Long-fic de Pokémon - Destinos Vinculados.

Tema en 'Hall de la fama' iniciado por Cygnus, 4 Mayo 2011.

  1.  
    Cygnus

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    Hns jaja será que ya estaban hartos de tanta egolatría de la Vulpix. Yo mismo tengo mis personajes que no soporto xD Oh, lo que dices sobre la Eevee es cierto, debió haber sido la Vulpix D: Gracias por la aclaración, y gracias también por leer. Acá traigo el capítulo 23 (no te preocupes, ya no faltan tantos), esta vez narrado por otro personaje especial.


    ___


    XXIII

    Mako


    —Ya te lo dije, no quiero volvértelo a repetir— le grité—. Sé perfectamente dónde están. Lo tengo todo bien calculado, no debes preocuparte de nada.
    —¿Seguro?— murmuró como para que no lo oyera—. Mira que si te equivocas, me van a comer vivo.
    —Pero si acierto, obtendrás gran parte del botín, mucho más de lo que realmente te mereces. No tienes que pensarlo mucho para confiar en mí, ¿no es así?

    Me miró con insistencia, posado en la cornisa de la ventana.

    —Quiero verlas yo mismo— insistió con su voz grotesca.
    —No puedes, no por ahora. Si te llevara, mis planes se podrían arruinar por completo. Es más, en sí no tengo acceso a ellas, pero en cuanto estos ladrones lleguen… bueno, el objetivo será pan comido para ellos.
    —¿Son bonitas?— preguntó mi oscuro compañero.
    —Eso no importa. Sólo interesa su valor real— le aseguré.

    Bonzo agitó las alas de una sola vez, luego las volvió a plegar a su cuerpo emplumado.

    —Voy a confiar una vez más en ti— me dijo—, aunque no siempre has sido correcto. A veces me has puesto en serios problemas con esos carnívoros, que ya casi me consideran su cena.
    —Cállate— le ordené molesto—. ¿Irás a avisarles?
    —Lo haré, lo haré— refunfuñó el Murkrow afianzándose bien a la ventana.
    —Pero vete, ¡anda! Cuanto antes, mejor. ¡Lárgate, lárgate ya! Esta Eevee estúpida no tardará en volver, ya que ésta es su recámara, y no quiero que me encuentre hablando contigo.

    No le causó gracia mi actitud, aunque sabía que yo estaba hablando con sensatez.

    —Tendrás noticias mías muy pronto— prometió el ave, y se alzó en vuelo en medio de la noche oscura.

    Lo seguí con la vista hasta que no logré distinguirlo más.


    ¡Qué gran robo les íbamos a cometer a nuestros anfitriones!

    Eso me llenaba de risa, porque esa Eevee fue tan ingenua como para dejar entrar al ladrón en la casa. No me esperaba que mis planes malignos se resolverían así de fácil, pero las cosas se fueron dando solas; aproveché la supuesta amistad que le mostré a ese tonto Meowth para lograr mi primer objetivo.

    Ahora, las cosas marchaban mejor. Bonzo ya se había enterado de la existencia de esas preciadas piedras de colección que tenían en un aparador, aquí mismo… tan fáciles de ser hurtadas, y con lo valiosas que son. Una vez que los Sneasels las roben, podremos intercambiarlas por un buen botín con el dueño de la tienda pokémon del barrio, el señor Mont, que nos conoce bien y está encantado de recibir de nosotros cualquier producto robado que consigamos para que él lo venda en su negocio a un precio considerable.

    Si los Sneasels logran apoderarse de las veintiséis piedras —de las cuales la mayoría son rocas evolutivas muy raras—, ¡el botín para nosotros podría ser grandísimo! Ay, esa Vulpix, desde que la conozco es tan ingenua… ¡desde que yo vivía aquí en esta casa, cuando era una cría, siempre me aprovechaba de su falta de inteligencia para salir ganando la comida del día!


    De pronto, alguien amenazaba con entrar a la recámara de la Eevee, justo en donde yo me encontraba. Me sobresalté enseguida; no me hubiera gustado que fuera Rey o la Vulpix, pero si era Midnight o el Meowth, las cosas no irían mal.

    Desafortunadamente, la que entraba corriendo en ese momento era la pokémon roja, como si fuera huyendo de alguien.

    Nos encontramos de súbito, frente a frente, sin posibilidades mías de huir. Ambos nos estremecimos con el encuentro.


    —¡Ah! ¡Un Raticate!— gritó espantada.

    Yo no me asusté. Sabía que en cualquier momento iba a toparse conmigo y el encuentro, al menos para mí, iba a ser dulce. Así que sonreí y lo tomé de la mejor forma. Había llegado el momento.

    —Cállate. No seas tan histérica y miedosa. No te voy a comer— le repliqué enseguida, y luego, con una sonrisa burlona, añadí—. No actúes como si no nos conociéramos.

    Se calló enseguida, para mirarme fijamente, clavándome ese par de ojos negros en mi rostro, intentando escrutarlo e identificarme, pero parecía que sus esfuerzos resultaban en vano.

    —Así es… nos volvemos a encontrar, pequeña Marriot.

    Y solté una carcajada para infundirle más miedo.

    — ¿Quién eres tú? ¿Cómo sabes mi nombre? —preguntó con cuidado.
    —Ya nos conocemos, tonta, y muy bien. Vamos, haz memoria, utiliza al menos una sola vez tu pequeño cerebro.

    Mis palabras mordaces no le causaron molestia; estaba tan desconcertada que ni me escuchó.

    —Ah, claro— continué en el mismo tono—, quizás no me reconozcas físicamente, ¿no? Resulta que ya he evolucionado, justo cuando salí de aquí. ¿O no recuerdas a un escurridizo y ágil Rattata que te burlaba todo el tiempo, que eras incapaz de atraparle y que te causaba dolor de cabeza todo el día?
    —¡Oh!— exclamó, pero no pudo decir más.
    —Vamos, esfuérzate. Tenemos tan poco tiempo sin vernos, Marriot, no puedes haberme olvidado ya.
    —¡Mako!— gritó al fin, casi incrédula—. ¡Mako, no me digas que eres tú!
    —¡Bravo! Claro que soy yo, ¡tu gran amigo en persona!— le decía riendo con ironía—. Mako, el Raticate, que te viene a visitar y que no te puede olvidar.

    Su rostro ya no podía desconcertarse más. Era grandioso terminar de estropearle su día. Sin embargo, pareció recuperarse, al menos en imagen, y siguió contestando con el orgullo que siempre la caracterizó.


    —Escucha, no vengas a burlarte de mí. Dime, ¿qué haces en este lugar?

    Chasqueé mis dientes con irritación.

    —Así que quieres ir al grano, ¿no? ¡Vine por la venganza, claro! ¿O creíste que te habías deshecho de mí ya? ¿Eh, ilusa?
    —¿Venganza? ¿A qué te refieres?
    —Mira, Marriotita, voy a explicarte— le recalqué en voz baja, y luego pregunté—. No tendrás mucha prisa, ¿o sí? Porque quisiera que te sentaras un rato a conversar conmigo y dejaras esa apariencia agitada. Supongo que después de este largo tiempo tendremos muchas cosas qué contarnos, ¿o no?

    Marriot me hizo un gesto despectivo, como si no estuviera de acuerdo con mi idea, y retrocedió un poco más.

    —Horrible Raticate, ¡sal de aquí en este momento! ¡Vete de esta casa ahora mismo!
    —Pero amiga, no te pongas así. Vamos, no seas tan enojona conmigo. Por favor, vamos a platicar como dos viejos conocidos.
    —¡No soy tu amiga, ni tampoco me interesa mantener una amistad contigo! ¡Lárgate ahora mismo, que no eres bienvenido aquí!

    Al ver que no me movía, volvió a lanzarme otro improperio.

    —¿Qué esperas? No voy a volver a repetírtelo. Lárgate ahora.
    —Las cosas nunca fueron tan fáciles— reí—. ¿O no recuerdas lo mucho que te costó echarme de esta casa la última vez?
    —Pokémon asqueroso, ¡no estoy jugando!

    Yo hice una mueca de disgusto. No, no estaba dispuesto a irme sin antes haber hablado con ella, y tampoco tenía motivos para aquello, por lo que le dije:

    —Ah, ya veo. Entiendo tu postura. Oye, pero tengo un poco de curiosidad… ¿cómo harías para forzarme a salir de aquí?

    Ella me vio encolerizada y a la vez frustrada por no comprenderme. Yo entendí lo que estaba pensando y le ayudé.

    —No tienes poderes, te recuerdo que yo te conozco bien— enfaticé—. Ahora que ya comprendemos que no puedes echarme de tu casa, ¿podemos hablar un poco?
    —¡Voy a traer a Rey, él te sacará!

    De pronto auguré hacia dónde iba encaminada la estupidez de Marriot y volví a reírme.

    —No lo vas a hacer. También sé que existen problemas entre ustedes— le señalé para atemorizarla más, y continué con una sonrisa—. Además, Rey es un idiota, siempre lo ha sido. ¿Por qué habría de temerle? Puedo romperle el cuello de un mordisco cuando yo quiera.


    Hice una pausa para saborear el efecto que había causado con esas palabras.


    —Entonces, ¿no estás dispuesta a hablar, verdad?

    Estábamos frente a frente, como dos grandes enemigos del pasado; yo la veía con una mirada desafiante, controladora. Ella estaba más bien atemorizada y confundida por la situación, principalmente por haberme reencontrado en el lugar que menos esperaba. Yo tenía cuentas qué arreglar con ella desde hacía mucho tiempo. Marriot había sido la causante de que fumigaran el nido de mi familia en la cocina, por haber acusado nuestra presencia a los humanos. A mí aquel día me echaron de la manera más humillante, barriéndome hacia la salida como si fuera una simple basura, aunque menos mal que no corrí la misma suerte de mis hermanos, que los exterminaron asfixiándolos.

    Qué asco me daba esa Vulpix, habernos delatado para hacernos correr esa suerte, únicamente para quedar bien ante sus amos, eso es algo horrible. Marriot no es más que una estúpida, que siempre fue incapaz de darme alcance cuando yo hurtaba a escondidas de los humanos, pero en sus propias narices, la despensa de la familia para nuestro consumo. Ahora, pretendía intimidarme con que saliera de la casa. ¡No, ahora no que ya había conseguido de nuevo estar ahí!

    —No quería que salieras afectada— le dije a la Vulpix con amargura—. Pero ya comprendo tu forma de proceder. Si no quieres hablar, no importa, a mí no me cambian los planes en lo más mínimo. Era sólo que… tu amigo Mako no te guarda tanto rencor.

    Y esbocé una sonrisa irónica.

    —¿De qué hablas?— se interesó al fin.
    —Nada, tú te lo has perdido.
    —¡Dime, horrible Raticate! ¡Vamos, habla claro!

    Intentó empujarme sin éxito. Sus movimientos torpes jamás me habían dado alcance y esta vez no fue la excepción.

    —Sólo cuídate— le advertí con severidad—. Cuídate, porque en el proceso de nuestros planes, podrías salir lastimada.
    —¿Quiénes son ustedes? ¡Dime a qué te refieres!

    Pero yo ya me estaba retirando, y la dejaba hablando sola. Después de todo, no le iba a referir nuestros planes sobre robar sus piedras preciosas. Ahora sólo hacía falta esperar a que el Murkrow cumpliera su misión y pronto arribaran los Sneasels ladrones.

    Marriot no hizo nada para detener mi nueva huida, por lo desconcertada que estaba.
     
    Última edición: 8 Febrero 2016
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    ouh! en serio falta poco? D: sucia rata(me refiero al raticate X'D) siempre me dio mala espina, aunque igual tiene un gran motivo para su venganza. Matar a toda una familia no es menos dx Espero haya su lucha épica y se vea correr un poco de sangre X'D ahí va el fan-marriot de nuevo xd aunque la marriot sea tonta, cruel y hasta asesina (?) es un buen personaje para desencadenar problemas en la trama :B
     
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    Cygnus

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    Hns Te adelanto que son 32 capítulos, o mejor dicho, 31 y un epílogo. Como ya te había comentado, ya está completamente terminado. Espero que te guste el final, pero por ahora vamos por el cap. 24, narrado por Marriot (¿por qué el fanatismo? xD Mis viejos lectores la odiaban, a excepción de uno o dos. Por el contrario, a todos les gustaba el Meowth). Sep, Mako y su plan maestro :D
    Gracias.



    ___


    XXIV

    Marriot

    Cuando ese Raticate pronunciaba aquellas palabras, sentía que se me helaba la sangre por completo. De pronto me devanaba los sesos intentando esclarecer las ideas de Mako, por muy engarzadas que estuvieran, pero me di cuenta nuevamente del inefable doble sentido con el que siempre hablaba. Desde que conozco a esa criatura, sé perfectamente que las amenazas son sus armas más letales, aún más que esos dos pares de horribles dientes que presentaba intimidatoriamente. ¡Ah, ese Mako! No ignoro que es capaz de hacer cualquier cosa para sacar provecho a sus conveniencias ruines.
    Para empezar, no esperaba encontrármelo aquí. ¡Ni siquiera me acordaba ya de él! Lo cierto es que tenía razón en lo que me aludía: era ya un año desde que lo habían echado de esta casa. Y todo, por supuesto, fue gracias a mí, a mi eficacia para señalarlo a ultranza ante los amos. Desde entonces, ese roedor apestoso me guarda un rencor inmenso, y yo que ya ni antojaba su existencia en este mundo, como quien cree deshacerse de alguien para siempre.

    Lo más difícil de aceptar era que Mako estaba aquí nuevamente por alguna razón. Y no había que suponerlo: lo dijo él mismo. Después de todo, me recordó que buscaba sedientamente esa venganza que me imagino que debió haber maquinado y estructurado todo este tiempo.

    Sin embargo, este Raticate no es tan tonto como parece. Nunca lo fue; cuando estaba aquí, de una u otra forma siempre terminaba por burlarme y salir ganando, mientras reía alocadamente rodando un pedazo de queso amarillo hacia su nido. Y ahora, a su vuelta a la casa, parecía que la venganza que había urdido era más sofisticada de lo que imaginaba. No me atacó a tontas y a locas cuando me vio entrar a la recámara, sino que fue paciente, esperando el momento preciso para dañarme. Algo me hacía pensar que ya estaba logrando parte de su plan, como si ahora fuera a dar una señal al haberme visto, o algo parecido. El caso es que su venganza parecía ser más profunda de lo que se podría suponer, tan profunda como su misma maldad.
    Otra cosa inquietante fue su revelación de que no estaba solo. Tenía cómplices, puesto que mencionó la palabra “nosotros”. ¿Secuaces? Debía cuidarme las espaldas en todo momento, porque seguramente sus cómplices eran pokémons (¿o humanos?) de los que no sospechaba nada y que nunca había visto en mi vida. ¡Qué rarezas!

    Por el momento, se había ido y no hice nada para evitarlo. No podía moverme, no estaba en mis cinco sentidos, simplemente me hallaba absorta intentando descifrar toda la información oscura que me había proporcionado ese sucio Raticate. Lo que más me preocupaba no era tanto que alguien intentara enfrentarme, sino que le llegaran a hacer daño a alguien de esta casa por mi culpa. Los humanos no estaban, aunque podían llegar en cualquier momento, y aunque le guardaba un rencor intenso a Emily y, un poco más paulatino, a los amos, no quería que resultaran perjudicados por obra de Mako. Después de todo, me sentiría culpable por esos hechos. Además estaba Midnight, y también mi nuevo amigo Fyrus.
    Tenía que actuar rápido, todos ellos dependían de mí. ¡Había que detener a Mako a toda costa! ¡Tenía que encontrarlo y echarlo definitivamente de esta casa antes de que algo malo sucediera!

    Me hallaba en unas extrañas cavilaciones cuando de pronto, desde la recámara en la que me encontraba, escuché de forma muy clara unos pasos apurados fuera de la casa, justo por el jardín. De repente mi pensamiento dio con el resultado: los amos habían vuelto de su viaje.
    Corrí desmesuradamente desde un extremo del pasillo hasta el otro, para ingresar a mi recámara y poder ver desde la ventana lo que estaba ocurriendo en el jardín. No podía esperar a ver a los amos, ya que en ese momento todo antiguo rencor casi lo había olvidado.
    Cuando me asomé por la ventana, pude comprobar mi idea: realmente habían arribado los humanos, lo que representaba para mí una noticia inmensa. Los veía a los tres, con sus abrigos de invierno, arrastrando cada uno su maleta particular; era una escena verdaderamente feliz para mí. ¡Qué alegría que estuvieran de vuelta, ahora todo sería como antes!
    Corrí encantada escaleras abajo, como el que no puede aguardar más para sorprender a alguien, mientras iba gritando a mis compañeros.

    —¡Los amos han llegado, los amos han llegado!

    De este modo, Fyrus y Midnight salieron de la sala para ir a ver lo que estaba ocurriendo.

    —¿Qué?— preguntó Midnight.
    —¡Son los amos, son ellos! ¡Mira por la ventana!— exclamé entusiasmada mientras me plantaba frente a la puerta de entrada, incapaz de esperar más para recibirlos.

    Y decidida a aguardar a que entraran, no volví a levantarme, dispuesta a darle una grata sorpresa a Emily.

    —Seguro que me ha extrañado bastante— le murmuraba a Midnight, quien había seguido mi recomendación y ahora se asomaba a la ventana con alegría—. Ella no puede vivir sin mí. Estoy convencida de que tan pronto como entre a la casa va a buscar tomarme en sus brazos afectuosamente, y ambas olvidaremos lo sucedido cuando se fueron.
    —¿Crees que esté arrepentida de haberse olvidado de ti?— me preguntó, sin despegar la vista hacia el jardín.
    —¡Naturalmente! ¡Soy su mascota adorada, su prioridad en la vida!

    En eso noté de reojo que el apestoso Meowth venía corriendo torpemente desde la cocina siguiendo a Fyrus. Casi reemplacé mi antiguo sentimiento de alegría por otro de odio ante la sucia criatura, que me habían impuesto para que viviera conmigo en esta casa. Todo fue una confabulación de Fyrus y de Midnight para recibirlo sin que yo me enterara. ¡Pero ya no podía esperar para ver qué cara ponían los amos al verlo! ¡Seguro que lo echarían a patadas de la casa! Claro, ¿cómo recibirían a un Meowth tan corriente y feo? Yo sabía que la venganza ya venía, que estaba cerca.


    De pronto, la puerta de la sala se abrió de par en par para dar paso a la familia Maillard. ¡Al fin llegaban!
    La primera en entrar fue la señora Maillard, quien llevaba arrastrando una maleta, haciéndola brincar por el umbral, y cuyo abrigo estaba untado de nieve blanda por los hombros. Yo estaba frente a ella, como queda dicho, para que al abrir la puerta, los pudiera recibir, pero al parecer, ella fue la que no me vio y casi me atropella a su paso, por lo que me tuve que apartar de su camino. Después de todo, a la que quería ver exactamente era a Emily.
    Acto seguido entró el señor. La misma actitud; entró sólo mirando al frente, sin preocuparse por quienes estaban a su alrededor, y no se detuvo hasta haber colocado las dos maletas que llevaba justo a un lado de la mesa.
    Yo mantenía mi vista alternadamente hacia sus ojos y hacia la puerta por la que debía entrar Emily en cualquier momento. Tal como lo supuse, lo primero que hizo fue cerciorarse dónde estaba su adorado Raichu.

    —¡Fyrus! ¿Cómo ha estado mi querido Raichu? ¿Qué tal te has portado, bien? Excelente, qué buen pokémon.

    Y siguió alabando a su mascota entre otros mimos que me da rabia recordar. Por otro lado, no veía el momento en que Emily ingresara a la casa, y en el que yo pudiera echármele en sus brazos.
    En el momento en que menos me lo esperaba, crujió el pórtico de madera y una pequeña figura entraba lentamente. Ella no llevaba ninguna maleta, porque parecía tener los brazos ocupados cargando algún objeto. La reconocí en seguida.

    —¡Emily!— le grité.

    Seguramente me oyó, pero no volteó a verme. Iba directo hacia la sala a pasos lentos, sin importarle nada ni nadie que estuviera cerca.

    —¡Emily!— le volví a hablar, pensando que quizá no me había escuchado.

    Pero nada, ella parecía que estaba en otro mundo. Incluso me le colgué de una pierna para llamar su atención.
    La agitó para que resbalara, pero me observó de reojo.

    —Hola, Marriot —comentó con una sonrisa a medias—. ¿Qué tal te portaste durante mi ausencia? ¿Me extrañaste?

    No notó mis magulladuras porque fue breve en su respuesta, aparentemente la ocupaban otras cosas en su mente. Acarició con una mano mi cabeza, afectuosa, y un sentimiento de calor recorrió mi cuerpo. Me sentí aliviada por un momento.
    Lo primero que quise hacer fue averiguar qué era lo que tenía entre los brazos, porque constantemente le dirigía miradas, como si quisiera asegurarse a cada momento de que el objeto siguiera ahí.

    —Shh… shh…— le decía mi ama.

    ¿Cómo? ¿Traía acaso a un pequeño pokémon consigo?

    —Me alegro mucho que te haya gustado tu nueva mascota, hija— le dijo su padre—. Le agradeciste a tu tía por el regalo, ¿no es así?
    —Claro, mamá— le contestó, mientras intentaba arrullar al supuesto pokémon que llevaba abrazado—. Mira, ya se ha dormido. Qué encantadora es.

    Contemplé horrorizada, desde la orilla de la casa, la situación tan traumática. ¡Así que Emily se había conseguido una nueva mascota! ¡No puede ser!

    —A mí también me gusta mucho esa Skitty— comentó, viendo cuidadosamente a la nueva mascota, y luego añadió, tal vez refiriéndose a mí—. Son de un temperamento mucho más calmado. Ahora, por favor, ayúdame a desempacar todo esto. Tenemos bastante qué hacer; ya después dedicarás tiempo a lo que gustes.
    —Pero, ¿qué hago con Rosy? La pobre ya se quedó dormida.
    —Déjala en el sofá— le recomendó.
    —Buena idea.

    Y Emily se acercó para dejar esa cosa en el sillón de la sala. La depositó de tal forma que era imposible que se cayera al suelo, acunando su lecho con los cojines. Yo me acerqué un poco para verla mejor; después de todo no creí que Emily se molestaría por eso. Al fin pude mirar mejor y comprendí que lo que había traído era una cría de Skitty. Esa criatura era realmente pequeña, quizás tendría cerca de una semana de nacida.

    —Marriot, no vayas a despertarla. Tiene el sueño muy ligero —me susurró, mientras pasaba una mano por mi lomo para intentar calmarme—. ¿Te agrada? Su nombre es Rosy.

    Tales eran las primeras palabras que me dirigía mi querida ama desde que llegó a la casa.

    —Voy a pedirte que me esperes en la habitación —continuó diciéndome, y yo ladeé la cabeza—. También procurarás no hacer ruido ni desastre, ahora tenemos una cría en casa y a mí me toca atenderla.

    Al fin comprendí lo que ocurría; toda la atención de Emily iba a estar puesta en esa pequeña criatura, al igual que su amor y su protección. Tal parecía que para mí ya no había nada y que, al contrario, resultaba para ella una Vulpix molesta.
    Me retiré nuevamente lejos de ella, hasta donde se encontraba el Raichu. Quería esconderme, quería irme y encerrarme otra vez en mi recámara, pero también sentía curiosidad por esa Skitty, por ver en qué desembocaba lo del Meowth y por ver si al fin Emily se arrepentía de su actitud. Realmente, no me sentí tan dolida luego de todo lo que había aprendido en tan poco tiempo. ¡Somos tan reemplazables para los humanos!

    —¡Emily!— surgió de pronto la voz del padre desde la cocina.
    —¿Sí, papá?— respondió ella, sin dejar la actividad que estaba realizando.
    —¡Ven a limpiar ahora mismo el desastre que dejó tu Vulpix por aquí!— gritó encolerizado—. ¡Mira nada más qué suciedad! ¡Vas a tener mucho qué limpiar, hija!

    La frustración se dibujó en el rostro de mi pequeña ama, la cual al fin volteó a verme, y sólo para rezongarme.

    —¿Y ahora qué hiciste?— me preguntó en un murmullo.

    Y luego se retiró hacia donde la llamaban.

    —¡Voy, papá!

    Seguramente se refería al plato de comida que aventé, regando los alimentos por todos lados. No había previsto que Emily se enojara conmigo por eso. Hubiera querido intentar remediarlo, pero ella corrió hacia la cocina. Toda mi antigua alegría por su llegada ya se había desvanecido; ahora sólo sentía una especie de decepción. ¡Y luego me reprochan que no es cierto que todos están en mi contra! Definitivamente, nadie me quería en esa casa.

    —Esa Vulpix es muy perjudicial— observó la señora Maillard, sin desocuparse de desempacar las cosas—, igual que la Eevee.
    —Ya lo sé— replicó molesta Emily, cuya voz provenía de la cocina—. Pero son pequeñas. Ya madurarán un día...
    —Los pokémon pequeños siempre están rompiendo y ensuciando cosas. ¡Y ahora tienes a esa Skitty! Bien le dije a tu padre que era un error que la aceptaras.
    —Mamá...
    —No, hija. ¿Vas a querer tenerla? Entonces tendremos que deshacernos de alguno. Ya hay muchos pokémon en esta casa que estar cuidando. Voy a hablar con tu padre una vez más. Rey ya es un estorbo suficiente. Y tu Vulpix, ¿por qué no la vamos vendiendo? Quizá nos ofrezcan una buena suma por ella y haya un criadero en el que le puedan dar al menos buena atención.

    Emily giró su vista y tras la puerta entreabierta me observó un momento. Se me heló la sangre. ¿Emily iba a aceptar que me vendieran porque había una cría nueva? No lo creía posible de ella... pero era verdad, yo no servía ni para que me presumiera con sus amigos, porque ni siquiera sabía lanzar fuego.

    Aquello terminó de romperme el corazón. ¿Yo era tan mala como creían esos humanos? ¿O era simplemente que nadie comprendía mi manera de sentir?
    No pude evitar que unas lágrimas asomaran por mis ojos.

    —No te preocupes, Marriot— murmuró Fyrus suavemente—. Ya verás que todo va a salir bien.
    —¿Qué va a salir bien?— repliqué—. ¿No ves que la señora ya no me soporta y que van a venderme mañana?
    —No será así— me aseguró rápidamente—. Pronto van a calmarse las cosas y todo volverá a la normalidad. Los amos sólo vienen muy estresados, pero ya se les pasará. ¡No olvides que siempre has sido la mascota consentida! ¡No puede deshacerse así de ti!
    —Nadie me quiere en esta casa, ya te lo había dicho— solté amargamente—. Ya no soporto estar aquí. Tengo que irme con dignidad antes de que procedan a venderme. Eso simplemente no podría resistirlo.
    —Yo sí te quiero, eres mi amiga— me aseguró Fyrus—. Y cualquier cosa que decidas, recuerda que voy a ayudarte hasta el final. Tienes todo mi apoyo, y seguramente el de Midnight también. ¿Ya ves? No estás sola en esto.
    —Muchas gracias— le dije con toda sinceridad.
    —No hay nada qué agradecer. Ahora, si quieres, vamos con Midnight, que ya subió. Parece que lo más conveniente es que no nos quedemos aquí. Vamos arriba, y encontraremos los tres juntos una solución a este problema, ¿te parece?

    Asentí, sin capacidad de articular palabra por las emociones acumuladas, y decidí que lo seguiría para donde fuera.

    —Vete adelantando, ¿quieres? Ve con Midnight, yo en un momento te alcanzo. Necesito ver un asunto con el Meowth. No es conveniente que se muestre ahora con los humanos, están un poco contrariados.
    —Te espero por allá— le anuncié—. Muchas gracias por tu apoyo, en verdad.

    Luego, corrí escaleras arriba dispuesta a no volver a ver a los amos. También con esto les estaba haciendo un favor.


     
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    :'c pobre Marriot de verdad que te fuiste a fondo con ella X'D por último le hubieras quebrado una pata al Meowth jajaj para que fuera mas equitativa la mala racha. Si ellos se llegan a ir de la casa poco importa que se roben las gemas (de emily X'D dudo mucho que le vulpix las haya juntado) ¿¡Porque tuviste que decirme cuanto falta para el final?! D: hubiera sido mejor que fuera sorpresa -_-
     
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    Hns no sé por qué no publiqué ayer xD se me pasó. Gracias por tu comentario. Jo, todos estaban contentos de que al fin le daba su merecido a Marriot, pero cada quien su opinión xD
    Pues aquí el cap. 25 por Fyrus.


    ___


    XXV

    Fyrus

    Una vez que Marriot se hubo subido a la recámara para encontrarse con Midnight, yo me dediqué a buscar al Meowth, que seguramente se hallaba en la cocina, y no precisamente escondiéndose, sino quizás degustándose algún otro bocadillo en secreto.
    Tenía que prevenirlo de que los amos no se encontraban con el mejor humor, y que sería preciso esperar a otras instancias para mostrarse ante ellos. Quería llegar a tiempo para alertarlo de ello, por lo que decidí escabullirme hasta donde esperaba encontrarlo. Los amos continuaban ocupados en la sala intentando desempacar sus respectivas pertenencias; Emily no despegaba la vista de Rosy, su nueva Skitty, como si estuviera enamorada de su mascota y no quisiera desatenderla ni un instante. Por eso fue sencillo tomar camino hasta la cocina sin que nadie me viera.


    —Hola, Fyrus. ¿Ya puedo salir con los amos? —me preguntó con una sonrisa, apenas vio que entré.
    —Precisamente eso venía a advertirte, Meowth —murmuré muy bajo—. ¡No salgas ahora! Los señores están un poco molestos y Emily estresada. Mejor sales cuando se calmen.
    —Es por esa Vulpix, ¿verdad?

    Yo suspiré largamente.

    —Mira, Meowth, no preguntes tanto y quédate escondido por aquí. Vamos, no des muestras de tu existencia a los humanos, al menos por ahora. Ya vendré yo a avisarte cuando sea sano exponerse a ellos. Ahora, métete en algún rincón, no vaya a ser que alguien entre y…

    De pronto, como si fuera una profecía, mis palabras se cumplieron sorprendentemente mientras las puertas batientes de la cocina se abrían de par en par, sin darnos tiempo a escondernos.
    Ambos nos sobresaltamos al ser descubiertos por el señor Maillard, que nos encontró justo en medio de la estancia.
    Él miró al sucio Meowth con los ojos muy abiertos, sin poder decir nada, y sin moverse más de donde estaba. Supuse que en cualquier momento iba a estallar en un grito para espantarlo, y que lo hiciera salir saltando por la ventana, pero no lo hacía, continuaba inmóvil, mostrándose muy atónito, y más lo estuvo cuando mi necio compañero se le acercó mansamente, a cuatro patas y con la cabeza agachada, muy sumiso e intentando aparentar ternura, y no se detuvo hasta que se encontró justo en los pies del hombre, esperando que hubiera sido de su agrado.
    Pobre Meowth, yo sólo me imaginaba la tremenda patada que le iba a propinar, pero tal cosa no se dejaba ver, a pesar de que el increíble felino se le colgaba de las piernas emitiendo ronroneos suaves.
    Sorpresivamente, cuando él reaccionó, sólo acertó a decir:

    —¡Qué Meowth tan hermoso!

    Y lo trepó a sus brazos, mientras mi compañero esbozaba una sincera sonrisa de triunfo y yo me quedaba pasmado, boquiabierto. ¡Le había ido bien al chico! Menos mal que su plan había resultado perfecto, y la suerte que tuvo al no encontrarse a la señora Maillard o a su hija Emily, que estaban tan molestos.

    —¿Te gustaría quedarte con nosotros, eh, chico? —le decía entre otras cosas—. ¡Eres tan bello!

    Le acariciaba la cabeza con una sonrisa, y yo suspiré pensando que aquel hombre tenía una especie de obsesión con los de esa especie, considerando, claro está, el consentimiento tan profundo que le tenía al Persian.
    Y diciendo eso, olvidó a lo que había acudido a la cocina y emprendió camino hacia donde se hallaba el resto de la familia. Iba a ser gracioso, ya que su mujer, precisamente, deseaba deshacerse de unas cuantas criaturas en esta casa.

