Edificio Principal

Nagi Watanabe

Lo intentó, ¿no? Mi enojo era palpable, su calor avivaba la llama, así se iba a sentir de ahora en adelante; no poder ir de rosas y paseítos por el parque, como ocurría con Oreki. Tenía que mantener el viento en mi interior controlado, para no terminar quemándome con las jodidas llamas de Shiori que, dependiendo la persona, podrían ser azules y gélidas, o rojas y devastadora.

—Se que serías capaz de cuidarnos a todos sola, Shiori —dije manteniendo tanto la seriedad como la calma, siguiéndola—. Por eso mismo te lo advierto, pues mi hermano mayor era así y, creeme, no terminó siendo precisamente feliz.

Hablaba con seriedad, porque en verdad era un tema muy serio para mí. Luego suspiré, acompasándome a las llamas que querían huir de mi, para brindarle una sonrisa llena de cariño. Vamos, que me había salvado de sufrir un ataque de pánico con Hiroki, le debía mucho.

—Sigue asiendo lo que te pinte la gana, solo quería que supieras que confío en ti, y sí un día tú eres la que no puedes soportar tu propia fuerza, ahí estaré yo; tras tu espalda, con mi arco y flecha precisos —solté lo último con clara alegría, cerrando los ojos al seguirla con brazos cruzados, casi rozando la risa.

>>Eso sería todo. Te acompaño hasta que lleguemos a la calle principal, senpai—. Cerré un ojo con confianza, apuntándole con el índice de mi mano derecha, sacando así mi actitud de "hermanita quejica" para volver a ser...

Una Nagi calmada, pero no aterrada.

Me lleve las manos a la cadera, estirando la espalda hasta ver el cielo azul, mis huesos tronaron un poco. Y así seguí caminando, en silencio al lado de una Kurosawa algo chamuscada, pero que sabía, sería siempre la misma Shiori.

Lo sentía en el aire fresco, en el sol abrasador.

En la primavera.

 

Oreki Tojo

Salió disparado entre el tumulto de estudiantes mientras sostenía una barra de dulce en sus dientes, saludo de forma rápida a Hikari en el pasillo. Continuo así su marcha hasta la salida de la secundaria.

—mmmmññg—trago el último bocado— vaya libre al fin—celebro con serenidad el haber acabado otro día más de paz en Hanazawa, una paz algo frágil a decir verdad...sin embargo la amenaza de una enfermedad o monstruos no protagonizó demasiado sus prioridades.

El día anterior dio un corto pero muy agradable paseo por el parque, en compañía de Watanabe. Recordó ver la cálida sonrisa y atenta mirada de la castaña, el podía sentir que estaba muy a gusto con el...algo que Oreki sintió también en los más profundo.

—¿Donde había sentido eso antes?— se preguntó rascando sus cabellos dorados. Viejos recuerdos venían, recuerdos donde hace mucho alguien especial.

Oreki solo atino a negar con su cabeza mientras soltó una breve risa, podía sentir una extraña sensación surgir en el ¿Sentimientos? Watanabe sin duda le pareció una linda chica merecedora de un gran aprecio y amor, pero hablar de esos tipos de sentimientos, era algo todavía muy prematuro; apenas podía lidiar con su destino como trickster y esas cosas...por lo mismo trato de evitar gestos demasiado empalagosos como rodear los hombros de la castaña con su brazo una vez le alcanzó en un pequeño juego de carreras, algo que deseaba hacer pero era mejor tener piedad con ella.

—Pobre Watanabe-chan, espero sea más fuerte la próxima vez que toque enfrentar lo desconocido..aunque si estoy cerca no dudaré en salvarle de ser necesario.

Aquellos sentimientos podían ser muchas cosas pero Oreki prefirió dejar de lado su monólogo interior y ver cómo pueda resultar todo.

—Creo que iré a ver si necesitan una mano en algún lugar ¡Tablón de empleos ahí voy! — animado pero sereno como el mar, camino hasta la calle principal de Hanazawa, debía hacer algo de dinero si quería estar bien equipado.

 

Akiko Brooks

El día anterior acabó de forma... algo extraña. Al fin y al cabo, no fue un día usual para mí, ni mucho menos: trabajé en un restaurante atendiendo a la gente como camarera y luego tomé un té con un señor que decía no ser humano en una dimensión extraña. ¡Todo súper normal!

Por eso, pensé que aquel nuevo día estaría más distraída, con la cabeza centrada en todas esas locuras y pensando por una vez en algo que no fuese Sayuri, pero... me equivocaba. Mientras me mantenía ocupada, no pensaba en el tema, pero tan pronto como quedaba sola, durante las clases, tras las clases... cuando fuese, pensaba en ella, en la enfermedad, y en cómo solo nosotros, los Tricksters, podíamos ayudarla.

Hoy tengo que hablar con Hinata. Quizá sabe algo.

Eso fue lo que me dije a mí misma, sí. Pero quizá, primero, comería algo. O puede que pasase por el salón de juegos. O... no sé. Algo que me distrajese. Lo que fuera. Si seguía así, iba a acabar con migraña.