Re: el Corazón de la Luna Capitulo 1 (primera parte) [FONT="] [/FONT] [FONT="] [/FONT] [FONT="] [/FONT] [FONT="] [/FONT] Las gotas de agua dulce llamaban a mi ventana esa tarde. Una lluvia silenciosa limpiaba las polvorientas calles de Transilvania. Qué raro ¿no? Lloviendo en Transilvania, la ciudad de los “vampiros”, en donde predomina la niebla oscura y las grandes lluvias por ser la ciudad del Conde Drácula. No, no era raro que lloviese, y si, era muy común que haya una niebla oscura, pero lo de los vampiros ya era puro cuento, esa era la fantasía culpable de que el planeta entero conozca la existencia de esta ciudad. Aparte de la terrorífica historia fantástica sobre los vampiros, la ciudad de Transilvania era conocida por los campos verdes y la decoración antigua de las casas y calles de esta ciudad, incluso aún usaban carrozas y caballos, los que no se podían permitir los caballos compraban burros o mulas, en cambio solamente el dos por ciento de la población que vivía en este siglo verdaderamente poseían automóviles. Mis padres eran parte de ese pequeño porcentaje, su tierra natal es Italia, yo en cambio nací aquí, en Rumania. Mis dos hermanas gemelas de catorce años, de pelo claro con los ojos verdes y piel pálida y blanca, se parecían a mis padres, yo en cambio lo único que tengo de mi familia es la piel blanca y pálida, porque mis ojos son azules y mi pelo es negro como el carbón. Mis padres trabajan juntos, mi madre es azafata y mi padre copiloto de avión, asique no suelen estar en casa. Por eso solemos vivir en la casa de nuestra tía Isabela. Que ella, por desgracia, tiene un carro y dos caballos. Por suerte el colegio estaba justo al otro lado del parque que había enfrente y podíamos ir andando al colegio. Lo único que me gustaba realmente de aquella ciudad era la fiesta de Drácula, porque duraba dos semanas enteras. La gente se disfrazaba, al igual que en Halloween, pero los trajes eran medievales, y con mascaras de vampiros, similar a la fiesta de carnaval de Venecia. Se realizaba en el gran castillo de la ciudad, su dueño era un anciano que ya vivía en la ciudad años antes de que yo naciera, incluso antes de que nacieran mis padres. Se realizaba en el gran salón de baile del castillo. La decoración que realizaban los diseñadores de la ciudad era fantástica, además, el castillo poseía muebles antiguos y eran preciosos, todos de un color negro, y grandes cuadros de nobles que habitaron y fueron dueños de aquel lugar. Los trajes de la gente debían ser todos de colores oscuros: verdes, azules, rojos y negros. Las mujeres suelen hacerse un peinado alto recogido en un trenzado moño y rulos sueltos. Con mascaras doradas y elegantes. Algunas incluso optaban por llevar una corona dorada y pequeña a juego con la máscara. En cambio los hombres, llevaban pantalones medievales con botas y una camisa con volantes y por encima un chaleco de mangas largas. Llevaban las mascaras negras, y algunos usaban capas en vez del chaleco. Eso sí, todos debían llegar al castillo en carruajes (o carros con burros si no se podían permitir caballos y carruajes modernos) menos mal que la tía Isabela tenía caballos y no burros. Faltaban dos semanas para ese gran baile de inicio. En el colegio empezaban a contarnos historias sobre el origen de la fiesta. Nos preparaban para el baile en parejas y nos enseñaban los modales de aquella época. Porque debíamos comportarnos como los habitantes de aquella época dos semanas enteras. El hombre más atractivo de la ciudad debía de interpretar a Drácula. Aun no lo habían decidido, pero por el momento mi padre estaba en primer puesto. Esta semana, por suerte, mis padres se quedaban en casa por primera vez en tres años para asistir a la dichosa fiesta. Pero si mi padre ganaba el concurso seria como si no estuvieran ahí, porque tendrían que estar los dos en el castillo toda la semana. En fin, por ahora solo me podrán ayudar mis dos rubias hermanas, que deseaban lo mismo que yo, y mis dos querido amigos, Anna y Alexander. Nosotros somos los extranjeros del colegio. Anna vive en Rumania desde hace ya diez años, nos hicimos muy amigas desde primaria, ella nació en Rusia. En cambio Alexander lleva en Transilvania desde hace tres años, es inglés. Los dos son rubios no como yo, tienen ojos marrones, no como yo, por lo menos agradezco que sean tan blancos de piel como moi. Ellos dos son el mayor apoyo que tengo fuera de mi hogar. Si no fuera por ellos seguramente me habría ido a vivir con mi abuela en Roma. Esperé que mis hermanas terminaran el desayuno para ir al instituto. Yo estaba lista, pero ellas eran muy lentas. Comiendo tardaban siglos, pero estudiando eran las primeras, todo sobresalientes. A veces tenía que ser yo la que les pidiera ayuda a ellas. Hasta mis amigos solían venir a casa para preguntarles dudas sobre las asignaturas que no entendían. Puede que yo no entendiera la química o la filosofía, puede que yo no fuese tan lista como mis hermanas, pero yo entendía muy bien de música. Tocaba el piano y cantaba. Fui siete años a clases de piano y tres a coro. Mi profesora me decía que tenía un don natural así que no estuve mucho tiempo en coro. Todos los años el pueblo me pedía tocar música y cantar en el baile de la fiesta. Cantaba un estilo de música gótica, muy parecido a la opera. Pero no se me daba nada mal, por lo menos ganaba la fama de la mejor cantante de la ciudad y me pagaban quinientos euros, como si fuera una de las empleadas, pero me gustaba el trato. Al final después de esperar quince minutos exactos mis hermanas aparecieron al fin. Nos despedimos de la tía Isabela (esa semana mama y papa trabajaban) y salimos pitando por la puerta, solo faltaban veinte minutos para que las clases empezaran y tardábamos diez minutos en llegar a clase–caminando deprisa– así que empezamos a correr. Habíamos llegado siete minutos antes de que sonara él timbre, Anna me saludó con una mano, pero no vi a mi otro amigo. – ¿Has visto a Alexander? –me preguntó Anna mirando hacia todos lados. Me encogí de hombros y negué con la cabeza– es que, me debe cinco euros. Ese comentario me hizo sonreír, Anna y Alexander siempre estaban haciendo apuestas, por lo