El corazon de la Bestia

Re: El corazon de la Bestia

Konnichiwa ^^ mis mas grandes saludos me alegra mucho el verlos a todos por aca m.m espero me disculpen LA TARDANZA espero les guste la conti la hice mas larga u.u por compensacion o.o, mil gracias por todo el mega apoyo que me dan la verdad no se como pagarles T.T sin ustedes este fic estaria muerto ToT mil gracias a todas a mis amigas de siempre y a las nuevas ;0;

El corazón de la bestia​

Capitulo VIII: Kagome es sacada del Monasterio​

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El agua limpia el mal del alma y el corazón, pero los pecados quedan intactos en la conciencia y más tarde que temprano salen a relucir. Una noche de lluvia se hacia presente en el Sengoku, las escorrentías en las calles limpiaban cualquier hoja seca en el suelo, entre la lluvia una sombra llegaba al castillo, las puertas se abrieron sin necesidad de que aquel hombre tocara como si lo hubieran estado esperando.

“Bienvenido capitán, el rey Naraku lo espera en su despacho…”

Aquel hombre llevaba una capa negra, goteaba mientras caminaba por aquel pasillo de alfombra roja, una enorme puerta de madera tallada se impuso frente aquellos ojos negros, dos guardias le abrieron y en un gran escritorio un hombre estaba de pie frente a la ventana, viendo caer aquella lluvia que parecía nunca acabar.

-Naraku: Han pasado dos semanas desde tu partida… ¿has Cumplido tu cometido?

“Fue algo triste, me temo decir…”

-Naraku: ¿Cumpliste?

Un relámpago ilumino el rostro de aquel rey que miraba al cielo y de aquel capitán de ojos oscuros.

“Cayo al río, sus ojos no tenían expresión alguna.”

-Naraku: su cabeza… Te pedí su cabeza Bankotsu…

-Bankotsu: no podía hacerle eso… es una leyenda, ha ganado innumerables batallas… la verdad era un orgullo pelear a su lado.

-Naraku: Es un simple y común sangre sucia, al cual manipulaba a mi antojo… eso era, un estorbo… espero estés seguro de que ha muerto; mañana prepárate iremos en la mañana a hacer una cordial visita…

-Bankotsu: Como usted diga señor…

-Naraku: ahora sal de mi vista…

Al salir de aquel despacho Bankotsu sintió temor de aquel hombre en la ventana, nunca miro sus ojos, pero las veces que los había visto sentía que veía los ojos del mismo diablo.

-Bankotsu (Tal vez no debí matarte Inuyasha… Tal vez eras el único que podía con este imbecil…)

En un pequeño monasterio el roció de la mañana estaba bañado con la frescura de la lluvia de la noche pasada, una joven había llegado muy temprano y estaba tocando aquellas antiguas puertas.

“Buenos días Sango…”

-Sango: Buen día señora Kaede, se encontrara Kagome… Hoy me toco ir al mercado y deseara que me acompañara, igual que la semana pasada…

-Kaede: en seguida mando a llamarla…

“No hace falta los dos estamos listos…”

-Sango: Buen día Monje Miroku…

-Miroku: Buenos días Sango y con tu presencia mucho mejores!

-Kaede: Miroku respeta a la señorita…

-Miroku: un piropo no es una falta de respeto mi señora…

“Que no se te olvide nada de la lista Kagome… y no regreses antes del medio día…”

-Kagome: No creo que pase toda la mañana comprando estas cosas señorita Kikyo…

-Kikyo: Solo has lo que te digo…

-Kagome: así será… Buen día sango… Nos vamos?

-Sango: Claro… con permiso…

-Miroku: Dos jovencitas tan lindas no pueden estar por allí solas… me deja ir sacerdotisa Kikyo?

-Kikyo: puedes ir…

Aquel trío se alejo cruzando en la calle más próxima a aquel monasterio, el mercado era una cuadra llena de pequeños establecimientos, los vendedores colocaban su mercancía donde eran visibles, Sango era ayudada por Miroku en sus compras, Kagome compraba tranquilamente verduras en un pequeño puesto. En aquel monasterio Kikyo seguía de pie frente a la reja de salida.

