Ekte, la ciudad inmortal

Espella

Tsk, los cuerpos habían desaparecido. Tenía sentido, debí haberlos revisado antes, pero temía que despertasen de nuevo y nos atacasen. En realidad, viendo que al final sí que se habían levantado, quizá había sido lo mejor.

Harold no tardó mucho en aparecer, con sus alabanzas exageradas y poco honestas, diciendo que había presenciado nuestro combate y que le habíamos impresionado. Uh, así que lo había visto; al menos no se había metido en medio a ayudar a los originales ni tampoco había decidido atacarnos ahora.

Aunque aquella mención repetida a las catacumbas y a la llave que había encontrado sonaban a una trampa bastante obvia. Si no, no habría motivo para mencionar la misma cosa tan "casualmente" con esa insistencia. Pero uh, no es como si me importase realmente.

Trampa o no, eventualmente iríamos a por ellos. Aunque viendo que esto parecía ser una especie de viaje en el tiempo, no tenía demasiada prisa en hacerlo.

La chica maga de pronto se decidió a preguntar por uno de los originales, el único que no me sonaba mucho, el tal Adalith. Aunque, ¿No había escuchado ese nombre antes hace mucho tiempo?

En cualquier caso, ya que estábamos y que Harold parecía la mar de parlanchin, decidí preguntarle por aquel que parecía haberme atacado en el castillo de Verghal, aunque fuese en forma de fantasma.

—Eso, ¿Qué puedes contarme también del de sombrero? El tal Gasparín.

 

Kiri

Cuando quise darme cuenta, los cuerpos de los tres Originales no estaban allí. Kashya llegó algo después para presenciar lo mismo que nosotros. Pero si los habíamos dejado ahí tirados, ¿¡cómo demonios habían escapado!? ¡Eso no tenía ningún sentido, estaban muertos! ¡Los había visto expulsar el humo verde! Tsk. Resentido, escuché a Harold llegar y contarnos sobre la misión de los tres y hacia donde habían huido.

—Vaya, parece que tendremos que entrar a esas catacumbas a pos los tesoros más adelante. Mientras tanto, ¿qué nos puedes contar sobre Edén? Y ya de paso, cuéntanos también sobre la hereje. Desembucha todo lo que sepas.

>>Preguntar sobre Edén y sobre la hereje.

 

El Inmortal escuchó las preguntas con brazos cruzados, asintiendo lentamente conforme le hablaban. Parecía genuinamente alegre y contento al ver que los elegidos mostraban interés por él, por la información que tenía y por los Originales.

—¡Vaya, sí que tenéis interés, eh! Bueno, ya habéis visto a los Originales en persona, y los habéis conocido bien en batalla, ¡no tienen secretos para vosotros en ese sentido! Pero supongo que sí hay cosillas que os interesarán. ¡Cotilleos, podéis llamarlo, si queréis! ¿Eso os interesa? Je, je, de eso me sé unas cuantas cosas, sí.

>> Adalith es el Original que estaba más atrás cuando peleasteis, aquel con túnica y capaz de usar poderosos hechizos. Adalith era el mayor de los tres cuando recibió el verdor, y por eso se quedó así, algo más ajado que el resto. ¡Qué desgracia, eh! Mala suerte, mala suerte. Dejar de envejecer y tener vida eterna, todo para hacerlo cuando ya se es viejo. ¿No es tremendamente triste? ¡Las arrugas estarán en su rostro por siempre! En fin, Adalith era el sacerdote de esta Iglesia, vaya que sí. Él fue el que puso en contacto a los Originales con el Creador. Aparentemente, cuando empezaron sus devaneos en la magia con el uso de éter, fue el propio Creador el que se apareció ante Adalith y, desde ese momento, su grupo pudo entrar en comunión con él y convertirse en sus intermediarios. Las malas lenguas dicen que el Tirano, como muchos lo llaman, solo se le apareció para exigirles que parasen en sus investigaciones, porque estaban empezando a decrepitar demasiado el éter al utilizarlo una y otra vez. Y las lenguas peores dicen que se lo inventó todo y los otros dos le siguieron el juego para ganar fama en Ekte. Si me preguntas a mí, no veo qué ganaba. ¡Era el cura de la iglesia, hombre, ya era lo suficientemente querido! Un mensajero del Creador autoproclamado, y nadie lo cuestionaba. Y cuando dice haber sido proclamado oficialmente, la gente empieza a dudar de él. ¿No es para echarse a reír? Je, je, je, yo es que me parto.

