y anatomía conocida en aullidos tenebrosos de la biología.
    Emma empezó a vomitar.

    Violeta la socorrió preocupada.

    Algunos soldados sentían lo mismo que ella.

    Arlong caminó hasta el borde donde terminaba el piso y empezaba aquel fétido mar rojo – ¿Qué clase de lugar es este?– Susurró el hombre con una expresión decepcionada. Se miró en el agua y notó que apenas era visible su rostro en la tonalidad de aquella agua – ¿De que le sirve a la humanidad un lugar así?– Le preguntó a su reflejo.

    Erick Blake mantenía su caminata lenta y pensante. Se frotaba su barbilla al caminar. Se detuvo con Claarn. El hombre Tenía ese gesto de odio que se ve en la guerra cuando lo único que quieres es dos cosas, matar a tu enemigo y salir de la trinchera.

    –El Gobierno Mundial buscaba ka prisión para Akira Dorian Wish por llevar a cabo experimentación nunca probada… ¿Fue por eso?

    Claarn se abstuvo de contestar la pregunta.

    –Es lógico que le persiguieran por cosas como esta…– El hombre volteó de nuevo hacia las cruces. El solo verlas le causaba un terror que le recorría su espina dorsal –Soy un gran seguidor del doctor. Su historial me parece impresionante. Una persona que no se repetirá en tres mil años como mínimo… Siempre me pregunté el porque le Habían perseguido… Sin embargo Salomon dijo al muy interesante al ver todo esto…

    Salomon se encontraba en las escaleras, su cabeza agachada, su rostro depresivo. Se encontraba en las escaleras, pero lograba escuchar todo.

    Violeta se encontraba con su amiga y volteó a ver a su General con cierto desconcierto.

    Arlong se acercó con Emma, le puso sus manos en sus hombros. Se vieron a los ojos en una conexión tierna – ¿Te encuentras bien?– Preguntó con un gesto serio –Hay que salir de este lugar, Emma.

    Claarn y Blake Tenían un encuentro de miradas.

    – ¿Qué estas insinuando?– Preguntó el agente con una curiosidad bastante seria.

    Erick Blake levantó sus brazos como admirando el túnel –Este túnel lo demuestra todo… Salomon lo dijo: “Es como aquel día”… El día en que perdieron a todos sus soldados… Y mujeres… Ese día lucharon contra “Los Brujos”… Y si este día es igual al de hace tantos años solo puede significar dos cosas: existía un segundo capaz de llevar estos mismos tipos de experimentos dentro de “Los Brujos”… O Akira Dorian Wish ayudaba a “Los Brujos”… ¿Cuál es la verdad?

    Todos los soldados observaron a Claarn esperando su respuesta. Sin embargo ese momento nunca llego.

    –Tu silencio solo otorga la obscura verdad…– Dijo Erick Blake con la piel pálida.
    Entonces soltó unas ligeras risas nerviosas –Ahora comprendo lo podrido que esta el mundo… ¿Qué tanto oculta el Gobierno Mundial?– Preguntó Blake encarando al que fue alguna vez su líder de escuadrón.

    Un viento helado con asqueroso olor fétido empezó a soplar desde el fondo del túnel. Los escalofríos recorrieron cada centímetro de los cuerpos de todos. Cada uno giró hacia la niebla obscura que estaba al final del lugar. No se veía nada. Mas de pronto todos los ojos que recorrían los cuerpos se abrieron. Las cabezas de los cadáveres giraron hacia la entrada y aquellas cuencas sin orbitales parecían verles. Todos los ojos del lugar se posicionaron en los soldados.

    – ¿Qué demonios esta sucediendo…– Mascullo Blake al observar la tétrica escena.

    Los soldados de Vega levantaron sus armas por el susto. Claarn observaba los movimientos de los ojos. La situación daba mala espina. Las bocas empezaron a moverse y de ellas salio una voz apenas audible, obscura retumbante en los oidos, parecía de una psicofonía, de un tono tan agudo que generaba dolor.

    –Ustedes no son el maestro– Dijo la voz –Ustedes no son Akira.

    – ¿Maestro?– Preguntó Blake intrigado – ¿Por qué Akira es tu maestro?– Le preguntó a la presencia incorporal. Sin embargo no contestó la pregunta. La voz continuo repitiendo las mismas frases cada vez con un tono mas escalofriante.

    –Es un demonio creado por Akira– Respondió Claarn dando pasos hacia adelante.

    – ¿Creado por Akira?– Preguntaron Arlong y Erick al unisono con gesto aterrado. –Arlong, salgan de aquí…– Ordenó Claarn al caminar hacia la punta del suelo. Llegó con Erick Blake, le toco el hombro y le dijo al oído –Espero que esta sea la verdad que buscabas…

    – ¿Qué es lo que hará Bohm?– Preguntó Blake a la espalda del agente.

    – ¿Dónde esta Akira?– Preguntó la voz de pronto. El túnel volvió a su doloroso silencio. La pregunta heló la sangre de todos, todos menos de Claarn.

    –Esta muerto desde hace mas de 40 años– Contestó Claarn sin rechistar. Todos los soldados, al igual que todos los ojos de los cadáveres voltearon a verle –Como siempre debió haber sido– Concluyó.

    – ¡Mentira!– Aulló la presencia.

    – ¡Todas salgan de aquí!– Ordenó Claarn cuando de pronto unos látigos negros aparecieron de entre el mar de sangre atravesando el cuerpo de uno de los soldados, levantándolo en los aires. La sangre del soldado empezó a manchar todo el lugar. De entre el látigo negro empezaron a salir manos pequeñas con dedos retorcidos que empezaron a escalar por el cuerpo del soldado que permanecía en lo alto lanzando gritando mas de horror que de dolor.

    Otros látigos salieron, atacando a los demás soldados.

    – ¡Huyan!– Gritó Erick Blake tratando de retroceder esquivando los gruesos soldados. Un látigo fue dirigido al insolente de Claarn, pero el hombre atrapó el látigo y lo cortó con fuego haciendo gritar a la presencia. El rostro de Claarn no se inmutaba, su rostro serio permaneció, con el ceño fruncido, la nariz enganchada y una mala mirada.

    Una presencia empezaba a salir de entre la niebla, multiples látigos jalaron los cadáveres introduciéndolos dentro de la bruma. Una presencia poderosa, obscura, repugnante como ninguna en existencia era sentida cada ve mas.

    Salomon entró al túnel preocupado, solo para poder ver el nacimiento de una figura en la obscuridad, un cuerpo humanoide de cuerpo retorcido, cubierto de piel podrida y extremidades recubiertas por huesos y carne molida. Múltiples ojos y bocas, un rostro desfigurado del que caía piel como un liquido viscoso. Mechones de cabello le colgaban en lugares aleatorios. Su sola presencia revolvía el estomago de los débiles. Haciendo caer a mas soldados de Vega que disparaban al os látigos y trataban de hacer algo ante la masa putrefacta que se acercaba deslizándose por el mar de sangre.

    Arlong protegió la entra con un escudo mágico. Blake, Violeta, Emma y Salomon solo fueron capaces de observar como los látigos se prendían en llamas al tener contacto con la magia de luz del máximo guerrero de Milloria.

    – ¡Claarn!– Aulló Arlong detrás de su escudo. Sin embargo el hombre no volteaba. Los cuerpos de los soldados de Vega se introducían al mar de sangre pidiendo rescate en chillidos trágicos, mas la ayuda nunca llego.

    La sangre de los soldados mancho los símbolos de magia obscura que se escribían en las paredes del túnel. De entre la sangre empezaron a salir cúmulos sanguinolentos de masa gelatinosa. Los cuerpos manchados por la sangre pura empezaron a desprenderse de sus cruces y caminaron sobre el mar rojo. Los cánticos provenientes de aquellas gargantas que se deshacían al graznar la voz del demonio eran te tonos espectrales, sin embargo todas se unían a la perfección en la que parecía ser una alabanza a un rey. El nombre de Akira retumbó por el infinito túnel.

    – ¡Váyanse, Arlong! ¡Estaré bien!– Gritó Claarn al mismo momento en el que caminaba en dirección a sus obscuros enemigos – ¡Yo fui creado para destruir a Akira! ¡No moriré hasta hacer exterminado su legado!– Dos aros mágicos aparecieron en los brazos del agente.

    El demonio lanzó un aullido y los cadáveres empezaron a correr en dirección a él. Seguidos detrás con pasos retumbantes el cuerpo del controlador de todo ahí adentro, el espectro de la niebla obscura.

    Claarn clavó sus manos en el mar y una pared de fuego se levantó y empezó a recorrer el túnel fundiendo a mas de un cadáver. Los soldados en la entrada observaban boquiabiertos el poder del hombre. Sin embargo la llamarada no los detuvo a todos y de entre las llamas saltaron cadáveres calcinados que corrían en dirección a Claarn. El hombre libró un fiero combate con ellos entre alaridos furiosos.

    Erick Blake sabia que no pintaba nada ahí y subió las escaleras. Los demás le siguieron después de admirar un poco mas del heroico guerrero peleando contra las fuerzas de las tinieblas. La pelea se volvió cada vez mas intensa. Complicándose al momento en el que llego el demonio original. Llegado un punto del combate, y ya estando solo, Claarn cayó al suelo por un golpe inesperado de los brazos retorcidos de la masa de carne putrefacta. Estaba a punto de ser empalado por los látigos del demonio y un múltiple golpe de cadáveres sedientos de sangre. No podría contra ambos. El hombre estaba por utilizar uno de sus mas poderosos hechizos cuando de pronto unos anillos mágicos aparecieron en el piso, de ellos se desprendieron manos tan negras como el carbón jalándole la ropa y la piel. El hombre se desconcertó, perdiendo la concentración para llevar a cabo el hechizo. Ya no Tenía tiempo, estaba a punto de morir. Hasta que aparecieron dos figuras ante el. Arlong le Había protegido del látigo que estaba por atravesarle y Salomon estaba librando un combate contra los cadáveres.

    – ¡Alguien de tu nivel no sera capaz de hacerse cargo de todo esto!– Gruñó Salomon al cortar en pedazos mas de un cadáver con una larga espada que acaba de materializar.

    Arlong se lanzó contra el demonio original llevando a cabo un combate entre tipo de magias contrarrestadas. Arlong usando un poderoso hechizo de luz poco a poco fue doblegando al ser obscuro.

    Una vez en medio del mar de sangre volteó hacia Claarn y le dijo –Hasta el mismo primer Chasoul ocupó ayuda de sus tres lanceros para ganar la primera guerra…– Un látigo se dirigió en dirección a Arlong y este le detuvo con un escudo brillante, levantando el agua tras el duro estruendo. En su otra mano apareció un as de luz que dirigió hacia el demonio clavándolo en la parte del demonio que podría ser llamada el hombro. Su combate continuó en un desate de poderosas magias en constante contraste. En un combate singular.

    Claarn observa desde el suelo. Las manos le ataban con firmeza. De durar un poco mas le abrirían la piel. Entonces el forcejeo de tratar de liberarse se volvió débil. Escuchó el aire cortarse y delante de él caminaba Violeta con una lanza.

    –Ya no tiene porque luchar solo, Sr. Bohm– La joven empezó a dar vueltas a su lanza y se lanzo en dirección al espeluznante demonio – ¡Luchemos!– Gritó Violeta con valentía.

    Claarn dejó su rostro serio y mostró una ligera sonrisa retadora. Se lanzó al combate destruyendo toda obra del mal. La épica batalla Había dado inicio.

    Desde afuera de aquellas escaleras, y una vez llegados a aquella habitación vacía, Erick Blake respiraba agitado –Siempre sera así, ¿verdad?– Murmuró –Los magos siempre tendrán el papel principal…– Concluyo con voz decepcionada.

    Pero Emma le observaba desde el filo de las escaleras. Ella también estaba agitada y Tenía miedo. De esa manera ella se percató que en realidad el hombre solo se trataba de convencer a si mismo. En el fondo ella comprendía a Erick Blake, el hombre también estaba asustado.

    Una vez abierta la puerta de la entrada a la biblioteca la lluvia se desató sobre los territorios de Vega. Era como si el mundo llorase porque las puertas de aquel infierno se hubiesen liberado.
     
    Última edición: 23 Noviembre 2019
  9.  
    Anonimo CCS

    Anonimo CCS consecuencias de actuar sin pensar en el futuro

    Piscis
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    Antes de dar mi critica les recuerdo que esta es mi opinión personal, si te gusta tu historia como esta puede que este totalmente equivocado y listo no pasa nada. Mas aya de mi comentario y lo que yo crea o no correcto en tu historia quiero que sepas que es mi mas sincera opinión, también me disculpo por si algo que digo te molesta o te ofende de alguna manera, ya que suelo ser muy directo con mis criticas. Bueno sin mas preámbulo comenzare con la critica.

    Como ya mencione anteriormente, hay muchas cosas que veo totalmente excesivas en tu historia. Vamos con el primer punto a comentar.

    hay mucho de esa descripción que por como lo veo podemos simplificar y hacer de la lectura algo mas rápido, entretenido y dinámico.

    El viejo hombre llevaba puesto. Un atuendo que en su buen estado pudo haber sido una buena vestimenta de buen gusto, pero no elegante; ya que la camisa el chaleco y los zapatos se encontraba totalmente arruinados por lo que parecía una ola de calor.

    Es mas corto y das a entender lo mismo que ya escribiste, y no haces la historia tan larga. También quiero que sapas que podría hacer esto con la mayor parte de este capitulo, hay mucho que escribes y se olvida ya que son muchos detalles y mucho de lo que escribes llega a ser innecesario ya que no le da un valor real a historia, también hay cosas que dejar a la imaginación de los lectores.

    Con esto no quiero decir que sea totalmente malo sino que bueno a la hora de leer es redundante.

    Otro punto a tratar seria, que por lo que leí en este primer cap, hay magia y bueno no se como se maneja la magia en este mundo de ficción, pero me gustaría recalcar una cosa que bueno ley, y me parece habría un pequeño error argumental.

    Esto joven uno de tus personajes usa magia del tiempo, entiendo que por la reacción del general eso es algo muy difícil de lograr, no tengo problemas con que el joven maneje magia del tiempo, sino que lo hace y no sepa nada de su pasado. Simplemente podría volver al pasado y bueno saber que paso con el ya que por lo que muestras en esa parte no tiene problemas con hacer uso de su magia, o peor aun podría simplemente haber evitado que mucho de los acontecimientos de la historia pasara.

    Esto lo digo, por que a la hora de manipular el tiempo suele ser muy delicado, como te comente solo e leído el primer cap y no conozco las limitaciones que tenga el manipular el tiempo, sus efectos, sus pros y contras, tendría que leer la historia completa para darte una visión completamente objetiva de esta habilidad pero al ponerla en la historia hay mucho que puede salir mal o como decimos por aqui “malirsal” a la hora de utilizarla.

    Me gustaría hablar de tus personajes en este primer capitulo, solo que al estar ya la historia completa creo que no seria lo mejor, te puedo decir que escribes y detallas mucho lo cual no es malo, y lo largo del capitulo no me molesta.

    Otra cosa que deberías de tomar en cuneta también es que dilatas mucho la situación y alargas la conversación, una historia tiene que ir en armonía con los acontecimientos y no a todos los diálogos le tienes que poner una acción, ya que esta bien mencionar gestos y acciones para dar a entender al lector las cosas que están pasando pero todo en exceso es malo.

    Los comentarios de esta conversación para mi son excesivos, dilatan mucho la conversación, llega a ser para mi un poco aturdidor y sencillamente se pierde mucho de los diálogos por lo extenso de las explicaciones.

    No tengo mas que agregar sobre este capitulo, espero mis comentarios te ayuden, sin mas que decir te pido que estés atento a la critica del segundo capitulo, también me disculpo nuevamente por si te ofendí de alguna manera, pero trate de que mi critica fuese lo mas objetiva posible.

    Sin mas que decir. Nos leeremos luego.
     
    Última edición: 31 Julio 2019
  10. Threadmarks: [ Parte 2 ] Capítulo 28 - El Diario de Akira
     
    Aldo MV Gallardo

    Aldo MV Gallardo Sonríe, amigo mio.

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    Capítulo 28 – El Diario de Akira

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    -12 de Marzo de 2893 D.C.-

    Unos minutos después la batalla había finalizado con la victoria del grupo de Claarn. La mayor herida Había sido tomada por Arlong, recibiendo uno de los látigos del demonio, atravesando su oblicuo izquierdo. Sin embargo todos sobrevivieron y eso era un gran alivio. Volvieron a la superficie como héroes, o más bien leyendas, pues el mundo poco se enteró de lo que en realidad había pasado allá abajo.

    Llegado el anochecer los soldados volvieron a Vega.

    Arlong Había sido tratado de sus heridas y descansaba mientras esperaba una reunión para finalizar el tratado de comercio entre Vega y Milloria.

    La noche Había sido tranquila, y a pesar de lo vivido, aquellos soldados que estuvieron dentro de la biblioteca llegaban a pensar que todo aquello no Había sido mas que una pesadilla.

    Vega se encontraba en su oficina leyendo con atención un libro viejo. Interrumpió su entretenida lectura para ver su librero, en especial esa sección dedicada a sus libros de historia, esos que tanto le gustaba leer. Y en su rostro un gesto de duda nacía, para justo después cambiarla por una sonrisa emocionada.

    Emma y Violeta se encontraban en la enfermería tratando unas heridas de la Teniente General de Vega, heridas leves sufridas durante el enfrentamiento contra el demonio de Akira. Cotilleaban de lo vivido dentro de aquel obscuro lugar, y hablaban de lo aterrador que debio haber sido vivir en aquella época.

    Salomon por otro la despejaba su mente y sus heridas en una larga caminata por el cuartel general de Vega. Aquel templo milenario de belleza inigualable. En su gesto se notaba la amargura de un recuerdo turbio. Las manos aun le temblaban, a pesar de que Había dejado el infierno hace unas horas. Su caminata le llevo a uno de los pasillos mas solos del cuartel, uno donde Había una pequeña habitación que albergaba una figura de la diosa Evelia en una fuente que simulaba una cascada. A pesar de ser tan poco visitada, la habitación vitalizaba el verde, esparciendo calma en un aura relajante. Tomo asiento en uno de los tapetes. Se cruzo de piernas y admiro la belleza de la figura de la eterna madre. Se quedo observándola, como esperando que ese lugar le otorgara la calma que siempre ha deseado.

    Claarn por otro lado se encontraba en su hotel. Sus heridas parecían estar sanando a pesar de haber pasado poco tiempo de haberse hecho. Sentir esa curación era un gran dolor psicológico con el que vivía desde hace muchos años. Era su maldición y su bendición. Miraba por la ventana, analizando con curioso detenimiento la perfecta estructura del cuartel. En su mente llego a pensar las veces en que ese templo Había caído. Entonces pensó en que quizás ya no quedaba nada de lo que alguna vez intentó significar. Se seco el cabello y el cuello, acaba de salir de bañarse. Tomó una camisa nueva, pues la anterior Había terminado destrozada. La estaba abotonando cuando vio la hora en el reloj de la pared, ya casi era medía noche.

    Arlong Había descansado muy duro. Fue despertado por una de las enfermeras diciéndole que era hora de ir a la reunión con el Gral. Blake. La enfermera le dejó un traje que le Había traído Emma. Se cambió cuidando su herida y agradeció amablemente los tratos de la enfermera y la doctora. A esa hora el cuartel se encontraba solo. El silencio permitía poder ver la magnifica arquitectura con mayor detalle. En unos minutos se encontraba de nuevo en aquel pasillo lleno de cuadros. Su andar era algo extraño por la herida, sin embargo su traje le hacia ver despampanante. Una vez adentro de la oficina observó la figura de Erick Blake de frente a la enorme ventana del lugar, recibiendo los rayos de la luna llena. Llevaba un libro en las manos. El hombre lo dejó en el escritorio –Tome asiento, Gral. Price– Dijo al extender la mano en dirección a la mesa de negocios al lado derecho de la oficina –Tenemos que hablar de unas propuestas muy interesantes.

    –Gracias– Contestó Arlong al caminar hacia las sillas que se encontraban del lado derecho. Se sentía un poco extraño el tener que hablar tan tranquilo con alguien que hace unas horas le Había amenazado con dispararle –El contrato ya fue firmado, sin embargo aun nos queda destinar fechas, cantidades de exportación y cuando volveremos esto un tema publico– Dijo tras tomar asiento.

    Erick Blake se acercó hacia Arlong –Lo que pasa Gral. Price, es que quería tocar otro tipo de negocios…

    Arlong levantó la ceja al escuchar curiosa idea – ¿Tiene otros negocios en mente?

    Erick Blake caminó hasta su librero, empezó a acariciar sus libros con la yema de sus dedos – ¿Sabe cual es el recurso mas importante, Gral. Price?

    –Es bien sabido que la buena implementación de carbón y el petróleo a beneficiado a Milloria y otros reinos en su progreso económico– Respondió Arlong con confianza. Sin embargo aun no planeaba una modificación en los estándares de ventas con Vega. No lograba captar muy bien el interés de dichos recursos por parte de Blake, pues Vega no se caracterizaba por ser un reino con dedicado especial a las industrial.

    –Aunque eso es verdad– Respondió el hombre al sacar un libro de la librería– Temo decirle que el mayor recurso con el que puede contar un reino es la información.

    –Las patentes y buenos aportes en el sector científico sirve bastante para poder atraer grandes mentes con grandes ideas que pueden mejorar el valor de un reino, eso es cierto– Comentó Arlong de manera formal utilizando elegantes y sutiles lenguajes corporales.
    Blake se dirigió hacia la mesa de vidrio donde estaba Arlong –Así es, mi estimado compañero– Dijo al sentarse –Es por eso que estoy interesado en negociar un poco de información con usted…

    Arlong se quedó expectante ante la propuesta –Creo que no estoy comprendiendo muy bien el tema…– Comentó el General un tanto curioso e incomodo.

    Erick abrió aquel libro. Era una libreta con multiples escrituras a puño del Gral. De Vega.

    – ¿Cuánto estaría dispuesto a pagar por un total de 72 patentes en las áreas de ingeniería, farmacéutica y armamentista?


    (…)​


    Claarn saltó unas líneas de seguridad que prohibían el paso a los curiosos del hotel. Pisos arriba se encontraba la construcción de cuatro pisos extras para el enorme edificio que era el hotel “Las Dos Torres”. El hombre subió con cuidado hasta llegar a la parte menos estructurada. Ahí donde todavía se podía ver las viguetas que formaban el edificio que formaban el edificio y los materiales con los que se harían los pisos y paredes siguientes. Caminó sin miedo hasta el borde de la construcción y observó desde arriba la inmensidad de la ciudad de Vega, así como todos los demás edificios que se elevaban sobre el cuartel general del reino.

    –Justo a tiempo– Dijo una voz agresiva desde la cima de las vigas. Una capucha volaba en la obscuridad. Aquel brazo blanco como la luna llena se quitó la capucha dejando ver aquella larga cabellera roja.

    –A una mujer no se le hace esperar…– Comentó Claarn con una sonrisa.

    –Es agradable saber que es un caballero incluso cuando se trata de este tipo de reuniones– Dijo una voz agradable viniendo desde el fondo. Era la otra joven que Había llegado al hotel junto con la pelirroja. Una joven de piel negra con abundante cabello negro rizado, una estatura envidiable y un cuerpo tonificado. Ambas se posicionaron a un lado de Claarn y observaron el cuartel.

    – ¿Cómo van los preparativos de la misión?– Preguntó Claarn.

    –Nos hemos encargado de posicionar todo para que no exista ninguna falla– Respondió la joven pelirroja.

    – ¿Incluso sobre el papeleo después de llevada la misión?

    –Sin cabos sueltos– La joven pelirroja le dirigió una mirada retadora –Como ya lo dije…


    (…)​


    El silencio se encontró en la habitación tras la propuesta de negocios de Blake.

    – ¿De donde sacaras 72 patentes?– Preguntó Arlong con mala espina. Su rostro no parecía nada amigable, y eso no era normal en él.

    A pesar de que Erick Blake había notado la incomodidad de Price, se le miraba aun mas confiado –No se preocupen por eso, le aseguro que no habrá problemas con ninguna de ellas. Serán totalmente limpias.

    Esas ultimas palabras solo consiguieron que Arlong se preocupase mas por el asunto – ¿No estarás pensando en robar libros de la biblioteca de Akira?

    Erick Blake le sonrió y cerró el libro –No será robado nada de lo que usted vio ahí adentro– El hombre puso sus codos sobre la mesa y le tendió su mano a Arlong –Gracias a nuestros recientes negocios le podre dar un precio razonable… Tengo información de todo tipo…

    Las miradas entre ambos eran tensas.

    –Incluso tengo información muy importante de la Cuarta Guerra Mundial, de Akira, del Gobierno Mundial, de Abraham Arcnaik…– Los ojos de Blake mostraron cierto placer, era como cuando estaba dentro de la biblioteca –Incluso tengo información de Claarn A. Bohm.


    (…)​


    En la cima del edificio el viento soplaba frío. Era como ese viento espectral que sopla después de un combate durante la guerra. Solo que sin el sabor a sangre. Aun no.

    –Dentro de unos minutos tendré una reunión con Erick Blake.

    – ¿Qué tiene que hablar con él?– Preguntó la joven de cabello negro.

    –Desconozco de que quiere que hable con él. Sin embargo la ejecución podría ser rápida en ese lugar…


    (...)​


    Erick Blake observaba su uniforme, en especial ese parche del símbolo del Gobierno Mundial – ¿Nunca has pensado en la manera en que somos prisioneros de ese símbolo?– Le preguntó Erick Blake a Arlong Price con un aire perdido, como si estuviese filosofando para si mismo. El hombre estaba por contestar cuando el Gral. De Vega continuo –Si el Gobierno Mundial lo desea podría desaparecer a nuestros reinos cuando lo desease…

    –Si lo pone así su venta no parece nada favorable…– Respondió Arlong con una sonrisa burlona.

    Blake se levantó hacia el mapa Mundial y con calma posiciono su dedo sobre el reino de Milloria, en las costas noroeste del continente Dorinda –No le mentiré. Le tengo cierto estima, Alorng Price. Fue un compañero mio incluso después de la Cuarta Guerra Mundial. Durante nuestros tiempos de juventud fuimos rivales respetados. Fui a su ascenso a General y usted vino al mio. Incluso me invitó a su boda. No quisiera decir que es un amigo mio, pero le tengo confianza, pues se como es… Es por eso que creo que usted podría aprovechar esta oferta. Es verdad, el conocer esta información, en especial la del Gobierno Mundial puede ser algo muy peligroso… Sin embargo no estamos solos…– El hombre deslizó su dedo hacia otros reinos –Las conexiones de Vega son grandes: Rabithit, Harbenten, Jenna, Frandall, Foraff… Milloria no será al único al que haga este tipo de ofertas…– Blake giró la cabeza observando desde el hombro. Esos ojos eran fríos, tan fríos como cuando le amenazó con dispararle – ¿Comprende de lo que le hablo?

    Arlong se acomodo en su silla. Su mirada se volvió tan afilada como la de Erick Blake – ¿Es esto una amenaza?

    El hombre tomo una tachuela y enredo un cordón rojo tensándolo con otro punto, y otro, y otro mas. Erick Blake se dio la vuelta y mostró el mapa. El listón unía a tres reinos antes nombrados, unidos en una telaraña que descendía a Milloria. Blake miraba con la cabeza levantada y una sonrisa empoderada al Gral. Price.

    Arlong empezó a jugar con una moneda invisible al ver el mapa. Movió la cabeza un poco soltando una sonrisa – ¿Entonces de que clase de negocios estamos hablando?– Preguntó un tanto nervioso.

    Una sonrisa se dibujo en el rostro de Blake –Parece que ya nos estamos entendiendo– Dijo con confianza. Volvió a ver el mapa y señaló Olimpia, en la punta norte del continente Nil. El reino donde se encuentra la sede del Gobierno Mundial –Una de las teorías conspirativas mas populares es que el Servicio Secreto destruyó a los Reinos Perdidos durante la Tercera Guerra Mundial, al igual que también fueron los encargados de la muerte de la tercera Chasoul… Dígame, Price… ¿Nunca ha pensado que ha estado viviendo en una mentira?

    – ¿A que se refiere?

    –Hoy me di cuenta de algo al estar dentro de la Biblioteca de Akira. Al parecer uno de mis ídolos era culpable de todo lo que se señalaba… Y sabia un poco de ello, pero ocupaba esa verdad que me lo confirmase… El Gobierno Mundial nos oculta cosas horribles como lo que estaba dentro de aquella biblioteca. Ahora intuyó que Akira no solo traiciono el tratado de experimentación humana. También se encargaba de llegar a cabo experimentos para “Los Brujos”… La guerra es un gran negocio. Y mientras mas flujo de prisioneros de guerra hubiese mejor para los experimentos. Akira era un traidor y el mundo ha vivido décadas sin saberlo… Ahora repase la historia, el exterminio de clanes fue llevado a cabo porque las personas se negaron ir a prisión por haber ayudado a Akira o en realidad– Blake volteó a ver a Price con unos ojos tristes –Porque sabían demasiado…


    (…)​


    La joven pelirroja puso su espalda sobre la helada viga –Entonces crees que los rumores sobre los libros robados es verdad…– Dijo con un rostro pensativo –Es un hombre astuto…

    Claarn se encontraba revisando unos planos de la ciudad junto con la joven de piel negra –Erick Blake es alguien muy peligroso… De alguna forma consiguió información que no debería de tener… Pero lo que mas me aterra no es eso…– El hombre volteo hacia la pelirroja –Sino que existan personas desconocidas para nosotros…– Cerró los planos de la ciudad y se los entregó a la joven –Sean precisas, la misión es clara.

    La joven pelirroja soltó un bufido –Tu duda me parece un insulto, anciano– Se dio la vuelta poniéndose la capucha y se lanzó hacia la nada desde el edificio, esfumándose en el viento.

    –Ojala la hubiese conocido en mi juventud…– Dijo Claarn con una sonrisa.

    La joven de piel negra empezó a reír –Nos volveremos a ver, Claarn– Se puso la capucha y se lanzó de igual manera, desapareciendo en el aire.

    Claarn observo el cuartel General con detenimiento. Saco un cigarrillo y lo encendió con su dedo indice. Revisó su reloj en la muñeca –Ya es hora…


    (…)​


    Las manecillas del reloj hacían un tic tac que por cada segundo que pasaba. Sin embargo Arlong sentía que cada segundo en esa oficina era eterno.

    –Dentro de un mes nos reuniremos entre todos nuestros aliados– Dijo Blake marcando la fecha en el calendario –Sera un mes bastante cansado para mi– Concluyó al masajearse el cuello.

    –Entonces déjame ver si he entendido bien– Arlong se acomodó su cabello –Estas hablando de crear una organización como los “Ejercito Rebeldes”

    –Los rebeldes son un rumor desde hace años, pero todavía no a habido un motivo claro para decir que la organización es tan poderosa… Yo lo que quiero es tomar el idealismo de los rebeldes y volverlo mio, incluso podríamos aliarnos a dichos rebeldes… Hay que depurar a este mundo, Arlong. Te dejare pensarlo para dentro de un mes, pero tu sabes que cada día el Gobierno Mundial deja un mal sabor de nombre al momento de pronunciarlo… “Fundadores de la gran organización rebelde. Restablecedores de la justicia mundial. Héroes de la Quinta Guerra Mundial.” Suena bien, ¿no lo crees?

    Arlong parecía dudoso, por instantes agachaba la mirada en un gesto de disgusto, pero pronto levantó la mirada con los ojos brillosos, como si tuviese una visión soñadora del futuro.
    –Le tendré mi respuesta lo mas pronto posible, Gral. Blake– Dijo el hombre con esa sonrisa perfecta adiestrada con los años en el mundo de los negocios. Se estrecharon las manos. El Gral. Blake acompaño al Gral. Price hasta que le abrió la puerta en un gesto amigable. El mayor de los Price caminó por aquel pasillo lleno de historia, pensando que quizás algunos nacen para estar en esos cuadros, otros lo intentan y a otros los detienen. A él no le importaba el ego de que su nombre estuviese en una placa o un libro. Sin embargo era un hombre que creía en la justicia. Y habría de pelear por la ella hasta el día de su muerte.


    (…)​


    Minutos mas tarde Arlong y Emma charlaban en una de las habitación de lujo para los altos cargos que visitaban el cuartel. El hombre observaba a Emma sentada en la cama desde el closet.

    – ¿Y de que trató la reunión? ¿No quieres recostarte un poco? Debes de estar cansado por tu herida…

    Arlong estaba imbuido en sus pensamientos. No fue hasta que la joven repitió sus palabras cuando la escuchó.

    –Ya descanse, Emma. Gracias.– Respondió con unas sonrisa y ojos desvariantes.

    Emma le aprecio con detenimiento – ¿Qué es lo que te sucede, Arlong?

    –El Gral. Blake me ofreció setenta y dos patentes…– Dijo el hombre a instante.

    La chica empezó a reír – ¿Qué?– pregunto con una sonrisa en su cara que se esfumo como el vapor de una tetera.


    (…)​


    Claarn caminaba por el pasillo de los cuadros con lentitud. Le deprimía y llenaba de orgullo el ver los actos pasados. En algún momento creyó que su vida estaba hecha para grandes cosas, ahora solo pensaba que la gloria y el honor quedaban en segundo plano. Luchar por unas cuantas manchas de tinta no era el motivo por el que lucharon los antepasados del mundo.

    Abrió la puerta. Ahí e encontraba Erick Blake sentado en su escritorio mientras cargaba un libro viejo en las manos de frente a la puerta.

    –Mucho gusto., agente Bohm. Venga, tome asiento en los sillones, son bastante cómodos.

    Claarn caminó sin pensarlo mucho. Tomo asiento y observo a Blake con un poco mas de desprecio que siempre – ¿De que querías hablar, Blake?– Preguntó sin tapujos y con mala cara.

    –Me agrada ese sentido de ir directo al grano –Dijo Blake con la cabeza ligeramente meneada. Levantó el libro que Tenía a un lado suyo y lo abrió en la primera pagina mostrando el contenido al agente.

    El rostro de Claarn cambio en un susto horrible. Estaba por levantarse mientras que en sus ojos le mostraba su furia. Una furia tan marcada y desmesurada que no cabía dentro de su cuerpo – ¿Cómo conseguiste ese libro?– Mascullo con los dientes rechinando de lo apretados que estaban.

    La primera pagina decía: “Diario Personal de Akira Dorian Wish” escrito con una caligrafía bellisima como ninguna otra.

    –Mantente en tu silla Claarn…– Le ordenó Blake con la cabeza levantada, una sonrisa traviesa y aquella helada mirada que Tenía al amenazarle con un arma.

    Claarn no permitiría que esto pasase una segunda vez, le mataría antes de que pudiese hacer algo.

    Blake se jaló la camisa rompiendo botones en el acto. Claarn se encontraba de cuclillas y con su brazo derecho dispuesto a detenerlo, pero se detuvo a medio camino. El agente abrió los ojos por la conmoción. El hombre tenía un artefacto cuadrado, de luces tintinantes con cables que se introducían por la piel.

    – ¿Una bomba?– Preguntó Claarn desconcertado, con nervios en su voz. Se encontraba de pie admirando de manear atenta el artefacto. No parecía una bomba. No parecía nada peligroso.

    –Tome asiento en este preciso momento– Ordenó Blake con un rostro lleno de orgullo. El agente al verse incapaz de comprender que era ese artefacto ni el peligro que podría llegar a generar tomó asiento de nuevo. Manteniéndose al filo del asiento si es que tenía que volver a actuar.

    –De que me serviría destruirme a mi mismo si no podría ser capaz de ver su rostro retorciéndose en el sufrimiento– El General dejó su pecho al descubierto y cerró el libro –Es interesante todo de lo que habla este diario… Desde niño me ha interesado la historia. Es algo fascinante el observar con detalle el comportamiento de las antiguas generaciones. Que les movía, que acciones tomaban, su manera de pensar… Sin duda Akira era un hombre interesante a un nivel inimaginable. Este diario a pesar de ser relatos cotidianos de su vida están escritos de una manera cautivadora. Es casi como si pensara que alguien mas lo fuese a leer algún día… Me cuesta creer que una mente tan brillante como la estrella guía del cielo fuese en el fondo tan retorcida… Estoy asustado de todo lo que he visto y ahora se… A pesar de que he leído tantas veces los discursos de Akira Dorian Wish sobre que lograría llevar al hombre a la cima de todo trono existente. Ahora realmente no se que tipo de mundo era al que quería llevarnos…– El hombre levantó el diario posandolo cerca de su rostro y mirándolo con profundo detalle –He estado leyendo este inmenso diario sin parar durante cinco días seguidos… Puede verlo en mis ojeras.

    – ¿Cinco días?– Repitió Claarn con desconcierto – ¿No se supone que la biblioteca…? El General de Vega impidió la conclusión de la pregunta para responder en el instante –La biblioteca fue encontrada hace cinco días… Ayer en la tarde mande el reporte… Sin embargo me sorprendieron, no creí que fuesen capaces de enviar a alguien tan pronto a investigar. Fuiste un gran problema para mis planes…

    – ¿Planes…?

    Erick Blake le observaba con una mirada fría. El filo de sus ojos era capaz de cortar al soldado mas grueso –Claarn A. Bohm, usted va a recomendarme al servicio secreto, y no solo eso hará que me ingresen…

    Claarn a pesar de su desafortunada posición no pudo evitar levantar una minúscula sonrisa que describía lo ridícula que sonaba esa propuesta.

    A pesar de ser disimulada esto no gusto para nada a Blake. El hombre juntó sus manos entrelazando los dedos. Sin embargo la situación estaba bajo su control –He estado leyendo este libro. Su contenido es rico en detalles. Mas no he podido caer en decepción, Tenía una visión diferente de él…

    –Pues esa es la verdad…– Gruñó Claarn con el ceño fruncido –Akira Dorian Wish era despreciable, una mente enferma, egoísta, narcisista depravada ¡Uno de los hijos mas nefastos que ha engendrado este planeta!

    –No estoy hablando de Akira…

    El ceño fruncido de Claarn palideció ante aquella frase – ¿Qué leíste en ese diario?– Preguntó con mal rostro. Un gesto casi como si estuviese enfermo.

    –Su figura heroica. Todas sus leyendas. Ese nombre cargado de historia y orgullo. La figura que todo soldado trata de imitar. La lagrima que lloro el mundo hace seis años… Enserio nunca esperé que Abraham Arcnaik fuese de esa forma…– El rostro malicioso de Erick Blake se volvió uno con la noche dándole un aspecto siniestro con la luz de la luna.

    – ¡Quiero que cierres tu maldita boca en este momento!– Ordenó Claarn con un rugido comparable al de cualquier bestia salvaje – ¡Erick Blake estabas bajo arrestó por posición de un libro de la biblioteca de Akira sin permiso alguno del Gobierno Mundial!– El agente se levantó del asiento dispuesto a someter al hombre.

    Blake le puso la mano enfrente midiendo su distancia. El agente se detuvo. El General de Vega dirigió su mano hacia la caja de metal que estaba en su pecho –Este aparato mide mi ritmo cardíaco. Al igual que también es una antena de transmisión. Esta diseñado para emitir una señal al sistema de audio del cuartel entero, pero también para activar todos los sistemas de radio de la ciudad… En cuanto mi corazon se altere una grabación con mi voz empezara a sonar por todo Vega, la grabación contiene toda la verdad que se sobre este libro y la biblioteca.... Todo sobre la biblioteca, el Gobierno Mundial, el Servicio Secreto… Todo sobre Akira Dorian Wish, todo sobre ti Claarn A. Bohm, incluido Abraham Arcnaik… Y un interesante Edward y Apolo bastante mencionados…


    (…)​


    En la habitación del Cuartel General, Arlong se encontraba explicando lo sucedido en la oficina de Erick Blake –Al parecer encontraron la biblioteca fue encontrada hace cinco días, no ayer…
    –Eso es imposible, llevamos dos días aquí y no vimos movimiento alguno…

    –Los movimientos se hicieron durante la noche y fueron muy sigilosos con lo sucedido… Al parecer mantuvieron la biblioteca como un secreto entre pocos soldados calificados. Entraron a la biblioteca. A palabras de Erick Blake, existian una cantidad considerables de libros regados por toda la biblioteca, todos fuera de los estantes. Según un diario del Dr. Akira que el posee en su oficina, los laboratorios de esta oficina dieron pruebas no satisfactorias para el doctor, a demás de la situación delicada de la Cuarta Guerra Mundial se vio forzado a abandonar el lugar, pero la biblioteca estaba en planes de ser un almacén inmenso de todo el conocimiento de Akira. Por lo que trajeron muchos libros de otras bibliotecas… Erick Blake y sus soldados tomaron los libros que no existian en los estantes. Los suficientes para poder llenar un vehículo de carga militar… Cuando todo fue revelado a los soldados de Vega y empezaron con el conteo de los libros ya no Había evidencia de los libros saqueados…

    –Esto quiere decir que Violeta…

    –No. Le pregunte por ella durante nuestra reunión: “Violeta es un gran elemento y me ha demostrado su valor a lo largo de un año. Se ha ganado mi confianza. Pero no puedo dejar que alguien del Servicio Secreto se encuentre tan cerca de mis movimientos”. Eso fue lo que dijo. Violeta estaba en una misión lejos de aquí. Cuando llegó la envió a la biblioteca. Eso paso ayer al medio día.

    Emma suspiro con alivio llevando su mano a su pecho.

    Arlong sonrió al verla un poco mas tranquila. Mas la cosa no Había terminado ahí –Erick Blake amenazó con utilizar a sus conexiones para llevar a cabo una guerra con Milloria si no me les uno…

    La Teniente giró la cabeza con completo terror – ¿Cómo es que hará eso?

    –No me dijo si sus conexiones con oros reinos ya están fijas, pero por lo que parece tiene planeado utilizar esta misma estrategia con los demás…

    La joven no comprendía la situación. Ella tras sus dos días conviviendo con el Gral. Blake le Tenía en una imagen diferente en su totalidad. Ya sabia que en realidad era un hombre astuto, pero ahora también sabia que sus métodos eran rastreros. El hombre Tenía una mascara para los negocios y un rostro obscuro para sus planes.

    –Blake tiene información muy importante. Parecida a lo de dentro de la biblioteca… Mas no me la dijo… Quiere asegurarse de que se lo dirá a sus aliados… Solo sus aliados puede saber la verdad, supongo…

    – ¿Organización?

    El hombre asintió miraba por la ventana de Vega, los enormes edificios hacían incapaz de ver toda la ciudad –Quiere formar un grupo liberador. Su idea es destruir la desinformación que lleva controlando al mundo desde finales de la Tercera Guerra Mundial. Desea que la historia sea reescrita… “Todo el mundo debería de saber la verdadera historia”– El hombre agachó la mirada –Quiere convencer a los reinos con conocimiento y fama.

    La joven Tenía sus manos en sus piernas. Las apretó con rabia y gruñó – ¡Niégate! ¡Nosotros podemos con cualquier amenaza! ¡Milloria no caerá tan fácil!

    –Me les uniré.

    Emma cayó en silencio. Empezó a negar con la cabeza sin saber quien era ese hombre que estaba junto a ella en la cama.

    –Por donde lo vea me tiene acorralado. No quiero que caiga la guerra en mi gente. No quiero que quemen los huertos, ni que estallen las casas. No deseo ver a los ciudadanos huyendo. Ni las estructuras derrumbándose. No quiero que el pueblo voltee hacia un líder que no supo tomar una buena elección…– Arlong se imbuyo en su imaginación. Ese lugar recóndito donde la mente juega con tus emociones. Cayó envuelto en una profunda melancolía. Su apuesto rostro se tatuó con uso ojos tristes y unos labios arqueados.

    Emma le tomó del brazo y le puso su cabeza en su hombro –Eres el hombre mas bueno que conozco. Y se que aunque estés envuelto por las sombras sabrás hacer el bien.

    Estuvieron unidos unos cuantos segundos cuando Arlong se levantó y caminó hacia la ventana. Apreció a la gran cantidad de personas que se movían por la noche en dirección a “La Calle de los Mil Rostros”. El mayor de los Price era un hombre que gustaba de admirar desde su oficina su reino. Amaba Milloria como nada en el mundo. Imploraba a la Diosa todos los días por que su gente viviera bien. Y en ese momento Arlong estaba pidiendo que tras todo lo que fuese a venir en el futuro, todas las personas por fin pudiesen conocer aquello llamado paz. Bien decía el lema de Sagacar “El Grande”: “Tras la noche mas obscura se vera un día aun mas brillante”.

    –Voy a entrar entrar en la organización de Erick Blake por respeto a la justicia. Me volveré su mas poderoso aliado. Conoceré las mas obscuras verdades de todo el mundo…– Dijo el hombre al voltear con Emma con un rostro diferente al de hace unos segundos. Hervía en llamas de pasión. Tallado en justicia –Y justo después lo depurare todo– Concluyó el Gral. Price con la cabeza levantada.

    Emma maquilló una larga sonrisa al oírlo. Se emociono y después se asustó al escuchar unas palmadas desde la esquina de la habitación de lujo.

    Arlong vio desde el inicio como una figura empezaba a formarse desde una neblina saliente de la esquina de la habitación. El cuerpo tomo forma mientras chocaba las palmas con fervor –Es un hombre increíble, Gral. Price– La figura termino de crearse. Era Sebastian Solomon y Tenía una orgullosa sonrisa en su cara –Cuando escuche que te unirías pensaba que me dolería enviarte a la cárcel juntó con el Gral. Blake, pero no, eres mucho mas listo de lo que pensaba. Tu visión me agrada.

    – ¿Lo escuchó todo?– Preguntó el hombre con desconcierto.

    –Todo– Dijo al asentir –Tenía intereses en saber de que Había tratado la junta entre ustedes dos después de haber visto todo aquello en la biblioteca… Erick Blake es muy astuto, no hubiese sido sencillo mantenerme escondido dentro de su oficina. Me hubiese atrapado de una u otra manera.

    Emma se puso colorada de vergüenza al saber que Salomon le Había visto acercarse a Arlong siendo un hombre casado.

    – ¿Cómo es que logro pasar por desapercibido de alguien como yo?

    –Alguna vez fui del Servicio Secreto. Aprendes muchas cosas ahí.

    El Detective empezó a caminar hacia Arlong –No tendrá que arriesgarse, Gral. Arlong. Usted esta amenazado, pero yo no.


    (…)​


    –Enserio harás pagar a todo un reino por tus ambiciones…– Comentó Claarn con un rostro sombrío.

    Erick Blake mantenía su sonrisa juguetona – ¿Enserio destruirían a uno de los reino mas prolíficos por mantener la historia contada…

    –Lo dudas…– Respondió Claarn al dar un paso enfrente.

    –Dudar de las habilidades de tu adversario es lo que atrae las derrotas– Dijo Blake con el mismo gesto confiado. Señaló de nuevo al aparato –Te conozco Claarn. Tomé nota de cada acción que hacías durante nuestras misiones juntos. Fuiste un gran ejemplo a seguir y una enorme fuente de estudio también.

    –Deja tus halagos para después, sucio traidor– Claarn tomo la camisa de Blake.

    Estaba por jalarle cuando el General habló –El segundo transmisor manda una señal a la base de datos del Cuartel. En el momento en que me altere todo los cuarteles recibirán un mensaje de ayuda de mi parte. Tan solo imaginalo, Bohm. Cada reino y pueblos grandes abrirán el mensaje para toparse con mi grabación...– Erick Blake le tomó el brazo al agente. Claarn respiraba lleno de rabia y la mandíbula estaba tan apretada que parecía que se le romperían los dientes. Su ceño estaba tan fruncido que parecía que el gesto se le quedaría tatuado en el rostro. En sus ojos existía un fuego ardiente como el mismo sol. Blake le quito la mano de en encima. La sostuvo con fuerza en el aire y el hombre le miro directo a los ojos sin ningún miedo – ¿Acaso eres capaz de destruir a todo el mundo para evitar que se exprese la verdad?

    Claarn era incapaz de hablar. Blake disfrutaba de manera casi afrodisíaca el poder ver como aquel hombre se retorcía por dentro al ser incapaz de poder evitar su plan. En especial se deleitaba con ese tic en su mano, abría el puño y los cerraba de manera métrica. Lo presionaba con fuerza haciendo crujir sus nudillos. De no ser por la situación Claarn le habría dado una buena tunda, pero ahora no era mas que otro títere de Erick Blake.

    –Me recomendaras en el Servicio Secreto y justo después yo destruiré este artefacto junto con todas las grabaciones…

    Claarn le arrancó el brazo destruyendo el agarre de aquellas sucias manos – ¿Por qué deseas entrar al Servicio Secreto?

    El hombre posó una sonrisa ganadora en su rostro –Mi abuelo era un ex agente del Servicio Secreto. El me entrenó en todos los artes del Servicio Secreto. Fue mi objetivo el entrar a esa facción desde que era adolescente. Mas nunca fui aceptado…– El hombre suspiró –Pero no, no hago esto por mis infantiles sueños. Mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos aun mas cercas, ¿no? Si me encuentro en el Servicio Secreto seré capaz de obtener mucha mas información y poder mantener controlado todos los movimientos de mis aliados y enemigos desde las sombras… Seria indetectable…

    –No tienes ni idea de contra lo que te estas enfrentando…– Masculló Claarn con la voz ronca de enojo.

    Blake empezó a reír –Se apuesta grande para tener altas recompensas. Eso me lo enseño esta ciudad cuando viví en la inmundicia tras la muerte de mi abuelo… Dime, Claarn…– El hombre se levantó de su escritorio y empezó a caminar hacia el agente con el echo en alto – ¿Tu que vas a saber de vivir una vida dura? ¿Acaso traficaste droga? ¿Acaso tuviste que vender niños en el mercado negro? ¿Acaso tuviste que hacer fraudes en los casinos ilegales? ¿Viste como aporreaban a tus camaradas mientras tu huías? No, no lo sabes, porque tu vivías como rey en los laboratorios de Akira Dorian Wish… El experimento prodigio… A pesar de todos los experimentos que te Habían tu gustabas de privilegios sobre todos los demás… Eras un gran orgullo para aquel hombre, te mencionaba mucho…– Erick Blake se puso frente a frente con el agente. El General imponía respetó y su aspecto era amenazador. Claarn se sentía un poco pequeño ante la poderosa presencia de Blake –Eres un hombre interesante, Claarn A. Bohm… A pesar de haber leído tanto sobre ti, realmente me sigo preguntando, ¿Quién eres?

    El silencio envolvió la ciudad.

    –No… mas bien, la pregunta correcta seria, ¿Qué er…?– Las luces de toda la ciudad se apagaron de pronto interrumpiendo al General. Un segundo después el piso sobre el que se encontraban estalló haciéndoles caer un par de pisos. Una centellar de explosiones, disparos y gritos empezaron a sonar.

    El ruido retumbaba en los oidos de Erick Blake a pesar de seguir aturdido por el repentino estallido. El humo de la explosión y el polvo del concreto demolido le hacían incapaz de ver algo. Se levantó de entre los escombros. Se encontraba herido de las costillas, quizás estaban rotas. Tenía un golpe en la cabeza. Sangraba de la herida. El hombre respiraba agitado, al mismo tiempo que se tocia por no poder respirar bien entre tanto polvo.

    – ¡Bohm!– Gritó Blake al no encontrar por ningún lado al hombre. Poco a poco el ruido fue mas entendible. Cristales tronaban. Mas de una explosión y sonido de derrumbe eran escuchados. Tiroteos se escuchaban desde la entrada del cuartel. Explosiones internas, demasiado internas, provenientes de los pisos mas bajos eran oidos por el General de Vega, el cual escapaba del manto de ceniza con un caminar meneante. Algo le preocupó de pronto. No se escuchaba la grabación. Se reviso el aparato en el pecho. Este tintineaba de un color rojo por el susto de la explosión, pero no se oía nada… Entonces se percató que lo único que brillaba en el cuartel era la luz de la luna que entraba por lugares con ventanas –La energía de emergencia no esta funcionando… ¿Que esta pasando?

    Su complicado viaje le llevó hasta un pasillo iluminado. Ahí pudo respirar bien. Tras tomar unas bocanadas grandes de aire giró la cabeza hacia la ciudad. Toda la ciudad se encontraba en completa obscuridad. Desde la ventana logró ver un tiroteo entre soldados de Vega y personas encapuchadas con mascaras blancas de facciones finas y detalles hermosos. – ¿Qué es esto?– Se preguntó con duda al ver el escenario. La ventana se quebró en mil pedazos cuando de la nada un hombre enmascarado la atravesó. Sin ningún momento para analizar la situación aquel hombre enmascarado desprendió dos cuchillas curvadas y se lanzó a luchar contra Blake.

    Fue un combate complicado, debido a que el General de Vega se encontraba herido, pero mas que eso, aquel hombre estaba perfectamente entrenado en un estilo de combate militar. Un estilo que le recordaba a Blake cuando entrenaba con Violeta… O un recuerdo mas lejano, cuando entrenaba con su abuelo… El combate fue intenso y desventajoso, pero después de hazañas sin iguales logro enfrentar y desarmar a su oponente. Le robo una de sus armas y en un enfrentamiento de chirriante acero logró cortarle la garganta a su oponente. Solo para toparse con una horrible escena después. Justo cuando el hombre enmascarado cayó al suelo y sus manos dejaron de retorcerse de dolor la mascara desprendió una luz blanca desde los ojos. De un segundo a otro empezó a incinerarse.

    – ¡¿Qué mierda?!– Aulló Blake en un chillido. El susto le hizo llegar al borde un barandal de cristal. De pronto escuchó a Arlong Price dirigiendo a dos escuadrones de soldados de Vega. El hombre volteo y lo vio, ahí se encontraba el General de Milloria y su Teniente General llevando a cabo un contraataque contra los enemigos enmascarados. Tomando terreno y haciendo retroceder un poco a los peligrosos oponentes. Detrás le seguía Salomon dirigiendo a mas de sus hombres.

    Blake Tenía que hacer algo. Tenía que defender a su ciudad. Corrió hacia las escaleras, listo para decender al campo de batalla, cuando pudo ver con detenimiento la horrible escena. Al fondo de su ciudad, entre todo ese montón de edificios y casas, en la lejanía del desierto, una bola de fuego de inmenso tamaño alumbraba como el amanecer. Mientras que las luces de las explosiones, disparos y magia danzaban en una encarnizada pelea.

    –La biblioteca de Akira…– Susurró Erick Blake con los ojos cristalinos. En su mente no existía posibilidad de imaginar que clase de poder era capaz de avanzar de tal manera hasta aquel fuerte con increíble poder militar. Mas que eso, le sorprendía el hecho de que existiese un grupo de destruir todo ese ejercito que resguardaba la biblioteca.

    Una bala destruyó parte del cristal. La bala rozó el hombro izquierdo de Blake. El hombre tomó refugio entre las paredes de concreto. Mas disparos de francotiradores le siguieron la pista, solo uno le logro rozar el tobillo. El General de Vega empezó a buscar a los culpables de los disparos desde su escondite. Era imposible saber de donde venían los disparos. Existían muchos edificios y poca luz.

    Erick Blake lo vio. Tres secuencias de cohetes volaban por el viento en dirección al cuartel. El choque fue inminente. Una explosión derribó parte de la estructura del Cuartel General de Vega. La exasperación de Blake le empezó a generar un dolor en el pecho. Una lagrima corría por la mejilla del soldado al ver como aquella inmensa belleza de estructura arquitectónica caía hecha por pedazos.

    Pronto otra explosión se dio. Esta vez del lado por donde Habían entrado Salomon, Emma y Arlong. Un pedazo del techo se derrumbo por el temblar de las explosiones. Aquel templo estaba siendo borrado del mundo y la tierra temblaba por ello.

    El General de Vega se puso de pie y saltó del barandal cayendo al suelo del Lobby. Entonces sintió un horror recorriéndole el cuerpo y llegando hasta anudarse en su garganta. Desde los cristales que generaban una de las vistas mas hermosas del cuartel se podía ver la profundidad del Cuartel y como este se encontraba en llamas.

    Ahí se encontraba Erick Blake en medio de su Cuartel, herido, únicamente armado con un sable robado, con las ropas rasgadas y un rostro que demostraba lo rota que estaba su alma en ese escenario.

    En medio del desastre llegaron mas soldados de Vega, iban en rescate de su General, mas sin embargo el destino les Tenía otro destino. Otro grupo de guerreros enmascarados apareció, el combate se desato y a pesar de ser inferiores en numero, aquellos hombres con mascara Tenían la ventaja con sus inmensas habilidades. Erick Blake no lo resistió mas, no lo resistió al momento de ver como todos sus hombres caían ante sus ojos así como su cuartel. Tomo su sable robado en sus manos y se dirigió como una bestia salvaje contras sus enemigos. Nunca ningún soldado lo Había visto luchar de manera tan desenfrenada e impecable. El General se abría paso entre los enmascarados chocando sables y robando armas de fuego utilizándolas contra sus mismos oponentes. La batalla se volvió intensa, tan sangrienta como el mar de sangre de la biblioteca de Akira. Blake masacró a sus oponentes uno por uno. No sabia si estos soldados eran mas débiles o es que ya se Había acostumbrado a luchar contra ellos. De manera fácil se encargo de los enmascarados. Los cuerpos se incineraban al pasar del General.

    En este combate Erick Blake demostró que era uno de los Generales mas poderosos de todo el mundo y sin necesidad de ser un mago.


    (…)​


    Arlong se encontraba en medio del combate en las calles que rodeaban el cada vez mas destrozado Cuartel General de Vega. Sin embargo de pronto escucho disparos provenientes del lobby. A pesar de los continuos disparos logro percatarse que un soldados dentro del lobby pedía ayuda a su General. En ese instante el Gral. Price subió las escaleras evitando en la manera de los posible ser golpeado por unas balas. Iba en camino a rescatar a Erick Blake.


    (…)​


    El encarnizado combate termino. Blake respiraba agitado. El hedor a sangre era poderoso, pues el hombre se encontraba bañado en ella. Tiró aquel sable que se encontraba roto después de la batalla. A sus pies se encontraban todos sus enemigos, al igual que hasta el ultimo de sus soldados. Ahí se encontraba Erick Blake, luchando por respirar después de las heridas recibidas. Las balas cada vez eran mas ocasionales. Al parecer el ataque estaba cesando.

    Una sombra guió los ojos de Blake. Levantó una pistola robada y apunto sagaz al objetivo. Aquel hombre que acababa e llegar era Claarn. Se observaba un tanto desarreglado, al igual que lastimado. Había luchado feroz también y ahora estaba con Erick Blake, cargando el Diario de Akira Dorian Wish.

    El General de Vega abrió los brazos con una sonrisa. Empezó a girar sobre su cadera extendiendo sus manos ante la horrible escena llena de cadáveres – ¿Me recuerda ahora?– Le preguntó a Claarn –Soy el mas fuerte…


    (...)

    El silencio que se escuchaba en la habitación era tenebroso. Arlong se acerco con el mayor cuidado posible sin ser detectado. Estaba por entrar al lobby cuando escucho a Erick hablando con Claarn.


    (…)​


    El agente observaba con asco desde el marco de la puerta por la que Había llegado –No es que no te recordase, Erick Blake. Eres fuerte y listo. Mas que ningún otro. Mas eres todo aquello que deseo eliminar de este mundo. Tu obscura ambición es el legado de Akira que tanto estoy dispuesto a borrar…– Claarn se mantuvo de frente. Observo el pobre estado del General, ni aunque lo intense con todas sus fuerzas seria capaz de llevarle el ritmo para un combate. En cierta manera se encontraba sorprendido por el sorprendente poder que Había demostrado. Si tan solo las cosas fuesen diferente, quizás hubiesen podido ser aliados – Hazlo– Ordenó el agente con la mirada fría.

    Erick Blake, mullido por sus duros combates, sangrando de dos heridas de balas y mas de un corte de espadas perdió el gesto orgulloso de su enorme poderío. La orden le sorprendió. Se giro hacia detrás suyo. Ahí se encontraba Violeta Brown con una pistola apuntando a su General a la cabeza –Tenía razón en nunca confiar en ti– Le dijo el hombre manteniendo una sonrisa decepcionante. No le quedaban fuerzas para seguir peleando. Nunca seria capas de derrotar a alguien como Violeta, ya sabia de que estaba hecha. Era una guerrera sin igual. Entonces al hombre no le quedo mas empezar a reír de manera delicada, pues la risa le generaba dolor en las costillas – ¿Puedo tener una ultima pregunta?– Le preguntó a Claarn.

    El agente no contesto. Se dedico a lanzarle aquella mirada tan fría como la que él alguna vez tuvo.

    –El silencio otorga– Le comentó Blake manteniendo su sonrisa. Encontró en el rostro de Claarn un ceño de molestia por la agilidad del soldado. Tomo un poco de aire. El suficiente para no lastimarle y soltó la pregunta – ¿Akira Dorian Wish esta vivo?

    –No– Respondió de manera seca el agente.

    –No lo sabes… Esa es la respuesta…– Concluyó Erick Blake.

    La bala le dio directo en la cabeza, matándole al instante. Cayó en el suelo manchado de sangre, apoyando en crear mas aquella hórrida pintura en el suelo. El cuerpo de Erick Blake quedo boca abajo alrededor de sus subordinados y enemigos. La sangre corrió por los vidrios cayendo directo a las profundidades del cuartel. Ahí donde el fuego lo estaba consumiendo todo.


    (…)​


    Arlong lo vio todo. El disparo había sido tan rápido que no tuvo manera de impedirlo. Llevó su mano a su boca aguantando su horrible sorpresa. Todo era demasiado extraño… No podía quedarse ahí. No sabia que podía pasar… Escapo con calma de vuelta al campo de batalla. Intrigado por lo visto. Esa duda no le dejó dormir por días…


    (…)​


    La luz de la luna que entraba por el tragaluz solo generaba una visión mas tétrica de la escena de posguerra. Violeta y Claarn observaron el cuerpo unos segundos. Quizás pensando en que lo que Habían hecho era lo correcto. Erick Blake era alguien demasiado peligroso para este mundo. Cada uno se dio la vuelta y tomaron caminos distintos. Dejando atrás el lobby. El asalto al cuartel de Vega duro unos minutos mas hasta que las fuerzas enmascaradas tomaron la retirada. La victoria Había sido del enemigo sin rostro.


    (…)​


    Al día siguiente los soldados restantes de Vega viajaron junto con Violeta Brown, la nueva General de Vega por derecho político. La joven encontró las cenizas de todo el campamento y centenares de cadáveres de soldados, aliados y enemigos. La biblioteca Había sido quemada, al igual que derrumbada desde sus profundidades. No quedaba nada de valor en aquella tumba calcinada.

    La noticia del ataque a Vega fue una noticia Mundial. En menos de un día multiples eminencias del Gobierno Mundial llegaron a investigar lo sucedido. El Servicio Secreto se vio involucrado en la confirmación de la completa destrucción de la Biblioteca de Akira. Mas tarde las investigaciones llevaron a la localización de los libros saqueados por Erick Blake encontrados en las profundidades de los barrios mas pobres de Vega, ahí de donde provenía dicho soldado. Múltiples soldados aliados el Ex General fueron arrestados y procesados de inmediato. Todo esto llevado de la mano por Claarn A. Bohm, Sebastian Salomon y agentes del Servicio Secreto.

    Se pudo llegar en la conclusión de la traición de Erick Blake por la información otorgada de un espía del Servicio Secreto de identidad desconocida. Un agente que se Había pasado por soldado en el ultimo año, así como Violeta Brown. Para Claarn aquel espía desconocido solo le confirmaba las expectativas de que los lideres del Servicio Secreto desconfiaban de Violeta como desertora. Mas la joven no le Tenía miedo a la organización. Era mas valiente que muchos soldados.

    Dos días después del ataque el Servicio Secreto tomó los libros y los llevo a la cede del Gobierno Mundial en Olimpia para su respectivo análisis y resguardo.

    En días posteriores se llevo a cabo una investigación de los cuerpos enemigos tratando de verificar su identidad. Mas los cuerpos estaban tan calcinados que fue imposible llevar a cabo el proceso. Esto lo informo Sebastian Salomon y su equipo.

    Durante cuatro días el pueblo se mantuvo desinformado de lo sucedido aquella noche. Al quinto día se hizo una reunión con la prensa y el pueblo. Violeta Brown fue nombrada de manera oficial como la nueva General de Vega. Ella se posó en el estrado y respondió parte las preguntas mas frecuentes.

    La joven no estaba acostumbrada a las cámaras, ni la multitud. Mas mantuvo la calma y su profesionalidad iniciando su discurso –La noche de hace cinco días, 13 de Marzo de 2893 el reino de Vega fue victima de un ataque terrorista. No se Había presenciado un acto terrorista tan grande desde el asesinato de dos Generales Mundiales en 23 de Agosto de 2888. A pesar de que se han llevado a cabo multiples eventos terrorista a lo largo de estos cinco años ninguno Había sido perpetuado con tan eficiencia y poder. Al igual que se tiene que informar que no existian registros de una organización como esta. Con lo datos recogidos y tomando en cuenta los rumores narrados a lo largo de algunos años se ha llegado a la conclusión que esta puede ser el primer ataque del “Ejercito Rebelde” del que tanto se ha contado. Mejor conocido como “Justicia”– Las fotografías y preguntas estallaron tras la confirmación de aquello que ya se veía obvio. Las preguntas con solo dar inicio comenzaron a dar vueltas en la cabeza de los altos cargos del Gobierno Mundial, escudados con la imagen de Violeta. Esa fue una tarde complicada para la recién ingresada General.

    Se respondieron las preguntas posibles y justo después de eso se inauguro un homenaje a los soldados caídos del ataque. Era una plaza pequeña con una bellisima obra de arte tallada en piedras del resto del Cuartel General. El cuartel debido a los derrumbes, explosiones y fuegos tardarían demasiado en ser reconstruidos. Por lo que por lo pronto el Cuartel General de Vega empezaría a ser reconstruido en otra otra orilla de la ciudad. Vega ahora mismo era con suma posibilidad el reino mas débil del mundo. Con una sobrevivencia del veinticinco por ciento de sus tropas después del ataque. Actualmente Violeta Brown seria la encargada de tener que liderar con un reino en crisis. No serian años fáciles.

    Una vez acabadas las cámaras la joven llegó al homenaje de los soldados caídos. Las flores abundaban en gran cantidad. En especial en un nombre en especifico. La foto de Erick Blake rebosaba de vida rodeado de mantos de flores. Pero un detalle llamó la atención de la nueva General. Debajo a la foto Había una placa dorada que decía:


    “Erick Blake (9 de Octubre de 2858 D.C. – 13 de Marzo de 2893 D.C.)”

    “General de Vega (2885 D.C. – 2893 D.C.)”​


    Pero era lo único que decía. Entonce Violeta observo con amargura la fotografía y esa sonrisa de negocios tan clásica. Si tan solo hubiese hecho las cosas mejor quizás su placa podría haber dicho algo, ¿Cuánto duraba el buen recuerdo de una ciudad doliente?

    La joven dejó una rosa roja en frente a la fotografía. Al menos ella sabia que nunca lo podría olvidar. Ya que suya era la sangre que tiño aquella rosa que dejaba frente a su foto. Violeta abandonó el homenaje y nunca mas volvió ahí.


    (…)​


    Violeta llegó a un edificio el cual estaba siendo usado como el Cuartel General de Vega por el momento. Llego hasta su oficina, solo para encontrarse con que así como su antiguo superior, frente a la puerta de su oficina se encontraba su retrato con una placa que la nombraba General de Vega. Ella admiró la fotografía con pena. Entró a su oficina y ahí estaban Arlong y Emma con un pastel. Los dos caminaron hacia ella, envolviéndola en un fuerte abrazo.

    – ¡General! ¡Quien te viera! ¡Estoy tan orgullosa!– Le dijo Emma de manera eufórica llevando sus manos a su boca y agitándolas en el viento.

    – ¡Estoy muy orgulloso de ti, Violeta!– El hombre le sostuvo la mano como un compañero de trabajo – ¡Es bueno saber que existe alguien de confianza de este lado del río!
    La joven reía animada –Me encantan chicos ¡Y adoro el pastel se ve delicioso!– La joven llegó hasta su pastel y tomó el cuchillo. Volteo hacia sus amigos y les pregunto – ¿Puedo cortarlo?

    – ¡¿Quieres tenerlo en una repisa?! ¡Claro! ¡Córtalo!– Dijo Emma tomando uno de los platos.

    Las risas se escuchaban desde donde iniciaba el corto pasillo. Alguien caminaba en dirección a la puerta. Las puertas se abrieron sin preguntar y ahí se veía a los tres amigos disfrutando del pastel. Violeta volteó rápido y mostró una sonrisa en su rostro manchado por betún.

    – ¿Quieres pastel Roxana?– Le preguntó la General.

    Los dos soldados de Milloria giraron la cabeza y vieron a la joven. Una mujer de piel negra, con cuerpo despampanante y larga en abundancia de cabellera color negro –Adoro lo dulce. Deme una buena rebanada.

    – ¡Claro!– Respondió la General animada – ¡Ven pasa con nosotros! ¡Somos mas agradables de lo que parecemos! Chicos les presto a Roxana Thiam, ella sera mi nueva Teniente General. La conocí en el Servicio Secreto. Hace poco desertó del Servicio Secreto y el Gobierno Mundial la envió conmigo, ya saben, a falta de poder militar…

    Arlong le sonrió. Se lamió los dedos pues estaba sucios por el betún, ya que Emma Había estado jugando con ellos y el pastel. Le tendió la mano con los dedos un poco chuecos para no molestar a la joven –Es un gusto Tte. Thiem. Cuide bien de Violeta.

    –Debe de ser el Gral. Price. Es mas apuesto de lo que contaban– Dijo con una sonrisa bellisima y una mirada seductora.