-Kaede: hermana piensas esperarlos aquí hasta que regresen?...

-Kikyo: No… Espero a alguien mas… ¿No lo sientes? Una fuerza llena de maldad se esta acercando… (Además de este horrible presentimiento.)

-Kaede: Hermana, hoy has podido sentir la presencia de Inuyasha?...

-Kikyo: No… desde ayer perdí su presencia en este mundo…

Un elegante carruaje, se poso frente a aquel Monasterio, un Jinete venia siguiéndolo, se bajo del caballo y abrió la puerta de aquel carruaje.

-Kikyo (Ya llego…)

Un hombre se bajo, aquella presencia era realmente imponente, la capa blanca cubría su fino traje de seda, Bankotsu estaba al lado de aquel desafiante rey.

-Naraku: Mi querida Kikyo… ¿Me esperabas?

-Kikyo: Temo que si… A que debo el honor de tu visita?...

-Naraku: ¿No me invitas a pasar?

-Kikyo: Tu costumbre son visitas rápidas al monasterio…

Kikyo abrió aquella reja de entrada, salio quedándose frente a Naraku, el tomo su mano y la beso, la joven sacerdotisa parecía inmutable.

-Naraku: No se ¿Cuál es tu empeño?… de vivir en este mugriento monasterio

-Kikyo: aquí vivimos monjes y sacerdotisas este es mi lugar…

-Naraku: algún día te desposaras conmigo… a mi lado es tu lugar…

-Kikyo: Mientras eso no ocurra, aquí me quedare…

-Naraku: Mí querida y obstinada Kikyo… acepto todos tus caprichos sabiendo que estas comprometida conmigo… y para que no digas que soy un monstruo y te obligo a hacer lo que no deseas…

El silencio reino por un momento, Naraku soltó una pequeña carcajada en símbolo de victoria.

-Kikyo: ¿a que ha venido su majestad?

-Naraku: vengo a buscar lo que me pertenece…

-Kikyo: No le he entendido…

-Naraku: te tengo una lamentable noticia… Inuyasha ha muerto en batalla…

-Kikyo: ¿Qué?!

-Naraku: así es… es una triste y lamentable tragedia…

Los ojos de la sacerdotisa se llenaron de lagrimas aunque ninguna corrió por sus mejillas, se apoyo en Kaede, quien también sentía el dolor de aquella horrible perdida. La mañana seguía pasando y la algarabía del mercado seguía igual.

-Kagome: Solamente me faltan unas frutas…

-Sango: yo estoy lista… te esperare aquí, ve y compra lo que te hace falta Kagome…

-Kagome: esta bien… ¿me acompaña monje Miroku?

-Miroku: ¿Y dejar a la indefensa Sango aquí abandonada?... ¡No!, yo también te esperare aquí…

-Kagome: ja… de acuerdo ya regreso…

Kagome se dirigió a un puesto donde las frutas se veían brillantes y verdaderamente fresca, la mujer que atendía aquel pequeño negocio se acerco hasta ella sonriente.

-Kagome: Buen día señora Kaoru!

-Kaoru: Buenos días Kagome…

-Kagome: Le llegaron las manzanas?

-Kaoru: si aquí están, toma una para ti es un regalo…

-Kagome: Muchas gracias…

-Kaoru: espera… déjame atender a la demás clientela…

Kaoru se acerco hasta una señora mayor quien parecía conocerla, Kagome estaba junto a aquella señora quien conversaba con la dueña del puesto.

“Te enteraste?!”

-Kaoru: No… ¿Qué ha ocurrido?...

“Parece que el rey Naraku gano la guerra… ayer cuando llovía las tropas llegaron a la ciudad del Sengoku, parece que las tierras del Oriente no pudieron ganarle al ejercito…”

-Kaoru. En verdad?... no me había enterado de ello…

-Kagome: ¿Ya llegaron las tropas…?

