Dulce Y Amargo (RyoSaku)

Tema en 'Prince of Tennis' iniciado por Selene-chan, 6 Octubre 2011.

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    Selene-chan

    Selene-chan Usuario común

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    Título:
    Dulce Y Amargo (RyoSaku)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    5
     
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    3240
    ¡Hola!

    Bueno, para empezar he de decir que me encanta esta serie y los fics de ella, por eso me he animado a publicar el mío, que apenas va comenzando.

    Aclaro enseguida que las parejas serán tres, la principal es RyoSaku, y después habrá MomoAnn y algo de KaoTomo (aunque a esta última recién le he tomado el gusto xD)

    Sin más les dejo con el primer capítulo ^^

    PD: perdón si hay faltas de ortografía, no hubo tiempo de revisar antes ¬¬

    ------

    Capítulo 1: Amarga confesión

    —¡Ryoma-kun yo… te amo! –exclamó con todas las fuerzas que tenía, tan alto y claro como para que el chico que tenía enfrente no fuera capaz de ignorarla. Su corazón estaba latiendo a mil por hora, no podía describir esa sensación que experimentaba por el nerviosismo, como si sus piernas se fuesen a quebrar de lo mucho que temblaban, como si su pecho fuese a explotar por la rapidez de sus latidos.

    Los nervios la consumían, y él no decía nada.

    —Ryoma-kun yo… –trató de volver a hablar, pero al verlo a los ojos, sólo pudo notar como una arrogante sonrisa se asomaba en su rostro —. ¿Ryoma-kun?

    —Tonta Ryuzaki –susurró, mientras tomaba con ambas manos el rostro blanquecino de la chica, que ahora estaba adornado por un tierno sonrojo —. Yo… también… te amo…

    Sakuno cerró sus ojos, dejando que lentamente sus labios sintieran el suave contacto, tan cálido como siempre había imaginado que sería un beso de Ryoma-kun, tan dulce… tan…

    —R-Ryoma-kun… –susurró con una sonrisa, abrazando la almohada con fuerza, como si se tratara del cuerpo del joven tenista que tanto amaba. Se sentía en las nubes, hasta que de pronto cayó al suelo, golpeándose en la cabeza y despertando de aquel hermoso sueño —. Mou, sólo estaba soñando… –se dijo resignada, oyendo como el despertador pitaba una y otra vez, ensordeciéndola.

    Se dio cuenta de que se encontraba en el suelo de su habitación, la cual estaba un poco revuelta y desordenada, con un par de libros tirados y su ropa del día anterior colgada en una silla. Las vacaciones de verano habían terminado y aunque fuera difícil de aceptar, ya debía regresar a la escuela.

    Se levantó algo adormilada aún, por ella hubiese preferido seguir soñando, soñando con su amado príncipe, al cual no veía hace casi dos meses, pues él se había ido de vacaciones con su familia a los Estados Unidos y sería totalmente imposible y ridículo siquiera imaginar la posibilidad de que él le enviara algún mensaje para decirle como estaba o enterarse de cómo iba todo con ella.

    Aunque le doliera admitirlo, Ryoma Echizen no le hacía ni el menor de los casos.

    Después de darse un relajante baño, peinó su largo cabello cobrizo frente al espejo de su tocador. Hoy quería lucir muy bien, aunque sabía que a él no le interesaba, no perdía la esperanza de obtener aunque sea un poco de su atención. Todavía no podía creer que llevara cuatro años enamorada de la misma persona, desde que tenía doce años amaba a Ryoma, ahora ya contaba con dieciséis y era toda una adolescente en desarrollo. Sus ojos rojizos lucían siempre alegres, pero dándole un aspecto de fragilidad que encantaba a los chicos de la escuela. Poseía una estrecha y delgada cintura femenina, largas y contorneadas piernas –debido a los entrenamientos de tenis- y un buen par de senos, ni muy grandes ni muy pequeños, sino que iban justo con el tamaño de su cuerpo. Su rostro era algo más maduro, pero aún se seguía penando con las dos trenzas de cuando era niña.

    Después de ponerse el uniforme de la preparatoria de Seigaku, tomó sus cosas y bajó a desayunar. Hoy su abuela no estaba, había salido más temprano ya que debía preparar algunas cosas, porque hoy comenzaban un nuevo año y debía tener todo listo para el club de tenis.

    —Ryoma-kun… esta vez sí que lo haré –se dijo convencida, mientras estrechaba en su pecho una pequeña carta sellada con un corazón, que tenía escrito en letra clara y pulida “Para Ryoma Echizen”.

    Era una carta de amor, pues hoy, Sakuno había decidido dejar de ser cobarde, pensaba declararle sus sentimientos a Ryoma, no importaba si era rechazada, quería hacérselo saber.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    —¡Chiquillo, levántate ya! –gritó Nanjiroh desde la puerta de su habitación, haciendo que sus ojos ambarinos se abrieran con flojera y pereza. Se levantó de la cama, quitándose de encima la colcha y despertando a Karupin, que dormía cómodamente sobre sus piernas. Su cabello verdoso estaba revuelto y lo hacía lucir muy gracioso.

    —¿Qué pasó? ¿Qué hora es? –se preguntó en forma despistada. Volteó hacia la puerta y notó a Nanjiroh de pie, el cual le miraba con el ceño fruncido —. ¿Uh? –exclamó mientras bostezaba.

    —Mocoso, son las ocho, sólo te quedan diez minutos.

    Ryoma le miró sin comprender, como si lo que había dicho su padre no hubiese significado nada, sin embargo, tras pasar unos segundos, abrió los ojos como platos.

    —¡Llegaré tarde! –se oyó el grito por toda la casa.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    La preparatoria Seigaku se encontraba recibiendo a sus alumnos en este primer día de clases de manera tranquila y calmada. En el salón C de segundo año, los amigos de siempre se reunían a contarse que tal les había ido en el verano, después de tiempo de no verse. Cuando Sakuno entró, inmediatamente fue recibida por un eufórico abrazo por parte de su mejor amiga, Tomoka Osakada, mejor conocida por todos como la presidenta del club de fans del príncipe Ryoma, o, la chica “megáfono”.

    —¡Sakuno, cuanto tiempo amiga! ¡¿Cómo estuvieron tus vacaciones?! –preguntaba emocionada la chica de coletas, sonriendo y dando saltitos.

    —T-Tomo-chan, me asfixias… –se quejó la pobre Sakuno, que al fin fue soltada y pudo respirar aliviada, sin embargo, le sonrió a su mejor amiga con gusto —. Que bueno verte, yo he estado bien, las vacaciones no fueron muy divertidas ¿Y las tuyas?

    —¡Geniales! ¡Mi familia y yo fuimos a muchos lugares!

    —Que bueno Tomo-chan.

    En ese momento, se les acercó uno de sus compañeros y amigo desde la secundaria, el cual como siempre, se daba aires de grandeza, se trataba de nada más y nada menos que el chico con “dos años de experiencia”, ahora convertidos en seis años; Horio Satoshi.

    —Hola chicas, espero hayan pasado un buen tiempo de vacaciones y que estén felices de verme a mí, el chico con seis años de experiencia en el tenis, ya que este año seré titular –aseguró, sonriendo altivamente, sin embargo, se dio cuenta de que las dos chicas lo habían ignorado —. ¿Chicas?

    —Hola Osakada y Ryuzaki –se acercaron los otros dos del grupo, Kachiro y Katsuo, el primero haciendo un gesto de mano y el segundo sólo asintiendo con la cabeza.

    —H-hola chicos… –respondió Sakuno con su típica timidez. Miró detrás de los dos chicos, esperando ver entrar a cierto tenista, sin embargo, no lo vio, lo que la hizo decepcionarse. Dentro de su bolso llevaba la carta con la que esperaba declararse y se estaba poniendo nerviosa, tal vez esto era demasiado apresurado y no debía dársela, después de todo ¿Qué esperaba que le contestara Ryoma? —. N-no, lo mejor va a ser que no se la de…

    Con el pensamiento de no arriesgarse puesto en mente, se sentó tranquilamente en su silla, sin esperar lo que vendría después.

    La clase avanzaba sin mayores preámbulos después de que el sensei llegara, aunque al transcurrir de diez a quince minutos, la puerta sonó.

    El corazón de Sakuno se oprimió con fuerza al imaginar quien podía ser la persona del otro lado, y no se equivocaba, se trataba de él, era Ryoma que había llegado tarde a clases, como le sucedía comúnmente por quedarse dormido más de la cuenta.

    —Echizen, llegas tarde –fue todo lo que dijo el maestro, en tono de regaño, pero el joven príncipe no le hizo mucho caso, hizo un gesto de mano y se sentó en el único lugar vacío del aula, curiosamente, detrás de Ryuzaki.

    Ryuzaki… –pensó mirándola detenidamente, sin embargo, desvió la mirada a los pocos segundos.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    El timbre que indicaba el término de la primera clase había comenzado a sonar y todos los chicos estaban guardando sus cosas para salir. En el salón de tercer año, dos jóvenes altos y de cabello negro –uno terminado en punta y el otro hacia abajo- se miraban con odio, pues como siempre acababan de comenzar sus típicas peleas.

    —Te dije que me dejaras pasar a mi primero, idiota –dijo el chico con expresión ruda, el cual poseía dos ojos negros y afilados, como los de una serpiente.

    —Hazte a un lado, Mamushi, que yo pasaré primero –aseguró el otro, mirándole desafiante con sus ojos violáceos.

    —No me digas Mamushi –se quejó el chico, mejor conocido como Kaoru Kaidoh, titular de Seigaku y estudiante de tercer año de instituto, compañero y rival eterno de Momoshiro Takeshi, quien peleaba ahora con él.

    —¿Me lo vas a impedir tú? –cuestionó Momoshiro, a lo que Kaoru sólo le miró desafiante y enojado.

    —No tengo problemas en hacerlo –aseguró.

    —Momo-chan-sempai, Kaidoh-sempai -escucharon una voz desde la entrada, ambos levantaron la mirada y vieron a Horio, quien les llamaba —. Vengan, la profesora Ryuzaki quiere vernos en las canchas para dar alguna clase de noticia.

    —Ya vamos –respondieron al mismo tiempo, para luego mirarse con verdadero odio.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Estaba sentada en el patio de la escuela, mirando aquella carta que llevaba entre sus manos con suma atención, como si se tratara de la cosa más interesante del mundo, aunque ni siquiera estaba abierta y de hecho sólo estaba pensando en como deshacerse de ella.

    —¿Qué haces Sakuno? –le preguntó su amiga Tomoka, acercándose de improvisto y haciéndole dar un salto, por lo que Sakuno se tuvo que llevar una mano al corazón, asustada.

    —Tomo-chan, me has asustado –se quejó la castaña, soltando un suspiro de alivio. Su amiga se sentó a su lado, notando aquel sobre que aferraba a sus manos con nerviosismo. Con una sonrisa algo traviesa, Osakada le arrebató la carta.

    —¿Qué es esto? No me digas que has recibido una carta de amor de algún admirador –dijo divertida, a lo que Sakuno se sonrojó de sobremanera, estirando sus manos para recuperar aquel preciado objeto.

    —¡N-no es eso Tomo-chan! ¡Devuélvela! –exclamaba asustada por que alguien se fuera a dar cuenta de aquello, pero Tomoka no le veía nada de malo a su pequeña bromita, así que se puso de pie y leyó lo que decía.

    —De Sakuno para… ¡Para Ryoma-sama! –gritó sorprendida, pero al instante Ryuzaki le tapó la boca, no quería que nadie oyera que le había escrito una carta de amor a Ryoma, ese sería su fin.

    —Tomo-chan, por favor, no quiero que nadie lo sepa –pidió avergonzada y triste a la vez. Tomoka se dio cuenta de que la había incomodado y decidió disculparse, sin embargo, antes de hablar, la interrumpió otra vez.

    —¡¿Ryuzaki le escribió una carta a Echizen?!

    Ambas se voltearon y vieron que se trataba de sus tres amigos, Horio, Kachiro y Katsuo, quienes las veían sorprendidos. El rostro de Sakuno era todo un poema, no sabía que decir ni en que escondite meterse, las cosas se estaban saliendo de control ¿Por qué demonios se le ocurrió salir con esa carta ridícula al patio?

    —¡¿Qué demonios te importa a ti Horio?! ¡Vete por donde viniste! –le gritó Tomoka enojada, sin embargo eso no logró apaciguar la curiosidad del chico, quien se lanzó hacia ella dispuesto a robarle la carta y comprobar que era verdad, aunque a fin de cuentas todos sabían de los sentimientos de Sakuno.

    —¡No, déjame ver! –insistió, estirando su brazo para tomar la carta.

    Kachiro y Katsuo trataban de detenerle, pero era imposible, Horio era un poco más alto que ellos y además se estaba moviendo demasiado como para capturarlo.

    Se oyeron unos pasos, pero nadie les prestó atención.

    —Oigan chicos ¿Qué está pasando? –preguntó con una sonrisa despreocupada el mayor, sosteniendo su raqueta de tenis sobre el hombro y observando divertido la extraña pelea.

    —¡Momo-sempai! –exclamaron todos sorprendidos. En ese instante, la carta resbaló de las manos de Osakada y se fue volando por los aires ante la mirada de horror de Sakuno, ya que su carta de amor había caído a los pies del recién llegado Ryoma, quien miró el objeto en el suelo con indiferencia.

    —R-Ryoma-kun… –susurró la chica con sus mejillas teñidas de rojo y el corazón latiéndole a mil, porque él acababa de leer su nombre en aquel papel y ahora mismo lo estaba levantando. Después de unos segundos la miró a ella, como buscando una explicación, pero la chica sólo bajó la mirada, creyendo que sus piernas en cualquier momento se quebrarían y se derrumbaría como un saco de papas.

    —Esto es tuyo, Ryuzaki –dijo de pronto el joven tenista, acercándose a la chica para entregarle la carta.

    Ella lo miró, boquiabierta.

