One-shot Detras de un liderazgo

Prologo
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[SIZE] Era un día más en el mundo de Hyrule, había tenido una gran impresión después de lo que el árbol Deku me había dicho antes de morir, la rabia me consumía y eso me impulsaba a tener más deseo de luchar por detener a ese hombre que se hacía llamar Gannon... [/SIZE]

La mañana se hacía presente en aquel reino, el sol iluminaba poco a poco la colina en donde estaba aquel chico, apenas, con el primer suspiro toque aquella melodía que se paseaba hasta el rincón más profundo del lugar.

Un hermoso caballo, de un color como los troncos de los árboles se acercaba respondiendo al llamado de su destinado amo con la misma intención de siempre, servirle en lo que pudiese.

Este joven cabalgó apacible hasta su próximo objetivo.

El joven Hylian se recostó un momento en el cuello de Epona y se relajó hasta llegar a las faldas de la montaña de la muerte pensando en lo que estaba por esperarle y al sentir que su fiel acompañante se detuvo bajó y le Indicó que esperara ahí.

Subió con valentía y se topó con un par de obstáculos, pero al final pudo llegar y entrar a la ciudad Goron, caminó hablando con los ciudadanos hasta que llegó a una habitación muy peculiar, el niño tocó cierta melodía que se le había enseñado y se abrió la entrada.

Miró con atención los símbolos que rodeaban la pared y se adentró y lo miró, efectivamente, ahí estaba uno de ellos, su aspecto era diferente al de los demás.

Sus gestificaciones no decían mucho pero le dio valentía y se acercó — ¿Quién eres tú? — Pronuncio y después mencionó algo sobre un mensajero y se molestó porque no se trataba más que de un niño. — ¿Ha perdido Danuria, el jefe de los Goron, tanta clase como para ser tratado así? — fue lo que dijo en un tono no muy amigable


Aquel chico preguntó ¿por qué? y este le respondió que su reino no vivía en paz, que una amenaza la azotaba, mencionaba muertes por escases de rocas y en sus cultivos, pero después de su corta historia mencionó que estaba molesto y desechó a aquel niño de su reinado —No necesitamos ayuda de extranjeros—

Mi Soledad​

El chico no se fue después de que prácticamente lo corrí de ahí, se acercó un poco a mí y saco una especie de Ocarina, y tocó aquella melodía que ya conocía, la canción de la familia real, comencé a danzar tratando de subir mi ánimo pero —Bueno eso no es exactamente lo que buscaba— se lo hice saber negando con la cabeza —Quería escuchar… una melodía… algo... Amm… de fuera de las montañas, algo verde— continúe diciéndole mientras posaba mis manos en mi cintura y movía mi pie en señal de desesperación.

—Esa es la clase de música que quisiera escuchar— le dije por último, y aquel chico con el hada se fue.


Volví a estar de pie y me puse a pensar en lo que estaba por pasar en mi reino, había un dragón que asustaba a mi gente, no podía hacer ya nada, solo quedaba esperar a un héroe, si eso es lo que nos faltaba, un héroe que nos alivianara las cargas.


Por un momento me pasó la idea de ir a enfrentarlo yo, pero, necesitaba algo más que solo mis puños, salí y me dirijo con uno de nuestros mejores herreros, el Goron más grande de la manada.


— Hey, necesito algo para…— No pude ni terminar mi frase pues por primera vez lo vi trabajando como nunca, al parecer en una nueva espada, o eso parecía.

—Lo siento pero estoy muy ocupado en algo que al fin me inspira, tardaré un par de años— eso fue lo que salió de su boca sin ni siquiera mirarme.


Por un momento me sentí alegre pues nunca lo había visto tan motivado, me di la vuelta y salí del lugar para volver a mi estancia, caminaba con la cabeza gacha, tratando de pensar en quien podría haber sido, y para que la querría.


Al llegar a la entrada de mi habitación mire que mi hermano estaba ahí — de casualidad no has ido con…—

—No yo no he sido— me respondió con una sonrisa antes de que pudiera terminar, pareciese como si supiera de quien se trataba.

Me adentre a mis aposentos y me senté un momento, de verdad que no quería darle importancia al asunto de la espada, pero mo intrigaba saber quién lo había hecho.

Después de dejar de lado aquel asunto, fui con intenciones de tomar una siesta pero no pude hacerlo, por alguna extraña razón no me sentía motivado.

Camine hasta las afueras y mire como algunos Goron trabajaban para conseguir algo de piedras, como líder no retrocedí y me acerque a ayudarles; el sol se ocultaba ya entre la montaña de la muerte, y el trabajo había sido pesado, sin más reproche regresé a mi lugar, después de ser agradecido y sonreí un poco.

Intentaba descansar pero aquel niño tan peculiar me regresó a la mente, a juzgar por sus vestimentas, se puede decir que venía del bosque, pero ¿Qué es lo que querría en este sitio? supuse lo que todos, hacerse los héroes, pero con esa pinta no lo lograría.

Al día posterior, la mañana fresca se hiso presente y me coloqué en mi lugar donde siempre, tan solo de pie a esperar lo que se me fuera a presentar.

Un asombro en mí se prevaleció pues que niño que antes se había presentado ante mí, estaba atravesando la puerta de entrada, me quede mirándolo por un tiempo y se acercó a mí.

Sin palabra alguna saco su ocarina y comenzó a tocar una melodía que mi cuerpo no pudo soportar, me empujó a una felicidad como nunca antes lo sentí, mi cuerpo se movía ante esa melodía tan provocativa.

— ¡Hey! Que buena melodía— me detuve y me puse en pie para dirigirme a él — ¡solo con eso, mi depresión ha desaparecido! ¡Algo me vino de repente y solo quería bailar como un loco!— era la primera vez que me sentía así, todos mis problemas se fueron por un momento, miré a aquel chico con una grata sonrisa pues pareció temer ante mi danza, y no lo culpo.

Me presenté debidamente dándole mi nombre y mi prestigio, pero al parecer había algo que él quería saber —… ¿Había algo sobre lo que querías preguntarme? —

Me sorprendió lo que quería, ¿la piedra espiritual de fuego?, era el tesoro más preciado de mi raza, pero vi su rostro, no parecía tener maldad, sus ojos reflejaban inocencia aun, me cautivó la forma en que se proyectaba pues parecía serle de mucha importancia tenerla.

—Pero, ¡espera un omento! No voy a entregártela tan fácilmente, si la deseas tanto… ¿Por qué no destruyes a los monstros de la caverna Dodongo? Y así pruebas que la mereces— decidí darle una oportunidad, sabía que mi propuesta era muy arriesgada para alguien como él, pero me daba la impresión de que lo lograría.

—De esa forma todos serian felices de nuevo— le ofrecí como pretexto darle lo que fuera a cambio de ello, aunque no iba a dejarlo sin ayuda —Toma esto, te servirá— y le otorgué un brazalete de Goron.

De inmediato lo tomo y se dio la vuelta decidido para empezar su cometido —Mucha suerte joven héroe— mencione por último y sonreí. —Me pregunto ¿Cuál será el nombre de nuestro heroe?.