El Despertar -Aventura por los reinos Feudales (sesshRin+ sesshKag)

El Despertar -Aventura por los reinos Feudales (sesshRin+ sesshKag)

En una nueva entrega que probablemente abandonaré cuando le pierda el gustito... Ok no xD empieso de nuevo.

En una nueva entrega donde la aventura es cada vez más complicada, jodida, sensual, dolorosa, romanticona y atrapante, vuelvo con una de mis fantasías más rumososas.
Aquí, el último fic escrito por mi:

Abrió sus ojos, tratando de adaptarse a la luz que peligraba su cordura. La voz trémula de quien la había pateado resonó en su mente a la vez que ella lograba sentarse.

-¿qué pasa? ¿Qué hacen acá? Y ¿Dónde estoy? –preguntó frunciendo cada vez más el ceño, y observando como dolorosamente se levantaba de un piso lleno de rocas. De un salto, se vio frente a un panorama de chicos sentados, levantados y otros aún dormidos, y ninguno le dio la impresión de saber qué sucedía. –Kohaku –reconoció entre todos y se acercó -¿Dónde estamos?

-no tengo idea Kagome, me despertó Sango recién. No tengo idea de cómo llegué acá, yo… -recorrió con la mirada y un movimiento tieso el lugar y demostró que tampoco sería de mucha ayuda.

-Sango –buscó al instante…

Sus cabellos negros azulados cayeron sobre su hombro, tal y como si siguieran rítmicamente una danza funesta. Caminaba decidida y despierta, pero su mente aún lamentaba la luz que la adormecía. Era alta y pálida, vestida por completo de negro. Notó las ropas de los demás, extravagantes, ajustadas, sensuales… y entonces notó que ella también estaba vestida diferente, con un toque de sensualidad que en su guardarropa siempre soñó tener.

-¿qué demonios…? –exclamó mortecinamente, mientras tocaba sus ropas de satén ennegrecido y sentía que sus pies estaban revestidos con un cuero brillante. Se sintió humillada y a la vez intrigada, excitada al notar el cambio. ¿De quien serían estas ropas? ¿Quién la habría vestido? ¿Dónde estaba? ¿Por qué con ellos? Miró hacia donde provenía la luz, era hora de seguir descubriendo cosas que estaban frente a ella pero aún no había recatado.

El grupo comenzó a despertar y a reconocerse. Ninguno comprendía demasiado de la situación, y la mayoría estaba más concentrada en los dolores que las rocas le habían dado, y en esas nuevas ropas que en el hecho de estar allí.

-…así que no tenemos idea de cómo llegamos aquí, solo que despertamos de la muerte, ¿así porque si? –preguntó un chico, alto y fornido, sentado con los brazos caídos a los costados. Tenía un corte vampiresco en sus ropas, y su voz sonó grave y cansada a la luz de esa cueva.

-en realidad cuando me desperté, lo único que noté fue que recién amanecía. Por lo que hablamos, todos nos habíamos recostado a dormir, y es lo último que sabemos –aclaró Sango, una muchacha delgada que estaba de pie apoyada en la pared más alejada de la entrada, vestida con ropas góticas, y botas de piel marrón. Miraba hacia el techo, con un gesto honorable y misterioso, mientras los demás se perdían en el murmullo del eco.

-creo que lo más extraño es el cómo, pero también porqué nosotros. ¿Ya se preguntaron porqué estamos vestidos así? –preguntó una chica de cabellos rojos, mientras se ponía de pie. Al hacerlo, cayeron unos velos negros desde sus pechos, y dejaron ver un delicioso vestido victoriano de color azul opaco. –creo que tiene que ver con que somos los únicos que nos vestimos de esta manera en nuestra ciudad, por ahí algún desquiciado nos está usando para una fantasía gótica, qué se yo…

-pf.. –Interrumpió otro chico, que la observaba algo libidinosamente – que nos vistamos diferente a los estúpidos de la ciudad –dijo en tono macabro y sonriente –no quiere decir que alguien nos use como muñecos de torta para disfrazarnos de esta manera. Personalmente, no me desagrada la idea –señaló sus ropas ceñidas a su delgada figura y rió trémulo, mientras miraba el rostro compungido de cada quien –pero Ayame, no creo que esto sea arte de un loco.

Ayame de cruzó de brazos ante la impertinente muestra de egocentrismo y despreocupación de su compañero.