    —Pero Ryoma-kun… es… para ti… –confesó a duras penas, sin embargo, la forma en que él la miró, tan indiferente y fría, le congeló la sangre.

    —No me interesa –respondió, pasándola de largo como si nada hubiera pasado, mientras Sakuno sentía que su corazón se rompía en mil pedazos.

    ¿Acaso esto que acababa de pasar significaba que la estaba rechazando? ¿Ryoma acababa de rechazar sus sentimientos?

    Quiso salir corriendo y explotar de la tristeza, pero no podía moverse, sólo era capaz de derramar lágrimas por el dolor que estaba sintiendo, que era realmente fuerte, terrible para una persona como ella.

    Momoshiro, al darse cuenta de lo que acababa de pasar, corrió como un energúmeno detrás de Ryoma, mientras que Kaoru –que estaba presente- simplemente se hizo el desentendido, porque este tipo de temas eran demasiado vergonzosos y complicados para alguien como él.

    —¡Echizen! –exclamó Momo, enojado.

    Tomoka miró a Sakuno, que no paraba de derramar lágrimas, pero sin moverse del lugar en donde se encontraba. Seguido de eso, lanzó una mirada de odio a Horio.

    —¡Todo por tu culpa, idiota! –le reclamó levantando una mano para pegarle. El chico se defendió, pero el golpe nunca le llegó, porque Osakada se detuvo en mitad de él para abrazar a su mejor amiga —. Ya me las pagarás Horio.

    —¡Yo no sabía nada! –se excusó, corriendo detrás de sus compañeros y siendo seguido por Kachiro y Katsuo, que sólo veían con tristeza a su amiga Ryuzaki.

    —Ryoma-kun acaba de decirme que no le interesan mis sentimientos, Tomoka –dijo la chica de ojos de fuego, apoyándose sobre el hombro de su amiga, estaba claro que no tenía suerte, primero se arruinaba su declaración y después él le decía que no estaba interesado, ni siquiera se tomó la molestia de leer la carta, simplemente se la devolvió cerrada.

    Había sido muy cruel.

    —No llores más Sakuno, Ryoma-sama es un baka –dijo enojada la chica, era la primera vez en su vida que se enojaba con el príncipe, pero para todo había un límite.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Momo no dejaba de ver a Ryoma con enojo, estaba cabreado por lo sucedido hace unos momentos antes de llegar al entrenamiento, él debió por lo menos aceptar la carta y si la iba a rechazar, pudo hacerlo el privado, no delante de todos sus amigos.

    —Bueno chicos, hoy daremos inicio a los entrenamientos –habló la profesora Ryuzaki, quien estaba parada delante de todos (ella se había transferido al High School para estar más cerca de su nieta) —. Desde ahora en adelante, Ryoma será el nuevo capitán, así que espero que le traten con respeto.

    Todos asintieron con la cabeza, algunos no con mucho agrado, pues siendo un año mayores se consideraban más aptos para el puesto de capitán, como era el caso de Arai, e incluso de Kaidoh, aunque a él le interesaba más jugar que ser el capitán, eso era demasiada responsabilidad.

    —¡Bien, que comiencen los entrenamientos! –exclamó Sumire.

    Ryoma fue el primero en salir corriendo, sin decir palabra alguna, pero se daba cuenta de la mirada punzante de su compañero Takeshi, aunque trataba de ignorarla.

    Ryuzaki era una tonta, si ahora estaba sufriendo era porque ella se lo había buscado. Él nunca fue un ciego como lo aparentaba, sabía perfectamente lo que esa chica sentía por él desde que eran unos niños, pero ella había escogido un mal momento para dárselo a conocer ¿Qué esperaba? ¿Qué él le dijera que le correspondía y le besara ahí, delante de todos?

    Ciertamente ella no le era indiferente, le parecía bonita, pero de ahí a enamorarse de ella había una brecha muy grande, un abismo que no estaba dispuesto a cruzar.

    —Echizen –escuchó la voz de Momoshiro, pero siguió corriendo como si nada —. Escucha, lo que hiciste estuvo mal, deberías disculparte con ella.

    —Mada mada dane –fue todo lo que respondió, haciendo que una venita se le marcara en la frente al chico de ojos violetas.

    —Este no aprende, sigue siendo el mismo insensible de siempre –se quejó, empuñando una de sus manos.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Las clases de ese día ya habían terminado. Sakuno se dirigía a su casa con la vista baja, llevando su bolso como si este pesara una tonelada, mientras que dentro de él estaba aquella carta que ni siquiera había sido leída. Quería llorar, pero se había estado aguantando todo el día para no hacerlo, porque tenía que ser fuerte, no podía derrumbarse de ninguna manera.

    Por otro lado, Ryoma también iba hacia la salida, se había quedado un rato más organizando unos papeles del club de tenis, ahora que era el capitán tenía muchas responsabilidades que antes no. El sol ya comenzaba a ponerse y fue ahí que la vio caminando sola, con la vista baja y con evidente tristeza alterando su sonrisa de siempre. Por un momento se sintió como un monstruo, pero lo ignoró, él no era de preocuparse por los demás.

    —Soy tan tonta… –susurró Sakuno, abrazando su pequeño bolso como si fuera una almohada. Ya no podía contenerse por más tiempo, necesitaba llorar, tenía que sacar todo eso de dentro de ella y no había nadie que la viera, ya todos se habían ido y si no fuera porque debía limpiar el salón, ella tampoco estaría aquí.

    Se sentó bajo la sombra de uno de los grandes árboles de la escuela y dejó que las lágrimas se derramasen por su fino rostro, el cual escondió entre sus rodillas.

    A lo lejos Ryoma la observaba en silencio, sin saber que hacer, pues aunque no debería importarle, le inquietaba verla así. La había rechazado, era cierto, pero eso no quería decir que no le preocupase, después de todo la conocía desde que tenían doce años y ella siempre había sido buena con él.

    —Tonterías –susurró, ignorando la imagen de la dulce chica a la que le había roto el corazón.
    Pero lo que no sabía era que muy pronto, sería él quien tendría el corazón roto.

    Continuara…

    ---------

    Bueno, eso ha sido todo por ahora.

    ¿Qué les ha parecido?
    ¿Habrá sido Ryoma demasiado malo?
    ¿Se arrepentirá de lo que hizo más tarde?

    Pues eso lo sabrán muy pronto jejeje.

    ¡Bye!
     
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    Ladykagura

    Ladykagura Entusiasta

    Leo
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    Omg, me mato! me encanto de veras que me encanto! >//< pobre Sakuno ;//;
    tonto Ryoma, como le pudo hacer eso! T//T
    Ahora me muero por saber porq o como Ryoma terminara con el corazón roto,
    me muero por las ancias del siguiente capítulo, esta realmente bueno querida,
    espero lo continues pronto.

    No le vi errores, en la narracion ni nada fuera de ooc, hasta ahora xD
    creo que habia solo una palabra q estaba mal escrita, pero eso fue todo.
    Te felicito por tan maravilloso trabajo.

    Besos querida, hasta el siguiente cap. ^^
     
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  3.  
    Naru-Chan

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    Aries
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    Hola :3 perdón por el retraso de la respuesta, es que estoy con una tonelada de lectura atrasada jeje y claro gracias por la invitación ^^
    Muy bueno el fic, los chicos son grandes (Y para serte sincera esos son los que mas me gustan n.n) pero ciertamente lo que hizo Ryoma no tiene perdón, ahh es un tonto, porque la rechazo de esa manera, no le costaba nada agarrar la carta eh irse del lugar sin decir nada...pero a Horio, uhhh a ese TEME si que lo mato!! Ò.Ó

    ¿Qué les ha parecido?
    * Como ya dije, me gusto el primer capitulo, llama la atención enseguida, y bueno la trama ya esta empezando a verse, y promete mucho ^^
    ¿Habrá sido Ryoma demasiado malo?
    *Obvio, se paso esta ves, fue muy cruel con la forma de rechazarla U.U malo, malo, pero como dijiste al final del capitulo pronto se arrepentirá muajajaja (ok, ok no me hagas caso ^^U)
    ¿Se arrepentirá de lo que hizo más tarde?
    *Y bueno, en si me gustaría que terminaran juntos, pero un escarmiento no le hace mal a nadie...o no...¬¬

    Bueno espero que la sigas pronto, y claro me avises de la conti ^^
    Matta ne :3
     
  4.  
    Selene-chan

    Selene-chan Usuario común

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    ¡Hola!

    Muchas gracias por sus comentarios, me alegra que les haya gustado fic, la verdad estoy muy inspirada esta serie, me ha encantado xD Aunque ya la veía cuando era más niña, pero nunca la había entera xD Hasta estoy feliz con lo de la segunda temporada en Enero, porque por si alguien no lo sabía, habrá animé de New Prince Of Tennis (creo que todos lo sabían xD)

    En fin, les dejo el segundo capítulo, espero lo disfruten ^^

    Capitulo 2: Ignorar al corazón

    Ya había pasado una semana, una semana que se hizo interminable para la pobre de Sakuno, pues el rumor de que había sido rechazada por Ryoma Echizen se había extendido por toda la escuela, todos lo sabían y hablaban de ella a sus espaldas, de lo engreída que había sido al pensar en que el príncipe le haría caso y como él le había lanzado la carta de amor en la cara, aunque en realidad no había sido tan así.

    Cerró la puerta de su locker y soltó un suspiro. Detrás de ella varias chicas murmuraban sobre lo sucedido con Ryoma y la situación no podía tenerla ya más harta, sin embargo, no dijo nada, ya había tenido suficiente con todo lo que sufrió por ese rechazo. Si Ryoma no la quería entonces ella tampoco lo iba a querer a él, se buscaría a un chico mejor y que la tratara bien, para así olvidarse para siempre de Ryoma Echizen.

    Hizo como que no escuchaba a esas chicas y se alejó de ahí con sus cosas en la mano, lista para su siguiente clase. Tenían clases de arte y sería en el jardín, al aire libre, porque seguramente la maestra les pediría algún paisaje natural como tarea.

    —Cielos… –suspiró.

    Se dirigió a los jardines y notó a todo su grupo sentado sobre el césped.

    —¡Saku-chan, por aquí! –le llamó Tomoka, a lo que la joven de cabellos cobrizos sólo sonrió, acercándose.

    Se sentó junto a Tomoka, la cual ya garabateaba algunas cosas sobre su cuadernillo de croquis, pero la verdad no era muy buena en artes, sin embargo según su propia opinión sus dibujos eran fantásticos. Por su parte, Sakuno sonrió a su mejor amiga y miró al frente, en donde la profesora estaba sentada y comenzaba a dar las instrucciones de la clase.

    —Bueno, como ven hoy haremos una clase más relajante que el resto, quiero que se dejen llevar por el aire libre y así puedan sacar el máximo de sus capacidades –relató, sonriente y amable como siempre —. Haremos un trabajo en parejas, donde harán un dibujo de su compañero o compañera, según como lo vea cada uno.

    —¡Hai! –respondieron todos, pero cuando estaban a punto de escoger las parejas, la misma profesora les detuvo.

    —Pero, yo les diré con quien trabajarán –levantó su índice con una sonrisa —. Así será más divertido.

    De haber sabido que aquel día tendría que soportar esa situación tan incómoda, habría inventado que tenía dolor de estómago para no ir a la escuela, pero ya era tarde para eso, porque ahí frente a ella se encontraba sentado su compañero para este trabajo; Echizen.

    Sakuno quería que la tragara la tierra, era tan vergonzoso tenerlo frente a frente, sobre todo después de lo ocurrido la semana pasada y de tener que estar oyendo los murmullos de todos sus compañeros, pues en definitiva eran el centro de atención para el salón entero.

    —E-etto… R-Ryoma-kun… ¿C-cómo va todo en el club de tenis? –preguntó bajando la mirada. Durante toda la semana ni siquiera se había asomado por ahí, no tenía las fuerzas para hacerlo, porque sabía que si veía a Ryoma practicando al tenis inevitablemente terminaría más enamorada de él. Pero ahora que lo pensaba, Ryoma no vivía para otra cosa, él no amaba a nada más que no fuese el tenis, era por eso que ella no era importante en su vida, nunca podría competir con aquel deporte.

    —Todo va bien –respondió el chico, ya tres palabras para él eran más que suficientes, o al menos eso había pensado Sakuno, pero se equivocó —. Hace tiempo que no te he visto por ahí – Comentó, mirando en otra dirección.

    La castaña se sorprendió por un momento, pero después simplemente bajó la mirada.

    —No he… tenido tiempo… he tenido muchas cosas que hacer –mintió, pues sabía que no se acercaba ahí sólo para no verlo a él, para no seguir sufriendo por él, a pesar de que en el salón lo tenía cerca de todas maneras, pero entonces se concentraba en las clases para así olvidarse de su existencia.

    —Ya veo –fue todo lo que dijo Ryoma y a partir de ese momento ya no volvieron a hablar de nada más.

    La hora de clases se hizo interminable e incómoda, pero finalmente Sakuno se sintió liberada cuando la hora del almuerzo llegó. Guardó todas sus cosas en su casillero y se encaminó hacia la cafetería para pedir algo de comer, seguramente Tomoka la estaría esperando en ese lugar.

    Al pasar por el pasillo que ya se encontraba solitario, escuchó unas voces que le llamaron la atención, o más bien, la voz de una chica que al parecer hablaba con alguien más.

    —¿Por qué no me aceptas? –preguntó, casi a punto de llorar.

    Sakuno no quería entrometerse, pero al ver a la persona que estaba frente a esa chica se le estrujó el corazón, porque en cierta forma se estaba viendo reflejada a ella misma, a lo que le había pasado con aquel mismo chico y de la misma forma dolorosa.

    —Porque no me gustas –fue la simple respuesta de Ryoma, tan frío y despreocupado como siempre, con las manos en los bolsillos del uniforme y su expresión de indiferencia, sin embargo, la chica no se rindió con aquella contestación.

    —Mientes, no es sólo por eso ¿Verdad? –lo miró a los ojos —. Lo he oído de Momo-sempai, estás enamorado de otra chica.

