de Inuyasha - El ciclo interminable

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por Asurama, 17 Enero 2011.

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    Asurama

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    El ciclo interminable

    Me senté en aquella colina con la vista perdida en el horizonte, mientras el sol lentamente se ocultaba.

    Una etapa de mi vida por fin había acabado y ya nada volvería a ser igual. Ya no volvería más a mi época, ya no visitaría el templo cerrado, que seguramente pasaría a pertenecer a otras personas, ya no volvería a ver a mi hermano.

    Volver a la casa y encontrarla vacía me causaba un tremendo dolor. Mi hermano consiguió una novia, que era cruel y manipuladora sin él saberlo. Poco a poco, ella se encargó de alejar a Souta de casa, de mi abuelo y de mamá. Pronto, él se olvidó de nosotros y los dejó solos.

    Primero fue el abuelo, estaba débil y no soportó las consecuencias de un descuido en su alimentación. Pero ahora… ¿ahora también he de resignarme a perder a mi madre?
    Es algo doloroso, revivo una y otra vez sus últimos momento, sólo yo estuve a su lado y me llena un inmenso sentimiento de vacío y soledad ¿por qué? ¿por qué debían ser así las cosas? ¿por qué ahora?

    Todos morimos y ella debía dejar algún día este mundo también, pero tendemos a creer erróneamente que aquellas personas que amamos serán eternas también. Sin embargo, así como murió la anciana Kaede o del mismo modo en que inesperadamente murió Rin, del mismo modo, también algún día yo moriré y sólo entonces podré volver a ver a aquellos de quienes el tiempo me separó.

    Sólo ahora entiendo lo egoísta que fui al pedirle a Inuyasha que no sufriera por la muerte de Kikyou. Eso nos había afectado a todos, pero a él mucho más… sin embargo, no podía saberlo, no podía entenderlo, yo jamás había tenido que afrontar la muerte de las personas a las que amé y amo todavía.

    Fui… ¿fui demasiado injusta?

    A veces, quiero creer que se trata de un castigo, pero al final, sé que sólo se trata de la vida, que empieza y termina infinitamente en este ciclo del que todos formamos parte. Por mucho que intente racionalizarlo, aún así me duele.

    Nunca volveré a casa, nunca volveré a aquel mundo, me quedaré atrapada para siempre en este mundo diferente al que nací y, tal vez, algún día olvide todas aquellas cosas que me hicieron sufrir. A fin de cuentas, Naraku no fue lo que más me hizo sufrir. Hay cosas que en la vida son mucho más dolorosas.

    Por fin, y de la peor manera, los entiendo a todos. Comprendo a Kouga y a Sango, que perdieron a toda su familia y amigos, comprendo a Inuyasha, a Shippou y a Miroku-sama. Ellos debieron afrontar la desgracia de ser huérfanos, situación que ahora puedo palpar de cerca.
    Es increíble cómo la muerte cambia la manera en que vemos la vida. Tal vez hubiera actuado de otra manera con mis amigos si hubiera vivido esto antes. Mil veces les he pedido disculpas entre lágrimas, porque no soporto la idea de haber estado a su lado como un adorno, mientras ellos sufrían horriblemente.

    El miedo de ver morir a alguien no tiene comparación con una verdadera pérdida. El miedo muchas veces resulta no ser real, pero la realidad palpable no tiene solución, no tiene remedio ¿Qué podría hacer? ¿Algo tan ridículo como robarle sus herramientas a Sesshoumaru? Ni siquiera un daiyoukai es capaz de luchar contra este dolor, es cierto. Nadie puede cambiar las reglas por las cuales se rige este mundo. Ninguno de nosotros somos dioses y los dioses no siempre intervienen en nuestra ayuda, no cambiarían las reglas sólo por nosotros, no somos tan especiales.

    Inuyasha viene a sentarse a mi lado en silencio, como tantas otras veces, para acompañarme, en un intento de ayudarme a superar esta pena. Sin dudas, él me entiende mucho más de lo que yo jamás le entendería.

    —Todo pasará —dice antes de mirar allá a lo lejos.

    —Yo me equivoqué, perdóname, Inuyasha.

    —Todos nos equivocamos. Y eres tú quien más está sufriendo ahora, es por eso que todos permaneceremos aquí, a tu lado, hasta que todo pase.

    Al oír sus palabras, vuelvo hacia atrás mi mirada hasta entonces vacía. Allá, debajo de la colina, están todos, esperándome, esperando hasta que el dolor se mitigue.

    De pronto, viene corriendo hacia mí un niño de cabello plateado y ojos oscuros y me abraza con fuerza. Entonces, recuerdo la verdadera razón de ser de este ciclo infinito e irrompible. Todos algún día hemos de morir, para que, en nuestro lugar, lo que quede atrás crezca y así, nuevas generaciones nazcan y el mundo continúe.
     
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  2.  
    Tomoee

    Tomoee Elfases de los bosqueses Espectroses Comentarista destacado

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    Muy bello, me gustó que manejaras tantas muertes.

    Aunque... quiciera saber que habría sentido Sesshômaru ante la muerte de Rin. No porque me guste verlo sufrir, y no me gusta, pero es algo inevitable cómo se ha mencionado.

    Mejor dicho no pudo ser :) Es muy cierto, me recordó el sentimiento de Kagome y pensar en la tenseiga de Sesshômaru, cuando Edward y la transmutación de su madre muerta xD

    Me gustó :) En verdad, me dejó un no se qué amargo al inicio.
     
  3.  
    Scriptina

    Scriptina ナルト♥ さくら

    Leo
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    Oh...
    No sé qué podría decirte, Asurama. Un escrito realmente profundo, colmado de cavilaciones tan humanas que inclusive me sentí aludido.
    Kagome, como muchos, sí estaba ahí para sus seres queridos... apoyándolos incondicionalmente, brindándole ánimos y demás. Sin embargo yo siempre me pregunté ¿Ella sabía el verdadero dolor que consumía a sus compañeros? O, quizás como todo ser humano actuaba por instinto (el protector) ¿Qué había perdido la chica? ¿Era huérfana?, ¿estaba acechada por una maldición? No, nada de eso. Simplemente era ella, Kagome la que a menudo comprendía el temor/dolor de los otros... ¿Pero realmente lo comprendía? Ah, no sé.

    La temática que expresaste fue la indicada. Jamás sentí que un escrito pudiese narrar lo que muchos debemos pensar (o, pensamos).
    Admirable.

    Me dejaste sin palabras.
     
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