Mini-rol Diamond pool [Gakkou Roleplay]

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Los veranos en Tokio son altamente conocidos por sus caluroso y, especialmente, húmedo clima. Las numerosas playas y piscinas locales se llenan rápidamente de personas que intentan mitigar el calor de la mejor manera que pueden; los parques acuáticos, además, son el furor entre los jóvenes y algunas familias.

Yomiuriland es uno de esos solicitados parques acuáticos. Situado en la ciudad de Inagi, Tokio, Yomiuriland es, en realidad, un parque de atracciones que también cuenta con una zona dedicada especialmente al uso de sus piscinas y toboganes. Este parque también destaca por la posibilidad de usar sus piscinas nocturnas, donde los adultos pueden disfrutar de un ambiente destendido gracias a la música y el espectáculo de luces que el parque ofrece.

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Gigi Blanche Rider heyo u-uwu

 

Apenas habían pasado un par de horas desde que el sol había salido por el horizonte aquella mañana, pero eso no implicó en absoluto que el calor agobiante tan típico de Tokio quisiese darnos un respiro; más bien todo lo contrario, pues juraría que tan solo en aquella mañana las temperaturas ya habían subido mucho más que el día anterior. ¡Pero justamente para ponerle remedio a aquello era que estaba saliendo de casa en primer lugar, vaya que sí! Había sido duro reunir el valor para alejarme del aire acondicionado que teníamos en el salón, incluso si aquella quedada me había hecho muchísima ilusión desde el segundo que lo propusimos, pero al final lo había conseguido y ahora estaba ahí, de camino al punto de encuentro.

—Te noto emocionada~

La voz de Fred me sacó del ensimismamiento en el que había acabado metida mientras mirada por la ventanilla del coche, haciendo que girase la cabeza para pasar a centrar mi atención en él. Estaba conduciendo, así que me controlé para no ir a hacer un gesto demasiado brusco, pero al final no pude evitar inflar ligeramente las mejillas aún así. ¿Qué clase de comentario innecesario era ese? ¡Él mejor que nadie sabía las ganas que tenía de aquello desde hacía días!

—¡Claro! Voy a pasar el día en la piscina con Annie y Aleck, ¿por qué no iba a estar emocionada? ¡Además! No intentes hacerte como que no sabes a dónde me llevas, ¡sobre todo cuando eres tú el que no me quiere decir qué vas a hacer hoy!

—Ya te lo he dicho, Emiliana, he quedado con unos amigos~

—¿Qué amigos? ¡Los conozco a todos! ¿Por qué tanto secretismo?

—Porque sí, deja de ser tan cotilla.

—¡Hmpf!

Sabía perfectamente que Fred solo me estaba dando largas para picarme, pero lo que él no sabía era que esas mismas largas eran las que me hacían saber exactamente con quién había quedado. No tenía idea de si ya había empezado a sospechar de que el Krait no me era tan desconocido como le había intentado hacer creer, pero estaba convencida de que estaba al tanto de mi pequeño (ínfimo) crush con el mismo y de ahí que me estuviese siempre pinchando de esa manera. Del que aún no lograba sacarle nada de información era del tal Matty del que siempre hablaban, ¡y eso sí que me daba rabia!

Sea como fuere, entre piques y chascarrillos, Fred finalmente logró parar el coche cerca de la estación de Shinjuku y me despedí rápidamente de él, prometiéndole que le avisaría la hora exacta a la que venir a recogerme más tarde; le di un beso fugaz en la mejilla y me alejé hacia la entrada donde había quedado con los otros dos. Miré el reloj en el móvil antes de desbloquearlo para buscar el chat que compartía con ambos, dejándoles un mensaje para preguntarles por dónde estaban y echando un vistazo a mi alrededor justamente después de enviarlo.

El tren iba a hacer su buena media hora, y después íbamos a tener que coger un bus que también tardaría veinte minutos hasta el parque, ¡así que más les valía no llegar tarde!