    De pronto la expresión de Ryoma cambió, por una de sorpresa, aunque fue muy leve y sólo alguien que lo conociera muy bien se hubiera dado cuenta, como fue el caso de Sakuno, quién lo notó de inmediato.

    —Mada mada dane –dijo Echizen, para luego darse la vuelta e irse.

    Sakuno salió corriendo para no ser descubierta y la chica se quedó en silencio, sin hacer nada. Por un momento Sakuno sintió un dolor aún más fuerte que cuando fue rechazada ¿Ryoma estaba enamorado de otra?

    Eso… no puede ser… –pensó, tratando de contener las lágrimas que estaban a punto de salir.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Después de comer algunas cosas, se fue directo a la azotea, en donde sabía que podría descansar y echarse una buena siesta, pero en cuanto llegó ahí lo único que hizo fue pensar.

    Lo he oído de Momo-sempai, estás enamorado de otra chica.

    En su mente no se dejaba de repetir aquella frase tan ridícula ¿Ryoma Echizen enamorado de aquel?

    Antes de que eso sucediera se acabaría el mundo. Además… ¿Por qué Momo-sempai andaba diciendo ese tipo de cosas de él a sus espaldas? Seguramente lo hacía por molestar, o como una especie de venganza por lo que le hizo a Sakuno.
    Por lo que le hizo a Sakuno…

    Ni que hubiera sido la gran cosa, simplemente le devolvió la carta sin leerla ¿Era eso tan malo como para que ahora todos sus amigos lo miraran tan mal? Incluso Kaidoh-sempai le veía con más furia de la normal, y no es que le tuviera miedo a Mamushi, sin embargo era incómodo, era molesto soportar que todos lo vieran como a un malvado.

    —Hmp… yo no le hice nada… –se dijo enojado, llevándose ambas manos detrás de la nuca para usarlas de almohada y poder acostarse un rato a descansar, aunque por más que cerraba los ojos no lograba conciliar el sueño, porque siempre veía la imagen de la expresión triste de Ryuzaki cuando le entregó la carta como si nada.

    Frunció el ceño y se dio una vuelta, pero nada, seguía con lo mismo.

    —Mada mada dane –se dijo a sí mismo, volviendo a sentarse. Abrió los ojos y se puso de pie, si no podía dormir entonces iría por algo para refrescarse, una Ponta era la mejor opción.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    —¿Qué dices? ¿Hoy después de la escuela? –hablaba Momoshiro por su teléfono celular, con una pequeña sonrisa en sus labios. Llevaba puesto su uniforme de titular y la raqueta en su mano, pues estaba practicando un rato antes de que el entrenamiento de la tarde comenzara —. De acuerdo, pero esta vez yo pago la comida, no pienso dejar que una mujer pague por mí –y colgó.

    Cuando se dio cuenta, estaba siendo rodeado por los tres ex novatos, los cuales le miraban con picardía.

    —Con que Momo-chan sempai tiene una cita –habló Horio, logrando enrojecer al sub capitán, el cual sólo se aclaró la garganta.

    —N-no es una cita –refutó —. Ella sólo me ha pedido que la acompañe a encordar su raqueta de tenis, además ¿Por qué debo darles explicaciones? –rezongó con el ceño fruncido.

    —Fchhh, te has puesto rojo, eso quiere decir que te gusta –comentó Kaoru, quién se apareció de la nada, llevando su raqueta sobre el hombro.

    —¡T-tú cállate Mamushi! –exclamó Momo, aún más sonrojado que antes.

    —Fchhh –fue todo lo que “dijo” Kaidoh.

    —Guarden silencio –se apareció Ryoma, cabreado como siempre, pero ésta vez más de lo normal, pues aunque no quisiera tenía algo en su mente que lo estaba molestando, esa persona, esa niña tonta ¿Por qué no dejaba de pensar en Sakuno Ryuzaki?

    —¡Ryoma! –exclamaron sus tres compañeros de salón, pues nadie le sintió llegar, sin embargo Echizen les ignoró, para mirar sólo a Takeshi.

    —Momo-sempai, he escuchado que has estado esparciendo rumores raros acerca de mí –dijo en tono molesto —. ¿Cómo es eso de que estoy enamorado de una chica?

    —Eso… –Momoshiro lo pensó por un rato, pero no recordaba nada fuera de lo normal, hasta que finalmente una idea vino a su cabeza —. Oh… no, no era ninguna clase de rumor ni nada, simplemente fue un comentario que le hice a alguien… pero nunca dije que tú estuvieras enamorado… –miró a Ryoma con picardía —. ¿O sí lo estás?

    El chico sólo se acomodó su gorra.

    —Aunque lo estuviera nunca te lo diría –y después de eso se encaminó hacia las canchas de tenis, en donde ya comenzaban a entrenar el resto de integrantes —. ¡Todos, comenzaremos dando veinte vueltas! –exclamó alto, para que le oyeran claramente.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    En otra parte, más específicamente en el club de tenis femenino, las chicas se encontraban en partidos de entrenamiento. La vice capitana, Sakuno, hizo un revés lo bastante fuerte como para vencer a su oponente, terminando con el partido en 6-2, a su favor.

    —Eres buena Sakuno, has mejorado mucho –le dijo su capitana, una chica alta, de cabello corto hasta los hombros y de color negro. Tenía dos enormes ojos violetas, pero que demostraban un gran coraje. Pertenecía a tercer año y su nombre era Shizuki Sakurai.

    —Gracias, Shizuki-san, aunque estos días no me he sentido muy animada –dijo la cobriza bajando la mirada. Su capitana le sonrió, poniéndole una mano sobre el hombro.

    —Entiendo como te sientes, para ninguna chica es agradable ser rechazada en el amor, lo sé con seguridad –dijo comprensivamente. Sakuno le miró, asintiendo con la cabeza.

    —¿Lo dices por Kaidoh-sempai?

    La otra simplemente sonrió y se alejó hacia el resto de las chicas, para dictar una serie de ejercicios de calentamiento.

    Sakuno entendió que la respuesta había sido un sí, su capitana aún no podía olvidar a su sempai, con quien había mantenido una corta relación el año pasado, pero había sido él mismo quien la terminó y nunca nadie supo por qué, pero la capitana se negaba a hablar de ello con cualquiera que le preguntara, ni siquiera se lo decía a ella a pesar de ser muy amigas.

    —El amor es muy triste… –dijo para sí, pues en cierta medida cuando aquel sentimiento no era correspondido, podía hacer sufrir demasiado a las personas y ella lo tenía muy presente, ya que su amor era de ese tipo.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Mientras los titulares masculinos daban las vueltas que había pedido el capitán –quien por supuesto también corría-, su amigo Momoshiro se acercó a él a conversarle, tenía muchas ganas de comprobar cierta duda.

    —Eh, Echizen –le llamó, aunque sabía que no obtendría respuesta por parte del frío chico, así que sólo siguió corriendo y hablando a su lado —. Oye… ¿Has hablado con Sakuno-chan? – Interrogó.

    —No –respondió Ryoma cortante, a pesar de saber que no era cierto porque hace un rato habían hablado, bueno, si a eso se le podía llamar “hablar”.

    —Supongo que aunque te lo pida mil veces no te disculparás con ella ¿Verdad?

    —¿Por qué habría de disculparme? –cuestionó Ryoma con el ceño fruncido, pero tenía razón, él no tenía motivos para pedirle disculpas a Ryuzaki porque él no había hecho nada malo, simplemente le hizo caer en cuenta de su realidad, de que un príncipe del tenis como él jamás se iba a fijar en una chica tan torpe como ella, era mejor que lo supiera de una vez a que se hiciera más ilusiones ¿No?

    —Olvídalo –dijo Momo restándole importancia al asunto, pues no conseguiría nada con ese terco de Ryoma, que juraba que no había hecho nada malo —. De todos modos no creo que a ella le importe mucho, así como tú la rechazaste, hay muchos chicos en esta escuela que están detrás de ella y creo que cualquiera podría convertirse en su novio.

    Al oírlo Ryoma no supo por qué de pronto se molestó, se enfadó de sobremanera, pero no hizo absolutamente nada más que correr más rápido, para dejar atrás a Momo. No quería oírlo, sus comentarios eran fastidiosos ya que siempre se trataban sobre Sakuno.

    Momo sólo sonrió con malicia, había logrado su objetivo, a pesar de que no lo demostrara para nada, Ryoma acababa de ponerse celoso, estaba celoso por pensar en que otro chico pudiera ser el novio de Sakuno, eso sólo podía significar que después de todo ella sí le gustaba.

    Después de dar todas las vueltas correspondientes, todos se acercaron a las canchas para comenzar con las prácticas, pero de pronto notaron como se acercaba alguien que nunca antes habían visto. Era un chico alto, de piel blanquecina pero no pálida en extremo. Poseía dos increíbles e impactantes ojos verdes y un desordenado cabello rubio oscuro, como del color del oro.

    —Oh, por fin has llegado –dijo la profesora Sumire, quien le recibió con una agradable sonrisa.

    El chico lucía bastante arrogante y engreído, casi podría decirse que tenía un parecido con Ryoma, sobre todo por sus ojos filosos como si fuesen los de un gato. Llevaba un parque pequeño en la mejilla izquierda y en su oreja derecha usaba un arete plateado y resplandeciente. Usaba el uniforme de regular del Seigaku y traía una raqueta en su mano.

    —Chicos, les presento al nuevo miembro del club, él es un alumno de intercambio que viene desde los Estados Unidos y ha ingresado apenas hoy –lo presentó Sumire ante todo el club de tenis.

    Ryoma lo miró más detenidamente y recordó haberlo visto llegar hoy a su clase, pero como estaba medio dormido no le tomó demasiada importancia.

    —Oh, pero si es el chico nuevo –dijo Horio, mientras sus dos amigos asentían con la cabeza.

    —Me llamo Dave Prince –habló él y de lejos se notó que era bastante creído.

    Ryoma soltó una pequeña sonrisa.

    —Así que eres un príncipe –habló, refiriéndose al apellido del muchacho rubio, quién también le sonrió —. Ryoma Echizen, capitán del Seigaku –se presentó —. ¿Te interesaría un partido?

    —Sería un honor –respondió Dave, pues para él efectivamente sería todo un honor aplastar al capitán de su escuela, además, conocía a Ryoma Echizen, no por nada había participado y ganado importantes torneos e EEUU.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Las dos chicas salían juntas del entrenamiento de tenis, a pesar de que Tomoka no estaba en el club puesto que no tenía tiempo, ya que debía cuidar de sus hermanos, pero siempre animaba a Sakuno desde afuera. Pasaron por las canchas de tenis masculinas y ahí fueron testigos del partido que se estaba llevando acabo entre el “príncipe” y ese chico nuevo que había llegado al salón, del cual ambas habían olvidado el nombre.

    —No tenía idea de que ese chico jugara tan bien al tenis –habló Tomoka, notando como el rubio devolvía con facilidad un potente revés de Ryoma, el cual se veía más serio de lo normal.

    Mientras, todos los chicos del club estaban en silencio observando la escena, pues desde hace mucho que nadie se enfrentaba a Ryoma en tan igualada condición. Por la sonrisa en el rostro del príncipe, se notaba que estaba disfrutando este juego, que esperaba la llegada de un fuerte rival con el cual competir.

    Ryoma dio un golpe con efecto, seguro de que lograría marcar el punto definitivo, pero se equivocó al notar que su contrincante lanzaba un potente golpe con elevación.

    Recordó cuando jugó contra Yuuta Fuji y al igual que aquella vez, subió a la malla y se arrastró unos centímetros por el suelo, para finalmente dar un salto y hacer su ya tan famosa volea B, la cual Dave no pudo parar.

    —Punto y partido para Echizen, seis juegos a tres.

    —Rayos –susurró Dave, pero no enfadado, sino con una sonrisa —. Supongo que no es tan fácil vencer al capitán –extendió su mano hacia Ryoma, quien la estrechó.

    —Eres bueno, pero aún te falta mucho –aseguró el príncipe, para después ponerse su raqueta bajo el brazo y caminar hacia la salida, pues necesitaba re hidratarse bebiendo un poco de agua. Al mirar al frente, notó a dos chicas que veían el partido desde afuera, una de ellas tenía un leve sonrojo en sus mejillas. Se veía tan linda… a pesar de que él la rechazó, aún así Ryuzaki se sonrojaba con sólo verlo ¿No debería al menos odiarlo un poco? Pero no, ella era incapaz de odiar a alguien, era una persona demasiado buena…

    Espera… ¿Él había pensado que Ryuzaki era linda?

    Sacudió la cabeza para calmarse, pero era cierto que lo pensaba, con los años Sakuno Ryuzaki se había convertido en una hermosa adolescente, incluso para alguien como él era difícil no notarlo.

    —¡Oh! –de pronto todos oyeron aquella exclamación, se trataba del nuevo miembro del club, el estadounidense que por lo demás hablaba en perfecto japonés, tal vez uno de sus padres o algún familiar era nipón, pero ese no era el punto, lo que llamó la atención de todos fue ver como de pronto su máscara de arrogancia y seriedad se rompía, para dar paso a una alegre y tal vez algo tímida personalidad en cuanto vio a la hermosa chica que estaba parada afuera de la cancha.

    Corrió hacia ella y le tomó delicadamente las manos, ante la mirada sorprendida de todos, pero en especial del capitán.

    —¡Yo te he visto, tú estás en mi salón! –dijo con emoción el rubio —. ¡Wow, eres realmente hermosa!

    —¿Eh? –expresó Sakuno, sorprendida y totalmente sonrojada ante lo que acababa de escuchar. Se fijó más atentamente en el muchacho, descubriendo que era muy guapo, nunca había visto a nadie así, se le notaba demasiado que no era japonés.

    Todos los chicos del club soltaron una pequeña sonrisa al ver la escena, pero el que más sonrió fue Momoshiro, porque con esto acababa de darse cuenta de que su amiguito Ryoma no se veía nada contento ¿De verdad estaba celoso?