    Emma lo noto y de inmediato se dirigió hacia la joven para estrecharle la mano –Hola, Roxxana. Soy Emma Allen, la Teniente General del Sr. Price– Esto ultimo lo dijo de manera mas acentuada, como para que le quedara claro a la recién llegada.

    Violeta se acerco por detrás a Emma y le dio un codazo sutil para hacerla entender de lo ridícula que estaba siendo – ¡Aquí tienes Roxana!– Le dio el pastel a la joven.

    –Gracias– Respondió amablemente la señorita Thiem.

    Todos comieron y conversaron de manera amistosa durante unos minutos. Hasta que Arlong decidió romper el ambiente.

    – ¿No han visto a Claarn?

    Roxana soltó una risa –Ese hombre tiene la mala costumbre de no despedirse… Ya debe estar en camino a otro reino en este momento.

    –Vaya…– Dijo Arlong desanimado. Meneo su pastel con su tenedor. Sus ojos se volvieron pequeños y serios. Las chicas continuaron con sus risas y conversación. Hasta que Arlong volvió a interrumpir.

    –Violeta...– La joven volteo animada –Tengo que hacerte una proposición… ¿Crees que podamos hablarlo en privado…?

    La General hecho un vistazo hacia Roxana y Emma –Somos los máximo rangos de nuestros reinos, Arlong. Confío en Roxana, fue mi compañera en mis años de servicio. No hay que ser groseros con las chicas– La joven dio una ultima cucharada a su pastel – ¿De que se trata?

    Arlong se mantuvo serio. Observó a Roxana y luego a Emma. Lo analizó durante un momento. La presencia de Roxana era un tema delicado. Mas pronto unió los hilos. Tomó un respiro y se hizo hacia enfrente en su silla –Vi que le disparaste a Erick Blake. Estaba Claarn contigo cuando lo hiciste…

    El silencio golpeo la pequeña oficina por completo. La joven dejó su pastel en el escritorio y llevo sus dedos a su cien.

    –Dime, Violeta… ¿De que lado estas?– Preguntó Arlong Price con el rostro mas serio que nunca. Un rostro tenebroso y que causaba miedo. Dependiendo la respuesta Arlong estaba preparado para llevar a cabo un arresto en ese preciso momento. Pero confiaba en Violeta y en su respuesta.

    Emma miraba a los tres soldados con un respiro atorado en la garganta.

    Roxana y Violeta se vieron a los ojos.

    La nueva General de Vega volvió a tomar su pastel. Soltó un suspiro y levantó su plato en dirección a Arlong – ¿No quieres otra rebanada? Esta sera una historia larga…


    (…)​


    Claarn se encontraba caminando por “La Calle de los Mil Rostros”. Llego a aquel bar que visito el día de su llegada. Ahí se encontraba el joven bartender limpiando una copa de vino. El lugar estaba solitario. Abandonado por completo a excepción de dos moscas en el bote e la basura.

    – ¡Señor! ¡Un gusto verlo de nuevo!

    – ¿Cómo a estado el negocio muchacho?– Preguntó Claarn al tomar asiento.

    El joven pasó su toalla con la que limpiaba por el hombro y su rostro se volvió triste –Me he quedado sin gente. Sin trabajadores y clientes. Se les extraña.

    –Días mejores vendrán muchacho.

    El joven levantó una pequeña sonrisa –Confío en usted.

    Claarn soltó un suspiro –Dame una botella de ron dorado, por favor.

    –Por supuesto– Le respondió el joven. Se agacho y empezó a buscar entre las puertas de la barra –Perdone que le pregunte. Pero se le ve mal rostro, ¿esta enfermo?

    – ¿Enserio ya se me nota? Parece que cada vez es mas inevitable ocultarlo…

    –Su piel se esta poniendo mas blanca de lo normal. Puede que sea un catarro– Le dijo el joven mientras buscaba entre los muebles. Se levantó de pronto y le entregó la botella a Claarn –El mejor de la casa– Le dijo el joven con animo.

    –Gracias– Respondió Claarn metiendo la botella en su morral.

    –Y para ese catarro le tengo estas medicinas– El joven saco de su bolsillo un frasco con una etiqueta de “Peligro” y otra con la etiqueta de “Radiactivo” –Me han dicho que son muy buenas. Cuídelas. No creo que vaya a conseguir otras iguales en mucho tiempo… Recientemente escuche que se han vuelto ilegales y ya es mas difícil obtenerlas– El joven le tomó la mano al agente y le puso el frasco en la mano.

    Claarn le observo con detenimiento. El joven le sonreía de manera tan cálida que sentía que ya eran grandes amigos desde hace tiempo –Estoy muy agradecido por el gesto. Espero volver otro día…– Le dejó el dinero en la barra. Guardo las pastillas en su morral y salio por la puerta.

    –Nos estaremos viendo pronto– Dijo el joven antes de que saliera.

    Claarn no volteo. Simplemente cerró la puerta.


    (…)​


    El agente caminaba despreocupado por “La Calle de los Mil Rostros”. A pesar del ataque de hace cinco días parecía no haberse movido nada en aquella ciudad. A la gente solo le queda seguir adelante a pesar de los malos días. Entonces mientras caminaba Claarn logro divisar a la lejanía la figura de un hombre que él reconoció de inmediato. Un hombre alto, esbelto de cabello largo y negro. Le seguían ocho figuras mas, eran del tamaño de niños de ocho años, estaban encapuchados.

    – ¡Jon!– Gritó Claarn abriéndose paso entre la multitud – ¡Jon!– Aulló para que le escuchara. La multitud se empezó a amotinar por una oferta en una tienda y Claarn se vio envuelta en medio de la urbe. Movía a la gente con brusquedad ocasionando el mal genio de muchos.

    La figura de aquel hombre se puso la capucha como los niños que le seguían. Le tomo la mano a un par de niños.

    – ¡Jon! ¡Maldita sea! ¡Te necesito! ¡Te necesitamos todos!– Fue lo que gritó con todas sus fuerzas, pero tan pronto Había gritado observó como las nueve figuras desaparecieron poco a poco entre la multitud.

    Claarn tiró a mas de un transeúnte hasta llegar al lugar donde Habían desaparecido las figuras. No quedaba nada. Ni un rastro de magia. Solo alguien como Jon podía lograr semejante hazaña, pensó Claarn. No podía hacer nada. Había estado tan cerca de él y no Había logrado contactarle… Aunque tampoco llegar a contactarle significaba que acompañaría a Claarn. “Jon es un alma libre”. Así lo describía Abraham Arcnaik hace mucho tiempo. Al agente no le quedo mas que acomodar su morral, ponerse bien el sombrero y seguir como si nunca lo hubiese visto.


    (…)​


    El camello subía la colina por la que hace casi una semana Había recorrido. Claarn se encontraba montado en el camello con el brazo arqueado tomando un poco de su botella de ron. El sol le golpeaba y abraza con intensidad. Acomodo su sombrero. Le dio unas palmadas al animal –Sera un gran viaje, campeón– Le dijo al camello. Y este respondió con un resoplido. Esto creó una sonrisa feliz en Claarn.

    Una vez en la cima el agente observó un hombre sentado sobre una manta gruesa. El hombre se encontraba sentado en una posición sen. Respiraba y exhalaba con tranquilidad. Levantó su sombrero y cruzó miradas con Claarn.

    – ¿Qué hace alguien como tu en este lugar?– Preguntó el hombre con tono molesto.

    El hombre fruncía el ceño con una sonrisa debido al sol. Era un hombre de cabello largo, Rubio con gruesa barba y mandíbula cuadrada –Entonces toda la información era cierta. –Lo era.

    –Fue una buena misión– Dijo el hombre volteando a ver la ciudad doliente.

    –Me reservo mis comentarios– Le contestó sin mirarle a los ojos y con tono tan seco que parecía la misma arena del desierto sobre el que estaban posados, pues no estaba dispuesto a tener una conversación a aquel hombre.

    El hombre le sonrió de oreja a oreja encogiendo sus ojos casi como si los tuviese cerrado –El mundo se esta moviendo, Claarn. El reloj de la historia nos marca la hora de tener que empezar a escribir y en cada historia existe un héroe y un villano. La pregunta es…– El hombre le Había mantenido la mirada a Claarn y solo fue en aquella parte de sus palabras cuando giró la cabeza.

    El agente lo vio. Miró aquellos ojos pequeños de color amarillos como el mango. Esa mirada y esa sonrisa se miraban tan tiernas, pero solo si observabas un poco mas a fondo podrías ver en él parte de la obscuridad mas grande viviente.

    – ¿Lucharas conmigo?– Le preguntó el hombre.

    Claarn soltó una mofa con una sonrisa burlona y tiro de los lazos para que el camello caminara –Como si me quedara opción…– Mascullo el hombre sin voltear a ver atrás. Dejando a aquel hombre y la ciudad olvidados a sus espaldas.

    El hombre se dedico tomar un poco mas el sol. Desde hace un tiempo los vientos venían cargados de cambio. Mas ahora ese sabor a un futuro desconocido era mas dulce. La muerte de Abraham Arcnaik y los dos General Mundiales, Habían sido el inicio. Vega y los sucesos posteriores a este eran el punto de inflexión. La Quinta Guerra Mundial Había empezado a tomar forma… Y eso dibujaba una sonrisa en aquel hombre por alguna razón.
     
    Última edición: 23 Noviembre 2019
  11. Threadmarks: [ Parte 2 ] Capítulo 29 - Adopción
     
    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 29 – Adopción

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    -4 de Abril de 2893 D.C.-

    La luz del sol apenas estaba alumbrando el obscuro cielo. Esa mañana hacia frío, pero corría un viento con un olor delicioso. La primavera estaba lanzando sus primeros perfumes al aire.

    Los cuatro chicos, junto con las amigas de Mairis, habían tenido la oportunidad de ir a ver las praderas hace una semana. Ahí pudieron ver como las flores habían nacido, dando paisajes hermosos inolvidables.

    Bruno había confesado su amor a Alicia esa tarde. Los dos jovencitos pasaron toda la tarde juntos. Bastian y Mairis, junto con las demás chicas se separaron de ellos, dejándolos solos en la pradera. Nunca supieron que fue lo que paso. Pero sabían algo, Bruno volvía a sonreír, pues tras los traumas de la batalla de GrayLagoon apenas podía dormir y muchas veces despertaba de brincos entre gritos. Bastian y Mike lo vivieron más de cerca, ya que dormían con él.

    Mairis por otro lado logró mantenerse un poco mas tranquila. Los primeros días sufrió secuelas al igual que Bruno, pero cada día ella se levantaba mas calmada. En cierta forma fue gracias a Andrea, la cual le sirvió como gran apoyo moral a la jovencita. La novia de Martin y la chica salieron durante varios días. Mairis estaba muy feliz, sentía como si Andrea fuese una clase de hermana mayor, aquella que nunca deseo, pero ahora necesitaba. Fue triste el saber que tendría que irse. La despedida había sido tres días antes del esperado regreso de Claarn. Andrea explicó a Martin y los chicos la situación, al parecer su padre había fallecido y su madre tenía una seria enfermedad por lo que tenía que estar siempre acompañada. En ese momento Mairis no sabría decir quien realmente había sufrido mas su partida, si ella o Martin, ya que ella resintió mucho la despedida, todavía le dolía. Mientras que Martin le agradeció, le dio un abrazo junto con un beso. Le dijo: “Ojala tengamos la oportunidad de encontrarnos otra vez…”, a lo que ella respondió, “Algo me dice que nos volveremos a ver algún día…”. Ambos sonrieron y ella subió a la carroza. Desde ese día Martin parecía el mismo, solo un poco mas serio. Esto llevó a Mairis el pensar que Martin en realidad no Tenía corazon, o que ella no comprendía el amor todavía.

    Bastian por otro lado fue mas tranquilo. Desde aquel día en GrayLagoon fue un tanto más callado y le gustaba estar solo. En más de una ocasión Mairis lo encontró en el techo de la casa viendo el cielo o las estrellas. Ella nunca comprendió que era lo que le atormentaba. Bastian nunca se los dijo, pero lo que mas le dolía era el saber que era un capaz de comprender por primera vez a aquellos chicos que ahora consideraba sus hermanos. Bastian reflexionaba sobre lo peligroso que Había sido aquel viaje, sobre la suerte que Habían tenido y si en verdad el Había hecho algo como para merecerse aquella condecoración que se le Había dado. Le dolía el corazon al ver a Bruno gritar por las noches. De tan solo haber sido mejor guerrero quizás ninguno hubiese pasado por todo eso. Quizás Bastian era el mas valiente, bravo y fuerte de los tres huérfanos, mas sin embargo cuando la tristeza le imbuía era el que también mas se dejaba vencer por ella… Para Mairis fue un alegro cuando fueron a las praderas. Ahí Bastian volvió a sonreír como siempre. La vida de las flores le revivió su alma atormentada por el martirio.
    Así habían sido aquellas semanas restantes para la llegada de Claarn, pero ese día se sentía diferente. Los tres chicos estaban emocionados y llenos de energía. Los tres se encontraban firmes en medio del campo de entrenamiento de la casa. Tenían la mirada derecha y un rostro decidido. Ese era su día.

    Martin, Kian y Mike les observaban desde la banca fuera de la casa. El Coronel y el Capitán se encontraban orgullosos de los muchachos. Eran unos adolescentes, pero parecían adultos listos para enfrentar sus destinos.

    Una figura se empezó a divisar desde la lejanía. La sola presencia de aquella figura hizo temblar a los muchachos, pero no importaba. Se mantendrían fuertes. Estaban preparados, y si estaban preparados no había nada a lo que temer.

    La figura se acercó con lentitud. Cada vez era mas visible ver el bigote largo de Claarn, al igual que su rostro amargado y arrugado. Cargaba su sombrero, a pesar de que el sol apenas estaba por salir. Venia con su uniforme color caqui y su chaleco marrón, así como un morral grande a su costado. Cargaba unas maletas en sus espaldas. Parecían pesadas, pero al hombre ni le inmutaba. Cada pisada le hacían mas visible y a la vez mas imponente.

    Una vez llegado a la casa pasó directo al campo de entrenamiento sin soltar sus maletas. Se paró frente los tres chicos. Les observó de pies a cabeza con sus ojos azules, tan fríos como la montaña de GrayLagoon.

    Cada segundo que les miraba era una tortura. Pero los tres chicos mantuvieron su seriedad y su firmeza ante la presencia de su mentor.

    Fueron unos minutos hasta que Claarn se decidió a hablar.

    –No creo que estén listos para esto– Dijo el hombre con un tono fúnebre. Se dio la vuelta y empezó a caminar hacia la casa.

    El rostro seguro de los muchachos se rompió. Cayendo lentamente en un rostro perdido.

    Martin y Kian se quedaron boquiabiertos ante la frase.

    – ¿Dijo que no están listos, papi?– Preguntó Mike, extrañado. El cual se encontraba en medio de los dos soldados. La sola mención de la frase le hizo despertar de ese sueño que le dominaba.

    Claarn caminaba hacia la casa como si nada hubiese pasado, sin mirar a nadie, con el sobrero hacia abajo.

    Los tres chicos se sentían horribles. Ellos sabían que estaban listos, ¿todo su esfuerzo esos meses no habían servido de nada entonces? Los tres chicos se habían matado por semanas estudiando y entrenando su cuerpo para poder pararse ese día frente a Claarn y él les dijese que era momento de ir a aportar su magia. Su corazón estaba roto. Estaban ardiendo en rabia. Era un mar de sentimientos envueltos en una tormenta de rechazo.

    Claarn estaba por abrir la puerta de la casa cuando escucho de pronto la voz molesta del joven mas rebelde y que mas odiaba, Bastian.

    – ¡Estamos, listos!– Aulló el muchacho. Pero no lo gritaba a los siete vientos con enojo. Lo decía con firmeza. Con verdadera seriedad.

    Claarn giró la cabeza. Sus ojos helados estaban obscurecidos del enojo de haber escuchado aquellas palabras del jovencito. Aquella presencia de Claarn era tan intimidadora, que hasta Kian y Martin pudieron sentir un poco de miedo.

    – ¿Qué dijiste, mocoso?– Preguntó el hombre con la voz más gruesa que podía hacer. Sonaba molesto. Causaba un terror que hacia temblar. Él lo notaba, veía como Mairis, Bruno y Bastian estaban por desmoronarse por el temblor en sus piernas. Pero seguían firmes, luchaban por estar firmes. Habían vuelto a levantar sus rostros y observan el cielo con un temple orgulloso.

    – ¡Estamos listos, señor!– Repitió el chico mas fuerte.

    Claarn soltó sus pesadas mochilas. Se giró. Caminó hacia los tres chicos con unas pisadas pesadas. La respiración de los chicos se empezó a agitar. Las muecas en sus rostros demostraban que estaban esforzándose lo más posible en no temerle. Se posicionó frente a los tres jóvenes.

    – ¡Perdónenme, pero no puedo escucharlos bien!– Gritó el hombre con enojo, lanzando su mirada más tenebrosa.

    La luz del sol ilumino desde las montañas.

    – ¡Estamos listos!– Gritaron los tres con todo el valor que Tenían en su corazon.

    Los gritos de los chicos sonaron tan seguros y firmes que Claarn sonrió ligeramente al darse cuenta que los chicos ya no eran aquellos niños llorones que le habían entregado.

    –Realmente no creo que estén listos…– Dijo el hombre y el silencio envolvió el campo entero. Martin estaba por levantarse y enfrentar a Claarn. Los tres jóvenes palidecieron ante las palabras de Claarn. Bastian sentía que estaba a punto de intentar golpearlo. Entonces el hombre continuó –Pero si dicen estarlo les creeré– Concluyó Claarn, haciendo soltar un suspiro de alivio a los tres chicos. Kian se frotó la frente mientras negaba entre unas risas ahogadas. Martin tomó una gran bocanada de aire y sonrió al ver el cielo. Mas claro que antes.
    Martin y Kian caminaron hasta donde estaba Claarn. Se pusieron frente a los chicos y los vieron con orgullo. Los chicos estaban felices, mas mantenían el porte militar lo mejor que podían.

    –Cada uno ira con un mentor a su distinta prueba– Comentó Kian.

    Martin asignó los mentores –Bastian ira con Claarn y Mike a las islas de Calani. Bruno ira a las montañas de GrayLagoon con Kian. Mairis ira conmigo a un campo de entrenamiento en Kadamia. Son libres de ir por sus mochilas y traer unos cambios de ropa, Bastian y Claarn, por ejemplo harán un largo viaje.

    –Es el momento chicos, dense prisa ¡Sobretodo tu, Bastian! ¡No te voy a esperar todo el día!– Gruñó Claarn con esa mala cara de siempre.

    Los chicos saludaron a sus superiores y corrieron hacia la casa. Mike corrió detrás de ellos. Una vez fuera de la vista de los adultos saltaron emocionados entre gritos. Los tres soldados escucharon con atención y alegría los gritos de los tres chicos.

    –Les diste un buen susto, Claarn– Dijo Kian animado.

    –Decía toda la verdad– Comentó Claarn sin titubear en un tono muy serio. Los dos soldados le observaron sorprendidos. La mirada de Claarn estaba perdida en la nada –No pienso que estén listo… Sin embargo quien soy yo como para ignorar la fuerza de tres jóvenes potencias. Tan solo espero que lo logren…

    Martin le dio un golpe en el hombro –Los tres lo lograran. Estoy seguro. Confío en ellos.

    Claarn le dirigió la mirada. Esa mirada segura de Martin era diferente a la que siempre Tenía cuando hablaba con alguna joven. Era mas sincera. Y eso le dio un poco de calma al viejo soldado –Confiare– Concluyó con una mueca seria.


    (...)​


    El viaje hacia sus respectivos lugares de adopción comenzó pocos minutos después. Recorrieron el pueblo en camino al establo de Don Hugo, un pueblerino que se dedicaba a criar caballos y mulas para la transportación de cualquier tipo de bienes que desearan. Al igual que el transporte de personas en cómodas, sencillas, pero de agradable aspecto, carretas jaladas por caballos. Ahí en el establo, justo en los inicios de la mañana, llegaron las amigas de Mairis. Las chicas se lanzaron con Mairis deseándole sus mejores deseos en su complicada misión de adoptar la magia de fuego. Al igual que querían que volviera para que les contara a todos como era Kadamia.

    De entre las chicas una se separó especialmente rápido, era aquella jovencita delgada de cabello lacio y negro que le llegaba a los hombros. Alicia se acomodo sus lentes y se acercó con calma a Bruno. El chico al ver que Alicia luchaba por acercarse, empezó a caminar hacia ella. Se le puso de frente y la chica le volteo a ver a los ojos. Era mas alto que ella por veinticinco centímetros. Le observó el rostro y pudo ver en él una mirada tan tierna que se sonrojo. Bruno empezó a reír. Le tomó la mano. Y ella soltó un chillido nervioso. Miró la mano del chico tomando la suya, era la primera vez que la tomaba desde que se le Había declarado. Era cálida. Todo lo opuesto a la magia que habría de adoptar el chico, el cual era el hielo.

    –Gracias, por venir a despedirte– Le dijo el chico con una sonrisa sincera.

    Ella no pudo evitar sonreírle. Lo sonrojada no se le quitaba y eso le avergonzaba. Entonces en un impulso del corazon ella le abrazó. Esta vez Bruno se sorprendió, pero no desaprovechó el momento y envolvió a su amor joven entre sus brazos.

    –Vuelve bien, por favor… Mi padre me ha dicho que tu adopción mágica es muy peligrosa… Ten éxito y vuelve– Le dijo la chica ahogando su preocupación en el pecho del chico.

    Aunque no lo pareciera, Bruno estaba demasiado asustado. Sin embargo la abrazó con fuerza y le dijo –Claro que volveré, y cuando lo haga te llevare a tomar una malteada en el restaurante de Hericent.

    La chica levantó el rostro –Esa seria…

    El joven le sonrió terminando la frase de la joven –Seria nuestra primera cita como novios.

    La invitación puso mas roja a Alicia –Rezare cada que pueda a la Diosa por que estés bien– Le dijo Alicia sin voltearle a ver por la vergüenza de que le viera así.

    Bruno le levantó la cabeza y le beso la frente –Te lo agradezco mucho… Espera por mi– Le dijo con cariño. Ella asintió con una sonrisa.

    Bastian sonreía al ver a Bruno feliz. Entonces las amigas de Mairis llegaron con él para decirle lo mejor al joven. El chico bromeo y fanfarroneo de sus habilidades haciendo reír a las chicas con sus irreverencias. Las chicas le apreciaban por su agradable forma de ser, alegría desbordante y por su curioso sentido heroico. Le Habían tomado cierto cariño a Bastian. A los tres huérfanos en realidad. Las chicas se despidieron de él mas como una hermana se despide de un hermano, con cariño, pero sin ser melosos. Todas a excepción de Melissa, que ella le susurró a Bastian que le esperaría para ir a algún lado en su regreso. Esto posó una gran sonrisa en el chico, sonrisa que se mantuvo por un buen rato del camino.

    Las carrozas Habían sido rentadas. Todos subieron a su respectivo carro con su respectivo mentor. La carroza de Mairis y Bastian partieron por el mismo camino, la de Bruno por el lado contrario. Las chicas gritaban frases de apoyo mientras veían las carrozas partir. Tras el transcurso a la llegada a las carreteras muchos pueblerinos gritaban dando sus mejores frases de apoyo a los chicos que viajaban rumbo a su adopción.

    – ¿Desde cuando son tan populares?– Preguntó Claarn a Bastian. El chico saludaba a la gente como un príncipe a su agradables súbditos, pero al escuchar la pregunta del viejo el chico cambio por completo de rostro y los nervios le imbuyeron. No se Había parado a pensar en que Claarn no sabia nada de lo sucedido en GrayLagoon.

    – ¿Entonces?– Le preguntó Claarn con la ceja izquierda levantada.

    Bastian empezó a tartamudear sin saber que decir.

    – ¡¿No lo sabes papá?!– Le preguntó Mike emocionado – ¡Bastian, Bruno y Mairis pelearon contra los malvados secuestradores y rescataron a todo el pueblo!

    – ¡Cállate, Mike!– Gritó nervioso el chico.

    El niño no comprendía el temor de Bastian mas pronto lo descubriría.

    – ¡¿Qué hicieron que?!– Aulló Claarn en un grito de rabia sin igual haciendo retumbar la carroza.

    – ¡Ayuda!– Gritaron Bastian y Mike al unisono.

    Desde la otra carroza Mairis observaba la carroza de Bastian –Que bueno estar aquí– Dijo la chica a Martin, el cual reía preocupado por los hermanos.


    (…)​


    Mairis y Martin hicieron un camino de dos días en su viaje en carro.

    El primer día durmieron en una cabaña en medio de la carretera en un pueblo de apenas unos cincuenta habitantes.

    Bastian y Mairis tuvieron que explicar lo sucedido durante el tiempo que Claarn Había salido de viaje. El hombre les puso una reprimenda grosera y furiosa. Los demás inquilinos, turistas, soldados y camioneros que se encontraban en el restaurante donde comieron observaban boquiabiertos los gritos que podía ser capaz Claarn de mencionar.

    Martin durante toda la reprimenda apoyaba de manera incondicional todo lo que decía Claarn al respecto de lo estúpidos que Habían sido todos en general. De hecho los chicos tuvieron que soportar los insultos furiosos de Claarn por la ineficiencia del ejercito de Hericent. Incluso ahí cuando Claarn se encontraba mentando a la santa madre de todos los involucrados, Martin le apoyaba con rostro tímido. Bastian, Mairis y Mike le miraban con asco mientras negaban con la cabeza el completó terror que le Tenía Martin a Claarn y su rastrera forma de evadir su furia.

    Una vez los chicos Habían cenado y tomado una ducha terminaron rendidos ante las camas de la cabaña. Martin sonrió al verles con mejor humor del que Habían tenido esas ultimas dos semanas. Salió hacia la calle para tomar aire y ahí se encontraba Claarn, fumaba un cigarrillo mientras se encontraba recargado en el barrote que sostenía el techo de la cabaña. Miraba la eterna calle, el eterno prado y el eterno cielo estrellado.

    – ¿Me das uno?– Le preguntó Martin al acercarse.

    Claarn sacó la cajetilla de su bolsillo en el pecho. Sacó el cigarrillo con una destreza magistral y un movimiento de dedos extravagante. Martin soltó una mofa al tomar el cigarrillo. Se puso en el otro barrote de la entrada. Estaba buscando su encendedor, pero no lo encontraba. Claarn le extendió su dedo y de él salió una llama pequeña, pero intensa. Martin acercó su boca con el cigarrillo. Tomó una bocanada del humo. La sensación le relajaba después de tanto estrés con los gritos del mismo hombre que tendía su dedo en llamas.

    –Gracias– Le dijo Claarn.

    El hombre asintió tomando la punta de su sombrero y volvió a su perfecto estado de calma.

    Martin observó tranquilo el mismo paisaje que Claarn, pero el gustaba mas de conversar – ¿Qué tanto piensas?– Le preguntó Martin a su compañero al resoplido del humo.

    El hombre tomo su tiempo para contestar –Ahora entiendo muchas cosas…

    – ¿De que hablas?

    –La mirada de Bruno y Mairis– Soltó el humo –Era diferente a cuando los deje…

    Martin hizo una mueca dolorosa –Bruno ha tenido pesadillas desde aquel día, a penas hace tres días empezó a dejar de tenerlas… Mairis los primeros días despertaba muy agitada y no le gustaba estar cerca de nadie… Pero ella progresó mas rápido… Sufrieron muchos…– Dijo el hombre al darle vueltas a su cigarrillo con el dedo indice y el pulgar.

    –Son y se vienen tiempos obscuros– Le dijo el hombre al llevar el cigarrillo a los labios –No me gusta que ya hayan probado el amargo sabor de la realidad. Mas sin embargo creo que es bueno que lo hayan hecho… La obscuridad gusta de comer a los mas inocentes.

    –Se que lo sobrepasaran, son fuertes– Dijo Martin al ver el cielo.

    –Lo son. Mucho mas de lo que esperaba.

    – ¿No crees que te sobrepasaste con el regaño?

    –Ni un poco– Contestó fúnebre ante la pregunta. Tomó la colilla del cigarrillo entre su mano, para después incinerarla por completo –Bastian y Bruno en especial hicieron algo muy tonto… Pero sabiendo como son esos niños no puedo dejar que sepan lo que de verdad pienso…

    Martin apenas iba quitándose el cigarrillo de la boca cuando escucho esas palabras. Le miró con curiosidad y soltó el humo entre su pregunta – ¿Qué piensas?

    Claarn sonrió –Que estoy orgulloso de ellos, de cada uno de ellos. Lo hicieron increíble de maneras sin iguales… A pesar de que lo que hicieron fue una locura. No conozco a nadie mas que podría hacer semejante locura… Espero grandes cosas de ellos…

    El joven lanzó una risa delicada –Nunca Había coincidido tanto contigo.

    Claarn sonrió. De esas pocas veces que sonreía porque estaba bien –Tan solo me voy dos meses y vuelvo encontrándome con unos chicos completamente diferentes… Maldita sea, hasta Bruno tiene novia.

    Martin soltó una carcajada acompañado de las propias risas de Claarn.

    El joven Price termino su cigarrillo tirando la colilla al piso, aplastándola en el fin del proceso. Se recargó en el barrote con una sonrisa tierna –Aprovéchalos…– Volteo a verlo a los ojos –No sabemos cuando ya no los tendremos.

    El hombre asentía –¿O cuanto tiempo estaremos nosotros para ellos?– Dijo al hacer una mueca seria.

    Martin asintió con gesto doloroso –Eso también es posible… Se vienen tiempos obscuros después de todo…– Concluyó el joven, para mantenerse observando las estrellas un poco mas. Sintiendo una compañía un poco mas agradable de Claarn.


    (...)​


    Dentro de la cabaña Bastian dormía en una cama que se encontraba enfrente de la de Mairis. Ambos abrieron los ojos. Estaban uno de frente al otro. Bastian notó como a Mairis le salia una desde su hermosos ojos azules y recorría toda su mejilla rosada para llegar hasta una temblorosa sonrisa. A pesar de que el gesto se le hizo cursi en proporción exagerada, poco tardó en darse que el Tenía esa misma expresión en su rostro. Ambos llevaron sus manos hasta la boca y evitaron que se escucharan sus lagrimas de felicidad.

    Mairis notó de pronto como un diminuto puño aparecía sobre su ojo izquierdo con el pulgar arriba, era Mike que se encontraba durmiendo colgado de su cuello.

    –Les dije que lo Habían hecho bien– Susurró el niño al oído de la chica que empezó a llorar con mayor intensidad –Ahora duerman… Héroes…– Dijo el niño tras quedar dormido. Entre los dos adolescentes se dijeron buenas noches con la mirada. Se lanzaron una sonrisa sincera entre ambos y cerraron los ojos.

    Si tan solo Bruno estuviese aquí para saberlo. Se pondría muy feliz. Pensó Mairis antes de terminar dormida.


    (…)​


    A la mañana siguiente tomaron el camino de nuevo. Los chicos se miraban mas animados a pesar de la regañada del día anterior. Eso era algo muy curioso a visión de Claarn, pero no le tomó mucha importancia.

    Con el pasar de las horas las carrozas tuvieron que tomar caminos diferentes, concluyendo en la separación de ambas. Mike y Bastian se despidieron con gritos de Mairis mientras la miraban partir por el carril izquierdo y ellos continuaban derecho.

    El viaje de Martin y Mairis continuo por la carretera. Pasaron por paisajes hermosos, grandes bosques que tardaron horas en recorrer, donde vieron animales de todo tipo, tanto peligrosos a lo lejos, como animales pequeños e inofensivos de cerca. Lamentablemente Martin no permitió a Mairis poder dibujar cada cosa que ella quería, tenía prisa y no podía darse el lujo de pararse a admirar cada zorro o venado que ella miraba. Los bosques fueron cortos, con forme se adentraban en la carretera los bosques quedaban atrás para volverse valles largos y solitarios, pero no por eso menos hermosos. La joven logró hacer retratos con la memoria de todo lo que Había visto.

    Esto le encantara a mis amigas. Pensaba la chica con una linda sonrisa en su cara.

    Con las horas apreció con detalle que cada vez los valles se volvían mas montañosos. Y pudo aprecia a la lejanía como un cumulo de montañas largas en forma de picos se juntaban de manera inusual. Los campos empezaron a nacer al momento en que se acercaban cada vez mas a los picos de rocas. Mayor fue la sorpresa de Mairis cuando vio como el camino se volvía túnel y atravesaba uno de los picos. Las calles se volvían mas grandes y observaba un flujo mayor de camiones de carga. Al igual que podía ver los rieles de los trenes Koch introduciéndose a la roca. Una vez adentro del túnel las luces blancas impregnaban con una intensidad como si estuviesen recibiendo el sol de manera directa.

    –Bienvenida, Mairis. Esto es Kadamia– Dijo Martin abriendo los brazos y con magia abriendo todas las cortinas de la carroza. La imagen fue espectacular, fantástica como el retrato de un cuento fantástico. Los picos se levantaban en conjunto en forma circular elevándose por los aires. Un abismo profundo y obscuro se abría paso en medio de este conjunto de picos montañosos. Por las orillas Había el suficiente espacio para poder tener unas cuantas calles con construcciones alrededor. Casas en su mayoría con formaciones y sobresalientes cuadradas con jardines en el techo. En el medio de aquel abismo enorme se alzaba una estructura, una formación rocosa cortada a la mitad dejando una planicie donde se encontraba toda la ciudad de Kadamia. Un conjunto de fabricas y edificios departamentales por el espacio reducido de construcción para viviendas, pero sobre todo se miraban tres cosas que llamaban especialmente la atención. Una cúpula de vidrio en la sección Norte de la ciudad dominaba una gran parte de la ciudad. Era el parque de ambiente controlado famoso en la ciudad por ser el mayor lugar turístico de la ciudad por su diversidad de plantas. El pulmón de la ciudad. Dos pirámides se alzaban al Sur con majestuosidad. La historia narraba que Habían sido hechas con las mismas piedras de los picos que rodeaban Kadamia, una era el museo de la ciudad y otra era una fabrica/laboratorio donde se creaban multitud de items, pues Kadamia era conocida por ser la mayor productora de armas, maquinas, vehículos y herramientas de trabajo en el mundo. Por ultimo se alzaba sobre cualquier edificio un cubo de cristal en medio de toda la ciudad. Era el Cuartel General de Kadamia.

    Mairis no podía creer lo inmensidad de la ciudad, al igual que la impresionante casualidad de la naturaleza para permitir una formación como en la que se encontraba. Quizás la belleza de la ciudad no era lo que un turista quisiera ver, pero la maravilla geológica de la que estaba siendo presente sin duda es algo que cualquiera debería de admirar.

    La carroza les llevó hasta una saliente de hierro. Un conjunto de rejillas que se alzaban sobre el abismo. Mairis sintió un poco de pavor al estar ahí, pero entendió que ese lugar no era para débiles de estomago. Kadamia era un reino para gente fuerte, fuerte como los gruesos hilos de las telesillas por las que se transportaba la gente. Enormes cajas de hierro con rejillas por ventana que sobrevolaban el abismo sin ningún temor. Mairis y Martin tuvieron que subirse a las telesillas. Aunque Mairis lo quisiera con todas sus fuerzas la verdad es que no Había otra manera de llegar a la ciudad de Kadamia que no fuera por esas telesillas.

    Al subirse le temblaban las piernas y Martin se burlaba de ella. El temor se intensifico tras el primer jalón para mover la telesilla. El viaje era rápido aunque a la chica se le hubiese hecho extenso. El temor se volvió horror cuando a la chica se le ocurrió voltear por la rejilla de la telesilla. Desde ahí lo pudo ver todo, el profundo abismo descendía y tenía fin, pero era un final muy lejano. Sobre la estructura de piedra que sostenía la ciudad se encontraban multiples telesillas subterráneas que servían para la minería del lugar. Los picos de Kadamia, así como gran parte del suelo mas profundo era basto en minerales.

    Después de unos minutos de amargo terror psicológico para la pobre chica por fin estaba en tierra. Martin le compro un helado por haber resistido el viaje. Las fronteras de la ciudad eran bastante vistosas, atrayentes como ningún negocio al que Mairis estuviese acostumbrada. Los colores de neón se apoderaban de las señales, así como de las retinas de la jovencita. Con forme fueron adentrándose en la urbe ella pudo apreciar que las luces de neón se apoderaban de la ciudad por la noche, al igual que el movimiento de personas en busca de los lugares mas obscuros para pasar la noche. Las paredes se volvían negras y las calles empezaban a brillar iluminando con sombras coloridas. Y poco a poco se adentraron por la urbe de concreto y luz. Los paisajes se volvieron exóticos con toques de olor a peligro. La música sonaba desde los bares a todo fervor, era el momento del baile, la seducción descontrolada al ritmo de baladas progresivas.

    Así fue el viaje hasta un hotel donde descansarían hasta el siguiente día cuando tuviesen que llevar a cabo la adopción. Al tener el cuarto dejaron las maletas y salieron a comer a un restaurante con música en vivo. Un hombre tocaba la guitarra acompañado de un arpa y un conjunto de tambores. Mairis cayó en un hipnotizante viaje con la letra y el sentir de la música. La comida terminó por conquistarle al momento de probar aquella sopa, una sopa tan sencilla como una mezcla de carnes con un montón de verduras, pero era de un manera imposible de describir, un manjar en todo el sentido de la palabra. Era de sabor agridulce y generaba un sabor extraño en el paladar, pero era atrapante, generaba la necesidad de volver a probar, pero para ello Tenías que tener hambre y eso no lo deja aquella comida.

    Dada la noche Mairis pidió seguir explorando la ciudad, mas Martin le negaba la petición, pues sabia que la chica todavía era joven para explorar aquéllas atrapántes calles. El corazon se le volvió pequeño al despertarse en medio de la noche y encontrar la sombra de Mairis apreciando cada detalle de aquella ciudad. La chica había caído en los encantos de Kadamia, se Había enamorado.

    Al día siguiente Martin llevó a Mairis por la ciudad en camino al Cuartel de Kadamia. En aquel cubo de cristal. El viaje solo le demostró a Mairis que aquella ciudad apretada de habitaciones pequeñas, algunos lugares sucios, amotinados y llenos de aromas seguía atrapándola en su hechizo sin el éxtasis visual de la magia de la noche. Pues Kadamia podría parecer una ciudad plana con calles tan bien definidas como un simple conjunto de calles con nombres de letras y números, pero una vez introducida en sus baquetas se volvía algo un laberinto con curiosidades en cada esquina. Kadamia le gustaba, esa misma mañana lo confirmó.

    El laberinto terminaba en el Cuartel de Kadamia, un cubo de cristal con banderines volando en cada poste que abría la entrada al lugar. Ahí logro encontrar el único jardín terrestre, un simple pasto con arbustos frondosos y pinos estilizados.

    –La magia de fuego tiene un adopción mágica muy especial. En la época de los demonios era una bendición el poder tener a un mago con dicha habilidad, pues la manera de llevar a cabo la prueba es bastante especial. Con los años se desarrolló distintos tipo de pruebas que servían con efectos positivos sin poner en riesgo la vida de otros seres vivos o arquitecturas de todo tipo.

    – ¿Qué tanto dices? ¿Cómo es que se lleva a cabo la adopción magia de fuego ahora? Me dijeron que lo que hacia era hacerte caminar por piedras ardientes mientras meditabas…– Preguntó la chica al pasar por las puertas del cuartel. Desde ahí podía ver como el cuartel se extendía a lo alto. Un centenar de personas pasaban de un lugar a otro, entrando y saliendo de todo tipo de puertas. Mucho mas vistoso que el cuartel de Hericent – ¡Wow…!– Fue lo único que pudo decir la chica para describirlo.

    Martin ya Había estado en Kadamia hace mucho tiempo. Le agradaba el ver como Mairis parecía caer de espaldas ante cualquier cosa que veía –Pronto lo sabrás– Fue la respuesta que le dio el hombre.

    Una mujer les arribó. Martin parecía conocerla, hablaron un poco, la joven reía y Martin reía. Parecían bueno amigos. Entonces la chica se presentó ante Mairis, era una mujer mas alta de lo normal, delgada, con el cabello negro, largo hasta por debajo del trasero. Su piel era blanca como la porcelana y tan fina como el mismo material. Sus ojos eran obscuros como las teclas de un piano, con una mirada triste, como si sufriera una perpetua melancolía. Su voz era pasiva, pero dulce –Tu debes de ser Mairis Hellwell. Me presentó, soy Heraclida Lucinante, General de División de Kadamia y encargada del área de entrenamiento. Un gusto poder conocerte– Dijo la mujer con una sonrisa tranquila.

    Mairis por alguna razón sintió mucha calma en ella. No desprendía ningún aire de superioridad a pesar de ser General de División. Su aire tranquilo era acogedor. Aunque su mirada le causara extrañes por ser tan apagada –El gustó es mio, General de División.

    –Mairis es momento de iniciar tu adopción, ¿estas lista?– Le preguntó Martin poniéndole las manos sobre sus hombros para agitarla un poco –Una vez iniciado no podrá haber vuelta atrás.

    Heraclida le lanzó una mirada retadora al cruzarse de brazos. La mujer Había visto pasar a muchos intentos de magos, a pesar de ser de las magias mas frecuentes en esta época una gran mayoría no lograba pasar la adopción mágica.

    Mairis se sintió motiva al sentir ese aire retador. Se sentía nerviosa, no podía negarlo. Sabia que Martin, como todo buen padre, sabia leerla a través de sus mentiras. Sin embargo ella recordó a sus hermanos, uno que deseaba que estuviese bien y otro que deseaba que estuviese en un lugar mejor. Mairis miró fijamente a Martin, ese padre que nunca tuvo. Le sonrió con una mirada envuelta pasión – ¡Estoy lista!

    Martin sabia que lo estaba. Le devolvió esa misma sonrisa apasionada y le dio una palmada en la espalda que casi podría pasar por un empujón – ¡Vamos!

    Heraclida se sintió emocionada con la pasión de Mairis. Esperaba llevarse un buen día –Entonces síganme– Les dijo la mujer al darse la vuelta.

    La mujer les llevo hasta una habitación vacía. En la cima de la enorme habitación se encontraba una ventana larga. A los lados de la recamara existian unos agujeros obscuros. Mairis al entrar en la sala sintió una extraña sensación, era como cuando Había cenado con Gero Lebóre.

    Heraclida le pidió posicionarse en una sección de la habitación en la que se encontraba un sello mágico. Era un sello, pero no era como ninguno que Había estudiado, de hecho la escritura del hechizo estaba escrito en símbolos distintos a los convencionales. Una vez sobre el sello la mujer saco de entre sus bolsillos una pintura negra con la que pinto parte de todo el cuerpo de Mairis.

    –La adopción de magia es la fusión de un alma humana con un elemento de la naturaleza. Ahora mismo te encuentras sobre un sello mágico tan antiguo como el primer Chasoul. Lo que te esta pintando Heraclida por todo tu cuerpo son símbolos ancestrales que rezan tu completa aceptación a esta unión que estas por hacer con la tierra creada por la diosa Evelia. Los sellos en tus pies piernas significan el equilibrio que estas dispuesta a crear con los dones que obtendrás. Los de las manos significan trabajo que harás para hacer de esta tierra un lugar mejor. Los que se encuentran en tu espalda significan que estas dispuesta a cargar con el peso de lo que harás con tu nueva habilidad. En tu vientre puedes leer que estas dispuestas a traer al mundo una vida mejor para la naturaleza. En tu pecho dices que estas entregando tu corazon y alma hacia Evelia, tu planeta. Y el sello de tu cabeza dice que conoces los beneficios y maldiciones de la magia que estas por adoptar. En conjunto, significa la aceptación entera de tu ser hacia Evelia.

    Mairis levantó las manos y quedó fascinada ante el concepto de lo que significaba llevar a cabo una adopción mágica.

    Heraclida se posó frente a ella –Quiero que cierres los ojos, Mairis– Le dijo con una tranquilidad agradable. La chica lo hizo de inmediato. Heraclida llevó su mano hasta la frente de la jovencita. Mairis no fue capaz de verlo, pero una cantidad de aros mágicos empezaron a rodear su cabeza. El anillo mágico empezó a brillar desprendiendo una bruma y rayos consigo que se introducían dentro del cuerpo de Mairis sin hacerle daño. Los símbolos marcados en su cuerpo generaron mas y mas aros. Después esos mismos símbolos se empezaron a reproducir por todo el cuerpo de Mairis, hasta que desaparecieron como una gota de agua ante el sol.

    Todo sonaba tan silencioso de pronto. Un susurro le dijo que podía abrir los ojos. Y entonces lo vio. En aquella enorme habitación Habían nacido decenas de arboles volviéndolo un bosque pequeño. Era mágico. Un páramo bellísimo entre cuatro paredes.

    –Es momento de comenzar– Dijo Martin con un rostro serio.

    Mairis volteo hacia él. Sus puños se cerraron y no dio vueltas al asunto – ¡¿Qué es lo que tengo que hacer?!– Preguntó la joven apasionada. De pronto escuchó el cantar de unos pájaros adentrados en el bosque. No solo pájaros, ella pudo escuchar una gran cantidad de vida proveniente de ahí dentro.

    –La manera en que los mas antiguos magos trataban de adoptar la magia de fuego era encerrando al mago en medio de una pila de heno a la luz del medio día. Un mago de fuego no sufre por el calor de las llamas. Muy pocos lo lograban, es por eso que la existencia de magos de fuego era una bendición para los ejércitos humanos.

    Mairis tragó saliva.

    –No temas, hace dos mil años no se utiliza ese tipo de adopción. En cambio se empezó a llevar a cabo la incineración de bosques– Entonces de aquellos huecos obscuros salieron unas pistolas que escupieron llamas a los arboles empezando a incendiar todo el lugar. Mairis observó los arboles envueltos en llamas con horror. Como era posible el que alguien pudiese destruir paisaje tan hermoso –La misión de los magos de fuego era entrar en el bosque y rescatar a algún familiar, amante o amigo. El objetivo era el mismo. Un mago de fuego debía ser capaz de soportar las altas temperaturas del bosque envuelto en llamas. Con el pasar de los años esta practica cambio y desde la época de la Tercera Guerra Mundial hacer un pequeño cambio, no podíamos estar sacrificando dos vidas humanas por la adopción de un solo hombre. Entonces se llegó a otra conclusión…

    Mairis empezó a escuchar los chillidos agónicos de los animales dentro del bosque. En ese momento el escenario se volvió un lugar horroroso, y Martin al estar tan calmado se volvía alguien tenebroso.

    –Tu misión es salvar a los animales de ese bosque…

    Mairis estaba congelada ante el objetivo de su adopción. El fuego le generaba miedo, algo que nunca Había sentido hacia el elemento. Los chillidos de los animales empezó a taladrar sus oidos y la joven sentía como el corazon se le iba a la garganta. Sus ojos se volvieron cristalinos. Sentía que no podía respirar. Los llantos de los animales se volvieron insoportables y llevó sus manos hasta los oidos. Camino en reversa hasta toparse con la pared y cerró los ojos tratando de escapar de aquella pesadilla.

    –Si deseas acabar con tu adopción tienes que tocar mi mano– Le comentó Martin con el rostro frío.

    Mairis observo la mano, pero un segundo después volteo a ver el bosque.

    –Si tu decisión es seguir en tu adopción… ¡¿Entonces que esperas?! ¡Corre por ellos! ¡Sálvalos, Mairis!– Aulló Martin con todas sus fuerzas.

    La chica no lo esperó dos veces. Se lanzo a las llamas lista para traer de vuelta a todos los animales que se encontraban ahí. La prueba Había dado inicio.


    (…)​


    Por otro lado, Bruno y Kian se fueron a las montañas de GrayLagoon, el viaje al ritmo de la carretilla les hizo tardar no más de siete horas. El volver a aquel pueblo no le hacia mucha ilusión. Sintió como el cuerpo le temblaba al ver la colina que llevaba a la punta de la meseta. Bruno deseaba que temblara por el frío que hacia, mas en su cabeza sabia que los malos recuerdos bailaban dentro de si.

    Kian le toco la –Tranquilo, campeón. Todo estará bien– Le dijo con una sonrisa que dio calidez a toda la carroza y logro mantener en su asiento a Bruno.

    El chico asintió con los labios apretados. Después mantuvo la mirada en la montaña mas alta de GrayLagoon.

    Llegados al pueblo pudieron ver lo diferente que se veía el lugar con la luz de día y sin nieve. A pesar de que la primavera Había llegado ya hace dos semanas en GrayLagoon seguía haciendo un frío infernal. La carroza les llevó por ahí donde alguna vez Había la mansión Lope. Kian, Gus y Martin les Habían contacto con lujo de detalles la brutal batalla que se llevó a cabo en aquel lugar. Actualmente ya no quedaba nada de la mansión. Un grupo de trabajadores estaba moldando la tierra, no se sabia que era lo que se Tenía planeado hacer, pero por lo que parecía era un parque o algo parecido.

    Para finalizar el viaje la carroza les dejó en la puerta de la alcaldía. Ahí les estaba esperando Chase Parker con el brazo hacia atrás y una larga sonrisa. Bruno admiro con detalle aquel cabello blanco como la nieve con raíces obscuras. Era el castigo o la marca de honor para un mago que lo dio todo en una batalla. Los ojos del hombre eran helados, blancos en su pureza mas magnifica. El hombre no Tenía un brazo y por el cuello le crecía una cicatriz de color marrón que terminaba en la punta inicial de su mejilla.

    – ¡Kian! ¡¿Cómo estas compañero?!– Preguntó el alcalde animado. Se acercó al soldado y lo envolvió en un fuerte abrazo.

    –He estado bien, pero las cosas en el cuartel se han puesto complicadas desde lo sucedido aquí. Quisiera ser como tu, tan solo mírate, de sheriff a alcalde– El joven empezó a reír y el alcalde le acompaño.

    –Las cosas también han estado complicadas por aquí. Apenas hace una semana deje de tener por aquí al servicio secreto. Una doctora loca me hizo muchos análisis.

    Bruno creía saber de que doctora estaba hablando el alcalde.

    –Por cierto, alcalde Parker, él es el joven mago del que te hable– Dijo Kian al señalar con la palma abierta a Bruno.

    El alcalde le tendió la mano y el joven la estrechó –Bruno Hellwell, señor.

    –Chase Parker. Me dijeron que estabas interesado en adoptar la magia de hielo. Es una prueba muy difícil. Te seré sincero. La mayoría muere y jamas son encontrados.

    Bruno apretó los puños. Un terror le recorría el cuerpo al escuchar aquellas palabras. Pero el ya había sufrido el peor de todos los horrores y sabia que aquel examen no habría de ser tan terrorífico –Se que es una prueba difícil, ¡pero estoy listo! ¡Empecemos de una vez!– Dijo con valentía.

    Kian se alegró –Me encanta ese entusiasmo, Bruno, pero primero quisiera que te acostumbraras a la temperatura del pueblo. Tendrás mejores posibilidades para pasar la prueba.

    –Eso es verdad– Dijo Chase señalando a Kian con el pulgar –Mañana en la mañana podríamos iniciar. Por ahora no les gustaría ir a comer algo, salí ayer del hospital y créanme que me muero de ganas de quitarme el sabor de su comida.

    Bruno y Kian soltaron unas risas delicadas. Justó después el alcalde les hizo pasar a su casa en la parte trasera de la alcaldía. Dejaron sus casas y tomaron rumbo hacia uno de los restaurante mas conocidos de GrayLagoon. Cuando se encontraban en el restaurante llegó Gus en una camioneta del ejercito.

    – ¿Enserio pediste una camioneta para poder salir de vacaciones a GrayLagoon?– Preguntó Kian con mala cara.

    –Pedir no es exactamente lo que hice…– Dijo Chase al tomar asiento en la mesa.

    Chase empezó a reír –Es impresionante que hayas pedido vacaciones a pesar del estado del Cuartel en Hericent…

    –No Tenían como negármelas, llevó dos años de trabajo consecutivo. Ademas de que mañana sera mi cumpleaños. No me la pasaría encerrado en una oficina. En cambio voy estar vigilando a un niño en una montaña, ¡Así que quiero que me agradezcas mocoso!– Le dijo Gus a Bruno mientras le señalaba con el dedo indice. Kian y Chase no puedo dejar de reír, mientras que el chico estaba nervioso. La actitud de Gus siempre era tan inesperada, grosera y desvariante que le causaba una inquietud enorme a pesar de ya haber estado conviviendo con él mas de un año.

    –Kian me estaba hablando del nuevo Teniente General, joven Thompson– Dijo Chase al acomodar sus lentes.

    – ¡Vamos Chase! ¡Me acabo de librar de ese idiota, no me hagas recordarlo! Me da una cerveza por favor –Le dijo a la camarera –Mejor hablemos de algo mejor, ¿Ya le dijeron al mocoso que se va a morir?

    – ¡¿Cómo puedes decirlo tan calmado?!– Le renegó Bruno.

    –Tranquilo chico, es solo una broma– Le dijo con una sonrisa. Bruno se giró hacia la mesa un poco inquieto. Cuando el chico dejó de ver al soldado el joven empezó a hacerle gestos a los dos adultos de enfrente suyo con una mueca graciosa y la mano cruzando el cuello de punta a punta, haciendo referencia a Bruno perdería la cabeza. Los hombre empezaron a reír y esto solo puso a al chico un poco molesto.

    –Esta bien, cambiemos de tema…– Dijo Kian para poner un poco mejor al chico –He leído que los magos al tener que llevar a cabo una adopción mágica llegan a tener alucinaciones.

    El joven alcalde intentó chasquear con los dedos, pero solo logro hacer una ligero sonido apenas audible –Eso es verdad…

    – ¿Eras diestro verdad?– Dijo Gus. Mas nadie le hizo caso.

    –Bruno, yo también soy mago de hielo. Recuerdo muy bien mis días durante la adopción. Recuerdo que empece a tener visiones de mi madre. Es muy extraño, podía hablar con ella y ella era consciente de lo que estaba sucediendo. Fue un momento muy bello el poder verla de nuevo– Comentó Chase con una sonrisa proveniente del corazon.

    –Eso pasa porque la adopción mágica libera fuerzas de la naturaleza. Es una brecha entre las facultades físicas de la naturaleza y una brecha entre el mundo espiritual. Existen mucho relatos sobre magos que dicen que vieron a no solo familiares, sino a personas muy cercanas a ellos, como un viejo amigo fallecido o alguna persona cercana a la familia, el mejor amigo de tu padre, por dar un ejemplo. En mi caso yo tuve visiones con mi abuelo. Mas también he sabido de gente que tiene visiones con animales, bebes, o incluso consigo mismo– Concluyó Gus con aires de superioridad.

    –Wow…– Hasta que por fin veo un poco de intelecto en esa cabeza tuya. Dijo Kian molestando a su amigo –En mi caso no fue así. Los magos provenientes de Clanes nacemos con la magia en en nuestra sangre y tenemos que llevar a cabo un adiestramiento en las artes mágicas para poder liberarlo. Una vez sabiendo magia se nos impone un objetivo, en mi caso Abraham Arcnaik me puso el objetivo de tener que detener los engranes del reloj de una torre en Hericent. La liberación de mi poder mágico consistía en que yo con mis conocimientos mágicos tenía que ser capaz de crear un aro mágico y escribir en el la formulación del hechizo para detener el tiempo. Fue extraño, porque a mi mente llegaban los símbolos y la escritura como si ya fuese parte de mi, aunque nunca lo Había visto.

    – ¡Entonces fue por tu culpa que llegue tarde a mi examen en la clase de repostería! ¡Discúlpate conmigo! ¡Ahora mismo estaría haciendo pasteles en los mas grandes restaurantes de Iglakesh!– Aulló Gus con fiereza.

    – ¡Tenía siete años Gus! ¡Tu Tenía a lo mucho nueve! ¡No me molestes con tus irresponsabilidades! ¡Y por cierto te lo creo por completo esas manos son dignas de un pastelero!– Le contestó Kian con cierta molestia señalando al soldado con el tenedor de su comida.

    – ¡Arrepiéntete de eso! ¡¿Quieres pelear?! ¡Te haría pedazos!– Balbuceo Gus con la vena saltada por la rabia.

    Chase Parker reía al ver a aquellos dos amigo peleando a toda intensidad. No se Había sentido tan animado desde hace mucho tiempo. Aquellos dos chicos en serio le agradaban.

    Bruno por otro lado no puso atención a la pelea. En su corazon nacía un sentimiento de valentía por querer iniciar su adopción mágica. El escuchar las palabras de que era posible que ahí adentro pudiese ver a sus padres le llenaba el pecho como nada en el mundo. La emoción le duro hasta la noche, donde no pudo dormir bien por estar imaginando el rostro de su madre o su padre. Estaba emocionado, muy emocionado.

    Al día siguiente Bruno y los tres adultos comenzaron su caminata por los bosques que rodeaban GrayLagoon. Descendieron hasta el inicio de la montaña. Aquel día hacia un frío infernal en el pueblo. Era así como si la misma naturaleza supiese que estaba por ser desafiada.

    Los arboles se volvían frondosos y furiosos al momento en que te alejabas del pueblo y te adentrabas en su profunda maraña de vegetacion. Chase Parker les guió entre el bosque. Conocía todo su territorio como si fuese la palma de su mano izquierda, la única que le quedaba. El aire se volvía pesado en aquellos recónditos del bosque y los ruidos de animales se volvían ecos atemorizantes ante la mente de Bruno.

    Al final llegaron a donde empezaba la montaña mas alta, un conjunto de piedras grises en formación haciendo un camino. Era una casualidad de la naturaleza bastante extraña. Aunque bien decían que la diosa no Había creado las cosas por casualidad.

    Bruno se posiciono en la frontera donde iniciaba la montaña. Chase pintaba el aro en el suelo mientras que Kian le pintaba los símbolos en el cuerpo.

    –Quítate la chaqueta…– Le dijo Kian con mirada seria.

    –Estas loco…– Le contestó Bruno.

    –Tu misión es tener que escalar esta montaña hasta su cima…

    – ¡Eso lo se, ¿pero no ves el frío que hace?!

    –Esta adopción es tan peligrosa por lo mismo. Tienes que escalar esta montaña con el mínimo de ropas posibles y sin ningún tipo de herramientas para escalar.

    Bruno levantó la mirada hacia el pico de la montaña. Alta como las nubes. Imponente ante el diminuto chico. Sus rocas grisáceas eran hipnóticas. Tan pura como la naturaleza misma puede ser, pero tan obscura para aquellos que se atreviesen a retarla.

    Chase terminó de pintar el circulo a los pies de Bruno y se dirigió al joven mago – ¿Qué clase de mago de hielo le tiene miedo a un frío como este?– Le preguntó señalándole con el gis con el que Había pintado el circulo.

    Bruno por primera vez en el día se percato de la delgada chaqueta que usaba Chase. Entonces entendió que así como los magos de fuego resisten las altas temperaturas y son incapaces de sufrir quemaduras, un mago de hielo debería ser capaz de resistir las bajas temperaturas de aquella gruesa montaña. Tragó saliva y con los labios apretados, así como el ceño fruncido se quito la pesada chaqueta y un sueter que Tenía debajo. Al igual que la camisa para poder pintarle los demás símbolos.

    El chico temblaba por el aire congelante que soplaba a todo pulmón. Gus se encontraba enfrente suyo con dos chaquetas una encima de la otra y un gorro para la nieve. Destapó una cantimplora y tomó de ella un poco. El joven se percató que Bruno le estaba viendo entonces levantó la cantimplora – ¿Quieres vodka?

    – ¡¿Qué clase de soldado le ofrece vodka a un adolescente de catorce años?!

    – ¡Oye mocoso! ¡Mas respeto para tus mayores! ¡Cuando estés hablando contigo mismo ahí arriba espero que te recuerdes que bien pudiste probar el alcohol antes de morir!

    – ¡Te juró que cuando vuelva te voy a congelar esa boca, Gus!– Le contestó Bruno con la peor cara que Había hecho en su vida.

    – ¡Eres igual de inútil que Kian! ¡Ya quisiera verte intentarlo!

    Kian se levanto desde la espalda de Bruno y con una sonrisa dijo –He terminado.

    –Ja, empieza a rezar, mocoso…– Se burló Gus del chico señalándole con la cantimplora justo después tomó otro sorbo.

    – ¡Ojala te de cirrosis, maldito ebrio!

    – ¡Por cierto no me felicitaste por mi cumpleaños! ¡Ni se te vaya a ocurrir subirte sin felicitarme!

    Un silbido repentino y fugaz detuvo la pelea entre los dos chicos. Los tres hombres voltearon hacia la cima de una roca a la derecha. Ahí estaba Chase parado sobre la roca – ¡Estamos por dar inicio!

    Kian le puso la mano en el hombro al chico –Si quieres terminar con esto ahora es el momento… Una vez arriba solo podrás terminar si le cedes tu sangre a la montaña voluntariamente– El soldado le tendió su cuchillo.

    Bruno lo tomó en el instante –No me echaré hacia atrás en este momento– Le contestó a los ojos –Tampoco necesitare este cuchillo… pero gracias– Respondió con una sonrisa forzada. Kian sabia que el chico estaba aterrado, pues el también lo estaba, sin embargo veía la voluntad de Bruno quemando en sus ojos. No se rendiría.

    –Éxito, Bruno– Le dijo Gus mirándole a los ojos con una mirada retadora –Ese combate no suena mala idea– Y le sonrió.

    Bruno asintió con una mirada llena de orgullo. En ella se escribía una promesa entre hombres. Los soldados se separaron de él, dejándolo solo ante la montaña. Hora se miraba mas grande que antes. Era el miedo, quizás aquello ya se podía llamar fobia hacia la montaña.

    Chase extendió su brazo hacia Bruno – ¡Demuéstranos a todos de que estas hecho para cargar con el apellido Hellwell, muchacho!– Un aro mágico apareció en el brazo de Chase Parker y así como le habría de pasar a Mairis un día después. El sello en el piso empezó a desprender una potente luz blanca que hacia que todo obscureciese ante su pureza. Los sellos generaron aros por todo sus cuerpo y los símbolos en sus extremidades empezaron a multiplicarse hasta desaparecer como un copo de hielo al tocar una piel cálida. El brillo poco a poco dejó de desprender su luz. Los aros desaparecieron y Bruno sintió la presencia de la montaña como si estuviese vida. No, de hecho todo el mundo parecía estar conectado a él ahora. Lo comprendió todo. Era momento de comenzar. Se puso su delgada camisa. El frío ya no lo sentía. Su mirada era valiente. Corrió hacia la montaña y en un grito heroico saltó hacia la piedra empezando a subir peldaño a peldaño en tiempo métrico.

    Kian y los demás le admiraban con la mirada preocupada. No quedaba mas que confiar en el joven y su voluntad.


    (…)​


    Mientras tanto el sheriff, Mike y Bastian se fueron en un camino de seis días a un reino lejano el cual se encontraba cerca del mar. Al sur, tan al sur que si seguían avanzando lo único que podrían encontrar serian unas montañas y luego el mar para llegar al polo sur. Fue un viaje largo, tanto que Claarn se turnaba con el jinete para poder dirigir el carruaje, aunque a eso del cuarto día le impidió volver a manejar. Esto llegaba a preocupar un poco al trabajador o a Bastian, ya que el viejo soldado decía estar “manejando”, pero en realidad dejaba a los caballos ir a su bola mientras el leía un libro viejo que Bastian nunca Había visto. Así que el jinete disfrutaba del bellísimo paisaje por el el que estaban cruzando. Durante las noches descansaban en cabañas en pueblos pequeños o en campamentos en medio de los bosques.

    Durante los campamentos Bastian se escapaba de Claarn y tomaba a Mike para poder explorar los lugares a los que llegaban. Le explicó a su pequeño hermano el como guiarse por la estrella guía, la estrella mas vieja de todo el firmamento, también las mas brillante. Le explicó las constelaciones y sus significado. Se adentró con su hermanito vendo pinos tan grandes que parecía que nunca Habían sido tocados por el hombre, al igual que en su inmensidad parecía que nunca les Había golpeado algún rayo. Los bosques olían distinto dependiendo del lugar, algunos a maple, otras al aire fresco, al pino y otras a olores indescriptibles, pero que quedarían grabados en sus narices. Bastian le mostró y explicó que tipo de animales vivían por ahí, así como también le mostró algunos búhos en la obscuridad de la noche. En la investigación de un prado se vieron envueltos de un cumuló de luciérnagas que se levantaron ante su paso figurando las estrellas en la tierra. Antes de llegar a Calani pudo mostrarle a Mike un río hermoso que caía en cascada desde unas deformaciones de roca que se levantaban sobre el bosque. Y en ese mismo bosque se toparon con un alce a la orilla del río, era mas grande que aquel que alguna vez Martin le describió. El anime miró a los ojos a aquellos dos niños y simplemente les ignoro. Bastian y Mike estaban asombrados, una bestia de cuatro patas que medía cuatro metros y medio de pezuña hasta el final de sus astas.

    El sexto día la carroza empezó a dejar atrás los bosques y cada vez se notaban mas las casas de madera en medio de valles limpios. El frío fue desapareciendo hasta empezar a ser un tiempo delicioso, como aquel que se desea exista todo el año. Con forme siguieron avanzando los huertos se veían mas comunes. Y con forme las casas avanzaban un muro de piedra cantera levantándose diez metros sobre el suelo. Con forme mas se acercaban a ese muro pudieron sentir un calor mas húmedo, así como una vegetacion proveniente a una selva. A los costados de la puerta del mudo se tendían dos banderas orgullosas del reino de Calani. Así como sobre el arco se escribía en letras de oro el nombre del reino.

    Los soldados pararon la carroza y pidieron los documentos del los turistas. Bastian admiraba a los soldados de encima del muro, listos para proteger la entrada en caso de una invasión.

    Les dejaron pasar y ante todos ellos el reino de Calani dio presencia. Un reino de cerros cortos con casas de colores derivado del blanco, la mayoría con techos rojos. Con casas de grandes jardines y casi ningún edificio. Era extraño para Bastian, pues podrían decir que Calani era un reino, pero parecía mas un conjunto de pueblos pequeños en medio de una selva abundante y viva de arboles frondosos y de un verde brilloso que generaba una sensación alegre. Los acantilados que se generaban entre los cerros dejaban ver la piedra color crema diferente a cualquier otra vista por los ojos de los dos niños. De lo que se percataron fue que en este reino abundaban los templos de la diosa y eran también los mas bellos vistos hasta la fecha. Grandes templos de estructuras únicas rebosantes de energía positiva, abundante de paz.

    La noche les fue alcanzando con forme avanzaban por Calani, el cual era un reino enorme, en comparación dentro del continente solo con Sanademik o Iglakesh. Arriba de una gran colina Bastian pudo echar un vistazo al reino, se iluminó en creces con luces de color naranja en cada casa y por las calles. Hacia el oeste Calani continuaba creciendo tomando forma de ciudad, pero sin dejar sus aires de pueblo. Una catedral de tamaño inigualable a todo lo que habían visto se alzaba en inmensidad ante toda las casas y pequeños edificios, en comparación a tamaño solo se le podría comparar el castillo en forma de circulo que se elevaba en forma de corona. Tenía cuatro entradas, cada una con estatuas sobre sus muros. Y sobre el patio trasero una bandera del tamaño de una casa se ondeaba imponente iluminada por la luz de la luna apuntando hacia el mar que se abría ante el reino y sus enormes puertos con enormes barcos.

    El reino era diez veces mas bello de lo que alguna vez se lo imagino. Sintió como su corazon le apretó la garganta al ver la belleza e inmensidad del terreno. El color verde le llenaba los ojos y el viento salado le acariciaba su piel blanca, peinando su cabello naranja.

    Amaba esta sensación. En este pueblo se respiraba libertad.

    La noche llegó y Bastian soñó con se un braco guerrero en un viaje por el mundo. El sueño mas sincero que alguna ve Había tenido, pues pertenecía a él, no seguía a su abuelos o padres, solo a su deseo. No quería despertar. Levantó los brazos en un grito eufórico frente el ocaso en el mar. Y ahí supo que algún día el viviría eso. Luego despertó.

    La mañana siguiente la travesía continuó.

    De día fue mas bonito apreciar el crecimiento de Calani ante los ojos de Bastian. La ciudad se volvía carismática en una paz ligera de vida sin tiempo. Las personas bailaban, cantaban, tocaba y pintaban al son del viento que soplara el día. Las calles eran de piedra ovalada liza y hacia temblar a la carroza al pasar por ahí. En medio del cansado sube y baja que fue el pasar por esos rumbos, Bastian logró ver una cantina de gran tamaño, con fachada mal estado aunque por dentro estuviese bastante bien. Las personas dentro de aquella cantina se miraban rudas. Debían ser los “Caza recompensas” de los que le hablo el viejo Claarn. A simple vista no eran peligrosos, pero eran certeros con su presa y de lo mas peligrosos si te metías contra ellos. Un lugar el que recordar no molestar.

    Mas pronto que tarde se toparon con los puertos, todos tan variantes dependiendo el uso. Sucios, de tablones aleatorios para los mas pobres, vándalos y caza recompensas. Sencillos y cuidados para los comerciantes. Pintados, de perfecto estado y madera cuidada, con negocios abundantes para los mas ricos. Y los mas grandes al igual que resistentes para los buques militares y grandes barcos de carga.

    La carroza les termino dejando en una blanca playa de agua azul como el cielo, ahí donde se encontraba un puerto sencillo y muchos barcos pequeños. Claarn bajo las maletas y agradeció al jinete dándole una propina para alimentar a caballos tan fuertes con la mejor comida que pudiese comprar. Seguido de eso subieron a un bote blanco rentado a un anciano que Claarn parecía conocer de hace mucho tiempo, pero con el cual no Tenía mucho de que hablar. Izaron las velas y barco empezó a moverse rumbo a un destino desconocido para Bastian. A las dos horas pasado el medio día Bastian ya Había vomitado dos veces por el mareo.

