One-shot de Naruto - Dualidad

Tema en 'Fanfics Terminados de Naruto' iniciado por Usagi-chan, 31 Octubre 2018.

  1.  
    Usagi-chan

    Usagi-chan Bunny Bunny

    Géminis
    Miembro desde:
    14 Octubre 2012
    Mensajes:
    340
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Dualidad
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3185
    Antes de comenzar quiero aclarar que no me sé toda la línea histórica de Naruto y en mi vida había manejado un personaje tan complejo y al mismo tiempo tan sencillo como Tobi, así que por favor, tengan algo de piedad (jajaja).

    Personaje: Tobi.
    Género: Drama.
    Monstruo: Xtabay.
    Actividad: Konoha Monster.

    DUALIDAD

    El sol brillaba en su máximo esplendor lazando cual filosas dagas cada uno de sus rayos entre los árboles del inmenso bosque por el que transitaban. Un sonido risueño escapó de los labios de Tobi y se coló bajo su máscara ante el repentino revoloteo de su capa. Estaban en medio de una misión sumamente importante para la organización pero Tobi no podía evitar encontrar divertido su quehacer. No sólo la búsqueda que debían realizar, sino la hilarante tarea de exasperar sin demasiado esfuerzo a su querido “Senpai”.

    —Tobi, cállate. —gruñó por quincuagésima vez el rubio.

    Tobi apenas le prestó atención encontrándose repentinamente concentrado en el retumbante sonido de su estómago gruñendo. Estaba hambriento. Realmente no llevaban mucho tiempo en el viaje pero el juguetón Akatsuki estaba acostumbrado a responder a sus necesidades con la rapidez y capricho infantil de un niño. Si su estómago demandaba comida, el Akatsuki no era nadie para negársela.

    Sin haber obtenido respuesta, Deidara centró su mirada en el misterioso miembro al que muy desafortunadamente le habían emparejado. Decir que la actitud del más joven era exasperante era quedarse corto pero había algo más allá de su infantilismo y el misterioso rostro oculto tras esa máscara naranja que lo desconcertaba. Un “algo” que le hacía encontrar dispar su comportamiento usual con la magnitud de sus habilidades y capacidades. O por lo menos, de las que sabía que tenía. Si tenía alguna, claro está…

    —¡Deidara-senpai! —exclamó frenando en seco y empezando a saltar. —¡Senpai, mira mira!

    El maestro de la arcilla siguió la dirección de su dedo hacia una pequeña construcción de madera situada en mitad de un claro y suspiró. Sea lo que sea que tuviera ese individuo de especial, estaba terriblemente opacado por su actitud. Y maldición, no tenían tiempo para estupideces.

    —¡Descansemos un poco y vamos a comer! —anunció de repente, encarando a su compañero en medio de un ridículo baile. —¡Hemos viajado todo el día y me siento muy cansado!

    No tuvo tiempo de negarse pues, en lo poco que le había tomado parpadear, el enmascarado había echado a correr rumbo al establecimiento como si su vida dependiera de ello. Deidara no pudo evitar fruncir el ceño con irritación, su compañero no lucía ni de cerca tan cansado y hambriento como había hecho parecer.

    El establecimiento ofrecía dangos a un costo razonable al que ni Kakuzu podría objetar. Lo cierto es que el Akatsuki mayor no se había detenido a pensar mucho en sus necesidades, encontrándose más concentrado en la misión de lo que parecía estar su compañero, pero tenía hambre. Tampoco se sentía particularmente cansado pero un pequeño descanso tampoco le haría daño. Además, no faltaba mucho para llegar a su destino.

    —Por cierto, ¿a cuál debemos capturar? —interrumpió sus pensamientos Tobi.

    —¡Al de Tres Colas! ¡El Sanbi!

    —Ichibi, Nibi, yo, Tobi…¿Qué dije?

    Deidara clavó su mirada en él sin dejar de fruncir el ceño. Las ganas de golpear algo de sentido en el enmascarado eran demasiadas para controlarlas pero la anciana que atendía el lugar se acercó justo en ese momento para entregar sus alimentos.

    —¡Buen provecho! —gritó emocionado el moreno.

    Comieron en silencio y el rubio no pudo evitar intentar captar un vistazo del misterioso rostro de su compañero con cada pequeño bocado, sin mayor resultado que una gran decepción y su limitada paciencia mermada. Sencillamente no podía lidiar con ese individuo por más tiempo.