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os etiqueto de nuevo porque me tardé en hacer el post, sowwy unu
Gigi Blanche Rider AHORA SÍ

 

Contenido oculto: necesitaba mi musiquita de ENTRADA porque sí

Ugh, qué calor insoportable. Incluso siendo una chica de verano y todo lo que quisieras, las convicciones se me sacudían un poco al echarme una semana con el aire acondicionado descompuesto y el tipo del servicio dándonos largas. Ya me había aburrido de existir tirada en el piso. Para colmo, todos mis queridos universitarios no paraban de repetir mierdas como "para nosotros no existen las vacaciones" y, con esa excusa, desaparecían del mapa. ¿Sería verdad? Me lo había cuestionado varias veces mientras observaba el techo y contaba las manchas de humedad. Dios, extrañaba la piscina de Al. ¿La vida universitaria sería tan horrible?

Bah, probablemente no lo descubriera, de todas formas.

La idea de Emi fue un salvavidas en medio de la tormenta, dramatismo aparte. Me entretuve con videos estúpidos hasta que faltaron diez minutos para la hora acordada, mientras me acababa los froot loops con leche. Me lavé los dientes, cacé la mochila a la pasada y me la eché en un hombro, dándole play a la música. La caminata hasta la estación de Shinjuku fue corta pero eterna, con cada paso sentía que iba a derretirme o algo. En lo que aguardaba frente a la avenida para el cambio del semáforo, mi móvil vibró y leí los mensajes de los chicos junto a una sonrisilla. Crucé, alcanzando la estación por fin.

Es verdad, acá vi un pilar con una cara fea aplastada en el cemento
Deberías haberlo firmado antes de irte, Greenie
Menuda obra de arte

Mi talento para tipear y caminar esquivando gente al mismo tiempo era legendario. Acabé la broma, regresé el móvil al bolsillo de mi short y, a unos cuantos metros, reconocí a los chicos. Me acerqué con calma, quitándome los auriculares para dejarlos colgando de mi cuello, y me colé entre ellos para rodearlos por la cintura.

—Dios, se veían tan guapos que tuve que acercarme. ¿Aceptan un tercero en desgracia en su club de asombrosidad?

Les dejé a ambos un beso en la mejilla y me escurrí entre ellos para girarme, enfrentándolos. Seguí hablando mientras desconectaba los cables del móvil y los enrollaba sobre mi mano.

—Calor de mierda —solté, indiferente, y tras guardar los auriculares en el bolsillo pequeño de la mochila les ofrecí de mi paquete de chicles. De paso hice un globo y lo exploté, alzando la mirada a Aleck, divertida—. ¿Y bien? ¿Diste muchas vueltas antes de alcanzar el inhóspito y desconocido destino de... la estación de Shinjuku?

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HEYO MY BBYS LETS GET SOME FUN

 

No mucho después de haber escrito el mensaje por el grupo, recibí respuestas tanto por parte de Aleck como por parte de Anna; el mensaje del primero, sin embargo, me dejó tan preocupada que apenas pude concentrarme en prestarle atención a algo más. Me mordisqueé ligeramente el labio, con aire preocupado, y unos cuantos de segundos después distinguí la figura del chico entre la multitud, acercándose a mi posición. Apenas le di tiempo a saludarme, honestamente, porque fue verlo y prácticamente invadir su espacio personal para poder inspeccionarle la frente y el golpe que se había dado en la misma. Fruncí el ceño durante un par de segundos, mientras lo examinaba, y al final tuve que relajar el semblante al separarme, sin poder controlar el suspiro que se me escapó de los labios.

—Ten más cuidado... —murmuré, intentando que mi tono de voz no sonase demasiado a un regaño; no me gustaba tener que reñirles, pero a veces eran tan descuidados...

Por suerte el golpe no pareció ser demasiado grave, así que me permití tranquilizarme tras comprobar aquello y ya sí pude dedicarle una sonrisa a modo de saludo, negando ligeramente con la cabeza como respuesta a su última pregunta. De todas formas, si conocía bien a Anna (y creía hacerlo incluso si solo llevábamos un año y poco siendo amigas), la misma acabaría haciendo su aparición estelar exactamente un segundo de mencionar su nombre...

¡Y bingo!