-pero me vas a decir que estar vestidos así es cosa de todos los días… -refutó el chico quien en ropas vampíricas seguía la conversación.

-por supuesto que no, ¡y que suerte la nuestra!, ¿Cuántos de ustedes soñaron con estar vestidos así? Se nota que estas telas son costosas, estos trajes…

-Rencotsu, ¿lo único que te llama la atención son las ropas? –Arrebató Sango, acercándose – piensa que no tenemos idea de dónde estamos… siquiera para qué.

Todos se sintieron incómodos en el momento, pues a todos le fascinaban sus ropas y el aspecto de los demás. De pronto, uno de los presentes se puso de pie.

-por lo pronto, tenemos que ver bien quienes estamos aquí, y descubrir dónde estamos. Así sabremos mejor cómo pudimos llegar a un lugar como este.

Sango sonrió y accedió moviendo la cabeza, pero los demás suspiraron.

-es obvio, Souta, que estamos en una cueva, observa las piedras –dijo una mujer que hermosamente ataviada, parecía la reina del hielo, quien cruzada de brazos en una posición altanera, seguía con su mirada cada movimiento.

-vamos Kagura, ¿no te preocupa un poco todo lo extraño de esto? ¿Siquiera por Kanna? –la voz de Sango resonó en el lugar con eco único, y Kagura dio un paso hacia atrás, miró melancólica a su hermana, que silenciosa se agarraba las manos sobre sus piernas. Se sentó a su lado y guardó silencio.

-bueno –continuó Souta –creo que estamos en una cueva –miró a kagura por un instante –pero primero veamos bien quiénes somos. Aquí están… Sango, su hermano Kohaku, Rencotsu, Kagura, Kanna, Bankotsu, Kikyo, Rin y yo.

-esperen… Kagome también estaba aquí… hermana –dijo Kohaku, quien había guardado silencio hasta que notó la ausencia de la hermosa chica.

-tienes razón –dijo notando un sospechoso miedo surgiéndole por las entrañas –yo la desperté hace unas horas, pero luego con todo… -Sango se dio cuenta que su voz temblaba tanto como sus manos.

-tranquila –dijo el hermano, extrañado por la reacción –seguramente anda por aquí.

-es que…

-allí está –un silencio se realizó luego de que la voz dulce y suave de Kanna resonara por el lugar. Las 9 personas del lugar miraron a la vez hacia la entrada, y una majestuosa doncella los observaba con atención a su vez.

Alta, erguida, celestial, estaba Kagome parada delante de ellos. Su piel pálida brillando en contraste con la luz impertinente y molesta del sol, y ella, ataviada con una tela negra pesada, y botas hasta los muslos.



Bueno, esperemos que guste este fic, obviamente ahora que volví con este, pueden esperar la resurrección de 'El Pianista'

Besos y suerte, Pomy.

 

Re: El Despertar -Aventura por los reinos Feudales (sesshRin+ sesshKag)

Pan Chan: pff para cuando me dijiste del fic ya lo estaba leyendo xD qué te crees, que soy atrasada yo? :P a lo importante primero jej... y sí, cambios a la trama siempre les doy, en realidad es que para mí la armonía de lo correcto es un concepto diferente al de la mayoria xD

My Lady Anju: me alegra muchísimo que te hayas pasado y que quieras leer más, espero tambien que sigas comentando ^^

Kiara Danny: gracias por la fe que le tenés a mi trabajo ^^ y me alegra tmbn que tomes mis consejos.

sirenita: sabes que te kiero xD

Atropos: haré todo lo posible... u.u




Por ahora.. lean xD:


El viento parecía ser una canción silenciosa, queriendo hacer bailar a los elementos a su alrededor. Libre y envidiado, solo podía mover a aquellos que se prestaban a la belleza de su poesía, y los delicados y hermosos pétalos rosas flotaban en una sintonía, como dando poder a sus letras.

Poderoso, imponente, recortado ante la luz de la noche fúnebre, con un oído que le revelaba secretos aburridos, con un olfato que le contaba más de una realidad, y con una vista cubierta por los caprichosos cabellos que querían formar parte de la danza que él, tan inmóvil, no permitía afectarle.

-parece que así no podré pescar nada –dijo la niña, con un infantil y hasta gracioso tono de desesperación.