    —Yo soy tu nuevo compañero de clases, me llamo Dave Prince y es un gusto conocerte, dime algo ¿Aceptarías salir conmigo? –preguntó tan rápido que apenas y Sakuno logró entenderle, pero cuando lo hizo no pudo evitar volver a sonrojarse.

    —Etto… y-yo… –ella no sabía que responder, por un momento pensó en rechazarlo rotundamente, pues ella estaba enamorada de Ryoma, pero después recordó que él la había rechazado y que ella se había prometido olvidarlo, así que decidió dar una afirmación como respuesta, sin embargo, no pudo decir nada.

    —Hey, Prince –llamó Ryoma, al parecer bastante cabreado —. Si vas a estar ligando te aviso que el entrenamiento no es para eso –y lanzó una gélida y fría mirada a Sakuno, quién se sintió estremecer y se soltó de las manos del rubio, el cual sonrió con culpa.

    —Lo siento capitán, es que me emocioné –sonrió, volteando a ver a la chica de ojos de fuego —. ¿Al menos me dirás tu nombre?

    —S-Sakuno Ryuzaki –dijo ella con su vocecita tímida y dulce, encantando aún más al joven.

    La entrenadora Sumire se acercó a él, dándole un pequeño golpe en la cabeza.

    —Por favor, deja de acosara mi nieta y regresa al entrenamiento.

    —¡¿Eh?! ¡¿Su nieta?! –exclamó sorprendido, ya que la hermosa y dulce Sakuno no se parecía en nada a la gruñona de su abuela.

    Echizen sólo frunció el ceño y regresó a su entrenamiento, debían prepararse muy bien, ya que en algunas semanas comenzarían los primeros torneos escolares y como en los anteriores, la Seishun Gakuen debía ganar.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Aquella tarde Sakuno salió temprano de la escuela, pero tenía mucha sed así que antes de irse, decidió ir por algo de beber a la máquina expendedora cerca de las canchas masculinas. Al llegar ahí, miró la máquina con atención, pensando en que bebida elegir, pero cuando estaba en eso escuchó unos golpes de raqueta.

    Miró hacia su costado y no vio a nadie, pero cerca de ella podía oírse a alguien practicando, así que decidió ir a mirar de quien se trataba. Recordó cuando solía encontrar a su amado príncipe practicando contra la pared, en ese tiempo ambos tenían sólo doce años, pero ella ya estaba enamorada de él como una tonta.

    —Prince-san –dijo sorprendida al ver a su nuevo compañero practicando en aquel lugar, de la misma forma en que solía hacerlo Ryoma. Se sonrojó por un momento al acordarse de que hace rato él prácticamente se le había declarado y eso que ni la conocía. Al parecer los occidentales eran muy liberales.

    —Oh, Sakuno –dijo él sin aplicar ningún tipo de sufijo en el nombre de la chica, pues él no estaba acostumbrado a esas cosas —. ¿Qué haces por aquí? – Sonrió.

    —V-venía por una bebida, cuando te oí practicar y quise venir a verte –respondió la castaña, sonriendo de esa forma tan dulce e inocente que sólo ella poseía, haciendo aparecer un leve sonrojo en las mejillas del Prince.

    —Bueno, yo ya he terminado, pero si quieres podemos ir juntos por una bebida, y por favor sólo llámame Dave, en mi país nos llamamos por nuestros nombres.

    —E-está bien, Dave –Sakuno volvió a sonrojarse al llamarle así, ella no llamaba a nadie por su nombre directo, era la primera vez que decía el nombre de otra persona sin un san, chan o sempai, y se sentía bien, era como si en parte ya fueran amigos.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Ryoma había ido por una Ponta antes de marcharse de la escuela. Metió la monea de cien yenes en la máquina e hizo su selección; una Ponta de uva. La recibió y la abrió, dando un sorbo y sintiendo el delicioso y dulce sabor de su bebida favorita. Se acomodó su bolso y se dispuso a irse, cuando escuchó unas risas no muy lejos de donde estaba él.

    Sin ponerles mucha atención se volteó hacia ese lugar y pudo ver a dos jóvenes hablando como si se conocieran de toda la vida, se trataba de Sakuno y el tal Prince. Sintió una quemazón en su pecho, una ira que se extendía por cada célula de su cuerpo, la cual le hizo apretar su lata de Ponta más de lo debido.

    ¿Qué le estaba pasando?

    ¿Desde cuando ver a Sakuno Ryuzaki hablando con alguien más le molestaba? Sobre todo tomando en cuenta que él la había rechazado.

    No, esto era una tontería por la que no tenía por qué frustrarse, porque Ryoma Echizen no sentía nada por Sakuno Ryuzaki, ni una pisca de sentimiento, absolutamente nada.

    Con ese pensamiento se alejó antes de que ellos lo notaran, perdiéndose entre las calles de la ciudad, para llegar a su hogar.

    Continuara…

    -------

    ¿Que tal les ha parecido?
    ¿Será Dave un rival para Ryoma?
    ¿Ryoma se dará cuenta demasiado tarde de que cometió un error?
    ¿Momo-sempai tiene una cita? xD ¿Que opinan de eso?

    Bueno, me despido y hasta la conti ^^

    ¡Bye!
     
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    Naru-Chan

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    Holas ^^ otra ves tarde, suminasen U.U
    En fin, muy buen capitulo!! me encanto Dave, tan buena onda jeje y por lo menos el hará sentir mejor a Saku-chan, y claro hará que cierta personifica celosa(?) y orgullosa se de cuenta de que perdió a alguien muy importante ¬¬

    ¿Que tal les ha parecido?
    *Como dije, muy lindo :3 y el nuevo personaje es de mi total agrado, y mas por que es re bueno con Saku-chan ^^

    ¿Será Dave un rival para Ryoma?
    *Pues en el tenis puede que si, total solo se enfrentaron una ves, ademas dicen que de las derrotas se aprende, pero en el amor, quien sabe...Saku ama incondicionalmente a Ryoma, pero quizás el corazoncito se de otra oportunidad, ojala que si (ojo amo la pareja de Ryo-Saku), pero de esa forma el orgulloso nuevo capitán se dará cuenta de sus sentimientos.

    ¿Ryoma se dará cuenta demasiado tarde de que cometió un error?
    *Pues en cierta forma creo que ya es tarde, pero no creo que su orgullo se doblegue tan fácilmente, supongo que la relación de los otros dos muchachos va a tener que avanzar un poco mas para que Echizen se de cuenta.

    ¿Momo-sempai tiene una cita? xD ¿Que opinan de eso?
    *Ö<---- esa es mi expresión... jeje en realidad es medio raro, el es quien siempre las quiere armar y verlo en una es raro, pero en fin también es lindo ^^

    Bueno, cuando subas la conti avísame, aunque sea tarde pasare a leer y dejar mi comentario ^^
    Matta ne :3

     
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    Selene-chan

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    Dulce Y Amargo (RyoSaku)
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    Comedia Romántica
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    5
     
    Palabras:
    3143
    ¡Hola!

    Gracias por los comentarios, aquí la conti ^^

    -------

    Capitulo 3: Se llaman celos

    Miró la hora en su celular y se dio cuenta de que él ya llevaba quince minutos de retraso, si esto iba a ser así, no debió pedirle a él que la acompañara, perfectamente pudo ir con su amigo –y enamorado- Kamio, pero Ann Tachibana era una terca y sabía que anhelaba pasar un tiempo a solas con Momoshiro, porque estaba profundamente enamorada de él, siempre –desde que le conoció- lo había estado.

    —Ay, Momo es un baka ¿Por qué se tarda tanto? –se preguntó enfadada. Cualquier chico que pasara a su lado se volteaba más de una vez a mirarla, tenía ya diecisiete años y se había vuelto una chica hermosa, con su corta cabellera rubia y sus llamativos ojos azules.

    Estaba a punto de darse la vuelta e irse indignada, cuando escuchó unos pasos presurosos que se dirigían hacia ella. Se volteó con el ceño fruncido y notó que Momoshiro corría hacia su persona, agitado.

    —Lo siento Ann, tuve unos asuntos que atender –se disculpó al llegar frente a la chica, la cual estaba claramente molesta, pero él sólo sonrió como disculpa —. Vamos, no te enojes.

    —Es de muy mala educación hacer esperar a una dama –se quejó de brazos cruzados, a lo que Momo simplemente hizo una graciosa reverencia, llamando la atención de todos los transeúntes.

    —¡Lo siento mucho! –se disculpó, apenando a la pobre de Ann.

    —¡Momo! –lo regañó la chica, sonrojándose. Momoshiro alzó la mirada y sonrió graciosamente, para después erguirse como si nada, pues no tenía miedo de hacer el ridículo, sobre todo si se trataba de Ann.

    —Bueno, vamos a lo de tu raqueta y después a comer ¿Te parece? –invitó el chico de ojos violáceos, observando como Ann le sonreía y asentía con la cabeza.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Llegó a casa sin avisar y se quitó los zapatos, para dejar su bolso tirado en la entrada y correr hacia su habitación. Estaba molesto y ni siquiera sabía por qué.

    Nanjiroh lo sintió llegar, pero se dio cuenta de que estaba de mal humor, así que pensó que tal vez había tenido un mal día en el entrenamiento, sin embargo algo le decía que no era así de todo y no es que se jactara de ser un excelente padre, pero de vez en cuando debía actuar como uno.

    —Mocoso –lo llamó, pero su hijo sólo estaba vendo la televisión con Karupin sentado en sus piernas, aunque por la casi nula expresión de su rostro, Nanjiroh intuyó que algo no andaba bien —. Oye mocoso, te estoy hablando.

    —¿Qué quieres viejo? –cuestionó con el ceño fruncido, sin embargo a Nanjiroh no le importó el insulto, ese tonto hijo suyo estaba pasado por algo al parecer muy importante y era en momento como esos que lo necesitaba cerca.

    —Escucha Ryoma, simplemente quiero saber que te sucede –habló el hombre con apariencia de monje despreocupado. Sabía que no sería nada fácil entablar una conversación de hombre a hombre con su hijo, pero al menos debía intentarlo.

    —No me pasa nada –dijo simplemente Ryoma, ignorándole. Nanjiroh sólo lo miró directamente, sin decirle nada, hasta que una extraña sonrisa se asomó por su rostro.

    —Ya veo… con que tienes problemas con una chica ¿No es verdad?

    Ryoma le miró algo sorprendido, pero de ninguna manera admitiría algo así, él nunca iba a confesar que era verdad, que estaba confundido por la culpa de una chica ¡Ni muerto lo iba a decir al loco de su padre!

    —Yo no tengo problemas con chicas –habló cortante.

    —No me digas que entonces es con un chico, porque si es así entonces te obligaré a leer todas mis revistas para poder llevarte por el buen camino –le apuntó con el índice —. ¡No aceptaré que a mi hijo le gusten los hombres!

    —¡No seas ridículo! –como si fuera la primera vez, Ryoma realmente tuvo ganas de golpear a su padre por las estupideces que decía. No quería ni imaginar como reaccionaría Nanjiroh si le contaba que ya había tenido experiencias con chicas, en una de las fiestas a las que le obligaban a ir sus sempais, sin quererlo había terminado tan borracho que se terminó involucrando con una hermosa chica, que por cierto era mayor que él, pero el punto es que fue esa su primera vez y ni siquiera la recordaba con detalle, aunque la segunda y tercera sí que las recordaba, y todas las que vinieron después.

    Cuando se puso a pensar en eso se sintió un poco pervertido ¡Todo por culpa de su padre!

    Sin pensarlo dos veces, lo corrió de su habitación y cerró firmemente la puerta, tirándose de regreso a la cama boca abajo. No dejaba de pensar en lo de hoy, en aquel idiota de Prince tomando las delicadas manos de Sakuno y diciéndole lo bonita que era.

    ¿Pero por qué le daba tantas vueltas al mismo asunto una y otra vez?

    —No, definitivamente a mí no me importa Ryuzaki, no me importa –trató de convencerse, cubriéndose el rostro con una almohada, mientras oía como Karupin le maullaba desde el piso de su habitación.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Sakuno se dio un baño con agua tibia y luego de terminar, salió hacia su cuarto con sólo una toalla cubriendo su delgado cuerpo. Ya era algo tarde, así que decidió ponerse su pijama para acostarse, pero antes de dormir, se puso a escribir algunas cosas en su diario personal.

    Había un montón de tonterías ahí archivadas, desde corazones con el nombre de Ryoma y ella, hasta aquella carta que él no llegó a leer. Aún le dolía mirarla, le llenaba de tristeza no ser nada en la vida de su amado príncipe, él sólo la veía como la nieta de su entrenadora, no era nada especial para él.

    Después de escribir en su diario, Sakuno peinó su largo cabello cobrizo, procurando dejarlo lo más liso posible, para que así sus trenzas quedaran perfectas.

    Ryoma siempre le decía que su cabello era demasiado largo, incluso había pensado en cortárselo, simplemente para darle en el gusto, para ver si así él se fijaba en ella, pero no podía ser más tonta. Nada ganaría con cambiar su aspecto por él, aún así Ryoma no la notaría, porque para él, ella era invisible?

    Fue entonces que recordó al chico que había conocido hoy, Dave. Era realmente simpático, aunque a veces se comportaba algo arrogante, debía admitir que era dulce y que siempre la halagaba, eso se sentía tan bien, era lindo pensar que a una persona a parte de su abuela le importaba verla sonreír, era un sentimiento agradable y reconfortante.

    —Dave… –susurró, sin darse cuenta de que sus mejillas se teñían levemente de rojo.

    ¿Y si se olvidaba de Ryoma y se enamoraba de alguien como Dave?

    Después de todo, al príncipe ni le iba a importar.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Al día siguiente, había entrenamiento muy temprano en la mañana, por lo que Ryoma ya estaba listo y salió de casa llevando sus cosas, con su uniforme de titular puesto.

    Iba sumido en sus pensamientos, así que no estaba prestando demasiada atención a lo que le rodeaba, no quitaba de su mente la estúpida sonrisa de Prince tratando de seducir a Ryuzaki.

