Tragedia Diario de un adolescente [Actividad: ¡Emocionate escribiendo!]

Bueno, esto será una historia conjunta donde iré subiendo capítulos con cada una de las emociones que elegí en el concurso. El primer capítulo es la irritación.

***

Diario de un adolescente:

—¡Mark, ve a dormir ya! —se oyó una voz femenina de la otra punta de la casa.

—¡Voy, mamá! ¡Dame cinco minutos, que voy a empezar hoy mi diario!

Mark se sentó en la silla y abrió la vieja libreta que le habían regalado por su comunión.

"14 de septiembre de 2015

Creo que ya va siendo hora de escribir algo, dicen que es muy bueno para desahogarse. Soy Mark, tengo trece años y acabo de empezar segundo de la ESO.

Llevaba todo agosto esperando el regreso, pues estaba ya aburrido de pasarme los días tumbado en la cama sin nada que hacer, más que pasarme los mismos juegos y ver los mismos vídeos, y ahora tengo ganas de que vuelva a acabar. ¡Ya se me olvidaba lo cansado que es tener que madrugar todos los días! Pero eso no es lo peor, lo peor son las seis horas encerrado a las que me someten diariamente. Y con esa panda... Agh.

Todo un verano pensando que este año sería distinto, que mis padres me dejarían cambiar de instituto, pero nada más lejos de la realidad: me encontraba donde el año pasado, con los mismos que el año pasado. Aquellos que ya en primero se encargaron de hacerme ver que estoy solo y no tengo amigos, de destruir la poca autoestima que me quedaba. Ojalá pudiese mandarlos a todos a tomar por saco de una vez.

Recién me levanté por la mañana hoy, me tomé un zumo, como de costumbre, y un par de tostadas para ir con energía a clase. Como hoy era la presentación y no tenía que preparar la mochila, pude aprovechar esos cinco minutos para descansar sobre el sillón y recrearme en mi desayuno, ¡qué gusto no ir con prisas! Los ojos se me cerraban del cansancio, pero debía aguantar... Dieron las ocho de la mañana y partí.

En la puerta de mi casa se encontraba Oliver. Extrañaba ya verle ahí todas las mañanas, esperándome para ir al instituto. Él es mi mejor amigo. Me recibió sonriente como siempre, preparado para el primer día. ¿Cómo puede estar tan contento a esas horas de la mañana? Casi un año con él y aún no lo entiendo...

Pero este año no es igual. Oliver es mayor que yo, va a comenzar tercero, y eso significa que pasa al edificio principal, donde se encuentran los cursos finales de la ESO y Bachillerato. Nos tuvimos que separar en el camino, tuve que ir solo.

El timbre sonó a las ocho y cuarto, lo que significaba que todos debíamos subir a clase. Nuestra nueva profesora, Silvia, se encargó de explicarnos nuevamente las normas del centro (las cuales todos sabemos y, para qué engañarnos, todos incumplimos). No se puede comer ni beber en clase, no se puede masticar chicle, no se puede usar el móvil... Bah, tonterías. A nadie le importa eso, nadie prestó atención. Lo verdaderamente importante es otra cosa: cómo nos colocamos. Silvia pasó lista y nos fue colocando según las referencias que tenía sobre nosotros. Estaba muy nervioso, y cuando oí mi nombre sentí un escalofrío. Cerré los ojos y esperé la respuesta...

Me tocó al lado de Derek. ¡Cómo no, no había más sitios en el mundo! Al lado de ese pedazo de... De... ¡Agh, no me salen ni las palabras para describirlo! Me siento y lo primero que hace es darme un codazo. "¡Uy, ha sido sin querer!" ¡¿En serio piensa que le voy a creer?! Menudo niño del demonio. El año que me espera a su lado... "Este año no está contigo tu amiguito Oliver, ¿no? ¡Vaya, qué pena! Te dejó solo." ¿Cómo puede ser un niño tan... Irritante? Sí, esa es la palabra. Irritante. Por ahora no me queda más que aguantar sus bromas, zancadillas y molestos comentarios.