    – ¿Así quieres ser parte de la marina?– Le preguntó Claarn al momento de estar en el timón. Su gestó mostraba lo decepcionado que estaba por el joven.

    Bastian se giró poniendo la cabeza sobre la madera del borde del bote. Su rostro estaba enrojecido por el sol y la sal de viento. Respiraba agitado. Mike corría con una toalla para que se pudiese limpiar la boca.

    –Seré un aventurero…– Dijo Bastian sin fuerzas.

    Claarn volteó con un ceño extrañado – ¿Qué?– Preguntó viéndole.

    Bastian volvió a coger el suficiente aire para poder hablar –Ayer tuve un sueño…

    –Yo ayer tuve un sueño de que seria rey de Sabbatelli y eso no significa que quiera serlo. No digas tonterías…

    Bastian frunció el ceño, usó todas sus fuerzas para ponerse de pie –Hablo enserio…– Le gruñó a su mentor –Lo supe cuando vi Calani y su mar… Yo quiero conocer el mundo, pero sin estar atado a alguien…– Bastian de pronto sintió otra vez esas ansias de vomitar. Eran sensaciones verdaderas.

    Claarn le vio como ahogaba su cabeza fuera del mar y suspiró. Era un sueño tonto, eso pensaba como soldado. Aunque era un sueño sincero, pensó como maestro –Antes de cualquier cosa tendrás que aguantar viajar en barco no lo crees…

    Bastian cayó rendido sobre la madera del bote –Llevamos horas aquí arriba… Seguro es normal para alguien de estomago débil…

    –Llevamos dos horas– Le dijo Mike al recién llegar con la toalla y lanzarcela a la cara. El niño no tocaría a un chico lleno de vomito. Claarn se hecho a reír mientras sostenía el timón.

    –Mike, se buen niño, tráeme el catalejo– Le pidió el viejo.

    – ¡Claro que si, capitán!– Gritó el chico haciendo un saludo militar. Saliendo corriendo de inmediato. Unos segundos después se lo trajo a su padre.

    El hombre vio por el lente y sonrió –Mira hacia enfrente cien grados al bote– Le dijo Claarn con un tono paternal. Con una mirada tierna al ver al niño.

    El niño levantó el brazo y se guió según lo pedido. Puso su ojo en el lente y gritó un enorme –WOW– Se acercó a Bastian y le lanzo el catalejo. El niño no tocaría a un chico lleno de vomito.

    Bastian lo atrapo en el aire – ¿Ya llegamos…?– Preguntó con una voz enferma.

    –Si ese es tu sueño niño, primero te lo tienes que demostrar a ti mismo– Le dijo el hombre al girar un poco el barco. Bastian levantó el catalejo y a la lejanía logró ver una isla pequeña con enormes arboles, gruesos como cuatro casas, altos como edificios – ¡Estamos a tiempo de volver, estomago débil! ¡¿Estas listo?!– Grito Claarn emocionado.

    Bastian se irguió ante el métrico golpeteo de las olas. Caminó hasta la proa. Se termino de limpiar y tiró la toalla al suelo. El viento le movió el cabello y la sal le secaba la piel. Levantó el dedo y señalo en dirección de la lejana isla. Puso el pie sobre la borda y gritó – ¡El viento no sopla en dirección contraria a esa isla, timonero!

    Claarn levantó una larga sonrisa – ¡Entendido!

    – ¡Vamos a toda velocidad Capitán Arcnaik!– Gritó Mike emocionado poniéndose a un lado de su hermano.
     
    Última edición: 24 Noviembre 2019
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    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 30 - Tres Luces

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    -5 de Abril de 2893 D.C.-


    Bruno subía a paso lento la montaña. Se detenía para descansar en lugares como cuevas y peldaños huecos. Tomaba ramas secas de la pobre vegetacion del lugar y con ayuda de sus conocimientos sobre sobrevivencia prendía fogatas que le servían para calentarse. Su examen le impedía comer cualquier cosa que no estuviera en la montaña, así que lo que alcanzara a ver como eran insectos, algunos murciélagos y en una ocasión unas ratas blancas de buen tamaño; era lo más que podía comer, aunque también encontró algunas pocas raíces.

    Tenía los pies y las manos destrozadas por las duras piedras que tenía que escalar, también contaba con cortadas por toda la espalda y por el abdomen de caídas pequeñas que sufría. La nieve se volvía roja por toda la sangre que perdía, dejando marcas de sus manos en todas las fisuras con nieve, dejando su rastro en todo lugar que pisara. A lo largo de la escalada sufrió en intervalos largos de hambre y sed. Con el pasar de los días sus heridas empezaron tomar un colo obscuro que se expandía a un ritmo calmado, pero constante. Se estaba transformando en una víctima más de aquella montaña, en una víctima más de aquel horrible examen.

    Cada vez que subía un peldaño más, se sentía bien, pero era cada vez más difícil. Sin embargo él creía que podría lograr terminar aquel reto, aunque ese espíritu termino cuando llego a la mitad de la montaña al tercer día. Aquella tarde llegó a una cueva donde empezó a preguntarse porque hacia lo que hacía. La duda no era lo mejor en aquella situación. Bien decían que el peor enemigo de uno es uno mismo. Estuvo durante horas sin moverse viendo la pequeña fogata perdiendo la voluntad. El frío de afuera era horrible. Admiraba desde su rincón como el viento revoloteaba nieve de un lugar a otro. Sentía el poder de la montaña dando todo de su para impedirle pasar. En el viento escuchaba la risa de aquella formación de roca. Aunque sabia el porque lo hacia, que seria del mundo si cualquiera pudiese dominar la naturaleza.

    Por el resto del día se recostó con el cuchillo que le dio Kian. El dolor era poderoso y el sentir como se congelaba su espíritu era horroroso. De no ser por esas pequeñas hogueras que creaba quizás ya hubiese muerte.

    A lo largo de la noche tuvo que prender tres hogueras mas, cada una mas pequeña que la otra. Era como si toda aquellas raíces y ramas secas que Había visto dentro de aquel hueco en medio la montaña hubiesen desaparecido. Era como si la montaña le estuviese empujando a continuar. Ahí filosofo sobre la voluntad de la tierra, tan ruda e indomable, pero en disposición a moverse y en consecuencia moverte con ella.

    Mientras se quedaba dormido miró dentro de las llamas y pudo ver cosas dentro de ella. Fue como un viaje como lo llamaban los vagos de LaneCloud, aunque Bruno lo sintió mas profundo, personal, una sensación de un viaje, un viaje astral evadiendo el tiempo. Debían ser las visiones de las que hablaron los chicos mientras comían en aquel restaurante. Ese fue su mecanismo para mantenerse despierto, si es que a esa sensación de paz podría llamarse estar despierto. En algún punto de la sensación Bruno pensó que quizás esa era la sensación que se sentía antes de morir.

    De entre la llamas pudo ver muchas cosas. Eventos de sus pasado, tan vividos que creía estar reviviendo aquellos momentos. Recordó su vieja vida en las afueras de Milloria con todos sus compañeros en la escuela rural. Logró ver las caminatas por los campos verde y como los ancianos le saludaban de manera tan amigable. Se vio a así mismo jugando ajedrez con Edward. Amaba cada segundo de sus partidas. Era un sentimiento que nunca Había vuelto a revivir. Mairis sabia jugar, pero no era buena. Bastian decía que le aburría, así como Martin. Y Claarn decía que no sabia jugar. Extrañaba el jugar ajedrez con Edward, al cual venció solo una cuarta parte de todas las partidas que tuvieron.

    Su rememorización de momentos le llevó a recordar cuando Tenía tres años y Eva, la prometida de su hermano, le llevó a la playa. El niño jugaba en el agua con otro montón de niños. De vez en cuando volteaba hacia la arena y miraba a Eva con Mairis en los brazos, una hermosa bebe de un año y medio de edad. Observaba a las demás madres chuleando a Mairis y Eva se sonroja al momento que le preguntaban por su hija, a lo cual ella se negaba entre risas y sonrisas. Quizás Eva nunca lo supo, pero para Bruno y Mairis, Eva Había sido mas que su cuñada, Había sido le mejor madre que pudiesen haber tenido.

    Su memorias siguieron, pero no hubo rastro de sus padres. Esto deprimió a Bruno, volviendo a las visiones un tanto mas amargas. Sintió de nuevo el dolor en sus palmas al recordar cuando puso sus manos en la ardiente escotilla para escapar de su casa el día de la muerte de su hermano. Recordó cada instante de angustia al momento de estar tratando de curar a Martin tras el ataque de “La Nueva Cabeza” hace tres años. Su cuerpo se entumeció al tener secuelas de los duros entrenamientos de Claarn. Su corazon casi explotaba al momento de recordar su angustia al saber que Mairis Había sido secuestrada y sintió un dolor terrible en la cabeza al revivir cada bala incrustada en la cabeza de todos esos mafiosos. Y la gota que colmó el vaso, se imagino a si mismo viendo de nuevo el funeral de su hermano y cuñada. El sentimiento mas horrible que alguna vez Había sentido.

    Bruno volvió en si con lagrimas en sus ojos. La llama estaba por extinguirse y la noche todavía era larga. Esperó hasta que la llama desapareció. Se quedo imbuido en la obscuridad durante una hora. Resistió todo el frío que puso hasta hacer una nueva hoguera. Una pequeña pero que resistió hasta la mañana.

    Al próximo día Bruno se levantó con mas fuerzas que antes. El clima estuvo a su favor, pues el viento dejó de soplar y la nieve cesó. Subió gran parte de la montaña. Su mirada estaba fija en la cima. Cada que descansaba solo tomaba aire, miraba lo alto que Había llegado y seguía subiendo.


    (…)​


    En la parte de abajo los tres jóvenes hablaban mientras cocinaban la carne de un jabalí recién cazado por Gus, el cual duró una hora entera fanfarroneando sobre su impresionante habilidad.

    Chase acaba de llegar, pues Había terminado su trabajo en la alcaldía por el día de hoy. El hombre acababa de tomar asiento en el campamento de los soldados. Kian y Gus peleaban por algo sin sentido y el alcalde no se pudo imaginar como debieron haber sido todos aquellos días de campamento.

    Mientras comían Chase les comentó la noticia.

    –Hoy estuve hablando con el nuevo Teniente General de Hericent.

    – ¿Ya lo amas?– Le cuestionó Gus al hacer mala cara.

    –Es un hombre… Llamemosle especial…

    – ¡Ese hijo de perra es un idiota, es lo que es!– Gruñó Gus, justo después roñó su hueso con furia – ¡Sigo sin entender como es que alguien tan quisquilloso, lambiscon, miedoso, quejumbroso y sin sentido del humor, fue capaz de ser Teniente General!

    – ¿Palancas?– Mencionó Kian.

    Chase chasqueó los dedos de la mano izquierda. Esta vez si le salio –Esa suposición me agrada.

    –Bueno, no importa el Teniente General… ¿Qué fuiste a hablar con él?– Le preguntó Kian al partir su carne para poder comerla con tenedor.

    –En realidad fui con el actual General Lecter, sin embargo su Teniente General estaba ahí…– Comentó Chase con desagrado –Pero es que fui a darles una proposición… Quiero crear un cuartel en GrayLagoon.

    –Veo que tienes ganas de crear el ejercito mas pequeño de todo Dorinda. Me agrada tiene potencial– Dijo Gus al tirar su hueso hacia los arboles como si fuese un boomerang.

    Kian empezó a reír. Llevo su mano a su boca y dejó que su gracia se le escapase –No me malinterpretes, Chase, pero no creo que GrayLagoon tenga la suficiente gente para poder formar un ejercito.

    –Estoy al tanto de ello…– Comentó el hombre al tomar un sorbo de su bebida. No se Había percatado que el ebrio de Gus le había echado alcohol. No sabia mal, pero no era lo mejor para él tomar alcohol. Así que en un momento de despistes del chico tiró toda su bebida –Mas que un ejercito estoy interesado en ser mas como una división del cuartel de Hericent.

    –Una división me suena bien. Aunque el pueblo sigue siendo pequeño, igual y una brigada estaría bien.

    –Podríamos ser de ayuda para Hericent en tiempos de muchos problemas. Quizás GrayLagoon podría hacerse cargo del Norte, mientras que ustedes se hacen cargo de todo lo demás.

    –Nada mal, manco– Dijo Gus al tomar otro pedazo de carne y comenzar a devorarla con velocidad errática –Parece que vienes mucho mas activo que el anterior alcalde. Aunque para superarlo es fácil…

    –Gracias. Si el General Thompson acepta el proyecto tras su regreso pediré ayuda al Coronel Price, he escuchado que su familia tiene un negocio bastante bueno en el entrenamiento de seguridad privada. Quizás podríamos llegar a un acuerdo y pueda traer su negocio para que entrene a la gente de GrayLagoon– Menciono el hombre animado, con el brazo moviendolo tratando de hacer señas que describiesen la idea. Casi como si se lo estuviese explicando a un niño.

    – ¡Es una idea genial! Por parte de Martin no te preocupes, te ayudara, de eso seguro. Aunque si GrayLagoon llega a volverse una división de de Hericent…– Kian levantó la mirada hacia los ojos blancos del alcalde detrás de aquellos lentes delgados. La mirada del joven capitán se volvió muy seria. Una sonrisa retadora y avivada le llenaba el rostro –LaneCloud también tendría la posibilidad de tener su propio cuartel… ¡Gus, deberíamos intentarlo también!

    –Obviamente yo seria el General de División– Le dijo Gus con la ceja levantada y apuntándole a su amigo con lo que quedaba de su pierna de puerco.

    –Eso ya lo discutiremos cuando acepten los cuarteles… Aunque no me agrada la idea de tener a un General de División tan débil…– Dijo el chico al levantar lo hombros.

    – ¡Por eso mismo tu no lo seras!– Gruñó Gus rabioso. Con un rugido que espantó a los mismos carnívoros de la zona.


    (…)​


    Bruno resbaló de un peldaño varios metros golpeándose la espalda y las costillas. El dolor fue pasajero en el momento, sin embargo el dolor se apoderó de si con forme los minutos contaban.

    Llegada la tarde empezó a sentir como su cabeza empezaba a darle vueltas. En un charco congelado logró verse las mejillas, estaban sonrojadas de una manera distinta a como las Había tenido otros días. Se revisó las heridas, Tenía moretones negruzcos en el cuerpo debido a las caídas y aunque no quisiera aceptarlo era cierto que no podía respirar bien, una o mas costillas debían estar rotas… Las cortadas que escalaban a su ritmo tranquilo se Habían estancado, pero las venas que conectaban con la mancha verdosa empezaban a hincharse de color rojo obscuro. Si habría de durar mucho mas en aquella montaña moriría por la infección o congelado. Así es como Bruno continuó avanzando incluso durante unas horas de la noche. La cima en el manto de la noche era una sombra invisible que ya no generaba pasión por continuar. Aun a pesar de no saber que tan cerca estaba, en su corazon sentía a la montaña cediendo ante su poderío. El cansancio le domino y terminó en una cueva pequeña. A lo largo del día no Había podido conseguir comida, ni tampoco ramas para poder mantenerse caliente. Sin embargo en aquella cueva encontró unas raíces comestibles que le aliviaron el apetito y Había la suficientes ramas para crear una fogata pequeña. Habría de aprovecharla en la parte mas helada de la noche.

    El chico trató de dormir, sin embargo la enfermedad le ocasiono un cuerpo cortado incapaz de ignorar. El dolor era profundo en cada articulación y sentía como sus heridas le ardían como aquella vez sintió que se le borraban las palmas. La fiebre empezó a aumentar y su cuerpo comenzó a sudar, causándole mas frío. La cabeza le daba vueltas, era incapaz de controlar sus ojos que giraban con voluntad propia. El terror le consumía su conciencia al ver sombras humanoides en la profundidad de aquella cueva. Se estaba volviendo loco dentro de aquella montaña.

    Encendió la fogata pasada la medía noche. Se sentó tan cerca de la fogata que sentía que le quemaba, pero estaba tan frío que la sensación le gustaba. El cuerpo ya no le reaccionaba al punto que se quedo congelado observando las estrellas a través de las llamas. No podía seguir adelante, era demasiado, estaba muriendo intentando pasar su examen. Sus ojos negros estaban tan obscuros como sus ojeras y las llamas danzaban ante ellos en un movimiento hipnótico. Después pudo ver como las estrellas bailaban emparejadas con el ritmo al que salían las llamas. La voz de una mujer empezó a escucharse, Bruno había perdido la capacidad de moverse a tal punto que ni siquiera luchó por buscar el lugar del que venia la voz. Mas la escucho, tan atento como niño escucha un relato épico de un bravo guerrero. Era melodiosa, angelical, satisfactoria para el oído. Y sonaba tan interna que creía que la voz provenía dentro de si. Ante sus ojos las estrellas empezaron a formar cuerpos celestes que ilustraban cosas en el cielo al cantar de la voz:

    «La obscuridad te imbuirá y saldrás de ella, pero jamas podrás andar por el mismo camino siendo el mismo. Tu mundo cambiara distinto a lo que tu llamas deseos y yo llamo obligación. Tu destino se moldeara ante este nuevo mundo, fortaleciéndote en el oro y llamas. Diez mil sombras serán cargadas a tus espaldas, tanto blancas como negras. Desde el día en que apuntaste con un arma tu mano se volvió un arma y así se quedara. Veras la luz de nuevo y la perderás para envolverte en sombras de nuevo al tiempo que vez una luz de nuevo.»

    Bruno pudo ver tres cosas que llamaron su atención:

    La figura de una mujer y una niña. La figura de una mujer con dos niños. Y una mujer brillante que terminó con la ilusión.

    Sintió su cuerpo caerse de espaldas. En la cueva retumbo un eco al tronar de la cabeza de Bruno con la dura piedra.

    Los oidos de Bruno empezaron a escuchar pisadas. No podía ver que sea cercaba su mirada estaba alineado en dirección al techo de la cueva. Entonces empezó a escuchar unas voces hablar muy cerca de si. Era su voz.

    –Déjalo.

    –Tu no tienes la suficiente capacidad para lograrlo.

    –Débil.

    –Sin talento.

    –Nunca seras alguien tan grande como tu hermano.

    –Acepta tu destino. De todos tu eres el menos talentoso.

    Recitaban sus otros yo al rodearle. Viéndole con ojos tristes, amargos, decepcionados, todos manchados de sangre y cargando un arma. Eran demasiados, todos escupiendo negatividad al pobre Bruno en el suelo. Hablaban de todo, de su vida, de su incompetencia, de como es que en realidad sentía celos de cada uno de la casa, de no ser el hombre que alguna vez creyó que estaba destinado a ser. Cada frase que decían sus bocas le dolían, mas muy en el fondo sabia que era cierto. El chico vio como las sombras de la cueva empezaban a comer la piedra dejando solo a las figuras de su cuerpo.

    Con todas las fuerzas que le quedaban Bruno empezó a gritar que se callasen. A lo que todas sus figuras obedecieron. El joven respiraba agitado con lo ojos a medio cerrar por el cansancio cuando vio que cada uno de sus cuerpos levantaba el arma en dirección a él. Cada uno disparó aunque sea una vez. Bruno aulló de dolor durante la fusilamiento.

    El chico se dio la vuelta entre augurios. Empezó a levantarse. Las venas en su cuerpos, así como los músculos resaltados mostraron la fuerza que estaba poniendo en su empezó por intentar erguirse de nuevo. Cada bala le devolvió al piso. Fue hasta que en un alarido consiguió la fuerza para levantarse un poco mas de lo que antes Había logrado. Una mano le ayudo a levantarse, el no vio a quien pertenecía, pero aprovechó la oportunidad y salió corriendo cueva adentro.

    Tras el largo escape de aquellos clones molestos, Bruno llego a entrar a algo parecido a un laberinto de piedra, había muchas pasillos que se conectaban, confundiéndolo, mas el chico era listo a pesar de estar medio moribundo, dejó marcas de sus manos en el lugar para saber por cuales pasillos había pasado. Se encontró con pinturas en las paredes y restos de lo que parecía haber sido una batalla, sangre y rasguños no humanos.

    –Quizás algunos nómadas antiguos vivían aquí– Dijo uno de los clones de Bruno, asustándolo.

    El verdadero Bruno del susto cayo al suelo. Aterrorizado tomó una raíz que se encontraba a su lado derecho y le apunto con ella al clon mientras le exigía que se fuera –Corre y vete con los otros, no quiero escuchar las estupideces que digas.

    El clon miraba hacia el fondo del pasillo sin hacerle caso a Bruno –No soy como los otros, te darás cuenta porque yo te sugiero que comas esa raíz en vez de estar apuntándome con ella– Bruno respiraba agitado pero se dio cuenta que era verdad, podía comerla, Tenía hambre, la enfermedad le pedía nutrientes.

    Tras terminarse su delicioso bocadillo Bruno habló con el clon, un poco más tranquilo – ¿Cómo que no eres como los otros?

    –Yo soy una copia de tu lado bueno, sabes, dentro de ti no solo eres malos pensamientos– Respondió de manera arrogante.

    –Tal vez pensaba así porque cierta copia no apareció para ayudarme– Comentó molesto el Bruno original, pero la copia no parecía inmutarse.

    Su clon giró la cabeza para verlo y le pregunto –Te ayude a levantarte, por poco y hubieses terminado ahí… Deja eso de lado, ¿No se te hace extraño este lugar?

    Fue entonces cuando lo comprendió, en realidad era curioso que un lugar como este se encontrase allí. Bruno se levanto para seguir recorriendo el extraño laberinto, le pidió a él, no a su clon, era una situación extrañan… Que le acompañase a explorar los pasillos.

    Durante el camino, Bruno pudo percibir textos que aparecían como tatuajes en las paredes de la cueva. Era un idioma extraño el cual desconocía pues nunca lo había visto. Mas adelante empezó a ver cráneos, esqueletos con trajes abrigadores y armas sencillas como lanzas, también había una que otra espada vieja. Bruno sentía mucho frío y aquellos ropajes ancestrales se veían calientes de una manera ridícula. La tentación de la montaña.

    – ¿Que paso aquí?– Pregunto el Bruno original.

    –Soy tu copia, si tu no lo sabes yo tampoco, genio– Contesto con sarcasmo.

    Bruno se pregunto: “Enserio soy tan odioso”.

    A lo que la copia contestó –Algunas veces.

    Bruno asombrado por la respuesta pregunto –Puedes leer mis…

    Interrumpido por su copia con una respuesta sarcástica – ¿Sera acaso que podre hacerlo porque estoy dentro de tu cabeza?– El chico ya no dijo nada mas y mejor continuo caminando.

    Dentro de los pasillos se dio cuenta que había quemaduras, rasguños profundos en las paredes, esqueletos de seres que nunca había visto también. Parecía que una batalla se había llevado a cabo hace mucho tiempo en ese lugar. Después de pasar varios minutos entre todos los pasillos posibles fue cuando llegaron al final de los pasillos, una intersección en un gran hueco dentro de la montaña, parecía el centro de todos los pasillos. En aquella intersección se encontraban mas esqueletos de muchos hombres y bestias desconocidas, mensajes aparecían marcados desde el inicio de la cueva hasta la punta final. Textos con el mismo idioma que los anteriores.

    – ¿Ideas de lo que pudo haber pasado aquí?

    –Tal vez… no lo se… diría que guerra entre clanes, pero los esqueletos de esos cuerpos son extraños.

    Bruno miraba atentamente cada detalle que pudiese, era claro que esto seria algo muy interesante que comentar cuando volviera. Entonces una idea llego a su cabeza –Y si esto sucedió hace miles de años, quizás esos cuerpos con formas extras son de demonios…

    –Me parece una buena idea, estas hablando de la época en la que todavía vivíamos junto a los demonios.

    –Esto es muy interesante– Dijo bastante alegre el Bruno original.

    El clon le sonrió y luego asustado le gritó – ¡Cuidado!– Mientras le señalaba hacia atrás de él, el original se sorprendió ante la reacción, volteó para ver que podría ser y después recibió un golpe, dejándole inconsciente. Cayendo al filo de sus sueños y conciencia. Abrió los ojos tras un largo sueño. La fogata Había durado mas de lo esperado, mucho mas. Aunque debido a eso logró sobrevivir, pues una tormenta Había traído una ventisca. La enfermedad no había cedido ni un poco. La montaña le estaba haciendo elegir, morir en la cueva o morir intentando llegar a la cima enfrentando todo el poder de la naturaleza. Bruno no podía dejar las cosas así. Tenía que seguir. No Había luchado tanto por llegar hasta ahí para dejarlo así. Finalmente y con dificultad se levantó y caminó hacia las afueras del agujero. Desde la salida se alcanzaba a ver la cima de aquella horrible montaña. El frío era arrasador, y aun así Bruno apenas lo sentía. Su mente y cuerpo estaban tan mal que eran incapaces de diferenciar los tratos desalmados del clima.

    Poco a poco lo intentó nuevamente, solo faltaba unos metros, faltaba tan poco. Puso sus manos y pies en aquellas rocas afiladas como cuchillos y frías como el vacío que deja una persona al partir de tu vida. Subió, pasó a paso, lento, cada uno más lento que el otro, pero lo estaba logrando a su tiempo. La ventisca le congelaba la piel. La sangre que corría de sus heridas se congeló evitando seguir desangrándose. Los vientos le empujaban intentándolo hacer caer. Bruno aulló ante la tormenta. Tras cada agarre el viento y el frío parecían ser mas fuertes. Habría de luchar hasta el ultimo momento de su vida. No cedería tan fácil. Un Hellwell no podía caer ante aquello.


    (…)​


    – ¿Lo vez Gus?– Le preguntó Kian a su amigo. El joven se encontraba preocupado. La ventisca estaba atormentando el campamento de una manera horrible. No podía imaginar como es que estaba allá arriba.

    – ¡Logre verlo! ¡Esta siguiendo a pesar de la tormenta!

    – ¡¿Qué?!– Masculló Kian con los ojos bien abiertos.

    –No se mira bien… Debe estar en sus ultimas…

    – ¡¿Pero esta cerca de la punta?!

    –Bastante… A unos metros de terminar…– El joven dejó los miralejos. Se giró hacia su camarada y su rostro se volvió serio. Esto preocupó mas a Kian, Gus no solía ser una persona seria –Se perdió en la ventisca… Solo nos queda rezar– Le dijo el joven al guardar los miralejos. Sentarse en la nieve cruzados de piernas y unir las palmas.

    Kian nunca Había sido alguien tan creyente, pero en ese momento, al ser solo un espectador sin posibilidad de ayudar. No le quedo de otra. Se sentó a un lado de su amigo y pidió por su hermano.


    (…)​


    Bruno se encontraba en el final de la montaña. Subía cada peldaño con un alarido de dolor. La mano la Tenía partida por multiples cortes sanguinolentos. Había dejado una escalera de sangre al subir. Sus dedos estaban azulados rozando el morado. Sus labios estaban partidos por el frío. Puso su mano en el siguiente peldaño y la piedra de su pie se rompió, viéndose forzado a sostenerse con toda la fuerza de sus brazos en el filo de la montaña. Apretaba los dientes con fuerza, de sus ojos salia una lagrima que al instante se congelaba. Ante el estaba el peñasco final, solo debía de poner su mano en aquella punta que daba fin a su largo sufrimiento. Levantó su brazo derecho sintiendo el frío extremo pegándosele al cuerpo. Soltó un grito de guerra y puso su mano ensangrentada sobre la piedra nevada. Ya no podía ver nada la tormenta estaba desatada. Todo se volvía una bruma helada de color blanco. Se volvió imposible distinguir entre la nieve y su piel. Su mano se estaba resbalando del ultimo peldaño. Bajó su mano izquierda hasta su pantalón y tomó el cuchillo que le Había otorgado Kian para desertar. Se empujo con su brazo derecho subiendo a la montaña y clavo el cuchillo en la roca. Agarró el cuchillo con ambas manos. Solo quedaba subir. Miró hacia arriba tratando de ver algo fuera de la tormenta, pero no Había nada, solo frío y mas frío. Sus ojos empezaron a cerrarse. Se volvió imposible respirar. Sus oidos dejaron de escuchar. Su mente cayó en blanco.

    –Hace mucho frío…– Dijo Bruno para si mismo –Es triste…– Concluyó al ser capaz de ver el sol entre la ventisca.

    La ventisca se detuvo. Los músculos de Bruno dejaron de hacer fuerza. Creía haberlo logrado, pero su espíritu murió en ese preciso momento, las manos lentamente dejaron el agarre del cuchillo y el chico cayó desde la punta de la montaña en picada.


    (…)​


    –La ventisca se detuvo…– Susurró Gus al levantar la mirada.

    Kian se levantó con prisa, tomando los mira lejos, buscó por todos lados, pero no encontraba a Bruno en la cima.

    – ¿Qué pasó?– Le preguntó Gus. El silencio le rompía los nervios.

    –No esta…– Dijo en silencio Kian. La calma fue exasperante. Entonces un grito de terror le puso los nervios de pinta a Gus – ¡BRUNO!– Aulló el soldado del tiempo.

    Gus no lo comprendió por un momento, hasta que sintió una vibración en la tierra. Giro la cabeza hacia el cielo, era lejano, no veía nada, pero sabia lo que Había pasado –Mierda-Masculló el joven el rostro serio. Sin pensarlo se lanzo hacia la montaña creando una base de roca, estaba por llamar a Kian cuando se percató que el joven ya estaba sobre la base.

    – ¡MUEVETE GUS!– Le ordenó con un rostro de preocupación que Gus nunca Había visto. Un aro mágico en su brazo apareció y aquella base empezó a deslizarse por la montaña como si de un ascensor se tratase. Viajaban lo mas rápido posible, cada vez mas fueron mas capaces de ver la situación de Bruno, el cuerpo del chico chocaba con la piedra tronandole los huesos y moliendo su carne en el camino. Cada golpeteo con la roca le generaba temblar a Gus, el cual sentía las vibraciones de la tierra.

    Estaban cerca de él chico. Gus estaba por atraparle cuando el chico choco con un pedazo de piedra que le partió la pierda volviéndola un pedazo de gelatina sanguinolenta que se movía como bandera en el viento. El soldado Thompson no fue capaz de atraparlo – ¡MALDITA SEA!– Gruñó mostrando los dientes como una bestia. Una sombra le paso al instante a un lado – ¡Kian estas demente!– Le reclamo al ver que el soldado se Había lanzado por la montaña tras Bruno. El soldado de roca no le quedo otra mas que bajar.

    El viento golpeaba en el rostro de Kian. La sangre que brotaba de Bruno le mancho el uniforme y la cara. No le importó en lo mas mínimo. Se encontraban cerca del suelo. Kian estaba por tomarlo. Quedaban unos pocos metros. El soldado estaba tan cerca del chico. Le quedaba poco tiempo. El impacto era seguro. Logró tomarle la mano al joven Hellwell. Kian soltó un grito y un montón de aros mágicos se plegaron entre los dos. El tiempo se ralentizó descendiendo lento hasta el piso. El soldado tomó a Bruno en sus brazos como si fuese una esposa a punto de entrar a su nueva casa. El joven estaba frío, lleno de sangre, moretones y venas infectadas que solo auguraban una horrible infección. Había luchado. Sabia que lo hizo hasta el final.

    Tocaron suelo. Gus llego los alcanzó un par de segundos después. El soldado de roca logro ver que Kian estaba revisandole el pulso – ¿Cómo esta?

    Kian giró la cabeza con el rostro mas angustiado que Gus hubiese visto nunca. La obscuridad llenó el rostro del soldado. Sus ojos se llenaron de venas y su piel se volvió blanca como la nieve. Estaba tan tenso que si alguien le tocaba quizás podría romperse. De un instante a otro, Kian desapareció.


    (…)​


    En el hospital de GrayLagoon Chase Parker estaba saliendo de su consulta medica. Hablaba con una enfermera bastante guapa. Echó solo un vistazo a la puerta para darse cuenta que el clima estaba mejor. Entonces lo vio, de pronto ahí apareció Kian subiendo las escaleras y estrellándose con la puerta. Traía el cuerpo de Bruno en las manos. El soldado estaba sudando y respiraba agitado, e incluso con su cansancio logró gritar – ¡Un doctor! ¡Sálvenlo! ¡ALGUIEN SÁLVENLO!– Al mismo tiempo que caía de rodillas al piso, pero sin dejar caer al chico.

    Chase no dudo ni un segundo en aventarse a ayudar. La enfermera y otros médicos corrieron a socorrer al soldado.

    – ¡Todo estará bien, Kian! ¡Ayuda para el chico! ¡Ayúdenlo en este preciso instante!– Los doctores levantaron a Bruno y lo llevaron a urgencias tan pronto pudieron.

    Kian al dejar de sostener a Bruno cayó al suelo, tosiendo al mismo tiempo que se agarraba el pecho. Se había sobreforzado al llevar al chico y sin embargo aun así repetía las palabras –Sálvenlo.
     
    Última edición: 24 Noviembre 2019
  13. Threadmarks: [ Parte 2 ] Capítulo 31 - El Castillo, la Torre y la Iglesia
     
    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 31 – El Castillo, la Torre y la Iglesia

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    -8 de Abril de 2893 D.C.-

    Mairis lo intentaba con una pasión y determinación asombrosa, pero no lo lograba. Llevaba un día entero intentando pasar su prueba. La cantidad de animales que murieron por no alcanzar a ser rescatados era incalculable. En su último intento del primer día, ella alcanzó a rescatar a casi todos los animales menos una familia de conejos y una familia de zorros que temblaban de terror entre las llamas, pero ella no pudo hacer nada, fueron consumidos por las llamas desprendiendo un olor que causaba asco. El chillido de los animales fue opacado únicamente por el grito de desesperación de la chica.

    Volvió al territorio seguro. Ahí donde estaba Martin, detrás de unos muros de piedra que se levantaban justo después de iniciado el incendio. La chica se tiró sobre el pasto. Su cuerpo estaba lleno de cenizas, el rostro lo Tenía negro y colorado a la vez. Su cabello se le Había quemado en mas de una parte. Gran parte de su cambio de ropa estaba chamuscada y por su cuerpo Habían quemaduras ligeras. Que mas tarde la chica habría de curar con magia. Por lo pronto permaneció sobre el pasto recostada tratando de olvidar los chillidos de los animales al morir quemados. Una imagen permanente que se le Había quedado grabada a lo largo del día. Ya no podía llorar por ellos, sus lagrimas se Habían evaporado, eso pensaba ella que era lo mas triste. Sintió de pronto la presencia de aquella familia de conejos saltando enfrente de ella, con un poco mas de enfoque logró divisar su alma partir del plano físico escapando al espiritual. Así como también vio a la familia de zorros posarse a un lado de ella, olfatearle para después partir, desapareciendo entre la pared.

    Mairis agarró el pasto entre sus manos y lo arranco con fuerza, imbuyendo un grito en el suelo. Lo estaba haciendo mal, llevaba demasiados intentos en aquel día y en todos habría de fallar por completo. Esta era la primera que salia bien por decirlo así. Mas no le quedaban fuerzas para continuar.

    Martin introdujo a los animales a un compartimiento donde los llevarían a un aula segura. Mairis Tenía miedo de que usasen los mismo animales en repetidas pruebas, aunque tal parecía no era así. Sin embargo era incapaz de concebir la idea de como es que conseguían tantos animales, así como donde los Tenían.

    –Es hora de descansar, Mairis– Le ordenó Martin al terminar con su trabajo.

    La chica se levantó con dificultad. Estaba exhausta. Se quitó su camisa chamuscada, quedando en un sostén deportivo. Se puso de pie ante los arboles quemados. De los huecos en las paredes salieron unas pistolas, eran como las pistolas que tiraban fuego para incendiar el hermoso bosque, pero estas se dedicaban a apagar hasta el ultimo centímetro de llamas. Cuando estas empezaron a tirar agua Mairis se introdujo dentro el bosque. Entre el hueco que Habían dejado un grupo de arboles, recibió el agua como un alivio para su cuerpo. Las heridas le dolían al roce del agua con su piel. La chica los soportaba como toda una guerrera. Al tratarse de heridas menores era capaz de curarse, y así lo hizo. Salió del bosque hasta estar sana y hay que decirlo, también mas limpia.

    Martin le estaba esperando con un plato de comida. Se lo dio y le sonrió –Heraclida me dijo que esta muy impresionada con tu avance de hoy. Al principio lo hiciste fatal, para que te miento…– Le comentó entre unas risas nerviosas.

    –Gracias, Martin– Le dijo sin mirarle a los ojos. Hasta su voz sonaba exhausta. Martin estaba muy preocupado por el estado de la chica. Le recordaba a los días posteriores a GrayLagoon. Aquel gesto serio en su boca, esos ojos tristes y cejas dobladas no era normal en su día a día. El hombre quisiera poder ayudarla, pero no era posible. Sabia que era algo que ella Tenía que afrontar sola, era por su crecimiento como maga.

    –Te veré mañana. Trata de descansar– El hombre agitó el cabello chamuscado de la chica y se dio la vuelta dejando la sala de entrenamiento.

    Mairis le vio partir. Observó como los arboles volvían a florecer. Lo hacia algún mago de planta. Debía ser un trabajo duro el tener que repetir una forestación tan bella cada cierta cantidad de horas. La joven se dirigió hacia el bosque. Llevaba su plato en la mano. Comió aunque no tuviese hambre en lo absoluto. Sabia que su cuerpo lo necesitaba. A pesar de tratarse de una carne con salsa agridulce muy parecida a la que tanto deseó probar en el restaurante, no le supo a nada. Se sentía muerta por dentro.

    No sabia que hora era, pero imaginaba que debía de estar rondando las diez o doce de la noche, recordaba que esos horarios eran los menos transitados en el cuartel de Hericent.

    En la obscuridad de la sala, alumbrada por luces tenues empezó a tener alucinaciones con los animales fallecidos en el bosque. La joven les miraba mientras yacía recostada en un árbol renacido al menos unas nueve veces. Los animales le miraban. Ella pensaba que la juzgaban, pero no, los espíritus de aquellos animales se acercaban a un lado suyo, se recostaban a su lado, así como es su regazo, tanto herbívoros, como carnívoros, todos en perfecta armonía. Mairis lloraba al pedirles perdón por su debilidad cuando los animales nunca se la pidieron, ni la necesitaban. La chica sentía la armonía de la naturaleza en toda su plenitud. Pero eso no le impedía llorar hasta quedar dormida.


    (…)​


    Al día siguiente su terrible dolor continuaba. El fuego era abrazador. El humo le impedía respirar y escuchaba los llantos de los animales sufriendo en las profundidades del bosque. De nuevo fue incapaz de concretar su misión al encontrar a un venado muerto entre las peligrosas manos del elemento mas impredecible de la naturaleza, el fuego.

    Lo intentó una y otra vez.

    La jovencita se sentía tan culpable, queda pequeño decir que su mente estaba siendo dañada de manera catastrófica. Ella escuchaba el llanto de todos aquellos animales en su cabeza. Cuando creyó que durmiendo un poco dejaría de escucharlas lo intentó, pero los resultados no fueron los esperados, siguió escuchándolos y cada vez más fuertes. Tenía pesadillas con ellos, y esto le impedía conciliar el sueño como ella lo deseaba. Como veía que no paraban trató de seguir el examen así, intentándolo cuatro veces más. En el último intento del segundo día ella no pudo rescatar a una familia de venados, pero estuvo apunto de, solo que un árbol cayo encima de ellos aplastándolos. Lo vio todo de primera escena. Sintió su debilidad atomertándola dentro de su pecho. Sintió el fuego riéndose de ella. Llevó sus manos a su pecho y gritó con todas sus fuerzas sin lograr concebir palabra alguna.

    El fuego se acercaba a ella. Sentía su enorme poder acercándose – ¡¿Porque?!– Gritaba mientras se tapaba sus oídos tratando de callar aquellos llantos, cayendo al suelo y golpeando el pasto hermosamente verde. Miraba las hojas de los arboles arder, cayendo ante sus ojos, quemandole la piel si le llegaban a tocar. Sus lágrimas brotaban de sus ojos azules manchando su cara negra. Siluetas de anteriores lagrimeos marcaban su blanco rostro ennegrecido por las cenizas. La presión de la llamas le hacia sentir mal. A donde mirase recordaba animales que no había podido salvar. Quería dejarlo todo atrás. Su cuerpo y mente le pedían piedad.

    Mairis cerraba sus ojos, su cuerpo le rogaba descanso, su cuerpo se entumeció para terminar tambaleándose, concluyendo en la caída de la chica sobre el pasto y las cenizas. Las respiraciones eran pausadas, así como agobiantes, el aire se le acababa. Sus ojos se cerraron contra su voluntad. En medio de la obscuridad de sus parpados sintió el dolor de miles de almas sobre su espalda. Las llamas infernales le causaron despertar de un gritó, abrió bien los ojos admirando lo cerca que estaban las llamas del bosque ardiente. Desprendían un calor intenso descontrolado. Se levantó lentamente y corrió hacia el lado seguro. Podría dejar la prueba ahí, pero no dejaría su vida.

    Martin esperaba impaciente el regreso de Mairis, aunque tratase de ser lo mas rudo posible, en su mirada se reflejaba el temor de no volverla a ver. De repente la pudo percibir dentro de las llamas Un árbol cayó a espaldas de la chica casi aplastándola y por un instante el hombre soltó un chillido silencioso que era muestra de que su corazon se Había detenido. Al encontrarse Mairis en el lado seguro Martin fue a socorrerle, le tocó el brazo derecho tratando de levantarla, pero la chica soltó un grito de dolor.

    – ¡¿Qué pasa?!– Preguntó desesperado al soltarla.

    –Duele– Repitió entre llantos –Duele demasiado…

    Martin temblaba al verla. No comprendía lo que pasaba, había procurado no tocar alguna quemadura.

    La chica volteo a verle, por un instante los ojos azules de ambos se conectaron. Martin apenas podía notarlos entre sus cabellos Rubios sucios chamuscados. Aquellos enternecedores ojos azules pedían piedad entre lagrimas secas –Por favor, déjame sola…– Le rogó con la voz quebrada. La chica sentía que la sola presencia del hombre desprendía una intensidad inmensa de calor que le causaba un dolor profundo, así como una desesperación sin igual.

    El hombre asintió apretando los labios –Sera todo por hoy…

    – ¡No! ¡Yo puedo hacerlo!– Gritó la chica desesperada.

    –No seas terca, te ciegas a ti misma, de intentarlo otra vez morirías.

    – ¡Pero…!

    – ¡Cállate y has caso jovencita!– Le gritó Martin con mala cara. Un gestó que Mairis nunca Había visto que le dirigiera a ninguno de los chicos. El hombre tomó un respiro y le señaló un troncó pegado a la pared –Te deje tu cena ahí. Mañana volveremos a iniciar– Abrió la puerta y salió de la habitación. Las pistolas empezaron a lanzar su lluvia contra las llamas del bosque. La chica tomó su comida y se introdujo entre los arboles para recibir el agua. Ni la briza del agua rompiéndose sobre las hojas restantes de los arboles enfriaban su ardiente piel.
    Las luces se apagaron como siempre, dejando apenas un tenue brillo que no incomodaba al sueño. Ese día hacia buen clima en el exterior y abrieron las ventanas de hierro dejando ver unas cuantas estrellas. La chica las admiró mientras comía. La comida nuevamente no le supo a nada. De hecho entre su paladar llegaba a sentir como si la comida entrase a su boca y se incineraba dentro suyo. Generando un sabor a carne quemada muy leve.

    Se recostó entre los arboles de nuevo. Respiró el olor de los arboles frescos, pero solo lograba oler aquel fétido olor a la piel de los animales al momento de ser consumidos por las llamas. Era un olor poderoso que se Había impregnado en su nariz y por mas que quería no podía olvidar.

    Esa noche no vio a los animales, ya que su cuerpo termino por ceder ante el cansancio y se derrumbó entre las raíces del árbol. Sus ojos se cerraron con calma. Admiró las estrellas antes de terminar poseída ante su sueño. Las rejillas dejaban pasar la poca luz del cielo nocturno. El rostro de Mairis estaba cubierto por franjas de sombras. En sus ojos se notaba el firmamento. Sus ojos se cerraron sin control alguno, cediendo ante la comodidad de la hierba.

    En medio de la noche escuchó ruidos extraños provenientes del bosque. Los ruidos le hicieron despertar. Con los ojos entrecerrados se dio cuenta que la luz del bosque era casi nula y el espesor de la sombra era poderosa. Tras lograr despertar por completó volvió a escuchar los ruidos en el bosque. Eran pisadas. Pisadas humanas. De pronto los susurros comenzaron. La chica se levantó. Su cuerpo estaba entumecido. Las luces artificiales de la habitación se Habían apagado y la luz del cielo se Había vuelto débil, Mairis lanzó un vistazo y apenas encontró estrellas en el cielo. Las pisadas se volvieron mas rápidas. La chica volteaba hacia donde las escuchaba. Entonces se dio cuenta de que no es que fuesen mas rápidas, para nada, sino que eran muchas, pero muchísimas pisadas. Los ojos de Mairis se movían de un lado a otro esperando encontrar la dirección de aquello que se movía. Las pisadas cesaron y el silencio impregnó el bosque. La respiración de la chica se volvió lenta. Pausada para que no la descubriesen. El corazon le latía desenfrenado a causa del miedo. Era lo único que escuchaba.

    Un sonido parecido a cuando se prende una cerilla se escuchó como una sirena de emergencia haciendo brincar a la joven de un susto. Mairis soltó un grito al momento en que todos los arboles se encendieron en llamas. Dejando ver decenas de cuerpos carbonizados con grietas ardientes.

    La chica ahogo su respiración en la garganta. La temperatura era tan alta que en cuestión de un par de segundos la hizo sudar. Y con el caer de la primera gota sobre la hierba todos aquellos cuerpos se lanzaron hacia ella en un aullido chirriante como el de un metal al rojo vivo entrando en contacto con el agua.

    Mairis corrió entre los arboles en llamas. Los arboles comenzaron a ceder ante el fuego ocasionando derrumbes. La chica evadía cada tronco que caía y de vez en cuando volteaba hacia atrás para ver a todo aquel centenar de cuerpo que corrían detrás de ella.

    Uno brincó de entre los arboles sin darse cuenta. La derribo y se puso sobre ella. Le puso la mano encima y esta le quemó la piel dejandole marcas en el cuello. La chica soltó un grito de profundo dolor. El cuerpo le destruyó la camisa volviéndola trapos. Cada que le tocaba era una marca mas, piel negra apestosa a carbón, una cicatriz mas en su piel. Mairis al no resistir mas el dolor logró poner su rodilla en el cuerpo, le levantó y empujo hacia los arboles. Su pantalón empezaba a quemarse. La chica se levantó contra aquel cuerpo y lo confrontó en un combate rápido. Le rompió el cuello. En un descuido de la bestia, pero a cambio sus nudillos sufrieron las consecuencias, encarnizados al rojo vivo generándole un profundo ardor.

    Los cadáveres ardientes se aceraron demasiado. La chica continuó corriendo. Su pantalón estaba encendido de la rodilla y las flamas le quemaban, pero de no seguir corriendo aquellas cosas le atraparían. El bosque se terminó, ahora solo Había un prado extenso y una casa de madera. La chica no lograba entender lo que pasaba, pero la imagen se quedo impregnada sobre su cabeza, un cielo negro y un bosque incendiado. Una choza de pie. Y al fondo, aunque no lo vio con detenimiento, una ciudad consumida por fuego, invadida por los cuerpos ardientes.

    Mairis continuo corriendo hasta la casa, subió los escalones de la entrada y abrió la puerta con rapidez. Echó un vistazo hacia atrás, no eran cientos, sino decenas de miles de cuerpos los que corrían en dirección a ella. Cerró la puerta. En cuestión de segundos los cadáveres calcinados se encontraban en la puerta, gruñendo con sus chillidos metálicos.

    – ¡Niños es hora de irnos!– Gritó alguien de pronto a sus espaldas. Era un niño que aparentaba unos diez años. De cabello blanco y ojos rojos. Conectó mirada con ella. Era como si se conocieran. El chico se encontraba al final del pasillo de la casa, en el área de comedor, en el marco de la puerta trasera.

    – ¿Quién eres?– Le preguntó el niño.

    Ella estaba por responder cuando las puerta empezó a romperse.

    – ¡Mierda! ¡Ahí vienen! ¡Salgan maldita sea!– Aulló el chico al entrar a la casa, perdiéndose entre las habitaciones.

    Un pedazo de la sala se levantó por poco, pero no por completo – ¡Es muy pesada!– Gruñó una voz femenina. Mairis fue ayudar. Cuando levantó la tapadera observó a una niña Rubia de ojos negros cargando con un bebe de cabello Rubio y hermosos ojos verdes. Ambas se vieron a los ojos. Existía una conexión entre ellas.

    La puerta nuevamente empezó a romperse. Mairis tiró la tapadera hacia atrás y corrió hacia la entrada al ver como retumbaba por los golpes de los cadáveres. Puso todo su fuerza en la puerta para que esta no cayera. Los brazos de los cadáveres rompieron la puerta tomando las extremidades de Mairis, quemandole piel y carne. La chica aulló entre gritos de agonía.

    Nuevamente apareció el chico de cabello blanco entre el pasillo – ¡Tenemos que irnos! – ¡Tenemos que ayudarla!– Gritó la niña. Los llantos de tres bebes empezaron a escucharse en la casa. Mairis levantó la mirada y observó al chico de cabello blanco, cargaba a dos bebes de poco mas de un mes de nacidos, uno de piel blanca como la nieve y la otra con un poco mas de color.

    – ¡No!– Gritó Mairis viendo a la niña – ¡Ustedes váyanse! ¡Yo cuidare la entrada!

    – ¡Pero…!

    – ¡Cállate y has caso jovencita!

    En ese momento comprendió como Martin se sentía.

    La niña empezó a llorar y corrió por el pasillo. El chico de la cabellera blanca la dejó pasar primero. Respiraba agitado, estaba asustado y preocupado.

    –Gracias– Le dijo el niño.

    – ¡Se que puedes hacerlo! ¡Vete!

    El niño desapareció por la puerta trasera. Ella se mantuvo ahí, deteniendo a los cadáveres ardientes. Seguían rompiendo la puerta, agarrando el cuerpo de Mairis con fuerza, parecía que trataban de romper el agarre de la chica. Pero Mairis no desistía. Los dedos de aquellos monstruos le arrancaron parte del rostro y le quitaron mechones de cabello. Uno de ellos le atasco los dedos en su pecho. Ella sintió como le perforaban el pecho. De pronto una espada le atravesó el obligo. Escupió sangre a borbotones. Y aun así, mantuvo la puerta de pie hasta que Había conseguido el tiempo que ella consideraba suficiente para que los niños pudiesen escapar.

    Mairis se tiró hacia enfrente sosteniéndose la herida. La puerta cayó y los cadáveres incendiaron la sala y el pasillo. Salio al patio trasero. Siete tronos funerales ardían en fuego, siete cuerpos, siete varones, siete tronos con decoraciones distintas. No podía ver quienes eran. Pero al ver esos seis cuerpo una lagrima salio de su ojo que todavía seguía intacto.

    Mairis se giro, tomó la puerta trasera y la cerro en la cara de los cadáveres ardientes. Escuchó los lamentos de los monstruos golpeando la puerta. Puso su espalda sobre la puerta, cerro el ojo y se deslizó hasta el piso. Una vez sentada en la entrada abrió el ojo. Los tronos funerarios Habían desaparecido. Mostrando ahora tres paramos distintos. Un castillo al Oeste. Una iglesia al Este. Una torre al Norte. Se puso de pie como pudo. Los cadáveres seguían intentado destruir la puerta. Aquellas tres estructuras desaparecieron haciéndose cenizas. Después toda la planicie se volvió cenizas. La obscuridad de la noche cayó sobre la chica. Inundando todo el escenario. Únicamente quedaba la puerta y ella flotando en la nada. Caminó hacia la puerta. Tomó el picaporte. La abrió y solo encontró luz.

    Despertó del sueño. Era de día. La puerta de la entrada a la sala de entrenamiento se abrió. Mairis corrió con prisa para ver quien era. Martin se sorprendió al verla. La joven se miraba con un horrible aspecto, como si estuviese infinitamente cansada, pero aun así vio en ella una energía en particular. Era como adrenalina.

    – ¿Lista para comenzar?

    La chica no sabia que responder a ello. Seguían impactada por el sueño que Había tenido. Había sido muy extraño y muy lucido a la vez. Se vio el abdomen, estaba sana. Se sintió la cara y estaba entera. Se observó los brazos, estaban en perfecto estado. Aunque se sentía cansada, como si apenas hubiese descansado.

    –Estoy lista… Eso creo…

    Martin un tanto dudoso levantó la mano y chasqueo el dedo. Las pistolas dispararon las llamas. Frente a él se encontraba Mairis, con una mirada decidida.

    –Entonces ve.

    La chica asintió y corrió hacia el bosque.

    Desde las alturas en la ventana que daba hacia el bosque se encontraba Heraclida observando. Justo después entraron dos hombres acercándose hacia ella para ver la prueba también.


    (…)​


    Mairis se encontraba en medio del bosque. Corría de un lado a otro como una gacela. Guiaba a los animales a encontrar la salida del lugar. Cargaba con animales pequeños en los brazos. Era su rutina en cada prueba. Sentía en profundo contacto el temblar de los animales. Sus llantos los escuchaba a centímetros de distancia. Esta vez estaba siendo mas rápida. Conocía el bosque de punta a punta. Era uno con el escenario. Esta vez parecía que lo lograría.

    A lo largo de los minutos Mairis cayo al suelo.

    Su cabeza le dolía. Sus oidos sentía que le retumbaban a tal punto que creía que le tronarían los tímpanos. Todos aquellos chillidos que Había escuchado a lo largo de todo el inicio de su adopción parecieron juntarse de pronto derrotándola por completo. La chica gritó en medio del bosque pidiendo ayuda, pero las flamas ahogaban su grito. Tenía sus manos en los oidos. El pecho sentía que se le salia. Era un dolor psicológico muy poderoso. Mairis se levantó ante todo. Sabia que faltaban mas animales, lo sabia bien, Había un par de llantos que no podía evitar escuchar a pesar de estar del otro lado del bosque. Corrió entre las raíces levantadas de los arboles. Tropezó mas de una vez, pero siempre se levantaba.

    En medio del recorrido, empezó a ver imágenes de los animales muertos que no Había sido capaz de rescatar. La chica se detenía asustada al ver los cuerpos. Ante sus ojos volvían las escenas de muertes. El fuego consumiéndolo todo. Los llantos, a pesar de ser dos, se volvían mil y ella gritaba pidiendo piedad.

    Corrió con lo ojos cerrados, y los oidos tapados, conocía el bosque, podría llegar al origen de los pedidos de ayuda. Sin embargo, dentro de su cabeza logró sentir una conexión con el bosque. Se quedó quieta al empezar a sentir la vida de las plantas. Abrió los ojos y se destapo los oidos. No podía creer lo que estaba pasando. Ella era el núcleo de todo. La fuente por la cual el bosque se desmoronaba. Su cabeza lentamente se agachó. Abrió la boca sin poder gritar, pero en su corazon Tenía una herida profunda. Conoció el sufrimiento en persona. Ella era el bosque entero, desde el césped, hasta el árbol mas grande, pasando por el animal mas pequeño hasta el alce mas enorme. Su cuerpo no podía soportar todo esa energía negativa. Se agarró el pecho. No podía respirar.

    Sintió como el árbol a un lado suyo moría, pero no podía hacer nada. Ni siquiera Tenía fuerzas para poder esquivarlo. El tronco la golpeo, partiendole la cabeza y aplastandole la pierna derecha. Mairis rasgó la tierra por su pena. Apretó los dientes. Al sentir el bosque y la vida dentro de el logró encontrar a los dos renos que faltaban, uno hembra y uno macho. Estaban a metros de ella. Los podía ver desde ahí. Ellos la miraban, estaban asustados, ella lo entendía, estaban rodeados de fuego y troncos dolientes. El bosque entero estaba en ruinas. Giró la cadera y miró hacia el cielo. La pierna de Mairis le dolía, pero ahora empezaba a arder. Las llamas estaban consumiendo el tronco que le aplastaba. Las hojas de los arboles descendían como plumas envueltas en fuego. El aire era asfixiante, no quedaba oxigeno en aquella tumba ardiente.

    Lagrimas se deslizaban por la mejilla de la chica –Perdón… Hermano… Bastian, Mike… Perdón Martin, Claarn…– Poco después el dolor empezó a desaparecer. Todo se lleno de paz. Acomodó su cabeza en dirección a los arboles. Las hojas de los arboles encendían el pasto alrededor de ella. Entre las llamas pudo ver de nuevo a aquellos niños que vio en su sueño. Caminaban felices desapareciendo entre las flamas –Perdón…– Dijo una ultima vez –No puedo lograrlo…– Susurró descontroladamente, con el corazón roto, con voz agrietada, con la tristeza misma acompañándola. Cayó al piso mirando a hacia arriba, viendo como las hojas de los árboles se quemaban y caían a un lado de ella encendiendo las plantas y a su alrededor. Escuchaba los lamentos de las plantas, de los animales que no pudo salvar, de toda la gente que pereció intentando aquel examen, sin duda alguna, eso ya era demasiado, cerro sus ojos decidida a no volverse a levantar.

    Entonces lo escucho – ¡Mairis!– Era la voz de un joven.

    Mairis cerraba los ojos con fuerza, se mecía de un lugar a otro creyendo que la voz que escuchaba derivaba de la misma locura que estaba obteniendo. Eso no impidió que se sorprendiera al escucharla de nuevo repitiendo su nombre – ¡Mairis!

    –Esa voz…– Mairis se giró lentamente después de escuchar la retumbante voz varias veces. La voz era cada vez mas fuerte. Vio que aquella voz venia de los venados, los cuales la miraban fijamente.

    Uno de los venados dio un paso hacia enfrente, era hembra por sus delicadas facciones y piel de un color mas claro, al fin estudiar tanto sobre animales le había ayudado – ¡Puedes lograrlo, cariño!– Sonó una voz dulce y coqueta desde la imagen de esa venada. Era la voz de una chica.

    Mairis no sabia como interpretar lo que estaba viviendo en ese preciso momento, quizás eran alucinaciones por el cansancio o en verdad estaba escuchando voces provenientes de los venados. Las lágrimas empezaron a botar de sus ojos como si fueran grifos. Sus labios empezaron a temblar – ¿Eva?– Tras decir esto, empezó a ver la imagen de Eva a los costados de la venada. Una mujer de belleza únicamente comparable a la de Mairis. Una sonrisa larga con labios rojos naturales. Un cabello largo de color dorado imposible de controlar, suelto como siempre le gustaba cargarlo. Alta, de largas piernas y facciones delgadas. Ojos del mismo color que la miel. Siempre tan vivos. Ella era la alegría misma. La mujer que siempre soñó ser.
    Sus ojos continuaron llorando al momento de escuchar la otra voz –Vamos, pequeña. Siempre has sido tan testaruda… Como Eva…– Seguido de unas risas –Aunque si deseas dejarlo así, solo quiero que sepas que esta bien…– A un lado del venado macho se encontraba Edward, su hermano mayor. Alto, a un par de centímetros de alcanzar a Claarn. De cuerpo atlético, cabellera castaño obscuro abundante que le llegaba a los hombros. Peinado con su ridículo estilo de libro abierto, como siempre le decía Eva. Piel blanca como la misma luna. Con unos ojos azules que iluminaban su rostro a pesar de ser pequeños. La sombra de una gruesa barba le manchaba la piel de la quijada. Tenía labios delgados, pero expresivos, así como sus cejas. El hombre le tendió la mano a la que hubiese sido su esposa. Le sonrió, con aquella sonrisa que siempre le hacia temblar las piernas a pesar de tanto años. La chica puso su cabeza sobre su pecho. Él le beso la cabellera rubia. Ambos le observaron con una feliz sonrisa en su cara– Sabes que para nosotros siempre seras perfecta, seas o no una maga.

    La chica apretó los dientes al ver como el fuego se acercaba a los dos venados. Los animales se asustaron, pero Eva les acaricio. Entonces los animales parecieron conocer la paz.
    –El fuego no es malo, Mairis. Es la esencia de la vida. Tan solo piénsalo, sin el fuego el sol no existiría y la vida seria imposible…– Le dijo mientras acariciaba al animal con la mano izquierda. En su mano se posaba una sortija de matrimonio que siempre presumía a sus amigas.

    Mairis al ver las llamas se giró empezando a golpear el tronco que le aplastaba la pierna derecha. Lo golpeaba con todas sus fuerzas, dejando gruesas abolladuras tras cada patada.

    –Sin el fuego no podría cocinarse la comida que comemos y en ciertos casos nos haría daño… Como la comida de Eva…– Comentó Edward. La joven le metió un ligero golpe en el estomago y el hombre reía animado.

    –Suficientes chistes…– Gruñó la joven en silencio.

    –Esta bien, querida…– Dijo entre risas. Tomó un respiro y continuo –Aunque es verdad que sin el fuego la luz no podría ser y viviríamos consumidos en una eterna obscuridad– Eva asintió con una sonrisa forzada, como aprobando lo que decía su prometido. Las patadas al tronco en llamas dio efecto rompiendo la madera. Movió su pierna. Dolía. Estaba chamuscada con heridas muy serias.

    –El fuego es eso Mairis, vida, existencia, sobrevivencia, luz y sobre todo calidez– Continuo su hermano. Mairis se levantó con un grito. El pasto que la rodeaba estaba encendido. El fuego que rodeaba a los venados se incrementaba. El miedo en Mairis resurgió de nuevo.

    –Tu eres cálida amor, tu naciste para ser el fuego mismo, ahora no tengas miedo…– Mairis dio unos pasos hacia atrás, topando el tronco. Caminaba coja. La herida era insoportable. Tomo el máximo aire que pudo, tosiendo el proceso. Bajó la mirada y apretó los puños.

    –Esa es la Mairis que yo recordaba…– Dijo Edward con una sonrisa orgullosa.

    –Mi niña hermosa…– Dijo esta vez Eva con los labios apretados formando una sonrisa.

    Marido y mujer se vieron a los ojos. Se dieron un beso y justo después exclamaron al ver a la joven – ¡Mairis, puedes hacerlo!

    La chica tomó toda la valentía que Tenía. Se aguantó el dolor entre gruñidos. Corrió entre el bosque ardiente. Llego hasta el poderoso fuego que rodeaba los venados y se introdujo en él. Finalmente tocó tierra llegando al otro lado, abrazo a los dos venados y en un instante el fuego de todo el lugar empezó a remolinarse, entrando en la espalda de Mairis.

    El evento fue impresionante. Martin observaba boquiabierto desde el lugar seguro. Era hermoso. Como Mairis misma.

    La chica no se dio cuenta de lo sucedido. Se encontraba abrazando a los dos venados con fuerza. Mientras desbordaba lagrimas sin parar – ¡Gracias por siempre estar ahí para mí…! ¡les amo a los dos por igual…! ¡perdonen por no poder haberme despedido!– Las lagrimas empezaron a brotar de los ojos de Mairis, estaba feliz de haberse rencontrado con ellos – ¡No tienen idea como los extraño!– Gritó desconsolada. Sintió el abrazó de su hermano y Eva. Era la única razón por la cual Había querido seguir adelante. Y valió hasta el ultimo segundo.

    La pareja empezó a desaparecer. Mairis vio como se desvanecían.

    –Convierte en la mejor maga de fuego de toda la historia– Dijo Eva y justo después le beso en la frente. Desapareciendo en motas de luz.

    Su hermano se acercó a ella le tocó el rostro y le sonrió –Esto va de parte de ambos, Mairis– El hombre le dio un beso en la mejilla –Recuerda que te amo– Mairis no podía dejar de llorar al verle desaparecer volviéndose luz. En la vida se Había sentido tan feliz como ese instante.

    Los venados la rodearon con su cuello en símbolo de agradecimiento. Los venados caminaron, pero se detuvieron al ver el paso lento de la chica por su herida. El macho caminó en dirección a Mairis y le señalo con sus cuernos su lomo. Mairis comprendió que trataba de decir y pensó que quizás en aquellos animales quizás quedaba un poco de Eva y Edward.

    Los animales le llevaron hasta la salida. Llegó cabalgando al reno como si fuese un caballero de años de antaño. En su rostro se mostraba lo orgullosa que estaba de si misma. Aunque nada tan comparado como el orgullo que sentía Martin en ese preciso momento. Levantó a Mairis del reno y le dio vueltas en el aire como si fuese el pequeño Mike.

    – ¡Quien es mi hermosa maga de fuego! ¡Tu lo eres!

    – ¡Martin, por la diosa, no soy una bebe!

    El hombre la envolvió en un fuerte abrazo y la bajó al suelo –Perdón…

    –Descuida, tengo quemaduras leves en el cuerpo… La pierna es la que esta mal…

    El hombre revisó la herida con cuidado –Tendremos que ir con el doctor. La quemadura es bastante intensa…

    – ¿La chica se encuentra bien?– Preguntó una voz gruesa desconocida para Mairis que hablaba desde una bocina de radio.

    Martin presiono el botón del radio que Tenía en la cadera –Quemaduras simples y una quemadura bastante grave.

    Mairis volteo hacia la ventana donde se encontraba Heraclida. A un lado de ella se encontraban dos hombres – ¿Quiénes son?

    Llévela al doctor del edificio. Después la quiero ver en la oficina de Lucinante– Ordeno uno de los hombres. Se dio la vuelta y desapareció.

    –El hombre que habló es el General de Kadamia– Dijo Martin al sacar unas vendas y tapar la herida de la quemadura –Esta impresionado por tu desempeño. Quiere hablar contigo. Lo hiciste muy bien– Le dijo Martin levantando la mirada y mostrando una gran sonrisa.

    Felicidades, Mairis. Ese hombre no se sorprende de casi nada– Comentó Heraclida desde el radio con una sonrisa desde la cabina de vidrio que se encontraba sobre el bosque. Seguido se dio la vuelta y desapareció de la vista de la chica.

    Martin apretó la venda, dolió un poco. Aunque la emoción que sentí en ese momento le impidió quejarse de cualquier manera.


    (…)​


    Tras haber pasado con el doctor y haber recibido medicinas, un tratamiento mágico y un vendado, se concluyó con que la pierna de la chica no Había sufrido daños graves, podría caminar bien en cuanto la herida se arreglase. Sin embargo le quedaría una gruesa cicatriz. Esto desanimo un poco a Mairis, ¿pero cuantos guerreros exitosos llegaban a su lecho de muerte sin herida alguna?

    Al final de la consulta subieron al último piso, tras haber subido unas escaleras de cemento tapizadas con losetas finas, llegaron a la sala de la jefa de lugar. Una sala grande de color rojo y líneas blancas por dentro, muy bien decorada con varios cuadros y estatuas pequeñas. Para entrar tenías que pasar por una puerta de vidrio con rejas de metal, muy elegante. Mairis miraba temerosa desde el vidrio, pero se digno a pasar, ahí se presentaron formalmente.

    La mujer dejó de recargarse en su escritorio, camino en dirección a Mairis y la envolvió en un abrazo amistoso –Enserio que eres sorprendente, nunca me había tocado ver a alguien capaz de llevar a cabo la adopción con semejantes resultados y a tu joven edad.

    –Gracias. Fue bastante difícil…– Menciono la chica un tanto sonrojada por el alago. –Tanto esfuerzo siempre trae frutos– Le susurró con alegría.

    –Señorita, Hellwell. He de decir que es digna de llevar el mismo apellido que su hermano, Edward– El General le tendió la mano. Y ella la estrecho. Su mano era dura y gigante en comparación a la de ella.

    –Mairis, permiteme presentarte al Gral. Kovaldik Yomur. El protector del reino entre las montañas– El hombre de cincuenta años de edad era alto, muy alto, sobrepasando los dos metros. Era robusto, pero de esa manera en que parece estar gordo, pero en realidad es masa de gruesos músculos. De piel marrón obscuro. Ojos pequeños y negros, con cejas desvanecidas. Una gruesa nariz con grandes agujeros nasales. Labios delgados y una barba de candado manchada en canas, así como un cabello pegado al cráneo con rayos plateados.

    –Es un gusto conocerlo, Gral. Yomur. Aunque para ser sincera– La chica agarró su sudadera y paso su mano por su cabello –Siento un poco de vergüenza al verlos a todos tan elegantes y yo estar en estas fachas…

    El General empezó a reír –Usted no se preocupe por eso, jovencita. Es normal después de haber trabajado tan duro como lo has hecho.

    Desde la inmensa espalda del Gral. Yomur salio otro hombre. Un hombre de cuerpo delgado de treinta años de edad. Tenía la piel pálida y un cabello tan largo como el de Heraclida, así como de un color bastante parecido también. Sobre sus ojos se notaban unas ojeras obscurecidas, faltaba poco para ser tan negras como sus ojos. Tenía la barba perfectamente rasurada. Labios rosados en una sonrisa bastante apagada. Era apuesto, aunque desprendía una presciencia bastante deprimente.

    –Y yo soy Morgan Sabbath el Teniente General del reino, un gusto conocerla.

    –El placer es mio, Teniente– Le iba a estrechar la mano al hombre, pero su mano se encontraba vendada por alguna razón. Quizás alguna herida de batalla – ¿No tiene problema?

    –Tranquila, no duele.– Le sonrió y agitó la mano. La chica la estrecho con delicadeza, pero a pesar de eso, sintió el forcejeo de la mano del hombre. Tras su fachada calmada y deprimente, se encontraba una seguridad impresionante.

    Martin saludo al los dos hombres después de Mairis. Era como su guardaespaldas personal. Estaba bien. Mairis se sentía mas segura así.