    —Idiota… –masculló.

    Dobló por una esquina y escuchó una suave voz femenina, pero que gritaba y se oía cansada.

    —¿Eh? –se volteó algo distraído y ahí fue que la vio. No pudo evitar esbozar una sonrisa al darse cuenta de que ella seguía tan torpe como siempre, corriendo como una loca cuando aún era muy temprano.

    —¡Llegaré tarde! –exclamó Sakuno mirando la hora en su reloj de mano. Alzó la mirada y vio parado frente a ella a Echizen, quien la miraba fijamente. Se detuvo en seco, pues si no lo hacía chocarían y él no se veía dispuesto a moverse del camino —. Ryoma-kun… ¿Qué haces aquí?

    —¿Por qué corres Ryuzaki? –preguntó Ryoma, ignorando la anterior pregunta de la chica, la cual bajó la mirada al sentirse atravesada por aquellos ojos ámbares.

    —¿Cómo que por qué? Es tarde para ir a la escuela ¿Cómo puedes estar tan calmado? –ella lo miró incrédula, y más cuando Ryoma esbozó su sonrisa pedante. En cierta forma le comenzaba a molestar, puesto que eso era lo único que sabía hacer, sino, decirle su famosa frasecita.

    —Mada mada dane, Ryuzaki –sin pensarlo dos veces, Ryoma cogió la mano de Sakuno, la cual se puso tan roja como un tomate, imaginando cualquier cosa, menos lo que en realidad estaba haciendo el chico, el cual le señaló el reloj que tenía en la muñeca —. Tu reloj está adelantado una hora.

    —¿Eh…? –ella le miró confundida al principio, hasta que finalmente captó el mensaje y se soltó de golpe de él —. ¡¿Eh?! ¡O sea que corrí tanto para nada!

    Él no respondió, simplemente se llevó las manos a los bolsillos y se dio la vuelta para retomar su camino a la escuela. Sakuno bajó la mirada avergonzada, de verdad era una completa idiota, más de lo que creía, sólo pudo seguir desde atrás y algo alejada los pasos de su príncipe, sin decirle nada en todo el camino.

    Cuando finalmente lograron llegar a la escuela, Sakuno sentía demasiada vergüenza para levantar la cabeza. Ryoma notó aquello y se acercó a la máquina expendedora que estaba cerca de la entrada, desde la cual extrajo dos bebidas.

    —Ten –dijo, ofreciéndole una Ponta, sin siquiera mirarla a la cara. Sakuno lo miró incrédula, segura de que desde hace tiempo Ryoma no se comportaba de esa forma con ella, pero igualmente recibió el ofrecimiento con las mejillas teñidas de rojo y el corazón encogido de felicidad.

    —Gracias, Ryoma-kun –susurró, bajando la mirada al instante.

    En ese momento Echizen se le quedó viendo con fijeza, reparando en sus mejillas enrojecidas y su carita asustada ¿Podría realmente lucir más linda? El solo hecho de pensarlo le parecía absurdo. Maldición. Sakuno era hermosa y él la había rechazado, la había tratado como a cualquiera de las mocosas que se le declaraban cuando sabía que nunca había sido así, que Sakuno era mucho más que una fan obsesionada. Era ella quien siempre le animó, desde la primera vez que se vieron.

    ¿Cómo pudo olvidarse de todas las veces que ella se tragó su vergüenza sólo para animar sus partidos? O incluso, cuando a pesar de que él seguía en medio de la cancha, ella saltó preocupada para ayudarle, cuando se lastimó el ojo con su raqueta quebrada.

    Esta era la única vez que lo reconocería y ojalá nunca nadie lo supiera, pero era un verdadero estúpido, un estúpido por haberla tratado como si ella fuera igual a todas las demás.

    —Ryuzaki –iba a hablar, pero fue interrumpido por una voz mucho más escandalosa.

    —¡Sakuno! –escuchó. Alzó la vista y le vio corriendo hacia ellos, agitando su mano como si de por sí no notaran su impertinente presencia. Pero lo peor fue la forma en que ese se dirigía a Ryuzaki… ¿Cómo era posible que de buenas a primeras le llamara simplemente Sakuno?

    —Oh, buenos días, Dave –Saludó la jovencita con una sonrisa, olvidándose por un momento de Echizen, para concentrar su vista en el chico rubio, que la veía embelesado por su belleza.

    Ryoma frunció el ceño. Así que ella también lo llamaba a él por su nombre, eso era algo que no se esperaba y que ciertamente le molestaba demasiado, pero ni siquiera quiso quedarse más tiempo en ese lugar, tenía cosas mucho más importantes que hacer, como ir al entrenamiento, así que les pasó de largo, ignorándoles por completo.

    Aquello hizo sentir mal a Sakuno, pero como ya sabía que para Ryoma ella no era nadie, trató de olvidarlo y volvió a sonreír a Prince, ya que se chico en cierta forma le alegraba mucho, era todo lo contrario de Ryoma Echizen.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Ryoma caminaba molesto, con las manos en los bolsillos de su chaqueta de titular y con el ceño fruncido. Su sempai Momoshiro corría detrás de él, llamándole, pero Ryoma no le prestaba ni la menor atención, no podía dejar de pensar en Sakuno hablándole tan sonriente a ese estúpido extranjero.

    —¡Eh, Echizen! –exclamó Momo por décima vez, golpeando suavemente con su raqueta la cabeza del capitán, el cual finalmente le prestó atención.

    —¿Qué te pasa Momo-sempai? –cuestionó enojado, fulminando con la mirada a su amigo, el cual sólo sonrió un tanto nervioso.

    —¿Qué te pasa? Te ves muy enojado.

    Ryoma decidió no responder, simplemente se alejó y lo pasó de largo, entrando a las canchas de tenis para sacar su raqueta roja, la de siempre. La golpeó un poco contra el suelo, para quitarse el estrés y luego la alzó.

    —Oye, Echizen, no me ignores –se quejó Takeshi con el ceño fruncido. Soltó un suspiro y sacó de su bolsillo una pelota de tenis, la cual lanzó hacia el cielo para realizar un saque, que fue directo hacia un distraído Ryoma. Sin embargo éste reaccionó justo a tiempo y devolvió la pelota sin el menor de los problemas, con su sonrisa arrogante.

    —¿Acaso pensabas anotarme un punto, Momo-sempai?

    Momo se llevó la raqueta a su espalda, sonriendo.

    —Sólo quería ver si estabas atento –comentó bajando los hombros, para luego volver a mirar a su amigo y capitán —. Has estado muy extraño estos días, distraído ¿Te pasa algo malo?

    —Nada –dijo Ryoma con seguridad, pero luego bajó la mirada con rabia al ver entrar al “nuevo”, el cual traía una enorme sonrisa en los labios. Seguro que estaba sonriendo así por la amena conversación con Ryuzaki. De sólo pensar en él y en Ryuzaki juntos sentía que le hervía la sangre —. Idiota… –masculló.

    —¿Eh? –Takeshi alcanzó a oírle, pero como fue algo tan bajo apenas entendió debidamente, así que decidió mejor dejar el asunto hasta ahí, sin embargo, una idea le pasó por la cabeza —. Eh, Ryoma ¿Sabes? Hace un rato he visto al nuevo hablando animadamente con Sakuno-chan ¿Crees que tengan algo?

    —Eso no me interesa –respondió cortante el chico de cabellos verdosos, caminando hacia el centro de la cancha, en donde ya se encontraban los demás titulares e integrantes del club. Miró con rudeza a uno de sus compañeros titulares, el cual sintió que un leve escalofrío lo recorría —. Arai, juguemos.

    —S-sí –respondió el chico castaño, nervioso. Era raro que su capitán lo retara a un partido, eso sólo sucedía cuando estaba realmente molesto por alguna cosa, puesto que la mayor parte del tiempo solía entrenar con Momo o Kaidoh.

    —Creo que Echizen está de malas –susurró Horio a Kachiro y Katsuo, quienes asintieron con la cabeza en silencio, pues estaban totalmente de acuerdo, aunque nadie sabía con certeza que le sucedía al capitán, a excepción de Momoshiro, quien era el único que lo sospechaba.

    Aquella mañana Ryoma jugó con mucha rabia y cada vez que sus ojos ambarinos se cruzaban con los verdes de Prince, sentía deseos de golpearle con la pelota de tenis en la cara, pero se contenía como buen Echizen, siempre guardando la calma.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Las clases finalmente habían comenzado, pero eso no servía de nada para mejorar el humor de Echizen, que sólo bufaba ante lo que sea que le dijeran sus amigos.

    Durante la clase de literatura apenas y prestó atención, pues no dejaba de ver a Ryuzaki con rabia. Estaba molesto con ella, estaba enojado porque ella no tenía razón alguna para llamar por su nombre a ese petulante de Prince. Ni siquiera a él le llamaba directamente Ryoma ¿Entonces por que a Prince sí?

    ¿Y por qué demonios le daba tantas vueltas a ese mismo asunto una y otra vez? ¿Es que era un idiota?
    Cuando el timbre sonó se paró de inmediato, quería irse a la azotea y dormir un rato, así pensaría muy bien las cosas y se podría tranquilizar, pero le distrajeron las voces de sus amigos, que al parecer se emocionaban por algo.

    —¡Oh, Sakuno, luce delicioso! –exclamó Tomoka, observando unos apetitosos trocitos de pastel que Sakuno sacó de su bolso —. ¿Tú los hiciste?

    —Sí –respondió la chica avergonzada y sonrojada, bajando la mirada.

    —Sakuno, cocinas de maravilla –esta vez opinó Dave, quién se acercó y sacó un trocito de pastel, para luego comerlo y deleitarse con el sabor —. ¡Como hecho por los dioses!

    —D-Dave, por favor –Sakuno se sonrojó aún más, realmente que la halagaran de esa manera era vergonzoso. Miró a todos sus amigos y les sonrió —. Todos, pueden tomar un trozo si quieren.

    Los chicos del club de tenis se miraron y sin dudarlo un segundo probaron del delicioso pastel. Entonces, Sakuno miró a su amado príncipe.

    —Ryoma-kun… ¿Tú quieres?

    El chico le miró fríamente, ni siquiera se dignó a verle los ojos, simplemente la observaba como si se tratase de un ser inferior, lo que le hizo sentir muy mal.

    —No me gustan los dulces –respondió con voz áspera, aunque sabía que mentía, pues los dulces le gustaban mucho y las cosas que preparaba Ryuzaki especialmente, antes ya las había probado, pero hoy no quería nada de ella —. Eso te hará engordar.

    Sakuno bajó la mirada y él simplemente se dedicó a salir del salón, pero sintió como una mano le agarraba fuertemente de la muñeca, con brusquedad.

    —Has sido muy grosero con Sakuno –dijo Dave, mirándole con ira, mas Ryoma simplemente se soltó y no le dijo nada.

    Salió del salón sin más.

    ¿Tanto me odias, Ryoma-kun…? –se preguntó Sakuno con tristeza, pues no creía haber hecho algo tan malo como para que Ryoma le hablara así, nunca lo había hecho, esta era la primera vez y le había dolido mucho.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Se sentó furioso en el suelo frío y duro de la azotea, preguntándose por qué demonios le había hablado así a Ryuzaki. Era la primera vez que usaba ese tono con ella y no le gustó hacerlo… ¿Pero por que lo hizo?

    —¿Qué demonios me sucede? ¿Qué es esto que siento? –cuestionó, frustrado. Le dio un puñetazo al suelo y sintió unos pasos detrás de él.

    —Esos se llaman celos, Echizen –le respondió Takeshi con expresión de sabiduría, sonriéndole —. Estás celoso porque amas a Sakuno-chan.

    Echizen simplemente se quedó callado, pensando en sus palabras.

    ¿Y si Momo-sempai tenía razón?

    Continuara…

    ---------

    ¿Habrá sido Ryoma demasiado duro con Sakuno?
    ¿Momo logrará declarar sus sentimientos a Ann?
    ¿Será que Sakuno debe fijarse en Dave y olvidar a Ryoma?

    ¡Bueno! Eso ha sido todo por ahora jejeje, espero que les haya gustado la conti ^^

    ¡Nos leemos!

    Bye ^^
     
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    Selene-chan

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    Dulce Y Amargo (RyoSaku)
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    ¡Hola!

    Perdonen por la tardanza, gracias por sus post, aquí les traigo la conti, espero que la disfruten ^^

    -------

    Capítulo 4: Un dulce sentimiento

    Volvió al salón con algo de retraso y no precisamente porque se hubiera quedado dormido como siempre, sino más bien porque no lograba quitar de su cabeza lo dicho por Momo-sempai. Era muy cierto que estaba molesto por ese extraño y repentino acercamiento entre Ryuzaki y Prince… ¿Pero eso eran celos realmente?
    Porque sí, Ryoma nunca había sentido esa desazón antes, esa amargura en los labios y en el pecho, como reteniendo el deseo de golpear a alguien. Claro, deseaba con todas sus fuerzas golpear a ese Prince cada vez que decía el nombre de Ryuzaki como si fueran conocidos de toda la vida, era cierto que él venía de otra cultura en donde eso era normal, pero ahora estaban en su país y ahí las cosas eran diferentes.

    —Llegas tarde, Echizen –le regañó el profesor, pero Ryoma simplemente asintió con la cabeza y se dirigió a su asiento. Miró fugazmente a Ryuzaki y se dio cuenta de que apenas sus miradas se cruzaron, ella la desvió con tristeza.

    ¿De verdad podía ser tan idiota con ella?

    Ryoma-kun… él me odia… -pensaba la chica de ojos carmesí, con muchos deseos de llorar, pero se contuvo ya que se encontraban en plena clase.

    Después de dictar una aburrida clase, antes de despedirse el profesor anunció un trabajo bastante importante, con temas específicos pero muy difíciles, además de ser en parejas y escogidas por él, ya que así se aseguraría de que nadie haría trampas o algo por el estilo.

