Deseos

Tercer deseo ​

La oveja y el león​

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Pies descalzos golpeando el lodo van.​

Con fuerza sus huellas en suelo marcan.​

Alejándome de ti hasta el más allá. ​

Evitando el daño que me harás.​

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Se movía de un lado hacia otro en la mullida cama, el sudor hacía que el cabello se le pegara a la piel del rostro, gemidos casi gritos se despegaban de sus labios. Se levantó rápido como si algo la hubiese asustado y despejó sus cobijas con brusquedad, con la vista empezó a revisar su cuerpo todo estaba bien excepto por lo que había soñado…

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Su piel, sus labios, su aroma.​

La forma en la que se movía hacía mí,​

como un felino al acecho de su presa.​

Sus ojos fijos en los míos,​

mientras mi cuerpo tiembla en espera.​

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Hermosa, ronroneó contra mi piel.​

Quédate aquí, conmigo, se mía.​

Hermosa, susurró en mi oído​

Quédate aquí y siente este marchito corazón​

Hermosa, pronunció viéndome a los ojos​

Quédate, dijo sellando nuestros labios.​

Tócame, siénteme, hazme desear el cielo,​

No te niegues a mí, deséame tanto como yo a ti.​

Mírame estoy perdiendo la razón.​

Mírame, me estás cambiando.​

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Quédate y observa como hago por ti​

las cosas que me prometí que nunca más haría.​

No huyas, ¿acaso no vez cuanto te necesito? ​

¿Acaso no vez lo perdido que estoy sin ti?​

Quédate y déjame amarte.​

Quédate y se más que mía.​

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Sacudió su cabeza en signo de desaprobación, recordaba su sueño de manera tan clara que no podía evitar sentirse aturdida y esta era la quinta vez que soñaba con aquel hombre que le suplicaba quedarse a su lado…

Lo dibujaba en su mente, su cuerpo, sus manos, todo tan masculino, su tono gutural que en sueños la cautivaba. Él era hermoso, si es que un hombre pudiera serlo. Trató de vislumbrar su rostro mas no se acordaba de el, ni siquiera un solo rasgo, ni su cabellos o sus ojos, nada. Él era encantador, cariñoso y protector, pero claro en los sueños todo podía ocurrir; su realidad le había enseñado que los hombres sólo buscaban una sola cosa “meterse en tu cama”. Los compromisos aterraban a la mayoría…

―Incluso a mi misma ―musité, corriendo la puerta de la ducha y dejando que el agua caliente cobijase mi piel. Ese mar de relajación que me había dejado el agua lo llevé hasta mi lugar de trabajo.

Era un día inusualmente tranquilo, tenía cosas que hacer pero no estaba corriendo por todos lados tratando de complacer a mi jefe en todos sus malditos deseos. Sí, él era muy bueno en su trabajo y también como jefe pero a veces “casi siempre” era un caprichoso, que no le gustaba levantar un solo dedo; recuerdo cuando me llamó para que le sirviera un café y tenía la cafetera a un lado de su escritorio. Odiaba la gente de su tipo, lastimosamente tenía que trabajar para él.

Tarareaba una de mis canciones favoritas mientras acomodaba carpetas en uno de los archivadores, cuando oí su voz, al inicio solo deje de cantar pensando que había sido mi imaginación, pero allí estaba nuevamente su voz y esta vez más clara, él se iba acercando, estaba aquí. El único hombre que tenía esa voz era el hombre en mis sueños…

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―Hola gatita ―canturreó mi acompañante dirigiéndose a la mujer que teníamos justo en frente. Sus ojos que habían estado estudiándome saltaron a los suyos y mirándolo con furia se dio media vuelta con algunas carpetas acomodadas en sus finos brazos. Él intentó tomarla por el brazo pero ella reaccionó de una forma brusca como si la mano de mi compañero hubiese estado llena de electricidad.

―No me toques ―le siseó. Su mirada fue algo impresionante para mí ella estaba determinada a que él abandonase cualquier juego, incluso antes de empezar a jugar.