visto esta vez ganó Anna. – Le habrás dejado sin dinero al pobre de tanta apuesta– reí, ella rió también. Y nos empezamos a reír como locas de nuestro querido compañero. Estuvimos mirando a los lados todo el rato por si aparecía. Entonces le vi, estaba en las escaleras, sentado en un escalón y hablando con una chica. Una chica muy guapa la verdad. Sabía que eso le iba a molestar a mí compañera, pero cuando me giré para comprobar que no les había visto…por desgracia los vio. Y se puso en un tono serio, parecía estar a punto de romper a llorar. Anna estaba enamorada de Alex en secreto, ella me lo dijo. Comprendo que se sienta mal, pero Alexander es también mi amigo, y yo creo que puede hacer lo que quiera y salir con quien quiera. Aunque tampoco me hubiera imaginado que fuese tan idiota. ¿Cómo no se había fijado aún en los sentimientos que Anna guardaba por él? A veces los chicos no tienen remedio, y pueden llegar a ser más cortos de lo que parecen. – Me da igual– dijo mi rubia compañera. Ese comentario me había pillado desprevenida. Entonces me quedé mirándola y observando que estaba a punto de llorar. – ¿Qué? –pregunté sin entender a lo que se refería. – Se lo que estas pensando, y no es verdad– dijo cerrando los ojos fuertemente, supuse que era para contener las lágrimas– ya no siento nada por Alex, y aunque así fuera– levantó una mano y la agitó hacia los dos lados– el nunca se fijaría en mi, y no quiero estropear nuestra amistad si le digo la verdad– entonces miró hacia el cielo para que yo no notase su tristeza, la abracé y las dos sonreímos. –Parece que volverá a llover. Miré las nubes grises que flotaban encima de la ciudad. – Que raro– contesté con sarcasmo, ella rió. Entonces empezamos a reír de nuevo las dos. Vimos que Alex se acercaba, Anna se había puesto algo tensa. Pero por suerte tocó el timbre. – Hola chicas– nos sonrió el guapo de nuestro amigo, yo le sonreí también como saludo, en cambio Anna se dio la vuelta y subió las escaleras, no le miró. Yo resoplé. – ¿Qué le pasa? – me encogí de hombros y reí. – ¿es por lo de los cinco euros? Se los he traído –se excuso. – Será por eso…ay madre– y empecé a reírme como una loca, el me miró extrañamente y me fulminó con la mirada. Yo le empujé hacia arriba por las escaleras aun riéndome. Cuando entramos en clase vimos algo diferente. En el sitio libre al lado del pupitre de Alex había un muchacho. Un hermoso muchacho. Le observé atentamente y me quedé asombrada. Se parecía muchísimo a mí. Llevaba el pelo corto por detrás pero por delante un flequillo largo cortado por capas que le daba un punto atractivo. Pero no era el pelo el que lo hacía atractivo, sino todo en él era atractivo. Tenía el pelo tan oscuro, creo que hasta más que yo. Sus ojos eran de un color verde precioso, tenia maquillaje negro alrededor de sus ojos, por eso se le notaba mejor lo claros que eran. Sus labios…rojos, al sonreír, tenía una sonrisa perfecta, dientes perfectos, un blanco perfecto. El cutis pálido y blanco. Sin duda era el chico más guapo que había visto en toda mi vida. Vestía muy informal, con unos pantalones negros pitillos que le marcaba las altas y delgadas piernas, una camisa roja con mangas largas, hacía juego con sus labios, la camisa estaba tan pegada a su torso que se le notaba el perfecto cuerpo atlético y sexy que tenía. Era el primer chico que vi con las uñas pintadas de negro. Llevaba pendientes pequeños en las orejas, unas bolitas negras, menos un pendiente largo que le colgaba de la oreja izquierda con una preciosa y diminuta cruz. También tenía un pendiente en la perfecta nariz. Y un montón de collares, algunos largos y otros pegados al cuello. Aunque su aspecto gótico diese algo de miedo, las chicas observaron su atractivo rostro, y pareció no importarles su aspecto. Aunque, ¿qué más daba como vistiera?, era realmente y sencillamente…perfecto. – Genial– bufó de repente Alex–creo que ahora debo hablar con mi “nuevo compañero” –dijo con sarcasmo, yo me reí un momento y le di una palmada en la espalda. – Venga campeón– le animé. Por suerte Anna a esa hora de ese día tenía otra clase, así que no estaría fulminándome con la mirada mientras animaba a su “enemigo”. Suspire, tenía ganas de volver a mirar a ese muchacho pero me aguanté. Entonces entró el profesor de biología, Marco. Esta clase me gustaba mucho, y se me daba mejor que química. Por suerte el profesor Marco explicaba bien la asignatura. Ese bimestre estudiábamos el cuerpo animal. Una tarea fácil, y esperaba un diez, como de costumbre. Los animales me encantaban, y siempre me apetecía saber más sobre ellos, así que está asignatura me llenaba de energía. Sé que a Alexander también le gustaba esta asignatura, asique me sonrió felizmente cuando el profesor anunció el tema. Es porque nos gustaba competir en las asignaturas que coincidíamos como preferidas. En la anterior competición me venció, con la asignatura de historia. Pero esta vez estaba dispuesta a ganarle yo a él, ya que entendía de animales mucho mejor. Estaba perdido.
Re: el Corazón de la Luna Capitulo 1 (segunda parte) Puse atención a todo lo que decía el profesor, hasta que mi compañera de pupitre me distrajo con algo que no me imagine que ella me hubiese dicho. Valentina no suele hablar mucho conmigo, es una animadora, asique suele “pasar” un poco de mi, soy algo invisible para ella menos a la hora de los deberes. Pero lo que me dijo a continuación no se trataba de deberes. – El chico nuevo– empezó a decir– esta como un quesito, ¿no crees? –me preguntó con una admiración mientras le estaba observando. No me giré, pero sin darme cuenta la estaba escuchando. – Te está mirando– dijo de repente, entonces me dio un vuelco el corazón, pero aun no quería girar la cabeza. Puse cara de no comprender lo que me decía. – ¿lo conoces de algo? Porque si lo conoces preséntamelo– me dijo girando de nuevo la cabeza, y poniendo cara de boba, parecía hechizada. – ¿Por qué iba a conocerle? –pregunté incrédula. No miré, aún. – No sé, pero te está mirando todo el rato, y no creo que sea por tu “encanto” – comentó en un tono que me ofendió bastante mientras me observaba de arriba abajo. La ofensa palabra se notó en mi