Imperio de Elérea Elérea, capital del Imperio

Tema en 'Final Fantasy: Crimson Sky' iniciado por MrJake, 14 Julio 2021.

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    MrJake

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    Fauna Van'Chamat

    Cuando el hombre que hacía las veces de jefe lanzó aquel hechizo contra Jazz, tragué saliva, asustada; no creía que se equivocase al decir que tenía una cuenta regresiva, por lo que podía percibir, aquello era magia explosiva que podía estallar en cualquier momento. Me alivié, sin embargo, cuando el efecto pareció desaparecer al tomar Jazz aquella pócima.

    Acto seguido, Evan y Roxy se encargaron de acabar con los demás guardias, y pronto solo quedó el cabecilla. Su gesto de confianza aún no se desvanecía de su rostro. Antes bien, parecía que era imposible borrárselo, hasta el punto de parecer... ¿artificial, de alguna manera?

    —Je. Lucháis bien para ser una panda tan extraña. Y tú —señaló el tipo a Evan con su hacha—, parece un niño indefenso, pero esa fuerza es abrumadora.

    En ese momento, el jefe dio un silbido con sus dedos enguantados como ayuda, y más guardias llegaron. Estos, sin embargo, reaccionaron diferente: hablaron, cosa que los otros no habían hecho en todo el tiempo.

    —Atacadles —ordenó el tal Remiel—. Al niño primero, es el peligroso.

    —... sí, General.

    Cuando alzaron sus espadas contra Evan, me preparé para conjurar una Coraza y protegerle, pero al acercarse, noté algo en ambos tipos: iban muy dispuestos a atacarle, pero, al acercarse, se... echaron atrás, ligeramente. Y fue entonces cuando me di cuenta.

    —El vacío... les afecta —susurré.

    Mis ojos rápidamente miraron a los otros soldados inconscientes, y luego a Remiel. Lo miré de arriba abajo. Ellos no habían reaccionado ni lo más mínimo a Evan, y en cuanto esos nuevos soldados se acercaron se hizo evidente que el niño, exudando magia, tenía efecto en sus cuerpos. ¿Acaso podía significar que...? No, pero era raro, no tenía sentido. Estaba claro que eran...

    —Agh... —tan pronto como Evan lanzó un hechizo en su dirección, los dos guardias cayeron al suelo, como si no solo el ataque les dañase, sino también se sintiesen completamente desprovistos de energía al recibirlo. Y Remiel los miró con decepción y una impostada rabia.

    —¡Tché! Seréis inútiles, ¡una mierda de hechizo ya basta para tumbaros!

    Como por instinto, cuando lo vi alzar su hacha, dispuesto a arremeter contra nosotros, levanté las manos y cerré los ojos. Y lo sentí. Sentí la extraña mezcla su interior, pero toda la antiesencia que notaba estaba como... como una coraza. Tragando saliva, traté de canalizar el poder de la extracción de Zénit, y la concentré todo lo que pude en él. Y su reacción fue inmediata.

    —¡A-Agh! —manos en la cabeza, dejó caer el hacha de inmediato, y se retorció. Mis manos temblaban, pues claramente se estaba resistiendo, y casi notaba como si tuviese una cuerda en mis manos y ambos tirásemos con fuerza. Sin darme cuenta, mis pupilas se estaban dilatando y mis ojos casi parecían entrar en un trance al usar el poder del Profeta. N-Nunca lo usé así sobre una persona consciente, y mucho menos en un caso particular como el suyo, pero si estaba en lo cierto podría...

    Perdí el conocimiento en ese momento. No sé si me desmayé o si me atacaron, no sé qué pasó, pero... todo se fue a negro en un instante.


    ***


    Fauna había, de pronto, alzado sus manos para tratar de hacer algo sobre Remiel, y fuese lo que fuese, parecía funcionar. El General se retorcía más y más, y, con esfuerzo, trataba de avanzar en dirección al grupo. De un modo u otro, Fauna había logrado inutilizar a Remiel, que apenas lograba moverse en su dirección, tratando desesperadamente de frenar a Fauna en lo que fuese que estaba haciendo, y el resto de guardias que se presentaron allí habían sido noqueados. Era la oportunidad idónea para escapar, sin duda... pero Fauna parecía fuera de sí, no se movía en absoluto, solo alzaba sus manos. Cuando el grupo la miró, vio sus ojos en blanco, como si estuviese en trance.

    —... no... para... yo... —por un momento, los ojos de Remiel, azules como el cielo, empezaron a parpadear, y su color fue poco a poco pasando a tono marrón, oscuro... fue quizá un solo instante, antes de volver a ese azul intenso, pero todos lo vieron. Vieron cómo sus iris parecían tornarse de otro color. ¿Qué estaba tratando de hacer Fauna?