    Cuando Sakuno notó quien era su pareja para el trabajo quería que se la tragara la tierra o que una ventisca fuerte se la llevara muy lejos. No podía ser que tuviera tan mala suerte, seguro una maldición pendía sobre ella, puesto que su pareja era nada menos que Echizen Ryoma.

    No puede ser… ¿Por qué justo me tenía que tocar con Ryoma-kun? –se preguntó con tristeza, mirando al suelo. Esto era lo peor que le podía pasar después de que él la rechazara de la manera en que lo hizo.

    —Es una lástima, yo que tenía tantas ganas de trabajar con Sakuno –se lamentó Dave, a lo que la joven de ojos carmesí simplemente soltó una sonrisa dulce.

    —Ya habrá otra oportunidad de trabajar juntos, Dave –le aseguró. El rubio le sonrió con alegría, pero apenas posó sus ojos sobre Echizen su expresión atontada cambió por una seria. En definitiva, el capitán del club de tenis no le agradaba ni un poco, era demasiado rudo con esa dulce chica y eso no podía perdonárselo.

    —Ryuzaki –llamó Ryoma, con su voz ronca y masculina, que ya había cambiado debido a su edad. La chica lo miró con las mejillas ardiendo y él sólo sonrió con autosuficiencia —. Haremos el trabajo mañana en tu casa, ya que en la mía no se puede.

    —Claro, Ryoma-kun –aceptó de inmediato Sakuno, sin siquiera preguntarle por qué en su casa no se podía, ya que seguramente él no se lo iba a decir, Ryoma era demasiado reservado con sus cosas.

    Y por otro lado Ryoma ni muerto la llevaría a su casa, seguramente pasarían un mal rato por causa de Nanjiroh y eso pensaba ahorrárselo. Después el viejo de su padre se pensaba que Ryuzaki era su novia o algo por el estilo, aunque debía admitir que si alguna vez quisiera tener una molestia llamada novia a su lado, Ryuzaki era la chica que más se acercaba a lo que eran sus exigencias.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Aquella tarde Sakuno caminó hasta su casa muy confundida, definitivamente las cosas con su amado príncipe iban de mal en peor ¿Por qué tenía que haberse enamorado de él?

    —Ryoma-kun… baka… -murmuró por lo bajo, entristecida, sin saber que alguien le había oído aquel insulto.

    —Así que soy un idiota –oyó una voz petulante y arrogante, pero que la hizo dar un salto, tremendamente asustada. Se volteó y miró con sorpresa que justo detrás de ella se encontraba el recién nombrado príncipe del tenis, con el ceño fruncido.

    —R-Ryoma-kun –dijo Sakuno sorprendida, abriendo levemente sus ojos. No entendía que hacía él caminando detrás de ella ¿Es que acaso se le perdió algo? ¿O se olvidó que el camino hacia su casa era del otro lado? —. ¿Q-qué haces aquí?

    —Hmp –el chico cruzó sus manos sobre la nuca, pasándola de largo —. Vamos a tu casa a hacer el trabajo, me llamó mi padre y me dijo que mañana debo llegar temprano porque iremos a ver a unos familiares, así que no podré hacer el trabajo mañana –respondió con aburrimiento, incluso bostezando. Decidió pasar por alto el insulto de hace un rato, además ella tenía razón.

    —Y-ya veo… -Sakuno miró al suelo y comenzó a caminar en silencio, detrás de Ryoma. De vez en cuando le miraba la espalda, que se había vuelto realmente ancha gracias a los entrenamientos diarios de su deporte favorito. Ryoma era todo un adonis, no había una sola imperfección en su cuerpo y por eso miles de jovencitas se derretían por él, aunque fuesen incluso mayores, pero lo que ella sentía nunca fue fanatismo, era un sentimiento puro y real, y realmente dolía que nunca fuera a ser correspondida.

    Ryoma sabía exactamente donde quedaba la casa de Sakuno, había ido un par de veces con todo el equipo de Seigaku a ver a la profesora Sumire y a planear los partidos con ella ahora que era capitán, aunque llevara poco tiempo siéndolo.

    Después de varios minutos en los que los dos estuvieron en completo silencio, llegaron a la casa de la joven, la cual puso la llave al darse cuenta de que estaba todo cerrado. Se suponía que su abuela ya debería encontrase ahí, puesto que hoy había salido temprano de la escuela, pero al parecer no había llegado aún.

    —Que extraño… -murmuró Sakuno para sí. Caminó hasta la cocina, dejando la puerta abierta para que Ryoma pudiera entrar, pero entonces se percató de una nota pegada sobre el refrigerador “Sakuno, me ha salido una cita urgente a Kyoto, regreso en unos días. Te dejé dinero suficiente y un poco de onigiri en la cocina. Tu abuela” —. Mi abuela… ¿No está…?

    Ryoma miró con especial atención toda la casa, hasta que posó su vista sobre los onigiris, y vaya que tenía hambre, puesto que su estómago sonó como un león rugiendo. Sin siquiera pedir permiso, tomó uno y se lo llevó a la boca, no creía que a Sakuno le molestase.

    —B-bueno, Ryoma-kun ¿Qué te parece si usamos la sala para hacer el trabajo? –preguntó la chica algo sonrojada, después de todo estaba en su casa, completamente sola y junto a Ryoma Echizen. ¿Quién no sentiría nervios?

    —Claro, hagámoslo –Ryoma se acercó a la sala y tomó asiento despreocupadamente, mientras que Sakuno corría a su cuarto a buscar materiales. Primero dejó su bolso sobre la cama y se cambió de ropa, se puso una remera delgada de color rosa, ya que hacía bastante calor. Después vistió una falda corta en color café claro y unas botas del mismo color, dejando su cabello con las mismas dos trenzas de siempre, esas que Ryoma siempre criticaba.

    Después de estar lista bajó con algunos materiales con los cuales podrían hacer el trabajo, por suerte para ella tenía el ordenador justo en la sala y ahí lo podrían usar los dos a gusto. Estaba claro que no terminarían el trabajo hoy, pero avanzarían bastante y posiblemente antes del plazo de entrega ya lo tendrían listo, después de todo Ryoma era muy inteligente.

    —Anno… Ryoma-kun… ¿Quisieras algo de beber? –le ofreció amablemente, ya que luego de media hora de trabajo se sentía completamente fuera de lugar al estar tanto tiempo en silencio. El chico asintió con la cabeza, pero ni siquiera se dignó a contestarle con palabras.

    Sakuno se sentía realmente extraña estando sumergida en aquel ambiente.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Takeshi se encontraba caminando de regreso a casa luego de haberse comprado el nuevo modelo de tennis que tanto le gustaban y que había esperado por meses. Iba muy pensativo y feliz debido a su nueva adquisición, cuando de pronto al mirar al frente se encontró con un conocido saliendo de una tienda de deportes.

    —Oh… -murmuró para sí, con una sonrisa —. Pero si es Fuji-sempai –tuvo toda la intención de ir y saludarlo, pero entonces se quedó de piedra cuando vio a la persona que salía detrás de él. Era ella.

    Ann estaba junto a Fuji Syusuke y ambos se sonreían de manera empática, como si se llevaran realmente bien. Por un momento Momo no supo que fue lo que sintió al verles, pero al segundo siguiente estaba más que claro; estaba celoso. No sabía que Ann estuviera saliendo con Fuji-sempai, porque para él era muy obvio que ellos estaban saliendo, no había que ser un genio para darse cuenta.

    —Ann… -murmuró, apretando sus puños con rabia. Ya ni le importaba lo feliz que estaba por tener sus nuevos tennis, en este momento lo invadía una gran tristeza, al darse cuenta de que la chica de la que estaba enamorado, tenía sus ojos puestos en alguien más.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Terminó de arreglar su cabello frente al espejo de su cuarto y tomó el celular para marcar a la casa de Sakuno, pero no le contestaba, con lo aplicada que era de seguro ya estaba estudiando o practicando tenis. Soltó un suspiro de aburrimiento y decidió que si su mejor amiga no la acompañaba, entonces ella saldría sola a pasear al centro comercial. A fin de cuentas Tomoka Osakada no tenía miedo de salir sola a la calle.

    Se vistió con un jeans ajustado y una remera de color crema, con una bonita chaqueta negra encima para protegerse del frío. Salió de casa con una sonrisa y se dirigió al centro comercial para comprarse alguna que otra nueva teñida, o eso era lo que pensaba, cuando de pronto sintió que alguien jalaba su bolso y se lo arrebataba de las manos con rudeza. Trató de sostenerlo, pero aquel tipo tenía demasiada fuerza y se fue huyendo de ella.

    —¡Espera, ladrón de bolsas! –le gritaba histéricamente, pues no podía consentir que algo así le sucediera a ella.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Esa tarde él se encontraba entrenando como casi todos los días. Corría con su habitual ropa de entrenamiento y su pañoleta verde en la cabeza, pero especialmente hoy se encontraba muy pensativo, respecto a una conversación que había tenido en la escuela.

    —No es nada del otro mundo, sólo te pido una explicación –le dijo la chica con la mirada baja. Sabía que le había hecho mucho daño al dejarla como lo hizo, pero no podía seguir más a su lado después de todo, porque sólo terminaría por lastimarla más.

    —Shizuki, lo mejor es que te conformes, nosotros ya terminamos hace tiempo ¿Por qué no lo entiendes? –fue la respuesta de Kaidoh, aunque en ningún momento la miró a la cara, simplemente le dio la espalda, dejando ver sólo la parte trasera de su chaqueta de titular —. No quiero hacerte daño, así que vete.

    —¡Pero Kaoru…! –Shizuki no pudo evitar soltar un par de lágrimas de dolor, porque aunque hubieran terminado ella todavía lo amaba —. Sólo respóndeme algo… -apretó los puños con rabia antes de hablar —. ¿Esto es por ella?

    Los ojos de Kaidoh se abrieron levemente, sin saber que respuesta dar, pero al final decidió calmarse, no podía dejar que ella notara su sorpresa ante la situación.

    —No te diré nada, no insistas –dijo antes de comenzar a alejarse. Sabía que así era mejor.

    Suspiró con desgano, nunca pensó que eso del amor fuese tan complicado. Antes sólo pensaba en jugar al tenis, pero creció y se dio cuenta de que había muchas otras cosas más que también le llamaban la atención, una de ellas había sido Shizuka, la única chica que se le acercó sin temerle a su mirada de serpiente, que compartió cosas lindas a su lado, pero se dio cuenta de que no la amaba y que si estaba con ella sólo la haría sufrir, por eso ahora la mantenía alejada.

    Siguió corriendo para mantenerse en forma y así dedicar todo su tiempo a lo único que debía ser importante para él, pero entonces oyó algo que le llamó la atención.

    —¡Espera ahí, maldito ladrón de bolsas! –esa voz la reconoció al instante, no había forma de que otra persona gritara como ella.

    Alguien pasó corriendo a su lado y cuando se volteó, vio a la chica Osakada corriendo como una energúmena hacia la misma dirección en donde estaba él, tan rápido que no tuvo ni tiempo para frenar, envistiéndolo con toda su fuerza y arrojándolo al suelo, para caer encima de él.

    Cerró los ojos al sentir el dolor en su espalda y codos, ya que como pudo, trató de sostener a la joven para que no se fuese a golpear, agarrándola por la cintura. Cuando pudo volver a mirar, se fijó en que ella estaba justo sobre él, sonrojada.

    —K-Kaidoh-sempai –dijo sorprendida. Él la observó más fijamente y no pudo evitar avergonzarse por completo, puesto que a pesar de tener la apariencia de todo un delincuente, no era más que un chico tímido que ocultaba a todos sus verdaderos sentimientos. Tomoka se quedó en esa posición por un momento, hasta que se percató de lo que estaba pasando y se levantó de golpe, avergonzada a más no poder —. ¡Lo siento mucho, Kaidoh-sempai!

    —No pasa nada –respondió el chico desviando la mirada, para que en sonrojo de sus mejillas no se notara. Se puso de pie y se limpió un poco el polvo de la ropa, hasta que recordó lo que ella gritaba —. ¿Hace un momento gritabas que había un ladrón de bolsos?

    —Oh, sí, se llevó mi bolso –confesó Tomoka con tristeza, ya que no podría comprarse lo que quería porque se había llevado todo su dinero, pero entonces sus ojos se iluminaron al ver a su sempai sacando su raqueta y su pelota de tenis, con la disposición de hacer un saque. Lo había estado practicando por un tiempo y aún nadie lo conocía, pero había buscado la manera de convertir a la serpiente en un saque y ya estaba por lograrlo, ahora era el momento perfecto para probarlo.

    —Snake… serve –dijo para sí, lanzando la pelota al cielo para luego darle un extraño golpe que la hizo tomar una curva igual a la de la serpiente. Osakada sólo observaba sorprendida aquel saque, para luego ver como la pelota le daba en la cabeza al ladrón y lo hacía caer al suelo. Al ver su objetivo realizado, Kaoru sólo sonrió victoriosamente.

    —¡Eso fue genial, Kaidoh-sempai! –exclamó la emocionada castaña —. ¡Eres increíble!

    El chico nuevamente desvió la mirada, no quería que nadie se diera cuenta de lo avergonzado que se ponía cuando alguien lo halagaba.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    —Creo que terminé aquí Ryuzaki –habló Ryoma, tratando de captar la atención de su compañera de clases, sin embargo no obtuvo respuesta —. ¿Ryuzaki? –volvió a llamarla, alzando la mirada para verla, sin embargo la encontró dormida sobre la mesa, usando sus dos brazos como almohadas. No supo por qué, pero aquella imagen le pareció bastante tierna, hasta le sacó una pequeña sonrisa —. Ryuzaki tonta –susurró.

    Se levantó con pesadez de su asiento y trató de moverla para despertarla, pero cuando se fijó en la hora entendió por qué Sakuno tenía tanto sueño, ya iban a ser las diez, habían estado bastante tiempo haciendo ese trabajo y lo peor era que aún no lo terminaban, tendría que venir otro día para continuar, porque claramente con su compañera dormida no avanzaría nada.

