Dias de Abecedario

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Marina, 15 Julio 2015.

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    Marina

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    Gracias por leer xD

    W de Whisky

    —¡Susana! —gritó Santiago apresurándose a su lado.

    Con gran ternura levantó su torso para poder abrazarla y luego mirándola muy preocupado, susurró:

    —Susana, no te mueras, no sin mi, por favor.

    Entonces plantó varios besos en su rostro diciéndole:

    —Tenemos una misión que cumplir, así que vuelve en ti.

    Tahiel, afectado por la escena, pues le dolía ver con sus propios ojos como otro la tenía en brazos, se alejó de ellos y comenzó a buscar una clase de planta entre la maleza, seguido por Izaro que parecía condolida por su dolor.

    La planta en sí no era como cualquiera, sino que se trataba de una cuyas hojas al presionarlas con los dedos, expulsaban un suero cristalino y cuando la hubo encontrado, arrancó varias regresando al lado de Eliv y Santiago, quien no dejaba de abrazarla.

    —Permíteme —le pidió Tahiel cuando se acuclilló a su lado.

    Santiago miró con duda las hojas.

    —¿Qué es eso? ¿Qué le vas a hacer?

    Tahiel suspiró exasperado y mirando con arrogancia al hombre, respondió áspero:

    —Voy a ayudarla, cosa que no has hecho tú. Yo la conozco mejor, la quiero y jamás la lastimaría.

    —¿La quieres? ¿En qué sentido la quieres?

    —En el sentido que tú no supiste valorar. Ella te lo dio todo, renunció a su vida completa por ti y, ¿cómo le has pagado?

    Santiago sintió arder su rostro de vergüenza. Se hizo a un lado sin pronunciar ya palabras y Tahiel tomó su lugar.

    Aunque ese elfo lo dudara, todo lo haría por su Susana y si él podía ayudarla, no debía oponerse, así que observó atento como Tahiel exprimía algunas verdes para que la sustancia transparente goteara sobre los labios de la driada, entonces con dedos suaves, el elfo entreabrió la boca de ella y el líquido entró.

    Bastó que tocara el paladar para que Eliv tosiera abriendo los ojos, mirando los preocupados rostros inclinados ante ella y sintiéndose muy cómoda en los brazos de Tahiel, al que veía más que un amigo. Era como su hermano.

    Se sentó saboreando el sabor que la sustancia había dejado en su boca. Sabía a un brebaje que su suegro le había dado a probar una vez.

    Don Fabián lo había llamado Whisky y al comentar ella su sabor suave, su suegro le había explicado que ese whisky había salido de la mezcla de una gran cantidad de diferentes granos y maltas, de ahí el agradable sabor para el paladar.

    Parpadeó con nostalgia al recordar a Don Fabián y a Felipe, esos dos que habían robado su corazón. No hacía mucho que los había dejado y cuánto los extrañaba. Era una pena que jamás volvería a verlos.

    —¿Te sientes mejor? —le preguntó Santiago.

    Ella asintió y con la ayuda de él se incorporó comprobando que cuando menos, podía mantenerse de pie.

    —Toma, Santiago.

    El hombre miró el resto de las hojas que le tendía el elfo y al mirarlo interrogante, Tahiel explicó.

    —Exprímelas en tu boca. No solo tienen un poder curativo, sino que también suplen la falta de alimento. No has comido en varias horas y sé que ustedes los humanos necesitan comer constantemente para tener energías.

    Santiago asintió completamente de acuerdo, de hecho, ya podía sentir la falta de alimentos, aunque cuando exprimió la sustancia en su paladar, dudó que ésta le ayudara mucho, sin embargo de inmediato comprobó que estaba equivocado.

    La energía que le faltaba volvió y el hambre que hacía tiempo lo torturaba, cedió. Miró las hojas que había calado degustando el sabor en su boca. La sustancia de esa planta era otra maravilla, sin duda. ¡Cómo le hubiese gustado a su padre tenerla!

    Así pudieron continuar su camino, en medio ya de una joven noche que a todos les pareció más negra que nunca.

    Una noche que amenazaba con volverse infinita.
     
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    Borealis Spiral

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    Uy, ese encuentro con los Trolls estuvo bueno, sí que sí y Santiago... ay, no es por ofenderlo (o no del todo al menos), pero qué inútil es en ese mundo, ¿eh? A él le tocó ser el señorito en peligro y a Susana le tocó ser la caballera al rescate xD Calro que con ayuda de Tahiel, que aunque no se traga al humano, pues bueno, tiene que tolerarlo.
    Eso de que la oscuridad sea infinita no puede ser bueno, absolutamente nada bueno :/ Espero que lleguen pronto a su destino y culminen con todo ese asunto, por muy triste que la solución sea. Y por cierto, a mí también me gustaría tener una planta milagrosa así xD Al menos para recuperar energía, aunque no tanto para dejar de comer, ¡amo comer! :P Y nada más, Master, esto ya está por llegar a su conclusión y muero por saber cómo acaba. Por el momento me despido. Te amo *u*

    Hasta otra.
     
