Long-fic de Pokémon - El Culto al Placer. Hasta pronto y gracias por los reviews.

Tema en 'Hall de la fama' iniciado por Edmund Daltonic, 23 Abril 2016.

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    J.Nathan Spears

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    Oooooh... fuck xD.

    Qué jodido lo tiene Aria. Al menos Serena solo tiene ligeras sospechas, pero Aria sabe lo suficiente como para entender que Palermo es una manipuladora de mierda. Va a correr sangre muy pronto. Estoy seguro xP

    Y lo de antes, con Ellie, Bebe, Clint y Surge... algo me dice que el Team Rocket (TODA la organización, no solo el bienamado TRío xD) está metido en todo el embrollo. Y bueno, Madam de Valois parece ser un interesante (e irritante) personaje con toda esta importancia que toma ese dichoso "parásito del placer". A ver qué sucede después...

    Y sí. La seguridad del evento en Ciudad Glorio es deficiente, pero eso no condona el hecho que los espectadores no son más que borregos estúpidos. Y que Ash cometió un FAIL al no sacar a Greninja en esa ocasión para aplacar el fuego. Cuánta falta de iniciativa... por el amor de Arceus xD.

    Espero conti ;)

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  2. Threadmarks: CAPÍTULO 8. Con todo nuestro amor para ti.
     
    Edmund Daltonic

    Edmund Daltonic J

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    Hasta ahora el experimento va bien.

    CAPÍTULO 8. Con todo nuestro amor para ti.


    James abría sus ojos lentamente, aún cegado y confundido por un extraño evento que no podía recordar. Sacudió su cabeza de un lado hacia otro, tratando de reconstruir la serie de eventos que lo había llevado a esa situación. Exhausto, intentó frotar su frente para aclarar sus ideas, pero al tratar de levantar su brazo, se dio cuenta que una soga le impedía moverse.

    “¡Jesse! ¡Meowth! ¿Dónde están?” Gritó espantado de la extraña situación en la que se encontraba.

    “¡A tus espaldas, soquete!” Respondió furiosa una voz femenina.

    “Ya era hora de que despertaras” Dijo su fiel compañero.

    James trató de separarse de sus compañeros, pero rápidamente se dio cuenta de que los tres se encontraban atados con la misma soga. Nuevamente dio un vistazo a su entorno con la esperanza de encontrar alguna herramienta que los sacara de ese predicamento. Pero al prestar atención al crepúsculo de la tarde, un rápido pensamiento cruzó por su mente. ¿Qué no el cielo debería estar arriba? Se preguntó, antes de que su perspectiva reubicara al mundo tal cual debía ser. No solo habían sido atados, sino que los habían colgado a un árbol como si fueran trozos de carne.

    “¿Qué sucedió? ¿Por qué estamos todos así?” Preguntó James nuevamente.

    “Solo recuerdo que alguien derribó nuestro globo” Respondió Jesse. “¡Cuando sepa quien hizo esto, yo…!”

    “No están en ninguna posición para hacer amenazas, linda”, interrumpió una extraña voz masculina.

    El equipo Rocket dirigió su mirada al dueño de esa voz quien, debido a la posición en la que estaban, parecía más alto y amenazador de lo que era. Sus ojos estaban cubiertos por una especie de sofisticado visor color negro, pero por lo que pudieron distinguir, se trataba de un joven de poco más de veinte años con atuendo militar y casual al mismo tiempo. Su cabeza rapada y barba ligeramente crecida le daban un aire más maduro, y su piel color olivo indicaba que no era de la región.

    “¿Quién eres y cómo te atreves a…?”

    La protesta de Meowth fue interrumpida por un amenazante y primigenio rugido que provenía de sus espaldas. La fuerza era tal que incluso los sacudía como una débil hoja contra una ventisca. Los tres miembros trataron de descubrir a aquel Pokémon que producía ese rugido tan aterrador, pero debido a su difícil posición y a que la criatura se encontraba oculta detrás de los árboles, solo pudieron distinguir unas enormes fauces que emitían relámpagos amarillos.

    “Vaya, ese tipo tenía razón”, dijo su captor, prestando atención a aquel bizarro Pokémon con la capacidad del habla. Se acercó a ellos, examinándolos detenidamente como si tratara de encontrar algo que pudo haber pasado por alto en la primera inspección. “He visto esos uniformes antes”, dijo finalmente. “Bastardos escurridizos y maestros del engaño. En las veces en los que me he cruzado con ellos, solo he podido cazar a los más inexpertos”.

    El equipo Rocket no perdía la vista de su captor, desconcertados ante sus palabras y el destino que les aguardaba con alguien que parecía no aceptar estupideces de alguien.

    “Pero de ustedes… No sé qué pensar”. El joven se agachó, recargándose sobre su pierna derecha y encendiendo un holovisor que había sacado de su bolsillo. Luego se acercó a sus presas para mostrarles la imagen de cierto chico de gorra roja con un Pikachu descansando en su hombro. “Ahora bien…”, dijo. “Seguir su rastro fue tan fácil como encontrar la puerta en un cuarto vacío, y curiosamente cada movimiento que han hecho en Kalos es idéntico al de este chico y su grupo”.

    “¿Eres policía? ¿A ti que te importa lo que hagamos?” Preguntó Jesse con mirada desafiante, pero su osadía no duró mucho cuando ese espantoso rugido los volvió a sacudir violentamente.

    “¡Es su Pikachu! ¡Estamos en una misión para capturarlo y estar a un paso de nuestro dominio total del mundo!” Chilló James aterrado.

    “¡James, eres un idiota!” Le reprendió Meowth.

    “Espera…”, interrumpió aquel joven. “¿Es en serio?” Preguntó con incredulidad. “De acuerdo, es su objetivo principal. Pero seguro han realizado otros actos criminales mientras tanto, ¿no es así?”

    El trío se quedó estupefacto ante la pregunta de su captor que revelaba su incompetencia. James trató de balbucear algo para usarlo como excusa de su hasta ahora fallido plan, pero fue interrumpido por el joven y su sentido común.

    “Ok, ok. Suponiendo que ese Pikachu es muy especial y poderoso”, comenzó. “Y en todo ese tiempo que han invertido para capturarlo, ¿acaso no se les ocurrió que para ese entonces ya habrían entrenado cualquier otro Pokémon hasta su máximo potencial? ¿Uno que los llevara a la gloria del crimen organizado?”

    El equipo Rocket guardó silencio, vencidos por la práctica estrategia que nunca antes se les había ocurrido. Ese acto fue suficiente para que su captor colocara la palma de la mano en su frente, indignado de la estupidez de aquellos quienes habían frustrado su búsqueda de años.

    Después de un gran suspiro, su captor hizo otra pregunta “¿Cuánto tiempo llevan haciendo esto?”

    Ninguno de ellos quiso responder a la pregunta, pero James, asustado de aquella temible criatura, dijo siete simples palabras que los salvaron de un posible destino fatal.

    “No sé ¿Cuánto ha pasado desde 1997?”

    Un corto silencio reinó en aquel bosque. El joven hizo una débil mueca que se transformó en una sonrisa y luego en una risa sonora que ya no podía contener. Su captor, ahora estallando en carcajadas se vio obligado a rodear su estómago con el brazo derecho para contener el aire.

    “¡En serio que la fastidié esta vez!”, exclamó por fin, aún dominado por la risa. “¡Woo!”

    El trío hizo una mueca de risa fingida para desahogar la tensión mientras su captor seguía retorciéndose con una risa incontrolable.

    “¡Una última pregunta!” dijo después de tomar otra bocanada de aire. “El idiota a quien ataron en ciudad Glorio. ¿Qué querían con él?”

    Jesse, un poco más tranquila, decidió responder a la interrogante, con la esperanza de que una vez terminado, ese sujeto los dejaría ir. “Solo tomamos la comida que él jamás habría podido acabarse”.

    El hombre risueño colocó las manos en su cintura y alzó su mirada al cielo con la sonrisa que aún estaba dibujada en su rostro. Las palabras de la chica pelirroja confirmaban lo que había descubierto con aquel sujeto que resultó no tener ninguna relación con aquel grupo de individuos a los que había estado buscando desde hace años. Normalmente un error así habría hecho estragos a su moral, pero ese momento de risoteo lo había ayudado a superarlo inmediatamente.

    “¿Saben? Por más que quiera, no puedo enojarme con ustedes”, dijo al fin en control de sus emociones. “Es decir, de un modo u otro todos somos fracasados en algún momento”.

    El joven sacó una pokébola de su cinturón y ordenó el regreso de aquel gigante escondido entre los árboles. El trío suspiró con alivio al darse cuenta de que no iban a terminar como su alimento.

    “Una último advertencia”, dijo. Y sacó un instrumento que les hizo helar la sangre. Un objeto que ellos sólo habían visto en la colección privada de su jefe. “Voy a observar a ese chico y su grupo por un tiempo…”. Apuntó el arma a sus presas, haciéndolos tragar saliva por el miedo que sentían al ser amenazados con algo tan poco usual. “Y mientras tanto no quiero a ninguno de ustedes merodeando por ahí. ¡¿ENTENDIDO?!” El trío asintió rápidamente una y otra vez, sobrecogidos por un destino cruel.

    “Vayan a capturar algún Pokémon o roben un banco, no sé”. El joven bajó el arma y retrocedió para guardarla en su maletín. Estaba a punto de retirarse cuando algo lo obligó a dirigir unas últimas palabras. “Por cierto…”, dijo señalando a Jesse. “Tu presentación merecía más”.

    “¿E-En serio?” Preguntó con sorpresa por el hecho de que este sujeto, que hasta hace unos minutos los amenazaba, hubiera presenciado y apreciado su presentación.

    “Es lo que pienso. Lástima que es el público y no jueces calificados los que deciden”. Concluyó, adentrándose en el bosque hasta desaparecer.

    “Que agradable sujeto”, dijo Jesse esbozando una sonrisa.

    “¿Estás bromeando? ¡Ese maldito nos dejó aquí!” Gritó Meowth furioso.

    James y Meowth forcejearon las riendas en un intento desesperado de escapar mientras los últimos rayos del sol despedían el final de otro día.


    . . . .​


    El helado viento de ciudad Fractal soplaba de forma escalofriante durante la álgida noche que invitaba a los habitantes a buscar refugio en sus tibios hogares junto a sus seres queridos. Una adorable y efectiva forma de mantenerse calientes ante el a veces difícil clima de su ciudad. No obstante, en medio de ese escenario hostil, un joven entrenador de piel morena conocía otras formas de combatir el frío extremo y practicar al mismo tiempo para su próximo combate de gimnasio. Aquel con cuya victoria aseguraría su lugar en la liga de Kalos.

    “¡No te detengas Greninja!” Exclamó Ash con ánimos para alentar a su compañero. Greninja ejecutaba saltos sorprendentes entre los blancos árboles, exponiendo su delgado cuerpo a las condiciones que seguramente encontraría su futura batalla con el líder de gimnasio.

    Muchos habrían considerado que entrenar bajo esas condiciones era agotador y peligroso tanto para el entrenador como para su compañero. Pero la obstinada voluntad del chico y la determinación de Greninja podían incluso superar esas dificultades. Ignorando las recomendaciones de sus amigos que descansaban en los dormitorios del centro Pokémon, Ash argumentaba no estar listo aún para el que sería el más difícil reto que haya enfrentado en la región hasta ahora.

    “¡Ahora usa shurikens de agua!” Ordenó nuevamente.

    Greninja juntó sus brazos para crear filosas estrellas de agua que arrojó hacia unas estalagmitas de hielo que se habían formado en el techo del centro Pokémon. Las bajas temperaturas y la velocidad con las que había ejecutado el ataque habían solidificado que las puntas de sus shurikens, haciéndolas más fuertes, pero sacrificando velocidad y puntería al mismo tiempo. Aun cuando la trayectoria del ataque fue frustrada por los contratiempos incontrolables del clima, las filosas estrellas dieron en el blanco, levantando una nube blanca de nieve.

    “¡Muy bien Greninja!” Congratuló Ash a su compañero. Pero los ánimos de ambos fueron borrados cuando un helado susurro del viento que los obligó a rodear sus torsos con ambos brazos, les hizo recordar que sus cuerpos tenían límites y era hora de descansar antes de correr el riesgo de pescar un resfriado.

    “Bueno, creo que es todo por hoy”, dijo el chico. “Hemos tenido una racha de derrotas en los últimos días, pero estoy seguro que lograremos la victoria mañana”. Greninja asintió con la cabeza y ambos se dirigieron al lugar donde se hospedaban.

    Eso fue admirable, querido.

    Ambos voltearon, tratando de encontrar a la dueña de aquella suave y seductora voz que destacaba entre el escalofriante chillido de la ventisca sin éxito.

    “¿Quién está ahí?” Preguntó Ash. Greninja se colocó en posición defensiva ante un posible encuentro.

    Obtener la medalla contra Wulfric no será fácil. ¿Me permites ayudarte a practicar un poco más?

    Ash intentó declinar la invitación argumentando que las condiciones no eran adecuadas para permanecer afuera, pero algo en la voz de esa extraña parecía hechizarlo con un encantamiento que lograba despertar una sensación que jamás había sentido antes, rindiéndose a la petición de aquella mujer. “Si… está bien”. Respondió sin protestar.

    Que así sea.

    El viento helado que soplaba lo suficientemente fuerte como para obligar a cualquiera a buscar refugio, de pronto se transformó en un violento torbellino que aisló el campo de entrenamiento del resto del mundo. Una sensación de deja vu pasó por la mente de Ash y que lo hizo recordar aquel difícil combate en el que su amiga había ganado la corona.

    De pronto, la silueta de una criatura robusta emergía lentamente de aquella cortina de nieve. La oscuridad de la noche junto con la débil iluminación del campo de batalla hizo que a Ash le fuera difícil reconocer a aquel Pokémon, pero por su aspecto dedujo que bien podría tratarse de un tipo pelea.

    Adelante. Te concedo el primer movimiento.

    Ash se encontraba aun perplejo ante la extraña situación, pero esa voz lo motivaba a iniciar el combate. “¡Greninja, usa corte!”

    La criatura anfibia corrió rápidamente para encarar a su contrincante con dos filosos sables blancos que emergieron de sus manos e impactaron directamente contra aquella figura aun escondida en esa cortina blanca.

    “¡Excelente!” Exclamó Ash con emoción, pero su euforia duró poco al ver que aquella criatura seguía de pie sin haber sufrido el más mínimo daño.

    Mi turno. Ya puedes salir, querido.

    La criatura abandonó el velo blanco que lo ocultaba y caminó lentamente hacia el centro del campo de batalla. Ash prestó atención a los rasgos que poco a poco lograban identificar al Pokémon de su contrincante. La forma de su cuerpo, su manera de andar, una larga nariz roja y poderosos brazos con los que sujetaba un pilar de concreto en cada mano. El Pokémon ogro Conkeldurr era su oponente, y no parecía estar dispuesto a ser derrotado.

    “¡Greninja, usa corte de nuevo!” Ordenó Ash.

    Greninja esgrimió sus sables blancos nuevamente y con su técnica impecable logró asestar dos nuevos golpes en el torso de su rival, obligándolo a retroceder unos centímetros. Esta vez Ash esperó un momento antes de celebrar, pues había comprendido que Conkeldurr poseía una resistencia increíble y no sería derribado tan fácilmente.

    Sus temores fueron confirmados cuando aquel Pokémon avanzó hacia su posición mientras lanzaba un rugido ahogado en señal de ira. Greninja, enfurecido por el ineficaz resultado de sus técnicas dio un poderoso salto que lo elevó más allá de la altura de los pinos más grandes de la ciudad. Una vez que llegó al límite de su acto de bravura, sus extremidades brillaron con una luz azul y dibujaron una “X” mientras caía rápidamente para impactar a su rival con un ataque que resultaría súper efectivo si llegase a dar en el blanco.

    “¡Usa haz aéreo!” Ordenó Ash segundos antes de que el ataque de Greninja encontrara a su víctima, pero lo que sucedió lo dejó tan perplejo y horrorizado como la primera vez que vio a ese Pokémon.

    Justo cuando Greninja creía haber asestado el golpe final, Conkeldurr esquivó el ataque con una velocidad sobrenatural que obligó a liberar toda esa energía directamente contra el suelo. La nieve que se había acumulado fue expulsada como una nube de humo cuando Greninja realizó una rápida maniobra que lo salvó de no ser noqueado por su propio ataque, pero que lo había obligado a usar gran parte de su energía.

    “¡Greninja! ¿Estás bien?” Preguntó Ash, ignorando a aquel Pokémon que ahora tenía el camino libre para desquitarse con aquel quien lo había provocado.

    El dolor es hermoso.

    Greninja aun trataba de recuperar el aliento cuando de pronto, Conkeldurr tomó uno de sus grandes pilares y lo usó para asestar un poderoso golpe en la espalda de su contrincante. Era tal la fuerza utilizada en ese movimiento que lo arrojó hasta el otro lado del campo de batalla como si fuera un muñeco de trapo, dejándolo fuera de combate y en un estado que podría ser fatal.

    Ash, mortificado por la condición de su compañero, no dudo en abandonar su posición para ir al encuentro de Greninja. Pero en su camino, aquel Conkeldurr se interpuso en su camino con una actitud desafiante que desató la ira del muchacho.

    “¡Fuera de mi cami…!” Ash no pudo terminar sus exigencias cuando el aspecto de ese Pokémon que ahora le era más fácil reconocer por la distancia en la que se encontraba, le provocó un grito ahogado que hizo enfriar su garganta.

    El cuerpo de Conkeldurr se encontraba completamente lastimado y lleno de cicatrices. Algunas de ellas aún abiertas, pero la mayoría parecían tener mucho más tiempo. Ash fijó su mirada en las manos de ese Pokémon y se sobrecogió al ver que aquellos pilares no estaban hechos de concreto, sino eran mazas de hierro fundido adornadas con filosos pinchos que perforaban su piel y provocaban un constante goteo de sangre que teñía la nieve de un color carmesí. Creyendo que el aspecto de ese Pokémon no podía ser más horripilante, Ash alzó su mirada y descubrió que sus globos oculares habían sido removidos, siendo reemplazados por párpados unidos con una costura mal realizada. El misterio del silencio de Conkeldurr había sido resuelto cuando Ash se dio cuenta que el proceso quirúrgico había sido repetido para sellar la boca del desdichado Pokémon.

    En todos sus años como entrenador, Ash jamás había visto ni sentido tanta lástima por un Pokémon. Intentó entablar una conversación, pero Conkeldurr lo obligó a retroceder con un rugido ahogado.

    De pronto, una nueva sensación se apoderó de él de forma violenta y lo paralizó de miedo. Al principio sintió que un Arbok u otra especie parecida comenzara a rodear su cuerpo con un abrazo asfixiante, pero cuya fuerza disminuía tan pronto como un calor humano tomaba control de su cuerpo. Espasmos cada vez más frecuentes parecían estimular partes de su cerebro cuya edad para manifestarse era acelerada para darle la bienvenida a aquel parásito que desde este momento lo guiaría hacia un nuevo mundo de sensaciones y placeres desconocidos.

    Este es nuestro regalo para ti. Recíbelo con amor.

    La húmeda y tibia sensación de una lengua bífida que comenzó con una caricia de lujuria en su mejilla desató el más intenso sentimiento de placer y dolor en su joven cuerpo. Intentó pedir ayuda, pero el resto de sus sentidos se encontraban atrofiados por la mezcla de conmociones que saturaban su mente hasta que, finalmente, lo dejaron en paz cuando el parásito había encontrado su nicho.

    El cuerpo inconsciente del muchacho colapsó en medio del helado campo de batalla donde no solo había perdido un combate entre Pokémon, sino la batalla por el control de sus emociones.


    TO BE CONTINUED…
     
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    J.Nathan Spears

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    ¡OH SHIT! ¡A Ash lo han Infectado! ¿Sabes? Esto me recuerda un poco a Resident Evil 4, en donde también infectan al prota xD. No daré más spoilers... solo añadiré que es un JUE-GA-ZO >8D

    También puntos extra a la paliza no mortal a Greninja. Ya era hora de que alguien lo venciera, aunque ese Conkeldurr es prácticamente un zombi. O___o pobrecito .__. El animé solo lo pone para perder ante otros Pokémon y ahora tú lo pones como un "monstruo de Frankenstein". Vaya cosas... n__nU

    Pero hay algo que me inquieta... ¿En serio Greninja usó tres ataques DIRECTOS? ¿Que acaso no pudo mantener su distancia? Así se hubieran dado cuenta de la velocidad sobrenatural de Conkeldurr sin estar en tanto peligro, y pudieron haber escapado... como sea, eso debe ser su "Plot Armor" xD.

    Y más puntos extra por la bofetada explícita a las putas pasarelas. La neta que la gente, por lo menos en Ciudad Témpera, son unos imbéciles superficiales. Y James no pierde ese humor... realmente a @Plushy Berry esto le alegrará el día :D.

    ¡Risas garantizadas! x'D. Hize lo mejor que pude para aguantarlas, ya que leo desde mi oficina de trabajo n__nU

    En fin, nos vemos en otra ocasión ;P
     
  4. Threadmarks: CAPÍTULO 9. Pubertad, esa perra desalmada.
     
    Edmund Daltonic

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    Se confiaron al ver que "Frankie" ni se movía. Hasta donde ellos creían, solo era un muppet o algo.


    Demonios. No tenía la intención de hacer otro episodio tan dulce (y encima el capítulo más largo hasta ahora), pero las condiciones se prestan para varias cosas y darles el mayor impacto posible. El próximo de nuevo es bien dartz, se los prometo.


    CAPÍTULO 9. Pubertad, esa perra desalmada.

    Un irritante zumbido que hacía eco en su cabeza fue lo primero que pudo escuchar después de una agotadora sesión nocturna de entrenamiento. Con su aun débil percepción de la realidad, Ash trató de abandonar aquella cama de la que no recordaba haber llegado ahí, pero recuperar el control de todos los músculos de su cuerpo resultó ser una tarea imposible de realizar en su condición. Decidió llevarlo con calma, comenzando por restablecer las conexiones que le permitían hacer uso de sus ojos. Poco a poco los párpados se abrían para permitir el paso una luz cegadora típica de una habitación de reposo.

    Las imágenes eran aun borrosas, pero su mente pudo identificar a dos personas de cabello rubio charlando a los pies de su cama. La más chica sostenía en sus brazos a su fiel compañero amarillo mientras el otro frotaba su barbilla como si analizara la situación. El zumbido disminuía cada segundo hasta que por fin le permitió escuchar la plática que los hermanos estaban llevando a cabo.

    “¿Estás seguro, Clemont?” Preguntó una inquieta voz infantil a su hermano mayor.

    “El aviso fue oficial para todos los líderes de gimnasio”, respondió Clemont. “Aún no nos han explicado la razón, pero no podremos cumplir con nuestras obligaciones hasta nuevo aviso”.

    “Pobre Ash. Si tan sólo hubiera enfrentado al líder ayer”. Dijo Bonnie con lástima. Pikachu esbozó una mirada de tristeza.

    “Él nunca habría querido hacerlo hasta que estuviéramos todos para apoyarlo”. Suspiró Clemont. “Ahora no sé cómo se lo vamos a decir”.

    “¿Decirme qué?” Preguntó por fin Ash, aún aturdido, pero habiendo recuperado la habilidad del habla. La súbita recuperación de su amigo no fue lo único que tomó por sorpresa a ambos hermanos. Algo en la voz de aquel chico parecía muy diferente a la que estaban acostumbrados.

    “¡A-Ash! ¡Por fin despiertas!” Exclamó Clemont con sorpresa.

    “¿Estás bien?” Preguntó Bonnie, e inmediatamente Pikachu dio un gran salto con alegría hacia su entrenador. “¿Qué sucedió anoche?”

    “¿Qué hora es?” Preguntó, ignorando ambas preguntas.

    “Casi las tres de la tarde. Vaya que nos diste un susto”.

    Ash acariciaba a su compañero mientras frotaba su frente, tratando de que los recuerdos regresaran a su cabeza. “Estaba entrenando con Greninja, y después… ¿En dónde está?” Preguntó el chico, preocupado por el destino de su compañero.

    “Lo llevamos al centro Pokémon después de que te encontráramos afuera en medio de la ventisca”, contestó Clemont. “No fue algo grave. Iremos por él en cuanto te recuperes”.

    “No es necesario, ya estoy perfecto”. Ash brincó de la cama vigorosamente, feliz de haber recuperado el control de su cuerpo. Pero tan pronto como abandonó su lugar de descanso, las primeras diferencias de un repentino cambio le fueron más que evidentes e inquietantes para su corta edad.

    “Clemont…”, dijo con voz entrecortada. “¿Te encogiste un poco?”

    Su rubio camarada no fue el único en sorprenderse los nuevos cambios de Ash. Anteriormente, ambos solían tener la misma altura, pero ahora el chico de piel morena era aproximadamente diez centímetros más alto que Clemont. Pikachu también quedó con la boca abierta ante este cambio tan significativo que solo había tomado un día.

    “¿Pe-pe-pero qué sucedió?” Tartamudeó Ash. Pero el siguiente cambio le fue perceptible tan pronto como terminó su pregunta y colocado sus dos manos en su garganta.

    Su voz infantil había sido reemplazada con un tono más grave pero que se alternaba entre sonidos agudos en cuestión de segundos. Aquella voz que parecía un graznido proveniente de un Ducklett, había provocado una risita entre dientes de su pequeña compañera, pero Ash no parecía verle la gracia y dejó salir su frustración y miedo con otra pregunta.

    “¡¿Qué rayos está pasando conmigo?!”

    Clemont lo miró fijamente, levantando su ceja derecha en señal de escepticismo. “¿Qué tu papá nunca te habló de esto?”

    “¡No tengo idea de dónde está!” Contestó furioso y colocando sus manos en los brazos de su amigo. “¡¿Qué es esto?!” Bonnie y Pikachu no pudieron contener sus risas más tiempo y estallaron en carcajadas por el gracioso sonido provocado por la tráquea de Ash.

    “Amigo, es la pubertad”, contestó Clemont, acomodando sus gafas con su dedo índice. “Y es una perra desalmada”.

    Ash soltó a Clemont y se quedó estupefacto ante esa noticia. A pesar de sus escasos conocimientos obtenidos antes de salir de viaje y de lo que muchos creían, él estaba consciente de los cambios por los que todos los varones pasaban en cierta edad. Lo extraño y gracioso era que nunca se le había ocurrido que ese momento le llegaría de forma tan repentina. Y sobre todo desde aquella noche de la que no podía recordar del todo bien.

    “Wow…“, dijo después de un momento de silencio. En ese instante, ciento de recuerdos de sus aventuras vinieron a su mente. Algunas de ellas de situaciones que en ese momento no podía comprender, pero que ahora eran tan claras y vergonzosas que lo hicieron ruborizarse de vergüenza. Después siguió una pasarela de aquellas acompañantes que compartieron todos esos momentos se le vinieron a la mente como un electrochoque de regodeo al pensar en los atributos que hacían especial a cada una de ellas, sobre todo en el aspecto físico y su vestimenta que ahora le llamaba tanto la atención. Y ni hablar de las sexys líderes de gimnasio, campeonas y tantas entrenadoras que había conocido en su viaje. En cierto modo, ahora comprendía un poco a su viejo amigo Brock. “Rayos, ¿por qué no llegaste antes?”, se dijo así mismo.

    “Ash… respondiendo a tu pregunta de cuando despertaste…”, interrumpió Clemont después de segundos de silencio en el que su amigo parecía estar perdido en el limbo. Sería difícil decirle, sobre todo en estos momentos, pero había decidido contarle antes de que su decepción lo quebrara. “… La liga de Kalos y todas las batallas de gimnasios se encuentran temporalmente suspendidos”.

    La poca templanza que mantenía a Ash con cordura parecía quebrarse con esa fatídica noticia. Al principio creyó que se trataba de una broma, pero al ver que Clemont mantenía una mirada seria y Bonnie había dejado de reír, se dio cuenta que el último reto para asegurar su lugar en la liga había sido frustrado.

    “¡¿PERO POR QUÉ?!” Preguntó con una ira indomable, propia de los cambios hormonales de un adolescente. Sujetó violentamente a Clemont de su overol y lo elevó dos centímetros del suelo.

    “¡A-Aún no nos han explicado la razón!” Respondió Clemont intentando calmar la situación que incluso había provocado que Bonnie se asustara de la rabia que expulsaba el chico. “¡Ash, la liga no ha sido cancelada! ¡En cuanto se arregle esta situación podrás retar al último gimnasio!”

    La respiración de Ash se hacía cada vez más lenta como si un momento de reflexión apaciguara la llama de la ira que consumía la serenidad del chico. Ash bajó a su amigo y le ofreció sus sinceras disculpas tanto a Clemont como a Bonnie por su rabieta y el mal trato que le había dado hacia aquel quien tuvo el valor de contarle todo antes de que se hubiese decepcionado más tarde.

    De pronto, por aquella puerta que dividía la habitación, una figura familiar que no habían visto en dos días hizo gala de su presencia con un suspiro de alivio y alegría al volver a ver a sus amigos.

    “¡Volví!”, exclamó con una amplia sonrisa y se dirigió inmediatamente hacia donde Ash estaba. “Me dijeron que algo te sucedió anoche, ¿estás bien?”