cara, porque fruncí el ceño. Ella se ruborizó y me pidió disculpas con la mirada. Al final giré la cabeza lentamente y le observé. Definitivamente me estaba mirando. El corazón me latía muy fuerte, era tan hermoso, pero entonces me fije en Alex, me estaba mirando también. Rápidamente giré la cabeza y me metí en la lección que estaba dando el profesor Marco. La clase se me pasó muy lenta. La siguiente hora también. Se me pasan muy lentas las clases cuando Anna no se encuentra a mi lado. En química estuve a punto de dormirme. Pero intenté meterme en la lección de cualquier manera. Por mucho que me costase. En la hora de historia me quedé pensando un momento en el cuento del Conde Drácula, era una historia fascinante y mágica. Pero terrorífica. A mí, sinceramente, se me habrían puesto los pelos de punta al conocer a alguien así, y ese hombre…Nicolai Perciun, no me habría gustado estar en su lugar. Aunque si yo fuera el conde, no creo que hubiese preferido que la gente me tuviese miedo, total, si no podía morir ¿Por qué iba a querer matar gente inocente? Yo no haría semejante cosa por diversión, me parece muy cruel por su parte, y no me gusta odiar a nadie. Pero a él lo odiaba. El que se haya inventado al vampiro me parece estúpido. No creo que nadie quiera tener un monstruo de las tinieblas acechando y matando gente inocente por la noche simplemente por diversión. Las historias de miedo, de terror…nunca me han asustado. Así que ese cuento de hadas solo me provoca odio, no temor. La clase de historia también se me pasó lenta, pero al fin llegó la hora del recreo, y al fin me reuniría con Anna. Mi tierna y dulce amiga me esperaba en el jardín, sentada debajo de la sombra (invisible, estaba nublado) de un árbol, esperándonos, o por lo menos en aquel momento esperándome. Me dirigí con Alex hasta ella, pero mientras tanto Alexander sacó un tema, que yo no hubiese esperado de él, porque es demasiado orgulloso para criticar a chicos guapos que sean una posible amenaza en su camino. –El chico nuevo se llama Vladimir– dijo sin interés. Le miré un momento extrañada por el tema de conversación que había elegido, y prosiguió. –Es simpático –dijo sonriendo –me ha caído muy bien. Le volví a mirar arqueando mucho las cejas. Entonces me miró con extrañeza. – ¿Qué? –Me preguntó exaltado– pensé que te interesaría, como es tan “guapo, y está tan bueno” –eso último lo pronuncio con sarcasmo. Yo me empecé a reír de cómo se había señalado el rostro. El se rió también. – Eres muy rarito… ¿lo sabías? –le comenté alborotándole el pelo. El se rió y asintió. Llegamos en donde nos esperaba nuestra queridísima amiga. Ella nos sonrió alegremente y nos saludó con la mano. Nos sentamos, uno a cada lado de ella, y abrimos nuestra bolsa de almuerzo. Yo tenía un sándwich de atún y una manzana, lo que más me gustaba, me lo comí rápidamente para que Alex no me gorronease nada. Anna se comió su macedonia y Alexander se tomó una Coca-Cola y un sándwich de jamón york y queso. Nos quedamos un momento en silencio mirando a todo el mundo. Observé que mis hermanas estaban otra vez con una hilera enorme de chicos detrás, y me reí en silencio. Después los tres dirigimos nuestra mirada hacía el lugar de donde provenían gritos y risas de un montón de chicas. Me lo imaginaba. Había un montón de chicas alrededor del nuevo estudiante de nombre Vladimir. Algunas le agarraban por el brazo, otras le sacaban fotos con el teléfono móvil, y otras le pedían el número de teléfono. Observé que Alex estaba algo irritado, normalmente es a él al que persigue una multitud de chicas, en cambio Anna parecía divertirse con el rostro de Alex. – Me parece que alguien esta celoso…– comentó en tono burlón. Él la fulmino con la mirada, pero no dijo nada. Las dos nos reímos y lo abrazamos. Le hicimos cumplidos como que él era mucho mejor que Vladimir, entonces se puso un poco rojo. Observé de nuevo a Vladimir, a pesar de que estaba rodeado por un montón de chicas, esta vez me volvió a observar con su rostro perfecto y a la vez muy serio, y poco a poco me estaba sonriendo divertido. Yo desvié la mirada rápidamente. Entonces pensé que su cara me resultaba algo familiar. Pero no le di muchas vueltas. Sonó el timbre de nuevo, esta vez tocaba educación física dos horas seguidas, y Anna venía con nosotros. Nos dirigimos al vestuario lentamente, Anna y yo no éramos muy buenas con el deporte, aunque a ella se le daba muy bien el tenis, y a mí correr. Era bastante rápida a pesar de que no entrenaba nunca. Llegamos al gimnasio las últimas, como siempre. El profesor ya no nos regañaba por llegar tarde, se había acostumbrado de nuestra lentitud en asistir a la clase, nos perdonaba con ser buenas en lo que éramos realmente buenas de esta asignatura y así ganar los campeonatos contra otros institutos. Hoy tocaban deportes con pelota o balón. Me decidí por el tenis, para estar con Anna. Estuvimos jugando y hablando la primera hora. Aunque descartando un poco lo de jugar porque Ella me daba unos pases muy difíciles y siempre perdía la pelota, tenía que ir a buscarla. Asique tardaba tres minutos en ir a por ella. Definitivamente el tenis no era lo mío, puede que llegase muy rápido a por la pelota, pero no conseguía darle con la raqueta. Anna a veces soltaba una carcajada, yo me reía también y me lamentaba al mismo tiempo de ser una patosa para el tenis, ella me consolaba diciendo que era un deporte difícil, aunque sé que lo decía por no desanimarme tanto. Entonces nos tomamos un pequeño descanso de quince minutos, y nos sentamos un rato. Observamos al resto de los alumnos que habían elegido tenis. Anna comentaba los defectos que tenían algunos, también para que yo me sienta mejor. Entonces un balón de baloncesto se nos acercó botando. Le acarició la pierna a Anna pero no le izo daño, mientras mirábamos el roce, unas manos agarraron el balón y las dos subimos la mirada para observar de quien se trataba. –Lo siento, ¿te he hecho daño? – se disculpó Vladimir, Anna se quedó callada un momento observándolo. Al reaccionar del hechizo dijo: –No es nada, apenas ha sido una acaricia– sonrió sonrojándose. Mientras agitaba las manos de un lado a otro en señal de