    Con esfuerzo, Remiel tomó el hacha del suelo, casi arrastrándose, y se dispuso a lanzarla en un último estertor de fuerza. No tuvieron más remedio que mover físicamente a Fauna para que el arma, al salir disparada, no le diese directamente. Y eso hizo que la chica cayese como un cuerpo pesado, y Remiel cayó también, jadeando, como si el hilo que les unía se hubiese desvanecido.

    —... hijos de puta, qué cojones... —murmuró, tratando de levantarse, con esfuerzo.

    Le vieron llevar su mano a la boca, dispuesto a silbar de nuevo. Pasos metálicos se escuchaban en la lejanía. Algo estaba claro, desde luego: si había un momento para correr, ese era ahora.


    ***


    Arrastrando como pudieron a Fauna, el grupo se coló por el pasadizo por el que entraron Roxy y los demás y lograron salir de allí, sanos y salvos, contra todo pronóstico. Se escurrieron por la biblioteca como pudieron y encontraron refugio en la posada, libres de las garras de esos malditos Caballeros Blancos que parecían infinitos, pese a que fuesen unos completos idiotas.

    Una vez estuvieron refugiados, Fauna no tardó en despertar, aunque estuviese algo aturdida aún.

    —... ¿huh? ¿Dónde estamos? ... ¿hemos... escapado?

    Ah. Menuda aventura, ¿eh? Salvaron el culo, quién sabe cómo, y salieron de una pieza. Eso sí: a Jazz le iba a tocar dar un par de explicaciones por todo aquel entuerto en el que los metió a todos.

    O no, no sé; eso dependía de él.

    Evento finalizado.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    El pobre Jazz se estaba llevando casi todos los golpes, especialmente de parte de aquel que parecía ser el jefe de todo el comando; solo con eso podía llegar a imaginar el caos que el muchacho habría hecho con su infiltración al palacio. Sea como fuere, nuestra fuerza combinada fue demasiada para los pobres soldados, que fueron cayendo como moscas sin opción a defenderse; nuestro verdadero problema era el jefe, a decir verdad.

    La cosa fue un poco extraña, de todos modos. El señor mandamás llamó a más guardias, pero cuando estos se dispusieron a atacar al crío... no fueron capaces. Literalmente. Se echaron para atrás y el enano los derribó con un simple hechizo, como si su magia fuese especialmente efectiva contra estos soldados. El señor mandón quiso hacer el trabajo por sí mismo, pero entonces Fauna empezó a hacerle... ¿algo? No tenía ni idea de que estaba pasando, pero la niña daba un poco de miedo en ese estado.

    —Woah, woah... no irá a explotar, ¿verdad? —murmuré, viendo que no había manera alguna de moverla por el trance en el que había entrado.

    Al final logramos salir de ahí, ni siquiera supe muy bien cómo, y no fue hasta que alcanzamos la posada que finalmente pude tranquilizarme un poco al respecto. Podía parecer muy segura de mí misma y de nuestra fuerza, pero no había contado que saliéramos vivos de ahí una vez vi lo enfadado que se había quedado el mandamás. Solté el aire en un suspiro pesado, deslizando la vista hacia Fauna en cuanto abrió los ojos, y después de un rato le dediqué toda mi atención a Jazz.

    >>¿Vamos a comentar lo que ha pasado o nos vamos a hacer los locos? Yo voto por la primera y mi voto vale más que el de ninguno, así que... —le cedí la palabra a Jazz, invitándolo a hablar con un gesto de mano.
     
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    Gigi Blanche

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    Las cosas se pusieron bastante raras de repente. Los soldados recién llegados reaccionaron radicalmente diferente a la presencia del enano y, además de eso, Fauna le empezó a hacer... algo a Remiel, quien se alteró mucho. Aproveché la conmoción para rodearlos, reuniéndome con mi grupo, y arrugué profundamente el ceño al ver a la niña. Tenía los ojos blancos y sentía que en cualquier momento podría empezar a levitar o invocar un espíritu vengativo milenario. Cosa que ya había hecho antes, por cierto. O algo parecido.

    La escena estaba muy interesante pero igual teníamos que salvarnos el culo, y permanecer en el nido de las ratas no era una gran idea. Me cargué a Fauna sobre el hombro con agilidad, si la niña era de papel, e incité a los demás a seguirme. Rápidamente escapamos del castillo y volvimos a la posada, a una de las habitaciones, donde ubiqué a Fauna sobre la cama. Lo hice con cuidado, que era imbécil pero no tanto, y exhalé con pesadez. Al rato la niña recuperó el conocimiento, yo ya me había desplomado en una silla y asentí.