    Bonnie fue a su encuentro inmediatamente, seguida por su hermano quien también deseaba darle la bienvenida e indagar un poco acerca de su rápido regreso. Para Ash, fue más que la simple alegría de volver a ver a su amiga. Quedó estupefacto ante aquellos rasgos a los que ya estaba acostumbrado después de meses de viaje, pero que ahora lo hechizaban con un encantamiento que provocaban un torbellino de nuevas sensaciones en su mente. Sus ojos azules, su piel clara y tersa y su rostro angelical. Cada atributo encendía más esa llama de pasión que se había encendido tan pronto como ella había entrado a la habitación y dirigiéndole una sincera sonrisa que hacía latir su corazón incontrolablemente.

    “Yo… yo… yo…”, trató de decir, pero su cerebro parecía haberse atrofiado por un instante, evitando que pudiera articular un simple saludo.

    Serena se acercó a él detenidamente, y con enormes ojos curiosos inspeccionó los repentinos cambios que su querido amigo había experimentado en tan corto tiempo. Era bien sabido por aquel grupo que ella era apenas un par de centímetros más alta que Ash, pero el estirón que había dado, ahora la obligaban a alzar su mirada, y a él bajarla un poco para poder verla a los ojos.

    “Ash… ¿qué te sucedió?” Preguntó por fin, aún hipnotizada por los cambios que, para serle sincera, consideraba muy atractivos. Los hombros ensanchados, mayor musculatura, pómulos más prominentes y mentón ligeramente pronunciado eran propios de alguien que daba sus primeros pasos hacia la adolescencia, y que comenzaban a borrar la imagen infantil que ella idealizaba.

    “Pues… ya sabes”, contestó con su ya acostumbrada actitud. El graznido que escapó nuevamente de su garganta provocó que Serena cortara una risita con ambas manos. Lejos de enfadarse, Ash compartió el gracioso momento con una sonrisa. “Pubertad… a todos nos llega en algún momento”.

    “Bueno… creo que te sentó bastante bien”, dijo Serena ruborizándose.

    Bonnie simplemente estaba extasiada con la adorable escena que, hasta ese momento, ella no creía que sería capaz de presenciar hasta un par de años después cuando el chico de cabello azabache por fin dejara del lado su casi total desconocimiento del romance. Pero aquel lindo momento fue interrumpido de forma abrupta con el inoportuno golpeteo de la puerta.

    Clemont fue a abrirla, pero tan pronto como su mano tocó la perilla, una avalancha de personas intentó irrumpir en la habitación, empujándose y jaloneándose de forma violenta.

    “¡Serena! ¿Es cierto que has mantenido una relación premarital con estos dos jóvenes?” Preguntó una de aquellas personas sosteniendo un micrófono en su mano y un blog en la otra.

    “¿Crees que el matrimonio perjudicará tu carrera como reina de Kalos?” Preguntó otro que se abalanzó sobre la primera persona.

    “¿Es posible que estés NO embarazada?” Preguntó uno más, pero su cabeza, así como su voz, desaparecieron entre el mar de entrometidos que intentaba entrar.

    Los cuatro amigos contraatacaron al gentío usando todas las fuerzas que poseían hasta que por fin pudieron sacar a la masa de gente de la habitación.

    “¡¿Qué eran ellos?! ¿Paparazis?” Preguntó Serena con una profunda respiración ante ese repentino ataque a su privacidad.

    “Peor…” Respondió Bonnie con una mirada seria. “… Amourshippers. Y no nos dejarán ir hasta que cumplamos con sus absurdas demandas”.

    “¿Y ahora cómo saldremos?” Preguntó Ash.

    “Eres una celebridad ahora, Serena. Dudo que nos dejen en paz”. Aseguró Clemont mientras observaba la habitación detenidamente, buscando alguna forma de salir de ahí. “Salgamos por la ventana antes de que rodeen el centro Pokémon”.

    “Pero tan pronto como me vean nos seguirán hasta el cansancio. A menos que…” Serena recordó aquel día en el que conoció a Aria, y el hecho de que al principio no la había podido reconocer por su atuendo que ocultaba su identidad de aquellas miradas indiscretas. Quizá podría encontrar algo que lograra el mismo efecto entre sus cosas.

    Buscó entre su mochila y su sorpresa fue mayúscula al descubrir un par de gafas rosadas, una pashmina de casimir y un lindo sombrero junto a una nota firmada.

    Por si los necesitas.

    Att. Aria

    Serena agradeció el regalo tan oportuno y procedió a colocárselas tan pronto como fuera posible. Ash intentó vestirse rápidamente, pero se dio cuenta que aquellas ropas ya no le quedaban del todo bien. Aun así, no tenía otra opción y forcejeó hasta que logró vestirse. Clemont abrió toda la ventana para poder salir, dando prioridad a su hermana y después al resto una vez que estuvieran listos.

    Después de mucho forcejeo, la puerta cedió ante aquella estampida de fanáticos y entrometidos que llenaron el cuarto tan pronto como habían logrado entrar. Pero solo se encontraron con una cama vacía y la decepción de no haber presenciado aquel imposible espectáculo que solo podía ocurrir en sus perturbadas mentes.


    . . . .


    “Tu Greninja está como nuevo. Espero que nunca vuelvas”, dijo la amable enfermera de cabello rosado a Ash mientras entregaba la pokébola de su fiel compañero. El chico agradeció las atenciones dadas y la guardó entre el resto.

    “¡Ahora podemos ir a tu último combate de gimnasio!” Exclamó Serena con una sonrisa. Pero aquella palabra fue como un gancho al hígado para Ash, quien solo pudo esbozar una débil sonrisa de simpatía hacia el desconocimiento de aquel hecho que casi quebraba su moral.

    “La liga está suspendida desde la primera hora de hoy, Serena. No hay batallas de gimnasio hasta nuevo aviso”, respondió con desconsuelo. Serena soltó un ligero jadeo con incredulidad ante esa devastadora noticia.

    “Aún no nos han dicho la razón del por qué, pero es cierto”, interrumpió Clemont.

    Serena no pudo evitar que un sentimiento de culpa la dominara por completo, a pesar de que incluso si hubiesen viajado juntos, no habría influido en el resultado. Pero luego recordó que fue la gran exhibición Pokémon la que los atrasó por más tiempo.

    “Oye, está bien”, dijo Ash intentando animarla. “No es que vayan a cancelarla, ¿o sí?”.

    “Es lo que dije justo cuando intentaste arrojarme por la ventana”, protestó Clemont. “Y debo hacer algunas investigaciones contigo, porque esa madurez es bastante extraña para la edad”.

    Sernea ya había sentido la tolerancia y simpatía de su amigo antes. Precisamente en ese desvío en el viaje que le permitió participar en el evento en el que ganó la corona. Pero las circunstancias eran diferentes y no parecían tan críticas como esta ocasión. La inesperada madurez que demostraba ante la decepción, colorearon sus mejillas de un rojo intenso al devolver aquel gesto con una amplia sonrisa.

    “¿Y qué haremos hasta entonces?” Interrumpió Bonnie con una muy buena pregunta que hizo que los demás reflexionaran por un momento, pero fue el rugido que emanó del estómago de Ash el que dio la respuesta.

    “Ahora que lo recuerdo…”, dijo mientras frotaba su estómago. “No he comido nada desde la cena. ¿Qué tal si vamos a buscar algo bueno que comer?”

    “Me parece perfecto”, respondió Clemont. “Pero… ¿qué tal primero si buscas ropa que te quede?”

    Ash había olvidado la incómoda sensación de vestir ropa ajustada y que no era lo suficientemente abrigadora para soportar el frío de ciudad Fractal. Asintió con la mirada y, en un acto tan inesperado como encantador, Ash hizo otra invitación que provocó que Serena se ruborizara aún más.

    “Serena, ¿me acompañarías a comprar nuevas prendas?”

    Si alguien le hubiera dicho hasta hace unos días que Ash la invitaría a salir, ella simplemente se habría quedado callada y sonrojada ante la infantil idea de pasar un día con su amigo de la infancia. Pero a veces la realidad es tan fantástica, que nuestra percepción de ella cambia por completo.

    “¡S-sí! ¡Me encantaría!” Respondió con otra amplia sonrisa.

    “Clemont y yo iremos a comprar la cena y luego los alcanzaremos”, dijo Bonnie con una sonrisa pícara y conspiradora hacia Serena.

    “Hay un mirador muy lindo en la base de la montaña”, dijo Serena con un guiño hacia Bonnie. Sacó su guía multimedia y señaló el lugar en donde se encontrarían más tarde.

    “Bien, nos vemos más tarde”. Bonnie tomó el brazo de su hermano y salieron del centro Pokémon inmediatamente, no sin antes haciendo una seña de su mano con el pulgar hacia arriba.


    . . . .


    “Bien, ¿qué te parece este?” Preguntó Ash en cuanto se colocó una chaqueta azul marino con varios bolsillos que le daban un aspecto más maduro y acorde a los cambios que acababa de experimentar.

    “¡Te ves muy bien!”, contestó Serena esbozando una sonrisa. Pikachu, quien se encontraba entre sus brazos parecía estar de acuerdo a la opinión de Serena, gruñendo con su característico sonido.

    “Creo que es suficiente”, dijo después de admirar todo el conjunto que vestía gracias a los espejos disponibles en la tienda. Fuera de la chaqueta, poco había cambiado en el resto de sus prendas. Aun optaba por usar un pantalón cargo de color gris oscuro con bolsillos extra en las pantorrillas, pero sus tenis habían sido cambiados por un par de cómodas botas de viaje color café oscuro. “Excepto por un detalle”. Alargó el brazo para alcanzar una nueva gorra lo suficientemente grande para él. La ajustó a su cabeza y esbozó aquella mirada desafiante característica de un entrenador dispuesto a darlo todo.

    Serena aplaudió un poco y reiteró el elogio hacia los gustos de Ash. El chico sonrió mientras frotaba su nariz con un poco de vergüenza y orgullo.

    Una vez fuera de la tienda, ambos se dirigieron a aquel lugar donde habían acordado reunirse con el resto para disfrutar de la gastronomía típica de ciudad Fractal. Afortunadamente el pronóstico indicaba que sería una noche tranquila y relativamente menos fría que la anterior. Aprovechando el viaje de ida, Serena decidió entablar una conversación para aprovechar los momentos a solas que le quedaban.

    “Entonces… ¿no recuerdas que sucedió anoche?”

    La pregunta tomó por sorpresa a Ash, quien negó con la cabeza. “Clemont dijo que me habían encontrado afuera e inconsciente. Fue mi culpa por entrenar tan tarde”.

    “¿Y cuándo despertaste ya estabas así?” Indagó Serena nuevamente.

    “Es extraño, ¿verdad?” Respondió Ash. “Pero basta de mí. Sé que nos contarás todo en la cena, pero ¿qué tal esos dos días entre todas esas personas elegantes?”

    La pregunta golpeó a Serena con una fuerza tan grande que borró su sonrisa e hizo que aquellos momentos de alegría al volver con sus amigos se vieran opacados con la horrible experiencia que había tenido hace poco. Ella no quería hablar de eso, pero también ya se había dado a la idea de que por lo menos en los días venideros sería el tema de conversación en todos sus momentos libres. Docenas de explicaciones, excusas y mentiras ya revoloteaban por su cabeza sin lograr una historia coherente. Pero tampoco quería dejar en suspenso a aquel chico que se había visto tan amable y comprensivo con ella durante ese día.

    “Fue… diferente”, contestó sin poder encontrar otra palabra para definir su mala experiencia.

    “¿En serio?”, preguntó Ash sorprendido del poco vigor con el que había respondido su pregunta. “Incluso creí que pedirías un poco más de tiempo”.

    “¡No! ¡Yo ya quería estar aquí contigo!” Objetó inmediatamente sin darse cuenta de las palabras que habían salido de su boca. “¡Es decir… Ustedes! Yo… ¡Yo ya los extrañaba!” Balbuceó, tratando de reformular lo que en verdad quería decir mientras se ruborizaba incontrolablemente.

    Ash y Pikachu rieron de forma simpática ante el pobre intento de su amiga para ignorar lo que acababa de decir. “Para serte sincero, yo también te extrañé”.

    Serena se paralizó. El efecto de aquellas sinceras palabras desató una incontrolable mezcla de sensaciones que hicieron latir su corazón incontrolablemente. Fue tal el poder de aquellas palabras que incluso lograron que olvidase su terrorífica experiencia.

    Sin saberlo, ambos habían llegado al lugar donde se realizaría su picnic antes de que la luz de la luna los cobijara con su luz plateada. Un rápido vistazo alrededor parecía indicar que Clemont y Bonnie aún no habían llegado. Sin nada más que hacer, ambos se sentaron en una banca que encontraron ahí y que ofrecía un maravilloso espectáculo natural de cadenas montañosas y bosques escarchados.

    “Es hermoso, ¿no crees?” Dijo Serena después de unos segundos de admirar el paisaje.

    “Si... Te hace olvidar de los malos momentos al menos por un rato”, contestó Ash con otra muestra de madurez que Serena no esperaba, pero que disfrutaba enormemente.

    “Ash…”, dijo tomando todo el valor que le quedaba para lo que iba a decir. “En ese lugar, yo… Bueno, creo que me di cuenta de que la vida ofrece muchas oportunidades, y uno nunca sabe cuándo podría ser demasiado tarde para disfrutarlas”.

    Ash miró a su amiga un tanto desconcertado por la extraña forma de describir su experiencia entre la gente elegante. Muchas hipótesis cruzaron por su mente en ese momento, pero ninguna de ellas parecía responder esa interrogante.

    “Lo que quiero decir es…”. Era todo o nada. En ese terrorífico momento en el que creyó perder su vida, su más grande arrepentimiento fue no haber sido sincera con sus sentimientos en todo ese tiempo que había compartido desde que comenzó su viaje, en el que innumerables oportunidades se le habían presentado, pero que el miedo y la vergüenza la habían vencido y hecho creer que siempre habría otro chance cuando en realidad la incertidumbre es, irónicamente, con lo único que puede uno contar.

    Ash tomó su mano cubierta por el guante que la protegía del frío y lentamente lo removió hasta que sus dedos se entrecruzaron y un calor apasionante recorrió por el cuerpo de ambos. La mano de Serena parecía responder al tacto de su compañero y lo sujetaba con fuerza como si tuviera vida propia. Ella se ruborizó a niveles nunca antes vistos, y el calor que sentía parecía sofocarla en parte por la ropa invernal que traía puesta.

    Ella no era la única. Ash también lo iluminaba un rubor que lo hacían parecer un globo rojo con cada segundo en el que su mano jugueteaba con la de ella. Ambos se enfocaban en ese gesto sin aun mirarse a los ojos, pero casi al mismo tiempo sus miradas se entrecruzaron y el vínculo de afecto quedó unido para siempre. Ash podía sentir la agitada y cálida respiración de Serena mientras experimentaba una explosión de sensaciones que jamás había sentido antes, a excepción de…

    Tráela de vuelta

    Los sinceros sentimientos de un joven romance se detuvieron por un segundo, y el horror que Ash había experimentado la noche anterior regresaba con una fuerza terrorífica como aquella que lo había dominado tan fácilmente.

    Las estructuras se volvieron borrosas y los colores chillones. De entre los árboles que parecían marchitarse en segundos, gritos espantosos y aullidos desoladores se unían a una insoportable sinfonía de placer que hacía eco en su mente.

    ¡Tráela de vuelta!

    La voz encendía nuevamente sus sentidos hasta lograr una cacofonía de dolor que su subconsciente creía que solo se detendrían hasta que obedeciera su orden. Absteniéndose de dejarse dominar por aquella voz, Ash soltó la mano de su amiga y se tambaleó hasta abandonar la banca.

    “¡Ash!” Gritó Serena horrorizada y fue al encuentro de su amigo que se retorcía como si luchara sin cuartel contra una fuerza desconocida que intentaba tomar control de su cuerpo. “¡¿Qué te sucede?!” Chilló nuevamente.

    “¡NO! ¡DÉJAME!” Gritó desesperadamente mientras sus manos sujetaban su cabeza como si intentara evitar que estallara.

    ¡TRÁELA!

    Ash se dejó caer en el suelo congelado sin dejar de retorcerse de dolor. Pikachu fue en su auxilio, pero la escasa ayuda que podría proveer no serviría de nada.


    . . . .



    Las lecturas que arrojaba el dispositivo EGG portátil fluctuaban alocadamente con cada segundo en el que el extraño fenómeno amenazaba con dejar al chico en el mismo estado deplorable al que ya había visto antes.

    “Maldición… es el chico…”, susurró.

    El tiempo era oro. Clint tomó su arma y a través de la mira intentó apuntar a lo más cerca posible de la cabeza del muchacho, pero la manera en que su compañera lo rodeaba con sus brazos impedía un tiro certero hacia su blanco.

    En segundos calculó otros ángulos, escenarios o alternativas para no disparar, pero no pudo encontrarla. No había otra opción.

    “Dos minutos…”, susurró nuevamente. Clint abandonó su posición e hizo una seña hacia aquel Pokémon que se encontraba aún escondido tras los árboles, quien rápidamente se dirigió hacia donde se encontraba la pareja.

    “¡Linda, hazte a un lado!” Gritó Clint tan fuerte que el eco se escuchó por todo el bosque.

    Serena volteó sobrecogida ante la orden de esa desconocida voz, mientras un borrón carmesí se dirigía hacia ella como un vehículo a toda velocidad.


    TO BE CONTINUED…
     
    Última edición: 18 Mayo 2016
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    J.Nathan Spears

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    Okey, no planeaba leer a estas horas, pero este episodio ha sido bieeen variado y, por ende, súper interesante >8D

    Primero, el efecto del parásito del placer y la bofetada disimulada a toda la "casta" de AmourShippers fue fenomenal :D. Me reí bastante.

    Luego Serena y Ash teniendo una cita romántica... ya dije en muchísimas ocasiones que el romance no me gusta y me importa menos que la economía de Micronesia, pero igual te las arreglaste para hacerlo ver disfrutable...

    ¡Y después el parásito ataca de nuevo! Jejeje... qué oportuno. ¡Digo! Inoportuno xD. Además, Clint... no sé si intenta disparar algún antídoto o dardo tranquilizante... o si intenta hacer un HEADSHOT al más puro estilo de la saga SNIPER.

    Oh, bueno... habrá que esperar al siguiente episodio n_n.

    ¡Suerte, compa! XD

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    Edmund Daltonic

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    El Culto al Placer. Hasta pronto y gracias por los reviews.
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    ¿Cómo? ¿Ya no aguantan la angustia de desentrañar los misterios de este fic? ¡Pues ahí les va una bomba!

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    CAPÍTULO 10. Clint McTyrano Bolas


    Cinco segundos.

    Serena miró estupefacta aquel borrón carmesí que se dirigía hacia ella y que luego tomaba una forma bípeda en frente de sus ojos. En tan solo unos instantes, su instinto de supervivencia se vio opacado por un testarudo sentimiento de salvaguardar a aquel chico entre sus brazos de cualquier amenaza. Pero afortunadamente para ella, los sentidos agudos del roedor amarillo habían presentido la llegada de aquel intruso, desatando una carga de adrenalina que exacerbaron las capacidades y fuerzas del pequeño Pokémon al ejecutar un ataque de cola de hierro contra el invasor al mismo instante en que este pretendía acercarse un milímetro más a cualquiera de esas dos personas.

    El Pokémon carmesí demostró nuevamente su envidiable agilidad y poder al recibir el poderoso ataque de Pikachu con una de sus pinzas, pero la fuerza del impacto obligó a ambos Pokémon a retroceder y asumir nuevas posiciones de batalla. Fue entonces cuando aquel misterioso borrón Carmesí pudo ser descubierto por completo.

    El Pokémon poseía un inconfundible exoesqueleto metálico rojo con alas retráctiles, un cuerpo delgado por el que sobresalía su largo abdomen y su tórax descubierto, y del cual emergían dos enormes pinzas aserradas de cada brazo con las que usaba de forma desafiante contra su oponente.

    “Un Scizor…”, dijo Serena después de identificar el Pokémon. Inmediatamente buscó entre sus bolsillos la pokébola que contenía a su compañera que tenía la ventaja contra aquel enemigo, la cual arrojó con firmeza y ordenando un ataque de lanzallamas tan pronto como la forma de Braixen se hubiese manifestado en el campo de batalla.

    Quince segundos.

    Afortunadamente para Clint, aquella chica no se había percatado de su presencia aún. La mala noticia era que aún no poseía un tiro certero y el tiempo apremiaba. En su mente no existía otra prioridad más que el de dar con el chico antes de que corriera la misma suerte de los que ya se había encontrado anteriormente. Pero si hay algo que todos los que alguna vez se enfrentaban a sus tácticas debían saber, era que él siempre tenía un as bajo la manga.

    Veinte segundos.

    La oleada de fuego desatada por Braixen fue fácilmente esquivada por el Pokémon carmesí en un increíble espectáculo de agilidad y destreza mientras se dirigía velozmente hasta donde se encontraba su nuevo oponente. Braixen se paralizó con asombro al darse cuenta de que Scizor se encontraba cara a cara con ella, y tan pronto como había llegado, un poderoso golpe de su tenaza había encontrado su blanco contra el abdomen de Braixen, arrojándola por los aires y dejándola fuera de combate tan pronto como había caído al suelo.

    “¡Braixen!” Chilló Serena, pero aún se negaba a abandonar a Ash, cuya respiración había aumentado incontrolablemente.

    “¡Maldición, no tengo ni un minuto!” Susurró Clint mientras se acercaba con precaución a donde se encontraba el muchacho.

    Pikachu no pudo evitar sentir admiración y rencor hacia aquel poderoso Pokémon que había dejado fuera de combate a alguien que tenía una enorme ventaja contra él. Aun así, a Pikachu le quedaba perfectamente claro que esta era una de esas tantas batallas en las que se ponía en juego algo mucho más que un simple combate entre entrenadores. Se colocó en posición de ataque mientras emitía pequeños relámpagos de sus mejillas de modo amenazador sin apartar la vista del Pokémon carmesí. Pero fue una jugarreta sucia la que lo sacó de balance e hizo que fracasara como fiel guardián.

    De la nada, un par de penetrantes ojos de diamante bloquearon su vista del objetivo, sorprendiéndolo con la imagen de un pequeño Pokémon oscuro y encorvado quien asestó un golpe lo suficientemente fuerte para arrojarlo hacia los aires. El ataque no era en particular poderoso, y Pikachu solo tardaría un segundo en recuperarse, pero pronto se daría cuenta que el objetivo de aquel Pokémon nunca fue el de vencer a su oponente.

    Cuarenta segundos.

    El ataque del Pokémon oscuro fue la señal que Scizor necesitaba para cumplir con su objetivo inicial, el cual debía llevarlo a cabo en escasos segundos hasta que el roedor amarillo estuviera listo para contraatacar. Rápidamente se colocó en posición de zancada y saltó hacia Serena, con quien se encontró en menos de un segundo gracias en parte al impulso obtenido al abandonar el suelo.

    Serena se vio frente a frente de nuevo con aquel Pokémon, pero esta vez ya tenía preparado otro recurso que podría usar contra él al menos hasta que Clemont u otra persona llegara para auxiliarlos. Sin embargo, Scizor no permitiría más distracciones. Tan pronto como Serena había soltado una pokébola, el Pokémon carmesí la rodeó con sus pinzas y saltó hacia los aires con ella en sus brazos. La maniobra fue tan inesperada como poderosa, pues en ese instante la suspicacia de Serena le había arrebatado todas sus fuerzas, viéndose obligada a soltar a su querido amigo, y dejándolo en manos de aquel extraño fenómeno que lo estaba consumiendo.

    Cuarenta y dos segundos.

    Clint estaba listo desde antes de que su Sableye hubiese sacado a Pikachu del combate. Sostenía el rifle firmemente en sus brazos mientras tenía a su objetivo estaba en la mira. Ahora que tenía la vía libre, Clint jaló del gatillo sin pensarlo dos veces.

    El dardo fue expulsado del cañón del arma, probablemente el primer disparo efectuado con esta herramienta en ciudad Fractal desde hacía décadas, e impactó en el tórax del chico. Mientras Serena permanecía en los brazos de aquel Scizor, ella pudo ver aterrada como este misterioso y despiadado sujeto había disparado contra Ash. Pero una vez que aterrizaron, el Pokémon carmesí la soltó y ella se dirigió a su auxilio con lágrimas en sus ojos.

    Clint dio un ligero suspiro de alivio. Pero tan pronto como había abandonado la mira de su arma, una prodigiosa fuerza emergió del bosque y lo derribó de forma tan inesperada que incluso revivió una sensación de incertidumbre a la que ya no estaba tan acostumbrado.

    Aquella bestia de negra melena y furiosos ojos amarillos rugía de forma amenazante en el rostro de aquel agresor mientras presionaba su pecho con su pata derecha y usaba la otra para alejar la posible arma homicida.

    “¡Luxray, no dejes que se levante!” Ordenó Clemont, quien usaba su escaza velocidad para ir al encuentro de sus amigos. Bonnie iba delante de él y se dirigió al lugar donde Serena y Pikachu ya estaban atendiendo al chico de cabello azabache.

    “¿Quién eres?” Preguntó Clemont al sujeto de cabeza rapada, quien de inmediato hizo un movimiento con sus brazos en señal de rendición.

    Scizor y Sableye tomaron nuevas posiciones de combate, pero su determinación para luchar fue inmediatamente suprimida cuando aquel hombre dio una orden fuerte y estricta que se escuchó en el bosque. “¡Reina Roja, Kor Phaeron! ¡Ya basta!”

    Los tres amigos se sorprendieron al observar que aquellos Pokémon que habían demostrado una voluntad para luchar, ahora se mostraban firmes y relajados. La idea de que aquel sujeto era un simple matón desapareció de la mente de Serena cuando notó que la respiración y el pulso de Ash regresaban a la normalidad.

    “El chico…”, Interrumpió aquel sujeto, “¿Ya está bien?” Luxray aumentó la presión que ejercía sobre su pecho en señal de advertencia, pero Clemont ordenó también el cese de hostilidades y el león relámpago regresó a su lado.

    Aquel hombre de ojos oscuros y piel color olivo se puso de pie lentamente, sacó dos pokébolas de su bolsillo y ordenó el regreso de ambos Pokémon. Luego se dirigió a donde estaba el resto de los chicos, pero Luxray tomó la posición defensiva en señal de advertencia.

    Serena removió el dardo del pecho de Ash y se alegró al ver que ahora estaba mucho mejor. Dirigió su mirada hacia el extraño y preguntó nuevamente. “¿Quién eres?”

    El sujeto suspiró y de un modo casi sarcástico, respondió a aquella interrogante que ya lo tenía harto. “Clint…”, dijo. “Clint McTyrano Bolas”.

    Los chicos no pudieron evitar hacer una mueca de incredulidad y confusión ante el nombre tan extraño que aquel sujeto pretendía usar.

    “¿Ese es tu nombre?” Preguntó Serena.

    “No lo gastes, es el mejor nombre del universo.”, respondió con firmeza. “Y burlarte de él ya son dos muestras de ingratitud que ustedes me dirigen después de haber salvado a tu novio”.

    Serena se ruborizó inmediatamente al ver que Clemont y Bonnie le dirigían una mirada ndagatoria. Balbuceó un poco tratando de explicar la situación, pero Clemont resultó ser de ayuda cuando cambió el tema con otra pregunta.

    “¿Salvarlo? ¿Qué quieres decir?”

    “De aquel parásito al que su amigo fue expuesto”, respondió Clint. “Un par de segundos más y esa cosa habría freído su cerebro”.

    “Espera…”, interrumpió Serena. “¿Estabas espiándonos?”

    “Desde que salieron del centro Pokémon”, contestó Clint sin darle la menor importancia.

    “¿Y no pudiste hacerlo de una manera menos… violenta?” Preguntó Serena.

    Clint la miró con una mezcla de sarcasmo y simpatía hacia la ingenuidad de aquella chica. “Buenas noches linda, veo que tu amigo está en una agonía insoportable ante el peligro de quedar como un vegetal para siempre. ¿Me permites inyectarle este antiléptico que podría ser fatal pero que no hay una mejor opción?” Clint sacudió su cabeza como si quisiera hacer comprender a Serena que habría sido absurdo en otro escenario. “No, yo tampoco lo creo”.

    Ash recuperó un poco de sus fuerzas y trató de levantarse con ayuda de Serena, quien sostuvo su brazo hasta que logró estar de pie nuevamente. Fue entonces que los recuerdos volvieron a su mente junto a la habilidad del habla. “Yo… Ahora lo recuerdo…”, dijo, “…anoche sentí como si…”

    “Te asfixiaran y luego implantara algo en tu mente mientras sentías un placer intoxicante y todos tus sentidos eran explotados al máximo”, interrumpió Clint. Ash quedó aterrado al escuchar la perfecta descripción de lo que había experimentado. “Si, ya lo he visto antes. Pero corriste con suerte, chico”.

    “¿Sabes quiénes me hicieron esto?” Preguntó Ash con enojo y curiosidad. Clint suspiró nuevamente y negó con la cabeza como si un gran peso de encima se hiciera todavía más insoportable.