que no pasaba nada, él le sonrió dulcemente, yo me reí por lo bajo observando el rostro de mi amiga, entonces Vladimir desvió la mirada de Anna y posó sus ojos en los míos. Me sonrojé y bajé la mirada. Paré de reír. Entonces la que se empezó a reír fue la rubia y hermosa amiga que tenía al lado. El se disculpo de nuevo y se dirigió hasta sus compañeros. Anna me miró de reojo y sonrió de nuevo. –Es más guapo de cerca– dijo mirándome juguetona. Asentí aun mirándome los pies. –madre mía si es guapo, parece un príncipe, y los pantalones cortos no le quedan nada mal –me reí por el comentario. Pasara lo que pasara Anna siempre conseguía robarme una sonrisa, ella era como una tercera hermana para mí. –Y creo que se ha interesado por ti, vas a crearte muchas rivales–se rió, el comentario me pillo desprevenida y la observé arqueando mucho las cejas, después desvié mis ojos rápidamente en donde se encontraba Vladimir, después volví a mirar a mi amiga. La miré un minuto esperando a que dijera que lo que había dicho era estúpido y después empecé a reírme como nunca, tan fuerte que me observó toda la clase, pero yo no podía parar de reír, el comentario de Anna me había roto la risa, ya que era muy divertido, yo, rivales, Vladimir, pensé. Mi amiga se ruborizó por el bochorno, yo seguí riéndome. Me agarró de la mano y tiró de mí hasta el vestuario. Me miró un momento y empezó a reírse también. Después de unos minutos de risas nos abrazamos. Sin duda Anna es la mejor y única amiga que tendré jamás. Me alegraba por ello. al terminar el largo abrazo observamos el pequeño y redondo reloj del vestuario, ya habían pasado las dos horas de la clase, y solo habíamos aprovechado una. Menos mal que el profesor no nos dijo nada. Así que terminamos de vestirnos antes de que llegasen las demás compañeras. Cogimos las mochilas y nos dirigimos hacia la principal puerta del colegio. Debíamos quedarnos ahí hasta que llegaran mis hermanas y Alexander. Pasaron diez minutos cuando llegaron mis hermanas, pero Alex tardaba mucho más, entonces ellas se fueron. Yo me quedé haciéndole compañía a mi amiga. Nos sentamos en uno de los bancos que había en el patio y esperamos diez minutos más. Después de largo rato apareció. Por desgracia no venia solo. Entonces me enfade un poco con él. ¿Por qué tenía que venir con aquella chica de la mañana? Definitivamente aquel no era el momento. Observé a la rubia y hermosa amiga que estaba sentada a mí lado, pero no encontré rencor en su rostro, ni siquiera celos. Estaba radiante, con una hermosa sonrisa en los labios. Y les saludó con una mano. Yo no comprendí su expresión. ¿Era verdad que al final dejaría de pensar en Alex? La mire algo desconcertada. Ella se dio cuenta de que la estaba observando. Y me dedicó una sincera sonrisa. –No me mires así– seguí mirándola– es su prima que acaba de llegar desde Inglaterra para quedarse la semana de fiesta. –entonces lo comprendí y asentí mientras giraba la cabeza observándolos como se acercaban hacía nosotras. Su prima era bastante guapa, pero no se parecía mucho a él. Tenía el pelo castaño y los ojos del mismo color, su piel también era más oscura, destacaba al lado de Alex que era rubio y blanco de piel. Les saludé también. Alexander se acercó donde nosotras, nos presentó a su sonriente prima de un gracioso y al mismo tiempo hermoso acento británico, se llamaba Britanny, un nombre muy típico de la isla Británica la verdad, pero bonito. Llegué a casa media hora más tarde que mis dos pequeñas hermanas. Isabela estaba en la cocina, como de costumbre a esas horas. Desde mañana empezaban las vacaciones de nuestra fiesta en Transilvania. Por suerte eran dos semanas sin colegio, parecido a la Navidad y la semana santa (que también celebrábamos) en total por todas las fiestas de nuestra ciudad teníamos seis semanas de vacaciones al año sin contar los dos meses y medio de las vacaciones de verano, pero eso sí, los sábados estudiábamos hasta mediodía, ya que no teníamos clases por la tarde ningún día de la semana, decidieron que en vez de cinco días de estudio, fuesen seis días. Teníamos tiempo libre por las tardes para aprovechar a hacer las tareas que nos mandaban en el colegio y que los domingos estuviéramos libres. Alex estaba algo molesto con los horarios, el aún prefería el horario escolar de Inglaterra, pero se acostumbraba poco a poco. A mí me gustaba el horario tal y como era, por lo menos en cada trimestre teníamos dos semanas sin clases. A la hora de la comida estuve exhausta de la conversación que tenían mis hermanas y la tía Isabela, a la que siempre hacía caso, porque me entretenía mucho hablar con ella. Me quedé pensando en todo lo nuevo que había pasado hoy en el colegio. Vladimir, Britanny…dos nuevas caras que acababa de conocer, dos nuevas personas por descubrir, aun eran todo un misterio los dos. Me gustaba mucho conocer a la gente nueva, en mi opinión, todas las personas tienen algo oculto en su interior que no quieren desvelar a nadie, a mi me gustaba descubrirlo. Descubrí el de mis dos mejores amigos. Anna, por ejemplo, abandonó su país por política, su padre se encontraba ahora mismo desde hace diez años en la cárcel, su madre se había mudado aquí para conseguir dinero y poder pagar la deuda de su marido. Anna tenía vergüenza de aquella situación en su familia y estaba triste al mismo tiempo, ya que su hermano mayor murió en el intento de salvar a su padre con una bala en la cabeza…trágico, pero cierto. Siempre intento ayudarla, a veces hasta me parece que lo ha olvidado, pero está claro que lo pasa muy mal todos los días de su vida. Alexander, en cambio, es huérfano. Perdió a sus padres en un accidente tres años atrás, entonces el gobierno lo mandó a vivir con sus abuelos paternos de aquí, en Transilvania. Ese año, cuando llegó, estuvo muy apartado de la gente y al mismo tiempo agresivo, Anna fue la primera persona que se acercó a él y le dijo que la vida sigue, que todo sería más fácil si dejara el pasado atrás. Desde ese mismo instante Alex no se despegó de nosotras, y las dos vimos al hermoso muchacho que él era en realidad supimos que nos lo agradecía de corazón, aparte de que nos lo había repetido muchas