Al caminar por el bosque, entre las hojas amarillentas, tu pata alcanza algo que cae uno poco más allá. Al acercarte y levantarlo te das cuenta de que se trata de una caja de cerillas. Está algo húmeda, pero parece que las cerillas funcionan.
Margarita Nieves ¿Uh? Había pateado algo. Me acerco a observar por donde lo escuché caer, encontrándome con una caja de cerillas. Vaya, nunca vienen mal, ¿no? Me vino a la mente la loba del cementerio... Nah, de seguro ella usa encendedores, qué estupideces pienso. Metí la caja en mi bolsillo. Seguí caminando, dejándome llevar por mis pies hasta que logré divisar el pueblo... Oh, bien, parecía estar cerca del Towne Center... No vendría mal ir a la biblioteca, leer el micreofiche y aprender un poco más de las desgracias de este pueblo, eso o encontrarme otra historia de fantasmas.
Drey Duzz Por el momento no creo encontrar nada más en el subterráneo. Y, con el impulso inicial desaparecido de encontrar la llave, medio tampoco siento demasiadas ganas de ir. Igual. Tampoco creo encontrar a Selvi el día de hoy. A no ser que haga sus últimos viajes antes de que haga demaciado frío. La verdad, también prefiero alejarme por hoy. Por un tiempo nomás... Espero que el bosque, el lugar probablemente menos seguro, pueda sentirme seguro...
En el suelo cubierto de hojas amarillentas y marrones, no parece haber nada más. Cualquier cosa parece haber sido cubierta por la hojarasca. Quizás otro día tengas más suerte.
Bobby Jum Bueno, primero lo primero. Ahora que tenía la barriga llena, podía preocuparse por otras cosas. Si conseguía otra flecha, no sé, ¿tendría más color el asunto? Honestamente le parecía bastante ridículo poner a la venta una puta flecha, y estaba seguro que hasta la mama estaría de acuerdo. Suspiró, rascándose detrás de las orejas, y pasó de largo el abandonado Food Donkey, camino al bosque. Las hojas secas se agitaban entre sus patas y eran por poco el único acompañamiento musical de su recorrido. Ya nadie andaba por ahí, ¿eh? Pensar que en algún momento fue una zona tan vívida del pueblo. Una vez en el bosque, agudizó el olfato, la audición y la vista en busca de, bueno, cualquier mierda. No se pondría quisquilloso.
Al avanzar por el bosque, con la hojarasca haciendo ruido bajo tus pies, te das cuenta que unos metros más allá hay un flecha de ballesta. Está clavada entre las raíces de un árbol, al parecer habían errado un tiro bajo.
Bobby Jum Suelta una risa áspera al divisar las plumas de una flecha. Caminó hasta ella, la desclavó con cuidado y le echó un vistazo general. Se la veía bastante bien, sí. Qué manía la de la gente con no recoger sus flechas, santo cielo. Se dio la vuelta y recorrió el mismo camino de recién, hacia Towne, con la flecha en la mano. Bueno, ahora podía echarse una pasada por el Snack. Quizás estuviera Greggory, o estaría Luna y ella podía hacerle de puente con el zorro y Angus.