    –Debe de estar preguntándose el por que la hemos querido traer hasta esta oficina– Comentó Kovaldik al ver a la chica a los ojos. Esa era justo la duda que tenía la chica. Quizás querían premiarla por lograr pasar la prueba con rapidez.

    El General dio un paso enfrente y habló con serenidad –Conocí a tu hermano, un gran hombre. Lamento su perdida.

    Mairis sonrió un poco, se recogió el pelo de la cara y después dijo –Gracias– Le llenaba el corazon el escuchar halagos sobre su hermano.

    El General sonrió y continuo –Veo que va por un buen camino joven Hellwell. Un camino igual que su hermano. Quería ofrecerle algo...

    Mairis se sorprendió ante lo dicho – ¿Ofrecerme algo?– Se puso nerviosa y se cerró de brazos tocándose el tricep con delicadeza.

    El general parecía muy seguro de lo que quería, así que contesto sin ningún rodeo –Deseo que sea mi alumna.

    – ¿Qué dice?– Preguntaron Mairis y Martin al unisono.

    –Lo que escucharon. Por tu edad seria imposible que pudiese participar en misiones del reino, pero yo me haría cargo de tu formación militar. Seras mi sombra, a donde vaya, tu iras. Te entrenaremos en todas las artes que sean necesarias. Y te puliremos hasta que puedas formar parte del ejercito cuando tu edad sea la adecuada. Llegado el momento trabajarías conmigo como cadete de mi escuadrón personal.

    – ¿Formar parte del ejercito?– Dijo la chica con nervios entre tartamudeos –Pero apenas tengo doce años...

    –De eso no te tienes que preocupar, puedes entrar al ejercito con cualquier edad, si alguien de alto grado lo permite, es así como Arlong Price, el hermano mayor de su tutor entró al ejercito. Existen reglas que pueden aplicarse para personas especiales ¿Qué dices, aceptarías?– El hombre levanto sus manos como señalando a un abrazo, para que Mairis se sintiera en familia con ellos, pero no era así, Mairis retrocedió hasta donde se encontraba Martin sin quitarle la mirada al General.

    – ¿Debo aceptar en este preciso momento?– Mairis le miro fijamente con miedo.

    –Sería recomendable ya que me tengo que marchar pronto, solo pase a despedirme de Heraclida. Fue entonces cuando quede fascinado por tu coraje en el examen de adopción– Mantenía aquella ligera sonrisa sobre su rostro. Parecía confiado, al igual que emocionado.
    Mairis giro la cabeza hacia Martin. El rostro de Mairis Tenía ese gesto que rara vez Tenía. Era duda, miedo, incertidumbre ante la presión de una respuesta y la duda de no saber si correspondía a su destino. La chica conecto sus ojos azules con los los de su tutor. Quería ayuda. Y era de entenderse, como todas las decisiones importantes de una vida, existe el temor al fracaso, pero por mas que se desee la respuesta a boca de otro, esa no seria tu respuesta. No seria tu historia, sino la que alguien eligió para ti.

    Martin levantó la cabeza y observó al General de Kadamia. El hombre apretó los ojos agudizando su mirada. Movía la quijada como creando presión. Esa confianza en la respuesta de la chica estaba desapareciendo gradualmente.

    –Gral. Yomur, si gusta darnos un segundo para hablarlo le estaría mas que agradecido. Prometo no quitarle mucho de su tiempo– Dijo el tutor con tono firme. El General del reino admiraba la valentía, responsabilidad, la firmeza, entre otros aspectos. Se dedicó a asentir.

    Mairis se giró observando a los tres altos soldados. Ninguno le dedico ni una palabra. La chica no lo sabia, pero lo hacían para no influir en su decisión. Parecían buenas personas. Quizás un tanto rectos, un aura bastante parecido al de Claarn, pero así como el viejo maestro, ellos también eran buenas personas a simple vista.


    (…)​


    La chica y el Coronel salieron por la puerta de vidrio. Martin la llevó hasta un balcón donde se podía apreciar la ciudad con la luz del sol por arriba de sus cabezas. La ciudad se hundía sobre un poderoso brillo mostrando su mejor cara ante la jovencita. Las piedras rojas de las montañas brillaban como los grandes cañones de los que se hablan que existen del otro lado del estrecho maldito.

    Martin se subió al barandal del balcón sintiéndose como cuando era adolescente y estudiaba en una rica escuela de Milloria – ¿Qué pasa, Mairis? Te veo titubeante ante la propuesta del General…– El viento empezó a soplar con calma proveniente del complejo sistema de refrigeración del reino que ni Mairis ni Martin terminaban de comprender del todo.
    – ¿No debería de estar preocupada?– Le preguntó la chica mientras se dedicaba a ver la ciudad que le Había cautivado.

    –Supongo que si…– Su tutor la admiraba. Una jovencita de cuerpo atlético, radiante como el sol, de intensos ojos azules y pestañas largas, así como tupidas. Su cara era tan fina que parecía haber sido hecha por un artista. Sus labios rojos se curvaban en una sonrisa ligera, que aun a pesar de estar llena de preocupación le contagiaba felicidad. Ella era tan hermosa incluso a pesar de haber estado días enteros en una profunda batalla psicológica.

    La ciudad se mostraba ante ambos. En ese momento Martin sintió incluso como la chica le contagiaba parte de su fascinación por la ciudad entre las montañas.

    –Es difícil, Martin…– Dijo la chica al levantar el rostro. Su corto cabello volaba entre el viento como si perteneciese a él –Vi a mi hermano durante la prueba…

    Martin sonrió. Aunque dentro de sí existía el temor de que Mairis no estuviese lista para algo tan cercano como un rencuentro con su hermano – ¿Qué te dijo?

    –Me dijeron que me volviera la mejor mago de todos los tiempos…

    El hombre hizo una mueca y apretó el entre cejo – ¿Y eso es lo que deseas?

    –Deseo ser como mi hermano. Tan grande como él e incluso mas– La chica volteo hacia Martin. En su rostro se encontraba la fortaleza que siempre mostraba. Sin embargo sus manos mostraban lo contrario al apretar el barandal con fuerza. Entonces la chica concluyó –Sin embargo tengo miedo de no ser la adecuada… Muchos esperan grandes cosas de mi, ¿pero si yo no puedo corresponder a lo que me piden? ¿Qué pasa cuando no soy la Mairis Hellwell que todos desean? Bastian, Bruno y yo hemos hablado sobre nuestra imagen como héroes del pueblo… ¿Qué pasara cuando no podamos salvar al pueblo? ¿Cómo veremos a las personas que buscan nuestra mano?– El rostro de la chica se lleno de angustia. Apretaba los labios y respiraba agitada. Quería no aparentar estar horrorizada por la toma de una decisión, pero es que era imposible. No se miraba bien. De hecho parecía que se lanzaba demasiado a su espalda sin que nadie se lo hubiese pedido.

    Martin se acercó a ella y le puso su mano sobre su hombro. La chica voleo con los ojos bien abiertos. Tragó saliva para aclarar la garganta seca por sus rápidas respiraciones. El hombre le acomodo el cabello. Le sonrió con ternura y hablo.

    –Cuando llegue ese momento habrán de mantenerse fuertes, porque el pueblo entra en medio cuando su líder tiene miedo. Mira siempre a enfrente, sigue adelante, mantente fuerte, como ustedes saben hacerlo. Es cierto, muchos esperan grandes cosas de ustedes, pero no por eso de ser así… Pero de ser lo que deseas, creo que tienen ese destino, que no cualquiera tienen, porque el mundo sabe que ustedes pueden cumplirlo.

    La chica le mantuvo la mirada – ¿Cuál es la respuesta?

    Martin respondió con tranquilidad –Solo la sabes tu– Y le pico la frente con su dedo. Mairis se giro hacia la ciudad. Levantó una sonrisa y de nuevo ese brillo volvió a su ojos –Me gusta esta ciudad.

    El hombre soltó un suspiro –Con eso lo dices todo…– Se acarició el cabello –Te extrañaremos, supongo que nos tendremos que acostumbrar.

    Eso ultimo genero una mueca en Mairis. La ciudad brillaba con un tono especial y el aire Tenía sabor a aventura. Y sobre el viento sintió una palmadita en la espalda que la chica creyó que era su hermano diciéndole que todo habría de estar bien.


    (…)​


    Al volver el Gral. Yomur caminaba de un lado a otro ahí donde se encontraban el escritorio de Heraclida. Morgan, se encontraba de brazos cruzados y espalda recostada a la pared. La mujer se encontraba sentada sobre la tabla del escritorio. A pesar de quien debía de estar nervioso por la respuesta, los tres en conjunto estaban impacientes.

    La chica volvió a poco mas de los diez minutos. Entraron por la puerta de nuevo y los tres altos soldados se acercaron a la chica con calma. Ella caminaba cojeando por la quemadura de su pierna. Tras cada pisada hacia una mueca en respuesta al dolor que le aquejaba. Se planto en medio de la oficina frente al General de Kadamia. Le miro a los ojos con una llama latente. Yomur creyó haber encontrado en ella a otra persona.

    –Acepto– Respondió la joven de pronto con el rostro serio, para que entendieran la fortaleza en sus palabras. El General sintió cierto alivio, pero no permitiría demostrar que aquella respuesta le aquejaba. Su confianza volvió, pero se fue al momento de volver a escuchar la voz de la chica –Pero tengo condiciones.

    Martin abrió los ojos, completamente impresionado. No creía que Mairis estuviese en términos de negociación, el hombre nunca los Había planteado. Morgan y Heraclida se voltearon a ver con el rostro extrañado. Ambos sabían que Yomur se negaría, no era el hombre mas flexible que conocieran.

    –Las que quieras, todo por una Hellwell– Dijo sin ninguna objeción. El Teniente General volteo a verle, sorprendido por aquella respuesta ¿Quién era ese hombre que estaba frente a sí? Un hombre dispuesto a negociar con una niña los términos para ser su propia alumna, cosa que de por si debía de ser tan exclusivo que nadie incluso se atrevería a decirle que lo pensaría.

    –Deseo seguir viviendo en la casa en la que vivo, vendré a entrenar un mes si y un mes no– La chica volteo a mirar a Martin con una sonrisa juguetona, como si el negociar le diviertese, pero no, lo que le ocasionaba esa alegría divertida era el rostro perdido de Martin al ser incapaz de comprender la valentía de la chica al proponer esos términos –Ellos son mi familia ahora y no me separare de ellos, no deseo perderlos por un trabajo o un entrenamiento que podría beneficiarme– Mairis se puso a un lado de Martin, tomo su brazo con cariño y fuerza. Martin la miraba con antelación, le mando una pequeña sonrisa y dio un respiro silencioso mientras esperaba la importante respuesta.

    –Oh que dulce…–Dijo el Teniente General con una sonrisa burlona. Morgan estaba molesto por la insolencia de la chica. Creía que le hacia falta un poco de disciplina en cuando a dirigirse a gente mucho mas importante que ella. Aunque para los niños y adolescentes a veces llega a ser difícil diferenciar esto. El hombre estaba por proseguir con su queja cuando fue interrumpido por la respuesta de su superior.

    –Me parece justo mi querida alumna– La respuesta dejó pálido a Martin. Mairis levanto sus mejillas y sus ojos brillaron de emoción. Morgan quedo mudo y con el rostro congelado en una perpetua mueca de incertidumbre. La imagen congelada del Teniente General genero una risa silenciosa en Heraclida. Gesto que avergonzó un poco al soldado.

    –Ahora si me disculpan, me tengo que ir. Cnel. Price, Mairis Hellwell, estoy seguro que nos veremos dentro de un mes entonces. Mandare por ti a un escuadrón para que puedas llegar segura. Te quiero lista, nos queda un gran futuro frente a nosotros– El General se acerco al tutor e hija y les tendió las manos para despedirse, a lo que ellos respondieron –Muchas gracias por hablarme de ella, Heraclida. Morgan, es hora de irnos, despídete– Y se dio la vuelta seguido de eso, abriendo la puerta con velocidad y huyendo con el tiempo contado para llegar a tiempo a su destino.

    Morgan tomo un respiro. La impresión seguía golpeándole. Se giro y beso a Heraclida, seguido le dijo que la vería en la casa. Se acomodo su saco mientras se acercaba a los dos personajes que Habían cautivado a su serio General. Le estrecho la mano a Martin con una sonrisa cortes, después estrecho la mano de Mairis al momento que la apreciaba. Tenía una mirada de intriga, una sonrisa retadora. La chica creyó que aquel hombre era un tanto raro, pero también sintió que era alguien muy poderoso. Alguien a quien tendría que estudiar bien. Duró un par de segundos agitando la mano hasta que la soltó. Inclinó la cabeza y salio por la puerta disparado siguiendo a su superior.

    Martin emocionado levanto a Mairis y gritaba una y otra vez que estaba orgulloso de ella. Le envolvió entre sus brazos con un fuerte abrazo al tiempo en que le acariciaba el cabello. Su sonrisa nunca Había mostrado tanta felicidad, así como Mairis, que estaba eufórica riendo y llorando al percatarse que estaba avanzando, que podría ser como su hermano.

    Heraclida se acerco a su joven alumna y amablemente le ofreció una comida –Debes tener hambre, querida. Las adopciones normalmente no son sencillas, la mayoría de las veces las personas se dedican a comer poco con tal de seguir intentando terminar. Me honrarían si aceptasen mi invitación.

    –Estoy muerta de hambre…– Contestó la chica con pena. Se tocaba la barriga en forma circular y hacia un gesto triste.

    –Muy bien. Haré unas llamadas y después ya podremos ir a comer, esperen aquí en lo que vuelvo– La mujer se dio vuelta dirigiéndose a su escritorio. Levantó un teléfono de aspecto viejo, pesado y de marcador con aro. Pronto estaba hablando con alguien sobre una reunión que no parecía muy importante.

    El resto de la tarde los dos soldados y Mairis se dedicaron a pasar un largo tiempo de convivencia. Después de todo, Heraclida seria su nueva maestra, así que debían de llevarse bien. Exploraron la ciudad siguiendo la fascinación de la jovencita. Era liberador el poder estar afuera después de dos noches y tres días de duro esfuerzo.

    Llegada la noche Heraclida les llevo hasta un lugar donde podrían tomar una carroza que les llevaría de vuelta a LaneCloud. A pesar de haber disfrutando la tarde Mairis deseaba el poder disfrutar mas de aquella ciudad tan atrapante. En ese momento pensó que la espera seria una eternidad, y que quizás lo único en lo que pensaría era en su siguiente mes de entrenamiento. Moría por contarle todo a todos, a Claarn, a Mike, a Bastian y sobre todo a su hermano.


    (…)​


    El General y su Teniente viajaban escoltados por soldados de la élite del reino, sobrevolaban con helicóptero bosques espesos rumbo a Howe, una pequeña ciudad que fungía como cuartel central de los territorios fuera de los reinos mas grandes, algo así como un Hericent sureño. La tarde golpeaba el grueso metal del helicóptero. Dentro del vehículo se encontraba una sección privada para los dos soldados, su escuadrón guardaespaldas se encontraba en la sección junto a la puerta. Ambos hombres Habían estado revisando papelería durante el viaje. Recientemente se había encontrado una mina de plata entre unas de las montañas de Kadamia y esto había traído muy buenos negocios. La economía iba bien.

    El silencio entre los dos hombre era como el de dos camaradas de años que no necesitan estar hablando como para pasársela bien.

    Sabbath acababa de terminar con unos registros y unas cuentas cuando le dirigió la mirada a su General. Llevaba puesto unos lentes que no gustaba de usar fuera de cuando estaba revisando archivos, pues el hombre creía que se miraba muy viejo con ellos.

    El Teniente General se atrevió a lanzar la pregunta después de horas de haber dejado el cuartel – ¿Qué viste en ella?

    El General levanto los ojos en dirección a su mas fiel soldado. Solo lo miro por un instante, luego volvió sus ojos de nuevo a sus papeles –Un apellido– Contestó el hombre con su voz gruesa, al igual que profunda.

    –Era de esperarse. Quien no quisiera tener a su lado a una Hellwell… Sin embargo su apellido no nos garantiza un éxito.

    – ¿Si estabas con Heraclida y conmigo cuando absorbió todo ese fuego?– Pregunto el hombre dejando los papeles en su regazo poniendo una mano sobre la otra.

    –No es mas que un poco de poder mas que cualquier otro soldado.

    El General Yomur comenzó a reír, después prosiguió –Tiene talento, es poderosa, hermosa, es…

    –Es una niña– Le dijo Sabbath con la quijada apretada.

    Yomur comenzó a jugar con sus dedos mientras mantenía una mirada fija en los ojos de su soldado –Es la hermana de Edward Hellwell.

    –Edward Hellwell esta muerto– Respondió Sabbath rápidamente.

    –Y falleció como un General Mundial, puesto que ni tu, ni yo creo que vayamos a conseguir algún día.

    El General no cedía en lo mas mínimo. Era duro como una montaña –Apenas es adolescente y te pusiste a negociar con ella, ¿Cómo caíste tan bajo?

    – ¿Lo que encuentro dentro de ti son celos?– Comentó Yomur con una risa burlona y cerrándose de brazos.

    –Lo que digo es que es una apuesta arriesgada. La historia de los Hellwell estuvo muerta por mas de cien años hasta que apareció Edward Hellwell. Los apellidos no garantizan potencial.

    – ¿Te tengo que recordar que todos los soldados bajo mi tutela han sido grandes soldados? Tenemos a la General de División Heraclida Lucinante, una chica como cualquiera en un ejercito grande, hasta que Kovaldik Yomur la introdujo dentro de su escuadrón. Luego tenemos a Cristian Chane, uno de los soldados de guardia del General Continental de Nil. El cual no era mas que un chico que reprobó cinco veces el examen de admisión hasta que el en ese entonces Coronel Kovaldik Yomur le entreno fuera de sus servicio, volviéndolo uno de los mejores soldados del reino de Kadamia. Luego estas tu, Morgan Sabbath, Teniente General de Kadamia. Un chio decide entrar al ejercito del Gobierno Mundial, pero es bien conocido que proviene de una importante familia de Caza recompensas de Calani. Sin olvidarnos que su hermano gemelo es uno de los asesinos mas importantes del bajo mundo. Los tres grandes soldados, y eso a pesar de que estos tres alumnos que acabo de mencionar eran “mixtos”. Por su procedencia siempre se dijo que les seria imposible subir como soldados. Ahora mismo tu eres el ejemplo a seguir. Estas aquí gracias a mi, Morgan. Recuérdalo siempre.

    –Nunca lo olvidare…– Dijo el hombre cayendo en un silencio fúnebre.

    –Bien– Gruñó Yomur, un segundo después volvió a sus papeles.

    –Como tampoco olvidare al chico que te falto nombrar– Comentó Sabbath lanzandole una mirada fría.

    La pluma de Yomur se detuvo. Y la admiró con ternura. La giró y encontró en ella las siglas N.L. Aquel objeto era lo ultimo que quedaba de aquel antiguo alumno. Evadió ver a su teniente a la cara. La sola mención ocasiono que el General apretara su puño –No quiero hablar de ese tema– Dijo el General con su voz gruesa, pero con tono triste.

    –Si quiero llegar a algo es que no quiero que esa chica termine como él– Dijo su Teniente al levantarse de su asiento y dirigirse a la puerta de hierro.

    –No pasara…– Menciono su superior cuando le daba la espalda.

    Sabbath agachó la mirada –Eso no lo puedes saber tu– Abrió la puerta y salio de la habitación. Los soldados empezaron a hablar con el Teniente General. Era un hombre querido por los soldados de Kadamia. Yomur lo Había entrenado bien.

    Admiró la pluma un poco mas. La guardo en el bolsillo de su pecho, le dio dos palmadas y sonrió melancólicamente. Cerró su carpeta y lo dejó a un lado suyo. Se quedó solo en la habitación por el resto del viaje.


    (…)​


    El camino por alguna razón parecía ser mas largo ahora que iba de regreso. Era como si algo le jalara a volver a aquella ciudad entre las montañas. Algo le decía a Mairis que ahí en Kadamia le habría de esperar grandes cosas. Eso, o que ahí seria donde habría de comenzar su verdadera historia. Los últimos retazos de la adopción aparecieron durante la madrugada, nunca supo si estaba despierta o estaba soñando, pero a través de las ventanas de sus carruaje pudo ver a los espíritus de los animales de la prueba viajando siguiendo su camino. Ella sonrió al ritmo que escuchó uno canto armonioso. Cerró los ojos y no recuerda lo que paso durante lo demás de la noche.

    Al segundo día, durante el medio día, la carroza les llevo hasta su casa. Ambos bajaron su maleta y agradecieron al hombre con una propina. Martin abrió la puerta, se dio cuenta que la Habían cerrado, por lo que no Había nadie en la casa.

    – ¡Estoy tan emocionada por ver a Bruno y Bastian! ¡Quiero practicar mi magia con ellos!– Martin abrió la puerta y ella entró por ella deprisa. Martin sonreía al verla tan animada. La chica giró a la sala y lanzo las cosas al sillón mientras seguía hablando emocionada – ¡Quiero saber si alguno de ellos vio cosas como yo!

    Martin pasó por la puerta y cerró la puerta de rejilla de hierro. Una lamina mosquitera que dejaba pasar la luz de sol. Dejó la mochila en la silla de madera de la mesa. Volteó hacia el lavabo y todo parecía normal. Entonces enfoco la vista en la carta que estaba en la mesa.


    Para: Martin.
    De: Kian.



    Efectivamente, seguro Kian se lo llevo a celebrar a algún lugar. Quizás lo llevó a los puertos con Alicia. Ojala se lo estén pasando bien.
    – Pensó el hombre un tanto divertido. Levantó la carta y vio a Mairis cruzando al pasillo que daba para el comedor y la cocina. Subió las escaleras con rapidez. Estaba muy animada. A Martin le alegraba que estuviese tan energética. Aquel aspecto tan deplorable parecía ahora un vago recuerdo. La luz le seguía dando la espalda iluminando el comedor. Abrió la carta. La letra parecía haber sido hecha con rapidez, una caligrafía horrible.

    – ¡Bruno estará muy feliz cuando sepa que vi a nuestro hermano! ¡¿Crees que haya visto a nuestros padres?! ¡Eso seria genial!– Decía la chica desde el segundo piso.

    Primero el hombre leyó sin mucho interés, pero sus ojos después se volvieron gacelas sobre las letras. Sintió como el corazon se detuvo. Llevó su mano hasta su boca tallando aquella barba de dos días. Negaba con la cabeza al paso que los ojos se le ponían llorosos. El brazo con el que levantaba la carta se bajó de un golpe.

    – ¿Crees que debamos esperar a Bastian para ir celebrar? Si, mejor que sea así, ahora mismo Bruno debe de estar celebrando con Alicia– La chica bajo por las escaleras y se detuvo a cinco escalones antes del piso. Observó a Martin. Inmóvil frente a la mesa con un papel en la mano. El rostro se le miraba helado, como si hubiese visto un demonio salir del refrigerador – ¿Estas bien, Martin?– La chica empezó a bajar los escalones de manera pausada. Se percató que Martin no respondía y se fue acercando a su tutor. Pronto descubrió que sus ojos estaban llorosos.

    –Mairis…– Dijo Martin con voz quebrada al momento que bajaba la mirada.

    Lo predijo todo en ese instante –No– Dijo la chica negando con la cabeza, con los ojos azules bien abiertos y la piel mas blanca de los normal –No– Repitió al retroceder.

    –Mantente tranquila, Mairis– Martin dio dos pasos hacia adelante con el brazo levantado. Su rostro fingía estar perfectamente. Solo fingía.

    –No– Dijo la chica al llegar a la pared que daba hacia el almacén, a un lado de las escaleras –No es verdad. Estoy soñando, todavía estoy en mi prueba en Kadamia…– Se recargo en la pared. Su pecho latía con rapidez. Su respiración era tan rápida que era incapaz mantener el aire adentro. Era un sentimiento asfixiante. Sintió un nudo en la garganta al tratar de convencerse a si misma de que todo era una mentira.

    Hubo unos segundo de silencio.

    Martin abrió la boca tratando de decir algo, pero no podía. Se movía con ligeros movimientos de un lado a otro y levantaba la cabeza al techo como buscando una respuesta divina.

    Finalmente el hombre cogió fuerzas para decirlo.

    Cada segundo fue un infierno.

    –Bruno no lo logró.

    Fue rápido, fue seco, pero aun así fue desgarrador. La chica perdió el aire y se deslizó por la pared hasta llegar al suelo. Se encogió con las rodillas al pecho y entre un llanto silencioso dijo –No…
     
    Última edición: 24 Noviembre 2019
  14. Threadmarks: [ Parte 2 ] Capítulo 32 - Ojos Azules en Cielo Sin Estrellas
     
    Aldo MV Gallardo

    Aldo MV Gallardo Sonríe, amigo mio.

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    El Legado de los Héroes: El Libro de los Arcnaik
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    Acción/Épica
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    Capítulo 32 – Ojos Azules en Cielo Sin Estrellas

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    -10 de Abril de 2893 D.C.-

    El barco ancló en la costa rozando la madera con la arena blanca en un ligero raspón. Desde la orilla de la playa se podían ver los inmensos arboles, imponentes como cualquier montaña o gigantesco guerrero. Eran tan frondosos en las copas que solo dejaban pasar ligeros listones de luz. El viento soplaba con calma, oreando las hojas de los arboles como si fueran banderas de la naturaleza. La isla generaba un aura de paz impresionante. Olía a vida y el cantar de todas las aves era una melodía que alegraba el corazón.

    Claarn justo al llegar se postró sobre la arena empezando a dibujar el aro mágico que daría inicio a la adopción.

    Bastian fue jalado por Mike cuando el niño vio una formación curiosa de piedras, nada especial, solo la imaginación de un niño feliz.

    Mientras Bastian caminaba hacia las rocas mantuvo la mirada en los gruesos troncos de aquellos arboles. El bosque le llamaba con conciencia propia, pero sin ninguna palabra, era casi como si le jalase a él. Como un cantó que obliga a sus piernas a andar entre sus gruesas raíces.

    En su caminata pudo apreciar los troncos cortados de otros magos que aprobaron la prueba. El corte era perfecto, como si se hubiese usado la mas impecable de las maquinas. No comprendía el como eso era posible debido a que la prueba consistía en derribar el uno de estos arboles a puño limpio.

    Al volver de las rocas con un botín de conchas rosadas y blancas el aro mágico ya había sido creado. El viejo, de nombre Claarn, jaló al muchacho hasta el círculo. Se manchó los dedos con un tipo de grasa bastante viscosa y empezó a recrear los sellos mágicos necesarios para la prueba. Mike pidió ayudar con los dibujos, aunque sonase impresionante el niño Tenía un talento para dibujar los sellos con suma presión.

    Mientras los dos pintaban los sellos, Claarn recitaba:


    (…)​


    «Estos son "Los Arboles de Jacobh Majab". La historia cuenta que un ángel se hospedo aquí durante cientos de años después de la partida de todos los ángeles. En la época de la Primera Guerra Mundial los humanos no salían del continente, por lo que no se conocían muchas de las islas que ahora conocemos. Un día un pescador, un joven mago adolescente, se perdió en la vida de una tormenta. Terminó aquí tras su naufragio. El ángel lo encontró y lo salvó. Tras el despertar del chico intentó hasta lo imposible el poder talar alguno de estos arboles para poder arreglar su barco y volver, pero era imposible, el ángel los había plantado y criado desde su llegada a la isla. Estaban bendecidos para que ningún hombre pudiese derribarlos. Al ver lo imposible de la situación el mago decidió convencer al ángel para que lo llevara a las costas, sin embargo se negó como todas las veces anteriores. En cambio el ángel le otorgó una misión: Habría de descubrir como derribar esos arboles, solo así las tormentas no vendría tras él cuando estuviese en el mar. El ángel partió al terminar su bendición. »

    «El ángel había bendecido al humano, una bendición que el hombre interpretó como una maldición, pues al solo tocar el mar las nubes comenzaban a nacer en los cielos, y el hombre lo sabia bien, de intentar escapar de esa isla habría de morir consumido por la tormenta. Así que se sentó frente a la imagen de la diosa en el templo en medio del bosque y rezó. »

    «Con el pasar de los días mas de un hombre encontró la isla por accidente. Encontraba los arboles y contaba sobre ellos. La isla se llenó de hombres y magos poderosos con el pasar de las semanas y a lo largo de un mes se creó un festival. El rey de Calani ofreció un matrimonio con su hija al hombre capaz de derribar esos arboles. Más de un hombre lo intentó, más de un hombre fracasó. Se utilizó todo tipo de herramientas y todo tipo de magias, ni el mago mas poderoso del mundo logró derribar semejantes arboles. »

    «Durante el festival se comenzó a investigar la isla y todos habrían de encontrarse con el hombre que rezaba a la diosa. Sus músculos eran huesos, chupado como si le hubiesen sorbido la sangre y delgado como si le hubiesen sacado hasta el último órgano. »

    «Al final del festival el rey se encontraba desilusionado, así como toda la gente que había ido al festival, pero entonces en medio del baile que cerraba el evento llegó el hombre. Su presencia no era más que un fantasma que vagaba por la isla, pero se acercó al árbol más grande de todo el lugar. Se posicionó frente a el y rezó. Los mas grandes guerreros notaron en sus manos los cayos de alguien que había golpeado durante días uno de esos arboles. Entonces otros guerreros trajeron a su majestad todas las herramientas quebradas de aquel joven. »

    «Finalmente, ante todo el mundo expectante Jacobh Majab posó su mano sobre el tronco. Y al solo dar un empujón un viento que voló carpas y levantó barcos azoto la isla, para finalizar con la caída del tronco mas grueso de toda la isla. »

    «Jacobh Majab construyó el templo que se encuentra en medio de la isla con la madera de aquel árbol que derribo. El rey de la época le otorgó la mano de su hija y se volvió rey, así como monje y primer mago aire de toda la historia. »


    (…)​


    Las pinturas habían terminado de ser creadas. Mike admiraba a Bastian como un lienzo y sus símbolos eran su obra maestra. Claarn le frotó el cabello como un perrito al ver el buen trabajo.

    El hombre continuó hablando –La magia de aire es la magia mas antigua en ser adoptada y es la única que sigue sin modificarse en su manera de ser adoptada. A la vez que es la magia mas difícil de conseguir, ya que se calcula que solo un cinco por ciento de los aspirantes a magos de aire logra conseguirla. Si me preguntas a mí diría que lo que pasa es que no logran comprender la intención de la prueba. De hecho creo que es el falló de cualquier adopción no se lleve a cabo. Y por ultimo he de aclarar que la gran mayoría de los magos que han adoptado esta magia terminan siendo grandes lideres. Razón por la cual la magia de aire es también como la “magia real”.

    Bastian se miró sus símbolos mientras decía para si mismo –La magia mas difícil de conseguir… Ser un gran líder…– Las palabras eran cortas, pero encontraba en ellas un gran significado. Y muy dentro de sí se interrogaba si él tenía el valor para llenar palabras tan profundas. El terror y la ansiedad le llenaban, pero no habría de ser un cobarde –Estoy listo– Le dijo Bastian con fuego en los ojos.

    –Espero que sea así, niño– Claarn levantó los brazos y los aros mágicos aparecieron alrededor de Bastian. Un brillo iluminó desde el césped hasta el cielo. Bastian sintió el mundo uniéndose en sus manos. Por su cuerpo transitaba la magia más pura de todo el mundo. Todos los aros se funcionaron en Bastian y la luz brilló con muchísima más intensidad. De ser un poco más débil Bastian creía que quizás su cuerpo hubiese explotado en ese momento. El viento comenzó a rodearle volviéndolo un tornado humano. Mike observaba la escena con la boca abierta observando lo grande que era el evento girando alrededor de su hermano. Los aros dejaron de brillar y con lentitud desaparecieron. El viento dejó de soplar y ahora Bastian se encontraba listo para iniciar. El evento no había hecho más que motivarle para conseguir un poder tan impresionante como el que acaba de sentir.

    Le sonrió a su mentor y su hermanito, pero pronto escuchó susurros lejanos que le llamaban a conocer el bosque. Las voces le guiaban y se vio adentrado en un trance que movió su cuerpo en dirección de los arboles.

    El hombre y el niño estaban por seguir al chico, pero la sombra de un barco se miraba a lo lejos. Era un barco del ejército y se dirigía en dirección a ellos. Esto no era normal, así que no podría seguir a Bastian de momento. Claarn comenzó a sentir algo mal en el ambiente. Ese barco traía malas noticias.


    (…)​


    Paso a paso Bastian fue observando el espeso numero de arboles. La luz apenas se filtraba entre la cantidad de hojas y el viento viajaba libre entre sus troncos como si fuesen corrientes marinas. Se detuvo a unos minutos de haber entrado y giró la cabeza a la izquierda, un árbol en especial liberaba más voces que cualquier otro. Al dar unos pasos hacia él vio eclipsadas las demás voces para solo enfocarse en ese que estaba viendo. Al llegar con el árbol sintió una conexión, como al encontrar al amor de tu vida, como si estuviesen destinados a encontrarse. El chico extendió su mano hacia el tronco, la mano le temblaba, los ojos le brillaban, una gota de sudor le recorría la frente y una sonrisa aparecía en su rostro. La mano se acercó y al instante de haber entrado en contacto un viento descomunal estalló a su alrededor. Su cabello quedó peinado hacia atrás y su sonrisa amenazaba el reto que imponía la isla. Derribaría ese árbol como pudiese. El primer golpe fue un instante después, no hubo ningún efecto, como los siguiente diez, o los siguiente cien a ese.

    Al pasar el puñetazo doscientos Bastian comenzó a sentir un dolor incomodo en la mano derecha. Era un cosquilleo como de risas constantes, como si el mismo árbol se estuviese riendo de él.

    Había estado ahí probablemente una hora, no lo sabía porque las hojas le impedían ver el cielo. El chico levantó el brazo y maldijo a los arboles –Los voy a cortar a todos cuando termine mi prueba. Solo esperenlo...– Gruñó Bastian con el entrecejo fruncido.

    –No creo que sea la mejor opción el amenazar a estos arboles si lo que quieres es adoptar tu magia de aire…– Le dijo Claarn que se acercaba con las manos en las bolsas.

    El chico se encontraba sudando, exhalando a ritmo acelerado, tembloroso y molesto. Se decidió a detenerse para poder quejarse –Oye anciano, esto es imposible, llevo una hora golpeando este árbol y no miro ni una abolladura, es demasiado grueso, no es posible que a mano libre se pueda tumbar algo como esto, ¡Incluso utilicé magia en mis puños y nada!– Estaba completamente irritado, tanto que para demostrar su punto dio un golpe mas al árbol. Como todos los anteriores, sin efecto alguno.

    –Hay personas que lo logran, no entiendo porque tú no podrías. Agradece que tu adopción te permita comer y tomar agua de cualquier procedencia, a demás de estar en un lugar como este, tan tranquilo y lleno de vida…– Hizo una pausa mientras se detenía a pensar algo –El examen de Bruno se lo impide.

    Bastian calmaba su respiración haciendo unos estiramientos de yooga, entonces pregunto – ¿Sabes qué tan alto crees que este ahora mismo?– Paró de estirarse y se sostuvo en su árbol.

    Claarn se detuvo a unos metros del chico. Su rostro estaba serio. La pregunta lo congeló en su lugar. Bajó la mirada, pensando su respuesta un poco –Debería estar por terminar…– Le contestó a Bastian mirándolo a los ojos.

    Bastian volteó rápidamente y con preocupación preguntó mas fuerte que la vez anterior – ¿Crees que este bien?

    A lo que Claarn le contestó con seriedad –Claro que sí. Es uno de mis alumnos después de todo– Había un cierto aire de confianza en sus palabras –Mairis ya debe de haber terminado, de eso estoy seguro.

    Bastian sonrió –Eso es verdad. Ella es bastante talentosa. Tan solo espero que Bruno lo logre…– Dijo el chico al admirar su enorme reto, pero ni siquiera tan grande como la inmensa montaña contra la que su mejor amigo, casi su hermano, habría de enfrentarse.

    –Los tres iremos a la playa después de todo esto– Le comentó a Claarn con una sonrisa –Tengo que esforzarme para poder ir– El chico comenzó a golpear el árbol con mucha fuerza.

    Claarn lo admiraba con la cara larga. Se acarició el bigote y luego habló en tono serio –Te dejaremos solo, Bastian. Me llevare a Mike a LaneCloud, surgió un evento y tengo que ir– El hombre se dio la vuelta, partiendo entre los arboles.

    – ¿A dónde vas?– Pregunto Bastian con cierta preocupación. El chico dejó el árbol y le siguió –Oye, viejo, te estoy preguntando algo– A pesar de que se había dado prisa el hombre ya se encontraba a varios metros lejos de él. Bastian continuó siguiéndole.

    –Iré a LaneCloud, de ahí a GrayLagoon– Contestó Claarn de manera insípida.

    – ¿GrayLagoon?– Preguntó el chico en tono bajo. Los recuerdos de su batalla hace dos semanas volvieron como flechas tormentosas – ¿Qué paso ahora?– Preguntó mas fuerte al apretar los puños.

    –Nada tan serio como su desastre…– Se giró encarando al chico desde lejos –Volveré en unos días, quédate aquí en la isla, Bastian– Y se dio la vuelta.

    – ¡Dime lo que paso!– Le exigió el chico al tomarlo de la manga de su camiseta. Claarn en un instante se giró, le puso dos dedos en la frente y Bastian pudo ver un montón de aros mágicos siendo rotos. El chico terminó desmayándose en los brazos del hombre.

    –Te lo diré cuando vuelva...– Le susurró el hombre cuando Tenía su cuerpo en sus brazos. Le acarició el cabello y apretó los labios con pena –Por ahora concéntrate en tu adopción.


    (…)​


    Bastian despertó a las dos horas, estaba recargado en su árbol y a un lado suyo yacían tres almuerzos. El chico chasqueó la lengua y se levantó. Corrió hacia la orilla del mar, el atardecer golpeaba la isla, no había ningún barco.

    –Ese maldito saco de huesos…– Gruñó Bastian –Solo quería saber que paso, no era tan serio como para hacerme perder tiempo de mi adopción– Se dio la vuelta y volvió con su árbol. Comió el primer almuerzo. Mientras comía a espaldas del tronco daba golpecitos a la madera en espera de que pasara algo que nunca paso. Al terminar de comer continuo golpeando aquel árbol con todas sus fuerzas durante el resto de la tarde y durante parte de la noche, sin conseguir nada otra vez.

    Sus manos estaban tan maltratadas que ni podía sentirlas, algunas veces pensaba que las había perdido o que seria incapaz de utilizar su manos después de ese examen.

    Yacía de espaldas al árbol, respiraba agitado, se había quitado su camisa pues estaba haciendo mucho calor, su cuerpo estaba empapado en sudor. En la noche era como un fantasma de las historias de terror que se les contaba a los niños cuando no se querían ir a dormir.

    –Estoy harto de esto… No tengo fuerzas…– Decía para si mismo al momento que intentaba tomar bocanadas de aire.

    – ¿Eso es todo?

    Bastian se levantó en un instante en posición de batalla – ¿Quién demonios está ahí?– Gruñó el chico con una mirada afilada.

    –Vaya, eso fue rápido, tienes buenos reflejo. Al menos en eso estas un poco bien– Se escuchó. Era la voz de un hombre, una voz gruesa y fría como el hielo. De entre los arboles una mancha blanca se acercó. Resaltaba con facilidad en la obscuridad del bosque. La mancha blanca pronto se materializo hasta volverse un hombre alto, tan alto como Claarn, mas delgado que musculoso, cabello largo y lacio de color negro con rallos grises. Era un caballero que aproximaba los cuarenta años. Piel morena y ojos marrones. Bigote y barbilla negros con lineas blancas. Sus cejas negras parecían estar en un perfecto estado de desagrado y la mueca en sus boca mostraba la seriedad mas pura del mundo. Su vestimenta era una gabardina negra, camisa de botones blanca y unos pantalones marrones. Entre la gabardina se escondía la funda de una espada y una pistola antigua de madera. En la gabardina, en el lado izquierdo donde esta el corazón se encontraba el símbolo del Gobierno Mundial. Un símbolo viejo perteneciente a la Cuarta Guerra Mundial –Aunque eso no quita mi decepción, querido Bastian, creí que eras más talentoso.

    Bastian comenzó a moverse entre el pasto, rodeaba al hombre analizando cada movimiento de su cuerpo. El hombre le seguía con sus ojos. Se mostraba confiado. Su presencia era débil, pero no por eso Bastian lo subestimó.

    – ¿Quién eres? ¿Por qué me conoces?– El chico tenía un poco de miedo. Claarn le había dicho que supuestamente la isla estaba sola.

    El hombre se detuvo en medio de los arboles y una sonrisa difícil de ver brotó en su rostro. Era como si estuviese recordando viejos tiempos –Ridículo– Dijo el hombre al voltear a verle –Eres descendiente de una de las familias fuertes y esto es todo lo que puedes hacer…– Comentó al señalar el árbol. Parecía un hombre arrogante, miraba a Bastian con desgana y como alguien inferior. No bajaba la miraba, era como si no mereciera tal honor –A demás de que tienes muchas aberturas.

    Bastian le sonrió. ¿Aberturas? Ni cuando tenía seis años me decían que tenía aberturas. Pensó él chico con confianza.

    En un parpadeo aquel hombre se encontraba debajo de Bastian rompiendo su equilibrio con una patada en el arco de su tobillo. Y por ultimo el hombre apareció por arriba de él lanzandole una ráfaga de aire que le clavó en el suelo desgarrándole parte de la piel de los brazos con los que intentó protegerse.

    –Si en verdad eres descendiente de Ruben Greenburn ahora debes de estar pensando, "yo nunca tengo aberturas"– Dijo el hombre sin bajar la cabeza –Que nunca te hayan dicho que no tienes aberturas no significa que no las tengas.

    – ¿Quién eres?– Dijo el chico rechinando sus dientes.

    El hombre levantó dos dedos y el cuerpo de Bastian se levantó por los aires a la par con el hombre – ¿Nunca vistes mi rostro? ¿No me reconoces?– Preguntó con un tono serio.

    Bastian lo miraba detenidamente tratando de encontrar algo que le hiciera recordarlo –Creo haberte visto, pero no te reconozco– Le contestó Bastian con el ceño fruncido.

    El hombre hizo una ligera mueca de disgusto. Se dio la vuelta y camino hacia una raíz levantada que le serviría de asiento. Bastian cayó al suelo de rodillas, mientras seguían viendo al hombre. Existía un recuerdo borroso. Lo conoció en su niñez…

    –No me sorprende que no me conozcas– Dijo el hombre tomando asiento –Abraham siempre fue mas popular que yo. Sus historias deben de pasar poder generaciones. En cambio yo seré recordado por aquellos que busquen la verdad.

    Bastian abrió los ojos en ese momento –Espera… ¡Acaso eres Yaroslav Cosco!

    –Kozlov, imbécil– Gruñó el hombre con una mirada que pedía sangre.

    –Yaroslav Kozlov…– Corrigió Bastian. El cual empezaba a ver su imagen como destellos –Tu eras el jefe del escuadrón de mi abuelo… General Mundial…

    –El único hombre capaz de ganarle a tu abuelo y su mejor amigo. Ese soy yo– Concluyó el hombre con la cabeza en alto.

    – ¿Por qué tu?

    –Si te soy sincero no lo se…– Dijo Yaroslav observando el bosque –Puede ser que la adopción quiso mostrarte a alguien ligado a tu familia que haya sido usuario de la magia del viento.

    –Te miras joven…

    –Se podría decir que morí joven…– Le contestó con una sonrisa falsa – ¿No tendrás cigarrillos, niño?– Dijo el hombre mientras se revisaba la gabardina en busca de alguno.

    –No… Soy menor de edad…– Contestó Bastian extrañado.

    –Vaya, parece que heredaste lo estirado por parte de Ruben…– Dijo mientras seguía buscando entre sus bolsillos –A tu edad Abraham y yo ya fumábamos.

    – ¡Mi abuelo Ruben no es ningún estirado!...– Hizo una pausa y agitó la cabeza desconcertado – ¿Mi abuelo Abraham fumaba?

    El hombre detuvo su búsqueda y miró a Bastian con desprecio –La respuesta a eso es: Si, tu abuelo Ruben es un estirado y si, tu abuelo Abraham fumaba como locomotora de carbón y bebía como toda una tripulación de inmundos piratas.

    – ¡Eso no es verdad! ¡En la vida vi a mi abuelo fumando o alcoholizado!

    –La verdad es dura, hijo– Tenía un cigarrillo en el bolso interior. Lo sacó y al igual que como lo hacia Claarn, el hombre lo prendió con una llama de su dedo –Mas yo pienso que es mejor morir con la verdad en los ojos. Ahí esta la verdad, falta que alguien con un poco de bolas la encuentre.

    – ¿De que habla, anciano?

    –No me digas anciano– Le dijo con un tono que daba miedo.

    – ¿Te parece Yaro?

    – ¿Te parece que te patee la boca?

    El chico se mantuvo en silencio con una mueca en el rostro y las manos en los bolsillos del pantalón.

    El hombre soltó una nube de humo y miró al chico –Las personas al entrar en contacto con una adopción entran en una unión con la naturaleza, parte de esa unión es la vida y la muerte.

    Se dice que un espíritu familiar habrá de acompañarte para poder levantarte, darte una clase de palabras de aliento para poder pasar tu prueba. Sin embargo preferiría estar en una biblioteca, algún torneo o algún restaurante antes de estar en este obscuro bosque. Yo ya viví esto y es bonito estar aquí, pero esto no es lo mio, sabes… Además de que preferiría estar rodeado de personas potencialmente fuertes– El hombre volvió a su cigarrillo sin prestar atención al chico.

    Sin duda alguna ese hombre era molesto… Bastian cada que lo escuchaba hablar parecía recordar a Claarn. Y no estaba muy feliz del todo con el viejo en ese momento –Eres un espíritu, ¿no? Entonces porque no te desvaneces y me dejas en paz. No necesito tus palabras de apoyo. Puedo solo, muy bien, gracias…– El chico comenzó a caminar hacia su árbol sin prestarle atención al hombre.

    –Tres horas– Dijo Yaroslav de pronto.

    Bastian volteó hacia el hombre sin mucho interés.

    –Tarde tres horas en derribar mi árbol. Este árbol en el que estoy sentado es el injerto que plantee.

    – ¿Enserio? ¿Dime quien te pregunto?

    Yaroslav solo movió los ojos hacia el chico. Tragó el humo y dijo –Tal parece que Claarn no te ha golpeado lo suficientemente duro…– El hombre se levanto.

    Bastian abrió los ojos y volvió a ponerse en posición de ataque. Esta vez no se dejaría derribar tan fácilmente.

    Yaroslav caminó hacia Bastian con las manos en las bolsas de su gabardina. Estaban frente a frente y el hombre levanto la mano. Bastian esperaba el ataque, pero no hubo ataque.

    –Cuatro horas. Eso tardo Abraham en adoptar su magia de fuego… Tu padre Adam tardo once horas en subir la montaña de Songar y tu tío Abel trece horas en encontrar el camino en el laberinto obscuro de Iglakesh… ¿Si me comprendes? Es que veo que tu cerebro es más bien el de un maldito mosquito… Llevas siete horas y por el ritmo que veo parece que estas por querer tirar la toalla… Eres patético nieto de Abraham…

    Bastian le miraba con los ojos de un perro rabioso. Empezaba a mostrar los dientes y el aire que resoplaba de su nariz casi era visible –No lo digas, anciano…

    –Arcnaik…– Soltó un bufido –No tienes derecho a llevar ese apellido.

    – ¡Te lo advertí!– Aulló Bastian en cólera. Su puño se llenó de energía magia y estaba por volarle la cara a ese fantasma, pero lo único que paso fue que sintió como su corazón se detuvo. El viento lo empujo hasta estrellarse en el grueso tronco que tanto había estado golpeando. Se golpeó la cabeza y sangraba de la parte trasera de su cráneo, mas lo peor es que el pecho no le respondía y su corazón parecía no reaccionar. Tenía una curvatura en el pecho. Aquel hombre le había sumido el pecho de un golpe. No podía respirar. Su corazón no latía. Su garganta no se abría. Estaba siendo asfixiado. Sentía la muerte encima.

    – ¿Qué pasara si te envió con tus ancestros en este instante?– Yaroslav caminó hasta donde el chico se retorcía en el suelo –Te responderé…– Levantó su brazo y en él se concentró una cantidad de magia de aire impresionante. La presión dentro de esa esfera podría ser capas de hacer un agujero a la corteza de la isla. Sus ojos café mostraron la sed de todo un asesino –Nada…– Dijo en susurro sin alma.

    Bastian agarró el tobillo del Yaroslav con fuerza y levantó el rostro. En sus ojos existía una pasión que el hombre pocas veces había visto –Calla, Yaro…– Gruñó en un susurro. Seguido de ello vomitó un puño de sangre –Yo seré tan fuerte como mi abuelo…– Le dijo entre arcadas.

    Yaro le soltó una sonrisa. Se puso de cuclillas. Se quitó el cigarrillo de la boca y le quemó la mejilla a Bastian con él. Le jaló del cabello y lo puso de frente a sus ojos. El chico estaba muriendo, pero se resignaba a hacerlo. Tenía coraje, habría de aceptarlo. Aun así no se tentó el corazón y le dijo la verdad a la cara – Tu abuelo fue el hombre más fuerte…– Se acercó a su oído y le susurró –Porque yo morí.

    El chico estaba sufriendo un poderoso dolor. Su corazón había reventado y sus pulmones estaban envueltos en unos espasmos. Tal parecía que su tranquila estaba quebrada y estaba ahogándose en su propia sangre. Sentía la muerte a segundos. Era como si aquel hombre lo hubiese planeado todo para que tuviese una muerte lenta y dolorosa. Más no habría de darle el gusto. Le sonrió y le dijo –Mi abuelo salvó el mundo…– Dijo entre risas que soltaban sangre a montones – ¿Y tu?

    Yaro le sonrió – ¿Sabes como morí?– Lo tomó del cuello levantándolo en el aire –Salvando el patético trasero de tu abuelo– Lo lanzo por los aires, hasta donde empezaban las copas de los arboles rompiendo troncos a su paso. Bastian ahora sentía un dolor cien veces peor al que había sentido antes. No solo no parecía morir, sino que ahora sentía como la mayoría de sus huesos estaban rotos. Yaro apareció ante sus ojos como si el viento le diera forma. Su vista empezaba a nublarse. Ya no lo resistía más. Era su fin... El hombre sacó su pistola y le disparo en el cráneo.

    Bastian despertó sentado en el tronco con un profundo respiro. Se agitó y revisó su cuerpo. Respiraba. No había dolor. Estaba bien. Levantó la mirada. Ahí se encontraba Yaro sentado en la misma raíz fumándose el cigarrillo. El hombre lo miraba tranquilamente, como si nada hubiese pasado.

    –Mejor suerte para la próxima, Bastian– Yaro se levantó y le dio la espalda. Caminó hacia la profundidad del bosque mientras se desvanecía.

    – ¿Cómo mi abuelo pudo tener por mejor amigo a un hombre como tú?– Le preguntó Bastian con cierta molestia en su voz.

    –El eligió mal, pero lamentablemente no pudo elegirte a ti– Yaro se giró. La mirada del hombre era de un profundo enojo. Pero para su impresión, Bastian no estaba enfrentándolo. Para nada, se estaba preparando para volver a golpear el árbol.

    –No se elige a la familia. Eso es verdad, pero habré de demostrarle a mis ancestros que yo… ¡Soy digno!– Bastian estaba por lanzar el puñetazo cuando Yaro le detuvo la muñeca.

    –Enserio que eres idiota…

    – ¡Déjame golpear el árbol, Yaro!

    –Por supuesto– Le tiró el puño para atrás. Se dio la vuelta y dejó a Bastian solo. Nuevamente el chico tomo posición. Estaba listo. Lo haría. Lo golpearía. El viento empezó a romperse, cuando escucho la voz de Yaro otra vez –Tan solo quiero que cuando golpees el árbol, cuando lo golpees de verdad, pienses en el tipo de hombre que quieres ser…– Bastian lo busco entre los arboles, mas no lo encontró. Soltó un suspiro y golpeo el árbol. Y como era de esperarse. No paso nada.


    (…)​


    Golpeó y golpeó, pero seguía sin pasar nada, a ratos dejaba de golpear con sus manos y empezaba a patear al árbol, con cansancio y con sus piernas lastimadas cayo al pasto hermosamente verde que rodeaba al árbol, no podía seguir enfrentándolo, era imposible tumbar aquella majestuosa obra de arte de la naturaleza.

    Entonces entre la noche del segundo día comenzó a escuchar la voz de Yaro de nuevo. Hablaba con alguien… Pero nadie respondía.

    Las voces sonaban cercanas, pero no le quedaban fuerzas para caminar. Echó su cabeza hacia su izquierda y vio a unos cuantos arboles de distancia dos manchas blancas. Una de las figuras indudablemente era Yaro, pero la segunda era pequeña, como la de un niño… No. Como la de un bebe que apenas aprende a caminar.

    En su mente comenzó a escuchar el viento de la brisa corriendo por el bosque. Y una melodía comenzó a tocar su corazón, una melodía infantil. Una voz le atraía. Mas que una voz eran unas risitas. Era el bebe… Le estaba hablando.

    Bastian juntó fuerzas. Entre quejidos se puso de pie y corrió hacia las dos manchas blancas del bosque.

    Escuchó unas risas alegres. Eran de un adulto, ¿Eran de Yaro? ¿Yaro podía reír de alegría?

    Buscó las dos manchas blancas. Cada que creía encontrarlas parecían aparecían en otro lado.

    – ¡Me agrada este niño!– Dijo Yaro.

    Bastian los vio a unos diez arboles de distancia. Era Yaro tomando de la mano al bebe. Tropezaba y lo levantaba por los aires. El niño reía divertido. Y por alguna razón Bastian sentía una inmensa alegría. El pequeño cruzó miradas con él durante un momento, su imagen era borrosa, pero creyó ver una sonrisa.

    – ¡Paren, por favor!– Gritó a los dos, pero desaparecieron tras un árbol.

    –Ese chico es un desastre– Comentó Yaro y el bebe balbuceó algo – ¡Verdad que si!– Contestó Yaro entre risas. Bastian corrió por el bosque. Tratando de encontrarlos. Esta vez ya no los veía y parecía que se había perdido en entre los arboles.

    – ¡Grande! ¡Tu eres grande!– Dijo Yaro al levantar al niño. Fue un destello, pero los vio a su izquierda. Sus piernas le pesaban, pero habría de llegar a ellos. Si, ahora si lo haría. La luz de la noche se volvió intensa y al fondo de entre esos arboles se encontraba un templo. Subiendo las escaleras se encontraban Yaro y el niño.

    –Como me hubiese gustado conocerte– Le dijo Yaro con un tono melancólico. El bebe balbuceo algo y Yaro contestó – ¡Para nada! ¡Tu lo eres!– Y le sonrió.

    – ¡Yaro! ¡Para! ¡Necesito ver al niño!– Lo gritó sin saber muy bien porque. Pero no se detuvieron. Abrieron la puerta y una fuerte luz se desprendía del interior. Bastian corrió hasta ellos. Se fueron transformando en parte de la luz y cuando el chico llegó a la puerta la luz desapareció y solo se encontraba la sala principal del templo. Era un templo de madera con muchas decoraciones hermosas, así como plantas y flores. En el medio de la pared del fondo se encontraba la figura de la diosa. Bastian nunca había sido un joven de fe, de hecho, quizás nadie de su familia lo fuese. Mas en ese momento, a pesar de tener las piernas cansadas se puso de rodillas y bajo la cabeza hasta el piso. Frente a esa figura encontraba una paz agradable. Empezó a rezar por Mairis y por Bruno, deseaba que les fuese bien en sus adopciones. Deseaba que volvieran a salvo. Rogó por el bienestar de su hermanito, Kian y Martin… aunque no lo quisiese aceptar pidió el bien de Claarn. Entonces escuchó aunque muy ligera, una voz, era una voz desconocida, muy, pero que muy lejana, que parecía estar rezando… rezando por él.

    El chico levantó la cabeza y vio la figura de la diosa.

    Le sonrió y se marchó. Tenía una prueba que pasar.


    (...)​


    Al tercer día durante la noche Bastian estaba tumbado en el pasto con la mirada a las copas de los arboles. Estaba tumbado con los brazos destrozados. Las manos estaban tan mullidas que creía que ya no reaccionarían ni aunque el mejor cirujano las intentase reparar. La sangre morada le chorreaba por coágulos. Las piernas estaban enrojecidas, sangrantes y molidas. El color rojo manchaba su piel blanca. Es que incluso por la desesperación se había dislocado un hombro golpeando el duro tronco. En el peor de los casos, algo que había pasado hace apenas unos minutos el chico le lanzó un fuerte cabezazo a la madera, sin hacer nada más que generándose un fuerte dolor de cabeza y reventarse la frente. Un hilo sanguinolento le recorría del entrecejo hasta el inicio de su labio.

    Esa noche, pensó Bastian, hacia un buen clima. El cielo brillaba con cierto resplandor que no se mirada siempre. Las hojas de los arboles se ondeaban con ligereza ante el soplar del viento. Su movimiento era hipnótico. Un meneo relajante, como si las ramas y las hojas se deslizaran con delicadeza entre el viento salado.

    El chico de pronto empezó a sentir una paz que no era normal. Nunca se había sentido así. No al menos desde que vivía con los chicos. Su vida pasó como un repaso sobre sus ojos que cada vez se fueron tornando mas estrellados. El chico sintió un último respiro. Entonces recordó cuando fue que se sintió tan pleno como en ese momento. Cuando estaba en los brazos de su madre cuando solo era un bebe.

    El chico cerró los ojos entre lágrimas y la paz se apoderó de su cuerpo.

    No supo cuanto tiempo tuvo los ojos cerrados. Más sin embargo luego los abrió. Vio de nuevo el cielo estrellado, pero esta vez parecía más cercano. Era hermoso, un manto de brillo de colores celestiales. Sus ojos admiraron las estrellas en plenitud. Hasta que decidió bajar la vista. Descubrió que estaba en la cima de la copa de los arboles, ante él se encontraban los arboles tan inmensos a la altura de su hombro. Quiso caminar para ver los demás arboles, pronto se dio cuenta que no estaba en su cuerpo humano, nada que ver, era uno de aquellos arboles. Por más raro que fuese la situación Bastian no sintió miedo. De hecho se sentía pleno, se sentía pleno en medio de todos aquellos arboles. De hecho su existencia no solo estaba ligada a aquel árbol, para nada, todo en aquella isla estaba unido. Podía pasar de las raíces del árbol mas joven, al árbol mas viejo, podía ser el césped o incluso el alga y el coral que cuidaba las costas. Incluso pudo pasar hasta el alma de los animales del bosque. Llego a ser un búho en mitad de la noche y voló por el cielo estrellado siendo libre como único limitante la infinidad de cielo.

    Bastian se había vuelto uno con la naturaleza. La comprendía. Sabia que también sentían y que todo Tenía un orden el cual seguir. Todo era un perfecto sistema que la Diosa creó desde cero.

    Es hermoso. Dijo el chico al ver la inmensidad del espació. Bastian pensó que no había mejores palabras para definir la grandeza de todo. Y es que quizás no las hay.

    Y así fue como siendo un búho terminó en unas ramas para descansar. No sin antes admirar la belleza del amanecer. Aquella luz apoderándose del cielo era como un alimento para su alma. Creía que podría verlo por siempre y siempre seria un lienzo diferente.

    El búho tuvo que descansar y volvió al árbol. Al abrir los ojos nuevamente se encontraba en la copa del árbol donde inicio. Quiso volver a intentarlo, pero no, esta vez estaba limitado a aquel árbol, ese que tanto había golpeado y no le había volado ni una astilla. Bastian en ese estado comprendió que era la naturaleza. Le había permitido la libertad, pero ahora le tocaba ser paciente. Habría de tener que ser un árbol. Buscar la paz. Mirar el cielo. Si, Bastian lo supo, el cielo, ahí estaba la clave.

    Primer sintió la paz, y contó las estrellas, eran infinitas, imposibles de contar. Una por cada vida vivida en Evelia. Fue cuando consiguió una perpetua armonía cuando observó el cielo moverse con mayor rapidez hasta volverse de día. Y así, una y otra vez, noche estrellada, día soleado. Fue así durante cien noches, mil noches, diez mil noches, quizás fueron un millón. Bastian había decidido dejar de contar después de la luna dos mil. A pesar de que no le prestó atención a la cantidad de noches que vivió dentro de su cuerpo de ramas si fue percatándose poco a poco de algo muy extraño. El cielo estrellado, ese cielo tan eterno e inmenso empezó a desaparecer. Fue un proceso lento, pero gradual, por ahí de la millonésima noche que creía Bastian que había vivido el cielo estaba desapareciendo. Sabia que las noches pasaban, y tras cada noche desaparecían mas estrellas. No sabia porque, pero cada anochecer era mas aterrador. Lo sentía, lo peor es que lo sentía en todos los arboles, en todos los animales e incluso en el mar, la obscuridad se estaba comiendo la noche. Destruyendo las constelaciones, destruyendo la belleza de la naturaleza.

    Y una noche llegó el destino imparable. La noche llegó y vio como las últimas estrellas morían. Una a una se fue apagando, hasta que la obscuridad reinó en todos lados. Ni siquiera la luna estaba ahí. Era aterrador. Una capa negra envolvía todo. La locura empezó a envolver a Bastian que yacía encerrado entre esas ramas.

    Entonces una luz empezó a iluminarlo todo. Se abrió con lentitud. Bastian no podía creer lo que veía. Eran dos ojos abriéndose en medio del cielo negro. Su brillo iluminaba las costas con un tono tétrico. Entonces los ojos se abrieron por completo. Bastian los admiro con impresión, pronto sintió un dolor en el pecho y un grito ahogado en la traquea. Reconocía esos ojos azules. Los había visto en sus más horribles pesadillas, o en sus sueños más satisfactorios. Eran los ojos del asesino de su madre. Eran inolvidables, el tamaño, el color, el brillo. Los ojos azules más asquerosos que jamas había visto.

    Su rabia le impidió ver lo que estaba pasando. Pronto sintió sus raíces mojadas, así como su tronco, a través de sus ramas lo pudo ver. Abrió bien los ojos. Era sangre. La sangre manchaba el bosque, pero no solo el bosque, no, todo el mar era sangre. Bastian no lo comprendía. No entendía lo que estaba pasando. No lo entendía para nada. Giró la cabeza hacia los ojos azueles tratando de buscar respuestas. Las aves del bosque volaban por el cielo hasta que se prendieron en fuego y cayeron como cometas por la noche negra hasta hundirse en los mares de sangre.

    Entonce de pronto escuchó los gritos provenientes de los silenciosos bosques. Eran los arboles que gritaban por su vida. Más de uno empezó a caer. De entre el mar de sangre se levantaron cuerpos humanoides bañados en sangre, silenciosos, pero monstruosos. Talaban los arboles con hachas de sangre congelada.

    De la nada cayó un rayo sobre el árbol más grande y viejo. No supo porque, pero el ver como las ramas de aquel árbol se consumían por las llamas le ocasionó un fuerte dolor en el corazón que terminó en lagrimas.

    De pronto la obscuridad le consumió, gritó con todas sus fuerzas mientras alejaba a mil manos negras que osaban con domarle. Los brazos lo tumbaron sobre la obscuridad. Sintió su cuerpo partirse por cada extremidad mientras aullaba de dolor. Seguido de una multitud de gritos se liberó del tronco del árbol, salió del árbol como si no fuese más que una masa gelatinosa. Se encontraba en medio del desastre. Lloraba a borbotones. Sentía las talaciones de los arboles. Por cada árbol talado una herida se abría en su cuerpo. El chico gritaba y gritaba. Aullaba por auxilio.

    Las bestias al oír el grito se giraron hacia el chico lanzándose con sus garras y colmillos. Bastian se dio la vuelta, dejó atrás a los monstruos, pero no demasiado. Corrió entre los gruesos arboles. La sangre le llegaba por arriba de los tobillos y era espesa, difícil de empujar entre sus zancadas, como si caminase entre un lago. Echó un vistazo hacia las bestias, estaban a metros de él, se movían más rápido que él. Eran mucho más grandes. Lo descubrió cuando los tenía mas de cerca.

    Uno de aquellos monstruos se le lanzó a las piernas, tomándole de los empeines. Casi lo tumba, pero Bastian atascó las uñas en las madera. Lanzó un aullido al viento. Las pisadas de los monstruos que le perseguían eran cada vez más cercanas. El terror era abrumador. Sentía el miedo de todas las cosas. Como se ahogaban con la sangre, como chillaban al ser arrancados.

    Las uñas de la bestia se atascaron en su musculo y Bastian volvió a gritar entre llantos secos. A pesar de solo haber lastimado su pantorrilla el dolor se intensifico hasta donde compensaba su pelvis. Era un dolor como si en realidad un millón de uñas le estuviesen desgarrando hasta el ultimo filamento de musculo dejando hueso y venas al aire expuesto.
    Entonces escuchó el lamento espectral de las bestias. Así como sintió como aquellas uñas enterradas se desprendían de sus piernas. Algo le jaló de la camisa, le dio la vuelta y lo estrelló contra la madera en una sacudida. Se golpeó la cabeza sin cuidado y abrió los ojos con temor y en un intento de valentía.

    – ¡Lo sabia! ¡Eres un inútil!– Le dijo la voz de Yaroslav al mirarle con cierta preocupación.

    – ¡Yaro! ¡¿Qué esta pasando?!– Le preguntó Bastian con un susto claro en su rostro. Seguido desvió sus ojos hacia los monstruos que se acercaban derribando arboles como si fuesen simples palos.

    Yaroslav no le dio una bofetada, no, le metió un puñetazo duro que dejó en shock a Bastian con los ojos clavados en la absurda cantidad de sangre que manchaba sus pies.

    –Por fin tus piernas dejan de temblar– Le dijo el hombre soltando la camisa de Bastian. El chico caía lentamente con la espalda pegada al tronco. Su mirada seguía perdida en la sangre.

    Yaroslav hizo una mueca de desagrado levantando el labio superior. Le agarró la cara apretando sus mejillas contra los dientes. Sus ojos arqueados eran potentes. Generaban terror y respeto – ¡Escúchame sin cagarte en tus pañales! ¡No se que clase de lugar es este! ¡Pero si estoy seguro de algo y es que debemos salir de aquí!

    Un monstruo se abalanzó hacia los dos. Bastian abrió los ojos y gritó a Yaro que tuviese cuidado. El hombre se giró, dio vuelta a su espada en una fluidez impresionante. Apretó los músculos y una ráfaga de viento partió en dos a la gigantesca bestia.

    –Perdí de vista al niño…– Dijo Yaro sin voltear a ver a Bastian. Un ejército de bestias deformes, cada una distinta a la otra. Cuadrúpedos y otros con forma de arañas, otros levantados en dos patas con formas humanoides, otros con cuatro patas, pero con formas humanoides. Insectos, lagartos y mezclas entre seres marinos y humanos. Todos hechos de coágulos de sangre. Todos con ojos azules tan brillantes como esos que se encontraban en medio del cielo negro –Ese niño es importante. Se que si lo encuentras esto llegara a su fin.

    – ¿Cómo lo sabes?– Le preguntó Bastian con la mirada perdida en los monstruos.

    Las bestias se lanzaron a Yaro entre rugidos espectrales dolorosos para los oídos.

    – ¡No lo se! ¡Pero estoy seguro de ello!– El hombre derribaba a los monstruos sin ningún miedo ¿A que le tiene que temer un hombre que ya esta muerto?

    Su espada cortaba al ejército como mantequilla. Con la mirada fija en rebanar a cada una de esas criaturas. Cada corte le llenaba las ropas de sangre, generando una figura aun más siniestra de aquel soldado tan poderoso.

    Bastian se mantenía con la espalda en la madera admirando la sangrienta batalla, nunca mejor dicho, que estaba presenciando. Vio como torbellinos descendían del cielo elevando la sangre y este hombre desaparecía y salia de ellos con velocidad casi invisible. Observó como caían flechas de los cielos hechos de viento mismo. Así como también observaba el aire cortarse y extenderse al meneo de su espada de hierro.

    – ¡Encuentra al niño!– Aulló Yaroslav como orden y aire de esperanza – ¡Encuentra al niño, Bastian!

    Y Bastian despertó de su trance al percatarse que aquel hombre por primera vez le había llamado por su nombre. De hecho sintió como aquella orden mas parecía una petición.

    Comprendió que aquel hombre estaba peleando por él, así como peleó por el mundo cuando estuvo vivo.

    Bastian se dio la vuelta y corrió entre el mar de sangre y los arboles. En sus oídos escucho de nuevo la voz de Yaro por ultima vez – ¡Encuentra al niño!– Esas palabras retumbaron en sus oídos quedando grabadas en Bastian como parte de si.

    El bosque era extenso y espeso. Escuchaba el derrumbe de sus arboles, su chocar entre si, así como el estruendo de la madera con el piso. Esquivaba a las bestias que podía, se enfrentó con sus hechizos mágicos de novato contra los que podía. Estaba asustado, jodidamente asustado. Sin embargo algo había entendido de Yaro. Que por más gloria que hubiese saboreado hasta ahora, eso todavía no lo volvía heredero de su apellido. Tenía miedo, si, pero su padre o su abuelo habrían peleado y muerto aun a pesar de haber sentido miedo. Bastian habría de hacer lo mismo. En deber. Ser y siendo un héroe.


