Dulce Pecado (Sessho-Kag)

CAPÍTULO 3​

Los sucesos a continuación fueron tan inverosímiles, que aun estando yo implicada en los hechos, me vi forzada a preguntarme en repetidas ocasiones si todo había sido real o meramente una ilusión. Nunca sentí la mínima atracción hacia el mayor de los Taisho, claro, no puedo negar que su imponente presencia acarreaba respeto y temor en mí, pero, distaba mucho de ser algo sentimental. Así que, realmente me cuesta creer la situación en la que hoy me encuentro envuelta, atrapada entre los dos hermanos, deseosa de ambas atenciones. Puesto que uno completaba al otro. Pero ese es el capricho de una niña malcriada, que quiere ambos juguetes, pero que llora al no poder tenerlos. Nuestro primer encuentro fue fugaz, quise que durara aunque sea un poco mas, pero eso es algo normal, nunca quiero que termine ese mágico momento en el que estoy junto a él. Sus palabras, me marcaron…

InuYasha había salido a la caza de un Youkai junto a Miroku, no volvería en algunos días, la aldea que solicitó sus servicios se encontraba al otro extremo de la región. No podía estar más triste, pero pronto le encontré el lado positivo, iría a visitar a mi familia, pasar unos días en Tokio contemporáneo no me vendría mal, además, necesito comprar una champú y acondicionador, no falta mucho para que mi cabello parezca una escoba. Así que preparé mi bolso, me despedí de todos en la aldea, y me interné en el bosque, suspiré con melancolía mientras cruzaba el camino que conocía de memoria, ya hace tanto tiempo que pasé por este camino por primera vez. Pronto divisé el pozo que conectaba ambas épocas. Estaba a punto de saltar a su interior cuando unos gritos infantiles llamaron mi atención, dejé el pesado bolso allí y corrí a dónde provenía el ruido.

Me sorprendí al ver a la pequeña pelinegra escondida, en un pequeño agujero de uno de los árboles acorralada por un feo demonio reptil que intentaba agarrarla con sus cortos brazos. ¡Maldición! No había traído mis flechas ni mi arco, así que agarré una piedra y se la lancé para así atraer su atención a mí, lo logré, sus ojos rojos se volvieron hacia mí, me estudiaron con hambre listos para devorarme. Me iba a preparar para correr, pero no fue necesario, una garra verde atravesó al Youkai de improvisto y lo desvaneció entre aullidos de dolor.

—¡Sesshomaru!—exclamé aliviada al reconocerlo, no podía esperar ver a Rin ser atacada y que él no estuviera cerca. No me extrañé al no recibir respuesta—. Rin, ¿qué haces aquí?, ¿por qué no estás en la aldea con Kaede?

—Lo siento, señorita Kagome. Estaba buscando unas plantas para un remedio que me está enseñado a preparar la abuela Kaede.—Mi mirada estaba fija en el Youkai que se veía más perturbado de lo que nunca lo había llegado a ver desde que lo conozco. Su mirada oscilaba del color del oro líquido al de los rubíes al fuego. Rin también lo notó e intentó acercarse, pero él la apartó bruscamente.

—Rin, vete—le ordenó con voz gélida a la niña, la pelinegra se mostraba reacia—. ¡Obedece!

—Por favor, Rin. Vuelve a la aldea, yo me encargaré de ayudar a Sesshomaru—le aseguré tranquilizándola, ella asintió con los ojos húmedos por las lágrimas que amenazaban con escapar.

La observé internarse en el bosque de vuelta a la aldea. Me preocupé al ver a Sesshomaru caer al piso, como si llevara un yunque en la espalda. Corrí a su lado.

—¡No me toques!—me espetó con dureza antes de que pudiera poner un dedo sobre él—. No necesito la ayuda de una humana insulsa.

—Por favor, Sesshomaru, déjame ayudarte. ¿Qué es lo que te pasa?

Pero no recibí respuesta alguna de su parte, de su garganta salían pequeños gruñidos, como el de un perro, y caí en cuenta, eso no era anormal, puesto que él realmente es un demonio perro. Escuchaba sus gruñidos por lo bajo mientras su espalda subía y bajaba por su agitada respiración.

—Aléjate humana, no respondo por mis acciones—me advirtió en un gruñido, aunque el miedo me paralizó por un momento mi preocupación ganó terreno al verlo allí temblando de pies a cabeza. Me acerqué a él y toqué su frente, su temperatura era normal, no había en él nada que no estuviera bien, por lo que no entiendo el motivo de su estado—. ¡Aléjate!

—No—dije con decisión—. Dime que te pasa, déjame ayudarte.

