Denisse Jackson y los Olimpicos: La hija de Poseidón

Tema en 'Fanfics abandonados sobre Libros' iniciado por Saya Kuran, 28 Octubre 2011.

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    Saya Kuran

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    Título:
    Denisse Jackson y los Olimpicos: La hija de Poseidón
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    801
    Prologo

    El agua simplemente me encantaba. Para mi… estar en el agua, era como volver a vivir.

    Denisse Meyer, así me llamo. Tengo 13 años, y soy una chica bastante extraña. Soy de estatura media, cabello castaño a la altura de los hombros y brillantes ojos almendrados, completamente diferente a mis padres.

    Asisto a la Academia para señoritas White Rose, en el centro de L.A. como cualquier chica normal. Sí, soy una persona normal… sufro de TDHA, pero eso no importaba. Aún me consideraba una persona normal. Sí… normal…énfasis en el sarcasmo.

    ¡9 minutos, nuevo record!. Gritó alguien desde la superficie, Vania. Mi mejor amiga desde que tenía memoria, nos habíamos conocido en la primaria. Ella sufría de TDHA al igual que yo. Pero aparte de eso, era muy inteligente aunque a veces no lo mostrara tanto.

    Salí a la superficie, con el agua deslizándose por mi rostro y mi cabello castaño. Otra vez, estaba como nueva. ¿Y qué podía decir? me encanta el agua; era reconfortante. Soy muy buena en natación, aunque por alguna razón mi padre no me deja hacerlo muy a menudo. Vania estaba esperándome sentada en una de las muchas bancas, mientras me aplaudía y sonreía. Agarré una toalla blanca, y empecé a secarme.

    ¿Cómo lo haces, eh?

    No lo sé… solo me gusta el agua, sabes.

    Bueno, será mejor que te cambies rápido… ya que tenemos que ir al Museo Griego hoy día, no lo olvides.

    ***

    ¡Y por eso es que a Atenea la llaman la Diosa de la Sabiduría y la Estrategia!Exclamó la profesora Atanasia, raro nombre, mientras caminaba para llegar a la siguiente estatua.

    ¡Solo porque es una cabezona!. Gritó uno, todas mis compañeras se rieron entendiendo el chiste. Era demasiado obvio, que daba asco… hasta un niño podría averiguarlo: Atenea salió de la cabeza de Zeus… cabezona… tiene un poco de significado, ¿Verdad? ¡Bah! Pero lo que verdaderamente importaba, era porque me estaban dando esas clases ahora. Se suponía que la Mitología Griega viniera recién el último bimestre…. Pero se habían adelantado dos, lo cual era raro.

    ¿Denisse?me llamó alguien; me había metido tanto en mis pensamientos, que me había olvidado que seguía en el museo. ¿Denisse?. Vania me golpeo suavemente el brazo.

    Denisse, ¿cómo se le llama a un hijo de un Dios y un Mortal?. Preguntó la profesora, conocida de mi padre. Era fácil la pregunta, pero…. Había algo raro. Tal vez, su mirada. Era como si esperara algo de mí, algo más que una respuesta… y quería averiguar que era.

    Un Semi-Dios. Conteste confiada, mirando la escultura que tenía enfrente, era de un gran hombre con una lanza y una armadura de esas antiguas. No se suponía que supiese quién era pero lo sabía. ¡¡Lo sabía!!… algo raro estaba pasando. En el letrero de arriba de la estatua, aquellas letras salían del pequeño recuadro y se re mezclaban… siempre me pasaba esto, sin embargo esta vez, las letras no solo salían del cuadro… se re-ordenaban, formando un nombre. Era Aquiles, un Semi-Dios, como la profesora había dicho.

    Exacto, Denisse. Un Semi-Dios. Dijo, recalcando la palabra y a la vez, mirándome-otra vez- esperando algo de mí. Algo que no entendía. Era una chica de trece años, ¡Por Dios!

    Y con eso, me aleje de la gente… no quería ver a nadie. La Mitología Griega enserio aburría… y demasiado. Me la pase viendo estatuas, hasta que encontré un lugar que decía "Paso Restringido" era de esos donde solo podías entrar si eras un personal. Jamás había sido una niña problema pero tampoco era tan santa que digamos, siempre se podían romper unas cuantas reglas de vez en cuando.

    Pero ese, fue mi peor error.
     
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    Kohome

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    hola amiga, ¿como vas?, bueno lamento haber venído tan tarde, esque hace ratito no puedo entrar y me eh venído poniendo al corriente...
    bueno me gusto mucho, y ya se bien de que pelicula hablas jejeje, pero si quieres no la digo...
    me gusta la tematica que manejas digo cambias al personaje y algunos echos pero lo controlas ccomo evolucionó en la película, bueno sin más me retiro chau
    pd:
    avísame cuando tengas la conti la leere gustosa
     
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    Saya Kuran

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    Denisse Jackson y los Olimpicos: La hija de Poseidón
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    3
     
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    Capitulo 1: Me ataca un demonio con colmillos… ¿¡mi profesora es Atenea!?

    Mira, yo no quería ser una mestiza.

    Si estás leyendo esto es porque piensas que puedo ser una, mi consejo es: cierra este libro ahora mismo.

    Créete cualquier mentira que tu madre o tu padre te hayan dicho acerca de tu nacimiento y trata de llevar una vida normal.

