No puedo soportarlo, no puedo hacerlo mas, no puedo taparme los ojos y fingir que no esta ahí, quisiera quedarme durmiendo para siempre, atrapada en mis sueños, en mi mundo. No me gusta este mundo, no me gusta ella, no es que la odie, no me gusta esa maldita mirada, esa mirada que me estremece haciendo que crea que mate a alguien cada vez que una de las pequeñas cosas de la vida me salen mal y hace romper las cadenas de la poca cordura que me queda, desasiendo mi moral, poniendo un cuchillo en mi mano, tiene sed, sed de sangre, quiere darse un baño es ese exquisito liquido rojo que te da cierta excitación de volver a hacerlo. Lo hice, yo lo hice. Es lo que vengo a decir, ya no soportaba su mirada, esa maldita mirada que me enloquecía, me obligaba a hacerlo, tenia que seguir las voces de mi cabeza “te vas a sentir bien”, “te divertirás”, “puedes hacerlo toda las veces que quieras” las voces me decían que lo hiciera me obligaban a hacerlo ¿Por qué no hacerlo? ¿Por qué no darme el gusto? Me sentiría bien muy bien. en uno de los viajes que hice con ella tuvimos que ir Estados Unidos, en un recorrido por el centro entramos a una librería, uno de los libros de Amor y muerte me llamo la atención me encantaba leer sobre personas que rompían lo poco de cordura que tenían y se volvían completamente violentas, lo tome, quería comprarlo me gustaba, al llegar a la caja, mientras yo caminaba una niña se cayo a los pocos centímetros delante de mi, estaba a punto de pisarla pero reaccione y no lo hice, solo la observe, ella grito mi nombre luego, volvió… volvió!! Esa maldita mirada volvió, era peor que antes esas malditas arrugas la hacían parecer … la hacían parecer mas… no lo se pero fue el peor sentimiento que haya vivido ¡no se puede describir con simples palabras! ¡Es algo imposible para mi! --Se rompió-- susurre, lo poco de cordura que tenia se rompió un día ella estaba sentada en el sillón durmiendo, esa maldita mirada en su rostro me obligo ¡ella me obligo a hacerlo! Por lo que con el cuchillo en mis manos fui a donde ella descansaba, me acerque y susurre —puedes mirarme con esa maldita cara tuya, por que al fin mate a alguien— y enterré el cuchillo en su cuello, la sangre que brotaba por su cuerpo me hizo sentir mas y mas aferrada a la vida el cuchillo estaba feliz al igual que yo, sentir ese hermoso liquido recorrer mis dedos, y ese color rojizo, ese sentimiento era como esa mirada, solo que este se sentía bien, se sentía bien —¿puedo hacerlo de nuevo?—le susurre a mi cuchillo — Todas las veces que quieras— me susurro sonreí mire el cadáver, lo hice parecer suicidio. No me gusto arruinar mi obra de arte, pero tuve que hacerlo, sino se enterarían, me encarcelarían y no podría seguir matando. Da igual solo con calmar las voces de mi cabeza y complacer a mi cuchillo todo estaría bien. Se me salió de control pero me sentía bien, los meses pasaban y la policía dejo como suicido al primer asesinato que cometí, pasaron 6 meses y mate a 10 personas, eran las que mi cabeza me decía –mátalo a el, pero primero hazlo miserable—y veía una imagen del que tenia que matar, investigaba quien era, con quien vivía y a quien molestaba. esa noche mientras los padres del chico no estaban entre a su habitación, el estaba frente al computador, mire la pantalla por unos segundos, vi que insultaba gente, vi como se reía en sus caras. Eso me enloqueció por primera vez en mi vida sentía el completo deseo de matarlo de no dejar ni un rastro de su cuerpo, por lo general solo lo apuñalo pero esta vez enloquecí, espere hasta que se durmiera, fui hasta su cama y…
