Two-Shot El Hombre,El Caballero y El Lobo. [Dark Souls]

Tema en 'Fanfics sobre Videojuegos y Visual Novels' iniciado por Rider, 24 Febrero 2020.

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    Rider

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    Escritor
    Título:
    El Hombre,El Caballero y El Lobo. [Dark Souls]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2182
    Por allá, en lo profundo del bosque, pasando más allá de la campana del despertar en la capilla invadida por los no muertos, se encuentra una puerta de piedra, sellada por magia ancestral, un sello de amor y una imponente fiera, que lo único que busca es salvar a aquellos incautos de caer ante uno de los enemigos más mortíferos y corrosivos del hombre… ”El abismo.”

    Alguien algunas ves dijo: “Cuando te quedas mirando al abismo, este te mira de vuelta”
    Pues esa persona mintió, el abismo siempre te observa, no importa si tú lo estás mirando o no, él se expandirá con cada latido que su negro corazón palpita; buscando una manera, buscando un lugar, buscando el momento, pero créeme que llegará hasta ti.

    Hace mucho, pero mucho tiempo; cuando aún quedaba algo de luz en el reino de Lordran, hubo un pequeño pueblo, habitados por curanderos y magos de renombre; este sitio era conocido como Oolacile, uno de los muchos pueblos anexos al reino. Cuentan las leyendas que los habitantes de este pueblo fueron engañados, seducidos por una extraña serpiente de enormes dientes, quien les prometió sabiduría y poder más allá de lo que sus simples mentes mortales podían imaginar; para acceder a tal recompensa solo basta una cosa, buscar una pequeña tumba, un viejo lugar de reposo de un antiguo hombre primigenio…
    Engañados por una serpiente o no, quizás los habitantes de aquel pueblo debieron considerar que hay algunos seres que merecen un duradero descanso, pues ellos en vida sufrieron todos los males que el mundo pudo albergar, justo como nosotros …

    Lo que fuere que despertó aquella vez, despertó furioso, colérico, dispuesto a engullir a todo el mundo en oscuridad, la oscuridad que fue lo único que pudo conocer, lo único que siempre lo espero con los brazos abiertos. Algunos trataron de frenarlo, pero al toparse ante aquel ser engendrador del abismo mismo no pudieron hacer nada más que sucumbir ante su basta oscuridad, sucumbir ante una verdad incómoda, pues la oscuridad se propagaba por Oolacile no era nada comparada con la oscuridad que ya habitaba dentro de cada uno de los humanos, tal vez lo que el abismo hacía era mostrar esa parte interior que la humanidad siempre quiso negar.


    Pasaban los días y el pueblo se hundía cada vez más en su perdición, perdición que no había llegado más que por mano propia, la única diferencia es que esta perdición decidió tomar la forma del abismo; y con cada día que transcurría cada uno de los habitantes de Oolacile se perdían en la oscuridad, incapaces de volver, incapaces de razonar, hasta tal punto que no quedo ni un solo habitante que no fuese carcomido por el abismo.

    Pero bueno, por cada pueblo debe existir un gobernante ¿No es así? Pues esta era Dusk, princesa y protectora de Oolacile. Desesperada por el inminente final de su pueblo, rogó por la intervención de una fuerza superior para frenar esta abrumadora amenaza…Y ahí fue cuando él decidió intervenir: Gwyn, señor de la luz solar, aquel que gobernaba por encima de todos, monarca de Anor Londo, la ciudad de los dioses, aquel que lideró la mítica batalla contra los dragones eternos, el señor de señores. Gwyn, notando la increíble amenaza que se cernía sobre él y amenazaba su preciado reino, decidió hacer algo al respecto; como señor de la luz solar, Gwyn contaba con enormes legiones de soldados, creados a partir de fragmentos de su propia alma, los conocidos caballeros de plata, guerreros fieros y eficaces, clamando victorias allá a donde fueran, pero de entre todos ellos, existían aquellos que se alzaban por encima de los demás, los cuatro caballeros de elite de Gwyn.

    Ornstein el mata-dragones, capitán de todo el grupo, el gigante Gough el ojo de halcón, Ciaran la espada del señor, y por último, el quizás más conocido y aclamado de todo el reino: Artorias, a quien después se le conocería como el caminante del abismo.

    Artorias era el mejor espadachín de todo el reino, increíblemente letal con su espadón y sumamente resistente con su gran escudo, no había nadie igual bajo las órdenes de Gwyn, debido a esta increíble habilidad y reputación él siempre era el encargado de liderar las campañas de acción fuera de los limites Anor Londo, muchas veces, bastaba él solo para completar las misiones, pues su mera presencia ahuyentaba a la maldad, y era capaz de llenar de esperanza los corazones de todos los habitantes del reino.