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    Marina

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    @Borealis Spiral, es cierto, jajaja, aquí Santiago es al que deben estar salvando. Del peligro se encargan sus compañeros y él de disfrutar ese mágico mundo xD
    Tampoco dejaría de comer, pues ¡cómo! Si el comer es uno de los placeres de la bella vida. Gracias comentarme cada vez que vienes por aquí. Sabes lo que tu apoyo significa para mí. TQM

    A los que siguen leyendo este tema, muchas gracias.

    X de Xilófono

    —Tahiel —habló Eliv después de una hora caminando—, me parece que nos hemos desviado. Siento la energía de Driazán hacia ese lado.

    Señaló el lado contrario al que iban, deteniéndose.

    —Lo sé —repuso el elfo deteniéndose también—, pero quiero encontrarlos. Con ellos podemos llegar más rápido a Driazán.

    Driazán era como se conocía la comunidad de las driadas, un basto territorio donde los robles eran los principales protagonistas de la flora y Eliv, mirando a su alrededor, se emocionó, porque aunque vivía en ese mundo, era poco lo que conocía en persona, pues como ya se sabe, antes de beber el elixir, no podía más que explorar su territorio, pues la separación a gran distancia de su árbol podía costarle la vida, así que lo que conocía fuera de Driazán era por boca del aventurero elfo.

    —¡No me digas! ¿Es aquí dónde habitan?

    —Es aquí donde se les ve por las noches, pues como te conté alguna vez, es difícil que se dejen ver en el día. Son muy precavidos y solamente confían en las asrai, cuya vida es también nocturna, así que suelen asociarse por las noches.

    Las asrai eran unas hadas muy pequeñas del elemento agua. Quizás ellas también estuvieran felices por la eterna noche, pues cuando se exponían al sol, se derretían, realmente una cruel forma de morir.

    —¿De qué o quienes hablan? —se interesó Santiago, quien iluminado por Izaro, miró de una al otro.

    —Ya lo verás, esposo mío —respondió Eliv.

    —Escuchen —los silenció Tahiel y todos guardaron silencio.

    Así pudieron escuchar una suave música que provenía de cierto lugar del bosque y hacia allá se dirigieron desembocando en un claro que tenía como mayor atracción un lago que irradiaba una luz blanca, tenue, como la que reflejaba la luna.

    Y una parte del lago estaba cubierto por hielo —no muy retirado de la orilla más cercana a los recién llegados—, como una pista de patinaje, mirándose sobre ella pequeñas luces plateadas —las hadas—, y la preciosa luz las cubría por completo. Las luminarias danzaban elegante, rítmica y hechizantemente y eran ellas las que daban su fulgor al lago al igual que habían formado la pista de baile.

    En medio de las danzantes estaba un hada tocando un instrumento musical fabricado también con hielo.

    —Suena como si fuera un xilófono —informó Santiago acercándose hasta el límite de la orilla, sin terminar de maravillarse por el bello ballet expuesto frente a él.

    Pero eran tan pequeñas las hadas que de no ser por el resplandor que despedían, no podrían verlas, no obstante, no estaba muy lejos de la idea del instrumento musical, pues las delgadas y pequeñas láminas de hielo estaban formadas horizontalmente, comenzando de la más grande a la más chica, teniendo cada una su propia nota musical y de esas placas salía la hermosa música al ser golpeadas por dos bastoncitos de hielo, pero si eso era extraordinario, lo era más el hecho de que de ese pequeñito xilófono pudiera escucharse la música a un volumen considerablemente alto.

    Una melodía que hizo danzar también a Izaro en el aire, contagiada por sus semejantes y fue por ella que, las hadas al descubrirlos, no huyeron sumergiéndose en el agua, apagando el lago para sumirlo en la penumbra.

    Entonces, de entre las sombras en el bosque surgieron seis figuras blancas, tan blancas que relumbraban.

    Las criaturas fantásticas tenían la forma de un caballo, sus largas crines se movían ligeras, sedosas con cada paso y tenían la cola larga y tupida, pero lo más llamativo era el grandioso cuerno que tenían en la frente, delgado y en forma de espiral.

    —¡Cielo santo! —exclamó Santiago al mirar ahora a los unicornios.