El resto de la clase... Pues como siempre. Igual de insoportables que siempre. Les odio y me odian. Son unos escandalosos, no tiene educación. Pero no me importa, ellos no van a conseguir nada en la vida si siguen así. ¡Ya podrían madurar un poco, que les hace falta! Tirando pelotas de papel en mitad de la clase, como salvajes... Y encima yo soy el blanco principal. Buf...

El único consuelo que me queda es que a la salida me vuelvo a juntar con Oliver y le puedo contar todo, él me entiende y me anima. Pero Derek... ¡Agh, no puedo quitármelo de la cabeza! Que asco, no lo soporto... Es un verdadero incordio.

¡Vaya día el de hoy! Espero al menos que este año se calme la situación y no pase por lo mismo que pasé el año pasado. No quiero volver a ese infierno..."

El diario se cerró, Mark se fue a la cama y apagó la luz.

 

Muchas gracias a ambas por los comentarios, se agradecen <3 Hoy toca la frustración.

***

Capítulo dos:

—¡Venga, a dormir! ¡Y ni se te ocurra coger ese diario, ¿me oyes?!

—¡No hace falta que me grites, que no estoy sordo, histérica! —se quejó el niño muy enfadado. Verdaderamente odiaba que le tratasen de esa forma.

—¡¿Histerica?! ¡A la cama, YA! —ordenó la madre irritada, comprobando que el chico obedecía. Apagó la luz.

Y como era previsible, Mark se levantó solo unos minutos después y escribió una nueva página en su diario. No iba a dejar aquella beneficiosa práctica solo porque una mujer encolerizada se lo dijese, vaya que no.

"26 de octubre de 2015

¡Qué asco de día! El peor en todo el curso sin lugar a dudas. Ayer domingo me acosté demasiado tarde, y como estaba cansado me quedé dormido y no asistí a la primera clase, así que ahora mi madre no quiere que siga escribiendo porque "es una actividad inútil que te resta horas de sueño", dice la muy... Loca. Está loca de atar.

Encima, por mi culpa, Oliver también ha llegado tarde y le han reñido en clase. Al menos a la salida no parecía muy molesto conmigo, espero que sus padres entiendan la situación...

Pero bueno, al grano. Menudos canallas mis compañeros de clase. ¿Sabes qué ha sido hoy? Cogieron las tizas de la pizarra y empezaron a pintarrajear mi silla con ellas, aprovechando mi ausencia en la primera clase. Como son blancas, no noté el polvo, pero al sentarme aquellos dibujos quedaron pegados a mi ropa negra. No me di cuenta en todo el día, se lo han pasado riéndose de mí, y no ha sido hasta la salida que me he percatado, y porque me ha avisado Oliver.

Había de todo. Desde simples rayas hasta ciertas partes... Íntimas, digamos, pasando por un "Pringao" escrito en el respaldo y que adornó mi nueva sudadera, cortesía, como no, de mi compañero de mesa. ¡Qué mierda de todo, de verdad! Hoy estoy para tirarme de los pelos...

¿Algo más que resaltar? Pues que he sacado otro diez en Ciencias Naturales. Pagaría por ver dentro de unos años esa cara de envidia que se les ha quedado a todos, cuando acaben dándose a la droga o el alcohol para ahogar sus penas. Porque eso es lo que son, en el fondo. Unos envidiosos, y nada más. Yo soy listo, ¿y ellos? Ellos no son nada, y nunca lo serán. Los odio mucho, y más hoy.

Menudo cabreo que llevo encima... Creo que mejor me voy ya a dormir antes de que rompa la mesa de un puño. ¡Adiós, nefasto día!"

Plaf. La tapa cayó, cerrándose el diario. Otra noche más en la vida de Mark...

 

Hoy toca el rencor...