    Aún con tal reconocimiento y renombre, Artorias vivía un vida solitaria, pues al pertenecer a la elite de señor Gwyn, sus interacciones se limitaban a sus otros 3 compañeros de elite, sobre todo con Ciaran, la más letal asesina del reino, con quien se podía percibir que tenía un vínculo más particular. Y aun así, esas juntas con sus camaradas en armas eran muy escasas y efímeras, pues cada uno de ellos siempre tenía encargos de que ocuparse; Artorias llevaba una vida solitaria, hasta que en lo profundo de los bosques aledaños a Anor Londo encontró un pequeño cachorro de lobo gris, el pequeño estaba asustado y parecía hambriento, quizás se había separado de su manado por error.

    Artorias adoptó al pequeño lobo bajo su cuidado, lo nombró Sif, lo entrenó y crió
    para ser una fiera excepcional en combate.

    El caballero y el lobo encontraron en el otro algo que creyeron que no podrían encontrar jamás en este mundo tan cruel…Compañía. Juntos se convirtieron en un dúo imparable, completando campañas con eficiencia y fervor, volviéndose en los más grandes símbolos de la armada exterior de Gwyn.

    El caballero Artorias ya había tenido breves encuentros con criaturas contaminadas por el abismo, incluso había obtenido unos cuantos tesoros y artefactos que le ayudaban a contrarrestarlo: Un colgante mágico de plata capaz de desviar la magia ruin evocada por las criaturas del abismo y un pequeño anillo con una gema verde, el aniño del pacto del abismo, un anillo que permite a su portador hacer habitable el abismo, que este pueda caminar sobre el sin ser engullido en el acto.

    Con estos poderos artefactos en su poder y con la compañía de su leal cachorro, Artorias se puso en marcha al corrompido pueblo de Oolacile por encargo directo del Señor Gwyn.

    El viaje fue arduo, pues pese a que el pueblo se encontraba cerca de la ciudad de Anor Londo, el sitio ya se encontraba plagado de multitud de criaturas y hechiceros trastornados por el abismo; aun con todo, Artorias y Sif lograron abrirse paso a través del coliseo del pueblo y la plaza principal, ambos podían notar como el sitio se hundía de manera literal en la oscuridad; tras varias hora de esfuerzo, los compañeros lograron llegar a lo que quedaba de la mazmorra municipal de Oolacile, en donde se encontraba lo que parecía la entrada a la tumba de la criatura que estaba esparciendo el abismo; Artorias se preguntó si aquella celda de la mazmorra había sido construida sobre la entrada a la tumba de la criatura o…si quizás ese había sido el último sitio en que dejaron a la criatura antes de que se convirtiera en lo que es ahora.

    Descendieron por lo que parecía una caverna, que antiguamente había estado habitada, pues en ella había pilares, columnas y pasillos que parecían haber sido obra de mano humana. Cuanto más descendían más pesado se volvía el lugar, sentía con si alguien les estuviere observando; y así era, de entre las sombras unas siluetas fantasmagóricas se acercaban al lobo, Artorias defendió a su compañero cómo pudo, mientras que Sif hacía lo propio, lograron derrotar a las apariciones, pero no importaba cuantas fueran eliminadas, seguían llegando más y más.

    El caballero y el lobo decidieron avanzar sin discreción, pues no tenía sentido esperar a acabar con todos esos fantasmas del abismo, cuando era de mayor relevancia acabar con la criatura que los hacía aparecer y que estaba devorando el pueblo. Tras un agotador esfuerzo por atravesar el lugar, los 2 compañeros se encontraron ante una gran puerta de niebla, ellos sabían lo que significaba, tras esa niebla se encontraba la criatura que causaba todo este mal.

    Juntos atravesaron la neblina, solo para notar que al otro lado de esta había un risco que conducía a la nada, el sitio parecía tan profundo que no se lograba ver el final de este.

    De pronto una enorme y oscura mano emergió de las sombras, tomando con violencia al caballero y al lobo, arrastrándolos a las profundidades; Sif y Artorias quedaron inconscientes por unos segundos, pero cuando volvieron en sí, la criatura que yacía ente ellos era abominable.

    Tenía una altura de casi 8 metros, su brazo izquierdo estaba totalmente cubierto por pelaje oscuro y podía estirar esta extremidad a voluntad, mientras que en su mano derecha portaba lo que parecía un enorme catalizador de magia, muy antiguo; de su cabeza brotaban cuernos y protuberancias enormes, y en cada una de ellas había ojos rojos dispersos, sus patas eran larga y delgadas, pero a cada paso que daba podían sentir como la tierra se estremecía a su alrededor…Querían toparse al causante de la expansión de abismo y finalmente lo habían encontrado…ante ellos yacía: Manus, padre del abismo.