Pero antes de poder reaccionar tenía su pesado cuerpo sobre mí, inmovilizándome por completo, sus labios presionados contra los míos estáticos, se comenzaron a mover salvajemente exigiendo una respuesta de los míos. Pero antes de que pudiera siquiera reaccionar y quitarlo de encima de mí con una cachetada él ya se había apartado bruscamente, estaba gruñendo más fuerte que antes, y podía ver en su rostro distorsionado que le estaba llevando toda su fuerza de voluntad no abalanzarse de nuevo hacia mí, y que luchaba contra su propio cuerpo para no hacerlo. Aquello que le estaba pasando no podía ser normal, definitivamente algo le está pasando, aparte, ¿Sesshomaru Taisho abalanzándose para besar una humana?, algo muy poco creíble, ver para creer, si yo misma no lo hubiera vivido no lo hubiera creído.

Aunque, dudo que me diga algo, pero no puedo simplemente quedarme de brazos cruzados mientras lo veo sufrir, y prácticamente revolcarse en el piso por algo, bueno, que realmente no sé que es, sólo sé que hay algo. Y mi prioridad es descubrirlo. Pero la timidez y confusión por lo que acababa de pasar me paralizada, puesto que él era el hermano mayor de mi prometido y yo, me acaba de besar con él.

Sus gruñidos ahora más fuertes me trajeron de nuevo a la realidad, lo observé preocupada, su cuerpo temblaba, y por más extraño que pudiera sonar comenzaba a sentir un calor abrazador apoderarse de mi cuerpo, era como si él me llamara, como si entonara una canción y yo no pudiera resistirme a acercarme para oírla mejor. El calor empezaba a ser insoportable, estaba sudando, y con una mente irracional, que sólo podía concentrarse en todos los movimientos del hombre al frente, hasta el más mínimo, como sus músculos tensos se adherían a su haori, como su pecho férreo subía y bajaba con vertiginosa velocidad, como sus ojos dorados brillaban en un rotundo deseo carnal. Mi cuerpo respondió a eso, agitándose, acalorándose aún más si es que puede ser posible.

“El celo es un proceso hormonal que lo manifiestan las hembras, el macho a partir de cuando pasan a ser adultos va a estar preparado para cruzarse con las hembras que se encuentren en celo. Los machos pueden ser fértiles por muchos años siempre y cuando no hayan tenido algún problema genético o patología que no le permita cruzarse”.

La clase de biología de la semana pasada fue lo primero que se me vino a la mente, y recordé bruscamente que, Sesshomaru, aunque tenga forma humana, es un demonio perro, con todas sus características.

Y en ese momento todo cuadró, tanto Rin, como yo estamos en ese período hormonal, lo que provoca una reacción inmediata en él, pues desde hace mucho es un macho maduro. ¿Cuáles eran los efectos?, creo que, excitación, sonidos raros, y comportamiento extraño y acelerado. Sin duda, el hombre frente a mí presenta todos esos síntomas.

Pero, ¿seré capaz de resistir los impulsos de los que tira mi cuerpo?

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Espero les haya gustado. Y por favor, recuerden el trato que hicimos, comentarios que no sean considerados spam por los líderes! :) Espero poder escribir pronto la continuación! :)

 

Advertencia: OoC, no sabría decir si leve o no, pero, fue necesario para e desarrollo de la historia, espero no entorpezca su lectura.​

N/A: Bueno, a todos mis queridos (as) lectores (as), aquí está el 4to capítulo, si tienen alguna duda respecto a los tiemposno duden en preguntar, responderé todo lo que pueda. Es corto, lo sé. Pero es difícil encontrar el rumbo de ésta historia sin caer en el OoC excesivo y eso es lo que estoy tratando de evitar por todos los medios. Y por último, recuerden, tenemos un trato, buenos comentarios, que no vayan a ser considerados como spam. ^^ Ahora los dejo leer. Acepto tomatazos y demás! xD​

CAPÍTULO 4​

Me debatía internamente sobre qué debía hacer, ¿sería capaz de dejarlo allí, en el estado que estaba?, o en tal caso, ¿sería capaz de hacer algo indebido con él?, ésta suposición me hizo reír por lo bajo, ¡por supuesto que no sería capaz! Esto me basto para convencerme completamente de lo que tenía que hacer, así que me acerqué a él y, lo tomé por los hombros en un intento por enderezarlo, pero se retorcía bajo mi mano, como si le quemara.

—¡Aléjate, aléjate, aléjate!—gritó entre furioso y desesperado, por primera vez pude decir que había visto otra emoción en Sesshomaru, a parte de la rabia, y de la preocupación que profesaba hacia la pequeña humana, Rin.

—No lo haré—contesté firmemente sin ablandarme—, te ayudaré, encontraré la forma.

Me agaché para estar a la altura de sus ojos dorados, brillosos, de deseo y placer, pero en un rincón escondido pude ver un brillo de orgullo. Le intenté sonreír tranquilizadoramente, pero él no es Inuyasha, en ese momento lo entendí, a él no lo podía controlar con un sencillo siéntate, o con una sonrisa tierna lo podía hacer cambiar de opinión.

Agarró mi rostro entre su mano con rudeza, quise apartarme, pero no pude, su mano era como terciopelo, y mi corazón latió desbocado. ¡Qué demonios te pasa!, me reclamé, pero el calor empezaba a correr por mis venas y a nublar mi razón. Y nuevamente volvió a tomar mis labios entre los suyos con demandante urgencia, exigiendo una pronta respuesta de los míos que estaban tan anonados que aún no habían reaccionado.