    “Es lo que he intentado averiguar desde hace ocho años”, dijo mordiéndose el labio inferior para desquitar un poco su frustración. “Pero las pistas son escasas y desaparecen tan pronto como empiezo a indagar”.

    “Al menos…”, interrumpió Clemont, “¿Sabes por qué le hicieron esto a Ash?”

    Clint negó nuevamente con la cabeza. “Sean quienes sean estos sujetos, tienen una gran variedad de blancos que hace casi imposible reducir la lista de posibles candidatos. Pero…”, se dirigió a Ash, “… tú eras un objetivo muy probable, chico”.

    Ash dejó escapar un soplido de asombro e inquietud. “¿Yo?”

    Clint encendió un holomisor y mostró fotografías de varias de las hazañas de Ash desde el inicio de su viaje. Cientos de recuerdos llegaron a su mente al observar escenas recientes de cómo ayudó a combatir a la amenaza de Hoopa, sus innumerables batallas que fueron transmitidas en vivo, la vez que junto a sus amigos derrotaron al equipo Plasma, e incluso aquel glorioso momento donde venció a su rival de la niñez. “Eres un caso curioso, Ash”, dijo Clint. “Siempre estás en el momento preciso ya sea para conocer una criatura legendaria o en el clímax de una batalla contra una organización criminal”. Clint apagó el holomisor. “Quizá por eso te eligieron”.

    Serena había permanecido callada desde que Clint describió la horrible experiencia que se asemejaba mucho a la que ella había sido sometida en su noche de iniciación. Ni siquiera se había percatado que Clint trataba de entablar conversación con ella hasta que él chasqueó los dedos para hacerla regresar al mundo real. “¿Uh?”

    “Dije que también creía que tú podrías haber estado bajo la influencia del parásito”.

    Serena llevó su puño al pecho con miedo ante la idea de que ella también habría sido infectada anteriormente y correr el mismo riesgo de ser corrompida por un monstruo invisible.

    “Pero al parecer no es así”, dijo Clint esbozando una sonrisa y sacando su dispositivo EGG del bolsillo. “Lo que sabemos es que el parásito se manifiesta cuando el hospedero entra en un estado de gran excitación. Con este dispositivo puedo medir las ondas cerebrales y determinar si un sujeto puede o no estar bajo la influencia del parásito”.

    “Me pregunto qué estaban haciendo ustedes dos”, sonrió Bonnie con una mirada maliciosa hacia Serena.

    “¿Puede extraerse?” Indagó Clemont, frotando su barbilla en forma reflexiva.

    “El parásito se aloja en el sistema límbico y se aferra a él de tal forma que resultaría fatal para el hospedero”. Clint dirigió una mirada firme pero compasiva hacia el chico que ahora tendría que vivir con un peligroso huésped. “Lo siento”.

    Serena miró con melancolía y temor el rostro de su amigo que ahora compartía un destino fatal. Si en esa ocasión sólo fue un ligero roce de manos que bien pudo haberse convertido en un beso inocente, ahora se preguntaba qué sucedería si las muestras de afecto eran llevadas a un nivel más íntimo.

    “Tu…”, dijo Serena dirigiéndose a Clint, “dijiste que también tenías sospechas sobre mí ¿Por qué?”

    Clint acomodó sus hombros para liberar un poco de tensión y responder a la pregunta. “Como dije, estos sujetos tienen gustos muy variados. Pero una constante que han demostrado es su gusto por lo estético e inusual”. Clint encendió su holomisor de nuevo para mostrar la foto de la ceremonia de coronación en ciudad Glorio. “Y la nueva reina de Kalos se ajusta a esa descripción. Pero al parecer… me equivoqué de nuevo”.

    Clint cerró sus ojos, levantó la mirada y dio un último y largo suspiro con el que pretendía desahogar la mayor cantidad de frustración posible. Ante todos los acontecimientos que habían sucedido en unos minutos, se sentía exhausto y decepcionado al encontrarse en un callejón cerrado sin ninguna pista importante que lo ayudara a no comenzar de cero como la última vez. Podría quedarse un rato a observar los movimientos de Ash, pero aun sentía que haber venido a la región de Kalos habría sido el epítome de su fracaso, y quería terminar ahí tan pronto como fuera posible.

    “Escuchen… aún no han comido, ya ha oscurecido y tienen mucho que pensar”. Clint dio la vuelta y se partió rumbo al bosque helado. “Mañana quiero hacerles unas cuantas preguntas, si no les molesta”.

    Serena no soltaba el puño que presionaba su pecho con una fuerza casi asfixiante, como si evitara que las palabras de la verdad escaparan de su boca y la obligaran a enfrentarse ante su miedo más profundo. Pero ahora ella no era la única víctima, sino también sus amigos y aquel joven al quien ahora sentía cierta simpatía y lástima ante el fracaso. Quizá si juntara un poco más de valor, podría ayudar a desentrañar el misterio y liberarse por fin de aquellas cadenas de angustia que la habían atado desde el día anterior.

    “Acaso…”, dijo al fin, pero quedándose sin aire ante tal esfuerzo. Dio una gran bocanada y por fin logró liberar algo de su angustia. “¿Acaso es La Orden de la Doncella?”

    Clint detuvo su marcha y dio media vuelta para ver a la dueña de aquellas palabras que habían llamado su atención. “Así que también tienen una aquí”, dijo con el tono sarcástico que había usado anteriormente. “¿Es lo que hiciste ayer?”

    Serena juntó un poco más de valor y asintió con la mirada, pero quedó desconcertada ante el poco interés que había mostrado con la información que a ella le había costado tanto revelar.

    “¿Disfrutaste de la altanería, opulencia y frivolidad del evento?”, dijo con una actitud más grosera que rayaba en el límite de la sátira. “Pero por supuesto. Eres la máxima expresión de esa banalidad”.

    Clint no se molestó en mirar las miradas de enojo que los amigos de Serena le habían dirigido al expresarse de forma tan cruel. Lejos de compartir sus emociones, Serena fue la única que sintió una fría, pero total sinceridad en las palabras de aquel joven. No podía explicarse por qué, pero por alguna razón le pareció que Clint podría ser el único que podría ayudarla para enfrentar su máximo temor. Tomó todas las fuerzas que le quedaban, y reuniendo los fragmentos del valor que se había quebrado anteriormente, comenzó a narrar la horrenda experiencia de ser la pieza central de un ritual macabro.

    “Las imágenes e distorsionan… y los colores parecen estallar en tu rostro”.

    Clint se detuvo nuevamente, esta vez sin dirigir su mirada al grupo quien ahora prestaba total atención de la historia.

    “Una canción… que estimula tus sentidos… y detona aquellos que estaban dormidos”.

    “Hasta que retumba en tu mente y recorre tu cuerpo… retorciéndolo de dolor”. Clint interrumpió con una voz seria y afligida. Lentamente dio la vuelta para fijar la mirada en aquella chica a quien Clint le era fácil deducir que le estaba costando cada gota de energía y voluntad para confesar la pesadilla a la que había sido expuesta.

    “…Devela el verdadero rostro del horror… paralizándote con su mirada y aullando desconsoladamente”

    “… Y solo rezas para que la muerte se apiade de ti… que te libere de ese sufrimiento”.

    Los ojos de Serena y Clint permanecieron en contacto por un momento de absoluto silencio, como si fueran los únicos testigos de la escena de un crimen intercambiando horripilantes visiones que solo ellos podían entender y compartir.

    Serena se acercó a él y tomó su mano para llevarlo hacia donde se encontraba el grupo. Clint permanecía absorto ante el mayor descubrimiento de toda su vida desde aquel fatídico día de hace ocho años. Sacó un teléfono móvil de su chaqueta y sin ver la pantalla, presionó un botón con el contacto de la persona más confiable que él conocía.

    “¿Hola? ¿Clint?”, preguntó una voz femenina que sólo él podía escuchar. “¿Qué sucede? Nunca me habías contactado por esta línea”.

    “Ellie… Los encontré…”, susurró y colgó inmediatamente. Las fuerzas parecían abandonarle y las náuseas le hacían difícil contener la respiración. En todos sus años de entrenamiento, ningún ejercicio ni sometimiento emocional le habían preparado para un momento así. Trató de sostenerse de algún apoyo invisible que lo hizo perder el equilibrio, pero su caída había sido evitada por aquel chico que había rescatado y que ahora regresaba el favor al sostener su brazo con firmeza.

    “También la escuché hace unos momentos”, dijo Ash. “Me decía: ‘Tráela’. Una y otra vez”.

    Clint respiró profundamente para ayudar a que el oxígeno llegase a su cerebro y le ayudara a recuperar sus sentidos. La inesperada serie de eventos que lo habían llevado hasta ese momento de revelación renovaban su voluntad y aclaraban su mente para marcar el camino que ahora debía seguir para dar con los culpables.

    Tan pronto como Clint se dispuso a hablar y compartir más información con aquellos niños, una figura familiar hizo acto de presencia con su saludo particular hacia la chica que aun sostenía su mano con gentileza.

    “¡Serena! ¡Ya estoy aquí!”, exclamó Aria quien se dirigía con ahínco hacia donde estaba el grupo. La joven colocó su teléfono en su oído izquierdo y con un susurro envió un mensaje a la persona del otro lado de la línea. “Ya la encontré”.

    Serena recibió el gesto con desconcierto y sin devolver la sonrisa. “Ah… cierto”, dijo finalmente sin cambiar su expresión, recordando que antes de abandonar el palacio, había acordado reunirse con ella en esa ciudad.

    Aria saludó al resto de sus compañeros de viaje e hizo una mención especial hacia el chico de tez morena que lucía totalmente diferente. “¡Wow!” Exclamó boquiabierta. “Normalmente no soy buena con las predicciones, pero tú sí que me sorprendiste”. Pero luego su personalidad extrovertida fue hecha a un lado cuando observó a aquel hombre extraño que la veía con una expresión seria y analítica. “¿Quién es él?” Preguntó sin dejar de mirarlo.

    “Hablo español, linda”, respondió Clint con su tono sarcástico. “Puedes preguntarme directamente”.

    Aria frunció el ceño en señal de ofensa, pero decidió ignorarlo y tratar directamente con el importante asunto del que tenía que hablar con la reina de Kalos. “Como sea…”, dijo, para luego desviar toda su atención hacia ella y tomar su mano. “Serena, detesto tener que pedirte esto cuando acabas de regresar, pero hay un asunto de extrema importancia que debemos atender”.

    Serena pudo predecir lo que Aria estaba a punto de pedirle. Reunió todas sus fuerzas y respondió con firmeza a la petición de la que alguna vez consideró su mejor amiga.

    “No”.

    “Oh, vamos”, dijo Aria ignorando la fría honestidad de Serena. “No se trata de asuntos de la Orden. Palermo ha agendado citas con importantes editores de las revistas más influyentes del medio del espectáculo. ¡Están ansiosos de conocerte!”

    Serena negó nuevamente con su mirada y soltó la mano de Aria de inmediato. Ella no se inmutó ni se mostró ofendida ante la negativa de Serena, pero tampoco podía mostrarse dominante. Aria necesitaba sacarla de ahí lo más pronto posible antes de que Palermo descubriera sus verdaderas intenciones. La chica pelirroja dio un paso adelante cuando de pronto, aquel joven que la miraba con sospecha se interpuso en su camino.

    “Me parece perfecto, ¿cuándo partimos?” Dijo con un tono más agradable.

    Aria se sorprendió al ver el atrevimiento de aquel extraño al aceptar la invitación de algo a lo que no había sido invitado. “¿Quién eres?” Preguntó nuevamente.

    “Por el momento soy el guardián de Serena”, dijo con aire dominante.

    Aria quedó más perpleja al escuchar semejantes palabras. “Serena, ¿qué significa esto?”

    Serena quiso hablar para aclarar el malentendido que se estaba llevando a cabo sin su aprobación. Por más confianza y simpatía que sintiese hacia Clint incluso a menos de media hora de haberlo conocido, a ella no le parecía correcto que tomara decisiones sin consultárselo antes.

    “Significa, querida…”, interrumpió Clint. “Que a donde va ella, voy yo”.

    Aria se encontró en un predicamento que no esperaba. Aquel sujeto parecía no tener malas intenciones, pero en ese momento solo resultaba ser un obstáculo más su elaborado plan. “¿Por qué?”

    Clint cruzó sus brazos. “Hay cosas tenebrosas ahí, ¿no es así?”, dijo con una sonrisa inquisidora. “Su charada ha sido expuesta, linda”.

    Un silencio absoluto reinó en las primeras horas de la noche de aquel sitio de recreo. Aria incluso había olvidado que su teléfono seguía conectado a la persona de la otra línea y que ahora intentaba comunicarse con ella. Tan pronto como ella había colocado el dispositivo en su oído para atender la llamada, sus ojos se petrificaron con la inesperada petición de la persona con la que mantenía la comunicación.

    “Ustedes dos…”, dijo, dirigiéndose a Clint y Serena. “Vengan conmigo”.

    El grupo descendió de la base de la montaña hasta un camino que llevaba a la pista principal, donde una limusina color negro junto con su chofer los esperaba. Aria fue la primera en entrar, pero Serena se mantenía reacia a poner un pie dentro del vehículo.

    “Mientras yo esté aquí…”, le susurró Clint a su oído, “… nadie te hará daño”.

    Las palabras de aquel joven parecieron tranquilizarla, pero había llegado a la conclusión de que llevar el papel de doncella en apuros comenzaba a fastidiarla. Dio una última mirada a sus amigos, quienes se veían aun confundidos y preocupados, y les dirigió una sonrisa que surtió poco efecto para aliviarlos de su incertidumbre.

    Clint también les dirigió una mirada optimista e inclinó su cabeza en señal de que todo saldría bien. “Tú, rubio”, señaló a Clemont, quien usó su dedo índice para señalarse a sí mismo y confirmar que era él a quien había llamado. “Sí, tú. Bajo ninguna circunstancia permitas que Ash tenga una batalla hasta que regresemos, ¿de acuerdo?”. Clemont asintió intrigado y preguntándose el porqué de esa instrucción extraña y algo extrema.

    Clint entró al vehículo y cerró la puerta con fuerza. El motor arrancó para llevarlos a su destino. Mientras tanto, cientos de planes, tácticas y posibles escenarios ya cruzaban por la mente de aquel joven, quien aprovecharía el largo viaje para prepararse lo más posible en lo que podría ser la batalla más difícil de toda su vida.


    TO BE CONTINUED…
     
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    J.Nathan Spears

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    Ooooh... ¡Cielos! Clint McTyrano Bolas realmente es un personaje fuera de lo común. Reina Roja y Kor Phaeron... ¡Excelentes Motes para los pokes! ¿De casualidad te basaste en la literatura de Stephen King o algo parecido? Me suenan de por ahí...

    Pero bueno, la forma en que vencieron a Braixen y Pikachu fue bastante rápida. Me pregunto cuántos años de experiencia tiene Clint como entrenador... al menos sabe defenderse.

    Mi línea favorita fue esta

    ¡Zas en toda la boca bien merecido! Cuánta banalidad en ese mundillo. Y si le dedicaron esas palabras a la groupie por excelencia, ¿Qué le queda a Palermo? Uy... 15 minutos de puteadas a ella serían insuficientes...

    En fin, este parásito... realmente lo estás desarrollando bien en la historia. A ver cómo terminarán encontrando una cura definitiva... algo me dice que correrá sangre o_oU

    Bueno, Aria aparece de nuevo... me pregunto cuáles serán sus reales intenciones. Quién sabe si el parásito ya le destruyó su voluntad, con o sin intervenciones de Palermo o Madam de Valois o de quien sea xP.

    En fin, a ver qué sucede en el siguiente episodio...
     
  8.  
    Edmund Daltonic

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    El Culto al Placer. Hasta pronto y gracias por los reviews.
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    De ser posible, habría escrito una cuartilla con Clint y el resto pasándole factura a esa mujer marchita y fea.


    ¿Y soy yo, o los capítulos se han vuelto más largos? Creo que por eso me canso más



    CAPÍTULO 11. Palermo lo explica todo.

    Su primera exhibición Pokémon, el momento de reflexión antes de la batalla por el título de reina de Kalos, todos aquellos momentos en que había estado a solas con Ash y que pudieron haberse convertido en lindas memorias de romance infantil, pero que eran frustrados por su timidez… nada de eso se comparaba a la incómoda y tensa situación sofocante que acontecía en el compartimiento de pasajeros de aquella limusina.

    Clint y Aria, dos personas que se habían enemistado casi tan pronto como se habían conocido, intercambiaban miradas antipáticas y de desconfianza que solo hacían el viaje más difícil e incómodo hacia su destino en aquel palacio al que, por si no fuera suficiente con la atmósfera de enemistad por parte de esas dos personas, le provocaba escalofríos con la simple idea de regresar al lugar de sus pesadillas.

    Sin embargo, y no habiendo muchas opciones para acomodarse incluso dentro de ese gran auto, Serena había optado por compartir el asiento con Clint más por seguridad que por gusto, a quien de vez en cuando le dirigía una mirada que él no respondía. Al principio creía que simplemente la ignoraba, pero después de inspeccionar también los ojos penetrantes e indagadores de Aria, se dio cuenta que ambos estaban al pendiente el uno del otro, como si se prepararan para cualquier acto de traición que pudiera acontecer en su viaje.

    “Así que… ¿eres un entrenador?” Preguntó Aria finalmente. Posiblemente cansada de ese silencio tan incómodo que la estaba volviendo loca.

    Clint no mostró ningún cambio en su actitud, como si aquella pregunta fuese una táctica de distracción a la que no debía prestarle importancia. “Ya habrá un momento para hacer preguntas”, contestó con desdén.

    Aria lo miró con desprecio. “Solo quería conversar”, dijo con un tono acusador. “No tienes que ser tan grosero”.

    “De acuerdo, conversemos. Puedes empezar por contarme todos los secretos de tu frívola organización y podemos ahorramos todo este largo viaje”, respondió Clint sin mostrar ningún signo de agobio o simpatía por ella.

    Aria apretó los dientes, cruzó sus brazos e ignoró su mirada al dirigir su atención hacia el paisaje nocturno de su ventanilla, dándose por vencida al tratar de hacer el viaje menos tedioso para todos.

    Mientras tanto, Serena ya comenzaba a sufrir los primeros síntomas de un día agotador lleno de revelaciones y sospechas de las que ella esperaba su pronta resolución. Colocó la palma de su mano en la boca mientras daba un gran bostezo y algunas lágrimas se asomaban por sus ojos cansados. No obstante, dejarse llevar por el sueño en una situación tan incierta junto a dos personas a las que no confiaba por completo, era una idea que la hacía renunciar al tal deseado descanso.

    “Duerme”, dijo Clint en un inesperado gesto de amabilidad que también se notaba en el tono de su voz. Se quitó su chaqueta y la ofreció a Serena para que le sirviera de manta. “Debes estar exhausta y mañana necesitamos estar al cien por ciento”.

    Al principio, Serena no supo que pensar de la repentina empatía de Clint respecto a su bienestar, sobre todo al haberse mostrado tan indiferente y agresivo ante Aria. Serena aceptó después de reflexionarlo por unos segundos, almacenando esta interrogante en su baúl de preguntas que por el momento ya se encontraba saturado.

    “¿No tienes frío?” Preguntó ella, tratando de mostrarse empática hacia él.

    Clint sonrió con otra expresión que no parecía pertenecer al mismo joven severo y agresivo de hace unos minutos. “He experimentado la ventisca de un Articuno ¿Esto? No es nada”.

    Serena sonrió y se cobijó con la chaqueta mientras se acurrucaba en el asiento, buscando una cómoda posición para dormir. Clint, quien se encontraba en medio del asiento, optó por recorrerse hasta la orilla para permitirle abarcar todo el espacio posible, y así conciliar el sueño de la manera más cómoda que el vehículo pudiera ofrecer.

    “Gracias”, dijo Serena con un ligero rubor en sus mejillas. “¿Vas a poder dormir tú?”

    “Descuida”, dijo Clint con voz tranquilizadora. “Un Hypno casi me mandó a dormir por una semana”.

    Aquella adorable escena que parecía llevarse a cabo entre una pequeña y su hermano mayor desataron una mezcla de incredulidad y ternura en Aria, quien ya se había dado a la idea de que aquel sujeto solo era un entrometido bruto sin sentimientos. Fue tal la conmoción de esa escena que, sin darse cuenta, habían logrado arrebatarle una sonrisa de su rostro.

    “Bueno, pues…”, susurró Serena distribuyendo la chaqueta para cubrir lo más posible de su cuerpo, “… buenas noches”. Y casi tan pronto como había cerrado sus ojos, Serena ya se encontraba en un lugar donde ningún conflicto, sospecha o enemistad drenaran su vitalidad y alegría.


    . . . .

    Un golpe ligero pero repentino en la ventana más cercana al asiento donde Aria había pasado la noche, la despertó de aquel sueño pesado e incómodo que la hacían recordar otros tiempos donde aún no se acostumbraba al riguroso y exhaustivo entrenamiento de Palermo. Ese sentimiento se agravó más al ver que quien había tocado la puerta, se trataba de más ni menos del responsable de hacerla pasar una noche tan terrible. Y quien, a diferencia de ella, no mostraba ningún signo de agotamiento. “¿Acaso este sujeto siquiera durmió anoche?” Se preguntó a sí misma. “Y si fue así, ¿estuvo vigilándome toda la…?”

    Pero sus pensamientos fueron interrumpidos cuando se dio cuenta que habían llegado a la enorme obra de arte que funcionaba como cuartel general y lugar de ceremonias cuya líder los esperaba justo a las afueras del palacio con una mirada seria.

    Un sentimiento de vergüenza y frustración recorrieron la mente de Clint al ver que aquella mujer era la misma que había conocido en ciudad Glorio, y quien había descartado por seguir su instinto hacia otra pista falsa. Afortunadamente para él, años de duro entrenamiento para controlar sus emociones le rendían fruto en ese momento de revelación. Sin embargo, todavía contaba con el mínimo, aunque posible escenario donde esa mujer lo reconociera sin su disfraz. Sin perder más tiempo, se dirigió al encuentro de aquella mujer de cabellera gris, seguido de cerca por Serena quien se mostraba reluctante a acercarse, y Aria, quien los seguía apresuradamente.

    Palermo los recibió extendiendo sus brazos como si les diera la bienvenida, y tan pronto como el resto había llegado a la puerta principal, le dirigió sus palabras a aquel joven que la miraba con una fría expresión.

    “Mil gracias por traer a nuestra reina sana y salvo”. Inclinó la cabeza en señal de agradecimiento. Aria quedó impactada ante la manera en como esta posible amenaza era recibida, incluso si ella sabía que la manipulación era una de las principales armas de su mentora.

    “¿Puedo saber el nombre de nuestro guardián?” Preguntó nuevamente.

    “Clint”, contestó sin dar más detalles o reaccionando de otra manera al recibir el alago. “Y qué curioso. También tengo muchas preguntas para ustedes”.

    Palermo asintió la cabeza nuevamente, demostrando una total cooperación que a su alumna le era difícil saber por qué. “Estoy segura que sí”, contestó con tono accesible. Dirigió una mirada a Serena, quien se sobrecogió con temor, e hizo una señal con su brazo para invitar a todos al interior del palacio. “Síganme, por favor”.

    La primera vez que Serena había visitado el palacio, sentía como si todos sus sueños infantiles se hubieran vuelto realidad. Pero ahora, ni siquiera el piso de mármol reflejante o las obras de arte podían hacerla regresar a esos momentos más inocentes y alegres. Seguía muy de cerca de Clint, quien inspeccionaba el lugar con rápidos movimientos de sus ojos, ignorando la belleza artística de aquel palacio y buscando en su lugar posiciones de combate, guaridas, rutas de escape, y sobre todo cualquier objeto sospechoso que podría desenmascarar esta posible charada.

    Al llegar a la entrada de aquel salón de pesadilla, Serena decidió quedarse atrás mientras su respiración se aceleraba y cientos de recuerdos malditos nublaban su mente. Palermo abrió la enorme puerta de aquel salón y nuevamente invitó a aquel joven a entrar.

    Clint no dio ningún paso adelante, y en su lugar cruzó sus brazos y cambió su expresión a aquella más agresiva que había usado anteriormente. “¿Alguna razón para no hablar aquí?” Preguntó con desdén.

    “Querido, si intentáramos una emboscada ¿No crees que lo habríamos hecho desde el momento en que entraste?” Respondió Palermo con una sonrisa bribona.

    “Cuento con eso, señora”, respondió con una mirada desafiante. “Y le advierto que eso no sería una buena idea”.

    Palermo no dijo más y se dirigió al salón, seguida de Aria quien le dirigió unas palabras a Clint. “Nunca antes alguien fuera de la orden había entrado en esta habitación”, dijo con orgullo en sus palabras. “Es un gran honor”.

    Clint volteó para ver a Serena, quien aún se mantenía reluctante a visitar ese lugar nuevamente. Normalmente habría ignorado a aquella chica y seguido su camino, pero por alguna razón, Clint sentía cierta responsabilidad que iba más allá de su promesa de mantenerla a salvo. Él sabía muy bien lo que era vivir consumido por sus más grandes temores, y no permitiría que alguien de su corta edad viviera traumatizada por siempre.

    “Si no lo enfrentas ahora, después no habrá oportunidad”, dijo con un tono tranquilizador. Clint esbozó una sonrisa que radiaba confianza y extendió su mano. “Sin miedo”.

    Serena miró por unos instantes aquel gesto que evidenciaba un sincero acto de auxilio y simpatía. Luego pensó que a pesar de mostrarse firme y temerario ante una posible trampa, Clint debía guardar cierto temor en lo más profundo de su ser, pero que podía dominar sin aparente dificultad. Serena estrechó su mano y respiró hondo para enfrentar cualquier cosa que la Escalera al Cielo le tuviera preparada para ambos.


    . . . .

    Pinturas exquisitas, esculturas perfectas y una arquitectura que desafiaba lo convencional. Incluso a la mirada analítica de Clint le era difícil no prestarle atención a tan extraño lugar que, posiblemente para él según su percepción, se encontraba en las entrañas de aquel palacio cuyo diseño nada tenía que ver con lo que se encontraba ante sus ojos.

    Serena hacía un enorme esfuerzo para no cerrar los ojos y permitir que las memorias de lo que sucedió ahí la hicieran cambiar de opinión acerca de regresar al automóvil y dominarla por un profundo temor. Clint apretó su mano con fuerza como si tratara de transmitirle un poco de su voluntad, y ella devolvió el gesto usando toda su fortaleza para continuar.

    Palermo se colocó en frente del trono dorado de la reina con Aria a su lado, esperando a que sus invitados llegaran a los pies de la Escalera al Cielo y comenzaran con el intercambio de preguntas que tanto atormentaban a los ahí presentes.

    “Interesante decoración”, dijo Clint con tono sarcástico, “¿Quién es su diseñador? ¿Pedo Ursaring?”

    Palermo ignoró el comentario. “Clint…”, comenzó. “Tengo entendido que la historia de nuestra Serena te hizo acompañarla, ¿no es así?”

    Clint tomó unos segundos para contestar. “Algo así”.

    “Corrígeme si me equivoco. Pero todo esto que haces no es una mera muestra de gallardía o simpatía hacia Serena, ¿verdad?”. Clint no reaccionó como si su silencio respondiera afirmativamente aquella cuestión que, efectivamente, tenía otros motivos detrás de sus actos. “¿Puedes decirnos qué estás buscando?”

    Clint guardó otros momentos de silencio antes de responder una de las tantas preguntas que había estado preparando en incontables escenarios por tanto tiempo. Mojó sus labios y dio un ligero suspiro antes de que las palabras correctas emanaran de su boca. “Hace ocho años en Kanto me encontré con los mismos sujetos que ella conoció”, le dirigió una mirada a Serena, quien escuchaba atentamente y por primera vez las misteriosas intenciones de aquel joven. “Hicieron… nos hicieron cosas terribles... Y desde entonces los he buscado sin cansancio”. Concluyó, no deseando revelar más acerca de su pasado.

    Palermo cerró sus ojos mientras hacía una mueca de dolor que sorprendió a los presentes. “Entonces es más reciente de lo que me temía”, dijo, secándose un par de lágrimas que habían escapado y ahora recorrían sus mejillas.

    “Sí sabes algo”, interrumpió Clint. Sin darse cuenta presionó la mano de Serena a tal punto que incluso la lastimaba, pero la soltó tan pronto como pudo darse cuenta de su gesto poco gentil.

    Palermo abrió los ojos nuevamente y dio un respiro profundo como si se preparara para revelar un secreto que había estado guardando por mucho tiempo. “Nuestra Orden… posee tradiciones y rituales que a muchos parecerían extraños y macabros. Pero siempre bajo un código de honor que conmemora aquellos eventos de antaño que dieron origen a la misma”. Palermo dio otro respiro profundo, intentando reunir las energías necesarias para continuar. “Pero hubo un momento en que no fue así…”.

    La mujer de cabellera gris se dirigió a uno de los muros adornados por las pinturas de aquellas hermosas chicas que encantaban a los espectadores como si cobraran vida y los contagiaran con su inocencia y alegría. Palermo las contempló un poco y después dio la vuelta para encarar a sus invitados. “Hace un siglo, algunos pretendieron llevar las tradiciones y rituales a un nivel que muchos consideraron enfermizo y extremo, con la intención de que la Orden podría llevarlos a nuevas experiencias que pudieran ser plasmadas no solo en obras de arte y canciones, sino que posteriormente se transformarían en un verdadero culto mucho más poderoso e influyente que se extendería por todo el mundo…”.