Solté una risilla ligera cuando distinguí su voz en nuestro espacio, diciendo cualquier tontería que se le ocurriese en el momento, y acepté su beso en mi mejilla sin mayor problema; parecía tan lejano el momento en el que aquel gesto de su parte me había avergonzado. Levanté un poco la mano para negar con ella cuando la chica nos ofreció su paquete de chicles, e intercalé un par de miradas entre ambos cuando la dejé caer después, sin perder la sonrisa en ningún momento.

>>Bueno, ha llegado antes que tú, así que no sé si eres la más indicada para preguntarle eso... —intervine, dejando caer el comentario como si nada, a pesar de que había una muy clara intención de picar a Anna con ello.

 

Emi aceptó mi beso sin problema pero a Aleck le provocó algo de bochorno, cosa de la cual decidí no acotar y fingir que sus mejillas no estaban rojas. Me daba ternura pero tampoco quería estropearle aún más los nervios. Alterné la mirada entre ambos cuando se aliaron contra mí y yo me encogí de hombros, regresando los chicles a su lugar de origen.

—Los cereales estaban muy ricos. Además, una reina nunca llega tarde, los demás se aparecen demasiado pronto.

Con el plagio cometido a El diario de la princesa, me enganché del brazo de Emi y los comencé a arrastrar sin prisa hacia la entrada a la estación. Las preguntas de Aleck me alcanzaron de costado y sacudí la cabeza, arrugando apenas la nariz.

—Nah, ya sabes. Si en algo son prolijos los japoneses es en el transporte público.

Dicho y hecho, el tren ingresó al andén al mismo tiempo que nosotros. Por suerte no iba muy lleno. Las puertas se abrieron, nos colamos dentro e identifiqué una serie de tres asientos libres. Vaya, vaya, si no sería nuestro día de suerte. El tren arrancó y yo solté un profuso suspiro, acomodando la mochila sobre mi regazo. Había aire acondicionado.

—Dios, podría quedarme aquí dentro todo el día —solté, prácticamente derritiéndome en mi asiento, y en el movimiento dejé caer mi cabeza sobre el hombro de Emi—. ¿Y si cambiamos los planes y nos echamos la tarde haciendo rutas de trenes?

 

Bastante a mi pesar, el comentario que Aleck soltó después de mi escrutinio exprés me hizo la suficiente gracia como para soltar una ligera risa nasal, logrando así quitarle bastante peso a mi pseudo-regaño. Ni él ni Anna tenían remedio alguno, pero estaba bien, porque lo cierto era que me gustaba preocuparme por ellos e intentar cuidarles todo lo que estuviese a mi alcance. Y hablando de la reina de Roma, algo muy parecido me pasó con Anna cuando finalmente nos alcanzó, pues la tontería que respondió a nuestro intento de pique me sacó otra risilla que le quitó toda la posible seriedad a mis palabras anteriores. Negué con la cabeza un par de veces, sonriente, y simplemente dejé que la muchacha se enganchase de mi brazo para empezar a caminar hacia el interior de la estación.

—Oh, es una cosa exagerada, y eso que yo soy japonesa —añadí, inclinando un poquito la cabeza hacia delante para buscar a Aleck con la mirada—. Hace un par de años, de hecho, una compañía se disculpó porque el tren había llegado veinte segundos antes. Nadie se quejó, claro, pero ellos lo consideraron inaceptable.

Por lo tanto, no tuve ni la menor duda de que tanto el tren como el bus de después estarían en sus correspondientes paradas al segundo exacto en el que tendrían que estar, y también por eso había estado tan preocupada porque todos llegásemos a tiempo al lugar de quedada. Lo habíamos conseguido, por suerte, y un suspiro de alivio se me escapó de los labios una vez estuvimos oficialmente dentro del tren.

>>Bueno, suena tentador y así nos aseguraríamos de que Aleck se aprenda todas las paradas de la ciudad, ¿no? —comenté a la propuesta de Anna, habiendo soltado una risilla divertida por la misma apenas unos segundos atrás—. Pero creo que arrugarnos en una piscina fresquita mientras nos tomamos un batido helado también es un buen plan contra el calor, ¿a que sí? —aquellas últimas palabras las dirigí más bien hacia el chico, en un claro intento de que me diese la razón para convencer a Anna de mantenernos en el plan original.