    En la inocencia de su niñez, soñó alguna vez con tener uno, pues de las criaturas fantásticas que había leído, el unicornio era su favorito, así que por eso, al borde de las lágrimas por la emoción que sintió, se acercó a las hermosas criaturas y ellos, tal vez intuyendo sus sentimientos, se dejaron acariciar por el excitado humano, sus manos temblando por el intenso entusiasmo cuando tocó el cuerno, recordando lo que había leído de éste; que tenía poderes curativos, además de que podían descontaminar el agua más contaminada.

    Tahiel y Eliv se acercaron también mientras la bella melodía seguía, así como la danza de las hadas.

    —Amigos —dijo Tahiel a los unicornios, acariciándolos también y por supuesto, la driada no se quedó atrás—, necesitamos su apoyo. Como de seguro saben, este mundo está por desaparecer casi en su totalidad y tenemos que llegar a Driazán a la mayor brevedad para impedirlo ¿quieren ayudarnos, por favor?

    Al término de sus palabras, tres unicornios bajaron sus cuerpos en respuesta afirmativa para que las personas pudieran montarlos y cuando lo hubieron hecho, se levantaron y sin más pérdida de tiempo emprendieron la marcha al galope ante el grito de Eliv.

    —¡Vámonos, Izaro!

    Izaro dejó su baile de inmediato y siguió a los unicornios que, internándose en el bosque con los tres jinetes, resaltaron en la oscuridad sus cuerpos blancos; como la nieve más pura.
     
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    Gracias por leer xD Es grato llegar hasta el penúltimo corto de esta pequeña historia nacida de la fantástica —en mi caso—, actividad Días de Abecedario. Que estén bien, sean felices xD

    Y de Yacimiento

    Al adentrarse al territorio de Driazán, todos suspiraron aliviados. Con el veloz trote de los unicornios habían avanzado en poco tiempo lo que les hubiera llevado el resto de la noche y quizás parte de la mañana, pero finalmente habían llegado y al desmontar de las bellas criaturas, se despidieron muy agradecidos de ellos.

    Los unicornios movieron sus cabezas como en aceptación del agradecimiento y luego se fueron por donde habían llegado.

    —¿Quedamos muy lejos de nuestro destino? —preguntó Santiago estirándose a dolorido por la cabalgata.

    Era buen jinete, pues se había criado en la hacienda, mas haber mostado un unicornio había sido emocionante, pero también agotador, posiblemente por la velocidad de las criaturas, causa por la que había empleado todas sus fuerzas para sostenerse de la crin y no caerse, además de carecer de la comodidad de una silla de montar.

    —Me hubiese gustado haber cabalgado hasta ahí, pero debemos tener cuidado, —respondió Tahiel en voz baja—, como le mencioné a Eliv, es posible que los elfos oscuros tengan custodiadala puerta del laberinto, pero también Driazán. Ellos harán todo para evitar que lleguen a su árbol, es por ello que las instrucciones que tengo son las de entrar al territorio por aquí.

    —¿Instrucciones? Eso significa que ir por mí... por nosotros, fue planeado y también que las demás driadas están en poder de los elfos oscuros—reflexionó Eliv sintiendo angustia por sus parientes.

    —Los necesitamos, Eliv. Simplemente no podíamos quedarnos con los brazos cruzados viendo como muere nuestro mundo y es posible que...

    No alcanzó a terminar la frase porque de repente una espada pasó muy cerca de él, salvándolo el agudo sentido del oído que tenía, por lo que pudo esquivar con pocos centímetros el arma.

    —¡Orcos! —gritó preparando su arco para ponerlo en acción con su magistral destreza.

    —¿Qué pasa? —quiso saber Santiago que no lograba ver más que lo poco que le iluminaba el hada.

    Solo podía escuchar las sibilantes flechas que salían volando del arco de Tahiel que se había alejado varios metros de él y como el arrastre de la maleza sobre el suelo, además de que algo pasaba por sus lados con rapidez.

    Entonces Izaro, tal como había hecho cuando llegó Tahiel a la cabaña, formó una bola de luz y elevándose con ella, iluminó un panorama más amplio.

    Santiago silenció el grito que estuvo a punto de salir al mirar ante él la más horrible de las criaturas.

    El orco era un poco más alto que él y más robusto, sus ojos rojos brillaban como brazas, la mandíbula inferior era muy grande en comparación al resto del rostro. Poseía una cabellera larga y rala; sus brazos, más largos que lo normal, hacía que su cuerpo se viera desproporcionado, además de que tenía una pose rara, pues estaba parado con las rodillas flexionadas, como si fuera para él imposible enderezar las piernas.

