One-shot de Naruto - Diamante.

Autor: Temarii Juuzou.
Personajes: Shikamaru Nara, Ino Yamanaka.
Actividad: Este cuerpo no es mío.

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Diamante.

Ino le había pedido, no, más bien, le había rogado que le ayudara a escapar, pero eso era algo que no iba a hacer; era deshonesto, descortés y demasiado problemático, pero sobre todo, no era asunto suyo: si ella al final no estaba segura y no iba a querer casarse, bien pudo haber dicho que no desde un inicio.

—Mira esto, Shikamaru —le dijo toda furiosa mientras le mostrada la caja de anillo de compromiso, donde un enorme diamante, seguramente más caro que toda su casa, brillaba — ¿Tu podrías decirle que no a algo así?

—Entonces no te quejes mujer… —Shikamaru suelta un suspiro mientras toma la caja y ve a la rubia dando vueltas en la habitación.

—Eres un pésimo amigo, deberías ayudarme ahora mismo, pero en vez de eso, tu solo… —los toques en la puerta y las risas de las damas de honor la hacen callar de golpe, con una sonrisa burlona el moreno se acerca a la puerta, con la caja del anillo aún en sus manos.

—Eres tan problemática y exagerada, cualquiera daría lo que fuera por casarse con un hombre que se puede permitir esto —tomo el anillo entre sus dedos y lo observo de cerca dándole vueltas por un largo rato, luego se lo colocó, la rubia solo lo miraba con una ceja levantada —. Mira, me queda mejor a mí que a ti.

—Entonces cásate tú, idiota —la chica susurro furiosa mientras se acercaba para arrebatarle el diamante a su mejor amigo.

—Probablemente debería hacerlo yo —le contestó de forma burlona.

Entonces la puerta se abrió golpeando a Shikamaru en la cabeza y dejándolo inconsciente en el piso de aquella habitación lujosa de hotel.

…

Cuando los ojos de Shikamaru se abrieron sintió todo el peso de la luz, pero también los sentía más pesados e incómodos de lo normal, incluso le picaban. Bostezo mientras llevaba el dorso de su mano hasta su ojo para tallarlo, pero la mano firme de una enfurecida Sakura lo detuvo de lleno.

—Nos tardamos demasiado como para que lo arruines.

El Nara miró con el ceño fruncido a la peli rosa mientras esta soltaba bruscamente su mano y se alejaba, no recordaba nunca haber sido tratado de una forma tan grosera por la chica. Busco a Ino con la mirada, pero en la habitación solo estaban él y una, aun enfurecida, dama de compañia, quien caminaba hasta el tocador de la habitación refunfuñando en susurros. Sakura se puso a buscar algo frente al espejo del tocador, entre los cajones y tapando el pequeño espejo de este, entonces dejó de susurrar y comenzó a gritar.

—No solo te quedaste dormida mientras te arreglábamos —dijo esta mientras se daba la vuelta lentamente, con una plancha para el cabello en las manos —también dejaste ir al idiota de Shikamaru con tu anillo de compromiso… ¿Sabes lo muy furioso que se podrá Sasuke si se entera de eso? —el moreno cada vez entendía menos la situación.

Entonces Sakura se alejó del espejo y se acercó al Nara, dejando que este viera su reflejo, lo que hizo que sus ojos pesados se abrieran de golpe. No solo se veía como la novia más horrible del mundo: tenía pechos y un horrible vestido que adornaba una voluptuosa figura de mujer… pero no cualquier mujer.

—Soy la mujer más horrenda del mundo —un golpe en la cabeza por parte de Sakura lo hizo caer de la cama.

—Maldita Ino puerca —le gritó — ¡No me tarde tanto en arreglar tu fea cara para que digas esas cosas!

—Mendokusai…

…

Cuando la hora de la boda llegó, Shikamaru por fin entendía como se sintió Ino en el momento en que le rogaba le ayudara a escapar. Se arrepintió de no haberlo hecho. La cabeza le pesaba, sus ojos le picaban y los zapatos le apretaban los pies, pero sobre todo, estaba camino a casarse con Sasuke Uchiha, un hombre que ni de lejos llegaría a parecerle atractivo. Con suerte todo sería una horrible broma, una broma que terminaría si un nuevo golpe le dejara inconsciente, sí, eso era lo más lógico, fingir ser Ino solo era parte del plan, algo nada complicado tomando en cuenta que la conocía desde niños.

Caminó por todo el pasillo, buscando su propio rostro entre tantos invitados, pero era imposible. ¿Tan invisible era? Joder, que debería ser fácil encontrarse a sí mismo…

—Tranquila, cariño —la voz del padre de Ino lo sobresalto —este es tu día especial.

Que grandioso "día especial", entonces. Miró hacia la ventana por última vez; seguramente después de eso ya no sería lo mismo mirar las nubes… no, no era momento de ser pesimista. Todo al final volvería a la normalidad y él, como regalo, tomaría el descanso más largo de su vida. Entonces su propio rostro, encima de un auto con un “recién casados” pintado en el parabrisas lo hizo detenerse de golpe.

Ahí estaba, huyendo. Se acercó hasta la ventana, ignorando los susurros y miradas de los presentes. Con su delgado e inútil puño golpeo el vidrio para llamar la atención de… ¿Si mismo? Y cuando la obtuvo tan solo recibió ese gesto infantil que Ino solía hacerle todo el tiempo: Un dedo bajo su ojo y la lengua de fuera. Era ridículo en la cara de la rubia, pero lucía mil veces peor en la propia. Observó, junto a invitados chismosos, como su mejor amiga por fin lograba su meta de huir, en el convertible y con un brillante diamante en su dedo.

Sin pensárselo mucho, golpeo su cabeza contra la ventana.