***

Capítulo tres:

Una luz se encendió en la noche. Cada vez Mark tomaba más precauciones a la hora de ponerse a escribir, pues su madre pensaba que hacía dos semanas se había desecho del diario, pero eso no era cierto; estaba escondido en la almohada.

"27 de noviembre de 2015

Ya ha pasado un mes. Un mes sin hablar con Oliver. Y aún sigo sin entender qué pasó aquel día para que se pusiese así. ¿Tanto le riñeron sus padres por haberse retrasado un poco? ¡Por dios, ni que fuera para tanto! Seguro que todo lo ha exagerado, como es él siempre. Es demasiado exagerado. ¿O no fue él quien se quejó de que era un maleducado solo porque le dije que sus bromas no tenían gracia? ¡Si no tienen gracia no la tienen, no hace falta montar un drama por eso! Pues nada, se pasó todo el resto del día callado, diciendo "hum, es que no tengo gracia, ¿para qué hablar entonces? Hablar por hablar es tontería".

Seguro que es un tipo de venganza personal contra mí por todas las veces que le he dicho la verdad, lo que pensaba. ¡Es un exagerado y además un rencoroso! Siempre lo será. No puedo creer que haya estado tanto tiempo siendo su amigo. Ni siquiera se merecía que le prestase atención. Tanto tiempo de amistad tirado a la basura, para que vaya ahora y me ponga verde a mis espaldas, pero luego a la cara ni me hable... Es detestable. ¡Y encima ni tiene el valor de decirme qué le pasa! Pues anda y que le zurzan, a mí no me va a amargar más. Ese malcriado puede quedarse con sus amigos, tan mayores ellos que ya van a tercero. ¡Uy, cuidado, que ya sabrán sumar! En el fondo es un vanidoso. Se pasa el día presumiendo de lo que sabe, haciéndome sentir tonto. ¡Creerá que por ser mayor que yo es mejor! ¡Pues para nada, no pienso rebajarme a su nivel! Si quiere que volvamos a ser amigos, que me hable él. Y ya veré si acepto, porque no se merece tanto de mi parte.

Ahora por fin me doy cuenta de la gran mentira que he vivido. Oliver nunca ha sido mi amigo, solo me ha utilizado para sentirse superior el muy... Agh, mejor dejo ya de hablar de él, que ni se merece tanta atención.

En cuanto a mi día de hoy, creo que no hay nada que señalar. Como siempre, se han reído de mí y han empezado a hacer chistes diciendo que me había dejado mi "novio". Gentuza. Pero bueno, ¿qué esperar de ellos? No les necesito. No le necesito.

Mejor duermo ya, no quiero darle más vueltas a la cabeza. No fue un buen día en absoluto..."

Guardó aquel librito en su escondite habitual y apoyó su cabeza sobre él para dormir. El diario le proporcionaba tranquilidad, se sentía seguro...

 

Penúltimo capítulo, la humillación.

***

Capítulo cuatro:

—¡A cenar, Mark! —lo llamó desde la cocina su madre.

—¡No tengo ganas hoy, me voy a dormir directamente! —le respondió este desde su cuarto. Y así fue, se metió en su cama y no salió de allí hasta que no sonó su alarma dos horas más tarde, a medianoche, para escribir la página diaria. Cada vez le costaba menos interrumpir su reposo un par de minutos, se iba acostumbrando.

"10 de diciembre de 2015

No tengo ganas de nada. No quiero ir al instituto, no quiero estudiar, no quiero estar con nadie. Solo quiero recogerme y perderme por ahí. Y llorar. Llorar mucho, todo el día. Pero no delante de mi madre, no debe enterarse de mis problemas o si no, con lo agonías que es, seguro que monta un drama de la nada.