-bueno, vamonos –la apresuró el sapo, quien quejumbroso, no deseaba más que alejarse del alcance de la lluvia y barro que peligraban su existencia.

-pero…

-¡vámonos, niña! –avanzó concentrado en no enterrarse, como venía haciendo desde unos buenos minutos, en el barro.

-señor Jaken… -se lamentó la pequeña –pobre, por mi culpa se ah mojado todo –razonó, parada sola a la orilla del río. El sapo había pasado ya los arbustos y ella seguía debajo de la llovizna, una cortina fina pero infinita, que cambiaba de dirección cada poco segundos –creo que puedo intentarlo una vez más –miró las olas que empujaban sus tobillos –de otra manera, esta noche volveré a pasar hambre y no quiero molestar a mi amo –reingresó en el agua…

El agua que parecía haber llamado con un leve pensamiento, lo relajaba. Sentado firmemente sobre sus propios pies, analizaba las nubes entre el cielo, divisando en la lejanía penumbra algunas formas que se movían como si volaran libremente sobre el cielo húmedo y caprichoso. Ahora sus cabellos estaban pesados y quietos, moldeando por completo la elegante estructura de su rostro y remarcando sobre su ropa las formas de su musculatura. Desde lejos, parecía una escultura de marfil sostenida con una impresionante quietud relativa a la de los árboles, quienes se balanceaban seducidos por la canción de la lluvia, aparentemente más fuerte que el viento.

Al menos así lo veía Jaken, quien estaba detenido detrás de él, ha unos cuantos metros protegido de la tormenta.

-Jaken –escuchó entonces la grave y poderosa voz de su amo, quien lo había detectado con impresionante rapidez.

-¿si? –dijo, anonadado como solía estar ante la poderosa presencia.

-¿Dónde está Rin?

-mmm… no lo sé –dijo vagamente, cuando el sonido de la voz de su amo llegó a él. Lamentaba no tener oídos tan agudos… e instantes después, lamentó no ser más rápido. Cuando se dio cuenta de la irrespetuosa respuesta, Sesshomaru lo observaba atentamente, amenazándolo con los más peligrosos terrores.

-Búscala –la luz de un rayo contrastó una vez más, volviendo a la estampa en una inmensa visión del más maligno ser que se enfrentaba a un chiquillo y expuesto, pero torpe individuo.

Jaken estuvo inmóvil las milésimas de segundo más largas de su existencia, no pudiendo moverse. Sesshomaru de repente, vivió las moléculas de segundos más livianas que jamás había experimentado… como si la tormenta se detuviera, las gotas pararan su acelerado ritmo, el viento cesara… se volteó lentamente hacia el Norte… ¿qué era esa repentina sensación? Un calor invadió sus garras, su piel se sensibilizó en un fervor completamente fuera de lugar…

-Rin –susurró y se apresuró a buscarla, la tormenta era más fuerte y de pronto ya no divisaba siquiera las figuras de los árboles. Una desesperación recorría su sangre y parecía quemarle los ojos, sus cabellos que estaban pesados, ahora flotaban por la velocidad de sus pasos… algo andaba muy mal, y no era conveniente que una niña pequeña como ella estuviera en medio del agua misma.

El profundo rencor por aquellas bestias que habían salido mojados de sus brazos era la clave para entender al Dios de los ríos. ¿Qué clase de seres eran, aquellos que habían crecido bajo su recelosa tutela, los que habían optado por el sol, el calor y la tierra? El agua se agitaba, crecía y se volvía pequeña, engañosa, como enrollándose serpentinamente. Sesshomaru, atentando desesperado contra un ataque propio de algo desconocido, observaba atónito el movimiento enredado de las lluvias, y se sentía fuera de lugar en esa furiosa danza, donde todo objeto seguía una funesta danza, menos él.

-Rin… -repitió, como ahogándose en su propia saliva. Tenía unas inmensas ganas de alejarse de allí, la tormenta no era el problema, era esta sensación. Un vacío lo estaba trepando, ya no le interesaba la pequeña… gruñó con enfado al no poder controlarse, se estaba encontrando a sí mismo peleando contra su ser para no salir corriendo a las tierras lejanas del Norte.

Miró una vez más lo que esa tarde había sido un río y cerró con fuerza sus garras. En el aire, su olfato le contaba que Rin no estaba más con él. “maldición” se reprochó “ella ahora forma parte de la tormenta misma, y yo solo quiero escapar de ella”. Se alejó sin decir más, en busca de Ah Un… y sin aceptarlo, del sapo.



