Desprecio

¡Hola amigos! Bueno, les dejo un texto cortito aquí, en originales:

No pude evitarlo. Mientras andaba por las calles, después de mi habitual ronda siniestra de muerte, llanto y sangre, mi espíritu requería su presencia a mi lado.

Caminé un largo y oscuro trecho, miraba mis manos ensangrentadas, mi arma aún humeante.

Entonces acaricié mi pelo, de finas hebras rubias que caían juguetonamente alrededor de mi cara. Con eso, mis grandes ojos castaños que siempre creían llenos de vida y mi cara adolescente te hubiese parecido la persona más inocente del mundo. Párate a observar un momento mi ropa: desgarrada, ensangrentada, mi chaqueta apenas me cubría del frío de una horrible noche de invierno, y su color cedía ante los encantos de aquel líquido rojizo que ya se tornaba marrón en la prenda; mis pantalones de tela vaquera, rotos y no por ir de moda, si o por el constante vaivén de mi vida, y unas zapatillas negras de tela, completando mi apariencia.

Si hubiese estado con una cara más alegre, limpio, con mis ropas arregladas y peinado en condiciones, y no con aquella maraña rubia que me daba un aspecto realmente... rebelde, hubieses dicho que soy un niño de dieciséis normal y corriente. Pero después comenzaríamos a hablar y te darías cuenta de mi tono despectivo, mis palabras callejeras y humillantes como las de un cantante de rap, aquellas desgarrantes indirectas y sarcasmo que jamás hubieses podido conseguir ni dedicando tu vida a ello. Y sobre todo el desprecio con el que trataba la vida.

Violadas mi alma y espíritu, solo podía refugiarme en sus protectores y agradables brazos. Brazos de madre y de amante, y ahora corro para encontrarme con ellos. Por fin llego a su casa. Como siempre, se encuentran sus padres. No queda más remedio que golpear su inalcanzable y hermosa ventana con aquella piedra que nunca rompió sus cristales. Dos, tres veces golpeé hasta que su angelical rostro se dignó a abrirme. En mi imaginación bajaba ahora cual maravillosa criatura hasta mis brazos, besaba mi cuello y después mi boca, y me transportaba con ella hasta su dulce mundo de paz.

Solo mi imaginación, pues sus palabras y gestos fueron ásperos. Al principio su cara se tornó de desprecio hacia mí, después observe como cambiaba a expresión de pena, la que mi aspecto daba. Me indicó que no podía estar allí, me regañó por haber vuelto a matar, me recordó aquellos años felices en los que no éramos más que niños normales con almas puras y yo me salvaba de ser huérfano. Pero aquello ya pasó, ahora miraba en lo que me había convertido y le causaba repulsión. Así que con dos frías palabras y un gesto, me despachó; cerró su linda muralla de cristal y partió mi alma en mil pedazos. ¿Que me quedaba ya?

Un disparo, y la muerte.

Arigatou por leer ;D