Hoy no ha sido el mejor día. Todo el esfuerzo de ayer no sirvió para nada; cuando me tocó exponer mi trabajo me puse muy nervioso al ver que mis amigos se reían por lo bajo y cuchicheaban entre ellos. No pararon de interrumpirme en toda la exposición, y molesto como estaba no fui capaz de decir todo lo que había pensado. Hubo un momento en que me quedé en blanco, mirando fijamente al suelo, sin idea alguna de qué estaba hablando, así que tuve que continuar por donde pude. Seguro que mi nota va a bajar mucho por esto...

Pero ahí no quedó la cosa. Cuando la clase terminó y bajamos al recreo fui a la biblioteca, como de costumbre, para refugiarme del tiempo y de los imbéciles, y allí me estaban esperando Dereck y su pandilla. Me dio una palmadita en la espalda. "¡Buena exposición, compañero!", me dijo. Ya entonces supe que tramaba algo, pero no podía atinar el qué.

La próxima hora fue risas constantes del resto de alumnos. Con cada movimiento que hacía, cada palabra que decía. Solo se reían, sin yo saber por qué. ¿Habrían corrido un rumor sobre mí? Cuando me quité la chaqueta por el calor vi en ella un papel pegado donde ponía "No tengo amigos". Tan simple pero tan doloroso. Todos riéndose de mí cuando lo descubrí... Sus dedos apuntándome, soltando carcajadas como si no fuese una persona y no tuviese sentimientos. Y yo solo quería salir de allí. Acabé llorando. Me escapé al baño a llorar tranquilo.

Ya ves lo que hay que aguantar, ¿no? Creo que pocas veces me he sentido tan... Superado. En el fondo es verdad, no tengo amigos. Ahora me doy cuenta de que siempre estuve solo..."

 

El final, la impotencia.

***

Capítulo cinco:

Plaf.

El sonido de un cachetazo retumbó por todo el hogar. Mark corrió a su habitación, cerrando la puerta tras de sí y dejándose caer sobre esta. Su cara, roja, con una marca de dedos. Se abrazó a sus rodillas, y hundió la cabeza en estas entre sollozos.

—Te odio, mamá. Te odio. Ahora entiendo por qué papá nos abandonó... —susurró para liberar toda la tensión acumulada, mientras cerraba el puño con fuerza.

A los pocos segundos de enjugarse las lágrimas, se levantó y tomó el diario. Su madre seguía despierta y podría entrar en cualquier momento y pillarle, pero no le importaba. Ya no le importaba nada.

"20 de enero de 2016

No lo aguanto más. No puedo seguir así, mi vida es una mierda. ¡Odio a todo el mundo, ojalá se muriesen y me dejasen tranquilo de una vez! Nada que hacer ya. Es muy tarde para cambiar las cosas; no tengo amigos ni padre, mi madre no me quiere y a nadie le importa lo que yo haga con mi vida. Muy bien, ¿es así en verdad?

Hoy no voy a contar nada. No hay nada que contar. Lo que me pasó esta mañana es lo mismo de todos los días, la historia se repite. ¿Para qué repetirla yo otra vez por escrito? No, no merece la pena en absoluto. Aquí están recogidas todas y cada una de mis vivencias desde que empezó el curso: mis emociones, mis pensamientos, mis reflexiones... Ya no me queda nada nuevo, siempre igual.

¿A alguien le interesa saber de mí, qué fue del pequeño Mark? Pues muy bien, aquí queda todo. Eres el único testigo de mi vida, y así será. Que recurran a ti, si es que a alguien le importa

Adiós."

Las lágrimas seguían corriendo por el rostro del niño, manchando el papel en pequeños círculos. La lluvia se veía a través de la ventana. La calle estaba oscura...

Dieron las doce de la noche. Al fin, las doce. Un portazo fue la única señal que dio Mark al salir de casa. Sin paraguas ni nada para protegerse del agua, caminó en la noche. ¿Qué más daba ya todo? La vida para Mark ya carecía de sentido, ya no podía arreglarla.

Llegó a su destino al fin: el puente. Miró hacia abajo.

Y saltó.