    Yo lo seguí con curiosidad, pero resultó que los humanos ya no se encontraban en la sala; probablemente ahora se ubicaban en el segundo piso. Supuse enseguida que el amo iría a buscar también a su adorado Persian, el cual no se había dejado ver desde el incidente de Marriot.
    Así que mi amo subió las escaleras rápidamente y con el nuevo integrante de la gran familia en brazos, dejándome solo en la planta baja. Yo no sabía qué hacer de momento, aunque recordé que había quedado de reunirme con la Vulpix en la habitación, así que supuse que es lo que debía hacer. Por otro lado, me daba mucho gusto que lo del Meowth hubiera resultado exitoso, porque su gran ilusión era que lo adoptaran estos humanos.


    Me encontraba pensando en la inmensa suerte de mi felino amigo, cuando el sonido claro de un revoloteo de alas proveniente del jardín llamó mi atención de una forma especial. Era raro, algún ave intentaba asomarse por la ventana, y me sobresaltó aquello, sobre todo por las altas horas de la noche a las que molestaba.
    Volteé hacia afuera, por el jardín, observando bien, y pronto pude distinguir el cuerpo de un pájaro grande y oscuro que se acababa de posar justo en el borde exterior del alféizar que se hallaba justo a mi derecha. No pude evitar ahogar un grito de espanto al ver esa figura, que si bien no era fea ni desgarbada, sí causaba suma extrañeza.
    Pasaron diez incómodos segundos sin que ninguno de los dos nos moviéramos o emitiéramos algún sonido, hasta que al final una voz grave retumbó por las paredes:

    —Buenas noches.

    Volví a saltar hacia atrás, incrédulo. Eso comenzaba a darme miedo. Miré en todas direcciones, girando la cabeza hacia izquierda y derecha; incluso volteé hacia atrás de mí, hasta que sólo acerté a preguntarle:

    —Perdón, ¿te diriges a mí?
    —Por supuesto, ¿o hay algún otro en la estancia? Sin embargo, le ruego que me disculpe, pues seguramente he cometido una grave equivocación.

    Esa sombra, que no alcanzaba a distinguir bien, comenzaba a ponerme nervioso, porque parecía de una sola pieza; al hablar no movía ni una pluma, y lo peor era que no alcanzaba a ver su rostro en medio de la oscuridad.

    —¿Puedo ayudarte en algo? —inquirí.

    Su voz grave, que soltaba lenta, pero de una sola vez sin detenerse, me hizo temblar.

    —Gracias. Pasaba cerca y me pareció una idea apropiada visitar a una vieja amiga, la señorita Marriot. No obstante, ya veo que quizás he errado de casa, o la antigua familia ha desalojado y se ha mudado durante mi ausencia. Así que una vez más le pido disculpas por mi abrupta y grosera interrupción. Buenas noches.
    —¡Espera! —le dije—. No te has equivocado, aquí vive una Vulpix cuyo nombre acabas de mencionar, pero ahora está…
    —¿Y quién es usted? —me interrupió, ahora más asertivo, como si estuviera esperando aquella lógica respuesta de mi parte—. ¿Qué hace en esta casa?

    Debo aceptar que esa silueta y esa voz me intimidaron.

    —¿Perdón?
    —Quiero saber quién es usted, o qué función está desempeñando en esta casa. Conozco muy bien a sus habitantes y definitivamente usted no figuraba entre ellos. ¿Tiene alguna invitación? —recalcó, mirándome de arriba a abajo.

    Me quedé inmóvil, sin saber qué pensar ante aquello, y sólo abrí la boca, más por sorpresa.

    —Y tú, ¿quién eres? —solté al final, casi incoherente—. Yo tampoco recuerdo que figuraras aquí.
    —Le recuerdo que no ha respondido a la pregunta. Y aunque lo hubiera hecho, no le compete saber quién soy. El hecho de que usted esté aquí comienza a inquietarme; la señorita Marriot nunca me habló de su existencia y yo me preocupo por su seguridad ante todo.

    Sentí que aquella ave impertinente, salida de la nada, me trataba como un pokemon ladrón, además de que no sentí apropiado responder a las preguntas de un desconocido.
    —¿Qué es lo que dices? —le repliqué, ahora molesto—. No sé quién seas, pero será mejor que te vayas ahora, o llamaré la atención de los humanos para que vengan a sacarte.
    —Sea usted serio y no saque a relucir amenazas simples —espetó por primera vez—. Los amos de la señorita Marriot no me preocupan.

    Entonces dio un brinco enorme hacia la sala, introduciéndose al fin sin que yo pudiera evitarlo. Lo vi claramente, era un gran Swellow de mirada altiva y que pisaba fuerte para intimidarme.

    —Entonces me dirá, por favor, ¿quién es usted? Si no ha sido invitado, no tiene nada qué hacer aquí, así que tenga un poco de dignidad y márchese inmediatamente de esta honorable residencia, que estoy aquí para cuidar de la integridad de la señorita Marriot.
    —Parece que el que no tiene la invitación es otro. Además, Marriot no manda en esta casa y mucho menos tú, seas quien seas, así que no vuelvas a prorrumpirme orden alguna— le advertí.

    El Swellow no me despegaba la vista y me miraba con altivez.

    —Si con la primera indirecta se refirió mí, le informo que me está permitido por esta dama para entrar y salir de esta residencia cuantas veces me sea requerido. Ahora, por favor, dígame quién es usted. Conozco cada uno de los movimientos en esta casa, y sé que los señores no adquirirían un Raichu —batió sus alas, como si estuviera listo para enfrentarse con un enemigo desconocido que atentara contra su amiga—. No tiene invitación aquí.
    —No encuentro ninguna buena razón para decírtelo, y será mejor que te vayas antes de que me conozcas enojado.
    —¿Aún no lo está? —dijo—. Me sorprende su notable paciencia, aunque yo también poseo bastante de ella.
    —¡Largo, largo! ¡Vete ahora!

    El ave ni se inmutó.

    —No me juzgues —dije, bastante ofendido—. Seas quien seas, al menos sábete que yo soy Fyrus, la última adquisición de los amos.

    El Swellow me miró de pies a cabeza con un único movimiento fugaz.

    —¿Usted? No tenía entendido que fuesen a adoptar un Raichu. Después de todo, ustedes, los de su especie, no tienen mucho qué hacer por estos lugares. Son sucios y vienen del bosque. Me parece bastante extraño…
    —Guárdate tus opiniones y lárgate ahora —le dije, ya casi sin poder contenerme.
    —¿Por qué he de irme, Raichu maleducado? He venido a visitar a la señorita…
    —¡Ella no está disponible en estos momentos, entiéndelo! ¡No la vengas a molestar!
    —¡Oh! No me grite, que me hará avergonzarme de su tosquedad.

    Me pareció cuanto menos curioso que un pokémon tan irritante y molesto como aquella ave frecuentara y fuese amigo de Marriot, aunque había algo en ambos que ciertamente era insoportable y que los ligaba de maravilla. ¡Las refinadas criaturas de la ciudad!
    Así que se lo comenté sin poder contenérmelo.

    —¿Y a usted qué le interesa nuestra relación? De hecho, no tiene nada qué estar haciendo aquí, usted no pertenece a nuestra clase. Los pokémon callejeros y foráneos son tan molestos —continuó, sacando a relucir su terrible arrogancia—. No sé si se sienta inadaptado, pero realmente su sola presencia está causando repulsión en mi ser. ¿Por qué no regresa a su bosque y deja de pretender juzgar a los de nuestro rango? Jamás había conocido a un ser tan ordinario como usted. Y ahora, por lo pronto, abra paso, que voy a visitar a la señorita Marriot. No me quite más tiempo.

    Quedé impávido ante tal pokémon, y por primera vez no supe exactamente qué hacer con él. Al final, decidí irlo a contar todo a los amos.

    —Ya verás lo que sucede si no te retiras ahora— le amenacé—. ¡No irás a ningún lado!


    Pero antes de que pudiera dirigirme hacia los escalones que daban directamente a la planta alta, detecté una presencia silenciosa que iba bajando por ellos. Recé por que fuera algún humano que pudiera ayudarme con este Swellow tan necio.
    Pero no, no era uno de ellos.

    —¿Qué demonios es este escándalo?— iba vociferando Rey mientras bajaba.

    Me espanté enseguida al escuchar la voz desagradable del Persian, y aunque el Swellow conservó la serenidad, me dijo al oído.

    —¿Ve usted lo que provoca con sus gritos insensatos? Ahora tendré que enfrentarme a este monstruo que siempre intenté evitar.
    —Es el momento de que te vayas— le murmuré, con una mezcla extraña de preocupación y alivio a la vez.
    —¿Por qué? No soy ningún cobarde.

    Luego se guardó de dirigirme la palabra nuevamente y miró cara a cara al Persian que ya acababa de bajar de la escalera. La mirada del ave era tan pétrea que parecía que nadie más había en la sala más que Rey. Sentí que había cuentas pendientes entre ambos, al menos del ave hacia el Persian. En todo caso, creo que era el único en el mundo que defendía la dignidad de Marriot a un verdadero punto de intromisión.

    —Raichu asqueroso, ¿puedes dejar de gritar? Dime, ¿qué estás haciendo?— me gritó Rey, y luego volteó a ver a mi izquierda y descubrió al Swellow, lo que a la vez extrañó y alarmó.

    Así que ambos se vieron mutuamente.

    —¿Quién rayos eres tú?— le soltó el Persian viéndolo fijamente.
    —Soy un Swellow; mi nombre me reservaré. He venido para visitar a la señorita Marriot.
    —¿A Marriot? ¿Quién te autorizó a entrar aquí?— continuó.
    —La dama que acabo de mencionar— contestó enseguida.

    El Persian soltó un rugido bravo.

    —Yo no puedo dejar pasar a esta casa a desconocidos como tú. Lárgate ahora de esta residencia; que no te vuelva a ver por aquí si no quieres que te desplume. Mucha confianza debes tener para entrar sin avisar a casas ajenas— sentenció Rey con una mirada grosera, y luego pasó a verme—. ¿O acaso tú lo has dejado entrar, Raichu?
    —¡Claro que no!— le respondí pronto—. De hecho, yo le insistí para que se retirara, sin embargo se rehusó a hacerlo en varias ocasiones.
    —Con que ésas tenemos— murmuró entonces el tirano Persian—. Dime, avechucho, ¿te doy risa acaso? ¿Crees que puedes pasar sobre mí?

    El valiente Swellow continuaba de pie sin demostrar ninguna señal de que se fuera a retirar. Estaba porfiado en querer ver a Marriot en ese mismo momento, aunque tuviera que pasar por la autoridad del violento Rey.

    —¿Qué esperas que no te vas?— le gritó el felino.
    —Usted es al que llaman Rey, ¿no es así?— preguntó el ave—. He oído bastante de usted de labios de la señorita Marriot, e incluso, durante las rondas que me permito dar por su jardín, me ha parecido verlo desde las ventanas paseando por los interiores de esta casa. Hasta el momento no había tenido el honor de conocerlo, por cierto.
    —Y te aseguro que no te llevarás un grato recuerdo de mí si no me obedeces en este instante.
    —No tiene por qué recurrir al salvaje e irracional método de la violencia para conseguir sus fines, señor. A mí no me gusta que me amenacen ante algo que no estoy dispuesto a realizar, así que le pido que no vuelva a intentarlo. Ahora, con permiso, que deseo ir a reunirme con la señorita Marriot.

    Esto pareció colmar la paciencia de Rey, quien dio un rugido feroz antes de sacar las garras de sus patas y tomar vuelo para alzarse en un brinco y poder capturar al Swellow de una vez por todas. Así lo hizo, sin embargo, el pájaro reaccionó correctamente y evadió el ataque inesperado del Persian levantando vuelo hasta tocar el techo de la sala, que era lo bastante alto como para que no lo pudiera alcanzar hasta allá. Viendo que la ventaja le pertenecía, el Swellow decidió posarse en el dintel interior de la ventana, justo en donde Rey no podía llegar.

    —¡Baja de ahí, cobarde!— exclamó enardecido Rey.
    —No grite más, que va a perturbar a los que habitan en esta residencia con usted. Si de algo sirve, quiero informarle que no me iré hasta haber cumplido mi objetivo— le anunció desde arriba, en donde estaba seguro ante los ataques de Rey. Sentí que casi estaba siendo burlón.


    Yo ya no quería seguir escuchando esa conversación y viendo escenas incómodas; deseaba retirarme pero no me parecía que fuera lo más apropiado que pudiera hacer en ese momento. ¡Ojalá bajara algún humano que pusiera orden aquí! Yo no podía subir porque Rey pensaría que tenía planeado ir a acusarlo con el amo, y en tal caso a mí me tocaría la paliza, así que lo único en que me aferraba esperanzado era que en algún momento aparecieran los humanos.
    De pronto, volteé hacia las escaleras: efectivamente alguien más venía bajando. Esperaba que no fuera el Meowth, porque no quería ver otra escena con Rey. Seguramente el Persian no lo hubiese tolerado aunque ya lo adoptaran los amos.
    Sin embargo, la que bajaba no era otra sino la tan aludida Marriot, que estaba un poco contrariada, seguramente al escuchar la voz del Swellow, quizás tan conocida para ella.

    —¡Swellow!— gritó ella mientras bajaba a trompicones por la prisa.
    —¡Marriot!— le correspondió el otro, aguzando su vista.

    Ella no nos prestó atención ni a Rey ni a mí; sólo pasó cruzando a toda velocidad la sala mientras detectaba la presencia del ave justo en el borde superior de la ventana.

    —Quieta, estúpida— la detuvo en seco el Persian mientras se le atravesaba en el camino—. Explícame qué diablos está sucediendo aquí.
    —¡Déjame pasar!
    —¡No! Explícame quién es este…

    Luego se detuvo a reflexionar, como si se estuviera acordando de algo al fin, hasta que dijo.

    —¡Ah! ¡Ah, ya recuerdo! A este Swellow lo he visto antes… ¿en dónde? ¡En el jardín! ¡Claro, lo he visto conversando contigo cerca de la fuente!

    Pero Marriot ya no lo escuchaba; se había deslindado del obstáculo y ahora corría a encontrarse con su amigo el cual había bajado de su refugio.

    —¡Swellow, qué alegría me da volverte a ver!
    —Lo mismo puedo decir, pequeña Marriot— murmuró el ave con gallardía—. Pasaba cerca y se me ocurrió visitarte. Es raro que lo haga durante el invierno, pero ahora se dio la oportunidad. En verdad me da un tremendo gusto reencontrarme contigo, amiga.

    Pero Rey ya comenzaba a molestar otra vez.

    —Ahora sí me voy. ¿Vienes conmigo, Marriot?
    —Por supuesto, vamos al jardín.

    Y ambos salieron muy quitados de la pena, saltando por la ventana y dejando vociferar a Rey sin escucharlo. Los vi, iban con rumbo hacia la fuente inactiva, mientras cada vez me incomodaba más haberme quedado a solas con el Persian.
    ¿Quién sería ese misterioso Swellow que tan correctamente se expresaba y tan mala opinión tenía de mí? No podía soportar el quedarme sin averiguarlo, porque tampoco sabía que Marriot frecuentaba a este tipo de pokémon.

    —¿Y tú qué me ves?— me dijo Rey de repente—. ¿Crees que estoy muy contento, o qué?
    —No, no, para nada, al contrario, yo…
    —Largo de mi vista, tampoco tengo ganas de verte. ¡Largo!— me espetó.

    Ante tal orden con esa voz tan tremenda que poseía el Persian, no me quedó otra opción más que obedecerlo, y de pronto me vi saliendo irracionalmente de la casa mientras huía de la furia desmedida de Rey, que se quedaba casi echando humo hasta por los oídos.
    Salté también al jardín, al que la nieve lo cubría aún sin querer volatizarse con el calor. No sabía a dónde ir y realmente me sentía muy mal en aquella casa, como si todos me miraran como el intruso. No podía adaptarme a la vida que llevaban esas personas y esos pokémon, porque yo no pertenecía a ese lugar. Tal vez el Swellow tenía razón al decirme que lo mejor que podía hacer era devolverme al bosque a continuar viviendo. Y de poder haberlo hecho, seguramente hubiese llevado a cabo el retorno hacia mis tierras… si tan solo hubiera sabido en dónde estaban o hacia qué dirección se encontraban. En esos momentos me sentía perdido, en un sitio en donde me habían llevado a oscuras, y ahora me encontraba hundido en una trampa que no me dejaba salir, y que intentaba asfixiarme más entre esos seres a los que tanta repulsión causaba. ¡Cómo extrañaba el dulce olor del bosque por las mañanas, y mis amigos y compañeros tan alegres que me saludaban al pasar! ¡Esos amigos tan reales que incluso hubieran podido dar la vida por mí! ¡Ah! Eso ya no lo podía sentir por estos lugares, en donde todo el ambiente era tan frío, tan riguroso, tan estricto, tan apegado a sus normas morales tan extrañas. ¡Deseaba de todo corazón regresarme al bosque, a mis adoradas tierras en donde me querían y yo les correspondía! ¡Deseaba reencontrarme al fin con mi familia que debían estar lamentándose por haberme perdido! ¡Cuántas veces yo había pensado en mis pobres hermanitos que habían quedado a merced de los cazadores esa tarde! Me preguntaba tantas veces por qué no había podido protegerlos mejor en esos momentos, y me castigaba a mí mismo por mi conducta tan cobarde que había mostrado ante los humanos. Podía jurar, sin temor a equivocarme, que si algún día tenía la oportunidad de regresar nuevamente al bosque, iba a cambiar radicalmente mi forma de ser y de ver la vida. ¡Ya no iba a ser un cobarde nunca más! ¡Tenía que adquirir mis responsabilidades y cuidar a mi familia antes que a mí mismo! ¡Tenía que deslindarme del miedo irracional que me surgía al ver a un humano, estuviera armado o no! ¡Quería comenzar a vivir de verdad! ¡Pedía a gritos otra oportunidad! Pero… ¡oh! Esa oportunidad seguramente no volvería jamás, y entonces habría perdido una gran parte de mi vida, desperdiciada inútilmente.


    Mientras cavilaba así, me llamó la atención la pareja que estaba junto a la fuente, charlando amistosamente como dos seres que tenían mucho tiempo de no verse.
    Quise acercarme un poco más para escuchar su conversación; después de todo me comía la curiosidad por saber quién era realmente ese misterioso Swellow, y qué es lo que quería de nosotros, pero principalmente de mi amiga Marriot.

    —Hola, Marriot— saludé, sin siquiera mirar al ave.
    —Miren nada más quién ha acudido a la tertulia— dijo por lo alto y muy irónicamente el Swellow—. Tenía que ser el sucio y grosero Raichu.
    —¡Swellow!— gritó Marriot.
    —¿Qué sucede?— preguntó él—. ¿Te escandaliza que le diga sus verdades a este patético pokémon? Tuviste que haber visto lo desagradable que se ha comportado ahí adentro hace unos momentos.
    —Tus palabras me llegan a ofender— le dije al Swellow—, así que creo que el que se ha tornado grosero eres tú. Hazme el favor de retractarte de lo que has dicho, que yo no he venido aquí a buscar más problemas.
    —Usted, señor, no merece ningún tipo de respeto de parte mía. Ya le dije cómo lo considero, y si no me ha entendido, quiero que se vaya y nos deje a solas en este momento.
    —¡Swellow, basta! ¡Compórtate!— lo reprendió Marriot.

    Yo intervine diciéndole al ave:

    —Ganas no me faltan de demostrarte quién es el que debería disculparse por sus ofensas, pero no voy a causar una escena aquí. Me voy; nos vemos, amiga, espero que pronto termines de perder tu tiempo con este patán.
    —Si tiene algo que quiere arreglar, hágalo en este momento, señor— me retó, inflando el pecho—, porque mi dignidad no se verá manchada ante el bajo honor de un deslucido oponente como usted.
    —Swellow, ¡no quiero peleas aquí, o me voy a ir!— le advirtió mi amiga Marriot—. ¿Qué es lo que te sucede?
    —Este Raichu me saca de quicio— murmuró—. ¿Y tú realmente lo soportas? Date cuenta que no tienes por qué permitirle que te dirija la palabra siquiera. No es de nuestra clase y nunca lo será; es un sucio y ruin Raichu que viene del bosque, ¡del bosque! ¿Cómo es posible que te rebajes a su nivel, pequeña Marriot? No hables sino conmigo, que no necesitas a otro compañero. Después de todo, aquí estoy, no olvides que he venido desde lejos para visitarte.
    —Me avergüenza que te expreses así— dijo Marriot muy molesta—. Casi no te reconozco. El día de hoy has sido bastante grosero.
    —Y tú te has portado bastante irracional— contestó, muy ofendido, el Swellow—. ¿Qué te pasa? Seguro que las criaturas inferiores con las que te juntas o frecuentas te han contagiado la locura. Eres otra desde entonces.

    Marriot fue la que se enfureció en ese momento.

    —¡Swellow, vete ahora mismo! ¡Vete, que no te quiero ver más! ¡Eres lo peor! ¡Sólo escupes veneno! Realmente no comprendo como un amigo mío pueda pensar de esa manera tan radical y tan inmadura. ¡Largo, he dicho!
    —¡Pues me voy, si es lo que quieres!— gritó el Swellow—. ¡Me voy, y te dejo con tus estúpidos amiguitos! Ahora me doy cuenta que has cambiado bastante, y que tu nivel se ha rebajado considerablemente al darle paso a estos pokémon tan inferiores. Me voy a vivir mi estilo de vida, y no te molestaré más, que ya has elegido cuáles son tus amigos, y lamentablemente, has escogido para mal al retroceder tu clase tan distinguida. Es una lástima, una pena. Adiós, Marriot.

    Y diciendo aquellas palabras tan fuertes, abrió sus alas, tomó impulso y se elevó por los aires rápidamente sin ninguna otra clase de despedida.

    —¡Sí, lárgate, Swellow!— gritó Marriot llena de rabia.

    Yo estaba muy apenado por la situación.

    —Oye… discúlpame por esto.
    —No… no te preocupes, Fyrus. Al contrario, debo agradecerte que me hayas ayudado a deshacerme de éste Swellow tan zafio. Ya no lo voy a frecuentar más. Era un viejo amigo, pero creo que ahora no merece la pena que siga perdiendo el tiempo con él. He decidido cuáles son los amigos que valen la pena, los que son humildes como tú, como Midnight… y bueno… quizás como el Meowth, que lo prefiero mil veces antes que a este arrogante. Mi vida comienza a tener sentido desde que les di la entrada a ustedes.
    —Me alegra entonces que la relación con el Swellow haya terminado, y también que reiteremos nuestra amistad— le dije, feliz.
    —A decir verdad— me confesó, mientras caminaba nuevamente rumbo a la puerta de entrada de la casa—, ya me estoy cansando de vivir aquí. Nadie me quiere, tú lo viste. Fyrus, dentro de poco van a venderme a una tienda pokémon. No voy a poder soportarlo, así que supongo que me voy a esconder para que Emily no me encuentre, y luego voy a huir muy, muy lejos. Prefiero la vida en la calle antes que ser humillada de esa manera por la que por tanto tiempo consideré como mi mejor amiga.
    —Ya le encontraremos una solución a esto, te lo aseguro. Mira, ¿qué te parece si vamos a reunirnos con Midnight en su habitación? Estoy seguro que entre los tres sacaremos algunas ideas para que la venta no se lleve a cabo. Yo quiero ayudarte en lo más que pueda, amiga.
    —Muchas gracias, Fyrus, en verdad. No me arrepiento de haberte elegido a ti antes que al Swellow.
    —No hay nada qué agradecer, ya te lo dije. ¡Vamos, Marriot! Vamos, que ahora que recuerdo, necesito contarles algo sobre el Meowth, pero quiero anunciárselo a ambas a la vez.

    Y diciendo eso, corrí hacia la puerta abreviando la distancia. Marriot me siguió.


     
    Última edición: 8 Febrero 2016
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    Aries
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    Que bajo! darle al Meowth un hogar así de fácil X'D eres como dios y el diluvio jajaj No recordaba que el swellow fuera tan arrogante, incluso pensé que la ayudaría escapar. al final solo era un patán más dx. Este capítulo me trajo una concepción nueva de ciertos personajes, como por ejemplo; no se porque me quede con la impresión de que Rey en el fondo solo es una gallina fanfarrona y que fyrus actuó demasiado adulador. Cada vez que agregaba "amiga" al final de sus oraciones me recordaba lo mucho que desea volver al bosque. Osea no es malo,pero es uno de esos deseos individualista. En algún momento no le va a quedar otra que llevárselos a todos o abandonarlos. que diantres estoy diciendo X'D ajajjaj Tonteras mías
    El cap estuvo genial, como siempre ; )
     
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    Cygnus

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    Hns Gracias por tu coment xD Aquí traigo el cap 26, espero que te guste.


    ___



    XXVI

    Meowth

    ¡Ah, qué reconfortante! ¡No lo puedo creer! ¿Estaré soñando? ¿Habrá sido todo esto un sueño? No puede ser, porque lo siento tan real… tan vívido… ¡Todo esto es verdad!
    Así era, en esos momentos me encontraba en brazos de mi nueva ama, que quedó encantada conmigo ante mi incredulidad. ¡Casi no lo podía creer! Al fin, ¡al fin mi sueño se cumplía! ¡Ya, ya podía formar parte de una familia! ¡Ya me habían aceptado los humanos! Y vaya… ¡no hubiera podido caer en una mejor familia que ésta! ¡Son maravillosos!
    Mientras mi ama me subía en brazos por la escalera, pensaba en que al fin había triunfado en la vida. ¡Ya había terminado un ciclo de ella! ¡Ya no tendría que vagabundear más por las calles penando por mi comida! ¡Ah, ya no!
    No podía dejar de pensar en toda la suerte que tuve de poder agradar a mi nueva ama, pero primeramente, de haber conocido a Midnight y que me hubiera dejado entrar en su casa sin más.
    Iba tan metido en mis pensamientos, que ni escuchaba lo que me murmuraba mi ama al oído con ternura, aunque sí llegué a distinguir algunas palabras que me alimentaban aún más mi gozo.

    —Ya verás cuando te presente con la familia. Te van a querer enseguida.

    No podía dejar de sonreír; no lo hubiera logrado ni aunque me esforzara.

    —Eres tan tierno. Eres un Meowth adorable.

    No se me ocurría otra cosa más que seguir ronroneando, y cerrar los ojos hasta llegar a la habitación, que no distinguí cuál de todas era.
    Al fin, cuando abrí los ojos, me di cuenta de que, en brazos, me habían conducido a una estancia bien iluminada, con un ventanal enorme así como una cama anchísima, en la que seguramente iba a caber a mi gusto. Jamás había estado en un lugar tan bello, lo puedo jurar; ni siquiera visto. Era claro que de todas las casas a las que había husmeado por las ventanas, era la mejor en la que había caído. Pensar eso era simplemente reconfortante, único, como una utopía hecha realidad.
    De pronto, volteé aún más a mi alrededor. Había alguien más. Eran dos personas que ni siquiera habían visto que nosotros entramos. Ambos se ocupaban mutuamente en un par de pokémons que se hallaban ahí mismo. No podía equivocarme, ya los había visto antes en las tiendas pokémon: se trataba de una Skitty pequeña y un Persian imponente. Me sentí bien entre felinos.

    —Miren. Volteen, por favor.

    Ambos voltearon: uno era un humano maduro y el otro era una niña, de esas caprichosas que continuamente las veía gritar en las tiendas pokémon, pugnando por una mascota.

    —¿Qué es eso, mamá? —preguntó la niña.
    —Hace un momento encontré a este pequeño Meowth en la cocina. No sé cómo llegó ni qué estaba haciendo ahí, pero decidí recogerlo. Mírenlo, ¿qué les parece?

    Y diciendo aquello, me aproximaba hacia ellos mientras yo no podía liberarme de sus manos.

    —¡Un Meowth! —exclamó el señor.
    —¿Y no es adorable? —preguntó ella con molestia ante la expresión del otro.
    —Pero… ¿para qué quiero un Meowth? Ya tengo a Rey.
    —Bueno, pues lo tendré yo, entonces —se indignó mi nueva ama—. No voy a pedir tu opinión, Charles. De todas maneras, no podrás hacer nada para que me separe de él.
    —¿De verdad te parece adorable esa criatura? —preguntó el señor, quien me miraba con algo de extrañeza—. Míralo, está todo sucio, además apesta. No me agrada mucho.
    —Tonterías —respondió ella—. Yo me encargaré de bañarlo, perfumarlo y peinarlo. Quedará como todo un rey. Además, no causará mucho gasto. Comerá del alimento de Rey.
    —¿Insinúas que mi Rey va a compartirle de su comida?
    —No seas orgulloso. Claro que le va a compartir, pero sólo una pequeña parte. Además, ¿no te gustaría que en un futuro quizá no muy lejano, tengamos dos Persian?

    La idea, que a mí me hizo sudar, al señor lo puso muy meditabundo.

    —Así que dos Persian en esta casa, ¿eh? Bueno… pues la idea no está del todo mal. Sería increíble tener dos Persian, si bien sólo el primero es de una raza fina y pura.
    —Ya verás que no se notará la diferencia —insistió mi ama.
    —Bueno, tendremos que evolucionarlo entonces cuanto antes. Emily, ¿tú te encargarías de eso?— dijo el señor.
    —¡No! —gritó la que me llevaba en brazos—. ¡No, que yo quiero a mi Meowth! En algún futuro, podríamos pensar en evolucionarlo, pero por ahora, prefiero que se quede en este estado. ¡Recuerda que ahora me pertenece!
    —Ah, eres tan difícil… y tan convincente, mujer. ¡Está bien, de acuerdo! ¡Que se quede en casa! Supongo que Rey podrá compartirle su comida… sólo no olvides lo que prometiste acerca de evolucionarlo.
    —No lo olvidaré, pero por ahora, tengo que asearlo y dejarlo presentable. No me gustan los pokémon sucios, aunque sean Meowth —luego, se dirigió a mí—. Vamos a que te bañe, amiguito. Quedarás más encantador de lo que eres.

    Emily, que así se llamaba la pequeña que estaba junto al hombre, dejó de lado su consentida Skitty y se levantó enseguida para acudir a donde estaba su madre y mirarme fijamente. Cuando llegó, me clavó sus ojos curiosos sin perder detalle de mis movimientos, lo cual no me incomodó: la chica me simpatizaba.

    —A mí también me parece bonito, mamá —confesó.
    —Podríamos encargarnos de él las dos —propuso mi ama.
    —¡Claro! ¿Y qué nombre le vas a poner?

    Yo abrí mucho los ojos y agudicé mi oído. ¡Hablaban de ponerme un nombre! ¡Nunca creí que podría tener uno algún día! No quería perder detalle de lo que decían esas personas, porque de ello dependía la manera en cómo me iba a llamar de ahí en adelante.

    —¿El nombre? No lo sé, eso habría que pensarlo con detenimiento. Después de todo, no se pueden bautizar a las mascotas a la ligera. Se debe pensar bien, porque es la manera en cómo se habrán de llamar en adelante.
    —Tienes razón —respondió la niña.

    Eché un soplo grave y profundo; al fin, cuando creía que me colocarían un nombre, resultaba que tenían que pensarlo por algún tiempo. Vaya, cualquier nombre me iría bien, lo único que quería era tener uno, el que fuera. ¡No había nada qué pensar!
    Sin embargo, no me molestaba demasiado, porque después de todo ya había cumplido mi meta primordial, que me aceptaran esos humanos; ya lo demás vendría luego y solo.

    —Necesitamos asearte —observó mi ama, y no era para menos, yo mismo sentía que ya necesitaba un baño urgente.
    —Podrías dejármelo a mí —sugirió Emily.
    —Gracias por prestarte a ayudarme. Realmente lo necesito, porque también tengo que recoger todo este tiradero. Tú podrías encargarte mientras del Meowth.
    —Muy bien —la chica me tomó en brazos y me volvió a inspeccionar cuidadosamente—. Meowth, vamos a ir a lavarte, pero ¿podrías esperarme un poco? Primero debo terminar de acomodar las cosas que usé para el viaje, que aún no termino de desempacarlas todas, y de atender a Rosy. Mira, la pobrecita requiere mi atención. Si quieres, mientras me esperas, puedes pasear por ahí y recorrer la casa. Luego te quisiera presentar a tus nuevos amigos y compañeros, estos pokémons con los que compartirás la habitación de las mascotas. ¿Te parece?

    Me veía fijamente a los ojos con suma insistencia.

    —¿No dices nada?

    Claro que tenía muchas cosas qué decir, pero no serviría de nada; los humanos nunca habían podido entender mi lenguaje y supuse que esta vez no sería la excepción.

