Microrrelato El amor se mide en flores

¡Ay, cuánto lo amaba! Tenía la certeza de que nadie la amaría como él. Y cómo no amarlo si llegaba siempre con flores y sus ojos de ángel la miraban directo al alma. Aún después de tantos años, seguía con los mismos detalles y eso, según su propia madre, no es algo que cualquier hombre hace. Aún cuando su cuerpo se había deteriorado con los años, él seguía ahí para ella. Si no fuese él ¿Quién la querría? Hubieron discusiones, sí, quién no las tiene en una relación, pero nada del otro mundo. Quizás por ahí le levantó la voz, pero él la amaba y ella a él. El amor es perdonar, ¿no? Cómo iba a tirar por la borda esa relación por una boba discusión. También le levantó la mano una vez, pero bueno, tenía sus motivos. Venía llegando del trabajo, cansado, y ella no tenía la cena preparada. Fue sólo un golpecito, una cosa poca... Nada que el amor no pueda superar. Encima al día siguiente llegó con flores ¡Qué detalle! ¡Qué afortunada de sentirse amada! El amor era aguantar y perdonar. Tragarse las lágrimas en pos de ese sentimiento tan puro...

¡Ay, cuánto lo amó! Siempre tuvo la certeza de que nadie la amaría como él. Si siempre llegó con flores para calmar los golpes. Quién hubiera dicho que nunca habrían tantas flores para compensar aquel último golpe, para compensar tanto amor.