    Su única vestimenta consistía en unos pantalones ceñidos, botas altas y unas bandas de piel cruzadas por sus hombros y enganchadas en la pretina formando una X sobre el pecho y la espalda. Una espada y un escudo eran sus accesorios.

    La piel de su garganta, en un color gris pardo se estremeció cuando lanzó una especie de rugido al lanzarse contra Santiago espada en alto. Él retrocedió, pero tropezó con unas raíces y cayó de posaderas.

    Las raíces que lo que se arrastraba por el suelo maniobradas por Eliv haciendo que estas atraparan a algunos orcos —los que eran muchos—, por las piernas, inmovilizándolos, mientras que a otros los apresaba por los brazos con las ramas de los robles lanzándolos con fuerza lejos de ellos, pero los orcos volvían a ponerse de pie, menos los que eran atravesados por las flechas de Tahiel.

    Por lo tanto, cada quien estaba ocupado con sus propios enemigos y sin que tuviera ninguna ayuda, Santiago se arrastró atrás por el suelo, saltando obstáculos mientras que el orco blandía su espada, lanzando violentas arremetidas que sin saber cómo, Santiago esquivaba.

    La adrenalina corriendo por sus venas lo impulsaba a luchar por su vida, así que tomando una rama que se encontró a su paso, se levantó con ella en manos y poniéndola ante el enemigo, la sacudió, como si tratase de ahuyentar un perro o un gato, pero el orco cortó la rama sin dificultad, en varios cortes llegando casi hasta las manos de Santiago, quien soltó el resto mirando a su alrededor con desesperación.

    No muy lejos, estaba caído uno de esos seres con una flecha atravesada en su cabeza, por las sienes, pero era su espada la que Santiago ubicó con toda su atención y en el momento en que el ser lanzó un golpe de tajo directo a su cuello, él saltó hacia el lado del cadáver de la criatura y cayendo sobre esta, tomó su espada e incorporándose quiso levantarla, pero...

    Maldita espada.

    Pesaba más de lo que imaginaba. Seguro que las de su mundo no eran tan pesadas.

    No obstante, en un sobre esfuerzo logró levantarla en el mismo instante en que el orco descargaba otro golpe y las espadas se cruzaron brevemente, porque Santiago no pudo contenerla, sino que la fuerza del ataque lo hizo acuclillarse mientras perdía la espada en una maniobra por parte del ser.

    Entonces, cuando creyó estar perdido al ver como el orco levantaba el arma para matarlo, se abrió la tierra bajo sus rodillas y se hundió, esta vez por completo, sin ver como acontecía lo mismo con Eliv y Tahiel, sin que ninguno de los dos pudiera evitarlo, descendiendo en una vertiginosa caída hasta detenerse sobre una tarima sin lastimarse.

    Bajo tierra, todo estaba más oscuro, pero casi de inmediato descendió Izaro, iluminando el entorno que resultó ser una estancia grande, dándose cuenta así Santiago de la presencia de seis pequeños hombres de barbas y cabellos largos.

    Uno de ellos maniobraba lo que parecía el control de la plataforma, la que estaba hecha de madera y hierro.

    Gracias a un elaborado mecanismo, el entarimado comenzó a subir, así que Tahiel y compañía tuvieron que saltar al suelo e inmediatamente tres de ellos los tomaron del brazo y los hicieron correr por una de las grutas mientras uno de ellos decía:

    —Somos amigos, así que no se detengan.

    Los orcos arriba intentaron introducirse por los hoyos que se habían tragado a las víctimas, pero no pudieron, porque la tarima los había bloqueado haciendo imposible traspasarla.

    En el interior de la tierra, los pequeños hombres conocidos en ese mundo como enanos y los que eran inteligentes, trabajadores, ingeniosos, grandes artífices e inventores, no dejaron detenerse a los rescatados, sino que siguieron avanzando por una serie de grutas hasta llegar a otra cámara.

    Una donde la luz de Izaro fue innecesaria, pues el verde brillo de un fabuloso yacimiento de gemas iluminaba hasta el último rincón y de uno de esos rincones salieron dos figuras altas, finas, facciones delicadas, piel blanca, casi pálida, cabellos plateado y orejas puntiagudas.

    —Tahiel —dijo uno de ellos.

    El joven elfo miró a su padre y a su consejero, complacido. Había cumplido parte de su misión y ahí estaba con Eliv y el humano.

    La unión contaminada de ellos había roto el equilibrio, pero el sacrificio purificaría de nuevo su alianza y lo traería de vuelta.