Los días parecían tornarse cada vez más fríos. Para la hermosa muchacha, esto resultaba atractivo, pues por alguna razón esto la vigorizaba. Sin embargo, y aunque a la mayoría también le complaciera, a muchos de ellos les molestaba y tenían que estar continuamente al resguardo del fuego.

Hacía un par de días, cercanos al primero, en que ella estaba incómoda. Desde un principio la acusaban, y aunque ahora ya no decían más, sabía que las miradas a su espalda no eran amistosas. Se sentó cerca de la salida de la cueva, pensando en la noche, en la luna, en la revelación de sus sueños… en todo lo que había pasado estos últimos días encerrada con ellos –miró de reojo al grupo sentado en distintas posiciones, quejumbrosos-, y especialmente en el rechazo que les había ganado.

-¿estás bien?

-Sango… sí –dijo sin observarla, hundida en sus pensamientos.

-mira, te traje esto… -le extendió unas frutas rojas –son de los arbustos más abajo, hoy llegamos a esos –dijo denotando en su voz el orgullo de su prole. Kohaku y ella parecían salvajes cazadores, hechos para sobrevivir. Así estaba convencida que los demás los veían, aunque en realidad la chica sentada a su lado miraba irritada y desentendida hacia fuera, sabiendo que de quererlo, podría cazar muchísimo más que eso.

¿En realidad podía? Se preguntó porqué últimamente pensamientos como esos la llenaban, esas seguridades, esos impulsos. Hacía dos días que no salía a ver la luz del sol, y por las noches, solo se quedaba a unos pasos de la salida. Y no era porque quisiera realmente, sino por la leve impresión de que si lo hacía, algo malo le pasaría. No era un claro miedo, sino un desafío. Algo que ella quería hacer, pero sin decidirse aún… pues no olvidaba los reclamos de moralidad que aquella vez le habían hecho.

“¿cómo me voy a ir de esa manera? Eso me preguntaron, y luego me llamaron desconsiderada. Hasta me pusieron en alguna extraña sospecha, como si supiera algo sobre porqué estamos aquí…” gruñó inmóvil, pensante y callada, como estaba desde que habían llegado.

Sango suspiró, Kagome parecía decidida a ser diferente. Quería animarla, de alguna manera disculparse por los reclamos que le habían hecho los demás. Volteó y observó detenidamente a los otros, quienes seguían discutiendo sobre las vanalidades de la situación.

-¿qué tal si me acompañas y buscamos juntas la cena? –ofreció a modo de reconciliación. Por un instante observó un raro gesto en el rostro de la muchacha, pero no obtuvo respuesta –tal vez podrías mostrarme qué hiciste aquel día…

Aunque el tono no era desafiante, algo en la mente de Kagome la hizo ponerse de pie de un salto. Los demás se sorprendieron por la agilidad y destreza que la chica mantenía días después de insistente inactividad… de pronto, los velos en la ropa de la chica flamearon y se perdieron a la luz del día menguante.

-que comience la casería –sonrió a Sango, quien estaba a su lado. Su amiga por un momento creyó ver nuevamente el brillo de su alegre doncella…cuando la dejó seria y anonadada al verla saltar de repente y caer de golpe por el peligroso acantilado de rocas, unos cuantos metros de alto…



Te gutó o no te guto?? xD

Pomy

 

Re: El Despertar -Aventura por los reinos Feudales (sesshRin+ sesshKag)

Bua... no voy a abandonar ahora xDD les traje la conti. Veámos que tal:




-demonios… -susurró mientras su espada flameaba en una gitana danza. El poder, la energía… se sentía extasiado y molesto, irritado a la vez. Sus suspiros, su respiración, sus caídas y sus maldiciones, todo formaba parte de la extraña música en la que los demás querían ingresar, formar parte y morir con ella. –no comprendo porqué estos demonios están tan desesperados –dijo en tono de súplica y confusión, seguía molestándole el hecho de estar cansado y verse obligado a sobre exigirse ya que no acababan de llegar nuevos –si tan solo se quedaran quietos-y saltó sobre la rama de un árbol –es todo, no podré salvar esta aldea tampoco.