    (…)​


    La batalla se extendió durante largos minutos. A pesar de ser un gran guerrero, de ser ahora solo un espíritu dentro de una pesadilla horrenda, el hombre se cansaba. Sufría las heridas, el desgaste y el rechinar de sus músculos. Sus enemigos no disminuían. Eran muchísimos. De formas múltiples, de figuras tenebrosas.

    Su respiración era agitada. Sentía el sabor de la sangre en el aire. Era asqueroso. Ese lugar sabía a cualquier guerra en la que había estado. Las cenizas empezaron a volar entre la brecha de las criaturas y él. Aquel bosque se inundaba en llamas desde el centro y extremos. No habría de sobrevivir nada a ese ritmo.

    Algo curioso ocurrió. Yaro apretaba con más fuerza la empuñadura de su espada al ver el suceso. Los monstruos dejaron de moverse. Eso era mas aterrador que cuando se movían. Se mantuvieron viéndolo a los ojos. Esos ojos azules le causaban mala espina. Azules puro. Tan azules como los de uno de sus mas poderosos alumnos. No sabía si era por el sabor a la sangre o por el solo hecho de recordar el nombre, Apolo Darnef. Esos eran sus ojos, lo sabia bien.

    Entonces escuchó el pasar de pisadas pesadas. Poco a poco vio arboles cayendo al caminar de la inmensa criatura. Pronto fue capaz de verlo. Una criatura como un reptil enorme con gruesos colmillos y cola meneante. Así como una melena que se abría y cerraba, delgada como una membrana.

    Sin embargo el monstruo no era lo más importante. Lo que era importante era el trono que llevaba en su espalda. Un trono conquistado por un ente de color blanco perfecto. La criatura se acerco lo suficiente para estar en primera fila contra Yaro.

    Aquel ente abrió los ojos azules de pronto. Era un cuerpo humano hecho de bruma y luz. Desprendía un poder como ningún otro alguna vez sentido por el guerrero. Sintió una presencia asquerosa, esta vez sentía un recuerdo lejano a la vez que muy cercano. Un destello le ilumino la memoria.

    –No– Dijo el hombre con el completo horror en el rostro y la forma de mencionar esa pequeña palabra. Los escalofríos le recorrieron cada milímetro de su ser. Las piernas le empezaron a temblar. Por poco la espada se le cae de las manos.

    Aquel ente se levantó del trono. Con su primer paso todos los arboles a su alrededor se incendiaron. Una corona de la misma materia del ente empezó a crearse sobre la cabeza de aquella cosa y todas las criaturas, humanas, o amorfas hincaron la cabeza.

    Yaroslav observaba la figura con impresión. Dentro de si nació la desesperanza.

    El ente levantó el brazo y la sangre hirvió entre burbujas que desprendían fuego. Las llamas quemaban a Yaroslav. Le generaba un profundo dolor. La carne se le achicharraba y sus ropas se fundían con su piel. El mango de su espada le derretía la carne.

    Se vieron a los ojos. Ente y hombre.

    No importaba el dolor. Yaroslav jamas se hincaría ante él.

    Levantó la espada y lanzó un grito de guerra. Ni siquiera borrarse de la misma existencia le impediría luchar.


    (…)​


    La búsqueda fue extensa. No sabia cuantos minutos habían pasado, las batallas le habían destrozado. Su cuerpo estaba desgarrado, adolorido y sin fuerzas. No sabría cuanto tiempo mas podría soportarlo.

    Bastian continuaba corriendo, hace poco ya no había visto a ningún monstruo. El bosque era más siniestro sin ellos. Era el miedo a lo desconocido. Entonces el chico encontró una luz. Era la meta, él sabia que era la meta, no había visto luz que no proviniera de las llamas y esa luz era perpetua, lejana, intensa. Corrió con la esperanza en el corazón. Los arboles se terminaban. Debía ser la costa. Habría de encontrar al niño y huir en barco. Habría de ser el final para todo esto. Terminó el bosque.

    Cayó de rodillas en la arena de la playa al ver el otro lado.

    Veía el borde del mundo. Un mar infinito de sangre curvaba el rose del filo de donde debería salir el sol. No había más que una eterna noche sin estrellas. Un mar rojo apestoso a hierro. Un bosque cada vez más incendiado y talado. Unos ojos azules observando la pesadilla con pasión. Nada le había causado tanto terror como la procedencia de la luz perpetua que diviso desde adentro del bosque. No era uno, ni diez, ni mil, eran millones de tronos funerarios encendidos con cuerpos de hombres y mujeres, niños y ancianos, todos carbonizados en llamas eternas.

    Bastian empezó a llorar. En sus oídos escuchó un millón de lamentos como si aquellos cuerpos sobre los tronos estuviesen siendo quemados vivos.

    Al no resistirlo más gritó levantando su sucio rostro hacia el cielo. Abrió los ojos y su pesadilla seguía continuando. Su voz desapareció y los huesos le comenzaron a temblar. Desde las costas podía ver las almas de aquellos que fallecían en las llamas elevándose al cielo congregándose alrededor de los ojos azules. Un rostro se empezó a formar en el cielo. Sobre la cabeza una corona se comenzó a formar. Era un ente humanoide difícil de distinguir, al no ser más que una calavera que pasaba a piel entre bruma lechosa y un brillo de estrella.

    Estaba a nada de desmayarse cuando vio surgir de entre el mar de sangre a un ejército de figuras humanas formadas de coágulos. Se amontonaban en pilas de cuerpos agonizantes. Sobre cada pila de cuerpos uno en especial se erguía con una corona. Eran tres pilas de cuerpos. En una no figuraba mas que ser cadáveres hechos huesos, en el segundo los cuerpos aullaban de dolor con miembros arrancados y en el ultimo los lamentos eran débiles, cuerpos a nada de morir que pedían salvación.

    Ahí vino la desesperanza para Bastian al escuchar como un tornado arrasaba a las bestias adentradas en el bosque. Sin embargo con el tornado dejó de sentir la presencia de Yaro. El chico tan pronto dejó de sentir al hombre llevó su mano a su boca, manchándose de sangre el rostro. Aspiro el fétido aire, manteniéndolo en el pecho, su vista se empezó cegar. Y escuchó una voz. Una voz masculina tan elegante como la de un rey. La voz seductora de la que los padres advierten a los niños. Era la voz del mal. Anunciaba en tono seductor el ceder a su merced, ante la locura. No pedía arrodillarse, pero Bastian sintió como su cuerpo le rogaba en miedo el hacerlo. Era el rey de todo, el rey de todo esto, era el rey del nuevo mundo y el verdugo del anticuado tiempo.

    Bastian con todas su valentía se negó doblar la rodilla. Volteó hacia las tres pilas de cadáveres y con una mirada furiosa retó a los tres cuerpos con corona.

    Los tres levantaron sus dedos indice en dirección a Bastian y cuerpos empezaron a nacer del mar rojo.

    Bastian se levantó de nuevo. Corrió en dirección al bosque. Corrió durante unos pocos minutos sin dirección alguna. Mas todo fue en vano, fue alcanzado pronto por los seres humanoides. Le atravesaron el cuerpo con espadas, flechas, garras, colmillos y lanzas. Los cuerpos le levantaron en un monto gigantesco que se elevaba a altura de los enormes arboles. Bastian estaba siendo atravesado uno tras otro. Su cuerpo no moría, pero su espíritu estaba a nada de desaparecer.

    Aquellos cuerpos elevaban el cadáver de Bastian aparentando una ofrenda a los ojos azules. El bosque estaba muerto hasta la sección donde se encontraba. La calavera empezaba a formar un rostro en carne y Bastian pudo ver que aquella cosa sonreía de victoria.

    El chico maldijo esa sonrisa.

    Levantó su brazo como pudo y dibujó un aro mágico sobre su cuerpo. Una ráfaga de flechas empezaron a dispararse, clavándosele incluso a él. Los seres humanoides se deshacían con el rosar de las flechas de energía. Descendía con lentitud al son del chillido de aquellas criaturas. Los ojos le mantuvieron la mirada hasta que se encontraba en suelo. Vio como los arboles que aun seguían intactos se movieron tapando el cielo ocultándole de la vista de aquel ente.

    El cuerpo del chico flotaba en la sangre. No existía ninguna criatura ahora. Desde el inicio de su pesadilla no se había sentido en paz hasta ese momento. Quizás era el final. Estaba muriendo. ¿Significaba algo esto? Quizás que Bastian no estaba hecho para pasar su adopción. Realmente el chico no lo sabía.

    La sombra de sus parpados le fue apoderando. Habría de cerrar sus ojos y descansar. Ya no había nada que pudiese hacer.

    Justo antes de cerrar los ojos escuchó unas risitas.

    Giró la cabeza. A unos metros se encontraba un templo de madera. La luz iluminaba el templo, esta era luz natural, luz que siempre había visto en su vida. Luz proveniente de las estrellas.

    Aquellas risitas volvieron a sonar. Bastian admiró el templo con curiosidad.

    Tenía la decisión en sus manos. El pesar de su alma le gritaba cerrar los ojos, dando fin a todo aquello, o habría de luchar un poco más a pesar de que quizás era imposible llegar al templo.

    Bastian Arcnaik, ese era su nombre. Por lo tanto habría de morir luchando aunque su lucha fuese llegar a aquel templo. Se giró, con el pecho dentro de la sangre. Mover sus brazos fue un calvario. Se arrastró agarrando las raíces ahogadas. El dolor le hacia caer la cara. Las venas en su cuello, brazos y cien se remarcaban con cada poco de fuerza. Moverse hacia el templo fue una misión titánica.

    Tarde se dio cuenta que templo estaba sobre encima de la sangre. El césped se elevaba sin mojarse en lo absoluto. Al tocar aquel manto verde el chico sintió un alivio. Pudo levantarse, Tenía fuerzas para eso, pero para caminar no tanto, se cayó al subir los escalones del templo. Aulló al tomar de nuevo el paso.

    Finalmente llego a la puerta. La abrió sin complicaciones. En medio del templo se encontraba aquel niño que había visto antes con Yaro. Sin embargo ahora podía verlo entero. Era un niño de cabello blanco, pequeño, con cuerpo regordete. Caminó hacia él arrastrando sus pies. Aquel templo era extraño, en especial por no tener ninguna imagen de la diosa. Solo flores, velas y mantos de lana. Sin embargo se sentía una calma increíble.

    El niño jugaba con tres soldaditos de madera. Hacia sonidos de explosiones y rechinar de hierro al momento de chocar. Reía divertido. Se lo estaba pasando bien. Cuando Bastian se acercó a él se giró para verle el rostro. Ojos marrones y ojos rojos se cruzaron. Fusionándose en una conexión mística. El niño de no mas de dos años le sonrió levantando el juguete como invitándole a jugar. Bastian no comprendía lo que pasaba, pero estaba llorando. Extendió su brazo para tomar el juguete y al momento de tocarle la mano al niño el templo desapareció, así como el niño. Bastian se giró a todos lados, estaba en el bosque. Entonces las risitas se escucharon de nuevo. El niño estaba caminando en dirección a la profundidad del bosque.

    – ¡No! ¡No vayas allá! ¡Es peligroso!– Corrió en dirección al niño. Se detuvo de pronto. Levantó los brazos observando sus manos –Estoy bien…– Se miro el cuerpo. No tenía ninguna herida. Levantó la cabeza. Era de noche. No alcanzaba a ver estrellas, pero tampoco aquellos ojos. Se quedó quieto y se concentro. No escuchaba los gritos del bosque ni los lamentos de las almas. Bajo la mirada. No había mar de sangre.

    Las risitas volvieron a sonar, pero mas lejanas.

    Bastian corrió con el único peso de temer perder al niño. Pronto lo encontró. Camina dando zancadas con las piernas abiertas. Era gracioso verle. Le recordaba a Mike hace unos años cuando apenas aprendía a caminar. De pronto tropezó con una raíz, Bastian se apresuro a ayudarle, pero el niño se puso de pie continuando su camino sin llorar. El niño se detuvo, se giró y en medio de un balbuceo infantil le extendió la mano. Bastian llegó con él. Observó la pequeña mano y la sonrisa del infante. Tenía una mirada segura, parecía valiente, verdadera valentía. Bastian decidió tomarle la mano.

    Caminaron juntos durante varios minutos hasta que el niño le jaló cuando se impresionó por algo. De pronto Bastian empezó a ver como el bosque se llevaba de luz de luciérnagas, así como de animales.

    El niño abría y cerraba la mano como saludando a los animales. Bastian le apreciaba con detenimiento. Era un niño feliz. Su alegría era contagiosa, porque ahora Bastian también estaba feliz. Entonces llegaron hasta un árbol. Un árbol que Bastian conocía bien, era su árbol, ese árbol que había estado golpeando durante días enteros. El niño le soltó la mano y se adelanto a tocar el árbol. Parecía inspeccionarlo. Tras darse cuenta que si era el adecuado asintió. Le dio dos golpecitos, se giró y empezó a hacer ademanes a que se acercara. Bastian comenzó a ver que la ruta por la que caminaba era un sendero en dirección a aquel árbol. Se giró por donde venían, no se había dado cuenta de ello, siempre había sido un camino.

    Llegó al árbol. A un lado estaba ese niño de cabello blanco y ojos rojos. El niño le dio unos golpecitos a la madera con una mirada que mostraba confianza.

    – ¿Quieres que lo golpee?

    Asintió.

    Bastian sonrió. Volvió a mirar el árbol. Lo aprecio unos segundos y volvió al niño – ¿Quién eres?–

    Le preguntó con mucha curiosidad.

    El niño empezó a balbucear cosas imposibles de descifrar mientras levantaba los brazos emocionado. Bastian no sabía porque esperaba una respuesta clara. Empezó a reír. Se puso a su nivel y le dijo –Gracias por traerme hasta aquí. No tienes idea de todo lo que pase…

    El niño levanto una sonrisa, se acerco a él. Bastian creyó que el niño quería un abrazo, pero no, al estar cerca el niño le golpeó el pecho. Levantó el rostro y volvió balbucear algo.

    Bastian le contestó –Tu también– Aunque no sabia exactamente lo que el niño quiso decir. Se levantó, se puso frente al árbol, lo observó con calma. Se giró esperando volver a ver al niño, pero había desaparecido, como el camino, como todas las luciérnagas y animales. Levantó la mirada al cielo. Era de día. Hasta ahí le llegaba la brisa del mar. Observó sus brazos y piernas, estaban tan destrozadas como cuando se había dormido. Al parecer todo había sido un sueño, una alucinación o algo parecido. No sabia en que parte de su cabeza había cabida para todo aquello que había visto.

    Estaba cansado, pero tenía fuerzas, un golpe, es todo lo que le quedaba, después de eso sabia que no podría volver a levantar los brazos para poder golpear ese árbol. Puso su frente con sangre seca en contacto con la madera del árbol. Pudo sentir el alma del bosque de nuevo. Esa inmensa red que es la naturaleza, pero sobre todo pudo sentir la vida del árbol que había escogido. Aquel árbol Tenía miedo de lo que podría pasar, pero estaba listo para aceptar su destino, solo hacia falta que Bastian eligiera. Golpear una ultima vez el árbol o finalizar la adopción.

    –Te prometo que tu vida no sera en vano– Le dijo al árbol.

    Y el nexo con la naturaleza se rompió no sin antes escuchar la respuesta del árbol –Eso se habrás de demostrárselo a los vivos.

    Ahora estaba solo. El mundo se había parado. Bastian tenía la mano rota, pero aun así la levantó dispuesto a golpear el árbol. De pronto sintió la energía fluyendo a través de él. Lanzó un grito de guerra. Dirigió el puño hacia la madera. A sus espaldas se encontraba la fuerza de los huracanes. Recordó las palabras de Yaro, al igual que recordó la imagen de aquel niño y dijo –Quiero ser el hombre que se vuelve un héroe– El puño golpeó la madera y a la isla entera le azotó un viento capaz de voltear embarcaciones. Todas las crestas de los arboles se movieron. Partiendo la madera del tronco en un corte limpio justo en medio del contacto con el puñetazo. El árbol chocó con otros hasta caer en el suelo. Bastian no podía creerlo. Lo había logrado. La emoción en su pecho no pudo aguantar y gritó a los siete vientos por su importante victoria. Un grito de un héroe que acababa de nacer entre el campo de batalla.
     
    Última edición: 24 Noviembre 2019
  15. Threadmarks: [ Parte 2 ] Capítulo 33 - El Niño y la Aventura
     
    Aldo MV Gallardo

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    Para adolescentes. 13 años y mayores
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    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    43
     
    Palabras:
    5198
    Capítulo 33 – El Niño y la Aventura

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    -14 de Abril de 2893 D.C.-

    Después de derribar el árbol, durante un día y una noche, Bastian durmió. Descansó con una sonrisa en el rostro. Al segundo día se dedicó a curar sus heridas con magia. Aunque el chico se dio cuenta que sus huesos y carne magullada parecía estar recuperándose por si sola con bastante rapidez. Su magia solo fue un catalizador para que todo sanara con mayor rapidez.

    En el tercer día el chico al ver que no volvía Claarn empezó a cortar la madera del tronco con ayuda de su magia de aire. El grueso tronco se cortaba como un pedazo tierno de carne por un cuchillo afilado. El chico ni siquiera Tenía que tocar la madera, solo debía de pasar su mano con un ligero poder de viento en las manos. Cada corte era un suceso delicioso de ver.

    En base a aquel enorme tronco creó herramientas, una espada y un arco, un hacha, un martillo y clavos. Se dedicó durante dos días a construir su barco en base a tablones, así como creó una vela cociendo las hojas del árbol. Pescaba todo tipo de animales para comer y en caso de no conocer la especie lo abandonaba, pues no se arriesgaría a morir envenenado en un lugar tan desolado. Encendía pequeñas hogueras en el templo en medio del bosque y cocinaba ahí en base a distintas especies de algas. Dormía en el templo, adentro frente a la figura de la diosa. El chico nunca terminaba de comprender la razón, pero en aquel lugar se encontraba en paz. Y antes de dormir revisaba la sala principal del templo esperando volver a ver al niño, pero nunca le encontró.

    Cuando despertó revisó sus heridas, sus manos estaban casi recuperadas al completo. Un ligero dolor le aquejaba, pero era algo que desaparecía si hacia ejercicios con las manos antes de cualquier tarea. Gracias a eso pudo continuar trabajando con mayor rapidez en su barco, y así en el atardecer Bastian contempló el ocaso con su barco a un lado, mientras tallaba mas herramientas en base a la madera. Esos últimos cuatro días habían sido tranquilos, a la par que satisfactorios. Bastian pensaba que de haberse de repetir no se negaría en lo absoluto.


    (…)​


    Una pareja de magos, ambos mayores, soldados hechos y derechos, se encontraban en la isla. Llegaron en el amanecer, no perderían el tiempo, trabajarían duro durante los días y las noches que fuesen necesarios.

    Golpeaban sus respectivos arboles uno al lado del otro. Era medio día y sus cuerpos estaban empapados en sudor, cada vez era más difícil coger aire, así como sentían que los nudillos se les partían en dos.

    Desde que habían llegado se habían dado cuenta de que había un barco amarrado en la orilla. Sus respectivos mentores investigaron el bote, pero no encontraron nada dentro. Habría de ser un bote que terminó en la deriva durante una tormenta. El motivo daba igual, era un buen barco y estaba hecho con madera de aquellos arboles, podrían venderlo y ganar el suficiente dinero como para retirarse un año con gusto de lujos.

    La joven maga cayó al suelo. Estaba exhausta, no golpearía más en una hora. Una brisa fresca empezó a soplar, ella sonrió y levantó el rostro con los ojos cerrados para disfrutarlo. Entonces el viento paro. Abrió los ojos con calma y se asustó al ver a un adolescente trepado en la cima de los arboles.

    – ¡Vamos, tu puedes!– Le gritó el chico dando ánimos.

    La chica no comprendía como es que ese niño había llegado ahí.

    – ¡Oye tu! ¡¿Ocupas ayuda?!– Le preguntó el hombre que dejó de golpear el árbol a un lado de la chica.

    – ¿Ayuda?– Preguntó para si mismo Bastian – ¿De que hablan?– Y el chico saltó de la gruesa rama en la que se encontraba parado.

    La mujer empezó a gritar – ¡Querido, ayúdame a atraparlo!

    – ¡¿Qué le pasa a ese loco?!

    Los mentores seguían inspeccionando el barco mientras hablaban de un cliente potencial que seguro le daría una gran suma de dinero. Se encontraba en los puertos del Oeste, era un hombre de ojos jalados y piel morena con el cabello largo lacio. Provenía de Rabihit y era un gran amante de los barcos. Era el negociante de barcos numero uno de la región donde se encontraba su negocio. Si, habría de darles una buena suma.

    Entonces escucharon los gritos de sus alumnos. Voltearon a verles y vieron al chico que había saltado hacia ellos. El susto les llegó hasta la garganta. Pero pasó algo raro, cuando el chico se encontraba a unos metros de chocar con el suelo comenzó a decender como la hoja de un árbol.

    Bastian observaba a la pareja boquiabierta y solo pensaba. Que gente más rara.

    Finalmente llegó al suelo. Se encontraba frente a los dos adultos, tendrían unos veinticinco años. Sentía una vibra extraña provenir de ellos dos. El chico les mostró la sonrisa mas sincera que podría lanzarles a pesar de sentirse un poco incomodo.

    – ¿Quieren un pescado?– Les ofreció el chico con una sonrisa mas vivida –Si quieren encontrar comida hay muchos peces del lado Norte de la isla, debe ser porque las embarcaciones no llegan hasta ahí. Si no traen cañas de pescar hice dos intentos antes de hacer esta buena. Se debe de encontrar a un lado del tronco que corte. Solo que tengan cuidado, deje plantado un injerto cerca del tronco. Quizás con un poco de arreglos las hagan funcionar– La pareja ni siquiera se había percatado que el chico llevaba colgando multitud de herramientas. Todas de madera, todas del color de la madera de esos inmensos arboles.

    El hombre tartamudeó al tratar de analizar lo que había dicho, entonces trató de hablar –T–t–tu–tu hiciste un… unas cañas extras con ma… madera– Señaló el árbol que su mujer estaba golpeando – ¿De esa madera?

    Bastian asintió – ¡Por supuesto! ¡Es mas fácil de lo que parece, enserio! ¡Se acorta rápido, solo ocupas un poco de concentración y certeza!– El chico le dejó un pescado a cada uno. Estaban cocinados y envueltos en algas. Olían bastante bien – ¡Ustedes pueden chicos! Yo tengo que irme– Al hombre le dio un golpecito en el hombro y a la chica le tomó la mano sacudiéndola ligeramente. Bastian continuó su camino hacia el bote.

    La pareja se vio a los ojos, volvieron a ver al chico y después vieron el grueso tronco. ¡Ese niño dijo que había sido fácil!

    Bastian caminaba por la arena blanca con una ligera sonrisa en el rostro. Veía a los dos mentores de la pareja. Dos hombre viejos de cabellos blanco. Le miraban extraño. Creía saber de donde provenía aquella pareja tan rara de atrás.

    – ¿Un buen barco, no?– El chico echó su morral lleno de pescado dentro del barco, así como una a una se fue quitando sus herramientas.

    – ¿Es su barco?– Le preguntó uno de los hombres.

    –Claro, solo me faltó ponerle una placa.

    – ¿Donde lo compró?– Preguntó el segundo hombre con curiosidad. Mientras que el primero echaba un vistazo a las herramientas que tiraba el chico dentro del barco. Poco tardó en darse cuenta que esas herramientas también estaban hechas con la madera de los arboles de aquella isla.

    – ¿Comprar?– Soltó una risa –Yo lo hice– Dijo el chico sacando el pecho y con la cabeza ligeramente levantada.

    El hombre que le había preguntado comenzó a reír sin muchas ganas. Era una broma de un chico. No importaba –Hablo enserio, jovencito, ¿Dónde consiguió semejante ejemplar?

    Bastian enarcó las cejas –Es la verdad– Gruñó en tono bajo. Odiaba que no creyeran lo que decía. No Tenía motivo para mentir a nadie. Con aires de confianza y también un poco de aires de presumir empezó a contarles a los dos viejos su historia –Cuando era un niño mi abuelo y yo creamos unos botes a escala para jugar en el rió. Hacer este bote solo fue hacer más grandes las piezas. Eso si, tuve que improvisar la vela, gaste todos los hilos de mi camisa para poder hacer nudos y mantenerlas sujetas– El chico empezó a empujar el barco hasta que el agua rozaba buen parte de la parte baja –De hecho no me acabe todo el tronco. Es demasiado grande. Así que si quieren aprovechen la madera restante para algo, no tengo impedimento alguno– El chico se subió al barco. Lo único que esperaba es poder resistir los mareos.

    –No creo que este mintiendo…– Le susurró uno de los hombres a su compañero.

    –Debe de estar mintiendo. Es solo un niño– Masculló el otro con mala cara.

    –Oigan, viejos, ¡Tomen!– El chico le lanzó dos brochetas de pescado. Eran peces de escamas brillantes de tono verde. Eran pequeños, por eso Bastian había casado bastantes. Los vendería en la costa. Quizás podría conseguir suficiente dinero como para poder conseguir comprar las comidas de regreso a LaneCloud.

    – ¿Son acaso…?– Murmuró uno de los ancianos con los ojos saltones.

    –Si… Lo son… Son peces piedra jazmín

    – ¡Los hice lo mejor posible! ¡Lo hice según recordaba de un libro de mi madre, creo que se llamaba Comidas de Willian Chiur!– El cual era un libro utilizado por los mejores chef del mundo especializado en cocinas cinco estrellas y platos extremadamente raros. Su madre era una excelente cocinera y en mas una ocasión le explicó como hacer todo tipo de comidas. Los ancianos conocían el libro y obviamente conocían el increíble valor de esos pequeños peces. ¡Y ese niño se los había regalado!

    – ¡Espero los chicos lo logren, nos vemos!– Y así fue como Bastian dejó la isla.

    – ¿Soy yo o ese chico se parecía al difunto Ex–General Mundial Adam Arcnaik?– Preguntó uno de los hombres con la mirada fija en el barco que se alejaba cada ves mas.

    –Eso ya seria demasiado, idiota.


    (…)​


    Durante el viaje Bastian empujaba el barco con el soplar de su magia de viento. El barco se movía rápido al ser más pequeño que el resto. Luchó contra el mareo en más de una ocasión, vomitó una vez, no es algo de lo que alguien se pudiese sentir orgulloso, pero Bastian lo estaba por que solo había sido una vez.

    Durante su viaje un fuerte viento le jaló sin poder hacer algo para impedirlo, por lo que cambió su rumbo, terminando viajando a los puertos del oeste.

    Cuando se topó como los puertos comenzó a pensar en que quizás no quería volver a LaneCloud, había algo mágico en el sentir de la brisa salada sobre su cara, en el cálido abrazó de los rayos del sol acariciando su piel blanca. La ligera agitación de las olas era apaciguante y la brecha del mar con el cielo era tan misteriosa así como atrayente. Quería ser un viajero del mar, un guerrero ambulante, la esencia de vivir siendo uno con la naturaleza le atraía mas que cualquier otro deseo que alguna vez había tenido.

    Pero tenía que volver, en LaneCloud le esperaban. Habría de encontrar el final del mundo algún día. Aun le quedaban cosas por aprender. Sin embargo un día habría de partir. Explorar y descubrir que el mundo solo parecía pequeño en un mapa.


    (…)​


    Un hombre iba llegando cabalgando a su puerto. Uno de sus trabajadores decía que acababa de vender uno de los barcos mas impresionantes en su catalogo. El jefe, un hombre de ojos jalados, moreno y cabello largo lacio sonreía, los buenos negocias le llenaban el corazón. A demás de que acababa de comprar ese caballo pura sangre tan bonito para su pequeña hija. Lo único que le llenaba el corazón más que los buenos negocios era su querida hija.

    El hombre lanzó una mirada al poniente, una pequeña sombra se asomaba en dirección a su puerto. El viento no soplaba tan fuerte como para mover tan rápido ese barco, no importaba que fuese tan pequeño. El hombre sabia de barcos, no lo podían engañar.

    En pocos minutos el barco llegó a su puerto, ahí lo estaba esperando con tranquilidad. Llegó hasta su puerto y el insolente se atrevió a estacionar el barco sin ningún permiso. El trabajador estaba por ir a correr al chico, pero no, este seria trabajó del hombre, nadie se atrevía a insultar su puerto de venta de barcos con un barco mercader cualquiera. Se bajó de su potro pura sangre y caminó entre los tablones que conformaban su puerto, creado de la mejor madera de todo el mundo.

    Cuando se encontraba cerca se percató que aquel hombre no era un hombre, de hecho no Tenía la edad ni siquiera para poder ser mayor de edad, era un adolescente de no mas de quince años. Soltó un bufido de cansancio, tendría que lidiar con un mocoso, pero bueno, ya estaba lo suficientemente cerca como para regresar, entonces continuó caminando hacia él.
    –Disculpe, joven– El chico seguía apretando el nudo al gancho que amarraba el barco. El chico se giró. Un joven adolescente, de piel blanca enrojecida por el sol, cabello como el cobre y ojos marrones. Lo analizó bien por si acaso le atacaba.

    – ¿Qué pasa, señor?– Preguntó el chico. Su voz ni siquiera había engrosado. Un adolescente que hizo su primer barco y decidió salir a probarlo sin saber mucho de la vida. Habría que mostrarle el mundo real.

    –Jovencito, este puerto esta especialmente dedicado a la compra de barcos.

    Bastian terminó de anudar el barco, su piel le brillaba por el sudor. Calani Tenía un clima demasiado tropical para el gusto del chico – ¿Enserio?– Preguntó el joven observando todos los barcos de alrededor –Tengo suerte– Le comentó con una sonrisa –Se lo vendo– Dijo señalando su pequeño barco.

    El comentario no fue para nada bien recibido por el negociante, el cual lo sintió mas como un insulto. Enarcó las cejas y respondió en un tono mas alto para poder dejarle en claro que no compraría su basura –Ese barco no te lo compraría ni el pesquero mas necesitado…– Señaló el barco, entonces encontró en él un brillo peculiar, un color que había visto muchas veces a lo largo de su vida como vendedor, si, era el mismo color de su puerto. Era la mítica madera de los arboles de Jacobh Majab. No solo eso, ese pequeño barco era una versión a escala de la unidad deportiva que utilizó el campeón de las carreras de botes del año 2834, ¡La carrera mas legendaria de la historia!

    – ¡No sea así! Hice el mejor trabajo para hacerlo, deme lo mínimo, pero cómprelo, tengo un largo viaje que hacer– El chico hizo una cara triste mientras miraba su creación, que la insultaran apenas viéndola le causaba decepción.

    – ¿Cuánto quieres?– Dijo de pronto el hombre y Bastian volteó a verle.

    –Lo que quiera darme– Le comentó el chico con una sonrisa tras echarse el cabello para atrás. Mantuvo un porte recto para parecer lo mas convincente posible de que era alguien bueno y no un don nadie muerto de hambre.

    –Te puedo dar dos y medio.

    ¿Dos mil quinientos chas? Es bastante poco… Bastian volvió a ver su barco. No creía para nada que eso valiese su barco – ¿No puedes dar cinco?

    El hombre se lamió los bigotes. Observó el bote. Apretaba la quijada y hacia una mueca de preocupación. Si mando a hacer una vela con el mismo diseño de la carrera puedo venderlo a un buen precio... Estaba ansioso, lo notaba en las pisadas que daba a los tablones del puerto.

    – ¡Hecho!– Contestó el hombre.

    Debí pedir diez mil, igual y si me los daba si lo negociábamos… Pensó Bastian un tanto desilusionado –Esta bien. Deja saco las cosas de adentro.

    El dueño del puerto empezó a ver a más de un ricachón viendo el barco a lo lejos. Reconocieron la calidad del barco. Esos buitres intentarían robárselo –Esta bien, ¿Tienes algún numero de cuenta bancaria para depositarte el dinero lo mas pronto posible?

    Bastian se echó sus herramientas a la espalda junto con su bolsa de pescados. Las demás brochetas ya se las había comido en el transcurso del día. Al escuchar la pregunta del hombre se quedo quieto arriba del bote. ¿Enserio? ¿Una cuenta bancaria por cinco mil chas? Podre ser un príncipe, pero nunca entenderé la alta sociedad…

    –No tengo cuenta bancaria, señor…

    –No se preocupe iré a sacar el dinero.

    Se le ve demasiado ansioso. La gente me esta viendo. Quizás lo que quiere es que me vaya. Un adolescente sin camisa y con cicatrices en sus brazos no debe de ser una imagen muy elegante.

    –No se preocupe señor, ¿Cuánto dinero tiene en efectivo?

    –En el negocio debo de tener… Uno, quizás.

    ¡¿Por qué no me dice mil?! ¡Te escuchas ridículo diciendo uno! Mil Chas es poco, pero igual con eso podría sobrevivir hasta llegar a LaneCloud. Podría convencer a una carroza para pagarle el resto cuando este en casa –Hagamos esto, señor. Deme ese dinero, algún día de estos cuando ya tenga una cuenta bancaria vengo a cobrar el resto.

    El hombre no pudo ocultar su sonrisa. Volteó a ver a todos lados y el bote. Estaba demasiado feliz – ¡Trato hecho muchacho!

    Si, lo que quiere es que me vaya pronto. Bastian le siguió hasta el edificio de su negocio. Sin embargo se detuvo cuando vio el caballo de dueño.

    –Que buen caballo, señor.

    –Quiero que llames a todos los guardias hasta aquí, quiero ese bote custodiado– Le susurró el dueño a uno de sus empleados. Después se giró hacia el joven y asintió con una sonrisa –Lo es, lo acabo de comprar a un muy buen precio. Se lo regalare a mi hija– El hombre saco las llaves y estaba abriendo la puerta cuando escuchó nuevamente la voz del chico.

    –Va a estar feliz. Oiga, ¿no le interesaría comprar estas herramientas? También tengo estos pescados, están bastante ricos.

    El dueño soltó una risita burlona. Estaba por decirle que no compraban herramientas en ese local cuando vio las herramientas con detenimiento ¡Estaban hechas de la misma madera que el bote! Estaba emocionado, trato de mantener la calma –Creo que te podría dar… ¿cuanto seria bueno…? Te comprare el pescado para que no digas que soy mala gente…– Se dijo a si mismo al golpearse la barbilla con la lleve del local. Entonces alcanzó a ver los pescados, ¡Eran los exóticos pescados piedra esmeralda de Calani! ¡Cada uno de ellos valía miles de Chas! Pero no Tenía mas dinero… espera, si Tenía algo… – ¡EL CABALLO! ¡TE DOY EL CABALLO!– Aulló de emoción. Al demonio su hija.

    Bastian poco a poco abrió la boca de impresión. Boquiabierto vio el caballo. ¡Debe de gustarle mucho el pescado! – ¡Claro que si!– Le contestó Bastian con una sonrisa y gesto de incredulidad.

    Al entrar al local el hombre puso los pescados con cuidado dentro de una hielera. Y se dirigió directamente a su oficina. La imagen tranquila de Bastian le seguía con tranquilidad.

    Llegaron hasta la oficina. Dentro había una caja fuerte detrás de un cuadro de pesca bastante bonito. El hombre puso la contraseña y abrió la caja, adentro debía de haber fácil un millón de Chas en fajos de billetes.

    Viejo tacaño. Pensó Bastian.

    – ¿Tienes algo donde llevarte el dinero?

    –No– Contestó Bastian dudoso. Mil Chas podía llevárselos en la bolsa del pantalón.

    El hombre asintió y sacó un morral.

    Vamos, viejo son mil chas solamente.

    Entonces el hombre empezó a echar todo el dinero dentro del corral mientras contaba en susurros. Bastian abrió tanto los ojos que casi se le salían de sus cuencas. Abrió la boca al escuchar que la suma había rebasado los mil chas tras el primer fajo de billetes. Entonces capto rápido la relación. Dos y medio, no eran dos mil quinientos, ¡Eran dos millones y medio! Y cinco no eran cinco mil, ¡ERAN CINCO MALDITOS MILLONES!

    –Un millón– Dijo el hombre levantando el pesado morral. Se volteó y lo puso sobre el escritorio. Bastian escuchó el tronar de la madera con el papel moneda. Creyó que todavía estaba dentro del sueño. Si esto debía de ser un sueño… Eso o era el chico con mas surte en el mundo, eso a no ser que el viejo mercader fuera en el vendedor mas idiota de todo Evelia.

    Tomo la bolsa con rapidez. Se la pegó al pecho. Su sonrisa deslumbraba aunque el no quería mostrarla. Tenía un brillo en los ojos como los faros de las costas –Muchas gracias. Fue un buen trato– Y el chico salio de la oficina como un rayo.

    – ¡Muchacho!

    La campanilla ya había sonado. Bastian se detuvo a tiempo.

    – ¿Si?

    – ¿Cuál es su nombre?

    –Bastian…– Le contestó con una enorme sonrisa. Entonces capto que si le decía el nombre quizás podría mandar a alguien a buscarle quitar el dinero. Lo pensó rápido –Bastian W. Chiur– Después desapareció.

    –Muchas gracias, Sr. Chiur– Y el hombre empezó a gritar y saltar de emoción.


    (…)​


    Bastian, ahora un chico de trece años con un millón de Chas en la bolsa se hospedo en los hoteles que más le parecieran interesantes, no los más caros, porque sabía que el dinero era escurridizo y muchos gustaban de jugar con esa peculiaridad de los billetes. Durante días y noches viajo desde Calani en rumbo a LaneCloud. Se compró ropas nuevas, pareciendo solo un ciudadano más del hermoso reino costero.

    En el día gustaba de parar y probar las comidas con el mejor olor. Nunca fue fanático de los mariscos, pero estaba ahí, en Calani, donde se comía todo tipo de animales marinos trecientos sesenta y cinco días al año.

    Para su fortuna durante dos noches hubo festival y el chico habría de irse a bailar con las chicas de Calani, así como de las pueblerinas que llegaban de la frontera o los puertos del extinto reino de Rasew al Norte de Calani. Supo divertirse, fluir con la brisa salada y bailar al soplar de sus liberadores vientos. Conoció a más de una chica en esos festivales y robó más de un beso a una chica descuidada, ¿aunque se podría decir robar cuando ellas cedían y luchaban por controlar la situación? Jugó a las cartas contra ancianos en sus momentos solitarios, perdió dinero, pero en sus momentos dobló lo perdido. En mas de una ocasión algún delincuente o mafioso braveaba falsedades que inculpaban a Bastian de tramposo y el chico al no poder dejarse pisotear respondía insultos a los tipos, lo que ocasionaba que en mas de una ocasión le quisiesen rebanar el cuello. Huía entre las casas blancas del reino y una vez fuera de peligro admiraba las estrellas, tan infinitas, brillantes y hermosas. Oda de más de un poema o canción de dos amantes. Figuras a las que se les había prometido tantas cosas como cantidad de astros en el manto celeste. Bastian las admiró, quizás nunca se había sentido tan feliz de tenerlas en el cielo, después de todo él conoció la noche sin luz y era aterradora. No sabia porque, pero presentía en el viento que habrían de llegar días mejores.


    (…)​


    El camino fue tranquilo. Era muy aliviador el poder explorar solo, sin un Claarn que te colmara la paciencia o un Mike al que poner atención. Era mas profundo, más suyo. Admiró los ríos y los extensos mantos verdes de flora tropical que con el tiempo empezaba a volverse bosque. Cuando cabalgaba trataba de guiarse por las montañas, pero era en vano, eran tantas que el camino parecía interminable.

    Se hospedo con gente bonachona a la cual pago el doble de lo debido. Conoció a niños, ancianos, jóvenes, chicas sobre todo y adultos.

    En las noches los campesinos de pequeños pueblos de quince casas que no aparecían en los mapas le contaban historias de sus tierras. En el mundo la diversidad es extensa, descubría que en un pequeño pueblo podría encontrarse gente de extremos como Iglakesh, Olimpia o Jenna, así como gente de islas diminutas de las Islas Medías. Durmió en áticos y graneros, también descansaba en los pastos de los valles. En más de una ocasión una oveja le intentó morder la cabellera pensando que eran zanahorias. Y descubrió que existían unas aguas termales en la colina donde iniciaba el rió. Ahí tomo un baño, se sintió un poco avergonzado, porque llegó a los minutos una pareja, un hombre aparentemente ciego con una mujer exuberante que Bastian por sus hormonas fue incapaz de echar un vistazo. En cuanto se despistaron huyó de ahí muerto en vergüenza por cierta reacción masculina que no quería mostrar.

    Al final de cuatro días llenos de historia llego a Most. Su travesía había sido mas larga que la que había tenido con Claarn, pero si algo le ataba a tomar su tiempo es que no sentía tener ninguna prisa por volver tan pronto.

    En Most, el que Bruno y él denominaban, Hericent sureño, era una pequeña ciudad sin edificios, casi todas las casas estaban hechas de tronco y tablones, eran amantes de las ovejas y los chalecos. Bastian no entendía el porque, creía que solo era un mito, sin embargo era verdad, ¡Todo mundo llevaba puesto un chaleco! Pero no por eso era famoso esa pequeña ciudad, no, su fama recaía en que eran los mejores creadores de dulces de todo el continente. Bastian aprovechó el viaje para comprar una mochila llena de ellos.

    Durante su dulce travesía se topó con un cabaret, la mirada maliciosa de Bastian dio luz y se introdujo dentro. No sin antes comprar un sombrero pequeño, lentes, ropa “para señores” y un poco de maquillaje para pintarse la sombra de una barba. La pintura se le salio de las manos y logro crearse el aspecto de un esposo enano cascarrabias que escapaba a ver mujeres en secreto fuera de la supervisión de su esposa.

    Al entrar compró una pipa que ni siquiera encendió, pero que se la puso todo el tiempo en la boca. No podía decir que no le gustase el lugar. Eran mujeres atractivas, de vestimenta sexy sin pasar al desnudo. Bailarinas de sonrisa blanca que servían bebidas cuando el show de baile terminaba. Bastian aprovechó para meter unos dolores entre el busto de una bellisima mujer cuando le pidió traer un vino tinto, la única bebida alcohólica que Martin le había permitido tomar y que si le había gustado.

    Cuando tuvo su bebida se acercó a la mesa de apuestas. Jugaban un tipo de juego con cartas que pronto entendió. Tenías 4 cartas en la mano y seis en la mesa, tres visibles, tres ocultas, y el objetivo era deshacerte de todas las cartas poniendo números crecientes, el dos reiniciaba el número al más bajo y el diez eliminaba las cartas del montón. Fácil. Con el pasar de los minutos amasó una buena fortuna contra todos los verdaderos viejos cascarrabias que veían mujeres a escondidas de sus esposas. Tras una implacable derrota uno de los viejos que ya se encontraba borracho a pesar de ser las cuatro de la tarde se levantó e intentó golpear a Bastian. El chico corrió hacia la cocina, debía haber una puerta trasera donde les echen las sobras a los perros callejeros, siempre las había. El anciano iba detrás de él con paso lento, pero un hombre se le acercó.

    –Yo me encargare de él– Le dijo el desconocido. El hombre estaba por gruñirle, pero encontró la furia encarnizada en la mirada de aquel desconocido con bigote tupido y sobrero viejo, por lo que le dejó continuar.

    Finalmente, Bastian escapó por la puerta trasera, si que la había, siempre había. Corrió entre los callejones hasta estar unas cuatro calles lejos. Era su táctica, al ser bastante rápido normalmente nadie lo lograba encontrar entre las calles a la redonda de los locales. Era algo cotidiano en sus travesuras con Bruno. Tomaba aire y se burlaba de los ancianos al haberse escapado con todo el dinero ganado.

    Entonces una voz le hablo.

    –Buen botín– Le dijo.

    Bastian apenas giró la cabeza cuando este hombre lo levantó un metro sobre el suelo tomándole de la camisa. Entre sus forcejeos le vio el rostro y si no Tenía miedo, ahora lo tuvo. Era Claarn y se le miraba con muy mala cara.

    –Ho…Hola, viejo…– Le dijo con una sonrisa, pero tan pronto lo dijo Claarn le sembró un puñetazo que le reventó la mejilla. Se le cayó el sombrero y los lentes y sus ojos se mantuvieron el suelo gris de la banqueta a su izquierda.

    –Hasta que te encuentro mocoso… ¿No te dije que volvería a la isla…?

    Bastian giró la cabeza. Sus ojos ardían en furia. Le tomó el brazo que le sujetaba y lo comenzó a apretar – ¡Suéltame, mierda! ¡Tarde cinco días en salir de la isla y tu no volvías de quien sabe donde! ¡Hice lo que cualquiera hubiese hecho! ¡Que me sueltes he dicho!

    Y Claarn lo soltó, claro que lo soltó, pero tras darle un puñetazo en el estomago, que hizo vomitar al chico toda la comida que había devorado en el día.

    –Háblale con mas respetó a tus superiores, enano…

    Bastian continuaba tosiendo en el suelo. Le era difícil coger aire. En Most todavía era invierno y el frió lastimaba los pulmones de Bastian si intentaba respirar rápidamente.

    – ¿Crees que me fui solo por que quería ver la buena vista del reino?

    El chico se recargó a la pared y se levantó lentamente. Las piernas le temblaba y su mirada era mas rabiosa que antes. Claarn casi lo vio como un reto.

    –No encuentro otra opción... Aunque hayas ido a dejar a Mike a LaneCloud creo que tuviste el suficiente tiempo para volver, pero no...– Empezó a reír. Claarn escuchaba atentamente sin decir nada. Su sombrero le ocultaba su obscurecida mirada –Seguro te mantuviste un poco mas de vacaciones con alguna puta de los puertos… Sabes nunca te he creído que sales a “misiones”, estoy seguro que te hartas de nosotros y vas a hacer lo que se te pegue la gana como un viejo soldado retirado... Los escuchamos en la cabaña antes de separarnos de Martin, “O cuanto tiempo estaremos nosotros para ellos”, podrá parecer enternecedor, ¡Pero a mi no me engañan tus mierdas! ¡Si pudieses deshacerte de nosotros lo harías!

    –Bruno no terminó su adopción– Le dijo Claarn con una mirada triste.

    Y esas palabras golpearon mas fuerte que cualquier puñetazo – ¿Qué?

    –Bruno no lo logró…– Se quito el sombrero –Y cayó por la montaña de GrayLagoon… Entre Kian y Gus lograron rescatarlo... Kian lo llevó al hospital de GrayLagoon lo más rápido posible... Hicieron todo lo posible para mantenerlo estable, pero Bruno sufrió un paro cardíaco y…

    Bastian perdió la conciencia tras esas últimas palabras. No pudo escuchar nada más. Todo quedo en silencio. Se pegó a la pared y vio la nieve caer en Most como si la naturaleza misma se burlase de la capacidad de Bruno.
     
    Última edición: 24 Noviembre 2019
  16. Threadmarks: [ Parte 3 ] Capítulo 34 - Joya Preston
     
    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 34 – Joya Preston

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    –1 de Julio de 2896 D.C.–

    Las llamas de la hoguera de verano brillaban con gran intensidad.

    En Evelia existian tres festividades que en todos los pueblos, reinos y lugares sin nombre festejaban: El inicio de la primavera, el medio verano; llevado a cabo a mitad del año, que se agradecía el bienestar de las cosechas. Y el fin del año.

    Dependiendo de los lugares existian más festividades.

    En esta ocasión se estaba llevando a cabo el medio verano en LaneCloud, ya que en Hericent se había llevado a cabo el fin del año, y entre los dos pueblos siempre se compartían esas festividades.

    Ya hacia poco más de tres años desde los sucesos en GrayLagoon, nada malo había pasado desde entonces y esto volvía a retomar la confianza de los dos pueblos. El ambiente del gran festejo, un aire de alegría y prosperidad, lo decía todo.

    La multitud bailaba alrededor de la gran hoguera con bailes tan antiguos como la humanidad misma.

    Las mujeres en su totalidad vestían durante dicho festejo con faldas de colores brillantes y camisas finas que si ellas gustaban no dejaban nada a la imaginación de sus pretendientes, amantes y parejas.

    A los hombres por otro lado se les acostumbraba a vestir en pantaloncillos bastante recortados y a juego con un único chaleco igual de delgado que las camisas de las damas.
    Se decía que en primavera nacía la llama del amor y que en verano llegaba a su punto más fuerte.

    Las parejas bailaban entre risas y bailes íntimos al son de los tambores rítmicos que dejaban correr las gotas de sudor en la calurosa noche del festejo.

    –¡Amo esa canción!– Le dijo Melissa a Bastian jalándole del brazo. El chico estaba agotado de tanto bailar. Lo había hecho toda la noche con ella y con tras tantas chicas del festejo, pero en especial y con verdadero cariño, con ella.

    Las llamas se meneaban al correr del viento y junto con sus movimientos las parejas se movían. Bastian a pesar de estar más cansado que cualquiera, al estar tan cerca de su amada y ver a Melissa tan apasionada le ocasionaba un bombeo en el corazón que le impedía detenerse.
    Jamás le había visto así y eso que llevaban un año y diez meses de largo romance.
    Era una bailarina fenomenal. En más de una ocasión desde lo de GrayLagoon ella le había comentado que quería ser una bailarina profesional, así como una maestra de danza. Deseaba adiestrar a las demás chicas la multitud de niñas el hermoso arte de las danzas tradicionales.

    Bastian la tomó de la cintura atraiéndola hasta su pecho. Pecho con pecho, ojos con ojos. Ambos sintieron la explosión en su mente. Era un sentimiento que apretaba el corazón como intentando exprimir una naranja. Vaciando hasta la última gota de ferviente pasión.

    –Seras la mejor bailarina del mundo– Le dijo Bastian con toda certeza y con una voz pasional que Melissa jamas le había escuchado usar.

    Ella le sonrió y le dio un empujón.

    Bastian se hizo hacia atrás mientras veía como giraba entre las sombras de la hoguera.

    Bastian reía mientras la apreciaba en su movimiento certero de caderas.

    La música cambió de golpe con el sonar de los tambores más grandes.

    El adolescente pelirrojo aun no lograba identificador exactamente el cambio, pero Melissa sabía exactamente lo que iba a pasar.

    Las personas comenzaron a moverse y pronto Melissa desapareció de las vista de él. Pronto apreció ante sus brazos una chica que el joven no conocía.

    El baile inició de nuevo con el mismo retumbar de tambores que antes. Mientras bailaba se dio cuenta que Melissa estaba bailando con otro chico. Ella le miraba divertida y entre ademanes cautelosos le indicó que se acercara. Bastian se sentía divertido por lo que mostró una larga sonrisa blanca. La chica que estaba enfrente de él se emocionó por su linda sonrisa y empezó a dar toda su vida para poder impresionar al muchacho… Hubiese sido en otro tiempo, en otra situación lo habría logrado, pero en este momento eso era imposible. No ella.

    La gente se movía en círculos alrededor de la hoguera. Bastian se movía con la chica de manera rítmica intentando acercarse a Melissa.

    Estaba tan cerca cuando de pronto los tambores mas graves volvieron a sonar.

    Las personas dieron vuelta a sus chicas. Bastian, un tanto confundido, tardó en lanzar a la chica.

    Las faldas de las damas tapizaba el suelo sin dejarlo ver. Y Bastian buscaba entre tantas mujeres girando a Melissa. Los hombres abrieron los brazos, Bastian los imitó de inmediato. No comprendía como eran capaces de distinguir el momento exacto de cada paso. El solo trataba de fluir con el ritmo siguiendo los pasos de las chicas. Y observando a otros tantos hombres que bailaban entre su campo de visión.

    Unas manos suaves cayeron entre sus cada vez más robustos brazos. Le rodeó la cadera por instinto y la acercó hacia él. Era un cuerpo delgado, de caderas finas, de baja estatura y cabello negro lizo tan oscuro como la misma noche. Fue entonces cuando reconoció perfectamente a la chica.

    –¿Alicia?

    –¡¿Bastian?!

    –Pero tú no bailas…

    –Un chico fue muy insistente y decidí bailar con él una canción, no creí que fuese a terminar así. Yo… Yo…– La chica lo miró a los ojos y se echó a reír con su tono delicado de siempre –No se que esta pasando.

    Bastian la acompañó en sus risas –¡Verdad! Llevamos tres de estos festejos y todavía no le seguimos el ritmo.

    –Soy horrible bailando.

    –Aun no lo he visto.

    –¿Qué?

    La música comenzó a sonar de nuevo con su ritmo natural. La danza comenzó y Bastian le tomó la mano como era debido para iniciar el baile.

    Los tonos bajos de los tambores les indicaban ambos cuando bajar y al momento de escuchar los ruidos agudos de las trompetas generaba una reacción de levantarse entre un meneo de sus caderas con perfecta sincronización de sus rodillas. Sin quererlo demasiado pronto empezaron a dominar la música entre ambos. Se deslizaban entre las notas y casi se volvían uno con el fuego. Predecían los movimientos del compañero, jugaban en un baile donde compartían espacio mutuo. Aquella era la primera vez de Alicia bailando algo parecido, pero la compañía de Bastian le alegró, sintiendo la conexión y dominando la situación. De pronto la música se volvió mas silenciosa acompañada únicamente de unas pocas guitarras. Ahí Bastian pudo sentirlo, el sudor de las manos de Alicia rozando sus bíceps, su respiración agitada moviendo sus pechos de arriba abajo en un compás perfecto con el suyo. Y ella levantó la cara con el cabello húmedo por el sudor. Esta vez no cargaba lentes, tenía una diadema de pequeñas flores blancas que concluían en una única rosa roja. Sus ojos estaban empequeñecidos por el cansancio, pero brillaban con intensidad. Como si generarán luz propia. Sus miradas se entrelazaban generando un hilo que eran incapaces de romper. Ambos sentían el aliento del otro, quedarse quietos tan cerca, a solo centímetros de esos labios rojos. Fue intrigante y excitante.

    Entre respiros agitados la mantuvo ante su rostro. Aquellos ojos marrones se conectaron con los ojos negros de Alicia –No baila para nada mal– El silencio se volvió propio de la pareja, pues los tambores continuaban tocando. Sin embargo ella pudo apreciar exactamente las palabras que recitó el joven –Eres hermosa– Dijo él en un tono silencioso y grueso mientras apreciaba hasta el ultimo detalle de aquel rostro blanco agitado por las llamas. Alicia sintió un vibrar proveniente del pecho que le recorrió hasta las puntas de los pies haciéndole sentir que se tambaleaba, pero ahí estaban los brazos del muchacho sujetándole con fuerza. Nunca le había prestado atención, ese niño que había conocido ahora era un respetado joven que trabajaba como ayudante de sheriff. Su rostro aunque joven era mucho mas maduro que el de otros chicos mayores a él. Entre las llamas de la hoguera pudo apreciar el apuesto muchacho en que se había convertido y con el bailar del fuego las sombras le recreaban el rostro del hombre que habría de volverse, aun mas apuesto y valiente de lo que era actualmente –Eres increíble– Le respondió ella en un susurro.

    Su figura solo era la sombra entre la luz de la gran llama. Si no los mirabas de cerca cualquiera habría pensado que era un apasionado beso entre amantes… Pero no era así… Sin embargo los dos chicos encontraron esa llama entre si… No era un beso, pero se sintió como uno.

    La música recobró su altitud en el momento justo en que estaban de volver esa fantasía realidad.

    Bastian y ella se apartaron siguiendo la música, le dio vueltas mientras la melodía se repetía. La acercó de nuevo hasta a él antes de separarse de ella.

    Sin decir nada se dijeron el poema romántico más bello del mundo.

    Una de las leñas tronó y con ella la música subió. Bastian le dio vueltas y dejo que el baile continuará. La observó girar en su falda roja hasta caer en brazos de otro chico.
    Por un momento el aliento se le fue. Era un joven más alto que él y de cabello negro con tersa piel blanca… Eso hubiese querido que fuese… Pero no, Bruno no estaba ahí. El chico en realidad era moreno y calvo… Bastian ya se había acostumbrado a su soledad, pero no se había olvidado de su mejor amigo… O eso creía.

    El joven pelirrojo abrió los brazos y de pronto reconoció esa figura de largos cabellos rizos negros que se acercaba. La tomó en el momento exacto. Y Melissa se echó a reír mientras su falda amarilla volvía a tranquilizarse.

    –Te perdí de vista por completo– Le dijo risueña –Tuve que viajar por todo el circulo hasta llegar aquí– Alargó su palma hasta su pecho para sentir su corazón –Pero ya estoy de regreso– Y puso su cabeza en el pecho sudoroso de su amado.

    La música nuevamente era silenciosa y lenta. Bastian la tomó y bailó con ella mucho más calmado y romántico. La apretó sobre su pecho y sonrió. La quería con locura… La quería.


    (…)​


    La música continuaba. Alicia por fin había conseguido un intervalo lo suficientemente largo para huir del círculo ante la fogata. Llegó hasta una de las bancas sonrientes. No podía negar que era divertido, pero el problema es que no bailará, es que no lo deseaba. No con cualquiera…

    Hasta la fecha solo había deseado un baile con uno… Hasta esa fecha.

    –¿Alicia?– Dijo de pronto una voz femenina. Una voz imposible de ignorar porque en todo el mundo solo podría existir una voz tan dulce, tan natural y seductora sin necesidad de siquiera intentarlo –¡Por la diosa! ¡Sí eres Alicia!– Dijo la joven abriendo los brazos.

    –¡Mairis!– Gritó ella emocionada. Se levantó de la banca con las piernas temblándole y la abrazó en un fuerte apretón mientras reían felices.

    –¡Mírate, no te reconocí!– Le quitó el cabello negro del rostro –Has cambiado tanto. Te vez bellisima.

    –Pero tan solo mírate que alta estas, casi mides lo que Bastian… Y amiga solo mira que cuerpo estas hecha… Me encanta tu corte, el cabello corto te sienta…– Se echó a reír mientras su amiga sonreía bochornosa –Tienes el cabello mas corto que Bastian.

    –¡Entonces es verdad que se dejó el cabello largo!– Y se puso a reír –Yo debo ver eso, ¿No trataste detenerlo?

    La chica alzó los hombros –A Melissa le gusta. Y ademas…– Se tomó el brazo en su típico gesto de timidez o vergüenza –No le queda mal.

    Mairis soltó una pequeña risa –Si lo dijo Melissa no tenemos nada que hacer contra ello– Revisó los alrededores –¿Dónde esta la parejita por cierto?

    –Estaban bailando en la hoguera– La chica se puso sus lentes y observó el lugar de la hoguera con detenimiento –Pero… No sé a donde se fueron.

    Mairis chasqueó con la lengua –Es una lastima. Quería presentarle a todos.
    –¿Presentar a quien?

    La joven chica Rubia se mordió los labios con una alegre sonrisa.

    –¡¿Te acompañó desde Kadamia?!

    Mairis asintió animada.

    –¡Mairis!– Aulló Alicia en un chillido feliz –Pronto nos encontrarán, ¡Vamos a que me lo presentes! Me muero por conocerlo– Entonces las dos amigas corrieron por el festival de Medio Verano hasta el lugar de comida donde esperaba un chico enamorado.

    Fue una noche divertida.

    Pero por mas que esperaron nunca volvieron a ver a Bastian y Melissa esa noche.


    (…)​


    La pareja corría por LaneCloud entre risas. Las parejas mayores les observaban con felicidad. Eran una pareja maravillosa. El amor juvenil. El primer amor.

    Corrían por la acera jugueteando entre árboles, postes de alumbrados y pequeñas bardas de ladrillo.

    La luz de la luna llena hacia brillar sus cuerpos en conjunto con sus cuerpos trabajados por la hoguera y el círculo. La música se encontraba a varios minutos de ellos y aun así lograban escuchar un susurro que dictaba su noche.

    Viajaron por las calles más bellas y solas agarrados de la mano. Cada cierto tiempo nacía de la pasión un corto beso acompañado de sonrisas. Su caminata los llevó hasta el parque donde hablaron sobre la noche estrellada que había sobre ellos.

    El sonido en ese momento no era más que un recuerdo en su cabeza, pero en medio del verde pasto los grandes árboles construyeron su música. Bastian con su magia creó una bella secuencia en su baile íntimo.

    Pronto se vieron cegados por el brillo del otro. Era un momento eterno el estar enfrente del otro admirando el alma de su amor.

    Y Melissa corrió por el parque.

    Bastian le siguió. Podía ser el guerrero más fiero actualmente en LaneCloud, solo por debajo de Martin y Claarn. Pero con Melissa, Bastian se volvía una persona normal. La chica lo sabía bien, por eso cuando se descuidó logró lanzarlo al lago del parque.

    Ella se puso a carcajearse al ver a su novio empapado.

    Flotando en el lago, Bastian la admiró con ojos maliciosos.

    Pronto un escalofrió recorrió la espalda de la chica y empezó a gritar entre risas, pero fue inevitable, un viento poderoso le levantó la falda y a ella misma después. Bastian la atrapó y teniéndola con él la hundió en el agua azul. Dentro del agua Melissa le besó en medio de una danza mágica.

    Y eso fue lo que consumió todo.

    El agua fue incapaz de apagar la llama.

    Sus besos continuaron duraron durante minutos consumidos por la pasión. Vieron a través de sus ojos cerrados las flores encantadas de un sueño verdadero. Sus corazones se juntaron en el centro cósmico de las estrellas, tan brillantes y esperanzadoras.

    Con un ademan de manos Bastian movió la realidad hasta llegar a donde se encontraba el departamento de la chica.

    ¿Sus intenciones? Ni siquiera las sabia, solo era preso del momento. La mano de Melissa le acarició de una manera que nunca había sido acariciada. El hizo lo mismo siguiendo las perfectas curvas de ella. Las definía todas como los trazos deseados de una pintura.

    Los dos inexpertos, pero tan perfectos para el otro.

    Con el tiempo todo se desarrolló sin vista hacia atrás. No hubo ni una palabra por parte de ninguno. Sus mentes habían hablado en ese puente espiritual creado por sus profundos lazos.

    Con el desliz de aquella tela mojada por el agua del lago encontraron la piel de sus sueños.

    Y debajo de las sabanas descubrieron el tesoro para los dignos.

    Fueron uno en un tiempo sin cuentas.

    Elevando su amor hasta donde ningún hombre habido o por haber a podido definir.


    (…)​


    La hermana mayor de Melissa siempre había sido enfermiza, por eso no fue sorpresa cuando un día de pronto la encontraron sin aliento en su cama en el hospital ya un año atrás.

    Sus padres habían fallecido jóvenes hace nueve años. Los dos habían vivido antes de LaneCloud en una zona de guerrillas en Fastia, reino de Nil. La historia que le contaban sus padres era que unos “valientes” –Lo decían con todo el sarcasmo que uno podía mencionar– durante una batalla con el bando contrario creyeron que atacar con bombas de has venenoso era buena idea. Entre los refugiados que sobrevivieron estaba la familia de Melissa. Ella creía que quizás era la razón del claro cuerpo débil de su hermana… Para finalizar ese veneno había otorgado varias enfermedades a sus padres que al principio solo eran molestias, pero con el tiempo se volvieron tan poderosas que concluyeron con la vida de ambos casi simultáneamente, dos años atrás de la muerte de Abraham Arcnaik.

    Melissa incapaz de poder pagar la casa en la que había crecido se vio en la clara opción de tener que cambiar de vivienda, traspasando su hogar a una familia que le devolvió parte del gasto que sus padres y hermana habían podido dar para terminar de comprarla.

    Melissa era joven y recién graduada cuando su hermana había muerto, con un trabajo de secretaria que detestaba. Sabía que no tenía talento para ser soldado ni tampoco tenía dinero para pagar una universidad, ni conocimientos altos como para poder conseguir un trabajo en alguna facción del Gobierno Mundial. Trabajar para una de esas nuevas fábricas que estaba asentándose en las afueras de Hericent y LaneCloud podía ser el mejor trabajo que habría de conseguir en un tiempo. Se las arregló y consiguió el puesto de secretaria de nadie más que el jefe de la empresa.

    Eres una joven hermosa y de buen ver. Mis clientes entraran felices a mi oficina tras verte”.

    Esas fueron las palabras del gordo de su jefe. Aunque no importaba, el trabajo era sencillo.

    Como era una recién graduada y todavía no tenía su cédula que no llegaba hasta los dieciocho años, tuvo que cambiarse a los sucios departamentos en la zona pegada al río. Vivía en un departamento pequeño y mal cuidado en el segundo piso de un edificio que en la primera planta era una tienda de víveres de bajo costos, lugar en el que algunos adolescentes de su edad podía conseguir alcohol o tabaco sin problema alguno, siempre y cuando fuera discretos.

    La zona estaba llena de delincuentes e inmigrantes de muchos lugares del mundo. En tan solo su triste edificio departamental la chica podía contar cinco tipos de familias de distintos reinos de tan solo el continente de Dorinda. Sin contar al dueño del local, que provenía de las tierras lejanas de Ilu, reino de Nil.

    Sin embargo ese pequeño departamento de solo una habitación, paredes finas y piso pronto se volvió el nido de amor de ella y Bastian.

    Había semanas en las que el joven no volvía a la casa junto con Claarn o Martin. Aunque de principió los dos adultos no estuvieron de acuerdo, poco a poco se fueron haciendo a la idea de que era imposible controlar a alguien tan apasionado como Bastian.

    La comida de la chica era barata, pero deliciosa. Ella sabia bien que la forma de llegar al corazón de un hombre es por el estomago.

    Por su parte Bastian se sintió todo un hombre al dedicarse a arreglar todos los detalles que el estúpido del anterior inquilino jamas arregló.

    Los días eran sueños y en las noches realidades. Jugueteaban por la casa desnudos riendo de sus bromas privadas. En más de una ocasión hicieron fiestas con amigos y los vecinos casi le tumban la puerta a palos.

    En algunas tardes Melissa juntaba a chicas de su trabajo y de la escuela de entrenamiento de Martin para practicar baile, y Bastian junto con algunos chicos que conocía en sus rondines de vigilante creaban la música para ellas. Entre la pareja crearon canciones juntos y aprendieron a tocar mas de un instrumento, cantar y bailar… Sus noches eran largas. Durante un año enteró los días no les alcanzaron, ni parecía que algún día llegasen a alcanzar para vivir toda la alegría que deseaban compartirse.

    Caminaban por todo el pueblo y viajaban a los lugares más bellos de sus alrededores. Su amor floreció hasta que todo el mundo lo consideró verdadero.

    En las noches libres la pareja subía por el río hasta donde se encontraba un salón de baile donde los inmigrantes habrían de encontrar las sonrisas de sus culturas pérdidas por las guerras y las tiranías.

    Bastian y Melissa se volvieron amigos del cocinero y dueño del lugar, Manu. A pesar de ser menores el hombre no negaba el placer a nadie, así era su cultura y ningún pueblo nuevo le habría de hacer cambiar. Fue así como los jóvenes disfrutaron de a música exótica, cantos y bailes parecidos de otro mundo. Comidas exquisitas y arte de todo tipo. Fueron días gloriosos en los que ni él, ni ella, dejaban de verse a los ojos sin dejar de sonreír.

    Con el pasar de los meses Bastian no tardó en volverse un héroe en el pueblo, respetado y amado.

    Tanto pueblerinos, recién llegados, los mas viejos o los mas jóvenes, todos conocían al joven de melena pelirroja que se deslizaba en el viento en busca de justicia.

    Por su parte Melissa comenzó a reconocerse entra la zona mas pobre de LaneCloud como una excelente bailarina que dominaba todo ritmo y todo paso. Al ritmo de su amado su imagen se transformó en una alegría para el pueblo.

    Fue entonces que gracias a la ayuda de Bastian que pudo juntar dinero para poder comprar un pequeño establecimiento. Un pequeño lugar en el que se volvería la mejor maestra de baile que cualquier tierra hubiese conocido.

    No tardó mucho para que la justicia golpeará al pequeño establecimiento de víveres debajo del departamento de Melissa. Ahí fue que, Bastian, apoyado de todo el dinero que había juntado en su travesía por Calani, tomó un poco del dinero a escondidas de Martin para poder pagar ese establecimiento.

    Melissa, junto con un grupo de chicas de la zona y dos mujeres maduras provenientes de Foraff, las cuales eran bailarinas profesionales, inauguraron la escuela de danza “Joya Preston”.

    Bastian nunca olvidaría la larga sonrisa de Melissa al ver su sueño poco a poco cumplirse. Las lágrimas de felicidad le dieron un brillo romántico que enternecieron al corazón del joven. Su vida no podía ir a mejor.

    Cuatro meses después de conseguir su establecimiento, justo después de comenzar a tener un flujo de clientes bastante remunerable, Melissa dejo su trabajo de secretaria para dedicarse por completo a la danza.

    Lamentablemente durante esos cuatro meses largos el trabajo de cargar con dos empleos le cargó con mucho cansancio, por lo que poco a poco fue dedicando menos tiempo a Bastian. Cuando la chica había dejado su trabajo en aquella empresa Bastian creía que todo volvería a la normalidad, pero de pronto Melissa comenzó tener mas y mas trabajo en la escuela de danza… Su relación se volvió cada vez menos estrecha, cada día era un sueño el pensar en que quizás ese día Melissa habría de estar con fuerzas para si quiera hablar un tiempo. Y es que el joven no estaba del todo bien por los sucesos que estaban moviendo a LaneCloud y Hericent.


    (…)​


    –Y todo eso se está expandiendo como si fuese una horrible plaga. Desde hace unas semanas son cada vez más comunes esos símbolos de ese culto endemoniado… Hace poco estaba con Claarn, Kian, Gus y sus muchachos, atrapados un pequeño cargamento de alguna sustancia extraña. Tal parece que la mafia Carnoc esta tratando de volver a las calles… No es la primera vez que se encuentra esta sustancia, Kian me contó que han encontrado más de ella en distintos pueblos del continente… Quizás quieran probar esta cosa en lugares pequeños… Planean utilizar a la gente del pueblo como ratas de laboratorio.

    –Eso suena terrible.