>> Oh, ¡Gasper, quieres decir! Querida pelirrosa mía, tienes especial interés por improvisar nombres, por lo que veo. Aunque debo decir que el que me has dado a mí, Harold, es mucho más sonoro que "Gasparín". Bueno, sea como sea, ¡Gasper es un gran hombre! ¡Un verdadero luchador, sí señor! Se dedicó toda su vida a ser cazador de la Iglesia. Él era amigo de Adalith, claro, y seguía la fe en el Creador y en las Siete fervientemente, jurando purgar todo lo impuro. Por eso, se convirtió en uno de los principales asesinos de varelkfrats, litzels y otros monstruos que pululan por los exteriores de Ekte y que amenazaban a su equilibrio. Al final terminó sirviendo también en la Purga, y ya antes de ser verde se codeaba con otros Mensajeros cuando aparecían por aquí, llevando a sus espaldas numerosas muertes. Llámalo asesino si quieres, ¡pero a mí el tipo me caía bien! Era directo, decidido y sereno, y nunca fue desleal a sus creencias, desde luego. Junto con Adalith y Edén aprendió a utilizar el éter procesado y a canalizarlo en forma de cuchillas, dardos, flechas, ¡era impresionante la primera vez que se vio! Y fue él el que tuvo la idea de hacerlo, pues se fijó en cómo los Mensajeros usaban el éter primigenio de formas similares y se figuró que habría forma de replicar lo mismo, aunque fuese con el procesado. Él era también una figura conocida y emblemática de Ekte, sea para bien o para mal. Y por su fuerza, habilidad y carisma, así como por ser el que tuvo la idea de comenzar a desarrollar esos conjuros que los hicieron icónicos en Ekte, Gasper era pensado popularmente como el líder de los Originales, aunque realmente nunca tuviesen uno.

>> Edén, Edén... ¡sin duda el más particular de los tres, eh! No se sabe muy bien su pasado, ¡o al menos yo no lo sé! Un día, sin más, los Originales eran cuatro, ¡y ese tipo se unió a ellos! Adalith y Gasper fueron los que iniciaron su desarrollo de los conjuros, sí, pero Edén se les unió de repente, sin que nadie en la ciudad supiese bien por qué estaba ahí. Y aparentemente, contribuyó muchísimo, porque el tipo tenía un don natural para manipular el éter procesado, aparentemente. ¡Solo hay que ver esas espadas suyas, imbuidas en magia hasta arriba! Cuando la gente es tan enigmática como él, es inevitable que surjan los dimes y diretes, ¿no? Por ejemplo, se ha llegado a decir que Edén es un descendiente de las Siete o está emparentado con ellas de alguna forma. ¡Creen que ellas le dieron sus espadas, de hecho, y que por eso tiene tanto dominio de la magia! O incluso dicen que es un "octavo". ¿Te imaginas? Se cargaría toda la esencia de las Siete que hubiese un hombre ahí, ¿no crees? Bueno, si es que ellas pueden siquiera considerarse mujeres. Bueno, qué más da. La cuestión es que Edén apareció de repente, y se convirtió en miembro indispensable de los Originales. Está clarísimo, eso sí, que Gasper y Adalith lo tuvieron en muy, muy alta estima desde que llegó.

Rio de forma algo siniestra cuando se centró en la parte de la pregunta de Kiri sobre la "hereje" sin embargo.

—... ah, a ella sí que no le hizo gracia la llegada de Edén al grupo. Curioso, curioso, que me preguntéis sobre alguien que debe ser olvidada, ¿no creéis? Ella fue desterrada y su recuerdo no debe perdurar por estas calles. Eso dicen los Originales. Que será cuestión de tiempo que la olviden. Pero yo aún la recuerdo, así que, ¿qué más da? ¡Voy a soltar lo que sé, antes de que lo olvide! ¿Os parece? Ji, ji, ji. Total, no creo que me vayan a quitar el verdor después de que me lo hayan dado ya, ¿no? ¿No?