    Palermo se acercó a Clint y Serena que escuchaban su relato sin perder ningún detalle. Clint descubrió lo extremadamente complicado de no dejarse llevar por las emociones y bajar la guardia al estar frente a frente con información que hacía años estaba buscando, y que ahora se revelaba sin ningún otro contratiempo.

    “Y en las sombras de nuestro mundo casi lo lograron hasta que fueron expulsados.”, susurró con una expresión de dolor. “Tomaron otro nombre, uno que derrumbaría aquello por lo que generaciones había sido construido. Una burla a las más sinceras y nobles tradiciones por las que miles habían derramado su sangre para protegerla”. Palermo miró fijamente a Serena, quien presionaba su pecho con todas sus fuerzas mientras sus piernas temblaban. “Se hicieron llamar… ‘El Culto al Placer’”.

    Un nombre. Ignorando si lo que esta mujer decía era verdad o no, Clint repitió ese nombre una y otra vez en su cabeza mientras recordaba cada momento de los últimos ocho años en los que él habría matado para obtener esa pieza de información.

    “Tú ya los conociste, Serena… ellos atacaron en tu noche de iniciación”. Confesó Palermo, llevando su palma al pecho como si tratara de evitar que su corazón palpitante explotara al decir esas palabras.

    Serena se paralizó con horror y escepticismo ante esa revelación. “¿Q-Qué?” Exclamó sin poder entender lo que en verdad significaba. “N-No entiendo”.

    “¿Entonces siguen en esta era?” Preguntó Clint sin inmutarse mientras trataba de darle sentido a aquella historia y a la experiencia que Serena le había contado anteriormente.

    “Solo hubo rumores de su presencia, pero nunca pudimos confirmarlos”, contestó Palermo. “Tu historia, querido, confirma que han estado activos desde hace años… quizá décadas”. La mujer suspiró derrotada. “Y no pude darme cuenta”.

    Aria tuvo que usar todas sus fuerzas para no estallar con toda su ira ante la historia de su mentora que había logrado desatar las más grandes dudas y temores de una chica confundida. Sin embargo, no podía evitar sentir cierta admiración a la inigualable habilidad de ella para darle verosimilitud a una historia que bien podría convencer incluso al más escéptico… Pero si algo aprendió al estar con Clint, es que ella tendría que hacer algo más para ganarse su confianza.

    “Esa noche…”, continuó Palermo dirigiéndose a Serena nuevamente. “… justo cuando terminaste tu juramento, decenas de aquellos que consideramos nuestros amigos revelaron sus verdaderas intenciones y trataron de raptarte”.

    “¿Qué?”, exclamó Serena con un débil grito debido al poco oxígeno que le quedaba. Clint colocó la mano en su hombro para tranquilizarla un poco, dándole instrucciones para evitar que se hiperventilara. “Pero… ¿Pero entonces qué hicieron conmigo? ¿Qué eran todas esas imágenes horrendas y esa canción…?”

    Palermo la observó con una profunda simpatía y lástima que nada podía hacer para lograr que Serena recuperara su bienestar. Dirigió una mirada a su alumna que se había mantenido callada por tanto tiempo y decidió que el momento había llegado para otra revelación.

    “Meloetta, querida. Es seguro bajar”, dijo Aria con una suave y melodiosa voz.

    Una delgada y femenina figura antropomórfica se asomó por la pequeña habitación en la cima de la torre y descendió graciosamente para aterrizar en los brazos de Aria, quien la recibía con un gran cariño.

    “Meloetta es un símbolo de pureza dentro de nuestra Orden”, dijo Palermo quien se acercó al Pokémon musical y acarició su largo cabello con líneas musicales dibujadas en él. “Y al igual que tú, Serena. También fue víctima de aquellos criminales”.

    Meloetta, quien había descendido con una alegría contagiosa, ahora mostraba una profunda tristeza en sus grandes ojos azules que lograban conmover al más frío corazón. Excepto Clint.

    “Aún no sé cómo lo lograron, pero de alguna forma cambiaron la frecuencia de la canción de Meloetta y la transformaron en un arma macabra y estimulante que casi nos fue imposible interrumpir”.

    Clint descubrió cierta incongruencia en esa anécdota. A menos que fuesen dos canciones totalmente distintas, pero con el mismo efecto doloroso, era poco probable que la autora de aquella canción a la que también había sido sometido fuese el mismo Pokémon que ahora observaba. Tantos misterios y nuevas preguntas abrumaban su mente que aún luchaba por controlar sus emociones.

    “¿Entonces…?” Dijo Serena después de no ser capaz de decir otra palabra. “¿Por qué no me lo dijiste antes?”

    Aria borró su sonrisa y cerró sus ojos como si fuera dominada por una profunda vergüenza y arrepentimiento.

    “Creímos que el silencio y la discreción serían lo mejor hasta que lográramos resolver todo esto…”, dijo mientras secaba sus lágrimas. “Pero… Lo siento tanto”.

    “Te ruego que la disculpes, Serena. Ella sólo obedecía mis órdenes y yo creí que sería lo mejor para ti”. Palermo posó su mano sobre el hombro de su alumna y lo frotó gentilmente para calmar sus sollozos. “Y al darme cuenta de que el Culto al Placer no sería fácil de derrotar, mandé a Aria para que fuera por ti y poder protegerte”.

    “¡Protegerme!” Estalló Serena con una ira que provocó temor en aquel pequeño Pokémon, quien ocultó su mirada en el pecho de la joven que la cargaba. “¿¡Y qué hay de mis amigos!? ¿¡Sabían que Ash fue infectado por un parásito que amenaza con su vida?!”

    Aria y Palermo intercambiaron una mirada de sorpresa ante un hecho que no habían mencionado antes. Serena cubrió su boca inmediatamente al considerar que revelar dicha información podría haber sido un error y que Clint planeaba hacer algo con ella. Pero su sorpresa fue mayúscula al ver que él le sonreía con orgullo, como si haber enfrentado a quienes le habían ocultado la verdad por fin revelaran un destello de potencial que podía ser explotado, y convertir a esta “reina del espectáculo” en una bella fuerza de la naturaleza.

    “Es posible que…”, dijo Aria con preocupación en su voz.

    “Lord Reginald”. Continuó Palermo. “Es muy probable”.

    “¿Disculpen?” Interrumpió Clint. El nombre le era muy conocido, y escucharlo de aquellas mujeres casi provocaron que reaccionara de una forma sospechosa que echara por la borda su casi perfecta máscara de sensatez y discreción.

    “Un par de días antes de la gran Exhibición Pokémon, uno de nuestros más grandes amigos, Lord Reginald, fue encontrado en coma en su mansión en Palms Beach, Johto”, respondió Palermo con otra muestra de angustia ante otro atentado que no veía venir. “Y después de un análisis, encontraron a cierta criatura viviendo en su cerebro”.

    “¿Por qué a este sujeto?”

    “Es un miembro importante de la Orden”, respondió Aria sin poder contener otro par de lágrima que secó con su blusa. “Quisieron eliminarlo antes que enfrentarlo”.

    Palermo levantó su palma a la altura de su pecho y la descendió lentamente para calmar la tristeza de aquella chica. “Clint, como puedes ver, estamos ante una organización extremadamente peligrosa. Y por ahora nuestros objetivos parecen ser los mismos”, dijo mientras lo miraba con una seriedad que no eran propias de una mujer mentirosa. “Quizá podemos intercambiar nuestra información y unir nuestros recursos”

    Clint permaneció en silencio, tratando de digerir toda la información que le había sido revelada en un lapso de tiempo que él consideraba demasiado rápido. Considerando que su última pista importante le había costado tres años para que se perdiera con esa persona que al parecer le era muy querida a la chica pelirroja. ¿Habría algo más que él no pudo discernir cuando se encontró con él en Johto? Decidió dejarlo del lado y reflexionó por unos instantes más acerca de la oferta, pero no para considerar aceptarla, sino para escoger las palabras adecuadas que revelaran sus intenciones sin despertar más sospechas.

    “Muy bien… supongamos que les creo y que este… ‘Culto al Placer’ es todo lo que dicen…”, dijo como si tratara de darle sentido a una historia convincente, pero con graves huecos que la derrumbaban. “¿Pero saben lo que no me cuadra? Que este Culto… no solo atacó a uno de sus mejores elementos, sino que se infiltró hasta el corazón de su organización y escapó sin aparente dificultad. Es decir, ¿capturaron algún testigo? ¿Siguieron alguna pista? ¿Al menos hay algo que puedan usar?”

    Palermo y Aria quedaron silenciadas al escuchar la serie de preguntas que evidenciaban su completa incompetencia como protectores de la reina de Kalos. Palermo asintió lentamente como si admitiera su falta de responsabilidad y liderazgo para tratar un asunto de suma importancia no solo para la Orden, sino para todos aquellos que podrían estar bajo la mirada del susodicho Culto.

    “Tus palabras son gallardas y verdaderas, amigo mío”, contestó Palermo. “Y me temo que ambos estamos estancados con el mismo dilema”.

    “Entonces…”, dijo Clint. “No veo cómo la información y recursos que poseo estén garantizados con ustedes”.

    “Entiendo perfectamente…”, suspiró Palermo por última vez y dirigió su atención a Serena. “Querida, esta casa está disponible cuando lo necesites. Si es necesario que seas protegida…”

    Pero Serena interrumpió con otra muestra de independencia. “Como Clint dijo, no hay garantía de que puedan protegerme”.

    Palermo asintió. “Comprendo. Pero cualquier cosa que necesites, yo…”.

    “Serena, ¿puedo hablar contigo en privado?” Interrumpió Clint.

    “Los dejaremos solos”, respondió Palermo sin inmutarse de ser dejada a un lado.

    “Afuera. Quisiera conocer su jardín”.

    Serena asintió un poco impaciente por escuchar lo que su “guardián” tenía que decirle, y ambos se encaminaron a abandonar esa habitación que poco a poco perdía su hechizo terrorífico contra la reina de Kalos. Pero antes de salir a la sala principal, Clint dio media vuelta e hizo un ademán con su dedo índice como si señalara un asunto invisible que tenía que tratar antes de irse.

    “Una última cosa, madame…”, dijo con un tono más relajado que aumentaba su severidad con cada palabra. “Si por alguna razón encuentro que esto es… ¿cómo decirlo? Ah, sí. Una charada bien elaborada para ocultar la verdad de nosotros, pues…”, Clint cambió su mirada a una de completa amenaza como si fuese un Salamence al acecho. “Reduciré este palacio a cenizas y demoleré ese monumento a la vanidad hasta sus cimientos”.

    Palermo, quien se había mostrado totalmente flexible y colaborativa durante toda la charla, sintió hervir su sangre ante la directa amenaza de un extraño que poco había cambiado en su forma de pensar.

    “¿Eso es una…?”

    “Es lo que es, madame”, interrumpió Clint sin darle más explicaciones o siquiera una oportunidad para replicar. “Hasta luego”.

    Ambos abandonaron completamente el salón y las enormes puertas fueron cerradas automáticamente. Aria miró fijamente a su mentora para descubrir una expresión que muy pocas veces ella dejaba mostrar.

    Era la mirada de la derrota.

    “Esto no me lo esperaba”. Dijo una voz en la mente de Aria.

    “¿Por qué? ...”

    “A partir de ahora nos comunicaremos así, querida”.

    “De acuerdo”, dijo Aria enfocando sus palabras en la charla que se llevaba a cabo en su mente. “Pero pudiste haber tenido a Siebud y a muchos otros para eliminar esta posible amenaza”.

    “Cierto…”, contestó Palermo mientras devolvía la mirada indagadora de su estudiante. “Pero no pienso arriesgarme con alguien que haya vencido a Lord Reginald”.

    Aria quedó en shock. “¿Cómo lo…?”

    “No estoy completamente segura, pero algo en este joven me dice que esconde muchos más secretos… y yo los quiero”.

    “¿Qué vas a hacer ahora?” Preguntó Aria mientras abrazaba con fuerza al Pokémon melodía entre sus brazos hasta el punto de que esta decidiera abandonar sus brazos.

    “Tal parece que mover nuestras influencias para suspender la liga, sólo nos ha hecho ganar otro enemigo”.

    “Otro…”, reflexionó Aria por un momento, tratando de descubrir a quien se refería, hasta que recordó aquella otra organización que parecía encajar con la situación. “De nuevo los fastidiaste, ¿verdad?”

    “Les arrebatamos la oportunidad de obtener la energía necesaria para su pequeño proyecto de ciencias y ahora corremos el riesgo de ser aplastados por ambos frentes”. Palermo meditó un momento y procedió a abandonar el recinto. “Contactaré al resto de nuestros miembros. Hasta nuevo aviso, todos pasamos a la clandestinidad mientras nos preparamos”

    Aria quedó un poco absorta ante esa orden. “¿Prepararse para qué?”

    Palermo se detuvo y giró su mirada para dirigirle su ya conocida sonrisa conspiradora y maquiavélica.

    “Para la guerra, querida”.


    TO BE CONTINUED…
     
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    J.Nathan Spears

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    Sobre el largo de los episodios no tengo queja alguna n__n. Te salen bien, fluidos, no me aburren xD.

    Sobre cómo va la historia, te está saliendo bastante bien el focus casi exclusivo a Clint. Realmente ese tipo es un héroe en toda regla... tiene una actitud bien BADASS -w-. Serena ya confía en él como si fuese el hermano mayor que nunca tuvo.

    Palermo solo da verdades a medias. No creo que TODO lo que dice sea mentira, pero vaya que es una perra manipuladora. Ahora habrá guerra... y de las sangrientas. Cero honor...

    En fin, a ver cómo avanza esto y qué rayos hará Aria... parece que las ganas de rebelarse se le fueron por el retrete. Meh, como sea...

    A ver qué rayos harán Ash y compañía ahora...
     
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    Edmund Daltonic

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    CAPÍTULO 12. Adiós exhibiciones. Hola vida real.


    “¿Les creíste?”

    Preguntó Serena tan pronto como ambos habían ingresado al hermoso jardín del palacio de la doncella que, como era de esperarse, representaba una obra maestra de la arquitectura del paisaje con su intrincado diseño en el laberinto de matorrales y casi perfecta simetría de cada árbol que crecía vigorosamente a lado del camino principal.

    “Es una excelente actriz, lo admito”. Respondió Clint con cierto recelo en su voz. “Necesito investigar mucho más antes de sacar cualquier conclusión”. Aclaró, para luego girar a la derecha de aquel camino que les ofrecía un sereno, pero no del todo discreto lugar para discutir sus conclusiones.

    “¿Qué vas a hacer?” Preguntó Serena nuevamente, deseosa de indagar más en los futuros planes de Clint que probablemente la incluían a ella. Y era precisamente esta incertidumbre, aunado con su aún temor por enfrentar a sus agresores, la que la volvían particularmente precoz en los asuntos que ahora le concernían a ella.

    “Nuestro acuerdo casi expira, linda”. Dijo Clint con una ligera sonrisa en su rostro, dejando a Serena un poco escéptica ante el intento de eludir la interrogante por parte de su guardián. “Prometí regresarte sana y salva con tus amigos. Y eso es lo que voy a hacer”. Aseveró Clint con firmeza.

    “¿Entonces… tomarás tu propio camino?” Preguntó Serena un poco decepcionada al creer que Clint planeaba dejarla sola para lidiar con la melancolía y conjeturas propias de una chica confundida.

    “Así es”. Aseguró con la misma firmeza de antes. “Y es momento de que consideres el tuyo”.

    “¿Uh?”

    Ambos se detuvieron en la entrada del jardín principal que llevaba al laberinto de muros verdes. Clint la rebasó por un poco, girando sobre su propio eje para mirarla a los ojos y soltar las serias palabras que tenía en su mente desde que se ofreció a acompañarla en este viaje de revelaciones.

    “No soy un guardaespaldas, Serena”. Dijo sin titubeos. “Este es un trabajo de tiempo completo y no puedo cuidarte. Y… sinceramente, no creo que eso sería lo mejor para ti”.

    Serena dio un pequeño brinco de sorpresa y consternación al cuestionarse si su “guardián” la había usado como una herramienta para tener acceso a información que él había estado buscando con desesperación. La imagen de un joven severo pero noble parecía borrarse ante la mirada seria y fría de alguien con una convicción inquebrantable que no permitiría eslabones débiles o distracciones en su búsqueda.

    “Sin embargo, tampoco puedo abandonarte a tu suerte. Así que estas son tus opciones”. Dijo Clint mientras Serena daba un muy débil suspiro de alivio al ver que después de todos, quizá no planeaba abandonarla. “Desaparece hasta que logre resolver todo este asunto. Si lo necesitas, cuento con los medios para que ni a ti o a tus padres los puedan encontrar”.

    Otro golpe en su orgullo. Cada palabra que emanaba de Clint parecía hundirla más en un mar de impotencia y mediocridad que solo hacían añicos su autoestima. “Eso… no suena muy valiente”. Dijo con una mirada cabizbaja como si sintiera el peso de su propia incompetencia.

    “Quizás…. Pero es efectivo”. Aseguró Clint sin prestarle atención a la frustrada mirada de su protegida. “De hecho, sería mi responsabilidad como adulto obligarte a hacerlo”.

    La gota que derramó el vaso.

    “¡Me rehúso a esconderme mientras mis amigos corren peligro!” Protestó Serena inmediatamente al encarar a Clint con una mirada llena de ira y pasión que podía intimidar a cualquiera quiera que se atreviera a dudar de la voluntad de esta chica.

    Clint la observó por unos instantes y la mirada soberbia de antes fue reemplazada por una orgullosa sonrisa que solo dejaba mostrar cuando encontraba un diamante en bruto que pudiera pulir con una nueva y totalmente diferente filosofía de vida. Tal como le había sucedido a él.

    “Entonces hazles frente…”, dijo Clint.

    “¿Cómo…?”

    Una excelente pregunta. Sobre todo para ella, quien se consideraba a sí misma como una “entrenadora” poco hábil en las batallas Pokémon. Si bien, aquel combate contra Aria le había hecho ganar la corona, un ataque totalmente inconsciente casi provocó un grave accidente. Fuera de eso, las batallas Pokémon pertenecían a un campo totalmente desconocido para ella.

    “Tú vigilas mi espalda y yo vigilo la tuya”. Dijo Clint, interrumpiendo ese momento de reflexión. ¿Protegerlo a él? Sí, claro. Ni siquiera parecía poder protegerse a sí misma. “A cambio, te enseñaré no solo estrategias de combate en batallas Pokémon, sino también defensa personal, habilidades de supervivencia, manipulación de equipo militar y una nueva disciplina que hará explotar talentos que seguramente no conocías de ti”.

    Clint cruzó sus brazos y soltó las últimas palabras con una seriedad de la que él pretendía fuera suficiente para que ella se lo tomara en serio. “En resumen… todo lo contrario a lo que has hecho hasta ahora”.

    Serena se quedó callada por unos instantes para digerir la oferta que acababa de ser ofrecida en charola de plata. Prácticamente, Clint le daría las herramientas necesarias para que ella no solo pudiera cumplir sus funciones como su compañera, sino también que ella podría ser capaz de proteger a aquellos a los que tanto quería. Aun así, no podía evitar cuestionarse si Clint en realidad le ofrecía esta oferta por que en verdad necesitaba de su ayuda, o simplemente sentía cierta lástima por ella y su precaria situación.

    “Yo…”

    “Pero te lo advierto, linda”. Interrumpió Clint levantando el dedo índice para señalar algo muy importante. “Será brutal”.

    Bueno, al menos Serena podía contar que esto iba en serio. Pero aún no respondía sus dudas del porqué querría entrenar a alguien tan inexperta como ella. “¿Por qué harías algo así?” Le preguntó finalmente.

    Clint soltó sus brazos y le dirigió una mirada que transmitía simpatía y confianza a aquella chica que tanto le recordaba a él mismo y…

    Tal como le había sucedido años atrás cuando comenzó con esta búsqueda, Clint usó las mismas palabras de aquel que lo sacó de este mar de confusión y lo encaminaron en un viaje en el que, después de ocho años, ahora parecía ver un pequeño rayo de esperanza.

    “Porque sé lo que es vivir con miedo”. Dijo, mientras colocaba la palma de su mano en la cabeza de Serena y la frotaba con simpatía. “Además… deseo que patees el trasero de esos pobres diablos la próxima vez que intenten atacarte”.

    Serena soltó una pequeña carcajada ante la forma en que Clint rompió con esa atmósfera de seriedad usando su sentido del humor. Y ahora que lo pensaba, esa parecía ser una característica de él: usar una postura sin emociones que lo convertía en una eficaz y peligrosa fuerza de la naturaleza, pero que podía sorprender y encantar a cualquiera al mostrar un lado gentil y simpático irresistible.

    Ella esperaba ver más de esto en el futuro como su aprendiz.

    “Muy bien”. Dijo Serena con una sonrisa y mirada determinada después de reflexionarlo un poco. “Acepto tu propuesta, Clint”.

    Su ahora compañero levantó el puño a la altura de su pecho y lo extendió hacia Serena, quien tardó un par de segundos antes de responder el gesto con un delicado choque entre puños cerrados, cerrando el trato de una forma poco convencional y seria para alguien que hasta hace una hora, había amenazado a una mujer fuerte como Palermo.

    “Somos sobrevivientes, Serena”. Dijo. “Es hora de que empieces a actuar como uno”.

    Serena sintió un profundo orgullo con esa palabra, como si perteneciera a un selecto grupo de personas con cualidades que la gente común no podría jamás comprender. Pero luego recordó algo muy importante que casi se le escapó después de aceptar la propuesta de Clint. “¿Qué sucederá con mis amigos?”

    “Así como tú, tendrán que tomar su propia decisión”. Respondió Clint, apaciguando la inquietud de Serena. “Aunque ya se lo que responderá aquel a quien tanto aprecias”. Dijo con una sonrisa burlona.

    Al parecer, Serena ya se había acostumbrado a que todos se dieran cuenta de su más íntimo secreto, por lo que esta vez su usual rubor no parecía hacerla enloquecer y balbucear como una niña tonta.

    “Tú también, ¿verdad?”, suspiró con una expresión que denotaba su resignación.

    “Demasiado obvio”. Respondió con una sonrisa. “Y de hecho tengo grandes expectativas en él”.

    Serena suspiró aliviada al ver que Clint también tenía intenciones de ayudar a la persona que más admiraba en el mundo. “Ash es increíble”.

    “Ya veremos”. Dijo con cierto escepticismo. “¿Nos vamos?”

    Serena asintió, impaciente por abandonar ese lugar y regresar con sus amigos. “¿Crees que nos presten su vehículo después de esto?” Preguntó con inquietud.

    “Demasiado lento”. Contestó Clint mientras sacudía su cabeza negativamente. “Sevatar nos llevará ahí en menos de una hora”.

    “¿Sevatar?” Repitió Serena mientras se preguntaba de quien hablaba.

    Clint buscó entre su chaqueta una pokébola y la abrió para liberar a otro de sus leales compañeros en su interminable búsqueda. Una silueta de luz roja se materializaba lentamente mientras la figura de una criatura alada y enorme se hacía cada vez más clara en el espacio donde había sido liberada. Al principio Serena distinguió dos alas membranosas que salían de un cuerpo bípedo color púrpura, junto con una larga y poderosa cola que terminaba en forma de flecha, y una cabeza alargada de hocico surcado con filosos dientes aserrados. Al terminar de materializarse, la criatura emitió un ruidoso chillido primigenio que se podía escuchar por todo el palacio.

    Serena jamás había visto uno, salvo esa vez cuando era más pequeña y admiró aquel fósil de un Aerodactyl mientras visitaba el museo de historia natural. También recordó que el aspecto feroz de ese Pokémon la había asustado en esa ocasión, y verlo ahora le producía una mezcla de intimidación y sorpresa al encontrarse por primera vez con un viejo conocido.

    Clint se acercó a su compañero y acarició su hocico para tranquilizarlo y saludarlo después de haberlo mantenido ahí por más de dos días. La feroz expresión de Sevatar desapareció tan pronto como recibió el cariño de su entrenador y extendió sus alas, preparándose para partir en cuanto él lo ordenara.

    Otro aspecto curioso que captó el interés de Serena era que este Pokémon tenía colocado en su espalda una especie de silla de montar, junto con un par de riendas atadas a su boca. Clint buscó entre uno de los compartimientos del lado izquierdo de la silla y sacó un par de visores aéreos, junto con gruesas bufandas y una chaqueta térmica.

    “Ponte esto”, dijo Clint, ofreciéndole el equipo que acababa de sacar. “Viajaremos a casi mil kilómetros por hora y no quiero que te congeles. Sobre todo, al llegar a ciudad Fractal”.

    Serena tomó el equipo y procedió a colocárselos lo más pronto posible. De pronto, una gentil voz familiar interrumpió aquel momento antes de su partida.

    “¿Entonces se van?” Preguntó Aria al encontrarse con ellos.

    Serena guardó silencio por unos momentos y asintió con la mirada. “Tenemos mucho que hacer”, dijo sin abandonar su expresión seria.

    Aria devolvió el gesto con una débil sonrisa y se acercó al joven a quien tanto había desconfiado desde el primer momento en que lo vio. Ambos intercambiaron una mirada inquisidora como si cualquiera de ellos estuviera preparándose una vez más para un acto de traición.

    “Toma”, dijo Aria extendiendo su brazo para ofrecerle lo que parecía ser una tarjeta de memoria.

    Clint tomó aquel objeto sin apartar su mirada penetrante de los ojos rojos de aquella joven, y lo analizó por un instante hasta que Aria interrumpió su momento de reflexión.

    “Es la información de cada miembro que haya visitado nuestro recinto desde su fundación”, aclaró Aria. Quizá haya sido su imaginación, pero creyó haber visto cierto resplandor en sus ojos al revelarle esa información. “Palermo agradece que cuides de Serena, y te recuerda que la oferta de cooperación sigue en pie hasta que lo consideres bien”.

    Clint guardó la memoria en su chaqueta y, en un evento tan inesperado como extraño, extendió su mano como muestra de agradecimiento. Ahora fue Aria la que quedó paralizada ante el gesto de ese intruso, aun dudando de las verdaderas intenciones de Clint y de su sinceridad. No obstante, y considerando la mala dinámica entre ambos, aceptó el apretón de manos sin dejar de verlo con su habitual desconfianza.

    Luego llegó el turno de Serena, quien apretaba su puño con fuerza y lo presionaba contra su pecho. Muy en el fondo, ella deseaba con todas sus fuerzas perdonar y abrazar a su antes querida amiga, pero los eventos recientes habían quebrado la simpatía y confianza que antes poseía. Sin embargo… no importaba que tanto pudiera fingir o la admirable actuación que daba cada vez que se veían. Serena estaba completamente segura que a Aria le costaba un poco de su vitalidad cada vez que trataban el tema.

    Y solo un gesto podía ayudarla a aliviar su dolor.

    Serena se acercó a ella y le dio un sincero y fuerte abrazo que fue recibido por una chica atormentada de sus propias mentiras. Por primera vez en mucho tiempo, Aria sentía cómo una calidez lograba derretir los glaciares creados por una tensión y tristeza que no podía contener más sin dejarse dominar por el dolor y la aflicción de traicionar a la persona más querida para ella.

    Después de unos segundos así, Serena abandonó su regazo y regresó al lado de Clint sin decir otra palabra. Se apoyó en una de las tiras de cuero que colgaban de la silla y servían como soporte para el pasajero, y con ayuda de su mentor logró colocarse en el asiento. Clint se colocó detrás de ella y tomó las riendas, listo para despegar en cualquier momento.

    “Colócate el visor”, ordenó Clint mientras él hacía los mismo.

    Una vez que estuvieron listos, Sevatar giró a la dirección donde su destino los aguardaba. Se colocó en cuclillas mientras extendía sus largas alas y con un poderoso impulso que provocó una ventisca de aire en el jardín, abandonó aquel elegante palacio de dudas y misterios.

    Aria protegió sus ojos con el brazo derecho hasta que la corriente de aire hubiese cedido. Luego miró al cielo y vislumbró un punto que lentamente se perdía en el horizonte hasta que ya no pudo verlo más.

    Una guerra…

    Repitió mientras pensaba en aquel gesto totalmente altruista de Serena hacia una persona que no lo merecía.

    “No voy a dejar que ella te haga daño, Serena”, susurró Aria. Respiró hondo y presionó su pecho con fuerza mientras se encaminaba al palacio, donde podría esbozar por fin los primeros pasos para un plan que los salvaría a todos.


    . . . .​


    Era poco usual en una persona con una profesión como ella. Pero para Ellie, había pocas cosas que ella no podía evitar disfrutar; ya fuera un sencillo helado de yogurt, una pasarela digna de sus gustos y habilidades como modelo profesional, o incluso su “doble labor” como recolectora de información para esa persona tan especial dentro de un mundo en el que era fácil dejarse llevar por los excesos y los vicios.

    Encontrar el balance entre su vida como celebridad, cotidiana, líder de gimnasio y agente doble era un trabajo exhaustivo. Sin embargo, ella no parecía mostrar signos de desgaste en su bello rostro o que se viera reflejado en su envidiable figura. De hecho, lo disfrutaba.