Margarita Nieves No conseguí nada interesante en el microfiche, aunque mejor así, como si ya no cargara con suficientes problemas en mi cabeza. Caminé cabizbaja con esa expresión amarga, a la cual si estaba acostumbrada. Con lentitud caminé por las calles, sintiendo con gusto el frío del otoño, el día se veía bastante nublado... o tal vez era solo percepción mía. Nunca me gustó llorar; con Jacob y Lily sentía que los preocupaba de más, en la escuela se sentía como darle el gusto a unas cuantas personas. Y de tal forma, terminé acostumbrándome a mi cara de pokér, en el momento en que dejé de sonreír con sorna. En medio del bosque, me senté sobre el húmedo suelo, recubierto de hojas. Me respalde en un tronco, flexionando las piernas para poder reposar mis brazos en ellas; miré el cielo, divisando las nueves, junto a la luz de un sol que no se veía, pasar entre el follaje inerte de los árboles. Iban cayendo de a poco las hojas, muriendo... Sonreí, observando el panorama. La naturaleza definitivamente era hermosa, esa capacidad innata de autodestruirse para luego volver a generarse, en algo aún mejor... A nosotros nos costaba más hacer eso; nuestro cuerpo y mente son demasiado frágiles, al fin y al cabo... Kira... Una labrador, 16 años... Si Will hubiera sido asesinado a esa edad, de seguro yo andaría aún más de cabeza en el asunto que él ahora mismo. Dejé que cayeran las lágrimas, al fin y al cabo; poco le importaría a alguien verme llorar, y el cachorro andaba ocupado como para meter sus narices en el bosque... Kira era niñera, ¿no? Es un trabajo bastante respetable para alguien joven, si es responsable, cosa que parecía ser... —Maldito desgraciados —mascullé, con clara rabia. ¿Qué hubiera pasado si hubiera sido yo, la Mar de 16, la que fue secuestrada? Lily y Will les hubiera sentado fatal, y yo hubiera intentadoescpar con todas mis fuerzas... Pero si me secuestraran ahora mismo... Sería capaz de pelear hasta matarles, contra quien sea que haya secuestrado a la niña, no huír... enfrentar la muerte... Porque, seguramente, terminaría muriendo. Siempre salía perdiendo. Kira de seguro no deseaba ese destino, alguien que trabaja, es porque tiene un objetivo. Yo ahora mismo no tengo ninguno; estoy sola, terminé mis estudios, mi casa está vacía y no necesito trabajar por un buen tiempo, teniendo los ahorros de años de mis padres... Y Will está enfadado conmigo... morir no sería tan significante, ¿no? Una mala-hierba menos. —No seas idiota, Mar —me susurré; Inclusive si William estuviera realmente furioso conmigo... presiento que igual visitaría mi tumba, tal vez la de Jacob también, porque no es un mal chico... No es una mala persona, solo está demasiado herido y asustado. No porque nadie me necesite ahora, significa que puedo ser una escoria, o permitirme morir. No podría mirar a mis padres a la cara con ese pensamiento... Pero más odio que ande un asesino suelto. La sangre y armas me emepezaron a causar ansiedad tras la muerte de Lily, pero... Si el contexto es el rostro invisible y sangrante de quién sea que torturó a una chica de 16 años... La sonrisa tras mis labios es dolorosamente macabra.
Brooklyn Lester Llegué así al bosque, con el objetivo de llegar al Towne Centre, como siempre. En aquella ocasión, sin embargo, no pretendía quedarme admirando mucho la zona. Sabía que no podía ser del todo seguro para mí ir sola por ahí, aun a plena luz del día, no después de lo que descubrimos. Buscaría rápidamente con la mirada si algo llamaba mi atención y me iría lo más rápido posible.
William Baxter Para cuando me había alejado lo suficiente, empecé a trotar para buscar a Brooklyn, a quién no tardé mucho en ver. —¡Brooklyn!—. Exclamé, para atraer su atención, el cual fui descendiendo la velocidad hasta que me quedé cerca de ella. >>No es muy buena idea venir aquí solo... Me hubieras esperado, bueno, da igual—reí, tocándome el rostro. —¿Estás bien? Te acompaño, la verdad es que me quedé preocupado el cómo te quedaste en shock el otro día—. Dije, con la respiración un poco agitada por la carrera.
En el suelo cubierto de hojas amarillentas y marrones, no parece haber nada más. Cualquier cosa parece haber sido cubierta por la hojarasca. Quizás otro día tengan más suerte.
Brooklyn Lester No encontré nada por el suelo, aunque alguien me encontró a mí. Di un respingo y un pequeño grito salió de mis labios cuando escuché mi nombre, pero por suerte me di cuenta a tiempo que solo se trataba de William y me tranquilicé antes de que hiciese alguna locura. Esperé a que se acercase y lo recibí algo más calmada, saludándolo con la mano y una pequeña sonrisa avergonzada. Espero que no se hubiese dado cuenta de mi susto... aunque éramos los únicos por la zona y tenía que haber escuchado el grito. —Lo siento, pensé que querríais hablar a solas y que hubiese sido un poco violento que me quedase cerca esperando —expliqué, una vez comenzamos a caminar de nuevo. Me quedé un rato en silencio, aprovechando para meter las patas en los bolsillos del cardigan que llevaba. >>Mhm, me ha costado asimilarlo todo un poco pero creo que poco a poco me está costando menos. Para vosotros debe ser peor, sin embargo, que lo habéis vivido en primer persona... —añadí, algo preocupada.