 

Genuinamente me carcajeé ante la anécdota de Emi, eso de los tíos disculpándose porque el tren había llegado veinte segundos antes. Llevaba varios años en Japón y aún así había cosas que escapaban a mi comprensión. Venía de un país que se paraba por cualquier cosa, fuesen las clases en la escuela, fuera el tráfico por los piquetes, fuesen las fábricas o cualquier empresa con empleados insatisfechos. El transporte público funcionaba cuando quería y como quería, los vuelos se atrasaban, los micros se rompían en plena ruta. Y aquí se disculpaban por llegar veinte minutos antes.

Para flipar.

Aleck enterró sus sueños de ser maquinista y le hice puchero, estirando el brazo para consolarlo con unas caricias breves. Por otro lado, obviamente mi plan de hacer maratón de trenes era coña, con lo que me gustaba a mí zambullirme en una piscina y quedarme ahí hasta convertirme en pasa de uva. ¡Y si agregábamos helados a la ecuación, aún mejor! Tenía la cabeza apoyada en el hombro de Emi y había cerrado los ojos, como si la chica me susurrara al oído el mejor escenario paradisíaco del mundo. En ese momento, un poco lo era. Me quedé así hasta que Aleck dijo lo de la democracia y que dos contra uno y no sé qué más.

—¡Que era coña! —me quejé, y le di dos golpecitos a mi muslo como si fuera el martillo de un juez—. Por decisión unánime se decreta la visita al parque, ¡se cierra la sesión!

Con el show acabado, volví a relajar la cabeza en el hombro de Emi y hasta me acurruqué un poco, super cómoda. El anhelo de Aleck me alcanzó y sonreí. Ah, helado. Qué rico.

—Yo quiero... milkshake de chocolate —murmuré, y abrí los ojos para mirar a Hodges desde mi posición—. ¿Tú qué vas a pedirte, Em?

 

Sabía que contarles sobre aquella noticia que había leído hacía tiempo iba a conseguir justamente el efecto que había buscado, que no era otro más que hacerles reír con lo absurdo de la situación. Es decir, me había criado en Japón y entendía mejor que nadie ese deseo, o casi necesidad, de llegar puntual a cualquier lugar o cita posible, pero también estaba la parte extranjera que no podía negar lo exagerado que a veces aquel deseo podía llegar a ser. Así que, al final, no pude evitar tomármelo con la misma diversión que mis dos amigos.

Llegamos después al tren y, por supuesto, seguí aceptando a Anna en mi espacio personal sin ninguna muestra de incomodidad al respecto. Supe que la chica no propuso lo del tren en serio, pero eso no iba a evitar que quisiese meterme un poquito con ella aún así; su reacción me hizo soltar una risilla divertida y después la dejé estar, volviendo a aceptar su cabeza sobre mi hombro y hasta buscando una de sus manos con la mías para entrelazar nuestros dedos.

—Uhm... creo que me apetece un batido de frutos del bosque —sentencié, sonriente, después de haberme dado un par de segundos para pensar bien la respuesta—. ¿Habéis estado antes en algún parque acuático? Fred dice que cuando yo era más pequeña solíamos ir todos los veranos, pero un día me perdió en una de las piscinas y desde entonces ya no vamos... Yo no me acuerdo mucho, la verdad, ¡pero le echo toda la culpa, claro!

 

—De maquinista a concejal en diez simples pasos, una guía rápida de Aleck Graham —anuncié con voz grave, y me reí al darle un par de golpecitos a su pie con el mío—. Hey, yo te votaría. Al menos para ver tu carita en la tele y así.

Emily compartió su sabor predilecto y luego nos preguntó si habíamos ido antes a parques acuáticos, que ella se había perdido de pequeña en uno y, desde entonces, no los visitaron más. Hice un puchero y estiré el brazo sobre mi cabeza para picarle la mejilla mientras Aleck respondía. Su preocupación consecuente vino cuando estaba dejando a la chica en paz y fruncí ligeramente el ceño, viéndolo de soslayo. ¿Era yo la insensible o estos dos se preocupaban más de la cuenta por los demás?

