El demonio está en esa mujer

Espero que este capítulo les guste es uno de mis preferidos!
Gracias RiiKu Yuue, monserrat-san, Mammon de Avaricia y Marina por leer, comentar y darme ánimos para continuar!!!

No. de palabras: 920

Capitulo 8: Competencia

Ante la escena, Alegra se levantó de su asiento en forma casi diplomática, con cara seria pero tranquila, el morocho tragó saliva al verla pararse y la miró suplicante para que no se fuera, para que disculpe ese incómodo momento, mientras que Amalia dio una pausa a su parloteo al tiempo que sonreía creyendo haber ahuyentado a la chica.
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Sin embargo la de oscuros ojos esbozó una dulce sonrisa junto con un << Ya vuelvo>> que lo desconcertó a él y que la otra morocha tan solo ignoró, continuando con su monólogo.

La chica no tardó en regresar junto con una botellita de agua mineral sin gas que ya había abierto y a la que había dado unos sorbos, se paró a un lado de Joe, del lado opuesto al que se encontraba Amalia, depositó su botellita sobre la mesa mientras posaba su mano libre sobre el hombro del muchacho haciendo que este gire y levante la cabeza para verla, se acercó a su rostro y delicadamente, como en una caricia, trasladó la mano que antes yacía sobre el hombro del chico hasta su nuca, la cual sujetó suavemente y luego lo besó, sorprendiendo a la de ojos pardos y mucho más aún al mismo Joe, que instintivamente le correspondió.

Alegra soltó la nuca del muchacho y le tomó la mano antes de interrumpir el beso.

—Se nos hace tarde para la película y todavía no sacamos las entradas ¿Vamos? — dijo al fin con una sonrisa animosa, como si lo que acababa de hacer no significara nada, como si fuera algo de lo más normal, como si ya lo hubiera hecho un millón de veces y, principalmente, como si Amalia no existiera.

Joe asintió con la cabeza, aunque era poco y nada lo que procesó después del beso, se levantó de su asiento y cedió al arrastre de la morocha que aún lo sujetaba de la mano.

Fue Alegra la única que se despidió de Amalia con una sonrisa triunfal y un cínico <<Chau>> que sonó suave después de la burlona mirada que le lanzó, antes de voltearse definitivamente para emprender su marcha.

Amalia no atinó a reaccionar, después de todo ¿qué podría hacer? Si la intrusa era ella, aunque hasta el momento se había considerado la preferida del muchacho cuando Nicole estaba lejos. Al parecer, ya no era así.

Lo que a Alegra le había molestado no fue la intromisión de la de ojos pardos, ni las caricias hacia Joe, ni el odioso monólogo que hizo, sino la total falta de respeto hacia ella de ni siquiera saludar, y no, el beso no era para el muchacho, esa perfecta escena estaba dirigida a Amalia, así de cínica era la morena, así de manipuladora, así de vengativa.

Ninguno de los dos habló sobre el beso, Joe porque no sabía qué ni cómo decirlo, y Alegra, porque le divertía la tensión que se había generado, así que en los grandes silencios que de vez en cuando se formaban entre ellos, y en los que él intentaba no mirarla a los ojos fijando su vista en cualquier otro lado, pretendiendo estar distraído, ella solo sonreía, conteniendo una que otra carcajada.

Al terminar la película fueron al bowling, y fue recién ahí donde la tensión se aligeró. Estuvieron bastante tiempo en el lugar ya que él era muy bueno en eso y ella no pensaba moverse de allí hasta ganarle.

Ambos eran muy competitivos, por lo que él no se dejaría ganar y ella haría lo posible por no perder. Al final fue un empate y lo dejaron ahí, porque de otro modo, buscando el desempate, estarían toda la vida entre una revancha y otra.

Luego del bowling fueron a cenar, ella tenía hambre, ya que, además del helado, lo único que tenía en el estómago era el ligero almuerzo de hacía varias horas; y a él, el juego le había despertado el apetito nuevamente, así que decidieron ir a un concurrido restaurant que quedaba unas cuadras más allá del shopping y que preparaba platos realmente exquisitos.

—No sé que tenés, pero me gustas mucho— confesó seductor el muchacho, ya parados ambos, frente al edificio de ella.

—Soy linda, inteligente, divertida y sé lo que quiero y cómo conseguirlo, además que soy distinta a todas las otras con las que pudiste haber salido— contestó ella muy segura de lo que decía.

— ¿Y cómo estás tan segura de que sos diferente a todas las otras? ¿Acaso las investigaste a todas? — se burló.

—Con la de ayer y la de hoy me basta para hacerme una idea del tipo de chicas con las que andas— contestó divertida.

— ¿Y yo qué idea tendría que tener con los dos de ayer? — retrucó él.

—Que tenés competencia— respondió luego de una pausa, mientras en su rostro mantenía una sonrisa provocativa y en sus ojos un brillo desafiante.

— ¿Y vos no? — replicó él esbozando una sonrisa seductora mientras se acercaba un poco más a ella.

