Song-fic El ardor del duelo

Tema en 'Relatos' iniciado por Ruki V, 21 Febrero 2020.

  1.  
    Ruki V

    Ruki V Usuario popular

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    Escritora
    Título:
    El ardor del duelo
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    Para todas las edades
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    Tragedia
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    1
     
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    1199
    Hola <3
    De haber dependido de mí, habría cumplido con todos los valentines a tiempo.
    Desafortunadamente, me enfermé como no me había enfermado en AÑOS (?)
    Logré hacer otro song-fic, más o menos (?) esta vez la canción es "Playa Maguadel" de Los Claxons.
    Así que dejo ahí el link a la canción por si la quieren escuchar (?)

    Pasados algunos meses desde que su prometido falleció en un lamentable accidente en su motocicleta, Abby comenzó a soñar con él.

    Amaba a Rafael. Tenían seis años de haberse conocido, cinco años de haber iniciado una relación, y un año de haberse comprometido. Se conocieron a la joven edad de 17 años y ambos tenían toda la vida por delante. Abby todavía la tenía, pero no se sentía como si fuera el caso. Sentía como si ella también hubiese muerto a la aún joven edad de 23 años. Llevaba meses deprimida, manteniendo la frente en alto al trabajar, pero decaída en casa.

    Comenzó a soñar con él. Soñaba que aún se iba a acostar en la cama junto a ella, sin decir nada, solamente mirándola amorosamente.

    La quema al mirarla. Abby se siente en llamas. Y luego se despierta. No sabe lo que eso significa, pero lo había ido soñando noche tras noche durante toda una semana. Terminó por plantearse la idea de ir a buscar a alguien que le leyera la mano, o las cartas, o que le explicara sus sueños por cualquier otro método. Sus amistades le decían que exageraba; sus familiares le decían que era normal que soñara con Rafael, pero que se le iba a pasar.

    No conforme, consiguió que una de sus amigas se apiadara de ella y le dijera que de hecho conocía a una mujer que leía las cartas.

    Abby suponía que no perdía nada con intentar: ni que fuera brujería realmente. Por muy normal que pudiera ser que su luto se pasara a su subconsciente, le parecía absurdo que durara tanto. El mismo sueño noche tras noche tras noche no podía ser cualquier cosa. Y la mujer que le leyó las cartas lo confirmó. Le explicó que Rafael no estaba descansando en paz; que se le aparecía en sueños porque estaba preocupado al saberla tan deprimida.

    “¿Y qué más quieres que haga?” pensó Abby, como si genuinamente pudiera hacer llegar sus pensamientos hasta Rafael, quejándose.

    Quejándose. Se sorprendió a sí misma de darse cuenta de que no dejaba de ser una novia quejumbrosa incluso en esos momentos que ya no tenía a su novio a su lado. Era el colmo de los colmos. Aquello era un claro indicio de que probablemente estaba aún atascada en la negación, meses después. Pero eso era perfectamente normal, ¿o no? Lo importante no era cuanto duraran las etapas del duelo, sino que fuera a tener quien la apoyara durante.

    La noche siguiente a la lectura de cartas, Abby tuvo un sueño apenas un poco diferente. En el que Rafael le cantaba para que durmiera.

    La quemaba al cantar. Abby seguía sintiéndose en llamas. Y luego se despertaba. La mujer que le había explicado sus sueños anteriores no parecía haber puesto atención cuando le contó ese detalle.

    ¿Por qué era algo que persistía en esta otra versión de prácticamente el mismo sueño? Se le ocurrió entonces que tal vez no hacía falta volver con una adivina: en internet habría respuestas. Y si las hubo. Tenía que ver con no poder resolver problemas.

    “¿Qué más quieres que haga? ¿Qué más?” volvió a pensar Abby, preguntándose en serio qué esperaba Rafael de ella si se sentía inútil.

    “Te pido… que te dejes de aparecer en mis sueños…” pensó, todavía tumbada en cama, con el alivio de no tener que ir a trabajar, con unas inmensas ganas de llorar. De llorar el doble de lo que había llorado a lo largo de los meses; de llorar porque la vida le arrebató injustamente su felicidad. De llorar porque ya no quería pensar en él, pero a la vez no lo quería olvidar, y era doloroso querer tratar de seguir con su vida sintiendo que no puede.

    Le quemaba el alma. Abby se sentía que estaba en llamas inclusive estando ya despierta.

    Quemaba fuerte, dolía, la consumía viva saber que nunca volvería a ver Rafael en su vida.

    “¡¿Qué más hago?!” Abby reclamó en sus pensamientos, mirando al techo desesperada.