    —Bueno —murmuró—. Voy a dejarte salir para que conozcas la casa. Luego nos veremos.
    —No te preocupes por tus cosas —sugirió la madre—. Yo te ayudaré a desempacarlas, pero necesito que asees a ese Meowth ahora, que no puede estar así de sucio por la casa.

    Emily me había soltado, dejándome libre para ir a donde quisiera, pero después de esa última opción, hubo de volverme a tomar en brazos.
    Otra vez vi a los que estaban presentes, sobre todo a mis compañeros pokémon. La Skitty tenía un semblante despreocupado, e incluso mantenía los ojos entrecerrados, por lo que no podía saber realmente si me estaba mirando.
    En cambio, ése que se hacía llamar Rey me miraba fijamente, chispeando los ojos en raya, como si en cualquier momento se fuera a abalanzar sobre mí. Era un Persian bonito, pero terrible, y su sola presencia y aquella mirada me llenaron de miedo.
    Tuve que agradecer interiormente que Emily me volviera a tomar en brazos, porque de otra manera quizá hubiera sido la cena para Rey, quien al verme de nuevo protegido guardó compostura. La chica me llevó hasta una habitación aparte en donde había bastante agua almacenada dentro de una tina.




    ¡Vaya! ¡Qué cambio! Me sentía otro Meowth, ya no me reconocía. No olía mal, sino que despedía aromas perfumados. Además, Emily se había tomado el tiempo de peinarme cuidadosamente y dejarme bonito. Nunca había visto a mi propio pelaje tan resplandeciente como quedó esa vez. Sobre todo, quedé deslumbrado cuando me llevó al espejo a verme. ¡Wow! ¿Ese era yo en verdad? Mi pelo no estaba manchado, ni mucho menos desordenado, además olía rico. ¡Ya, ya era un Meowth de la clase alta! Por la manera en que me vi frente al espejo, supe en ese mismo momento que ya nunca más iba a seguir penando por las calles en busca de comida y evitando ladrones. Ahora me iban a dar de comer, me iban a bañar siempre que lo necesitara para que nunca me viera feo e iba a dormir calientito. ¡Adiós al viejo aspecto! ¡Ahora, ya era otro Meowth! Un Meowth que… ¡que estaban a punto de bautizar con el más honorable de los nombres!
    Luego, me volvió a soltar y esta vez me indicó que ahora sí podía ir a donde quisiera.
    —Vas a disculparme, amigo Meowth, pero tengo que hacer unas cosas importantes, y no quiero dejar mucho tiempo sola a Rosy, por lo que luego nos volveremos a encontrar; ahora te dejo para que vagues libre por la casa y juegues… sólo no rompas nada ni hagas desorden, ¿de acuerdo? Ésa es la única condición.
    Asentí con la cabeza, convencido de que aunque le dijera que sí con la voz, no me entendería. Luego corrí hacia afuera del baño perdiéndomele de vista. Qué mala suerte que acababa de comer, porque si no, hubiera vuelto a la cocina para probar otro suculento Seaking.

    Pero en cuanto me acordé del gran felino que seguramente seguía cerca, volví a correr entre temblores incontrolables. No sabía qué pensar de todo aquello… Ese Persian, vaya, nadie me dijo que había uno en esta casa. Aunque yo admiro a los de esta especie, también me dan miedo, y mucho más la manera tan fija como me miró. Cruzarle la vista realmente fue una experiencia espeluznante. ¿No le había agradado? ¿Había algo de mí que le disgustaba? Aunque estas preguntas circulaban por mi mente, decidí no darle más importancia al caso por este momento, y disfrutar de mi nueva adopción.
    Corrí escaleras abajo, feliz de ya no tener que volverme a esconder nunca más y de sentir que ahora, en cierta parte, todo este territorio ya me pertenecía.
    Abajo estaba solo y oscuro, pero mis ojos estaban bien acostumbrados a la penumbra, por lo que no tropecé y continué mi camino. En el poco tiempo que llevaba por ahí, ya conocía el camino exacto que me llevaba hasta la cocina, y aunque ya había comido, supuse que unas botanitas o dulces no me caerían mal. Era tan feliz, que comería con dicha cualquier golosina. Y así sería, me estaba dirigiendo a la cocina mientras cruzaba la sala.

    Me extrañó que, habiendo tantos habitantes en esta casa, tres humanos y otros seis pokémon, no hubiera nadie en la planta baja. ¿En dónde estaban todos? ¿No andaba Fyrus por aquí? Hacía sólo un rato lo encontré por estos lugares. Tampoco olvidaba que, mientras me lavaban, se había escuchado todo un escándalo justo en este lugar. ¿Quiénes habían sido los causantes de ese estrépito? Hasta parecía una persecución, aunque no estaba muy seguro. De todas maneras, la casa estaba solitaria por estos lados y no se notaba ni rastro de nadie.
    ¿Había sido Marriot, que descubrió a Mako y lo intentaba atrapar, casi como hizo conmigo? Porque ésa era una buena pregunta, ¿en dónde estaría mi amigo roedor? ¿Ya se había encontrado con los demás? ¿Ya lo habrían incluso adoptado los amos, como a mí, mientras me lavaban? No era muy probable esa opción, pero el hecho de no haberlo visto me generaba las dudas más singulares.

    De pronto, un ruido extraño surgió de la oscura profundidad del comedor. Fue un sonido de golpes, como si alguien estuviera forcejeando.

    —¿Midnight? —pregunté en un murmullo.

    No hubo respuesta, y me generó aún más nerviosismo porque los ruidos continuaban; se oía metal, vidrio… se oían cosas realmente raras.

    —¿Fyrus, Marriot, son ustedes?— volví a preguntar.

    Yo no me decidía a moverme, por miedo a que fuera algún ladrón que intentara hurtar algún objeto valioso de la residencia, en cuyo caso, no me convenía mostrarme para nada. Sentí claramente cómo alguien se introducía por una ventana. No era muy inteligente ese intruso por tanto escándalo que hacía al entrar, aunque corría con suerte porque ninguno de los habitantes se encontraba en la planta baja en esos momentos y ni siquiera escuchaban nada.
    Sin embargo, yo todavía me rehusaba a creer en esa opción, por lo que insistí, aún más nervioso:

    —¿Quién anda ahí? ¿Mako, eres tú?

    Con tanto miedo, me paralicé, no supe si avanzar o retroceder, si penetrar en el misterio o arrancar hacia las escaleras y fingir que nunca escuché nada. Todo el cuerpo me temblaba e incluso la voz, porque ya había conocido a los humanos malos que roban en las casas durante el tiempo que viví en el barrio, y también me di cuenta que éstos casi siempre iban armados. No era conveniente tratar con gente de ese tipo. Pero en esos momentos no podía ni correr del temor.
    Y de tanto nerviosismo, hasta comencé a tener problemas para distinguir las figuras en la oscuridad. Ya no era tan sencillo como antes para moverme a través de la negrura, a pesar de lo acostumbrado que estaba a ello.

    Noté una respiración agitada cerca de mí. Era espeluznante darse cuenta que estaba con alguien y que esa persona o pokémon ni siquiera era un conocido, sino todo un ladrón. Jamás, desde que había llegado a la ciudad, había escuchado una respiración tan alterada como ésa… aunque quizá antes de eso sí…
    Dicho resuello era suave, aunque muy constante y repetitivo, y se encontraba aproximadamente a un metro de mí. Seguro me estaba viendo, quizá era un pokémon muy facultado para mirar en la noche, cuya visión me superaba, porque yo ni la silueta alcanzaba a verle.
    Otro pasó corriendo por atrás de mí. ¡El intruso no estaba solo! Quise salir corriendo, trepar las escaleras y encerrarme en una de las habitaciones, pero simplemente no podía… Además, seguro que estas criaturas me estaban buscando, y al fin me habían hallado; por más que huyera, me alcanzarían. No quise creer que se trataban de mis viejos enemigos, aunque fue lo primero que se me ocurrió al escuchar esa respiración tan singular en uno de ellos.
    Había pisadas suaves a mi izquierda y a mi derecha a la vez; pisadas que parecía que eran de seres que casi volaban en vez de correr, pisadas que me paralizaban y me hacían estremecer de miedo.

    —¡Miren a quién tenemos aquí! —sonó una voz aguda y risueña.

    Volteé a mi derecha: el sonido provenía de ahí, sin embargo, no distinguí figura alguna. No obstante, algo me daba la sensación de que me estaban clavando la vista. Si no contaba mal las presencias que percibía, eran tres intrusos los que me rodeaban.

    —Un Meowth— respondió otra voz un poco distinta, aunque lo suficientemente similar como considerarlo de la misma especie que el primero.
    —No es un Meowth, sino el Meowth —volvió a reír el primero, a mi derecha.
    —¿En serio puede ser? —preguntó ahora el que se hallaba frente a mí.
    —Es una gran sorpresa encontrar a nuestro viejo amigo aquí, ¿no creen? —preguntaron a mi izquierda.
    —Meowth, ¿eres tú? —al frente, una figura se aproximaba a mí. Mis ojos comenzaban a distinguir su silueta esbelta.

    ¡No lo podía creer! ¡Mis sospechas eran reales! Pero… ¿cómo? ¿Cómo podían ser ellos mis viejos enemigos, los Sneasel? ¿No me estaba engañando? No, porque nadie hablaba como ellos, los conocía bien.

    —Meowth, vamos, habla, ¿eres tú? ¿Nos conoces? ¿Por qué no hablas? —continuaba atropellándome el que se hallaba frente a mí, muy cerca—. Vamos, dejémonos de dudas; Druin, enciende las luces, que reconoceré enseguida al compañerito con el cual nos hemos topado.
    —¿Enloqueciste, Bukes? —preguntó el de la izquierda—. ¡No olvides que hemos entrado a robar! ¡Por favor! Si encendemos las luces, los dueños de la casa nos descubrirán.
    —¿Y no contamos con zarpas afiladas para destripar al que intente detenernos? —preguntó el primero.
    —Sí, pero… no nos conviene mostrarnos tan pronto. Mira, tenemos a un testigo de que estamos aquí. Ya sabes qué hacer con él; sólo cuida de esconder bien su cuerpo cuando termines.

    Yo retrocedí instantáneamente al darme cuenta de sus intenciones, pero no intenté huir: supe que me alcanzarían y entonces se extinguiría toda posibilidad de salir con vida.

    —Pero no en este caso, Druin —dijo ahora el de la voz risueña—. No ahora, que éste es nuestro Meowth. No podemos tratarlo fríamente, ¿no es así, amigo?
    —¿Y cómo puedes saberlo? No logro distinguirlo. ¡Vamos, Druin, enciende las luces de una buena vez!
    —Como digas —respondió el otro con un toque de sumisión.

    ¿Qué es lo que iba a hacer? Estaba rodeado ante tres de mis peores enemigos, si no es que eran más. Ellos tenían superior ventaja ante mí y los conocía bien, eran unos asesinos. Durante toda mi vida había tenido suerte de no haber sido víctima fatal de ellos, porque misteriosamente, una y otra vez me habían perdonado y se habían conformado únicamente con hurtarme la comida o sacarme del callejón, pero ahora… ahora era distinto. No podía oponerme a sus planes si querían robar. Quizá la única forma de sobrevivir ante esta situación era… apoyándolos en lo que fueran a hacer.
    ¡Zas! Las luces se encendieron de golpe.

    —¡Por los dioses! —exclamó el que se hallaba frente a mí, el cual siempre había parecido el líder—. ¡Pero claro, si éste es nuestro Meowth! ¡Lo reconocería aun entre doscientos! Tenías razón, Shadie, siempre supe que en tu cabeza había algo más que oquedad. ¡Y Meowth! Pero dime, viejo amigo, ¿qué haces aquí? Todos nosotros te hacíamos en el barrio aún.
    —¡Sneasel! —les dije—. ¿Qué están haciendo aquí?
    —Lo mismo que tú, Meowth—me respondió Shadie—, entramos a robar.
    —¿No que no entrabas a robarle a los humanos, Meowth? —me preguntó desde el otro lado Druin—. Tenía entendido que eras un buen chico.
    —¡No estoy robándole a nadie!—exclamé—. ¡Ahora pertenezco a esta familia!
    —¿De la familia? ¿Tú? Debes estar bromeando—dijo Bukes.
    —Claro que sí, ellos me adoptaron y ahora ya no tengo necesidad de volver a su asqueroso barrio. Ya vivo en la ciudad, y siendo la mascota de una familia decente.
    —Miren, nuestro Meowth se ha superado—rió Shadie.
    —Bueno, como sea. Nos eres más útil si conoces esta casa —dijo Bukes—. Ahora que ya estás adoptado y vives aquí, podrás conducirnos hasta nuestro objetivo con facilidad. Necesitamos que nos ayudes en todo momento para efectuar nuestro robo como debe ser. Supongo que no te resistirás, ¿o sí?

    Al decir eso, sentí que Druin me tomaba del cuello desde atrás, y me colocaba una de sus zarpas en la garganta. No tenía otra opción, tendría que obedecerlos si no quería acabar degollado.

    —Eres un buen chico, siempre lo supe—complementó el líder Bukes—. Ahora, suéltalo, por favor, Druin, que nuestro Meowth ya ha entendido nuestra forma de proceder. Desde siempre, nos conoce desde toda la vida, así que no hay problema. ¡En qué casa fuimos a caer, y con qué huésped! Vaya que es grande el destino.
    —¿Qué es lo que buscan? ¿Alimento? Llévense el que quieran, la cocina está desocupada, pero cuando lo hagan, me tendrán que dejar en paz y largarse.
    —No, Meowth, te equivocas. No es alimento lo que buscamos en esta ocasión —me respondió Bukes.
    —¿Eres estúpido, insecto? —intervino Shadie, rematando—. ¿Cómo crees que hemos venido hasta este lugar, desde el barrio, sólo para robarles el miserable alimento?
    —Cálmate y déjame explicarlo a mí —interrumpió su líder—. Después de todo, ahora que el Meowth está con nosotros, no lo podemos tratar mal. Mira, Meowth, tienes que olvidar todo por lo que hemos pasado. Ya no somos tus enemigos, ahora eres aliado nuestro. Si todo sale bien, no nos vamos a olvidar de ti a la hora del botín.
    —¿Qué es lo que quieren que haga? —susurré.
    —Va a ser simple esta misión, y más si cooperas —me aseguró Bukes con una sonrisa—. Nos han llegado informes que en esta casa se guarda una colección de veintiséis piedras preciosas, la mayoría de carácter evolutivo. Nada puede ser más sencillo: sólo queremos llevarnos esas piedras. No hemos venido a causar más daño. Nadie va a salir lastimado si nos dejas actuar, ¿comprendes? No tocaremos a tu nueva familia ni a tus amigos, porque sabemos que hay un Vulpix y un Eevee de por medio que seguro conoces, ¿no es así? Bueno, ellos no van a salir dañados de ninguna forma, pero sólo si te muestras cooperativo. Sólo déjanos tomar las piedras y nos iremos.
    —Sólo son piedras, Meowth —dijo Druin—. Nada de mucho valor, ¿o sí?
    —¿Y saben dónde están esas piedras? —pregunté con un hilo de voz.
    —¿Nosotros? ¿Cómo vamos a saberlo? Por eso contamos contigo, para que nos indiques el lugar exacto en donde las guardan.
    —Acabo de llegar a esta casa y aún no la conozco —declaré, temblando.
    —¿Quieres decirnos que no tienes idea de dónde puedan estar esas piedras? —me preguntó Bukes con una mueca de desagrado.
    —¡Claro que lo sabe! —gritó Druin—. ¡Lo sabe y no quiere decírnoslo! ¿A eso le llamas mostrarse cooperativo? Te va a tocar la peor parte, enano. ¡Vamos, dinos! ¿Dónde están esas piedras? Más te vale que cantes ahora.
    —¡Yo no lo sé, se los juro! —insistí.
    —Bueno, apártense que yo me ocuparé de él —volvió a exclamar Druin.

    Eso me hizo correr instintivamente hasta el otro rincón de la sala en un intento por ponerme a salvo a manos de ese salvaje, por el que no quería terminar degollado. Pero supe que era un intento tonto; durante todo el tiempo que lo conocí, nunca había podido esconderme de él y siempre terminaba hurtándome. Pero ahora estaba realmente molesto conmigo porque creía que no quería decirle dónde estaban las piedras, y enojado era más peligroso. Después de todo, ellos eran unos verdaderos asesinos, y poco les iba a pesar el eliminarme para proceder con sus planes sucios.

    —No, déjalo —ordenó Bukes, lo cual me hizo contener la respiración. El otro se detuvo al escucharlo.
    —¿Qué vamos a hacer entonces? —preguntó Shadie.
    —Vamos a preguntarle a Mako. Él sabe todo. Según los informes de ese pajarraco, Mako sigue en esta casa y está esperando nuestra llegada. También sabe perfectamente en dónde se guardan esas piedras.
    —¿Mako? —pregunté—. ¿Ustedes conocen a ese Raticate?

    Bukes me miró, incrédulo.

    —¡Pero claro! Él fue quien nos guió hasta acá. ¿Quién más pudo habernos dado la señal de que aquí se guardaba una enorme riqueza? Sólo por él hemos venido desde el barrio.

    Yo no lo podía creer. ¡El que pensaba que era mi amigo de pronto nos estaba traicionando a todos! Quise dejar de pensar en eso. Mako nos había envuelto en un problema, y aunque ignoraba cuáles fueran esas dichosas piedras, seguro que a los amos no les iba a agradar que se las llevaran, si bien costaban tanto. No quería morir a manos de los sanguinarios Sneasel, pero tampoco quería traicionar a mi nueva familia, y sobre todo, tampoco quería quedar mal con la que era mi amiga, Midnight. Decidí que no les iba a ayudar a mis enemigos a consumar sus planes.

    —Entonces búsquenlo. Debe estar cerca —les dije—. Yo no lo he visto por aquí desde hace algún tiempo, pero seguramente está inspeccionando las piedras en este momento.
    —Meowth, ¿quién está en la casa? —preguntó Bukes.
    —Están todos ahora.
    —¿Todos? Define todos.
    —Los humanos. Son tres.
    —¿Y pokémon? ¿Hay más pokémon en esta casa?
    —Sí, hay como seis.
    —¡Maldición! ¿Todos están arriba? —siguió cuestionando el mismo.
    —Todos absolutamente. Será difícil efectuar el robo el día de hoy.
    —¡Tonterías! —exclamó Shadie—. El robo se hará hoy, haya o no haya testigos. No me interesa. Nadie puede obstruir nuestros planes, y el que se interponga, le tocará ser perforado por estas garras, así se trate de un Snorlax.
    —Así es, Meowth, guárdate tus opiniones. Hoy hemos venido, y hoy nos iremos con el botín. Y tú tienes que ayudarnos —complementó Druin.
    —¿Y cómo habré de hacerlo?

    El que habló ahora fue el líder.

    —Mira, Meowth, lo que tienes que hacer es distraerlos. No será difícil, son tus amigos, ¿o no? Por indicaciones de Mako, sabemos que las piedras se encuentran en la planta alta, mas ignoramos la habitación exacta. Vamos a tener que buscarlas, y mientras tanto, tú debes hacer que los demás no se percaten de nuestra presencia. Te toca la parte más simple.
    —No creo que pueda, ¿qué les diré? No se me ocurre nada.
    —Quizás imaginarte mis garras atravesando tu garganta te haga fluir un poco más tus ideas —espetó Druin.

    Tragué saliva. La situación era verdaderamente incómoda. ¿Para qué les dije que era parte de esta familia?

    —No te preocupes, Meowth. Seremos breves en la búsqueda. Tampoco queremos que el plan falle. Sólo las ubicaremos, las tomaremos y saltaremos por la ventana —me dijo Bukes.

    Tenía que calcular rápidamente mi misión. ¿Cómo iba a distraerlos? Y… ¿y si no lo hacía así? ¿Y si en secreto alertaba a Marriot y a Fyrus para que vinieran a atacar a mis enemigos?

    —Pues vamos —les dije—. Vamos arriba.
    —No. Vas a ir tú primero y harás lo que te pedí. Anda.
    —Si te encuentras a Mako, indícale que baje —dijo Shadie—. Dile que lo esperaremos en la cocina. Ése será nuestro punto de reunión, Meowth, no lo olvides.
    —Está bien —dije.
    —Entonces, ¿todo queda claro? —me preguntó Bukes—. ¿No tienes ninguna duda con respecto a tu misión? Recuerda que no puede fallarnos nada.
    —Quédense tranquilos, entendí todo. Yo haré mi trabajo —les aseguré.

    Los despreocupó mi actitud que aparentaba entusiasmo por el plan, aunque por dentro, aún maquinaba qué podría hacer para que el robo no se llevara a cabo. No me hubiera sentido bien si se lograra y que mis amos resultaran afectados. ¡Tenía que alertar a mis compañeros sin que los Sneasel se dieran cuenta!
    No era muy difícil tampoco. Los pokémon de hielo se quedaron en la planta baja y yo subí corriendo las escaleras, fingiendo que los iba a distraer y a buscar a Mako también. Quizá lo primero que debía hacer era ubicar a mis amigos para que juntos pudiéramos capturar a Mako. Una vez que el roedor estuviera asegurado, los Sneasel iban a tener problemas para la ubicación de las piedras, porque el Raticate era piedra angular en su plan. Aprovecharía para consultar con Marriot, Fyrus y Midnight sobre las famosas piedras, para que me ayudaran a detenerlos oportunamente. Y por último, les tenderíamos una emboscada.
    ¡Seguro que a los amos les enorgullecería bastante nuestro trabajo en equipo!
    Ah, pero todos esos eran sueños en este momento. Ahora tenía la presión de una misión asignada por mis poderosos enemigos, que si se enteraban que no cumplía al pie de la letra las indicaciones o daba muestras de traicionarlos, ahí mismo me degollarían con sus garras.
    Pero primero, ¿en dónde ubicar a mis amigos? ¡Ah, sí! Debían estar en la habitación de Midnight reunidos. Si Mako estaba ya con ellos, las cosas se iban a facilitar bastante.
    ¡A detenerlos!


     
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    Perdon por la demora D: lo había terminado de leer pero no alcance a comentar dx Debo decir que ese Meowth es un suertudo, mejor dicho tu suertudo X'D Espero que esta vez se defiendan de los sneasel. Por último que rey luche contra ellos o el mightyena. Parece que todos se las arreglaron para ser pacifistas X'D
     
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    Hns no te preocupes, acá siempre te espero xD
    Pues es que, de todos, al Meowth es al que le debía ya de sonreír la suerte, la pasaba mal y no lo merecía u.u
    Espero que te guste este cap, es largo pero vale la pena.



    _



    XXVII

    Marriot

    Mientras Fyrus y yo íbamos con rumbo al cuarto de Midnight, yo iba arrastrando las patas de pena. Mi mirada, débil y aún lastimándose con cada movimiento de mi ojo, la mantenía por lo bajo, barriendo el suelo con ella. Incluso noté cómo involuntariamente llevaba gachas mis seis colas. En todo mi ser, desde lo más profundo de mi corazón, se encadenaban el deshonor, la ignominia y la confusión, fundidas con una gota agria de melancolía. No pude evitar sentir que mi cuerpo caliente irradiaba lástima y congoja. ¡Todo había sucedido tan deprisa! ¡Cómo deseaba que este día jamás se hubiese cruzado por mi vida! Se habían dado lugar una serie de sucesos lamentables desde que despuntó el alba, y aun antes, hasta ahora, que ya era entrada la noche, pasando por la fuerte discusión que mantuve con mis compañeros hacía tiempo, la pelea con Rey de donde no salí ilesa, luego la brusca llegada de ese sucio Meowth, el desencantamiento por el aluvión de indiferencia que me proyectó Emily y, por último, la indecorosa despedida que le di al Swellow, a mi gran amigo de toda la vida, a ese ser con quien había compartido tanto y que me ayudó mucho en tiempos difíciles, a manejar situaciones complicadas, a lidiar con el incansable Persian y a encontrar la confianza en mí misma, a pesar de mi horrible y maldita discapacidad. ¡Ah, sólo esperaba no arrepentirme por haberlo maltratado! Pobre, otro Swellow como él no se vuelve a encontrar en la vida, por menos que se esconda.

    Sin embargo, por el momento mi compañero Raichu se había portado mucho mejor, y no me dolía haber aceptado su amistad. Al menos, ya tenía la seguridad de que era un buen pokémon, inteligente, sincero, cortés y que siempre me dio mi merecido lugar.
    Pero ahora yo ya no era la misma de antes. Ya no me merecía igual respeto que cuando me conoció. En pocas palabras, ya no me consideraba la misma. Era otra Vulpix, yo misma ya no me creía la gran Marriot, la princesa consentida, la mascotita adorada. Al tropezarme en el pozo de la realidad, me di cuenta de las mentiras con las que había vivido engañada desde siempre. Emily en realidad no era más que una doble cara, y yo nunca fui tan importante como quise creerme. Ni siquiera podría decir que era una Vulpix normal, porque no era así. Los de mi especie son capaces de escupir fuego, y yo era tan estúpida que simplemente no podía soltar ni una llamarada. Hasta mi nombre tan elegante me queda grande. ¡Por eso Emily me abandonó, porque se cansó de mí y de mi torpeza! ¡Y por eso yo la abandoné, porque me cansé de intentar enorgullecerla, sin éxito!

    —Marriot, ¿te sientes bien? —me preguntaron con desconcierto, sacándome abruptamente de mis pensamientos.

    Al voltear hacia el frente, me di cuenta que yo estaba avanzando a pasos muy lentos mientras meditaba. Fyrus, quien fue el que me llamó la atención, me esperaba en las escaleras al percatarse de mi atraso.

    —Lo siento. Estoy bien, no te preocupes —respondí, y apuré mi paso para darle alcance.
    —¿Estás segura? —volvió a preguntarme cuando estuve a su lado.

    Me miró a los ojos con seriedad, como si intentara descubrir en ellos algo que le ocultaba.

    —De verdad, estoy bien, sólo estaba pensando. Vamos con Midnight —sugerí, nerviosa pero sin bajar la mirada.

    Él dejó de mirarme tan repentinamente como cuando lo hizo. De pronto, comenzó a correr escaleras arriba y yo lo seguí, esta vez cuidando de no atrasarme más.
    Todo estaba solitario tanto arriba como abajo. No quería que Emily me viera, aunque tampoco tuve que esconderme mucho, porque parecía que se estaba dando un baño o algo así.
    Nos fuimos directamente al final del pasillo, que es donde se encontraba la portezuela que daba hacia la habitación de Midnight. Ésta estaba entreabierta, como siempre, así que no fue difícil ingresar.
    Fyrus dejó que yo entrara primero, y cuando lo hube hecho, volteé a mi alrededor. Estaba oscura, como las profundidades de una gruta. Me pareció de lo más extraño encontrar el ambiente tan sosegado dentro de ese lugar, en donde siempre había desorden. En otras circunstancias hubiera sonreído, pero ahora me preocupaba que la Eevee no hiciera nada de ruido. ¿Qué habría pasado?
    A primera instancia, no se puede descubrir toda la habitación, porque está llena de muebles que se cruzan por todas las áreas, los cuales causan sombras profundas que la luna, como única proveedora de luz en esa habitación, no lograba disipar.
    Fue necesario penetrar aún más en la estancia para cerciorarse que nuestra amiga aún estaba ahí, porque el silencio reinante afirmaba lo contrario.

    —¿Midnight? —pregunté con temor.

    No hubo respuesta alguna de la aludida. Mi temor se vio aún más infundido al seguir entrando en esa habitación lóbrega, que siempre había querido evitar. No es que me diera miedo la oscuridad, pero siempre intentaba no cruzarme por áreas en las que mis ojos pudieran ser engañados por las sombras.

    —¿Mid? ¿Estás ahí? —continué preguntando, mientras intentaba que la voz no me temblara.

    El Raichu continuó penetrando en la extensa habitación oscura, mientras yo me quedaba cerca de la puerta, esperando. ¿Por qué nunc a habían mandado instalar luz eléctrica en ese bodegón? ¿No era necesario? La verdad es que la situación de esa estancia era lamentable.
    El Raichu continuó avanzando a través de las cajas entelarañadas y los muebles que se cruzaban incluso por la mitad del cuarto, hasta que uno de ellos me obstruyó la vista y dejé de ver su silueta.
    ¿Se habría dormido Midnight? ¿O por qué no contestaba?
    De pronto comencé a ponerme nerviosa al recordar de golpe la presencia de Mako en nuestra casa, y en la manera en que dijo que iba a cobrar venganza de nosotros. Pero ¡no! Que no me digan que se metió con nuestra amiga Midnight… Porque eso sería bastante cruel y yo nunca se lo perdonaría.

    —¡Midnight! —se oyó la voz de Fyrus que exclamaba, lo cual me sobresaltó.

    Venciendo mi repulsión hacia la oscuridad, comencé a correr por la habitación saltando las cajas llenas de polvo y evadiendo los muebles que estorbaban increíblemente el paso de esa pocilga.
    Cuando comenzaba a creer lo peor, descubrí con mucho alivio la silueta de Midnight, que estaba sentada inmóvil ante la única ventana del fondo, mientras la iluminaban los rayos de la luna que se filtraban.

    —Mid, ¿qué pasa? ¿Por qué no contestas? —pregunté agitada por los nervios.

    Ella no respondía, porque aparentemente seguía muy atenta viendo por la ventana.

    —¡Midnight! —le grité.

    Fyrus estaba a mi lado igual de desconcertado ante esa conducta, sin embargo, se aproximó hacia ella, justo donde el haz de luz lunar caía suavemente, y puso una mano sobre su cabeza para llamar su atención.
    En efecto, lo logró al fin.

    —Fyrus… —murmuró.
    —Midnight —dijo Fyrus, aún más bajo.
    —Lo siento —se excusó con suavidad.
    —¿Qué pasa? —inquirió él en un susurro.

    La Eevee giró su cabeza nuevamente para la ventana, que daba justo al jardín.

    —Mira allá abajo —dijo Midnight—. Lo siento, es mi culpa.

    Fyrus hizo lo que pidió con mucho cuidado; yo en cambio terminé de aproximarme a donde estaba mi amiga y también espié por la ventana. Sin embargo, ni Fyrus ni yo nos percatamos de nada anormal por el jardín, ni siquiera por las calles que serpenteaban a lo lejos.

    —Midnight, ¿qué está pasando? ¿A qué te refieres? —pregunté.
    —Marriot, perdóname, perdóname, debí hacerte caso desde el principio —dijo, a punto de romper a llorar.
    —¿Qué dices? ¡Habla claro!
    —Es mi culpa… ahora la familia está en problemas. Ese Meowth y ese Raticate… ¿recuerdas al Meowth? Confieso que yo lo dejé entrar a la casa —hizo una pausa, pero yo no la reprendí en ese momento; quería saber el final—. Así es, yo confié ciegamente en él y ahora, bueno, nos ha traicionado. También ese Raticate, ¿lo conociste? Hay un Raticate en esta casa que yo dejé entrar.
    —¿Tú dejaste entrar a Mako? —pregunté, con los ojos muy abiertos.
    —¡Perdón, perdón! —se disculpó entre sollozos.
    —Espera, espera, Mid… vamos, continúa, ¿qué es lo que sucede?

    Se demoró, dándose tiempo a sí misma para calmarse un poco y dejar el miedo ante mi supuesta indignación. Seguro que creyó que yo iba a estallar en furia, pero la verdad es que aún no me quedaba clara cuál era su verdadera inquietud. ¿Había pasado algo muy malo?
    Volvió a voltear hacia la ventana, mirando para el jardín.

    —Por allá abajo acaban de llegar unos Sneasel, yo los vi —me explicó—. Eran tres bandidos muy feos y terribles. Venían hablando entre sí y pronunciando el nombre de Mako, que efectivamente, es el Raticate al que dejé entrar. Desde aquí arriba, escuché bastante sobre sus planes.

    Yo estaba desconcertada. ¿Hablaba de bandidos?

    —¿Dónde están esos Sneasel? —pregunté.

    Me miró con ojos llorosos.

    —Ellos… ya están aquí, ya entraron.

    Tragué saliva rápidamente. Comenzaba a sentir pinchazos de nervios en mi estómago. Algo andaba mal, porque unos pokémon tan peligrosos y con fama de ladrones estaban en nuestra casa.

    —¿Qué les escuchaste decir, Mid? —seguí cuestionando.
    —Ellos entraron a robar, Marriot, estoy segura. En todo esto tiene que ver Mako, y muy probablemente también el Meowth. Al menos no puede ignorar esto, porque los dejé entrar juntos. ¡Son amigos, y deben estar ambos involucrados en esto!