―Tranquila gatita, no pretendía dañarte ―se disculpó él con torpeza. La mirada de ella se ablando pero solo un poco.

―Espero que no vuelva a suceder ―su tono era frio al igual que sus ojos, los desvió un instante hacia mí y por un segundo hubo confusión y algo más en ellos. Después de eso se marchó.

―¿Qué fue eso? ―pregunté, no estaba acostumbrado a ver que una mujer lo rechazara con tanto desprecio y asco en su voz.

―Hum, digamos que me vio saliendo del baño de mujeres después de tirarme a una de sus compañeras de trabajo ―dijo Erick sonriendo con sorna y comprendiendo la reacción de la mujer. ―De cierta manera su actitud me parece encantadora, además es un buen reto ―completó jactancioso. Reí.

―Pues parece que la tienes muy difícil, se nota que no se conformará con un polvo y ya, no creo que sea tu tipo de mujer, aunque, es hermosa ―comenté más para mi mismo que para Erick. Oí sus carcajadas.

―No me digas que te ha gustado ―reía a voz en grito. Me quede atónito ante sus palabras, no lo creía pero era verdad que habían muchas cosas en ella que captaron mí atención, sobre todo la segunda vez que puso su atención en mí. Sus ojos me vieron como si ya me hubiese visto antes, como si yo fuese alguien conocido para ella.

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No lo podía creer, era él. Él hombre en mis sueños lo había tenido justo frente a mí y a lado de ese idiota. Quería preguntarle tantas cosas y a la vez quería huir de él y su aspecto de león hambriento, pero sus ojos opacos, vacíos había algo en ellos, algo que me hipnotizó quería acercarme a él tocarlo, sentir que era real, que era el mismo hombre que había visto en mi sueño. Todo esto era tan irreal.

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Una hermosa mentira es lo que parecía.​

Nuestros cuerpos juntos en pasión ardían. ​

Ella era mía, ​

cada parte de su cuerpo lo decía. ​

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Su calor inundaba mi cuerpo. ​

Su olor turbaba mi mente. ​

Debajo suyo ni siquiera era buena oponente, ​

Mi corazón gritaba cuidado ​

Mi cuerpo le respondía, cállate, disfrútalo. ​

No lo desperdicies, inténtalo. ​

Él era mío​

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Ella gemía. ​

En mis manos se retorcía​

Amor es lo que mi corazón quería. ​

Amor, lo que sus ojos pedían. ​

Confianza es lo que había perdido,​

de mis manos había huido.​

​

Ella ahogaba mi dolor.​

Más que el toque de su cuerpo, ​

era la dulzura de su corazón.​

Sus manos con miedo mi espalda aferraban, ​

con temor mi rostro acariciaban.​

La quería, la necesitaba.​

No sabía si la amaba, ​

pero estaba seguro que la deseaba.​

​

​

Él con seguridad me tocaba, ​

con suavidad sus labios me acariciaban​

Dulce y amargo era su roce, ​

yo era objeto de su goce. ​

Su mirada lo delataba. ​

él me deseaba. ​

Yo quería ser amada.​

Saber que en mi confiaba.​

No quería ser una oveja,​

de este león presa.​

​

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Ella con pasión se entregaba.​

Visible era el temor si se descuidaba.​

Deseaba que en mi confiara,​

que su amor plenamente demostrara.​

Tú mi reina, ​

eres leona de este solitario león. ​

Ven y hazme compañía, ​

no ves como mi vida sin ti se vacía.​

Sin ti sin aire me quedo.​

Sin ti lentamente muero.​

Ámame no tengas miedo.​

​

​

Tú solitario león, ​

hazme el amor. ​

Que no sea sólo un momento,​

ven y muéstrame tu corazón.​

De ti hay cosas que no entiendo,​

me haces perder la razón.​

Espero que no sólo desees un juego,​

ven, hazme sentir más que amor​

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No digas que juego, ​

para eso no estoy hecho.​

Déjame abrigarte con mi cuerpo​

Guardarte entre mis brazos y mi pecho.​

Solamente protegerte quiero.​

Entrégate, deséame. ​

Haz que pierda la cordura.​

Siente que para mí eres la única. ​

Sé que soy un felino hambriento de deseo.​

No pongas un espejo en el que muestras mi reflejo,​

porque sólo veo hielo.​

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Ámame como a un niño pequeño.​