Era increíble como sus delgados labios se acoplaban a los míos con tanta facilidad y como le respondían con la misma pasión y arrebato. Sus labios se deslizaron sobre mi piel, mis manos recorrieron la suya al tiempo que la pesada armadura caía de sus hombros, su tacto estremeció mi cuerpo, dando una rápida reacción hormonal, no sé si fue por mi etapa en “celo” y él ser el macho con más potencial para procrear, o si fue sólo un impulso de momento al estar expuesta a tantas feromonas después de tanto tiempo reprimida, sólo sé que esa fue mi primera vez, y fue con él, con Sesshomaru Taisho, la persona que nunca se me había pasado por la mente.

Al terminar, sudorosa y satisfecha, no lo puedo negar, me recosté de Sesshomaru e intenté hacerme la dormida, así quizás se marcharía y me dejaría allí, no tendría que enfrentarme a él ni a nadie, podría hacer como si nada hubiera pasado , dejarlo como un simple espejismo en mi mente.

—Sé que estás dormida humana, tu respiración te delata—comentó de improvisto.

—Mi nombre es Kagome, Ka-go-me—puntualicé enojándome, no podría creer que mi primer hombre había sido un sujeto que me llama humana, que no pronuncia siquiera mi nombre.

—No tiene importancia como te llame—contestó sin inmutarse.

—¡A mí sí me importa!—repliqué indignada, tenía el corazón en el suelo, no sabía si tenía que sentirme culpable por Inuyasha, o enojada conmigo misma, no sabía qué hacer, ni qué decir.

—No es lo mismo para un humano que para un demonio, para mí no significó nada—dijo secamente, adivinando con facilidad el rumbo de mis pensamientos humanos y temperamentales.

—En ningún momento dije que para mí significó algo—repliqué orgullosa, tratando de tragarme las lágrimas que se formaban en mis ojos, traté de desasirme de él, pero me tenía firmemente agarrada.

—Eres una humana muy molesta—dijo con irritación ante mi forcejeo—, quédate quieta de una vez.

—¡No todo el mundo tiene que temblar bajo tus órdenes!, ¡yo no soy un condenado demonio que te teme!—le espeté.

—Muchos han muerto por siquiera mirarme a los ojos, tú estás aquí, gritándome, ¿acaso esperas un trato diferente de mi parte?, no es la primera vez que hago esto, no es un privilegio, es algo natural.

Me mordí el labio tan fuerte que comenzó a sangrar, ¡claro que esperaba un trato diferente de su parte!, ¡esperaba más, mucho más! Pero no le daría el gusto de decírselo, porque yo también tengo orgullo y no dejaré que él lo mancille a su antojo.

Levanté la vista encarándola, dispuesta a soltarle una respuesta cortante e indiferente, pero me topé con sus ojos dorados enrojecidos siguiendo el curso de mi sangre al resbalar de mi labio herido. Alargó su mano, y con su dedo recogió lo poco que se deslizaba a mi mentón, y se lo llevó a la boca, sus ojos se oscurecieron más si es que es posible, y yo, embobada por su toque, atrapada en su mirada me acerqué a su rostro y lo besé, tiernamente, pausadamente, disfrutando de cada centímetro de tu boca, el beso tenía sabor a sangre, la sangre de mis labios que besaban los de Sesshomaru sin pudor ni culpa.

Creo que sobra decir que nos dejamos llevar “naturalmente” hasta ese momento, incluso igual de espléndido que el anterior, pasé más de una hora metida en un río de aguas frías y cristalinas, tratando de borrar todo rastro de su olor de mí, pero su presencia la tenía marcada en mí.

Así comenzó nuestra historia, fue la primera vez que estuve con él, la primera vez que me hicieron mujer. A los pocos días volvió InuYasha, pero, ese no había sido nuestro último encuentro, en la montaña siguiente al pueblo, descubrí una pequeña cabaña abandonada desde hace mucho tiempo por un ermitaño, y la tomé como el lugar para nuestro amor clandestino.

Había aprendido a burlar el sentido del olfato de InuYasha, cuando decía que me marchaba a mi época no lo hacía, saltaba al pozo, y cuando estaba segura de que InuYasha se había marchado volvía a la época Feudal, lanzaba un pequeño mechón de mi cabello al viento, que se esparcía por todo el bosque confundiendo el olor, y me encontraba con Sesshomaru encubiertamente en nuestra pequeña cabaña.

InuYasha no sospechaba nada, al menos no que yo supiera, aún no había descubierto nuestro juego. Y su hermano mayor no dejaba de repetirme que no significaba lo mismo para mí en mi condición de humana que para él como demonio. Lo sabía, la verdad, lo sabía desde el principio, pero no me importaba, sólo los momentos a su lado me hacían sentir verdaderamente viva. Se convirtió en mi droga, en mi obsesión.