    Volteé a ver a Fyrus, pero con la escasa luz, sólo pude percatarme de que él también estaba igual o más desconcertado que yo con esa noticia. Intentaba pensar, pero las exclamaciones de Midnight me lo impedían, desconcentrándome en todo momento.

    —¿Por qué los dejé entrar? ¿Por qué no te hice caso, Marriot? ¿Por qué fui tan ingenua? Ahora estamos en problemas, y todo es por mi culpa.

    Y su llanto arreciaba.

    —¿Qué es un Sneasel? —preguntó Fyrus.
    —Son pokémon feos e indeseables, a los que todos conocemos porque llevan un estilo de vida desenfadado y gustan de robarles a los demás. Aparte de eso, tienen tendencias violentas y no dudan en asesinar a los que se interpongan en sus planes —respondí.

    La preocupación se destacó en el rostro del Raichu. Yo estaba alarmada y, en cierta forma, molesta con la pequeña Eevee, pero no me gustaba verla en ese estado, así que intenté consolarla.

    —Cálmate, Midnight. Quedémonos todos en esta habitación. Si esos Sneasel vienen a robar tal como tú dices, no vendrán hasta aquí. Nosotros estamos a salvo. Sólo no hagas ruido.
    —¿Nosotros? —preguntó mientras sollozaba.

    Fyrus intervino.

    —Marriot, yo no quiero quedarme aquí. Ustedes resguárdense y no salgan, pero yo intentaré detenerlos. Si ya están en la sala, puede ser que aún sea tiempo de frustrarles sus planes. No quiero que la familia salga afectada de ninguna forma. Esos Sneasel deben ser detenidos, al igual que el Meowth y ese Raticate que mencionan.
    —No hagas esa locura, Fyrus. Los Sneasel son muy peligrosos. Vamos, quédate con nosotras y asegúrate.

    Se escuchaban pasos en la sala, y un tumulto de seres, quizá tres o cuatro que hablaban sin regular su voz para nada. Supe enseguida que eran Sneasel. La voz de esas criaturas tan horrendas era inconfundible. Me recorrió otro estremecimiento al volver a pensar que nuestra casa era víctima de robo de unos pokémon tan violentos.

    —Pero… pero… pero… —seguía diciendo Midnight.
    —Ya, cálmate, sólo vamos a quedarnos aquí, Mid. Los amos nunca sabrán que tú tuviste algo qué ver en esto. Ya se irán, y todo volverá a la normalidad.
    —Marriot… no comprendes… ellos… ¡ellos quieren tus piedras evolutivas!

    Yo di un salto hacia atrás al escuchar esa declaración.

    —¿Qué? —exclamé con ira.
    —¡Eso es lo único que buscan! —respondió Midnight entre el llanto—. ¡Ellos lo dijeron, yo escuché todo!

    Se escucharon golpes y una carrera despavorida hacia el segundo piso; quizá también algún plato que se precipitaba al suelo. Todos los ruidos eran confusos allá abajo. Los nervios me invadían. ¡No, con mis piedras no se iban a meter!

    —¡No! ¡Voy a detenerlos! —exclamé muy convencida de lo que iba a hacer.
    —¡Marriot! —dijo Fyrus.
    —¡Vamos, Fyrus, debes ayudarme en esto! ¡Vamos a darles alcance! ¡Tenemos que alertar a los amos! ¡Vamos por Daren, e incluso por Rey!

    Los ruidos eran cínicos, podía escucharse todo el movimiento con claridad. ¡Los Sneasel estaban confusos! ¡Quizá no hallaban lo que buscaban! ¡Ah! Porque las piedras las mantenía en mi habitación.

    —¡Corran! —exclamó Midnight—. ¡Aún están a tiempo! ¡Detengan a Mako y al Meowth, y eviten a los Sneasel!

    Las energías por la ira inundaron mi ser. ¡Nadie iba a tocar mis piedras preciosas!

    —Ya hablaremos luego de esto —le advertí y luego comencé a correr. Fyrus enseguida me imitó.

    Midnight no me siguió, sino que se echó a llorar ahí mismo sin que le importara nada más.
    De pronto, al intentar salir de la habitación, nos encontramos frente a frente con el Meowth, que venía corriendo también buscándonos.

    —¡Fyrus, Marriot, qué bueno que los encuentro! —nos dijo. Su semblante era cansado y con un toque de preocupación.

    Yo volteé a ver a Fyrus.

    —Descárgale una buena cantidad de electricidad a este traidor, y luego asegúralo. Yo iré a resguardar mis piedras —le indiqué.
    —¿Qué? —exclamó desconcertado el Meowth.
    —Espera, Marriot. Primero debemos asegurarnos de que efectivamente es un traidor. No lo pudimos comprobar.

    Yo lo miré con impaciencia, y luego le dije al Meowth.

    —¿Conoces a Mako? ¿Estás implicado en este robo? ¿Qué sabes acerca de las piedras?
    —Marriot, Fyrus, escúchenme. No sé qué están pensando de mí, pero no hay tiempo qué perder. Hay unos Sneasel allá abajo que quieren robar tus piedras. Tenemos que detenerlos antes de que suban. Me he dado cuenta de que Mako, el Raticate, es un traidor. Habrá que encontrarlo y asegurarlo, pues es el contacto directo con los ladrones que están allá en la sala. Ahora, por favor, tienen que creerme. Vamos, confíen en mí y síganme. Habrá que alertar a Rey.

    De nuevo dirigí mi mirada a Fyrus, que estaba más sereno en la situación que yo y podía pensar más.

    —Vamos a confiar en él, Marriot, pero estate alerta ante cualquier detalle que pueda revelarnos que el Meowth no es de fiar.

    Resoplé.

    —De acuerdo.
    —Gracias. Síganme, por favor. ¡Vamos con Rey! —exclamó, y luego salió corriendo de la habitación; nosotros le seguimos.

    Por mi mente pasaban las más grandes preguntas. Obviamente entendía muy poco de lo que estaba pasando, y Midnight no se prestó mucho a ayudarme a comprender la situación. Por otra parte, no sabía qué pensar de este Meowth que ahora nos estaba guiando, y que por el camino nos venía diciendo que él había hablado con los Sneasel y que los conocía bien porque desde siempre fueron sus peores enemigos.

    —Créanme, estos asesinos no se detendrán ante nada. Éste es uno de sus mayores botines, porque casi nunca consiguen nada bueno de los humanos. No sé cuánto valgan esas famosas piedras, pero parece que les gustan mucho, y van a hacer negocios con ellas —nos explicaba sin detenerse.
    —¡Esperen! —exclamé, agotada—. ¡Yo quiero ir a mi habitación a resguardar las piedras! ¡No iré por Rey!
    —Vamos —me dijo el Meowth—. Yo te sigo, Marriot. Fyrus, ve y avisa al Persian de la situación.
    —¡Claro que no! —exclamó aquél—. No voy a dejarlos solos. Tenemos que estar juntos, así que si nos quedamos en la habitación de Marriot, seremos todos. No quiero dejarlos con los Sneasel si se los llegan a encontrar.

    Así que al final, nadie fue por Rey. Fyrus se obstinó en que no quería dejarme desamparada frente a esos salvajes que supuestamente se habían infiltrado en nuestra casa. Yo acepté interiormente, porque tal vez sí fuera a requerir la protección del Raichu en algún momento.

    Sin embargo, cuando entré a la recámara, tres horrendos Sneasel ya se habían adelantado a nosotros. Ahí estaban, sin ninguna buena intención, mientras yo no podía comprender por dónde es que se metieron o cómo dieron con la ubicación de esas piedras, que ya las habían descubierto en el mueble.
    Quise llamar a los amos, pero no me decidí.

    —¡Vaya! Miren nada más, el estúpido Meowth nos ha acusado con sus amiguitos —dijo uno de ellos.
    —Te dije que no era de confiar —le reprendió otro—. ¡Había que degollarlo ahí mismo!
    —Ahora tendremos que irnos con las manos vacías— terció el último de ellos.
    —¡Nada de eso! Vamos a retirarnos con estas piedras, ahora que estamos aquí y que ellas se encuentran más accesibles que nunca. ¡Por los dioses! Estas criaturas con las que viene nuestro amigo felino no me causan ni un ápice de miedo.

    Yo me decidí a intervenir, pese a mi confusión.

    —No sé quiénes sean ni qué demonios estén haciendo aquí, pero les sugiero que se vayan si no quieren terminar carbonizados. ¡Largo, largo, he dicho! Tienen sólo una oportunidad antes de que se me agote mi paciencia; salten por esa ventana que está entreabierta, ¡pero ya! ¡No me hagan enojar!

    De pronto, parecía como si lo que dije les causara la mayor de las gracias, porque súbitamente estallaron en risas y bromas, desoyendo mis consejos que de ninguna manera podía respaldar.

    —Por favor, por favor ahora no vengas con chistes —me dijo uno de ellos, secándose las lágrimas que le había producido la incomprendida risa—. Tú eres Marriot, ¿no es así? Ah, sí, sí, aunque no te conocíamos en persona, ya sabíamos quién eras. Mako nos tenía muy bien enterados con sus informes. Tú debes ser la Vulpix que no puede escupir fuego, estoy seguro de no equivocarme. Eso es así, ¿no? ¡Qué pena! No tienes forma de detenernos. Vaya desperdicio y derroche de dinero por parte de esta familia para mantener a un pokémon débil y discapacitado de sus poderes. Eres una basura, sólo un estorbo en nuestro camino, al igual que este Meowth inútil. Nada puede pararnos.

    Por un momento sentí un nudo en la garganta, pero impedí que mis ojos se humedecieran de lágrimas al comprender que esos Sneasel sólo querían desarmarme de lo único que me quedaba que era mi dignidad. Con o sin poderes, no podía dejar que se llevaran mi invaluable tesoro.

    —Ni un paso más, Sneasel —advirtió de pronto Fyrus, que estaba caminando hasta el centro de la estancia—. ¡Ni un paso más, les he dicho! No me obliguen a utilizar mis fatídicos poderes contra ustedes. Por favor, retírense si no quieren terminar gravemente lastimados.

    Sin embargo, los Sneasel no eran nada tontos, y siempre se habían caracterizado por utilizar gran parte de su tremenda astucia para llevar a cabo sus sucios planes. Sorpresivamente, uno de ellos me tomó por el cuello, y por la presión que comenzaba a ejercerme con sus garras, juzgué que no pensaba soltarme ni aunque lo suplicara. Ese contacto helado en mi cuerpo caliente me hizo estremecer y me llenó de repentina rabia.
    Otro de los Sneasel también tomó de rehén al Meowth, sacudiéndolo en el suelo con sus garras mortíferas, y cuidando de sujetarlo bien.
    El villano que había quedado desocupado comenzó a reír descaradamente al notar la conducta precautoria en sus compañeros y se dio una palmada bromista en la frente.

    —¿No lo notas, Raichu asqueroso? Somos más inteligentes de lo que crees, y estamos preparados para este tipo de eventualidades, y aún otras mucho más complejas. Ahora, dime, por favor, ¿qué decías que nos ibas a hacer? Si intentas atacarme, despídete de tus amiguitos. Mira, mis compañeros tienen bien prestas sus zarpas para desgarrar las gargantas de este par de criaturas inservibles, al menor de tus movimientos. Si les tienes al menos un poquito de aprecio, será mejor que no intentes hacer nada. Por nuestra parte, también sería una pena ensuciarnos las garras con la sangre mugrosa de estos insectos.

    Hizo una pausa para que sus palabras impactaran más en nuestros oídos, mientras se deleitaba al ver nuestros rostros furiosos e impotentes. Volteó a ver a sus compañeros.

    —Y si intentas atacarlos a ellos con tus rayos, de paso matarás también a tus amigos. La corriente se traspasa a otro cuerpo con el menor contacto, ¿no es así? Bueno, tú debes saberlo mejor que yo. Lo único que veo es que los tienen bien sujetados, y no los soltarán hasta que yo les indique. Ahora, por favor, Raichu, sé bueno y déjame llevarme estas piedras. Es lo único que queremos. Luego, los dejaremos en paz.

    El Raichu suspiró indeciso. Yo no podía moverme ni aunque quisiera, porque esas garras frías me estaban prácticamente magullando la garganta y si intentaba hacer algo, seguro que me iría mal. No podía contra la velocidad de mi agresor.

    —Lo siento, Marriot… pero no quiero que salgas lastimada… —murmuró cabizbajo el Raichu y desistió de intervenir para atacarlos.
    —¡Ésas son las conductas que nos gustan! —exclamó el Sneasel, que seguramente era el líder y tenía el control de los otros dos que nos estaban sujetando tanto al Meowth como a mí—. ¡Vaya! Ojalá todas nuestras víctimas fueran tan razonables. Ha habido algunas a las que no hemos tenido otro remedio más que mandarlas al infierno. Pero en fin, todo sea por la buena vida.

    Y luego, procedió a abrir sin ruido la vitrina en donde guardaba las veintiséis piedritas de valor indefinido. Yo no podía soportar ver esa escena: el horrible esperpento estaba extrayéndolas del mueble con total descaro. ¡Yo estaba ahí, y no podía hacer nada para detenerlo! ¿Cómo era posible? La agitación se apoderaba de mi ser, algo me estaba sucediendo… algo realmente anormal. Pero en vez de sentir miedo por la escena, por el robo y por el Sneasel que estaba a un movimiento de cortarme el cuello, experimenté una furia como pocas he sentido en mi vida. Me era imposible soportar seguir parada en ese lugar para continuar observando. ¡Tenía que hacer algo! Pero… ¿pero qué? ¡Cuántos deseos tenía de utilizar lanzallamas y carbonizarlo ahí mismo, junto a sus dos aliados! Pero… ¡pero qué lejos creía estar de eso! Mi cuerpo estaba más caliente que nunca, ahora podía percibir que mi propio pelaje estaba quemante al contacto. Me acaloraba, me asfixiaba, necesitaba… ¡necesitaba desahogarme! Quizás había una flama dentro de mí, era sólo cuestión de escupirla… ¡era cuestión de desearlo!
    De pronto, el Sneasel que me sujetaba por el cuello retiró su mano; seguro que no pudo soportar el contacto caliente con su cuerpo de hielo. ¡Era verdad, no estaba imaginándolo! ¡Realmente me hallaba diferente, mi temperatura había variado, se gestaba una flama en mi interior…!

    Había ya extraído unas seis o siete piedras ése que parecía el líder de la pandilla, cuando de pronto vi que entraba corriendo por la puerta una pequeña criatura café, imposible de confundir.

    —¡Midnight! ¿Qué haces aquí? —pregunté, horrorizada. Esa Eevee estaba en el lugar menos indicado.
    —Calla, no tienes derecho de hablar —me dijo mi custodio, volviéndome a colocar la garra cerca de la garganta, pero a una distancia mayor.

    La pequeña volteó a ver a todos los presentes, escandalizándose al vernos prisioneros, y no pudo menos que emitir gritos de sorpresa.

    —¡Marriot! ¡Meowth!

    Se me fue el aliento de repente al notar cómo el Sneasel que se ocupaba en robar las piedras giraba su rostro para descubrir a Midnight. Por un momento pensé que era su fin.

    —Pero, ¿de qué se trata esto? —preguntó bastante contrariado el ladrón—. ¿Es acaso una burla? ¿Qué les dije? —y luego se dirigió a la pequeña Eevee—. ¡Tú! ¡No huyas! ¡Ven inmediatamente!

    La Eevee se echó a correr hacia afuera de la estancia, espantadísima de la escena e intentando ponerse a salvo, pero la sorprendente agilidad y ligereza que mostró el malvado Sneasel nos confirmó a todos que era un rival difícil de vencer. En un par de segundos, ya había asido a Midnight por el cuello y la arrastraba con dificultades por la recámara, impidiéndole la salida.

    —¿A dónde crees que vas, insecto? —preguntó muy molesto—. Druin, resguárdala también.
    —Pero ya estoy sujetando al Meowth —protestó el mencionado—, y si intento asegurarlos a ambos, corro el riesgo de que se me intenten escapar.

    El Sneasel líder, que seguía aprensando a la pobre Midnight, no podía continuar su trabajo de extraer las piedras, pero tampoco podía correr el riesgo de dejarla libre. Comprendí que era bastante peligroso para ellos soltar a un pokémon tan escurridizo como ella, que podía escaparse de la recámara con suma facilidad ante cualquier distracción de los malhechores.

    —Como nadie puede encargarse de ella, vamos a tener que eliminarla —anunció, ante mi desesperación.

    Sus compañeros celebraron ante esa determinación y se prepararon para el espectáculo, animándolo para que la ejecutara lo antes posible.

    —¿Quién quiere tener el placer de matar a esta criatura? —preguntó, intentando alzarla con ambos brazos.
    —Tú, Bukes, tú —respondió el que me cuidaba—. Eres el mejor para estos casos. Me encanta cómo destripas a tus víctimas. Eres todo un artista para asesinar.
    —¡No la destripes! —intervino el otro compañero, lo que por un momento me dio un respiro de alivio, aunque pronto se vio incrementado mi temor—. ¡No la destripes! Mejor degüéllala. Se vería tan lindo…

    Comencé a agitarme de nuevo. ¿Qué demonios estaban diciendo estos sádicos? ¡No podía creer que era Midnight de quien hablaban! ¡No, no podía permitir, no podía suceder, no era posible…! De pronto comprendí que el asesinato de mi pequeña amiga iba a ser imposible de detener, que nadie podía hacer nada, que los Sneasel estaban en toda su disposición de hacer lo que quisieran con nosotros, dado que eran oponentes de mucha mayor categoría. Nadie hubiera podido contra ellos, quizá a excepción de Fyrus, pero con el riesgo de lastimarnos a todos. Los gritos comenzaban a hacerse ensordecedores.

    —¡Destrípala, anda, vamos! —gritaba mi custodio—. ¡Es la mejor forma de asesinato! ¡Tú sabes hacerlo muy bien! Anda, ¡veamos qué tiene esa Eevee en su vientre!

    Quería desear que estuviera soñando, pero la realidad es que estaba ahí, viendo la escena más terrorífica de mi vida. Midnight gritaba y lloraba sin cesar, pero no podía deshacerse de la opresión del maldito Sneasel que gozaba de lo que estaba pasando.
    Cerré los ojos, desconcertada y temerosa. No quería ver aquello, seguro que me marcaría por el resto de mi vida. Las lágrimas me corrían a raudales por mis mejillas; eran lágrimas de rabia, de impotencia y de desconsuelo al darme cuenta que mi amiga estaba a punto de ser una víctima más de esos asquerosos.
    Cuando hube cerrado los ojos, percibí cómo los ruidos se iban aminorando. Las voces, tan horrorosas y espeluznantes, se hacían cada vez más lejanas, hasta que ya no pude distinguir ningún vocablo de parte de nadie, ni siquiera del que me estaba oprimiendo el cuello junto a mí. Era todo oscuridad, era todo un gran espacio negro en el que no había nada, sólo tranquilidad. De pronto, creí que me había alejado de la cruda realidad.

    Pero ¡no! Todo estaba en mi mente… ¿qué cosas me estaba imaginando? Realmente yo seguía ahí, aprisionada por un apestoso Sneasel, así como Midnight estaba a punto de ser asesinada por simple placer. Entre la oscuridad que denotaba el espacio en el que me imaginaba, distinguí la maléfica figura esbelta de los maleantes que estaban ahí, que no se apartaban de mi mente aún cuando yo intentaba desconectarme de mi entorno. No quería ver lo que le harían a Midnight.
    Las voces que alentaban al líder eran lejanas, pero persistentes. No entendía mucho lo que decían, tampoco quería prestarles atención. Ya eran palabras sin sentido para mí, porque la suerte de mi amiga estaba echada y nadie podría detener al asesino.
    Me asustó verme en un espacio oscuro, sin nada más que yo misma y los Sneasel, además de la pobre Midnight.

    —Bueno, haré como ustedes pidan—escuché que anunciaba el líder, con una voz tan distorsionada que me echó a temblar.

    Borrosamente, distinguí como alzaba una garra con lentitud, y luego, después de trazarle una trayectoria mortífera, la hendió en el vientre de Midnight. Yo no podía moverme, ni aunque quisiera, estaba como paralizada, sólo miraba desde mi lugar. Nada tenía sentido ya, creí ver cómo estaba el cuerpo inerte en el suelo, mientras el Sneasel sonreía altivo.
    Una furia ciega, aunada con mi desesperación, se volvió a hacer presente en mi ser, esta vez de una forma mucho más intensa. Era un ardor en mi pecho, una flama que pugnaba por salir de mi garganta, una oleada interna de calor que me asfixiaba, ¡tenía que liberar ese fuego!
    Abrí la boca y…


    ¡Fuashhh! ¡No sabía lo que estaba haciendo, pero esta vez se veía tan real! ¡Mi garganta, mi boca, mis labios estaban en llamas!

    De pronto, abrí los ojos y volví a la realidad. Todo mi entorno oscuro volvió a adquirir consistencia y entonces me di cuenta que todo me lo había imaginado, tal como lo pensé. Estaba de vuelta en la estancia, con Fyrus y Meowth, con los Sneasel que nos custodiaban así como con el líder y Midnight, que en realidad seguía muy viva y pataleando en intentos por soltarse de su agresor. ¡Ah, Midnight estaba viva! ¡Qué gran alivio darse cuenta que todo lo imaginé…!

    Pero un momento, no todo era igual que antes. Ahora todos tenían una expresión de espanto al verme. Mi guardián me había soltado y había corrido hasta una esquina. El ambiente estaba lleno de humo negro. Detrás de la cortina densa de la humareda, distinguí al Meowth, que se había liberado también del que lo sujetaba y que ahora corría a reunirse con Fyrus.

    —¡Maldición! —aullaba el líder, escandalizado—. ¡Mako nos ha mentido! ¡Esta Vulpix sabe escupir fuego, y mejor que ninguna otra de su especie! ¡Estamos en problemas!
    —Será mejor huir —aseguró uno de sus compañeros—. ¡No podemos correr más riesgos! Esta Vulpix puede acabar con nosotros.
    —Sí, vámonos, ¡vámonos! —exclamó el último de ellos, mientras se arrojaba por la ventana en un cobarde intento de salvarse.

    ¿Qué había pasado? ¿Realmente… escupí fuego? No, no era posible. ¿Yo hice eso? ¿Pero cómo?
    Sin embargo, no me vi facultada de reflexionar, la furia me lo impedía. ¡Sólo tenía algo en mente! ¡Acabar con ese maldito que estuvo a punto de segar la vida de mi querida amiga!

    —¡No huyan, cobardes! —seguía exclamando éste al ver que sus aliados ya habían escapado por la ventana y se había quedado solo—. Pues bien, con o sin ellos, yo voy a llevarme esas piedras. ¡No voy a perderlas!

    Me sentía como un Tauros salvaje. No tenía completa conciencia de mí, la ira desmedida no me dejaba pensar. Cuando vi que el Sneasel restante volvía a dirigir la mirada hacia la pobre Midnight, me di cuenta que era el momento de actuar
    Abrí la boca nuevamente, y no tuve que esforzarme nada para que las llamas salieran disparadas de mi garganta. Ellas ya estaban predeterminadas a salir expulsadas. Por mi enojo ciego, aún no era capaz de controlar mi nuevo poder a la perfección, pero aún así resultó de maravilla.
    El pokémon de hielo quedó envuelto en llamas, que iban consumiendo su cuerpo de forma importante. Entre alaridos de dolor, el Sneasel se arrojó por la ventana para quedar estampado en las rocas agudas que había allá abajo. Por la situación en la que se hallaba, no tuvo la gracia de caer del todo bien. No sé si las llamas terminaron de consumirlo en su totalidad, porque no quise mirar más tiempo para enterarme de su suerte.

    Entre expresiones incrédulas del Raichu, que sentía que me felicitaba y me preguntaba cómo había hecho aquello, yo sólo tuve ojos para atender a la pequeña Midnight, que se hallaba lívida del susto, pero afortunadamente ilesa, debido a la reacción que tuve en ese par de ocasiones. No podía recordar un momento en donde haya estado más feliz de que Midnight se encontrara sana y salva.


     
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    ¡Yuhú! por fin T_T estoy tan feliz que los haya chamuscado e incluso asesinado (?) esto es lo que estuve esperando desde el principio X'D jajajja creo que lo estiraste casi mucho, pero al fin llego y fue muy cul. Ahora solo queda encontrar a Mako y podría ser que Meowth deje de ser un pacifista de una vez y arregle las cuentas pendientes. Aunque creo que sera difícil, algo me dice que la casa se va a quemar D:
     
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    32
     
    Palabras:
    2520
    Hns Lol, ¿lo estiré mucho en este cap, o lo estiré 27 caps? Bueno, como sea, era el momento adecuado para que despidiera fuego xD Gracias, aquí posteo el siguiente.

    ___



    XXVIII
    Fyrus


    Para ser sinceros, apenas puedo describir el cuadro tan conmovedor que se dio lugar una vez que Marriot hubo realizado su proeza. Incluso, yo me aparté un poco con la finalidad de no estorbar dentro de ese gran espectáculo, pero también con la doble intención de analizar lo que yo creía que sería la única vez que vería en la vida. Esa Vulpix estaba irreconocible. No podía ser la Marriot que yo conocía, o quizá sí, pero con un sentimiento muy fuerte y extraño. Era simplemente único verla junto a Midnight, con una sonrisita triunfal pero con el agotamiento a flor de piel, mientras su amiga lloraba tendida. Y no era para menos, porque la escena fue increíble.
    De pronto me vi sorprendido cuando Marriot lanzó esa cantidad descomunal de llamas desde su propia garganta, porque a mi entender, no podía hacerlo. Fue espectacular la forma en que rescató a Midnight de las garras de ese salvaje, y no pudo haberse habilitado su flama en un momento más oportuno.
    Por espacio de cinco o diez minutos, nadie dijo nada, sólo me limitaba a mirar al par de pokémon que juntaban fraternalmente sus cuellos como si fueran las más grandes amigas del mundo. El Meowth, que también estaba ahí y que no cabía de la felicidad, parecía que quería dirigirle algunas palabras de agradecimiento sincero a la Vulpix. Yo la verdad no quise interrumpir nada.
    La verdad, ¿qué podíamos decir? ¿Cómo agradecerle cuando estábamos estupefactos de haber visto el destello de lumbre salir de su boca?

    —Tranquila, estás a salvo —murmuró Marriot al cabo de un momento.
    —Estuvo increíble —opinó el Meowth, acercándose—. Nunca había visto nada igual.

    Marriot no contestó. Parecía que no estaba para recibir felicitaciones. Nosotros estábamos aún espantados con la escena pasada, en la que pudimos haber perdido a Midnight, y no nos recuperábamos del grandísimo susto.

    —Tranquila, ya tranquila, todo está bien —continuaba diciéndole Marriot a la que no dejaba de lloriquear.

    Yo corrí a asomarme a la ventana. Ya no se veía a nadie por el jardín, ni siquiera al Sneasel que se había lanzado por ahí mismo. Parecía como si todo hubiera sido un sueño, una terrible pesadilla de la que todos juntos acabáramos de despertar.
    Afortunadamente en la recámara nada se había prendido en llamas, porque Marriot tuvo el suficiente cuidado de dirigir el fuego hacia su oponente nada más. Fue una suerte, porque todos los muebles se componían principalmente de madera, y provocar un incendio no hubiera sido precisamente un final feliz, como el que estábamos viviendo.
    Al cabo de varios minutos más, parecía que Midnight ya se había calmado un poco y dejaba de lado sus llantos, aunque el susto aún no se le podía pasar. Marriot no se apartaba de ella, y de hecho, parecía que no tenía ganas de hablar con alguien más que no fuera la pequeña Eevee, como si de repente todos nos hubiéramos hecho invisibles. Por más que la hubiéramos elogiado y alimentado su orgullo creciente, ni se hubiera inmutado. Toda su atención estaba centrada en Midnight.
    Ambas se retiraron lentamente de la habitación, sin decir demasiado entre ellas y mucho menos a nosotros. El Meowth y yo nos quedamos sin saber qué hacer exactamente. Yo consideré que lo más prudente hubiera sido acudir con Midnight para ayudarle a despejar su nuevo trauma, pero por más que lo pensé, preferí esperar a un momento más oportuno. El que no tenía ni idea de qué hacer era el Meowth, que se me acercó torpemente para comentar lo que había sucedido, incapaz de mantener la boca cerrada en momentos en los que la sensatez así lo exige.

    —Lo de Marriot estuvo increíble, ¿no crees? Por mi parte, es la primera vez que veo que un pokémon escupe tal cantidad de fuego a escasos metros de mí. Me asusté un poco, pero a la vez, disfruté de la escena.

    Yo asentí suavemente, sin muchas ganas de seguirle la corriente y continuar opinando. Lo que quería hacer era olvidarme de todo eso. Caminé nuevamente hacia la ventana y volteé a ver al exterior, en un intento por despejar mi vista del lugar en donde se habían suscitado los hechos, que era en el interior de esa habitación.
    El Meowth volvió a acercárseme.

    —¿Ya se fueron los Sneasel? ¿Continúan ahí abajo, esperando a que todos nos vayamos?

    Aunque no tenía mucho interés, paseé mi vista por todo el jardín y aun por la calle oscura que limitaba nuestra propiedad.

    —Ya no hay nadie, Meowth —le contesté.
    —¡Uf! Qué alivio —respondió enseguida—. La verdad, no quiero volver a verlos jamás en mi vida, aunque eso es dudoso. Me han perseguido desde que tengo memoria, y creo que jamás podré deshacerme de ellos. Esta paliza que les dio Marriot parece muy adecuada para que no vuelvan más.

    Yo volteé a ver fijamente al Meowth.

    —Ya hablaremos de eso después.
    —¿Qué cosa?
    —Lo de los Sneasel. Tú los trajiste, ¿no es así?
    —¡No, yo no he sido! —se defendió enseguida—. A mí me sorprendió verlos aquí también. Los conozco, pero son mis enemigos. Nunca los traería.
    —Bueno, ya hablaremos.

    Me alejé un poco de él, aunque no salí de la habitación. La verdad, no tenía mucha idea de qué hacer en ese momento, y por lo visto, el Meowth tampoco.

    —¿Dónde está Midnight? —me preguntó.
    —¿Cómo voy a saberlo? Salió con Marriot.

    El Meowth se rascó la cabeza, pensativo.

    —Quiero ir con ella.
    —¿Para qué? Creo que sólo empeorarás las cosas, Meowth. Será mejor que por ahora esperemos.

    Miré hacia el exterior de la habitación, ya que la puerta aún estaba abierta.

    —Creo que al menos por hoy ya he tenido bastante —le comenté en voz muy baja—. Y supongo que ellos también. Por mi parte, estoy rendido, y veo que ya es bastante tarde como para continuar con este tipo de emociones. Acaso los amos ya se hayan retirado a descansar.
    —Esto es broma, ¿no? ¡Apenas comienza la noche! Es la hora de salir a buscar la comida regularmente —rió el Meowth—. Pero si ya estás tan cansado, vete a dormir. Yo voy a esperar a Marriot aquí porque tengo que agradecerle por la situación.
    —De acuerdo. Yo estaré abajo, justo en la sala, por si me necesitan —le anuncié con claridad—. Buenas noches, Meowth.

    Me miró graciosamente.

    —Sí —contestó con sencillez.

    El cansancio me estaba dominando. En el bosque, al menos, no estaba tan acostumbrado a tanta actividad que estaba experimentando en esos momentos.



    De pronto, y ante nuestra sorpresa por la repentina aparición, llegó Emily a pasos rápidos, entrando con naturalidad a la recámara, justo en el momento en que yo estaba pensando en salir, casi cortándome el paso sin querer. También venía con rostro muy cansado, casi como si estuviera desvelada, dispuesta a tenderse en su lecho y quedar dormida en cuestión de instantes, a juzgar por la manera en cómo se conducía. Sus ojos entrecerrados denotaban pesadez, como si en realidad nada de lo que acontecía le importara.
    Justo detrás de ella, a pasitos veloces pero cortos por su tamaño, intentaba alcanzarla una pequeña pokémon rosa de cuya presencia y estancia en esta casa yo aún no había advertido. Era una criatura curiosa, que a pesar de su rostro despreocupado, me pareció nerviosa y con miedo de todos los que mirara, aun al torpe Meowth. Me vio por un momento con suspicacia natural, todavía frente a la sorpresa que yo sentía, y luego, habló como si toda la palabra la tirara de una sola vez.

    —Hola.