    Y aquella sensual bestia motorizada con detalles de color amarillo relámpago en la que ya estaba preparada para liberar de su prisión en ese oscuro almacén donde se encontraban, era uno de los tantos gustos que su labor le permitía tener, además de uno de los tantos pasatiempos que había desarrollado después de conocerlo a aquel quien, a partir de ahora, necesitaría toda la ayuda que pudiera ofrecerle.

    “¿Estás segura que quieres partir de aquí?” Preguntó una voz masculina desde el micrófono que se encontraba en su caso.

    “Acabo de recibir un mensaje para encontrarnos en ciudad Fractal”, respondió Ellie al presionar un botón ubicado en el dispositivo de su muñeca.

    “Al menos sabemos que sigue vivo”.

    “Por ahora”, dijo Ellie con cierto enojo en su tono de voz.

    La voz masculina rio. “Dale uno por mí, Ellie”.

    “Sólo él puede llamarme así, Surge”, corrigió Ellie. “Aunque… eso puede cambiar cuando lo vea”.

    La voz masculina rio más fuerte.

    “Bueno, mucha suerte. La necesitarán”.

    Ellie bajó la muñeca para girar el acelerador y permitir que aquella bestia motorizada pudiera rugir con el característico sonido mecánico de un poderoso motor a punto de ser desatado.

    “¡Santo Arceus!”. Exclamó Surge desde el otro lado de la línea. “¡Hasta aquí puede escucharse ese sensual rugido de 1300 caballos de fuerza!”.

    “Lávate las manos después de colgar, querido”. Dijo Ellie con un tono burlón.

    La puerta de aquel almacén se abrió lentamente mientras los primeros rayos del sol resaltaban los tonos obsidiana y amarillo de la motocicleta, junto con la sexy y esbelta figura femenina cubierta de cuero negro que domaba aquella bestia.

    En menos de cinco segundos, Ellie abandonó aquel lugar a toda velocidad como si se tratara de una bella y peligrosa valkiria montada sobre su corcel hacia el campo de batalla.


    TO BE CONTINUED…
     
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    J.Nathan Spears

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    Okey, no tengo mucho qué decir... Serena se está poniendo re valiente. A ver cuánto mejora en cuanto a autodefensa... y qué tal la trata Clint. También me alegra ver que por el momento ella se aleja de Ash. Digo, para no caer en melosidades xP

    Ellie y Surge conversan... y encima ella lo hace sobre una moto bieeeen chingona. TOTALMENTE BADASS -w-

    Aria al fin parece haber recuperado parte de la confianza de Serena. Esperemos que sus planes de no poner más peligro a la integridad de Serena funcione.

    Y bueno, la ortografía, pues... nada qué decir. Tú sí sabes xD
     
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  12.  
    Edmund Daltonic

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    ¡Cof, cof, cof! El polvo se está acumulando en este foro, ¿Pues qué sucedió para que haya tanta inactividad?

    En fin. Este capítulo (el más largo hasta ahora) lo publico hoy para conmemorar las nuevas noticias de SUN/MOON.



    CAPÍTULO 13. ¿Por qué no puedo sostener a todas estas chicas?


    Para un entrenador apasionado y dedicado como Ash, un día sin una batalla o ejercicio de entrenamiento con sus Pokémon le provocaba una ansiedad que recorría su cuerpo y lo desconectaba de la realidad, manteniéndolo inquieto y casi totalmente irracional ante cualquier evento que pudiese suscitarse en el momento menos esperado. Pero ya casi se cumplían dos días, y la insoportable idea de no poder luchar al lado de sus compañeros por instrucción de un desconocido que encima se había llevado a su amiga sin explicar totalmente sus intenciones, era un poderoso detonante para que Ash tratara de enfocar sus pensamientos en cualquier otro medio posible.

    Al principio consideró ir con Bonnie a explorar el bosque en busca de Pokémon salvajes con quien jugar, una idea que hasta hace unos días le hubiese parecido gratificante, pero que ahora lo consideraba demasiado infantil. Otra posible distracción hubiese sido ayudar a Clemont en uno de sus nuevas invenciones, pero descubrió que, después de su “incidente” con lo que fuera que estuviera invadiendo su mente, la interminable charla técnica de su amigo le parecía extremadamente aburrida. En su lugar, deseaba hablar de asuntos que ahora podía calificar de maduros o acordes a su edad, pero se dio cuenta que él tampoco tenía idea de lo que en realidad significaba tener ese tipo de charlas con su camarada.

    Viéndose derrotado y perdido entre el mundo de la infancia y el de la adolescencia que representaban sus dos compañeros, Ash se dejó caer de espaldas en el suelo helado del campo de batalla del centro Pokémon para reflexionar acerca de lo que ahora parecía llenar el vacío que las batallas Pokémon y su sueño de ser un maestro habían dejado en su mente: chicas.

    “Hemos conocido a varias, ¿no es así Pikachu?”, dijo Ash dejando escapar un suspiro. Pikachu dobló su puntiaguda oreja, extrañado ante la rara actitud de su fiel entrenador que había mostrado desde que los cambios de la pubertad habían moldeado a este niño en cuestión de unas cuantos días. “No lo había pensado hasta ahora, amigo. Pero de haberlo sabido antes, quizá ahora tendría una racha de novias que volvería a Brock verde de envidia”. Rio con una mueca pícara que denotaba cierto orgullo por su atractivo, junto con burla hacia su viejo compañero de viaje que parecía fracasar en el romance que buscaba con ahínco.

    Además, Ash era el único, hasta donde podía discernir entre la mayoría de los entrenadores de su edad que se había enfrentado en sus viajes, en al menos haber recibido dos besos en la mejilla por dos chicas lindas. Bueno, uno de ellos técnicamente era de un Pokémon con la habilidad de tomar forma humana, pero… ¿acaso Paul de Sinnoh podía presumir de lo mismo? ¿A cuántas chicas habría dejado con el corazón roto ese santurrón de Trip? Cero, seguramente. Y ni hablar de su actual compañero de viaje que le tenía una completa aversión hacia los constantes compromisos a los que su hermana menor lo trataba de enredar.

    “Creo que debería enviar unos cuantos mensajes a nuestras amigas, ¿no crees amigo?” Preguntó al dirigir su mirada a Pikachu, quien mostró una expresión de sorpresa. “Quien sabe. En una de esas hasta consigo más de una”. Ash soltó otra carcajada mientras su compañero amarillo rascaba su cabeza y gruñía con cierta modestia ante la actitud vanidosa de su entrenador.

    Pero rápidamente recordó a aquella persona que se colocaba en la cima de sus pensamientos, al menos en lo que a chicas se refería. Poco después del inicio de su viaje, ella se había presentado como una persona sin ningún objetivo claro, salvo el de reunirse con aquel a quien recordaba desde su infancia y que había causado una fuerte impresión en sus memorias de la niñez.

    Haber sido infectado con el parásito pudo haber sido un evento traumático para él, junto con una molesta carga que lo obligaba a abandonar las batallas Pokémon hasta que ese sujeto apareciera de nuevo. Pero a pesar de ello, Ash no podía evitar agradecer que esas sensaciones y sentimientos ahora lo encaminaran a un nuevo mundo de… placeres, a los que ahora era consciente de ello, y que se disponía a provechar al máximo.

    “¡Muy bien, Pikachu!” Exclamó al mismo tiempo en que abandonaba el suelo congelado de un solo brinco. "Serena ha mostrado tantos indicios de sus sentimientos por mí, que yo podría darme una patada en el trasero por no haberme dado cuenta antes”. Pikachu cruzó sus brazos sin abandonar su mirada de escepticismo y confusión ante las palabras de su entrenador.

    Ash sonrió, entretenido con la expresión de su compañero y considerándolo tan obtuso como él lo había sido antes. “¡Ya lo verás! ¡Estuve tanto tiempo al lado de Brock que sé exactamente lo que NO debo hacer!”

    De pronto, un extraño sonido que asemejaba al de un objeto cayendo del cielo interrumpió aquel alegre momento con su poderosa presencia. Ash alzó su mirada, cubriendo su frente con la palma de su mano para evitar que los rayos del sol entorpecieran su visión, y buscando al responsable de producir aquel sonido. Pero tan pronto como había identificado al Pokémon que se dirigía a ellos a toda velocidad, una tremenda fuerza despejó gran parte de la nieve del campo de batalla y que había sido utilizado como pista de aterrizaje, provocando una burbuja de aire que incluso empujó los árboles cercanos e hizo vibrar las ventanas del centro Pokémon.

    Bonnie resguardó a Dedenne y al extraño Pokémon color verde en su bolso, mientras Clemont se dirigía rápidamente hacia ella para protegerla. Ash cubrió su rostro de la nieve usando su brazo izquierdo, y ordenó a Pikachu que asumiera su posición de batalla, dando un salto al frente y comenzando a emitir pequeños relámpagos de sus rojas mejillas.

    El velo de nieve se despejó, y una figura prehistórica alada poco a poco se manifestaba en aquel lugar del descenso. Los relámpagos en las mejillas de Pikachu se intensificaron al responder con su instinto ante una posible amenaza que se desvaneció tan pronto como la voz familiar de una chica saludó a los presentes con un tono enérgico.

    “¡Volví!”

    Una sonrisa iluminó el rostro de Ash al verla, quien de inmediato fue a su encuentro junto con el resto de sus compañeros de viaje.

    “¿Estás bien?” Preguntó Ash.

    Serena asintió con su mirada y esbozó una sonrisa al encontrarse de vuelta con sus amigos.

    “Todo salió bien gracias a Clint”, respondió Serena dirigiendo su mirada a su mentor, quien de un salto abandonó la montura de su Pokémon y se acercó al grupo de amigos que ya se había congregado ahí.

    “Sana y salva como lo prometí”, dijo Clint mientras removía el visor de su cabeza e intercambiaba una ligera sonrisa gentil con el resto de los chicos que aún lo miraban con recelo. Sin embargo, fue Ash el primero en extender la mano hacia aquel sujeto como muestra de agradecimiento por cuidar a una de las personas más importantes para él.

    “Gracias”. Dijo, esbozando una sonrisa idéntica a la que Clint había usado anteriormente.

    Clint aceptó el gesto y presionó la mano firmemente, señalando así el primer paso hacia una mutua confianza y respeto entre ambos.

    “Tenemos mucho de qué hablar”, afirmó Clint para luego dirigir su mirada hacia el muchacho rubio de enormes gafas redondas. “Disculpa… olvidé tu nombre”.

    “Eh… Es Clemont”, contestó con un poco de desaliento al ver que él no parecía recordar el nombre de aquel quien lo había derribado hace dos días. Sin mencionar que desde que ellos habían partido hacia quien sabe dónde, él había dedicado gran parte de su tiempo examinando el arma que Clint parecía haber olvidado en el bosque.

    “¿Podría pedirte un favor?”

    “¿Uh?” Exclamó Clemont con sorpresa, pero inmediatamente fue interrumpido por la alegre voz infantil de su pequeña hermana.

    “¡Mira hermano, es un Aerodactyl!” Gritó Bonnie mientras sus ojos centelleantes admiraban a aquella criatura prehistórica que le hacía recordar a cierto Pokémon ancestral que la había confundido con su madre hace apenas unas semanas.

    “Su nombre es Sevatar”, dijo Clint acercándose a ella.

    “¡Es un nombre genial!” Exclamó con alegría.

    “¿Quieres acariciarlo?”

    “¡¿En serio?!” Vitoreó con su usual encanto infantil.

    Clint asintió con una sonrisa afectuosa. “Ven, sube”.

    Ash y Clint miraron estupefactos como aquel sujeto, el mismo que hasta hace dos días parecía tener nervios de acero y una fría personalidad para cumplir con sus misteriosos objetivos, ahora fraternizaba tan bien con Bonnie; expresando un cariño que solo un pariente cercano podría demostrar al cargarla en sus hombros para que ella pudiera acariciar la cabeza de ese Pokémon con expresión atemorizante.

    “¿Sorprendidos, chicos?” Preguntó Serena a sus dos compañeros, sacándolos de sus breves momentos de letargo. “Las apariencias engañan, ¿no creen?”

    “De hecho… sí”, respondió Ash al fin. Su sorpresa se vio incluso más grande al ver que ese Aerodactyl también demostraba una actitud dócil y amigable que contrastaba por completo con su apariencia intimidante.

    “Bueno, ya es hora de darle al noble Sevatar un merecido descanso”, dijo Clint mientras sacaba la pokébola de su cinturón para regresar a su compañero dentro de ella. Bonnie se despidió de aquel Pokémon haciendo un ademán con la palma de su mano, y descendió de los hombros de Clint encantada de haber conocido a alguien tan tolerante y amigable con ella.

    “¡Muchas gracias!” Exclamó nuevamente con una enorme sonrisa y un ligero rubor en sus mejillas.

    Para Clemont, eso fue el hecho que necesitaba para depositar algo de su confianza en aquel extraño sujeto. Sin embargo, una persona como él con una actitud un tanto escéptica, no podía sacar conclusiones apresuradas. Por lo mientras, asumió la hipótesis de que, si su hermanita parecía haber simpatizado de esa manera tan rápida con él, era un indicio de que Clint no poseía malas intenciones y podía ser de confianza. Incluso parecía haber perdonado el hecho de que él no había recordado su nombre hace unos minutos.

    “Acerca de ese favor…”, dijo Clemont llamando la atención de Clint. “¿Qué necesitas?”

    Clint buscó entre sus bolsillos y sacó un pedazo de papel doblado, quien lo entregó al chico rubio. Rápidamente procedió a desdoblar el contenido y lo examinó detalladamente. Una vez que concluyó con su análisis, una mirada confusa y poco satisfactoria dominó su rostro, como si aquella petición representara más un misterio que un verdadero reto para alguien de su ingenio.

    “Ya entenderás por qué”, aseguró Clint con una mirada firme que Clemont no podía ignorar, asintiendo con su mirada a la petición que acababa de ser solicitada.

    “¿Qué es eso, Clemont?” Preguntó Ash con curiosidad.

    “Paciencia, Ash”, contestó Clint con un tono tranquilizador. “Aún debemos esperar un poco a alguien quien será vital en esta operación”.

    Un leve sonido mecánico se alcanzaba a escuchar desde el lugar en donde estaban. De los compañeros de viaje, Clemont fue el único en prestar especial atención para acertar con el inconfundible rugido del motor de una poderosa motocicleta que se acercaba hacia el lugar en donde estaban a toda velocidad. Sus ojos brillaron con emoción mientras en su mente se llevaban a cabo especulaciones y predicciones acerca de las características que una máquina de esa categoría podría poseer, usando como referencia el sonido del motor y calculando la velocidad aproximada a la que debería ir.

    De pronto, el resto del grupo pudo vislumbrar por fin el vehículo que se abría paso por el camino congelado sin dar tregua a la tranquilidad del mediodía en un pueblo pacífico. Viró ligeramente a la izquierda para tomar una intersección que la llevaría directamente al campo de entrenamiento, y en tan solo unos segundos, aquella motocicleta color obsidiana con paneles en amarillo relámpago se encontraba a tan solo unos cuantos metros de los chicos y el joven que la esperaba con anhelo.

    “¿Quién es?” Preguntó Serena con curiosidad.

    “Ellie les caerá bien, ya lo verán”, respondió Clint. “De hecho, Ash la conoció en una de sus batallas de gimnasio en Unova”.

    “¿Uh?” Exclamó Ash tan confundido como su fiel compañero que posaba en su hombro.

    La ligera capa de nieve provocada por la repentina parada de la motocicleta lentamente se disipaba para revelar la esbelta figura femenina totalmente ataviada de cuero negro, aún montada sobre su bestia motorizada y dirigiendo su mirada oculta por el caso color amarillo hacia el grupo. Apagó el motor para darle un merecido descanso a su montura, colocó el freno de seguridad y descendió del vehículo para ir a su encuentro.

    Clint se acercó a ella esbozando una sonrisa de alivio en su rostro, expresando cierta alegría de verla después de semanas de arduo trabajo. Pero de pronto, un pequeño Pokémon color blanco con forma de roedor y que posaba en la palma de la mano de su entrenadora, dio un salto hacia Clint con el tierno e inconfundible chillido de un Pokémon furioso.

    “Saluda a Clint, emolga”, dijo aquella mujer.

    Múltiples relámpagos de electricidad aparecieron desde la punta de la cola de Emolga mientras un orbe color amarillo de energía eléctrica liberaban una descarga que impactó directamente con Clint, quien vociferó un cómico - y bien merecido - alarido de dolor mientras el poder de cientos de voltios recorría su cuerpo hasta hacerlo colapsar de espaldas.

    Los chicos atestiguaron una escena tan inusual con cierto desconcierto. Sin embargo, Ash ya estaba muy familiarizado con incidentes de ese tipo después de haber viajado por largo tiempo al lado de su fiel compañero amarillo. Y podía saber perfectamente bien cuando un ataque eléctrico denotaba un gesto de leve rencor y alegría hacia otra persona.

    La joven mujer de envidiable figura procedió a remover su casco lentamente mientras su cabello caía suavemente sobre sus hombros y revelaba un bello rostro familiar de piel clara y seductores ojos azules que hacían juego con el oscuro color de su cabello. Para ser alguien que según Clint él ya había conocido con anterioridad, a Ash aún se le hacía difícil identificar a aquella mujer de entre las que había conocido en sus viajes anteriores.

    “Auch…”, susurró Clint tratando de recuperar el control de sus músculos, “… ¿no crees que exageraste un poco?”

    Ellie cruzó sus brazos y le dirigió una mirada acusadora mientras Emolga regresaba a su pokébola. “Primero me dejas con la palabra en la boca al decirme una noticia reveladora…”, comenzó. “Luego te diriges a la boca del lobo con escaso tiempo para preparar un plan de respaldo… y ahora me recibes con esa cara de tonto condescendiente que sabes que me encanta…”. Ellie abandonó su mirada seria y esbozó una sonrisa burlona que iluminó su rostro. “… sí, creo que lo merecías, cielo”.

    “¡E-ES ELESA!” Exclamó Serena después de que algunas conjeturas y excavaciones en su memoria habían encontrado la imagen de aquella famosa modelo y líder de gimnasio de Unova que había inspirado varios de sus diseños a la hora de hacer sus exhibiciones. “¡La belleza radiante!” Gritó con el chillido de una ‘fangirl’ que acababa de conocer a una de sus ídolos.

    Elesa rio un poco e hizo un ademán con el dedo índice hacia Serena para indicarle que guardara un poco de silencio. “No quieres provocar un tumulto de admiradores y paparazis aquí, ¿verdad?”

    “¡Ah, es cierto!” Exclamó por fin Ash. Sin embargo, aún había algo que no concordaba con el aspecto de aquella líder que había conocido anteriormente. “Lo siento, Elesa. No te reconocí por tu nuevo corte de cabello”.

    “Bueno, en mi trabajo es común cambiar de estilo constantemente”, respondió con una gentil sonrisa. “Pero ¿qué hay de ti? Te ves mucho más alto y maduro que la última vez”.

    Ash rio un poco avergonzado y gozoso de que una mujer mayor y tan linda como ella congratulara el repentino cambio que había experimentado en los últimos días.

    “¡Wow, eres muy linda!” Señaló Bonnie mientras se acercaba hacia ella para admirar los atributos de una modelo profesional.

    “¡Gracias! ¡Tú también!” Respondió con un cálido gesto que hizo ruborizar a la más pequeña del grupo.

    Para Clemont, este momento representaba uno de los más grandes e íntimos secretos que había guardado con recelo por todo este tiempo: Elesa había sido una de las razones por la que él eligió ser líder de gimnasio desde la primera vez que vio su foto en una revista especializada, y su mirada había quedado impregnada en su mente para siempre.

    Mantenerse en contacto con el resto de los líderes de diferentes regiones era algo usual que se realizaba al menos cada año para compartir experiencias y nuevos métodos para alentar a los retadores a mejorar sus técnicas de batalla. Sin embargo, y debido a la apretada agenda de una chica que también se dedicaba al modelaje profesional, él nunca había sido capaz de entablar una conversación con su “crush”. Algo irónico e inusual para alguien en extremo tímido con las tantas chicas a las que su hermana constantemente quería atarlo en futuros lazos matrimoniales. No obstante, usar todas las fuerzas que poseía para mantener su compostura era vital para no quedar como un tonto en frente de ella.

    “¡Hey! yo te conozco” Dijo Elesa dirigiéndose hacia él. “Tú eres el líder de gimnasio tipo eléctrico de esta región, ¿no es así?”

    Clemont se paralizó al tratar de entablar una conversación con ella. Las simples palabras que recibían aquel saludo parecían desvanecerse en un débil susurro que salía de su boca como un soplido. Para empeorar la situación, los músculos de su rostro parecían haberse atrofiado, por lo que el aire que emanaba de sus pulmones inflaban sus mejillas como dos globos rojizos a punto de estallar.

    Afortunadamente, Clint salió al rescate, totalmente recuperado de la descarga que recibió y ansioso de proseguir con el plan que tenía en mente.

    “¡Bien, somos un grupo afectuoso ahora!”, dijo con tono sarcástico, “pero tenemos que ponernos al corriente de muchas cosas ¿Entramos?”


    . . . .​


    Se sentaron alrededor de una de las mesas ubicadas en uno de los rincones del centro Pokémon mientras una atmósfera de suspenso se apoderaba de aquella escena donde algunas terroríficas verdades estaban a punto de ser reveladas.

    “Muy bien…”, comenzó Clint dirigiendo una mirada hacia Ash. “… Creo que lo más adecuado sería decirles exactamente lo que estoy haciendo”. Respiró profundo y se acomodó en su asiento mientras sus palabras captaban la atención de los presentes. “Soy Clint, y un terrible evento me sucedió a mi hace ocho años en la región de Kanto… la misma que experimentó Serena hace un par de días…”

    Clint volteó a ver a la chica que estaba sentada a su lado derecho como si indicara el turno de ella para hablar y ser honesta con aquellos a los que más apreciaba, tal como él le había aconsejado hacer mientras iban de camino hacia ciudad Fractal. Serena respiró hondo y, por primera vez, las palabras fluyeron sin aparente dificultad o balbuceos que hubiesen preocupado a sus amigos con el evento tan traumático que había experimentado.

    En realidad, revelar la verdad consumía cada gota de energía que ella poseía para no dejarse dominar por los recuerdos y el temor de ser la víctima de un culto siniestro que pretendía raptarla con fines que ella ignoraba, pero por las características de aquellos participantes, ya podía hacerse una enfermiza idea de lo que tenían preparado para ella.

    Desde la extraña vestimenta que usaban aquellos cultistas, pasando por el ritual de iniciación que la hizo alucinar con paredes que se movían como gigantescos Sevipers en las paredes junto con gritos escalofriantes que parecían provenir de las pinturas que adornaban el salón; para concluir con la cacofonía de dolor estimulante que exacerbaba todos sus sentidos. Serena concluyó su relato dando una gran bocanada de aire mientras las miradas conmovedoras pero iracundas de sus amigos iluminaban sus rostros. Especialmente de Ash, quien apretaba sus puños con todas sus fuerzas al saber que unos desconocidos casi habían destruido la voluntad de alguien tan querido para él.

    “¿Y tú la llevaste de regreso con ellos?” Preguntó Ash a Clint con una mirada llena de rencor tan extraña en alguien como él, y que incluso lograba asustar a su fiel compañero amarillo.

    Clint cruzó sus brazos y con una seriedad poco apropiada para alguien que hace unos momentos parecía ser alguien totalmente fraternal, respondió con otra pregunta. “¿Hubieras preferido que ella se dejara dominar por sus miedos?”

    Había algo de verdad detrás de esa pregunta. A pesar de su largo historial en contra de organizaciones criminales, este grupo parecía desafiar todas las maneras convencionales que él esperaba de un clásico equipo “algo” con metas de control mundial usando el poder de Pokémon legendarios u otro artefacto de destrucción masiva. Con esto en mente, Ash no estaba del todo seguro de si regresar al mismo lugar donde Serena casi había sido secuestrada era el método más adecuado para superar los miedos para alguien de su corta edad.

    “¿Y qué encontraron ahí, Clint?” Interrumpió Elesa con la pregunta que la acongojaba desde que él la había llamado un par de días antes.

    Fue entonces que Clint prosiguió su relato contándoles cada detalle que había acontecido en el palacio de la doncella. Desde la anécdota de la Orden de la Doncella, cuyas ceremonias y rituales se llevaban a cabo en ese lugar, el presunto ataque de un grupo desconocido y antiguo que había atacado en la noche de iniciación de Serena, el Pokémon mítico que era usado como símbolo de la Orden, y la posible complicidad de Palermo, la líder de ese grupo que parecía ocultar muchos más secretos de lo que pretendía mostrar.

    “En resumen… verdades a medias y una interesante historia que debemos desentrañar”, concluyó Clint con un largo suspiro. “Además… un nombre, Ellie”. Un débil brillo en sus ojos logró captar el interés de los presentes al momento de revelarlo. “’El Culto al Placer’”.

    Un escalofrío recorrió la espalda de los presentes al saber el nombre de aquel grupo que ahora se convertía en su principal enemigo a vencer a partir de este momento. Ahora que la liga había sido suspendida por tiempo indefinido, Ash se había propuesto casi al instante de enfrentar y derrotar a aquellos que se atrevieron a atacar a su amiga.

    “Creo que es suficiente para tu hermanita”, dijo Clint hacia Clemont, quien no se había dado cuenta de que Bonnie sujetaba su overol con fuerza. “Quise que escuchara esto para que tuviera una noción de lo que sucedía, pero creo que me sobrepasé un poco”.

    “¡N-No! ¡Y-Yo soy valiente!” Tartamudeó Bonnie dirigiéndose a su hermano mayor.

    “No, Clint tiene razón”, aseguró Clemont. “Esto no es adecuado para ti, Bonnie”.

    “¡Yo puedo luchar!”, Protestó Bonnie con un puchero infantil. “¡Además Dedenne y Blandín pueden ayudar!”

    Aquel extraño Pokémon color verde captó la atención de Clint, quien de inmediato acercó su mirada para poder observar detenidamente a aquella criatura que él ya había visto hace tiempo en ciertos artículos y textos antiguos que describían la naturaleza y cualidades de esta criatura legendaria, pero que ahora lo obligaban a preguntarse qué rayos estaba haciendo al lado de una niña tan pequeña. Quizá… él había descubierto otro diamante en bruto que podría ser útil para la causa.

    “De acuerdo”, dijo Clint sorprendiendo a los presentes con su aprobación. “Podemos tenerla con nosotros hasta que se nos ocurra qué hacer después”.

    “¿Estás seguro de esto?” Preguntó Clemont con incredulidad.

    “Bueno, eres el hermano mayor. Así que… tú tienes la última palabra”.

    Clemont lo reflexionó por unos instantes mientras frotaba su barbilla para facilitar el flujo de sus ideas. Por un lado, exponer a su hermana a un peligro que aún no comprendía significaría un acto totalmente reprochable como persona a cargo de su seguridad. Por el otro, Clint no parecía tener problema alguno con que ella se quedara. Además de ya haber demostrado tener cualidades como protector y guardián al hacerse cargo de Serena.

    “Muy bien”, suspiró derrotado, “pero al primer signo de peligro, te pondré en el primer vuelo con papá. ¿De acuerdo?”

    “¡Sii!” Exclamó Bonnie triunfante.

    Con esa breve pausa resuelta por fin, Ash rompió con el momento de felicidad de la más joven de su grupo con otra interrogante que lo había mantenido despierto desde ayer y que le costaba tanto trabajo poder despejar su mente de ese dilema.

    “Esto resuelve muchas dudas que tenía al respecto, pero aún no me han explicado exactamente qué tiene que ver con lo que me sucedió a mí”.

    Elesa dirigió una mirada desconcertante hacia Clint, quien de pronto recordó que aún faltaba explicarle ese desafortunado incidente cuyas consecuencias lo habían llevado a desentrañar un poco del misterio que rodeaba este Culto al Placer.

    “Fue infectado”, dijo con un tono severo.

    Los ojos azulados que expresaban una completa serenidad en Elesa de pronto se llenaron con el remordimiento y la lástima que solo una persona familiarizada con los efectos de esa condición podría demostrar. Para Ash, esa expresión le resultaba incómoda y fastidiosa, como si de pronto hubiese contraído una enfermedad contagiosa e incurable que a partir de ahora cambiaría su vida para siempre.

    Resultaba casi irónico qué tan cerca estaba de la verdad.

    “Serena y yo hicimos un trato mientras estábamos allá”, dijo Clint sin cambiar su tono severo. “Y es hora de que ustedes tomen el suyo…”

    “Acepto”, contestó Ash sin siquiera esperar a que Clint terminara de hablar.

    “No seas impetuoso, Ash”, reprendió Clint.

    “Que te ayudemos a atrapar a estos sujetos, ¿no es así?”

    “No totalmente”, aseguró con enfado. “¿Quieres saber por qué le pedí a Clemont que te mantuviera lejos de las batallas?”

    La expresión impaciente de Ash de pronto fue domada por un enorme interés que despejó las molestias y la frustración de su completa incertidumbre ante lo que le estaba sucediendo.