Se quedó en silencio unos minutos mientras las hojas quedaban suspendidas en un movimiento constante del aire. Cuando volvieron a ser atraídas por la fuerza de la gravedad y le dejaron ver claramente la luz del sol, suspiró cansino.

-creo que me será imposible mantenerme de pie un día más sin descansar en paz un buen rato.

-tal vez tendrías que dejar de tratar de salvar estas estúpidas aldeas –lo interrumpió una voz claramente lejana pero fuerte y firme a la vez.

- y ¿porqué tendría que obedecerte? –dijo bajando de un salto y cruzándose de brazos, con los ojos cerrados.

-porque como yo –la voz comenzó a sisear y la persona a acercarse –ambos somos híbridos y ellos –señaló hacia la aldea –nos odian, tal y como ellos –señaló con un movimiento de la cabeza a los monstruos –y no les debemos nada.

-yo no debo nada a ti tampoco –señaló notando la maldad en la voz –y la razón que me motiva supera tus argumentos –comenzó a alejarse.

-no lo pienses tanto, Naraku. Esas razones que te motivan, puede que no sean tan firmes y verdaderas como crees. Pero lo que yo te digo sí, –comenzó a gritar –es parte de una realidad, de nuestra existencia… ¡no le debemos nada a nadie! ¡Ellos nos deben!

Naraku terminó alejándose y la persona quedó sola.

-…es por eso que deben morir –miró el ocaso, mientras sus plateados cabellos flotaban en el viento que una vez más cantaba.


La danza de los animales era ordenada y simple. Más inteligente y funcional… de pronto alborotada, pero siempre activa. Sus curiosas miradas, pautadas y silenciosas, y sus voces, melodiosas y empalagosas la atolondraron un rato antes de poner en orden sus ideas.

-sensei –llamó, y su voz acalló las demases.

-dime –levantó la cabeza de su regazo, y ella notó cómo sin mover sus labios había comunicado con fría claridad su pensamiento.

-¿entrenaré hoy?

El titubeo y movimiento en las orejas de la manada llamaron secundariamente su atención, mientras evitaba perderse en el eco de la voz que llegaba a su mente como por arte de magia.

-lo harás cuando los demás terminen con sus actividades. Recomiendo descanso hasta ese momento.

Fulminante, aplacado el eco, resultaba completamente incontestable. Lo que su voz decía a su mente, era lo que debía hacerse. Ella volvió a acurrucarse, mientras observaba disimuladamente la luz del sol que se filtraba por algunas rocas. Entonces el sensei se puso de pie y se recostó sobre su regazo. Ella no se movió, y la voz del animal resonó una vez más como si gritara dentro de la cueva.

-días han pasado, pero el sol sigue siendo fuerte y nocivo, querida alumna- hizo una pausa mientras la chica se adormecía ante el calor del fuerte y mullido animal-entiende que el entrenamiento no es solo entrenar como actividad, es saber descansar cuando el cuerpo está herido.

Sus músculos vociferaron dentro de su quijada y ella dio una mueca clara y concisa de molestia a los que la observaban. Hacía calor en la mañana, y ella estaba débil. Faltaba que la Luna volviera, para despertarla. Mientras tanto, su sensei estaría a su lado, protegiéndola como cuando la había salvado dos semanas atrás.

Belleza, fría y blanca, pálida, deliciosa, belicosa, envidiada. Llena de marcas más allá del entendimiento de las furiosas bestias, brillante, admirada, tomada de la mano por las noches, iluminadora… observaba a la luna y entonces comprendía que todo lo que admiraba de ella era lo que los demás veían en su ser. Su mirada, fría y algo desinteresada, pero a la vez agradecida, viajaba de cabeza en mirada, recorriendo a cada animal como si de hermanos tratase.

-debo irme… ¿cierto?

-es hora… -susurró como si hablara a su oído una de ellos. Estaban parados en ambas patas, en una fila uniforme, mirándola con grandes y cristalinos ojos. La curiosidad, ese empalagoso cariño, esa fuerza, esas capacidades… ellos eran ellos, puros, hermosos, perfectos… y tan diferentes.

-¿porqué me salvaron? –preguntó arrodillándose en el piso.