    Ser un mestizo es peligroso. Da miedo. La mayor parte del tiempo, consigues que casi te maten de diferentes formas dolorosas y desagradables.

    Si eres un niño normal, leyendo esto porque cree que es ficción, fantasía. Sigue leyendo. Te envidio por ser capaz de creer que nada de esto hubiera ocurrido. Pero si te reconoces a ti mismo en estas páginas - si tú sientes algo moviéndose dentro - para de leer inmediatamente.

    Podría ser que fueras uno de nosotros. Y una vez que lo sabes, es cuestión de tiempo antes de que lo sientas y van a venir por ti.

    Ni digas que no te lo advertí.

    El agua normalmente dejaba exhaustos a todos… excepto a mi… Todo allí, en el fondo de una piscina, de un estanque, del mar, de un lago, era más fácil, casi se sentía como un segundo hogar.

    No me llevaba con la mayoría de las chicas de mi edad, algo siempre las enviaba lejos de mí, y que soy conocida como cerebrito, la socialización no era mi área de especialidad.

    Y cuando… ¡Esperen!

    ¡Lo siento! ¡No me presenté!

    Mi nombre es Denisse Meyer. Tengo trece años y vivo en L.A en una casa más grande que el pentágono, con mis padres, Peter y Cameron Meyer, y mis hermanos: Danny, de ocho años y Frank, de 4 años. Mi padre es dueño de una larga cadena de restaurantes de platos finos con productos marinos. Mi madre es escritora y ya ha escrito muchos libros, sobretodo sobre los diferentes mitos de la historia celta, romana, egipcia… y griega.

    Los cinco somos muy felices, tenemos una familia unida y pocos amigos, lo cual es bueno, porque ni a mí ni a mi padre nos agradan demasiado las visitas, sobre todo después de esa vez que ese extraño tipo que parecía tener un solo ojo, le gritó a papá que era su hijo y quiso matarme. De alguna u otra forma, mamá se enojó bastante, y por la noche los pude escuchar discutir y papá decía algo de que fue hace cuarenta años… Aún no lo entiendo.

    Yo voy a White Rose, colegio privado y exclusivo para señoritas "Especiales". No es que tuviese algún problema mental como locura o algo así. Es más como un colegio para niños con THDA como yo… y mi amiga Vania, una chica flacucha, que andaba por la vida siendo golpeada por todos, yo soy algo así como su guardaespaldas.

    El día en que mi vida se puso patas para arriba, teníamos clase de latín, con mi profesora favorita, la señorita Atanasia, por cierto raro nombre. Una hermosa mujer de cabello rubio e inquietantes ojos grises.

    Esa mañana nos dirigíamos al Museo Metropolitano de Arte Griego y Romano, para estudiar historia antigua de Grecia... si, de Grecia, como si mis padres en vez de cuentos de hadas, no me hubiesen contado todos los mitos griegos existentes antes de dormir.

    —Bien, chicos…— comenzó la profesora mirando una estatua. — estos son los tres grandes dioses del Olimpo… hay doce, pero hay tres principales… Zeus, Rey de los dioses, Hades, Dios de los muertos… y Poseidón, Dios de los mares…— no sé por qué, pero me daba la impresión de que me miraba a mí, aunque casi no le prestaba atención. Culpa al THDA— Los dioses, de vez en cuando, bajaban de los cielos para… ¿Cómo decirlo?

    — ¿Divertirse? — sugirió Vania a mi lado, provocando la risa de todas las chicas.

    Atanasia asintió.

    — Si, divertirse… y de esas uniones con mortales, nacían niños mitad mortales, mitad dioses… ¿Denisse, sabes cómo se le llaman a los mitad mortales mitad inmortales? — me preguntó.

    Me daba la impresión de que ella me miraba mucho, también la profesora de biología, la señora Green, pero esta última me causaba miedo.

    — Semi-dioses— afirmé, confiada.

    La profesora asintió.

    — Exacto. — sonrió. — Están Hércules, Teseo… ¿Puedes decirme otro nombre? — otra vez me preguntaba a mí. Asentí.- Dime…-miró disimuladamente una escultura de mármol y yo la vi, tenía escrito en griego antiguo… cosa extraña, pero supe que decía a la perfección.

    — Perseo vence a ceto…— murmuré y me volví a la profesora. — Perseo

    Sonrió.

    — Bien, y este es Hércules derrotando al León de Nemea…

    — ¿Señorita Meyer? — me llamó mi otra profesora detrás de mí.

    Me volví y me miraba extrañamente, como si deseara comerme o algo… El punto es que daba mucho miedo, lamento ser repetitiva.

    — ¿Si, señora Green?-le pregunté.

    — Acompáñeme. — y salió delante de mí hacia una sala que decía "Sala en reparación".

    Entré detrás de ella.

    —Juro que no hice nada señora Green…— dije, pero no la vi, no en el suelo.

    — Denisse Jackson. —me llamó una voz chirriante y corrosiva. No se me pasó por alto que me cambió el apellido. Pero había algo aun más importante…

    — ¡Wow, wow, wow! — exclamé al verla sobre un andamio de construcción a cinco o seis metros del piso. — ¿Cómo llegó hasta allí arriba? — pregunté impresionada.

    Pero sorprendentemente ella saltó y ya no vi a una mujer, sino a una criatura que tenía los ojos rojos y grandes colmillos, y estaba cayendo hacia mí. Intenté esquivarla y me lancé al suelo, pero ella fue más rápida y me elevó en el aire a unos diez metros… y yo odiaba las alturas, las odiaba, las odiaba…

    — ¡Dame el anillo! — me chilló con una voz horrible.