Alegra se limitó a mantener esa sonrisa y esa mirada tan atractivas que le daban un aire de seguridad blindada que generaba intriga al no poder acceder a sus pensamientos más allá de ellas. Se acercó peligrosamente a él, le dio un fugaz beso en los labios y luego entró al edificio, cerrando la puerta tras de sí, dejándolo afuera y con la respuesta implícita en su boca: ELLA NO. No tenía competencia y ya era más que obvio, por primera vez, fue él el que se quedó con ganas de más.

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Monserrat: espero que el capi haya sido de tu agrado y lo que esperabas de Alegra ^^U.
Marina: *.* Me alegra que te haya gustado! Y bueno sobre Darius, hará su aparición en el próximo capítulo o sino en el 10, más o menos, para aclarar todas sus dudas sobre quién es y como es el tema entre ellos :p. Por el momento te digo que sí, es un mujeriego y peor que Joe, que es decir mucho XD.

 

Perdon por la demora jejej acá les traigo la continuación espero les guste! Besos!
No. de palabras: 1.466

Capitulo 9: Darius

—Pensé que llegabas más temprano—comento Franco mientras abría la vidriada puerta de su edificio mirando su celular, alzó la vista para ver a su hermano al tiempo que le daba paso hacia el interior del lugar. Luego que este estuvo adentro volvió a concentrarse en su teléfono al cerrar la puerta.

El muchacho no contestó, lo miró fugazmente sin darle importancia a la pregunta del mayor de ellos y se limitó a adelantarse a él y llamar el ascensor. Cuando éste llegó ambos lo abordaron y Franco pulsó el botón para indicar que su destino era el 8vo. piso.

El viaje fue silencioso hasta llegar al departamento, puesto que el mayor de ellos le prestaba más atención a su celular, que al su recién llegado acompañante.

Darius era alto, medía 1,90; era moreno y con los rasgos faciales muy marcados, lo que le hacía parecer mayor que Franco, aunque éste le llevara 2 años; tenía nariz grande, labios carnosos y ojos verdes tan intensos y oscuros que era necesario verlo detenidamente para no hacerlos pasar por marrones o, incluso, negros. Llevaba en su oscuro pelo un corte militar, su cara se encontraba perfectamente afeitada y su cuerpo era fibroso, con brazos marcados y grandes manos. Estaba vestido con unos jeans azules y una playera verde que lucía muy bien en su tostada piel.

—¡Mierda!— exclamó Franco arrojando su celular al lado de su hermano, que se encontraba recostado sobre un sofá en la sala del departamento.

Darius lo miró interrogante mientras el otro miraba con cierto desprecio al aparato que yacía a su lado.

—¡Diana es imposible!— aclaró luego refiriéndose a su novia, y eso fue suficiente para que el de ojos verde entienda el tipo de situación en el que se encontraba el de ojos oscuros.

—¿Y tu equipaje?—preguntó seguidamente Franco luego de tomar asiento también él un poco más tranquilo, aunque con obvio mal humor, percatándose que su acompañante no traía siquiera una mochila consigo.

—Lo dejé en el auto…—contestó sin dar mucha importancia a tal situación— ¿Sabes dónde queda el departamento de Alegra?— prosiguió, dándole a entender a su interlocutor que lo que pretendía era quedarse con la morena.

—Sí, fui con Diana un par de veces a visitarla— contestó recordando nuevamente a su novia.

Diana era muy buena amiga de Alegra, e incluso fue la morena quién los había presentado, hací ya un buen tiempo.

—Aunque no creo que ella quiera verte, y mucho menos recibirte en su departamento… Deberías llamarla primero— sugirió, teniendo en cuenta lo enojada que se veía ella la vez que pasó a buscar los pasajes de avión.

—No, es mejor caerle de sorpresa—comentó el otro sin hacer alguna otra aclaración al respecto. —¿Me vas a llevar o no?— insistió a continuación.

—Está bien— contestó resignado el mayor de los hermanos Brench— pero ahora tengo clases y además Diana está con ella…—prosiguió.

El día pasó rápido y no tardó en hacerse de noche, después de todo ya estaban a mediados de mayo, a pesar de que el otoño se sentía débilmente, puesto que el clima la mayor parte del tiempo era caluroso. Este día no fue la excepción, pero de noche empezó a refrescar e incluso el cielo amenazaba, con grises nubes, la posibilidad de una tormenta a la madrugada.

Joe había ido a visitar a Alegra todos los días desde el domingo, generalmente al mediodía, para almorzar con ella y asegurarse de que coma algo más que una ensalada.

Ese día, él la había recogido de la salida del gimnasio y la invitó a tomar algo antes de llevarla a su departamento.

Alegra bajó del lujoso auto y Joe la siguió para acompañarla hasta la entrada. No ograron dar más de unos pocos pasos hacia su destino cuando la chica paró en seco su andar, deteniendo también el andar de su acompañante.

Ella quedó petrificada, como si hubiera visto un fantasma o al mismísimo Lucifer. Vio a Darius parado justo frente a la puerta de su edificio, con un gesto en su rostro que demostraba cierta impaciencia.