    “Por cierto…”, interrumpió Serena intentando despejar la tensión del momento, “… No quiero sonar petulante, pero ¿por qué Elesa te está ayudando?”

    “Ah, si…”, respondió Clint con un repentino cambio de humor al tocar un tema que estaba deseoso explicar. “En mi búsqueda, he encontrado valiosos aliados que me han ayudado en innumerables ocasiones…”

    “Y yo soy una de ellas…”, continuó Elesa, contenta de que Serena hubiera tocado el tema. “Gracias a mis numerosos contactos en el medio del espectáculo, he logrado obtener grandes cantidades de información que pueden ser útiles en la búsqueda de Clint”.

    “Y ahora que lo mencionas, Ellie”, dijo Clint mientras sacaba una tarjeta de memoria de su chaqueta. “La bruja… digo, Palermo nos dio los perfiles de todo aquel quien haya participado en una de sus locas ceremonias”.

    Elesa contempló aquella pequeña memoria con una mirada de esperanza que rápidamente borró de su rostro, debido a que lo que contenía dentro bien podría ser una trampa o información errónea que podía llevarlos a otras direcciones. Debían actuar con cautela y mantenerse escépticos ante cualquier cosa que dicha información les mostrara.

    Clint sacó su computadora personal, encendiéndola inmediatamente e insertando la tarjeta en una de las ranuras del dispositivo. Esperó por unos segundos para que el programa de antivirus analizara la extensa cantidad de archivos que contenía la memoria y, una vez concluido con cero riesgos de infección, seleccionó la carpeta principal que se encontraba en la raíz de la memoria.

    Un intenso escalofrío por fin recorrió su espalda mientras su mano izquierda era sujetada gentilmente por Elesa, quien compartía su emoción ante lo que podría convertirse en la máxima referencia hacia una nueva búsqueda que por fin lograría dar acabar con las oscuras y retorcidas intenciones del Culto al Placer.

    Sin embargo, lo que vieron en la pantalla fue un poco decepcionante.

    “¿Qué rayos es eso?” Preguntó Ash al ver cientos de archivos desordenados con íconos que él no podía discernir.

    Clint suspiró ligeramente mientras esbozaba una sonrisa que el resto de los ahí presentes encontraron un tanto extraña.

    “Solo están desordenados, eso es todo”, aseguró Clint. “Es hora de usar un poco la magia de Bebe”.

    “¿Bebe?” Preguntó Clemont mientras indagaba en su mente para encontrar el recuerdo de esa persona que se le hacía familiar, pero que no podía recordar del todo bien.

    “Es la encargada del sistema de transporte Pokémon en la región Sinnoh”, explicó Elesa. “Una gran hacker y amiga”.

    Clint seleccionó un programa ubicado en la pantalla principal de la computadora, a quien dio un par de comandos que dieron como resultado la aparición de una barra que se llenaba lentamente y una cifra en porcentaje que especificaba el tiempo restante para terminar.

    “Bueno, esto tomará un poco de tiempo”, dijo Clint mientras abandonaba su asiento y dirigía una mirada a Clemont. “¿Cuánto tardarás para hacer lo que te encargué?”

    “Lo tendré listo en un santiamén”, aseguró con una sonrisa ligeramente altanera.

    Clint asintió con su mirada para luego dirigirse a un impaciente Ash que seguía preguntándose en qué momento él iba a responder la pregunta que había hecho anteriormente.

    “Siento hacerte esperar, pero sólo hay una manera de que comprendas completamente cómo será tu vida a partir de ahora”.

    La seriedad de Clint lo había dejado incluso más acongojado acerca de su condición, como si la gravedad del asunto requiriera de cierto toque especial que tomaría más tiempo de lo que él estaba dispuesto a aceptar.

    Ash estuvo a punto de protestar cuando de pronto, Elesa abandonó su lugar también y se acercó a Clint con una mirada reprobatoria que demostraba un gran dominio de ella sobre el “pesudo-militar”.

    “¿Cuándo fue la última vez que dormiste?” Preguntó con la misma actitud dominante y severa que Clint había demostrado con los chicos.

    La imperiosa actitud de Clint se desvaneció.

    “Oh, vamos Ellie…”, respondió como si fuera un niño tratando de salirse con la suya con excusas absurdas. “Mi record es de cinco días”.

    “¿Y debo recordarte que en esa ocasión terminaste actuando como un Spritzee?”

    Ese último comentario logró robarle una carcajada a cada uno de los chicos ahí reunidos al imaginarse que el severo, guapo y varonil de Clint caminaba de puntitas con gracia y serenidad como si se encontrara en un campo de flores.

    “¡Ok, ok, ok!” Protestó con el rostro rojo de vergüenza. “¡Cielos!”

    “Yo me encargaré de explicarle”.

    “Muy bien…”, dijo Clint con un tono más accesible después de considerar que después de casi tres días sin descanso, una ligera siesta lo dejaría como nuevo. “Creo que también necesitaré una ducha para variar”.

    “Tómate tu tiempo”, dijo Elesa con una sonrisa.

    “Y pásame la almohada porque…”, susurró para que el resto no escuchara, “ya sabes que, si no estás tú, necesito acurrucarme con algo suavecito”

    Una vez que Elesa cumplió con su absurda - pero tierna - demanda, Clint dio un último vistazo a los chicos antes de tomar un merecido descanso en las habitaciones del centro Pokémon.

    “Los veré más tarde”. Dijo mientras levantaba su palma para despedirse y subir las escaleras.

    El silencio volvió a reinar el lobby del centro Pokémon, y Ash estaba ansioso por… lo que sea que fuera a pasar con él.

    “Y bueno…”, dijo mientras jugaba con sus manos impacientemente como si tratara de desenmarañar el misterio de lo que Clint se refería. “¿Ahora qué?”

    Elesa le dirigió una sonrisa desafiante que aceleró el corazón del chico al contemplar la belleza de su rostro.

    “Como diría Clint… es hora de aprender por la forma más dolorosa posible.



    TO BE CONTINUED…
     
    Última edición: 15 Junio 2016
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  13.  
    J.Nathan Spears

    J.Nathan Spears Adicto Comentarista Top

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    No tengo mucho qué añadir... me gustó cómo describiste el cómo Ash se comienza a tomar lo que es la madurez xP. Me pregunto qué tipo de mensajes mandará a Misty, May, Dawn, Iris, y quizás a otras más xP. Aunque más curiosidad despierta el ver cómo le hace Elesa para enseñar a Ash el por qué se le prohíbe batallar. Vaya forma de jodérselo... y encima no parece encontrar felicidad si no está su Serena cerca... ugh, es una técnica válida para el AmourShipping, pero muy forzada (para Ash, al menos)

    A ver qué más ocurre... y cuánto aguanta Bonnie en medio del campo de guerra n_nU. Al menos Clemont tiene ciertos conocimientos medicinales, creo yo. No sé si Clint o Elesa sean buenos en ese sentido.

    Nos vemos a la próxima xD
     
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  14.  
    Plushy

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    Ya me había leído un par de episodios con anterioridad pero haciendo papeleo de oficina no se puede comentar. Bien, me quedé para empezar el cap diez y quedan otros tres más por leer.

    Parece que quienes van tras la orden van en serio aunque no tengan al personal más capacitado y ortodoxo para ello. Si bien se da a entender que Clint es un personaje original, la mención en un punto de Surge me hace pensar si hay líderes de gym, campeones, etc involucrados considerando que de hecho uno de los altos mandos pertenece al bando 'enemigo'. El intercambio de diálogos irónicos y sarcásticos entre personajes ayuda a mantener el tono de comedia negra. También la conversación entre Aria y Palermo da entender que pese a todo la chica no tiene malas intenciones, sólo que ya esta bastante 'maleada' por decirlo de alguna manera y ahora entra la duda si en la traición podrá encontrar la redención. ¿Ash en la mira? Parece que sin ser especialmente el protagonista de esta historia le tocarán un par de madrazos argumentales. El origen de la tradicón, sea algo que Aria se haya sacado de la manga, suena bastante líndo y contrastante considerando que un acto desinteresado de unión y amor al arte terminó en un frívolo desfile de parafernalia de niñas ricas.

    El siguiente capítulo es de los que me deja idiota... más...
    ¿He mencionado que amo al Equipo Rocket? ¿Mucho, mucho? ¿Y que luego si veo que los incluyen me da una enfermedad que me hace poner caritas de la época del messener y me hace hablar en lenguas? Pues no voy a disimular la sintomatología *O*
    La verdad es que me alegra bastante su incursión en la historia porque a pesar de que son los personajes más longevos junto con el bobo y la rata la gente tiende a pasar de ellos por el 'odio' que se les suele tener y es bastante deprimente viéndolo tanto como fan a como alguien que trata de explotar lo mejor posible los recursos que da una serie tan pobre de narrativa y argumento como pokémon. Y, carajo, si sirven para la comedia ¡por qué no usarlos! Ha sido genial su encuentro con Clint and this...
    [​IMG]

    Dude.... duuuuuuudeeeee!!!
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    Pero claro, hay que contrastar el cáncer con edginess y HOLY SHIIIIIIT más adelante la cosa se pone bien Resident Evil que a ese Conkeldurr sólo le faltó susurrar S.T.A.R.S. Personalmente no tengo problemas en cómo transcurrió la batalla.

    Tras recordarle a Ash que no estaba en YGO y que ocasionalmente aquí las cosas se arreglan a trancazos... a sentir la perra pubertad :XD: y vaya modo de experimentarla... aunque amén de nuestros sacrosantos ojos que no se despertó sintiendo el "cambio" en cierta parte de su cuerpo (o igual y sí pero nadie se dio cuenta); pese a todo y por su reacción al saber que se suspendían los combates en los gym se dejó en claro que Ash sigue siendo Ash y que su cerebro aún no ha sido carcomido lo suficiente como para volverse el protagonista de las porno de otros estudios de fanfiction... Así que niños, ya saben... ¿para qué meter OoC cuando pueden implantarle un parásito a su personaje favorito?

    [​IMG]

    Una pequeña sobredosis de momentos tiernos y adolescentes que no matan a nadie más que a... a carajo, ¿realmente le quieren disparar? Me gusta como fluctua de K+ a T en un par de líneas. Ahora a quedarme con dudas porque todavía me quedan más historias que comentar.
     
    Última edición: 19 Junio 2016
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  15.  
    Edmund Daltonic

    Edmund Daltonic J

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    Es un gusto tenerte de vuelta, jefa. Ya se extrañaban tus valiosos comentarios.


    Me alegra que te haya gustado el cómo manejé a los personajes. En mi opinión no son solo los adorables perdedores y antagonistas principales, sino un recurso con mucho potencial para llegar a ser algo más.
    Y si esa pequeña escena te gustó, pues.... Estate al pendiente.

    Tenía planeada una pequeña escena donde el pobre Ash se la pasa sujetando una bolsa de hielo en su entrepierna adolorida por la "caída", pero ya no hubo espacio para meterlo en el escrito sin forzarlo. Y bueno, precisamente en estos momentos me encuentro trabajando en el capítulo 14, así que ¡apúrele, jefa! Para que descubra que hace el bicho ese.

    Saludos y mil gracias por tu review.
     
  16.  
    Edmund Daltonic

    Edmund Daltonic J

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    Título:
    El Culto al Placer. Hasta pronto y gracias por los reviews.
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    49
     
    Palabras:
    3444
    Este capítulo es especial por que marca el inicio de una pausa necesaria… para la versión en inglés.

    Así es. Después de este capítulo, las traducciones (que no se crean, consumen demasiado tiempo. A veces más que escribirlos en sí) cesarán hasta que atienda asuntos que requieren de mi atención y que son de vital importancia para mi desarrollo profesional. ¿Y qué sucederá con mis fieles lectores de la versión en mi lengua materna? Los capítulos serán publicados más rápido.

    Si, la vida es justa a veces…


    CAPÍTULO 14. El monstruo dentro de mí.

    Sin importar la seriedad de la situación y la verdadera intención del ejercicio, la mente de Ash divagaba en un umbral de sensaciones y pensamientos sin prestar la menor atención a las instrucciones específicas que Clemont recitaba a su amigo mientras colocaba un dispositivo semejante a un brazalete en su muñeca izquierda. Y es que, la insaciable emoción de volver a pisar un campo de batalla para enfrentar a un entrenador era como una panacea que vigorizaba su espíritu y lograba rescatarlo de la incertidumbre que rodeaba la nueva condición precaria que sus nuevos aliados pretendían explicar.

    “¿Entendiste?” Preguntó Clemont una vez que terminó de instalar el dispositivo.

    “Ah… sí, sí”. Respondió Ash condescendiente hacia las instrucciones de las que solo había escuchado un par de palabras entrecortadas por su poca atención y errantes pensamientos.

    “Muy bien…”, dijo Elesa desde el otro lado del campo de batalla. “Espero que estés listo, Ash”.

    “¡Siempre lo estoy!” Gritó vivazmente con una mirada desafiante en el rostro.

    Elesa no pudo evitar sentir cierta admiración por aquel chico que parecía no inmutarse ante el peligro que lo rodeaba. Sin embargo, casi al mismo tiempo un sentimiento de lástima bloqueaba esa sonrisa de simpatía que pretendía obsequiarle.

    “Antes de esto…”, dijo mientras deslizaba la cremallera de su chaqueta oscura para revelar atributos tan seductores que incluso logró que Ash olvidara por unos instantes la batalla que estaba a punto de comenzar.

    No obstante de la calidad de la prenda que una bella mujer como ella lograba enaltecer, junto con un top color negro que dejaba descubiertos su delgado cuello y hombros desnudos; la casi perfecta distribución de carne en su torso revelaba la envidiable constitución de una modelo profesional comprometida con su trabajo y el cuidado de su figura.

    Poco lejos de ahí, cierta chica de cabello color miel se encontraba dominada por una mezcla de admiración, junto con un poco de envidia y celos que provocaron un leve rubor en su mejilla mientras apretaba con fuerza al roedor amarillo que le fue encomendada.

    “¿Sabes lo que es la dopamina?” Preguntó Elesa, sacando a Ash de su letargo antes de que este derramara saliva como un Growlithe hambriento.

    “Ehh… ¿perdón?” Respondió sin siquiera escuchar del todo esa pregunta.

    Elesa sonrió con cierta satisfacción al provocar al chico. “Básicamente es la hormona encargada de todas las sensaciones que nos producen placer y gozo”, explicó mientras el resto del grupo también prestaba atención a las palabras de la líder de gimnasio. “Y es precisamente lo que vamos a experimentar en esta batalla”.

    Ash no comprendía bien el significado o la razón de aquella pequeña introducción. Pero de nuevo, consideró poco probable que él fuera capaz de entender cualquier cosa más allá de lo que se aprende al terminar la primaria.

    “¿Ya escogiste a tu Pokémon?” Preguntó nuevamente.

    “¡Por supuesto!” Exclamó emocionado.

    “Muy bien…”, dijo mientras sacaba una pokébola de su cinturón. “¡Ve, Ampharos!”

    La pokébola fue arrojada con vigor al campo de batalla hasta impactar el suelo, liberando en un espectáculo de luz carmesí a un alegre, pero determinado Pokémon bípedo que liberaba relámpagos de electricidad desde la punta de su cola.

    “Ampharos, ¿eh?”, reflexionó Ash por un instante. “Pues bien, ¡yo eligo a Talonflame!”

    El ave vendaval salió expulsada de su pokébola con un ímpetu que contagiaba a los presentes, producto de varios días sin haber participado en una batalla que pusiera a prueba sus habilidades y lealtad hacia su entrenador.

    “¿Me das la ventaja de tipo?” Elesa sonrió con la bravura de su oponente. “Te ofrezco el primer movimiento para nivelar un poco las cosas”.

    “¡Ya lo verás!” Gritó Ash con la exaltación que lo caracterizaba. “¡Talonflame, usa nitrocarga!”

    Flamas color rojo-naranja envolvían el cuerpo emplumado del halcón de fuego mientras se dirigía a toda velocidad hacia su contrincante, quien permaneció en su posición sin hacer el más mínimo intento de evitar que el ataque impactara directamente con su cuerpo, haciéndolo retroceder unos cuantos centímetros.

    “¡Excelente!” Animó Ash a su compañero. Ahora que Talonflame había realizado una nitrocarga, la velocidad que había ganado lo ayudaría a compensar la desventaja de tipo.

    “¿Eso crees?” Sonrió Elesa con una expresión poco engreída que desconcertó a Ash.

    Talonflame hizo una mueca de dolor mientras un relámpago amarillo recorría su cuerpo. Fue entonces que Ash rápidamente se dio cuenta que había cometido un error al ordenar un ataque físico contra un Pokémon con la habilidad de estática, corriendo el riesgo de que Talonflame ya no fuera capaz de moverse a lo largo de la batalla.

    “¡Rayos!” Se culpó a sí mismo mientras trataba de pensar qué hacer ahora.

    “MI turno”, dijo Elesa. “¡Ampharos, usa puño trueno!”

    Un orbe de luz amarilla iluminó el pequeño brazo de Ampharos hasta que adquirió el tamaño suficiente para descargar todo ese poder contra su oponente, dando un asombroso salto que logró llevarlo a escasos centímetros de él.

    “¡Esquiva en caída libre!” Ordenó Ash tan pronto como le fue humanamente posible. Talonflame dio un giro hacia atrás hasta que su cabeza se encontró en dirección del suelo, para luego unir las alas a su cuerpo y dejarse caer para así evitar el ataque. A solo escasos centímetros de impactar el suelo, Talonflame retomó su posición de batalla, listo para lo que su contrincante tuviera preparado para él.

    La maniobra fue tan prodigiosa que incluso Ampharos fue sacado de balance, totalmente perplejo con las habilidades de su oponente y abierto a un ataque directo.

    El tiempo parecía correr con lentitud mientras una sensación sacudía a Ash con la emoción más grande que pudiera recordar en toda su carrera como entrenador, como si se tratara de una llama cuyo calor se percibía incluso en los más recónditos espacios de su cuerpo, intensificados todavía más por los días sin una sola batalla o entrenamiento con sus Pokémon….

    Un banquete para el monstruo dentro de él.

    “¡Nitrocarga una vez más!” Ordenó Ash expulsando toda su energía y emoción en aquel ataque que, casi en sincronía con su Pokémon, vería un fracaso total y el principio de lo que significaba estar infectado.

    Un pequeño pero agudo choque eléctrico impactó el centro de su cabeza como si su fiel compañero amarillo estuviese habitando su mente, atacándolo repentinamente para sacarlo de balance y desviar su atención en la batalla con aquel dolor. La secuela de aquella sensación le provocó cierta angustia y molestia que trató de apaciguar rascándose la nuca, mientras Talonflame corría con una suerte similar al encontrarse completamente paralizado e imposibilitado de aprovechar el momento de atacar a su oponente desprotegido, quien rápidamente retomó su posición en espera de las órdenes de su entrenadora.

    “¡Ampharos, usa gema de poder!”

    La gema en la frente del Pokémon cordero brilló con una intensidad que asemejaba a la de una pequeña luna llena color carmín hasta cargarse por completo, liberando un rayo rojo que impactó directamente contra su oponente hasta derribarlo del aire con un solo ataque.

    “¡Talonflame!” Gritó Ash consternado mientras la ira se iba apoderando poco a poco de él.

    El halcón de fuego trataba de ponerse en pie lentamente, luchando contra la parálisis que le impedía pelear al cien por ciento de su capacidad y los efectos de aquel ataque súper efectivo.

    Desde las gradas, Serena contemplaba el clímax de la batalla con aflicción mientras se preguntaba por qué Elesa no había aprovechado el momento para ejecutar otro ataque que daría por terminado el combate con su victoria. Pero luego recordó que el propósito de esta batalla era más importante que una simple justa entre entrenadores.

    “¡Vamos, Talonflame! ¡Retoma el vuelo!”

    Los ánimos de Ash poco a poco hicieron que su compañero lograra reestablecer su balance y posición de batalla, cansado y lastimado, pero aún con la voluntad de concluir con una victoria. Fue tal su demostración de espíritu luchador, que incluso logró que la alegría y gozo de seguir adelante venciera la ira en el chico.

    “¡Muy bien, Talonflame!” Gritó decidido. “¡Enseñémosle de nuevo!”

    Talonflame dio un grito estruendoso y contagioso que avivó el espíritu de los espectadores, retomando el vuelo a la espera de las nuevas órdenes de su entrenador.

    Debido a la condición de su compañero, Ash ideó rápidamente otra de sus eficaces maniobras con la que pretendía retomar el control de la batalla. “¡Usa doble equipo!”

    Múltiples copias del Pokémon alado aparecieron hasta cubrir el campo de batalla como si se tratara de una parvada de aves rapaces acechando a su presa. Una proeza admirable, pensó Elesa, pero poco efectiva.

    Muy pronto Ash le probaría lo equivocada que estaba.

    “¡Ahora vuelen en círculos!” Ordenó Ash mientras extendía sus brazos y los levantaba al aire como si orquestara el movimiento de su “parvada”. De pronto, Ampharos se vio rodeado de las copias de su rival, dificultando la posibilidad de acertar al Talonflame verdadero y totalmente desprotegido ante cualquier ataque.

    Elesa quedó en shock al presenciar como Ash lograba vencer los obstáculos con su creatividad y voluntad para luchar. No pudo hacer nada más, salvo esbozar una mirada de asombro ante la madurez que el chico había ganado desde su encuentro, tanto en batallas Pokémon como en su actitud ante las dificultades. Ahora ella podía comprender por qué Clint tenía tantas expectativas con él.

    Ash, por su parte sentía de nuevo esa emoción sobrenatural e indescriptible que lo invadía cada vez que estaba a punto de conseguir la victoria. Un placer que sentía crecer cada vez más y más conforme los segundos transcurrían en cámara lenta. Solo necesitaba un movimiento más y podría concluir este difícil combate con su victoria... Cuando de pronto, otro choque eléctrico, más intenso que el anterior, había evitado que ordenara el último ataque.

    Preciosos segundos desperdiciados provocaron que Talonflame sufriera de nuevo los embates que su condición le exigía, paralizándose por completo en el remolino a diferencia de sus copias, convirtiéndose en un blanco fácil para su oponente.

    “¡Ampharos! ¡Usa trueno!” Ordenó Elesa extendiendo la palma de su mano.

    El cuerpo de su compañera se iluminó rápidamente con el resplandor amarillo de miles de voltios que fueron liberados directamente al Talonflame verdadero, quien nada pudo hacer para recibir el poderoso y súper efectivo ataque que lo derribó del aire por última vez.

    Ash, aún un poco aturdido, se apresuró para cachar a su Pokémon abatido usando sus brazos como una red de rescate. Una vez que agradeció el enorme esfuerzo de su compañero, lo regresó a su pokébola para que tomara un merecido descanso.

    “¡¿Qué rayos fue eso?!” Gritó furioso, permitiendo que la ira tomara lo mejor de él mientras observaba detenidamente el brazalete al que culpaba de su derrota. “¡Esta cosa me hizo perder!”

    Elesa felicitó el desempeño de su Pokémon y lo regresó a su pokébola mientras se acercaba al encolerizado y confundido chico, dirigiéndole una mirada severa que denotaba la seriedad de lo que iba a decir.

    “Esa cosa acaba de salvarte la vida, Ash”.

    Ash permaneció callado y confundido con las palabras que Elesa había pronunciado. De pronto se vio rodeado de sus amigos, quienes se habían acercado para escuchar detenidamente lo que Elesa pretendía explicar.

    “¿Qué?” Exclamó Ash sin comprender lo que ella quería decir.

    Elesa respiró hondo y cruzó sus brazos para por fin revelarle la verdadera condición de lo que significaba vivir infectado.

    “¿Sabes cuál es el sistema límbico?” Dijo mientras Ash negaba con la cabeza. “Es una parte del cerebro encargada de las emociones, entre otras funciones del sistema nervioso”.

    “Es donde vive el parásito, ¿no es así?” Complementó Serena, recordando que Clint ya les había contado ese dato cuando lo conocieron.

    Elesa asintió y prosiguió su relato. “Lo que hace ese monstruo es estimular el sistema límbico, exacerbando tus emociones hasta… bueno, tú ya lo experimentaste ¿no es así?”

    Ash comprendía muy bien de lo que Elesa hablaba. Y por supuesto que no quería volver a experimentar nunca más esa aterradora sensación que lo atormentó por unos instantes que parecieron horas de agonía en aquella ocasión. Fue entonces que pudo discernir el propósito de aquel brazalete que aún culpaba de su derrota. “¿Esto lo detiene?” Preguntó.

    Elesa cerró los ojos y negó con la cabeza. “No exactamente”, respondió. “Lo que hicimos fue desviar tu atención con ayuda del dolor. Eso evita que el parásito siga estimulando esa parte del cerebro”.

    “Espera…”, dijo tratando de digerir lo que acababa de escuchar. “¿Tengo que vivir con esta cosa electrocutándome cada vez que siento gozo o alegría?”

    Elesa cambió su mirada seria a una de completa lástima hacia ese chico que ahora admiraba, consciente de que las malas noticias apenas comenzaban para él. “No por ahora, Ash. Pero con el tiempo eso no será suficiente”.

    Una mirada de horror se apoderó de él y de sus amigos al ver que la esperanza de mejoría se apagaba como una vela ante el vendaval de la desesperación. “¿Cómo…”

    “El parásito es un organismo que crece con el tiempo, Ash”, respondió Elesa con un tono más serio. “A medida que aumente de tamaño, los estímulos serán cada vez más constantes y repentinos”.

    “No… no entiendo”, susurró sintiendo nauseas que aumentaban a cada segundo.

    “Al principio ocurrirá en momentos íntimos como el que te sucedió a ti…”, hizo una pausa para tomar una bocanada de aire y proseguir. “Pero luego vendrán con expresiones más simples como un beso en la mejilla, una batalla Pokémon, e incluso el más leve roce con una persona que aprecies”.

    Serena presionó fuertemente su puño contra el pecho mientras observaba como su querido amigo poco a poco era dominado por un total desaliento que amenazaba con quebrantar su espíritu combativo y personalidad optimista que tanto admiraba.

    “Y… Y…” Ash balbuceó, tratando de desenredar el nudo en la garganta que ya se había formado por la angustia ante su más grande temor, y cuya imagen ahora se manifestaba en su mente. “¿Cómo disfrutaré de las batallas Pokémon?”

    Antes de la batalla, Elesa ya se había formulado varios escenarios en los que respondía esa interrogante que ella sabía, atormentaría al chico de por vida. Sin embargo, nada la había preparado para enfrentar la verdad cuando vio esos ojos llenos de incertidumbre y miedo, sintiendo una compasión como la que nunca había demostrado hacia otra persona.

    Sin la posibilidad de responder la pregunta de un chico atormentado, otra voz que llegó desde la puerta trasera del centro Pokémon interrumpió el momento con su usual severidad.

    “Ya no puedes, Ash”

    Clint se acercó al grupo con su ya conocida fría expresión de seriedad ante un asunto de extrema importancia.

    “Ellie ya te explicó lo que significa vivir con ese monstruo, pero aún no has escuchado cuando las cosas en verdad se ponen espeluznantes”.

    “Clint…”, interrumpió Elesa, consciente de que a pesar de que era necesario que Ash escuchara, otra advertencia amenazaría con doblegarlo completamente.

    Clint hizo un ademán con su mano para calmarla, y luego miró directamente a los ojos de Ash. “Durante mi búsqueda, he visto las dos formas en las que el parásito termina doblegándote”.

    Clint sacó el holomisor de su bolsillo para desplegar la imagen tridimensional de un cerebro humano.

    “Si tienes suerte, el parásito provocará una intensa descarga de dopamina que terminará friendo tu cerebro”, dijo mientras la imagen tridimensional mostraba como una esfera ubicada en el hipotálamo crecía y emanaba descargas hacia el resto del cerebro hasta que este se apagaba. “No estoy seguro de ello, pero si es de creerle a la neurología moderna, esos últimos momentos en los que el cerebro recibe tantos estímulos al mismo tiempo serán extremadamente dolorosos y extraños…”, dijo con una leve sonrisa en su rostro, “…hasta no dejar nada más que la sombra de lo que eras”.

    “¡Clint!” Reprendióle Elesa, arrebatándole el holomisor de sus manos y apagándolo al instante. “¿Qué rayos te sucede?”

    “Está bien…”, respondió Ash utilizando las últimas energías que le quedaban. “¿Cuál es la otra…?”

    Clint asintió y retomó su relato. “Si eso no te mata… lo experimentarás una y otra vez hasta que lo haga”.

    Clemont ya había alejado a Bonnie del grupo desde que Clint había ido a su encuentro, considerando que ya era suficiente para ella… y para él también. Sin embargo, era su deber como amigo de Ash y científico del grupo, el escuchar toda la historia.

    “Imagina vivir en un eterno terror mientras tu propia mente hace lo posible para exacerbar esas sensaciones, alimentando al parásito…” Clint detuvo su respiración un momento y sacudió su cabeza como si esa anécdota le hiciera recordar una oscura pieza de su pasado, y él tratara de olvidarla para poder continuar. “Vivirías sedado en un asilo… si es que puedes llamar a eso vida”.

    Las náuseas que Ash había soportado por tanto tiempo ahora le cobraban factura, provocándole casi un colapso que pudo ser evitado gracias a la rápida intervención de Clint y Serena.