-por que tu poder es tan puro y hermoso como la luna, agraciada. –Contestó la voz de su sensei, resonando en su mente – y nosotros tratamos de participar un poco en el desarrollo de tu fuerza –se acercó con pasos torpes y dignos de su raza –pero sabemos que solo eso podemos hacer, y nuestras fuerzas no son comparables a las tuyas. Ahora es tiempo de que sigas creciendo, solo quisimos una pequeña participación, cooperación… -la modestia, divina modestia, solo posible en seres como estos, pensó ella mientras acariciaba la peluda piel del animal – ahora vete, y sigue la Luna. Pero siempre recuerda que el sol es nocivo, y debes evitarlo como a de lugar. Trata de estar siempre cerca de un cobijo… creo que solo eso puedo decirte –miró a la luna, y entonces una lágrima de confusión rodó y se perdió entre los pardos cabellos – llevarás contigo a uno de nosotros, así te será más fácil. Lamento no poderte decir nada más niña… suerte.

Ella se puso de pie y miró el horizonte. Era cierto, el sol la descomponía, la debilitaba terriblemente, hasta la ponía en agonía. No quería saber nada de ese brillo mortecino, el cual solo apreciaba mirando a la Luna. Pero estaba agradecida que ante ese problema, tuviera un nuevo compañero. ¿Qué haría ahora? Caminó hacia el río y se sentó en la orilla… que haría…




digamos que me tienen que tener fe, despues de todo, soy una diosa más ;DD

grxs por los comentarios.

Pomy

 

Re: El Despertar -Aventura por los reinos Feudales (sesshRin+ sesshKag)

Muajuajuaaa (6) mi emperio de maldad sigue en pie, se los demuestro con:

El aire se mantenía calmo, suspendido. Entonces su sueño estaba tranquilo, mientras sus oídos escuchaban el lejano pandero de una graciosa danza. Inclusive podía sentir en las yemas de sus dedos cómo bailaban esos pequeños seres, pues el temblor de la tierra se lo describía como si los estuviera mirando directamente.

Sonrió en complacencia, mientras se ponía de pie sin abrir sus ojos. Sus garras comenzaron a brillar en lejanos reflejos por encima de su cabeza, y sus pasos comenzaron a marcarse exageradamente en el piso. Por la altura que tenía, era un ser bastante pesado. Al menos así se lo imaginó mientras terminaba el último tramo, aquel delicioso tramo en que la belleza de la danza estaba agradeciendo al cielo por existir, y se detenía de golpe… siempre lo hacía, porque sentían que él estaba demasiado cerca.

Apareció entre los árboles…


Los velos negros y azules flotaban por el aire, y la desconfianza y malestar entonces podían verse como sombras caminar sobre una pared de roca. Los rostros blanquecinos y brillantes en medio de la noche eran drásticos, hermosos, diferentes… y la emoción en sus corazones difería completamente. Sin embargo eran un grupo, debían serlo.

En la mente de muchos plagaba la negación, en la de otros, sus realidades. Pero inclusive en el más inteligente o sádico de ellos, reconocían que no podían acceder a algunas verdades. Toda su vida cada uno de ellos se había quejado de cosas que ahora les parecían insignificantes en medio de toda esa naturaleza.

-estamos perdidos –afirmó deteniéndose por primera vez Sango. Ya varios del grupo habían hecho ese desplante, pero la voz de ella, y su porte, hicieron detener sin queja a todos. – me temo que debemos buscar dónde pasar la noche y esperar que encontremos algún lugar habitable por la mañana…

Ya dicho eso, no había fuerza para más. Sango se sentó suspirante debajo de la sombra de un árbol. No se sentía muy bien.

-oye, ¿Quién debe ir a buscar la comida? –preguntó acomodándose a su lado uno de los chicos. Con una gran figura atlética y altura, en realidad presentaba una belleza bastante regular. Sus cabellos negros, aún bastante cortos en relación al largo que poseían los demás, y el brillo de sus verdes perlas, le daban un tono diabólico, hasta desagradable a la chica.

-pueden ir ustedes si lo desean, siempre y cuando no se alejen –miró a los alrededores –creo que debe haber bastante comida por aquí.

-puedes venir si quieres –sango observó disimuladamente la lasciva mirada del muchacho, tragó en seco y mirando hacia el río, se quedó en silencio.



La medianoche llegó al campamento, y con ella los insectos, el cansancio… y un despertar belicoso.

-¡qué demonios! –gritó Kohaku, mientras se ponía de pie y saltaba del susto.