    Bastian que se encontraba frente a Bruno charlando un poco se dio la vuelta.
    Era de las pocas veces que iba a visitar a su amigo. Al principio lo hacia seguido, pero cada día que pasaba se volvía algo cada vez mas difícil…

    –Alicia…

    –Hola, Bastian– Le sonrió –Hace ya un par de meses que no nos veíamos. Es agradable ver que estas bien.

    El chico soltó una risa delicada –Define, “bien”.

    –Bueno, te ves bien. Imagino que debe ser difícil estar lidiando con lo que esta sucediendo– La joven tomó asiento a un lado de Bruno justo después de darle un beso en la mejilla –Desde que se desató a guerra entre Foraff e Iglakesh en el Este de Dorinda el pueblo se ha visto mucho mas movido. No puedo decir que no me agrada, tener a todas esas personas aquí me hace crear imágenes de lugares a los que nunca iré… Mas no todo es bueno, a mi padre lo han asaltado tres veces en los últimos tres meses.

    –Me disculpo por eso, no logré llegar a tiempo para identificar a esos ladrones.

    –No– Negó la chica sonriendo –Comprendo que estas atendiendo a todo el pueblo. Desde que Kian tuvo que entrar de tiempo completo al ejército la responsabilidad cayó sobre ti… Y bueno, se que no tienes una magia como la de él.

    El joven comenzó a reír animado –Ese era su gran truco para mantener todo controlado. Es un hombre bastante astuto. Uno tiene que explotar al máximo sus talentos, eso ya me queda claro.

    Alicia soltó una risa delicada mientras se tapaba la boca con su dedo indice –Ya veo porque trabajas tanto tu orgullo y tu forma de ser tan testarudo.

    Bastian alegré respondió –Así que esos son mis talentos. Siempre pensé que era mi caballerosidad o mi…

    –Es tu fuerte sentido de hacer lo que esta bien.

    El chico se giró hacia ella. La habitación había quedado en silencio, pero no porque la chica lo hubiese dicho de manera que esto fuese así. Ella tenía una manera de decir las cosas que sonaba tan profundo y verdadero que dejaba a la gente sin aliento.

    –Ese es tu verdadero talento– Le dijo sonriente.

    Bastian sonrojado desvió la mirada boba del rostro de Alicia y agradeció apenado –Gracias…– Tartamudeó un poco para continuar, pero logró decirlo correctamente –Si tuviésemos que decir cual seria tu talento seria, tu perseverancia, tu bondad y …– El joven volteó la mirada hacia donde yacía recostado su mejor amigo –Tu fuerza para jamas perder la esperanza.

    La chica sonrió de manera cálida mientras la luz del atardecer le golpeaba el rostro con un brillo sin igual. Aunque con la sombra del marco de cruz que tenía la ventana a sus espaldas.

    –Muchas gracias. Aunque no sé si a eso se le pueda llamar talento o…– La chica jamas termino la frase.

    Bastian al verla con el rostro caído decidió dar unos pasos hacia la puerta –Fue un gustó verte, Alicia. Me iré, no quiero interrumpir tu visita.

    Y cuando estaba por abrir la puerta escuchó la dulce voz de la chica –No interrumpes nada– Los dos chicos se vieron –De hecho, me gustaría por un día aunque sea contarle mi día alguien…– La chica se mantuvo quieta un tiempo, pero logró juntar las fuerzas para decir lo siguiente –Quisiera que alguien me pudiese responder aunque sea con un todo estará bien. El joven muchacho apretaba la perilla, estaba listo para hacerla girar, pero las fuerzas se le fueron de las manos y su mano cayó en dirección al suelo. Fue ahí cuando entendió que los dos desean exactamente lo mismo…

    Bastian caminó hacia la chica y tomó asiento a un lado de ella. Le sonrió y le dijo –Te escucho.

    La alegría en los ojos de Alicia se volvió inmensa y hermosa. Juntos compartieron sus penas, mezcladas con sus alegrías… Hace mucho que no sentía esa calma. Una calma que aunque le doliera pensarlo, solo la encontraba cuando hablaba con ella.


    (…)​


    Aquel día el viaje a de vuelta a la casa de Melissa pareció mas largo, pero ante la luz de las estrellas y la figura de Alicia en las nubes sintió como la brisa le movía la melena con ternura. Se sentía en paz. Un sentimiento que había perdido en esos últimos meses.

    Bastian pasó por la calle en la que se encontraba el salón de Manu y este le mandó un saludo desde el callejón con su torcida sonrisa chueca. Al escuchar el saludo más de una persona dentro del salón salió a saludarle a la lejanía. El joven un tanto apenado devolvía cada saludo con gracia y una larga sonrisa que muchos habían creído perdida.

    Finalmente había llegado al edifico en el que vivía la mayor parte del tiempo, arriba se encontraba su pequeño hogar y abajo el negocio de escuela de baile “Joya Preston”. Se encontraba completamente oscuro. Debía de estarlo, era media noche. Bastian no había podido volver por unos pequeños problemas con unos criminales en la zona del puente… Amaba su trabajo, llegaba a comprender porque Kian gustaba de ser el sheriff, pero el peso que caía sobre él le ocasionaba un terrible dolor en el cuello.

    Subió por las escaleras y abrió la puerta.

    –He llegado– Dijo en voz baja. La casa se encontraba en completa oscuridad y en un profundo silencio. Como la mayoría de los días no había recibido respuesta alguna.
    Prendió la luz del comedor que también pertenecía a la cocina y buscó algo para comer. Desde los muebles viejos pertenecientes a las estanterías lograba ver a Melissa dormida al fondo de la habitación. No había paredes que dividieran nada a excepción del baño y la terraza donde lavaban y secaban la ropa. Era un departamento largo estructurado como entrada, cocina–comedor, una pequeña sala y la “habitación”, la cual solo era una cama y tres muebles para acomodar ropa, accesorios, papeles y joyas.

    La comida estaba fría. Hace tiempo Melissa le habría esperado para cenar, incluso no habría cocinado hasta que el hubiese llegado y hablarían hasta el amanecer. Algún otro día del pasado se habría quedado dormida en la mesa en caso de que el sueño le derrotase. Bastian podía imaginarlo claramente, sus rizos cubriéndole parte del rostro, su cabeza sobre su brazo derecho, en ropa en interior y con una libreta en la mano escribiendo algún musical o alguna rutina que le habría parecido interesante para practicar. Bastian abría llegado y con cuidado la habría llevado a la cama.

    Ahora nada mas le quedaba verla desde lejos mientras comía su recalentado.
    Solo. Con la oscuridad del departamento avanzando como el veneno de un animal. Miraría de ve en cuando por la ventana y encontraría parte de los territorios más lúgubres de la zona. Jamas pensó que llegaría a vivir en un lugar como ese. Nunca pensó que terminaría en un lugar así. Posiblemente si se encontrase con alguno de sus primos de Arbal habrían de mirarle con asco, así como era muy probable de que si quisiera confesar a alguna de sus vecinos que era un príncipe solo habría de recibir risas incrédulas.

    Pero el lugar no importaba.

    Lo que lo lastimaba era el silencio de esa mesa vieja. El olor de esa comida fría. La oscura habitación que se alargaba hasta Melissa… Una presión en el pecho le subía lastimando su garganta… Solo, así se sentía desde que Bruno había caído en coma, jamas se perdonó el divertirse con el dinero que consiguió de aquel bote mientras que su mejor amigo luchaba por mantenerse entre la vida y la muerte… Luego Mairis se fue a las pocas semanas de enterarse de lo de Bruno, ella le dijo que no se preocupara, que el trato con el General de Kadamia había sido repartirse un mes y un mes de entrenamiento, pero eso no fue mas que una mentira para no lastimarle. Mairis no volvió en un mes y Bastian solo habría de ver su rostro en contadas ocasiones a lo largo de esos años… Luego estaba Kian, el cual a pocos meses de lo sucedido con Bruno tuvo que abandonar el puesto de Sheriff y tomar su puesto oficialmente como un soldado de Hericent, a los pocos meses el trabajo se volvió tan complicado que Kian terminó viviendo en casa de su amigo Gus. Al hombre que consideraba su hermano mayor lo había perdido de vista desde hace mas de medio año…

    Por Melissa abandonó su casa con Martin, a ellos los veía en el pueblo, pero tenía que ser sincero con él mismo, no era lo mismo.

    Melissa era todo lo que tenía y ahora ella yacía tan alejada también. No podía decir que no se sentía feliz porque estaba cumpliendo su sueño, verle su sonrisa una vez al día era suficiente para alegrarle el alma, pero tenía que aceptar que sentía una profunda soledad…

    Bastian se fue a dormir esperando que al día siguiente se encontraría con Melissa y podrían desayunar, hablar un rato y volver a vivir ese bello sentimiento que alguna vez sintió. Sin embargo cuando despertó encontró una cama vacía.

    Otro día solo.


    (…)​


    “Bastian Arcnaik. Todos aquellos que lo ven pueden creer que es un joven imparable, un joven de vida eterna que sonríe y se la pasa feliz todo el tiempo, aquel chico al que siempre podías recurrir cuando estas mal o cuando necesitas un consejo, y no les mentiré, en parte lo es, pero no es exactamente esa visión que todos tienen. Es un joven que siente mucho pesar en su corazón, desde que comencé a conocerlo mejor descubrí que era un chico terriblemente roto. Su actitud fuerte, arrogante e incluso a veces un poco idiota solo es una armadura perfectamente cubierta para que nadie pueda ver su destrozado ser… Aun recuerdo la primera vez que me dejó entrar en él, descubrí que incluso las heridas que para alguien puede ser una cosa insignificante para él pueden ser algo que lo deje marcado de por vida. Es un hombre emocional. Sus pensamientos y emociones son mas poderosos que su razón, es por eso que cuando lo veo, cuando enserio lo veo, descubro que en su sonrisa perfecta existe una ligera curvatura triste…”

    “Recuerdo bien el día en el que un día le esperé tras su llegada. En cuanto escuche sus pasos en las escaleras me puse a preparar la comida, ese día deseaba preparar su comida preferida como un pequeño detalle. En cuanto abrió la puerta le salude con animo, el se acercó a mi sin decir ni una palabra y me abrazó con fuerza. Lo abrasé como un esposa saluda a su querido marido tras un largo día de trabajo, pero pronto descubrí que no era lo mismo que cualquier otro día, su cuerpo temblaba y sus manos apretaban con fuerza la tela de mi pequeña blusa. Se enterró en mi pecho con un llanto silencioso y le acaricié con calma para tratar de calmarlo… Ese día no había podido salvar a un niño de unos dementes que estaban acechando en los bosques cerca de la Mansión Arcnaik. Había salvado a cuatro mas, junto con sus respectivos padres y madres, pero a ese único niño no… Y ese día logré ver el alma frágil de ese joven al que amaba… Eventos como este se han repetido multitud de veces, para serles sincera cuando me habla de todo lo de su trabajo no se que decir, no encuentro palabras a pesar de que sé que él espera alguna… Pero simplemente es que no se que decirle… ¿Es acaso que no puedo corresponder a su alma mas frágil?”

    “Desde antes de empezar con “Joya Preston” nuestro tiempo juntos se ha visto terriblemente recortado. Lo extraño con todo mí ser. Sé que debo estar con él, en especial para estos terribles momentos en los que esta viviendo… Pero ahí encuentro mi peor obstáculo, el corresponderle a él o a mi misma. Ahora mismo me esta yendo muy bien con “Joya Preston”, cada vez nos contratan para mas eventos y las personas interesadas en aprender danza a incrementado exponencialmente… ¿Mi sueño o el amor?… Cuando lo pienso tiemblo, porque por mas que lo intento parece que estoy destinada a perder uno de ellos…”

    –Eso es terrible Melissa.

    –Es algo muy difícil de responder. No creo tener la sabiduría suficiente para aconsejarte.

    –Jamas pensé que Bastian fuese tan complejo.

    Contestaron las amigas de Melissa.

    –Cuanto mas crezco creo que mas complicado se vuelve definir estas emociones– Melissa se levantó. Caminó hacia la pista de “Joya Preston” donde un grupo de niñas pequeñas estaban practicando un lindo baile para una presentación –Nunca nadie me dijo que crecer seria tan triste.

    –Los detalles son lo mejor amiga mía. Cuando tratas de dar un detalle, por mas pequeño que sea puede significar mucho. Los detalles son los puntos que definen una relación –Dijo una de las instructoras que limpiaba su sudor.

    –¡Eso es! ¡Nos estabas diciendo que querías conseguir llevar uno de tus musicales al estrellato!

    Melissa se dio la vuelta con unos ojos extrañados –Sí. Así es. Apenas voy por la mitad de la historia…

    –¡Dedícale tu debut! ¡Has una gran historia que fascine a todos!– Su amiga se acercó a ella y le dio un pequeño golpe en el pecho –Has una historia que le derrita el corazon a Bastian. Cuando vea que te has esforzado tanto para un detalle para él su alegría volverá a nacer. Puede que así los dos logren entender y comprender la relación entre su trabajo y su vida amorosa.

    Melissa se regresó con sus amigas con una enorme sonrisa –¡Eso es! ¡Es una gran idea! ¡Daré todo de mí para…!

    –¡Mamá!– Gritó una de las niñas que estaban practicando interrumpiendo a Melissa.
    Algunas de las niñas del lugar comenzaron a reír, incluso Melissa sintió una terrible pena.

    –¡Vamos niñas! ¡Sigan practicando! ¡Vamos!– La joven maestra se acercó a la pequeña niña que se encontraba sonrojada. Se hincó y le levantó el rostro con una tierna sonrisa –Soy tu maestra, no tu mamá, Emilie.

    Ella apretando su bonito vestido dijo –Perdone, Maestra… Pero es que cuando la veo recuerdo a mi mamá…

    –¿Enserio? Conozco a tu mamá, no me parezco a ella…

    –Bueno. Tus ojos, sí, tus ojos son como los de una mamá.

    Melissa soltó una risa alegre –Esta bien, Emilie, pero recuérdalo, maestra, maeeeestraaaaa. Ahora dime, ¿en que paso tenías problemas?

    La pequeña niña le comenzó a explicar y la maestra Melissa le ayudo como era debido. A los pocos minutos Emilie se encontraba practicando la rutina de nuevo con más emoción que antes. Melissa apreció a todas las niñas con orgullo… Pero las palabras de aquella niña se quedaron incrustadas en su cabeza… Tenía ojos de mamá… Melissa también lo había notado hace unos días…


    (…)​


    Sobre el techo de un negocio en la calle principal de LaneCloud se encontraba un joven apreciando hasta el último detalle del inicio del amanecer. Los colores naranjas comenzaban tintar el rostro de un tono un poco mas claro que su cabello. En su rostro se encontraba una mirada triste. Los días habían pasado y Melissa se mantenía mucho mas ocupada de lo usual, pero Bastian no sabia el porque, solo comprendía que ella de momento no quería hablar ni siquiera de su trabajo, cosa extraña porque era algo de lo que amaba conversar. La distancia lastimó a Bastian gravemente, el cual de por si sentía que las cosas entre ellos no estaban del todo bien, ahora parecían solo una vieja pareja que evitan estar juntos… Pero él apreciaba a aquella joven con todo su corazon, ese día era su aniversario desde que comenzaron a vivir juntos, llegaría a la casa con uno de los trajes de Martin, ya debería quedar en ellos, solo era cuatro centímetros más pequeño que él. Compraría unas flores, las más bellas que encontrara, de preferencia lirios, pues eran las flores que mas apasionaban a Melissa. Y por ultimo la llevaría a Hericent para ver la nueva obra de teatro que estaban presentando, tenía un nombre extraño, pero era un musical y a ella le encantaban los musicales.

    Sacó los boletos de la función, los admiró con una larga sonrisa. Tenía la esperanza puesto en ellos. Sentiría las llamas de su joven amor levantarse de nuevo, sí, así habría de ser y todo volvería a estar como siempre…

    –¡Bastian!

    El dulce grito silencioso de una mujer le devolvió a la realidad. Abajo en la calle principal se encontraba Alicia con su brillante piel blanca saludándole mientras se cubría los ojos de los rayos del sol que estaba a pocos minutos de ocultarse.

    –Hola, Alicia– Respondió el joven amablemente al ocultar los boletos de nuevo.
    Bastian desde su encuentro con Alicia en el hospital últimamente, no sabia si por casualidad o por la curiosa manera de funcionar del destino, pero se estaba encontrando mucho con la chica. De hecho, Bastian al sentirse tan solo en esos días había reconocido en la joven una sonrisa que había olvidado, el grupo que alguna vez desapareció demasiados calendarios atrás, la madurez había atrapado a unos, el trabajo a otros, los terribles eventos se habían llevado a los demás, pero ahí estaba Alicia, que cada vez que la veía sentía como si inconscientemente reviviera ese sentimiento de profunda amistad… Era una chica única. Ahora comprendía porque le agradaba tanto y porque Bruno se terminó enamorando de ella. Su aire calmado, su sonrisa tan pura, sus ojos tímidos y sinceros, la manera en que su lacio cabello se agitaba con el viento, el resplandecer de su piel con la luz… Su alma incomparable. Era alguien con quien deseabas estar, pero que pocos sabían apreciar.

    –¿Terminando la tanda de hoy?– Preguntó el joven al sentarse en el borde del techo.

    –Aun no– Respondió ella abriendo la canasta –Aun me faltaba algo que entregar– La chica con suma rapidez le lanzó un paquete.

    El entrenamiento con Martin si que funciona. Pensó el joven al atrapar el bulto blanco. Lo abrió y dentro se encontraban ocho galletas de chispa de chocolate. Los ojos le brillaron al joven, así como no pudo evitar sonreír con fuerza –Pero, pero… ¡¿Ni siquiera es mi cumpleaños?!

    –Quería dártelo– Le respondió ella con una tierna sonrisa.

    –Querías…– El joven volvió a ver las deliciosas galletas, sus favoritas –¿Dármelo?

    La chica apagó un poco su rostro –Últimamente he visto que estas triste… Sé que tu trabajo te esta haciendo esforzarte mucho, tampoco quiero que me digas que es lo que te aqueja, pero solo quiero que sepas que todo saldrá bien– Alicia levantó bien la cabeza en el momento exacto en el que la luz pegaba con la altitud exacta, ahí se podía ver su rostro con perfección cada detalle era iluminado por el bello atardecer. Ahí yacía una ligera sonrisa, la mas sincera en todo el día –Es solo un pequeño detalle, pero espero te guste...

    Lo hice con...

    Bastian saltó hasta ella y la envolvió en un fuerte abrazo –Gracias…– Al poco tiempo se separaron y no pudieron hablar mucho, pero ese fue el mejor momento de su día por ahora.

    (…)​


    Bastian caminaba por la lúgubre calle que le llevaba hasta su hogar, caminaba con las flores en las manos y más de una chica le llegó a coquetear al verle vestido tan elegante. Era un joven apuesto, con el cabello lanzado hacia atrás con un poco de crema, su delgada barba recién rasurada y en los ojos una llama encendida que desprendía confianza y pasión.

    Finalmente llegó hasta la casa. No era tan tarde, recién debía de haber terminado sus clases, pues el local estaba cerrado, aunque las luces estaban apagadas, esperaba que apenas se hubiese ido a dormir, así no habría de molestarla. Subió por las escaleras, cada paso más nervioso que el anterior, era como cuando fue su primera cita y la llevó a un concierto de música extraña que jamas había escuchado, pero que tenía un ritmo suave para bailar en parejas durante toda la noche.

    Abrió la puerta con cuidado y dijo –He llegado– Como siempre lo hacia… Y nuevamente nadie contestó. Se acercó al área de la sala y notó que Alicia no estaba en la cama. Bueno, quizás salió con una de sus amigas, si no tardaba mucho quizás lograrían ir al teatro… Entonces lo vio. Sobre una mesita en la sala se encontraba una carta. El chico la tomó:


    “Querido. Se que es muy repentino, pero hoy mismo nos han llamado de Frandall para presentar un musical, ¡Es una oportunidad única! ¡Estoy tan emocionada! Volveré dentro de una semana. Prometo traerte algo lindo. Un beso y un abrazo.”

    Atte: La chica que te quiere tanto.


    Bastian dejó la carta donde la había tomado. Metió su mano dentro del bolsillo interno del saco y vio los boletos.

    Abrió la puerta de nuevo y salió por ella. Dejó las flores en la casa de la vieja vecina. Ella se alegraría de que algún anciano del vecindario le estuviese queriendo conquistar. Quizás ella seria capaz de sentir la chispa de nuevo.

    Y entonces se fue de aquella casa para no volver en un tiempo…
     
    Última edición: 24 Noviembre 2019
  17. Threadmarks: [ Parte 3 ] Capítulo 35 - La Leyenda de los Castillos de Arena
     
    Aldo MV Gallardo

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    El Legado de los Héroes: El Libro de los Arcnaik
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    Acción/Épica
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    Capítulo 35 – La Leyenda de los Castillos de Arena

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    –10 de Marzo de 2898 D.C.–

    Toc. Toc. Toc.

    –¡Hija, puedes abrir y ver quien es, estoy ocupado haciendo la cena!

    –¡Claro, papá!

    Alicia abrió la puerta de su casa para encontrarse con uno de los jóvenes mas apuestos de toda la región, al menos eso decían las chicas que frecuentaba, no es que ella no pensara lo mismo, pero normalmente las personas decidían por ella diciendo: “Bueno, para ti el mas guapo seguro era el joven Bruno Hellwell”… Alguna vez así había sido, pero cada vez lo sentía menos…

    –Ba–Ba–Bastian– La chica se encontraba en una ropa tan pobremente atractiva que le ocasionó una pena brutal al ver al joven tan elegante –¿Qué haces aquí? ¡Y vestido así!

    El joven comenzó a reír al ver como la chica cerraba la puerta y se escondía detrás de ella dejando solo una pequeña brecha para conversar.

    –Lo que pasa es que…– Sacó los boletos y los mostró con mala cara –Iba a llevar a Melissa al teatro hoy por… Bueno, no importa porque, pero Melissa tuvo que salir de improvisto y no quiero desecharlos, ¿te gustaría acompañarme?

    –No es bueno tomar a una dama como una segunda opción.

    –Habrías sido la primera si hubiese sabido de esto antes…– Esas palabras fueron rápidas y ocultas tras una sonrisa, pero Alicia lo notó con claridad, ese muchacho llamado Bastian Arcnaik estaba destrozado.

    –Estas muy elegante, tendré que ponerme muy bonita…

    –Aun tenemos dos horas para llegar a Hericent. Si utilizó magia podríamos llegar a tiempo... Puedo esperarte… Si quieres…

    Ella soltó una risa delicada –Esta bien.

    El chico asintió alegre y estaba por pasar cuando Alicia le estrelló la puerta en la cara.

    –¡Espera ahí! ¡Te gritaré cuando ya puedas pasar!

    Bastian empezó a reír divertido. Quizás era porque se había acostumbrado a vivir con Melissa, pero así era ella cuando apenas empezaron a salir, disgustaba por completo que la viera desarreglada.

    –¡Pasa!

    Y el chico pasó. Si hacia memoria en realidad nunca había pasado a su casa, era acogedora, mucho más linda que la casa donde vivía con Melissa, incluso mas viva que en la que vivía con Martin y Claarn.

    –¿Quién vino, hija?– Preguntó una voz gruesa que salia de la cocina con el delantal manchado. Ahí el hombre vio al joven que yacía parado en la sala con la ropa mas elegante que jamas le había visto portar –Arcnaik…

    El joven un tanto nervioso levantó el brazo con un ademan de saludo –Sr. Lane.


    (…)​


    Las risotadas del hombre pegaron tan fuerte como su brazo al perfectamente planchado saco negro de Bastian. El aliento del padre de Alicia apestaba a alcohol y un poco de carne frita.

    –¡Te lo juro, hijo! ¡Jamas vi un pescado como ese! ¡Treinta metros! ¡Así es!

    Bastian acompañaba al padre de Alicia con un poco de risas, pero hace tiempo que las bebidas las estaba desapareciendo sin que el hombre se diera cuenta –¡Su amigo se debió espantar muy fuerte al verle saltar por los aires!

    –¡Claro que si! ¡Hasta se orinó en los pantalones! ¡Que si no me di cuenta! ¡Pero incluso aunque fuese una bestia lo domé, me subí arriba de él y lo jalé hasta lo orilla, sí que sí!– El hombre inclinó la botella de vino sobre la copa de Bastian, pero no salió ni una gota –¡Como bebes, Arcnaik! ¡Bien dicen que la sangre de Harbenten no solo son buenos guerreros, sino buenos bebedores! ¿Tienes sangre de Harbenten de tu abuelo, verdad que sí?

    –Así es. De hecho mi padre también es de esas tierras. De hecho leí en un libro que antes la descendencia de mi familia se encargaba de ser el protector del rey de Harbenten.

    –Ahora entiendo porque los criminales te tienen tanto miedo, el combate corre por tus venas, exacto, así es– El hombre se levantó y puso la botella junto con otras dos mas también vacías –Y un hombre de cultura también, bien dijiste que irán a un musical, ¿eso lo sacaste de tu familia real?

    –A mi madre le gustaba pintar y confeccionar ropa, pero jamas comentó nada sobre el teatro. Creo que en realidad esto viene más por parte de Martin.

    –Ahhh el hombre rostro perfecto, ese hombre es homosexual, si que lo es, si que si.

    Bastian se soltó a reír –Dudo que lo sea, ¿Por qué lo dice?

    –Ningún hombre llega a tan viejo sin tener hijos o familia sin tener que esconder algo, muchacho. Ninguna mujer le complace, eso debe decir mucho de lo que es en realidad.

    El joven seguía riendo mientras le escuchaba. Bueno, no puedo asegurar que alguno de los niños del pueblo no sean hijos de Martin.

    El hombre comenzó a servir otra copa más, pero no una copa normal como cualquier restaurante lo haría, no, era casi hasta desbordar –Mucho cuidado, Bastian, no sigas su ejemplo. No seas un “mujeriego” y tampoco seas un hombre tan recto como Bohm.

    –Jamas, señor– Aunque de eso no estaba muy seguro ya. Alguna vez se estudió a si mismo y descubrió que tanto su forma de hablar, como su manera de trabajar, de vestir e incluso cocinar era exageradamente parecida a la de los dos tutores que le criaron. No sabía si en un futuro habría de cambiar, pero ahora le quedaba más que claro que en los hijos se da a relucir la crianza de un padre.

    –¡Papá, ¿que te pasa?!– Aulló Alicia.

    Padre y joven se giraron hacia la entrada a la cocina y vieron a la mujer, con vestido largo azul y el cabello perfectamente recogido en un peinado improvisado que le quedaba de maravilla.

    –¡¿Por qué embriagas a un menor de edad?!

    –¡Alicia! ¡Que hermosa, hija mía!

    –Te ves… Bellísima– Había dicho Bastian en un susurro, pues estaba hipnotizado por los labios rojos de Alicia moviéndose al son de que regañaba a su padre.

    –¡No evadas mi pregunta, padre!

    –Tranquila, querida, es un hombre resistente– Y el padre golpeó a Bastian nuevamente en la espalda haciendo inclinar hacia enfrente –Podrá perfectamente ir a tu cita.

    Alicia y Bastian se ruborizaron de inmediato –¡No es una cita!– Gritó la chica. Se metió rápidamente dentro de la cocina y jaló a Bastian –Volveremos tarde, ve a dormir de una vez.

    –¡Ya veremos! ¡Diviértanse!

    La pareja salió rápidamente de la cocina y poco después de la casa.

    –Disculpa a mi padre, Bastian– La chica estaba cerrando la puerta con llave esperando que su padre estuviese lo suficientemente ebrio como para que no supiese como abrirla.

    –Descuida. Parece que le hacia falta tomar un poco con alguien.

    –Solía hacerlo, pero el Sr. Corras, el de la frutería…– El silenció cayó mas rápido de lo que ella esperaba. No había pensado en decirlo. Apenas y había reaccionado. Se giró rápidamente y tomó a Bastian del brazo –Vamos, vamos, se nos hará mas tarde, de hecho dudo que alcanzemos a llegar.

    Bastian bajó su mano hasta la mano de ella y la tomó con suavidad.

    Ella se sonrojó al sentir su mano. En otro momento ella habría apartado la mano, después de todo estaba Bruno y estaba Melissa… Pero ninguno de los dos le vino a la cabeza.

    –Ba–Bas…

    El joven comenzó a reír apenado –Tranquila, se que puedes estar nerviosa, pero te juro que solo sentirás un pequeño mareo.

    –¿Mareo?

    –¿Acaso nunca me he teletránsportado contigo?

    –Oh… Eso… Jajaja– Y acomodó su mechón que le colgaba entre su oreja.

    Bastian bajó la mirada hasta su mano y entonces lo notó –¡No! ¡No, tranquila, perdón, puedo hacerlo desde el hombro!– El joven le soltó la mano, pero tan pronto la soltó ella la volvió a tomar.

    –Esta bien. Vamos. Se hace tarde.

    Su mano era suave y tibia. Delicada cual flor, blanca cual nieve. Combinaba a la perfección a la suya. Entonce le vio a los ojos y los vio tan bellos, brillantes y grandes debajo de esos lentes delgados.

    Hizo el ademan con la mano y todo se movió hacia ellos. Ella se pegó a su pecho con un ligero gemido de miedo. Bastian se sonrojó al tenerla tan cerca. Su corazon bombeaba como un loco.

    Finalmente todo paró.

    –Odio cuando haces eso– Comentó ella risueña.

    –Perdóname, pero de otra manera no llegaríamos. Fue una larga distancia, no podre hacerlo de nuevo por un tiempo, así que nos tocará caminar al salir. Ella no respondió, pero no se sentía desilusionada por eso. Y el no lo dijo, pero tampoco se sintió mal por ello.


    (…)​


    Saliendo de la función Bastian y Alicia hablaron sobre la obra que habían visto encontrando que compartían puntos muy parecidos de vista de la misma. Caminaron sin sentido por las calles de Hericent hasta tomar rumbo a LaneCloud por la calle principal. Introducidos en el bosque observaron que la calle se encontraba en plena soledad. El camino solo lo alumbraban unas cuantas lamparas cada tantos metros, por lo que los chicos disfrutaron de una solitaria y romántica caminata bajo la luz de las estrellas.

    Como si no se hubiesen visto en días los dos jóvenes hablaron de multitud de cosas, de las ocurrentes travesuras de Mike, de las cartas que Mairis mandaba cada tanto tiempo a cada uno y donde narraba como iban las cosas por aquel lado. Alicia le habló de como le iba con los entrenamientos con Martin y como había veces en que se sentía apenada de tener que entrenar junto con un montón de niños ya siendo ella una recién mujer legalmente.

    Ninguno de los dos descubrió el lento paso que cargaban en su marcha. Pero si notaron el brillo en los ojos del otro, una mirada pura y emocionada. Alicia sintió su corazon palpitarle de alegría tras ver sonreír a Bastian… Tenía nueve años viendo esa sonrisa y aun existía una sensación vibrante al apreciarla.

    Bastian por otro lado creía estar viendo a una joven completamente distinta, ya no solo le impresionaba el porte tan fino que poseía Alicia, ni tampoco lo bella que se veía tras una ligera capa de maquillaje. Ni su piel brillante como perlas ante la luz de las estrellas, o su sonrisa roja entre dos hoyuelos marcados… Su forma de hablar, su libertad al confesar sus emociones, ese sentido del humor despreocupado que había desarrollado al encontrarle confianza al chico, su manera de escuchar y aportar a la conversación, esa manera de guiar las conversaciones, su inspiradora mirada al hablar de lo que le gustaba… Por un momento Bastian se preguntó si siempre había sido así, y si era así, porque nunca le había prestado atención… ¿Por qué ahora sentía… De nuevo… Ese golpe en su pecho que le sonrojaba las mejillas?

    Una ráfaga de viento agitó el vestido de la joven y Bastian pudo apreciar de primera mano como los hombros de Alicia se agitaron. Todavía eran días de invierno después de todo. De manera instintiva el chico se quitó su saco y se lo puso a la joven justo antes de que ella pudiese negarse.

    –Yo no…

    –No te llevaré de vuelta a tu casa con un resfriado– Le dijo Bastian con una tierna sonrisa al tomarla de los hombros –Y descuida te sigues viendo…– El chico sintió pena de decirlo al momento que contactó sus ojos con los de ella.

    Alicia escuchó las palabras sin que él las dijera y de todos modos se sonrojo –Gra–Gracias. Eres muy amable– Pronto se di cuenta del profundo olor que desprendía el saco. No era perfume que utilizaba cuando eran unos niños jugando de un lado a otro hace ya tantos años. Algo dentro de ella comenzó a generar un cosquilleó. Y solo supo pudo concluir que esa loción era la que un joven mas cerca de ser un hombre utilizaría.

    Ambos caminaban muy cerca el uno del otro, a solo unos contados centímetros del otro. Al principio Alicia sintió pena de que los vieran andando a esas horas de la noche, después de todo seguían viviendo en un pueblo y muchas personas se conocían. Los rumores podrían correr y quizás malinterpretar la situación… Pero estaban solos y eso la calmó. Hubo un roce de sus manos. Los dos dieron un pequeño saltó al contacto. Alicia inmediatamente inició una nueva conversación.

    –¡Escuchaste la canción nueva que esta sonando en la radio! ¡Se llama “Tal vez, Chica”! ¡Es muy movida, pero su letra es muy corta!

    Bastian un poco nervioso respondió rápidamente –¿Enserio? ¿Y de que va la letra?

    Alicia comenzó a hablar sin parar –Es una canción donde un amigo esta escuchando los pensamientos de una chica, ¿enserio no la has escuchado? Va así:


    “Aunque sus bromas son tontas”

    “Aunque se podría vestir mejor”

    “Aunque me lleva a restaurantes baratos”

    “Aunque el hijo de banquero me busca”

    “Yo no puedo parar de sonreír cuando estoy a su lado”

    “Tal vez, chica, tal vez, solo tal vez, te has enamorado”


    Bastian divertido la detuvo diciéndole –¡Cierto! ¡De hecho la tonada es como “Na Na Nanananara Na Na Nananara…”– Comenzó a tararear el joven mientras agitaba el brazo como cuando bailaba en los clubes de LaneCloud.

    Alicia alegre le respondió –Exacto– Espero el momento exacto y se le unió a la tonada cantándola en perfecta sincronización con el muchacho. De un momento a otro el chico se acercó a ella tendiéndole la mano para comenzar. Ella la tomó sin queja al moverse tras la situación. Pronto comenzaron a bailar en medio de la calle iluminada por dos faroles en medio del bosque. La pareja tarareaba la canción mientras tenían un pequeño momento de baile.

    Fue ahí cuando Alicia descubrió que movía los pies mejor de lo que pensaba. Debía ser por los arduos entrenamientos con Martin. Aunque claro, jamas podría serle competencia a Melissa, la cual flotaba al bailar en casi un trance… En cambio ella se dejaba guiar por los movimientos de Bastian… Hacían una buena pareja de baile… Ambos lo pensaron.

    Terminaron el baile con un pequeño resbalón de Alicia. Bastian la tomó en sus brazos con unas risas. Ella también reía divertida. Pronto se irguió, pero no se separó de los brazos del muchacho, se mantuvo cuerpo con cuerpo. Ella le admiró mientras levantaba la mirada hacia el rostro del chico.

    Bastian por otro lado temblaba al sentir sus manos apretando sus bíceps y bajando lentamente hasta tomar su mano de manera involuntaria para poder levantarse con ayuda de él. Pudo oler su perfume, una fragancia suave digna de una chica tan tranquila como era ella.

    Al encontrarse a si mismos en la mirada del otro, Bastian se sonrojó y levantó el rostro –Mi–Mira–Sí, mira las estrellas, no te parecen maravillosas– Comentó con la voz temblorosa.

    Ella levantó la mirada y sonrió.

    –Te gustan las estrellas, recuerdo que me lo dijiste hace varios años cuando aun eramos niños. Estábamos en casa de Melissa y nos dijiste…– El chico bajó la mirada, la apreció con los ojos bien abiertos –Que ver las estrellas te alegraba porque recordabas a tu hermano mayor, Archie– Ella lo vio con una sonrisa que calmaba el alma –Nos dijiste que antes de que falleciera solía llevarte al techo durante las noches para ver las estrellas. Contabas que en el campo en el que vivían se podía ver un mar de estrellas. Y de hecho ustedes nombraban las constelaciones aunque no tenían idea de sus nombres– Ella levantó su sonrisa mucho mas y con los ojos brillantes concluyó –Recuerdo lo feliz que te veías cuando nos lo dijiste.

    –Lo recuerdas…

    –Claro que lo recuerdo– Le dijo mientras se apartaba un poco –Nunca debes de olvidar las cosas que te cuentan las personas cuando te abren su corazon– Y le toco la nariz con su delicado dedo indice.

    Alicia con un mal rostro fingido comentó –Ese día yo también te dije algo importante… Seguro no lo recuerdas– Y agachó la mirada.

    –La estrella roja, la estrella que ilumina a los enamorados.

    Ella volteó de inmediato a verle.

    El chico la envolvió fuertemente en sus brazos –Nos dijiste que querías que el primer beso con el hombre de tu vida fuese en la noche. En una noche estrellada. Bajo la luz de la estrella roja. Porque así su luz les iluminaria siempre…

    Bastian no podía ver la estrella roja, pero Alicia sí, la veía justo detrás de Bastian… Al estar tan juntos cada uno podía sentir el agitado respirar del otro, así como podían incluso escuchar el corazon latiendo descontrolado. Los labios rojos de ella, y los labios rosados de él temblaban casi como si se hubiesen puesto de acuerdo.

    Ambos sintieron el calor de la llama de nuevo. Ese calor que sintieron ante la hoguera aquel festival de medio verano. Cuando estuvieron a punto de cumplir su intimo deseo. Ese deseo inmediato que sintieron el uno sobre el otro, pero que creyeron que había sido solo una emoción del momento… Ahora ambos comprendían que aquella primera llama nunca se había extinguido… Quizás su cada vez mas separada amistad había sido un intento involuntario de no querer romper lo que había sido construido con anterioridad… Era una emoción errónea…

    Ambos se fueron acercando con los ojos cada vez mas brillantes.

    ¿Era enserio una emoción errónea?

    Alicia le puso la mano en el pecho y con un susurró concluyó –Se esta haciendo tarde.

    Bastian con la mirada llena de remordimiento le contestó –Eso pienso también.

    Y ambos se separaron para continuar caminando. El silenció fue incomodo de vuelta a casa.

    Cuando estaban en la puerta de la casa de Alicia se vieron mutuamente y se sonrieron, no una sonrisa de cortesía. Ambos lo notaron. Era la sonrisa más verdadera que habían tenido en mucho tiempo.


    (…)​


    En Frandall el reino entero estaba de fiesta, pues se celebraba uno de los festejos personales del reino, el nacimiento de la máxima entidad que había nacido en sus tierras, el cumpleaños de la Tercera Chasoul, un evento al que asistían gente de todos los reinos. Era una fiesta donde la ciudad se tapizaba aun más de colores, danzas, cantos y arte. Uno de los festejos mas increíbles a lo largo de todos los años.

    En medio de uno de los tantos centros de baile de todo el reino se encontraba un grupo de mujeres sentada afuera de la pista.

    –¡Como pude olvidar la fecha en que decidió irse a vivir conmigo!– Ahogó su grito Melissa entre sus dos brazos.

    Una de las amigas de Melissa chasqueó la lengua con rabia –No es algo tan serio.

    –¡No lo entienden! ¡Hace unas semanas estábamos hablando sobre ese día! ¡Bastian no abre esos temas solo porque si!– La mujer comenzó a beber su cerveza –Debía de estará preparando algo… Antes de partir pensaba en hacer algo también… Pero me distraje practicando la obra que presentaremos dentro de dos semanas…

    –Por cierto, ¿No crees que lo mejor seria ir directo a Sanademik terminando este trabajo?

    Unos días de vacaciones no nos iría nada mal– Respondió alegre una de las chicas.

    –¡¿Qué tantas tonterías dices?!– Aulló Melissa molesta –¡Le dije a Bastian que volvería dentro de una semana!

    –El lo entenderá– Respondió una de las chicas.

    –No lo entienden, ¿Verdad?– Gruñó Melissa –Mi relación pende de un hilo… Un hilo filoso que esta cortando los pies de los dos.

    –Lo que tenga que ser será, Melissa.

    –Si tanto se están hiriendo deberían terminar de una vez…

    Melissa se tocó el vientre –Lo dicen como si fuese la cosa mas sencilla del mundo– Masculló con una mirada triste.

    Una de las mujeres, una chica siete años mas grande que Melissa, una de las mujeres mayores del equipo de trabajo de “Joya Preston” terminó su bebida –No pierdas la juventud que tienes, querida. Hay muchos chicos, muchos mejores que Bastian Arcnaik– Pronto un hombre se acercó a su mesa y la invitó a bailar. La mujer aceptó encantada.

    –Maldición– Gruñó la mas grande de las mujeres. Una mujer de casi cuarenta años –Todas las niñas se están divirtiendo. Tan solo espero no volver con el doble de número con el que vinimos.

    Una de las chicas, ignorando por completo a la mujer adulta se centró en su amiga –¿Cómo te esta yendo con tu musical?

    –Aun no la termino… Aunque la acabase hoy da igual, porque me hace falta el dinero para poder pagarlo. He contactado con muchos de los teatros, pero no me permiten pasar la obra así como así.

    –Eso suena horrible…

    –¡Verdad que sí!– Y de nuevo se hundió en sus brazos lanzando pataleadas por debajo de la mesa –¿Por qué es tan difícil?– Dijo para si misma con la voz rota…

    –Hey Melissa– Comentó de pronto la mujer adulta –Mientras iba al baño escuché a unos hombres hablando de cierta bruja. Dicen que es la mejor de todas las videntes. Si quieres saber si tu relación tiene salvación podrías ir con ella.

    Melissa levantó el rostro mostrando un gesto furioso –No necesito una bruja para saber que lograremos salir de esto, ¡Creo en Bastian y creo en mí!


    (…)​


    Melissa acababa de entrar al edificio donde se encontraba la bruja. Todas sus amigas se quedaron afuera, esperando su debido turno. De momento se sintieron un poco intimidadas. El lugar parecía lujoso, a demás de que en la entrada había dos guardias que desprendían una poderosa presencia.

    –En donde nos hemos metido– Dijo una de las chicas con un tono nervioso.

    Dentro del edificio brillaban lamparas de multiples colores opacos y oscuros. Dentro había multiples grupos de hombres con prostitutas a sus costados bebiendo y apostando. Otros se encontraban hablando de cosas en las cuales no quería meterse. El humo a cigarro inundaba el lugar. Muchos de hombres ahí adentro se encontraban armados y tenían rostros de pocos amigos. Ella seguía a un hombre que le estaba guiando por el interior del edificio. Tenía miedo, por alguna razón ver a todos aquellos hombres le recordaba esos momentos asfixiantes dentro del almacén en GrayLagoon.

    Finalmente llegaron hasta una habitación detrás de un pasillo lleno de telas de ceda. Al final de ese pasillo se encontraba un pequeño cuarto con multiples huesos de animales colgando… Esperaba que fuesen de animales… La habitación entera estaba tapizada por un conjunto de telas de ceda color vino. Sobre la mesa se hallaba un conjunto de libros, pero sobre todo un libro grande y blanco.

    El hombre se fue tras llegar a la habitación.

    Pronto una puerta se abrió de frente a Melissa y de ella salió una mujer que caminaba con bastón. Era una anciana de larga edad, solo unos cuantos dientes se veían a través de su débil sonrisa y aquellos ojos estaban a quizás tres años de no ver nada, pues en sus ojos comenzaban a nacer motas blancas que oscurecerían toda la vista que tuviese la anciana.

    –Buenas noches. Soy Melissa Preston.

    –Buenas noches, señorita Preston. Mi nombre es Joan Shipton, pero ya hace mucho dejaron de llamarme así, soy mejor conocida como Mama. Dígame jovencita que hace alguien tan linda por mis dominios– La anciana llego hasta su negra silla para tomar asiento. En ningún momento dejo de ver a Melissa, lo cual le causaba cierto pavor.

    –Deseo saber el futuro de mi relación.

    –Oh amor, amor, amor. Hace mucho deje de pensar en el.Siempre que creí en él terminé perdiéndolo. Por supuesto que puedo ayudarte, hija mía. Toma asiento y cédeme tus dos manos.

    Melissa lo hizo. Observó con curiosidad los libros mientras la anciana le revisaba las palmas, lo cual no le traía buena espina. Ya había escuchado historias de falsas brujas que o leían las cartas o te leían las palmas.

    La atención de la chica se dirigió en especial a ese libro blanco. Tenía letras plateadas casi invisibles entre el perfecto brillo blanco de su portada.


    “Las Puertas al Nuevo Reino”

    “El Nuevo Rey”


    –¿Usted cree en eso?

    –¿En qué?

    –Ese libro. Es el libro de esa nueva secta que se esta esparciendo por todo el mundo. Mi novio atrapó a unos cuantos criminales, entre ellos existía una copia de ese libro. Recuerdo el nombre, ya que no paró de hablar de el por varios días…

    La anciana comenzó a reír –¿Te contó de que iba el libro?– Preguntó mientras seguía observando la mano.

    –Me contó lo que le dijo su padre; Que es muy parecido a lo que hablaban los brujos. Que ese “Nuevo Rey” es otra manera de nombrar a lo que los brujos llamaban “Bagar Reencarnado” o “El Rey”. Solo que en este libro se habla como si ese hombre ya estuviese aquí.

    –No es ningún hombre, Preston. Es la forma perfecta de vida, un ente que superó las barreras de magos, humanos o demonios… Sus días se acercan… En su momento me reí al escuchar sobre él, sin embargo tuve la dicha de conocer a ese hombre… Conocí a muchos que quisieron su corona y creo que nadie esta tan calificado para aceptar su existencia como yo…

    Melissa aterrada por el brillo enamorado de sus ojos, así como el rojo excitado de las mejillas de la anciana sintió arcadas. Las palabras devotas de aquella anciana de voz silenciosa eran arañazos en sus oidos –Entonces…– Comentó ella con el sabor de la curiosidad –Usted afirma que esta vivo.

    –Vivo, pero muerto…

    ¿Qué?

    –Tu hombre es mucho más interesante, que tu– Respondió Mama con una risa emocionada justo después de contestar la pregunta.

    Melissa abrió bien los ojos –¿Qué pasa con mi relación, Mama?

    –Tu relación…– Dijo la mujer con mal rostro –No existe ninguna relación.

    Esas palabras de esos labios temblorosos detuvieron el tiempo de la joven chica.

    –Sí… Ese chico si que es interesante…

    –¿Qué esta viendo?

    –Nada que te interese, señorita…

    –¡¿Cómo que “nada que me interese”?! ¡Y no me joda! ¡¿Cómo puede saber sobre él?!– La chica forcejeó las manos para poder quitárselas del poder de la bruja, pero le sostenía las muñecas con una fuerza imposible.

    –Las manos son mapas de nuestro destino, pero las manos de amores de por vida son como espejos.

    La chica dejo de forcejear al instante –“Amores de por vida”– Repitió ella con un rostro esperanzador –¡Somos amores de por vida!– Dijo sonriente con el inicio de lagrimas entre sus ojos.

    –No te equivoques, niña– Interrumpió Mama mientras movía sus ojos de un lado a otro como si estuviese leyendo textos de algún libro –Él sera el amor de tu vida– Concluyó sin emoción alguna.

    –¿Qué quiere decir?

    –Qué él amara a alguien mas… Por que tu no seras capaz de amar de nuevo…

    Melissa sintió como su alma comenzaba a desvanecerse de su cuerpo –¿Por qué no podre amar de nuevo?

    La bruja levantó sus asquerosos ojos negros, tan negros como alguna vez fueron los cabellos de su largo cabello –Por que vas a morir amándolo– Los ojos de Melissa se abrieron bien abiertos –¡Ahora no te muevas! ¡Tengo que ver esta mano!

    Melissa jaló con fuerza golpeando a la bruja contra la mesa –¡No me joda, vieja bruja! ¡¿Qué clase de mala estafa es esta?!

    –¡Regresa ahora mismo!

    –¡No me moleste!– Melissa se levantó y corrió por el pasillo.

    La bruja empezó a reír como una desquiciada –¡Ese muchacho me divirtió bastante! ¡Estoy impaciente por conocerlo! ¡Estaré lista! ¡No necesito ver más! ¡Sino no seria tan divertido! ¡Puede estar tranquila, Melissa Preston…!– Aulló Mama desde su asiento. La chica estaba quitando la ultima cortina cuando la vieja mujer gritó –¡Tu funeral sera muy grande!– Grito que acompañó con unas risas completamente desagradables.


    (…)​


    Durante toda la semana en que Melissa no estuvo Bastian y Alicia estuvieron viéndose. A pesar de los sucesos de regreso de la obra musical que parecían que impedirían el progreso de esta pareja lograron seguir adelante, aunque siempre manteniendo la raya en su lugar, pues Alicia seguía siendo fiel a su romance con Bruno y Bastian tenía a Melissa. Sin embargo eso no impidió que todos los días almorzaran y cenaran juntos. Que incluso salieran a vivir el evento del festival de primavera y bailasen hasta caer rendidos. Cada día uno encontraba al otro por casualidad o porque así lo deseaban. Escuchaban la radio juntos o Bastian iba a ver sus entrenamientos en las clases de Martin. Ella le cocinaba pastelillos especiales para él, e incluso se desvelaba solo para hacerlos… Quizás el decir que solo eran amigos que se llevaban muy bien era una mentira de ellos mismo para no aceptar el claro amor que sentían mutuamente.

    El día en que supuestamente Melissa volvería llegó una carta de la chica. Al parecer el musical que habían interpretado había sido un éxito, por lo que habían conseguido trabajo para presentarse en distintos eventos. Así que no volvería, ahora si, hasta la semana siguiente. Bastian leyó esta carta en solitario en la cima de uno de los edificios departamentales. La decepción de que Melissa no volvería, a pesar de lo feliz que era pasando el tiempo con Alicia, le ocasionó un golpe duro del que no salio durante dos días enteros. Ni siquiera Alicia lo pudo contentar… Después de esos dos días pasaron el resto de la semana divirtiéndose como siempre había sido… Alicia no lo sabia, pero Bastian ya había tomado una decisión.


    (…)​


    Bastian el día en que volvió Melissa fue a su departamento. El tenía las intenciones muy claras. Los pies le temblaban al subir las escaleras. El corazon le palpitaba de manera enfermiza. Sudaba y su boca se sentía seca. Era como si estuviese enfermo.

    Abrió la puerta después de limpiarse el sudor y paso dentro. Entonces se encontró con una preciosa cena a la luz de las velas. El departamento entero estaba tapizado de un arduo trabajo de decoración. La comida que se encontraba en la mesa se veía y olía como comida de un famoso y caro restaurante. Entró al departamento boquiabierto. Entonces se giró hacia el interior del departamento y desde la cama caminó Melissa.

    La joven dejó una libreta en la mesa. Ella estaba resplandeciente, arreglada como si fuese a ir a la cita más importante de su vida, su vestido negro le acentuaba su perfecta figura de bailarina. Su maquillaje era atrevido, a demás de que su cabello rizado se encontraba perfectamente planchado. Los ojos notaban un brillo esperanzador que gritaban alegres incluso antes de que ella se le lanzara a los brazos.

    –¡Te extrañé mucho!– Le dijo emocionada al oído –¡Perdona! ¡Perdóname todo! ¡Todo el trabajo me consumió y …!

    Bastian le tapó los labios con su gruesa mano. Ella podía notar que el joven estaba dolido en verdad, lo único a lo que tenía que prestarle atención a esos tristes ojos marrones que alguna vez fueron valientes y llenos de energía… Se maldijo a si misma por haber puesto a Bastian como segundo lugar. Desde su visita con Mama ella descubrió que le demostraría todo su amor y si algún día ella llegaba a no estar, seria porque tendría sesenta años mas, viendo la sonrisa sin dientes de Bastian.

    –Yo…

    Bastian la atrapó en sus brazos inventándola en su pecho. Ella pudo escuchar el nudo agudo en la garganta del chico, así como él corazon enloquecido del joven. En principio sonó triste, pero pronto volvió a nacer ese cálido latido en el que gustaba quedar dormida.

    Sin ninguna palabra Bastian tomó una decisión nueva, sin garantías de lo que podría pasar, sin escuchar a su corazon vuelto loco por otra mujer, sin hacerle caso a su mente que le sermoneaba cada hora sobre lo que estaba haciendo… Así es, tenía que aceptarlo, estaba enamorado de Alicia… Pero Alicia tenía a Bruno… Y él tenía a Melissa, a la cual amó primero que nadie.

    Su abrazo duro minutos en silencio.

    Y para cuando las velas se habían apagado la imagen de la casa era distinta.

    En la cama Bastian veía el techo mientras enrollaba su dedo en el cabello de Melissa que poco a poco comenzaba a tener de nuevo sus perfectos rizos. Fumaba un cigarrillo. Ella se encontraba desnuda a su lado. Bastian le acobijó y salió del departamento para ver el cielo. Se encontraba en los barandales junto a las escaleras, en las escaleras solo iluminaba un viejo foco anaranjado por el que revoloteaban tres polillas en un baile sin ritmo… Observó el cielo, pero ese día no se veía nada más que una difuminada luna brillante…

    Bastian no durmió aquella noche… Su mente no se lo permitió.


    (…)​


    Los días que tanto deseó Bastian volvieron sin necesidad de tener que decir algo a Melissa. Era casi como si aquella chica le hubiese leído la mente, una habilidad que por más que analizaba no encontraba solución al enigma.

    Durante los siguientes días Melissa le llevaba comida a Bastian a la comisaria terminando su medio turno en la escuela de baile. Todos los días el joven pelirrojo volvía a su departamento para encontrarse a Melissa escribiendo en una libreta que no le permitía leer. Él intuía que era algún tipo de diario, aunque le llamaba la atención ver que siempre estaba metida escribiendo, con la lengua de fuera y haciendo ademanes con los brazos, moviendo los labios sin decir nada. Ambos cocinaban la cena entre risas y comían en la mesa con sonrisas mientras hablaban de sus días. Nuevamente corrían desnudos por los pasillo entre risueñas escenas, de vez en cuando terminaban bañándose juntos. Bastian limpiaba la ropa con ayuda de su magia, aunque casi siempre Melissa le terminaba llamando “Vago” pues creía que no se debía de abusar de la comodidad que atraía la magia.

    Con el pasar de semanas Bastian comenzó a llevar dulces de nuevo a Melissa a su trabajo. Jugaba con los niños con bromas infantiles utilizando los listones que movían de un lado a otro. Melissa por alguna razón le miraba con unos ojos que el chico no reconocía al verle jugar con sus pequeños estudiantes. Era una mirada dulce, una mirada que le recordaba a su madre.

    Después de unas semanas Melissa comenzó a tomarse su tiempo para trabajar en un lugar secreto. Bastian moría de curiosidad y aunque en más de un momento quiso investigar que era lo que estaba haciendo, ella le dijo que se mantuviese tranquilo, que la respuesta del misterio solo le traería una larga sonrisa. Durante esos días donde Melissa desaparecía por todo el día y toda la tarde, Bastian comenzó a tener mas trabajo de lo común. A pesar de que los crimines se habían mantenido calmados, no habían cesado, sin embargo de pronto comenzaron a encontrar multiples cuerpos y victimas de aquella sustancia conocida como “Beso de verdad”. Los casos incrementaron día a día. Los síntomas era esquizofrenia, visiones sin sentido, algunos comenzaban a hablar sin sentido, entre muchos otros síntomas… pero uno de los mas importantes es que los ojos de los afectados por las drogas empezaban a perder completo control de su cuerpo para volverse muñecos sin emociones… Eran escenarios horribles. Una tragedia que Fabriccio pronto le contó que se estaba esparciendo por todo el continente…


    (…)​


    Por su parte Alicia, tras el regreso de Melissa, mantuvo su linea bien marcada y reconocía su lugar. No podía negar que durante los días en los que ella no había estado se había divertido demasiado, muchísimo mas de lo que lo había hecho años anteriores… Ella veía a la pareja, Bastian y Melissa, caminar por las calles del pueblo y sonreía al verles felices… Pero durante la noche lloraba desconsolada, porque a pesar de que respetaba a su amiga, a pesar de sentía ese deseo de honor de esperar el regreso de su príncipe de cabellos negros… Ella estaba enamorada de Bastian y durante semanas ella le mostró su mejor sonrisa fingiendo que sus sentimientos nunca habían existido. Cuando en realidad se moría por decirle que se quedara con ella. Que el estar juntos la hacia sentir mas viva. Que deseaba poder descubrir hasta donde habrían de llegar la profundidad de sus sentimientos.

    Y así pasaron los días. Entre dolorosas lágrimas y desgarradores sonrisas.


    (…)​


    Durante el medio día de plena primavera, en la segunda semana de abril, las flores nacieron con un color que decoraba el paisaje. De su propio jardín Alicia recogió una flor blanca y caminó por el centro vendiendo sus deliciosos panes. Como siempre más de un muchacho la alagó por su belleza y ella agradecía cortésmente ante las bonitas palabras. Más ningún le interesaba de verdad. En todo LaneCloud solo había un joven que agitaba su corazon como si fuesen las baladas rítmicas de los tabores en las canciones de los clubes. Ella lo sabia bien...

    De pronto choco con dicha persona –B–Ba–Bastian.

    –¡Alicia!– Respondió alegre –Es un gusto verte, ¿Estas bien? ¿No se te cayó ninguna venta?

    –Estoy bien– Le sonrió la chica apenada.

    –Me alegro– El joven observó el cielo –Este parece ser un buen día. Llevó cuatro horas patrullando y no me he topado con ningún imprevisto.

    Alicia escuchando atentamente le respondió –Eso es bueno. Hace dos días me contaste lo sucedido con ese nuevo grupo de drogadictos… De vez en cuando necesitas días libres, te hacen bien.

    –Que lindo que te preocupes por mí– Le respondió él con su larga sonrisa blanca. Esa bella sonrisa que ella soñaba durante las noches. Era un príncipe, un joven que cualquier chica podría desear, a ella le constaba eso, pues en sus recorridos de ventas tocaba escuchar a más de una chica hablar de él. Pero ellas solo lo conocían de vista, Alicia podía confirmar que Bastian tenía un buen corazon, a veces débil, a veces más frágil que el de un niño, pero un corazon valiente, justiciero y lleno de amor.

    Ella no se había percatado, pero se había pasado segundos admirando al joven.

    –¿Hola hola? ¿Alicia?

    –¡Eh! ¡Perdón! ¡Perdón! ¡No he podido dormir bien últimamente!– Eso era verdad.
    El joven comenzó a reír –Te pregunté si te gustaría que te acompañase a vender.

    Con los ojos llenos de ilusión la chica respondió con un energético “Seria un placer”.


    (…)​


    El viaje les llevó por todo LaneCloud debido a que las ventas no fueron tan bien como ella podría haber deseado, pero lo considero como un dulce regalo del destino, pues su caminata fue mas larga. Fue un día tranquilo. Bastian en ningún momento tuvo que salir a ayudar a nadie, ni a detener a ningún ladrón, o parar alguna pelea. Solo se dedico a conversar con ella durante largas horas hasta llegado el atardecer. Fue ahí cuando entre los dos congeniaron en que no estaría mal ir a comer algún helado.

    El sol se fue acercando al borde de la linea que dividía el paisaje. Ella se encontraba feliz de haber pasado aquel día con él. Una experiencia tan encantadora como el chico. Por otra parte Bastian disfrutó hasta el último segundo con ella. Era una chica agradable, muy diferente a Melissa. A diferencia del alma desbordante de energía de su pareja, Alicia tenía un aura cálido que te envolvía en brazos invisibles y te hacia sentir en paz… Lamentablemente ese día, para ellos que había intentado mantener su amistad y no volver a intentar nada mas, fue la prueba de que los dos se extrañaban. Como una pareja detrás de una reja. Unidos, pero separados.

    –¡Chicos!– Gritó de pronto una voz que para los dos fue conocida –¡Al fin los encontré!– Aulló emocionada Melissa con un montón de papeles en la mano. Se recargaba de la mesa del local tomando aire. El sudor le recorría el cuerpo pegándole la blusa de tirantes a la espalda y el abdomen –Lo logre…– Masculló sin que ni Alicia ni Bastian pudiesen escucharla.

    –¿Qué dices, Meli?– Preguntó Bastian un poco preocupado.

    –¡Lo logre!– Y le abrazó con fuerza en una bomba de alegría que solo podría provenir de alguien como Melissa.

    –¡¿Pero que lograste, querida?!– Preguntó el chico con el rostro perdido, pero riendo nervioso.

    Alicia por otro lado reía débilmente mientras terminaba su helado.

    Melissa se separó de su abrazo y le arremetió un largo beso. Bastian al principio se notó tenso, pero poco a poco se dejo llevar. Por su parte Alicia tragó rápido su helado al no esperarse ese inesperado gesto.

    Ella dejó de besarle y le miró directo a los ojos con lagrimas sobre las mejillas –Aceptaron mi musical– Dijo en silenció –¡Voy a hacer un musical!– Gritó ella mostrándole los panfletos para promocionar la obra –¡Estoy tan feliz!– Gritó ella emocionada sobre las piernas de Bastian.

    –¡Felicidades!– Dijo Bastian abrazándola fuerte –¡Es maravilloso!

    –Se estrenará la siguiente semana. Estarás en primera fila con Martin, Claarn, Mike y Mairis– Fue entonces que volteó hacia Melissa –¡Alicia! ¡Tu también estas invitada!

    Ella sonrió con alegría. Se levantó y le extendió los brazos. Rápidamente las chicas comenzaron a abrazarse –¡Les encantara!– Les dijo Melissa –¡Es algo muy especial!– Dijo mientras abrazaba a Alicia, pero ella solo podía ver con ojos tristes a Bastian, que la observaba con una débil sonrisa.


    (…)​


    –Yo quisiera verme así de hermosa– Comentó Mairis mientras veía el espejo el reflejo de su querida amiga –Tienes un cabello muy lindo. Desde que me lo corte tras entrar al ejército nunca me ha crecido igual… De hecho ahora empiezo a entender porque Eva nunca quería arreglar su cabello, es como si se volviera salvaje con los años…

    –Eva “La Leona”– Dijo Alicia entre risas –Edward si que era grosero.

    –¡Era un idiota! ¡No se como es que Eva lo aguantaba!

    –Aunque aun así pienso que sigues siendo la chicas mas bella que he conocido– Le dijo Alicia –No a todos los chicos les gustan los lentes, ni tampoco les gustan las chicas tan delgadas como yo…

    Mairis comenzó a reír –La belleza es subjetiva…– Ella terminó por arreglarle el cabello a su amiga y le sonrió con su linda sonrisa blanca. Era como si todos los hijos de Martin Price poseyeran tan característica sonrisa –No se que les pasa a los chicos. Si yo fuera uno estaría detrás de ti. Eres una de las chicas mas lindas de todas estas tierras, Alicia, nunca trates de convencerte de lo contrario. Y si de algo estoy segura, es que nadie tiene un corazon tan grande como el tuyo. Ella le tomó la mano con una larga sonrisa –Gracias, Mairis.

    –¡Nada de gracias! ¡Te toca maquillarme!

    Alicia riéndose le cedió el asiento frente al espejo. Su querida amiga Mairis ahora era una soldado, pero a pesar de todas las vivencias que había tenido, a pesar de todos esos rudos entrenamientos, seguía siendo una dama de belleza como ninguna otra. Una chica de gustos dulces, amante de los colores pastel y de la sensibilidad de las maravillas que ofrecía el arte. Si cualquier soldado de Kadamia la viera vestida con ese largo vestido azul, con ese peinado perfectamente estilizado y con esa ligera capa de maquillaje que acentuaba sus finos rasgos terminarían por pensar que quizás era otra persona.

    –Es una pena que tu asiento se encuentre en las filas de arriba.

    –“Solo puedo dar prioridad a la familia del novio” Dijo el hombre del teatro…– Gruñó Alicia haciendo pucheros con una voz gruesa fingida –Habrá una fiesta después de la función, ahí nos veremos. Aunque también mañana iremos a la playa. No lo olvides.

    –Cierto. La playa… No he ido a la playa desde…– La joven soldado se quedo en silencio.
    –No hace falta contestar…– Comentó Alicia con un tono serio mientras le aplicaba rubor a sus mejillas –Ya se. Por que no me cuentas como te ha estado yendo con ese muchacho Peter…

    Y ahí fue cuando el silenció terminó rompiéndose por un poco de lagrimas. Alicia pocas veces había visto llorar a Mairis. Escuchó todo lo que tenía que decirle y finalmente la terminó envolviendo en un fuerte abrazo.

    Hasta Mairis. La chica mas fuerte, del mundo quizás, podía ser lastimada por lo vientos de esta era.


    (…)​


    Una vez adentro del teatro Bastian, Claarn, Mike y Martin esperaban ansiosos a Mairis y Alicia. Ellos ya se encontraban en sus respectivos lugares, pues la función estaba a minutos de empezar. El joven sheriff volteaba hacia todos lados en búsqueda de las chicas, por un pequeño instante se distrajo al ver a Melissa echar un vistazo por la cortina, conectar mirada con ella mientras le mandaba un beso coqueto con un guiño. El joven se sonrojó al ver el gesto y no supo como actuar al verla, por lo que solo se encogió en su asiento mientras Martin reía de su actuar.

    En ese momento en el que se encontraba con la mirada gacha en medio del teatro el joven escuchó una linda voz que debía de admitir, extrañaba en su vida. Levantó los ojos y encontró a Mairis tan hermosa que sus ojos creyeron estar viendo uno de los mismo ángeles de las historias viejas.

    –¿Estas bien?

    –Ma…Ma…

    –Mairis, por mi santa madre…– Se levantó Martin y la observó de pies a cabeza –¡Te ves bellisima!– Casi lo gritó en medio de todo el teatro, aunque tampoco era algo nuevo para las personas del lugar, mas de unos ojos la habían seguido con vistas incrédulas.

    –Muchas gracias– Respondió la joven tras el alagó de su padre –Pero enserio Bastian, siéntate bien, el traje se te arrugará por completo, eres el novio por la diosa.

    –Cla… Claro…– Respondió el joven incorporándose –Te vez muy bien. Tuve que analizarte para poder creérmelo.

    La joven comenzó a reír delicadamente mientras tomaba asiento –Debo admitir que Alicia se lució con el maquillaje, incluso yo me sorprendí tras el resultado– Entonces la chica se tocó la barbilla mientras levantaba su sonrisa –Me dejo muy bonita. Aunque si quieres ver a alguien bonita deberías verla a ella– Comentó al soltar una pequeña risa.

    Bastian sorprendido, envuelto en curiosidad estaba a punto de voltear hacia donde debería estar Alicia cuando de pronto las luces del teatro se apagaron, impidiendo encontrar a la chica.

    –La obra esta por comenzar, Bastian– Gruño Mairis volteándole el rostro hacia el escenario –Estoy muy emocionada de que es lo que puede ofrecernos una mente como la de Melissa– Dijo la chica con una larga sonrisa.

    Bastian no dijo nada. Únicamente apreció el telón rojo pensando en que quizás debía de esforzarse por ver el trabajo de su amada… ¿Su amada…? No importaba. Debía de concentrase, ella estaba por volver su sueño realidad.

    Un conjunto de tambores dieron inicio a la obra.

    Y la obra comenzó.

    Melissa había entregado toda su pasión en aquel musical. Desde lo sucedido con la bruja duro días enteros sin dormir puliendo hasta el último detalle. Había borrado cosas y había añadido muchas otras. Hubo momentos en los que deseó terminar con todo aquello, pues a veces encontraba cosas tan dolorosas en los diálogos que le comenzaban a atacar con dudas y preguntas: “¿Así te sientes? ¿Esta eres tú? ¿Esto es lo que has vivido?”.

    Era un joven apenas. No había vivido mucho, pero tampoco se podía decir que su vida había sido de lo más monótona. “Gracias a la diosa”. Agradecía. Pues fuera de todos los malos días de su vida, la perdida de tantos amigos, los sucesos de GrayLagoon, la perdida de Bruno y sus respectivos cambios en su grupo, ser presente de la inauguración de la Quinta Guerra Mundial y los estragos que causaba la guerra en la zona Este del continente, la perdida de sus padres y hermana, su atasco en la relación que tenía en su relación con Bastian, nada de eso lo cambiaría por nada en el mundo. Ella amaría su vida con todo, sabiendo que conoció a personas importantes para ella, personas que la amaban y que jamas le traicionarían por nada en el mundo, sabiendo que vivió y superó cada traba en el camino. Sí. Si mañana, o pasado, o algún día de estos había de llegar la muerte, ella moriría con una sonrisa en la cara. Con eso en mente construyó su obra. Una historia de amor a la que nombró “La Odisea Contra el destino”. En la historia, con unas cuantas variaciones del relato original que ella planeó, relataba la historia de una joven que tras una noche en una de las ferias de la ciudad en la que vivía llegaba a morir tras caer por la ladera que le llevaba a su hogar, seria salvada por una especie de espíritu que le revelaría su futuro desde el momento del rescate hasta su horrible final. Ella entonces intentaría cambiar su futuro de cualquier manera.

    La obra maravilló a muchos de los espectadores con los dramáticos muros que se le oponían a la protagonista, en donde se enfrentaría al severo trauma de saber como exactamente iba a ser su muerte. La joven al tener los días contados intentó cambiar su vida en la mayoría de aspectos posibles, dejando a su amante para buscar el amor en los brazos de un joven al que conocía de toda la vida, pero él pertenecía bajo un anillo dorado a la mano de la que consideraba su mejor amiga.

    La historia de amor cautivo a los espectadores, estrujándolo hasta hacerlos derramar hasta su ultima lagrima, pues la historia era mágica, un romance que se veía oculto y profundamente guardado, era una muestra de la verdadera llama del primer amor, así como un monologo a las dificultades de tratar de amar después de un fracaso en una relación.

    Bastian quedo boquiabierto al ver el curso de la obra y como esta reflejaba con profunda precisión como es que él se sentía. Si bien pudo notar como en la obra, Melissa desbordaba su apegó hacia él, explorando visiones que el joven no conocía sobre cosas que quizás eran insignificantes, como un pequeño baile, como un pequeño beso o el regalo de una pequeña rosa… También descubrió en la historia de aquel música una dolorosa realidad que estaba bloqueando…

    Alicia se sintió altamente identificada con la obra. Era incapaz de creer como era que esa interpretación de aquel papel podía reflejar en un aspecto casi religioso su sentir. Su herida constante al ver al hombre que ella amaba, ese amor que se había mantenido oculto durante mucho tiempo por respeto, pero ahora mas que nunca estallaba, florecía mostrando colores que jamas había visto… También descubrió en la historia de aquel musical una dolorosa realidad que estaba bloqueando…

    En la escena final. Tras un potente declive de todos los intentos de la joven por salvar todo lo que estaba tratando de mantener en pie, llegó el momento en que la joven, aceptando su destino, sonríe ante la boda del hombre que amaba mientras escuchaba los votos que había escrito para su mejor amiga...


    “Fuiste el deseó de mi yo pasado, el deseo que sigo manteniendo incluso hoy”

    “Caminé con miedo de tu mano sin saber, pero sabiendo, que quería.”

    “Ahora, pasado los años, viéndote mas alto, con ojos mas cansados y una que otra cana…”

    “Parada desde aquí donde te veo puedo afirmar…”


    Dos luces comenzaron a iluminar personas al azar. Bastian volteó rápidamente por el hombro buscando a Alicia. Fue un hecho de la casualidad o un gritó del destino que les decía la verdad mas sincera que tenían guardada.

    Las luces se detuvieron por cuestión de un segundo en Bastian y Alicia. Ambos pudieron notar la mirada profunda del otro, ella también le estaba buscando. Juntos se encontraron por ese segundo. Su corazon latía en desmedida, fue la actriz de la obra la que dijo lo que ellos desean gritarse desde sus asientos.

    “Que yo te amo”.

    Finalizando la obra unos segundos después.

    Los aplausos no faltaron en el evento, fueron flores, gritos y ovaciones a cada uno de los actores de la obra. Melissa salió al escenario haciendo reverencias a su público junto con sus actores. Se veía tan llena de vida, tan alegre. Con los ojos desbordando lagrimas. Era la imagen de una mujer acababa de cumplir su sueño.

    El telón se cerró llevándose la imagen de todos los participantes.

    Y Bastian y Alicia quedaron congelados en su butaca… Ellos habían escuchado esas palabras con la voz el otro… Y no sabían por cuanto tiempo más habían de fingir que era innegable.


    (…)​


    Tras la obra vino la fiesta. La noche fue larga y Melissa en toda la noche no se despegó de Bastian. El joven tuvo que escuchar todos y cada uno de los halagos de la obra de cada crítico, periodista, cantantes y bailarines, así como de la misma gente del pueblo que había ayudado a crear aquella hermosa obra. Bastian mismo alagó a Melissa de lo potente que había sido la historia y la interpretación de cada uno de los actores.

    Durante la fiesta Alicia evadió la mirada de la pareja. Durante toda la noche conversó con muchas de las chicas de su edad, así como también habló de muchas cosas con Mairis. Incluso a lo largo de la noche bebió y bailo, tratando de distraer su mente.

    No lo noto. Porque evadió a Bastian, pero el joven, con la cabeza hecho pedazos, también terminó borracho junto a su energética pareja.

    Fue una noche larga y confusa.


    (…)​


    Al día siguiente una carroza estaba frente al departamento. Melissa despertó a Bastian con un trapo frió para intentar borrarle la resaca que seguramente tenía, porque ella si la tenía. Le sirvió un poco de sopa para que su estomago pudiese aguantar el viaje y justo después subieron una maleta al transporte.

    Era la primera hora de la mañana, cuando el sol apenas había salido e incluso el Claarn aun seguía dormido. Sin embargo ellos comenzaron su ruta.

    Finalmente llegaron a la casa de Bastian y recogieron a toda su familia. Mike era el mas emocionado de todos, muy posiblemente no había dormido de la emoción de ir a la playa.

    Continuaron la ruta y pasaron por Alicia, ya con ella arriba de la carroza continuaron su viaje hasta los puertos del norte, en alguno de los pequeños pueblos que ni siquiera aparecían en los mapas. Martin fue de vital importancia para el viaje, debido a que él conocía perfectamente aquellos territorios.

    Durante el viaje los jóvenes terminaron de dormir, pero Mike no, el pequeño niño de nueve años observó maravillado cada paisaje con notable devoción. Apreció cada detalle, aunque viajaran en carroza, tren y de nuevo en carroza.

    Tras unas largas horas de viaje llegaron a una blanca playa con el sol brillante. Desencaparon en la orilla donde llegaban las tranquilas mareas del “Estrecho Maldito”, nombre popular, aunque el nombre verdadero de ese lugar era “Golfo Grande”.

    –Elegimos un gran día para venir a la playa– Dijo Melissa con una larga sonrisa, observando el terreno desde la altura de las rocas con las que chocaba el agua.

    –Después de días tan inquietos– Comentó Mairis acomodando su traje de baño –Es bueno tener días como estos, ¿No lo creen?

    –Tienes toda la razón. El mar me relaja. Me trae viejos sueños– Afirmó Alicia inclinando su sombrero para cubrir su rostro del potente sol. Le parecía impresionante que Mairis con la piel tan blanca como la de suya, decidiese estar en pleno traje de baño.

    –Bueno chicas. Es hora de hacer lo que venimos a hacer– Y con esas últimas palabras Melissa se arrojó al mar desde la alta roca.

    Mairis risueña le siguió. Lanzándose con gracia y con exactitud milimétrica dando unas vueltas en el aire dignas de competencia.

    –Esas chicas están dementes– Dijo Alicia en silenció mientras se tapaba con una larga toalla. De pronto sintió un viento cálido, pronto comenzó a elevarse mientras gritaba de susto. En la orilla, ahí donde la arena es blanca. Se encontraba Martin, Claarn, Mike y Bastian acomodando las cosas para cocinar una rica comida.

    –¡Bastian para esto!

    El joven solo reía desde la orilla. El viento le quitó el sobrero y la toalla dejando a Alicia al descubierto mostrando un esbelto cuerpo blanco. Bastian impresionado por la belleza de la chica se distrajo e hizo caer a Alicia al agua.

    Una vez en el agua sus amigas agradecieron al chico y comenzaron a nadar por la orilla del azul mar.

    Gracias a la diosa la solté en un lugar seguro. Pensaba Bastian nervioso al recibir la toalla y el sobrero de Alicia en las manos.


    (…)​


    Los hombres comenzaron a atender la comida con mucha alegría mientras que que Bastian y Mike se unían a pasar el rato junto a las chicas después de terminar de armar el campamento. Martin y Claarn, aunque se repelían por instinto natural, en cuestión de cocina habían llegado a volverse casi iguales, por lo que podían trabajar con suma eficiencia en esa cuestión.

    Martin cortaba la cebolla para los cócteles que estaban por cocinar cuando su superior le comentó –Tienes mala cara.

    –Debe ser la cebolla– Respondió con una sonrisa.

    Los dos adultos se encontraban bajo la sombrilla, el asador estaba prendido y la mesa sobre la que trabajaban llena de verduras y carnes. Claarn en ese momento picaba pepino en pequeños cuadros. Cualquier otro día la conversación habría terminado ahí, y a Martin no le molestaba, pues nueve años le habían condicionado a entender la forma de ser de Claarn… Pero ese día el viejo soldado insistió –¿Te trae recuerdos este mar?

    Durante un segundo Martin paró de cortar la cebolla y levantó el rostro con incredulidad –Se podría decir que si…– Respondió con los ojos bien abiertos. Luego continuó cortando.

    –¿Malos o buenos?– Preguntó en un tono serio. Para Martin todo ese era una locura, desde cuando hacia que el hombre no se interesaba en él…

    Sin embargo, Martin Price, un hombre ya de treinta y dos años, no podía ocultar sus verdaderos pensamientos, así que respondió con un intento de sonrisa fingida que hasta Mike hubiese descubierto –¿Para ti es un recuerdo malo el que un niño de ocho años decida huir en búsqueda de una familia que no conoce, cuando lo único que conoces es el bosque y este mar…?

    –Tuviste una vida dura, hijo mio– Martin nuevamente dejó la cebolla… ¿Enserio estaba hablando con Claarn A. Bohm? –Lo que sé es que siempre vienen días mejores– Respondió el veterano de sesenta años, con un brillo inusual en sus ojos. Terminó de picar el pepino y continuó con el tomate –Termina con la cebolla. Por la diosa. Mejor hubiese trabajado solo– Gruñó el hombre en un tono relajado…

    Eso fue... Un intento de provocarme… Intentó bromear… Martin comenzó a ver el mar. A lo lejos se podía ver a los jóvenes jugando en el fondo del mar, mientras que Mike caminaba por la orilla recogiendo pequeñas conchas. Era un día lindo. Aprovecharía el momento.

    –¿Y tu Claarn?– Preguntó Martin cortando rápido lo que le quedaba de cebolla –¿Hay algo que te traiga recuerdos?

    –Sí, cocinar– Respondió el soldado tras terminar de picar el tomate y comenzar con el cilantro.

    –¿Cocinar?

    –Así es…– Respondió tranquilo. Dejó su cuchillo un momento y volteo hacia el mar –Y este mar también…– Dijo con una larga sonrisa, para justo después continuar picando mientras le recitaba una pregunta a su joven compañero –¿Sabes por qué has mejorado tanto en tu cocina desde que llegamos a la casa?– Martin estaba por contestar cuando el mismo Claarn respondió –Bueno. Eso es porque cocinas para alguien y no para ti…

    Martin le entregó la cebolla mientras le veía el rostro a Claarn, en su rostro aun seguía una larga sonrisa. El viejo hombre comenzó a mezclar todas las verduras en un recipiente. Martin, sorprendido, no pudo hacer nada más que verlo preparar los cócteles.

    En el momento en que Claarn se giró la vuelta Martin forzó su suerte ese día –Aprendí para cocinar a los niños– Tragó saliva –¿Tu para quien cocinaste?

    –... Pásame el camarón y el pescado…– Respondió si voltear. Martin lo supo en ese momento. Había jugado demasiado… El hombre se giró hacia la hielera y sacó los mariscos. Entonces escuchó esa profunda voz de nuevo –Para los niños…– Martin volteó en ese momento –Y para una bella sonrisa– Concluyó el viejo soldado mientras apreciaba una vez mas el largo mar azul.

    Martin se sintió feliz al ver al viejo tan feliz. No forzó más la conversación y se digno a continuar cocinando… Esa mujer debió ser grandiosa, Claarn, si incluso sin estar aquí, hace que seas un hombre diferente…


    (…)​


    Mairis y Bastian se separaron de las dos chicas durante unos minutos mientras “investigaban” una cueva en la costa. Adentro del lugar, Mairis activó su magia y analizó el lugar.

    –No hay nadie– Comentó seria –Ahora sí. Puedes contarme.

    –En los últimos días hemos estado teniendo más de estos sucesos. Múltiples vecinos me han hablado para investigar aros mágicos, todos provenientes a pequeños rituales oscuros… Desde hace unos días he estado viendo más y más de estos sellos… Pero esta vez he encontrado residuos de magia en ellos… Lo mismo esta pasando con la apariciones de drogadictos y enfermos mentales. Justo ayer antes de la función de la obra capturé a un hombre que estaba gritando incoherencias al aire, dijo algo sobre “Se abrirán las puertas. Mama lo hará realidad”.

    Mairis se sacudió su cortó cabello. En su rostro Bastian lograba identificar una terrible mueca de rabia –¿Dijo algo mas?

    –No.

    –Eso no me funciona…– Masculló la joven dándose la vuelta.

    –¿Te pasa algo Mai?

    La joven tomó una gran bocanada de aire y se giró –Estoy bien– Tomó asiento en una roca juntó con el joven. La chica lamiéndose los labios comenzó a mover la arena para ayudar a Bastian a entender la situación con mejor claridad –Esa mujer de la que hablaba ese hombre. Su nombre es Joan Carnoc, es la actual líder de la mafia Carnoc, mejor conocida como Mama.
    –Pero la familia Carnoc es dirigida por el hijo de Quillen Car…

    –No– Interrumpió bruscamente Mairis –Es lo que todo mundo cree. Pero en realidad la mafia esta siendo controlada por esta mujer. Ella era la esposa del mayor de los Carnoc, el legítimo heredero… Desde lo sucedido con nuestras familias esta mafia había desaparecido casi por completo, las historias cuentan que la mafia Lebóre los arrasó. Sin embargo, desde hace aproximadamente tres años una nueva droga comenzó a correr por todo el mundo bajo el sello Carnoc… De misma manera, un culto llamado “El Nuevo Rey”, comenzó a expandirse desde un año antes del inicio de la Quinta Guerra Mundial. De hecho este culto llevó a cabo multiples eventos asquerosos a lo largo del las “Islas Medias” en fechas cercanas a la muerte de Edward y tu familia. Sin embargó el culto se ha moderado y se había estado propagando bajo el agua hasta contaminar a todo el mundo…

    –Mairis…– El joven le intentó tocar el hombro, pero la joven la volteó a ver con los ojos azules bien abiertos, pero no eran hermosos como siempre lo habían sido, no, eran enfermos, eran unos ojos tristes y desesperados. Tras apreciar esa mirada el joven regresó su mano de nuevo a su lugar.

    –El culto y la mafia Carnoc se han unido. Esta droga que se esta manejando por las calles generan alucinaciones a las personas que las consume. Primero son alucinaciones buenas y las personas reaccionan con una paz tremenda, pero si el consumo sigue poco a poco las alucinaciones se tuercen y les hace ver cosas… Cosas muy malas… El Culto del Nuevo Rey imparte su palabra en todos lados, Bastian, en todos lados. Pasa en Kadamia, pasa en Calani, Milloria o LaneCloud… Estas personas que están apareciendo, junto con todos esos aros mágicos oscuros. Todo ello son obras de los retorcidos planes de esos hombres… Mama esta facilitando los planes de este culto. Debemos atraparla, por eso si sabes cualquier cosa de los Carnoc o Mama cuéntamelo…

    –Mairis…

    –¿Qué?

    –¿Enserio estas bien?

    –Sí. Claro… Yo… Emm Yo…

    –¡Chicos!– Gritó la voz de Melissa –¿Que les pasa? ¡¿Encontraron un tesoro?!

    –¡Hola chicas!– Exclamó Mairis con un tono completamente diferente –¡Vengan! ¡Es una cueva muy grande!

    Las dos chicas llegaron hasta donde se encontraban los dos hermanos. Mairis borró de inmediato todos los dibujos de la arena. Una vez juntos comenzaron a decender en la cueva entre los peldaños rocosos del interior. Dentro se encontraban muchos tipos de algas pequeñas y crustáceos del mismo tamaño. Mairis encendió una pequeña bola de fuego que iluminó su vista. Continuaron bajando hasta que de pronto Melissa les gritó:

    –¡Chicos tienen que ver esto!– Aulló emocionada.

    Bastian se encontraba ayudando a Alicia a bajar una rocas que se tenían que saltar y la joven tenía un pavor a las alturas –¡Ya vamos! Ven Alicia, sabes que te atraparé.

    La joven se aferraba a un pedazo de la cueva y negaba con la cabeza –Sigan. De hecho, Martin debe estar buscándonos para comer. Yo los veré allá…– Entonces la joven resbaló con la humedad de la caliza piedra. Soltó un fuerte grito y Bastian comenzó a reír, pues la estaba haciendo levitar tranquilamente hasta el lugar en el que se encontraba ella.

    Cuando Alicia abrió los ojos vio a Bastian frente a él con una larga sonrisa mientras le decía con calma –¿Enserio crees que permitiría que te pasase algo?

    La joven, ruborizada comenzó a caminar en dirección a donde venia las risas de sus dos amigas.

    –Bastian…

    –Mande.

    –¿Tu también pensaste lo mismo ayer durante la función?– Preguntó la chica en un susurro deteniéndose en medio del descenso.

    Bastian, sonrojado por la pregunta se quedo en silenció.

    –Lo hiciste– Afirmó ella.

    –Así es… Yo… Yo sentí que esa obra de teatro era nuestra historia… Y sentí por ti…

    –Cuando llegó Melissa creí que ibas a terminar con ella– Interrumpió Alicia.

    Bastian quedo mudo ante la revelación. Yo también. Pudo escuchar en una voz lejana. –El día que bailamos en la hoguera hace dos años sentí algo entre nosotros. Comencé a sentir esa llama de nuevo durante dos semanas enteras. No te mentiré. Apenas podía recordar a Melissa durante ese tiempo. Use todas mis fuerzas para que mi corazon no cediera, pero temo que fue imposible… Me gustas, Bastian Arcnaik… Y creí que te gustaba…

    –Alicia. Tu me…

    –No. No te gusto. Porque eres incapaz de hacerle daño a Melissa, pero a mi sí. Perdona por todo esto. Solo imagina que no paso. Sigamos como siempre ha sido. Después de todo, pienso que ustedes dos se ven mucho mejor juntos.

    –Alicia, yo…–

    –Nos esperan…– Alicia continuó descendiendo, hasta desaparecer de la vista de Bastian. Entre las piedras quedo el joven. Con el corazon roto. Con la garganta ahogada de tantas cosas que le quería decir. Con la cabeza hecha una mezcla de emociones.

    –Perdón– Dijo en silencio.


    (…)​


    Dentro de la cueva solo había unas algas que brillaban en la oscuridad, un tipo de coral que brillaba en la oscuridad, al fondo de una cueva submarina que los jóvenes no quisieron arriesgarse a descubrir si estaba conectada con el mar o no. Tras ver aquel brillante lugar, volvieron por donde entraron. La tarde continuó y los jóvenes continuaron con ella.

    Comieron y se divirtieron, en ningún momento mas Alicia y Bastian terminaron juntos de nuevo, ambos supieron llevar lo sucedido con calma, guardando sus verdaderos sentimientos hasta que se encontraran solos de verdad.

    Comieron los cócteles de Claarn y Martin, y supieron descifrar a la perfección a quien pertenecía cada cóctel. Lastimosamente, el joven Price terminó por ser el perdedor de la tanda de cócteles, pues todos admitieron que Claarn seguía cocinando mucho mejor que él.

    Después de eso continuaron comiendo pescado y algunas bebidas preparadas. Los jóvenes fueron a pasear por la orilla viendo la inmensidad de esa franja azul que parecía infinita. Era imposible el poder pensar que mundo tan distintos se encontrasen tan cerca de casa. El crepúsculo estaba a minutos de llegar y los jóvenes volvieron para empacar, era hora de marcharse. Entonces los cuatro lo vieron. A Mike construyendo arduamente un bellísimo castillo de arena.

    –¡Te esta quedando bellísimo, querido!– Dijo Melissa con euforia.

    –Deberías dedicarte al arte, Mike– Le aconsejó Bastian.

    Mike, en completa sincronía con cada una de sus manos moviendo la pala asintió con un rápido –Gracias.

    –¿Para que son las conchas?– Preguntó Mairis.

    –Sera el emblema de mi castillo– Respondió mientras sacaba la lengua y meneaba su cabeza tras cada retoque de los detalles de su castillo.

    –¿Conoces la leyenda de los castillos de arena?

    El niño se detuvo de inmediato –¿Qué?

    –No la conozco, Alicia.

    –Ni yo.

    –Oh, escuchen rápido, porque el momento se acerca. La leyenda dice que si tu construyes un castillo en la orilla de la playa y tu pones una concha en cada una de las torres de tu castillo se cumplirá tu deseo, solo que dicho deseo debe de pedirse en los próximos diez segundos después de que el sol se haya escondido– Alicia giró hacia el atardecer y sonrió –Aunque te quedan unos minutos.

    –¡Pásame las conchas!– Gritó el chico emocionado.

    Mairis entre risas le pasó la cubeta con todas las conchas de mar que había recogido durante la tarde.

    El atardecer estaba llegando. El castillo se encontraba terminado y Mike acababa de poner la última concha en las torres de su bellísimo castillo. Es una obra de arte. Pensaba el niño con orgullo en los ojos.

    –¡Mike! ¡Tu deseo! ¡Pídelo ya!– Le gritó Bastian.

    –¡¿Qué?! ¡Oh, claro!– El chico puso las manos como si estuviese a punto de rezar y dijo las palabras mas tiernas que los jóvenes habían escuchado en mucho tiempo –Deseo que siempre nos mantengamos juntos.

    Se escuchó claramente como Alicia ahogó su llanto en su garganta por lo lindo que había sido su deseo.

    Melissa se acercó a Bastian envolviéndolo en un fuerte abrazo seguido de un beso en la mejilla y se acurrucó en su pecho.

    Mairis levantó al chico y le froto el húmedo cabello negro –Gran deseo, Mike.

    Justo después fueron a ayudar a levantar el campamento. Terminando su día en la playa. Dejando solo a aquel castillo en la orilla del mar. Esperando que la marea lo disolviese. Como un sueño al despertar.
     
    Última edición: 24 Noviembre 2019
  18. Threadmarks: [ Parte 3 ] Capítulo 36 - La Botella
     
    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 36 – La Botella

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    –17 de Febrero de 2899 D.C.–

    El día se veía opacado por las nubes grises. El mercado de LaneCloud se encontraba atiborrado de gente. La futura lluvia provocaba que todo mundo quisiese comprar vivieres para comer, pues los mas ancianos y los mas adiestrados en la materia decían que habría una tormenta de una semana.

    Entre aquel tumulto de gente, cientos de mercaderes y puestos llenos de baratijas, una chica de largo cabello negro, piel blanca como la nieve y unos lentes delgados se encontraba revisando un racimo de uvas. Era Alicia. En su brazo colgaba una mochila larga y gorda. Ella tomó dos racimos, estaba apunto de pagar al buen hombre de la frutera cuando un hombre saltó de la nada arrebatándole la mochila y la cartera. Impactada por la situación reaccionó un segundo después, persiguiéndole entre la multitud, esquivando a las personas y disculpándose con aquellas con las que chocaba. En cambio el hombre corría sin ningún problema golpeando a todo aquel que se pusiese en frente. Escapó entre los individuos y los callejones de LaneCloud. Alicia le siguió a segundos de distancia. El viento helado empezó a golpear el rostro de ambos.

    – ¡Por favor, detente! ¡Solo quiero una cosa de la mochila, es todo, prometo dejarte en paz si me lo entregas!– Gritó ella una y otra vez durante la persecución, la cual se volvió larga, recorriendo gran parte del pueblo.

    El ladrón, como era de esperarse, hizo caso omiso a su petición. Aquel hombre era rápido, a pesar de estar cargando con una pesada mochila.

    Aquella larga carrera, que para Alicia fue eterna, terminó cuando se encontraban en la zona mas pobre de LaneCloud. Pisó los charcos de lodo de la acera sin pavimentar. Ambos doblaron en la esquina próxima, topándose con un callejón corto.

    – ¡Mierda, me equivoque!– Refunfuñó el hombre entre dientes.

    Alicia acababa de llegar. Se encontraba justo detrás de él. Inhalaba cansada. El aire frió le provocaba dolor en los pulmones –Por favor, escúchame…– Decía entre bocanadas de aire –Puedes llevarte lo que quieras… Prometo no decirle a nadie sobre esto…

    El hombre se encontraba sudando y sus ojos saltones se movían nerviosos. Revisó su reloj en un instante, apenas capaz de analizar la hora. Empezó a negar con la cabeza –Te reconozco…– Dijo en un chillido con el rostro congelado. Comenzó a sudar en mayor cantidad y los ojos empezaron a volar en todos los ángulos –Eres amiga del sheriff, te hemos visto con el… No puedo confiar en que no le dirás nada.

    – ¿Hemos?– Preguntó ella.

    El ladrón tiró la mochila. De su bolsillo trasero sacó una larga navaja.

    Alicia abrió los ojos, impactada. El ladrón se lanzó feroz ante ella. La chica observó de pronto todo en cámara lenta. Escuchó fuerte latidos de su corazón, casi como si lo tuviese pegado a sus oídos. Su cuerpo se movió por instinto. Empujó el brazo del hombre hacia su lado izquierdo, siguió el transcurso del desvió con ligereza, deslizándose a través de la desviación del brazo. Ella le tomó del cuello, una vez estando a sus espaldas. Con su otro brazo apretó la muñeca del hombre, forzándole a tirar el cuchillo.

    El hombre gruñó molesto. Se tiró de reversa dispuesto a chocar con la pared. Alicia se desprendió antes del choque, por lo que el ladrón se hirió a si mismo. Una vez recuperado el equilibrio se abalanzó contra la chica. Sus ojos estaban inyectados de furia y adrenalina. Soltó un aullido que asusto a la chica. Lanzó unos golpes rápidos, pero Alicia logró esquivar cada uno de ellos. En medio de un descuido del hombre, ella arremetió un golpe en su garganta. El hombre iba a llevar sus brazos hasta la zona del impacto, pero Alicia le detuvo. Le jaló de los brazos, le levantó sobre su espalda y lo aventó directamente hacia los botes de basura.

    Alicia respiraba exaltada, mientras observaba al hombre retorciéndose entre los desechos de comida podrida. Nuevamente el viento se sentía correr por el callejón, a pesar de encontrarse cerrado. El sonido volvió en si y pudo escuchar unas pisadas cercanas.

    –Esto es imperdonable– Dijo una voz gruesa desde el otro lado del callejón. Alicia, sintió como su corazón llegaba hasta su garganta. Sus ojos se abrieron empequeñecidos por el miedo. Soltó un chillido y giró la cabeza. Ahí por donde habían llegado el hombre y ella se encontraban otros tres hombres.

    –No pudiste encargarte de una presa como esta, que patético…– Dijo el hombre más grande y robusto.

    –Ademas de que tardaste demasiado. Te dijimos que llegaras al punto de reunión hace cinco minutos, pero te encontramos huyendo de esta chica. El tiempo es preciado– Dijo un hombre delgado y feo, con una voz chillona.

    –Tranquilos chicos, nos encargaremos de él mas tarde. Quiero a la chica, es importante para la gente de este pueblo, podríamos pedir mucho dinero por alguien como ella, pero traerla rápido, no podemos desperdiciar tiempo– Dijo el hombre de la voz gruesa, un hombre lleno de tatuajes y con camisa delgada a pesar del frió. Cargaba con un tubo grueso que meneaba con ligereza –No la dañen demasiado. Podría servirnos para otro negocio. Todo depende de la oferta.

    Alicia observó atentamente la situación. Estaba en problemas. Nunca se había topado con una situación real como aquella. Se encontraba sudando, y en su mano derecha se encontraba un tic chocando sus uñas.

    – ¿Crees que puedes ganarnos? Vamos, preciosa, has esto un poco mas fácil– Dijo el hombre alto. Tenía mal rostro, a pesar de que fingía ser lo mas comprensivo posible.

    –Si cooperas no haremos nada malo contigo, ¿Suena a un buen trato, no?– Dijo esta vez el hombre feo, con una mirada que te desnudaba de la manera mas vulgar.

    Alicia sabia que no podía confiar en ellos. Se encontraba en problemas. Entonces pensó, ¿Qué hubiese hecho él? Y sabía la respuesta. Lucharía, con miedo, pero lo haría.Se lanzó en un grito interno de completo horror. Se agachó tomando la navaja de su anterior oponente. Los dos hombres no lo dudaron, se lanzaron contra ella. Sin embargo Alicia era muchísimo mas ágil. Se escabulló entre los posibles agarres. Metió una patada en la boca del estomago al hombre delgado y feo. Seguido de un codazo directo a la nariz. Entre la confusión, se deslizó por el suelo. El hombre alto estaba listo para darle un poderoso golpe que la llevaría directamente a comer tierra y quizás después de eso no podría levantarse. Ella le esquivó. En la cintura del hombre lo logró ver, el mango de una navaja. Con un movimiento veloz logró tomarla. Se deslizó por el piso sucio y la desenfundo. Era una navaja pequeña.

    –Oh, así que así sera…– Y el hombre alto sacó otra navaja igual de corta, pero mucho mas vieja. Sin pensarlo dos veces se acercó a la chica a toda velocidad. Ella esperó el momento exacto y corrió hacia el hombre logrando acertar un corte superficial.

    –¡Perra!– Aulló el hombre golpeándola con el codo haciéndole caer de rodillas.

    Alicia, adolorida, se giró. El cuchillo del hombre se acercaba a ella. Su único instinto fue meter la mano. Así la navaja se le clavó en la mano izquierda, cortando también un poco de la derecha.

    El viento comenzó a correr con más fuerza.

    El hombre alto comenzó a reír.

    La joven aulló de dolor. Sin embargo comprendía que no estaba vencida. Con la mano derecha volvió a tomar la navaja y con ferocidad se la clavo en la pierna al hombre. Se levantó rápido, y si su teoría era cierta ese hombre era un animal.

    El criminal sacó la navaja de la pierna y corrió hacia ella cual toro.

    Era su oportunidad. Esquivó el tajo de la navaja. Encontró la apertura y con la espalda logró aprovechar el peso del hombre para lanzarlo hacia su compañero delgado que apenas estaba recobrando el aliento.

    Ahí yacían los dos enemigos en el suelo, uno arriba de otro encima de un montón de apestosa basura.

    Alicia respiraba con dificultad. Se quitó la navaja vieja y la lanzó por arriba del callejón. El sudor le recorría la cara y el cuerpo le temblaba.

    –Eres mucho mas fuerte de lo que pareces– Gruñó el líder de los ladrones.

    La chica volvió a perder el aire. Por unos contados segundos se había olvidado del líder tatuado.

    El hombre empezó a reír con la mirada inyectada en sangre. Se acercaba a ella con pasos lentos, como si estuviese meditando todos los movimientos de la chica. Era más alto de lo que parecía. Meneaba su tubo en dirección a ella, empezó a sonreír y tenía tres dientes brillantes de plata. Su camiseta sin mangas y pantalones rotos le daban un aspecto de alguien a quien no tienes que molestar. No parecía más fuerte, aunque parecía un poco mas listo. A demás de que ese tubo que cargaba le daba un largo alcance.

    –Escuché a mi jefe hablando sobre un negocio, fueron solo susurros, pero creí escuchar tu descripción, en caso de que tenga razón conseguiré una buena suma, me podría comprar una casa en algún puerto…– Le comentó con la voz un tanto macabra como un susurro espectral –En caso de que seas tu no importa si te lastimo un poco…

    Le lanzó un tajo con el tubo.

    Alicia se echó para atrás, el tubo estuvo a punto de rosar la nariz. El pecho le empezó a bombear enloquecido. El mundo se comprimió en dirección al hombre.

    El líder regresó el tubo con toda intención de ahora si acertar. Nuevamente le envió un poderoso tajo que rompía el viento.

    Ella esquivó cada tajó en una repetición maníaca de golpe y esquive acompañada de las risas del líder de esos criminales.

    Entonces uno de los golpes la golpeó en abdomen. Sacándole el aire.

    –Fue divertido chica, pero ya me hiciste gastar mucho tiempo– El hombre preparó el siguiente golpe como uno de esos bateos de ese nueve deporte cada vez mas popular llamado Béisbol.

    La chica bajó a ras de suelo, el tubo le rosó el cabello y encontró en la postura de las piernas una brecha que atacar. Le patió el arcó de las rodillas haciéndole caer y ella rodó por el suelo sucio. Ahora estaba pegada a la pared. La mochila se encontraba a unos pasos de ella. Corrió hacia la mochila, entonces el tubo choco en la pared, por un paso mas le hubiese causado un doloroso golpe.

    –Oh… tu no iras a ningún lado…– Gruñó el hombre con una mueca molesta y las venas resaltadas. Se levantó rápido, de por debajo de su pantalón, a la altura del tobillo sacó un cuchillo largo y se acercó a Alicia con sed de sangre, así como un gritó como el de una bestia rabiosa.

    Alicia tomó el tubo. Lo empuñó con las dos manos. Lanzó un tajo recto al hombre y el chirrido de los metales chocando le lastimó los oídos.

    El hombre clavó el cuchillo, un arma tan afilada que era como una hoja blanca. Tenía una palma deteniendo el final del tubo. El maleante le sonrió con sus asquerosos dientes brillosos.

    Alicia yacía comida por el terror.

    El hombre le jaló el tubo arrebatándoselo de las manos. Ella cayó al suelo de un sentón.

    El hombre desprendió el cuchillo largo del metal. Levantó el arma al cielo con una sonrisa enloquecida en los ojos. Ahí la chica lo entendió, no tenía manera de escapar, sus piernas no reaccionaban y su respiración era inexistente. El filo bajó rompiendo el viento hasta que la chica escuchó de nuevo el hierro en un choque.

    El cuchillo cayó a unos metros de ella tambaleándose por la caída.

    –Aguantaste bien, Alicia– Dijo una voz madura.

    Ella levantó la mirada. Reconocía esa voz, estaba muy familiarizada con ella. Ahí pudo percatarse de esa espalda ancha, su capa negra volaba por los aires, así como aquella cabellera larga que pasaba esos gruesos hombros. Ya hacia bastante tiempo en que había comprendido que no jamas le ganaría en estatura.

    Ella no pudo evitar llorar pegándose a la pared. Entró en llanto y decía mientras limpiaba sus lágrimas que no dejaban de fluir –Tardaste demasiado.

    El líder de los criminales empezó a sudar con la mirada congelada en una permanente imagen de preocupación – ¡Mierda!– Gruñó el tipo para si mismo. Revisó su muñeca y ahí estaba su reloj. Las agujas aun no pasaban la hora indicada. Empezó a negar con la cabeza – ¡Estabas al otro lado del pueblo!– Aulló impotente.

    –Eso es verdad…– Dijo el joven con el rostro serio. Levantó dos dedos –Lo que pasa es que cometiste dos fallos: El primero fue creer que solo tengo ojos en un lugar… A demás… Uno contra cuatro, vamos, eso no es justo para nada… seamos cuatro contra cuatro… ¿No lo crees Mike?

    El hombre y Alicia elevaron la cabeza.

    – ¡Claro que si hermano! ¡Pateémosle el trasero!– Dijo Mike que se encontraba arriba. Era un niño de ocho años cubierto por un chaleco antibalas grueso, una camisa blanca de botones, pantalón militar a la medida, guantes y una capa con la que ocultaba dos cuchillos. Una estrella dorada pequeña tenía grabada su nombre: Ayudante de Sheriff – Michael Mike Arcnaik. Su primer nombre estaba tachado por el pasar de un cuchillo y tallado por un cuchillo se encontraba escrito el diminutivo de su nombre. Lo Había hecho el mismo niño.

    –Cuidado con tu lengua, Mike…– Le dijo Claarn que se encontraba detrás del chico. Vestía como siempre, con un chaleco de cuero marrón, pantalones caqui y camisa blanca. Sobre el pantalón asomaban dos guanteras con dos pistolas adentro. Así como al lado de esas guanteras se encontraban dos fundas, que contenían un cuchillo cada una. Al igual que Mike, Claarn cargaba una estrella dorada en el pecho que decía: Sheriff de LaneCloud – Claarn A. Bohm.

    –Los tres están aquí…– Dijo el hombre en un chillido silencioso. Retrocediendo con pasos lentos.

    –El segundo error que cometiste…– Dijo el joven caminando en dirección al hombre que sostenía en la mano izquierda el penoso el tubo de hierro. Un arma para nada poderosa contra la espada de doble filo de Bastian. El chico levantó la mirada hacia el hombre, era una mirada obscura llena de rabia oculta entre la melena roja de fuerte rebeldía que cargaba el joven – ¡El segundo error que cometiste fue el meterte con Alicia!– Gruñó con un tono que puso la piel de gallina al líder de los ladrones.

    – ¡No te creas tan fuerte, mocoso!– Gritó en desespero y lanzó un tajo sin dirección aparente. Bastian movió su espada en un movimiento fluido como el aire, derribando el tubo del hombre con un solo movimiento. En medio del movimiento conectaron miradas. Se escuchó un chillido agudo. Ese chico era una bestia. El temor de todos los criminales de LaneCloud. La estrella dorada en el pecho del chico se dejó ver entre su capa. ¡Era el guardia del pueblo! ¡El sheriff de LaneCloud – Bastian Arcnaik!

    Una patada lo mando a volar hasta el otro lado de la calle chocando con la pared del local abandonado enfrente del callejón. Sintió un viento chocar con su cuerpo. Sintió como su cuerpo se enterraba en el concreto, era una presión espectacular que le impedía respirar e incluso gritar de terror.

    – ¡Para, Bastian!– Le ordenó Alicia.

    El chico solo movió sus ojos hacia la chica. La admiro, estaba preocupada por el hombre a pesar que hace segundos la había intentado dañar. Ella era así. No podía hacer nada para que ella cambiara y él así la quería.

    El viento dejó de golpear el cuerpo del hombre. Sin más cayó directo al asfalto completamente desmayado. Todos sus esbirros miraban con los ojos abiertos como platos el como su líder había sido derrotado de un solo movimiento.

    Bastian se quitó sus largos cabellos de la cara y los miró – ¿Alguno de ustedes quiere intentar algo?

    Los tres ladrones gritaron al unisono – ¡Discúlpenos señor!

    El chico en cualquier otra ocasión habría sonreído, pero esta vez se digno a mantener el rostro serio –Me lo imagine– Dijo con la voz fría y se giró a revisar a Alicia.

    Aquellos gritos sirvieron para que todos los demás criminales de la zona desaparecieran del área por varias horas.


    (…)​


    La reja se cerró.

    –¿Qué pasara con nosotros, señor?– Le preguntó uno de los ladrones a Bastian que revisaba de manera veloz la información de los ladrones.

    –Hoy es jueves, así que vendrán por ustedes dentro de cuatro días. Serán transferidos a la cárcel de Hericent mientras se procesan para saber a que prisión los enviaran.

    –Gracias, por responder.

    Bastian les dirigió la mirada. El hombre que había preguntado estaba asintiendo como un fanático religioso ante la figura del joven, pero atrás se encontraban los otros dos ladrones tratando de lanzar aire a su jefe con su propia camisa. En la espalda uno de ellos tenía el tatuado el símbolo de la familia mafiosa Carnoc. Dos perros mirando al Este y Oeste, junto con dos águilas marcando el Norte y el Sur.

    –¿Son subordinados de Mamá?

    El hombre que asentía afirmó con un extrañado –Sí.

    La mirada del joven se volvió tan filosa como su espada. Los tres ladrones que seguían con vida cayeron presas del miedo. Era como si el aire de la habitación se retorciera en dirección al chico. Pronto se dieron cuenta que todos los ladrones que se encontraban en las demás celdas, otras diez personas para ser exactos, estaban pegadas a su pared con los huesos temblándoles.

    –Bah…– Gruñó Bastian con mal rostro, dándose la vuelta –No tengo tiempo para esto– Y salió del área de celdas. Área que desde la integración de Bastian siempre estaba ocupada.


    (…)​


    El chico caminaba por el pasillo. Adentro del almacén de armas se encontraba Mike haciendo sabe que cosa.

    –Mike.

    El niño se levantó de entre un montón de paja –¿Qué pasa?

    –Alicia… Ya sabes… ¿no?

    –Tranquilo, ya me despedí de ella.

    Bastian le sonrió –Ya veo– Y se dio la vuelta desapareciendo de vista de su pequeño hermano.


    (…)​


    Y así Bastian llegó a la enfermería que se encontraba a la primera puerta del lobby de la comisaria. El joven entró por la puerta y vio a Alicia poniéndose la camisa. Inmediatamente cerró de nuevo la puerta.

    La chica comenzó a reír un poco –Pasa.

    –Perdón.

    –¿Desde cuando adoptaste esa mala manía por abrir la puerta sin preguntar cuando una chica esta adentro?

    El joven sonrió apenado, pero pronto esa sonrisa se fue borrando progresivamente.

    –Mejor no respondas.

    El joven espió un poco. Solo un poco. Ella se estaba abotonando una camisa azul marino. Ahí pudo ver solo lo que deseaba ver. Tenía un gran moretón en el abdomen. Luego prestó atención a la mano, completamente vendada.

    –Listo– Dijo la chica al girar.

    Bastian le tomó la mano con cuidado –¿Estas bien?

    –Limpie la herida y yo misma la vendé. Todos esos entrenamientos con Martin si que han funcionado.

    El chico comenzó a reír –Le dije a tu padre que no seria un desperdició de dinero– Y Bastian la miró a los ojos. Esos bellos ojos negros. Tan puros y brillantes. Nuevamente dirigió la mirada a la venda, mientras pensaba en el moretón. Si tan solo hubiese sido un poco más rápido.

    De pronto sintió una cálida mano en su mejilla.

    –Hiciste lo mejor que pudiste hacer. Estoy bien.

    La mirada entre ambos brilló ocasionando que todo el mundo fuese solo una imagen oscura.

    –Es que…

    –“Si hubiese sido un poco mas rápido”…– La chica le apretó la mano lo mas que podía y le siguió acariciando la mejilla –Lo hiciste muy bien.

    El chico sonrió con los ojos un tanto llorosos –Sí– Él le acarició la mano –Vamos al hospital.

    –Sí.


    (…)​


    Claarn se encontraba leyendo un periódico. “Public Service” decía en la hoja principal. Las letras del periódico eran pequeñas y con muchas fotografías lejanas. Estaba hojeando con atención cuando escuchó a Alicia y Bastian salir de la puerta de enfermería. El periódico desapareció de sus manos sin dejar rastro. Claarn entonces levantó un libro que tenía a un lado.

    –¿Entonces levantaste al hombre enorme?– Preguntó Bastian impresionado.

    –Aunque no lo creas– Le respondió la chica entre risas –Sin embargo nada hubiese importado si ustedes no hubiese llegado.

    Bastian empezó a reír abochornado –No fue para tanto– Y el chico comenzó a acariciar su larga cabellera pelirroja.

    –¡Pero es verdad! ¡Tu entrada fue épica! ¡Luego cuando mandaste a volar al tipo con una sola pata! ¡Tu amenazando a esos tipos! ¡Sonaste más rudo que todos ellos juntos!

    –Ya, ya, ya, Alicia. No fue para nada así…– El chico continuo riendo con un bochorno en las mejillas.

    Los dos chicos continuaron con su conversación hasta llegar a la puerta. No habían prestado la mas mínima atención a Claarn, pero el si a ellos y notaba con toda claridad como Bastian cada vez se tornaba mas del color de su cabello.

    –¡Pero no debiste mantener tu ráfaga de viento! ¡El tipo ya estaba fuera de juego! ¿Quién te crees? ¿Uno de esos héroes “geniales” que narran por la radio?

    –Perdona, creo que fue la emoción del momento.

    –Ya déjalo, Alicia. Ya le subió demasiada sangre a la cabeza, puede que se nos desmaye en plena comisaria– Comentó Claarn con una ligera sonrisa.

    –Esto solo es el comienzo, Sr. Bohm. Por cierto, muchas gracias por dejarme utilizar la enfermería.

    –Oh, viejo, estas aquí. Voy a llevar a Alicia al hospital.

    Una vena saltó en la frente del hombre –¿Cómo me llamaste, pulga?

    –Ehhh, ¿acaso ya no escuchas anciano?

    El aire se puso tenso –Estos dos…– Dijo Alicia lanzando un suspiro.

    –¡Quizás se trata de que tu diminuto cuerpo no logra crear una voz lo suficiente fuerte!

    –¡No entiendo como hablas, deja voy al museo a pedir ayuda a una momia!

    –¡Ya Bastian! ¡Tengo prisa!– La chica tomó el bíceps del chico y le jalo con el mismo cuidado que tiraría de un perro cuando quiere pelear.

    –Alicia…– Se escuchó la voz de Claarn del otro lado del lobby. Era un tono de voz mucho mas serio. Ella le dirigió la mirada y pudo ver que el viejo hombre tenía esos ojos que solo recordaba haber visto en contadas ocasiones –Que tengas buen viaje. Enserio no sabes lo agradecido que estoy por todo lo que has significado para mi familia. Éxito– El hombre arcó su sonrisa al lado contrario del que siempre se encontraba, mostrando una larga y clara sonrisa.

    Ella sintió un calor por todo su pecho. Apretó los labios y sus ojos se pusieron brillantes. Dejó el brazo de Bastian y agachó la cabeza en una ligera reverencia –Muchas gracias a ustedes por todo lo que hicieron por mi. Yo soy quien da las gracias. Y sobre todo le agradezco por haber criado a unos tan increíbles. Los extrañare mucho– La chica contactó la mirada con la del hombre y ambos supieron que los dos hablaban con el corazón.

    Bastian la volteó a ver con una sonrisa encantada por la linda manera de ser de Alicia.

    El sheriff soltó una risa silenciosa y volvió a su libro –Anden, vayan al hospital.

    Los chicos asintieron. Bastian tomo las cosas de Alicia, la chica le abrió la puerta y ambos salieron mientras Bastian se burlaba de los ojos brillosos de ella.

    Una vez la puerta se encontraba cerrada, Claarn murmuró –“Criar unos hijos tan increíbles…”– Soltó un bufido –¿Que dices, niña? Ellos siempre han sido increíbles…

    De pronto se escucharon multiples ruidos desde la bodega de armas de la comisaria. Un sonido leve retumbo en especial dentro de los oidos de Claarn. Un sonido como cuando una llanta de bicicleta se perforaba. A demás de este ruido también estaban incluidos los quejidos y gritos de un niño. De pronto humo empezó a salir del almacén al fondo del pasillo.

    –¡Mike! ¡Mono sin cerebro! ¡¿En que momento se te pasó por la cabeza estar jugando con las condenadas granadas de humo!


    (…)​


    Bastian y Alicia caminaron por LaneCloud en dirección al hospital. En especial por el camino mas rápido hacia ahí, por la calle que subía por la mansión Arcnaik y rodeaba por el bosque. Desde aquella colina los dos chicos podían ver todo LaneCloud en su esplendor. Una bella imagen de un pueblo grande que habría los brazos a todas y todos. Ya que desde todos los reinos y no reinos por haber, mas en aquellos tiempos que corrían, muchos extranjeros miraban en LaneCloud y Hericent un lugar para vivir. Un mundo lleno de comercio y tierras vivas.

    –Entonces es verdad. Te vas hoy…– Dijo el pelirrojo al patear una piedra con la mano izquierda en la correa de la maleta y la derecha en la bolsa.

    Alicia le volteó a ver mientras se acomodaba el cabello –Ya te lo había dicho…

    El joven le sonrió y levantó los hombros –Quería creer que era mentira.

    Ella le regresó la sonrisa pero tan rápido como el gesto apareció se transformó en un gesto serio, después de unos segundos de silencio se decidió a hablar –Traté de convencer a mi padre, aunque era obvio que me lo impediría. Le dije que si me lo permitía yo podría administrar la panadería de aquí, sin embargo él dice que nos espera un gran futuro en la panadería de Sabbatelli, en la que fue la panadería de mi abuela… A demás, la mayor parte de mi familia se encuentra en las Islas Medias.

    Bastian la observó. Encontró en ella un gesto triste y desilusionado –En otras palabras, si, hoy es el día.

    Ella asintió sin decir nada. Bastian no supo que decir. El ruido de las hojas agitándose con el viento se apoderó del silencio. Ellos continuaron caminando. El tramo al hospital no era largo apenas una media hora, pero aquel momento o volvió eterno.

    Una pelota salió de entre los arboles que rodeaban la mansión Arcnaik. Unos niños salieron de entre los arboles persiguiendo la pelota. Uno de los niños del grupo detuvo la pelota en medio de la calle. El niño volteó a ver a los dos jóvenes que caminaban por la acera.

    –¡Hey chicos! ¡Es Bastian!– Los demás chicos salieron de entre lo arboles como por obra de magia, gritando animados.

    Bastian fingió una sonrisa, no le salió muy bien. Levantó su brazo y los saludó a todos.

    –¡Vamos jugar, Bastian! Vamos directo al parque.

    Los dos jóvenes llegaron con los niños –Discúlpenme chicos, pero es que tengo planes– Contestó Bastian a la invitación mientras se tomaba el cabello y reía nervioso.

    –¿Planes?– Dijo uno de los niños.

    –¿Ya son novios?– Preguntó un chico del grupo. Bastian y Alicia se tornaron de color rojo completamente.

    –No, no, no. No se trata de eso– Trató de corregir Bastian.

    –¡No los molesten, seguro vana una cita!– Comentó otro de los chicos.

    –¿Qué? ¿Qué? ¿Cita? ¡No chicos!

    –¡Vayámonos o se llenará la cancha del parque!– Uno de los chicos tomó la pelota de Jimlek y se acercó con Bastian dándole un ligero golpe en el hombro. De inmediato bajó las escaleras de la colina a gran velocidad. Los demás niños hicieron lo mismo.

    –¡Suerte!– Gritaron algunos.

    –¡Bésala!– Gritaron otros.

    –¿Creen que la vaya a llevar a su mansión?– Susurraban niños entre si.

    –Mi madre me ha dicho que llevas a la casa a a chica con la que te quieres casar.

    –¿Creen que haya boda? ¿Crees que nos inviten?

    Bastian a pesar de estar tan apenado por la situación logró conjugar las palabras para gritarles –¡No corran por las escaleras! ¡Se pueden accidentar, niños idiotas!– Les persiguió hasta el inicio de las escaleras y vio a todo el grupo corriendo ya varios escalones abajo.

    Alicia empezó a reír de manera delicada hasta llegar a un lado de Bastian.

    Bastian se giró hacia ella.

    –Yo… Yo… Lo…

    –Descuida– Dijo la chica entres sus delicadas risas –Me alegra verlos jugar contigo. Son niños felices…– Se acercó al joven pelirrojo y le acarició el brazo donde los chicos le habían dado una panda de golpes –Y se debe a a que alguien a dedicado estos casi cuatro años a luchar por ellos. Sigue cuidado el pueblo como lo has hecho hasta ahora, por favor– Ambos se vieron a los ojos. Cada uno perdido a su manera en el otro. Y sonrieron.

    Bastian no contestó, pero ella sabia cual era su respuesta. Y eso le bastaba.


    (…)​


    Al final llegaron al hospital, un largo edificio de tres pisos de color blanco. Su entrada era de piedra liza de perfecto color gris. Antes de la puerta tenía dos jardines que se extendía a lo largo con pinos larguiruchos que se mecían con ligereza con el soplar del viento.

    Entraron al hospital la vieja recepcionista. Era una de las mujeres raptadas el día del festival de primavera. Los reconoció de inmediato y los saludó con una larga sonrisa.

    Bastian y Alicia firmaron su hora de entrada mientras saludaban a la mujer, quien siempre agradecía al joven cuando le veía.

    Pasaron por el pasillo, saludando a algunos pacientes conocidos.

    Llegaron hasta una puerta de madera en el segundo piso. Enfrente de la puerta había una banca. Alicia entró por la puerta esperando a que Bastian pasase con ella esta vez, pero no lo hizo, se quedo viendo desde la puerta. Dentro de la habitación se encontraba Bruno, postrado en su cama durmiendo como siempre, desde la primavera de hace tres años. Alicia se sentó a un lado de él y le tomó la mano.

    –Hola– Dijo ella con cariño. Le dio un beso en la mejilla y se sentó en la misma silla que siempre.

    Bastian apreció la bella escena.

    Apretó los labios. Sonrió y cerró la puerta. Se dirigió a la banca que se encontraba enfrente de la habitación y esperó, como siempre lo hacia.


    (…)​


    Alicia se sentaba siempre a un lado de Bruno y le contaba sobre sus día. Normalmente lo hacia en las tardes antes de irse a casa. Alguna vez había escuchado del viejo doctor del pueblo que hablar con los pacientes en coma era bueno, ya que ellos podían escuchar. A lo largo de aquellos tres años y trecientos quince días, Alicia había ido, sin ninguna falta, con Bruno.

    Era por el amor que le tenía a Bruno, de aquel día de hace tanto tiempo. Mientras los chicos se divertían en la pradera, ella y Bruno se habían separado por unas horas. Recordaba los gestos del chico al momento de pedirle que si existía la posibilidad, aunque la mas remota de poder ser algo mas, que lo intentaran. Eran jóvenes. Ambos acababan de cumplir quince. Pero era inevitable el no sentirse enamorada de el. Habían hablado durante tanto tiempo, el la acompañaba en los días de fin de semana y sabia que aunque su padre no hubiese recapacitado sobre ellos le hubiese pedido su permiso para salir con ella.

    Un día antes se había visto con Bruno y le dijo que rezaría a la diosa para su bienestar. Comprendía el riesgo de la prueba a la que el joven se enfrentaría. Sin embargo sabía que eso le daría muchas puertas cuando intentase entrar al ejército.

    Aun recordaba lo destrozada que quedo cuando llegó Bruno desde GrayLagoon y se enteró de su estado. El chico había sufrido un infarto y por un tiempo había muerto, lo habían revivido, pero después de eso ya no pudieron hacer nada para despertarlo. Diagnosticado como un estado de coma. El mundo le cayó encima. Sin embargo se mantuvo fuerte por Mairis y por Bastian.

    Durante noches lloraba. Su padre le miraba a escondidas, él creía que la chica no lo sabia, pero claro que se daba cuenta. Su padre nunca supo que decirle. No comprendía el amor de su hija por aquel muchacho. Posiblemente no muchos la comprendían ya que en más de una ocasión sus amigas preguntaban y trataban de convencer que dejara de vivir encadenada a Bruno. La juventud se le perdería, era normalmente lo que decían. Sin embargo su amor por el chico, ese primer amor era mucho más fuerte. Durante meses había soñado en vivir maravillas con Bruno… Y cuando despertase, que lo haría, ella estaría ahí para vivirlo todo… Eso fue lo que pensó alguna vez… Pero ahora cada día era algo más difícil el caminar hasta ese hospital. Con el pasar de los meses y en especial de los años la esperanza de que despertase moría… Y ahora que había pasado tanto años, había tratado de mantener su amor lo mas fuerte posible, pero ahora, incluso si despertase, el continuar con su pasado habría sido demasiado complicado.

    Hace tres semanas había recibido la carta de su padre tras el funeral de su abuela. Era exactamente lo que le había dicho a Bastian, su padre trató de convencerla de que irse y ella mediante una llamada trató de convencerle para quedarse… No sirvió de nada y si, estaba por irse. Posiblemente ya no volvería. Despertase Bruno o no.

    No podía negarse ese sentimiento al pasar de los días, ese sentimiento de querer explorar un mundo nuevo en otro reino. Durante largas noches de insomnio meditó sobre todo esto. Era el destino, así lo pensó, quizás era momento de seguir adelante… En este momento cuando había terminado de hablar de su día la chica comprendió que no era un “quizás seguir adelante”. Era un “es momento de seguir adelante”. Ya hacia tiempo que su corazón había olvidado a Bruno. En sus sueños ya no se encontraba él y eso estaba bien.

    Te amé hasta el limite que mi corazón pudo y estoy orgullosa de eso. Se acercó a él y le dio un beso en la mejilla… Trató de mantener su sonrisa, pero solo se transformaba en una sonrisa dolorosa. Sacó de la maleta el peluche que le regalo durante el festival de primavera. Lo vio unos segundos mas, esperando que en esos cinco segundos por fin pudiese despertar… Verlo con los ojos abierto seria un regalo inolvidable… Sin embargo no fue así.

    –Te deseo lo mejor, Bruno– Tomó la maleta y abrió la puerta. Del otro lado del pasillo se levantó Bastian inmediatamente con una sonrisa pequeña, al mismo tiempo ella le correspondió la sonrisa. Ese chico era lo único que le quedaba en ese lugar. Su mayor felicidad.

    –¿Hora de partir?– Preguntó el joven con los labios apretados.

    –No quisiera que fuese así… Pero sí. Hora de partir.

    Bastian le quitó el la maleta del hombro para cargarla él y continuaron el camino.


    (…)​


    El atardecer comenzaba a mostrar sus primeras franjas naranjas. Los dos chicos hablaron de cualquier cosa evitando pensar en el inminente adiós. Alicia guió el recorrido en dirección al templo de entrenamiento que Martin había abierto, aun le faltaba despedirse de él.

    Las casas de concreto pintadas de brillantes colores vivos embellecían los días de verano. Caminaron por las calles mas velas de todo LaneCloud. Habría de recordar ese pueblo siempre con bellos ojos.

    De pronto llegaron al gran terreno del templo de entrenamiento de Martin. Una escuela de defensa personal patrocinado con el dinero de Arlong –En realidad había sido el dinero de su madrastra Faith, pero Martin nunca se enteró– El terreno era enorme, tan grande como el ayuntamiento. Un templo de perfecta combinación entre la madera y el concreto. Era un templo de entrenamientos como el que se encuentra en el reino de Rabihit, elevado sobre un piso entero de escaleras hasta llegados al templo. Ese lugar daba una vista bastante peculiar que a muchos turistas maravilla al ser tan diferente de todo el otro pueblo. Terminaron de rodear el alto muro de dos metros y medio que cubría todo el contorno de su terreno. Al llegar a la entrada se veía todo el magnifico jardín del lugar. Había una cascada artificial y arboles de otras regiones. Solo Martin sabía cuando había gastado en poder crear ese templo de entrenamiento.

    Desde la cima de las escaleras iban bajando niños de todas las edades despidiéndose del maestro Martin. Un año después de los eventos con la mafia Lebóre el joven se decidió a crear un lugar en el que se pudiese adiestrar a la población en defensa personal por un precio económico. Los tiempos lo ameritaban y el pueblo estaba inmensamente agradecido de haber llevado semejante acto.

    Los dos jóvenes pasaron por la puerta y caminaron por las escaleras. Reían silenciosos mientras veían como Martin estaba ligando a las hermanas de uno de sus alumnos.

    Entre el dúo una de sus principales bromas era molestar a Martin con la suposición de si había hecho todo eso por ayudar al pueblo, o para conocer a muchas mas mujeres.

    Los chicos estaban llegando a la cima. La hermana y el alumno bajaban. Pudieron escuchar al niño diciendo: “El profesor es un hombre genial”. Y la hermana contestando: “Me agrada, ¿No te molesta que siga viniendo por ti?”. Bastian y Alicia tuvieron que luchar por no reír. Martin Price, maldito genio.

    Al acercarse al tutor el hombre le sonrió a la pareja y levantó los brazos esperando un abrazo. A la joven le enterneció el corazón. Alicia se adelantó a Bastian y corrió a los brazos de Martin.

    Finalmente Bastian llegó hasta con ellos. Escuchó como Alicia le susurraba muchas cosas al oído, mientras que el hombre respondía con su voz melodiosa. Terminando los susurros de la joven, Martin le puso los dos brazos en los hombros y se puso a la altura de la muchacha –Jamas me sentiré tan agradecido con alguien en toda mi vida– Le limpió las lagrimas –Eres la chica mas fuerte que he tenido oportunidad de conocer… He conocido a muchas chicas en mi vida. Pero ninguna como tu, Alicia.

    –¡Martin!– Gruñó Alicia entre risas y apartando la vista.

    El hombre le regresó el rostro –A donde sea que te lleve el viento, espero que sople con virtud– Le sonrió con los ojos un tanto empañados –Te lo mereces– Y el tutor, junto con la joven se dieron un último abrazo.

    Al separarse Martin comenzó a reír divertido –Mike me contó que tuviste un enfrentamiento.

    La chica levantó su brazo mostrando las vendas –No es tan divertido como era aquí.

    –La realidad siempre es mas dura– Dijo el hombre caminando hacia el interior del templo de entrenamiento. Los dos jóvenes le siguieron –No existe escuela que preparé en su totalidad a sus alumnos… Lo importante es que estas bien. En cuanto Mike me contó lo sucedido mande a uno de los chicos a que se encargaran de esto…

    Los tres giraron a la derecha y en la pared de la siguiente habitación se encontraba un murar con docenas de fotos de personas, muchos niños y adultos que entrenaban en el lugar, que habían ganado algún tipo de merito, así como egresados. En esa parte en especial resaltaba un conjunto de fotografías, era un colage de fotografías de Alicia en su estancia en el templo de entrenamiento, lugar al que había asistido desde su inauguración, aunque ella había iniciado a entrenarse con Claarn y Bastian, justo unas dos semanas después del trágico destino de Bruno.
    –Es…– La chica se llevó la mano a sus labios con los ojos empapados. Ahí se encontraban fotos de ella siendo tan joven. Cuando aun tenía quince años, cuando entrenaba con los niños que ahora eran adolescentes, cuando había sido su graduación de la escuela y el festejo se había llevado acabo en el templo… Cuando ganó sus primeros cinturones, uno a uno hasta llegar al mágico cinturón negro de la escuela de Martin, nombrándola así una graduada en la defensa personal. Todos estaban ahí, Mairis, Mike, Bastian, Melissa, las demás chicas y chicos, Martin e incluso Claarn. Un cordón cruzaba de punta a punta en la pared con el letrero “Te extrañaremos” –Es muy lindo– Dijo con una voz ahogada, pero emocionada.

    Pronto unos niños que todavía estaban dentro del templo comenzaron a llegar para despedirse de la chica y ella les recibía con los brazos abiertos, así como una larga sonrisa sincera.

    Bastian la observaba con sumo aprecio, era tan bella cuando sonreía, tan hermosa cuando desprendía esa alegría angelical que solo ella tenía. Tan única como alguna vez declaró que era Mairis o Melissa. Era una de esas mujeres que se ganaban tu corazón para siempre tener una sección de el… Si, así era ella. La gracia de sus días y el motivo de su alegría.

    De pronto su mirada se dirigió hacia las fotografías, su corazón latía con una música que había sentido desde hace meses… Mas meses de los que a veces hubiese deseados… La fotografía de “Alicia y Melissa” se encontraba en aquel mural, las dos amigas abrazadas con largas sonrisas que demostraban su profunda amistad… Esa sonrisa en aquella chica ahora le parecía tan lejana. Uno no sonríe igual con las mismas personas, si uno presta atención notara que la sonrisa de hacia un hermana no es como la sonrisa a una novia… Bastian sabia que esa sonrisa que el desprendía al ver a Alicia ya no era la misma que alguna vez fue.

    Y se lamentaba por eso.

    Martin le puso la mano en el hombro para sacudirle un poco. El chico volvió en si.

    –Si uno siempre mira sus fantasmas jamas podrá dormir tranquilo– Le dijo el hombre que ya era todo un adulto que pasaba la treintena de edad. Las marcas en su rostro comenzaban a pintarse como ligeras lineas espectrales y sus ojos tan vivos ahora mostraban madurez y experiencia. Era como si una parte de Claarn se hubiese fusionado con Martin.

    Así eran estos tiempos. Ya todos habían crecido. El tiempo había hecho su trabajo… A veces Bastian deseaba poder evitar el tiempo. Pero era imposible incluso para Kian… Alguna vez Claarn le había dicho “Jamas rechaces lo que tiempo te ha traído”. Ahora en su mente los consejos de los adultos, ancestros y niños parecía raigar con facilidad… Bastian era un poco más consciente. El mundo se había movido y sin darse cuenta, él había ido con ellos.

    –Gracias.

    –De nada, hijo.


    (…)​


    El atardecer estaba llegando a su auge. Pronto el día se iría y con el día, Alicia también. Los chicos habían terminado su viaje. Cruzaron las calles de LaneCloud entre charlas nostálgicas que parecían mágicas. Caminaron un poco por el parque y recordaron el lugar donde se conocieron. LaneCloud era un mar de recuerdos, Bastian se sentía feliz de poder navegarlos con Alicia a su lado. Alicia compartía exactamente el mismo pensamiento.

    Bastian. Un chico al que podría llamar hermano menor, lo amaba y hace tiempo que había cruzado la linea de tan solo llamarle mejor amigo por querer nombrarlo así, para ahora sentirlo realmente. Juntos habían pasado momentos duros y juntos habían seguido… Se burlaba de su cabello largo, pero en el fondo le encantaba como se le veía. Odiaba que aveces fuese tan molesto con sus bromas, pero aunque le molestase cuando creía que se había pasado, no podía negar que le seguían haciendo reír. Lo quería con todos sus defectos, con su apasionada forma de vivir, así como sus terribles tiempos de depresión. Amaba y temía ese espíritu de justicia que en tantos problemas le habían metido… Existía un brillo en esos ojos marrones. Un brillo que había intentado evitar por respeto. Sin embargo los dos ya eran adultos y aunque habían tardado en comprenderlo, cuando existe el amor y existen barreras para conseguirlo, si se llegan a vencer el amor crece como ningún otro.

    Los minutos que pasó con él aquel día de lado a lado cruzaron tan rápido que creía que su reloj o el sol se equivocaban. Pronto pudo ver como llegaba la carroza a la iglesia del pueblo. El trotar de los caballos fueron espinas para ambos. El silencio se volvió un martirio para todo o que faltaba por decirse que de pronto supieron que faltaban años para poder decirse todo lo que querían decirse. La brisa hacia volar la cabellera de ambos enredándolos en un abrazó inmaterial. Se vieron a los ojos, de pronto vieron que sin querer se encontraban muy cerca el uno del otro… No era incomodo, era lo que habían deseado desde hace demasiado tiempo.

    Sus dedos se tocaron. La magia, no la que conocían, sino la verdadera comenzó a volar por sus venas… Parecía que estaban por desmayarse… Las ruedas del carruaje llegaron hasta ellos.

    Sus ojos se conectaron viviendo en ellos el baile de sus vidas.

    Había llegado el momento de partir.

    La mano de Bastian voló hasta la cadera de Alicia y ella sintió un vibrar en su piel. Una sacudida que le voló la cabeza. En un impulso ella llevó sus manos hasta su cuello y se unieron en un abrazo. Si alguien les hubiese preguntado sobre aquel abrazo ambos hubiesen contestado que era el abrazo que necesitaban, y la despedida mas dura que habían tenido.

    Ambos apartaron la cabeza. Ella a la altura de su pecho, él por encima de su cabeza. Esos ojos lo decían todo… Pero sus oidos necesitaban oírlo… Fue el único momento del día en que sintieron que el tiempo se estiraba hasta la eternidad.

    Bastian gritaba desde dentro. Añoraba tener las fuerzas de decirle que huyeran, si, exactamente eso, que huyeran de todo, de LaneCloud, Martin y Claarn, el padre de ella, de Bruno y de los recuerdos. Sabia que podían hacerlo, juntos habrían de vencer toda adversidad. Vivirían en una choza en un pueblo desaparecido de los mapas. Crecerían y madurarían hasta encontrar las arrugas en el otro. Posiblemente tendrían niños que cada uno amaría con locura, pero ni siquiera un poco comparable a lo que sentían por el otro.

    Si hubiese tenido el valor y el tiempo para decirlo le habría contado tantas palabras como para llenar centenares de libros… Sin embargo, si deseaba resumirlo todo, Bastian hubiese dicho: “Quédate conmigo”.

    Y Bastian no lo sabía. Pero si lo hubiese dicho, Alicia habría aceptado.

    Pero ninguno de los dos pudo decir algo.

    La retirada de Alicia fue silenciosa. Se subió a la carroza y se fue mientra Bastian no se movía hasta que la imagen de la carroza había desaparecido. Y con la imagen de la carroza esfumada, Bastian sabia que él también se había ido.

    El joven levantó el rostro hacia unas casas. Un grupo de soldados vigilaban el lugar. Bastian asintió y los soldados comenzaron a seguir la dirección de la carroza.

    Se dio la vuelta. La noche consumía los últimos rayos de la tarde. Bastian sabia algo, ese día no habría de volver a su casa… Quizás para siempre.


    (…)​


    En los lugares mas recónditos de LaneCloud, en aquellos barrios a donde vivían los inmigrantes de Foraff que escapaban de la guerra. También ahí donde se encontraban los más malos, ruines e infames criminales retraídos de la sociedad. Mas no todo era así, existían muchas buenas personas buscando una nueva oportunidad. Y en el pueblo se veían esas sonrisas alegres. Las costumbres de Foraff en tan solo unos contados años se estaban integrando en el pueblo, una de estas costumbres eran aquellos bailes y cánticos tan característicos. Algunos de esos bares tan sucios y de mala muerte estaban llenos de gente disfrutando una noche larga y estrellada. Era como si se celebrara el buen clima, pues todo el mundo creía que una dura tormenta se acercaba, pero no parecía ser el caso. El cielo estaba rebosante de vida y se vivía al son de la música y la alegría de un pueblo vagabundo.

    Bastian estaba pasando por enfrente de uno de estos bares tan alegres, a través de la ventana vio el increíble evento. En otro día él habrá entrado y hubiese intentado ligar a alguna chica, pero aunque la noche estuviese llena de brillo en su inmensidad, Bastian se sentía vació en su diminuto ser. Entro por uno de los callejones a un lado del bar. Apestaba a orines frescos. Con una loción de vomito mezclado con basura vieja. Dos personas tambaleaban de ebrios abrazados en un agarre fraternal. Un viejo yacía tumbado en el suelo curtido en alcohol. Bastian le dio una pequeña patada en su destrozado calzado. El hombre soltó un eructo fétido rebosante de olor a cerveza. Bastian llegó hasta una puerta con una bombilla de tono amarillo. Golpeó la puerta en una secuencia precisa. Un hombre gordo de al rostro abrió la puerta de hierro, le vio el rostro iluminado por las bombillas y las estrellas en medio de aquel obscuro callejón. Saludó al muchacho con lo que el hombre consideraba una sonrisa amistosa.

    –Buenas noches, Bastian. Me llegó la noticia de que atrapaste a unos cabecillas de los criminales de la zona– Esbozó entre sus balbuceos, ya que era lo mejor que podía hacer, pues su quijada estaba desviada con dientes salidos y no le daba libertad a hablar.