Amor es lo que pides.​

Amor lo que deseo. ​

Acaso no es obvio mi miedo.​

No soy de aquellas que sin voluntad sonríen,​

y aún así te he entregado mi cuerpo. ​

Déjame derretir ese hielo​

Déjame brindarte más que consuelo.​

Hazme tuya, se mío,​

aunque este amor sea prohibido.​

​

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En distintos lugares el león y la oveja despertaron. El león había soñado con ella. La oveja había soñado nuevamente con él. Ella presa de sus miedos. Él lleno de deseo...

―Debo hablar con él... ―susurró al viento, pensando en su sueño. Dirigía una de sus manos a su pecho para controlar su acelerado corazón. Él la preocupaba, de cierta manera sabía que la necesitaba. Ahora que lo había visto, sabía donde hallarlo. No sabía porqué, pero deseaba descubrir cómo podía ayudarlo, él sufría más de lo que ella jamás sufrió, tal vez él entendería su dolor, comprendería el por qué de cada una de sus acciones. La esperanza la llenó y volvió a acostarse, por primera vez en mucho tiempo. Tranquila.


―Necesito hablar con ella... ―meditó recordándola, cada detalle, como había reaccionado ante su amigo, cada uno de sus movimientos felinos, cuidadosos y después la mirada que le dio a él y solo a él. Ella era un enigma por el momento pero la descubriría, de una u otra forma haría que ella entrase en su vida. Después de hacerse tal promesa, paso sus manos por el rostro tratando de calmarse, aquel sueño lo había alterado pues sabía que ella era lo que siempre había deseado. Al menos debía hablarle y con el pensamiento de visitarla en el trabajo por la mañana cayó en un sueño profundo.

Después de esas palabras que los dos dirigían a la nada, ambos su sueño en camas diferentes retomaban...


Nos vemos en el siguiente deseo

XOXO Juls

 

Último deseo​

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El inicio del final​

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Amor mío... ​

Si estoy debajo del vaivén de tus piernas ​

Si estoy hundido en un vaivén de caderas ​

Esto es el cielo es mi cielo...​

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Otra vez mi boca insensata... ​

Vuelve a caer en tu piel ​

Vuelve a mí tu boca y provoca ​

Vuelvo a caer ​

De tus pechos a tu par de pies.​

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Maná​

Estando frente a sus ojos vio el pasado, sus recuerdos, desde la época del colegio a la noche anterior, lentamente sintió como todo lo construido durante cinco largos años se desmoronaba…

Jamás imaginó que su encuentro le desnudaría el alma, quería huir, salir de su vista… ¿qué le había hecho? No estaba segura, pero supo que él vio su dolor y ella pudo ver su deseo en el fuego que sus ojos transmitían. Él vio el miedo, el terror que ella tenía y sonrió con comprensión sintiéndose ansioso por dentro, queriendo ayudarla, alcanzarla, sentirla. Ella retrocedió un paso por instinto pero él estiro la mano tratando de alcanzarla, de que no se alejara, sintió como sus ojos delataron el miedo que sentía de perderla, sí, de poder perder algo, alguien que aún no había tenido, alguien que lo hacía sentir bienvenido, amado.

Los días habían pasado, ellos se habían encontrado pero ninguno se pertenecía a sí mismo, ni siquiera al otro, sus almas vagaban dueñas de nadie. Ella quería ser suya, él deseaba amarla, ella no sabía por qué lo deseaba, él sabía que ahora por ella su vida daba, ella no sabía que pasaba pero este hombre llamaba su alma, su mente, su cuerpo, su corazón… ella quería ser cuidadosa, lo sabía, debía serlo, él podría destruir en segundos el mundo que a ella le había tomado años crear. Él la atrajo en un abrazo y selló por primera vez sus labios en un beso, un beso tan suave, tan intenso, un beso que era fuego, que se sentía como hielo, un beso que la sacó del infierno y la llevó al cielo, un beso que marcó el principio del final.