    Los sentimientos indiferentes y extraños de Emily me preocupaban más que cualquier otra cosa, y todo lo que hacía acaparaba de forma especial mi atención, por lo que a la pequeña pokémon le contesté sin mucho interés, y casi como queriendo evitar una posible conversación.

    —Hola.
    —Soy Rosy —me contestó enseguida, pese a toda la tardanza que había mostrado para devolverle el saludo previamente— y soy una Skitty.

    Emily comenzaba a desperezarse y parecía darse cuenta de lo que había sucedido en ese lugar minutos antes. Había cosas fuera de lugar en esa habitación, y aunque el humo denso que había despedido la Vulpix ya se había ventilado en su totalidad gracias a la generosa amplitud del ventanal, no dejaba de percibirse un aroma acre en el ambiente, al menos para mi olfato, un poco más desarrollado que el de los humanos.

    —Pues mi nombre es Fyrus, y soy un Raichu.
    —Ya sé que eres un Raichu —me atropelló enseguida—. Puedo verlo, Fyrus. ¿Cómo estás?

    No sabía qué cosa debía turbarme más: que Emily descubriera que efectivamente hubo fuego en su recámara; la inteligencia de una pokémon tan pequeña, o la forma tan familiar en la que ésta se dirigía hacia mí.

    —Yo estoy bien, gracias, pero dime, ¿tú quién eres?
    —Rosy —contestó simplemente, como cosa obvia.
    —Sí, claro, ya sé que te llamas Rosy, pero quisiera saber…
    —Me compraron hoy los amos… y acabo de llegar a esta casa —me contestó bajando la mirada, e intuyendo mi duda.

    Volteé hacia atrás. Emily olisqueaba el ambiente, notando el fuerte olor y al fin reconociendo su probable procedencia, porque buscó a Marriot por cada rincón de la recámara. Yo me puse alerta y di un paso hacia atrás, alejándome de la Skitty nueva.

    —Pues yo soy Meowth —dijo mi tosco compañero, que se había acercado.
    —¿Cómo te ha ido? —preguntó Rosy, de nuevo como si ya lo conociera.
    —Bastante bien —contestó el elocuente felino—. Hoy, hace apenas unos momentos, se deshicieron de mis enemigos los Sneasel.
    —¡Marriot! —gritaron desde el otro lado de la estancia.

    Después de haber registrado hasta por debajo de la cama, Emily se convenció de que su Vulpix no estaba en el lugar acostumbrado.
    La chica, luego de resoplar larga y tendidamente, salió de la habitación a pasos largos. En su rostro noté molestia y cansancio, muy apropiado ante las altas horas de la noche en que se desarrollaba la escena.
    Como no tenía ningún motivo para quedarme en esa habitación que no me correspondía, supuse que no haría nada de daño en seguir a esta contrariada chica, por lo que puse mi idea en acción, movido por mi curiosidad. Sin voltear a ver al Meowth o a Rosy, salí de la habitación también, intentando alcanzar a Emily, que inmediatamente se había dirigido escaleras abajo.
    Me detuve en seco al analizar su razonamiento probablemente erróneo. El lugar en donde podría encontrarse Marriot era sin duda en la habitación de Midnight. Supuse que por esa noche no iba a dejar que durmiera sola. Es muy comprensible la actitud protectora que había tomado la Vulpix, y me alegré infinitamente que mi amiga al fin hubiera madurado en todos los aspectos. Al fin ejercía de una manera correcta su posición.



    Una vez que todas las luces de la casa se hubieron apagado, yo me había dirigido discretamente a la sala, que era la habitación que fungía como dormitorio para mí. A decir verdad, me encantaba el lugar. Era silencioso y apacible, perfecto para mí; el lugar ideal para poder conciliar el sueño de la mejor manera. Casi como envolverse en una burbuja de serenidad en cuanto todos se retiran y me dejan el gran espacio para que yo disfrute de un fantástico letargo.
    Y así fue durante la primera sección de la noche, en la que al fin pude descansar plácidamente de todo el movimiento sucedido; el activismo y las sorpresas de ese día habían dejado en mí una gran pesadez que sólo podía rechazar por medio del reposo quieto.
    Sin embargo, lo increíble fue lo que ocurrió luego de eso.

    Unas ligeras pisadas me apartaron de mi sueño inestable. Era un ruidito seco pero constante, como alguien que avanzara pisando con cautela la tierra y la nieve allá afuera. En efecto, los sonidos persistentes provenían del exterior, lo logré captar ipso facto debido a que me había acomodado justo bajo el borde de la ventana que custodiaba el gran jardín de la casa.
    Al principio no quise ni moverme, pensando en que seguramente los Sneasel habían vuelto. ¡Esos locos! Seguro que se habían enfurecido por el ataque que Marriot le había propinado a su líder y ahora venían a cobrar venganza, o a llevarse las famosas piedras sin más avisos… o inclusive ambas cosas, lo que me llenó de miedo. Esas criaturas bien podrían entrar quebrando alguna ventana, haciendo escándalo pero escapando rápido de los amos y con todas las piedras. Eran tan rápidos que ninguno de nosotros podría darles alcance; quizá Rey, pero era poco seguro que se prestara para auxiliarnos.
    Las pisadas comenzaron a multiplicarse y los ruidos a propagarse con mayor rapidez e intensidad. ¡Seguro que no era sólo una criatura la que estaba allí afuera! Desde el lugar en donde me hallaba, sin ánimos para asomarme por la ventana, logré distinguir por oído al menos tres presencias justo afuera, detrás de aquella pared, a escasos metros de mí. ¿Quiénes podrían ser? Los Sneasel, seguramente.
    De pronto escuché un cuchicheo. Una voz de hembra, tímida y bastante familiar, llegó a mis oídos. ¡Era algo tan dulce, pero tan increíble! ¿Dónde había escuchado ese tono de voz por aquí?
    Reuniendo valor y movido más por la curiosidad que por cualquier otra cosa, resolví asomarme de una buena vez por el borde de la ventana, para descubrir a las criaturas que ahí se hallaban.
    Así lo hice. Alzando la vista sobre el marco, pude distinguir efectivamente varias sombras en el jardín oscuro. Pero definitivamente, no eran los Sneasel, o al menos, no todos. Descubrí negras siluetas que no compatibilizaban con las de los pokémon que acababa de conocer hacía un rato. Eran, en total, unas seis o siete siluetas, cada una con diferente forma. No todos se movían, sólo algunos.
    Los faros de una furgoneta que pasaba por la calle frontal iluminaron de pronto a una de las negras figuras que estaban reunidas frente a mí. Cierta parte del misterio se había aclarado, porque enseguida lo reconocí.
    ¡Era el Meowth!
    ¿Pero con quién se supone que estaba hablando? Había al menos otros cinco pokémon con él, y las fugaces luces del automóvil que transitaba ya habían girado hacia otra dirección; no habrían de iluminar más hacia este sitio.


    —¡Meowth! —le susurré de pronto, convencido de que ése era mi compañero, el mismo que conocía.

    El pokémon felino volteó a verme y tardó unos segundos en contestar. Tal vez estaba intentando reconocerme en las penumbras.

    —¡Fyrus! ¿Eres tú? —me preguntó.
    —¡Claro! Ven un momento, Meowth, por favor —le pedí.
    —No, ven tú —me interrumpió, y luego, con otro destello fugaz de luz proveniente de la lejana calle, le descubrí una breve sonrisa esbozada en su rostro —. Ven tú, que aquí tienes a unos pokémon que dicen conocerte, y que han venido buscándote desde muy lejos.

    Un estremecimiento recorrió mi cuerpo, mientras el alma se me iba a los pies.


     
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    Pensé que la casa se quemaría y seria un final mas dramático X'D Si te alargaste, pero solo un poco. No tanto como 27 caps pero si unos 6 (?) jajjaja X'D pero igual no le quita su momento de gloria a la pobre Marriot. Y por fin llega el mas lento equipo de rescate, noo talla dx Me morí de la risa leyendo los comentarios antiguos donde dijiste que Roover no tendría gran protagonismo y yo preguntando por él en varios capítulos ajajajja y eso que me desagradaba.
    P.D: ¿donde se mete Rey? siempre se pierde de todo : P
     
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    Hns gracias xd A ver si te acuerdas todavía de aquellos personajes...


    ___


    XXIX

    Roover


    Lyra se acercó un poco a la ventana; yo permanecí retirado junto con mis compañeros. Después de todo, imaginé que con las palabras que este chico le había dicho, nuestro amigo saldría enseguida para recibirnos.

    —¿Era él? —me preguntó el pequeño Pikachu enfadoso con ansias incontenibles—. ¿Era mi hermano mayor el que habló?
    —No sé, ¡espérate! —le contesté.

    Estábamos reunidos junto a una enorme fuente en el centro del jardín, bastante sobrecogidos al oír aquella voz, a pesar de que habíamos llegado expresamente en su búsqueda.

    —Mooth, apresúrate a decirles a los humanos que nos esperen unos momentos. Diles que estamos realmente en la casa en donde Fyrus se ubica, y no tardaremos en regresar junto con él —indicó Ruz.
    —Claro. ¿En dónde se quedaron? —preguntó muy servicial la Dustox, desplegando sus extrañas alas.
    —No sé, deben estar por la acera, justo ahí afuera. Dijeron que nos esperarían, pero aún así, es bueno que sepan que al menos hemos cumplido el objetivo —respondió muy triunfal el joven Bulbasaur.

    Mooth cumplió enseguida con la sugerencia que había planteado Ruz, y voló hacia fuera de la propiedad, donde supuestamente nos estaban esperando el par de humanos que nos habían hecho el favor de acompañarnos en nuestra loca misión. Sin ellos, nada hubiéramos logrado.
    Mientras tanto, la voz de la casa había cesado, por lo que mis dudas, que ya creía completamente disipadas, comenzaron a exacerbarse nuevamente.

    —¿No decías que aquí en esta casa estaba el Raichu que buscamos, compañero? —le pregunté al pokémon felino que nos había recibido ahí mismo—. ¿Por qué no sale? Tenemos tantas ansias de verlo.

    El pokémon, que era un Meowth según cierta observación de Mooth, nos volvió a asegurar que en efecto, en esa casa se encontraba Fyrus, el que estábamos buscando. No todo podía salirnos tan mal y estar equivocados. No después de tantas pistas que habíamos seguido, y de traernos a esos humanos que trabajaban en la tienda pokémon en donde supuestamente lo habían adquirido estas personas. Todo realmente indicaba que en esta casona se hallaba nuestro extraviado amigo.

    —¡Vamos, Raichu, te están buscando tus amigos acá afuera! ¡Han venido desde muy lejos por ti! —gritó el Meowth.

    Giré mi rostro hacia donde había lanzado el alarido. En efecto, a unos diez o doce metros de nosotros se elevaba la construcción humana, con unas paredes tan grises que me causaron escalofríos. La ventana, que al parecer daba a la estancia principal de la casa, era muy simpática, con un marco extravagante y bien detallado; alrededor de ella se encaramaban las enredaderas con sus múltiples garras sobre el muro.
    De repente, luego de unos segundos del segundo llamado del Meowth, volvimos a ver la silueta oscura que se asomaba por la ventana, y el pequeño hermano enfadoso no pudo evitar lanzarle un grito.

    —¡Fyrus!

    Al parecer, después de asegurarse que, en efecto, éramos nosotros, salió completamente al jardín saltando por el celaje hasta llegar a nosotros. No podíamos creerlo, a pesar de todo el tiempo de búsqueda intensa. ¡Al fin nuestro amigo estaba con nosotros!

    —¡Don, Lyra! ¡Hey, Roover! ¿Son ustedes? —iba gritando mientras su figura se acercaba por debajo de los árboles.
    —¡Hermano Fyrus!

    Al instante, las dos pequeñas criaturas amarillas se lanzaron a él jubilosas, mientras que su hermano los recibía cálidamente.

    —¿Son ustedes? —preguntaba una y otra vez el Raichu entre grandes júbilos. Si había alguien que estaba realmente sorprendido en esta escena, sin duda era él, que no esperaba esta enorme sorpresa.
    —Por un instante creí que no volveríamos a verte —confesó Lyra entre sollozos—. ¡Hermano, no puedo creer que estemos reunidos nuevamente, después de todo lo que ha pasado!
    —Hermanitos, no sé expresar mi felicidad al verlos aquí ahora —respondió entrecortadamente Fyrus con sincero entusiasmo.
    —Teníamos que hacer esto por ti. No podíamos darte por perdido… ¡Había que rescatarte! —expresó el hermano menor, cuyo nombre por una u otra razón siempre olvido.
    —Ustedes son los mejores —respondió muy emocionado—. Me siento muy, muy orgulloso de ser el hermano de un par de Pikachus tan valientes y tan nobles como ustedes. Sabía que eran increíbles, pero en verdad no esperaba verlos ahora. ¡Ha sido una gratísima sorpresa!
    —No podíamos dejar las cosas así —dije de repente, acercándome hacia donde ellos se encontraban.

    Fyrus levantó la cabeza y nos sonrió a los que estábamos de este lado.

    —Roover, sé que nada hubiera podido hacerse sin ti. A ti te tengo que agradecer más que a nadie, eres un gran amigo. De verdad, los aprecio bastante a todos ustedes. ¡Ruz! Acércate, compañero, ven, que quiero darte un gran abrazo a ti también.
    —Perdón por venir a despertarte a estas horas —bromeó el pequeño Bulbasaur, y corrió al encuentro de Fyrus de igual forma.

    ¡Al fin nuestra impensable misión estaba cumplida!

    —Una gran sorpresa vernos aquí, ¿no, Fyrus? Una sorpresa para todos —dije.
    —Sí, oigan… díganme, ¿cómo es que están aquí ahora? —preguntó el Raichu sin dejar de sonreír; sencillamente no podía borrar ese gesto de alegría de su rostro. En realidad, nosotros tampoco.
    —Es una larga historia— le contesté—, y al igual que tú, también pensamos que sería una enorme locura encontrarnos ahora en la ciudad viniendo desde el bosque. Tan grande el mundo, y venir a vernos nuevamente.

    Debo decir que me ablandé un poco al ver a esos dos pequeños Pikachus tan prendidos de su hermano; esa gran alegría me contagiaba de manera sorprendente.
    El Meowth sólo nos veía extrañado, como pensando de dónde demonios habremos salido nosotros, y qué significaba toda esa escena y lo que estábamos diciendo.

    —Parece que eres muy popular, amigo —comentó.

    El Raichu nos miraba a los cuatro alternadamente, sin saber exactamente qué decir al respecto.

    —Muchachos, díganme, por favor, ¿cómo hicieron para llegar hasta acá desde el bosque? ¿También los capturaron a ustedes?

    Volteé a ver uno a uno a mis compañeros. Ambos Pikachus estaban tan contentos junto a él, que simplemente no habrían podido articular palabra para explicar. Ruz no era muy bueno para dar detalles; todas sus frases le salían atrabancadas y no lograba expresarse nunca de la mejor manera. Suspiré, decidiendo que no habría otro más que yo para responder a su pregunta.
    Antes de comenzar a hablar, un grito algo lejano me robó la palabra.

    —¡Fyrus!

    Éste se asomó por detrás de nosotros para descubrir a la que venía llegando.

    —¡Mooth!
    —Fyrus, ¡qué alegría verte de nuevo! —le confesó ella, aterrizando con pesadez y velocidad.

    Ambos corrieron a encontrarse rápidamente, igual, como si hubieran pasado años de no verse. ¡Ah, estos jóvenes tan eufóricos y sentimentales!

    —¿Has venido con ellos?
    —¡Claro! Aunque no fuera de mucha ayuda en esta búsqueda, tenía que hacer algo por ti. También supe de tu captura y decidí acompañarlos en el viaje.
    —Te lo agradezco mucho, amiga —mencionó Fyrus, luego dirigiéndose a todos—, es la mayor manifestación de afecto hacia alguien, ayudarlo cuando tiene necesidad. A todos los aprecio enormemente, y créanme que haría lo mismo por cualquiera de ustedes, de verdad. Pero Mooth, tú…

    Hizo una pausa; se notaba que buscaba las palabras adecuadas para dirigirse a la Dustox.

    —¿Qué cosa? —preguntó ella, agitando las alas un par de veces.
    —No sé, creo que tus compañeros te necesitan y te deben extrañar mucho. Yo te agradezco bastante que hayas venido a buscarme, lo sabes, pero… no tenías que hacerlo cuando sabes que no puedes alejarte así de tu comunidad. Estoy preocupado por ellos y, más que nadie, por ti.
    —¿Y eso qué? La prioridad de todos, y me incluyo, era venir a intentar traerte de vuelta a casa. Con la comunidad de Dustox puedo reunirme después, recuerda que se quedarán todo el invierno en el bosque, así que no te apures por eso.

    Con esa simple respuesta, el Raichu pareció quedarse más tranquilo y no volvió a insistir modestamente, sino que se limitó a disfrutar de la situación tan única.

    —¿Los amos están en casa? —pregunté.
    —Sí, pero están dormidos, y no saldrán. No se escucha nada —aseguró Fyrus.
    —Será mejor que nos vayamos de todas maneras —propuso Lyra—. No quiero que de pronto se entere tu amo y te intente regresar a la pokebola. Entonces sí sería difícil irnos contigo.
    —No me mantengo en pokebola —nos dijo—, y además, ya les dije que no saldrán a esta hora. Han venido muy cansados de un viaje muy largo y necesitan reposo. No se oyen los ruidos hasta las habitaciones de arriba, en serio.
    —Pero bueno, ¿qué hacemos aquí? Cuanto antes nos vayamos, mejor —intervine—. ¿O necesitas llevarte algo, o querías despedirte de alguien? No olvides que todo esto es un secreto.
    —Quería despedirme de un par de pokémon —nos confesó Fyrus, un poco nervioso.
    —¿Qué? No, por favor, no nos digas eso. ¡Vámonos ya! Sería una locura que volvieras a la casa ahora que te hemos encontrado afuera. ¡No entres!
    —Pero… pero… —titubeó muy contrariado—, ¡pero son mis amigas! ¡No puedo irme así, sin decirles que me voy! No, no puedo ser así de malvado. Les aseguro que me apuraré y luego me reuniré con ustedes para ver cómo nos iremos. ¿Pueden esperarme aquí? De verdad que no tardaré nada.

    Y ya iba tomando rumbo hacia la ventana por la que había saltado, cuando Mooth se le interpuso en el camino enseguida, aleteando con molestia.

    —No entres —dijo seriamente—. No tiene caso que vayas a darles tus despedidas, si al final no volverán a verte. Lo que sea que piensen de ti, ya no te afectará más, porque seguramente tu camino y el de ellas no volverán a cruzarse. Simplemente… olvídate de todo esto. Tú perteneces al bosque, y allá te vamos a llevar. Deshazte de la ciudad y de estos humanos que te han dado captura. ¡Vamos! Tenemos que irnos pronto, recuerda que nos esperan.
    —¡Ya síguenos! —gritó Lyra—. ¡Quiero que volvamos al bosque lo más pronto posible! Y además… esta casa me da miedo.
    —No pasará nada, no temas, hermanita —la despreocupó Fyrus, y volvió a tomar camino hacia la ventana. Esta vez, todos nos aproximamos a él, dispuestos incluso a jalarlo hacia con nosotros a fin de llevárnoslo.
    —¡Estás loco! —exclamó Mooth, quien aún se le interponía enfrente—. ¡Hemos venido por ti, y esta simpleza puede costarnos caro! Ya estás afuera, el momento es ideal, ¡hay que escapar!

    Mooth y Fyrus se miraron a los ojos. La Dustox intentaba cubrir la ventana con sus alas para que el otro no entrara por ella.

    —Perdón, Fyrus, yo te comprendo, pero tenemos que irnos —añadió, en voz más baja.

    Yo era el que no comprendía nada de la situación. ¿Por qué se rehusaba ahora a venir? ¿Qué de importancia tenía la lealtad hacia dos pokémon que ya no volvería a ver jamás?

    —De acuerdo —asintió al fin—. Creo que tienen toda la razón. Quiero ir al bosque con ustedes, ahora es lo único que me debe importar. He estado muy poco tiempo en esta casa y, sin embargo, me dejará muchos recuerdos por siempre de toda esa gente que conocí aquí, de la cual varios me trataron muy bien. Ya veo, será mejor que nos alejemos ahora de aquí para que no haya problemas, como un gran escape, aunque no tengo la menor idea de a dónde podremos dirigirnos para regresar a nuestro lugar de origen.

    Claro que yo sabía lo que íbamos a hacer, pero por el momento, nadie dijo nada. Todos los planes eran entre nosotros, y ciertamente le íbamos a resolver el problema del traslado al bosque a nuestro amigo Fyrus. ¿Pero cómo podríamos decirle lo que es imposible de comprender? ¿Cómo entendería que dos amigables humanos se prestaron para ayudarnos a salir de la ciudad, y que incluso son tan bondadosos que nos regresarán al bosque? Ni yo comprendía esa actitud tan extraña en una persona, pero Fyrus tarde o temprano iba a reclamar con mayor insistencia la explicación de la presencia de esos seres con nosotros, y a mí no me iba a quedar más remedio que contarle nuestro encuentro con ellos y la manera tan rara en cómo simpatizaron con nosotros.

    —Sígueme. Vamos a escabullirnos —le anuncié.
    —Sólo un favor, un último favor —dijo Fyrus, y se dirigió luego al Meowth, que seguía a la expectativa—. Amigo, sabes que fue un gran gusto conocerte, lo sabes. Espero que pronto te puedas adaptar totalmente a esta casa, y que vivas muy feliz en ella, ya que era lo que más deseabas en la vida.
    —Muchas gracias por esos deseos —contestó el Meowth, serio—. Y a ti, que te vaya muy bien a donde quiera que vayas. No me esperaba que te fueras a ir así, nunca me lo dijiste… pero tú me agradas mucho, eres increíble, Fyrus. El mejor tipo que había en esta casa, sin duda.
    —Yo tampoco sabía que me iría. Mis amigos han querido darme la sorpresa más grata de mi vida. Ahora, por favor, sólo te pediría que me prometieras una cosa. Quiero que les digas unas palabras a Marriot y a Midnight, y que les expliques que no ha sido mi intención abandonarlas así. Deben saber que son cosas que pasan en la vida y que yo espero con todo mi corazón que algún día las vuelva a ver, no sé en dónde, pero eso es lo que deseo…
    —¿Y qué cosas quieres que les diga? —preguntó el Meowth.

    Yo comenzaba a desesperarme por la situación. Fyrus se estaba entreteniendo mucho y parecía que esa última plática se demoraría bastante. De pronto, escuché una voz desconocida para mí. Venía del interior de la casa y me sobresalté, deseando con fervor que no fuera algún humano que hubiera descubierto nuestra insensata reunión en el jardín y que ahora intentara resguardar al Raichu. El tono de voz era femenino y desagradablemente quejumbroso, aunque un poco débil. Me puse alerta enseguida, confiado en que usaría mis agudas guadañas en cuanto ese humano saliera a obstruir o truncar nuestros planes.

    —¡Alguien viene! —exclamó Ruz—. ¡Vámonos!
    —No, esperen, no —nos indicó el Raichu incomprensiblemente—. No pasa nada, no son los amos.

    Ruz y Mooth lo jalaron hasta esconderlo debajo de un árbol cercano, y el resto de nosotros corrimos a ocultarnos detrás de la gran fuente; yo un poco más al frente, porque si era preciso, tendría que defender al grupo ante cualquier humano o atacante.

    —¿Quién está ahí afuera? —preguntó la voz.

    Una silueta se dibujó en la oscuridad del interior de la casa por la ventana. Mi respiración comenzó a agitarse, porque seguro que, fuera quien fuera, intentaría modificar u obstruir nuestro escape con el Raichu. Me adelanté un paso y me asomé por un borde de la fuente para verla mejor.
    Descubrí que no era más que un pokémon de talla baja y, seguramente, de primera fase, aunque no logré reconocerlo.

    —¿Quién anda ahí? —volvió a preguntar, un poco más segura de sí misma.
    —¡Soy yo, Marriot! —exclamó el Meowth, caminando hacia la silueta de la ventana.

    Supuse que dijo eso en un intento por proteger nuestros planes, aunque los comprendía muy poco.

    —¿Ah, sí? ¿Y quién está contigo? No estarás hablando solo, ¿o sí? —respondió la que llamaban Marriot, mientras saltaba de la ventana para salir al jardín.

    Era un pokémon rojo, probablemente de fuego, aunque muy pequeño para mí. Sin embargo, yo nunca subestimaba a ningún oponente, por débil que se viera, así es que decidí salir de mi escondite y encararla con respeto, intentando defender a Fyrus.
    Sin embargo, antes de que convirtiera a acción mi pensamiento, el insensato Raichu gritó desde el árbol en el que lo habían ocultado.

    —¡Marriot! ¡Soy yo, tranquila!

    Y de pronto, vi que salía del rincón a encontrarse con ella.

    —¿Qué haces por aquí? —preguntó ella de forma incisiva.
    —Salió a tomar aire fresco. No hay nada de malo en eso, ¿o tú crees que sí? —dijo el Meowth.
    —¿Y a esta hora? —continuó Marriot—. Vamos, dime la verdad.
    —¿La verdad, Marriot? Es bastante extraña, y no me lo creerías; sin embargo, lo que más quiero es que lo sepas.

    Marriot ladeó la cabeza, intentando comprender las palabras.

    —Pero prométeme que no lo dirás a nadie. Por favor. Ni a los amos, ni a Rey, ni al Swellow, ¡a nadie! —insistió Fyrus.
    —El Swellow no volverá, ¡pero lo prometo! Por favor dime qué pasa.

    Nuestro amigo tomó aire, y sin seguir las recomendaciones de al menos esconderse detrás de un árbol para que nadie más advirtiera su presencia y planes, comenzó a explicar lo que apenas lograba entender él mismo. Comenzó con una analogía.

    —¿Recuerdas que mencionaste que te querías ir de casa? —preguntó Fyrus.
    —Sí, varias veces. Incluso aún sigo pensando en ello muy seriamente. ¿Por qué?
    —Porque yo también me voy ahora.

    La pequeña pokémon roja sonrió, más con ironía que con felicidad. Mantenía un párpado curiosamente entornado, pero su mirada no dejaba de ser glacial.

    —¿Qué? No, es broma.
    —Te juro que es cierto, y éste es el momento en que menos me lo esperaba.
    —A ver, ¿y por qué te ha nacido ese espíritu de libertad tan de repente? —cuestionó—. Creí que te sentías increíble en casa. Incluso eres el favorito del amo, quien siempre te dedica las palabras más amables del mundo, y no comes sino las mejores semillas que se pueden encontrar en la tienda pokémon. Todos te tratan bien, no es lo mismo que mi situación. ¿Por qué te quieres ir, ahora que comienzas a vivir de verdad? No encuentro la lógica.
    —Es que… han venido a rescatarme de sorpresa.

    Marriot lo miró primero, muy fijamente, por varios segundos; luego dirigió su vista hacia todos los rincones del jardín, no encontrando a nadie porque estábamos finamente ocultos.

    —Aún crees estar soñando. Vuelve a dormir.
    —¿Te estás burlando? ¡Sólo digo la verdad! ¡Es momento de irme!
    —Al menos dime quién ha venido a rescatarte.
    —Mira. ¡Oigan, muchachos, salgan, por favor! Salgan, de verdad, es seguro.


    Primero salieron los dos Pikachus, muy confiados en las palabras de su hermano. Luego se acercó lentamente Mooth, aleteando con inseguridad hacia el punto en donde se hallaba Fyrus y su acompañante. Ruz se asomó por detrás del tronco del árbol que lo cubría y al final, yo también terminé por salir desde atrás de la fuente. No sabía el objetivo de ese descubrimiento tan infundado, pero lo hice porque los demás ya se habían descubierto.
    Marriot nos miró extrañadísima de ver pokémon tan inusuales como nosotros… Y fue entonces cuando comenzó a creer la historia que le contaba Fyrus.


     
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    Hns

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    Por favor que se la lleven D: no, creo que seria muy fácil si se las llevaran. Agh! no se que sucederá! aunque mencionaron que son los humanos de la tienda, asi que puede que los capturen a todos de una vez e intenten robarse las piedras de nuevo. D:
     
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    Cygnus

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    Hns no pensaba hacer esto tan pronto, pero ya comentaste xD
    Pues aquí pongo el capítulo de despedida del Meowth. Cierro su ciclo y termino de vincular su destino. Se atan los cabos sueltos y Meowth nos dice adiós :3 El fic se acaba pronto...
    Es larguito pero es su final x´D


    ___


    XXX

    Meowth

    Juro que ahora sí no entendía lo que estaba sucediendo. Todo era tan confuso para mí, ¡y lo peor es que ninguno era tan amable de explicarme qué demonios estaba pasando! De repente habían aparecido cinco pokémon extraños, que no conocía y que nadie me los presentó. Parecía que yo era como invisible, mientras Fyrus hablaba embobado con ellos, como si hiciera años que no los viera. Debió haber sido muy popular en su bosque.
    Bueno, a pesar de que no entendía nada de la escena, me conmovió un poco, porque pude suponer que eran amigos viejos de él, que no veía en algún tiempo y que ahora le habían querido dar una sorpresa en la casa. No me enteré muy bien de dónde venían o cuál era su objetivo en un principio, pero me gustó ver a este Raichu tan alegre, después de estar tan mustio todo el tiempo en la casa.
    Y a pesar de todo eso, se me pusieron los pelos de punta al darme cuenta que venía Marriot hacia acá. ¡Esa terrible Vulpix había descubierto el secreto! Seguramente vendría a armar un escándalo, a intentar poner todo en orden y decirle al Raichu que se metiera inmediatamente a la casa, mientras trataría de intimidar a los extraños, ahora que sabía cómo manejar el fuego. ¡Malvada Vulpix! A veces se sentía la dueña de la casa.
    Sin embargo, no todo sucedió tal y como lo había pensado en un principio, o mejor dicho, sucedió exactamente lo contrario. No llegó amenazante, ni burda ni ofensiva como es su carácter normal, sino que esta vez parecía bastante confundida. Además, a mi parecer, se veía bastante somnolienta, o algo así, porque no parecía muy fuerte en ese momento.
    De primer momento, yo intenté ocultar el secreto de Fyrus, pero luego él mismo lo reveló, diciendo que quería que ella supiera todo al respecto. ¡Y a mí ni siquiera me cuenta!
    Después resultó que estos pokémon del bosque venían con la misión secreta de rescatarlo de sus “captores”, entre otras locuras que me hicieron ver muy singulares a este grupo de amigos suyos.

    —Entonces… ¿éstos son tus amigos? ¿Éstos planean secuestrarte y llevarte de vuelta al bosque? —preguntó Marriot, con cierta burla en su tono de voz.

    El Scyther se aproximó un paso, mientras que uno de los Pikachus juntaba, distraídamente, una piedrecilla de colores del jardín.

    —¿Cuál es tu problema, pequeño pokémon? ¿De nosotros te vienes a burlar? —dijo el primero, adelantando sus navajas que tenía en los brazos.
    —No me hables en tono amenazante —se defendió la Vulpix.
    —Cálmense, cálmense ambos. No hay por qué pelear, y menos ahora —terció Fyrus de manera oportuna—. Me interesa más que todos se conozcan, aunque quizá en estos momentos ya no tenga mucho caso.
    —Fyrus, no me digas que es real esa idea tuya. Vamos, sabes que es absurdo esto. ¿Cómo estos cinco pokémon te van a llevar de vuelta al bosque? Estás desvariando, será mejor que regreses a la casa. Y ustedes, ustedes seguro que están locos, y están contagiándole ya la locura a Fyrus.

    Ahora fue la Dustox quien se interpuso entre Fyrus, Marriot y el Scyther.

    —No sé quién seas, pero será mejor que te retires ahora. Nada nos va a detener ahora que hemos venido desde muy lejos, y si hemos de luchar contra todos los habitantes de esta casa para liberar a Fyrus, no dudes que lo haremos. Será mejor que no muestres oposición, porque somos más y seguro que te iría mal.

    Fyrus parecía angustiado y molesto por el intercambio de amenazas.

    —Mooth, estás confundida. Y tú, Marriot, cálmate, no se pongan así. No quiero que nadie pelee, por favor. Sólo necesito que entiendas que debo irme ya al bosque, debo irme con ellos… que es lo que más deseo. Te pido que no le digas a nadie, así como lo prometiste. ¡Por favor, ayúdame!

    Marriot bajó la cabeza un poco al cabo de unos segundos.