    —Su majestad —dijo Eliv e hizo una reverencia ante el rey de los elfos altos y su consejero—, me disculpo por todo lo que he provocado.

    Santiago sintió la necesidad de hacer lo mismo que su esposa e inclinándose mucho más ante los nobles, habló:

    —Yo me disculpo, porque todo es mi culpa. Eliv es inocente.
     
    Última edición: 9 Agosto 2015
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    Marina

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    Y... el final xD
    Gracias a todos los que leyeron.

    Z de Zona

    —Tienes toda la razón —Fue todo lo que le respondió el rey y Santiago se ruborizó avergonzado.

    A continuación tomó del brazo a Eliv y la llevó a una figura circular que algunas esmeraldas formaban en una de las paredes y le señaló el preocupante panorama afuera.

    En el círculo podían verse unas imágenes que le mostraron a Eliv la batalla que en ese instante se llevaba a cabo sobre la superficie, siendo de una asombrosa nitidez a pesar de la oscuridad de la noche.

    Una guerra entre los elfos oscuros y las driadas, quienes habían erigido una alta y fuerte barricada de ramas y plantas entretejidas alrededor del roble de Eliv para protegerlo, luchando contra los elfos y orcos para que no lo derribaran, no obstante, como ya tenían varias horas combatiendo, las driadas se veían agotadas a pesar de la ayuda de los súbditos del rey elfo y algunos enanos.

    Muchos habían caído ya en esa batalla, de ambos bandos, sin embargo la victoria parecía que sería para los elfos.

    —¡Tenemos qué llegar a mi árbol! —clamó Eliv—. Si lo derriban morirá y yo con él. Si eso sucede, ya no habrá nada que se pueda hacer.

    —Lo sabemos —asintió el padre de Tahiel—, es por eso que mientras ustedes llegaban, los enanos se pusieron a trabajar en un túnel. Ya casi está terminado y podrán llegar a tu roble por debajo.

    —Pero es seguro que los elfos ya saben el plan, pues algunos de sus aliados nos vieron caer aquí—opinó Santiago acercándose para mirar las imágenes de la batalla.

    Fue espectacular ver como las hermosas mujeres manipulaban los árboles y maleza para detener el ataque de los elfos, unos seres de grata apariencia, piel morena y cabellos muy negros; ágiles y hermosos, un contraste absoluto con los orcos.

    —Entonces debemos apresurarnos —habló uno de los enanos que los habían conducido ahí.

    Después de sus palabras entró en acción y se dirigió a una de las cuatro salidas que tenía la caverna, así que los demás los siguieron. De esa manera volvieron a internarse en otra serie de grutas y en algunas de ellas, Santiago pudo ver en el techo las gruesas raíces de los árboles gracias a su linterna personal, Izaro.

    La miró brillando en su linda luz y se preguntó qué sucedería con ella cuando todo terminara. Había surgido de una chispa en su mundo; un hada del fuego, ¿se apagaría cuando se recobrara el equilibrio? Lamentó que fuera así.

    —Susana —le preguntó en voz baja, tomándola del brazo—, ¿qué sucederá con Urko y Viento cuando todo esto termine?

    —Ellos volverán a ser lo que eran —respondió Eliv en el mismo tono—. Viento perderá sus alas y Urko volverá a ser un pez. El dragón y cualquier otra criatura que haya cobrado vida allá en nuestra ausencia, también desaparecerá, pero el desastre hecho por ellos, no.

    —Ummm, ya veo —asintió triste, no porque Viento perdiera sus alas y Felipe se decepcionara, sino por Izaro.

    No quería que la valiente hada se apagara e iba a comentarlo cuando el enano que llevaba la delantera en el recorrido, anunció:

    —¡Miren! ¡Esa es la zona!

    La zona, el perímetro excavado para llegar al árbol de la driada y podía verse el reciente trabajo por las pilas de tierra y rocas puestas en las grutas más cercanas.Ahí sí había antorchas clavadas en las paredes con algún material de consumo lento y las llamas movibles en un vaivén daban evidencia de que había una imperceptible corriente de aire, por lo que de algún lugar provenía una ventilación muy buena.

    Se adentraron a la excavación descubriendo a una cincuentena de enanos atareados con las herramientas como picos, palas, cubos, y pequeños carros de madera con cuatro ruedas para transportar el material extraído, moviéndose todos con una diligencia admirable y cuando uno de ellos los vio, les informó:

    —Justo a tiempo.Al final del túnel está el roble de la driada. Ya pueden ascender.

    —¡Sí! —dijo Eliv emocionada— ¡Puedo sentirlo.