Separados, agitados, recobrando el aliento, viendo sus ojos lo supo, sabía que él había tomado una parte de ella, que estaba esta vez a su merced, que no había vuelta atrás, ella sería suya.

La vio y sonrió para ella, sintiendo el miedo de que ya no se perteneciera solo a él, esta vez estaba atrapado en la red de una mujer, él estaba seguro de que sería suyo.

Dueña de mi misma.​

Vagando como el aire voy.​

Una callosa mano me acaricia,​

y se detiene justamente hoy.​

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Controlando mi cuerpo.​

Domando mi alma.​

Saciando el deseo,​

en una candente llama.​

​

Presa de mis miedos.​

Segura de que van en aumento.​

Si dispuesto estas a tomar un corazón destrozado.​

Si deseas un alma que han lastimado.​

Juraría que te amo.​

No quiero que me recuerdes.​

Quiero que seas mi presente.​

Si no puedes cumplirlo será mejor que te ausentes.​

​

Sueño contigo.​

Sueño que no te irás.​

Promételo, déjame respirar.​

Dímelo, no seas el comienzo del final.​

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Cansado de vivir como un ciego.​

No puedo privarme de lo que por ti siento​

¿Por qué es tan difícil verlo?​

Si por ti muero​

Aunque mucho tengo, pobre me siento​

Esperaba una historia diferente.​

Gracias al cielo ahora te tengo.​

Mírame a los ojos, no tengas miedo.​

Acaso no ves que te quiero.​

Un hombre sabio nunca he sido​

Pero mi mejor decisión viene contigo…​

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El viento acariciaba sus mejillas, el frío que traía las sonrojaba, el aire hacia bailar con delicadeza su cabello, una lágrima por su mejilla rodaba suavemente, él con el dorso de su mano la limpió. Un suspiro salió de sus femeninos labios al sentir el roce.

―Tengo miedo ―. Susurró mirado al suelo. ―Estoy tan aterrada que no sé como mis piernas no se han movido para huir… ―musitó ella levantado su rostro al final para ver su reacción, al ver los ojos de él llenos de compresión la armadura que llevaba puesta empezó a caer.

Él no intentó abrazarla, ni ir por sus labios, simplemente acarició el dorso de su mano con la punta de los dedos, en ese roce tan íntimo ella sintió que el escudo y la espada de su armadura interna resonaban contra el suelo. Ella tomó su mano jugando con sus dedos entrelazándolos y se permitió esbozar una pequeña sonrisa a la cual él respondió y por primera vez vio en sus ojos más que deseo… en ese instante sintió como su corazón empezó a latir nuevamente.

Oía sus palabras llenas de sinceridad, pude ver que su miedo era real, supe que alguien la había dañado y odié al hombre que lastimó a un ángel como ella, qué hombre que pusiese llamarse a sí mismo varón le haría daño a una mujer, sabía que ese extraño había sido el demonio con ella, la había marcado, tal vez para siempre y ahora yo que venía como un intruso a su vida sólo quería verla sonreír, una sonrisa verdadera que iluminara su rostro, justo como cuando estaba con aquella mujer que supuse era una amiga. Quería que sonriera por mí, sí, que sonriera porque yo la hacía feliz… desde el momento en que la vi sonreír de tal manera aquella fue mi meta, me lo juré viendo esa pequeña y tímida sonrisa que ahora aparecía en su rostro.

―Mírame ―le dije levantando su rostro desde su barbilla. ―No te pido que confíes en mí porque todos fallamos, te pido que tengas fe en lo que siento por ti, en lo que sé que sientes por mí―. Veía como sus ojos se iluminaban un poco, pero aun había un matiz de confusión en ellos. ―Dejemos que lo que hay aquí crezca ―dijo poniendo la mano de ella en su masculino pecho cerca de su corazón y viéndola a los ojos con decisión le pidió ―déjame amarte.