    —Perdón —murmuró.
    —Está bien —contestó también quedamente Fyrus, mientras le pasaba una mano por sus mechones de pelo—. Te voy a extrañar mucho.

    Todos contemplábamos ahora la escena que se estaba desarrollando entre el Raichu y la Vulpix. Al principio, ella no dijo nada, ni siquiera elevó su mirada, pero poco tiempo después, alzó su rostro, titubeante, y luego balbuceó.

    —No te vayas…

    El Raichu la miró con calidez.

    —Es necesario. Ahora… debo devolverles el favor a mis viejos amigos.
    —Por favor… —insistió ella.

    Confieso que nunca la había visto así. Su espíritu de hierro nunca había demostrado ternura en sus palabras.

    —Anda, no me dejes, no quiero que te vayas —dijo Marriot—. Eres mi mejor amigo.

    Si esas palabras me hicieron un nudo en la garganta, no puedo imaginar el efecto que le causó al pobre Raichu.
    El caso es que hasta el Scyther grosero guardó silencio, respetando la situación. Nadie articulaba palabra, pero Marriot no se daba cuenta que era el centro de atención de muchas miradas.

    —Sabes que tú también. De ti he aprendido muchísimas cosas, y pasamos un par de gratísimos momentos. La verdad es que nunca te voy a olvidar, siempre te tendré presente, te lo prometo. Pero ahora… ahora debo partir. Recuerda que yo no pertenezco a este lugar, sino al bosque, y a él debo volver. Es el destino, es la naturaleza —contestó Fyrus.
    —Pero yo… yo… —dijo enseguida ella, callándose después. Al cabo de un rato continuó, con voz quebrada —Yo… ¿yo que voy a hacer ahora sin ti?

    El Raichu volvió a acercarse a ella.

    —No tienes por qué preocuparte, Marriot. Te quedan amigos que te quieren mucho. Tienes a Midnight; sabes que esa pequeña vale oro. ¡Y mira quién más está con nosotros! Tienes también al Meowth, que es un excelente amigo. También podrías comenzar a amistarte con Rosy… ¿ya ves? Ambos tenemos una gran vida por delante junto a extraordinarios amigos… sólo que por caminos separados.

    Marriot asintió, al fin, resignada. Seguramente debería dejar ir a Fyrus sin más. Se acostó en un pedazo de tierra seca bajo un árbol para reflexionar sobre lo que estaba ocurriendo, mientras volvían los murmullos entre los amigos del Raichu. Éste también aprovechó para acercarse a mí y dedicarme unas últimas palabras antes de irse.

    —Meowth, a ti tampoco te voy a olvidar aunque me vaya lejos. Eres un gran pokémon con un espíritu libre y soñador. De verdad, te considero como un amigo bastante apreciable. Fue una suerte que nuestras vidas se hayan cruzado y habernos topado para conocernos.
    —Lo mismo pienso de ti, Fyrus —le dije, intentando mantener el mismo tono—. Te deseo muchísimo éxito a dondequiera que vayas. Sé que una gran vida te espera por delante, así que intenta aprovecharla al máximo. Y si algún día llegas a volver a la ciudad, no olvides visitarnos, que aquí estaremos para recibirte. Seguro que a los amos también les daría infinito gusto volver a verte.
    —Gracias, Meowth —contestó enseguida, sonriendo—. Por favor, dile a la pequeña Midnight que la voy a extrañar muchísimo.
    —Pierde cuidado, se lo diré —afirmé.
    —Dile que es una gran Eevee y que espero que algún día se realice su sueño de ser una hermosa Umbreon, o una poderosa Flareon. Qué gusto me daría si se pudiera superar de esa forma.
    —Claro que sí, yo le comunicaré tus palabras.
    —Cuida mucho su amistad —me dijo más bajo—. Espero que sean buenos compañeros.
    —Lo seremos… y a ti, que te vaya muy bien —le dije de todo corazón.




    Fyrus se alistaba para irse. Ya comenzaba a pedir explicaciones a sus compañeros que lo habrían de acompañar durante el largo viaje, y él aún seguía preguntándose cómo harían para recorrer esa distancia enorme que había entre las regiones cálidas del bosque y el clima glaciar de la ciudad. Seguramente estaría muy lejos su destino.
    Pero antes de que pudiera decir algo más, Marriot intervino desde el fondo.

    —Fyrus, espera.

    El Raichu y sus amigos voltearon a verla.

    —Por favor, muchachos, ¿habría lugar para una pokémon más en su viaje?

    Me recorrió un estremecimiento nervioso. ¿Marriot pensaba en abandonarnos también para irse al bosque? ¡Qué gran locura!
    El Scyther ladeó la cabeza.

    —¿Qué quieres decir?
    —Quiero ir con ustedes al bosque —respondió con sencillez.
    —Imposible —resolvió al instante el Scyther.
    —¿Por qué? —inquirió Marriot.

    El gran bicho tomó aire para explicar brevemente.

    —Porque ninguno de los de tu especie es bienvenido en nuestro bosque.

    Marriot volvió la cabeza hacia donde estaba Fyrus, el cual la veía atentamente sin decidirse a decir nada.

    —¡Por favor! —insistió—. ¡No los molestaré en nada durante el viaje, se los juro! Y… y… ¡y ayudaré mucho en el bosque!
    —Marriot… ¡me encantaría que vinieras conmigo! ¿De verdad estás dispuesta? —preguntó Fyrus.
    —¡Claro! No deseo otra cosa que ir al bosque, al lugar que durante toda mi vida he soñado. ¡Los bosques son tan hermosos! Y yo… ¡yo quiero ir a éste!
    —Te repito que es imposible —contestó más tajante el Scyther.
    —Por favor, no sean tan crueles… díganme por qué no pueden aceptarme en su comunidad —insistió con tenacidad la pokémon de fuego.
    —Mi abuelo es el jefe de la comarca —explicó el Bulbasaur—. Y desde siempre, en todas las generaciones pasadas de Venusaur, se ha negado rotundamente la entrada a todo pokémon de fuego a nuestras tierras verdes, a raíz de todo el mal que han causado estas criaturas en general.
    —Pero yo… yo soy muy calmadita. Les juro que no haré nada de daño. Ni siquiera puedo controlar bien mi poder de fuego. Además, yo misma hablaré con ese Venusaur para que me acepte. Debo convencerlo de que no todos los pokémon de fuego causan daños a su sociedad.
    —Yo también hablaré con él —se apresuró a complementar Fyrus—. Tú debes ser bienvenida en el bosque.
    —Pero… —balbuceó el Scyther.
    —Nada se perderá con intentarlo, supongo —interrumpió el Bulbasaur—. Amiga, puedes venir con nosotros, si así lo deseas.
    —¡Gracias, muchísimas gracias! —exclamó, estallando en júbilo—. Estoy eternamente agradecida por haberme aceptado. De verdad, no sé qué decir.

    Y corrió hacia el grupo de viajeros.

    —Mi nombre es Marriot —les anunció.
    —Yo soy Ruz, mucho gusto —comenzó el Bulbasaur.
    —Mi nombre es Lyra, y mi hermano es Don —se apresuró a presentar la Pikachu.
    —¡Qué agradables son en realidad todos ustedes! —decía alegremente Marriot.
    —Bueno, ahora sí ha llegado la hora de la partida —comentó Fyrus con un poco de tristeza.
    —Extrañaré mucho esta casa, de la que tengo tantos recuerdos —dijo, triste, la Vulpix—. ¡Pero ya no deseo estar más aquí! Estos humanos me mantuvieron engañada durante tanto tiempo… ¡y yo ciega! Menos mal que ya me he librado de Emily. ¡Y lo de Rey! ¡Ya no tendré que vivir angustiada, huyendo de un maldito pokémon que quería deshacerse de mí a toda costa!

    Luego depositó su mirada en el rostro de Fyrus.

    —Y todo te lo debo a ti. Fue una suerte haberte conocido. Si nunca hubieras llegado a esta casa, nada hubiera cambiado y seguiría sufriendo ahí.
    —Y gracias a que yo te conocí, han cambiado tantas cosas en mi forma de pensar… Ahora me doy cuenta de que estaba equivocado en mi creencia sobre los humanos. ¡Muchos son tan buenos! Y gracias a ti, he vivido una experiencia inolvidable en la ciudad.

    Marriot volvió a sonreír y justo después me miró.

    —Meowth, ¡saluda mucho a Midnight de mi parte! ¡Dile que la quiero mucho, y que espero que podamos volver a vernos pronto!
    —Pierde cuidado, le diré —contesté.
    —Y no sólo eso… —dijo, acercándoseme lentamente—. Dile que yo tengo mucha fe en ella, que es una gran Eevee, y que espero que sea muy feliz. Para mí, ella fue como mi hermanita menor. Dile que no esté triste, porque seguramente algún día volveremos a vernos nuevamente.

    Asentí.

    —¡Así será! —aseguré con convicción. Todos esos mensajes, seguramente se los diría por la mañana.
    —Entonces… hasta pronto, Meowth.

    Corrió hacia donde estaba el grupo de viajeros. En él, Fyrus aún se despedía de mí agitando su mano. Luego, comenzaron a caminar en dirección a la puerta de hierro; unos volaron por encima de ella, otros se arrastraron por debajo y otros, con menos dificultades, la atravesaron por en medio de los barrotes.
    Así, tomaron rumbo hacia la derecha, del lado de la calle. Yo corrí a pegarme a la reja que circundaba el jardín, para revisar hasta dónde darían vuelta por la esquina.
    Giraron enseguida, lentamente, perdiéndose detrás de un grandísimo edificio gris.
    Dejaron sus huellas impresas en la nieve.
    Ésa fue la última vez que los vi.






    A la mañana siguiente, desperté en una habitación clara con hambre y muy pocas ganas de moverme. Sin embargo, era tarde, a juzgar por el Sol que ya se levantaba por todo lo alto del cielo. ¡Rayos! Debía haber actividad en la planta baja; quizá los amos ya habían terminado de comer… y yo ahí, durmiendo aún.
    ¿En dónde estaba? Parecía la habitación de los dueños de la casa, justo en donde estuve cuando la buena mujer me llevó al resto de la familia, presentando mi formal adopción.
    Al mirar alrededor, noté que dicha habitación era muy bonita; nunca había visto algo así desde que tengo memoria. Antes, cuando vagaba por las calles, me gustaba asomarme a todas las casas para ver el estilo de vida de los humanos, porque cada uno vivía de diferente manera. Algunas casitas eran de madera y otras, más seguras, de concreto. El aspecto de la gente que residía en ellas también variaba, dependiendo del tipo de casa. Las más bonitas también guardaban a personas de buen ver.
    Y aunque llegué a descubrir viviendas que contaban hasta con chimenea, realmente nunca había visto una como ésta. Era sencillamente excepcional. Por eso me hechizó desde la primera vez que la vi, queriendo a toda costa entrar en ella, como quien se pone un objetivo que desea cumplirlo. Nunca entraba a las casas, a pesar de que muchas veces me imaginé dentro de ellas, al calor de una fogatita en la chimenea, jugando bajo una silla con alguna bola de estambre que frecuentemente ocupan los humanos para elaborar sus ropas.

    ¡Oh! Pero ahora debía encontrarme con Midnight para cumplir los encargos que me habían confiado Fyrus y Marriot. ¿En dónde estaría esta pequeña Eevee? Seguramente ya se había dado cuenta de la ausencia de su amiga Vulpix, así como del Raichu. Yo solamente necesitaba explicarle lo que había entendido por la noche, diciéndole que, de repente, ambos habían abandonado la casa para emprender ruta hacia un bosque lejano, dejándome dicho que me despidiera por ellos. ¡Qué gran locura! ¡Nunca me creerá si le digo eso!
    En fin, que estaba pensando qué tonterías iba a decirle a mi amiga, cuando de repente me asusté al escuchar unas pisadas cercanas que se aproximaban cada vez más a la entrada de la estancia. Seguro que eran los humanos. Pero… no se escuchaban como las pisadas de las personas, sino que eran unos sonidos muy sutiles y gráciles.
    ¡Claro, no estaba solo! ¿Cómo se me ocurría que lo estaría?
    El susto cesó por un momento, pero sólo para arreciar con mayor ímpetu.
    El que entraba, una figura elegante y blanca, me llenó de terror con su simple presencia.
    ¡Era ese Persian de nuevo! El mismo que había descubierto cuando recién llegué y que me miró de forma tan amenazante. Lógicamente, al entrar, descubrió mi figura y enseguida se dio cuenta de quién era. Me miró por un espacio prolongado con esos ojos aterrorizantes.

    —Hola —le dije, en un intento por suavizar la escena.

    Él no me respondió, sino que volteó la cabeza groseramente y continuó andando hacia donde supuse que era su cama.

    —¿Ahora voy a tener que compartir esta recámara contigo? Es ridículo —me dijo de pronto, sin voltear a verme.
    —Así parece ser —contesté un poco apenado, porque supe enseguida que le molestaba el hecho.
    —Qué idiotas son los amos. ¿Por qué no me dan un cuarto privado? Odio compartirlo, y más con pokémon de clase tan baja como tú —continuó murmurando.
    —No te preocupes, te juro que no voy a molestarte en lo absoluto.
    —¡Me molestas con tu simple presencia! —exclamó el Persian.

    Tragué saliva. No parecía un pokémon muy social, aunque quise aparentar que no me infundía miedo. Al contrario, como deseaba ambientarme al lugar y no llevarme mal con nadie, quise continuar con la plática. Quizá podría ablandarlo un poco.

    —¿Cómo te llamas? —pregunté.
    —No te compete —respondió el muy zafio—. No mereces saber mi nombre.

    Lo miré desde mi lugar. El Persian aún no volteaba a verme, sino que se limitaba a quedarse quieto en su gran cama roja.

    —Me agradan los Persian —comenté—. ¿Será porque soy un Meowth?

    Al fin, giró su rostro para verme con más claridad. Sus ojos chispeaban.

    —Eres demasiado pretencioso como para intentar amistar conmigo. No mereces ser mi amigo, y yo no puedo rebajarme a tu altura para serlo también. ¡Cállate y déjame en paz, o verás que soy capaz de cerrarte la boca!
    —No debes hablar de esa manera —observé, un poco contrariado por sus horribles modales—. Además, no tienes por qué rebajarte, si ambos vivimos en la misma casa y gozamos de los mismos derechos con los amos.

    El Persian se incorporó de súbito, como a quien le ha molestado algo de forma especial.

    —¡Miserable Meowth! —gritó con tono horrible—. ¡Tienes la desfachatez de decir que tú y yo somos iguales! ¡Enano tonto! ¿No te das cuenta? Yo soy un Persian de la clase alta, el fiel acompañante de uno de los hombres más ricos de la ciudad… y tú, en cambio, no eres más que un felino sucio y asqueroso que ha venido de las callejuelas de la ciudad para robar en la casa, y que, por suerte para ti, has agradado a los amos de forma extraña.
    —Pero ahora pertenezco a esta familia, ya no soy un Meowth callejero —me defendí—. Además, yo no vengo de las callejuelas de la ciudad.
    —No mientas. Sólo eres otro de esos miserables ladrones que entran para hurtar todo lo que pueden de la cocina. Tú has corrido con suerte. Tu llegada no se compara con la mía. A mí me adoptaron desde el más fino criadero del país. ¿Y tú?
    —Yo vengo del barrio, no de la ciudad —contesté.
    —¿Del barrio? ¡Mientes! El barrio está muy lejos de aquí. Vaya que además de sucio e indigno, tengo un compañero mentiroso.
    —¿Por qué no me crees? —pregunté con curiosidad. Era extraño.
    —¿Quién te ha traído hasta acá? —se interesó el Persian.
    —Nadie. He sido yo, quien se aburrió de los callejones apestosos del barrio y de los malos tratos de ciertos Sneasel, y he venido a la ciudad a intentar dejar todo atrás y renovar mi vida.

    Él se quedó pensando unos instantes.

    —Ya basta. No me hables más. Te lo advierto.

    Y volvió a echarse en su cama con autoritarismo, sin voltear a verme. Sin embargo, yo continué insistiendo. Podía ser un mal Persian, grosero y tosco, pero al fin, era la evolución de un Meowth como yo… lo que sería dentro de algún tiempo.

    —¿Cómo evolucionaste a Persian? —pregunté.
    —Ya te dije que no me hables —respondió, sin volver la vista.
    —Pero… quiero saber, porque yo algún día seré como tú. Admiro mucho a los Persian.
    —Eso es, lo único que te queda es admirarme, porque nada más podrás lograr para estar a mi altura. Admírame, y cállate.
    —Por favor, ¿cómo se logra evolucionar a Persian?
    —Bueno, ¡ya cállate de una vez, enano! —explotó—. ¿Vas a seguir fastidiándome toda la tarde? ¡Maldición! Ya no quiero seguir escuchándote, y no te recomiendo que me conozcas enojado. Si continúas molestando, voy a arrancarte la lengua. Si tanto te interesa saber cómo llegar a un Persian, ¿por qué diablos no le preguntaste nunca a tus padres, tonto?
    —Porque no tengo padres… nunca los conocí. Sólo he vivido así desde que recuerdo.

    Volteó a verme, ahora con un poco de curiosidad.

    —¿Eso es cierto?
    —Sí. Desde pequeño tuve que arreglármelas solo en los terribles callejones del barrio; seguro que mis padres murieron cuando nací… o quizá me abandonaron. El caso es que nunca los conocí, así que ignoro mi origen. Mira, ni siquiera tengo nombre. Nadie me bautizó nunca, así que todos me llaman Meowth. Me pesa bastante no tener conocimiento ni de mis padres.

    Él gruñó ligeramente, y luego, como si no me hablara, dijo con voz lejana.

    —Ese barrio del que hablas es de lo más sucio. Sobre todo en la parte norte, es asqueroso.
    —¡Oh! Pero, ¿tú has estado ahí? —pregunté, con renovado interés.
    —No, ¡no! Pero… me han contado —fue su respuesta, un tanto titubeante—. Yo no saldría de esta ciudad para ir a ensuciarme a tu asqueroso barrio.
    —Dime, por favor, ¿qué te han contado de él?

    El Persian agitó la cabeza hacia los lados rápidamente, luego me miró con fijeza.

    —Lo que te dije, ¿qué te importa? Sólo sé que es un barrio muy bajo, en donde vive la clase más baja de la sociedad. Sobre todo en la parte del sur, en donde abundan los Sneasel y les roban cosas a los pokémon estúpidos como tú.
    —Así es. Esos Sneasel son terribles.
    —Sobre todo Bukes, su líder. Tiene fama de asesino.

    De repente, como si estuviera ahogando sus propias palabras, se calló de súbito y no pudo evitar llevarse una garra a la boca, en señal de que estuvo hablando de más. Yo me extrañé bastante, por mi parte, pues poco esperaba que conociera a ese tipo de criaturas. ¿También éste tenía relación con los Sneasel?

    —¿Cómo sabes eso? —le pregunté.
    —Ya te dije que me han contado —contestó un poco más inseguro, con un ligero temblor en la voz.
    —¡Dime quién te ha contado!

    El Persian se quedó pensando largo rato, quizá intentando inventar alguna mentira, pero como no se le ocurría ninguna, no tuvo más remedio que confesar lo que desde hacía rato ya venía imaginándome ligeramente.

    —Está bien, tú ganas. Sí, sí he estado en ese barrio de donde tú provienes. ¿Y qué?
    —¿Tú, en el barrio?
    —Cállate, no me preguntes más. Déjame en paz, no me hagas seguir hablando.
    —¡Pero quiero saber qué relación tienes con mi barrio! A lo mejor nos llegamos a conocer y yo ni me acuerdo.
    —No… yo estuve en el barrio hace mucho, antes de que me adoptaran…

    Yo lo miré sorprendido.

    —¡Dijiste que te habían comprado del más fino criadero del país!

    El Persian se turbó de una manera increíble; había logrado hacer caer a ese tirano regañón en una clara contradicción de la que ahora no podía escaparse. ¡Ja!

    —Meowth, cállate de una buena vez. No quiero… —comenzó a decir, y luego, cambió el tono drásticamente—. ¡Te juro que si mis palabras salen de aquí y llegas a contárselas a los demás, no voy a tener piedad en destriparte!
    —Saldré con el chisme, si no terminas de contarme —dije, sonriendo—, e iré a contar mil mentiras más sobre ti.

    Él me rugió con profundidad, sonoramente, como si quisiera intimidarme exponiendo sus filosos colmillos; pero yo sabía que no podía hacerme nada en esos momentos. Los amos estaban cerca, y todos se darían cuenta de su ataque.
    Hasta que se calmó un poco, fue cuando tuvo que darse por vencido.

    —Si te cuento, es porque eres un Meowth, y aunque eres muy desagradable y estúpido, tengo cierta afinidad a los de tu especie. Pero en realidad sólo es eso. También vengo del barrio, como tú, y me adoptaron de una forma parecida. Es falso lo de los criaderos. ¿Ahora estás feliz? Sólo con que me entere que Marriot o alguien más lo sabe, y te voy a colgar del pararrayos que está en el tejado.
    —No te preocupes por eso —le aseguré, muy interesado en la plática—. Pero dime, ¿de qué parte del barrio vienes?
    —Hmm… ya te dije que del Sur.

    El Persian bajó la mirada, con una humildad que nunca había visto en él. Ahora ya no debía aparentar nada frente a mí. Ambos veníamos del mismo lugar.

    —Lo que más me dolió fue cuando me separaron de esta Persian —continuó diciendo—. Los humanos me dieron captura y no tuve ni oportunidad de despedirme de ella, quien fue la única criatura razonable que he conocido en mi vida. Era maravillosa. Pero bueno, esos humanos lo que hicieron fue capturarme, me llevaron a una tienda pokémon y ahí me adquirió el señor Maillard, hace ya unos tres años. Supongo que me eligieron por mi llamativa belleza.
    —No había muchos Persian o Meowth por esos rumbos en ese entonces, ¿o sí?
    —No. Ella y yo prácticamente éramos los únicos que habitábamos esas calles. Creo que había más Meowth, pero sobre todo del lado Oeste del barrio. Nosotros estábamos, como te dije, hacia el Sur.
    —¿Por donde está el Gran Reloj? —pregunté, esperanzado de que conociera los mismos lugares que yo.
    —En efecto. ¡Has acertado! —exclamó sorprendido—. Justo debajo del Gran Reloj es donde pasábamos la mayor parte de nuestros días. ¿Sabes algo?

    Yo estaba casi sin habla.

    —¿Qué?
    —También como tú me tocó lidiar con molestos Sneasel. Conozco muy bien a todos ellos, en especial a su líder, Bukes. Un día lo tuve contra la pared y mis zarpas… era Sneasel muerto… de no ser por sus molestos amigos, que lo salvaron de su final fatal. Entre todos me atacaron, y no tuve más remedio que dejarlo libre. Pero eso sí, cobré víctimas entre ellos. A mí nunca me han intimidado esos asquerosos.

    Intenté remojar mi boca, pero mi lengua estaba seca, y me recorría un sudor frío mi cuerpo.

    —Sobre todo, luchaba para ganarme a esta Persian de la que te comento —continuaba hablando de sus anécdotas mi interlocutor—. Pobre, estaba esperando una cría de Meowth cuando la dejé… o cuando me hicieron dejarla, mejor dicho.

    Sentí que mis ojos chispeaban de alegría o de desconcierto, no supe definir exactamente mi sentimiento, pero sí me recorrió un temblor extraño mientras experimentaba un nerviosismo difícil de describir.

    —¿Cuál dices que es tu nombre?
    —Mi nombre es Rey —contestó de un modo ya más accesible, ahora que me había ganado su confianza y que había permitido que se desahogara de toda su historia oculta.
    —Oye, Rey —comencé, con un revoloteo en el estómago—, ¿y no se te ha ocurrido que quizá yo sea…?
    —¿Que tú seas qué? No comprendo a qué te refieres.
    —¿…que yo sea aquél hijo de esa Persian de la que me comentabas? —proseguí, con el corazón en la garganta. Lo único que esperaba era que no reaccionara para mal ante mis atrevidas conjeturas.
    —¿De mi Persian? —preguntó—. ¡Imposible! Si no… serías también hijo mío. Y eso es simplemente imposible.
    —¿Por qué? Mira… todo coincide. Por favor, permíteme que te explique. Tú vienes del barrio, igual que yo… exactamente de los callejones aledaños al Gran Reloj, justo donde yo pasé toda mi vida. Y nunca te conocí, puesto que cuando nací, ya te habían dado captura. Además, ambos sabemos que no hay muchos de nuestra especie habitando el lado Sur de nuestro barrio. No hay muchas posibilidades de que haya sido concebido por otra pareja de Persian, siendo que tú mismo aceptas que no había otra más que ustedes.

    Rey abrió mucho los ojos y se quedó reflexionando por largo rato acerca de mis opiniones. No se molestó; quizá ni siquiera le dio lugar a ese sentimiento debido a lo sorprendido que estaba de que esto haya podido ser real.

    —¿Y tú no conocías a otros Meowth por ahí? —me preguntó, con un hilo de voz, al cabo de cierto tiempo.
    —No… —contesté, sin poder contener el temblor de mi voz—. No, yo era el único Meowth que vagaba por esos callejones.
    —Y tú… —dijo, casi para sí—, tú… tienes más o menos esa edad… ¡Casi tres años van desde mi captura!
    —¡Pues casi tres años son los que tengo! —exclamé, incrédulo.
    —¡Entonces es verdad…! —terminó soltando, antes de que se le fuera la voz por completo.

    Ambos estábamos de frente; Rey con una postura increíblemente atenta y abierta. Se le había quitado toda la pereza, pero sobre todo, la vanidad y el orgullo con el que había entrado a la habitación y ahora, parecía que nada más en el mundo importaba, sólo nuestro misterioso asunto.
    Yo sentía como si mi corazón estuviera recorriendo todo mi cuerpo a una velocidad vertiginosa. Tenía la boca abierta y juro que no la podía cerrar.

    —¡Al fin! —exclamé, casi sin pensarlo—. ¡Entonces, al fin te he encontrado! ¡Tú, no hay duda, tú eres mi padre!
    —¡Y tú, joven Meowth… tú eres mi auténtico hijo, mi único hijo, la criatura de mi querida Persian…! ¡Meowth, no puedo creerlo! ¡No, aún no puedo…!
    —¡El destino es grande! —le contesté, efusivamente—. ¡Y nos ha reunido aquí para que al fin pudiera conocerte! Rey… Padre mío, ¡te he buscado toda una vida, y aquí te encuentro, de la forma más inusual que haya podido imaginar!

    Él me miraba como si yo fuera un auténtico fantasma.

    —No sé qué decir, Meowth, perdón —contestó, parco como siempre.
    —No digas nada, por favor… padre —le dije, muy seguro de sí mismo, y no aguanté más para correr a abrazarlo con todas mis fuerzas, como si tuviera el completo conocimiento de que él, en efecto, era el Persian que había estado buscando—. Dime… ¿me aceptarías como tu hijo?

    Noté que tenía un nudo en la garganta, al igual que yo.

    —¡Claro, Meowth! ¡No renunciaría a ti por nada del mundo! Por los dioses… ¡esto es un milagro! —exclamó con sincero entusiasmo, y casi sin querer, me correspondió el abrazo.

    Cerré los ojos, extasiado ante lo que estaba sucediendo. ¡Estaba tan poco preparado para enfrentar esta escena! Pero… ¡pero todo estaba saliendo bien!

    —Sí, es un milagro de los dioses —me continuaba diciendo, ahora en un murmullo—. Jamás pensé que encontraría a aquella criatura que mi querida Persian estaba esperando en esos tiempos… ¡y mírate, mírate nada más! ¡Eres tú, mi querido Meowth!
    —Padre mío, si esto es real, estoy tan orgulloso de pertenecer a tu linaje…
    —Tienes mi sangre, mi sangre fuerte y altiva. Verdaderamente eres mi hijo, no hay duda. ¡Serás un gran Persian, con tan sólo ver tu sólida constitución de Meowth lo puedo predecir!

    Y luego no dije nada a esto, sino que continué con mis ojos muy cerrados, intentando no pensar en otra cosa que no fuera el gozo de pensar que ahora tenía a alguien en el mundo a quien llamar padre, lo que se me hacía rarísimo. ¡Había alguien como yo! ¡Ya no me sentía tan solo en el mundo!

    —Perdón por el trato que te di hace un momento —murmuró—. Perdón, pero yo no sabía…
    —Tranquilo, no te preocupes —le aseguré, con un ademán de sincero afecto—. Yo te comprendo. Pero intentemos… no ser tan altivos de vez en cuando. Eres fuerte, padre, pero no debes imponerte de esa forma ante los que tienen marcada debilidad.
    —Vas a ser un gran Persian, sincero y de gran corazón —me dijo—. Creo que tengo mucho que aprender de ti. ¡Qué orgulloso estoy de que mi único familiar que me queda en este mundo sea así de maravilloso! ¡Soy muy afortunado!
    —Lo somos, padre, lo somos. Nada me causa más satisfacción que verme como el único hijo del gran Rey, el Persian del señor Maillard.

    Él sonrió suavemente y se limitó a mirarme con ternura, como quien mira a un bebé recién nacido. Verdaderamente, creo que a partir de ese momento, su corazón se había ablandado de una forma notable. Ahora que contaba conmigo, su comportamiento por demás altivo y arrogante ya no volvería a ser el mismo de antes. Y me lo confirmó aún más cuando siguió diciendo.

    —Meowth, hijo, yo te prometo que a partir de ahora, cambiaré mis malos hábitos por ti. Sé que a veces he actuado mal con los humanos y los pokémon que me rodean, incluso hasta contigo, y la verdad… quiero remediarlo, y hasta compensarlo, y créeme que lo haré por ti. No ignoro que es una mala conducta, así que no quiero ponerte ejemplos que no sean buenos. Tienes un corazón de oro, como no había notado en nadie más que en mi Persian, tu madre. Por eso, es mi deber cuidarte y darte una buena educación, como lo hacen los padres responsables y comprometidos con sus hijos. Yo he llevado… una vida llena de haraganería, y creo que es el momento de cambiar. Después de todo, por algo has llegado a mi vida, ¿o no? Por algo nos hemos reunido, porque existe algo que es necesario que cambie en nuestras vidas. Yo creo bastante en el destino, y el día de hoy me he llevado esta gratísima sorpresa, ¡imagínate nada más, yo, que ya me había rendido de buscar algún familiar perdido, encuentro uno en un día tan común y corriente! Pero ya se acabó; a partir de ahora seré otro Persian, seré un Rey completamente distinto, y que todo sea por tu bien. Procuremos ser los mejores Persian y Meowth de todos, ¿está bien?
    —Es una gran decisión, te felicito enormemente, y créeme que yo haré lo mismo. Quisiera comprometerme conmigo mismo así como lo haces tú. Ahora, ¡quién lo diría!, empezaremos una nueva vida… juntos, en esta casa.

    Ambos nos sonreímos mutuamente, como quienes hacen un acuerdo tácito, mudo, pero totalmente entendible.

    —Una pregunta —dije al cabo de ello—. ¿Ahora sí podré tener un nombre propio? Estoy cansado de que me llamen Meowth.
    —¡Claro que sí, y no sólo eso, te mereces el nombre más digno del mundo!
    —Gracias… pero supongo que el nombre me lo colocarán los amos —dije, un poco desanimado. Aborrecía el nombre de “Marriot”, y deseé que no me pusieran otro así de ridículo y chocante.
    —¡De ninguna manera! —contestó Rey, muy decidido—. El nombre te lo coloco yo, puesto que eres mi hijo.
    —¿En serio? ¿Y cuál será? ¿Ya tienes pensado cómo podrías bautizarme?
    —Hmmm… creo que se me ocurre un nombre muy bueno —dijo, sonriendo.
    —¡Dímelo, por favor!
    —Espera. Vamos a comunicarles a los humanos todo, incluyendo el nombre que he pensado.

    Así, salimos de la habitación ambos, entre risas y buen humor.





    Una vez que llegamos a la sala de estar, sorprendimos a toda la familia que estaba ahí reunida, en la mesa bonita que me había llamado la atención, junto al delicado fuego que ardía en la chimenea. Era un día frío.

    —¡Miren, quién lo diría! —exclamó el señor Maillard—. ¡Rey y el Meowth ya se llevan bien!
    —Es extraño —observó la señora—. Rey no suele hacer amigos así de fácil. El pobrecito siempre ha tenido dificultades para llevarse bien con los demás pokémon, y ellos lo excluyen de sus juegos.
    —Pues parece que tu Meowth sí le simpatizó —rió la pequeña Emily.