—¿Freddie? No me cabe la menor duda de que fue su culpa —comenté junto a una risa floja—. Seguro se distrajo ligándose a una tía o algo.

La broma de Aleck me alcanzó de costado y me limité a soltar un "ja, ja" extremadamente sarcástico.

—Hmm, cuando era bastante pequeña fuimos a uno en Argentina, pero no recuerdo casi nada. Lo sé por las fotos. En cualquier caso, dudo que haya punto de comparación entre un parque acuático allá y uno aquí, así que me consideraré primeriza.

El anuncio de nuestra parada sonó por los altoparlantes del tren y le di unas palmaditas suaves a Em en el muslo, despegándome de su hombro.

—Bueno, mis niños, ¿listos para volver al infierno?

 

Mi anécdota sacó reacciones muy diferentes por parte de Aleck y Anna, cosa que supuse que podía haberme esperado; al primero le sonreí con clara intención tranquilizadora, pues lo cierto es que no lo recordaba como una experiencia especialmente traumatizante ni nada por el estilo (además de que estaba ahí vivita y coleando, así que todo había salido claramente bien), mientras que a la segunda la miré con las cejas ligeramente alzadas, sorprendida, antes de suavizar la expresión al soltar una carcajada ligera.

—Pues no lo sé, pero ahora que lo dices... es muy probable. Fue llegar a la pubertad y, ¡whoosh! —chasqueé los dedos—. Un no parar de ligar. Terrible influencia, ni modo —añadí, negando un par de veces con la cabeza en un claro gesto de decepción; por supuesto, todo bien exagerado y falso.

Después los dos respondieron a la pregunta que les hice, así que por supuesto centré toda mi atención en ambos para poder escucharles cómo requerían. Asentí un par de veces con la cabeza antes ambas respuestas y me sonreí, porque todo aquello significaba que para todos iba a ser casi como una primera vez y eso le daba un extra de emoción a todo el asunto. En todo eso, el tren finalmente llegó a la parada que nos correspondía y le dirigí una nueva mirada a Anna mientras me levantaba detrás de ella.

>>Tranquilos, el bus que nos lleva al parque debería estar cerca... —murmuré, aunque no estaba muy convencida de que eso nos fuese a salvar del todo del infierno.

Ciertamente, el bus especial que viajaba desde la parada de tren hasta la entrada misma del parque estaba ya esperando en la parada destinada a ello, pero eso no quitó que tuviésemos que caminar un ratillo hacia ahí; un ratillo que se hizo insoportable con el calor que ya empezaba a hacerse cada vez más evidente con el pasar del tiempo. Por suerte, el bus también contaba con aire y, como habíamos salido temprano, no estaba demasiado lleno.

>>Entonces... ¿dónde os apetece ir primero? Yo creo que antes de nada me daré un baño en la piscina normal y luego, quizás, si no da mucho miedo, vea los toboganes...

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este es el mapita del sitio, por si queréis echarle un vistazo para responder uwu igual podemos inventarnos atracciones que no haya or whatever, pero por tener una base (?)

 

Pobre Freddie, debían estar picándole las orejas. Primero que había perdido a su hermanita, luego que era un fuckboy de manual. No que estuviéramos mintiendo pero igual lo queríamos, ¿verdad? Dejé el asunto allí, nos bajamos del tren y me calcé en la cabeza la gorra que había llevado dentro de la mochila. Tuvimos que caminar hasta la parada del bus y ninguno hizo mucha conversación. El calor se sentía aún peor luego de haber estado con el aire acondicionado del tren. Así y todo, tenía la sensación de que, de los tres, era la que mejor soportaba el calor.

Me distraje con el paisaje y las tiendas hasta que nos subimos al bus. Dejé pasar a Emi y a Aleck para que se sentaran y yo permanecí de pie junto a ellos. Hice un globo con el chicle y lo exploté, repasando el transporte con la vista mientras los chicos hablaban.

—Creo que hay un tobogán para barcas de cuatro personas —anoté, haciendo memoria de lo que había husmeado la noche anterior en la página web—. Podríamos subirnos a ese todos juntos, sería divertido.