Ella levantó la mano que él no tenía sujeta y llevo hasta el rostro de él y en un susurro ―entonces también deja que te ame―. Los ojos de él se abrieron con sorpresa y una sonrisa apareció en su rostro, ella se acerco suavemente a él, él tomándola de la cintura la atrajo a su cuerpo y abrazándola la besó sintiendo que esto era más que un inicio, que al final podría continuar con la historia de su vida pero que otra sería la trama. Ella sintió que era el fin de sus pesadillas, el inicio de sus sueños y separándose le dijo ―esperemos que este sea el fin para un nuevo comienzo.

Él…​

Déjame alcanzarte​

Déjame tocarte​

Déjame acariciarte​

Déjame ser tuyo​

Permítete ser mía​

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Ven aquí, toma mis manos.​

Ven aquí te regalo lo que resta de mi corazón​

No me des la espalda no me hagas perder la razón​

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Ella…​

No me pidas más.​

No me pidas que no sienta miedo,​

No intentes comprender lo que siento.​

No vez que de terror tiemblo.​

Mis heridas no han sanado con el tiempo.​

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Él…​

Ven aquí amada mía.​

Ven aquí y déjame protegerte.​

Deja que la fuerza de mis brazos te cubra.​

Deja que sea mi cuerpo el que te proteja.​

Deja que sea yo el que te ame.​

Te lo ruego no permitas que este corazón se desmaye.​

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Ella…​

Te mentiría diciendo no te quiero.​

Te mentiría diciendo en ti me pierdo.​

Cállame con tus besos.​

Haz que confiese el amor que por ti siento.​

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Él…​

Silencio, calla, escucha.​

Ambos sabemos la verdad.​

Tus ojos me la gritan.​

Tu cuerpo me lo demuestra.​

Grítame que lo que deseas.​

Susúrrame que no me detenga.​

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Ella…​

Baila conmigo al compás del viento.​

Que el sonido nuestro corazón lleve el ritmo.​

Déjame danzar sobre tus caderas.​

Escuchar de tus labios la música.​

Que mis manos sobre tu piel sean la letra.​

Unamos nuestros cuerpos mientras aún tararean.​

Juntando nuestras almas en una canción.​

Sellando con nuestros labios este acto de amor…​

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―¿Recuerdas la primera vez que nos vimos? ―articulé mientras tomados de la mano paseábamos por un parque cubierto de nieve, hacía frío pero mi corazón nunca se había sentido tan cálido.

―Sí, estábamos en Los Ángeles. Erick me acompañaba y prácticamente le rugiste que se tragara sus halagos― dijo mi acompañante entre risas. ―Recuerdo que esa noche soñé contigo y cuando desperté supe que debía hablarte aunque me mandaras al carajo como a Erick ―decía él y a pesar de sus risas pude sentir un atisbo de nervios al final de la frase, así que apreté su mano levemente.

―Alejandro yo también soñé contigo, lo sabes y si eso no hubiese pasado creo que nunca me habría atrevido a abrirte mi corazón ―decía con seguridad. Me había girado para ver sus ojos así que caminaba de espaldas.

―He de admitir que eso fue extraño realmente pero ver como le daban calabazas a Erick antes de siquiera una proposición bueno… me impresionaste, en cambio yo solamente me quede callado, entonces ¿cuál fue tu razón? ―preguntó él, en ese momento resbalé, no me había dado cuenta de lo húmedo que estaba el piso y pise en falso. Alejandro intentó sostenerme pero fue inevitable caer entre el hielo y la nieve.

―¿Estás bien? ―preguntamos a la vez. Nos miramos preocupados por unos instantes y después todo fue risas. Me sentía como una niña protegida, amada y feliz, no recordaba cuando había empezado a sentirme así en su compañía pero me agradaba y mucho.