    Al final decidió no despertarla, lo mejor era que la dejara descansar, ya que para variar por su torpeza se había levantado demasiado temprano y seguramente estaba muy cansada, así que con cuidado de no interrumpir su sueño la levantó entre sus brazos, descubriendo que era muy liviana, no pesaba casi nada. Claro, con lo delgada que estaba no debía pesar mucho.

    A veces pensaba que Ryuzaki era demasiado delgada y pequeña, se veía tan frágil como una muñeca de porcelana. ¿Entonces por qué él insistía en tratar que quebrarla?

    No quiso pensar en eso y subió con cuidado las escaleras, pero mientras buscaba la puerta del cuarto de la chica, sintió un pequeño escalofrío recorrerle el cuerpo cuando ella –inconscientemente- se acurrucó en su pecho, como si él fuera una cómoda almohada. La miró entonces con detenimiento, notando el leve sonrojo que adornaba sus mejillas.

    Adorable.

    Era la única palabra que en ese momento se cruzaba por su mente, que Ryuzaki lucía verdaderamente adorable, tanto como para querer devorarla.

    ¿En que idioteces estoy pensando? –se preguntó molesto consigo mismo. Miró a su alrededor y encontró la puerta que decía Ryuzaki, así que con cuidado la abrió, dejando ver una habitación completamente femenina y bastante ordenada, aunque había algunas cosas tiradas en el suelo. Encontró la cama y depositó a la chica sobre ella suavemente, tapándola con un futón que había doblado sobre la misma. No podía hacer más, no sería un acto propio el desvestirla, aunque sí había desvestido a chicas antes, había sido en situaciones completamente distintas.

    Se volteó para marcharse, pero tiró sin querer algo que estaba sobre la mesita de noche al pasar junto a ella; era el diario de vida de Ryuzaki. No pensaba leerlo, él no era de los que gustaban de enterarse de la vida privada de los demás, así que sólo lo recogería y lo dejaría en donde estaba, pero notó que algo caía de entre las páginas y cuando se disponía a dejarlo en el mismo lugar en donde estaba, vio su nombre escrito ahí.

    Reconoció aquel papel, era la carta que Sakuno le había escrito y que él no quiso leer. Frunció el ceño ante su propio deseo de curiosidad, porque quería saber que era lo que ella le había escrito ¿Cómo habría declarado sus sentimientos en aquella carta?

    La escuchó balbucear de pronto y pensó que se había despertado, pero sólo se dio una vuelta en la cama para encontrar más comodidad. Volvió su vista hacia la carta y ahí se dio cuenta de que no podría soportar la curiosidad; tenía que saber que decía.

    Se puso de pie y se guardó la carta en su chaqueta de titular, para después salir del cuarto de Sakuno de puntillas, sin hacer ruido. Cerró la puerta y poco tiempo después abandonó la casa, no sin antes haberse llevado unos dos onigiris más a la boca, tenía mucha hambre.

    Por su parte, Sakuno simplemente dormía plácidamente, teniendo un hermoso sueño en donde estaba al lado de su príncipe.

    —Ryoma-kun… -susurró, esbozando una pequeña sonrisa.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Cuando Ryoma llegó a su casa inmediatamente fue interrogado por su padre sobre lo que había estado haciendo hasta esa hora en casa de la joven Ryuzaki, mas él simplemente le pasó de largo y se dirigió a su habitación, sin siquiera cenar.

    Se sentó sobre su cama y sacó la carta de su chaqueta. La miró por varios segundos en completo silencio y sin intentar abrirla, estaba concentrado observando la linda caligrafía de Sakuno. Después de un rato se aburrió de eso y decidió que la abriría, a fin de cuentas, la carta estaba dirigida a él, no había nada de malo en que la leyera.

    Ryoma-kun:

    No sé como decirte esto, la verdad es que traté mil veces de empezar esta carta, pero no hallaba las palabras correctas para expresarte todo lo que siento en mi corazón por ti.

    Sé que muchas chicas pueden habérsete declarado, estoy consiente de que eres el más popular en nuestra escuela. Pero también que yo te conocí incluso antes de saber que seríamos compañeros ¿Lo recuerdas? Aquella mañana en el tren, camino a las canchas de tenis. Esa vez te di las indicaciones equivocadas y llegaste tarde a tu partido por mi culpa, pero me alegró haberte podido conocer después de eso. Aunque no lo demuestres muy a menudo eres muy amable Ryoma-kun.

    Después de todo el tiempo que ha pasado y de las veces que te he visto jugar con toda tu determinación, puedo decir con certeza que no sólo admiro tu manera de jugar, sino que también la amo desde lo más profundo de mi ser, así como te amo a ti Ryoma-kun, porque eres la persona más especial para mí.

    Sé que probablemente no sientas lo mismo y lo entiendo, siempre he sido una chica torpe y que le cuesta valerse por sí misma, pero si he aprendido a amar al tenis ha sido por ti, si me he vuelto buena en ese deporte ha sido para que tú me mires, aunque no puedo negar que me encanta jugar, pero quisiera poder llamar tu atención aunque sea una vez. Ryoma-kun, realmente te quiero. No, te amo Ryoma-kun, y sé que no soy capaz de decírtelo a la cara, por eso te he escrito esta carta, porque ya no quiero callar más mis sentimientos.

    Atentamente:
    Sakuno Ryuzaki.


    Guardó la carta en su sobre después de leerla y se arrojó sobre la cama de espaldas. No sabía que era ese cúmulo de sentimientos que de pronto se arremolinaban en su pecho, pero era algo muy molesto.

    —No debí leerla –se dijo enojado.

    Cerró los ojos y se ocultó la cara con la visera de su gorra. Quería dormir, quería dejar de sentir todas esas cosas que lo confundían ¿Pero como hacía eso?

    Si no hubiera sido por este estúpido trabajo no habría tenido que ir a la casa de Ryuzaki, no la habría visto dormir y definitivamente no habría encontrado esa tonta carta que ahora lo tenía pensando estupideces.

    Se maldecía una y mil veces por ello, sólo quería olvidarla, sólo deseaba dejar de pensar en ella. Pero no podía.

    —Idiota… ¿Es que acaso te has enamorado? –se preguntó malhumorado, sin darse cuenta de que cierta persona estaba por entrar a su cuarto, pero se detuvo al oír sus palabras, prefiriendo dejar sus impertinencias para otro momento.

    Nanjiroh suspiró afuera de la habitación de su hijo, regresando sus pasos a la suya propia.

    Así que el shonen finalmente está creciendo –pensó con una sonrisa.

    Continuara…


    ----

    ¿Qué les pareció el capítulo?
    ¿Parte favorita y por qué?
    ¿Qué les pareció la carta de Sakuno? ¿Expresa sus sentimientos hacia Ryoma?
    ¿Ryoma se habrá dado cuenta de que es un idiota? (siempre lo ha sido ¬¬)
    ¿Dave le hará las cosas fáciles a Ryoma con Sakuno?
     
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    Hola. Gracias por la invitación.
    ¿Qué les pareció el capítulo?
    Me encantó el capítulo. Fue muy lindo.
    ¿Parte favorita y por qué?
    Me gustó mucho la parte en que Ryoma lee la carta de Sakuno porque se da cuenta de lo que rechazó.
    ¿Qué les pareció la carta de Sakuno? ¿Expresa sus sentimientos hacia Ryoma?
    A mi encantó la carta pues fue muy sincera. Si considero que exprese sus sentimientos.
    Esa es la prueba más real de todo.
    ¿Ryoma se habrá dado cuenta de que es un idiota?
    Ojala que así sea.
    ¿Dave les hará las cosas fáciles a Ryoma?
    Lo dudo.

    Nos vemos en el sigte. capi.
     
  9.  
    Selene-chan

    Selene-chan Usuario común

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    10 Junio 2008
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    Título:
    Dulce Y Amargo (RyoSaku)
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    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    5
     
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    Perdón por la demora, aquí está el capítulo ^^

    -------

    Capitulo 5: ¿Te he perdido?

    Aquella mañana fue realmente patética para el joven príncipe del tenis. Luego de haberse levantado realmente tarde pues se había quedado dormido, su madre le preparó aquel desayuno americano que no le gustaba para nada. Su padre lo estuvo molestando durante todo el desayuno con que había descubierto que Ryoma tenía una novia y Nanako le preguntaba si eso era verdad o no.

    Ni bien llegar a Seigaku, se dio cuenta de que se había dejado el libro de matemáticas en casa, además de su pelota favorita de tenis con la cual siempre solía practicar a solas, aquella que decía “Número uno nacional”. Aún podía recordar cuando Ryuzaki se la obsequió, la primera vez que salió de Japón hacia el Open de los Estados Unidos.

    En ese entonces era un niño de doce años, pero estaba muy claro que no había cambiado mucho desde entonces, a pesar de que su apariencia física ahora lo hacía ver mucho más maduro y atractivo, desgraciadamente seguía siendo el mismo despistado e insensible de siempre y él se daba cuenta de eso. Pero ya era tarde para arrepentirse de haber rechazado a Ryuzaki y era demasiado orgulloso para admitir que se había equivocado.

    ¿Qué debía hacer entonces?

    No tuvo mucho tiempo de pensar, pues al dar una vuelta por el pasillo pudo verla. Demonios, de haber sabido que por leer esa carta se sentiría de esa manera, jamás se le hubiera ocurrido tocarla, pero es que nunca pensó que alguien tan tímida como Ryuzaki pudiera sentir todas esas cosas por él, por eso el asunto de verdad lo confundía. Sin embargo lo que más lo perturbaba en todo esto, era ese estúpido sujeto; Dave Prince.

    —¡Buenos días Sakuno! –la saludó el rubio tan efusivo como siempre, recibiendo una tierna sonrisa de parte de la cobriza, que sin que ninguno de ellos lo notara, despertó la furia del príncipe del tenis.

    Si tan sólo pudiera decirle a ella lo que sentía, si pudiera alejarla de se Prince. Pero él ni siquiera tenía el derecho de exigirle algo. Oh, al diablo con el derecho, ese imbécil se alejaría de ella.

    —Ryu… –estaba a punto de llamarla, pero una voz mil veces más potente se lo impidió.

    —¡Sakuno! –gritó la explosiva Tomoka, llegando al lado de su mejor amiga —. ¡Sakuno, tengo algo que contarte amiga, no me vas a creer! –decía entusiasmada, casi dejando sorda a la pobre Sakuno y también a Dave que estaba frente a ambas.

    —¿Qué pasa Tomo-chan? –le preguntó la cobriza algo confusa, bueno, Tomoka siempre le explicaba las cosas gritando como una demente, pero hoy estaba haciendo más ruido de lo normal, parecía algo feliz.

    —¡Ven, te contaré! –respondió Tomoka jalándola de la mano, para así llevarla al interior del salón.
    Ryoma se acercó a paso lento, justo cuando Dave estaba por cruzar la puerta, adelantándose a él.

    —Permiso –habló en forma ruda, solamente para provocar al chico. No podía evitarlo, mientras más veces le veía cerca de Ryuzaki más rabia le daba contra él, no era justo que esa chica que se suponía que lo amaba a él, se estuviera fijando tanto en ese mozalbete, él no era nada comparado con Echizen Ryoma y se lo haría saber como fuera.

    Por su parte, Dave se dio cuenta del desafío que había en la mirada ambarina de Ryoma, notándolo aún más en cuanto sus ojos se posaron sobre la pequeña Ryuzaki, que hablaba animadamente con Osakada.

    El ceño del rubio se frunció, dejando en claro que no sería vencido tan fácilmente, aunque él no conocía los verdaderos sentimientos de Sakuno, no podía saber que posiblemente Ryoma ya tenía la partida ganada.

    —Y entonces Kaidoh-sempai le dio al ladrón en la cabeza, y no sabes, fue increíble –relataba la chica de coletas, tan emocionada que incluso a Sakuno se le hacía difícil entender el por qué de ello.

    —Tomo-chan ¿No crees que estás exagerando? –preguntó Sakuno con una gotita recorriendo su sien, a lo que su amiga simplemente se alteró, levantándose de su asiento.

    —¡Deberías haber estado ahí para verlo! –le gritó, apuntándola con el dedo índice. A Sakuno le volvió a escurrir una gotita por la frente al ver la reacción que había tenido Tomoka, pero ahora que lo notaba, siempre que por alguna u otra razón terminaban hablando sobre Kaidoh-sempai, Tomoka actuaba más eufórica de lo normal. ¿Podía eso significar alguna cosa?

    —Oye, Tomo-chan –la llamó la chica, esbozando una sonrisa mientras la de coletas volvía a sentarse, ya más calmada —. Tengo curiosidad de saber… ¿A ti te gusta Kaidoh-sempai?

    Ante la pregunta el rostro de Osakada se pasó por todas las tonalidades de rojo habidas y por haber. Se quedó en completo silencio y miró a Sakuno con los ojos abiertos como platos, tratando de que alguna frase coherente saliera de sus labios. Nunca se había preguntado aquello, jamás le había llamado la atención el hecho de que siempre se quedaba viendo a Kaidoh-sempai más de la cuenta en los entrenamientos, o que a veces los ojos se le iban en cuanto le veía jugar al tenis.

    Era la primera vez que pensaba en ello con claridad.

    —Pues yo… –justo cuando estaba por responder, el profesor de la clase se presentó en el salón, interrumpiéndola. Se sentía aliviada de no haber tenido que contestar, porque ni ella misma sabía que decir.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    En el salón de tercer año, Momoshiro estaba haciendo como que leía su libro de texto, pero en realidad estaba pensando en lo que había visto el día anterior, cuando Ann estaba de lo más feliz con Fuji-sempai. Odiaba recordar aquello, pero no podía evitarlo, tenía demasiada rabia por ello.

    Demonios –pensó, apretando los puños y con ello las hojas de su libro.

    Kaoru que estaba a su lado, le miró extrañado, era raro ver al alegre de Takeshi así de enfadado, a menos que se tratara de un asunto relacionado con el tenis, o con la pequeña hermana de Tachibana.

