One-shot de Naruto - El destino que nunca quise para ti

Personajes: Minato y Kushina
Palabra: rojo
Actividad: palabra por palabra

El destino que nunca quise para ti​

Minato sintió el desgarro en el corazón como si hubiese recibido un ataque directo con su kunai cuando vio volver a su equipo, ahora reducido, con aquella expresión que les decía absolutamente todo sin tener que decirse una sola palabra.

Volvió a palpitar con una fuerza dolorosa. Quiso pronunciar ese «Lo siento» que tenía atravesado en la garganta, lastimándolo internamente, pero no pudo.

La distancia entre sus alumnos se redujo y aunque quería darles consuelo a ambos, Kakashi se apartó yéndose de ahí sin decir palabras. Rin, por el contrario, ya no pudo contener el llanto y lloró en brazos de su maestro hasta que se le acabaron las lágrimas.

Y él no podía hacer nada más que mirar…

Despidió a Rin y fue a buscar el lugar donde el cuerpo de Obito descansaba… y de ese sitio, no quedaba nada, si quiera para hacerle un entierro digno. Él lo sabía, parte de la vida de los ninjas era así. A veces, no quedaba más que el recuerdo de la persona que había dado su vida protegiendo la aldea, a sus compañeros: lo que amaba.

Estuvo ahí hasta bien entrada la noche, cuando el frío y la lluvia le recordaron que debía volver a casa. Y entonces, supo que había algo mucho peor que todo lo que estaba viviendo.

Llegó con el cielo oscuro, negro y tan violento por aquellos sentimientos que dolían como una herida abierta que era removida, que ni siquiera notó lo frío que estaba su cuerpo por el agua.

Kushina lo recibió preocupada. Toda su alegría se había esfumado al ver el semblante de Minato y ahí, en el mismo recibidor, lo abrazó y se quedó entre sus brazos largo rato. Minato quería retrasar la noticia todo lo que pudiera ¿Cómo decirle que Obito había muerto? Si sabía lo mucho que lo quería Kushina. ¿Cómo podía decirle que él no había sido capaz de protegerlo? Si había jurado poner a sus estudiantes y sus vidas antes que todo… y siendo el rayo amarillo de Konoha, no había sido lo suficientemente rápido para llegar a salvarlo.

Era su maestro.

Era su deber.

Y no lo cumplió.

Abrazó a Kushina quién sentía el corazón a punto de escapársele del pecho cuando oyó aquella noticia que ya intuía: algo había pasado y había sido trágico. Sin embargo, ella jamás se imaginó la magnitud que cobraría y lo fuerte que sería para ella oírlo en voz alta.

Minato se concentró en su cabello rojo y como éste había quedado embebido por el agua de lluvia de la que él era portador. Acarició la mejilla de Kushina y sus lágrimas brotaron de sus ojos.

¿Por qué?

¿Cómo?

¿Cuándo?

Obito…

Las únicas palabras que salieron de sus labios fueron esas. Minato se sintió peor, después de saber que ella lo quería tanto como si fuera uno de sus hijos, que incluso, había deseado tener un niño tan valiente y optimista como él… le dolió más...

Quizás no fuera tanto así la muerte de Obito sino, escuchar a su esposa llorar mientras se aferraba con fuerza a él era algo que lo ponía realmente peor.

Y eso dolió más. Y eso lo iba a ayudar a mejorar. A entrenar. Se encargaría de que el destino de Obito, de que su muerte y el dolor de sus compañeros de equipo, de sus amigos ¡de él mismo! No se volviera a repetir.

Minato abrazó a Kushina más fuerte y la dejó llorar en su pecho. Iba a dar todo de sí, por Kushina, por sus alumnos, por la aldea. Ese era su camino ninja, uno del que jamás se retractaría. Aunque ahora, lloraría en silencio con su esposa, hasta que dejara de llover, hasta que el recuerdo dejara de doler…