    — ¿¡De qué habla!?— pataleé para liberarme, pero ella me tenía agarrada de sus garras y yo temía caerme… estábamos demasiado alto… y yo odio las alturas, las odio de verdad.

    — ¡Dame el anillo que te dio tu padre, Denisse Jackson o juro que te rasgaré el corazón! — me amenazó.

    — ¡BÁJALA! — mi salvación personal, Atanasia… aunque pensándolo bien, ¿Cómo ella podría rescatarme de una bestia que me tenía a más de diez metros de altura? Misterios de la vida.

    — ¡TÚ! — gruñó la bestia a mi profesora.

    — ¡BÁJALA O TE HARÉ PEDAZOS! — la volvió a amenazar Atanasia. — ¡BAJALA, DEMONIO!

    De pronto la bestia estaba yendo en picada hacia ella y me dejó caer desde unos tres metros, lo cual, dicho sea de paso, destrozó mi hombro y desapareció en una pira de cenizas así como así.

    Me levanté y me pasé las manos por los cabellos.

    — Oh, no… oh, no… ¡Ahora si me volví loca! — chillé. — ¡¿Vio eso?!¿¡Vio eso!? — Estaba histérica, no podía creer lo que me había sucedido, era increíble, no podía ser…. — ahora necesitaré medicinas, no, me internaran… oh, Dios… Oh, Dios…

    Atanasia puso una mano en mi hombro.

    — Tranquila, Denisse, tranquila…— miró a una mujer de cabello negro que acababa de entrar al cuarto. — ¿Qué haremos?

    Las ignoré.

    — Necesito medicinas, por Dios, por Dios…— murmuraba yo.

    La mujer frunció el ceño.

    — Pues llevarla al Olimpo, ¿Dónde más? — dijo con tono preocupado. — llévala y Quirón se hará cargo de su hermano, estoy segura de que él sufrirá una situación igual en algunos años mas…

    — ¿¡QUÉ!?— salté. — ¿¡Cómo que una situación igual!?¿E-eso… eso que era?

    — Una Empousa, de seguro buscándote…— Me tomé la cabeza… empousa… mi hermano… ¿cuál de ellos?…-¿Denisse, que quería la empousa?-me preguntó en tono serio.

    — A-algo sobre un anillo…— tartamudeé.

    Las mujeres se miraron asustadas.

    — La descubrieron…— soltó Atanasia aterrada.

    Las miré sin entender.

    — ¿Qué? ¿Quién me descubrió? — pregunté, pero me ignoraron.

    — Bien, Atenea, llévala al Olimpo, primero pasen por su casa, yo le diré a Poseidón de la situación ahora mismo, él sabrá comprender…-— le indicó la mujer.

    — Debo pasar a buscar a Franky por la primaria…— murmuró. — tomaremos un taxi…

    La pelinegra negó.

    — No, yo le diré a Cameron, y ella lo retirará ahora mismo, estoy segura de que ella y Poseidón estarán listos para sacar a Denisse…

    Gruñí.

    — ¡Hey, estoy aquí! ¿Qué Olimpo? ¿Quién me descubrió? ¿De qué hablan? — chillé, pero siguieron hablando, ignorándome por completo. — no hablen como si no estuviese… ¿Y Poseidón? ¿Quién es ese?

    Ninguno de las dos hizo caso a mi queja, sino que, la pelinegra me dio un reloj que parecía ser de oro puro.

    — Con esto, podrás defenderte…— lo tomé.

    La miré incrédula.

    — Es un reloj— miré otra vez al mencionado objeto. — ¡Es solo un reloj!

    Atanasia tomó mi brazo y me sacó de la sala y me llevó a los tirones fuera del museo.

    — ¡Vamos, vamos, Denisse! — demandaba cada dos segundos.

    Aseguré mi mochila a mi espalda y corrí lo más rápido que pude, lo cual no se me daba muy bien.

    — ¡Es un reloj! — Chillé a mi profesora.- ¿¡Están locas!? ¿Qué puedo hacer con un reloj? ¿¡Decir la hora de su muerte!? ¿Cómo rayos puedo defenderme con un reloj? — le preguntaba mientras salíamos del museo.

    — ¡Vamos, Denisse!-me gruñó ella y me sacó a las rastras.

    — ¡¿Qué sucede, maestra?! — le pregunté. — ¿Quién es Poseidón? ¿Qué sucede con mi hermano? — el solo pensar que ellos estaban en peligro, me hacía desesperar más que el peligro en el que yo misma, se suponía que estaba… ¿Cómo me iba a defender con un reloj?

    Ella no me hizo caso, siguió casi corriendo por la calle.

    — ¡Estás en riesgo, niña! — Me gruñó— y yo debo protegerte…

    Y corrió hacia dentro de un taxi que había detenido una mujer, y nosotras se lo quitamos.

    — ¡Oigan, muchachas, más respeto! — dijo el conductor.

    Lo miré un poco y enseguida lo reconocí.

    — ¿Henry? — pregunté incrédula. Hasta donde sabía, mi primo Henry era cartero.

    El me sonrió y sus ojos celestes centellearon.

    — ¡Primita! — se hizo el sorprendido

    — ¡Gracias a los dioses! — Atanasia soltó un suspiro de alivio.

    — De nada. — sonrió mi primo.

    Y aceleró y pronto estuvimos recorriendo las calles a una velocidad vertiginosa que me hacía recordar a Rápidos y Furiosos.

    — ¿Q-qué sucede aquí? — pregunté tomándome del asiento del auto.

    — Pues, estamos en una misión de rescate, Denisse…— Henry me sonrió. — Debo despachar urgente un paquete hacia el Olimpo…Por cierto, mi nombre real es Hermes…

    Lo miré confundida a él y a mi profesora.

    — ¿Hermes? …¿y ese paquete soy…?— comencé.

    El asintió

    Inspiré profundamente. Esto de seguro tenía una explicación. Seguramente yo estaba dormida… o en coma o algo así y me estaba imaginando todo… Esto… la empousa… el reloj… Poseidón… Atenea… Hermes…nada podía ser real, eran mitos, mitos, historia antigua.

    — ¡Vamos, Denisse! — me llamó er…Atenea… y me sacó del auto.

    Me quedé impresionada.

    Un auto normal tardaría veinte minutos en llegar a mi casa, y aquí estábamos, en menos de dos minutos. Estaba segura de que… Hermes se había saltado varios semáforos.

    Entramos a mi casa y solo estaba mi padre, hablando con mi otro primo, Andrés, quien me dedicó una leve sonrisa antes de hundirse en la conversación nuevamente, y todo parecía, simplemente tenso. Mi padre estaba furioso y asustado por algo, sus ojos verdes llameaban con terror.

    Hablaban en Griego antiguo, me di cuenta porque reconocí algunas palabras de las clases de la profesora Atanasia...error…Atenea.

    — ¡Debemos llevarla al Olimpo! — anunció Hermes, entrando a mi casa.

    — Si, llévala, estoy seguro de que allí estará bien por un tiempo. — dijo mi padre con voz cansada, agotada… y triste.

    — ¿Papá? — le llamé.

    El me miró y extendió uno de sus brazos y yo corrí a abrazarlo. Tenía miedo, no sabía que sucedía, pero tenía mucho miedo.

    — Denisse, debes irte, — me urgió separándose de mí y pasándole a Hermes una mochila.

    — ¿Qué sucede?

    — No te preocupes, primita, estarás bien…-me "tranquilizó" Andrés.

    — ¿Papá, que rayos sucede? ¿Para qué quería esa cosa mi anillo? — pregunté.

    Todos se me quedaron mirando con asombro.

    — Eso es lo que sucede, hija, tu anillo…— dijo mi padre. — es un objeto muy especial…un catalizador…

    — ¿¡Qué!?— exclamé. — papá no entiendo nada…

    Mi padre me envolvió en un abrazo fuerte. Me aferré a él y me asusté más, al sentirlo como si fuese una despedida.

    — ¿Mamá? — pregunté al no verla.

    El rostro de mi padre se ensombreció.

    -— Lo siento tanto, Denisse…— respondió Andrés. — Tu madre…ella…no la conoces…Tu madre se llama Sally Jackson…Cameron no es tu mamá…

    No sé cómo, pero sé que estaba llorando, porque parecía tener una canilla en los ojos. Mi padre me puso una mano en mi hombro.

    — Debes ser fuerte… — me dijo, aunque vi que también intentaba hacérselo creer a él mismo. — Denisse, ve con tus primos hasta donde ellos te lleven…— dijo suavemente. — y recuerda siempre que te amo.

    Lo miré con los ojos abiertos como platos.

    — Te estás despidiendo…— susurré negando frenéticamente. — no... — repetí. El no podía dejarme, no podía alejarse de mí, lo necesito, no podía quedarme también sin padre. — Júralo…— le susurré.

    — ¿Qué quieres que jure, Denisse? — me preguntó mi padre suavemente.

    Tomé su mano cuarteada por el sol y la apreté.

    — Jura por lo más sagrado que nunca me dejarás, y que me explicarás todo esto tú, en persona. — dije sin dejar de mirarlo a los ojos.

    El no dudó.

    — Lo juro por el Estigio. — dijo apretando mi mano firmemente, pero luego me abrazó con fuerza. — Ve con tus primos, hija mía, nos estaremos viendo muy pronto…— me besó la frente y se alejó de mi.

    — ¿Papá? — pregunté alarmada, e intenté acercarme, pero Andrés me tomó del hombro.

    — Cierra los ojos... — me pidió amablemente.

    Obedecí, y pronto sentí un fogonazo, y cuando los volví a abrir, mi padre ya no estaba en la habitación.

    — ¿Dónde está mi papá? — pregunté con el corazón yendo a la velocidad de la luz.

    Nadie me respondió.

    El día prometía empeorar….
     
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    Kohome

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    hola, gracias por tu invitación tu historia esta realmente buena, pobre denisse aunque aun no me queda en claro si su padre es su verdadero padre o ¿que? pero bueno eso lo sabre luego ¿no? jeje, bueno me gusto como va, me dejaste igual de nula a como quedó ella
    av{isame cuando este tu conti
     
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    Saya Kuran

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    Denisse Jackson y los Olimpicos: La hija de Poseidón
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    Capitulo 2: ¡¿Mi padre es un dios griego?!

    Ciento ochenta kilómetros por hora. Y la aguja siquiera pretendía bajar, sino que subía más y más. Mirar el velocímetro del auto era lo único que me distraía un poco de la locura a mi alredor. Apolo (Andrés) con mi mochila en brazos, Hermes conduciendo y Atenea mirando por la ventana. No pregunté nada desde que vi (o no vi) a mi padre desaparecer, pero no pensaba quedarme sin respuestas tampoco.

    ¿Qué sucede, Hermes? —le pregunté suavemente.

    El me miró por el espejo retrovisor unos segundos, acto seguido, soltó un suspiro.

    Denisse, ¿recuerdas las historias y los mitos griegos de los que te hablaba Ate… Atanasia en el colegio?asentí. Bueno, no son, exactamente mitos….lo miré sin entender. ¿Recuerdas a Hermes, el mensajero de los dioses? ¿O a Apolo, el Dios inventor y padre de la medicina? ¿O a Atenea, diosa de la sabiduría?

    Veía por donde quería llegar, pero no podía creerlo. Era imposible, los mitos habían sido creados para explicar cosas como los truenos, el arco iris, las tormentas, el fuego… eran mentiras.

    ¿Me estás queriendo decir que el mismo Apolo que se dejaba maquillar y vestir como princesa por mi cuando era pequeña, y el mismo Hermes que me enseñó a andar en bicicleta, son los dos dioses del Olimpo?pregunté. Para mi incredulidad, asintieron muy serios.Oh….solté tirando mi cabeza hacia atrás. esto no puede ser cierto…

    Si, y no te imaginas lo que sucede con tu padre…saltó Atenea. Los dos hermanos la fulminaron con la mirada, haciéndola encoger sus hombros con desdén.

    Denise… primero debemos llegar a salvo a New York, ir al Olimpo, y luego, juro que te explicaremos todo…me dijo Hermes. Ahora, descansa, te ves peor que Hades…

    Asentí. Tenían razón, demasiados sobresaltos por un día.

    ¡Papá!una niña de dos años, de largo cabello negro y ojos verdes corría hacia un hombre con los cabellos cortos y ojos del mismo color que la pequeña.

    ¡Denisse!Peter Jackson levantó a la niña de sus ojos y la aventó en el aire, para luego atraparla.

    ¿Cómo está la princesa de la casa?

    La niña sonrió.

    Nany llevó parque…dijo muy alegre.

    Apareció en la puerta de la sala una señora con un bebé en brazos, que parecía la versión en miniatura de Peter Jackson, y su esposa, Sally Jackson.

    ¡Sally!exclamó el hombre, y la mujer, sin darle tiempo a pestañear, ya estaba colgada a su lado.

    ¡amor!dijo la mujer, con un estremecimiento.

    Sally con el niño en brazos, se sentó junto a su esposo, mientras este tomaba en brazos a la pequeña.

    —Hoy un tipo me persiguió, pero lo hice hacer ¡Ka-boom! — relató la pequeña.

    Denisse, debes decirme que les dijo el tipo ese…dijo Peter intentando mantener la calma.

    Denisse frunció el ceño.

    Dijo que olía muy rico… y luego comenzó a perseguirme… le contó.

    ¿Peter?preguntó Sally con horror.

    Debió de haber sido un vagabundo…dijo Peter, como intentando quitarle importancia al tema, pero aún sus ojos refulgían con preocupación. ¿Están bien los tres?

    La niña asintió.

    Hice nana en el bazo pero me cure con agua.-dijo Denisse sonriéndole a su padre.

    Otra vez los adultos la miraban incrédulos y asustados.

    Tengo hambre…soltó la niña sin darse cuenta del ataque de histeria que estaban a punto de sufrir sus padres.

    Sally inspiró profundo y se recompuso un poco.

    V-vamos… vamos a comer…mostró una sonrisa falsa y dejó al niño en brazos de su padre, y la oji-verde salió hacia la cocina, dejando solos a sus padres. ¿Poseidón, qué hacemos?susurró la mujer con la voz temblorosa.

    Poseidón, o Peter Jackson, la abrazó con fuerza contra su pecho.

    Hemos de separarlos, cariño, sino los olerán… y los asesinarán…dijo con pena.

    Su esposa lo miró con pánico.

    ¡No, no!se aferró fuertemente a él. ¡No puedes dejarnos! ¡No debes hacerlo, Poseidón! Sabes que será peor para nosotros… tu nos proteges…los niños quedarán destrozados…él soltó un suspiro y la besó. No era un beso de despedida, cosa que la alivió.

    Lo sé, cielo, era solo una sugerencia…dijo el hombre sonriendo un poco.

    Sally lo miró con el ceño fruncido.

    No sugieras tonterías, señor del mar…le regañó.

    Peter soltó una carcajada.

    Lo que usted diga, señora del señor del mar…Pero quizás deberíamos separarnos…tú te quedaras con Percy…yo con Denisse…Así los protegeremos…

    ¡MINOTAURO!escuché gritar a mi profesora, lo que provocó que me despertara de un salto y que me golpee la cabeza contra el techo del auto.

    ¡Rayos!gruñí. ¿Cómo…?comencé.

    — ¡Corre!-me dijo Atenea.

    La miré atónita.

    ¿Qué haces?pregunté.

    Mi trabajo.respondió y me sacó del auto en una gran bola de luz para luego descender en un callejón y empezar al correr por las calles de New York.