    Momo realmente era un tonto, llevaba años enamorado de Ann Tachibana y aún no era capaz de confesarle sus sentimientos por ella. En cambio él hasta novia había tenido, aunque si se ponía hablar de confesar sentimientos, era el menos indicado para eso, era tan vergonzoso en temas amorosos que no era capaz de decirle a cierta chica que le gustaba, pero de todas formas de gustar a estar enamorado eran dos cosas muy diferentes y en ese sentido, el más idiota era Momoshiro.

    —Oye, imbécil –le susurró Kaoru para llamarle la atención —. El profesor te está mirando, será mejor que hagas un esfuerzo en concentrarte en la clase si no quieres que te regañen.

    —Cállate Mamushi, déjame en paz –le respondió Takeshi, haciendo que una venita se marcara en la frente del chico de la pañoleta –la cual no estaba usando en este momento-.

    —Encima de que trato de ayudarte… –se quejó Kaidoh, dándole un leve golpe en la silla con el pie, haciendo que Momo perdiera el equilibrio y se golpeara en la cara con el libro.

    —¡¿Qué rayos estás haciendo maldita víbora?! –lo encaró enfadado, poniéndose de pie y llamando la atención de toda la clase.

    —¡Tú eres el único culpable, estúpido! –respondió Kaoru realizando la misma acción.

    Ambos se veían con un rayito de rivalidad en sus frentes, hasta que de pronto, sintieron un golpe en la cabeza, producto del libro de clases del maestro, el cual les miraba tremendamente molesto.

    —¡Afuera del salón, ahora! –les ordenó el hombre, provocando que ambos muchachos dieran un salto del miedo.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    La hora del receso había llegado y con ella una nueva oportunidad para Ryoma de hablar con Ryuzaki. Se sentía como un idiota, pero no podía dejar de pensar en ella desde que leyó esa carta, de alguna forma sentía la necesidad de que ella le dijera todas esas cosas a la cara, al menos para estar seguro de que sus palabras no eran una mentira y de que eso que estaba sintiendo no era algo equivocado.

    Aunque había estado con chicas jamás se había enamorado, para él era normal el interesarse en el sexo femenino de la manera física, como todo chico de su edad. Pero aquello que siempre le había ocurrido con Ryuzaki era muy distinto, demasiado diferente.

    —Ryuzaki –la llamó apenas la vio levantarse de su puesto. Ella estaba tan linda aquel día, con sus trenzas siempre largas y su figura tan delgada, pero a la vez bien proporcionada. Ryoma aún no podía creer que esa niña tan pequeña se hubiese vuelto una joven tan hermosa y –a pesar de que él no se lo diría nunca– tan buena en el tenis.

    Sakuno estaba al lado de Tomoka, pero dio un salto en cuanto Ryoma mencionó su nombre. Todavía la hacía temblar simplemente con oír su voz, eso era un verdadero fastidio. Se suponía que había decidido olvidarse de Ryoma para siempre, por eso, en cuanto llegara hoy a su casa, se desharía de todo lo que tenía que ver con él. Y era cierto que el tenis era algo que ella había comenzado a amar gracias a él, pero no renunciaría a ello, porque aunque fuera por él en un principio, ahora amaba al tenis por sí misma.

    —¿Sucede algo Ryoma-kun? –preguntó, regañándose mentalmente por haberlo llamado así. Si iba a olvidarlo, su trato hacia él debía ser mucho más distante —. Es decir… Echizen-kun –se corrigió.

    Tomoka la miró con cierta sorpresa, pero Ryoma ni se inmutó, tal y como Sakuno se lo esperaba. Sin embargo ella no podía saber lo que él en realidad sentía.

    Ryoma no lo había demostrado con su rostro, pero al ser llamado de una manera tan fría por la chica que siempre había sido dulce con él, sintió como un leve golpe en el pecho y un vacío demasiado incómodo. Eso le hizo arrepentirse de lo que sea que iba a decirle.

    —Sólo quería hablarte del trabajo, lo hablaremos hoy a la salida de la escuela –dijo fríamente, dándose la vuelta para dirigirse a su lugar favorito; la azotea.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Los entrenamientos de tenis se estaban llevando a cabo y todos los chicos estaban haciendo sus calentamientos antes de comenzar con los partidos de práctica, sin embargo, Ryoma se encontraba al lado de la profesora Sumire, haciendo la lista de lo titulares que jugarían la próxima semana en las clasificatorias para el torneo local de Kanto.

    —No estoy de acuerdo con esto –dijo Ryoma señalando uno de los nombres elegidos por su entrenadora, la cual le miró extrañada, no veía nada de malo en esa persona, de hecho, era bastante bueno por decir lo menos.

    —¿Por qué no Ryoma? Dave ha demostrado ser un excelente jugador.

    —Ni siquiera ha podido vencerme –refutó el capitán de Seigaku en tono de fastidio, pues, odiaría tener que dejar jugar a ese odioso e insoportable de Prince, sin embargo, la profesora Ryuzaki no estaba dispuesta a ceder a sus caprichos, sabía perfectamente lo que le pasaba a Ryoma, que aunque tratara de disimularlo, era bastante obvio.

    —Ryoma, nadie aquí ha podido vencerte, ni siquiera tus sempais –le recordó la anciana, haciendo alusión a que ya no pensaba discutir más acerca de ese tema.

    Ryoma tuvo que conformarse callado y punto.

    En ese instante alzó la mirada y pudo ver a la chica que lo estaba confundiendo como nadie. Ella venía a ver el entrenamiento junto a su mejor amiga, la que –curiosamente- no le quitaba el ojo de encima a Kaoru. Nuevamente Ryoma sentía ese alivio de verla, pero como había sucedido ya varias veces, sintió ardor en cuanto Dave se acercó a Ryuzaki.

    —Sakuno, que bueno verte por aquí –dijo el rubio alegremente —. Justo me estaba preguntando si aceptarías ir a tomar un helado conmigo –le invitó descaradamente, lo que provocó el enojo del Echizen al oírle aún desde donde se encontraba, pues más parecía que Dave lo había dicho en un tono alto de voz, sólo para que él lo oyera.

    —D-Dave yo… –Sakuno no sabía que decir, estaba un poco sonrojada y había bajado la mirada debido al nerviosismo. Por más que sólo tuviera ojos para Ryoma, no podía ignorar que Dave era un chico verdaderamente guapo.

    —Sakuno dice que acepta –contestó Tomoka en su lugar.

    —Tomo-chan –la regañó la cobriza, sin embargo decidió no replicar más, no tenía nada de malo ir a tomar un helado con Dave —. Está bien, Dave, iremos a tomar un helado a la salida de la escuela.

    Dave le sonrió y le dio un beso en la mejilla, para luego continuar con el entrenamiento. En ese instante Sakuno olvidó completamente que había quedado con Ryoma para hablar acerca del trabajo, era la primera vez que olvidaba algo relacionado con él.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Kaidoh estaba solo en los vestidores de chicos. Habían entrenado bastante debido al mal humor de Ryoma, últimamente siempre andaba igual y nadie sabía a que se debía. Se limpió el sudor del rostro y se sacó su pañoleta de la cabeza, para proceder a guardar sus raquetas y luego sacar de su bolso otra remera. Se quitó la de su uniforme de titular de Seigaku y antes de que pudiera agarrar la otra, alguien entró corriendo a los vestidores.

    —¡Kaidoh-sempai yo…! –la chica se quedó con la frase en la garganta al tener semejante espectáculo frente a sus ojos. Kaoru Kaidoh estaba frente a ella con el torso desnudo, y simplemente no pudo evitar que un evidente sonrojo se apoderara de sus mejillas.

    —¡Pero que haces! –exclamó el chico serpiente totalmente avergonzado. Tomó la remera y se la puso lo más rápido que pudo, sin poder evitar el reparar en las mejillas coloradas de Osakada. Demonios, esta había sido una situación en verdad bochornosa.

    —¡Lo siento mucho! –Tomoka hizo una reverencia. En realidad no lo sentía tanto, estaba más feliz que nunca al haber visto lo que vio, pero obviamente no lo iba a decir —. S-sólo quería darte las gracias por salvarme el otro día –suavizó el tono de su voz, alzando la mirada para observar al sonrojado chico que estaba frente a ella, el cual sólo miraba al suelo —. Y perdón por entrar así, debí imaginarme que…

    —Está bien –la interrumpió Kaoru —. No digas nada, esto nunca pasó –dijo con su voz amenazante, aunque no pretendía sonar así y le sorprendió ver que en lugar de intimidarse, Tomoka simplemente asentía con una sonrisa, haciendo que sus latidos se aceleraran. Joder. Ni siquiera sabía desde cuando le había comenzado a gustar una chica como ella, simplemente sucedió, de una manera inexplicable.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Después de que las clases acabaran Ryoma se dio cuenta de que Sakuno se iba hablando de lo más animada con Dave. Ni siquiera se había acercado a él a ofrecerle una disculpa y comentarle que lo del trabajo no podría ser hoy. Tenía tanta rabia que le deseó un millón de cosas horribles al tal Prince.

    —¿Qué hay, Echizen? –le preguntó Momoshiro llegando a su lado y pasándole un brazo alrededor del cuello —. Oye, me llamó Taka-san y dijo que si ganábamos el primer partido nos haría una fiesta de sushi como antes ¿No es fantástico?

    —Sí, supongo –dijo Ryoma con voz apagada. Ya no sabía ni como sentirse, por un lado estaba furioso porque Sakuno se estaba olvidando de él, después de todo lo que le escribió en aquella carta, verdaderamente se estaba olvidando de él, y todo era por su estúpida culpa, por no ser capaz de reconocer lo que sentía por ella, lo que ella le hacía sentir.

    —¿Te pasa algo? –inquirió Takeshi un poco intrigado, pues de pronto la expresión de Ryoma se había tornado triste y no era muy usual verlo de esa manera, de hecho, Ryoma jamás estaba triste.

    —No, es sólo que tengo algo que hacer –respondió separándose de su amigo —. Dile a Taka-san que gracias –y después de eso se alejó, hacia la misma dirección a donde se habían ido Ryuzaki y Prince, porque tenía que averiguar algo.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Ann Tachibana estaba entrenando en las canchas callejeras junto con unos chicos de otras escuelas. Golpeó la pelota demasiado fuerte y ésta se salió del campo, bajando por las enormes escaleras. Lo malo era que esa era la única que tenían, así que no podían perderla o no podrían seguir jugando.

    —¡Yo voy! –les dijo a sus amigos con una enorme sonrisa, dejándolos encantados con su belleza. Corrió escaleras abajo y al ver la pelota, la cogió sin mayor problema.

    —Pero si es la pequeña Ann –oyó una voz masculina pero suave. La chica alzó la mirada y se irguió al tiempo, observando que frente a ella se encontraba un guapo joven de cabellera castaña y una sonrisa que parecía nunca irse de su rostro.

    —Fuji-san –lo saludó —. Hola ¿Cómo has estado?

    —Bastante bien –dijo el ex genio de Seigaku en tono amable, pues él solía ser así con todas las mujeres —. Veo que tú también.

    —Así es –Ann volvió a sonreír —. Por cierto, muchas gracias por haberme acompañado el otro día a comprar la cinta de mi hermano, no recordaba la tienda y el idiota de Momoshiro no me respondió las llamadas –frunció el ceño al recordar aquel episodio.

    —No fue nada –respondió Syusuke.

    Ninguno creería que aquel pequeño favor se convertiría en un terrible malentendido.

    _.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._

    Se sentía como el más imbécil de los imbéciles, pero ahí estaba Echizen Ryoma, espiando la cita de Ryuzaki Sakuno, con alguien más que no era él. Le molestaba tanto verlos hablar y sonreír como si se conocieran de toda la vida, era sin duda algo ridículo, pero ahora se daba cuenta de lo ciertas que eran las palabras de Momo-sempai; definitivamente estaba celoso, porque estaba acostumbrado a que Sakuno sólo se fijara en él, la sentía como algo suyo.

    ¿Pero eran sólo los celos por sentir arrebatado algo que le pertenecía, o en verdad sentía algo más que simple “amistad” por Ryuzaki?

    Fuese cual fuese la respuesta, estaba a punto de descubrirlo, y aún antes de eso, se sentía como un idiota por haberla rechazado de esa manera tan vil.

    —Ha sido muy divertido Dave –dijo Sakuno mirándole a los ojos. Antes pensaba que los ojos más hermosos que había visto eran los ámbares de Ryoma, pero debía admitir que el verde en los ojos de Dave era realmente precioso —. Eres un chico realmente agradable.

    —Eso es porque me agradas –respondió el rubio.

    Sin querer sintió que algo le caía en el ojo y lo cerró por el dolor, a lo que el chico posó ambas manos sobre su rostro.

    —¿Estás bien?

    —Creo que tengo una basura en el ojo –respondió la muchacha, con lágrimas corriendo desde el ojo afectado. Dave se acercó un poco más para soplar dentro de él y así poder ayudarla; era un gesto de amistad que Sakuno apreció mucho.

    Pero desde el punto de vista de Ryoma las cosas eran totalmente diferentes, su ángulo de visión le daba una percepción errada de los verdaderos hechos, por eso lo que él había visto fue que Dave la tomó del mentón y sin más, la había besado, y Sakuno parecía corresponderle.

    Quiso gritar y golpear a ese imbécil, pero al ver que Sakuno no se negaba, se dio cuenta de que ella también lo quería, así que no pudo hacer otra cosa que darse la vuelta y marcharse. Definitivamente los sentimientos que ella dijo tener no eran realmente fuertes, pues a la primera de cambio, ya se estaba besando con otro hombre.

    Y nunca le habían importado ese tipo de cosas, pero desgraciadamente para él, esto le estaba doliendo mucho más de lo que quisiera.

    Continuara…

    -----

    Bueno, eso ha sido todo por ahora.

    Me retiro, hasta pronto ^^

    ¡Bye!
     
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