“Así es jovencita…”

-Kagome: (Inuyasha…) tenga señora Kaoru… debo irme…

Kagome dejo unas monedas, y salio corriendo por el centro del mercado, en su mente solo pensaba en el joven de cabellos color perla y ojos brillantes como el sol. La joven sacerdotisa escondió sus lágrimas y miro fríamente a aquel rey oscuro de alma.

-Kikyo: Viniste a burlarte de mi?...

-Naraku: sabía que esperabas que Inuyasha te salvara de nuestro compromiso… ya pierde esa esperanza…

-Kikyo: Si ya no tiene nada que hacer aquí lo despido…

Al dar media vuelta la joven fue detenida por unas manos frías y ásperas, ella no volteo, solo escuchaba aquella voz grave y oscura.

-Naraku: Esto no es todo, ¿Dónde esta la muchacha?

-Kikyo: ¿De quien hablas?...

-Naraku: Hace mas de dos semanas a ese se sangre sucia le compre una esclava para su distracción… el me la pagaría con su trabajo pero ahora esta muerto… no quiero perder mi dinero…

-Kikyo: ¿Deseas que te pague?... No tengo el dinero…

-Naraku: La verdad es que tu no tienes nada que ver en eso, era un asunto del sangre sucia y mío…

-Kikyo: ¡No hables así de el!!!

-Naraku: Te duele mucho ¿verdad?... De todas formas no quiero tu dinero… ¿Dónde esta la muchacha?

-Kikyo: ¿Para que?... No esta…

-Naraku: la esperare… me la voy a llevar, ahora me pertenece…

-Kikyo: Inuyasha me la dejo a mi… dijo explícitamente que no deseaba que cayera en tus manos…

-Naraku: No digas estupideces… es mía por derecho… la pague, nunca le di los papeles de pertenencia a Inuyasha…

-Kikyo: No dejare que te la lleves…

-Naraku: esperare a que regrese…

-Kikyo: No volverá por ahora, mejor es que te vayas…

Kikyo entro al monasterio y atrás Kaede, cuando la anciana iba a cerrar la reja la joven sacerdotisa se detuvo.

-Kikyo (No puede ser… ¿Qué hace aquí?...)

Con la respiración agitada por la carrera, los ojos de Kagome se llenaron de luz cuando vio un carruaje con el sello del palacio del Sengoku.

-Kagome: ¡Inuyasha!

Aquel grito que salía de una voz muy suave, sorprendió al joven de cabellera trenzada, al voltear vio como una jovencita muy hermosa se acercaba con lágrimas en los ojos, aunque al momento de ver a Bankotsu, se detuvo.

-Bankotsu: Ya esta aquí…

-Kikyo: KAGOME CORRE...

-Kagome (Que es lo que ocurre?...)

-Naraku: ¡Que no escape!

Tras de la joven de ojos chocolate se posaron rápidamente dos demonio tomándola por los brazos la cesta que llevaba la joven cayo de sus manos, rodando por el suelo las verduras y las frutas.

-Kagome: ¡Suélteme!... ¿Qué ocurre señorita Kikyo?!!

-Naraku: ¿Por qué mientes Kikyo?... si acaba de llegar a quien busco… Vamos…

Naraku se monto en el carruaje y Bankotsu en su caballo, a Kagome la ataron de manos y Bankotsu la llevaba desde el extremo de la cuerda junto a el.

-Kikyo: ¡Espera Naraku no puede llevártela!

-Naraku: ¿Tu me lo impedirás? No seas ridícula Kikyo… y estate tranquila, no me la voy a quedar, la venderé y así cumplirás la estupida promesa que le hiciste al sangre sucia de que no cayera en mis manos…

Aquel carruaje hecho a andar, Kagome veía como se alejaban de aquel monasterio, al pasar junto a la sacerdotisa vio que en sus mejillas corrían unas lagrimas, aquella joven de cabellos azabaches podía ver su cesta en el suelo con todo tirado, nuevamente sus manos estaban atadas.

-Kagome (¿Dónde esta Inuyasha?...)

:saludar: