Para darle vida a un personaje que vaya acorde con lo que buscamos, debemos centrarnos en su personalidad, expresiones, forma de actuar. La descripción asume un papel muy importante en este punto, porque, de nada sirve que para un personaje gracioso, la persona sea una melosa. Hay un ejercicio muy simple que te ayudará a mejorar estos pequeños detalles, te ayudará a contextualizarte en tu personaje. Ejemplo, un personaje melancólico: Siempre ha sido así, desde el principio de sus días. Sus azules ojos se perdían más allá del cristal, empañados en lágrimas de recuerdos de tiempos pasados. Tiempos felices, mucho mejores que estos. Su mano se deslizaba sobre su piel, como si tuviera frío y ese gesto lo calmaría; él lo hacía, siempre la acariciaba en las noches gélidas de invierno. Pero ese chico se había ido, se fue para no volver, ahora sus labios temblorosos estaban solos, no había quien los besara. Y ella solitaria se abrazaría cada vez más a los recuerdos. Y a la melancolía de una antigua historia.