    No había vuelta atrás, el caballero y el lobo se prepararon para el combate que les avecinaba, no sin antes Manus vociferar un estruendoso rugido, no estaba molesto, estaba fúrico. Artorias blandía su espada con determinación, asestando golpes como buenamente podía mientras se cubría con su gran escudo de plata, por su parte Sif mordía a Manus con sus filosos colmillos y arañaba los múltiples ojos de la bestia.

    El enfrentamiento fue extenso, el paso del tiempo y los potentes ataques de Manus hacían mella en la resistencia del caballero y el lobo, se notaban cansados, pero Manus por su parte no estaba mejor, por cada cuchillada que recibía parecía que se debilitaba un poco más en sus ataques, siendo lo más atacado su enorme brazo izquierdo, entonces Manus, encolerizado más allá de limites imaginables vocifero un alarido estremecedor, que hizo temblar todo la cámara en donde se encontraban luchando, seguido de un increíble conjunto de golpes frenéticos que hirieron gravemente a Artorias y Sif, pero ambos seguían de pie, dispuesto a luchar hasta el último aliento para frenar esta amenaza, Manus entonces decidió, utilizar el catalizador que portaba en su mano derecha como algo más que un arma contundente, comenzó a conjurar magia oscura sin parar, Artorias pudo desviar unos cuantos orbes oscuros con su colgante de plata, pero Sif no corrió con tanta suerte.

    Las cosas no pintaban bien, Sif se encontraba muy malherido y Artorias altamente exhausto por el combate, Manus al notar que el lobo se encontraba en las últimas decidió arremeter contra él, para posteriormente acabar con el caballero. Manus preparo su imponente puño izquierdo, dispuesto a acabar con la vida del moribundo lobo; pero Artorias no lo permitió, corrió desesperado hacía donde se encontraba Sif, y con su gran escudo recibió todo el impacto de aquel puñetazo, rompiendo el brazo del caballero al instante y dejándolo en un estado agónico.


    El caballero, con lo poco de aliento que le quedaba exclamo unas palabras para su compañero:

    — Ah, Sif…Perdóname…porque no he logrado valer de nada… —

    Artorias extendió su brazo, sujetaba algo en su puño, era el anillo del pacto de abismo, se lo entrego a Sif para que lo portara en su hocico, con él, el lobo podría escapar de aquel lugar que engendraba el abismo, pero evidentemente el lobo se negaría, pues si iba a morir, él quería a morir a lado de su maestro.

    Clavando su espada en el suelo cómo apoyo, el caballero se puso de pie como buenamente pudo, dirijo una simple mirada hacía su compañero a través de los ropajes azules que cubrían los costados de su yelmo, convenciendo a Sif de que era lo mejor, que debía sobrevivir para que pudiera ayudar a alguien más a detener a Manus, y pese a que el lobo rompió en llanto, sabía que debía asegurarse que el sacrifico de su maestro no fuese en vano, cojeando Sif trataba de escapar de aquel lugar, mientras Artorias con la poco fuerza que le quedaba se plantó ante Manus, son su confiable espadón decidió hacer cuanto pudiera para retrasar a Manus y darle el tiempo a su compañero lobo para escapar, pero Artorias lo notaba, podía ver como el abismo iba poco a poco cubría su espadón, podía sentir como la oscuridad iba consumiendo su luminosa alma poco a poco.

    Cuando la luz no sea tan abundante como la oscuridad que la rodea, la oscuridad terminara por engullir la luz.

    …Bastó un solo golpe más para ver caer al que siglos después conocerían como Artorias, el caminante del abismo.

    Nadie se enteró, pero aquella tarde, todo Lordran perdió a lo que alguna vez fue el mejor caballero que alguna vez existió.

    Pero para la desgracia de las almas torturadas de Artorias y Sif, este no sería el último capítulo de su historia.
     
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  2.  
    wasabi

    wasabi Flamer Comentarista empedernido

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    Una increíble historia, no quería ver morir a Sif pero tampoco que Artorias muriese solo después de una vida tan dura. Aún así, murió de la mejor forma al salvar a Sif y haciendo lo mejor que pudo.

    Ojalá Ciaran aparezca en alguna mención en el final de esta historia, merece una despedida Artorias de parte de una persona que significaba tanto para él.

    Estoy ansiosa por ver el siguiente capítulo, sobre todo por la promesa que será una segunda aventura de esos compañeros inseparables. Sin duda son los que merecen terminar con Manus, no existe otro caballero o lobo que lo merezca más c:

    Saludos.

     
    • Fangirl Fangirl x 1

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