    La niña se nos acercó de pronto, sorprendida por el hecho que hasta a mí me hubiera parecido extraño, conociendo el humor poco agradable de mi padre.
    Rey le dijo algunas cosas que me hicieron sonreír, aunque no supe si de simpatía o de pena.

    —¿Qué? —exclamó ella al intentar descifrar las palabras de Rey.

    Éste continuó informándola de lo nuevo que había sucedido, esta vez de forma más pausada y lenta para que comprendiera.

    —¿Qué dices, Rey? —continuó preguntando Emily, incapaz de comprender el significado en sí.
    —¿Qué pasa, hija? —preguntó el señor Maillard desde la mesa, con ciertas sospechas—. ¿Qué te dicen? ¿Alcanzas a distinguir algún sonido traducible?
    —Sí… sí, casi todo, papá, pero la verdad, no entiendo a qué se refiere Rey con eso —contestó, incrédula.
    —Di lo que entiendas —sugirió él.
    —Dice que ha hallado en Meowth un hijo —le tradujo increíblemente la niña a su papá—. Y no lo dudo, mira cómo se han encariñado.
    —¿Un hijo? —preguntó Maillard.
    —Seguramente se refiere en un sentido subjetivo —opinó la señora—. Todos sabemos que Rey no tiene hijos, pero la llegada de este Meowth habrá significado algo muy importante para él. Quizás se ve reflejado en este pequeño de cierta manera, ¿no creen?
    —Supongo que sí… —contestó el señor, dubitativo—. Pero qué bueno. Todo lo que sea agradable para mi Rey, mejor para mí. Lo único que deseo es que sea feliz, y si se lleva bien con este pequeño Meowth, también habrá que consentirlo.
    —Espero que no comiencen llevándose mal cuando el Meowth evolucione a Persian —observó la señora.
    —No, no lo creo. Rey sabrá respetar su espacio para entonces. Además, ya se ve que son muy buenos amigos…
    —¡Esperen! —interrumpió Emily—. ¡Parece que hay algo más que Rey me quiere decir!
    —A ver, dínoslo —le dijo la señora.
    —Dice que… dice que… ¡Que ya tiene un nombre perfecto para el Meowth, ahora que está seguro que es su hijo!

    El señor Maillard rió, quizá por eso último.

    —Su hijo… —repitió con una sonrisa, como si no lo creyera todavía.
    —¿Rey le encontró un nombre al Meowth? Eso sí que es maravilloso —opinó la madre de Emily—. Así, me ahorró buscarle uno, porque no se me ocurría nada.
    —¿Qué nombre es? —preguntó su padre.

    Emily escuchó atentamente los ruidos que procedían del Persian.

    —En fin, ¿con qué nombre lo bautizaremos, pues? —inquirió su madre, algo inquieta.

    Si ella estaba inquieta, yo más, porque al fin iba a conocer mi nombre definitivo, como me llamarían de ahora en adelante por el resto de mi vida. ¡Qué emoción! ¿Qué se le habrá ocurrido a Rey, mi padre?

    —¡Príncipe! —exclamó, triunfal, Emily—. ¡Príncipe, dijo Rey! Dice que el nombre adecuado para su hijo Meowth debe ser Príncipe.
    —¡Guau! Vaya ocurrencias de este Persian —opinó el señor Maillard—. Bueno, Príncipe será un bonito nombre también. Si lo considera su hijo, viene muy acorde.
    —Totalmente de acuerdo. ¡Ahora mi pequeño Meowth se llamará Príncipe! —dijo la señora—. ¡Gracias, Rey!



    Después de una tertulia más o menos enfadosa con los humanos que estaban en la sala, me escurrí por entre las patas de la mesa para irme al segundo piso. Ya era bastante de ellos, ya estaba enfadado. ¡Una hora sin que me soltaran! Me hacían demasiadas preguntas, la mayoría de las cuales no respondía, así que al final me harté y me fui escaleras arriba sin que se percataran de ello en un principio. Después de todo, Rey era el centro de atracción en esos momentos.
    Apenas hube puesto un pie en el segundo piso, cuando me topé con Midnight. Tenía una expresión muy divertida en su rostro y parecía verme con suma alegría.

    —Así que Príncipe, ¿no? —me preguntó riendo—. Oh, hay que rendirle honores a nuestro nuevo Príncipe, ja, ja, ja.
    —No te burles. Me ha gustado mi nombre.
    —Querido Meowth, no te enojes, sólo estaba jugando, lo siento. A mí también me parece un nombre muy hermoso y digno de ti. Ya escuché todo desde aquí arriba, escondida, sin que nadie me viera. No entendí lo de que eras hijo de Rey.
    —¿Escuchaste todo?
    —Todo, todo. Sólo que no entendí esa parte, ¿a qué se referían con eso?
    —A lo que escuchaste. Sé que suena raro, pero he descubierto que Rey es mi padre.

    Ella sonrió ligeramente, como con ironía. Los ojos le brillaban de tal manera que se notaba que no me creía en absoluto; incluso parecía divertida.

    —Eso no puede ser. ¿Tanto te has encariñado con Rey? Ese Persian es una piedra en realidad, y no tiene caso que intentes caerle bien. Por favor, mejor déjalo en paz en vez de decirle a todo el mundo que descubriste que eres su hijo, cosa que es mentira. De esa forma nunca te lo ganarás; al contrario, echarás a perder todo.
    —¡Pero sí somos parientes! —le aseguré, y luego, me dispuse a contarle toda la historia, desde que entró en la habitación, que me miró con frialdad, pasando por que luego conversamos sobre el barrio y descubrimos al final nuestro indudable lazo sanguíneo.
    —¡No lo puedo creer! —opinó Midnight, temiendo tragarse una gran mentira.
    —Pero tú no te preocupes. Gracias a esto, las cosas van a cambiar de ahora en adelante porque, como ya te lo dije, él aseguró que nunca más volvería a ser como ha sido todo este tiempo.
    —Ojalá sea de esa forma. Nunca imaginé que Rey fuera a cambiar, y menos de manera tan repentina. Perdón, pero es tan arrogante que será difícil erradicarle ese carácter y esa forma de pensar.
    —Será así, te lo aseguro —le dije.

    Y luego, me sorprendió que una sombra cruzara detrás de ella.

    —¿Qué? —preguntó, cuando me vio que intentaba descubrir a quien había pasado.
    —Una sombra. Acabo de ver que alguien pasó por detrás de ti —dije sin miramientos.

    Avancé lentamente por el pasillo iluminado. No debía ser muy difícil encontrar a la criatura que se deslizó con rapidez frente a mi vista, y cuya figura no había distinguido bien.

    —¡Soy yo, Meowth! —exclamó la pequeña Rosy, saliendo tímidamente de su escondite.
    —¿Qué pasa? ¿Por qué te escondes? —le pregunté.

    La Skitty bajó el rostro, un poco asustada.

    —Estaba escuchando lo que decían ustedes. Lo siento, pero no pude evitarlo.
    —No te preocupes, Rosy —la tranquilizó Midnight, y luego propuso—. ¿Qué les parece si vamos a la recámara? Podremos platicar más cómodamente que aquí, en el pasillo. Además, ya no tengo ganas de seguir escuchando a estos humanos que están ahí abajo, por la escalera.

    Ambos aprobamos la idea.



    Al llegar a la recámara de la Eevee, me sorprendí con una presencia inesperada, que se hallaba sentada junto al amplio ventanal que abría una de las paredes. La luz del sol le caía directamente al rostro, el cual volteó hacia mí, mirándome con picardía.

    —¡Mako! —exclamé.
    —¡Meowth! O… quizás deba decir… ¡Príncipe! —rió.
    —¿Tú aquí todavía? —le pregunté con bastante sorpresa—. ¿Dónde habías estado? ¿Y los Sneasel?
    —Ya ves, amigo, ya ves —explicó con calma—. Desde ayer, he decidido mudarme y pasar el resto de mi vida aquí, que es precisamente donde nací. Gran decisión, ¿no? De hecho, en este lugar se vive muchísimo mejor que allá afuera, en la madriguera fría. La comida la encuentro de una manera más sencilla, todo será cuestión de bajar a la cocina, abrir el refrigerador y… ¡tarán! Tengo todo lo que necesito.
    —Mako —exclamé, molesto por su actitud—. Haznos el favor de largarte ahora mismo de esta casa. No te soporto, ¡largo!
    —Hey, hey, ¿qué te pasa, Meowthcito? ¿Ahora tú mandas aquí? No me iré bajo ninguna circunstancia, por todo lo que te expliqué apenas.
    —¿Sabes que por tus tontas ideas Midnight corrió un grandísimo riesgo ayer? —le reclamé furioso—. Tú trajiste a los Sneasel, ya lo sabemos. No tiene caso que lo niegues, porque ellos mismos fueron quienes declararon. ¡Tú eres su aliado! ¡Tú los trajiste aquí para que robaran y ellos… ellos nos pusieron en grandes aprietos, sobre todo a Midnight! No, no puedes estar aquí sólo porque quieres. Largo.
    —Ya no mantengo ninguna relación con los Sneasel —y añadió más bajo—. ¿Tú crees que vale la pena relacionarse con unos tontos como esos, que no pudieron llevarse ni una miserable piedrecilla? Estoy harto de todo esto. Es mucho trabajo y poca ganancia, como pude percibirlo ayer. Es por eso que dejé que se fueran, y no pienso volverles a hablar en toda la vida, no te preocupes, miedoso. De hecho, voy a dejar de dedicarme a ese tipo de cosas. Ya no lo necesito, como puedes comprender. Ahora, tengo todo lo que ocupo en esta casa, sin correr tantos riesgos y viviendo en esta casa bonita. No, Meowth, no me voy a ir; me quedaré aquí con ustedes. Y ni siquiera tienes nada que decir, no te voy a estorbar, porque no quiero que los amos me vean. Viviré escondido por los rincones de esta casa, saliendo solo para alimentarme, ¿para qué quiero pasar por el estúpido proceso de adopción? Yo soy libre, y odio a los humanos. No, que son capaces de volverme a aplastar entre la escoba y la puerta de salida.

    Yo lo escuchaba todo sin poderlo creer. ¿Cómo podía haber tanto cinismo en sus palabras?
    Apretando los puños de coraje, volteé a ver a mi compañera, que se hallaba a mi lado izquierdo.

    —¡Midnight! ¡Dile algo! —murmuré.
    —¿Qué quieres que le diga? Yo lo he perdonado ya, y lo he dejado vivir en nuestra casa. Quiero que seamos amigos.

    Cerré los ojos, incapaz de comprender y con la rabia brotándome del pecho a borbotones. ¿Ahora tendría que soportar a Mako con nosotros para toda la vida, sólo porque Midnight, la dulce Midnight, lo había consentido?
    Suspiré con pesar: definitivamente, estaba comenzando una nueva etapa de mi vida muy difícil de llevar.





    Al final, resultó que ni siquiera fue preciso darles el terrible mensaje de que nuestros dos amigos se fueron de la casa. No hubo necesidad, y todo gracias a Rosy. ¡Por los dioses, esa pequeña parece una espía, está en todo! Durante la noche, se había asomado por el ventanal anguloso de la recámara de Midnight, ¡y lo había escuchado todo!
    Ya para la mañana, la Eevee estaba muy bien informada de lo ocurrido, gracias a nuestra espía. Fue un gran alivio no tener que pasar por ese proceso tan difícil de decirle todo lo que había ocurrido. Sólo le relaté lo que me habían encargado ambos, que le dijera ciertas palabras especiales que le traspasé con fidelidad.

    —Qué bien por Fyrus —dijo tristemente—. Espero que encuentre la felicidad con sus viejos amigos y en su entorno conocido. En serio, quisiera que viviera feliz. Es un gran pokémon.
    —Ahora ha vuelto a donde pertenece —le comenté.
    —Sí, la ciudad no era precisamente el lugar en donde debía estar. Ahora, seguro que se desarrollará en su hermoso ambiente y será feliz. Se lo deseo de todo corazón.

    Se hizo un silencio, en el que ambos nos quedamos pensando en el afortunado pokémon.

    —Y Marriot —dijo, luego—. Ojalá que pronto pueda sanarse, tanto física como psicológicamente. Que el cambio de aires le sea para bien.
    —No lo dudo. He oído que todos los que van al bosque se recuperan de sus males. Además, Marriot no era una mala Vulpix. Sólo estaba un poco confundida y necesitaba algo de ayuda.
    —¡Por supuesto que no es mala! —exclamó Midnight, recalcando sus palabras; luego, con los ojos humedecidos, continuó—. Ella… era como mi hermana mayor. ¡Oh, la voy a extrañar tanto!

    Miró hacia el viejo suelo de madera, tachonado de clavos.

    —Marriot… —murmuró—. Espero que muy pronto halles la felicidad con tus amigos del bosque… y sabes que por más lejos que te vayas… estarás conmigo, siempre. Te tendré presente por la eternidad… Marriot, hermanita mía… Ojalá hubiera podido despedirme de ti…

    Su voz se le quebró y no quiso continuar hablando de melancolía y tristeza. No era para menos, ambos estábamos tristes por la partida de dos grandes compañeros que iban en busca de la dicha y la alegría.

    —Tranquila, Midnight, tranquila —murmuré, intentando calmarla.

    La pequeña Midnight me miró con los ojos llenos de lágrimas, y se lanzó hacia mí. Yo la abracé.

    —Ella no se ha ido —dije—. Continúa en tu corazón. Cuida de ese recuerdo, que nunca muera.
    —No morirá nunca en mí —me aseguró inmediatamente, con una convicción admirable.
    —Entonces está bien… mira, nosotros estamos juntos y no nos iremos.

    Ella no respondió inmediatamente a mi comentario, sino que se limitó a permanecer en mi abrazo. Yo no quería soltarla.

    —Ojalá todos tuviéramos amigos como los de Fyrus, que acuden desinteresadamente siempre que se requieran entre sí. Ésas son las amistades excelentes. Qué lástima que sea tan difícil encontrar amigos así.
    —Tú los tienes —le dije—. Al menos, aquí tienes a uno.

    Ella sonrió cariñosamente.

    —Sabes que tú también, Meowth, querido Príncipe Meowth.
    Durante toda la tarde, no me alejé de ella.



    Y bien, aquí culmina mi participación en la historia de nuestra curiosa conexión de destinos. No tengo nada más qué narrar. Por lo que sucedió, y por haberme encontrado con este afortunado Fyrus y esta fastuosa Marriot, ahora tengo un hogar hermoso en donde vivir, y he conocido a los mejores humanos del mundo. Pertenezco a una linda familia, como siempre lo soñé. Además, me he deshecho de mis malos hábitos y hasta de mis enemigos, de los que no creí nunca que acabaría. Y por si fuera poco, conocí a mi mejor amiga, Midnight. ¿Qué más le puedo pedir al destino, que me hizo unirme a estos singulares pokémon?
    ¡Soy feliz, gracias a ellos!

    Tengo una infinita gratitud a todos mis lectores, por tomarse el tiempo de conocer a un pequeño Meowth sin muchas cosas interesantes qué contar.

    Un profundo agradecimiento, amables lectores.


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    Guauuu eso si que no me lo esperaba, que Meowth fuera hijo de Rey fue una verdadera estocada D: Pero porque Mako tenia que salir tan impune de todo, donde esta la justicia divina. No me parece justo que el asesinato de su familia haya tenido como cambio el casi asalto y muerte de Mid xd No fue para nada un trato equivalente, el debió haber sufrido un poco mas. Por ultimo haber quedado sin cola X'D Ahora solo queda saber que pasara con marriot y fyrus ( :
     
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    Hns comenzaba a olvidárseme de nuevo. Bueno, aquí el gran final, termino de atar cabos y concluir sobre la vida de nuestros personajes. Espero que sea de tu agrado.
    No olvides que viene un epílogo, vendría a representar algo así como el cap. 32 pero no de forma oficial.


    ___



    XXXI

    Marriot

    ¡Ah, todo había salido como yo lo deseaba, todo color de rosa, todo magnífico! Podía asegurar que era el primer sentimiento de felicidad que había experimentado en toda mi vida, ¡claro que sí, sin temor a equivocarme! Nunca había sentido este regocijo, y esta sonrisa nunca se había esbozado involuntariamente. Me habían aceptado, ¡esos foráneos me habían aceptado en su comunidad, ahora formaría parte de ellos! En ese momento, casi no tuve tiempo preciso para reflexionar sobre el importante cambio de aires que le estaba ofreciendo a mi espíritu, a mi ser, a mi vida plenamente dicha como quien ofrece un gran tesoro brillante. ¡Era toda una variante en mi futuro! ¡Y me sentía realmente dichosa de poder permitirme este magnífico cambio! Qué felicidad… ¡qué felicidad poder pertenecer al bosque, al hermoso bosque, a aquel lugar tan idealizado, a esos parajes encantados que yo tanto soñé conocer! La simple idea de verme rodeada de frondosos árboles, de flores bellas, de multitud de vegetación me extasiaba. Vivir en un lugar de esmeralda… era todo un ensueño. ¡Ah, y tanto pokémon nuevo que iba a conocer! ¡Tantos amigos que habría de tener! Era… era lo que yo tanto deseé siempre. En casa, tenía que contentarme con ver siempre los mismos rostros desabridos y mustios, casi huraños, que terminaron por amargarme el carácter al grado de ya no reconocerme ni yo misma. ¡En efecto, un cambio de aires sería el mejor remedio a todos mis males! La idea de no volver a ver al estúpido de Rey, o a la ingrata de Emily y dejarla con la intriga y la preocupación sobre mi paradero era simplemente genial. ¡Ahora yo era la que tomaba venganza contra ella! ¡Ah! ¡Ni creería que yo era una pobre tonta e ingenua como para no darme cuenta de la polaridad que presentaba su personalidad hacia conmigo! Pero… pero tenía que darse cuenta que yo ya estaba harta. Tenía que darse cuenta, ¡tenía que hacerlo! ¡Harta! ¡No soportaría volver a verla! ¡Malvada niña ingrata! Y tantos pensamientos rodeaban mi mente en aquellos momentos, que me desconecté del resto del mundo. ¡Sólo pensaba en el bosque! ¡Ya me veía entre los árboles más majestuosos, rodeada de murmullos nocturnos que llevaba el viento cuando cayera el sol! Esos lugares que sólo veía en las fotografías de los libros que había en casa, ahora iban a ser mi destino, mi hogar.
    En fin, la oportunidad de oro se me había presentado de forma tan singular como una Butterfree dorada se aparece ante uno, y no iba a soltarla sin más. ¡Adiós a la ciudad, y hola al bosque!

    —Síguenos, por aquí —me indicó Mooth, la Dustox—. Por favor, confía en nosotros.
    —¿Tienen algún medio para regresar? —pregunté.
    —Sí. Por favor, sólo confía —me volvió a repetir.

    Habíamos avanzado por toda la acera hasta llegar al punto en el que la calle doblaba hacia ambos lados. Giramos por la derecha, guiándonos siempre la Dustox y yo la más retrasada del grupo. Cuando dimos vuelta, no quise volver la cabeza para mirar por última vez la casa en donde había vivido desde siempre; la melancolía me atrapaba en ocasiones y no quería que ésta fuera una de ellas. Mantuve la vista al frente, decidida, mientras daba firmes pasos rápidos, como si subconscientemente quisiera alejarme pronto de aquellos lugares.
    Entonces fue cuando nos topamos todos con un par de humanos, que presuntamente nos estaban esperando del otro lado de la calle. ¿Humanos?

    —¿Qué hacen? ¿A dónde vamos? —preguntó Fyrus, un poco inquieto.
    —No te preocupes, son amigos —le dijo Ruz.
    —¿Amigos, ellos?

    Ambos humanos se interesaron bastante en nosotros. Era un hombre y una mujer, y sus facciones se veían dulces, como si fueran incapaces de causarnos algún daño.

    —Hola, pokémon. ¿Todo salió bien? —preguntó el hombre—. Ah, vaya, veo que ya tienen el Raichu del que hablaban…
    —Fueron muy rápidos —complementó la mujer.
    —Todo salió perfecto, muchas gracias —dijo Roover, esforzándose por hablar con claridad. Luego, me señaló a mí suavemente con una de sus navajas—. Miren, también traemos a ella, nos acompañará en nuestro viaje.

    Los dos humanos, que se encontraban abstraídos inspeccionando al Raichu, voltearon de una sola vez para mirarme con curiosidad.

    —¿Quién es ella, Roover? —le preguntó el hombre en un tono bastante familiar—. Me habían comentado que sólo vendríamos por un Raichu.
    —Claro, pero ella también quiso venir con nosotros —explicó Roover.

    La mujer comenzó a observarme de cerca.

    —Un Vulpix, no esperaba que uno como estos quisiera venir al bosque. Hola, Vulpix, ¿cómo estás? —luego se fijó en mí aún más—. ¿Qué tienes en tu ojo? Parece que te duele.

    Yo la miraba fijamente, sin mucho miedo. Después de todo, no se veía con intenciones malvadas. Además, aunque me fuera a querer hacer daño, yo ya sabía dominar el fuego. Y más le valía que no me saliera con lástima por mi dolor, porque no pensaba responderle a eso.

    —Mi nombre es Marriot y quisiera ir con ellos al bosque, porque es un lugar a donde he querido ir desde siempre. Además, durante este tiempo en el que nos han estado buscando, me he hecho muy amiga de Fyrus y ahora deseo ir con él; no quiero quedarme en casa sola. Ahora, ¿pueden decirme quiénes son ustedes? Nadie mencionó nunca que tendríamos contacto con humanos en el bosque —dije.
    —Tranquila, Marriot —me contestó el hombre, sorpresivamente, porque no esperaba que éste también, como Emily, supiera utilizar mi lenguaje—. Tranquila, que nadie te va a hacer daño. Sólo queremos ayudarlos.
    —Somos investigadores pokémon —complementó la mujer—. Teníamos programado visitar el bosque para continuar con un proyecto científico que estamos llevando a cabo desde hace varios meses. Casualmente, el bosque al que pretendemos ir es al mismo al de ustedes. Y ya que la situación se ha prestado, nos gustaría ayudarlos con el viaje para volver.
    —¿Ustedes van a hacer una investigación al bosque? —reprochó Fyrus enseguida—. ¿Y qué clase de investigación, si se puede saber? No tengo muy gratos recuerdos de las personas como ustedes que han ido sólo a llevarse cosas de ahí y a invadirnos.
    —No te preocupes para nada, Fyrus. Nosotros no pretendemos hacerles daño de ninguna manera, ni a ti, ni a tus amigos, ni a la comunidad que radica en tu bosque. Será una investigación sencilla y sin nada de consecuencias para ustedes, sólo deseamos observar el comportamiento pokémon dentro de sus hábitats naturales para ampliar el pokédex y la información marginal de cada uno. ¿Has oído hablar del pokédex?

    Fyrus negó con la cabeza lentamente, como si hiciera un esfuerzo por recordar si alguien ya le había mencionado esa palabra con antelación, o si la había escuchado de algún humano.

    —Bueno, es una herramienta que se está llevando a cabo por los científicos pokémon para ampliar nuestros conocimientos sobre ustedes y que exista una interrelación sana entre ambas especies. Entre más conozcamos sobre cada uno de ustedes, mejor será la relación social entre humanos y pokémon. Así, entenderemos más sobre sus características y sabremos cómo tratar específicamente a cada especie. Como ves, no representa nada de riesgo para nadie, ni para el bosque, sólo estaremos un par de días de visita con ustedes, observaremos a tu comunidad e iremos registrando los datos que obtengamos de ello. Luego, nos marcharemos como si nada hubiera pasado. ¿De acuerdo?

    Fyrus estaba meditando sobre toda la información que le había proporcionado el humano, que amablemente se había tomado el tiempo de explicarle; sin embargo, se veía que el Raichu aún desconfiaba. Nunca se había creído todas las cosas de los humanos, y hasta hace unos días, los aborrecía. ¡Pero se trataba de estos humanos, no de los otros!

    —¿En qué piensas, Fyrus? —intervine, un poco contrariada—. ¿No te das cuenta que nos van a llevar al bosque? ¿Por qué aún desconfías de ellos?
    —De acuerdo, de acuerdo. Vamos —dijo Fyrus, no muy convencido pero evidentemente sin ninguna razón más para seguir adoptando esa actitud precautoria.
    —¡Qué bueno que confíen en nosotros, pokémon! —exclamó la mujer, que se levantaba del suelo en donde estaba agachada—. Verán, lo más importante para nosotros es entablar una buena relación con los pokémon, ya que muchos creen que todos los humanos, como especie, somos crueles hacia ustedes. De verdad me da gusto que, en este caso, se dé una retroalimentación favorable de parte de ustedes. ¡Ambos vamos a ayudarnos! Nosotros los llevamos hasta su bosque, terminando con el problema del viaje, y ustedes nos dejan trabajar unos días.

    ¡Qué bien, el asunto estaba resuelto! ¡Ahora nada podría impedir que nos fuéramos al bosque, a donde tanto yo soñaba! ¡Ya nada podría evitar los planes! Ah, gracias a estos humanos que habíamos encontrado y que, por causas del destino, iban hacia donde nosotros.
    Los seguimos, ahora todos convencidos de su honestidad.



    El viaje fue muy poco agradable, a decir verdad. Quiero decir, el trayecto que separaba la ciudad del gran bosque. Lo primero que hicieron los humanos fue meternos en esas horribles pokebolas, de esas esferas tontas que se compran en las tiendas pokémon. ¡Qué incomodidad estar ahí adentro! No se siente nada, pero es horrible la sensación de encogerte para caber en una de esas cosas. Ya adentro, uno no sabe qué está pasando a su alrededor, o por lo menos yo, ya que caí sumida en un profundo sueño que no me despertaba con nada. Y qué bueno que así fue, no me hubiera gustado despertar y verme rodeada como en una gran burbuja, y pequeña.
    No sé si el trayecto fue corto o largo, porque no tenía noción del tiempo, pero al final, como todo, tuve que despertar, y fue de una manera bastante brusca, porque al parecer estos humanos despiadados lanzaron la pokebola en donde yo dormía hacia el piso. La caída fue terrible, porque la burbuja en donde supuestamente estaba encogida desapareció de repente y de pronto me sentí como si recobrara el conocimiento de repente. Abrí los ojos mientras percibía claramente cómo todo mi cuerpo se agrandaba para volver a tener el mismo tamaño y la misma forma original, aparte de que saltaba un destello rojo de todos lados que no supe a qué se debía. Fue muy poco ético de parte de esos humanos, supongo. El caso es que caí rodando por la tierra, sintiéndome desorientada.
    Todo me daba vueltas alrededor en un principio. Pero supongo que es normal; es la primera vez que me encogen en una de esas pokebolas, y creo que después de cierto tiempo uno se ha de acostumbrar.

    Agité la cabeza un par de veces, de un lado a otro, rápidamente. Eso me sirvió bastante para recobrar la orientación, y de pronto, me di cuenta que el paisaje había cambiado drásticamente desde la última vez que tuve los ojos abiertos. Ya no estaba en la ciudad, ya estaba en… ¿el bosque? ¡Vaya!
    Todo a mi alrededor era verde. Estaba dentro de una gran masa de árboles altísimos que llegaban hasta el cielo; me hallaba sentada en la tierra húmeda que yo tanto imaginé. El ambiente era cálido, muy cálido para mi antojo, como cuando en la ciudad es pleno verano. Qué raro el cambio tan drástico, de la nieve al calor.
    Apenas recobré el sentido, me levanté y comencé a correr de un lado a otro, extasiada. ¿Éste era el bosque, de verdad? ¿Éste era mi nuevo hogar? ¿No era todo un sueño? ¡Era un verdadero paraíso terrenal!

    Empezaba a experimentar una sensación que nunca antes había tenido. Ahora, esto era lo que deseaba. Ante mis ojos, se presentó lo que yo tanto había anhelado en mi vida, esto, lo maravilloso, lo único.
    Me olvidé de los humanos y los demás. Yo continuaba contemplando esos árboles con gruesos troncos que soportaban su inmensidad, esa maleza que me rodeaba que tenía colores tan dulces, ese aroma que me llenaba por dentro, esos sonidos que en el fondo se percibían, sonidos bellos y reales, sonidos de vida. No podía dejar de correr.
    Y de pronto, me detuve a observar una flor hermosa que encontré en mi camino. ¡No había visto otra igual! Sus colores eran tan bellos, el rosa pálido, el verde de la esmeralda, el rojo como el fuego vivo. No podía dejar de verla, la quería, necesitaba fundir mi alma con esa y con otras tantas que se hallaban alrededor y que disputaban entre sí el título de la más hermosa. Comencé a preguntarme si me ajustaría el tiempo de mi vida para ver todo lo que me rodeaba, para disfrutar de todos los detalles que me ofrecía el bosque, ese ansiado bosque, ¡el que tantas veces vi en las fotografías y por el que tanto suspiré! Ahora era mi hogar, ¡era mío, y nadie, absolutamente nadie, lograría sacarme de ahí!
    Era cuestión de perderse en la sutilidad que me ofrecía. Todo era tan sublime, que me extasiaba. No iba a ajustarme el día para aspirar cada uno de los aromas que despedían esas florecillas, no iba a querer retirarme a la madriguera, o a donde fuera a vivir.
    Y me sorprendí de lo que pensaba, de lo que sentía, de lo que vivía. Me sorprendí de hallarme en el lugar que tanto quería, sin conocerlo de verdad. ¡Era que nunca había salido de la ciudad! Y ahora, parecía como si toda la vida hubiera vivido aquí, como si mi alma hubiera sido creada para encontrarse con este lugar, como si mi destino fuera vivir en el bosque. ¡Esto era para mí! La ciudad es un asco, ¡quería vivir para siempre acá, pasara lo que pasara, así me fuera a buscar Emily y me quisiera arrastrar de nuevo hacia ella!


    Había vida a mi alrededor. Había paz, pero también movimiento. Espíritus, comunidad, vida. Lo sabía al voltear hacia todos lados. Todo, hacia donde yo volteara, estaba vivo. Me maravillaba de sentirme tan comprendida, tan a gusto. Ahora, ya no me sentía tan sola.
    Los Pachirisu corriendo a mi alrededor para trepar al árbol de mi izquierda; los Rattata que buscaban alimento, olfateando con cuidado; los Oddish que se prepararían para salir a los primeros rayos de la luna.
    ¡Todo era tan bonito!

    —¿Te gusta el bosque? —preguntó una voz familiar detrás de mí.
    —¡Me encanta! ¡Me fascina! —exclamé, con felicidad sin contener, mientras volteaba a verlo.

    Era Fyrus, claro, que me miraba sonriente, feliz de que compartiéramos el mismo gusto.

    —No sabes cuánto me alegro —contestó, con sinceridad notoria—. Pero ven, te voy a mostrar algo que te va a encantar.

    Me llevó lentamente hacia la cima de un pequeño montecito que se alzaba a varios metros delante de nosotros. Era sólo una elevación mínima, que nos llevó poco rato andar.
    Al llegar al punto más alto, me señaló todo lo que mis ojos podían ver a la lejanía.
    Desde ahí, se podía contemplar una grandísima parte del bosque, sus montañas a lo lejos, sus congregaciones de árboles, pero lo más hermoso, su lago tranquilo, que estaba justo debajo de nosotros.

    —¡Es una belleza! —comenté.
    —Lo es, de verdad. Yo nunca me canso de sorprenderme las cosas que la naturaleza ha creado para nosotros.

    Me dejé llevar por la emoción que sentía e intenté aproximarme más hacia la cima, para ver mejor el paisaje. De verdad que era algo único, una experiencia maravillosa. Mientras sentía el aire silbar a mis oídos, me deleitaba en ver el reflejo del sol en el agua cristalina que se batía con majestuosidad justo ahí abajo, donde varios grupos de pokémon nadaban con despreocupación.
    Así transcurrieron varios minutos. Mi acompañante respetó con paciencia el tiempo que necesité para alimentar mi alma de esas bellezas, hasta que al fin, recobré la noción de la situación y volteé a verlo. Seguía ahí atrás, a pesar del rato que me tardé en volver a la realidad.

    —¿Dónde están los demás? —pregunté.
    —Supongo que allá abajo aún, con los humanos. Roover y yo tuvimos que guiarlos hasta aquí, que era donde queríamos llegar.
    —¿Ahí siguen? Espero que no nos hayamos alejado mucho.
    —Tranquila, que no nos perderemos, conozco bien el camino a través de estos senderos. Cuando quieras, volvemos.
    —Vamos ahora. Quisiera que nos despidiéramos de ellos, además de agradecerles nuevamente que nos hayan traído.
    —Te acompaño solamente, porque yo ya lo hice hace buen rato, mientras tú estabas embelesada mirando las flores, sin darte cuenta de lo que sucedía a tu alrededor —me dijo sonriente.