El se acercó a mí y depositó un suave beso en mis labios, amaba cuando hacia eso, había tanta ternura en ese gesto que me sentía nublada. Nos pusimos de pie y me di cuenta que tenía el pantalón y la espalda de mi abrigo completamente manchados y mojados.

―Debemos secarte, vamos ―dijo tomando mi mano, caminando hacia la salida del parque. Uno de los guarda espaldas ya nos esperaba con la puerta del auto abierta, me deslicé dentro de la parte de atrás seguida por Alejandro. ―A mi casa ―ordenó al chofer y yo lo regrese a ver pidiendo una explicación solamente con mis ojos. ―Ya ordené que trajeran una muda de ropa nos esperan allí, te cambiarás, tomaremos algo caliente y regresarás, no voy a dejar que te enfermes en nuestra primera cita oficial, además no puedes llegar así donde tus padres, qué dirán del novio ―su risotada me aturdió un poco teniendo en cuenta la seriedad con la que había empezado a hablar, de hecho envidiable, ahora esbozaba esa sonrisa típica suya que me ponía como boba.

―Tú… ―empezaba a acusarlo pero eso fue lo único que pude pronunciar pues sus labios ya estaba en los míos, intenté alejarme pero me besó con más intensidad.

Llegamos al lobby de su edificio él prácticamente me arrastró hacia el ascensor, una vez dentro siguieron los besos, la caricias, tantas que empecé a sentirme mareada. Estaba arrimada a una de las paredes y lo sentía por todas partes, deslizó una manos por mi cintura apegándome con fuerza a su cuerpo, entonces sentí su masculinidad y lo caliente que estaba, mi mente me susurró ―es por ti―. Cuando se abrieron las puertas del asesor en la puerta de su departamento suspiré aliviada, su ama de llaves nos esperaba y Alejandro tuvo que parar.

Una vez el ama de llaves hubo indicado donde se encontraba la ropa y que la cena ya estaba lista se marchó y solo cuando menciono lo de mi ropa volví a sentir frió.

―Puedes tomar una ducha si deseas, esperaré―. Sus palabras me descolocaron, lucia mucho más calmado que hace unos segundos, aunque sus ojos aún flameaban, bajé la vista sintiéndome abrumada por el cambio y su mirada, mientras el depositaba un beso en mi frente.

Había terminado de ducharme y ahora estaba en la barra de la cocina tomando un chocolate con malvaviscos hecho por él, lo que para mí lo hacía muy especial.

―Vamos te llevaré donde tus padres ―dijo él una vez hube terminado, lo sentía un poco distante, algo frío por lo que no quise preguntar nada. Me levanté en silencio del bar y lo seguí. Me estaba tratando como una niña pequeña que debe ser dejada en casa de sus padres, pero sabía que si decía algo podría terminar mal además tal vez solo estaba incomodo por lo del ascensor. Estábamos en Los Ángeles por cuestiones de negocios pero mis padres residían en esa ciudad y habíamos decidido visitarlos, Alejandro aprovecho la oportunidad para presentarse como mi novio oficial y para mi sorpresa le pidió mi mano a mi padre. Yo termine en llanto de felicidad y diciendo que sí obviamente.

―No deseo ir a casa de mis padres hoy, me quedaré en la suite que dispusimos para el viaje ―. Prácticamente lo solté al aire como un arrullo pero lo impactó tanto que me regresó a ver con los ojos abierto como platos. ―¿Qué? ―pregunté al ver su inquisitiva mirada.

―Nada, no es nada, todo está bien ―articuló con un deje pesado, yo me acerque a él tomando su mano y me arrimé a su hombro.

En todo el trayecto no dijimos absolutamente nada después de que yo me acercara a él empezó a jugar con mis manos, el silencio no fue incómodo y sentía que él necesitaba pensar así que no lo interrumpí más que para seguir entrelazando nuestros dedos suavemente en un juego.

―¿Qué sucede? ―pregunté cuando ambos ya estábamos en la suite.