veces en aquel entonces. Pero Vladimir…ocultaba algo más y desde el instante en que le vi supe que era algo imposible de descubrir, tenía la mente en blanco y oculta en mi punto de vista. Era un caso de mi gusto, aparte de atractivo, misterioso. Me quedé pensando en él toda la hora, hasta que me fijé atentamente que mis dos hermanas no me quitaban los ojos de encima, me perseguían con la mirada en cada pequeño e insignificante movimiento que yo realizaba. Las miraba a veces de reojo y apartaban la vista, pero solo era por disimular, estaba demasiado claro que querían descifrar mis pensamientos, adivine en sus miradas que me veían muy extraña aquel día. –Ya sé porque esta así– le comentó Lucía en voz alta a Lennya para que yo pudiera oírlas. Así lo hice. – Dime hermana– dijo Lennya mirándome de reojo con una pequeña y disimulada sonrisa. – Te apuesto lo que quieras– empezó a decir muy segura de sí misma–…que es por el chico nuevo– lo había acertado, ¿cómo lo había acertado? Abrí los ojos como platos, y seguí escuchando sin moverme –ese que se llama Vladimir y que es bastante mono, que ahora está en su clase– Imposible, ¿cómo sabían de la existencia de Vladimir? Sin duda mis hermanas sí que era un caso IMPOSIBLE de controlar y entender. Me asombraba con qué facilidad lo descubrían todo, sabía que Lucía quería ser detective, y sinceramente habría sido un trabajo muy fácil para ella que más tarde sería un aburrimiento, se le daba bastante bien leer los pensamientos mediante una mirada y tenía una gran memoria para acordarse perfectamente de cada mínimo e insignificante detalle, era una gran fan de las novelas del detective ingles Sherlock Holmes, si no fuese mi hermana habría jurado que es la reencarnación del detective. Entonces pensé que igual lo habría visto por los pasillos o en el recreo. –Sí, he pensado en el mismo sujeto– comentó entonces Lennya– cuando se presentó en el despacho del director para entregar la solicitud me asombré de lo hermoso que era y me fijé en que curso iba a estar– pues claro, mis hermanas eran del consejo estudiantil del colegio, ¿cómo se me había pasado semejante detalle? Sin duda eran mucho más inteligentes de lo que yo creía. –Lo mismo hice yo –sonrió Lucía al mirarme de reojo. –Eso es mentira, ¿por qué iba a estar yo rara por qué halla un chico nuevo en mi curso? –pregunté yo en mi defensa dándome la vuelta en un giro brusco. – ¡Lo sabía!–dijeron al unísono, yo fruncí el ceño sin comprender nada, ellas sonrieron abiertamente. –En primer lugar…–empezó a decir Lucía contestando a mi rostro confundido–…no creo que fuese porque no hayas entendido nada en química –lo había vuelto hacer –y en segundo lugar, si no fuese ese el motivo no habrías escuchado atentamente y no te habrías dado la vuelta con el pequeño intento de contradecir lo que nosotras decíamos– me quedé sin habla, abrí y cerré la boca varias veces pero no supe que decir en mi defensa, la verdad es que mis dos traviesas hermanas me habían leído fácilmente, y con una risa triunfante se chocaron las manos y se dirigieron hacia sus habitaciones. Escuche sus pasos hasta perderlos detrás de un pequeño portazo. Me dirigí hacia la cocina y cogí el teléfono. Llamé a mí querida amiga para salir un poco por ahí. Era viernes y mañana empezaban las vacaciones así que no teníamos nada que hacer. Nuestro lema era, “haz los deberes desde el primer día y disfruta de las semanas de vacaciones”. Lo cumplíamos siempre. Cuando tocaban las dos semanas de vacaciones en cada trimestre salíamos juntas con Alex, esta vez suponíamos que Britanny también vendría. No hacía mucha falta que le dijera a Isabela que aquel día (más las dos siguientes semanas) saldría con mis amigos, ella sabía que si necesitaba algo urgentemente era solo marcar mi número de móvil y listo. Anna me esperaba en el parque central que separaba mi casa del colegio. Estaba sentada en uno de los bancos que se encontraba cerca de la fuente, aquel día se había peinado con dos trenzas, y llevaba puestos unos vaqueros y una camiseta añil con un dibujo azul Caribe en una esquina. Estaba muy guapa ya que su pelo rubio resaltaba al posarse en la camiseta. Se levantó al verme. Quedábamos ahí siempre sin falta de planear hora y lugar, ya era la costumbre. Nos sentamos y hablamos de varias cosas mientras esperábamos al rubio y atractivo amigo nuestro con su prima. Me contó que sus abuelos querían conocer aquella maravillosa fiesta que celebraba en Transilvania y que ese año ellos vendrían. Al pensar en la familia nos acordamos de Alex, que solo estaría con su prima y sus abuelos. Pero lo olvidamos rápido cuando vimos a los ingleses primos cruzar la carretera. Esta vez no nos levantamos y esperamos a que llegaran. – ¡Chicas! –Se acercaron rápido y emocionados– ¿qué os parece si visitamos el castillo hoy? – ¿El castillo? –Nos miramos extrañadas las dos. –Britanny quiere verlo –dijo señalando a su prima con la cabeza, observamos que la chica sonreía tímidamente y bajaba la cabeza lentamente para que no nos percatáramos de su rubor. –Estaría guay–dijo Anna emocionada– nunca lo había visto sin decoración–comentó. –Ya, pero…–empecé a decir levantándome– ¿nos permitirá el viejo Himmer entrar? –pregunté. –No lo había pensado– dijo Alex algo decepcionado. Todos bajamos la cabeza pensando, la verdad es que el señor Himmer no nos permitiría entrar así por las buenas. Cuidaba ese castillo desde hace ya bastantes décadas, no creo que le hiciese mucha gracia que unos jóvenes “traviesos” entraran a destruir su castillo. –Pues nos colaremos– comentó Anna muy segura, los tres la miramos incrédulos– ¿Qué? –Si nos pillan estaremos en un verdadero lío–dije mirando seriamente a mi alocada amiga. Ella sonrió. –Venga, no va a pasar nada. –Yo no estaría tan segura –susurre. Nadie me había oído. Entonces caminamos rumbo al enorme castillo del que tantas historias mataban la curiosidad. Llegamos delante de las millones de escaleras que había para subir hasta llegar a la gran puerta del castillo, por desgracia estaba construido en un monte, el día del baile las carrozas debían de dar vueltas alrededor de la montaña cuesta arriba hasta llegar, pero andando era más rápido por las escaleras. Empezamos a caminar cuesta arriba pisando cada escalón con cuidado. Estuvimos subiendo escaleras como tres cuartos de hora hasta llegar delante de las grandes puertas. y aqui el final de este primer capitulo ^^