    En eso, en uno de los corredores que habían dejado atrás, cayó tierra y en el techo se asomaron los picos del enemigo, los que tal y como había dicho Santiago, habían descubierto su plan e intentaban acceder al interior como fuera.

    —¡Ahí vienen! —dijo el rey haciendo que Eliv y Santiago se apresuraran por el estrecho pasillo que los llevaría hasta debajo del roble.

    —¡Corran, no se detengan! —les gritó Tahiel—. Nosotros los detendremos.

    Entonces, mientras Eliv y Santiago corrían al final del túnel, lps enemigos cayeron de la superficie, y acercándose a la barrera que habían formado el rey y los suyos, dijo una de ellos:

    —Cómo no lo vi venir. Un buen plan asociarse con los enanos, hábiles en todo lo que desean hacer. ¿No se supone que los enanos y los elfos no se llevan bien?

    —Taliana —la saludó el rey ignorando el sarcasmo—. tú y los tuyos pueden dejar esta región. Ya nada tienen qué hacer aquí.

    La ira deformó el bello rostro de Taliana y levantando la mano, gritó con voz potente:

    —¡Al ataque!

    Una variedad de elfos y orcos detrás de ella se fueron contra los del rey y así como en la superficie continuaba la lucha, se hizo esta también. Espadas, flechas, palas, picos y golpes cuerpo a cuerpo hicieron de las grutas un campo de batalla mortal.

    En ágiles movimientos, Taliana consiguió deshacerse de un enano abriéndose paso para seguir a los fugitivos, pero Tahiel se fue detrás de ella y a medio corredor la detuvo, enfrentándose ambos con arcos tensos, apuntándose.

    —¿Quién soltará primero? —habló Taliana con sarcasmo— ¿Te crees capaz de matarme, querido Tahiel?

    El elfo frunció el ceño. Hacía años que no lo llamaba querido. Alguna vez habían sido amigos, pero ella fue la que se alejó. Y Tahiel todavía no sabía por qué.

    —Pude haberte disparado por la espalda —dijo él e inmediatamente soltó la flecha.

    Taliana hizo lo mismo, los dos al mismo tiempo, pero también las esquivaron ágiles con un movimiento de lado y el proyectil de Taliana terminó en la cabeza de un orco y la de Tahiel se perdió en el corredor y él rogó que no hubiera alcanzado a Eliv y Santiago.

    Pero ya ellos habían llegado al final y ahí, con la ayuda de un enano, ascendieron utilizando una especie de andamio de madera, angosto y firme que ya estaba dispuesto para ellos y ambos salieron exactamente frente al roble que había terminado su hibernación.

    El árbol era inmenso; muy frondoso. Brillaba en un suave tono verde, preparándose para la enmienda y sus ramas se movieron fluidamente, como si saludaran a su dueña... o más bien dicho, a una parte de él mismo.

    Bajo tierra, Taliana lanzó un alarido de ira y yéndose contra Tahiel, le lanzó varios golpes con las puños y pies, pero él logró esquivarlos retrocediendo hacia donde los demás peleaban, mientras que, mirando que la mitad de los enanos había caído en combate, Izaro decidió probar algo.

    Ella había nacido del fuego, así que supuso que el fuego debía ser lo suyo, por lo que levantando las manos, las dirigió hacia una de las antorchas y la llama creció de tal manera que se alargó y controlándola, la dirigió a uno de los orcos, quien tomado por sorpresa, se miró arder, luego corrió de un lado a otro tropezándose con sus semejantes, rugiendo y dándose palmadas encima para apagarse, por lo que todos se apartaron de él y nadie pudo apagarlo.

    Luego Izaro manipuló la llama de otra antorcha y la lanzó a otro, pero de esa misma que cayó en el orco, se desprendió otra para ir a un tercero y de ese a otro, hacíendose una cadena de llamas y el caos fue uno tal que el enemigo comenzó a retroceder, incluidos los elfos.

    —Se terminó Taliana —observó Tahiel al ver la huída de los elfos y orcos.

    —No lo creo.

    Negó ella utilizando su arco con una rapidez que tomó por sorpresa a Tahiel y soltándola flecha,le dió a Izaro, la que al contacto con ella se fragmentó en una gran cantidad de lucecitas, como gotas de fuego que se diseminaron en el aire.

    Todo eso al mismo tiempo en que afuera, el grueso tronco del árbol de Elive se abría a lo largo por la mitad, incrementándose el resplandor y las ramas se alargaron tomando a la driada y a Santiago como en brazos para introducirlos en su interior.

    —Susana —susurró espantado Santiago al entrar al árbol, porque sabía que ese era el final de su vida—. Tengo miedo.

