One-shot El Guardián | Samurai Senso

Porque quiero y puedo!
Amelie



Un elemento valioso, protector del heredero de Azai y hombre fiel por igual, así definía Kenzaburo a la eterna sombra vigilante que era Terunobu. Hombre noble y leal hasta la médula. La clase de hombre que cree en su deber hasta el final, hasta sus últimas consecuencias.

"El llanto de mi señor Tetsuo, justo cuando este encontraba el cuerpo de su hermano."

—¿Cuál crees que sea la verdadera razón de ser leal a una persona? He visto muchas sucumbir a pecados, nadie es capaz de evadir la codicia.

Fueron las palabras de Kenzaburo, observando la hoguera crepitar en el bosque a unas pocas millas de Shizuoka. La cacería de ambos se había extendido más allá de las fronteras de la prefectura y debieron levantar campamento mientras devoraban uno de los jabalíes que habían logrado atrapar.

—Ser leal a lo que importa. Ésa y no otra, es la verdadera razón de lealtad.

Kenzaburo desvió la vista y volvió a concentrarse en el trozo de carne que humeaba entre sus dedos. Se chupó los dedos de la mano y se limpió el dorso con la boca. Observó con atención a Terunobu, el cual estaba justo del otro lado de la hoguera, comiendo una gran pata de carne de jabalí jugoso. Terunobu era la clase de hombre que pertenecía a una rara raza que se creía exterminada; era puro, implacable, lejos de la corrupción y la blandura. Pronto comprendió qué era eso que le llamaba tanto la atención de ese sujeto, porque su compañía le resultaba gratificante. Lo admiraba. En el fondo deseaba ser cómo él. Admiraba y añoraba sus recuerdos de una familia que le esperaba de regreso. Una familia que no puede anteponerla a su deber. Una familia que él no tenía, ya que su familia lo había expulsado desde muy pequeño. La imagen de Mao sonriendo, bailando, moviendo esos piecitos tan pequeños en círculos y en perfecta sincronización. La mirada de Kenzaburo se volvió torva, con pensamientos oscuros mientras Terunobu, siempre vigilante, observaba el perímetro con precisión calculada.