Después de la espera...

Después de la espera...

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Título: Después de la espera...
Summary: Tanto tiempo esperándolo y por fin estaba llegando, el momento que tanto añoraste...
Clasificación: K.
Advertencias: Participa en el concurso "We <3 Drabbles" organizado por Itami-chan.
Palabras: 428.

Incomparable. Esa era la única palabra que describía el dolor que estabas sintiendo en aquel momento. Querías que se detuviera, te hubiese gustado en ese momento que tan fuerte y punzante dolor en la cadera se calmara aunque fuese un poco. Nada que hubieses sentido alguna vez podía compararse con la magnitud de eso. Pero aunque lo desearas, él dolor no pararía, porque él saldría de ahí fuese como fuese.

La sangre se derramaba indiscutiblemente sobre el pequeño colchón que yacía bajo tuyo, recibías indicaciones de qué hacer pero aunque lo intentaras, el dolor te estaba dominando y no actuabas con claridad, así que soplabas con fuerza para calmar un poco tu ímpetu de gritar. Cerrabas los ojos y no los abrías: Era algo tan doloroso.

Tu rostro sudoroso y rojo delataba lo mucho que te estabas esforzando en lograrlo y no era para menos; tanto tiempo esperándolo y por fin estaba llegando, el momento que tanto añoraste por nueve largos meses e incluso más.

No gritabas, mas gemías con fuerza, cada vez con más. Tenías la espalda tensa y estática, siempre en la misma posición. Temías que algo se llegase a complicar, porque aunque la potencia del dolor era incomparable, querías verlo. Era la primera vez y desconocías qué pudiese ocurrir después, pero sin importar eso te esforzabas.

No te daba tiempo siquiera de pensar, era gemir y tensar las piernas.

Antes de que te percatases, en un instante soltaste un suspiro de alivio. Tus hombros se destensaron y tus brazos se dejaron caer. Estabas completamente cansada y aunque aún no estuviera del todo concluido, te fue inevitable demostrar tu alivio.

Y anhelaste verlo.

Levantaste la cabeza a pesar del cansancio y espetaste esa pregunta que tanto deseabas que respondiesen:— ¿Cómo está? —tu cabello se veía despeinado, tu frente sudorosa y se podía notar un brillo poco común en tus ojos: un brillo de ilusión.

—Está completamente sano. —El médico te sonrió y tú no pudiste más que derramar lágrimas de alegría y responder de la misma manera. Te dejaste caer sobre el colchón y suspiraste. Esa pudo ser la mayor alegría que la vida pudo haberte brindado, una bendición que agradecerías por todos los días que te restaran de existencia.

Cuando lo tomaste entres tus brazos y dejó de llorar, sus pupilas negras y profundas se fijaron en tu rostro y le sonreíste con dulzura, fue ahí cuando comprendiste que desde ese momento, no podrías volver a dormir tranquila. Ahora tendrías alguien por quién preocuparte día y noche, a alguien que te traería problemas sin final, pero también alegrías inimaginables: Un hijo.