    —Por supuesto, somos profesionales~ —canturreé, aunque sentí la mirada de Roxy sobre mí y supe que tenía los segundos contados.

    Ah, bendito interrogatorio. La vi de soslayo, medio a regañadientes, y agité la mano en un gesto desenfadado.

    —Ah, no es para tanto. Se me ocurrió revisar si encontraba información útil, o algún arma interesante, o incluso joyas, quién sabe. Los imbéciles no me descubrieron en ningún momento y le pegué tal recorrido al palacio que podría liderar las visitas turísticas. —Apoyé el codo en el respaldo de la silla y el costado de la cabeza en mi mano—. Noté un par de cosas curiosas. Entre los ángeles había algunos diferentes que parecían casi autómatas y los demás les llamaban "Alzados", pero con lo que le pasó al estimado General me parece que los títeres aquellos no son el único secreto que esconden... Sus ojos cambiaron de color, ¿qué cojones fue eso?

    Miré a Fauna, entonces.

    —¿Qué se supone que le hiciste?
     
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    MrJake

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    Fauna Van'Chamat

    Cuando caí inconsciente, como de costumbre pasaba en esos intervalos, tuve... sueños. O lo que quiera que significasen aquellas imágenes entrecortadas, mezcladas y borrosas que se creaban en mi mente. Vagamente conseguía recordar qué era lo que había visto en aquel estado de inconsciencia, pero sí tenía la vaga sensación de que algo había visto.

    Y recordaba imágenes esporádicas. Imágenes que me causaban entre una terrible angustia, miedo y tensión, y una extraña sensación de calidez que casi parecía ajena. Imágenes de ella, de...

    —... ¿Aura? —musité, conforme abría los ojos. Por breves segundos me sentí desorientada, no tuve conciencia del tiempo ni del espacio, hasta que empecé a oír, no demasiado lejos de la cama en la que estaba tendida, las voces de Roxy y Jazz.

    —Noté un par de cosas curiosas —oí decir al segundo—. Entre los ángeles había algunos diferentes que parecían casi autómatas y los demás les llamaban "Alzados", pero con lo que le pasó al estimado General me parece que los títeres aquellos no son el único secreto que esconden... Sus ojos cambiaron de color, ¿qué cojones fue eso?

    Aquellas palabras me sirvieron para centrarme un poco. Ya, claro, aquella infiltración en el Palacio, los ángeles o "Caballeros Blancos" que allí pululaban, el tal Remiel, todo eso... vino a mi cabeza. Y recordé entonces que la causa de mi desmayo fue precisamente ese Remiel. Miré mis manos, entonces; no, no fue él, fui yo, que no era capaz de controlar aún del todo los poderes Profetas. Si fuese un poco mejor, si supiese usarlos, quizá habría logrado mucho más. Quizá las cosas cambiarían mucho, y habríamos obtenido mucha más información.

    Pero siempre me superaban mis poderes. Siempre acababa desplomada, con la cabeza embotada de información y de extrañas sensaciones. Yo no era un ángel, no era "eterna", era mortal, frágil y débil... y aun así, podía hacer uso de esos poderes tan difíciles siquiera de llegar a comprender. No quería ni pensar en lo que Aura podría ser capaz de hacer si tuviese el poder de los cinco Profetas para sí.

    Aunque lo sabía: resetear el mundo, eso haría, como quiera que sea. Lo dejó claro.

    En ese momento, Jazz debió notar que estaba despierta, y no tardó en acercarse para preguntarme por lo que, evidentemente, todos querrían saber: qué fue lo que... hice, o más bien, "traté de hacer" con Remiel. Agaché la mirada por un momento, y suspiré. Sabía bien lo que hice, y todo fue por una corazonada, pero no me sentía del todo segura; ¿podría ser que me equivocase? Era posible. Sí, mis poderes influyeron en él, pero quién sabe si de verdad estaba en lo cierto. Aún no comprendía siquiera del todo bien el alcance y la naturaleza de los poderes de Profetas que albergaba, ni de la esencia y la antiesencia...

    Pero con todo, levanté la vista y traté de explicarme.

    —... v-veréis... cuando Evan hizo reaccionar a aquellos ángeles que entraron como refuerzo, me di cuenta de algo: ni Remiel ni los otros guardias taciturnos reaccionaron a él durante toda la batalla, ¿cierto? Se supone que Evan es capaz de desprender vacío cuando usa magia, cuando despliega sus poderes; y ya sabemos que el vacío es letal para los ángeles, motivo por el que todos aquellos soldados cayeron casi al instante, debilitados por una inyección tan fuerte de vacío.

    Me llevé una mano al mentó, reflexiva.