―¿Sabías que podrías haberte quedado a dormir en mi departamento cierto? ―dijo acariciando mi rostro, giré mi cabeza interrogándolo con la mirada y él suspiro con exasperación. Sonreí acercándome a él y…

―También te deseo ―susurré en sus oídos y eso fue lo único que necesite para desatar el fuego, sus manos se aferraron a mis caderas y a mi cabello como si de ello dependiera su vida, mis manos rodearon su cuello y empezó el baile…

Ven aquí se mía, déjame poseerte.​

Deja que mi cuerpo inunde tu cuerpo,​

que tu voz inunde mi voz.​

Deja que tus gemidos opaquen cualquier sonido.​

Ronronea para mi gatita.​

Ronronea y arquea tu espalda para tomarte con facilidad.​

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Gruñe para mí​

Vamos, di mi nombre rúgelo lleno de pasión,​

Cierra tus ojos, imagíname cumpliendo tu deseo más lujurioso.​

Ábrelos y mírame haciéndolo realidad.​

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Ámame, siénteme, tómame.​

Hazme olvidar todo excepto a ti.​

Has que sienta el calor infernal de nuestros cuerpos,​

forjándonos en llamas de pasión.​

Bésame y toma no sólo mis labios, sino mi alma también.​

Seamos uno sólo para siempre.​

Tómame y calma nuestro deseo.​

​

El sonido de la cama refleja nuestro acto.​

Gruñidos y mi nombre escucho de tus labios.​

Susurrándote más que un te amo.​

Eres mío y yo soy tuya.​

Gracias por no dejar que huya.​

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Nadando en el mar que hay entre tus piernas.​

Moviéndome al ritmo de tus caderas.​

Marcando tu cuerpo con el recorrido de mis besos.​

Navegando, tocando, succionando.​

Quiero que lo que ahora siento sea eterno.​

Sintamos libres el placer de nuestros cuerpos.​

​

​

Toma mis manos, mi cintura, mi rostro, mi cuerpo.​

Así como te arrebato lo que tuyo es por derecho.​

Deja que bese cada rincón de tu piel mientras estamos en este lecho.​

Complacerte en mi más profundo deseo.​

Saber que lo hago calienta aún más cuerpo.​

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Mirando tus ojos opacos por la pasión.​

Abriendo mis labios dejando escapar un gemido.​

Aruñando tu espalda, dando un sorpresivo grito.​

Moviendo mis caderas a tu ritmo.​

​

​

Llegando al cielo después del infierno.​

Sintiendo como abrazas cada parte de mi interior.​

Mi huella marca de blanco en ti lo más intimo.​

Cuidando cada parte de ti pues ahora es mío.​

Suavemente a tu lado me arrimo.​

Viendo las estrellas…​

Separando nuestros cuerpos bañados en sudor.​

Oyendo tu agitada respiración.​

Mirando la sonrisa en tu rostro.​

Poniendo satisfecho una en el mío.​

Abrazando tu cintura, acariciando tu cabello.​

Ahora tus ojos llenos de amor es lo que veo.​

Besando tu frente, tus labios seguro de lo que quiero.​

El deseo y la lujuria transformados en amor por ti fueron.​

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​

Una sonrisa en sus rostros tienen.​

Con sus cuerpos entrelazados duermen.​

La pesadilla terminó ahora sólo sueños disfrutan.​

Jugando bien tus cartas nada debes.​

Mirando como la lujuria desaparece.​

Y como el amor entre ambos crece.​

Más que un simple deseo este es el final del comienzo.​

Una nueva historia con este final empezó.​

Y con este último deseo me despido.​

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Pensaba subir este capítulo para cerrar el evento de pecados capitales, pero por cosas del destino (universidad más trabajo) no pude terminar de escribirlo como quería y no me inspiraba para los poemas, tuve algunas dificultades al hacerlos... me quedaba trabada. Pero en fin aquí está el último capitulo de deseos espero que les guste. He pensado en hacerle una continuación pero en un diferente fic en el que se narre el pasado de ella se llamará RECUERDOS. Les avisaré cuando lo suba.​

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XOXO Juls.​

Gracias a todos por leer.​

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