    Bastian con una sonrisa apenada se llevó su mano hasta a trenza de su cabello recogido y empezó a girar los largos cabellos que descendían de él –Con los debidos métodos lograré sacarle la sopa para atrapar a toda la banda.

    –No quieras verte decente, muchacho. Se bien que los torturas. Hazlo arrepentirse de su nacimiento a ese hijo de puta– Golpeó la puerta con brusquedad. El hombre era grande y gordo, pero se miraba mas macizo que gordo. A pesar del golpe, Bastian ni se inmutó. Levantó las cejas con cierta sorpresa al ver la abolladura, pero continuo manteniendo un rostro serio –Lastimaron al viejo Canes– Continuó el hombre –Si ocupas ayuda, avísame, muchacho…

    Bastian sonrió al ver aquella emoción en los ojos obscuros del hombre.

    –Pensare inmediatamente en ti si lo necesito. Seras la primera opción, Manu.

    –Gracias– Respondió el hombre con una sonrisa torcida. Mas un silencio poderoso llenó aquel lúgubre callejón –¿A que has venido, Bastian?– Preguntó Manu manteniéndole la mirada.

    El joven soltó un suspiro profundo. Metió la mano en su bolsillo y sacó unos billetes. Metió el dinero dentro del apretado mandil del hombre. Un mandil que alguna vez fue blanco, pero ahora era un color extraño entre el amarillo y el naranja, con un poderoso olor asqueroso. Tal olor era insoportable para Bastian, pero para el hombre era casi como respirar el aire del bosque.

    –Dame lo mismo de siempre– Le dijo Bastian con los labios apretados y mirando a Manu con frialdad.

    –Muchacho, ¿estas seguro? El lugar esta ambientado, y conozco a mas de una jovencita que estaría mas que dispuesta a pasar una noche con el héroe del pueblo. Te las puedo presentar. Ven a pasártelo bien. La gente de Foraff podemos parecer rudos, pero disfrutamos de una buena compañía– El hombre puso su mano sobre el hombro del joven y le dio un apretón con su mano llena de grasa –Te prometo por mi padre, y el padre de mi padre, que te lo pasaras bien.

    Bastian levantó una dura sonrisa, tan falsa que hasta cualquier idiota podría identificarla –Hoy no fue el mejor día, Manu…– El chico le quitó la mano del hombro para darle un apretón de manos –A a próxima sera. Por ahora deseo que sea lo de siempre.

    Manu le miro con un rostro reflexivo. Cerró la puerta y en un par de minutos salió después con una botella de ron. Se la entregó al joven y le miró con una mirada preocupada. Como si el hombre se arrepintiera de entregar la botella.

    –Eres muy joven para beber tanto…

    –Y tu no deberías darle una botella a un chico de diecisiete años– El chico levantó la botella asintiendo con un guiño –Los dos estamos haciendo mal las cosas… Gracias Manu– Bastian se dio la vuelta y empezó a caminar por el callejón.

    –¡A la próxima ven preparado para bailar, niño!

    Bastian no volteó a verle. Solo levantó el brazo despidiéndose.

    La puerta se cerró. Bastian abrió la botella y comenzó a bebe de ella directamente. Como lo había hecho ya desde hace un año.


    (…)​


    El chico se tambaleaba cuando la botella ya estaba a la mitad. Caminaba sin destino entre las calles de LaneCloud. Llegó hasta unas casas abandonadas. Bastian se vio en el reflejo de aquellas ventanas rotas. Pudo ver su rostro, una boca seca, unos ojos recubiertos por una poderosa mancha morada, con la boca, unos ojos rojos recubiertos por una poderosa mancha morada, con la boca arqueada hacia sus pies. Unas clavadas en zigzag demostrando la amargura de cada trago de aquella botella. Mostrando su propia decepción, pensando en lo que pensaría su madre de él, un joven de diecisiete años curtido en alcohol, ahogando sus penas de una manera tan pobre y vaga. Falso de honor. Nadie más que él mismo se lo dijo y eso fue lo que mas le dolió. Era su lado más oscuro, el famoso héroe del pueblo que yacía en una sucia casa abandonada para terminar ahogado en su propio hedor.

    Bastian con toda su fuerza reventó la ventana de un grito. Era así como intentaba olvidarse de si mismo. Rompería cada maldita ventana de ser necesario y bebería hasta el último barril con fin de olvidar que estaba enamorado del primer amor de su mejor amigo que se encontraba en coma desde hace cinco años. Que no le dijo la verdad y que moriría sin decirle todo lo que sentía. Que aquel sueño de ser un valiente aventurero había muerto y ahora solo quedaba la mitad de la mitad de la otra mitad que alguna vez quiso ser.

    Su mano quedo astillada en cristal y ni siquiera fue capaz de darse cuenta.

    Entró a la casa abandonada. Era un edificio de dos pisos, quemado en su totalidad y vandalizado con juramentos a mafias y dioses cada vez más profanos.

    El letrero, o lo que parecía ser el letrero nombraba a medias: “Jo… ston”. Pues el letrero se encontraba quemado parcialmente. Bastian por lo ebrio que caminaba ni siquiera le presto atención.

    El chico se sentó en una esquina manchada de alguna sustancia que solo la diosa sabría que era. Echó un vistazo por la reciente ventana despedazada. Tomo un sorbo a su botella, un sorbo que cada ve se volvía más asqueroso que placentero.

    Esa noche las estrellas brillaban con especial resplandor, y en el manto que daba al norte se encontraba una estrella de poderoso color azul.

    Los monjes que predicaban las palabras de la Santa Madre la nombraban como la entrada al descanso eterno. Su especial brillo guía al espiritual en su largo caminata hacia la paz. Toda persona que desea tener una conexión con sus seres caídos mira la Estrella Guía. Y Bastian ese día la miraba recordando a sus padres, abuelo y hermano mayor, mas sentía que cada vez le era más difícil recordar sus rostros. Desconocía si era por su edad o por el alcohol, pero era un sentimiento desgarrador hasta los huesos. Mas había un rostro que aunque sea por el momento todavía no había podido olvidar.

    Melissa, una de las mejores amigas de Mairis y Alicia. Una profunda amiga de todo el pueblo y aquellos que llegaban a él. La dueña de su primer beso y su primera noche. Su primera novia. Aquella chica a la que le dedicaba todas sus horas, mas nunca pudo dedicarle todo su corazón, aunque la deseaba y apreciaba con casi todas sus fuerzas… Ella era la chica a la que nunca pudo corresponder.

    Entre la oscuridad de sus pensamientos comenzó a consumirse ante la oscuridad de aquel lúgubre edificio. Eran los susurros de niños, adolescentes y mujeres a las que nunca pudo salvar durante la catástrofe de hace un año... Era como si ese lugar estuviese maldito por fuerzas de algún lugar recóndito que el no podía comprender... Sintió las manos de tocándole la piel, manos calientes que le jalaban a la desesperación.

    El chico abrió los ojos y entonces reconoció algo al fondo de aquel sucio lugar. Al fondo se encontraba un símbolo oscuro, magia taboo, un recuerdo de la Cuarta Guerra Mundial. Un símbolo sanguinolento chorreante, fresco, quizás de hace un par de días.

    La sangre le hirvió rápido. Aulló sin sentido y lanzó la botella de alcohol hacia la pared en la que el símbolo se encontraba. La botella estalló lanzando pedazos de vidrio por todas partes. Una bola de fuego llegó inmediatamente encendiendo el alcohol derramado en la pared. La luz del fuego jugaba con las sombras de Bastian, mostrando su rostro rabioso. La mirada de un joven endemoniado que tenía sed de sangre... ante el fuego declaró que los mataría a todos.
     
    Última edición: 24 Noviembre 2019
  19. Threadmarks: [ Parte 3 ] Capítulo 37 - Jo...Ston
     
    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 37 – Jo… ston

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    –27 de Abril de 2898 D.C.–

    Responda escuadrón #4. Alguien responda. Necesitamos ayuda en… ZzzZzZ… ¡Ahhh!.. Zzz

    Bastian empezó a abrir los ojos. Una sustancia viscosa generaba hilos rojizos al levantar la cara del suelo. Se levantó de golpe con un susto en la garganta al ver la escena. Respiraba y respiraba mas y mas de ese fétido olor a hierro. Cuando su pecho comenzó a decender tragó saliva. Estaba seguro que no era un sueño. Todos estaban muertos. Un escuadrón completo había sido masacrado brutalmente. Todas las escenas anteriores a su caer en el suelo volvieron… Estaban enfrentando a un… A un hombre…

    –Un hombre demonio– Dijo Bastian en un susurro mientras la sangre le recorría el rostro de frente a barbilla. En sus ojos se encontraba el terror mismo. Se tomó los brazos al ver que estaba temblando. Bajó la mirada al suelo observando el brazos desmembrado de uno de los soldados y se forzó a si mismo no hacer el mas mínimo ruido… Todavía podía estar ahí. Y era peligroso.

    El joven se puso de pie rápidamente. Activó una barrera alrededor de él y admiró el lugar. Era la escuela de LaneCloud… Al menos lo que quedaba de ella. En el suelo se encontraban diez cadáveres de soldados cubiertos de sangre, rasguños, sin algunas extremidades y con perforaciones por el cuerpo…

    Bastian salió del pasillo horrorizado, al ver como el pasillo se alumbraba por franjas naranjas que revoloteaban. No sabia que podría estar generando semejante espectro de luces, únicamente deseaba que dicho hombre demonio no hubiese escapado y destruido el área a su alrededor.

    Todo el pasillo principal de la escuela estaba destruido, manchado y desgarrado. Caminó con cuidado sin prestar atención a los cuerpos de los niños.

    Tragó saliva. La peste a muerte le ocasionaba un asco vomitivo.

    Al llegar a las escaleras que llevaban al segundo piso soltó un grito ahogado. Se golpeó con la pared detrás de él y llevó su mano a la boca. No estaba vivo, era lo único que sabía. Esa cosa que alguna vez fue humana había sido volada en pedazos y ahora solo quedaba un retazó de sangre negra apestosa cual drenaje.

    Entre las escaleras había tres cuerpos más. Tres soldados que carecían de extremidades del cuerpo.

    Ahora lo recordaba todo. Bastian había mantenido el enfrentamiento contra ese hombre bestia, mas hombre que bestia. Le habían informado de la situación, alguien había secuestrado a los niños dentro de la escuela. Como era debido llamaron al ejército, pero el joven intentaría de mantener todo bajo raya mientras llegaban. Cuando entró a la escuela se encontró con el destrozó que había entre los pasillos… Lleno de rabia y esperando lo peor buscó al intruso, pero jamás se había esperado una masacre como esa… Afortunadamente algunos chicos habían huido, a no ser que encontrase sus cuerpos alrededor de los pasillos u otros salones de clases…
    Bastian volvió su mirada de nuevo a uno de los salones de clases, el más grande, el que se encontraba al fondo de ese pasillo de pesadilla. Lo vio con claridad, los retazos orgánicos, como venas negras, como una telaraña gelatinosa saliendo de la puerta de aquel salón de clases… Ahí encontró al intruso… Lo encontró junto con los niños… Y ninguno de los dos parecía estar vivo… Lo recordó bien y como una imagen fugaz se obligó a olvidar. No era una escena del crimen, era un ritual oscuro.

    El joven sheriff peleó contra el hombre que poco a poco se volvió un ser de pesadilla sin uso de razón. Era una bestia poderosa. Cuando le hizo frente soló logró hacerle un poco de daño. No fue hasta la intervención del escuadrón, el cual ahora mismo se encontraba completamente erradicado, que comenzaron a hacerle verdadera batalla. Fue después de un intenso ataque mágico que Bastian fue derrotado.

    Los soldados que estaban ayudando habrían dado lucha al demonio, pero no vieron otra salida más que sacrificar su propia vida para volarlo en pedazos…

    Bastian de pronto escuchó de nuevo el radio de uno de los hombres del escuadrón asesinado. Caminó lo más rápido posible para recogerlo.

    –¡Escuadrón #4 y Escuadrón #10, responda!– Ordenó una voz familiar para Bastian.

    General Thompson. Habla Bastian Arcnaik.

    Si tú has contestado debo de afirmar que el escuadrón ha sido derrotado.

    Parece ser que todos han muerto, General, pero murieron como guerreros. Aniquilaron al objetivo.

    Es bueno saberlo. Guarda los detalles y espera la llegada del Servicio Secreto. Ya vienen en camino.En… Enterado… Cambio y fuera– Respondió Bastian confundido. El brilló naranja centelleante no dejaba de alumbrar. Las ventanas eran altas, por lo que no lograba ver. Salió del salón de clases y caminó por el pasillo hasta llegar a una sección con las ventanas a la altura de la cadera.

    A Bastian se le cayó el radio al momento de verlo todo.

    –Escuadrón #7 y #9. Confirmen daños.

    Destrucción de gran parte comercial en el área central. Enemigo en búsqueda. No hay cifras de fallecidos.

    Se ha detenido al objetivo en el área residencial Noroeste. Destrucción de un tramo residencia. No podemos confirmar cantidad de daños ni cantidad de fallecidos.

    Entendido. Confinando áreas dañadas hasta las 8:06 P.M.…

    Bastian corrió.

    Sección departamental Este. Sección Centro. Sección habitada Sur. Sección Norte cercana al puente. Sección Este habitada y Sección Oeste cercana a la mansión Arcnaik. Sucesos únicamente sucediendo en LaneCloud. Total de víctimas confirmadas 203. Heridos 310. Escuadrones mantengan resistencia. Los refuerzos están por llegar.


    (…)​


    Bastian subió a la cima de la escuela. Los gritos de LaneCloud le generaron un desborde de lágrimas. El aullido lejano de una bestia como contra la que se había enfrentado, le erizó la piel. Partes importantes ardían en llamas como cuando su familia fue asesinada, o como cuando “La Nueva Cabeza” había atacado… Era la imagen que le destruía las esperanzas de vivir en paz. El terror de toda la población mundial. Un escenario vomitivo de la 5ta Guerra Mundial.

    El joven comenzó a analizar los lugares de los hechos. Podía predecir con exactitud qué sector de LaneCloud había sido afectada por el combate contra… realmente no lo sabía… Lo que fuese que estuviesen enfrentando.

    Área departamental.
    Recitaba con los ojos bien abiertos.

    Área de viviendas cerca del hospital.

    Área del puente.

    Área “Casas viejas”.

    Área de viviendas pegadas al bosque.

    Área de Calle Centro sección principal y sección centro Este…


    Su atención se mantuvo ahí… Sintió como se caía. El aire le empezó a faltar y su cuerpo comenzó a temblar como si se desmoronase por dentro. Una lagrima corrió por su mejilla –La panadería de Alicia está en esa sección…

    Bastian levantó la mano, estaba a punto de enviarse hasta allá cuando de pronto dos explosiones le terminó por quebrar. Una se encontraba cerca de la sección principal Oeste, exactamente en el punto donde se encontraba la casa de Alicia y la otra fue llevada en una parte que el identificaba a la perfección…

    –Mi casa… ¡Melissa!– El joven volvió a levantar el brazo, pero sus ojos se quedaron bien abiertos al analizar la situación. Se encontraba cansado, la magia de su alma de contacto no alcanzaría, tendría que quemar su alma profunda… Y una vez en ese lugar, de verse en un enfrentamiento tenía que arriesgarse a utilizar su alma del todo… Solo tenía oportunidad de viajar una vez… Solo podría salvar a una de ellas…

    Es la sección centro. Alicia estará bien, ahí debe de haber muchos soldados… Pero hay tres daños en esa sección, quizás los gritos de esa bestia de hace unos segundos pertenece a uno de ellos. Quizás haya tres demonios en centro… Sin embargo Joya Preston está siendo destruido en este preciso momento… Pero Melissa estaba trabajando en la obra. Cierto, ella está en Hericent, ella todavía debería estar en el teatro, no debía de llegar hasta dentro de una hora… Hay muchos criminales en esa zona, alguno debe estar intentado retener a los perpetradores mientras llega el ejército… Pero es Joya Preston, Melissa quedará hecha pedazos si el lugar no sobrevive… De hecho, sus amigas ahora mismo debían de estar ahí…

    Una explosión más en el lado centro junto con un rugido levantó la mirada del chico. Sin pensarlo un segundo más hizo el ademan con la mano y todo se vino a él. Una vez ahí observó los destrozos de la sección centro. La calle principal estaba hecha una ruina. En el aire se escuchaba el rugir de cientos de balas. De entre un grupo de edificios un brazo de enredaderas de materia gelatinosa como contra la que se había enfrentado salió desprendida mandando a volar a tres magos que peleaban contra él.

    Bastian estaba por lanzarse al combate cuando observó como Claarn aparecía para lanzarle tres potentes estruendos de llamas. El rugir de la bestia ensordeció sus oídos. De entre los escombros de los edificios un cuerpo humanoide cada vez más deforme, con las venas ennegrecidas y pedazos de rostros humanos pegados a sus extremidades daba sus primeros pasos entre las llamas.

    –Nunca pensé en Claarn…– Se dijo Bastian con la mirada perdida en el suelo.

    La bestia rugió y apagó las llamas. Esa cosa lanzó un poderoso rayó de energía como el que había dejado noqueado a Bastian. Claarn lo recibió de lleno sin poder evitarlo, su barrera mágica apenas pudo detener el rayo. Entonces junto con cuatro camionetas del ejercitó se les unió al combate Kian y Gus, junto con sus debidos escuadrones y apoyados con el Teniente General.

    –Nunca conté a Kian y Gus…– Masculló Bastian.

    El combate entre magos y bestia comenzó a darse. Eran nueve magos en total contando a los tres profesionales y los soldados de los debidos escuadrones de Kian y Gus.

    El Teniente General comenzó a mover a los soldados para que no interfirieran en la batalla. En cambio comenzaron a movilizar las maniobras de rescate de los ciudadanos.

    –Ellos tenían el control… Eso lo pensé… ¡¿Por qué actué tan impulsivo?!– Gruñó Bastian apretando los dientes.

    Los soldados comenzaron a movilizar los rescates. Mientras tanto Bastian se quedaba solo en medio del callejón en el que se encontraba. Con los puños bien cerrados. Los soldados comenzaron a pasar por enfrente de él, muchos lo logran identificar, incluso le decían que apoyase a los magos, pero el chico no parecía reaccionar.

    La destrucción del gran pueblo estaba siendo horrorosa. Los edificios caían uno tras otros e incluso entre todos esos magos les era imposible controlar al hombre demonio… El cual ahora estaba volviéndose más demonio que humano.

    Bastian corrió en dirección a ayudar, cuando al cruzar la calle escuchó el grito de alguien.

    El joven volteó y unió miradas con esos bellos ojos negros.

    Fue por ella. Debía salvarla. No lo pensé. Solo quería salvarla… Incluso si eso significaba…

    Alicia observó el rostro sin emociones de Bastian. En sus ojos no había luz. Y su piel blanca más bien era pálida. Uno de los soldados la tomó del brazo y comenzó a jalarla mientras le exclamaba –¡Tenemos que guiarlos a Hericent! ¡Es el único lugar seguro!

    Bastian perdido en sí mismo ni siquiera presto atención al momento en el que el soldado se llevó a Alicia… Fue como un espejismo del desierto… Se quedó quieto en medio de la calle, con la batalla de los magos contra el demonio detrás de él.

    Alicia nunca esperó que el día de la playa, apenas hace tres días sería la última vez que vería a Bastian tal cual había sido desde que lo conoció desde niño. Quizás un poco más maduro, pero siempre desbordando esa cálida presencia que reconfortaba al estar junto a él… Ese día una parte de Bastian Arcnaik murió.

    –¡AHHHHHHHHHHHHHHHH!– Aulló Bastian lanzándose hacia Joya Preston.


    (…)​


    Melissa se encontraba en Joya Preston ese día. Como ya le había dicho a Bastian esa semana habría de vivirse practicando la obra para las siguientes funciones. Solo había subido a su casa un segundo, únicamente había subido por un segundo por unos tacones para representar una de las escenas finales. Fue justo en ese momento cuando de pronto escuchó el estruendo. Ella voló hasta su cama. Todos los vidrios de la casa se reventaron y ella al abrir los ojos, sin saber cuánto tiempo se había mantenido desmayada, vio como las llamas del fuego comenzaban a escalar consumiendo su departamento. Ella bajó de la cama pisando los vidrios dejados por sus espejos. Se cortó las plantas de los pies, pero eso no le importó. Un segundo después comenzó a escuchar los gritos de sus amigas y sus alumnos. Corrió desesperada a la puerta y salió del departamento. Todos sus vecinos comenzaron a salir asustados.

    Unas risas desconocidas comenzaron a sonar. Justo unos segundos después hubo un conjunto de explosiones pequeñas. La explosión los envió a volar por el barandal. Cuando se dio cuenta percibió que todo el edificio departamental comenzaba a quemarse. Ella había caído por las escaleras y sentía el hombro adolorido, una sensación aguda de malestar. Muchos de sus vecinos se encontraban a un lado de ella. Algunos respiraban, muchos otros no. Y los gritos provenientes de tanto los departamentos como de Joya Preston se intensificaban.

    Melissa se levantó con rapidez y corrió hasta estar enfrente de su escuela de danza.

    Ardía en llamas, todo su sueño se estaba volviendo lentamente en cenizas. Incluso su pequeño departamento comenzaba encenderse. Desde ahí era capaz de ver como sus queridas compañeras comenzaban a llenarse de llagas por la intensidad de las llamas. Vio claramente como sus alumnos caían al suelo para volverse unos con el fuego. Escuchó con claridad los gritos de ayuda y llantos de desesperanza.

    Melissa no pudo hacer nada más que echarse a llorar cayendo de rodillas al asfalto.

    Un hombre caminó hasta su lado. Estaba desnudo de la cintura para arriba. En su espalda se encontraba un gran tatuaje de la familia mafiosa Carnoc. En sus brazos se encontraban decenas de escrituras tatuadas. Runas mágicas, lo sabía porque Bastian alguna vez trato de explicarle la magia.

    –Usted debe ser la señorita Preston– Le dijo el hombre al agacharse y comenzar a trazar líneas en el suelo –Mama le manda un mensaje– Melissa abrió bien los ojos. De pronto creyó escuchar la voz de la vieja anciana al escuchar las palabras de ese hombre –“Muy linda su obra...”

    El hombre lanzó una retorcidas risas justo después y Melissa comenzó a caminar en retroceso con las lágrimas corriendo descontroladas.

    –“Debes estar muy emocionada…”– Continuó el hombre al terminar de trazar los aros mágicos y las runas –“¡Querida! ¡He decidido que seas el catalizador para “Abrir las Puertas de los Demonios– El hombre se fue acercando con lentitud hasta la mujer –“¡Vas a ser recordada como la “Madre de la Perdición”! ¡Ahora da a luz a la llave!”

    Melissa gritó –¡AYUDA!– Un instante después el brazo del hombre le atravesó el abdomen. Poco a poco pudo ver como el hombre comenzaba a tener unos espasmos mientras que cantaba en una lengua que ella no conocía. El símbolo en el piso comenzó a brillar y Melissa comenzó a ver un mapa ante sus ojos. Sobre LaneCloud enteró comenzó a brillar un aro mágico de un retorcido color rojo ennegrecido. Cada punto donde se había llevado un ritual comenzó a formar un símbolo extraño que levitaba sobre el cielo negro. Los cantos comenzaron a escucharse por todo LaneCloud. Toda la población, magos y soldados observaron el fenómeno, estupefactos.

    Las runas en el brazo del hombre comenzaron a desprender ese extraño fluido sanguinolento olor a drenaje, para justo después retorcerse comenzando a salir de su pecho una luz roja que poco a poco se volvieron cuatro manos gruesas.

    Las risas del hombre sonaron idénticas como las de la anciana Mama.

    Melissa se arrastraba con los codos mientras temblaba de horror. De su vientre comenzaba a desprenderse una luz oscura. Las venas de su cuerpo empezaron a brillar como aro que no dejaba de ver frente a sus ojos.

    –¡AYUDA!– Imploró Melissa –¡AYUDA!– Aulló de nuevo –¡AYUDÉNLOS A TODOS!
    El ruido de los cantos se intensificó.

    –¡BASTIAN!

    Una luz cayó del cielo. Con largas alas de ángel de color blanco puro. La figura corto el cuello del demonio, para justo después despedazarlo con frenéticos ataques de cortes de aire. Cada uno de sus ataques desprendía una magia tan intensa que incluso Melissa era capaz de sentirla. Y entre cada uno de los ataques al hombre demonio se escuchaban los alaridos desgarradores de una voz que Melissa jamás habría de olvidar.

    No quedó nada del hombre. Del cielo solo llovía una infinidad de gotas de ese putrefacto fluido negro. Las alas de ángel desaparecieron y el brillo blanco de los ojos, como del cabello desvaneció. Bastian caminó hasta Melissa, que lloraba de alegría en el suelo, pero sin fuerzas para caminar...

    Bastian la tomó en sus brazos. El llanto del joven no paraba de cesar.

    –Ya… Ya…– Dijo la joven con una sonrisa –Me salvaste…

    Bastian era incapaz de decirle. “Pude haberlo hecho. Salvarte de verdad

    Las luz negra de agujero en el vientre de Melissa continuaba tintinando, incluso con más intensidad que antes. Bastian levantó los ojos al cielo y pudo apreciar que arriba todavía continuaba el brillante símbolo.

    –Ella dijo… Que yo debía de dar luz a la “llave”… No entiendo a qué se refería. Algo sobre “las puertas de los demonios”…

    –¿Qué?– Susurró Bastian –¿Qué quieres decir?

    –Estoy sintiendo un dolor inmenso, Bastian– Le puso la mano en la mejilla –Algo me hizo… Dijo que yo sería su catalizador… No estoy muriendo… Pero… Estoy sintiendo una oscuridad enorme llenándome el corazón…

    –¡No!– Bastian tomó su mano –¡No puedes pedirme eso!

    –Mírame… Todo mi cuerpo está comenzando a cambiar… No sé qué es lo que me va a terminar pasando…

    –¡NO!

    Le puso su dedo índice en el labio –Si esto continua tendrás que hacerlo de igual manera…

    –Yo…

    –No digas nada…– Le susurró en un tono distorsionado. Ahí Bastian comprendió que en verdad algo no estaba bien.

    –No me gustaría que me recuerdes como algo peor…– Le sonrió. Tomó su mano y la puso sobre su pecho –Un héroe… Así siempre pensé en ti. Y tienes que seguir siéndolo… Hay muchas personas que te necesitan... Yo me iré… Tú seguirás con tu vida… Solo no me olvides…– Ella le tocó el cabello con su otra mano. Entre sus pelirrojos mechones había uno que resaltaba. Uno de color blanco. Aquel que mostraría al mundo que alguna vez intentó sacrificar su vida por rescatarla –Se te ve bien– Le dijo con una sonrisa tierna y envuelta en lágrimas.

    –Yo… Yo…


    –Te amo.

    Bastian se quedó congelado. Sin poder decirle nada.

    –Tranquilo… Lo sé…

    El tiempo se detuvo en por un instante. Y por ese instante Bastian maldijo su nombre una infinidad de veces. Por no poder corresponderle como era debido.

    Y el joven entre un llanto desgarrados le dio el tiro de gracia a Melissa deteniendo el enorme ritual que se estaba llevando a cabo. Salvando a todo LaneCloud y posiblemente al mundo entero.


    (…)​


    Entonces despertó agitado. Aún era de noche. Quizás se había quedado dormido unas dos horas. Se levantó y tomó camino. No sin antes ver el establecimiento con claridad… Conocía bien esa calle. Levantó la mirada y pudo ver el letrero “Jo… Ston”.

    Bastian tocó la pared. Un segundo después la estructura entera comenzó a caerse en pedazos. Y el joven caminó bajo la luz de la noche. Dejando todo lo que había construido atrás.
     
    Última edición: 24 Noviembre 2019
  20. Threadmarks: [ Parte 3 ] Capítulo 38 - El Hombre Bajo la Lluvia
     
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    Capítulo 38 – Un Hombre Bajo la Lluvia

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    –18 de Febrero de 2899 D.C.–

    La harina se había quedado en el horno desde hace una hora atrás. Martin se había esmerado en hacer el mejor pastel de cumpleaños, tanto así que había pedido a “Nana Benet”, la mujer que lo crió a él y a todos sus hermanos sin excepción. Olía bien, esperaba que la poderosa nariz de Bastian no fuese a despertarle por el delicioso olor. Solo le quedaba a pedir a la diosa que no fuese así.

    Sacó el molde del horno con sumo cuidado. Le metió el palillo de madera, truco que le había enseñado Nana Benet en su adolescencia cuando le ayudó a preparar unos pastelillos a la chica más bella de toda la escuela. Introdujo el palillo de madera dentro de la masa y efectivamente el pastel se encontraba perfecto. Aun quedaba media hora para que el sol empezara a lanzar rayos por todo el cielo de ese día que parecía ser soleado en su totalidad. En esos treinta minutos Martin usó todos sus dotes de artista para crear su obra maestra en cuanto repostería. Tampoco tenía mucha competencia, no es que hiciera pasteles todos los días.

    Él vio la hora, eran las 6:57 a. m. Bastian acostumbraba a levantarse a las 7:00 a. m. Sin falta alguna, así lo había acostumbrado Claarn, y Martin creía que así habría de ser hasta la muerte de cada uno de los chicos.

    Con prisa y con cuidado subió por las escaleras hasta llegado a la habitación de Bastian y Mike… Lamentablemente solo de Bastian y Mike. Era la hora justa. El hombre levantó su sonrisa blanca llena de alegría, giro el picaporte y empujó la puerta.

    –¡Feliz cumpleaños dieciocho, Bastian!– Aulló el hombre con ímpetu… Pero Bastian no estaba ahí. La cama de Bastian estaba tal cual como la había visto en la noche antes de dormirse. El muchacho no había llegado a casa… Como muchas otras noches desde hace un año.

    En el marco de la ventana, con las ventanas abiertas y las cortinas meneándose al soplar del viento matutino se encontraba Mike observando el bello horizonte que se podía ver desde ahí.

    –Bastian se fue…– Dijo el niño en un tono melancólico –Hace mucho tiempo que se fue…

    Y Martin solo pudo bajar la cabeza sin decir nada mientras veía al niño que observaba la ventana. Esperando el brillo del día, que esa fecha en especial tardó en llegar.


    (…)


    Dos horas antes de que el cielo comenzara a brillar violeta con el iniciar de la mañana Bastian había caminado por el pueblo hasta llegado al edificio de Manu. El hombre de rostro torcido estaba cerrando el local cuando por la espalda alguien llegó.

    Sin girar a verlo dijo –El lugar ya cerró. Vuelva mañana le atenderemos con todo gusto.

    –Solo ocupo un jugo para la resaca– Contestó la joven voz.

    Manu se giró y lo vio, ahí estaba Bastian con un rostro horrible. Ojeras largas, con ojos enrojecidos, cara larga y marcas de lágrimas que era imposible definir si habían sido reconocidas por el mismo chico.

    Bastian le lanzó la botella a Manu y le dijo con el rostro serio –¿Quieres vengar a Canes?– Se giró –Ven conmigo entonces…

    Manu creía ver en el rostro de ese chico un gesto oscurecido que imponía temor. Mas la oferta era demasiado tentadora. Así que le siguió como un gato silencioso hasta llegado a la comisaria.


    (…)​


    Los puños tronaron contra los huesos destrozando la piel y reventando las delgadas venas del rostro. El rostro del criminal se encontraba hinchado como si una colmena entera de abejas le hubiese atacado. La sangre le corría por su rostro mullido.

    Bastian revisaba la escena desde un banquillo con el cigarrillo en la boca y la mirada perdida. Con una expresión que mostraba placer, pero cansancio.

    El criminal, el hombre largo y feo del grupo de ayer escupió uno de sus dientes a los viejos zapatos de Manu. Le sonrió con la dentadura destrozada. Manu que se encontraba bañado en sudor y apestaba como cerdo le respondió a su patética sonrisa con un puñetazo mas en la nariz, golpe que le termino desviando la nariz un poco mas, si es que eso era posible.

    Manu sacudió sus nudillos mientras volvía con Bastian para cambiarle el turno.

    El joven se levantó del banquillo y escuchó las risas ahogadas del hombre.

    –Ahora le toca al policía bueno.

    Los cuatro criminales del día anterior se encontraban uno por uno atados a sus respectivas sillas. Todos se encontraban destrozados por Manu. Bastian de momento se había mantenido tranquilo repitiendo la misma respuesta mientras la paliza se llevaba a cabo.

    ¿Dónde se encuentra su escondite? ¿Dónde esta Mama?

    Y los cuatro criminales respondían lo mismo “No lo se” Para continuar con la paliza. Bastian llegó hasta el hombre feo. Su aspecto era deplorable. Le escurría sangre como sudor y sus dientes ahora eran tan pocos como los de un anciano. Sus ojos se encontraban pequeños en medio de bultos de carne inflamada.

    Al tener al Sheriff más habilidoso de LaneCloud el hombre comenzó a reír. Una risa psicótica causada por los nervios aunque intentase estar disfrazada de burla. Ambos se vieron a los ojos. Esos ojos marrones tan juveniles del chico de un día a otro parecían haberse extinguido. Ahí fue cuando en verdad tuvo terror en su piel. Y esas risas comenzaron a cesar.

    –¿Dónde se encuentra su escondite? ¿Dónde esta Mama?

    Intentando hacerse el fuerte el criminal feo le respondió con una sonrisa temeraria –No lo sé.

    Bastian en un movimiento de extrema agilidad sacó un cuchillo de su bolsillo posandolo por medio segundo por arriba de su hombro, tiempo suficiente para escuchar el chillido de miedo del hombre. En un movimiento feroz le clavo el cuchillo en la pierna, justo después comenzó a escuchar los gritos del hombre aullando por ayuda.

    –¿Dónde esta su escondite?– Le repitió Bastian con el cigarrillo en la boca. Levantó la mirada hacía el hombre y pudo ver como el mismo se congelaba por el terror que el pelirrojo desprendía –¿Dónde esta Mama?

    –¡No lo sé! ¡No tengo idea en donde se encuentra!

    Bastian en un susurró que erizó la piel de los cuatro criminales dijo –No te creo– Para inmediatamente comenzar a retorcer el cuchillo dentro de la pierna del hombre raspando hueso y desgarrando carne. Los gritos del hombre ensordecían a todos dentro de la sala.

    –Oye…– Dijo Manu con la toalla para el sudor en la cabeza –No crees que estas…

    Se detuvo. Y los llantos del criminal apuñalaban el corazón.

    –Pásame los cables.

    –¿Qué dices?

    –Los cables. Se encuentran en la bolsa del fondo.

    –Cla… Claro.

    Bastian dejó al criminal con el cuchillo atascado en su pierna. Se fue hacia atrás de ellos y levantó una cubeta con agua, que justo después procedió a lanzarla a los cuatro criminales.

    –¡¿Qué demonios estas haciendo?!– Aulló el musculoso.

    –Nos va a torturar con electricidad…– Dijo el líder, el hombre delgado de tatuajes. Giró la cabeza lo mas que pudo para ver al joven sheriff –La pregunta aquí es, ¿por qué va a usar corriente eléctrica en vez de magia?

    Bastian arrancó unos cables de luz que se encontraban por afuera de la celda y volteó a verles con esos ojos espectrales que causaban pavor. Sus palabras fueron frías, tan frías como decían que eran los inevitables polos de Evelia.

    –Si usase mi magia no me podría controlar… Y los mataría– Sus ojos marrones incluso resplandecieron cuando la luz había desaparecido.

    Tres luces aparecieron por encima de los criminales alumbrando como focos baratos. Los cables extensivos saltaron por encima de hombre delgado y Bastian los atrapó para justo después conectarlos con los cables recién cortados.

    –Mismas preguntas chicos– Conectó los metales de las dos conexiones y tronaron en el contacto –¿Escondite y Mama? ¿Dónde están?

    Los criminales que tenían facilidad para ver los instrumentos delgados de tortura comenzaron a temblar e incluso pensaron en hablar. La tortura del cuchillo era horrible y solo la Diosa sabía si eran capaces de soportar toda la carga eléctrica de la comisaria.

    –En la zona noroeste de LaneCloud, donde se encuentra un viejo edificio departamental abandonado. Tiene graffitis que dicen “Grande sea el nuevo rey, hombre y demonio gobernara como un ángel, ser que jamas gobernó, destruyendo al viejo humano. Solo los que le sigan habrán de salvarse”… Yo lo puse, yo puse ese graffiti, lo recuerdo bien, fue durante la primera vez que probé el “Beso de la verdad”… Busca ahí, baja por el sótano, encontraras una pared de ladrillos, da cinco golpes al octavo ladrillo de la pared de la derecha bajando las escaleras. Ahí esta la base… Ahí esta la base… ¡Baja los putos cables!– Dijo el criminal feo entre llantos, mientras el agua que le habían lanzado se estaba mezclando con su orina.

    Manu se acercó dando unas palmadas –Eso es suficiente. Ya podemos terminar con esto.

    –No.

    Todos palidecieron ante la fulminante voz del muchacho. Los que tenían valor para girarse y verle el rostro logran presenciar que aquel rostro oscurecido se volvía más siniestro con el choque de las chispas cerca de su rostro.

    –¡¿Qué mierdas dices mocoso?! ¡Todo es verdad! ¡Te lo juro por mis ancestros!

    –Mama…

    Los cuatro criminales se quedaron callados.

    –¿Dónde esta Mama?

    Ninguno pudo contestar. Se apretaron los labios y levantaban la ceja con temor.

    –No te lo diremos…

    Un chispazo los hizo saltar.

    –Ya lo veremos.

    –¡Basta Bastian! Tienes la dirección de la guarida de estos tipos. Quizás la misma Mama sigue adentro de la guarida. No es necesario esto. No se necesita ir por más.

    –Manu. Quítate o te electrocuto con ellos.

    El cocinero se encontraba pisando el charco como muestra de valentía y también un intento de hacer retroceder a Bastian de su terrible momento psicópata. Le mantuvo la mirada por unos segundos e incluso los criminales le tuvieron respeto por retarlo.

    –Manu. Espero no te duela– Lanzó los cables al agua y el cocinero, junto con los criminales sintieron una potente corriente eléctrica que les entumía los músculos como un poderoso y doloroso calambre. Manu saltó hasta chocar a la reja. Respiraba agitado con la mirada perdida mientras presenciaba como los hombres aullaban en suplica al momento de que llagas de quemaduras comenzaban a nacerles por la piel.

    Las luces parpadeaban al compás del horror. Cuatro hombres cocinándose hervidos por la poderosa corriente eléctrica de la comisaria… Y en el fondo se encontraba una sombra, una sombra de un hombre despiadado, una figura oscura de lo que alguna vez fue un hombre, pero ahora no era mas que un ser aterrador de rostro congelado.

    –¡Basta Bastian!– Imploró el cocinero tres veces seguidas durante el rompimiento de sus tímpanos por los gritos desgarradores de los criminales.

    Bastian levantó el brazo cuando lo vio adecuado y los cables se elevaron hasta su mano, secos y listos para seguir usándose.

    Los ojos, dedos y piernas de los criminales se torcían sin orden específico mientras susurraban gritos perdidos que retumbaban entre las paredes de las celdas. El olor a carne quemada comenzó a apestar el recinto y pronto Manu se dio cuenta que provenía del cuchillo en la pierna del criminal feo, toda la piel y musculo se había fusionado con el hierro del metal debido al calor. El vapor maloliente salia de la herida, el hombre parecía desconocer el dolor al menos de momento, únicamente permanecía sentado entre espasmos con los ojos en blanco.

    –Hey… Dani…– Dijo el criminal musculoso –¿Qué te pasa amigo?– Preguntó con una voz silenciosa.

    El mas pequeño de los ladrones, aquel novato que había robado el bolso a Alicia levantaba el pecho tensando las cadenas que le ataban, su boca escupía sangre y espuma en gritos ahogados hasta que en un par de segundos después se desplomó en su silla.

    –Esta…– Dijo Manu con los ojos pequeños bien abiertos.

    –Lo mataste… ¡Lo mataste hijo de perra!– Gritó el líder de los criminales.

    Bastian se acercó al criminal y confirmo la muerte del hombre. Soltó un suspiro y volteó a ver a los otros tres criminales.

    –Ahora saben que voy enserio– Les comentó Bastian sin gesto alguno –¿Dónde esta Mama?

    –Probar… ¿Nos estabas demostrando qué?... ¡¿Qué estas jodidamente loco?!

    –Manu. Vete ahora mismo. Ya has descargado tu ira por estos tipos. Yo me haré cargo ahora, no es necesario que veas lo que sigue.

    –Bastian…– Gruñó el hombre arrastrándose de rodillas pues sus piernas estaban demasiado entumecidas –¡Deja en paz a estos hombres!

    –¿Te iras?

    –¡Bastian reacciona maldita sea!

    El joven, que ahora era oficialmente un adulto se mantuvo en silencio.

    –¡Bastian!

    –No confirmo que sobrevivas a esto…– Dijo en susurro.

    –¿Qué?– Fue como sentir que diez troncos gruesos le cayeran de pronto en la espalda, el aire se le escapó del cuerpo como si algo lo succionara por mera voluntad. Sus manos llegaron hasta su garganta en el intentó de salvarse de la asfixia. La cabeza comenzó a marearle y poco a poco fue perdiendo la conciencia hasta solo ver como una esfera blanca comenzaba a formarse en la mano de Bastian. Y por un pequeño instante creyó ver una lágrima que entraba dentro de aquella esfera… Quizás la última lagrima del niño que alguna vez fue.


    (…)​


    Las nubes comenzaban juntarse en el cielo. Bastian caminaba por encima de la casas del LaneCloud observando a los pueblerinos caminando agitados. Tal parecía que la tormenta tan solo se había retrasado.

    Pronto el joven, que vestía unas ropas marrones debajo de una gabardina negra que volaban entre el viento, se encontró con el edificio de la zona noroeste en el área mas pobre de todo el mapa regional.

    Se encontraba arriba de un techo que por poco parecía que estaba por caer. Observó el mismo graffiti que aquel prisionero le había recitado. Alguna vez habían sido rojas, pero en estos tiempos ya eran de un color rosa opaco. Aquella frase relucía entre el centenar de dibujos, símbolos y runas que describían historias ocultistas. Sueños de personas que temían o soñaban con el nuevo amanecer, ese día en que el “nuevo rey” se habría de levantar para traer el fin del mundo para los que le dieran la contra. Así como la salvación para aquellos que le alabaran… Por un momento admiró todos esos escritos, muchísimos sin sentido alguno, otros cuantos creía haberlos escuchado antes. Durante ese tiempo que analizó la simbología pensó que así mismo debió sentir su abuelo, su padre y Claarn durante las épocas oscuras de “Los Brujos” en la Cuarta Guerra Mundial. Este culto había nacido justo de las cenizas que Claarn había creído extinguir hace muchos años… Aunque sea una solo ceniza, una poco viva e insignificante, es suficiente para quemar todo un bosque.

    Bastian saltó a la vieja entrada del edificio. Olía a orines, cigarrillo, drogas, alcohol, sexo y perfumes baratos, así como a incienso, sangre y pólvora. Acomodó su mochila en el hombro y abrió la puerta para darse cuenta que toda esa pestilencia aumentaba exponencialmente estando adentro.

    En el primer piso estaba un hombre acostado con una prostituta sobre un colchón manchado, blando y roto. El hombre se levantó somnoliento al sentir como el sol le empezaba a golpear en la cara sin saber exactamente quien había entrado.

    –¡Cabrón! ¡Cierra la maldita puerta de una vez!– Gritó rabioso. Pero la puerta no se cerró.

    –¿Qué escándalo haces, jiputa– Dijo un hombre que baja de los escalones. Cargaba una gran botella de cerveza y las ropas tumbadas.

    –¡Este jiputa que no cierra la puerta!– Aulló el hombre del colchón mientras se bloqueaba la entrada del sol –¿Quién es? ¡Te juro que si es Noa le parto la cara!

    El hombre recién llegado de las escaleras no podía ver el rostro exactamente del hombre que había entrado. Muchos otros criminales, hombres y mujeres, comenzaron a levantarse poco a poco gruñendo por el escándalo que generaba el hombre del colchón.

    La luz comenzó a iluminar con mayor fervor por un pequeño instante y el viento soplo con gracia moviendo el cabello del individuo en la puerta. Pronto el brillo mostró los anaranjados cabellos del hombre y solo una imagen les llegó a la cabeza.

    –¡Es Bastian!

    Los últimos rayos del sol se acabaron para dar pie a las nubes de la tormenta. Un trueno iluminó la figura de Bastian con medias lunas en las mejillas, iluminando sus ojos marrones y mostrando u arco oscurecido que era su boca.

    Todos los criminales gritaron espantados.

    De pronto el estruendo del rayo llegó hasta ellos y las ventanas de todo el edificio tronaron, junto con el martilleo de las balas.


    (…)​


    Bajo la lluvia un hombre de piel oscura se tambaleaba en dirección al centro de llamadas de LaneCloud. Las personas corrían aun lado de él sin prestarle la más mínima atención a pesar de que caminaba cojeando de un pie un tanto quemado. La lluvia solo ocasionaba que la herida le ardiera con mayor fuerza y el hombre rugía en silencio con paso firme.

    La luz del edificio de llamadas se encontraba a unos metros de él. Desde ahí se podía ver a una chica de Rubios rizos masticando su quinta comida del día, estaba entretenida escuchando la radio del Gobierno Mundial, específicamente esa historia de terror nueva de su autor favorito. Una historia sobre un hombre que cazaba a sus victimas en negocios pequeños, tan pequeños que para los sheriffs del pueblo donde supuestamente sucedía el evento, eran tan poco importantes esos negocios que ni siquiera valía la pena investigar. Una broma del autor la hizo reírse a carcajadas. La papada de la joven mujer se meneaba. Había sido un chiste sobre gente gorda, y ella declaraba que esos eran los mejores. Entonces cayó un trueno y ella brinco, así como sus lonjas. Giró la cabeza hacia todos lados, pues la luz desapareció por un segundo. Y gritó con fuerza al ver como un hombre feo, de mandíbula torcida y dientes sobresalientes, gordo, que dejaba un rastro de sangre y tenía un hilo de fluido rojo corriendo desde la boca se adentraba dentro de su local.

    –¡Ayuda!

    El hombre solo balbuceo unas palabras para justo después lanzar un coagulo de sangre lo suficientemente grueso como para parecer un pedazo de carne.

    –¡UGN TEGLEFOGNO!– Gritó Manu con un tono asqueroso.

    Los gritos de la obesa mujer terminaron cuando esta termino por desmayarse y caer al suelo.

    Manu bufo y se acercó rápidamente a una de las maquinas de telefonía. Marcó rápidamente, entonces una mujer le contesto con una dulce voz.

    –Hola, esta hablando al Cuartel General de Hericent en que puedo…

    Entre sus balbuceos ahogados logro conjeturar las palabras suficientes para que la mujer lograra preocuparse.

    –Cuatro muertos… Comisaria LaneCloud… LaneCloud Noroeste… Edificio departamental… Graffiti… Maldito Culto… Él… Asesinar… Arcnaik.

    La llamada quedo en silenció después. La mujer insistió por una respuesta, pero no hubo nada.


    (…)​


    –¡Coronel Kian se nos acaba de encargar esta misión!– Dijo un joven soldado que tenía en su placa el nombre de Jimmy Fill, así como la hebilla de teniente.

    Kian que se encontraba sentado conversando con el General de Brigada Gus. Kian estiró la mano para que le entregaran el informe. El joven Jimmy le entregó el papel con las palabras descritas por el anónimo.
    –Debe ser algo muy gordo para que llamen a toda tu brigada.

    Kian comenzó a leer la hoja. La lluvia golpeaba con fuerza los vidrios de la oficina del General de División. Lo que era una sonrisa pronto desapareció, literalmente.

    La hoja cayó en el escritorio mientras Gus y Jimmy veían perplejos el abandono del Coronel. Gus se acercó a la hoja para poder leerla, fue entonces cuando comprendió exactamente porque se su padre había decidido mover a toda su brigada, así como también entendió la reacción de su fiel amigo. Las palabras “Él… Asesinar… Arcnaik” solo daba alusión a lo sucedido ya hace largos casi diez años.

    –Jimmy, llama a todos los capitanes, yo lideraré a la brigada de momento. Mi padre debió creer que ese idiota podría hacerse cargo con la mente fría– Dijo Gus mientras se levantaba de su asiento y se ponía su saco militar –Sin embargo no conoce a Kian tanto como yo… Ese tipo querrá hacerse cargo el mismo de todo…

    –¡Entendido General de Brigada Thompson!– Y el chico llamado Jimmy se dio la vuelta corriendo en dirección a la zona de teléfonos.

    Gus volteó hacia la ventana encontrando la vista borrosa de Hericent. Intentó identificar a su amigo entre la lluvia, pero no vio absolutamente nada. Solo una lluvia fría, ruidosa proveniente de nubes tan oscuras que volvían el día noche.


    (…)​


    En LaneCloud la tormenta parecía ser mucho más agresiva, era como si las nubes se hubiesen asentado principalmente sobre el pueblo. Kian corrían entre la lluvia rompiendo las gotas dejando estelas de pequeñas esferas de agua. Se había quitado la mayor parte de su equipo del Gobierno Mundial, quedando únicamente en pantalón, camisa de resaque blanca y con su pequeña pistola.

    Correr con el tiempo lento y teniendo que desviar todas las gotas de agua con el tiempo se volvió algo sumamente cansado, pero Kian solo tenía algo en mente, debía llegar a la comisaria y ver esos cuatro muertos de los que hablaba el recado… Rezaba a la diosa que fuesen cualquier otra persona, pero no su familia, todos menos ellos, no importaba si tenían que remplazar la muerte con los mismísimos Generales Mundiales de Olimpia, que fueran ellos, menos Mike, Martin, Claarn y Bastian.

    Una vez llegado a la comisaria trajo de nuevo el tiempo en si. No había descansado desde llegado al puente. Su aliento se veía en la lluvia por el frió del día. Muy posiblemente habría de conseguir un catarro después de terminado todo eso.

    Abrió la puerta con calma. Todo estaba muy silencioso si ignorabas el golpetear de las gotas sobre las ventanas y el cemento.

    Kian se adentró con sus pies descalzos dentro de su vieja comisaria. Como extrañaba trabajar como sheriff, era mucho más sencillo… De pronto el olor a piel quemada le inundo la nariz. Era un olor asqueroso. Se introdujo dentro del lugar con calma. Apretaba la nariz al momento en el que aquella peste se le acercaba.

    Pronto llegó al almacén de armas y vio que había muchas cajas abiertas, las revisó bien, pistolas, fusibles cortos, escopetas recortadas y demasiadas municiones… Con eso puedes matar a todo una brigada si eres talentoso… Kian continuó su camino por el interior de la comisaria y se encontró finalmente con las celdas… Respiró aliviado al ver que no eran las figuras de ninguno de sus familias… Pero tenía que ser realista, era un lugar de pesadilla, el olor era poderoso, la vista asquerosamente grotesca. Una cruel escena de asesinato se había llevado a cabo… Aquellos cuerpos habían muerto calcinados en llamas. La piel se encontraba desprendida de manera casi carbonizada. Los rostros eran tristes, como si pidiesen piedad hasta el último instante. La sangre había sido evaporizada por el calor, pero habían dejado manchas imborrables en el suelo… Entonces descubriendo un poco mas se enteró de que quizás toda esa escena de asesinato en realidad había sido una escena de tortura… Pero quien podía ser capaz de llevar aquel acto horrible…


    (…)​


    La brigada de Kian se separó en tres secciones, la comisaria, el edificio de telefonía de LaneCloud y el último marcaba toda el área noroeste del pueblo. Gus no tardó en encontrar el edificio del que hablaba el llamado de ayuda. Un grupo de personas vigilaba la calle impresionada. Múltiples cuerpos se encontraban tirados fuera del edificio “elegantemente” decorado con todas esas runas, símbolos y pinturas del asqueroso “Culto del Nuevo Rey”… Culto que según palabras de su padre, Marcus Thompson, ya era tan grande que podría considerarse una religión…

    Jimmy se encontraba sentado a un lado de Gus en el automóvil blindado. El chico admiraba el edificio con sorpresa. Aquel rincón de LaneCloud era un lugar al que podría asegurar ningún militar se había acercado. El joven había visto miles de inscripciones en su vida en muchos escenarios grotescos, pero ese edificio abandonado, terriblemente mal cuidado y horriblemente desprestigiado de toda belleza, desprendía una especie de aura siniestra.

    –Mira los rostros de todas estas personas…– Comentó el chico con su típica voz sumisa.

    El vehículo se acercaba al edificio mientras se adentraba entre el tumulto de personas que no les importaba estar mojándose en la fría lluvia. Después de todo, quizás era el baño que no tenían en algunas semanas. Gus lo notaba, todos los que rodeaban el edificio eran inmigrantes de cualquier lugar del mundo. La mayoría aun con ropas de sus respectivos reinos.

    No tenían mucho que habían llegado.

    –Están aterrados…– Dijo Gus con cierto coraje –No puedo viajar en el tiempo, Jimmy. De hecho Kian no puede tampoco… Pero estoy seguro de que así se veía la Cuarta Guerra Mundial– Esa última parte el hombre la había dicho con su voz gruesa de siempre, pero Jimmy había notado como durante un ligero instante, había sentido como se le rompía la voz.

    El ejercito rodeo el edificio y movilizó a todas las personas que miraban la escena de crimen. Un escuadrón completo se puso en la puerta de la entrada al edificio. Un escuadrón subió a las casas de al lado listos para entrar por la venta y otro escuadrón mas se preparó para entrar por la parte trasera.

    Tras la señal del General de Brigada Gus todos empezaron a moverse. Invadieron el edificio departamental por completo. Sin embargo no sabían que habían entrado al edificio de la muerte.


    (…)​


    Por las calles de LaneCloud caminaba un hombre bajo la lluvia. Un hombre, así suponía que no tardarían en llamarle los niños. Su barba ahora era una fina sombra, pero no tardaría en volverse gruesa y espesa. Su cabello era largo, le daba una vista juvenil, pero sabia que con el tiempo habría de perder su vida y comenzaría a ser seco y cenizo. Su piel tersa algún día terminaría por volverse arrugada, llena de manchas de sol con ojeras que le pedirían dormir cada seis horas. Sus huesos comenzarían a crujir y esos sanos músculos terminarían por volverse flácidos.

    Bastian Arcnaik acaba de cumplir dieciocho años ese día. Para muchos el tener esa edad llama a la alegría, el inicio de ser adulto y tratar de ver el mundo con otros ojos… Sin embargo para Bastian el cumplir dieciocho ese día era un rito de tortura, hace mucho tiempo había deseado ya no crecer más. No quería llegar a tener la edad de Claarn y transformarse en un vil viejo gruñón que pasa sus días bebiendo, comiendo y leyendo. Un hombre perturbado por los ecos lejanos de una época de guerra que se había encargado de finalizar y sin embargo solo le había traído amargos días de dolorosos recuerdos.

    Así como tampoco quería ser como Martin, un hombre mayor de treinta años que no había encontrado jamas esa llama sagrada que nombran por amor, que se perdía en todos los pechos y traseros de cualquier mujer buscando llenar el hueco que su madre le había dejado.

    Incluso Kian, que tan solo se encontraba a seis cercanos años de su edad y que ahora era un hombre consumido por su trabajo. Un hombre que trabajaba ferozmente pues necesitaba sentir el reconocimiento que jamas se le pudo dar, el de ser un legitimo Arcnaik, así como el de tener un nombre, un cumpleaños, una imagen a la cual voltear a verse y decir… Ese soy yo…

    Cuando caminaba por las calles de LaneCloud dejaba un camino cada vez mas disuelto de color rojo. Llegado a una sección mas conocida por él se topo de nuevo con el quemado edificio “Joya Preston”. Bastian lo vio con amargo dolor, lo tocó y el piso comenzó a temblar, pronto el edificio comenzó a derrumbarse. Y Bastian observó como su pasado se enterraba entre los cimientos negruzcos de que alguna vez fue su hogar.

    (…)​


    Seguía caminando y se topó con unos niños que jugaban en la lluvia. En otros tiempos esos niños le habrían saludado y le habrían invitado a jugar con ellos… En otros tiempos Bastian habría aceptado.

    Pero la invitación nunca llego. De hecho los niños ni siquiera fueron capaces de reconocerlo.

    Bastian entendió que a pesar de que odiaba la idea de ser un hombre y crecer con el peso de su pasado siguiéndole, en realidad ya se había convertido en hombre ese día y aunque no se había dado cuenta hasta ese momento, su pasado ya le seguía como una sombra…

    Un joven testarudo que siempre llegaba tarde y que nunca nada le salia bien. Hasta ese día ninguna batalla importante en su vida la había ganado en realidad. Siempre alguien venia a ayudarle, ¿Ese era acaso su destino? El del hombre que habría de darlo todo para jamas llegar a nada. El que se sacrifica por los otros para que los otros habrían de luchar y dar la estocada final… Que destino más mierdero.


    (…)​


    Kian llegó al edificio tras escuchar el llamado de Gus por el radio. Cuando llegó vio como la calle se inundaba en bolsas negras. Sus soldados sacaban cada vez mas y mas personas dentro del edificio.

    Gus se encontraba recargado en su camioneta mirando la escena con los brazos cruzados.

    –¿Qué es esto?

    –Así que ya llegó el jefe. Dejando el trabajo sucio a sus subordinados. Te viene bien el puesto, eh.

    –Perdona, Gus, yo…

    –Basta– Le levantó el brazo mientras negaba con la cabeza –No me ocupas dar explicaciones. Se perfectamente lo que pasó por tu cabeza. Yo habría hecho lo mismo en tu lugar.

    –Gracias.

    Kian se recargó en la camioneta aun lado de Gus. El Coronel con las manos en los bolsillos y el General de Brigada con los brazos cruzados. Ambos viendo como sacaban y sacaban cuerpos del edificio.

    –Creemos que algún bando enemigo les vino a matar. Todos son subordinados de la familia Carnoc. Hijos de los mas bajos de Mama… Quizás los atacaron por todo su asentamiento de droga. Aunque no lo creas debajo de este edificio es un laberinto. Cada sección lleva a la droga “Beso de la verdad”, ya sabes, yo prefiero llamarla “Beso del demonio”. No te recomiendo ir a revisar, estamos descontaminando el lugar, quien sea que haya hecho esto quemó todos los almacenamientos de droga. Así como también destruyó hasta el ultimo arma del edificio… Aun no sabemos cuantos muertos hay, pero si sabemos que asesinaron hasta al ultimo de ellos.

    –¿Y sabes que sucedió con el hombre de la llamada?

    –Murió. Al parecer tenía multiples desgarres internos. Algún mago debió haberle hecho algún tipo de magia de aire para hacerlo implosionar… Su garganta estaba destrozada, me dijeron que fue por el esfuerzo de tratar de conseguir un poco de aire.

    –El hombre sabía de los cuatro prisioneros asesinados. Alguien debió intentar encargarse de él, pero no lo logró…

    –Se podría decir que nuestro informe esta completo… Un poco de análisis, un poco mas de investigación y habremos terminado… Solo faltaría saber que clase de grupo vino a encargarse de estos vagos.

    Kian vio como uno de sus soldados cargaba con una pistola que el perfectamente reconocía. Eran del almacén de la comisaria… Y el almacén de la comisaria no había sido abierto a la fuerza… –Sí– Dijo Kian con rostro ido –Eso puede ser difícil de descubrir…


    (…)​


    Bastian se encontraba a un paso de llegar a la calle libre fuera de los territorios cada vez más pequeños de LaneCloud y Hericent, cuando escuchó una voz gruesa hablarle desde atrás.

    –Si das un paso mas, habrás dejado atrás todo lo que conoces de tí.

    Bastian se dio la vuelta para toparse con el viejo rostro de Claarn. La lluvia le mojaba por completo, tenía las manos en los bolsillos de su chaleco y el agua le escurría desde su viejo sombrero.

    –¿Has venido a detenerme?

    –He venido a hacer que tomes una decisión.

    –Mi decisión ya esta elegida.

    –Eso parece– Dijo el hombre levantando los hombros –Ya me tope con lo que hiciste en la comisaria. También pude revisar lo que hiciste en el edificio… Fue horrorosamente increíble. Te entrené bien.

    Bastian furioso comenzó a caminar hacia Claarn –¡¿Me entrenaste bien?! ¡Eres feliz por esto, maldito viejo!

    –No. Todo lo contrario. Me siento terriblemente triste. Te pude haber entrenado bien, pero no era para eso.

    Bastian se detuvo. Su rostro mostraba un cólera incontenible –¡Si hoy mismo hubiese ido a inscribirme en el ejercito hubiese terminado haciendo exactamente lo mismo!– Le aulló señalando en dirección al lejano pueblo.

    –Pero habrías peleado por otros. No por ti.

    La lluvia comenzó a golpear más débilmente. Volviéndose casi una brisa. El ruido era silencio. Solo el ligero viento corriendo de un lado a otro.

    –Yo… Yo… Yo lo hice…– Murmuró Bastian observando el piso.

    –Lo hiciste para vengar a Melissa.

    Bastian abrió los ojos y vio a su viejo tutor.

    –Lo se. Yo hice exactamente lo mismo. Pelee en la guerra porque quería vengar a mi querida prometida Felicia Audez.

    –¿Tú…? ¿Tú tuviste…?

    –Una prometida. Así es. Tuve muchas mujeres en vida, viví la vida bien. Pero un día llegó ella y borró el rostro de todas las demás e iluminó la oscura figura que eran los tiempos de guerra. La amé con todo el corazón e incluso ahora sigo perteneciendo a ella… La mataron durante una misión del Servicio Secreto… Fueron los brujos… La depresión me consumió. Y cuando en mi cuerpo solo había cólera. Tomé mi arma y maté hasta el último de ellos… Conozco el camino que habrás de tomar, Bastian. Y por mas que el al inicio el trago de la venganza es dulce, con el tiempo se vuelve amargo.

    Bastian dio un paso hacia atrás –Pero… Yo necesito vengarla.

    –No. No lo necesitas... Esa es solo tu voz tratando de lograr que no te vuelvas completamente loco.

    –Claarn… No podrías comprenderlo…– Gruño Bastian mientras se tomaba el pecho de su poncho. Apretó los dientes y se dio la vuelta para seguir con su camino.

    –Lamento no haber podido ayudarte– Dijo Claarn con una voz que jamas le había escuchado usar. El chico se giró levemente para ver que efectivamente era él –Lo siento enserio.

    En la vida creía que habría de escuchar a Claarn disculpándose por algo, ¿Qué era eso? ¿Una maldita ilusión que te obligaba a ver lo más ridículo de la vida?

    –Cuando Melissa murió vi en ti que algo cambio a demás de tu adicción a la bebida, a fumar o incluso a estar buscando chicas con las cuales fornicar sin necesidad de una relación verdadera… Sin embargo deje todo ese trabajo de recuperación a Alicia. Ella tenía algo en su ser que traía bienestar… Y cuando menos me di cuenta realmente estaba haciendo progresos… Créeme que creí que para este momento tú te encontrarías muy lejos con ella. Creí que huirías y si te soy sincero, no me hubiese molestado para nada… Déjame decirte que estoy seguro de que Bruno tampoco se habría enojado… Si Bruno los hubiese visto juntos estoy seguro de que él habría dicho, que hacían mucha mejor pareja que él y ella… Sin embargo ese fue mi mas grande error, suponer que Alicia podría hacerlo sola… Así como suponer que tú irías con ella… Nunca supongas, Bastian.
    –Yo… No quería lastimar a Bruno… Yo tenía todo este sentimiento de odio muy dentro de mí… Y si Alicia lo descubría… yo se que le lastimaría mucho.

    –¿Por eso esperaste a que se fuera? ¿Crees que Alicia habrá de amar al Bastian en el que te estas por convertir?– Claarn caminó hacia el muchacho –Contéstame Bastian, ¿Enserio crees que Alicia te va a aceptar una vez llegues manchado de sangre a su casa?

    Bastian agachó la mirada. Claarn caminaba tan imponente como siempre hacia él.

    –Contesta…

    –¡No!

    –¿No… Qué?

    –¡No me querrá! ¡Pero por eso yo la olvidaré y jamas la volveré a ver! No podría verla a los ojos… De hecho…– El chico miró el pueblo –Estoy seguro que ya no seria capaz de reconocerme.

    Claarn se puso enfrente enfrente del chico y le dijo –Claro… Por eso ahora mismo cargar el poncho que te regaló…– Bastian abrió bien los ojos –No hay nada peor que un vengador sin amor.

    –¡No hay manera de que regrese después de lo que hice!

    –Kian y Gus. Mas tarde Fabriccio habrán de confirmar que fue una riña entres mafias. Lo de la comisaria solo seria un interrogatorio para saber cuanta información nos soltaron. Las opciones están parejas. Solo estas a un paso de distancia de cada una.

    –Claarn…– Le dijo Bastian con la mirada gacha –Yo no podría vivir así... Si solo hubiese asesinado a criminales, lo haría, pero sobre mi espalda llevó la vida de una persona inocente... Lo siento. Para mi, la transformación ya fue hecha– Le dio una palmada en el hombro y le mando una sonrisa forzada –Gracias por intentarlo– Y se dio la vuelta caminando dando el paso hacia la carretera libre. La lluvia comenzó a caer de manera brusca de nuevo.

    Claarn lo observó apartarse bajo la lluvia.

    Entonces Bastian se dio la vuelta.

    –¿No me dirás que soy un niño que no sabe nada?– Preguntó el joven.

    –Oficialmente hoy ya no eres un niño. Aunque ciertamente eres el hombre mas idiota que esta actualmente parado en este planeta…

    Bastian apretó los labios, puso una mirada apenada y continuó su camino por la larga carretera.

    Claarn admiró la vista. Solo un hombre bajo la lluvia.


    (…)​


    En la tarde de ese día lluvioso Kian, Gus, Fabriccio y Claarn se encontraban en la comisaria. Fabriccio junto con su personal estaban inspeccionando las escenas del crimen llevado a cabo. Estaban analizando hasta la última pista. Entonces llegaron al almacén de armas.

    –¿Dices que se llevaron 5 pistolas, 4 granadas explosivas, 8 granadas de humo, 2 escopetas recortadas, 3 fusibles cortos y un fusible largo?

    –Así es– Confirmó Kian mientras estaba recargado en la pared dentro del almacén.

    Gus y Claarn veían desde el pasillo como inspeccionaban la habitación.

    Fabriccio se dio la vuelta, se puso de cuclillas y vio la puerta del almacén –Forzaron la cerradura…– Dijo de pronto. Kian vio atentamente el picaporte y los seguros, no se había percatado de que estaban completamente destrozados –Tendré que reportar con Marcus que tenemos que reforzar aun mas esta comisaria. No podemos permitir que cosas como esta sucedan.

    –Lo que sea necesario, Lecter– Dijo Claarn mientras fumaba.

    –Por cierto, Claarn– Se levantó el detective –¿Dónde esta Bastian? Quiero felicitarlo por su cumpleaños.

    –No podrá ser, detective– El veterano se separó de la pared y comenzó a caminar rumbo a la entrada de la comisaria –Bastian Arcnaik al parecer se fue de LaneCloud junto con Alicia Lane. Se fueron ayer por la tarde.

    –Pero mis soldados me dijeron que ayudaron siguiendo a Alicia hasta la carretera libre– Renegó Gus.
    –Eso fue para que las personas del pueblo no sospecharan, Gus. Bastian quería cuidar la imagen que LaneCloud y Hericent tenía de la chica… ¿Qué comenzarían a decir de ella si de pronto huyeran juntos?
    –¿Cómo sabes todo esto?– Preguntó Fabriccio.

    –Me dejó esta carta– Claarn sacó del bolsillo interno de su chaleco una hoja doblada con la firma de Bastian –Aquí lo dice todo…

    Martin llegó hasta ellos en ese momento –Entonces es verdad… Bastian se fue…– Del interior de su saco de vestir mojado sacó una carta igual a la de Claarn. Y Mike que acababa de llegar junto con Martin también levantó una carta.

    –Las dejo debajo de la cama– Dijo el niño.

    Fabriccio soltó un bufido risueño y comenzó a caminar hacia el interior de la comisaria para inspeccionar con detalle la escena de tortura –¡La llama de la juventud puede ser tan impredecible!

    Claarn se guardó la carta y siguió caminando hacia la entrada de la comisaria –Solo espero haya tomado la mejor decisión– Fue lo ultimo que dijo el viejo sheriff de LaneCloud.

    Kian levantó una sonrisa de pronto.

    –¿Por qué sonríes, Kian?

    El soldado comenzó a reír mientras le mantenía la mirada a Claarn –Nada… Solo me sorprende Bastian…– Su sonrisa creció –Nunca imagine que Bastian era así.

    –¡Que te pasa! ¡Ese idiota se ha conseguido mujer antes que nosotros! ¡Antes que su puto padre!– Aulló Gus alterado.

    –¡Aprendió bien!– Comentó Martin con tono alegre.

    –¡Hey papá Claarn! ¿Entonces eso significa que yo soy el nuevo sheriff de LaneCloud?– Gritó Mike emocionado mientras le saltaba a la espada a Claarn.

    –¡Aun te hacen falta crecer unos cincuenta centímetros para eso, pequeño mono!– Claarn se dio la vuelta mientras reía. Las miradas de Claarn y Kian se conectaron.

    Se sonrieron. Luego los gestos de ambos se fueron apagando. Claarn desapareció de la vista de Kian y el joven solo pudo decir en un susurro.

    –Solo esperó que haya tomado la mejor decisión...
     
    Última edición: 24 Noviembre 2019
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