    Finalmente, cuando el extraño Akatsuki se atrevió a murmurar con una notoria carga de falsa inocencia que SU arte era una copia barata de la de otros, Deidara lo perdió. Dejando sobre el plato de barro su bocadillo a medio comer, introdujo su mano en la bolsa de arcilla anclada a su cintura y permitió a sus manos hacer su magia antes de apuntar directamente a su acompañante y sonreír por primera vez en ese día con verdadera alegría.

    —¿S-Senpai…?

    El impacto llegó mucho antes de que siquiera pudiera registrar lo que estaba sucediendo. En un segundo, la armadura que formaba parte de él se desprendió en una pequeña maraña que lo protegió del daño directo de la explosión y que sin embargo, lo envió volando varias hectáreas más lejos de las esperadas.

    Tobi lloriqueó al impactar el suelo tras golpearse repetidamente contra las ramas que de alguna manera fueron amortiguando su caída. No había estado preparado para el ataque de su Senpai y se sentía dolido por el mismo. ¿Qué había hecho mal para que lo agrediera de esa manera? Tobi no había querido molestarlo, sólo recalcar un hecho que le había parecido evidente.

    —Tobi no quiso ser malo…—susurró sentado torpemente sobre el lugar donde aterrizó.

    El Akatsuki miró a su alrededor con curiosidad. El lugar donde había terminado estaba estrechamente cercado por frondosos e inmensos árboles cuyas copas casi entrelazadas entre sí, oscurecían tanto el terreno que apenas podía ver sus manos. La hierba bajo su cuerpo estaba inusualmente crecida y cubría con facilidad sus piernas extendidas y un poco de su cintura. No había ningún sonido a su alrededor, ni siquiera el leve zumbido de un mosquito o el ulular de un ave. Todo estaba en una calma tan sepulcral que empezó a sentirse nervioso.

    ¿Dónde podría estar? La incertidumbre comenzó a abrirse paso en su interior. No tenía ni idea de en qué lugar se encontraba, ni si Deidara-senpai sería capaz de encontrarlo en medio de esa infinita oscuridad. Sentía miedo y una pequeña chispa de algo cercano a un mal presentimiento estaba rondándolo también.

    El ambiente del terreno, además, daba la impresión de ser un abismo interminable, un bosque embrujado lleno de aterradoras criaturas que nadie había visto jamás. Tobi tembló de miedo. Algo estaba mal con ese lugar.

    —Tobi es valiente. —susurró con suavidad. —Tobi es valiente.

    Vacilante y adolorido, el enmascarado hizo lo posible por ponerse de pie con el mayor cuidado posible. Tenía la impresión de que si hacía el menor ruido, aquello que acechaba en las sombras, aquello que le hacía saber que había algo mal con el lugar, saldría de su escondite y lo devoraría hasta los huesos.

    Medio ciego a pesar de su herencia, tanteó la corteza del árbol más cercano y empezó a buscar el camino para salir de ahí. El corazón le latía a mil por hora, tenía la respiración agitada y sus sentidos estaban tan alertas que cada sutil cambio en el ambiente a su alrededor lo ponía al borde. ¿Al borde de qué? No estaba muy seguro pero lo sentía como una fuerza advirtiéndole.

    Uchiha… —murmuró una trémula voz.

    El Akatsuki se detuvo en seco. No podía sentir ninguna presencia a su alrededor pero la voz le había llegado fuerte y clara. ¿Quién más estaba con él ahí? ¿Por qué no podía sentirlo? Y además estaba ese algo dentro de él peleando por salir a flote, esa fuerza, ese…ese…¿ese qué?

    Uchiha Obito… —repitió la voz adquiriendo una cualidad melódica que le gustó.

    ¿Por qué ese nombre le resultaba tan familiar y a la vez tan desconocido? Aquello en su interior volvió a removerse y Tobi pudo saborear el regusto amargo del miedo en su lengua. La sensación no venía meramente del interior de su cuerpo sino de su cabeza, de ese oscuro rincón donde las sombras acechan y la cordura del hombre se pone a prueba.

    Tenía que salir de ahí y reunirse con su senpai. Tenía que continuar con su misión y encontrar al “Tres Colas”. Tenía que olvidarse de Obito, de los Uchiha y de todo cuanto lo distrajera de su misión. Tenía que evitar que los recuerdos escondidos en lo profundo de su mente salieran a la superficie y…

    Obito-kun… —llamó entonces una dulce y delicada voz.

    El cuerpo del Akatsuki se volvió de piedra. La fuerza en su interior chisporroteó y su único ojo visible palpitó retumbando con dureza hasta su cráneo. Tobi se llevó las manos a la cabeza en un vano intento por detener el palpitante dolor y acallar la melodiosa voz de la mujer que lo acechaba.