    “¿Cómo…?” Trató de recobrar sus fuerzas nuevamente, agradeciendo el gentil gesto de su amiga para no dejarlo caer. “¿Cómo podré ayudarles?”

    Clint no esperaba una reacción así.

    Incluso ante el umbral de un destino fatal, Ash demostraba un total compromiso por la lealtad y seguridad de sus amigos que vencía cualquier dificultad, por más severa y peligrosa que esta fuera. Esta era la actitud y el espíritu que solo un puñado de personas en todo el planeta contaba, capaces de decidir el destino de incontables vidas y llevar al mundo a una verdadera era de oro. Si Clint antes tenía dudas respecto a él, estas habían desaparecido por completo, reemplazadas por el deber de ayudar a este chico para convertirse en el hombre y guardián que él y todos necesitaban.

    “Hay una forma”.

    Un débil, pero significativo brillo iluminó los ojos de Ash y Serena con la esperanza implícita en las palabras de Clint.

    “Es un estilo de combate Pokémon extremadamente complicado de dominar, sobre todo para alguien con tu personalidad”, dijo mientras esbozaba una sonrisa optimista. “Pero si lo logras…”

    “¡¿Podré tener batallas de nuevo?!” Exclamó con sus energías renovadas y una alegría que iluminaba nuevamente su rostro.

    Unas cuantas gotas de saliva habían encontrado su destino en el rostro de Clint, quien pasó la palma de su mano por todo su rostro para limpiarla. Normalmente eso le habría hecho merecedor de un golpe adormecedor, pero al ver la esperanza en el rostro de Ash, decidió olvidar el gesto descortés de aquel chico.

    “Exacto”, respondió sin abandonar su sonrisa. “Y cuando te arreglemos, podrás regresar a tu antiguo yo”.

    “¡Siii!”

    Gritó Ash, dando un gran salto junto con su compañero amarillo, y levantando su brazo derecho al aire en señal de victoria prematura.

    Pero su alegría duró poco cuando otro choque eléctrico en su mente lo hizo esbozar otra mueca de dolor, recordándole que aún era muy pronto para celebrar. Y mientras tanto tendría que aprender a vivir con el parásito dentro de él, evitando lo más posible estos exagerados despliegues de felicidad.

    “El programa ya cargó los archivos y está listo para que lo revisemos”, dijo Clint mientras el grupo se reunía.

    “Pues vamos a verlo entonces”, dijo Serena ansiosa de ver lo que contenía la información que les fue dada por Aria.

    Los chicos se adelantaron, dejando un poco detrás a los adultos para intercambiar unas palabras antes de alcanzarlos.

    “Conque arreglarlo, ¿eh?” Dijo Elesa con una sonrisa sincera pero escéptica.

    “Hay que tener un poco de esperanza, ¿no crees?” Respondió Clint con un tono optimista que no denotaba sarcasmo. Algo muy raro en él.

    “¿Quién diría que Ash lograría abrirte un poco?”

    Clinto soltó una pequeña risotada ante un hecho que no podía negar.

    “Es ingenuo…”, comenzó mientras se dirigían adentro del centro Pokémon. “… pero su voluntad es admirable”.

    “¿El gran Clint elogiando a alguien?” Dijo Elesa con un tono burlón.

    “Él y Serena tienen un potencial increíble”, respondió Clint ante la ironía que Elesa expresaba. “Veremos qué tanto nos sorprenden los rubios”.

    Cerraron la puerta principal que daba al acceso del campo de batalla, ansiosos de revisar la base de datos con la que podrían diseñar los primeros pasos en la búsqueda de su más grande enemigo.


    TO BE CONTINUED….
     
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    J.Nathan Spears

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    Ufff... no sé qué decir. Esperemos que pronto Ash y Serena encuentren la forma de no dejar que el parásito les convierta el cerebro en chicharrón...

    Vaya forma de joderle el futuro a alguien e__e. Madam de Valois es una completa hija de político e__é. Y Palermo, pues... no sé que viene después o_ó

    Pero bueno, destaco que al fin se ponga a un Ampharos ganando una batalla... consideración que el animé jamás mostró e_é. Que se joda Talonflame.

    Pero bueno, a ver qué rayos hacen todos más tarde.

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    Edmund Daltonic

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    El Culto al Placer. Hasta pronto y gracias por los reviews.
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    ¿Acaso he escogido inconscientemente Pokémon que en el anime son tan perdedores como "badluck brian"?


    CAPÍTULO 15. Conoce a tu enemigo.

    Como la luz cegadora de un fulgor vivaz en medio de la oscuridad, el brillo del monitor logró captar la atención del grupo tan pronto como Clint abrió la laptop y explicaba la función del programa que había recopilado todos los datos obtenidos de la Orden, y que ahora estaba disponible de forma ordenada. Una de las tantas ventajas de tener en sus filas aliadas tan hábiles como lo era Bebe.

    La sencilla, pero fácil de entender interfaz del programa, estaba construida de acuerdo a las especificaciones de alguien práctico como Clint; con una simple ventana de texto junto con la opción de autocompletar para la facilitación de búsqueda en los archivos.

    “Este pequeño programa recopila todos los datos extraídos y los ordena de forma en que es mucho más sencillo leerlos”, explicó Clint mientras el grupo se distribuía alrededor de la pantalla, y haciendo lo posible por no captar la atención del resto de los visitantes del centro Pokémon, o algún otro curioso que hubiese perdido la cabeza al ver a la reina de Kalos y la famosa Elesa en el mismo lugar.

    “Bueno…”, interrumpió Elesa impaciente de ver lo que se encontraba en esos archivos. “¿Qué estamos esperando?”

    Debido a que el equipo databa de una época donde la tecnología holográfica interactiva aún no existía, Clint tocó el touchpad con la yema de sus dedos para colocar el cursor en la ventana de búsqueda y escribir la palabra “todo”. Dio click usando uno de los botones del pad y, en instantes, una cifra casi irreal para los chicos y Elesa alteró por completo su estado de ánimo.

    “¡¿2174 miembros?!” Exclamaron al unísono, llamando la atención del resto de viajeros que tomaban un descanso en el centro Pokémon.

    “¡Pe-pero es imposible!” Dijo Serena bajando un poco su tono de voz al darse cuenta de su poco discreta reacción. “En mi noche de iniciación, a lo mucho había doscientos”.

    “Hay dos posibilidades…”, Clint comenzó mientras el resto del grupo prestaba atención a su hipótesis y él le dirigía su mirada hacia Serena. “¿Recuerdas lo que dijo Aria cuando nos entregó la memoria?”

    Serena no tardó mucho tiempo para encontrar las palabras que su “amiga” había usado al momento de despedirse, y cuyo significado ahora cobraran sentido. “Son los datos de todo aquel que haya participado en una ceremonia, ¿cierto?”

    Clint asintió. “Si somos literales en lo que ella dijo, entonces no todos los que están en este archivo son miembros de la Orden… o el Culto”, dijo con una desagradable sensación al darle el beneficio de la duda a la líder de esa organización.

    “Y… ¿cuál es la otra?” Preguntó Ash después de no poder discernir la otra posibilidad.

    “Que seremos seis contra 2134”, respondió con sarcasmo.

    “Son 2174”, corrigió Clemont, a quien las miradas desaprobatorias del resto de sus amigos le provocaron una profunda vergüenza por la innecesaria y poco alentadora corrección.

    “Esto es demasiado trabajo…”, interrumpió Elesa con un suspiro profundo con el que liberó un poco de tensión y desaliento. “Tendremos que mandárselo a Bebe para que pueda crear un patrón con sus algoritmos”.

    Clint asintió nuevamente. “Sin embargo, Serena puede ayudarnos un poco”.

    “¿Eh?” Exclamó Serena, confundida de lo que él quería decir.

    “Viste a muchas personas en esa fiesta, ¿no es así?”

    La idea le cayó como un rayo que pudo iluminar sus pensamientos y descubrir una de las muy pocas ventajas de haber estado ahí. Serena se acercó al computador y escribió el nombre de la primera persona que Aria le había presentado en la noche de celebración. Una cara famosa en el mundo del espectáculo en Kalos.

    “¿Monsieur Pierre?” Dijo Ash en voz alta. Si bien era una persona casi totalmente desconocida para él, salvo en las ocasiones en las que fungía como presentador en las exhibiciones de Serena, nunca se le había cruzado por la mente que bien podría ser un depravado acosador de jovencitas.

    Una vez que Serena presionó la tecla de “enter”, la pantalla mostró una ficha técnica de aquella persona con su fotografía, datos médicos, lugar de residencia, entre otros datos personales que no parecían muy relevantes. Sin embargo, más abajo aparecía una lista con docenas de fechas diferentes ordenadas desde la más reciente hasta la más antigua, siendo esta de hace aproximadamente diez años.

    “Interesante…”, dijo Clint después de unos minutos de analizar esas fechas.

    “¿Qué crees que signifiquen?” Inquirió Elesa con la misma curiosidad.

    Clint frotó su barbilla mientras numerosas posibilidades cruzaban por su mente, pero ninguna que lo convenciera para compartirlo con el resto del grupo.

    Clemont, quien realizaba el mismo proceso de análisis, descubrió una respuesta que parecía ser acertada a su interrogante. “¿Serán acaso… las fechas de cada ceremonia?”

    Los ojos de Clint se iluminaron con aquella idea tan simple y obvia que incluso le provocaba cierta culpa por no haberla descubierto antes. Era en estos momentos en el que por fin la falta de descanso le cobrara factura a su exhausta capacidad de raciocinio.

    “Serena…”, continuó Clemont. “Busca otra persona que recuerdes”.

    Serena asintió y escribió el nombre de una persona que seguramente provocaría cierta conmoción en el resto del grupo por la posible amenaza que esta persona representaba si es que pertenecía al Culto.

    “¿Siebold?” Exclamó Clint con inquietud. “¿El de la élite cuatro?”

    Era la primera vez que notaban en Clint cierto aire de preocupación desde el día que los chicos lo conocieron, y no era para menos. Después de todo, uno de los entrenadores más fuertes de la región supondría un poderoso adversario si este resultara ser parte del Culto.

    “Miren las fechas”, dijo Clemont interrumpiendo el momento de inquietud entre los presentes y robando toda la atención con la comprobación de su hipótesis. “Ahora compárenlas con las de Pierre”.

    En efecto, después de un rápido análisis, la mayoría de las fechas entre ambos perfiles eran idénticas, sustentando la hipótesis con evidencia contundente. Sin embargo, todavía había un pequeño detalle que Clemont ya había contemplado, y que ahora se disponía a revelar con su característico arranque de emoción al descubrir la verdad usando su actitud científica.

    “¿Ven la fecha más reciente?” Señaló con su dedo índice hacia la pantalla. “Es de hace tres días, exactamente en la ceremonia de Serena. Y este aparece en ambos perfiles”.

    “¡Wow! ¡Eres increíble, Clemont!” Exclamó Bonnie ante el despliegue intelectual de su hermano mayor, seguida por la felicitación de cada uno de los miembros del grupo. Inclusive Clint, quien invitó a Clemont a chocar su puño en señal de respeto.

    “¡Va-vamos! ¡No fue nada!” Respondió ruborizado y avergonzado mientras frotaba su nuca. Pero fue la mano de Elesa que posó delicadamente en su hombro el que aceleró su corazón al máximo hasta que su rostro asemejaba al de un boiler a punto de estallar.

    “Bien, ese asunto está resuelto”, dijo Clint retomando la atención de todos en el monitor. “Prosigamos”.

    Serena tomó otros segundos para excavar en sus memorias hasta encontrar la imagen de esa misteriosa y sensual mujer de largo cabello oscuro cuyo nombre se le hacía difícil de recordar. Escribió las primeras letras en la pantalla y, tan pronto como el programa de autocompletar había discernido entre las miles de opciones disponibles, una de ellas le hizo recordar la identidad de la mujer.

    “Madame Adelie de Valois…”, leyó Clint en voz alta.

    A pesar de que el mundo del modelaje profesional podía ser frívolo y narcisista en la mayoría de las ocasiones, Elesa destacaba como un ejemplo a seguir de disciplina y respeto entre sus colegas del trabajo. Sin embargo, de vez en cuando su instinto femenino podía hacerle una jugarreta y desatar cierto recelo ante otras chicas lindas que tenían incluso el descaro de coquetear con sus amigos más cercanos. Es por eso que no fue nada extraño que Elesa dejara escapar un suspiro de sorpresa al admirar la belleza seductora de aquella mujer.

    “44 años…”

    “¡¿Qué?!” Exclamaron nuevamente al unísono, esta vez con Clint entre sus filas, quien no pudo evitar sentir la misma sorpresa de que semejante mujer aparentara tener mucho menos edad de la que su perfil presumía.

    “¿Será una foto más vieja?” Inquirió Elesa, tratando de darle sentido a este misterio.

    Serena negó con la cabeza. “Es exactamente igual a como la vi”.

    Clint meditó acerca de la extraña juventud que esta mujer poseía, mientras en su cabeza revoloteaban las posibles explicaciones lógicas de este fenómeno que él debía realizar antes de atribuirle un origen sobrenatural. No obstante, en su mente ya había marcado a esta mujer como un objetivo prioritario para su investigación.

    “También estaba su hijo”, continuó Serena con el rescate de sus recuerdos. “Creo que… Phillip”.

    La sola mención de ese nombre sacudió a Clint con un escalofrío que recorrió su espalda desde la punta de sus pies hasta su mente, como si un repentino y vago recuerdo de alguien que él ya conocía, pareciera revelarse en fragmentos que completaban esa pista.

    “¡¿Phillip de Valois?!” Exclamó Clemont, arrebatando lo que Clint iba a decir milésimas de segundos antes. “¿El gran Phillip de Valois?!”

    A excepción de Clint, todos parecían desconcertados con la reacción exagerada de Clemont que denotaba tener cierto conocimiento – e incluso admiración – hacia esa persona.

    “¿Lo conoces?” Preguntó Ash.

    Clemont movió el cursor hacia el navegador de internet para usar el buscador e introducir el nombre de aquella persona. Seleccionó el primer resultado de los que fueron desplegados, revelando la imagen de un apuesto joven de cabello oscuro y ojos celestes vestido con una bata de laboratorio.

    “Phillip de Valois es una de las mentes jóvenes más brillantes de todo el planeta”, aclaró Clemont mientras el resto del grupo prestaba atención al texto que acompañaba la imagen. “Una eminencia en el campo de la ingeniería genética humana”.

    “¿En serio?” Dijo Serena sin comprender exactamente lo que eso significaba, o el porqué de tanta emoción.

    “Se graduó con honores en la prestigiosa academia de ciencias de Kalos a los quince años con doble especialidad en genética y fisiología humana”, continuó Clint. “Al año siguiente obtuvo su maestría en nano ciencias, y actualmente a sus 17 años está trabajando en su doctorado”.

    “En resumen…”, concluyó Clemont con un largo suspiro. “Phillip me hace parecer un alumno de secundaria que apenas sabe lavar los matraces”.

    La última frase de Clemont fue tan inusual y degradante, que el resto de sus amigos no pudieron evitar preguntarse qué le había sucedido para comportarse así. Si bien la lista de fracasos del inventor podría llenar una biblia entera, Clemont había demostrado poseer una extensa gama de conocimientos que los habían salvado en varias ocasiones.

    “Tus habilidades son invaluables y admirables, Clemont. No las subestimes”.

    A pesar de tener poco tiempo de conocerlo, los chicos ya sabían cuando Clint demostraba total sinceridad en lugar de su característico sarcasmo. Fue tal el poder de sus palabras que lograron animar el espíritu del inventor, esbozando una sonrisa llena de orgullo.

    “Si mal no recuerdo, su padre era cirujano”.

    “Y uno de los mejores de acuerdo a la literatura”, aseveró Clint.

    “¿Crees que él haya sido responsable de prolongar el aspecto juvenil de su esposa?”

    “Lo dudo”, contestó mientras una de las esquinas de su boca pareciera esbozar una sonrisa en señal de neutralidad y escepticismo ante esa pregunta. “François de Valois era un neurocirujano muy respetado y crítico de lo que él llamaba ‘medicina plástica’”.

    “¿Era?” Preguntó Ash con inquietud.

    “Falleció de causas naturales cuando su hijo tenía siete años”, respondió Clemont. “Aunque ahora me atrevo a dudar de ese dato”.

    “¿No es extraño que se sepa tanto del padre y del hijo, pero casi nada de su madre?” Preguntó Elesa agravando el de por si confuso misterio.

    “Demasiado…”, dijo Clint mientras llevaba su mano izquierda hacia su frente para frotar sus párpados y combatir el cansancio que lo estaba dominando, agravado por la enorme cantidad de preguntas que ahora invadían su mente. “De hecho, ignoraba la existencia de esta mujer hasta ahora”.

    “No aparece en la lista”, interrumpió Serena con una repentina noticia.

    “¿Qué?”

    “Escribí su nombre, pero según esto no existe ese archivo”.

    Clint se aproximó al ordenador para comprobar que, efectivamente, una ventana con la leyenda de “archivo no encontrado” confirmaba lo que Serena había mencionado.

    “¿Y dices que lo viste en la ceremonia?”

    Serena asintió con seguridad. “¿Alguna idea de a qué se deba esto?”

    Clint reflexionó por unos instantes mientras frotaba su barbilla en un intento de organizar sus ideas, pero estaba tan exhausto que simplemente abandonó cualquier intento de darle una explicación precipitada hasta tener más elementos para retomar la búsqueda. Además de un buen descanso.

    “Tendremos que preguntarle”.

    “¿Cómo lo encontraremos?”

    “Eso es fácil”, señaló Clemont en la página con los datos de su sospechoso. “Él es un investigador en el instituto ‘IRD’ en ciudad Laverre”.

    “Exacto”, dijo Clint. “Y de hecho podemos matar dos pájaros de un tiro al viajar allá”.

    Clint tomó el mando del ordenador y escribió “líder de gimnasio” en la ventana del buscador, mostrando un único archivo con el nombre de cierta chica que ellos ya habían conocido anteriormente. Pero en Serena, una mezcla de angustia y sorpresa aceleraron su corazón al ver el nombre de aquella linda líder de gimnasio que le había obsequiado el hermoso vestido que ella usó en la primera exhibición Pokémon que ganó.

    “Valerie…”, Elesa susurró con la misma aflicción al confirmarse que una persona en el mismo campo laboral que ella, y con una mirada tan inocente, bien podría tratarse de otra amenaza que debían enfrentar. “Ya habías investigado un poco, ¿no es así?”

    “Una de las razones por las que no pude dormir”, dijo Clint mientras frotaba ambas cejas usando las yemas de su pulgar y dedo anular. “Al menos también Seabold parece ser el único miembro de la élite cuatro en esta lista”

    “¿Qué tal Diantha?” Preguntó Elesa, recibiendo una negativa de parte de Clint al disentir con su cabeza.

    “Pero mira…”, interrumpió Serena nuevamente señalando hacia la información de la pantalla. “No hay alguna fecha en su perfil”.

    “Parece que, con cada respuesta, sólo entramos a una red cada vez más enmarañada de preguntas y misterios”.

    Clemont no pudo haberlo dicho mejor.

    La manera en la que toda esta enorme cantidad información le era revelada, se asemejaba a la de un extenso río tratando de pasar por una pequeña tubería doméstica. Clint estaba acostumbrado a beber las escasas gotas que podía recolectar incluso con toda la ayuda que había encontrado desde el inicio de su búsqueda, por lo que la abrupta fuga de información lo atiborraba hasta el punto del agotamiento.

    “Con estos dos misteriosos personajes, está claro a donde tenemos que ir ahora”, dijo después de unos segundos de pensar qué hacer. “¿Qué tan lejos está el puerto de donde llegaste, Ellie?”

    “A menos de media hora en mi motocicleta”, respondió.

    “Bueno, chicos. Este es el plan”, dijo Clint pidiendo la atención de todos los presentes. “Iremos en avión hasta ciudad Laverre y pasaremos la noche en un hotel... ya me hace falta”. Echó su cabeza hacia atrás y luego la giró para liberar un poco de la tensión que ya se estaba acumulando en su cuello. “Mañana haremos una visita a Phillip y después con Valerie para obtener respuestas”.

    Los chicos asintieron.

    “Me adelantaré para organizar los preparativos del viaje”, dijo Elesa.

    “Rentaré un auto y te veremos allá”, dijo Clint.

    Elesa tomó las llaves que había deja en la mesa cerca del ordenador y luego dirigió unas palabras que ella estaba guardando hasta el final debido a que, como ya se lo esperaba, le provocaría una pesadumbre que terminaría de agotar al de por si exhausto Clint.

    “Espero que Sevatar haya descansado lo suficiente”.

    “¿Eh?” Respondió confundido.

    “Lo vas a necesitar”.

    “¿De qué hablas? Si todos vamos a ir en… Oh, no”.

    “Oh, sí”.

    Una expresión de profundo fastidio le arrebató las últimas energías mientras frotaba su rostro con ambas manos como si se enjuagara después de recibir un cubetazo de malas noticias directamente en su cara.

    “¿En serio Ellie? ¿De todos los pilotos disponibles en todo el planeta tenías que traerla a ella?”

    Elesa trató de contener una risotada al ver la expresión irritada e infantil que tanto le encantaba provocar en alguien quien podía llegar a ser tan serio como él. “Cuando viajo desde Unova, siempre se ofrece a llevarme a mi destino”.

    “Disculpen, pero… ¿De quién hablan?” Preguntó Serena interrumpiendo el gimoteo de Clint.

    “Skyla, la chica más rencorosa de todo el planeta”. Respondió Clint.

    “¿Skyla también está con ustedes?” Interrumpió Ash, sorprendido de escuchar otro nombre muy conocido para él, y del que no esperaba que también estuviera inmiscuida en todo este asunto.

    Elesa volteó a verlo para responder su pregunta. “No exactamente. Pero siempre puedo contar con ella”. Luego dirigió su mirada inquisidora hacia Clint “Y tiene muy buenas razones para odiarte”.

    “¡Oh, vamos!” Gruñó al escuchar esa acusación de la que estaba harto de justificar cada vez que esta aparecía nuevamente. “Ya le he pedido mil disculpas por ese incidente”.

    “¿Incidente?” Reprendió Elesa al escuchar la palabra que Clint había escuchado como si él tratara de minimizar la gravedad de lo que había hecho. “Clint, ella no se pudo sentar por una semana después de lo que le hiciste”.

    “¡¿Yo?!” Exclamó indignado. “¡Si mal no recuerdo, tú estuviste de acuerdo con eso!”

    “¡Por que nunca creí que fueras a ser tan brusco!”

    “Sabes que me emociono un poquitín cuando agarro el ritmo...”, dijo tratando de excusarse nuevamente mientras hacía mímica con sus manos como si maniobrara un volante. “Nunca pensé que terminaría lastimándola”.

    Al ver los rostros completamente perdidos de sus amigos, quienes seguramente no comprendían absolutamente nada del posible contexto erótico de la discusión, Ash no pudo evitar sentir cierta supremacía al comprender fragmentos de este tema maduro del que estaba deseoso de seguir escuchando. Después de todo, tenía que compensar el ridículo del que fue protagonista cuando se despidieron de Serena.

    “¿Qué?” Preguntó Clint con severidad hacia los chicos, quienes negaron con una sonrisa forzada mientras unas cuantas gotas de sudor provocadas por los nervios ya se asomaban por sus frentes.

    “Bueno, yo ya me retiro”, dijo Elesa dirigiéndose a la salida del centro Pokémon. “No tarden”.

    Elesa salió del edificio y, después de unos instantes, pudieron escuchar el sonoro rugido del motor de su vehículo que se hacía cada vez menos notorio conforme ellos se preparaban para seguirla.

    “Bueno, recojamos nuestras cosas y partamos de una vez de aquí… Me espera un pesado viaje”. Dijo Clint mientras daba instrucciones a los chicos de no olvidar nada y prepararse para lo que fuera a suceder.

    Ash y los demás subieron las escaleras para recoger algunas pertenencias que habían dejado en sus habitaciones, dejando a Clint solo para arreglar un último asunto que había dejado pendiente antes de irrumpir en la batalla de Ash.

    Se dirigió al ordenador y movió el cursor de la pantalla hacia una pestaña que él había abierto anteriormente, revelando la ficha de otra persona que también había provocado cierta angustia y alerta por lo que podría representar. Un hombre de complexión firme cuya cabellera carmesí, similar a un sol incandescente, ardía con la misma llama llena de convicción e íntegra creencia de sus actos reflejados en sus ojos.

    “Lysandre…”, susurró Clint al leer el nombre. “Después de todo si tienes algo que ver, ¿eh?”.

    Clint cerró la computadora y se dirigió a la salida del centro Pokémon.


    . . . .


    Elesa y Skyla acababan de meter la motocicleta en el compartimiento del avión cuando de pronto, un jeep color verde militar con un grupo de chicos bien conocidos, había entrado al hangar donde habían acordado reunirse para partir a ciudad Laverre.

    “¡Un gusto verte de nuevo, Ash!” Exclamó Skyla al reconocer al chico que anteriormente le había demostrado las fallas de su extraño estilo de combate, recobrando su sentido del deber como líder de gimnasio.

    Bronceado con shorts ajustados.

    Aquel inmediato pensamiento correspondía a un código que Ash había inventado como una distracción desde hace un par de días, donde enumeraba a la mayor cantidad posible de chicas atractivas que había conocido a lo largo de su viaje y les asignaba palabras clave con las características más atractivas que él encontraba. “Microfalda y largas piernas” era el seudónimo que había asignado a Dawn, por ejemplo; “Sasha Gray rubia” para Cynthia, “hormonas de pollo” para May, “Tablilla de chocolate” para… bueno, la idea era clara. Una efectiva, aunque forzosamente discreta manera de entretenerse y usar su creatividad en algo completamente inútil.

    Después de ese desliz de chico calenturiento, Ash procedió a presentar a sus amigos y acompañantes de esa región, quienes la recibieron con su usual gentileza y buen corazón al conocer a una nueva persona.

    Mientras tanto, Clint descendió del jeep y lentamente se dirigió al grupo con una mirada fría y poco flexible.

    “Skyla”, dijo fingiendo simpatía hacia ella con una sonrisa forzada.

    “Clint”, contestó sin siquiera mirarlo a la cara mientras su atención estaba completamente concentrada con los chicos cuya compañía consideraba mucho más interesante y amigable.

    “Mira… tengo tres días sin descansar bien y en serio… en serio me encantaría subir en tu avión”, dijo con una mirada compasiva con la que pretendía provocar al menos una pequeña chispa de simpatía en la chica. “Así que… ¿todo olvidado?”

    Skyla lo miró con una blanca expresión, carente de la más mínima emoción que pudiera denotar simpatía o desprecio hacia una de las personas que más detestaba en el mundo. Pero en realidad, ella disfrutaba cada palabra que había escapado de su manipuladora y sumisa boca, como si eso fuese a cambiar algo en la respuesta que ya estaba lista en su mente.

    “Bueno, todos aquellos que no sean conocidos por el nombre de Clint pueden abordar de inmediato”, anunció con una amplia sonrisa.

    A pesar de sus banales intentos por tocar su corazón, Clint no esperaba otra cosa.

    Los chicos abordaron el avión, ansiosos de despegar mientras Elesa colocaba su mano en el hombre de Clint en señal de solidaridad… hasta que ella abordó el vehículo como el resto.

    “¿Alguien quiere un refrigerio?” Preguntó Skyla con la firme intención de agravar la tortura hacia el pobre y agotado hombre. “¡Instalé una mesa de bocadillos y un mini-bar con gaseosas de manzana!”

    “… Yo quiero bocadillos y gaseosas de manzana”, dijo Clint levantando su dedo índice a la altura de su hombro.

    “¡Perfecto! ¡Sírvanse lo que gusten!”

    “Eres cruel”, dijo Elesa mientras sacudía su cabeza de un lado a otro en reproche por la actitud de su amiga. Pero una risita develaba cierta mofa hacia la nula compasión de Skyla.

    Las puertas se cerraron y los motores del vehículo se encendieron de pronto con el sonido característico del aire siendo expulsado por las turbinas a toda velocidad, mientras la voz de un megáfono avisaba a todos los presentes el abandonar el hangar para permitir el libre paso del avión hacia la pista de despliegue.

    Clint se retiró del lugar y sacó la pokébola de su fiel compañero que, afortunadamente y después de comprobar que la ira de aquella chica no había disminuido, agradecía que Skyla no había logrado arrebatarle para atormentarlo todavía más.

    “¿Por qué? ¿Por qué tuve que arruinar su avión?” Se dijo así mismo mientras dejaba salir a Sevatar, quien rugió vigorosamente en espera de las órdenes de su entrenador.

    Clint se colocó el visor de viaje y subió de un salto a la silla de Sevatar, tomando las riendas que salían de su hocico y elevándose hacia el cielo con un poderoso brinco mientras seguía el avión de Skyla hacia la primera pista de su nueva y todavía extensa búsqueda.


    TO BE CONTINUED…
     
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    J.Nathan Spears

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    Primero que nada, respondiendo una pregunta al inicio...

    Eso parece, pero de todas maneras lo aplaudo :). Es algo que yo suelo hacer en mis fanfics a posta xD.