    Me avergoncé un poco, pero sonreí también.

    —Quiero agradecerte sobre todo a ti, amigo. Sin ti, nunca hubiera tenido esta experiencia maravillosa.
    —¿Experiencia? Será tu vida de ahora en adelante.

    Noté que tenía razón, pero por algún motivo, aún no podía hacerme a la idea de que viviría en este lugar paradisíaco por el resto de mi vida.

    —Gracias, en verdad.
    —No hay nada qué agradecer. Después de todo, tú también has hecho mucho por mí. Supongo que nuestros destinos estaban unidos. Teníamos que encontrarnos. Así debían ser las cosas.
    —Supongo que sí —le respondí, con mi mente perdida.

    Las aves cantaban a nuestro alrededor con suma gracia.

    —Vamos a reunirnos con los demás —propuso Fyrus.
    —Sí, vamos.


    Al final, resultó que los humanos se hallaban bastante ocupados tendiendo por el suelo sus instrumentos de trabajo, y que el resto de nuestros compañeros ya se había despedido de ellos. Después de darles sus respectivos agradecimientos una y otra vez al par de investigadores, nos dedicamos a buscar a los otros.
    Estaban no muy lejos de ahí, a unos cuantos metros de distancia. Claro que nos estaban esperando.
    Aparentemente, fue mucho el rato en el que estuve sola viendo a mi alrededor e imaginándome cosas, porque le dio tiempo a Fyrus y a sus amigos de dialogar tendidamente sobre el reencuentro y el regreso a casa.

    —Y bien, Marriot, éste es tu nuevo hogar —dijo Ruz.
    —Muchas gracias por aceptarme, muchachos, de verdad me encanta. No voy a causarles ningún género de problemas, se los prometo.
    —Espero que así sea —volvió a contestar el Bulbasaur—. Siéntete totalmente bienvenida en nuestra comunidad.
    —Cuando quieras, podemos dar un recorrido por ahí, para que te habitúes mejor —dijo Lyra muy amablemente.
    —Gracias, lo tomaré en cuenta —le respondí sonriendo.
    —Nosotros vamos a ocuparnos de elaborarte una madriguera para ti —se apresuró a complementar—. La haremos en donde tú quieras; si gustas, cerca de aquí. Será necesaria para poder dormir segura por la noche.
    —Eres muy amable —le respondí—. La haríamos entre las dos, por estos lugares.

    Luego, me quedé pensando un buen momento, y después rectifiqué.

    —No, mejor por aquél montecito —y le señalé el lugar en donde había estado y desde donde se podía contemplar el lago maravilloso.
    —Ahí será, si tú lo deseas —me respondió amistosamente —. No hay muchos viviendo por ahí, así que será fácil.
    —Muchas gracias a todos, de verdad.
    —No hay por qué agradecernos —me dijo el Bulbasaur—. Has demostrado ser una buena Vulpix, y te aceptamos completamente; de ahora en adelante, consideraremos abrir más las puertas a los foráneos para recibirlos cuando sea necesario. Sobre ti, yo hablaré con mi abuelo, que es el jefe de la comunidad. Tendrás que conocerlo.
    —Por supuesto —contesté.


    Ese día fue genial. Bueno, ése y todos los subsecuentes, hasta el momento en el que estoy relatando mi historia. Desde entonces, nunca he recibido más que sorpresas agradables. El bosque es fenomenal, sigo opinando lo mismo hasta ahora.
    Resumiendo, podría resaltar que ese mismo día, por la noche, Lyra y yo comenzamos la construcción de la madriguera que me serviría para dormir. Era un trabajo difícil, ya que la Pikachu tuvo que adaptar el agujero en la tierra para una Vulpix, pero al final pudimos. Yo no hice casi nada, lo acepto, pero pretendí ayudar en la mayor medida posible. Resultó que Lyra me demostró que era una excelente excavadora y tiene mucha habilidad para formar madrigueras. Además, es una extraordinaria amiga, ya que a partir de ese momento, llevamos una relación maravillosa, y aún nos seguimos visitando con regularidad para pasear juntas por el bosque.
    Lo mismo podría decir de Don, su hermano. Resultó bastante simpático, y me daba mucha risa cómo Roover se desesperaba con tal sólo oír hablar al pobre pequeño. A mí me parece un muy buen chico, creativo y con mucho interés de aprender. Muchas noches le conté cómo era la vida en la ciudad; le hablaba de Rey y de Mid, a veces con un alto toque de melancolía al hablar de ella.

    Lo de Ruz quedó todo bien. Al día siguiente del que relaté, fuimos a visitar al jefe del bosque, su abuelo, que era un Venusaur formidable, muy anciano y grande, pero bastante amable hacia conmigo. Para suavizar las cosas, Ruz le contó joyas acerca de mí, que nunca había conocido a una pokémon más buena y más atenta que yo, entre otras cosas. Toda esa palabrería hizo que el Venusaur diera pronto la aprobación de que yo viviera en su comunidad. Me sentí muy dichosa de que, esta vez de forma oficial, todos me aceptaran en el bosque, como lo constató la asamblea pokémon que se celebró un día después y en el que el gran Venusaur me presentaba ante todos los habitantes del bosque como su nueva vecina. Juro que no podía desvanecer la sonrisa de mi rostro, aún después de que se hubo acabado la reunión.

    Acerca de Mooth, la Dustox, fue un poco diferente. No tuve demasiada oportunidad de socializar con ella, porque casi nunca estaba con nosotros, aunque me parece bastante amable. A pesar de que el primer encuentro que tuvimos no fue de lo mejor, después comenzó a estimarme. Pronto comprendí que ella no pertenecía el bosque como todos los demás, sino que formaba parte de una comunidad extranjera que iba de visita cada invierno y con la que pasaba la mayor parte del tiempo. Así fue como, al cabo de un par de meses, hubo de irse, con la promesa de volver al finalizar el año nuevamente. Me expresó el gusto que tuvo de conocerme y todo lo demás. Ojalá hubiera podido haber tratado un poco más con una de mis salvadoras, pero supongo que eso será hasta el otro año, que ya no falta mucho.

    De Roover, ¿qué puedo decir? No es un mal pokémon, pero todo le molesta con frecuencia. Sin embargo, generalmente me causan gracia sus corajes constantes. Que si estoy rompiendo tal regla del bosque, que si no debo entrar a esos lugares, en fin, tantas cosas con las que sale. Supongo que me quiere, aunque no lo exprese, y a pesar de que se opuso en un principio a que yo llegara al bosque con ellos.
    Además de ellos, fui conociendo a varios pokémon más. Hay un Linoone llamado Canon, que atrajo mi atención de un modo diferente, porque es un pokémon muy especial, demasiado atento y amable hacia conmigo. Cuando puedo, me reúno con él, porque me agrada mucho su compañía. Las cosas que me platica son muy interesantes, y siempre me da mi lugar y me respeta bastante.
    Luego había otra pokémon, la pobre Christmon, una pequeña Roselia que conocí cuando se estaba debatiendo entre la vida y la muerte. Sólo al momento de conocerla me dio mucha pena, porque todos fueron a visitarla al recordar su estado y yo fui con ellos ese día. La pequeñita estaba bastante mal desde entonces, y aunque me presenté y le dije quién era yo, me da mucha lástima no haber podido haber hablado más con ella. Yo la visitaba diario, incluso más veces que los demás, porque en ocasiones me quedaba casi todo el día a su lado. En el fondo, sabía que era una pokémon muy especial y agradable.
    Lloré mucho el día en que el bosque entero se ensombreció a la postre por su funesto aunque ya esperado final. ¡Íbamos a ser amigas!
    Aquél fue el único recuerdo triste que tengo, creo. Por todo lo demás, me la he pasado de maravilla. Canon me cuidaba a diario la herida que tenía en mi ojo con sus plantas medicinales; aparentemente nadie dominaba mejor ese arte que él. Al final, nunca me quedó bien y aún me sigue costando trabajo ver con ese ojo, supongo que será parte del recuerdo que me dejó el maldito de Rey antes de venirme al bosque.

    Hablando de ese Persian, me hace recordar, una vez más, a la casa de la ciudad. ¿Cómo estará ahora? ¿Qué pensarán de mí? ¿Qué estará haciendo Emily? ¿Aún me seguirá buscando por la calle y por los alrededores de la casa? ¿Aún seguirá gritando mi nombre en el jardín, esperanzada de que aparezca? ¿O se habrá olvidado de mí desde el primer día?
    A la que le tengo mucha nostalgia es a Midnight, esa pequeña Mid. ¡Ah, cuánto he extrañado a la buena Eevee! Sinceramente, nunca he conocido a nadie más virtuoso y sensible que ella. Era simplemente fenomenal, y una pareja perfecta para el Meowth, que seguro debe andar todavía por ahí.
    Sólo espero que sea feliz.

    Y bueno, creo que ahora termino mi relato de la mejor manera. He dicho lo que ha sucedido desde entonces hasta la fecha en mi vida. Sigo pensando que es algo increíble lo que ha pasado con mi vida; de verdad es fenomenal. ¡Nuestros destinos estaban atados! Si no hubiera conocido al Meowth y, sobre todo, a Fyrus, nada de esto estuviera viviendo. ¡Por eso les agradezco tanto! Ellos me enseñaron a vivir la vida de verdad, a suavizar mi carácter y tomarme las cosas más a la ligera. Gracias al Meowth aprendí el valor de las cosas materiales y el desprecio que se les debe tomar a otras; Fyrus me enseñó el valor de las cosas espirituales, y la relevancia que tienen en la vida de cualquiera, o al menos, de las grandes almas.
    Además, fue gracias a ellos, específicamente al Meowth, que aprendí a usar el fuego. ¡Eso, que nunca había logrado conseguir, y ahora lo descubro por una casualidad! Fyrus, por su parte, ayudó a escaparme de la casa, a no seguir viviendo en medio de la hostilidad, donde constantemente amenazaban con evolucionarme y, ultimadamente, con venderme en la tienda pokémon. ¡Qué horror! También ayudó a deshacerme de una ingrata compañía como era el Swellow y aprender el valor de la amistad. Y por si fuera poco, si él no hubiera estado en el momento preciso, ¡quizás ahora ni siquiera estaría viviendo! No puedo olvidar cuando me rescató de la nieve y me curó, y lo poco agradecida que estuve en ese momento. ¡Cuánto arrepentimiento!
    Por eso, a partir de mi llegada al bosque, he decidido cambiar mi vida. Ya soy otra Marriot, más desenvuelta, más sensible, más agradable… una Vulpix con más valores.
    Gracias, gracias.
    Les agradezco a mis amigos, a la vida, al destino.
    Pero sobre todo, a mis amables lectores, porque por ellos se ha dado a conocer mi historia tan singular, sobre la vida de una Vulpix más en este mundo, que ha corrido con una fortuna insólita.
    De verdad, muchas gracias.
    Espero volver a vernos pronto.


    ***MARRIOT***


    ******* FIN *******
     
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    Hns

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    Hns no, gracias a ti por leerla de principio a fin a pesar de lo fastidioso que es leer un fic x.x Para que no te quedes con las ganas, aquí va un pilón que es el epílogo, por si quedaron algunas dudas o cosas que siempre quisiste saber; advierto que ahora sí es lo último de estos personajes que leerás en tu vida (?)


    ___


    Epílogo

    Rosy

    8 años después.


    ¡Buf! Estoy tan fastidiada con todo lo que está pasando a mi alrededor desde hace un tiempo, y todavía tengo que dedicarme a contar lo que pasó por ocho largos años.
    Ahora, a nosotros ya ni les importamos, somos como un objeto más dentro de esta casa.
    Claro, pero creo que soy yo la única afectada. No creo que ese par de melosos se hayan dado cuenta de la situación exacta, y de lo mucho que estamos sufriendo. Los mocosos, menos, apenas tienen noción de lo que pasa a su alrededor. Y Rugg… puede que él sí, pero no lo expresa, nunca expresa nada. Es muy poco elocuente, a decir verdad.
    Bah, de cualquier forma, supongo que he de resumir todas las acciones que nos han llevado hasta este punto desde que perdimos la huella de nuestros viejos amigos fugados.
    Por un lado, yo me siento atrapada entre varios muros. No creo que muchos entiendan mi manera de sentir, porque prácticamente ya no hablo con nadie, todos son muy poco accesibles. Con Hephen es imposible hablar; desde que lo adquirieron los amos, hace casi ocho años, ha tenido un problema contra mí y, creo, contra todos los que le rodeamos. No será altanero, pero siempre quiere dar a entender que sus poderes son los más grandiosos en todo el mundo.

    ¡Por favor, que no me venga con eso! No se da cuenta que yo llegué a esta casa antes que él, y supe perfectamente el porqué de su adopción. No llegó a esta lujosa casa por suerte, ni porque fuera la criatura más bonita o más fuerte. No, Hephen llegó aquí por las súplicas y el constante lloriqueo que demostró Emily, que en ese entonces no era más que una niña. Cuando se dio cuenta que Marriot ya no estaba más con ella, se puso a buscarla como loca. ¡Lo recuerdo a la perfección! Primero por debajo de la cama, luego, por el hueco de la escalera y por los rincones del patio. Parecía bastante arrepentida de los tratos que, según la misma Vulpix, le demostraba constantemente. ¡Ah, no, ahora parecía otra! ¡Y qué risa me da! ¡Me da risa recordar cómo era Emily en sus tiempos de niñez!
    Al final, comprendió que Marriot se había ido, se había escapado y por culpa de nadie más que ella. En realidad, parecía bastante apenada y arrepentida del maltrato que había sufrido Marriot, todo ese abandono y ese cariño que lo cambió quizá por mí, y no sabía de qué manera remediarlo. Por varios días, salió a la calle a buscarla por los alrededores, detrás de las esquinas, en algún callejón. Al principio, yo seguía a la niña, intentando ayudarla en su búsqueda, pero después me cansé. Después de todo, Marriot no hubiera querido que yo misma, una cómplice secreta de ella, destazara sus planes de escape. Por eso, mejor me tranquilicé y dejé que Emily siguiera buscando sola y se cansara en su tarea imposible.
    Y fue así como se rindió, pasando después al llanto desconsolado por haber dejado ir a la que fue su mascota predilecta por algún tiempo. Su padre, el señor Maillard, se compadeció de ella y a la vez quiso hacerse un favor a sí mismo, y fue de esa manera como adquirieron a este Hephen. Según me cuenta Midnight, el amo siempre quiso tener un Arcanine, y fue así como se cumplió su más grande sueño. Además, la compra de Hephen ayudó un poco a aliviar el pesar de la niña, debido a que el reemplazo de un pokémon de fuego por otro de iguales o mejores cualidades pronto la haría olvidar de la pequeña Marriot.

    A Marriot nunca le caí muy bien durante el tiempo que me interrelacioné con ella, no sé por qué. Si con alguien debió molestarse, fue con Emily, pero no conmigo, ¡yo no pedí que me compraran! ¡Fue una decisión de los humanos! Y esta Vulpix me miraba con celos fulminantes, como si en cualquier momento quisiera arrojarme fuego. ¡Qué risa me da ahora!
    Quién sabe cuál haya sido su paradero, y por otra parte, tampoco es que me importe mucho. Si vive aún o no, lo ignoro y no intentaré averiguarlo, porque no es de mi interés, sinceramente.
    Lo único que diré es que Hephen, desde que llegó, ha sido el vanidoso de la casa. No ofende a nadie, pero a mí me molesta un poco su manera de ser y trato de no acercarme mucho a él cuando anda por el patio chamuscando a las plantas para presumir sobre sus poderes. ¡Puaj! Si estuviera aún Rey… ¡vaya lección que le daría a este tonto! ¡Seguro que sí! Es la única razón por la que quisiera a ese maldito Persian de vuelta.

    Y sí, es que el ex-consentido de la casa tiene por lo menos unos cuatro años de haber muerto. Nadie supo nunca qué le pasó; mejor dicho, ninguno de nosotros los pokémon. Los humanos, seguro que sí saben, porque por un tiempo lo estuvieron llevando al médico pokémon a intentar salvarle la vida al pobre, pero al final sucedió lo que tenía que suceder. ¡Vaya! Yo siempre he dicho que lo habrán envenenado allá afuera, pero Hephen siempre me contradice, porque él sostiene que el Persian nunca comía cosas de la calle, y en parte tiene razón, porque nunca lo vi haciéndolo, pero tampoco creo que lo hayan envenenado aquí adentro de la casa. La pequeña Ruby dice que se enfermó de pronto de una cosa rara. Yo no puedo asegurar nada, porque de eso sé muy poco, por no decir nada.
    En fin, que Rey murió cuando mejor se estaba portando con nosotros. De poco a poco, se le fue quitando el carácter agrio que solía tener en un principio, sobre todo porque le pegó la loca idea de que era el padre de Príncipe, y no sé cuántas cosas más. Yo creo que por la edad se volvió loco, de viejo. Bueno, no era tan viejo como lo es Mako, pero ya tenía sus buenos años a cuestas, y siempre pesan sobre la mentalidad y la razón de uno.

    ¿De quién más puedo hablar? Ah, sí, de la pequeña Ruby, esa Growlithe que llegó el año pasado a casa, como consecuencia de un regalo, o algo así, que le hicieron a mi ama. Yo conozco a la mamá de esa pokémon, que también se llama Ruby, creo, cosa extraña, y que es mascota de la prima de Emily. Pero en fin, que parece que tanto madre e hija son muy amables y cordiales conmigo. Sin embargo, aún no logro establecer un verdadero vínculo afectuoso entre la pequeña Growlithe y yo. No sé, siento que no nos conectamos. Ella… es demasiado diferente a mí, muy sencilla, muy traviesa y escurridiza por la casa. Se le sale mucho de control a Emily. No la puede tener en brazos quieta unos segundos, como me cuenta Midnight que traía a Marriot. Me da mucha risa, porque Ruby es tan alborotada, siempre quiere correr de un lado a otro, y no puede aprender los modales y la compostura de una señorita, como yo. Ah, pero por más que la reprenda, ella nunca entiende, tiene la cabeza dura, es difícil de interrelacionarse con ella. ¡Por eso digo que no podemos conectarnos! Pero en fin. Parece que con quien se lleva peor es con Hephen, debido a que él es un Arcanine. Siempre está tratando de demostrarle su superioridad, lanzando fuego como volcán y luego mofándose de la pequeña porque no lo puede imitar. ¡Ah, todo a su edad, todo a su edad! Ya quisiera que cuando Ruby tuviera ocho años, como él, le chamusque la cola por peleonero y presuntuoso.

    Con el que estoy perdida es con Rugg. ¡Ah, ése es un verdadero Jolteon! ¡Todos deberían aprender de él, es lo que se llama un pokémon de verdad!
    Lástima que no viva con nosotros, porque pertenezca al novio de mi ama. Pero cuando él viene de visita, y se trae consigo a Rugg, es cuando más feliz me siento. ¡Como volando en las nubes! Ay, es que ese Jolteon es todo para mí, es lo máximo, es… ¡Qué lástima que yo sea tan torpe para expresarme ante él! Digo, no sería nada difícil, él no es muy facundo que digamos, pero no sé, siento que frente a él cometo todos los errores posibles. Quiero demostrarle que soy una Delcatty elegante y atractiva, ¡y todo termina saliendo al revés! Por eso mejor me callo a veces, y me mantengo quieta, para no cometer ninguna clase de torpezas.

    Mako dice que yo nací con el cerebro al revés. Lo dice de broma, claro, porque dudo que pudiera existir teniendo el cerebro volteado. Pero, de cierta forma, creo que tiene razón, porque me siento muy diferente al resto de mis compañeros, y de hecho, muy poco comprendida. Tal vez detecto cosas que los demás no, o tal vez exagero. Pero si no tengo el cerebro al revés, al menos los sentidos sí, porque yo misma me doy cuenta que soy muy extraña. De hecho, a veces me sorprende serlo tanto. ¡Y qué risa me da!
    El viejo Mako sigue viviendo en su madriguera, en la misma que hizo hace años. Y, claro, todavía sigue escondiéndose de los humanos para que no lo vean. Pero, sinceramente, no es tan difícil esconderse, siento como que ya encontró la técnica para alimentarse, dormir tranquilo e incluso hacer travesuras sin riesgo a que lo descubran. ¡Ah, ese Mako es muy hábil, lo tengo perfectamente claro! Dice que tiene por lo menos unos diez años conociendo todos los rincones de la casa. ¡Diez años es bastante tiempo, sobre todo para un pokémon, cuya vida es muchísimo más corta que la de los humanos! A mí, por lo menos, me parece una eternidad. Y no sé cuánto tiempo vivan los Delcatty, quisiera informarme, porque yo ya tengo poco más de ocho años de edad, y ya no me siento muy joven como antes. Por supuesto, no quiero decir que soy vieja, ¡no, no soy!, pero tampoco una cría.

    ¿Qué más puedo decir del viejo Raticate? Nada, creo, sólo que se porta muy bien con todos, incluso con Príncipe, con quien ya se reconcilió totalmente de las supuestas diferencias que tenían en el pasado. Ahora se la llevan de maravilla, cada quién por su lado, pero muy amigos. Incluso, le llevamos comida a la madriguera cuando él está imposibilitado de salir, de modo que los humanos no se den cuenta, siempre a hurtadillas. A veces le lleva la comida Príncipe, otras veces Midnight, pero la mayoría de las veces soy yo quien le hace el favor.
    Una vez Hephen quiso delatarme. Mako y Hephen no se llevan muy bien; no sé por qué, pero de alguna manera se resultan muy poco agradables mutuamente. El caso es que le salió el plan al revés: los amos lo castigaron por ladrador y después lo mandaron al patio, como guardián de la casa. Supuestamente era un castigo, pero el Arcanine lo sabe tomar por el mejor lado para hacerse el vanidoso. Ladraba fuerte para llamar nuestra atención, e intentaba chamuscar a todos los Pidgey inocentes que pasaban volando cerca de la casa con la intención de hacerse ver como el mejor de los guardianes. ¡Por supuesto que le queda muy, muy lejos de aquel viejo guardián que teníamos hace muchos años, el Mightyena! Ahora Hephen es insoportable, y trato de no dirigirle la palabra, ni siquiera verlo, para no cruzarme con una de sus conversaciones fastidiosas.

    Hablando con relación a Emily, pues prácticamente ella ya se ha esfumado de mi vida, o mejor dicho, de todas nuestras vidas, salvo que yo soy la única que lo resiente. Su vida es la escuela, el trabajo, el novio, sus amigas, ¡nos deja a sus mascotas olvidadas! Yo, que era su predilecta durante tanto tiempo, ahora me tiene marginada aquí, sola.
    Creo que Emily está entrando a la universidad, si no es que ya entró. La verdad, no me enteré muy bien de eso porque apenas y conozco el sistema educacional de los humanos. Es bastante complejo, todos van a diferentes escuelas. Ahora, hay días completos que ni miro a Emily. Eso me da bastante tristeza, pero bueno, sé que está ocupada, que se tiene que desarrollar en su vida, en fin, que tiene tantas ocupaciones, como las tienen los jóvenes que comienzan a formarse como adultos.
    Lo bueno es que estamos todos juntos en esto. Quiero decir, todas las mascotas de Emily y de sus papás. Aunque nos tengan tan olvidados, nosotros nos hacemos compañía mutuamente, para no morir del aburrimiento. No me la paso tan mal.

    A ver, a ver, ¿qué más? ¿Qué más ha sucedido desde la fuga de nuestros dos amiguitos? Hmm… nada muy importante o divertido. Casi no recibimos visitas de foráneos ya, sólo Rugg cada tercer día, y de vez en cuando Ruby, la madre de la Growlithe que lleva el mismo nombre. Extraños, casi no vienen. Recuerdo solamente a un Murkrow, que venía buscando a Mako, un mes después de la desaparición del par de pillos. Su visita fue muy desagradable, porque el ave era fea y su modo de hablar era horrible. Además, no nos dejaba en paz, y amenazaba con no irse nunca si no hablaba con el Raticate enseguida. Hephen se encargó de quemarle la cola aquel día, y desde entonces no lo hemos vuelto a ver.
    También había un Swellow que vino unas tres veces. Yo nunca lo vi bien, y mucho menos le hablé, pero durante algún tiempo estuvo buscando a la “señorita Marriot”. ¡Puaj! No sé quién haya sido, porque casi siempre hablaba con Ruby por la ventana, y esta Growlithe es muy poco comunicativa con nosotros como para contarnos sobre sus conversaciones. ¡Niña díscola! ¡No hay nadie que la pueda hacer entrar en razón! ¡Nadie quien la eduque y le haga prestar más atención a las palabras de sus mayores!

    Bueno, pero estaba contando sobre el Swellow.
    Era un pokémon muy bien parecido, de modales admirables, pero sin otros ojos más que para Marriot. El pobre estaba como loco cuando le dijeron que Marriot se había ido para siempre de la casa, y que si quería verla, que la fuera a buscar a quién sabe cuál bosque. Yo estaba en la cocina, viendo la escena de lejos, pero nunca olvidaré el rostro que puso cuando Ruby le dijo eso por la ventana. ¡Era para morirse de la risa, aún estando frente a un personaje que parecía tan distinguido como lo era ese Swellow!
    Volvió unas dos veces más, con la esperanza de que la pequeña Growlithe le hubiera mentido sobre el paradero de la Vulpix, pero todo fue igual. La última vez le tocó hablar con Príncipe. Ése sí que lo convenció. Marriot se había ido para siempre, y no había nada que el Swellow pudiera hacer ya. Si algo había hecho mal en el pasado, ya no podría remediarlo porque nunca más la iba a volver a ver, y se iba a quedar con la culpa para siempre. ¡Qué risa!


    Y creo que es todo lo que voy a contar, si no me equivoco…

    ¡Ah! ¡Ah, no, pero qué torpe soy! ¡Conté las historias de todos los pokémon que vivimos en la casa, menos lo más interesante! ¡Ja, ja, ja! ¿Cómo iba a cerrar mi crónica y olvidarlo?
    ¡Por supuesto que tengo que platicar sobre Príncipe y Midnight!
    ¡Ja, ja, ja!

    Bueno, resulta que este par de singulares pokémon son ahora la pareja más melosa y más enamorada que puede existir en el mundo. Bueno, eso es lo que siento yo, y lo que veo, y espero no exagerar. Pero en serio, son pareja y se quieren mucho.
    Hace unos tres años que es oficial. Me encantó la noticia en esos momentos, porque me dio mucha alegría verlos juntos, sobre todo porque somos amigos y siempre les he ayudado en todo y les he deseado lo mejor, y todo eso. ¡Ah! No puedo evitar pensar cómo hemos crecido, y cómo han ido cambiando nuestros pensamientos y mentalidades. ¿Cómo podría olvidar a aquel tímido y simple Meowth, y aquella traviesa y juguetona Eevee?
    Ahora son la pareja de la casa, y no podía conformarse mejor… un fuerte e imponente Persian, y una bella y poderosa Umbreon. ¡Atrás quedaron los pequeños Príncipe y Midnight, las criaturas que se habían hecho amigos del modo más singular (que después me contaron la historia completa), y que jugaban juntos y compartían todas sus emociones!
    El caso es que esto les ha ido de maravilla, y los amos están muy contentos por eso. Yo también, claro. Cualquiera que los viera juntos, a excepción del tonto de Hephen, se conmovería de tanto amor y tanta ternura que destilan. ¡Son uno para el otro!

    Y de esa unión ya concibieron una criatura, por cierto. Se trata del simpático Dusk, un Eevee. Yo no estoy muy enterada de las especies de los pokémon, que si el hijo nace como la mamá, o como el papá. Pero resultó que no fue Meowth, sino Eevee, y eso me llenó bastante de alegría; digo, no sólo a mí, sino a todos los habitantes de la casa, y mucho más a ellos, que se sienten tan realizados y tan… emmm… tan… padres, supongo.
    ¡Bueno, es que no sé cómo se siente tener un hijo! Pero quiero suponer que es de lo más maravilloso del mundo, algo satisfactorio, algo hermoso.
    Se supone que, cuando sea un poquito mayor, Dusk va a ser un Umbreon también. Fue un mutuo acuerdo entre ambos padres, porque Midnight no se podía quitar de la cabeza que su hijo también siguiera sus pasos, y bueno, Príncipe está encantado con la especie de Umbreon, como fácilmente se puede comprender. Así que, dentro de algunos años, tendremos un nuevo Umbreon en la familia, ¡qué emoción! ¡Ya quiero que llegue el día en que nuestro pequeño Dusk tenga la experiencia evolutiva, que, dicho sea de paso, es lo más maravilloso del mundo! Pero no, mejor no, todavía no es el momento. Será más bonito que por ahora disfrute su niñez como un Eevee, que se ve tan tierno. A mí me encanta. También, obviamente, a sus padres, y a Ruby, que siempre se mete y opina en todo, aunque no sepa nada. Ella es de las que cree que en cualquier tema debe opinar. ¡Vaya! Para el que le es indiferente ese tipo de noticias es Hephen. Sólo conoce unas cuantas palabras. Yo, mi, mío, para mí. ¡Es insoportable, como ya he dicho! No le interesa ni Príncipe, ni Midnight, ni la pequeña Ruby, ni los humanos, ni yo, ¡vaya, nadie! Ah, sólo él.

    En fin. Príncipe es el mejor Persian del mundo (basándose en el modo de ser de su progenitor). Midnight es más simpática de lo que aparenta. Los Umbreon se ven bastante severos y serios, como que no se puede platicar con ellos sin que te miren de muerte con esos ojos rojizos. Pero no, Midnight es todo lo contrario, a ella nunca se le agrió el carácter y sigue siendo esa pokémon simpática y despreocupada que conocí desde que llegué a esta casa. Me encanta, es mi mejor amiga. También Príncipe lo es, sólo que él me da un poquito más de miedo. Es sólo por su apariencia, que prefiero respetarlo siempre y nunca llegar a molestarlo, ni por accidente. Aunque sé perfectamente que nunca me haría daño, no puedo olvidar a Rey y todas las maldades que llegó a hacer durante el tiempo que lo conocí, a pesar de la promesa que hizo de que cambiaría hacia con todos y sería el mejor pokémon del mundo. No. Falso, falso, falso. Nunca cambió.
    Bueno, sí cambió, pero ya en sus últimos días. A Midnight le pidió especial perdón por todas las cosas que le había hecho a lo largo de su vida y todo lo malo que le hizo pasar. Ella lo perdonó a ojos cerrados. Marriot jamás lo hubiera hecho, estoy segurísima, tan segura como que me llamo Rosy. Esa Marriot era una bola de hiel, una rencorosa. ¡Malvada, en una palabra! Por lo poco que la conocí, tengo la fortuna de estar lejos de ella ahora. No me caía bien, porque era mala. Seguro que nunca hubiera perdonado al pobre de Rey cuando estaba moribundo.

    Pero divago bastante. Es normal, nunca puedo concentrarme en un tema en específico, y siempre me estoy saliendo del hilo principal. Soy torpe, pero me río de mí misma. Si no, fuera una caldera de furia contenida, como Fyrus, así, retraída y miedosa. ¡Pero no! ¡Yo me río de mí, me río de la vida, me río de todo! ¡Me gusta reír, me encanta, es la mejor sensación del mundo!
    Y aunque Hephen no soporte mis continuas carcajadas, sobre todo cuando piensa que me burlo de él, yo sigo haciéndolo porque es mi modo de vivir. Digo, ¡que a nadie le afecte el modo de vivir de los demás!
    Pero bueno, ¿qué me falta por decir? ¡Creo que es todo! ¡Al fin acabé!
    A no ser que cuente sobre mí misma… ¿pero qué puedo contar al respecto? Soy una hermosa y linda Delcatty, y es todo lo que se me ocurre, en serio. ¿Algún problema?
    ¡Gracias, amables lectores!


    ***ROSY***
     
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    Jajajjaj cerrraste cualquier esperanza de que pueda haber siquiera una continuación en el bosque D: Guauu están todos muertos! D: bonito detalle que los dejaras engendrar un hijo X'D y que fuera evee. Esto me hace pensar que Mid siempre estuvo destinada a quedarse en la casa, solo que llego el Meowth para arreglar esa soledad. Me parece muy divertido que la nueva odiosa se haya vuelta la rosy.
     
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