    —Así que pensé: "si un ángel se ve debilitado por Evan y ellos no se han visto debilitados, ¿será que no son ángeles?". Era... una mera corazonada, pero desde el inicio noté algo raro en ellos. Puedo percibir de alguna forma la antiesencia, y puedo decir que tanto Remiel como todos los demás Caballeros exudaban esta, sin duda, pero... algo no estaba bien con algunos de ellos, el General incluido. De hecho, el General era el que más me escamaba de todos, porque algo en él parecía distinto a todos los demás, no sé... explicarlo.

    >> Por eso, lo que hice fue tratar de verificar mi teoría. Si realmente algunos de esos Caballeros no son ángeles pero exudan antiesencia, solo pueden ser humanos o demonios que están afectados por esta energía de alguna forma, ¿no? Y si lográsemos extraer dicha energía, tal vez conseguíamos neutralizarlos. Eso pensé. Por eso, intenté usar el poder de Zénit, uno de los Profetas que... pereció, el mismo poder que uso para extraer a los eidolones, ¿recordáis al Fénix, o a Hecatónquiro en la playa? —miré a Evan, que de hecho me acompañó junto a Tiger cuando peleamos con aquel... terrible ser—. Con ese poder se puede liberar antiesencia atrapada de ángeles caídos, básicamente. Así que pensé que igual podría hacerlo con Remiel, sacar la antiesencia que tenía "atrapada". Y creo... que debí fallar, porque perdí el conocimiento poco después de empezar a notar algún avance.

    Agaché la mirada, otra vez. Tras un leve suspiro, seguí diciendo:

    —... no sé qué pasa con esos tipos. Pero tienen algo raro. En el breve intercambio noté algo distinto en todos ellos. Había como tres tipos diferentes: unos guardias se sentían como ángeles normales, y de hecho reaccionaron a Evan como tales; otros, los que no hablaban, parecían ser... pura antiesencia, de alguna forma, como si estuviesen completamente vacíos; como si debajo de la capa de antiesencia no hubiese nada. Y el tercer tipo es Remiel. Era distinto a todos los demás. Debajo de su capa... había algo.

    Jazz había dicho que "sus ojos cambiaron de color", ¿no? Entonces quizá... quizá mi teoría tenía algo de sentido, ¿no? Los ojos son el espejo del alma, o eso se ha dicho siempre. Y no es mentira: casi todos los ángeles tienen ojos de un azul brillante. Y la exposición al vacío en demonios y humanos causa que estos ojos se vuelvan rojos, la famosa "Marca de la bestia". El color de ojos...

    Zarandeé entonces la cabeza, algo sonrojada.

    —H-He hablado demasiado, como de costumbre, perdonad. Sé que sonará demasiado complicado y extraño, n-ni yo misma lo entiendo muchas veces. Sea como sea —dije, mientras trataba de incorporarme de la cama y estiraba mis brazos—. Me alegro de que estemos todos a salvo. Gracias por sacarme de allí.

    >> Y, Jazz... no vuelvas a hacer algo como infiltrarte en un lugar tan peligroso tú solo, por favor. Nos tenías preocupados.
     
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    Jazz podía haber intentando escabullirse del interrogatorio, bastante plausible sabiendo de quién hablábamos, pero parecía que hasta él se había dado cuenta de que no tenía demasiadas opciones para escapar en aquella ocasión. Su explicación tampoco fue especialmente reveladora, cabía aclarar, aunque suponía que peor era nada; que redireccionara la conversación hacia Fauna no me sorprendió demasiado, pero tampoco podía decir que me molestara saber un poco más al respecto de aquella... escena.

    Fauna nos explicó qué había pasado... más o menos. O sea, ella sí nos lo explicó, pero de ahí a que yo lo entendiera había todo un mundo. Sonaba complicado, demasiado para lo que estaba dispuesta a esforzarme en aquellos momentos, y al final no me quedó más que dejar salir un suspiro pesado, levantándome de la silla para estirar mi cuerpo en toda su extensión antes de repasar a todos los presentes con la mirada.

    —Lo que está claro es que deberíamos irnos de aquí cuanto antes, ¿cierto? —cuestioné, manteniendo el tono de voz firme a pesar de no sentir necesidad de alzarlo—. Propongo que cada uno descanse lo que pueda y en un par de horas salimos de aquí, ¿sí? Pues ale, a mover el culo.

    >>Baraja en blanco.

    he decidido usar la baraja en literalmente toda zona que visitemos a partir de ahora, so there's that (?)
     
    Última edición: 15 Abril 2024
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    MrJake

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    Bueno, so, como has estado allí momentáneamente, voy a considerar el uso de la baraja en blanco como si la hubieses usado también dentro del palacio (cuenta como Palacio también el pasadizo oculto btw), so...

    Roxy obtiene la carta nº 4: "El Emperador".
     
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  1. MrJake
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