    Luchó por aferrarse a su cordura mientras avanzaba con dificultad en medio de la infinita oscuridad e intentó llamar a su compañero con ansiedad. La parte sana en él lo estaba impulsando a salir de ahí, a avanzar cada tramo pese al intenso dolor en su cabeza y a la resistencia de esa otra parte de él respecto a abandonar a la mujer.

    Obito-kun…no me dejes…

    Los pasos de Tobi se volvieron vacilantes y la angustia se apoderó de él. No lograba entender por qué su cuerpo se estaba rebelando contra él, por qué no respondía como quería, por qué todas sus habilidades parecían haberse quedado paralizadas ante el único sonido de esa voz.

    Él era Tobi. Su nombre era Tobi.

    Y Tobi es un buen chico.

    Tobi, Tobi, Tobi.

    Por un momento, mientras se repetía a sí mismo su nombre, fue capaz de recuperar el control de sus extremidades y echó a correr sin importarle la dirección, sólo ansioso por salir de esa pesadilla. Entonces los alrededores comenzaron a desdibujarse y adquirir otras formas. Los frondosos árboles se volvieron delgados, el día se volvió noche, la hierba disminuyó y los aromas cambiaron.

    De repente Tobi ya no estaba corriendo para salir del bosque encantado, sino por la urgencia de alcanzar algo o a alguien con premura. Estaba llegando tarde, iba a perder ese algo, no, a ese alguien. ¿Quién?

    Obito-kun.

    Finalmente se detuvo y su corazón se oprimió dolorosamente en su pecho. Unos metros por delante de él lo esperaba la delicada silueta de una hermosa mujer sentada sobre una roca, dándole la espalda mientras cepillaba sus largos y sedosos cabellos medianoche ajena a todo el horror que estaba experimentando.

    —Señorita- —Tobi dio un par de pasos vacilantes hacia ella.

    Solo tenía la intención de pedirle ayuda para salir de aquella prisión pero su mano se congeló a medio camino de alcanzarla. El Akatsuki parpadeó confundido, sin poder apartar la mano ni para tocarla, ni para alejarse. Poderosas descargas de dolor se derramaron en el interior de su mente y un gemido mitad gruñido traspasó la máscara naranja que fungía como su armadura.

    Obito-kun, ya era hora. —escuchó la cálida voz femenina una vez más.

    La mujer de espaldas detuvo su accionar y se puso de pie, dándose vuelta lentamente para encararlo. Tobi sintió la alarma retumbar en su interior y la urgencia de apartar la mirada antes de enfrentarse a algo todavía peor, pero no pudo hacerlo.

    Su ojo captó con perfecta claridad cada perfecto rasgo del rostro de la mujer, desde sus enormes y brillantes ojos, hasta la larga longitud de sus rizados cabellos y el cuerpo perfectamente esculpido de una ninfa. Sin poder evitarlo, Tobi sonrió. Era hermosa. Terriblemente magnífica y hermosa.

    —Llegas tarde, Obito-kun. —le sonrió la figura sin dejar de transmitir calidez. —Llevo mucho tiempo esperándote.

    Entonces la voz transmutó y el sonido sensual de su voz adquirió una tonalidad dulce e infantil que a Tobi le desgarró por dentro. El panorama volvió a desdibujarse a su alrededor y lenta pero inexorablemente, la mujer se fundió con el ambiente y se consumió hasta que sola una joven chica de grandes ojos marrones y unas adorables marcas púrpuras sobre las mejillas quedó en su lugar.

    La cabeza de Tobi palpitó con una fuerza brutal por última vez antes de que los recuerdos la atravesaran como despiadadas lanzas y su mente volviera a aquel horrible momento donde experimentó por primera vez el infierno.

    No, Tobi no.

    Él, Obito.

    Imágenes de entrenamientos pasados, un grupo de niños y un poderoso maestro le sucedieron; misiones ridículas, risas, accidentes y su partida. La promesa rota de un amigo y aquel infernal momento donde lo único que realmente amaba en este mundo le fue arrebatado con crueldad.

    El mundo era un lugar maravilloso, hasta que te perdió”.​

    —Rin.

    La claridad lo golpeó con fuerza mientras frente a sus ojos se combinaban una escena presente con un recuerdo: Obito, no Tobi, corriendo a toda velocidad para alcanzar a la chica y protegerla. Su Sharingan activo presenciando con tortuosa precisión cada relámpago del Chidori, cada movimiento del portador, cada horrible segundo de su mano atravesando el delicado pecho de la única persona por la que valía la pena seguir viviendo en esa agónica condición.