    El capítulo en sí, lo podría considerar un "puente"... (decir "relleno" me parece un poco insultante -w-U). Pero es un puente muy bueno :D, lleno de humor

    Al menos no pones a Clemont como un simple relleno. Se agradece el protagonismo que recibe.

    Serena, en tanto, tuvo buena memoria y logró recordar a la gente que asistió a su desastrosa ceremonia. Y bueno, ahora aparecen nombres conocidos como Lyssandre, Valerie y Skyla... las mociones medio "pornográficas" de Elesa y Clint fueron graciosas, pero no tanto como lo que vino después...

    El código inventado por Ash para referirse a las chicas es graciosísimo... especialmente la denominación que le dio a la sobrevalorada de May -w-. Solo tengo un reparo y es que en la realidad Sasha Grey tiene MENOS busto que Cynthia... ¿No pudo haber dicho Alexis Texas al menos? O bien, le diría "orejitas de Riolu" si esto fuera categoría K+. También me sorprende que no tenga denominación para la burra de Misty...

    ¿¡Pero a quién carajos le importa hoy en día!? xD

    Y bueno, el "feudo" de Clint y Skyla tuvo un motivo mucho más "limpio" a la final... un avión destrozado n_nU. Aunque igual, creo que las disculpas no salvan a Clint. Tiene que pagar con dinerico :B. Y claro, Skyla fue algo cruel, pero igual se justifica parcialmente... pero no dejo de sentir pena por Clint. Espero que al menos Serena le haya guardado refrigerio. Nadie merece morirse de hambre ToT.

    Nos vemos a la próxima, vato xD
     
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    Edmund Daltonic

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    Título:
    El Culto al Placer. Hasta pronto y gracias por los reviews.
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    49
     
    Palabras:
    4572
    Un placer. Para eso escribo esta locura.

    Como biólogo, el personaje me parece algo cliché y me es imposible contener mi mirada escéptica cuando sale con actitudes para nada acordes al conocimiento científico. Es cuando digo: "¡No eres científico, eres ingeniero!" Pero recuerdo que es Pokémon, y se me pasa.
    No obstante, me alegra ver por fin un protagonista que usa el cerebro. Se agradece.

    PD: Y no es para nada feo el muchacho. (No homo, ¿ok?)

    Es que no conozco muchas actrices porno famosas. Y Mia Khalifa no tenía mucho parecido con Cynthia, así que quedó la otra por default.
    Y si, pude haber investigado un poco pero... no habría terminado de escribir el capítulo por estar haciendo otras cosas como... leer.

    Como sea, mil gracias por tu constante apoyo. Me pregunto si aparte de la jefa Plushy, la mitad de las 881 views de este fic son tuyas.

    Por otro lado ¡Este capítulo debió haber estado disponible desde el sábado! Y no tengo excusa, fue pura weba. A ver si me pongo más al corriente, por que ya quiero que lleguen al centro cremosito y delicioso de esta historia.


    CAPÍTULO 16. Una copa de vino antes del desastre.

    La cálida luz del atardecer bañaba el campo rebosante de viñas con la intensidad de un típico día veraniego en aquella rica región al suroeste de Kalos, famosa por su encanto rústico y clima mediterráneo en la que se podía disfrutar de los jugosos frutos de la región. Así como el cultivo de las mejores y más selectas uvas que posteriormente serían utilizados en aquel exquisito brebaje estimulante, aunque embriagador, que no podía faltar en las celebraciones de las dos mujeres que paseaban por aquel paisaje, recordando aquellos momentos de su infancia en un viñedo similar al que ahora recorrían con nostalgia mientras discutían los últimos detalles del vital plan que debían llevar a cabo tan pronto como fuera posible.

    La Orden corría el mayor peligro que jamás habían enfrentado, y el tiempo no sería gentil con ellas si el más mínimo detalle se les escapara por las manos.

    “Entonces está decidido”, concluyó Adelie sin la más mínima expresión de aflicción hacia el destino que le deparaba al joven con el que compartía su sangre.

    Palermo levantó una ceja en señal de sorpresa al ver la fría mirada de su amiga mientras caminaban bajo los antiguos arcos de mármol, vestigios de una época ya casi olvidaba en el que proveían de agua potable hacia los pobladores, y que ahora adornaban la pintoresca residencia con su estilo campirano.

    “Para ser tu hijo, esperaba otra reacción de tu parte”.

    “El futuro de nuestra Orden es más valioso”, contestó con una mirada fría y decidida. “Además, fue su decisión”.

    A pesar de que ella no podía considerarse una persona más afectuosa que Adelie, Palermo aun honraba ciertos lazos que no debían romperse tan fácilmente; y mucho menos de la que consideraba su mano derecha en todos los asuntos importantes de la orden. Era en estos momentos donde lamentaba la ausencia de Lord Reginald, un elemento vital en su plan de quien esperaba su pronta recuperación.

    “No has dejado de ser una completa desgraciada, ¿verdad?”

    Adelie sonrió de forma lasciva al recibir el insulto de su vieja amiga. Dio un paso al frente para encararla y susurrarle al oído las palabras con las que pretendía develar su completa hipocresía.

    “¿La bruja tonta que nos ha puesto en la mira me quiere sermonear?”

    La fría expresión de Palermo ocultaba una ira explosiva al escuchar el insulto de la persona menos indicada para criticarla. Sin embargo, todo lo que su venenosa boca escupía era la más dura y dolorosa realidad. Un desliz en su liderazgo provocado por una actitud arrogante al no prever las amenazas que podían aparecer de forma repentina.

    “Dime, Palermo…”, dijo con toda la intención de disfrutar aquella expresión de cólera que sólo había sido capaz de saborear un par de veces. “… ¿A cuántos más enemigos vas a anexar a nuestra lista?”

    “¿A qué te refieres?” Preguntó. Aunque en su mente ya sabía la respuesta.

    La sonrisa placentera de Adelie creció con la deliciosa satisfacción de restregarle los fracasos en su marchito rostro.

    “Veamos…”, dijo mientras enumeraba cada punto usando los dedos extendidos de su palma izquierda. “¿Quién decepcionó a todos cuando le dio la corona a una chica inútil?”

    “Eso estuvo fuera de mi…”

    “¿Y quién insistió en tenerla en nuestras filas? ¿Llegando incluso a ordenarme a que le ofreciera mi regalo a su amado compañero?” Adelie cerró sus ojos y mojó sus labios como si un exquisito recuerdo tocara su mente y le hiciera revivir ese glorioso momento. “Bueno, ese chico fue en extremo delicioso. Así que te lo agradezco”.

    “Los mayores placeres de esta vida son aquellos que no nos esperamos”.

    “¿Y haber llamado la atención de este inesperado enemigo que lleva años rastreándonos te produce placer?”

    “Fueron mis habilidades las que lograron quitárnoslo de encima por un tiempo”, respondió Palermo con firmeza y convicción en sus palabras. “Con un poco más de esfuerzo, él caerá junto con el resto de nuestros enemigos”.

    El pequeño plan de Madam de Valois para sacar a su vieja amiga de ese aire de superioridad que la engalanaba estaba rindiendo frutos. Cada vez sus excusas caían más en la ingenuidad y falsa esperanza que en una verdadera respuesta ante un serio problema. Solo necesitaba un empujoncito y podría disfrutar de aquella reacción que estaba cultivando cuidadosamente como las jugosas uvas de su viñedo.

    “¿Quién movió nuestras influencias para suspender la liga y enfurecer a Lysandre, a pesar del débil acuerdo que teníamos con él?”

    Ambas mujeres detuvieron su andar mientras Palermo guardaba silencio por unos instantes, digiriendo aquella victoria disfrazada de osadía que Madam de Valois se precipitaba a disfrutar sin siquiera estar segura de haber derrotado a su adversaria. Un acto de arrogancia que siempre le había hecho acreedora de todos sus caprichos desde que eran niñas, pero que ahora Palermo solo lo veía como un signo de debilidad y vacuidad que debía destruir tan pronto como su escasa paciencia lo permitiera.

    “Vaya, Adelie…”, respondió mientras negaba lentamente con su cabeza como si sintiera lástima por la poca visión de aquella mujer. “¿En serio eres tan estúpida como para no ver lo que hice?”

    La sonrisa de Adelie se transformó en una mueca llena de desconcierto como si el sabor de aquel fruto resultara ser completamente amargo y contrario al esperado.

    “Para ese hombre, nosotros somos una de las tantas manchas que él quiere eliminar para construir su mundo perfecto”, aclaró mientras el tono de su voz exacerbaba su posición como líder de la Orden. “Y el dispositivo con el que pretende lograrlo sólo necesitaba de la energía que pudiese obtener en un evento tan importante como era la liga de Kalos. Nos conseguí valioso tiempo, Madam. Eso es lo que logré”

    Como ya había ocurrido cientos de veces, Adelie quedó sin palabras ante la aparentemente brillante maniobra que derrumbaba su pobre torre de insultos y críticas con la que pretendía pisotear a la víbora manipuladora de su vieja amiga.

    Por el contrario, Palermo no veía nada más en ella que el recordatorio de lo que sucede cuando una mente no puede concentrarse en algo más que la búsqueda insoportable de nuevas expresiones del placer. Ese era uno de los mayores problemas que Palermo tenía con ella: su falta de visión.

    “De miembro activo de la Orden a idealista radical”, contestó por fin, admitiendo su derrota. “Lo admito, fue admirable. Pero eso no resuelve el cómo vamos a poder desviar su atención durante tanto tiempo”.

    Palermo le obsequió su malévola sonrisa que mostraba cuando parecía poseer todas las cartas sobre la mesa. “Oh, no tendremos que hacerlo, querida. Alguien más se encargará de eso”

    A pesar de que su perspicacia a veces dejaba mucho que desear, ella sabía perfectamente de quien estaba hablando. Sin embargo, de no haberlo discutido en el primer momento en que Palermo había llegado a su viñedo, seguramente esta habría tenido que refrescarle la memoria.

    “Es este joven, ¿cierto?”

    Palermo asintió mientras ambas entraban ahora a la antigua bodega donde enormes barriles de madera fungían como celosos tesoreros encargados de brindarle a ese brebaje el característico sabor, color y textura del mejor vino de la región.

    “De hecho, querida. Hay algo de lo que te quería preguntar desde que llegué aquí”, dijo Palermo mientras se acercaba a uno de los estantes de la bodega, donde botellas de cristal cuidadosamente almacenadas de acuerdo al año de su cosecha esperaban el momento en que estas fueran abiertas, y así saciar la sed del afortunado ser que postrara sus labios en sus santas coronas. “Si hay que creerle a este joven, hace ocho años él fue una víctima de una de las ceremonias de la Orden cuando funcionaba en Kanto”.

    Adelie se acercó al estante y, sin observar la etiqueta de la botella, tomó una de su lugar de reposo. “Curioso”, dijo mientras buscaba un destapa corchos. “Normalmente si no les borramos la memoria, los hacemos desaparecer”.

    “¿Tienes algo que nos pueda ayudar a saber más de esta persona?”

    Adelie reflexionó un poco mientras lograba destapar la botella, vertiendo el líquido color carmín en una copa de cristal. “Cosecha de hace doce años…”, dijo mientras la espuma desaparecía lentamente de la copa. “Vigoroso, pero dulce al mismo tiempo…”

    Adelie ofreció la botella a su amiga, quien agradeció el gesto haciendo un ademán con la mirada y poniendo a prueba el exquisito gusto que Madam de Valois tenía con los vinos.

    “Justo como ese muchacho a quien le di mi regalo”, dijo mientras se abrazaba a sí misma, destacando los atributos físicos de su voluptuoso cuerpo como si el simple recuerdo la hiciera revivir el momento. “Lo siento. Pero a pesar de ser un miembro activo desde que la Orden inició sus operaciones en Kanto, nunca noté que algo inusual sucediera en las ceremonias”.

    Palermo suspiró desconsolada, pero sin perder su porte dominante y totalmente en control de la situación.

    “Sin embargo…”, prosiguió la perversa mujer, “… aún tenemos miembros que poseían puestos importantes en ese entonces, y que pudieran saber algo”.

    “Si, Lord Reginald es uno de ellos. Lástima que por el momento no está dispuesto”, respondió Palermo mientras daba otro sorbo a su copa hasta acabar con el líquido en su interior. “El otro es…”

    “Después de esto, Lysandre no querrá ayudarnos ni con la más mínima pista”, dijo Adelie antes de que terminara su oración.

    “Bueno, tendré que indagar un poco más con este asunto”, suspiró nuevamente ante la pequeña esperanza que se apagaba al no poder obtener más respuestas. “Hasta entonces, tendremos que seguir con el plan”.

    Palermo colocó la copa vacía en la mesita que estaba a su lado. Agradeció la bebida y se puso en marcha para abandonar la residencia cuanto antes. Después de todo, el éxito de su plan requería del menor contacto posible con su amiga de la infancia.

    “Espera, Palermo…”, interrumpió Adelie con una mirada seria que muy rara vez podía mantener por más de unos segundos antes de que otra idea placentera la invadiera y tomara posesión de su mente. “Sé que no te gustará la idea, pero si esto es tan importante, debes considerar a…”, tragó saliva justo antes de mencionar la única palabra prohibida de la Orden. “… Tú sabes quién”.

    La expresión serena de Palermo se esfumaba poco a poco mientras la ira la consumía por dentro con el simple recuerdo del ser más odiado por toda la Orden. Los orificios nasales se retraían y expandían rápidamente, dejando escapar el aire que entraba a sus pulmones por la abrupta aceleración de todos sus sistemas vitales, mientras que sus globos oculares parecíanle estallar como dos granadas de fragmentación, y su boca temblaba como si le costase toda su voluntad para contener cientos de maldiciones hacia esa persona.

    “Escúchame bien, querida. Porque solo lo diré una vez”, dijo después del esfuerzo titánico para no dejarse llevar por sus emociones. “Esa víbora mentirosa no existe, ¿de acuerdo? No importa la gravedad de la situación o lo que él pueda saber, nosotros no recurriremos a sus engaños disfrazados de ayuda. Recuerda que, si trasladamos todas nuestras instalaciones de Kanto, fue para romper cualquier posible lazo con él”.

    En esos momentos en que la seriedad de las palabras de Palermo debería incluso haberle provocado terror por su insolencia, Adelie encontraba una indescriptible sensación placentera al por fin haber logrado obtener aquella reacción que había tratado de provocar sin ningún éxito.

    Palermo estaba en lo correcto: los mayores placeres de esta vida eran aquellos que llegaban inesperadamente.

    “¿Algo más antes de que ambas partamos a nuestros destinos?”

    “Si”, asintió mientras retomaba su camino hacia la salida de aquella residencia. ”Ahora es ‘El Culto al Placer’, Adelie. No lo olvides”.



    . . . .


    Si existía un edificio en todo Kalos que representara la casi perfecta reconciliación entre el estilo romántico e histórico de la región, junto con el toque de modernidad que una nueva era representara, ese sería sin duda el instituto “IRD”.

    Si bien la arquitectura era impecable, el instituto IRD no dependía solamente de un atractivo y frívolo cascarón de concreto para construir su excelente reputación. Representaba un bastión de la investigación y el desarrollo científico para el bien común, cuna de algunas de las mentes más brillantes de todo el planeta y constante innovador en todos los campos del conocimiento empírico.

    Ser un científico en el IRD suponía tener no solo la actitud para la noble tarea de la generación de conocimiento en beneficio de la sociedad, sino también principios basados en un código moral inquebrantable con la misma. No obstante, siempre debían recordar que, como seres humanos, era imposible ser perfectos ejemplos a seguir. Pues aquellos deslices habituales como celos, ira, envidia y, muy común entre ellos; orgullo, les recordaba al menos por un instante el lazo que tenían con su propia humanidad.

    Un defecto perfectamente comprensible, por supuesto. Pero que cambiaba totalmente el panorama si se trataba de ser un sospechoso miembro de un peligroso culto hedonista con cientos de víctimas en su haber.

    En uno de los pasillos de aquel instituto por donde un par de investigadores se dirigían a su laboratorio, un joven hombre de piel color olivo vestido con el overol gris-rata asignado para el personal de intendencia, empujaba un carrito lleno de artículos de limpieza con la mirada cabizbaja como el de una persona que pasaba desapercibida por el resto del mundo.

    Tan pronto como ambos investigadores habían llegado a su destino y entrado a su laboratorio, aquel hombre levantó un poco la mirada y llevó su mano derecha en el oído para susurrar las palabras finales antes de comenzar con su verdadera labor.

    “Aquí Clint, ¿están listos?”

    Serena y Clemont caminaban por un enorme corredor con gigantescos murales que representaban algunas escenas que bien podrían parecer de tortura medieval, pero que en verdad retrataban la primitiva labor científica en las primeras etapas de su desarrollo.

    Aunque era posible que estas personas ilustres tuvieran mejores cosas que hacer que el de prestarle atención a la más reciente adquisición del mundo del espectáculo, Serena había decidido no correr riesgos y ocultar su identidad con el conjunto que Aria le había obsequiado anteriormente.

    “Estamos listos”, respondió Clemont antes de llegar a una puerta de caoba con una placa de latón colgada en el fondo y con la leyenda ‘Depto. de Bioingeniería” escrita en relieve.

    “¿Ellie?” susurró Clint nuevamente.

    Una solitaria y bella mujer con porte casual y gafas oscuras que ocultaban su identidad, bebía una taza de café en una de las mesitas del comedor del instituto, y que daba hacia el hermoso y espléndido jardín donde decenas de Pokémon paseaban libremente, exacerbando la armonía del lugar con sus encantadores gruñidos.

    “Aquí Elesa”, contestó sin perder de vista el bello panorama.

    “¿Ash?”

    Cierto chico de cabello azabache se encontraba oculto junto a una pequeña niña rubia entre la frondosa vegetación arbórea del instituto. Importante reservorio de aquellos enormes árboles en peligro de extinción y símbolo de la reconciliación del progreso científico con la naturaleza.

    “Aquí Ash y Bonnie”

    A pesar de la negativa de Clint al permitir que la más pequeña del grupo los acompañara en este posiblemente riesgoso escenario, fueron las insistentes exigencias de Bonnie y el apoyo de Elesa las que por fin lo hicieron ceder ante la solicitud de una niña valiente e ingenua.

    “Yo y mi debilidad por las rubias”, pensó Clint.

    Afortunadamente, la labor de vigilancia asignada a Ash representaba el menor riesgo para Bonnie. Pues prácticamente era el equivalente a gritar “¡fuego!” ante el menor peligro.

    “Serena, Clemont”, dijo Clint nuevamente por medio del comunicador. “Hablen con Phillip y obtengan lo que puedan. Recuerden que estaremos conectados todo el tiempo”.

    “Entendido”, respondió Serena.

    Clint remangó su overol para presionar un pequeño botón en la micro pantalla del dispositivo en su brazalete que permitía la comunicación entre ellos.

    “Ash, a partir de ahora tu canal solo está conectado hacia el mío y el de Ellie para que puedas reportar cualquier movimiento sospechoso sin interrumpir la conversación”.

    En la cafetería del jardín donde Elesa asumía su posición, un camarero se acercaba hacia a ella para entregarle un pequeño postre que había ordenado anteriormente. Agradeció el servicio recibido y luego dirigió unas últimas palabras a los chicos antes de que la operación diera inicio.

    “Chicos, aunque es muy poco probable que ellos se atrevan a venir a este lugar tan concurrido, no podemos bajar la guardia en ningún momento”.

    “Y Ash…”, interrumpió Clint para darle un ultimátum al chico. “Bajo ningún motivo comiences una batalla tú solo, ¿entendido?”

    Al verse obligado a mantenerse lejos de la acción por culpa de su condición, Ash apretó los dientes con enfado y disgusto, como si la simple idea de mantenerse quieto fuese un insulto hacia su experiencia como viajero y combatiente en varios eventos que habían decidido el destino del mundo en numerosas ocasiones. Sin embargo, también era consciente de que la arrogancia solo lo convertiría en un estorbo para tan importante operación, por lo que controlar sus impulsos era vital para el éxito de la misma.

    “Entendido”, respondió con firmeza. “Cambio y fuera”.

    Un hombre alto y de complexión delgada salió por la puerta del departamento de Biotecnología para recibir a la pareja que había solicitado su cita con anterioridad.

    “¿Serena y Clemont?” Preguntó mientras revisaba la lista en su agenda holográfica. “A partir de este punto, no se permite la entrada con Pokémon. Yo me haré cargo de ellos hasta que su visita termine. El maestro Phillip los está esperando en la tercera puerta”.

    Serena y Clemont accedieron a la demanda y entregaron a sus valiosos compañeros con el recepcionista, quien les permitió el acceso una vez que recibió con cuidado la preciosa carga que los chicos le habían encomendado.

    Entraron a un pasillo más angosto que el anterior, pero cuyo estilo aún mantenía el porte de elegancia y aire intelectual que se respiraba en los edificios académicos a los que Clemont tanto añoraba. Un par de puertas más adelante, la placa con la leyenda de “M.S. Phillip de Valois” les indicaba que habían llegado a su destino.

    La puerta corrediza se abrió tan pronto como Serena se había acercado lo suficiente para activar el sensor de movimiento que echaba andar el mecanismo de apertura. Siendo recibidos por la amplia sonrisa de un apuesto e inteligente joven de cabello oscuro y ojos celestes, y vestido con la tradicional bata blanca que identificaba a cualquier individuo dedicado a la verdadera ciencia.

    “Bueno, esto es una agradable sorpresa”, dijo con una actitud tan encantadora que logró animar la atmósfera de seriedad que se erguía sobre los chicos que acababan de ingresar. “No creí que la reina de Kalos fuera a visitarme tan pronto”.

    Serena no pudo evitar devolver la sonrisa al recibir la misma actitud que él ya había usado con ella en su noche de iniciación. Una de las pocas cosas que no habían involucrado cultos perversos y alucinaciones grotescas.

    “Phillip, él es…”

    Pero el joven se adelantó para estrechar la mano del muchacho rubio que lo acompañaba. “No es necesario presentarme al orgullo de ciudad Luminalia”, dijo con cierto aire de admiración. “Es un placer”.

    Clemont recibió el gesto con un gigantesco entusiasmo al ser reconocido por uno de sus más grandes ídolos, quien además también poseía una de las mentes más brillantes de todo el planeta.

    “¡El placer es todo mío!”, exclamó sin poder controlar las siguientes palabras que salían de su boca “Déjame decirte que tu investigación en ensambladores moleculares para lesiones en la espina dorsal, es simplemente brillante”.

    Phillip soltó una pequeña risotada que denotaba la actitud humilde que los investigadores de su nivel rara vez poseían. “Casi tan bueno como tu algoritmo en circuitos integrados para la máxima eficiencia de los procesadores”, congratuló al joven inventor. “Yo mismo sugerí a los del departamento de mecatrónica que ahondaran en eso”.

    Como era de esperarse, Serena se encontraba completamente perdida entre el intercambio de términos y tecnicismos incomprensibles para alguien de su intelecto. Si bien era extraño verlo hablar de esta manera, ella pensó que seguramente Clemont modulaba su lenguaje con sus amigos para hacerlo más comprensible para ellos. Pero por más que Serena hubiera querido que los chicos genios siguieran explayándose por horas para intercambiar información entre sus respectivas áreas del conocimiento, ella tenía que interrumpir la conversación para atender un asunto de vital importancia.

    “Eh… siento mucho molestarlos, pero…”

    “¿Es por mi madre?”

    La inesperada respuesta de Phillip sobrecogió a los chicos y aquellos que escuchaban la conversación desde sus respectivas líneas. El corto tiempo que habían invertido para ensayar las preguntas y posibles respuestas mientras descansaban en el hotel, no los había preparado para el rápido desarrollo de la conversación.

    Era el turno de Serena para relucir sus habilidades de improvisación.

    “De hecho…”, Serena tragó saliva para armarse de valor con lo que iba a decir “También es por ti”

    La sonrisa amigable y totalmente accesible de Phillip desapareció para adoptar otra muy diferente que expresaba seriedad y completa atención ante la posible acusación de la que era blanco. Como si hubiera descubierto que la pequeña charla que tuvieron anteriormente solo sirviera para que bajara la guardia.

    Sin embargo, la reacción del joven genio demostró una vez más la inexactitud de sus predicciones.

    “¿Está escuchando?”

    La pregunta confundió a ambos.

    “¿Perdón?” Preguntó Clemont.

    “El sujeto… Clint, ¿no es así?”

    En un par de pisos debajo de donde se encontraban, Clint había obedecido a su instinto al abandonar rápidamente su puesto e ir directamente hacia el departamento de biotecnología, mientras Serena y Clemont asumieron posiciones de alerta, listos para salir en cualquier momento.

    Phillip, sin embargo, se había dado cuenta de la conmoción provocada al deducir las verdaderas intenciones de ambos chicos que, si bien no había sido su intención originar y no estaba molesto en absoluto, sabía que debía aclararlo antes de que hubiera malos entendidos.

    “Creo que estamos un poco confundidos aquí, pero no deben asustarse”, dijo mientras elevaba ambas palmas de su mano a la altura de sus hombros en señal de calma. “Creí que tía Palermo ya les había dicho todo”

    Serena jadeó al escuchar esa palabra.

    “¿Tía?”

    “Bueno… no por lazos biológicos, pero si por afecto”, aclaró mientras veía extrañado las muecas de escepticismo de ambos chicos. “En fin, ella me explicó todo lo que sucedió desde tu noche de iniciación hasta lo de ayer cuando tú y tu amigo regresaron al palacio”

    Por fin el punto que ellos estaban esperando abordar.

    “¿Recuerdas lo que sucedió esa noche?” Preguntó Serena.

    Phillip negó con la cabeza lentamente como si lamentara no poder ser de más ayuda para la chica que vivió una pesadilla. “Lo siento, Serena. Pero yo me fui de ahí antes de que comenzara la ceremonia”.

    “¿Por qué?”

    “Bueno, es simple: yo no soy miembro de la Orden”

    Aquella revelación parecía explicar la ausencia de su perfil en la información que habían revisado el día anterior. No obstante, esta también desataba una nueva interrogante que no concordaba del todo con lo que Serena había visto en la noche de la celebración.

    “¿Pero por qué estabas ahí?”

    Phillip respiró hondo e hizo un ademán para invitar a ambos chicos a ocupar el asiento que se encontraba en el casi vacío recibidor de su laboratorio. Era claro para ellos que lo que estaba a punto de decir era un asunto privado y difícil que podía agotar la energía que poseía este joven encantador.

    “Mi madre y yo… no hemos sido muy cercanos desde que falleció mi padre”, dijo por fin mientras hacía un esfuerzo tremendo para no dejarse llevar por el triste recuerdo de su pasado. “Desde que ingresé a la academia, nuestros encuentros han pasado de lo esporádico hasta lo inexistente. Mi tía quiso arreglar un poco nuestra relación, e insistió en que yo acompañara a mi madre como invitado hasta antes de la ceremonia, pero…”

    La compasión que ambos chicos sentían por aquel joven brillante que se abría completamente hacia dos desconocidos, borró cualquier sentimiento de duda o sospecha hacia una persona inteligente, encantadora y sensible como él ante la posibilidad de que pudiera pertenecer a una sociedad perversa.

    “Lo… siento mucho”, dijo Serena con una mirada completamente acongojada.

    “Yo no. No después de lo que casi te hizo”, respondió Phillip con una expresión llena de resentimiento hacia el ser que le había dado la vida. Pero al ver que Serena y Clemont parecían desconcertados con su actitud, comenzó a preguntarse si su falta de conocimientos era totalmente sincera. “No les dijeron nada, ¿verdad? Mi tía me ha confirmado que mi madre pertenece a este ‘Culto al Placer’”.



    . . . .​



    “¡Waahh! ¡Esto es desesperante!”

    El grito de una niña desesperada y aburrida se podía escuchar por todo el bosque como si se tratara del gruñido de un Pokémon peleador ansioso por poner a prueba sus habilidades. Una maniobra totalmente reprobatoria para alguien cuya principal ventaja consistía en permanecer lo más sigilosamente posible

    “Sería genial escuchar todo lo que está sucediendo, ¿no es así Dedenne?”

    El pequeño hámster eléctrico asintió con su adorable chillido que también expresaba el fastidio con una tarea tan tediosa. Seguido por Pikachu, quien suspiró con desaliento.

    Sorprendentemente para ella y el roedor amarillo, Ash parecía estar totalmente callado y en trance con la misión que Clint le había encomendado casi para no hacerlo sentir tan inútil hasta que su entrenamiento diera inicio. De hecho, Bonnie comenzaba a pensar que su amigo había sucumbido a la aburrición y que se encontraba completamente dormido.

    La otra opción era que su cerebro había quedado inerte al adoptar una actitud nada acorde a su personalidad vigorosa.

    Pero lo que en realidad le sucedía al chico prematuramente desarrollado, era la reminiscencia de una melodía que hacía un par de días había cambiado su cuerpo y mentalidad de forma abrupta, desatando las nuevas sensaciones que le costaba tanto trabajo controlar para que estas no amenazaran con destruir su mente y espíritu.

    Desde hacía unos minutos, un suave y delicado susurro ya había conseguido la tregua entre sus emociones y el deber que se le había asignado, para someterlo a un mundo de completo reposo en el que Ash sería incapaz de alertar sobre el inminente ataque del enemigo.


    TO BE CONTINUED…
     
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