Re: el Corazón de la Luna En verdad me gustó mucho ^^ Has utilizado bien los diálogos y las palabras serían prácticamente las mismas si te imaginas estar en esa situación. Además la forma de describir los sentimientos y la forma de narrar ha sido muy buena. :) Sigue así ;)
Re: el Corazón de la Luna Capitulo 2 Al encontrarnos delante de aquellas enormes puertas que decían claramente que no deberíamos estar ahí, sentimos un escalofrío. Anna estaba sonriendo al encontrarse delante de aquellas mágicas y terroríficas puertas, mientras que Alexander y yo nos mandábamos miradas de preocupación. –Es fantástico –comentó Britanny marcando su acento –es totalmente diferente al de las películas, mucho más grande y terrorífico. –Es que las películas son películas, este es el verdadero castillo “de Drácula” –comento Anna entre comillas los último. La verdad que era fascinante estar delante de aquellas puertas, al verlas mejor, daban más miedo al estar cerradas que el día del baile, porque ese día estaban abiertas y transmitían mucha luz desde dentro, y con tanta gente no daba la misma impresión. Y además con aquellas gárgolas tenebrosas de murciélagos con unos enormes y afilados colmillos que parecían estar observándote en silencio. Sin contar que el agudo canto de los cuervos que se posaban en aquellas gárgolas era muy siniestro e irritan. Yo no era miedica, pero ese lugar me daba muy malas vibraciones. Anna me conocía bien, y seguramente por eso se animó tanto al saber que Britanny quería ver el castillo, en otra ocasión este tour le habría parecido aburrido. –Mirad, podemos entrar por ahí– señalo el balcón que tenía los ventanales abiertos. Nos acercamos a la barandilla para ver la distancia que había entre donde nos encontrábamos y el balcón. Tragué saliva y abrí los ojos de pánico al ver a cuanta altura nos encontrábamos, debían de haber unos ciento cincuenta metros de altura, aunque la distancia al balcón fuese de metro y medio me pareció muy arriesgado y peligroso. –No puedo hacerlo –empecé a decir sin aliento, intenté respirar rápidamente al sentir que casi no llevaba aire en los pulmones. –Venga Victoria –me suplicó Anna con cara de cachorrito. Yo negué con la mano. –Anna –se dirigió Alexander ha nuestra atrevida y cabezota amiga–Victoria tiene vértigo –vi que Anna me miraba. –Lo siento Vicky, se me había olvidado –se acercó y me ayudó a levantarme del suelo. –No pasa nada– pude decir con una sonrisa convincente. Estaba claro que la idea no me agradaba mucho. Intente no mirar la distancia que había hasta el suelo. Intente confiar en que podría pasar, y me acerque a la barandilla. – ¿Estás segura de hacer esto? – me preguntó Alex agarrándome por el bazo. –Claro que no –dije mirando sin querer hacia el lejano suelo –pero no voy a perderme la aventura–sonreí, el también sonrió, pero con preocupación. –No creo que sea una aventura si acabas desmayándote cuando vayas a pasar– ese comentario me puso la piel de gallina y al instante me encontraba sudando nerviosa, todos nos giramos al oír aquel comentario para ver quién era la persona que me había logrado convencer de no pasar. Vladimir estaba apoyado en una de las puertas del castillo con los brazos cruzados y sonriendo. Nos fijamos que una de las puertas estaba medio abierta, ¿qué hacía Vladimir allí? Al ver los rostros de mis amigos todos se preguntaban lo mismo, lo miramos un rato sin decir nada. –No creo que a mi tío le haga mucha gracia que entréis por el balcón–dijo con una hermosa sonrisa, en su mirada se le notaba divertido, entonces se inclinó un poco hacia nosotros–No le gustan las visitas –dijo guiñándonos un ojo. Sentí que, esta vez, todos estaban nerviosos y algo avergonzados. –Lo sentimos Vladimir –empezó a decir Alexander, el joven de piel pálida posó sus verdes ojos sobre Alex –mi prima quería ver el castillo y… – ¿tu prima? – Preguntó posando sus bellos ojos sobre Britanny, esta se ruborizó y bajó la cabeza tímidamente. Alex asintió. –Entonces no se hable más –dijo caminando con mucha elegancia hacía la prima de Alexander –si esta hermosa chica quería conocer este gran castillo…–empezó a decir mientras hacía una reverencia y le besaba la mano a Britanny, la pobre se había puesto roja como un tomate estaba a puntito de desmayarse–…será un placer ser vuestro guía. Le miramos todos estupefactos, después nos miramos entre nosotros. El señor Himmer era su tío, y nos invitaba a pasar. Le miré un momento estupefacta en como el nos sonreía a todos, parecía un príncipe, y todos empezamos a seguirlo sin darnos cuenta, estábamos hechizados por su encanto, bueno Alexander estaba algo molesto por el comportamiento hacia su prima y su encanto, cuando quisimos darnos cuenta estábamos dentro. Era más grande de lo que recordaba. Todo estaba oscuro, y lleno de telarañas por todos los rincones y muebles. Delante había unas anchas escaleras que se separaban hacia dos lados distintos, y en medio un cuadro, un gran cuadro de un caballero hermoso de pelo oscuro y largo, de unos siniestros ojos azules blanquizos, y de piel pálida y blanca. Todos estaban observando aquel hechizante cuadro sin saber quién era aquel encantador muchacho. –Ese es El Conde Vlad Tsepesh –comentó al ver que todos observábamos el cuadro –el verdadero dueño de este castillo –seguíamos mirando el cuadro –más conocido como Drácula –todos se giraron al oír aquel nombre, al final Vladimir nos reveló el nombre que nadie nunca supo. Pero yo seguí observándolo, sin darme cuenta caminé hacia el cuadro que parecía llamar mi nombre. El cuadro del ser que yo odiaba estaba delante de mí, lo miré con odio y después me di media vuelta y volví con mis amigos, Vladimir me estaba observando con una sonrisa divertida, yo le mire extrañada, observé que mis amigos ya no se encontraban en la sala. – ¿Dónde…? – no terminé la pregunta. –Están viendo el castillo guiados por mi tío –bajó la mirada y sonrió, al ver mi rostro confundido –te habías despistado