-¿qué…? –se levantaron los demás, y vieron espantados cómo un grupo de pequeños seres había trepado todo por encima del cuerpo del joven chico.

-¡déjenlo! –dijo sango, la primera en tratar de socorrerlo. Entonces una trompeta sonó, y el río brilló en un tono dorado.

Kohaku afirmó con la mirada que estaba bien, y todos entonces miraron hacia allí, de donde comenzaron a salir bajos y simpáticos seres.

-…no entiendo nada….

-…. ¿quienes son?...

-silencio –apareció el último y más bajo de los seres, caminando desde la orilla hasta una roca donde todos los chicos pudieran verlo. Los demás seres lo rodeaban en un semi circulo –es hora de las libaciones –elevó sus brazos –unírsenos, seres, que no les tememos… -su trémula voz y el apagar de la luz del río del dio un escalofrío a los chicos, quienes seducidos y curiosos, en realidad no querían escapar o se daban cuenta que los demás no se irían.

Entonces unas hermosas mujeres, que pequeñas y sonrientes, comenzaron a soltar sus largos cabellos, volaron delante de las chicas del grupo y las guiaron hasta unos árboles. Así igual lo hicieron unos seres más grandes y pesados, unas especies de enanos con largas barbas pero sin un pelo restante.

Les vendaron los ojos, y ninguno se sintió muy seguro de lo que estaban haciendo, pero a la vez un cálido líquido comenzaba a recorrer sus venas, y se sentía bien. Las libaciones dieron comienzo, y las voces de los seres se perdían una entre otras.

-…existen las hadas… -se afirmaban todavía maravillados dentro de sus mentes, mientras los demás bailaban sin que ellos se dieran cuenta.

De haberse visto de lejos, también estarían maravillados de las figuras reales y oscuras que lograban, parados todos allí, quietos e imponentes ante los seres brillantes y juguetones.

-existen los dioses –decían las criaturas, y una Pandora alegraba su movimiento. Reían al paso del baile, que circulaba alrededor de los seres, hasta que el más bajo de todos abrió sus brazos y de golpe, volaron hacia los hombros de cada uno un hada vestida de amarillo.

Ninguno se asustó, pues las voces de las hadas sonaban como hermosos susurros perdidos a lo lejos en la música. Sin embargo, nadie excepto cada uno podía escuchar a su hada.

-el bosque, y sus seres los ayudan, y les quieren dar los secretos que sabemos que necesitan saber… -dijeron todas a la vez, y luego, cada una comenzó su propio relato.

Las exclamaciones de sorpresa, de júbilo, de preocupación, de odio… todas juntas acompañaban la melodía, al punto de componerla. El más bajo de aquellos seres que pacientes esperaban las libaciones siguientes seguía con la danza, memorizando el rostro de cada uno.

-y así los dioses lo quisieron… -dijo y los demás seres levantaron sus brazos…

Entonces una alta y tenebrosa figura apareció sonriendo con un paso lento y amenazante. Agazapado entre la maleza se había acercado, y podía olerse en el aire sus intenciones. Sus largos y plateados cabellos, su dorada mirada…

Las hadas gritaron de espanto, sin poder evitar acelerar a aquellos que las tenían a un lado de sus oídos. Entonces, aquellos confundidos y perdidos en la meditación despertaron de golpe, y se sacaron las cintas de sus ojos. Esta vez, sus miradas eran diferentes. Se sentían poderosos, diferentes entre sí, por un mundo de peligros delante que recién ahora sentían. Y también, sentían gran gratitud hacia estos seres que les habían revelado tanto. Y miraron entonces al ser, que les recordó a un perro hambriento.

-¿Quién eres y qué quieres? –preguntó el vampiro, quien se acercó a la llama de fuego que tenía delante.

-no me interesa saber qué son ustedes, solo vine por mi cena –miró a los chiquitos.

-vete, criatura estúpida –ordenó la reina del hielo, mientras mostraba las garras que estaban creciendo segundo por segundos en sus pálidas manos.