    ¿Hermes y Apolo?le pregunté al no verlos con nosotras

    Me dejaron el auto desde hace tres o cuatro horas, tenemos una reunión urgente en el Olimpo…me contó la diosa sin dejar de correr.

    Seguimos corriendo hasta llegar a un parque, en el nos hundimos y corrimos por varios minutos, hasta que un bufido medio humano nos hizo detener, y de pronto, el auto en el que nos transportábamos, voló hacia nosotros. Por un pelo, no nos aplastó.

    ¡Denisse, CORRE!gritó Atenea. ¡Denisse!

    Pero ninguna corrida valió, porque el minotauro estuvo en menos de un segundo frente de mí, y de un manotazo, la apartó de mi lado y la estampó fuertemente contra un árbol, y se encaminó hacia mí.

    ¡Atenea! — grité a todo pulmón.

    La bestia se encaminó hacia mí, pero yo, de idiota, y valiente termine junto a la diosa que tenía por maestra.

    ¡Usa el reloj que te dio Amphitrite!-me gritó Atenea.

    Inconscientemente presione el botón del reloj, pero en vez de cambiarse la hora, pronto se convirtió en una hermosa espada que parecía brillar en un color azul, casi verde.

    Arremetí contra la bestia una, dos, tres veces, pero no puedo negar que era un MINOTAURO, y yo era una simple niña que jamás había empuñado una espada de verdad. Intenté protegerme detrás de un árbol, pero la bestia me rugió y tuve que correr, y justo quedé contra un abeto. Llegué a escapar de casualidad de los cuernos de mi amigo cornudo, y en el árbol, se quedó uno de sus cuernos clavados.

    Dio un zarpazo, y me quitó la espada de las manos, y estaba demasiado lejos para ir a buscarla, por lo que, cuando al fin pude sacar el cuerno del árbol, se lo clavé en el centro del pecho, y el monstruo, desapareció entre llamas negras.

    Denisse…murmuró mi profesora incrédula mataste a un minotauro…

    No hice mucho caso, porque el susto del día me estaba cobrando la cuenta, y con intereses incluidos, y cargando IVA.

    No… no me siento…susurré, y luego no vi nada más que una mancha negra y me hundí en un estado inconsciente.

    Me la pasé durmiendo, por lo que pudieron ser años… de vez en cuando despertaba y me encontraba con la misma mujer de ojos azules y cabello largo negro que me preguntaba cosas acerca de mi anillo… o algo así.

    No estamos seguros…dijo una voz conocida con preocupación. está inconsciente… temo que estará así por varios días…

    ¿Y Percy?Quise abrir los ojos al escuchar la voz de mi padre, pero me pesaban, así como todo el cuerpo.

    —Él está bien…solo tiene 11 años y su madre lo ha protegido muy bienle respondió la voz.

    Mi padre gruñó.

    No te imaginas lo preocupado que he estado por mi pequeña… si ella se muere…Sally querrá matarme…la voz de mi padre se quebró, y yo quise hacer algo para consolarlo, pero no podía mover mis estúpidas manos, ni ojos… estaba como dormida.

    Tranquilo, Poseidón, ella mejorará, y pronto la tendrás colgada de tu cuello pidiéndote explicaciones…ahora reconocí la voz. Era la mujer pelinegra del museo. Atenea la había llamado Amphitrite. ¿Pero, qué haría con mi padre y conmigo en un hospital? ¿Estábamos en un hospital?

    Mi princesa…suspiró papá y pude sentir su mano en mi frente, como hacía cuando era pequeña y tenía pesadillas.

    Intenté hablar, pero solo pude soltar un sonido ahogado, que terminó por esfumar las pocas fuerzas que me quedaban en el cuerpo y, otra vez, me hicieron perder contacto con el universo.

    Cuando volví a sentir algo de conexión con la realidad, pude abrir mis ojos y ver todo a mí alrededor… y era un lugar extraño. Demasiado lujoso.

    Me gustaría saber qué diablos haces aún en esa camilla…levanté la vista y vi a mi primo Hermes, a los pies de mi cama.

    Primo... tuve el sueño más extraño del mundo… estaban Atenea, Apolo, mi padre y tu… y ellos me decían que eran dioses…

    En realidad no fue un sueño…me dijo sonriendo un poco.

    Entonces todo había sido real… ¡Oh, no!

    No, no, no, no…Me puse las manos en el cabello y pensé en lo que había sucedido.Entonces… ¿Mi mamá no lo era en realidad?pregunté con un dolor insostenible en el pecho.

    Hermes puso su mano en mi hombro.

    Lo siento, prima… susurró, provocando que el dolor aumentase doscientas veces más. yo debía protegerlos, tu madre…está con tu hermano Percy…a salvo…por ahora… pero un dios no debe meterse demasiado en los temas de los mortales…

    Le palmeé la espalda.

    No pasa nada, Herm, ya…susurré. ¿Papá?

    El me tendió una mano y yo la tomé.

    Ven, vamos a tu nuevo hogar…me sonrió.

    Lo seguí y salimos de la habitación y pude ver unos tronos de aproximadamente 10 metros de alto.

    ¿Qué es esto?pregunté atónita.

    Esto, prima, es el Olimpo…exclamó.

    ¿Olimpo?pregunté observando a un hombre que me miraba con curiosidad.

    ¡Hey, mestiza!exclamó el hombre cuyos ojos parecían muy crueles. ¿Recuerdas lo que Atenea te ha enseñado? ¿Que los dioses bajaban a la tierra, se enamoraban de humanos y tenían…me miró hijos?