    —Rin.

    Las lágrimas inundaron sus ojos mientras las imágenes volvían a desvanecerse en un oscuro presente donde, sin embargo, Rin se encontraba de pie delante de él, con la misma dulce sonrisa en sus cincelados labios y el brillo alegre en las profundidades cálidas de sus ojos.

    —No te quedes ahí parado, tonto. —sonrió juguetonamente. —Ven aquí.

    Tobi se sentía más confundido que nunca. Era como si su cuerpo se hubiera dividido en dos partes, él Tobi bueno de siempre, y esa otra oscura versión llamada Obito. Compartían recuerdos pero Tobi sentía que realmente no le pertenecían y que esa chica frente a él no era buena en lo absoluto.

    A pesar de ello, no pudo frenar a su cuerpo cuando comenzó a caminar vacilante hacia la chica. El Akatsuki sentía el anhelo de esa otra parte de sí y la profunda tristeza de no ser capaz de alcanzarla. Pero también sentía el peligro y la urgencia de salir de ahí.

    Tenía una misión, capturar a alguien.

    No, recuperar a Rin. Protegerla.

    La cabeza le dio vueltas en medio de ese confuso abismo hasta que el cálido contacto de unas manos pequeñas rodeando a las suyas lo distrajo. La habían alcanzado y el contacto se sentía increíblemente bien, seguro, cariñoso.

    —Te he estado esperando por mucho tiempo, Obito-kun. —repitió.

    Tobi se dejó envolver por la calidez de su voz y contacto, apartó de su mente todos los amargos recuerdos de ese extraño y las alarmas de su cabeza, y sólo se dedicó a disfrutar del momento. Cerró los ojos y como un niño pequeño en busca de cariño se dejó arrastrar a los brazos de la chica que, cuidadosamente, se encargó de apartar ligeramente la máscara que le resguardaba.

    —Ahora podremos estar juntos por siempre. —le susurró con dulzura.

    Tobi sonrió con suavidad y sintió las filosas uñas de la chica clavarse en su espalda pero no les dio importancia. Nada le importaba ya, pues estaba donde siempre había querido estar. Suspiró y abrió su único ojo visible brevemente para beber de la imagen de la chica una última vez cuando algo en la lejanía llamó su atención.

    Era otra mujer, mucho más pequeña que aquella en cuyos brazos se encontraba y que tenía una mirada triste y nostálgica en los ojos. Negaba levemente con la cabeza y un brillo acuoso cubría las comisuras de sus ojos.

    Tobi, eres un buen chico. —leyó las palabras en sus labios. —Y Obito también.

    Las lágrimas que no sabía que había estado conteniendo se derramaron de sus ojos y todo el dolor de los recuerdos y la pérdida lo azotaron como un volcán en erupción. La ira se mezcló con el dolor y se convirtieron en sed de venganza. El poder chisporroteo en sus venas y todo a su alrededor estalló en mil pedazos con una fuerte explosión.

    La oscuridad barrió el claro, en la lejanía pudo escuchar el desgarrador grito de una mujer enojada y vio la sangre de la chica correr. Después todo se volvió negro.

    En un pueblo vivían dos hermosas hermanas, Xtabay quien era conocida por todos como una mujer tan hermosa como pecaminosa; y Utz-Colel, quien al igual de bella, era amada por todos por su aparente dulzura y buen portar”.​

    —¡Oye, tú, despierta de una buena vez!

    Tobi emergió de las sombras de la inconsciencia enormemente confundido. Su senpai le veía desde las alturas con el ceño fruncido y cierto brillo de preocupación en las profundidades de sus ojos azules.

    —¿Deidara…-senpai?

    —¿Qué demonios haces ahí durmiendo? ¡Tenemos una misión que completar!

    Sin embargo, Xtabay no sólo compartía su amor con los hombres; su desapercibido corazón y nobleza era tal, que ayudaba sin buscar nada a cambio. En cambio, su hermana Utz-Colel, por fuera era dulce, pero por dentro era agría y cruel”.​

    —¿Qué le pasó a Tobi, Senpai?

    —Eso quisiera yo saber. Te encontré aquí durmiendo como un holgazán.

    —¡Una mujer, Deidara-senpai! Había una mujer aquí. —exclamó conmocionado el enmascarado. —No, ¡eran dos mujeres muy hermosas! Pero…una era mala. Y Tobi es un buen chico.