    —Lo séy no te preocupes por Izaro, va a estar bien —aclaró ella abrazándolo y cuando lo besó, el tronco comenzó a cerrarse.

    El beso lo durmió, un acto generoso de su esposa para evitarle el dolor de su fusión con el roble. Ella ya estaba acostumbrada a fusionarse con él, por lo que hasta le fue placentero volver a experimentarlo. Su vida había sido buena. Su esposo también y ahí terminaba con ella a causa de su genuino amor. Sus labios sonrieron en una satisfecha sonrisa y fue lo último que se vio al completarse el cierre del roble.

    A continuación, el brillo verde tomó la consistencia de la luz del sol y creciendo todas sus ramas para levantarse muy alto en el cielo, lanzaron una incontable cantidad de destellos, como si de fuegos artificiales gigantes se tratase y todas esas centellas se dezplazaron por el firmamento iluminándolo y por un momento el día en la noche vino a existir, pues no solo en Driazán se vio el cielo azul, sino que en todos los reinos, expandiéndose velozmente hasta derrotar la avanzada de la eterna noche, desapareciéndola por completo para dejarle su lugar al nacimiento del próximo nuevo día y los futuros.

    Después se apagó la luz y el cielo volvió a oscurecer; entonces el árbol se desintegró por completo.

    Entre tanto abajo, Taliana se dio a la fuga bajo la mira de la flecha que estaba por dispararle el consejero del rey, pero Tahiel impidió el tiro bajando el arco del sabio.

    El consejero iba a replicar cuando de pronto, la llama de una de las antorchas comenzó a comportarse de manera extraña atrayendo la atención de los presentes y al igual que con el fuego de la chimenea en la casa de Santiago, una llamita se independizó y comenzó a volar.

    —¡Izaro! —gritó Tahiel apresurándose a ella, la que se posó en su mano—. ¿En verdad eres tú?

    Sin duda lo era. Se había ganado el derecho de nacer de nuevo, pero ahora en su propio universo y mientras la guerra en el mundo de fantasía terminaba, en el de los humanos acontecía que Urko volvió a ser el consentido pez de Don Fabián, a Viento se le desaparecieron las alas para decepción de Felipe, el dragón volvió a las nubes desapareciendo después con la brisa y por ende su compañera nacida de sus llamas se apagó dejando de existir. Y si hubo otras criaturas como dijera Eliv, también volvieron a ser lo que eran o como el dragón de fuego, simplemente dejaron de existir.

    Así fue como se recuperó el equilibrio, lo que logró calmar un poco las lágrimas de Don Fabián. Llanto derramado por su hijo, pero la vida le dio un hermoso regalo. Un nieto nacido de María, la que al final tuvo que confesarle que era hijo de Santiago.

    Moraleja... Nah, no hay xD

    F I N​
     
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  6.  
    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

    Libra
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    Nah, nah, ¿cómo que no hay moraleja? Sí que hay. No ser infiel xD

    Pues qué capítulos los que me eché. La verdad no sabía cómo iba a terminar esto, pero al final me gustó. Y ya supe lo que era un xilófono, algo a lo estilo marimba, ¿verdad? No, pero sí aquí hubo de todo tipo de escenarios, mira que hasta un lugar nevado para luego andar por lo subterráneo. Pfff, son demasiadas la razas que hay en la fantasía, ¿eh? Yo no me acordaba ni de los orcos y no sabía siquiera que la hadas chiquitas se llamaban asrai. Los unicornios y los enanos sí que los conozco xD

    Ah, la batalla final entre los buenos y los oscuros fue interesante, pero me pregunto por qué Tahiel dejó que Taliana se fuera, digo, ¿no era mejor acabar con ella de una vez? Está bien que fuera su amiga anteriormente, pero ahora es mala, ¿quién le dice que no intentará hacer de las suyas otra vez? Me dio gusto por Izaro, pues como que también me había encariñado con ella y qué bueno que no murió xD Pero bueno, ya todos tuvieron un final feliz, pues la luz en el mundo fantástico volvió y la normalidad regresó al mundo real, todo a base del sacrificio que hicieron Eliv y Santiago, que bueno, no sé, sigo pensando que pobre de ella D: A Santiago lo salvaron de sufrir ¬¬

    Ha sido muy entretenido leer esta obra tuya para esta actividad y nada más, yo me despido de esta historia con un adiós y de ti me despido, no sin antes recordarte que te quiero mucho *u*, con un:

    Hasta otra.
     
