La sangre que corre, ensalzando tu cuerpo frío bajo la oscura bóveda donde bailan las estrellas. Cruel vicio que nos ha traído a esto. Mi amor, una daga incrustada en tu pecho, doloroso el momento en que pensé sobre ti como cariño irrefutable. Se ve como la ávida mentira tuya se extingue con el helor de la brisa que corre y el calor de tu sangre, que emana como una cortina, Pintando de rojo nuestra realidad. No hay más perdón que el que te he dado, considéralo un obsequio de mi, aquella ovejita a quien tanto mantuviste bajo la ilusión nebulosa, ansiando tu regreso que apestaba a mujeres y alcohol. Es aplastante como la luna se conserva de fiel confidente, la misma de tus noches lujuriosas. Lejos de mi. El cambio, aquello que tanto juraste. Era una red de licor que me mareaba y hacia caer ¿Cuántas veces lo acepté? Quiero saber cómo tu insolencia cabía en el anillo de bodas, cómo tu artificio cabía en esa sonrisa al partir, y como mi estupidez cabía en las horas que esperé. Esa ruin aguja que ahora hinca sus honestas palabras en mi corazón, pensar que bajo la rabia saciada me arrepiento en llanto. Mi cuerpo tiembla de terror, disimulo con el frío. No sé cómo lo he hecho, si al fin y al cabo…te amo.
Oh, interesante, me ha gustado mucho la secuencia que llevas, aunque, como juegas con los versos no, haces cuatro, luego como 6, y luego cinco, hace que cuando lo leas, no se escuche uniforme, o al menos melódico. Me ha gustado mucho. =)