Mi sonrisa se ensanchó y, sin mucho disimulo, deslicé la mirada a Emi.

—A menos que a alguien le de miedo~

 

Tanto Anna como Aleck se mostraron emocionados por la opción de los toboganes, cosa que no me sorprendió para nada por un par de motivos; primero, no había lugar a dudas que ellos dos eran los más aventureros de los tres en ese sentido y, segundo, los toboganes y las atracciones eran el mayor atractivo de un parque acuático, al fin y al cabo. Había propuesto el parque acuático porque la piscina era literalmente el único lugar en el que se podía estar durante aquello meses y porque, más que menos, alguna atracción que fuese relativamente tranquila podía soportar. Anna sabía eso perfectamente, por supuesto, y por eso había decidido picarme por ello.

—Sabes que sí —me quejé, inflando las mejillas mientras levantaba la mirada para buscar la de la chica—. Pero... si es una barca y no está demasiado alto, quizás me suba también. ¡Pero no prometo nada, que conste!

Aunque todos los ahí presentes debían ser plenamente conscientes de que haría cualquier cosa que me pidiesen.

>>¡Oh, acabo de acordarme! El otro día vi en TikTok un vídeo de un juego que parecía bastante divertido, ¿os gustaría probarlo mientras llegamos a la piscina?

Les expliqué la dinámica del juego, que no era especialmente complicada a decir verdad, e intercalé un par de miradas entre ambos antes de proponer que Anna se quedase como la persona que debía cerrar los ojos; ella era, al fin y al cabo, la que más relación tenía tanto conmigo como con Aleck. Me incliné hacia el muchacho para susurrarle el número que pensé que podíamos usar para el juego y, finalmente, le indiqué a Anna que abriese de nuevo los ojos cuando eso quedó aclarado.

>>¡Bien! Ya puedes empezar a preguntar. Piénsalo bien~ Si aciertas el número... ¡te doy un premio, Annie!

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bueno, ya os expliqué a ambos por privado como se juega, so vamos directos al grano 7u7 georgie y yo ya elegimos el número, as well, so let the hunger games begin (?)

 

Emi infló las mejillas ante mi provocación y solté el aire por la nariz, atendiendo a sus palabras y reacciones. Era adorable. No había pretendido molestarla más allá de eso, de modo que paseé la vista por el bus y medio desconecté un poco hasta que la chica habló de vuelta, proponiendo un juego. Alcé ligeramente las cejas al verla, curiosa, y cuando empezó a explicarlo lo recordé. Yo también lo había visto en TikTok. La idea me entusiasmó y cerré los ojos, sintiendo un poquito de expectativa. ¿Qué preguntas debería hacer? A ver, a ver...

Volví a mirarlos en cuanto me lo permitieron, y la tontería de la recompensa dibujó una sonrisa bastante suave en mi rostro. No dije nada, sin embargo, consideré que mi expresión bastaba para hacerme entender y solté el aire de golpe.

—Muy bien, veamos. —Lo pensé un poco y, primero, miré a Emi—. Dime una materia de la escuela.

Y luego, a Aleck.

—Y un personaje del Genshin.

 

Realmente sabía que no había necesidad de incluir un premio en todo el asunto, que posiblemente Anna jugaría para intentar ganar incluso si yo no se lo pedía, pero eso no quitó que quisiese proponerlo de igual manera; me gustaba mimarla con cositas pequeñas de vez en cuando. La cuestión es que ambos aceptaron jugar después de mi explicación, Anna aceptó ser la elegida para elegir el número y, con ello, todo quedó decidido.

Anna se tomó su tiempo para preguntar, cosa que entendí y respeté en todo momento, y dibujé una expresión pensativa en mi rostro en cuanto finalmente recibí la cuestión de la chica. Yo también me lo tomé con calma, alzando la mirada hacia el techo para ayudarme a elegir la mejor opción entre todas las posibles, y finalmente la bajé después de un buen rato, mirando a Anna con una sonrisa confiada.

—¡Música! —exclamé, con toda la convicción que me fue posible.

Después giré el rostro para también centrar mi atención en Aleck, curiosa por saber qué respondería de su lado.