con este cuadro. Miré el cuadro de nuevo. Observé todos sus detalles. –Te suena muy familiar –no era una pregunta, pero sentí su aliento contra mi pelo, Vladimir se encontraba a mí lado susurrándome al oído. Yo le miré de reojo, hermoso, sin duda era hermoso. –Por extraño que parezca –empecé a contestar a su pregunta no formulada –me resulta muy familiar su rostro, cierto –entrecerré los ojos un poco –es como si le hubiera visto antes. Vladimir se puso delante de mí, al principio miró el cuadro, después se giró hacía mi. –Pues claro que lo has visto –comentó casi en un susurro –es normal que no lo recuerdes, eras muy pequeña, yo apenas me acuerdo de su voz –sonrió mirando la alfombra roja. Esta vez estaba algo extrañada, intentando recordar un suceso que nunca ocurrió. Era ridículo. ¿Cómo iba a conocer a un hombre que llevaba varios siglos, muerto? Entrecerré los ojos y le miré incrédula, ¿de qué estaba hablando? Esta vez se puso serio y algo sorprendido, yo empecé a caminar lentamente hacia atrás, esta vez el me miró extraño. Me fijé en cómo iba vestido en aquel momento, vestía los mismos pantalones de la mañana, pero esta vez llevaba una camisa blanca con volantes, una capa negra por fuera y roja por dentro, sus manos estaban cubiertas por unos negros guantes de piel y a un lado de la cadera se posaba una espada. Ese debía de ser el traje para el baile. Seguí caminando hacia atrás, observando atentamente sus ojos que apenas se veían detrás del flequillo, por un momento pude ver un reflejo rojo en aquella profunda mirada verde. Él también empezó a caminar lentamente hacia mí. –No te acuerdas de mí, ¿verdad? –me preguntó con una voz dulce y que mostraba la tristeza. – ¿Por qué debería recordar a alguien que nunca he conocido? –Al observar su rostro estaba algo ofendido –Es que…– me hizo callar levantando la mano. –No importa –sonrió, y se acercó a mí –mi madre y la tuya fueron grandes amigas –le escuché atentamente –nos criamos juntos unos años. Naciste dos años después de mí –sonrió mientras le daba vueltas a un pequeño mechón de mi pelo, yo sentí que el rubor estaba caminando por mi rostro y bajé la mirada, el con dos dedos me subió el rostro sujetándome por la barbilla –soy más mayor que tú con dos años y siete días– dijo orgulloso con una radiante sonrisa. – Un momento…–le observé mientras calculaba las fechas –pero entonces tienes dieciocho años, ¿qué haces en mi curso? No me contestó. Oímos unos pasos que se acercaban a nosotros desde la otra sala, vimos a Anna entrando la primera delante del señor Himmer, Vladimir de un paso hacia atrás se apartó de mí, aun mirándome me sonrió dulcemente y me guió con la cabeza para que bajáramos. –Señor Himmer, ¿qué hay detrás de aquella puerta? –preguntó Britanny señalando la puerta que se escondía detrás de las escaleras. –Bueno…–vaciló un momento, miró a Vladimir, este lo fulminó con la mirada –esa habitación no es nada, un pequeño almacén, está completamente prohibido el paso a aquella sala, bajo ningún concepto debéis entrar ahí, ¿me habéis entendido? –todos asintieron asustados. El anciano se dio media vuelta y se dirigió al salón de baile, y cerró las grandes puertas detrás de él. Miré una vez la puerta y después a Vlad. –Mejor nos vamos –dije dirigiéndome a mis amigos, ellos me miraron y asintieron. – ¿Cómo? ¿Tan pronto? –preguntó Vladimir sonriente. Le miramos incrédulos. –Se está haciendo tarde –dijo Alexander –debemos irnos, gracias por esta visita. Nos dirigimos hacia las puertas. Fuera nos despedimos de él y bajamos las escaleras lentamente. Me fijé en el cielo, estaba oscuro, debían de ser las seis de la tarde. Nadie dijo nada en todo el recorrido hacia abajo. Nos fijamos en que las calles estaban vacías, ni un alma las recorría. Nos quedamos todos mirando las vacías y tenebrosas calles. ¿Dónde estaba la gente? [FONT="] El silencio entraba por nuestros oídos, recorrimos las calles con nuestros ojos y empezamos a caminar lentamente. Anna se situó detrás de Alex, al igual que Britanny, oí como sus pasos desaparecieron con uno, estaban detrás de mí, pero yo seguí caminando. Entré en un oscuro callejón que, sinceramente, nunca habría recorrido. Caminé lentamente mirando al frente, mis ojos conducían mis pasos en aquella penumbra, la única y pequeña luz que me iluminaba, era la pálida luz de las pequeñas lámparas de las casas de aquel lugar. Miré una vez detrás de mí, vi el parque pero no a mis amigos. Seguí caminando. El viento peinaba mi pelo, me acariciaba, me llamaba consigo. Caminé por la oscuridad con los ojos muy abiertos, mi mente me ordenaba parar, pero mi cuerpo no obedecía. Paso a paso me sentía más y más asustada, pero no paré, seguí caminando lentamente. La adrenalina corría por mi cuerpo, mi corazón latía deprisa, entonces oí un ruido. Miré rápidamente detrás de mí, me quedé parada un momento buscando con la mirada, al comprobar que no había nadie supuse que algún gato habría hecho aquel ruido. Suspire profundamente y cerré los ojos mientras me volvía a girar. Pero casi me dio un infarto al abrirlos de nuevo[/FONT] bueno aqui el capitulo 2 ^^ espero que os haya gustado
Re: el Corazón de la Luna Capitulo 3 Miré rápidamente detrás de mí, me quedé parada un momento buscando con la mirada, al comprobar que no había nadie supuse que algún gato habría hecho aquel ruido. Suspire profundamente y cerré los ojos mientras me volvía a girar. Pero casi me dio un infarto al abrirlos de nuevo.Tuve un impulso de gritar pero su mano tapó mi boca al instante. Esos temibles pero preciosos ojos con el color de la miel y del sol me observaban. Algunos de los perfectos rizos oscuros de su cabello le tapaban las orejas y el resto caían sobre su espalda. Tenía la mano fría y pálida, pero a la vez perfecta como si fuese de porcelana, al igual que su rostro, pálido y suave, con sus labios rojos cualquiera habría jurado que es una muñeca…o un hermoso ángel. Yo seguía con los ojos abiertos mientras observaba que ella estaba divertida, sonriendo con una sonrisa pícara. –Mira quién se ha dejado caer por aquí –dijo al fin con una dulce y hermosa voz aguda, hablando melodiosamente. Apartó su mano lentamente de mi boca –Estarás