<<¿Cómo llegó acá?>> pensó mientras lo miraba sorprendida, luego recordó: <<Franco>>. Por alguna razón sintió algo frío recorrer su columna vertebral al verlo voltearse hacia ella y clavarle esos peligrosos en el cuerpo.

Como un acto reflejo se aferró con gran fuerza al brazo de Joe, del que ya se encontraba colgada.

—¿Está todo bien? —preguntó el yanqui mientras la sujetaba de la cintura, como una forma de resguardarla, ella asintió sin quitar su vista del moreno, en el que Joe también se fijó desafiante mientras éste avanzaba hacia ellos.

—Con razón no atendías el timbre— dijo el de ojos verdes con el ceño fruncido pero con un tono tranquilo, ignorando a Joe y a sus miradas.

Era increíble lo que Darius producía en ella, la convertía en un manojo de nervios, derretida a sus pies. Alegra se volvía insegura en su presencia y, aunque intentaba disimularlo, el corazón le latía a mil por hora, tan fuerte que incluso lo sentía palpitar en sus oídos. era estridente el trabajo del músculo bombeando sangre por todo su cuerpo, especialmente a sus mejillas, que habían tomado un color rosa intenso.

Al sentir los nervios de la muchacha, Joe la sujetó con más fuerza y gracias a esto ella se sintió más segura, lo suficiente como para poder contestar al moreno.

—Estaba en el gimnasio — explicó, intentando sonar tranquila y natural, aunque su sorpresa estaba tatuada en rosa flúor en su rostro— Él es Joe— dijo liberándose del agarre de éste.— Él es Darius— finalizó luego con la presentación.

Ambos se miraron con recelo, analizando cada detalle de sus apariencias, mientras se estrechaban la mano con fuerza.

—Joe Travis—aclaró uno.

—Oficial Brentch— contestó el otro.

El ambiente era tan denso que a ella le costaba respirar normalmente, sentía que el corazón le estallaría en la garganta. Solo agradeció no tener problemas cardiacos ni de presión, porque de otro modo no viviría para contar la historia, aunque a decir verdad, no estaba segura de que esa fuera una que quisiera contar algún día.

—¿Me voy o preferís que me quede?— preguntó al fin Joe a la morena.

—Mejor andate, ella y yo tenemos que hablar—se adelantó a contestar Darius, antes de que la chica tuviera tiempo siquiera a procesar la pregunta.

—Yo solo me voy si ella me lo pide— replicó el yanqui desafiante.

El cruce de miradas amenazantes entre ambos era inquietante, eran dos animales salvajes, dos machos alfa defendiendo su “territorio” y Alegra no daba más de los nervios.

—¡Basta los dos!— exclamó imperativa, empujando a Darius con tal fuerza que lo hizo retroceder un par de pasos, ya que este se encontraba peligrosamente cerca de Joe.— Espérame adentro en el departamento, es el “A”, déjame abierta la puerta de acá abajo, ya te alcanzo—le indicó malhumorada mientras le pasaba sus llaves con violencia, su tono y su mirada demostraban tanto disgusto que Darius solo obedeció.

—Mejor andate ¿si?— le dijo a Joe luego de ver a Darius entrar al edificio.

—¿Está segura?— replicó él mirando aún desafiante hacia la puerta de acceso al edificio.

—Sí, estoy segura, mejor andate, nos vemos después— respondió ella sujetándole el rostro para que deje de mirar a la puerta y la mire a ella— Te llamo mañana— agregó y luego besó sus labios fugazmente antes de dirigirlo hasta su auto.

—Está bien, me voy, pero llámame— aceptó el muchacho poco convencido pero cediendo ante la petición de la morena.

Ella asintió con la cabeza y lo volvió a besar a modo de despedida antes de que él se introdujera en su vehículo.

Alegra esperó a ver desaparecer a lo lejos el auto de Joe, antes de entrar. Subió las escaleras y llegó hasta su departamento, entrando como una fiera, cerrando la puerta con fuerza tras de sí y clavando su mirada, que brillaba desafiante, en Darius.

Él caminaba de un lado al otro del lugar, muy alterado y, al oírla entrar, también clavó su mirada en ella.

—¡¿Quién era ese?!— preguntó muy enojado— ¡¿Es tu nuevo novio?! ¡Te prohíbo que te acuestes con él!— continuó celoso.

—¡¿Me lo prohibís?!— exclamó retórica e incrédula— ¡No tenés derecho a prohibirme nada! ¡¿Qué mierda te importa quién es él?!

—¡Sabés que si me importa! ¡Y no te quiero volver a ver con ese! ¡Ni con ningún otro!— replicó.

—¡Si yo no te digo nada sobre las prostitutas con las que andas por ahí, vos no tenés ningún derecho a decirme nada sobre con quién yo salga o deje de salir! ¡Sos el menos indicado para hacerme este tipo de escenas! ¿O ya te olvidaste lo que pasó la última vez que nos vimos?— replicó ella recordando su último encuentro…