-¿estúpida? ¿Qué clase de youkays son ustedes? –Los miró algo incrédulo, pero volvió a sonreír –bah ninguno de ustedes me puede vencer –sacó su espada –peleen vamos…

Todos se miraron entre sí, pues ya habían peleado con algunos animales para cazarlos, pero mucho antes de descubrir que en realidad tenían capacidades más allá de las humanas. Ahora, garras tenían algunos en sus manos, y sus pieles parecían más resistentes. ¿Habrían estado así desde el comienzo? Tal vez recién ahora se fijaran realmente, pero esto explicaba porqué sus cabellos crecían tan largos y veloces. ¿youkay? ¿Qué sería eso…? Las hadas les habían explicado que existían en este mundo seres más allá de los humanos, tal vez más evolucionados o menos, tal vez diferentes a ellos, pero que poseían una imagen humana y aún así no lo eran.

Ninguno se dispuso, hasta que en una sincronía silenciosa, los nueve se pusieron en posición de batalla. Los pequeños seres quedaron anonadados por las sombras de las altas figuras, parecían reales dioses.

-pan comido –afirmó el ser, que mostró sus colmillos al reír y sacó su espada. Los demás casi mueren de impresión al ver cómo crecía de golpe en una espada completamente diferente, era todo tan surrealista.

Cuando comenzó a mover la espada, todos de manera diferente notaron la estela de viento lograda, y sintieron que no podrían contra ese poder. Los cabellos del ser comenzaron a flotar, y se dieron cuenta de que era más fuerte, salvaje y descorazonado que cualquiera de ellos… sintieron un extraño sentimiento, unas ganas repentinas de quedarse quietos. Al menos morirían juntos…

Una garra se deslizó por el filo de la espada, y el halo de viento se cortó como con otra espada en cuestión. Todos trataron de comprender rápidamente la imagen de otro ser, más alto que el primero, e igualmente blanco, quién poseía algunas marcas en su rostro.

-sesshomaru… -dijo con odio el ente, mientras tiraba hacia atrás el ataque- ¿qué demonios haces?

Sango se preguntó si todos los youkays de esas tierras serían idénticos como estos. La mirada de sesshomaru no la dejó pensar más, daba miedo realmente. Ahora sí, todos querían correr.

-vete, Inuyasha. –y aunque los demás esperaron un enfrentamiento, la helada voz del hermano le heló la sangre como a los demás y logró que se volteara y alejara enseguida.

En muchos corazones, este panorama era menos alentador que el anterior.

-¿Quiénes son? –preguntó afinando su punzante mirada, jamás vista en ningún otro ser viviente.

-somos los dueños del río –afirmó el más bajo de todos. Las hadas volaban aún por los troncos de los árboles, pues no podían alejarse pero estaban histéricas.

Sesshomaru los escudriñó con la mirada unos instantes, sabía que esos seres existían, pero realmente nunca le habían interesado. Lo que le atraía era la molesta aura de esos seres, demasiados poderosos y diferentes entre sí. ¿Cómo podían soportar estar juntos? Generalmente a un ser poderoso como ellos o como él, el aura de igual rango los descomponía… la única manera en que pudieran estar así, sería siquiera sintiendo el aura ajeno, lo cual era estúpido. Cerró su puño pensando en pocos segundos las posibles razones.

-¿Quiénes son ellos? –preguntó al enano y los demás seres. Los nueve se petrificaron, ese ser alto e imponente era claramente poderoso.

-ellos… -titubeó los escasos segundos que podían sin ser aniquilado por las garras de ese conocido señor –ellos son youkays de la luna, señor.

-¿qué? –dijo sin evitarlo Kagura, y los demás la miraron unos segundos, y luego a Sesshomaru.

El youkay se mantuvo estático observando a los nueve por encima. Luego, por el rabillo de su ojo miró a la Luna, y volvió hacia ellos. Estudió cada rostro, olfateó a cada ser. Eran claramente poderosos, pero realmente ninguno le resultó tremendamente desafiante. Entonces notó un detalle, que para él fue tardío, pero que aún los seres no habían notado.

-¿Dónde está el décimo?




Lejos de allí, la mujer miraba a su amante tirado en el suelo. Resolló mientras se alejaba a paso distante, y miró a la Luna. "Quiero verte, amado mío" dijo para sus adentros... y entonces la luna se cubrió por nubes, como si siquiera quisiera imaginarselo. Brilló la oscuridad, y la chica sonrió maligna...











Bue, Panchitah... un error minusculo, por gracias ^^ ahora corregime este jejejeje...

Gracias a las tres criaturas de alma pecaminosa que se pasaron ToT hacen que escribir por media hora valga la pena ¿?

Pomy