calladita ¿verdad? – ¿Quién eres tú? –le pregunte aun sorprendida por su hermosura. Ella dejó de sonreír, y empezó a caminar alrededor de mí. Llevaba un hermoso vestido color carmín, con preciosos bordados dorados, y una capa negra. Observé que llevaba un gran rubí atado a su cuello con una fina cadena de oro. –Vaya…–puso una mueca de tristeza, falsa, estaba actuando. Su comportamiento me ponía cada vez más nerviosa que antes. Su movimiento era siniestro –no me reconoces –entonces sonrió maléficamente –será divertido. Mi corazón empezó a latir rápidamente de nuevo. Empecé a caminar hacia atrás lentamente, pero ella fue más rápida y se encontraba detrás de mí. – ¿A dónde te crees que vas princesa? –sentí su aliento en mi pelo. – ¿Quién eres, qué quieres de mí? – le pregunté con la voz temblorosa. – Quién soy…–repitió y se situó delante de mí –no creo que te interés mucho, y que hago aquí…–se puso un dedo en el labio inferior, entonces sonrió tímidamente –perdí el rastro de mi marido al oler sangre– bajó la cabeza mientras soltaba risitas tontas y empezaba a bailar y a dar saltos. Yo habrá jurado que estaba loca. Entonces se paró en seco dándome la espalda. Movió un poco la cabeza para observarme de reojo –pero no es tu sangre la que yo he olido– oler sangre, ¿cómo puede oler sangre? Cada vez me asustaba más por lo que decía aquella mujer. Dió otra vuelta para situarse al frente y yo pudiese verle la cara. Esta vez sonrió tímidamente y posó sus manos en su hermoso vestido. Parecía otra persona por completo, parecía una princesa. Pero no perdí la guardia. Hasta que vi una figura oscura detrás de mí que rápidamente paso por mi lado izquierdo y se situó detrás de la muchacha, al poseer una capa oscura y al llevar la capucha sobre el rostro no pude verle la cara, pero él me dio aun más temor. Ella lo abrazó con ambas manos. –Pensé que te habías marchado sin mí otra vez –le dijo juguetona al oído que yo no vi en aquella sombra que le tapaba. Pero si le vi los labios, rojos al igual que ella. –Pero mira que pierdes el sentido Mariana –dijo aquel hombre con una hermosa voz de barítono. Entonces noté que me observaba –ella no tiene sangre –fruncí el ceño con aquel comentario, ¿qué yo no tengo sangre? ¿A qué venía eso? – ¿no la ves? Es igual de hermosa que tú. – ¿Crees que puede ser ella? ¿Qué la hemos encontrado? –me miró de hito en hito con una sonrisa alegre. –Sería maravilloso –me miró de nuevo con las manos extendidas como queriendo abrazarme. Yo di un paso hacia atrás. Ella bajo sus manos y me miró con tristeza – ¿cómo va a ser ella? No me recuerda, ¿por qué no me recuerda? –le gritó en llantos a aquel hombre. –Tranquilízate amor mío –dijo él acariciándole el pelo, ella se calmó y le observó con amor. –Pronto se acordará –sonrió también, yo abrí los ojos como platos, ¿por qué todo el mundo aquel día me pedía recuerdos? ¿Por qué me venían los locos solo a mí? Resoplé y cerré los ojos mientras apoyaba mi frente en una mano para llegar a una conclusión. –Mirad, yo…–al abrir los ojos, observé que ellos ya no se encontraban ahí de pie, y una ráfaga de viento peinó mi pelo y acarició mi rostro. Abrí y cerré la boca varias veces sin comprender lo que había pasado. Entonces empecé a caminar en dirección al parque, mis amigos debían de estar esperándome. Anduve deprisa por los callejones hasta llegar al parque. En efecto mis amigos se encontraban ahí sentados en uno de los bancos que había cerca del callejón, se levantaron deprisa al verme. Les sonreí pero me encontraba algo preocupada y confundida. Volví a casa más pronto de lo normal, Isabela no me preguntó, estaba mirando la televisión con mis hermanas. Creo que ni me oyeron llegar. Subí rápidamente a mi habitación. Me tumbé en la cama y observé el cielo desde la ventana, nublado. Unos minutos después, empezó a llover. Muchos pensamientos rondaban mi cabeza. Quizás fuese una locura intentarlo, pero no podía parar del intento a recordar sucesos de los que me habían contado aquella tarde. ¿Quién es Vladimir, y por qué sabe tanto sobre mí?, ¿y la extraña pareja del callejón? ¿Sangre? Nada encajaba. Me estaba comiendo la cabeza con locuras y fantasías. Seguramente me lo imaginé, nadie se encuentra por casualidad a una hermosa mujer con un vestido de baile en un callejón hablándote de sangre y recuerdos. Pero “él” dijo que yo no tenía sangre, ¿por qué? Esa frase si encajaba en mis puzles, nunca he visto mi sangre, porque, que yo recuerde, no me he cortado nunca. Las dudas se me hacían cada vez más grandes, y dentro de seis días llegaba mi cumpleaños, pero algo en mi interior me avisaba de que no iba a llegar nada bueno ese día. Lo único que podía hacer era hablar con mis padres, que llegaban al día siguiente, tenía que preguntarles sobre la madre de Vladimir, fue una buena amiga de mi madre según él, debían de saber algo. Cerré los ojos profundamente y sin darme cuenta oyendo solo mi respiración seca, me dormí. Mis ojos se abren lentamente, mis pensamientos se desvanecen, mientras que el maravilloso príncipe oscuro me sonríe y me guía por el sendero gris y tenebroso, yo le sigo, me olvido de todo y camino descalza entre las afiladas rocas, no siento dolor, no derramo sangre, puedo clavarme una espada y no morir, no siento aliento, no respiro. Soy ligera como una pluma cuando mis escamosas alas se despliegan, mis uñas crecen y mi cuerpo vuela, acecho una presa y sonrío alegremente, sangre sobre mi vestido, su olor me alimenta… Salté de la cama con un grito. ¿Qué sueño había sido aquel? Pero no sentí mi corazón latiendo deprisa, estaba sorprendida, nada más. Me tumbé lentamente en la cama de nuevo, y observé el cielo por la ventana. Todo estaba nublado, como de costumbre. Miré el reloj que se posaba sobre mi mesilla de noche, era ya de madrugada, las cuatro. Me levanté lentamente frotándome los ojos, observé de nuevo la ventana…las nubes se movían lentamente y un pequeño centelleo brillaba por detrás…había luna creciente, dentro de seis días, en mi cumpleaños, me esperaba la luna llena. Una luna que yo no vería, porque siempre se encuentran las grises nubes por delante, para mi ver la luna redondita y brillante…sería un tesoro.