    Lo miré sin entender y luego de unos segundos la comprensión que me llegó, hizo que la sangre huyera de mi rostro.

    No puede ser.musité como idiota.

    El se rió con burla

    Si, puede ser.refutó y luego se volvió tamaño humano. No te sientas mal, hay cientos en el mundo, algunos nombres no puedo decir porque son famosos… hablo de famosos al estilo famosos de la casa blanca…me dijo en secreto. ¡Denisse Jackson, eres una semidiosa! dio un salto. ¡dos puntos para la princesa del dios del mar!

    Lo detuve.

    No, no espera, no puedo ser una semidiosa… tengo THDA… ¿y tu quien eres? —le espeté.

    chica, no tienes THDA… ¡Niña, no puedes quedarte quieta! ¡Son tus reflejos naturales de batalla! ¿Las palabras flotan cuando las quieres leer?asentí.Eso significa que eres capaz de leer cualquier idioma, eres especial, incluso entre los semidioses. Por cierto, soy Ares, dios de la guerra. Un placer conocerte, chica emo.

    Tome aire.

    Es… mucho para procesar… ¡Y no soy emo!solté y caminé sin rumbo.

    Me imagino…murmuró el dios alejándose de mí.

    Caminé varios metros, y a lo lejos, vi a los dos seres que deseaba ver en esos instantes. Atenea y mi padre.

    ¡Papá! ¡Atenea!exclamé y corrí a ellos.

    Papá sonrió y abrió sus brazos, en los cuales me quedé aferrada por mucho tiempo.

    Denisse…dijo mi prima a mi lado.

    Me separé un poco de mi padre para unirla (contra su voluntad) al abrazo también.

    Hija mía…susurró mi padre. no sabes lo asustado que he estado…

    Los tres nos sentamos juntos en la banca, sin soltarme de mi padre. Pude notar que muchos…dioses…nos miraban con atención, pero no me importó. Yo quería respuestas.

    Papá…comencé. Er…Ares me ha explicado… varias cosas…

    Mi padre suspiró y miró a la diosa de la sabiduría.

    Atenea, tu prima y yo debemos hablar…le indicó. Una mujer de cabello dorado se acercó a mi prima y le tomó un brazo y se marchó por las calles, no sin antes darme una mirada de aliento.

    Hasta luego, niña…me saludó Atenea agitando su mano con desgana.

    Adiós, prima…le sonreí y la vi alejarse.

    Mi padre se puso de pie.

    Ven, ¿Quieres ver tu casa nueva?asentí y caminamos juntos, el con un brazo sobre mis hombros, hacia una hermosa casa (ejem mansión ejem) justo sobre el agua.

    Es hermosa, papá…sonreí y entré en ella. La recorrí con la vista y pude ver símbolos extraños en ellas, la mayoría eran tridentes, y también, un perfecto tridente para mi esperando cerca de una de los tres sofás.Tiene buen peso…lo tomé y me paré frente al lago. Y pronto todo encajó en su lugar.mi padre es Poseidón…

    Dios del mar…murmuró mi padre desde un sofá.agitador de la tierra, y señor de los caballos…

    Me giré y lo miré con confusión y miedo.

    N-nosotros, tu y yo somos muy diferentes…pero aun así… yo no puedo siquiera pensar que mi papá es otra persona… tú eres mi padre, no importa que nadie más que tu sea mi…la sangre escapó de mi rostro al entenderlo todo. a menos que… a menos que tú seas…

    El se puso de pie y estiró una de sus manos y en ella apareció un tridente que soltaba una luminiscencia verde por cada una de sus puntas.

    Yo soy Poseidón.dijo con voz irreconocible. Parecía el ser más poderoso del universo, y tuve la terrible urgencia de postrarme a sus pies mientras sus ojos verdes brillaban con magnificencia. Y soy tu padre…me sonrió bajando sus humos.

    Suspiré aliviada.

    ¿P-por qué nunca me lo dijiste antes?pregunté algo enojada.

    El suspiró y dejó su tridente junto al mío.

    Pues, en cuanto los semidioses se enteran de todo, las bestias van más rápido por ellos…Necesitas entrenamiento…para eso te traje al Olimpodijo parándose junto a mí. ¿Sabes cómo conocí a tu madre? ¿A tu verdadera madre?preguntó mirando al agua.

    Una vez me dijiste que se habían conocido en la Universidad…dije forzando mi memoria.

    El asintió.

    En la universidad de Nueva Jersey hay un hermoso lago, al principio era tan claro y perfecto, que yo todas las tardes iba y me sentaba en una banca a observar la quietud en el…dijo sonriendo con nostalgia. un día fui a mi asiento habitual y allí estaba una hermosa castaña con hermosos ojos celestes, quieta como una estatua, contemplando el lago con tanta paz…cerró los ojos y su sonrisa se hizo más ancha. Yo sonreí con él. me enamoré de ella apenas nuestras miradas se conectaron… Comenzamos a hablar, y en poco tiempo ya nos hicimos conocidos, y de conocidos pasamos a ser amigos, y de amigos a novios… y ambos queríamos avanzar…se detuvo con una mueca de dolor en el rostro.

    Pero…le insté a seguir.

    Pero yo soy un Dios, el Dios del mar, nada más y nada menos, y no podía dejar mis deberes aparte…suspiró frustrado. además, estaba casado con una inmortal…

    Lo miré sin creerlo.

