Drabble El coronel

Konichiwa!! Este es mi primer fic, asi que espero que este bien.
Disclaimer: Los personajes de Full Metal Alchemist no me pertenece.
Anotaciones: No se si esto se pueo considerar Romance.

El despertador sonó. Abrí los ojos lentamente y lo apagué, cuanto odiaba ese sonido. Esa noche no había dormido más de tres horas debido al trabajo del cuartel. Eran tiempos duros para el ejercito: asesinatos, trifulcas callejeras… Ya nadie podía dormir tranquilo. Salí de la cama con pesadez y me acerqué al ventanal que había en mi diminuto cuarto. El barrio empezaba a ponerse en funcionamiento aunque no deberían ser mas de las cinco y media de la mañana.
No había tiempo para pensar en esas cosas así que fui corriendo hacia el cuarto de baño. Después de ducharme, vestirme y recoger mi melena rubia en el moño habitual que llevaba cada día me dirigí a la cocina. Encima de la mesa me esperaba, como cada mañana, la pequeña gata que había acogido en mi casa. Le puse su comida en un pequeño plato junto a la mesa y desayuné con rapidez. Antes de salir me enfunde la pistola y me dirigí al cuartel de Ciudad Central.
Ciudad Central, como su nombre indicaba, en el centro del país. Era una ciudad ruidosa, llena de maquinas y gente adinerada. Si fuera por mí no habría venido a este lugar. Yo misma he de reconocer que había veces en las que me planteaba volver a mi anterior puesto, en una ciudad mas pintoresca, pero no podía. No podía porque EL me lo había pedido.
Si, EL. La razón por la que me esforzaba día a día: el coronel Roy Mustang. El coronel era un chico apuesto, uno o dos años mas mayor que yo, de cabellera negra y hermosos ojos negros. La gente lo conocía como el Alquimista de Fuego. El coronel tenía algo que me había gustado desde la primera vez que le vi, el problema es que no sabía que.
Inmersa en esos pensamientos iba yo caminando por las calles de la ciudad, ahora completamente despierta. Cuando llegue al cuartel entre con rapidez al despacho del coronel para saber si había llegado. Lo encontré bostezando mientras miraba unos informes.
-Buenos días, mi coronel –le dije.
-Buenos días, teniente – dijo bostezando.- No hace ni media hora que he llegado y ya me tienen trabajando.
-Vamos, coronel, no se queje tanto. Además, de la mayoría del papeleo me encargo yo –reí.
-Si. ¿Qué haría yo si usted, teniente Hawkeye?
-“No, que haría YO sin usted, mi coronel” –pensé para luego empezar a organizar el papeleo, contenta de estar al lado del coronel.
FIN