    Utz-Colel sentía una profunda envidia por su hermana aún después de su muerte; por lo que invocó a los demonios y consiguió regresar a la vida, convertida en una muy bella pero diabólica mujer, que seducía a los hombres para asesinarlos después”.​

    —¿De qué diablos estás hablando, Tobi? ¡Estabas teniendo una pesadilla!

    —Tobi, no Obito.

    Deidara miró anonadado al menor. Tobi parecía estar actuando mucho más extraño de lo normal y el rubio no pudo evitar sentir una punzada de culpabilidad por haber sido él quien le atacó con una de sus figurillas a corta distancia.

    —No sé qué está mal contigo pero debemos irnos.

    —Una quería asesinarme y la otra…y la otra me salvó. Rin era hermosa.

    El maestro de la arcilla continuó viendo con confusión al chico y finalmente se rindió a su diatriba. Negó con la cabeza un par de veces, ayudó a su compañero a ponerse de pie y lo forzó a re-emprender la marcha esforzándose por hacer oídos sordos a su interminable flujo de palabras.

    —Hombre, ¿qué diablos le pasó a tu capa? —le preguntó de repente, sorprendido.

    En uno de los descuidados movimientos de Tobi, éste había terminado dándole la espalda a su compañero de viaje y Deidara pudo apreciar con sorpresa los largos jirones de tela a los que había quedado reducida la parte trasera de la capa del menor. Como si alguien le hubiera querido arrancar la piel pero hubiera sido interrumpido antes de llegar hasta ella.

    —¡Fue ella, Deidara-senpai! La mala, no la buena.

    Deidara se dio un par de golpes en la frente sin ánimos de seguir escuchando las locuras del Akatsuki y pasó por su lado. Todavía tenían camino por recorrer y un Tobi excitado por sus sueños era lo último que necesitaba.

    —Lo que tú digas. Andando, tenemos trabajo que hacer.

    Re-emprendieron la marcha y el maestro de la arcilla pudo apreciar en la lejanía la débil silueta de una chica observándolos con una muy triste sonrisa en los labios. Sin embargo, tras parpadear, no encontró nada más que la silueta de un viejo árbol encorvado arrojando una lúgubre sombra sobre el suelo.

    Maldición, la locura puede llegar a ser contagiosa. —pensó
     
    Última edición: 1 Noviembre 2018
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    Rahzel

    Rahzel Usuario popular Comentarista empedernido

    Aries
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    ¡Wow! Sólo puedo decir ¡Wow! ¡Qué maravilla! Mira que dijiste que te costó, pero te luciste manejando a Obito y desarrollando la trama. Empecé riéndome que Deidara parecía más niñera que compañero realmente y me has llevado a sentirme casi tan mal y desesperada como Obito persiguiendo a esa mujer, luchando con su verdadero yo y ese recuerdo de Rin tan latente y real que parecía que estaba ahí, junto a él. ¡Lo a adoré! Como dije, creo que has superado con creces cualquier expectativa y has logrado llevar de manera excelente al personaje.

    Cuando despertó creyendo que todo era un sueño, me causó mucha ternura. No esperaba que Deidara fuera capaz de ir a buscarlo y hasta esperar a que reaccionara xD —lo imaginaba dándole una patada para que despierte (?)—, pero hasta se preocupó por él y se sintió culpable de que el desorden mental de Tobi hubiese aumentado a causa del golpe. El final que lo deja en duda es la frutilla del postre.:nyay:

    Realmente, espero leerte más por aquí. Este ya va a mis favoritos <3 :nrevista:

    ¡Un abrazo!
     
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    Usagi-chan

    Usagi-chan Bunny Bunny

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    ¡Disculpa el enorme retraso en responder y muchas gracias por tomarte un poco de tu tiempo para comentar!
    La verdad sí fue todo un desafío pero me divertí mucho escribiéndolo.

    Como mencioné al inicio del relato, no sé mucho acerca de las personalidades de estos personajes y tuve que ponerme a ver algunos videos de su interacción para hacerme una idea al respecto, pero eso jamás se me pasó por la cabeza aunque efectivamente, hubiera ido más acorde a Deidara (jajajaja). Lo tendré en cuenta si en algún momento vuelvo a escribir sobre ellos <3

    Me alegro de que lo hayas disfrutado y aunque fuera por un rato, te hayas divertido (:
     
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    HadasaCarolina

    HadasaCarolina Cogito, ergo sum

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    Los fics que he leído de Tobi son mayormente cómicos pero la manera en que lo has desarrollado es bastante interesante y tu forma de narrar engancha. Mola...
     
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