Drey Duzz Aquí volví de nuevo. Hasta hace poco me quedé perdiendo en este lugar, olvidando por completo el paso tiempo. Solo vengo por un vistazo el día de hoy.
William Baxter Me exalté ligeramente por el grito, pero bueno, no pasó a mas. Y yo que quería evitar asustarla, precisamente... —Oh, entiendo, es comprensible, pero no era necesario que estuvieses cerca—. Reí ligeramente, de forma un poco apenado. >>Todo esta bien, no te preocupes, se sentía muy sola, pero ya acordamos vernos más tarde—. Dije con calma, para empezar a acompañarla. —Bueno... Sí—. Arrastré un poco lo último. Me afectó, como no. Pero debía recuperarme pronto. —Fue... Divertido.—reí de forma torpe, era obvio que no fue divertido. —Pero. Bueno, teníamos que superarlo rápido, este caso es de esos que como no lo hagas pronto te puede distraer mucho en momentos vitales y puede salir caro todo. Pero, bueno. Debo confesar que Billy hizo bien su trabajo, cargar un arma te hace sentir... Uh, extraño con respecto a esto—. Dije algo incómodo pues me sentía raro decir eso. —Pero bueno. ¿Harás algo en el Harfest? ¿Crees que suceda algo?—le pregunté, mientras miraba alrededor ante cualquier cosa interesante por ahí, sin percatarme de Drey quién apenas llegaba.
Al avanzar por el bosque, con la hojarasca haciendo ruido bajo tus pies, te das cuenta que unos metros más allá hay un flecha de ballesta. Está clavada entre las raíces de un árbol, al parecer habían errado un tiro bajo.
Drey Duzz ¿Oh? Al avanzar por el bosque noto una peculiar vara, la cual la sensación de está clavado en la raíz de algún árbol. Apuntando al suelo en un ángulo bajo. Me acerco a investigar y tiro de la vara con un poco de esfuerzo. Una vez en mis patas, descubro que es una flecha de ballesta. ¿Acaso cachorro anda practicando? Debe de tener ya varias si anda dejandolas tiradas. Investigo un poco más el estado de la fecha. Si. Es del tipo que no importa desechar. La escondo entre mí chaqueta y remera. Espero no le importe si la conservo. Esto es menos obvio que el bate...
Peligro Montana Abrió los ojos y observó el techo verde de hojas que siempre resultaba ser su improvisada guarida. Le encantaba dormir en las alturas y se sentía cómodo lejos de los extraños del pueblo. A él le tildaban de locos pero había que ver con qué fundamento se le dictaba esa sentencia. ¿Cuánto había dormido? La cabeza le volaba y estaba seguro que la culpa era del alcohol. De eso y la marihuana. Se lamió las patas y con una voltereta acrobática saltó al suelo, levantando algunas hojas secas en el transcurso. Montana lamentó que nadie le haya visto, seguro lo confundirían con un héroe. Caminó sin prisa, como si no fuera esclavo del tiempo y sin rumbo también. No tenía nada más que perder excepto el día.
En el suelo cubierto de hojas amarillentas y marrones, no parece haber nada más. Cualquier cosa parece haber sido cubierta por la hojarasca. Quizás otro día tengas más suerte.
Margarita Nieves Mis pasos me guiaron hacia el bosque, el viento susurraba entre las ramas ya desnudas y el frío se sentía a pesar de las capas de ropa que llevaba. Aparte del crujir de la tierra bajo mis pies, nada más se escuchaba y aún así observaba a mis alrededores, pendiente de ser la única ahí. Ya lo había decidido, iría a la biblioteca como suelo hacer. Tal vez en el microfiche encuentre otra historia como la del fantasma del cementerio para entretenerme une rato.
Al caminar por el bosque, cubierto por una fina capa de neblina, notas algo sobresalir del tronco de un árbol más o menos a tu altura. Se trata de otra flecha de ballesta.