    ¿¡Qué!?rugí sin poder contener mi ira.

    Si, estaba casado son Amphitrite.Sonrió sin tomar en cuenta mi profundo ceño fruncido.entonces, Zeus al notar que estaba sufriendo y que estaba dejando estar mis tareas, dejó que me separase de ella y me casara con tu madre.Allí fue cuando pude respirar tranquila. — Amphitrite ella…Está feliz…estaba enamorada de un mortal y ella me ha ayudado a cuidarte por todos estos años. Pero mi hijo Tritón esta en el Tártaro.me contó.

    ¿Por qué?pregunté atónita.

    Porque quiso matarte a ti y a tu madre y Apolo, Hermes, Amphitrite y yo llegamos justo a tiempo para detenerlo.dijo con voz sombría. ese día yo creí que moriría si algo les pasaba a ti o a tu madre…

    Me quedé en silencio y me hundí en mis recuerdos.

    Una niña de poco más de dos años, corría felizmente por el parque que estaba junto al río Hudson, en Nueva York, fingiendo que sus brazos eran aletas de pez.

    ¡Mira como nado, mami!exclamó la pequeña felizmente a su madre, una castaña de ojos celestes que la miraba con orgullo.

    ¡Muy bien, hija!le gritó la mujer de regreso.

    La niña soltó una risotada y corrió hacia su madre y se lanzó en sus brazos abiertos.

    ¿Cuándo vuelve papi?le preguntó tomando un trago de agua de su cantimplora.

    — pronto, hija, mañana, a más tardar…le respondió ella sonriendo forzadamente.

    Pero la niña no le prestaba atención a ella, miraba aterrada al río, en donde se podía ver que una forma emergía del agua.

    Mami…murmuró con terror.

    ¡SALLY JACKSON!escucharon una voz chirriante de hombre que les hizo sentir un frío puño en el corazón.

    Sally puso al bebé detrás de ella y miró hacia la figura en el río, y que al cabo de unos segundos, se vio mejor la silueta de un hombre con cuernos.

    Tritón…susurró Sally apretándole la mano a su hija

    El hombre del río soltó una risa demoníaca.

    Veo que sabes a quien te enfrentas, mortal sucia…le dijo con profundo desprecio.

    La niña se enojó.

    ¡Nadie con cuernos le dice mortal sucia a mi mamá!bramó al tope de sus pulmones.

    Yo soy el único heredero de Poseidón.rugió el hombre. tú, pestilente mortal, perecerás en los abismos del Tártaro…

    ¡NO!chilló Sally con horror. ¡Poseidón!gritó con toda su fuerza.

    Esperó pero no hubo respuestas, estaban perdidos.

    El hombre con cuernos rió con crueldad.

    ¡El no te ayudará!se burló. ¿¡Creías que una insignificancia como tú y tu hija le importaría!?soltó otra carcajada. Ahora pagarás el haberte cruzado en mi camino…-de la mano de la criatura salió un inmenso rayo verde, que Sally esperó recibir… pero al pasar los segundos, ella seguía viva.

    Cariño…soltó un sollozo de alivio al ver la figura de su esposo frente a ella.

    Denisse dejó atrás la situación y se aferró al cuello de su padre con fuerza, soltando lastimeros sollozos de miedo.

    Ya, está todo bien, papá está aquí, hija…le susurró su padre.

    La niña asintió y enterró más su rostro en el pecho de su papá.

    ¡TIO!un grito aterrado heló la sangre a la familia, quienes no pudieron reaccionar a tiempo y vieron con incredulidad y horror, un rayo carbonizar al hombre y sombras oscuras cubrir su cuerpo, mientras él soltó un grito y agudo de dolor antes de caer sin fuerza en el rio

    Creí que había sido por una explosión…murmuré distraída.

    Bueno, eso fue lo que tu madre y yo te dijimos…reconoció rascándose la nuca. era por tu propia seguridad. Al igual que ella y yo nos separamos…para protegerte a ti y a tu hermano…Percy…solo tenía 7 meses cuando me fui, llevándote conmigo…Lo siento…

    Hice un ademán, como restándole importancia.

    No importa…murmuré. Mi padre suspiró y cerró sus ojos por unos minutos, parecía estar lidiando con algún dolor interno. La separación con mi madre. Lo lamento, padre…me acerqué a él, lo abracé y, finalmente, surgió de sus labios un desgarrador llanto, seguido de una catarata de lágrimas que mojaban mi hombro.

    El cielo se puso de un gris oscuro, y una ligera llovizna cayó sobre todo el Olimpo.

    El cielo estaba de duelo.

     
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  6.  
    Kohome

    Kohome Fanático Comentarista destacado

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    Hola, gracias por avisarme.
    Bueno me gustó mucho, porfin apareció el "querídísimo" de Per cy.
    Jeje, es molestando, pero sí ya esperaba ansiosa que saliera.
    Bueno tu historia va teniendo un excelente desarrollo, cada vez me gusta más.
    Aunque lo que sí fue que no entendí una frase:

    Hice nana en el bazo pero me cure con agua.-dijo Denisse sonriéndole a su padre.


    Eso no me quedó muy en claro ¿qué fue lo que dijo?, claro si puedes aclararme por MP, sería estupendo jeje.
    Bueno sin más me retiro.
    gracias por avisarme
     
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