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  7.  
    Víngilot

    Víngilot Usuario común

    Virgo
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    ¿Así que no eres buena haciendo fantasía? Cielos, me imagino si lo fueras, ya estarías vendiendo millones de ejemplares y opacarías a J. K. Rowlling. Óyeme Marina, cómo es que de la nada con el sólo pretexto de participar en una actividad creas todo esto y no me refiero a la cantidad si no a la calidad de la obra ¡Es buenísima! Así de sencillo, para mí, esta obra supera a la de "El Chico del Tatuaje", claro, los enfoques son algo distintos pero el tema de la fantasía la comparten y a mi parecer lo has superado y caray, voy a atreverme a pedir algo, no tienes que hacerme caso, es una simple petición: no me dejes con ganas y trata algún día de retomar esta historia (de preferencia concentrándote en el mundo fantástico) pero alimentándola aún más, haciéndonos pasar un día en una aldea élfica, enterarnos de la última obra de un herrero enano, conocer el trayecto de una hada en su labor por el campo o el bosque, saborearnos con el banquete del rey elfo y su corte en sus estancias o estremecernos en un encuentro más de Tahiel con trolls y orcos... Me ha encantado este fic y soy un tragón, no me llené, no tienes que llenarme sólo que veo la posibilidad de pedir y lo hago, ya sabes, puedes ignorarme y sólo me obligarás a hacer un fic de tu fic aunque claro, no será nunca lo mismo.
    En cuanto a Eliv... eso es amor: abandonó hogar y familia, se entregó en cuerpo y alma, perdonó y se sacrificó por su mundo y el de su amado ¿se puede pedir algo más? Realmente admirable su vida, perfección en su estado más puro, algo prácticamente imposible de conseguir ¿pidió algo a cambio? No, le bastó saber que la vida continuaría, que las risas y la alegría no abandonarían ni un mundo ni el otro, por todos los cielos, esa mujer es increíble ¡Maldito Santiago, todavía no lo trago! Lo que hizo es lo menos que podía hacer, no le veo el heroísmo por ninguna parte y creo que también soy malo, disfruté cuando tuvo esos sobresaltos con los trolls (tremenda descripción de ellos, magistral) y los orcos, pero desgraciadamente llevaba una escolta tan efectiva que pudo salvar la vida, mn.
    Cuando aparecieron los unicornios también me regocijé en mi fantasía, la criatura fantástica elegante y orgullosa, a la vez, por excelencia y te digo, quiero saber más de ellos, hasta el hartazgo ¡chulada de seres!
    No diré más, creo que he mostrado mi contento y admiración por tu creación y sólo me resta felicitarte una vez más y expresarte que soy tu fan y lector fiel que aunque en algunas obras no comente, no significa que las ignore y siempre, hasta que Dios me lo permita, estaré disfrutando de lo que nos ofreces, doña Marina que esté usted muy bien, reciba un fuerte abrazo y que esté muy pero muy bien, hasta la próxima.
     
  8.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    @Borealis Spiral, días estuviste y otros no, pero me animaron mucho todos esos comentarios de tu parte, así como todos esos me gusta. Lo valoro más porque sé que no te gusta leer fantasía y pues mira que leíste toda esta pequeña historia. Gracias por pasarte y tienes razón, la moraleja es siempre ser fieles xD TQM, nos vemos en otras.

    @Víngilot, fue un placer leer tus comentarios, siempre tan animosos, gracias. Por ahí Bore-chan me preguntó por qué había dejado que Taliana huyera y fue porque en ese momento de estar escribiendo el último capítulo, se me vino a la mente que quizás podía utilizarla de nuevo, pues también por ese instante vislumbré el continuarla, aunque no sé de qué iría xD Porque sí, jamás pienso de qué tratarán mis historias, simplemente baso la idea en el primer capítulo y de ahí parte la secuencia, llevándome un capítulo al siguiente. La verdad, siempre que me siento a escribir jamás sé lo que saldrá, solo sale y si se trata de seguir, pues sigue. ¿Cómo? ¡No lo sé! El caso es que ahí quedan los pensamientos del momento. Mas aunque en ese momento lo pensé, no creo que la continúe porque tengo algunas historias aquí que jamás vieron el fin y quiero dárselos, además de que a algunas las estoy editando para corregir un poquito todos los horrores ortográficos que tienen y hacerlas más presentables. Uno nunca sabe si algún día alguien decida ir a la ficha de Marina y de click a alguna de ésas. Que no se vayan porque les lastime los ojos. Prefiero que sea porque la historia no es de su gusto. Gracias también por tu apoyo, me anima mucho xDD Espero que la estés pasando muy bien en compañía de tu hermosa familia.

    A todos los que le dieron un me gusta a esta historia, gracias, los aprecio mucho.
    Saludos y sean felices.
     
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