>> Ella se llamaba... Seider. Resulta que los Originales fueron cuatro antaño. Seider era una erudita, estudiosa del éter, y filósofa. Pretendía estudiar el origen de la vida y analizar la sustancia que nos compone, y estaba fascinada por el éter primigenio, por lo que sé. Claramente, por supuesto, se interesó por el estudio de Adalith y Gasper sobre los conjuros, y se unió a él en cuanto pudo, en busca de nuevos descubrimientos. Así fue como ella les ofreció todo su conocimiento y sus estudios sobre la materia para ayudarles a desarrollar la magia. Quizá fue en gran parte gracias a ella que pudieron llegar a crear Conjuros de verdad, ¿no? Pero Seider hizo cosas que no gustaron. Para empezar, escribió sobre los conjuros, y empezó a publicar y extender sus manuscritos donde exponía los secretos para su realización... y así, ciertas esferas de la sociedad supieron cómo usarlos. No es que muchos fuesen capaces, igualmente, de alcanzar a entenderlo, pero parte de los ciudadanos de Ekte tuvieron acceso a esa técnica de manipulación de éter que en aquel entonces se había de suponer secreta. Pero oh, eso solo fue un conflicto leve en comparación con lo que pasó luego. Insaciable de conocimiento, Seider quería emular el éter primigenio, no quedarse solo en la manipulación del procesado. Quería ir un paso más allá. Y propuso nuevas rutas de investigación a sus compañeros, nuevos métodos. Je, je, je, eso al Creador no debió gustarle nada... Seider empezó a excederse, por mucho que sus compañeros no querían seguir sus consejos, y a experimentar más allá de lo necesario con los conjuros. Moldeaba más y más y más el éter, diseñando nuevas técnicas que lo empezaron a hacer, según cuentan, podrido, tremendamente oscuro, como si fuese una maldición que se adhiere al alma y la va consumiento lentamente. Desde ese momento, sus compañeros la repudiaron y la desterraron, y fue tachada de hereje. Quiso obtener la fuerza de seres divinos que escapan a su alcance, me temo, y eso le costó todo. Por Ekte se decía que la desterraron porque sus estudios empezaban a amenazar el equilibrio mismo de nuestra realidad. En su persecución de lo divino, de lograr emular el éter primigenio... creó algo horrible, algo radicalmente opuesto al mismo, algo terrible. Creó la antítesis de dicho éter. Je... je, je, je. ¿No es irónico? Qué mujer más desdichada. Nunca recibió el verdor justo por esos anhelos. Quizá de haberlo recibido habría alcanzado parte de sus aspiraciones.

 

Kiri

Bah, inútil. Totalmente inútil lo que Harold tenía que contarnos. Como se crearon los Originales, quién los fundó, etc. ¡Y a mí que me importaba, si ya los habíamos matado! Su historia era eso: historia, que de ninguna forma podía ayudarme de ningún modo en este mundo. Y Seider me importaba menos aún, ella estaba en el templo sin molestarme, al igual que yo no le molestaba a ella. Sabía que Espella tenía algo de relación con la tipa, pero bah, a mí solo me parecía una lunática. Mujeres, tsk.

—Bueno, nos vemos en otra ocasión, creo —dije, despidiéndome. Claramente no quería verlo en otra ocasión. Imbécil.

Antes de volver al pozo, decidí acercarme al altar que había allí, por si acaso hubiesen dejado algo los Originales. ¿A que sería estupendo llevarse otro tesoro?

 

Kiri revisó con atención el altar. Estaba ahí colocado, de forma un poco extraña, frente a una pared. Estaba vacío, y uno no podía sino pensar que quizá algo debería ir sobre él habitualmente, ¿no? Con total seguridad los originales debían usar ese altar para algo. Ni siquiera parecía estar de cara a la galería, estaba, más bien, reservado del resto de la sala, casi como si estuviese escondido.

O, mejor dicho: como si ocultase algo. La pregunta era qué. Y, también... cómo descubrir eso que ocultaba, fuese lo que fuese.

De momento, no parecía serle de mucha utilidad, desde luego. Solo era un trozo de piedra.

—Oh, ¿te llama la atención el altar? —inquirió, curioso, el Inmortal—. No me preguntes qué hacen los Originales con él, ¡pero se pasan el día, cuando no viene gente a la Iglesia, ahí pegados! A veces les he espiado y estaban hablando solos... pero es verdad que normalmente hay encima del mismo una especie de cáliz, sí. Uno de oro. Si no está ahí, ¡me apuesto mi cabeza a que se lo han llevado a esas catacumbas plagadas de tesoros, seguro!

 

Espella

Vaya, vaya. Harold nos había soltado un montón de información sobre el pasado de los originales. Realmente no parecía que pudiese sacarle mucho jugo a esa información, pero al menos había comprendido más la historia de todos ellos.

Por supuesto, no sabía realmente cuánto de la historia de Harold era verdad, pero al menos la parte de Seider me concordaba. Sí, esa sensación enfermiza que sentía cada vez que usaba sus hechizos, no me sorprendía que fuesen considerados oscuros y podridos.

En fin, de momento no había mucho más que hacer allí, así que me volví al pozo.