One-shot de Naruto - Después de todo [DeiIno]

¡Hellou~!​

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Bueno, con este escrito participé en el concurso Sasuke's Crack it! organizado por Kuroi Sakura e increíblemente gané el tercer lugar. Lo dejé tal cual se lo envié a las juesas, no cambié absolutamente nada, los mismos errores siguen ahí.​

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Bien, ahora la ficha:​

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Fandom: Naruto
Título: Después de todo.
Summary: Él la miró asombrado. ¿Con todo el lío que tuvo que pasar en el trayecto hacia la escuela ella le pide que la lleve a casa? No podía negarse ante tal petición. Además, había algo en ella que era interesante.​

Pareja: Deidara e Ino.
Advertencias: Algo rara la introducción.
Tipo: One-shot.
Género: ¿Comedia?.
Dedicatoria: A todos mis friends que amo mucho. Y a una amiga que desapareció hace mucho, Tsubaki, este escrito era para ti ¿recuerdas? ;__;!​

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Después de todo.​

La mañana hacía su entrada lentamente en la ciudad de Konoha. Los rayos de sol se introducían por la ventana de una casa en particular que daba al cuarto de una joven rubia, quien dormía muy placidamente en su cama. La luz iluminaba el rostro de la joven provocando que abriera los ojos lentamente y con pereza estirara sus brazos. Giró su cabeza en dirección a la ventana mirando el lindo día que la esperaba afuera y sonrió por aquel hecho. Después giró hacia la izquierda y su sonrisa desapareció al ver que su reloj marcaba las ocho de la mañana.

—¡No puede ser!—exclamó saliendo de la cama de un gran salto—¡Me quedé dormida!—continuó entrando rápidamente al baño.

Velozmente tomó una ducha para despabilarse más rápido. Se vistió con el típico uniforme de su escuela, peinó su larga cabellera rubia, guardó sus libros y lo que necesitaba en su mochila. Al bajar por las escaleras hacia la salida de su casa.

Al salir, bajó las escaleras de la entrada y comenzó a correr hacia la parada de autobuses. Dobló la esquina para llegar pero sin darse cuenta choca contra algo, mejor dicho, contra alguien haciendo que ella cayera al suelo.

—Ay… —dejó escapar un quejido a causa del dolor.

—Oye niña, ten cuidado por donde caminas —habló un muchacho de largas hebras rubias parado frente a ella.

—Antes de llamarme “niña”, niño —protestó la joven, levantando su mirada para verlo fijamente—, podrías ayudarme a levantarme ¿no crees?—añadió indignada.

—Hmp, lo que sea —bufó fastidiado, dándole la mano para ayudarla a levantarse.

—No la necesito, gracias —dijo con ironía, poniéndose de pie ella misma y sacudiendo sus ropas para quitarle la suciedad.

—¿Entonces para que…?

—No tengo tiempo para ti, debo… —pero quedó sin habla al ver pasar al autobús sin ella— ¡Por tu culpa llegaré tarde!

El joven, un año mayor que la chica, la quedó observando con mucha gracia, le parecía divertida la manera en que ella se molestaba. Sin embargo, cambió su sonrisa burlona al verla preocupada.

—Pues… —titubeó rascándose la mejilla con su dedo índice—… Si quieres puedo llevarte en mi motocicleta —sugirió señalando el vehículo que estaba estacionado.

La joven quedó sorprendida. Miró al chico con una expresión dudosa.

—Tú decides —dijo con indiferencia, mientras se acercaba a la motocicleta y subiéndose en ella—. La que llegará tarde serás tú —agregó encendiéndola.

—Está bien, está bien —aceptó rendida, sentándose detrás del chico.

Cuando ambos estaban sobre el vehículo el muchacho, sin decirle palabra alguna, le entregó un casco para que se lo colocara, mientras él tenía el suyo propio. La joven rubia tomó aquel objeto entre sus manos con extrañeza <<Si piensa que me pondré eso en la cabeza está equivocado>> se dijo la chica en sus adentros.

—Si no lo usas, no me haré responsable por ningún accidente. Mira que no tengo licencia —advirtió el chico con una sonrisa burlona, pero haciendo que la chica se asustara y se colocara el casco sin chistar—. Así me gusta, sujétate fuerte —finalizó poniendo en marcha la motocicleta a gran velocidad.

—¡Ah! ¡Ve más lento, animal! —gritó asustada, aferrándose muy firme a la cintura del chico.

El recorrido de ambos jóvenes no tardó más de 10 minutos, desde donde estaban hasta donde querían llegar. La velocidad a la que iban era muy alta, pero claro, el muchacho respetaba las reglas de transito; se detenía cuando la luz del semáforo estaba roja o cuando había un cartel de Pare y bajaba la velocidad en alguna que otra curva. Eran en esos momentos donde la joven rubia podía insultar al muchacho, el cual no le importaba en lo más mínimo.

Por fin, para alegría de la chica, estaban muy cerca del instituto de estudio. Cuando llegaron, el chico apagó el motor del vehículo y se quitó el casco para dirigirle algunas palabras a su compañera de viaje.

—Oye ya llegamos ¿Me puedes soltar? —cuestionó el joven rubio con una sonrisa de medio lado.

—¡Casi nos matas! —exclamó la chica rubia, bajándose de un salto del vehiculo—. Toma tu tonto casco, imbécil —añadió aventándole el objeto con enojo.

—Hmp, me han dicho peores cosas —contestó sin prestarle importancia, cerrando los ojos. Cuando los abrió no pudo contener la risa.

—¿Y ahora de qué te ríes? —protestó la fémina de ojos celestes, ella optó por mirarse en el espejo retrovisor de la motocicleta y descubrió la causa de la risa del chico: ella estaba despeinada por culpa del casco.

—Antes de insultarme deberías entrar a clases ¿no crees?

—Te salvaste, pero te juro que…

—Vas a llegar tarde…

—¡Ah!

La chica se alejó del muchacho con la palabra en la boca mientras que en el camino se arreglaba el cabello. Por parte del chico, la observó alejarse con una sonrisa de satisfacción dibujada en su rostro. Sin embargo, recordó que no le había preguntado su nombre.

—¡Mi nombre es Deidara! ¿Cómo te llamas?—gritó esto último, pero la joven no logró oírlo—Hmp… lo que sea—bufó fingiendo indiferencia.

Pero para su sorpresa, cuando Deidara estuvo a punto de poner su motocicleta en marcha vio como la joven se acercaba caminando lentamente hacia él otra vez. Se podía apreciar la frustración e impotencia en su rostro. El joven de cabello rubio apagó el motor de su vehículo para escucharla.

—Es muy tarde —habló entre diente—. Ya no me dejan entrar.

—Es una pena. Bueno, nos vemos después —se despidió sin saber como reaccionar, es decir, ¿qué podría hacer él?

—Oye… —lo detuvo antes de marcharse— ¿Puedes llevarme a casa? El autobús no pasará dentro de dos horas.


Él la miró asombrado. ¿Con todo el lío que tuvo que pasar en el trayecto hacia la escuela ella le pide que la lleve a casa? No podía negarse ante tal petición. Además, había algo en ella que era interesante.

—Claro, sube. Soy Deidara —aceptó.

—Gracias. Yo Ino —agradeció ubicándose detrás del muchacho—. Y por favor, Deidara, no te comportes como un animal esta vez ¿sí?

—Bueno, no prometo nada… Ino.

Fin.​

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Gracias por leer <3!​