    “Me he ahogado yo sola en todo este sufrimiento, ya lo sé, y me deshago poco a poco de una cantidad muy pequeña cuando logro seguir con mi rutina como si no hubiese pasado nada… pero… no puedo. No quiero, Rafael…”

    Estaba tallándose las lágrimas de los ojos cuando escuchó que la llamaban a su celular.

    Era su mejor amiga Sofía.

    —Buenos días, Abby-babby— saludó Sofía con su usual voz tan alegre y enérgica.

    —Buenos días…— respondió Abby, para nada contagiada por la actitud de su amiga.

    —¿Qué clase de saludo es ese? No me hagas sentir como que no me quieres, Babby.

    —Lo siento. Hoy amanecí de un humor especialmente bajo. No tengo ánimos de nada.

    —Bueno, me temo que eso va a tener que cambiar, porque voy camino a tu casa.

    —Sofía, no sé si sea la mejor idea…— Abby dijo y suspiró, tallando las sienes de su frente.

    —Mira, sé que cada quien lidia de forma diferente con el duelo, y estás en tu derecho de tener días en los cuales no quieres abandonar tu cama; pero has tenido más de esos días de los que reconocerías. Creo que te haría bien salir de la ciudad. Y hoy planeo llevarte de aquí. Nos tomaremos el fin de semana para ir a la playa y para cuando volvamos a casa me agradecerás.

    Abby se lo pensó. Y se dio cuenta de que su mejor amiga tenía toda la razón: ciertamente nunca iba a admitir que estaba teniendo muchos más días malos que buenos. Y también sabía que, aunque nadie la culparía, no podía simplemente dejar que la mayoría de sus días libres se amarrara a sí misma a la cama sola con toda esa tristeza. Tenía que cambiar.

    No era fácil, y eso Abby ya lo sabía. Pero reconocer que sería difícil no bajaba la dificultad.

    —No me vas a rechazar, ¿verdad?— Sofía fingió llorar al otro lado del teléfono. —Vamos: iremos a la playa, nos quedaremos una noche en un pequeño hotel, dormiremos en la misma cama king size, te cantaré para dormir, comeremos un delicioso desayuno que si quieres podemos mandar llevar al cuarto…

    Abby pensó otro momento. ¿Sería así de simple lo que Rafael trataba de decirle cuando se le aparecía en sus sueños? ¿Estaba tratando de empujarla a salir de la cama más seguido? Pero verlo en sueños solo lo estaba haciendo todo aún más difícil para ella. No entendía.

    —Estoy por llegar a tu puerta— dijo Sofía, volviéndola a sacar de sus pensamientos. —Di, ¿me abrirás tú misma, me dirás dónde escondes la llave de emergencia o me obligarás a tumbar la puerta a patadas?

    Abby se rió y suspiró.

    —¿Sabes qué? Te abriré yo misma.

     
  2.  
    Neru

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    Me... hiciste llorar con tu escrito. El dolor de perder a alguien es algo inexplicable, más cuando se trata de una persona que amas con toda tu vida, por la cual morirías si fuera necesario. Me recuerda algo que me pasó a mí, particularmente y realmente cuesta muchísimo recuperarse de un golpe tan duro.

    Escuché la canción mientras leía y creo que es perfecta. Me parece que la idea dem dolor quedó muy bien retratada en lo que respecta al hecho de que te quema por dentro, ya que eso se siente un dolor tan fuerte: es como si de verdad estuvieses prendido en llamas. Te felicito.

    Me está costando escribir esto mientras se me salen algunas lagrimitas, porque ando en el metro, de camino a casa JAJAJAJAJA.

    Tu escritura es pulcra, amena, sumamente fluida. Lo único de lo que me quejaría es de algo que afortunadamente solo ocurrió una vez (de lo que leí) y fue que saltaste de pasado a presente en un momento, con una palabra, lo cual me descolocó totalmente. Aparte de eso, en el inicio del escrito, cuando hablas respecto a las edades de ambos personajes (Abby y Rafael), repites "a la joven edad". La primera vez está bien empleado, a la segunda te recomendaría reemplazar eso con sinónimos, algo más cortito y sencillo.

    Del resto, no tengo quejas respecto a tu escrito. Es hermoso. Sigue escribiendo y da una segunda leída antes de postear, te aseguro que tus pequeños errores los corregirás muy rápido y, antes de que te des cuenta, nadie podrá criticarte nada (aun cuando lo buscasen hacer como yo, constructivamente); solo te felicitarán.

    Saludines ♡
     
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